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LA REPÚBLICA

E PLATÓN,
O

C O L O Q U I O S

S O B R E LA JUSTICIA.
T R A D U C I D O S EN CASTELLANO,
É ILUSTRADOS CON VARIAS NOTAS

POR

D. J. T. Y G
TOMO PRIMERO.

Scribendi recté, sapere est príncipium & font,


Rem tibi Socraticte poterunt ostendere chance.
Hor. Art. Poet,

M A D R I D :

EN LA IMPRENTA DE DON JOSEF COLLADO.


AÑO DE 1805.
Lo que los músicos llaman en el canto armonía^
esto es en la ciudad la concordia , á saber , un
estrechísimo é importantísima vínculo para la
conservación. de qualquier república , que de
ningún modo puede haber sin la justicia,
San Agust. lib. 2. cap. 21. de la Ciudad de
Dios.
LA REPÚBLICA

PLATÓN,
O

C O L O Q U I O S

SOBRE LA JUSTICIA.
T R A.DtfCTDOS ]"tftsf.O,
. É ILUSTRADOS' CON yAKjAS [NQJ^S,' ^ %

POR 1
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D. J. T> T G, -í.Ci'

Scriiendi recté, sapers íst pHhcipiüin Q faiir.


Rem tibi Socrática póieruM ostendere chana,
Hor. Att. Poet 0

M A D R I D :

EN LA IMP.SEÑTA DE DON JOSÉF COLLADO.


AÑO D E f 1804.
Lo que los músicos llaman en el canto harmonía,
~ esto es en la cjudad 1$ concordia,, á~ saber , un
estrechísimo é importantísimo vínculo para ta
conJérvctóioh de' qualquier República ,' que de
ningún modo puede, haber sin la justicia.
San Agust. lib. a. cap. ai. de la Ciudad de
Dios.
III

EL TRADUCTOR AL QUE LEYERE.

H a b i e n d o sido tantas las eíoqüentes tra-


ducciones de autores clásicos , así griegos
como latinos, con que desde el siglb catar-?
ce acá enriquecieron la lengua castellana
y nuestra literatura eruditos y laboriosos,
españoles t¡ extraño parecerá que del filó-
sofo Platón no se haya hasta.ahora, que
se sepa, traducido nada en castellano^.
quando sus obras sé tuvieron siempre por
lo. más selecto $ instructivo y docto que \ S

escribieron, los filósofos de la Grecia sá^


bia. Este descuido se hace mas notable al
considerar, que sobre todos los antiguos
tiene la ventaja de ser á un mismo tiempo
el. mas sólido y; el mas eloqtíente 5 apren-
diéndose en sus escritos no solo el buen
lenguage sino, ademas la ciencia de bien
i

vivir : en términos que solo con su lectu-


ra puede quedar qüalquiera instruido per-,
fectamente de quanto supieron los gentil
les en orden á la ciencia moral f cuyas
verdades .esparcidas en las obras, de: losi
:

otros filósofos, y recopiladas en:las suyas?


a 2
IV.
componen con las nuevas luces que Jes
d i o , un cuerpo de doctrina de lo mejor que
conoció el paganismo. Sus grandes pen-
samientos y sublime genio le grangearori
el sobrenombre de divino , y no se detu-
vo Cicerón en compararle á Homero y
Demósthenes , respetándole como á su
maestro y su D i o s , hasta llegar á d e -
cir que mas quería engañarse con Platón,
que pensar bien con los otros.
Algunos Padres de la Iglesia le mira-
ron con gran veneración, y las sublimes
verdades que se encierran en sus escritos y
formaron tan grandes filósofos, tuvieron
bastante fuerza para arrancar de la docta
pluma de San Agustin, hablando de estos,
aquella fuerte hipérbole, que en mudan-
do algunas proposiciones y unos pocos tér-
minos se convertirían en hombres chris-
iianos. E s cierto que otros P a d r e s , en es-
pecial San Juan Chrisóstomo , hicieron
contra él terribles invectivas 5 pero esta
oposición de pareceres debe atribuirse á
los dos modos con que se consideraba la
filosofía de Platón. Los filósofos christia-
nos la miraban como doctrina que condu-
cía naturalmente á la religión christiana.
V
Y los filósofos paganos la consideraban co?
mo que contenía en sí una moral tan per-
fecta como la de los christianos, y aún que
podia-ocupar el lugar de esta santa religión.
IJaxo el primer respeto era: digna de todos
los elogios que le dieron los grandes Doc-
tores de la Iglesia que salieron de su e s -
cuela. BaxO el segundo no hay anatema á
que no sea acreedora $ siendo bien noto-
rios los defectos de esta filosofía , y tan
desmesurado el orgullo de los filósofos
que en ella prevalecieron. H o y dia cesó
ya esta diferencia , y no hay ninguno, á
no ser ciego é insensato, que se atreva á
preferir, ni aun siquiera á comparar á
Platón y Sócrates, no digo con los E v a n -
gelistas y Apóstoles, sino aun con el me-
nor de los buenos christianos. ;
E l defecto principal de, nuestros, dias
consiste en el abuso que se hace de. apli-
car con prodigalidad el augusto título de
filósofo á toda clase de personas de qual-
quier arte y profesión que sean, que por
lo raro llaman la atención con alguna sin-
gularidad , ó que se distinguen por su l i -
bertinage $ habiendo sucedido á la filoso-
fía lo que á las familias mas distinguidas,
« 3
VI
guando usurpados' sus ilustres apellidos
por otras obscuras y bastardas, vienen á;
parar en que no se sabe distinguir quienes
sean los verdaderos herederos, que ten-
gan derecho de llevar aquel nombre. A
causa de esto se halla hoy d í a , como en
los tiempos de Platón , desconocida , aba-
tida y despreciada esta profesión, hasta
no tenerse idea ninguna del verdadero fi-
lósofo j cuyo carácter consiste en ser pru-
dente , j u s t o , fuerte y templado 5 en amar
la v e r d a d , huir del deleite , renunciar á
todos sus deseos , y en quanto sea posible
despreciar su cuerpo , opuesto siempre á
la sabiduría , en no temer ni la pobreza,
ni la afrenta que pueden padecerse por
sostener la justicia y la verdad, en hacer
bien á todos los hombres , aun hasta sus
mismos enemigos, y no pensar en otra
cosa que en morir bien , y para conseguir-
lo renunciar á todo y renunciarse á sí mis-
mo. Esta idea tuvieron los mas ilustrados
paganos Sócrates y Platón , y de consi-
guiente tuve por cosa útil y provechosa ha-
cer ver mediante esta traducción el progre-
so cierto y visible que ellos hicieron en la
averiguación dé estas verdades y cono-
3
VII
cer hasta qué grado de luz plugo á Dios
el conducirles. Por poco que se reflexione
sobre lo que enseñaron , dice Mr. Dacier^
se ve claramente que para cerrar Dios la
boca á la incredulidad, preparaba ya la
conversión de los gentiles, tantas veces
predicha por los Profetas $ porque á.la:
verdad obra de Dios fué, y como un pre-
ludio de esta conversión, que dos paga-
nos , en la mas idólatra de. todas las ciu-
dades , y quatrocientos años antes que la:

luz del evangelio alumbrase al universo,


anunciaran y probaran una gran parte de
las verdades de la religión christiana. Dig-
na es de notarse la circunstancia del tiem-
p o , pues que Platón empezó á divulgar
las doctrinas de Sócrates poco- después que
murieron los tres últimos Profetas que h u -
bo en Israel. De suerte , que al punto que
cesaron los Profetas entre los judíos , sus-í
cita Dios filósofos que empiezen á ilustrar
á los gentiles, y sirvan de desengaño al
hombre sobre lo poco que;puede su flaco
y débil entendimiento sin los auxilios de
la revelación , á vista de que estos subli-
mes ingenios desde la cumbre de los mas
elevados pensamientos , se despeñan en el
a 4
VIII
abismo de los errores mas execrables é
inesperados, aun en la persona mas idiota,
manifestando á la postre que son hombres.
• Esto deberán no perder de vista los
lectores, para que en tropezando en algu-
na de las manchas con que desfiguró P l a -
tón sus excelentes escritos, léxos de re-
traerse de su lectura por semejantes caí-
das , se aprovechen de aquella humilla-
ción de la razón humana para conocerse
á sí mismos, y acostumbrarse á descon-
fiar de sus propias luces. A qualquiera le
será fácil comparar la moral de Sócrates*
con la que se lee en los libros de los que
en nuestros dias se tienen únicamente por
sabios } y encontrará que en medio de sus
defectos discurrió mucho mejor sobre Ist
l e y natural y sobre la esencia de la justi-
cia , que aquellos que no conocen mas ley
natural que el instinto físico, ni otra j u s -
ticia que el interés del mas fuerte. Se sor-
prehenderá también al ver levantar á un
gentil un edificio'de moral, que separadas
unas pocas nulidades, tiene toda la p e r -
fección que era capaz de darle el espíritu
humano entregado á sus propias fuerzas}
mientras que algunos christianos que se
IX
vanaglorian de haber heredado algo de la
- sabiduría de Sócrates, y le miran como
modelo de virtud, trabajan por destruir
no solo la obra de la revelación y de una
sabiduría infinitamente superior á todo eí
saber de los hombres, sino aun hasta la
obra misma de la razón. Quanto mas gran-
des fueron las tinieblas de aquellos tiem-
pos , tanto mayor aprecio debemos hacer
de Platón y de Sócrates, que parece fue-
ron escogidos de Dios para ser los p r i -
meros pregoneros de estas grandes .verda*
des , y si puede decirse, los precursores
de San Pablo en la mas "supersticiosa y la
mas idólatra de todas las ciudades.de Gre-
cia. L a doctrina de estos- filósofos fué la
que conservó las chispas del conocimien-
to que este grande Apóstol encontró en el
corazón de algunos atenienses, sobre la
resurrección de los muertos, y sobre la
inmortalidad del alma.
Para expresar mejor el ingenio y mé-
todo Socrático , prefirió Platón; escribir
en diálogo, siendo cada conversación;una
escena viva y animada^ donde se ve obrar
á todos los actores, dirigiéndose mejor al
blanco de persuadir é instruir, por .tener
x:
lá fuerza de un juicio contradictorio, en
el quál las dos partes se defendieron quan-
to fué" su voluntad , ó alcanzaron sus ta-
lentos, y por lo mismo la victoria conse-
guida por una de las dos partes , no se le
puede disputar, sobre todo quandoel diá-
logo está trabajado por un hombre diestro
que no busca mas que la verdad. Antes de
Platón este modo de escribir era poco c o -
nocido, habiéndolo apenas usado Zenón
de Elea, y Alexamenes de Teosj pero fué
tanta la urbanidad, la elegancia , la her-
mosura" y gracia que derramó Platón en
esta especie de conversaciones, que le me-
recieron la gloria de la invención , y fué
mirado en todos los siglos como el primer
compositor de los diálogos. Cada uno de
los suyos es una pintura sacada de la mis-
ma naturaleza , donde se describen las
costumbres y caracteres de los sofistas,
de los políticos, de los niños, de los mo-
zos , de los viejos, de las mugeres, de los
esclavos y de las personas libres 5 no sien-
do estos unos meros rasgos generales, sino
retratos personales que no desconocerían
las gentes que vivieron en su tiempo.. E n
una p a l a b r a , no hay sátiras, ni comedias
XI
que íé igualen en el número de sales y
g r a c i a s , en la variedad de pensamientos
y expresiones, y en el modo de manejar
la ironía, siendo en su género lo que Aris-
tóphanes en el suyo 5 aunque con la dife-
rencia que sus pinturas son menos libres,
sus rasgos menos cínicos y mas delicados,
sin que para llamar la atención cargue
con exceso de ridículo, ni desfigure sus
personages como hizo Aristóphanes , en
especial respecto de Sócrates, viniendo á
ser inimitable su artificio, y superior en
mi sentir á Luciano mismo.
L o quemas contribuye á que su lec-
tura sea tan agradable y tan ú t i l , es que
la verdad va saliendo poco á poco del seno
de la misma disputa, como quando se des-
envuelve el lienzo de una pintura , se vén
levantarse poco á poco los personages, y
parecer al fin del todo enteros: porque
es cierto que para nuestra alma no hay
cosa mas dulce que está verdad que prin-
cipia , y cuyo progreso casi insensible le
dexa tiempo de prevenirla y adivinarla,
-muy diferente de quando se nos prueba,
que no hace por lo común sino agriar-
nos y inquietarnos. Otro de los provechos
XII
que pueden sacarse de los escritos de Pla-
tón , es el de formarse el juicio, y de ad-
quirir la precisión de entendimiento y
exactitud de razón tan necesarias en to-
dos los estados de la vida para discernir
Ja verdad del e r r o r , y tomar el mejor
partido en todos los sucesos que se p r e -
senten, pues que como dice Horacio en su
arte poética la filosofía de Sócrates es la
fuente del buen gusto. E n suma, los diá-
logos de Platón fueron la admiración de
todo el m u n d o , y en tiempo del Empera-
dor Trajano tuvieron en Roma tanto apre-
cio , que se introduxo y fué recibida cort
mucho aplauso la costumbre de hacer
aprender de memoria á los niños los mer
jores de entre ellos, á fin que los recita-
sen en los convites con los diferentes tonos
y gesticulaciones que convenian á cada
uno-de los personages. Conservaron gran
reputación hasta el tiempo de..los árabes^
los quales por desgracia se inclinaron mas
á su discípulo Aristóteles, y :eon sus co-
mentarios le proporcionaron el, magisterio
exclusivo en todas las escuelas. Al pre-
sente apenas se lee el uno ni el o t r o , t e -
niéndoles el mismo r e s p e t o , que en otro
XIII
tiempo tuvieron los gentiles á los bosques
sagrados , es decir, que los miran de la-
xos , y no se acercan á ellos. Me inclino
á c r e e r , á lo menos respecto de Platón,
que es por no conocerle, y estoy persua-
dido , que si se resolviesen á leer sus diá-
logos , tendria tantos admiradores como
lectores.
E l mas hermoso é interesante de to-
dos es el que escribió sobre 1$ justicia,
conocido comunmente con el nombre de
la República. E s el que trabajó con mas
cuidado , y no cesó de limarle y retocar-
le hasta los ochenta años cumplidos. Des-
pués de su muerte en un manuscrito de su
República, se encontró el exordio mu-
dado de veinte maneras 5 sin duda porque
no queria que la doctrina de Sócrates per-
diese en sus escritos aquella fuerza y gra-
cia que tenia en boca de su maestro. E a
general no hay cosa mas harmohiosa y d i -
vina v que la colocación de las palabras en
Platón-5'y si en la elección hubiese sido
tan feliz, seria igual á H o m e r o , y supe-
rior á todos los otros. Su imaginación
bella y fecunda alimentada con las enér-
gicas frases de los oradores, y enrique-
XIV
cida con las gracias de los poetas, le su-
ministraba los rasgos mas sublimes y las;
imágenes mas risueñas y mas naturales,
de modo que su prosa es tan rica en figu-
ras como la mas hermosa poesía. E n su-*
m a , este escrito es de lo mejor que los
antiguos nos dexaron sobre la filosofía, y
en sentir de Cicerón ningún filósofo le ha
igualado. L a filósofa Axiotea, habiendo
leido por casualidad uno de los coloquios
de la República, se inflamó en tanto gra-
do de amor á la filosofía, que se partió
corriendo á Atenas, y disfrazada de hom-
bre se metió en la Academia por oir á
Platón.
E n diez libros se suele dividir esta di-
fusa conversación, ó largo diálogo , que
he llamado yo diez coloquios , por pare-
cerme mas acomodada esta denominación
al genio de nuestra lengua. Dos cosas se
propone el filósofo como objeto principal:
la una es inquirir qué es lo que hace al
hombre j u s t o , ó en qué consiste la justi-
cia : la otra es comparar la condición del
bueno con la del malo, para clecidir quál
de las dos debe preferirse á la otra. Sus-
cítase la qüestion primera de resultas de
XV
un coloquio que tiene Sócrates con el an-
ciano Céphalo, y Thrasimaco de Calce-
donia dá motivo á la segunda, quando
para apoyar la definición de la justicia,
que decia ser el interés del mas fuerte,
añade que la felicidad del hombre crece á
proporción de su maldad, con tal que al
deseo de hacer m a l , se junte el poder de
cometerle impunemente. Refuta Sócrates
lo que con tanta temeridad habia osado
proferir Thrasimaco, y obliga por fin á
enmudecer al sofista en el primer coloquio,
que debe mirarse como proemio de los de-
más , y en donde se desenvuelve la mate-
ria simplemente.
• Renuévase la disputa en el segundo,
y Glaucon y A.dimanto, hermanos de Pla-
tón , se empeñan en continuar la objeción
de Thrasimaco, exponiéndola con la ma-
yor claridad , y reduciendo la qüestion á
términos muy claros y precisos. Pretenden
los hermanos que no se haga ningún caso
de las buenas ó malas conseqüencias que
resultan de la justicia é injusticia, sino
que se consideren entrambas como desnu-
das , y solo por lo que son en sí mismas:
y que entonces examinada su naturaleza, y
XVI
los efectos que producen en el corazón del
hombre , se decida si el que sigue la vir-
tud es mas feliz que el partidario del v i -
cio. Les propone Sócrates , que para c o -
nocer mas fácilmente lo que es la justicia
en un particular, se observe antes l o q u e
es en una sociedad entera, haciéndole v e r
que aquí será mucho mayor, y por lo mis^
rao se descubrirá con menos trabajo: y
luego que se comparen estos dos modelos^
valiéndose del grande como de medio masf
adequádo para conocer mejor el pequeño.'
P o r q u e , dice Sócrates, lo que hace justa
á un estado, debe también hacer justo a í
particular $ en todo se corresponden el uno
con el o t r o : por consiguiente no puede
haber entre ellos otra diferencia que la de
mas á menos. Formemos pues una R e p ú *
b l í c a , y veamos cómo y por dónde se i n -
troducen allí la justicia é injusticia. G>-
ínienza á establecerla desde los fundamen-
tos , subiendo al origen de la sociedad ci-
vil y se la vé como nacer, crecer y en-
grandecerse. Al pronto no concede mas á
los-ciudadanos de su nueva República que
lo puramente necesario, y los representa
quales se conciben los hombres en el es-*-
XVII
íado natural, advirtiendo que una ciudad
compuesta de tales habitantes , es una ciu-
dad sana, es una ciudad perfecta. Propor-
ciónales después algunos alivios, y íes
hace vivir ya con mas desahogo, aña-
diendo comodidades y aun superfluidades
á lo meramente necesario , de modo que
algunas artes inventadas por solo el pla-
cer entran en esta ciudad con todo el tren
y aparato que suelen llevar consigo. Des-
de entonces dexa de ser una sociedad for-
mada para un número pequeño de habi-
tantes , y pasa á constituir un gran mun-
do. En tres clases divide este cuerpo po-
lítico , la del pueblo, la de los guerreros,
y la de los magistrados 5 y después de ha-
ber demostrado que el estado es justo
quando el pueblo y los guerreros están su-
jetos á los magistrados, y los magistra-
dos mismos á las leyes, empieza á exa-
minar en el coloquio quarto y continúa en
los siguientes, si acaso en el alma de ca-
da hombre se hallen tres partes que cor-
respondan á las dichas tres clases. Descu-
bre que en efecto la razón representa al
magistrado 5 al guerrero la ira$ y las otras
pasiones al pueblo 5 de donde concluye.
XVIII
que el hombre es justo quando la ira y de-
mas pasiones obedecen á la razón.
Conocida la naturaleza,de la justicia,
pasa en el coloquio octavo á inquirir quá-
les' sean sus efectos. Y tomando de nuevo
la comparación del hombre político con
el gobierno interior del hombre , comien-
za por distinguir cinco maneras de gobier-
nos. Gobierno monárquico ó aristocrático,
que era el de su República, y le prefiere
por ser el mas perfecto de todos. Gobier-
no timocráticoi, donde reynan la intriga
y ambición, quales fueron el de Creta y
Esparta. Gobierno oligárquico, donde so-
los los ricos tienen parte en los negocios^
el democrático ó puramente popular, y en
fin-el tyránico. Á estas cinco especies de
gobiernos, opone otras tantas maneras d s
hombres, á saber , hombre justo, hom-
bre ambicioso, hombre interesado, hom-
bre que se vá tras todas sus pasiones sin
refrenar ninguna, y hombre en fin tira-
nizado por una pasión violenta que se apo-
dera y enseñorea de toda su alma. Expli-
ca en seguida de qué modo se hace el trán-
sito sucesivo de un gobierno á otro g o -
bierno menos perfecto, de un hombre á
xm
©tro hombre mas corrompido. Y concluí-»
do este paralelo, decide en el coloquio
nono la qüestion segunda con decir, que
así como el mas feliz de todos los estados
es el que está gobernado por un R e y filó-
sofo, esto e s , amante de la razón y de la
verdad , y el mas desgraciado el que tie-
ne por Señor á un t y r a n o , del mismo mo-
d o la condición mas dichosa es la del
hombre justo ; y la del malo dominado
por sus pasiones , la mas miserable. Por
último, á fin que la victoria de la justicia
contra la injusticia fuese completa, pide
Sócrates en el coloquio décimo, que se
tenga consideración con lo que habia d e -
xado pasar por alto al principio. Para que
no se complicase demasiado la disputa,
consintió en que en el examen de la qües-
tion propuesta, no se cuidasen por enton-
ces de los bienes ni de los males exterio-
res afectos á la práctica de la virtud y
del vicio 5 pero supuesto que está dada la-
sentencia , quiere ahora que se restituyan;
á la virtud ios honores y premios que tie-
ne derecho de esperar, y que recibe en
efecto de los hombres y de ios Dioses du-
rante esta vida y después de la muerte; y
XX
al igual que se le vuelvan al vicio las
afrentas y castigos que merece, de los qua-
les no se puede libertar.
Concluyese el diálogo con una relación
de lo que sucede á los buenos y á los ma-
los en la otra vida, que pone Sócrates en
boca de un armenio llamado Hér, y le
supone resucitado á los doce dias de su
m u e r t e , á tiempo que su cuerpo tendido
sobre la pyra iba á ser consumido por las
llamas. Platón bebió sin duda estas ideas
en las tradiciones de los egipcios, que las.
recibieron del pueblo de Dios y de los an-
tiguos Patriarcas 5 pero andando el tiem-
po se alteraron y corrompieron por los
idólatras estas tradiciones con la mezcla
de tantos errores , que nadie debe ad-
mirarse que unas mismas verdades se ex-
pliquen por pinturas tan diversas y fa-
bulosas.
A esto se reduce el asunto principal
de esta obra, enriquecido por el autor con
varios é interesantes episodios \ pero con
tanta oportunidad, que ninguno con razón
los pueda censurar de inútiles digresiones.
E l primero que empieza al fin del segun-
do coloquio, y acaba casi á la entrada
3TXI
del quarto, es sobre la educación de los
guerreros, y se trata de los exercicios pro-
pios para formar el espíritu y el cuerpo,
comprendidos baxo los nombres de música
y gimnástica. Condena con este motivo
y destierra de su República á Homero y
demás poetas que osaron proferir falseda-
des á cerca de los Dioses, de los Héroes,
de los infiernos, y otras cosas pertene-
cientes á la religión. N o reprueba absolu-
tamente toda especie de poesía, sino solo
aquella que es imitativa y cuyo objeto se
dirige á lisongear las pasiones. Extiende
su reforma á la música y á la armonía pro-
piamente d i c h a , y aun hablando de la
gymnástíca, dice como de paso algo de la
medicina y del modo de curar los enfer-
mos.
E l segundo episodio es la abertura
del coloquio quinto , en el qual con moti-
vo de haber dicho Sócrates , hablando de
los guerreros, que entre amigos todo d e -
bía ser común , bienes , mugeres , é hijos,
se le obliga á desentrañar esta proposi-
ción , que apenas habia insinuado antes
como de paso. Se empeña pues en probar.
b 3
XXII
i.° que los empleos deben ser comunes á
los guerreros y á sus mugeres, y por lo
mismo que se las debe educar en, la músi-
ca y en la gymnástica. 2. Que las mugeres,
0

de los guerreros deben ser todas comunes


á todos, con el designio sin duda de que se
compusiese su República de una sola fa-
milia , que se aboliesen en ella los odiosos
nombres dé mió y de tuyo, y se cortase de
raiz toda semilla de discordia y división.
Los fines que se proponía eran ,muy bue-:
n o s , pero los medios de que se valió, me-
jor los llamaremos delirios de un hombre
que sueña, que discursos serios de un filó-
sofo. . .
L a objeción que en seguida le presen-
tan , de que el plan de su República es de-
masiado hermoso , para que pueda reali-
zarse , dá motivo, aj. tercer 'episodio, que
sin duda es el.mas largo y el pedazo mas
completo de toda la obra^ En, respuesta
d i c e , que no debe esperarse que se.vea so^
bre la tierra una República tal como la
;

suya, á menos que la filosofía suba al tro-


no en persona de los sábíos,.ó;que los R e -
yes vengan á ser filósofos. X, para preca-
XXIII
ver toda equivocación en materia tan im-
portante, describe el carácter del verdade-
ro sabio, al qual y no á otro conviene úni-
camente el título de filósofo. E n el colo-
quio sexto prueba que pocas veces nacen
hombres de este carácter, y que conspira
t o d o , aun hasta las buenas calidades su-
yas , á que se corrompa este corto núme-
r o , en términos de ser muy difícil que pue-
dan ellos conservarse. Objetante de nuevo,
que léxos de tener la filosofía bastante fuer-
za para producir en la sociedad civil tan
maravillosa mudanza , se advierte al con-
trario que el número mayor de los filóso-
fos son malos y perjudiciales á los esta-
dos , y los restantes quando menos son en-
teramente inútiles. Conviene Sócrates en
; que esta reprensión no carece de algún fun-
damento, pero añade qué de ningún modo
•debe recaer sobre la filosofía; y para jus-
. tificarla plenamente distingue los verdade-
,ros de los falsos filósofos, exponiendo las
causas de la inutilidad de los primeros y
de la perversidad de los segundos. M a n i -
fiesta en seguida cómo debe educarse, el
filósofo que se destina para gobernar el
b 4
XXIV
estado , disponiendo en el coloquio sépti-
mo que se le haga pasar por toda especie
de pruebas que acrisolen su virtud y su
capacidad , que su vida vaya mezclada de
contemplación y de acción , que se instru-
ya en todas las ciencias propias para su-
blimar el espíritu y generalizar las ideas,
como son la arithmética , álgebra, geo-
metría y astronomía, haciéndolas servir
como de otras tantas gradas para llegar
al mas elevado de todos los conocimien-
tos que es el del soberano bien, á donde
deben encaminarse, y parar allí todos los
conocimientos filosóficos.
Por fin, en el coloquio décimo descar-
ga Sócrates los últimos golpes contra la
poesía imitativa , impugnándola en sus
principios y en su misma naturaleza. De-
muestra que es fútil y de poca substancia,
agena de la verdad, y que su objeto es dar
gusto á la parte frivola del alma, estu-
diando sus flancos para seducirla con mas
facilidad y mayor seguridad. Que entre
todas las pasiones siempre üsongea las que
son mas indecentes á un sabio : por tanto
la destierra nuevamente de su República,
XXV
después de haberle permitido defender su
causa por sí misma, ó por medio de sus
amigos.
Del resumen que acabo de h a c e r , r e -
sulta, i.° que este diálogo es en parte mo-
ral , en parte político, y que el designio
principal de Platón no es formar un plan
de República como creen muchos, enga-
ñados sin duda por el título de la obra,
que no es conocida con otro nombre que
con el de República, sino de conocer al
hombre justo, virtuoso y perfecto , com-
parándole con una forma de gobierno tan
excelente en su género , como el gobierno
interior del hombre lo es en el suyo. Otros
hablan dicho del hombre que es un pequeño
mundo 5 Platón le considera aquí como una
pequeña República. 2. Que la hipótesis
0

de la República perfecta no tiene mas de


chimenea, que la del hombre perfecto,
debiéndose colocar la una y la otra baso
el mismo grado de posibilidad. De modo
que si Platón en la pintura que traza de
un gobierno sin defectos, no hubiese dado
lugar á sus desvarios sobre los matrimo-
nios y sobre la comunidad de mugeres.
«¡llanto ha dicho ni sería menos hermoso,
ni menos sólido que lo que dice con mor-
tivo del hombre justo y del verdadero fi-
lósofo. 3. Qué Platón tenia demasiado
0

juicio para creer que ni su República ni


su sabio pudiesen existir tales como se los
imagina, diciendo él mismo en el coloquio
quinto. " Que no debe esperarse del hom-
»bre una perfección que iguale á la virtud
¡"misma, y que harto hace si se asemeja
«en los principales rasgos. Que habiendo
»de discurrir sobre la naturaleza y los
«efectos de la justicia é injusticia, era pre-
«ciso tener á la vista dos modelos com-
«plétos, uno d e bondad , otro de malicia,
«que de ningún modo pretende puedan
«existir} pero sí -que el hombre será ó mas
«feliz, ¡ó mas desdichado , según mas se
«acerque al uno ó al -otro. Hallándose en
«orden á esto en el caso mismo de un pin-
« t o r , que aun después de haber pintado
«el mas hermoso hombre que puede ima-
«ginarse, con todo no estaría en. estado de
«probar que la naturaleza^ puede producir
«una hermosuraitan completa. E n una pa»
»lab»ra, que es imposible en la naturaleza
XXVÍI
«de las cosas, que la execucion de un pro-
«yecto corresponda exactamente á la idea
«que se formó en el ánimo."
Algún tanto me he dilatado en la ex-
posición de este diálogo, por considerar
que muchas personas instruidas por otro
l a d o , no tomaban el sistema de Platón
por la parte que debían, con perjuicio de
la verdad. Deben pues tener presente, que
es un autor profundísimo, que para enten •
derle bien es menester estudiarle, y que
la mayor parte de los errores á que die-
ron lugar sus escritos, provienen sin duda
de que no se lee sino superficialmente.
Aunque estoy muy léxos de pensar que
concurran en mí los talentos que tenia por
necesarios Dacier para hacer una buena
traducción de la República 5 con todo me
parece puedo asegurar á mis lectores que
les presento á Platón tal como e s , sin mu-
dar , añadir, ni quitar nada. Para conse-
guirlo no he perdonado fatiga, ni escusa-
do diligencia alguna , á fin de expresar
con fidelidad y con la claridad posible el
sentido del autor, teniendo á la vista ei
texto griego, consultando siempre las v e r -
XXVIII
siones latinas d e Ficino y Serrano, y la
francesa del P. G r o u , que me suministró
muchas luces, y esmerándome en buscar
las voces y frases castellanas que mas se
conformasen con el original. Con todo se
hallarán muchos defectos , que no deben'
atribuirse por ningún título á la lengua es-
pañola-, que congenia como la que mas con
la griega, sino á mi poca habilidad y prác-
tica en este género de escribir $ aunque por
haber sido el primero que respecto d é
Platón hizo este servicio á los que solo sa-
ben el castellano, confio se me perdonará
con facilidad que no baya llegado al g r a -
do de perfección que debía esperarse de
otra persona mas diestra y exercitada. H e
cuidado también de ilustrar mi traducción
con las notas que á la suya puso el P. Grouy
añadiendo otras muchas sacadas de auto-
res acreditados, que diesen á conocer a
los menos instruidos, los personages fa-
bulosos é históricos, el origen de algunos
adagios, y los usos y juegos antiguos que
se mencionan en esta obra. Pocas son las
reflexiones morales y políticas que ofrez-
co á mis lectores de las muchas que se pre-
XXIX
sentan á cada paso sobre el total del sis-
tema , y sobre algunos pasages particula-
res , creyendo será mejor que se las haga
cada uno , y que reflexiones por reflexio-
nes valdrán mucho mas las suyas, y le in-
comodarán menos que las mias. Por últi-
mo , me parece no será fuera de propósi-
to , que al diálogo de la República pre-
ceda una noticia historiada de la vida de
Sócrates, que es el principal interlocutor,
y otra de su discípulo Platón por ser el
autor j los dos principales personages que
interesa conocer para la mejor inteligencia
de la obra.
XXXI

VIDA DE SÓCRATES.

S ó c r a t e s nació en Atenas en el arrabal


llamado Alopece el seis del mes Tharge-
lion, que corresponde al diez y seis de
M a y o , año quarto de la Olympiada se-
tenta y siete, quatrocientos sesenta y ocho
años antes de Jesu-Christo. Su padre e r a
escultor, y llamábase Sophronisco, y su
madre era partera, y se llamaba Phena-
retta. Educáronle desde luego en la p r o -
fesión de su p a d r e , que era de las mas
honrosas de la Grecia , y se adelantó tan-
to , que muchos autores aseguran que las
tan decantadas estatuas de las tres Gra-
cias que se veian en la ciudadela de A t e -
nas, detras de la estatua de Minerva, eran
obra suya. E s de notar con Diógenes Laer-
eio, que fué el primero que, contra el uso
común de los artistas , las representó v e s -
tidas , pudiéndose llamar con Horacio las
Gracias esculpidas por Sócrates, Gracias
honestas.
E l profundo silencio que se observa
sobre los primeros años de su vida „ nos
hace presumir que los ocupó en -trabajar
XXXII
en la escultura, hasta tanto que Critén^
noble ateniense, advirtiendo la extensión
de sus conocimientos naturales , y pare-
ciéndole que talentos tan extraordinarios
podían emplearse mejor , le hizo abando-
nar el exercicio de esta profesión , y le
persuadió á que se dedicase por entero á
la contemplación de la simetría moral;
cuyo objeto principal consiste en acercar
nuestra alma,- quanto sea posible, á la per-
fección y excelencia de la divinidad. Quie-
ren unos, que sus primeros maestros de fi-
losofía fuesen Anaxágoras, y Arcbelao^
apellidado el físico 5 y otros con buenos
fundamentos, que lo fué Pródico, habien-
do sido el único de los filósofos de aquel
tiempo con quien dividió su gloria, y á
quien se empeñó en ridiculizar sobre las
mismas opionines teológicas Aristópbanes
en sus Nubes. Luego que hubo recibido Só-
crates del generoso Critón lo preciso para
socorrer las necesidades de la v i d a , que
seria á los treinta años de su edad, se apli-
có con toda intención á la filosofía natu-
r a l , estudio que constituía entonces una de
las principales ocupaciones de la juventud
de Aténa*, y en el que hizo rápidos pro-
xxxm
gresos, pero consideradas las insuperables
dificultades que acompañan á esta ciencia,
y convencido por experiencia de la inuti-
lidad de estas averiguaciones, aun quan-
do salen con ellas, le abandonó y esta-
bleció por objeto principal de su aplica-
ción la felicidad de la especie humana.
Éste fué, dice Cicerón, el primero^que
hizo baxar la filosofía del cielo, donde pa-
recía haber fixado su morada , que la c o -
locó en las ciudades, la introduxo en las
casas particulares, y la obligó á servir de
guia al conocimiento de la vida, de la mo-
ral , del bien y del mal.
Permaneció algún tiempo en este es-
tado tranquilo sin darse á conocer, hasta
que se le presentó ocasión de manifestar
el <Aalor , la amistad y todas las virtudes
que caracterizan al verdadero ciudadano.
Acia el año quarto de la Olympiada 8 ^ ,
siendo Sócrates corno de unos treinta y seis
años, Potidea, ciudad de Trácia y tribu-
taria de Atenas, se reveló contra la Repú-
blica : los atenienses juntaron al-punto su
exército y se partieron á sujetar los rebel-
des , los quales al ruido de su llegada sa-
lieron de la ciudad y fueron á recibirles,
XXXIV
y después de un sangriento combate, en
que perdieron mucha gente, se vieron pre-
cisados á retirarse dentro de sus muros.
E l exército vencedor puso sitio á la ciu-
d a d , y aunque fué muy riguroso, con to-
do los sitiados se defendieron obstinada-
mente por espacio de dos a ñ o s , no h a -
biéndoles podido obligar á que se rindie-
sen sino por la falta de víveres. Durante
este combate y este sitio se señaló Sócra-
t e s con acciones muy distinguidas, que le
grangearon los elogios de sus conciuda-
danos , pero con destreza hizo resaltar la
gloria sobre Alcibiades ( á quien habia li-
bertado la v i d a ) , con el fin de acrecentar
el esfuerzo de este joven ateniense , y dis-
pertar en su corazón los deseos de mere-
cer mayores honras de parte de su patria.
De aquí tomó principio su intimidad con
Alcibiades, en cuya tienda se aloxó d u -
rante esta expedición $ pero sin que ia sun-
tuosidad y abundancia de regalos que allí
se disfrutaban, hubiesen podido jamas ha-
cer renunciar á nuestro filósofo ÍA vida
dura y militar que habia abrazado desde
el principio de la guerra. En lo fuerte del
invierno, quando los otros soldados au-
XXXV
mentaban ropas para íibertarse de los r i -
gores del frió j conservó siempre su ves-
tido ordinario y caminaba á pie descal-
zo sobre los hielos j lo qual junto á la
templanza y sobriedad qué constantemen-
te observó j le formaron un temperamen-
to capaz dé resistir á todas las enferme-
dades j de modo que casi fué el único que
n® padeció la epidemia esparcida ert todo
el campo y ciudad de Potidea*
Concluida la expedición se volvió- á
Atenas, y á poco empezó á dar lecciones
públicas, nocon la ostentación ni orgullo
de ios sofistas, ni con las miras mercena-
rias de los maestros asalariados por los
Magistrados para enseñar en las escuelas,
sino con la mayor modestia y gratuita-
mente ^ en las calles, en los paseos, eri
los baños j y en las casas particulares. Eri
suma , en todos los paráges que encentra-*
ba favorables para enseñar á los hombres
las obligaciones de la religión , y los d e -
beres esenciales de la humanidad. En Una
de estas ocasiones encontró á Alcibiades
que iba á orar á el templo, y según cos-
tumbre le preguntó qué intención llevaba,
demostrándole el riesgo que había en-ha-
c a
XXXVI
cer á Dios peticiones indiscretas, no fuese
que creyendo pedir un bien, le pidiese el
mayor de todos los males. Por lo que r e -
petía con freqüencia esta breve oración,
que puede decirse las encierra todas, sa-
cada de un antiguo poeta: Gran í)ios y

concedednos lo que nos conviene, ora os


¡o pidamos, ora no , y alexad de 710sotros
quanto pueda dañarnos^ aunque os lo pida-
mos. Mientras que se ocupaba Sócrates en
desterrar la superstición del ánimo de los
atenienses, trabajaba también infatigable-
mente por refutar la incredulidad de los
que impugnaban la existencia de Dios, y el
libertinage de los que veía tiranizados por
sus pasiones, persuadido que no les fal-
taba mas de dar un paso para el ateísmo.
Establecida insensiblemente su repu-
tación , vino bien pronto á ser el objeto
de la envidia de los sofistas, que adver-
tían despoblarse de cada dia sus escuelas
por escuchar las lecciones de nuestro fi-
lósofo. La atención continua que ponia en
impugnar sus principios, y quitar la más-
cara á su ignorancia , contribuía en extre-
mo á redoblar su odio. Leemos en Platón
que disputaba freqüentemente con ellos,
XXXVII
y que á pesar de su eloqüencia no dexa-
ba siempre de triunfar y recibir aplausos
de sus discípulos , de los quales hizo mu-
chos prosélitos que siguieron su doctrina.
Sin embargo los sofistas se habían acredi-
tado tanto con el pueblo, que hubiera sido
imposible refutarles por medio de una im-
pugnación manifiesta , aun quando se hu-
biese valido de la eloqüencia mas enérgi-
ca y de las pruebas mas bien fundadas.
Por esto introduxo Sócrates un nuevo mé-
todo de disputar llamado^ de inducción,
por el qual con un ayre de humildad y
desconfianza de sus propias luces (jamás
con tono dogmático), hacia á su contra-
rio continuas preguntas , y le conducía de
argumento en argumento hasta las conse-
qüencias mas absurdas $ de modo que el
sofista sin percibir el lazo que se le arma-
ba , acababa por contradecirse y refutar él
mismo la falsedad de sus proposiciones.
Tales eran los medios de que se valia nues-
tro filósofo para desacreditar á estos fal-
sos sabios, y exponer con toda claridad
los presuntuosos designios de estos p r e -
tendidos dispensadores de la sabiduría.
Aumentábase cada dia mas y mas la
c 3
XXXVIII
reputación de Sócrates, no solo en A t e -
nas , sino aun en toda Grecia, de moda
que de las provincias mas remotas acudían
á oir sus lecciones 5 y aunque según el
uso recibido desde antiguo le hubiese sido
permitido recibir estipendios que Je h a -
brían enriquecido hasta lo sumo, fué tal
su desinterés , que aun en las necesidades
mas urgentes no quiso recibir retribución
alguna pecuniaria de sus instrucciones,
enseñando siempre gratuitamente á todo
el mundo la sabiduría y la virtud, bienes
mas apreciables que todo el oro del uní-
verso.
Proyectaron en este tiempo los ate-
nienses una expedición militar contra los
beodos , y la preferencia que siempre da-
ba á las necesidades de la patria sobre
sus inclinaciones particulares , le determi-
naron desde luego á tomar parte en esta
empresa, Encontráronse los exércitos jun-
to á la ciudad de Delion , y dióse la bata-'
l i a , en la que fueron rechazados los ate-
nienses con gran pérdida , pero Sócrates
acreditó su esfuerzo en el combate y en
la retirada , sin huir precipitadamente
como los mas del exército, sino paso á¡
XXXIX
p a s o , haciendo frente al enemigo, hasta
que viendo caido del caballo y cubierto
de sangre á Xenophonte , le levantó , le
puso sobre sus hombros, y le llevó hasta
dexarle á cubierto de la persecución de
los vencedores.
Concluida la expedición se volvió Só-
crates á Atenas, donde encontró que los
sofistas, los sacerdotes, y los oradores^
aprovechándose de su ausencia , habian
formado contra él un partido considerable.
E l famoso Aristóphanes, infame poeta có-
mico, ganado por esta facción , fué el pri-
mero que para sondear las disposiciones
del pueblo, se atrevió á desacreditarle en
la comedia llamada las IVubes. Sabiendo ei
filósofo que se habia de representar, aun-
que solo concurría á las tragedias de E u -
rípides , se fué al teatro para ser espec-
tador de esta pieza. A pesar del notorio
desprecio y burla que en ella se hace de
su carácter , no se le escapó la menor se-
ñal de descontento 5 antes al contrario dio
una prueba rara de la bondad de su co-
razón. Habia algunos extrangeros que te-
nian ansia por saber quien era este Sócra-
tes de quien se hablaba en toda la pieza,
c 4
XL
y él se levanto de su puesto y estuvo en
esta actitud mientras duró la comedia. Este
áyre'de confianza que su mérito y su ino-
cencia podían autorizar, sirvió para ad-
vertir á sus discípulos quan contrarios eran
los preceptos que les enseñaba , á los- que
le hacían proferir en aquella pieza, y
para desconcertar los designios malicio-
sos del poeta , que habiendo querido poco
después presentar la misma comedia en el
t e a t r o , no encontró mas que el desprecio
y las reprensiones que merecía.
Apenas los atenienses se habían repa-
rado del descalabro padecido en De ñon,
quando sé vieron obligados á tomar otra
vez las armas contra Brasidas, general
lacedemonio , que habiendo entrado en
la Trácia con un exércitó, se apoderó
de algunas ciudades que pertenecían á
la República, y entre otras la de Am-
phipolis, plaza de mucha consideración;
Aunque Sócrates acababa de experimen-
tar el riesgo que habia en ausentarse de
su patria, la necesidad urgente que tenia
ella de soldados le determinó á mar-
charse á esta tercera expedición , la que
no habiendo sido mas feliz que la pasada^
XLI
se hubo de volver á A t e n a s , de donde
no salió hasta su muerte.
Continuaba con ardiente zelo la obra
que tan felizmente habia comenzado de
franquear á sus oyentes los preciosos t e -
soros de la filosofía , y trabajaba cons-
tantemente por gravar en su corazón y
en el de sus discípulos el amor á la ver-
dad , á la piedad y á la justicia , tenien-
do presente en todos sus discursos la ana-
logía que reyna entre la perfección moral
y la perfección natural, que algunos e x -
presaron con el nombre de simetría. E s t e
conocimiento de la bondad y. de la her-
mosura en materia de moral, le condu-
cía por una correspondencia sucesiva de
ideas á mirar la regularidad de los ras-
gos del rostro ^ como una señal exterior
que denotaba infaliblemente la excelencia
del carácter. De aquí aquel gran gusto de
preferencia que tenia para con los jóvenes
bien agestados, y en especial por Alci-
biades, en cuya educación se ocupaba sin
cesar, á fin de retraerle de los placeres
peligrosos, á los qüales la opulencia y la
fuerza del natural continuamente le inci-
taban. Pero á pesar de este, afecto partí-
XLH
eular.', ninguno £e los enemigos de su
tiempo se atrevió á reprenderle la infame
pasión con que algunos modernos, por ma-
licia ó por ignorancia de las costumbres
de Grecia, se esforzaron amancillar la r e -
putación de nuestro filósofo.
Veíase entonces en el punto mas alto
á que puede aspirar una ambición gober-
nada por la razori, sin que el interés, la
vanidad ni el orgullo tuviese cabida en
su corazón. Declárale el oráculo de A p o -
lo preguntado por Cerephón, por el mas
sabio de todos los hombres. Y Sócrates
le interpreta modestamente con decir, que
el oráculo solo le nombró para proponer
un exemplo, como si hubiese dicho: el
mas sabio es aquel, que, como Sócrates,
reconoce • que verdaderamente no hay en
sí ninguna sabiduría. Fué siempre ene-
migo del ayre y nombre de maestro , y
quando Demónico le presentó su hijo para
que aprendiese de él la sabiduría , después
de haberle remitido á los sofistas que pre-
sumían ser los maestros , le preguntó aí
joven The ages, si sabia qué cosa era la
sabiduría? E l qual respondiendo afirma-
tivamente , le replicó Sócrates : os enga-
XLIII
nais 5 pero yo quiero enseñaros lo que es:
por un favor particular de la providen-
cia he tenido siempre desde mi niñez una
guia interior que no me inspira sino para
separarme de lo que be resuelto , y nun-
ca me incita á ninguna empresa. Esta
inspiración , ora se llame genio , ora • un-
ge l , ora demonio familiar, según los p a -
receres varios de los antiguos, la quaí
debe mirarse no con ojos supersticiosos, si-
no simplemente como el fruto de la exac-
titud de sus juicios, jamás le engañó en
el discurso dé su vida 5 y no era otra cosa
que la sensación interior, inseparable del
corazón de los hombres de un juicio p e -
netrante y. exacto, que obra en nosotros
y nos dá un presentimiento profético de
lo que puede suceder , antes que las fa-
cultades de nuestra alma puedan probar
la verdad de esta inspiración.
Cincuenta años tendría quando se casó
con Xantipa, muger la mas insociable que
habia en Atenas, Esta esposa hizo de su
casa , que debia ser para el marido lugar
de paz y de tranquilidad , una morada de
alborotos, disensiones é inquietudes , sin
que jamás hubiese podido conseguir, eó-
XLIV
mo ella misma declaró transportada en
cólera, que Sócrates perdiese su modera-
ción ordinaria. Añádase que en este tiem-
po la anarquía habia desterrado la felici-
dad de las asambleas del pueblo; de la
religión y de la filosofía, la superstición
y las falsas p r e o c u p a c i o n e s y de la so-
ciedad, la corrupción de costumbres 5 pero
todo junto no fué bastante para desterrar
la paciencia de su corazón , donde se ha-
bía retirado como á plaza inexpugnable.
Esta deprabacion general le impidió acep-
tar ningún empleo público ; y aunque por
constitución del E s t a d o , todo ciudadano
tuviese derecho de dar su voto en las asam-
bleas , reusó constantemente asistir hasta
la edad de sesenta años que fué elegido
por representante de su tribu en el Senado.
Ascendió por su turno á la dignidad de
'Epistate, que tenia el cargo de custodiar
las llaves de la fortaleza y del tesoro pú-
blico , y quando su tribu tuvo la presi-
dencia dio un exémplo memorable de sa-
biduría , valor y probidad , exponiendo
generosamente su vida contra el furor de
un populacho ciego, por defender la de
los valerosos y expertos capitanes de la
XLV
esquadra ateniense que venció á los lace-
demonios en el combate naval de las islas
Arginusas. Conseguida la victoria sobre-
vino repentinamente una tempestad, que
obligó á los comandantes á hacerse á la ve-
la , sin haber podido enterrar los muertos.
Llegados á Atenas , en vez de recibir las
señales de reconocimiento que les eran de-
bidas por el servicio que acababan de ha-
cer á la República, fueron por esta omi-
sión involuntaria acusados ante el Senado,
y condenados á sufrir una muerte ignomi-
niosa. Sócrates fué el único que perseveró
constantemente en defenderlos, y que no
quiso dar su voto para esta inhumanidad,
prefiriendo exponerse al resentimiento de
los ciudadanos mas poderosos de la R e -
pública , que quebrantar el juramento que
habia hecho al entrar en su empleo, de
no hacer jamás cosa contra la razón y con-
tra la equidad.
Los atenienses experimentaron bien
'pronto las funestas conseqüencias del yer-
ro que acababan de cometer 5 porque- Li-
sandro , General lacedemonio, atacó su
esquadra al año siguiente, ia derrotó y
echó á pique casi todos los navios, des-
XLVI
pues de haberles muerto muchos miles de
hombres, y hecho multitud de prisione-
ros. Se aprovechó el lacedemonio de es-
tas primeras ventajas j y se marchó acia
Atenas bloqueándola por mar * mientras
que un exercito mandado por los Reyes
de Esparta la tenia sitiada por tierra: los
atenienses atacados por todas partes , sin
víveres , sin navios, sin esperanza alguna
de socorro, les fué forzoso rendirse á dis-
creción, y pedir humildemente á sus ene-
migos una paz que ellos les habían, rehu-
sado muchas veces con altanería. Lisan-
d r o , algún tiempo después, se valió de
las discordias que se levantaron entre los
ciudadanos para mudar la forma del go-
bierno : abandonó la democracia, y esta-
bleció un consejo oligárquico, compuesto
de treinta hombres , que con justo título
se trasmitieron á la posteridad baxo el
nombre de los treinta tiranos. Sócrates
tuvo el sentimiento de ver al frente de este
consejo á Cridas, que habia sido discí-
pulo s u y o , y de quien debía esperar mas
consideraciones de Jas que recibió. Este
tirano conservando, en su corazón la me-
moria de las justas reprensiones que le dio
XLVII
su maestro por su brutalidad y por sus in-
fames pasiones , lo primero que hizo por
un efecto de resentimiento suyo, fué pro-
hibirle la instrucción pública de la juven-
tud , y por este medio impedirle que ins-
pirase á los atenienses el amor á la sabi-
duría y á la virtud , que hubiera infalible-
mente perjudicado á sus malvados p r o -
yectos 5 pero Sócrates sin aterrarse con la
prohibición de este tirano, y desprecian-
do las órdenes de estos magistrados, es-
tablecidos no solo contra las leyes natu-
rales , sino también contra las del E s t a -
do , persistió con una firmeza sin exem-
plo en medio de los asesinatos.y execu-
ciones públicas, á sostener los privile-
gios de la humanidad, y á exórtar á sus
conciudadanos á hacer esfuerzos nuevos,
para recobrar su antigua virtud y liber-
tad. Por mas que expuso repetidas veces
su vida para oponerse á la tiranía., con
todo sus enemigos tomaron ocasión de que
Cridas habia sido su discípulo, para in-
sinuar en el ánimo del pueblo tan absurda
como falsamente, que el carácter bárbaro
y sanguinario de este tirano era efecto de>
las instrucciones de Sócrates. Sin embar-
XLVIII
g o , la oligarquía no duró mucho, por-
que el pueblo acalorado con las esce-
nas continuas de barbarie , tomó las ar-
mas en su propia defensa, y ayudado por
JPausaniasRey de E s p a r t a , arrojó los
tiranos, y se restableció la forma antigua
de gobierno.
Tomó entonces nuevas fuerzas la cons-
piración tramada contra Sócrates por los
sacerdotes , los sofistas, los poetas y los
oradores, y reunidos baxo la dirección de
Melito de Anytc>, y de Lycon, juraron su
pérdida, pretextando ssr un efecto de las
doctrinas de Sócrates las maniobras tirá-
nicas de Cridas contra la República, y
los rasgos de libertinage de Alcibiades,
quando pocos años antes habia desfigura-
do en compañía de otros amigos las es-
tatuas de Mercurio , y representado de
un modo ridículo los misterios de Eleusis.
Esparcidos entre la multitud estos falsos
rumores tan opuestos al carácter de Só-
crates , y por medio de este artificio pre-
parado el pueblo á recibir todas las ca-
lumnias que podrían inventarse contra él
en lo sucesivo, Melito, según la costum-
bre practicada en Atenas, puso su acusa-
XLIX
cion en forma ante los Magistrados, los
quales después de dar avisó al pueblo,
convocaron el Senado Heliástico para de-
cidir este negocio.
Informados los amigos de Sócrates de
la malignidad de sus enemigos , fueron á
darle aviso á su maestro 5 unos ofrecién-
dole defensas trabajadas con esmero, otros
aconsejándole que compusiese alguna res-
puesta á estas calumnias. Sócrates les res-
pondió con una tranquilidad increíble:
Nunca hice mal á nadie, y miro este tes-
timonio de mi conciencia como la mejor
defensa que puedo dar. Sin duda que Dios
por un efecto de su bondad infinita ha
Permitido este suceso, á fin que mi vida
no se termine por la edad, sino por otr*
medio mucho mas suave.
Al dia aplazado compareció ante los
jueces, no con el ayre abatido de un d e -
linqüente, sino con la dignidad de un ma-
gistrado , efecto de su grandeza de alma,
y de la firmeza que dan ordinariamente
la inocencia y la verdad. Leyóse entonces
la acusación concebida en estos términos:
Averigua con curiosidad impía lo que
pasa en el seno de la tierra. JNo recono-
d
L
ce los "Dioses qué adora su patria. JPre*
sume estar inspirado por un Dios deseo*
nocido , ó mas bien no cree en ningún
Dios. Corrompe la juventud, enseñando"
la á despreciar las leyes , y el uso esta-
blecido en la elección de los magistrados.
En fin, con sus consejos les incita á que
sean perturbadores de la quietud pública.
Sócrates, según la costumbre observada
en los procesos, respondió separadamen-
te á cada uno de los capítulos de acusa-
ción que se habia formado contra él , y
concluido el discurso, que puede verse e n
la apología de P l a t ó n , pasaron á recoger
los votos de los jueces , que le condena-
ron á muerte con pluralidad de treinta y
tres.
Habia ley en Atenas por la qual el
acusado declarado culpable , estaba obli-
gado á confirmar la equidad de la senten-
cia condenándose á sí mismo, ó á multa
pecuniaria, ó á destierro, ó á prisión per-
petua j pero Sócrates llegado este caso,
rehusando constantemente el confesar que
era culpable , se dirigió á sus jueces con
el ayre de dignidad que le .inspiraba su
sabiduría y su inocencia, y lesVdixQ : que
LI
por los buenos servicios que había hecho
á la República y á su patria, y por el
cuidado que se había tomado en inspirar
el amor á la virtud, se condenaba á ser
mantenido toda su vida en el Pritaneo á
costa del Estado. Sin embargo,como siem-
pre fué observantísimo de los estatutos de
su país, se dexó persuadir con facilidad
por sus amigos Platón , Critón, Critobulo
y Apolodoro, que salieron por sus fiadores,
y se impuso á sí mismo la multa de trein-
ta minas, que serian como unos cien d u -
cados.
Satisfecha esta formalidad, los j u e -
ces que votaron su condenación , delibe--
raron un poco tiempo sobre el género de
suplicio, y le sentenciaron á beber la ci-
cuta. Pronunciada la sentencia volvió á
dirigir su discurso á los jueces, y predixo
á los que le habían condenado, que pron-
to se arrepentirían de haberle quitado la
vida ^ y á los que le absolvieron , y esta-
ban afligidos de su suerte , les hizo ver
que la muerte no es un m a l , sino un bien
para el justo. Quando le llevaban á la pre-
sión, muchos de sus discípulos y amigos
se le acercaron llorando y dando amar-
da
ni
-gas quexas por la crueldad con que se íe
trataba j y á Apolodoro que le manifestó
el dolor que tenia de verle morir inocen-
te , le respondió poniéndole la mano so-
bre la cabeza: Pues quél querríais mas
verme morir' culpable"}
Luego que llegó á la prisión le entre-
garon al oficial de los Once magistrados,
que tenia la responsalidad de los reos de
Estado. Pero en la tarde de aquel dia en
que fué condenado, el sacerdote de Apo-
lo coronó la popa del navio sagrado, que
todos los años iba á ofrecer sacrificios á
la isla de Délos , y la execucion se dilató
hasta su vuelta $ porque durante este via-
ge estaba prohibido por las leyes quitar
la vida á ningún reo. Los discípulos se
aprovecharon de esta dilación para visi-
tarle continuamente en su prisión, y r e -
cibir de su boca las últimas lecciones de
filosofía, que fueron admirables , y p u e -
den verse en los diálogos de Platón , el
Critón y el Pbedon , y en la admirable
tabla alegórica de la vida, humana de Ce-
bes el tébano.
Pasados veinte y ocho dias, Critón su
discípulo favorito se fué muy de mañana
Lili
á la cárcel para darle la triste nueva de
la vuelta del navio, y le encontró pacífi-
camente durmiendo. Esperó á que disper-
tase ~, y después de manifestarle su sor-
presa , de que estando en víspera de morir
pudiese tomar aquel reposo, le propuso
las medidas que tenia tomadas para que
se saliese de la prisión y se retirase á T e -
salia. Sócrates estuvo firme, y léxos de
rendirse á las razones y lágrimas de su
a m i g o , le persuadió que era obligación
suya permanecer allí, y sufrir la pena im-
puesta por los jueces , por injusta que
fuese. Llegado el dia fatal los discípulos
y amigos de Sócrates que se hallaban en
la ciudad, á excepción de Platón que e s -
taba enfermo , se fueron temprano á la
cárcel, para hacer la última despedida á
su maestro, y le encontraron en la pieza
donde debía morir, acompañado de su mu-
ger y sus tres hijos, á quienes habiendo
dado los últimos consejos, dispuso que
Gritón les hiciese salir afuera. Quedóse
con sus discípulos conversando sobre la
inmortalidad del a l m a , hasta que el exe-
cutor d i x o , que era ya tiempo de beber
la cicuta. Tomó la copa en la m a n o , sin
¿3
la menor señal de turbación, y sin mu-
dársele el color , y con ayre sereno le
d i x o : si era permitido hacer libaciones.
Y respondiéndole que n o , hizo una breve
oración á Dios , y se bebió la cicuta con
la mayor tranquilidad. Visto por sus ami-
gos que la habia bebido, no pudieron con-
tener las lágrimas, y se abandonaron á
un llanto desmesurado. jQué es esto, ami-
gos mios ? les dixo Sócrates , yo habia he-
cho salir expresamente las mugeres por
evitar este lance: alentaos , y no lloréis.
Este valor y constancia calmaron el d o -
lor de sus discípulos , y no pudieron me-
nos de avergonzarse de su conducta , com-
parada con la de su maestro que iba á
espirar. Sócrates después de haberse p a -
seado un p o c o , según le previno el exe-
c u t o r , conociendo que se le adormecían
las piernas se echó en la cama , se cubrió
la cabeza, y á poco se volvió á descu-
brir , y dixo estas últimas palabras : Cri-
tón , debo un gallo á escapulario, no os
olvidéis de cumplir este voto por mí', y
con hacer un pequeño movimiento dio el
último suspiro el año primero de la Oiy¡Ti-
piada noventa y cinco, á los años de
su edad.
LV
Al punto que quedaron satisfechos
con su muerte la envidia y odio de sus
enemigos , los atenienses empezaron á re-
flexionar sobre las virtudes de este filó-
sofo , y á venerar la memoria de un hom-
bre que habían tan cruelmente persegui-
do en vida. Los magistrados publicaron
luto universal, mandando cerrar las tien-
das , los gymnasíos y los lugares públi-
cos , y le erigieron en el parage mas ele-
vado de la ciudad una estatua de bronce
trabajada por Lysipo j y no satisfechos
con esto condenaron á muerte al infame
M e ü t o , y á los demás acusadores á un
destierro perpetuo. Por la misma razón
que no pretendía Sócrates enseñar, jamás
quiso escribir n a d a ; pero sus discípulos
Cebes el tábano, Xenofonte y Platón tu-
vieron cuidado de instruirnos de su d o c -
trina , que se contiene la mayor parte en
la presente obra de la República.

¿4
LVII

VIDA DE PLATÓN, j

JPlatón nació en Colyto, aldea de Ate-


nas, dia siete del mes Targelion, que cor-
responde al diez y siete de Mayo,, año
tercero de la Olympiada ochenta -y. sier
te, antes de Jesu-Christo 430 ,.quan-
do cumplía'Sócrates los treinta y nueve
de su edad. Tuvo, por-padres, á. Aristón
y Perictiona, descendientes de las ilus-
tres familias de Codro y de Solón,y le
pusieron por nombre Arist ocles, que ha-
bía sido el de su abuelo. Platón empezó á
llamarle su maestro;.de gymnasio, por ser
ancho' de espaldas , y este nombre con-
servó toda la vida. Entre las relaciones
fabulosas que se cuentan. de este filósofo,
una merece particular atención , por ser
como anuncio de su gloria. Dícese que
Sócrates vio en sueños ^ que un pollo de
cisne volando desde el altar consagrado al
Amor, que estaba en la academia-, habia
ido á ocultarse en su seno, y que des-
pués levantándose de allí dirigió su vue-
lo acia el cielo , recreando con su canto
á los hombres y á los Dioses. Añadentque
LVIIÍ
pasados algunos años , quando Aristón
Ip presentó sii hijo , habia exclamado Só-
crates : Ved aquí el cisne que vi salir
del^altar para reposar en mi seno. Apre-
ciada esta historia por sú justo valor, es
decir y como inventada expresamente por
algún autor ingenioso, para dar una idea
grande de un.genio superior 5 se debe con-
siderar que Platón correspondió: en todas
sus "partes al sentido, .figurado de éste em-
blema. \ "¡ :• yr.y.utrj,:;.-:.:: . Í ^ : ' ;

vEmpezó á estudiar'baxolá dirección


del gramático 'Dionisio, y.; &< ejercitarse
en la palestra con. Aristón de Argos, en
la que aprovechó tanto , que. dicen, algu-
nos'jque luchó en los juegos Pytios.,A pren-
dió la: música cozúDráeon.ateniense, y
cawMetelo de? Agdgento , jy se dedicó
con particular afición, á la pintura y á la
poesía., llegando;:. á. coinponer muchos
poemas ditirámbi.cos y épicos*, y una per-
fecta teiralogla 'de • tragedias .qué quemó
á ios veinte años, después de haber oido
á Sócrates,. Estrechóse enteramente con
este filósofo , y-como su natural era in-
clinado á la virtud, se aprovechó tan bien
de los ^discursos de este grande hombre,
LIX
que á los veinte y cinco años de su edad
dio muestras de una sabiduría extraordi-
naria , y de que era capaz ya entonces de
gobernar un Estado.
Los lacedemonios en aquel tiempo se
apoderaron de Atenas, y Lisandro su Ge-
neral estableció en ella' el gobierno de
los treinta, que bien pronto usurparon
la autoridad tiránica, y fueron conoci-r
dos después por los treinta tiranos. Des-
de entonces dio Platón señales nada equí-
vocas de tener una. alma libre , inca-
paz de baxarse á hacer la corte á un ti-
rano. Lisandro , á cuyo poder todo se
rendía, y que por sus crueldades se ha-
bía hecho temible, estaba rodeado de poe-
tas que lisongeaban su vanidad y celebra-
ban su gloria. Entre otros Antimaco y Ni-
ceratose. empeñaron en hacerle versos a
porfía, y tomándole á él mismo por arbi-
tro para que juzgase de.su mérito, aplicó
el premio á Nicerato: Antimaco despecha-
do de esta afrenta recogió su poema , y
Platón que le estimaba-por su bella poe-
sía, sin temer el resentimiento de Lisan-
dro , le consoló diciendo , que mas digno
de lástima era el Juez que no é l , porque
IX'
la.-.ignorancia-es un mal mayor respecto
del-alma , que lo es la ceguera respecto
del cuerpo. .
Siendo ya entonces muy conocido el
mérito de Platón , hicieron quanto pu-
dieron los ministros de la tiranía, para
ganarle y obligarle-á tomar ..parte en su
gobierno. Nada se le proponía 'que no
fuese muy confqnne á su edad: y á sus
máximas, y toda su ambición se dirigía
á que las luces que había adquirido fue-
sen útiles á su patria-, esperanzado en las
promesas de estos treinta tiranos, que al
fin los. determinaría á dexar sus modales
tiránicos , y á gobernar la ciudad con la
sabiduría y moderación de buenos Ma-
gistrados. Ocupado: 'dia y noche de estos
pensamientos , y-buscando los medios mas
propios de salir con su designio, observa-
ba con cuidado todos sus pasos; pero cono-
ció desde luego que el mal iba en peor, y
que el espíritu de tiranía estaba tan arrai-
gado, que era imposible destruirle. Afli-
gido de esta calamidad que Dios solo po-
día remediar, y en la qual teniendo par-
te en los negocios, era preciso ó ser cóm-
plice de sus crímenes, ó víctima de su
XXI
furor, reprimió todos, sus deseos con Ja,
esperanza de tiempos . mas favorables.
Quiso la fortuna favorecer sus buenas in-
tenciones , pues á poco fueron arrojados
los treinta tiranos, y se restableció la an-
tigua forma de gobierno.
Este suceso alentó algún tanto las
casi del todo muertas esperanzas de Pla-
tón $ aunque conoció bien pronto que el
nuevo gobierno no era mejor que el pa-
sado, pues se despreciaban las leyes, no
habia orden ni disciplina , y toda la au-
toridad estaba en manos del pueblo, siem-
pre mas temible que los mismos tiranos.
Sócrates fué una de las víctimas sacrifi-
cadas por este gobierno, y Platón que
tenia entonces treinta años, y era Sena-
dor , subió á la tribuna para defenderle,
obligándole sus concolegas á callar, quan-
do apenas habia empezado su discurso.
Este desenfreno de iniquidad aumentó el
amor que tenia á la filosofía, y después
de muerto Sócrates, temiendo la inhu-
manidad de los atenienses se retiró á Me-
gara en casa de Euclides con otros ami-
gos suyos. Entonces empezó á oir las lec-
ciones de Craty/o, que enseñaba la filo-
LXII
sofia á&Heraclito , y á Hermógenes, que
enseñaba la de Parmenides. De Megara
pasó á Cyrene para perfeccionarse en las
matemáticas baxo la dirección de Theo-
doro, que era el mejor matemático de su
tiempo. Visitó de camino el Egipto , su-
jeto entonces al imperio de Artaxerxes
Mnemon , y valiéndose del pretexto de
vender aceyte, conversó mucho tiempo
con los sacerdotes egipcios, de quienes
aprendió gran parte de sus tradiciones; y
aun Dacier cree que adquirió entonces
alguna noticia de los libros y doctrinas
de los Hebreos , fundado en lo que di-
cen Aristobulo , Josepho , Numenio , y
los Padres de la Iglesia, Justino, Cle-
mente Alexandrino , Eusebio y Theodo-
reto. Reconocido todo el Egipto, se fué
en seguida á Italia , en donde oyó á Phi-
lolao y á Euryto , filósofos pitagóricos}
y de allí pasó á Sicilia por ver las ma-
ravillas de aquella isla, quando tendría
los quarenta años de su edad. Este viage
que.no tuvo mas motivo que el de satisfacer
su curiosidad, puso los primeros funda-
mentos de la libertad de Siracusa , y pre-
paró los grandes hechos que fueron exe-
LXIII
Gutados por Dion, cuñado y favorito de
Dionisio el viejo. r
Era Dion joven esforzado y magná-
nimo , pero acostumbrado á las baxezas
y esclavitud de un cortesano cobarde y
tímido, y lo que-aun es peor, criado en
el luxo , en la opulencia y en la ociosi-
dad , hubiera dexado morir aquellas pre-
ciosas semillas si Platón no las hubiese
animado.por medio de sus discursos. Apé?
ñas oyó los preceptos de su doctrina,
quando inflamado de amor á la virtud, no
deseaba mas que seguirle, y como veía
la facilidad con que Platón habia mudan-
do su corazón , creyó que haria lo mis-
mo con el de Dionisio, y así no tuvo
descanso hasta que determinó á este Prín-
cipe á tener una conversación con el filó-
sofo. No se habló al principio sino della
virtud , y luego se disputó sobre la esencia-
de la verdadera fortaleza j probando Pla-
tón que de ningún modo era herencia de
los tiranos, los quales muy léxos de ser va-
lerosos y fuertes , son mas débiles y tími-
dos que los mismos esclavos. Vino por fin-
á tratarse de la utilidad y de la justicia,
y Platón hizo yer que en realidad no se
LXIV
puede llamar útil, salvo lo que es honesto-
y justo, y demostró que la vida de los jus-
tos era feliz en medio de las mayores ad-
versidades , y la de los injustos al contra-
rio miserable en el seno de la misma pros-
peridad. Dionisio que se senda conven-
cido por su propia experiencia, no pudo
sufrir mas tiempo la conversación, y apa-
rentando burlarse de su moral, le dixor
que sus discursos sabían á 'vejeces: y
Platón le respondió: que los suyos sabían
d tiránicos. Este Príncipe poco acostum-
brado á oir verdades tan odiosas, le pre-
guntó algo acalorado , á qué habla ido á
Sicilia^ y el filósofo respondió: que d
buscar un hombre de bien. Al oírte ha-
blar , replicó Dionisio, se diría que no
le habías aun encontrado^Pero Dion te-
miendo que el descontento de Dionisio tu-
viese funestas conseqüencias, le pidió su
permiso para que se marchase Platón,
sin perder la ocasión de un navio que de-
bía volver á su patria á Poluides, Em-
baxador de Lacedemonia. Convino Dio-
nisio , encargándole secretamente al Em-
bajador que en el viage quitase la vida
á Platón, ó á lo menos que le vendiese
LXV
por esclavo en lo que no le. haría agra-
vio alguno , porque siendo justo seria fe-
liz, ora fuese libre, ora no. Poluides le
llevó á la isla de Egina , donde fué acu-
sado por Charmandro como reo de pena
capital i en virtud de la ley que mandaba
se le quitase la vida á todo ateniense que
abordase en dicha isla. Esperando estaba
la sentencia de muerte , quando por bur-
la le ocurrió decir á uno, que aquel hom*
bre era filósofo, y rto ateniense cuyo
i

dicho le salvó la vida. Solamente se le


condenó á ser vendido , y le compró An-
niceris de Cyrene por treinta minas j el
qual le puso en libertad y le envió á Ate-
nas j sirt querer nada por el rescate , di-
ciendo que no solo los atenienses cono-
cían el mérito de Platón, ni solo ellos
eran dignos de hacerle servicios. Plutar-
co y Diogenes refieren estas particulari-»
dades, de las que nada dice Platón eri
su séptima carta, donde cuenta este via-
ge á Sicilia, y no es creíble que se le hu-
biese olvidado de hablar á lo menos de-
sú bienhechor.
Muerto Dionisio el viejo, le sucedió
su hijo Dionisio, á quien crió su padr©
LXVI
en un encierro, temiendo que con el tra-
to de hombres de talento é instrucción se
llegase á conocer, y cansado de la escla-
vitud, conspirase contra su persona. Ape-
nas subió al trono este joven Príncipe,
quando deslumhrado con su grandeza no
pudo menos de caer en los lazos de sus
cortesanos, que nada omitieron para cor-
romperle , y vinieron á ser los ministro»
y artífices de sus placeres. Dion que te-
nia por mas perjudiciales al Estado las
disoluciones del joven Dionisio, que la*
crueldades de su padre , no perdía oca-
sión de hacerle ver los abismos donde iba
á precipitarse y y creyendo que sus vicios
provenian de ignorancia y de ociosidad,
procuraba meterle en ocupaciones hones-
tas, é inclinarle á las ciencias, sobre todo
á la que puede reformar las costumbres.
Entre los muchos consejos y avisos que
le daba, soiia decirle , que la virtud sola
podia hacerle disfrutar la~ verdadera fe-
licidad , que se extendiese sobre todo su
pueblo: y que el temor y la fuerza no
eran los apoyos verdaderos del trono,
sino el afecto y amor ce l o s vasallos, fru-
tos indefectibles de la virtud y de la jus-
íjcía de los Príncipes. Mezclaba con estos-
discursos-multitud de verdades y senieri«
Cías que habia;aprendido d e . Platón y-b!f~
riéndole que solo este filósofo era capá?,
de comunicarle todas las virtudes con que?
debía estar, adornada Una, alma reali-Porí
éste- medio, .consiguió Dion- inspirarle al*
joven Dionisio :ún.. deseo tan vehemente'
de ver á Platón y ponerse,en sus? manos,
que envió correos á jÁténás con cartas-
muy expresivas,acompañadas de^otrasde
Dion y de los filósofos pitagóricos de la
Gran-Grecia, qué le suplicaban con ins-
tancia que no perdiese, aquella ocasión de-
hacer á un Rey'filósofa,»y qué se die--
r

se prisa antes qué ¡la,; relaxacion dé la ;

corte extinguiese en Dionisio el amor


lafilosofía que ardía en su corazón. '
:

f Platón -que conocía perfectamente'


quán poco hay que fiar-de íos> fervores dó :

la juventud , que por lo común pasan muy-


era breyé , no podía resolverse á hacer
este viagé^ pero ál cabo considerando
5

qué con curar un soló hombre haria f e -


liz ;á todo un.-pueblo, sé resolvió ápa-r^*
tir, no por Vanidad , ni por adquirir ri-
quezas, como le acusáronlos; enemigos^
s a
LXVIII
sino vencido de- los respetos ique se de-
bía á sí mismo, para no dar ocasión á
nadie de reprehenderle, que no hacia mas
que discurrir sobre la virtud ,; sin poner-
se . jamás voluntariamente en estado de
practicarla. :Otro de los motivos, y no el
menos poderoso , que acabó de resolver-,
le á dexar sus ¡ocupaciones.á la edad da
sesenta y quatro años., para ir. acaso con
demasiada confianza á experimentar los
caprichos de un joven tirano, fué la ver*
guenza de abandonar á Dion en el riesgo
eminente en que se hallaba : combatido
t

de todas partes por las calumnias de sus


enemigos, que no :pudiendo ;sufrir sus=cos-
tumbres severas,, y su modo sabio de vi-
vjr , procuraban hacerle- sospechoso á>
Dionisio, y le hubieran perdido infáli*;
blemente si se le hubiese ••,dado tiempo á
este Príncipe de recaer en sus primero*'
desórdenes. ,;: r.
: Llegado á Sicilia salió el Rey mis-:
mo en persona á recibirle al puerto con;
una magnífica, carroza , en. la que fué
conducido al palacio-,' "y mediante un sa-?
orificio público dio gracias á los Dioses
4e.su venida , que la miraba como .la-
LXIX
mas* grande felicidad que podía conse-
guir su Reyno. Un principio tan dichoso
tuvo aun conseqüencias mas felices\pues
como si un Dios se hubiese aparecido y
mudado los corazones , toda la corte sé
halló tan reformada, á lo menos en apa-
riencia , que el palacio de Dionisio mas
parecía escuela de filosofía, que habita-
ción de un tirano. Pasados algunos días
llegó el tiempo del sacrificio que se ha-
cia todos los años en el alcázar por la
prosperidad del Príncipe. El heraldo ha-
biendo , según costumbre , pronunciado
en alta voz la oración solemne, reducida
á decir, que pluguiese á los Dioses man-
tener por largo.^ tiempo la tiranía, y
conservar al tirano } Dionisio , á quien
estos nombres empezaban á ser odiosos,
le dixo de modo que todos lo oyeron : no
acabarás por fin de maldecirme"? Este di-
cho del-Príncipe hizo pensar que los dis-
cursos de Platón habian hecho una ver-
dadera y fuerte impresión en su ánimo:
por lo que PMlisto y quantos favorecían
la tiranía, creyeron que no se debía per-
der tiempo , y que era.menester arruinar
i Dion y á Platón antes que se apodera-
sen del corazón de Dionisio, en (éprninof
:
-

gue no pudiesen contrarestarles.


Bien pronto les vino á mano ocasión
puy favorable, de la que no dexaron de
aprovecharse. Platón habia persuadido al
Rey que licenciase los diez mil extran-
jeros que componían su guarda, y que
suprimiese diez mil hombres de caballe-
ría , con mucha parte de infantería, y que
reduxese á corto número las quatrocien-
tas galeras que tenia siempre armadas.
Los mal intencionados envenenaron este
consejo, haciendo entender á Dionisio,
que Dion se habia valido de aquel sofista
para persuadirle que se deshiciese de sus
guardas y de sus tropas, á fin que los ate*
pienses hallándole desprevenido, pudie-
sen destruir la Sicilia, y vengarse de las
pérdidas que habían sufrido en tiempo de
Nicías, ó que él mismo pudiese, arrojar-
le y ocupar su puesto. Esta y otras ca-
lumnias que i.tenian bastante apariencia
para sorprender á un tirano, no hicieron
al pronto sino la mitad del efecto que
ellos se prometían: porque Dion solo fué
la víctima del furor de Dionisio, que le
hizo á presencia suya meter en un barcOj,
LXXI
y; le desterro vergonzosamente á Italia, á
los quatro meses de venido Platón. Cor-
rieron también voces en Stracusa que ha-
bia mandado quitar la vida á este filóso-
fo , como á primer autor de todo el daño,
lo que seguramente fué sin fundamento:
pues al contrario, Dionisio se esmeraba
en acariciarle mucho mas, ora porque
creyese que habia sido él engañado pri-
mero por los artificios de Dion, ora por-
que no pudiese en realidad pasarse sin
verle ni oirle.
Con la freqüencía de su trato se au-
mentaba todos los dias la pasión que le
tenia, hasta que su amor llegó á ser tam-
bién tiránico, no queriendo que nadie fue-
se amado de Platón mas que él solo, y
ofreciéndole á este filósofo el supremo po-
der en su Rey no, con tal que prefiriese su
amistad á la de Dion. Mas temiendo que
Platón abandonase la Sicilia sin su per-
miso para volverse á Grecia, con aparien-
cias de honrarle, y en realidad por ase-
gurar su persona, le hizo alojar en el
alcázar, sin mas libertad que para pa-
searse en los jardines contiguos. Allí re-
doblaba sus esfuerzos, valiéndose de las
« 4
3LXXII
mas lisongcras ofertas^ á'fin de ganarle"
por entero su voluntad; y Platón que de
ningún modo podia en competencia de la ;

virtud dar preferencia al vicio, respondía


siempre á Dionisio que le ámaria otro
tanto que á Dion, quando fuese tan ver-
daderamente virtuoso como lo era éste."
Estas respuestas irritaban sobremanera a\
tirano, y transportado en cólera, le ame-
nazaba de muerte, bien que á pocos mi-
nutos le solía pedir perdón de todas sus
violencias. Enfin la fortuna sacó á Pía-*
t

ton de este cautiverio, porque una guer^


ya que sobrevino, obligó á Dionisio á én-;"
yiarle á su patria. Quiso á su partida lle- t

parle de regalos , que rehusó constante-


mente, contentándose con la promesa que
le hizo de llamará Dion luego que se
hiciese la paz. Estando para embarcarse,
• |e dixo Dionisio: Platón, quando estés
$ñ la acadén>¿a con tus discípulos, vas
4 hablar mucho mal de mí. Replicóle Pía*
ton, no quiera Dios que estemos tan ocio-?
sos en ¿a academia , que nos ocupemos en
Rabiar de Dionisio,
De vuelta a Grecia pasó por Olym-^
pía. por ver los juegos, y se alojó en corrí*
LXXIII
v pafíía de otros extrangeros distinguidos,
con quienes comia y pasaba los dias en-
teros , viviendo de un modo sencillo y
común, sin darles á conocer mas que se
llamaba Platón. Quedaron prendados los
extrangeros de su trato dulce y sociable;
pero como solo hablaba de cosas muy
ordinarias, jamás creyeron que fuese el
filósofo, cuyo nombre era tan conocido.
Concluidos los juegos se fueron juntos á
Atenas, donde los hospedó, y apenas eran
llegados, le pidieron que los llevase á ver
aquel hombre tan grande que se llamaba
como él , y era discípulo de Sócrates.
Platón les dixo sonriéndose, que él mis-
ino era; y los extrangeros quedaron sor-
prendidos de ver como con sola la dulzura
de sus costumbres, sin los socorros de su
éloqüeneia y sabiduría, ganaba la amis-
tad de todos quantos trataba. Poco des-
pués presentó juegos al pueblo, y á fin
que Dion por su liberalidad se ganase la
benevolencia de los atenienses, le permi-
tió , aunque con repugnancia, que hiciese
todos los gastos.
Concluida la guerra, temió Dionisio
que el trato que habia dado á Platón le
LXXIV
desacreditase entre los filósofos 5 y para
enmendar este yerro hizo venir los mas
sabios de toda Italia con quienes tenia
conferencias, profiriendo en ellas á cada
paso los discursos y sentencias que habia
oido á Platón, aunque casi siempre fuera
de propósito. Entonces conoció lo que
había perdido, sintiendo no haberse apro-
vechado mejor de aquel tesoro de sabi-
duría, y empezó á desear con impa ien-
cia que volviese, haciéndoselo saber por
varias cartas. Platón se escusaba con la
edad , y con que Dionisio nada habia
cumplido de lo que ofreció. E$te Prínci-
pe no pudiendo sufrir mas esta resisten-
cia , obligó á A r chitas de Taranto á que
le escribiese, asegurándole que podia ve-
nir sin ningún recelo, y que.se le cum-
plida la palabra. Mandó al mismo tiempo
que partiese una galera con algunos de sus
amigos, de cuyo número era el filósofo
Archidemo, los quales juntos con Dion,
le suplicaron encarecidamente que no les
abandonase, manifestándole que si se re-
sistía ir á Sicilia, les baria sospechosos
é Dionisio, que creería seguramente que
se los habia recomendado para que le
LXXV
hiciesen traición. Estos ruegos eficaces
de los amigos, y sus poderosas conside-
raciones , determinaron á'Platón á volver
tercera vez á Sicilia á los setenta años
de su edad.
Dionisio salió á recibirle en una qua-
driga de caballos blancos, donde le hizo
sentar, haciendo él mismo de cochero}
cuyo espectáculo, al paso que recreaba
á Dionisio, alentó las esperanzas del pue-
blo , que se lisongeaba que su sabiduría
triunfaría al cabo de la tiranía, Alojado
Platón en el mismo palacio, y logrando
toda la confianza del Príncipe, aplicó des-
de luego toda su habilidad para conocer
«i realmente tenia un deseo verdadero de
ser virtuoso; pero conoció bien pronto
<jue no le había llamado sino por vani-
dad , y por separarle de la compañía de su
fiel amigo Diom Apenas quiso proponer-
le la vuelta de este desterrado, prohibió
-Dionisio á sus Intendentes que enviasen
nada á Dion de sus rentas, só color que
todos los bienes pertenecían á su hijo Hip-
'pasino, que era sobrino suyo, y por lo
¡mismo su tutor natural. Ofendido Platón
de semejante injusticia, le pidió su per»
miso para volverse á su patria^ y Dioni-
sio te'ofreció un navio; pero habiéndole
entretenido mucho tiempo, le dixo un dia:
que contal que permaneciese en su com~
pama un año, le remitiría á Dion todos
sus bienes, con condición que se emplea-
se el capital, y no disfrutase mas que la
renta , porque temía no se valiese de
aquel dinero contra su persona. Platón
aceptó el partido, y Dionisio le volvió á
engañar \ pues pasada"que fué la estación
de embarcarse, dixo que no quería dar
mas que la mitad de los bienes de Dion,
y la otra mitad retenerla para su hijo.
Cansado el filósofo de tantos engaños
y ficciones, y convencido que la filosor
fia era débil y blanda contra la dureza
de un tirano, no buscaba mas'que el mo*
mentó de dexar la Sicilia. Sin el permi-
so de Dionisio era imposible partirse, y
la licencia muy difícil de conseguir, por-
que presentaba todos los di as nuevos obs-
táculos. Por entonces Platón abrazó con
calor la defensa de Theodoto y. Herácli"
des, á quienes se acusaba de haber que~
rido sublevar las tropas, y á causa de
esto empezó Dionisio á mirarle con desr
LXXVII
confianza-,, dando orden que dexase la ha-
bitación de los jardines,:y se alojase, en
ele uerpó de guardia $ con el fin, dicen, de
que lo&-soldados irritados contra é l p o r -
que habia- ¿aconsejado suprimirles ó dis-
minuir su • prest, le sacrificasen á su re-
sentimiento. Avisáronle: algunos amigos
del riesgo en que estaba,y Platón .-.se lo
hizo saber á Archytas. que estaba en Ta-
ranto. Este amigo despachó - una galera
al instante con cartas-para Dionisiore-
cordándole que había ofrecido á Plaiófl
entera seguridad , y así que ni-podía dete-
nerle , ni permitir que seJe hiciese ningún
insulto sin faltar á. su palabra , de.la qual
quiso que él y los demás ^honrados de su
:

corte, saliesen garantes. .Estas xazanes tu-?


vieron, bastante fuerza 'para levantar: una
chispa de pudor en el alma del tirano,
que. permitió-al caboá Platón que. se" vol-
viese á Grecia. Encesto Vino á parar su
tercer viáge , sobre que le calumniaron
tanto sus enemigos con' decir, que: .solo
habia vuelto á:Sicilia por disfrutar.das
abundantes y delicadas; mesas de Dioni-
sio , y por sumergirse en todas lasi disok
lucionesque reynaban ene su xorteíj^l
LXXVIIÍ
. Llegó aí Peloponeso á tiempo qué
ét celebraban los juegos Olympicos , en
donde encontró á su amigo Dion, y le
refirió- todos loa procedimientos de Dio-
nisio. Dion más ofendido de las injurias
que recibió Platón, y del riesgo á que es-
tuvo expuesto $ qué de todas las injusti-
cias hechas á su persona, juró que habia
de tomar Venganza» Platón hizo 'quanto
pudo por disuadirle ,• pero Viendo que
eran: inútiles sus esfuerzos, le predixo to-
das las desgracias qué iba á> causar, y le
manifestó que no esperase de él ni socor-
ros , ni consejos; y pues .que habia teni-
do la honra de ser conmensal de Dioni-
sio, de alojarse en su palacio ,vy. tener
parte en Jos mismos sacrificios , íse acor-f
daría siempre de los deberes á que. esto
le obligaba 5 y qué para cumplir también
con la amistad de Dion, estaría, neutral,
siempre pronto á hacer los oficios de buen
mediador: para reconciliarles. -Dion juntó;
algunas tropas, pasó á Sicilia, destruyó
la tiranía, arrojó, al tirano, y restituyó
la libertad á su patria-5 pero son bien sa-
bidos los males que; acarreó esta> empre-
sa, habiendo sido asesinado á la postre
LXXIX
c ! mismo Dion en medio de sus prospe-
ridades y de sus triunfos. Platón no s o -
brevivió á la muerte de su amigo Dion
mas que unos seis años > sin querer de
ningún modo entrometerse en el gobier-
no, por ver en extremo depravadas las
costumbres de sus conciudadanos. Murió
de vejez sin haberse casado, el año pri-
mero de la Olympiada Ciento y o c h o ,
trescientos quarenta y ocho antes de Jesu-
Christo, á los ochenta y uno cumplidos?
de su edad, y fué sepultado en el Cera*
mico 5 dexando por succesor- en la acadé*-
mia á Espeusippo hijo de la hermana, y
y

por heredero de sus bienes á Aaimanto,


hijo del hermano. Le colmaron de hon-
ras después de su muerte, y entre otros
Mitridates Persa le erigió una estatua en
la academia $ Aristóteles', su discípulo,
«na ara 5 los que siguieron su escuela,
acostumbraron celebrar Con banquetes el
dia de su nacimiento, y los atenienses en
sentir de Carlos Patin, ofrecieron á Au-
gusto una medalla, en la quaí pospues-
tos los símbolos de los Dioses y de las
virtudes morales, las coronas y los fru-
tos de su provincia, que era lo que se
LXXX
acostumbraba poner en los reversos , qui*
sieron que acompañase á su busto el del
filósofo Platón, como epílogo de toda la
sabiduría. De sus escritos llegaron á no-
sotros treinta y.cinco diálogos legítimos,
y trece cartas^ de los quales se hicieron
repetidas edicciones. desde el siglo quin-
ce acá $ y parte de ellos se hallan tra-
ducidos en hebreo , en persa, en ale-
mán, en italiano, en francés y en.inglés,
como puede verse en el tomo primero de
la ediccion de sus obras que se hizo ea
Dos-^Puentes año 1781*
(O

LA REPÚBLICA D E PLATÓN,
o
C O L O Q U I O S

SOBRE L A J U S T I C I A (i).

COLOCUTORES.

Sócrates.
Céphalo.
Polemarco , hijo de Céphalo.
Glaucon. ^ hijos de A r i s t ó n , y h e r -
Adimanto.J manos de Platón,
Clitophón.
Thrasimaco, sofista.

COLOQUIO PRIMERO.

Sóc. . D a x é ayer al Pireo (2) c o n G l a u c o n


hijo de Aristón á orar ( 3 ) á la D i o s a ( 4 ) , y
juntamente con deseo de ver c o m o celebrarían los
moradores la fiesta, q u e hacian ahora por p r i -
mera vez. Hermosa m e pareció la procesión ( 5 )
A
(3)
de los naturales; y á m i ver no era menos lucida
la que formaban los de Tracia. Hecha nuestra
oración y vista la c e r e m o n i a , nos volvíamos á
la ciudad. Pero Polemarco hijo de C é p h a l o , divi-
sando de l é x o s , que nos encaminábamos á casa,
m a n d ó al criado que corriendo nos hiciese aguar-
dar j el qual tirándome por detras de la capa,
m e d i x o : Polemarco os ruega que le aguardéis.
V o l v í n i e y o y le p r e g u n t é , dónde estaba su a m o :
tras mí v i e n e , dixo ; esperadle un momento. L e
esperaremos p u e s , replicó Glaucon. D e allí á
poco llegó P o l e m a r c o , y Adimanto hermano de
Glaucon , y Nicerato hijo de Nicias (6), y a l -
gunos otros que volvían de la pompa. O S ó c r a -
tes , m e dixo P o l e m a r c o , paréceme que os e n -
camináis á la ciudad? N o te parece m a l , le dixe
y o . Polem. Por ventura veis quántos somos n o -
s o t r o s ? Scc. Sí. Polem. O . p o d e r pues mas q u e
e s t o s , ó quedaros aquí. Sóc. Todavía hay u n
m e d i o , que es persuadiros que nos dexeis ir.
Polem. C ó m o podréis persuadirlo, sino q u e r e -
m o s oir vuestras razones? Glauc. D e ninguna
manera. Polem. Resolveos pues , en el supuesto
que n o las hemos de oir. Adim. N o sabéis que'
á la tarde se correrán hachas (7) á caballo e n
honor de la D i o s a ? Sóc. A caballo? Esto es n u e -
vo. C ó m o ? correrán á c a b a l l o , llevando en la
m a n o h a c h a s , que se las darán unos á otros?
Polem. Sí j y ademas celebrarán la fiesta (8)
pannychida, que es digna de verse. Por tanto nos
levantaremos en cenando , y veremos esta fiesta
<3)
nocturna , y encontraremos allí muchos jóvenes
c o n quienes conversar. Quedaos p u e s , y no os
hagáis mas de rogar. Glauc. Y o veo que es p r e -
ciso quedarse. Sóc. Puesto que vos lo queréis,
hágase así.
F u í m o n o s pues á casa de P o l e m a r c o , y e n -
contramos allí á sus dos hermanos Lysias ( 9 ) y
E u t h y d e m o , con Thrasimaco de Calcedonia ( 1 0 ) ,
Charmantides de la iribú P e a n a , y Clitophón'
hijo' de A r i s t o n y m o . D e n t r o estaba también Cé-
phalo , padre de Polemarco , y por no haberle
visto después de largo t i e m p o , me pareció que
se habia envejecido mucho. Sentado estaba e n
una silla , apoyado sobre u n rico a l m o h a d ó n , y
c o n corona e n la \cabeza , por haber ofrecido e n
este dia u n sacrificio doméstico ( n ) . N o s s e n t a -
m o s pues junto á él e n asientos que estaban dis-
puestos e n círculo. A l instante que m e vio C é -
phalo , m e saludó , y m e dixo : S ó c r a t e s , pocas
veces baxais al Pireo á visitarnos , e n lo que
n o s daríais mucho gusto. Si tuviese y o bastantes
fuerzas para subir fácilmente á la c i u d a d , n o
tendríais necesidad ninguna de t e ñ i r a q u í , pues
nosotros iríamos á veros. Mas ahora m e 4iariais
gran favor en venir acá con mas freqiiencia; p o r -
que bien podéis creerme , que á proporción que
1 los placeres del c u e r p o ; se disminuyen y m e
abandonan , encuentro todos \o%f dias nuevos
gustos y atractivos e n la conversación. H a c e d -
m e pues esta gracia y estrechaos con estos jó-f
. v e n e s , viniendo acá á m e n u d o , c o m o á visitar
(4)
á vuestros amigos (12) y m u y apasionados. Y"
y o , ó Céphalo , le dixe , m e deleito infinito de
tratar c o n los m u y ancianos (13) c o m o vos ; por-
que m e parece que conviene informarse de ellos,
c o m o que han andado aquel camino , por eí
qual deberemos nosotros pasar necesariamente
a l g ú n d i a , si es escabroso y d i f í c i l , ó llano y
expedito. Y .puesto que os halláis al presente en
la edad que los poetas llaman el umbral de la
vejez (14), m e daríais gran gusto en decirme
si por ventura miráis este periodo c o m o el mas
penoso de la vida. Céph. Asi D i o s , m e a y u d e ,
Sócrates , que os diré m i pensamiento , sin o c u l -
taros nada. M e sucede (15) muchas v e c e s , s e -
g ú n el antiguo proverbio , concurrir c o n a l g u -
nos de m i misma (16) edad. E n la conversación
muchos de ellos se quexan , acordándose de los
placeres del amor y regalos de la m e s a , y
otros de esta naturaleza , que disfrutaban en s u
j u v e n t u d , y se indignan de esta pérdida , c o m o
si fuese de los mas grandes bienes , diciendo:
que la vida que entonces llevaban era feliz j mas
que al presente ni aun -merecía el nombre de
vida. A l g u n o s se lamentan de los ultrages de .sus
domésticos á que les expone la vejez , y sobre
esto la insultan con repetidos clamores , siendo
para ellos causa de tantas penas. Pero á mí me pa-
r e c e , Sócrates, que n o dan en Ja verdadera causa
de sus males 5 porque si ésta fuese la vejez , debe-
ría sin duda causar los mismos efectos en m í , y
e n todos aquellos que llegaron á esta edad. Pues
y o he conocido otros de un carácter m u y diferen-
te. Y m e acuerdo, que encontrándome una vez con
el poeta Sophocles (17) , llegó uno á preguntar-
le , si la edad le permitía aun tener parte en los
placeres del amor. Á lo qual respondió : No lo
quiera Dios , ó hombre. Hace ya tiempo que sa-
cudí el yugo de este tirano furioso y brutal. P a r e -
cióme entonces que tenia razón para hablar de
este m o d o , y ahora m e parece lo m i s m o . L a v e -
j e z en efecto es u n estado de reposo y entera
libertad de semejantes cosas. Porque después que
la concupiscencia y lascivia dexan de a t o r m e n -
tarnos y se a m o r t i g u a n , se verifica e n un todo
el dicho de S o p h o c l e s , de verse u n o libre de i n u -
merables y envejecidos tiranos. E n quanto á los
disgustos de los viejos , y mal trato que reciben
de sus p r ó x i m o s , una es la causa , S ó c r a t e s , n o
la v e j e z , sino el carácter de los hombres. C o n
costumbres dulces y afables se encuentra una v e -
jez l l e v a d e r a , con un carácter opuesto ; créente,
Sócrates, ni la v e j e z , ni la j u v e n t u d m i s m a t i e -
ne nada de agradable.
Sóc. Encantado quedé de su respuesta y de-
seando, meterle mas y mas en la conversación,
le incitaba, y decía : Céphalo , estoy persuadi-
do que quando vos habláis de este m o d o , la m a -
y o r parte n o aprueba vuestras razones ; y se
imaginan que os es tolerable la vejez , n o por
vuestro carácter, sino por los m u c h o s bienes que
poseéis • los q u a l e s , dicen , que proporcionan á
los ricos n o pocos alivios. Cepa. V o s decís v e r -
A $
(6)
dad ; mas ellos no m e entienden. A l g u n a razort
tienen en lo que dicen , pero mucho menos de
l o que piensan. V o s sabéis m u y bien la r e s p u e s -
t a que Themistocles (18) dio á S e r i p h i o , que le
echó en cara , que debía su reputación mas á la
ciudad donde habia n a c i d o , que á su m é r i t o : Es
cierto, le replicó, que ni yo , siendo Seriphio, se-
ria conocido ; ni tú \ siendo ateniense. L o m i s m o
podia responderse á los viejos n o m u y ricos" y
regañones , que llevan con impaciencia la vejez;
que ni al sabio mismo seria soportable la vejez
con extremada pobreza ; ni al necio se la harian
m a s dulce sus muchas (19) riquezas. Sóc. Pero
estos grandes bienes que p o s e é i s , Céphalo , os
h a n venido de vuestros antepasados , ó habéis
adquirido la mayor parte ? Céph. A l g u n a cosa he
adquirido , Sócrates. E n esto ocupé el medio e n -
tre mi abuelo y m i padre ; porque mi abuelo,
que se llamaba c o m o y o , habiendo heredado u n
patrimonio casi igual al que en el dia y o poseo,
h i z o adquisiciones que excedían e n m u c h o los
1

fondos que habia recibido. M i padre Lysanias,


al contrario , m e dexó aun menos bienes de los
que, ahora tengo. Y o m e daré por satisfecho si
' dexase á mis hijos una herencia que n o sea m e -
nor , sino algo mayor que la que recibí de 111?
padre. Sóc. Por este motivo os hice la pregunta:;
porque no m e parecíais m u y pegado á las rique-
zas ; lo que es m u y común en los que n o las ad-
quirieron por sí mismos. Pero los que deben sus
riquezas á su industria, las a m a n al doble que
(?)
ios otros. Porque desde luego las aman por ser
hechura suya , á la manera que los,poetas e s t i -
m a n sus versos y los padres á sus hijos ; y las
aman también por la utilidad que de ellas sacan
c o m o todos los demás. Por tanto son molestos
en su trato , no queriendo alabar otra cosa sino
su dinero. Céph. D e c í s mucha verdad.
Sóc. M u y , b i e n . Mas decidme aun , quál ha
sido , á vuestro p a r e c e r , el mayor bien que os:
han procurado las riquezas? Céph. Apenas podría*
y o persuadir á muchos lo que v o y á deciros.
V o s sabéis m u y bien , Sócrates , que e n llegando
á consentir; alguno que en- breve ha de morir., le.
sobreviene el temor y cuidado de aquellas cosas
que antes n o le causaban ninguna pena. L o que'
se cuenta de los infiernos, c o m o deben padecer 1

allí suplicios los que aquí fueron m a l o s , de lo-


que se reian hasta entonces , empieza á inquie^-
tarie el ánimo y á temer que sea verdad lo que
habia tenido por fábula. Y él m i s m o , ahora sea
por flaqueza de la e d a d , ahora también por tener
ya mas cerca las cosas de allá , las vé con m a -
yor claridad. D e aquí el llenarse de sospechas y
t e m o r e s , y recorrer las acciones de su v i d a , por
ver si hizo, mal á alguno. Si en el examen de su
conducta, l a encuentra llena de injusticias , d e s -
pertando con freqiiencia de sus sueños , tiembla
como los niños , y dexa llevarse de la d e s e s p e -
ración. Pero el que n o encuentra e n sí que r e -
prehenderse , vive acompañado de una dulce es-
peranza , nodriza excelente de la vejez , c o m o

M
habla Pindaro ( ? o ) . Porque r í a s de s a b e r , S ó -
crates , que Pindaro dice sabiamente ,'que á los
que llevaron vida pura y santa, les acompaña una
dulce esperanza que ensancha el corazón , y nutre
la vejez, y gobierna como quiere el ánimo flu~
tuante de los mortales.. Cosa m u y bien dicha , y
admirable hasta lo sumo. Ademas de esto , y o
pienso que la posesión de las riquezas es digna de
tenerse en m u c h o , no para todo hombre, sino s o -
lamente para el sabio ( a i ) . Porque para no enga-
ñar á nadie, ni aun involuntariamente, ó no m e n -
tir, para salir de este mundo sin temor de no ha-
ber cumplido ciertos sacrificios debidos á D i o s , ni
satisfecho deudas á los h o m b r e s , contribuye e n
gran parte el ser un hombre rico. T i e n e n a u n
las riquezas otros muchos provechos ; pero todo
bien p r e m e d i t a d o , establecería y o , Sócrates, que
e n un hombre de juicio una mediana fortuna es
la mejor para esto. SÓc. N o he oido cosa mejor
que la que vos , Céphalo , acabáis de decir.
Mas definiríamos bien la justicia, h a c i é n d o -
la consistir simplemente en decir la v e r d a d , y e n
restituir á cada tifió lo que de él se ha recibido?
ó el hacer esto seria mas bien á veces justo , á
veces injusto ? Por e x e m p l o , si alguno recibiese
las armas de u n a m i g o estando cuerdo , y se-las
volviese á pedir e n l o q u e c i d o , todo el m u n d o d i -
ría que no se le debían v o l v e r , ni que seria h o m -
bre j u s t o el que l o h i c i e s e , ni al que está e n tal
estado no disfrazase en nada la verdad. Céph. D e -
cís m u y bien. Sóc. L u e g o no- es definición de la
(9)
justicia , decir ¡a verdad, y volver á cada qual
lo que es suyo. E n esto precisamente c o n s i s t e , S ó -
crates , replicó P o l e m a r c o , si hemos de creer i
Simonides. Céph. Continuad vosotros la c o n v e r -
sación (22) j porque á m í m e precisa y a acudir
al sacrificio. Sóc. Polemarco pues será el que os
suceda ? S í , replicó Céphalo sonriéndose, y al
mismo tiempo se partió á sacrificar. D e c i d m e
vos pues , ó Polemarco , puesto que tomáis el
lugar de vuestro padre , qué es lo que aprobáis
de Jo que dixo Simonides acerca de la justicia?
Polem. Q u e es propio de ella volver á cada u n o
lo que se le d e b e , y en esto hallo que tiene r a -
zón. Sóc. N o es fácil contradecir á Simonides (2 3 ) ,
varón sabio y divino. Pero tal v e z entenderéis
v o s , ó Polemarco , lo que quiso decir c o n esto;
pues por lo qué á m í toca y o lo ignoro. Porque
es evidente que él n o e n t i e n d e , según antes d e -
ciamos , que se deba volver qualquier depósito
que s e a , al que le repite vuelto loco. Pero entre
tanto este depósito es una deuda ; n o es así?
Polem. Ciertamente. Sóc. C o n todo , de n i n g ú n
m o d o debe restituirse quando alguno la repite
enloquecido. Polem. V e r d a d es. Sóc. Otra cosa
pues parece quiso decir S i m o n i d e s , quando d i x o ,
que era justo volver á cada uno lo que le era d e -
bido. Polem. Á fé mía que sí j porque era de
parecer que los amigos debian hacer bien á sus
amigos , y ningún mal. Sóc. Y a entiendo que no>
v u e l v e lo que es debido el que restituye el d i n e -
ro que recibió en d e p ó s i t o , si la entrega y el r e -
..fio)
cibo fuesen perjudiciales, y ambos fuesen a m i -
gos , el que recibe y el que restituye. N o es este
el sentido de las palabras de Simonides? Polem. Sí.
Sóc. Pero se debe restituir á los enemigos lo que
s e les debe? Polem. Sin duda , s í , lo que se les
debe. Mas pienso que al enemigo le es debido por
su enemigo lo que conviene que se le d e b a , esto
es a l g ú n mal. Sóc. L u e g o Simonides al p a r e -
cer (24), se explicó c o m o poeta¿ y de un m o d o
enigmático sobre la justicia ; pues que creía , se-
g ú n manifiesta , que la justicia consistía en r e s -
tituir á cada uno lo que le es c o n v e n i e n t e , bien
que se valió de la expresión de debido. Polem. P e -
ro qué pensáis vos? Sóc. Por D i o s os ruego que
m e d i g á i s , qué os parece nos habría respondido
él si a l g u n o le hubiese preguntado , Simonides,
qué facultad es aquella y á quiénes dá lo debido
y conveniente , de m o d o que merezca llamarse
medicina ? Polem. Claro está que la que prescri-
be á los cuerpos los medicamentos , la comida y
la bebida. Sóc. M a s quál debería llamarse arte
de cocina , porque diese á ciertas cosas lo que les
era debido y conveniente ? Polem. L o que dá á
cada 'guisado .su. sazonamíento. Sóc. M u y bien.
Q u á l pues seria aquel a r t e , que es lo que dá,
y á q u i é n e s , de m o d o que se llamase justicia?
Polem. Si hemos de ir c o n s i g u i e n t e s , ó Sócrates,
á lo que dexamos dicho antes , la que hace b i e -
nes á los amigos, y,daños á los enemigos. Sóc. L u e -
g o Simonides llama justicia , hacer bien á los
a m i g o s , y m a l á los enemigos? Polem. A lo m é -
n o s , así m e parece. Sóc. Pero quién puede e n
caso de estar enfermos , hacer mas bien á los
amigos y mas daño á los enemigos , e n orden á
la enfermedad , ó á la salud ? Polem. E l médico.
Sóc. Y quién á los navegantes > en orden á los
riesgos del mar? Polem. E l piloto. Sóc. Y el j u s -
to , en qué o c a s i ó n , ó e n qué cosa puede hacer
bien á los amigos y daño á los enemigos? Polem. A
m i parecer , en la guerra defendiendo á u n o s , y
atacando á otros. Sóc. M u y bien. Pero para los
que están sanos , m i amado Polemarco , es i n ú -
til el médico. Polem. Esto es verdad. Sóc. Y el
piloto para los que no navegan. Polem. T a m b i é n
es cierto. Sóc. L u e g o por la misma razón es i n ú -
til el justo para los que n o están e n guerra.
Polem. N o apruebo esto. Sóc. L u e g o sirve también
la justicia e n tiempo de paz ? Polem. E s ú t i l í s i -
m a . Sóc. Pero la agricultura sirve también en.
este tiempo ; n o es así? Polem. Ciertamente.
Sóc. Acaso para la recolección de frutos? Polem. E n
efecto. Sóc. Y el arte de zapatería (25) sirve
también? Polem. T a m b i é n . Sóc. V o s m e diréis,
sin d u d a , que para tener calzados. Polem. E s
así. Sóc. D e c i d m e a u n , para qué seria útil la j u s -
ticia e n tiempo de paz ? Polem. Para el c o m e r -
cio , Sócrates. Sóc. Qué entendéis vos por c o m e r -
cio, los tratos mutuos que los hombres tienen e n -
tre sí? ó por ventura otra cosa distinta? Polem-. N o :
eso mismo entiendo. Sóc. Para aprender pues 3
jugar á las tablas (2 ó ) , será mejor y mas útil t r a -
tar al hombre justo , ó al jugador de profesión?
(i2) ;
Polem. A l jugador de profesión. Sóc. Y para la
construcción de una casa valdrá mas consultar
al j u s t o , que al arquitecto ? Polem. D e ninguna
manera. Sóc. E n qué caso pues m e dirigirla y o
al j u s t o con preferencia al músico : así c o m o
para instruirme en la ciencia de los tonos m e di-
rigiría á'éste antes que á aquel? Polem. Para te-
ner el dinero en compañía , según á mí m e p a -
rece. Sóc. Con t a l , Polemarco , que no sea p r e -
ciso usar del dinero ; porque si quisiera comprar
ó vender u n caballo , mas bien haría compañía
c o n un picador. N o es así? Polem. Yo pienso l o
m i s m o . Sóc. Y c o n el piloto ó fabricante , si se
fratase de un navio.- Polem. A s í m e parece.
Sóc. Q u a n d o pues el j u s t o m e seria mas útil
q u e los demás , si quisiese emplear e n c o m p a ñ í a
la plata , ó el oro ? Polem. Q u a n d o se tratase,
Sócrates, de ponerle en,depósito y tenerle s e g u -
ro. Sóc. Es d e c i r , quando n o quisiera hacer uso
n i n g u n o del dinero, sino dexarle ocioso. Polem. E s
asi á la letra. Sóc. Según eso , la justicia m e será
útil entonces quando el dinero de nada m e s i r -
va ? Polem. H a y grande apariencia. Sóc. Y la j u s -
ticia m e servirá también quando convenga g u a r -
dar una p o d a d e r a ; pero si quiero servirme de
e l l a , el arte de viñador seria mas del caso?
Polem. D e s d e l u e g o . Sóc. V o s diréis lo m i s m o ,
que si quiero guardar u n broquel y una lyra , me
seria útil la justicia ; pero si quiero servirme de
e l l o s , tendría que recurrir á las artes de la esgri-
m a y de la música. Polem. Seria preciso. Sóc. Y eii
g e n e r a l , respecto de qualquier cosa que ésta sea,
quando tenga que servirme de eíia , ia justicia
será inútil; y útiíquandjo no me sirva. Polem.Muy
bien puede ser esto. Sóc. L u e g o la justicia , a m a -
do mió , n o es de mucha importancia , si ella no
nos es ú t i l , sino para las cosas inútiles. P o n e d
a u n cuidado en lo que voy á deciros. Aquel que
es mas diestro en dar g o l p e s , sea e n la guerra,
sea en el pugilato , ú otra especie de lucha , n o
es también el mas diestro en guardarse de los que
se le dan 1 Polem. E s m u y cierto. Sóc. Y el q u e
es mas hábil en guardarse de una enfermedad y
prevenirla , no es al mismo tiempo el mas capaz
de darla á otro? Polem. Yo lo creo. Sóc. S e g ú n
e s t o , aquel es buen General de un e x é r c i t o , que
sabe hurtar los designios y los consejos y d e -
más proyectos del e n e m i g o . Polem. Sin duda.
Sóc. Por consiguiente el que es propio para
guardar una cosa , es también á propósito para
hurtarla. Polem. Así parece. Sóc. Si pues el justo
es propio para guardar (27) el dinero , éi será á
propósito también para hurtarle. Polem. A lo me-
nos esta es conseqüencia de lo que acabamos de
decir. Sóc. Con que el justo es cierto ladrón t e -
mible , según parece se ha demostrado ; y acaso
acaso bebiste esta doctrina en H o m e r o (2,8) , el
qual celebra m u c h o á Autolico , abuelo materno
de U l i s e s , y dice que se aventajó á lodos las hom-
bres en el arte de, robar y engañar con jura"'
tnentos. Por .consiguiente , según vos , H o m e r o
y Simoúides , la justicia parece n o es otra
(i4)
cosa que el arte de robar en provecho de los a m i -
g o s y daño de los enemigos. N o es así c o m o v o s
l o entendéis ? Polem. E n verdad que n o , ni a u n
supe lo que me decia.
C o n t o d o , m e parece siempre que la j u s t i -
cia consiste en obligar (29) á los a m i g o s y hacer
daño á los enemigos. Sóc. Pero qué entendéis v o s
por amigos? Acaso aquellos que nos parecen h o m -
bres de bien y ú t i l e s , ó los que lo s o n , aunque
n o los tengamos por tales? Y lo m i s m o de l o s
enemigos. Polem. Paréceme natural amar á los
que u n o tiene por buenos , y aborrecer á los m a -
los. Sóc. Mas por d e s g r a c i a , n o es m u y c o m ú n
e n los hombres engañarse e n este p u n t o , hasta
j u z g a r que muchos son hombres de bien , n o l o
s i e n d o , y otros muchos al contrario? Polem. C o n -
v e n g o e n ello. Sóc. C o n que á quienes esto suce-
de , tienen por enemigos á los hombres de bien,
y por amigos á los malos. Polem. E s m u y cierto.
Sóc. A s í , respecto de estos , la justicia consiste
e n hacer bien á los malos y daño á los buenos.-
Polem. A s í m e parece. Sóc. Pero los buenos i o n
justos é incapaces de hacer mal á nadie. Polem. Es»
t o es verdad. Sóc. L u e g o es justo , s e g ú n lo q u e
vos d e c í s , hacer mal á los que n o nos hacen nin-
g u n o . Polem.' D e ninguna manera , S ó c r a t e s : es
una iniquidad pensar de este modo. Sóc. L u e g o
será preciso que d i g a m o s , q u e . e s justo ofender
'á los malos y hacer bien á los buenos. Polem. E s -
t o es mas conforme á ' r a z ó n que lo que- a c a b á -
bamos de'decir. Sóc. Acontecerá p u e s , ó P e l e -
05)
m a r c o , que respecto de todos los que se engañan
e n los juicios de los hombres , será justo dañar á
sus amigos , porque estos serán los malos ; y ha-
cer bien á sus enemigos , porque estos serán los
buenos : y por este medio vendremos á decir t o d o
l o contrario de lo que diximos que decía S i m o -
nides. Polem. L a conseqüencia está bien sacada.
M a s - m u d e m o s alguna cosa , porque sospecho n o
es exacta la definición que hemos dado del a m i -
g o y del e n e m i g o . Sóc. C ó m o decíamos nosotros,
Polemarco? Polem. Nosotros d e c í a m o s , que nues-
tro a m i g o era aquel que nos parecia hombre d e
bien. Sóc. Y ahora qué mudanza haremos ? Po-
lem. Yo diria que el que nos parece hombre d e
bien y lo es en efecto , es nuestro a m i g o ; p e r o
el que lo parece sin serlo , no es a m i g o sino e n
la apariencia. Y lo m i s m o debe decirse del e n e -
m i g o . Sóc. Por esta cuenta parece que el verda-
dero a m i g o sea el hombre de bien , y el malo el
e n e m i g o verdadero. Polem. Ciertamente. Sóc. Q u e -
réis pues que m u d e m o s también algo á lo q u e
decíamos antes tocante á la j u s t i c i a : que e l l a
consistía en hacer bien al a m i g o y daño al e n e -
m i g o j y que añadamos que es justo obligar al
a m i g o quando es bueno , y ofender al e n e m i g o
quando es m a l o ? Polem. S í , y o hallo esto m u y
bien dicho. Sóc. Pero acaso es propio del v a r ó n
justo ofender á ninguno de los hombres ? Po-
lem. Sin duda debe hacerlo á los que son malos
y enemigos suyos. Sóc. L o s caballos maltratados
s e hacen mejores ó peores ? Polem. Se hacen p e o -
res. Sóc. E n q u é ? en orden á la bondad de los
p e r r o s , ó á la de los caballos ? Polem. A-Ja de los
caballos. Sóc. L u e g o también los perros maltrata-
dos se empeorarán respecto de su especie, y n o res-
pecto de la de los caballos? Polem.Necesariamen-
te. Sóc. N o diremos pues también , ó a m i g o m i ó ,
que los hombres á quienes se hace mal llegan
á ser peores en orden á la virtud propia del h o m -
bre ? Polem. E s m u y cierto. Sóc. Pues la justicia
n o es la virtud propia del hombre? Polem. T a m -
bién esto es cierto. Sóc. L u e g o es preciso , m i
amado a m i g o , que los hombres á quienes se hace
mal', v e n g a n á ser mas injustos (30). Polem. A s í
parece. Sóc. L o s músicos e n virtud de su arte pue-
den hacer á los hombres ignorantes en la m ú -
sica? Polem. Esto es imposible. Sóc. Pero los p i -
cadores por su arte de gineta los harán sin maña
para montar u n caballo ? Polem. E n verdad que
n o . Sóc. Mas por acaso los justos e n virtud d e
su justicia volverán injustos á los hombres ? ó e n
general los buenos c o n su virtud harán á los
otros malos? Polem. Esto no puede ser. Sóc. P o r -
que el refrescar n o creo que sea efecto propio
d e l o c a l i e n t e , sino de su contrario. Polem. E s
así. Sóc. N i el humedecer de l o s e c o , sino d e
su contrario. Polem. Así parece. Sóc. L u e g o ni
el hacer daño es efecto propio del bueno , s i n o
de su contrario. Polem. Sin duda. Sóc. M a s el
hombre justo es bueno? Polem. Seguramente,
Sóc. L u e g o no es acción propia del j u s t o , a m a -
d o P o l e m a r c o , el ofender ni al a m i g o , ni á
; (i7)
otro alguno ; sino de su contrario , esto es , del
injusto. Polem. Paréceme , Sócrates , que vos t e -
néis mucha razón. Sóc. Si pues alguno dixese q u e
la justicia consiste en dar á cada u n o lo que le
es d e b i d o , y entiende por esto que el hombre
•justo n o debe á sus enemigos sino m a l , c o m o
bien á sus a m i g o s , n o seria sabio hablando d e
este m o d o ; porque no diria verdad y porque
acabamos de ver que jamás es justo dañar á na-<
die (31). Polem,.Estamos de acuerdo. Sóc. L u e -
g o ' n o s opondremos á una tú y y o , si alguno se
-atreviese á proferir que semejante m á x i m a es d e
S i m o n i d e s , ó de Bias (32)^, ó de Pitaco (33), ó
de algún otro de los hombres sabios y bienaventu-
rados. Polem. Pronto estoy á sostener con vos la
disputa. Sóc. Pero, sabéis vos de quién m e parece
esta m á x i m a , que es justo hacer bien á los amigos
y daño á los enemigos2. Polem. D e quién? Sóc. Y o
.creería que ella era de Periandro (34), ó de Per-
diccas (35), ó de Xerxes (3ó), ó de Ismenias (37)
el tébano , ó de algún otro hombre rico que h i -
ciese vanidad de ser m u y poderoso. Polem. D e -
cís mucha verdad,
Sóc. Enhorabuena. Pero pues que la justicia,
ni lo justo consiste en esto , desearia y o que a l -
guno me dixese en qué consiste. D u r a n t e n u e s -
tra disputa intentó interrumpirnos muchas veces
Thrasimaco (38); pero los que estaban á su lado
se lo impidieron, c o n el deseo que tenían de o í r -
nos. Mas luego que cesamos de h a b l a r , y de p r o -
ferir y o l o que llevo dicho , n o p u d o contenerse
(i8)
mas , y revolviéndose de repente, v i n o sobre n o *
sotros c o m o una fiera , en ademan de d e v o r a r -
nos. Polemarco y y o penetrados del t e m o r , n o s
quedamos atónitos. Pero él gritando e n m e d i o
de Jos concurrentes , dirigiéndome la palabra,
d i x o : Sócrates , qué vagatelas os ocupan hace
rato ? Y qué necios estáis ambos á d o s , c e d i é n -
doos c o m o de acuerdo la victoria el u n o al otro?
P u e s si queréis con sinceridad saber qué cosa sea
la justicia , n o os limitéis vos á' solo preguntar
y haceros c o m o una especie de gloria de refutar
Jas respuestas de ltís demás , sabiendo que es m u -
c h o m a s fácil el preguntar que el responder. R e s -
pondedme pues ^os , y decidme : qué cosa es la
justicia ? Y n o m e vengáis ahora c o n d e c i r , que
es aquello que cotiviene , aquello que es útil, aque-
llo que es provechoso , aquello que es lucroso, ni
aquello que es conducente; sino respondedme c l a -
ra y t e r m i n a n t e m e n t e , porque n o soy hombre
q u e pase por buenas respuestas tamañas n e c e d a -
des. A l oir esto m e atemorizé y le miraba c o n
e s p a n t o , y á n o haberle y o mirado primero- q u e
él á m í , creo que hubiese enmudecido del todoj
.pero tuve la fortuna que quando empezaba á
e n a r d e c e r s e , eché primero los ojos sobre él y
quedé en estado de poderle responder, y aun le
dixe temblando todo : no os encolericéis, T h r a -
s i m a c o , contra nosotros. Porque si e n nuestra
disputa nos hemos engañado y o y Polemarco,
estad persuadido, que ha sido esto contra toda
nuestra intención. Pues si buscásemos oro, n o pen=
(19)
seis que por gusto nos cederíamos la victoria
•uno á otro j y nos imposibilitaríamos con esto
d e su descubrimiento. N o creáis p u e s , a m i g o ,
que e n la averiguación de la verdad , cosa m i l
veces mas preciosa que el oro , seamos nosotros
tan insensatos, que trabajemos para engañarnos
m u t u a m e n t e , . e n lugar de aplicarnos con aninco *
descubrir su naturaleza. Pero ya lo veo , esta
averiguación es superior á nuestras fuerzas. Por
t a n t o , á vosotros los sabios os corresponde m a s
bien compadecerse que indignarse de nuestra de-
bilidad. A l oír esto , soltó Thrasimaco la c a r c a -
jeada con una risa * sardónica ( 3 9 ) é insultante,
y dixo : v e d a q u í , ó D i o s , la ironía ordinaria
de Sócrates. Y a sabia y o m u y bien , y habia pre-
venido á e s t o s , que vos no querríais responder^
sino que recurriríais á vuestras acostumbradas
ficciones , y tentaríais todos los medios antes que
responder. Sóc. Astuto sois por c i e r t o , T r a s i m a -
c o . M u y bien c o n o c i s t e i s , que si preguntáis á
a l g u n o quantas son doce , añadiendo á p r e v e n -
ción , n o m e digáis , a m i g o , que doce son dos
veces seis , ni tres veces quatro, ni seis veces dos,
ni-quatro veces tres, porque n o rae contentaré c o a
ninguna de semejantes vulgaridades; bien c o n o -
cido era , decia y o , que nadie podría responder
á una qüestion propuesta de este m o d o . Pero si
él os dixese á su vez : buen Thrasimaco , c ó m o
entendéis la prohibición que m e habéis hecho de
n o daros por respuesta ninguna de las que acabáis
d e decir? queréis por v e n t u r a , hombre insigne,
s2
(20)
que si la verdadera respuesta se /encuentra entre
éstas , diga y o otra cosa agena de la v e r d a d ? . ó
de qué m o d o lo entendéis? Qué tendríais vos
que responderle? Thrasim.-.$ea. enhorabuena; mas
qué, tiene que; ver-uno con otro?. Sóc. N a d a se
o p o n e á esta semejanza; Pero aun quando la cosa
fuese: diferente , si el que pregunta j u z g a que es
semejante , creéis-vos que él dexaria de r e s p o n -
der según su pensamiento , ahora se: lo p r o h i b a -
m o s nosotros , ahora n o ? Thrasim. JEs esto l o que
vos pretendéis hacer? V a i s á darme por respues.4-
ta una de las que desde luego os he prohibido:?
•Sóc. N o m e admiraría que examinándolo bien
t o d o , tomase este, partido. Thrasim. A h o r a
b i e n , si os hago ver que hay otra xesp.uesta t o -
cante :.á la justicia , mejor que todas las ante
dichas , á qué pena os condenáis ?. Soc- A qué
otra y que. la que ¡merece el ignorante : r e d u -
cida á aprender de aquel que sabe m a s , y y o
m e sujeto voluntariamente á esta pena. TTira-
sim. Chistoso sois por cierto. Mas sobre la per-
nade--aprender., me daríais aun dinero.. Sóc. Sí,
guando lo tuviese. Glauc. Pues a q u i l é . hay.. S i
ésta .sola es -la-causa , hablad. Thrasímaco.^ que
todos nosotros -pagaremos- por Sócrates. Tnro+
•úm. C o n o z c o vuestra;,intención. Vosotros que*
reis que Sócrates .guardando su costumbre , ea
lugar de.re.spon.dei:, me. p r e g u n t e , y me pille en
contradicción. Sóc. Pero buen hombre., quién
queréis .que os ¡responda? primeramente ..no s a -
biéndolo., ni •4presttmi©nd.ol«; 5abejtv^4ema.s.ha»
biéndosele prohibido por un hombre que ío sabe
todo , dar ninguna de las respuestas que podían
ecurrirlé. Á vos mas bien os toca decir ío que es
iaJusticia , pues que os lisongeais saberlo. N o os
hagáis pues--dé r o g a r , y hacedme la gracia de
responder, y no escaseéis á Gtaueon y á todos los.
:

que aquí e s t a m o s - l a instrucción que esperamos


cecibir de vos: L u e g o que hube d i a h ó - e s t o , G l a u -
con y los demás que presentes estaban, encareci-t
damente le rogaron que condescendiese. C l a r a -
mente se- le traslucían á Thrasimaco los deseos
vehementes que tenia de hablar para g r a n g e a r -
se los'aplausos, estando persuadido que diría di-i
viaidades ; c o n . t o d o disimulaba/., 'instándome á
:

qu;e respondiese aunque al cabo se c o n v i n o , y '


sin detenerse , d i x o : Este es el gran saber de Só-
crates , él no quiere enseñar nada á los otros,
mientras que de todas partes anda m e n d i g a n d o
ciencia , sin agradecerlo á nadie. Sóc. V o s tenéis
r a z ó n , T h r a s i m a c o , e n decir que y o aprendo,
con gusto de los d e m á s ; pero os engañáis en aña-
dir que no les soy agradecido: mamíiestoles m i
reconocimiento en quanto puedo : les alabo y
aplaudo , que es quanto puedo h a c e r , no t e n i e n - .
do dinero. V o s veréis de contado con quanta v o -
1

luntad celebro y o lo que me parece bien dicho,


quando hayáis respondido ; porque estoy c o n -
vencido que lo haréis perfectamente. Thras\ E s -
cuchad pues.
Y o digo que la justicia n o es otra cosa- que
aquello que es ventajoso (4.0) al mas fuerte. A h o -
B 3
ra bietf, por qué n o aplaudís? Y a sabia y o qtié
n o querríais hacerlo. Sóc. Esperad á lo menos que
comprenda y o primero vuestro pensamiento, por-
que aun no lo entiendo : la justicia e s , decís v o s ,
lo que es ventajoso al mas fuerte. Q u é entendéis
por esto , Thrasimaco ? porque n o m e persuado:
queráis decir , que si Polidamas (41) es mas.
fuerte athleta que nosotros y le conviene á él
para la robustez corporal comer carnés de b u e y ,
sea también justo y ventajoso para nosotros, q u e
somos mas d é b i l e s , usar de tal vianda. Thra-
sim. Malísimo hombre s o i s , S ó c r a t e s ; y siem-'
1

pre tomáis las proposiciones por donde mas se


eche á perder quanto digo. Sóc. N a d a de eso,
b u e n hombre ; sino de gracia os pido , que o s
expliquéis c o n mas claridad. Thrasim. N o sabéis
v o s , que de los Estados unos son monárquicos,
otros aristocráticos , otros populares? Sóc. M u y
bien lo sé. Thrasim. E n cada E s t a d o , aquel q u e
gobierna n o es el mas fuerte? Sóc. E s cierto.'
Thrasim. Cada u n o de ellos n o promulga leyese
e n provecho suyo ; el pueblo , leyes populares;,
el m o n a r c a , leyes monárquicas, y así de los de^»:
m a s ? Y e n estando las leyes establecidas decía-*
van e l l o s , que la justicia respecto de los vasallos
consiste e n la observancia de estas leyes , y al
que las traspasa le castigan c o m o injusto y trans-»
gresor de la l e y : . v e d aquí pues mi pensamiento.
E n todos los gobiernos la justicia es la ventaj»
de aquel que tiene la autoridad en la m a n o , y
que es por consiguiente el mas fuerte. D e donde
(n)
se sigue para todo hombre que discurre bien,
que en todas partes la justicia y lo que es v e n -
tajoso al mas fuerte son una misma cosa. Sóc. A n o - '
ra comprehgndo -lo que queríais decir, si con ver-
dad , ó sin ella , es Ib que v o y á examinar. V o s
definisteis la j u s t i c i a , ó T h r a s i m a c o , por lo
qUe es ventajoso ; aunque m e habíais prohibido
definirla de este m o d o . Verdad e s que vos a ñ a -
disteis al mas fuerte. Thrasim. Pequeña a ñ a d i -
dura por cierto. Sóc. • N o sé todavía si es m u y
grande : lo evidente, es , que es necesario a v e r i -
guar si lo que .decís es v e r d a d ; porque desde l u e -
g o y o . c o n v e n g o . e n - q u e la justicia es algo de
ventajoso ; pero añadís vos que. es solamente al
mas fuerte : esto es l o que y o ignoro , y lo que
h a y necesidad de averiguar. Thrashrt. E x a m i n a d -
l o pues. Sóc. Al. instante. R e s p o n d e d m e : no d e -
cís vos que la justicia consiste en obedecer á los
que mandan? Thrasim. Sí.^óc:.:Más,por ventura
los que m a n d a n en cada uno de los. Estados son
infalibles , ó pueden también engañarse ? Thra~
sim. Pueden engañarse m u y .bien. Sóc. L u e g o
quando se pongan á establecer l e y e s , unas serán
bien establecidas, y otras mal. Thrasim. Así l o
pienso. Sóc. E s decir que serán bien p r o m u l g a -
das aquellas que les son ventajosas , y mal las
qué les son perjudiciales: n o lo entendéis vos de
estesmodo? Thrasim. Sí. Sóc. Entretanto los s u b -
ditos deben conformarse en su voluntad , y e n
•esto consiste la justicia. Thrasim. N o hay duda.
•Sóc. L u e g o según vuestro m o d o de. pensar , n o
B 4
(2 )
4 .
solamente es justo hacer lo quedes ventajoso, sino
aun también lo que es perjudicial al mas fuerte.
Thrasim. Q u é es lo que vos decís? Sóc. E n m i
sentir , lo m i s m o que vos. Sin embargo , averi-
g ü é m o s l o mejor< N o quedamos convenidos e n v

que los que gobiernan se engañan á veces sobré


sus intereses, en las leyes que imponen á los*sub-
ditos , y que es justo que los subditos sin d i s t i n -
eion executen quanto les fuese mandado? N o es
cierto que nos.cónvenimos en ésto? Thrasim. N o
:

puedo negarlo. Sóc. Confesad pues t a m b i é n , q u e


e n d i c i e n d o , que es justo que los subditos h a g a n
todo l o que les es m a n d a d o , os habéis c o n v e -
nido e n que la justicia consiste en hacer lo q u e
es perjudicial á los que g o b i e r n a n , esto e s , á los
mas fuertes, quando sin quererlo , mandan ellos
cosas contrarias á sus intereses. E n tal caso pues,
sapientísimo Thrasimaco , n o es preciso; concluir
que es justo hacer todo lo contrario de lo que
vos d e c í s , por quanto entonces lo que es man-;
dado al mas d é b i l , es; perjudicial al mas fuerte?
Polem. Par diez , Sócrates , que esto es evidente.
Qitoph. Si es que (42) tú lo atestiguas. Polem.Y
qué necesidad hay de testigo? pues que el m i s -
m o Thrasimaco confiesa, que los que gobiernan
•mandan á veces, cosas contrarias á sus intereses,
y que es justo aun en este caso que los subditos
obedezcan. Clitoph. Thrasimaco dixo solamente,
a m i g o Polemárco 5 que era justo que los subditos
hiciesen lo q u e les era mandado. Polem. Y a d e -
mas añadió , ..-querido Ciitophón que la justicia.
es l o que es ventajoso al mas fuerte. E s t a b l e c i -
dos, estos dos principios , quedó consiguiente-
mente' de acuerdo en que los mas fuertes m a n -
dan á.veces hacer á los'inferiores cosas c o n t r a -
rias ;á sus intereses. D e estas confesiones se..s igue,
:

que. la justicia es tanto aquello que.es ventajoso^


c o m o lo.oque es perjudicial al mas fuerte. ,Cli-
toph Pero'por la ventaja del mas fuerte, T r a s i -
maco. entendió l o que el m a s fuerte creía serle
p r o v e c h o s o , y pretendió que esto era lo que de*
bia.'hacer.el mas d é b i l , y que e n esto'.consistía
la justicia^Polem. Pues Thrasimaco no se expli-*
có de este' m o d o . Sóc. N a d a importa eso ,-.Pole-
•marco ; ;si ^Thrasimaco adopta esta explicación,
^nosotros la recibiremos. 'Decidme puési$oThrasi-¿-
í n a c o : entendíais vos así la definicion-que habíais.,
dado: de l a justicia? Q u e d á i s v o s decir , que es
aquellp 'que el mas fuerte creía serle ventajoso,
ahora, l o fuese , ahora n o ? D i r í a m o s . acaso que
•lo entendíais de este ,modo? T/xm«ro.-.Yo? d e
íiinguna manera. Creíais v o s que y o llamo mas
poderosa.(43) al que se e n g a ñ a , en quanto q u e
-se engaña? Sóc. Y o pensaba que esto era l o q u e
d e c í a i s q u a n d o confesasteis que los que gobier-
nan n q s o n infalibles y que se engañan algunas
•veces.,Thrasim.. Sois u n sycophanta (44), Sócra^
t e s , que dais.á mis palabras sentido que ellas n o
tienen ; llamáis de improviso médico al que se
engaña e n orden á los enfermos, e n aquello mis*
morque se. engaña? ó aritmético a l J q u e : y e r r a
*ia calcular, en el hecho .mismo de>errarle.?-Vei»
( 6 )
?

