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Marco Aurelio Denegri, MAD, Denegri llega a las cuatro en punto de la tarde a la

cuadra diez de José Gálvez, en Santa Beatriz, para la


un loco en su sano juicio. grabación de su programa ‘La función de la palabra’
en Televisión Nacional del Perú, canal 7. Hago mis
Por Claudia Victoria Arenas cálculos. Dada la cercanía entre su trabajo y su hogar,
es probable que a esta hora aún se encuentre en su 1
casa y hacia allá me dirijo. Doy con la calle y el
Misántropo, elitista y erudito, Marco número. Un auto Tico espera en la puerta. Es una
Aurelio Denegri, ni casado, ni hijos, es casa angosta, antigua, de tres pisos que, según los
el sexólogo más excéntrico del medio. pocos que han podido ingresar, está repleta de libros,
Tiene un programa en televisión nacio- desde el garaje hasta la azotea. Y hay quienes asegu-
nal en el que ha declarado abierta- ran que en ella se encuentra la biblioteca de sexología
mente su aversión por la especie hu-
más grande del Perú. Espero afuera.
mana y que en realidad el ser humano
no debería ser calificado homo sapiens Alfredo, un moreno ya mayor, aguarda dentro
sino homo stupidus, término que él del Tico. Lee un periódico chicha. Es el taxista oficial
mismo creó. Muy pocos saben real- del doctor Denegri desde hace doce años. Fue
mente como es y él lo prefiere así. despedido de una empresa de seguros de la misma
Detesta la idea de volverse popular. calle y esto lo obligó a pararse varias semanas en la
misma loseta, muy cerca de la casa de Marco Aurelio,
en espera de su gratificación. Con lo conseguido,
UNO alquiló un Volkswagen, lo estacionó en la esquina de
Velarde y comenzó a hacer taxi a sus ex jefes y
Son las tres y cuarenta y dos de la tarde de un antiguos compañeros de trabajo. Una mañana de
miércoles cualquiera. La señora del puesto ambu- 1993, el señor Marco Aurelio salió de su casa,
lante de la esquina de la cuadra tres de la avenida convinieron precio y salieron rumbo a la San Marcos,
Petit Thouars me ha dicho que siempre ve salir al alma mater donde Denegri estudió cursos de Derecho,
señor Marco Aurelio Denegri en un taxi tico amarillo una carrera que nunca llegó a terminar.
por el lado derecho de la calle. Desde mayo del 2001,
Desde entonces, Alfredo lleva al señor Denegri sobre las elecciones presidenciales. Marco Aurelio bajó
casi a todos lados. A pesar de los años y kilómetros del taxi tico y subió la escalera de la entrada. Hizo un
juntos solo puede —o quiere— decirme más o menos saludo rápido con la mano a los mismos de siempre, a
lo mismo que me comenta el portero y el supervisor la recepcionista y al guardián, miró de reojo a los dos
del canal. personajes por un instante para desaparecer luego por
—Es un hombre reservado, serio pero amable. un pasillo largo, amarillento y desierto. Fueron menos 2
Usted sabe que es cultísimo, respetable. de diez segundos, pero suficientes para notar su
No lo hace esperar más de lo necesario para caminar presuroso, su postura ligeramente encorvada
una carrera. El señor Denegri solo habla si uno es y una excesiva limpieza general percibida en la estela
quien le inicia la conversación, pero Alfredo no le dice fresquísima que dejó. También noté que, al lado suyo,
nada porque cada vez que piensa hacerlo, mira por el una mujer iba siguiéndolo como un satélite constante.
espejo retrovisor, lo nota pensativo y cree que podría Pero ahora estoy en su calle, ya llevo una casi una
incomodarlo. Es difícil saber qué decirle a alguien que hora parada y el sexólogo no aparece.
