Está en la página 1de 29

Desarrollo infantil y adolescente (PSI 339-1)

Prof. Martha Elizabeth Rodríguez Wagner

La niñez media y el duelo en contexto de pandemia

Integrantes:

Mayler Pérez ID:1100394

Dayelin Masiel Morbán Gómez ID: 1099009

María Laura Isidor ID: 1099772

Ginette Abad Carreño ID: 1066553

Fecha

11 de diciembre del 2021

Santo Domingo, D.N


Introducción

En la niñez media el duelo infantil puede asemejarse en varios aspectos al duelo adulto. Los

niños van comprendiendo a la muerte y sus características, pudiéndola identificar como

definitiva. Se despierta la curiosidad, se manifiesta el interés por ritos funerarios o

ceremonias, se preguntan sobre aspectos metafísicos y religiosos de la muerte e incluso

sienten curiosidad por la razón de existir o el sentido de la vida. De igual forma, en esta etapa

de su desarrollo o hacia el final de ella podrían establecer una asociación entre la muerte y

ellos mismos. A esto le sumamos las posibles respuestas frente a la pérdida, que bien pueden

ser enfado, desobediencia, negación o comportamientos desafiantes (Vidal, 2017).

Durante el proceso de duelo, los niños podrían sentirse agobiados o preocupados sobre la

manera en la que su vida puede verse afectada por los cambios. Piensan en las alteraciones a

su rutina, se preocupan por la salud de sus familiares, y presentan otras conductas como por

ejemplo, buscar al fallecido. Es muy importante tener conocimiento sobre lo anteriormente

planteado, pues tomando en cuenta que el duelo se ha vuelto común entre las personas debido

a la situación actual y las múltiples vidas que se han perdido debido a la pandemia, es muy

probable que hayan niños enfrentándose o a punto de enfrentar la realidad de la muerte.

Es por esto que en el presente trabajo discutiremos los conceptos que se enmarcan dentro de

este tema, el cómo los niños han lidiado con pérdidas en tiempos de pandemia por el

Covid-19, el impacto de esta a nivel psicológico y emocional, además de otorgar

herramientas útiles para procesar el duelo y así este se convierta en un proceso más llevadero.

Es esencial comprender lo ocurre con los niños a esta edad, que apenas han comenzado a

conocer la muerte.

Conceptos asociados al tema

Antes de entrar en materia, debemos tomar en cuenta los siguientes conceptos:


Niñez

Se define como la etapa o período del desarrollo que comprende desde el nacimiento hasta la

llegada a la pubertad o adolescencia, que puede variar entre los 12 y 13 años dependiendo de

la persona. En esta etapa tienen lugar muchos de los procesos de crecimiento de más

relevancia, pues en ella empiezan a desarrollarse habilidades y competencias consideradas

fundamentales para la inserción en la sociedad y posterior convivencia, siendo algunas de

estas el habla, lenguaje, valores sociales y culturales, el control de esfínteres, la capacidad de

razonamiento, entre otros (Significados, s.f.).

Niñez intermedia

Esta etapa del desarrollo humano se encuentra comprendida entre los 6 y 12 años de edad.

Durante la niñez intermedia empiezan a manifestarse cambios en distintas áreas del

individuo, como por ejemplo en el desarrollo físico, psicológico, social y cognitivo

(Mendoza, 2019)

Desarrollo físico, cognoscitivo y psicosocial

En cuanto al desarrollo físico, los niños podrían experimentar un aumento de peso y de

estatura, sin embargo los cambios no serán tan drásticos en comparación a etapas anteriores.

Cabe destacar que se le considera a esta etapa como saludable, pues siempre y cuando el

infante tenga una adecuada actividad física y buenos hábitos, sobre todo alimenticios y de

sueño, no debería haber lugar para complicaciones de salud.

En el caso del desarrollo del área cognitiva, se podrá notar un progreso de carácter

intelectual, el cual se evidenciará con el desarrollo del lenguaje, del razonamiento lógico y

del pensamiento del niño, que deja de ser individualista o egocentrista y pasa a tomar más en

consideración las posturas ajenas. (Mendoza, 2019)


Evento de crisis

Un evento de crisis es definido como un evento o fenómeno que no es habitual y que además

cuenta con las condiciones necesarias para poner en peligro a las personas tanto a un nivel

colectivo como individual. Se considera una amenaza al desarrollo personal y al curso de la

cotidianidad, pues supone una interrupción a la rutina. Estos pueden tener distintos orígenes,

pueden ser antrópicos (causados por el ser humano) o no (desastres naturales), intencionales o

no. Asimismo, algunos pueden ser o no ser evitables y variar en cuanto a duración e impacto.

Cabe destacar que este tipo de eventos deben suponer una reflexión o meditación sobre el

pensamiento y los métodos de acción del ser humano. (Ogliastri, 2020, p. 5)

Pérdida

De acuerdo con Ogliastri (2020), en la octava página de su informe Pérdida y duelo durante

la COVID-19, la pérdida es el hecho o proceso de perder algo o alguien. Es común o

frecuente en escenarios de crisis, de manera que “cuanto mayor sea el impacto de un evento

de crisis, mayor será el número de personas que sufrirán pérdidas”. Dentro de los tipos de

pérdida más comunes se encuentran los siguientes:

– Pérdida física: Generalmente deben su origen a una enfermedad u accidente. Un

ejemplo de una pérdida física es el perder una parte del cuerpo o alguna habilidad

motora.

– Pérdida psicológica: Se asocia a la salud mental. Un ejemplo de ello es el perder la

confianza en uno mismo.

– Pérdida cognitiva: Se refiere principalmente a la pérdida de alguna capacidad mental

asociada al aprendizaje o el procesamiento de información. Un ejemplo de ello es el

perder la memoria.
– Pérdida social: Se refiere principalmente a la pérdida de lazos y relaciones sociales

importantes.

– Pérdidas humanas: Se refiere principalmente a la pérdida de familiares, conocidos o

seres queridos en general.

