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I- Mirada(s) / teoría(s)
Una mirada ingenua o perversa (y las teorías pueden ser calificadas, entre
muchas otras maneras de ingenuas o perversas) supone la determinación (una
cierta forma de determinación) de aquello que es mirado. La mirada fija límites o
los diluye, marca distinciones o semejanzas, queda prendada de ciertos aspectos
(no necesariamente los más bellos ni los más tranquilizadores), y pierde de vista
otros, porque se distrae o porque se obsesiona. Es superficial, tenue, burlona, o se
vuelve penetrante, incisiva y aún inquisitorial.
¿Qué es lo mirado? O mejor aún, hay algo que sea lo mirado antes de que
los ojos se detengan allí?.Quiero decir ¿la mirada interviene en ese algo en lo que
se detiene, haciendo de él otro?.
Hay miradas que son el resultado de la seducción que otras miradas ejerce
sobre ellas. Tienen vocación de originalidad pero son sólo una repetición; intentan
presentarse como nuevas, sorprendentes, y apenas logran disimular que reiteran
miradas conocidas.
Como dice Italo Calvino en “Las ciudades y los ojos” acerca de Zemrude: “Es
el humor de quien la mira la que da su forma a la ciudad... Si pasas silbando, con la
nariz levantada detrás del silbido, la conocerás de abajo para arriba: antepechos,
cortinas que se agitan, surtidores. Si caminas con el mentón apoyado en el pecho,
las uñas clavadas en las palmas, tus miradas quedarán atrapadas al ras del suelo,
en el agua que corre al borde de la calzada, las alcantarillas, los espinazos de
pescado, los papeles sucios. No puedo decir que un aspecto de la ciudad sea más
verdadero que el otro.” (Las ciudades invisibles. Siruela/Bolsillo, 1994, Madrid).
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muchas otras. Si la mirada/teoría quiere preservarse como tal, ha de pensarse a sí
misma como una mirada humana, y no aspirar a ser el ojo de Dios, huir del
emparentamiento con el dogma, enfrentar la convivencia con otras miradas y
soportarlas. Probablemente por aquí habría que empezar si se quiere hablar de lo
qué caracteriza a un pensamiento crítico.
Y luego están los lentes, que permiten que una mirada borrosa se vuelva
nítida. ¿Es una mirada corregida o es una nueva mirada?. Y no hay un solo tipo de
lentes.
1
Zizeck, Slavoj; “Mirando al sesgo”, Editorial Paidós, 2000; Pág. 17.
2
Ob. Cit.; Pág. 28.
3
Nancy, Jean-Luc; “La mirada del retrato”, Amorrortu Editores, Buenos Aires, 2006, Pág. 16.
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II- Lectura(s) / teoría(s)
“Cada cual lee como quiere... Pero no es del todo verdad que cada cual lee
como quiere. También lee como puede, como le dejan y lo que le dejan leer, como
le han enseñado, como no le queda más remedio según donde se encuentre y
según su capacidad y esfuerzo”. 4
Una teoría es una lectura. Qué es lo que se lee? Una lectura de otras
lecturas: una hiperlectura. Es un texto sobre otros textos leídos, marcados,
recortados.
¿Con qué criterios se lee? ¿Es pensable una lectura que no implique ningún
criterio (de selección, de valoración)?
Una teoría crítica del derecho es una lectura que cuestiona los fundamentos
de lo que es el derecho y de lo que es una teoría acerca del derecho. Es una lectura
que es al mismo tiempo una decisión.
Desde una lectura crítica se advierte hasta que punto el modo en que se
aprende a leer, si no es puesto en cuestión, inhabilita cualquier otra lectura.
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Cito a Derrida: “Aparentemente, la Ley no tendría jamás que dar lugar, en
cuanto tal, a relato alguno. Para ser investida de su autoridad categórica, la ley no
debe tener historia, génesis ni derivación posibles. Tal sería la Ley de la Ley. Y
cuando se relatan historias respecto a ella, estas no pueden concernir sino a
circunstancias extrínsecas, a los acontecimientos exteriores a la ley, en todo caso a
las formas de su revelación. Al igual que el campesino en el relato de Kafka,
relaciones narrativas tenderían a acercarse a la Ley, a hacerla presente, a entrar en
relación con ella, eventualmente penetrarla, serles intrínsecas. El relato de estas
maniobras no sería sino el relato de aquello que escapa al relato y permanece
finalmente inaccesible. Más lo inaccesible provoca entonces su supresión. No se
puede tratar a la Ley, a la Ley de las leyes, de cerca o de lejos, sin preguntarse
cuál es propiamente su lugar y de dónde viene… La pregunta y la búsqueda son
ineluctables, es decir, el itinerario hacia el lugar y origen de la Ley. Digo la “Ley de
las leyes” porque, en el relato de Kafka, no se sabe de qué especie de ley se trata,
la de la moral, la del derecho, la de la política, etc. Ésta se ofrece rehusándose, sin
decir su procedencia ni su sitio. Este silencio y esta discontinuidad constituyen el
fenómeno de la Ley. Relacionarse con la Ley, con aquello que “debes” y “no debes”,
es a la vez como si la Ley no tuviese historia o en cualquier caso no dependiese de
su presentación histórica, y al mismo tiempo dejarse fascinar, provocar, interpelar
por la historia de esta no historia. Es dejarse tentar por lo imposible: una teoría del
origen de la Ley, y por lo tanto, de su no origen...” 5 Y agrega: “Aquello que nos
detiene ante la Ley, como al campesino, ¿no es asimismo aquello que nos paraliza y
nos retiene ante un relato, su posibilidad y su imposibilidad, su legilibilidad y su
ilegibilidad, su necesidad y su prohibición...”.
La conclusión de un lector como ese sería, más o menos así: todo lo que
predica el filósofo francés es extraño e inadecuado a la naturaleza propia de la ley y
a sus condiciones de existencia/ validez. De intento menciono la naturaleza del
derecho y el tema de la validez. Algunas de esas referencias gustarán a los
iusnaturalistas, otras a los positivistas. Dicho de otro modo es lo que verían o lo
que leerían unos u otros, signados como están, como están por la
mirada/lectura/teoría que acostumbran a repetir y a tomar por buena.
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relato peculiar que constituye realidades, relaciones, sujetos, que legitima o
deslegitima pedazos del mundo, que “naturaliza” y declara verdaderos sólo aquellos
que incluye en su texto bajo determinadas formas. Qué ocurre si pienso que el
derecho tiene un vínculo con el poder y con la violencia (sobre todo con esta
última) inescindible y necesariamente oculto. Y por fin que ocurre si pienso que hay
historia en el derecho y que el derecho moderno lleva las marcas del tiempo en que
surgió y también metaboliza, modificándolas, las herencias recibidas, con lo cual
desmiente toda lectura instrumentalista de su estructura.
Y prosigo con algunas alusiones a un texto que escribiera hace muchos años
cuando empezaba a reflexionar críticamente en el campo de la filosofía jurídica.
Buena muestra de que atrapada en una mirada (aunque sea crítica) es muy difícil
no recaer en variaciones sobre un mismo tema:
6
Ruíz, Alicia E. C: “La ilusión de lo jurídico” Parte II de Aspectos ideológicos del discurso jurídico en
Materiales para una teoría crítica del derecho, Abeledo-Perrot, Bs. As., 1991, Pág. 185.
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queda al desnudo y como un rey sin ropas, la majestad que se le atribuye
tambalea.
Alicia E. C. Ruiz