te considera parte de una especie genéticamente —Si quieres hablar con él, no lo esperes aquí
condenada a la extinción por el embrutecimiento al en su casa, ten por seguro que no te va a recibir —di-
que nos lleva el uso dependiente de la tecnología. Con ce Alfredo.
solo escuchar dos palabras, Denegri sabe que no Doy la vuelta y pienso tomarme dos horas para
perteneces al escaso porcentaje de personas cultas del abordarlo luego de la grabación a la salida del canal.
mundo y mucho menos al 1.3% de extrema sapiencia
del que él, por supuesto, se siente parte. Si no lo eres,
simplemente eres una pérdida de tiempo, lo aburres. DOS
Mientras espero el momento en que Denegri
abra la puerta de su casa, recuerdo la primera vez que Marco Aurelio fue el único hijo del tardío
lo vi. Fue en el lobby del Canal 7. El ‘Chato’ Grados, matrimonio Denegri-Santa Gadea. Ella profesora, él
célebre cantante folklórico, se encontraba hundido en sub-director del colegio Guadalupe. Recibió su nombre
un sillón que lo hacía ver aún más pequeño. A su lado de Marco Aurelio Denegri Cox, su abuelo, quien había
estaba la también folklórica Amanda Portales, en muerto casi veinte años antes del nacimiento de su
jeans y taco aguja, con la que el ‘Chato’ conversaba nieto.
Desde muy pequeño, Marco Aurelio merodeaba La altura de sus conocimientos lo hizo no sólo
por la biblioteca de su padre, por el que tenía gran reservado, sino un ser arisco y ermitaño hasta con sus
admiración y a quien, hasta ahora, le recuerda seres más cercanos. Un amigo suyo cuenta que,
algunas frases que cita en su programa cuando menos cuando le dio el pésame por la muerte de su padre,
uno se lo espera. De él heredó el gusto por la lectura, Marco Aurelio dijo:
pero recibió también las primeras lecciones de un —Ya estaba viejo. 3
peculiar vínculo de géneros. Julio Denegri y Leonor
Santa Gadea, al parecer, dormían en camas sepa-
radas. Leonor era la clásica esposa, serena, atenta y TRES
complaciente. Del padre Denegri cuentan hasta hoy
que fue un hombre que no rendía cuentas a nadie. A bordo de un viejo Oldsmobil guinda, tres
Es difícil encontrar familiares o amigos que jovencitos imberbes de clase alta limeña estaban a
recuerden la celebración de algún cumpleaños del punto de llegar al clímax de sus primeras citas. Era
pequeño Marco. El 16 de mayo de cada año era un día una noche de julio de 1952. Luego del cine, las
normal. Tampoco recuerdan haberlo visto cantar, parejas se dirigieron rumbo a El salto del fraile, cerca
fumar o bailar. Todos coinciden en que, si bien era un a playa la Herradura. El futuro oftalmólogo William
chico gracioso e inquieto cuando quería, siempre fue Olivos, único del grupo que podía gorrear el auto de
bastante reservado. Con los años, fue alejándose de su padre a los diecisiete años, iba al volante. Apagó el
amigos y familiares. Con los años, pasó más tiempo en motor, bajó el volumen de la radio y reclinó su brazo
su biblioteca leyendo o analizando, como audiófilo, la en el respaldar del asiento para acariciar el lazo que
calidad del sonido de un disco en su equipo profe- adornaba el cabello de su chica. Al lado de ella, Mario
sional. Su interés por la cultura y las ciencias lo llevó Martínez tarareaba una canción de moda para su
a investigar diversos temas, desde Budismo Zen hasta respectiva pareja. En la parte de atrás, iba Marco
gallística y cajón peruano. Se acostumbró a leer más Aurelio Denegri. Lo apodaban ‘Moviloil’ por sus
de cuatro horas al día y, cuando se le acabaron las inquietos movimientos pero que, en ese preciso
palabras para tantas ideas, decidió crearlas. Ha instante, tomaba de la cintura a C., una chica delgada
llegado a decir, en más de una oportunidad, que la que había conocido esa misma noche. Olivos recuerda
Real Academia de la Lengua está mal informada. muy bien aquella salida. Fue la única vez que vio a su
amigo, el hoy reputado y excéntrico sexólogo, inten- traban las putas más guapas e inclusive podían
tando provocar a una mujer. El oftalmólogo recuerda servirse de cubanas, francesas y españolas. En las
el diálogo así: cuadras cinco y seis, atendían homosexuales y una
—Marco, no te he dado confianzas —susurró que otra mujer ya pasada de años. Marco Aurelio no
Celia mientras miraba avergonzada el espejo retro- sólo disfrutaba ir para tomar el servicio luego del des-
visor. canso del almuerzo, sino que también era visto 4
—Pero si sólo te tengo de la cintura… —dijo apoyado en las ventanas, conversando con las prosti-
Marco Aurelio fingiendo sorpresa y aprovechando para tutas sobre las dificultades, bondades y secretos de su
acercarse a ella un poco más. oficio.
