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CONTENIDO

Por el tribunal ante el que se promueve debe entenderse el órgano jurisdiccional en


el que se pretende presentar la demanda. De acuerdo con lo sostenido por Carlos Arellano
García, “el señalamiento del órgano jurisdiccional ante quien se dirige una demanda no es
simplemente un acto material sino que entraña, en los órdenes teórico y práctico, una
convicción de que el citado órgano jurisdiccional tiene... competencia”.

El artículo 143 del Código de Procedimientos Civiles para el Distrito Federal hoy
Ciudad de México dispone que toda demanda debe formularse ante juez competente, y
para determinar cuál es el juez competente, debe tenerse en consideración los cuatro
principales criterios que sirven para fijar la competencia: materia, cuantía, grado y
territorio. En consecuencia, para determinar el tribunal ante el que se debe promover la
demanda, es necesario atender a las reglas de competencia contenidas contenido en cada
ordenamiento.

Respecto al nombre y apellidos del actor y el domicilio que señale para oír
notificaciones, en primera instancia se hace referencia a la persona que se constituye
como parte actora o demandante, y en segundo término a “la casa que se indique para
recibir notificaciones”, que debe estar ubicada en el lugar donde se lleva el juicio, pues en
caso contrario todas las notificaciones, aun las de carácter personal, se harán por boletín
judicial.

De acuerdo con lo dispuesto por el art 1 del Código de Procedimientos Civiles para
el Distrito Federal hoy Ciudad de México, sólo podrá iniciar un procedimiento judicial
quien tenga interés en que la autoridad judicial declare o constituya un derecho o
imponga una condena, por lo que para asumir la posición de parte actora deberá contar
con interés jurídico.

La persona que tenga interés jurídico para iniciar un procedimiento judicial, podrá
hacerlo por propio derecho o representada. En el supuesto de que la parte demandante
actúe por propio derecho, deberá gozar de capacidad jurídica, ya que en caso contrario
deberá comparecer a juicio por conducto de su representante legítimo o los que deban
suplir su incapacidad conforme a derecho. Si se tratara de una persona jurídica deberá
comparecer por medio de sus órganos de representación, o por conducto de sus
apoderados.

El nombre y apellidos de la parte actora son indispensables, independientemente


de que ésta se encuentre asistida por algún representante legítimo o convencional, es
decir, no basta con expresar el nombre del mandatario, apoderado o representante, sino
que es necesario relacionar el nombre completo del accionante.

En el supuesto de que un tercero comparezca en nombre de la parte actora, es


necesario que acredite, con documento idóneo, la personalidad con que se ostenta.

Cuando exista litisconsorcio de cualquier clase, el mandatario nombrado, o en su


caso el representante común, sea el designado por los interesados o por el juez, es el
único que puede representar a los que hayan ejercido la misma acción u opuesto la misma
excepción, con exclusión de las demás personas. El representante común o el mandatario
designado por los que conforman un litisconsorcio es inmediata y directamente
responsable por negligencia en su actuación y responde de los daños y perjuicios que
cause a sus poderdantes y representados.

En cuanto al nombre del demandado y su domicilio, cabe recordar que la acción


es una instancia proyectiva, o sea, que se dirige contra un tercero; por ende, resulta
razonable que se exija a la parte actora que exprese el nombre del demandado a fin de ser
llamado a juicio. Además, es preciso recordar que el demandado puede ser una persona
física o jurídica.

Por otro lado, la parte actora debe señalar el domicilio del demandado para que éste sea
emplazado a juicio, que es aquel donde resida, como se advierte de la tesis siguiente:

Por el objeto u objetos que se reclamen con sus accesorios debe entenderse la
pretensión del actor frente al demandado, es decir, “el dar, hacer o no hacer que reclame
del demandado, así como el bien sobre el que recae la conducta pretendida”. La parte
actora no sólo debe enunciar en este apartado las prestaciones que reclama en lo
principal, sino que además debe mencionar los accesorios que se desprendan de aquélla.
Así, cabe citar a Arellano García:

Los accesorios usuales respecto a demandas son los intereses que corresponden a
las cantidades adeudadas por el demandado, así como los productos de los bienes del
actor que ha de devolver el demandado; en algunos casos serán los daños y perjuicios
derivados de la situación de incumplimiento de una obligación principal... también suele
considerarse como accesorio... el pago de gastos y costas que el juicio origina. En otras
palabras, en este apartado debe expresarse ¿qué se demanda? o fijar con claridad lo que
se pretende obtener en el proceso.

Cuando haya varias acciones contra una misma persona, respecto de una misma
cosa y provengan de una misma causa, deben intentarse en una sola demanda; por el
ejercicio de una o más quedan extinguidas las otras.

Se concluye que “al ejercitar la acción con una pretensión enfocada en una
persona por determinada causa, si contra ella se tienen pretensiones que pudiesen ser
secundarias o accesorias de la principal, sólo en esa misma demanda podrán reclamarse,
ya que con el ejercicio de las pretensiones principales deben reclamarse también las
accesorias”.

En cuanto a la relación de los hechos en que el actor funde su petición, éstos


tienen que ser numerados y narrados de manera sucinta, clara y precisa. Esta sección de la
demanda es conocida como parte histórica.

El actor en un juicio, al ejercitar determinada acción y reclamar alguna pretensión,


está obligado a precisar los hechos en que funda su demanda, a fin de que la parte
demandada pueda preparar su defensa y oponer las excepciones que sean procedentes.

