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La burguesía y sus pensadores

En el marco de la caída del sistema feudal y el surgimiento de la burguesía como clase


dominante, distintas filosofías y pensamientos se formularon para convalidar los hechos que
finalmente darían luz al actual mundo capitalista. De entre todos ellos, y quienes nos
incumben en este momento, son principalmente dos: por un lado el pensador florentino,
Nicolás Maquiavelo, y por el otro, el inglés John Locke; y en este escrito intentaremos
presentar el pensamiento de ambos ideólogos.

Nicolás Maquiavelo fue un filósofo y político italiano renacentista, considerado el padre de la


Ciencia Política moderna, así como el primer escritor sombrío de la burguesía; pues fue su
teoría política la que en definitiva abrió las puertas de esta clase al poder. Él se encargó de
hablar de la política no como la búsqueda del bienestar general, sino al contrario, como una
lucha de poder y las estrategias de obtención y conservación de este. Para Maquiavelo la
política era dominación, la política era sangre y fuego, era, en definitiva, “economía de la
violencia”.

Maquiavelo, envuelto en una coyuntura histórica bien particular, abogó por la formación de un
Estado centralizado y por la secularización de la política; pues el ordenamiento territorial-
administrativo que se requería para la llegada de la burguesía al poder, no podía ser de otra
forma que con un Estado-nación unido, con una misma cultura, un mismo lenguaje y un
sentido de pertenencia; capaz de tomar decisiones propias y autónomas, lo que se traducía en
alejar a la Iglesia de la política, que representaba un obstáculo para el objetivo antedicho. En
este sentido pudo complementarse muy bien con el reformista Lutero, quien luchó por una
Iglesia sin política. Así es que, ambos buscando la separación de la teología y la política
(aunque en sentidos diferentes) pudieron abrir paso a una época de reformismo.

Maquiavelo, además, veía en la Iglesia católica una perfecta ejecución del poder a través del
consenso y la coerción. Con la inteligencia y la fuerza suficiente para hacer cumplir sus
demandas. El pensador clarificó este esquema y lo puso a disposición de la clase burguesa.

Maquiavelo habló de la política de forma tan realista, sin eufemismos, que una vez llegada al
poder la clase burguesa prefirió borrar su “pasado” cínico y olvidar al viejo pensador que tanta
ayuda les había brindado. Más no todo es tan fácil y los clásicos nunca mueren, de modo que
el pensar que les había dado herramientas en algún momento, pronto fue tomado por autores
de una izquierda crítica contra el sistema capitalista y usado en su contra. Podemos pensar en
Gramsci, quien tomó la dialéctica de los “fines” y “medios” y promulgó una articulación
conflictiva y abierta entre ambos conceptos: contraponiendo temas como la teoría y la praxis,
la ética y la política y hasta el ideal y las estrategias; o Althuser, que no dudó en utilizar a
Maquiavelo y a Spinoza como precedentes de Marx (reemplazando al clásico Hegel), haciendo
así un marxismo más realista, materialista y profundamente político.

No solo la izquierda; hasta la derecha fascista ha retomado al viejo pensador, en muchos casos
simplificando su pensamiento a un pragmatismo profundamente cínico, y hablando de la
“naturaleza humana” como un instrumento en manos de una élite dirigente.

En cambio, la burguesía prefirió, como dijimos antes, esconderlo y atenerse a pensadores


“mejor vistos”, como Locke por ejemplo, que hasta el día de hoy podemos ver aplicado su
pensamiento convalidando hechos sociales. Este pensar puede contextualizarse luego de la
Revolución Gloriosa, cuando la burguesía inglesa ha logrado llegar al gobierno por medio del
parlamentarismo e Inglaterra comienza a expandir su imperio. La burguesía de aquel momento
necesitaba una forma de aprobar cuestiones como la esclavización o la conquista de América,
cosas que el pensamiento liberal de aquel momento condenaba. Fue entonces que Locke
propuso una teoría de igualdad y libertad, partiendo de leyes naturales fundamentales como la
propiedad y la integridad física. Estas leyes son “talladas en el corazón de los hombres por
Dios”, y cualquiera que atente contra ellas “declara la guerra a todo el género humano”, y por
tanto debe ser castigado. Así es que cualquiera puede hacer cumplir la “ley natural”, y
castigando a quien no la cumple tiene derecho a una “reparación”, sea con bienes del
castigado o con sus servicios, convirtiéndose así en el esclavo del castigador.

En cuanto al sometimiento, explica que quien intenta someter a alguien atienta contra su
libertad y debe ser castigado; de modo que queda justificada la revolución burguesa contra las
monarquías absolutistas.

Locke afirma que el Estado civil es un perfeccionamiento del Estado de naturaleza, y toda
sociedad debe apuntar a él; si no es así debe ser castigado. Más aún, pues afirma que la tierra
puede ser poseída mientras se le saque provecho; el dinero es el único medio por el cual
alguien puede acumular tierras, pero en el Estado de naturaleza este no existe, así que solo
son poseídas en tanto son cultivadas. A través de estos postulados el pensador legitima la
conquista de América, explicando que los pueblos originarios no querían ser civilizados, por lo
que fueron arrasados y como reparación se tomaron sus tierras.

Locke habla de los derechos humanos, y postula inclusive cinco principios de orientación que
establecen un marco de derivación de los derechos humanos, que, vale decir, son un “copia y
pegue” de las banderas levantadas por los liberales durante la revolución; y es por esto que
hasta el día de hoy sigue siendo citado como un gran defensor de los derechos del hombre;
pero basta con ahondar un poco en la idea para entender realmente de lo que habla.

Este pensador, al contrario de lo que se piensa, habla de los derechos del hombre, como la
propiedad, no como una necesidad del hombre para vivir, sino como un sistema de
competencia y eficiencia: su propiedad es la propiedad del individuo posesivo. En este sentido,
Locke no habla de los derechos humanos como algo propio del hombre, no hace más que crear
un sistema social para el cual los humanos no son más que un soporte: Locke institucionaliza
los derechos humanos; instituciones que se imponen y arrasan contra todo lo que predican
con tal de mantenerse en pie. Locke convierte la institución de los derechos humanos en un fin
en sí mismo, y esto destruye todo lo que estos mismos significan.

En la actualidad la burguesía sigue alzando el pensamiento de Locke; mostrándose como


grandes defensores de los derechos del hombre, cuando en realidad no son más que palabras.

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