dad e s q u e suele decirse, el médico , el c a l c u l a -


dor ; el gramático se ha engañado ; pero creo
que ninguno se engaña e n quanto él es l o q u e r

d e él se dice. Y hablando c o n exactitud ( p u e s t o


que: tomáis c o n tanto rigor l a s palabras) n i n g ú n
artesano se e n g a ñ a ; porque no se engaña sino
e n quanto su arte le a b a n d o n a , y e n esto n o es
artesano: JBor tanto n i n g ú n artesano , ó sabio , ó
magistrado se engañaría , en quanto e s . tal m a -
gistrado , s a b i o , y artesano ; aunque todo el
m u n d o dixese el médico erró , el magistrado s e
h a engañado. E n el mismo sentido pues debéis
tomar ,1o que y o os he, • respondido. L o qual t o *
m a d o c o n rigor se r e d u c e , á que e l f q u e ; g o b i e r -
n a , considerado c o m o í t a l y n o puede engañarse,
y n o engañándose manda siempre l o q u e es: m a s
provechoso para él , . y esto e s J o i q u é debéu hacer
aquel:que lé está sujeto. A s í es verdad-, c o m o
dixe desde l u e g o , que la justicia consiste e n h a -
cer l o que,es ventajoso al.mas fuerte. Sóc. Sea así
e n buen h o r a , T h r a s i m a c o ; pero os parece q u e
s o y y o . u n calumniador1..Thrasim. S í , vos l o
sois..Sóc. Pensáis que he procurado poneros l a -
zos por medio de preguntas capciosas? Thra-
sim. Y m u y bien que lo he conocido ; pero n o
adelantareis nada en e l l o , porque no se m e ocul-
t a n vuestras malas intenciones , y aun quando se
m e escapasen!, podríais vos.concluirme en la dis-
p u t a ? Sóc.Yo m e guardaré bien de intentarlo,
buen hombre. M a s para que e n l o sucesivo n o
nos s u c e d a cosa s e m e j a n t e , quiero q u e aae d i -
(a¡0
gais , si se deben entender , según eí uso ordina-
rio , ó e n s u m o rigor, estas expresiones,, que poco,
antes d i x i s t e , el que gobierna, el mas fuerte, cuyo-
provecho siendo el mas poderoso , será la regla-
de lo justo para el mas débil. Thrasim. D e b e n
tomarse con el mayor rigor. Poned ahora en obra
todas vuestras astucias y artificios para refutar-
m e , si es que podéis ; no os pido n i n g ú n favor,
pero m e temo que no lo habéis de conseguir.
Sóc. M e creéis tan insensato que m e atreva á
cortar el pelo á u n león (45), y poner e m b o s -
cadas á Thrasimaco? Thrasim. V o s lo habéis in-
tentado. ; pero os ha salido mal.
Sóc. Cortemos la conversación sobre esto ,• y
servios de responderme. E l médico tomado r i g o -
rosamente coino vos le.acabáis de definir', es
m e r c e n a r i o , ó n o tiene acaso otro.objeto que c u -
rar los .enfermos? Thrasim. N o - t i e n e otro objeto
que éste. Sóc. Y el piloto , y o entiendo el .verda- 1

dero piloto , es marinero , ó gefe de los -iriari¿*


:

ñeros? Thrasim. Gefe de l o s m a r i n e r o s . Sóc-Poco"


importa que navegue c o m o ellos sobre la m i s m a
•nave , ni por esto se ha de llamar m a r i n e r o , queí
n o por navegar es p i l o t o , sino por su arte y p o r
la autoridad que tiene sobre los marineros.' Thnu
sim. Esta es mucha verdad. Sóc. Pues acaso no-
tienen uno y otro un interés que les es propio?-
Thrasim. N o . t i e n e duda. Sóc. Y el objeto de su
arte , no es el de buscar y procurar á cada .uno-
de ellos este interés? Thrasim. E s así. Sóc. Pero'
el arte que ellos profesan,.tiene!otro-interés-que.j
su propia-perfección'íThrasim. C ó m o decís vos?
Sóc:-.Como si v o s m e - p r e g u n t a r a i s , si te b a s t a al<
:

cuerpo- ser c u e r p o , ó si le falta a ú n . a l g u n a c o s a ;


y o os .respondería a b s o l u t a m e n t e ' q u e s í , y q u e
p o r esto se h a b í a i n v e n t a d o a h o r a la ' m e d i c i -
n a d o ) : , . p o r q u e el c u e r p o está á veces enfermo,-
y- n o l e conviene este estado. P a r a p r o c u r a r p u e s
al c u e r p o lo q u e le es v e n t a j o s o , h a sido i n v e n -
t a d a la. medicina. T e parece q u e t e n g o r a z ó n en;
lo .que d i g o , ó-.'no ?: Thrasim.• T e n é i s m u c h a r a - ,
z o n . Sóc..Os r u e g o m e digáis a h o r a : si la mft-
dicina- ó q u a l q u i e r a o t r a a r t e q u e sea , está suje-
t a en sí á a l g u n a imperfección , y si necesita d e
o t r a f a c u l t a d , c o m o los ojos d e la facultad d e
Ver:,, y Jos oídos de o í r ? Y si así c o m o estas p a r -
íes del; c u e r p o t i e n e n n e c e s i d a d d e u n arte q u e
b u s q . u e r y l a s p r o v e a d e l o q u e les es útil 5 cada-
arte,'está t a m b i é n sujeto á a l g ú n delecto , y n e -
cesita, d e o t r o - a r t e - q u e p r o c u r e su interés , éste
d é i O t r o , y así •iiasta'.el infinito?.ó si p o r v e n t u r a
cada; a r t e se provee, á sí m i s m o de lo q u e le c o n -
viene., ;ó p o r f o r t u n a n o tiene necesidad p a r a esto
n i . d e s í - m i s m o ¿.ni-del-socorro de n i n g ú n otro,-
s i e n d o - d e su n a t u r a l e z a e x e n t o .de t o d o defecto
y d e t o d a imperfección? B e suerte que el arte n o
t e n g a - o t r o objeto-, q u e buscar la ventaja d e
aquello" á l o . quatpse. h a a p l i c a d o , m i e n t r a s q u e
él m i s m o p e r m a n e c e .siempre encero , s a n o y p e r -
fecto , e n q u a n t o " c o n s e r v a su esencia. E x a m i n a d
c o n .todo rigor se esto es a s í , ó n o . Thrasim. M e
parece que es así..: Sóc. L u e g o l a m e d i c i n a n o
U9).
piensa-en> su< provecho , sm'ofén e l - d e l cuerpo.
Thrasim.- Ciertamente.. Sac. ;Ni el arte eqüestre
atiende á> su u t i l i d a d , sino á Ja de los caballos^
y. lo mismo, sucede e n las otras, artes: (47) y las
quales n o necesitando nada para sí: mismas;,'se
ocupan únicamente e n la ventajaide aquello s o -
bre que se: exercitan. Thrasim. A s í m e parece.
Soc. P e r o , T h r a s i m a c o , las artes d o m i n a n ' y man*
dan á aquello.de que somarres; ¿Aunque con m u -
cha dificultad me concedió e^tejpunto.;No: h a y
pues ningún'arte ni c i e r i c i a . q u e . s e proponga y
ordene lo que es ventajoso, al. mas fuerte;,' sino
al mas débil, y subordinado, á ella .misma-' A l
pronto quiso embrollar. eLasunto,.,. pero.aL^fin se
conformó. L u e g o que h u b o c o n c e d i d o , .le d i x e
y o : de este m o d o , n i n g ú n thádimsen quanto m é -
dico , s e p r o p o n e ni ordenadlo.; q u e es].en> p r o v e -
cho suyo , sino e n utilidad deljanfermo";,porque
h e m o s convenido e n que el.médico t o m a d o . c ó n
t o d a exactitud , gobierna los-cúerpos ¿ y no:;es
mercenario. N o . ei esto verdad ?: Convino en ello.
Y el verdadero piloto no. es marinero,, sino- gefe
de Jos .marineros. También', lo ¡.concedió^ S e m e -
j a n t e p i l o t o •pues no tendrá.en vista , ni d i s p o n -
drá lo que .es^ ventajoso á él., s i n o al .subdito.y al
marinero.;:.La contesó aún , pero, con grandísima
i

pena. Por consiguiente , ó T h r a s i m a c o , todo el


que gobierna .y considerado c o m o tal , de q u a l -
quier naturaleza que sea su autoridad., jamas se
propone en. l o . que manda su interés personal^
sino el del¡..subdko 50 .de .aquello ..que, está c o a -
(30)
fiado á su cuidado. Y teniendo siempre en vista
este o b j e t o , y para procurarle lo que le es conve-.
niente y ventajosa, dice todo quanto dice, y hace
todo quanto hace. E n esto estábamos., y todos los
asistentes veían claramente que la definición de
la justicia era directamente opuesta á la de T h r a -
simaco , quando éste e n lugar de responder , m e
p r e g u n t ó , si yo-tenía ama (48) de leche. A q u é
v i e n e e s t o ? mas os valia responder., le dixe y o ,
que hacer tales preguntas. Thrasim. D í g o l o , p o r -
que hace m u y mal e n dexaros las narices a t e s t a -
das sin quitaros los mocos , teniendo harta n e -
cesidad de ello ; vos que ni aun siquiera sabéis
l o que s o n r e b a ñ o s , ni lo que son pastores.
Soc.. Por qué razón , si os parece ? Thra-
sim. Porque v o s creéis que los ovejeros y b u e y e -
ros se, o c u p a n - d e l bien de sus ovejas y de sus
b u e y e s , y que los engordan y cuidan con otras
miras que las de su propio interés y el de sus
amos. V o s os imagináis t a m b i é n , que los que
gobiernan los Estados ( y o entiendo siempre los
que verdaderamente gobiernan) tienen otros sen-
timientos en orden á sus subditos, que los p a s -
tores respecto de sus r e b a ñ o s , y que día y n o -
c h e se ocupan ellos e n otra c o s a , que e n pensar
e n lo que será mas útil á sus personas. Y estáis
tan léxos de conocer la naturaleza de lo j u s t o y
de la j u s t i c i a , y de lo injusto é injusticia , que
ignoráis aún que la justicia y lo justo son u n
bien para todos , menos para el j u s t o , y q u e
ella es mas útil al mas fuerte, que m a n d a , y por
,(31)'
esencia nociva al subdito que o b e d e c e ; que l a
injusticia al contrario exerce su imperio sobre
los bien morigerados y justos , que por sencillez
c e d e n e n todo al interés del mas f u e r t e , y por
obsequiarle n o se ocupan sino e n procurar s u
felicidad * sin pensar e n la suya propia., V e d
p u e s , simplísimo Sócrates,, c ó m o debe tomarse
la cosa : el hombre justo en todas partes tíene e l
ú l t i m o lugar e n concurrencia c o n el injusto. Por
d e contado e n los mutuos contratos y c o m e r c i a
de la vida > quando se junta éste con aquel j j a -
más encontrareis que al separarse l a c o m p a ñ í a
.saque mas utilidades el justo que el injusto sino t

m u c h a s m e n o s . E n los negocios p ú b l i c o s , q u a n -
do las urgencias del Estado e x i g e n a l g u n a c o n -
tribución, el justo c o n bienes iguales contribuirá
m a s , el injusto menos ; pero si ha de recibir", e l
j u s t o n a d a , el injusto se lleva todos l o s p r o v e -
chos. Suceda pues que u n o y otro regenten al—
'gun e m p l e o p ú b l i c o , aquel por lo m i s m o que e s
justo , e n lugar de enriquecerse á costa del E s -
t a d o , dexará aún perder las cosas de su c a s a s

p o r el poco cuidado q u e se tomará de e l l a s , y


•aún será m u c h o para é l , sino le sucede otra cosa
peor. A d e m a s se hará odioso á los a m i g o s y p a -
rientes , porque n o querrá hacer nada por e l l o s
fuera de lo j u s t o . Suerte enteramente contraria
experimentará el injusto ; porque y o le s u p o n -
g o , c o m o ya he d i c h o , c o n poder bastante para
vencer á los otros. Sobre un hombre pues de este
carácter debéis echar los ojos si queréis c o m p r e -
(32)
hender quanto mas le valga á cada qual e h par-»
ticular el ser injusto , que justo. V o s lo compren-
dereis m u c h o m e j o r , si consideráis llevada a
c o l m o la injusticia , c u y o efecto es hacer f e l i c í -
simos á los que la cometen , y desgraciados por
extremo á los que • son víctimas y n o quieren
rechazar la injusticia c o n la injusticia. Hablo de
la tiranía, la qual con fraude y violencia se a m -
para de lo a g e n o , no p o c o á poco, sino de u n solo
g o l p e , metiéndose por lo santo y sagrado , sin
perdonar los bienes así particulares c o m o p ú b l i -
cos. Pero si a l g ú n ladrón particular fuese sorpre-
hendido en el hecho , se le castiga con el mayor
rigor , llenándole de grandes oprobios. Según la
especie de latrocinio que e x e r c e n , s e les t r a t a d a
sacrilegos., raptores', r a t e r o s , t r a m p o s o s , s a l -
teadores j pero un tirano que sobre ocupar los
b i e n e s , reduce á esclavitud las personas de sus
conciudadanos , en lugar de estos. nombres d e -
testables , es colmado dé elogios y tenido por
•hombre feliz y dichoso , no solo por estos m i s -
m o s que él reduxo á esclavitud , sino por t o d o s
quantos tienen conocimiento de su consumada
maldad. Porque si algunos vituperan la i n j u s t i -
cia , n o es por temor de cometerla , sino p o r -
q u e t e m e n sufrirla. T a n . cierto es ,. ó Sócrates,
que la injusticia llevada á cierto punto , es m a s
fuerte , mas libre , mas poderosa que la justicia,
y que , c o m o desde luego d e c i a , la justicia t r a -
baja por.el interés del mas f u e r t e , y la injusti-
cia.por s u p r o p i o interés,
.(33)
Soc. E n diciendo esto Thrasimaco meditaba
m a r c h a r s e , después de habernos roto los oídos
c o m o guardabaño con tan largo y tan estrepi-
toso discurso ; pero no le dexaron los c o n c u r -
rentes , antes le precisaron á quedarse y dar r a -
z ó n de quanto habia adelantado. Yo mismo le
rogué con grande instancia , y le d i x e : divino
Thrasimaco , c ó m o pensáis vos en salir de aquí,
habiendo traído la conversación á una materia
tan interesante, antes que de todo punto nos e n -
señéis , ó aprendáis vos m i s m o si la cosa es e n
efecto, ó n o , como vos decís } Creéis á dicha que
1

el punto que tenemos que decidir es de pequeña


conseqüencia ? N o se trata quando menos de d e -
finir qué regla de conducta debe guardar cada
uno de n o s o t r o s , para disfrutar mientras viva la
mas perfecta felicidad? Thrasim. Q u i é n os ha
dieho que piense y o de otro modo? Soc. M e p a r e -
cía que no os tomabais m u c h a pena por nosotros,
y que os importaba poco que viviésemos felices
ó infelices , ignorando lo que vos pretendéis s a -
ber ; por t a n t o , buen v a r ó n , instruidnos de bue-
na voluntad , y estad seguro que n i n g u n o de
n o s o t r o s , siendo t a n t o s , os será ingrato al b e -
neficio que nos hiciereis. Por lo que á m í toca,
y o os declaro , que n o pienso c o m o Vos , y que
jamás se me persuadirá que la injusticia sea mas
provechosa que la justicia , por mas que t e n g a
el poder de hacerlo todo impunemente. S í , sea
e n buen h o r a , ó buen Thrasimaco , que el m a l o
haya a d q u i r i d o , ora por f u e r z a , ora por astu-»
c
. (34)
c í a , el poder de hacer m a l , sin tener que t e -
m e r nada ; sin embargo á m í n o m e persuadi-
ríais (49)'que su estado sea preferible al d e l
hombre justo , de c u y o parecer creo no ser y o
solo , y acaso a l g u n o de los circunstantes p e n -
sará lo m i s m o . Próbádhos pues, dichosísimo h o m -
bre , que nosotros andamos errados en preferir]
l a justicia á la injusticia. ThrasirH. Y c ó m o q u e -
réis que os persuada? Si con las cosas qué os he¡
dicho rió os hé c o n v e n c i d o , qué más puedo hacec
$ o r vosotros? É s cosa de meteros por fuerza m i s
íazóriés e n vuestro ánimo? Soc. Por D i o s q u e
riada de é s o ; jiero por de contado querría q u e
estuvieseis firme eñ lo que Una vez d e c í s , ó s i
rríudáis alguna d o s a , hacedlo abiertamente y n o
ños engañéis. Porque para volver de n u e v o á l o
q u e antes d e c í a m o s ; vos v e i s , ó T h r a s i m a c o ,
que después de haber definido al m é d i c o y a l
pastor , s e g ú n su verdadera n o c i ó n , habéis e n
seguida abandonado esta definición , e n orden á
éste último , haciéndonoslo mirar, n o c o m o v e r -
dadero pastor , qué toma cuidado del rebaño por
él rebaño m i s m o , sino c ó m o fondista que le e n -
gorda para u n banquete , ó c o m o negociantes
avaro para venderlo ; lo qual es contrario á lá
profesión (50) del pastor , c u y o único objetó es
procurar el bien del rebaño que le está confia-
do. Porque ptít lo que mira al arte pastoril,
rhiéntras que conserva su esencia es perfecto en
su género , hasta n o faltarle nada de lo que n e -
cesita ¿ara" esto. Por la misma razón y o creía
(35)
que estábamos forzados á convenir e n que toda
administración ó e m p l e o , sea publico , sea p a r -
ticular , se ocupaba únicamente del bien de
aquello que le está subordinado y puesto á su
cuidado. Pensáis vos en efecto que los que g o -
biernan los E s t a d o s , entiendo los que m e r e c e n
e n realidad este título y cumplen con su o b l i g a -
c i ó n , sean m u y gustosos de mandar (51)? Thra-
sim. Á fé mia , que no solo lo pienso , sino q u e
l o sé de cierto. Soc. N o habéis a d v e r t i d o , T h r a -
simaco , en orden á los demás empleos , que n a -
die quiere exercerlos g r a c i o s a m e n t e , sino q u e
e x i g e un salario ; porque está persuadido q u e
del tal m a n d o no se le ha de seguir á él n i n -
g ú n provecho , sino á los subditos i R u e g o o s a ú n
q u e m e d i g á i s : las artes n o se distinguen u n a s
de otras por sus diferentes efectos ? Si queréis,
buen hombre , que c o n v e n g a m o s en algo , r e s -
pondedme según vuestro m o d o de pensar. Thra-
sim. Así es , que se distinguen por sus d i f e r e n -
tes efectos. Soc. L u e g o cada una de las artes n o s
procura una utilidad que le es propia , y n o c o -
m ú n á otra? Por e x e m p l o , la m e d i c i n a , la s a -
lud j el pilotage , la seguridad de la n a v e g a c i ó n ,
y asi de las demás. Thrasim. N o tiene duda.
Soc. Y la utilidad del arte m e r c e n a r i o , no es el
salario ? porque esto es su efecto propio. C o n f u n -
dís vos una con otro , la medicina y el pilotage?
ó si queréis continuar hablando con exactitud,
c o m o dixisteis desde luego , diréis que el pilo—
í a g e y l medicina son una m i s m a cosa , si acoa«»
a

C 2
(36)
íece que un piloto recobre la salud exerclendo SU.
a r t e , porque le es saludable ir por el mar ? Thra-
sim. Ciertamente que n o . Soc. T a m p o c o pienso
q u e d i r é i s , que el arte del mercenario y el del
médico es uno m i s m o , porque el mercenario se
halla bueno exerciendo su oficio. Thrasim. En
efecto que no. Soc. N i que la profesión del m é -
dico sea la misma que la del mercenario , por-»
que el médico exija alguna recompensa por la
curación de los enfermos? Thrasim. T a m p o c o .
Soc. Nosotros pues , no hemos confesado que
cada arte tenia su utilidad propia ? Thrasim. Sea
e n buen hora. Soc. L u e g o si hay un provecho
c o m ú n á todos los artesanos, es evidente que no
p u e d e venirles sino de un arte que todos a ñ a -
d e n á aquel que ellos exercen. Thrasim. Así p a -
rece. Soc. D e c í a m o s t a m b i é n , que el salario que
reciben e n c o m ú n los artesanos les proviene e a
calidad de mercenarios. Thrasim. Pase en buen
hora. Soc. L u e g o n o de su arte le viene á cada
qual este provecho , esto es , el recibo del s a l a -
r i o ; s i n o , hablando con rigor , debe decirse que
el objeto de la medicina es restituir la s a l u d ; el
del arte mercenaria , el salario ; el de la arqui->
tectura , edificar una casa ; y que si resulta un
6alario al médico y al a r q u i t e c t o , es que e n -
trambos á dos son mercenarios , y lo m i s m o de
las otras artes. Cada una de ellas produce su
efecto propio , siempre c o n ventaja del sugeto
al qual esta destinada. Pero qué provecho s a c a -
ría e n efecto de su arte un a r t e s a n o , si le exer«
(350
cíese gratuitamente ? Thrasim. N i n g u n o . Soc. E n -
tonces pues su arte dexaria de serle útil ? Thra-
sim. Así lo pienso. Soc. L u e g o es e v i d e n t e , v u e l -
v o á decir , ó Thrasimaco , que ningún arfe,
n i n g ú n e m p l e o procura su propio interés , sino,
c o m o hemos ya dicho , el interés de su subdito;
e s decir , que procura y ordena lo provechoso
al mas débil y no al mas fuerte. A causa de esto
decia y o poco há , a m i g o Thrasimaco , que n a -
die se entrometía á gobernar y enderezar m a -
les ágenos de gracia , sino que exigia alguna
recompensa ; porque el que quisiese exercer su
arte c o m o debe , nada sacaría de bueno para sí,
según los preceptos del a r t e , sino meramente
para el subdito. Para obligar pues á los hombres
á que tomasen los e m p l e o s , parece que fué p r e -
ciso proponerles alguna recompensa , c o m o d i -
n e r o , h o n o r e s , ó algún castigo si rehusaban a c e p -
tarlos.
Glauc. C ó m o entendéis vos esto , Sócrates?
Porque y o bien conozco las dos primeras e s p e -
cies de r e c o m p e n s a ; pero n o alcanzo qué cosa
sea este castigo q u e vos proponéis c o m o una ter-
cera especie de recompensa. Soc. L u e g o n o c o -
nocéis vos la recompensa de los sabios , m o v i d o s
de la qual se determinan á tomar parte en l o s
negocios ? ó acaso ignoráis que el ser ambicioso
é interesado es cosa v e n g o n z o s a , y tenida por
tal ? Glauc. Y o lo sé m u y bien. Soc. Por esto pues
n o quieren los hombres de bien entrar e n los
empleos públicos m o v i d o s de las riquezas y del
'C3
(38)
h o n o r , porque temerían ser mirados c o m o m e r -
cenarios , si abiertamente exigian a l g ú n salario
por el m a n d o ; ó c o m o l a d r o n e s , si convertían
c o n disimulo en provecho suyo las rentas p ú b l i -
cas ; ó como ambiciosos , si tenían e n vista los
honores. L u e g o es menester que sean compelí-,
d o s á tomar parte e n el gobierno por algún m o -
t i v o poderoso , qual seria el temor de algún cas-
t i g o . D e donde acaso vendría el mirarse c o m o
c o s a torpe encargarse de la administración p ú -
blica de su g r a d o , sin ser compelido por f u e r -
z a . E l mayor castigo pues para el hombre (52)
de b i e n , quando rehusa gobernar á los demás,
es sufrir el m a n d o de u n o peor que él , y este
t e m o r es el que m e parece obliga á los sabios á
encargarse del gobierno , si alguna v e z lo hacen,
y entonces aceptan los e m p l e o s , n o por interés
n i por r e c r e o , sino por la necesidad y p o r . l a
falta de sugetos tanto ó mas dignos que ellos de
gobernar. D e manera que si se encontrase u n
E s t a d o compuesto únicamente de hombres de
b i e n , se disputaría la condición del particular
c o m o se intrigan en el dia los empleos , y se r e -
conocería claramente e n semejante República,
que el verdadero Magistrado no tiene en vista
s u propio interés , sino ei del subdito. Y así cada
ciudadano persuadido de esta verdad estimaría
e n mas ser feliz por los cuidados de o t r o , que
trabajar e n provecho de los demás. D e ningun
m o d o pues concedo y o á Thrasimaco , f]ue la
justicia sea el interés del mas fuerte 4 bien que
en otra ocasión examinaremos aun este punto-.
D e mayor conseqüencia me parece aún lo que
ahora añade Thrasimaco , diciendo , que la vida
del malo es mas feliz que la del hombre justo.
Sois por ventura , ó Gl.aucon , del mismo sentir?
y entre estos dos partidos , quál escogeríais poc
mas cierto? Glauc. L a vida del hombre justo, poc
ser la mas provechosa.
Soc. Habéis oido vos la enumeración que a c a -
ba de hacer Thrasimaco de los bienes afectos á la
condición del malo ? Glauc. Olla ; pero yo no
creo nada.- Soc. Queréis vos que busquemos a l -
gún medio, si por dicha podemos encontrarle, de
convencerle que él se engaña ? Glauc. Por qué n o
he de quererlo? Soc, Si nosotros oponemos al lar-
go discurso que acaba de hacer, otro discurso tan
largo en favor del hombre j u s t o , y él en seguida
otro , y otro nosotros, nos será preciso numerar
y pesar las ventajas de una y otra parte ; y ade»
mas necesitaremos jueces que p.ro.auucie,n la sen-
tencia : en lugar que .conviniendo amistosamente
¿e lo que nos parecerá verdadero ó falso , como
poco há hacíamos, nosotros seremos á un tiempo
los jueces y abogados. Glauc. Esto es muy .cierto.
Soc. Quál de estos dos métodos os agrada mas?/
Glauc. E l segundo. Soc. E a p u e s , Turasímaco,
respondednos á lo primero: pretendéis que la i n -
justicia consumada es mas ventajosa que la j u s -
ticia perfecta ? Thrasim. S í , y he dado las razo>-
nes. Soc. Permitidme aún que os pregunte , qué
pensáis de estas dos cosas , no dais á la una. el

<H -
(4o)
nombre de virtud , y á la otra el nombre de vi-*
ció* Thrasim. Por qué no? Soc. Y probablemen-
te vos daréis el nombre de virtud á la justicia, y
el de vicio á Ja injusticia? Thrasim. Buena traza
tiene , precioso ; puesto que pretendo yo que la
injusticia es ú t i l , y la justicia no lo es. Soc. Pues
qué es lo que vos decís ? Thrasim. Todo lo con-
trario. Soc. Qué? la justicia es un vicio? Thra-
sim. N o por cierto ; pero es u n a solemne fatui-
dad. Soc. Luego llamáis malignidad (53) á la
injusticia? Thrasim. N o , sino sagacidad. Soc. Aca-
s o pues,. ó Thrasimaco , para vos los injustos
son hombres prudentes y buenosl Thrasim. Sí,
aquellos que son injustos en supremo grado; que
son bastante poderosos para sujetar ciudades y
reynos. Vos creeríais tal vez que y o quería -ha-
blar de los corta bolsas. N o es que este oficio no
tenga también sus utilidades, mientras se exer-
cíta impunemente j pero estas ventajas nada son
comparadas con las que acabo de referir. Soc. Co-
nozco muy bien lo que vos queréis decir * pero
lo que me sorprende es , que coloquéis la injus-
ticia al lado de la virtud y de la sabiduría , y
la justicia en la parte contraria. Thrasim. Esto
es no obstante lo que yo pretendo.
Soc. Esto es ya m u y d u r o , amigo , y no se
qué medio tomar para refutaros. Si vos dixesets
siquiera , como algunos otros , que la injusticia
aunque ú t i l , es una cosa en sí vengonzosa y
m a l a , se os podría responder lo que se respon-
de vulgarmente (54}. Pero pues que vos os ade,-
(40
Iantais hasta llamarla virtud y sabiduría, claro
está que no balanzeareis en atribuirle la h e r m o -
sura , la fuerza , y todos los demás títulos que
comunmente se dan á la justicia. Thrasim. V a -
ticináis con mucho acierto. Soc. Con todo yo no
me he de acobardar en este examen , mientras
comprenda que vos habláis seriamente ; porque
me parece , Thrasimaco , que al presente no os
burláis, sino que referís por verdaderas las c o -
sas que os parecen tales. Thrasim. Qué os i m -
porta que yo piense, ó n o , como hablo , mien-
tras no refutéis mis razones? Soc. Por cierto nada;
pero dignaos responderme aún á esto : el h o m -
bre justo querría tener en alguna cosa la ventaja
sobre otro justo? Thrasim. Verdaderamente que
no ; porque de otro modo ni seria tan c o m p l a -
cedor , ni tan simple, como le supongo. Soc. Qué!
ni aún en lo que mira á una acción (54) justa?
Thrasim. N i aún en esto. Soc. Pero á lo menos
querría aventajarse al injusto, y creeria poderlo
hacer justamente ? Thrasim. Creeria poderío ha-
cer , y aún lo querría ; pero serian inútiles sus
esfuerzos. Soc: N o es esto lo que yo quiero s a -
b e r , una sola cosa os p r e g u n t o : si el justo no
tendria ni pretensión , ni voluntad de aventajar-
se á otro justo , sino meramente al injusto?
Thrasim. Es así verdad. Soc. Y qué diriamos del
injusto? querría por dicha aventajarse al justo,
aún en orden á las acciones justas ? Thrasim. Sin
duda que s í ; pues q u e el quiere aventajarse á
todo el mundo. Soc. Querría pues también tener
(42)
ventaja sobre el.injusto , aún en las acciones In-
justas , y se esforzará á tomar la superioridad
sobre todos? Thrasim. Así es. Soc. E n conclusión
pues decimos : que el justo no quiere aventajar-
se sobre su semejante , sino sobre su contrario;
en lugar que el injusto quiere aventajarse sobre
«no y sobre otro. Thrasim. Muy bien lo has d i -
cho. Soc. Pero el injusto es sabio y bueno , y el
justo ni es uno ni otro, Thrasim. También está
bien dicho. Soc. Luego el injusto se asemeja á
los buenos y á los sabios, y el justo no se les
parece en nada. Thrasim. Sin d u d a , aquel que
es t a l , se parece á los que son lo que él e s , y
aquel que no es t a l , no se les parece. Soc. M u y
bien : tal es pues cada uno de ellos, qual de
aquellos á quienes se asemeja. Thrasim. Pero qué
tenemos con eso ? Soc. Sea así, Thrasimaco : mas
decís vos de un hombre que es músico , y de
otro decís que no lo es? Thrasim. Sí. Soc. Quál
de los dos es sabio , y quál no lo es? Thrasim. El
músico es sabio (5 5), el otro no lo es. Soc. Pues
lo que es sabio es bueno , y lo otro es malo por
la razón contraria. Thmsim. Ciertamente. Soc. N o
es esto lo mismo respecto del médico ? Thra--
sim. Sí. Soc. Creeríais vo>, buen hombre , que el
músico que templa su lyra , quisiese apretar o
aflojar las cuerdas de su instrumento, rnas de lo
que debe hacer un músico ? Thrasim. Me parece
que no. Soc. Pero mas de lo que haría un Igno-
rante en la música ? Thrasim. Es como preciso.
Soc. Y qué diríais del médico? querría en órdea
á la coínida y bebida aventajarse sobre otro m é -
dico , ó sobre el arte mismo que profesa? Thra-
sim. De ninguna manera. Soc. Y sobre aquel que
no es médico ? Thrasim. S'm duda. Soc. Ved pues
si respecto de qualquier ciencia que sea , os p a -
rece que el instruido quiera tener la ventaja en
lo que dice y en lo que h a c e , sobre otro ver-
sado en la misma ciencia, ó si él no aspirará á
mas que á parecerse á su semejante en iguales
circunstancias? Thrasim. Acaso es preciso que
sea así. Soc. Mas el ignorante al contrario, no
quiere aventajarse tanto sobre el instruido, como
sobre el ignorante ? Thrasim. Esto puede ser.
Soc. Pero el instruido es sabio ? Thrasim. Con-
cedo. Soc. El sabio es bueno? Thrasim. Tam-
bién. Soc. Luego el sabio y bueno no quiere
aventajarse sobre su semejante , sino sobre su
desemejante y contrario. Thrasim. Apariencia
hay que así sea. Soc. E n lugar que el malo é
ignorante quiere sobrepujar al uno y al otro.
Thrasim. Así parece. Soc. N o habéis confesa-
do vos , ó Thrasimaco , que el injusto q u i e -
re aventajarse sobre su semejante , y sobre su
contrario ? Thrasim. Confesadolo he. Soc. Y
que el justo no quiere.sacar ventaja sobre su
semejante, sino sobre su contrario? Thrasim. E n
efecto. Soc. Pareceme pues que el justo se a s e -
meja al bueno y al s a b i o , y el injusto al
malo é ignorante. Thrasim. Su peligro corre.
Soc. Pero nosotros hemos convenido, que -ellos
(44)
eran uno y otro tales corno aquellos á quienes
se asemejaban. Thrasim. E n verdad convenimos.
Soc. Es pues evidente que el justo es bueno y
sabio , y el injusto malo é ignorante. T h r a s i m a -
co convino en todo esto , pero no con tanta f a -
cilidad como yo ahora lo cuento , sino arrastra-
do y á duras penas , sudando á mares , por es-
tar en lo caloroso del estío. Entonces vi por p r i -
mera vez , antes jamás , avergonzado á T h r a s i -
maco. Después que hubimos convenido en que
la justicia era sabiduría y virtud , y la injusti-
cia vicio é ignorancia ; miremos , Je dixe yo,
este punto como cosa decidida. Nosotros hemos
dicho ademas que la injusticia tenia la fuerza
por herencia. N o os acordáis de esto Thrasima-
co? Thrasim. Sí me acuerdo ; pero yo no estoy
satisfecho de lo que vos acabáis de decir, y t e n -
go que responderos ; aunque sé muy bien que
si solo abro la b o c a , diréis que hago una a r e n -
ga. Dexadme pues la libertad de hablar quanto
q u i e r a , ó si queréis p r e g u n t a r , hacedlo; que yo
diré amen á todo , y concederé y negaré con mo-
vimientos de cabeza , como hacen los niños con
las viejas' que les relatan cuentos. Soc. L o que
encarecidamente os ruego e s , que nada.digáis
contra vuestra opinión y modo de pensar. Thra*
sim. Pues que no me dexais decir lo que- me p a -
rezca , yo hablaré á gusto de vuestro paladar:
deseáis aún por dicha otra cosa? Soc. Por cier-
to , n a d a , con tal que cumpláis esto , que sí lo
(45)
haréis. Voy pues á preguntaros. Thrasim. Pr®-.
guntad.
Soc. Pregunto pues ahora lo que poco an-
tes ( p a r a llevar seguido el discurso); en qué
estado se halla la justicia comparada con la i n -
justicia ? vos habéis dicho , me parece que era
7

mas fuerte y mas poderosa la injusticia que la


justicia. Thrasim. Y lo digo aún. Soc. Si la j u s -
ticia es sabiduría y virtud , creo me seria m u y
fácil manifestar que ella es mas fuerte que la i n -
justicia ; puesto que la injusticia es ignorancia.,
y nadie hay que ignore esto. Pero no quiero,
Thrasimaco , detenerme en esta sencilla prueba,
sino convenceros con esta otra. Diríais por ven-
tura que hay algún estado tan injusto, que i n -
tente sujetar y dominar injustamente otros esta-
dos , y aún tener á muchos en esclavitud? Thra-
sim. Por qué no? sin duda que lo hay. Y esto
debe suceder á proporción que el gobierno será
mas excelente, y habrá llegado en él la injusti-
cia á mayor altura. Soc. Yo sé que este es v u e s -
tro modo de pensar. Lo que yo queria saber, es
si un estado que se hace dueño de otro estado,
puede tener este dominio , sin tener de su parte
la justicia, ó si estará precisado á servirse de
ella. Thrasim. Si la justicia es sabiduría, como
vos hace poco decíais , será preciso que este e s -
tado recurra á ella; pero si es como yo d i g o , él
echará mano de la injusticia. Soc. Mucho os agra-
dezco , Thrasimaco , que no solamente digáis sí,
y no con movimiento de c a b e z a , sino que r e s -
(46)
pondaís tan á propósito. Thrasim: Ragolo poí*
obligaros. Soc. Os estoy reconocido. Pero r u -
cedme aún la gracia de decirme , si os parece
que una ciudad , un- exército , una compañía de
bandidos $ de ladrones, ó qualquiera otra só-i
ciedad de esta naturaleza podria salir bien ea.
sus empresas injustas, si los miembros que la
componen violasen unos respecto de otros , todas
las reglas de' la justicia? Thrasim.•<Ciertamente
que no. Súc, ¥ qué si las observasen? no saldrían
mejor gfl sus injustas empresas ? Thrasim. Sin
duda. Soó, Y esto e s , ó buen Thrasimaco , p o r -
que la injusticia levantaría entre ellos sedicio-
n e s , enetoistades, contiendas , en vez que la jus-
ticia mantendría allí la paz y la concordia. No es
así ? Thrasim. Sea , por n o tener disputa con vos,
Soé. Vos hacéis muy b i e n , amigo. Pero os r u e -
go que irie contestéis á esto ; si es propio de la
:

injusticia engendrar odios y disensiones, donde


quiera que se h a l l e , producirá sin duda los mis-
mos efectos de odio y sedición, metida entre
h o m b r e s , ora sean libres, ora esclavos , y los
pondrá' en disposición de no poder emprender
nada.de común.acuerdo? Thrasim. Ciertamente
és así. Soc. Y si se encuentra en solos dos h o m -
bres , no estarán siempre en disensión y -en g u e r -
r a , y se aborrecerán y serán enemigos uno de
o t r o , como aborrecen á los justos ? Thrasim. E n
efecto será así. Soc. Pero porque no se encuentre
sino en uno solo , buen hombre , perderá por
suerte la injusticia su propiedad, ó bien la con-
servará? Thrasim. A fé mía que la conserve.
Soc. Tal parece pues la naturaleza de la injusti-
cia , que en donde quieta qué se encuentre, aho-
ra sea en urt estado , ahora en una nación, a h o -
r a en Un exército , ó ett quálquiera otra socie-
dad , la constituya primeramente en una i m p o -
sibilidad absoluta de emprender cosa alguna,
por las sediciones y querellas qué etf ella exci-
taría ; en segundo l u g a r , que la haga enemiga
de sí misma , de todos sus contrarios , y de los
hombres de bien. N o es estd Verdad? Thra^
sim. Verdad 6s. SoC. Encuéntrese pues en uri
solo hombre , yo pienso que producirá los m i s -
mos efectos naturales (^7). L o primero , le cons-
tituirá en la imposibilidad de o b r a r , pOr los al-*
borotos que levantará en su alma , y por la dpo*
sicion continua en que le tendrá consigo m i s -
m o ; haciéndole ademas enemigo de sí propio,
y de todos los justos. No es así? Thrasim. E s
m u y cierto. SoC. Pero amigo , son justos también
los dioses? Thrasim. Seanlo enhorabuena. Soc. L u e -
go el injusto, ó Thrasimaco , será enemigo de*
los dioses , y el justo será su amigo. Thrasim. S a -
cad con confianza hasta saciatós las eonseqüen—
cías que os dé la gana ; porque yo no me o p o n -
dré , por n o enemistarme con los que me es-*
Cuchan.
Soc. Llevad pues al cabo la complacencia del
banquete , respondiéndome cómo hasta ahora¿
Acabamos de ver que los justos sotí mejores, mas
Sabios y mas fuertes qué los- malo»: que estos
( 8)
4

nada pueden emprender , ni solos , ni en c o m -


pañía de o t r o s ; y quando hemos supuesto c o n -
fiadamente que la injusticia á veces no l e s ' i m -
pedia executar en común algún designio , esta
suposición no era del todo cierta ; porque si fue-
sen completamente injustos , convertirían contra
sí mismos su' injusticia. Por el .contrario es e v i -
dente que ellos guardan entre sí cierta especie
de justicia, que es la que les impide ofenderse
recíprocamente á sí mismos y á los que con
ellos v i v e n , y por la qual logran el fin de sus
designios. A la verdad la injusticia es la que les
hace formar empresas criminales, siendo malos
á medias; porque los que de todo punto son ma<
los é injustos , se hallan también en una i m p o -
sibilidad absoluta de obrar. Yo concibo que la
cosa debe ser a s í , y no como vos supusisteis al
principio. Restaños examinar si la condición del
justo es mejor y . m a s feliz que la del injusto,
que es lo que propusimos averiguar á la postre.
Yo me inclino á creer que es a s í , por lo que
dexamos dicho. Pero tratemos el asunto mas á
fondo , tanto mas que no es qüestion de b a g a -
tela , sino de lo que debe ser la regla de n u e s -
tra vida. Thrasim. Examinad pues. Soc. Esto es
lo que voy á h a c e r , respondedme: el caballo
no tiene una función que le es propia? Thra~
sim. Sí. Soc. N o llamáis vos función de u n caba-»
lio , ó de qualquier otro a n i m a l , lo que no p u e -
de hacerse , ó por lo menos hacerse bien , sino
p o r su msdio ? Thrasim-. N o lo entiendo Soc. To-°
(49)
fnemosío de otro modo. Podéis ver de otra m a -
nera que por los ojos ? Thrasim. E n verdad que
no. Soc. Y oir de otra manera que por los o í -
dos? Thrasim. Tampoco. Soc. Con razón pues
podemos d e c i r , que ésta es su función. Thra-
sim. Ciertamente. Soc. N o podría cortarse el sar-
miento de la vid con un cuchillo , con un t r a n -
chete , ó algún otro instrumento? Thrasim. Sin
duda. Soc. Pero cómo con ningún otro se hace
tan cómodamente como con la podadera, hecha
expresamente para esto , diriamos que ésta es sii
función ? Thrasim. E n efecto que sí. Soc. Ahora
pienso que comprehendereis mejor lo que antes
p r e g u n t a b a , si acaso la función de una cosa era
aquello que sola ella lo puede h a c e r , ó que lo
hace mejor que ninguna otra. Thrasim. L o com-
prendo , y lo que vos decís me parece cierto.
Soc. Muy bien. Mas todo lo que tiene una fun-
ción particular , no tiene también una virtud que
le es propia? Y por volver á los exemplos de que
ya me he servido, los ojos, no decíamos que
tienen su función ? Thrasim. Sí. Soc. Luego tam-
bién tienen ellos una virtud que les es propia?
Thrasim. También. Soc. Y los oidos tienen su
función? Thrasim. Sí. Soc. Luego también su
virtud. Thrasim. Así es. Soc. Y no diríamos lo
mismo de qualquier otra cosa ? Thrasim. L o m i s -
mo. Soc. Aguardaos un p o c o : podrían acaso los
ojos desempeñar bien su función, sino tuviesen la
virtud que les es propia, ó si en lugar de esta vir-
tud tuviesen el vicio contrario? Thrasim. Cómo
D
(50)
podrían hacerlo? porque vos habláis sin duda d e
]a ceguera substituida á la facultad de ver.
Soc. Qualquiera que sea la virtud de los ojos,
poco importa : no es esto lo que ahora quiero
saber , pregunto solamente en g e n e r a l , si cada
cosa desempeña bien la función que le es propia,
1

por la virtud que es propia suya , y m a l , por el


Vicio contrario? Thrasim. Esto es así verdad como
vos lo decís. Soc. Por tanto los oidos privados de
su propia virtud , desempeñarán mal su función?
Thrasim. Ciertamente. Soc. N o podemos decir
lo mismo de qualquier otra cosa ? Thrasim. Yo
así lo pienso.
Soc. E a pues , examinemos ahora esto : el
alma no tiene su función propia , que ninguna
otra cosa criada salvo ella , podría cumplir i co-
m o por exemplo , el cuidar , el gobernar , el de-
liberar , y así de lo demás. Podríamos por v e n -
tura atribuir con razón estas funciones á otra
cosa que al alma, y no tendríamos derecho de de-
cir que ellas le son propias? Thrasim. Por cierto
á ninguna otra. Soc. L a acción de vivir no dina-
mos aún que es uña de las funciones del alma?
Thrasim. Y la mas principal. Soc. Con que t a m -
bién decimos que el alma tiene su virtud p a r t i -
cular? Thrasim. Es cierto. Soc. Podría pues por
suerte , ó Thrasimaco , desempeñar bien jamás
el alma sus funciones , privada de esta virtud
que le es propia? o le beria imposible? T/irfl*
sim. Imposible le seria. Soc. Luego es preciso que
el alma mala, gobierne m a l , administre mal: ia
(¿O
buena , al contrario , que lo haga bien todo esto*
Thrasim. Es muy preciso. Soc. Pues no hemos que-
dado de acuerdo en que la justicia era la virtud,
y la injusticia el vicio del alma ? Thrasim. Acor-
dadoío hemos. Soc. Seguirase pues que el alma
justa y el hombre justo , vivirán bien j y el hom-
bre injusto vivirá mal. Thrasim. Así debe de ser
según lo que vos decís. Soc. Mas aquel que vive
bien es dichoso y feliz ; y el que m a l , desdicha-
do? Th asim. Quién lo duda ? Soc. Luego el justo
es feliz y el injusto malaventurado. Thra-
sim. Sean en buen hora. Soc. Pues el ser desdi-
chado no es nada provechoso; pero sí el ser fe-
liz. Thrasim. Quién os dice lo contrario. Soc. Lue-
go es falso , divino Thrasimaco , que la injusti-
cia sea mas provechosa que la justicia. Thra-
sim. Regalaos , ó Sócrates , con estos bellos d i s -
cursos en la fiesta de Diana (58). Soc. Á vos,
ó Thrasimaco , os soy deudor., después que os
suavizasteis y dexasteis el mal humor que t e -
níais conmigo. Con todo ño me he regalado
como hubiera querido: mia ha sido la culpa y
no vuestra. Sucedióme lo q u e á los glotones , que
andan salpicando todos los manjares sin saciarse
de ninguno. Antes de resolver la primera q ü e s -
tion que fué propuesta sobre- la naturaleza de
la justicia , dexandola indecisa me fui á b u s -
car , si ella era vicio ó virtud ¿ sabiduría ó i g -
norancia. Cayendo después la conversación en si
la injusticia es mas ventajosa que la justicia , n o
pude menos de dexar la primera para pasar á
D 2
esta otra. D e suerte que de toda esta conver-
sación nada he a p r e n d i d o ; porque ignorando
qué cosa sea la justicia, con dificultad podré
saber si es una virtud , ó no , y si aquel que l a
posee es feliz ó desgraciado.
r
(53)

COLOQUIO SEGUNDO.

Soc. E n hablando de este modo , creía yo


haberme desembarazado de la d i s p u t a ; pero al
parecer esto no era aún sino el preludio. Porque
Glaücon que para todo manifestaba siempre m u -
cho esfuerzo, se mostró descontentísimo del a p o -
camiento de Thrasimaco , y tomando la palabra
me dixo : quedáis por ventura satisfecho , ó S ó -
crates , con sola la apariencia de habernos p e r -
suadido que la justicia por todos respetos es p r e -
ferible á la injusticia , ó queréis persuadírnoslo
en efecto ? E n realidad q u e r r i a , le dixe yo , si
estuviese esto en mi mano. Glauc. N o habéis h e -
cho pues aún lo que pretendéis. Porque decid-
me : no os parece que hay cierta especie de b i e -
nes que deseamos y buscamos nosotros por sí
m i s m o s , sin ocuparnos de sus conseqüencias?
como la alegría y demás deleytes que carecen de
toda mezcla de m a l , aunque dé ellos no nos r e -
sulte después otra ventaja que el placer de d i s -
frutarlos. Soc. S í , me parece , que hay bienes de
esta naturaleza. Glauc. N o hay también otros
que amamos por sí mismos y por sus conseqüen-
cias ; el juicio , por exemplo , la vista y l a s a -
lud? porque estos dos motivos igualmente nos
inclinan á abrazarlos. Soc. Esto es cierto. Glauc. N o
veis 'vos otra tercera especie de bienes, en la
D 3
qual comprehendo los exercicios corporales , los
remedios que se toman por la salud , el curar
los enfermos, y todos los medios honestos de
enriquecerse? Estos bienes , diriamos nosotros^
son bienes penosos , pero útiles; nosotros no los
buscamos por sí mismos , sino por las recom-
pensas y otras ventajas que de ellos nos resul-
tan. Soc, Reconozco esta tercera especie de bie-
nes. Pero á dónde vais á parar? Glauc. Erí quál
de estas tres clases colocáis vos la justicia? Soc. E n
la mas hermosa, en la de los bienes que deben
ser amados por sí mismos y por sus conseqüen-
c i a s , de los que quieren ser verdaderamente f e -
lices. Glauc. No es esta la opinión común de los
hombres , que la colocan entre los bienes , que
solo merecen nuestra atención por los premios,
honores y gloria que de ellos nos resultan, y
que deben huirse por sí mismos como arduos y
difíciles. Soc. Sé muy bien que por lo común se
piensa de este modo ; y por esto Thrasimaco la
desecha con desprecio y hace tantos elogios de
la injusticia. Mas yo debo de ser un t o n t o , sien-
do de otra opinión. Glauc. E a pues , quiero ver
si vos seréis de la mia ; oídme.
Porque me parece que Thrasimaco , á m a -
nera de sierpe ( i ) , se rindió demasiado presto á
los encantos de vuestros discursos. Para mí aún
n o se ha hecho una demostración racional de lo
uno , ni de lo otro. Yo deseo saber quál es la
naturaleza de la justicia y de la injusticia , y
qué efectos produce una y otra inmediatamente
(55)
en el alma , prescindiendo de las recompensas y
demás conseqiiencias buenas ó m a l a s , que de
ellas se siguen. Ved pues lo que voy á hacer , si
es que merece vuestra aprobación. Tomaré de
nuevo el discurso de Thrasimaco y diré en p r i -
mer lugar , qué cosa es la justicia según la o p i -
nión c o m ú n , y de dónde trae su origen. Haré
ver en seguida , que todos los que la practican
no la miran como un b i e n , sino que se sujetan
á ella como á una dura necesidad. Por último,
mostraré que tienen razón de obrar a s í , porque
la condición del malo es infinitamente mas v e n -
tajosa que la del j u s t o , á lo que comunmente
dicen ; pues por lo que á mí toca , Sócrates , aún
no ' he tomado partido , porque tengo desechas
las orejas de oir mil discursos semejantes al de
Thrasimaco , que yo no sé á qué atenerme. T o -
davía no he oido á nadie que me probase como
querría , que la justicia es mejor que la injusti-
cia. Quisiera oiría alabar en sí misma y por sí
m i s m a , y de vos especialmente es de quien e s -
pero este elogio. A este fin voy á estenderme un
poco sobre las ventajas de la condición del malo;
y en mi modo de hablar os manifestaré la forma
que yo querría que adoptaseis en vituperar la
injusticia , y celebrar la justicia. Ved pues si os
agradan estas condiciones. Soc. Sobremanera: por-
que de qué otro asunto un hombre sensato p o -
dría conversar mas amenudo y con mas gusto?
Glauc. Tenéis mucha razón.
Escuchad pues , quál sea , según la opinión
D 4
(56) ,
común , la naturaleza y origen de la justicia,
que es lo primero de que ofrecí tratar. El inju-
riar , dicen , que por naturaleza es- un bien
un mal recibir la injuria ; pero que hay mucho
mas de mal en recibir la injuria, que de bien en
hacerla. Por esto , después que los hombres h u -
bieron probado de lo uno y de lo otro , y se h i -
cieron daños entre sí por largo tiempo , los mas
débiles no pudiendo evitar los ataques de los
mas fuertes , ni acometerles á su v e z , pensaron
en decir que era interés de todos el pactar que
no se hiciese y no se recibiese ningún daño. D e
-

aquí quieren que tomasen principio las leyes y


sus convenios , y el llamarse justo y legítimo lo
que estaba mandado por la l e y , y que el origen
y esencia de la justicia sea t a l , que ocupe el l u -
gar medio entre el mayor bien que consiste en
ser injusto impunemente , y el- mayor mal que
consiste en no poder vengarse de la injuria r e -
cibida. Atuviéronse pues á la justicia puesta e n -
tre estos dos , no porque ella fuese un<bien en sí,
sino porque la imposibilidad en que se estaba de
dañar á los demás , hacia mirarla como t a l ; p o r -
que el que tiene la fuerza en la mano y es v e r -
daderamente h o m b r e , se guardaría muy bien
de hacer semejante pacto , á no estar entera-
mente loco. Ved a q u í , Sócrates , qual es la n a -
turaleza de la justicia , y la fuente de donde se
pretende que tomó su origen. Y para probaros
aún mejor que los que abrazau la justicia lo h a -
cen forzados por no estar en estado de hacer
daño á o t r o s , hagamos una suposición. Demos
al hombre de bien y al malo un poder igual de
hacer lo que se les antoje. Sigámosles después los
pasos y veamos á dónde les conducirá la codicia
al uno y al otro. Por cierto no tardaríamos en
sorprender al hombre de bien caminando sobre
Jas huellas del malo , arrastrado como él por el
deseo de tener mas que los o t r o s ; deseo cuyo
cumplimiento fomenta la misma naturaleza como
una cosa en sí buena ; pero la ley reprime y re-
duce por fuerza a la igualdad.
Mas para que el poder que yo les concedo
sea el mayor , démosles que sea como el que d i -
cen que tuvo G y g e s , uno de los progenitores
de L y d o . Cuéntase pues que siendo pastor asa-
lariado del Rey de L y d i a , hubo una grandísi-
ma tempestad de agua con violentos terremotos,
que abrieron la tierra , é hicieron una hendedu-
ra en el parage mismo donde apacentaba sus ga-
nados. Visto lo qual por Gyges y sorprendido,
baxó por esta abertura y vio , entre otras m a r a -
villas que se refieren, un caballo de bronce h u e -
co , en cuyos lujares tenia unas puertas , las
quales abiertas , descubrió u n cadáver al p a r e -
cer de una talla mas que humana. Este • cadáver
estaba desnudo , solamente tenia en el dedo un
anillo de oro , que tomó Gyges y se retiró. E n
seguida tuvieron los pastores 'la acostumbrada
asamblea m e n s u a l , para informar al Rey del e s -
tado de sus rebaños , á la qual vino también G y -
ges llevando puesto su anillo. Sentado pues e n -
(58)
tre e l l o s , volvióse casualmente la piedra de la
sortija acia la palma de la m a n o , con lo qual
quedó invisible á los que con él estaban , en tér-
minos que hablaban de él como si estuviese a u -
sente. Admirado de este prodigio, moviendo otra
vez el anillo , volvió la piedra hacia la parte de
afuera ,>con cuyo movimiento se hizo de nuevo
visible. Advirtiólo é l , y con mayor cuidado o b -
servó por varias experiencias si el anillo tenia tal
virtud. E n efecto descubrió que quando volvía la
piedra acia dentro se hacia invisible , y visible
quando la volvía áeia fuera. Hecha esta e x p e -
riencia, procuró inmediatamente que le n o m -
brasen por uno de los dos enviados , que debían
ir á dar cuenta al Rey. Llegado pues al palacio
y adulterando con la R e y n a , resolvió con su
ayuda matar al Rey y apoderarse del trono (2).
Si hubiera pues dos anillos como éste, de los
q'uales poseyese uno el hombre de b i e n , y otro
el malo , parece que no habia de encontrarse
nadie de un caráctez tan firme , que perseverara
en la justicia y se abstuviera de llegar á los b i e -
nes de o t r o , aunque pudiese impunemente t o -
mar de la plaza pública quanto tuviese en v o -
luntad , y entrándose en las casas, abusar de toda
clase de personas , matar á u n o s , libertar de las
cárceles á o t r o s , y hacer entre los hombres
quanto le diese la gana , con un poder igual al
de los dioses. Obrando de este m o d o , en nada se
diferenciaría uno de otro , sino que entrambos á
dos seguirían unas pisadas, y se dirigirían al mis-
(59)
m o objeto; y éste es el mejor testimonio para
probar que nadie es justo de g r a d o , sino por
f u e r z a ; como que el serlo no es en sí un bien,
puesto que se hace injusto qualquiera en el m o -
mento que cree poderlo ser sin temor.' Porque
todo hombre piensa allá en su interior que la
injusticia es_mas provechosa que la justicia ; y
con r a z ó n , según dicen los que tratan de esto.
D e suerte que si alguno habiendo recibido tal
•poder no quisiese hacer mal á nadie , ni llegar á
los bienes de otro , seria mirado por los adverti-
dos como el- mas infeliz y mas insensato de t o -
dos los hombres. Mas entre tanto cada uno h a -
rria en público elogio de su virtud , con designio
de engañar á los otros y temiendo recibir inju-
rias , si hablaba de otro modo. Esto supuesto,
yo no veo sino un medio y ningún otro de p r o -
nunciar con seguridad sobre la condición de
aquellos de quienes hablamos, y es el considerar
aparte al uno y al otro en el mas alto grado de
justicia y de injusticia. Para esto no quitemos al
malo ninguna parte de la injusticia , ni tampoco
parte ninguna de ia justicia al hombre da bien,
sino supongamos á cada uno perfecto en el g é -
nero de vida que abrazó. Primeramente pues el
malo'obre como los buenos artífices , por exem-
plo , un hábil piloto , ó u n gran médico que de
u n golpe descubre hasta donde puede llegar su
arte , y sobre la marcha toma su partido , a c o -
metiendo lo accesible y dexando lo desesperado,
y si por desgracia yerra en algo , sabe e n d e r e -
(6o)
zarlo diestramente. Digo pues que eí malo dirija
sus empresas injustas con tanta sutileza que n o
sea descubierto, si es que ha de ser completa-
mente m a l o : pues si fuese sorprehendido seria
tenido por un necio. Porque el grado sumo de
injusticia consiste en parecer hombre de bien sin
serlo. Demos pues al completamente injusto toda
la maldad de que es c a p a z , sin quitarle nada;
antes bien le permitamos que cometiendo los mas
atroces delitos, sepa adquirirse con todos la r e -
putación de hombre justificado ; y si por acaso
llega á tropezar , pueda levantarse luego al pun-
r o , y sea bastante eloqüehte para persuadir su
inocencia á aquellos ante quienes fuese delatado,
y sia también fuerte , atrevido, y bastante p o d e -
r o s o , ora sea por sí mísmo, ora por medio de sus
amigos para conseguir por la fuerza lo que no
pudiese de otro modo.
Pongamos ahora junto á éste al. hombre de
b i e n , cuyo carácter sea la sencillez é ingenui-
dad , y que como dice Eschylo (a) , sea mas
zeloso de ser bueno que de parecería. Quité-
mosle aún la reputación de hombre honrado;
porque si pasa por tal será colmado en con-
seqüencia de honores y de bienes ; y no p o d r e -
mos ya juzgar si ama la justicia por sí mis-
ma , ó por los bienes y honores que ella le p r o -
cura. E n una palabra, despojémosle de t o d o , sal-
vo de la justiciaj y para poner entre uno y otro

(fl) Sep. Cpnt. The. v. $98,


(6i)
una perfecta oposición, que sea tenido p o r el
peor de los h o m b r e s , sin haber cometido jamás
la menor injusticia; de suerte que su virtud sea
puesta á las mas fuertes pruebas , sin titubear ni
por la infamia , ni por los malos tratamientos;
sino que hasta la muerte camine á paso firme
por las sendas de la justicia, pasando toda su
\tida por un malvado , siendo hombre de bien.
Hagamos esto para que á vista de estos dos m o -
delos , uno' de justicia, otro de injusticia consu-
mada , podamos conocer quál de los dos es mas
feliz. Soc. Ó amigo Glaucon! con qué exactitud
y con qué rigor despojáis á e n t r a m b o s , como si
fueran estatuas, de todo lo que es estraño al
juicio que debemos hacer! Glauc. Pongo la m a -
yor que puedo. Siendo pues t a l e s , quales acabo
de decir, no es difícil, á 16'que me p a r e c e , j u z -
gar de la suerte que les espera al uno y al otro.
Digámoslo con t o d o , y si lo que voy á decir os
parece demasiado fuerte, acordaos, Sócrates, que
no hablo de mi cabeza, sino en nombre de los que
prefieren la injusticia á la justicia. Dirán pues que
el justo (3) tal como le hemos pintado, será azota-
do , atormentado , aherrojado , y se le quemarán
los ojos ; y en fin después de haberle hecho s u -
frir todos los males , se le pondrá en cruz , y
por este medio se le hará conocer, que no se
debe ocupar de ser justo , sino de parecerlo. Pero
el verso de Eschylo (¿j.) con mas razón dirán que
debe aplicarse al malo , porque no arreglando
su conducta por la opinión de los hombres,
(6»), • -
como qué se ocupa de cosa sólida , real y verda-
dera , no quiere parecer malo , sino serlo en
efecto , concibiendo su profundo y fecundo i n g e -
nio , y pariendo felizmente los mas brillantes
proyectos (5). Por de contado con la reputación
de hombre justo se alza con todo el mando en la
ciudad , se casa donde quiere , establece sus h i -
jos con quienes le dá la g a n a , y entabla todas las
conexiones que tiene gusto , y sobre esto saca
provecho de todo > por no tener el menor reparo
en injuriar. E n todo quanto se e m p e ñ a , ahora
sea en público , ahora en particular , queda s u -
perior y . logra ventaja sobre todos sus concur-
rentes , y de aquí resulta el enriquecerse , hacer
bien á los a m i g o s , daño á los enemigos , ofre-
cer á los dioses muchos sacrificios y dones m a g -
níficos , y conciliarse la benevolencia de los dio-
ses y de los hombres mucho mas fácil y segu-
ramente que el justo : de donde puede concluir-
se con verosimilitud, que es también mas amado
de los dioses, que el justo (ó) mismo. Con este
fundamento , Sócrates , pretenden ellos que su
condición es mas dichosa que la del justo , de
qualquier lado que se la m i r e , así respecto de
los dioses , como de los hombres.
Soc, Quando Glaucon hubo acabado de h a -
blar y me disponía yo á responderle, díxome
su hermano Adimanto: creéis v o s , Sócrates, que
la objeción esté ya bastantemente desenvuelta?
P o r qué no ? le dixe yo. Adi'rn. Porque á mi her-
m a n o se le olvidó lo principal. Soc. Ahora pues
(¿3)
tiene lugar lo del proverbio , que el hermano (7)
venga al socorro de su hermano ; y así suplid
vos lo que él ha omitido. Aunque él ha dicho
bastante para convencerme y ponerme en t é r -
minos de no poder defender la justicia. Adim. T o -
das vuestras escusas son inútiles ; es menester
que Vos me oigáis ahora. Porque conviene e x p o -
ner u n discurso en todo contrario al s u y o , á s a -
ber , el de aquellos que alaban la justicia y v i -
tuperan la injusticia ; para que con esta oposi-
ción se os haga mas sensible lo que m e parece
quiso decir Glaucon. E s cierto que los padres re-
comiendan la justicia á sus hijos y todos los
t

maestros á sus discípulos pero esto no lo hacen


alabando la justicia misma, sino las ventajas que
de ella resultan: á fin que la reputación de h o m -
bre honrado les procure dignidades , bodas v e n -
tajosas , y todos los otros bienes de que Glaucon
hizo mención , que provenían al tenido por j u s -
t o . Aun ellos, adelantan mas las glorias ; porque
hablandoles de los favores que los dioses derraman
á manos llenas sobre los justos , son inagotables
en el asunto. A la manera que el ilustre Hesio-
do(fl).(8) y Homero, de los quales dice el primero
que los dioses hacen que las encinas ofrezcan a los
justos en las extremidades de las ramas bellotas^
en lo interior panales, y que sus ovejas queden opri-
midas con el peso de sus vellocinos, y otros mu-
chos bienes á estos parecidos. Cosas semejantes

(«) Oper. et dier. v.


(64)
dice también el otro ( o ) , porque asegura que quan*
da un buen Rey, imagen de los dioses, hace justicia
á sus vasallos , la negra tierra le rinde trigo y
cebada , los árboles s& cargan de frutos , sus ga-
nados se multiplican con fecundidad y el mar le
ofrece los mas regalados peces. Museo (9) y su hijo
encarecen sobre e s t o s , y prometen á los justos
de parte de los dioses recompensas aún mucho
mayores. Porque conduciéndoles de palabra des-
pués de la muerte á los campos elisios , y h a -
ciéndoles sentar á la mesa con los bienaventura-
dos coronados de flores, les hacen pasar la vida-
en los festines , como si una embriaguez eterna
fuese la mas bella recompensa de la virtud. A ú n
hay otros que no limitan á sus personas estos
premios de los dioses; porque dicen que los h i -
jos y nietos del nombre santo y justo perpetúan
su linage de generación en generación. A estos
y otros semejantes se reducen los elogios qué
ellos dan á la justicia. E n orden á los malos ,é
impíos, sumergenlos en un hediondo cieno en los
infiernos y les condenan á llevar agua en una
criba (10). Añaden aún que durante su vida no
hay afrentas ni suplicios á que no les expongan
sus maldades, y todo lo que Glaucon lía dicho
1

de los justos que pasan por m a l o s , dicen ellos


lo mismo de los malos , y nada mas. Ved aquí
el resumen de sus discursos en favor del j u s t o , y
en contra del injusto.

(a) Ody. 19. v. 109,


, ( 6 S )
Oíd ahora , Sócrates , un lenguage muy di-*
ferente tocante á la justicia é injusticia: lengua-
ge que el pueblo y los poetas mismos toman en
boca sin cesar. Todos publican á una voz , que
no hay cosa mas hermosa , y al mismo tiempo
mas trabajosa y difícil, que la templanza y la
justicia ; que por eí contrario no hay cosa mas
dulce que la injusticia y el libertinage, y que
menos cuesten á la naturaleza ; que estas cosas
no son a (rentosas sino en la opinión de los hom-
bres y porque la ley así lo ha querido. Pero qué
en la práctica las acciones injustas son mas p r o -
vechosas que las j u s t a s , como dicen la mayor
parte de los hombres, los quales fácilmente se in-
clinan en público y en secreto, á honrar y tener
por felices á los malos, ricos y poderosos: y á des-
preciar y afrentar á los justos , flacos y meneste-
rosos, aunque confiesen que estos son mejores que
aquellos. Mas de todos estos discursos , los mas
extraños son los que corren sobre los dioses y la
virtud ; como que los dioses no tienen por lo co-
mún sino males y desgracias para los hombres
virtuosos , mientras que colman de prosperida-
des a los malos ( 1 1 ) . Los embahucadores y a d i -
vinos por su parte , correteando las casas de I09
ricos, les persuaden que si cometieron algún pe-
cado , ellos ó sus antepasados, este pecado pue-
de expiarse con sacrificios y encantamentos, con
fiestas y juegos , en virtud del poder que los
dioses les han concedido. Y que si alguno tiene un
enemigo de quien quiera vengarse, sea hombre de
£
(66)
bien ó malo , nada importa , puede hacerle el
mal que quiera á muy poca ( n ) costa ; pues
. según dicen , tienen ellos ciertos secretos , unos
suaves y otros violentos para a t a r él poder de
los dioses, y disponer á su arbitrio. Confirman
ellos todo esto con autoridades dé los poetas. Para
probar quán fácil es el ser malo , citan estos
versos de Hesiodo (a) , que se puede ir en qua-
drilla tras el vicio , que el camino es liso y llano,
y que está muy Cerca de cada uno de nosotros^
que al contrario pusieron los dioses delante de la
virtud los sudores y trabajos, y que el sendero
que allí nos conduce es largo y escabroso. Y p a r a
mostrar que es muy fácil aplacar á los dioses,
traen por testigo á Homero (b) que dice : los dio-
ses mismos se dexan doblar ; y quando los hombres
han traspasado su ley, se les puede aplacar con sa-
crificios, ofrendas, libaciones y sahumerios. E n quan-
to á los ritos de los sacrificios , llevan consigo una
multitud de libros compuestos por Museo y por
Orpheo (13), descendientes , según dicen, éste
de las Musas , y aquel de la luna , por los q u a -
les se gobiernan ,' haciendo creer , no solo á par-
ticulares , sino á ciudades enteras , que por m e -
"dio de los sacrificios y de los regocijos de los
juegos pueden expiarse los pecados tanto de los
que aún viven , como de los que ya finaron. Te-
iéfas llaman á los sacrificios instituidos para

(a) Oper. ét die. v. 287.


(p) Ilia. 9. v. 493.
(6>)
libertarnos de los males de la Otra vida , y p r e -
tenden ellos que los que se descuidan en sacri-
ficar , deben prometerse los mayores tormentos
en los. infiernos.
Pues qué i m p r e s i ó n , mi amado Sócrates,
pensamos que. deben hacer tantos y tales discur-¡-
sos sobre la naturaleza del vicio y de la virtud,
y de la reputación en que los tienen los dioses y
los hombres, en los ánimos de unos jóvenes, d o -
tados de un buen ingenio y de un espíritu capaz
de sacar oportuna y prontamente conseqüencias
de todo quanto o y e n , en orden á lo que deben
-

ser , y al género de vida que deben abrazar para


«er felices? N o es verosímil que revuelvan en su
ánimo aquello de Pindaro ( 1 4 ) , diciéndose á sí
m i s m o s : Subiré por ventura con esfuerzo acia
los palacios encumbrados que. habita la justicia , ó.
emprenderé las torcidas sendas del engaño 2
Qué
guia tomaré para asegurar la dicha de mi vida .- 2

Todo quanto oigo me dá á conocer que de nada;


me servirá el ser justo , sino tengo reputación de.
t a l ; pero que las penas y trabajos serán seguros.
Suerte feliz se me promete al contrario , si sá.
asociar la injusticia con la reputación de h o m - ;

bre justificado. Supuesto pues que los sabios rae


enseñan que mas puede contribuir á mi dicha .la:
apariencia de la virtud , que la realidad ; no me
volveré por entero de este lado ? He de hacerme:
pues un atrio y como una cerca al rededor con
las sombras y exterioridades de la virtud ; l i e - :
r a n d o tras mí á ,1a rastra la astuta y engañosa;
£ z
(68)
zorra del sabio Archiloco (15). Pero si alguno
me dixese que no Ys es fácil al malo ocultarse
por mucho tiempo , responderiale y o , que todas
las empresas grandes tienen sus dificultades ,_ y
que sea lo que fuese , si queremos ser felices , no
hemos de seguir otras huellas qué las trazadas en
los discursos que se han oido. Porque para l i -
bertarnos de las persecuciones de los hombres',
nos procuraremos amigos y cómplices. Y también
hay. maestros que nos ensenarán el arte de sedu-¡
cir con. discursos artificiosos al pueblo y á. los
jueces. Nos valdremos pues de la eloqüencia, y
quando ella no bastare, con la fuerza, como que
somos mas poderosos , nos libertaremos.del c a s -
tigo de nuestros crímenes. Es verdad que la fuer-í
za y el artificio nada pueden contra los dioses.;
Pero , si ó nó los(;ió) h a y , ó no se cuidan de las
cosas dé acá baxo ¿ poco nos importa que.ellos.,
nos conozcan por lo que somos. Mas si los hay y ;

toman parte en los negocios de los hombres , no


lo sabemos sino por oidas , y por lo que nos hanr
dicho los poetas'que han escrito su genealogía.
Pues estos misnios poetas nos enseñan que se les.
puede-aplacar y cortar la c ó l e r a p o r medio de.
sacrificios (17) , votos y ofrendas, á los quales
ó creerlos en todo , ó no creerlos en nada» Y s i
se les ha de creer, ha de ser uno un m a l v a d o , y.
del fruto de los delitos ofrecer sacrificios á Ios-
dioses. Verdad::es que siendo justos , no tendría-
mos que temer de su p a r t e ; pero también p e r -
deríamos los provechos que da d e si la injusticia^,
.(69),
En lugar que ganaríamos seguramente siendo ín-«
justos , y nada tendríamos que temer de parte-
de los dioses , juntando á nuestras maldades los
votos y oraciones. Pero á" buena cuenta seriamos
castigados en el infierno , ó en nuestra persona,
ó en la de nuestros descendientes , por los males
que habríamos hecha en este mundo. Pues a
esto, amigo, se responde , que los sacrificios ex-
piatorios son muy eficaces , y los dioses á q u i e -
nes se invoca por los difuntos exorables , como
dicen ciudades enteras, y los hijos de Jos dio-
ses los poetas, y los adivinos inspirados por los
dioses , los quales todos atestiguan que esto es
así.
Por qué razón pues preferiremos aún la j u s -
ticia á la injusticia consumada , puesto que s e -
gún el sentir del vulgo y de los sabios, todo nos
saldrá bien para con los dioses y para con los
hombres , así en v i d a , como en muerte , con
tal que encubramos nuestros crímenes con la
apariencia de la virtud? Después de todo-lo d i -
c h o , quién imaginaria , ó Sócrates, que un h o m -
bre de calidad, de talentos, de riquezas, á
quien se ofreciese risueña la fortuna , tomase el
partido de honrar la justicia, y no mas bien el.
de mofarse de los elogios que se. le diesen en su
presencia? Digo aún mas , que aún quando a l -
guno estuviese persuadido que lo que yo digo
es mentira , y que la justicia es el mayor de los
bienes , laxos de irritarse contra los malos , no
podría menos de escusarles; porque sabe que á
E 5
excepción de aquellos á quienes la excelencia de
su carácter inspira^ u n horror natural al vicio, 6
que por reflexión se abstienen conociendo su feal
dad , ninguno de los otros es justo de buena
gana (18); y que si por suerte alguno vitupera
la injusticia es que ó por cobardía , ó por v e -
i

jez , ó por alguna otra flaqueza está imposibili-


tado de hacer mal. Y ved aquí la prueba. Q u é
entre las gentes de este carácter el primero que
recibe el poder de hacer mal , en quanto de él
d e p e n d e , es también el primero en ponerle en
práctica. L a causa de todos estos desórdenes , ó
Sócrates, es precisamente la que nos ha e m p e -
ñado á Glaucon y á mí en la presente disputa;
quiero decir , respetable varón , que empezando
por los antiguos héroes , cuyos discursos se han
conservado hasta nosotros en la memoria de los
hombres , todos los que como vos han pasaáo
por defensores de la justicia , ninguno alabó la
v i r t u d , sino en vista de las glorias , honores y
recompensas afectas á ella , ni abominó del v i -
cio , sino por los castigos que le acompañan.
Nadie considerando la injusticia y la justicia ta-
les como son en sí mismas y en el alma de los
virtuosos- y del m a l o , ignorados de los dioses y
de los h o m b r e s , ha probado hasta ahora ni en
verso , ni en prosa , que la injusticia es el mayor
mal del a l m a , y la justicia su mayor bien. P o r -
que si todos vosotros hubieseis andado acordes
desde el principio en decir esto mismo , y á n o -
sotros se nos hubiese persuadido desde la niñez
(70
esta verdad , en lugar de guardarnos recíproca-
mente contra la injusticia de otro , cada qual de
nosotros estaría de guardia contra la suya , t e -
miendo incurrir en el mas grande de los males,
obrando injustamente.
Thrasimaco , ó algún otro hubiera sin duda,
ó Sócrates , podido decir otro tanto que yo s o -
bre este asunto , y aún tal yez m a s , alterando
importunamente en mi sentir las ideas de la j u s -
ticia é injusticia. Por lo que á mí t o c a , no q u i e -
ro ocultaros que lo que me ha movido á alargar
un poco estas objeciones , fué el deseo de oir lo
que me responderéis. N o os limitéis pues á m a -
nifestarnos que la justicia es preferible á la i n -
justicia ; sino explicadnos los efectos que p r o d u -
cen una y otra por sí mismas en el a l m a , y ha-
cen que la una sea un bien y la otra un mal. N o
tengáis ningún respeto á las opiniones de los
h o m b r e s , como Glaucon os lo ha encargado,
Porqtje sino separáis absolutamente todas las ideas
falsas del vicio y de la virtud para fixaros en s o -
las las verdaderas, diremos nosotros que vos no
alabais la justicia, sino la apariencia de la j u s -
ticia , y que no vituperáis tampoco el vicio, sino
sus apariencias , y que nos aconsejáis que seamos
malos , con tal que esto sea de oculto , y que
vos convenís con Thrasimaco que la justicia,
bien extraño al que la posee, no es útil sino al
mas fuerte.; que al contrario, la injusticia útil y
provechosa á sí misma , no es perjudicial sino al
mas débil. Por quanto p u e s , os habéis conveni-
E 4
do en que la justicia es uno de estos bienes exce-
lentes que deben buscarse por sus ventajas, y
aún mas por sí mismos , como por exemplo, la
salud , el uso de la vista y del oido , y de la r a -
zón , y los otros bienes fecundos de su n a t u r a -
leza , independientemente de la opinión de los
hombres ; alabad la justicia por lo que en sí m i s -
ma tiene de ventajosa, y vituperad la injusticia
por lo que ella en sí tiene de nociva. Dexad para
otros los elogios fundados sobre las recompensas
y sobre la opinión del vulgo. Yo podria tal vez
sufrir en boca de qualquier otro este modo de ~
celebrar la virtud y abominar del vicio por sus
efectos exteriores de opiniones y recompensas;
pero no podria perdonároslo á v o s , á menos que
me lo mandaseis, por haber consumido toda
vuestra vida en reflexionar sobre solo esto. N o
os contentéis pues en mostrarnos que la justicia
es mejor que la injusticia. Hacednos ver en vir-
tud de que la una es u n b i e n , la otra un mal
en sí, ahora se oculten á los hombres y á los d i o -
ses , ahora no (19).
Soc. Embelesado quedé de los discursos de
Glaucon y de Adimanto , y aunque siempre tuve
en mucho la belleza de sus ingenios, nunca q u e -
dé tan admirado como entonces , y así les- dixe:
con r a z ó n , ó hijos de un padre ilustre , que os
distinguisteis en la batalla de Megara (20), dixo
de vosotros, dando principio á su elegía el a m i -
go de Glaucon: Hijos de Aristón, raza divina
de un varón insigne. L o que en mi sentir, a m i -
g q s , estuvo muy bien dicho. Porque es m e n e s -
ter que haya en vosotros algo de divino , sí d e s -
pués de lo que acabáis de decir en favor de la
injusticia , no estáis persuadido de esto. Pero
•creo que no , porque vuestras costumbres y vues-
x

tra conducta me lo prueban bastantemente, aun-


que pudiera dudar , si me atuviese solo á lo que
os acabo de oir. Pero quanto mas lo creo , t a n -
to, mas perplexo estoy en orden al partido que
debo yo tomar. Por una parte , no puedo defen-
der los intereses de la justicia. Esta- empresa es
superior á mis fuerzas, y lo que me obliga á
creerlo e s , que yo pensaba haber probado, sufi-
cientemente contra Thrasimaco , que la justicia
es mejor que la injusticia ; mas entre tanto no os
han satisfecho las pruebas , ni encuentro medio
de mejorarlas. D e otro lado , abandonar la causa
de la justicia y sufrir que se la vitupere en mi
•presencia , sin defenderla y auxiliarla , mientras
quede en mí un solo aliento de vida y fuerzas
suficientes para hablar , seria una impiedad. Por
t a n t o , yo no veo que pueda hacer otra cosa m e -
jor que defenderla como pudiere. \
Entonces Glaucon y los otros me pidieron
encarecidamente que aplicase en su defensa toda
mi habilidad , y -que no dexase imperfecta esta
disputa, sino que averiguase con ellos la n a t u -
raleza de la justicia é injusticia, y lo que hay
de realidad en las ventajas que se les atribuyen.
Yo les dixe, que me parecia que la averiguación
en que me querían empeñar , me era muy esca-
(74)
b r o s a , y pedia un espirita muy agudo. Pero
a ñ a d í , puesto que no nos lisongeamos vosotros
ni yo de tener bastantes luces para salir con la
e m p r e s a , ved de qué modo pienso que debemos
p r o c e d e r e n esta averiguación. Si mandase a l g u -
no á personas que tienen la vista corta leer de
léxos letras escritas en pequeño carácter , y uno
de ellos advirtiese que estas mismas letras se ha-
llaban en otra parte mayor escritas en grande;
le seria sin duda ventajoso ir á leer primero las
letras g r a n d e s , y confrontarlas después con las
pequeñas, para ver si eran las mismas Adim. Esto
es verdad ; pero qué tiene que ver con esto , Só-
crates , la qüestion presente sobre la justicia?
Soc. Yo os lo diré. N o decimos que la justicia se
encuentra en un hombre particular y en una ciu-
dad entera ? Adim. Sí. Soc. Pero la ciudad es mas
grande que el particular? Adim. Sin duda.Soc. Por
consiguiente la justicia podría muy bien encon-
trarse allí- en caracteres mas grandes y mas fáci-
les de discernir. Y así nosotros buscaremos p r i -
mero , si os parece , quál es la naturaleza de la
justicia en las sociedades: después la estudiare-
mos en cada particular , y comparando estas dos
especies de justicia, veremos la semejanza que
tiene la pequeña con la grande. Adim. Que me
place, está esto muy bien dicho. Soc. Pero si con el
pensamiento examinásemos el modo cómo se for-
ma un estado, acaso descubriríamos como nacen
allí la justicia y la injusticia? Adim. Bien podia
ser. Soc. Y por este medio tendríamos entonces
C3"5)
la esperanza de descubrir mas fácilmente lo que
buscamos? Adim. Es cierto. Soc. Ahora bien,
os parece que empecemos? porque entiendo no
es pequeña empresa la que meditamos : delibe-
rad. Adim. Ya estamos resueltos: haced lo que
acabáis de decir.
Soc. L o que dá principio á la sociedad, p i e n -
so yo que es la imposibilidad en que está cada
qual de nosotros de abastecerse á sí mismo , por
la necesidad que tenemos de muchísimas cosas.
O acaso creéis vos que es otra la causa de su
origen? Adim. Ninguna otra. Soc. A s í , la nece-
sidad de una cosa habiendo obligado al hombre
á juntarse á otro hombre , y una otra necesidad
á un otro hombre m a s , la multiplicidad de n e -
cesidades ha reunido en una misma habitación á
muchos hombres con la idea de ayudarse unos á
otros ; y pusieron á esta sociedad el nombre de
ciudad (22). N o es así!. .Adim. Ciertamente.
Soc. Pero el comunicarse unos á otros lo que tie-
nen, para recibir lo que no tienen , es porque
creen encontrar en esto su ventaja. Adim. Sin
duda. Soc. Edifiquemos pues con el pensamiento
una ciudad desde los principios : nuestras n e c e -
sidades la formarán , según se vé. Adim. No hay
remedio. Soc. Pero la primera y la mayor de
nuestras necesidades es la del alimento , del qual
depende la conservación de nuestro ser y de
nuestra vida. Adim. Es muy cierto. Soc. L a s e -
gunda necesidad es la de la habitación ,. y la ter-
cera Ja del vestido y cosas tales. Adim,. Esto es
verdad, Soc. Ahora pues , cómo podrá nuestra
ciudad aeudi'r á estas necesidades ? No. será p r e -
ciso para esto que el uno sea labrador , el otro
arquitecto , y el otro texedor l ¥ aún acaso aña-
diremos un zapatero , ó algún otro artesano s e -
mejante de los que aderezan las cosas que son
de uso del cuerpo? Adim. Desde luego. Soc. Toda
ciudad p u e s , constaría esencialmente por lo me-
nos de quatro ó cinco personas. Adim. Así p a -
rece. Soc. Pero qué? Debe cada uno de'ellos t r a -
bajar en común para todos los otros ?; el labra-
d o r , por exemplo, preparar la comida para qua-
t r o , y consumir quadruplicado tiempo y trabajo
en prepararla, y dar parte de ella á los otros?
O acaso no le estaría mejor, que sin ocuparse
de los o t r o s , emplease la quarta parte del tiempo
en aderezar su c o m i d a , y las otras t r e s , una en
edificarse casa , otra en hacerse vestidos, y otra
en calzados? y no andar afanado cuidando de
los demás, sino proveerse á sí mismo por sí solo
de quanto necesita? Adim. Acaso por este m e -
dio , ó Sócrates , le seria mas cómodo que por
el otro. Soc. Vive Dios , que es un absurdo. P o r -
que en el momento en que vos habláis hice r e -
flexión que nosotros no nacemos todos con los
mismos talentos , y que • uno tiene mas disposi-
ción para hacer una cosa, y otro para hacer otra.
Q u é pensáis vos?. Adim. Soy de muestro parecer.
Soc. Decidme p u e s , irian mejor las_cosas si uno
solo tuviese muchos oficios, ó si cada uno se li-
mitase ai suyo? Adim. Si cada qual se limitase
al suyo. Soc. Aún tengo también por evidente,
que se echa á perder una cosa quando se hace
fuera de tiempo. Adim. N o hay duda. Soc. P o r -
que la obra no espera la comodidad del artífice,
sino que es preciso que el artífice se acomode á
la naturaleza.de su obra, sin descuidarse un mo-
mento. Adim. Es muy necesario, Soc. D e donde
se sigue que. se hacen mas cosas y mejores , y
con mas facilidad , quando cada uno hace a q u e -
lla para la qual tiene disposición , en tiempo
o p o r t u n o , y desasido de otro cuidado. Adim. E n -
teramente es así.
Soc: Mas de quatro ciudadanos pues son n e -
cesarios para acudir á las necesidades de q u e
acabamos de hablar. Porque si en efecto q u e r e -
mos que todo vaya bien-, parece que el labrador
no debe hacerse él mismo el a r a d o , ni el a z a -
dón , ni las demás herramientas de la labranza:,
ni tampoco, el arquitecto ,. el qual necesita d e
muchísimas, y lo mismo el. zapatero y el t e x e -
dor..No es así? Adim. Verdad es. Soc. Ved pues
los carpinteros, los herreros, y los otros artesano*
de.esta naturaleza, que van á entrar y engrande-
cer nuestra pequeña ciudad. Adim. Ciertamente.
Soc. Pero no seria aún m u c h o , si añadiésemos
bueyeros y pastores de todas especies , á fin que
el labrador tuviese bueyes para arar y bestias d e
carga necesarias también ..al arquitecto para
transportar los materiales., y por sus pieles y la-,
ñas al zapatero y texedor. Adim. N o seria por
cierto pequeña una ciudad en donde se encoii-.
trasen tantas gentes. Soc. Pues casi es imposible
edificar una ciudad en un suelo.de donde pueda
sacarse todo lo necesario á su subsistencia, sin
valerse de transportes. Adim. E n efecto es i m -
posible. Soc. Tendrá pues aún necesidad de p e r -
sonas destinadas, que le traigan de. otras ciuda-
des lo que le falta. Adim. Las necesitada por.
cierto. Soc. Pero el destino de estas igentes seria
i n ú t i l , si en cambio de lo que sacan no llevasen
á estas ciudades lo que ellas necesitan, pues se
volverían d e vacío. N o te parece ? Adim. Es muy
probable. Soc. N o bastará pues á cada uno t r a -
bajar para sí y sus conciudadanos; sino que será
preciso-trabaje también para los extrangeros de
quienes necesita. Adim. Esto es verdad. Soc. N u e s -
tra ciudad según esto , necesitará de mayor nú-,
mero dé labradores y demás artesanos. Adim. Sin
duda.: Soc. A ú n hay otra especie de gentes que
se ocupa en la introducción y extracción de mer-
caderías , que son los comerciantes. N o es así?
Adim. • Ciertamente. Soc. Luego también " t e n -
dremos necesidad de comerciantes'?:-.•Adim. E s
muy cierto. Soc. Y^sí él comercio es : por mar,
necesitamos una multiíud dé personas instruidas
;

en las maniobras-de: la navegación». >AMm. E n


verdad que de muchísimas'. Soc. Pero en la m i s -
;

ma ciudad ,. cómo nuestros ciudadanos: se darían


parte unos á otros de sus trabajos, habiendo sido
1

esta •la'-principal razoñ , que para hacerles vivir


en sociedad tuvimos de edificar la ciudad? Adim. Es
c l a r o , que vendiendo y comprando. Soc. Según
(79)
esto aún nos es necesario un m e r c a d o , y una
moneda , que facilite la permuta en el comercio.
Adim. N o tiene duda.
Soc. Pero si el labrador , ó algún otro a r t e -
sano , habiendo llevado á la plaza lo que tiene
que v e n d e r , no llegó precisamente al mismo
tiempo que los otros que necesitan de su m e r -
cancía , interrumpirá por aquel tiempo su t r a -
bajo , esperándoles en el mercado? Adim. Nada
de eso. Hay gentes que de su voluntad se encar-
gan de este ministerio para obviar aquel i n c o n -
veniente , y en las ciudades bien civilizadas, son
por lo común personas débiles de cuerpo , é i n -
útiles para otros destinos. Su oficio es p e r m a n e -
cer en el mercado y comprar con dinero, de unos
lo que llevan á vender , para revenderlo después
á otros que necesitan comprarlo. Soc. E n conse-
qüencia pues de esta necesidad , nuestra ciudad
no puede pasarse sin regatones y chalanes : no
es éste el nombre que damos á los que estable-
ciéndose en la piaza , no tienen otro oficio que
comprar y vender , reservando el nombre de mer-
caderes para los que andan de una ciudad ea
o t r a ? Adim. E n efecto que sí. Soc. Paréceme que
aún hay otros que no hacen grandes servicios á
•la sociedad por sus talentos ; pero cuyos c u e r -
pos son robustos y capaces de muy grandes t r a -
bajos. Estos trafican pues con las fuerzas de sus
cuerpos , llamando jornal el estipendio que r e -
sulta de este tráfico , de donde les vino , en mi
s e n t i r , el nombre de jornaleros. N o es esto así?
(8o)
Adim. Ciertamente. Soc. Al parecer pues los j o r -
naleros sirven también para hacer una ciudad
completa. Adim. Así me parece. Soc. Por ventura
p u é s , ó A d i m a n t o , nuestra ciudad se a u m e n -
;

tó ya bastante , de modo que pueda mirarse comp


perfecta? Adim. Acaso sí.
Soc. Dónde encontraríamos en ella la justi-
cia -éinjusticia ? y en quál de las cosas que h a -
bíanlos creeríais vos que tomaron ellas su o r í -
gen "i-Adim. Yo no lo v e o , Sócrates,; á menos
que esto sea en las relaciones mutuas que nacen
de la necesidad de los ciudadanos.. Soe. Acaso ha-
bréis vos acertado : veamoslo , y no nos acobar-
demos. Empezemos por echar una ojeada sobre
el género de vida que llevarán los habitantes d e
esta, ciudad. Su primer cuidado será procurarse
comestibles , vino', vestidos , calzados y aloja-
mientos ¿trabajarán en verano , las mas-veces
desnudos y á pie descalzo ; por el invierno bien
vestidos y calzados. Seránies de sustento los p a -
nes y exquisitas tortas $ preparados de la-molida
y amasada harina de trigo y cebada. Estos.man-
jares se los servirán, en cestas de junco , ó sobre
limpias''hojas, y lo.s comerán á su placer, recos-
tados ellos y sus hijos en lechos compuestos de
las verdes plantas de corregüela y mirto. Bebe-
r á n virio, coronados de flores , cantando las ala-
banzas de los dioses, y pasarán juntos su vida
agradablemente. Por ú l t i m o , proporcionarán á
sus bienes el número de sus. hijos , para evitac
las incomodidades de Ja p o b r e z a , ó de la guerra.
(81)
E n esto* tomando la palabra j replicó G l a u -
con , paréceme que á estos hombres no les dais
vianda ninguna que comer. Vos tenéis razón,
le dixe yo : habiaseme olvidado que ellos ten*
drian por vianda , s a l , aceytunas , queso y c e -
bollas, y Ja hortaliza y legumbres , que son los
guisados del campo. Tampoco quiero privarles
de los postres de h i g o s , garbanzos ^ habas , b e -
llotas y nueces del mirto , que tostarán al fuego
y se las comerán bebiendo con moderación. Y
pasando así la vida llenos de alegría y de salud,
;

llegarán, como es regular , á una extremada ^ve*


jáz , y dexarán á sus hijos herederos de su feli*
cidad. Glauc. Si' hubieseis , Sócrates.* formado
tina sociedad de cerdos, los alimentaríais de otro
m o d o ? Soc-Pues qué es lo que se debe hacer,
mi amado Glaucon? Glauc. L o que comunmen-»
te se hace. Si queréis que vivan.á gusto , haced^
les comer en mesa , echados sobre sofaes, sh+
viéndoles los platos que están en uso hoy dia>
Soc. Muy bien ; os entiendo. Parece que no bus-
camos ahora simplemente el origen de una ciu-
dad , sino el de una ciudad que rebose en rega-
los. Acaso no haremos mal en considerar también
esto : podríamos muy bien descubrir por este ca-
mino de dónde nacen en 4a sociedad la justicia
y la injusticia. Aunque sea lo que fuese, la ver-
dadera ciudad , en mi sentir , es la que a c a b a -
mos de describir , como á ciudad" sana. Si q u e -
réis ahora que echemos la vista sobre la ciudad
enferma y llena de humores , nada nos ló i m p i -
(8 ) 3

d e . H a y grande apariencia, que muchos no e s -


tarán satisfechos del género de rvida sencilla, que
les hemos propuesto. Ellos añadirán Gamas , me-
sas , muebles de toda especie , guisados, olores,
perfumes , rameras y toda variedad xJe golosinas
y regalos. Ya >no deberán contarse solamente e n -
t r e las cosas necesarias , aquellas de que poco
•hace hablábamos , imesas., ¡vestidos ., cateados;
«ino que en adelante vá ó ponerse -en movimien-
to la p i n t u r a , y todas ¡las -otras artes hijas del
luxo. Ya es necesario tener Oro, marfil y m a -
terias preciosas de todas especies. N o es así?
Glauc. •Ciertamente.
Sor. Preciso pues será ensanchar mucho la
ciudad , porque ;la sana de que yo lie hablado vá
á ser muy pequeña y se ha de ¿rehínchir con un
peso y multitud de g e n t e s , que el íuxo y no
•la necesidad han introducido en los estados, c o -
m o los cazadores de toda especie, y aquellos
cuya arte consiste en la imitación, ahora sea en
orden á las figuras y á los «olores., ahora en
orden á los t o n o s , los poetas con toda su c o m -
parsa , romanceros , actores , bayl&rínes , i m p r e -
Sarios , los artífices ten todo g é n e r o , íes especial
los que se ^ocupan en el adorno d e .las mugeres.
Aún necesitaremos allí de muchos sirvientes^
7

a y o s , ayas , amas de leche , peluqueros , b a r b e -


ros , bodegoneros y cocineros , y aún añadire-
mos á estos los porquerizos. Nada de esto había
en nuestra primera (23) ciudad , poique no era
necesario. Pero en é s t a , cómo pasarse sin ello,
(83)
y sin todas las especies de ganados, cuyas c a r -
nes á cada uno se le antojase comer ? Glauc. No
es/postble. Soc. Mas , llevando este tren de vida,
les médicos, de los quales antes apenas teníamos
necesidad , nos serán absolutamente precisos.
Glauc. Convengo en ello. Soc. Y el país que an-
tes bastaba para sustentar cómodamente á sus
habitantes , no será en lo sucesivo demasiado p e -
queño? Ó qué diremos? Glauc. Que esto es ver-
dad. Soc. Si pues queremos nosotros tener b a s -
tantes pastos y tierras de labor , necesidad t e n -
dremos de usurpar algo á nuestros vecinos ; y
nuestros vecinos harán otro tanto con nosotros,
si traspasando los límites de lo necesario, se e n -
tregan como nosotros al deseo insaciable de e n -
riquecerse? Glauc. Es como preciso que así s u -
ceda , Sócrates.
Soc. Haremos pues la guerra en pos de esto,
Glaucon ? ó qué partido tomaremos? Gime. H a -
remos la guerra. Soc. N o hablemos aún de los
bienes ni de los males que la guerra trae consigo
Digamos solamente que hemos descubierto noso-
tros el origen de este azote, que quando descar-
ga , acarrea funestos males á los estados y á los
particulares. Glauc. Es muy cierto. Soc. Aún pues
necesitamos encontrar puesto en nuestra ciudad
para alojar nada menos que á todo un exército, y
por lo mismo engrandecerla considerablemente.
Este exército, por lo que ahora decíamos, saldrá
de los muros de la ciudad para defenderla con t o -
das sus posesiones , contra las invasiones del erie-
F 2
(84) . ,
migo. Glauc. Pues qué nuestros ciudadanos, n o
podrán ellos mismos atacar y defenderse? Soc. N o ,
si son ciertos los principios de que hemos c o n -
venido , quando levantábamos el plan de un e s t a -
do. Porque , si os acordáis , quedamos conveni-
dos en que era imposible que. un solo hombre
desempeñase á un tiempo bien muchos oficios.
Glauc. Decís mucha verdad. Soc. Y q u é , á vues-
tro parecer , la guerra no es una especie de ofi-
cio ? Glauc. En. efecto que sí. Soc. Creéis vos que
el estado deba cuidar mas del arte de zapatería,
que del arte militar ? Glauc. Seguramente que no.
Soc, Pues nosotros no hemos querido que el z a -
patero fuese á un tiempo labrador, texedor, ó
arquitecto, sino solamente zapatero , á finque
nos hiciese mejores zapatos. De la misma m a n e -
r a destinamos los otros , cada uno á lo que le
era p r o p i o , sin permitirle mezclarse en oficio
á g e n o , ni tener en toda su vida otro objeto que
la perfección de su a r t e , no perdiendo la oca-
sión oportuna. Pensáis vos que el exercicio de la
guerra no sea de la' mayor importancia , ó que
sea tan fácil de aprender , que un labrador, un
zapatero., ó qualquier -otro .artesano pueda al
mismo, tiempo ser guerrero? Q u é ! podría acaso
alguno ser buen jugador de tablas (24) ó de da-
d o s , no aplicándose á estos juegos desde niño,
sino jugando rara vez? Y con solo, tomar un es-
cudo , ó qualquier otra arma é instrumento b é -
l i c o , salir en un solo dia soldado diestro en toda
especie .de .pélela ? Quando ninguno de los i n s -
.(85) . .
frumentos de qtialquier otra arte que s e a , por
mas que se tome en mano , formará ningún a r -
tesano ni atleta ni servirá de n a d a , á menos
que no se tenga un conocimiento exacto de cada
arte y se hubiese exercitado en él por mucho
tiempo. Glauc. Si esto así fuese , serian por cier-
to muy apreciables los instrumentos. Soc. Según
esto , quanto de mayor importancia es el oficio
de estos custodios del estado, tanto necesitará
dé mas desembarazo de los o t r o s , de mas e s -
tudio y de mayor cuidado. Gláuc. Yo así lo
pienso.
Soc. N o sé necesitan también disposiciones
particulares para "desempeñar bien este empleo?
Glauc. Sin düdá "ninguna. Soc. Luego nuestra
f obligación seria al parecer , en quanto pudiése-
mos , escoger entre los diferentes' caracteres los
que' sean m a s a propósito para la custodia de u n
estado. 'Glauc. N o tiene duda que esta elección
debería ocuparnos. Soc. Par diez , que nos encar-
gamos de uña cosa bien difícil: sin embargo no
perdamos ánimo , adelantemos mientras nos lo
permitan las fuerzas. Glauc. E n efecto no debe-
mos acobardarnos. Soc. Encontráis vos que se di-
ferencian en a l g o , en orden á la custodia, las 1

propiedades de un perro de buena raza y las d é


üh joven guerrero? Glauc. Qué queréis vos d e -
eir'? Soc. 'Quiero decir que uno y otro deben t e -
ner agudo' el sentido para descubrir al enemigo,
Hgéréza para perseguirle e n descubriéndolo, y
fuerza para combatirle , si dándole alcance con-
F 3
(86>
viniese hacerlo. Glauc. Ciertamente son necesa-
rias todas estas cosas. Soc. Deberá también ser
esforzado para combatirle con valor ? Glauc. Sin
disputa. Soc. Pero un caballo, un perro , ó a l -
g ú n otro, animal puede ser esforzado , no siendo
iracundo? N o habéis advertido que la cólera es
inexpugnable é invencible, y que hace.al alma
intrépida é incapaz de ceder al peligro? Glauc. Ad-
vertidolo he. Soc Tales pues son las qualidades
del cuerpo que debe tener un, defensor del esta-
do. Glauc. Ciertamente. Soc. Y también las del
ánimo , esto es , ser iracundo. Glauc. También
esto. Soc. Pero mi amado Glaucon, si son tales,
quales acabamos de decir, cómo no.serán ellps-fe-¡
roces entre sí mismos, y para losd emas ciudada-
nos? Glauc. E n verdad que es difícil no lo sean.,
Soc. Con todo , ellos deben ser dulces para con,
sus a m i g o s , y guardar toda su ferocidad para,
los enemigos; pues sin esto no aguardarán á qué
vengan otros á destruirlos , sino que se aniqui-^,
t a r a n prontamente á sí mismos , obrando de este,
modo. Glauc. Esto es verdad. Soc. Qué haremos
pues? dónde encontraremos u n carácter que, sea
juntamente dulce é iracundo? porque una de,es-
tas dos qualidades QS contraria, ,(2 5) á la otra.
Glauc. Así parece,..Soc. Pues ello. ,es que no p o -
dría haber un buen defensor, si una de las dos
le fajtase : tenerlas entrambas , parece imposible;,
de donde se concluye que u n . b u e n militar en
parte ninguna puede encontrarse. Glauc. Su ríes-,
g ó corre. :i
(8?)
Soc. Después de haber titubeado algún tiem-
po y reflexionado sobre lo que habíamos dicho
mas arriba : mi amado amigo , dixe- yo á G l a u -
c o n , si nos hallamos perplexos, bien lo mere-
cemos , porque nos hemos descarriado del e j e m -
plo que nos habíamos propuesto. Glauc. Qué es
lo que decís? Soc. N o hemos reflexionado que
en efecto se encuentran tales caracteres , quales
hemos tenido por chiméricos, y que reúnen e s -
tas dos qualidades opuestas. Glauc. Dónde están?
Soc* Qualquiera los puede notar en diferentes
anímales, y sobre todo en aquel guarda que no-
sotros tomamos por exemplo. Porque vos sabéis,
que el carácter de los perros de buena raza es el
ser muy halagüeños para aquellas á quienes cono-
cen , y al contrario perversos para con los que les
son desconocidos. Glauc. Muy bien,lo. sé. Soc. Lue-
go la cosa es posible; y queriendo nosotros un
defensor de este carácter, no pedimos nada que
sea contra, naturaleza. Glauc. E n efecto que no.
Soc. Pero no os parece que aún le falta algo
á nuestro guarda , y-que sobre el .esfuerzo , es
jnenester que sea naturalmente filósofo? Glauc.Qné
queréis decir con esto ? yo no os entiendo. Soc. Es,
muy fácil de advertir también este instinto en los
p e r r o s , lo que en una bestia es muy digno de
nuestra admiración. Glauc. Qué instinto es éste?'
Soc. El ladrar contra aquellos que no conocen,
aunque de ellos n o hayan recibido ningún mal,
y halagar á los conocidos , aunque ellos no les
hayan hecho ningún bien. Por fortuna no habéis.
F 4
(•88 y
admirado este instinto en los perros? Glauc, Yo
no p u s e mucho cuidado hasta ahora ; pero' dé
q u e . h a g a n esto no tiene duda- Sóc. Con todo
parece que hay, e n este carácter natural alguna
Gosa singular y verdaderamentefilosófiea.G/atíc.En
qué,?. Soc. E n que no distinguen al amigo del
e n e m i g o , sino porque c o n o c e - a l u n o y no c o -
noce al otro..-Gónm pues n o seria deseoso - de'
aprender ; quando Ja regla por donde discierne
¡$L doméstica: del extraño ,.- es porque conoce al
uno y desconoce al otro? Glauc. L a cosa no es
pofsihle de otro inodo. Soc. Ahora bien. El tener
deseo de s a b e r , y el ser filósofo , no es lo m i s -
m o ? Glauc. ;Lo mismo. Soc. Digamos pues cotí—
fiadamente del h o m b r e , que para ser de un ca-
rácter dulce:para con aquellos que" conoce y para'
c o n J ú s . amigasr¿-íes menester q u e sea filósofo'-y
;

tenga deseo de" saben. Glauc? Digámoslo en buen,


bxara. Soc. .Luego ¡ para que'-uno .sea .excelente"
guarda de nnestraíestado , sobre ser. esforzado,
fu.erte.y. ligeroy.debe ser también naturalmente
-

filósofo. Glauca Enteramente es ,-asu'. un *»


r>i í Soc T a l sea pues.el caráíer-de;nuestros:guSTi'
Eeros. Mas d e qué modo les-formaremos el e s - '
píritu. y el.xüerpo?. Examinemos .antes si esta
averiguación, puede conducimos al objeto de-esta L

tluestra-conversación, que-.es conocer cómo-Ja-


injusticia y: la justicia nacen en la sociedad ¡, á fin
deno.dexarla.sfrpuede contribuiríen algo , ó de
omitirla•-si¡es'-inútil:: Yo .pienso , replicó el h e r - .
;

mano de.Glauconi, que esta: pes^aisa.contrÍ&u{ré-


(8Q).
en gran manera al descubrimiento de ío que bus-
camos. E n verdad que pienso lo mismo , le dixe
y o : y a s í , mi amado Adímánto , entremos en
este eximen y no lo dexemos por largo que sea.
Adim. Ciertamente que no. Soc. Ea pues instru-
yamos nuestros guerreros por modo de conver-
sación, á la manera de aquellos que por pasar
el tiempo se. entretienen en contar cuentos.
Adim. Soy muy gustoso, por ser lo mas a c o m o -
dado.
Soc. Pero que educación conviene darles? Es
difícil, creo yo , encontrar una mejor que aque-
lla que de largo tiempo está en uso entre n o -
sotros , y consiste-en formar el cuerpo con la
gymnástica, y el alma con la música (26).
Adim. Eil efecto es así. Soc. N o empezaremos
pues nosotros su educación por la música antes que
por la gymnástica? Adim. N o hay inconvenien-
te. Soc, Pero quando habláis vos de la música
comprendéis también los discursos, ó no? Adim.Sí
los comprendo. Soc. Pero los discursos son de
dos especies , verdadero? unos , falsos otros.
Adim. Ciertamente. Soc. Entrambos entrarán e u
el plan de-educación, empezando por los discur-
sos falsos. Adim. N o alcanzo vuestro pensamien-
to. Soc. Q u é ! no sabéis vos que lo primero que se
hace eon-los niños, es contarles (27) fábula:; i pues
aunque en éstas se encuentre á veces alguna ver-
fiad', por lo común no son sino un texido d e
mentiras: pero con ellas se divierte á los niño.s,
hasta el tiempo d e enviarles al, gymwasio. A#i-~ j
(9°)
mant. Esto es mucha verdad. Soc. Á causa de-
esto d i x e , que debia empezar antes la educación
por la música, que por la gimnástica. Adim. Vos
tenéis razón. Soc. Tampoco ignorareis que todo
pende de los principios , en especial respecto de
ía juventud ; porque en esta edad aún tierna su
alma recibe fácilmente l odas las formas que se le
quieren imprimir. Adim. No hay cosa mas cier-
ta. Soc. Sufriremos pues nosotros con facilidad,
que oigan los niños indiscretamente toda-especie.
de fábulas , forjadas por qualesquiera advenedi-
zos , y que su alma reciba impresiones la mayor
parte contrarias á.las ideas, que queremos n o s o -
tros que ellos tengan en edad mas. adelantada?
Adim. N o se debe sufrir esto.
Soc. Empezemos pues desde luego por velar
sobre los compositores de fábulas , eligiendo la
que fuese buena y conveniente , y las que n o ,
despreciándolas. Hecha la elección obligaremos á
las ayas y m a d r e s , qua con ellas entretengan los
n i ñ o s , y por este medio formen sus almas con.
mas c u i d a d o , que el que ellas, ponen en formar
sus cuerpos con las manos. Por lo que hace á las
fábulas que en el dia se les relatan, despreciarse
deben la mayor parte. Adim. Qué fábulas son
éstas ? Soc. Juzgaremos de las pequeñas por las
g r a n d e s , pues que ellas deben forjarse todas s o -
bre un mismo modelo , y dirigirse al mismo o b -
j e t o . N o te parece bien? Adim. Muy bien. P e r o
y o no futiendo quáles son estas grandes fábulas
«te que vos habláis. Soc. Estas son las que H e - .
(-90
sioáo,, Homero y,los otros poetas nos h a n v e n -
dido. Porque los poetas así los de ahora , como
los. de tiempos pasados „no. tienen otro oficio que
divertir, al .género humano eon mentirosas fábu-
las. Adim, Qué fábulas,vuelvo á decir? y qué e n -
contráis en ellas de reprehensible? Soc. Yo r e -
:

prehendo lo. que en efecto y .sobre todo merece


ser reprehendido en esta, especie de mentiras, en
especial. quando pecan contra la verosimilitud.
Adim. Pero qué es esto l'Soc. Es decir, quando
se nos presentan los dioses y los héroes diferen-
temente de lo que ellos s o n : como quando u n
pintor, hace retratos que no son parecidos. Adi-
mant. Yojgonvengo.en que esto es dignp.de r e -
prehenderse^ pero esta reprehensión en qué con-
viene á los, ppetas ? Soc. Primeramente , no¡. es
una. mentira de las.mas enormes, y de la mayor
conseqüencia aquella d é H e s i o d o , en las.accio-
nes que refiere de. U r a n o , . y . Ja. venganza qué
tomó S a t u r n o , e n , é l mal trato que éste, dio á
Júpiter., y en lo que tuvo él que sufrir, de su
hijo? Y auri quando todo,esto fuese verdad;, no
son cosas éstas para decirse delante de niños, d e s -
proveídos de. r a z ó n , sino mas bien para enterrar-
las, en el silencio. Y si tuviese, alguno ,precisión
de hablar , no debe hacerlo, sino, en secreto, y 4
presencia de. muy pocos jóvenes , después de,ha-
berles hecho sacrificar , no. un puerco , sinp un#.
víctima mas preciosa y mas rara (28) , de l ^ q u e
muy pocas personas hayan oído hablar. AAhp. Sin,
d u d a , que semejantes discursos son muy peJif.
s T
grosos. Soc. N o deben, Adímanro , proferirse j a -
más en nuestra ciudad. Tampoco quiero que se
diga , oyéndolo un niño , que cometiendo los
mas atroces delitos, aunque sea el vengarse
cruelmente de su padre por injurias que hubiese
recibido , no haría en esto nada de extraordina-
rio y de que no le hubiesen dado exemplo los
primeros y mas grandes de los dioses. Adim. Por
cierto que tampoco me parece á mí que tales c o -
sas sean buenas de decirse. Soc Y- si queremos
que los defensores de nuestra república miren
con horror las disensiones y discordias , ño les
hablaremos ni remotamente de las guerras y
combates de los dioses-', rii de ios lazos que sé
armaban unos á otros ; porque esto no es ver-
dad; Aún menos les contaremos con todos los
adornos de la poesía, las guerras de los gigantes,
y tanta especie de rencillas como han tenido ios
diose-s y los héroes con sus parientes y con sus
amigos. Si nuestro designio es persuadirles que
jamás reynó la discordia entre los ciudadanos de
una misma república, y que no puede verificarse
esto sin gran crimen , obliguemos á los poetas á
no componer nada , y á los viejos de uno y otro
sexo á no contar cosa á los niños que no se e n -
camine á este fin. Nunca por siempre se oiga d e -
cir- entre nosotros que Juno fué aherrojada por
su hijo , y Vulcano precipitado del cielo por su
p a d r e , por haber querido dar socorro á su m a -
dre j'á tiempo que él la castigaba; ni contar t o -
aos estos corábate»- de los dioses inventados por
(93").
Homero , ahora se encierren.-,.ahora no> alego-
rías (29) ocultas en estas relaciones. Porque un
niño no está en estado ¡de discernir lo que es ale-
górico, de lo que no lo es ; y todo lo que en esta
edad se imprime en el a l m a , dexa allí huellas
que con dificultad después, pueden borrarse, ni
arrancarse.
-Adim. L o que vos decís es muy juicioso;
pero si alguno nos preguntase qué cosas son é s -
t a s , y quáles. las fábulas que conviene c o n t a r -
les , qué responderíamos nosotros? Soc. A d i m a n -
to , ni vos ni yo somos al presente poetas , sino
fundadores de una república , y en calidad de t a -
les nos toca conocer sobre qué modelos deben los
poetas componer sus fábulas, prohibiendo absol-
u t a m e n t e que no se separen de e l l o s ; pero i
nosotros no nos toca componerlas. Adim. V o s
tenéis mucha razón : mas declaradme aún , qué
es lo que deben enseñarnos estas fábulas tocante
Á la divinidad. Soc. Es necesario que los poetas
en todas sus composiciones nos representen á
Dios tai como él es , ahora sea en la epopeya^
ora en la oda , ora en la tragedia. Adim. Por
cierto así corresponde. Soc. Pues Dios no es esen-
cialmente bueno y siempre debe hablarse de este
modo ? Adim. Quién lo duda ? Soc. Pues nada de
lo que es b u e n o , es inclinado á dañar. N o es
así ? Adim.. Me parece que no. Soc. Y lo que n o
es inclinado á dañar , no sabria dañar en efecto?
Adim. De ninguna manera. Soc. Pues lo que no
d a ñ a , no hace mal ninguno ? Adim. También es
(94) ..,
cierto. Soc. Y lo que no hace mal ninguno , t a m -
poco seria causa de ningún mal ? Adim. Gomo.
Soc. Pero lo que es bueno , no es amigo de h a -
cer bien? Adim. Sí. Soc. Lufego es causa dé aquel
bien que se hace. Adim. Ciertamente. Soc. L u e -
g o lo que es bueno-, no es causa de todas las co-
sas i sino causa solamente de las buenas y no dé
las malas. Adim. Enteramente és así. Soc. Cómo
pues Dios ieá>esencialmente b u e n o , no es causa
de todas l a s cosas, como se dice vulgarmente. Y
porque ios-bienes y los mates están divididos e n -
tre los horríbfes , de modo que siempre' "domina
el m a l , Dios Sólo es causa de una pequeña p a r -
t e de lo que á los hombres acaece, no lo siendo
dé todo lo demás". Y así los bienes no deben a t r i -
buirse á -otro que á solo Dios j pero en orden á
los males es necesario buscar otra causa (30) qué
él Dios mismo. Adim. N o hay cosa mas» cierta
que lo que vos decís.
Soc. No debe pues darse fé á H o m e r o , ni á
ningún otro poeta tan insensato que sé haya atre-
vido á blasfemar contra los dioses y decir (a)':
que en el palacio de Júpiter hay dos hidrias llenas
de hados , la una de buenos y la otra de malos. T
que a quien Júpiter se los dá mezclados, tropieza
por veces, ya en buenos, ya en malos acaeció
mieittos; pero á quien no se los dá, sino puros
de la una ó de la otra , la cruel miseria persigue
al segundo por todas partes. N i tampoco debe

(<i) Ilia. 24. Y. 527.


(95)
creerse , que Júpiter sea el repartidor de tos bie-
nes y de los males. Y si alguno dixese también,
que'instigado de Júpiter y -de Minerva', violó
Pandar© los juramentos y rompió las t r e g u a s ,
nos -guardaríamos 'bien TiOsoTros de aprobárselo.;
ni tampoco lo de'la querella de ios-dioses a p a -
ciguada por Themis y por Júpiter. N i sufrire-
mos , que se d i g a e n presencia de nuestra j u v e n -
tud , aquello de Eschylo , 'cp*e -quanfio Dios quie-
re SeÉtrúir 9/na 'familia $e rtíiz , -hace nacer la
ocasión -de castigarla, Pero Si algún© compusiese
una tragedia, Sobre las -desgracias d e Ni©be (31),
ó de los descendientes de Pelope (32) , ó sobre
las de Troya , ú orras setn-ejafíres , ¡nosotros le
obligaremos á decir-, que'estas desgracias -no son
obras de Dios , ó que si D i o r es el autor Se en-
contrará en ellas una ra'ZOn parecida á la 'que
ahora buscamos: diciendo, que en esto nada hizo
Dios que no fuese justo y ¡buen©, y que este
castigo se convirtió en provecho de aquellos
que le recibieron (33). Pero <pe aquellos á q u i e -
nes Dios castiga sean malaventurados , de modo
alguno se ha de permitir que lo diga ningún p o e -
ta. Digan enhorabuena que los malos son d i g -
nos de compasión , en quanto tienen necesidad
de castigo ; pero digan también , que las penas
que Dios les envía son un bien para ellos. M a s
si por acaso se sostuviese en presencia nuestra
que Dios , siendo bueno , ha causado mal á a l -
guno , lo rechaz-aremos con todas nuestras f u e r -
zas-,, y -si queremos que nuestra república esté
{ 9 6 )
bien gobernada, no hemos de permitir que n a -
die diga ni oiga semejantes discursos, ahora sea
j o v e n , ahora sea viejo, ora sea en verso , ora sea
en prosa , como que ellos son injuriosos > á Dios>
perjudiciales al e s t a d o , ' y que se oponen unos á.
otros. Adim. Mucho me agrada esta ley y de
•buena gana subscribo á su establecimiento. Soc. Sea
pues esta uña ley y el modelo de las que se e s -
tablezcan tocante á los dioses ( 3 4 ) , obligar á
, nuestros ciudadanos á decir , ya sea de palabra,
ya sea por escrito , que Dios no es causa de t o -
das las cosas ( 3 5 ) , sino de las buenas. Adim, Esto
basta..
., Soc. Qué decís vos de esta segunda.ley ? Debe
mirarse á Dios como un hechizéro y como que
puesto en zelada se¿ divierte en tomar mil for-
mas diferentes, tan pronto mostrándose el m i s -
mo y convirtiéndose eií figuras extrañas ; tan
pronto alucinándonos , moviendo nuestros senti-
dos , como si estuviese realmente presente ? ó
por ventura no debe mas bien mirarse como u n
ser s i m p l e , y de todos los seres él menos capaz
de mudar de figura? Adhm Yo no sé que r e s -
ponderos por ahora. Soc. Pero á, lo menos vos
responderéis á esto. Quando alguno dexa su for-
ma natural, no es preciso que esta mudanza ven-
ga de sí mismo , o de otro ? Adim. No liay r e -
medio. Soc. Pues las cosas quanto mejor consti-
tuidas , menos sujetas están á mudanza y alte-
ración de parte de causas extrañas. Por exemplo,
los cuerpos quanto mas sanos y robustos, son
(97)
menos maltratados por los alimentos y el t r a -
bajo. L o mismo sucede á todas ias plantas res-
pecto de la quemazón y de los vientos , y d e -
más calamidades de las estaciones. Adim. Esto
es cierto. Soc. El alma también quanto es mas
esforzada y mas sabia , no es menos turbada y.
alterada por los accidentes exteriores? Adim. Sí.
Soc. Y por la razón misma, todas las obras dé
mano de h o m b r e , los edificios , los vestidos r e -
sisten mas al tiempo y á todo lo que puede des-
truirles , á proporción que están ellos mas bien
hechos y bien trabajados. Adim. N o tiene duda.
Súc. En general, todo lo que es perfecto , ó poc
naturaleza , ó por arte , ó por entrambos , está
muy poco sujeto á la mudanza de parte de una
causa extraña. Adim. Asi debe de ser. Soc. Pero
Dios y todo lo que á su naturaleza pertenece es
perfecto. Adim. N o me opongo. Soc. Conside-
rándole pues de este l a d o , de ninguna manera
es susceptible de mudanza. Adim¿ Ciertamente
que no. Soc. Pero se mudaría y alteraría él á sí
mismo? Adim. Es evidente , que si en Dios h u -
biese alguna m u d a n z a , no podría venir de otra
parte. Soc. Y acaso se mudaria á sí mismo eri
mejor ó en peor? Adim. Forzoso sería que está
mudanza fuese en peor ; porque nosotros nos
guardaremos bien de decir que le falte á Dios
algún grado de hermosura y de virtud; Soe¡ Vos
decís m u y bien. Y esto supuesto , creeríais vos,
A d i m a n t o , que qualquiera que éste s e a , h o m -
bre ó Dios tome de su grado una forma menos
3

G
(98)
hermosa que la suya? Adim. Esto es imposible.
Soc. Luego es también imposible que Dios q u i e -
ra mudarse; sino que siendo, como parece, h e r -
moso y bueno de su naturaleza hasta n o mas,
conserva siempre la forma que le es propia (36).
Adim. Paréceme que la cosa no puede ser de
otro modo.. Soc. Que á ningún poeta p u e s , v a -
ron ilustre, se le acuerde el decirnos, que los
dioses , á manera de peregrinos , andan de ciudad
en ciudad, disfrazados de formas extrañas: ni
encajarnos mentiras con motivo de las mefamór-
foses de Proteo (37): y de Thetis {38}:. ni que en
la t r a g e d i a , ó en qualquier otro poema se nos
represente á J u n o baxo la figura de una sacer-
dotisa , recibiendo regalos por los hijos del rio
Inaco de Argos (39),, á quienes habia dado* vida:
ni que se nos cuenten otras muchas semejantes
falsedades. Ni. que las madres , llenas de estas
ficciones poéticas, amedrenten á sus hijos , h a -
ciéndoles creer intempestivamente tan vanas- fá-
bulas , como que ciertos dioses andan por la no-
che á todas p a r t e s , disfrazados en varios trages
de viandantes y pasageros ; porque esto es blas-
femar contra los dioses , y hacer á un tiempo á
los hijos cobardes y tímidos. Adim. Que se guar-
den muy bien de hacer ninguna cosa de éstas.
Soc. Pero acaso los dioses no pudiendo m u -
dar de figura , pueden á lo menos alucinar nues-
tros sentidos por prestigios y encantamentos , de
modo que nos parezca que los vemos baxo de
varias formas ? Adim. Esto pudiera ser. Soc. Pues
(99) , 3

qué Dios querria mentir de obra ó de palabra,


presentándonos un fantasma en lugar de sí m i s -
mo? Adim. Yb no lo sé. Soc. Pues qué vos igno-
ráis que la verdadera mentira, si me es lícito h a -
blar a s í , es aborrecida igualmente, de los hóm--
bres. y de los dioses ? Adim. Gomo entendéis vos
esto ? Soc. D e esté triodo. Q u e nadie quiere v o -
luntariamente alojar la mentirá e n l a parte mas.
noble de sí mismo , respectó á las cosas de gran-,
de importancia, sino que al contrario no hay
cosa que tema mas. Adim. Aún no os cómprehen-
do. Soc. Vos creéis sin duda \ que yo digo alguna
cosa muy sublime. Pues lo q u e d i g o es, que nadie-
quiere e n g a ñ a r , ni ser e n g a ñ a d o , ni que se le Í
dexe en su alma la ignorancia tocante á la n a -
turaleza de las.cosas, y q u e . n o hay nada que
t e m ó n o s y abominemos m a s , qué alojar la men-"
tira en nosotros mismos en orden á esto. Adim. Ési
(

muy cierto. Soc.'La mentira" pues <¿ hablando, con •


exactitud (40) y propiedad e s , lo que poco árt-a
tes decia $ la ignorancia en el ánimo de aquel":
que es engañado f porque la mentira en las p a -
labras no es mas que una expresión del sentid •
miento que el alma experimenta; y n o es una"
mentira p u r a , sino urt fantasma nacido á conse-*.
qüencia del error. N o es así verdad? Adim. Cier-
tamente. Soc. Luego la verdadera m e n t i r a ' e s
igualmente aborrecida de los hombres y de los
dioses, Adim. Y o tal pienso. Soc. Pero q u é ? no
hay circunstancias en que la mentira en las p a -
labras pierde lo que tiene de odioso por lo que
s

G 2
(ioo)
llega á ser útil? N o tiene su utilidad , quando
uno se sirve de ella , por exemplo , para e n g a -
ñar á un enemigo, ó aún á los tenidos por a m i -
g o s , á quienes el furor ó la demencia les provo-
ca á cometer alguna acción de suyo m a l a , sien-
doventónces la mentira un remedio que se apli-..
c a p a r a d i s t r a e r l e d e su designio? Y aún en la
- mitología de que hablamos arriba , la ignoran-
cia -en que estamos sobre la historia antigua , no
nos autoriza para recurrir á. la mentira que h a -
cemos nosotros útil dándole los colores que mas.
se acercan á la verdad ? Adim. Esto es muy cier-
to.::Soc. Mas por quál de estas razones seria la
mentira útil á Dios? Acaso por ignorar lo que.
pasó en tiempos-, antiguos, se vería precisado á •
disfrazar la mentira., baxo las .apariencias d é l a
verdad? Adim¿ Ridicula sería el- decirlo. Soc. Dios
nó es pues U H poeta mentidor. Adim< Creo que,
tío. Soc. Pero mentiría acaso por. temor de sus
enemigos? Adim!. No por cierto. Soc. O á causa
de sus. amigos furiosos é insensatos? Adim. N i n -
g-uno dé los furiosos é insensatos es amado de
los dioses. Soc. Ninguna razón, hay pues que obli-
gue-á Dios á mentir. Adim. En efecto no la hay.
Soc. Luego los.dioses y genios.por naturaleza
son enemigos de ¡toda mentira. Adim. Entera-
mente. Soc. Luego Dios es por esencia recto y
veraz en palabras y en acciones; y no muda su
forma natural , ni engaña á los o t r o s , ni con
fantasmas , ni con diseursos , ni enviándoles s e -
ñales , ora sea por la n o c h e , ora por el dia.
Adim. Parécéme que vos tenéis'mucha razón en
lo que habláis. Soc. Aprobareis pues nuestra segun-
da l e y , que prohibe qne se hable , ó que se e s -
criba de los dioses de modo que nos los hagan
mirar como hechizeros que toman diferentes
formas , y que andan tras de engañarnos con sus
discursos , ó con sus acciones ? Adim. Yo la
apruebo. Soc.. Por tanto aunque haya muchas
otras cosas que alabar en Homero , nosotros no
aprobaremos de modo alguno aquel pasa¿e don-
de dice que Júpiter enviu un sueño á A g a m e -
nón ( a ) ; ni el lugar de Eschylo donde hace con-
tar á Thetis lo que Apolo cantó en sus bodas
asistiendo al festín, á saber : que seria madre
afortunada y amada de los dioses, y que mis
hijos exentos de enfermedades llegarían á una fe-
liz vejez. Cuyas predicciones me colmaban de ale-
gría , no creyendo que la mentira pudiese salir de
esta boca divina de donde salen tantos oráculos.
Entre tanto este Dios , que había cantado mis
glorias, este Dios, que testigo de mi himeneo, me
había anunciado una suerte tan digna de envidia,
este mismo Dios fué el homicida de mi hijo. Quan-
do alguno profiriese cosas tales , nos indignare-
mos contra é l , y no le daremos lugar en nues-
tra (41) república: ni permitiremos de modo a l -
guno semejantes discursos en boca de los maes-
tros encargados de la juventud , si hemos de t e -
ner como deseamos defensores piadosos y p a r e -

(«) 4. Ilia. al principio,


G
3
(ios)
,-cidos á los dioses , en quanto permite la flaqueza
humana. Adim. Yo encuentro estos reglamentos
muy sabios , y me valdré de ellos como de otras
tantas leyes. ..
COLOQUIO TERCERO.

