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INDICE
CAPITULO I
LOS CONTRATOS NOCIONES GENERALES
A.
B.
CAPITULO II
CLASIFICACION DE LOS CONTRATOS
CAPITULO III
ELEMENTOS CONSTITUTIVOS DEL
CONTRATO
A.
B.
PROLOGO
VII
VIII CABEZAL
PROLOGOPAR
Civil que dictó a través de largos decenios. Pero el prestigio de ellas y la fama
de ser las más completas y perfectas, hizo que alumnos destacados tomaran
apuntes que vendían profusamente. Más tarde se publicaron cursos comple-
tos de Derecho Civil con la advertencia de que eran basados en las explicacio-
nes de Alessandri y, a menudo, en conjunto con las de otro gran maestro,
Manuel Somarriva. Hasta hoy es frecuente que los estudiantes de Derecho
recurran a ellos para preparar sus pruebas y exámenes. Otro tanto ocurre en
Ecuador, país que tiene un Código Civil muy similar al nuestro.
La iniciativa de la Editorial Jurídica de Chile para entregar a la luz pública
la versión completa y original de sus lecciones, guardadas celosa y afectuosa-
mente por su familia, y reunidas por el maestro bajo el nombre “De los
contratos”, es digna de todo encomio.
Se puede asegurar sin temor que es lo más completo que se haya publica-
do en lengua española sobre los contratos en general. No queda nada por
analizar. Allí están todos los capítulos tradicionales e históricos, así como las
novedades doctrinarias y de derecho comparado. Y cada página lleva el sello
indeleble de la inteligencia, la preparación y –repito– la claridad admirable
del maestro Alessandri Rodríguez.
A. GENERALIDADES
1 Creemos, con C OVIELLO (Doctrina General de Derecho Civil, versión española de la cuarta
edición italiana, pág. 344), que es preferible decir manifestación y no declaración de voluntad ,
porque así quedan comprendidos aún los casos en que la voluntad no necesita darse a conocer a
otra persona, como ocurre en el testamento, y aquellos en que la voluntad se expresa por meros
hechos.
1
2 DE LOS CONTRATOS
placer y sin pensar siquiera en la adquisición del dominio. Esto es, por lo
demás, lo que ocurre siempre: quien ejecuta un acto jurídico no lo hace con
el propósito de producir tal o cual efecto jurídico, sino para obtener un fin
práctico determinado, generalmente de orden económico. Quien compra o
toma en arrendamiento una cosa no lo hace para que se produzcan los
efectos propios de estos contratos, sino porque le es necesaria, y si el efecto
jurídico se produce, es porque el fin práctico perseguido por su autor se
logra mediante un acto a que la ley reviste de eficacia jurídica 2.
2 CLARO SOLAR , Explicaciones de Derecho Civil chileno y comparado , tomo XI, Nº 680, pág. 7; DE
R UGGIERO, Instituciones de Derecho Civil , tomo I, versión española de la 4a. edición italiana, pág. 249;
COVIELLO, obra citada, pág. 343.
3 DEMOGUE, Traité des obligations en général , tomo I, Nº 16 in fine , pág. 36 y Nº 16 ter, pág. 40;
CLARO S OLAR , obra citada, tomo XI, Nº 681, pág. 8; COVIELLO, obra citada, versión española de la 4a.
edición italiana, págs. 345 y 346; DE R UGGIERO, obra citada, tomo I, versión española de la 4a. edición
italiana, pág. 250; ENNECCERUS, K IPP Y W OLFF, Tratado de Derecho Civil , Parte General, volumen II,
versión española de la 39a. edición alemana, pág. 71, Nº 3.
LOS CONTRATOS. NOCIONES GENERALES 7
10. DOMINIO DEL CONTRATO. El dominio del contrato es vastísimo: tiene cabida
en el Derecho Público, en el Derecho Internacional y en el Derecho Privado.
Los contratos administrativos desempeñan un papel de primer orden en la
Administración Pública. Los tratados son verdaderos contratos entre Estados.
Unos y otros están sujetos, en principio, a las mismas reglas que rigen los
contratos en el Derecho Civil.
Pero el campo más fecundo del contrato es el Derecho Privado, en donde
no sólo tiene aplicación en materia patrimonial sino también en el derecho
de familia. El matrimonio (art. 102) y la adopción (art. 1º de la ley Nº 5.343,
de 6 de enero de 1934, sobre adopción) son contratos, puesto que nacen de
un acuerdo de voluntades que genera obligaciones17.
Entre estos contratos creadores de derechos y obligaciones de familia y los
contratos meramente patrimoniales hay, sin embargo, una diferencia funda-
mental: los contratantes no pueden alterar ni modificar los efectos que les
atribuye la ley, ni señalarles una duración distinta de la que ésta les fija, ni
pactar otros contratos que los contemplados expresamente por la ley. Son
17 JOSSERAND, obra citada, tomo II, 3a. edición, Nº 16, pág. 12; PLANIOL Y R IPERT, obra citada,
tomo VI, Nº 24, pág. 30; D EMOGUE, obra citada, tomo I, Nº 23 ter, pág. 76; COLIN Y C APITANT, obra
citada, tomo II, 8a. edición, Nº 10, pág. 11; ENNECCERUS, K IPP Y W OLFF, Tratado de Derecho Civil , Parte
General, volumen II, versión española de la 39a. edición alemana, pág. 70, Nº 2.
GIORGI, obra citada, tomo III, versión española, Nº 7, pág. 21, cree que estos contratos no
pueden calificarse de tales en el sentido riguroso de la palabra.
8 DE LOS CONTRATOS
18 PLANIOL Y R IPERT, obra citada, tomo VI, Nº 24, pág. 30; DEMOGUE, obra citada, tomo I, Nº 23
ter, pág. 76; COLIN Y C APITANT, obra citada, tomo II, 8a. edición, Nº 10, pág. 11; ENNECCERUS, K IPP Y
W OLFF, Tratado de Derecho Civil , Parte General, volumen II, versión española, pág. 289.
19 P LANIOL Y R IPERT, obra citada, tomo VI, Nº 25, pág. 31; C OLIN Y C APITANT, obra citada, tomo II,
8a. edición, Nº 10, pág. 11 in fine .
20 DEMOGUE, obra citada, tomo I, Nº 5, pág. 8 y Nº 23, pág. 68.
21 D E R UGGIERO, obra citada, tomo II, versión española, pág. 13. Este criterio ha prevalecido en
el C. C. italiano de 1942: según el art. 1321 de este C., el contrato es el acuerdo de dos o más partes
para constituir, reglar o extinguir entre ellas un vínculo jurídico patrimonial .
22 ENNECCERUS , K IPP Y W OLFF, Tratado de Derecho Civil , Parte General, volumen II, versión españo-
la, pág. 290; GIORGI, obra citada, tomo III, versión española, Nº 37, pág. 47; C OVIELLO, obra citada,
versión española, pág. 355.
LOS CONTRATOS. NOCIONES GENERALES 9
23 D E R UGGIERO, obra citada, tomo I, versión española, págs. 252 y 253; C OVIELLO, obra citada,
versión española, págs. 354 y 355; ENNECCERUS, K IPP Y W OLFF, Tratado de Derecho Civil , Parte General ,
volumen II, versión española, pág. 290.
24 Véanse los autores citados en la nota precedente.
25 Rev., tomo 27, 2 a. parte, sec. 1a., pág. 724. Este mismo tribunal había fallado anteriormente
que siendo de la esencia del contrato de transporte la obligación de entregar las mercaderías
transportadas a la persona a quien van dirigidas, las partes no pueden celebrar pactos que tiendan
a dejarla sin cumplimiento, por cuyo motivo carece de valor la cláusula por la cual el porteador se
desliga de toda responsabilidad por las pérdidas totales o parciales que sufran las mercaderías
durante el viaje: Rev., tomo 23, 2 a. parte, sec. 1a., pág. 400 (Corte Suprema).
10 DE LOS CONTRATOS
B. LA AUTONOMIA DE LA VOLUNTAD27
De ahí que las leyes relativas a los contratos sean, por lo general, supletorias
de la voluntad de las partes; sólo se aplican en el silencio de éstas 29. Y que la
misión del juez, en caso de litigio, sea interpretar o restablecer esa voluntad, pero
no crearla, ni mucho menos sustituirla por la suya30.
14. LIMITACIONES DE ESTE PRINCIPIO. Esta autonomía no es, sin embargo, abso-
luta; tiene sus limitaciones. Desde luego, las partes no pueden alterar o modi-
ficar las cosas que son de la esencia del contrato que pacten, pues, de hacerlo,
éste o no produciría efecto alguno, o degeneraría en otro diferente (art.
1444)31; no podrían, por ejemplo, estipular una compraventa o un arrenda-
miento sin precio. No pueden tampoco estipular nada que vaya contra las
prohibiciones legales , el orden público o las buenas costumbres ; tales estipulaciones
serían nulas absolutamente por ilicitud de objeto o de causa, según las cir-
cunstancias (arts. 10, 1461, 1466, 1467 y 1682)32.
pág. 113; ENNECCERUS , K IPP Y W OLFF, obra citada, Derecho de obligaciones , volumen I, versión española,
pág. 141, Nº 2, y volumen II, versión española, pág. 1.
El art. 1322 del reciente C. C. italiano reconoce a las partes el derecho de determinar con toda
libertad el contenido del contrato dentro de los límites legales y de las normas corporativas y de
pactar aun aquellos contratos que la ley no regle, siempre que tiendan a la realización de intereses
dignos de ser protegidos por el ordenamiento jurídico.
29 D E P AGE, obra citada, tomo II, Nº 462, pág. 402; PLANIOL Y R IPERT, tomo VI, Nº 27, pág. 33;
DEMOGUE, obra citada, tomo I, Nº 27, pág. 84.
30 DEMOGUE, obra citada, tomo I, Nº 27, pág. 83; P LANIOL Y R IPERT, obra citada, tomo VI, Nº 14,
pág. 20.
31 PLANIOL Y R IPERT, obra citada, tomo VI, Nº 17, pág. 24.
32 P LANIOL Y R IPERT, obra citada, tomo VI, Nº 17, pág. 24; DE P AGE, obra citada, tomo II, Nº 462,
pág. 402.
CLASIFICACION DE LOS CONTRATOS 31
encuadran en la definición del art. 1442, toda vez que su objeto no es asegu-
rar el cumplimiento de una obligación principal, sino reglar, modificar, am-
pliar o complementar los efectos de un contrato preexistente.
No obstante, siguen, en principio, la suerte del contrato de que dependen
o al cual subordinan sus efectos; sin él, no tienen razón de ser. Por eso, la
nulidad de este último obsta a que produzcan los efectos que les son propios,
salvo en cuanto puedan importar una ratificación del mismo, en cuyo caso su
celebración habría validado el contrato del cual dependen o al cual se hallan
subordinados75. Si, por ejemplo, una de las sociedades que se fusionan es
nula, no puede haber fusión76; si la sociedad a la cual se incorporan los
nuevos socios, también lo es, la incorporación no produce ningún efecto; si la
obligación que se nova es nula, lo es la novación misma (art. 1630); si la
hipoteca en cuyo favor se opera la posposición es nula, la posposición no
surtiría efecto; carecería de utilidad 77.
A la inversa, la nulidad del contrato dependiente no acarrea la de aquel al
cual está subordinado, a menos que entre ellos haya tal vinculación que no
puedan concebirse uno sin otro, hecho que los jueces del fondo establecen
soberanamente, pues se trata de determinar la intención de los contratantes78.
Por lo que hace al efecto que produce en las capitulaciones matrimoniales
la nulidad o la no celebración del matrimonio, véase nuestro Tratado Práctico
de las capitulaciones matrimoniales, de la sociedad conyugal y de los bienes reservados
de la mujer casada , Nos. 136 a 141, págs. 106 a 109.
75 DEMOGUE, obra citada, tomo II, Nº 918, pág. 913 y Nº 924, pág. 927.
76 DEMOGUE, obra citada, tomo II, Nº 923, pág. 926.
77-78 DEMOGUE, obra citada, tomo II, Nº 924, pág. 927.
79 PLANIOL Y R IPERT, obra citada, tomo VI, Nº 112, pág. 142; J OSSERAND,
obra citada, tomo III, 3a.
edición, Nº 149, pág. 87; G AUDEMET, obra citada, pág. 139, DE P AGE, obra citada, tomo II, Nº 454,
pág. 395; PLANIOL, obra citada, tomo II, 10a. edición, Nº 963, pág. 349; DE R UGGIERO, obra citada,
tomo II, versión española, pág. 263.
32 DE LOS CONTRATOS
80 PLANIOL Y R IPERT, obra citada, tomo VI, Nº 95, pág. 116; Nº 112; G AUDEMET, obra citada,
pág. 27; JOSSERAND, obra citada, tomo II, 3a. edición, Nº 15, pág. 88; COLIN Y C APITANT, obra citada,
tomo II, 8a. edición, Nº 16, pág. 17; DE P AGE, obra citada, tomo I, Nº 27, pág. 39; P LANIOL, obra
citada, tomo II, 10a. edición, Nº 964, pág. 350.
81 DE P AGE, obra citada, tomo II, Nº 454, pág. 394; JOSSERAND, obra citada, tomo II, 3a. edición,
Nº 149, pág. 87; COLIN Y C APITANT, obra citada, tomo II, 8a. edición, Nº 15, págs. 15 y 16.
82 La escritura exigida por el art. 4º del C. del T. es por vía de prueba y no de solemnidad,
como se desprende de ese mismo artículo, que contempla el caso de que el contrato se pacte
verbalmente, y del art. 119 del citado Código, que señala las sanciones en que incurre la parte por
cuya negativa u omisión no se otorgó la escritura.
83 En los contratos solemnes, las partes pueden retractarse del contrato, aunque hayan firmado
la respectiva escritura pública, mientras la escritura no haya sido autorizada por el notario. Rev.,
tomo 47, 2a. parte, sec. 1a., pág. 389 y tomo 50, 2 a. parte, sec. 1a., pág. 1.
84 D E P AGE, obra citada, tomo I, Nº 28, pág. 39; tomo II, Nº 454, pág. 394; P LANIOL, obra citada,
tomo II, 10a. edición, Nº 992, pág. 358; JOSSERAND, obra citada, tomo II, 3a. edición, Nº 152, pág. 89;
PLANIOL Y R IPERT, obra citada, tomo VI, Nº 112, pág. 142; G AUDEMET, obra citada, pág. 139.
85 Rev., tomo 30, 2 a. parte, sec. 1a., pág. 362 (Corte Suprema).
CLASIFICACION DE LOS CONTRATOS 33
86 D E P AGE, obra citada, tomo II, Nº 454, pág. 395; G AUDEMET, obra citada, pág. 139; PLANIOL Y
R IPERT, obra citada, tomo VI, Nº 113, pág. 142; DE R UGGIERO, obra citada, tomo II, versión española,
pág. 272; COVIELLO, obra citada, versión española, pág. 391.