– Pérdida espiritual: Se refiere principalmente a la pérdida de la fé, la creencia o la

religión.

– Pérdida material: Se refiere a la pérdida de bienes tangibles o pertenencias.

– Pérdida financiera: Se refiere a pérdidas principalmente de bienes económicos o

fuentes de bienes económicos.

Duelo

El duelo es una respuesta natural y un proceso mediante el cual las personas afrontan las

pérdida, como la pérdida de sus seres queridos o de cosas que les son significativas. Es un

proceso doloroso pero necesario para dar un cierre y adaptarse al evento. Las personas que se

encuentran atravesando el duelo generalmente deben enfrentar un sinnúmero de emociones

nuevas y abrumadoras, como por ejemplo: conmoción, incredulidad, duda o negación,

insensibilidad, tristeza extrema y desesperación, frustración, añoranza, nostalgia, ira,

resignación o aceptación. Los factores que determinan o condicionan la manera en las que

estos sentimientos serán expresados son: la personalidad de la persona, sus recursos, sus

valores familiares y culturales, y la disponibilidad de los mecanismos de apoyo. Cabe

destacar que este proceso es un simple proceso gradual, existen fluctuaciones (sobre todo en

el estado de ánimo) y este requiere de tiempo (el cual varía y depende exclusivamente de la

persona y de la forma en la que éste atraviese el duelo según su pérdida). Al final, el fin es

aprender a aceptar la pérdida, sobrellevarla, aprender a afrontar los cambios que trae consigo
una pérdida, y aprender a continuar con la vida afrontando las emociones. (Ogliastri, 2020, p.

13)

Según Albert Vidal (2017), en su blog titulado “Duelo infantil. Tipos y tareas según la

edad”, los tipos de duelo son los siguientes:

– Anticipado: No se da al momento que sucede la muerte, sino que, en casos en los

cuales la muerte es previsible (como en los de enfermedades terminales) el duelo

empieza antes de la pérdida.

– Congelado: El proceso de duelo inicia, pero eventualmente se detiene en un punto

determinado y no se muestran avances.

– Crónico: No se resuelven las tareas del duelo.

– Ausente: Cuando se niega la pérdida y no se afronta la situación. Básicamente el

duelo no empieza.

– Inhibido: Existe dificultad para expresar sentimientos y hay malestar psicosomático

(malestares físicos producto de factores mentales).

– Desautorizado: Sucede cuando no se acepta que la persona esté en duelo. Se ve

comúnmente en niños, pues se subestima el duelo por la muerte de sus mascotas.

– Distorsionado: La reacción es desproporcionada. Este tiene lugar cuando un duelo

previo agrava el duelo más reciente.

Cuarentena

Se define a la cuarentena como una restricción, voluntaria u obligatoria, del desplazamiento

de individuos que se han visto expuestos a un potencial contagio por haber entrado en

contacto con alguna enfermedad de tipo infecciosa y posiblemente estén infectados. Durante

un período de cuarentena, los individuos deben permanecer en un lugar determinado hasta

que concluya el período de incubación de la enfermedad, por lo tanto, se debe garantizar


asistencia médica, soporte psicológico, refugio y alimentación. (Sánchez-Villena & de La

Fuente-Figuerola, 2020, p. 73)

Aislamiento

El aislamiento se refiere a la separación física de las personas contagiadas o infectadas de

aquellas que están sanas o libres de contagio. Esta medida es tomada usualmente cuando se

ha hecho una detección temprana de la enfermedad y se utiliza con el propósito de aislar a la

persona infectada en un espacio específico, evitando el contacto con los demás para prevenir

el contagio. (Sánchez-Villena & de La Fuente-Figuerola, 2020, p. 73)

Confinamiento

Por otro lado, el confinamiento hace referencia a una intervención de nivel comunitario

cuando las medidas mencionadas con anterioridad (cuarentena y aislamiento), no resultan

efectivas para contener el contagio de una enfermedad infecciosa. En el confinamiento se

combinan estrategias que permitan reducir en medida de lo posible las interacciones sociales,

dentro de estas podremos encontrar el distanciamiento social, el uso obligatorio de

mascarillas, restricción de horarios de circulación, suspensión del transporte, cierre de

fronteras, entre otras. (Sánchez-Villena & de La Fuente-Figuerola, 2020, p. 74)

Proceso de duelo en la niñez media y el contexto de pandemia

A pesar de que suene a cliché, es completamente innegable que la muerte supone a su vez una

parte importante del ciclo de la vida, lo cual puede parecer irónico si tomamos en cuenta que

su misión consiste en darle fin a la susodicha. Y es que aunque morir e incluso contemplar a

la muerte de cerca representa para la mayoría un escenario poco deseable, se plantea la

necesidad de comprender al final de la vida como un proceso natural inevitable, cuya

aceptación, según describe la psiquiatra Elisabeth Kübler-Ross en su libro “La muerte: un


amanecer” (1987) trae consigo crecimiento personal. En ese sentido, se concibe al

sufrimiento y a la pérdida como un agente capaz de generar aprendizajes y mediar en el

desarrollo del potencial humano.

Habiendo establecido lo anterior, es prudente afirmar entonces que el proceso de duelo, a

pesar de acarrear dolor y emociones intensas, es completamente necesario para seguir

adelante, sobretodo en el contexto actual de crisis sanitaria impuesto por el Covid-19, que

incrementa diariamente y de manera descontrolada el número de defunciones a nivel global.

En otras palabras, la pandemia y las condiciones creadas por ella nos exigen coexistir

diariamente con la muerte presente en nuestro entorno, que se pavonea y deambula a nuestros

alrededores (Ortiz, pp. 4, 2021). De esta manera, aumentan significativamente las

posibilidades de que, tarde o temprano, todos nos veamos en la obligación de afrontar

pérdidas. No obstante, algunos lamentablemente deben hacer frente a estas despedidas más

temprano que otros. Tal es el caso de la niñez, específicamente la niñez media (6 a 12 años

aprox), que posiblemente podría estar atravesando su primer duelo a causa de la pandemia.

