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Tema 3
El sector de los seguros médicos. La
responsabilidad civil sanitaria como
herramienta para la seguridad y la calidad
Propósito
Sentencias resumen
» La decisión sobre la parte del riesgo a transferir y la parte a retener debe basarse en la
evitabilidad del riesgo, la capacidad del centro para la autogestión y la solvencia
económica para presupuestar contratos de seguro.
» El riesgo autogestionado debe ser minorado mediante estrategias de prevención,
calidad y seguridad del paciente diseñadas ad hoc para cada época y situación y es
responsabilidad de los gestores clínicos.
» Debe formar parte de un plan estratégico en el que se deben tener en cuenta los
resultados de ejercicios anteriores respecto a reclamaciones y demandas no solo
pagadas sino presentadas, que deben ser estudiadas y comprendidas, muchas veces,
desde el punto de vista médico pericial.
Resumen
3.2. Introducción
Toda persona física o jurídica es susceptible de producir un daño a un tercero, ya sea por
acción, omisión o negligencia. El daño puede conllevar consecuencias penales, cuando la
acción, omisión o negligencia está tipificada como delito, consecuencias civiles cuando
se entienda que no siendo delito, sea preciso reparar o reponer la situación anterior al
daño o ambas. La responsabilidad civil basa su fundamento en los artículos 1902, 1903
y siguientes del Código Civil.
El art. 1902 de Código Civil establece: «El que por acción u omisión causa daño a otro,
interviniendo culpa o negligencia está obligado a reparar el daño causado». El art. 1903
añade: «La obligación que impone el artículo anterior es exigible, no solo por los actos u
omisiones propios, sino por los de aquellas personas de quienes se debe responder».
Los padres son responsables de los daños causados por los hijos que se encuentren bajo
su guarda. Los tutores lo son de los perjuicios causados por los menores o incapacitados
que están bajo su autoridad y habitan en su compañía. Lo son igualmente los dueños o
directores de un establecimiento y empresa respecto de los perjuicios causados por sus
dependientes en el servicio de los ramos en que los tuvieran empleados, o con ocasión de
sus funciones (sea in eligiendo o in vigilando). La responsabilidad cesará cuando las
personas en él mencionadas prueben que emplearon toda la diligencia de un buen padre
de familia para prevenir el daño. Esto supone que, según el art. 1902, el que hace un daño
(tiene que haber una relación causal entre la acción u omisión y el daño y que haya culpa
o negligencia, no se aplica por ejemplo en caso de fuerza mayor) debe repararlo vs
indemnizarlo.
Tal y como rezan los propios contratos de seguro, en los términos, límites y condiciones
contratados en las «condiciones particulares, especiales y generales de las pólizas», el
asegurador toma a su cargo las indemnizaciones por responsabilidad civil
extracontractual que en virtud de las disposiciones legales vigentes pudieran resultar a
cargo del asegurado como consecuencia de daños materiales, personales y sus perjuicios
directamente consecuenciales ocasionados a terceros durante la vigencia de la póliza, y
que tengan su origen en su actividad descrita en las «condiciones particulares de la
póliza». Como se puede apreciar, en esta reproducción del objeto de cobertura de una
póliza, emerge una primera distinción; responsabilidad civil extracontractual versus
responsabilidad civil contractual.
La responsabilidad civil contractual es la derivada de los pactos que libremente las partes
hayan alcanzado, por ejemplo hacer una obra en doce meses, suministrar una
determinada cantidad de producto de determinadas características en un determinado
plazo, entregar una traducción en determinados días, etc. El mercado asegurador NO
quiere asegurar este tipo de responsabilidad civil, pues entiende que estuvo en el ámbito
de dominio de las partes el alcanzar ese acuerdo y que el cumplimiento o no del mismo,
depende de la voluntad de las mismas, pudiendo llegar el caso, que si hubiese un seguro,
a una de las partes o a ambas les interesase más su no cumplimiento.