Soc. Tales s o n , tocante á los dioses , los


discursos que conviene , ó no conviene que oiga
la juventud , cuyo objeto principal debe ser h o n -
rar á los dioses y á sus padres , y mirar la c o n -
cordia entre los ciudadanos, como uno de los
mas grandes bienes de la sociedad. Adim. L o que
nosotros hemos disputado en este punto , me p a -
rece muy acertado. Soc. Ahora pues , si quere-
mos que ellos sean esforzados , no será preciso
que quanto se les diga se ordene á hacerles no
temer la muerte? O pensáis vos que pueda uno
ser esforzado , teniendo consigo este temor?
Adim. Par diez que no lo pienso. Soc. Pero cómo
un hombre persuadido de la existencia de los i n -
fiernos ( i ) y del horror que reyna en estos luga-
res , podria no temer la muerte ? Adim. Esto es
imposible. Soc. Nuestra obligación pues parece
que es cuidar también de los que se ocupan en
discurrir sobre este asunto, y encargar á los poe-
tas que conviertan en elogios todo el mal que
dicen comunmente de los infiernos; tanto mas
que lo que ellos cuentan ni es verdadero , ni con-
ducente para inspirar confianza a los g u e r r e -
ros (2). Adim. Sin duda debemos hacerlo. Soc. Bor-
remos pues de las obras de Homero todos los
G 4
(ÍO4)
versos que siguen, empezando por estos (a): "Pre-
ferirla yo al imperio de los muertos la condición
de esclavo de un hombre pobre , que yniese del
trabajo de sus manos, Y (b), Platón temió que esta
vasta y hedionda mansión de tinieblas y de hor-
ror odiada de los mismos dioses , no se descubriese-
á las miradas de los mortales é inmortales. Y (c),
ay ! no queda mas de nosotros después de la muer*
te , que una sombra, una vana imagen privada
de sentido y de razón. Y aún (d) , el solo Tire-
sias (3) piensa ; los otros no son sino sombras
errantes á la ventura. Y estos (e) : Su alma vo-
lando de su cuerpo, se huyó á los infiernos la-
mentando su destino, apesadumbrada por dexar
su fuerza y su juventud. Y (f), su alma, como si
fuese humo , se huyó baxo tierra gimiendo. Y - por
último (g) 1 Estas almas iban de compañía r en-
chinando , al modo de aquellas aves lúgubres, que
quando se desprenden del hueco de un peñasco
donde estaban juntas , vuelan llenando el ayre de
sus gritos funestos. Pediremos pues encarecida-
mente á Homero y á los otros poetas , que no
lleven á mal que borremos de sus escritos estos
pasages y otros de esta naturaleza. Y no es por-
que no sean muy poéticos , y que no lisongeen
agradablemente los oidos del pueblo ; sino p o r -
que quanto mas hermosos son, tanto es mas pe-*
(c) JI. Odys. v. 488. (b) 20 Ilia. v. 64.
(<r) 43. Ilia. v. 103. (¡i) 10. Odys. v. 49$.
(e) 32. Ilia. v. 362. ( / ) 43. ilia. v. IOO.
(g) -»4. Odys. v. (5.
lígroso que sean oídos en qualquier edad que sea,
de aquellos que deben tstár libres de todo t e -
mor , y preferir la muerte á la esclavitud. Adfa
mant. Tenéis muchísima razón.
Soc. Borraremos aún todos estos nombres
odiosos y formidables del Cocyto y de la Estigia,
de manes y de infiernos , y otros semejantes que
hacen tiritar á los que oyen pronunciarlos. A c a -
so tienen ellos su utilidad para otros fines (4);
pero nosotros tememos que el horror que ellos
inspiran , no resfrie y enmollezca demasiado ei
valor de nuestros guerreros. Adim. E s muy bien
fundado este temor. Soc, Luego los quitaremos.
Adim. Ciertamente. Soc. Y nos serviremos , sea
ya de p a l a b r a , ya por escrito , de expresiones
todas contrarias. Adim. Es evidente. Soc. C o r t e -
mos también estos lamentos y pesares; que se
ponen á veces en boca de hombres grandes.
Adim. Esta es conseqüencia necesaria de lo que
acabamos de decir. Soc. Veamos pues si la razón
autoriza ó no este cercenamiento. N o es verdad
que el sabio no mirará la muerte como un. mal,
respecto de otro sabio "su amigo? Adim. Esto es
cierto. Soc. No llorará pues sobre é l , como si le
hubiese acaecido alguna cosa funesta. Adim. Por
cierto.que no. Soc. Nosotros decimos también
que si hay algún hombre que pueda estar satis-
fecho consigo mismo y no necesite de los demás,
hombres para ser feliz , éste sobre todos es el
sabio (5). Adim. No hay cosa mas cierta. SQC L u e -
go para éi no será una desgracia, perder u n hijo,
(lOÓ)
u n hermano , las riquezas , ó algún otro bien de
esta naturaleza. Adim.TZn. efecto que no. Soc. Lue-
go quando le acaeciere semejante accidente , no
se afligirá y lo sufrirá con toda la paciencia p o -
sible. Adim, Es muy cierto. Soc. Razón pues t u -
vimos de. quitar á los hombres ilustres los l a -
mentos y gemidos, y reservarlos para las m u -
geres y no las fuertes entre éstas, como t a m -
bién para los hombres de un carácter afeminado;
á fin que aquellos que destinamos á la custodia
de nuestra ciudad , se avergüenzen de semejan-
tes debilidades. Adim. Hicimos muy bien.
. . Soc. Otra vez pues pediremos á Homero y á
los otros poetas que no nos representen á Aqui-
les hijo de una diosa (a) , tan pronto echado de
lado, ó boca abaxo , ó el rostro vuelto al cielo;
tan pronto errante en la ribera del mar sumer-
gido en tristeza: ni tomando el abrasado polvo á
dos manos y llenándose la cabeza : ni llorando y
sollozando, como se vé que lo hizo aquel en
Homero. N i á priamo rey respetable, casi igual
á los dioses (b), revolcándose sobre estiércol, aba-
tiéndose á los mas humildes ruegos , llamando á
cada uno por su nombre para que tomase parte en
su desgracia. Aún con mas encarecimiento le p e -
diremos que no nos represente á los dioses llo-
rones y exclamando ( c ) : Ay infeliz de mi í quán
desgraciada es mi suerte \ en que mal hado d't á

(a) | 24. Ilia. v. 10. (h) iz. Ilia.v. 414.


(<?) 18. Ilia. v. 54. Thetis.
luz tan buen)'hijo\ Y si esto es cosa indecente
respecto de los otros dioses , con mas fuerte r a -
zón es una temeridad en Hornero que no merece
p e r d ó n , haberse atrevido á imitar tan i m p r o -
piamente al mas grande de los dioses, hacién-
dole decir ( a ) : Ay\ veo yo con mis ojos á pesar
mió , á Hedor , mortal para mí tan amado , hu-
yendo en torno de las murallas de Troya : mi co-
razón se acongoja por el peligro que le amenaza.
Y en otro lugar (b): Desdichado de mi! Los ha-
dos han dispuesto que Sarpedón , á quien mas amo
de todos los mortales , perezca á manos de Patro-
clo hijo de Menecio. Vos veis en efecto, mi a m a -
do Adimanto , que si nuestros jóvenes oyen se-
riamente esta especie de relaciones y no se b u r -
lan de todas estas debilidades , como que son in-
decorosas á los dioses, les seria muy difícil de
tenerlas por indignas de sí mismos, porque al
cabo son hombres , ni hacerse reprehensiones de
cobardía , quando les viniese en pensamiento d e -
cir ó hacer algo semejante: antes bien á los m e -
nores contratiempos se abatirían de ánimo y se
abandonarían sin vergüenza á los gemidos y á
las lágrimas. Adim. N o hay cosa mas cierta que
la', que vos decís.
Soc. Pero pues que acabamos de ver que esto
'sería del todo indecente , nosotros daremos c r é -
dito á nuestras razones, mientras no se nos opon-
gan otras mejores. Adim. Sin duda. Soc. Ni t a m -

(o) 22. Ilia. v. 168. {jb) 16. Ilia. v. 433,


poco es conveniente que seari ellos darlos á la
risa. Porque una risa descompuesta es señal de
una grande alteración en el alma. Adim. A m í
así me parece. Soc. N o debemos pues sufrir que
se nos representen hombres graves, y mucho m e -
nos dioses deshechos en risa que rio puedan m o -
derar. Adim. Seguramente que no. Soc, Ni a p r o -
baremos en Homero lo que de los dioses dixo (a):
Una risa interminable se movió entre los dioses,
quando vieron á Vulcano andar afanado cojeando
por la sala del festín. Adim. Razón tendremos
de no aprobarlo , según lo que vos decís. Soc. N o
solo , según lo que yo d i g o , sino según la ver-
dad exacta que debe ir sobre, todo. Porque si no
nos hemos engañado quando diximos, que e n
realidad la mentira es inútil á los dioses , y útil
á los hombres quando se valen de ella como e s -
pecie de remedio ; claro está que su uso debe
confiarse á los médicos y no indiferentemente á
todo el mundo. Adim. Es evidente. Soc. A los
magistrados pues con preferencia á toda otra
persona les corresponde mentir (6), engañando
al enemigo ó al ciudadano por el bien de la r e -
pública. Á los otros nunca les debe ser permiti-
d a la mentira : y diremos nosotros que un p a r -
ticular que engaña á los magistrados es mas c u l -
pable que un enfermo que engaña á su médico,
q u e un discípulo de la gymná^tica que oculta al
Que le exercita los defectos de su cuerpo , que un

<«) x. Ilia. v. \ Q $ .
(i09)
marinero que disimula al piloto el estado del
navio y delequipage suyo , ó de sus c o m p a ñ e -
ros. Adim.És mucha verdad. Soc. De consiguien-
te si el magistrado pilla en mentira á qualquier
ciudadano que sea de- condición privada , ahora
"sea adivino, ora médico, ora carpintero , le c a s -
tigará severamente , como introductor en el e s -
tado , así como en un navio , de un mal capá a
de arruinarle y destruirle. Adi.m. Sin duda q u e
este.mal-arruinaría el estado, si las acciones c o r -
respondiesen á las palabras.
Soc. Y qué ? no debemos también criar á
nuestros jóvenes guerreros jen la escuela de la
templanza? Adim. N o puejje?menos. Soc. L o s
principales efectos de la templanza no son p o r
dicha el hacernos sumisos á los que gobiernan,
y señores de nosotros mismos en orden á todo lo
que concierne, al comer y beber , y á los p l a c e -
res de los sentidos? Adim. Así me parece. Soc. S e -;

gun esto , aprobaremos nosotros aquel pasage de


Homero , e n donde Diomedes dice á Esthene —
lo (a): Amigo , oye sin chistar y sigue mis conse —
jos. Y este otro (6): Caminaban los griegos llenos
de enojo y esfuerzo , escuchando temerosos con si -
lencio las órdenes de sus capitanes, y todos los
demás pasages semejantes á estos. Adim. M u y
bien. Soc. Diremos acaso lo mismo de estas p a -
labras (c): Bonachón , ojos de perro , corazón de

(o) Iliar 4, v. 411, (b) Ibl v. 431,


(C) I. Iii: , V. 12$,
( n o )
ciervo ( 7 ) , y lo demás que sigue ; como también
de todas las injurias que los poetas y otros e s -
critores hacen proferir inconsideradamente á los
subditos contra sus superiores ? Adim. Por cierto
que no. Soc. E n efecto que tales discursos no son
m u y propios para inspirar moderación á núes*,
tros jóvenes. Aunque por otra parte no es de
maravillar que estos pasagés causen algún d e -
leite. Qué os parece á vos? Adim. Yo pienso lo
mismo. Soc. Y qué? pensáis vos que'inspirará,'
gran templanza á un joven el oír alguna vez l o :
que Homero hace decir al sabio Ulíses (a), que
le parecía no haber cosa mas deleitable que ver'
j

las mesas cubiertas^SÍ^ manjares regalados, y al


escanciador derramar'á la redonda el vino en las
copas : y en otro lugar (b): que el género de
muerte mas triste y aciaga es perecer de hambre'.
ó quando nos representa á Júpiter desvelado de
a m o r , mientras que los demás dioses' y los h o m -
bres gozaban de las dulzuras del sueno ( c ) , o l -
vidado por el exceso de su lasciva pasión de
quantos designios habia formado, y de tal modo
herido al ver á Juno , que no le sufre el retirar-
se á un lugar secreto para satisfacer sus deseos;
sino que se acuesta con ella sobre el mismo mono-
te Ida , protestándole qué jamás se habia sentido
tan enamorado de ella , ni aún quando por la vez
primera se vieron á escondidas de sus padres'. ó

(a) Odys. 9. al principio, (b) Odys. 13. v. 434.


{c), Ilia. 14.
quando cuenta la aventura de Marte y de Venus
sorprendidos, en las redes de Vulcano , y otras
cosas tales como éstas (a): creéis vos acaso que
todo esto sea muy propio para inclinar nuestros
jóvenes á la templanza? Adim, P o r cierto que
me parece n o es decente. Soc. Pero quando nos
pintan sus héroes en la adversidad ,. hablando y
obrando con grandeza de alma'j entonces es
quando debemos admirarle y escucharle. Como
quando dixo (b), que Ulises hiriéndose el pecho,
reanimó su esfuerzo con estas palabras. Sufre alma,
mía esta desgraciatú que probaste ya otras ma-
yores. Adim. Ciertamente que sí.
Soc. Tampoco hemos de sufrir que nuestros
jóvenes sean avaros, ni que se dexen corromper
por los regalos. Adim. De ninguna manera.
Soc. Q u e no se canté pues e n su presencia (c)t
Los regalos, créeme , ganan las voluntades á los
reyes y á los dioses. Ni se apruebe como m o d e -
rado y sabio el consejo que Phenix ayo de A q u í -
les le dio , de socorrer á los griegos, si le h a -
cían regalos, y de mantener su enojo-, sino se
los hacían.. Rehusaremos también creer y confe-
sar que Aquíles haya sido avaro hasta el e x t r e -
mo de recibir regalos de A g a m e n ó n , y de no-
querer restituir el cuerpo de Héctor á su padre,
hasta después que le hubo pagado el rescate.
Adim. Ni son brillantes estos rasgos , ni digno*

(a) Odys. 8. (*) Odys. ao. V. 17.


(<Ó 9. Ilia. v. 600.
(ira)
de loa. Sóc. Con gran pena me determino á d e -
cir , que Homero hizo mal en aplicar á Aquiles
semejantes acciones, ó en dar fé en esto á lo
que otros antes de él habían publicado: y otro,
tanto digo de las amenazas que este héroe hizo
á Apolo (a) : Tú me has perdido , de todos los
dioses el mas cruel ; yo tomarla de tí venganza,
si estuviese en mi mano: y de su resistencia al
rio dios Escamandro ( 8 ) , contra el qual estaba
pronto á p e l e a r , y de lo que dixo con motivo
de sus cabellos que estaban consagrados al rio
Espérenlo (b), que los ofrecería sobre el sepulcro
de su amado difunto Patroclo. No es creíble que
él hubiese dicho nunca , ni hecho jamás cosa
semejante (c), ni que arrastrase el cadáver de
Héctor en torno del sepulcro de Patroclo , ni que
hubiese sacrificado sobre la hoguera cautivos
troyanos reservados de intento para este cruel
suplicio. Nosotros sostendremos que todo esto
no es verdad ,^ y no permitiremos que se haga
creer á nuestros guerreros , que Aquiles hijo de
Tetis y del moderado Peleo , viznieto de J ú p i -
ter , discípulo del muy sabio Centauro (9) C h i -
r o n , haya tenido el alma tan en extremo d e s -
concertada que se dexase dominar de dos tan
contrarias pasiones , como son una sórdida a v a -
ricia y un orgullo que insultaba á los hombres y
á los dioses. Adim. Vos tenéis razón.

(o) ai. Ilia. v. 12. (b) 93. Ilia. V.


{c} ai. Ilia. v. 400.
(H3)
Soc. Guardémonos bien de creer tampoco,
ni aún permitir que se diga , que Theseo hijo de
Neptuno , y Pirithoo (10) hijo de Júpiter , for-
maron el. designio del atroz raptó que se les
atribuye , ni, que ningún otro hijo de los dioses,
ningún héroe haya sido osado de cometer las
crueldades é impiedades de que son acusados
con mentira. Y obliguemos á que reconozcan los
poetas que los héroes ó jamás han incurrido en
semejantes acciones , ó si las cometieron, no
fueron ellos de la raza de los dioses: pero nunca
les permitamos que digan que son á un tiempo
hijos de los dioses y culpables de tales delitos;
ni que emprendan persuadir á nuestros j ó v e -
nes , que los dioses han hecho algunas cosas
m a l a s , y que los héroes en nada se aventajan á
los meros hombres. Porque como decíamos mas
arriba esta especie de discursos ni son ciertos, ni
religiosos, y hemos manifestado ser imposible
que los dioses sean autores de mal alguno.
Adim. N o puede menos. Soc. Añadamos aún que
los tales discursos son muy nocivos á los que los
oyen. Porque qué hombre no justificaría á sus
ojos su m a l d a d , estando persuadido que él n o
hace sino lo que hacían y hacen los hijos de
de los dioses, parientes del gran Júpiter , cuyo
altar á Júpiter patrio se levanta en los ayres sobre
la cima del monte Ida , y cuya sangre corre aún
en sus venas. Por todas estas razones se han de
ahuyentar de nuestra ciudad semejantes ficcio-
nes, no sea que ellas engendren en nuestra juvea-«
H
(n4)
tud una desgraciada facilidad en comerer.los m a -
yores delitos. Adim. Así debemos hacerlo.
Soc. Habiendo empezado pues á determinar
qué discursos deban tenerse y quáles no en p r e -
sencia de nuestros jóvenes , réstanos aún por
fortuna alguna especie de que debamos hablar?
Porque tratado está ya lo que debe decirse en
orden á los dioses , á los genios y á los héroes,
y á lo que pasa en los infiernos. Adim. Así es.
Soc. Acaso pues éste seria el lugar oportuno; de
arreglar la materia de los discursos que miran
á los hombres? Adim. Sin duda. Soc. Pero , m i
amado amigo , esto nos es impasible por ahora.
Adim. P o r qué ? Sor. Porque pienso que hemos
de decir, que los poetas y oradores se engañan
respecto de los hombres en cosas de la mayor
importancia , quando dicen ellos , que los malos
por lo común son felices , y los hombres de bien
desdichados : que la injusticia es ú t i l , con tal que
se tenga de oculto ; que al contrario la justicia
es provechosa á los demás, y nociva á solo aquel
que la practica. Nosotros les prohibiríamos se-
mejantes discursos , obligándoles en lo sucesivo
á decir lo contrario , ahora sea en verso , ahora
en prosa. N o es así verdad? Adim. Estoy conve-
nido. Soc. Pues si vos confesáis que tengo razón
en esto , yo concluiré que habéis convenido en
lo que disputamos desde el principio de esta con-
versación. Adim. Vuestra reflexiones justa. Soc.JDi-
latemos pues el probar que estos son los discur-
sos que deben tenerse tocante á los hombres,
para quando hayamos descubierto qué cosa sea ía
justicia, y si es en sí provechoso el ser justo,
ora sea tenido por tal , ora no..Adim. Me p a r e -
ce m u y acertado.
Soc. Bastante hemos dicho ya ert orden á los
discursos: pasemos ahora á lo .que mira á la /o-
cucion , y con esto habremos tratado i fondo lo
que debe ser la materia del discurso ,• y de la
forma que conviene darle. Adim. Yo no os e n g -
riendo. Soc. Conviene pues que' lo entendáis, y
así veamos si me comprehendereis mejor de este
otro modo. Todo quanto dicen los poetas y m i -
tologistas es por dicha otra cosa q u e una reía-*
cion de cosas pasadas , presentes, ó por venir?
Adim. Qué otra cosa puede ser? SoC. Para esto
no se valen ellos ^ ó de la relación sencilla , ó
de la imitativa, ó de la relación compuesta de
entrambas? Adim. Ruegoos que me expliquéis
aún esto con mayor claridad. SoC. Según parece,
debo de ser yo un preceptor ridículo , que no
me sé dar á entender. A exemplo pues de a q u e -
llos que no tienen facilidad en explicarse, voy á
intentar el hacerosveomprehendermi pensamiento 1
proponiéndole no por enteró, sino parte por p a r -
te : respondedme. Sabéis vos ios versos primeros
de la Iliada , donde cuenta Homero que Chryses
suplicó á Agamemnón que le restituyese stí
hija , y que éste se lo negó ásperamente ? Visto
lo qual por Chryses se retiró y con encareci-
miento suplicó á Apolo que le vengase de este
agravio sobre-el exército de los griegos? Adim. Sé
Ha
(lió)
m u y bien esto. Soc i Vos sabréis también que
hastia estos versos , él suplicó ó todos los griegos
y en particular á los dos hijos de Atreo , gefes
del exército , el poeta habla en su nombre y no
intenta hacernos creer, q u e sea otro que él m i s -
mo el que habla. E n vez que en adelante habla
en persona de Chryses y se vale de todo su arte
para persuadirnos que no es ya Homero el que
habla , sino este anciano sacerdote de Apolo. D e
este género son la mayor parte de las relaciones
de los sucesos acaecidos en Troya y en Itaca,. y
de lo que se cuenta en toda la Oáyssa.. Adim. Todo
es muy cierto. Soc. Mas por ventura no es siem-
pre una narración, ora hable el mismo, ora haga
hablar á los otros, ora cuente la seguida del sucer
so, ora los incidentes? Adim. Sin duda. Soc. Pero
quando pone algún discurso en boca de o t r o , no
diremos que procura acomodarse Jo mas que
puede al carácter de aquel que introduce como
interlocutor ? Adim. Sí. Y por qué no? Soc. A c o -
modarse al carácter de o t r o , ya sea en el gesto,
ya sea en la voz , no es imitar á aquel á quien
se asemeja?.Adim. Sin disputa. Soc. E n estos
lances pues , las relaciones tanto de Homero,
como de los otros p o e t a s , son relaciones i m i t a -
tivas, Adim. Convengo en ello.
Soc. Por el contrario, si el poeta no se d i s -
frazase nunca baxo la persona de otro , todo su
poema y su narración, serian sencillos y sin i m i -
tación ninguna. Mas para que no digáis que no
cómprehendeis cómo pueda hacerse esto voy á
explicároslo. Si Homero en diciendo que C h r y -
ses ( r i ) vino al campo con el rescate de su hija
é hizo su suplica á los griegos , en especial á los
dos R e y e s , hubiese continuado la relación en
nombre suyo y no en nombre de Chryses , ya no
seria esto entonces una imitación , sino una sen-
cilla relación. Ved ,'por exemplo , como lo h a -
bría contado. Dirélo en prosa , porque yo no :

soy poeta. El sacerdote de Apolo venido al cam-


po , pidió á los dioses , que los griegos ganada
Troya , se volviesen salvos á su tierra. Al mismo
tiempo suplicó encarecidamente a 'los griegos , en
noiribre de Apolo, que le restituyesen su hija,
aceptando el rescate. Todos los otros griegos mo-
vidos del respeto acia este anciano , condescendie-
ron en su .súplica. Solo Agamemnón se enfure-
ció contra él, y mandó que se retirase y no re-
pareciese en su presencia , porque si volvía, ni el
cetro ni las insignias del Dios le libertarían de su
cólera : asegurándole que primero que le fuese
^ restituida su hija , envejecería ella en Argos en •
compañía suya. Por tanto mandóle marchar , y
que no le irritase mas, si es que quería volver
sano y salvo á su casa. En oyendo esto el anciana
se amedrentó , y se retiró sin decir palabra. Pero
después que estuvo separada del exército , hizo su
jerviente ovación á Apolo , invocándole por todos
sus nombres , recordándole y pidiéndole que sien
algún tiempo había hecho algo de grato á sus
ojos , ya .edificándole un templo , ya sacrificándole
víctimas. esc$>gidas.>.. le. rogaba^ que en recompensa
«3
(nB)
de sil piedad, descargase sus flechas sobre los gríe*
gos y vengase de'este modo las lágrimas que ellos
le hablan hecho derramar. Ved a q u í , ó amigo,
lo que yo llamo relación sencilla y sin imitación.
Adim. Ya lo entiendo. Soc. Sabed vos también
que hay una especie de narración contraria á
é s t a , quando suprimiendo el poeta todo lo que
entremezcla en nombre s u y o , en los discursos
de aquellos á quienes hace hablar , no dexa sino
él diálogo. Adim, También entiendo esto. Esta
narración es propia de la tragedia. Soc. J u s t a -
mente es así. Y- ahora espero que me será fácil
haceros entender lo que antes no podia explica-
ros ; á saber, que en la poesía y en la m i t o -
logia hay tres especies de narraciones. L a p r i -
m e r a , que es enteramente imitativa, y como vos
acabáis de decir , pertenece á la tragedia y á la
comedia : L a o t r a , que se hace en nombre dej.
poeta , y la encontrareis comunmente empleada
en los dithyrambos; y la tercera que está m e z -
clada de lo uno y de lo otro , y se sirven de ella
en la epopeya y en otras oraciones, si es que
por fortuna me entendéis. Adim. Si , ahora ea->
fiéndo lo que vos' queríais decir entonces.
0
Soc. Acordaos también d é l o que decíamos
nosotros mas arriba, que después de haber a r r e -
glado lo que tocaba á la materia del discurso/
tíos restaba aún examinar la forma. Adim. Me
acuerdo. Soc. Ésto -pues era lo que yo quería de-
ciros , que debíamos, discurrir entre nosotros,
si por suerte^ convendría dexar á ios poetas la
(ug)
libertad de usar de las narraciones del todo imi-
tativas, ó en parte solamente ; y qué regla les
prescribiríamos para esta especie de relaciones,
ó si les prohibiríamos toda imitación. Adim. Sos-
pecho que vuestro designio es / q u e r e r averiguar
si se ha de recibir, ó no en nuestra ciudad la
tragedia y la comedia. Soc. Puede s e r , y aún-
algünas otras cosas m a s ; porque al presente t o -
davía no lo sé : pero yo me dexaré llevar adon-
de me échase el soplo de la razón. Adim. Está
muy bien dicho. Soc. Examinad ahora, mi a m a -
do- Adimanto , si será del caso que nuestros
guerreros sean imitadores , ó no. De lo que án-,
tes diximos se s i g u e , que cada qual no puede
desempeñar bien , sino una sola cosa , y que si
se aplica á muchas'y no saldrá aventajado en
ninguna de modo qué se haga célebre. Adim. Así
debe de ser. Soc. L o mismo pues sucede respec-
to de la imitación , que un mismo hombre no
puede imitar tan bien muchas cosas , como una
sola.- Adim. Ciertamente que no. Soc. Aún menos
podrá - él aplicarse á qualquier arte serio y de
importancia , y al mismo tiempo imitar muchas
cosas y ser imitador de profesión; tanto mas
que el mismo hombre no puede executar bien dos
imitaciones , las quales al parecer tienen mucho
la una de la o t r a ; contó la tragedia (12) y la
comedia. A éstas , hace poco , no las llamabais
imitaciones? Adim. S í , -y vos tenéis razón de
decir, que no pueden salir aventajados á un
mismo tiempo en estos dos géneros. Soc. T a m -
il 4
( I S O )
poco se encuentra nadie que sea á un tiempo
buen (13) recitante y buen actor. Adim. Esto es
verdad. Soc. Ni aún los mismos actores son igual-
mente buenos para lo trágico y para lo cómico.
Pues todo esto qué otra cosa es que imitaciones?
N o es así? Adim. E n efecto lo son. Soc. Paréce-
me aún , amado Adimanto , que los talentos del
hombre están divididos en porciones mas peque-
ñ a s ; de manera que es imposible imitar bien m u -
chas cosas , ó hacer seriamente las cosas mismas
que se imitan. Adim. N o hay cosa mas cierta.
Soc. Si nos hemos pues de atener á nuestro
primer reglamento , por el qual nuestros guerre-
ros libres de toda otra ocupación , deben aplicar-
se únicamente á conservar y defender la libertad
del estado , y no pensar en otra cosa que en
lo que se encamina á este objeto ; no les con-
vendría ciertamente hacer , ni remedar qualquie-
r a otra cosa que fuese : mas si.por acaso imita-
sen algunas, que imiten desde- jóvenes las,.que
pueden conducirles á este fin , esto e s , la forta-
leza , la templanza , la santidad , la grandeza de
alma y las demás virtudes. Pero de las viles y ver-
gonzosas ni hagan ninguna , ni siquiera tengan
el talento de imitarlas, no sea que ellos lleguen
á ser tales , quales aquellos á quienes remedan.
N o habéis vos advertido que.la imitación, quan-
do se contrae el hábito desde la juventud , pasa
á costumbre , y se convierte en naturaleza , y se
toma poco a poco el t o n o , los gestos, y el modo
de pensar de aquellos á quienes se contrahace!
(iQl)
Adim. N o hay cosa mas común. Soc. N o sufrire-
mos pues qué los que están baxo nuestro cuidado
á quienes imponemos la obligación de ser virtuo-
sos , siendo hombres , se diviertan en contraha-
cer una muger (14), ora sea joven, ora sea vie-
ja , ya injuriando á su marido , ó ya orgullosa
igualándose á los dioses quando se tiene por f e -
liz , ó en las desgracias abandonándose á los q u e -
xidos y lamentos. Mucho menos sufriremos que
la remeden , ó enferma ó amorosa, ó en los d o -
lores del parto. Adim. De ningún modo se ha da
permitir. Soc. Que tampoco imiten ellos á los es-
clavos de ambos sexos, en las acciones propias de
su condición. Adim. Tampoco esto. Soc. Ni á los
hombres malos y cobardes, que hacen cosas con-
trarias á las que ahora decíamos ^ injuriándose,
insultándose y diciéndose groserías unos á otros,
sea que estén embriagados , ó bien sobrios y á
sangre fría ; ni los otros discursos y, otras accio-
nes en que faltan las tales personas á lo que se
deben á sí mismos y reciprocamente unos á otros.
Soy de parecer también, que no deben acostum-
brarse á contrahacer lo que dicen y- hacen los
que están enfurecidos ; porque es cierto; que se
deben conocer los locos y los malos, tanto h o m -
bres, como mugeres, pero ninguna de- sus cosas
deben hacerse ni imitarse. Adim. Es muy cierto,
Soc. Mas por dicha deben ellos contrahacer
á los caldereros, laroneros, ó qualquier oteo artí-
fice que sea , ó á los remeros y patrones ¡de g a -
leras , ó ea fin alguna, otra, cosa ..semejante 2
( l 2 2 )
Adirh. Cómo deberían ellos hacerlo , quando
no les es aún permitido entender en ninguna de
estas cosas ? Soc. Y qué ? les convendrá acaso
imitar el relincho (r 5) de los caballos, el mugido
de los toros , el murmullo de los rios , el b r a -
mido del mar y del t r u e n o , y así.de todo-lo de-*
más "i" Adim. N o ' , puesto que no le es p e r m i t i -
do ser insensatos, ni asemejarse á los que lo son.
Soc. Si mal n o entiendo vuestro pensamiento,
hay un modo de hablar y referir , del qual se
sirve el hombre honrado quando se; le ofrece
decir alguna cosa ; y hay otro modo', contrario
d e que se valen aquellos que son m a l n a c i d o s
y mal. criados. Adim. Quáles son estos modos ?
Soc. Paréceme que el hombre honrado, quando su
discurso le conduce á la relación de lo que dixo
ó hizo un hombre de bien , se esforzará á repre-
sentarle <eñ su propia persona, yo no se avergon-
z a r á . d e ¡-semejante imitación, sobre;todo -quan-
do tendrá! ella p'or objetó-pintarle en una situa-
ción en -que manifiestan-sabiduría y • ¡prudencia:
pero lo hará pocas veces , y c o n ínénos", aplica-
ción ^ :qua'ndo le ocurra representarle , ó abatido
por la enfermedad, ó vencido por el amor ,• ó
por la embriaguez , ó por-quaiquier otro a c c i -
dente enojoso. Mas quando se le ofrezca la o c a -
sión de contrahacer algún personage despre-
ciable'é ¡indigno de su persona, jamás se abatirá
á imitar- seriamente á uno peor que é l , sino es
que sea ¿como de-paso y quando hubiese hecho
alguna acción buena :• al contrario se llenará de
r u b o r , rio estando exercitado en imitar semejan-
tes personages , y se querría muy mal , si se
vaciase y se formase por el modelo de los ma-
los ; y como los desprecia , nunca Jos remedará,
á menos que esto sea por juego y pasatiempo.
Adim. Es muy probable.
Soc. Su narración pues será qual aquella que
poco antes decíamos de H o m e r o , en parte s e n -
cilla , en parte imitativa , de modo no. obstante
que se encuentre rara vez la imitación en la
seguida de un largo discurso. Por ventura tengo
razón en lo que digo ? Adim. Y mucha. Asi debe
hablar un orador de este carácter. Sec. Luego
el que tenga un carácter opuesto, quanto mas lib
viano fuese , tanto se inclinará mas á imitarlo
todo , y no habrá cosa que la crea indigna de
su persona ; de modo que hará un estudio: de
contrahacer en público todas aquellas cosas, que
ahora deciamos , los truenos , el ruido espantoso
de los vientos y del granizo , el rechinar de los
exes y de las ruedas , el sonido de las t r o m p e -
tas , flautas-, chirimías, y de toda .especie de
instrumentos , el ladrido de los perros , el balido
de las ovejas y el canto de las a v e s : y todo sa
discurso sé empleará en imitar el tono.y exprés
siones de Otro, y apenas tendrá lugar;en él la
simple narración. Adim. N o podria ser de otro
modo. Soc. Tales son pues , las dos especies de
narración , de que y o quería hablar. Adim. M u y
bien. Soc. De estas dos , la primera admite p o ^
cas-transiciones:, y en dando-Uno á la loouciosa;
íá armonía y número (16) que le conviene , casi
no tiene necesidad el que bien habla de emplear
otra frase ni a r m o n í a , porque mudanzas m u y
pequeñas y número muy parecido bastan por lo
común. Adim. Así es como vos decís. Soc. Pero
qué? la segunda por el contrario , no tiene, n e -
cesidad de todas las armonías y de todos los
números , para explicar bien lo que quiere d e -
cir , por quanto ella abraza toda especie de t r a n -
siciones ( 1 7 ) imaginables? Adim. Mucho que es
así. Soc. Mas á dicha los poetas todos , y en g e -
neral quantos cuentan alguna cosa , no se valen
del uno de estos modos de decir , ó del o t r o , ó
de entrambos mezclados ? Adim. Es como p r e -
ciso.
Soc. Qué haremos pues? las recibiremos t o -
das eri nuestra república , ó alguna de las s i m -
ples , ó la mixtal.-Adim. Si prevaleciese mi o p i -
nión , nosotros nos contentaríamos con la n a r -
ración simple , inventada para representar ai
hombre de bien. Soc. Sír. pero mi amado A d i r

manto , la mixta tiene muchísima gracia ; y la


opuesta á l a que vos escogéis es infinitamente-
agradable á los muchachos , y aún a. los mismos
que se encargan de la juventud , y sobre todo á
la mayor parte del pueblo. Adim.- Convengo en
ello. Soc. Acaso alegaréis vos por razón , que no
se adapta, ella á nuestro pian de gobierno ¡, porque
entre nosotros no hay hombre que reúna en sí los
talentos^ de dos ó mas h o m b r e s , puesto que cada
uao.no hace mas de una sola cosa? Adim. Esta es
justamente la razón que tengo. Soc. Según esto
pues en sola nuestra ciudad encontraremos que el
zapatero solamente es zapatero, y no juntamente
con su oficio piloto ; el labrador, labrador y no
juez^ ademas, j el guerrero , guerrero y no sobre
esto comerciante , y así de los otros. Adim. Esto
es verdad. Soc. Si pues alguno de estos hombres
hábiles en el arte de imitarlo todo y de tomar
mil formas diferentes, llegase á nuestra ciudad
con ánimo de hacer ostentación de su persona y
de sus o b r a s , nosotros le veneraríamos como
hombre divino, maravilloso y embelesador; pero
le diriamos que nuestra ciudad no se fundó para
poseer hombre de tan raro mérito , y que n o
nos es permitido tenerlos semejantes : luego le
encaminaríamos á otra ciudad , después de h a -
ber derramado perfumes sobre su cabeza y c o -
ronándole de lana (18): y nos valdríamos de u n
poeta y de un fabulista mas austero y menos
gracioso ; pero mas útil , que imitase el estilo
que conviene al hombre h o n r a d o , y siguiese e s -
crupulosamente las fórmulas que prescribimos
antes , dando el plan de educación á nuestros
guerreros. Adim. Nosotros preferiríamos este ú l -
timo sin d u d a r , si en nuestra mano estuviese la
elección. Soc. Paréceme , mi amado a m i g o , que
hemos tratado á fondo esta parte de la música
que concierne á los discursos y á las fábulas; por-
que hemos hablado de la materia y del modo
de decir. Adim. Soy de vuestro parecer.
Soc. Réstanos ahora hablar de la otra parte
(126)
de la música que mira al canto y melodía.
Adim. Ciertamente. Soc. A dicha pues no encon-
traría ya todo el mundo á primera vista lo q u e
en orden á esto teníamos que decir , y qué r e -
glas prescribiríamos yendo consiguientes á n u e s -
tros principios ? Por lo que á mí t o c a , Sócrates,
replicó Glaucon sonriendose, yo no soy de este
número. Yo no podría atinar justamente por aho-
ra (bien que lo sospecho), quáíes son aquellas
cosas que nosotros debiéramos decir. Soc. Pero á
lo menos vos estaréis en estado de asegurarnos
que la melodía se compone de tres cosas , de
palabras , de armonía y de número. Glauc. Ohí
por lo que hace á esto , sí. Soc. En quanto á' las
p a l a b r a s , ora estén puestas en música, ora no
lo estén , no deben ellas disponerse siempre por
.las mismas leyes que poco antes hemos estable-
cido? Glauc. Es cierto. Soc. Necesario es t a m -
bién que la armonía y el número correspondan
á las palabras? Glauc. No hay que hacer. Soc. Pero
dexamos ya dicho , que se deben desterrar del
discurso los llantos y lamentos. Glauc. Esto es
verdad. Soc. Quáles son pues las melodías l a -
mentables? decídmelo ; porque vos sois músico»
Glauc. Estas son , la lydia mixta y la/ aguda , y
algunas otras semejantes. Soc. Luego separarse
deben como inútiles , no solo para los hombres,
sino aún para aquellas mugeres , que se precian
de ser sabias y moderadas. Glauc, Enteramente.
Soc. Tampoco hay cosa mas indecente á los guer-
reros , que la embriaguez , la molicie y la indo-»
C 127)
leuda. Gime. Sin contradicción. Sor. Quáles- son
pues las melodías afeminadas, y usadas en los
festines? Glauc. L a jónica y la lydia , que a l g u -
nos llaman laxas (19) ó bemoles. Soc. Pero de
estas a r m o n í a s , amigo ,. puede resultar alguna
utilidad á los guerreros? Glauc. Ninguna j y así
no os quedan otras que la dórica y la frigia.
Soc. Yo no conozco las armonías por sus n o m -
b r e s ; pero dexad á un lado d o s , la una fuer-
t e , que imite ei tono y expresiones de un h o m -
bre de esfaerzo , ora sea ere la pelea ,. ora en
qualquier otra acción violenta, como quando se
arriesga volando al frente de las heridas y de la
muerte , ó quando caído en algún desastre , r e -
chaza en todas ocasiones con serenidad y v a l e n -
tía , los asaltos de l a fortuna : la otra mas t r a n -
quila , propia de las acciones pacíficas y no v i o -
lentas , sino voluntarias y que conviene al e s -
tado de un hombre que invoca á Dios , ó' que
persuade, ruega , instruye ó aconseja á los otros
hombres ; ó ai contrario que condesciende á sus
suplicas , y se presenta afable á escuchar sus
lecciones y sus consejos ; y que aún saliendo á
pedir de boca en quanto: emprende , léxos de e n -
greírse , se porta con sabiduría y moderación e n
todos estos lances , mostrándose siempre c o n -
tento- de lo que le sucede. Reservadnos estas dos
armonías, la violenta y la voluntaria, que e x -
presen mas al natural el carácter de los h o m -
bres sabios y esforzados , ora se hallen en b u e -
n a , ora en mala fortuna. .Glauc. Las que vos
pedís son precisamente las dos últimas que h e
nombrado.
Soc. Nosotros pues no necesitaremos en nues-
tros cantos y en nuestra melodía de instrumen-
tos de muchos tonos , ni de muchas armonías.
Glauc. Paréceme que ño. Soc. Luego no permitire-
mos que haya artífices de trígonos , de pectidas,
ni de ningún otro instrumento de muchas cuerdas
y consonancias. Glauc. Por cierto que no. Soc. Pero
qué ? recibiremos en nuestra república á los h a -
cedores y tocadores de flautas ? N o equivale este
instrumento á los que tienen gran número de
cuerdas? y los que hacen todos los tonos , qué
otra cosa son que imitaciones de la flauta?
Glauc. Es evidente. Soc. L a lyra pues y el laúd
os quedan para usarlos en la ciudad, y algún
pífano ó zampona que sirva á los pastores en el
campo. Glauc. Así se infiere de lo que nosotros
acabamos de decir. Soc. Por ú l t i m o , mi amado
a m i g o , no haremos mal en preferir Apolo á
Marsyas ( 2 0 ) , y los instrumentos de los quales
aquel dios es inventor, á los del satyro. Glauc. P a r
diez que estoy en que no. Soc. Por el can ( 2 1 ) ,
que sin advertirlo hemos purgado bien esta c i u -
dad , que poco antes decíamos , que rebozaba en
delicias. Glauc. Y lo hicimos sabiamente.
Soc. Acabemos pues de purificarla entera-
mente , y digamos del número lo mismo qué d e
la armonía , que se debe desterrar la variedad y
multiplicidad de cadencias, y buscar los n ú m e -
ros que expresan el carácter del hombre sabio y
(139).
valeroso : y una vez encontrados sujetar el pie y
el canto á las palabras , y no las palabras al pie
y al canto. Mas quáles sean estos números á vos.
os toca decirlo , como hicisteis en las armonías.
Glauc. E n v e r d a d , que no puedo satisfaceros.
Yo bien os diria , como que lo sé , que todas las
cadencias se forman de tres tiempos , como t o -
das las armonías resultan de quatro tonos p r i n -
cipales ; pero yo no sabría explicaros , que c a -
dencias corresponden á los diferentes caracteres
que se quieren expresar. Soc. Después examina-
remos con Damon ( 2 2 ) , que cadencias e x p r e -
san la avaricia , la insolencia , el furor y los
otros vicios, así como las que convienen á las
virtudes opuestas. Yo creia haberle oído hablar
bastante_confusamente de ciertos pies que él 11a-
iximoh enoplo (23) , datylo , heroico , y que él
disponía yo no sé cómo : otro pie que empezaba
y acababa por la misma medida ; otro que se
componia de una breve y una l a r g a , y al que
creo él llamaba "yambo ; y de no sé qué otro que
nombraba trocheo y se componía de una larga y
una breve. También advertí que en algunas o c a -
siones aprobaba ó condenaba tanto las inflexio-
nes de cada pie , como los números mismos , ó
yo no sé qué mezcla de lo uno y de lo otro (24):
porque yo no me puedo explicar bien, y así d e -
xemoslo, como ya he dicho , para conferenciarlo
con Damon , pues que el distinguir todo esto,
pide un dilatado discurso. Qué pensáis vos?
Glauc. A fé que creo lo mismo.
i
,.(i3°)
Soc. Pero á lo menos podréis vos decirme
que la decencia se encuentra en todo aquello
donde .hay belleza de locución , y la indecencia
en donde no la hay. Glauc. Sin duda. Soc. Mas
la belleza del número , así como de la armonía,
sigue de ordinario la hermosura de la locución, y
la deformidad , a | contrario ; porque , como
desde luego decíamos, el número y la armonía
se hicieron para las palabras, y no las palabras
para el número y la armonía. Glauc. Es cierto
que lo uno y lo otro debe acomodarse al dis-
curso. Soc. Pero el género de la dicción y el
discurso mismo , no siguen el carácter del alma?
Glauc. Ñ o tiene duda. Soc. Y tpdo lo demás
acompaña al discurso ? Glauc. Si. Soc. Según esto,
IA belleza , ia armonía > la gracia y el número
del discurso son conseqiíencias de la bondad de
costumbres. N o entiendo por esta palabra la es-
tupidez , que por una especie de moderación se
llama bondad de costumbres (25); sino el carác-
ter de una a l m a , cuyas costumbres son verdade-
ramente hermosas y buenas. Glauc. Enteramente
es asi. Soc. Pues nuestros jóvenes guerreros n o
deben aplicarse en todas ocasiones á seguir todas
estas qualidades , si quieren desempeñar sus obli-
gaciones? Glauc. Sin duda deben hacerlo. Soc. Este
mismo objeto tiene la pintura y todas las nobles
artes ; como también el arte de texer , de bordar,
de edificar , y todas las demás artes mecánicas,
y aún la misma-naturaleza en la producción de los
cuerpos y de las plantas. L a gracia ó deformidad
('30
que se encuentra en sus obras, aumenta ó dismi-
nuye su valor: y como el defecto de gracia, de
número , de armonía es inseparable- de una ma-
la alma y de un mal corazón; asimismo las q u a -
lidades opuestas son la imagen y expresión de un
ánimo y de un corazón bien hechos. Glauc. Todo
es como vos decís.
Soc. Será pues suficiente que velemos noso-
tros sobre los poetas , y les obliguemos á presen-
tarnos en sus versos un modelo de buenas cos-
tumbres , ó á que no escriban entre nosotros?
N o será menester aún echar ojo sobre todos los
demás artistas, y prohibirles que nos den sea ya
en pintura , sea en arquitectura ó en qualquier
otro género obras imperfectas que ni tengan g r a -
cia , ni corrección, ni nobleza , ni proporciones?
Y en quanto á los que no pueden hacerlo de otro
modo , no les impediremos que trabajen entre
nosotros , con el temor que los guardas de n u e s -
tra república criados en medio de tan viciosas
;

imágenes , como entre malas yerbas, nutriéndo-


se , por decirlo a s í , con esta vista , tomando
cada dia un p o c o , contraigan al fin sin sentir-
lo algún gran vicio en su alma ? Nos es pues
muy necesario buscar artífices hábiles , capaces
de seguir como por las huellas , la naturaleza
de lo hermoso y lo decente, á fin que nuestros
jóvenes criados entre sus sombras, como en un
ayre puro y sano, reciban saludables impresiones
de todos los objetos que les hieran los sentidos de
la vista y del oído ^ y que desde la niñez todo
\ I 3,
(*33)
les incline insensiblemente á imitar , á amar la
recta razón , y establecer entre ella y ellos una
perfecta consonancia. Glauc. No habría cosa me-
jor que semejante educación. Soc. No es también
esta la razón, Glaucon m i ó , de ser la música (26)
la parte principal de la educación , porque el
número y la armonía insinuándose desde luego
en lo mas interior del a l m a , se apoderan de
ella , llevando consigo la gracia y la decencia,
quando se dá esta parte de la educación como
conviene darla , en lugar que sucede lo contra-
rio , quando se la descuida? Y ademas porque
un hombre joven educado en la música según
conviene , percibirá con la mayor agudeza lo
que hay de imperfecto y defectuoso en las obras
de la naturaleza y del a r t e , é indignándose c o n -
tra esto justamente con una aversión de la qual
no es dueño , alabará con entusiasmo lo que en
ellas note de hermoso , con gusto y ansia lo r e -
cibirá en su alma , se alimentará con ello y se for-
mará por este medio hombre honrado, y virtuoso;
mientras que de otro lado tendrá un desprecio y
una repugnancia natural á lo que allí encuentre de
vicioso, y esto aún en la edad mas t i e r n a , antes,
de ser alumbrado con las luces de la r a z ó n , la
qual apenas llegada , se, abrazará con ella por l a
relación secreta que habrá puesto la música e n -
tre la razón y él. Glauc. Ved a q u í , á mi p a r e -
cer , las ventajas^ que se presentan de educar, á
los hijos en la música.
Soc. A la manera pues que nosotros na es-
(*33) . # .
tamos bien instruidos en la gramática, sino quan-
do no se nos escapa ninguno de los elementos,
que siendo pocos se encuentran repetidos en la
m&ehedumbre de palabras de que usamos ; y„
que en qualquier carácter , sea grande , sea p e -
queño , que se hallen escritos , no solo no cree-
mos poder sin conseqüencia dex'ar d e poner aten-
ción , sino que nos aplicamos a reconocerlos por
todas partes , como que no estando en esta d i s -
posición , nunca llegaríamos á ser buenos g r a -
máticos. Glauc. Esto es verdad. Soc. Del mismo
modo también si nosotros no conocemos las l e -
tras en sí m i s m a s , jamás reconoceremos la ima-
gen representada en las aguas ó en los espejos,
siendo lo uno y lo otro , objeto de la misma
ciencia y del mismo estudio. Glauc. Sin disputa.
Soc. P u e s , por los dioses inmortales, no es lo
mismo respecto de lo que acabo de decir, esto
es, que no seremos jamás excelentes músicos (27),
ni nosotros, ni los guerreros que nos propone-
mos criar para custodios, sino nos familiariza-
mos con las ideas de la templanza, de la forta-
leza , de la generosidad , de la grandeza de alma
y de las otras virtudes hermanas de éstas, y c o -
nocemos sus contrarios los vicios, ideas que se
nos ofrecen en mil objetos diferentes , y las dis-¿'
tíoguimos de un golpe á ellas y á sus imágenes
donde quiera que se encuentren, sea en grande,
sea en pequeño , sin despreciar nunca su conoci-
miento , persuadidos de que baxo qualquier for-
ma que ellas se presenten, son el objeto de la
J
3
(i34)
misma ciencia y del mismo estudio? Glauc. N o
pende ser de otro modo. Soc. Por consiguiente,
no seria el mas hermoso espectáculo para el que
fuese capaz de probarle , aquel de una alma en
ía qual se encontrasen todas las virtudes , y u n
concierto perfecto entre ellas y las acciones e x -
teriores , formadas sobre el mismo modelo?
Glauc. Ciertamente que sí. Soc. Pues lo que es
muy hermoso, es también muy amable. Glauc. N o
puede menos. Soc. Luego el que es verdadera-
mente músico no podría menos de amar á los
hombres en quienes encontrase este hermoso con-
cierto ; y dexar de amar á aquellos en quienes
n o le descubriese. Glauc. Si este defecto de c o n -
sonancia estuviese en el a l m a , convengo en ello;
pero si solo se encuentra en el cuerpo no se des-
deñará de amarles. Soc. Conozco que vos habéis
amado , ó que amáis al presente alguna persona
de este carácter , y lo apruebo ; pero decidme,
la templanza y el placer excesivo pueden e n -
contrarse juntos? Glauc. Cómo podría ser esto,
quando el exceso del placer no turba menos al
alma , que el exceso del dolor ? Soc. Se encuen-
tra á lo menos con las otras virtudes ? Glauc. Nada
menos que eso. Soc. Y qué ? se advierte junto el
excesivo deleite con la insolencia y la disolución?
Glauc. Muchísimo. Soc. Conocéis por suerte un
placer mas grande y mas vivo que el del amor
sensual? Glauc. No , ni tampoco conozco n i n -
guno mas furioso. Soc. Al contrario , el amor
que es conforme á r a z ó n , es un amor sabio y
(135)
concertado de lo honesto y de lo hermoso.
Glauc. Esto es verdad. Soc. Luego á este amor
racional no se le debe añadir nada de furioso,
nada que sepa á disoluto. Glauc. Ciertamente
que no. Soc. Luego no debe pegársele el deleite
sensual ; y las personas que se aman con un amor
legítimo , deben desterrarle absolutamente de su
trato. Glauc. E n verdad , Sócrates, que deben
excluirle enteramente. Soc. Según esto , parece,
•que en el estado , cuyo plan formamos a q u í , es-
tableceréis vos una ley expresa que mande , que
las muestras de benevolencia que el amante die-
se al objeto amado en su a m i s t a d , compañía y
trato , sean de la misma naturaleza que las de
un padre á su hijo y por fines honestos ; de
suerte que en el comercio que tenga con aquel á
quien ama , jamás dé lugar á sospechas de que
aspire á cosas mayores : pues de otro modo p a -
sará por la nota de desconcertado y deshonesto.
Glauc. Convengo en ello. Soc. Os parece que nos
falta aún por decir alguna cosa tocante á la mú-
sica ? Nuestro discurso á lo menos acabó donde
debia acabar ; porque toda conversación sobre la,
música debe terminarse en el amor de lo h e r -
moso. Glauc. Así es.
Soc. Después de la música , hemos de exer-
citar nuestra juventud en lagymnástica. Glauc.No
hay inconveniente. Soc. Es menester pues , que
se dediquen á ella seriamente desde la niñez y
continúen por toda la vida : voy á exponer mi
modo de pensar sobre esto ; prestadme vos aten-
r
4
cion. A mí no me parece, que el cuerpo por
muy bien acondicionado que s e a , haga por su
virtud buena al alma ; antes al contrario que el
alma buena por su virtud propia comunica al
cuerpo toda la perfección de que es capaz. A vos
qué os parece?. Glauc. Yo siento lo mismo.
Soc. L u e g o , si después de haber cultivado el alma
con el mayor cuidado, dexasemos al suyo el for-
mar el cuerpo , contentándonos con indicarle el
modo , por no alargarnos demasiado , no haría-
mos nosotro's bien? Glauc. Perfectamente. Soc. Pues
ya diximos, que no se habia de permitir la e m -
briaguez á nuestros guerreros , porque á n i n g u -
no menos que á u n custodio le conviene e m -
briagarse y no. saber dónde está. Glauc. En efec-
t o seria cosa ridicula que un custodio necesitase
de guarda. Soc. E n quanto á la comida qué d i -
remos ? no es cierto que nuestros guerreros son
unos atletas destinados al mayor de los comba-
tes? Glauc. N o tiene duda. Soc. El régimen de
los atletas ordinarios eonvendriales á dicha?
Glauc Podría ser. Soc. Este régimen es muy s o -
ííoíento y poco seguro para la salud. N o veis
vos que nuestros atletas pasan la vida durmien-
do , y que por poco que se excedan del régimen
que tienen prescripto , caen en grandes y muy
peligrosas enfermedades? Glauc, Esto se vé t o -
dos los dias. Soc. Necesitaremos pues de un r é -
gimen menos escrupuloso para nuestros atletas
militares, que deben estar, como los perros,
iiempre a l e r t a , verlo todo y oirio t o d o , mudar:
freqüentemente en los exércitos de comida y de
b e b i d a , sufrir el frió y el calor , y tener por
consiguiente el cuerpo á prueba de todas las fa-
tigas , á fin de no enfermar con facilidad. Glauc.Yo
pienso lo mismo.
Soc. Pero la mejor gymnástica , acaso no se-
ria hermana de la música simple , de que h a -
blábamos nosotros apenas hace un momento?
Glauc. Cómo decís vos? Soc. Yo entiendo una
gymnástica simple , m o d e r a d a , tal qual debe
s e r , sobre todo para los guerreros. Glauc. E n
qué consiste ésta? Soc. Qualquiera puede a p r e n -
derlo de Homero. Vos sabéis que en la mesa de
sus héroes delante de T r o y a , no les sirve pesca-
dos , sin embargo de estar -acampados junto al
Helesponto, ni viandas cocidas , sino solamente
asadas ; aparejo cómodo para gente de guerra, á
quienes , por decirlo en una p a l a b r a , es mas f á -
cil asar inmediatamente al fuego sus viandas,
que llevar tras sí una batería de cocina. Glauc. Esto
es muy cierto. Soc. Ni tampoco creo que Home-
ro hiciese mención de guisados ; los atletas mis-
mos saben que deben abstenerse de todo esto,
quando quieren conservar la salud. Glauc. L o
saben muy b i e n , y se abstienen. Soc. Si este g é -
nero de vida os agrada , amigó mío , no serán
de vuestra aprobación las esplendidas mesas de
Siracusa, ni la variedad de manjares tan de
moda en Sicilia. .Glauc. Ciertamente que no.
Soc. Pues también reprobareis la glotonería y
afeminado luxo Corintio ( 2 8 ) , en gentes- que
(138)
quieran disfrutar de una salud robusta ? Glauc. Y
mucho. Soc. Igualmente despreciareis las golosi-
nas del Attica que parecen tan regaladas? Glauc. Sí,
como por necesidad. Soc. Paréceme p u e s , que
con razón puede decirse, que esta multitud y
esta delicadeza de manjares, es en urden á la
gymnástíca, lo que respecto de la música una
melodía en la qual entran todos los'tonos y t o -
dos los números. Glauc. Esta comparación es
m u y propia. Soc. Aquí la variedad produce el
desorden ; allí engendra la enfermedad. E n la
música , lá sencillez hace al alma sabia ; en la
gymnástica , dá salud al cuerpo. Glauc. Es m u -
cha verdad.
Soc. Pero e n una ciudad donde reynan la di-
solución y Jas enfermedades, tardarán mucho en
abrirse tribunales y curanderías sin n ú m e r o , y
dexarán de estar bien pronto en gran reputación
la jurisprudencia y medicina , quando muchos
de los ciudadanos se apresuren por ir á ellos?
Glauc. Es regular que así suceda. Soc. Habrá pues
en una ciudad señal mas segura de una mala y
perversa educación, que la necesidad de médicos y
jueces hábiles , no solo para los artesanos y p u e -
blo b a x o , sino aún para los que se glorían de
haber sido educados como personas libres? N o es
cosa vergonzosa y una prueba de muy mala
crianza , verse obligado á recurrir á una justicia
d e prestado , por carecer de esta virtud en sí
m i s m o , y establecer á los otros señores y jueces
ele su derecho? Glauc. N o hay cosa mas vergon-.
( *39)
zosa. Soc. Mas no te parece que aún es mas feo
y t o r p e , no solo el pasar gran parte de la vida
en tribunales , siguiendo y defendiendo procesos,
sino aún el que envanecido por una soez j a c t a n -
cia , conozca tan poco el verdadero mérito , que
se gloríe de ser sagaz, como si fuese cosa muy
apreciable poder hacer mal á o t r o s , y saber t o -
dos los rodeos y todas las astucias , y tener re-
curso á toda especie de subterfugios para e v a -
dirse de las penas merecidas, y esto que las mas.,
veces no se trata sino de cosas despreciables y de
nada , no sabiendo que es infinitamente mas
hermoso y mas útil arreglar de tal modo su vida,
que no tenga necesidad que un juez pase la n o -
che en vela expresamente por él? Glauc. E n
efecto e s , como vos decís , esto es el colmo de
la vileza. Soc. Acaso parece menos vergonzoso
recurrir sin cesar á los médicos, que no sea en
caso de heridas ó de alguna otra enfermedad es-
tacionaria, y llenarse el cuerpo de humores y
ventosidades , como si fuesen unos lagos , por
llevar esta vida voluptuosa y holgazana que aca-
bamos de describir, y de haber obligado á los
discípulos de Esculapio á inventar para estas e n -
fermedades los nombres nuevos de flatos y flu-
xiones ? Glauc. En verdad que estos nombres de
enfermedades son nuevos y extraordinarios. Soc. Y
desconocidos , según creo, eh tiempo de Escula-
pio (29). L o que. me obliga pensar a s í , es que
sus dos hijos que se encontraron en el sitio de
T r o y a , y estaban presentes quando se le dio a
(i4o)
Eúrypylo herido un brevage compuesto de vino
pramnio (a) , de harina y de queso , cosas todas
muy propias para fomentar la pituita , no riñe-
ron á la muger que lo presentó , ni á Patroclo
que aplicó á su llaga el medicamento. Glauc. Sin
embargo extraña bebida era ésta para un h o m -
bre que se hallaba en tal estado. Soc. Vos j u z g a -
reis de otro modo si reflexionáis que antes de
Herodico (30) los discípulos de Esculapio no se
servían de este método de curar tan de moda
hoy d i a , de conducir como por la mano las en-
fermedades , en ademán de pedagogo. Porque
Herodico habia sido maestro del gymnasio , y
por el tiempo haciéndose achacoso , hizo una
mezcla de la medicina.y de la gymnástica, de
la que se sirvió primero para atormentarse á
ai m i s m o , y después para atormentar á otros
muchísimos. Glauc. .Cómo fué esto ? Soc. P r o c u -
rándose una muerte lenta : porque como su e n -
fermedad era m o r t a l , y no podía curarla e n t e -
ramente , él se obstinó en seguirla paso á paso,
deseuidando todo lo demás por dedicar á m e d i -
cinarse toda su atención , devorado siempre de
inquietudes á poco que se apartase de su régi-
men ; de suerte-que á fuerza de industria y de
cuidados llegó hasta la vejez , arrastrando una
vida moribunda. Glauc. Hermoso fruto pues c o -
gió de su arte. Soc. El que merecía , por no h a -
ber sabido , que Esculapio , no por ignorancia,

(a) 11, Ilia. v. 638.


(;»45 )•
ni por falta de experiencia, dexó de ensenar á
sus descendientes este método de tratar las e n -
fermedades , sino porque sabia que en toda c i u -
dad bien civilizada cada qual tiene su ocupación,
que debe desempeñar , y que á nadie le queda
1

tiempo para pasar su vida medicinándose. Noso-


tros mismos observamos lo ridículo de este a b u -
so en las gentes de oficio, aunque en los ricos,
y en los que son tenidos por felices no lo n o t a -
mos.. Glauc. Cómo es esto? Soc. Si enfermase u n
carpintero , para libertarse de su mal pediría al
médico un vomitivo, ó urí purgante , ó si fuese
menester , que le aplicase el hierro y el fuego.
Pero si le prescribiese un largo r é g i m e n a p l i -
cándole cataplasmas en la cabeza y lo que á esto
se sigue , bien pronto diria, que él no tiene tiem-
po para estar enfermo, ni le es ventajoso vivir
renunciando á su trabajo para no ocuparse de
otra cosa que de. sus males. E n seguida despedí—
ria al tal médico , y emprendiendo de.nuevo su
tren de vida ordinario , ó bien recobrando la sa-
lud , se dedicaría á su oficio , ó si s u c u e r p o n o
pudiese resistir la fuerza de la enfermedad, v e n -
dría la muerte en su socorro y le sacaría del e m -
barazo, Glauc, E n verdad que á esta especie de.
gentes parece convenir este modo de. curar las
enfermedades.Soc . ,Y por -¿qué es esto ?¡ porque
tienen una ¡.ocupación., sin .cuyo exercicio ellos
no pueden vivir. Glauc. Es evidente. Soc E n l u -
gar queíel.rico , según decíamos , no tiene ofi-
cio ninguno el qual no pueda abandonar sin
(142)
.aventurar su subsistencia. Glauc. Así se dice.
Soc. Acaso no oíste lo que dice Phocylides,
que se debe cultivar la virtud mientras dure la
vida" . Glauc. Creo haberlo ya oído. Soc. No d i s -
1

putemos pues á Phocylides (31) la verdad de esta


m á x i m a ; pero veamos por nosotros m i s m o s , s u -
puesto que el rico debe aplicarse á la virtud y
el que se descuida en este estudio no es digno
de que viva , veamos , digo yo , si- esta afecta-
ción de mantener en su casa la enfermedad , que
impide al carpintero y á los otros artífices dedi-
carse: á sus oficios, no impide también el cumplir
el precepto de Phocylides. Glauc. Por cierto , no , 1

hay cosa que ponga mayor obstáculo, que este


excesivo cuidado de su cuerpo, que se adelanta
á mucho mas que las reglas de la gymnástica.
Soc. E n efecto que este cuidado perjudica mucho
á la administración de los negocios domésticos y
públicos, tanto en guerra como en p a z : y lo que
es m a s , que es incompatible con el estudio de
qualquier ciencia y con la meditación y reflexión,
imaginándose tener á l á continua dolores y vahí-
dos de cabeza, cuya causa nunca dexa de atribuir-
se á la filosofía; de suerte que en donde quiera que
se encuentra este cuidado , impide enteramente
exercitar la virtud y ^acrisolarla , porque hace
;

que crea u&o siempre estar enfermo y que no c e -


se de quejarse de la mala disposición "de su c u e r -
po. Glauc. Esto es muy regular.. Soc. Digamos
pues que estos fueron los motivos que determi-
naron á Esculapio á no exercer la medicina, sino
.043)
en aquellos que siendo de buena complexión y
llevando una vida frugal, son sorprendidos d e
alguna enfermedad pasagera é impensada; y le
movieron á expeler las causas del mal por medio
de las medicinas, ó á cortarlas por medio de las
incisiones, sin alterar en nada el tren de vida o r -
dinaria , á fin que al estado n o resultase daño
alguno. Pero en orden á los cuerpos interiormen-
te mal dispuestos jamás tuvo por conveniente
7

emprender prolongarles la vida y trabajos por u n


régimen seguido de remedios externos é internos
propinados de intento , ni de ponerles en el caso
de dar al estado como es consiguiente , otros t a -
les hijos como ellos. Creyó también en fin q u e
no debían curarse aquellos que por su mala cons-
titución no pueden llegar al término ordinario de
la vida señalado por la naturaleza ; porque esto
ni les traía cuenta á ellos, ni tampoco al estado.
Glauc. Vos me pintáis á Esculapio como gran
político. Soc. Es evidente que lo era , y sus hijos
lo acreditan. N o veis vos quan esforzados se mos-
traron en el sitio de Troya ,-y como en el exer—
cicio- de su arte siguieron las reglas que yo acabo
de decir ? N o os acordáis - que quando Menelao
fué herido de una flecha por P a n d a r a , se conten-
taron ellos (a) con chupar la herida, y aplicar
apositos lenitivos, sin prescribirle, no mas que á
Eurypilo, lo que debia beber y comer. Como que
bien sabían que remedios simples bastan para c u -

(o) 4. Ilia. y. a i 8 .
(i44)
íar guerreros , que antes de sus heridas eran so-
:

brios y de un buen temperamento, aunque acon-


teciese haber bebido en aquel momento vinos
compuestos (32). E n quanto á los que están suje-r
tos á enfermedades y á la intemperancia, creye-
ron ellos, que ni era interés suyo , ni tampoco del
publico que se les prolongase la vida, ni que la me-
dicina se había inventado para los tales, ni que
ellos debian curarlos , aunque fuesen mas ricos
que lo había sido Midas (33). Glauc. Cosas m a -
ravillosas decís vos de los hijos de Esculapio.
Soc. Nada digo , que no deba ser a s í : con todo
los poetas trágicos y Pindaro no son de nuestra
opinión. Dicen ellos de Esculapio que era hijo de
A p o l o , y al mismo tiempo que fué inducido por
dinero, á curar un hombre rico atacado de una
enfermedad mortal ; y que por esta causa fué
herido de un rayo. Por lo que á nosotros hace,
conforme á lo que mas arriba decíamos, no dare-
mos fé á las dos partes de esta relación. Si Escu-
lapio era hijo de un D i o s , diremos nosotros,no
1

era codicioso de una ganancia sórdida ; ó bien 3

si él era avaro , no era hijo de. un Dios.


L Glauc. Vos tenéis -mucha r a z ó n , Sócrates;
pero respondedtne : no es preciso que nuestra
ciudad esté provista de buenos médicos? y pueden
ellos ipor ventura llegar á serlo, de otro modo
que trabajando sobre toda especie de tempera-
mentos buenos y malos ? Del mismo m o d o , p u e -
de uno ser buen juez , sin haber experimentado
sombres, de todos los caracteres ? Soc. Sin duda s
(i45)
quiero yo que tengamos buenos médicos y buenos
jueces. Pero sabéis vos acaso, á quienes rengo
yo por tales ? Glauc. N o , si vos no me, lo decís.
Soc. Esto es lo que voy á hacer : bien que vos
hayáis comprehendido en la misma pregunta dos
cosas muy diferentes. Glauc Cómo? Soc. A q u e -
llos por cierto saldrían excelentes médicos , que
sobre haber aprendido á fondo los principios de
su arte , se hubieran exercitado desde la j u v e n -
tud en un gran número de cuerpos enfermizos,
y que fuesen ellos mismos de una complexión
mal sana, y hubiesen estado sujetos á toda espe-
cie de enfermedades ; porque soy de sentir que
no por medio del cuerpo ( 3 4 ) , los médicos c u -
ran el c u e r p o , de otro modo jamás estaría él
enfermo ; sino por medio del a l m a , la qual no
podría curar qualquier mal que este fuese , e s -
tando ella misma enferma (3 5). Glauc. Está muy
bien dicho. Soc. Pero el juez , amigo mió , a u n - '
que tenga que gobernar el alma de otro por la
s u y a , no tiene necesidad de tratar desde su j u -
ventud con hombres corrompidos y perversos,
ni de haber cometido él mismo toda especie de
delitos ; á fin de conocer con prontitud la injus-
ticia de los otros por la suya p r o p i a , á la m a -
nera que el médico juzgaría por sus enfermeda-
des de aquellas de los demás. Al contrario es
menester que su alma sea pura en la juventud y
exenta de todo vicio ; á fin que su bondad le
haga discernir mas seguramente lo que es justo..
Esta es la causa por qué los hombres de bien en
K
-su juventud parecen necios , y fácilmente son s e -
ducidos por los artificios de los injustos, como,
que nada observan en sí de lo que pasa en el
corazón de los malos. Glauc E s verdad que les
sucede á menudo el ser engañados. Soc Según
esto para que uno sea buen juez n o conviene q u e
sea j o v e n , sino a n c i a n o , que haya aprendido
tarde lo que es la injusticia, que la haya estu-
diado por mucho tiempo no en sí m i s m o , sino
en los otros , y que distinga el mal del bien,
mas por el conocimiento y la reflexión , que por
su propia experiencia. Glauc Es cierto que un
juez de este carácter seria muy hábil. Soc Sin
duda ; y ademas seria buen juez , que es lo que
Vos me pedíais. Porque el que tiene el alma bue-
n a , es bueno. Pero las gentes sagazesy malicio-
sas , consumadas en la injusticia, y que se t i e -
nen por hábiles y sabias, solo se manifiestan a s -
tutas quando tratan con otras sus semejantes,
porque su propia conciencia les advierte que e s -
tén alerta contra ellas. Mas quando se hallan con
gentes de b i e n , avanzadas ya en edad , e n t o n -
ces se'descubre su carácter fatuo y malvado en
sus desconfianzas y sospechas fuera de propósito,
y se vé que ellos ignoran lo que es la rectitud y
la franqueza , por no tener en sí mismos un mo-
delo de estas virtudes, y que si pasan mas por
hábiles que por ignorantes á sus ojos y á los del
"vulgo , es porque tratan mas con los malos que
con los hombres de bien.. Glauc Esto es una
verdad. Soc. N o debemos pues buscar un juez de
XHf)
este carácter j corno bueno y justo ; sino al' que
•sea t a l , qual yo djxe al principio. Porque la
maldad no puede conocerse á fondo á sí misma,
ni conocer la virtud j mas la virtud ayudada de
la reflexión y del largo trato de los hombres , se
conocerá á sí m i s m a , y conocerá el vicio. Por
t a n t o , en mi:opinión, la\verdadera prudencia
será propia del hombre virtuoso ,.y no del malo;
Glauc. Yo pienso como vos..Soc. E n conseqüen-
cia , estableceréis vos en nuestra república una
•medicina y una jurisprudencia, quales acabamos
d e decir , que se limitarán al cuidado de a q u e -
llos que recibieron de la naturaleza un cuerpo
sano y una alma hermosa ; y en quanto. á los
que recibieron un cuerpo malcomplexionado, se
les dexará morir ( 3 6 ) , y serán castigados con
pena de muerte aquellos , cuyas almas malas
son incorregibles.. Glauc. Esto es.lo que puede
hacerse , como mas ventajoso para. las tales p e r -
sonas y para el estado.
Soc. Es evidente también que nuestra juven-
tud criada en los principios de esta sencilla m ú -
sica , que hace nacer en el alma la templanza,
se portará de modo que no tenga necesidad n i n -
guna de la jurisprudencia. Glauc. N o nay duda f

Soc. Y si ella sigue las mismas huellas en la gym-


nástica , conseguirá si quiere , pasarse sin médi-
cos , sino en caso de necesidad. Glauc. Así lo
pienso. Soc. E n los exercicios, del cuerpo que ella
emprenderá , se propondrá sobre todo aumentar,
y despertar el v a l o r , mas bien que acrecentar;
K 2
•(•1.48')
las fuerzas: como hacen los otros atletas, q u e
no atienden sino á e s t o , y no guardan régi-*
men , ni se exercitan en los trabajos , sino para
hacerse mas robustos. Glauc. Muy bien. Soc. Cree-
ríais vos, mi amado G l a u c o n , como otros m u -
chos se lo imaginan , que la música y la g y m -
nástica hayan sido establecidas, la-una para for-
mar el a l m a , la otra para curar el cuerpo?
Glauc. Por qué me hacéis esta pregunta? Soc. E s
que me parece que la una y la otra fueron e s -
tablecidas principalmente para el alma. Glauc.Có*
m o es esto ? Soc. Habéis vos advertido la dispo-
sición del ánimo en aquellos que se- han aplicado
toda su vida solamente á la gymnástica ó á la
música? Glauc- De qué disposición habláis. Soc. D e
aquella por la qual-los unos son duros y fero-
ces., los otros blandos y afeminados. Glauc. Yo
he flotado que los que se dan puramente á. la
gymnástica contraen por lo común mucha fero-
cidad , y los que-no han,.cultivado sino la mú-.
sica son de una molicie que no les hace honor.
Soc. Con todo , esta ferocidad no puede venir
sino de un natural ardiente y fogoso, que bien
euitivado produciría el valor y grandeza de almaj
pero que si se agria mas de lo que es debido , de-
genera infaliblemente en dureza y brutalidad.
Glauc. Así lo creo. Soc. Y la dulzura no es señal
de un carácter filósofo ? L a qual si la relaxáis
demasiado, se convierte en molicie; mas si se la
Cultiva como es debido , en urbanidad y modes->
lia.•Glauc.- Esto es cierto, Soc. Nosotros pues q u e -
( 49)
J

leemos que nuestros guerreros reúnan en sí estos


dos caracteres- Glauc. Así es. Soc. Luego es m e -
nester encontrar el medio de concertarlos entre
sí. Glauc. Sin duda. Soc. Y sü concordia hace al
alma á un tiempo valerosa y moderada. Glauc. Sí
por cierto. Soc; Pero su desunión la • hace cobar-
d e , ó feroz. Glauc. Y mucho.
Soc. Luego quando Un hombre entregándose
todo entero á la música , en especial á estas a r -
monías dulces , moles y lúgubres , la dexa insi-
nuarse y como correr dulcemente en su^alma por
el canal del o í d o , y que pasa toda la vida como
distraído , por decirlo así ¿ y encantando con la
-hermosura del canto : no es-cíerto que el efecto
'primero de la música es enmollecer,-su:, esfuerzo^
•casi del mismo modo que se ablanda el hierro,
y doblar y hacer-manejable esta dureza que le
hacia antes-inútil ó - d e un trato: áspero é indi-
-gesto ? Mas-st continúa por mucho tiempo entre-
gándose con entusiasmo, -este mismo valor se
debilita y se derrite poco á poco hasta liquidar-
se , su alma se enerva,- y en adelante no es mas
que un guerrero cobarde y sin aliento. Glauc. Vos
tenéis mucha razón. Soc. Y si desde luego reci-
bió de la naturaleza j\n ánimo débil y blando,
dicho efecto se verifica muy pronto ; pero si es
naturalmente animoso , en,debilitándose su es-
íiierzo , se hace precipitado, irritándose y a p l a -
cándose fácilmente por muy ligeros motivos ; de
-modo que en lugar de ser valeroso, no es otra
-cosa que un colérico , iracundo y fantástico.
3K -
(i-go)
Glauc. E n efecto-esto sucede. Soc. Pero si este
hombre se aplica y se exercira en la.. gymnástica^
y. se dedica á .comer, mucho., .descuidando ente-*
ra mente :iá música y la filosofía; des.de luego., no
tomará su cuerpo muchas- fuerzas , y en su á n i -
mo, se -ha rá] roas; atrevido , mas/esforzado, y mas
intrépido que lo era.antes? Glaucl ISo tiene duda,
Soc..-Mas si no hace otra c o s a y si no tiene c o -
mercio ninguno con las musas,. su a l m a , que-
acaso sentía en lo interior de.sí misma un deseo
de aprender, no . siendo cultivada con ciencia
•alguna, .con ninguna- indagación, con ningún
t r a t o , ni con ninguna otra parte de la música^
¿10 llegará insensiblemente á-hacerse débil,.sor-*-
4da yciega,-áu'jáaufla:del poco cuidado- que, se
tomó en'.disper,tár;, .fomentar y purificar los ó r -
ganos de susíconoeimientos?, Glauc. Así debe su*
xredér. Soc. Vedle. pues ya: constituido enemigo
de las letras.y. de las musas : ;ya:_ño se vale de
l a persuasión: para conseguir'.s.us. fines , sino quál
bestia feroz emplea á todo trancedla fuet'za y la
violencia, y vive, en la ignorancia, y: grosería,
¡destituido de toda gracia y civilidad. Glauc. E n *
-ñeramente sé verifica lo que vos- decís, Soc Creo
rp u e s , que no:'pai'a cultivar el alma y el cuerpo
(.porque ,si este último :saca algún provecho és
-solo por casualidad) ; sino para cultivar el alma
.sola y perfeccionar en ella el- valor y espíritu
filosófico , regaló algún 'Dios- á J o s Jiombrés la
.música y la gymnástica ; esto es', para concor-
darlas entre sí.,.tirándolas y aííoxandolas á pror<
pósito y en una justa medida. Glauc. A p a r i e n -
cias hay que tal ^.íaya sido la intención de los
dioses. Soc. Aquel pues que encontró el t e m p e -
ramento justo de estas dos artes ; y que las apli-
ca como conviene á su a l m a , merece con mas
justo título el nombre de músico , y posee m e -
jor la ciencia de la armonía , que aquel cuyo
arte se limita á saber templar un instrumento.
;

Glauc. Y con mucha r a z ó n , amado Sócrates.


Soc. P e r o , mi amado G l a u c o n , podrá subsistir
nuestra república, sino tiene siempre al frente u n
hombre de este carácter para gobernarla? G/auc.Nd,
absolutamente,necesita de uno semejante. Soc. Ved
pues aquí casi concluidos los.modelos de la edu-
cación y crianza de nuestra: juventud ; porque
seria inútil alargarse mas sobra lo que mira á los
bayles , á la caza , en especial la de perros , y á
los. combates gymnicos y eqüestres; siendo evi-
dente que en»to.dpr£sto se deben seguir los prin^
¡cipios que hemos establecido r, i de. los q u a l e s n o
•seria difícil .sacar.; tesiconseqüehcias: 'Glauc. Greo
seguramente que no fuese ¡esto muy difícil.
- Soc; E a .pues , ' q u é es loi que -tenemos que
arreglar ahora ? N o .es. por: fortunad la elección
¿le ..los que deben m a n d a r , y los que deben o b e -
d e c e r ? Glauc. Sí. Soc, Claro está p u e s , que los
viejos deben m a n d a r , y los jóvenes obedecer.
Glauc. "Es evidente. Soc. Y que entre los % iejos r

deben escogerse los mejores. Glauc. También es


"cierto. Soc. Quáles son los mejores, labradores?
;Sin duda aquellos que. entienden mejor la-agrí-
K 4
( 152)
cultura. Glauc. Sí. Soc. Ahora p u e s , debiéndose
elegir los mejores de los custoaios del estado , á
dicha no serán aquellos que tienen mas exacti-
tud y vigilancia por el bien de la república?
Glauc. Ciertamente. Soc. Luego para esto es m e -
nester que con la prudencia y autoridad nece-
saria , junten mucho zelo por-el bien público.,
Glauc. Es así. Soc. Pero de ordinario cada qual
se interesa mas por aquello que' mas estima.
Glauc. Es como-preciso. Soc. Y se estiman mas
-las cosas , cuyos intereses son inseparables de
ios nuestros, y quando se está en la persuasión
que de la dieba ó desgracia de aquellos , pende
nuestra felicidad ó desventura. Glauc. Esto es
•verdad. Soc. Elijamos pues entre todos los custo¿
d i b s , aquellos que precedido un duro examen,
nos habrán parecido toda la vida- mas solícitos en
hacer lo que han creído mas útil al bJen público,
• y á quienes jamás pudieron empeñar á que obra-
sen contra los intereses del estado por quanto
tiene el mundo. Glauc, E n efecto son estos los
que mas nos convienen. 1

Soc. Pero á m í me parecia , q u e seria conve-


niente seguirles en todas sus edades , y observar
de cerca , si son constantemente fieles á esta
máxima , y si acaso la seducción, ó la violen*
c i a , olvidados de sí mismos, les hizo alguna
vezperder.de vista Ja obligación de trabajar por
lo mas provechoso al bien público. Glauc. C ó -
m o podrían ellos perder de vista esta obligación?
Soc. Yo os J o diré. Las opiniones, creo y o , que
de dos modos salen de nuestro ánimo, ó de "gra-
do ó por fuerza. Renunciamos de buena volun-
tad las opiniones falsas , quando se nos desenga-
ñ a : y abandonamos á pesar nuestro Jas que son
verdaderas. Glauc. Comprehendo muy bien el pri-
mer modo: pero no alcanzo el segundo. Soc. Pues
qué? no concebís vos que los hombres se privan
del bien con repugnancia, y con gusto del mal?
Por ventura , no es un mal apartarse de la v e r -
dad , y u n bien encontrarla ? Y á dicha no es
encontrar la verdad^ tener una opinión justa de
cada cosa? Glauc. Vos tenéis razón. Yo concibo
que los hombres á pesar suyo renuncian las'ópi-
niones verdaderas. Soc. Pero este mal no puede
acaeeerles sino por sorpresa , ó por embahuca-
miento , ó por violencia. Glauc. N o os entiendo.
Soc. Yo debo valerme de expresiones extraordi-
narias. Digo p u e s , que por renunciar¿alguno
por sorpresa la opinión ,. entiendo Ja disuasión
t

-y el olvido. Este es obra - del tiempo-, aquella


de las tazones que insensiblemente se introducen
•en lugar-'de las nuestras. Me entendéis-: aladra?
•Glauca Sí. :Soc: - Por la violencia entiendo el t o r -
:

mento y el dolor que obligan á algunos á-m-a-


,dar de -opinión. Glauc. Comprehendo • esto-y vos
-tenéis razón. Sóc. Por el embahucamiéáto'i^ eíéD
•yo, y sin trabajo entenderéis -vos ,-qué.sóii aque-
llos que mudan de opinión ; ó seducidos por el
atractivo del placer , ó p o r él temor dé algún
xaaX. Glauc. E n efecto qu'e-puede mk&rse..c-omo
un encanto Quanto nos hace .-ilusión. Soe.>, A~ña>
(*S4)
sotros pues nos toca el observar , según poco
antes decía, quales se manifiestan mas fieles á la
m á x i m a , de que se debe hacer todo lo que se
tenga por mas útil al estado. D e consiguiente.,
se les h a d e probar desde la infancia , ponién-
doles en ocasiones en que puedan fácilmente ;

olvidar este precepto;, y dexarse engañar ; y se


ha de elegir aquel que mas fielmente le conserve
en su memoria , y sea mas difícil de .seducir , y
desecharse, ios demás. N o es así ? Glauc.; Así es.
•'. .Soc. E n seguida se les ha de poner á la. prue-
ba dej/jtt-abajo y del dolor , y observar como los
sufren,[Glauc, Muy,bien..Soc Por último , se les
h a . d e ensayaren el .prestigio y seducción , prac-
ticando con ellos , io que-se hace con los potros,
q u e c o s acercan á ios ruidos y estrépitos para ver
si son t í m i d o s : del jmismo modo,, siendo aún
jóvenes -m les (ha deometer. en-medio de objetos
t;e.críplLel5 y.'.sedúetivo§,, probándolos con mas cui-
i c

d a d o que.se.píjiebj&eLojo en el fuego„para des-


cubr.ii^.-jsLinay.,a]gííinds;..sobre quienes-en todos
estos lances nada ;piíede.,el. atractivo-..,. y> ¡si a t e n -
tos siempre á velar¡-.sobre sí mismos,, y . á:iconr-
servar Wnfa memoria. la§ lecciones; jle música
:

que recibieron , hacen «ver. en toda su conducta,


que. s,U'¡alijía está arreglada por las .leyes .del nú-
mero .-y. d e l a ^rmouLa , y. .que son tales , en una
palabra^bqjtaílts deben i sedo .para ser útiles á sí
inismosiy iá la patria. Y (.estableceremos; por c a -
b e z a y defensor d é l a república, al que en la inr
fancj&,.en.la juventud^ y en la edad varonil ha-
brá pasado siempre por todas estas pruebas , sa<-
Jiendo incorrupto : y le colmaremos de honores
en v i d a , y después de su muerte le erigiremos
un magnífico sepulcro , con todos los otros m o -
numentos que puedan ilustrar su memoria: pero
á los que no sean de este carácter los reproba-
remos. Tal es á mi parecer., amado Glaucon , el
modo con que debemos portarnos en la elección
é institución de nuestros gefes y custodios , m a -
nifestado en globo ( 3 7 ) y confusamente, y no
con la exactitud que debiera decirse. Glauc. L o
.mismo me parece á mí. Soc. Luego con. razón se
•deben mirar estos cómodos primeros y,legítimos
defensores del estado, tanto en orden á los ene-
amigos externos , quanto respecto.de los ciuda-
danos en lo interior , para quitar á estos la v o -
luntad , y á aquellos el poder de'. ofenderle; pues
los jóvenes , á quienes antes, dábamos :el; título
de custodios , no son sino ministros y executores
de las resoluciones de los magistrados.: Glauc. Yo
.así lo pienso, • . • - • •••:
. Soc B e .qué mañanos valdríamos'ahora para
'persuadir á los magistrados , ó á lo méno]* áilos
.otros ciudadanos, una de aquellas mentiras.y-que
hemos' dicho nosotros que eran de grande f-pro*-
•vecho, quando se decían á propósito? Glauc* Quál
es esta mentira , si no lo lleváis á mal? .Soc. N o
es nueva ( 3 8 ) , tuvo ya principio en P h e n i e i a y
r

según dicen los poetas y parece lo persuadieron,


reste es un hecho real y efectivo:.acaecido efííva-
•ffias partes. Mas en.nuestros..días no ha-soeadi-.
d o , ni tampoco sé si sucederá j a m á s ; y el p e r -
suadir á alguno de su realidad, no es negocio
de pequeña importancia. Glauc. Quanto trabajo
•os cuesta decir lo que e s ! Soc. Quando i ó hayáis
entendido , veréis vos que no me detengo sin
fundamento. Glauc. Decidlo, y no temáis. Soc¿ Voy
á decirlo : pero en. verdad", no sé dónde tomar la
osadía y las expresiones de que es preciso valer-
•me. Procuraré primero persuadir á los magistra-
dos y á los guerreros', después al resto de los
ciudadanos, que ellos no han recibido , sino en
sueños la, educación qué nosotros les hemos dado,
j i l e e n realidad.ellos han sido formados y cria-
dos, en el seno de la tierra , ellos ,• sus armas y
•todos sus haberes : q u e después de haberles for-
mado:,, la tierra, su madre ios dio á l u z , y que
ahora deben mirar como á su madre y nodriza
da;región que ellos habitan, para defenderla c o n -
tra: qualquiera que ¡se atreviese á tomárselas con
élla,y.itratar á los otros ciudadanos como á her-
manos s u y o s , nacidos , como ellos , de la misma
.tierra.\dSlaua N o sin-motivo dudabais/;vos al
principio'contarnos esta fábula. Soc. Convengo
en ello : pero pues que ha empezado -j. ¡escuchad
;

lo demás. Vosotros todos sois hermanos • les d i -


1

ría y o : mas el Dios que os ha formado hizo en-<


trar el oro en la. composición de aquellos de vo-
soíróS: quél son. propios para gobernar; por lo
jquálison ellos los mas preciosos. Mezcló plata en
Ja/formación de los guerreros : y en: la "de los
labifÉtáores y demás artesanos hierro ..y: cobre.
Luego pues que tenéis vosotros todos ún orígeri
común , vosotros tendréis regularmente hijos que
se os asemejen, Pero podrá suceder que un ciuda-
dano'de raza de oro tenga un hijo de raza de pla-
t a , y que otro de raza de plata dé al mundo un¡-
hijo de la de o r o , y que suceda lo mismo respecto
de las otras razas. Por t a n t o , manda Dios princi-
palmente á los magistrados, que se ocupen sobre
todo en conocer de qué metal está compuesta ei
alma de cada uno de sus hijos : y si encontrase, en
ellos alguna mezcla, de hierro ó de cobre, que n o
les hagan ninguna gracia , sino que los echen al
estado que corresponda á su naturaleza, ora sea de
artesano, ora de labrador. También quiere Dios.,
que si estos últimos tienen hijos que participan
del o r o , ó de la plata"} que los levanten á estos
á la condición de guerreros, y á aquellos á la
dignidad de magistrados: porque hay un o r á -
culo ( 3 9 ) , que dice , que la república perecerá.,
quando sea gobernada por el hierro , ó por el
cobre. Sabéis vos algún medio de persuadirles
que esta fábula es una verdad ? Glauc Yo no en-
cuentro ninguno de convencer á estos de quienes
hablamos: pero bien creo que se podrá persua-
dir esto á sus hijos, y á los que nacerán después.
Soc. Pues esto nos bastará para inspirarles el
amor de la patria y de sus conciudadanos, p o r -
que algo entiendo de lo que vos queréis decir;
y esta invención tendrá los buenos efectos que
quisiese darle ia fama ( 4 0 ) .
Armemos ahora estos hijos de la t i e r r a , y
(i58)
hagámosles abalizar baxo la conducta de sus ge-
fes. Acerqúense ellos , y escojan en nuestro esta-
do el lugar mas á proposito para acampar , d e
donde puedan reprimir mejor las sediciones de
los de dentro, en caso de no querer obedecer
á las leyes, y rechazar los ataques de los de fue-
ra , si el enemigo viene como u n lobo á caer
sobre el rebaño. Fixados ya los reales y hechos
los sacrificios á quien conviene que se h a g a n ,
levantarán para ellos las tiendas de campaña.
N o es así ? Glauc. Así es. Soc. Tales que puedan
ellas defenderles del frío y del calor. Glauc. Sin
d i s p u t a ; porque me parece que habláis vos de
posadas. Soc. S í , de posadas de militares, pero
n o de banqueros. Glauc. Qué diferencia ponéis
de lo uno á lo otro ? Soc. Yo os lo explicaré.
N o habrá cosa mas triste y vergonzosa para los
pastores que criar para la guarda de sus g a n a -
dos perros., cuya intemperancia , hambre ó a l -
gún otro apetito desordenado , les incitase á
maltratar las reses que se les habian confiado, y
de perros que debían s e r , convertirse en lobos
rapaces. Glauc. N o podía menos de ser cosa
muy triste. Soc. Cuidemos pues de todos modos
que nuestros guerreros no hagan lo mismo res-
pecto de los otros ciudadanos , tanto mas , que
tienen ellos la fuerza en la m a n o ; y que en vez
de ser sus defensores y protectores, se c o n -
viertan en duros despotas. Glauc. Es muy esen-
cial prevenir este desorden. Soc. Pero el modo
mas seguro de prevenirle , no seria darles una
(i59)
excelente educación? Glauc. Ellos ya la han r e -
cibido, Soc. N o me atrevería yo á asegurarlo, m i
amado Glaucon. Mas lo que hay de cierto es y

como poco hace decíamos , que una buena e d u -


cación , qualquiera que está sea , les es necesa-
ria para el punto mas interesante , que es tener
j

dulzura para consigo misinos y para con a q u e -


llos á quiénes estári encargados de defender.
Glauc. Esta es mucha verdad. Soc. Sobre esta
educación, todo hombre de juicio convendrá e n
qué las casas y posesiones que sé íes señalen,
deban ser tales, que ñ o tes i m p i d a n , que sean
excelentes custodios , ni les inciten á hacer mal
á sus conciudadanos. Glauc. Y con razón c o n -
vendría, Soc. Ved pues , si el género dé vida y
especie de alojamiento que yo les propongo, son
adaptados á este fin. Yo quiero primeramente
que ninguno de ellos tenga cosa que le sea pro—
• p i a , á menos q u e esto sea absolutamente necesa-
rio. Ademas que ni tengan c a s a , ni despensa,
donde todo el mundo no pueda entrar. E n q u a n -
to á comestibles , estarán encargados los otros
ciudadanos de subministrarles lo conveniente á
guerreros sobrios y esforzadas, como justa r e -
compensa de sus servicios , e n términos que ni
les sobre , ni les falte para el a ñ o . A las horas
de comer, que se vayan juntos ai r a n c h o , y
que hagan (41) vida común qual conviene á
guerreros acampados. Desdes á entender que
los dioses pusieron en su alma oro y plata d i -
vinos , y de consiguiente que no necesitan del
(i6o)
oro y plata de los hombres, ni les es permitido
contaminar la posesión de este oro inmortal,
con la liga del otro terrestre $ por quanto el oro
que tienen ellos es puro y acrisolado, en vez que.
aquel de los hombres ba sido en todos tiempos
origen de muchas impiedades. Por tanto ellos
son los solos á quienes no es lícito m a n e j a r , ni
siquiera tocar el oro ni la plata , ni aún intro-
ducirlos donde habitan , ni ponerlos sobre sus
vestidos, ni beber en copas de oro ó de plata:
y que este es el único rnedio de conservarse
ellos y el estado. Pero que en el momento que
ellos tengan tierras, casas y caudales propios,
en vez de defensores , se convertirán en m a y o r -
domos y labradores ; y en vez de auxiliares del
estado, en enemigos y tiranos de sus compatrio-
tas : pasarán la vida en aborrecerse mutuamente
y armarse asechanzas unos á o t r o s , y tendrán
mas que temer de los enemigos de adentro , que
de los de afuera , corriendo ya entonces apresu-
radamente á su r u i n a , así ellos , como toda su
república. Estas son las razones que me han
precisado hacer este reglamento tocante á la h a -
bitación y posesiones de nuestros guerreros. Os
parece que hagamos de esto una ley , ó no$
Glauc. Convengo en ello.
(i6i)

COLOQUIO QÜARTO.

T o m a n d o aquí la palabra Adímanto , qué


responderíais, dixo , ó Sócrates , si alguno os
objetase , que no os ocupabais mucho en hacer
felices á estos hombres , y que aún siendo ellos
los verdaderos y únicos apoyos de la república,
les privabais de todos los bienes de la sociedad?
pues que vos no queréis que tengan ellos , como
los otros , tierras y heredades, ni que edifiquen
casas g r a n d e s , hermosas, y. las tengan bien
amuebladas, ni que puedan ofrecer á los dioses-
sacrificios domésticos , ni alojar á sus huéspedes,
ni que posean oro ni plata , ni nada de todo
aquello que poco antes decíais, que se cree p u e -
de servir para pasar una vida cómoda y agrada-
ble. E n verdad, se os diría, que vos los tratabais
como extrangeros á sueldo de la república , que
no tienen otra subsistencia que la que sacan ellos
de su servicio. Soc. Añadid aún por c i e r t o , que
su sueldo no consiste sino en la r a c i ó n , y que
fuera de esto no reciben ningún prest como las
tropas ordinarias : de suerte que si les viene en
voluntad el viajar , no es lícito á ninguno de
ellos salir de los límites del estado , ni dar nada
á otros , ni disponer de cosa alguna á su grado,
como lo hacen los ricos y los tenidos por feli-
ces. Estos y muchos otros capítulos de acusación
(i6o)
dexais vos pasar por alto. Adim. Añadidlos pues,
si os parece , á lo que ya llevo dicho.
Soc. Pero -vos me preguntareis qué tengo que
responder á esto? Adim. Es cierto. Soc. Siguien-
do el camino que hemos llevado hasta a q u í , en-
contraremos , á lo- que pienso en nuestro plan
mismo con que justificarnos. Nosotros dinamos;,
q u e . n o seria de admirar que la condición de
nuestros guerreros fuese muy feliz á pesar de to-
dos estos inconvenientes. Q u e al cabo , forman-
do una república ¿ n o nos hemos propuesto n o -
sotros por objeto la felicidad de un cierto orden
de ciudadanos , sino la d e la república entera;
porque hemos creído poder encontrar la justicia
en una república gobernada de este modo , y la
injusticia en. la mal administrada , y ponernos
por este descubrimiento en disposición de deci-
dir la qüestion que hace rato nos ocupa. Al pre-
sente nos empleamos en concebir un gobierno
feliz , por lo menos en nuestro modo de enten-
der , en el qual no ande repartida la dicha entre
u n pequeño número de particulares, sino que
sea común á toda ..la sociedad.'Luego después
examinaremos: la¡ forma de gobierno opuesta.á
éste. A la manera p u e s , que si haciendo noso-
1

tros un retrato viniese alguno á objetarnos, que


no empleábamos los mas hermosos colores para
pintar las partes mas hermosas del cuerpo, pues-
to que; los ojos qué. son lo mas hermoso , no los
pintábamos con púrpura •, sino con color negro;
creíamos noisotros responder bien á este censor,
cÜciendole : no os imaginéis, buen hombre , que
debamos pintar los ojos hermosos en tanto g r a -
do , que no se descubra siquiera que son ojos;
y lo que digo de esta parte del cuerpo debe e n -
tenderse de todas las d e m á s : examinad mas bien
si dando nosotros á cada parte el color que le
corresponde, sacamos un todo perfecto. L o m i s -
mo os digo yo , Adimanto. N o nos forcéis á apli-
car á la condición de nuestros guerreros una d i -
cha , que les haga ser qualquier otra cosa que
lo que ellos son. Podríamos , si quisiésemos ves-
tir a nuestros labradores de preciosos vestidos,
bordados de oro , y mandarles que no cultivasen
la tierra salvo por recreo : y que los alfareros
recostados sobre su derecha junto al horno , c o -
miesen y bebiesen á su placer, dexada á un lado
la rueda , con la libertad de trabajar quando
tuviesen gana. Podríamos del mismo modo h a -
cer dichosas todas las otras condiciones , á fin
que el estado todo gozase de una perfecta feli-
cidad. Mas no nos deis semejante consejo ; p o r -
que sí le seguimos , el labrador dexaria de ser
labrador, el alfarero dexaria de ser alfarero, t o -
dos saldrían fuera de su condición, y no habría
ya sociedad. Pero al fin , que los otros se c o n -
. tengan ó no dentro de su estado , no es de la
mayor conseqüencia. Porque que ios zapateros
.hagan mal su oficio , que ellos se dexen corrom-
per , ó que alguno se venda por zapatero no lo
siendo , al pueblo no resultará gravísimo perjui-
cio. Pero si los que están puestos .para guardas
de las leyes y de la república , no son guardas
sino en el n o m b r e , ya veis vos que este desor-
den acarrearía trá#sí la ruina del e s t a d o , sien-
do eilos solos lasque tuviesen la facilidad de alo-
jarse bien y procurarse una vida regalada. Si
pues la condición que nosotros señalamos á los
verdaderos guerreros les impide ofender en nada
al bien público, el que es de contrario parecer
y quiere formar labradores no como miembros
de una sociedad, sino como gente ociosa única-
mente oeupada en sus festines y placeres , no
tiene idea ninguna de lo que es una república.
Por tanto , veamos si nuestro designio en el es-
tablecimiento de estos custodios , es de acumu-
lar sobre ellos toda la felicidad pública, ó mas
bien de extender nuestra vista sobre toda la s o -
ciedad , á fin que toda ella sea feliz ; y ademas
de obligar y persuadir á los custodios y-defen-
sores de la patria , y á todos los otros ciudada-
nos , á trabajar cada qual en su oficio y con
todo su poder por la felicidad común : de suerte
que quando él estado haya tomado su aumento,
y esté ya bien administrado , se permita enton-
ces á cada uno d e ' sus miembros que disfrute
aquella parte de felicidad pública , que corres-
ponde á la naturaleza de su empleo. Adim. Esto
que vos decís , me parece muy juicioso.
Soc. N o sé si lo que voy á decir y que tiene
una conexión inmediata con lo que llevó dicho,
os lo parecerá menos. Adim. De qué particular-
mente se trata ? Soc. E x a m i n a d , si no es esto lo
(i6 > S

que pierde y corrompe de ordinario los otros


artífices. Adim. Qué es lo que les pierde y c o r -
rompe? Soc. L a opulencia y la pobreza ( i ) .
Adim. Cómo es esto? Soc. Vedlo aquí. El alfa-
rero que llegó á ser rico , os parece á vos que
querrá ocuparse mucho en su oficio? Adim. Creo
que no. Soc. Luego de día en día se hará mas hol-
gazán y mas descuidado? Adim. Sin duda. Soc. Y
por consiguiente mas mal alfarero? Adim. Es
muy cierto. Soc. De otro lado , si la pobreza le
quita el medio de proveerse de herramientas y
de todos los utensilios que son necesarios á su
a r t e ; sus obras lo padecerán , y los hijos y otros
artífices que él forme , saldrán mal enseñados-.
Adim. Esto es verdad. Soc. De este modo las ri-
quezas y la pobreza perjudican igualmente á las
artes y á los que las profesan. Adim. Así parece.
Soc. Ved pues aquí otras dos cosas, que con todo
cuidado deben procurar nuestros magistrados,
que no se introduzcan en nuestra ciudad. Adi-
mant. Quáles son? Soc. L a opulencia y la p o -
breza : porque aquella engendra molicie, desi-
dia y novelería ; y ésta otra sobre el espíritu de
novedad , baxeza y ansia de hacer mal. Adi-
mant. Ciertamente es a s í , pero os r u e g o , S ó -
crates , que consideréis una cosa. Cómo podrá
nuestra república sostener la guerra , si no tiene
fondos, y sobre todo si se vé obligada á hacer
frente á una república rica y poderosa? Soc. Cla-
ro está , que le será muy difícil defenderse con-
tra una sola j pero muy fácil defenderse contra
L 3
(i66)
dos. Adim. Qué es lo que vos decís? Soc. L o p r i -
mero , si fuese necesario llegar á las manos, nues-
tras gentes exerciradas en la guerra no tendrían
que pelear con enemigos ricos? Adim. L o confieso.
Soc. Pero , Adimanto , un luchador bien instrui-
do en su arte , no os parece que triunfará fácil-
mente de dos contrarios ricos , llenos de lozanía
y poco exercitados'en la lucha? Adim. Acaso no,
si tiene que ver con los dos á un tiempo. Soc. Qué!
si tuviese la libertad de huir , y evitando el p r i -
mer g o l p e , hiriese recargando al que le sigue
de mas cerca , y emplease repetidas veces" esta
astucia al sol y en el riguroso calor , por suerte
le seria muy difícil vencer á muchos como estos
uno tras otro ? Adim. Ciertamente que en esto
nada habría que admirar. Soc. Pero creéis vos
que los ricos de quienes hablamos no estén mas
instruidos y mas exercitados en la lucha, que en
la guerra? Adim. Yo no lo dudo. Soc. Luego,
según las apariencias , nuestros atletas se batirán
"sin trabajo. con un exército de ricos dos ó tres
veces mas numeroso. Adim- Convengo en ello;
porque me parece que tenéis razott.
Soc. Y qué , si enviasen á pedir socorro á
los habitantes de un estado vecino , diciendo-
Íes , lo que al cabo seria mucha verdad : n o -
sotros no necesitamos de oro ni de p l a t a , ni
nos es permitido el tenerlos , como á voso-
tros : venid pues en nuestra ayuda , que n o -
sotros os abandonamos los despojos de nues-
tros enemigos : creeríais vos que aquellos á quie-
( i 6 ) 7

nes se hiciesen tales ofertas estimarían mas hacer


la g u e r r a á perros^enjutos y -robustos-, que con
ellos-' pelear Oétttra ''ovejas gordas y delicadas?
1

Adim. Pienso-'queno;' Pero si alguna ciudad ve-


cina -recoge- déntr6 - de sí - todas las • riquezas de
l a s demás., guardaos que la nuestra pobre como
ella es , no corra algún riesgo grande. Soc. Q u é
b u e n hombre sois en pensar, que alguna otra-
1

ciudad que la nuestra merezca llevar este n o m -


bre l'Adim.'-Por que- no ? Soc*"Es menester dar
á las-otras ciudades nombre de significación más
amplia ; porque "cada u n a de ellas n o es una
ciudad 1 sino ¿núchas ciudades como dicen los
:

niños quando juegan (2); Por lo menos allí hay


siempre dos que sé hacen mutuamente la guer-
:

ra , ' u n a de ricos , otra de pobres : mas cada una


dé éstas- se subd-ivlde aún en otras muchas. Si
vos Tas.'combatís-rodas corno si fuesen una sola
ciudad',- erraríais e n gran manera y se os frustran
ria vuestro intento." Pero si'contempláis' á cada
tina de estas eiudídésí-como compuesta-dé-'mit-;
chas , y abandonáis'á' los unos las riquezas , el
;

p o d e r , y aún la'vida d é los otros , tendréis vos


:

siempre muchos aliados y 'pocos enemigos. Toda


ciudad gobernada por sabias leyes, tales como
las nuestras, será m u y grande. No digo esto por
alabarla, sino que éh' verdad será grande , a u n -
que no pudiese poner en pie arriba de mil ¡

combatientes. N o encontrareis vos con mucha


facilidad una tan grande ni entre . l o s griegos,
;

ni entre los bárbaros, por mas que haya muchas


(i6S)}
que parezcan'mas "poderosás/i Pensáis vos lo c o n -
trario? Adim. Par diez . que^no-oSoe.:, Por fortuna
pues , no serian estos los ju§.tos,lji®jtes que nues-
tros magistrados ..podían 'dar- al.jumento de su.
ciudad y de su. territorio , fuera. de.;los qualesno*
debían ellos extenderse mas.^Adim. Quá.les'.so.a
estos límites? Soc. Esto ,es.,.á do que yo cr^o,-.
el dexaria engrandecer -mientra»,, q-ue. pueda sin/
dexar de ser,una ;- .mas . ailái-nuda. ? Adim..Muy:
bien. Soc Según: e s t o , prescribiremos también, :k
nuestros magistrados q u e h a g a n dgañaneraj, que.
su ciudad n o . parezca grande .ni pequeña, sino
que guarde un justo medio y-,sea siempre una.
Adim. Y-en.esto no^ les .mandaremos cosa-jide-
gran peso. Soc. Aún es cosa nías,liviana, a q u e -
lla de que hicimos mención peco antes , quando.
les decíamos que era menester hacer pasaría las
condiciones mas baxas los,hijos de las guerreros
que parecían degenerar:.,.-y.elevar, á i a clase de
guerreros los hijos de .los, 'Otros, que se tuviesen
por dignos. Con,esto queríamos,darles á enten-
der , que cada Ciudadano; no .'debe ser'destinado
sino á una sola-,cosa,, para'Jta qual es inclinado
por naturaleza; á fin que cada particular siguien-
do el im.pulso.de la s u y a , sea u n o : que .por
este medio j el estado entero sea también .-uno;
;
;

y que no h a y a ni muchos ciudadanos en,un solo


ciudadano, ni muchos estados en un.solo estadoi-
Adi¡n Verdad, es que este .punto es aún d e . m é -
r :

nos. monta-que el. otro..;.: ••


Soc. .Todo lo que nosotros les prescribimos
(:l6 ) 9
a q u í , mí amado .A dimanto , ni es tanto , ni t a s
grande--como: podría-tniaginarse alguno j pues
al 4ftbo ¿no es nada , si como suele deqirs'e, o b -
servasen): !un solo pund.o.j,,^el único g r a n d e , ó
;

inas:,bien;en vez de grande , el único,suficiente.


Adim-r,Quál.es este puntp¿:Jfic, La-.educacion de
la-ijuventud y crianza de la n i ñ e z : porque si
nuestros''ciudadanos son-bien criados , y llegan
á. ser .-ellos hombres -de bien> descernirán,^cil-
me'nte,por sí mismos la importancia de todos es-
tos •puntos, y. de otros muchos que omitimos al
presente , como Jo. qué mira á las inugeres, l a

matrimonio y á Ja procreación de los hijos: ellos


«erán.^:digo . y o , que .según el proverbio, todas
estas cosas deben ser comunes, entre amigos (3).
Ad'mti'.: Estq . serla.,-,;ger;iectamente bien Inecho.
Soc. Encuna repúbU<5a-tq¿p depende,; del .princi-
:

pio.. Si ella empezó -un2f y-e£, b i e n , ella-irá siera--


3

•pre engrandeciéndose .-bien como el círculo. (4).


Una buena educación forma! bellos naturales: los
hijos, caminando de§de J u e g o sobre.Jas_ huellas
de sus padres llegan ¡bien pronto .á.,'ser mejores
:

que aquellos .que-les precedieron , y entrej ptra's :

xentajas tienenja. de engendrar Lñjosr.que- les e x -


ceden,¿ ellos mismos en .mérito ,..corno, sucede en
los .otros .animales. Adjm. Esto es m u y regular;
:

Soc, AL.fin,, por • d,eqLL-{o todo eu dos palabras,


;

los que estén al frente de. nuestra república , ve-


larán con gran cuidado , gara ;que la; .ediicaciQft
(7

se conserve en toda su'púreza ; sin permitir que


se innove nada tocante á lo dispuesto;/sobre la
. uro)
gymnástica y la m ú s i c a , sino que "lo robserve
todo el mundo del mejor'modo posible i-y tquan-
do alguno- dixése (a) ^que 'los cantos-mas ''tuí&uós
son los*que nías agradantemerán ellos^no *e
imagine-alguno , que-faabtá; elpOeta,' no:-'de:la*
canciones nuevas , sino'de un nuevo método'de
cantadas, y apruebe semejantes innovaciones;
Ello es \ que ni se deben alabar ni adoptar }-por-
que el introducir nueva especie de música seria
;

arriesgarse á perderlo todo; Pues ,•• corno- dice


Damon (5)', y en esto soy de su parecer',- njp-sé
puede-'llegar á las reglas d e , l a música-,esirtides-
1

quiciar '-' las leyes fundaméntales del • gobierno.