Cabe destacar que, en este caso en particular existe un grado distinto de comprensión de la

muerte. Un niño de 8 años, por ejemplo, no tendrá exactamente la misma noción de la muerte

que un adulto, pues se entiende que dicha concepción cambia con el pasar de los años

(Zañartu et al., pp. 394, 2008). Acerca de ello la pedagoga Cristina García plantea que, a

pesar de que la concepción no es la misma, en la niñez media el infante cuenta con la

capacidad de atribuir una noción mucho más realista a la muerte, pues si antes tenía la idea de

que esta era transitoria, ahora empieza a comprender que es irreversible, es decir, que al morir

lo hacemos permanentemente, y que no podremos volver.

Es decir, en la infancia media el niño puede establecer por sí mismo una diferenciación entre

el mundo fantasioso o mágico y el mundo real, por lo que conceptualizar a la muerte


adecuadamente y comprenderla no le resulta un problema. Sin embargo, debemos tomar en

cuenta que esto no supone que los infantes que atraviesan esta etapa tengan las herramientas

adecuadas para afrontar el duelo sin acompañamiento. Es ahí entonces cuando se recomienda

la presencia de alguien que los escuche y les ayude a canalizar su curiosidad, pues en ellos

surgen dudas de todo tipo en torno al tema y la necesidad incipiente de conocer las causas de

la muerte hace acto de presencia (García, pp. 26, s.f.).

Asimismo, suelen presentar dudas acerca de la universalidad de la muerte, de manera que no

comprenden que todos pueden morir, incluso ellos mismos o quienes los rodean. Una vez

entienden esto (aproximadamente a los 11 años), se vuelven temerosos, pues les aterra la

posibilidad de que ellos o sus seres queridos mueran (Ocerinjaúregui et al., pp. 10, 2017).

Temen al cambio que supone una muerte para la dinámica familiar y cómo esto repercutirá en

la percepción que tiene su círculo social de él. También les da miedo el abandono que viene

como consecuencia de una pérdida, pues necesitan sentirse protegidos y acompañados.

Finalmente, temen a sentimientos nuevos y confusos, como lo son: la tristeza, el miedo, la

depresión, la nostalgia, la culpabilidad, etc (García, pp. 26-28, s.f).

Añadiendo a ello, William Kroen (citado en Apraiz, pp. 14-15, 2006) expone que los niños

entre este rango de edad suelen responder a las pérdidas a través de:

1. Negación: Niegan la muerte y se muestran indiferentes a ella. En el exterior, parecen

estar bien e incluso felices, no obstante en realidad se encuentran tristes y aparentan

como un mecanismo de defensa para evitar que la pérdida les afecte.

2. Idealización: Idealizan a la persona que ha fallecido, ya que les permite mantener una

relación imaginaria con el ser querido.

3. Culpabilidad: Pueden sentirse responsables de la muerte, así que sienten culpa. Esta

culpa se acentúa si no pueden expresar su tristeza.


4. Vulnerabilidad: Sienten miedo y perciben amenaza, así que ocultan sus sentimientos y

adoptan un comportamiento agresivo frente a compañeros y amigos.

5. Asumiendo el papel de quien ha fallecido: Se hacen cargo de realizar tareas,

actividades o responsabilidades del fallecido.

6. Buscan en el entorno a la persona fallecida.

Por otro lado, no debemos pasar por alto la manera en la que la llegada del covid afecta e

interfiere en el afrontamiento de la pérdida, trayendo consigo un sinnúmero de factores de

riesgo capaces de incrementar la complejidad del proceso de duelo del infante (Ortiz, pp.5,

2021). Según Aránzazu Ortiz, de estos agentes que imposibilitan la resolución del duelo, se

destacan los siguientes:

- Las muertes por covid suceden de manera imprevisible y abrupta, de manera que los

niños tienen un período de tiempo muy corto para prepararse mentalmente y asumir el

cambio inmediato que conlleva una pérdida de aquella índole.

- Debido a las medidas de aislamiento social, es muy probable que se le prohíba al niño

establecer el más mínimo contacto con el ser querido, aún cuando este podría estar

viviendo sus últimas horas. Básicamente el distanciamiento no deja lugar para una

despedida apropiada.

- El miedo por contagio y el distanciamiento social impuesto por el covid, considerado

una prioridad en la situación de pandemia, se sobrepone al instinto de consuelo de

amigos, familiares, vecinos, etc, por lo que el niño podría atravesar la pérdida en

soledad.

- Las actividades y círculos sociales que antes ayudaban al infante a distraerse y liberar

la tensión emocional, ahora no se encuentran a disposición.


- El niño no podría desconectarse o escapar momentáneamente del tema que le genera

tensión, pues vería en las noticias reportajes asociados al coronavirus, lo escucharía en

su entorno o en conversaciones entre desconocidos, le sería recordado por algún

conocido, etc.

- Debido a las medidas impuestas por la situación de covid, los cultos, ritos, entierros,

velatorios, entre otras ceremonias que ayudan a aceptar de manera simbólica la

pérdida, presentan restricciones, por lo que el niño nuevamente no tendría la

oportunidad de despedirse.

- Incertidumbre generada a causa de la muerte. El niño se siente inseguro acerca de si

otros seres queridos podrían morir o no, lo cual le produce altos niveles de angustia.

De forma resumida, las condiciones y escenarios anteriormente expuestos contribuyen a

impedir que el niño inicie adecuadamente y sea partícipe del proceso de duelo, lo cual podría

resultar en dificultad para él afrontar la realidad de la pérdida (Zañartu, pp. 395-396, 2008).

Siguiendo esta misma línea, el psicólogo Silvio Crosera (2013) destaca en su libro “Entender

a los niños”, que el duelo también puede verse afectado por padres que evitan tocar el tema a

sus hijos por miedo a generarles angustia, pues estos creen que el hablar de la muerte a niños

les supone sufrimiento. Y aunque es totalmente cierto que es un tema delicado, Crosera

plantea la necesidad de educar a los niños para que puedan comprender a la pérdida y sus

implicaciones, pues de lo contrario estos presentarán dificultades para manejar sus emociones

y aceptar la realidad (pp. 71).

