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HOMILÍA DOMINICAL: “JESÚS: ENCUENTRO, LLAMADO Y PESCADORES DE ALMAS” [Lc. 5:1-11].

Iván Montes,
vdm. Quinto Domingo después de Epifanía. “Adveniat Regnum Tuum”. Reforma SV. T3E12.

HOY, ES QUINTO DOMINGO DESPUÉS DE LA EPIFANÍA Y PRIMERO DE FEBRERO DE 2022.


[06/II/2022]. LA LECTURA ES DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS 5 [1-11… CICLO “C”]

En una ocasión, estando Jesús a orillas del Lago de Genesaret, se sentía apretujado por la multitud que
quería oír el mensaje de Dios. 2 Jesús vio dos barcas en la playa. Los pescadores habían bajado de ellas a
lavar sus redes. 3 Jesús subió a una de las barcas, que era de Simón, y le pidió que la alejara un poco de la
orilla. Luego se sentó en la barca, y desde allí comenzó a enseñar a la gente. 4 Cuando terminó de hablar, le
dijo a Simón: —Lleva la barca a la parte honda del lago, y echen allí sus redes, para pescar. 5 Simón le
contestó: —Maestro, hemos estado trabajando toda la noche sin pescar nada; pero, ya que tú lo mandas,
voy a echar las redes. 6 Cuando lo hicieron, recogieron tanto pescado que las redes se rompían. 7 Entonces
hicieron señas a sus compañeros de la otra barca, para que fueran a ayudarlos. Ellos fueron, y llenaron tanto
las dos barcas que les faltaba poco para hundirse. 8 Al ver esto, Simón Pedro se puso de rodillas delante de 1
Jesús y le dijo: —¡Apártate de mí Señor, porque soy un pecador! 9 Es que Simón y todos los demás estaban
asustados por aquella gran pesca que habían hecho. 10 También lo estaban Santiago y Juan, hijos de
Zebedeo, que eran compañeros de Simón. Pero Jesús le dijo a Simón: —No tengas miedo; desde ahora vas
a pescar hombres. 11 Entonces llevaron las barcas a tierra, lo dejaron todo y se fueron con Jesús.

Esta es la Palabra del Señor… [Is. 6:1-8; Sal. 138; I Co. 15:1-11; Lc. 5:1-11].

“JESÚS: ENCUENTRO, LLAMADO Y PESCADORES DE ALMAS”.


1. “Jesús: comienzo de su enseñanza y encuentro con sus discípulos desde un ambiente de
pescadores…” Nos encontramos con este texto importante que Lucas amplía más que todos los
Evangelistas; el panorama registra un hecho que será la dinámica frecuente en la diseminación
del esperanzador y portentoso mensaje del sagrado Evangelio de salvación, es el Rabino que
sale de los recintos propios del oficio y se desplaza por la localidad, entra en contacto con las
personas, va en busca del hombre hasta encontrarlo cual pastor que “Busca la Oveja extraviada
y al hallarla, la coloca con amor en sus hombros lleno de alegría…” [Lc. 15:5] cada acto
ejemplar de Jesús de acercamiento al prójimo es un impulso inmejorable y una exhortación del
deber cristiano de estar en más cercanía con el prójimo, velando por sus dolencias y debilidades,
tal como lo presagiara el Profeta al decir: “Buscaré a la Oveja extraviada y haré volver a la
descarriada; vendaré a la herida, fortaleceré a la flaca, cuidaré de la gorda y robusta; las
apacentaré con justicia” [Ez. 34:16]. Esta proclamación debería impulsarnos a ver con
detenimiento e interés al hombre, superando cualquier barrera para ir en su búsqueda y
bienestar; Jesús se ubica donde la gente llegará, no busca su comodidad, ni el recinto
acostumbrado de reunión, más bien halla el modo de facilitar su encuentro y enseñanza a la
comunidad; además, busca unir esfuerzos con hombres que conocen a perfección el ámbito del
mar, la gente y su pesca; a la gente común el mar le parece un espacio confiable y conocido,
apto para el encuentro con los valores, tradiciones alimentarias, lugar donde se fusionan con la
vida misma. SAN AGUSTÍN, Doctor de la Iglesia dice unas palabras memorables: “Si para dar
comienzo a su obra, Cristo hubiera elegido un orador, este hubiera dicho: ´He sido elegido en
consideración a mi elocuencia´. Si hubiera escogido a un senador, este hubiese dicho: ´He sido
escogido en atención a mi dignidad´. Si hubiera elegido a un emperador, este hubiera dicho:
´He sido elegido en consideración a mi poder´… así que hermanos, estos personajes corren el
peligro de gloriarse a sí mismos. Por ello, continúa el Dr. de Hipona, Dame ese pescador, dame
a ese ignorante, dame ese analfabeto, dame a ese con quien no se digna hablar el senador, ni
siquiera al comprarle su producto: dame a ese. Y cuando le haya colmado de mis dones,
quedará patente que soy yo quien actúo. Aunque bien es verdad que me propongo hacer lo
mismo con el senador, el orador y el emperador: lo haré llegado el momento también con el
HOMILÍA DOMINICAL: “JESÚS: ENCUENTRO, LLAMADO Y PESCADORES DE ALMAS” [Lc. 5:1-11]. Iván Montes,
vdm. Quinto Domingo después de Epifanía. “Adveniat Regnum Tuum”. Reforma SV. T3E12.