—Oye, te he dicho que no te he dado confianza. —Si nosotros íbamos seis veces al mes, Marco
—¿Acaso tú no sabes que las caricias son el iba alrededor de veinte al mes. Debe haber estado con
precedente del ósculo? todas o casi todas las putas.
—¿Qué es ósculo? Su interés por el sexo iba más que un deseo
—Mira querida, confórmate con saber que exploratorio común en cualquier adolescente de hor-
quiero darte un beso, ¿puedo o no? monas revueltas. Era habitual encontrarlo en el recreo
A los pocos días, Marco Aurelio pasaba la voz a leyendo, a escondidas, libros en inglés de sexología
sus amigos para ir a jirón Huatica, célebre barrio rojo humana, como The Kinsey Report (El informe Kinsey),
de La Victoria cerrado cuatro años después y del que una publicación de estudios de conducta sexual
Denegri escribiría un relato titulado ‘Recuerdos huati- escrita por el entonces célebre investigador norteame-
queros’. Marco o MAD, como también lo llamaban sus ricano Alfred Kinsey. Era frecuente escuchar a De-
amigos del Colegio San Andrés, haciendo referencia a negri jactarse del éxito obtenido gracias a las reco-
las iniciales de su nombre (pero también por su mendaciones de dicha instrucción y hacer las cosas
conducta inquieta e impredecible), merodeaba el como se debe. Marco Aurelio organizaba debates con
barrio de prostitutas desde los catorce años. Sabía profesores acerca del tema, e incluso recolectó firmas
muy bien que las meretrices de las dos primeras para la creación de un curso-taller de orientación
cuadras cobraban dos soles; las de la tres, cinco, y las sexual para los alumnos, un pedido que, por su-
de la cuatro, diez soles. Ahí le gustaba andar. La puesto, las autoridades desestimaron rápidamente.