Adim. Contadme á nií también entré -los-que
piensan Ib -mismo; - '
1 ; í ;
.---'• <-,-~ >2
r ;
r

Soc. Nuestros magistrados p u e s ; ' según -pa-


r e c e , han dé hacerse de la'-inú'sica como la- c i n -
J

dadela -y sálvá gñardiá3déT<éstadó.' Adhm Sípero


el desorden se intrbduSé •allí'fácilmente';'$ín que
1

se perciba (6). 5oc.-Estofes verdad ¿parece d e s -


de luego , que esto no es sino un j u e g o , y - q u e
río hay ríirígün mal qué' téifter. Adim. E l desor-
den noPliáée "tampoco otro feal a-ljprinéipid'; que
insinuarse'poco á poco , é introducirse • suave-
;

m e n t e én las costumbres y en los usos.'-Después


vá siempre én aumento , y se mezcla en los tra-
tos qué tienen entré s i l o s miembros de Ta so-
ciedad, dé allí se adelanta hasta las leyes y fun-
;

damentos d é ! gobierno:, que combate , mi a m a -

<«) *• Odys. v. ¿51.


do Sócrates , con la mayor insolencia, hasta tan-
to que viene á dar cabo con la ruina del estado
y de los particulares. Soc. De veras que así s u -
cede? Adim. Por lo menos á mí me lo parece.
Soc. Esta será por consiguiente otra razón demás
para sujetar desde los primeros años á nuestros
jóvenes á la mas exacta y rigurosa disciplina;
porque por poco que venga á relaxarse, y que
nuestros mancebos se descarrien , imposible es
que en la edad madura sean ellos virtuosos , y
estén sujetos á las leyes. Adim. Cómo podrían
estarlo? Soc. E n lugar que si la educación de los
niños que al pronto parece un juego , empieza
bien ; si el amor del orden se entra en su c o r a -
zón con la música , sucederá por un efecto c o n -
trario que todo irá de bien en mejor : de suerte
que si la disciplina hubiese decaído en algún
p u n t o , ellos mismos la restablecerán algún dia'.
Adim. Esto es mucha verdad.
Soc. También restablecerán ellos las prácti-
cas que tenidas por menudencias , fueron e n t e -
ramente descuidadas de sus predecesores. Adi~>
mant. Quáies son éstas? Soc. Por exemplo, la de
callar los jóvenes en presencia de los viejos., l e -
vantarse quando ellos entran , cederles en todas
partes el mejor lugar , las que conciernen al resi
peto debido á los padres , al modo de vestirse,
de cortarse el pelo y de calzarse', y de todo lo que
mira al cuidado del c u e r p o , y otras mil cosas
semejantes. N o os parece que lo harán ellos por
sí mismos todo esto ? Adim. Sí. Soc. Seria pues»
(172)
tina- locura establecer leyes sobre el particular,
que por estar escritas no serian mejor observa-
das y agregándose el no haber descendido hasta
ahora ningún legislador á e-tos por menores.
Adim. Es muy cierto. Soc. Parece , mi amado
Adimanto , que todas estas prácticas son una
conseqüencia, natural de la educación : en efec-
to , lo semejante no-atrae siempre á sí á su s e -
mejante? Adim. Sin duda..Soc. Por consiguien-
te creo que diremos ,. que nuestra conducta en
orden, á e s t o , viene á terminar en ser ó e x t r e -
madamente buena , ó extremadamente mala,
según la naturaleza . de nuestras costumbres.
Adim. Así debe ser. Soc. Esta es la causa por
qué jamás querría yo establecer leyes sobre esta
especie de cosas. Adim. Vos tenéis razón. .
• Soc. M a s , por los dioses os ruego me digáis,
nosotros emprenderemos disponer algo , tocante
á los contratos de compra y v e n t a , á los pactos
.en las manufacturas , á los insultos, á las v i o -
lencias , á los procesos, á las jurisdicciones de
los j u e c e s , á la subida ó imposición de tributos
por l a entrada y salida de las mercaderías , ahora
sea p o r tierra , ahora por mar ; en una palabra
por todo lo que.concierne al mercado , á la ciu-
dad , ó al puerto ? Adim. N o hay necesidad de
prescribir nada acerca/de esto á los hombres de
bien. Ellos encontrarán por sí mismos sin traba-
j o todos los reglamentos que será del.caso que se
establezcan. Soc. S í , mi amado amigo , si Dios
íes concede el don de conservar en toda su p u -
(1^3) .
reza las leyes que hemos referido poco (7) ántex
Adim. De lo contrario , ellos pasarán la vida era-
publicar cada dia nuevos reglamentos sobre t o -
dos estos artículos, en añadir correcciones sobre
correcciones , imaginándose siempre que ellos
descubrirán lo que hay mas perfecto en el a s u n -
to. Soc. Esto es d e c i r , que su conducta se a s e -
mejará á la de aquellos enfermos , que no q u i e -
ren por intemperancia , renunciar á -un orden de
vida que destruye su salud. Adim. Justamente.
Soc. L a conducta de estos enfermos es cosa m u y
graciosa. Ellos andan siempre á vueltas con ios
remedios , y en vez de adelantar su curación,
aumentan y multiplican sus enfermedades, es-
perando no obstante siempre á cada remedio que
se les p r o p o n e , que les ha de restituir la salud.
Adim. Precisamente son estos los afectos de los
tales enfermos. Soc. Pues qué! no es aún lo mas
gracioso en ellos , el mirar como á su mortal
enemigo al que les dice la verdad, y les declara
que si no dexan de comer y beber con esceso , y
de vivir entregados al libertinage y á la ociosidad;
ni las medicinas , ni los cauterios , ni el hier-
ro , ni los encantos , ni los amuletos (S), ni c o -
sas semejantes, les servirán de nada ? Adim. Yo
no veo que tenga ninguna gracia indignarse de
este modo contra los que les dan buenos c o n s e -
jos. Soc. Me parece qué vos no sois apasionado
á esta clase de gentes. Adim. Par diez que no.
Soc. Ni tampoco aprobareis , según antes de-
ciamos , la conducta de toda una república que
hiciese lo mismo. Mas qué os parece? no es esto lo
que hacen todas las repúblicas mal gobernadas^
quando prohiben baxo pena de muerte á los c i u -
dadanos de llegar á la constitución del gobierno?
quando el que sabe lisongear mas suavemente los
vicios del estado, y anticipa los deseos de a q u e -
llos que gobiernan que prevee de léxos tus i n -
tenciones, y tiene bastante habilidad para satisfa-
cerlas , le tienen allí por un ciudadano virtuoso,
por un consumado político , y se vé colmado de
honores ? Adim. Ellos hacen precisamente lo mis-
mo , y estoy muy distante de aprobarlo. Soc, Pero
q u é ! no os admiráis del valor y de la facilidad
de los que consienten, y aún se acaloran en cor-
regir los defectos de semejantes repúblicas?
Adim, S í , yo me admiro : exceptuando aquellos,
que dexandose engañar por la m u l t i t u d , se i m a -
ginan en verdad ser grandes políticos á causa de
los aplausos que les dá el vuigo. Soc. Q u é decís
vos ? N o queréis escusarles ? Pensáis acaso, que
u n hombre que no sabe medir , pueda dexar de
creer de sí mismo que es alto quatro codos,
quando lo oye decir á muchas otras personas?
Adim. Yo no lo creo. Soc. N o os indignéis pues
contra ellos. Esta es la gente mas extraña del
m u n d o , siempre ocupada en hacer reglamentos
y reformas , persuadidos que remediarán por este
medio los abusos que reynan en el trato humano
sobre todos los puntos de que yo he hablado ; sin
pensar que en realidad ellos cortan las cabezas
de una hidra (9). Adim. Por cierto que no hacen
(i?5")
otra cosa. Soc. Esta es la causa por qué yo juz-*
go , q u e en qualquíer estado que éste s e a , mal
ó bien gobernado , no deba un sabio legislador
entrar en este por menor de leyes y reglamentos:
en el u n o , porque es i n ú t i l , y . n o se adelantará
nada < en el otro , porque qualquiera encontrará
fácilmente una parte ,-y la otra se seguirá como
por sí misma de las leyes y a establecidas,
Adim. Qué otra ley pues nos falta que e s t a -
blecer ? Soc. Á nosotros ninguna. Pero dexamos
al cuidado de Apolo deifico el promulgar las
mas grandes , las mas hermosas y las mas i m -
portantes. Adim. Quáíesson estas? Soc.Las que
miran á la construcción de t e m p l o s , á los s a -
crificios , al culto de los dioses , de los genios y
de los héroes , á los funerales , y á las c e r e m o -
nias que sirven para aplacar los manes de los
difuntos: porque en realidad ignoramos lo que
, debe disponerse sobre esto ? y pues que nosotros
fundamos una república, no sería cosa prudente
el referirnos á otros hombres , ni consultar otro
intérprete que al Dios del pais : por quanto este
Dios es en materia de religión, el intérprete
natural de todos los h o m b r e s , habiendo e x p r e -
samente escogido el medio dé la tierra para dar
desde-allí sus ( í o ) oráculos. Adim. Vos decís
bien : y así hemos de hacerlo.
Soc. Supongamos pues ,• hijo de A r i s t ó n , que
está y a formada nuestra ciudad. Apelad ahora á
vuestro-hermano , á Polemarco y á todos los q u e
aquí están, á fin de que procuréis con el soeor-
. tir*)
ró de alguna suficiente luz , descubrir en ella en
qué parage residen la justicia é injusticia, en qué
se diferencian la una de la otra , y á quál de las
dos debe uno atenerse para ser sólidamente f e -
liz , ora se oculte , ora no de la vista d é l o s dio-
ses y de los hombres. Glauc. E n vano nos empe-
ñáis en esta averiguación , sino entráis vos en ella
con nosotros. Vos nos lo habéis prometido , d e -
clarándonos al principio como que era una i m -
piedad no defender la justicia con todo vuestro
poder. Soc. Mis propias palabras son las que m e
traéis á la memoria : voy á cumplirlo como lo
he d i c h o ; pero es menester que vosotros me
ayudéis. Glauc. Así lo haremos. Soc. Espero que
encontraremos de este modo lo que buscamos.
Si las leyes que nosotros hemos establecido son
b u e n a s , creo , que nuestra ciudad debe ser p e r -
fecta. Glauc. Es como preciso. Soc. Es pues cosa
clara , que ella es prudente , fuerte , templada y
justa. Glauc. Es evidente. Soc. Luego quales-
quiera que sean de estas quatro calidades las que
descubramos en ella , lo restante será lo que nos
falte descubrir. Glauc. Sin disputa. Soc. Como si
d e otras quatro cosas buscásemos una en deter-
minado sugeto , y la encontrásemos desde luego,
habríamos hecho quanto habia que hacer: y si
conociésemos de pronto las tres primeras habría-
mos conocido por lo mismo la q u a r t a ; pues que
es evidente que ésta seria la que nos faltaba des-
cubrir (II). Glauc. Vos tenéis razón. Soc. A p l i -
caremos -pues este método á la averiguación d e
( *77 )
estas v i r t u d e s , puesto que son también quatro.
Glauc, Que me place.
Soc. No es difícil en primer lugar descubrir
allí la prudencia, y encuentro que en orden á
ella hay algo de singular. Glauc. Qué? Soc. L a
prudencia reyna en nuestra república, porque
reyna allí el buen consejo: no es asi ? Glauc. Cier-
tamente. Soc. No es menos claro , que la ciencia
preside al buen consejo; pues que no es la igno-
rancia , sino la ciencia la que hace tomar justas
medidas. Glauc. Es evidente. Soc, Mas hay en
nuestra ciudad ciencias de toda especie. Glauc. N o
tiene duda. Soc. Acaso pues se llamará prudente
y sabia en sus consejos, á causa de la ciencia de
los carpinteros? Glauc. D e ninguna manera á
causa de ella : este elogio recaería sobre el arte
de carpintear. Soc. Luego no se la ha de llamar
prudente , porque delibere con acierto sobre el
modo dé hacer excelentes obras de ensambladu-
ra en la madera , según las reglas de dicho ofi-
cio. Glauc. No por cierto. Soc. Mas será á dicha
por su ciencia en las obras de cobre , ó de qual-
quier otro metal? Glauc. Por ninguna de éstas.
Soc. N i por el conocimiento en la producción de
los frutos de la tierra ; porque esto corresponde
á la agricultura. Glauc. Así me parece. Soc. Hay
pues por fortuna en la república que acabamos
de establecer , una ciencia que resida en algunos
de sus miembros, cuyo objeto sea deliberar, no
sobre cierta parte del estado , sino sobre el esta-
do entero , y sobre su buen gobierno tanto inte-
M
(i?8)
rior como exterior ? Glauc. Sin duda que la hay.
Soc. Quál es esta ciencia , y en quiénes reside?
Glayc. Esta es la que tiene por objeto la conser-
vación del estado , y ella reside en los magis-
trados , de quienes hace poco decíamos que son
los verdaderos custodios. Soc. E n virtud pues de
esta ciencia cómo llamáis vos á nuestra repúbli-
ca ? Glauc. Verdaderamente prudente y sabia en
sus consejos. Soc. Creéis vos que deba haber e n -
tre nosotros mas excelentes herreros, que de es-
tos verdaderos magistrados? Glauc. Muchos mas.
Soc. Y en g e n e r a l , de todos los cuerpos que t o -
m a n su nombre de la profesión que ellos exer-
cen j el cuerpo de magistrados no será el menos
numeroso? Glauc. Sí. Soc. Por consiguiente , toda
república gobernada por las leyes de la n a t u r a -
leza debe toda su prudencia á la ciencia que r e -
side en la mas pequeña parte de sí misma, es de-
cir en aquellos que están á su frente y tienen el
mando. Y parece que la naturaleza anda escasa
en producir estos hombres á quienes correspon-
de mezclarse en esta ciencia, que sola ella e n -
tre todas las ciencias merece el nombre de p r u -
dencia. Glauc. Esto es muy cierto. Soc. Mas no
sé por qué buena suerte hemos encontrado esta
primera cosa de las quatro que buscábamos, y la
parte de la sociedad en donde ella reside. Glauc. Yo
creo que lo que hemos dicho basta.
Soc. E n quanto á la fortaleza , no es difícil
descubrirla á ella y al cuerpo en donde reside,
á cuya causa se le dá al estado el nombre de
fuerte. Glauc. Corno es esto ? Soc. H a y acaso
otro medio de asegurarse si una república es
fuerte , ó débil, que el de examinar el carácter
de aquellos que están encargados de militar y
defenderla ? Glauc. Ninguno. Soc. Que los otros
ciudadanos sean cobardes ó esforzados , poco
importa para concluir en orden á la fuerza ó debi-
lidad del estado. Glauc. E n efecto que no. Soc. Lue-
go nuestra ciudad es fuerte por aquella parte de
sí m i s m a , en quien reside una cierta virtud que
conserva en todo tiempo sobre las cosas que son
de temer la idea que ha recibido del legislador
en su educación. N o es ésta en efecto la definición
de la fortaleza? Glauc. No he comprehendido muy
bien lo que vos acabáis de decir : explicaos
algo mas. Soc. Digo que la fortaleza es una e s -
pecie de conservación ? Glauc. De qué conserva-
ción habláis? Soc. De la idea que las leyes nos
han dado por medio de la educación , en orden á
las cosas que se han de temer y de qué modo.
Añado en todo tiempo, porque conserve ella siem-
pre esta idea y no la pierda jamás de vista, ni
en el d o l o r , ni en el placer, ni en los deseos,
ni en los temores. Yo voy , si es que gustáis de
ello , á explicaros esto por medio de una com-
paración. Glauc. Que me place. Soc. Vos sabéis
el modo de que se valen los tintoreros , quan-
do quieren teñir la lana de purpura. Primera-
mente entre las lanas de toda especie de colores
escogen la blanca: en seguida la preparan con
mucho cuidado, á fin que reciba mejor lo acen-
(i8o)
irado del color de que se t r a t a ; tras lo qual,
la'tifien. Esta especie de tintura no se borra : y
la tela, ahora se lave simplemente , ahora se
jabone , nunca pierde la hermosura de su color.
E n lugar que si la lana que se tiñe tiene y a
otro color , ó si se valen de la blanca sin prepa-
rarla ; vos sabéis muy bien qué tinte toma ella
entonces. Glauc. Yo sé que el color se pierde
con facilidad, y que no tiene hermosura..Soc. Ima-
ginaos pues que nosotros nos hemos esforzado
hacer lo m i s m o , escogiendo nuestros guerreros
con tantas precauciones , y preparándoles por
medio de la música y de la gymnástica. N u e s -
tra intención en esto ño ha sido otra , que la de
que ellos tomen una tintura profunda de las leyes,
á fin que su alma bien nacida y bien criada,
quedase de tal modo penetrada de la idea de
las cosas que son de t e m e r , así' como de todas
las o t r a s , que ninguna lavadura pudiese borrar-
la , ni la del placer , que es para esto mas eficaz
que la cal y el jabón ; ni la del dolor, ni la
del temor, ni la del deseo, mas fuertes que todo
otro purgante. A esta justa y legítima idea de
lo que es de temer y de lo que no lo es ; idea
que nada puede borrar , es á lo que yo llamo
fortaleza, y lo aseguro ; á no ser que vos digáis
otra cosa. Glauc. N o se me ofrece que decir: por-
que me parece que vos sin duda dais otro nombre
que el de fortaleza , á esta idea , quando no es
fruto de la educación, y á este esfuerzo brutal y
feroz , quando no le veis dirigido por las leyes.
(I8I)
Scc. Tenéis mucha razón. Glauc. Admito pues la
definición de la fortaleza , tal como vos la habéis
dado. Soc. Entended también que esta es una
virtud política , y no os engañareis. Nosotros
hablaremos en otra ocasión mas á lo largo , si
es que vos gustáis de ello. Por a h o r a , creo,
que hemos dicho lo bastante ; porque no es ésta
á quien buscamos, sino á la justicia. Glauc. Decís
muy bien.
Soc. Dos cosas nos faltan aún que encontrar
en nuestra república , la templanza y la justicia,
que es el objeto principal de todas nuestras i n -
vestigaciones. Glauc. Es muy cierto. Soc. Cómo
lo haríamos para encontrar directamente la j u s -
ticia , sin ocuparnos en buscar la templanza?
Glauc. Yo ni lo sé , ni quisiera que se nos descu-
briese ella primero ; porque de lo contrario , no
nos ocuparíamos después en examinar qué cosa
sea la templanza: por tanto si me queréis dar gus-
to, empezad antes por ésta que por aquella. Soc.Os
baria un agravio de no consentir en ello. Glauc.Exi-
minad pues. Soc. Esto es la que voy á hacer : y en
quanto puedo yo descubrir desde a q u í , esta vir-
tud consiste mas en una cierta consonancia y ea
una cierta armonía, que las precedentes. Glauc. Có-
mo es esto? Soc. La templanza no es otra cosa, que
un cierto o r d e n , y como dicen , un cierto freno
que se pone uno á sus placeres y á sus pasiones.
De allí viene esta expresión, señor de sí mismo y al-
gunas otras semejantes , que s o n , por decirlo así,
otros tantos vestigios de esta virtud. N o te parece?
M 3
(i8a)
Glauc: Sí seguramente. Soc. Pero esta expresión,
señor de sí mismo, tomada á la letra no es cosa
ridicula? Porque el mismo hombre seria enton-
ces señor y esclavo de sí mismo , y al contrario
esclavo y señor : por quanto esta especie de e x -
presiones se refierená la mismápersona. G/attc.No
tiene duda. Soc. Ved pues en qué sentido se la
deba tomar. Hay en el alma del hombre dos p a r -
tes , la una superior , la otra inferior : quando
la parte superior manda á la o t r a , se dice de un
hombre que es señor de sí mismo y se hace de
él un elogio ; pero quando por defecto de e d u -
cación , ó por algún mal hábito , la parte infe-
rior toma el imperio sobre la superior , se dice
de este hombre que es descarriado en sus apeti-
tos y esclavo de sí mismo, lo que es un vitupe-
rio y un desprecio. Glauc. Paréceme arreglada
esta explicación.
Soc. Echad ahora los ojos sobre nuestra n u e -
va república y veréis que de ella puede decirse
con justo título , que es señora de sí misma , si
es cierto que debe llamarse templado y señor de
«í mismo todo hombre , todo estado en el qual
la parte mas apreciable manda á la que es me-
nos. Glauc. Yo la observo, y conozco que decís
verdad. Soc. Esto no es decir que no se encuen-
tren allí pasiones sin número y de, toda especie,
placeres y penas en las m u g e r e s , en los escla-
vos , y aún en la mayor parte de aquellos que
se tienen por de condición libre entre la gente
vulgar y despreciable. Glauc. Se encuentran sin
(i*3)
duda. Soc. Pero vos no encontrareis en ella d e -
seos sencillos y moderados, fundados sobre o p i -
niones justas y gobernadas por 4a razón , sino
en muy p o c o s , y estos de aquellos que juntan á
un buen natural una excelente educación. Glau-
con Verdad es. Soc. Mas no veis vos al mismo
tiempo que en nuestra ciudad los apetitos y las
pasiones de la multitud , que es la parte inferior
del estado , son refrenadas por la prudencia y
los deseos del pequeño n ú m e r o , que es el de los
sabios? Glauc. Yo así lo veo. Soc. Si pues de a l -
guna sociedad puede decirse que es señora de sí
misma , de sus placeres y de sus pasiones, debe
particularmente decirse de ésta. Glauc. No tiene
duda. Soc. Y que por esta razón ella es templa-
da ; no es así? Glauc. Es muy cierto. Soc. Y si
en qualquier otra sociedad que sea , se tiene una
idea justa de los que deben m a n d a r , y de los
que son nacidos para obedecer , esta idea se e n -
cuentra también en la nuestra. Qué os parece?
Glauc. Yo no lo dudo. Soc. Quando los m i e m -
bros pues de la sociedad están dispuestos de este
m o d o , en quiénes diréis vos que reside la t e m -
planza? en los que m a n d a n , ó en los que o b e -
decen? Glauc. E n los unos y en los otros. Soc. Vos
veis ya que nuestra conjetura estaba bien funda-
da , quando liemos comparado ¡á templanza á
una cierta armonía. Glauc. Por qué razón? Soc. Por-
que no se verif ca en ella , lo que en la p r u d e n -
cia y en la fortaleza , que no se «ncuentra cada
una sino en una parte del estado , y le hacen con
M 4
(i84) /
todo prudente y fuerte ; en lugar que la t e m -
planza está esparcida en todos los miembros del
estado desde la condición mas baxa, hasta la mas
alta ; entre las quales establece ella una conso-
nancia perfecta , ora sea en prudencia , ora en
fortaleza, ora se trate de arreglar el número ó
las riquezas de los ciudadanos , ora qualquier
otra cosa que ser pueda. De suerte que con r a -
zón puede decirse que la templanza consiste en
esta concordia : que es un concierto establecido
por la naturaleza entre la parte superior y la
parte inferior de una sociedad , ó de un p a r t i -
cular , para decidir quál de las dos partes debe
mandar á la otra. Glauc. E n todo soy de vuestro
parecer.
Soc. Hemos por fin encontrado , en mi sen-,
tir , las tres cosas que hacen á nuestta ciudad
prudente , fuerte y templada. Mas la que nos
falta descubrir, por cuyo medio se haria virtuo-
sa , quál seria ? jClaro está , que es la justicia.
Glauc. Esto es evidente. Soc. Hagamos pues como
los cazadores, mi amado G l a u c o n : cerquemos
el matorral donde se ha retirado la justicia , t o -
memos todas nuestras medidas para impedir que
se escape y desaparezca de nuestra vista-, p o r -
que es cierto que ella está aquí. Mirad pues y
registrad con ahinco , y ensenádmela , si por for-
tuna la descubrís antes qué yo. Glauc. Pluguie-
se al cielo que yo la descubriese. Pero n o : aún
seria demasiado para m í , si yo os pudiese s e -
guir , y percibir las cosas al paso que vos me las
(•1*5),
mostrareis. Soc. Seguidme, invocando antes c o n -
migo á .Dios: Glauc. Esto es lo que voy á hacer:
solo os pido que me sirváis de guia. Soc. El p á -
rage me parece de difícil acceso y lleno de t r o -
piezos , pues en verdad es obscuro é inescruta-
ble : abanzemos no obstante. Glauc. Abanzemos.
Soc. Después de haber registrado algún tiempo:
ay , ay , exclamé yo , mi amado Glaucon ! p a -
réceme que yo he descubierto ya las huellas , y
creo que no se nos ha de escapar. Glauc. Buenas
nuevas me dais. Soc. E n verdad , somos bien p o -
co perspicaces el uno y el otro. Glauc. Por qué
decís esto? Soc. Hace ya mucho tiempo , mi a m a -
do amigo , que nos anda entre los p i e s , y no la
hemos visto. T a n dignos de r i s a , como los que
buscan en otra parte lo que tienen entre sus m a -
nos , dirígiamos á lo léxos nuestra vista, en vez
de registrar cerca de nosotros donde ella estaba;
á cuya causa sin duda se nos ocultó por tanto
tiempo. Glauc. Cómo decís vos? Soc. Yo.jligo
que hablamos nosotros aquí hace mucho tiempo
de la justicia, sin considerar que es de ella de
quien nosotros hablamos. Glauc. Largo p r e á m -
bulo , para quien con ansia e-pera oir lo que de-
sea. Soc. Ahora bien , escuchad si yo tengo; r a -
zón. L o que nosotros hemos, establecido al p r i n -
cipio , quando fundábamos nuestra república^
como una obligación universal é indispensa-
ble , e s , á lo que pienso , ó la justicia misma,
ó á lo menos una imagen suya muy parecida.
Pues nosotros decíamos y hemos repetido m u -
(i86)
chas veces , si es que os acordáis , que cada ciu-
dano no debía tener sino una ocupación , á sa-
ber , aquella para la qual por naturaleza tenia
mas disposición, Glauc. Esto es lo que decíamos.
Soc. Y hemos oido decir á otros , y también n o -
sotros lo hemos dicho muchas veces, que la jus-
ticia consistía en meterse únicamente en sus n e -
gocios , sin mezclarse para nada en los de otro.
Glauc. Ciertamente lo hemos dicho. Soc. Vaya
otro paso , amigo mió , paréceme que la justicia
consiste según esto , en que haga cada uno lo
que tiene que h a c e r : sabéis lo que rae. mueve á
creerlo? Glauc. N o , decídmelo vos. Soc. Me p a -
rece que después de haber visto lo que es la tem-
planza , la fortaleza y la prudencia ; lo que nos
falta examinar en nuestra república, debe ser el
principio mismo de estas tres virtudes,' lo que
las produce y lo que las conserva por todo el
tiempo- que él subsiste. P u e s , nosotros diximos,
que si encontrábamos las otras tres virtudes , la
que nos restaría dexadas ellas aparte, seria la j u s -
ticia. Glauc. Muy preciso es que ella fuese. Soc. Si
tuviésemos necesidad de decidir , qué cosa es la
que mas contribuy; á hacer perfecta nuestra r e -
pública , si la concordia de los magistrados y de
los ciudadanos ; ó en nuestros guerreros la idea
legítima é inalterable de lo que es de t e m e r , y
de lo que no lo es ; ó la prudencia y vigilancia
q u e residen en los del gobierno ; ó en fin esta
virtud por la qual todos los ciudadanos , muge-
res , niños , libres , esclavos , artesanos , señores
y subditos, se limita cada uno a su negocio, sin
meterse en el de otro : nos seria muy difícil de
juzgar. Glauc. Dificilísimo por cierto. Sor. D e
consiguiente , esta virtud , que contiene á cada
ciudadano en los límites de su deber , anda á la
par con la prudenoia , la fortaleza y la templan-
za , en orden á la perfección de la sociedad c i -
vil. Glauc. N o tiene duda.
Soc. Qué otra cosa pues que la justicia podria
competir en este punto con las ventajas de las
otras tres virtudes ? Glauc. Ninguna otra.
Soc. Convénzamonos de esta verdad de este Otro
modo. Los magistrados en nuestra república no
estarán encargados de pronunciar sobre las d i -
ferencias de los particulares ? Glauc. Sin duda.
Soc. Qué otro fin se propondrán ellos en sus jui-
cios , que el de impedir que nadie se apodere
del bien de otros , ó que no sea despojado del
suyo ? Glauc. Ningún otro. Soc. Cómo que esto
es justo? Glauc. Ciertamente. Soc. Esta es aún
otra prueba de que la justicia asegura á cada
uno la posesión de lo que es s u y o , y el libre
exercicio del empleo que le corresponde. Glau-
con Así es. Soc. Ved si sois vos del mismo p a -
recer que yo. Que el carpintero se ingiera en
el oficio del z a p a t e r o , ó el zapatero en el del
carpintero , que hagan ellos una permuta de s u
herramienta y del j o r n a l , ó que el mismo h o m -
bre trabaje en los dos oficios á un tiempo , y
que todos los demás oficios anden así trocados;
creéis vos que este desorden causase algún grave
(i88)
daño á la sociedad? Glauc. No por cierto. Soc. Pe-
ro si aquel que la naturaleza ha destinado á ser
artesano ó mercenario, hinchado con sus riquezas,
con su crédito, con su fuerza , ó con qualquier
otra ventaja , se ingiriese en la profesión del m i -
litar , ó el militar en las funciones del magis-
trado y del custodio , sin tener capacidad para
e l l o ; si cambiasen entre sí los instrumentos p r o -
pios de su e m p l e o , y las ventajas que llevan
anexas ; ó si el mismo hombre quisiese desem-
peñar á un tiempo estos empleos diferentes:
entonces yo creería, y vos creeríais sin duda con-
migo , que tal desorden y semejante confusión
acarrearía infaliblemente la ruina de la sociedad.
Glauc. N o tiene duda.
Soc. L a confusión pues y mezcla de estas
tres clases es la cosa mas funesta que puede
suceder á u n estado, y con razón se llamaría su
verdadero exterminio, Glauc. Esto es verdad.
Soc. Pues el mas. g r a n d e , el verdadero mal de
la sociedad, no es la injusticia ? Glauc. Sí.
Soc. Luego en esto es en lo que consiste la i n -
justicia : de donde se sigue por el contrarió , que
quando cada clase del estado , la de los m e r c e -
narios , ía de los guerreros y la de los magistra-
dos , se contiene en' los límites de su empleo^
sin pasar un punto de a l l í e s t o debe ser la justi-
cia., y lo que hace-que una república sea justa.
Glauc. Me parece, qué no puede ser de otro modo.
Soc. N o . lo aseguremos todavía : veamos antes
&i lo que acabamos de decir de la justicia consi-*
(i8 ) 9
derada en la sociedad , puede aplicarse á cada
hombre en particular: y si la aplicación es justa
entonces nosotros lo aseguraremos, sin que nos
quede arbitrio de decir otra cosa ; sino volvere-
mos de otro lado nuestras pesquizas. Pongamos
ahora fin á la investigación en que nos hemos
metido , persuadidos que nos seria mas fácil co-
nocer la naturaleza de la justicia en el h o m -
bre , si emprendiésemos contemplarla antes en
algún modelo mayor en donde hubiese muchos
justos. Hemos creidoque una república nos ofre-
cía un modelo qual nosotros deseamos : y sobre
este fundamento hemos formado una la mas p e r -
fecta que nos ha sido posible , porque sabíamos
de cierto que la justicia se encontraría necesa-
riamente en una república bien gobernada. A p l i -
quemos pues á nuestro pequeño modelo, es d e -
cir al hombre , lo que hemos descubierto en el
grande j y si corresponde todo de una parte y d e
otra , la cosa irá bien : pero si encontramos en
.el hombre alguna cosa que no convenga á nues-
tro gran modelo , volviendo de nuevo á la r e p ú -
blica , la sondearemos otra vez ; y c o m p a r á n d o -
los y frotándolos, por decirlo a s í , uno contra
o t r o , haremos saltar la justicia , como se hace
saltar la chispa del pedernal , y por el resplan-
dor que arrojará la conoceremos sin recelo de
engañarnos, y la aseguraremos entre nosotras.
Glauc. Esto es proceder con método , y creo que
no podemos hacerlo mejor.
Soc. Quando pues de dos cosas, la una mas
(190)
grande , la otra mas chica , se dice que son lo
mismo ; son por ventura desemejantes, ó seme-
jantes por aquello que obliga á decir que son una.
misma cosa ? Glauc. Ellas son semejantes. Soc. Se-
gún esto el hombre j u s t o , en quanto justo en
nada se diferenciará de una república justa j a n -
tes bien le será perfectamente semejante. Glauc. E s
cierto. Soc. Es a s í , -que nosotros hemos conclui-
do que nuestra república era j u s t a , porque las
tres clases que la componen , obraba cada una
conforme á su naturaleza y su destino : hemos
visto ademas que ella recibía de estas tres c l a -
ses y no de ningún otro afecto , ó disposición,
su prudencia , su fortaleza y su templanza.
Glauc. Esto es verdad. Soc. Si pues encontramos
nosotros, amigo m í o , en el alma del hombre,
tres partes que correspondan á los tres órdenes
de la república, y entre las quales reynen los
mismos afectos y subordinación, daremos al p a r -
ticular los mismos nombres que hemos dado á
la sociedad. Glauc. N o podremos rehusárselos.
Soc. Vednos pues metidos , estimado amigo , en
una qüestion muy implicada respecto del alma:
trátase de saber, si ella tiene, ó no en sí las tres
partes de que acabamos de hablar. Glauc. C i e r -
tamente , que esta qüestion es muy embarazosa:
veo muy b i e n , Sócrates, que lo que se dice c o -
munmente es c i e r t o , las cosas hermosas (12) son
difíciles. Soc. Pienso como vos , y sabed ademas,
amado G l a u c o n , que continuando baxo el m i s -
m o orden que hemos llevado hasta a q u í , soy de
sentir , que nos será imposible descubrir exacta-
mente lo que nosotros buscamos: porque el c a -
mino que debe conducirnos al término es mucho
mas largo. E n t r e t a n t o , puede ser que el método
de que nos valgamos , nos haga conocer la j u s -
ticia de un modo proporcionado á lo que hemos
ya descubierto (13). Glauc. Yo quedaré contento:
porque por ahora me parece que esto debe bas-
tarnos. Soc. También á mí me bastará lo mismo
que á vos. Glauc. Entrad pues en materia , y n o
os acobardéis.
Soc. E n verdad nos vemos precisados á c o n -
fesar , que los afectos y costumbres de una s o -
ciedad se encuentran en cada uno de sus indivi-
duos , porque no puede ser sino que de aquí p a -
saron ellos á la sociedad. En efecto , seria cosa
ridicula el creer, que este carácter iracundo y
f e r o z , propio de ciertas naciones , como de los
Taraces , de los Scytas y en general de los p u e -
blos que están al norte de la Grecia ; ó este e s -
píritu curioso y ambicioso de ciencia que con
razón puede atribuirse á nuestra nación; ó en fin
este espíritu de interés que caracteriza á los P h e -
nices y á los Egipcios, tomen su origen de otra
parte que de los particulares que componen cada
una de estas naciones. Glauc. N o tiene duda.
Soc. Esto seguramente es cierto, y no es precisa-
mente en este punto en el que consiste la dificul-
tad. Glauc. Ciertamente que no. Soc. L o que; v e r -
daderamente es difícil de decidir , es si son en eí
hombre tres principios diferentes, ó si es el mis»
(I 2)
9

mo principio , el que conoce , el que se irrita,


ei que se inclina acia el placer adicto al alimen-
to y á la conservación de la especie , y acia los
otros placeres de esta naturaleza ; ó si es el alma
toda entera ó una sola, parte del a l m a , lo que
produce en nosotros cada uno de estos efectos.
Ved aquí lo que es muy difícil de definir de u n
modo que satisfaga. Glauc. Convengo en ello.
Soc. Probemos á decidir por este camino , si son
en el alma tres principios distintos, ó uno solo
y un mismo principio. Glauc. Por qué camino?
Soc. Es cierto que un mismo sugeto no es capaz
á un mismo tiempo y en orden al mismo objeto,
de acciones ó pasiones contrarias. Si encontra-
mos pues que sucede algo parecido á esto en el
a l m a , concluiremos con certeza, que hay en ella
tres principios diferentes. Glauc. Muy bien.
•Soc. Poned atención en lo.que digo.. Glauc. D e -
cid. Soc. Un mismo cuerpo considerado baxo el
mismo respecto , puede estar á un mismo tiempo
en quietud y en movimiento ? Glauc. De ningún
modo. Soc. Asegurémonos mas aún , no sea que
nos encontremos embarazados en lo sucesivo. Si
alguno nos objetase que un hombre que está fixo
en p i e , moviendo solamente las manos y la c a -
beza , está á un mismo tiempo en quietud y en
movimiento : diríamos que esto no es hablar con
exactitud, y que debia decirse que parte dé su
/Cuerpo se movía , y parte estaba quieta. N o
es así? Glauc. Así es. Soc. Y si para aparentar
cierto ayre de gracejo y sutileza, insistiese en
sostener que los trompos y peones , ó quaíquiera
de estos cuerpos que dan vuelta sobre su exe,
sin mudar de sitio , está todo entero en quietud
y en movimiento á un tiempo mismo ; de n i n -
gún modo reconoceremos que estos cuerpos e s -
tén entonces en quietud y en movimiento baxo
del mismo respecto. Diriamos que se deben d i s -
tinguir en ellos dos cosas, el exe y la circunfe-
rencia : que según su exe ellos están quietos,
pues que este exe no se inclina á un lado ni á
otro ; pero que según su circunferencia ellos se
mueven con un movimiento circular : que si el
exe llegase á declinar á la derecha ó á la izquier-
da , acia delante ó acia t r a s , entonces seria a b -
solutamente falso el decir que estos cuerpos e s -
taban en quietud. Glauc. Y esta respuesta seria só-
lida. Soc. No nos confundamos pues por ninguna
de estas dificultades: jamás nos persuadirán ellos,
que una cosa m i s m a , mirada baxo el mismo
respecto , sea á u n tiempo mismo capaz de
acciones ó pasiones contrarias. Glauc. Por lo que
á m í toca , seguro está que me lo persuadan.
Soc. Con todo , para no detenernos demasiado
en recorrer todas estas objeciones , y manifestar
su falsedad: pasemos adelante, sentando por ver-
dadero el principio de que nosotros hablamos.
Convengamos solamente , que si en lo sucesivo
se nos descubriese falso , desde aquel momento
todas las conclusiones que nosotros habremos
sacado serán nulas. Glauc. Esto es lo mejor que
podemos hacer.
(i94)
Soc. Decidme ahora: hacer señal que se quie-
re una cosa , y hacer señal que no se quiere,
apetecerla y aborrecerla , atraerla á sí y recha-
zarla , son por ventura cosas opuestas , bien
sean acciones, bien sean pasiones? porque esto
nada importa. Glaiic. Téngolas por opuestas.
Soc. Ahora bien. E l h a m b r e , la sed y en g e n e -
ral los apetitos naturates ,.el deseo, la voluntad,
todo esto no está comprehendido baxo el género
de cosas de que nosotros acabamos de hablar?
Por exemplo , no se dirá de un hombre que tie-
ne algún deseo, que su alma apetece lo que de-
sea , que ella atrae á sí la cosa que quisiera t e -
ner , ó que en tanto que ella quiere que una cosa
le sea dada , le hace señas , por decirlo a s í , de
que se le acerque á manera de persona e n a m o -
rada (14), por el violento deseo que ella tiene
de poseerla ? Glauc. Es muy cierto. Soc. Pero el
tío querer , el no desear , el no apetecer (1 5) , no
es por suerte lo mismo que despreciar, y des-
echar de sí , cuyos afectos del alma son contra-
rios á los precedentes? Glauc. Sin disputa. Soc. Esto
supuesto , no diremos que hay en nosotros cier-
ta especie de apetitos naturales , y entre estos,
dos mas sensibles que los otros , que llamamos el
hambre y la sed? Glauc Sí. Soc. El uno no t i e -
ne por objeto la bebida , y el otro la comida?
Glauc. Es cierto. Soc. Pero la sed, en quanto sed,
es por ventura otra cosa en el alma , que el de-
seo de beber precisamente? Glauc. No. Soc. La
sed en sí misma tiene por objeto una bebida ca-
(iQ5)
líente ó fría , en grande ó en pequeña cantidad,
y en general de tal y tal bebida? ú mas bien, no
es cierto que si se junta á la sed una qualidad
caliente , esta qualidad añade al deseo de beber,
el de beber frió ; y si la qualidad es fría , el de
beber caliente ; que si-la sed es grande, se q u i e -
re beber mucho ; si es pequeña , se quiere beber
poco? Pero que la-sed tomada en sí misma no
es otra cosa que el deseo de beber, que. es su
objeto propio , al modo que el de comer , lo es
del hambre? Glauc:- Esto es verdad. Cada desea-,
tomado en sí mismo ¿ es solamente de su objeto
n a t u r a l , tomado también en sí mismo-: pero Jas
qualidades accidentales que se juntan-á cada d e -
seo , hacen que éste se mueva-acia tal ó tal o b -
jeto. Soc. Nadie venga p u e s á inquietarnos, como
á gente desprevenida, diciendo que. ninguno de-
sea simplemente el beber , sino una buena b e b i -
da , ni el c o m e r , sino Una buena comida; porque
todos desean las cosas buenas. Si pues la sed es
u n deseo , este deseo es de alguna co»a buena , 1

qualqttiera que sea su objeto , sea la bebida, sea


otra cosa, y lo mismo es dé los demás déseos»
Glauc, Con todo , esta objeción parece ser de
alguna importancia,
Soc. Pero no obstante , adverríd que las c o -
sas que tienen con otras una relación de q u a n -
tidad 4- de qualidad , son tales, porque consi-
deran ellas sus objetos baso este respecto: y al
contrario , las cosas tomadas en s i , miran sus
objetos tomados en sí mismos y despojados d s
N 2
<i 6)
9

todas sus qualídades accidentales. Glauc. N o lo


entiendo. Soc. Pues qué! vos no entendéis que
lo que es m a y o r , no es tal sino á causa de la
relación que tiene á otra cosa mas pequeña?
Glauc. Ya lo entiendo esto. Soc. Y que si es m u -
cho mayor , esto es respecto de otra cosa mucho
mas pequeña. No es así verdad ? Glauc. Es cierto,
Soc. Y que si ó ha s i d o , ó ha de ser algún dia
m a y o r , es porque tiene relación á una cosa que
ó ha ,sido, ó será mas pequeña? Glauc. N o t i e -
ne duda. Soc. Del mismo m o d o , lo mas tiene
relación con lo m e n o s , el doble con la mitad,
lo pesado, con lo ligero , lo mas veloz con lo
mas l e n t o , lo caliente con lo frió y así de lo
demás. No es. así como yo digo? Glauc. E n t e -
ramente. SoC. E n orden á las ciencias no sucede
también lo mismo ? L a ciencia en general tiene
por objeto todo lo que . puede ser sabido , ó al-
gún otro objeto qualquiera que este sea : poro
una determinada ciencia en particular tiene por
objeto tal ó tal conocimiento ; entendiendo por
este tal alguna cosa determinada. Por exemplo-j
luego que se hubo inventado la ciencia de-cons-
truir edificios, no se le dio el nombre de arqui-
tectura, porque se diferenciaba de Jas otras cien-
cias ? Glauc. Esto es verdad. Soc. Y por dónde
se distinguió ella , sino porque ella era tal,
que no se asemejaba a ninguna otra ciencia?
Glauc. Convengo en ello. Soc. Mas por dónde
fué ella t a l , sino porque tenia, tal objeto en par-
ticular l Y otro tanto dͣo de las otras artes
09?)
y de las demás ciencias, Glauc. Esto es así.
Soc. Vos comprehendereis sin duda ahora quál era
mi pensamiento, quando decía que las cosas
tomadas en sí mismas, consideran en. sí m i s -
mo el objeto al qual se refieren ; y que las co-
sas tales tienen relación á un objeto tal. N o q u i e -
ro decir con esto , que una cosa sea tal como
su objeto : por exemplo , que la ciencia de las
cosas que aprovechan ó que dañan á la salud,
sea sana , ó dañosa, ni que la ciencia del bien ó
del m a l , sea buena ó m a l a : pretendo solamente
que pues que la ciencia de la medicina no tiene
el mismo objetó que la ciencia en general, sino
u n objeto determinado , es decir , lo que es útil
ó dañoso á la salud, esta ciencia es también d e -
terminada ; lo que hizo que no se le diese sim-
plemente el nombre de ciencia , sino el de medi-
cina . caracterizándola por su objeto. Glauc. Com-
prendido vuestro pensamiento, y le tengo por
verdadero.
Soc. No colocáis la sed en el número de c o -
sas qué tienen relación á alguna .Otra ? Glauc. Sí,
y esto es á la bebida. Sóc. D e consiguiente, tal
sed tiene, relación á tal bebida: en lugar que
la sed en sí misma no es sed de una tal bebida,*
ni buena ni mala , ni en grande ni en pequeña;
cantidad, ni por decirlo de una v e z , revestida
de ninguna otra qualidad ; sino simplemente de
la bebida, de lo que naturalmente es la sed.
Glauc. Enteramente es-así. Soc. Luego el alma
de n n hombre que tiene simplemente s e d , no
(i98)
desea otra cosa que beber ; esto es lo que apetece,
á esto únicamente se inclina. Glauc. L a cosa es
evidente. Soc. Si pues quando ella se inclina
á beber , la retrae alguna cosa, este no puede
ser el mismo principio, sino distinto de aquel
que excita en ella la sed y la arrastra como á una
bestia acia la bebida : porque nosotros decimos,
que un mismo principio no puede producir dos
efectos opuestos en orden al mismo objeto.
Glauc. Ciertamente que no. Soc. Á la manera
• que se haría muy mal en decir de un flechero,
que con sus manos tira el arco acia s í y le
;

separa al mismo tiempo : pero se dice muy bien


de é l , que tira el arco á sí con la una mano , y
que le separa con la otra. Glauc. En todo tenéis
mucha razon.'Soc. N o se encuentran por ventura
algunas gentes que tienen sed , y no quieren
beber ? Glauc. Se encuentran con freqüencia y en
gran número. Soc. Q u é pensaríamos de estas
gentes, sino que hay en su alma un principio
que les manda beber , y otro que se lo prohibe,
el qual predomina al primero? Glauc. Por lo que
á.mí hace, así lo pienso. Soc. Este principio que
les prohibe el beber, no es á dicha , la razón?
mas aquel que les mueve y les impele, no es
unaconseqüencia de la enfermedad ó de algún
otro afecto del cuerpo ? Glauc. Es evidente.
Soc. Con justicia pues decimos, que estos son
. dos principios distintos el uno del otro , y que
nosotros llamamos razón á esta parte de nues-
tra alma que es un principio del raciocinio; J
apetito sensitivo , privado de r a z ó n , amigo de
regocijos y de placeres , á esta otra parte que
es en ella el principio del a m o r , de la hambre,
de la sed y de los otros deseos , tras los quales
se va precipitada. Glauc.- N o sin mucha razón
los miramos como distintos.
Soc. Demos pues por sentado que en nuestra
alma se encuentran estos dos principios diferen-
tes : mas por lo que hace á la ira ( i ó ) , y á lo
que causa en nosotros la cólera es acaso un t e r -
cer principio ? ó , por suerte, seria de la m i s -
ma naturaleza que alguno de los otros dos¿
Glauc. Tal vez pertenece al apetito sensitivo.
Soc. Creólo muy bien , por lo que en otro t i e m -
po oí decir , que Leoncio hijo de Aglayon , s u -
biendo un dia del Pireo á la ciudad por lo l a r -
go de la muralla del norte , descubrió de léxos
los cadáveres que de la parte de afuera estaban
echados en la cloaca , y sintió al mismo tiempo
un deseo vehemente de.acercarse á verlos, y u n a
repugnancia mezclada con aversión á semejante
objeto. Resistió por largo tiempo , y se Cubrió el
rostro ; pero vencido al fin por la violencia de
«u deseo , corrió acia estos cadáveres , y abrien-.
do los ojos quanto pudo , les d i x o : Ahora bisn\
infelices, saciaos a vuestro placer , con la vista
di.tan hermoso espectáculo. Glauc. También yo he
oido contar lo mismo. Soc. Esto nos hace ver que
la ira se opone en nosotros muchas veces á los
deseos , y por consiguiente que lo uno es muy
distinto de lo otro. Glauc. Asi es la verdad. Sec.No
N 4
( 20Ó )
advertimos también en muchas ocasiones, que
quando alguno se siente arrastrado de s u s ' d e -
seos á pesar de la razón*, se reprehende á sí m i s -
mo , y se irrita contra aquello que le hace v i o -
lencia , y que en esta especie de sedición la c ó -
lera se pone siempre de parte de la razón? Pero
jamás habréis experimentado en vos mismo , ni
advertido en los otros , que la ira se oponga á la
razón , quando por su orden ayuda á nuestros
deseos en la consecución de su objeto. Glauc. Por
cierto que no. Soc. N o es también cierto , que
quando uno cree hacer mal , quanto mas gene-
roso fuese su modo de p e n s a r , tanto menos se
ofende de lo que tenga que sufrir de parte de
otro , como h a m b r e , frió, ó cosas tales , q u a n -
do considera que aquel tiene razón de tratarle
de este modo ; en términos que según decia, su
cólera no sabría irritarse contra él? Glauc. N o hay
cosa mas cierta. Soc. Pero quando estamos p e r -
: suadidos que se nos hace injusticia, nuestra ira
n o se inflama y se embravece entonces, y toma
el partido de lo que le parece justo? y en vez de
dexarseavasallar déla hambre,del frió,ó de otras
tales incomodidades, no las sufre y las vence,
sin cesar un momento de hacer generosos esfuer-
zos , hasta que se haya vengado, ó que la muer-
te le haya quitado el aliento , ó q u e , á la m a -
nera que un pastor apacigua su p e r r o , la razón
le haya aplacado y suavizado? Glauc. Esta c o m -
paración es tanto mas n a t u r a l , quanto , según
lo que hemos dicho , en nuestra república ios
(201 )
guerreros deben estar sujetos á los magistrados,
como los perros á sus pastores.
Soc. Vos comprehendeis muy bien lo que yo
quiero decir: mas os ruego que hagáis aún otra
reflexión. Glanc. Qué reflexión es ésta? Soc. Q u e
la ira nos parece ahora cosa muy diferente d e
lo que la hemos creído de pronto. Nosotros p e n -
sábamos que ella era parte del apetito sensitivo;
ahora estamos muy distantes de creerlo , y n o -
sotros vemos que quando se levanta alguna s e -
dición en el alma , ella toma siempre las armas
en favor de la razón. Glauc. Enteramente es así.
Soc. Pero es diferente de la razón , ó tiene algo
común con e l l a ; de suerte que no haya en el
alma tres , sino dos partes , la racional y la con-
cupiscible ? ó mas b i e n , como nuestra república
consta de tres clases, de mercenarios, de g u e r -
reros y de magistrados ; el apetito irascible es
también en el alma un tercer principio cuyo des-
tino sea por naturaleza el de ayudar á la razón,
á menos que se haya él corrompido por una
mala educación? Glauc. Necesariamente es un
tercer principio. Soc. Muy bien: pero nos es f o r -
zoso manifestar que es distinto de la razón , así
como hemos demostrado que lo era del apetito
sensitivo. Glauc. Esto no es difícil: porque qual-
quiera puede observar que los niños , caíi al pun-
to que han nacido , están muy dominados de la
ira. Mas la razón no Les llegó aún , y en mi s e n -
tir jamás les viens á a l g u n o s , y aún á la mayor
parte no les llega sino muy tarde. Soc. P a r diez
(202)
que vos decís muy b i e n : y aun en prueba d e
ello , podia alegar alguno lo que se observa en
los animales. Podíamos también traer en testi-
monió el verso de Homero citado mas arriba (a):
Ulises se hirió el pecho , y alentó con estas pala-
bras su corazón abatido : porque es evidente que
Homero representa aquí como dos cosas distin-
tas j de una parte la>razonque riñe después de
haber reflexionado sobre lo mejor y p e o r ; de
otra , la cólera ciega que experimenta sus r e -
prehensiones. Glauc. Esto está perfectamente bien
dicho.
Soc. E n fin, aunque con gran trabajo , h e -
mos conseguido manifestar-con bastante clari-
d a d , que en el alma del hombre hay tres prin-
cipios que corresponden á cada, uno de los tres
órdenes del estado. Gláuc. Así es. Soc. N o es a h o -
ra como preciso , que la república y el particu-
lar sean prudentes del mismo modo y por el
mismo principio ? Glauc. N o tiene duda. Soc. Y
que el particular sea fuerte de la misma manera
y por la misma razón que la república : en una
p a l a b r a , que todo lo que contribuye á la virtud
se encuentre del mismo modo en el uno que en
el otro? Glauc. E s muy necesario. Soc. Por t a n -
t o , pienso que diremos, mi amado G l a u c o n , q u e
2o que hace á la república j u s t a , hace igualmen-
t e justo al particular. Glauc. También esto es
¡muy preciso. Soc. Pues no nos hemos olvidado,

lo) Odys. so. v. if.


(203)
de que ía república es j u s t a , quando eada un©
de los tres órdenes que la componen hace úni-
camente lo, que es de su oficio. Glauc. Creo
que lo tengamos muy presente., Soc. Debemos
pues tener en la memoria que cada qual de n o -
sotros será justo y vivirá arreglado , quando cada
una de las potencias del alma obre allá en su
interior del modo que mas conviene á su n a t u -
raleza. Glauc. Y mucho que deberemos acordar-
nos. Soc. Luego á la razón conviene el mandar,
siendo ella en quien reside la prudencia , y la que
tiene inspección sobre toda el alma ; y á la ira
el obedecer y ayudarla. Glauc. Todo es así como
decís. Soc. Por qué otra vía pues se podrá con-
servar una perfecta consonancia entre estas dos
partes , sino por esta mezcla de la música y de
la gymnástica de que hemos hablado mas arriba,
cuyos efectos s e r á n , de un lado, alimentar, d i -
latar., y fortificar la razón con discursos hermor
sos y con el estudio de las ciencias; de otro*
lado , remitir , suavizar , y apaciguar la cólera
con el encanto del número y de la armonía?
Glauc. Yo no yeo otro medio de concordarlas
entre sí. Soc. Estas dos partes del alma , de este
modo adiestradas é instruidas de su verdadera
obligación., tendrán á raya al apetito sensitivo,
que ocupa la mayor parte de nuestra alma en-
orden á- todo ,- y que por su naturaleza es insa-
ciable. Ellascuidarán , no sea que repleto de los
placeres corporales se aumente y fortifique de
m a n e r a , que no solo se salga de los límites..da
(204)
$,i(8Íeber, sino que pretenda esclavizarlas y t o -
rnarse sobre ellas una autoridad que no le com-
pete , y que causaría en las costumbres un e x -
traño desurden. Glauc. Enteramente es así. Soc. Si
pues los enemigos de afuera vienen á atacar á
este hombre , ellas le defenderán muy b i e n ; por
quanto la razón con su consejo tomará medidas
convenientes para la seguridad del alma y del
cuerpo : y la irá combatiendo baxo sus auspicios,
y ayudada de la fortaleza , executará las ó r d e -
nes de la razón. Glauc. Es muy cierto.
Soc. Creo pues' que el hombre merece el
nombre de fuerte , quando su ánimo incapaz de
ser conmovido por el placer y por el dolor, teme
ó desprecia los peligros que la razón le manda
temer ó despreciar. Glauc. Muy bien. Soc. Él -es
prudente por esta pequeña parte que manda en
e l , y d i las ó r d e n e s ; la qual sola sabe lo que es
útil á cada una de por sí y á toda la comu-
nidad compuesta de estas tres partes. Glauc. N o
tiene duda. Soo. Y q u é ! no es él templado por
la amistad y armonía que reynan entre la parte
<jue manda y las que obedecen ; quando estas
dos últimas están de acuerdo en que á la razón
le toca el mandar , y no se revelan contra ella?
Glauc. L a templanza no puede tener otro p r i n -
cipio ora sea en el estado , ora en el particular.
Soc. E n fin por todo esto será él también justo,
•como hemos dicho muchas veces. Glauc. Sin dis-
p u t a . Soc. H a y , por ventura, al presente alguna
c o s a que nos impida reconocer que la justicia
(205) / _
en el hombre es la misma que en la r e p ó b l v - ca

Glauc. Me parece que no. Soc. Si nos q u e d l ase

aún alguna duda sobre esto , nosotros la e n -


vaneceremos , examinando las eonseqüenciasV^
la doctrina precedente., Glauc. Quáles s o n a -
tas conseqüencias ? Soc. Por exemplo , si se rV'^~
tase respecto de nuestra -república y del p a r \ t l _

cular formado sobre su modelo por la n a t u r a -


leza y por la educación , de examinar entre n o -
sotros si este hombre podria convertir en prox ^~ v

chó suyo un depósito de oro ó de plata ; p e n s SHls

vos que hubiese alguno que le creyera otro t a \ 11_

to ó mas capaz de una acción tal , que aquel¡t° s

que no se criaron de este modo? Glauc. Yo


lo pienso. Soc. N o seria igualmente incapaz á! e

despojar los t e m p l o s , de robar , de hacer trac-


ción al estado , ó á sus amigos? Glauc. Sí lo se'-
ria„ Soc. Y de faltar de ningún modo á sus j u r a -
mentos y á sus promesas? Glauc. Cómo es p o -
sible? Soc?El adulterio, la falta de respeto á los
padres y de piedad para con los dioses , son aún
delitos que-á qualquier otro convienen mas que
á éste. Glauc. E n efecto, es asi. Soc. L a causa de
todo esto , no es la subordinación establecida
entre las partes de su alma , y la aplicación de
cada una de ellas á cumplir sus obligaciones,
unas de mandar y otras de obedecer ? Glauc. N o
puede ser otra. Soc. Pero conocéis vos alguna otra
virtud queTá justicia que pueda formar hombres
y repúblicas de este carácrer? Glauc. E n verdad
que n o . Soc. Ahora pues vernos con toda c i a d -
(20Ó)
dad , lo que de pronto no hacíamos sino mirar
como un sueño , que algún dios nos habia d i r i -
gido en el plan de nuestra república , y guiado
sobre las huellas de la justicia..Glauc. Esto es
cierto.
Soc. Por t a n t o , mi amado G l a u c o n , quando
exígiamos nosotros que.el que nacía para z a p a -
tero , carpintero y así de los demás , desempeña-
se bien su oficio, sin meterse en otra cosa ; d i -
señábamos , sin saberlo, la imagen de la justicia,
la qual ha contribuido para hacernos descubrir la
justicia misma. Glauc. Así parece. Soc. L a justicia,
en efecto , se asemeja perfectamente a esta ima-
gen.,, con tal que ella no se limite á las acciones
exteriores del h o m b r e ; si no que arregle su i n - I
terior, no permitiendo que ninguna de las p a r -
tes de su alma haga otra cosa que lo que le cor-
responde , y prohibiéndoles entremeterse en sus
derechos respectivos. Ella quiere que el hombre
después de haber bien dispuesto todas las cosas
de adentro , de haberse hecho dueño y amigo de
sí m i s m o , de haber establecido el orden y la
correspondencia entre estas tres partes , puesta
entre ellas una perfecta, consonancia , como e n -
tre los tres tonos extremos de la armonía la o c -
tava , la baxa y la q u i n t a , y si hay aún a l g u -
nos otros tonos intermedios, de haberlas unido
y liado unas con otras , de suerte que de este
conjunto resulte un todo bien dispuesto y bien
concertado ; ella quiere , digo yo , que entonces
«1 hombre empieze á obrar de este modo , ora
(2OJ0
trate de juntar riquezas, ora de cuidar de SVL
cuerpo , ora lleve una vida privada, ora se m e z -
cle en los negocios públicos, que en todas estas
circunstancias, dé el nombre de acción justa y ho-
nesta á toda acción que produce y mantiene en
él este bello o r d e n , y el nombre de prudencia
á la ciencia que preside á las acciones de esta
naturaleza : que al contrario llame acción injusta,
la que destruye en él este orden, é ignorancia la
opinión que dirige semejantes acciones. Glauc. N o
hay teosa mas cierta , mi amado S.ócrates, que lo
que vos decís. Soc. Por tanto no temeremos e n -
gañarnos m u c h o , asegurando que hemos encon-
trado lo que es un hombre justo , una sociedad
j u s t a y en qué corwiste su justicia. Glauc. Por
cierto, no tendremos nada que temer. Soc. L o
aseguraremos ? Glauc. SL Soc. Sea así pues. R é s -
1

tanos a h o r a , pienso yo examinar la injusticia.


Glauc. Claro está.
Soc. Ella debe ser una sedición entre las tre?
partes del alma que se dirigen á lo que no e§
de su inspección , usurpando el destino de o t r a , y
una insolente sublevación de una parte contra el
todo, para tomarse una autoridad que no le corres-
ponde , siendo de su naturaleza nacida para o b e -
decer. De éste principio p u e s , diremos nosotros,
que. nacen la turbación, el error, la injusticia, la
intemperancia, la cobardía y la ignorancia , e n
u n a palabra todos los vicios. Glauc. Esto es cier-
to. Soc. Pues que nosotrou conocemos la n a t u r a -
leza de la justicia y de la injusticia, nos será c o -
(208)
nocido también lo que son las acciones justas y
las injustas. Glauc. Cómo es esto ? Soc. Porque
ellas son respecto del a l m a , 3o que las cosas s a -
nas y dañosas en orden al cuerpo. Glauc. E n qué?
Soc. E n que las cosas sanas dan la salud , y las
dañosas engendran enfermedades. Glauc. Cier-
tamente. Soc. D e la misma manera las accio-
nes justas, producen la justicia ; y las acciones
injustas, la injusticia. Glauc. Es preciso. Soc. D a r
la salud, es establecer entre los humores del
cuerpo el equilibrio natural que sujeta los unos
á los otros : engendrar la enfermedad, es hacer
que un humor domine sobre los otros , contra
las leyes de la naturaleza. Glauc. Esto es v e r -
dad. Soc. Por la misma r a z ó n , producir la j u s -
ticia no es otra cosa que establecer' entre las
partes del alma la subordinación que la n a t u r a l e -
za ha querido que allí reyne: promover la injus-
ticia , es dar á una parte sobre las otras un
imperio que es contra naturaleza. Glauc. Está
inuy bien.
Soc. L a virtud p u e s , si puede hablarse' así,
es la s a l u d , la belleza y buena disposición del
alma : el vicio al contrario , la enfermedad , la
fealdad, y la languidez. Glauc. Esto es así.
Soc. L a s acciones honestas no contribuyen á ex-
citar en nosotros la virtud, y las acciones torpes
á producir en nosotros el vicio ? Glauc. N o tiene
duda. Soc. N o nos falta por consiguiente sino
examinar si es útil hacer acciones j u s t a s , aplicar-
se á lo que es honesto, y ser justo ora sea }
(2og)
conocido por t a í , ora no : ó cometer injusticias
y ser injusto , aún quando no se tubiese el t e -
mor de ser castigado , y de arrepentirse m e j o -
rado con la corrección. Glauc. P e r o , Sócrates,
me parece cosa ridicula detenernos mas en se-
mejante examen : porque, si quando la comple-
xión del cuerpo está enteramente arruinada , la
vida llega á ser insoportable, aún en la a b u n -
dancia de las mas delicadas comidas y bebidas,
en el seno mismo de la opulencia y de los h o -
nores , y aún en el mando de todo el mundo;
con mas poderosa r a z ó n , quando el alma prin-
cipio de nuestra vida , está alterada y corrom-
pida , debe sernos pesado el vivir aún quando
por otra parte se tenga el poder de hacerlo t o -
do , salvo de libertar al alma de su injusticia y
de sus vicios y procurarle la adquisición de la
justicia y de la v i r t u d , sobre todo después del
juicio que hemos, hecho de la naturaleza de la
una y de la otra. Soc. Seria en efecto cosa r i d i -
cula detenernos en este examen ; pero pues que
nosotros hemos llegado al punto de poder c o n -
vencernos de esta verdad con la mayor certeza,
no debemos pararnos a q u í , ni perder ánimo.
Glauc. Por D i o s , que nos guardemos mucho de
apocarnos.
Soc. Acercaos pues , y registrad baxo qúantas
especies diferentes y curiosas se divierte en dis-
frazarse el vicio. Glauc. Ya os sigo : mostrádme-
las. Soc. E n quanto yo puedo descubrir de la a l -
tura á donde el hilo de esta conversación nos ha
®
(210)
conducido, me parece que la forma de la virtud
es una (17) , y las del vicio son innumerables:
con todo pueden reducirse á quatro , de las q u a -
les es del caso hablar aquí. Glauc. Qué es lo que
vos queréis decir? Soc. Quiero yo decir , que el
alma tiene otros tantos caracteres diferentes,
quantas son las diferentes formas de gobiernos.
Glauc. Quántas contais vos? Soc. Cinco especies
de gobiernos, y cinco caracteres del alma.
Glauc¿ Nombrádmelas. Soc. Vedías a q u í : la p r i -
mera forma de gobierno es la que acabamos de
exponer ; pero se le pueden dar dos nombres:
si uno solo gobierna se llamará monarquía, y
si la autoridad está dividida entre muchos , aris-
tocracia. Glauc. Muy bien. Soc. Comprehendo yo
estos dos nombres baxo una sola forma de g o -
bierno ; porque bien sea que el mando esté en
manos de uno solo ó en las de muchos, no se
alterarán en nada las leyes fundamentales del
gobierno , mientras que los principios de la e d u -
cación que hemos dado estén allí en práctica.
Glauc. Es muy regular.
(211)

NOTAS
Á LA REPÚBLICA D E PLATÓN.

COLOQUIO PRIMERO.

(i) Juttlcia. S e h a d e entender p o r e s t e nombre e n


q u a n t o es objeto d e l p esente d i á l o g o , l o q u e en c o m ú n
llamamos virtud , y d e o t r o m o d o hombría d e b i e n , ó
c o n c i e r t o y a r m o n í a u n i v e r s a l d e las a c c i o n e s : e s d e c i r ,
aquel h á b i t o d e v i v i r e n un todo c o n f o r m e al dictamen
d e l a r e c t a razón , y constituye al que le posee en l a
c l a s e d e h o m b r e j u s t o . T o m a d a l a j u s t i c i a en este s e n t i -
d o generalísimo , se identifica c o n l a r e p ú b l i c a concer-
t a d a y e s t r e c h a m e n t e unida , d e forma que p a r e z c a no
m a s d e una sola a l m a ; y l a v e r d a d e r a república equi-
v a l e á l a j u s t i c i a d e todos los c i u d a d a n o s , por l a q u a l
c a d a uno desempeña su c a r g o ú oficio c o m o ee d e b i d o .
En a l g o no o b s t a n t e pueden d i s t i n g u i r s e , en q u a n t o la
república es c o m o el argumento y materia de q u e sé
v a l e j y la justicia es c o m o e l fin y término : d e m o d o
q u e P l a t ó n t o m a poy objeto una r e p ú b l i c a , con e l fin d e
m a n i f e s t a r en g r a n d e en términos q u e á n a d i e s e l e o c u l -
t e la'naturaleza de la justicia.
(a) Pireo. C é l e b r e puerto d e A t e n a s d i s t a n t e d e e s t a
c i u d a d cosa d e c i n c o m i l pasos. F u é edificado por T h e -
m i s t o c l e s , en v i s t a d e l a p o c a c a p a c i d a d d e p u e r t o F a -
lero. D i c e P l i n i o q u e era c a p a z d e abrigar mil naves;
p e r o E s t r a b ó n , q u e e s m a s e x a c t o en esto , no l e d á m a s
ámbito q u e para quatrocientas. D e los bellos pórticos
q u e refiere P a u s a n i a s y d e l o s hermosos edificios d e la
p o b l a c i ó n a n t i g u a , solo subsiste e l q u e s i r v e d e aduana
y a l m a c é n , y d e las largas murallas q u e se extendian
desde el puerto á la ciudad y fueron destruidas por
Syla, apenas s e descubren los c i m i e n t o s .

O2
(212)
(%) A orar. C i n c o puntos insisúa Platón en la in-
troducción de este d i á l o g o , q u e son c o m o otras tantas
piedras fundamentales sobre q u e se sustenta una repú-
blica i á saber , las s o l e m n i d a d e s s a g r a d a s , la amistad,
l a prudencia y consejo d e ios a n c i a n o s , el afecto mode-
r a d o de las r i q u e z a s y la u t i l i d a d de ellas para sostener
los derechos de la v e r d a d , c o m p a ñ e r a inseparable de la
j u s t i c i a . E n este primer p u n t o , con la o r a c i ó n y la a d o -
ración , sacrificios y v o t o s de los asistentes á las s o l e m -
nidades sagradas , se i n d i c a n la piedad y religión, dos
firmes fundamentos d e l estado y d e la j u s t i c i a y demás
virtudes, necesarias ala sociedad; añadiéndose á estos
c o m o tercero la esperanza d e los premios y temor de las
penas , que acaso es el mas poderoso de los tres para
aontener la m u l t i t u d .
(4) D'tota. Créese comunmente que se trata a q u í de
M i n e r v a , l l a m a d a en A t e n a s por antonomasia l a diosa:
p e r o m a s bien se puede creer con Orígenes que habla
aquí Platón de D i a n a , en c u y o honor S Í celebraba la
fiesta que dio m o t i v o á Sócrates^ á una m u l t i t u d de
atenienses para baxar al P i r e o . A causa de esto en l a
pompa , ó procesión se h a c e m e n c i ó n de los traces que
estaban á sueldo de los atenienses para custodiar el
puerto , y que honraban á Diana con el nombre de
Bendis ; d e d o n d e esta fiesta es l l a m a d a por Thrasimaco
a l fin de e s t e c o l o q u i o , Bendideia. Muy p a r e c i d a era á
l a de los B a c a n a l e s , y según Proclo, se celebraba el
diez y n u e v e del mes Targeiion , que corresponde á p a r -
t e de nuestros meses M a y o y Junio. Su institución de-
c l a r a b a , q u e se a p l i c a r í a por los dioses^presidentes d e la
fiesta , l a 'aversión exterior q u e m a n i f e s t a b a n los g r i e g o s
á todo d e s c e n d i e n t e de raza de bárbaros. S i n duda l a i n -
t r o d u x e r o n a l l í los traces conforme al uso y costumbre
d e su país , y a d o p t á r o n l a en t i e m p o de P l a t ó n los ate-
nienses por e x t r e m o zelosos de todo lo e x t r a n g e r o , has-
t a d e los d i o s e s d e los bárbaros ; de m o d o que por te-
m o r q u e a l g u n o d e ellos se q u e x a s e de q u e le desprecia-
ban , l e v a n t a r o n t a m b i é n ara al D i o s d e s c o n o c i d o .
(5) Procesión. E n griego pompe. Ceremonia pagana
(2T3)
e n l a qual se llevaban procesionalmente las estatuas dé
los dioses , y cerno estas ceremonias se h i c i e s e n c o n m a g -
nificencia y grande aparato , se usó posteriormente de
d i c h a p a l a b r a en e s t e ú l t i m o sentido. Grou.
(6) Nietas E s t e es el famoso N i c i a s q u e pereció en
el sitio d e S i r a c u s a , durante la guerra del Peloponeso.«
Grou. ,
(i) Hachas ó caballo. Certamen equestre lampadario
que se celebraba en A t e n a s en las fiestas de Minerva,
d« P r o m e t h e o y de V u l c a n o . P a u s a n i a s en su attico re-
fiere que en la a c a d e m i a h a b i a un altar d e d i c a d o á P r o -
m e t h e o , desde el q u a l a c i a la c i u d a d corrían los com-
petidores llevando en su mano una hacha encendida.
Aquel que la c o n s e r v a b a así h a s t a l l e g a r al te'rmino d e
su c a r r e r a , g a n a b a la v i c t o r i a : pero si se apagaba en
m a n o s del q u e corrí-a p r i m e r o , p e r d í a y a toda esperan-
z a de vencer. U n segundo o c u p a b a su lugar y l u e g o un
tercero , y si por d e s g r a c i a se a p a g a b a e l h a c h a en m a n o
d e todos los concurrentes á n a d i e se adjudicaba el pre-
mio. A e s t e c e r t a m e n h a c e alusión L u c r e c i o , q u a n d o ea
e l libro 3. d i c e , h a b l a n d o d e las g e n e r a c i o n e s que s e s u -
c e d e n unas á otras : 1
et quasi cursores mtai lampxda tra-
dnnt , y c o m o corredores se entregan unos á otros la a n »
torcho: d e la v i d a . P a r é c e m e con S i m p l i c i o q u e los ate-
nienses en obsequio de la diosa D i a n a resolvieron, o f r e -
cer al p ú b l i c o este e s p e c t á c u l o en su solemnidad. Juan
Meursio era d e sentir que el certamen de que habla
Flatón ;
en este l u g a r , fué el que dio principio á las
Panatsneat m e n o r e s , que se c e l e b r a b a n todos los a ñ o s ,
á diferencia de las m a y o r e s que eran cada cinco. Pu-
dieron muy bien celebrarse en seguida de la fiesta
Bendidiiz el 20 del m e s t a r g e l i o n , c o m o insinúa Proclo
en el comentario primero al Timeo de P l a t ó n ; pero
del t e x t o de este filósofo no p u e d e inferir Meursio lo
que p r e t e n d e , siendo c i e r t o que el certamen lampada-
rio, y la fiesta cbarisia ó pannychido , se refieren allí
c o m o .partes .continuadas de las fiestas Bendideiás.
(8) La fiesta. Llamada en griego •Gdvwyis, por-
que la celebraban, pasando toda la noche en vela,

03
(214)
divirtiéndose con bayles y danzas e n 'obsequio de las
Gracias, a. c u y a c a u s a fué l l a m a d a también esta fiesta
cbariiia Al vencedor , que era ei q u e mas sufrimiento,
tenia para resistir el sueño y c a n s a n c i o , se le asignaba
por premio tina, torta. L a pieza intitulada pervigiiium
vmeru , ó vigilia de\las fiestas d e Venus , debió c o m -
ponerse en ocasión muy semajante á ésta : no pudién-
dose dudar q u e los latinos hubiesen tomado el modelo
de los griegos.
(9) Lisias. C é l e b r e orador griego , nacido en Sira-
cusa año 4 $ 9 antes d e J e s u C h r i s t o y llevado á Atenas
por Céphalo su padre , d o n d e l e educó con particular
esmere. Con sus arengas se adquirió una reputación
extraordinaria , y con sus lecciones y / escritos formó
muchos discípulos en la eloquencia. Á Ja exposición
clara y suelta d e l a s u n t o , juntaba una elocución pura
y e s c o g i d a , una noble sencillez , un hermoso natural y
una e x a c t a ' p i n t u r a da las costumbres , y de los c a r a c t e r e s .
P u e d e formarse a l g ú n c o n c e p t o , por el discurso que se h a l l a
en la primera parte del P h e d r o de P l a t ó n . E s c a n d o el S e -
n a d o de A t e n a s para s e n t e n c i a r á S ó c r a t e s , le l l e v ó L i s i a s
una defensa m u y t ' a b a j a d a y p a t é t i c a , a d a p t a d a á su d e s -
g r a c i a d a situación. L e y ó l a S ó c r a t e s con g u s t o y le dixo:
3>Como si m e hubieseis t r a i d o unos zapatos á la sieyo-
sjnana ( q u e e n t o n c e s eran de m o d a ) no m e serviría yo
« d e ellos , por no. convenir á un filósofo 5 así vuestra
« d e f e n s a m e p a r e c e e l o q u e n t e y conforme á las reglas de
j i l a r e t ó r i c a , pero no m u y conveniente á la grandeza y
«firmeza de alma dignas de un s a b i o . » Murió en edad
muy a b a n z a d a el año 3 7 4 antes de Jesu Christo.
Euziíiemo era u n . s o f i s t a , de quien se burla Platón
en el diálogo*que l l e v a su nombre.
(10) De Calcedonia. Serrano traduce cartaginés , a u n -
que sin f u n d a m e n t o , porque las ediciones de Enrique
Estefano. y la d e D o s - p u e n t e s escriben '%O.KY.H¿'ÓVIOV , bien
que la verdadera ortografía sea Xcia^hcÍVi'W •, c o m o se
e n c u e n t r a en el M . S. de la Real Biblioteca estante
N. c o d . 3 6 . fol. 1. b. y lo atestigua E s p a h e m con las
m e d a l l a s , M e m n o n c i t a d o por P h o c i o y la colección de
(sis)
cánones d e l a I g l e s i a universal. D e esta escritura se i n -
fiere c l a r a m e n t e q u e h a b l a d e un h o m b r e natural d e C a l -
cedonia d e A s i a sobre el Bósphoro , y de consiguiente
q u e está e q u i v o c a d a l a versión d e Serrano , q u e solo t e n -
dría l u g a r l e y é n d o s e Kap^»J\íviw. E r a un sofista atre-
v i d o , insolente y d e s v e r g o n z a d o , c a r á c t e r p r o p i o de l o s
d e su profesión , q u e á toda c o s t a y sin buenas razones
q u e r i a sostener el p a r t i d o d e l a injusticia , esparciendo
m a s d e q u a t r o c i e n t o s años antes d e J e s u - C h r i s t o l a s p e r -
v e r s a s s e m i l l a s d e los monstruosos s i s t e m a s de M a c h i a -
velo y Tomas Hobes.
(n) Sacrificio doméstico. E n tiempo de Platón e s t a -
ba y a i n t r o d u c i d o entre los griegos e l tener la gente
principal y a c o m o d a d a altares d o m é s t i c o s , d o n d e ofre-
c í a n sus sacrificios. Xenophonte lib. i . M e m o , dice d e
S ó c r a t e s : « Q u e se l e v e i a m u c h a s v e c e s sacrificando en
« c a s a ; pero m a c h a s mas sobre l a s aras públicas de la
« c i u d a d . » E s t e l u g a r d e P l a t ó n confirma l o m i s m o en l a
persona d e l anciano C é p h a l o , á q u i e n e n c o n t r ó Sócrates
en t r a g e d e sacrificado! , y desó la conversación por
a c u d i r a! sacrificio q u e ofrecía en su casa. E s t a costum-
bre q u e en l o s de abanzada edad , ó imposibilitados de
acudir á los,templos p ú b l i c o s seria t o l e r a b l e , la r e p r e -
hende Platón en el lib. í o . d e las leyes di.iendo ; « Q u e
«rjngun particular tenga e n su c a s a capilla ó altar : y
« q u a n d o quiera ofrecer sacrificios , v a y a á los tempjos
«públicos , y ponga sus v i c t i m a s y ofrendas en mnnos
«de los sacerdotes , á q u i e n e s está confiada la santidad
« d e l o s aleares , y h a g a su o r a c i ó n , á la qual podrán
«juntarse l o s asistentes ; porque el consagrar altares no
«pertenece á todo el m u n d o , sino q u e e s ' o b r a d e una
«inteligencia m u y ilustrada."
(ia) Amigas. L a a m i s t a d e s o t r o d e l o s fundamentos
d e una r e p ú b l i c a insinuados por P l a t ó n , siendo el v í n -
c u l o q u e m a s une y e s t r e c h a entre sí á sus miembros p o r
3a b e n e v o l e n c i a y deleite que engendra el trato recípro-
c o d e los a m i g o s . P o r d e s g r a c i a d e las s o c i e d a d e s es t a n
j a r a esta v i r t u d , q u e siendo n o p e q u e ñ o e l n ú m e r o de
personas q u e c a d a u n o d e sus i n d i v i d u o s s e v é n e c e s i t a d o

04
(Ql6)
á t r a t a r , apenas s e encuentra un v e r d a d e r o a m i g o . P a r a
discernirle d e l q u e n o l o e s , c o n v e n d r á tener presenta
l a s q u i n c e maneras de amor con q u e se aman l o s h o m b r e s ,
á saber : « A m o r cumplido , amor d e Jinage , amor da
« d e u d o , a m o - verdadero , amor d e i g u a l d a d , amor da
« p r o v e c h o , amor d e menester , amor d e barata , a m o r
« d e v e n t a j a , amor d e l t i e m p o , amor d e palabra , amor
« d e c o r t e , amor d e f i c c i ó n , amor d e d a ñ o , amor d e e n -
«gaño.» según enseña Don Juan Manuel, nieto d e l
Santo R e y D o n Fernando en el libro d e los Consejos
que dio á su h i j o , i n t i t u l a d o Enfenido , donde a l c o n -
cluir hablando d e los a m i g o s verdaderos dice: «aves
«vos podría d e c i r q u e falle d e tales a m i g o s m a s d e u n o ,
«et non l o quiero nombrar por non m e perder con los
«otros.»
(13) ¿4>,ctanot. L a prudencia y consejo d e los a n c i a -
nos e s e l tercer cimiento sobre que e s p e c i a l m e n t e e s -
triban l o s ' e s t a d o s ; habiéndose visto algunos reparados
por los viejos , y arruinados m u c h o s por los jóvenes.
De aquí la máxima de Eschines , «que entonces se s a l -
ivará con e s p e c i a l i d a d l a r e p ú b l i c a , quando al conse-
j o d e los ancianos se j u n t e l a fuerza d e los j ó v e n e s .
(14) Umbral de la vejez. r¡ífowí cvfcs, como si.
dixesemos el último término d e . la vida humana, del
qual á l a m u e r t e solo q u e d a u n paso que andar. F r a s e
m u y usada en H o m e r o y H e s i o d o , y atribuida por J u l i o
Polux á Hyperides , como esta otra su equivalente:
Ew¡ ¡Pwry.cLiífiíou,en el ocaso de la vida. Tómalo aquí
Platón como por p r o v e r b i o , y atendiendo solo á los
usos y respetos del m u n d o , tendriase á gran impru-
dencia y por m u y m a l c u m p l i d o hablarle á un v i e j o de
s u e d a d , y decirla e n s u c a r a q u e n o estaba laxos d e
l a m u e r t e ; pero es u n filósofo e n c u y o nombre se tiene
este l e n g u a g e c o n u n viejo sabio , y así no e s inopor-
tuno.
(ig) Me sucede. Cicerón traduce casi entero todo
esta discurso de C é p h a l o , en su t r a t a d o d e l a vejez,
p o n i é n d o l e en boca d e l v i e j o C a t ó n . Giou.
(16) Miaría edad. L a semejanza es m a d r e d e l a b e -
(21?)
«evólencia y f o m e n t a d o r a del trato f a m i l i a r , por l o q u á l
s e observa que l o s niños n a t u r a l m e n t e g u s t a n d e juntarse
con los n i ñ o s les mozos con. los mozos , los ancianos
c o n l o s ancianos , l o s d o c t o s c o n los d o c t o s , los malos
con los malos , los ricos c o n los ricos , y en, g e n e r a l
el semejante se complace con su semejante. A esto s e
refieren muchos proverbios griegos, como el de que
hace mención Platón en este lugar , «VÍ£ jí>íj£SÍ rifare»,
»el igual gusta del igual. O"pioit>y c/xoia, /Voy 'isa tpí^or,
» l o semejante a m a su semejante : c a d a q u a l c o n su c a d a
»qual : cada oveja con su pareja. KoXouV «•¿TÍ x.o\ei¿v,
» e l grajo al grajo , la c i g ü e ñ a á la c i g ü e ñ a , l a hormiga
« á la h o r m i g a , t o d a s las a v e s c o n sus p a r e s , » como se
d i c e en castellano.

(17) Sophocles C é l e b r e poeta g r i e g o , apellidado la


abeja y la sirena Á t i c a , por la dulzura d e sus versos.
E n la t r a s l a c i ó n d e l o s huesos de T e s e o á A t e n a s , cele-
b r a d a con exercicios de ingenio , llevó la superioridad
sobre E s c h y l o . N o menos se d i s t i n g u i ó por su talento en
gobernar , quando elevado á la dgnidad de Arconte,
m a n d ó en c a l i d a d de t a l los exércitos de la república
c o n P e r i c l e s , señalándose su esfuerzo en diferentes oca-
siones. R e a l z a b a al mismo tiempo la gloria del teatro
griego , llevándose con Eurípides su contemporáneo y
r i v a l l o s sufragios d e los a t e n i e n s e s . F u é coronado v e i n -
te veces , y compuso cerca de ciento veinte tragedias , d a
l a s q u a l e s no nos quedaron mas de siete. M u r i ó de edad
d e 0 0 años , por el de 4 0 4 antes d e J e s u - C h r i s t o .
(18) Tbsmistocles. General ateniense , e n t r e g a d o en
l o s primeros ardores de la juventud á todos los desór-
313S que s u g i e r e un t e m p e r a m e n t o v i c i o s o , por c u y o li—
bertinage le desheredó su padre. P a r a borrar esta des-
honra se c o n s a g r ó por entero al s e r v i c i o d e l a república
trabajando con e x t r e m o c u i d a d o en adquirir a m i g o s y re-
putación. Admirados los compañeros de su desorden de
t a u extraordinaria y pronta mudanza , preguntáronle la
causa y les d i x o , q u e las hazañas de MÜtiades no Je
dentaban dormir. En e f e c t o el deseo de o b s c u r e c e r l a s se
e n a r d e c i ó en é l d e t a l m o d o , q u e se retiró de un todo
(218)
d e las d i v e r s i o n e s y placeres , ocupado enteramente en
e n g r a n d e c e r á A t e n a s , d á n d o l e el i m p e r i o del mar. Por
sus c u i d a d o s se e s t a b l e c i ó el puerto Pireo , y se desti-
naron fondos para construir n a v i o s todos los años , de-
biéndose á su profunda h a b i l i d a d la interesante y glorio-
sísima v i c t o r i a de Salamina. Fueron mal recompensados
sus s e r v i c i o s , pues l e v a n t á n d o s e intrigas contra é l , fué
d e s t e r r a d o por l a l e y del ostracismo ; y errante d e una
e n ocra p a r t e , v i n o á refugiarse al r e y d e P e r s i a , q u e l e
colmó de'- bienes y q u i s o confiarle el m a n d o general de
sus e x é r c i t o s . El buen ateniense no queriendo guerrear
c o n t r a su p a t r i a , ni disgustar t a m p o c o á Artixerxes se
e n v e n e n ó á sí m i s m o el a ñ o 464 antes d e Jesu-Christo,
á los 63 d s su edad.
(19) Riquezas. L a s medianas comodidades y mode-
lado afecto de las riquezas es o t r o de los fundamentos
d e la i'el.icidad d e las r e p ú b l i c a s . D o n d e r e y n a esta mo-
deración por pobre q u e sea un esrado , t o d o s tienen con
que vivir , son mejores c i u d a d a n o s , y se observa m a s
r e g u l a r i d a d en las costumbres. L o s extremos de abun-
d a n c i a e n Jos unos y escasez en los o t r o s , son ocasión
d e infinitos m a l e s en la república , excesos en la comi-
d a , b e b i d a y v e s t i d o , d i s o l u c i ó n en las a c c i o n e s , dure-
za c o n los m i s e r a b l e s , y en estos por su profundo aba-
t i m i e n t o , sordidez en toda su c o n d u c t a , hurtos , latro-
cinios , envidias y rebeliones o r i g i n a d a s d e la poca ó
n i n g u n a unión d e unos con otros.
(ao) Pindaro. P r i n c i p e de los p o e t a s l y r i c o s , n a c i d o
e n T h e b a s en la p r o v i n c i a de Beocia , acia el año 500
a n t e s d e J e s ú - C h r i s t o . A p r e n d i ó el a r t e de hacer versos
de Laso de Hermiona y de M y r t i s dama griega. Com-
p u s o gran n ú m e r o d e poesías de las q u a l e s no nos que-
dan mas de sus odas , en q u e celebra á los que en su
t i e m p o h a b i á n c o n s e g u i d o el premio en los q u a t r o juegos
solemnes délos griegos, O l y m picos , í s t m i c o s , P y t h i c o s
y Ñemeos. Alexandro t u v o en tanta veneración la me-
•moria d e e s t e gran p o e t a , q u e en la d e s t r u c c i ó n de T h e -
ibas c o n s e r v ó su c a s a y familia. N o fué t e n i d o én menos
c o n s i d e r a c i ó n m i e n t r a s v i v i a , pues c o n d e n a d o á una m u í -
(319)
t a por su p a t r i a T l i e b a s á causa d e los e x c e s i v o s elogios
que había h e c h o de Atenas , esta c i u d a d mandó pagar
d i c h a suma d e l erario p ú b l i c o . E n sus obras , la vehe-
m e n c i a d e las figuras , lo at evido de las i m á g e n e s , la
v i v a c i d a d de las expresiones , la o s a d í a de las metápho-
ras , la armonía d e las innumerables fiases , la m a g e s t u o -
sa p r e c i p i t a c i ó n del estilo , todo concurre á constituirle
por el m a y o r poeta que jamás se ha v i s t o en e l género
l y r i c o . S e cree q u e murió en el teatro por los años 436
antes de J e s u - C h r i s t o . E n la c o l e c c i ó n de f r a g m e n t o s de
P i n d a r o , se a p l i c a " é s t e á les threnos ó cantos lúgubres,
á c u y o lugar aluden también Plutarco en los Morales,
S y n e s i o en los sueños , N i c e f o r o Gregoras en los anales
y T h e m i s t i o en las oraciones.
(21) Sabio. P a r a q u e las r i q u e z a s sean útiles al pú-
blico y á los p a r t i c u l a r e s es menester primeramente que
r e c a i g a n en personas de p r o b i d a d , y q u e por otra parte
00 t e n g a n m u y puesto su c o r a z ó n en ellas. C o n estas dos
c i r c u n s t a n c i a s se hará de ellas el uso que corresponde , y
s e sacarán los p r o v e c h o s posibles, piotegiendo siempre
la verdad compañera inseparable d e la j u s t i c i a , que es
el q u i n t o de los fundamentos que e s t a b l e c i ó P l a t ó n para
la seguridad d e los estados. S o b r e esto proporcionarán al
j u i c i o s o poseedor mil ocasiones de manifestarse religioso
y piadoso para con D i o s , y para con sus p r ó x i m o s ca-
ritativo ; libertándole de los riesgos d e faltar á l a b u e n a
fié y h o m b r í a de bien , á l o que e x p o n e á muchísimos su
extremada pobreza.
a.2) CONVENUCION. F i n u r a de P l a t ó n en haber hecho
sa'ir á C é p h a l o al p r i n c i p i o de la conversación : por-
q u e no era natural que un hombre d e su edad se e m - ;
p e ñ a s e en una disputa tan larga ; y de otro lado su
presencia hubiese p o d i d o dar sujeción á Sócrates y de-
m a s interlocutores. GROU.
(23) Simonices. Fué natural de Ceos, hoy Zea,
isla del mar Egeo , y floreció en tiempo de Dario
r e y de Persia. F u é llamado á Siracusa por Hieren , en
c u y a c o r t e h a b l ó c o m o filósofo. Su p r i n c i p a l m é r i t o con-
s i s t i ó en la poesía , a v e n t a j á n d o s e sobre t o d o en el g é n e r o
e l e g i a c o : pero d e x ó o b s c u r e c i d a su merrjoria por su a v a -
ricia y por, la v e n a l i d a d de su pluma , dé m o d o que l o s
e p í t e t o s - d e sabio y d i v i n o q u e l e dá S ó c r a t e s deben esti-
marse por unos de los finos rasgos de ironía q u e usa
en todo e s t e primer c o l o q u i o . Murió á los 8 9 años de
su e d a d el de 4 6 0 antes de Jesu-Christo.
(24) ¿41 parecer. No se d e b e e x t r a ñ a r que Sócrates
se s i r v a con frequencia d e las e x p r e s i o n e s , » a l parecer,
»en m i sentir , en q u a n t o se m e alcanza , tal vez , &c.
porque ellas son m u y acomodadas á su genio modesto.
Qrou.
(25) Zapatería. S ó c r a t e s en sus inducciones t o m a por
lo común los exemplos y comparaciones de las arte»
mecánicas , c u y o conocimiento es proporcionado al co-
m ú n de las g e n t e s . R e p r e h e n s i b l e d e l i c a d e z a . s e r i a el o f e n -
d e r s e de e s t o , pues que los escritores g n e g o s , P l a t ó n en
e s p e c i a l , tienen el g u s t o tan d e l i c a d o y las ideas tan no-
bles c o m o p u e d a n .tenerlas los q u e se a t r e v a n á criticar-
l e s en e s t e p u n t o .Grou.
(16) A las tablas. E l juego llamado petteia éntra-
los griegos era m u y parecido al nuestro de las tablas
r e a l e s , ó c h a q u e t e , c u y o tablero c o n s t a b a de o n z e l i n e a s ,
cinco de c a d a l a d o d e la l l a m a d a sagrada q u e e s t a b a e n -
m e d i o , de l a q u a l no se m o v í a la pieza sino en extre-
m a n e c e s i d a d , y de aquí el proverbio: mñ róy ( TJ¡V )
ex/ hf&í, moveré talum á sacra linea , mover la pieza
' d e la s a g r a d a ,- para manifestar q u e se t o m a aquel parti-
d o en e l ú l t i m o a p u t o ; c o m o si d i x e r a m o s en e l dia mo-
v e r la p i e z a de las senas. Dicese que el inventor fué
Palamedes para divertir la molestia y hambre de los
g r i e g o s en e l sitio de T r o y a . N o se o p o n e á e s t o Platón
q u a n d o e n su P h e d r o d i c e , que el i n v e n t o r de la petteia
fué Tecib adorado como dios en Egipto.; porque sin
duda habla de otra especie de juego p a r e c i d o al de las
t a b l a s , que-se j u g a b a en e l tablero l l a m a d o astronómico,
« n el qual se expresaban l o s m o v i m i e n t o s d e l sol y de
la luna, y también los eclipses. E q u i v ó c a s e en mi sen-
tir Juan M e u r s i o quando en el libro de Ludis gracc.*
ium d i c e , <jue la petteia de los antiguos griegos era
(<22l)
l o mismo que el dsatricion d e los modernos , siendo c a s i
e v i d e n t e que l a petteia , era j u e g o que c o n s t a b a de suerte
y de i n g e n i o , c o m o sucede a l d e las tablas ó chaquete,
y q u e e l dsatricion corresponde al que conocemos e a
el d i a c o n e l nombre de axedréz, ó de los escaques,
que i m i t a b a cierta especie d e g u e r r a , y en el q u a l solo
tiene parte e l ingenio y l a industria, D e esta equivo-
c a c i ó n y confusión d e j u e g o s , se o r i g i n ó la d e atribuir á
Palamedes l a invención del axedréz , que en s e n t i r d e
Pedro Texeira debe atribuirse á los indios, d e donde
pasó á los p e r s a s , d e estos á los á r a b e s , y de l o s
árabes á nosotros. E n t t e otras razones l e i n c l i n a á e s t o
el v e r q u e en qualquiera parte donde este juego se
usa retiene l o s mismos nombres d e l o s l a n c e s y d e l a s
piezas, ó con p o c a corrupción casi l o s mismos c o n q u e
l o s llamaron los persas. P a r e c e t a m b i é n m u y regular q u e
de la voz persa xatrank que equivale á juego ó entre-
tenimiento d e l r e y , formaron los g r i e g o s modernos s a
^cíTp/xíoy , y nosotros l o s españoles axedréz. que al
principio seria al-xatreng , según observa Pedro E s -
c r i b e r i o c e l e b r a d o por D a n i e l S o u t e r i o en su P a l a m e d e s .
De todo l o qual se infiere q u e l o s antiguos g r i e g o s y
romanos n o conocieron e l j u e g o d e a x e d r é z , sino el d e
las tablas ó chaquete l o s primeros , y los segundos e l
de tablas ,y el de damas llamado en latin latruncu~
iorum.
(27) Guardar. E l - equívoco q u e se e n c u e n t r a e n
estas dos palabras del texto griego, t^uKü^M^eu y
XKÍ-^eu, s e procuró conservar e n l a t r a d u c c i ó n en q u a n -
t o f u é posible. S ó c r a t e s se v a l e de las diferentes signi-
ficaciones d e estas v o c e s y c o n c l u y e d e ¡ a una á l a o t r a ,
para o b l i g a r á su contrario á q u e confiese un absurdo
palpable. Esto c o m o se v é , n o e s sino una burla , p e r a
una burla maligna d e parte de Sócrates , q u e emplea
l a s armas d e l o s sophistas para c o m b a t i r l e s á ellos y á
sus discípulos.

(a8) Homero. P a d r e d e l a poesía g r i e g a , q u e floreció


acia e l a ñ o 300 d e s p u é s d e t o m a d a T r o y a y 980 antes
de J e s u - C h r i s t o . F u é llamado desde luego JVÍelesigene,
( 222)
por haber nacido j u n t o á las corrientes d e l rio.Melesj
pero no se sabe el l u g a r d e su n a c i m i e n t o . S i e t e ciu-
d a d e s se disputaron esta h o n r a , S m y r n a , R o d a s , Alta-
basco , Salamina , Chio , Argos , y A t e n a s ; bien que
la opinión mas coman es que a n d u v o errante por es-
tas ciudades recitando sus versos, y procurándose por
este m e d i o su s u b s i s t e n c i a . L a s a g a c i d a d con q u e descri-
be t o d o lo c o n c e r n i e n t e a l arte de la guerra, los usos
y costumbres de pueblos extrangeros , las leyes y la
religión de varias p r o v i n c i a s de la G r e c i a , "la s i t u a c i ó n
de las ciudades y de los países , prueba que habia
viajado mucho, que era un gran g e n i o y el primero y
mas bello pintor de la naturaleza. Sus dos poemas d e
la litada y Ulysea son la primera y mas antigua
historia de los g r i e g o s , y la pintura mas verdadera de
las costumbres antiguas. L a . Grecia reconocida al poe-
t a q u e - la h a b i a i n m o r t a l i z a d o le e r i g i ó estatuas y tem-
plos , como á los dioses y á los héroes Se le atri-
buye también el poema burlesco intitulado la Batra-
cbomyomacbia. Platón le censura en esta obra algunas
veces , por las ideas tan baxas que con la lectura de
sus poemas , podia formarse la j u v e n t u d en orden á los
dioses y á la religión , y por los estragos q u e de re-
sultas d e b i a n seguirse en las costumbres. M u r i ó lleno de
miseria y necesidad por los años 920 antes de Jesu-
Christo.
(29) Obligar. Otra explicación de l a esencia de la
justicia reprobada también por una razón que deben
tener m u y p r e s é n t e l o s q u e se sientan-injuriados de sus
próximos para no volverles mal por mal ; á causa de
que en vez de mejorarse, se empeoran y se hacen
mas injustos , lo que no es propio que haga el va-
ron j u s t o . Entiéndese aquí por mal, aquel daño que
s e h a c e al e n e m i g o fuera de la justa r e p e t i c i ó n d e l a g r a -
vio r e c i b i d o , que aún los m a . o s suelen l l e v a r á bien y
corregirse por e s t e medio , indignándose y encrudecién-
dose no poco , quando se sienten ofendidos por otros
medios que no tienen n i n g u n a conexión con la injuria
que ellos hicieron.
(223)
" (30) Mas Intuitos. Por este modo de conversar se
descubre f á c i l m e n t e , q u e S ó c r a t e s no h a c e aquí m a s q u e
divertirse , y q u e no tiene, o t r o objeto que el de con-
v e n c e r á P o l e m a r c o d e su i g n o r a n c i a en el asunto q u e se
trata, P e r o c o m o esta j o c o s i d a d podría fastidiar al l e c t o r
serio , que busca otra cosa m u y d i s t i n t a en* P l a t ó n , q u e
e l v e r á los sofistas prendidos en sus propias redes 5 m e
parece del caso a d v e r t i r l e q u e e s t e tono burlón é iróni-
c o de S ó c r a t e s no se estiende mas a l l á de este primer
coloquio, y que en los otros n u e v e trata su asunto á
fondo , con toda la g r a v e d a d q u e se m e r e c e . Grou.
(31) Dañar á nadie. Y a c o m p r e h e n d i ó P l a t ó n por las
luces de su despejada razón natural que nunca podría
ser acción de j u s t i c i a dañar á n a d i e , aunque fuese su
e n e m i g o . D e gran número de m a l e s se verían libres la
h u m a n i d a d y en general t o d o s los e s t a d o s , si sus indi-
v i d u o s cuidasen , c a d a qual por su parte , d e gobernarse
p o r estos p r i n c i p i o s , desterrando de su corazón la ven-
ganza. Pero como esto es m u y difícil siempre que se
a b r i g u e en el corazón h u m a n o e l resentimiento d e l agra-
vio y o d i o á la persona q u e l e c a u s ó ; por eso el s a b i o
m é d i c o de las a l m a s nuestro maestro Jesu-Christo nos
m a n d ó , que amasemos á nuestros enemigos, é hiciese^
m o s bien al q u e nos aborrece , con c u y a d i v i n a y salu-
d a b l e m á x i m a puesta en p r á c t i c a , se cortarían d e r a i z u n
infinito número d e disensiones , p l e i t o s v o l u n t a r i o s , p é r d i -
da d e h o n r a s , c a l u m n i a s , muer tes, y otras m i l a t r o c i d a d e s .
(34) Biat. N a t u r a l de P r i e n e ciudad de Caria , uno
d e los siete sabios d e la G r e c i a , y según algunos anti-
guos el mas sabio , q u e floreció a c i a los años 608 antes
d e J e s u - C h r i s t o . E m p e z ó á darse á c o n o c e r por el res-
c a t e de algunas doncellas cautivas, y se l e atribuyen
m u y buenos d i c h e s . D u r a n t e el sitio de su p a t r i a , pre-
g u n t a d o , por q u é s o l o él se retiraba de la c i u d a d sin lle-
varse nada , respondió : todo lo llevo conmigo. Siendo y a
muy anciano a b o g a b a en una causa , y habiendo enmu-
d e c i d o c o m o para reposar , a p o y ó la c a b e z a sobre su n i e -
to y espiró en esta disposición. Sus conciudadanos le
c o n s a g r a r o n un t e m p l o .
(224)
(33) Pettaco. O t r o d e los s i e t e sabios d e G r e c i a , n a -
tural d e M i t y l e n e c i u d a d de l a isla de Lesbos. Arrojó
d e su p a t r i a a l tirano M e l e a g r o , y se e n c a r g ó d e l m a n -
d o en la guerra contra los atenienses , á cuyo general
P h r y n o n batió y q u i t ó la v i d a , v a l i e n d o s s d e l i n g e n i o y
d e l a fuerza. Sus c o n c i u d a d a n o s l e a g r a d e c i e r o n e s t e s e r -
v i c i o , d á n d o l e l a soberanía de su c i u d a d . P i t t a c o los g o -
bernó c o m o filósofo y c o m o padre_,' p r e s e n t á n d o l e s l e y e s
sabias que puso en verso , y se desprendió inmediata-
m e n t e del soberano poder. P a r a recompensarle le ofre-
c i e r o n g r a n d e s posesiones y h a c i e n d a s , de las quales no
quiso a c e p t a r m a s q u e las c o m p r e h e n d i d a s en un tiro de
su dardo. La parte , les d i x o , vale mas que el todo , y
e l e x e m p l o d e mi desinterés a p r o v e c h a r á m a s á l a p a t r i a ,
q u e l a posesión de las m a y o r e s r i q u e z a s . M u r i ó este d i g -
no c i u d a d a n o año ¡579 antes d e J e s u - C h r i s t o .
(34) Periandro. Tirano de Corinto , por adulación
c o l o c a d o e n t r e los s i e t e sabios d e la Grecia. Este sabio
f u é un monstruo , m u d ó e l gobierno d e su país , o p r i m i ó
l a l i b e r t a d d e su p a t r i a , y usurpó la soberanía por los
a ñ o s 6a8 antes de Jesu-Christo. Los principios de su
r e y n a d o fueron b a s t a n t e suaves ; pero e m p u ñ o un cetro
de hierra luego que consultó al tirano de Siracusa so-
bre el m o d o m a s seguro d e gobernar. E s t e s a c ó á un c a m -
p o á sus e u v i a d o s y por respuesta arrancó en su presencia
las. e s p i g a s q u e descollaban sobre las demás. El tirano
d e C o i i n t o a p r o v e c h á n d o s e de la l e c c i ó n , se aseguró con
una buena guardia , y q u i t ó la v i d a á los m a s distingui-
dos de los corintios. Sus máximas f a v o r i t a s eran : « Q u e
sjse d e b e guardar la palabra , y con t o d o no hacer es-
sscrupulo de quebrantarla , quando lo p r o m e t i d o es con-
snra sus intereses : Q u e no solo deba castigarse el crí^
» m e n , sino aún p r e v e n i r las i n t e n c i o n e s d e los q u e p o d r i a a
« c o m e t e r l e :i> m á x i m a s perniciosísimas a d o p t a d a s después
por M a c h i a v e l o . A l g u n o s historiadores g r i e g o s no tuvie-
ron reparo de alabarle , por lo que t u v o de p o l í t i c o , do
« á b i o , d e p r o t e c t o r de las letras ; pero se desentendieron
d e q u e habia sido un h o m i c i d a , un d i s o l u t o y un tirano,
gue obscureció a q u e l l a s buenas prendas con los excesos
(225)
Cías bárbaros y mas vergonzosos. M u r i ó el año ¿8g antes
de Jesu-Christo.
(3$) N o he p o d i d o adquirir n o t i c i a d e o t r o P e r d i c c a s ,
que de un general de- A l s x a n d r o el grande , cuya va-
nidad , orgullo , dureza é imprudencia sublevaron sus
p r i n c i p a l e s oficiales y l e d e g o l l a r o n en su tienda a ñ o 3a»
antes d e J e s u - C h r i s t o . E s t a é p o c a no p u e d e c o n v e n i r al
t i e m p o en q u e se supone t u v o S ó c r a t e s los- c o l o q u i o s so-
bre la j u s t i c i a en casa de CéDhalo , que por l o menos
debió d e ser. 410 años antes de J e s u - C h r i s t o , y de c o n -
s i g u i e n t e seria acaso algún ascendiente s u y o del mismo
nombre y carácter , que conviene m u c h o con el que in-
sinúa P l a t ó n en e s t e l u g a r ,
(36) Xerxet. Rey d e P e r s i a , hijo d e D a r í o , á quien
sucedió a ñ o 4 8 5 antes de Jesu C h r i s t o . S u primer cui-
d a d o fué d e continuar los p r e p a r a t i v o s que su padre h a -
bia h e c h o c o n t r a Egipto , reduciéndole baxo su poder,
y dexando allí á su hermano Achemenes para gob:r-
narle. Animado con e s t e suceso emprendió su marcha
c o n t r a los griegos , l l e v a n d o un exército de 8oo3 hom-
bres y una armada de i 3 v e l a s . Llegado al estrecho de
las T e r m o p i l a s , d o n d e l e esperaba L f o n i d a s rey de Es-
p a r t a con 4 3 h o m b r e s , q u e fueron reducidos en breve á
solos 300 , le disputaron es-os el paso por m u c h o t i e m p o ,
é hicieion en su e x e r c i t o una h o r r i b l e carnicería En se-
g u i d a le ganaron los atenienses la famosa batalla naval
d e Salamina ; y esta pérdida seguida de diferentes nau-
fragios délos persas, le obligo á retirarse vengonzosa-
mente á sus e s t a d o s , en donde d i s g u s t a d o d e la guerra
se abandonó á los a t r a c t i v o s del luxo y del deleite. Ar-
tabano c a p i t á n d e la g u a r d i a d e i n t e l i g e n c i a c o n su c a m a -
rero , le m a t ó d u r m i e n d o a ñ o 4 6 5 antes d e J e s u - C h r i s t o .
N o tenia mas q u e el e x t e r i o r y el aparado d e l poder 5 f a l -
tándole a q u e l l a s qualidades que hacen á los reyes ver-
daderamente podero-os. D u e ñ o d e l i m p e r i o m a s v a s t o que
hubo entonces en el mundo, y cabeza de inumeratiles
e x é r c k o s , se miraba c o m o el soberano de la naturaleza,
pretendiendo sujetar h a s t a los e l e m e n t o s : pero vio estre-
llarse sus fuerzas y su o r g u l l o c o n t r a un p u ñ a d o d e h o m b i e s

I?
'(226) :

d i r i g i d o s por un h á b i l g e n e r a l , y acabó vergonzosamente


una carrera e m p e z a d a con tanta g l o r i a .
(37) Ismeniat. De dos I s m e n i a s tengo noticia-, el
primero fué un excelente músico, d e T h e b a s , d e q i i e n
se c u e n t a que h e c h o prisionero por Atheas rey de los
scytas , tocó la flauta en presencia de este principie,
que burlándose de la admiración de sus cortesanos,
ciix-o en alta v o z , que prefería los r e l i n c h o s de su ca-
ballo á l o s sonidos d e la flauta de I s m e n i a s . E l segun-
do fué c a b e z a de los bepcios, y enviado por sus con-
ciudadanos por e m b a x a d q r á la corte de Persia , les
sirvió con grande utilidad, después de haber evitado
d i e s t r a m e n t e una d i f i c u l t a d q u e se presentó á su llega-
da; A d v i r t i é r o n l e q u e no ppdia hablar a l gran r e y sin
adorarle., y aunque tenia resuelto no deshonrar el
riouibre g r i e g o c o n semejante b a x e z a , con todo se hizo
presentar , y al entrar en e l salón d o n d e esperaba el r e y ,
d e x ó caer su anillo en el suelo , pasando por acto de
a d o r a c i ó n la inclinación que hizo para recogerle. Satis-
fecho el rey, oyó favorablemente á Ismenias , y creyó
que nada d e b i a n e g a r á un h o m b r e q u e le h a b i a hecho
sin dificultad, una honra, que todos los otros griegos
se o b s t i n a r o n en rehusarle. No sé si P l a t ó n hablaría de
a l g u n o de estos d o s e n persona de Sócrates, inclinán-
d o m e m a s al s e g u n d o q u e a l primero.
(38) Tbrosimaso,. Baxo las personas d e Thrasimaco
y da Sócrates , se expresan las imágenes de un dis-
putador improbo , a r r o g a n t e , t e m e r a r i o y vano en el
primero , y en e l segundo de otio bueno , modesto y
disimulado.
(39) Surdonica. Risa fingida y afectada con q u e s«
saca; burla y se hace desprecio de una persona , y aún
algunas veee.s q u a n d o se está enfadado é irritado con
ell4siendo comp una señal exterior de amenaza: la.
Hízps^e proverbio d e e l l a entre griegos y latinos , em-
pezando desde H o m e r o , aunque en orden á su origen
sean varias las opiniones que pueden v e r s e en Eras-
m o centur-, g-,a J a l tercer m i l l a r , a d a g i o x.o
¿íéP.)í^d^'? - Í ¿ n ía 010 a m u s
fuerte. E s t e sistema de T h r a -
.(22?)
sí m a c o es muy parecido al que profesaban los impíos
que en e l lib. a. d e la S a b i d u r í a v. n . dixeron para
consigo no pensando bien : » s e a nuestra fuerza la ley
« d e j u s t i c i a : » sus fundamentos los m i s m o s que Tomas
H o b e s estableció en su lib. de Cive, y las máximas
que aconseja m u y conformes á las. que Nico. Machia-
velo dio á su p r í n c i p e j ' d e m o d o q u e sobre h a b e r sos-
tenido estos filósofos unos s i s t e m a s enteramente absur-
d o s •, ni aún siquiera tuvieron la g l o r i a d e ser sus i n v e n -
tores.
(41) Polydamas. Famoso atleta que desquartizó un
león sobre el monte olympo. Se cuenta que sujetaba
con su mano al toro mas furioso y detenia enmedio
de su carrera un carro tirado por los mas vigorosos
caballos j pero confiando demasiado de sus fuerzas,
quedó estrellado debaxo de un p e ñ a s c o , que tuvo la
jactancia de poderle sostener. Hubo otro capitán tro-
yano de este nombre hijo de A n t e n o r y de Theante,
de quien se t u v i e r o n sospechas de haber e n t r e g a d o T r o -
ya á los g r i e g o s : pero S ó c r a t e s en este l u g a r s e g u r a m e n t e
habla del primero.
(41) Si ex que tu. Serrano l o h a trastornado t o d o en
este lugar. P o n e en boca de otro l o q u e d i x o C l i t o p h o n ,
q u e en su t r a d u c c i ó n no h a b l a sino una v e z , siendo e v i -
dente por. el texto griego que habla h a s t a tres v e c e s . *
También es inteligible este pasage de su traducción,
como otros muchos que descubrirá fácilmente quien
quiera tomarse el trabajo de confrontarla con ésta y
con el g r i e g o . T a m p o c o sé por q u é ni él , ni Marsi-
lio Ficino tuvieron á bien de no c o n t a r á C l i t o p h o n en-
t r e los i n t e r l o c u t o r e s , aunque sea m u y p o c o lo q u e h a b l a .
Entre los d i á l o g o s dudosos d e P l a t ó n se e n c u e n t r a uno
i m p e r f e c t o , en el q u a l solo habla Clitophon explican-
do m a s por extenso su m o d o de pensar en orden á 3a
justicia , y dando á Sócrates c o m o .una e s p e c i e de satis-
facción del p a r t i d o a p a r e n t e q u e aquí manifestó tomar á
f a v o r de Thrasimaco.
(43) Mas poderoso. Aquí hay un equívoco en la
•voz griega xpíÍTwy , q u e significa m a s fuerte , m a s po-

V 2
(228)
deroso, y mejor, mas .excelente. El sofista para sa-
lir \del apuro la emplea ahora en este ú l t i m o sentido
después d e haberla t o m a d o en el p r i m e r o . Me ha sido
imposible encontrar en nuestro castellano una voz que
expresase este equívoco como en el g r i e g o , fuera de la
d e poderoso que se toma á veces por el mas exce-
lente.
(44) Sycofanta. Denuesto p r o v e r b i a l contra los ca-
lumniadores y suscitadores d e q u e r e l l a s por l i g e r o s mo-
tivos. Dicen unos que tomó su origen, de que entre
los atticos eran m u y e s t i m a d o s los higos , q u e en g r i e -
se l l a m a n ¿TIMOI , jy.coi, y q u e se i m p u s i e r o n p e n a s , s i e n -
d o , según F e s t o P o m p e y o la de muerte contra los que
los hurtaban. Á los descubridores de estos ó delato-
res , empezáronles á llamar por oprobio sycofantas.
Plutarco en su comentario sobre la curiosidad, dá á
e n t e n d e r q u e t u v o p r i n c i p i o , d e q u e en A t e n a s se prohi-
b i ó la e x t r a c c i ó n d e h i g o s , y q u e h a b i e n d o ciertos hom-
bres descubierto algunos que los extraían furtivamente
los delataron al gobierno j y de aquí la burla popu-
lar d e l l a m a r l e s s y c o f a n t a s , c o m o si d i x e r a m o s , d e s c u -
bridores de l o s h i g o s . Y bien fuese uno ú o t r o el origen,
l l a m a r o n t a m b i é n á . e s t o s d e l a t o r e s con otros v a r i o s nom-
bres , como «denunciahigos, papahígos, guardahigos,
« c u e n t a h i g o s , a m a h i g o s , higosos , niñigosos.

(45) El pelo á un león. AWTU fyptiv, leonem ro-


dare , cortar el pelo al l e ó n . P r o v e r b i o que se dice de
a q u e l l o s q u e tratan con arte y burlan á los poderosos y
desalmados con g r a n d í s i m o riesgo s u y o : porque los cor-
deros sin riesgo se trasquilan, mas el león no quiera
ser rojeado de modo alguno. Aristides en los Panatenai-
cos, hablando de Pericles, se refiere á esce lugar de
Platón con decir : «Advierte no intentemos rapar al
"león, no quando queramos acusar á T h r a s i m a c o , sino
sjquando e m p r e n d a m o s censurar á P e r i c l e s , en e s p e c i a l de
«timidez.»
(46) Ahora la medicina. Las enfermedades en el
cuerpo humano y el uso d e los r e m e d i o s fueron cosas
tan antiguas c o m o el mismo mundo. Por tanto la in-
(229)
vención d e l arte d e curar insinuada aquí por Sócrates
corno a c a e c i d a en su t i e m p o , debe referirse al e m i n e n t e
g r a d o d e perfección , á q u e , j u n t a n d o e l r a c i o c i n i o á l a
observación , y la observación al raciocinio , supo elevar
e l sabio H i p ó c r a t e s l a m e d i c i n a , c o l o c a n d o e n t r e l a s c i e n -
cias á l a q u e habia e n c o n t r a d o s u m e r g i d a en confusión,
sin orden ni m é t o d o ; por l o q u e fué m i r a d o desde e n -
tonces como e l primer autor y padre de la medicina
dogmática.
(47) En las otras artes. E s cierto y evidente que t o -
das l a s ciencias y artes en q u a n t o t a l e s , n o se o c u p a n
de otra cosa q u e d e l a perfección y ventaja d e sus o b -
jetos y artefactos , como puede c o n v e n c e r s e qualquiera
que l a s recorra e n p a r t i c u l a r : debiéndose atribuir l o s d e -
fectos q u e en ellos se e n c u e n t r a n á f a l t a d e c i e n c i a ó
a r t e e n e l profesor , y n o á l a s c i e n c i a s y artes q u e p e r -
m a n e c e n siempre perfectas en s í m i s m a s , y d e su n a t u -
r a l e z a rio se proponen o t r a c o s a que l a total perfección
d e sus objetos.
(48) Ama de leche. Pregunta insulsa y gran d e s p r o -
p ó s i t o , pero m u y c o m ú n en t o d o s ios q u e r e v e s t i d o s dei
carácter de Thrasimaco se h a l l a n -cortados *en una d i s -
p u t a , sin saber q u é r e s p o n d e r , ni encontrar otra me-
jor salida ; q u e por c i e r t o n o p u e d e ser peor , p a r a l o s
que tienen un p o c o d e j u i c i o y algo de crianza.
(49) No me persuadiríais. Ñ o é s d e extrañar que S ó -
c r a t e s a ú n o i d a s l a s aparentes v e n t a j a s q u e a l e g ó T h r a s i -
m a c o á f a v o r d e l injusto y d e su i n j u s t i c i a , no se pudiese
persuadir á q u e s u e s t a d o fuese m a s feliz y dichoso q u e
el d e l hombre justo. P o r q u e P l a t ó n baxo la persona d e
Sócrates quiso encubrir l a d e u n v e r d a d e r o ' y juicioso
filósofo, que no s e dexa llevar c o n facilidad de apa-
riencias y exterioridades j sino q u e sabe apreciar p o r
n i s d i o d e su razón libre d e afectos l o s u b s t a n c i a l y só-
l i d o d e l a s cosas , d e s p r e c i a d o lo vano y aunque á pri-
mera vista provechoso , e n T e a l i d a d perjudicial q u e l l e -
v a n consigo. L o que sí s e debe admirar e s , q u e T h r a -
simaco h a y a tenido en todos tiempos y tenga en los
presentes tantos partidarios especulativos y muchísimos

P 3
(230)
m a s p r á c t i c o s , q u e o l v i d a d o s unos de su p r e t e n d i d a filo-
sofía , 5/ otros de la r e l i g i ó n q u e profesaron por seguir
tan detestable máxima , hayan acarreado tantos males
á los h o m b r e s , y sido causa d e d a ñ o s tan g r a v e s en las
sociedades.
í¿o) Profesión del postor. A s í lo dice Jesu-Christo
eu e l c a p . I Ó . d e S a n J u a n v . 11. q u e e l buen pastor d á
la v i d a por sus o v e j a s : pero los m a l o s , c u y a s condicio-
nes se expresan en el c a p í t u l o 34. de E z e q u i é l con de^
c i r , q u e no se o c u p a n de otra cosa q u e de c o m e r s e la
l e c h e de sus g a n a d o s , cubrirse con sus l a n a s , y matar
l a s reses m a s gordas, y en una palabra de apacentarse
á sí mismos ; no son tenidos por pastores , sino por
mercenarios , que solamente tienen en vista su propia
utilidad , lo que se opone' al cargo de verdadero y le-
gítimo pastor.
(gi) • Gustosos de mandar. Es muy de temer q u e los
que se e n c a r g a n d e los e m p l e o s no solo con g u s t o , sino
que los apetecen con ansia y se los procuran á toda
costa y por t o d o s m e d i o s , no desempeñen c o m o es de-
b i d o su obligación, ni se hagan acreedores á los hon-
rosos títulos con que son condecorados ; y de consi-
guiente que los oficios se hallen mal servidos y peor
gobernados los pueblos puestos á su cuidado. Por esta
razón d i s p u s o el S e ñ o r q u e p a r a e l g o b i e r n o d e su I g l e -
sia , desechados los entremetidos , fuesen elegidos los
buscados y llamados c o m o A a r o n : acreditando la ex-
periencia los buenos e f e c t o s de esta sabia d i s p o s i c i ó n en
lo eclesiástico y civil, siempre que se observó con
puntualidad , y al contrario l o s trabajos y desastres q u e
c a r g a r o n sobre los pueblos , quando fué descuidada.
• (gs) Hombre de bien. Es c i e r t o que para el hom-
bre d e luces , honrado é i n s t r u i d o no p u e d e haber ma-
yor ni más cruda pena que l a de verse gobernado por
un necio é injusto , q u e sin preveer inconvenientes y
stropellando por qualesquiera medios se arroja, á co-
meter toda especie de violencias.
(g3) Malignidad. KaSKo^s/a , m a l i g n i d a d d e carác-
ter , opuesta á l a iui^utt, bondad da c a r á c t e r , y al
(23O ..
junas veces como aquí á la simplicidad é idiotismo..
Grou.
(54) Lo que comunmente. P o r e x e m p l o , si d i x e s e m o s
en castellano : el que con tales condiciones quiera la
injusticia : allá se lo h a y a , con su pan se lo coma y
buen p r o v e c h o l e h a g a .
(gg) Acción justa. D e b e tomarse aquí el hombre
justo en aquel estado de justicia perfecta al qual no
q.iede nada q u e añadir ; sin esto el a r g u m e n t o de S ó c r a t e s
n o tendría fuerza ninguna. Y lo que dice un poco mas
a b a x o del médico y del músico , debe entenderse i g u a l -
mente del médico y del músico perfectos. Grou.
(c¡6) Sabio. O i n s t r u i d o en su a r t e , $f¿vi[/.ov. Valgome
del término sabio aunque i m p r o p i o en este p a s a g e , para
q u e mejor se e n t i e n d a la s e g u i d a d e l discurso. Grou.
(g^) Efectos naturales. Díxose en l a nota primera
q u e la j u s t i c i a consistía en la armonía y c o n c i e r t o u n i v e r -
sal de las acciones del hombre. Andan estas ar:egla-
das mientras que en sus pasiones y afectos conserva
nuestra a l m a aquel d e b i d o orden q u e corresponde á cada
u n o , sin a p e t e c e r ni d e x a r de desear c o s a alguna contra
e l d i c t a m e n de la r e c t a razón. E n d e s c u i d á n d o s e en e s t o ,
inmediatamente ¿acá la cabeza y descolla , ó se a b a t e
m a s de lo que debiera a q u e l a f e c t o ó pasión en orden á
los demás, y de aquí el desorden y desconcierto ea
las a c c i o n e s , y como un a l b o r o t o y trastorno en l o inte-
rior del alma. De m a n e r a q u e serán m a y o r e s ó meno-
res estos m a l o s e f e c t o s á proporción del m a y o r ó m e n o r
número de afectos q u e salen fuera de su justa medida,
y si llegasen á desconcertarse todos se causaría una
confusión y sedición universal e n el hombre, como lo
puede experimentar q u a l q u i e r a por p o c o q u e se observe
á sí m i s m o . Esta misma oposición q u e se nota en los
a f e c t o s d e un h o m b r e quando van discordes , se observa
de un h o m b r e a o t r o , -siendo e l l a la causa de la aver-
sión y odio que el injusto manifiesta siempre al hom-
bre de bien.
(¿8) Diana. Véase la nota quarta.

P 4
(232)
COLOQUIO SEGUNDO.

(1) Sierpe. A l u d e esta e x p r e s i ó n á l o q u e se d i c e da


los marsos , así llamados de M a r s o hijo de C i r c e , es-
pecie de encantadores, que mediante ciertos cantos ó
s e c r e t o s físicos , poseían el arte de extraer de sus ca-
vernas y manejar sin riesgo las m a s venenosas s e r p i e n -
tes. V é a s e S a n A g u s t í n sobre los y v . g. y 6. d e l S a l m o £¡7.
y P l i n i o lib. a 8 . cap 3.
(2) Del trono. Esta m a r a v i l l o s a relación no es otra
c o s a q'ie un t a l l o de laN fábula m a l i n g e r t o en el tronco
d e la historia. H e r o d o t o l i b . 1. n. 8. c u e n t a de o t r o m o d o
l a e l e v a c i ó n de G y g e s al trono d e L y d i a . D i c e q u e C a n -
d a u l e s ú l t i m o r e y de los heraclidas amaba por extremo
á su m u g e r y se le figuraba la m a s hermosa del m u n d o .
Tomó el e m p e ñ o por su mal h a d o , de persuadírselo á
G y g e s uno d e los p r i n c i p a l e s de su corte y de t o d a sus
confianza j a d o p t a n d o para esto el infame p a r t i d o úe h a -
cérsela v e r desnuda. Descubierto Gyges por la reyna,
ora fuese por a m o r , ora por v e n g a n z a , l e propuso dos
'medios para e l e g i r el que.tuviese por mejor, ó acep-
tar su m a n o y el r e y ñ o q u i t a n d o la v i d a á C a n d a n t e s , ó
m o r i r é l p r o n t a m e n t e . A d m i r ó s e d e p i r semejante propo-
sición y suplicó á la reyna q u e no l e pusiese en tan
dura n e c e s i d a d ; pero.viendo que no aprovechaban sus
r u e g o s no d u d ó en a c e p t a r el p a r t i d o de matar al rey,
y apoderarte d e la r e y n a y del r e y n o , por los años 718
iLr.es de J e s u - C h r i s t o . ..
(3) El juxto. P a r e c e un v a t i c i n i o d e l o q u e se veri-
ficó 400 años después en nuestro redentor Jesu-Christo,
el q u a l por haber t o m a d o para redimirnos las aparien-
c i a s de p e c a d o r 5 siendo la m i s m a j u s t i c i a , sufrió en su
h u m a n i d a d casi al p i é de la l e t r a los m a l o s tratamientos
que atendida la perversa condición del mundo supone
. G l a u c o n q u e sobrevendrían al v a r ó n v e r d a d e r a m e n t e j u s -
t o , q u e fuese r e p u t a d o por- iniquo.
(4) Esúbylo. Nació en A t e n a s de una de las mas
ilustres .¿ariiil¡a3 d e l Á r t i c a , y se d i s t i n g u i ó por su v « i o »
(»33)
en l a s b a t a l l a s d e M a r a t h ó n , d e S a l a m i n a y de Platea;
aunque fué mas c e l e b r a d o .por sus poesías dramáticas,
q u e por l a s hazañas militares. Perfeccionó la tragedia
griega que habia inventado T h e s p i s , dio máscara á los
a c t o r e s , un v e s t i d o mas d e c e n t e , y calzado mas alto,
l l a m a d o coturno. E s c h y l o fué t í n i c o señor del teatro h a s -
ta que Sophocles l e disputó' e l premio y consiguió la
victoria. El buen viejo no p u d o soportar la afrenta de
haber sido, v e n c i d o por un joven y se retiró á la corte
de H i e r o n r e y de S i r a c u s a , el mayor protector que co-
n o c í a n por entonces las letras. D e noventa y siete pie-
zas que habia c o m p u e s t o no nos quedaron m a s que sie-
t e : « P r o m e t h e o , los s i e t e delante T h e b a s , los Persas,
«Agamemnón , las Eumenides , las Suplicantes , las
« C h o e p h o r a s . M T i e n e e l e v a c i ó n y energía , p e r o d e g e n e r a
en h i n c h a z ó n y aspereza. Sus pinturas ofrecen grandes
rasgos , é i m á g e n e s m u y p o c o e s c o g i d a s : sus ficciones no
son naturales y sus personages son monstruosos. E s c r i b i ó
c o m o un e n e r g ú m e n o y un beodo ; l o que d i o lugar á p e n -
sar que bebia menos en la fuente del dios d e l v e r s o , que
en la del dios d e l v i n o . M u r i ó a c i a e l año 477 antes de
Jesu-Christo.
(g) Proyectos. E s c h y l o S e p . contr. T h e b . v. 3p. usa
d e la e x p r e s i ó n : v,en l o s profundos surcos d e su a l m a , n
y P l a t ó n a l u d e á esto m i s m o con d e c i r : c o n c i b i e n d o en
el profundo y fecundo surco de su a l m a , y pariendo fe-
lizmente los mas brillantes proyectos. Expresión poé-
tica por la q'ial se dá á entender la travesura y pro-
funda h a b i l i d a d de un s u g e t o para aparentar una cosa y
pensar i n t e r i o r m e n t e otra, á fin d e g r a n g e a r s e la opi-
n i ó n d e los hombres y hacer impunemente quanto se l e
antoje.
(6) El justo mismo. ! L o que aquí dice Glaucon , y
quanto mas abaxo dice su hermano A d i m a n t o en nom-
bre de los defensores de la injusticia , sobre las pros-
peridades de los malos y adversidades de los buenos
en esta vida, parece t o m a d o con poca d i f e r e n c i a de los
discursos que tenían los impíos de quienes se habla en
casi todo el c a p . a. de l a Sabiduría, y de l o q u e o b -
(234)
servaron el Santo Job cap. ai., y el Profeta Jeremías
cap. 12. en orden á las suertes* diferentes que por lo
común les caben en e s t e m u n d o á los impíos , compa-
rados c o n los justos. C a u s á b a l e s esto a l g u n a admiración;
mas inquiriendo l a causa v i n i e r o n á c o n c l u i r q u e el m a l o
se g u a r d a para el d i a . d e l a « p e r d i c i o u y de la m a t a n z a , ™
l o q u e d e b e a m e d r e n t a r á Jos impíos y los justos c o n -
solarse con q u e «sus almas están en m a n o de D i o s , y no
«les empecerá el t o r m e n t o de la muerte, y por mas
«que á los ojos d e los necios parezca que mueren , y
«que su s a l i d a se t e n g a por pena , y por exterminio la
« s e p a r a c i ó n de nosotros , con t o d o ellos v i v e n en p a z , »
s e g ú n s e nos asegura en el c a p . 3. d e Ja Sabiduría."
(i) El hermano. S e suele t o m a r este adagio en los
s o c o r r o s confidenciales , á causa de q u e en los peligros
\ rara vez un hermano, d e x a de favorecer al otro. E n el
Protagoras atestigua Platón que tuvo principio en Ho-
m e r o , q u a n d o d i c e q u e E s c a m a n d r o estrechado por A c h i -
l e s p e d i a socorro á Simoentes , y Héctor sin fuerzas ya
c o n t r a A c h i l e s , c l a m a b a á su hermano D e i p h o b o que le
ayudase.
' (8) tíesiodo. Poeta g r i e g o natural de C u m a s , q u e en
sentir de algunos fué contemporáneo de Homero, y
según Veleyo Paterculo vivió 120 años después. Fué
el primero que escribió en verso sobre la agricultura,
intitulando su p o e m a : Las oirás y los dios. Mas poe-
t a q u e filósofo , i n d i c a a l l í al m o d o d e nuestros almana-
queros los dias felices y aciagos. E s t e poema l e s i r v i ó á
Virgilio como de modelo para c o m p o n e r sus g e ó r g i c a s ,
según l o a t e s t i g u a él m i s m o . L a s otras obras d e Hesio-
do s o n , la «Theogonia , ó la genealogía de los dioses,
s-,y el escudo de Hércules , « de las quales la primera
es una producción sin arte, sin i n v e n c i ó n y sin otra
c o s a g r a n d e q u e su asunto , pero j u n t a á las d e H o m e r o ,
debsn mirarse como los a r c h i v o s y el monumento mas
seguro de la teología de los a n t i g u o s , y d e la opinión
que tuvieron de sus dioses. La segunda se tiene por
tai pedazo de otra obra m a y o r , d o n d e p r e t e n d e n algu-
•aos ..que c e l e b r a b a . l a s heroínas d e l a a n t i g ü e d a d . Llama-
se el escudo de Hércules , porque t o d a entera se ver-
sa sobre la descripción de este escudo, y nos refie-
r e de este héroe una a v e n t u r a particu\ar. E n tiempo de
Platón se hacia aprender á la juventud retazos de sus
poesías y de las de Homero , de lo que se quexa
el filósofo , por las ideas tan baxas de la divinidad que
a l l í bebían.
(Q) Museo. C e l e b r a d o poefa griego , que se c r e e h a -
ber v i v i d o en tiempo de Orpheo, y antes de Homero,
acia el año 1180 antes de J e s u - C h r i s t o . C r é e s e también
que Onomacrito que v i v i a 6 6 4 años después fué autor
d é l a s poesías atribuidas á O r p h e o y M u s e o . E n el siglo
quarto de l a era c h r i s t i a n a hubo o t r o M u s e o , á quien l o s
juiciosos críticos tienen por autor del e x ó t i c o poema de
Leandro y fiero., tan c e l e b r a d o d e los literatos y tra-
ducido en casi todas las lenguas vivas de Europa , y
á nuestra c a s t a l l a n a por D o n Josef Conde , Bibliotecario
de S. M.
(10) En una criba. Alusión á las hijas d e D a n a e c o n -
denadas á sacar agua de la E s t i g i a con cántaros ho-
radados.
(11) ¿3 los malos. V é a s e m a s arriba l a n o t a s e x t a de
este coloquio. ^
(12) ¿4 muy poca costa. D e s d e los tiempos mas re-
m o t o s se hace mención d e esta especie de m á g i c o s , s o r -
tílegos , encantadores ó h e c h i z e r o s , que andaban circu-
l a n d o por el m u n d o , e m b a u c a n d o las gentes. Y es tal l a
i n c l i n a c i ó n del hombre acia lo portentoso y acia todo
a q u e l l o que se le o f r e c e fuera del curso regular d e las c o -
sas n a t u r a l e s , q u e á pesar d e las l e y e s así d i v i n a s como
humanas que prohiben tales e x e r c i c i o s , no han faltado
s i e m p r e a l g u n o s d e estos
t que, c o n sus prestigios alucina-
ron y engañaron á m u c h o s del p u e b l o y las mas veces
muy á costa s u y a , aunque con p o c a enmienda^ Efec-
to todo de la suma ignorancia que por l o regular rey-
na y reynará siempre en el v u l g o , junta con el deseo
que es n a t u r a l en todos de lo singular y maravilloso.
(13) Orpheo. Natural de T r a c i a , hijo d e Oenagro y
P o l y m n i a , discípulo de L i n o y maestro de M u s e o , a n t i -
g u o poeta g r i e g o que floreció antes que H o m e r o y antes
t a m b i é n d e l a guerra d e T r o y a . F u é tan grande su des-
t r e z a en t o c a r la lyra, que dixeron a l g u n o s , sin d u d a
por e n c a r e c i m i e n t o , q u e los rios suspendían sus c o r r i e n -
t e s , los árboles y las rocas se m o v í a n , y las bestias le
cercaban por oirle. E l gran número de fábulas que se
han c o n t a d o sobre O r p h e o , fueron c a u s a de que a l g u n o s
autores, con A r i s t ó t e l e s y V o s i o h a y a n dudado" d e su e x i s -
tencia. P e r o e s c i e r t o q u e h u b o un h o m b r e así l l a m a d o ,
que sobresalió en la poesía y de c u y a s obras han ha-
blado los antiguos y citado algunos fragmentos ; aun-
q u e h a y m o t i v o s d e dudar si los h y m n o s y demás poe-
sías que corren e n su nombre , sean s u y a s , sin e m b a r g o
q u e P l a t ó n en el l i b . 8. d e Jas l e y e s h a b l e d e los hym-
sios de Orpheo , y Pausanias d i g a que eran cortas sus
composiciones, c u y a c i r c u n s t a n c i a c o n v i e n e con las q u e
tenemos h o y dia. Su p o e m a de los Argonautas se cree
c o m p u e s t o por O n o m a c r i t o q u e v i v i a en t i e m p o de P i s i s -
t r a t o , ó por P i t a g o r a s , ó a l g ú n otro filósofo pitagórico.
(14) Piadora. L a s palabras de P i n d a r o que cita aquí
P l a t ó n , a c a s o pertenecerán á los t h r e n o s , ó cantos lú-
g u b r e s , d e los q u a l e s se h i z o m e n c i ó n en l a n o t a 10 del
primer coloquio.
(ig) Archiloco. Poeta g r i e g o , nacido en la isla de
P a r o s , una d e las c y c l a d a s , por los años 664 antes de
Jesu-Christo. F u é de los p o e t a s m a s satíricos de la an-
t i g ü e d a d , e n t é r m i n o s q u e quando se cansaba d e despe-
d a z a r á sus a m i g o s y e n e m i g o s , se m a l d e c í a á sí. m i s m o .
P o r sus versos sabemos q u e era hijo d e u n a e s c l a v a , q u e
e l h a m b r e l e o b l i g ó á d e x a r su país , q u e se h i z o detes-
t a b l e por d o n d e quiera q u e se dio á conocer , y, que vi-
v i a entregado á toda especie de vicios. Se desencadenó
c o n tan envenenada rabia contra L y c a m b o , porque ha-
b i é n d o l e o f r e c i d o Su h i j a , s e l a dio después á o t r o con-
currente m a s rico ; q u e el buen hombre se a h o r c ó deses-
perado. S u furor se e x t e n d i ó á la hija d e este miserable
« o n t a n t a v i o l e n c i a , q u e l a d e s d i c h a d a no quiso s o b r e v i -
v i r á las sátiras d e este encarnizado. Cicerón llamó por
s u •sombre los p a s q u i n e s injuriosos fixados contra C é s a r ,
(237)
Archilocbia edicta. Sus poesías tan licenciosas, como
m a l d i c i e n t e s fueron prohibidas en L a c e d e m o n i a . - , E l len-
g u a g e está l l e n o de fuerza , d e arrogancia , d e fuego , de
vehemencia y energía. E s t e s a t í r i c o a s e s i n o , ifeurió ase-
s i n a d o , v e n g á n d o s e con el h i e r r o , d e l p u ñ a l q u e sus y a m -
bos m e t í a n h a s t a el corazón.
(16) O no los hay. Lenguage q u e en todos tiempos
usaron los i m p í o s para amortiguar los estímulos de SM
depravada c o n c i e n c i a , .y entregarse con mas libertad á
todos sus deseos. Como la existencia de un D i o s y su
p r o v i d e n c i a sean dos v e r d a d e s muy eficaces, para con-
tener en quien las cree el desorden de sus apetitos , la
qual no acomoda á los malos : vienen á tomar necia-
mente el miserable partido de negarlas, ó quando me-
nos ponerlas en duda.
(17) Sacrificios. Persuadidos d e este principio los h i -
p ó c r i t a s en q u a l q u i e r r e l i g i ó n por un e f e c t o de su crasa
ignorancia , ó lo q u e es m a s c i e r t o por l a ceguera que
en el h u m a n o e n t e n d i m i e n t o c a u s a n l a s p a s i o n e s , se e n -
tregan aún enmedio del christianísmo y á toda especie
de desórdenes , fiados en q u é por m e d i o de a l g u n a s ple-
garias y ofrendas h e c h a s á D i o s , ora sea en v i d a , ora en
muerte , han de conseguir la feliz suerte de los jus-
tos. Miserable engaño que ha perdido , pierde y per-
derá á m u c h o s por no acabar de entender las verdade-
ras disposiciones de corazón que deben acompañar . d i -
c h a s obras d e piedad , para q u e sean a g r a d a b l e s á los
ojos de Dios , y meritorias de vida eterna.
(18) De buena gana. E s t o s son dos d e l o s m o t i v o s q u e -
m u e v e n los hombres á huir e l m a l c l a r a m e n t e e n u n c i a d o s ^
e l instinto ó sentimiento m o r a l , y el conocimiento que
d á la filosofía de l a d i f e r e n c i a específica d e l bien y del
mal- Si Platón no habló aquí del tercero y mas po-
deroso m o t i v o , que es la voluntad de- D i o s , se vé
bien , supuesto lo que h a c e d e c i r á Adimanto tocante á
los dioses , que este m o t i v o no p o d i a ser de m u c h a f u e r z a
en los principios d e l a t e o l o g í a p a g a n a : pues la lectura
d e esta obra mostrará sin que pueda dudarse , q u e Platón
reconoció la influencia de este tercer, motivo, sobra
(238) .
nuestras a c c i o n e s . P e r o los p a r t i d a r i o s d e l a i n j u s t i c i a re-
s a m e n en sí solos t o d o s los errores c a p i t a l e s q u e la d e s c a r -
riada razón d e l hombre pudo i n v e n t a r para s a t i s f a c e r sus
pasiones : ' e l l o s son ateístas , materialistas , supersticio-
sos , hipócritas, libertinos, para quienes no h a y nada
bueno ni santo , colocando por único fin de todas sus
a c c i o n e s el satisfacer sus gustos y su p r o p i o interés.
(19) Abara «o.. P l a t ó n quiso manifestar en estos dis-
cursos la diferencia q u e h a y e n t r e el m o d o d e disputar d e
un sofista , y e l de* un h o m b r e honrado. G l a u c o n y Adi-
manto son m a s m o d e s t o s , mas civilizados que Thrasi-
m a c o , al paso q u e sus objeciones son m u c h o mas fuer-
tas y mas convincentes. A primera vista parece que
presentan ellas la apología de la injusticia } pero en
realidad encierran la mas sólida refutación de la teo-
logía pagana. P o r q u e el probar , c o m o hace Adimanto,
q u e ella c o n d u c e d i r e c t a m e n t e á l a hipocresía , es decir,
á todos los c r í m e n e s r e v e s t i d o s con la apariencia de la
v i r t u d , e s t o es haber demostrado su falsedad. Nó dudo
q u e éste haya sido e l objeco de P l a t ó n , y que h a y a él
desplegado c o n este i n t e n t o toda la fuerza d e su racio-
cinio , y t o d a la hermosura de su e l o q u e n c i a . C o n este
fin también r e d u x o t o d a la d i s p u t a á manifestar la dife-
r e n c i a e s e n c i a l d e l bien y del mal ; porque este punto,
una v e z probado , se ' l l e v a d a tras sí la ruina del pa-
g a n i s m o , que h a c i a á los dioses autores y patronos de
los mayores desórdenes , y . l i m i t a b a la r e l i g i ó n al culto
e x t e r i o r , á las ofrendas y sacrificios , q u e nada costaban
á l a injusticia opulenta. Grou.
(ao) JkTegira. Acaso Megara de Sicilia , en donde
p u d i e r o n h a l l a r s e los hermanos de Platón en los c o m b a -
t e s que tuvieron los atenienses contra los siracusanos p o r
los años 413 y 414 antes d e J e s u - C h r i s t o , 17 y 18 de
la guerra d e l P e l o p o n e s o .
121) Costumbre*. L a s buenas costumbres y arreglada
conducta de un h o m b r e , son una prueba moralmente
demostrativa d i su justificado modo de pensar j pero no
s i e m p r e las o p i n i o n e s j u s t i f i c a d a s en un s u g e t o van acom-
pañadas-de acciones justas y honestas.
(239)
(ii) Ciudad. El modo con que Sócrates explica el
•origen de las sociedades pudo tener lugar respecto de
,algunos pueblos que vivian errantes y dispersos, antes
que fuesen reunidos , q u e se les c i v i l i z a s e y que se les
•fixase su asiento. P e r o se h a r i a muy mal de aplicar al
origen d e la s o c i e d a d en general e l da algunas sociedades
particulares. La sociedad natural t u v o principio con el
género humano. La sociedad civil se formó á medida
que se m u l t i p l i c a r o n las f a m i l i a s , y que llegando á ser
m u y numerosas para subsistir en el l u g a r d e su origen , s e
separaron unas d e o t r a s , y poblaron de inmediación en
i n m e d i a c i ó n las diferentes partes d e la tierra , según d i c e
P l a t ó n m i s m o en su diálogo de las leyes. Grou.
(23) Primera ciudad. C o t é j e s e la c i u d a d m o d e r a d a y
r e d u c i d a á los t é r m i n o s precisos de l a n a t u r a l e z a , con ía
luxuriosa y e n t r e g a d a á t o d o lo que lisongea el apetito
y los sentidos ; y á p o c o se d e s c u b r i r á de quanta gen-
t e i n ú t i l , y superfina están s o b r e c a r g a d a s las r e p ú b l i c a s ,
l a q u a l si se o c u p a s e en otros destinos da a b s o l u t a n e c e s i -
d a d , se minorarían en mucho los males que las inun-
d a n , y seria m a s f e l i z e l g é n e r o humano¿ A d v i é r t a s e que
la v o z RAÓHTÍ unas v e c e s l a he t r a d u c i d o ciudad, otras
estado, otras república y otras sociedad, por contener
en sí todas estas significaciones.
(24) De tablas. V é a s e la nota 16 del c o l o q u i o p r i m e r o .
(25) Es contraria. N o son i n c o m p a t i b l e s , sino a l g o
raras , aunque m u y esenciales en el buen m i l i t a r las d o s
q u a l i d a d e s reunidas de ser d u l c e y pacífico para con sus
c o n c i u d a d a n o s , y v a l e r o s o , e s f o r z a d o é i r a c u n d o para c o n
los extraños , enemigos de su e s t a d o .
(16) Con la música. D é b e s e e n t e n d e r por e s t e t é r m i n o
el conjunto de todas las ciencias que sirven para for-
mar el espíritu del hombre. Platón se v a l e d e él con
frequencia en este sentido } durante el discurso de esta
obra. Grou.
(27) Fábulas. La palabra fábula, en g r i e g o /tíú-S-oí,
no se restriñe a q u í s o l a m e n t e á significar e l a p ó l o g o : e l l a
significa en general todo l o que se co.nprehende baxo * 1
nombre de historia p o é t i c a , ó . d e m i t o l o g í a . Grou,
(240)
(a8) Mas rara. Hace aquí Sócrates alusión á los
misterios de E l e u s i s . S e d e b i a sacrificar un p u e r c o antes
de ser iniciado. P o r esta v í c t i m a extraordinaria dá á
e n t e n d e r S ó c r a t e s q u e c o n menos f a c i l i d a d se han de a d -
mitir los niños al conocimiento de las fábulas de q u e
aquí se trata , que se les a d m i t í a á los m i s t e r i o s d e E l e u -
sis. Grou.
(39) alegorías. C i n c o e s p e c i e s de t e o p e a s se descu-
bren entre los g r i e g o s , según los v a r i o s dioses de n o m -
bre que ellos se formaron. Primera , la de los pueblos
sin cultura que adoraron el s o l , l a luna y los astros
como cosas ú t i l í s i m a s i n d e p e n d i e n t e s del hombre , y de
l a s q u a l e s d e p e n d e n en c i e r t o m o d o . S.;gunda , l a de los
pueblos c i v i l i z a d o s , q u e por ideas políticas decretaron
honores divinos á débiles mortales indignos algunos da
éste nombre. T e r c e r a , la de los poetas , que por encan-
tar al pueblo que es uno de los fines principales d«
su arte , h i c i e r o n los dioses de la m i t o l o g í a roas vicio-
sos , m a s c o r r o m p i d o s , y por esta parte m a s desprecia-
bles q u e el v u l g o m i s m o . Q u a r t a , la de la alegoría que
e s Como un barniz sobre la m i t o l o g í a : porque los h o m -
bres de j u i c i o y d o c t o s del paganismo mirando con hor-
ror los dioses d e la f á b u l a , se vieron obligados á ima-
ginar y publicar que la - r e l i g i ó n poética no era otra
cosa que la historia natural: Júpiter el ayre, Vulca-
no el fuego , N e p t u n o el agua , Céres la tierra , y así
d e ios d e m á s . T e n t a t i v a q u e no t u v o n i n g ú n e f e c t o , c o n -
t i n u a n d o el p u e b l o en t o m a r a l p i e de la l e t r a las a v e n t u -
ras mitológicas para lisongearse en sus descarríos ; no
queriendo ni metáforas, ni física. Quinta, la teepea
moral , por l a qual algunos ingenios festivos erigieron
en d i v i n i d a d e s l a s pasiones y l a s ^ l a q u e z a s h u m a n a s : Ve-
nus fué el deleite , Cupido el amor, Marte la cólera,
Baco la embriaguez, Mercurio el latrocinio. Teopea,
q u e s e g ú n T e o d o r e t o llenó las m e d i d a s del furor y de la
l o c u r a h u m a n a , h a c i e n d o adorar d i r e c t a m e n t e l o s v i c i o s y
l o s m a s horrendos desórdenes.
(30) Otra cosa. A l g u n o se inclinaria á creer q u e P l a -
t ó n r e c o n o c e en e s t e l u g a r l o s dos p r i n c i p i e s d e los m a n í -
( )
•queos. l i s t o s h e r e g é s se a p o y a b a n éii o t r o tiempo de su
autoridad pava establecer sus sistemas; pero Platón
ciertamente no piensa como ellos. B a s t a n t e se dá á en-
tender para que se conozca que no tiene al mal fí-
sico por un m a l v e r d a d e r o , y que haga infelices á los
que le sufren : al contrario mirale como un bien -que
envía Dios á los malos para q u e sé mejoren castigán-
doles. E n el mal moral pues constituye Platón la in-
f e l i c i d a d del hombre : y q u a n t o dista él d e decir q u e D i o s
sea e l autor del crimen, puesto que condena á Ho-
mero y á Ejchylo porque l o d i x e r o n i, otro tacto está
léxos de pensar que el mal moral venga de un prin-
cipio malo : estableciendo por fundamento de toda sü
ciencia m o r a l que el h o m b r e es libre , á quien imputa
sus malas acciones , y se explica sobre la unidad de
D i o s d e un m o d o mas claro y mas terminante que nin-
gún otro filósofo Grou.
(31) Niobe. Hija de Tántalo y hiuger d e Amphion
rey de Thebas. Ensoberbecida de verse tan poderosa
reyna y madre de doce ó catorce hijos , t u v o l a osadía
no solo de tenerse por mas que Latotia que no tenia
m a s de dos , sino aún d e i m p e d i r q u e se Je hiciesen sacri-
íicios. I r r i t a d a la diosa del o r g u l l o d e N i o b e , i m p l o r ó ios
socorros de sus hijos Apolo y Diana , ios quides por
v e n g a r la afrenta h e c h a á su m a d r e , a t r a v e s a r o n á fle-
chazos todos los hijos de Niobe en su m i s m a presen-
cia. Á vista de este espectáculo quedó la desgraciada
m a d r e p e n e t r a d a d e t a n v i v o dolor , q u e se q u e d ó i n m ó -
vil y los dioses la c o n v i r t i e r o n en un p e ñ a s c o c e r c a de l a
c i u d a d d e Si p i l a su patria.
(3a) Pelope. Hijo de T á n t a l o rey de Frigia , casa-
d o con H i p p o d a m i a , hija de E n ó m a o r e y de E l i d a . Sé
hizo.en ella tan poderoso, que todo e l país que está
comprehendidó dentro d e l I s t m o , y compone una par-
t e considerable de la G r e c i a , se l l a m ó el Peloponeso^
es decir , isla de P e l o p e . Los poetas fingieron q u e Tán-
talo su padre habiendo hospedado en su palacio á los
dioses que viajaban por la tierra, y queriendo asegu-
rarse de su d i v i n i d a d , d e g o l l ó á su hijo siendo aún niñ¡?

