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labisagra
Tinkunaco La Bisagra
Unidad 1
1
Especialista en Derechos Humanos. Director de la Maestría en Relaciones Internacionales. Profesor Titular
de Derechos Humanos y Relaciones Internacionales. CEA (UNC) Profesor Titular de Derecho Político
Facultad de Derecho UNC. Profesor Titular Seminario Derechos Específicos FCS UNC. Profesor Titular
Procesos Políticos Internacionales FCS UNC.
1
En igual opinión ver PECES-BARBA, Gregorio “Derechos Fundamentales”, Publicación de la Universidad
Complutense de Madrid, Madrid, 1983, p.13.
2
Ibidem.
3
Se justifica la preferencia desde una perspectiva científico-jurídica toda vez que los derechos -en su
totalidad- son humanos. En cambio, como lo señaláramos en el texto, en el lenguaje vulgar la preferencia ha
sido otra y como la problemática que engloba el tema es mucho más que jurídica, de ahí nuestra preferencia.
4
Ver nota 3 in fine
5
CARRIÓ, Genaro.”Los derechos Humanos y su protección”, Ed. Abeledo-Perrot, Buenos Aires, 1985.
2
Nino podría responderle a Rabossi que su respuesta no cierra sino que deja abierto el
interrogante de cómo se justifican esos textos de Derecho .Internacional positivo, ya que no
es ocioso, no es poca cosa buscar tras de ellos la justificación última de prerrogativas
humanas que esos textos se han limitado a “positivizar”.
Con cuál nos quedamos nosotros? Es cierto que la solución de Rabossi deja flancos
abiertos. Uno de ellos es el referido a qué pasaba antes que comenzara el fenómeno de la
consagración y protección internacionales de los derechos humanos en lo que se ha dado en
llamar el Derecho Internacional de los Derechos Humanos: no era posible dar de éstos una
justificación sólida y seria? ; la postura Nino puede ser tachada de adentrarse en
abstracciones metafísicas haciendo oídos sordos a un tipo de fundamentación menos
controvertible: la que fluye de los recientes textos de derecho internacional positivo que
regulan el tema.
En conclusión, el concepto de derechos humanos, cualesquiera que sea la fundamentación
que se adopte aparece como prerrogativas o pretensiones de individuos o grupos de
individuos que, como dije, se presentan como derechos no renunciables que
corresponden a sus titulares por la simple razón de ser hombres o agrupaciones de
hombres. El orden jurídico de las comunidades progresistas contiene normas e
instituciones que definen y protegen tales prerrogativas y pretensiones. Nos referimos a la
tradicional tutela nacional de ellas, nacida con el constitucionalismo de los bills of rights
que aparecen a partir de 1689 en Inglaterra y que luego de un desarrollo de más de dos
siglos, a partir de la mitad del siglo veinte, internacionaliza su protección hasta llegar al
actual proceso de globalización, en el que el respeto a los derechos humanos constituye un
valor a tener mayor presencia y un lugar más destacado en la agenda internacional.
6
SALVIOLI, Fabián O. “Algunas tendencia sobre derechos humanos en las relaciones internacionales y el
derecho internacional de la posguerra fría”. EN: Anuario de Relaciones Internacionales. CEA-UNC 1994-
1995. pp.21-80.Córdoba, 1998.
7
Conferencia dictada por la Dra. María Teresa Flores –UBA- en la Maestría en Relaciones Internacionales,
CEA-UNC, año 2000.
8
Si tenemos en cuenta el origen inglés del mismo, ya podemos evidenciar un inicio de esta historia a fines del
siglo XVII, pero cierto es que recién con el avance que provocan la revolución norteamericana y la francesa
–a fines del XVIII- este fenómeno adquiere cierta difusión global con las primeras constituciones del XIX.
9
Creo conveniente aclarar que hay algunos autores que hablan de derechos humanos de cuarta, quinta, etc.
generación, pero son posturas aisladas. Una posición doctrinaria que está cobrando fuerza es la que nos habla
de “derechos humanos de cuarta generación”. Esta categoría hace referencia al derecho a la información como
un derecho fundamental que hace a la esencia de la ciudadanía en las modernas democracias complejas de
estas dos últimas décadas. Cfr. Humberto Quiroga Lavié, Danilo Zolo, Manuel Castells, por sólo citar
algunos.
Este libro forma parte del acervo de la Biblioteca Jurídica Virtual del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM
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C APÍTULO PRIMERO
I. C ONCEPTO Y ANTECEDENTES
2 JORGE WITKER
4 JORGE WITKER
6 JORGE WITKER
— La libertad de conciencia.
— La propiedad privada.
— Derecho de la persona acusada.
— Garantías de los anteriores derechos, libertad de petición,
el derecho al habeas corpus y al derecho de protección.
A. Derechos de igualdad
8 JORGE WITKER
10 JORGE WITKER
12 JORGE WITKER
14 JORGE WITKER
sobre Derechos Humanos, así como el Comentario General núm. 3 del Comité
de la Organización de Naciones Unidas (ONU) sobre los derechos económicos,
sociales y culturales (1990), sobre la naturaleza de las obligaciones de los Es-
tados con base en el artículo 2.1 del Pacto Internacional de Derechos Económi-
cos, Sociales y Culturales (PIDESC).
16 JORGE WITKER
19 Además véase artículo 1o. del Protocolo 1 del Convenio para la Protec-
18 JORGE WITKER
20 JORGE WITKER
A. El derecho al desarrollo
C. Derecho a la paz
22 JORGE WITKER
D. Derecho al agua
24 JORGE WITKER
1. Preliminares
26 JORGE WITKER
2. Los fundadores
28 JORGE WITKER
1
Especialista en Derechos Humanos. Director de la Maestría en Relaciones Internacionales y
Profesor Titular de Derechos Humanos y Relaciones Internacionales en el Centro de Estudios
Avanzados de la UNC; Profesor Adjunto por concurso en las cátedras de Derecho Político y
Derecho Constitucional de la Facultad de Derecho y Cs. Sociales de la Universidad Nacional
de Córdoba, Argentina. Investigador categoría I en el Programa Nacional de Incentivos para
los docentes investigadores del Ministerio de Educación, Ciencia y Tecnología de la Nación.
cjuarezcenteno@gmail.com
2
BULL, Hedley. “The Anarchical Society. Nueva York, Columbia University Press,
1977.p.13.
Juárez Centeno, Carlos A. - Derechos Humanos y Relaciones… 352
3
PRELOT, Marcel. “La Ciencia Política”. Eudeba, Bs. As., 2004, 3ra Edición, 1º reimpresión.
pp. 59-61. La opinión del autor de este tradicional texto se la puede encontrar en pp. 102-
109.
4
Precisamente, se han conmemorado los sesenta años de la misma y debemos recordar que
por esto se instituyó al 10 de diciembre como el Día Internacional de los derechos humanos.
Juárez Centeno, Carlos A. - Derechos Humanos y Relaciones… 353
5
En igual opinión ver PECES-BARBA, Gregorio. “Derechos Fundamentales”, Publicación de
la Universidad Complutense de Madrid, Madrid, 1983, p.13.
6
Ibidem.
7
Se justifica la preferencia desde una perspectiva científico-jurídica toda vez que los de-
rechos —en su totalidad— son humanos. En cambio, como lo señalamos en el texto, en el
lenguaje vulgar ha sido otra y como la problemática que engloba el tema excede el campo de
lo jurídico, nuestra postura es la de justificar el empleo de la denominación más generalizada.
Téngase presente también la carga simbólica y discursiva que tal acepción ha adquirido en los
últimos 50 años y muy especialmente en la realidad latinoamericana de las últimas décadas
8
Ver lo expresado en la nota precedente.
9
CARRIÓ, Genaro.”Los Derechos Humanos y su protección”, Ed. Abeledo-Perrot, Buenos
Aires, 1985.
