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Colección Telúrica de Narrativa corta

GILBERTO ARVIZU MORALES


En la otra cara de la moneda

AWEN
ediciones
Índice

La Ira de Dios
05
Historias fúnebres
06
Zona de desastre
07
Incapacidad
08
La realidad se impone
09
El ángulo equivocado
10
Somnífero
11
Muestra en color
12
Gente multicolor
13
Jueguito en la arena
14
Un sobreviviente
15
Incompatibles
16
Mejor que la muerte
17
Visión nocturna
18
Tras la pista de un testigo
19
Mala suerte
20
Epidemia
21
Autor intelectual
22
Mi nombre
23
En la otra cara de la moneda
24
Utopía
25
[5]

La Ira de Dios

La televisora recibió una alarmante noticia vía telefónica:


I
había una bomba en el centro de la ciudad.
La policía comenzó la evacuación de la zona. Los helicópteros
sobrevolaron las calles clamando instrucciones por alto-
parlantes a la atemorizada muchedumbre. Los oficiales
habían notado un vehículo sospechoso parado frente a un
centro comercial, y pidieron al escuadrón antibombas que lo
examinara. El escuadrón se preparó para detonar la bomba
de manera controlada con un robot manejado a distancia.
Cuando el autómata se acercaba al vehículo, toda la
fachada del centro comercial voló en pedazos. En ochocientos
metros a la redonda llovieron vidrios y escombros. Más de
doscientas personas resultaron heridas.
Y dicen que el éxito no tiene nada que ver con la televisión.
Era la muestra de que la ira de Dios había regresado a la
ciudad.
[6]

Historias fúnebres

Haría cualquier cosa para quitarme de este estado de


I
extremo aburrimiento, pero ya escuché más historias fúnebres
de las que podría resistir. ¿Cómo se puede morir cuando no se
le teme a la muerte?
[7]

Zona de desastre

Soy una zona de desastre ambulante. Hoy me enfrenté a la


I
muerte y me dijo que me afeitara.
[8]

Incapacidad

A Edmundo Coria, a quien apodaban »El Inmundo« por sus


I
pésimos modales, se le atribuían 50 asesinatos, entre ellos el
del poderoso empresario Julián Sevilla, al que le reventó toda la
cara, menos un ojo, prueba de su impulso sádico y de su mala
puntería.
Suele decirles a sus secuaces después de una ejecución y
haber gastado más balas de las necesarias: »¿Qué? ¿Alguien
me puede decir cómo se consigue una incapacidad?«. No falta
el sicario que a sus espaldas diga que con esa puntería podría
haber ganado un oso de peluche.
[9]

La realidad se impone

Esto es una jungla. Aquí gana el más fuerte. O te preparas


I
bien o te comen. La realidad se impone. Se parece tanto a un
callejón sin salida. Se da rienda suelta a cierto lado salvaje y la
condición de mundo está en proceso de descomposición. O
quizá sólo esté en un patrón de negatividad.
En otras palabras, envíen el remedio que la enfermedad se
extiende.
[10]

El ángulo equivocado

Salió en pos de objetivos policíacos, cámara en mano.


I
Fotografió dos camionetas y la estación de policía, la antena de
comunicaciones y las oficinas del Departamento de Seguridad
Pública. Era material suficiente para preparar una invasión a
gran escala, pero a nadie le importó un comino.
Ese era su límite y algo que no quería saber de él mismo.
Quizá solamente estaba tomando el ángulo equivocado.
[11]

Somnífero

—¿Alguien puede vaciar 15 ó 20 tazas de café sobre mi


I
cabeza?
—¿Qué pasa? ¿Mala noche? ¿Cuál es tu culpa?
—No he dormido lo suficiente. Aunque odio sentirme
culpable sobre todo cuando yo tengo la culpa.
—Puedes usar ese chiste como somnífero.
—¿Cómo te verías tú si tu sistema nervioso estuviera
destrozado?
—Creo que debes ir a casa y dormir diez horas. Sé buen
chico.
—Dime, ¿cómo lo consigues?, ¿cómo logras tener sangre fría
en días festivos?
—Podemos soportar la vergüenza, mi estimado, pero la
muerte es algo serio.
[12]

Muestra en color

Cuando lo sabuesos de la agencia abrieron la cacería aquel


I
atardecer, poseían un único alivio: un prófugo cualquiera ya se
habría desaparecido, pero a éste no le cuadraba abandonar sus
negocios, que alcanzaban desde la extorsión, hasta el lavado
de dinero, pasando por el cobro de comisiones ilícitas sobre
contratos con el gobierno.
Era sólo una muestra, en color, de todos sus errores.
[13]

Gente multicolor

Un auto con dos ocupantes se acercó con mucho sigilo por


I
la avenida. Echaban constantemente miradas atrás o revisaban
los reflejos de los escaparates, paraban, arrancaban y daban
media vuelta de improviso. La avanzada iba sondeando el
terreno para prevenir a su jefe de cualquier peligro, como una
emboscada de la policía.
Al aceptar los riesgos, lo aceptas todo. Algo puede pasar.
Algo insignificante que lo puede cambiar todo. Adiós a la gente
multicolor. Era peor que estar viendo telenovelas, aunque
mejor que trabajar para vivir.
[14]

Jueguito en la arena

La policía se ha dedicado pacientemente a desarticular


I
una tras otra las bandas delictivas, pero son como hongos:
cuando arrancan una, sale la siguiente. La ciudad se percibe
tremendamente vulnerable. Esto es más que un jueguito en
la arena.
[15]