Por regla general, la omisión de la solemnidad acarrea la nulidad total del contrato. Hay, sin
embargo, casos en que esa omisión sólo lo anula en parte. Así ocurre en la donación entre vivos,
que si no se insinuare, sólo tendrá efecto hasta el valor de dos mil pesos, y será nula en el exceso
(art. 1401). En el mismo sentido C OVIELLO, obra citada, versión española, pág. 395.
87 PLANIOL Y R IPERT, obra citada, tomo VI, Nº 113, pág. 142; JOSSERAND, obra citada, tomo II, 3a.
edición, Nº 151, pág. 88; DE P AGE, obra citada, tomo I, Nos. 29 y 30, págs. 40 y 41; tomo II, Nº 454,
págs. 395 y 396; G AUDEMET, obra citada, pág. 140; DE R UGGIERO, obra citada, tomo II, versión
española, pág. 272; COVIELLO, obra citada, versión española, pág. 391.
88 Rev., tomo 25, 2 a. parte, sec. 1a., pág. 65 (Corte Suprema).
34 DE LOS CONTRATOS
44. CONTRATOS QUE PARTICIPAN DE UN DOBLE CARÁCTER . Hay contratos que son
solemnes y reales, a la vez, porque, a más de ciertas solemnidades exigen,
para su perfeccionamiento, la entrega de la cosa sobre que versan o del
89 G AUDEMET, obra citada, pág. 140; PLANIOL Y R IPERT, obra citada, tomo VI, Nº 111, pág. 140;
Nº 115 in fine , pág. 146; DE P AGE, obra citada, tomo II, Nº 454, pág. 396; C LARO S OLAR , obra citada,
tomo X, Nº 653, pág. 582; tomo XI, 748, pág. 111.
90 La promesa de un contrato real está expresamente contemplada en el Nº 4º del art. 1554
cuando dice que el contrato prometido debe especificarse de tal manera que solo falte, para que
sea perfecto, la tradición de la cosa .
91 PLANIOL Y R IPERT, obra citada, tomo VI, Nº 119, pág. 149; J OSSERAND, obra citada, tomo II,
3a. edición, Nº 153, pág. 90; PLANIOL, obra citada, tomo II, 10a. edición, Nº 995, pág. 359; D E P AGE,
obra citada, tomo II, Nº 455, pág. 396; C OLIN Y C APITANT, obra citada, tomo II, 8a. edición, Nº 15,
pág. 16, GIORGI, obra citada, tomo III, versión española, Nº 29, pág. 41; DE R UGGIERO, obra citada,
tomo II, versión española, pág. 265.
CLASIFICACION DE LOS CONTRATOS 35
121 ENNECCERUS, K IPP Y W OLFF, obra citada, Parte General, volumen II, págs. 175 a 177.
122 Un criterio análogo se observa en el Derecho inglés y en el norteamericano: aunque en
ambos se da preferencia a la voluntad declarada sobre la real, hay casos en los cuales ésta también
es tomada en cuenta: DEMOGUE, obra citada, tomo I, Nº 39, pág. 103 in fine ; M ADRAY , Des contrats
d’après la récente codification privée faite aux Etats Unis , Nos. 114 a 126, págs. 199 a 238.
123 CLARO SOLAR , obra citada, tomo XI, Nº 750, pág. 118.
124 PLANIOL Y R IPERT, obra citada, tomo VI, Nº 103 in fine , pág. 126; DE P AGE, obra citada, tomo I,
Nº 23 bis, pág. 36; D EMOGUE, obra citada, tomo I, Nº 37 ter, pág. 101; ENNECCERUS, K IPP, W OLFF, obra
citada, Parte General, volumen II, versión española, pág. 207, nota de los traductores.
72 DE LOS CONTRATOS
amplio para dar cabida a todo daño causado por dolo o culpa, el art. 1455
admite la posibilidad de tal reparación al disponer que, en caso de error en la
persona, aquella con quien se contrató erradamente tiene derecho a ser
indemnizada de los perjuicios en que de buena fe haya incurrido por la
nulidad del contrato. Es que, en cierto modo, la apariencia es fuente de
derecho: quien por su dolo o culpa ha contribuido a crearla debe soportar
sus consecuencias. Quien, por lo mismo, a sabiendas o por mera impruden-
cia, ha hecho una declaración disconforme con su verdadera voluntad, es
responsable respecto del destinatario de esa declaración, que no tenía moti-
vos para dudar de la sinceridad de ella. La buena fe y el respeto a la palabra
empeñada así lo exigen125.
125 DE R UGGIERO, obra citada, tomo I, versión española, págs. 259 a 261, y COVIELLO, obra citada,
versión española, pág. 400, estiman, por eso, que si el desacuerdo entre la voluntad real y la
declarada no es imputable al declarante, el contrato será nulo. En caso contrario, y siempre,
naturalmente, que la otra parte obre de buena fe, es decir, ignorando ese desacuerdo, el contrato
será válido, como consecuencia de la responsabilidad que pesa sobre el declarante de haber obrado
con dolo o culpa.
126 Rev., tomo 33, 2a. parte, sec. 2a., pág. 17.
127 Rev., tomo 33, 2a. parte, sec. 2a., pág. 17; DE R UGGIERO, obra citada, tomo I, versión española,
pág. 261.
128 PLANIOL Y R IPERT, obra citada, tomo VI, Nº 104, pág. 126; G AUDEMET, obra citada, pág. 35; DE
P AGE, obra citada, tomo I, Nº 24, pág. 37 y Nº 27, pág. 39; D EMOGUE, obra citada, tomo I, Nº 173,
pág. 279 y tomo II, Nº 540, pág. 132; D E R UGGIERO, obra citada, tomo I, versión española, pág. 254;
COVIELLO, obra citada, versión española, pág. 386; GIORGI, obra citada, tomo III, versión española,
Nos. 158 a 188, págs. 145 a 178.
ELEMENTOS CONSTITUTIVOS DEL CONTRATO 73
92. VOLUNTAD
EXPRESA Y VOLUNTAD TÁCITA . La voluntad de las partes puede,
pues, ser expresa o tácita 131, y así lo reconoce la ley en diversos preceptos (arts.
142, 1241, 1449, 1693, 2123, 2124, 2136, 2164, 2494 C. C. y art. 103 C. de C.).
Es expresa cuando se manifiesta mediante el lenguaje hablado, escrito o
mímico, como el postor que en un remate hace una señal con la cabeza, o
con la mano para demostrar que mejora la oferta, las señales marítimas, el
lenguaje de los mudos, un apretón de manos132.
La voluntad es tácita cuando se induce de hechos o actos que la manifies-
ten o permitan suponerla de un modo inequívoco133: el envío por el vende-
dor de las mercaderías solicitadas, la retención por un hotelero de las piezas
pedidas por correspondencia, la entrega voluntaria del título de la obligación
hecha por el acreedor al deudor (art. 1654), la ejecución del mandato por el
mandatario (art. 2124), el hecho de que un vehículo del servicio público
circule o se estacione en las calles y plazas o que el arrendatario de un
129 GIORGI, obra citada, tomo III, versión española, Nº 197, pág. 188; COVIELLO, obra citada,
versión española, pág. 396.
130 PLANIOL Y R IPERT, obra citada, tomo VI, Nº 104 in fine , pág. 127.
131 PLANIOL Y R IPERT, obra citada, tomo VI, Nº 104, pág. 126; DE P AGE, obra citada, tomo I, Nº 24,
pág. 37; DEMOGUE, obra citada, tomo I, Nº 173, pág. 279; C LARO SOLAR , obra citada, tomo XI, Nº 743,
pág. 98; GIORGI, obra citada, tomo III, versión española, Nº 158, pág. 45; DE R UGGIERO, obra citada,
tomo I, versión española, pág. 254; COVIELLO, obra citada, versión española, pág. 385; ENNECCERUS, K IPP
Y W OLFF, obra citada Parte General, volumen II, versión española, pág. 111, si bien estos autores
hablan de declaraciones de voluntad directas e indirectas , en vez de voluntad expresa o tácita.
Los Códigos austriaco (art. 863), portugués (art. 648), argentino (art. 1145), mexicano
(art. 1803), costarricense (art. 1008), nicaragüense (art. 2448), peruano (art. 1076), brasileño
(art. 1079) y los Códigos de las obligaciones suizo y turco (art. 1º) establecen expresamente que el
consentimiento puede ser expreso o tácito.
132 PLANIOL Y R IPERT, obra citada, tomo VI, Nº 106, pág. 129; D EMOGUE, obra citada, tomo I,
Nº 183, pág. 296; CLARO S OLAR , obra citada, tomo XI, Nº 743, pág. 98; D E P AGE, obra citada, tomo I,
Nº 24, pág. 37; DE R UGGIERO, obra citada, tomo I, versión española, pág. 254; C OVIELLO, obra citada,
versión española, pág. 386; GIORGI, obra citada, tomo III, versión española, Nº 159, pág. 145 y
Nº 161, pág. 146.
BONNECASE , obra citada, tomo II, Nº 197, pág. 225, no acepta como voluntad expresa la que se
manifiesta por un simple signo o gesto. Según él, la voluntad expresa, a más de directa, debe ser
positiva, es decir, traducirse por una afirmación neta e indubitable. Un signo o gesto no reuniría,
en su concepto, este último requisito. Pero esta opinión no es la generalmente admitida por la
doctrina, como puede verse en PLANIOL Y R IPERT, obra citada, tomo VI, Nº 105, pág. 127 in fine .
133 Una definición análoga contienen los Códigos argentino (art. 1145) y mexicano (art. 1803).
74 DE LOS CONTRATOS
134 PLANIOL Y R IPERT, obra citada, tomo VI, Nº 105, pág. 128 y Nº 106, pág. 130; CLARO SOLAR ,
obra citada, tomo XI, Nº 146, pág. 104; D EMOGUE, obra citada, tomo I, Nº 182, pág. 295 y Nº 183,
pág. 296; DE R UGGIERO, obra citada, tomo I, versión española, pág. 254; C OVIELLO, obra citada,
versión española, págs. 386 y 387; GIORGI, obra citada, tomo III, versión española, Nº 158, pág. 145 y
Nos. 187 y 188, págs. 176 a 178.
135 Según COLIN Y C APITANT, obra citada, tomo II, 8a. edición, Nº 25, pág. 23, esta clasificación de
la manifestación de voluntad en directa e indirecta no sería una subdivisión de la voluntad tácita,
sino una nueva clasificación de la voluntad destinada a reemplazar la tradicional de expresa y
tácita.
136 Revista, tomo 43, 2a. parte, sec. 1a. , pág. 120, consid. 14 (Corte Suprema). C LARO S OLAR , obra
citada, tomo XI, Nº 746, pág. 105; DEMOGUE, obra citada, tomo I, Nº 182, pág. 295; D E R UGGIERO,
obra citada, tomo I, versión española, pág. 254; COVIELLO, obra citada, versión española, pág. 386.
137 Así se ha fallado en Revista, tomo 43, 2 a. parte, sec. 1a., pág. 120, consid. 14 (Corte Supre-
ma).
138 DE P AGE, obra citada, tomo I, Nº 24 in fine , pág. 37; D EMOGUE, obra citada, tomo I, Nº 173 in
fine , pág. 282; PLANIOL Y R IPERT, obra citada, tomo VI, Nº 105 in fine , pág. 129.
La Corte Suprema ha fallado, sin embargo, que la existencia de un consentimiento que, en
ELEMENTOS CONSTITUTIVOS DEL CONTRATO 75
tácita, como en los casos de los arts. 138, 1241, 1449, 1904, 2164 y otros, sólo
es cuestión de hecho establecer la existencia de tales actos. Determinar si
cumplen o no con las exigencias legales, si constituyen o no una manifesta-
ción de voluntad es cuestión jurídica susceptible de casación139.
realidad, no se ha prestado por la parte a quien se atribuye, constituye una apreciación jurídica que
cae bajo su control, y no es un hecho del pleito: Revista, tomo 43, 2 a. parte, sec. 1a., pág. 120. La
misma Corte ha fallado, en cambio, que es un hecho del pleito que la persona en cuyo favor se ha
constituido el embargo, consintió tácitamente en la enajenación del bien embargado (Rev., tomo 44,
2a. parte, sec. 1a. , pág. 269), y que el consentimiento del acreedor para el acto del remate constituye
un hecho de la causa que, sentado por los jueces del fondo en ejercicio de facultades privativas,
como resultado del examen de la prueba instrumental producida en el pleito, no queda sujeto al
control del tribunal de casación (Rev., tomo 45, 2 a. parte, sec. 1a., pág. 762).
143 D EMOGUE, obra citada, tomo I, Nº 184, pág. 297; PLANIOL Y R IPERTIPERT, obra citada, tomo VI,
pág. 127, nota 2.
144 DEMOGUE, obra citada, tomo I, Nº 184 bis, pág. 298; COVIELLO, obra citada, versión española,
pág. 387. Este último autor estima, sin embargo, que si la declaración expresa de voluntad está en
contradicción con el hecho ejecutado por el declarante, prevalece este último, de acuerdo con la
máxima protesta tio contra factum non valet . Véanse, en el mismo sentido, E NNECCERUS, K IPP
protestatio IPP Y W OLFF
OLFF,
obra citada, Parte General, volumen II, versión española,
espa ñola, pág. 114, Nº V.
145 Sobre esta materia, puede consultarse la interesante monografía de que es autor don
LISARDO N OVILLO S ARAVIA , “El silencio en la formación de los actos jurídicos”, publicada en el Boletín
de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Córdoba (Rep. Argentina), año
IV, Nº 5.
146 D EMOGUE, obra citada, tomo I, Nº 185, pág. 298; P OPESCO -R AMNICEANO, Le silence créateur
d’obligations et l’abus du droit , artículo publicado en la Revue Trimestrielle de Droit Civil , tomo 29, año
1930, pág. 999.
ELEMENTOS CONSTITUTIVOS DEL CONTRATO 77
147 COLIN Y C APITANT, obra citada, tomo II, 8a. edición, Nº 26, pág. 24; D E P AGE, obra citada,
tomo II, Nº 544,
544, pág. 466;
466; PLANIOL Y R
LANIOL Y R IPERT
IPERT, obra citada, tomo VI, Nº 108, pág. 132.
148 En el mismo sentido: D EMOGUE, obra citada, tomo I, Nº 185, pág. 299 y nota 2 de la misma
página; POPESCO-R AMNICEANO , artículo citado, Revue Trimestrielle de Droit Civil , tomo 29, año 1930,
pág. 1002.
149 PLANIOL Y R
LANIOL Y R IPERT
IPERT, obra citada, tomo VI, Nº 108, pág. 131.