Finalmente, el psicólogo John Bowlby (1993, citado en Vega et al., pp. 104, 2021) hace

énfasis en que durante este proceso de acompañamiento no se le debe apartar al niño de su

realidad, pues aunque se piense que al hacer esto estamos desviando el impacto de la pérdida,
de igual manera el niño se ve afectado y, de manera consciente, percibe los efectos que esta

ha desencadenado en su rutina o entorno.

Impacto psicológico y emocional

Las situaciones de crisis tienen como consecuencia el que los niños se vean obligados a

atravesar posibles pérdidas y por consiguiente, que deban lidiar con el proceso de duelo. Los

niños no solo pierden la base que les proporciona la rutina y la regularidad en sus actividades,

sino que también enfrentan la posibilidad de perder a sus seres queridos como consecuencia

de la enfermedad y la muerte. Sobre esto, Kroen (1996) expone que el llorar y despedir al ser

querido es imprescindible para atravesar las etapas del duelo de manera adecuada y poder

crecer sin culpa, miedo y tristeza (citado por García, pp. 120, 2008).

Los niños que son separados de sus padres o cuidadores durante la pandemia por diferentes

razones, ya sea aislamiento u hospitalización, o incluso la pérdida de los mismos, son

susceptibles a presentar problemas psicológicos, miedo a la infección y ansiedad de

separación (Lui et al., 2020 citado por Espada et al., 2020). Al ser separados, aunque sea

temporalmente, constituye una pérdida, generando problemas psicológicos debido al

alejamiento de las figuras de apego.

Cuando un ser querido muere, es normal que nos cueste trabajo comprender el proceso y que,

en el caso de los niños y niñas de la niñez media, ese proceso depende en gran parte de su

edad, desarrollo, personalidad y crianza.

Los niños comprendidos en esta etapa del desarrollo suelen manifestar cierto interés hacia los

distintos detalles asociados a la muerte y sienten curiosidad por lo que le sucede al cuerpo

después de ella. Pueden experimentar distintas emociones abrumadoras, como culpa, enojo,

vergüenza, ansiedad, tristeza y preocupación por su propia muerte o la de los demás. Les
resulta difícil hablar sobre sus sentimientos, por lo que estos podrían manifestarse a través de

comportamientos, como evitar la escuela, conductas agresivas, aislamiento de los demás, mal

desempeño escolar, etc. Asimismo, suelen sentirse inseguros o abandonados cuando sucede

una pérdida de una de las figuras de apego, preocupándose por quiénes los cuidarán

(American Society of Clinical Oncology, 2019).

¿Cómo ayudar a los niños a sobrellevar de la mejor manera el duelo o la pérdida?

Los niños, mientras se encuentran en etapas importantes en términos de desarrollo y

crecimiento, necesitarán ayuda para enfrentar la muerte de algún ser querido o una pérdida

significativa. Necesitan que se les brinde apoyo, espacio, comprensión y paciencia, de manera

que puedan sobrellevar el dolor a su manera y afrontar el proceso de duelo de una manera

sana. Cabe destacar que no podemos esperar que expresen el dolor al igual que un adulto. Es

probable que un niño no llore, pero tal vez puedas identificar en ellos cambios a nivel

comportamental, problemas para dormir, retraimiento o incluso se podría ver reflejado en un

mal desempeño académico (posiblemente señal de que la pérdida podría estar afectando el

nivel de concentración del niño) (Child Mind Institute, 2021).

Es importante que no se pasen por alto señales de que el niño pueda estar necesitando de

ayuda o acompañamiento adicional para procesar la pérdida. Si por ejemplo, hay cambios

muy abruptos en el comportamiento o en el estado de ánimo del niño, probablemente se

necesite intervenir antes de que el duelo se complique. De igual forma, es esencial tomarlo en

cuenta cuando un niño que generalmente se muestra sociable o extrovertido pasa a ser muy

reservado, ansioso o retraído; también se debe considerar buscar ayuda si hay una caída

repentina de calificaciones en el entorno escolar, por razones anteriormente expuestas

(Lyness, 2012).
Se recomienda no tomar estas reacciones como algo personal, es completamente normal

tomando en cuenta el proceso que supone el enfrentar una pérdida importante. En su lugar,

puede buscar ayuda profesional, preferiblemente de un psicólogo o institución especializada y

orientada a brindar atención psicológica útil para este tipo de casos. Asimismo, los

cuidadores primarios pueden buscar orientación o asesoramiento en libros, internet, redes o

grupos de apoyo, etc. Debemos recordar que proteger no es sinónimo de mantener a los niños

sumidos en la ignorancia y alejados de su realidad. Apartarlos de las situaciones tristes o

dolorosas deja de ser beneficioso en cierto punto, pues no aprenden a desarrollar y utilizar

recursos emocionales que les serán útiles para toda su vida (Lyness, 2012).

Resultados de entrevista

Con la ayuda de la psicóloga Jennifer Calderón pudimos aclarar interrogantes con relación a

la etapa de duelo en la niñez media, a continuación sus respuestas:

Haciendo referencia a las cinco fases o etapas del duelo de Elisabeth Kübler-Ross

(negación, ira, negociación, depresión y aceptación) ¿Cómo vive la niñez media (6 a 12

años) estas etapas de duelo?