Q
(242)
y l e h i z o presentar en el g r a n b a n q u e t e que l e s dio. To-
dos Jos dioses miraron con horror tan e x e c r a b l e manjar,
sola C é r e s á q u i e n d e v o r a b a el h a m b r e , fué la ú n i c a q u e
se comió una e s p a l d a sin a d v e r t i r l o . J ú p i t e r recogió al
i n s t a n t e los separados miembros, del pequeño Pelope , y
habiéndoles reanimado, le substituyo una espalda de
marfil q u e tenia v i r t u d para curar los m a l e s d e los que
Ja t o c a b a n .
(33) Le recibieron. T r e s especies de males distin-
g u e n ios filósofos , metafisicos , físicos , y morales. Los
m a l e * metafisicos y físicos vienen de mano de D i o s , qua
l o s dispensa á las c r i a t u r a s , según mas c o n v i e n e al bien
esencia! de e l l a s mismas y al sistema g e n e r a l del uni-
v e r s o . L o s morales deben atribuirse s o l o a l libre alvo-
drio. del hombre como á única causa.
(34) Dioses. P l a t ó n tan p r o n t o d i c e D i o s , c o m o d i o -
ses. S e sabe que reconocía un s u p r e m o hacedor de to-
d a s l a s Cosas , pero no excluía! p o r e s t o las: otras divi-
n i d a d e s subalternas y d e p e n d i e n t e s de a q u e l D i o s supre-
mo y ú n i c o en su c l a s e . A u n q u e en e s t e punto, n o osaba
e x p l i c a r s e c o n c l a r i d a d , por estar m u y r e c i e n t e el e x e m -
p l o d e S ó c r a t e s , y t e m i a beber l a c i c u t a .
(3<;) La? cosas. Dios es causa d e t o d a s l a s c o s a s en
quanto tienen- ser T y se c o l o c a n e n l a clase d e los entes.
Y así concurre' como á primera causa á lo. físico del p e -
c a d o , aunque no al defecto, de r e c t i t u d propia d e la v o -
l u n t a d libre , q u e es en l o q u e c o n s i s t e su m a l i c i a ;
(36) jQue te es propia. Las razones de Platón son
muy eficaces en o r d e n á l a esencia propia d e los seres
espirituales que p o r su naturaleza simplicísima son in-
m u t a b l e s . P e r o nó- se- infiere que estos espíritus, perma-
n e c i e n d o en su esencia, los mismos sin ninguna altera-
ción de mejora ó empeoramiento , no puedan unirse á
otra naturaleza ó asumir una forma v i s i b l e , que mani-
fieste á los hombixs la sabiduría , justicia, poder ó
b o n d a d de su Criador para con ellos , c o m o se verificó
en l a e n c a r n a c i ó n del hijo d e D i o s , y en las aparicio-
nes d e los e s p í r i t u s a n g é l i c o s q u e c o n s t a n d e l a sagrada
Escritura.
(243)
(37) Proteo. Dios m a r i n o , hijo del Occeano y de
Thetis según algunos mitologistas, y según otros de
Neptuno y de F e n i c i a , que tenia el cargo d e guardar
y apacentar los rebaños marinos d e l dios d e las aguas.
Recibió en su nacimiento la ciencia de l o por venir,
c o n el poder de mudar su c u e r p o baxo todas.las formas
que quisiese , y c o m o acudiesen de todas partes á c o n -
s u l t a r l e se hacia invisible , y si alguna vez le descu-
brían , echaba mano á mil trasformaciones para elu-
dir la importuna pesadez d-3 los curiosos. Quanto mas
l i g e r o , sutil y v e r s á t i l era para deslumhrar ó aturdir,
otro tanto se debían redoblar los esfuerzos y firmeza
para detenerle ; pues entonces rendido de la fatiga re-
cobraba su primer figura, y satisfacía el deseo de los
que le consultaban. S e han d a d o varias e x p l i c a c i o n e s d e
esta fábula d e P r o t e o , d e las quales ninguna satisface.
(38) Thetis. Hija de Nereo y de Doris y nieta de
Thetis muger del Occeano. Como fuese la ninfa mas
h e r m o s a de su t i e m p o , J ú p i t e r quiso t o m a r l a por muger;
p e r o no se a t r e v i ó , á c a u s a d e haber p r e d i c h o P r o m e t h e o
que seria madre de un hijo que algún dia vendría á
ser m a s ilustre que su p a d r e , y en c o n s e q u e n c i a se casó
c o n P e l e o . J a m a s hubo b o d a s tan brillantes y m a g n i f i c a s ;
pues todo el O l i m p o , las d i v i n i d a d e s infernales , aquati-
cas y terrestres todas concurrieron , e x c e p t o la discor-
d i a q u e no fué c o n v i d a d a . Esta diosa sé vengó echando
sobre la, m e s a una m a n z a n a de oro con esta inscripción:
¿4 la mas hermosa. Juno , P a l a s y V e n u s la disputaron
y se refirieron al j u i c i o d e P a r i s , q u e la entregó á Ve-
nus. T h e t i s t u v o m u c h o s hijos d e P e l e o , los quales con
la prueba de ponerles b a x o de un brasero por la noche
p a r a consumir l o que t e n i a n d e m o r t a l , perecieron todos,
salvo A c h i l e s , porque sé l e h a b i a frotado con la a m b r o -
sia. Quando este héroe se v i o en la precisión de ir al
sitio de T r o y a pidió T h e t i s á Vulcano que le hiciese
armas y un e s c u d o , y se los r e g a l ó á su hijo y le libertó
n o pocas v e c e s de la m u e r t e , transformándose de varios
modos.

(39) INACO. R i o d e l P e l o p o n e s o , q u e p a s a b a por jun-

Q2
(244)
to á A r g o s su c a p i t a l , de q u i e n d i c e L u c i a n o en su d i á l o -
go intitulado Cbaron : «que las ciudades tienen su des-
atino como también los hombres , y l o q u e e.s aún mas
«extraño los rios mismos , c o m o el Inaco , del que ni
« s i q u i e r a se descubren los v e s t i g i o s en Argos, » Se dice
q u e p e r t e n e c e esta s e n t e n c i a ,á la ptycostutia , ó peso de
las a l m a s de E s c h y l o .
(40) Con exactitud. L a mentira en sentida riguroso y
s e g ú n la entienden los t e ó l o g o s es una manifestación ex-
terior por palabras ó por acciones , contra lo que in-
t e r i o r m e n t e sentimos en nuestra a l m a . L a ignorancia to-
cante á la naturaleza de las cosas en el ánimo d>;l q u e
la p-adece , no es m e n t i r a sino e r r o r , y expresada esta
ignorancia por palabras , t a m p o c o se encuentra en ellas
el fantasma de la mentira , sino d e l error. Y de con-
siguiente el que las o y e sufre un e n g a ñ o , c o m o el qua
las profiere p a d e c e un error , uno y o t r o contra su vo-
l u n t a d , e x p e r i m e n t a n d o en esto los e f e c t o s de la l i m i t a -
c i ó n de nuestro entendimiento» M a s e l qua en rigor m i e n -
te lo hace v o l u n t a r i a m e n t e , y en esto consiste el d e f e c t o
d e esta a c c i ó n , q u e de este modo siempre es p r o h i b i d a ,
sin q u e . h a y a u t i l i d a d a l g u n a q u e p u e d a c o h o n e s t a r l a .
(41) En nuestra república. En todo buen gobierno
deben cuidar los m a g i s t r a d o s de impedir baxo rigurosas
p e n a s , que se discurra ó h a b l e con l i b e r t a d - é i n d e c e n c i a
ni de D i o s , ni de las cosas de la r e l i g i ó n , que vienen
á ser d e s p r e c i a d a s , siendo poco respetadas. Y de anuí
l a s m a l a s resultas q u e eu todas e d a d e s , naciones y go-
biernos se han v i s t o en los estados ; porque menoscabado
en el c o n c e p t o da la multitud el respeto á l o q^e real-
mente es mas t f á c i l m e n t e se a t r e v e á l o que es menos.
( 245')

COLOQUIO TERCERO.

fi) Infiernos. No se t r a t a aquí de Jos infiernos, sino


b a x o la idea q u e los i m a g i n a r o n l o s p o e t a s . P o r q u e Sócra-
tes c r e y ó que h a b i a otra v i d a , y también el dogma de
Jes premios y d e las penas después d e la m u e r t e , como
p u e d e v e r s e en el P h e d o n " , en el G o r g i a s , y en el colo-
quio d é c i m o d e l a r e p ú b l i c a . Grou.
(a) A los guerreros. E l d o g m a c a t ó l i c o sobre l a e t e r -
nidad d e las penas y de los p r e m i o s , l é x o s de intimidar
es el m a s á propósito para a l e n t a r el esfuerzo de los
militares al desempeño de sus obligaciones; sabiendo
q u e D i o s t i e n e p r o m e t i d a tina c o r o n a eterna al q u e v i v i e n -
d o c o n j u s t i c i a , sale g l o r i o s a m e n t e de este m u n d o , s a -
crificando su v i d a debidamente por los intereses de la
religión y de la patria , y que al contrario destina á
los tormentos eternos las a l m a s d e aquellos que m o v i d o s
de las ventajas humanas abandonan cobardemente Jas
obligaciones que contrageron como christianos, como
m i l i t a r e s , c o m o m i e m b r o s d e un estado.
. (3) Tiresias. Famoso a d i v i n o de T h e b a s , q u e v i v í a
antes del sitio de Troya, y fué hijo de Evero y de
la ninfa Chariele. Habiendo visto cierto dia sobre el
monte Citheron dos serpientes j u n t a s , mató ta hembra
y al instante fué transformado en muger. Siete años
después encontró otras d o s •serpientes d e l mismo modo,
mató al m a c h o y se volvió hombre luego al punto.
Júpiter y Juno disputando en cierta o c a s i ó n sobre las
ventajas del hombre y de la muger tomaron á Tire-
sias por j u e z , que decidió en favor dé los hombres;
aunque añadió que las mugeres eran con todo mas sen-
sibles. "Júpiter r e c o n o c i d o le c o n c e d i p la g r a c i a de saber l o
venidero: pero un d i a m i r ó á la diosa P a l a s q u a n d o se
estaba v i s t i e n d o , y cegó inmediatamente. Refiere Estra-
bón que el s e p u l c r o d e T i r e s i a s e s t a b a j u n t o á la fuente
de T i pitusa , donde murió muy anciano, huyendo de
Thebas. Fué mirado como inventor de los agüeros , y

<23
(2 6) 4
se le honró como d i o s en Orcomena; donde tenia su,
oráculo m u y celebrado.
.4) Para otros fines. Todo este aparato formidable
de los infiernos fué inventado por los antiguos poetas,
q u e tueron a l mismo tiempo legisladores , para conte-
ner a l pueblo en l a o b e d i e n c i a , sobre el q u á l no h u b i e r a
o b i a d o c o n tanta fuerza q u a l q u i e r otro m o t i v o . V é a n s e l a s
di ertaciones sobre la unión de la religión , de l a m o -
ral y d e la p o l í t i c a sacadas de una obra de M. War-
b u r t o n , t o m . 1. disertación 3. 4. g . , donde está perfecta-
mente bien d e s c u b i e r t o e l plan de la p o l í t i c a de los an-
tiguos. Por lo demás , en nada interesa al fondo del
asunto , lo q u e la i m a g i n a c i ó n d e los p o e t a s añadió de
suyo. La política se ha servido astutamente de esta
creencia c o m ú n 5 pero ella no es la primer causa. Esta
c r e e n c i a , e s p a r c i d a entre t o d a s las n a c i o n e s , viene ne-
c e s a r i a m e n t e de arriba. G'ou.
(¡;) El sabio. E s t e principio fundamental de la filo-
sofía estoica es v e r d a d e r o h a s t a c i e r t o punto ; pero to-
m a d o con rigor , c o m o h a c i a n los e s t o i c o s , es falso , e n e -
m i g o de la s o c i e d a d , propio para inspirar o r g u l l o , c o n -
t r a r i o á la razón , á la experiencia y á las m á x i m a s de
l a v e r d a d e r a religión , sobre l a qual d e b e dirigirse toda
m o r a l filosófica. Grou.
;ó) Bíetilir. A u n q u e en l a n o t a 40 d e l s e g u n d o c o l o -
quio se dixo algo sobre la naturaleza de la mentira,
c o n v e n d r á dilatar aqui un p o c o m a s s u - e x p l i c a c i ó n para
que mejor se entienda. La mentirá formal consiste en
h a b l a r de m o d o que las palabras, signifiquen otra cosa
diferente de lo que pensamos. Como pues las palabras
s e a n signos d e nuestros p e n s a m i e n t o s , y por una e s p e c i e
de convención entre los hombres se hayan establecido
ciertas y determinadas palabras para ciertos y determi-
n a d o s p e n s a m i e n t o s ; fácil es d e inferir q u e en toda es-
p e c i e da m e n t i r a , ora sea jocosa s ora oficiosa, ora per-
niciosa , h a y una e s p e c i e d e v i o l a c i ó n del p a c t o dicho ó
convenio , en v i r t u d d e l q u a l tiene derecho qualquiera
de exigir la verdad del que le debe responder , y de
q u e d a r s e si n o l e h a b i a c o m o piensa. P o r q u e la sociedad
so pueda subsistir sin el c o m e r c i o d e l l e n g u a g e , y éste
p i d e n e c e s a r i a m e n t e la c o n f o r m i d a d de las palabras con
el pensamiento en el' q u e h a b l a , y en el que oye la
c r e e n c i a , q u e no se funda en o t r a cosa q u e en la fide-
l i d a d del otro. D e donde se s i g u e q u e aún en las m e n t i -
r a s oficiosas . ó q u e se dicen por el bien particular de
alguno , siempre h a y una v i o l a c i ó n de aquella fidelidad
que interesa mas á la fé pública de la sociedad , que
el bien de un particular. Y así aún q u a n d o no h a y a g r a n
c u l p a en las m e n t i r a s oficiosas y j o c o s a s , con todo no
están sin ella, como dice San Agustín. Ahora', quando
al bien público ó particular no se sigue ningún per-
j u i c i o , antes al c o n t r a i i o están interesados en que se
o c u l t e la v e r d a d , podrá h a c e r s e esto v a l i é n d o s e de a q u e -
l l o s términos que ó solos , ó j u n t o s entre si , suelen com-
prehender muchos sentidos, ya sea en el uso público,
ya en el estilo de algún arte , ó y a por alguna figura
«común y fácil d e e'ntender 5 p o r q u e basta que nuestro
pensamiento corresponda á una d e estas significaciones,
á fin q u e se s a l v e la fidelidad' del convenio s o c i a l , y
•que no se m i e n t a , aunque se c r e a q u e el que escucha
t o m a r á las palabras en otro' sentido ; puesto q u e se ve-
rifica la c o n f o r m i d a d de las palabras con el pensamien-
to. Por tanto , ni aún á i o s m a g i s t r a d o s con pretexto
del bien p ú b l i c o les es l í c i t o m e n t i r ; p o r q u e este mal
exemplo acarreada acaso mas daños á la s o c i e d a d qua
la privación de a q u e l bien ; sobre no estar autorizados
con derecho ninguno p a r a e s t o , c o n t r a lo que pretende
G r ó c i o con p o c a razón , e n el l i b . 3 . c a p . 1 . del D e r e c h o
d e la guerra y de la p a z .
;
(7) • De ciervo. E s t a s son las injurias q u e A c h i l e s d i c e
A A g a m e m n ó n al p r i n c i p i o d e l a I l i a d a . P u d i e r a n tradu-
cirse en español con mas nobleza , diciendo , destem-
plado , insolente , cobarde 5 pero s u a v i z á n d o l a s y qui-
tando l o q u e tienen d e gro.-ero , se disminuíria el hor-
ror que P l a t ó n q u i s o inspirar. No ignoro que aquellas
palabras no se acostumbran d e c i r e n t r e i a g e n t e noble y
bien c r i a d a d e nuestra n a c i ó n , e s p e c i a l m e n t e en sus q u e -
rellas. P e r o t a l e s eran las costumbres antiguas , que en
(248)
lugar de a t r a v e s a r s e d e parte á parte y á s a n g r e fria en
un d u e l o , d e s a h o g a b a n su cólera por m e d i o de una inun-
d a c i ó n de afrentas.
(8) Escamandro. R i o del A s i a menor en l a Troada,
famoso en la historia d e l sitio de Troya.
Esptrcbio. Rio de la M a c e d o n i a en la Phtiorida,
a l q u a l A p o l o d o r o dá e l sobrenombre d e B o r o . En Ho-
mero se lee quq Peleo ofreció al Esperchio el cabe-
llo de Achiles , si vojvia con felicidad á su patria,
c o n c l u i d o el s i t i o de T r o y a ,
(9) Centauro Cbiron, Hijo de S a t u r n o y de Phylira,
c u y o padre s o r p r e n d i d o e n sus amores por su m u g e r O p s ,
de repente se c o n v i r t i ó en c a b a l l o por no ser c o n o c i d o ;
y por esto el hijo q u e n a c i ó de esta adulterina unión,
fué un monstruo m e d i o hombre y medio caballo que sa
llamó Centauro. Sieado y a c r e c i d o se retiró á los montes
y a r b o l e d a s , donde se ocupó en adquirir conocimientos
/ d e las plantas y de las estrellas. F u é v e r o s í m i l m e n t e uno
de los antiguos personages célebres d'-¡ la G r e c i a , pues
que precedió á la c o n q u i s t a del vellocino de oro y á
la guerra de Troya. La fábula hizo de él un hombre
m o n s t r u o s o ; pero sea lo q u e fuese C h i i o n se distinguió,,
por su conocimiento y sus talentos en la medicina y
cirugía. Enseño estas c i e n c i a s á E s c u l a p i o , y t u v o tam-
bién por d i s c í p u l o s á Castor y P Q Í U X , Hércules , Jason,
y Achiles. Habiéndole hecho Hércules, una llaga incu-
table que le causaba dolares v i o l e n t a s , s u p l i c ó Chiron á
los dioses qas le p r i v a s e n da la inmortalidad y le qui-
aasen la vida. Júpiter oyó sus ruegos y le c o l o c ó en e l
Z o d i a c o , formando la c o s t e l a c i o n llamad:! Sagitario.
(10) Tbeteo y Finrioo, Theseo á quien la fábula
pone en e l número d e los s e m i d i o s e s , fué hijo deEgeo.
rey de Atenas, y subido al trono d e c l a r ó guerra á l a s
a m a z o n a s , h i z o prisionera á la r e y n a y s¿ casó con e l i a ,
pestruyó á Oreon , rey de T h e b a s , m a t ó á los bandidos
que d e v a s t a b a n e l A t t i c a , m a l t r a t ó al M i a o t a u r o , y en-
c o n t r ó la s a l i d a del laberinto , ayudado de A i i a d n a hija
de Minos rey da Creta. Piritnoo hijo liiou, sabida
1^ infinidad d e m a r a v i l l a s d e T h e s e o , io j o b ú un r e b a ñ o ,
(249) ,
para o b l i g a r l e con esto á q u e l e persiguiese. E n e l com-
b a t e que ellos t u v i e r o n , se tomaron t a n t a e s t i m a c i ó n uno
á otro , q u e juraron no abandonarse. P i r i t h o o socorrió a-
T h e s e o contra los centauros que querían robarle á Hip-
podamia su muger. Muerta ésta, se convinieron en-
trambos d e no casarse sino con hijas de J ú p i t e r , y para
verificar e s t a i d e a robó T h e s e o á H e l e n a hija de Júpiter
y de L e d a . P i r i t h o o que le habia a y u d a d o en e s t e r o b o ,
baxó á los infiernos á robar á Proserpina , donde fué
devorado por ¿1 Cancerbero. Theseo que también le
acompañó fué aherrojado por orden de Plutón, hasta
que H é r c u l e s baxó á libertarle. Créese que todas estas
fábulas tienen algún fundamento eu la historia, y
que vivieron por los años 1236 antes de Jesu-Christo.
(n). Chrytes. Sucedió en la isla de S m i n t h a á su •
abuelo m a t e r n o en el cargo de gran .sacerdote de A p o -
lo. Achiles en el saco de Lyrnesa , le arrebató á su
hija Cbriseís,, por otro nombre Astynomea , y el rey
A g a m e m n ó n se la a p r o p i ó para sí. C h r y s e s revestido da
los adornos pontificales , fué á pedir su hija , y suce-
dió lo q u e r e f i c e aquí Platón.,, de cuyas resultas A p o - '
lo afligió al e s é r c i t o de los griegos con una enferme-
dad contagiosa, Los griegos , por consejo del adivino
C h a l c a s , r e s t i t u y e r o n á C h r y s e i s , y la peste cesó.
(i«) La tragedia y la comedia.' Aristóteles dice ea
su poética, que así la comedia como la t i a g e d i a vie-'
nen á ser imitaciones , q u e . se. h a c e n por los mismos
medios d e número , .afrnonía y verso , y de la' misma
manera , á saber , p r a c t i c a n d o ú obrando ; pero q u e s e
diferencian .en quauto la t r a g e d i a , procura imitar los
hombres mejores , y la comedia los peores.
. (13) Recitante. Raptodoi se l l a m a b a n , y eran a q u e -
llos que recitaban de memoria l o s . versos heroicos da
H o m e r o , ó de q u a l q u i e r o t i o p o e t a , haciendo..oficio da
esto , corno puede v e r s e en el I o n de P l a t ó n .
(14) Una muger. babese que entre g r i e g o s y r o m a n o s ,
no hubo costumbre d e salir las m u g e r e s a! teatro. Grcu,
(i{0 SI relincho. L é a n s e las comedias d e A r i s t o p h a -
(2g0)
r í e s , y se v e r á q u e éstas y otras muchas- cosas pareci-
das á ellas entraban en la a n t i g u a c o m e d i a . Groa.
(ió) T número. « Hay mas d e una diferencia , d i c e
•jiQuintiliano l i b . 9. c. 4 . entre e l número ( r y t m o ) y l a
« m e d i d a ( m e t r o ) . » A s í un d á c t i l o , un a n a p e s t o , h a c e n
«I misino r y t m o ; mas no tienen l a misma medida. E l
rytmo es para l a prosa l o que l a m e d i d a para el verso.
Grou.
(17) Transiciones. La mudanza , fj.iT&í¿ohil, d i c e a ú n
Quintiiiano en el l u g a r citado, « e s e l tránsito de un g é -
« n e r o de r y t m o á o t r o . V á l g o m e d e la palabra transición
ó paso , que en l a música tiene tina significación aná-
Grou.
l o g a á la d e q u é a q u í se t r a t a .
(18) Perfumes sobre su cabeza y coroncdole de ¡ana.
ILo uno para manifestar q u e los .compositores de fábu-
las o b s c e n a s deben mirarse c o m o personas, infectadas d e
mal contagioso , cuyo aliento les hiede y - a p e s t a ; l o
otro, coft'10 por- burla de l a corona a p o l i n a r que cons-
tituía e l adorno y la distinción d e las cabezas poéti-
c a s . M a x i i n ó • ' T y - r i o en su disertación 7. d i c e que Platón
c o n o c i ó m u y bien todo e l m é r i t o p o é t i c o de H o m e r o ; pero
que l e excluyó d e su r e p ú b l i c a por contemplarle inútil,
y aún pudiera haber añadido por tenerle por perju-
dicial á-ia buena educación d e sus c i u d a d a n o s . Dion
ü h r i s ó s t o m o en la o r a c i ó n 153 , y T h e o d o r e t o en los d i s -
c u r s o s * . y 10. d e su Therapéut'tca , citando este lugar
d e P l a t ó n a ñ a d e n s i e m p r e . , - « c o m o la* mugeres a h u y e n t a n
«las golondrinas « Símbolo d é l o s habladores importunos,
con quienes Pitagoras aconseja que se t e n g a poco tra-
to , siendo e l o c t a v o d a sus p r e c e p t o s simbólicos. «No
sjsufrir las golondrinas en su c a s a . «
j- {19) Laxas. XttKAfat de Xa/-*? , laxar , aflojar. Esto
c o r r e s p o n d e al b e m o l . Grou.
{io) 'Manyas. H i j o de H y a g n i s de c o n o c i d a habili-
d a d en t o c a r l a flauta , y dicen c¡ue fué el p r i m e r o que
p a s o en música los h y m n o s d e los dioses. Quiso dispu-
tar á A p o l o el premio d e l a armonía , c o n c e r t a n d o que
jsl v e n c i d o quedaría á discreción del vencedor. Costóie
bien c a r o Su a r r o j o , porque A p o l o á quien se adjudi-
c ó el p r e m i o , m a n d ó q u e a m a r r a d o á un roble le d e s o l l a -
sen v i v o .
(ai) Por el can. Juramento muy común en Sócra-
tes. U n o s quieren q u e e s t e fuese un juramento egipcio,
y que entendía por e s t o al dios Anubis. Otros preten-
den q u e no e n t e n d í a sino un perro ordinario , y esto
era por mofarse del j u r a m e n t o por J ú p i t e r y otros tan
comunes entre los griegos. Grou.
(2.a) Damon. Célebre músico, y maestro de Sócra-
tes en e s t e a r t e Grou.
(13) Enoplo. E l e n o p l o , era según unos , lo mismo
que crético , q u e es un pie c o m p u e s t o d e una b r e v e e n t r e "
dos l a r g a s : según otros , era un- número ó r y t m o com-
p u e s t o d e dos d á c t i l o s y un e s p o n d e o . Grou.
(24) T de lo otro. Todo este pasage está obscuro y
e m b r o l l a d o , p o r q u e S ó c r a t e s h a b l a solo á m e d i a s pala-
bras , c o m o hombre que afecta no saber la materia de
que se trata. S e descubre s o l a m e n t e que hablaban aquí
de ciertas convinaciones de largas y de breves para
forniar los pies , los rytmos y las cadencias. Grou.
(ag) Bondad de costumbres. C o m o q u a n d o d e c i m o s en
castellano, es un buen hombre ; se e n t i e n d e de alguno,
que es de muy buena Índole, pero de pocos al-
cances.
(26) Música. T é n g a s e presente que d e b e t o m a r s e aquí
e l nombre d e m ú s i c a en el significado q u e le dio Platón
en el c o l o q u i o ' s e g u n d o ; esto es , por el c o n j u n t o . d e las
ciencias y artes que forman y civilizan el ánimo. De
m o d o q u e e s t e filósofo quería que en su r e p ú b l i c a t o d o s l o s
objetos que se presentasen á la j u v e n t u d guardasen el d e -
coro , consonancia y proporciones , q u e les corresponden,
por su n a t u r a l e z a ; á fin. de q u e a c o s t u m b r á n d o s e ei a l m a
á la d e c e n c i a en quanto veía, conociese la deformi-
dad y desconcierto en las a c c i o n e s , y se esforzase á
ponerlas e n . p e r f e c t a a r m o n í a , confrontándolas c o n l a r e c t a
xazon.
(27) Músicos. Músico no.es otra cosa en el lenguaje
de P l a t ó n que el verdadero filósofo , que c o n o c e y ama
(252)
3o h e r m o s o y l o honesto d o n d e quiera q u e se encuentre.
Grou..
(28) Luxo corintio. H a y algún equívoco en la pala-
bra g r i e g a «op» j que significa t a m b i é n una moza. Como
si dixesemos que se debe reprobar la correspondencia
á los a i h a g o s d e las m o z a s c o r i n t i a s en quien quiera c o n -
s e r v a r ,su salud-,
{29) EtcuJaph. Se tuvo por h i j o . d e A p o l o y de la
ninfa Coronis. Cuenta Ovidio que informado este dios
de., .que. a m a b a e l l a al joven Ipbit, se irritó en tanto
grado, q u e sin consideración á su e m b a r a z o l a pasó d e
una flecha y 3a m a t ó . M i e n t r a s - s e disponte- la p y r a para
q u e m a r su c a d á v e r , sacó p r o n t a m e n t e d e su seno al p e -
queño E s c u l a p i o - , y le d i o á criar á C h i r o n el C e n t a u r o ,
que 3e ensenó todos ios. secretos de la medicina. Hizo
tantos progresos-, que en lo sucesivo fué honrado co-
mo ei dios d e l arte de curar. I r r i t a d o Júpiter contra
él, p o r q u e c o n sus m e d i c a m e n t o s dio la v i d a al desgra-
ciado Hipólito h e r i d o d e enfermedad m o r t a l , l e m a t ó d e
•un r a y o . A p o l o l l o r ó a m a r g a m e n t e la" m u e r t e de su h i j o ,
y Júpirer p o r consolarle l e colocó en el cielo, donde
forma l a icosstelacion de la serpentaria. F u é p r i n c i p a l » ,
m e n t e h o n r a d o en E p i d a u r o c i u d a d del P e l o p o n e s o , y se
l e e r i g i ó -allí u n t e m p l o magnífico , á donde se dirigie-
ron los d i p u t a d o s de Roma en una peste que destruía
sti c i u d a d ' , para p e d i r la estatua de este D i o s y lle-
v a r l a á S o r n a , N o p u d i é n d o l o conseguir , estaban á p u n t o
de, partiíse, quando vieron entrarse en la nave una
disforme s e r p i e n t e q u e l a . t o m a r o n
:
por Esculapio y la
llevaron .consigo. Llegados al- Tiber \ - l a serpiente se
•salió d e l - n a v i o , y -se fué á la isla q u e forman sus dos
trazos , y s e l l a m ó después s a g r a d a , porque se edificó
;2ilí un t e m p l o en ¡honor de e s t e dios representado baxo
la figura d e una s e r p i e n t e y le ofrecían h u e v o s , - - y sacri-
ficaban poilos y gallos.
(30:) Herodko. Fué maestro del grande Hipócrates,
como atestigua Sorano en su v i d a , y v i v i ó autes de la
g u e r r a d e l P e l o p o n e s o , q u e e m p e z ó e l ' a ñ o 431 antes de
Jesu-Christo.
''(253).
(31) Phocylides. Poeta griego y filósofo de Mileto,
que v i v í a por los años 540 antes de J e s u - C h r i s t o . Corre
en su nombre una poesía que no es s u y a , sino de al-
gún autor del tiempo de Adriano , ó de Trajano, en
el qual sé forjaron los versos sibylinos , de los quales
se hallaban algunos en Phocylides. E l poema pequeño
que se le aplica , se e n c u e n t r a en muchas colecciones,
y entre otras con T h e o g n i d e s en H e i d e l b e r g año 1^97.
No se h a l l a en todo este poema intitulado los Consejos
de Phocylides, el precepto que insinúa aquí Platón;
de donde podemos inferir que l a obra de Phocylides,
d e la q u e sin d u d a l e tomaría nuestro filósofo , se per-
dió por. la calamidad* de los tiempos, y que sobre los
dichos que nos conservaron los antiguos de este sabio
poeca , se fabricó después el p o e m a q u e se l e a t r i b u y e .
(3a) Vinos compuestos. Cyceona. Bebida compuesta
de una confusa mezcla de licores , en la qual entra-
ban la m i e l n u e v a , e! queso y la harina , según Ateneo
lib. 11. , y de aquí el proverbio griego es un cyceof,
para denotar un confuso cahos de cosas ó de negocios»
y también á un sugeto que t o d o l o perturba y confunde.
(33) Midas. Fué hijo de G o r d i o , r e y de Phrigia,
y se c u e n t a q u e r e c i b i ó á B a c o e n sus e s t a d o s c o n g r a n
magnificencia. R e c o n o c i d o el dios á e s t e buen oficio le
prometió concederle todo q u a n t o le pidiese. M i d a s pidió
la g r a c i a d e q u e se c o n v i r t i e r a en oro todo lo que to-
case , y á poco se arrepintió de semejante solicitud;
porque quanto tocaba se c o n v e r t í a en o r o , aún hasta
Jos alimentos. Suplicó de nuevo á Baco que le qui-
tase este don tan funesto , y por orden suya fué á
lavarse en el Pactólo , desde cuya época llevaron sus
corrientes fragmentos de oro. A l g ú n t i e m p o después dio
otra señal de su p o c o g u s t o , quando le eligieron por
j u e z entre Marsyas y Apolo; p u e s prefirió los cantos
rústicos del dios de Jos pastores , á los s u a v e s y llenos
d e m e l o d í a de A p o l o . I r r i t a d o e s t e dios del verso y de
la m ú s i c a , hizo que le saliesen orejas de asno. Midas
corrido y desesperado., á n a d i e confió su a v e n t u r a mas-
que á, su barbero c o n p r o h i b i c i ó n d e d i v u l g a r l a . E s t e no-
( «54)
pudiéndose contener h i z o un agujero en tierra , y baxan-
dose g r i t ó : Midas tiene srejas de asno ; tras lo q u a l re-
l l e n ó el agujero. Salieron en lo sucesivo de e s t e paraje
gran multitud de cañas , que secadas y a g i t a d a s por el
viento repitieron y publicaron ei secreto á todo el
mundo.
(34) Del cuerpo. S i el cuerpo de o t r o pudiese curar
e l m i ó , podría el m i ó curarse á sí m i s m o , y con m a s ra-
2on podria p r e c a v e r las enfermedades , y de consiguiente
j a m á s estaría enfermo. Grou. . 1

(35) Enferma. Q u i e r e d e c i r S ó c r a t e s q u e el a l m a del


m é d i c o es la q u e cura al enfermo. S i pues la m i s m a alma
e s t á e n f e r m a , es decir , está llena*de i g n o r a n c i a y poco
versada en su a r t e , j a m á s podrá curar á nadie. Grou.
(36) Dexará morir, E s bárbara , cruel é inhumana
esta disposición , por rhas q u e quiera encubrirse con la
c a p a d e l bien d e l estado. Grou.
(37) En globo. A q u í solo se d á como en bosquexo la
e d u c a c i ó n de los m a g i s t r a d o s , la qual en los c o l o q u i o s s e x -
t o y s é p t i m o se h a l l a r á ' m a s por e x t e n s o . Greu.^
(3S) No es nueva. En Phenicia tuvo principio la
f á b u l a d e q u e C a d m o , (otros quieren que fuese M i n e r v a )
sembró en aquel país d i e n t e s d e d r a g ó n , de los quales
provino una abundante c o s e c h a de hombres armados , y
d e a q u í el nombre spartous , c o m o si d i x e s e m o s hombres
sembrados. B i e n que d i c e n otros que tomaron este apelli-
do porque salidos de P h e n i c i a en c o m p a ñ í a de C a d m o ,
íxaron con separación sus hogares. A esta fábula a l u d e
y se funda en e l l a el proverbio g r i e g o , fircion phenicia,
para manifestar q u e el dicho de alguno tiene m e n o s de
verdad q u e las m e n t i r a s phenicias T a m b i é n pudo t o m a r
p r i n c i p i o el a d a g i o de la costumbre de los mercaderes
phenicios, que fueron los primeros que por comerciar
corrieron tierras e x t r a ñ a s , los quales para dar buen d e s -
pacho á sus géneros , se v a l í a n de innumerables mentiras
corroboradas á veces con juramento
(39) Un oráculo. E s t e o r á c u l o q u e insinúa a q u í P l a t ó n ,
en realidad es un axioma político confirmado con la
experiencia de todos los siglos y estados j en los quales
(255)
constantemente se observó que la época de su deca-
dencia empezó d e s d e el momento en q u e sugetos d e s t i -
tuidos de las prendas n e c e s a r i a s para gobernarlos , que
son l o s c o m p r e h e n d i d o s en l a m a s a d e hierro y de co-
bre , se apoderaron de los primeros empleos de la r e -
pública.
(40) La fama. Quiere decir que corriendo de boca
en b o c a , deberá su fruto a l c u i d a d o q u e tendrán los ma-
gistrados en d i v u l g a r l a . L o q u a l c o m o se v e r i f i q u e , nun-
ca dexa de producir el efecto deseado en el. popula-
cho , que al cabo de algunos años de inventada la
ficción le dá el mismo c r é d i t o q u e á las v e r d a l e s m a s
c i e r t a s ; sin que sea poderosa ninguna razón para di-
s u a d í r s e l o . D e d o n d e s e infiere q u á n p e r f e c t a m e n t e cono-
cía Platón el corazón humano y el genio de la mul-
titud.
(41) Vida común. S e v é c l a r o <júe e s t o e s t á s a c a d o d e
las l e y e s de L y c u r g o . Grou,
i (256)
COLOQUIO QUARTO. ,

(1) Ld pobreza. «Mas v a l e un pocof'al justo , qua


«muchas riquezas á l o s pecadores. S a l m . 36. v . 16. Msn-
«diguez y riquezas no m e deis á m í : d a d m e solo l o n e c e -
« s a r i o para mi sustento. P r o v . 30. v . 8.« Q u á n a c r e d i t a d o
t e n e m o s por la e x p e r i e n c i a los estragos que una y otras
causan en la s o c i e d a d , y qüánto seria de desear que
todos sus miembros se gobernasen por tan saludable
m á x i m a , q u e i n d u b i t a b l e m e n t e seria l a fuente d e su fe-
licidad!
(1) Quando juegan. Jugamos a las ciudades , 'sóhat
maifyfuy- E s t e j u e g o p a r e c e ser e l que nosotros l l a m a m o s
d e damas , ' c u y a d e s c r i p c i ó n se encuentra en el l i b . 9 .
d e l ©nomasticon de J u l i o Polux , diciendo: que es un
juego de muchas piezas éri uña tabla dividida en va-
rias regiones , ó casas situadas entre rayas ; Cuyo ta-
blero , d i c e , que se l l a m a b a ciudad , el q u a l por estar
d i v i d i d o en q u a d r í t o s meiióíes dónde se c o l b c a n las p i e -
z a s para disponer el juego , hablando de éste , dirían
los jugadores, no ciudad, sino muchas ciudades , por
contener e l tablero en si otros muchos tableritos. A lo
qual compara Platón una república que encierra en sí
otras v a r i a s , á causa d e l a v a r i e d a d de intereses y fines
p a r t i c u l a r e s d e los miembros que la componen.

(3) Entre amigos. P l a t ó n - d e x a caer aquí de intento


a n a palabra sobre los m a t r i m o n i o s y sobre la comunión
d e las m u g e r e s , de l o q u a l h a b l a r a m a s á lo largo en e l
c o l o q u i o siguiente. E n orden al proverbio : « E n t r e ami-
«gos todas las cosas deben hacerse c o m u n e s , » C i c e r ó n
lib. de las l e y e s y Timeo en Diogenes Laercio , le
atribuyen á Piragoras la invención. A u l o Gelio cap. 9.
d e l l i b . 1. de las n o c h e s a t t i c a s asegura , que Pitagoras
n o solo fué el i n v e n t o r d e e s t a s e n t e n c i a , sino que ade-
mas introduxo una. e s p e c i e de comunidad de bienes y
m o d o de v i v i r r e s p e c t i v a m e n t e s e m e j a n t e , al q u e en los
principios tuvieron ios christianos , y se refiere en los
c a p . a. y 4. d e los h e c h o s apostólicos ; del qual se c o n -
s e r v a a l g u n a e s p e c i e en l a s c o m u n i d a d e s religiosas , p a r -
ticularmente en las de vida común , y por eso e ñ l o s
primeros t i e m p o s , del g r i e g o x.oiró(óioy, se llamaron e s t a s
casas cenobios , y l a s personas que allí se retiraban ce-
nobitas. E r a s m o en sus C h i l l a d a s de Adagios le pare-
ció empezar por é s t e , cómo maá c e l e o r a d o y prove-
choso , del qual dice, q u e si e s t u v i e s e tan flxo en l a s
almas d e los h o m b r e s , c ó m o anda en la boca de t o -
dos , d e l a m a y o r parte d e m a l e s se v e r i a libre nuestra
vida. U n anónimo dixo festivamente en l a t í n : » S u n t
jitria qua» husquam vel amicus credat arriicó. Ensis,
« e q u u s , r h u l i e r , e s t e r a x,o/y« <p¡ka>v- T o d o entre amigos
«común debe ser , salvo l a espada , caballo y muger.
« E n t r e a m i g o s no h a y p a n p a r t i d o , » decimos en c a s -
tellano.

(4) Como el circulé. S i para formar un c í r c u l o gran-


de se t o m a un p e q u e ñ i t o m o d e l o bien acabado , y go-
bernándose por su c i r c u n f e r e n c i a 5 se v a h a c i e n d o siem-
pre mayor y mayor ; i n d u b i t a b l e m e n t e se conseguirá el
fin , sin otra d i l i g e n c i a q u e h a b e r l e e m p e z a d o bien.
{<¡) Damon. Poeta músico , preceptor dé Pericias,
sofista h á b i l , que j u n t a b a a l e s t u d i o d e l a e l o q u e n c i a e l
d e la filosofía , sobre t o d o de l a p o l í t i c a . Poseía perfec-
tamente la música y juntaba á su h a b i l i d a d todas ¡ a s
q u a l i d a d e s q u e podian desearse en un hombre á quien se
confiaba l a e d u c a c i ó n d e l a g e n t e d i s t i n g u i d a . H a b i a cul-
t i v a d o en especial aquella parte de l a música , que trata
d e l uso q u e d e b e h a c e r s e d e l r y t m o , ó de la cadencia,
y creyó hacer ver que los s o n i d o s , en v i r t u d d e una
c i e r t a r e l a c i ó n ó semejanza q u e a d q u i r í a n con l a s q u a l i *
dades morales , podian formar en l a j u v e n t u d y aun en
las personas d e e d a d c o s t u m b r e s , q u e antes no e x i s t í a n ,
ó no s e h a b í a n e x p l i c a d o . E r a igualmente político , y
baxo los e x t e r i o r e s a g r a d a b l e s d e l a m ú s i c a , q u e r í a O c u l -
tar á l a m u l t i t u d su profunda capacidad Tu«o mucha
intimidad con Péneles , y le instruyó en e l gobierno;
p e r o fué d e s c u b i e r t o y desterrado por l a l e y d e l ostra-
cismo , como intringante y protector d e la tiranía, por
loa años 430 antes d e J e s u - C h r i s t o .
(358)
(fíy Se perciba. Serrano trastornó e l d i á l o g o en e s t s
p a s a g e h a c i e n d o hablar á S ó c r a t e s en lugar de Adiman-
to , y á Adimanto en lugar de Sócrates , aunque las
d i c c i o n e s s<p»y ÍQ» debiesen preservarle d e l error. Grcu.
(7) Poco antes. Claramente d i c e aquí P l a t ó n , que es
un d o n d e D i o s la conservación de las leyes fundamen-
tales d e un e s t a d o , y q u e bien informados d e éstas s u s
buenos gobernadores , f á c i l m e n t e encontrarán por si m i s -
m o s los r e g l a m e n t o s y d i s p o s i c i o n e s q u e se deben temar
en t o d o s los pormenores d e una s o c i e d a d , la qual no
d e b e abrumarse c o n e l e x c e s i v o número d e l e y e s .
(8) Amuletos. E r a n comunmente unas medallas c o n
figuras y c a r a c t e r e s , q u e p o r superstición las llevaban
c o m o r e m e d i o para preservarse d e a l g u n a enfermedad , ó
peligro.
(o) Hidra. M o n s t r u o fabuloso , d e q u i e n fingían los
p o e t a s q u e h a b i t a b a en el l a g o d e L e r n a en el infierno,
y q u e en c o r t á n d o l e una c a b e z a renacían otras m u c h a s .
(10) Sus oráculos. P o r l a resistencia que hace aquí
Platón d e entrar en e s t a p a r t e m u y esencial d e l a l e g i s -
l a c i ó n , r e c o n o c e q u e d e b e dexarse- á D i o s el cuidado da
prescribir el modo c o n q u e quiere ser honrado. N o se
lisougeaba de haber tenido inspiración, como Orpheo,
P i c a d o r a s y tantos otros legisladores , habían hecho antes.
Lo que no se l e puede perdonar son las c u l p a b l e s a t e n c i o »
ees que tuvo por l a r e l i g i ó n d e su país , s i e n d o asi q u e
é l no r e c o n o c í a sino un solo- D i o s , y q u e no daba mas
fé á l o s oráculos de Apolo Deifico, que l a q u e se dá
hoy dia, E n orden á su s i t u a c i ó n c r e y e r o n los' g r i e g o s
que el celebrado templo d e D e l p h o s estaba e n m e d i o de
toda l a tierra. Pindaro, Eurípides, Sophocles, Wstra-
bón , y Á g a t b m e r o lo dicen expresamente, y advirtió
P a u s a n i a s q u e 1-os de D e l p h o s enseñaban u n a piedra blanca
y aseguraban q u e era o/xéethov, el o m b l i g o d e l mundo.
Á los g r i e g o s , así c o m o en todos sus e s t u d i o s , imita-
ron también en e s t a opinión los romanos , según puede
verse en T i t o Livio y Ovidio. El fundamento d e su
Opinión no 1c tomaron tanto d e la g e o m e t r í a como d e
las fábulas : p o r q u e s i e n d o e l m u n d o de- figura redonda ú
( 59)
2

• o v a l , t i e n e en t o d a s sus partes i g u a l l a s u p e r f i c i e , en l a
q u a l ni h a y p r i n c i p i o , ni m e d i o , ni fin. Y aún e n t e n d i é n -
d o s e este m e d i o r e s p e c t o d e l a tierra h a b i t a b l e , t a m p o c o
t i e n e e s t o fácil s a l i d a ; pues aunque en el O c c i d e n t e tenga-
m o s un término c i e r t o , no puede fixarse ninguno por ios
lados del O r i e n t e , Mediodía y Septentrión. Recurrieron
p u e s á la f á b u l a , fingiendo que J ú p i t e r para a v e r i g u a r don-
d e estaba el m e d i o d e la tierra , d e s p a c h ó á un t i e m p o dos
á g u i l a s , una a c i a el O r i e n t e , y otra acia el Occidente,
l a s quales v o l a n d o sin cesar se juntaron en D e l p h o s , en
cuyo templo se c o n s e r v a b a n dos águilas d e oro en m e -
moria de e s t e a c o n t e c i m i e n t o . P a r e c i d a es á esta opinión
de los g r i e g o s la de los judios y christianos antiguos,
que c r e y e r o n lo m i s m o d e J e r u s a l é n , y del m o n t e Cal-
v a r i o : siendo ésta mas a r r e g l a d a y conforme á las r a z o -
sies g e o m é t r i c a s que se t o m a n por los grados , de los q u a -
l e s se numeran cerca de 6 o d e J e r u s a l é n hasta la Espa-
fia u l t e r i o r l i m i t e d e l O c c i d e n t e , y otros tantos hasta el
rio G a n g e s termino de l a I n d i a citerior , c o n o c i d a desde
la expedición de Alexandro: quando la Phocida está
s e p a r a d a d e la P a l e s t i n a 20 grados a c i a el P o n i e n t e . Con-
firman esta opinión , de los judíos K i n i c h i con aquello
de Ezequiel cap. 38. v. i a « h a b i t a n t e s in u m b i l i c o térra;:
«y de los christianos S a n G e r ó n i m o por a q u e l l o d e l S a l -
runo 7 4 . v. 12. O p e r a t u s est s a l u t e m in m e d i o terrae : y
« c o m e n t a n d o l o d e l c a p . 5. d e E z e q u i e l v . g. ista est Je-
« r u s a l e m : in m e d i o g e n t i u n p o s u i e a m et in c i r c u i t o éjus
« t e n a s , d i c e : » en e s t e lugar atestigua el Profeta que
J e r u s a l é n está s i t u a d a e n m e d i o del mundo, demostran-
d o que e l l a es e l ombligo de la tierra : por quanto de
parte del O r i e n t e la c i ñ e e l A s i a , por el O c c i d e n t e la E u -
ropa , la L i b i a y Á f r i c a por el Mediodía, y por el S e p -
tentrión la S c y t i a , A r m e n i a y Persia y todas las n a c i o -
nes del Ponto. D e c o n s i g u i e n t e en m e d i o d e las g e n t e s ,
á fin que c o m o e r a c o n o c i d o D i o s en la J u d é a , y gran-
de su n o m b t e en Israel, t o d a s las n a c i o n e s al rededor
siguiesen sus exemplos. Y en favor de esta pía inter-
pretación no d e b e despreciarse la a n t i g u a o p i n i ó n de la
I g l e s i a , de q u e J e r u s a l é n está en m e d i e d e l inundo y de
R 2
(260)
que en este mismo punto nació, murió y resucitó el
Redentor del género h u m a n o , á fin que se hiciese noto-
ria á todo el mundo tanta salvación , y pudiesen por
igual anunciarse á t o d o s los beneficios divinos.
(u) Descubrir, E s e v i d e n t e q u e S ó c r a t e s , ó por me-
jor d e c i r P l a t ó n , h a b l a aquí de q u a t r o cosas d e las q u a -
les una e n c i e r r e . l a s otras t r e s ' , c o m o l a j u s t i c i a encierra
la p r u d e n c i a , la fortaleza y la t e m p l a n z a , sin l o qual
l o , q u e aquí d i c e n o haría ningún s e n t i d o razonable. Aun-
q u e es c i e r t o q u e estos son unos principios ó a x i o m a s pa-
recidos á las v e r d a d e s de P e r o g r u l l o 5 con t o d o en u n
g e n i o m a t e m á t i c o c o m o el d e P l a t ó n , que las a p l i c a p a r a
demostrar sus i n v e s t i g a c i o n e s p u e d e n m u y bien d i s i m u l a r -
se. E n e f e c t o habia supuesto P l a t ó n que para e s t a b l e c e r s e
una buena r e p ú b l i c a d e b í a encontrarse en e l l a el buen con-»
sejo y vigilancia por el bien g e n e r a l del estado entero
en los q u e la g o b i e r n a n : la p e r f e c t a c o n c o r d i a entre los
magistrados y los ciudadanos : la idea legítima é inal-
t e r a b l e de l o q u e es d e t e m e r y de lo que no l o e s : y
por- ú l t i m o aquella virtud por la qual cada uno de l o s
ciudadanos se limitaba á desempeñar su ocupación sin
m e t e r s e en la d e otro : de consiguiente averiguado que
a q u e l l a s tres primeras p r o p i e d a d e s p e r t e n e c í a n á las vir-
t u d e s d e la prudencia , t e m p l a n z a y f o r t a l e z a ; se infe-
r i a c l a r a m e n t e que la q u a r t a q u e e s t a b a por a v e r i g u a r y
q u e r e a l m e n t e las i n c l u í a á t o d a s , n o p o d i a ser otra c o s a
q u e la j u s t i c i a ,
(12) Hermosos. "Zahina <f& Difíciles son las
cosas que son hermosas. E n varios pasages d e sus d i á l o -
g o s se v a l e Platón de este proverbio , cuyo origen se
atribuye á que P e r i á n d r o C o r i n t i o , h a b i e n d o gobernado
á los principios afable y moderadamente, vueltas sus
costumbres , empezó á obrar cómo tirano. Sabido esto
por Pittaco de M i t y l e n e y desconfiando de su c o n s t a n -
c i a , renunció el mando y se e x p a t r i ó . Preguntándole
después algunos , p o r qué causa se habia retirado , r e s -
p o n d i ó : q u e era cosa m u y a r d u a el ser bueno , puesto
q u e se habia m u d a d o Periándro. Lo qual divulgándose
llegó á'noticia'de Solón, y añadió esta su apotegma»'
(¡26i)
difíciles son las cosas hermosas , á q u e e q u i v a l e n los cas-
tellanos : « T o d o ]o b u e n » c u e s t a . A buen b o c a d o , b u e n
« g r i t o . T o d o l o bueno se hace desear. Mucho vale lo
5>que mucho cuesta. L a s cosas grandes son difíciles de
«conseguir,» y a l g u n o s otros usados en nuestra lengua.
(13) Descubierto. S e v e r á c l a r a m e n t e en l o s u c e s i v o y
sobre t o d o en un p a s a g e d e l c o l o q u i o s e x t o , por q u é r a z ó n
n o q u i e r e S ó c r a t e s e m p e ñ a r s e en este l a r g o r o d e o que l e
conduciría á un conocimiento mas exacto y mas com-
p l e t o de aquello que busca. H a c e el personage de un
h o m b r e q u e no q u i e r e d e s d e l u e g o descubrir t o d o lo que
piensa , y q u e pasa m u y por e n c i m a en c i e r t o s puntos q u e
prevee han de alborotar á aquellos con quien habla,
e s p e r a n d o q u e sus ánimos se h a l l e n mejor dispuestos p a r a
e s c u c h a r l e ; ó q u e se l e o b l i g u e á explicarse á pesar de
l a repugnancia q u e a p a r e n t a tener d e h a c e r l o . E s t e es u n
a d m i r a b l e artificio d e q u e se v a l e para dispertar y sos-
tener l a a t e n c i ó n . E l l e c t o r j u z g a r á en e m p e z a n d o el c o -
l o q u i o q u i n t o de la d e s t r e z a c o n q u e S ó c r a t e s ha sabido
emplearle. Grou.
(14) Enamorada. No m e parece que tiene razón e l
P. Grou q u a n d o asegura c o n la e d i c c i o n d e E n r i q u e Es-
t e b a n , q u e d e b e leerse ¿(%VTO( , e s t o e s , c o m o si aquella
cosa tuviese vista ; y n o liavror, ( s e g ú n se l e e en el
C o d . n u m . 38. d e la R e a l B i b l i o t e c a c i t a d o a n t e s , ) que
no puede h a c e r buen s e n t i d o . P o r q u e en m i opinión se
expresaría m u y bien el pensamiento de Platón , con la
frase , aawip IfovTOí , á manera de persona enamorad^
de la q u a l todo el m u n d o sabe q u e en v i é n d o s e á pre-
sencia d e l a cosa a m a d a le queda t a n poco arbitrio p a r a
disimular su afecto , que p a r e c e , se le salen a l rostro
todos los m o v i m i e n t o s de su a l m a . Y en e s t e c a s o q u e r r i a
decir P l a t ó n q u e l o q u e n o t o r i a m e n t e se o b s e r v a en l o s
amanees por la v e h e m e n c i a de esta p a s i ó n , se verifica
t a m b i é n en todos los d e m á s apetitos en quanto residen
en nuestra alma. N o oponiéndose tampoco la partícula
<Sa-«sp , como , al modo que , la qual p u e d e referirse al
Taita y al ^v^yiv esto e s ,5 á la cosa deseada y al
alma.
(262)
(ig) ¿Vo apetecí?. No debe entenderse por esto uñar
negacionde voluntad, de deseo, de apetito j sino la ac-
ción por la qual el alma no quiere, no desea, no ape-
tece.
(16) A la ira. Yo traduzco así el Svyíés, en la-
tín animas 5 por ser propiamente el apetito irascible.
Grou.
(17) Et ana. La virtud siendo perfecta es una y con-
siste en la determinación de seguir siempre el dictamen
de la recta razón. Por esto los filósofos dixeron que las
virtudes están enlazadas unas con otras, de modo que
Cicerón lib. a. de las questiones tusculanas, dice, «que
«en confesando tú que no tienes una virtud , es preci-
MSO que no tengas ninguna.» Coincide con esto lo de
San Gregorio lib. aa. de los Mora. c. 1. «Una virtud , sin
asías otras , ó enteramente es ninguna , ó es imperfecta.»
I Í O mismo wiene á decir San Ambrosio sobre el cap. 6. de
San Lucas, y San Agustín lib. 6. de Trinit. cap. 4. Las
formas del vicio al contrario son varias é innumerables,
según son diversos é inconexos los bj.enes aparentes que
se llevan la atención del hombre, que se aparta de la recta
razón.
(a6 ) 3

ERRATAS.

Pag. Lin. Errata. Corrección,


V 5- respeto respecto,
XVI. 7- haciéndole........ haciéndoles.
LIV. 23- Escapulario..... Esculapio.
10... 23. L o que da L a que da.
a ...
7
rigorosamente. rigurosamente,
- 6 1 . . . 14. estraño extraño,
73- 4- persuadido persuadidos.
74- 7*. u n o dé ellos una de ellas,
203... 7- disputado......... dispuesto.
111... 7- pintan.... pinta.
129... I
7- datylo...: dactylo.
149... J
3- encantando....... encantado.
212... 30. aplicaría ..... aplacada,
2 1 3 . . . 10. attico attica.
227... 26. inteligible ininteligible.
LA REPÚBLICA

BE PLATÓN,
O

COLOQUIOS
SOBRE L A JUSTICIA.
TRADUCIDOS EN CASTELLANO,

É ILUSTRADOS CON VARIAS NOTAS

P O R

JE), J» T. Y O»
TOMO SEGUNDO;

Scrtíendi recté, sapere est priticlpíuth ¿£ font,


Rem tibi Socraticce poterunt ostencfere chante»
Hor. Att. Poet.

M A D R I D :

BN LA IMPRENTA DE DON JOSES COLLADO,

AÑO DE 1805.
Lo que los músicos llaman en el canto armonía,
esto es en la ciudad la concordia , á saber , un
estrechísimo é importantísimo vínculo para la
conservación de qualquier república , que d¡
ningún modo puede haber sin la justicia.
San Agust. lib. a. pap. 2 1 . de la Ciudad de
Dios.
(3)

«a *o «i* *i* *ft *a A*k_

LA REPÚBLICA DE PLATÓN,
o

C O L O Q U I O S

SOBRE LA JUSTICIA,

COLOQUIO QUINTO,

SoC. N o m b r e de bien arreglarlo y perfecto


doy pues al gobierno de quien acabo de hablar,
en qualquier parte que se encuentre ^ ora sea e n
tirt estado , ora en u n particular : y añado q u e
si esta forma de gobierno de las repúblicas , y
educación de los particulares son buenas todas s

las otras soxl malas y defectuosas ; las quales


pueden reducirse á quatfo* Glauc. Quales son
éstas? Sod Iba yó'á hacer la enumeración de es-
tos gobiernos e n el órdert m i s m o que m e p a r e -
cían formarse unos de o t r o s ; quaridó Polemarco
que estaba un poco distante de A d i m a n t o , a l a r -
gando el brazo > ¡e tiró de la capa por juritó á
la e s p a l d a , y acercándole á sí j y doblándose
acia - é l , le dixo al oido algunas palabras de }

las quales n o p o i i m o s oif otra cosa > sirio ; l e


Ai -
destaremos pasar adelante , ó qué haremos? P e
ninguna manera , replicó Adimanto , levantan-
do mas la voz. Quién e s , dixe yo entonces, á
quien vosotros no queréis dcxar pasar adelante?
Adim. A vos. Soc. Por qué cairsa? Adim. Porque
nos parece que decaéis de ánimo , y nos queréis
ocultar una parte de esta conversación , que no
es la menos considerable. Vos habéis creído tal
vez podérsenos escapar diciendo simplemente;,
que en orden á las mugeres y á los hijos., era
cosa evidente que todo esto debia ser coman en*
tre los amigos. Soc. N o tuve yo razón de decir-
lo mi amado Adimanto ? Adim. N o me separo
de ello : pero este p u n t o , así como los otros,
necesita de explicación. Esta comunidad puede
practicarse de varias maneras : decidnos pues
quál es aquella de la qual vos queréis hablar.
Hace ya mucho tiempo que aguardamos , con-
fiados siempre en que vos haríais mención de
la procreación de los hijos y del modo de criar-
los , y en suma de todo lo que pertenece á la
comunidad de las mugeres y de los hijos, de la
qual no nos habéis dicho mas de una sola p a l a -
bra como de paso. Nosotros estamos persuadidos
que el partido bueno ó malo que se tornará en
este asunto , es de gran conseqüencia , ó mas
bien es el todo para la sociedad. Ahora pues que
vos pasáis á otra forma de gobierno, antes cíe
habernos suficientemente declarado este punto,
se nos previno lo que habéis oído , no dexaros
pasar adelante á menos que hayáis explicado
.-(5)
este artículo , tan bien como lo habéis hecho en
los demás. Glauc. Yo me allego al partido de
Polemarco y de Adimanto.
Trasim. Cuenta Sócrates , con que esta es
una resolución tomada por todos los que aquí
estamos. Soc. Qué habéis hecho obligándome, á
volver pasos atrás? En qué averiguación acerca
del gobierno me vais á empeñar' de nuevo ? Yo
me daba el parabién de haber salido de un mal
paso , teniéndome por dichoso de que qualquiera
se contentase con lo que habia dicho entonces.
Quando vosotros me obligáis á emprender otra
vez este asunto , no sabiendo qué enxambre (i)
de nuevas disputas vais vosotros á dispertar. Pre-
veía yo los alborotos que ellas nos causarían , y
para evitarlos tomé el partido de no decir mas.'
Trasim. Creíais vos que nosotros eramos venidos
aquí para buscar como alquimistas (2) la piedra
filosofal, y no para tratar de asuntos serios é
importantes ? Soc. Enhorabuena : pero siempre
se debe tomar con moderación. Glauc. Para los
hombres sabios, amado Sócrates , no es mucho
toda la vida para conversar de materias de tanta
importancia. Por tanto creedme : dexad á noso-
tros el cuidado de lo que nos incumbe , y pen-*
sad en declararnos vuestro pensamiento sobre el
modo con que se hará esta comunidad de muge-
res y de hijos entre nuestros guerreros; y cómo
se criarán los hijos desde el punto que vienen al
mundo , hasta que ellos sean capaces de una edu-
cación seria y razonada , cuyo cuidado le tengo

A 3
(6)
por de los mas penosos. Explicadnos pues con
gusto cómo deberemos portarnos en este n e g o -
cio. Soc. Esto es lo que no me es fácil de expli-
car , ni¡ buen Glaucon , y lo que encontrará aun
menos creencia en los ánimos , que quanto ha
p'-ecedido. N o se creeria jamás que la cosa fue-
se posible ; y aún quando se viese la execucioii
no se podrían persuadir que esto fuese lo mejor.
Por lo que temo decir libremente mi p e n -
samiento , no s e a , mi amado a m i g o , que se
tenga por un vano deseo. Glauc. N o temáis
nada -: vos habláis con gentes que ni son incon-
sideradas , ni incrédulas, ni os tienen m a l a ' v o -
luntad. Soc. Á dicha , varón ilustre , me habláis
de e-.ce modo ccn el designio de animarme?
Glauc. Así es. Soc. Pues vuestras palabras pro-;
duceA en mí un efecto todo contrario: porque
si estuviera yo bien persuadido de la verdad de
lo que h a b l o , vuestra exórtacion seria m u y
oportuna ; por quanto se puede hablar con s e -
guridad y confianza delante de amigos discretos,
quando se sabe que se les dirá la verdad sobre
asuntos importantísimos , en los quales se toman
ellos un grande interés. Pero quando se habla,
como yo iiago , dudando y como á t i e n t a s , es
cosa muy peligrosa , y en que se debe temer,
no el dar que reir (porque este temor seria p u e -
ril ) si no el de apartarse de la verdad , y s u -
mergir consigo á sus amigos en el error , sobre
cosas en que media el mayor interés en no e n -
gañarse. Por tanto pido encarecidamente á Adras-
(?)
tea ( 3 ) , amigo de Glaucon, qué ño sé ofenda de
3o que voy á decir : porque tengo por menor de-
lito matar á uno-involuntariamente que engañarle
acerca de lo hermoso', de lo bueno , de lo justo
y de lo honesto , y aúri exponerse á este riesgo
:

seria menos malo entré enemigos, que- entre sus


propios amigos : por consiguiente valeos de otro
medio para alentarme. Sócrates, replicó G l a u -
con sonriendose , si vuestros discursos nos hacen
caer en algún error , nosotros os absolvemos
como de un homicidio involuntario , y os decla-
ramos inocente, rio-mirándoos como á nuestro
e n g a ñ a d o r : explicaos pues confiadamente y s i n ,
r'ezelo. Soc. Á buena c u e n t a , la ley declara ino-
cente al que ha sido absuelto en aquél caso ; y*
hay apariencias de que si és inocente eri aquello,:

lo será también en esto. Glauc, Esta es otra- r a -


zón-demás para que habléis con toda seguridad^
Soc. Voy pues á tomar d e nuevo él hilo d e
una materia que hubiese hecho tal-vez mejor de
trataría en seguida quando se presentó la o c a -
1

sión. Acaso no seria fuera de propósito sacar las


múgeres á la escena, después dé haber tenido
allí á los h o m b r e s t a n t o mas que v o s m e pro-«
j

vocais á nacerlo. Para dar á hombres nacidos y


criados del modo que hemos dicho ¡, reglas se-*
:

guras tocante á la posesión y uso de las m u g e -


res y de los hijos , no tenemos nosotros, en m í
sentir , otra cosa mejor que hacer y q u e seguir
siempre la misma senda que hemos- llevado hasta
aquí : por quanto nosotros hemos representad o
m
4 estos hombres, como cabezas, y guardas de van
rebaño. Glam.* Esto es verdad, Soc. Sigamos pues
esta idea dando, á sus hijos un njaeimiento y una
educación muy-parecida.:;, y. ¿veamos si esto nos
saldrá bien , ó ;no. Glauc-,. De qué modo lo h a -
remos ?. Soc.-Vedlo aquí. Creemos nosotros , por
suerte , que las ^perras deban velar como los-per-
:

ros en la custodia de los 'feba-ñps ,.ir á caza con


ellos ¡y hacerlo todo en coijnuti : ó que ellas d e -
ban estarse siempre en c a s a , . c o m o si ocupadas
en parir cachorros y criarlos , fuesen incapaces
de otra cosa.,. y .que? entretanto todo-, el trabajo
v

y cuidado.-de,;-lp,s rebaños--'cargue, sobre los per-


ros? G/ffueí. Qugremos que todo les sea común,
con sola Ja diferencia de que en los servicios que
saquemos, d e - e l l o s , s e tenga consideración á la
debilidad de las h e m b r a s , y á la robustez de los
machos.-< Soc, Puedeíi;: sacarse , por ventura , de
un animal los .servicios que se sacan de otro que
no ha, sido criado ni enseñado de la misma
m a n e r a G l a u c N o es posible* Soc. Por consi-
guiente.:>(4)., s,si nosotros destinamos las mugeres
á los mismos empleos que los. hombres , debe-
rnos darles-la misma educación. Glauc. No tiene,
duda. Soc N o ...liemos instruido -á los hombres
en la música y .en la gymnástica? Glauc. Sí.
Soc. Será pues necesario: aplicar también las..mu-»
geres al ,estudio de estas „dos a r t e s , instruirlas
e n la guerra -y-servirse de'elks para estos m i s -
mos objetos. Glauc. Esta es una conseqüencia de
i o que vos.decís. Soc. Si se llegase á la execu—
d o n , muchas de las cosas de que ahora "habla-
mos parecerían tal vez ridiculas,. por ser con-
trarias al uso. Glauc. Y muy ridiculas.••• Soc. Qué
enconrrais vos en esto de mas ridículo í Seria sin
duda ver las mugeres desnudas luchar con los
hombres en el gymnasiq, no solo las jóvenes, sino
también las viejas : á la manera de aquellos v i e -
jos que.se divierten a u n e n estos exercicios, q u a n -
do están ya llenos de arrugas y poco agradables
en su persona? Glauc. Par diez que es verdad,
que á no consultar sino el estado presente de
las cosas , esto parecería muy ridículo. Soc, Pero
pues que nos hemos atrevido una vez á hablar,
no debemos hacer caso de los donaires de los
bufones á quienes una innovación de. esta n a t u -
raleza pondrá sin duda de buen h u m o r , y c o n -
trasella echarán mano de toda especie de burlas,
quando vean á las mugeres aplicarse á la música
y á - l a g y m n á s t i c a , aprender á manejar las a r -
mas y a m o n t a r á caballo. Glauc. Vos.decís m u y
bien. ' -•' _ • .. .... , .
-. • -SOC-M-CLSpuesto que hemos empezado-.siga-
mos nuestro punto dirigiéndonos desde luego á
lo mas fuerte de esta ley-,-suplicando á estos tru-
hanes-, que dexen por un momento su humor cho-
carrero;, y que examinen seriamente, la cosa. R e -
cordémosles • que no ha mucho tiempo que los
griegos creían a ú n , como lo creen hoy. día la ma-
yor parte de las naciones bárbaras, que la vista
de un hombre desnudo,era un espectáculo v e r -
gonzoso y ridículo: y que quando se.abrieron
(ío)
por primera vez los gymnasíos, antes en Creta,
después en Lacedemonia , la gente divertida de
aquel tiempo tuvo algún derecho de hacer s á -
tiras contra estas novedades. N o lo pensáis así?
Glauc. Así lo creo. Soc. Pero después que el usa
ha hecho ver que era mejor exercitarsé desnu-
dos (5), que ocultar ciertas partes del cuerpo;
la r a z ó n , descubriendo , con sus discursos lo que
era mas conveniente, disipó lo ridículo que los
ojos encontraban en la desnudez , y mostró que
solo un espíritu superficial puede tener por r i -
dicula otra cosa que la que es mala en sí, y p r o -
ponerse hacer reír , tomando por objeto de sus
chistes otro retrato que el de lo desrazonable y
vicioso , ó que se acalora seriamente en un n e -
gocio , teniendo por blanco qualquier otra cosa
que lo bueno. Glauc. Todo esto es m u y cierto.
Soc. Mas no debemos decidir-primeramente entre
nosotros si lo que nos proponemos es posible ó
no ? y conceder á quien quiera que sea, ora lo
haga con seriedad, ora de bufonada , la libertad
de examinar sí las mugeres son capaces de los
mismos exercicios que los hombres , ó • si no
.son aptas para, ninguno. 5 ó en fin si ellas. son
capaces de unos , é incapaces de otros ? Tras lo
«juaí aeremos nosotros en qué clase de éstas se
¡deban ..colocar los exercicios de la guerra. Si
^procedemos -así en este examen , no nos podre-
anos lisongear que esta materia se haya escu-
.drtnado como corresponde y con toda perfección?
'Glauc. S í .
(•»)
Soc. Gustáis vos que nosotros nos encargue-
mos de alegar las razones de nuestros contrarios,
á fin que su causa no quede indefensa ? Glauc. No
tengo inconveniente. Soc. Ved pues lo que ellos
podrían oponernos: Sócrates y Glaucon, no tene-
mos necesidad para impugnaros de otras armas,
que de aquellas que vosotros mismos nos suminis-
tráis. Porque desde el principio quando echasteis
los fundamentos de vuestra república os habéis
convenido en que cada uno debía limitarse al empleo
mas acomodado á-su naturaleza. Verdad es que
convenimos (6) en esto: poique no tiene ningún
inconveniente. Pero hay alguna parte en donde
no se encuentra una extrema diferencia entre la'
naturaleza del hombre y la de la muger ? Cómo
podían dexar de ser elias diferentes ? Luego será
predio aplicar al uno y- al otro á empleos diferen-
tes , según su naturaleza ? Sin disputa. Según esto,
es un absurdo y una contradicción manifiesta de
vuestra parte , el decir ahora que se deben aplicar
indiferentemente á los mismos empleos los hom-
bres y las muga es , á pesar de la distancia pro-
digiosa de su naturaleza. Mi amado Glaucon ^ t é -
neis vos algo que responder á esto? Glau. N o es
muy fácil responder de repente ; pero yo os s u -
plicaré y os suplico que me digáis lo que podría-
mos alegar en defensa, de nuestra causa. Soc. E s -
ta dificultad y muchas otras semejantes hace
mucho tiempo , mi amado a m i g o , que yo las
habia previsto, y ved por qué yo temía y me r e -
sistía llegar á la ley sobre las mugeres y sobre la
(12)
procreación y crianza de los hijos. Glauc. Por
cierto que vuestro temor era bien fundado ; p o r -
que esta objeción no me parece fácil de resolver.
Soc. Ciertamente que no 5 pero nosotros nos h a -
Hamos en el mismo caso que un hombre que
há caído en el- agua. Que sea en un pequeño
estanqué ó en alta mar , poco importa , él p e r e -
cerá allí 5 sí nó se salva á nado. Glauc. No hay
duda. Soc. Hagamos pues como él". Procuremos
salvarnos á nado detesta dificultad, confiados en
que algún delfín vendrá á sacarnos del embarazo,
6 que recibiremos algún otro socorro imprevisto.
Glauc. Bien podia suceder.
Soc. Veamos pues si encontramos alguna sa-
lida. Nosotros hemos convenido en qué n a t u r a -
lezas diferentes debian aplicarse á empleos dife-
rentes. D e otro lado reconocemos que el hombre
y la muger son de naturaleza muy diferente , y
con todo pretendemos destinar á entrambos á
los mismos empleos. No es esto ío que se nos
objeta? Glauc. Sí. Soc. E n verdad, mi amado
Glaucon , es menester confesar que el arte de la
disputa tiene un maravilloso poder! Glauc. A qué
proposito decís esto? Soc. Porque me parece qué
muchos caen en ella sin querer , y quando creían
^averiguar algún punto por modo de conversa-
c i ó n , no advierten que se alterca fuera de t i e m -
p o , ponderando una contradicción pretendida en
tina proposición tomada al pie de la letra, por
no peder distinguir todos los diferentes sentidos,
valiéndose mas de la porfía, que del mutuo c o -
(*3)
loquío. Glauc. Este es un defecto en que suelea
incurrir muchas gentes: mas acaso nos compre-
hende á nosotros en la qüestion presente ? Soc. Sí,
de medio á medio ; y nos vemos metidos en la
altercación contra nuestra voluntad. Glauc. Corno
es esto? Soc. ,Por un espíritu rígido y conten-
cioso nos aferramos á la letra.de esta proposi-
ción 5 que los empleos deben ser diferentes, según
la diversidad de las naturalezas: qtiando no ha-
bernos examinado aún en qué consiste esta d i -
versidad , ni lo que teníamos en vista quando
decidimos que las mismas naturalezas, deben t e -
ner los mismos empleos, y las naturalezas dife-.
rentes, empleos diferentes. Glauc. Verdad es que
aún no hemos examinado este punto, Soc. Aún
pues estamos á tiempo de preguntarnos á noso-
tros mismos,. si los calvos y los cabelludos son
de una misma naturaleza, ó de naturaleza opues-
ta ; y después de haber respondido que de n a t u -
raleza opuesta , si los calvos hacen de zapateros,
si se lo prohibiremos á los cabelludos, y recipor-
camente si estos lo exercitan, si se lo prohibire-
mos á aquellos. Glauc. Ridicula seria por cierto
esta prohibición. Soc. Seria cosa ridicula por otro
motivo, que porque en la asignación de diversos,
empleos no tuvimos consideración á la total dife-
rencia ó semejanza de naturalezas, sino baxo el
respecto que ellas tienen con estos empleos? á
la manera que diximos, que el médico y el que
nace con ingenio apto para la medicina , tienen
la misma ¡naturaleza. No lo. creéis vos asi?
(i4)
Glauc. Ciertamente. Soc. Pero que el médico y
el carpintero tienen una naturaleza diversa.
Glauc. Del todo diferente. Soc. Si pues nosotros
encontramos que la naturaleza del hombre d i -
fiere de aquella de la muger en orden á ciertas
artes y á ciertos empleos, nosotros concluiremos
que estos empleos no deben ser comunes á los
dos sexos : pero si no hay entre ellos otra d i -
ferencia, salvo que el macho engendra y la h e m -
bra p a r e , no tendremos por esto como cosa d e -
mostrada que la muger es diferente del hombre
en el punto de que se trata a q u í ; ni persistiremos
menos en creer, que no se debe poner ningu-
na distinción para los empleos entre nuestros
guerreros y sus mugeres. Glauc. Y con mucha
razón.
Soc. E n seguida, al que es de parecer contra-
rio rogaremos que nos enseñe , quál es en la re-
pública el arte ó empleo para el qual las m u -
geres no hayan recibido de las naturaleza las
mismas disposiciones que los hombres. Glauc. Esta
petición es muy justa. Soc. T a l vez nos r e s p o n -
dería aquello que poco hace vos dixisteis, que
no es fácil satisfacer de repente j pero que des-
pués de algunos momentos de reflexión no es
m u y difícil. Glauc. Muy bien podria darnos esta
respuesta. Soc. Queréis vos que le roguemos, al
que de este modo nos responde , que nos escu-
che mientras procuramos demostrarle , que no
hay en la república ninguna ocupación propia
d.e mugeres únicamente í Glauc. Convengo en
(i5)
ello. Soc. E a pues responded , le diremos n o s o -
tros. L a diferencia que hay entre aquel que tie-
ne talento para nna c o s a , y aquel que no le
tiene , no consiste , según v o s , en que el p r i -
mero aprende fácilmente el segundo con m u -
?

cho trabajo ; que el uño con un ligera estudio


extiende sus descubrimientos mas allá de lo que
se le ha enseñado.; mientras que el otro con
mucha aplicación y cuidado , n o puede siquiera
retener lo que ha aprendido ; en fin , en que en
el uno las disposiciones del cuerpo .se acomodan
á las operaciones del alma , y en el otro se r e -
sisten ? Distinguís vos por algún otro parage ei
natural feliz para ciertas cosas de aquel que no
lo es ? Glauc. Todos os dirán que no. Soc. E n -
tre las diferentes artes á las quales los dos sexos
se aplican en común ¿ sabéis vos que haya una
sola en que los hombres no tengan una superio-
ridad conocida sobre las mugeres? acaso será
necesario que las recorramos todas, y que hable-
mos del arte de texer del modo de hacer t o r -
tas y aprestar guisados , en las quales las m u g e -
res se aventajan ordinariamente sobre nosotros,
de modo que seria una vergüenza para ellas que-
dar vencidas en todos estos, puntos? Glauc. Vos
tenéis .razón de decir que e a general las tnuge-
' res nos son muy inferiores en todo. N o es que
no haya muchas mugeres que se aventajen á
muchos hombres en muchísimas cosas ; pero por
lo común es como vos decís. Soc. Según esto,
mi amado a m i g o , no hay .propiamente en ufr
(i6)
estado profesión afecta al hombre por ser hotrw
bre , ó á la muger por ser m u g e r , sino que divi-
didos por igual los mismos talentos entre los dos
sexos , á todos los empleos por naturaleza tiene
derecho la muger , á todos el hombre ; de modo
no obstante que para todo la muger sea mas
débil que el hombre. -Glauc. Esto es muy cierto.
Soc. Por ventura pues ,• lo encargaremos n o -
sotros todo á los hombres y nada á las mugeres?
Glauc. Qué razón habría para esto ? Soc Por ;

tanto mas bien creo que diremos, que hay m u -


geres que tienen talento para la medicina y
para la música, y otras que no le tienen. Glauc. N o
hay cosa que nos impida el decirlo. Soc. Y no se
ven entre ellas unas que tienen disposición para
los exercicios gymnasticos y militares: otras que
no gustan de la guerra, ni del gymnasio? Glauc. Así
lo pienso. Soc. No las hay., en fin , filósofas y
otras que aborrecen la ciencia 5 algunas esforza-
das y otras pusilánimes? Glauc. E s t o e s verdad.
•Soc. Luego hay mugeres aptas para custodiar un
estado y otras que no lo son : porque la filosofía
y el esfuerzo , no son las dos qualidades que exi-
gíamos en nuestros guerreros ? Glauc. Es muy
cierto. Soc. Luego la naturaleza de la muger es
tan propia para la custodia de un estado , como
la del hombre ; rio hay mas diferencia en esto,
que la de ser mas débil ó mas fuerte. Glauc. Es
evidente. Soc. Se deben pues escoger para compa-
ñeras de nuestros guerreros mugeres que partan
qon ellos el cuidado de velar sobre l a república;
puesto que las hay entre ellas capaces de este
exercicio , y que han recibido de la naturaleza
las mismas disposiciones. Glauc. Sin disputa.
Soc. Y por consiguiente , no se han de dar las
mismas ocupaciones á los mismos talentos?
Glauc. Las mismas. Soc. Aunque con algún ro-<
déo vednos vueltos al punto de donde salimos,
y confesamos de nuevo que nó es contra n a t u r a -
leza aplicar las mugeres de nuestros guerreros á
la música y á la gymnástica. Glauc. Enteramen-
te es así. Soc. Luego la ley que nosotros estable-
cimos , siendo conforme á la naturaleza, ni es
un imposible , ni un deseo vano : antes bien el
usó opuesto que se sigue hoy dia , parece mas
contrario á la naturaleza. Glauc. Así parece.
Soc. N o nos propusimos examinar sí esta nueva
instituciou era posible , y al mismo tiempo m u y
ventajosa? Glauc. Sí. Soc. Pues nosotros acabamos
de ver que es posible. Glauc. Ciertamente. Soc. Fal-
ta pues que nos convenzamos de que ella es m u y
ventajosa. Glauc. N o tiene duda.
Soc. N o es verdad que la misma educación
que ha servido para formar nuestros guerreros,
servirá también para formar sus mugeres aptas
para la custodia , recayendo como lo supongo,
sobre el mismo fondo de naturaleza ? Glauc. Ver-
dad es. Soc. Quál es vuestra opinión tocante á
lo que voy á decir ? Glauc. De qué ? Soc. Creéis
vos que entre los hombres unos sean mejores;,
otros peores , ó que no haya entre ellos diferen-
cia ninguna sobre este punto ? Glauc. Yo los creo
T O M O II. B
(*8)
desiguales en mérito. Soc. E n la república p u e s ,
cuyo plan hemos trazado , el guerrero que h a -
brá recibido la educación que dexamos dicha,
será mejor para guarda , qué el zapatero criado
de un modo correspondiente á su profesión?
Glauc. Ridicula pregunta , por cierto. Soc. Ya os
entiendo. Los guerreros no son la parte mas
apreciable del estado ? Glauc. Sin comparación.
Soc. Y qué! sus mugeres no tendrán la misma
superioridad de mérito sobre las- otras mugeres?
Glauc. Sin duda. Soc. Pero hay cosa mas v e n -
f

tajosa á u n estado que tener muchos excelentes


ciudadanos del uno y del otro sexo? Glauc. N o
la hay. Sor. Mas n o llegarán ellos á este grado
de excelencia , cultivando la música y la g y m -
nástica del modo que hemos, dicho ? Glauc. N o
puede menos. Sor.. Nuestro sistema pues no solo
es posible, sino ademas muy ventajoso á lafso—
ciedad. Glauc. Así es. Sor. P o r tanto las mugeres
de nuestros guerreros no pongan dificultad en
desnudarse , siempre que la virtud haga en ellas
las veces de vestidura. Partan también con sus
maridos los trabajos de la guerra , y las demás
funciones afecta? á su empleo de custodios de la
república : tengan únicamente consideración á la
debilidad, de su sexo , para imponer cargas más
ligeras á las mugeres , que á los hombres. Mas
en quanto al que se burla á vista de una muger
desnuda , que exercita su cuerpo por un fin b u e -
no , cogiendo el fruto imperfecto de su ridicula
sabiduría ; no sabe en mi sentir, ni lo que se
hace , ni de qué se ríe ; porque se ha tenido y se
tendrá siempre razón de decir que lo útil es h o -
nesto , "y que no hay nada torpe , salvo lo qus
es nocivo (7). Glauc. Enteramente es así. Soc. D i -
gamos pues que el reglamento que acabamos de
hacer con motivo de las m u g e r e s , puede c o m -
pararse á una ola de la que nos escapamos fe-
lizmente ; de modo que si hemos corrido gran
riesgo de quedar sumergidos , estableciendo que
todos los empleos deben ser comunes á nuestros
guerreros y á nuestras guerreras, no solo esta-
mos libres del cuidado , sino que la razón m i s -
ma confiesa que este reglamento contiene cosas
posibles y ventajosas. Glauc. Aseguro que os l i -
bertasteis de no pequeña ola. Soc. Pronto diréis
que es nada en comparación de la que se acerca.
Glauc. Hablad , para que vea lo que es.
Soc. L a ley que voy á proponer tiene , á lo
que me p a r e c e , una conexión esencial con la
precedente y con todas las demás. Glauc. Q u á l
es esta ley ? Soc. Que las mugeres de nuestros
guerrerros sean todas comunes á todos ) que nin-
guna de ellas habite en particular con ninguno
de ellos : que los hijos sean comunes, y que ni
los padres conozcan á sus hijos, ni los hijos á sus
padres (8). Glauc. Mucho mas trabajo os costará
en hacer pasar esta l e y , que la precedente , y
en manifestar que no prescribe cosa que no sea
útil y posible. Soc. Yo no creo que se me disputen
las ventajas y grandes bienes que sacaría la s o -
ciedad de la comunidad de las mugeres y de los
B 2
hijos si la ejecución de este sistema fuese po-»
y

sible: mas yo pienso que se me disputará m u -


cho la posibilidad. Glauc. De lo uno y de lo
otro se podría dudar razonablemente. Soc. Esto
es decir , que hay aquí dos dificultades que se
reúnen contra mí. Yo esperaba libertarme de una
de las d o s , con que creyeseis que era útil este
sistema, y que no me restaría que averiguar,
salvo si era posible ó no. Glauc. N o se nos ocul-
ta vuestro disimulo : por lo que , responded , si
gustáis , á estas dos dificultades. Soc. Veo que
es preciso pasar por ello : concededme solamen-
te una gracia. Permitidme que yo imite á estos
espíritus desocupados que se alimentan agradable-
mente con sus desvarios , quando quieren aliviar
las molestias de. sus paseos solitarios. Sabéis vos
que esta especie de personas , antes de examinar
por qué medios podrán llevar á debido efecto el
proyecto que tienen en su cabeza , dexando á un.
lado el cuidado molesto de deliberar sobre si es
posible ó imposible ; le suponen hecho á gusto
de su paladar , y sobre este fundamento levan-
tan lo restante del edificio , regocijándose a n t i -
cipadamente con las ventajas que les resultarían
de ía'exeéucion , y aumentando por este medio
la indolencia natural de su alma. Acobardado yo
Como ellos por las dificultades que se me ofre-
cen , deseo que vos me permitáis dilatar á otro
tiempo el examen de si lo que yo propongo es
posible : y suponiendo que lo es , pasaré á e x a -
minar , con vuestro permiso , qué medios t o m a -
tan nuestros magistrados para la ejecución, pro-
curando haceros ver que no habría cosa mas útil
para la sociedad y para nuestros guerreros^ E s -
tos puntos son los que intentaré examinar p r i -
mero , dexando para lo último la posibilidad,
si es que vos lo lleváis á bien (9). Glauc. Haced
lo que os parezca j yo os doy mi licencia.
Soc. Vos me concederéis desde luego sin t r a -
bajo , que nuestros magistrados y lo mismo sus
auxiliares, si son dignos de estos n o m b r e s , se
hallarán en la disposición, estos de hacer lo que
se les m a n d e , aquellos de no mandar cosa que
no esté prescrita por las leyes, y de gobernarse
por su espíritu en los reglamentos que dexare-
mos á su prudencia. Glauc, Esto debe ser así.
Soc. Vos p u e s , e n calidad de legislador , hecha
la elecion de las mugeres , como hicisteis la de
los hombres, ios asociareis, en lo posible, según
mas se asemejen en humores y caracteres. Por
lo que á ellos toca , ¿orno nada tienen propio,
sino que todo es común entre ellos, casas y m e -
sas, estarán siempre j u n t o s : andando pues así
mezclados, en los 'gymnasíos y en todo lo demás
del trató civil, la inclinación natural del un sexo»
acia el o t r o , les moverá sin duda á formar e n -
laces : no os parece que es como necesario que
esto suceda? Glauc. Verdaderamente que sí: mas
n o es ésta una necesidad geométrica , sino una
necesidad fundada sobre el amor , cuyas r a z o -
nes tienen mas fuerza para persuadir y atraes
la mayor parte de ios hombres que las demostrá-
B 1
(22)
dones geométricas. Soc. Vos tenéis razón. Pero
ante todo , mi amado Glaucon, de ningún m o -
do permitirán nuestros magistrados que reyne en
estas uniones el desorden, ó qualquier otra i n d e -
cencia ; por no ser justo que se sufra esto en una
república cuyos ciudadanos deben ser todos feli-
ces. Glauc. Por cierto no habría cosa mas contra-
ria á la justicia. Soc. Esto supuesto, es cosa clara
que nosotros haremos matrimonios los mas san-
tos que podrán hacerse ; porque los mas santos
serian los mas provechosos al estado. Glauc. Esto
es evidente. Soc. Mas cómo serian ellos los mas
ventajosos, á vos os-toca, Glaucon, el decirme-
J o : porque veo que criáis en vuestra casa, perros
cazadores y aves excelentes en gran número.
Habéis v o s , por fortuna , puesto cuidado en lo
que se hace quando se les quiere emparejar, y
tener crias de ellos ? Glauc. Que se hace?
Soc, Entre estos animales, aunque todos de buena
r a z a , no hay siempre algunos que se aventajan
á los otros ? Glauc. Sin duda los hay. Soc. Os es
indiferente tener crias de todos por igual j ó esti-
máis mas tenerlas de los mas aventajados?
Glauc. Yo prefiero tenerlas de estos. Soc, D e los
mas jóvenes , de los mas viejos, ó de los que e s -
tán en la fuerza de su edad? Glauc. D e estos
últimos. Soc. Sino se tomasen todas estas precau-
ciones, no estáis persuadido, q u e . l a casta de
vuestras aves y de vuestros perros degeneraría
bien pronto ? Glauc, Sí. Soc. Creéis vos que no
sea lo mismo en orden á los caballos y á los
<*3)
otros animales ? Glauc. U n absurdo seria el creer-
lo. Soc. O h grandes dioses ! si respecto de la e s -
pecie humana (i o) sucede lo mismo, de qué h a b i -
lidad , mi amado GlaucOn, de qué astucia no t e n -
drán necesidad nuestros magistrados ? Glauc. L o
mismo es respecto de nuestra especie : pero por
qué exigís tanta habilidad en nuestros magistra-
dos ? Soc. A causa del gran número de remedios
que se verán precisados á aplicar. U n médico
qualquiera basta para curar u n cuerpo que no tie-
ne necesidad sino de régimen para restablecerse;
pero quando es menester llegar á los remedios,
el mas hábil médico jamás lo -es bastante.
Glauc. Convengo en ello j mas á qué propósito
decís ahora esto ? Soc. Vedlo aquí..
Me presumo que nuestros magistrados se
verán á la continua e n - l a necesidad de recurrir
á la mentira y al engaño por bien de los ciuda-
danos. Dixiinos mas en otra p a r t e , que la mear-
tira ( n ) era útil, quando se servían de ella e p -
mo de u n remedio. Glauc. Y con razón. Soc. Si
hay pues alguna ocasión en que la, mentira pueda
ser útil á la .sociedad, lo será sobre todo en lo
que mira á los matrimonios y á la propagación
de la especie. Glauc. -Como es esto ? Soc. Convie-
ne , según nuestros principios, que los enlaces
de los mejores sugetos de uno y otro sexo sean
m u y freqüentes., y .al contrario, las de los peores
muy raros. Ademas que deben criarse los hijos
.de los primeros y no de los s e g u n d o s . ( i 2 ) , si se
quiere que eí rebano venga á ser de lo mas a v e n -
4 '
B
tajado. Pero entretanto de todo este manejo n a -
die debe saber, sino los magistrados solos: de lo
contrario seria exponer el rebaño de los guardas
á una sedición manifiesta. Glauc. M u y bien.
Soc. Será también del caso instituir fiestas, en
las quales congregaremos los futuros esposos con
sus esposas. Estas fiestas irán acompañadas de
sacrificios y epitalamios , adaptados por n u e s -
tros poetas á las celebradas bodas. Dexaremes á
los magistrados el cuidado de arreglar el número
de los matrimonios , de suerte que el de los ciu-
dadanos sea siempre el mismo con poca diferencia,
reemplazando los que con las guerras, con las en-
fermedades y otros accidentes hubiesen fallecido,
á fin que nuestra república, en lo posible, ni resul-
te demasiado grande, ni demasiado chica.G/aifc.Te-
heis razón. SoC. P a r a sacar pues los esposos (13),
se dispondrán ciertas suerte*, manejadas con tal
•artificio, que los sugetos ruines y despreciables
culpen á la fortuna y no á los magistrados del des-
graciado enlace que les cupiese. Glauc. Ya lo e n -
tiendo. Soc. Y en quanto á los jóvenes que se h u -
biesen distinguido en la guerra ó en otra parte,
entre los dones y demás recompensas, se les con-
cederá el permiso de tratar con mas freqüencia
•las mugeres; á finque este sirva de pretexto legí-
timo para poblar por su medio el estado de m e -
jores sugetos. Glauc. Todo está muy bien pensado.
Sq4: SUS -hijos como vayan naciendo los recibi-
'rán entré sus manos los hombres ó las m u g e -
res o '-HiSás'-y'-'otros .encargados de .crisrioí:
por quanto este cuidado debe ser común al uno
y al otro sexo. Glauc. Así-es. Soc. Mas los Hijos
de los aventajados serán llevados á la cuna c o -
mún , y se les confiará á nodrizas que habita-
rán en quartél separado de lo restante de la
ciudad : pero los hijos de los mas débiles y aún
aquellos de los otros que naciesen con alguna
deformidad, sé les ocultará como conviene en
algún parage secreto y desconocido. Glauc. Este
es el medio seguro de conservar en toda su p u -
reza la raza de.nuestros guerreros. Soc. Estas
mismas personas se encargarán de alimentar los
niños , conduciendo las madres quando les venga
la leche á la cuna c o m ú n , y manejando esto de
modo que ninguna de ellas pueda conocer su
hijo. Y si las madres no bastasen para esto, dis-
pondrán que las ayuden otras bien provistas de
leche , á fin que los niños mamen un tiempo r a -
zonable. E n quanto á las vigilias y otros peque-
ños cuidados inseparables de semejante empleo,
los encargarán á las didas y amas de gobierno.
Glauc. Vos preparáis una condición bien suave
á las mugeres de nuestros guerreros , á quienes
no dexais otro trabajo que el de procrear ios hi-
jos. 'Soc. Yo tengo mis razones: mas prosigamos
lo qué habernos comenzado.
Hemos dicho que el estado no reconocería
por sus verdaderos subditos , sino á los que sus,
padres hubiesen engendrado en la flor de la edad.
Glauc. Verdad 'es. Sor. Pero no os parece que el
tiempo del vigor 'ernp'ieza 'regularnientc á " M
: u
(26)
veinte años para las doncellas, y para los m a n -
cebos á los treinta ? Glauc. Y qué término fixais
vos \ Soc. Las mugeres darán hijos al estado des-
de los veinte anos hasta los quarenta : y los
h o m b r e s , después que haya pasado en ellos el
g r a n fuego de la juventud , desde los treinta has-
t a los cinquenta y cinco. Glauc. Esta es la parte
d e la vida de entrambos sexos , en que el c u e r -
p o y el espíritu están en su mayor vigor. Soc. Si
pues sucediese que a l g u n o , ó mas viejo ó mas
joven diese subditos á la república , nosotros tra-
taremos este yerro de acción injusta y sacrilega;
porque el hijo que naciese de este comercio, seria
obra de tinieblas y de libertinage , y á su naci-
miento no habrian precedido , ni sacrificios , ni
oraciones, que los sacerdotes y sacerdotisas y
toda 3a ciudad dirigirán á los dioses por la pros-
peridad de los matrimonios, pidiéndoles que de
los ciudadanos virtuosos,y útiles á la patria, nazca
« n a descendencia mas virtuosa aún, y mas útil.
Glauc. Tenéis mucha razón. Soc. Esta ley compre-
henderá también á los que teniendo la edad legíti-
m a se llegaren á una muger que también la tuvie-
s e , sin consentimiento del magistrado: por tanto
<el fruto que nacerá de este concubinato , para
j a república será reputado por bastardo , inces-
tuoso y profano. Glauc. Muy bien. Soc. Pero
iquando así las mugeres .como los hombres h a -
Ibrán salido de la edad determinada por las l e -
•• -yes para dar hijos á la patria ,.dexarernos á los
hombres la libertad de tratar con las mugeres
(*?) _

que bien les pareciese , fuera de sus abuelas , sus


m a d r e s , sus hijas y sus nietas. Las mugeres
tendrán la misma libertad de elección respecto
de los h o m b r e s , fuera de sus abuelos, sus p a -
dres , sus hijos y sus nietos : mas esto no se les
permitirá sino después de haberles encargado ex-
presamente que no den á luz ningún fruto con-
cebido de semejante trato ; y que le dexen e x -
pósito , sí á pesar de sus precauciones , naciese
a l g u n o , como que la república no se encarga
de alimentarle (14). Glauc. Todas estas disposi-
ciones son muy prudentes. Pero cómo distingui-
rán ellos á sus padres , á sus hijas , y á los otros
parientes , de quienes vos acabáis de hablar?
Soc. Ellos no los distinguirán : pero desde el
momento que alguno se habrá casado , contan-
do desde este dia el séptimo y el décimo mes,
mirará él á todos los que nazcan en uno ú otro
de estos términos, á los varones como hijos s u -
yos , á las hembras como hijas , y estos hijos le
mirarán á él como padre. Del mismo modo los
hijos de estos serán sus nietos y sus nietas , y
ellos tratarán á los ascendientes como á sus a b u e -
los y abuelas. Todos los que habrán nacido en
el tiempo en que sus padres y madres daban h i -
jos al estado , se mirarán como hermanos y
hermanas , y.podrán casarse recíprocamente , sí
lo indicare la suerte , y el oráculo de Apolo (15)
lo confirmase : todos los demás grados según
hace poco diximos , son prohibidos. Glauc. Está
muy bien. Soc. Tal e s , mi amado Glaucon., la
( 2 8
>
comunidad de las mugeres y de los hijos , que
yo quería establece^ entre los custodios de n u e s -
tra república. Eesta hacer ver que este esta-
blecimiento seria muy ventajoso , y que c o n -
cuerda perfectamente con las otras leyes que
hemos establecido. N o es esto lo que tengo y o
que demostrar? Glauc. E n verdad que sí.
Soc. Para convencernos , empezemos por
preguntarnos á nosotros mismos , quál es el ma-
yor bien de ía sociedad civil , que debe p r o p o -
nerse el legislador como fin de sus leyes, y quál
es el mayor mal? Examinemos después si esta
comunidad tal como la acabamos de explicar nos
conduce á este gran bien y nos aparta de este
grande mal. Glauc. Este es el mejor de todos los
medios para convencernos. Soc. El ma3 or malT

de la sociedad , no es por desgracia aquel que la


divide , y que de una sociedad hace muchas? E l
mayor bien al contrario no es aquel que enlaza
todos sus miembros y la hace una? Glauc. Sin
disputa. Soc. Pues qué cosa mas propia para for-
mar esta tinion que la comunicación de los gus-
tos y de las penas entre los ciudadanos, á quie-
nes los mismos acaecimientos con el logro ó la
pérdida de las mismas cosas causasen una a l e -
gría ( i ó ) y u n dolor comunes á todos ? Glauc. Se-
guramente que ninguna. Soc. Mas lo que disuel-
ve al contrario esta unión , no es quando en lá
sociedad la alegría y el dolor son propios y p e r -
sonales , y que lo que acontece tanto al público
-

como á los particulares , causa placer á los unos,


(so)
y pena á los otros? Glauc. Esto es cierto. Soc. D e
dónde viene esía oposición de afectos, sino de
que todos los ciudadanos no dicen á un tiempo
mismo de las mismas cosas, ora sean propias, ora
a g e n a s , esto me interesa , esto no me interesal
Glauc. E s muy probable. Soc. Aquel estado" pues
en donde todos los ciudadanos unánimemente d i -
gan de unas mismas co.sas: esto me interesa: esto
no me interesa : no estará perfectamente bien
gobernado (17)? Glauc. No tiene duda. Soc. Y
por qué ? porque todos sus miembros no harán,
si puede hablarse así, sino un solo hombre. C o m o
por exemplo , quando hemos recibido a l g u n a
herida en el dedo , luego al punto la parre s u -
pe rior del a l m a , en virtud de la estrecha unión
y correspondencia establecida entre ella y e l
cuerpo , es advertida de ello y toda el h o m b r e
>

se conduele del mal de una de sus partes , y en


este sentido decimos que el hombre tiene mal en,
el dedo. Y lo mismo se dice-respecto de los otros
afectos de alegría y de dolor que experimenta,
con motivo del bien y del mal , con que es afli-
gida ó recreada alguna de sus partes. Glauc..Vos.
tenéis razón. Soc. Esta es precisamente la imagen
propia que buscabais de una república bien g o -
bernada. Que suceda á un particular algo de b u e -
no ó de malo , todo el estado se interesará e n
ello como si lo experimentase él m i s m o , y se
regozijará t o d o , ó se afligirá todo con éL
Glauc. Esto debe ser. así en toda "sociedad bien
arreglada (18).
(3o)
Soc. Ya es tiempo de que volvamos á n u e s -
tra república, y veamos si lo que acabamos de
decir le conviene mejor que á ninguna otra.
Glauc. Veamoslo pues. Soc. E n los otros estados
así como en el nuestro, no hay magistrados y
subditos ? Glauc. Sí. Soc. Mas todos estos no se
dan reciprocamente unos á Otros él nombre de
ciudadanos? Glauc. Sin duda. Soc, Pero sobre este
nombre común , qué título particular dá el p u e -
blico ademas a los que le gobiernan ? Glauc. E n
los m a s , llámalos soberanos; y en las repúblicas,
arcontes. Soc. Entre nosotros, qué nombre a ñ a -
dirá el pueblo á la qualidad de ciudadanos que
dá él á sus magistrados ? Glauc, El de conserva-
dores y defensores de la patria. Soc: Mas estos
de su parte cómo mirarán al pueblo ? Glauc. C o -
mo aquel de quien reciben ellos sus rentas y
manutención. Soc. E n otras partes los que m a n -
dan cómo tratan á sus subditos ? Glauc. T r a t a n -
los de esclavos. Soc. Y los que mandan entre sí
cómo se tratan ? Glauc. De colegas en la a u t o -
ridad.' Soc. Y los nuestros ? Glauc. De concusto-
dios de un mismo rebaño. Soc. Podriaisme vos
decir por ventura, sí en las otras repúblicas a l -
guno de los magistrados trata á sus compañeros,
á unos como deudos, á otros como extrangeros?
Glauc. N o hay cosa mas común, Soc. Así es que
ellos piensan y dicen, que los intereses de los
unos les son p r o p i o s , y que los de los otros no
les tocan nada. Glauc. Es cierto. Soc. Pero entre
vuestros custodios hay siquiera uno solo que pue-
(30
da decir ó pensar que alguno de los que velan
como él por la seguridad de la patria le es e x -
t r a n j e r o ? Glauc: De ninguna manera : porque
cada uno de ellos pensará encontrar en los otros
un hermano ó una hermana, tía padre 6 una m a -
dre , un hijo 6 una hija ó algún pariente en el
grado de ascendientes ó descendientes. Soc. Vos
decís muy bien. Peco decidme aún m a s : Os c o n -
tentareis con mandarles quese traten como parien-
tes solamente de boca ? n o exigiréis ademas que
las acciones correspondan á las palabras, y que
tengan ellos para con; aquellos á quienes dan el
Hombre de padre todo el respeto, todas las
7

atenciones, toda la sumisión que la ley prescribe


á los hijos para con sus padres ? rió les declara-
reis ,- que si Faltad ellos á estas obligaciones p e -
can contra justicia y contra piedad, y que no
tienen que esperar sino castigas de parte de los
hombres y de lps dioses ? Todos los ciudadanos
harán por suerte resonar en los oidos de los niños
otras máximas que é s t a s , tocante á la conducta
que ellos deben guardar para con aquellos á quie-
nes se les haga mirar coma á sus padres ( 1 9 ) , 6
á sus parientes? Glauc. N o sin d u d a : porque seria
cosa ridicula que tuviesen sin cesar en la boca
los nombres de parentesco y afinidad' sin cumplir
y

las obligaciones*
Soc. Reynará por consiguiente entre nuestros
ciudadanas una unión desconocida á los de los
otros estados, y como decíamos poco hace, quan-
do suceda bien ó mal á alguno de ellos y, ta-»
dos clamarán á una voz : aquel , que es cosa
mía es feliz: el otro que es cosa mia es desgracia-
do. Glauc. Decís mucha verdad. Soc. N o hemos
añadido,-que en conseqiiencia de esta persuasión y
de este modo de hablar, habría entre ellos un co-
mercio recíproco de placeres y de penas? Glauc. Y
hemos tenido razón. Soc. Nuestros ciudadanos
pues participarán todos en común de los i n t e -
reses de cada particular , que mirarán ellos c o -
mo los suyos propios ; y en virtud de esta unión
se regocijarán y se afligirán todos de unas m i s -
mas cosas. Glauc. Es muy cierto. Soc. A qué pue^
den atribuirse tan admirables efectos , sino á la
constitución de nuestro gobierno y particular-
mente á la comunidad* de las mugeres y de los
hijos entre nuestros guerreros ? Glauc. A n i n g u -
na otra causa pueden atribuirse con mas motivo.
Soc. Mas nosotros nos hemos convenido en que
esta unión de intereses era el bien mas grande de
la sociedad y hemos comparado en este punto
una república bien gobernada al cuerpo , cuyos
miembros todos se resienten en común del placer
y del dolor de un solo miembro. Glauc. Y con
mucha razón nos hemos convenido. Soc. Luego
la comunidad de mugeres y de hijos entre nues-
tros guerreros es causa del bien mas grande
para nuestra república. Glauc. Es legítima la
conclusión. Soc. Añadid que este punto concuerda
bien con lo que habernos establecido mas arriba:
porque hemos dicho que nuestros guerreros no
debían tener cosa propia , ni casas, ni cierras, ni
.(33)
posesiones , sino recibir de los otros su alimento,
como, justa recompensa de sus servicios y hacer
vida común , si querían llegar á ser verdaderos
custodios. Glauc. Muy bien.
Soc. Mas por suerte , se puede dudar que
lo que nosotros hemos ya dispuesto y lo que
acabamos de disponer en orden á ellos, no sea
jnuy á propósito para que con especialidad sal-
gan unos verdaderos custodios, y que no hagan
por dividir la república, como sucedería si todos
no dixesen de las mismas cosas que son suyas,
sino que éste lo dixese de una c o s a , aquel de
otra (20): si el uno tirase para su casa todo lo
que pudiese adquirir , sin dar parte á nadie $ si
el otro hiciese lo mismo por su lado , de modo
que cada uno de ellos tuviese aparte sus mugeres
y sus h i j o s , que serian de consiguiente para ellos
una fuente de gustos y de penas que nadie senti-
ría cóndilos i En vez que teniendo todos por má-
xima que el interés de otro no es distinto del su-
yo , se dirigirán todos al mismo objeto con todo
su poder, y experimentarán una alegría y un
dolor comunes ? Glauc. Esto es muy regular*
Soc. Qué entrada encontrarían ademas los pleitos
y querellas recprocas de unos contra otros en
una sociedad, donde por decirlo así, nadie t e n -
dría nada suyo salvo su cuerpo , y donde todo
lo demás seria común ? Ellos ignorarían pues has-
ta el nombre de alborotos y disensiones., que por
lo común nacen entre los hombres , con motivo
de sus bienes , de sus parientes , ó de- sus hijos.
TOMO II, C
.(34)
Glauc. Es como preciso que se vieran ubres de t o -
dos estos males. Sod Ni tampoco se conocerán allí
las-acciones intentadas por daños ó violencias:
porque nosotros les diremos que es justo y hones-
t o que los de una misma edad se defiendan los
tinos á los otros, y les pondremos como una
ob'Jigacion de cuidar mutuamente de sus cuerpos.
-Glauc. Muy bien. Soc. Esta ley tendrá en efecto
•esto de bueno, que si alguno en un primer m o -
vimiento de cólera maltratase á o t r o , esta dife^.
•reiicia no pasará á mayores alborotos. Glauc. N o
tiene duda. Soc. Porque nosotros daremos á los
ciudadanos viejos toda la autoridad sobre los
jóvenes, con-el derecho de castigarles. Glauc. Es-
to es claro. Soc, N o es menos e v i d e n t e , yo así
í o pienso, que los jóvenes ciudadanos, según es
•decoroso, n o osarán poner la mano sobre los
viejos , ni hacerles especie alguna de violencia,
sin orden expresa de los magistrados, ni tratar-
les siquiera con desprecio en ninguna circuns-
tancia: porque dos barreras poderosas, el respe-
to y el temor les contendrán; el respeto, m o s -
trándoles un padre en aquel á quien quieren
maltratar; el temor, haciéndoles recelar que otros
tomen la defensa del ofendido , unos en calidad
tle hijos , otros en calidad de hermanos , y esto-
tros en la de padres. Glauc. Es imposible que la
cosa suceda de otro modo. Soc. Luego nuestros
ciudadanos en virtud de estas leyes disfrutarán
entre sí de una paz inalterable. Glauc. Suma-
mente grande.- Soc. Pues si la concordia reyna
(3S)
entre ellos , no hay que temer que Otra repúbli-
ca les ataque ó consiga dividirlos, Glauc. C i e r -
tamente que no. Soc. Me cuesta trabajo el resol-
verme á entrar en el por menor de los males de
que se verán exentos , por no .merecer la pena.
Los pobres no harán allí bajamente la corte á
los ricos , ni se experimentarán allí tampoco los
embarazos y cuidados que llevarías.sí la,educa-
ción de;los.hijos„, ni el .alan de acumular bienes
,por la necesidad de .mantener un gran número
de esclavos , quando. para .acudir. á éstos gastos
se ven precisados ,eri oca-sÍQ nes:á;:feu,scar ,¿ jntecés
¡

gruesas cantidades;', ;otras veces é' negar -.las d e u -


das , casi siempre .empleados .en- adquirir por
toda especie, de medios el dinero , eity'á disposi-»
cion dexañ después á las mügeFSSjy ;á los escla-
vos. Qué debilidades y baxezás .éftítodo ,esto , mi1

amado amigo 1. qnéindjgnidades.novtienen que


.sufrir! Glauc. Esto lo -conocerá- aunque sea uü
ciego. Soc. Al abrigo de todas;.estas miserias lie*
varan una vida mil veces mas feliz , que la -de
Jos atletas coronados en ¡ los-- jüégÍ)Sj;..ólÍmp.ir.
eos (21). Glauc. Pues,, por. qué ?, Sóc. Porque e s -
tos .no tienen sino-arfa pequeña parte de las .ven-
tajas jque: disfrutan nuestros guerreros. .La.victo-»
ria que consiguen estos-: ultimó!»: es infinitamente
:

mas- gloriosa, pues que lleva, consigo la salud'


d é l a república* El publico también provee cori
nías- abundancia todo, lo necesario á su m a n u t e n -
ción y á la de sus. hijos: y mientras viven la
-patria les colma de honores, y después de s»
C2
(36),
muerte les hace funerales dignos de su mérito y
de su reconocimiento. Glauc. Estas, distinciones
son en efecto muy lisongeras.
Soc. Vos os acordareis de la reprehensión
que se nos hiza mas arriba , de no ocuparnos
bastante de la felicidad de nuestros guerreros , á
quienes no se les concedía ninguna de tantas c o -
modidades como debían procurar ellos al resto
de los ciudadanos. Hemos respondido , á Jo que
me parece , que nosotros examinaríamos la v e r -
dad de esta reconvención en el instante que se
nos proporcionase: que nuestro objeto por e n -
tonces era de formar verdaderos custodios, de
hacer la república entera lo mas feliz que nos
fuese posible, y no de trabajar únicamente, m i -
rando por la felicidad de uno solo de los órdenes
quela componen. Glauc Bien me acuerdo. Soc. Y
os parece ahora'que la condición del zapatero, del
labrador ó de qualquier otro artesano , pueda
entrar en comparación con la de nuestros guer-
reros , que acaba de manifestársenos mas honro-
sa,y mas feliz que la de los atletas que consi-
guieron el premio en los juegos olímpicos?
-Glauc. Muy distante estoy de pensarlo. -Soc. Mas
con todo , es.del caso que yo repita aquí lo que
entonces decía : que si el guerrero busca su fe-
licidad , á costa de lo que exige su empleo de
custodio , si descontento de las ventajas puras y
ciertas que según diximos, su-excelente estado
le proporciona , se dexa seducir por ideas pueri-
les y chimeneas de felicidad, y se vale del po»
(3?)
der con que nosotros le hemos armado para h a -
cerse dueño de todo en la república ; él conocerá
con quanta razón y sabiduría, dixo Hesiodo (a):
que la mitad era mas que el todo (22). Glauc. Si
él quisiera creerme ¿ se atendría á su clase y con-
dición. Soc. Aprobáis pues vos que todo sea c o -
mún entre los hombres y las mugeres , del modo
que acabo yo de explicarlo , por lo que luce á
Ja educación, á los hijos y á la guarda de los
otros ciudadanos ; de suerte que ellas se quede a
con ellos en la ciudad, que ellas vayan á l:i
guerra con ellos, que ellas p a r t a n , como hacen
Jos perros entre s í , los trabajos de la vela y d¿
la caza : en una p a l a b r a , que ellas vayan por
mitad , en quanto sea posible , en todo lo que
hagan los guerreros? Convenís vos en que una
.tal institución es muy provechosa al público , y
que no es contraria á la naturaleza del hombre
y de la m u g e r , en lo que ellos tienen* de común
entre sí? Glauc. Conyengo en ello.
Soc. Luego no nos resta mas que examinar,
tino si es posible que se establezca entre los hom-
bres , esta comunidad que la naturaleza ha esta-
blecido entre los otros animalesj y por qué medios
se pueda conseguir. Glauc. Os habéis anticipado
á decir , lo que yo iba á preguntaros. Soc. Por lo
que mira á la guerra no hay necesidad que nos
detengamos; porque en mi sentir, se vé bastan-
te claro de que modo la harán. Glauc. D e qué

(a) Ope. ct dia. v. 40.


C 3
m o d o , sino lo lleváis á mal? Soc. Es evidente
que ellos militarán en común , y llevarán consi-
go aquellos de los hijos que serán bastante fuer-
tes para soportar las fatigas ; á fin que estos , á
exemplo de los hijos de los artesanos, vean des- 1

de luego lo que algún dia deberán ellos hacer,


y que ademas puedan ayudar á sus padres y á
sus m a d r e s , y hacerles en todas las cosas p e r -
tenecientes á la guerra los servicios que fuesen
proporcionados á sus fuerzas. Habéis vos adver-
tido lo que se practica en orden á los otros ofi-
cios ? Quanto tiempo , por exemplo , el hijo del
alfarero ayuda á su padre y le vé trabajar , an-
tes de echar mano á la rueda? Glauc. Ya lo he
notado. Soc, Mas por ventura nuestros guerreros
deben poner menos cuidado y menos tiempo que
aquellos en formar á sus hijos en el arte de la
guerra? Glauc. Seria una extravagancia decir
esto. Soc. No es cierto también que todo animal
combate con mas esfuerzo , quando tiene á la
vista sus hijuelos ? Glauc. Es a s í : pero es de t e -
mer mucho , Sócrates , que si llegan á ser v e n -
cidos , como puede muy bien suceder, no perez-
can en el combate ellos y sus hijos, y que la re-
pública no se pueda reparar de semejante p é r -
dida. Soc. Decís mucha verdad. Pero por de
pronto creéis vos que qualquiera deba vivir siem-
pre tan prevenido , que jamás se exponga á nin-
gún riesgo? Glauc. N o por cierto. Soc. Mas si
alguna vez debe uno exponerse , no es precisa-
mente quando se gana mucho saliendo bküt
(39)
Glauc. Esto es claro. Soc. Pues , pensáis vos, que.
ésta sea una pequeña ventaja , y que no merez-
ca exponerse á ningún riesgo , el que los hijos
que algún dia deben llevar las a r m a s , asistan ó
no á una acción y sean testigos de lo que alii,
pasa ? Glauc. Pienso, al contrario , que ésta es
una ventaja de la mayor conseq'áencia. Soc.. L u e -
go se dispondrá que los hijos sean espectadores
de los combates , atendiendo al mismo tiempo á
su seguridad por medios convenientes , y todo
irá bien, no es así ? Glauc. Sí por cierto. Soc. Des-
de luego sus p a d r e s , siendo hábiles en el arte de.
la guerra , preveerán en quanto es dado á h o m -
bres , qué ocasiones son las peligrosas, y quáles
no lo son. Glauc. Es muy verosímil. Soc. Ellos
conducirán sus hijos á las u n a s , y no les e x -
pondrán á las otras. Glauc. M u y bien. Soc. Y: les
darán por gefes y conductores>, no viles escla-
vos , sino hombres de edad madura y de una
experiencia consumada. Glauc. Así debe .ser.*
Soc. P e r o , acaso se dirá que á muchos suceden
3

todos los días-mil accidentes inesperados. Glauc. Y


de gran conseqnencia. Soc. Para preservar pues,
mi amado amigo , á los hijos de toda desgracia,
conviene que desde su tierna edad les pongan
a l a s , á fin de que si fuese menester se escapen
volando del peligro. Glauc. Qué queréis =decic
con esto? Soc. Quiero decir , que desde sus pri-
meros años se les ha de enseñar á montar á ca-
ballo , y tras esto conducirles á presenciar la a c -
ción montados , no sobre caballos de batalla y
C 4
• (4o)
fogosos , sino sobre caballos ligeros y muy d ó -
ciles á las riendas. Así verán mejor lo que ellos)
tengan que v e r , y si aprieta el riesgo , se s a l -
varán mas fácilmente, huyendo en pos de sus
ancianos "conductores. Glauc. Este arbitrio m e
parece muy bien pensado.
Soc. Ahora qué diremos acerca de la guerra?
qué disciplina estableceremos entre nuestros g u e r -
reros, y cómo se portarán ellos con sus e n e m i -
gos? Ved si yo pienso bien ó.no sobre estos p u n -
tos. Glauc. Explicaos. Soc. Al que por cobardía
dexase la formación , arrojase las armas ó hiciese
alguna otra acción indigna de un hombre de e s -
fuerzo , no es debido, que se le degrade y sea
desterrado á la clase de artesanos ó labradores?
Glauc. Así conviene. Soc. Pero al que vivo cayese
en manos del enemigo, aunque de gracia le q u i -
siese restituir, no se le abandonará para que h a -
ga de él lo que quiera ? Glauc. Sin duda. Soc. Y
en quanto al que se aventajase por su esfuerzo,
n o juzgáis á propósito, que desde luego sobre el
campo mismo de batalla los jóvenes guerreros
y muchachos le pongan cada uno de por sí
una corona en la cabeza ? Glauc. Sí por cierto.
Soc. P e r o , pienso yo , que no consentiréis en la
que voy á decir. Glauc. Como qué cosa ? Soc. Que
cada uno de ellos le bese y abrace (23), y sea.
correspondido por él. Glauc. Consiento en ello d«
todo mi corazón: y añado aún á este reglamen-
ro que mientras durase aquella campaña no sea
permitido á nadie resistirse á sus abrazos ; á fia
que esfo sirva de estímulo á todos los que amen
á alguno, ora sea hombre, ora sea muger, para
animarles á conseguir el premio del valor.Soc.Muy
bien. Esto concuerda con lo que hemos dicho en
otra parte , que era menester facilitar mas á los
valerosos la elección de las mugeres , y el d e -
recho de llegarse á ellas con mas freqiiencia que
á los otros, para que su raza se hiciese mucho
mas numerosa. Glauc. E n efecto lo diximos.
Soc. Homero quiere aún que se honre de o t r o
modo á los jóvenes guerreros que se distingan por
su esfuerzo. Este poeta dice, que después de un
combate en que Ayax se habia distinguido (a),
se le sirvió por honrarle un lomo de buey todo
entero (24): por ser adequado este honor , para
un joven y valeroso guerrero, por el qual j u n t o
con la distinción se le ofrecia un medio de a c r e -
centar sus fuerzas. Glauc. Muy bien. Soc. N o s o -
tros pues seguiremos en este punto la autoridad
de Homero. E n los sacrificios y en las fiestas,
quanto mas nos parezca que se aventajan los
buenos guerreros, tanto les honraremos mas en
los cantares y en las demás cosas referidas, como
en darles los asientos primeros, y en servirles
las viandas y el vino con mas abundancia que
á los o t r o s ; á fin que con estas distinciones se
lisongeen y enrobustezcan juntamente los esfor-
zados guerreros , así hombres como mugeres.
Glauc. Apruebo todos estos reglamentos. Soc. Alio»

(o) Ilii. 7, y, 331.