78 DE LOS CONTRATOS
152 BONNECASE, obra citada, tomo II, Nº 198, pág. 227; PLANIOL Y R IPERT
IPERT, obra citada, tomo VI,
Nº 108, pág.
pág. 133;
133; DE P AGE, obra citada, tomo II, Nº 544, pág. 467; COLIN Y C APITAN T, obra citada,
APITANT
tomo
tomo II
II,, 8 edición, Nº 26, págs. 25 y 26; DEMOGUE, obra citada, tomo II, Nº 555, pág. 172; PLANIOL,
a.
obra citada, tomo II, 10a. edición, Nº 972, pág. 353; COVIELLO, obra citada, versión española, pág. 389.
153 COLIN Y C APITANT, obra citada, tomo II, 8a. edición, Nº 26, pág. 25; D E P AGE, obra citada,
tomo II, Nº 546, pág. 468; P LANIOL Y R R IPERT
IPERT, obra citada, tomo VI, Nº 108, pág. 133; D EMOGUE, obra
citada, tomo II, Nº 555, pág. 173.
154 PLANIOL Y R
LANIOL Y R IPERT
IPERT, obra citada, tomo VI, Nº 108, pág. 134;
D P , obra citada, tomo I, pág. 37, nota 2 y tomo II, Nº 546, pág. 368; G AUDEMET, obra
E AGE
citada, pág. 42; COLIN Y C APITANT, obra citada, tomo II, 8a. edición, Nº 26, pág. 25; D EMOGUE, obra
citada, tomo II, Nº 555; pág. 174; GIORGI, obra citada, tomo III, versión española, Nº 191, pág. 181.
155 COLIN Y C APITANT, obra citada, tomo II, 8a. edición, Nº 26, pág. 26; P LANIOL Y R IPERT
IPERT, obra
citada, tomo VI, Nº 108, pág. 134; DEMOGUE, obra citada, tomo II, Nº 555, pág. 174.
156 GIORGI, obra citada, tomo III, versión española, Nº 191 in fine , pág. 182.
157 En el mismo sentido: G IORGI, obra citada, tomo III, versión española, Nº 191, pág. 181;
COVIELLO, obra citada, versión española, pág. 390.
He aquí por qué las menciones que suelen contener algunas facturas comerciales, por ejem-
plo, el pago de intereses si la factura no es cancelada dentro de cierto plazo, no pueden estimarse
aceptadas por el hecho de que su destinatario guarde silencio: D EMOGUE, obra citada, tomo II,
Nº 555, pág. 175;
175; G AUDEMET, obra citada, pág. 42, nota 2. En apoyo de la opinión contraria no
puede invocarse el art. 160 del C. de C., porque, según éste, el silencio del comprador dentro del
plazo allí señalado sólo importa aceptación de la factura en cuanto a los hechos de que trata el
inciso 1º del mismo artículo, a saber, las mercaderías que han sido objeto de la compraventa y
el pago de todo o parteparte del precio.
precio.
80 DE LOS CONTRATOS
desde que las partes se han puesto de acuerdo en los elementos esenciales del
mismo, aunque nada convengan respecto de los demás; éstos se reglarán por
las disposiciones que rigen el respectivo contrato174.
Hay también casos en que, aunque las partes nada digan acerca de uno de
los elementos esenciales del contrato, éste siempre se forma, si hay acuerdo
sobre los restantes. Así ocurre cuando la ley suple esa omisión remitiéndose a
la costumbre o presumiendo la voluntad de las partes, como en los casos que
contemplan los arts. 1944, 1997, 2006 y 2117 del C. C. y 139 del C. de C.
Pero fuera de allí, el acuerdo debe ser completo y recaer sobre todos los
puntos que, en concepto de alguna de las partes, deben ser considerados en
el contrato, cualquiera que sea su importancia 175. Si, por ejemplo, no hay
acuerdo en la forma de pagar el precio de la compraventa, en el lugar de la
entrega de la cosa, en la duración del arrendamiento, no hay contrato. En la
práctica, y salvo que las partes hayan expresado su voluntad de que no habrá
contrato mientras no haya acuerdo sobre todos sus pormenores, puede ser
difícil determinar cuáles son éstos; las circunstancias de hecho, la insistencia
con que una de ellas se refirió a tales pormenores, etc., podrán servir para
determinarlos176. Pero semejante dificultad no puede ser obstáculo para la
aplicación del principio.
El criterio que acabamos de señalar es el que también adoptan los Códi-
gos peruano (art. 1344) y alemán (art. 154) y el Código de las obligaciones de
la República de Polonia (art. 61), si bien estos dos últimos admiten que en
ciertos casos, que señalan taxativamente, el contrato se forma aunque las
partes no se hayan puesto de acuerdo en algunos puntos secundarios. Los
Códigos de las obligaciones de Suiza (art. 2º) y de Turquía (art. 2º) estable-
cen, en cambio, que el contrato se reputa perfecto cuando las partes estén de
acuerdo sobre todos los puntos esenciales, aunque no lo estén sobre los
secundarios; éstos serán reglados por el juez en atención a la naturaleza del
negocio.
Es una cuestión de hecho, que los jueces del fondo establecen soberana-
mente, determinar si ha habido o no acuerdo de voluntades 177 y si este acuer-
do versó o no sobre todos los puntos materia del contrato178.
101. DISTINCIÓN ENTRE LA FORMACIÓN Y LA VIGENCIA DEL CONTRATO. Si el contrato
se forma cuando las voluntades concordantes de ambas partes se encuen-
tran, esto no significa que entre en vigencia en ese mismo momento. Uno es
el momento de su formación y otro muy diverso aquel en que comienza a regir .
De ordinario, ambos momentos coinciden, como en la venta al contado, en
174D E P AGE, obra citada, tomo II, Nº 496, pág. 432; PLANIOL Y R IPERT, obra citada, tomo II,
Nº 130, pág. 168; DEMOGUE, obra citada, tomo II, Nº 582, pág. 233.
175 DE P AGE, obra citada, tomo II, Nº 496, pág. 432; P LANIOL Y R IPERT, obra citada, tomo VI,
Nº 130, pág. 168; DEMOGUE, obra citada, tomo II, Nº 582, pág. 236 in fine y Nº 586, pág. 240; DE
R UGGIERO, obra citada, tomo II, versión española, pág. 285.
176 PLANIOL Y R IPERT, obra citada, tomo VI, Nº 130, pág. 168.
177 DEMOGUE, obra citada, tomo II, Nº 546, pág. 149 in fine ; DE P AGE, obra citada, tomo II,
Nº 496, pág. 432.
178 DE P AGE, obra citada, tomo II, Nº 946, pág. 432.
ELEMENTOS CONSTITUTIVOS DEL CONTRATO 85
182 DE P AGE, obra citada, tomo II, Nº 501, pág. 436; DEMOGUE, obra citada, tomo II, Nº 550,
pág. 152; PLANIOL Y R IPERT, obra citada, tomo VI, Nº 127, pág. 164.
183 DE P AGE, obra citada, tomo II, Nº 499, pág. 434 y Nº 514, pág. 446; DE R UGGIERO, obra citada,
tomo II, versión española, pág. 283; D EMOGUE, obra citada, tomo II, Nº 550, pág. 152; P LANIOL Y
R IPERT, obra citada, tomo VI, Nº 127, pág. 165.
184 DE P AGE, obra citada, tomo II, Nº 499, pág. 434 y Nº 514, pág. 446.
185 Naturalmente que si en el acuerdo preparatorio se han estipulado ciertas obligaciones para
el caso de que el contrato proyectado se celebre, aquéllas serán exigibles una vez celebrado el
contrato (art. 1545): DE P AGE, obra citada, tomo II, Nº 499, pág. 434.
186 DE P AGE, obra citada, tomo II, Nº 501, pág. 436.
ELEMENTOS CONSTITUTIVOS DEL CONTRATO 91
211 DEMOGUE, obra citada, tomo II, Nº 552 bis, pág. 161 y Nº 552 quater, pág. 162.
212 A LESSANDRI, obra citada, tomo I, Nº 149, pág. 160; CLARO SOLAR , obra citada, tomo XI,
Nº 714, pág. 57; G AUDEMET, obra citada, pág. 34.
213 A LESSANDRI, obra citada, tomo I, Nº 153, pág. 162; CLARO SOLAR , obra citada, tomo XI,
Nº 714, pág. 57; G AUDEMET, obra citada, pág. 41; BONNECASE, obra citada, tomo II, Nº 264, pág. 272;
PLANIOL, obra citada, tomo II, 10a. edición, Nº 972, pág. 353; JOSSERAND, obra citada, tomo II, 3a.
edición, Nº 45, pág. 30; PLANIOL Y R IPERT, obra citada, tomo VI, Nº 107, pág. 130 y Nº 136, pág. 180;
DEMOGUE, obra citada, tomo II, Nº 554 ter, pág. 171; D E P AGE, obra citada, tomo II, Nº 523, pág. 454;
DE R UGGIERO, obra citada, tomo II, versión española, pág. 285.
214 A LESSANDRI, obra citada, tomo I, Nº 153, pág. 162; CLARO SOLAR , obra citada, tomo XI,
Nº 714, pág. 57.
215 A LESSANDRI, obra citada, tomo I, Nº 153, pág. 162; CLARO SOLAR , obra citada, tomo XI,
Nº 714, pág. 57; PLANIOL Y R IPERT, obra citada, tomo VI, Nº 107, pág. 130; D EMOGUE, obra citada,
tomo II, Nº 554 ter, pág. 171.
216 Rev., tomo 28, 2a. parte, sec. 1a., pág. 755 (consid. 8º de 2 a. instancia).
217 PLANIOL Y R IPERT, obra citada, tomo VI, Nº 107, pág. 131.
218 Gaceta, año 1929, tomo I, sent. 30, pág. 204 (Corte Suprema).
92 DE LOS CONTRATOS
112. ACEPTACIÓN
PURA Y SIMPLE Y ACEPTACIÓN CONDICIONAL. La aceptación puede
ser pura y simple o condicional . Es pura y simple cuando el aceptante adhiere a la
oferta en los mismos términos en que ésta se hizo, cuando la aceptación
coincide exactamente con ella.
Es condicional cuando contiene reservas o modificaciones que alteran los
términos de la oferta, como si ofrecida la venta de un objeto en cien pesos al
contado, se la acepta en ochenta o en los mismos cien pesos, pero pagaderos
a plazo. La aceptación condicional importa una nueva oferta (art. 102
C. de C.).
113. RECHAZO
DE LA OFERTA ; MUERTE O INCAPACIDAD DE SU DESTINATARIO. Para que
el contrato se genere, es menester que la oferta sea aceptada. Si es rechazada,
no hay contrato y el proponente queda desligado de ella, aunque no haya
vencido el plazo que señaló para esperar respuesta o para no disponer del
objeto del contrato221. Este nace del acuerdo de las voluntades de las partes, y
aquí no lo hubo. La retractación posterior del destinatario de la oferta no
tendría la virtud de generar el contrato, a menos que el rechazo de la oferta
no haya sido conocida del proponente con anterioridad a la aceptación 222 y
que ésta cumpla con los requisitos señalados en el Nº 114.
Por la misma razón, si el destinatario de la oferta muere sin haberla
aceptado o se incapacita por cualquiera causa legal (matrimonio, demencia,
interdicción, sordomudez) antes de darla, el contrato tampoco se forma y sus
herederos o su representante legal no podrían aceptar por él 223.
219 Rev., tomo 28, 2a. parte, sec. 1a., pág. 755 (Corte Suprema).
220 A LESSANDRI, obra citada, tomo I, Nº 154, pág. 163.
221 PLANIOL Y R IPERT, obra citada, tomo VI, Nº 139, pág. 182; D EMOGUE, obra citada, tomo II,
Nº 570, pág. 210.
222 DEMOGUE, obra citada, tomo II, Nº 570 in fine , pág. 211.
223 C LARO SOLAR , obra citada, tomo XI, Nº 734, pág. 73; JOSSERAND, obra citada, tomo II, 3a.
edición, Nº 47, pág. 31; B ONNECASE, obra citada, tomo II, Nº 263, pág. 272; D EMOGUE, obra citada,
tomo II, Nº 560, pág. 191; PLANIOL Y R IPERT, obra citada, tomo VI, Nº 140, pág. 182; D E R UGGIERO,
obra citada, tomo II, versión española, pág. 286.
ELEMENTOS CONSTITUTIVOS DEL CONTRATO 93
114. REQUISITOS
DE LA ACEPTACIÓN. Para que la aceptación genere el contrato,
es menester:
1º que se produzca estando pendiente la oferta;
2º que sea oportuna; y
3º que sea pura y simple.
117. RETRACTACIÓN
DE LA OFERTA . Mientras la oferta no haya sido aceptada, su
autor puede retractarla libremente y sin expresar causa, en cualquier momen-
to, aun después de que su destinatario la haya conocido226. La oferta es
irrevocable sólo una vez dada la aceptación. Mientras así no suceda, hay una
simple declaración unilateral de voluntad que no liga a su autor 227. El propo-
nente, dice el art. 99 del C. de C., puede arrepentirse en el tiempo medio
entre el envío de la propuesta y la aceptación y el art. 101 agrega que, dada la
aceptación, el contrato se perfecciona, a no ser que antes ocurra la retracta-
ción del proponente.
Aunque el art. 99 del C. de C., por su colocación y por su texto –habla
del envío de la propuesta– se refiere a la oferta hecha por escrito, el propo-
224 La oferta que no llega a poder del destinatario por haberse extraviado la carta que la
contenía o por cualquiera otra causa, no produce efecto alguno; es inexistente: DEMOGUE, obra
citada, tomo II, Nº 553 bis, pág. 164.
225 A LESSANDRI, obra citada, tomo I, Nº 150, pág. 160 y Nº 162, pág. 168; C LARO SOLAR , obra
citada, tomo XI, Nº 734, pág. 72, D E R UGGIERO, obra citada, tomo II, versión española, pág. 285 in
fine , y 286; ENNECCERUS, K IPP Y W OLFF, obra citada, Parte General, volumen II, versión española,
pág. 164, Nº III.
226 CLARO SOLAR , obra citada, tomo XI, Nº 729, pág. 66. Tal es también la opinión general-
mente admitida en Francia: JOSSERAND, obra citada, tomo II, 3a. edición, Nº 47, pág. 31; PLANIOL,
obra citada, tomo II, 10a. edición, Nº 978, pág. 354; B ONNECASE, obra citada, tomo II, Nº 263,
pág. 272; COLIN Y C APITANT, obra citada, tomo II, 8a. edición, Nº 28, pág. 26; G AUDEMET, obra
citada, págs. 36 y 39; P LANIOL Y R IPERT, obra citada, tomo VI, Nº 131, pág. 171: DEMOGUE, obra
citada, tomo II, Nº 553, pág. 162; Nº 558, pág. 182 y Nº 559, pág. 183; DE P AGE, obra citada, tomo
II, Nº 517, pág. 448 y Nº 519, pág. 450. En el mismo sentido: DE R UGGIERO, obra citada, tomo II,
versión española, pág. 284.
227 A LESSANDRI, obra citada, tomo I, Nº 151, pág. 161; JOSSERAND, obra citada, tomo II, 3a. edición,
Nº 47, pág. 31; PLANIOL Y R IPERT, obra citada, tomo VI, Nº 131, pág. 171.