10
Enrolados en esta postura encontramos a Carlos Santiago Nino, John Rawls y Norberto
Bobbio, entre otros.
Juárez Centeno, Carlos A. - Derechos Humanos y Relaciones… 354
11
Eduardo Rabossi, es un filósofo que se enrola en este tipo de fundamentaciones.
12
Una síntesis a estos dos grandes modelos de análisis del concepto de los derechos fun-
damentales es el modelo dualista propuesto por Gregorio Peces-Barba. “Derechos Funda-
mentales”, Publicación de la Facultad de Derecho de la Universidad Complutense, Madrid,
1983, pp. 28-31. En esa línea argumentativa el autor sostiene que si bien sigue la postura de
Antonio Truyol y Serra, “… [son] los derechos que el hombre posee por su condición de tal
(…) y que lejos de nacer de una concesión de la sociedad política, han de ser por ésta consa-
grados y garantizados (…) es evidente que mientras que una sociedad política no reconoce
unos determinados derechos recibiéndolos en su Derecho positivo interno, o adhiriéndose
a una convención internacional que los proteja, no se puede hablar de éstos en un sentido
estrictamente jurídico, ni se pueden alegar antes los tribunales competentes en caso de una
[violación]. La redacción entre corchetes es nuestra.
Juárez Centeno, Carlos A. - Derechos Humanos y Relaciones… 355
13
SALVIOLI, Fabián O. “Algunas tendencia sobre derechos humanos en las relaciones inter-
nacionales y el derecho internacional de la posguerra fría”. EN: Anuario de Relaciones Interna-
cionales. CEA-UNC 1994-1995. pp. 21-80.Córdoba, 1998. Ver especialmente pp. 47 a 51.
14
Conferencia dictada por la Dra. María Teresa Flores (UBA) en la Maestría en Relaciones
Internacionales, CEA-UNC, año 2000.
Juárez Centeno, Carlos A. - Derechos Humanos y Relaciones… 356
15
Si tenemos en cuenta el origen inglés del mismo, ya podemos evidenciar un inicio de esta
historia a fines del siglo XVII, pero cierto es que recién con el avance que provocan la re-
volución norteamericana y la francesa, —a fines del XVIII— este fenómeno adquiere cierta
difusión global con las primeras constituciones del XIX.
16
Creo conveniente aclarar que hay algunos autores que hablan de derechos humanos de
cuarta, quinta, etc. generación, pero son posturas aisladas. Una posición doctrinaria que está
cobrando fuerza es la que nos habla de “derechos humanos de cuarta generación”. Esta cate-
goría hace referencia al derecho a la información como un derecho fundamental que hace
a la esencia de la ciudadanía en las modernas democracias complejas de estas dos últimas
décadas. Cfr. Humberto Quiroga Lavié, Danilo Zolo, Manuel Castells, por sólo citar algunos.
17
Toda vez que lo fraternal implica tratar a nuestros semejantes como hermanos, incluso a
pesar de las diferencias, ello supone que la fraternidad necesita de un comportamiento so-
lidario entre los hombres. En los hechos y en la teoría opinamos que la tensión entre liber-
tad e igualdad ha sido más representativa de la lucha por la consagración de los derechos
humanos, mientras que la búsqueda de la fraternidad (hoy entendida como solidaridad) es
una deuda que la teoría y la lucha de los derechos humanos tiene para consigo misma. En
tal sentido, somos de opinión que cuando logremos acabadamente dar fundamento positivo
y normativo a tal valor, se consagre definitivamente una sociedad respetuosa de sus seme-
jantes, sin importar las diferencias de ninguna índole apoyados en esa tan necesaria tríada
fundacional: libertad, igualdad y solidaridad fraternal.
Juárez Centeno, Carlos A. - Derechos Humanos y Relaciones… 357
18
Un análisis pormenorizado del estado de la teoría sobre esta problemática puede encon-
trarse en Held, D.; Mc Grez, A (et al). Transformaciones Globales. Política, economía y cultura.
Oxford, University Press, México 2002. Especialmente el capítulo 1. En igual línea de análisis
se puede citar a Bonetto, María S. y Piñero, María T. las transformaciones del Estado. De la
Juárez Centeno, Carlos A. - Derechos Humanos y Relaciones… 358
22
El 18 de julio de ese año, cuando Grenada se constituyó en el onceavo Estado parte en
depositar el respectivo documento de ratificación o adhesión, cumplimentando así lo esta-
blecido por el artículo 21, inciso 3 de ese documento internacional.
23
Held, D. et al. Señalan que en EE.UU operan en la actualidad más de 200 ONG asociadas
con problemas de derechos humanos y una cantidad similar en todo europa. El número en
los países en desarrollo va en franco aumento. Op. Cit. p. 48. Por su parte Thomas Rise señala
que el aumento de las ONGI a lo largo del siglo es contundente, reflejando la importancia que
adquieren como actor internacional en la segunda mitad del siglo pasado: “…176 ONGI en
1909, 832 en 1951, 1255 en 1960, 2173 en 1972 y 4518 en 1988.” Relaciones Transnacionales y
Política Mundial. En: Foro Internacional, Oct-Dic 99. p. 379.
24
Así los trabajos que se ocupan de relaciones transnacionales, o de la problemática de re-
des internacionales o desde la perspectiva de los regímenes internacionales, será abordado el
estudio de estos actores en el tablero internacional. En el marco de las teorías, debe señalarse
que mayormente desde los enfoques liberales e idealistas (constructivistas) la problemática
de los derechos humanos entra a ser una temática a tener en cuenta al pensar las relaciones
internacionales.
25
Op. Cit. p. 49.
Juárez Centeno, Carlos A. - Derechos Humanos y Relaciones… 360
rechos. En este sentido son más eficaces los regímenes regionales (sistema
interamericano o europeo). A este respecto, la Convención Europea para
la Protección de los Derechos Humanos y las Libertades Fundamentales
es digna de mención al ser una innovación jurídica de lo más radical, una
innovación jurídica en contra de la corriente de la historia del Estado, toda
vez que permite que los ciudadanos individuales inicien procedimientos
en contra de su propio país. En tal sentido, los Estados europeos firman-
tes del Convenio ya no son libres de tratar a sus propios ciudadanos como
crean que es apropiado.
Así se observa un cambio gradual que se detecta en el escenario
regional e internacional de los derechos humanos, experimentado y refor-
zado en forma desigual y que la problemática de los derechos humanos
ha hecho posible: el mismo implica un alejamiento del principio que la
soberanía del Estado se debe salvaguardar sin importar sus consecuencias
para los individuos, grupos y organizaciones. El respeto de la autonomía
del sujeto —individuo/ciudadano— y de una extensa gama de derechos
humanos crea una nueva serie de principios ordenadores en los asuntos
políticos, que puede delimitar y reducir el principio del poder efectivo del
Estado.
26
La Cumbre Mundial de la Infancia de 1990, en Nueva York; la Conferencia Mundial sobre
Medio Ambiente de 1992, en Río de Janeiro; la de Derechos Humanos en Viena en 1993; la
Conferencia Mundial sobre Población y Desarrollo, realizada en El Cairo en 1994; las de De-
sarrollo Social en Copenhague y la de Derechos de la Mujer en Pekín, ambas de 1995; la de
Asentamientos Urbanos en Estambul y la de Alimentación en Roma, ambas de 1996. Por últi-
mo, la Conferencia Mundial contra el Racismo, realizada en Durban, en 1999. Toda esta diplo-
macia de las “megaconferencias”, como Salvioli la ha calificado, presagiaban un cambio en la
problemática en los primeros años de la post-Guerra Fría. Parecía que los derechos humanos
se instalarían definitivamente en la agenda de las relaciones internacionales y también en la
de sus actores principales, los Estados. La teoría y la práctica de la disciplina se encaminaba
en ese sentido.
