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Jean Paul Sartre: “La Dialéctica de la Cosificación”:

“El Sentido de la Mirada del Otro”.

El mirar es la acción por la cual el Otro se me hace presente. Este “hacerse presente” es una forma de objetivación
del Otro, aunque, esta presencia objetiva sea en realidad una Objetividad Sui Generis: la Objetividad de la Ausencia
que contrasta precisamente con la Objetividad de la Presencia.

Hay que distinguir un “Otro Objeto” y un “Otro Sujeto” con el cual yo mantengo una relación fundamental: la
posibilidad de ser visto por él. En otras palabras: con el que tengo la posibilidad de convertirm en un “Otro Objeto”.
Esto es realmente lo que se manifiesta en forma clara en la expresión “Ser visto por Otro”, lo cual no puede
deducirse ni de la esencia del “Otro Objeto” ni de mi “Ser Sujeto”. “El Ser visto por el Otro es la verdad del ver al
Otro” ( E.N. p. 315). De esta manera, la noción de Otro, del Prójimo es siempre la noción de un Ser aquí y ahora, en
relación conmigo y con el mundo.

“La mirada es una relación concreta y cotidiana de la que hago la experiencia en todo momento, pues en todo
momento el prójimo me mira: nos es fácil, pues, intentar, con ejemplos concretos, la descripción de esa relación
fundamental que debe constituir la base de toda teoría del prójimo; si el prójimo es, por principio, aquel que me
mira, debemos poder explicitar el sentido de la mirada. Toda mirada dirigida hacia mí se manifiesta en conexión
con la aparición en nuestro campo perceptivo, pero si al contrario de lo que podría creerse, no está vinculada con
ninguna forma determinada. Sin duda, lo que más a menudo pone de manifiesto a una nada es la convergencia
hacia mí de dos globos oculares” (La náusea, 164).

“Si aprehendo la mirada, dejo de percibir los ojos; éstos están ahí, siguen en el campo de mi percepción, como
puras presentaciones, pero no hago uso de ellas: están neutralizados, fuera de juego, no son ya objeto de una
tesis; quedan en el estado de «fuera de circuito» en que se encuentra el mundo para una conciencia que efectúa
la reducción fenomenológica prescrita por Husserl. Nunca encontramos bellos o feos unos ojos ni nos fijamos en
su color mientras nos miran”(La náusea, 164).

Reacciones ante la Mirada del Otro: “Miedo, Vergüenza y Orgullo”:

Sartre menciona tres tipos de reacción del sujeto frente a la mirada del Otro, a saber: el miedo, la vergüenza y el
orgullo.

En primer lugar el sujeto tiene Miedo porque piensa que su libertad, su ser está en peligro ante la libertad del Otro.
La mirada del Otro, dirigida hacia mí, me alcanza y hace cambiar de actitud poniéndome en guardia. El ser mirado es
para Sartre esa sensación que experimenta Roquetin en La Nausée; “La mirada es esa existencia que toma mis
pensamientos por detrás y dulcemente los abre por detrás, me atraviesa por detrás, detrás de mí alguien me
alimenta en burbujas de existencia (La Nausée. p. 146).

Sentirse mirado es, para Sartre , percibir y sentir la existencia absurda que yo soy.

Ser mirado en definitiva, es para el pensamiento sartreano “No Ser Para Mí”, sino como Pura Remisión al Otro:
“Tengo de pronto conciencia de mí en tanto que escapo de mí mismo, no en tanto que soy el fundamento de mi
propia nada, sino en tanto que tengo mi fundamento fuera de mí. No soy para mí sino como pura remisión al Otro
(E. N. p. 318).

La segunda reacción ante la mirada del Otro es la Vergüenza. Por ésta vivo el ser mirado y experimento sus efectos
cosificadores. Por ésta, dice Sartre: “Reconozco que soy el objeto que otro mira y juzga” (E.N, p. 319).

La tercera forma de reaccionar frente a la mirada del Otro es el Orgullo, que me permite vivir la sensación de que
existe alguien que me ve no como “Ser Para Sí” sino como “Ser En Sí”. Alusivo ejemplo de este último sentimiento es
este pasaje de Los Caminos de la Libertad, en el cual Daniel ve y descubre finalmente que él es un Ser En Sí:
“Transformo para mí la frase imbécil y criminal del profeta de ustedes, ese “Pienso, luego Existo”, que tanto me hizo
sufrir, pues mientras más pensaba, menos me parecía ser y digo: “Me ven, luego soy”. Ya no tengo que soportar la
responsabilidad de mi transcurrir pastoso… Vuelvo hacia la noche y hacia mi faz nocturna y eterna, me erijo como un
desafío y digo a Dios: “Aquí estoy, tal y como Tú me ves, tal como Soy… ¿Qué puedo hacer sino soportarme?… Y Tú
cuya mirada me crea eternamente, sopórtame”… Soy finito e infinitamente culpable. Pero yo soy. Ante Dios y ante
los hombres, Soy. Ecce homo” (Le Sursis. pags. 469/470).

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Fuente Post: Muñoz Arias, Adolfo. Jean Paul Sartre y la Dialéctica de la Cosificación. Madrid. Cincel. 1988.-

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