Las compañías de seguros lo que estamos dispuestas a asegurar son los daños causados
por un hecho súbito, accidental e imprevisto, es decir, un siniestro, acciones, omisiones
o negligencias, propias o de quienes somos responsables, que producen un daño, no
querido ni previsible y que están fuera del ámbito de voluntad de las partes.
paciente, atribuyéndole por tanto y cualquiera que sea el resultado del tratamiento, una
llamada obligación de medios que según el Tribunal Supremo tiene el siguiente
contenido:
Las razones para el aseguramiento, la más importante sin duda la tranquilidad social
dado que nace como una exigencia del colectivo profesional pero de forma esquemática,
recogiendo lo explicado por el propio INSALUD podemos citar las siguientes:
En resumen, son factores del entorno, de la propia medicina o del mundo jurídico los
que han promovido la necesidad del aseguramiento de la responsabilidad sanitaria. El
BOE de 1 de marzo de 1995 publicó la resolución del INSALUD en la que se convocaba el
concurso 9/1995 (Decreto 1005/74) para la contratación del seguro de responsabilidad
civil. También, por razones de cuantía, se envió para su publicación al Diario Oficial de
las Comunidades Europeas. El 10 de mayo de 1995 la Directora General del INSALUD
firmó la adjudicación del contrato de seguro de responsabilidad civil, con efectos desde
el 1 de enero de 1995. Previamente se habían intentado algunas fórmulas poco definidas
de cuenta de seguro o de riesgo desde 1991 con muy malos resultados. En 1995 el Servicio
Andaluz de Salud contrató su primer seguro de responsabilidad civil médica sensu stricto
y desde 1994 las demás comunidades históricas mediante fórmulas más o menos
tradicionales de seguro.
» Riesgos cubiertos:
o Riesgos profesionales derivados de la asistencia médica, quirúrgica y farmacéutica
(ordinaria y de urgencia), prestada con medios propios, tanto en atención primaria
como especializada, así como, la prestada con carácter de ayuda humanitaria.
o Riesgos profesionales de las actividades complementarias de administración,
dirección, mantenimiento, hostelería, docencia, investigación, formación, etc.
o Las responsabilidades derivadas para el Instituto Nacional de la Salud en su
condición de empleador frente a sus empleados y asalariados.
o La responsabilidad por estos mismos riesgos imputable al Instituto Nacional de la
Salud por el funcionamiento de los servicios públicos que presta.
o Riesgos profesionales por la actuación del personal recogido como asegurados en
la póliza durante actuaciones propias de la atención domiciliaria y traslado de
enfermos.
o El pago de las costas y gastos judiciales o extrajudiciales inherentes al siniestro.
o La constitución de las fianzas judiciales exigidas al asegurado para garantizar
responsabilidad civil.
» Riesgos excluidos:
o Los que se pueden producir directamente en ejecución de actos administrativos
normativos.
o Daños causados a terceras personas como consecuencia de que el asegurado o la
personas de las que responda civilmente, ejerzan una actividad profesional para la
cual no tuvieran la debida capacidad profesional o autorización legal.
o La responsabilidad resultante de intervenciones médicas o quirúrgicas, o de
actividades sanitarias no incluidas en la asistencia de la Seguridad Social.
o La responsabilidad derivada de la utilización de procedimientos curativos y de
medios ajenos a la buena y reconocida práctica médica o que no haya recibido
reconocimiento de entidades científicas o de profesionales médicos de reconocido
prestigio, o que estén considerados como experimentales.
o Las consecuencias de recetar y/o administrar productos farmacéuticos no
aprobados por la autoridad sanitaria.
o Las reclamaciones fundadas en pactos o acuerdos que modifiquen la legalmente
exigible en ausencia de ellos.
o El pago de multas, penalizaciones y/o sanciones impuestas por los Tribunales y
demás autoridades.
o Queda excluido cualquier daño inmaterial que no sea consecuencia de daños
materiales y/o corporales, garantizados por el contrato.