Juárez Centeno, Carlos A. - Derechos Humanos y Relaciones… 361
27
KECK, M. y SIKKINK, K. “Redes Transnacionales de Cabildeo e Influencia”. En: FORO IN-
TERNACIONAL, Oct-Dic 99, pp. 406 y 407. Los corchetes son nuestros.
28
En este sentido ver: Petrásh, Vilma E. De lo Internacional a lo Global. Reconstruyendo los
Estudios Internacionales en tiempos de postinternacionalización: Aportes para el Tercer Deba-
te. s/d, pp.118-119.
Juárez Centeno, Carlos A. - Derechos Humanos y Relaciones… 363
Por todo lo señalado es que entendemos que la óptica de los dere- chos humanos, tanto en su
teoría como en su praxis no debe ser patrimonio de una ideología ni tampoco de un partido político,
ni de un determinado sector de la sociedad, ni sólo de algún Estado en el escenario internacional sino
que debe ser una bandera de la humanidad, que tenga como objetivo defender los últimos y más
básicos derechos de todos los seres humanos, en especial de aquellos sectores, grupos y colectivos
—desgraciadamente muy numerosos— que ven atacadas su dignidad, esto es, de los sectores más
vulnerables de la sociedad, así como de las sociedades más vulnera- bles en el marco del escenario
internacional. De tal suerte que implemen- tando prácticas respetuosas de los derechos humanos se
generará, conse- cuentemente, seguridad para todos los habitantes del planeta, que es lo que
reclama la sociedad mundial en su conjunto.
Máxime en un escenario internacional como el que se observa en los últimos años, signado
por discursos y prácticas propios de choques fundamentalistas, de guerras “preventivas” que no
hacen otra cosa que conculcar lo que tanto costó lograr y por lo que tanto se luchó en el campo de las
ideas, el derecho y la política.
Quizá como lo señalara ese gran internacionalista que fue Hedley Bull,29 y como también lo
expresan muchos otros teóricos30, la conforma- ción de una sociedad cosmopolita que deshaga la
lógica de los Estados so- beranos y el escenario westfaliano sea la apropiada para llegar a conformar
una sociedad internacional democrática que garantice lo que el movimien- to de los derechos
humanos y el derecho internacional de los derechos hu- manos vienen pregonando desde hace ya
más de sesenta años.
uu
29
Ver nota 1.
30
David Held, Danilo Zolo, por sólo citar algunos provenientes desde distintos lugares de las ciencias sociales. O Imannuel
Kant, quien con su opúsculo Hacía una Paz Perpetua, en 1795, puede señalarse como el precursor de una postura en tal
sentido y el puntapié inicial para la visión idealista en el campo de la teoría de las relaciones internacionales.
EVOL UCI ÓN DE LOS DERECHOS H UM A NOS
IN TR O D U C C IÓ N
77
78 BERTHA soLís GARcíA
I. . A N TEC ED EN TES
de los derechos humanos, mientras que el sistema jurídico político los hace
vigentes en un tiempo y lugar determinado.67
2. El esclavismo
67
Navarrete, et al, Los derechos humanos al alcance de todos, 2a edición, México, Diana
1992, p. 17.
80 BERTHA soLís GARcíA
El ambiente espiritual estaba preparado por el Estoicismo para que se abriera paso
a la idea de la dignidad del hombre como persona, ser racional y libre, con un
destino individual, propio e intransferible, distinto y superior al de la comunidad.
Esta idea fue introducida por el Cristianismo de forma incipiente y difundida
por todo el mundo conocido. A partir de la aseveración enérgica de san Pablo
de que ya no hay esclavos ni hombres libres, sino que todos son hermanos
en Cristo Jesús, los hombres ya no serían cosas ni objetos de posesión por
los otros hombres, sino verdaderos ciudadanos, libres e iguales, del reino de
Dios.
Esto influyó también en las relaciones del hombre con su comunidad. Dejó
de ser ya parte del todo político y de participar necesaria e indistintamente
en su destino, para gozar de independencia incluso frente a la comunidad
misma.
Estas ideas fueron desarrolladas por los padres de la Iglesia, tanto griegos
como latinos y, especialmente, por el gran obispo de Hipona, san Agustín
quien en su Ciudad de Dios trazó el amplio panorama de la humanidad en su
ascensional hacia su destino eterno.
Puestas así las bases filosófico-teológicas de los derechos humanos, tanto
frente a los demás hombres como frente a la comunidad, la Edad Media, por
boca de sus teólogos más preclaros, como santo Tomás de Aquino, y otros que
siguieron sus enseñanzas, se ocupó por delimitar con claridad los derechos y
deberes de los hombres frente a la vida social y política.
Así, en ese orden jurídico era, sin duda alguna, la dignidad del hombre
como hijo de Dios. Dignidad de la cual brotaban sus derechos fundamen-
68
Rubén Delgado Moya, El Derecho social del presidente, México, Porrúa, 1977, pp. 16
y 17. Antonio Hidalgo Ballina, Los derechos Humanos. Protección de Grupos Discapacita-
dos, México, Porrúa-Instituto Internacional del Derecho y del Estado, 2006, pp. 4-5.
EvoLUcIÓN DE Los DERE c H os HUMAN os 81
69
Jorge Adame Goddard, Diccionario jurídico mexicano, 4a edición, Instituto de Inves-
tigaciones Jurídicas-Porrúa-UNAM, 1991, p. 1139.
82 BERTHA soLís GARcíA
4. Iusnaturalismo racionalista
70
Salomón Augusto Sánchez Sandoval, El control social, penal y administrativo en
México, D.F., Comisión Mexicana de la Defensa y Promoción de los Derechos Humanos,
1995, p. 51.
71
Helmut Coing (compilador), Documentos y testimonios de cinco siglos (compilación),
México, Comisión Nacional de los Derechos Humanos, 1991/9, pp. 53, 54,55.
EvoLUcIÓN DE Los DERE c H os HUMAN os 83
5. Iusnaturalismo humanista
Aunque no existe una fecha exacta del inicio histórico de los derechos hu-
manos, en lo planteado anteriormente puede observarse que no encontramos
a la persona humana como núcleo de las diversas disposiciones analizadas. El
recorrido apenas empieza. En el siglo XIII comienzan a darse las reivindicacio-
nes, inician las rebeliones contra las monarquías y las acciones de sus miem-
bros, contra la arbitrariedad de las organizaciones estatales. Este movimiento
por las libertades que aparece en Inglaterra tendrá luego diversos escenarios,
Estados Unidos y Francia, que constituyen nuevos parteaguas en la historia
de los derechos humanos.
EvoLUcIÓN DE Los DERE c H os HUMAN os 85
Con respecto a la servidumbre, nuestros señores han considerado que todos so-
mos hijos de Dios y que debemos vivir como hermanos. De ahí se ha decidido
86 BERTHA soLís GARcíA
72
La mayoría de los documentos que se mencionan a continuación fueron consulta-
dos en Peces-Barba Martínez, Textos Básicos sobre derechos humanos, Aranzadi Editorial,
España, 1998.
EvoLUcIÓN DE Los DERE c H os HUMAN os 87
73
Rodolfo Lara Ponte, Los derechos en el constitucionalismo mexicano, 3a edición, Méxi-
co, Porrúa, 2002, pp. 28 y ss.
EvoLUcIÓN DE Los DERE c H os HUMAN os 89
74
Condorcet (1743-179) fue uno de los ilustrados franceses que elaboraron el progra-
ma ideológico de la revolución. En su obra Bosquejos de una tabla histórica de los progresos
del espíritu humano, reclamó el reconocimiento del papel que tenía la mujer en la socie-
dad, puesto que se encontraba en una condición social equiparable con la de los esclavos.