senador, pero con un pescador mi actuación es más evidente. Puede el senador gloriarse de sí
mismo, y lo mismo el orador y el emperador: en cambio el pescador sólo puede gloriarse en
Cristo. Que venga, que venga primero el pescador a enseñar la humildad que salva.” En esa
humilde barca, Jesús comienza a echar las redes, pone a prueba la vocación o llamado a los
hombres, su actitud hacia el impenitente es de tal calidad de amor que quedará esculpida para
siempre y perdurará más que un tallado rupestre; es un llamado que sigue vigente; este Jesús
convocando a los humildes, a los cansados, a los hombres de trabajo, me trae a memoria la
inagotable doctrina proclamada por ese paladín de la Reforma, el Pbro. y Dr. Marín Lutero sobre
“El Sacerdocio Universal de todos los creyentes” esa Palabra que trae eco a nuestros oídos 2
mil años después: “Ustedes son una familia escogida, un sacerdocio al servicio del rey, una
nación santa, un pueblo adquirido por D. Y esto es así para que anuncien las obras 2
maravillosas de D, el cual los llamó a salir de la oscuridad para entrar en su luz maravillosa” [I
Pd. 2:9].
2. “Jesús: encuentro con el verdadero milagro…” Durante el ejercicio de esta vocación, quienes
han sido objeto del llamado de Jesús también son convocados a ser testigos de las obras
magníficas donde interviene D y desde donde se revela la potencia del cielo en la tierra. Estos
nuevos discípulos reciben importantes demostraciones que reflejan que la obra está dirigida
desde fuentes superiores para darle confianza al discípulo y fuerza a la predicación; se
afirma con ello que esta empresa no es de hombres sino de D. Los discípulos que Jesús ha
llamado son testigos de un hecho cuya intervención divina quedará marcada para siempre; de
inmediato reconocen que la pesca no es un hecho ordinario ni accidental sino un acto del cielo.
Pedro aún no comprende esta dimensión de lo divino; le ha llamado Maestro, y por lo visto
requiere hacer progresos en cuanto al rango de su honorabilidad, la grandeza de su autoridad,
así como su reconocimiento divino; ante este hecho que les asombra queda cautivado y de
forma natural cede el valor de su autoridad humana al Jesús y Cristo que tiene frente a Él; por
lo que se conoce, el discípulo es un entendido y artesano del mar, perito y maestro del
comportamiento de la producción piscícola; en un instante declara su entrega a su Señor:
somete su vida a obediencia, reconoce, reverencia su autoridad y cede a Jesús los comandos de
sus decisiones de vida. En un acto vertiginoso, Pedro se desmarca del hecho milagroso y dirige
su mirada al autor del milagro; ha reconocido el milagro, pero seguirá focalizado en la majestad
indiscutible del Hijo de D, el redentor del mundo, el que regenera los mares y es causa de la
portentosa producción abundante para sostenimiento de su creación. Ha escuchado la voz de
Jesús diciendo “Ir Mar adentro, a la parte más profunda…” donde nos invita –según SAN
AMBROSIO- a “ir a la arena de las grandes batallas, a los abismos del mundo, donde la vida es
profanada por la abundancia de riquezas terrenas…” hermanos, es ahí donde también nos
encontramos con la maravilla de D, con la riqueza de su poder, con el conocimiento profundo
del D único que gobierna cada ápice del universo; es en esta lucha férrea entre la destreza del
pescador y la revelación única, llena de Gracia, iluminada por el Espíritu de verdad que hay un
encuentro inequívoco con el Salvador de la humanidad, con el ser esencial, causa de la creación
y del saber auténtico; el Apóstol lo expresa inmejorablemente para nosotros: “Él es la imagen
del D invisible, el primogénito de toda creación. Porque en Él fueron creadas todas las cosas,
las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean
dominios, sean principados, sean potestades, todo fue creado por medio de Él y para Él” [Col.
1:15-16]. Cada hombre es invitado a reunirse con su salvador, rendir su corazón y entregar en
humildad su vida al excelso Jesús que en la orilla nos aguarda. En la canción del Presbítero
Cesáreo Garabáin en la melodía preciosa PESCADOR DE HOMBRES dice: “Tú has venido a la
orilla, no has buscado ni a sabios ni a ricos. Tan solo quieres que yo te siga…”.
HOMILÍA DOMINICAL: “JESÚS: ENCUENTRO, LLAMADO Y PESCADORES DE ALMAS” [Lc. 5:1-11]. Iván Montes,
vdm. Quinto Domingo después de Epifanía. “Adveniat Regnum Tuum”. Reforma SV. T3E12.