94 DE LOS CONTRATOS
228 CLARO SOLAR , obra citada, tomo XI, Nº 729, pág. 67; P LANIOL, obra citada, tomo II, 10a.
edición, Nº 978, pág. 354.
229 A LESSANDRI, obra citada, tomo I, Nº 163, pág. 169; CLARO SOLAR , obra citada, tomo XI,
Nº 729, pág. 66.
230 La retractación producida después de haberse dado la aceptación sería intempestiva y, por lo
mismo, ineficaz, puesto que, formado el contrato, no podría el proponente dejarlo sin efecto por
su sola voluntad. Por eso , el art. 100 C. de C. habla de retractación tempestiva , para referirse a la
que se produce antes de la aceptación y dentro del tiempo señalado para que ésta se dé.
231 Véanse, al respecto, A LESSANDRI, obra citada, tomo I, Nº 164, pág. 170; C LARO S OLAR , obra
citada, tomo XI, Nº 731, pág. 68; D E P AGE, obra citada, tomo II, Nº 518, pág. 449; JOSSERAND, obra
citada, tomo II, 3a. edición, Nº 49, pág. 32; PLANIOL Y R IPERT, obra citada, tomo VI, Nº 131, págs. 172
y 173, COLIN Y C APITANT, obra citada, tomo II, 8a. edición, Nº 28, págs. 27 a 29; D EMOGUE, obra citada,
tomo II, Nº 553, pág. 162 y Nº 559, págs. 185 a 190.
232 A LESSANDRI, obra citada, tomo I, Nº 164 in fine , pág. 172; CLARO SOLAR , obra citada, tomo XI,
Nº 730, pág. 68.
ELEMENTOS CONSTITUTIVOS DEL CONTRATO 95
inc. 2º, del C. de C.); el aceptante no sufriría perjuicio alguno, pues obten-
dría todo cuanto podía obtener de la oferta.
233 A LESSANDRI, obra citada, tomo I, Nº 167, pág. 175; CLARO SOLAR , obra citada, tomo XI,
Nº 733, pág. 70; JOSSERAND, obra citada, tomo II, 3a. edición, Nº 49, pág. 32; P LANIOL, obra citada,
tomo II, 10a. edición, Nº 981, pág. 355; G AUDEMET, obra citada, pág. 36; DE P AGE, obra citada,
tomo II, Nº 520, pág. 452; BONNECASE, obra citada, tomo II, Nº 263, pág. 272; COLIN Y C APITANT, obra
citada, tomo II, 8a. edición, Nº 28, pág. 28 in fine .
234 Los Códigos Civiles italiano (art. 1329) y venezolano (art. 1137) contienen un precepto
análogo.
235 A LESSANDRI, obra citada, tomo I, Nº 168, pág. 175; CLARO SOLAR , obra citada, tomo XI,
Nº 733, pág. 70; Nº 1020, pág. 464 y Nº1021, pág. 465.
Tal es también la opinión generalmente admitida en Francia: C OLIN Y C APITANT, obra citada,
tomo II, 8a. edición, Nº 28, pág. 29 y Nº 172, pág. 158; D E P AGE, obra citada, tomo II, Nº 519,
pág. 450 y Nº 520, pág. 452; G AUDEMET, obra citada, págs. 36 a 38; D EMOGUE, obra citada, tomo II,
Nº 558, pág. 189.
Esmein en PLANIOL Y R IPERT, obra citada, tomo VI, Nº 132, pág. 174, cree, sin embargo, que en
tal caso el contrato no se forma y que la retractación del proponente no produce otro efecto que
obligarlo a indemnizar los perjuicios causados al aceptante.
236 A LESSANDRI, obra citada, tomo I, Nº 162, pág. 169; CLARO SOLAR , obra citada, tomo XI,
Nº 734, pág. 72; JOSSERAND, obra citada, tomo II, 3a. edición, Nº 47, pág. 31; P LANIOL, obra citada,
tomo II, 10a. edición, Nº 980, pág. 355; G AUDEMET, obra citada, pág. 41; DE P AGE, obra citada, tomo
II, Nº 517, pág. 449 y Nº 521, pág. 453; B ONNECASE, obra citada, tomo II, Nº 263, pág. 272; D EMOGUE,
obra citada, tomo II, Nº 560, pág. 190; PLANIOL Y R IPERT, obra citada, tomo VI, Nº 140, pág. 182; D E
R UGGIERO, obra citada, tomo II, versión española, pág. 286.
236a La quiebra priva al fallido de la facultad de obligar los bienes comprendidos en ella (art. 69
de la ley de quiebras).
96 DE LOS CONTRATOS
237 A LESSANDRI, obra citada, tomo I, Nº 169, pág. 179; CLARO SOLAR , obra citada, tomo XI,
Nº 734, pág. 73.
238 A LESSANDRI, obra citada, tomo I, Nº 162, pág. 169.
Se ha fallado que siendo la muerte del oferente causal de caducidad de la oferta, la aceptación
del comprador otorgada después de muerto el vendedor es extemporánea y no puede producir
efecto para formalizar el consentimiento de los contratantes indispensable para la validez del
contrato de compraventa: Rev., tomo 34, 2a. parte, sec. 2a., pág. 28.
239 P LANIOL , obra citada, tomo II, 10a. edición, Nº 980, pág. 355; C LARO S OLAR , obra citada,
tomo XI, Nº 734, pág. 73; G AUDE MET , obra citada, pág. 41; D EMOGUE, obra citada, tomo II,
Nº 560, pág. 190.
240 A LESSANDRI, obra citada, tomo I, Nº 165, pág. 172; R ISUEÑO, De las obligaciones precontractuales ,
Nº 24, pág. 105.
241 A LESSANDRI, obra citada, tomo I, Nº 169 in fine , pág. 180.
242 DEMOGUE, obra citada, tomo II, Nº 560 bis, pág. 193; PLANIOL Y R IPERT, obra citada, tomo VI,
Nº 141, pág. 184; DE P AGE, obra citada, tomo II, Nº 522, pág. 453.
114 DE LOS CONTRATOS
145. CONTRATOS DE ADHESIÓN. Según dijimos (Nº 50), estos contratos se carac-
DE ADHESIÓN
terizan porque se forman sin discusión previa, mediante la aceptación lisa y
llana que una de las partes hace de las condiciones señaladas por la otra.
De ordinario, quien propone el contrato es una empresa que goza de un
monopolio de hecho o de derecho o, a lo menos de gran potencia económi-
ca; el objeto del contrato suele ser la prestación de un servicio que todos
necesitan, y la oferta, que es permanente y dirigida a todo el público, se hace,
por lo general, en formularios impresos de un tipo uniforme, y que contie-
nen numerosísimas cláusulas que constituyen un solo todo y que tienden a
proteger el interés del oferente334. Quien adhiere al
al contrato –de ahí el nom-
bre de contrato de adhesión– se limita a aceptar las condiciones contenidas
en esos formularios sin poder eliminar ninguna y, a veces, sin siquiera cono-
cerlas.
Son contratos de adhesión la mayoría de los contratos de transporte te-
rrestre, marítimo o aéreo, el seguro, el contrato de trabajo en las grandes
fábricas y talleres, los contratos que se celebran con las empresas de suminis-
tros de agua, gas y electricidad y con las compañías de teléfonos, los contratos
de arrendamiento de las cajas de seguridad de los bancos, etc.
En estos contratos, en realidad, sólo hay de particular que el aceptante
debe aceptar en bloque todas y cada una de las condiciones ofrecidas por el
oferente, en otros términos, decir sí o no sin agregar ni quitar nada. Pero en
lo demás, la formación del consentimiento queda sujeta a las reglas que ya
conocemos en cuanto a las formas de la oferta y aceptación a la eficacia de
aquélla, a su retractación y caducidad, a los requisitos de la aceptación, al
momento y lugar del perfeccionamiento del contrato, etc. Las reglas de los
arts. 97 a 106 del C. de C. son de carácter general y no hay precepto alguno
que establezca su inaplicabilidad o modificación tratándose de los contratos
de adhesión que, a decir verdad, son desconocidos del legislador.
335 J OSSERAND, obra citada, tomo II, 3a. edición, Nº 32, pág. 23; C OLIN Y C APITANT, obra citada,
tomo II, 8a. edición, Nº 9, pág. 10; D E P AGE, obra citada, tomo II, Nº 551, pág. 471 y Nº 553,
pág.. 473
pág 473;; DEMOGUE, obra citada, tomo II, Nº 631, pág. 335; PLANIOL Y R IPERT
IPERT, obra citada, tomo VI,
Nº 123, pág.
pág. 156;
156; CLARO SOLAR , obra citada, tomo XI, Nº 752, C) y D), págs. 130 a 135.
336 DEMOGUE, obra citada, tomo II, NºN º 618, pág. 313.
337 DE P AGE, obra citada, tomo II, Nos. 553 y 554, pág. 474.
338 JOSSERAND, obra citada, tomo II, 3a. edición, Nº 33, pág.24; G AUDEMET, obra citada, pág. 54.
339 PLANIOL, obra citada, tomo II, 10 a. edición, Nº 972 bis, pág. 353; COLIN Y C APITANT, obra
citada, tomo II, 8a. edición, Nº 9, pág. 11.
340 Así lo decide la jurisprudencia uniforme de la Corte de Casación de Francia: PLANIOL Y
R IPERT
IPERT, tomo VI, Nº 124, pág. 158.
116 DE LOS CONTRATOS
dir en la interpretación del mismo de las reglas de los arts. 1560 a 1566. Lo
más que podría hacer, en presencia de una cláusula ambigua, y siempre que
la ambigüedad provenga de una falta de explicación que debió darse por
quien la redactó, sería interpretar dicha cláusula en favor del aceptante, de
acuerdo con el inciso 2º del art. 1566, ya que todas las cláusulas de estos
contratos son dictadas o extendidas por la otra parte. Naturalmente que si se
prueba que el aceptante no conoció alguna de esas cláusulas al tiempo de
contratar, porque no figuraba en el texto del documento suscrito por él,
porque formaban parte de un formulario o reglamento que se le entregó
con posterioridad y al cual no se hizo ninguna alusión al celebrar el contrato
o en el instrumento en que éste se hizo constar, etc., esas cláusulas no le
afectarían; no las habría consentido341.
Es a la administración o al legislador a quien incumbe adoptar las medi-
das necesarias para obviar los inconvenientes antedichos. Si se trata de servi-
cios públicos que sólo pueden explotarse mediante una concesión de la auto-
ridad, ésta, al otorgarla, podrá prohibir la estipulación de aquellas cláusulas o
condiciones que se estimen perjudiciales o muy onerosas para el consumidor.
El legislador, a su vez, al reglamentar estos contratos o un tipo especial de
ellos, podrá igualmente prohibir tales estipulaciones y establecer como obli-
gatorias y sin que puedan ser derogadas aquellas otras que conceptúe necesa-
rias para proteger al aceptante, como se ha hecho, por ejemplo, tratándose
del contrato de trabajo342.
En defecto de la intervención administrativa o legislativa, o sin perjuicio
de ella, los interesados pueden también contribuir a obviar esos inconvenien-
tes agrupándose en asociaciones para la defensa de sus intereses comunes 343.
El contrato colectivo de trabajo ha sido en este sentido un medio eficaz para
combatir el abuso de los patrones en materia de contrato de trabajo.
149. CONTRATOS POR CONCURSO. Son aquellos que se forman entre la persona
que ofrece la celebración del contrato y el que resulta mejor calificado en el
certamen abierto al efecto.
Se llama a concurso, por ejemplo, para la construcción de un edificio o
para asignar un premio a la mujer más hermosa o al autor del mejor tratado
de Derecho Civil: el contrato se celebrará entre el que proyecta la construc-
ción u ofrece el premio y la persona que, a juicio del jurado respectivo, haya
presentado el proyecto que mejor se ajuste a las bases del concurso, sea la
mujer más hermosa o el autor del mejor tratado de Derecho Civil.
En principio, todo contrato puede celebrarse por concurso. En la práctica
sólo se recurre a él tratándose del contrato de trabajo relativo a ciertos cargos
o funciones, de los contratos de construcción de edificios u otras obras y
generalmente para discernir los premios instituidos por los particulares o los
organismos oficiales348.
Estos contratos se asemejan a los de adhesión y a los que se celebran al
mejor postor en que sus condiciones son fijadas por una de las partes, a las
que la otra se limita a adherir.
Pero difieren de ellos en que, para su generación, no basta que la otra
parte acepte lisa y llanamente esas condiciones u ofrezca las mejores; es me-
nester que el jurado que califique a los candidatos determine cuál es acreedor
a la celebración del contrato o al premio.
Al concurso puede ser admitido todo el mundo o un grupo de personas,
por ejemplo, las que reúnan ciertas condiciones de edad, de nacionalidad, de
conocimientos, etc.
Las bases del concurso, que son fijadas libremente por su autor, consti-
tuyen una oferta que éste puede retirar o modificar mientras no se presente
un candidato; toda oferta es revocable al arbitrio de su autor. Pero en todo
caso deberá dar aviso oportuno de la suspensión o modificación del concur-
so. De lo contrario, será obligado a indemnizar los perjuicios que sufran los
candidatos a consecuencia de haber ignorado esa suspensión o modifica-
ción (art. 100 C. de C.).
Estos contratos se perfeccionan en el momento en que se presente el
349 A menos que, según las bases del concurso, éste no pueda verificarse sino en caso de
presentarse cierto número de candidatos. En tal caso, el contrato se perfeccionará –si bien condi-
cionalmente– cuando se haya presentado ese número.
350 PLANIOL Y R IPERT, obra citada, tomo VI, Nº 143, pág. 189; D EMOGUE, obra citada, tomo II,
Nº 615, pág. 301.
351 DEMOGUE, obra citada, tomo II, Nº 615, pág. 301.
352 DEMOGUE, obra citada, tomo II, Nº 615, pág. 302.
353 CLARO S OLAR , obra citada, tomo XI, Nº 752, pág. 127; D EMOGUE, obra citada, tomo II, Nº 615,
pág. 303.
354 DEMOGUE, obra citada, tomo II, Nº 615, pág. 302.
355 DEMOGUE, obra citada, tomo II, Nº 615 ter, pág. 306.
120 DE LOS CONTRATOS
3º La representación 358
166. REPRESENTANTE
QUE OBRA SIN PODER O FUERA DE ÉL. Si la persona que obra a
nombre de otra no está facultada por ella o por la ley para representarla, si
carece de poder, o extralimita el que se le ha conferido o las facultades de
que está investida, el acto que así ejecute, aunque válido, puesto que no
adolece de ningún vicio, no afecta, en principio al representado: es para éste
res inter alios acta (arts. 552, 2079 y 2160)407. La prueba más evidente de que
tal acto no es nulo la suministra el art. 704: si el acto ejecutado por una
persona en calidad de representante o mandatario de otra sin serlo fuere
nulo, no se explicaría que ese artículo se refiera a él en el Nº 2 separadamen-
te del acto nulo, de que trata el Nº 3º, ya que en tal caso habría quedado
comprendido en este último número.