cuadra cuatro era cotizada porque en ella se encon-
y regordeta, Rosa lleva hoy el cabello teñido de cas-
CUATRO taño recogido en una cola, camina ligero, y al igual
que hace más de treinta años, va detrás de él. Le lleva
Su única pareja conocida fue una rubia los libros, le abre la puerta, lo atiende. Lidia Alvarado
platinada que se paseaba por jirón de la Unión con de Denegri, prima mayor de Marco, recuerda haber
insolencia. Vestía faldas largas, llevaba el cabello visto a Rosa por primera vez hace veinticinco años en 5
suelto y usaba abrigos oscuros durante el invierno. una de las pocas reuniones familiares a la que MAD
Era 1972, Marco Aurelio tenía treinta y cuatro años y asistió. Al principio, todos los Denegri de la sala pen-
solía llevarla del brazo por las tardes al Club la Unión saron que se trataba de su pareja. Después de todo, él
para tomar café con el amigo, cineasta y narrador nunca había llevado a una mujer a la casa y si ahora
Armando Robles Godoy. Olivos recuerda los cariños y lo hacía ‘debía ser por algo’. Pidieron a la sirvienta
bromas de la pareja. Marco Aurelio solía acariciarle la traer algo de beber para la señorita y presentes. Marco
barbilla mientras todo el cuerpo de ella se reía. A los se recostó sobre el sillón, cruzó las piernas y apoyó su
conocidos, todo aquello les parecía increíble. Según mano sobre el brazo del mueble. Al ver aparecer a la
los que recuerdan esta historia, MAD se divorció de la sirvienta con la bandeja, Rosa se puso de pie y no solo
poligamia por casi tres años y compró un auto que se sirvió, sino también al resto de los invitados y no
apenas llegó a conducir. Dicen que aquella rubia estilo paró hasta entrar a la cocina para ayudar con la
Marilyn Monroe lo sacó de las bibliotecas a tomar, comida. Los Denegri pensaron que se trataba de
conversar de temas triviales y mezclarse con gente alguna amiga rara de su excéntrico familiar. Lidia y
alegre y ligera que él siempre repudió. Pero el enamo- Elena de Saravia, otra prima de MAD, entendieron
ramiento fue fugaz, una comprobación práctica de lo diez años después este hecho cuando asistieron a una
que él siempre ha visto como la esencia teórica del conferencia de Marco Aurelio en el Club Miraflores,
sentimiento amoroso: el amor es un fenómeno pere- donde él sostuvo que solo habría de tener una mujer
cible y finito, un ‘trámite breve’. Hubiera sido una si esta era bella, le despertaba arrechura o lo aten-
rareza que le haya durado. Cuentan que la argentina diera perpetuamente.
desapareció de su vida sin saberse más de ella. —Es un señor serio pero se sonríe y me saluda
Pero tiempo antes Marco ya tenía una mujer cuando me acerco. Le gusta el olorcito de Max Factor
que lo seguía a todas partes. Rosa. Pequeña, trigueña —dice Clotilde Chávez, la maquilladora del programa,
refiriéndose al polvo compacto para la cara que aplica los televidentes: le haría llegar los más interesantes y
a Marco Aurelio previa base líquida. Ella suele pasarle los respondería siguiendo instrucciones precisas.
la esponjita por el rostro cinco minutos antes de —Nunca lo he visto sin terno, anda así hasta
comenzar la grabación, y le da una repasada en cada en su casa.
corte que marca la productora del programa, Saman- Comenta de él lo que muchos: serio, cumplidor
tha Chau. y puntual. Pero también carajeador y sumamente 6
La primera vez que Samantha lo vio, fue en el divertido. Lo primero, cuando llega al set y se da
programa ‘Vivamos’ que Ricardo Belmont conducía en cuenta que las cosas aún no están listas. Lo segundo,
canal once, allá por 1987. Tema de la noche: la luego de las grabaciones, cuando se lanza a contar
pornografía. Los panelistas: Armando Robles Godoy, algunos chistes. Ella procura seguir el ritmo, ríe con él
escritor; Luis Giusti de la Rosa, profesor de Medicina pero al mismo tiempo no incumple ninguno de los
de la San Marcos; Ana María Portugal, feminista; pedidos especiales de Don Marco, entre ellos, no dejar
monseñor Ricardo Durand, obispo del Callao, y, al entrar a ninguna persona fuera del equipo técnico al
lado de tan célebre dignatario católico, MAD. El sexó- set. No autoridades del canal, no practicantes, no
logo se divertía con el público haciendo morisquetas periodistas. Sólo a Rosa, que desde una esquina, sen-
cada vez que monseñor Durand decía escandalizado tada en una banquita, espera la señal luego del tercer
“es una cosa monstruosa”. Al final, Belmont llamó a bloque, para ponerse de pie y llevar hasta la mesa de
consulta popular: pidió al público votar a mano alzada conducción los libros que MAD destruirá en críticas
y decir así con cuál de los panelistas estaban de durante la emisión del programa.
acuerdo. Solo un asistente apoyó a Marco Aurelio.