3. “Jesús: los pescadores de almas y temor a D…” En el diálogo elocuentemente expresado por
Pedro en el texto se queda rendido a Jesús; no hay duda que, entre el milagro y su encuentro
personal, con el Hijo de D hubo una revelación para la vida, una notable demostración que el
reino de D entra en el corazón del hombre. Hace 2 cosas: cae humillado, rendido, imposibilitado
ante el portento hecho por el Maestro y reconoce su condición débil y humana, incapaz de
comprender su involucramiento con el poder de D; además, ora pidiendo una separación de la
persona de Jesús por considerarse incapaz de trascender las esferas experimentadas
proveniente del salvador. Al pedir esto, está exponiendo su condición como hombre, que
experimenta el asombro de estar ante la presencia de la persona de Cristo, recordemos a los
espíritus reaccionar ante su misma presencia diciendo: “… ¿Has venido aquí para
atormentarnos antes de tiempo?” [Mt. 8:29]; en segundo lugar, porque se considera un 3
hombre pecador, incapaz de relacionarse con un ser que acaba de descubrir, y que emana
santidad y justicia, siente la sensación de “…estar destituido de la gloria de D” [Ro. 3:23].
También, el nuevo discípulo conoce la materia de la que está hecha su alma, de orgullo puro, de
soberbia y arrogancia. De esta experiencia es inducido por el camino de la humildad, de la
modestia; por primera vez contempla la vida, espiritualmente hablando, la gloria y el poder de
Cristo a quien reconoce como su Señor. Este pasaje claramente recuerda al Profeta
reconociendo su incapacidad de contemplar la faz de su Señor al decir: “Ay de mí que soy
hombre muerto porque lo he visto”; también “A moisés cubriendo su rostro, porque tuvo
miedo de mirar a Dios” [Ex. 3:6]; escuchar a Tomás contemplando su dolor y quebranto y decir
con asombro: “¡Señor mío y D mío!” [Jn 20: 28-29]. Al Apóstol Juan con las piernas doblegadas
y abandonado por sus fuerzas diciendo: “Al verlo caí a sus pies como muerto; pero Él me tocó
con su mano derecha y me dijo: No temas yo soy el alfa y la Omega y Primero y el Último” [Ap.
117]. La enseñanza que nos brinda el texto es que, si Cristo pudo gobernar los peces y la pesca,
entonces este Jesús es capaz de designar las leyes que gobiernan la espiritualidad, el alma y
corazón del hombre. Hermanos, sinceramente golpear el alma para ver a Cristo es una obra
exquisita de D el Espíritu Santo; causa enorme tiene el apóstol cuando dice “Nadie puede llamar
a Jesús Señor, sino es por su Espíritu Santo” [I Co. 12:3]. Es hora crítica la que vivimos en el
mundo; porque el hombre se ufana de haber “Perdido el temor a D” pero teme a los dictadores
del mundo, a los imperios violentos y terroristas, a las tecnologías de control, a la robotización,
crisis sanitarias y económicas, etc. hoy, como el Centurión podemos decir, en humildad, espada
en mano, pero con el corazón rendido a D: “Señor, no soy digno que entres en mi casa; pero di
la Palabra y mi sirviente sanará…” [Mt. 8:5-11]. Jesús nos dirá con palabras de poder “No
temas, desde ahora seréis pescadores de hombres…” Que D nos permita descender de los
botes, dejar nuestros afanes personales, conocerle, amarle y seguirle con determinación.

Oremos:

Líbranos oh D de la esclavitud de nuestros pecados, y danos la libertad de esa vida abundante


que nos has manifestado en tu Hijo, nuestro salvador Jesucristo; que vive y reina contigo y el
Espíritu Santo, un solo D, ahora y por siempre. AMÉN.

…Y que la bendición de D todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre vosotros y
os acompañe siempre. Amén.

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