Un sobreviviente

Todos saben que los niños necesitan un héroe. Algunas


I
veces es fácil encontrarlo. Otras no. ¡Qué asco me doy! Aunque
si me empeño lograré lo que me propongo porque sé lo que
soy: un sobreviviente. Al menos, reconoce mi existencia.
[16]

Incompatibles

Los jóvenes bailan y beben ajenos completamente a La


I
Situación hasta que su sitio favorito para divertirse sale en
el noticiero. Ignoran que es una de las razones por las que la
escuela y la realidad son incompatibles. Nadie pagará la bebida
esta vez.
[17]

Mejor que la muerte

Cuando la gente hacía fila en la calle, una bomba les cayó


I
encima. Murieron veintidós personas y sus restos quedaron
desperdigados en la calle junto con los escombros del estallido.
La vida es difícil pero es mejor que la muerte.
[18]

Visión nocturna

Seleccionó a sus diez mejores hombres, camaleones ex-


I
pertos, que conseguían permanecer invisibles e inmóviles
durante horas. Al abrigo de la oscuridad, se envolvieron en
los jardines, huertos y plantíos dotados de anteojos de visión
nocturna, teléfonos celulares y cámaras de rayos infrarrojos
que tomaban fotos en la noche más negra. Aquella casa que
tuviera las luces encendidas quedaría sujeta a vigilancia.
Irrumpir en la casa equivocada ahuyentaría a la presa.
»No debemos morder más de lo que podemos masticar«,
les dijo. Se trataba de una maniobra en proceso y no de
una inspiración repentina. Aunque no sabía si aquello era
una presentación o una cacería. De pronto pensó que se
encontraba en el lugar incorrecto. Obviamente no le había
estallado todavía una tarjeta de felicitación en las manos.
Puede resultar peligroso si intentas saber más.
[19]

Tras la pista de un testigo

Los investigadores andan hoy tras la pista de un testigo


I
que, suponen, les permitirá resolver el homicidio.
Como un padre que desea que sus hijos no maduren.
[20]

Mala suerte

—¡Oye! ¿De qué lado estás tú? ¿De los buenos o de los
I
malos?
—Sólo te diré que es mala suerte del mundo el que no
haya más personas como yo.
[21]

Epidemia

El comandante estaba ansioso por perseguir a los


I
delincuentes, al dar con un verdadero tesoro: llegó con
otros agentes hasta un escondite de narcotraficantes,
donde pasaron cinco horas sacando drogas y armas de
compartimentos ocultos.
Aunque más bien parecía que había sobrevenido una
epidemia allí. No había absolutamente nadie.
[22]

Autor intelectual

¿Qué pasa? ¿Debemos tener algún conflicto intelectual


I
sobre quién lo ideó? Sencillamente no quiero estar en el fin
de la vida de alguien.
[23]

Mi nombre

»Los nombres han sido cambiados para proteger a los


I
inocentes«. Y con la aversión que tengo sobre todas las
frases de telenovela. No es tan sabroso cuando le toca a
uno. Tengo noticias: no soy perfecto, nadie debería conocer-
me, tengo caprichos grotescos. Me fastidia la gente que
sabe mi nombre y yo no sé de quién se trata. ¿En qué época
se olvidará mi nombre?
[24]

En la otra cara de la moneda

Sol, yo gano. Águila, ustedes pierden. Aunque siempre,


I
en la otra cara de la moneda, se atraviesa la sórdida realidad
provocando una mudanza contestataria sin poder encontrar
actitudes ejemplares y la visión secuestrada de que todo
puede ser peor.
[25]

Utopía

Los pandilleros le indicaban a los traficantes dónde y


I
cuándo podían vender, les cobraban renta por los sitios
donde comerciaban y los protegían de los ladrones. Al que
no obedecía o no pagaba, lo asesinaban.
Esta ciudad podría haber sido una utopía.
CRÉDITOS
En la otra cara de la moneda
©2019, Gilberto Arvizu Morales
© De esta edición:
Ediciones Awen
(Un sello de Ediciones Palíndromus)
Cualquier parte de este libro puede ser
reproducida, almacenada o transmitida con
permiso del autor o editor mientras se esté
citando la fuente.

edición
Jorge Morales Corona | Verónica Vidal
diseño de colección y portada
Jorge Morales Corona
diagramación
Ediciones Palíndromus
correctora
Gabriela Alfonso

contacto
revistaawen@gmail.com
www.revista-awen.webnode.com.ve
[Facebook] Revista Awen
[Instagram] @revistaawen
En la otra se terminó de editar en el mes de
cara de la julio de 2019 en las instalaciones
moneda de Ediciones Palíndromus ubicadas
de en Maracaibo, Venezuela, bajo la
Gilberto Arvizu Morales licencia del sello Awen y el autor.
Para la colección se utilizaron las
tipografías Lato de Lukasz Dziedzic
para el cuerpo y Quattrocento Sans
de Pablo Impallari y Igino Marini
para los títulos.
todos los derechos reservados
Gilberto Arvizu Morales (México,

[sobre el autor]
1974) Escritor, poeta y gestor
cultural. Ha participado en diversos
talleres literarios en la ciudad
de Querétaro. Ha colaborado en
diversos suplementos culturales
y revistas literarias de su país.
Obtuvo el 3er. lugar en el Concurso
de poesía Ma. Luisa Moreno de
Dolores Hidalgo con el poemario
»En los bordes del relámpago«.
Integrante del Seminario de poesía
Efraín Huerta del Fondo para las
Letras Guanajuatenses 2015-2016.
Ha publicado el libro de poesía
»Hiperbalada entre atlantes«
(Ediciones La Rana, 2017).

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