Tras el triunfo de la revolución de 1789, se hizo evidente la contradicción: una revolución
que basaba su justificación en la idea universal de igualdad natural y política de los dere-
chos humanos (Liberté, Egalité, Fraternité), negaba el acceso a las mujeres y que además
representaban la mitad de la población francesa a los derechos políticos, lo que en realidad
significaba negar su libertad y su dignidad respecto de los seres masculinos. Condorcet
escribió en 1790 su Essai sur l’aadmission des femmes au droit de cité, en donde señalaba:
“El hábito puede llegar a familiarizar a los hombres con la violación de los derechos na-
turales, hasta el extremo de que no se encontrara a nadie de entre de entre los que los han
perdido que piense siquiera en reclamarlos, ni crea haber sido objeto de injusticia(…) Por
ejemplo, ¿no han violado todos ellos el principio de igualdad de derechos al privar, con
tanta irreflexión a la mitad del género humano del de concurrir a la formación de las leyes,
es decir, excluyendo a las mujeres del derecho de ciudadanía?¿Puede existir una prueba
más evidente del poder que crea el hábito incluso cerca de los hombres eruditos, que el de
ver invocar el principio de la igualdad de derechos(…) y de olvidarlo con respecto a doce
millones de mujeres?. Véase Paule-Marie Duhet, Las mujeres y la revolución, Barcelona,
Península, 1974. Cita de David Cienfuegos Salgado, Historia de los Derechos Humanos.
Apuntes y textos históricos. Comisión de Defensa de los Derechos Humanos del Estado de
Guerrero, 2005, p. 53.
EvoLUcIÓN DE Los DERE c H os HUMAN os 91
75
Ibidem.
92 BERTHA soLís GARcíA
76
Ibid, p. 54.
EvoLUcIÓN DE Los DERE c H os HUMAN os 93
77
Jesús Rodríguez y Rodríguez, “Diccionario jurídico mexicano”, México, Porrúa-
UNAM, p. 1069.
78
Ibid, p. 1069 y s.s.
94 BERTHA soLís GARcíA
la única reconocida en el país, así como la división de poderes, Para fines del
sufragio, instituía juntas electorales de parroquia, de partido y de provincia.
D. La Constitución 1824
Estas Bases, que solo estuvieron en vigor tres años, reiteraron la independen-
cia del país, la organización política en República Centralista, y suprimieron
al Supremo Poder Conservador que encabezaba el propio Santa Anna. Se
instauró la pena de muerte y se restringió la libertad de imprenta, ratificando
que el país protegía y profesaba la religión católica.
La elección de los representantes era indirecta, esto es, se dividió a la pobla-
ción en secciones de 500 habitantes, mismos que elegirán un elector prima-
rio; éste nombraba los electores secundarios, los cuales formaban el Colegio
Electoral que a su vez elegía a los diputados al Congreso. El ejecutivo tenía un
demostrado derecho de veto de leyes.
“Los derechos del hombre son la base y el objeto de las instituciones socia-
les”, señala la Constitución, entre sus preceptos resaltan el mantenimiento
del federalismo, la abolición de la esclavitud, las libertades de trabajo, de
propiedad, de expresión de ideas, de imprenta, de asociación, de petición
y de comercio. Igualmente, se establece que son ciudadanos con derecho a
voto todos los mexicanos varones que hayan cumplido dieciocho años si son
casados, y veintiuno si no lo son.
La Constitución de 1857 fue, de hecho, elemento fundamental en la
defensa nacional ante la invasión francesa y el imperio de Maximiliano de
Habsburgo. Tuvo vigencia plenamente tras la expulsión de los extranjeros y
permaneció en vigor hasta 1917.
EvoLUcIÓN DE Los DERE c H os HUMAN os 97
79
Jorge Carreón y Alonso Aguilar M., La burguesía, la oligarquía y el Estado. Grandes
Problemas Nacionales, México, Nuestro Tiempo, 1972.
98 BERTHA soLís GARcíA
Las formulas principales que en los últimos años adopta el gobierno son:
La creciente dependencia del Estado respecto del Tratado de Libre Co-
mercio de América del Norte, del capital extranjero y el sometimiento de los
organismos internaciones en las políticas de Estado, como son el Fondo Mo-
netario Internacional. El fortalecimiento de grandes consorcios extranjeros
privados, de tipo monopólico que van controlando a la economía mexicana.
La flexibilización del mercado de trabajo que brinde mano de obra barata
a los empresarios a través de la supresión de los derechos y garantías sociales
que establece la Constitución vigente. El establecimiento de una política dura
y profundamente antidemocrática hacia los trabajadores, que incluso no va-
cila en emplear medios represivos y violentos cuando los intereses de la clase
burguesa lo reclaman.
Con la reforma del artículo 27 Constitucional, se arroja las miles de hectá-
reas de suelo agrícola y urbano al mercado. Esta inclusión de los campesinos
en el mercado de suelo que demandan los grandes consorcios, nacionales y
extranjeros, es sólo ocasional y marginal, como parte de acumulación simple,
en el cual ingresan y son expulsados de inmediato, deshaciéndose del bien
que le otorga cierta seguridad: la tierra. Con el tratado de libre mercado, se
coloca a los campesinos en condiciones desfavorables ante la competencia que
representan los agricultores de Estados Unidos y Canadá.80
La Constitución de 1917 es la que prevalece hasta nuestros días; sin em-
bargo, las reformas hechas a lo largo de este tiempo (del artículo 1º al 136,
son 489, transitorios 9, artículos transitorios de Decretos de Reforma 4, sien-
do un total de 502).
La situación es grave en los hechos, ya que dichas reformas han arrojado a
la mayoría de la población a la miseria, con lo que se ha alejado en mucho al
espíritu social y esencia de esta Constitución, ya que dichas reformas y leyes
derivadas de ellas, han favorecido y han promovido la acumulación de bienes
y riqueza en unas pocas manos, haciendo de México un país polarizado.
Al respecto vale la pena citar a don Emilio Rabasa en su obra La Constitu-
ción y la dictadura, en la que hace referencia al respecto diciendo que: “no hay
que cambiar el país, hay que cambiar las reglas”. Por ello, estoy convencida
80
Susana Medina Ciriaco, La Reforma al artículo 27 Constitucional y el Fin de Pro-
piedad Social de la Tierra en México, Colección de Investigación del Colegio de México,
121, 2006. Consultado por Internet en la página http://www.cmq.edu.mx/docinvest/
document/DI121407.pdf.similares, 26 de julio de 2010.
EvoLUcIÓN DE Los DERE c H os HUMAN os 99
que cada etapa de la historia debe conservar su sentido de lucha. Nada está
terminado, ayer hombre y mujeres lucharon por mejorar sus condiciones de
vida y las de su descendencia, hoy, nuestra es la tarea de continuar con la lu-
cha, con sus propias particularidades y retos, hacer realidad nuestras propias
conquistas y dejarles legado de bienestar a nuestra descendencia. Ahora tene-
mos un nuevo reto enfrente, el fenómeno de la globalización, el cual es visto
como una etapa superior de capitalismo y por tanto de la libre movilización
de los capitales y la inestabilidad económica y vulnerabilidad de las econo-
mías de los Estados. Ante tal fenómeno, se necesita avanzar, entre muchas
otras cosas, en la aplicación generalizada de los derechos sociales, particular-
mente en cuanto a la homologación de derechos ciudadanos y laborales para
que los seres humanos no sean carne de explotación ni ciudadanos de segun-
da, porque la globalización exige una respuesta que es nueva ciudadanización,
la ciudadanía universal. Esas serán hoy nuestras conquistas.