La sanción de la omisión de este requisito no es, pues, la nulidad del acto
ejecutado por el representante, sino su inoponibilidad respecto del represen-
tado, y así lo han resuelto la Corte Suprema408 y las Cortes de Apelaciones de
Santiago409, y Temuco410. De ahí que la venta hecha por un mandatario sin
tener poder para ello o cuando el mandato ha expirado sería para el man-
dante venta de cosa ajena y procedería aplicarle el art. 1815 del C. C. 411 Así se
ha fallado.412 Si ha fallado asimismo que la partición en que uno de los
copartícipes fue representado por su ex curador, cuando éste ya había cesado
en el cargo por haber llegado el pupilo a la mayor edad, no es nula sino
únicamente inoponible a ese copartícipe413 y que es asimismo inoponible al
mandante la estipulación de domicilio especial hecha por el mandatario en
un contrato si éste no tenía facultad para estipular tal domicilio.
Tal efecto se producirá especialmente cuando el tercero conoció la carencia o
la insuficiencia del poder o debió conocerla por hallarse éste inscrito en un
registro público, formar parte de los estatutos de una sociedad a los cuales se dio la
debida publicidad, etc. Hubo culpa de su parte al contratar en esas condiciones o
al no imponerse del poder414. Tratándose de un representante legal, el tercero
que contrate con él no podrá alegar ignorancia de sus facultades en ningún caso;
tales facultades emanan de la ley y ésta se reputa conocida de todos (art. 8 C. C.).415
En todos esos casos, el tercero no tendrá acción, ni contra el representado –el
acto no le empece–, ni contra el representante, toda vez que éste no obró en
interés propio y el tercero contrató a sabiendas de esa carencia o insuficiencia de
poder o ignorándola por su culpa416. Lo mismo sucede si el tercero ha interpreta-
do erróneamente los poderes del representante417. Es lógico que sufra las conse-
cuencias de su culpa o error. Pero si el representado ratifica el acto, el tercero
estará obligado a cumplirlo y no podría rehusar su cumplimiento a pretexto de
que el representante carecía de poder. De la carencia de poder por parte de éste
sólo puede prevalerse el representado y no el tercero, quien quedó obligado
desde el momento mismo que celebró el contrato con el representante418.
El tercero tendría, sin embargo, acción en contra del representante si
éste se ha obligado personalmente (art. 2154) o se ha comprometido a
obtener la ratificación del representado419. Y si de parte del representante
hubo dolo o culpa, como si no dio suficiente conocimiento de su poder,
exhibió uno falsificado o hizo creer que lo tenía sabiendo que carecía de él,
el tercero de buena fe podrá exigirle la reparación del daño sufrido, y esto
aunque el representante no se haya obligado personalmente 420. Es lo que
411 A LESSANDRI, De la compraventa y de la promesa de venta , tomo I, Nº 287, pág. 305. Rev., tomo 48,
2 parte, sec. 1a., pág. 371. Se ha fallado que no es venta de cosa ajena en Rev., tomo 40, 2 a. parte,
a.
sec. 1a. , pág. 304.
412 Rev., tomo X, 2a. parte, sec. 1a. , pág. 211; tomo XVI, 2 a. parte, sec. 1a., pág. 11 (ambos de la
Corte Suprema).
413 Rev., tomo 43, 2a. parte, sec. 2a., pág. 65 (consid. 7º a 12º de 2 a. instancia).
414 PLANIOL Y R IPERT, obra citada, tomo VI, Nº 63, pág. 81; D EMOGUE, obra citada, tomo I, Nº 104,
pág. 192; CLARO SOLAR , obra citada, tomo XI, Nº 967, pág. 399.
415 DEMOGUE, obra citada, tomo I, Nº 103, pág. 191.
416 CLARO SOLAR , obra citada, tomo XI, Nº 104, pág. 192; S TITCHKIN, obra citada, pág. 192;
COVIELLO, obra citada, versión española, pág. 439.
417 DEMOGUE, obra citada, tomo I, Nº 104, pág. 192.
418 COVIELLO, obra citada, versión española, pág. 439.
419 CLARO SOLAR , obra citada, tomo XI, Nº 967, pág. 399; STITCHKIN, obra citada, pág. 192.
420 PLANIOL Y R IPERT, obra citada, tomo VI, Nº 63, pág. 81; D EMOGUE, obra citada, tomo I, Nº 108,
pág. 197; STITCHKIN, obra citada, págs. 196 a 199; CLARO SOLAR , obra citada, tomo XI, Nº 967,
pág. 399; COVIELLO, obra citada, versión española, pág. 439.
ELEMENTOS CONSTITUTIVOS DEL CONTRATO 133
dispone el art. 2154 respecto del mandatario. Pero esta solución puede ex-
tenderse a los demás representantes –es la aplicación de las reglas generales–,
tanto más cuanto que los arts. 552 y 2079 consagran, a su vez, la responsabili-
dad personal del representante de una persona jurídica o del socio adminis-
trador de una sociedad que excede los límites de su representación o manda-
to, y esta responsabilidad, en razón de lo expuesto, no puede ser sino la
delictual o cuasidelictual, como quiera que uno y otro, desde que no contra-
taron en su propio nombre, no pueden ser obligados al cumplimiento mis-
mo del contrato.
167. C ASOS EN QUE EL ACTO DEL REPRESENTANTE QUE OBRA SIN PODER O FUERA DE ÉL
AFECTA AL REPRESENTADO. Hay, sin embargo, casos en los cuales el acto del
representante que obra sin poder o extralimitándolo afecta al representado,
al igual que si lo ejecutare con poder o dentro de sus facultades.
Así ocurre:
1º. Si, tratándose de representación voluntaria, el tercero contrató de buena fe ,
esto es, ignorando sin culpa de su parte la ausencia o la insuficiencia del poder
del mandatario, sea que éste haya tenido o no conocimiento de esa ausencia
o insuficiencia de poder421. Es la solución que consagra el art. 2173 respecto
de los actos ejecutados por un mandatario después de la expiración de su
mandato, y que puede extenderse al caso de insuficiencia de poder, por
tratarse de la aplicación de un principio general.
Tratándose de un representante legal, el acto ejecutado por él fuera de la
órbita de sus atribuciones no afectará al representado en caso alguno; puesto
que la ley se reputa conocida de todos, el tercero no podría invocar buena
fe422.
2º. Si el acto ejecutado por el representante ha sido útil al representado 423.
Hay entonces una agencia oficiosa, que obliga al interesado a cumplir las
obligaciones que el gerente ha contraído en la gestión (art. 2290). El art. 426
hace extensiva esta solución aun respecto del pupilo cuando quien ejerce el
cargo de tutor o curador no lo es verdaderamente, pero cree serlo: el acto
ejecutado por éste obligará a aquél si le reporta positiva ventaja.
3º. En caso de representación aparente , esto es, cuando por hecho o culpa
del representado se ha producido una situación tal que permite a los terce-
ros suponer que la persona con quien contratan inviste realmente la repre-
sentación de aquél424. Quien crea una apariencia debe soportar las conse-
cuencias que de ella resulten; hay culpa de su parte en producirla. Justo es
421 DEMOGUE, obra citada, tomo I, Nº 109, pág. 198; CLARO S OLAR , obra citada, tomo XI, Nº 164,
pág. 396; STITCHKIN, obra citada, pág. 173.
422 DEMOGUE, obra citada, tomo I, Nº 103, pág. 191.
423 S TITCHKIN, obra citada, pág. 179; PLANIOL Y R IPERT, obra citada, tomo VI, Nos. 63 in fine y 64,
pág. 82.
424 D EMOGUE, obra citada, tomo I, Nº 37 ter, pág. 101 y Nº 110 bis, pág. 198; P LANIOL Y R IPERT,
obra citada, tomo VI, Nº 63, pág. 81; CLARO SOLAR , obra citada, tomo XI, Nº 964, pág. 396; STITCH-
KIN, obra citada, págs. 138 y siguiente.
ELEMENTOS CONSTITUTIVOS DEL CONTRATO 137
ción no es sino un poder otorgado a posteriori . Debe, pues, cumplir con las
solemnidades exigidas para éste. Así, la ratificación de una compraventa de
un bien raíz deberá hacerse por escritura pública; una jurisprudencia cons-
tante decide que el mandato para vender un bien raíz debe otorgarse por
escritura pública448. Pero fuera de ese caso, la ratificación no requiere, por lo
general, ninguna solemnidad449.
La prueba de la ratificación queda sometida al derecho común. Por consi-
guiente, la prueba de testigos será admisible con arreglo a los arts. 1708 a
1711 C. C.; la ratificación es un acto jurídico.
448 Rev., tomo 14, 2a. parte, sec. 1a., pág. 517; tomo 15, 2 a. parte, sec. 1a., pág. 462; tomo 20,
2 parte, sec. 1a., pág. 37 (todas de la Corte Suprema); tomo 22, 2a. parte, sec. 1a., pág. 1085; tomo
a.
40, 2a. parte, sec. 1a., pág. 2 (consids. 2º y 5º Corte de Apelaciones); Gaceta año 1875, sent. 1479,
pág.
pá g. 67
671.
1.
449 Rev., tomo 39, 2a. parte, sec. 1a., pág. 12, consid. 1º, letras a) y e) (Corte Suprema).
450 Rev., tomo 39, 2a. parte, sec. 1a. , pág. 12 y tomo 42, 2a. parte, sec. 1a., pág. 45 (ambos de la
Corte Suprema).
451 DEMOGUE, obra citada, tomo I, Nº 126, pág. 215; PLANIOL Y R IPERT IPERT, obra citada, tomo VI,
Nº 64, pág.
pág. 82;
82; STITCHKIN, obra citada, pág. 187; DE R UGGIERO
UGGIERO, obra citada, tomo I, versión española,
pág. 275; COVIELLO, obra citada, versión española, pág. 440.
452 D EMOGUE, obra citada, tomo I, Nº 127, pág. 217; STITCHKIN, obra citada, págs. 187 a 189; DE
R UGGIERO
UGGIERO, obra citada, tomo I, versión española, pág. 275; C OVIELLO, obra citada, versión española,
pág. 440.
138 DE LOS CONTRATOS
174. EFECTOS DE LA REPRESENTACIÓN. Estos efectos, que son idénticos sea la
representación legal o voluntaria, consisten en síntesis en que el acto o con-
trato ejecutado por el representante se reputa hecho por el representado en
persona, de modo que los derechos y obligaciones que genera se radican en
(art. 1448)453.
éste al igual que si hubiese contratado él mismo (art.
Celebrado el acto o contrato la persona del representante desaparece,
como si nunca hubiera intervenido en él, y quedan frente a frente el repre-
sentado y el tercero, como si el acto o contrato lo hubiesen celebrado directa-
mente ellos dos.
De aquí fluyen estas dos consecuencias:
1a. Todos los efectos activos y pasivos del acto o contrato se producen en
el representado, y esto desde el momento mismo de su celebración y aun
antes de que tenga conocimiento de él o de que se cumplan las formalidades
de publicidad exigidas para que el acto o contrato produzca efectos respecto
de terceros454: será, pues, el representado el acreedor o el deudor del tercero
que contrató con el representante y será su capacidad de adquirir o de
disponer de la cosa objeto del contrato, su nacionalidad, su calidad de co-
merciante, la que deberá tomarse en cuenta para apreciar, según el caso, si
el acto o contrato es lícito o si es civil o mercantil. Así, uno de los cónyuges
no podría vender al otro cosa alguna por medio de representante (art. 1796);
tampoco podría hacerle en igual forma una donación irrevocable (arts. 1137
y 1138); el seguro contratado por medio de representante no sería válido
sino en caso de que el representado tuviere interés en la conservación de la
cosa455. Igualmente, los pagos, notificaciones, requerimientos y, en general,
todas las declaraciones de voluntad hechas al representante, se reputarán
efectuadas al representado mismo456; los instrumentos suscritos por el repre-
sentante tendrán respeto del representado el mismo valor que si emanaren
de él en persona457, y las sentencias que se dicten en los juicios seguidos en
contra del representante en su calidad de tal afectarán al representado como
si él mismo hubiera litigado458.
453 COLIN Y C APITANT, obra citada, tomo I, 9a. edición, Nº 87, pág. 90; PLANIOL Y R IPERT IPERT, obra
citada, tomo VI, Nº 65, pág. 83; C LARO S , obra citada, tomo XI, Nº 966, pág. 398; D R UGGIERO
OLAR E UGGIERO,
obra citada, tomo I, versión española, págs. 273 y 274; C OVIELLO, obra citada, versión española,
pág.
pá g. 43
431.
1.
454 PLANIOL Y R
LANIOL Y R IPERT
IPERT, obra citada, tomo VI, Nº 65, pág. 83; D EMOGUE, obra citada,
citada, tomo
tomo I, Nº 132,
pág. 223 y Nº 143, pág. 235.
455 PLANIOL Y R
R IPERT
IPERT, obra citada, tomo VI, Nº 65, pág. 83; C OLIN Y C
C APITANT, obra citada,
citada, tomo I,
9 edición, Nº 87, pág. 90; D EMOGUE, obra citada, tomo I, Nº 132, pág. 223; C LARO SOLAR , obra
a.
citada, tomo XI, Nº 966, pág. 398.
456 DEMOGUE, obra citada, tomo I, Nº 134, pág. 224.
457 De ahí que los instrumentos privados suscritos por el representante tienen fecha cierta
respecto del representado de pleno derecho; que las contraescrituras otorgadas por aquél son
oponibles al segundo, y que el principio de prueba por escrito emanado del representante tiene el
mismo valor que si proviniere del representado (art. 1711): D EMOGUE, obra citada, tomo I, Nº 141,
pág. 233 y Nº 142, pág. 235.
458 D EMOGUE, obra citada, tomo I, Nº 133, pág. 224; PLANIOL Y R IPERT IPERT, obra citada, tomo VI,
Nº 66, pág.
pág. 85.
85.
ELEMENTOS CONSTITUTIVOS DEL CONTRATO 139
459 Rev., tomo 28, 2a. parte, sec. 1a., pág. 185 (Corte Suprema).
460 PLANIOL Y R
LANIOL Y R IPERT
IPERT, obra citada, tomo VI, Nº 66, pág. 85; D EMOGUE, obra citada,
citada, tomo
tomo I, Nº 132,
pág. 223.
461 PLANIOL Y R
LANIOL Y R IPERT
IPERT, obra citada, tomo VI, Nº 66, pág. 85 in fine .
462 PLANIOL Y R
LANIOL Y R IPERT
IPERT, obra citada, tomo VI, Nº 66 in fine , pág. 86.
463 PLANIOL Y R
LANIOL Y R IPERT
IPERT, obra citada, tomo VI, Nº 67, pág. 86; C LARO SOLAR , obra citada, tomo XI, Nº
966, pág. 398.