Los límites de indemnización eran para responsabilidad civil profesional 100 millones
de pesetas (600 000 euros) por siniestro, sublímite por víctima o lesionado: 50 millones
(300 000 euros), y franquicia: 1 millón (6 000 euros)
La Comisión se reúne previa citación y analiza los casos incluidos en el orden del día y
decide la posibilidad de realizar una transacción económica que de por finalizada la
demanda, su rehúse por considerar que no existe responsabilidad o bien se mantiene a
la espera en los supuestos de necesitar ampliar la información o estar pendientes de
decisiones judiciales.
Por parte del INSALUD las funciones de sus representantes era la siguiente:
» Inspección sanitaria, que recibe los informes técnicos y elabora el informe pericial
sobre los hechos sanitarios analizados.
» Asesoría jurídica que analiza los aspectos jurídicos de los hechos.
La gestión de riesgos sanitarios puede establecerse hoy día como un método apriorístico
suficientemente fundamentado para el establecimiento de la prima suficiente una vez
analizados todos los rincones generadores de riesgo y puesto de manifiesto las medidas
desarrolladas por los centros para su evitación.
La gestión de riesgos es una metodología que se utiliza cada vez más en los servicios
sanitarios. Sus principales objetivos son incrementar la calidad de la asistencia, mejorar
la seguridad de los pacientes y de los profesionales sanitarios que la reciben y la llevan a
cabo, y disminuir los costes evitables. La publicación de la Ley 41/2002, que trata de la
autonomía del paciente y de sus derechos y obligaciones en materia de información y
documentación clínica, obliga a adaptar determinados comportamientos personales e
institucionales a la nueva realidad legal y social.
Los preceptos de nuestra Ley, como por ejemplo la 41/2002 de 14 noviembre, básica
reguladora de la Autonomía del Paciente y de Derechos y Obligaciones en materia de
Información y Documentación Clínica, constituyen una posible fuente de riesgos si no se
toman las medidas oportunas para cumplir las obligaciones que impone a las
administraciones sanitarias, a los profesionales y a los centros sanitarios. La Ley ha
suscitado algunas críticas desde el entorno jurídico y desde el ámbito clínico-
administrativo, así como desde el poder político autonómico. Pero ello no impide que
desde el momento de su entrada en vigor obligue a los centros y profesionales sanitarios,
y que los derechos que en ella se contienen puedan ser ejercidos por los ciudadanos.
La gestión de riesgos sanitarios es una de las vías que se están poniendo en práctica con
el fin de moderar la siniestralidad y su coste en el sector sanitario, mejorar las
posibilidades de poder contratar una póliza y contener el proceso permanentemente
alcista de los seguros de responsabilidad.
Este análisis puede ser tan complejo como se pretenda, pero teniendo en cuenta el objeto
de análisis —una ley que acaba de entrar en vigor y su grado de conocimiento y
cumplimiento por los profesionales y por los centros sanitarios—, pensamos que no se
debe abordar este análisis de manera exhaustiva, recomendando una aproximación a los
problemas de manera progresiva y sistematizada. En una matriz elaborada, la frecuencia
la podremos considerar de manera cualitativa (alta, media, baja), o de manera
cuantitativa, según el posible período de recurrencia del riesgo o siniestro (número de
días, semanas, meses, años); igualmente podemos considerar la gravedad:
cualitativamente (catastrófica, muy grave, grave, leve), o cuantitativa, según la pérdida
económica que el siniestro pueda ocasionar.
1. Personal asegurado.
Este es un primer aspecto muy importante, en las pólizas de tipo institucional, como
por ejemplo los seguros de las Administraciones Sanitarias Públicas, están asegurados
tanto los profesionales a nivel individual como la responsabilidad que pueda tener la
propia institución (aseguramiento de la responsabilidad directa, solidaria o
subsidiaria que pudiera corresponder por daños o perjuicios).
4. Finalmente debe considerarse los riesgos cubiertos, que varían dependiendo de cada
póliza, aunque de forma genérica podemos decir que se incluyen todas aquellas
prácticas que normalmente desarrolla un profesional en su trabajo diario, tanto en
urgencias como en consultas, quirófanos o plantas. Aunque este aspecto lo hemos
contemplado ya más detenidamente en la póliza del INSALUD.