“La vive como un proceso de reacciones intensas, no necesariamente en fases, ya que

estas fases en la actualidad aunque son útiles para entender el proceso de duelo no se dan

en el orden que la autora expresa sino que pueden variar. Los niños en estas etapas

muestran irritabilidad, ira o inhibición y la parte la la negación y aceptación dependerá de

cómo se lleve a cabo el proceso de intervención familiar, ambiental/ social y

profesional”.
¿Cuáles son las principales diferencias de género en el duelo? ¿Cómo expresa el

duelo una niña y cómo lo expresa un niño? (Tomando en cuenta la etapa de

desarrollo anteriormente mencionada)

“Las niñas, según los que establecen estudios, cuentan con mayores recursos de

afrontamiento, claro esta que esto va a hacer algo muy individual, pero basado en la

mayoría de la población de sexo femenino, estas acuden mucho mas al juego simbólico,

para manifestar sus sentimientos, tienes mayor oportunidad de expresión y manifestación

de sus emociones. En los niños los juegos simbólicos manifiestan mayor nivel de

agresividad, existe menos espacio de liberación de las expresiones . Las niñas tienen a

manifestar o mostrar más síntomas y signos , los niños muestran una mayor tendencia a

la negociación pero esto siempre será un aspecto muy individual. Ya que cada niño o

niña, vive el duelo de manera muy individual y lo que va a diferenciar el pronóstico o

afrontamiento va hacer su sistema de apoyo y sus recursos personales y adaptativos”.

Según su experiencia profesional con pacientes, ¿Cuáles son las fluctuaciones que puede

experimentar la niñez media en el proceso de duelo?

“Experimenta mucha confusión debido a los comentarios, discursos o mitos ambientales.

Mucha rabia, tristeza y poco compresión de los adultos del proceso que les hace sentirse aún

más vulnerables”.

¿Frente a cuáles escenarios los niños en esta etapa del ciclo vital pueden

experimentar el duelo y cómo viven esta experiencia?

“Pueden pasar por la pérdida de un familiar, amigo o maestro/a, pérdida de un animalito.

Cambio de casa o colegio, cambio de país, pérdida de un miembro de su cuerpo,


enfermedades terminales. De acuerdo al grado de cercanía o afectividad va a depender la

forma en cómo vive esta experiencia”.

¿Cuáles son, según su experiencia en el tema, señales o conductas que nos indican que

un niño en esta etapa del desarrollo no está procesando adecuadamente el duelo?

“En los primeros meses son señales adaptativas y entendible, pero luego de 6 meses, sino

hay una disminución de los síntomas y presentan: Miedo exagerado al abandono,

disminución del interés en actividades luego de la pérdida, insomnio, pérdida del apetito,

deseo excesivo de encontrarse con la persona fallecida, autolesiones o mutilaciones,

conductas agresivas, conductas retraídas o inhibidas, involucrarse en actividades de alto

riesgo: bandas, pandillas o grupos de niños/ as que acosan, refugiarse en las amistades de

manera excesiva y distanciarse de la familia luego del fallecimiento”.

¿Cuáles considera que son las diferencias más significativas entre atravesar el duelo

antes del covid-19 y atravesarlo en contexto de pandemia? (Tomando en cuenta la

etapa del desarrollo ya mencionada)

“Es un diferencia muy marcada, ya que muchas familias en condición de confinamiento

durante la pandemia, no pudieron despedirse de su ser querido, ni tener un cierre del

proceso, este luego se vive con la misma intensidad de personas que han tenido

familiares perdidos, esto hace que el luego pueda llegar a volverse complicado. Las

pérdidas en su mayoría van hacer difíciles, pero estos escenarios y más para niños en

estas etapas, hace que se conviertan en predictores de patología futuras”.

¿Cuáles circunstancias, contextos o elementos pueden dificultar llevar a cabo un duelo

de forma saludable?
“Características personales del niño/a a duelos anteriores no resueltos, la misma etapa de

desarrollo ya que el niño está aprendiendo a regular sus emociones y comprendiendo de

manera más concreta su mundo externo, reacciones intensas de culpabilidad o rabia,

características del fallecido (relación de dependencia con el fallecido o de ambivalencia),

vínculos con el fallecido, circunstancias de la enfermedad, la muerte/pérdida súbita o

traumática, duración de la enfermedad o la agonía, no recuperación o no visualización del

cadáver, recuerdos dolorosos del proceso y aspectos sociales como falta de la red de

apoyo social o familiar, pérdidas múltiples y crisis concurrentes”.

Ante una muerte inesperada, como pueden ser los decesos por COVID-19, ¿cómo se

puede ayudar al niño a aceptar la noticia sin ninguna preparación y qué actitud deben

adoptar los cuidadores primarios para hacerlo?

“La principal herramienta para ayudar a los niños aceptar la noticia, es que la noticia

sea dada por la persona más cercana y con mayor vínculo, promoviendo un ambiente

de libre expresión, ofreciendo actividades alternativas y sugeridas muchas veces por el

niño/a de como afrontar y sobrellevar su dolor: colorear, ir al lugar favorito del

fallecido, escribir una carta, hacer una actividad en memoria del fallecido, contar

anécdotas del fallecido, hacer un álbum de fotos entre otras actividades. Los cuidadores

primarios deben mostrar una actitud de comprensión, cercanía y empatía, no ocultar sus

sentimientos (llorar delante del niño/a, no le va a traumatizar), responder a sus

preguntas inquietudes y no hablar en términos figurativos como: Dios se lo llevó, esta

en un lugar mejor, está en el cielo, al fallecido no le gustaría verte triste, si es hermano

mayor no colocarle cargar de que debe de mantener o comportarse de cierta forma para

que sus hermanos puedan estar bien”.


¿Cómo un niño o niña en esta etapa de desarrollo puede evadir el dolor o el sufrimiento

que conlleva el duelo? ¿Es conveniente evadir el dolor?

“No es conveniente evadir el dolor, pero muchos niños/as más aquellos con antecedentes

de trastornos psicológicos, pueden hacer uso de mecanismos de defensa para no afrontar

el dolor. Asimismo, los familiares pueden pasarlo desapercibido y decir que lo está

sobrellevando de manera correcta. Un niño/a con trastorno de apego reactivo, al tener

dificultad para conectar con otro y mostrar sus verdaderos sentimientos puede pasar

desapercibido su dolor. Otro aspecto es si el niño/a pertenece a un sistema familiar o

cultural donde, no le permiten atravesar de manera saludable su duelo o lo inhiben de

llorar y de alguna forma le llevan a reprimir sus emociones. Estas son familias que

desean impedirle al niño que tenga que atravesar por el dolor y comienzan a buscar

actividades para distraerlos, esto hace sentir al niño que no está conectando con su dolor

y que es algo malo estar en el estado emocional en el que él/ella se encuentra”.