,(43)
ra bien. En orden á aquellos que habrán muertos
generosamente con las armas en la mano , no
diremos asimismo que ellos son de la raza de
oro ? Glauc. Sin la menor duda. Soc. Y no dare-
mos crédito á lo que asegura Hesiodo, que d e s -
pués de su muerte los de esta raza, vienen á con-
vertirse en genios puros, bienhechores, que a l e -
j a n los males de los mortales hombres, y velan
por su conservación? Glauc.Sí por cierto. Soc. Con-
sultaremos pues al oráculo sobre el culto que
se deba dar á estos hombres celestiales y divinos,
y según lo que respondiese arreglaremos noso-
tros las ceremonias. Glauc. N o hay que hacer.
Soc. Tras esto los honraremos perpetuamente
como genios tutelares, y veneraremos sus sepul-
cros. Í,os mismos honores se decretarán á los
que habiendo muerto de vejez ó de enfermedad,
tuviesen el concepto de haber pasado su vida
en el exercicio de la mas pura virtud (25).
Glauc. Esto no tanto es un honor , quanto una
justicia que les haremos.
Soc. Mas en orden á los enemigos cómo se
portarán nuestros guerreros ? Glauc. E n que?
Soc. Primeramente en lo que mira á la esclavi-
t u d , os parece justo que griegos .reduzcan á ser-
vidumbre ciudades griegas ? N o deberian mas
¡bien libertarlas ¡en lo posible , si algún otro pue-
¡blo las amenazase , y hacerse una ley de p e r d o -
n a r a l a nación griega, de suerte que no tuviese
que t e m e r la esclavitud sino de parte de los bár-
baros ? Glauc. Por todo les tendría mucha cuenta
(43)
portarse así coa los griegos. Soc. "De consiguiente
deberán no tener ningún esclavo griego , y a c o n -
sejar á todos los otros griegos que sigan en esto
su exemplo. Glauc. Seguramente: tanto mas que
por este m e d i o , en vez de destruirse mútuamen-r
t e , convertirán todas sus fuerzas contra los b á r -
baros. Soc. Y qué ? tenéis por bueno que despo-
jen ellos á los muertos, y que quiten á los enemi-
gos vencidos otra cosa que las armas? No es éste
para los cobardes un pretexto de no atacar á los
que se defienden a ú n , como si ellos hiciesen su
obligación, quedándose inclinados sobre los c a -
dáveres ? Fuera de que esta codicia por los d e s -
pojos, ha sido ya funesta á muchos exércitos.
Glauc. Esto es mucha verdad. Soc. N o os p a -
rece que es una baxeza y una sórdida a v a r i -
cia despojar á un m u e r t o , y una pequenez de
espíritu , que apenas se le perdonaría á una
m u g e r , tratar como enemigo el cadáver de su
contrario, después que el enemigo se voló , de-
xando únicamente el instrumento de que se v a -
lia para combatir ? Obrar de este modo , no es
imitar á los perros qne muerden la piedra que
les ha herido, dexando libre la mano que la arro-,
jó ? Glauc. En nada se diferencian. Scc. Absten-
ganse pues nuestros guerreros de despojar los
cuerpos m u e r t o s , y no rehusen al enemigo el
permiso de llevárselos. Glauc. A fé, que me c o n -
formo. Soc. Tampoco, llevaremos á ios templos
las armas de los vencidos , especialmente las de
Jos griegos, como para hacer á Dios una ofrenda,
(44)
sí es que nos ocupamos algún tanto dé la b e n e -
volencia con los otros griegos : antes bien t e -
meríamos manchar los t e m p l o s , adornándolos
con los despojos de nuestros próximos , á menos
que el oráculo no dispusiese (2ó) lo contrario.
Glauc. Muy bien.
Soc. Y qué pensáis vos , cómo se portarán
nuestros guerreros con sus enemigos griegos, en
orden á talar sus campos, é incendiar sus casas?
Glauc. Yo tendría mucho gusto en oir sobre esto
vuestro modo de pensar. Soc. Mi parecer es que
n o debe hacerse ni lo uno ni lo otro , sino c o n -
tentarse con llevar los frutos del año. Y queréis
que os diga la causa ? Glauc. Mucho que lo deseo.
Soc. Paréeeme que como la guerra y la sedición
tienen dos nombres diferentes , también son dos
cosas diferentes , que tienen relación á dos dife-
rentes objetos. El uno de estos objetos es lo que
nos está unido con los lazos de la sangre y de
la amistad ; y el otro lo que nos es ageno y e x -
traño. L a enemistad entre los amigos y aliados
llámase sedición , entre los extraños se nombra
propiamente guerra. Glauc. N o decís ningún
despropósito. Soc. Ved si lo que ahora añado
viene también al caso. Digo pues que los g r i e -
gos son entre sí amigos y aliados , y para con
los bárbaros ágenos y extraños. Glauc Decís muy
bien. Soc. Así pues , quando los griegos tienen
alguna diferencia con los bárbaros , ó los bárba-
ros coa los griegos y vienen á las a r m a s , d i r e -
mos que son enemigos por naturaleza , y que
(45)
esta diferencia es una verdadera g u e r r a ; pero
quando sobreviniese alguna cosa semejante de
griegos á griegos , diremos nosotros , que por
naturaleza son amigos , y que esto es una e n -
fermedad que padece la Grecia en esta p a r t e , y
u n a ' sublevación que la p e r t u r b a , y daremos á
esta enemistad el nombre de sedición. Glauc. Con-
vengo en llamarlas de este modo. Soc. Pero , si
todas las veces que se levanta sedición en u n a
república , los ciudadanos destruyesen los c a m -
pos é incendiasen las casas los unos de los otros,
os ruego que consideréis los funestos efectos que
producirían las facciones, y quán poco.sensible
se mostraría cada partido á los intereses de la
patria. Porque si la mirasen ellos como á su
madre y sustentadora , no se atreverían á d e -
vastarla : sino que los vencedores CL-eerian^hacer
bastante daño á los vencidos con llevarles las c o -
sechas ; teniendo presente , que no .los habiam
de tratar como á enemigos con quienes siempre
tuviesen guerra , sino con los que se habían d e
reconciliar algún dia. Glauc. Este, modo de. o b r a r
es mucho mas conforme á la humanidad que e l
primero.
Soc. Pero qué? N o es u n a república griega
la que vos queréis fundar? Glauc- Sin duda.
Soc. Luego los ciudadanos serán humanos, y vir-
tuosos? Glauc. Por extremo* Soc. N o serán, t a m -
bién ellos amigos de los griegos? no mirarán á
la Grecia como á su patria común? no tendrán
ellos la misma religión i Glauc. Es muy cierto»
(46)
Soc. Luego sus diferencias con los otros griegos,
como entre cosas p r o p i a s , las tratarán de sedU-
cion , y no les darán el nombre odioso de g u e r -
ra. Glauc. Seguramente que no. Soc. Y en caso
de rompimiento se portarán con ellos , como con
quienes se deben componer algún dia? Glauc. Es
así. Soc. Ellos les reducirán suavemente á la r a -
zón , sin llevar el castigo hasta quitarles la l i -
bertad y mucho menos la vida. Les corregirán
como amigos para hacerles prudentes, y no como
á enemigos para perderles. Glauc. Decís muy bien.
Soc. Pues que ellos son griegos, no devastarán
la Grecia , ni incendiarán las casas, ni tratarán
como enemigos á todos los habitantes de una
ciudad y-hombres ,.mugeres.y n i ñ o s , sin excep-
ción ; sino que mirarán como tales á solo el p e -
queño número de autores de la sedición. Por
tanto , no arrasarán los campos , ni arruinarán
las casas de los mas , que son sus amigos ; sino
que usarán solo de violencia en quanto sea p r e -
ciso , para obligar á que los inocentes afligidos
tomen por sí-mismos satisfacción de los culpa-
bles. Glauc. Convengo en .que,nuestros. ciudada»
nos tengan con los otros griegos ésta condescen-
dencia en sus querellas: mas contra, los bárbaros
que usen del. encono de que al presente est^n
poseídos los griegos unos contra (27) otros.
Soc. Prohibamos también á nuestros guerreros
por una ley expresa la devastación de ios cam-
pos é incendio de las casas, Glauc. Prohibamo-
seJo;.yo ágrúebo mucho esta ley y quantus la
U7)
preceden. Pero me p a r e c e , Sócrates, que si se
os dexa proseguir, jamás llegareis al punto esen—
.cial, cuya explicación habéis dilatado mas a r r i -
ba , y con cuyo motivo acabáis de decir tantas
cosas. Este punto consiste en ver si esta forma
de gobierno es posible , y de qué modo lo es:
porque yo convengo , en que todos estos bienes
de que vos acabáis de .hacen; mención se encon-
trarían en semejante república, si ella pudiese
existir. Añado yo otras ventajas que vos omitís,
por exemplo , que estos guerreros serian i n v e n -
cibles en el combate ; porque conociéndose t o -
dos , y dándose mutuamente en la pelea los n o m -
bres de hermanos , padres é hijos, d e • ningún,
modo se desampararían los unos á los otros. Y a
sé también q u e j a presencia de sus mugeres les
haría aún mas invencibles , ora peleasen ellas e n
la misma línea , ora se las pusiese en la r e t a -
guardia , para amedrentara!.enemigo,- y en caso
de necesidad para que sirviesen de auxiliares.
Veo que ellos experimentarían durante-la paz:
mil otros bienes de que vos nada habéis dicho.
Y para que no os canséis en referir esto por m e -
nor , por ser superfluo , estoy de acuerdo con vos
en que disfrutarían todos estos bienes y m u c h í -
simos otros m a s , si la execucion correspondiese a l
proyecto. Por tanto , mostradnos que este p r o -
yecto no es una chimera y el modo cómo p u e -
da executarse , y os absuelvo de lo demás.
Soc. Qué irrupción tan repentina habéis h e -
cho sobre mi discurso, sin considerar que es-
(48)
toy ocupado en preparativos de guerra! taí vez
n a sabéis que después de haberme escapado de
dos olas furiosas, me exponéis vos á una tercera
mucho mayor y mas terrible. Quando vos la h a -
yáis visto y oido el ruido, excusareis mi c o b a r -
día y t e m o r , y todos los rodeos que he toma-
do por no entrar en un tan extraño discurso como
el que ahora se trata. Glauc. Quantos mas p r e t e x -
tos busquéis para no decir nada , tanto mas os
instaremos de que nos expliquéis como pueda veri-
ficarse vuestro sistema de política. Hablad pues, y
no nos tengáis mas tiempo suspensos. Soc. Sea en
buenhora. Mas desde luego es bueno recordaros,
que lo que nos ha conducido aquí ,es la averigua-
ción de la naturaleza de la justicia y de la injusti-
cia. Glauc. Bueno es en efecto: pero á qué viene
esto para lá qüestion presente ? Soc. A n a d a : mas
quando nosotros habremos descubierto la verda-
dera idea de la justicia,, exigiremos acaso del
hombre_ justo que no se aparte siquiera un punto
de esta idea, y que tenga con ella una perfecta
conformidad ? N o nos contentaremos, en que se
acerque todo quanto le sea posible, y que tome
de ella mas rasgos que el resto de los demás
hombres ? Glauc. Esto nos bastará. Soc. N o h e -
mos pues pretendido otra cosa, buscando la esen-
cia de la justicia y qual seria el hombre justo,
supuesto que existiese , y otro tanto digo de la
injusticia y del hombre injusto ; sino encontrar
dos modelos completos de virtud y de vicio, para
dirigir después nuestras miradas sobre el uno y
(49).
sobre el o t r o , con el fin de juzgar de la felicidad
ó miseria de su condición , y obligarnos á confe-
s a r , respecto de nosotros mismos , que seremos
mas ó menos felices , según que nos asemejemos
mas al uno que al otro : pero nuestro designio
jamas ha sido probar que ni el uno ni el otro
de estos modelos pudiese existir. Glauc. Esto es
mucha verdad. Soc. Creéis vos que un pintor fue-
se menos hábil, si después de haber pintado el
mas hermoso cuerpo humano que se pudiese ver,
y dado á cada rasgo su última perfección, no p u -
diera, probar que la naturaleza puede producir
uno semejante ? Glaac. Por cierto que no. Soc. Pues
nosotros que hemos hecho en esta conversación,
sino diseñar el modelo de una república perfecta?
Glauc. Ninguna otra cosa. Soc. Será pues por ven-
tura menos bien hablado lo que hemos dicho, por-
que no estemos en estado de demostrar que pue-
de formarse una sociedad sobre el modelo que
se ha trazado? Glauc. Nada de eso. Soc. Pues lo
cierto es lo que acabo de decir : pero pues que
queréis que os haga ver por dónde y hasta qué
punto pueda realizarse este proyecto , consiento
en ello por daros g u s t o , con tal que me c o n -
cedáis de nuevo una cosa que debe servir para
mi demostración. Glauc. Q u é cosa es ésta ? Soc. Es
posible executar siempre una cosa precisamente
como se concibe? N o hay al contrario en la n a -
turaleza cosas, cuya execucion se acerca menos
á lo verdadero que la idea ,' aunque á otros no
les parezca lo mismo ? Pero qué es lo que vos
TOMO II. D
(So)
pensáis ? Glauc. Yo soy de vuestro parecer.
Soc. N o exijáis pues de mí que reaii'ze con rigu-
rosa precisión el plan de república que acabo de
diseñar : creed,. que si y o puedo encontrar el
modo cómo pueda ser gobernada u n a sociedad
que mas se acerque á lo que llevo dicho., habré
probado conforme ]á 1Q que me pedisteis , que
nuestra república n o es una churrera. Mas por
fortuna n o quedareis vos contento logrando yo
esto ? pues yo en verdad tne daria por satisfecho.
Glauc. Y yo también.
Soc. Procuremos al presente descubrir por
'qué mal pecado no están hoy día las. repúblicas
bien gobernadas, y qué pequeña mudanza se de-
bería hacer en el gobierno para hacerle perfec-
t o : no mudemos , si ser puede, mas de un solo
p u n t o , ó sino d o s , ó á lo mas un muy pequeño
número y de los menos considerables por sus
efectos. Glauc. Me parece muy bien. Soc. Pues
yo encuentro que mudando allí un solo punto,
estoy en estado de demostrar que las repúblicas
mudarían enteramente de aspecto.' Verdad es,
que este punto , ni es de pequeña importancia,
ni fácil de mudar : pero al cabo ía mudanza es
posible. Glauc. Qu.il es este punto? Soc. Vedme
aquí que he llegado á ío que comparantes á la
grande ola : pero aunque, supiese quedar sumer-
gido baxo la mas desmesurada buria é i g n o m i -
nia , que á manera de onda me vá á cubrir ¡ yo
voy á hablar : escuchadme. Glauc. Decid pues.
Soc. Á menos que los filósofos gobiernen los e s -
fados , ó que los que se llaman h o y día reyes y
soberanos sean verdadera y seriamente filósofos,
de suerte que la autoridad política y la filosofía
se encuentren juntas en el mismo sugeto , y que
se excluyan absolutamente del gobierno tantas
personas que al presente aspiran al uno de e s -
tos dos términos , con exclusión del otro : á me-
nos de esto, mi amado Glaucon , no hay r e m e -
dio para los males que arruinan los estados , ni
tampoco para los que afligen al género humano:
ni jamás esta república perfecta , cuyo plan h e -
mos levantado , parecerá sobre la haz de la tier-
ra , ni verá la luz del sol. Esto es lo que hace
tiempo temía yo d e c i r , previendo que un tal
discurso revolvería la mayor parte de ios h o m -
bres : porque en efecto es difícil de concebir que
la felicidad pública y particular esté afecta á esta
condición. Glauc. Vos debíais esperar , amigo
Sócrates , luego que profirieseis semejante d i s -
curso , el ver muchas gentes y no como q u i e -
ra (28) despreciables, levantarse contra vos,
arrojar las capas , y después de haberse" armado
de quanto les virtiese á la mano , acometeros en
buen orden , y en disposición de hacer maravi-
llas. -A quienes sí no les salís al encuentro y los
rechazáis con las armas de la razón , os llenarán
de improperios , y pagareis con esto la pena de
vuestra temeridad. Soc M a s , por suerte, no sois
vos la causa de esto i Glauc. Y tan bien cómo lo
h i c e ; pero yo os prometo de no abandonaros y
de ayudaros con todo mi poder reducido á e s -
?
(5*)
forzaros y á interesarme en vuestra buen éxito.
Acaso también responderé yo á vuestras p r e g u n -
tas mas á propósito que qualquier otro : por
tanto con semejante ayuda intentad combatir á
vuestros contrarios incrédulos , y convencerles
que la razón está de vuestra parte. Soc. Yo lo
intentaré con gran confianza , puesto que vos me
ofrecéis un socorro sobre el qual cuento yo mu-
cho. Si queremos libertarnos de las manos de los
que vos d e c í s , paréceme necesario explicarles
quales son los filósofos á quienes nosotros o s á -
bamos decir que se les debe entregar el gobier-
n o de los estados. E n desenvolviendo este punto
podremos mas fácilmente hacerles frente , y m a -
nifestarles que únicamente á los que tienen las
quaíidades que nosotros pedimos., les correspon-
de ser -filósofos y magistrados, y que todos los
demás ni deben filosofar, ¡ai mezclarse en el g o -
bierno de las repúblicas , sino< obedecer á los que
mandan. Glauc. Tiempo es ya que expliquéis
vuestro pensamiento en este asunto. Soc. Esto es
lo que voy á h a c e r : seguid mis pasos y ved si
me explico lo suficiente para dirigiros bien.
Glauc. Guiadme , que ya os sigo.
Soc. Habrá por ventura necesidad de traeros
á la m e m o r i a , ó á-dicha os recordasteis ya que
quando.se dice de alguno que ama una cosa, si
se habla con rigor , no se entiende por esto que.
él ama una parte y no la otra , sino que la a m a
toda entera? Glauc. Haréis muy bien de acordár-
melo : porque yo no comprehendb lo que vos
..." V- ( 5 3 )

queréis decir. Soc. E n verdad , Glaucon , que á


qualquier otro le perdonaría yo que hablase como
vos habláis. Pero un hombre experto como lo
so/s vos en materia de amor , debería saber, que
todos los que se hallan en la flor de la edad,
estimulan y hacen impresión en un corazón ena-
morado y derretido , que los tiene á todos por
dignos de sus cuidados y de su ternura. N o lo
hacéis así vosotros en orden á los jóvenes her-*
mosos? Del uno que es romo , decís que es gra-
cioso , y le alabais : del otro aguileno , decís:que
tiene nariz r e a l : del que está en un medio , que
es perfectamente bien proporcionado; á los m o -
renos llamáis marciales: á los blancos hijos de
los dioses : y qué otro que un amante halagüeño
pudo inventar la expresión de melados. (29),
baxo la q u a l , disfrazáis la.amarillez de los que
están en lo mejor de su juventud ? E n una p a -
labra no hay medios de que no os aprovechéis,
no hay dulzuras que vosotros ao digáis á los que
están en lo florido de la edad para ganar su b e -
nevolencia. Glauc. Si queréis tomarme á mí por
exemplo , de lo que los enamorados hacen en
esta materia, yo os lo concedo, por no cortar el
hilo de esta conversación. Soc. No se vé que los
que son dados al vino , observan también la m i s -
ma conducta, y que con qualquier motivo h a -
cen ellos el elogio de toda especie de vinos
Glauc. Esto es verdad. Soc. N o habéis también n o ^
tado que los ambiciosos, quando no pueden c o n -
seguir el mando en.gefe de un exéxctto, sirven en
»3
(54)
calidad de tenientes generales, y que no pudien-,
do ser honrados de los grandes y personas respe-
tables , se contentan con los honores que les ofre-
cen los pequeños y gente vil, como que son c o -
diciosos de distinciones sean quales fuesen?
Glauc. Convengo en ello. Soc. Ahora responded-
me s í , ó n o : quando decimos de alguno que
ama una c o s a , queremos decir que él no la ama
sino en parte , ó que la ama toda entera?
Glauc. Que la ama toda entera. Soc. Luego no
diremos lo mismo del filósofo , á saber , que ama
:

la sabiduría no en parte , sino toda entera?


Glauc. Verdad:es. Soc. Del que aborrece pues
las ciencias , sobre todo si es joven., y que no
está ^en estado de dar razón de lo que es útil ó
n o , de ningún modo diremos que es filósofo , ni
codicioso de conocimientos: como del hombre
que come con repugnancia , no se dice que tiene
h a m b r e , ni que apetece los manjares que se le
p r e s e n t a n , sino que está desganado. Glauc. Y
con justa razón. Soc. Pero el que con igual a r -
dor se inclina á todas las ciencias, que querría
abrazarlas t o d a s , ansiando siempre por apren-
der , no merece de justicia el nombre de filósofo?
Qué decís v o s , Glauccn ? Glauc. Por vuestra
cuenta se encontrarían filósofos á montones, y
de un carácter bien extraño. Seria necesario com-
prehender baxo este n ú m e r o , todos aquellos que
son curiosos de ver y de saber alguna cosa de
n u e v o , y aún lo que tengo por mas ridículo
colocar entre los filósofos , ciertas' gentes curio-
(55)
sas de oír, que ciertamente no asistirían de bufe--
na gana á una conversación tal como la n u e s -
tra j pero que parece tienen alquilados sus oídos
para oír todos los coros que discurren por las
fiestas de Baco , en qualquier piarte que se c e l e -
bren , ora sea en la ciudad , ora en él campo.
Por ventura pueden llamarse filósofos estos t a -
les y aquellos que no muestran dSseo , sino de
aprender semejantes cosas, ó que se aplican al
conocimiento de las artes mas viles (30)? Soc. D e
ninguna manera: ellos no son nías que imitado-
res de los filósofos.
.Glauc. Pues, següh v o s , quiénes son los v e r -
daderos filósofos? Soc. Los que gustan de c o n -
templar la vefda'd. ú'lüü'c. Vos tenéis razón sin
duda: pero eiplicá'dnié íjué H lo qué entendéis
por esto. Soé. N o seria fácil' hablando con q u a l -
quier o t r o : itíaVyr/c'reó que vos me concederéis
sin trabajo Id que voy á decir. Glatíc. Cómo qué'
cosa ? Sot. Que por' diláhto Ib honeste es contra-
rio á lo deshonesto', esfás son dos cosas. Glauc. No"
tiene duda. Soc'. Y qué por consiguiente son dis-
tintas la una dé la Otra. Glaüc. También es cierto.
Soc. Y que lo mismo sucede respecto de lo j u s -
to y de lo injusto, de lo bueno y de lo m a l o , y
de todas las otras ideas: pues que cada una de
ellas tomada en sí misma, es una j pero conside-
radas con las relaciones que tienen con nuestras
acciones, con los cuerpos, y consigo mismas,
parece que se multiplican (31). Glauc. Vos decís
muy bien. Soc. Ved pues por donde distingo yo
D 4
estos genios , • que vos deciais codiciosos de v e r ,
amantes de las artes y limitados á la práctica, de
los contempladores de la verdad , acerca de los
quales era nuestra plática, y á quienes solos c o n -
viene propiamente el nombre de filósofos.
Glauc. Cómo lo entendéis^ esto? Soc. Los pri-
meros , cuya curiosidad está toda en los ojos y
en los oidos, se deleitan en oir excelentes voces,
en ver hermosos colores y bellas figuras y todas
las obras del arte ó de la naturaleza, donde entra
algo de hermoso : pero su alma es incapaz de
elevarse hasta la esencia de la misma hermosura,,
de conocerla y de llegarse á ella. Glauc. L a cosa
es como vos decís. Soc. Mas los que pueden e l e -
varse hasta lo realmente hermoso, y contemplar-
le en sí mismo , no es cierto que son pocos?
Glauc. Muy raros. Soc. Pues qué es la vida de u n
hombre que á la verdad conoce cosas hermosas,
pero que no tiene ninguria idea de la hermosura
por esencia , ni aún es capaz de seguir á los que
quisieren hacérsela conocer? Esto es un sueño, ó es
una realidad? Consideradlo b i e n : qué cosa es s o -
ñar ? no es por ventura, quando ora sea durmien-
do , ora dispierto, se toma la semejanza de una
cosa por la.cosa misma? Glauc. Sí, esto es lo que
yo llamaría sueño. Soc. Aquel por el contrario
que tiene idea de ia hermosura, que puede verla
en sí misma y en todo lo que participa de su
esencia , que en nada confunde lo hermoso y las
cosas hermosas, y que jamas toma lo uno por
el o t r o , vive en sueños ó dispierto ? Glcntc. M u y
(57)
dispierro. Soc. Luego los conocimientos ¿te éste
que están fundados sobre una percepción clara
de los objetos, diriamos con razón que son u n a
verdadera ciencia; y los del otro que son incier-
tos , que no merecen sino el nombre de opinio-
nes. Glauc. Cabalmente es así.
Soc. P e r o , si este último, que según noso-
tros , opina sobre todo , mas no lo conoce , se
indignase contra nosotros y sostuviese que no
decimos la verdad; tendríamos algo que decirle
para suavizarle y persuadirle blandamente que se
e n g a ñ a , ocultándole con todo la enfermedad de
su alma ? Glauc. Preciso seria aplacarle. Soc. N o -
tad p u e s , lo que nosotros le diríamos. Os parece
que le dirigiésemos la palabra, asegurándole que
léxos de envidiarle sus conocimientos, si tiene al-
gunos , nosotros seriamos gustosos de convencer-
nos , que él sabe alguna cosa. Pero le preguntaría
y o , decidme ; aquel que conoce, conoce alguna
cosa, ó nada ? Glaucon, respondadme vos por el.
Glauc. Yo respondo que alguna cosa conoce.
Soc. Qué es , ó qué no es ? Glauc. Qué es : por
qué como puede conocerse lo que no es? Soc. L u e -
go , sin llevar mas adelante nuestras pe-¡quizas,
nosotros sabemos ciertamente , que lo que es en
todos sentidos, puede ser conocido de todos modos >

y que lo que de nüiguiia manera e s , de ningún


modo puede ser conocido. Glauc. Bastante cier-
tos estamos de esto. Soc. Ahora b i e n : si hubiese
alguna cosa que participase del ser y del no sér t

no ocuparía el lugar medio catre lo que es ente-»


(53).
r a m e n t e , y lo que de ninguna manera es?
Glauc. Sí por cierto. Soc. Al modo pues que la
ciencia tiene por objeto el s e r , y la ignorancia
de necesidad el no ser , es menester buscar para
lo que ocupa el medio entre el ser y el no ser,
u n modo de conocerlo que sea medio entre la
ciencia y la ignorancia j, caso que haya alguno.
Glauc. ¥¡o hay duda. Soc. Por fortuna es alguna
cosa la opinión ? Glauc. Sí. Soc. Esta es una fa-
cultad' distinta de la ciencia, ó la misma? Glauc. Es
distinta. Soc. Ségun ésto, la opinión tiene su ob-
j e t o aparte ¿ la ciencia también el s u y o , ora se
las consideré á tina y Otra por lo que ellas t i e -
n e n de c o m ú n , ora como dos facultades del todo
diferentes. Glauc. Así es. Soc. L a ciencia nO t i e -
ne por objeto conocer lo que es , en quanto que
es ? Pero antes de pasar adelante , tengo por ne-
cesario explicar una cosa. Glauc. Qué? Soc. D i g o
yo qué las facultades" son una especie de seres,
que nos hacen capaces á nosotros y á todos los
otros a g e n t e s , de las operaciones que nos son
propias. Por exemplo, llamo facultad, la poten-
cia de v e r , de o i r : si es que comprehendeis aho-
ra lo que quiero decir por este nombre genérico.
Glauc. Ya io comprehendo. Soc. Escuchad pues
quál es mi pensamiento en este asunto. Yo no
veo en cada facultad, ni color , n i . figura , ni
nada semejante á 3o que se encuentra en otras
mil cosas , sobre que pueda echar la vista para
distinguir las unas de las otras. Yo no considero
en cada una¿de ellas , sino su destino y sus efee- :
(59)
t o s , y por este medio es por el que las distingo,
y llamo unas facultades mismas , aquellas que
tienen el mismo objeto y obran los mismos efec-
tos ; y facultades diferentes , aquellas que tienen
objetos y efectos diferentes. Pero vos cómo las
distinguís ? Glauc. Del mismo modo.
Soc. Volvamos pues ahora á tomar el hilo,
mi buen a m i g o : colocáis vos acaso la ciencia,
en el número de las facultades , ó á qué género
la referís? Glauc. Yo la miro como la mas p o -
derosa de todas las facultades. Soc. L a opinión
es también una facultad, ó alguna otra especie
de ser ? Glauc. De ninguna manera : porque la
opinión no es otra cosa que la facultad de o p i -
nar que hay en.nosotros. Soc. Pues vos confesas-
teis un -poco mas arriba que la ciencia se dife-
renciaba de la opinión? Glauc. Sin d u d a ; y cómo
un hombre sensato podria confundir lo ^que es in-
falible con lo que no lo es ? Soc. Muy bien. Y con
esto queda claro'que nosotros confesamos, que
la ciencia y la opinión son dos facultades distin-
tas. Glauc. Ciertamente. Soc. Luego cada una de
ellas tiene por su naturaleza una virtud y u n
objeto diferentes? Glauc. Es preciso. Soc. L a cien-
eia no tiene por objeto conocer lo que es , p r e -
cisamente tal como es ? Glauc. Sí. Soc. Mas de la
opinión , decimos nosotros, que no es otra cosa
que la facultad de opinar. Glauc. También es
cierto. Soc. Pero por ventura tiene el mismo o b -
jeto que la ciencia , de suerte que una misma
cosa pueda pertenecer á un tiempo mismo al c o -
nocímíehto y á la opinión? ó acaso es esto i m -
posible ? Glauc. Por lo que hemos confesado, esto
es imposible : porque si las facultades diferentes
tienen por naturaleza objetos diferentes ; siendo
como diximos, la ciencia y la opinión dos facul-
tades distintas, se sigue , que el objeto de la
ciencia no puede ser el mismo que el de la o p i -
nión. Soc. Si pues el ser es el objeto de la cien-
cia , el de la opinión será otra cosa distinta del
ser. Glauc. N o hay duda. Soc. Seria por ventura
ia nada? ó a ú n es imposible que la nada esté s u -
j e t a á la opinión ? Discurrid conmigo. Aquel que
opina no dirige su opinión sobre alguna cosa ? ó
es posible opinando, opinar sobre nada? Glauc. Esto
es imposible. Soc. Según esto , el que opina,
opina sobre algo¿ Glauc. Ciertamente. Soc. Pero
la nada es alguna cosa? no es con mas p r o p i e -
dad una negación de cosa? Glauc. Es muy cier-
to. Soc. C o m o por necesidad pues señalamos la
nada por objeto de la ignorancia , así como h e -
mos destinado el ser para objeto de la ciencia.
Glauc. Y con muchísima razón. Soc. L u e g o
el objeto d e la -opinión ni es el s e r , ni es la
nada. Glauc. JEn efecto que no. Soc. Por consi-
g u i e n t e , la opinión se diferencia igualmente de
la ciencia y d e la ignorancia. Glauc. Así me p a -
rece. Soc. Mas acaso está ella mas allá de la una
ó de la otra , de modo que sea ó mas clara que
la ciencia , ó mas obscura que la ignorancia?
Glauc. Ni uno , ni otro. Soc. Luego lo contrario:
es d e c i r , que tendrá menos claridad q u e .la
(6r)
ciencia y menos obscuridad que la ignorancia?
Glauc. Es m u y cierto. Soc. Según esto , la opi-
nión estará entre las dos , ocupando un lugar
medio entre la una y la otra? Glauc. Así es. Soc. N o
hemos dicho antes , que si encontrábamos una
cosa que fuese y no fuese á u n mismo tiempo,
esta cosa ocuparía el ltigar medio entre el pura
ser y la mera nada ; y que n o seria el objeto , n i
de la ciencia ni de la ignorancia, sino de a l g u -
na facultad que se descubriese media entre la
tina y la otra ? Glauc. Esto es verdad. Soc. M a s
nosotros ya hemos descubierto que esta facultad
media es lo qué se llama opinión. Glauc. Sí por
cierto. Soc. Solo pues nos-falta encontrar, á lo
que creo , quál es esta cosa que participa del ser
y de la nada , y que propiamente no es ni lo
uno ni lo otro , para que si descubriésemos que-
esto es lo opinable, con justicia señalemos e n -
tonces á cada una de estas tres facultades sus ob-
jetos ; los extremos á las extremas, y el objeto
medio á la facultad media : no ea así? Glauc. N o
tiene duda.
Soc. Esto supuesto, respondedrne, le diría
y o , buen hombre , aquel entiendo que no cree
que haya ninguna cosa hermosa en s í , ni que la
idea de la hermosura sea inmusable j este curiosa
de profesión que reconoce muchas hermosuras, y
que no> puede sufrir que se le hable de un h e r -
moso,,, de un justo absoluto y completo , y así d e
los demás: respondedme, le diría yo , hombre
insigne, entre estas muchas cosas que vos Señéis,
(¿O
por hermosas,,hay por suerte a l g u n a , que baxo
de otros respectos no os parezca también fea ? Y
entre las justas, injusta? Y entre las santas que
no os parezca también profana ? Glauc. Él os res-
pondería que no hay ninguna , y que por nece-
sidad las mismas cosas miradas diversamente,
parecían hermosas y feas, y así de lo demás*
Soc. Pregunto pues , muchas de las cosas dobles
dan menos señales de lo que son mediadas , que
dobles? Glauc. Nada de eso. Soc. Otro tanto digo
de las que se llaman grandes ó pequeñas , pesa-
das ó ligeras; una de estas calificaciones diremos
les conviene mas , que la calificación contraria?
Glauc. N o : sino que cada una de por sí p a r t i -
cipará siempre de la una ó de la otra. Soc. Pero
acaso cada una de estas muchas cosas, es ella
mas, que no es, lo qué ella se dice ser?Glauc. Esto
se parece á las adivinanzas ó acertijos que se
proponen sobremesa , y al enigma de los niños,
sobre el modo é instrumento con que el eunu-
co hirió a l murciégalo (32). Estos enigmas tienen
dos sentidos contrarios , y no puede entenderse
con certeza nada de ellos , ni si son , ó no son,
ni si lo uno y lo otro , ni si ni u n o , ni otro.
Soc. Qué se hará pues de esta especie de cosas,
y dónde colocarlas mejor que entre el ser y la
nada? Porque en verdad ni son tan obscuras que
tengan menos existencia que la n a d a , ni tan claras
que tengan mas realidad que el ser. Glauc. Esto
es muy cierto.
Soc, Luego hemos descubierto, según parece
(m
que esta multitud de cosas que sirven al común
de los hombres de regla para juzgar de la h e r -
mosura y de otras qualidades semejantes, dan
v u e l t a s , por decirlo a s í , en este espacio que
separa al ser de la nada. Glauc. L o hemos halla-
do sin que podamos dudarlo. Soc. Pues nosotros
hemos convenido antes en que diriamos de esta
especie de; cosas, que corresponden ellas á la
opinión y no 4 la ciencia, y que debía darse
por objeto á la facultad media , lo. que ocupa el
lugar medio entre el ser y la nada. Glauc. Así es.
Soc. Diremos pues con resolución , que los que
vén muchas cosas hermosas, mas no vén lo h e r -
moso por esencia, y que ni pueden seguir á los
que quieren ponerles en estado de verle: que
vén muchas cosas justas mas no la justicia mis-
9

m a y así de lo demás j que ellos no tienen de


todo esto sino opiniones, y de ningún modo
conocimientos ciertos. Glauc. E s como preciso.
Soc. Que al contrario , los que contemplan la
esencia inmutable de las cosas, tienen conoci-
mientos ciertos y n o opiniones. Glauc. También
esto es necesario. Soc. Los unos y los otros no
aprecian y a m a n , estos¿ las cosas qué son el o b -
jeto de la ciencia; aquellos, las que son el objeto
de la opinión ? N o os acordáis que decíamos de
estos últimos que se deleitan en oír bellas voces,
en ver hermosos colores , pero que no pueden
sufrir que se les hable de lo absolutamente her-
m o s o , como de una cosa que realmente exista?
Glauc. M u y bien me acuerdo. Soc. N o les haré-
(64)
mos pues ninguna injusticia en llamarles aman-.
y ,tes de la opinión ( 3 3 ) , mas bien que amantes de
la sabiduría. Y creéis vos que se enfaden contra
nosotros , si los tratamos de este modo l Glauc. Si
quieren creerme no harán ellos tal cosa, porque
jamás es permitido ofenderse de la Verdad.
Soc. Por consiguiente solo aquellos se han de lla-
m a r filósofos y no opinionistas que aprecian
únicamente el ser simple, uno é inmutable.
Glauc. Tenéis mucha razón.
COLOQUIO SEXTO,

Soc. E n riti, después dé mucho rt'abajo''y


de un harto dilatado discurso , heñios fixado no->
isotros, ainado Glaucon m i ó , la diferencia dé
los verdaderos filósofos de aquéllos que no lo son,
Glauc. Acaso iio era fácil conseguirlo con menos
palabras. Sóc. Yo creó que ño. Pero me parece,
que hubiésemos aclarado rilas este punto no t e -
niendo otro que tratar , y s i , siendo nuestro ob*
jeto principal el manifestar en qué se diferencia
la condición del hombre justó de la del malo*
no nos hubiéramos visto precisados á pasar r á -
pidamente por otras muchas qüestiónes inciden-
tes. Glduc. Pues tras esto qué nos falta que h a -
cer ? Soc. L o que se sigue inmediatamente. Pues-»
to que los verdaderos filósofos son aquellos cuyo
espíritu puede llegar al conocimiento de lo que
existe siempre de u n modo inmutable , y que los
Otros vagando sin principios tras de mil objetos
que á la continua mudan de aspecto, todo son
menos filósofos j es menester que véateos ahora
quales escogeríamos para gobernar nuestra re-<
pública. Glatic. Quál es el partido mas sabio que
nosotros podríamos tomar? Soc. El de establecer
por magistrados los que ríos pareciesen mas c a -
paces de conservar las leyes y costumbres de la
república en su vigor. Glauc. Muy bien; Soc-. Pói:
TOMO II, £
(66)
cierto no es difícil de decidir , si al que; se le en-
carga guardar una cosa , debe ser ciego ó p e r s -
picaz. Glauc. Sin duda que no. Soc. Pues qué di-
ferencia ponéis vos entre los ciegos, y aquellos
que privados del conocimiento de lo que existe
de un modo simple y uniforme , y n o teniendo
en su alma ninguna idea clara y distinta, no
pueden , ¿í imitación de los pintores ,, dirigir sus
miradas sobre el exemplar eterno de la verdad,
y después de haberle contemplado con toda la
atención posible , trasladar á las cosas de acá
baxo , lo que allí han notado , y servirse q u a n -
do convenga, como de una regla segura para
fixar por leyes lo que es honesto , J u s t o , y b u e -
no en las acciones humanas , y para conservar
estas leyes después de haberlas, establecido?
Glauc. Par diez que -no hay ninguna diferencia
eutre ellos y los ciegos.. Soc. Escogeremos pues
á estos por custodios , ó mas bien á los que c o -
nociendo la esencia de cada cosa , no, ceden á los
Otros en experiencia , ni les son inferiores en vir-
tud? Glauc. Locura seria escoger á otros que á
estos , no faltándoles por otra parte las demás
circunstancias ; puesto que tendrían sobre los
primeros la mas grande ventaja que se podia
esperar.
Soc. Ahora nos toca explicar á nosotros por
qué medios podrán ellos juntar la experiencia á
la especulación. Glauc. Es así. Soc. Es pues n e -
cesario , como decíamos al principio de esta con-
versación , empezar por conocer bien su carác->
(67)
ter. Yo estoy persuadido , que si llegásemos á
comprehenderle bien, no dudaríamos un momen-
to en confesar que ellos pueden reunir en sí estas
dos cosas , y que deben ser preferidos á todos
para el gobierno de la república. Glauc. Cómo lo
haríamos ? SoC. Convengamos desde luego en que
la primer señal del espíritu filosófico es amar
con pasión todas las ciencias que pueden c o n d u -
cirle al conocimiento de esta esencia inmutable,
que no se altera , ni por la generación , ni por
la corrupcion.G/auc.Démoslo por sentado. Soc.Que
á él le sucede , lo que de los amantes y a m b i -
ciosos en orden al objeto de su ambición y de su
amor , diximos mas arriba : que él ama todo lo
que pertenece á esta esencia, sin omitir volun-f
tariamente ninguna de sus partes , grande ó pe-
queña , mas ó menos apreciabie. Glauc. Tenéis
mucha razón.
Soc. Examinad en seguida, si es aún nece-
sario que los que deben ser quales habernos d i -
cho , tengan este otro carácter. Glauc, Quál es?
Soc, El de abominar y aborrecer la mentira con
toda su voluntad, cerrándole enteramente la e n -
trada en su alma , con un amor igual á la ver-
dad ( i ) . Glauc. Es muy conforme. Soc, N o s o -
lamente es conforme, mi amado amigo , sino
absolutamente necesario , que el que naturalmen-
te ama á alguno , ame también todo aquello que
le es allegado y que tiene alguna relación con
él. Glauc. Esto es evidente. Soc. Encontrareis pues
alguna cosa que tenga mas estrecha conexión
É 2
(68)
con la sabiduría, que la verdad ? Glauc. N i n g u -
na. Soc. Mas es posible que el mismo carácter
sea amante de la sabiduría y de la mentira?
Glauc. D e ningún modo. Soc. Por consiguiente,
el espíritu verdaderamente deseoso de saber, debe
desde la juventud amar y buscar toda verdad.
Glauc- Vamos de acuerdo. Soc. Pero vos sabéis,
que quando los deseos se arrebatan con violen-
cia acia algún objeto , tienen ellos inénos v i v a -
cidad para todo lo ,demás ; semejantes á estos
débiles riachuelos que se han separado del c a u -
ce de un rio poderoso.. Glauc. Nadie lo duda.
Soc. Por tanto , aquellos cuyos deseos se vuelven
de parte de las ciencias y cosas tales ,. me figuro
que no encuentran gusto , salvo, en los placeres
puros que son propios del alma. E n orden á los
del cuerpo , ellos los desprecian,, á no ser que
sean filósofos en la apariencia y no en la reali-
dad. Glauc. Es muy necesario. Soc. Un hombre
pues de este carácter es templado y enteramente
exento de codicia: porque las razones que m u e -
ven á otros á correr con tanto afán tras las r i -
quezas, no tienen sobre él ningún poder. Glauc. Es
así.
Soc. Para discernir el natural filósofo de
aquel que no lo es , conviene aún considerar otra
cosa. Glauc. Qué cosa? Soc. Que no te se oculte
si encierra algo de vil y baxo : siendo la peque-
nez absolutamente incompatible con un alma que
debe abrazar en sus indagaciones todo lo que
existe divino y humano. Glauc. N o hay cosa mas
(¿9)
cierta. Soc. Pero pensáis vos , que una alma ele-
v a d a /y sublime , que extiende su pensamiento
sobre todos los tiempos y sobre todos los seres,
mire la vida del hombre como una cosa grande?
Glauc. Esto es imposible. Soc. Semejante alma
pues , no temerá la muerte. Glauc. Seguramente
que no. Soc. Por tanto , una alma b a / a y t í m i -
da , jamás tendrá ningún comercio con la v e r -
dadera filosofía. Glauc. Creo que no. Soc. Pero
qué ! un hombre moderado en sus deseos , exen-
to de avaricia , de baxeza, de soberbia , de c o -
bardía , podría ser acaso áspero en su trato ó
injusto ? Glauc. De ninguna manera. Soc. Q u a n -
do hagáis pues el discernimiento del alma n a -
cida para la filosofía , observareis si desde los
primeros años muestra ella equidad y dulzura,
ó sí es feroz é intratable. Glauc. Mucho que sí.
Soc. Tampoco omitiréis, pienso yo , de poner
atención en este otro punto. Glauc. Quál es?
Soc. Si tiene facilidad ó dificultad en aprender.
Podéis vos esperar de quien quiera que sea, que'
tome gusto por lo que hace con mucha r e p u g -
nancia y con poeo adelantamiento? Glauc. Mal
haría de esperarlo. Soc. Pero si no retiene nada
de lo que aprende , si todo se le olvida , es p o -
sible que dexe de quedar vacío de ciencia? Glauc.No
puede menos. Soc. Viendo pues que trabaja sin
fruto , no te parece, que al cabo se hallará en la
precisión de aborrecerse á sí mismo y todo género
de estudio ? Glauc. N o tiene duda. Soc. Luego a l
alma olvidadiza no la colocaremos en la clase
5

E 3
,(*>•)•
de los naturales filósofos: nosotros la buscare-
mos que esté dotada de una excelente memoria.
Glauc. Haremoslo así en un todo.
Soc. Pero un carácter grosero que ni tiene
gracias, ni cultura , no se inclina naturalmente
al desorden ? Glauc. Precisamente. Soc, L a v e r -
dad es amiga.del orden ó del desorden? Glauc. Del
orden. Soc. Busquemos pues en el filósofo sobre
las otras qualidades u n espíritu lleno de gracias,
amigo del orden, y que su inclinación natural le
lleve á la contemplación de la esencia de las c o -
sas. Glauc. Sí por cierto. Soc, Pues qué! no te pare-
ce que todas las qualidades que acabamos de r e -
correr , son absolutamente necesarias, y como que
se dan la mano unas á otras en una alma que debe
elevarse al mas perfecto conocimiento del ser?
Glauc. Es así al pie de la letra. Soc, Puédese pues
reprehender por alguna parte una profesión, de
la qual nadie puede instruirse como es debido
sino está dotado de memoria, de penetración,
de grandeza de a l m a , de afabilidad; si no es
amigo y por decirlo así, aliado de la verdad, de
la justicia, de la fortaleza y de la templanza?
Glauc. Ni aún Momomismo (2) encontraría nada
que reprehender. Soc, Á tales ingenios pues p e r -
feccionados con la educación y con la experien-
cia , y no á otros confiareis vos el gobierno de
nuestra república.
Adimanto, tomando aquí la palabra, me diro:
Sócrates, nadie os puede disputar la verdad de
lo que acabáis de decir. Pero ved lo que sucede
(?0
de ordinario á los qne con vos conversan. Eííos
se imaginan, que por no estar versados en el arte
de preguntar y responder , en cada una de las
preguntas cuyas conseqüencias no preveen, se
hallan separados poco á poco de la razón; mas
recopilados estos pequeños extravíos, ál cabo de
la conversación vienen á caer en un error g r a v í -
simo y en contradicción consigo mismos. Y á la
manera que los que no saben jugar á las t a -
blas ( 3 ) , se hallan tan apurados y encerrados por
los jugadores diestros que á la postre no tienen
pieza que mudar ; ellos creen del mismo modo
verse al fin concluidos eri ¿sta otra especie de
tablas , por vuestra habilidad en manejar no las
piezas sino el discursó, qué les engaña y les redu-
ce á no saber qué decirse: aunque en realidad
la cosa no sea cómo vos querríais habérsela creer.
Yo habló eri cohséquencía' de ló que acabo de
•oir: porque se os podria objetar que á la verdad
!

•es imposible eludir cada una de vuestras pregun-


tas en particular; pero q u e si se examina la cosa
á fondo, se vé que los que sé aplican á la filoso-
fía, no sólo en Ta juventud con ánimo de separar-
se de ella luego que hayan tomado una ligera
tintura, sino aún los que envejecen en este estu-
dio , son la mayor parte , de un genio ridículo y
extraño por no decir otra cosa peor , y que los
mas soportables, vienen quando menos"á hacerse
•inútiles á la sociedad, por haber abrazado esta
profesión á la qual prodigáis vos tantos elogios.
Al oir esto repliqué y o : creéis v o s , Adimanto,
*4
<:¡r«)
que los que así hablan, mienten? Adim. Yo n »
1Q sé: pero de buena gana oiría vuestro parecer,
Soc. Oiríais pues, que mi parecer es que ellos d i -
cen verdad.
Adim. Con qué fundamento pues habéis p o -
dido decir, que no se acabarían antes los males
que arruinan los estados, á menos que fuesen ellos
gobernados por estos mismos" filósofos, que vos
reconocéis ahora por gente inútil á la sociedad?
Soc. Me hacéis vos una pregunta á la qual no se
puede responder sino poruña alegoría. Adim. Pues
creo que vos no acostumbráis usar de alegorías.
en vuestros discursos ? Soc, Sea en buenhora.
Acaso os burláis de m í , empeñándome en una .
qüestion tan embrollada? Escuchad pues la ale-
goría de que voy á v a l e r m e , para que conozcáis
mejor que nunca quán malísimo pintor soy. E l
trato que se dá á los sabios en las repúblicas donde
ellos viven , es t a n extraño y duro que nadie e x -
perimentó jamás cosa que se le parezca; de suerte
que me veo precisado á formar de. muchas p i e -
zas , que no tienen entre sí ninguna conexión,
el quadro que debe servir para, justificarles , i m i -
tando á los pintores quando nos representan los
rragelafos (4) ú otras mezclas monstruosas. F i g u -
raos pues al piloto ó comandante de una ó de
muchas n a v e s , tal como voy á pintároslo , mas
grande y mas robusto que todos los demás de la
tripulación, pero algo sordo y corto de vista , y
poco versado en el arte de navegar. Alborotan-
se los marineros disputándose unos á otros eí
(n)
derecho del gobierno, contemplándose cada qual
digno de ser piloto, sin tener ningún conoci-
miento de este a r t e , y sin poder señalar baxo
d e q u e maestro , ni en qué tiempo le aprendió.
Se adelanta su extravagancia hasta decir, que esta
no es ciencia que pueda aprenderse, hallándose
prontos á quitar la vida á qualquiera que se
atreviese á sostener lo contrario. Imagináoslos en
seguida al rededor del piloto, sitiándole, supli-
cándole, apremiándole que les entregue el timón.
E n cuyo caso si no son ellos los que le persuaden,
sino otros, los excluidos en la elección matan ó
arrojan al mar á los que fueron preferidos. Tras
lo qual embriagando al generoso t i m o n e r o , ó
entorpeciéndole con hacerle beber la adormidera
ó algún otro licor ; se apoderan del navio , se
echan sobre las provisiones , comen y beben o p í -
paramente , dexando ir la nave á merced de los
v i e n t o s q u e es lo que esperarse puede de s e m e -
jantes hombres. Por lo demás ellos miran como
hombre entendido, como hábil marinero-y m u y
instruido en manejar; el gobernalle, á qualquiera
que ó con lapersuasion, ó con la fuerza pudo obli-
gar al piloto, á descargarse sobre ellos del m a n -
do del navio, y al que no sabe lisongear en esto
sus .deseos le desprecian como inútil. Pero ni les
pasa siquiera por el pensamiento el saber lo q u e
es un verdadero piloto, y que para serlo es n e c e -
sario tener un conocimiento perfecto de los tiem-
pos , de las estaciones, del c í e l o , de los astros,
de los vientos y de todo lo que pertenecerá .este
(>4)
a r t e , .si es que en realidad ha de ser gobernador
de la nave. Se ocupan bien poco de que el n a -
vio esré gobernado por un tal p i l o t o , ora lo
quieran a l g u n o s , ora no , y creen aún que es
imposible juntar la práctica á la ciencia del p i -
lotage. E n las naves donde suceden cosas s e m e -
jantes , qué idea queréis vos que se tenga del
verdadero piloto ? Los marineros en la disposi-
ción de ánimo en que los supongo , no le t r a t a -
rán d e hombre i n ú t i l , de un vano discurridor , á
quien la observación de los astros le ha vuelto
la cabeza? Adim. Esto' és mucha verdad. Soc. N o
creo que h a y a necesidad de explicaros que esta
p i n t o r a que os he hecho de la nave , es una ima-
g e n fiel del tratamiento que se dá á los verda-
deros filósofos en los estados. Vos comprehendeis
sin d u d a mi ptensaarieatéí '••Adim. Y muy bien.
Sos.¡Arate'todo p u e s j declarad esta alegoría
á los que se admiran de ver á los filósofos trata-
dos en las repúblicas dé-4m modo tan indecoro-
so , y procuradles persuadir que a ú n seria m a r a -
villa sjaáyor, si ellos-fuesen-'honrados. Adim. Yo
' se la declararé. Soc- ASádidlés'3' que-.ellos tienen
razón en decir-que la mas-sana-parre dé Tos fi-
lósofos no hacen servició ninguno á la sociedad;
pero que la causa de su inutilidad no debe a t r i -
buirse ,á ellos , sino- ú-los que no se dignan e m -
plearles :: porque no. és n a t u r a l , ni que el piloto
suplique á l o s riiarínéroi» que se abandonen á su
g o b i e r n o , ni que los sabios vayan de puerta en
puerta-á hacer á los ricos semejante súplica;
(75)
pues el primero qué jactándose se atrevió á p r o -
ferir esto , dixo una falsedad. L o cierto es , que
es conforme á naturaleza que el enfermo rico ó
pobre tenga por necesidad qué acudir á las puer-
tas de! médico ; que el que neeesita de las luces
de otro para gobernarse , vaya á llamar á las
del que fuese capaz de mandar : y no que el go-
bernador que en realidad puede ser de algún
provecho á los o t r o s , les suplique que se valgan
de sus luces. Por tanto no os engañareis compa-
rando con los marineros de quienes acabo de
hablar, los políticos que están hoy dia al frente
;

de los negocios , y los que ellos- llaman gentes


inútiles y ociosos indagadores de cosas vanas, con
los verdaderos pilotos. Adim. Está muy bien.
Soc. Sigúese de a q u í , q u e . n o es fácil que sea
honrada una profesión tan excelente por aquellos
que siguen un camino absolutamente, opuesto.
Pero las mas grandes y. mas fuertes calumnias
que la filosofía tiene que sufrir , le vienen por
parte de los que se.dicen filósofos sin serlo. Á
estos tienen en.vista los enemigos de la filosofía,
quando dicén-lo' que vos decíais , que la mayor
parte de sus sectarios son hombres perversos, y
que los mejores de entre ellos son á lo menos
enteramente inútiles. Y yo he convenido.en que
esta acusación estaba, muy bien fundada. N o es
así verdad ? Adim. Es eierto. Soc. Según • esto,
tenemos descubierta ya la causa de la inutilidad
de los verdaderos filósofos? Adim. Sin duda.
Soc. Queréis vos que declaremos ahora la.
t ó)
r

causa Inevitable de la perversidad de los filóso-


fos supuestos , y que nos esforzemos á demos-
t r a r , si es posible , que no debe echarse la culpa
de esto á la filosofía ? Adim. Convengo en ello.
Soc. Empezemos por traer á la memoria lo que»
dio motivo á esta digresión , á saber , quáles son
Jas calidades necesarias que ha de tener uno,
para llegar á ser hombre honrado , y realmente
bueno. L a primera calidad , si se os acuerda,
era el amor á la verdad que debe buscar él en
todo y por todas p a r t e s : siendo el espíritu de
ligereza absolutamente incompatible con la v e r -
dadera filosofía. Adim. Esto es lo que vos dixis-
teis. Soc Pues la mayor parte de los hombres
están en este punto de un parecer del todo c o n -
trarió al nuestro. Adim. Es muy seguro. Soc. Será
acaso defender mal la filosofía, el decir , que el
que tiene- un deseo verdadero de aprender , no
se para e n la variedad de las cosas de acá;baxo,
de las iquales no puede-tener mas que conoci-
mientos inciertos, sino que nacido para la verdad,
se encamina acia ella con un ardor y esfuerzos
que ninguna cosa los puede contener ni sobrepu-
j a r , Jiasta tanto que haya llegado á conocer lo que
.es., y que se J e h a y a unido por la parte mas íntima
d e isu a l m a , t j u e e s la mas conatural y propia;
cuya unión , y mezcla divina haya hecho conce-
bir en él la inteligencia y la verdad , y que a d -
quiera del ser un conocimiento claro y distinto,
y que viva y se sustente con vida verdadera y
alimentos sólidos, y que hasta este momento
,..(7¡0
-preciso no se verá libre-su alma de los dolores
del parto? Adim. N o se la puede defender m e -
jor. Soc. Pues qué , amará éste tal la mentira , ó
la aborrecerá infinitamente ? Adim. L a aborrece-
rá sin duda. Soc. Tampoco diremos que quando
la verdad vá por delante pueda ir en su segui-
miento el cono de los vicios. Adim. Ciertamente
que no. Soc. Antes bien que se halla siempre con
costumbres sanas y arregladas , y que su c o m -
pañera es la templanza. Adim. Tenéis razón.
Soc. Pero qué necesidad hay de hacer por segun-
da vez la enumeración de todas, las bellas q u a -
lidades del natural filósofo? Vos os acordareis,
que quedamos convenidos Glaucon y yo , en
que la fortaleza , la grandeza de alma , la a g u -
deza de ingenio y la m e m o r i a , le eran m u y
conducentes : que entonces nos habéis i n t e r r u m -
pido para decir , que á la verdad era imposible
negar nuestras razones ; pero que si dexados los
discursos, volvíamos los ojos, sobre la conducta
de aquellos de quienes hablábamos , encontraría-
mos ser visible que los unos son inútiles y que
los otros en mucho mayor n ú m e r o , son e n t e r a -
mente malos : que habiéndonos puesto, después á
buscar ia causa de esta acusación. hemos v e n i -
r

do á examinar, por qué la mayor parte d e a q u e -


llos que se venden por filósofos ,. soa malos. Y:
esto nos obligó á volver á describir el carácter,
de los. verdaderos filósofos , y á dar por necesi-
dad una exacta difinicion. Adim. Esto es cierto*
Soc. Ahora es meaesíer considerar cómo se>
corrompe y se pervierte un tan bello n a t u r a l , de
suerte que no se escapen sino muy pocos de la
general corrupción ; y a ú n estos son á los que
no se les trata de malos, pero sí del todo inútiles.
E n seguida consideraremos quál es el carácter de
estos falsos filósofos, que ingiriendosé por sí
mismos en esta profesión sublime é infinitamente
superior á sus talentos, caen en mil descarríos,
y son causa del universal descrédito , en que vos
decís que se halla la filosofía, Adim. Quáles son
estas causas de corrupción ? Soc. Voy á manifes-
tároslas , si es que soy capaz. Desde luego todo
el mundo convendrá conmigo, que rara vez y m u y
pocos nacen entre los hombres dotados de este
natural feliz , que reúne en sí todas las q u a l i d a -
des que nosotros pedimos en un filósofo comple-
t o : qué pensáis vos? Adim. Yo creo que ellos son
poquísimos. Soc. Ved pues , quántas y quán p o -
derosas causas trabajen en la pérdida de este p e -
queño número- Adim. Quáles son éstas ? Soc. Lo
que os parecerá mas extraño al oírlo , es que
estas mismas qualidades que hacen á estos n a t u -
rales tan preciosos, corrompen algunas veces el
alma que las posee , y la arrancan de los brazos
de la filosofía: la fortaleza d i g o , la templanza,
y las otras virtudes de que acabo de hacer m e n -
ción. Adim. E n efecto que esto es muy extraño.
Soc. Ademas de esto, todo lo que se mira entre
los hombres como bienes, la hermosura, las r i -
quezas , las fuerzas del cuerpo , los enlaces p o d e -
rosos en la sociedad, y todas las otras ventajas
(79).
de esta naturaleza, no contribuyen menos á p e r -
vertir el alma y á fastidiarla del estudio de la sa-
biduría. Vos ya comprehendeis, qué es lo que
yo quiero decir. Adim. Sí: pero y o querría que
vos me explicaseis todo esto mas por extenso.
Soc. T o m a d bien este principio general, y
léxos de pareceros extraño lo. que acabo de decir,
se os manifestará con la mayor evidencia. Adi-
mant. Qué principio es éste ? Soc. Sabemos todos,
que toda semilla, toda p l a n t a , todo animal, que
jiace baxo de u n clima poco favorable, y que
n o tiene por otra parte ni eí alimento, ni l a
estación acomodada, exige otro tanto mas cultu-
ra y cuidados, quanto su naturaleza es. mas f u e r -
te y robusta ; porque el mal es mas contrario de
lo que es b u e n o , que de lo que no es n i m a l o ,
ni bueno. Adim. Esto es cierto. Soc. E s pues;
verdadero decir en el orden físico, que un¡ maL
alimento es mas nocivo á lo que es excelente de:
su naturaleza, que á lo que n o es sino mediano..
Adim. Así es. Soc. Igualmente podemos asegurar,
mi amado Adimanto, que en el orden moral las.
almas dotadas de mejor ingenio llegan á ser peo^
res .por una mala educación. Creéis por suerte
que los grandes delitos y la malicia consumada,
nazcan de un alma ordinaria „ y n o m a s bien d a
un excelente natural corrompida con la e d u c a -
ción ? Por las alrnas: vulgares puede, decirse, que:
jamás harán ni mucho bien , ni mucho mal..
Adim. Convengo en lo que vos decís. Soc. D e con-
siguiente , una de dos : si el natural filosófico es,
Il

(8ó)
cultivado con las ciencias que le son propias, es
necesario que llegue de grado en grado hasta la
mas sublime v i r t u d ; si al contrario , está s e m -
brado y crece.en un'suelo extraño f n o hay vició
del qual no arroje bástagos algún dia , á menos
que cuide especialmente de su conservación a l -
guno de los dioses. Pensáis Vos, como la m a -
yor parte se lo i m a g i n a n , que los que corrom-
pen la juventud sean estas gentes despreciables
á quienes se dá el nombre de sofistas ? El m a -
yor mal no viene de ellos. Los que le arribu-
yen á los sofistas, son ellos mismos sofistas m u -
cho mas peligrosos, que con sus máximas sa-
ben formar y volver á su antojo el espíritu de
los hombres y de las mugeres , de los jóvenes y
de los viejos. Adim. Quando hacen esto ? Soc. E n
las asambleas públicas, ert los tribunales , en los
teatros, en los exércitos, ó en qualquier otro lu-
gar donde se congrega la multitud, quando vitu-
peran allí ó aplauden ciertas palabras ó ciertos
hechos, tomando con extremo uno ú otro partido,
con grande estrépito, grandes gritos y grandes
palmadas ; de cuyas resultas los ecos de las b o -
bedas y del lugar dónde se hallan, causan dobla-
do estruendo que los mismos declamadores. E n
medio de todo este t u m u l t o , según es dicho c o -
m ú n , cómo queréis vos que se contenga el á n i -
m o de un hombre joven ? Por buena' que sea la
educación que haya recibido en particular, cómo
podra resistirse sin hacer naufragio y dexarse lle-
var de la corriente de estas olas de alabanzas v
(Si)
desprecios ? N o conformará sus juicios con los de
l a m u l t i t u d , en orden á lo que ella encontrase
que es honestó ó t o r p e ! N o se dedicará á las
mismas cosas ? N o se estudiará á sí mismo por
asemejarse á los Otros? Adim. Mi amado Sócra-
tes , no es posible qué haga otra cosa.
•Soc. Con todo aún no hemos hablado de la
mas violenta prueba á que se expone la virtud.
Adim. Quál es? Soc. Quando los maestros y so-
fistas de quienes hablo , no pudiendo adelantar
nada con sus discursos añaden el mal trato á las
palabras. Pues no sabéis vos que ellos castigan
con la pérdida de bienes , del honor y aún hasta
de la vida misma , á los que rehusan darse á sus
razones? Adim. Muy bien lio sé. Soc. Qué otro
sofista p u e s , qué instrucción particular podría
resistirse contra la fuerza de semejante seducción?
Adim. Pienso que ninguna. Soc. Sin duda que no,
y aún el intentarlo solo seria grande locura : por-
que ni la hay > ni la hubo , ni habrá jamás alma
verdaderamente virtuosa, mientras que su edu-
cación sea contrarestada por semejantes m a e s -
tros. Esto debe entenderse amigó , hablando en
lo humano (5) , y dexando aparte , según el pro-
verbio , toda protección inmediata de Dios. Pues
si en una república gobernada por estas máxi-
mas , se encuentra alguno que se escape del n a u -
fragio c o m ú n , se puede asegurar sin temor de
engasarse , que el tal debe su salvación al auxi-.
lio divino. Adim. Ni á mí me parece otra cosa,
Soc. Vos podréis ser también de mi parecer
TOMO II. 5
(82)
en orden á lo que sigue. Adim. D é qué se t r a -
ta? Soc. De que estos doctores mercenarios , que
el vulgo llama sofistas, y los reputa por é m u -
los en el mismo oficio, no hacen en realidad
otra cosa,, que repetir á la juventud en sus es-
cuelas las máximas que el pueblo sigue en
sus asambleas , y á esto es l o q u e llaman ellos
:

enseñar la sabiduría , como si por exemplo , a l -


guno después de haber estudiado las; inclinacio-
nes y apetitos de un animal grande: y robusto,
el modo de acercársele y'tocarle, y en qué tiem-
p o está mas irritado ó mas manso,, y por qué
causas ; qué gritos acostumbra echar en tales y
tales circunstancias ,, y qué tono de voz le s u a -
viza ó le enfurece : esto es , digo y o , como si
después de haber aprendido todo esto con el tiem-
po y la experiencia, formase u n arte al qual le
diese el nombre de ciencia , y se propusiese e n -
señarla , sin tener por otra parte ninguna regla
segura para discernir entre las inclinaciones de
este animal aquellas que son honestas , buenas^
y. j u s t a s , de las que son t o r p e s , m a l a s , é injus-
tas ^conformándose en sus juicios con el instin-
to de esta gran bestia: llamando bueno , todo lo
que le lisongeay le dá gusto, y malo, todo lo que
le ofende , y justo y honesto , todo lo que se o r -
dena á contentar las necesidades de su n a t u r a l e -
za , sin dar ninguna otra r a z ó n ; porque ni sabe
la diferencia esencial que hay entre lo que es
bueno en s í , y lo que es necesario por la n a t u -
raleza , la qual ni jamás la ha conocido , ni está
(83)
en estado de hacerla conocer á los demás. P o r
Dios , que un.tal hombre-, no os parecería m a e s -
tro muy extrañó ? Adim. Tenéis mucha razon¿
Soc. Mas os parece que se difereneíária de a q u e -
llos que tienen por sabiduría conocer lo que i r -
rita y dá gustó á lá multitud varia congrega-
da , ora sea eri cosas de pintura , Ora, en materia
de música , Ora eri asuntos de política ? Porque
no es evidente que si uñó manifiesta en estas
asambleas alguna obra de poesía, ú otra cosa
semejante, s¡ propone algüri reglamento concer-
niente al estado * sujetándose al juicio del públi-
co j no se verá eri la triste (6) é inevitable n e -
cesidad de conformarse en todo con lo que aprue-
be la multitud? Pues habéis vos nunca óidó á
alguno de los que lá componen ¿ probar de otro
modo que con razones ridiculas y miserables^
que lo que tiene por bueno y honesto $ sea Ver-
daderamente así ? Adim. Ni jamás lie óido á n i n -
guno , ni pienso que le oiré. Soc. Á todas estas
reflexiones juntad aún esta otra. Es posible que
la multitud entienda fácilmente y mire cómo ver-.
daderó este principió $ que la idéá de lo hermoso
es Una, y distinta de esta multitud de cosas h e r -
mosas que se presentan á los sentidos ; y que las
esencias de las cosas, son simples é indivisibles?
Adim. D e ninguna manera, SóC, Luego no p u e -
de ser que el pueblo sea filósofo. Adim. Esto, es
¡mposible¿ Soc. Y también es como necesario que
él desprecie á los que se dan á la filosofía.
Adjm. Sin disputa* Soc Y que estos maestros
¡

F 2
(8 )4 m

particulares, que se han vendido al pueblo y se


^ d e d i c a n á darle gusto , los desprecien á su exem-
plo. Adim. Esto es claro.
Soc. Todo esto supuesto , qué asilo descubrís,
donde pueda retirarse el genio naturamente filo-
sófico , á fin de que perseverando en la profesión
que* ha abrazado, pueda llegar al punto de perfec-
ción á que aspira? Juzgad por lo que hemos di-
cho-mas arriba. Nosotros habernos convenido en
que el verdadero; filósofo debía recibir de la n a -
turaleza , como en herencia ,. agudeza , m e m o -
ria , fortaleza y grandeza de alma. Adim. V e r -
dad es. Soc. Ésto supuesto , inmediatamente se
distinguirá en todas las cosas entre todos sus
i g u a l e s , especialmente si las perfecciones del
cuerpo corresponden á las del alma. Adim. Nada
habrá queTo estorbe. Soc. Creo pues , que en lle-
gando á la edad m a d u r a , sus parientes y c o n -
ciudadanos desearán aprovecharse de sus talen-
tos , y confiarle los intereses particulares y los
del estado. Adim. Así se debe esperar. Soc. Ellos
le llenarán de respetos , de honras y sumisiones,
previendo de léxos el crédito que algún día t e n -
drá en su patria, y haciéndole ya la corte con
mucha anticipación. Adim. Esto sucede de ordi-
nario. Soc. Qué queréis vos que él haga en medio
de tantos aduladores , sobre todo si ha nacido en
un estado poderoso , si es rico y de ilustre n a -
cimiento , de rostro hermoso y de aventajada
estatura (7)? Por ventura no se llenará de las
mas locas esperanzas, hasta imaginarse que él
(»5). . •
fíene talento para gobernar á los griegos y á los
bárbaros? Desvanecido con estas presuntuosas
ideas no se llenará de orgullo, arrogancia y faus-
to , quedando vano de juicio y sin entendimien-
to ? Adim. N o tiene duda. Soc. Pero si mientras
que se halla en esta disposición , acercándose a l -
guno blandamente , se atreviese á descubrirle la
verdad y decirle , que estaba desprovisto dé r a -
zón , aunque la necesitaba mucho para gober-
narse ; que por otra parte la razón no se adquie-
re , á menos que no se sujete uno á seguir sus
luces ; creéis vos que rodeado de tantos males,
prestase voluntariamente oído á semejantes d i s -
cursos? Adim. El se guardaría bien. Soc. Y aun
quando estas verdades tan naturales al hombre
tuviesen cabida en el alma de. alguno dotado de
un espíritu bien puesto , le dispertasen y le a r -
rastrasen de por fuerza acia la filosofía: qué p e n -
sáis vos que hagan sus amigos., persuadidos de
que esta mudanza vá á hacerles perder su trato
y compañía, y todas las ventajas que ellos se
prometían? N o le disuadirán con todo su poder,
poniendo en obra palabras, discursos y a c c i o -
nes , para que no se dexe convencer , al tiempo
mismo que convertirán todos sus esfuerzos c o n -
tra este importuno consejero , para perderle ya
sea armándole lazos seeretos, ó ya haciéndole
comparecer ante los jueces? Adim. N o puede
menos de suceder así. Soc. Queda pues alguna
esperanza de que éste tal se dedique á la.filoso-
fía? Adim. Casi ninguna. Soc. Veis pues si y©}

* 3
(86)
decía con r a z ó n , que aún las buenas qualidades
del carácter filosófico , pervertidas por una mala
educación, contribuyen en cierto modo á d i s -
traerle del estudio de la filosofía, otro tanto que
las riquezas y todos los demás bienes llamados
de fortuna? Adim, Sí, Conozco que vos tenéis
mucha razón, -
Soc. Tal es y tan grande, mi amado amigo,
el modo conque se corrompen y pervierten estos
bellos naturales, destinados á la mas excelente de
todas las profesiones ; naturales por otra parte
tan raros, como nosotros hemos dicho, Estos hom-
bres así pervertidos, son los que causan los mas
grandes males á la sociedad y á los particulares;
y al contrario les son autores de los mayores bie-
nes , quando se inclinan á la buena parte. U n
natural mediano no puede acarrear mudanza de
consideración en la fortuna de los estados, ni en
la de los particulares. Adim, N o hay cosa mas
cierta, Soc. Estos mismos hombres , d e P s
de
L i e s

haber abandonado la profesión para que eran


nacidos , dexando desierta y sin cultura la filo-
sofía, llevan una vida indecente, y que nada tie-
ne de sólido y verdadero. Mientras tanto desam-
parada así la filosofía por sus propios hijos, veréis
introducidos en su lugar hijos bastardos que la
deshonran é infaman, acarreándole de parte de
aquellos de quienes vos habláis estas odiosas r e -
prehensiones ; á saber , que de todos los que la
cultivan , los unos-no son buenos para nada , y
la mayor parre son dignos de los mayores supii-
(8?)
eiós. Adim. Es cierro,- que son muy comunes estos
dicterios. Soc.Y acaso no sin fundamento. P o r -
que observando hombres' dé nada la plaza vacan-
t e , y deslumhrados con los distinguidos nombres
1

y títulos brillantes que la decoran, dexan cotí


gusto una profesión obscura-, donde sus cortos
talentos se habián tal vez manifestado con algún-
esplendor, y se arrojan entre los brazos déTa-
filosofía '} semejantes á los delinqüentes que esca-'
padüs de la -prisión, corren á refugiarse á los :

templos. Pues la filosofía á -pesar-del estado-de


abandono á que está reducida; conserva aún so-
bre las Otras artes y una superioridad-y magnifi-'
Cencía- que se lleva tras sí estos' naturales i m p e r -
fectos , estos viles artesanos, -S los qüales u á
x ;í

trabajo servil les 'hizo el cuerpo corcobado y-


contrahecho, al-pasó que les degradó -y Oprimió " 5

el \al-ma; Acaso pugde ser ésto d é o t r o modo? '


: 1 1

Adim. Ciertamente- que no. Soc.'•Ai verles j no-


diríais Vos que se parecen a u n esclavo de calde-'
r é r o y c a l v o - y d e pequeño t a l l e , recién salido de
la fragua y del-''-'grillete , que -habiendo hecho
alguri caudal, y después de haberse; lavado en eí
baño , ataviándose con un vestido nuevo vá á- 1

Gasarse con la hija de su'amo , á quien la pobre-


za y el abandonó' en que se vé , la reducen á este
duro- extremo ? Adim. Es muy propia esta com-'
paracion. SoC. Qué hijos nacerán de-semejante
matrimonio ? Sin duda hijos contrahechos y d e s -
preciables. Adim. Así debe ser. Soc. Del mismo
modo , qué producciones saldrán del trato i n d e -
(88)
coroso de estas almas baxas y sin cultura con la
L

filosofía ? Hablando como se d e b e , ninguna otra,


c o s a , que pensamientos frivolos , sofismas, o p i -
niones destituidas de v e r d a d , de buen senti-
do y de solidez.: Adim. Es así al pie de la letra.
Soc. Con todo queda a ú n , mi amado A d i -
manto , un pequeño número de verdaderos filó-
sofos , espíritus elevados, perfeccionados con la
educación, que retirados en alguna-soledad, d e -
ben su perseverancia en e-1 estudio de la sabiduría,
al cuidado que se tomaron de apartarse de los.
depravadores: ó que nacidos en un pequeño estado
Con sentimientos nobles, se consagran á la filoso-
£ a , despreciando, con razón los empleos públicos
y . J o s honores medianos que podrían resultarles,
del exercicio de alguna otra, profesión. Otros en
fin, son detenidos por el freno mismo que con-,
tiene, á- nuestro amigo Thcages,(8). Todo lo que.
es capaz de separar á alguno de la-filosofía, pare-
ce haberse reunido contra éi ¿pero las enfermeda-
des continuas que le impiden,mezclarse en los
negocios políticos, le obligan á; filosofar, por
pocas ganas-.¡quertenga* jNo es del caso decir a h o - ,
r a nada de mi genio familiar presago (9) :• porque
apenas se encontrará en los; siglos pasados, u n
solo hombre que haya experimentado lo mismo,
que yo. M a s e n t r e este pequeño n ú m e r o , los.
que gustan y han gustado la dulzura y felicidad
que se encuentra en la posesión de la sabiduría,
Convencidos de la.-locura dai resto: de los h o m -
bres , y por decirlo de una- .vez',,del universal
(89)
desorden introducido en los estados por los que
los gobiernan; viendo por otra p a r t e , que ño
hay nadie que les ayude en los esfuerzos que
hacen para sacar de.opresión la justicia, de modo
que no tuviesen que temer nada por sí mismos:
se miran como en medio de una multitud de
bestias feroces, en cuyas injusticias no quieren
romar parte , ni tampoco oponerse.en vano á t o -
dos sus furores; seguros de inutilazarse para sí
mismos y para los demás , y de perecer antes de
haber podido hacer algún servicio á la patria y
á los amigos. Llenos de estas reflexiones se están
quietos, ocupados únicamente de sí mismos. Y á
la manera que un viajero quando se levanta un
uracán y una deshecha borrasca , se tiene por
feliz, si encuentra una tapia á cuyo abrigo pue-
da libertarse de la lluvia y de los vientos ; del
mismo modo , viendo ellos que la injusticia, r e y -
na impunemente en todas partes, ponen el colino
de su felicidad, en poder conservar en el retiro su
corazón exento de injusticia y de maldades, p a -
sar sus dias en la inocencia, y salir de esta vida
con una conciencia tranquila y llenos de las mas
bellas esperanzas. Adim. N o es poco para ellos
salir de este m u n d o , habiendo vivido de este
modo. Soc. N i tampoco mucho : bien es v e r -
dad que no desempeñaron lo que tiene de m a s
grande su destino, por no haberles cabido e a
suerte una forma de gobierno adequada para ellos.,
E n una sociedad gobernada por sus máximas,
hubieran tenido mucho crédito, y se hubieran
hecho útües'al público y á los particulares.Heñios
demostrado suficientemente, á lo que irie parece,
la causayla injusticia de las calumnias que han le-
vantado contra la filosofía, á menos que no'tengáis
aún alguna dificultad que oponerme. Adim. Nada
tengo que objetaros sobre este asunto.
Pero decidme: de todos los estados que al
presente existen, quál es el que mas se a d a p t a -
ría á l filósofo ? Soc. Ninguno : y esto- es de lo
;

que yo me quexo , que no haya ahora una sola


forma de gobierno , que convenga al carácter
filosófico : por lo qual vemos que se altera y se
corrompe, A la manera , que una semilla exóti-j
ca sembrada en tierra extraña, degenera y toma
s

la qualidad del suelo adonde se ha transportado :


así también , el natural-filosófico, no conservan-
do la Virtud que le és 'propia, se convierte en
otra'naturaleza. Q u é "se Te trasplante á un g o -
1

bierno cuya perfección ¿orresponda á la suya,


;

entonces se verá'claro'que'él encierra en sí algo


de divino, y que todos'Ibs otros caracteres y las
otras profesiones no tienen cosa que no sea huma-
na,-Vos me vais á preguntar sin duda, de qué for-
ma de gobierno quiero yo' hablar ? Adim. Nada
;

de eso. Porque 16 que yo deseo saber es , si la


república cuyo planchemos t r a z a d o , es la que
vos tenéis en "vista, o acaso alguna otra. Soc. Ella
misma , con que se afiáda u n solo punto que le
:

falta'. Nosotros en realidad hemos dicho y a , que


convendría encontrar él medio de conservar en
miestra ciudad el mismo espíritu , que nos había
(90 , .
ilustrado y dirigido en el establecimiento de las
leyes. Adim. En efecto lo hemos dicho. Soc. Mas
no hemos aclarado bastantemente este punto,
"por el temor que teníais de que la demostración
fuese muy larga y dificil ; tanto mas que lo que
nos falta por decir no es fácil de explicar.
Adim. D e qué se trata? Soc. De las medidas que
deben tomarse para que no se pierda la filosofía
en nuestra república: porque las grandes empre-
sas son arriesgadas, y como dice el adagio , las
cosas (IQ)' hermosas en realidad son difíciles.
Adim. N o os acobardéis , declaradnos este p u n -
to que falta , y dése por concluida la demostra-
ción y completo vuestro sistema. Soc. N o será la
falta de voluntad , sino la de poder , la que me
lo impida. Yo os pongo por juez de mi empresa
para que os satisfagáis.
Notad ahora con qué esfuerzo , Ó mas bien
con qué temeridad , voy á decir que se debe t o -
mar para esto un método del todo contrario al
que se sigue hoy día en el estudio de la filosofía;
Adim. Cómo es eso? Soc Por quanto al presente
se dedican los jóvenes á esta ciencia de muy p o -
cos anos , y todavía parten su tiempo entre este
estudio y el de la economía y del comercio^ D e
modo que aún los que salieron mas hábiles , se
separan, quando estaban á punto de entrar en
lo que ella tiene mas dificil, quiero decir en la
dialéctica (i i ) . E n lo sucesivo , creen que hacen
mucho con solo asistir á estas conversaciones fi-
losóficas , quando son llamados ; tomándolo á n -

\
res por un pasatiempo , que por una ocupación.
Llegada la vejez , á excepción de algunos pocos,
su fervor en esta ciencia se apaga mucho mas
que el sol de Heraclito (12) , ' e n términos que
no se vuelve á encender. Adim. Y cómo debe
hacerse ? Sar. Todo lo contrario. Es menester
que los niños y los jóvenes se apliquen al estu-
dio y á la filosofia.de un modo proporcionado á
su e d a d : que en esta sazón en que el cuerpo
crece y se fortifica , se tome un cuidado p a r t i -
cular , á fin que algún dia pueda ayudar mejor
a l espíritu en sus trabajos filosóficos. Con el
tiempo , y á medida que el espíritu se perfeccio-
n a , debe aumentarse el género de exercicios que
le es propio. Pero quando sus fuerzas gastadas,
no les permitirán ir á la guerra', ni ocuparse en
los negocios del estado , entonces se les dexará
horros para que se entreguen por entero á la fi-
losofía , sin hacer ninguna otra cosa , salvo de
paso. Hablo de aquellos que han de llevar aquí
baxo una vida feliz , y conseguir después de su
muerte u n hado que corresponda á la felicidad
que disfrutaron sobre la tierra. Adim. E n v e r -
dad , Sócrates., que no puede hablarse sobre el
asunto con ¿ñas espíritu de lo que vos lo hacéis.
Creo 110 obstante, que muchos de los que os e s -
cuchan , empezando por Thrasimaco, se os opon-
d r á n aún con mas fuerza , y no se darán á vues-
tras razones. Soc. N o queráis ponerme mal con
Thrasimaco. Hace poco que nos hicimos amigos,
sin ,que antes hubiésemos sido enemigos. Pero
,(<fe)
entended, que no omitiré diligencia alguna para
convencerle á él y á los otros. A lo menos , lo -
que yo diré les servirá para aquella otra vida(i 3 ) ,
quando volviendo á empezar una nueva carrera,
oigan discurrir sobre estas materias. Adim. Pues
hablasteis para tiempo bien corto. Soc. Mas bien
decid que esto no es n a d a , si se compara con Ja
duración total de los siglos. Sobre t o d o , no es
de maravillar que semejantes discursos no e n -
cuentren acogida en muchos ánimos: porque aún
no se ha visto executar lo que nosotros deci-
mos ; antes por lo común no se oyen sobre esta
materia , sino discursos ( 1 4 ) estudiados, en los
quales se atiende principalmente á que los m i e m -
bros de cada frase se correspondan con justa p r o -
porción , y no discursos naturales y sin arte,
quales son los nuestros. Pero lo que nunca se ha
visto e s , que ni muchos , ni un solo hombre tan
exactamente formado sobre el modelo de la v i r -
tud , quanto lo permite la flaqueza humana , sea
dueño absoluto de palabra y de hecho en un e s -
tado tan perfecto como es él. Qué pensáis vos.?
Adim. Yo creo que no. Soc. N i tampoco presta-
ron oidos, amigo mió , á conversaciones de hom-
bres verdaderamente libres y virtuosos, en d o n -
de se busca la verdad con ardor por todas la«
vias posibles , con solo el fin de conocerla: en
donde se echa léxos todo lo que sabe á vanos
adoraos y falsas sutilezas: en donde nunca se
habla por espíritu de disputa, ni por mostrar su
eloqüencia , como se usa en los tribunales y e n
(94)
Jas concurrencias particulares. Adim. También
esto es verdad.
Soc. Por todas estas razones que tenia p r e -
sentes j me detuve al pronto y temí explicarme
libremente: Cort todo precisado de la verdad dixe,
que no se debia esperar sobre la tierra sociedad,
gobierno, ni aún hombre perfecto, á menos que
á este pequeño numeró de filósofos á quienes n o
se acusa de malos ^ pero sí de inútiles , obligare
una feliz necesidad quieran ó no quieran , á
f

encargarse del timón del estado , y adherir en


este punto á los deseos de sus conciudadanos:
ó que Dios inspirase un amor sincero por la
verdadera filosofía á los que gobiernan hoy día
Jas monarquías-y los otros estados, ó á sus h i -
jos. Decir que una cosa ú otra $ ó entrambas á
dos son imposibles, es adelantar una proposición
destituida de todo fundamento. De lo contrario
seriamos muy dignos de risa como que inconsi-
}

deradamente nos divertíamos aquí en formar v a -


nos deseos. N o es así ? Adim. Ciertamente. Soc. Si
pues aconteció en el espacio inmenso de los s i -
glos pasados , que un verdadero filósofo se haya
visto en la necesidad de tener en su mano el go-
bierno del estado ó sí al presente se verifica esto
i

en alguna región. de bárbaros m u y remota de


nuestro clima , ó deba suceder en lo venidero;
estamos-nosotros prontos á sostener que hubo,
que hay , ó.que habrá una república tal como la
nuestra , quando está misma ( i 5) Musa poseyese
allí la suprema autoridad. Porque nada tiene de
imposible y chimérico nuestro proyecto , a u n -
que somos los primeros á confesar que su e x e -
cucion es muy difícil. Adim, Soy de vuestro p a -
recer.
Soc. Pero acaso me diréis , que el común de
los hombres no piensa de este modo. Adim. Es
bastante probable, Sor. Mi amado Adimanto, no
tengáis tan mal concepto de la multitud. Qual-
quiera que sea su modo de pensar, en lugar de
disputar con ellos, procurad reconciliarles con la
sabiduría, destruyendo la* malas impresiones que
se les han dado. Mostrarles los; filósofos d e
quienes vos queréis hablar:, definid, como a c a -
bamos de h a c e r l o , su carácter y el de su p r o -
fesión, para, que no presuman que vos les h a -
bláis de unos filósofos quales ellos se i m a g i -
nan. Diréis acaso, que aún. quand® los miren
baxo su verdadero aspecto , que ellos se f o r -
marán una idea muy distinta de la vuestra , y
que responderán diferentemente de lo que vos
deseáis ? Creéis por suerte que corazones exentos
de hiél y de envidia, se irriten contra vos y os
quieran mal , mientras que vos os portáis con
ellos con dulzura y con bondad ? Y o prevengo
vuestra respuesta, y os. declaro que un carácter
tan duro y tan cruel n o es propia de la multitud,
sino de un pequeño número de personas. Adim. Yo
pienso lo mismo. Soc. Estad igualmente persua-
dido, que lo que indispone tantasgentes contra la
filosofía, son estos falsos sabios desencadenados
siempre contra el pueblo •, á quien llenan de in-.
(.9<5)
jurias, y cuyos discursos son una sátira p e r p e -
tua del género h u m a n o , haciendo en esto un per*
soaage del todo impropio de la filosofía. Adim. Esto
es verdad. Soc. Porque, mi amado A d i m a n t o , al
que tiene puesta toda su atención y cuidado en
la contemplación de la verdad, nó le queda t i e m -
po para baxar sus miradas sobre la conducta de
los hombres, á fin de censurarlos, y llenarse
contra ellos de envidia y malevolencia. Su espí-
ritu está siempre fixo sobre objetos que guardan
entre sí un orden constante é inmutable , los
quales sin ofenderse jamás los unos á los otros,
conservan siempre entre sí la misma disposición
y los mismos respetos: poniendo él toda su a p l i -
cación en imitar y estampar en sí mismo este
orden invariable. O pensáis acaso que es posible
que admire y aprecie la hermosura y unión de u n
objeto, sin esforzarse á imitarle ? Adim. Esto no
puede ser. Soc. Por t a n t o , el filósofo llega á
ser , én quanto permite la flaqueza humana , un
hombre divino y arreglado en todas sus acciones,
por la correspondencia que tiene con objetos divi-
nos , entre los quales reyna un orden admirable.
Puse dicha restricción , porque no hay nada acá
baxo en que no se encuentre algo que reprehen-
der ( i 6). Adim. Tenéis razón en todo. Soc. Si
.pues algún motivo poderoso le obligase á no li-
mitar sus cuidados á su propia perfección, sino
á extenderlos en trasladar al gobierno y á las cos-
tumbres privadas y publicas de sus semejantes el
orden que admiró en la esencia de las cosas*,
creéis vos que éste fuese mal maestro en ío que"
mira á la templanza , á la justicia y á las
«tras virtudes civiles ? Adim. Por cierto que no.
Soc. Mas si el pueblo pudiese percibir tina
vez la verdad de lo qüfe decimos, querría tan
m a l á los filósofos, y rehusaría creernos quando
aseguramos, que una república no puede ser fe-
l i z , á menos que sea trazado el plan por estos
. excelentes pintores, sobre el modelo divino que
tienen continuamente á la vista? Adim. Dexaría
de quererles mal ¿ luego que conociese la verdad.
Pero de qué modo lo harán estos pintores para
delinear este plan ?5oc. Mirarán al principio el
estado y el alma d e cada ciudadano como si fue-
se una tabla, que primero se debe purificar y
limpiar de qualquier m a n c h a , lo que no es del
todo fácil. Y ¡así tendréis presente que hay esta
notable diferencia entre los legisladores filósofos,
y.los otros: que,aquellos na.[querrán promulgar
l e y e s , ni llegar á las costumbres públicas ó par-
ticulares, antes d e recibirlas p u r a s , ó de haber?-
las purificado por sí mismos. Adim. Y muy bien
que harán. Soc. Hecho esto no creéis que empeza*
ránlá describir,.la forma del gobierno? Adim. N o
habrá cosa que se ló impida. Soc, Trabajarán
pues en, seguida; sobre esta .tabla , echando á
menudo la vista.y tan pronto isobre -ia esencia
de ¡la justicia , de :1a honestidad > de la t e m -
p l a n z a y de, las otras virtudes; tan pronto sobre
l a copia que ellos trazan en el corazón del h o m -
b r e , y por i a mezcla, y combinación, de. las oblj*
ÜOMO n . e
(98)
gaciones y de las acciones humanas, formarán
ellos á vista de aquel divino exemplar esta p i n -
tura del hombre perfecto, que Homero llama,
una imagen ( 1 7 ) , una expresión de la divinidad.
Adim. Muy bien. Soc. Y pienso que tendrán que
borrar con freqiiencia , después añadir nuevos
-rasgos , hasta tanto que'las costumbres del hom-
bre se acerquen lo mas que puedan á un estado
:-de perfección , que las haga agradables á los ojos
:d'e Dios. Adim. Con un trabajo tan prolixo no
puede menos de salir de sus manos una pintura
hermosísima.
Soc. Q u é os parece ahora ? Hemos probado
-bien á los que poco há nos representabais p u e s -
tos en orden de batalla-para atacarnos, que ei
único que puede diseñar ei pian de una repúbli-
ca , es aquel mismo filósofo de quien les hicimos
entonces ios elogios y á cuya causa ellos se i n -
dignaron , porque le confiábamos el gobierno de
los estados? L o que acaban ellos de oir no c o n -
tribuirá mucho á amansarlos ? Adim. Muchísimo,
si es que son'prudentes. Soc. Por qué parte la
tomarán ahora para impugnarnos ? Acaso nos
objetarán que los filósofos no son.amantes del ser
y de la verdad? Adim, Esto seria un absurdo.
Soc. O que su naturaleza , tal como la hemos
descrito , no se acerca á lo mas excelente?
Adim. Tampoco esto. Soc. Pues qué , negarán
que semejante n a t u r a l , ayudado de una buena
educación , no está mas dispuesto que otro a l -
guno p a r a adquirir la virtud, y la sabiduría ? ó
.(99)
por desgracia preferirán ellos á ios que nosotros
hemos despreciado? Adim. De ninguna manera.
Soc. Se embravecerán ellos aún quando nos o i -
gan decir , que no tienen remedio los males p ú -
blicos y particulares , y que el proyecto de u n a
república , qual nos la hemos imaginado , no se
realizará jamás , hasta que los filósofos sean d u e -
ños absolutos de la sociedad? Adim. Acaso será
jpoco. Soc. Queréis vos que dexemos ese poco , y
que digamos que nosotros los hemos ablandado
y persuadido en un todo , no sea que avergon-
zados confiesen otra cosa peor? Adim. Desde
Juego.
Soc. Supongámoslos pues plenamente c o n -
vencidos de esta verdad. Al 'presente, quién pue-
de dudar que los hijos de los reyes y de los otros
soberanos no pueden nacer con disposiciones na-
turales para ser filósofos ? Adim. Nadie. Soc. T a l
vez añadiría alguno que aún quáiido naciesen
con las mejores disposiciones , es cómo de nece-»
sidad inevitable el que ellos se perviertan. N o -
sotros confesamos que les es muy difícil salvarse
de la corrupción g e n e r a l ; pero que en el discur-
so de los tiempos venga á suceder que ni siquie-
ra uno se salve , esto es lo que nadie se a t r e v e -
ría á decir. Adim. Y cómo es posible ? Soc. Pues
basta que se salve uno solo , y que encuentre
subditos dispuestos á obedecerle , para executar
todo lo que hoy día pasa por increíble. Adim. U n o ;

solo basta. Soc. Supuesto pues que un príncipe


establezca las leyes y reglamentos de que hemos
G2
'( ICO )
•hablado antes , no es cosa imposible que sus s u b -
ditos consientan en sujetarse á ellos. Adim. Sin
duda que no. Soc. Pero es cosa extraña é i m p o -
sible , que lo que ahora nos ocurre á nosotros ?

venga algún dia al pensamiento de otro? Adim.No


l a tengo por tal. Soc. E n ló que dexamos dicho,
liemos demostrado bastante bien , á lo que me
p a r e c e , que nuestro sistema una vez supuesto
posible , era muy ventajoso. Adim. Es cierto.
•Soc. Concluyamos p u e s , como es regular , que si
nuestro plan de legislación se executase, seria
^excelente ; y que aunque la.execueion sea difícil,
á lo menos no es imposible. Adim. Es legítima
j a conclusión.- .
Soc. Supuesto ya que después de muchos es-
fuerzos hemos en fin conseguido lo que p r e t e n -
díamos , veamos lo que á esto se sigue , es d e -
cir', de qué m a n e r a , y con la ayuda de quales
ciencias y estudios , formaremos hombres capa*
ees- de mantener en su integridad la constitución
política , y en qué edad se les deberá aplicar á
cada una de estas ciencias^ Adim. Veámoslc.
Soc. E n vano quise usar de , artificio para liber-
tarme de hablar de,los matrimonios, de la p r o -
creación de los hijos, y de la elección de ios ma-
gistrados , sabiendo quán delicada es esta m a t e -
ria , y quán dificil seria la execucion , si se r e a -
lizase la cosa en todas sus partes. Al presente
me veo obligado á volver á lo mismo. Y pues
que cumplimos ya por lo que hace á las muge-*
res ¡-y á ios hijos,,,, .emprendamos como de nuevo
(101)
y- tratemos á fondo lo que mira al artículo de Ios-
magistrados. Diximos nosotros, si es que os acor-
dais , que ellos deben manifestar un gran zelo
por el bien público, acrisolados por medio de
los placeres y del dolor, de suerte que ni los tra-
bajos , ni el t e m o r , ni ninguna otra situación
peligrosa , les haga perder de vista esta máxima.
Que el que se rindiese á estas pruebas era m e -
nester despreciarle, y escoger por magistrado al
que hubiese salido tan puro como el oro pasado
por el fuego, y colmarle de distinciones y h o n -
rarle durante su vida y después de su muerte. N o
diximos mas por entonces, disfrazando y p a s a n -
do en silencio todo lo restante , por temor de
meternos en los embarazos en que ahora nos ve-
mos. Adim. Decís mucha verdad : yo me acuer-
do muy bien. Soc. Yo temia decir entónees , a m i -
go mió , lo que al cabo he tomado la resolución
de declarar: ahora que está abierto el paso , a t r e -
vamonos á asegurar, que los custodios mas e x -
celentes deben ser ios filósofos. Adim. D i s a m o s -
o-
lo resueltamente.
Soc. Q u e consideréis , os ruego , -quán pocos
serán los tales ; porque sucede rara vez que las
qualidades, que d e b e n , según nosotros , entrar
en su carácter , se encuentren juntas en uno solo;
pbr lo común andan esparcidas entre muchos.
Adim. Cómo entendéis vos esto? Soc. N o i g n o -
ráis que los que tienen facilidad e n aprender y
en retener , y que sOn de un espíritu ingenioso
^ agudo , con lo demás que á esto se s i g u e , n o
(I02)
tienen comunmente esta nobleza de sentimientos,
y esta grandeza de a l m a , que íes obligue á vivir
de un modo sabio , pacífico y sólido ; sino que
dexandose llevar á donde quiera que les inclina
su vivacidad, no se encuentra en ellos nada e s -
table y seguro. Adim. Es mucha verdad. Soc. Q u e
al contrarío los hombres de un carácter sólido é
incapaz de m u d a n z a , sobre cuya fé puede c o n -
tarse , y que en la guerra desprecian los mas
grandes peligros, no tienen de ordinario mucha
disposición para las ciencias : pues que tienen e l
espíritu pesado , entorpecido, encrasado , por
decirlo de este modo , y bostezan y se duermen
en el instante que quieren aplicarse á algún e s -
tudio serio. Adim. Esto es cierto. Soc. Con todo
hemos dicho que nuestros magistrados deben t e -
ner de uno y de otro , esto e s , el espíritu vivo y
el carácter firme , y que sin esto no se debía t o -
mar tanto cuidado por darles una educación per-
fecta , ni elevarles á los honores y á las primeras
dignidades. Adim. Tuvimos razón para decirlo.
Soc. Concebís al presente quán raros deben ser
los tales caractáres? Adim. No tiene duda.
Soc. Digamos pues ahora lo que omitimos
entonces, que sobre la prueba de los trabajos,
de los peligros y de los placeres, por la qual
se les hará p a s a r , es menester exercitarles en
un gran número de ciencias; á fin de descubrir
si su espíritu es capaz de llevar ios mas subli-
mes conocimientos , ó s í , como sucede á las
almas cobardes.en las empresas arduas, la difi-
cuitad les hace caer de ánimo. Adim. Conviene
ponerles á esta prueba: pero quales son estos
conocimientos sublimes de que vos habíais?
Soc. Sin duda os acordareis que después de h a -
ber distinguido tres partes en el a l m a , nos s i r -
vió esta distinción para explicar la naturaleza
de la justicia, de la templanza, de la fortaleza y
de la prudencia. Adim. Si no me acordase, se-,
ría justo que no oyese lo que os falta por decir.
Soc. Os acordáis también de lo que dixinms antes
de esto? Adim. De qué ? Soc. Q u e se podia tener
de estas virtudes un conocimiento mas exacto y
mas completo ; pero que para conseguirlo era
menester dar mucho mayor rodeo: que nosotros
podiamos conocerlas por una via que nos sepa—,
rase menos del camino que habiamos ya e m p r e n -
dido , y vos manifestasteis contentaros : eñ cor>
seqüencia hemos tratado esta materia, á lo que
me parece, con algo menos de exactitud de lo
que se pudiera; k vos os toca decir, si quedas-
teis satisfecho. Adim. Por lo que á mí hace yo
lo estoy medianamente, y me parece que á ios
otros les sucede lo mismo. Soc. Pero m i amado
a m i g o , en asuntos de esta i m p o r t a n c i a , toda
medida á la qual le falta algo ,de la realidad,
no es suficiente; porque lo imperfecto n o es
justa medida de ninguna cosa: con todo es bas-
tante común en muchas personas creer que p u e -
den detenerse mas acá del término, y que no.
h a y necesidad de pasar mas adelante e n sus pes-
quizas. Adim. Esto es un defecto común á m u -

G 4
(io4)
chas gentes, cuyo origen proviene de íá pereza
de su ánimo. Soc. Pero también es cierto, que
si en alguna ocasión deben guardarse de este v i -
cio , es en especial quando se trata de proveer á
la conservación de la sociedad civil y de las
leyes. Adim. N o tiene duda.
Soc. Es pues necesario, amigo m i ó , que
aquel á quien nosotros instruimos haga este gran
circuito de que se t r a t a , y que se exercite en
el espíritu por lo menos otro tanto que en el
c u e r p o ; ó sino jamás llegará , como pretende-
m o s , al mas alto grado de esta ciencia subli-
m e , en la qual á él mas que á otro le correspon-
de estar instruido. Adim. Pues qué no es éste el
superior , ó hay algún otro conocimiento mas
sublime que el de la justicia, y de las otras vir-
tudes de que hemos hablado ? Soc. Sin duda le
h a y : y yo añado que aún respecto de estas v i r t u -
des el ligero bosquejo que nosotros hemos traza-
do no le basta, y que no debe descuidarse en
formar el quadro mas acabado. No seria cosa
ridicula poner todo cuidado para adquirir el
mas puro y mas exacto conocimiento de mil
otras cosas da poca importancia, y no aplicar las
mayores diligencias para conocer las mas impor-
tantes ? Adim. Esta reflexión es muy juiciosa.
Pero creéis que se os dezará pasar adelante, sin
preguntaros primero, quál es aquella ciencia s u -
perior á todas las o t r a s , y quál es su objeto?
Soc. Yo no lo creo: preguntádmelo pues. Aunque
habéis . oido. hablar de ello muchísimas veces:
pero ó no reflexionáis, ó lo que me parece mas
verosímil, no buscáis sino como embrollarme
con nuevas qüestiones. Freqüentemente me h a -
béis oido hablar que la idea ( i 8) del bien era el
objeto mas sublime de los conocimientos, y que
la justicia y las otras virtudes tomaban de esta
idea su bondad y su utilidad. Vos sabéis muy
bien, que esto es poco mas ó menos lo que yo voy
á decir: y sobre esto a ñ a d o , que nosotros no la
conocemos sino imperfectamente, y que si no la
conocemos de nada nos servirá saber todo lo
demás ; á la manera que la posesión de q u a l -
quíer otra cosa nos es i n ú t i l , sin la posesión del
bien. Creéis vos en efecto que sea ventajoso p o -
seer qualquier cosa que ésta s e a , si no es buena, -
ó conocerlo t o d o , salvo lo que es honesto y b u e -
no ? Adim. E n verdad , que no lo creo.
Soc. Fero tampoco ignoráis que muchos
piensan que el bien consiste en el deleyté, y
otros menos groseros, que consiste en la cien-
cia. Adim. Muy bien lo sé. Soc. Vos sabéis t a m -
bién , amigo m i ó , que los que son de este ú l t i -
m o sentir , se vén embarazados para explicar lo
que es esta ciencia, y que al fin .se hallan precisa-
dos á decir queesel conocimiento del bien.iiti7m.Si;
y esto es m u y gracioso. Soc. N o tiene duda que
es cosa muy graciosa de parte de ellos reprehen-
der nuestra ignorancia en orden al b i e n , y h a -
blarnos en seguida, como si le conociésemos. D i -
cen ellos que esto es el conocimiento del bien,
como si entendiésemos lo que ellos dicen, luego
(io6)
que hayan pronunciado la palabra bien. Adim. E s
mucha verdad. Soc. Mas los que definen la idea
del bien por la del deleite , están acaso envuel-
tos en menor error que los otros ? no se vén obli-
gados á confesar que hay deleytes malos? Adim. Sí',
m u y malos. Soc. Y por consiguiente á confesar
también que las mismas cosas son buenas y malas.
N o es así? Adim. Ciertamente. Soc. Luego es
cosa clara que esta materia está envuelta en m u -
chas y muy grandes dificultades. Adim. Conven-
g o en ello. Soc. Es acaso menos evidente que
respecto de lo justo y de lo honesto , muchas
gentes se contentan con simples apariencias d e s -
tituidas de realidad, en sus opiniones, en sus
acciones y en sus posesiones; pero que quando
se trata del bien, las apariencias á nadie satis-
facen, sino que se busca algo de real y sólido,
y se desprecian en esto las opiniones y preocu-
paciones de otro? Adim. Es m u y cierto. Soc. Este
bien pues , tras el qual se vá toda el alma , y en
cuya vista lo hace t o d o , que no le conoce sino
por conjeturas, siempre incierta é imposibilitada
de definir con exactitud lo que es , ó á lo menos
de seguir en la práctica u n juicio seguro é i r r e -
fragable , como le sucede en las otras cosas; por
lo qual queda privada de las ventajas que podría
sacar d e todo lo demás: este bien, digo, tan gran-
de y t a n precioso , convieae por ventura que la
mas sana parte del estado, aquella á quien debía-
mos confiarlo todo , no le conozca mejor que eí
común de los hombres ? Adim. Nada menos que
eso. Soc. "Pienso én efecto que-es poco para u n
magistrado la posesión de lo honesto y de lo
justo ,'• si ignora por qué parte es bueno ; aún
supuesto que se pueda conocer aquello , sin s a -
berse esto : porque me imagino que sin conocer
primero lo que es bueno , es imposible tener u n
conocimiento exacto de qualquier otra cosa.
Adim. Es muy fundada vuestra presunción.
Soc. Nuestra república pues estará bien goberna-
da , si tiene por cabeza un hombre que junta el
conocimiento del bien al de lo honesto y de lo
justo. Adim. Así debe ser.
Pero v o s , amado Sócrates, en qué consti-
tuís el bien ? en la ciencia , en el deleite , ó en
alguna otra cosa ? Soc. Por cierto que sois p r e -
cioso : hace tiempo he descubierto que no q u e -
réis contentaros con el parecer de otros. Adim. L o
que no me parece razonable , mi amado amigo,
es que u n hombre como v o s , que ha meditado
toda su vida sobre esta m a t e r i a , pueda decir
quál ha sido/ la opinión de los o t r o s , y no p u e -
da decir la suya. Soc. Está b i e n : pero os parece
justo que un hombre hable de lo que no sabe,
como si lo supiese? Adim. N o ; pero puede m u y
bien proponer como una conjetura lo.que le p a -
rece probable*, Soc. Pues qué! no percibís lo r i -
dículo de todos estos sistemas que no están fun-
dados sobre principios ciertos? Los mejores n o
están llenos de obscuridad? Sus inventores, q u e
acaso encontraron la verdad , mas no pudieron
dar r a z ó n , no se parecen á los. ciegos, que- sirt -
(io8 )'
saberlo , siguen el camino recto ? Adim. E n hada
se diferencian. Soc. Queréis pues oir de mí un
sistema informe , obscuro y mal digerido, mien-
tras que otros os ofrecen sistemas claros y m a g -
níficos ? Por D i o s , Sócrates, replicó Glaucon,
no os detengáis aquí como si hubieseis ya llega-
do al término : nosotros nos daremos por con-
tentos , si nos explicáis la naturaleza del bien,
como habéis explicado la de la justicia, de la
templanza y de las otras virtudes. Soc. Yo t a m -
poco pediría mas , amigo mió ; pero temo m u -
cho que esta empresa sea superior á mis fuer-
zas , y que resolviéndome á satisfaceros , lo des-
empeñe tan m a l , que os dé motivo para que os
riáis de mí. Mas sea lo que fuese , mis buenos
amigos , dexemos por ahora la averiguación del
bien qual es en sí mismo , porque nos alargaría
demasiado, y apenas podria yo explicaros su n a -
turaleza tal como la concibo , siguiendo la ruta
que nosotros hemos tomado. Yo quiero hablaros,
si es que gustáis de ello., de una producción del
bien que le es del todo semejante ; y sino lo
dexaré. Glauc. N o : habladnos del hijo , y en otra
oeasion nos contareis la. historia del padre : esta
es una deuda que nosotros reclamaremos á su
tiempo, Soc. -Quisiera y© podérosla satisfacer a l -
gún d i a , y que vosotros mismos os hallaseis en
disposición de recibirla , en lugar del simple fru-
to (19) de la deuda tal como os lo ofrezco al
presente. Recibid pues ahora este fruto, esta pro-
ducción del bien ; guardaos no obstante no sea
(109)
que os engañe sin quererlo , pagándoos en mo-*
neda falsa con daros vana razón del hijo. Glauc.'Nos
guardaremos quanto podarnos ; y así explicaos
con confianza.
Soc. N o lo haré antes de recordaros y h a -
ceros convenir en lo que hemos dicho al p r i n -
cipio de.esta conversación, y en muchas otras
ocasiones. Glauc. De qué se trata ? Soc. Q u e hay
muchas cosas hermosas, .muchas cosas buenas , y
que todos los dias lo decimos nosotros y lo asegu-
ramos así de cada cosa en particular. Glauc. Esto
es cierto. Soc. Ademas , que hay una. hermosura
y una bondad ideal, esto e s q u e nosotros c o m -
prehendemos todas estas bellezas y bondades par-;
ticulares baxo una idea simple y única As: her-
moso y de bueno,, y así de lo d e m á s , - y que
nosotros decimos de las cosas hermosas ó buenas,
que están sujetas á los sentidos del c u e r p o y
que no se vén con los ojos, del' a l m a : de las ideas
de lo hermoso y de lo. bueno al contrario, que
ellas son. el objeto del entendimiento y no de les
sentidos. Glauc. Estamos de acuerdo. Soc. P o r qué
sentido pues, percibimos nosotros los objetos, vL~
sibles ?.-.Glauc- Por la vista*.- Soc. Luego, ios soni-
dos por el oído, y. por los.otros sejatidok^todas
las otras: cosas sensibles: ¡na. es, así i Glauc- Sin
duda. Soc. Pero habéis advertido q u a n t a mas; gas-
t o hizo el autor de nuestros sentidos para e l ó r -
gano de la vista, que para los de los demás sen-
tidos? Glauc. N o por cierto. Soc. Consideradlo
pues.. Ei :oido y ¡a voz. necesitan de una, tercer.
(no)
cosa el uno para oir , la otra para ser oida, de
suerte que si esta cosa falta , el oido no oirá,
la voz no será oida ? Glauc. De ninguna. Soc. Yo
creo que la mayor parte de los otros sentidos,
por no decir todos, no tienen necesidad ninguna
de cosa semejante. Podríais vos nombrar uno
solo ? Glauc. Ciertamente que no. Soc. Mas en
orden á la vista , concebís vos que ella no p u e -
de percibir el objeto visible sin el socorro de
una tercer cosa? Glauc. Qué queréis decir con es-
to ? Soc. Quiero decir que aunque los ojos estén
bien dispuestos, y se les aplique á.su uso , y el
objeto esté colorado; con todo si no interviene
una tercer causa, destinada á producir este efec-
t o , entended que los ojos no verán n a d a , y los
colores serán invisibles. Glauc. Qué cosa es ésta?
Soc. L o que vos llamáis luz. Glauc. Tenéis mucha
razón. Soc. Luego el sentido de la vista tiene
una grande ventaja sobre los otros , y el lazo
que le une á los objetos visibles es de mucha mas
estimación , que el que une á los otros con sus
objetos; á no ser que se diga que la luz es una
cosa despreciable. Glauc. Está muy léxos de serlo.
Soc. D e todos los astros que hay en el cielo, quál
es aquefcuya luz dispone mejor los ojos para ver,
y los objetos para ser vistos? Glauc.En mi sentir,
como en el vuestro,' y en el de todo el mundo,
claro está que éste es el sol. Soc. Ved pues si la r e -
lación de la vista á este astro, es como voy á decir.
Glauc. Cómo ? Soc. Ni la vista , ni la parte d o n -
de e l k ^se fornia, que se liam^ el o j o , no es
(III.)
el sol. Glauc. E n efecto que no. Soc. Pero de t o -
dos los órganos de nuestros sentidos, el ojo es,
creo y o , , el que mas se asemeja á este astro,
Glauc. Sin disputa. Soc. L a facultad que tiene de
ver , no es cierto que la^recibe prestada del sol,
como d e r r a m a d a , digámoslo así sobre él?
a

Glauc, N o tiene duda. Soc. Del mismo modo


el sol aunque él no sea la vista , siendo la c a u -
sa de ella rio es también él objeto ? Glauc. E s
%

así.
Soc. Sabed pues qu*e quando y o hablaba de
la producción del b i e n , tenía en vista al •sol.
El hijo tiene una perfecta analogía con su padre.
Porque lo que es éste en el lugar ideal respecto á
la inteligencia y á los seres inteligibles (20), es
aquel en el lugar visible en orden á la vista y á
los objetos que ella percibe. Glauc. Cómo es esto?
y ó os ruego que m é expliquéis con mas extensión
vuestro pensamiento. Soc.Sabéis v o s , que quando
se vuelven-los ojos acia objetos que n o están i l u -
minados por -el s o l , sino por los astros de la
;

noche , cuesta' mucho ei discernirlos, y está "uñó


casi ciego como que n o tiene la vista 'despejada'.
Glauc. Así sucede. Soc. M a s quando se miran
Objetos:, que e l ' s o l i l u m i n a , se ios vé'-distinta-
mente-, "y la vista parece q u é está én aquéllos
mismos'ojos. Glauc. ÍSo hay duda. Soc. Entended
pues que lo mismo sucede respectó del alma".
Quando fixa sus miradas sobre objetos' en los :

quáles resplandece la verdad y el ser , ella los


-vé claramente , los conoce, y tiene de.ellos ió
(112)
que se llama inteligencia. Pero quando echa los
ojos sobre objetos cubiertos'de tinieblas, esto e s ,
sobre lo que nace y perece , su vista.se embota
y se obscurece , ella no tiene mas que dudas y
opiniones que se mudan á cada momento , y . e n
una palabra, parece que del t o d o está destituida
de juicio. Glauc. Es como vos decís. Soc. Tened
pues por cierto que lo que derrama Sobre.las co-
sas que. conocemos la luz de la verdad , y lo que
dá al alma la facultad de conocer , es la idea
del bien,-y que ella es el principió dé la, ciencia
y de- lo., verdadero conocido por la,,- inteligencia.
Por bellas que sean las ciencias y la verdad, p o -
déis asegurar sin t e m o r de engañaros, que la
idea d e l bien las excede en hermosura. Y como
e n lo visible puede decirse que la luz y la vista
tienen ciertos rasgos de semejanza con el sol,
;

pero, que es falso d e c i r , que ellas son el sol:


del mismo modo ,-en lo inteligible , pueden mi-
rarse la ciencia y la verdad:como imágenes del
bien • pero se haria mal d e tomar la una ó la
otra por el bien mismo cuya, naturaleza, es de
un valor infinitamente mas elevado. Glauc. Su
hermosura debe ser superior á toda .expresionj
pues que siendo la .fuente ele la. ciencia y de la
;

verdacL, es a ú n _ m hermosa que e l l a s : p o r c o n -


as

siguiente no pens§_fjsis. enj decirv que estp, -sea el


:

deleytq.,Soc.'No quiera Dios.


.... P e r o considerad,aún, mas su imagen de éste
mpdo;. Glauc. Cómo? Soc.- Vos pensareis.sin duda
JLO sue^.yoj que; el sol no.solamente hace visibles
("3) :

las cosas efe acá b a x o , sino que las. dá ademas


el nacimiento, el aumento y la nutrición , sin
que sea él nada-de todo esto. Glauc. Cómo p o -
dría serlo ? Soc. Pensad pues también que los sé-
res inteligibles no solo reciben del bien su i n t e -
ligibilidad, sino aún su ser y su esencia ; a u n -
que el bien mismo no sea esencia ( 2 1 ) , sino
algo mucho mas allá de la esencia en dignidad
y en poder. Grande A p o l o , exclamó Giaucon
riéndose , qué. exageración tan admirable. Vos
tenéis la culpa., repliqué yo , que m e obligáis á
decir mi pensamiento sobre este asunto. Glauc. Y
que no desistáis os ruego j sino que acabéis la
comparación del bien con el s o l , si es que falta
alguna cosa. Soc. E n verdad que faltan aún mu-
chísimas. Glauc. Os ruego pues de n u e v o , que
no omitáis la mas mínima. Soc. Yo aplicaré t o -
dos mis esfuerzos para esto. Pero Con t o d o , pien-
so que se me escaparán muchos rasgos de la se-
1 mejanza contra mi voluntad. Glauc. Yo no q u i e -
ro mas. • ,
Soc. Imaginaos pues que estos son dos reyes,
el uno del mundo y reyno inteligible ; el otro
del mundo visible, por no decir del cielo, de
• miedo que creáis que con esta palabra quiero da-
ros un equívoco ( 2 2 ) . Tenéis por consiguiente
dos especies de seres , los unos visibles, los otros
invisibles. Glauc. Muy enhorabuena. Soc. S u p o -
niendo pues que yo os he dado una línea corta-
da en dos partes desiguales, cortad aún del mis»
TOMO II. H
(ii4)
m o modo en otras dos cada parte, esto es la e s -
pecie visible , y la especie inteligible , y tendréis
vos de la una parte la evidencia , y de la otra la
obscuridad. Una de las secciones de la especie v i -
sible os dará las imágenes. Entiendo por esto,
primeramente las sombras : en seguida las a p a -
riencias representadas en las a g u a s , y sobre l a
superficie de los cuerpos densos, bruñidos y t r a s -
parentes , y todo lo que á esto sa parece. N o sé
si comprehendeis mi pensamiento. Glauc. Sí lo
comprehendo. Soc. L a otra sección os dará los
objetos que estas imágenes representan.; quiero
decir , los animales que viven entre nosotros,
las plantas y todas las obras de la naturaleza y
. del arte. Glauc. Así lo concibo. Soc. Seriáis vos
de parecer , que considerando estas cosas de p a r -
te de la verdad ó de la falsedad, se hiciese esta
proporción: las imágenes son á las cosas que ellas
representan, l o q u e los objetos que no se c o n o -
cen sino por la opinión, son á aquellos de los
quales puede tenerse una verdadera inteligencia.
Glauc. Convengo en ello.
Sóc. Veamos ahora como se ha de dividir la
especie inteligible. Glauc. D e qué modo ? Soc. D e
saerte que una parte de esta división encierre
las imágenes intelectuales, que obligan al alma
quando de ellas se sirve, á proceder en sus p e s -
quizas partiendo de ciertas suposiciones, no para
subir al principio, sino para baxar á las conclu-
siones mas remotas: y que la otra nos ofrezca
.(«5)
las iaéas puras, por cuyo medio el a l m a , sin el
socorro de ninguna imagen, partiendo de una
suposición, se remonte por el raciocinio hasta u n
principio independiente de toda suposición.
Glauc. N o entiendo bien lo que vos queréis decir.
Soc. Vos lo entenderéis luego: todo esto se a c l a -
rará por lo qae sigue» N o ignoráis v o s p i e n s o
y o , que los geómetras , aritméticos y otros tales,
suponen dos especies de números , el uno par y
el otro impar, diferentes figuras y tres especies
de á n g u l o s , y así de lo demás conforme á su
método: que mirando después estas suposiciones
como otros tantos principios ciertos y evidentes
de los quales no se dignan dar razón , ni á sí
mismos, ni á los otros, parten ellos de estas h i -
poteses, y por una serie no interrumpida, d e s -
cienden de proposición en proposición , hasta
que llegan á aquella que tenían designio de-
demostrar» Glauc. Sé m u y bien todo esto.
Soc. Vos sabéis también que ellos se valen para
esto de figuras visibles, y que las aplican sus
raciocinios, aunque es cierto que no piensan
en e l l a s , sino en otras figuras representadas
por éstas»'Por exemplo, no es el quadradOj ni su
diagonal cómo está sobre el p a p e l , lo que ellos
tienen en vista ; sino el quadrado qual es en sí
mismo con su diagonal» Otro tanto digo de las
otras figuras, ora sean planas , ora sean de bul-
t o n q u e hacen sombra, y se pintan en las aguas.
Los geómetras" se aprovechan de ellas cora©
B 2
(n6)
de otras tantas imágenes que les sirven para cono-
cer las verdaderas figuras, que no podrian verse
de otro modo que coa el pensamiento. Glauc. De-
cís mucha verdad.
Soc. Ved pues aquí la primera clase de e s -
pecies inteligibles. E l alma para lograr conocer-
l a s , se vé obligada á servirse de suposiciones,
no para llegar á u n primer principio, porque
ella no puede subir mas allá de las suposicio-
nes que ha hecho ; sino empleando las i m á g e -
nes terrestres y sensibles , que ella no conoce
salvo por la opinión, y suponiendo que ellas
son claras y evidentes para e l l a , se ayuda para
el conocimiento de las verdaderas figuras.
Glauc. Entiendo muy bien que el método de que
vos habláis es el de la geometría y de las otras
ciencias de esta naturaleza.. Soc, Concebid a h o -
r a lo que yo entiendo por la segunda clase de
especies inteligibles. Estas son aquellas que el
alma toca inmediatamente por medio del racio-
cinio , haciendo algunas hipoteses, que ella
mira no como principios, sino como simples su-
posiciones que le . sirven de gradas y apoyos
para elevarse hasta el primer principio del uni-
verso, independiente de toda suposición. Conse-
guido este principio , y acercándose después á
todas las conclusiones que de él dependen , des-
ciende hasta la última , sin valerse de ninguna
cosa sensible, sino apoyándose siempre sobre las
ideas p u r a s , por las quales su demostración e m -
pieza, continúa y se termina. Glauc. Compre-,
tiendo algo. 5 p e r o no tanto como quisiera. P o r -
que me parece que habláis de una materia m u y
abstracta. Con todo soy de sentir , que vuestro
objeto es probar que el conocimiento que se a d -
quiere del ser verdadero y puramente inteligible
por la dialéctica, es mas claro que el que se a d -
quiere por medio de las artes, á las quales sirven
de principios ciertas suposiciones. Ello es cierto
que los que siguen el método de estas artes,
están obligados á servirse del raciocinio, y no de
los sentidos para l l e g a r á conocer lo que b u s -
c a n ; pero como sus raciocinios se fundan s o -
bre suposiciones, y no suben hasta el princi-
pio , vos juzgáis -que ellos no tienen esta inte-
ligencia pura de los objetos de su estudio, la
qual tendrían si sus demostraciones estuviesen
apoyadas sobre u n principio. Vos llamáis , á lo
que entiendo, conocimiento raciocinado (23), el
que se adquiere por medio de la geometría y de
las otras artes semejantes, y le dais el lugar m e -
dio entre la opinión y la pura inteligencia.
Soc. Comprehendisteis m u y bien mi pensamiento.
Aplicad ahora á .estas -quatro clases de objetos
sensibles é inteligibles, quatro diferentes afectos
del alma. Poned en el mas alto grado la pura
inteligencia, en el segundo el conocimiento r a -
ciocinado, en el tercero la ££"(24)., en el q u a r -
to la conjetura, y dad á cada uno de estos m o -
dos de conocer mas ó menos evidencia, segua
a3
(n8)
que sus objetos participen mas ó menos de la
verdad. Glauc. Lo entiendo, y me conformo con
lo que vos decís, y coloco á cada uno según
el orden señalado.
<»9>

COLOQUIO SÉPTIMO.