Esta obra forma parte del acervo de la Biblioteca Jurídica Virtual del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM
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HISTORIA Y CONCEPTO
DE LOS DERECHOS HUMANOS
2. Edad Antigua y Edad Media. De entrada, puede afirmarse que los dere-
chos humanos responden a exigencias universales derivadas de la dignidad de
la persona. De esta forma, un cierto individualismo (o, si se quiere, la consi-
deración de cada persona como sujeto moral) parece el componente necesa-
rio de cualquier teoría de los derechos. Pues bien, hasta comienzos de la Edad
Moderna esta idea no encuentra fácil acomodo en las concepciones jurídicas,
morales y políticas hegemónicas: durante este largo período de la Historia,
dominó más bien la idea contraria, a saber, la primacía de la comunidad so-
bre el individuo y el sometimiento de éste a los fines de aquélla, normalmen-
te enmascarados bajo fórmulas religiosas.
En la Edad Antigua y en la Edad Media encontramos algunos preceden-
tes remotos de los derechos humanos. Pensadores antiguos, como Confucio
(551-479 a. C.) o Aristóteles (384-322 a. C.), por citar los de mayor influen-
cia en sus respectivos ámbitos culturales, así como determinadas corrientes de
pensamiento, como el estoicismo y el cristianismo primitivo, avanzaron algu-
nas ideas en favor del individualismo, pero el contexto sociopolítico impidió
su desarrollo. Resulta significativo comprobar, por ejemplo, cómo buena par-
te de estos autores justificaron la esclavitud, demostrándose así que los dere-
chos por ellos defendidos resultaban ajenos al principio de dignidad de la per-
sona, y por tanto al concepto mismo de los derechos humanos.
Si bien en la época medieval aparece una serie de documentos (cuyo ex-
ponente más conocido es la Carta Magna de 1215) que obligan al poder po-
lítico a respetar determinadas posiciones individuales, tales como la propiedad
privada o la inviolabilidad del domicilio, se trata de textos muy diferentes a las
modernas declaraciones de derechos, de las que difieren sobre todo por su ex-
tensión (situaciones concretas reconocidas a favor de los individuos, pero no
como personas sino como miembros de un determinado grupo social) y ex-
presión jurídica (pactos, fueros o compromisos, no normas generales).
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luto, desde finales del siglo XV. El humanismo destaca la confianza en las capa-
cidades humanas, propiciando la aparición de un nuevo tipo de individuos, in-
conformes con el orden social existente y decididos a forjar un proyecto vital
novedoso en la esfera pública y privada. Un buen exponente de esta corriente es
la obra de Giovanni Pico della Mirandola (1463-1494) Oración por la dignidad
del hombre, en la que se destaca el lugar extraordinario del ser humano en el
conjunto de la naturaleza y su privilegiado destino hacia la libertad. A diferen-
cia de los animales, atados al instinto, el hombre está llamado a moldear por sí
mismo su naturaleza y destino, así como el sistema de relaciones sociales en que
se encuentra inserto. Pico della Mirandola sigue utilizando la idea cristiana se-
gún la cual la creación a imagen de la divinidad es el sustento de la dignidad hu-
mana, si bien otorgando a esta semejanza un sentido distinto: el hombre com-
parte con la divinidad el atributo más elevado, la misma capacidad creadora.
La llamada humanista en favor de la dignidad de la persona tiene una pri-
mera repercusión práctica desde 1492, a lo largo de la conquista de América.
En este contexto, algunos pensadores comienzan a desarrollar la lucha a favor
de la sustancial igualdad entre las personas, abriendo paso así a una idea cen-
tral del concepto de los derechos humanos. Debemos aquí citar, sobre todo,
a Bartolomé de Las Casas (1474-1566), que denunció los horrores de la con-
quista y rechazó categóricamente la asimilación de los indios a la condición de
«esclavos por naturaleza», afirmando la sustancial identidad de todos los seres
humanos; así como a Francisco de Vitoria (1480-1546), que reivindicó los tí-
tulos de propiedad de los indios sobre sus tierras y, avanzando la doctrina de
la guerra justa, llegó a cuestionar la legitimidad misma de la conquista.
Posteriormente, dos nuevas tendencias contribuyen a abrir el camino, de
forma esta vez decisiva, a la idea de derechos humanos:
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tradiciones liberal y legalista, así como las dificultades para controlar al poder,
son todavía muy fuertes, y ello pese a la ya aludida penetración de importan-
tes y renovados contenidos materiales en los textos constitucionales. Aunque
puede plantear algunos riesgos para el principio democrático (téngase en cuen-
ta que el neoconstitucionalismo llega cuando el poder cuenta con una legiti-
mación que no tuvo en el siglo XVIII), el adecuado desarrollo de la vinculación
de las tareas estatales y de los mecanismos judiciales de protección de los de-
rechos, y en especial de los derechos sociales, son todavía retos pendientes de
la dogmática.
los Derechos del Niño (1989) o la Convención para la Protección de los De-
rechos de los Trabajadores Migratorios y de sus Familiares (1990). Como ve-
remos, los mayores logros en cuanto a la vinculación jurídica de los derechos
humanos en el plano internacional se han logrado en el seno de dos institu-
ciones regionales, el Consejo de Europa y la Organización de Estados Ameri-
canos [§§ 89, 90].
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da, son hoy más bien minoritarias las aproximaciones cognoscitivas, según las
cuales los juicios de valor expresan conocimiento; recordemos aquí la actitud
metodológica de la doctrina de los derechos naturales o del historicismo, que
pretendían descubrir el fundamento de los derechos en la ley natural o en la
Historia [§§ 4, 6 b)]. Hoy el método utilizado para definir y fundamentar los
derechos es mayoritariamente de base no cognoscitiva, esto es, parte de la con-
sideración de la Moral no como algo que el sujeto descubre, sino como algo
que el sujeto construye (constructivismo ético). Aceptando este método como
punto de partida, se abre el difícil interrogante sobre cómo construir la Ética,
y en especial, sobre el papel que en esta tarea ha de otorgarse a la participación y
al consenso de los implicados.
a) Concepciones de corte liberal, que van desde las posturas netamente con-
servadoras, defensoras de un Estado mínimo a lo Hayek o Nozick, a las
más moderadas, como la influyente Teoría de la justicia, de John Rawls,
que dan una cierta entrada a la justicia social, si bien sin cuestionar la
prioridad de la libertad sobre la igualdad. Todas ellas son, en mayor o me-
nor medida, herederas del viejo modelo de los derechos naturales [§ 4],
por cuanto, si bien abandonan el iusnaturalismo estrictamente considerado,
siguen teniendo como presupuesto una visión formalista de la persona y
otorgando clara prioridad a los valores individuales, sin atribuir a los de-
rechos sociales la naturaleza de derechos humanos.
b) Concepciones de corte socialista, que van desde la teoría de los derechos
de la Escuela de Budapest, que pone el acento en las condiciones históri-
cas y particulares de la persona, esto es, en el contexto de realización de
los derechos humanos, situando en el centro de la argumentación moral
las necesidades básicas, a las teorías que tratan de conjugar el socialismo
democrático con lo mejor de la tradición liberal (socialismo liberal). To-
das ellas coinciden en la defensa de un Estado activo y de un cierto mar-
gen a la utopía, concibiendo los derechos no como el retorno a un origi-
nario estado de naturaleza sino como un horizonte a alcanzar.
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Director de la Maestría en Relaciones Internacionales, Profesor Titular e Investigador del Centro de
Estudios Avanzados de la Universidad Nacional de Córdoba, Argentina. cjc13@fibertel.com.ar
1 En la década de los ochenta comienza a desarrollarse este proceso, ya que en forma gradual, la
democracia vuelve a recuperarse en casi todos los países de la región, luego de una década en la que
habían imperado casi hegemónicamente los gobiernos de corte autoritario y la “Doctrina de la Seguridad
Nacional”, propiciada desde el norte del Continente por los Estados Unidos de Norteamérica en un
escenario internacional enmarcado en la “Guerra Fría”.
2 Si bien hay voces que señalan como excepción el caso cubano, en nuestra opinión el mismo tiene
diversas y complejas aristas para su análisis, cuestiones que exceden los objetivos de este trabajo.