¿Qué tiempo se necesita para recuperar la normalidad después de pasar por el dolor y

hasta qué punto el duelo se vuelve muy prolongado?

“La realidad es que el dolor siempre va a estar, lo que va a suceder es que el niño/a va a

encontrar mecanismos de afrontamiento y al recordar al ser querido lo va hacer

partiendo de otras experiencias que le producen mayor bienestar o gratificación. Lo que

la persona aprende es a vivir con el dolor, desde un punto de vista funcional. Existen

algunos casos y más en estas edades en los que el dolor no es tan profundo

posiblemente por el agrado de vinculación con el fallecido y el dolor puede que sea

menos abrumador, pero esto es algo muy individual y personal. No hay un tiempo

establecido y debemos definir a qué llamamos normalidad, porque hay casos en que la

normalidad no vuelve a la vida de la persona, porque todo su contexto ha sido


reestructurado. En casos de niños/as que se han quedado huérfanos por feminicidio,

muchas veces tienen que ir a orfanatos y esto no era parte de la normalidad de este

niño/as ni tampoco a lo que estaba acostumbrado/a, por eso tiene que adaptarse a una

nueva realidad sin la presencia de la o las personas fallecidas. Un duelo en niños/as que

se encuentran en una etapa de desarrollo de 6 a 12 años, donde hay poca maduración

cognitiva, mucha vulnerabilidad y un proceso de aprender a regular las emociones.

El duelo se vuelve prolongado dependiendo de los factores antes mencionados, si los

síntomas no disminuyen en un plazo de 2 años, esto no quiere decir que en este tiempo

no pueda recibir acompañamiento psicológico, si lo amerita lo va a recibir. Hay autores

que sugieren 6 meses y otros 1 año, pero para mi entender cada caso es muy individual

y se deben valorar varios elementos para determinar un tiempo u otro. Por ejemplo, en

casos de muerte súbita, familiares desaparecidos o de haber sido testigo de violencia, el

impacto y la cronicidad es mayor y esos elementos deben ser tomados en cuenta para

determinar un tiempo. Lo mismo pasa al hablar de normalidad ya que es un aspecto

muy subjetivo, lo que pudiera recuperar la persona es su calidad de vida. El tiempo y la

prolongación debe ser tomada en cuenta partiendo de una exploración individual donde

se determine, pérdidas anteriores, grado de exposición, habilidades personales,

antecedentes psicológicos o psiquiátricos, entre otros elementos”.

¿Cuáles son las distintas respuestas que podría presentar el niño/a frente al proceso de

duelo y de qué manera pueden los cuidadores primarios del infante manejar estas

conductas?

“Puede presentar culpabilidad, irritabilidad, agresión, frustración, aislamiento, poca o

nula interacción social, conductas autolesivas. Los cuidadores primarios deben manejar

estas conductas manteniéndose ellos siempre en control de sus emociones, ya que esto le
da seguridad a los niños/as, manteniendo un comunicación asertiva y un acercamiento

constante. En caso de la agresión permitirle espacios de expresión donde pueda canalizar

sus agresión de una manera segura”.

¿Cuándo el cuidador debe preocuparse y buscar ayuda para un niño/a frente a un

proceso de duelo? ¿Cuáles recomendaciones se les hacen a los cuidadores desde el

punto de vista profesional?

“El padre debe de buscar ayuda inmediata si el niño manifiesta conductas autolesivas, si

muestra luego de 6 meses de haber transcurrido el evento muestra pérdida de sueño, de

apetito y hábitos perjudiciales para su salud. El sueño y la alimentación son signos de

alarma, porque una persona no puede funcionar de manera saludable cuando no come o

duerme adecuadamente”.

Recomendaciones:

● Ser paciente y darle el tiempo necesario.

● Comprender la situación por la que su hijo está pasando, sin ocultarle información u

ocultar sus sentimientos.

● No compararlo con otros niños/as.

● Prestarle atención de calidad.

● Tener una comunicación abierta

● Darle su espacio, pero mantenerse cerca en caso de que necesite su acompañamiento.

● Responder a sus necesidades e inquietudes.

● No forzarle a hacer actividades, ir a lugares o ingerir cosas que no desea.

● No evite hablar del fallecido.

● Comprender que cada conducta tiene un significado y preguntar antes de juzgar o

suponer cuando su hijo manifiesta alguna conducta.


● Hablarle de cómo usted se siente y lo difícil que está siendo este proceso también para

usted. Acompañar desde la comprensión, empatía y el respeto.

● Buscar acompañamiento psicológico cuando lo amerite.

● Si ve que su hijo está afrontando la situación muy bien, pida la opinión de un

profesional de la salud mental.

¿Cómo puede sanar un niño/a las heridas de la pérdida?

“Los niños/as tiene capacidades y habilidades increíbles: son muy resilientes, su

capacidades de imaginación puede ser un factor protector aunque en momentos puede ser

un factor de riesgo esta imaginación combinada con el juego le permite tener espacios de

expresión, los niños/as puede sanar con el acompañamiento adecuado de su sistema de

apoyo, con vínculos afectivos que le permitían afrontar esta experiencia de manera

saludable, con el acompañamiento de un profesional de la salud mental si lo amerita, la

capacidad de afrontamiento y recursos personales del niño/as y el apoyo social de

escuela, comunidad y otros grupos a los que pertenezca. El uso de actividades y recursos

lúdicos también ayudan a los niños a sanar, el uso de cuentos, dibujos, ejercicios de

respiración y la escritura pueden ser medios muy útiles. La interacción con otros niños/as

que hayan atravesado una experiencia similar, el hablar sobre la pérdida con personas que

puedan hacerle sentir comprendido y escuchado”.