464 DEMOGUE, obra citada, tomo I, Nº 101, pág. 189 y Nº 145, pág. 238; PLANIOL Y R IPERT IPERT, obra
citada, tomo VI, pág. 83, nota 1; DE R UGGIERO
UGGIERO, obra citada, tomo I, versión española, pág. 277.
465 DE R UGGIERO
UGGIERO, obra citada, tomo I, versión española, pág. 277.
140 DE LOS CONTRATOS
466 Acercade un mayor desarrollo de esta materia, véase nuestro estudio sobre “La autocontra-
tación o el acto jurídico consigo mismo” publicado en Rev., tomo 28, sec. Derecho, págs. 5 y 103.
ELEMENTOS CONSTITUTIVOS DEL CONTRATO 141
467 Véanse algunos casos en que esta situación se ha presentado en el trabajo que publicamos
en Rev., tomo 28, sec. Derecho, pág. 7, nota 1.
468 Obra citada, tomo I, Nº 41, pág. 107.
469 R ÖMER , MEISSELS, A RNO Y PILON, cuyas opiniones se analizan en los Nº 4 y 5, págs. 8 y 9 de
nuestro estudio citado en la nota 466 de este capítulo III.
470 R ÜMELIN, DEMOGUE, B ARASSI, POPESCO -R AMNICEANO. V
ALLIMARESCO Y HUPKA , cuyas opiniones se
analizan en los Nos. 4 y 5, págs. 8 y 9 de nuestro estudio citado en la nota 466 de este capítulo III; DE
R UGGIERO, obra citada, tomo II, versión española, pág. 281 in fine .
142 DE LOS CONTRATOS
por mucho que se extreme la ficción, hay una sola voluntad. Precisamente se
le llama así porque excluye la concurrencia de voluntades. Según la teoría
moderna de la representación, no es efectivo que el representante se limite a
declarar la voluntad del representado; el acto se forma mediante su propia
voluntad. El autocontrato se genera, por tanto, mediante la sola voluntad de
su autor, si bien éste actúa en un doble carácter.
No es tampoco exacto que lo que constituye el contrato sea una relación
entre dos patrimonios. “Todo acto jurídico que crea, modifica o extingue una
obligación pone en relación diversos patrimonios –dice Demogue–, pero no
es por eso un contrato; para este último se requiere algo más; lo que la
doctrina clásica denomina el concurso de voluntades” 471. Es que en verdad lo
que caracteriza el contrato no son solamente sus efectos, que en ocasiones
son idénticos a los de otros actos jurídicos, sino también el concurso de las
voluntades de las partes que es menester para su formación. Allí donde falte
este concurso podrá existir cualquiera otra fuente de obligaciones, si el efecto
del acto o del hecho es producirlas, pero en ningún caso un contrato.
La circunstancia de que este acto jurídico unilateral produzca, a veces, los
efectos de un contrato no desvirtúa su naturaleza, ni importa tampoco una
anomalía jurídica, puesto que hay muchos actos jurídicos unilaterales que
crean obligaciones, sin que por eso se conviertan en contratos. Allí están,
entre otros, la aceptación de una herencia o legado (art. 1437) y la gestión de
negocios ajenos (art. 2286).
472 En el mismo sentido: CLARO SOLAR , obra citada, tomo XI, Nº 1005, pág. 437 y Nº 1008, pág.
445; PLANIOL Y R IPERT, obra citada, tomo VI, Nº 68, pág. 87 y Nº 69, pág. 88; D EMOGUE, obra citada,
tomo I, Nº 45, pág. 112; DE R UGGIERO, obra citada, tomo II, versión española, pág. 280; GIORGI, obra
citada, tomo III, versión española, Nº 282 cuadruplicado, pág. 294.
ELEMENTOS CONSTITUTIVOS DEL CONTRATO 145
185. AUTOCONTRATO
DEL REPRESENTANTE LEGAL DE UNA PERSONA NATURAL. Distin-
guiremos entre el autocontrato del tutor o curador, el del padre o madre de
familia y el del marido, porque las reglas aplicables en cada caso no son las
mismas.
186. AUTOCONTRATO
DEL TUTOR O CURADOR . De los arts. 410 y 412 del C.C. se
desprende que, por regla general, el autocontrato del tutor o curador es
inadmisible, puesto que todo acto o contrato en que directa o indirectamente
tenga interés el guardador no podrá ejecutarse o celebrarse sin la autoriza-
187. AUTOCONTRATO
DEL PADRE O MADRE DE FAMILIA . El padre o madre de fami-
lia puede, en cambio, celebrar un autocontrato en que actúe, a la vez, en su
propio nombre y como representante legal del hijo. No existe, a su respecto,
un precepto análogo al art. 412. El legislador ha estimado talvez que, dadas
las relaciones que median entre los padres y el hijo de familia, hay menos
temores de abusos. Ni existe tampoco, como en Francia (art. 389 C. C.),
Suiza (arts. 282 y 392, Nº 2º, C. C.), España (art. 165 C.C.) e Italia (art. 320
C.C.), disposición alguna que establezca de un modo general que cuando
entre el padre o la madre y el hijo de familia exista oposición de intereses,
actuará en nombre de este un tutor ad hoc o especial. Así el padre o madre
481 En sentido contrario: CLARO SOLAR , obra citada, tomo XI, Nº 1008, pág. 444 in fine .
ELEMENTOS CONSTITUTIVOS DEL CONTRATO 147
de familia que hace una donación a su hijo menor que se halla bajo patria
potestad puede aceptarla por sí mismo a nombre de éste 482. Puede igualmen-
te contratar un seguro sobre su propia vida en beneficio del hijo y aceptarlo
en nombre de éste 483; pagarse a sí mismo el dinero que personalmente
adeude al hijo; aceptar la hipoteca o prenda constituida sobre sus propios
bienes para caucionar al hijo la obligación que tenga a su favor, etc. Todos
estos actos no entrañan ninguna oposición de intereses entre el padre y el
hijo de familia; al contrario, son beneficiosos para éste.
El autocontrato del padre o madre de familia será inadmisible:
1º Cuando haya oposición de intereses entre aquél o aquélla y el hijo –tal
sería el caso de dación en pago (Nº 182)– desde que así ocurre, el represen-
tante deja de representar al incapaz 484, y 2º cuando consista en un acto prohi-
bido entre ellos, como la compraventa o la permuta (arts. 1796 y 1899). En el
primer caso, sería nulo relativamente (art. 1682, inciso final), y en el segundo
nulo absolutamente (arts. 10, 1466 y 1682).
El padre de familia puede también celebrar un autocontrato cuando ten-
ga varios hijos bajo patria potestad o sea mandatario o guardador de un
tercero: podrá en tal caso contratar consigo mismo como representante de
cada uno de ellos o como representante de uno o más de sus hijos y como
mandatario o guardador del tercero.
188. AUTOCONTRATO
DEL MARIDO. Los principios expuestos en el número pre-
cedente respecto del autocontrato del padre o madre de familia son aplica-
bles en todas sus partes al marido que se halla casado bajo el régimen de
sociedad conyugal, porque tampoco existe un precepto que prohíba este
autocontrato.
El marido podrá celebrar consigo mismo un contrato en que actúe, a la vez,
por sí y como representante legal de su mujer, siempre que entrambos no
exista oposición de intereses, pues entonces sería nulo relativamente, o que el
autocontrato no verse sobre uno de aquellos contratos, como la compraventa y
la permuta, que la ley prohíbe entre cónyuges no divorciados perpetuamente
(arts. 1796 y 1899), en cuyo caso sería nulo de nulidad absoluta.
189. AUTOCONTRATO
DEL MANDATARIO DE UNA PERSONA NATURAL. Si el mandante
ha prohibido al mandatario celebrar consigo mismo el acto o contrato cuya
ejecución le encargó, éste no podrá hacerlo. Si lo ha autorizado expresamen-
te al efecto, no hay tampoco ninguna dificultad: el mandatario podrá celebrar
ese acto o contrato consigo mismo, cualquiera que sea su naturaleza, y aun-
que en virtud de sus atribuciones o facultades esté autorizado para obrar con
entera libertad y del modo que juzgue más conveniente. La ley no tiene por
misión defender los intereses de las partes contra su propia voluntad.
482 CLARO SOLAR , obra citada, tomo XI, Nº 1008, pág. 446. Se ha fallado, sin embargo, lo
contrario en Gaceta, año 1895, tomo I, sentencia 76, pág. 58.
483 DEMOGUE, obra citada, tomo I, Nº 52, pág. 121 in fine; PLANIOL Y R IPERT, obra citada, tomo VI,
Nº 70, pág. 90.
484 Gaceta, año 1914, tomo I, sent. 68, pág. 140 (consid. Nº 4º).
ELEMENTOS CONSTITUTIVOS DEL CONTRATO 171
222. DIFERENCIA CON EL ERROR SOBRE LA IDENTIDAD DE LA COSA ESPECÍFICA . Entre
este error y el error obstáculo que recae sobre la identidad de la cosa especí-
fica hay una diferencia fundamental, que explica los diferentes efectos que
uno y otro producen.
Cuando el error recae sobre la identidad de la cosa específica, cada parte
entiende contratar sobre cosas distintas; el objeto que cada una tiene en vista
no es el mismo. Cuando el error recae sobre la substancia del objeto, éste es
el mismo y el error consiste en que una de las partes le atribuye una materia
o calidad esencial distinta de la que realmente es o tiene. Cuando yo entien-
do comprar el reloj A y Pedro entiende venderme el reloj B no hay acuerdo
de voluntades, porque cada parte tiene en mira un objeto diverso; en tanto
que cuando yo compro el reloj A por ser de oro y B me vende ese mismo
reloj que resulta ser de bronce, hay consentimiento, pues ambas voluntades
han coincidido sobre un mismo objeto; pero mi consentimiento está viciado,
porque erré sobre la substancia: quería comprar un reloj de oro y sólo he
comprado uno de bronce.
223. ERROR SOBRE UNA CALIDAD SECUNDARIA ELEVADA A LA CATEGORÍA DE ESEN -
CIAL. El error es también substancial y vicia, por tanto, el consentimiento
cuando recae sobre una calidad no esencial de la cosa, sobre una cualidad
secundaria o accidental, como la clase del papel o el tipo de la letra en un
libro, la edad de un caballo de carrera, si esta calidad es el motivo princi-
pal de una de las partes para contratar, y este motivo ha sido conocido de
la otra (art. 1454, inciso 2º) 567.
En este caso, el error no recae sobre una calidad que da a la cosa su
individualidad o fisonomía particular, sino sobre una calidad que bien puede
no tener la cosa sin que por ello pierda esa individualidad o fisonomía. Por
eso, a diferencia de lo que acontece con el error sobre la calidad esencial de
la cosa, en que es innecesario que la otra parte conozca la intención o volun-
tad determinante de la víctima del error, el de que ahora tratamos sólo vicia
el consentimiento si la otra parte sabe que el principal motivo del contrato
para la víctima del error era la calidad en que aquél ha recaído. No es
necesario que esa parte haya tenido este conocimiento por la propia víctima
del error, basta que lo tenga en cualquiera forma, aunque sea por medios
indirectos o ajenos a ellas568. Lo esencial es que tenga ese conocimiento, cuya
prueba incumbe –naturalmente– a quien alega el error. De lo contrario, el
contrato sería válido, aunque haya habido error.
Se ha fallado que la dación de un crédito que aparece caucionado con
hipoteca es nula si ésta había sido cancelada con anterioridad a la dación,
porque los antecedentes de la causa demostraban que el principal motivo que
determinó la aceptación de ese crédito en pago fue la circunstancia de ser
hipotecario y este motivo fue conocido del cedente, como quiera que la razón
en que se fundó el decreto judicial que autorizó la dación, por ser pupila la
cesionaria, fue precisamente el hecho de estar el crédito caucionado con
hipoteca569.
No debe confundirse este error con el caso en que la calidad que una de
567 CLARO SOLAR , obra citada, tomo XI, Nº 781, pág. 173; D EMOGUE, obra citada, tomo I, Nº 234,
pág. 385.
568 CLARO SOLAR , obra citada, tomo XI, Nº 781, pág. 174.
569 Gaceta, año 1887, sent. 3323, pág. 2257.
ELEMENTOS CONSTITUTIVOS DEL CONTRATO 175
del error. La ley no lo exige; basta que el contrato haya sido para ésta intuitus
personae 574.
Pero en todo caso el error debe recaer sobre la persona del otro contra-
tante. El error respecto a la propia persona del que lo comete, como si
alguien contrata creyendo tener cierto estado civil que en realidad no tiene,
no vicia el consentimiento; la ley habla del error acerca de la persona con
quien se tiene intención de contratar. Así se ha fallado575.
574 JOSSERAND, obra citada, tomo II, 3a. edición, Nº 77, pág. 45.
575 Rev., tomo 23, 2a. parte, sec. 1a., pág. 669 (consid. 19 de la Corte de Apelaciones).
576 CLARO SOLAR , obra citada, tomo XI, Nº 786, pág. 178.
577 PLANIOL Y R IPERT, obra citada, tomo VI, Nº 182, pág. 241; C OLIN Y C APITANT, obra citada,
tomo II, 8a. edición, Nº 38, pág. 35; JOSSERAND, obra citada, tomo II, 3a. edición, Nos. 75 y 76, pág. 44;
PLANIOL, obra citada, tomo II, 10 a. edición, Nº 1054, pág. 379; G AUDEMET, obra citada, pág. 61;
BONNECASE , obra citada, tomo II, Nº 271, pág. 280; DEMOGUE, obra citada, tomo I, Nº 240, pág. 293;
CLARO SOLAR , obra citada, tomo XI, Nº 787, pág. 178.
578 PLANIOL Y R IPERT, obra citada, tomo VI, Nº 182, pág. 241; J OSSERAND, obra citada, tomo II,
3 edición, Nº 76, pág. 44.
a.
579 DEMOGUE, obra citada, tomo I, Nº 241, pág. 394; CLARO S OLAR , obra citada, tomo XI, Nº 788,
pág. 178 y los demás autores citados en la nota 577.
176 DE LOS CONTRATOS
229. PRUEBA DEL ERROR . La prueba del error incumbe a quien lo alega; en
defecto de ella, la demanda será desechada y el contrato subsistirá 585. En el
caso del inciso 2º del art. 1454, deberá probarse especialmente que el motivo
principal del contrato fue la calidad del objeto sobre que recayó el error y
que este motivo fue conocido de la otra parte, y en el del art. 1455, que la
consideración de la persona fue la causa principal del contrato. Esta prueba
podrá hacerse por todos los medios probatorios, inclusive testigos, cualquiera
que sea el valor de la cosa objeto del contrato; versa sobre un hecho586.
El establecimiento de la existencia o inexistencia del error es un hecho
del pleito que los jueces del fondo fijan soberanamente; la ley no ha definido
el error587. Pero determinar los efectos del error y si reúne o no los requisitos
que la ley exige para que vicie la voluntad es una cuestión de derecho suscep-
tible de casación.