1
violación sistemática de los derechos humanos. 3 Estas instituciones multilaterales y
regionales han jugado un papel importante en atraer la atención y crítica
internacional hacia la denuncia de dichas violaciones. 4
3) Sin embargo, a pesar de estos hechos positivos que comienzan a observarse con la
recuperación democrática en la región y de los importantes logros en la protección
de los derechos humanos, las violaciones al derecho a la vida y a libertades básicas
siguen existiendo, y los responsables de dichos abusos gozan de impunidad. El
acceso a la justicia sigue siendo desigual por razones económicas pero también
políticas; la discriminación en sus diferentes vertientes (cultural, social, ideológica,
étnica, racial, etc) continúa siendo una práctica habitual. En los albores del siglo
XXI, y luego de más de dos décadas de la recuperación democrática, América
Latina es la región más desigual del planeta y ello se traduce en que la mayoría de la
población carece de las oportunidades básicas para llevar una vida digna. 5
3 Hay que recordar respecto al sistema interamericano de protección de los Derechos Humanos, la
excepcionalidad nuevamente del caso cubano, toda vez que Cuba fue expulsada de la OEA en la
Conferencia de Cancilleres de Punta del Este, en 1962, siete años antes de la firma de la Convención y
dieciséis antes de su entrada en vigor. También hay que señalar que la mayoría de los países de la región
adhirieron a la Convención y a la jurisdicción de la Corte, una vez retornada la democracia en la década
de los ’80.
4 Baste señalar como ejemplos paradigmáticos, el papel decisivo que tuvo la visita in loco que la
Comisión Interamericana efectuara en 1979 para observar el caso argentino, y que sirvió para
transparentar la gran cantidad de detenidos ilegales que había en el país, evitando así un mayor número de
personas “desaparecidas”; o las sanciones al régimen chileno en el seno de Naciones Unidas durante la
dictadura del Gral. Augusto Pinochet.
5 La brecha entre ricos y pobres cada vez es mayor y los porcentajes de distribución del ingreso son cada
vez más inequitativos. Paradójicamente, la democracia formal y neoliberal de los ’90, mucho ayudó en el
vertiginoso aumento de la pobreza, la marginación y exclusión, así como al engrosamiento de los
incluídos en dichas categorías en toda latinoamérica.
2
noventa, generaron como reacción un activismo judicial en los últimos años
relacionado con causas que intentaban encontrar el destino de los hijos de las
víctimas de la represión. En este sentido, a partir de 2003 se ha dado trámite
judicial por vez primera desde la redemocratización a los pedidos de
extradición de militares acusados como responsables de delitos de lesa
humanidad. En el inicio del mandato del actual presidente Néstor Kirchner
(2003-2007), el Congreso aprobó una ley declarando la nulidad de aquellas
leyes consagratorias de la impunidad. A pesar de este giro que el gobierno
argentino le imprime a la problemática de los derechos humanos, la cuestión
de la impunidad sigue haciendo “ruido” en la política nacional y en el
sistema judicial argentino.
b) En Chile, impulsados en parte por el arresto en Londres del General Augusto
Pinochet, a finales de la década de los noventa, los derechos humanos y la
impunidad se convirtieron en temas principales de la agenda política chilena,
generando un gran activismo judicial contra la impunidad impuesta por el
dictador a la transición democrática de su país, pero aún así y al igual que en
la mayoría de nuestros países, las discusiones sobre la impunidad genera
fuertes tensiones hacia adentro de la sociedad chilena.
c) Otro caso paradigmático es el de Guatemala, donde el riesgo de no castigar a
los responsables de los crímenes del pasado generó la posibilidad que el ex
dictador y autor de violaciones sistemáticas a los derechos humanos, el
General Efraín Ríos Montt, pudiera ser ungido Presidente del Congreso
Guatemalteco en el año 2000 y que postulara su candidatura a Presidente de
la nación en las elecciones del 2004.
6 Los llamados derechos civiles y políticos, surgen y han sido encaramados a la categoría de derechos
humanos positivos pro el constitucionalismo liberal o clásico de los siglos XVIII y XIX. Posteriormente,
en el período de entreguerras, surgen los económicos, sociales y culturales. Obra del constitucionalismo
social y del Estado benefactor. Se suele hablar de derechos humanos de primera y segunda generación,
respectivamente, pero ello sólo con fines didácticos o de una mejor comprensión de la historia de los
derechos humanos en ningún caso como diferenciación o categorización que implique “jerarquías”, ya
que como bien lo señala Salvioli, “(…)la Conferencia Mundial de Derechos Humanos realizada en Viena
en 1993, desestimó toda pretensión de jerarquización al reafirmar el pincipio de indivisibilidad,
universalidad e interdependencia de los mismos”. Para un desarrollo más completo de esta problemática
ver JUÁREZ CENTENO, Carlos. “Derechos Humanos: Aportes al debate de su fundamentación”. En:
Derecho de Prensa nº 8, septiembre de 2001, Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad
Nacional de Córdoba. p. 6 y ss. La opinión de Salvioli puede encontrarse en “Algunas consideraciones
sobre derechos humanos las relaciones internacionales y el derecho internacional de la posguerra fría”.
En: Anuario de Relaciones Internacionales, CEA-UNC, 1994.
3
Al respecto podemos observar dos posturas que “tensionan” la discusión hacia
adentro de nuestras sociedades. Una perspectiva a la que podríamos denominar
“conservadora” y en la que se enrolan políticos de derecha, centro derecha y
conservadores, empresarios y tecnócratas de organismos internacionales –
especialmente de organismos multilaterales de crédito-, entre otros, plantean que no
es posible avanzar en la implementación de los derechos económicos, sociales y
culturales dadas las restricciones estructurales del sistema político y económico de
nuestras democracias. La otra postura, expresada a menudo por activistas de
derechos humanos, líderes de movimientos de base, políticos enrolados en el arco
ideológico de la izquierda, sectores reformistas, miembros de ONG’s, por citar
algunos, opinan que la democracia y los derechos civiles y políticos tienen una gran
deuda con la mayoría de la población que vive en la pobreza extrema, que el Estado
de Derecho y las instituciones democráticas significan poco para una población que
vive al borde de la inanición. A la par, denuncian la hipocresía de los países
desarrollados o centrales que elogian la recuperación democrática de la región y
hacen severas advertencias cuando ella está en peligro pero que simultáneamente
imponen políticas económicas restrictivas que aumentan el sufrimiento y exclusión
de porcentajes cada vez mayores de nuestras poblaciones.7 En esta “tensión” se
dirime una cuestión crucial en el seno de nuestras sociedades y que mucho tiene que
ver con la protección y vigencia de los derechos humanos en América Latina y ella
radica en llegar a un acuerdo o consenso sobre el tipo de democracia que nuestra
región se merece, discusión que ya se planteaba en la arena política de los años
setenta y que las dictaduras militares acallaron y postergaron. Ese dilema
consustancial a nuestra realidad es saber si tiene sentido preocuparse por una
“democracia formal” cuando el objetivo es lograr una democracia real, material o
sustantiva, entendida como el acceso igualitario a derechos económicos, sociales y
culturales básicos para la mayoría de la población.
Este dilema está cada vez más en el centro del debate político latinoamericano, y
presentan un dilema central para la comunidad de los derechos humanos, toda vez
que hay que destacar como sustantivo del concepto de derechos humanos su
indivisibilidad.8 Inextricablemente vinculado con ello se presenta el desafío de
hacer comprender a las mayorías que el mejor escenario político para luchar por los
derechos económicos, sociales y culturales es aquel donde los derechos civiles y
políticos se respetan y viceversa. Enmarcado todo ello en un sistema que a partir de
los valores de libertad, igualdad y solidaridad consagre y efectivicen las reglas del
juego democrático y del Estado de Derecho. Pero en este sentido es importante
señalar la deuda que el sistema democrático tiene para con vastos sectores de
nuestras sociedades.
