Está en la página 1de 3

«Usando Los Ojos De La Fe» (2 Reyes 6:8–23)

INTRODUCCIÓN: Trasfondo Histórico (6:8-14)


Una persona ciega ve lo que nosotros con nuestros ojos no vemos. A veces
necesitamos que Dios nos prive de algo que tenemos para poder ver aquello que nos ha
dado y que no hemos valorado.
Esto es lo que pasó con Eliseo y su criado. Dios actuó a la voz de su siervo y:

I. (6:15–17) ABRIÓ LOS OJOS DEL SIERVO DE ELISEO PARA QUE:

A. Viera Su Poder.

B. Recibiera Fe.

C. Tuviera La Paz De Dios.

(Ilustración: Ángeles del Callejón)


Diana, una joven estudiante de la universidad, estaba en casa por el verano.
Fue a visitar algunos amigos en la noche y por quedarse platicando se le hizo muy
tarde, más de lo que había planeado y tuvo que caminar sola a su casa. No tenía
miedo porque vivía en una ciudad pequeña y estaba a solo unas cuantas cuadras
del lugar. Mientras caminaba a su casa, oro a Dios que la mantuviera salva de
cualquier mal o peligro.
Cuando llego al callejón que le servía como atajo para llegar más pronto a su casa
decidió tomarlo, sin embargo cuando iba a la mitad, noto a un hombre parado al final
del callejón y se veía como que estaba esperando por ella. Diana se puso nerviosa y
empezó a orar a Dios por protección. Al instante un sentimiento de tranquilidad y
seguridad la envolvió, sintió como si alguien estuviera caminando con ella; llego al
final del callejón y camino justo enfrente del hombre y llego bien a su casa.
Al siguiente día, leyó en el periódico que una joven había sido violada en aquel
mismo callejón unos 20 minutos después de que ella pasara por allí. Sintiéndose
muy mal por esa tragedia y pensando que pudo haberle pasado a ella, comenzó a
llorar dando Gracias a Dios por haberla cuidado y le rogó que ayudara a la otra
joven, que la acogiera en su reino.
Decidió ir a la estación de policía, pensó que podría reconocer al hombre y les
dijo su historia.
El policía le pregunto si estaría dispuesta a identificar al hombre que vio la
noche anterior en el callejón, ella accedió y sin dudar reconoció al hombre en
cuestión. Cuando el hombre supo que había sido identificado, se rindió y confeso.
El policía agradeció a Diana por su valentía y le pregunto si había algo que
pudieran hacer por ella, y ella le pidió que le preguntaran al hombre porque no la
ataco a ella cuando paso por el mismo callejón. Cuando el policía le pregunto al
hombre le contesto: "Porque ella no estaba sola, había dos hombres altos
caminando uno a cada lado de ella.
II. (6:18–19) CERRÓ LOS OJOS DE SUS ENEMIGOS PARA:

A. Apartarlos Del Mal Camino.

B. Guiarlos Por El Camino Recto.

(Ilustración: Ceguera mortal)


