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¿Qué tipo de relación se entabla entre la voz lírica y el lector del poema?

El poema “Ojalá nunca te suceda” escrito por Alfredo Pérez Alencar e incluido en su obra
“Regreso a Galilea”, posee aspectos de una obra vanguardista, debido a su uso recurrente de
metáforas y la transmisión de emociones provocadas por determinados hechos.

Se encuentra formado por 5 estrofas, cada una compuesta de 4 versos sueltos de arte mayor,
en su mayoría decasílabos y con ritmo heroico, proporcionando una lectura equilibrada y
uniforme a lo largo del poema. Estos muestran un claro encabalgamiento donde la continuidad
de la idea nos es presentada con una sinécdoque de efecto por la causa “Pasarás desmedidas
privaciones – para lograr empleos miserables” (13), y es un recurso recurrente a lo largo de la
obra, con excepción de una línea adicional al final del texto: “Sí: ojalá que nunca te suceda”
(21) que rompe, a nivel semántico con toda la estructura establecida previamente.

La relación entre la voz lírica y el lector en el poema puede ser descifrada mediante las
excepciones estructurales presentes en el poema.

Desde el primer verso la voz lírica habla estrictamente en segunda persona del singular “A ti te
tocará otra suerte” (1), “… y tú harás con puntual esmero” (16), “Por el oro nunca te
envanezcas” (19) y nos habla directamente a nosotros, como lectores. Expresando
inicialmente, una situación donde la “bonanza” o comodidades que poseemos ya no se
encuentran presenten en nuestras vidas.

Los verbos se encuentran, en su mayoría, en tiempo futuro (tocará, querrás, serás, entre otros)
y van acompañados de la descripción de alguna peripecia o desgracia hacia el lector “Serás
como el recién llegado que busca comida en la basura” (6). Esta estructura morfológica se
rompe en la tercera estrofa, donde la voz lírica pasa a hablar en pasado y mediante el uso de
metáforas como “esa pasada ciudadanía” “ataba las hambres a su cuello y el trabajo a la
servidumbre” (13) podemos interpretar que hace referencia a tiempos coloniales y/o de
esclavitud.

La tercera estrofa es un memorándum de aquellos tiempos de desgracia que la mayoría de


nosotros hemos olvidado y/o no tomamos con la suficiente seriedad debido a las comodidades
que poseemos hoy en día. Además, apegándonos a las metáforas presentes en la cuarta
estrofa, también podríamos interpretar estas peripecias como la situación que poseen algunos
migrantes en sus países de residencia, donde son obligados a trabajos pesados en condiciones
precarias, por un salario injusto.

Otro punto clave es que la última línea: “Si, ojalá que nunca te suceda” posee la única
interjección presente en el texto, donde la voz lírica expresa la esperanza de que los hechos
hipotéticos descritos no le sucedan al lector.

De esta forma, podemos definir a la voz lírica como una especie de consejero que quizá ya
haya pasado por esta situación (según lo que nos da a entender el ritmo del poema) y que,
aunque no le desea lo mismo al lector, hace el llamado de conciencia para que este tenga en
cuenta las situaciones que podrían darse y evite caer en la avaricia.
Explore las técnicas que utiliza el autor para presentar a los personajes y la relación entre
ellos en este extracto

La situación inicial de la obra de teatro “Tres sombreros de copa” de Miguel Mihura presenta
características de teatro vanguardista/absurdo, al romper con la idea tradicional de una obra
teatral, no se presenta ningún conflicto definido ni existe una caracterización definida de la
personalidad de los personajes, relegándolos únicamente a actuar conforme avanza la
situación.

El fragmento posee 42 líneas, compuestas casi completamente de diálogo a excepción de 3


pequeñas acotaciones, adicionalmente podemos apreciar la dirección de escena, que es la
única caracterización clara que poseemos de la apariencia de los personajes.

La escena se desarrolla en una habitación de hotel, no hay introducción de espacio evocado ni


de intervenciones externas, los únicos presentes son Dionisio y Don Rosario, además de la
presencia de las tres lucecitas, que, aunque no son vistas por el público (según la puesta en
escena), son mencionadas por los personajes a lo largo de casi todo el diálogo “¿Son tres
lucecitas que hay allá a lo lejos?” (18) y es en base a estas que se desarrolla la situación
absurda que se nos presenta.

Como mencioné con anterioridad, al carecer de caracterización personal de los personajes, los
únicos indicios a los que nos abstenemos son la dirección de escena al inicio del fragmento y el
lenguaje empleado por los personajes.

Desde el inicio, se nos describe a Don Rosario como un hombre entrado en edad, con barbas
blancas y bastante amable (cayendo livianamente en el estereotipo de abuelito bonachón),
Podemos asumir que se trata del dueño del hotel en el que se encuentran, debido a la
mención que hace sobre su antigüedad trabajando ahí “No. No puede ser roja. Llevo quince
años enseñándoles a todos los huéspedes, desde este balcón…” (24) y a la citación que hace de
su padre, quién al parecer también trabajaba ahí “Esto me lo dejó dicho mi papá (…) «Desde el
balcón de la alcoba rosa se ven tres lucecitas blancas del puerto lejano. Enséñaselas a los 30
huéspedes y se pondrán todos muy contentos...»”

De esta forma, la presentación y caracterización superficial de Don Rosario, se nos es


presentada mediante citas y notas del autor.

Por parte de Dionisio, aunque no realiza ninguna cita en ningún momento, asumimos que se
trata de un hombre educado y elegante, no solo por la forma en la que se describe su
vestimenta, sino también por el trato que tiene con Don Rosario, al que, a pesar de ser un
empleado, lo trata todo el tiempo con el debido respeto.

En cuanto a su relación, me atrevería a decir que no pasa de un trato huésped-empleado de


hotel, aunque la cordialidad e interés mutuo se encuentra siempre presente entre ambos, esto
es principalmente plausible en las últimas líneas, donde mantienen una conversación casual y
amena como si fueran viejos amigos.

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