La segunda vez que Samantha lo vio, en enero
de 2002, MAD parecía molesto y ella estaba nerviosa. CINCO
Trabajarían juntos por los próximos cinco años y ella
sería algo así como su jefa. Desde entonces lo llamaría Al fondo de la sala del chifa Ho Wha de la
‘Don Marco’, porque así se siente cómoda. Quedaron cuadra cuarenta y dos de la avenida Paseo de la
en que iría a visitarlo a su casa una vez por semana, República, la promoción Carlos Benavente Zavala de
antes de la grabación del programa. Quedaron tam- 1955 del Colegio San Andrés se reúne para almorzar
bién en que ella se encargaría de recibir los e-mails de cada mes.
—Él, por supuesto, no vendrá —dice el pe- Aquello que él ve como defecto en los otros puede ser
queño Jorge Best, compañero de colegio de MAD, atra- el motivo por el que ya no asista a las reuniones. La
pando con el tenedor un trozo de chicharrón. impresión que tienen sus compañeros es que MAD
La última vez que MAD decidió aparecerse en siente que está muy por encima de ellos, que se
una de estas reuniones fue hace seis meses. Fue luego aburre. Y eso parece dolerles. Quizás llega a recor-
de varios años de desaparición. darles las épocas escolares en que el niño Marco 7
—Le dije que si venía a comer con nosotros, le Aurelio, a pesar de vivir muy cerca del colegio, casi
tendría de regalo: un libro de mi colección, uno de nunca los invitaba a entrar a casa.
crónicas de viaje que data de 1759 —dice Best—. Y Es la hora del postre. Los chicos de la promo se
vino, solo así viene. ven ya viejos, aunque alguno intente ocultarlo con
En medio del almuerzo, Jorge Queirolo se pone tinte oscuro y cuidadas sonrisas. Al verlos, me recuer-
de pie y dice «’Ser o no ser, he ahí la gran duda’, dan a esos señores que una encuentra en el café Haití:
¿saben que quiere decir esto plebeyos?». Todos se ríen maduros, colorados. Los había visto antes, mucho
y dicen «no, no sabemos mi estimado ‘Moviloil’». «Sarta menores, en una antigua revista del colegio San
de plebeyos entonces», parafrasea Queirolo. Cuentan Andrés. Aparecía toda la promoción 1955. Javier
que Marco Aurelio llegó a clase una vez y recitó entero Polastri era el encargado de caricaturizar a cada estu-
aquel famoso acto tercero de la primera escena de diante. En el dibujo, MAD viste saco, corbata y levanta
Hamlet. Fue toda una lección de expresión teatral, un la mano. La mano está flotando en un ademán que pa-
espectáculo de ademanes y gestos. Pero nadie reac- rece un salto.
cionó. ¿Qué le pasaba a MAD? Al no recibir comen- —Era su tembladera —aclara Polastri. El
tario final, dijo: amigo habla de un tic que en ese tiempo les llamaba la
—Ah, no dicen nada, eso es porque esto es algo atención: lo describe como un rápido movimiento de
que nunca entendería la plebe. brazos en el que Marco Aurelio deja caer sus largas
Así llamaba al resto. Y así lo querían y lo manos, como si las muñecas estuvieran en huelga. Así
siguen queriendo algunos, pero así ya no lo quieren una y otra vez, para luego agachar la cabeza y mostrar
tanto otros. Para muchos, hace tiempo que Denegri la coronilla. Es una orquesta de ademanes que ha
dejó claro que, si existen altares especiales para los sobrevivido en el tiempo: cualquiera puede observar
que piensan mejor, él ya se instaló allí hace mucho.
los mismos movimientos al verlo unos minutos en orgullosos que lo amarraron al asiento del auto de
televisión argumentando cualquier cosa. Olivos, y lo llevaron a la fuerza a debutar.