Soc. Representaos ahora el estado de nues-


tra naturaleza, en orden á la ciencia é ignoran-
cia , baxo la pintura alegórica que voy á hace-
ros. Imaginaos una cueva subterránea , que t e n -
ga en toda su longitud una claraboya , por la
qual se introduzca libremente la luz ; y en esta
c u e v a , hombres aprisionados desde su infancia,
de suerte que por las cadenas que les sujetan las
piernas y el c u e l l o , ni puedan mudar de sitio,
ni volver la cabeza á uno y otro l a d o , sino úni-
camente ver los objetos que tienen puestos al
frente. Detrás de ellos, á cierta distancia y en
cierta altura haya una tea a r d i e n d o , cuya luz-
ilumine la cueva , y entre esta tea y estos c a u r

tívos un camino escarpado. A lo largo de este


c a m i n o , figuraos una pequeña tapia semejante
á estos garitones , que los titereros levantan e n -
tre ellos y sus espectadores, con el fin de ocul-
tarles el juego , y los resortes secretos de las m a -
ravillas que les enseñan. Glauc. Ya me imagino
todo esto. Soc. Figuraos ademas hombres que
pasen á lo largo de esta tapia , llevando muebles
de toda especie , figuras varias de hombres y de
animales fabricadas de leño ó de piedra, de modo
que todo esto sobresalga por cima de la pared. Y
como es r e g u l a r , entre los que los llevan los
9

H4
(izo)
unos anden hablando , y los otros vayan calla-
dos. Glauc. Pintura por cierto singular, y p r i -
sioneros de especie muy extraña! Soc. Ellos se
nos parecen en un todo. Desde luego, creéis vos,
que ellos verán otra cosa de sí mismos y de los
que tienen á su l a d o , salvo las sombras, que
por la disposición de la luz van á pintarse fren-
te por frente de ellos en la parte opuesta de la
cueva? Glauc. Qué podrían ver mas , si desde su
nacimiento están precisados á tener inmóvil la
cabeza? Soc. Verían tampoco otra cosa que las
sombras de los objetos que pasan por detrás de
ellos? Glauc. Seguramente que no. Soc. Si se pu-
diesen hablar unos á otros , no se convendrían
mutuamente en dar á las sombras que ellos veian
los nombres de las cosas mismas ? Glauc. Sin dis-
puta. Soc. Y si en el hondo de su prisión hubiese
u n e c o , que repitiese las palabras de los p a s a -
geros , pensarían ellos acaso , que estos sonidos
los articulaban otros que las sombras que p a s a -
ban por delante de sus ojos? Glauc. E n verdad
que no. Soc. De consiguiente , ellos creerían que
« o habia otra, cosa real y verdadera , que las
sombras de toda esta especie de muebles. Glauc.Es
como preciso.
Soc. Considerad ahora , lo que natural-
mente deb¡a sucederles, quando quedasen libres
de sus prisiones , y se les curase de su ignoran-
cia. Desátese uno de estos cautivos, y obligúesele
á levantarse de repente, á volver la cabeza y á
caminar, y á mirar íkamente. la luz de la h p g u e -
( l 2 i ) m

ra: no podría hacer todo esto sino con g r a n d í -


sima pena, la luz le ofendería la vista, y el d e s -
lumbramiento que ella le causase le impediría
discernir los objetos, cuyas sombras veia antes.
Qué creéis vos que respondería aJ. que le dixese,
que hasta entonces no habia visto sino fantasmas;
que al presente estando mas próximo, y tenien-
do á la vista objetos mas reales y mas verdade-
ros , vería con mas perfección ? Y si mostrándole
en seguida con el dedo las cosas á medida que se
presentaban, y á fuerza de preguntas le obliga-
se á decir lo que era cada una \ no creéis que le
pondría en gran confusión, y se persuadiría que
lo que Veia antes era mas real y verdadero, que
lo que entonces se le ensenaba? Glauc. Es muy
cierto. Soc. Pues si se le precisase á mirar la h o -
guera de que yo he hablado , no se sentiría de los
ojos y huiría la vista, volviéndola acia estas s o mr

bras , sobre las quales la fixaba sin trabajo , y


pensaría que tenian ellas algo mas de claro y dis-
tinto , que quanto entonces se le presentaba?
Glauc. Es así. Soc. Y si alguno le sacase de allí
con violencia por una áspera y penosa subida,
sin dexarle resollar, ni mirar nada hasta tanto
que pudiese ver la luz del s o l , qué tormento
para él ser arrastrado de este modo ! cómo se
enfurecería! Y quando llegase al fuerte de la
claridad, deslumhrados sus ojos con el resplan-
d o r , podria acaso ver cosa alguna de las que el
común de los hombres tiene por seres reales?
Glauc. Al pronto nada .podría ver. Soc. Sin duda
(122)
que necesitarla tiempo para acostumbrarse á m i -
rar tas cosas de acá arriba. L o que con mas faci-
lidad discerniría serian en primer lugar las som-
bras , tras esto las imágenes de los hombres y
de los otros objetos, pintadas en las aguas, y
por último los objetos mismos. D e allí, l e v a n -
taría sus miradas acia el cielo, cuyo aspecto
toleraría mas fácilmente de noche al resplandor
de la luna y de las estrellas, que en lo fuerte
del día á la luz del sol. Glauc. N o tiene la m e -
nor duda. Soc. A la postre c r e o , que se hallaría
en estado no solamente de ver la imagen del sol,
y a en las a g u a s , ya en otra parte fuera de su
asiento; sino también de usarse en é l , y contem-
plarle quál es en sí mismo en su propio lugar.
Glauc. Es indefectible. Soc. Reflexionando d e s -
pués sobre la naturaleza de este a s t r o , c o m p r e -
henderia que él es el que dispone las estaciones
y el curso de los años , el que lo gobierna todo
en el mundo visible, y que es en cierto modo la
causa de todo quanto vemos. Glauc. Es evidente
que llegaría por aquellos grados á hacer estas
reflexiones. Soc. Acordándose entonces de su p r i -
mer m o r a d a , de la idea que allí se tiene de la
sabiduría, y de sus companeros de esclavitud;
no eréis que se daría á sí mismo el parabienMe su
m u d a n z a , y que se compadecería de la infelicidad
-de los «tros ? Glauc. Y con grandes encarecimien-
tos. Soc. Pensáis vos por ventura que apeteciese
aún las h o n r a s , las alabanzas y los premios, si
algunos se daban allí al que con mas prontitudl
discernía ías sombras al pasar, y se acordaba con
mas puntualidad quáles iban d e l a n t e , quáles
detrás y quáles juntamente, y que de estas c o -
sas que veia era el mas hábil en conjeturar lo
por venir; ó que tuviese envidia de la condición
de aquellos que en esta prisión eran los mas
poderosos y los mas honrados ? N o preferiría él
y aun apetecería m u c h o , como Achiles en H o -
mero , pasar su vida sirviendo á otro labrador
desterrado , y sufrirlo todo , antes que volver á
su primer modo obscuro de p e n s a r , y á Vivir
en aquella miseria? Glauc. N o dudo que e s t u -
viese dispuesto á sufrirlo t o d o , antes que vivir
de aquella manera. Soc. Poned aún atención á
tsro. Si volviese de nuevo á su prisión para o c u -
par otra vez su antiguo puesto ; en este repen-
tino tránsito del sol de medio dia á la obscuri-
dad , no se encontraria sumergida la vista en las
mas espesas tinieblas ? Glauc. Verdaderamente
que sí. Soc. Y si, quando él aún no distingue
nada , por no tener bien reparados los ojos, lo
que no podría verificarse sino pasado algún t i e m -
p o , tuviese que disputar con los otros prisio-
neros sobre la naturaleza de estas sombras ; n o
les daría motivo de reir, y que dixesen de é l que
pasando á la región superior habia perdido la
yista; añadiendo que seria una locura en ellos
querer salir del lugar en dende estaban, y que
si á alguno le viniese al pensamiento de querer-,
les desatar y subirles arriba, era menester prca-»
derle y quitarle la vida ? Glauc. Por cierto n.6
dexariau de matarle.
Soc. Pues ahora , mi amado Glaucon , a p l i -
cad esta misma imagen toda entera á lo que se
dexó dicho antes. L a cueva ó cárcel subterránea,
es este inundo visible : la hoguera que la a l u m -
bra es la luz del sol: el tránsito á una región
5

superior y á la contemplación de los objetos que


allí existen ; es la elevación del alma hasta el
espacio inteligible. Por lo menos éste es mi p e n -
samiento, puesto que vos deseáis saberle, s i -
guiendo el qual espero no os engañareis j aunque
Dios sabe si él es verdadero. Por lo que hace á
m í , la cosa me parece como voy á deciros. E n
el lugar mas elevado del mundo intelectual,
está la idea del bíen^ que no se descubre sino
con gran pena y esfuerzo; pero que no puede
conocerse, sin concluir que ella es la causa p r i -
mera de todo lo que hay de bueno y hermoso en
el universo, habiendo producido la luz en este
m u n d o visible, y .el astro que allí dominaj y
e n el mundo ideal, habiendo engendrado ella
misma la -verdad y la inteligencia, siendo como
l a rey na y señora: y de consiguiente que es indis-
pensable la conozca todo aquel que quiere coiy«
ducirse con juicio en la administración de los
negocios, así públicos como particulares. Glauc.Soy
del mismo parecer en quanto puedo alcanzar
de vuestro pensamiento. Soc. Sedlo aún también
en e s t o : que no os debéis a d m i r a r , que los que
llegaron á esta sublime contemplación se desde-
ñen de entender en negocios humanos, y que
sus almas aspiren sin cesar á fixar su morada en
este lugar elevado. Ello debe ser a s í , si corres-
ponde á la pintura alegórica que poco antes he
trazado, Glauc. N o hay duda. Soc. Pues qué?pen-
sáis aún que es de extrañar que pasando un hom*
bre de esta contemplación divina á la de los mi-
serables objetos que nos rodean , se encuentre
embarazado para obrar ,. y parezca muy digno
de r i s a , mientras que subsiste como sumergido
en una noche profunda , y que antes que pueda
familiarizarse con las tinieblas que le rodean , se
le obligue á disputar en los tribunales ó en otra
parte , sobre las sombras ó las fantasmas de e s -
tas sombras de justicia, y á explicar el modo con
que las concibe ante unas personas que jamás lian
visto la justicia misma ? Glauc. No hallo en esto
nada de extraño. Soc. Un hombre sensato haría
la reflexión , que la vista puede perturbarse de
dos modos y por dos causas opuestas; por p a -
sar de la luz á la obscuridad , ó de la obscuridad
á la luz , y aplicando á los ojos del alma lo que
sucede á los del cuerpo , quando la viese t u r b a -
tía y embarazada para discernir ciertos objetos;
en lugar de reírse sin motivo de s.u perturbación,
examinaría si acaso le proviene de que pasa ella
de un estado mas luminoso á las tinieblas de la.
ignorancia , ó si pasando de la ignorancia á una,
luz mas pura , se ha confundido por su excesivo
resplandor. En este segundo caso la felicitada.
3
(126)
de su feliz mudanza y dichosa vida: en el prime-
r o se compadecería de su s u e r t e , y si quisiere
reírse á costa de aquella, sus burlas serian menos
ridiculas , que si recayesen sobre el alma que vie-
ne del lugar sublime, donde habita la luz ver»
dadera. Glauc. Habláis con mucha cordura.
Soc. Mas si todo esto es verdad ¿ no debemos
nosotros pensar que la ciencia se aprenda del
modo con que ciertas gentes prometen ensenarla.
Ellos se precian de poderla infundir en el alma
donde no existe, casi lo mismo que se c o m u -
nicaría la vista á los ojos ciegos. Glauc. Es cierto
que lo dicen. Soc. Pero el discurso presente nos
hace v e r , que cada uno tiene en su alma la
facultad de aprender con un órgano destinado
para e s t o ; y que todo el secreto consiste en con-
vertir este órgano con toda el alma e n t e r a , de la
vista de aquello que nace, acia la contemplación
del ser , hasta tanto que pueda fixar sus m i r a -
das sobre el mas brillante de los seres, es decir,
según nosotros, sobre el bien mismo: á la m a -
nera , que si el ojo no tuviese movimiento p a r -
ticular, seria necesario que todo el cuerpo se vol-
viese con él en el tránsito del objeto tenebroso al
resplandeciente: no es así ? Glauc. Ciertamente.
Soc. E n esta evolución pues que se le obliga h a -
cer al a l m a , todo el arte consiste en volverla
del modo mas expedito y mas útil para ella. N o
se trata de darle la facultad de v e r : ella la tiene
y a : pero su órgano no está bien dirigido, no
mira adonde debiera j esto es lo que se debe c o r -
regir. Glauc. Así me parece. Soc. E n quanto á
las otras llamadas facultades del alma , viene á
ser casi lo mismo que de las del cuerpo. Q u a n -
do no se han recibido de la naturaleza , se a d -
quieren con la educación y el exercicio': mas
en orden á la facultad de pensar , como es de
una naturaleza mas excelente y en cierto m o d o
mas divina , jamás pierde ella su virtud ; s o l a -
mente viene á ser útil ó inútil, provechosa ó n o -
civa , según son los objetos acia los quales se
dirige. N o habéis advertido aún hasta dónde llega
la sagacidad de estos hombres á quienes se dá el
nombre de hábiles picaros? Con qué penetración
su despreciable alma discierne todo aquello q u e
hace al objeto de sus cuidados ? Su vista ni está
débil ni embotada ; sino que la obligan á servir
de instrumento de su malicia, de suerte que ellos
son tanto mas depravados, quanto vén con mas
sutileza y perspicacia. Glauc. Esta observación es
m u y justa. Soc. Si pues desde la infancia se h u -
biesen cortado estas perversas inclinaciones c o n -
traidas en su generación , que como otros t a n -
tos pesos de plomo arrastran su alma tras Í09
placeres sensuales y groseros , forzándola á m i -
rar siempre á lo baxo ; y después de haberla l i -
bertado de este peso , hubiese convertido su vis-
ta acia objetos mas sólidos y mas reales , ella los
habria visto y penetrado con la misma sutileza,
que aquellos en quienes tiene ahora puesta toda
su atención. Glauc. Es muy probable. Soc. Pero
qué ? no es conseqiiencia verosímil ó mas bien
?
(128)
necesaria de quanto habernos dicho , que los que
no recibieron ninguna'educación, ni tienen c o -
nocimiento ninguno de la verdad , ni los que
pasaron toda su vida en el estudio y la m e -
ditación , no son á propósito para gobernar los
estados? Los unos porque no tienen en toda su
conducta ningún objeto fixo , al qual dirijan todo
quanto hacen en calidad de personas públicas, ó
privadas ; los o t r o s , porque jamás consentirán
en recibir semejante carga , imaginándose estar
transportados en vida á las islas de los ( r ) bien-
aventurados. Glauc. Es mucha verdad.
Soc. Á nosotros pues , que fundamos una re-
pública , nos toca obligar á los buenos ingenios
á dedicarse á la mas sublime de todas las cien-
cias , y elevarse á la contemplación del bien en
si mismo , subiendo por esta cuesta escabrosa de
que habernos hablado j pero después que sean
allí llegados, y hayan contemplado por cierto
tiempo , guardémonos de permitirles lo que hoy
dia se les consiente. Glauc. Qué es? Soc. Fixar
allí su mansión, y no querer baxar de nuevo
á estos desgraciados cautivos , ni tomar parte en
sus trabajos , ni aún en sus honores , ora sean
mas viles , ora mas preciosos. Glauc. Y por qué
hacerles daño? por qué condenarles á una vida
miserable , quando ellos pueden disfrutar de una
condición mas feliz ? Soc. Otra vez se os ha o l -
vidado , mi amado a m i g o , que el legislador n o
debe proponerse por objeto la felicidad de u n
cierto orden de ciudadanos con exclusión de los
(129)
otros , sino procurar por todos medios ía felici-
dad pública ; reuniendo con esta idea los intere-
ses de todos , obligándoles con la persuasión y
con la autoridad á darse parte unos á otros de'
los provechos , con que estén en estado de ser-
:

vir al público •, porque civilizando semejantes


hombres , no pretende dejarles la libertad de
hacer de sus talentos el uso que les parezca,
sino que se sirvan de ellos para asegurar el lazo
de la sociedad. Glauc. Verdad es , que ya se
me había olvidado. Soc. Observad por último,
mi amado Glaucon , que no haremos ningún
agravio á los filósofos que se hubiesen formado
baxo nuestra dirección ; sino que les alegaremos
buenas razones , para obligarles á encargarse de
la custodia y conducta de los otros. E n q u a l -
quier otra república , les diremos , los filósofos
pueden sin injusticia substraerse de la incomo-
didad de los negocios ; porque ellos no son d e u -
dores de su saber salvo á sí mismos , y ei g o -
bierno eti nada contribuye para educarles. Pues
ello es justo que el que no debe sino á sí
mismo su nacimiento y sus a u m e n t o s , no esté
atenido á ningún reconocimiento para con p e r -
sona alguna. Por lo que á vosotros hace , n o s o -
tros os hemos formado y criado con esmero y
cuidado particular , para que fueseis en nuestra
república como en la de las abejas, nuestras ca-
bezas y nuestros reyes , dándoos con este desig-
nio una educación mas perfecta , que os haga
mas capaces que á ningún otro de unir el estu-
XOMO II. i
dio de la sabiduría al manejo de los negocios.
Baxad pues sucesivamente á la morada de vues -
tros conciudadanos, y acostumbrad vuestros ojo s
á las tinieblas que allí reynan ; porqué en f a m i -
liarizándoos con ellas , juzgareis mil veces m e -
j o r que los otros de la naturaleza de las cosas
que allí se vén , y distinguiréis con mas conoci-
miento las fantasmas de la h e r m o s o , de lo j u s -
to y de lo bueno , por haber visto en otra parte
la esencia de cada uno de ellos. Y así para vues-
tra felicidad, otro tanto que para la del público,
nuestro estado será gobernada en realidad y n o
en sueños, como lo, son al presente gran parte
de los otros estados, por hombres que se matan
tras las sombras vanas ,. y se disputan con furor
la autoridad , que miran ellos como u n bien de
primer orden. Pero la verdad es ,r que en toda
sociedad en donde los que deben mandar , n o
- descubren ninguna ansia por su elevación, es
como preciso que ella esté bien gobernada y que
habite en ella la concordia y la paz ; en lugar
que en qualquiera otra parte ,. donde por la i n -
triga se consigue el m a n d o , no puede menos de
suceder lo contrario. - Glauc. Tenéis mucha, r a -
zón en todo. Soc. Pensáis acaso , que nuestros
1

alumnos se resistirán á la fuerza de nuestras r a -


zones , y rehusarán llevar sucesivamente el peso
del gobierno, para pasar después juntos la m a -
yor parte de su vida en una región mas pura?
Glauc. Imposible es que lo rehusen; porque ellos
son justos , y nuestras peticiones lo son también:
(130
sino que cada uno de ellos, muy aí contraríe)
de lo que sucede éri otras partes > sé encargará
del mandó -, como dé üñ yugo pesado é indis-
pensable.
Soc. Tal es -, mi amádó amigo j íá naturaleza
de las cosas. Si podéis encontrar para los qué
deben ¡mandar > üná Condición dé vida que ellos
prefieran al máiido •, Vos encontraréis también-
una república bien gobernada • porqué en sola
ella mandarán los que son realmente ricos, no
en o r o , sino en sabiduría y éii virtud -, únicas ri-
quezas dé los verdaderamente felices) pero eñ don-
de hombres pobres, y qtte ño tienen bienes p r o -
pios >ni medio alguno para ser felices^ aspira-
sen al m a n d o , creyendo encontrar allí la dicha
tras que van hambrientos > lá administración
siempre será mala. Porque sé disputarán y se a r -
rancarán de las maños la autoridad y está güer-*
i

ra doméstica é intestina por último acabará con


ellos y con todo el estado. Glauc. N o hay cosa
mas Cierta. Sóc, Conocéis por suerte otra condi*
cion qué inspiré desprecio á las dignidades y
empleos públicos) qué la del verdadero filósofo?
Glauc. Par diez qué no eóüózcó Otra. SóC. Pues
ía autoridad debe confiarse á los que nO tienen
ambición de poseerla; dé lo contrarió la rivali-
dad suscitará contiendas entré ellos. Glauc Ñó
tiene duda: Soc A quienes forzaréis pues á a c e p -
tar el mandó de lá república, sino á aquellos que
mejor instruidos qué nadie éU'la ciencia del g ó -
biernOj tienen Otra Vida y otros honores mucho me*
í 2
(133)
jores que los que la vida civil les ofrece? Glauc, Yo
no me dirigiria á oíros.
Soc. Queréis que examinemos ahora de qué
modo formaremos hombres de este carácter , y
cómo les haremos pasar de las tinieblas á la luz,
según se dice , que algunos subieron de los i n -
fiernos á la morada de los dioses ? Glauc. Quién
pregunta eso? Soc. A q u í , según parece , no se
trata del juego de n i ñ o s , en que se arroja una
tejuela (2) para saber de qué lado se volverá:;
sino de un movimiento por el qual el alma d e -
xando este dia obscuro que la r o d e a , se eleve
hasta el ser por el camino verdadero que c o n -
duce allá j cuyo camina diremos nosotros que es
la verdadera filosofía. Glauc. N o tiene duda.
Soc. Por tanto conviene averiguar quáles son las
ciencias propias para producir este efecto. Glauc. Es
cierto. Soc. Pues bien , mi amado Glaucon, quál
seria la.ciencia que eleva el alma de aquello que
nace ( 3 ) á lo que en realidad siempre existe?
Mas me ocurre ahora otra reílexion. No diximos
nosotros que era menester que nuestros filósofos
se exercitasen en la juventud en el arte de la
guerra? Glauc. Es cierto que lo diximos. Soc. Lue^
go es necesario que la ciencia que buscamos,
sobre aquella primera y principal ventaja , t e n -
ga aún alguna otra. Glauc. Quál ? Soc. El que
no sea inútil á los guerreros. Glauc. No hay duda,
que es necesario, siendo esto posible. Soc. Noso-
tros los educamos mas arriba en la música y en
la gymnástica: no es así? Glauc. Así fué. Soc. Pero
('33)
l a gymnástica tiene por objeto ío-que está ex-
puesto á generación y corrupción, siendo su o b -
jeto examinar lo que puede aumentar ó disminuir
Jas fuerzas del cuerpo. G/a«c. Así parece. Soc. Lue-
go no es ésta la ciencia que nosotros buscamos.
Glauc. N o por cierto. Soc. Será por ventura la
música tal como la hemos explicado antes?
Glauc. Pero , si se os acuerda, ella correspondía
á la gymnástica , aunque en un género opuestoj
proponiéndose dar costumbres á nuestros guer-
reros , arreglar los conciertos de su alma , se-
g ú n la armonía, moderar sus movimientos con—
forme al número , y no aumentar sus conoci-
mientos. Los discursos , ora verdaderos , ora fa-
bulosos , se dirigían ai mismo fin : mas yo no
he visto que ella encerrase ninguna de las cien-
cias que vos buscáis, quiero decir de aquellas
que son propias para elevar el alma al conoci-
miento del bien. Soc. Con mucha exactitud me
recordasteis lo que nosotros habíamos hablado.
L a música en efecto no contenia semejante cosa:
pero , mi estimado Glauoon , quál seria esta
ciencia? porque las artes mecánicas ciertamente
no lo son , por parecerme todas demasiado baxas
y viles para esto. Glauc. Sin disputa.
Mas entretanto dexadas a p a r t e , la música,
la gymnástica y las a r t e s , qué otra'ciencia pue-
de quedar aún? Soc. E a pues , si no encontra-
mos ninguna fuera de éstas, tomemos alguna de'
las ciencias universales. Glauc. Q u á l , por exem-
plo. Soc. Aquella que es tan común , de la qual
i 3
(i34)
todas las artes.y todas las otras ciencias hacen
uso , y que se debe aprender de las primeras.
Glauc. Quál es ésta ? Soc. Aquella liviana y p u e -
ril , que enseña á conocer lq que es u n o , dos,
tres , y qué llamo yo en general ciencia de los
números y del cálculo ? no es. verdad que n i n -
g ú n arte , ninguna ciencia puede pasarse sin ella?
Glauc, Convengo en ello. SQC, Ni el arte militar
por consiguiente ? Glauc, L e es absolutamente ne-
cesaria, Soc, En verdad, Palamedes en las tragedias
nos representa algunas veces á Agameninón como
general ridículo. N o habéis, observado que se
gloría de haber inventado las números, de haber
dado el plan de campaña delante de T r o y a , y
de haber hecho la denumeracion de las naves y
de todo 1q d e m á s , como si hubiese sido imposi-
ble antes de él contar todo e s t o , y que A g a -
memnón no supo siquiera quantos pies tenia,
porque al parecer no sabia contar ? qué idea q u e -
réis vos que se tenga de semejante general?
Glauc, Una idea muy baxa si tal cosa, fuese v e r -
dad. Scc, H a y acaso, á vuestro parecer, una cien-
cia mas necesaria al guerrero que la de los n ú -
meros y del cálculo ? Glauc. Le es absolutamen-
te indispensable, si quiere entender algo en la
disposición da un exército, ó por mejor decir, si
quiere ser hombre, Soc. Os ha ocurrido á vos el
mismo pensamiento que á mí en orden á esta
ciencia? Glauc. Qué pensamiento,? Soc. Me p a r e -
ce que ella tiene la ventaja que nosotros nos pro-
ponemos , de elevar el alma á. la simple inteíi-
g e n c i a , y de dirigirla á la contemplación de lo
que es ; pero que nadie sabe servirse de ella como
es debido. Glauc. Cómo entendéis' vos esto?
Soc. Procuraré explicaros lo que yo pienso. E x a -
minad conmigo el modo con que yo distingo las
cosas que me parecen propias para elevar el
a l m a , de aquellas que no lo son. Conceded ó
negad , según mejor os pareciere ; p a r a que por
este medio veamos mas claramente si la cosa es
como yo me la imagino. Glauc. Decid pues.
Soc. Ya lo hago..
Observad si es cierto que entre las cosas sen-
sibles , hay unas que en nada excitan al e n t e n -
dimiento á que ponga en ellas su a t e n c i ó n , p o r -
que los sentidos son jueces competentes ; m i e n -
tras que las otras le obligan á reflexionar , á cau-
sa del juicio tan confuso que hacen .de ellas los
sentidos. Glauc. Vos habláis sin d u d a de los ob-
jetos que se descubren de l é x o s , y que no están
sino en bosquejo. Soc, N o habéis penetrado bien
lo que yo quiero decir. Glauc. Pues.de qué q u e -
réis hablar ? Soc. Por los objetos que no mueven
el alma á la reflexión entiendo aquellos que n o
9

excitan á un tiempo dos sensaciones .contrarias,


y llamo objetos que la incitan á reflexionar,
aquellos que hacen nacer dos sensaciones opues-
tas , quando la relación de los sentidos ni dice
determinadamente que sea esta tal cosa , ni la
otra opuesta , ora el objeto hiera .el sentido de
cerca , ora de léxos. Y para que entendáis me-r
jor mi pensamiento , ved aquí estos tres que 11a-
triamos dedos, el p u l g a r , el índice y el del m e -
dio. Glauc. Muy bien. Soc. Concebid que yo los
supongo mirados de c e r c a , y en orden á ellos
haced conmigo esta observación. Glauc. Qué o b -
servación? Soc. Cada uno de ellos nos parece
igualmente d e d o , y baxo de este respecto i m -
porta poco que se le vea en medio ó al e x t r e -
m o , blanco ó negro , grueso ó delgado , y así
de lo demás. E n nada de todo esto se vé obliga-
da el alma á preguntar al entendimiento lo que
es dedo : porque nunca la vista atestiguó á u n
mismo tiempo que el dedo fuese otra cosa que
dedo. Glauc. Ciertamente que no. Soc. Razón
pues tuve yo de decir que en este caso no hay
nada que excite y despierte al entendimiento.
Glaüc. Sí por cierto. Soc. Pero q u é ! la vista j u z -
g a como es debido de la magnitud ó de la p e -
quenez de estos,dedos? Es indiferente para ella,
que el uno de ellos esté en medio ó á los e x t r e -
mos? Otro tanto digo de la groseza y delgadez,
de la blandura y de la dureza respecto al tacto:
y .en g e n e r a l , la relación do los sentidos sobre
todos estos puntos es muy exacta ? N o es por
suerte esto lo que hace cada uno de ellos ? Por
de contado , el sentido destinado á juzgar de lo
que es duro , se vé precisado también á pronun-
ciar sobre lo que es b l a n d o , y participa al alma
que aquello mismo que le hiere como que lo
siente duro y blando. Glauc. Esto es "así. Soc. Pues
n o es como preciso en tales circunstancias que eí
alma esté perplexa con motivo de esta relación
(i-3?)
del sentido, que le dice que la misma cosa es
dura y blanda ? L a sensación de la pesadez y de
la ligereza no obliga también al alma á hacer
averiguaciones sobre la naturaleza de la g r a v e -
dad y de la levedad , quando los sentidos le par-
ticipan que el cuerpo pesado es ligero , y el l i -
gero pesado? Glauc. Semejantes avisos debenj>a-
recerle muy extraños al alma , y piden un exa-
men serio de su parte. Soc. N o pues sin motivo
el alma , llamando entonces en su ayuda al e n -
tendimiento y. reflexión , procura examinar si
cada uno de estos anuncios es sobre una sola cosa
ó sobre dos. Glauc. Sin duda que no. Soc. L u e -
go si juzga ella que son dos cosas , cada qual de
ellas le parecerá una y distinta de la otra.
Glauc. Ciertamente. Soc. Si pues cada una ds
ellas le parece u n a , y la una y la otra dos , las
concebirá ambas á dos separadas ; porque si así
no las concibiese, no tendría el concepto de dos
cosas, sino de una sola. Glauc.Muy bien. Soc. De
la vista , decimos nosotros , que percibe la mag-
nitud y pequenez , no como dos cosas separadas,
sino como confundidas una con otra : no es así?
Glauc. Así es. Soc. Y para la declaración de esta
sensación confusa , el entendimiento haciendo lo>
eontrario que la vista , se vé obligado á consi— *
ererar la magnitud y la pequenez, no ya c o n -
fundidas , sino separadas (4) entre sí. Glauc. Esto
es verdad. Soc. Pues de aquí nos viene inmedia-
mente al pensamiento el preguntarnos á n o s o -
tros mismos 3 qué cosa es la magnitud y la pe—
queñéz. Glauc. Enteramente es asi. Soc. Y esta es
la razón , porque en cada objeto sensible , h e -
mos distinguido algo de visible y algo de inteli-
gible. Glauc. Y hemos hecho muy bien. 5oc..Esto
es lo que yo quería haceros entender quando
d e c i a , que entre los objetos sensibles los unos
mueven el alma á la reflexión, los otros no ; de -
signando por aquellos los que producen á un
tiempo dos sensaciones contrarias , / y por estos
los que no provocan al alma á reflexionar, por-
que no causan mas de una sola sensación.
Glauc. Ahora lo entiendo, y pienso como vos.
Soc. E n quál pues de estas dos clases colo-
cáis ai número y á la unidad ? Glauc. Yo no lo sé.
Soc Discurridlo por lo que acabamos de decir.
Porque si nosotros percibimos suficientemente el
número por sí mismo , ó la unidad por la vista
ó por algún otro sentido , ella no nos lleva á la
contemplación, de la esencia, como poco hace
decíamos del dedo. Pero si la vista nos presenta
siempre en la unidad alguna contradicción , de
suerte que no nos parezca mas una unidad que
u n conjunto de unidades ; entonces tiene ya n e -
cesidad de u n j u e z que decida , y dudosa el alma
y perpfexa, dispertandoen sí al entendimiento,
se y.é obligada á inquirir y preguntarse á sí mis-
m a qué cosa es la unidad. E n este caso el cono-
ckniento de la unidad es uno de aquellos que ele-
van el alma y la convierten de parte de la con-
templación del ser. Glauc. Pues realmente la vis-
ta de la unidad causa en nosotros el efecto de
(>39)
que habíais. Porque nosotros vemos á un tiempo
la misma cosa como u n a , y como infinita en n ú -
mero (5). Soc. L o que sucede pues á la unidad,
no debe suceder también á qualquier otro n ú -
mero que sea ? Glauc. Por qué no ? Soc. Pues en
verdad que la aritmética y la ciencia del cálculo
tienen por objeto los números. Glauc. Es muy se-
guro. Soc. De consiguiente la una y la otra c o n -
ducen al conocimiento de la verdad. Glauc. Pero
de un modo admirable. Soc. Esta pues seria una
de aquellas ciencias que nosotros buscamos. Por-
que ella es necesaria al guerrero para disponer
bien un exército ; al filósofo para salir de la exis-
tencia de las cosas y pasar hasta su esencia , sin
lo qual jamás llegará á discurrir bien. Glauc. Es
asi. Soc. Mas aquel á quien nosotros confiamos
la guarda de nuestra república, es. á u n tiempo
guerrero y filósofo. Glauc. Sin duda. Soc. C o n -
veniente pues serta , amigo Glaucon , establecer
por ley y persuadir , que los que son destinados
entre nosotros para ocupar los primeros empleos,
se apliquen á la ciencia del cálculo , y que la es-
tudien no superficialmente, sino hasta tanto que
por la mas pura luz del espíritu hayan llegado
á conocer la naturaleza y las propiedades de los
números: no para que les sirva como á los m e r -
caderes y buhoneros en las ventas y compras;
sino para aplicarla á los usos de la g u e r r a , y
para facilitar al alma el tránsito de la g e n e r a -
ción á la verdad y á la esencia. Glauc. Decís
muy bien.
(i4o)
Soc. N o puedo menos de admirar quán h e r -
mosa es en sí la ciencia del cálculo , y quán útil
al designio que nos proponemos ; quando se e s -
tudia solo por conocerla, y no para degradarla
aplicándola á la grangería. Glauc. Qué admiráis
tanto en ella? Soc. L a virtud que ella tiene de
elevar el alma , según acabamos de decir , obli-
gándola á raciocinar sobre los números tales como
son en sí mismos , no pudiendo sufrir que en
la disputa se le presenten por números verdade-
ros , cuerpos visibles ó palpables. Vos sabéis sin
duda lo que hacen aquellos que están instruidos
e n esta ciencia. Si alguno intenta á presencia
suya dividir.la unidad con el pensamiento , ellos
se le b u r l a n , y no quieren o í r l e ; mas si por
suerte vos la dividís, ellos la multiplican , t e -
miendo siempre que la unidad dexe de parecer
lo que ella es , esto es , u n a , sino un (6) conjun-
to de muchas partes. Glauc. Tenéis mucha ra-
zón. Soc. Y si s e l e s preguntase: hombres raros,
de qrué números habíais vosotros? dónde están
estas unidades tales como vosotros las suponéis,
tan perfectamente iguales entre s í , que no haya
la menor diferencia , y que no estén compuestas
de parte alguna ? Mi amado Glaucon , qué p e n -
sáis vos que ellos responderían? Glauc. Yo creo
que responderían , que ellos hablan de aquellos
números que n o están sujetos á los sentidos, y
que n o pueden manejarse de otro modo que con
el pensamiento. Soc. Por tanto veis v o s , mi a m a -
do amigo , que nosotros no podemos absoluta-
(I l)
4

mente pasamos sin esta ciencia , pues que juzga-


mos que ella obliga al. alma á servirse del e n -
tendimiento para conocer la verdad. Glauc. Es
cierto que tiene admirable virtud para producir
este efecto. Soc. Habéis también observado que
los que tienen el espíritu calculador son muy
dispiertos, por decirlo a s í , para todas las cien-
cias , y que aún los espíritus t a r d o s , quando se
instruyen y exercitan en el cálculo , sacan á lo
menos esta ventaja de adquirir mas facilidad y pe-
netración para todo lo demás l Glauc. Ello es así
como decís. Soc. Y al cabo creo que con dificultad
encontrareis muchas ciencias, que cuesten mas
de aprender y de sondear que ésta. Glauc. Cier-
tamente que sí. Soc. Por todas estas razones n o
debemos despreciarla ,. sino que se han de d e d i -
car á ella desde luego los que nazcan con b u e -
nos ingenios. Glauc. Convengo en ello.
Soc. Dexemosla pues aparte , y veamos si la
ciencia que á ésta se s i g u e , nos conviene ó no.
Glauc. Qué ciencia l por fortuna seria la g e o m e -
tría? Soc. Ella misma. Glauc. Es evidente q u e
ella nos conviene , á lo menos en quanto tiene
relación con las operaciones de la guerra.. P o r -
que en iguales circunstancias , u n geómetra s e
distinguirá mas que el que no l a s e a e n sentar
los reales, ocupar los terrenos tomar las p l a -
r

zas , en reconcentrar ó extender un exército,, y


hacerle executar todas las evoluciones que se
acostumbran en una acción , ó en una marcha..
Soc. Eablandoos con verdad no hay necesidad para
( ).
ésto de mucha geometría , ni de mucho cálculo.
- L o que nos importa ver e s , si la- mayor y mas
profunda parte de esta ciencia se dirige á facili-
tar mas al espíritu la contemplación de la idea
del bien. Y este efecto , decimos, que es propio
de las ciencias que obligan al alma á volverse
acia aquel lugar donde está el ser mas feliz de
todos los seres > que el alma debe esforzarse á
conocer de todos modos. GlaüC. Tenéis m u c h a
razón. Soc. Luego si la geometría Obliga al alma
á contemplar la, esencia de las cOsás, no hay
duda que nos conviene; mas si se detiene en
su existencia, ya no nos conviene. Glauc. N o
hay duda. Soc. Nadie pues que tenga la menor
tintura de geometría , nos negará que el objeto
de esta ciencia es directamente contrario á los
discursos que de ella tienen los que la manejan.
Glauc. Cómo es esto ? Soc. El lenguage de que s e
valen es muy ridículo , aunque ellos ttó pueden
dexar de usarle. Ellos no hablan sino de qüadrar,
prolongar, añadir , y así de lo demás, cómo si h i -
ciesen algo,-y todas sus operaciones se dirigiesen
á la práctica , síendo así que en la realidad esta
;

ciencia se termina en la pura especulación ( 7 ) .


Glauc. Tenéis raZon en todo. Soc. Os convenís aún
en otra cosa? Glauc. E n qué ? Sóc. E n qué se ter-
mina en la especulación de lo qué es- siempre,
y no en la de lo qué nace y perece con el tiem-
p o . Glauc, N ó tengo dificultad ert concederlo:
porque la geometría tiene por objeto-ei conoci-
miento d e lo que siempre es. Soc. De-cónsiguien»
( 143)
te , ó buen amigo , ella arrebataría el alma acia
la v e r d a d , y formaría en ella el espíritu filosó-
fico , obligándola á dirigir á lo alto sus miradas,
que ahora fixa indebidamente en las cosas de acá
baxo. Glauc N o hay cosa mas cierta. Soc. M a n -
daremos pues expresamente á los ciudadanos de
la mas hermosa república que hubo en el m u n -
do á no descuidarse en eí estudio de la geome-
tría : otro tanto m a s , que sobre esta ventaja prin-
cipal tiene a ú n otras accesorias que n a son de
despreciar. Glauc. Quáfes son éstas ? Soc. Aquellas
de que vos habéis hablado . que miran á la g u e r -
?

ra : sobre lo qual ella proporciona facilísima


t

entrada p a r a todas las ciencias ; pues vemos que


en orden á esto hay u n a total diferencia , entre
el que está versada en la geometría , y aquel que
no lo está. Glauc. E n verdad que la diferencia
es muy grande. Soc Haremos pues que nuestros
jóvenes en segundo lugar se dediquen á esta cien-
cia. Glauc Me parece muy bien.
Soc. Y pondremos por tercera ía astronomía?
qué os parece ?. Glauc Mucho que sí : tanto mas
que no es menos necesaria al guerrero , que al
labrador y al piloto:, el tener u n conocimiento.'
exacto de las estaciones ^ de los meses y de los
años. Soc. Q u é bueno que soist m e parece que
vos teméis que el vulgo os eche en cara que i n -
troducís ciencias inútiles en vuestro plan de edu-
cación. Mas á la verdad las ciencias de que n o -
sotros hablamos , tienen una ventaja considera-
ble , pero de la qual se convencerán pocas, g e n -
(i44)
tes ; y es la de purificar y reanimar el órgano
del a l m a , destruido y ciego por las otras o c u -
paciones de la vida : órgano , no obstante , cuya
conservación nos interesa diez mil veces mas que
los ojos de la cara j puesto que por solo él se
percibe la verdad. Los que piensan como n o s o -
tros sobre este punto , aplaudirán vuestra elec-
ción. Pero no esperéis el voto de aquellos q u e j a -
más hicieron estas reflexiones , y que no regis-
tran en estas ciencias otras utilidades , que aque-
llas que les hieren los sentidos. Tened cuenta
pues ahora por quienes habláis. N o es cierto que
ni por los unos, ni por los otros conversáis c o n -
migo , sino por vos mismo ; aunque no estéis en.
disposición de envidiar á otros la utilidad que
podrían sacar de esta conversación ? Glauc. V e r -
dad e s , que principalmente por mí mismo me
t o m o este trabajo de preguntaros y responderos.
Soc. Si esto es a s í , volvamos pies atrás : por-
que no hemos tomado la ciencia que inmediata-
mente sigue á la geometría. Glauc. Pues qué he-
mos hecho?.Soc. Después de la superficie, hemos
tomado el sólido movido circularmente ( 8 ) ,
antes de tomarle en sí mismo. El orden exigía
que tras lo que está compuesto de dos dimensio-
nes , tomásemos los sólidos que tienen tres , á
s a b e r , los cubos y todo lo que tiene profundi-
dad. Glauc. Esto es cierto : pero me parece , S ó -
crates , que aún no se ha hecho en este género
ningún descubrimiento (9). Soc. Esto proviene de
dos causas, la primera e s , que ninguna r e p ú -
blíca hace él apreció que debiera de estos descu-
brimientos , los quales siendo penosos de encon-
trar se buscan débilmente. L a segunda es , que
los que á esto se dedican, necesitarían de un d i -
rector , sin el qual sus averiguaciones serán i n -
útiles. Pues póf decentado, el encontrar uno bue-
no , es muy difícil; y aún quando se encontrase,
en el estado presente de las cosas, los que se
ocupan de estas indagaciones, tienen demasiada
presunción pata querer sujetarse á sus luces. Pero
si una república entera presidiese á sus trabajos,
teniéndolos en alguna estimación , ellos se p r e s -
tarían á sus' m i r a s , y mediante esfuerzos r e p e -
tidos y constantes , no tardarían en descubrir la
verdad : pues que hoy dia , á pesar del despre-
cio que se hace de esta ciencia y las quiebras que
sufre del común de las gentes , y aunque el p e -
queño número de los que trabajan por enrique-
cerla ignoran de qué utilidad puedan ser sus
descubrimientos; con todo la fuerza de sus e n -
cantos triunfa de todos los obstáculos, y de cada
dia hace ella nuevos progresos , y no me admira
que tenga tanto poder sobre los ánimos. Glauc. Yo
convengo en que no hay estudio de mas a t r a c -
tivo que éste. Pero que me aclaréis, os ruego , lo
que vos acabáis de decir. Vos poniais desde l u e -
go la geometría ó la ciencia de las superficies»
5

Soc. Es muy cierto.- Glauc-. É inmediatamente


después habéis puesto la astronomía, y en s e -
guida volvisteis pies atrás Soc. Esto es que que-
4

riendo apresurarme demasiado en decirlo todos


TOMO W. K
me atraso mas en vez de adelantar. Yo debía
tras la geometría hablar de la formación de los
sólidos : mas viendo que quanto se ha descubier-
to en esta materia es ridículo y despreciable , la
dexé á un lado por pasar á la astronomía , esto
e s , á los sólidos puestos en movimiento. Glauc. L o
habéis dicho muy bien.
Soc. Pongamos pues la astronomía en quarto
lugar , mirando como descubierta la ciencia que
omitimos , que lo será infaliblemente, si todo u n
estado toma de su cuenta trabajaren ello. Glauc. Es
m u y regular. Pero como vos , Sócrates , me h a -
béis reprehendido de que con pesadez elogiaba
la astronomía , voy á alabarla de un modo c o n -
forme á vuestras ideas. Porque , me parece q u e
es notorio á todo el mundo , que ella obliga a l
alma á mirar á lo alto y á pasar de las cosas d e
la tierra á la contemplación de las del cielo»
Soc. Acaso será esto evidente para todos , menos
para mí : porque yo no pienso lo mismo.
Glauc. Pues cómo pensáis vos? Soc. Yo pienso
que del modo con que la estudian los que se
aplican á la filosofía , ella hace mirar acia baxo,
Glauc. Qué es lo que vos queréis decir? Soc. M e
parece que os formáis una idea singular, de lo
que yo llamo conocimiento de las cosas de h>
alto. Vos creéis sin duda, que si alguno percibiese
algún objeto observando de abaxo arriba las pin-
turas de un cíelo raso , que él le veria con los
ojos del alma , y no con los del cuerpo.. Puede
ser que tengáis vos razón , y que yo me engañe
groseramente. Pues por lo qué á mí hace, yo no
puedo reconocer otra ciencia que haga mirar al
alma á lo de a r r i b a , que aquella que tiene, por
objeto lo que e s , y lo que no se vé. Y mientras
que alguno se ocupe de alguna'cosa sensible, ora
sea que mire al cielo con la boca abierta, ora
qué mire al suelo cerrados los labios; yo nunca
diré que aprende nada , porque ninguna cosa
sensible es objeto de la ciencia : ni que su alma
mira á lo alto , sino á lo b a x o , por mas que es-
tuviese echado boca arriba sobre la tierra ó sobre
el mar. Glauc. Vos tenéis razón de reprehender-
me : yo encuentro en esto lo que me merezco.
Masdecidme lo que reprehendéis en el modo con
que hoy dia se estudia la astronomía, y qué m u -
danza debería hacerse para hacerla útil á n u e s -
tro designio. Soc. Vedla aquí.
Admírese enhorabuena la hermosura , la v a -
riedad y el orden de los astros con que está a d o r -
nado el cielo, comparados con otras cosas ; pero
como al cabo estos son objetos sensibles , quiero
que se les ponga muy inferiores á los astros (10)
verdaderos, y á las relaciones que entre sí guar-
dan la velocidad y lentitud r e a l , dando-el m o -
vimiento á estos astros y al mundo i d e a l , según
el verdadero n ú m e r o , y todas las verdaderas fi-
guras. Pues todas estas cosas se escapan á la vis-
ta , y no son asequibles salvo por la razón y el
pensamiento : creeislo vos así? Glauc. D e la mis-
ma manera. Soc. Quiero pues que el espectáculo
vario que nos ofrece el cielo físico, nos sirva
K 2
como de e x e m p k r para conocer mejor aquellas
cosas inteligibles ; haciendo lo mismo que haría
un hábil geómetra á vista de las figuras llanas ó
de relieve trabajadas por Dédalo ( n ) ó q u a l -
quier otro artífice, ó pintadas por mano de a l -
gún excelente pintor. Porque considerándolas no
podría dexar de tenerlas como obras acabadas
del arte ; bien que creyese al mismo tiempo que
seria ridículo estudiarlas con atención, con la
esperanza de descubrir allí la v e r d a d , tocante á
las relaciones de i g u a l d a d , de duplicación, ó de
qualquier otra proporción que fuese. Glauc. Mas
por suerte haría mal en tener esto por ridículo?
Sac. Pues el verdadero astrónomo no tendrá el
mismo pensamiento , quando eche los ojos sobre
las revoluciones de los astros? Creerá sin duda
que el artífice del cielo y de todo quanto hay en
é l , ha dado á su obra toda la hermosura de que
era capaz j pero no estáis persuadido que t e n -
dria por una extravagancia imaginarse que las
proporciones del dia á la n o c h e , de los dias k
los meses , de los meses á los a ñ o s , de las r e -
voluciones de los astros comparadas entre sí y
con la del s o l , sean siempre las mismas , y que
no se muden ellos j a m á s , siendo materiales y v i -
sibles , y querer buscar por todos medios descu-
brir la verdad en todo esto ? Glauc. Ahora que
os entiendo, la cosa me parece lo mismo. Soc.Nos
serviremos pues de los astros en el estudio de la
astronomía , como se valen en la geometría de
las figuras trazadas sobre el p a p e l , sin detener-
(»49)
nos en lo que pasa en el cielo ; si queremos l l e -
gar á ser verdaderos astrónomos, y sacar alguna
utilidad de la parte intelectiva de nuestra alma,
que sin esto nos seria inútil. Glauc. Con esto
cargáis al astrónomo de mucho mas trabajo del
que tiene hoy dia.
Soc. Yo pienso que debemos prescribir el mis-
mo método en orden á las otras ciencias, si es
que ha de sacarse algún provecho de nuestras
leyes. Mas podríais traerme vos aún á la memoria
alguna ciencia que conduzca á nuestro designio?
Glauc. Al presente no me ocurre ninguna. Soc.Con
todo , el movimiento solo , á lo que me parece,
nos suministra no solo u n a , sino muchas espe-
cies. U n sabio podria numerarlas todas tal vez.
Por lo que á nosotros h a c e , no numeraremos
mas que las dos que nos son conocidas. GlaucQuá-
les son estas dos ? Soc. L a astronomía es la p r i -
mera : la otra es aquella que le es equivalente.
Glauc. Quál es esta~6tra? Soc. Parece que el m o -
vimiento armónico encanta los oídos , como el
movimiento de los astros embelesa la vista. E s -
tas dos ciencias , la astronomía y la música, son
hermanas, dicen los Pythagoricos , y nosotros
con ellos. Glaucon , no es así ? Glauc. Es cierto.
Soc. Por quanto ellos pues han profundizado en
esta materia hasta lo s u m o , nos aprovecharemos
nosotros de lo que han dicho acerca de e s t o , así
como de los otros descubrimientos suyos en q u a l -
quier género que sea , observando sobre todo
con cuidado nuestra máxima. Glauc Qué -máxi-*-
K 3
(i5o)
má? Soc. D e cuidar que no den á nuestros dis-
cípulos lecciones imperfectas , que no se dirijan
al término á donde deben encaminarse todos
nuestros conocimientos, según poco antes decía-
mos con motivo de la astronomía. Ignoráis por
ventura que la música hoy dia no es mejor t r a -
tada que su hermana? Limitase esta ciencia á la
medida de los tonos y consonancias sensibles;
trabajo tan inútil como el de los astrónomos de
que yo he hablado. Glauc. Por cierto, que es cosa
ridicula el ver , como nuestros músicos hablan
sin cesar de cadencias, y acercan el oido como
para sorprender los sonidos al paso : los unos
dicen que oyen un sonido medio entre dos t o -
nos , y que este sonido es el mas pequeño que
los separa : los otros sostienen al contrario , que
estos dos tonos son perfectamente semejantes;
anteponiendo unos y otros el juicio del eido al
del entendimiento. Soc. Vos habláis sin duda de
estos famosos músicos F hacen padecer las
c e

c u e r d a s , y las ponen en t o r t u r a , estirándolas


con violencia por medio de las clavijas. Yo p o -
dría alargar mas esta alegoría ,, haciendo m e n -
ción de los golpes de arco que les dan , de las
acusaciones que les hacen sobre su obstina-
ción en resistirse á ciertos sones, ó á dar otros
que no se les piden. Pero la dexo , y declaro
que no son estos de quienes yo quiero hablar,
sino de aquellos de quienes hemos dicho que de-
bía hacerse elección para enseñar la armonía á
nuestros discípulos. Porque hacen lo mismo q u e
ios astrónomos: inquieren de qué números r e -
sultan las consonancias que hieren el oido ; pero
j a m á s se metieron en problemas , para examinar
quales son los números armónicos , y quales no
lo son,; ni de dónde viene entre ellos esta dife-
rencia. Glauc. Semejante averiguación es v e r d a -
deramente sublime. Soc. Pero muy conducente
para el descubrimiento de lo hermoso y de lo
bueno : porque si se toma de otro modo , ella
d e nada servirá. Glauc. Yo lo creo.
Soc. Yo pienso en efecto que si el método
que hemos prescrito para el estudio de las cien-
cias , se extiende hasta hacer la conexión y rela-
ciones íntimas que ellas tienen entre sí mismas;
si por el raciocinio se llega á descubrir quál es el
lazo que las u n e , este estudio entonces léxos de
ser ingrato é i n ú t i l , será de gran socorro para el
•fin que nosotros nos proponemos; mas de lo c o n -
trario nos tomáremos una incomodidad superfina.
Glauc. Soy de vuestro parecer; pero , Sócrates,
este trabajo, es muy largo y muy penoso. SoC. Q u é
queréis vos decir ? esto no es a ú n sino el preám-
bulo. No sabéis vos que todo esto solo sirve para
preparar el espíritu á la inteligencia de la ley,
qué debe (12) aprenderse? Á vuestro parecer,
todos los que están versados en estas ciencias,
-son por suerte dialécticos? Glauc. En verdad que
n o : yo no he encontrado sino algunos muy c o n -
tados. Soc. Pero qué ? si no se está en estado de
dar- á entender la razón de cada cosa , creéis vos
que jamás se pueda conocer bien lo que nosotros
K4
(.15*)
hemos dicho que debia saberse ? Glauc. Yo no lo
creo. Soc. Vednos pues llegados ya , mi amado
Glaucon, á la ley misma que comprehende el arte
de la dialéctica : la q u a l , siendo toda espiritual,
puede ser representada por el órgano de la v i s -
ta , y por este tránsito progresivo ( 1 3 ) , de que
nosotros hablábamos , del aspecto de los anima-
les al de los astros , y en fin á la contemplación
del sol mismo. D e este modo el que se aplica á
la dialéctica , prohibiéndose absolutamente el uso
de los sentidos, se eleva con la razón sola hasta
la esencia de las cosas: y si continúa sus i n q u i -
siciones hasta alcanzar con el pensamiento la
-esencia del b i e n , entonces es llegado ya al t é r -
mino de los conocimientos intelectuales, como el
que vé el sol llegó al término del conocimiento
de las cosas visibles. Glauc. Enteramente es así.
Soc. N o es esto lo que vos llamáis la marcha y
el progreso de la dialéctica? Glauc. Sin duda.
Soc. Allí pues se empieza por ser libertado
de sus cadenas , y dexadas después las sombras
se convierte acia estas figuras artificiales, y á
este fuego que ilumina la cueva. E n fin sale de
este lugar subterráneo para elevarse á los l u g a -
res que alumbra el s o l ; y porque los ojos d é -
biles y deslumhrados no pueden de pronto fi-
xarse en los animales mismos , ni en las p l a n -
tas , ni en el s o l , se recurre á sus imágenes p i n -
tadas en las aguas. Aquí el alma tiene igualmen-
te recurso á fantasmas, pero fantasmas divinas,
á sombras de seres verdaderos y no á sombras d e
(i53) .
lo que no tiene mas que la imagen del ser , á
sombras formadas por una luz de la qual el sol
mismo no es sino una débil representación. E l
estudio de todas las ciencias de que hemos h a -
blado produce este admirable' efecto , y eleva la
parte mas noble del alma hasta la contemplación
del mas excelente de todos los seres; de la mis-
ma manera que en el otro,caso , el o j o , parte
la mas brillante del cuerpo , contempla el mas
luminoso de los astros puestos en este mundo
material y visible. Glauc. Yo estoy de acuerdo
con lo que vos decís: aunque en cierto modo,
la cosa rae parece difícil de comprehender ; pero
baxo de otro respecto , la tengo también por no
fácil de despreciar. Mas como no es ésta la ú n i -
ca vez que hablaremos de este asunto , y en lo
sucesivo volveremos á él muchas veces j supon-
gamos que esto es así como se ha dicho , y v e n -
gamos á la ley misma y expliquemosla con el
cuidado que hemos explicado el preámbulo. D e -
cidnos pues en qué consiste la dialéctica, en
quántas especies se divide y por qué caminos ss
consigue. Porque hay mucha apariencia que el
término adonde van á parar estos caminos es eí
descanso del alma y el fin de su viage. Soc. Vos
no podréis seguirme hasta a l l á , mi amado G l a u -
con : por lo que á mí hace la buena voluntad
no me faltaría, ni seria sola la imagen del bien,
la que os haria v e r , sino el bien mismo qual á
mí me parece. Mas por ú l t i m o , que éste sea el
bien mismo ó n o , yo no me atrevo á salir poc
054)
fiador; pero lo que sí puedo asegurar es que esto
debe ser algo que se le acerca macho. N o es así?
Glauc. N o tiene duda. Soc. Y que la dialéctica
sola puede descubrirlo á un hombre exercitado
en las ciencias que sirven de preparación para
esto ; siendo la cosa imposible por qualquier otro
lado. Glauc. También podemos asegurarlo. Soc. Á
lo menos es un punto que nadie nos disputará;
d e que este método es el único que procura p e -
netrar por un medio cierto la naturaleza y esen-
cia de cada cosa : pues que todas las otras artes
sin excepción , sujetas á las opiniones y á los c a -
prichos de los hombres , se ocupan de genera-
ciones y composiciones, ó se aplican á la c u l -
t u r a y á la conservación de las obras de la n a -
turaleza y del arte. Mas en quanto á la g e o m e -
tría y á las otras ciencias de esta naturaleza, que
diximos alcanzaban en parte lo que de verdad
es ; vemos nosotros que el conocimiento que tie-
nen ellas del ser se asemeja al de un sueno , y
que les será imposible verle con claridad, m i e n -
tras que se valgan de suposiciones de las quales
n o pueden dar r a z ó n , y á las que no se atreven
á llegar. Q u é medio pues de dar el nombre de
ciencia á demostraciones • fundadas sobre p r i n c i -
pios , que ¡no se conciben con evidencia, y s o -
bre los quales con todo acumulan conclusiones y
proposiciones Intermedias ? Glauc. N o hay medio
ninguno. Soc. N o hay pues otro método que el
dialéctico que camine por la via de la ciencia,
no valiéndose de las hipótesis, sino para subir
(155)
á un principio que le sirva de base : y en r e a l i -
dad es , el que saca poco á poco el ojo del alma
del cieno de la barbarie en que está sumergido,
y le eleva á lo alto con los socorros y por el
ministerio de las artes de que nosotros hemos
hablado. Á éstas las hemos llamado muchas v e -
ces con el nombre de ciencia , por acomodarnos
al uso ; pero debe dárseles otro nombre que ten-
ga un medio entre la obscuridad de la opinión
y la evidencia de la ciencia: nosotros nos v a l i -
mos mas arriba del de conocimiento razonado.
Mas tenemos, según me parece, cosas muy i m -
portantes que examinar , para detenernos, en una
disputa de nombre. Glauc. Tenéis mucha razón.
Soc. Es pues mi parecer , que continuemos como
antes en llamar ciencia al primero y mas perfec-
to modo de conocer ; conocimiento razonado al
s e g u n d o : fé al tercero , y conjetura al quarto;
comprehendiendo los dos últimos baxo el n o m -
bre de opinión, y los dos primeros baxo el de
inteligencia : de suerte que lo que nace sea o b -
jeto de la. opinión , y lo que es sea objeto de la
inteligencia, y que la inteligencia sea en or-
den á la o p i n i ó n , la ciencia á la fé , el c o n o -
cimiento razonado á la conjetura , lo que la
esencia es respecto de la generación (14). D e x e -
mos por ahora , mi amado Glaucon , el examen
de las razones en que se funda esta analogía,
como también el modo de dividir en dos espe-
cies el género de objetos que caen baxo la o p i -
siion y el de aquellos que pertenecen á la i n t e -
ligeneia , por no meternos en discusiones mas
largas que todas las de que acabamos de salir.
Glauc. Haced vos lo que gustéis, yo procuraré
seguiros mientras .pueda.
v
Soc. N o llamáis vos dialéctico al que conoce
la razón de la esencia de cada cosa? ¥ del hom-
bre que no la conoce, no decís, que no tiene
inteligencia de una c o s a , en quanto no puede
dar razón de ella ni á sí mismo , ni á los otros?
Glauc. N o puedo menos de decirlo. Soc. Discur-
ramos del mismo modo en orden al bien. D e un
hombre que no puede separar con el entendi-
miento la idea del bien de todas las otras , ni dar
una definición exacta , ni después de haber c o r -
rido d e hilera en hilera las diferentes clases de
i d e a s , como un exército dispuesto en orden dé
batalla , reconocerla entre todas las d e m á s , no
con una simple opinión, sino con ciencia cierra,
y proceder en este examen con una razón segura
é incontrastable: no diríais vos de este tal que
está en una disposición que ni conoce el bien
por esencia , ni ningún otro bien: y que si por
fortuna adquiere alguna 'fantasma del bien , no
la alcanzarpor la ciencia , sino por la opinión,
y que «a vida se pasa en un profundo sueño
acompañado de desvarios, de modo que antes d e
dispertar íse encontrará ,en los profundos infiér-
alos para dormir allí eternamente ? -Glauc. Por
D i o s , que t o d o esto diría con gran seguridad.
Soc. Pero si vos os hallaseis algún dia encargado
en efecto de la educación de estos mismos d í s -
eípulos , que formáis aquí por modo de conver-
sación , pienso que no los pondríais ciertamen-
te al frente de vuestra república, con un pleno
.poder de disponer de los mas grandes negocios;
si ellos , como si fuesen de palo , no podían d a r
razón de nada. G/fliíc.Seguramente que no. Soches.
prescribiríais pues un plan de educación propio
para hacerles hábiles en la ciencia de preguntar:
y responder. Glauc. Ayudado de vuestros conse-
jos , yo se lo prescribiría. Soc Según esto , j u z -
gáis vos que la dialéctica e s , por decirlo a s í , ei
colmo y la cima de las otras ciencias , y que n o
hay ninguna que deba ponerse sobre ella , e n -
contrando todas en ella su fin y su perfección?
Glauc. Así me parece. Soc Réstaos por consi-
guiente el disponer á quiénes hemos de dar p a r -
te de estas ciencias, y de qué modo lo haremos»
Glauc. Esto es evidente.
Soc Os acordáis quál era el carácter de a q u e -
llos que escogimos para gobernar? Glauc M u y
bien que me acuerdo. Soc. Estad pues bien p e r -
suadido , que sobre todo hombres de aquel t e m -
ple son los que debemos escoger: por quanto se
deben preferir aquellos que son mas firmes, mas,
valerosos, y si ser puede , los mas. agraciados-
Mas no basta que sean ilustres y severos, de c o s -
tumbres ; es necesario aún que tengan talentos;
acomodados á la educación que queremos darles.
Glauc Qué talentos son estos ? Soc. Amigo m i ó ,
disposición para las ciencias y facilidad en apren-
der ; porque el alma se acobarda y se disgusta
(is8)
mas pronto del estudio de las ciencias abstractas^
que dé los exercicios del c u e r p o , á causa de qu e
el trabajo le toca de mas cerca, siendo para ella
sola , siri que el cuerpo se tome ninguna parte
en él. Glauc. Esto es verdad. Soc. Es menester
ademas que ellos tengan memoria $ que sean r o -
bustos , y que amen el trabajo, y toda especie
de trabajo sin distinción s porque de otro modo
cómo creéis vos qué consientan en soportar á u n
tiempo hasta el fin , tantos exercicios del c u e r -
p o , tantas reflexiones y tantos cuidados del e s -
píritu? Glauc. Jamás consentirán en ello , á m e -
nos que hayan nacido con u n muy feliz natural.
Soc. E l defecto que se le atribuye hoy dia , y el
oprobió que resalta sobre la filosofía, vienen,
como hemos dicho mas arriba , de que no se tie-
ne bastante consideración á la dignidad de esta
ciencia : pues que ella no se hizo para espíritus
falsos y bastardos , sino para almas francas y
nobles. Glauc. D e qué modo entendéis esto?
Soc. Primeramente, los que quieren aplicarse á
la filosofía , deben estar libres de sospecha y n o
claudicar en ío que mira al amor al trabajo , de
modo que no sean- en parte laboriosos, en parte
indolentes : lo qual sucede siempre que un jo-
ven llenó de ardor por la gymnástica, por la
c a z a , por todos los exercicios del cuerpo ; no
tiene de otro lado ningún gusto para todo lo q u e
se llama estudio , inquisiciones , conversaciones
sabias., antes bien siempre teme el trabajo en s e -
mejantes circunstancias; y otro tanto digo que
(159)
claudica aquel que tiene encontrados los deseos,-
recreándose en estos exercicios del alma , d e s -
preciados todos los del cuerpo. Glauc. N o hay-
cosa mas cierta. Soc. N o pondremos también en
la clase de naturales imperfectos respecto al e s -
tudio de la verdad tas almas de aquellos que
t

detestando la mentira voluntaria , y no p u d i é n -


dola sufrir sin repugnancia en sí mismos y sin
indignación en los otros , n o tienen el mismo-
horror á la mentira involuntaria ni se d i s -
9

gustan á sus propios ojos , quando son conven-


cidos de i g n o r a n c i a s i n c ^ que se revuelcan en >
ella con la misma complacencia que u n cerdo en
el cenagal? Glauc. T o d o es muy cierto. Soc. N o
se debe poner menos cuidado en discernir los n a -
turales generosos de los naturales espurios , r e s -
pecto de la t e m p l a n z a , de la fortaleza, de l a
grandeza del alma y de las otras virtudes. P o r
no saber distinguir todo esto , así los particula-
res , como los estados confian sus ftítereses- sin
discreción , estos á magistrados aquellos á a m i -
v

gos defectuosos y bastardos. Glauc. N o es sino


muy común.
Soc. Tomemos pues las mas justas. medidas
para hacer buena elección y porque si solo d e d i -
camos á estudios y exercicios de tanta importan-
cia , aquellos sugetos á quienes nada falte, ni de
parte del cuerpo , ni de parte del a l m a , la j u s -
ticia misma no- tendrá reprehensión ninguna q u e
hacernos , y nuestra república y nuestras leyes,
se conservarán ; pero si nosotros les presentamos •
(i6o)
sugetos indignos , sucederá lo contrario , y c u -
briremos la filosofía de mucha mayor afrenta.
Glauc. Cosa muy vergonzosa seria ésta para n o -
sotros. Soc. Sin duda ; pero no reparaba en que
yo mismo doy ocasión ahora á que se rian á m i
costa. Glauc. E n qué ? Soc. Que se me habia o l -
vidado , que todo esto no es sino un proyecto,
y hablaba con tanto calor como si la cosa se
executase á nuestra vista. L o que me enardeció
tanto fué , que en la conversación volví los ojos
sobre la filosofía , y viéndola tratada con el ma-
yor vilipendio , no pude contenerme sin m a n i -
festar mi enfado é indignación contra los que la
ultrajaban. Glauc. Pues en v e r d a d , que yo que
soy uno de vuestros oyentes no encuentro que
hayáis dicho cosa demasiado fuerte. Soc. Pues y o
que soy el orador no pienso lo mismo. Mas sea
lo que fuese, no nos olvidemos que nuestra p r i -
mera elección recaía sobre ancianos ; mas a q u í
no seria del caso : porque no debemos creer a
Solón quando dice , que un viejo puede aprender
muchas cosas j siendo así que está aún menos en
estado de aprender que de correr , puesto q u e
los muchos y grandes trabajos son solo para la
juyeatud. Glauc. Esto es cierto.
Soc. Propondremosles pues desde la edad m a s
tierna el estudio de la aritmética , de la geome-
tría y de las otras ciencias que sirven de p r e p a -
ración á la dialéctica ; pero en su enseñanza se
h a de desterrar todo aquello que suene á o p r e -
sión y violencia. Glauc. Por qué. razón ? Soc. Por-
(i6i)
que el hombre libre nada debe aprender cotí es«
clavitüd. Que los exercicios del cuerpo sean for-
zados ó voluntarios , al cuerpo no se le sigue
por esto ningún detrimento ; pero las lecciones
que por fuerza se meteii en el- alma , no p e r m a -
necen allí MUCHÓW Glauc. Es verdad. Soc. N o
oprimáis pues ¡, amigó mió > el ánimo d e los j ó -
venes en las lecciones que les diereis j antes bien
hacedlo de modo qué sé instruyan como por juego,
para que podáis mejor conocer los talentos de cada
uno. Glauc. Esto que VOS decís me parece m u y
juicioso. Soc. Pero por Ventura OS acordáis t a m -
bién de lo que diximos mas arriba , que era m e -
nester llevar los jóvenes á la guerra montados
sobre caballos , hacerles espectadores del comba-
te , acercarles aún á la pelea , quando se p u d i e -
se sin riesgo , y nacerles probar la sangre como
se acostumbra con los cachorros de presa?
Glauc. Muy bien que me acuerdó. Soc. Separa-
reis pues por mas selectos los que habrán mos-
trado mas sufrimiento en los trabajos, mas e s -
fuerzo en los peligros , y mas fervor para las
ciencias-. Glauc. A qué edad? Soc, Quando hayan
concluido su curso de exercicios gymnásticosj
porque durante todo este tiempo j que será de
dos ó tres anos les es imposible hacer otra cosaj
i

no habiendo ninguna mas enemiga de las cien-


cias que el cansancio y el sueño : y por otra
parte los trabajos corporales son una prueba á
la qual es importantísimo el ponerlos. Glauc. Yo
así lo pienso. Soc, Pasado este t i e m p o , quando
TOMO Ií. h
(i6 ) 2

ellos habrán llegado á la edad de veinte años,


concederéis á los escogidos mayores honras que
á los o t r o s , y les propondréis en compendio las
ciencias que habrán estudiado mas por menor e$
la niñez , á fin que se acostumbren á ver de un
golpe de vista las conexiones que las ciencias tie-
nen unas con o t r a s , y á conocer la naturaleza
de lo que verdaderamente es. Glauc. Este método
de aprender es el único que puede asegurar en
ellos los conocimientos que habrán adquirido.
Soc. Este también es el medio mas seguro de dis-
tinguir el espíritu dialéctico del que no lo es:
porque el que puede reunir en un, sólo punto de
vista los objetos mas distantes, nacido es p a r a
la dialéctica; los otros no son nada propios.
Glauc. Del mismo parecer soy yo.
Soc. Después de haber notado con cmdado
los mejores espíritus , liareis una segunda elec-
ción de los-que, hasta la edad de los treinta años,
habrán mostrado mas constancia y firmeza, t a n -
to en el estudio de las ciencias , como en los
trabajos de la guerra , como en las otras p r u e -
bas prescritas por las leyes : les elevareis á h o -
nores mas grandes , y observareis , aplicándoles
á la dialéctica , los que sin ayudarse de su v i s -
ta , ni de los otros sentidos , podrán sobre las
huellas de la verdad levantarse hasta el conoci-
miento del s e r ; y aquí es , mi amado Glaucon,
donde se necesitan tomar las mayores precau-
ciones. Glauc. Por qué . Soc. No habéis advertido
¿

el mal grande que en nuestros diíis reyna en la


(i*3)
dialéctica? Glauc. Qué mal? Soó. Que está llena
de desorden y de iniquidad. Glauc. És muy cier-
to. Soc. Creéis vos que en esto haya algo que
(

extrañar , y no escusareis á los que se dexan lle-


var de este desorden ? Glauc. Por dónde son ellos
escusables? Soc. A ellos les sucede lo que á un
hijo supuesto, que criado en el seno de una fami-
lia noble y opulenta , rodeado de fasto y de a d u - '
ladores , en siendo ya crecido advirtiese que los
que se dicen sus padres, no lo son, sin poder des-
cubrir quiénes sean los verdaderos. Me podríais
acaso adivinar quales fuesen sus sentimientos en
o r d e n a los üsoñgerós aquellos y á los pretendi-
dos p a d r e s , antes que él tuviese conocimiento
de la suposición , y después que estuviese ins-
truido ? O queréis por fortuna saber sobre esto
mi presentimiento? Glauc. Mucho que ló quiero.
Soc. Yó me i m a g i n o , que él tendria mas respeto
á su padre , á su madre y á los otros que m i r a -
ba como parientes > que á los aduladores , y que
;

se esforzaría mas á socorrerles si los viese en ne-


cesidad : que se hallaría menos dispuesto á m a l -
tratarles de palabra , fli de o b r a ; en suma , que
en las cosas de entidad les obedecería mas bien
que á los aduladores , por todo el tiempo que
ignorase su verdadero estado. Glauc. Es m u y ve-
rpsimil. Soc. Pero apenas hubiese él descubierto
la verdad , creo que al instante se disminuirían el
respeto y atenciones acia sus p a d r e s , y se a u -
mentarían á los aduladores ; que se abandonaría
á estos con menos reserva que antes , siguiendo
L 2
(i64). , .
en todo sus consejos, y viviendo públicamente
con ellos con la mas estrecha familiaridad ; ai
paso que en nada se ocuparía de aquel padre y
de aquellos parientes supuestos, á menos que
fuese de su natural dulce y moderado. Glauc. Ello
no dexaria de suceder como vos decís; mas Cómo
aplicaremos esta pintura al desorden de que vos
os quexais? Soc. De este modo. Desde niños nos
criamos con unos principios de honestidad y j u s -
ticia , que respetamos nosotros, y á quienes obe-
decemos como á nuestros padres. Glauc. Es cier-
to. Soc. También se nos ofrecen otras máximas
opuestas á éstas , que no se dirigen sino al p l a -
cer , y rodean nuestra alma como otros tantos
aduladores, que nos solicitan vivamente; mas
no nos persuaden , por lo menos á los que e n -
tre nosotros son mas moderados, y conservan
siempre para con aquellos principios en los qua-
les se criaron el mismo respeto y la misma s u -
misión. Glauc. También es verdad.
Soc. Ahora si se llega á preguntar á alguno
que se halla con el ánimo así dispuesto , qué cosa
es lo honesto , y después que ha respondido con-
forme á lo que aprendió de boca del legislador,
se le refuta su respuesta , y á fuerza de repeti-
das y multiplicadas réplicas se le confunde , r e -
duciéndole á d u d a r , sí hay alguna cosa que en
sí sea mas bien honesta , que deshonesta ; y si
respecto de lo justo y de lo bueno , y de las otras
cosas que tiene en mas estima se hace lo m i s -
mo : qué partido creéis vos que él tome , hecho
(1*5)
esto , en orden al respeto y sumisión que debe-
ría darles? Glauc' Es como preciso que los honre
y los respete mucho menos que antes. Soc Mas
quando llegue á términos de no tener ya respeto
á estas máximas , y no reconocer como al p r i n -
cipio las relaciones íntimas que tienen con é l , y
que le sea por otra parte imposible descubrir la
verdad por sí mismo : podrá acaso suceder que
abrace él otra vida ni otras máximas que las que
le li'Otigean? Glauc. No es posible. Soc. Luego
de obediente que antes e r a , se convertirá en r e -
belde contra las leyes. Glauc N o tiene duda.
Soc Según esto , ya veis que los que se aplican
á la dialéctica d e l i n o d o que acabo de referir,
deben incurrir en este defecto , y que con todo,
como poco há decía , son dignos de indulgencia.
Glauc. Y aún de compasión. Soc. Para no e x p o -
ner pues á nuestros discípulos á la misma des-
gracia , cuidarás quando hayan llegado á la edad
de treinta años de aplicarles seriamente á esta
ciencia con todas las precauciones necesarias.
Glauc. Está muy bien. Soc. Desde luego nO es
una excelente precaución el no dexarsela probar
mientras son jóvenes? Porque crío no ignoráis
que los mozos luego que han tomado las p r i -
meras lecciones "de la dialéctica, se sirven de
ellas como de un juego , y ss hacen una diver-
sión de contradecir á la continua. Y á exemplo
de aquellos que le han confundido en la dispu-
ta , confutan ellos sucesivamente á los demás,
deleytandose siempre , como c a c h o r r i l l o s e n
(i66)
traer á una y otra p a r t e , y despedazar con sus
discursos á todos quantos se ies acercan (15).
Glauc, Vos los pintáis muy al natural, Soc. D e s -
pués de tantas disputas de las quales han salido
vencedores á veces , á veces vencidos , vienen á
parar de ordinario en no creer nada de lo que
creían antes.. Y con estas cosas dan motivo á los
demás para que les desacrediten á ellos, y en
general á la profesión de filósofos. Glauc. N o
hay cosa mas cierta. Soc. E n una edad mas m a -
dura no se querrá incurrir en semejante manía,
y se imitará mas bien á los que con designio de
descubrir la verdad conferencian entre s í , que á
los que se contradicen por pasar el tiempo y d i -
vertirse. Y por este medio se adquirirá la reputa-
ción de hombre sabio y moderado, y pondrá su
profesión en un grado de aprecio en que no se
habia visto antes. Glauc, Muy bien. Soc. Por modo
de precaución diximos también mas arriba , que
no debían admitirse á las disputas filosóficas,
sino espíritus graves y sólidos; y no como se
feace hoy día , recibiendo al primero que llega,
y que no tienen las mas veces el menor talento
para esto. Glauc. Tenéis mucha razón.
Soc. Mas será bastante dedicar al estudio de
la dialéctica. doblado tiempo del que se habrá
empleado en la gymnástica; de suerte que en
todo este tiempo,se aplique á ella sin cesar , ni
hacer otra cosa que cultivar el ánimo , como an-
tes habia exerckado el cuerpo? Glauc. Quántos
años ? quatro ó seis? Soc, Pondréis cinco. Tras lo
(lo?)'
qual les haréis baxar de nuevo á aquella cueva,
obligándoles á pasar por los empleos militares,
y por las otras funciones propias de su edad , á
fin que no cedan ellos á nadie en experiencia.
En todas estas circunstancias , observareis si
permanecen constantes , por mas, que sean t i r a -
dos y solicitados de todas partes , ó si se d e -
xan bambolear por poco que sea. Glauc. Quanto
tiempo prescribís para esto ? Soc. Quince años.
Entonces será tiempo de conducir a l término á
los que cumplidos cincuenra años habrán salido
puros d e estas pruebas", y se habrán distinguido
e n las ciencias y en toda su conducta ; y obli-
garles á dirigir los ojos del alma acia el ser que
todo lo ilumina , y á contemplar la esencia del
b i e n , sirviéndose después como de un modelo
para arreglar con singular esmero sus costum-
bres , las del estado y las de cada uno de los
ciudadanos , ocupándose casi siempre en el e s -
tudio de la filosofía ; pero quando les llegase la
vez , encargándose del peso de la autoridad y de
la administración de los negocios en vista solo
del bien público, y eon la persuasión de que es
menos un oficio de h o n o r , que una obligación
onerosa é indispensable. Y de este modo d e s -
pués de haber instruido á otros y dexado suceso-
res dignos de reemplazarles que defiendan la repú-
blica , pasarán ellos de esta vida á las islas de los
bienaventurados (16). E l estad© les erigirá a d e -
mas magníficos sepulcros, y si lo aprueba el
oráculo de Apolo se les harán sacrificios como í
(i68)
los dioses tutelares; ó á lo menos como á b i e n -
aventurados y divinos. Glauc. Sócrates, acabáis
de darnos como hábil escultor el modelo de un
magistrado completo. Soc. Aplicad también esto
á las mugeres, mi amado G l a u c o n , no creáis
que haya yo hablado mas por los h o m b r e s , que
por aquellas mugeres que nazcan con un n a t u -
ral capaz de tan excelente educación. Glauc. Así
debe ser , pues que en nuestro sistema es nece-
sario que todo sea común á los dos sexos.
Soc. Ahora bien: me concederéis al présente
que todo quanto se ha dicho de nuestra r e p ú -
blica y de su gobierno no es un puro deseo ? L a
execucion es difícil sin duda , pero ella es p o s i -
ble , y no de otra manera que de la que se ha
explicado: es decir , quando se verá al frente
de los estados u n o , ó muchos en realidad filó-
sofos , que mirando con desprecio los honores
que hoy dia se aprecian t a n t o , persuadidos que
son viles y de ningún v a l o r , y no teniendo en
mucho sino la rectitud y las honras que son su
recompensa , poniendo sobre todo la justicia por
lo mas importante y necesario, sujetándose en-
teramente á sus leyes , y aplicándose á hacerla
florecer, tomarán exactas medidas para refor-
m a r el gobierno de la república. Glauc. Qué me-
didas son éstas? Soc. Ellos desterrarán al campo
todos los habitantes de su ciudad que serán m a -
yores (17) de diez anos , y encargándose de, la
educación de sus hijos, los criarán conforme á
sus costumbres y á sus principios, los mismos
(i6 9 )
que hemos manifestado aquí arriba ; preserván-
doles así de los malos hábitos que toman al p r e -
sente los que son criados en el seno de su fami-
lia. Y por este medio establecerán en su ciudad
en poco tiempo y sin trabajo la forma de g o -
bierno de que hemos hablado , haciéndola feliz á
e l l a , y dando gran consuelo á- sus habitantes.
Glauc, N o tiene duda; y yo creo , Sócrates, que
vos habéis encontrado el modo de executarse
nuestro proyecto , caso que se execute algún día.
Soc. Demos pues fin á nuestro discurso acerca de
esta república y del hombre parecido á ella; por-
que según nuestros principios , está claro de
juzgar quál debe ser él. Glauc. E n efecto est-í
claro , y como vos decís soy también dé sentir s

que se agotó enteramente esta materia.


i
O?0

COLOQUIO OCTAVO.

<Soc. Ahora bien. Convenido quedó entre


nosotros, mí amado Glaucon, que en una repú-
blica bien gobernada todo debe ser común , las
mugeres , los hijos , la educación , y de la mis-
ma manera comunes también los exercicios p r o -
pios de la paz y de la guerra : y que es necesa-
rio ademas que sus reyes sean hombres c o n s u -
mados en la filosofía y en la ciencia militar.
Glauc. E n efecto que así lo acordamos. Soc. Nos
convenimos t a m b i é n , en que los gefes condu-
ciendo A sus soldados , se alojarían en casas t a -
les quales habernos dicho , comunes á todos , á
donde ninguno tuviese cosa ninguna propia. Y
ademas del alojamiento, vos os acordareis tal vez
de lo que hemos dispuesto tocante á sus p o s e -
siones. Glauc. Muy bien me acuerdo, que hemos
juzgado ser del caso , que ninguno de ellos t u -
viese la propiedad de qualquier cosa que fuese,
como los guerreros de hoy d i a ; sino que m i r á n -
dose como otros tantos atletas destinados á com-
batir y velar por el bien público, debían ellos,
cuidar de su seguridad y la de sus conciudada-
nos , y recibir de los otros en paga de sus s e r -
vicios lo que necesitasen cada año para sus a l i -
mentos. Soc. Vos decís muy bien. Pero pues que
hemos dado fin á este artículo , acordémonos
donde estábamos, quando entramos en esta l a r -
ga digresión , para que de nuevo tomemos la se-
guida de nuestra plática. Glauc. N o es dificil,
porque vos teníais entonces sobre la república,
casi los mismos discursos que hace poco. Decíais
vos que una república para ser perfecta debia
asemejarse á aquella que vos habíais trazado , y
que el hombre de bien era aquel que sé conducía
por ios mismos principios: aunque os era posi-
ble dar del uno y de la otra , una pintura t o d a -
vía mas acabada. P e r o , anadiáis vos , si esta
forma de gobierno es buena , todas las demás son
defectuosas. Y si mal no me acuerdo , contabais
quatro especies de las que convendría hacer
mención , y examinar los defectos de ellas, c o m -
parándolos con los de los particulares, cuyo c a -
rácter ( i ) correspondía á cada una de estas e s -
pecies j á fin que después de haberlos reconocido
con cuidado , y habernos asegurado del carácter
del hombre de bien y del malo , estuviésemos en
estado de juzgar si el primero es el mas feliz, y
el segundo el mas desgraciado de los hombres,
ó si a l contrario. Y en el momento en que yo os
preguntaba por estas quatro maneras de gobier-
nos , tomaron la palabra Adimanto y Polemar-
co , y os metieron en la digresión que os ha c o n -
ducido hasta aquí. Soc. Tenéis una memoria muy
feliz. Glauc. Haced pues como los a t l e t a s : p r e -
sentadme otra -yez el mismo lance, y responded
á la misma pregunta , lo que vos pensabais res-
ponder entonces. Soc Si es que puedo.
(mí
Glauc Desde luego deseo saber quáles son
estas quatro especies de gobiernos. Soc. N o t e n -
dré mucha dificultad en satisfaceros , por q u a n -
to son muy comunes todas quatro. L a primera
especie de gobierno y la mas celebrada , es la
de Creta y de Lacedemonia. L a s e g u n d a , que
también se pone en segundo lugar , es la oligar-
quía , gobierno expuesto á un gran numero de
males. L a tercera , diferente de la segunda y me-
nos estimada , es la democracia. L a ilustre t i r a -
nía en fin , que no se parece á ninguno de los
otros tres gobiernos, es la quarta y la última en-
fermedad de un estado. Podríais por suerte nom-
brarme un gobierno que tenga otra forma p r o -
pia y distinta de éstas? porque las dinastías, los
principados venales y los otros tales gobiernos en*
tran entre aquellos que yo he n o m b r a d o ; y de
esta especie se encuentran no menos entre los
bárbaros que entre los griegos. Glauc. E n verdad
qué se encuentran muchos y extraños. - Sóc. S a -
bed pues a h o r a , que de necesidad hay otros
tantos caracteres de hombres como especies d e
gobiernos. Creéis vos que las sociedades se for-
man de encinas ó de peñascos y no de las c o s -
y

tumbres de los miembros que las componen , las


quales quando se aunan , como torrente se l l e -
van tras sí todo lo demás? Glauc. N o pueden
formarse de otra cosa. Soc. L u e g o pues que son
cinco las especies de gobiernos , cinco deberán
ser también los caracteres particulares del alma
que les corresponden. Glauc, N o hay duda. Svc. He-,
(•i?4)
mós tratado ya del carácter que corresponde á la
aristocracia , y que nosotros decimos con razón
que es bueno y justo. Glauc. En efecto que lo
hemos tratado. Soc. Tras esto pues nos es preciso
recorrer los caracteres viciosos, es decir , el i n -
trigante y ambicioso , formado sobre el modelo
del gobierno de Lacedemonia, y en seguida el
oligárquico , el democrático, y el tiránico. Quan-
do hayamos reconocido quál de estos caracteres
es el mas tóalo , nosotros le opondremos al mas
j u s t o ; para que comparando la justicia pura con
la injusticia también sin mezcla, acabemos por
fin de descubrir , hasta qué punto la una y la
otra nos hacen felices ó desgraciados , y si. d e b e -
mos ponernos de parte de la injusticia según el
consejo de Thrasimaco , ó darnos á la fuerza de
las razones que al presente nos persuaden a b r a -
zar el partido de la justicia. Glauc. Hacerse há
en un todo como vos decís. Soc. Como hemos
empezado pues por examinar las costumbres del
estado,- antes que pasar á las de los particulares,
porque hemos creído que éste seria el método
mas claro ; no seria á propósito que continuáse-
mos en seguirle , y .que .después de considerar
primero el gobierno ambicioso (porque yo no sé
que; otro nombre darle j á no ser el de timocrá-
cia cV de timárquia), pasemos en seguida á la
consideración del hombre que se le asemeja? Y
lo mismo haremos respecto de la oligarquía y del
hombre oligárquico. Desde allí , después de h a -
ber echado ios ojos sobre la democracia, dirigí-
remos nuestras miradas sobre él hombre d e m o -
crático. Por último , viniendo al gobierno tiráni-
co examinaremos su constitución , y cotejándola
con el carácter tiránico, procuraremos pronun-
ciar con conocimiento de causa sobre la qües—
tion que nos hemos propuesto resolver. Glauc. No
puede precederse con mas orden en este examen
y juicio.
Soc. E a pues , probemos desde luego á e x -
plicar de qué modo se haría, el tránsito de la
aristocracia á la timocrácia. N o es c i e r t o , h a -
blando en g e n e r a l , que las mudanzas que suce-
den en todo gobierno político , tienen su origen
en la parte que gobierna , quando se levanta en
ella alguna sedición j | y que por muy pequeña
que se suponga esta parte mientras ande acor-
7

dé consigo misma es imposible que en el estado


se haga ningún trastorno ? Glauc. Es muy cierto.
Soc. Mas de qué modo , mi amado Glaucon, mu-
dará de aspecto nuestra república ? ó por dónde-
introduciéndose la discordia entre guerreros y
magistrados , se armará cada uno de estos cuer-
pos contra el otro y contra sí mismo ? Queréis
vos que á imitación de Homero supliquemos á las
musas que nos expliquen el origen de la s e d i -
ción , y que suponiendo que ellas se burlan y se
divierten con nosotros como con niños les h a g a - •
i

mos hablar en tono trágico y sublime , como si


lo hiciesen seriamente? Glauc. De qué modo?
Soc. De éste , al poco mas ó menos. ""Difícil es
«que la constitución de una república tal como
(if6)
«la vuestra, se altere ; pero como todo lo nacido
«está sujeto á corrupción, este sistema de g o -
« b i e r n o , por excelente que s e a , no durará para
« s i e m p r e , sino que se desvanecerá , y ved aquí
«el modo. N o solo respecto de las plantas que
«nacen en el seno de la tierra , pero aún respec-»
«to dé los animales que viven sobre lá superfí-
«cíe , hay tiempo de fertilidad y tiempo de esté-
is rilidad, tanto para las almas como para los
«cuerpos , cuyo tiempo es indicado por las iuter-
«secciones de las órbitas de diferentes círculosj
«unas que se encierran en mas breve espacio,
«para los animales que son de mas corta vida;
«otras que se acaban pasado largo tiempo , para
«aquellos que tienen vida mas larga. Por hábiles
«que sean, vuestros magistrados no podrán a l -
«canzar con el raciocinio, ni aún ayudado de
«los sentidos , el •.instante, favorable ó contrario,
«á la propagación de Vuestra especie. Este m o -
«mento se les ocultará y llegará dia en que e n -
«gendrarán ellos , y darán hijos al estado, quan-
« d o no debieran. E n orden á las generaciones
«divinas , está comprehendida su revolución en
3 3 u n número perfecto. Mas respecto de las h u m a -
« ñ a s , en las que principalmeute hay incremen-
« t o s , se notan tres distancias superantes y supera»
« d a s , que recibiendo quatro términos de lo que
«se asemeja y desemeja , y de lo que crece y se
«disminuye , vienen á formar todas las cosas
«proporcionadas y comparables entre sí. Cuya
«sesquitercu raíz j u n t a al número cinco , ofrece
( i w)
jscfos armonías multiplicada por t r e s , l a ' u n a
«igualmente"igual , cien veces c i e n t o ; la otra
«en realidad de igual longitud , pero que cor-»
«responde á una mas larga , á saber de cien n ú -
«meros , sacados de los diámetros proporciona-
»dos de cada quinario $ los quales necesitan de
« u n o , y de los que no guardan proporción, que
M necesitan de dos j pero la de cien cubos de tres»
«Todo este número (z) geométrico así estable-
c i d o influye con cierta prepotencia en las ge->
wneráciones felices y desgraciadas : lo que i g n o -
«randa vuestros magistrados, ajustarán fuera*de
«tiempo matrimonios entre sus subditos , de los
«quales n a c e r á n , baxo de funestos auspicios,
«hijos de malos ingenios. Sus padres es cierto
«que escogerán los mejores de entre ellos para
«reemplazarles , pero como serán indignos da
«sucederles en los primeros empleos , apenas se-
«rán allí elevados, quando empezarán á despre*
«ciarnos haciendo de la música menos caso del
«que conviene. Igualmente despreciarán la gym»
«nástica, de donde vendrá á suceder que la edu->
«cacion de vuestros jóvenes será mucho menos
«perfecta y concertada. Por tanto los que serán
«escogidos entre estos para magistrados-, no pon*
jjdrán bastante cuidado en discernir las razas dé
«.oro , de plata , de bronce j y de hierro ¡, de que-
«habla Hesiodo,-y que se hallan entre nosotras»
«Viniendo pues á mezclarse el hierro'con la pía*
« t a , y el bronce con el oro $ resultará de está
« m e z c l a , falta de conformidad , de regularidad
TOMO II. M
(i¡r8.)
« y de a r m o n í a : defecto que en-qualquier parte
sj que se encuentra , produce siempre la guerra y
«la enemistad." D e semejante casta de hombres
como por necesidad toma origen la sedición en
todas partes donde se levanta. Glauc. Y nosotros
sin duda d i r e m o s , que las musas no se engañan,
Soc. Cómo las musas habían de engañarse, sien-
do musas? Glauc. Ahora bien , que dicen ellas
tras esto? Soc. " Q u e levantada una vez la sedi-
«cion , las razas de hierro y de bronce incitarán
ni los unos á enriquecerse, á poseer tierras, c a -
nsas , oro y plata ; mientras que de otro lado las
«razas de oro- y de plata , ricas de su naturaleza,
» y que de nada carecen , incitarán á los otros á
5; la virtud y á la conservación de la constitución
« primera. Después de muchos esfuerzos y c o m -
ssbates recíprocos, las gentes d e guerra y los
«magistrados se convendrán en repartirse entre;
«ellos las tierras y casas r tratando'como á s ú b -
«ditos y esclavos á los otros ciudadanos , á quie-
«nes miraban antes c ó m o x hombres libres, como
ȇ sus amigos y mantenedores; y en vez de ser
«sus custodios, les obligarán á hacer la guerra,
« y cuidar de la seguridad común." Glauc.~Pa.ri—
cerne que esta revolución no tendrá otra causa.
Soc. D e consiguiente este gobierno ocupará eí
medio entre la aristocracia y la oligarquía..
Glauc. No hay duda:
Soc. La mudanza en efecto se hará del modo
que he explicado; pero quál será la forma de este
nuevo gobierno ? N o es evidente que conservará
0?9)
algo del antiguo ; que tomará también alguna
cosa de la oligarquía , como que participa del
uno y del otro , y en fin que tendrá algo de p r o -
pio y distintivo? Glauc. Así es. Soc. Conservará
-pues de la aristocracia el respeto á los magistra-
• dos , la aversión de la gente de guerra á la a g r i -
cultura , á las artes mecánicas, y á las otras p r o -
fesiones lucrativas , la costumbre de comer e n
c o m ú n , y el cuidado de cultivar los exercicios
gymnásticos y militares. Glauc. Ciertamente.
Soc. L o que tendrá, de propio será el temor de
elevar á los sabios á las primeras dignidades,
como que no se formarán en su seno hombres
de una virtud simple y pura , sino mezclada de.
vicios; y el escoger con preferencia para eí
mando , espíritus bulliciosos , de un valor poco
ilustrado, mas inclinados á la guerra que á la
p a z ; y hacer mucho aprecio de las estratagemas y
astucias de guerra , teniendo siempre las armas
e n la mano. Glauc. Es muy seguro. Soc. Los ha-
bitantes serán codiciosos de riquezas , como en
los estados oligárquicos , y adoradores groseros
del oro y de la p l a t a , los sepultarán en las t i -
nieblas , teniéndoles encerrados como en tesore-
rías en sus dispensas y en sus cofres; y encas-
tillados en el recinto de sus casas , como en otros
•tantos nidos , gastarán allí pródigamente con las
mugeres , y con todos aquellos que admitirán á
sus placeres secretos. Glauc. Esta es mucha v e r -
dad. Soc. Según esto serán ellos avaros de sus
bienes , porque estiman las riquezas , y las a d -
1VI 2
(i8o)
quieren cíe contrabando ; pero aí mismo tiempo
prodigarán los bienes de otro , por el deseo que
tienen de satisfacer sus pasiones. Entregados en
secreto á todos los placeres, se ocultarán de la
ley , como los jóvenes disolutos, se ocultan de su
p a d r e ; el temor mas, que la persuasión les c o n -
tendrá en sus deberes, porque despreciaron la
verdadera m u s a , aquella que preside á la dia-
léctica y á la filosofía, y prefirieron con mucho la
gymnástica á la música ( 3 ) . Glauc. El retrato
que acabáis de hacer es el d e u n gobierno m e z -
clado de bien y de mal. Soc. E n efecto es así.
Pues como allí se antepone la osadía á todo lo
d e m á s , hay en él u n vicio dominante que sobre-
sale á todo , á saber , la ambición y las intrigas.
Glauc. Es m u y cierto. Soc. Tal es el o r i g e n , y
1

tales las costumbres de este gobierno, del quaí


no hice Una pintura e x a c t a , sí solo u n ligero
bosquejo , por bastar esto á nuestro designio*
que es de conocer al hombre justo y al malvado;
y porque ademas nos meteríamos en una e m -
presa interminable-, si [quisiésemos describir sin
•omitir n a d a , cada uno de los gobiernos y los
•caracteres de todos. Glauc. Tenéis mucha razón.
Soc. Quál pues es el hombre, que correspon-
de á este gobierno I Cómo se f o r m a , y quál es
su-carácter ? Me i m a g i n o , replicó Adimanto>
que debe ser muy parecido, á éste Glaucon , por
lo que hace al amor á ta disputa. Esto podrá
s e r , le dixe yo ; pero me parece se diferencia
e n muchas otras cosas. Adim. Quáles son éstas?
(I8I)
Soc. En que aquel debe de ser mas contumaz y
meaos civilizado : que gustará tal vez de las
letras y de las conversaciones sabias ; pero no
tendrá ningún talento para la eloqüencia. Duro
y brutal para con sus esclavos , sin llegar á d e s -
preciarlos , como hacen los que recibieron una
mediana educación ; será dulce con sus iguales,
con los que mandan obediente y abatido en e x -
tremo. Ambicioso de las honras y dignidades,
querrá conseguirlas , no por" la eloqüencia , ni
por ninguno de los talentos del espíritu ; sino
por las virtudes militares y políticas , siendo m u y
apasionado á la caza y á los exercicios del g y m -
nasio. Adim. Ved aquí muy ai natural las cos-
tumbres de los ciudadanos de este estado. Soc. Du-
rante su juventud mirará con desprecio las r i -
quezas , pero con la edad crecerá su amor para
con ellas ; porque su carácter es inclinado á la
avaricia , y su virtud destituida de fiel custodio,
ni es pura , ni desinteresada. Adim. Quál es este
custodio ? Soc. L a razón atemperada con la m ú -
sica : ella sola puede conservar de por vida la
virtud en un corazón que la posee. Adim. Decís
muy bien. Soc. T a l es por cierto el joven a m b i -
cioso, imagen del gobierno timocrático; Adim.No
tiene duda. Soc. Ved ahora de qué manera se for-
ma. Tendrá por padre á un hombre de bien,
ciudadano de un estado mal gobernado , y que
huye de las honras , de las dignidades , de la
magistratura , y de todos los embarazos que los
.empleos llevan tras s í , y prefiere su repoao á su
(i8a)
elevación. Adim. Qué causa pues dio principio'
al carácter de este joven ? Soc. Los discursos de
su madre , á quien á todas horas oye quexarse de
que su marido no tiene empleo ninguno en el
estado , y que por esto es tenida en menos que
las otras mugeres : que no manifiesta bastante
afán por acrecentar sus bienes y riquezas: que
mas quiere sufrir algún perjuicio , que tener l i -
tigio ó contienda con qualquiera, ora sea perso-
na pública , ora particular : que observa ella,
que ocupado á la continua de sí m i s m o , ni la
honra , ríi la desprecia , sino que la mira con la
mayor indiferencia. Irritada esta madre de s e -
mejante conducta , predica sin cesar á su hijo,
que su padre es un cobarde , un hombre floxo é
indolente y otras cien cosas por este término,
que tienen costumbre las mugeres de publicar
de sus maridos en iguales circunstancias. Adim.Bs
m u y cierto , que' hacen ellas entonces éstas y
otras mil quexas muy propias de su carácter.
Soc. Tampoco ignoráis que los criados de estos
tales , sobre todo los que parecen serles mas afec-
tos , murmuran de ellos á la continua, teniendo
con disimulo el mismo lenguage con sus hijos/
Quando v e n , por exemplo , que el padre no e x e -
cuta por el pago de alguna deuda, ó por la repa-
ración de alguna injuria ; no dexeis, dicen ellos á
su hijo, quando seáis grande de hacer valer vues-
tros derechos contra tales personas, y sed mas
hombre que vuestro padre. Sale este hijo de casa
y oye por todas partes los mismos discursos ; o b -
083)
serva que son despreciados y tratados de majade-
ros aquellos ciudadanos que no se ocupan de otra
cosa que de lo que les incumbe, mientras que
son honradas y celebradas las gentes de intriga
que se meten en todo. Este hombre j o v e n , t e s -
tigo de oídas y de vista de todo esto , á quien
su padre por otro lado habla de un modo muy
distinto , y que vé que la conducta de su padre
en urden á esto es opuesta á la de los otros , se
siente tirado á un tiempo por dos partes : por su
padre que cultiva y fortifica la parte racional de
su alma , y por los otros que inflaman la c o n -
cupiscible é irascible. Como su natural no es de
sí malo , sino meramente solicitado al mal por
los malos con quien t r a t a , toma el medio entre
los dos partidos que se le proponen ; dexando
usurpar todo el imperio sobre su alma ú esta
parte de sí mismo donde reside la ira y el espí-.
rítu de i n t r i g a , que tiene el lugar-medio entre
la razón y las pasiones ; y viene al cabo á for-
marse un hombre ambicioso , lleno de senti-
mientos altaneros y grandes proyectos. Adim. M e
parece que habéis explicado m u y bien el origen
y principios de este carácter. Soc. Tenemos pues
la segunda especie de hombre y d e gobierno.
Adim. E n efecto es así.
Soc. Tras esto , p a s e m o s , como dice Eschy-
lo ( 4 ) , á otro hombre comparado con otro estado^
y por guardar el mismo orden , empezemos por
el estado. Adim. Me parece muy bien. Soc. E l
gobierno que se sigue después, creo yo , que es
M 4'
(i8 > 4

ía oligarquía. Adim. Qué es i lo que vos llamáis


oligarquía ? Soc. Yo entiendo aquella forma de
gobierno donde las rentas deciden de la c o n d i -
ción de cada ciudadano , donde los ricos por
consiguiente tienen el mando , en el qual los p o -
bres no tienen parte ninguna. Adim. Ya lo c o m -
prehendo. Soc. N o diremos pues desde luego que
la timárquia se convierte en oligarquía? Adim. Sí.
Soc. Ninguno h a y , por rudo quevsea, que n o
vea claramente cómo se hace el tránsito de la
una á la otra. Adim. Cómo se hace ? Soc. Estas
riquezas acumuladas en los cofres de los particu-
lares destruyen al cabo la timárquia. Porque en
primer lugar el luxo ocasiona allí todos los días
nuevos gastos á los ciudadanos , haciendo así
ellos como sus mugeres violencia á las leyes para
doblarlas á sus inclinaciones. Adim. Esto es con-
siguiente. Soc. E n seguida el exemplo de los unos
excitando la envidia de los o t r o s , y provocán-
doles á imitarlos , en poco tiempo el contagio
viene á ser universal. Adim. También esto es
m u y regular. Soc. Para sostener estos gastos se
entregan con mas desenfreno á la pasión de a t e -
sorar , y quanto mas el crédito de las riquezas
se aumenta , tanto mas el de la virtud se dismi-
nuye. El oro y la virtud no son en efecto como
dos pesos puestos en una balanza , de los quales
n o puede subir el uno sin que baxe el otro?
Adim. Es muy cierto. Soc. Por consiguiente la
virtud y los hombres de bien son menos estima-
dos, en un e s t a d o , á proporción que se aprecíala
allí mas las riquezas y los ricos. Adim. Es evi-
dente. Soc. Pues lo que se estima , se busca cota
ansia , y se descuida aquello que se desprecia.
Adim. Así es. Soc. Por t a n t o , en la timárquia,
los ciudadanos de ambiciosos é intrigantes qué
antes e r a n , vienen á parar en avaros c interesa-
dos. Todos sus elogios , toda su admiración es
para los ricos j los empleos solo son para ellos:
basta el ser pobre para ser allí despreciado.
Adim. N o tiene la menor duda. Soc. Entonces
pues se fixan por medio de leyes los límites del
gobierno oligárquico , y estos límites son la c a n -
tidad de las rentas. El mas ó menos de personas
acomodadas determina el número mayor 6 m e -
nor de magistrados ; porque está prohibido que
aspiren á la magistratura aquellos cuyos bienes
no ascienden al tanto determinado por la ley.
Los ricos mismos hacen pasar estos,reglamentos
por medio de la fuerza y de las armas, ó á poca
violencia que haya de su parte el pueblo se a n -
ticipa por el temor. N o es cierto que las cosas
suceden de este modo? Adim. Cierto es.
Soc. Ved pues poco mas ó menos cómo se
establece esta forma de gobierno. Adim. Sí; pero
quáíes son sus costumbres y quáles los defectos
que decíamos nosotros que tenia ? Soc. El prime-
r o y mas substancial es la constitución misma de
este estado. Porque considerad atentamente : si
en la elección de los pilotos no se tuviese otro
respeto que á la renta , y se excluyese del g o -
bernalle al pobre ú pesar de su mucha experien-
(i86)
c í a , qué sucedería ? Adim. Que las naves serian
muy mal gobernadas. Soc. N o sucedería lo m i s -
m o respecto de qualquier otro^ gobierno que fue-
se? Adim. Así lo pienso. Soc. Se ha de exceptuar,
el de una república, ó debe comprehenderse tam-
bién? Adim. Sin d u d a : otro tanto mas que de
todos los gobiernos éste es el mas difícil y el mas
.importante. Soc. L a oligarquía pues está sujeta
á este defecto capital. Adim. Así me lo parece.
Soc. Pero qué ? este otro defecto es de menos,
consideración? Adim. Qué defecto? Soc. Que éste
estado por su naturaleza no es u n o , sino que en-
cierra necesariamente dos estados , el uno de r i -
cos , el otro de pobres , que habitan en la, m i s -
m a c i u d a d , y trabajan á la continua por d e s -
truirse unos á otros. Adim. Vive D i o s , que no
es éste menos considerable que el primero.
Soc. Tampoco es una ventaja para este gobierno,
hallarse imposibilitado de hacer la guerra ; p o r -
que se vé o b l i g a d o , ó bien de armar la m u l t i -
tud , y tener por consiguiente mas que temer d e
ella que del enemigo 5 ó á no valerse de ella y
haber de presentarse al combate con un exército
verdaderamente oligárquico (5): fuera de que los
ricos rehusan por su avaricia contribuir á los
gastos d e la guerra. Adim. Muy léxos está de ser
esto u n a ventaja. Soc. Mas por fortuna es d e
vuestra aprobación lo que tanto hemos r e p r e -
hendido arriba y que es tan común en la oli-
9

garquía , donde tantos ciudadanos son á un t i e m -


po labradores, guerreros, comerciantes? Adim. D e
ningún modo lo apruebo. Soc. Ved sí el mas
grande vicio de esta constitución es éste que voy
á referir. Adim. Qué vicio ? Soc. La libertad que
allí se dexa á qualquiera de enagenar todos sus
bienes , ó de adquirir los de o t r o ; y permitir al
que los enagenó que permanezca en el estado sin
tener ninguna ocupación, no siendo ni comer-
ciante , ni artesano , ni soldado de á pie , ni de
á- caballo , ni tener en fin otro título que el de
pobre y mendigo. Adim. E n efecto que es el ma-
yor. Soc. N o se piensa en impedir este desorden
en los gobiernos oligárquicos; porque si se c o r -
tase , no poseerían los unos riquezas inmensas,
mientras que los otros están reducidos á la ú l t i -
ma miseria. Adim. Tenéis mucha razón. Soc. Po-
ned cuidado aún en io que voy á decir. Quando
este hombre en otro tiempo rico se arruinó por
sus desatinados gastos, qué ventaja para lo que
ahora decíamos le resultó al público? Pasaba por
una cabeza del estado , pero en la realidad ni
era gefe , ni subdito , ni tenia allí otro empleo
que el de disipador 'de su hacienda. Adim. Así
me p a r e c e , que éste no era otra cosa que u n
pródigo y nada mas. Soc. Queréis vos que diga-*
mos de este hombre, que es en el estado , lo que
él zangaño en una c o l m e n a , esto es , un m a l
que le consume y aniquila? Adim. Mucho que
lo quiero , Sócrates. Soc. Pero hay esta diferen-
cia , mi amado A d i m a n t o , que Dios crió sin
aguijón á todos los zánganos alados j en vez que
entre estos zangaños de dos pies , si hay algunos
(i88)
que no tienen aguijones, otros en recompensa
los tienen bien aguzados. Aquellos que no los
tienen , á la vejez viven y mueren en la indi-
gencia : del número de los que tienen aguijón,
son todos aquellos que se llaman malhechores.
Adim. Es muy cierto. Soc. Es pues evidente que
ea toda sociedad donde viereis mendigos, h a y
en ella ladrones rateros , cortabolsas , sacrilegos
y picaros de toda especie. Adim. ,No se puede
dudar. Soc. Pero en los gobiernos oligárquicos,
taa veis que hay muchos pobres ? Adim. Casi t o -
dos los ciudadanos lo son , salvo las cabezas.
Soc. No estamos por consiguiente autorizados
p a r a creer que se encuentran allí muchos m a l -
hechores armados de aguijones , á quienes los
magistrados contienen en su deber-, con la vigi-
lancia y con la fuerza? Adim. Si lo estamos.
Soc. Mas si sé nos pregunta quién los fomentó
a l l í , no diremos que la ignorancia, la mala e d u -
cación, y el vicio interior del gobierno? Adim. Sin
duda. Soc. Tal es pues la constitución de este
estado , y tales son sus defectos , y acaso pueda
ser que tenga aun muchos mas. Adim. Muy bien
puede ser. Soc. Por tanto tenemos concluida la
pintura de este gobierno que se nombra oligár-
quico , ¡donde las rentas elevan á los diferentes
grados de la magistratura. Pasemos ahora al.
hombre oligárquico, y veamos cómo se forma,
y quál es su carácter. Adim. Convengo en ello.
Soc. L a mudanza del ambicioso en aquel de
guien nieotros ahora hablamos no se hace de esta
(i8 9 )
manera ? Adim. D e quál? Soc. El ambicioso t i e -
ne un hijo que quiere desde luego imitar á sa
•padre, y seguir sus huellas ; pero después , vien-
do que su padre se estrelló contra el estado,
como un navio contra un escollo, y que des-
truidos sus bienes y su persona, ora siendo g e -
neral de los exércitos , ora sirviendo algún otro
empleo grande , á-la postre es llevado ante los
j u e c e s , y calumniado por delatores, c o n d e -
nado á muerte , á. destierro , ó á la pérdida de
su honra y de toda su hacienda. Adim. Esto es
muy común. Soc. Viendo , digo yo , amigo mió,
caer sobre su padre tantas desgracias , en las que
le cupo tambiensu p a r t e , perdido su patrimonio,
y temiendo por su propia vida j precipita esta
ambición y estos sentimientos arrogantes del t r o -
n o que les habia levantado en su alma , y h u -
millado por la indigencia en que se encuentra,
no piensa mas que en allegar bienes , y por m e -
dio de un trabajo de remo y , u n trato mezquino,
consigue el fin de enriquecerse. Después de esto,
no creéis vos que sobré este mismo trono , del
qual habia arrojado la ambición, colocará el es-
píritu de codicia y de avaricia , y le establecerá
por su gran rey (6) , poniéndole la diadema y
el collar , y ciñendole la cimitarra? Adiir^.Aú lo
pienso. Soc, Acomodando en seguida al pie del
trono de un lado la razón , de otro el esfuerzo,
aherrojados como viles esclavos , obliga á la una
á no reflexionar , ni pensar en otra cosa que en
acumular nuevos tesoros, y fuerza al otro á, no
(i o)
9
celebrar , ni honrar mas que las riquezas y á lo?
r i c o s , y á colocar toda su gloria en la posesión
de los bienes de fortuna, y en la habilidad de
acrecentarlos. Adim. N o hay tránsito mas rápido
y mas violento que éste , de la ambición á la
avaricia en un joven. Soc. N o es éste por ventu-
ra el carácter oligárquico? Adim. A lo menos la
mudanza de hombre á hombre es la misma que
la de gobierno á gobierno. Soc. Veamos aún si
las costumbres se asemejan de una parte y otra.
Adim. Me parece muy bien.
Soc. Desde luego no tiene con la oligarquía
este primer rasgo de semejanza, de anteponer
las riquezas á todo lo demás? Adim. N o tiene
duda. Soc. También se le parece en ser mezqui-
no y afanador , concediendo únicamente á la n a -
turaleza el satisfacer los deseos necesarios , c o r -
tando todo otro gasto , y refrenando todos los
otros apetitos como süperñuos y vanos. Adim. Esto
es mucha verdad. Soc. Como pues sea un h o m -
bre sórdido y haga dinero de todo , no piensa
mas que en atesorar ; en una palabra , es del nú-
mero de aquellos de quienes el vulgo admira su
industria. N o es éste por desgracia el retrato fiel
del carácter análogo al gobierno oligárquico?
Adim. Sí j de una parte y dé otra no se vé cosa
mas estimada que las riquezas. Soc. Sin duda,
que este hombre no cultivó su ánimo y su espí-
ritu con-una buena educación. Adim. Creo q u e
n o : porque de otro m o d o , no se dexaria c o n -
ducir-en todos stis pasos por un conductor tan
(l l)
9
ciego como Pluto (7). Soc. Está bien. Pero c o n -
siderad aún lo que ahora añado. N o diremos que
la ignorancia hizo nacer en él deseos, que son
de la naturaleza de los zangaños, los unos siem-
pre mendigos , los otros siempre prontos á hacer
m a l , á quienes eon mucho trabajo refrena en
sus justos límites? Adim. Puntualmente es así.
Soc. Sabéis vos en qué ocasiones la injusticia de
estos deseos se mostrará al descubierto?^íc?£m.En,
qué ocasiones? Soc. Q u a n d o esté encargado d e
ía tutela de huérfanos , ó de alguna otra c o m i -
sión , en la qual tenga ancha licencia de hacer
mal. Adim. E s verdad. Soc. N o es también cier-
to , que sí en las otras circunstancias de la vida,
pasa por hombre de honor y de p r o b i d a d , si
contiene sus malos deseos y los oculta baxo e l
velo de la moderación y de la equidad , no es n i
por virtud, ni por razón que se hace d u e ñ o , sino
por necesidad-, y por eí miedo de perder sus
bienes , queriéndose apoderar de los d e otro?
Adim. Es muy cierto. Soc. Pero á fé que q u a n -
do se trate de gastar de la hacienda de o t r o s ,
entonces descubriréis , mí amado a m i g o , en los
hombres de este c a r á c t e r , apetitos muy confor-
mes al natural de los zangaños. Adim. Estoy
persuadido. Soc. Luego por necesidad experimen-
tan sediciones en lo interior de si mismos, y e n
cada uno de ellos, hay dos hombres cujas deseos,
se combaten ; aunque por lo común , los buenos
deseos llevan la superioridad sobre los malos.
Adim. Esto es cierto. Soc. Por esta razón en lo»
(192)
exterior parecen mas moderados , y mas dueños
de sí mismos que otros muchos: pero Ja v e r d a -
dera virtud que produce en el alma la concordia
y la a r m o n í a , está muy léxos de su corazón.
Adim. Así lo pienso. Soc. Quando se trata de d i s -
putar alguna victoria ó algún otro premio da
honor en los juegos públicos , el hombre m e z -
quino se porta con muy poco ánimo. N o quiere
gastar el dinero por Ja gloria , ni por esta espe-
cie de combates; temiendo dispertar en sí d e -
seos demasiado pródigos , y llamarles para que
le socorran en las contiendas y disputas. C o m -
bate pues de un modo oligárquico, con una m u y
pequeña" parte de sus fuerzas: es verdad que casi
siempre queda vencido ; mas qué importa , él se
enriquece. Adim. Es muy seguro. Soc. D u d a r e -
mos pues aún de la perfecta semejanza que se
encuentra entre el hombre avaro y mezquino,
y el gobierno oligárquico? Adim. D e ninguna
manera.
Soc. Trátase ahora de examinar el origen y
costumbres de la democracia, á fin de que c o -
nocido el carácter del hombre democrático , p o -
damos compararles entre s í , y hacer juicio d e
entrambos. Adim. En esto no haremos mas que
seguir nuestro método ordinario. Soc. Pásase d e
la oligárquia á la democracia por la codicia i n -
saciable de adquirir nuevas riquezas, que se m i -
r a n como Ja mayor ventaja en el gobierno o l i -
gárquico. Adim. Cómo es esto ? Soc. Los m a g i s -
trados que deben á sus muchos bienes los era.-
(193)
pieos que ellos ocupan , no se cuidan de enfre-»
nar con el rigor de las leyes el libertinage de los
jóvenes disolutos, ni impedirles que se arruinen
con desperdiciados y excesivos gastos \ siendo su
designio comprarles la hacienda, prestarles á
gruesas ganancias, y aumentar por estos medios
sus riquezas y su reputación. Adim. N o tiene la
menor duda. Soc. Es evidente por otra parte^
que en qualquier gobierno que sea , es imposible
que se honren las riquezas, y que se encuentre
al mismo tiempo en los ciudadanos la virtud dé
la templanza ; porque es como necesario que s a -
crifiquen ellos una de estas dos cosas á la otra*
Adim. Es muy cierto. Soc. Por tanto j en la*
oligarquías los magistrados por su descuido y la
licencia que conceden al libertinage , han r e d u -
cido á mendiguez hombres tal vez nacidos con
sentimientos nobles y elevados. Adim. N o hay
duda. Soc. Esto forma en el estado un cuerpo
de gente ociosa , armada de fuertes aguijones,
los unos oprimidos de deudas , los otros notados
de infamia, estotros arruinados á un tiempo en
bienes y en honra, aborreciendo de muerte á ios
que se enriquecieron con los despojos de su f o r -
tuna , y armándoles asechanzas tanto á ellos
como al resto de los ciudadanos , deseosos siem-
pre de novedades. Adim. Es así á la letra.
Soc. Entretanto estos usureros codiciosos,
encorvados , por decirlo a s í , sobre su presa , no
pensando ser descubiertos de los o t r o s , conti-*
¿uían sordamente en suministrar dinero á los qu©
TOMO II. íf
(*94)
se valen de ellos, y en hacerles brechas consi-
derables en sus patrimonios, exigiéndole! á t í -
tulo de interés sumas mucho mayores que las
que les han prestado , por cuyo medio fomentan
en el estado un enxambre numeroso de zangaños
y de pobres. Adim. No puede menos de llegar á
ser muy numeroso este enxambre. Soc. Sin e m -
bargo no quieren apagar este incendio que todo
lo consume, impidiendo que los particulares d i s -
pongan á su fantasía de sus bienes, ni emplean-
do algún otro medio igualmente propio para
contener el progreso del mal. Adim, Quál es este
otro medio? Soc. Del que es natural valerse en
defecto del p r i m e r o , y que consiste en obligar,
á los ciudadanos á ser virtuosos por amor á sus
propios intereses ; porque si en los contratos l i -
bres cada uno arriesgase de lo suyo , quando se
contratase contra la ley, la usura se exerceria con
menos descaro en la sociedad civil, y se verian'
en ella menos males de los que se han dicho.
Adim. Convengo en ello. Soc. Al presente la ma-
yor parte de los ciudadanos se vén reducidos á
este triste estado por culpa de los magistrados,
mientras que estos y los suyos viven en la abun-
dancia , y sus hijos llevan una vida voluptuosa,
sin cuidar de exercitarles ni en sus cuerpos , ni
en sus ánimos con ninguno de los trabajos p r o -
pios de su edad , y por tanto se crian afemina-
dos y desidiosos para resistir á los halagos del
placer , y á las impresiones del dolor. Adim. Es
ihucha verdad. Soc. Y ellos mismos ocupados
.( 95)
I

ánicamente en enriquecerse, descuidan todo ¡o


demás , y no se toman mas trabajo por a d -
quirir la virtud , que aquellos que reduxeron á
la clase de mendigos. Adim. No hay duda.
Soc. Dispuestos pues los ánimos de este módoj
quando los magistrados y los subditos se 'en-
cuentran unos con otros en los viages , ó en qúa-
lesquiera otras concurrencias comunes ó en los
espectáculos, ó en los exércitos -, ora asociados
en la m a r , Ora sobre la tierra $ ó quando m e t i -
dos en algunas Otras ocasiones peligrosas j se ob-
servan mutuamente unos á otros: los ricos no tie-
nen entonces motivó ninguno de despreciar á los
pobres; antes al contrario , quando un pebre fla-
co y tostado del sol, se vé en la pelea junto á üri
rico criado con delicadeza á la sombra , y c a r g a -
do de gordura, que le vé casi sin resuello ¿, y e m -
barazado de su misma persona ¿ no Creéis Vos
que eri este momento le venga al pensamiento
decir •, que estos hombres despreciables se haceri
ricos por cobardía de los pobres j y que encon-
trándose á solas con otro , se digan recíproca-
mente : en verdad ¿ que nuestros ricos no son
buenos para riada? Adim. Persuadido estoy qué
ellos hablen y piensen de este modo. Sor. A lá
fnaneta pues que un cuerpo mal dispuesto y
achacoso , no necesita para enfermar sino el mas
ligero accidente, y que aún á veces se indispone,;
sin que le sobrevenga ninguna causa exterior;
del mismo modo un estado ert la situación eri
que acabo de representarle , rio tarda 4 _seÉ sí:

N i
(i 6)
9

blanco de las sediciones y guerras intestinas , lue-


go que con el menor p r e t e x t o , los ricos y los
pobres buscan como fortificar su, partido , l l a -
mando en su socorro, estos á los habitantes de
una república vecina , aquellos á las cabezas de
algún.' estado oligárquico ; y no pocas veces las
dos facciones se despedazan con sus propias m a -
nos , sin que los extrangeros tomen parte en su
querella. Adim. E n verdad que esto es así. Soc. E l
gobierno, pues viene á ser popular , quando los
pobres , conseguida victoria sobre los ricos , ma-
tan á unos , arrojan á otros , y se parten por
igual con los que quedan , los empleos y la a d -
ministración de los negocios de la república : d i -
visión que en este gobierno se executa comun-
mente por- medio de la suerte. Adim. Este es el
modo con que en efecto se establece la d e m o -
cracia , ahora sea por via de las a r m a s , ahora sea
que los r i c o s , por temor , tomen el partida de
retirarse sin estrépito.
Soc. Quales serán pues las costumbres de los
ciudadanos , y quál la constitución de este n u e -
vo gobierno ? porque está claro que el hombre
que se le asemeja debe parecemos en cierto modo
democrático. Adim. Es evidente. Soc. Desde l u e -
go ., todo el mundo es libre en este estado, y no
se respira allí otra cosa que libertad é indepen-
dencia, siendo dueño cada uno de hacer lo que
le parece. Adim. Así lo dicen. Soc. Mas en t o -
das partes donde reyna esta licencia , es eviden-
te que cada ciudadano dispone de sí m i s m o , y
escoge á su placer el género de vida que mas íé
agrada. Adim. N o hay duda. Soc. Por consiguien-
te debe haber con singularidad en semejante g o -
bierno hombres de toda especie de conducta.
Adim. N o puede menos. Soc. Parece pues que
esta forma de gobierno debe pasar por la mas
hermosa de t o d a s , y que esta prodigiosa varie-
dad de caracteres realza otro tanto la hermosu-
ra , como los matizes de diferentes colores r e a l -
zan la de una tela. Adim. Por qué n o j Soc. A lo
menos los que juzgan como hacen las mugeres
y los niños con los vestidos , quiero decir por la
bordadura , n« podrán dexar de preferirla á' t o -
das- las demás. Adim. No tengo dificultad en
creerlo. Soc. E n esta república e s , mi amado
amigo , donde cada uno puede ir á buscar el g é -
nero de gobierno que le acomode. Adim. Por
qué esto? Soc. Porque los encierra t o d o s , y cada
qual tiene allí la libertad de vivir á su modo. Me
parece que si alguno quisiera formar el plan de
na estado, como hacemos ahora nosotros , no
tenia mas que llegarse á una ciudad donde g o -
bierna el pueblo, que es como una feria donde
se encuentran gobiernos de toda especie , y e l e -
gir aquel que mas le agrade , executando d e s -
pués su designio sobre el modelo que hubiese es-
cogido. Adim. Seguramente que no tendría esca-
sos los modelos. Sóc. Mas juzgando de la cosa al
primer golpe de v i s t a , no es condición de vida
bien dulce y bien c ó m o d a , el no poder ser for-
zado á aceptar ningún empleo público, por m u -
N 3
(i98)
cho mérito que uno tenga para desempeñarle;
el no estar sujeto á ninguna autoridad, si uno
no quiere ; el no hacer la guerra, quando la h a -
cen otros ; ni estar en p a z , si no.es de vuestro
gusto , mientras que otros viven en ella ; y por
último , si aunque la ley os prohiba toda f u n -
ción en el foro , ó en la magistratura, el ser á
despecho de la ley juez ó magistrado , si os pa-
sase por la fantasía ? Adim, Á primera vista, esta
vida debe parecer deliciosa. Soc, N o es también
cosa admirable la dulzura con que allí se trata
á los reos? N o habéis visto en una ciudad libre
hombres condenados á muerte ó á destierro, p e r -
manecer impunemente en la ciudad , presentarse
en público , y pasearse con un ayre y continen-
te de héroe , como si nadie le viese , ni debiese
ocuparse de él ? Adim. En verdad • que he visto
muchos, Soc. A d e m a s , no es efecto de una con-
descendencia verdaderamente generosa y de un
modo de pensar exento de baxeza , el desprecio
que allí se aparenta de las máximas que hace
poco producíamos con tanta énfasis, trazando el
plan de nuestra república ; quando asegurába-
mos que á menos de estar dotado de un exce-
lente n a t u r a l , de haberse divertido , por decirlo
así, desde su niñez en juegos honestos, y de h a -
ber hecho de tedas las tales cosas un estudio se-
rio el resto de su vida , jamás llegaría á ser h o m -
bre bueno y cabal ? Con qué grandeva de alma
se desprecian allí estas m á x i m a s , sin ocuparse
de examinar el carácter y conducta, de los que
(J99)
se ingieren en el manejo de los negocios públi-
cos! Qué ardor al contrario se aparenta por hon-
rarles , con solo que digan que están llenos de
zelo por los intereses del pueblo! Adim. Esto
supone en efecto sentimientos muy generosos.
Soc. Tales son poco mas ó menos las ventajas de
la democracia. Este es , como vos veis, un g o -
bierno muy dulce,-donde nadie es superior, cuya
variedad arrebata , y en donde reyna la igual-
dad entre las condiciones mas desiguales. Ad'nn.No
decís cosa que no sea bien notoria á todo el
mundo.'
Soc. Considerad ahora el carácter del h o m -
bre democrático ; ó mas bien por guardar el
mismo orden que en el gobierno , no averigua-
remos antes de qué modo se forma? Adim. Sí
por cierro. Soc. Pues no es. por ventura de este
modo? El hombre avaro y oligárquico tiene un
hijo á quien cria CGn su modo de pensar y sus
costumbres. Adim. Muy bien. Soc. Este hijo d o -
mina y cautiva., á exemplo del p a d r e , las p a -
siones que le inclinan al placer , que inspiran el
luxo y el gasto , y son enemigas de la ganancia;
en una palabra , esta multitud de deseos que se
llaman superñuos. Adim. Es evidente. Soc. Q u e -
réis vos , para que caminemos coa mas claridad
en nuestra conversación , que empezemos por
establecer la distinción entre los deseos necesa-
rios y los deseos superfluos? Adim. Mucho lo
deseo. Soc. No hay razón acaso para llamar d e -
seos necesarios aquellos , que el cortarlos y r e -
N 4
( 2O0 )
prirnirlos no está en nuestro poder , y'quánros
de otro lado nos es útil contentarlos ? porque
está claro que unos y otros son necesidades de ía
naturaleza: no es así? Adim. Es muy cierto.
Soc. Luego con justa razón llamaremos necesa-
rios á estos deseos. Adim. No hay duda. Soc. Mas
en orden á aquellos de los quales nos es fácil
desprendernos , si nos aplicamos desde niños,
cuya presencia sobre no producir en nosotros
ningún bien , nos causa muchas veces grandes
m a l e s ; qué otro nombre les conviene mejor que
el de deseos superfluos ? Adim. Ningún otro.
Soc. Propongamos un exemplo de los unos y de
los o t r o s , á fin de formarnos una idea mas j u s -
ta. Adim. Será muy conveniente. Soc. El deseo
de comer con alguna sazón , quanto sea necesa-
rio para conservar la salud y las fuerzas, no es
necesario? Adim. Yo así lo pienso. Soc. El de la
simple comida es necesario por dos razones, la
u n a porque es útil comer, la otra porque es i m -
posible vivir de otro modo. Adim. Es así. Soc. Pero
el del condimento no es necesario , sino en quan-
to contribuye para la salud. Adim. Esto es muy
cierto. Soc. Pero el deseo de toda especie de
manjares y guisados, deseo que puede reprimir-
se y aún cortarse enteramente por una buena
educación , deseo nocivo al cuerpo y al alma,
cuya razón embrutece y despierta las pasiones,
lio debe contarse entre los deseos superfluos?
Adim. Con muchísimo motivo. Soc. Diremos pues
«esotros que estos deseos son dispendiosos y pro-
f
(20í) y

d í g o s , aquellos ahorrativos y lucrosos , por ser


útil satisfacerlos para los trabajos de la vida.
Adim. N o hay inconveniente. Soc. El mismo j u i -
cio haremos tocante á ios placeres del arnor y á
los demás deleytes sensuales. Adim. Sí por cierto.
Soc. Pues dexamos ya dicho nosotros de aquel á
quien dimos el nombre~de zangaño , que estábil
entregado á esta casta de placeres , y dominado
por deseos superfluos de toda especie ; en lugar
'que el hombre parco y oligárquico, no tenia
sino un pequeño número de deseos necesarios.
Adim. E n verdad lo diximos.
Soc. Expliquemos de nuevo cómo este h o m -
bre oligárquico se hace democrático , ved , á lo :
que me parece , de que modo sucede esto por lo
común. Adim. Cómo ? Soc. Luego que un joven,
criado , como hemos dicho , en lá ignorancia y
mezquindad , probó una vez de la miel de los
z a n g a ñ o s , y se vio en compañía de estos insec-
tos furiosos , abrasados de los placeres , y dies-
tros en prepararlos de varias y exquisitas m a n e -
ras , no es precisamente entonces quando su g o -
bierno interior de oligárquico que era , se c o n -
vierte en democrático i Adim. Es como preciso.
Soc. Al modo pues que el estado mudó de for-
ma , porque la facción del p u e b l o , fortificada
con socorros d® fuera quedó superior á la de
los ricos ; así también este joven , n o se m u d a
de costumbres á causa del apoyo que encuentran
MIS pasiones en las pasiones de o t r o , semejantes
y muy parecidas en todo á las s u y a s ! Adim. E s
(203) '
muy cierro. Soc. Pero si su padre y sus parientes
-envian por su parte socorros á la facción de los
deseos oligárquicos que tiene en su interior, y
emplean para sostenerla los consejos saludables
y las reprehensiones, no vendrá á ser entonces su
corazón el teatro de las sediciones y de los com-
bates? Adim. No tiene duda. Soc. Sucede á v e -
ces , creo y o , que la facción democrática quede
sujeta á la oligárquica , y entonces los malos d e -
seos en parte son destruidos , en parte son a r r o -
jados dé su a l m a ; el pudor y la vergüenza vie-
nen á ocupar su lugar , y este joven se perfec-
ciona. Adim.- Sucede esto algunas veces. Soc. Pero
bien pronto , á causa de la mala educación que
recibió de sus p a d r e s , nuevos deseos , mas fuer-
tes y en mayor n ú m e r o , suceden á los que h a
desterrado. Adim. E n efecto que no hay cosa
mas común. Soc. Ellos le arrastran de.nuevo tras
las mismas compañías ; y del comercio clandes-
tino que ellos tienen con los deseos de los oíros,
nace una multitud ce deseos que antes nó c o -
nocía. Adim. N o tiene duda. Soc. E n fin , ellos
se apoderan del alcanzar del alma de este joven,
habiendo presentido que ella está vacía de cien-
cia , de ocupaciones loables , y de juicios v e r d a -
deros , que son la guarda mas segura y mas fiel
de la razón de los mortales amados de Dios.
Adim. Enteramente es así. Soc, Luego al punto
los juicios falsos y presuntuosos, las opiniones
atrevidas acuden á montones , y ocupan el mis-
mo lugar que habían de ocupar aquellos. .ddim.Es
( 203 )
m u y cierto. Soc. Mas por desgracia no es enton-
ces quando vuelve á la compañía de estos volup-
tuosos lotophagos (8), sin avergonzarse de su trato
íntimo con ellos? Y si de parte de sus amigos y
parientes le viene algún socorro á la facción con-
traria , que es la sobria de su a l m a , los juicios
falsos cerrando prontamente las puertas del cas-
tillo real rehusan la entrada al socorro que se
le envía , ni escuchan siquiera los discursos que
hombres ancianos llenos de seso y de experiencia
les dirigen como en embaxada. Ayudados de una
multitud de deseos perniciosos , ellos combaten,
saliéndose con la victoria, y tratando de i m b e -
cilidad al p u d o r , le echan afuera ignominiosa-
mente. Ellos destierran la templanza después de
haberla ultrajado y desfigurado con el nombre'
de cobardía : ellos exterminan la moderación y
frugalidad , á quienes dan el nombre de rustici-
dad y de baxeza. Adim. Verdaderamente que sí.
Soc. Vaciada pues y purgada el alma de este m i -
serable joven , á quien cercan ellos, y le inician
con gran pompa en susanisterios , introducen en
seguida con numerosa» corte , ricamente a d o r n a -
das , y con coronas sobre la cabeza , la insolen-
cia , la independencia , la prodigalidad , y Ja
desvergüenza , de las que hacen mil elogios y
aplausos , disfrazando su fealdad con nombres
muy hermosos: con el de civilidad la insolencia,
la independencia con el de libertad, con el de
magnificencia la prodigalidad , y la desvergüen-
za con el de fortaleza. N o -es cierto que u a j ó -
(204)
ven acostumbrado desde la infancia á no satisfa-
cer otros deseos que los necesarios , pasa de este
modo al estado de libertad ó de disolución, en
el qual se abandona á una multitud de deseos y
de placeres superfluos y despreciables? Adim. N o
puede explicarse esta mudanza de un modo mas
enérgico.
Soc. Pero cómo vive en lo sucesivo ? Sin dis-
tinguir los deleytes superfluos de los necesarios,
se entrega promiscuamente á los unos y á los
o t r o s , no perdonando para satisfacerlos ni bie-
nes , ni cuidados, ni industria. Mas si tiene la
fortuna de no llevar al extremo sus desórdenes,
y si la edad , habiendo apaciguado un poco el
tumulto de las pasiones , le obliga á llamar del
destierro algunas de las virtudes que él habia
echado , y á n a abandonarse á discreción á los
vicios que ocuparon su lugar ; establece e n t o n -
ces entre los placeres una especie de igualdad,
-y haciéndoles , por decirlo a s í , echar suertes,
dexa que sea dominada su alma por el primero
á quien es favorable el acaso. Satisfecho este d e -
seo , pasa baxo el imperio de un o t r o , y así de
todos los demás , sin despreciar ninguno , y con-
tentándolos á todos por igual. Adim. Esto es
mucha verdad. Soc. Y si alguno llega á decirle,
.que hay placeres de dos especies : los unos que
son fruto de deseos inocentes y legítimos, los
•<otros conseqiiencia de~ deseos criminales y p r o -
ihibidos ; y que él debe solicitar y apreciar los
«primeros, reprimir y domar los segundos : cier-
.(205)
ra todas las entradas del alcázar á estas sgbias
máximas , y no responde sino con ademanes de
desprecio , sosteniendo que todos los placeres son
de una misma naturaleza , y merecen solicitar-
se igualmente. Adim. Tal es en efecto su d i s p o -
sición de espíritu, á la qual corresponde su con-
ducta. Soé. Vive pues , por decirlo a s í , á j o r n a -
da por dia. E l deseo primero que se le presenta,
es satisfecho el primero. Hoy dia pone sus deli-
cias en la embriaguez y en las canciones bacal-
cas : mañana él ayunará , y no beberá mas que
agua. T a n pronto se exercita en el gymnasio,
como está ocioso y no se cuida de nada* A v e -
ces se mete á filósofo; pero lo mas común es
ser hombre de estado , sube a la tribuna , habla
y obra sin saber lo que se d i c e , ni lo que se
nace. Un dia se le van los ojos tras la condición
de las gentes de guerra y vedle aquí hecho un
militar : otro d i a , tras la de los comerciantes,
y vedle hecho un mercader. E n una palabra , en
su modo de vivir no hay cosa fixa ni arreglada;
en nada quiere violentarse , y llama la vida que
lleva , vida libre y agradable, y vida bienaven-
turada. Adim. Nos habéis pintado al natural la
vida de un hombre independiente y zeloso de la
igualdad. Soc. Creo pues que su carácter, que
reúne en sí toda especie de costumbres y de c a -
racteres , tiene todo el agrado y toda la varie-
dad del estado popular : y no es de admirar,
que muchas personas de uno y otro sexo a p e -
tezcan, un género de v i t a , qjjte encierra en sí t o -
(206)
das las especies de gobiernos y de caracteres.
Adim. En verdad que es así. Soc. Coloquemos
pues junto á la democracia este hombre que con
mucha razón se puede llamar democrático.
Adim. Pongámosle enhorabuena.
Soc. Réstanos ahora considerar la mas h e r -
mosa forma de gobierno , y el carácter de h o m -
bre mas completo , es d e c i r , la tiranía y el t i -
ratap. Adim. Es consiguiente. Soc. Ea p u e s , mi
amado Adimanto , respondedme : quáles son las
costumbres del gobierno tiránico? porque en or-
den al modo con que se f o r m a , es evidente que
debe su origen á la democracia. Adim. Esto es
cierto. Soc. Mas por ventura , el tránsito del e s -
tado popular á la t i r a n í a , no es casi el mismo
que el de la oligarquía á la democracia? Adim.Cómo
es esto? Soc. L o que se mira en la oligarquía s

como el mayor b i e n , y aún lo que dio princi-


pio á esta especie de gobierno , son las riquezas
excesivas: no es así? Adim. Ciertameute. Soc. Pero
lo que causa su ruina , nú es el deseo insaciable
de enriquecerse , y la indiferencia, que este ú n i -
co objeto que se proponen , inspira para todo lo
demás? Adim. También esto es verdad. Soc. Por
la misma razón , el estado popular encuentra á
mas de esto la causa de su perdición en aquello
mismo que mira como sü verdadero bien, q u a n -
do su deseo es insaciable. Adim. Pero no me d i -
rás quál es este bien? Soc. L a libertad. Entrad
e n una ciudad libre, y oiréis decir por todas
partes que no hay otro bien preferible á é s t e , y
(20?)
"que para disfrutarle, es consiguiente que todo,
hombre de carácter libre fixe mas bien allí su
morada , que en otro lugar. Adim. Mucho se v o -
cifera en este gobierno la voz de libertad. Soc Pero,,
como yo decia poco hace , este amor excesivo de
la libertad, acompañado de una indiferencia ex-,
tremada para todo lo d e m á s , n o es al cabo lo.
que destruye este gobierno , y le dispone á que
se le haga necesaria la tiranía ? Adim. D e qué
modo ? Soc. Quando una ciudad democrática se-,
dienta de libertad , está gobernada por malos
escanciadores, que se la presentan pura , y se la
hacen beber hasta embriagarla j entonces , si los
magistrados no son condescendientes con ella,
hasta dexarle hacer todo quanto quiera , ella los
maltrata con el pretexto que son unos malvados
que aspiran á la oligarquía. Adim. En electo así
lo hace. Soc. Y á los que les tienen respeto y s u -
misión los trata con el mayor desprecio , r e p r e -
hendiéndoles como gente vil y esclavas v o l u n t a -
1

rios. Mas así en púbiieo como en particular , ala-


ba y celebra esta preciosa igualdad , que pone á
un nivel á los magistrados y á los ciudadanos.
Podrá acaso verificarse que en semejante ciudad
no sea llevada la libertad hasta lo sumo?^Í£?fm.No
puede dexar de ser. Soc. N i que penetre, mi ama-
do amigo , en lo interior de las familias , y q u e
á la postre el espíritu de independencia y de
anarquía no se comunique hasta las bestias?
Adim. Qué entendéis vos por esto ? Soc. Quiera
decir, que J o s padres se acostumbran á tratar
(208)
como iguales á sus hijos, y aún á temerles ; y e s -
tos á igualarse con sus padres , y á no tener,
respeto, ni temor,á aquellos de quienes recibie-
ron el ser, porque de otro modo lo padecería su
libertad: que los ciudadanos viejos y los avecin-
dados , y aún los extrangeros pretenden gozar
allí de los mismos derechos. Adim. P u n t u a l m e n -
te así sucede. Soc. Y descendiendo á cosas m e -
nores , los maestros por la misma razón temen
allí y adulan á sus discípulos ; y los discípulos
se burlan de sus maestros y de sus pedagogos;
E n una palabra , los jóvenes quieren ir á la par
con los viejos , y balancear su autoridad , ya
sea en los discursos , ya sea en las acciones. L o s
viejos de su parte por una complacencia y una
civilidad mal entendida ,• se sientan entre los j ó -
venes , y se dedican á copiar sus donayres y m o -
dales , con el temor de pasar por gentes de u n
carácter duro y despótico. Adim. Es así al pie
de la letra. Soc. Pero a m i g o , el abuso mas i n -
tolerable que la libertad introduce en este g o -
bierno , es que los esclavos de entrambos- sexos
son tan libres como aquellos que los compraron.
Y por poco se me olvidó decir , que las m u g e -
res tienen allí tanto poder y son tan independien-
tes como los hombres. Adim. No nos dexemos
n a d a , y según la expresión de Eschylo ( 9 ) , di-
gamos quanto nos venga á la boca. Soc. Está m u y
b i e n : y yo así lo hago. Apenas podía creerse á
no haberlo experimentado uno , quanto los a n i -
males de quienes se sirven los hombres, son m a s
• (209 )
libres allí que en qualquier otra parte. Nosotros
vemos que las perritas ( í o ) , según el adagio,
están sobre el mismo pie que sus amas ; que_Jos
caballos y jumentos acostumbrados á caminar
del todo libres y espetados, atropellan con el
que encuentran por delante, si no les hace l u -
gar. En fia todo disfruta allí de una plena y e n -
tera libertad. Adim. Por cierto me contais mi
propio sueño : porque yo no voy casi nunca al
campo que no me suceda esto. Soc. Mas por ven-
t u r a comprehendeis vos el mal general que de
todo esto resulta ? Conocéis quán delicados y cos-
quillosos de genio se. vuelven los ciudadanos,
en términos de revolverse y sublevarse á la m e -
nor apariencia que vean de servidumbre ? Al cabo
vienen á parar, como vos muy bien sabéis, en n o
hacer ningún caso de las leyes escritas, ó no escri-
tas, para que jamás se verifique que tienen sobre
sí ningún déspota. Adim. S í , muy bien lo sé.
Suc. Esta es pues , amigo mío , aquella for-
ma de gobierno tan hermosa y arrogante , de la
qual nace la tiranía , á lo menos según yo pien-
so. Adim. Arrogante es en efecto , pero conti-
nuad en explicarme las conseqüencias. Soc. L a
misma enfermedad que destruyó la oligarquía,
tomando nuevas fuerzas y mayores aumentos por
la demasiada licencia en el estado popular , vie-
ne á destruirle y á convertir en esclavitud su l i -
bertad. Y en general es verdadero decir , que no
se puede dar en. un extremo , sin exponerse á
caer en el extremo contrario ; lo qual se advier-
ffOMO II. O
(2Ip)
te en las estaciones, en las plantas , en los cuer-
pos , y sobré todo en los estados. Adim. Esto es
muy regular. Soc. Por t a n t o , la excesiva liber-
tad pronto ó tarde degenera en extremada e s -
clavitud , así respecto de una sociedad entera
como de un simple particular. Adim. También
esto es consiguiente. Soc. Luego es. natural que
la tiranía no tome origen de otro gobierno que
del gobierno popular ; es decir , creo yo , que á
la libertad mas entera y mas completa debe s u -
ceder la esclavitud mas. dura é insoportable.
Adim. Este es el orden común de las Cosas.
Soc. Pero pienso que no es esto lo, que vos me
preguntabais : sino que queríais saber quál es
aquella enfermedad que formada en la. oligar-
quía y aumentada después en la democracia, la
conduce por fin á la tiranía. Adim.. Tenéis r a -
zón. Soc. Por esta enfermedad, entiendo yo aque-
lla multitud de gente ociosa y pródiga, de la
qual los unos mas atrevidos y esforzados, se p o -
nen al frente , y los otros mas cobardes van en
su seguida ; de los quales. comparamos los p r i -
meros á los zánganos armados de aguijones , y
los segundos á los zangaños sin aguijón. Adim.Ten-
go esta comparación por muy propia.. Soc. Estas
dos especies de hombres hacen en todo cuerpo
político los mismos, estragos , que en el h u m a -
no hacen la fiema y la bilis. Un sabio legislador,
en calidad de médico del estado , tomará respec-
to ele ellos las precauciones mismas, que un dies-
tro colmenero toma respecto de ios zangaños. Su
(211)
primer cuidado será impedir que no sé introduz-
can ellos en la colmena , y si á pesar de su v i -
gilancia se hubiesen allí metido $ los cortará
quanto antes pueda con la parte del panal d o n -
de se han retirado. Ádim. E n v e r d a d , no hay
otro partido que tomar.
Soc. Para comprehendef áúñ mejor lo qué
queremos decir , hagamos una cosa. Adim. Qué?
Soc. Separemos con el pensamiento el estado p o -
pular en tres Cuerpos ¿ de los quales realmente
se compone. E n el primero se comprehenden
aquellos de quienes yo quiero hablar • porque la
licencia les hace nacer allí en ño menor número
que en la oligarquía, Ádim. Así es. Soc. Hay nO
obstante esta diferencia, que son muChó más re-
voltosos en el estado republicano que én el oli-
gárquico. Adim. Por qué razón? Soc. Porque eñ
éste j como no tienen ellos ningún crédito, y sé
cuida de excluirles de todos los empleos; no p u e -
den ellos ni obrar $ ni fortificarse ; pero en lá
democracia , fuera de un pequeño n ú m e r o , t o -
dos los demás están al frente de los negocios;.
Los mas intrigantes de entre ellos hablan y e x e -
cütán j los otros bordeando al rededor de lá
tribuna , susurran y cierran ia boca á quálqüierá
que quisiese proferir un parecer contrario ; dé
suerte que eñ esté gobierno todos los negocios
pasan por sus maños , á excepción dé algunos
pocos. Adim. És muy cierto. Soc. El segundó
cuerpo hace bando á p a r t e , y ño tiene ningún
•trato con la multitud. Adim. Qtiál fes? Soc-. Gomo,
02
(312)
en este estado todo el mundo trabaja por e n -
riquecerse con el tráfico, los que son mas s a -
bios y mas moderados en su conducta , son tam-
bién por lo común los mas ricos. Adim. Es muy
regular. Sor. De estas gentes pues sin duda sacan
los zangaños mas miel y con mas facilidad.
jAdim. Cómo la habían de chupar de los que t i e -
' nen poco ó nada ? Soc. Por eso á estos ricos se
les dá el nombre de yerba ( n ) de zangaños,
Adim, Y con razón. Soc. El tercer cuerpo es el
pueblo b a x o , compuesto de artesanos y gente sin
ocupación que apenas tiene de que, comer ; cuyo
cuerpo en la democracia es el mas numeroso y
el mas poderoso , quando e s t á ' congregado.
Adim. Es cierto : pero no se congrega con fre-
qüencia , á menos que no se le distribuya algo
de miel. Soc. Por lo mismo los que presiden e s -
tas asambleas, hacen quanto pueden por s u m i -
nistrársela. Con esta mira , se apoderan de {os
bienes de los ricos , que parten ellos con el p u e -
blo , reservándose siempre para sí la mejor p a r -
te. Adim. Este es en efecto el fondo de las d i s -
tribuciones pecuniarias que se le dan. Soc. Entre-
tanto los ricos viéndose despojados de sus b i e -
nes , se resisten con todas sus fuerzas á estos
arrebatadores \ llevando sus quexas al pueblo, y
poniéndose en la obligación de defenderse.
Adim. No , que se estarán quietos ? Soc. Los otros
por su parte , les acusan por muy inocentes, que
estén , de que quieren alborotar el estado , m a - -
quinar contra la libertad del pueblo , y ser oli-
0 3)
T

gárqülcos. Adim. Ni pueden dexar de hacerlo.