En la guerra en Corea, durante cierto ataque aéreo, uno de los pilotos
norteamericanos fue cegado en pleno vuelo. Un disparo antiaéreo lo alcanzó,
estrellándose en la cabina de su avión. La herida no fue mortal pero convirtió su
cara en una masa sangrienta y lo dejó sin vista. Perdió momentáneamente el
sentido, pero en breves instantes volvió en sí. Al darse cuenta de su situación lanzó
en su micrófono un grito desesperado: “¡Estoy ciego! ¡Por el amor de Dios,
ayúdenme! ¡Estoy ciego!”
Su grito sonó estrepitosamente en el audífono de un piloto compañero, el cual,
al mirar hacia arriba, pudo ver un avión de su escuadrón que subía
vertiginosamente hacia un cielo oscuro. Sabía que si el avión averiado llegase a
penetrar en aquel nubarrón ya no habría posibilidad de ayudarlo. Con rapidez el
segundo piloto dio órdenes a su amigo herido. “¡Nivélese!” Le gritó: “Allá voy en
seguida”. Así fue, en breves segundos los dos aviones estaban volando lado a lado,
y el segundo piloto pudo observar la terrible situación en que se encontraba su
compañero.
Por la mucha sangre que había perdido, urgía ayudarlo lo más pronto posible.
Pero primero había que sobrevolar la frontera. Una vez fuera de territorio
enemigo, el segundo piloto buscó una pista de aterrizaje. Divisando un pequeño
campo de emergencia, dirigió a su compañero en la penosa ejecución de las
maniobras indispensables para aterrizar. Aún casi sin fuerzas y a punto de
desmayarse, el piloto herido siguió fielmente las instrucciones que le llegaban a
través de la radio. Y sin poder ver lo que hacía, logró aterrizar su semidestruido
avión en tierra. ¡Se salvó porque confió en las instrucciones de su amigo!

III. (6:20–23) ABRIÓ LOS OJOS DE SUS ENEMIGOS PARA QUE:

A. Vieran El Perdón De Su Pueblo.

B. Conocieran Su Amor.

C. Participaran De Su Misericordia.
CONCLUSIÓN
Para concluir.

La batalla es de Jehová. Debemos mirar con fe en Dios confiando en su poder y no


en nuestra capacidad, experiencia o conocimiento.

(Ilustración: La Confianza)
Una vez se estaba incendiando un edificio de 9 pisos en el centro de una ciudad muy
importante; las personas del edificio al enterarse que el edificio estaba en llamas
rápidamente salieron de sus departamentos, a excepción de un niño de 8 años de edad
que dormía en el octavo piso, pues su papá había salido a comprar algo y su mamá estaba
de viaje. El fuego crecía cada vez más e iba subiendo piso por piso, los bomberos
intentaban apagarlo pero sus esfuerzos eran imposibles, el edificio estaba totalmente en
llamas y los bomberos pidieron refuerzos a otras unidades de la ciudad y de ciudades
vecinas.
El drama aumentó cuando los bomberos se dieron cuenta que había un niño en el
octavo piso, el fuego crecía iba ya por el quinto piso, de repente aparece el padre del niño
preocupado por él, viendo este cuadro, los bomberos hacen un último intento, pero las
escaleras no podían llegar hasta las paredes del edificio por haber fuego en todas ellas,
entonces se escucha el llanto del niño, gritando:
- Papi!!! Tengo miedo!!!
El padre lo escucha y llorando le dice: - Hijo! No tengas miedo yo estoy aquí abajo, no
tengas miedo.
Pero el niño no lo miraba: - Papi no te veo, sólo veo humo y fuego.
Pero el Padre sabe que está ahí en la ventana porque el fuego lo ilumina. - Pero yo sí te
veo, hijo.
- Hijo sabes que debes hacer, tírate que aquí te agarramos todos los que estamos abajo,
¡¡¡TÍRATE!!!
El hijo le dice: - Pero yo no te veo.
El padre contesta. - Sabes cómo debes hacer, cierra los ojos, y ¡¡¡lánzate!!!
El niño dice: - ¡¡¡PAPI no te veo, pero allá voy!!!
Y cuando el niño se lanzó, abajo lo rescatan. Entonces el padre lo abraza, llora con el
hijo, junta pero muy contenta.
El hijo comprende que hay veces que al padre no se lo ve pero sus palabras son
suficientes para confiar en él.
Así es nuestra vida, muchas veces hay incendios, tenemos problemas parecidos a este
niño, y nuestro padre DIOS nos dice: ¡TÍRATE! CONFÍA EN MÍ, y nosotros tenemos
que lanzarnos, así, no miremos nada, ni sintamos nada, con FE, con FE tienes que salir
¡adelante! ¡Porque sólo su palabra nos basta!

También podría gustarte