El dibujo de Polastri tiene detalles. Regados a
alrededor del personaje, hay libros de biografías como
la de Machiavello. Debajo, una breve reseña del ‘sin SEIS
par Denegri’: un hidalgo y quijotesco personaje de la 8
promoción, es uno de los más inquietos que se carac- Hago caso a Alfredo, el taxista y espero a MAD
teriza por las oportunas salidas de clase que tiene. a la salida del canal antes de las seis de la tarde de un
Persona con gran facilidad de palabra aunque de miércoles. Samantha, la productora, me ha repetido
palabreo bárbaro, dando muchas vueltas para llegar a que él no desea que nadie más que el equipo técnico
su esencia. Quizás por eso era favorito para expo- esté en el estudio de grabación. Marco Aurelio Denegri
siciones como las de la conmemoración de la batalla no es una estrella. Digamos, no es precisamente
de Dos de mayo, las Bodas de Plata del Colegio o la famoso. Para preguntar por él en los locales cercanos
ceremonia del Día del Maestro, en donde representó al a su trabajo, tuve que volver con una fotografía suya
quinto de secundaria en un discurso dirigido al di- impresa en una hoja, como alguien que busca a un
rector. pariente perdido. Sin embargo, MAD sí tiene fans.
Por aquellos días, también, se tomaron la típica Conocí uno que estudia psicología (veinticinco años,
foto de clase para el recuerdo. Tres filas de chicos de anteojos) y que guarda en su casa una colección pri-
pie y, en las esquinas, los respectivos profesores. En el vada de más de cuarenta casetes en los que aparece el
extremo derecho de la fila del medio, el joven Marco sexólogo, en diversos programas, facetas, ademanes.
llevaba solapas y grandes orejas, terno y corbata azul. Ahora aguardo al lado del taxi que lo espera
Tenía la basta del pantalón a la altura perfecta, cerca de la esquina. Y allí está. Aparece en terno azul,
contenía una sonrisa pero permanecía erguido, como botones dorados y camisa a cuadros. Detrás, Rosa
un cadete a punto de estallar a carcajadas. Semanas carga los libros que MAD, como de costumbre, ha des-
después, preparaba una de sus últimas aventuras de hecho en críticas durante la grabación del programa.
colegio: secuestrar al único compañero virgen de cuar- Mientras lo veo llegar, recuerdo la edición en la que
to de secundaria y llevarlo a Huatica. Me cuentan precisó haber encontrado ciento veintisiete errores en
uno de los libros de Rodolfo Hinostroza, para luego
arrojarlo a un lado y decir que se trataba de algo algunos filamentos capilares cuidadosamente orde-
“inadmisible”. nados —por un peine de dientes muy juntos— no
Nos encontramos en la vereda frente a frente. llegan a ocultar la forma extraña de su cráneo. Es un
Me mira con fastidio, sabe que me acercaré a él. cráneo con forma de foco de luz. Reparo en que debajo
Recuerdo la recomendación que me hizo la actriz y de esos mechoncitos hay un cerebro que domina la
periodista Denise Arregui, que lo entrevistó en el 2003 lexicografía, gramática, religiología, sexología, etología, 9
para el programa ‘Sentidos’: «tienes que soltarte, ludología, cinesiología, gallística y otros asuntos.
trátalo con confianza pero también recuerda que él es —No me gustan las personas, me alejo de ellas
el erudito, aprovecha eso». Llego hasta él, me presento por cuestión de higiene— dice mientras me doy cuenta
y se me acerca con demasiada velocidad (más de lo de que mira mis zapatos.
que había previsto), trazando entre nuestras miradas Recuerdo que las empleadas del restaurante
una línea de ángulo muy inclinado, una perspectiva ‘La Estrella’, al frente del canal, me comentaron una
atemorizante. vez que MAD bebe café pasado muy de vez en cuando
—¿De qué universidad me dices?, ya bueno, con chicos que parecen hacerle entrevistas, y que
ven. suelen hacerlo reír. Pero conmigo está muy serio.