4
6) En las últimas décadas, la violencia y el crimen aparecen como problemas
complejos y de difícil solución en América Latina. Si se tiene que ahondar en las
causas mucho tiene que ver, como ya lo expresáramos en los apartados 3 y 5, las
prácticas neoliberales que imperaron en la región, difundidas por una globalización
de igual signo que se manifiesta en el escenario internacional y que estigmatizaron a
la región como el “laboratorio” donde mejor se ensayaron dichos experimentos,
especialmente a lo largo de la década de los noventa. La instrumentación de dichas
políticas con escasa capacidad distributiva genera sociedades “duales”, sin clases
medias y con grandes porcentajes en los sectores bajos, indigentes y excluidos. El
modelo generó una desocupación con índices abrumadores y ello llevó a que
grandes porciones de la población de nuestros países, sean expulsados del sistema
engrosando así las filas de la pobreza, la marginalidad y la indigencia. 9 Todo ello va
generando un círculo vicioso de compleja solución y que, obviamente, genera más
violencia y delincuencia, que se traduce en un sentimiento o sensación de
“inseguridad” especialmente para los sectores beneficiados en este reparto. Ahora
bien, esta observación no debe llevarnos hacia un discurso de “criminalización de la
pobreza”. En tal sentido hay quienes expresan que: “(…) El Salvador, por ejemplo,
con un promedio aproximado de 120 homicidios cada 100.000 habitantes, tiene la
tasa de homicidios más alta del mundo. La cifra es aún más alta en ciudades
colombianas como Medellín (…) El homicidio no es el único problema: se registra
un incremento dramático en robos y asaltos, y pandillas juveniles, bandas de
secuestradores y narcotraficantes atemorizan a los habitantes de muchas ciudades
de la región. En Guatemala (…) por ejemplo, el crimen ha llegado a tales niveles
que es normalmente considerado el principal problema social, incluso por encima de
la pobreza y la desigualdad. La situación es parecida en países tan diversos en su
desarrollo económico como Brasil, Venezuela, México, Haití y Nicaragua. Y aún en
países con los niveles más bajos de criminalidad en la región, como Bolivia y Chile,
la percepción general es una de peligro en aumento. El impacto de esta ola de
criminalidad sobre los derechos humanos es notable. La legislación y las políticas
diseñadas para enfrentar estos y otros delitos, muchas veces no cumplen con las
normas internacionales sobre el debido procedimiento legal o la responsabilidad
policial. Medidas de ‘mano dura’ [o ‘gatillo fácil’] a menudo conducen al abuso
policial y la impunidad sigue siendo un problema serio. Ante lo que se percibe
como la ineficacia policial en algunos países, las fuerzas armadas han sido
puestas a cargo de la seguridad interna. La ineficiencia policial ha llevado a una
epidemia de ‘vigilantismo’, donde la gente (…) toma la justicia en sus propias
manos mediante linchamientos y el auge de escuadrones de la muerte de ‘limpieza
social’. En este contexto, nuevas formas de discriminación son cada vez más
evidentes, sobre todo en términos de represión policial y prácticas de sentencias
discriminatorias según la edad, raza y condición socioeconómica (…)” 10.
5
Pero mientras la evidencia del problema es contundente, su tratamiento desde la
óptica de los derechos humanos es extremadamente complejo, ya que la
problemática de la criminalidad y la delincuencia nos posiciona ante un aparente
conflicto de derechos. Por un lado, los derechos civiles y políticos aseguran que los
ciudadanos se encuentren protegidos de abusos por parte del Estado y garantizan al
acusado igualdad de acceso a un proceso legal y juicio justo. Por el otro, los
ciudadanos tienen derecho a vivir en un ambiente seguro que proteja sus vidas y
propiedades de la agresión de terceros. Se presenta así una falsa antinomia, que
genera un debate muy en boga en la opinión pública de nuestras sociedades:
“galantismo” o “mano dura”. En estas posiciones encontradas que generan “ruido”
hacia adentro de las sociedades latinoamericanas, y en especial en los grandes
conglomerados urbanos, se esgrimen argumentaciones para reprimir el delito con
“mano dura” o “tolerancia cero”11 a costa de vulnerar las garantías
constitucionales, y por ende, los derechos humanos.
Esto representa un terrible dilema para la protección de los derechos humanos, para
los movimientos que son los principales actores en la lucha por su recepción
legislativa y efectiva concreción y goce, así como para los gobiernos en su política
en la materia, a los fines de contrarrestar ese discurso conservador dirigido más a
solucionar los efectos de esta encrucijada que las causas que lo originan. Así se
plantean ¿Cómo seguir defendiendo los derechos humanos sin perder el respaldo de
aquellos sectores de la ciudadanía –clases media y alta- que pueden percibir al
discurso en defensa de los derechos humanos como protector de criminales en vez
de defensor de las víctimas?12, obviamente que mucho tienen que ver en la
generación de este discurso, los continuos mensajes enviados por los medios
masivos de comunicación social, fogoneados por sus propietarios –grupos
empresarios de capitales mayoritariamente pertenecientes a las economías más
desarrolladas del planeta- con la finalidad de (de) “formar” la opinión pública en
aras del respeto a la protección de los intereses propios de los sectores mayormente
beneficiados en estas sociedades duales, complejas y no inclusivas.
11 Traduciendo al idioma vernáculo el slogan impreso a la campaña que el Alcalde Giuliani utilizara en la
ciudad de New York, en la década de los noventa para erradicar el delito, a partir de posturas
ideológicamente conservadoras toda vez que ataca los efectos del mismo pero no sus causas (ver lo
expresado en el apartado 5 del presente trabajo)
12 Situación parecida a la de la década de los ochenta cuando se comenzó a perseguir a los autores de las
violaciones masivas a los derechos humanos en épocas de las dictaduras que imperaron en la región,
generando la teoría de los dos demonios en el discurso de los sectores más conservadores de nuestras
sociedades para justificar lo ocurrido bajo los regímenes autoritarios como una respuesta a la amenaza
terrorista y comunista que pretendía “adueñarse” de nuestro sub-continente en los setentas, con un
escenario internacional bipolar como el de la “guerra fría”.
6
mediante un convenio, en diciembre de 2002, establecieron la libre residencia de los
nacionales de cualquiera de estos países en los otros, permitiendo el blanqueo en la
situación legal de muchos migrantes, que mediante la generación de políticas
apropiadas, podrán ingresar en los mercados laborales en condiciones dignas y
similares a los ciudadanos de origen de cada país. Así mismo, el I Informe sobre
Derechos Humanos, dedicado a las Migraciones que fuera elaborado ha pedido de
la Federación Iberoamericana de Ombudsman en el año 2003, y en la que
colaboraron destacados especialistas en Derechos Humanos y en Migraciones, es
una respuesta a imitar por otros organismos gubernamentales 13 para poder entender
mejor esta cuestión y colaborar con el diseño de políticas que ayuden a mitigar esta
situación.
13 El informe fue dirigido por el catedrático Guillermo Escobar y en el colaboran numerosos especialistas
en Derechos Humanos de Iberoámerica, entre ellos el suscripto. Publicación de la Federación
Iberoamericana de Ombudsman y de la Universidad de Alcalá, España. Editorial Dykinson y Ciudad
Argentina, Madrid, 2003. Ver especialmente la presentación, p.11; la introducción, p. 19; y la
recomendación a los Estados, pp. 111 y ss.
14 En esta línea de análisis ver el interesante trabajo planteado por GARGARELLA, Roberto. “Carta
Abierta sobre la Intolerancia: apuntes sobre derecho y protesta”, Siglo XXI Editores, Buenos Aires,
2006.