583 Gaceta, año 1881, sent. 1820, pág. 1050 (consid. 2º.).
584 CLARO SOLAR , obra citada, tomo XI, Nº 792, pág. 182; G AUDEMET, obra citada, pág. 61; DE
P AGE, obra citada, tomo I, Nº 43, pág. 49; P LANIOL Y R IPERT, obra citada, tomo VI, Nº 177, pág. 233;
COLIN Y C APITANT, obra citada, tomo II, 8a. edición, Nº 39, pág. 36; D EMOGUE, obra citada, tomo I,
Nº 244, pág. 399. En contra: JOSSERAND, obra citada, tomo II, 3a. edición, Nº 72, pág. 43.
585 Gaceta, año 1878, sent. 1421, pág. 575.
586 CLARO SOLAR , obra citada, tomo XI, Nº 795, pág. 183; D EMOGUE, obra citada, tomo I, Nº 250,
pág. 413; DE P AGE, obra citada, tomo I, Nº 44, pág. 49; P LANIOL Y R IPERT, obra citada, tomo VI,
Nº 177, pág. 235 y Nº 187, pág. 250.
587 Rev., tomo 29, 2 a. parte, sec. 1a., pág. 377 (Corte Suprema); DEMOGUE, obra citada, tomo I,
Nº 250, pág. 413.
180 DE LOS CONTRATOS
235. EL ERROR COMÚN. Mientras el error en que incurra uno de los contratan-
tes vicia el consentimiento y autoriza la nulidad del contrato cuando reúne las
circunstancias señaladas por la ley, el error común , es decir, el error de que
participa un gran número de personas, produce el efecto contrario: obsta a
esa nulidad y sirve para dejar subsistente un acto que, a no mediar él, sería
nulo. Es lo que expresa la máxima error communis facit jus : el error común
constituye derecho605.
Esto no significa que el error común cree
cree o constituya una regla jurídica,
sino únicamente que este error, atendida su naturaleza y la conveniencia de
garantizar la seguridad social, ampara a los que han incurrido en él y permite
que situaciones de hecho contrarias a derecho subsistan y produzcan todos
sus efectos como si se hubieran generado con sujeción a la ley. El alcance
jurídico de esta máxima no es, pues, otro que validar un acto ejecutado con
violación de una regla
regla legal606.
Pero, para que así ocurra, es menester que el error sea común , esto es,
compartido por un número considerable de personas y no solamente por los
contratantes, que haya un justo motivo para
para errar, lo que ocurrirá, de ordina-
rio, cuando exista un título colorado , es decir, un título con apariencias de
602 DE P AGE, obra citada, tomo II, Nº 543, pág. 466; D EMOGUE, obra citada, tomo I, Nº 260,
pág. 26 y Nº 269,
269, pág. 437.
437.
603 PLANIOL Y R
LANIOL Y R IPERT
IPERT, obra citada, tomo VI, Nº 157 in fine , pág. 209.
604 DEMOGUE, obra citada, tomo I, Nº 266, pág. 431.
605 Véanse, sobre esta materia: DEMOGUE, obra citada, tomo I, N os. 276 a 285, págs. 452 a 467;
CLARO SOLAR , obra citada, tomo XI, Nº 796, pág. 184; D ÁVILA I. BENJAMÍN, Del error común , trabajo
publicado en Rev., tomo 28, sec. Derecho, págs. 118 y siguientes; dictamen emitido por el Ministro
de la Corte Suprema don Leopoldo Urrutia en la causa de Grenet con Jiménez publicado en los
Dictámenes de los Ministros de la Corte Suprema , año 1909, pág. 842.
606 CLARO SOLAR , obra citada, tomo XI, Nº 796, pág. 188; D E P AGE, obra citada, tomo I, Nº 45,
pág. 49; DEMOGUE, obra citada, tomo I, Nº 279, pág. 456.
182 DE LOS CONTRATOS
verdadero y que el autor del acto proceda de buena fe607. Concurriendo estos
requisitos, el error es invencible: los contratantes o el autor del acto, según el
caso, no han podido substraerse a él.
No habría justicia en imponerles las consecuencias de un error en que
participaron con perfecta buena fe y sin culpa o negligencia. Como dice
Demogue, desde que uno se ha conducido prudentemente, es necesario te-
ner una cierta seguridad para actuar; hay que fiarse en ciertas apariencias,
porque no sabemos jamás el todo de nada 608.
Nuestro Código no ha consagrado esta máxima en forma expresa.
Son, sin embargo, numerosos los preceptos que están inspirados en ella,
tales como los arts. 94, Nº 4º, 122, 426, 704, Nº 4, 1013, 1267, 1576, inciso 2º, y
2058 del C. C. y 361 y 363 del C. de C. En ellos, el error en que de buena fe se
ha incurrido en vez de acarrear la invalidación del acto, como habría debido
suceder a no mediar él, permite que el acto subsista y produzca los efectos
que le son propios.
A nuestro juicio, estos preceptos son la aplicación de esta máxima a casos
particulares. De ahí que la estimamos aplicable a todo acto que se celebre
bajo la influencia de un error común, aunque no sea de los contemplados
por la ley 609, pero siempre que el error haya sido realmente común originado
por un justo motivo y que el autor del acto haya procedido de buena fe.
Esta máxima recibirá especial aplicación tratándose de actos autorizados
o ejecutados por funcionarios públicos cuyo nombramiento adolece de vi-
cios de forma o se ha hecho con infracción de las disposiciones legales
pertinentes, después de haber cesado en sus funciones o mientras se halla-
ban suspendidos610.
No puede exigirse a los particulares que ocurren ante un funcionario
público en demanda de su ministerio que averigüe previamente la forma en
que fueron designados o si reúnen todos los requisitos prescritos por las
leyes. El hecho de que ejerzan sus funciones a vista y paciencia de todos y
especialmente de sus superiores jerárquicos o de la autoridad que los nom-
bró permite creer que su designación ha sido correcta. De lo contrario, la
vida se haría imposible. La seguridad social exige que nos fiemos de las
apariencias. La Corte Suprema ha dicho, por eso, que “para los efectos de la
validez de un instrumento otorgado ante el funcionario correspondiente,
basta que éste exhiba su investidura con las apariencias que ordinariamente osten-
tan dichos funcionarios, o sea, que esté en posesión, a lo menos, de un título
colorado que
que le permite intervenir a la faz del poder público y ser considerado
tal por el común de las gentes; y de aquí la máxima aceptada universalmente
“error communis facit jus” que nuestra legislación reconoce al
al darle valor, entre
607 DEMOGUE, obra citada, tomo I, Nº 277, pág. 453; CLARO S OLAR , obra citada, tomo XI, Nº 796,
pág. 186; DE P AGE, obra citada, tomo I, Nº 45, pág. 49.
608 DEMOGUE, obra citada, tomo I, Nº 279, pág. 457.
609 CLARO S OLAR , obra citada, tomo XI, Nº 796, pág. 186. En contra: Gaceta, año 1929,
1929, tomo II,
sent. 115, pág. 538 (consid. 4º y 5º de segunda instancia).
610 DEMOGUE, obra citada, tomo I, Nº 280, pág. 459.
ELEMENTOS CONSTITUTIVOS DEL CONTRATO 183
B. Fuerza
236. DEFINICIÓN. La fuerza es la presión ejercida sobre una persona por actos mate-
riales o por amenazas para inducirla a consentir . La fuerza expone a la víctima a
un sufrimiento actual o al temor de uno futuro. Es el propósito de liberarse
de él o de evitarlo lo que la decide a consentir.
El vicio del consentimiento no está, pues, constituido por la fuerza misma,
es decir, por los actos materiales o por las amenazas en que ella consiste, sino
por el temor que
que estos actos o amenazas producen en la víctima. La fuerza, en
realidad, no destruye la voluntad; quien consiente violentado consiente, pues-
to que –entre dos males– ha elegido el menor. Pero como esa voluntad no es
libre y espontánea, la ley la considera ineficaz612. A esto se agrega que la
fuerza importa una alteración o perturbación del orden público, que debe
reprimirse.
611 Rev., tomo 36, 2a. parte, sec. 1a., pág. 286. En el mismo sentido: Rev., tomo 25, sec. Derecho,
pág. 133 (consid. 69 a 77) y tomo 41, 2 a. parte, sec. 1a., pág. 547 (Corte Suprema). En contra:
Gaceta, año 1929, tomo II, sent. 115, pág. 538.
612 JOSSERAND, obra citada, tomo II, 3a. edición, Nos. 80 y 81, pág. 47; D E P AGE, obra citada,
tomo I, Nº 58,
58, pág. 59; G AUDEMET, obra citada, pág. 64; C OLIN Y C APITANT, obra citada, tomo II,
8 edición, Nº 43, pág. 40; PLANIOL, obra citada, tomo II, 10a. edición, Nº 1070, pág. 383; CLARO
a.
SOLAR , obra citada, tomo XI, Nº 798, pág. 193.
613 Rev., tomo 6, 2a. parte, sec. 1a., pág. 493 (consid. 29 de primera instancia); D E P AGE, obra
citada, tomo I, Nº 59, pág. 60; PLANIOL Y R IPERT
IPERT, obra citada, tomo VI, Nº 191, pág. 255; D EMOGUE,
obra citada, tomo I, Nº 307, pág. 498; CLARO SOLAR , obra citada, tomo XI, Nº 797, pág. 192;
JOSSERAND, obra citada, tomo II, 3a. edición, Nº 89, pág. 51.
184 DE LOS CONTRATOS
amenaza de uno futuro. El hecho de que el art. 1456 se haya referido especial-
mente a la fuerza moral, al decir que se mira como fuerza todo acto que
infunde a una persona un justo temor de verse expuesta a un mal irreparable y
grave, no significa exclusión de la fuerza material. Esta referencia ha tenido
por objeto disipar toda duda acerca de si un acto de esta especie, dado el
hecho de consistir en amenazas, es de los que producen la impresión fuerte
que, en concepto de la ley, debe causar la fuerza para viciar el consentimiento.
Pero ello no excluye que puede haber otros actos –y los hay– que con mayor
razón produzcan el mismo efecto, como acontece con los sufrimientos, castigos
o malos tratos que se infligen a una persona para inducirla a consentir.
Es indiferente que los actos o amenazas constitutivos de fuerza importen o
no un delito penal. Para que la fuerza vicie el consentimiento, no es menester
que los hechos en que consiste estén penados por la ley; basta que reúnan los
requisitos que luego indicaremos (Nº 238)614.
En todo caso deben ser de tal naturaleza que no priven por completo de
voluntad a la víctima. De lo contrario, no habría fuerza –ésta supone la
existencia del consentimiento–, sino ausencia de voluntad. Es lo que ocurre
cuando se obliga a una persona a firmar un instrumento llevándole la mano
por fuerza o se le sugiere que lo suscriba durante un sueño hipnótico: en
ambos casos no hay consentimiento615. El acto sería nulo de nulidad absoluta.
238. REQUISITOS
. Para que la fuerza vicie el consentimiento, es menester que
reúna estos requisitos: 1º ser grave; 2º ser injusta , y 3º ser determinante (arts.
1456 y 1457).
614 CLARO SOLAR , obra citada, tomo XI, Nº 818, pág. 214; D EMOGUE, obra citada, tomo I, Nº 305,
pág. 497; PLANIOL Y R IPERT, tomo VI, Nº 196, pág. 262.
615 C LARO S OLAR , obra citada, tomo XI, Nº 797, pág. 192; G AUDEMET, obra citada, pág. 64;
COVIELLO, obra citada, versión española, pág. 396. En contra: D E P AGE, obra citada, tomo I, Nº 58,
pág. 59, quien cree que aun en este caso la fuerza sólo vicia el consentimiento y produce, por tanto,
nulidad relativa.
616 PLANIOL Y R IPERT, obra citada, tomo VI, Nº 191, pág. 255; D E P AGE, obra citada, tomo I, Nº 60,
pág. 61; G AUDEMET, obra citada, pág. 67; PLANIOL, obra citada, tomo II, 10a. edición, Nº 1073,
pág. 384; CLARO SOLAR , obra citada, tomo XI, Nº 810, pág. 205.
617 Rev., tomo 23, 2a. parte, sec. 1 a., pág. 669 (consid. 13 de primera instancia); P LANIOL Y
R IPERT, obra citada, tomo VI, Nº 191, pág. 255; DE P AGE, obra citada, tomo I, Nº 60, pág. 61;
BONNECASE, obra citada, tomo II, Nº 278, pág. 286; G AUDEMET, obra citada, pág. 66; PLANIOL, obra
citada, tomo II, 10a. edición, Nº 1072, pág. 384; J OSSERAND, obra citada, tomo II, 3a. edición, Nº 90,
pág. 51; DEMOGUE, obra citada, tomo I, Nº 315, pág. 510.
ELEMENTOS CONSTITUTIVOS DEL CONTRATO 185
618 D E P AGE, obra citada, tomo I, pág. 61, nota 2; DEMOGUE, obra citada, tomo I, Nº 314 in fine ,
pág. 510.
619 PLANIOL Y R IPERT, obra citada, tomo V, Nº 191, pág. 255; D E P AGE, obra citada, tomo I, Nº 60,
pág. 61; BONNECASE, obra citada, tomo II, Nº 278, pág. 285.
620 DEMOGUE, obra citada, tomo I, Nº 307, pág. 499; CLARO S OLAR , obra citada, tomo XI, Nº 811,
pág. 205.
621 G AUDEMET, obra citada, pág. 66; PLANIOL, obra citada, tomo II, 10 a. edición, Nº 1072, pág. 384;
DE P AGE, obra citada, tomo I, Nº 61, pág. 62; JOSSERAND, obra citada, tomo II, 3a. edición, Nº 90,
pág. 51.
622 DE P AGE, obra citada, tomo I, Nº 61, pág. 62; PLANIOL, obra citada, tomo II, 10a. edición,
Nº 1072, pág. 384; CLARO SOLAR , obra citada, tomo XI, Nº 814, pág. 210.
186 DE LOS CONTRATOS
que produce los efectos que determina el art. 1458. O en la ejecución del
mismo. Algunos lo denominan entonces un fraude y su sanción es diversa
según la naturaleza del acto ejecutado por el deudor (acción pauliana, acción
de simulación)656. Si incide en el incumplimiento de una obligación preexis-
tente, agrava la responsabilidad del deudor en la forma dispuesta en el art.
1558. Puede, por último, presentarse independientemente de todo vínculo
anterior entre las partes. Es entonces fuente de obligación , dada la circunstancia
de constituir un delito civil (arts. 1437, 2284 y 2314).
Pero sea que incida en la formación o en la ejecución de un contrato o
fuera de él, el dolo consiste siempre en la intención positiva de inferir injuria
a la persona o propiedad de otro. Así lo define el inciso final del art. 44. Tal
es, por tanto, el significado que debe dársele cada vez que la ley emplee esta
expresión (art. 20).