Todo este escenario nos conduce a un paciente más exigente y más informado y tenemos
que aprovechar esta circunstancia utilizando la información y la formación como
herramientas para involucrar a los pacientes en la mejora de la seguridad.
Otro reto tiene que ver con un aspecto básico para la mejora de la calidad: es el
relacionado con la medición de la efectividad, de las medidas establecidas para mejorar
la seguridad. Ya sabemos que lo que no se mide no se puede mejorar y este será un
aspecto muy importante en los próximos años, si queremos avanzar en este campo de
actuación. Como base podemos utilizar los diferentes sistemas de información
existentes, como por ejemplo: los derivados del CMBD, los indicadores de seguridad
establecidos por diferentes organizaciones internacionales o el propio Ministerio de
Sanidad y Consumo o mediciones puntuales, como puede ser el EPINE para conocer la
infección nosocomial. Pero deberemos modificar los sistemas de medición existentes,
incluyendo la realización de auditorías, o crear nuevos sistemas estableciendo
indicadores más específicos para conocer la utilidad de nuestras actuaciones.
Como resumen final, hace solo unos veinte años comenzamos a trabajar en el
aseguramiento de las reclamaciones económicas derivadas con la actividad sanitaria, que
como consecuencia de su evolución dio paso a la gestión de riesgos sanitarios y con ella
se cambió el enfoque pasando definitivamente al ámbito de la calidad asistencial. De esta
forma, mejorar la seguridad de nuestros pacientes comenzó siendo un problema
relacionado con la responsabilidad y actualmente se ha transformado en un elemento un
elemento clave en la mejora de la calidad del sistema sanitario.
Pero todas las mejoras «cuestan dinero». Todos los cambios que se van introduciendo
en los sistemas sanitarios pretenden evitar el despilfarro, mejorar la gestión, racionalizar
el gasto, diferentes eufemismos para no expresar a las claras que hay que ahorrar, que
hay que gastar mejor. Cuando uno lee declaraciones sobre la mejora de las
infraestructuras, sobre el plan para hacer del sector de la moda un motor de actividad,
etc., siempre escucha hablar de los muchos millones de euros que el Gobierno —central,
autonómico o local— va a invertir. Diferente es el discurso cuando se trata de mejorar el
sistema sanitario: los proyectos no suelen llevar aparejada la correspondiente
consignación económica, dado que es opinión generalizada que no se invierte, se gasta.
A modo de ejemplo podemos considerar que para cumplir con los requisitos que la
normativa estadounidense está implantando, los hospitales de ese país tienen que hacer
frente a un incremento de gastos. Consideran que deben formar a todos los trabajadores
de los centros, con un coste estimado de 16 dólares por empleado; las modificaciones que
tienen que llevar a cabo para poder cumplir los requisitos de confidencialidad tienen un
coste adicional elevado. Un estudio realizado entre 467 hospitales para la adecuación a
los estándares encontró que los hospitales tenían que hacer frente a una importante
inversión.
En nuestro país, la gestión de riesgos sanitarios se está iniciando con bastante lentitud
tanto en el sector público como en el privado. En el primero, los costes económicos de
las reclamaciones no constituyen una rúbrica en el capítulo de gastos: hasta ahora, bien
el servicio público, en el nivel central, contrata una póliza de seguros, bien la autoridad
sanitaria correspondiente asume los costes de la responsabilidad patrimonial exigible
por la ley 30/1992 y concordantes que la regulan. En el sector privado se sabe que los
riesgos se asumen «con cargo» a una póliza de seguros, bien del profesional sanitario,
bien a cargo de la institución o centro. Pero estas pólizas de seguros son cada vez más
caras y cada vez hay menos compañías que acuden a su contratación y cada vez las
condiciones de las pólizas son más duras. Esta situación puede conducir a una carencia
de aseguradoras de este tipo de responsabilidad, o bien a una situación en la que el precio
de las primas de las pólizas constituya un renglón inasumible de los gastos.
3.12. Bibliografía
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