Estudio de caso

XX es un niño de 9 años de edad cuya dinámica familiar se vio azotada por grandes cambios,

siendo estos derivados de una pérdida humana cercana. Cuando el niño solo tenía

aproximadamente 8 años de edad, tuvo que verse en la posición de enfrentar un proceso de

duelo producto de la repentina muerte de su figura paterna. El padre, descrito como juguetón,
mantenía una muy estrecha relación padre-hijo con XX; en general, el lazo afectivo entre

ellos se caracterizaba por ser bueno.

Se expone que la causa de muerte fueron apuñalamientos, presuntamente motivados por el

robo de pertenencias, sin embargo existen otras especulaciones sobre el posible móvil detrás

del ataque. Debido a la naturaleza del fallecimiento, los hechos fueron tergiversados al

momento de comunicar la muerte, y se explicó que el padre había muerto en un accidente. La

noticia le fue dada al niño por su hermano mayor, quien le mencionó que “Dios necesitaba a

su papá y que por esa razón se lo había llevado consigo al cielo”. XX reaccionó a aquello con

inquietud, ansiedad y curiosidad. Hacía muchas preguntas relativas a su padre, preguntaba

repetidamente que si este estaba bien, a lo cual sus seres queridos respondían que sí, que “se

encontraba bien en el lugar en el que estaba”.

El niño eventualmente asumió la idea de que, como Dios necesitaba a su padre, este no

volvería nunca pues tal y como se le había dicho, “se le necesitaba allí en el cielo”. La madre

afirma que él niño asimiló bien el proceso de separación, y que lo hizo relativamente rápido

considerando su edad. Destacó que esto podría deberse a haber crecido en un hogar cristiano

y también a que siempre ha sido muy despierto. Asimismo, se plantea que el niño tiene

pasatiempos que le permiten desestresarse, siendo estos jugar al béisbol con sus amigos, jugar

con la tablet o con carritos, ver series animadas en la televisión y grabarse cantando. Los

familiares motivaron a que el niño se mantuviera entretenido para que no le llegara a la mente

la situación de pérdida.

Cabe destacar que debido a la situación de pandemia el niño no pudo ver una última vez a su

padre, pues las autoridades prohibieron que se realizara un velatorio. El cuerpo del fallecido

fue rápidamente transportado en una ambulancia y fue enterrado inmediatamente. En el


entierro solo participaron los hermanos mayores del niño, pero tampoco pudieron ver el

cuerpo debido a que la caja fue cerrada con rapidez.

Conclusiones del caso

Durante el conversatorio sobre el caso particular de XX, pudimos ver que varias cosas

saltaban a la vista. La principal de todas ellas era que, al tratarse de una pérdida causada por

una muerte sumamente violenta, generalmente las personas tienden a asumir que lo mejor

para el niño es distorsionar los hechos. No hay duda alguna de que esto no se hace con malas

intenciones, en esencia, suelen hacerlo para evitar causar problemas mayores al niño, sin

embargo no es necesario hacerlo y puede traer como consecuencia más confusión a los

infantes. En algo están en lo correcto, debemos evitar dar detalles morbosos sobre la muerte y

su causa, no obstante, hay otras formas de comunicar la noticia. Lo ideal sería que se

explique desde una dimensión fisiológica, pues los niños durante la niñez media (edad

escolar) generalmente conocen sobre el funcionamiento del organismo y no presentan

dificultades para comprender causas físicas de la muerte. No es necesario mencionar que

sucedió en un accidente, o que fue un asesinato, podemos simplemente contarle al niño que

los órganos vitales han dejado de funcionar (expresiones como “el corazón de tu papá dejó de

latir”), de esta manera no estaríamos engañando al niño o apartándolo de su realidad (Díaz,

pp. 41, 2016).

Por otro lado, la licenciada Patricia Díaz Seoane no recomienda el uso de metáforas como

“Tu papá se fue al cielo porque Dios lo necesitaba”, pues se entiende que esto da pie a que los

niños se sientan temerosos, confusos e interpreten incorrectamente la noticia (la comprensión

del mundo espiritual y religioso puede ser compleja para un niño en esta etapa del desarrollo).
También destacamos el hecho agravante de que el niño no haya podido despedirse de su

padre, lo cual, como mencionamos a lo largo del trabajo, es una de las características más

comunes de atravesar el duelo durante el contexto social generado por el covid-19 y puede

derivar en un duelo complicado. Sin embargo, al preguntar por señales de que el niño pudiera

estar afrontando la pérdida de una manera no sana, nos encontramos con que en realidad este

parecía estar bien y no presentaba conductas alarmantes (incapacidad para conciliar el sueño,

caída abrupta de los niveles de concentración, caída abrupta del rendimiento académico,

somatización, insensibilidad e inexpresividad emocional, tristeza intensa persistente, excesivo

sentimiento de culpa, aislamiento familiar, etc). En otras palabras, el niño había pasado por

un proceso de reincorporación a su vida cotidiana normal, lo cual era una buena señal. De

igual forma, se mencionó que antes de la muerte de su padre XX solía presentar conductas

agresivas, rebeldía y/o desobediencia, y que incluso su madre recibía llamados de atención

por su mal comportamiento en la escuela, pero que luego de la muerte XX se mostraba más

tranquilo, pasivo y aplicado con los estudios. Este último detalle nos hizo pensar que tal vez

el niño podría requerir de intervención psicológica, pues como se ha mencionado con

anterioridad, los cambios muy drásticos en la personalidad luego una pérdida no deben

pasarse por alto, no obstante no hay señales de retraimiento o aislamiento, no se presenta

dificultad para relacionarse con amigos y en general no ha habido indicadores de que existan

problemas en el plano emocional. Lo anterior podría deberse a que independientemente de

que en ciertos aspectos no se tuvo el mejor manejo comunicando la noticia, ha habido un

excelente acompañamiento por parte de los familiares del niño.