Avanza hasta el taxi. Rosa abre la puerta, Sigue respondiendo con evasivas. Le pregunto sobre la
ingresa y él se queda afuera. Agacha la cabeza diri- soledad.
giéndose hacia ella y, al verme, hace un gesto de —Antes tenía ganas de hacer más cosas…
‘bueno pues…’ Se reincorpora, apoya una pierna y un Mire, yo doy entrevistas pero todo es cuestión de
brazo en el marco de la puerta. Se ve más pálido que sentirse cómodo. Usted puede estar cómoda pero
en la televisión. Logro ver sus dientes tan ordenados, quizás yo no o puede que, al revés, usted se encuentre
tan blancos, tan derechitos. Parece no tener rastro de incomoda y yo no. ¿Cuántos años tiene, me dijo?
haber llevado barba alguna vez. Solo algunos puntitos ¿Pero está interesada en algún tema en especial o en
en la zona de los bigotes. mí?
Responde a mis preguntas con evasivas. Su- —Tengo veintidós y estoy interesada en un
giere que todos los temas son amplios y que, por si tema pero sobre todo en usted. ¿Por qué me pregunta
acaso, no habla de sí mismo. Trato de concentrarme mi edad?
en su cabello ralo para controlar los nervios. Apenas
—Porque no parece. Mmm… yo elegí ser mirada. Luego de tomar apuntes de lo que dijo MAD,
apersonal, la soledad activa, es decir, yo elegí la me paro y decido entregarle al barbero una revista
soledad, nadie me abandonó. nueva que tenía bajo el brazo para no verlo tan
—¿Pero acaso no tiene instantes, pequeños gruñón, para simpatizar. «Esto es una peluquería,
momentos en los que sienta alguna ausencia? como puede ver hay muchas revistas, no necesito
—No, porque los que eligen la soledad activa, más, gracias», responde. 10
eligen estar solos. ¿Cuáles son tus honorarios? Salgo del local con el rostro pálido. Recuerdo el
No creí oír mal, aunque puede ser. Recordé de gesto de fastidio de los chicos del Ho Wha por la
golpe todas las historias de Marco Aurelio Denegri y arrogancia de MAD, el como él miró mis zapatos, el
las chicas de Huatica y otras incursiones suyas por andar apuradito y nervioso de Rosa cargando todos
antros y burdeles, la forma en que él ha hablado de esos libros, y pienso de nuevo en la caricatura de
todo eso con absoluta naturalidad, sin cargas morales Denegri en la revista escolar: alguien que disfrutas
ni inhibiciones. Temí que la conversación pudiera como personaje, que celebras mientras lo ves des-
tomar un giro lamentable. Total, ¿qué puede pensar preciar al mundo de los comunes, pero a quien
un hombre como MAD de una chica que se le planta siempre verás con la sospecha de que a él no le im-
en el taxi? La situación me dominaba. Me sentí estú- portas demasiado. Porque ningún ser humano im-
pida y pequeña por quedarme sin palabras. porta mucho. Porque no hay nada más estúpido que
—¿Perdón? despedirse por televisión de gente que no ves, y por
—Que cuáles son tus horarios. eso él nunca lo hace con una sonrisa y mirando de
—Ando libre por las tardes, desde medio día. frente. Porque no hay nada más absurdo que hablarle
—Mmm, en algún momento nos podemos en- de ti a una chica que no conoces y divulgaría algo de ti
contrar entonces. Yo comprendo el interés de la gente, cuando tú solo quieres que nadie te recuerde.
pero ahora me tengo que ir. Le agradezco mucho.
Espero que se vaya y camino hacia una bar-
bería antigua frente al canal. Pido permiso al señor
que atiende para sentarme. Le digo que espero que me
vengan a recoger. Me hace un gesto similar al de De-
negri de ‘bueno pues’ y me señala un asiento con la

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