El dolo es, pues, en todo caso y en cualquiera circunstancia que se presen-
te un acto ilícito caracterizado por la intención positiva de dañar a otro en su
persona o en sus bienes657. Allí donde falte esta intención no lo hay, ni puede
haberlo, aunque exista daño.
Aquí lo estudiaremos sólo en cuanto vicio del consentimiento.
254. DEFINICIÓN. En este sentido podemos definir el dolo diciendo que con-
siste en la intención positiva de engañar o de mantener en el error a una persona para
inducirla a consentir .
Lo que caracteriza al dolo es el empleo de procedimientos ilícitos con el
propósito de engañar a la persona cuyo consentimiento se trata de obtener,
de hacer nacer en ella un falso móvil de consentir. El dolo crea o permite
mantener un concepto erróneo de la realidad, y es en atención a este con-
cepto que se presta el consentimiento. Por eso lo vicia 658. Es condición del
dolo, en cuanto vicio del consentimiento, ha dicho la Corte de Apelaciones
de Santiago, la concurrencia de una acción u omisión voluntaria empleada
por una persona con el propósito de causar daño a otra, sea por maldad, sea
por el deseo de proporcionarse un determinado provecho. Lo informa, en
definitiva, una serie de maniobras ilícitas llevadas a la práctica para inducir a
engaño . Es condición necesaria para la existencia del dolo, agrega el mismo
tribunal, que la parte a quien se atribuye, valiéndose de la astucia y la mali-
cia, engañe a la otra, obteniendo un consentimiento que, en otra forma,
656 PLANIOL,obra citada, tomo II, 10a. edición, Nº 1069, pág. 383; DEMOGUE, obra citada, tomo I,
Nº 339, pág. 535; DE P AGE, obra citada, tomo I, Nº 55, pág. 58; C LARO S OLAR , obra citada, tomo XI,
Nº 825, pág. 223.
657 D EMOGUE, obra citada, tomo I, Nº 339, pág. 536 y Nº 340, pág. 537. Véase también la
memoria de prueba de don TOMÁS C HADWICK V ALDÉS, intitulada De la naturaleza jurídica del dolo civil ,
en donde se sostiene la tesis de que el dolo, sea que incida en la formación o ejecución de un
contrato o fuera de él, es siempre uno mismo, de modo que cualquiera circunstancia que se
presente constituye siempre un delito civil.
658 JOSSERAND, obra citada, tomo II, 3a. edición, Nº 93, pág. 52; D E P AGE, obra citada, tomo I,
Nº 48, pág. 53; PLANIOL Y R IPERT, obra citada, tomo VI, Nº 199, pág. 264; G AUDEMET, obra citada,
pág. 70; COLIN Y C APITANT, obra citada, tomo II, 8a. edición, Nº 42, págs. 38 y 39; B ONNECASE, obra
citada, tomo II, Nº 280, pág. 287; C LARO SOLAR , obra citada, tomo XI, Nº 822, pág. 219.
ELEMENTOS CONSTITUTIVOS DEL CONTRATO 195
255. DIFERENCIAS CON EL ERROR . Fluye de lo dicho que el error y el dolo tienen
algunos puntos de contacto: en uno y otro quien lo sufre no emite su volun-
tad con pleno conocimiento de causa, sino a base de un concepto equivocado
de la realidad. En ambos, la voluntad de la víctima es fruto de un error. Pero
de esto no puede deducirse que sean una misma cosa y que el dolo, en
cuanto vicio del consentimiento, deba incluirse en el error.
El error es, generalmente, involuntario; en todo caso, no es obra del otro
contratante. El dolo, por el contrario, es un error provocado con un deliberado
fin: su autor se ha valido de procedimientos ilícitos precisamente para producir
ese error o para evitar que quien lo sufre llegue a descubrirlo. Por eso, el error
no vicia el consentimiento sino cuando es sustancial y el dolo, en cambio, está
siempre sancionado por la ley. Es la consecuencia misma de un carácter ilícito663.
El dolo tiene además, con respecto al error, una doble utilidad:
1º Facilita la prueba. El error, como que es de ordinario interno, pues
consiste en una creencia, es difícil de probar; de modo que si la víctima
pudiere hacer valer su acción –aun en el supuesto de ser fruto del dolo–, ésta
fracasaría las más de las veces.
La prueba del dolo, en cambio, es mas fácil, dado que éste supone necesa-
riamente hechos o abstenciones positivas de parte de su autor.
2º Permite sancionar ciertos errores que, según los principios que rigen el
error, no se toman en cuenta. Así, mientras el error en los móviles, en el valor
o en una calidad meramente accidental de la cosa no vicia el consentimiento,
este mismo error, si es fruto del dolo, lo vicia o da derecho, a lo menos, a
indemnización de perjuicios, según las circunstancias664.
665JOSSERAND, obra citada, tomo II, 3a. edición, Nº 98, pág. 55; C LARO SOLAR , obra citada,
tomo XI, Nº 826, pág. 223.
666 Tratándose de los incapaces, la ley es más exigente para estimarlos reos de dolo, pues no
considera como tal la aserción de mayor de edad o de no existir la interdicción u otra causa de
incapacidad (art. 1685), lo que vale decir que la simple mentira del incapaz respecto de su incapa-
cidad no constituye dolo. De lo contrario, habría sido muy fácil al incapaz substraerse de la
protección legal, le habría bastado mentir. Se ha fallado, por eso, que no constituye dolo el hecho
de que una mujer casada, a sabiendas de que su marido vive, suscriba un contrato de préstamo
hipotecario expresando que es viuda: Rev., tomo 17, 2 a. parte, sec. 2a., pág. 29.
667 JOSSERAND, obra citada, tomo II, 3a. edición, Nº 98, pág. 55; D E P AGE, obra citada, tomo I,
Nº 50, pág. 53; G AUDEMET, obra citada, pág. 72; BONNECASE , obra citada, tomo II, Nº 280, pág. 287;
PLANIOL, obra citada, tomo II, 10a. edición, Nº 1061, pág. 380; COLIN Y C APITANT, obra citada, tomo II,
8a. edición, Nº 42, pág. 38; DEMOGUE, obra citada, tomo I, Nº 359, pág. 564 y Nº 360, pág. 565;
PLANIOL Y R IPERT, obra citada, tomo VI, Nº 200, pág. 265; S AVATIER , obra citada, tomo I, Nº 116,
pág. 152.
668 Gaceta, año 1921, tomo I, sent. 164, pág. 725.
669 JOSSERAND, obra citada, tomo II, 3a. edición, Nº 98, pág. 55; D E P AGE, obra citada, tomo I,
Nº 50, pág. 53; G AUDEMET, obra citada, pág. 72; BONNECASE , obra citada, tomo II, Nº 280, pág. 287;
PLANIOL, obra citada, tomo II, 10a. edición, Nº 1061, pág. 380; COLIN Y C APITANT, obra citada, tomo II,
8a. edición, Nº 42, pág. 39; CLARO SOLAR , obra citada, tomo XI, Nº 826, pág. 223; D EMOGUE, obra
citada, tomo I, Nº 358, pág. 562 y Nº 360 in fine , pág. 570; PLANIOL Y R IPERT, obra citada, tomo VI,
Nº 201, pág. 267; S AVATIER , obra citada, tomo I, Nº 116, pág. 152.
200 DE LOS CONTRATOS
684 DE P AGE,obra citada, tomo I, Nº 52, pág. 57; P LANIOL Y R IPERT, obra citada, tomo VI, Nº 204,
pág. 271; PLANIOL, obra citada, tomo II, 10a. edición, Nº 1063, pág. 382; D EMOGUE, obra citada,
tomo I, Nº 366, pág. 577; CLARO SOLAR , obra citada, tomo XI, Nº 831, pág. 227.
685 Los Códigos de las obligaciones de Suiza (art. 28), Turquía (art. 28) y Polonia (art. 40); el
Código Civil alemán (art. 123), el italiano (art. 1439), el mexicano (art. 1816), el chino (art. 92), el
japonés (art. 96), el brasileño (art. 95), el venezolano (art. 1154), el peruano (art. 1087) y el
Código de las obligaciones y de los contratos de la República Libanesa (art. 209) consagran esta
regla en términos explícitos.
686 DE P AGE, obra citada, tomo I, Nº 52, pág. 57; PLANIOL Y R IPERT, obra citada, tomo VI,
pág. 271, nota 1; PLANIOL, obra citada, tomo II, 10a. edición, Nº 1063, pág. 382; G AUDEMET, obra
citada, pág. 75; DEMOGUE, obra citada, tomo I, Nº 366, pág. 578; C LARO S OLAR , obra citada, tomo XI,
Nº 832, pág. 227.
687 Los Códigos de las obligaciones de Suiza (art. 28), de Turquía (art. 28), el Código chino
(art. 92) y el Código alemán (art. 123) establecen que el dolo cometido por un tercero hace
anulable el contrato si el otro contratante ha debido conocer el dolo.
688 G AUDEMET, obra citada, pág. 75.
689 D EMOGUE, obra citada, tomo I, Nº 367, pág. 579; PLANIOL Y R IPERT, obra citada, tomo VI,
Nº 204, pág. 271; DE P AGE, obra citada, tomo I, Nº 52, pág. 55; CLARO S OLAR , obra citada, tomo XI,
Nº 833, pág. 228.
ELEMENTOS CONSTITUTIVOS DEL CONTRATO 201
261. C ASO EN QUE EL DOLO SEA OBRA DE AMBAS PARTES. En todo caso, es menes-
ter que el dolo sea obra de una sola de las partes contratantes y no de las dos;
sólo así constituye un vicio del consentimiento691. El dolo no vicia el consen-
timiento dice el art. 1458, sino cuando es obra de una de las partes , etc. En los
demás casos , da lugar solamente a la acción de perjuicios. La regla general es,
pues, que el dolo no vicie el consentimiento. Lo vicia, por excepción, cuan-
do es obra de una de las partes y aparece claramente que sin él no hubieran
contratado. Si es obra de ambas partes , nos hallamos fuera del caso excepcio-
nal.
De aplicarse, por tanto, la norma general del inciso 2º del art. 1458, que
se refiere precisamente a los demás casos no contemplados de un modo expre-
so en el inciso 1º.
Se ha fallado, por eso, que es improcedente la demanda de nulidad de
un contrato celebrado entre el mandatario y un tercero solicitada por el
mandante, si éste alega que ha habido en él dolo de parte de ambos contra-
tantes692.
262. 2º EL DOLO DEBE SER TAL QUE SIN ÉL NO SE HUBIERA CONTRATADO. Para que el
dolo vicie el consentimiento, es menester además que aparezca claramente que
sin él la parte contra quien se ejerce no hubiera contratado, es decir, que la
haya determinado a contratar693.
Los jueces del fondo decidirán en forma soberana si aparece claramente
que sin el dolo no se hubiera celebrado el contrato 694. Se trata de establecer
la intención de la parte víctima de él y, por lo mismo, de una cuestión de
hecho. Se ha fallado que no vicia el consentimiento el dolo que consiste en
que una de las partes celebre un contrato con la intención de no cumplirlo
por estimarlo contrario a la ley y a la moral, porque tal intención no es
claramente un motivo legal que hubiera retraído a la otra de celebrarlo,
puesto que ésta última tenía sobre el particular ideas y convicciones entera-
mente contrarias y si el mencionado contrato fuere eficaz en derecho, cuales-
263. EFECTOS DEL DOLO PRINCIPAL. La sanción del dolo principal es la nulidad
relativa del contrato en que incide (art. 1682, inciso final)697, aunque el obje-
to de este contrato sea indivisible, como ocurre tratándose de una sociedad, o
en el contrato intervengan varias partes. La ley no distingue; basta que el
consentimiento de una de ellas esté viciado por dolo para que ésta pueda
pedir la rescisión698.
El dolo principal da también derecho a la víctima para demandar indem-
nización del daño que con él se le haya irrogado, siempre que la rescisión del
contrato no lo repare completamente699, y si los autores del dolo son varios,
su responsabilidad será solidaria (art. 2317, inc. 2º).
Sin perjuicio de su carácter de vicio del consentimiento, el dolo es siem-
pre un delito civil al que es aplicable el principio consignado en el art. 2314.
Hay aquí un caso de culpa in contrahendo , que, como dijimos, es fuente de
responsabilidad delictual (Nº 200).
Si el dolo ha sido cometido por un incapaz, que se ha valido de él para
inducir a la otra parte a contratar, tiene además como sanción la pérdida
para aquél del derecho de alegar la nulidad en razón de su incapacidad (art.
1685)700, lo cual no obsta para que la víctima del dolo pueda solicitarla si
aparece claramente que sin ese dolo no habría contratado701. Pero, para que
así ocurra, es menester que el dolo consista precisamente en disimular la
incapacidad y que haya sido esta circunstancia la que indujo a la otra parte a
contratar. La Corte Suprema ha fallado que el dolo a que se refiere el art.
1685 es el fraguado por el incapaz para inducir a la otra parte a contratar
695 Rev., tomo 10, 2a. parte, sec. 1a., pág. 81 (Corte Suprema).
696 Gaceta, año 1913, sent. 243, página 696.
697 PLANIOL Y R IPERT, obra citada, tomo VI, Nº 206, pág. 273; D E P AGE, obra citada, tomo I, Nº 54,
pág. 59; JOSSERAND, obra citada, tomo II, 3a. edición, Nº 99, pág. 55; C OLIN Y C APITANT, obra citada,
tomo II, 8a. edición, Nº 47, pág. 43; G AUDEMET, obra citada, pág. 75; B ONNECASE, obra citada, tomo II,
Nº 282, pág. 288; D EMOGUE, obra citada, tomo I, Nos. 373 a 376, págs. 586 a 590; C LARO S OLAR , obra
citada, tomo XI, Nº 828, pág. 224. Así se ha fallado en Rev., tomo 44, 2a. parte, sec. 1a., pág. 397.
698 La solución contraria, que prevalece en Francia, no tiene, en nuestro concepto, asidero en
la ley; DEMOGUE, obra citada, tomo I, Nº 369, pág. 580; PLANIOL Y R IPERT, obra citada, tomo VI,
Nº 206, pág. 273.
699 PLANIOL Y R IPERT, obra citada, tomo VI, Nº 208, pág. 274; D E P AGE, obra citada, tomo I, Nº 54,
pág. 58; S AVATIER , obra citada, tomo I, Nº 117, pág. 154.
700 J OSSERAND, obra citada, tomo I, 3a. edición, Nº 639, pág. 371 y tomo II, 3 a. edición, Nº 99,
pág. 56; S AVATIER , obra citada, tomo I, Nº 118, pág. 154.
701 Véase el artículo de V ICTOR BERGER -V
ACHON intitulado “Du dol des incapables dans la conclu-
sion et dans 1’exécution des contrats”, que se publica en la Revue Critique de Législation et de
Jurisprudence , año 1931, pág. 247, especialmente el Nº 10, pág. 259.
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