De todas formas, consideramos que se debería acudir a un profesional para descartar

cualquier posibilidad de que no se haya superado la pérdida o no se haya dado un cierre

adecuado al duelo.
Para finalizar, debemos destacar que la construcción del estudio de caso partió de la

realización de preguntas tanto al niño como a su madre, quien en su carácter de representante

legal del niño brindó su consentimiento para llevar a cabo todo el procedimiento.
Nota. Adaptado de Duelo: cómo acompañar a niñez y adolescencia [Infografía], por Sistema de Protección

Integral de los Derechos de las Niñas, Niños y Adolescentes (SIPINNA), 2020, Twitter.

https://twitter.com/SIPINNA_MX/status/1273402215022030848?s=20
Referencias bibliográficas

Apraiz, I. (2006). El duelo: Cómo ayudar a los niños/as a afrontarlo. Escuela Vasco Navarra

de Terapia Familia

American Society of Clinical Oncology. (2019, 13 septiembre). Ayudar a los niños y

adolescentes en duelo. Cancer.Net. Recuperado 18 de enero de 2022, de

https://www.cancer.net/es/asimilaci%C3%B3n-con-c%C3%A1ncer/manejo-de-las-em

ociones/duelo-y-p%C3%A9rdida/ayudar-los-ni%C3%B1os-y-adolescentes-en-duelo

Asociaciones Profesionales de Psiquiatría y Psicología Clínica. (2020). Salud Mental en la

Infancia y la Adolescencia en la era del COVID-19 (Fundación Española de

Psiquiatría y Salud Mental, Ed.).

Child Mind Institute. (2021, 10 septiembre). Cómo ayudar a los niños a enfrentar el duelo.

Recuperado 10 de diciembre de 2021, de

https://childmind.org/es/guia/guia-sobre-como-ayudar-a-los-ninos-a-enfrentar-el-duel

o/

Crosera, S. (2013). Entender a los niños. De Vecchi.

Díaz Seoane, P. (2016). Hablemos de duelo: manual práctico para abordar la muerte con

niños y adolescentes. Fundación Mario Losantos del Campo.

https://www.fundacionmlc.org/wp-content/uploads/2018/12/guia-duelo-infantil-fmlc.p

df

Espada, J. P., Orgilés, M., Piqueras, J. A., & Morales, A. (2020). Las buenas prácticas en la

atención psicológica infanto-juvenil ante el covid-19. Clínica y Salud, 31(2),

109–113. https://journals.copmadrid.org/clysa/art/clysa2020a14

García, C. (s. f.). El duelo en la infancia. Edukame.


García, M. (2008). El 11-M.Un estudio sobre su impacto psicológico desde el entorno

familiar y escolar en alumnos de Infantil y Primaria. [Tesis doctoral, Universitat

Jaume I]. http://hdl.handle.net/10803/10526

Kübler-Ross, E. (1987). La muerte: un amanecer. Ediciones Luciérnaga.

2020. (Mariana Yasmín Rengel Sempértegui & Ivonn Ivana Calle Coronel). Impacto

psicológico de la pandemia del COVID 19 en niños. 07/12/21, de scielo Sitio web:

http://www.scielo.org.bo/scielo.php?pid=S2223-30322020000300011&script=sci_artt

ext

Lyness, A. (2012, octubre). Cómo ayudar a su hijo a enfrentar la muerte de un ser querido

(para Padres) - Nemours KidsHealth. kidshealth. Recuperado 10 de diciembre de 2021, de

https://kidshealth.org/es/parents/death.html

Mendoza, R. (2019, julio 1). LA NIÑEZ INTERMEDIA – ETAPAS DE VIDA. Referencia

Laboratorio Clínico.

https://www.labreferencia.com/la-ninez-intermedia-etapas-de-vida/

Ocerinjaúregui, B., Sierra García, E., González Serrano, F., García García, J. A., Blanco

Rubio, V., & Landa Petralanda, V. (2017). Guía sobre el duelo en la infancia y la

adolescencia. Colegio de Médicos de Bizkaia.

https://www.consaludmental.org/publicaciones/Duelo-infancia-adolescencia.pdf

Ogliastri, D. (2020, junio). Pérdida y duelo durante la COVID-19. IFRC.

Ortiz, A. (2021, enero-marzo). Duelo en infancia y adolescencia y en tiempos de COVID-19.

Revista de psiquiatría infanto juvenil, 38(1), 3-10. DOI: 10.31766/revpsij.v38n1a2

Sánchez-Villena, A. R., & de La Fuente-Figuerola, V. (2020, julio). COVID-19: cuarentena,

aislamiento, distanciamiento social y confinamiento, ¿son lo mismo? Anales de

Pediatría, 93(1), 73-74. DOI: 10.1016/j.anpedi.2020.05.001


Significados. (n.d.). Significado de Niñez (Qué es, Concepto y Definición). Significados.

https://www.significados.com/ninez/

SIPINNA. [@SIPINNA_MX]. (2020, 17 junio). Duelo: cómo acompañar a niñez y

adolescencia [Infografía]. Twitter.

https://twitter.com/SIPINNA_MX/status/1273402215022030848?s=20

Vega Guillén, K. L., Zalapa Lúa, E. E., García Martínez, Y. E., & Aguilar Pizano, D. (2021).

La conceptualización sobre la muerte durante la infancia media. Revista de la

Asociación Latinoamericana para la Formación y Enseñanza de la Psicología, 9(26),

101–110.

https://www.integracion-academica.org/attachments/article/319/10%20La%20muerte

%20-%20KLVega%20et%20all.pdf

Vidal, A. (2017, octubre 10). Duelo infantil. Tipos y tareas según la edad.

Simbolics.https://www.simbolics.cat/cas/duelo-infantil-tipos-y-tareas-segun-edad/

Worden, J. W., & Barberán, G. S. (2013). El tratamiento del duelo : asesoramiento

psicológico y terapia. Paidós.

Zañartu, C., Krämer, C., & Wietstruck, M. A. (2008). La muerte y los niños. Revista Chilena

de Pediatría, 79(4), 393–397. https://scielo.conicyt.cl/pdf/rcp/v79n4/art07.pdf

También podría gustarte