7
el terrorismo. Esto no es nuevo en la región, ya que Estados Unidos fue el actor
principal en el ámbito regional y hemisférico durante la “guerra fría”, y continúa
siéndolo. El único cambio en el orden internacional de la región es el paso de un
sistema bipolar a uno unipolar, donde el “hegemón” es, precisamente, EE. UU. Así,
la situación de los derechos humanos en nuestro hemisferio ha ido siempre de la
mano con los intereses del país del norte. No debe olvidarse que las grandes
violaciones masivas operadas en la región contaron con su anuencia, toda vez que la
Doctrina de la Seguridad Nacional le era funcional en un escenario de Guerra Fría
donde el enemigo a derrotar era el “comunismo”. 15
9) Otra cuestión que se enmarca en los desafíos que se observan para la implementación
y la vigencia de los derechos humanos en América Latina, es la del terrorismo. Si
bien el mismo se encuentra circunscrito al caso colombiano, también se registran
hechos de terrorismo internacional que han tenido a países de la región como
objetivo, tal el caso de los atentados a la Embajada de Israel y a la AMIA, en la
República Argentina en la década de los noventa.
A lo largo de este trabajo se ha intentado dar tratamiento a los retos que enfrenta la
comunidad latinoamericana frente a la protección, vigencia y efectivo goce de los
derechos fundamentales de las personas, o más conocidos y vulgarizados en su
denominación de derechos humanos. Obviamente que el listado no se agota en lo que
se expresa en estas líneas, solo se han presentado los aspectos más salientes y
generalizados para su discusión. De ahí que creemos que desmantelando gran parte de la
opresión y desigualdad que se detecta en las sociedades de la región, y de la desigualdad
no sólo en la distribución de la riqueza sino también del poder, que es lo que más se ha
tratado de ahondar, traerá por añadidura la solución a otros graves problemas que
Latinoamérica enfrenta a diario en la vigencia de los derechos humanos: maltrato
infantil, violencia doméstica, desnutrición, trabajo infantil, discriminación en todas sus
formas, desocupación, etc. Esta postura adoptada se fundamenta en el argumento de la
universalidad, y en tal sentido, dado que los derechos humanos son universales e
indivisibles, la lucha por el respeto y vigencia de éstos no debería plantearse a partir de
su división y diferenciación sino abordando la problemática en su totalidad y
complejidad a los fines de hacer efectiva su vigencia y asistir de este modo, a la
conformación de una sociedad más respetuosa del Estado de Derecho democrático. En
este sentido, es de valorar en su justa medida, el giro de 180 grados que se observa en la
agenda política de los gobiernos surgidos en las últimas elecciones en la región,
especialmente en materia de derechos humanos y el lugar que los mismos ocupan en
los respectivos programas de gobiernos. En los albores del siglo XXI, y en los primeros
años de ésta década, la asunción de Lula en Brasil, Kirchner en Argentina, Tabaré
Vázquez en Uruguay, Bachelet en Chile, Evo Morales en Bolivia, el retorno de Alan
García a la primera magistratura del Perú, y recientemente el triunfo de Correa en
Ecuador, terminan de perfilar ese nuevo rumbo que había tenido su “visagra” a partir de
la llegada al poder de Chávez en Venezuela, a finales de los noventa, cuando la debacle
de las prácticas neoliberales generaban fuertes crisis en la región.
15 Un desarrollo más extenso sobre éste tópico puede encontrarse en JUÁREZ CENTENO, Carlos A.
“Algunas Notas sobre la Globalización y la Política”. En: El Espacio en la cultura latinoamericana,
CESLA. Ed. de la Universidad de Varsovia, Polonia, 2002. También en BOSIO HAULET, G. y JUÁREZ
CENTENO, C. “La Doctrina de la Seguridad Nacional, sus orígenes, evolución e impacto en los países
del Cono Sur”. En: REVISTA ESTUDIOS, n 14, primavera de 2003. pp.93 a 113.
8
Coincidiendo con lo señalado en el párrafo precedente, Noam Chomsky expresa que:
“El subcontinente, desde Venezuela hasta Argentina, podría estar en condiciones de
presentar al mundo un ejemplo de cómo crear un futuro alternativo a partir de un legado
de imperio y terror. Estados Unidos ha dominado por mucho tiempo la región con dos
mètodos principales: la violencia y el estrangulamiento económico” 16. En este sentido,
el giro en la política sudamericana de los últimos años, puede ser prometedor para la
vigencia de los derechos humanos en la región, saldar la deuda social que nuestras
sociedades mantienen con vastos sectores de la población, y propender a la construcción
de sociedades más justas, solidarias, inclusivas, democráticas y respetuosas de la
dignidad de todos y cada uno de sus integrantes. Todo ello, en el marco del respeto y
protección de los derechos humanos.
Es por ello que el “garantismo” no es patrimonio de una ideología ni de un partido
político, ni de un determinado sector de la sociedad, sino que debe ser una bandera de la
humanidad, que tenga como objetivo defender los últimos y más básicos derechos de
todos los seres humanos, en especial de aquellas sectores, grupos y colectivos –
desgraciadamente muy numerosos- que ven atacadas su dignidad y la de su familia, esto
es de los sectores más vulnerables de la sociedad, así como de las sociedades más
vulnerables en el marco del escenario internacional. De tal suerte que con prácticas
“garantistas” y respetuosas de los derechos humanos se generará, consecuentemente,
seguridad para todos.
Las tendencias en las medidas adoptadas por los gobiernos surgidos de las últimas
elecciones en los países de la región, y especialmente de los sudamericanos, permiten
detectar un cambio en el rol de Estado respecto a la política de derechos humanos y la
adopción de medidas de gobierno más cercanas a la lógica distributiva e inclusiva que
América Latina supiera disfrutar en épocas del auge del Estado Benefactor, allá por
mediados del siglo pasado. En este sentido, el último cuatrienio (2003-2006) puede
calificarse como el de mejor desempeño económico y social de América Latina en los
últimos 25 años. El avance en la reducción de la pobreza, la disminución del desempleo,
la mejora en la distribución del ingreso en algunos países y un aumento importante del
número de puestos de trabajo son los principales factores que marcaron una tendencia
positiva en varios de los países de la región. 17 De todos modos, mucho es lo que queda
aún por hacer ya que el desmantelamiento y el desguace del Estado fue una
planificación pergeñada y que comienza a implementarse con las “dictaduras” surgidas
en la década de los setenta del siglo pasado, prolongándose hasta los inicios de este
nuevo siglo con las “democraduras” de los noventa. Es de esperar, entonces, que estos
nuevos vientos que soplan en la región consoliden por fin regímenes democráticos a
partir del gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo, que profundicen la mera
16 Chomsky, Noam. “Alternativas para América Latina”, En: La Voz del Interior del martes 16 de enero
de 2007. Sección Opinión. p. 11 A.
17 Así lo expresa el informe de la CEPAL “Panorama social de América Latina 2006”, en el que
presentan las más recientes estimaciones de la magnitud de la pobreza realizadas por la Comisión
Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL). Estas indican que en 2005, el 39,8% de la
población de la región vivía en condiciones de pobreza (209 millones de personas) y un 15,4% de la
población (81 millones de personas) vivía en la pobreza extrema o la indigencia. En el capítulo se
presentan, además, proyecciones sobre la magnitud de la pobreza en el presente año, según las cuales el
número de pobres y de personas en situación de extrema pobreza volvería a disminuir, a 205 y 79
millones, respectivamente. Si bien los porcentajes de pobreza, pobreza extrema o indigencia siguen
siendo muy altos, no se debe olvidar que son significativamente inferiores a los que arrojaban estos
mismos informes en el cuatrienio precedente 1999-2002. Existe versión impresa y on line. Nosotros
consultamos esta última en http://www.eclac.cl/
9
formalidad de las reglas y procedimientos democráticos, a través de la efectiva vigencia
y respeto de los derechos humanos en las sociedades latinoamericanas.
10