Los actores de un juicio, al ejercitar determinada acción y reclamar alguna


pretensión de los demandados, están obligados a precisar los hechos en que se fundan, a
fin de que tales demandados puedan preparar sus defensas y excepciones, así como
aportar las pruebas consiguientes para destruir los aludidos hechos; de no proceder en los
términos indicados, aun cuando en el curso del procedimiento lleguen a comprobarse
hechos no expuestos en la demanda, no puede fundarse una sentencia en ellos, por no
haber sido materia de la litis planteada.

La parte actora debe narrar de manera clara en qué se hacen consistir los hechos,
cómo se manifestaron, en qué fecha y dónde se suscitaron, porque sólo así el demandado
tendrá oportunidad de preparar su contestación y defensa, y de esa manera acreditar un
hecho contrario que desvirtúe el invocado por el actor. Pensar de otra forma propiciaría
que el demandado quede en estado de indefensión, porque no conoce los hechos y las
acciones que se le imputan, ni el tiempo ni el lugar y ni las condiciones en que
supuestamente acontecieron. Además, en la demanda deberán precisarse los documentos
públicos y privados que tengan relación con cada hecho, así como si los tiene o no a su
disposición.

En la demanda se deberán proporcionar los nombres y apellidos de los testigos que


hayan presenciado los hechos relativos. Aunque el periodo de ofrecimiento de pruebas en
un juicio ordinario es en una etapa posterior a la expositiva, es indispensable que al
redactar la demanda se ingresen en ella los nombres y domicilios de los testigos, porque
en caso de omitir este requisito será imposible ofrecer más adelante la testimonial a cargo
de persona alguna.

En relación con los fundamentos de derecho y la clase de acción, en la demanda


se deberán citar los preceptos legales o principios jurídicos aplicables. “Lo anterior
significa que la demanda debe llevar un capítulo de derecho que cite las disposiciones
normativas que sirven de base a las prestaciones reclamadas y que encauzan los hechos
narrados hacia una resolución favorable a los intereses del demandante.”

El derecho que se invoca como afectado, así como los actos y circunstancias que
motivan esa afectación deben expresarse claramente al ejercitar la acción. Es correcto que
el ejercicio de la acción requiere, en todo caso, la existencia de un derecho legítimamente
tutelado que pretenda defenderse mediante la intervención del órgano jurisdiccional, y
que tal intención debe ser manifiesta en el escrito de demanda. En efecto, procesalmente
hablando, resulta indiscutible, a la luz de los diversos cuerpos normativos existentes y de
las distintas corrientes de opinión doctrinales y jurisprudenciales, que el ejercicio de toda
acción requiere forzosamente de la existencia de un interés jurídicamente tutelado en que
se apoye.

Para dividir el apartado del derecho aplicable comúnmente se emplean tres


secciones: a) derecho sustantivo aplicable, b) derecho adjetivo, c) los dispositivos legales
que otorgan la competencia al juez ante quien se propone la demanda.

Además, en la demanda se debe expresar la clase de acción que se ejercita; no


obstante, el art 2o del CPCDF dispone que la acción procede en juicio aunque no se
exprese su nombre, con tal que se determine con claridad la prestación que se exija al
demandado y el título o causa de la acción.

De lo anterior se infiere que si en la demanda el actor omite señalar los conceptos


que norman la acción intentada, ni menciona por su nombre la acción que ejercita, pero
de los hechos de la propia demanda se advierte que existe claridad respecto a la
prestación o prestaciones exigidas al demandado, tal omisión resultará intrascendente
para la procedencia del juicio, pues a las partes incumbe formular sus pretensiones, alegar
y probar los hechos en que la fundan y al juez corresponde aplicar el derecho.

Además de ser conveniente el hecho de enunciar el tipo de acción que se pretende


en juicio, sería adecuado citar las jurisprudencias obligatorias que sirvan de fundamento
jurídico a la demanda, pues éstas contienen la interpretación de casos similares resueltos
previamente.

En cuanto al valor de lo demandado, “si la competencia por cuantía ha de figurar


en el problema controvertido propuesto al juzgador, es requisito expresar el valor de lo
demandado”.

En las controversias del orden civil, por su carácter fundamentalmente patrimonial,


tiene mayor relevancia señalar el valor de lo demandado, pues existen los juicios civiles
orales y los juzgados de menor cuantía, además de la primera instancia.
Para determinar la competencia por razón de la cuantía del negocio se tendrá en
cuenta únicamente la suerte principal reclamada, sin que sean de tomarse en
consideración intereses y demás accesorios reclamados.

La firma del actor o de su representante legítimo. Para otorgar eficacia jurídica a


las promociones de los contendientes, es preciso que éstos firmen el escrito respectivo,
pues sólo con ello se hace constar la voluntad de quien aparece como promovente en
relación con las manifestaciones que contienen, por lo que el actor debe firmar su
demanda; y sólo si éste no supiere o no pudiere firmar, pondrá su huella digital, firmando
otra persona en su nombre y a su ruego

Se puede concluir que la firma no constituye un elemento de forma, sino un


requisito esencial para dar validez a un documento; de donde resulta indispensable que
en la demanda o promoción que se formula conste en original la firma de quien
promueve, ya que sólo así se acredita la voluntad del que suscribe.

A CONTINUACIÓN, UN EJEMPLO DE ESCRITO INICIAL DE DEMANDA:

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