Soc. Mas al cabo, quando los acusados descubren
que el pueblo; no tanto por mala voluntad quan-
to por ignorancia , y seducido por los artifipios
de sus calumniadores, forma designios malos con-
tra ellos; entonces, sea ya que ellos quieran ó no
quieran, se hacen efectivamente oligárquicos. Y
no debe atribuirse á ellos este m a l , sino á los zan-
gaños que los aguijonean y los ponen en este apu-
ro. Adim. N o hay duda. Soc. Tras esto vienen las
denuncias , las acusaciones recíprocas, y las sen-
tencias dadas en pro ó contra los ricos. Adim. Esto
es verdad. Soc. Para estos lances acostumbra siem-
pre el pueblo tener alguno á quien confiar con
preferencia sus intereses, al qual procura e n -
grandecer y hacer poderoso. Adim. Es muy cier-
to. Soc. Es pues evidente , que de la raiz de los
protectores del pueblo brota el tirano , y no de
otra parte. Adim. Claro está.
¡Soc. Pero por dónde el protector del pueblo
empieza á convertirse en tirano? no es cierto,
que quando empieza á hacer algo parecido á lo
que cuenta la fábula que sucede en Arcadia en
él templo de Júpiter Liceo ? Adim. Qué es lo
que allí pasa? Soc. pícese que el que una vez
probaba las entrañas humanas mezcladas con las
de otras víctimas por necesidad se convertía en-
i

lobo. Nunca lo habéis oido decir ? Adim. Sí.


Soc. Del mismo modo pues quando el protector
•del pueblo encontrándole perfectamente sumiso
á su voluntad , empaña sus manos con la san-
o 3
( 2 I 4 ) ^
gre de sus' ciudadanos ; quando por" acusaciones
calumniosas que no son sino muy comunes , los
arrastra ante los tribunales y les hace espirar en
los * suplicios ,< quitándoles cruelmente la vida;
quando él mismo abrevando su lengua y su boca
impura con la sangre de sus próximos y de sus
a m i g o s , llena la ciudad de homicidios y de c a r -
nicería , desterrando á u n o s , matando á otros,
y proponiendo en seguida la abolición de d e u -
das y un nuevo repartimiento de tierras ; no es
esto para él una' fatal necesidad de perecer á
pianos de sus enemigos, ó de hacerse tirano del
estado, y de hombre convertirse en lobo? Adim. N o
hay medio. Soc. De consiguiente declara guerra
.abierta contra Jos. hacendados y opulentos : y si
después de haberle arrojado de la ciudad , vuel-
ve á entrar en ella á pesar de sus enemigos, no
es cierto que vuelve con todo el aparato de un
tirano? Adim. Es evidente. Soc. Pero si los ricos
n o pueden conseguir echarle , ni hacerle conde-
nar á muerte acusándole ante el pueblo , enton-
ces le arman asechanzas para matarle de oculto
con muerte violenta. Adim. Nunca dexa de su-
ceder esto. Soc. De aquí la tan decantada petición
y notoriamente tiránica que hacen al pueblo los
que se vén reducidos á este extremo , de pedirle
escolta, á fin dé poner á cubierto la persona
del protector del estado. Adim. Verdaderamente
es así. Soc. El pueblo se la concede , rezelaudose
de su vida , y muy confiados de sí mismos.
Adim. Es certísimo. Soc Quando las cosas l í e -
gan á este p u n t o , y lo advierte el hombre acáur
dalado , y que por sus riquezas es tenido por
enemigo del gobierno , entonces, amigo mió,
toma para sí el oráculo dado á Creso (12), se
retira , huye acia el pedregoso rio Hermo , y no
se avergüenza de que le tengan, por cobarde.
Adim. Hace muy bien ; porque no quedaría en
disposición desvergonzarse segunda vez.Soc. Pero
si le pillan en la fuga, creo que le cueste la vida.
Adim. No le queda otra suerte que esperar.
Soc. E n quanto al protector del estado , que se
ha declarado tirano , no creáis que goza en mag-
nífico reposo las ventajas de su dignidad ; sino
.siempre inquieto; y de píe sobre su tribunal, d e r -
riba á derecha y siniestra á todos aquellos de
quienes desconfia. Adim. Si así no lo .hace, no
respondo de su seguridad. • .
Soc. Veamos pues ahora q u a l e s Ja. felicidad
de éste hombre , y d e j a sociedad que crió seme-
jante monstruo. Adim-, Mucho lo deseo. So.c. Des-
de luego en ios, días primeros de su dominación,
. no halaga con sonrisa á todos quantos encuen-
tra , y aún llega á abrazarlos y decirles .que en
todo piensa , .ménos .en ser tirano , haciéndoles
mil ofertas e n público y e n particular ; .absol-
viendo de todas las deudas •., y partiendo las tier-
ras entre el pueblo y sus favoritos, tratando.»
• todo .el mundo con una dulzura y una ternura
de padre? Adim. Esacomo preciso querempiece de
••esté. modo. Soc. M a s quando ¡está asegurado de los
^enemigos de. .afuera^ .en .parte por tratados , en
o 4
(2l6)
parte por sus victorias , y se halla por este lado
en paz y sosiego, siempre tiene cuidado de man-
tener algunas semillas de guerra ; á fin que el
pueblo sienta la necesidad que tiene de una c a -
beza. Adim. Esto es muy regular. Soc. Y sobre
todo , á fin de empobrecerle con los impuestos
que le c a r g a , para que ocupado en acudir á su
miseria diaria , no medite asechanzas contra su
persona. Adim. JEs evidente. Soc. Creo también
que esto lo hace, á fin de tener á mano un m e -
dio no sospechoso de deshacerse de aquellos que
concibe pueden hacerle alguna oposición , y que
sabe tienen el corazón demasiado libre para d o -
blarse á su voluntad, exponiéndoles á los g o l -
pes del enemigo en un dia de combate. Por t o -
dos estos motivos es necesario que un tirano ten-
ga siempre entre manos alguna guerra. Adim. Con-
vengo en ello. Soc. Pero semejante conducta no
es preciso que le haga odioso á sus subditos?
Adim. N o puede menos. Soc. Y aún algunos de
los que contribuyeron á su elevación , y logran
para con él mucho valimiento, no es verosímil
; que hablen entre sí con toda libertad sobre lo
que pasa, y que los mas atrevidos lleguen á q u e -
xarse á él mismo y á reprehenderle ? Adim. Es
- m u y regular. Soc. Luego és preciso que el tira-
no los quite de enmedío-, si quiere reynar en paz,
y que sin distinción de amigo ni enemigo , d e s -
truya a. todos aquellos cuyo mérito le hace a l -
guna, sombra. Adim. Es ,cosa clara. Soc. Debe
pues tener una vista muy perspicaz para discer-
ni'r íos que son esforzados, magnánimos, p r u -
dentes y ricos ; y es tal su felicidad, que se vé
reducido quiera ó no quiera , á declararse por
enemigo de ellos , y armarles lazos á la conti-
nua , hasta tanto que haya purgado el estado.
Adim. Bella purga por cierto! Soc. Hace lo con-
trario que los médicos,,los quales purgan los
cuerpos quitando lo malo y dexando lo bueno.
Adim. Mas entretanto debe hacerlo a s í , ó r e -
nunciar la tiranía. Soc. Luego se vé apremiado
por la feliz necesidad, que le presenta la elec-
ción de perecer , ó tener que vivir con gentes sin
mérito y sin virtud , de quienes aún no puede
evitar el ser aborrecido. Adim. En verdad que
es tal su situación. Soc. Pero no es cierto que
quanto mas odioso se haga á sus ciudadanos por
sus crueldades, tanto tendrá mayor necesidad
de un cuerpo de guardia mas numeroso y mas
fiel? Adim. No puede menos. Soc. Mas dónde en-
contrará él gente fiel? ó de dónde les hará venir?
Adim. Como les pague bien , ellos vendrán v o -
lando á montones de todas partes. Soc. Por el Can
de Egypto , que os entiendo. Queréis decir que
le vendrán enjambres de zangaños de todos los
países. Adim. Muy bren eomprehendisteis mi
pensamiento. Soc. Pero por qué no confiaría su
persona á sus subditos ? Adim. Cómo? Soc. C o m -
poniendo su guardia de esclavos á quienes diese
libertad , después de haber quitado la vida á sus
amos, Adim. Muy bien , y otro tanto mas que
estos esclavos le serán enteramente adictos.
(2i8)
Soc. Quán digna de envidiarse es ía condición de
u n t i r a n o , si le obliga á destruir los mejores ciu¿
d a d a n o s , y hacerse de sus esclavos, sus amigos
y confidentes. Adim. Pues no es posible tener
otros. Soc. Estos nuevos ciudadanos se llenan de
admiración para con su persona , los quales son
admitidos á su mas íntima familiaridad , m i e n -
tras que los hombres de bien le aborrecen y le
huyen. Adim. N o puede ser otra cosa.
Soc. N o en vano pues se celebra la tragedia
como escuela de sabiduría, y á Eurípides que
fué en ella aventajado. Adim. Por qué causa?
Soc. Porque Eurípides (13) pronunció en cierta
parte esta sentencia llena de u n sentido profun-
do : Los- tiranos son sabios por el trato que tienen
•con los sabios. Y sin duda quiso decir, que los
que componen su corte son otros tantos sabios.
Adim. Es cierto que Eurípides y los otros poe-
tas levantan la tiranía hasta los cielos en mil p a -
rages de sus obras. Soc. P o r tanto estos poetas
trágicos tienen el entendimiento muy bien puesto
para llevar á m a l , que en nuestra república y
en todos los estados gobernados por nuestras
máximas , se les rehuse la e n t r a d a , á causa d e
los elogios desmedidos que hacen de la tiranía.
Adim. E n quanto yo puedo presumir , creo que
los mas racionales de. entre ellos , no se ofen-
derían de esta resistencia. Soc. Vayan ellos pues,
si les parece , á otros estados , congregando el
pueblo á oir sus piezas, alquilando las mas be-
llas , las mas fuertes , y las mas persuasivas vo-
(219).
e e s , para inspirar á la multitud el gusto de la
tiranía y de la democracia. Adim. Vayan enhora-
buena. Soc. Es cierto que les resultará de sus
afanes mucho dinero y mucha gloria ; primera-
mente de parte de los tiranos , como debe presu-
mirse , y en segundo lugar de parte de las demo-
cracias. Pero á medida que querrán tomar su vue-
lo acia gobiernos mas perfectos, su fama irá siem-
pre en disminución, perderá el aliento, y no po-
drá acompañarles hasta allá. Adim. Tenéis razón.
Soc. Mas dexemos esta digresión que nos
dilataría demasiado. Volvamos al t i r a n o , y
veamos de donde sacará provisiones para mante-
ner esta guardia hermosa , numerosa , varia , y
renovada á cada momento. Adim. Es evidente
que empezará por despojar los templos, y mien-
tras que la venta de las cosas sagradas le p r o -
duzca fondos suficientes, cargará al pueblo los
menos tributos que pueda. Soc. Muy bien : pero
en agotándose este fondo qué hará'¿ Adim. E n -
tonces vivirá de los bienes de s*u padre , é l , sus
paniaguados, sus amigos y sus amigas. Soc. Ya
os entiendo ; queréis decir , que el pueblo que
dio vida al tirano , le mantendrá á él y á su c o -
mitiva. Adim. Le será preciso. Soc. Pero y qué
me decís? si el pueblo se indignase contra él y
le dixese , que no es justo que un hijo ya creci-
do y fuerte sea de carga á su padre j. sino al con-
trario que el padre sea mantenido por su hijo : n i
qué le formó y le elevó , para luego en crecien-
do tomarle por su a m o y servir de esclavo á
(220)
sus escíavos , mantenerles á é l , y á ellos , y £
esta multitud de extrangeros que le rodean á la
continua ; sino que únicamente quiso libertarse
por su medio del yugo de los ricos , y de aquellos
que en la ciudad son tenidos por gente honrada
y de bien : y así que le manda entonces que se
retire con sus amigos , y dexe el estado , con la
misma autoridad que un padre despide de su casa
al hijocon los compañeros del desorden? Adim.Vax.
diez que entonces verá qué monstruo ha engen-
drado , criado y abrigado en su seno , y que en
vano se esfuerza á expeler á uno , que es mas
fuerte que lo es él. Soc. Qué es lo que decís?
Q u é ! el tirano se atrevería hacer violencia á s u
padre y aún á maltratarle, sino se daba á sus
razones ? Adim. Quién duda que llegue á este
extremo , después de haberle desarmado. Soc. Se-
g ú n e s t o , el tirano es un hijo desnaturalizado,
es un parricida. Y esto es lo que yo llamo una
tiranía abierta y declarada , en la qual el p u e -
b l o , según aquél (14) dicho,, por evitar el humo
de una vana esclavitud de hombres libres, cae
e n el fuego del mas cruel despotismo y vé s u -
ceder la esclavitud mas dura y mas amarga , á
una libertad excesiva y mal entendida. Adim. Este
es « n castigo debido á su locura , que nunca dexa
tle experimentar. Soc. Podemos lisongearnos que
hemos explicado de un modo que satisfaga él
tránsito de la democracia á la tiranía , y las cos-
t u m b r e s de este gobierno ? Adim. S í , podemos
lisongearnos eon razón.
(aar)

COLOQUIO NONO.

Sóc. Restaños ahora ver como el hombre ti-


ránico se forma del democrático, quales son sus
costumbres y modo de vivir , y si su suerte es
feliz ó desgraciada. Adim. Esta es la única co:;a
que nos falta considerar. Soc. Sabéis vos lo que
yo quisiera aún ? Adim. Qué ? Soc. A mi enten-
der , no hemos explicado con bastante claridad
la naturaleza y qualidades de las pasiones. Y
mientras falte algo de este punto , el descubri-
miento de lo que buscamos irá siempre mezcla-
do con alguna obscuridad. Adim. Pues aun e s -
tamos á tiempo. Soc. Sin duda. Y ved, sobre todo,
lo que desearia yo conocer de un modo mas c l a -
r o , reducido á esto. Entre los placeres y deseos.
superfluos encuentro yo algunos que son crimi-
nales é ilegítimos. Los quales nacen en el alma
de todos los hombres ; pero algunos los enfre-
nan con las leyes y con otros deseos mas a r r e -
glados y ayudados de la razón ; de suerte que ú
se extinguen del todo , ó quedan muy débiles y
pocos en número. E n otros al contrario , estos
deseos son en mayor número y al mismo tiempo
mas fuertes. Adim. D e qué deseos habláis vos?
Soc. Hablo de aquellos que se levantan mien-
tras dormimos , quando la parte del alma que es
la silla de la razón , que es dulce y tratable , y
manda á todo el hombre , está como dornúiida.;
(222)
y la otra parte animal y feroz , incitada con los
vapores de la comida y del vino , se revela , y
sacudiendo el sueño que quisiera aturdiría, bus-
ca como escaparse y satisfacer sus apetitos bru-
tales. Bien sabéis , que esta parte del alma se
atreve á todo en estos momentos , cómo si estu-
viese libre y exenta de las leyes de la sabiduría
y del pudor , de suerte que se imagina entonces
tener un comercio ilegítimo con su madre, y no
se avergüenza , que nada distingué , ni Dios, ni
hombre , ni bestia ; que ningún homicidio, nin-
gún alimento (1) le horroriza : en una palabra,
que no hay acción por extravagante, é impúdica
que sea tras la qual no sé vaya. Adim. Decis
mucha verdad. Soc. Pero quando alguno lleva
una vida sobria y arreglada , y para entregarse
al sueño, atiza la antorcha de su razón , y dán-
dole pábulo de reflexiones saludables ¿ medita
consigo mismo ; quando sin saciar la parte ani-
mal le concede lo que no puede rehusarle , á fin
que viniendo á sóporarse no perturbe ni con
su alegría , ni con su tristeza la parte intelec-
tual del alma ; sino que la dexe, sola y desasida
de los sentidos , dirigir sus miradas y sus deseos
Sobre lo que ignora, de lo pasado , de lo p r e -
sente , y de lo por venir ; quando apaciguada
también la parte donde reside la ira , se acuesta
sin tener el corazón lleno de odio , ni rencor
contra nadie : en fin quando todo duerme en él¿
salvo su razón que está dispierta , entonces el
espíritu ve de mas cerca la verdad j y se estre-
(223)
cha con ella ele u n modo mas íntimo, sin que se
atraviesen fantasmas impuras , ni sueños a l b o -
rotados. Adim. Estoy persuadido. Soc. Acaso me
dilaté demasiado en referir esto. L o que importa
solamente saber , es que hay en cada uno de n o -
sotros , aun en los que parecen mas dueños de
sus pasiones, una especie de deseos crueles , bru-
tales , sin freno y sin ley , y que se dan á c o n o -
cer mientras dormimos. Examinad pues si lo que
yo digo es verdad , y si os conformáis en ello»
Adim. Me conformo.
Soc. Traed ahora á la memoria el retrato
que hemos hecho del hombre democrático. D e -
ciamos nosotros que en su juventud se habia cria-
do baxo de un padre serio y moderado, que no t e -
nia en aprecio sino los deseos útiles y lucrativos,
y se ocupaba poco de satisfacer los deseos super-
fluos, que no tienen otro objeto que el luxo y
los placeres : no es así ? Adim. Ciertamente.
Soc. Que acompañándose después con gentes m e -
nos austeras y entregadas á estos deseos frivolos
de los quales acaba de hablar, tomó bien pronto
aversión á las lecciones juiciosas de su p a d r e , y
se habia abandonado á la disolución y al liber-
tinage : mas con todo como lograba mejor n a -
tural que sus corrompedores , viéndose tirado de
dos lados opuestos, habia tomado, un medio en-
tre su conducta y la de su padre , proponién-
dose disfrutar los placeres con moderación y l l e -
var una vida igualmente distante , según él
pensaba, de ia violencia servil, y del desorden
(224)
que no conoce ley ; por cuyo medio, de oligár-
quico que antes era , se habia convertido en de-
mocrático. Adim. Esto es verdad , y tal es la
idea que comunmente se forma de un hombre
de este carácter. Soc. Dad á este hombre ahora
llegado ya á viejo un hijo criado en las mismas
máximas. Adim. Muy bien. Soc. Imaginaos ert
seguida que le sucede á él lo mismo que sucedió
á su padre ; quiero decir, que se halle metido ert
una vida licenciosa , llamada libre por los que le
seducen , y que por una parte su padre y sus
parientes , fomenten poderosamente la facción
de los deseos moderados , mientras que de la
otra estos encantadores hábiles que poseen el s e -
creto de hacer tiranos , ayudan con todo su p o -
der la facción contraria ; hasta que en fin recur-
ren al único medio que les queda para detener
á este joven en su partido : es decir , de infun-
dirle en su corazón, un amor violento , director
de ociosos y pródigos apetitos , y que no es otra
cosa en mi sentir , que un zangaño grande y
con alas. Creéis vos en efecto que el amor de
estas personas sea otra cosa que un zangaño?
Adim. Yo no creo que sea otra mas .-que esto.
Soc. Pero quando las ^otras pasiones susurrando
al rededor de este zangaño , coronadas de flores,
repletas á la continua de_ vinos y de perfumes,
y entregándose en estas asambleas de disolución
á los placeres mas libres y mas excesivos, le han
criado y n u t r i d o , y le han armado con el a g u i -
j ó n del deseo; desde entonces este tirano del al-
(225)
ma escoltado por la locura y el furor no guarda
ya moderación , sino que extermina y arroja l e -
jos de su presencia quantos sentimientos hones-
tos y deseos virtuosos pudiesen quedar dentro de
s í , hasta que borrados enteramente los vestigios
del pudor y de la templanza , se haya llenado
de una locura nueva que antes no conocía.
Adim. No puede hacerse mas viva pintura del
modo con que se forma'el hombre tiránico.Soc. N o
es acaso por esta razón , que hace ya mucho
tiempo , que se le dio al amor el nombre de ti-
rano' . Adim. Es muy verosímil. Soc. Pues , a m i -
1

go m i J , todo hombre embriagado no tiene tam-


bién ideas y pensamientos tiránicos ? Adim. Sí
por cierto. Soc. Del mismo modo , un frenético,
un furioso , no se imagina que puede mandar no
solo á los hombres , sino también á los dioses,
y aun espera el conseguirlo? Adim. Y con m u -
cha vehemencia. Soc. Luego , mi amado amigo,
el hombre tiránico y su carácter está plenamente
formado , quando la naturaleza ó la educación,
ó una y otra juntamente llenaron su alma de •
embriaguez, de amor y de furor. Adim. Esto es
verdad.
Soc. Vos acabáis de ver cómo se forma este
hombre. Mas pregunto ahora de qué modo vive?
Adim. Yo os responderé como hacen ios niños
quando juegan (2) : vos seréis quien me lo diga.
Soc. Enhorabuena. Creo sin duda que en adelante
él y sus compañeros estarán siempre metidos en
fiestas, juegos, festines , ramerías, y en los p l a -
TOMO 11. p
(226)
ceres de toda especie que les sugerirá el amor
tirano , que se aloja dentro en su corazón , y
que gobierna con imperio todas las potencias
del alma. Adim. Esto es como preciso. Soc. Pero
día y noche no brotarán en su interior una m u l -
titud de deseos indómitos é insaciables? Adim. Sin
duda muchos. Soc. Luego sus rentas , si las t i e -
ne , pronto se agotarán en satisfacerlos. Adim. N o
puede dexar de ser. Soc. Tras esto vendrán los
empréstitos y la disipación de todo su patrimo-
nio. Adim. Es níuy cierto. Soc. Y quando ya
nada le quede , no se verá importunado por la
multitud fogosa de pasiones recien anidadas en
su ánimo , y acosado de sus aguijones , p a r t i -
cularmente de aquel del amor , á quien como á
su general las otras pasiones sirven , por decirlo
a s i , de guardia y de escolta , no correrá él aqui
y allá pomo un energúmeno, buscando de todos
lados donde hacer alguna presa , sorprendiendo-
la con artificio , ó arrebatándola por fuerza?
Adim. Seguramente que sí. Soc. Por tanto se
verá precisado á robar quanto le venga á mano,
ó á ser despedazado de los fuertes aguijonazos y
crueles dolores. Ádim. No hay medio. Soc. A la
manera pues que las nuevas pasiones recien n a -
cidas en su corazón sobrepujaron las antiguas, y
se enriquecieron con sus despojos ; asimismo,
aunque mas joven , no querrá él tener mas bie-
nes que su padre y su madre , y ampararse del
patrimonio que les queda después de haber disi-
pado su parte. Ádim. Pues por qué no ? Scc. Y
si sus padres no se lo consintiesen , no intentaría
desde luego robarles y engañarles ? Adim. Sin
disputa. Soc. Si este medio no le saliese bien, no
recurriría inmediatamente á la rapiña y á la
fuerza abierta ? Adim. Asi lo pienso. Soc. Y si
sus ancianos padres , ó amado m í o , se oponen í
su violencia , y se resisten , por fortuna los r e s -
petará, y se contendrá de hacer con ellos alguna
acción tiránica? Adim. Mucho me temo por los
padres de este joven. Soc. Pero por Dios que me
digáis, mi amado Adimanto , por una nueva
concubina á quien ama por capricho y sin r a -
zón ; por un mancebo esclavo , cuya belleza le
habrá seducido , y-á. quienes habrá metido en la
casa paterna ; creéis vos , que se propase hasta
poner su atrevida mano sobre el padre y la m a -
dre , sin ningún respeto á su abánzada e d a d , ni
á los derechos antiguos y naturales que tienen
ellos sobre su corazón , y hasta quererles obli-^
gar á que sirvan al objeto de sus amores ?
Adim. Par diez que no tengo la menor duda.
Soc. Dicha pues grande para unos padres haber
dado á luz un hijo de este carácter tiránico.
Adim. No creo que sea mucha. Soc. Pero que!
quando haya consumido todos los bienes de su
padre y de su madre, y el enxambre de pasiones
se. haya multiplicado y fortificado en su corazón,
no se verá reducido á romper las paredes de las
casas , á robar capas en alta noche, y á despojar
los templos ? Y entre todo este tropel de ¡cosas,
los sentimientos de honor y de providad que se
P 2
(228)
le habían inspirado en su niñez , desaparecerán,
y las pasiones recien libertadas del yugo , s i r -
viendo de escolta al amor , se harán señoras de
su corazón : estas mismas pasiones , que quando
estaba sujeto á la autoridad de las leyes y á la
voluntad de su padre , no osaban desatarse sino
durante el sueño , quando el amor se haya h e -
cho dueño y tirano suyo , le provocarán cien v e -
ces al dia á cometer las mismas acciones, á las
cuales rara vez le incitaban antes durante la
noche. Ningún homicidio por cruel que sea, nin-
guna especie de disolución , ningún crimen le
1

contendrá: el amor tiránico reynará solo en su


corazón , introduciendo en él la anarquía y eí
desprecio de las leyes ; y mirando á esta alma
como un estado del qual se apoderó, la obligara
á cometerlo todo y atreverse á todo , para e n -
contrar con que mantenerle á él y á esta tumul*
tuosa multitud de pasiones que lleva siempre
consigo , unas venidas de afuera por las malas
compañías ; otras nacidas en su seno , á las q u a -
les soltó las.riendas por sus desórdenes y por la
licencia que les concedió. No es esta por su des-
gracia la vida que lleva ? Adim. L a misma.
Soc. Y si en un estado se encuentran pocos c i u -
dadanos de este carácter , y los otros son sabios
y arreglados en sus costumbres,saliendose de alli,
se pondrán al servicio de algún tirano, ó si h u -
biese guerra en alguna parte venderán sus so-
corros á precio de plata j pero si viviesen ellos
en el estado en medio de la tranquilidad y de
(229)
la paz, cometerán alii uriamultitud de pequeños
males. Ádim. De qué males habláis ? Sor. Por
exemplo , robarán , romperán paredes , cortarán
bolsas , despojarán p;isageros , serán sacrilegos,
y raptores. Si tienen alguna eloqüencia , serán
calumniadores, atestiguarán en rálso , y ven-
derán su voto al que mas ofrezca. Ádim. Esto
es lo que vos llamáis pequeños males , y lo que
ellos harán si son pocos en número ? Soc Sí; las
cosas pequeñas , como vos sabéis , no son tales
sino comparadas con las grandes : y en realidad
'todos estos males cotejados con los que sufre un
estado oprimido por la- malicia de un tirano,
según lo del proverbio , no les llegan con m u -
cho ( 3 ) , orase les considere en-sí mismos, ora en
sus funestos efectos. Porque quando una ciudad
tiene en su recinto muchos ciudadanos de este
carácter , y su partido viniéndose á engrosar ca-
d a dia por los muchos que se les juntan , sien-
ten ellos su número y sus fuerzas ; ayudados
entonces'por un populacho insensato , son ellos
mismos los que dan al estado por tirano aquel de
entre ellos , cuyo corazón está tiranizado por las
pasiones mas fuertes y mas imperiosas. Adim. L a
elección está muy bien hecha ; porque seme-
jante sugeto debe manejarse perfectamente en el
oficio de tirano. Soc. El mejor partido que el
estado puede tomar entonces , es recibirle sin
resistencia ; sino al menor movimiento que ha-»
ga , se levantará contra su patria con las m i s -
mas violencias que usó contra su padre y su raa-
. *3
(23°) .
dré ; y la maltratará en lo posible , entregándo-
la en poder de los jóvenes disolutos que le s i -
guen , y reduciendo en un todo por este medio
á la mas dura esclavitud á esta patria, q u e , por
valerme de la expresión de los cretenses , es p a -
ra él otro padre y otra madre ; y vendría á ser
tal el paradero y el fin de los deseos de este
hombre. Adim. Tenéis mucha razón. Soc. Pero
acaso es necesario siempre que semejantes mons-
truos se hallen al- frente de un estado para darse
4 conocer ? no se muestran freqüentemeíite tales
quales son en una condición privada? primera-
mente, ó andan rodeados casi siempre de una
multitud de aduladores ,-prontos á obedecerles
en todo , ó sometiéndose ellos mismos á los otros
mientras que los necesitan , no hay cosa que no
hagan para persuadirles su entero rendimiento,
como si fuesen cosas propias ; pero apenas han
logrado lo que desean , quando su amistad para
con ellos se convierte en indiferencia y. extraña-
miento. Adim. N o hay cosa mas común. Soc. Asi
pasan toda su vida sin ser^ amigos de nadie,
dueños ó esclavos de la voluntad de otro ; y ved
aqui el distintivo del carácter tiránico , no c o -
nocer ni la verdadera libertad , ni la verdadera
amistad. Adim. Esto es cierto. Soc. Por ventura
no diriamos con razón de esta especie de g e n -
tes , que son hombres sin fé? Adim. Por qué no?
Soc. Como también injustos hasta lo s u m o , si lo
que hemos dicho mas arriba acerca de la justicia
es verdadero. Adim. N o puede dudarse que lo
sea. Soc. Recapitulemos pues los diferentes r a s -
gos que constituyen un malvado completo. Si
es que existe , debe ser tal dispierto , qual noso-
tros le pintamos poco hace estando dormido.
Adim. No hay duda. Soc. Por tanto éste debe ser
aquel que con el natural extremadamente tirá-
nico , llegase además á revestirse de la autori-
dad de tirano ; y quanto mas viviese en el exer-
cicio de la tiranía, tanto vendría á ser mas m a -
lo. Esta es una conseqüeneia necesaria , replicó
Glaucon.
Soc. Pero si es el mas malo de los hombres,
tio será también el mas infeliz ? Y no lo será otro
tanto m a s q u a n t o hubiese exercido la tiranía
per mas tiempo y de un modo mas despótico?
Hablo por lo que es en realidad, y no según las
varias opiniones del vulgo. Glauc. Preeiso es que
la cosa sea asi. Soc. L a condición pues del h o m -
bre tiranizado por sus -pasiones, es la misma que
la de un estado oprimido por un tirano , y por
ía misma razón la condición del hombre d e m o - :

crático se parece á la de un estado republicano,


y asi de las otras. Glauc. Sin disputa. Soc. Y lo
que un estado es respecto de otro estado en or-
den á la virtud y á la felicidad , es uno de estos
hombres respecto de otro. Glauc. N o hay duda.
Soc. Pero , quál es el estado gobernado por u n
tirano respecto al estado monárquico , tal como
nos le hemos representado mas arriba? Glauc. H a y
entre estos dos gobiernos una entera oposición;
él uno es muy b u e n o , el otro malísimo. Soc. N o
Í4
(230 /
me detendré en preguntaros quál de los dos es
el bueno ; porque esto es evidente. Pero sí quie-
ro que.me digáis, si creéis que el muy bueno es
también muy feliz , y el malísimo muy desgra-
ciado, Y no nos dexemos deslumhrar por la fe-
licidad aparente del tirano, echando únicamente
los ojos sobre su persona , y sobre los pocos fa-
voritos que le rodean : entrémonos como es d e -
bido por él estado , registrémosle todo entero,
penetremos por todas partes, y descubramos l u e -
go nuestra opinión por lo que habremos visto.
Glauc. N o pedís sino una cosa muy justa. Y es
notorio á todo el mundo , que no hay ciudad
mas miserable que la que obedece á un tirano,
ni tampoco mas feliz que la gobernada por un
Rey. Soc. Y baria yo mal en exigir que. se tomen
las mismas precauciones , quando se trate de ha-
cer juicio sobre la felicidad de los particulares,
y pretender que no se dé crédito, sino á la deci-
sión de aquel que es capaz de penetrar hasta en
lo interior del hombre , y no dexarse engañar
como un niño de apariencias y exterioridades
pomposas y tiránicas , de las quales se revisten
para imponer á la multitud , sino que se pese y
se examine todo? Si pues pretendiese yo que n o -
sotros no debemos escuchar en la qüestion p r e -
sente otro juez .que aquel que a l a s luces del es-
píritu junta las de la experiencia , que ha vivi-
do con los tiranos , ha presenciado las interiori-
dades de sus casas y familias, y les ha visto des-
pojados de ios atavíos y pompa de teatro que
(233)
llevan en público , y que sabe qué impresión
hace en ellos la vista de los riesgos á los quales
el estado está expuesto á la continua : si, digo
y o , haria bien en no permitir que diese otro que
este el parecer sobre la felicidad ó la miseria de
la condición del tirano , comparada con la de
los demás? Glauc. No podríais escoger otro juez
mejor. Soc. Queréis pues que supongamos por
un instante que nosotros estamos en disposición
de juzgar , y que hemos vivido harto (4) tiempo
con ellos para conocerles á fondo; á fin que ten-
gamos alguno que pueda responder á nuestras
preguntas ? Glauc. Mucho lo deseo. Soc. Seguid-
me pues con cuidado 5 y acordándoos de los ras-
gos de semejanza que se encuentran entre el es-
tado y el particular, consideradles uno tras otro,
y decidme qual debe ser la situación de cada
uno. Glauc. K.especto á qué? Soc. Empezando
por el estado , diréis vos de una ciudad sujeta 3
un tirano que es libre ó esclava ? Glauc. Yo digo
que ella es esclava lo mas que puede serio.
Soc. Con todo veis en esta ciudad gentes libres y
dueñas de sus acciones. Glauc. Sí las veo , pero
en muy pequeño número ; y á decir verdad la
mayor y mas honrada parte de los ciudadanos
está reducida á una dura y vergonzosa esclavi-
tud. Soc. Sí pues el hombre particular corre p a -
rejas con el estado , no es preciso que pasen por
él las mismas cosas, y que gima su alma en una
esclavitud baxa y vergonzosa , sometiéndose Ja
anas noble parte de esta alma á los caprichos de
(234)
la parte mas despreciable , mas perversa y mas
furiosa ? Glauc. No puede menos. Soc. Mas qué
diréis vos de una alma en este estado ? Es ella
libre ó esclava ? Glauc. Yo digo que esclava.
Soc. Pues una ciudad esclava y dominada de u n
tirano, no hace en nada lo que quiere. Glauc. Cier-
tamente que no. Soc. Del mismo m o d o , hablan-
do en general, una alma tiranizada tampoco h a -
ce lo que quiere ; sino que arrastrada á la c o n -
tinua por la violencia de sus pasiones , estará
siempre llena de turbación y arrepentimiento.
Glauc. No tiene duda. Soc. Pero la ciudad donde
reyna un tirano , es necesario que sea r i c a , ó
pobre? Glauc. Pobre. Soc. Luego una alma t i r a -
nizada es preciso que también sea pobre é insa-
ciable. Glauc. Asi es. Soc. Y no es aun necesario
que este estado y este particular se vean llenos
de un miedo y pavor continuo? Glauc. Segura-
mente. Soc. Creéis vos que puedan encontrarse
en otra ciudad mas lamentos, mas suspiros, mas
gemidos y dolores mas amargos ? Glauc. Creo
que no. Soc. O en álgun otro hombre,quien quie-
ra que sea , mas que en este hombre tiránico, á
quien el amor y las otras pasiones hicieron f u -
rioso ? Glauc. D e ningún modo puede ser.
Soc. Pienso pues , que poniendo vos los ojos en
estos males y en otros muchos m a s , habéis j u z -
gado ya que esta ciudad era la mas infeliz de
todas las ciudades. Glauc. N o he teñido razón?
Soc. Y mucha. Pero echando la vista sobre estos
Mismos males que experimenta el hombre tiráni-
(235)
co , qué decís vos de él ? Glauc. Yo digo que es
¿I mas miserable de todos Iqs hombres. Soc. Os
engañáis en esto. Glauc. Por qué ? Soc. Porque
no es aun tan miserable como puede serlo.
Glauc. Pues quién lo será ? Soc. Acaso aquel que
os voy á decir os parecerá mas infeliz que éste.
Glauc. Quién es? Soc. Este es aquel , que estan-
do ya tiranizado por sus pasiones , no vive en
condición privada , sino que su mala fortuna le
presenta la ocasión favorable de llegar á ser t i -
rano. Glauc. Por lo que dexamos dicho mas a r r i -
ba , conjeturo que vos tenéis razón. Soc. Esto
puede ser ; mas en una materia de tanta impor-
tancia , quando se trata nada menos que de
examinar en qué consiste la felicidad y miseria
de la vida , no debemos detenernos en conjetu-
ras , sino llevar , si ser puede , la cosa á un e n -
tero convencimiento. Glauc. Decís muy bien.
Soc. Notad pues si discurro con exactitud.
Para juzgar bien de la condición del tirano me
parece que se deben considerar estas cosas. Glauc.
Q u é cosas? Soc. A él le sucede, lo mismo á propor-
ción que álos ricos particulares que tienen muchos
esclavos ; porque ellos tienen de común con los
tiranos, que mandan á muchos ; la diferencia
solamente está en el número , que el de éstos es
mayor que no el de aquellos. Glauc. Esto es v e r -
dad. Soc. Vos sabéis que estos particulares viven
tranquilos , y nada temen de parte de sus escla-
vos. Glauc. Qué tendrían ellos que temer?
Soc. N a d a : pero sabéis vos la razón ? Glauc. Sí.
Es porque todo el estado .vela por la seguridad
de cada ciudadano¡¿Soc. Muy bien. Pero si algún
dios transportase de enmedio de la ciudad á uno
de estos hombres que tienen en su servicio c i n -
cuenta ó mas esclavos , con su muger y sus hi-
j o s , y le estableciese con sus bienes y toda su
casa en una vasta soledad, donde nadie pudiese
esperar socorro de ningún hombre libre.: con
quinto temor creéis , que estaría siempre de p e -
recer á manos de sus escíavos, é l , su muger y
sus hijos ? Glauc. Creo que con el mayor del
mundo. Soc. Luego se. vería reducido á halagar
con baxeza á algunos de entre ellos , á ganarles
la voluntad á fuerza de promesas, á libertarles
sin que lo hubiesen merecido j en una palabra á
convertirse en adulador de sus esclavos. Glauc. E n
gran necesidad se vería de pasar por e s t o , ó c o n -
sentir en perecer. Soc. Qué sería pues , sí este
mismo dios pusiese al rededor de su estableci-
miento otras muchas gentes, determinadas á no
sufrir que un hombre exerciese ningún imperio
sobre sus semejantes , y dispuestas á castigar con
las penas mas rigurosas al que formase semejante
empresa, si le habían á las manos? Glauc. Rodea-
do por todas partes de.tantos enemigos, creo que
a u n estaría en mucho mas riesgo de perder la
vida. Soc Por desgracia pues no está encadenado
el tirano en semejante prisión ? Cuyo carácter
siendo qual le hemos pintado , no debe vivir
agitado á la continua , lleno de temores y deseos
¡de toda especie ? Pero por ansiosa que sea su
(nr)
curiosidad, no puede ausentarse de la ciudad un
solo día como los otros ciudadanos , ni asistir á
los espectáculos que llamen su atención. Encer-
rado en el recinto de su palacio como una m u -
ger ; envidia la suerte de sus subditos , quando
sabe que saliendo fuera han visto cosas dignas
de aprecio. Glauc. Todo esto es verdad. Soc. Mas
sobre estos males comunes á todos los tiranos,
el hombre dominado de sus pasiones á quien ha-
béis juzgado por el mas miserable de los h o m -
bres , experimenta otros que le son propios,
quando la suerte le obliga á dexar la vida p r i -
vada , y le eleva á la condición de t i r a n o , y
siendo incapaz de gobernarse á sí mismo , i n -
tenta mandar á los demás. Su condición se p a -
rece á la de un médico, que juntando á una
complexión delicada la incapacidad de gober-
narse á sí mismo , en lugar de no ocuparse de
otra cosa que de su salud , se viese obligado á
luchar toda su vida contra las enfermedades de
los otros cuerpos , y" trabajar en su curación.
Glauc. Esta comparación , Sócrates , es muy
exacta y muy cierta. Soc. Semejante situación,
mi amado Glaucon , no es la mas triste que
puede imaginarse , y la condición de tirano no
añade nuevos grados de miseria á los males de
aquel que vos teníais- ya por muy infeliz?
Glauc. Convengo en ello. Soc. Luego no consul-
tando sino con la verdad , qualquiera que ser
pueda sobre éste punto la opinión de los h o m -
bres , el verdadero tirano- es un verdadero escia-
(238)
v o , y un esclavo sujeto á la mayor baxezá y
mas dura servidumbre , y un vil adulador de los
hombres mas malos. El qual jamás puede satisfacer
sus pasiones, siempre lo que le falta le importa
mucho mas que lo que posee, y quien supiese
registrar su alma toda entera, encontraria que
es verdaderamente pobre, á la continua penetra-»
do de temor , y perpetuamente atormentado de
dolores y angustias. T a l es su situación, si es
Verdad que se asemeja á la del estado que g o -
bierna ; pues lo cierto es , que se le parece. Q u é
decís vos? Glauc. Y mucho. Soc. Añadamos á
tantas miserias lo que habernos ya dicho , que
de dia en día se hace necesariamente , por razón
de su mando, mas envidioso , mas pérfido , mas
injusto , mas impío , mas sin a m i g o s , y en cuyo
corazón se alojan y fomentan todos los vicios:
por todo lo qual se sigue que es el mas infeliz
de los hombres, y que comunica por grados su
desdicha á los que mas se le acercan. Glauc. N i n -
gún hombre de juicio os contradecirá en este
punto.
Soc. Ahora pues considerándolo bien todo, ha-
ced el oficio de juez, y pronunciad sentencia sobre
la felicidad de estas cinco especies de caracteres,
el r e a l , el timocrático , el oligárquico, el demo -
crático , y el tiránico , señalando á cada uno d e
ellos el grado de felicidad que creéis vos que
merece. Glauc. El juicio es fácil de hacer. D o y á
cada uno mas ó menos virtud , mas ó menos f e -
licidad corno á los coros, según el orden en que
( 239) .
se nos han presentado. Soc. Queréis vos que a l -
quilemos un pregonero , ó que yo mismo p u b l i -
que en alta voz , que el hijo de Aristón ha d e -
clarado , que el mas feliz de los hombres es aquel
que es mas justo y mas virtuoso , es decir, aquel
que es verdaderamente dueño de sí misino, y
que se gobierna por los principios del estado
monárquico; y que el mas desgraciado es el otro
que es mas injusto y mas perverso, es decir,
aquel que siendo de un carácter muy tiránico,
exerce sobre sí mismo y sobre el estado la m a s
cruel tiranía. Glauc. Yo os prometo el publicar-
lo. Soc. Mas por suerte , añadiré y o , aún q u a n -
do los hombres y los dioses no tuviesen ningún
conocimiento de la justicia del p r i m e r o , y de la
injusticia del segundo? Glauc. Añadidlo.
Soc. Enhorabuena. Vednos pues que hemos
llegado al descubrimiento de aquello que buscá-
bamos. A h o r a , si gustáis, voy á daros una s e -
gunda demostración dé la verdad misma.
Glauc. Decidla. Soc. Supuesto que como el e s t a -
do está dividido en tres cuerpos, así el alma d e
cada uno de nosotros está también dividida en
tres partes , nosotros vamos , según me parece,
á sacar de aquí una nueva prueba.. Glauc. Q u á l
es ? Soc. La que voy á decir, escuchadme. Sien-
do tres las partes del a l m a , corresponde que sean
tres también los placeres , cada uno propio de la
suya ; y lo mismo sus deseos , y su gobierno
aparte. Glauc. Explicaos. Soc. Una de estas p a r -
tes es la razón , instrumento de los conoeimien—
( 240 )
tos del h o m b r e : la segunda es el apetito Irasci-
ble : la tercera tiene demasiadas formas diferen-
tes para poderla comprehender baxo de un solo
nombre particular ; pero se la señala c o m u n -
mente por lo que contiene mas notable y p r e -
valece mas en ella. Apetito concupiscible la h e -
mos llamado , á causa de la violencia de los d e -
seos que nos arrastran tras la comida y la b e -
bida , tras los deleytes sensuales y los otros pla-
ceres de los sentidos , y también la nombramos
avarienta, por ser el dinero el medio mas eficaz
para satisfacer estas especies de deseos. Glauc. H e -
mos tenido Soc. Luego si dixesemos que
es un a m o r , un deseo inmoderado de la g a n a n -
cia , este punto capital no. nos serviría acaso para
fixar la noción, y darnos una idea clara de esta
parte del a l m a , quando tuviésemos que hablar
de ella ? Qué otro nombre en efecto le conviene
mejor que el de espíritu avariento , y usurero?
x

Glauc. Yo no encuentro otro. Soc. Pero qué ? del


apetito irascible no diriamos bien que nos incita
á dominar , vencer" y quedar superiores sobre
t o d o s , y á distinguirnos con acciones gloriosas?
Glauc. Y con gran fuerza. Soc. Con justo título
podemos pues llamarle espíritu intrigante y a m -
bicioso. Glauc. Este nombre le conviene perfec-
mente. Soc. Por lo que hace al órgano de nues-
tros conocimientos, es notorio á t o d o s , que está
destinado por entero á conocer la verdad quál
ella e s , y que se ocupa muy poco de las r i q u e -
zas y de los honores. Glauc. Esto es cierto. Soc. Con
(34i-).
propiedad pues le llamaríamos espíritu filosófico
y amigo de saber. Glauc. No tiene duda, Soc. Lue-
go según la diferencia del carácter que le cupo
á cada a l m a , unas se dexan dominar por este
espíritu, otras por uno de los otros. Glauc. Es
así, Soc. Por esto decimos nosotros que son tres
los principales caracteres de los hombres , el fi-
lósofo , el ambicioso, y el avaro, Glauc. Muy
bien. Soc. Y tres especies de placeres, análogas
á cada uno de estos caracteres. Glauc. N o hay
duda. Soc. Si preguntáis á cada uno de estos
hombres en particular , quál de éstas es la vida
mas feliz, no ignoráis que cada uno de ellos os
diría , que éSta. es la suya :. porque el avaro c o -
locaría el placer de la ganancia sobre todos los
placeres , y despreciaría la ciencia y los honores,
á menos que esto no le sirviese de medio para
allegar riquezas. Glauc. Esto es verdad. Soc. Qué
diria él ambicioso por su parte ? N o trataría de
baxeza el placer que se halla en acumular teso-
ros , y de humo y vanidad el que resulta del
estudio de las ciencias, á excepción de aquellas
que pueden convertirse en honor y en gloria suya?
Glauc. Así sucede, Soc. E n quanto al filósofo,
decimos con toda seguridad , que no hace n i n -
gún caso de todo lo demás •, en comparación del
placer que le resulta del #conocimiento dé la
verdad pura ; y que con su aplicación continua
al estudio , procura disfrutar mas y mas el gozo
de este placer ; mirando los demás deleytes como
otras tantas necesidades á las quales no debe
TOMO II. <¿ ~-
(242)
prestarse uno , sino en quanto lo exigen las u r -
gencias de la naturaleza. Glauc. Estoy muy p e r -
suadido.
Soc. A h o r a , pues que se trata de decidir
quál de estas tres especies de placeres , y de con-
diciones es , no digo la mas honesta ó mas t o r -
pe , la mejor ó la peor en s í , sino la mas agra-
dable y mas dulce : cómo' en estos tres respectos
opuestos, podremos saber de qué parte se e n -
cuentra la verdad? Glauc. Yo no sé como v a -
lérme. Soc. Probemos pues de este modo. Quales
son los medios que se requieren para juzgar bien?
N o es por suerte la experiencia , la prudencia y
éí raciocinio? ó.á dicha podrían seguirse mejo-
res g u i a s , quando se trata de hacer un juicio?
Glauc. N o por cierto. Soc. Atended pues. Quién
de estos tres hombres tiene mas experiencia de
las tres especies de placeres de que acabamos de
hablar? Creéis vos que el avaro si se aplicase
por un momento al conocimiento de la verdad,
fuese mas experto para juzgar de la naturaleza
del placer que acompaña á la ciencia, que lo es
él filósofo para juzgar de aquel que causa la g a -
nancia ? Glauc. Ni con mucho. Porque el filóso-
fo desde niño se vio mas de una vez en ocasión
de probar el placer del interesado ; pero éste j a -
más se halla en la feliz necesidad de gustar quah
dulce es el placer de conocer la naturaleza de las
cosas, ni de adquirir la experiencia , y siendo
este placer superior a sus alcances , haría vanos
'{¿Áerzos por conseguirle. Soc. De consiguiente
(243)
el filósofo es mas experimentado en entrambos
placeres , que el avaro. Glauc. No hay compara-
ción de uno á otro. Soc. N o conoce también por
experiencia el placer afecto á los honores, m e -
jor que el ambicioso conoce el placer que acom-
paña á la sabiduría? Glauc. Sin duda , pues que
cada uno de ellos está seguro de ser honrado , si
consigue aquello que se propone. Porque las r i -
quezas tienen sus admiradores, como el esfuer-
zo y la sabiduría: de modo que respecto del
p k c e r que hay en ser honrado , todos tres t i e -
nen igual experiencia. Pero es imposible que otro
alguno que el filósofo perciba el placer que en
sí encierra la contemplación de la esencia de las
cosas. Soc. Luego por lo que hace á la e x p e -
riencia , el filósofo está en estado de juzgar m e -
jor que los otros dos. Glauc. Sin disputa. Soc. Y
es también s o l o , el que á las luces de la expe-
riencia junta las de la ciencia. Glauc. Quién duda.
Soc. En quanto al órgano 'pues con que se debe
juzgar no es propio ni del avaro , ni del a m b i -
cioso , sino de solo el filósofo. Glauc. Quál es
este órgano? Soc. N o es a s í , que hemos dicho
que éste era el raciocinio? Glauc. Es cierto.
Soc. Luego las razones s o n , propiamente har
blando , las armas del filósofo: Glauc. Es e v i -
dente. Soc. Si las riquezas pues y la ganancia
fuesen la mas justa regla para juzgar bien de las
cosas , lo que alabare ó despreciaré el a v a r o , se-
ria en efecto mas digno de • estimación, ó de
desprecio. Glauc. Es como preciso, Soc, Pero si
Q2
( 44)
2

lo fuesen los h o n o r e s , el-esfuerzo y las victo-


rias , no deberíamos atenernos á la decisión del
hombre intrigante y ambicioso? Glauc. Claro
está. Mas supuesto que á la experiencia, á la p r u -
dencia y á la razo_n les corresponde pronunciar,
no podemos dexar de reconocer que lo que se
lleva la atención del filósofo y del amigo de la
razón , es verdaderamente apreciable. Soc. L u e -
go de las tres especies de placeres de que se t r a -
ta , el mas dulce y agradable , es el que experi-
menta la parte del alma instrumento de nuestros
conocimientos; y el hombre que le dá á esta
parte todo el imperio sobre sí mismo , es el que
pasa la vida mas deliciosa. Glauc. No puede m e -
nos. Pues que si el sabio "celebra la felicidad de
su estado, es porque él solo tiene derecho de
hacerlo. Soc. Qué yida y q u é placeres pondrá
este arbitro en segunda clase? Evidente es que
los del guerrero y del ambicioso, que se acer-
can mucho mas al s u y o , que los del avaro., á
l o s ' quales, según parece , les dará el último
lugar. Glauc. No tiene duda.
Soc. Tenemos ya pues dos victorias consecu-
tivas en las quales el justo venció al injusto. A,
conseguir vá una tercera por la qual dará gracias á
Júpiter conservador y Olimpio , como se practica
eñ los juegos-olímpicos. Advertid en efecto que
qualquier otro placer que el del sabio , no es un
placer r e a l , ni un placer p u r o ; sino aKcontra-
rio una sombra', una fantasma de placer , según
m e acuerdo de haberlo oido de uno de los sabios.
(245)
Siendo, esto a s í , la derrota del injusto es entera
•y completa. Glauc. Seguramente, pero qué pen-
sáis vos ? Soc. Acaso lo encontraré , examinando
los dos juntos lo que se debe pensar : respondad-
me. Glauc. Preguntad. Soc. No hemos dicho que
el dolor.es contrario al placer ?Glauc. Sí. Soc, N o
hay también un estado del alma-, en que no e x -
perimenta ni placer , ni dolor? Glauc. Cierta-
mente le hay. Soc. Este estado que ocupa el m e -
dio entre estos dos sentimientos opuestos, no
consiste en cierta calma en que se siente el alma
respecto de entrambos? N o es este vuestro p e n -
samiento? Glauc. E l mismo. Soc. Tenéis presente
los discursos que de ordinario tienen los enfer^
.mos quando padecen algún mal?-Gíaiíc. Qué
discursos son estos ? Soc. Que no hay mas. dulce
bien que la salud ; pero que no conocían quán
apreciable fuese antes de estar enfermos.G/oííc.Muy
bien me acuerdo. Sóc. No ois vos decir también
á los que padecen algún t o r m e n t o , que no hay
cosa mas dulce que dexar de padecerle? Gkjuc.Esto
es verdad. Soc. Y vos veréis que en todos los
acontecimientos molestos de la vida , tienen los
hombres el mismo lenguage. Están ellos tristes?
verse libres de tristeza es para ellos el bien mas
apetecible. N o es la alegría la que miran e n t o n -
ces como lo mas delicioso , sino esta quietud del
alma en que no siente ella ni alegría , ni pesar.
•Glauc. Es porque esta situación seria dulce y
amable para ellos , en comparación de aquella en
<quc se hallan. Soc, Por la razón contraria, ia
9- 3
(2 6)
4
cesación del placer,seria una pena para aquel
que vívia antes en la alegría. Glauc. Así debe ser.
Soc¿ Por tanto esta calma del a l m a , que poco
antes decíamos , que ocupaba el medio entre el
placer y el dolor , nos parece ahora lo uno y lo
otro. Glauc. Asi es. Soc. Pero por ventura es p o -
sible que lo que ni es uno , ni es otro , sea algu-
na vez lo uno y lo otro ? Glauc. Pienso que no.
Soc. El placer y el dolor son entrambos á dos,
un movimiento del alma, ó no? Glauc. E n efec-
to lo son. Soc. Pero no acabamos de decir, que
este estado en que no se siente ni placer , ni d o -
lor , es un reposo del alma , y no sé que medio
entre estos dos sentimientos ? Glauc. Es evidente.
Soc. Cómo pues se puede creer razonablemente
que la negación del dolor sea un placer, y la
negación del placer, un dolor ? Glauc. De n i n -
guna manera. Soc. Por consiguiente , este estado
de reposo en sí mismo ni es agradable , ni m o -
lesto ; sino que parece agradable comparado con
el dolor, y molesto comparado con el-placer. Y
en todas estas fantasmas nada hay que represen-
te el placer r e a l ; pues todo n o es otra cosa que
un prestigio. Glauc. Á lo menos la razón nos i n -
cita á creerlo.
Soc. A fin pues que en la presente disputa
no os quede motivo ninguno dé pensar , que ei
placer no es otra cosa que una cesación de pena,
y la pena una cesación de placer; considerad uno
de estos placeres que no vienen á continuación
de algún dolor. Glauc. Dónde están y quáí es su
(24T)
naturaleza? Soc. Los hay de muchas y varias
•especies ; pero si gustáis, os ruego que conside-
réis particularmente los del olfato. L a sensación,
deliciosa que ellos excitan en el alma , no es pre-
cedida de ningún dolor ; y quando llega á cesar
n o dexa tras sí tampoco dolor ninguno. Glauc. Es
mucha verdad. Soc. N o nos dexemos pues p e r -
suadir que el placer puro consiste: en estar exen-
t o de dolor , ni el dolor en estar exento de pla-
cer. Glauc. Por cierto que no. Soc. Pues la m a -
yor parte de sensaciones, aún de las mas vivas,
que entran h a s t a e l alma por medio de los sen-
tidos , y se llaman placeres., son de esta n a t u r a -
leza ; á saber, verdaderas cesaciones de dolor.
Glauc. E n efecto lo son. Soc. -Y. no, sucede lo mis-
mo respecto de los presentimientos; de alegría y
de dolor causados por ^la. esperanza de alguna
sensación agradable ó enojosa?; Glauc, Sí. Soc. Sa-
béis vos lo que-, debe pensarse'de estos placeres,
y á qué se pueden comparar ?: Glauc. A qué?
Soc. N o sabéis , que hay enceste..¡universo uña
región alta , una baxa , y ótrá,.media ? .Glauc. Sí
por cierto. Soc. Pensáis.pues.quesla-lguno pasa-
se de la región baxa á la médiá^íoo; se imagi-
naria subir á la alta? "Y, si quando ¡hubiese lle-
gado al medio volviese los ojos al punto de d o n -
de salió , qué otro pensamiento podria tener,
• sino que está en lo alto , no habiendo jamás s u -
bido , ni visto la verdadera región alta? Glauc. A
í'é mia , que el tal hombre no.podria imaginarse
otra cosa. :Soc. Mas si volviese á caer, de allí á ía
8 4
C 3 4 8)
región baxá., creeria baxar , y en verdad que no
se engañaría ? Glauc. Ciertamente que no. Soc. Á
qué puede atribuirse su error", sino á la igno-
rancia en que está de la región verdaderamente
alta , de la media , y de la baxa ? Glauc. Es muy
c i e r t o , que su error no proviene de otra cosa.
Soc. Os admiraríais pues que hombres que no
conocen la verdad , se formen ideas poco exactas
de mil cosas y en particular del: placer y del do-
lor , y de lo que ocupa el medio" entre estos ; de
• suerte que quando pasan al d o l o r , crean ellos
padecer, y en realidad padezcan ; pero quando
del dolor pasan al estado m e d i o , se persuadan
ellos que llegaron al completo goce del placer?
E s de admirar que gentes que nunca experimen-
taron el verdadero placer, y que no consideran
el dolor sino por la oposición con la cesación
del dolor , se engañen en sus juicios, casi lo
mismo que. aquel que viendo lo prieto á par de
Jo negro, lo.tomase por blanco-, de que no tiene
idea ninguna? Glauc. Par diez qué no hay en
esto nada que-admirar j antes bien me sorpre-
henderia que sucediese de otro modo. -'> ;
•T SoC. Haced ahora-reflexión sobre lo que-voy
;

á deciros. El hambre , la sed:, y: las otras nece-


sidades naturales , no son cierta especie de v a -
cíos en el cuerpo IGlauci^o. hay duda. Soc. igual-
mente la ignorancia y la imprudencia no.son un
cierto vacío en el alma?T3i¿ríic. Mucho que sí.
Soc. ,No se. llenan, los primeros- vacíos tomando
alimentos, y - el segundo; adquiriendo .entendí-
(249)
miento? Glauc. Sin duda. Soc. Quál es el h e n -
chimiento mas r e a l , e l que se hace de cosas que
tienen- mas realidad , ó aquel que se hace de las
que tienen menos ? Glauc. Claro está que es el
primero. Soc. Pues el p a n , la bebida ^ los m a n -
jares , y en general todo lo que es de alimento
al cuerpo , tiene acaso mas realidad , participa
mas de la verdadera esencia, que las opiniones
verdaderas , la ciencia , la inteligencia, y en una
palabra, que todas las virtudes ? Ved por dónde
se debe juzgar. L o que participa del ser verda-
dero , inmortal, inmutable ; lo que es al mismo
tiempo modificación de una substancia de la mis-
m a naturaleza, no tiene mas realidad , que
aquello que participa de una naturaleza sujeta á
corrupción y á mudanza , y afecta á una subs-
tancia imudable y mortal? Glauc. L o que tiene
parte con el ser inmutable es infinitamente mas
real. Soc. L a ciencia es mas esencial al ser i n -
mutable , que su propia 'esencia ? Glaüc. N o .
1
Soc. Y la verdad ?• Glauc Tampoco. Soc. Pero si
este ser pierde de :1a verdad , no pierde también
de su esenciaIGlauc. Es como.preciso. Soc. Lue-
go , en g e n e r a l , todo lo que sirve para la m a -
nutención del cuerpo participa menos de verdad
y de esencia, que lo que sirve para la manuten-
cion del alma. Glauc. Estamos de acuerdo. Soc. E l
cuerpo mismo no tiene mucha menos, realidad
que el a l m a ? Glauc. Es cierto. Soc. Luego el
henchimiento del alma es mas real que el del
cuerpo á .proporción que el alma misma tiene
3
(250)
mas realidad que el c u e r p o , y lo que sirve para
llenarla tiene también un ser mas real. Glauc. Sin
disputa. Soc. Por consiguiente , si el placer con-
siste en llenarse de cosas conformes á su natura-
leza , lo que realmente se llena de cosas que tie-
nen mas realidad, debe percibir un placer mas
real y mas sólido ; y lo que participa de cosas
menos reales , debe llenarse de' un modo menos
verdadero y menos sólido , y no experimentar
sino un deleyte mas engañoso y menos verda-
dero. Glauc. Es como conseqüencia necesaria.
Soc. Por tanto los que no conocen la sabiduría,
ni la virtud , entregados siempre á; los banque-
tes y demás placeres sensuales, pasan sin cesar
de la región baxa á la m e d i a , y de la media á
la baxa, y andan toda la vida errantes entre e s -
tos Áos términos-.,, sin poder jamás vencer sus l í -
mites. Nunca fueron elevados á la verdadera
región alta , ni aún siquiera extendieron sus m i -
radas hasta a l l á , ni se llenaron realmente con
la posesión de lo que verdaderamente es,, ni p r o -
baron jamás ;una alegría pura y sólida ; antes
bien encorvados acia la tierra, como 'bestias vi-
les , teniendo siempre fixa la vista sobre sus pas-
tos , se entregan brutalmente á la glotonería y á
la t o r p e z a , • y disputándose el logro de estos
placeres, convierten sus armas unos contra otros,
se acocean y acornean con uñas y astas de hier-
r o , y se matan sin poder nunca llegar á saciar-
se plenamente , porque no piensan. en llenar de
(objetos reales esta parte de sí mismos que par-
(ají) (

ticipa del ser sólido , y es capaz de una verda-


dera hartura. Glauc. Sócrates , como si fueseis un
oráculo acabáis de pintar muy al natural la
vida de la mayor parte de4os hombres. Soc. L u e -
go es como preciso que se vayan tras los place-
res acibarados con el dolor , fantasmas del p í a - \
cer verdadero , y vanas sombras que no tienen
color , ni brillo , sino quando se las compara
una á otra ; cuya vista excita en el corazón de
los insensatos un amor tan rabioso y conmocio-
nes tan violentas, que se despedazan por poseer-
las , como se destruyeron los troyanos , según
dice Estesichoro ( 5 ) , por una vana imagen de
Elena á quien jamás habían visto. Glauc. i m p o -
sible es que esto suceda de otro modo. Soc. Pero
qué! no sucede lo mismo respecto de esta parte
del alma donde reside la ira ; quando ja a m b i -
ción ayudada de la envidia , la intriga de la
violencia , el enojo de la venganza , hacen cor-
rer al hombre sin reflexión , ni discernimiento
tras una falsa hartura de honor , de victoria , y
tras la satisfacción de su resentimiento? Glauc. Ne-
cesariamente debe suceder lo mismo. Soc. Según
esto podemos decir con seguridad , que quando
los deseos que pertenecen: á estas dos partes del
alma , la interesada y la ambiciosa, se dexan go-
bernar por la ciencia y la razón , y baxo de sus
auspicios no buscan otros gustos que aquellos
que les prescribe la sabiduría ; entonces perciben
ellos los placeres mas verdaderos y mas confor-
mes á su naturaleza que les es posible probar:
porque de un lado , la verdad dirige sus solici-
tudes , y de o t r o , aquello que es mas provecho-
so á cada cosa, es también lo mas acomodado á
su naturaleza. Glauc. N o hay cosa mas cierta.
Soc. Quando pues toda el alma camina en
segt; imiento de la raz¿n y no se levanta en ella
sedición ninguna , acontece entonces á cada una
de sus partes que sobre contenerse en los límites
d e su obligación y de la justicia , logra ademas
los placeres que le son propios, placeres los mas
puros y los mas verdaderos que ella puede dis-
frutar; Glauc. Es muy conforme. Soc. Pero si en
lugar de esto , una de las otras partes toma la
a u t o r i d a d , de aquí proviene que ella no puede
procurarse ios placeres que le convienen, y obli-
ga á las otras partes á que se vayan tras los pla-
ceres falsos que le son extraños. Glauc. Es así.
Soc. Pues lo que mas se aparta de la filosofía y
de la razón , es también mas capaz de producir
estos funestos efectos ? Glauc. Sin duda. Soc. Pero
lo que. se aparta.mas del orden y de la l e y , no
«e aparta de la razón en la proporción misma?
Glauc. Es evidente. Soc. Pues no hemos visto,
que no hay cosa que mas se aparte que los d e -
seos tiránicos fomentados pon el amor ? Glauc. Sí.
.Soc Y que ninguna se aparta menos que los de-
seos monárquicos y moderados ? Glauc. También
es cierto. Soc. Creo pues que el tirano estará mas
distante del placer verdadero y propio, del hom-
bre ; en lugar que el rey se acercará lo mas que
;cs posible. Glauc. N o tiene duda. Soc. Luego la
(253)
condición del tirano será la mas a m a r g a , y la
del rey la mas dulce que puede imaginarse.
Glauc. Es muy necesario. Soc. Sabéis vos quanto
mas infeliz es la vida del tirano que la del rey?
Glauc. Sabrialo si lo dixeseis. Soc. Como sean
tres las especies de placeres , una de verdaderos,
las otras dos de falsos, el tirano huyendo como
enemigo, de la ley y de la razón > rodeado siem-
pre de deseos viles y esclavos que componen su
comitiva y su escolta, lleva hasta el último e x -
ceso el logro de los placeres bastardos ; no sien-
do fácil de determinar quanto es inferior al otro
en felicidad , á no ser acaso de este m o d o .
Glauc. Cómo? Soc. -El tirano es el tercero c o n -
tando desde el oligárquico , porque el d e m o c r á -
tico está entremedias de los dos. Glauc. Es cierto.
Soc. Por consiguiente, si lo que hemos dicho mas,
arriba es verdad , la sombra del placer que d i s -
fruta el tirano está tres veces mas distante de la
verdad , que la fantasma del placer del oligár-
quico. Glauc. Así es. Soc. Si contamos pues p o r
uno solo , el real y el aristocrático , el o l i g á r -
quico es también el tercero después del real.
Glauc. Es en efectQ. Soc. Luego el tirano está
separado del verdadero placer el triplo del t r i -
plo. Glauc. Así me lo parece. Soc. Por consi-
guiente la sombra del placer del tirano conside-
rada según su longitud , puede explicarse por un
número plano. Glauc. Y muy bien. Soc. M u l t i -
plicando pues esta longitud por sí misma y ele-
vándola á la tercer potencia, es fácil de ver
(»54)-
quanto la dicha del tirano está distante de la
verdad. Glauc. N o hay cosa mas fácil para un
calculador. Soc. Ahora si se vuelve al revés esta
progresión , y se busca quanto el placer del rey
es mas Verdadero que el del tirano , se encon-
trará hecho el cálculo , que el rey es setecientas
veinte y nueve (6) veces mas feliz que el tirano,
y que éste es mas desdichado con la misma
proporción. Glauc. Acabáis de encontrar por un
cálculo que sorprende el intervalo que separa
al justo del injusto en orden al placer y al d o -
lor. Soc. Este número expresa exactamente la
diferencia de su condición ; si es que conviene
todo de una parte y otra , los d i a s , las noches,
los. meses, y los años. Glauc. Todo se corres-
ponde de una y otra parte. Soc. Pues si la c o n -
dición del hombre justo y virtuoso es en tanto
grado mas gustosa que la del malo y del injus-
to , quanto mas le excederá en decencia , en
hermosura , y en virtud? Glauc. A fé mia , que
excederá á la otra infinitamente. Soc. Sea enho-
rabuena.
Mas pues que hemos llegado a q u í , t o m e -
mos de nuevo lo que dexamos dicho mas a r r i -
ba , y dio motivo a este coloquio. Decíamos (7),
á lo menos me lo parece , que Ja injusticia era
provechosa ai enteramente malvado , con tal que
pasase por ^hombre justo. No es cierto que nos
explicamos de este modo? Gluuc. Verdad es.
Soc. Examinemos pues si es así , ahora que nos
hemos convenido de los efectos que producen en
(255)
el alma las acciones justas é injustas. Glauc. Cómo
lo haremos? Soc. Para demostrar , al que se
atrevió á proferir semejante proposición , que se
ha engañado , formemos con el pensamiento una
imagen del alma. Glauc. Qué imagen ? Soc. Una
imagen por el término de aquella de la C h i m e -
ra ( 8 ) , de la Escyla , del Cerbero , y de otros
monstruos que. la fábula nos representa c o m -
puestos del conjunto de muchas naturalezas d i -
ferentes. Glauc. Muy bien. Soc. Representaos
desde luego un monstruo de muchas y varias
cabezas las unas de animales domésticos, las
r

otras de bestias feroces , y que pueda también


producir todas estas cabezas y mudarlas á su a r -
bitrio. Glauc. Obra de esta naturaleza pide un
hábil artista. Pero como es mas fácil trabajar
con la imaginación , que con la c e r a , ó coa
qualquier otro material, yo me le figuro , tal
qual vos le describís. Soc. Añadid en seguida la
imagen de un león , y la de un hombre , cada
qual aparte , y poned grandísima desproporción
en la corpulencia, entre el monstruo y el leoo,
entre el león y el hombre. Glauc. Esto es mas
fácil, y la cosa está ya hecha. Soc. Juntad en
una estas tres imágenes, de suerte que de todas
no resulte mas de un compuesto. Glauc. Ya las
he juntado. Soc. É n fin envolved este compuesto
con el exterior de un hombre , de manera q u e
el que no pueda penetrar en lo interior , sino
juzgar por el envoltorio que le cubre , le t o m e
por un hombre. Glauc. Ya está envuelto. Soc. Di-
(256)
gamos ahora al que sostiene que la práctica de
la injusticia es provechosa al hombre , y que de
nada le sirve el ser justo , que esto es como si
dixese , que le es provechoso alimentar con c u i -
dado este monstruo enorme y este león , hacer-
les mas fuertes y poderosos , y debilitar al hom-«
bre dexandole morir de hambre ; de suerte que
quede á merced de los otros dos , que le a r r a s -
trarán por fuerza donde quiera que se les a n t o -
j e : y no hacer nada por acostumbrarles á vivir
juntos en una perfecta armonía ; sino al contra-
rio dexar que se destruyan mordiéndose y d e -
vorándose unos á otros. Glauc. El que celebra la
injusticia en realidad no dice otra cosa. Soc. Pero,
por otra parte , decir que es útil el ser justo , es
lo mismo que decir , que e l hombre debe con
sus discursos y sus acciones, trabajar por dar
sobre sí mismo la mayor autoridad á este h o m -
bre interior, de modo que cultive este m o n s -
truo de muchas cabezas como si fuese,un labra-
dor ; con cuyo designio , valiéndose de la fuerza
del l e ó n , impida que crezcan las cabezas de los
animales feroces, nutriendo y amansando mas y
mas las de los animales domésticos, y extienda
-

sus cuidados á todas , manteniendo entre ellas y


él una perfecta inteligencia. Glauc. Esto es p r e -
cisamente lo que dice el partidario de la j u s t i -
cia. Soc. Según esto , la verdad se encuentra en
las alabanzas que dá éste á la justicia , y la m e n -
tira en las que el otro dá á la injusticia. Porque
ora se mire al placer ¿ ora se considere la gloria
y Ja utilidad , Ja verdad está toda entera por el
partidario de la justicia ; mas en el discurso del
que la desprecia , ni hay nada de sólido , ni aún
siquiera sabe lo que vitupera. Glauc. Me parece
que no tiene ninguna idea.
Soc. Como pues su error no es voluntario,
procuremos desengañarle blandamente. Mi amado
amigo , le preguntaremos, sobre qué fundamen-
to los hombres se han convenido en poner d i s -
tinción entre las acciones honestas y las acciones
torpes ? N o es porque las unas sujetan la parte
animal del hombre á la racional, ó mejor diré
divina ; y las otras sujetan á la parte brutal y
feroz , aquella que es dulce y mansa ? Conven-
dría él en e s t o , ó no? Glauc. Si me creyese i
m í , convendría. Soc. Esto supuesto puede ser
útil á alguno tomar el oro injustamente , no pu*
diendole tomar sin sujetar al mismo tiempo la
mas excelente parte de sí mismo á la» mas des-
preciable ? Q u é ! si por recibir este oro , le fuese
preciso sacrificar la libertad de su hijo ó de su
hija , y esto entregándolos en poder de? unos
amos, crueles y feroces , acaso no creería él p e r -
der, en este t r a t o , y rehusaría á este precio las
mas gruesas sumas de dinero? Pues quando lo
que hay en él mas divino , se hace esclavo de lo
mas perverso y enemigo de los dioses, y no le
mueve á compasión; no es para él esto lo sumó
de la miseria , y el oro que recibe por este fu-
nesto precio no le cuesta mas caro , que costó á
Eriphyla (9) el fatal collar por el qual sacrificó
TOMO II. R
•W8)
la vida de su esposo? Glauc. Yo respondo por él,
que no tiene comparación. Soc. Mas por qué r a -
zón , os ruego que. me. digáis , se ha condenado
e n todos tiempos una vida licenciosa, sino es
porque el libertinage suelta las riendas á este
monstruo enorme , cruel y de muchas cabezas?
Glauc. Claro está, que no es por otra razón.
Soc. Y por. qué se vitupera la insolencia y la fie-
reza , sino porque la cólera que tiene naturaleza
d e león y de serpiente., toma de allí muy gran-
des fuerzas, y se engrandececonexceso? Glauc. N o
tiene duda. Soc. Si se condena la vida mole y
voluptuosa, no es porque enerva y relaxa el. e s -
fuerzo , y vuelve á. este león cobarde y temero-
so? Glauc. Sí. Soc. Por qué aun se reprehende la
lisonja y la baxeza, sino porqueJsujeta el valor
á este monstruo turbulento ; y por hartarle de
riquezas de que es insaciable , acostumbra al león
desde su juventud á sufrir toda especie de afren-
tas y á dexar su nobleza y su fiereza por tomar
el vil carácter de mono ? Glauc. Es mucha v e r -
dad. Soc. D e dónde viene en fin la especie de
ignominia afecta á las artes mecánicas y profe-
siones serviles ? sino de que estas profesiones su-
ponen en los que las exercen , una debilidad tan
grande de r a z ó n , que no pudiendo tomar nin-
gún imperio sobre ias pasiones , se vé precisada
á contemplarlas , y á poner toda su industria en
inventar nuevos medios de lisongearlas? Glauc. Así
parece. Soc. Luego quando para dar al hombre
justo un señor tan excelente y tan virtuoso como
(259)
é í , queremos que obedezca á lo mejor que en él
se encuentra , á esta razón gobernada inmedia-
tamente por la divinidad ; no pretendemos n o -
sotros que esta obediencia se convierta en p e r -
juicio suyo , como lo pretendía Thrasimaco , res-
pecto de la obediencia que los subditos prestan á
su soberano , creemos al contrario que no hay
cosa mas ventajosa á todo hombre que dexarse
gobernar por este conductor sabio y divino , ora
le tenga en lo interior de sí mismo , disponien-
do como de sus bienes , que seria lo mejor, ora
se sujete en su defecto á un extraño : porque
nuestro designio es establecer entre los hombres
aquella conformidad de costumbres que es la
fuente de la amistad , dándoles á todos un m i s -
mo señor que los gobierne. Glauc. N o puede me-
nos de aprobarse semejante designio. Soc. No es
menos evidente que la ley se propone el mismo
objeto , quando presta por igual sus auxilios á
todos los miembros de la sociedad civil. L a - ^ e -
pendencia en que viven los hijos está también
fundada en el mismo principio. Nosotros no s u -
frimos que dispongan de sí mismos hasta que
hayamos establecido en su alma como en un e s -
tado , una forma segura de gobierno , y que stt
razón cultivada por la nuestra , pueda velar so-
bre ellos y arreglar su conducta , como lo hace
en las personas de una edad madura ; y enton-
ces los dexanios libres , abandonándolos á sus
propias luces. Glauc. El designio de la ley está
manifiesto en este punto.
R 2
(.260)
Soc. E n qué p u e s , y por qué r a z ó n , m i
amado Glaucon , diremos nosotros que sea ven-
tajoso cometer alguna acción injusta', contraria
á las buenas costumbres y á la honestidad , pues-
to que llegando á ser mas rico y mas poderoso,
vendrá también á ser mas malo? Glauc. Esto no
puede ser ventajoso de ningún modo. Soc. Mas
de qué serviría que la injusticia quedase oculta y
sin castigo ? Por desgracia la impunidad rio hace
al malo todavía peor? E n vez que el crimen lle-
gando á ser descubierto y castigado, la parte
animal y feroz se aplaca y domestica , la razón
recobra todos sus derechos, y el alma entera
restituida á su excelente n a t u r a l , se encuentra
en mejor disposición con el logro de la templan-
za , de la justicia, y de la prudencia , virtudes
tanto mas superiores á la fuerza corporal, á la
hermosura y á la s a l u d , quanto el alma es s u -
perior al cuerpo. Glauc. No tiene la menor duda.
Soc. Por consiguiente el hombre sensato dirigirá
todas sus. acciones y plan de vida á este fin,
apreciando sobre todo y cultivando las ciencias
propias para perfeccionar su alma , desprecian-
- do todas las otras que no produzcan este efecto^
Glauc. Es evidente. Soc. E n seguida tomará un
cuidado moderado de su cuerpo , no con el d e -
- sigríio de procurarle el logro de los placeres bru-
tales é irracionales, ni de pasar su vida en la
intemperancia. Ni tampoco buscará la salud del
cuerpo por sí misma , ni se cuidará mucho de la
fuerza, de la salud y de la hermosura, si todas
( 6i)
2
estas ventajas no van acompañadas de l a tem-.
planza: en una palabra , no conservará él la
perfecta armonía entre las partes de su cuerpo,
sino en quanto pueda servirle para mantener la.
consonancia que debe reynar en su alma. Glauc. Se-
guramente no se propondrá otro objeto , si quie-
re ser verdaderamente músico (10). Soc. Pero no
admitirá esta conspiración , este convenio de la
multitud vana é insensata de acumular tesoros
sobre tesoros; ni se dexará deslumhrar por la
idea de felicidad que les atribuye ; ni aumentará
sus riquezas hasta el infinito para multiplicar sus/
males con la misma proporción. Glauc. Pienso
que no. Soc. Antes bien echando sin cesar los ojoí
sobre el gobierno de su alma , atento á impedir
que ni la opulencia de un l a d o , ni la indigencia
de otro desconcierten los resortes, procurará
conservar siempre el mismo plan en las adquisi-
ciones y en los gastos , en quanto le sea posible.
Glauc. Es muy regular. Soc. Y siguiendo siem-
pre los mismos principios en solicitar los h o n o -
res , apetecerá y aún probará con gusto aquellos
que creyese pueden hacerle" mejor, y huirá p ú -
blica y privadamente de los que puedan alterar
el orden que reyna en su alma. Glauc. Pues si
esto es a s í , nunca querrá mezclarse en los n e -
gocios públicos, Soc. Por el Can ( n ) , que ai
contrario., él se encargará •voluntariamente del
gobierno de su república ; pero dudo que se e n -
cargue tan voluntariamente del de su patria , si
el cielo no procura allí una gran revolución.
R 3
( 262)
Glauc. Ya os entiendo. Vos habíais de esta r e p ú -
blica , cuyo plan hemos trazado y que no exis-
t e salvo en nuestra i d e a , porque no creo que
h a y a una igual sobre la tierra. Soc. Pero acaso
en el cielo hay un modelo para qualquiera que
guste consultarle , y arreglar sobre él la conduc-
ta de su alma. Por lo demás , p o c o importa que
esta república exista ó deba existir algún dia.
JLo cierto es , que el sabio no consentirá jamás en
gobernar otra que á está. Glauc. Y con razón.
(263)

COLOQUIO DÉCIMO.

Óoc. Entre muchas razones que me d e -


terminan á creer que el plan de nuestra repú-
blica está trazado con la mayor perfección que
ser puede , la que más impresión haCe sobre
mi ánimo es la que' resulta dé lo que hemos
dispuesto tocante á la poesía. Glauc. Qué és
ío que hemos dispuesto ? Soc. De no admitir
toda aquella parte de la poesía , que és p u r a -
mente imitativa. Porque ai présente qué hemos
explicado con separación la naturaleza, de cádá
una dé Lis partes, del alma , mé parece con m'áá
evidencia que nunca , qué no sé le debe dar aco-
gida entra nosotros. Glaiii, Cómo entendéis vos
esto ? Soc. Quiero decíroslo én confianza ;• p o r -
que no me recelo que vayáis á delatarme á ióá
poetas trágicos , ni á los otros poetas imitadores.
Ninguna cosa hay mas Capaz que" esté género
de poesía , de corromper el ánimo de los qué le
escuchan , quando no están prevenidos con el
antídoto , que consiste en saber apreciar por lo
justo todas estas cosas. Glauc. Á dónde va á pa-
rar todo esto ? Soc. Preciso es decirlo : atmqué
siento que me enfrena la lengua cierta ternura
y respeto que desdé niño profeso á Homero. P o r -
que me parece que de todos estos bellos poetas
*4
(2Ó4)
trágicos, Homero es el maestro y cabeza de t o -
dos ; pero como los respetos que debo á un
hombre son menores que los que son debidos á
la verdad , es necesario que yo explique mi p e n -
samiento. Glauc. Muy bien. Soc. Escuchadme
pues , ó mas bien respondedme. Glauc. P r e -
guntad*
Soc. Podriaisme vos explicar en general qué
cosa es la imitación ? Pues por lo que á mí 1

hace , os confieso que apenas puedo comprehen-


der bien quál es su naturaleza. Glauc. Y creéis
que pueda yo comprehenderla mejor ? Soc. N o
seria extraño. Pues que á veces los qué tienen la
vista débil perciben antes los objetos , que
aquellos que tienen los ojos mas perspicaces.
Glauc. Esto puede ser : pero estando vos p r e -
sente no me atreveré jamás á decir mi parecer
sobre ningún asunto. Por t a n t o , os ruego que
Jo veáis vos. Soc. Queréis que procedamos en
este descubrimiento según nuestro método o r -
dinario ? Este consiste , como vos sabéis , en
abrazar baxo una idea general esta multitud de
seres existentes cada uno de por sí , á quienes
damos el mismo nombre. No lo entendéis?
Glauc, Sí lo entiendo. Soc. Tomemos ahora , si
gustáis , una de estas muchas especies de seres.
Por exemplo , hay muchas camas , y muchas
mesas, Glauc. Sin duda. Soc. Pero estas dos es-
pecies de. muebles están comprehendidas, la
una baxo k idea de, una cama , la otra baxo la-
idea de una mesa. Glauc. Ciertamente.Soc. T a m -
(265)
bien tenernos costumbre de decir , que el artífice
que hace el uno ó el otro de estos muebles, t r a -
baja sobre la idea que tiene en su cabeza, q u a n -
do hace ora estas camas , ora estas mesas que
sirven para nuestro uso. Y lo mismo de los
otros muebles. Porque no es la idea misma de
qualquier mueble la que fabrica el artífice. E s -
to no puede ser. Glauc. Seguramente que no.
Soc. Ved ahora qué nombre conviene darle al
artífice que voy á decir. Glauc. Á quién ? Soc. A l '
que hace solo todo aquello , que* los otros
artífices hacen cada uno separadamente.
Glauc. Habláis de un hombre bien extraordi-
nario y digno de admiración. Soc. Pues aún
no lo he dicho todo. Esperad un poco y aún
os admirareis mucho mas. Este mismo artífice-
no tiene solo el talento de hacer todas las
obra¿ del arte ; sino que hace ademas todas
las obras de la naturaleza , las plantas , los
animales, todas, las otras cosas, y en fin se
hace á sí mismo. Y sobre todo e s t o , hace la
tierra , y el cielo, y los astros , y quanto hay
en el cielo y baxo la-tierra en los infiernos,
Glauc. Ved aquí un sofista ( i ) del todo a d m i -
rable. Soc. Me parece que dudáis de lo que
digo : pues respondedme. Creéis vos que no h a -
ya absolutamente ningún artífice de esta n a t u -
raleza , ó solamente que se puede hacer todo
esto en un cierto sentido , y que en otro no se
puede hacer ? N o veis que vos mismo seriáis
capaz en cierto modo de hacer todo esto?
(266)
Glauc. De qué manera, si es que gustáis? Soc. L a
cosa no es difícil. Se executa con freqüencia y en
muy poco tiempo. Queréis hacer la prueba en
un instante ? Tomad un espejo , y llevadle por
todas partes : en menos de nada haréis el sol y
todos los astros del cielo , la tierra y á vos m i s -
mo , los otros animales , las plantas, las obras
del arte, y todo lo que habernos dicho. Glauc. Ver-
dad es , yo haré todo esto en apariencia ; pero
no habrá ninguna cosa real y verdadera. Soc. Muy
bien. Entráis perfectamente en mi modo de p e n -
sar. El pintor es una de estas especies de artífices:
no es así ? Glauc. Sin duda. Soc. Vos me diréis
tal vez que no hay nada de real en todo quanto
hace. Aunque el pintor en cierto modo hace tam-
bién una cama. Glauc. Sí , una cama aparente.
•Soc. Y el carpintero qué hace ? no acabáis vos
de decir que no hace la idea misma que noso-
tros llamamos la esencia de la c a m a , sino cier-
ta cama en particular ? Glauc. Yo lo he dicho,
eso es verdad. Soc. Si .pues no hace la esencia
misma de la cama , no hace él nada de real,
sino solamente una cosa que representa lo que
verdaderamente es ; y si alguno sostuviese que
la obra del carpintero ó de qualquier otro a r t í -
fice que sea, tiene una existencia real y perfecta,
se arriesgaría mucho á no decir verdad. Glauc. Á
lo menos éste es el parecer de los que están v e r -
isados en estas materias. Soc. Por tanto no nos
a d m i r e m o s , si no se sacan de estas obras luces
grandes para el conocimiento de la verdad.
(26?)
Glauc. En,verdad que no debemos admirarnos. •
Soc. Queréis que sobre lo que acabamos de
decir , examinemos qué idea deba formarse del
imitador de esta especie de obras ? Glauc. C o n -
vengo en ello , si vos lo lleváis á bien. Soc. Hay
pues tres especies de camas : la una que está en
la naturaleza y de la que podemos decir según
pienso , que Dios es el autor. A qué otro en
efecto se le podria atribuir? Glauc. A ningún
otro. Soc. L a segunda especie es la que hace el
carpintero. Glauc. Es cierto. Soc. Y la tercera
aquella que es de la inspección del pintor : no es
asi ? Glauc. Enhorabuena. Soc. Luego el pintor,
el carpintero, y Dios son los tres artífices que
tienen el primer lugar en la composición de e s -
tas tres especies de camas. Glauc. No hay duda.
Soc. Mas respecto de Dios , sea que lo haya así
querido, sea que tuviese alguna necesidad de
no hacer mas de una especie de cama en la n a -
turaleza ; lo cierto es que no ha hecho sino una
sola esencia (2) de lo que es propiamente cama:
pero ni dos , ni muchas, nunca las produxo Dios,
ni las producirá jamás, Glauc. P o r q u é razón?
Soc. Es porque si hiciese solamente dos , necesa-
riamente resultaría una tercera , de cuya esencia
participarían (3) las otras dos j y ella seria la ver-
dadera cama, mas no estas otras dos. Glauc. Muy
bien. Soc. Creo pues que como supiese Dios e s -
to , y , quisiese ser verdaderamente autor no de
tal cama en particular , lo que le habría confun-
dido con el carpintero, sino de la cama verda-;
(a'68)
deramente existente , produxo! la cama que es
una de su naturaleza. Glauc. Ello debió ser así.
Soc. Gustáis pues que demos á Dios el título de
hacedor de la cama , ó algún otro semejante?
qué pensáis vos ? Glam. Este título le corres-
ponde , tanto mas que él ha hecho por natura-
leza (4) la esencia de la cama y la de todas .las
otras cosas. Soc. Y al carpintero cómo le l l a -
maremos ? el artífice de la cama , sin duda?
Glauc. Ciertamente. Soc. Y en orden al pin-
tor diremos que es el artífice , ó el hacedor?
Glauc. Ni u n o , ni otro. Soc. Pues qué es él r e s -
pecto de la cama? Glauc. El solo nombre que
razonablemente se le puede dar , es el de imita'
dor de la cosa , de la qual aquellos son autores.
Soc. Muy bien. Luego llamáis imitador al que
dá á luz una producción separada tres grados de
la naturaleza. Glauc. Justamente. Soc. Por tanto
el compositor, de tragedias , en calidad de imita-
dor está distante tres grados del rey (5), y de la
verdad. Y lo mismo sucede á todos los demás
imitadores. Glauc. Es muy regular. Soc. Supues-
t o pues que hemos fixado ia ¡dea que debe for-
marse del imitador, os ruego , me respondáis á
la pregunta siguiente. El pintor se propone por
objeto de su imitación lo que en la naturaleza es
%

uno en cada especie, ó mas bien trabaja sobre


las obras del arte? Glauc. Él trabaja sobre las
obras del arte. Soc. Tales como ellas son en sí,
•ó tales quales aparecen? Explicadme aún este
*pixnto.Glauc.Qué queréis decir con esto? Soc. Ved-
( 2 6 )
9

lo aquí. Una cama , no es siempre la misma ca-


ma , ora se la mire directamente , ora de sosla-
yo , ó de qualquier otro modo ? pero-aunque sea
la misma en s í , no parece diferente ? Y otro
tanto digo de todas las demás cosas. Glauc. L a
apariencia es diferente, aunque la cama sea la
misma. Soc. Reflexionad ahora en lo que os voy
á decir. Quál es. el objeto de la pintura ? Es por
suerte representar lo que e s , tal como es en sí,
ó lo que aparece tal como se presenta ? Es í m i -
mitacion de la apariencia ó de la realidad?
•Glauc. Dé la apariencia. Soc. Luego el arte de
imitar está muy distante de lo verdadero ; y la
razón porque hace tantas cosas, es que no toma
sino la mas pequeña parte de cada u n a , y aúa
esto no es sino un simulacro. El pintor , por
exemplo , nos representará un zapatero , un c a r -
pintero , ó qualquier otro artesano , sin tener co-
nocimiento de ninguna de estas artes. Apesar de
esto , si fuese buen pintor , engañaría á los n i -
ños y al vulgo ignorante , enseñándoles de léxos
un carpintero que hubiese pintado , de modo
que ellos tomasen la imitación por la realidad.
Glauc. Seguramente. Soc. Pues lo m i s m o , mi
amado a m i g o , se debe pensar en todas las d e -
mas cosas. Siempre que alguno nos venga á de-;
cir , que encontró con un hombre que sabe t o -
dos los oficios , y que reúne en sí solo en gra^
do eminente todos los conocimientos que están
repartidos entre los otros hombres ; ved , á lo
que yo creo , lo que se debe pensar del que tiene
semejantes discursos: es menester mirarle c o -
mo un fatuo, que.se dexó engañar por un e m -
baucador y por un mimo , á quien* tuvo por
todo un sabio , á causa de no poder'discernir la
verdadera ciencia de la ignorancia , y la imita-
ción de la realidad. Glauc. Esto es muy cierto.
Soc. Réstanos ahora considerar la tragedia,
y á Homero que es el padre de ella. Como o í -
rnos decir todos los días á ciertas gentes, que
Jos poetas trágicos están muy versados en todas
las artes y en todas - las ciencias h u m a n a s , que
tienen por objeto el vicio y la virtud , y aún en
todo lo que mira á las divinas ; por quanto es
necesario á un buen poeta estar perfectamente
instruido de los asuntos que trata , si quiera
desempeñarlos b i e n , siéndole de otro modo i m -
posible : á nosotros nos corresponde ver , si los
que hablan de este modo se dexaron engañar
por esta especie de imitadores, y si su error p r o -
viene de que viendo sus obras , no registran que
ellas distan tres, grados de la realidad , y que sin
conocer la verdad, es fácil componerlas; no sien-
do en limpio otra cosa, qufi'unas fantasmas d e s -
tituidas de todo ser r e a l ; ó si acaso se contiene
algo de sólido en lo que ellos dicen, y sí en
efecto los buenos poetas están bien instruidos
en las materias , sobre las quales el común de
los hombres piensa que ellos han escrito bien.
Glauc. Esto por cierto es lo que debemos e x a -
minar. Soc. Creéis vos que si alguno fuese c a -
paz de hacer uno y o t r o , la representación de
( 2?I )
una cosa , ó la cosa misma representada , esco-
gería consagrar sus talentos para no hacer mas
que. imágenes vanas, y querría acreditarse por
este t é r m i n o , como si no pudiese emplear toda
su vida en otra cosa mejor ? Glauc. Yo no lo creo.
Soc. Pero si estuviese versado e.n el conocimiento ,
de lo que i m i t a , yo pienso que se aplicaría mas
á. hacer obras , que na á imitar las de otro j y
procuraría señalarse , dexando después de sus
dias gran número de hermosos monumentos , y
en una palabra , se afanaría por merecer los eio¡-
gios de los o t r o s , en vez de limitarse á solo
dárselos. Glauc Yo también lo pienso , porque
le resultarían, mas ventajas y mas gloria de. t o -
mar este partido, ¿be.. N o exijamos pues de H o -
m e r o , ni. de otros poetas, que nos den cuenta de
m i l cosas, que han hablado. N o les preguntemos '
si. eran, médicos, ó si sabían solo contrahacer ei
lenguage de los médicos. Porque de qué poeta
antiguo, ó moderno se ha contado que hubiese-,
como Esculapio ,. vuelto la salud á los enfermos,
y dexase en pos de sí discípulos sabios en la ñ i e -
dicina, como los dexó Esculapio en la perso-
na de sus descendientes ? Hagámosles la mis-
ma gracia respecto de las otras artes , y no les
digamos nada. Pero pues que Homero se empeñó
en hablar sobre materias, de mucha importancia
y las mas bellas , tales como l a ' g u e r r a , la di--
reccion de exércitos, administración de estados,
y educación del hombre , es justo que le pregun-
temos y le digamos : mi amado H o m e r o , si n o
(2?2)
es cierto que vos sois un artífice distante tres gra-
dos de la verdad , incapaz de hacer otra cosa
que fantasmas de virtud (porque tal es la defi-
nición que hemos dado del i m i t a d o r ) ; sino que
sois artífice "de segundo orden , capaz de conocer
lo que puede hacer mejores ó peores los estados
•y los particulares : decidnos, qué ciudad os debe
la reforma de su gobierno, como Lacedemonia
la debió á Licurgo ( 6 ) , y muchos estados gran-
des y pequeños á otros muchos ? Qué país os
celebra por sabio legislador , y se gloría de h a -
ber sacado provecho de vuestras leyes ? L a I t a -
lia y la Sicilia un Charondas (7) ; nosotros los
atenienses tuvimos á Solón: pero á vos quál es
e l pueblo que os reconoce por su legislador?
Glauc. Yo no creo que tenga uno solo. A lo me-
nos los partidarios de Homero nada nos dicen.
i5bc. Y se hace mención de alguna guerra feliz-
mente dirigida por el mismo Homero en perso-
na , ó por sus consejos? Glauc. De ninguna.
Soc. Pero se ha distinguido por alguno de estos
descubrimientos que caracterizan el genio , por
invenciones útiles á la perfección de las artes y
á las necesidades de la vida , como se refiere de
Thales (8) Milesio , y del scyta Anacharsis (9)?
Glauc. No se cuenta de él cosa semejante. Soc. Pues
si Homero no hizo servicio ninguno á la socie-
dad , le ha hecho siquiera á los particulares? Se
dice que- en su vida haya sido director de la edu-
cación de algunos jóvenes , que se le apasiona-
sen por la dulzura de su trato , y hubiesen t r a s -
mirido á la posteridad un plan de vida trazado
por Homero ; como se cuenta de Pitágoras (10)
que se adquirió grandísima reputación por este^
término , y que tiene aún sectarios que llevan su
nombre , que guardan el género de vida de que
les dexó el modelo , y que se distinguen entre
todos los demás filósofos? Glauc. N o , Sócrates,
nada de esto se dice de Homero. Porque C r e o -
phik) ( i i ) que acaso fué su amigo , debió de ser
aún mas ridículo en sus costumbres, que lo era
el nombre que llevaba ; si lo que se refiere de.
Homero es verdad , que mientras vivió no. se
tomó ningún cuidado de la educación de aquel
su amigo. Soc. E n efecto así se cuenta. Pero
pensáis v o s , Glaucon , que si Homero en r e a l i -
dad hubiese sido capaz de instruir á los hombres
y de hacerles mejores, como que tuviese un p e r -
fecto conocimiento de las cosas que sabia tan bien
imitar .pensáis vos , digo yo , que no se hubiese
hecho muchos amigos, que le habrían honrado
con su afecto y confianza? Pues qué! Pitágo-
ras (.12.) de Abdera , Prodico (13) de Chio , y
tantos otros tuvieron bastante ascendiente sobre
sus discípulos para persuadirles en las conversa-
ciones familiares que pasaron con ellos , que j a -
más serian capaces de gobernar bien ni su patria,
ni su familia , sino aprendían baxo su dirección
el arte de bien vivir ; por cuyo saber fueron tan
amados y reverenciados de sus sequaces, que
faltó poco para llevarles , por decirlo a s í , en
triunfo sobre sus cabezas por todas partes donde
TOMO II. S
i b a n : y los que vivían en tiempo de Homero y.
de Hesiodo , les hubiesen dexado ir solos r e c i -
tando versos de ciudad en c i u d a d , si pudieran
ellos dar á los hombres lecciones saludables de
virtud ? N o se hubiesen aferrado mas á ellos que
al oro , precisándoles á vivir en su compañía , ó
en caso de no poderlo conseguir , no los h u b i e -
ran seguido por todas partes hasta--tanto q u e s o ,
educación hubiese estado completa? Glauc. T o d o
lo que vos decís, Sócrates, me parece que es
verdad. Soc. Digamos pues de todos los poetas,
empezando por Homero , que ora traten en sus
versos de la virtud , ó de qualquier otra m a t e -
ria , no son ellos otra cosa sino imitadores de
fantasmas, que jamás llegan á la realidad ; del
mismo modo que poco antes decíamos del p i n -
tor , que hará un retrato del zapatero tan p a r e -
cido , que le tengan por verdadero, aunque él no
sepa nada de este oficio , y dispondrá los colo-
res y actitudes con tal arte , que los ignorantes
queden engañados con la apariencia. Glauc. E n -
teramente es así. Soc. D e la misma manera el
poeta sin mas talentos que el de imitar , me*>
diante cierta colocación de palabras y expresio-
nes figuradas , sabe dar tan bien a cada arte los
colores que le son propios , que ora sea que h a -
ble de zapatería , ora trate de la guerra , ó de
qualquier otro asunto , su discurso sostenido de
la m e d i d a , del número y de la armonía , p e r -
suade á los que le oyen , y no juzgan sino por
los versos, que ...él está perfectamente instruido-
(«re) ,
en las cosas de que habla. T a n grande y p o d e -
roso es de su naturaleza el encanto de la p o e -
sía ! porque yo pienso que' sabéis vos , lo que son
los versos de los poetas, desnudos del colorido que
toman ellos de la música, y lo habréis sin duda
considerado. Glauc. Sí. Soc. Acaso no se parecen
á los rostros que no tienen otra hermosura, que
cierta flor de la juventud , los quales vienen á ser
desagradables luego que esta flor se marchita?
Glauc. Es muy propia la comparación.
Soc. Adelantemos mas , y notad esto. El h a -
cedor de fantasmas , es decir el imitador , no
conoce mas de la apariencia de los objetos , y
nada de lo que ellos tienen de r e a l : no es v e r -
d a d ? Glauc. Ciertamente. Soc. N o nos dexemos
esto á medio decir , sino examinémoslo á fondo.
Glauc. Me conformo : proseguid. Soc. Él pintor,
pregunto yo , pintará unas riendas y u n freno?
Glauc. Sí por cierto. Soc. Y los hará el g u a r n i -
cionero y cerragero ? Glauc. Sin duda. Soc Pero
por ventura entiende el pintor la forma que
debe darse á las riendas y al freno , ni aún el
mismo que las h a c e , ya sea el cerragero , sea ya
el guarnicionero, ni-ningún otro , fuera de aquel
que sabe hacer uso de e l l a s , es decir, solo el g i -
nete ? Glauc. Esto es verdad. Soc. Y no diremos
lo mismo respecto de todas las otras cosas?
Glauc. C ó m o ? Soc. Quiero d e c i r , que hay tres
artes que corresponden á cada c o s a , el que se
sirve de e l l a , el que la h a c e , y el que la imita.
Glauc. Ciertamente. Soc. Pues á qué se dirigen
&2
(2?6)
las propiedades , la hermosura, y la aptitud de
m i mueble , de uu a n i m a l , y de una acción
qualquiera ; sino al uso para el qual cada cosa
es destinada por su naturaleza , ó por la inten-
ción de los hombres ? Glauc. Es así. Soc. Luego
es muy necesario que el que se sirve-de una cosa,
conozca las propiedades mejor que ningún otro,
y que dirija al artífice en su trabajo, enseñán-
dole lo que su obra tiene de bueno ó de malo en
orden al uso que él hace. El flautista, por exem- 1

pío , enseñará al flautero, que flautas son las


que mejor le sirven , y le prescribirá el modo
como las debe hacer, y éste le obedecerá .Glauc. N o
hay duda. Soc. Según esto, el primero habla co-«
mo hombre instruido de lo que hace á una' flau-
ta buena ó mala , y el segundo trabaja sobre l a
fé del primero. Glquc. Es cierto. Soc. El c o n o -
cimiento pues que tiene todo artífice de la bon-
dad y defectos de su obra , propiamente hablan-
do , no es mas que una creencia segura, bebida
en las conversaciones que tuvo con el que lo
entiende , y por cuyas luces se vé obligado á
gobernarse ; en lugar que el que de "ella usa,,
tiene un conocimiento fundado sobre ciencia cier-
ta. Glauc, Enteramente es así. Soc. Mas en o r -
den al i m i t a d o r , por ventura adquiere con el
uso una ciencia cierta de las cosas que imita,
que le ponga en estado de juzgar si son hermo-
sas y bien hechas , ó no? ó á lo menos adquiere
una opinión justa , por la necesidad en que se
halla de tratar con aquel que sabe de ello , y
que le prescribe cómo lo debe imitar ? Glauc. Ni
uno , ni otro. Soc. Luego el, imitador ni tiene
principios seguros", ni opinión justa , tocante á
lo que ha hecho bien , ó mal en aquello que
Imita. Glauc. Parece que no. Soc. Siendo esto así,
el imitador estaría bellamente versado en el c o -
nocimiento de las cosas que se propone imitar.
Glauc. Claro está , que. no seria mucho. Soc. Con
todo él imitará ni mas ni menos , sin saber lo
que hay de bueno y de malo en cada cosa ; y se
propondrá por objeto dé su imitación lo que p a -
rece hermoso á la multitud ignorante. Glauc. Pues
qué otro objeto podría proponerse? Soc. Según
esto , creo que hemos suficientemente demostra-
d o dos cosas : la primera , que todo imitador no
tiene mas que un conocimiento muy superficial
de'"lo que imita., y que su arte nada tiene de
•serio , sino que es una mera diversión de niños;
ia segunda , que todos los que se aplican á la
poesía dramática, sea que compongan en versos
yambos ó en versos heroicos, son imitadores
hasta no mas. Glauc. Es evidente. Soc. Pero por
Dios cjue me digáis , semejante imitación no dis-
t a tres grados de la verdad? ó qué os parece?
Glauc. Es cierto.
Soc. Pregunto pues a h o r a , sobre qué facul-
t a d del hombre exerce ella el poder que tiene?
Glauc. D e qué queréis vos hablar? Soc. De una
cosa parecida á ésta. N o es verdad , que una
misma magnitud mirada de cerca ó de léxos, no
parece igual? Glauc. Por cierto que no. Soc. Y.
s 3
08)
que lo que se vé derecho ó encorvado fuera del
agua , no parece lo mismo quando se vé dentro
de ella , ni lo cóncavo y convexo , á causa de la
ilusión q u e ' los colores hacen en los sentidos?
Pues también es evidente, que esta ilusión y esta
turbación llegan hasta el a l m a , á cuya parte
débil dirigen sus tiros , el arte de sombrear , el
de los mágicos y prestigiadores , y de otros mil
como estos , no omitiendo artificio ninguno para
seducirla. Glauc. Tenéis razón. Soc. Se ha e n -
contrado pues un preservativo mas seguro c o n -
tra esta ilusión , que la medida , el número y el
peso , para impedir que la relación de los sen-
tidos tocante á lo que es mas ó menos grande,
numeroso , ó p e s a d o , no prevaleciese sobre el
juicio de la parte del alma que calcula ,.,que
p e s a , y que mide? Glauc. E n efecto que no.
Soc. Pero todas estas operaciones no son propias
de la parte racional del alma? Glauc. D e ella
misma. Soc. Y no sucede muchas veces , que al
tiempo de haber ella medido y pronunciado que
el tal cuerpo es mayor ó mas pequeño que aquel
otro , ó que son ellos iguales , se forman en n o -
sotros dos juicios opuestos sobre estas mismas
cosas? Glauc. Es cierto. Soc. Mas no hemos d i -
cho que era imposible que la misma facultad del
alma hiciese á un tiempo mismo sobre una m i s -
m a cosa dos juicios contrarios? Glauc. S í , y d i -
ximos muy bien. Soc. Por consiguiente , lo que
juzga en nosotros contra lo que resulta de la
medida , es diferente de aquello que juzga c o a -
forme l i a medida. Glauc. No hay duda. Src.Pues
la facultad que se atiene á la medida y al cál-
culo , es lo que hay mas excelente en el alma.
Glauc. Sin disputa. Soc. Luego la otra facultad
que se le opone , es una de las cosas mas frivo-
las que hay en nosotros. Glauc. Preciso es que
• así sea. Soc. Esta confesión quería yo sacaros
quando decía, que la pintura y en general toda
•arte que consiste en la imitación, por un lado
dista mucho de la verdad en todo lo que abraza
como á objeto suyo ; por .otro , esta parte de n o -
sotros por cuyo medio trabaja, de quienes ami-
g a , y á la qual está u n i d a , dista ella misma
mucho del buen sentido , y lisongeandola no se
propone cosa ninguna verdadera ni sólida.
Glauc. Estamos de acuerdo. Soc. Como sea pues
la imitación frivola de s í , y venga á juntarse
con lo que hay frivolo en nosotros, no puede
menos de producir efectos muy frivolos. Glauc.Así
debe ser.
Soc. Mas por s u e r t e , solo es cierto esto r e s -
pecto de la imitación que corresponde á la vista?
y no se puede decir otro tanto de aquella que
se hace para el oido , y que llamamos nosotros
poesía ? Glauc. A nií me parece , que debe d e -
cirse lo mismo. Soc. N o nos detengamos en v e -
rosimilitudes fundadas sobre la analogía que se
halla entre la pintura y la poesía. Penetremos
hasta aquella parte del alma con la qual la p o e -
sía tiene una correspondencia íntima, y veamos
\ si es frivola ó seria. Glauc. Así debs hacerse.
«4
( 8o)
2

Soc. Propongamos pues la cosa ele este modo..


L a poesía imitativa representa , decíamos n o s o -
tros , á los hombres en acciones forzadas ó v o -
luntarias , por cuya execucion se creen felices ó
desgraciados , y se abandonan á la alegría ó á
Ja tristeza ; hay por ventura en lo que ella hace,,
otra cosa fuera de esto?/Glauc. Nada. Soc. Pero-
por fortuna en todo! estas situaciones el hombre'
está de acuerdo consigo mismo ? Al contrario no
experimenta también \en lo que mira á su c o n -
ducta , las mismas sediciones y los mismos com-
bates que sufre , según convenimos poco antes,
con motivo de la vista , quando forma á un m i s -
mo tiempo sobre el mismo objeto dos juicios
opuestos? Mas me acuerdo que es inútil dispu-
tar sobre este punto , porque en los coloquios
anteriores quedamos convenidos en que nuestra
alma estaba llena de una infinidad de contradic-
ciones semejantes. Glauc. Tuvimos razón. Soc. Sin
duda. Pero tengo por necesario que examinemos
al presente lo que omitimos porentónces.G/atíc.De
qué se trata? Soc. De un hombre de un carácter
moderado á quien sucediese alguna desgracia,
como la pérdida de un hijo , ó de otra cosa que
estimase en mucho , diximos entonces , que s u -
friría esta pérdida con mayor resignación- que la
llevarían otros. Glauc. Seguramente. Soc. V e a -
mos ahora , si será del todo insensible á esta pér-
dida , ó si siendo una pura chimera semejante
insensibilidad , pondrá solamente límites á su do-
lor. Glauc. Esto a la verdad es lo mas cierto.
( 8i)
2

Soc. Decidme aún , en qué tiempo se hará mas


violencia para contener su dolor , quando esté á
vista de sus semejantes , ó quando se halle á so-
las consigo mismo? Glaac. Se contendrá mucho
mas quando esté á presencia de todo el mundo.
Soc. Pero viéndose sin testigos , presumo qué se
le escaparán muchas quejas, tales que se avergon-
zaría que alguno las oyese : y hará ademas muchas
cosas en las quales no querría ser sorprendido.
Glauc. Es al pie de la letra. Soc. Luego lo que
le manda oponerse al d o l o r , es la razón y la
ley : al contrario , lo que le inclina á abando-
narse es la pasión. Glauc. Esto es verdad.
Soc. Pues quando el hombre experimenta de este
modo dos movimientos contrarios acerca del mis-
mo objeto , es prueba , decíamos , que hay en él
dos partes opuestas. Glauc. N o hay duda. Soc. L a
una que está siempre pronta á obedecer á la ley
en todo quanto prescribe. Glauc. Cómo es esto?
Soc. Por exemplo , la ley dice , que es lo mejor
permanecer tranquilo en las adversidades quanto
*e pueda , y no apesadumbrarse : dando p o r r a -
zones, de que se ignora si estos accidentes son
buenos ó malos , y que para en adelante nada se
gana con afligirse , ni que merecen los aconte-
cimientos de la vida que nos tomemos en ellos
tanto interés ; sobre todo siendo la aflicción un
obstáculo á l o q u e en estos lances puede servir-
nos de mas pronto socorro. Glauc. Pues qué d e -
beríamos hacer entonces ? Soc. Tomar consejo de
la razón sobre lo que acaba de suceder y c o r -
>
(282)
regir con nuestra buena conducta la injusticia
de ia suerte , á la manera que el jugador repara
con su habilidad el golpe del dado ; y no hacer
como los niños , que quando han caido , llevan-
do su mano á la parte h e r i d a , pierden el tiem-
p o en gritar ; sino antes bien acostumbrar n u e s -
tra alma á que aplique prontamente el remedio
á ia h e r i d a , y levante lo c a i d o , sin detenerse
en llantos inútiles. Glauc. Sin duda que éste es
el mejor remedio contra los golpes de la fortu-
na. Soc. Y también diximos que la parte mas
sana de nosotros obedece voluntariamente á e s -
tos excelentes consejos. Glauc. Esto es claro.
Soc. Pero acerca de la otra , que nos reproduce
sin cesar la memoria de nuestras desgracias , y
nos provoca á los llantos y lamentos , sin saciar-
se dé ellos jamás ; temeremos decir que es una
cosa irracional, cobarde y tímida ? Glauc. Lo
diremos sin titubear. Soc. Pues no hay cosa que
mas campo dé á una imitación siempre variada,
que el dolor y el sentimiento ; en lugar que un
carácter sabio y tranquilo , siempre semejante á
sí mismo , es muy dificil de imitar , y la pintura
que se sacase, no seria muy propia para llamar
la atención de esta multitud confusa que se c o n -
grega de ordinario en los teatros : porque seria
esto ofrecerles un quadro de costumbres del todo
diferentes y extrañas. Glauc. Enteramente es así.
Soc. Es evidente por otro lado , que el genio del
poeta imitador de ningún modo le incita á r e -
presentar esta situación del alma ; y que su arte,
(283)
y su saber , á fin de hacerle bien quisto á la m u l -
titud , no se ocupan sino en complacerla ; por
lo qual se aplicará con preferencia á expresar
los caracteres apasionados , que por su variedad
son mas fáciles de imitar. Glauc. N o hay duda.
Soc. Luego razón hemos tenido de condenarle
y ponerle en la misma clase que al pintor ; con
quien tiene de común el no componer sino obras
que se encuentran frivolas y v a n a s , comparadas
con la verdad ; y se le parece también en que
trabaja con la mira de.agradar á la parte frivola
del a l m a , sin hacer caso de lo que en ella hay
de mejor. Por tanto con justicia le hemos r e -
husado la entrada en una ciudad que debe g o -
bernarse por leyes sabias, porque dispierta y
sustenta esta parte del alma , y fortificándola
destruye el imperio de la razón! Y lo que suce-
dería en un estado , en el qual los ,peores se
hiciesen los mas fuertes, entregándoles toda la
autoridad , y acabando con los buenos ciudada-
nos ; podemos asegurar que es una viva imagen
del desorden que el poeta imitador introduce en
el gobierno interior de cada hombre, por la com-
placencia excesiva que tiene con esta parte i n -
sensata del alma , que no sabe distinguir lo que
es mas grande y lo que es mas chico , que se
forma del mismo objeto tan pronto grandes , tan
pronto pequeñas fantasmas , y que está siempre
á una distancia infinita de la verdad. Glauc. Esto
es cierto.
Soc. Pues aun no hemos dicho nada del m a -
(»8 ) 4

yor mal que causa la poesía. Por qué e n efecto


no es cosa la mas terrible , el ver que fuera de
un corto número , es capaz ella de corromper el
ánimo de los mas sabios ? Glauc. Sin duda lo
s e r i a , si produxese semejante efecto. Soc. E s c u -
chad y lo veréis. Bien sabéis que quantos aquí
estamos , entiendo aún los mas racionales, q u a n -
d o oimos recitar los pasages de H o m e r o . ó de
de algún otro poeta trágico , donde se r e p r e -
senta un héroe en aflicción , lamentándose de su
suerte cOn largos discursos , dando gritos , é
hiriéndose á puñadas en los pechos; bien sabéis,
digo yo , que experimentamos entonces un p l a -
cer secreto del qual nos dexamos llevar insensi-
blemente , y que á la compasión del héroe que
nos interesa , se junta la admiración del talento
del poeta que ' supo tan bien enternecernos.
Glauc. L o sé muy bien, y cómo podría ignorar-
lo ? Soc. Con todo habéis podido notar , que en
ías desgracias que nos suceden á nosotros m i s -
mos , creemos nosotros que es honor nuestro
tomar el partido contrario ; quiero decir de
permanecer firmes y tranquilos, persuadidos que
esto corresponde á un hombre de esfuerzo , y
que deben dexar.se para las mugeres estos m i s -
mos llantos que acabamos de aprobar en un
héroe. Glauc. Ya lo he advertido. Soc. Pero
á dónde está el buen sentido, no digo de ver sin
indignación , sino a ú n de aprobar con conmocio-
nes de alegría en otro hombre una situación , en
l a qual nos avergonzaríamos hallarnos , y la que
(285)
condenaríamos en nosotros como una debili-
dad ? Glauc. Por Dios que no tiene esto nada
de racional. Soc. Sin duda que no , sobre todo
si miramos la cosa como se debe mirar. Glauc. D e
qué modo? Soc. Si consideramos que esta parte
de nuestra alma contra la qual nos oponemos en
nuestras propias desgracias , que está hambrien-
ta de lágrimas y lamentos , de que querría s a -
ciarse , siendo de su naturaleza inclinada á b u s -
carlos , es la misma que lisongean los p o e t a s , y
se afanan por satisfacer ; que en estas ocasiones
la otra parte de nosotros mismos que es la mas
excelente , no estando aun bastante fortificada
con la razón , ni con la costumbre , se descui-
da en tener á raya la parte lamentadora , e x -
cusándose con que ella no es mas que especta-
dora de las miserias de otro , y que no le es
vergonzoso dar señales de aprobación y de l á s -
tima , por las lágrimas que otro que es tenido
por hombre de bien , derrama desmesurada-
mente ; de suerte que cuenta ella por una g a -
nancia el placer que , experimenta entonces , y
no consentirla privarse de é l , condenando a b s o -
lutamente esta especie de poemas. Esto proviene,
según pienso , de que pocas gentes hacen relie -
' xión , que los afectos de otro vienen á ser infa-
liblemente los nuestros y que después de haber
mantenido y fortificado su compasión con la
vista de los males ágenos , es muy difícil m o d e -
rarse en los suyos propios. Glauc. Es mucha
verdad.
(286)
Soc. Y no diremos lo mismo de lo ridículo?
por mucha aversión que tengáis al oficio de t r u -
hán , si os complacéis excesivamente con las b u -
fonadas ya sea en el teatro , ya sea en las c o n -
versaciones , os sucederá lo mismo que en las
representaciones trágicas , esto es , de hacer lo
que aprobáis en los demás. Porque entonces d a -
réis curso libre al deseo de hacer reir , que la
razón refrenaba áñtes en vos mismo , con el t e -
mor de incurrir en la nota de bufón ; y después
de haber fomentado este deseo presenciando la
comedia , no tardareis en ir soltando en vuestro
trato , aún sin pensar en ello , rasgos que no
pueden convenir sino á u n farsante. Glauc. T e -
néis mucha razón. Soc. L a poesía imitativa p r o -
duce también en nosotros el amor , la ira , y to-
das las pasiones del alma que tienen por objeto
el placer y el dolor, é influyen en todas nuestras
acciones ; porque en lugar de desecarlas poco á
poco , las nutre y las riega. Nos hace mas vicio-
sos y mas infelices por el imperio que dá á estas
pasiones en nuestro corazón, en lugar de tener-»
las en una entera dependencia , que aseguraría
nuestra hombría de bien y nuestra bienaventu-
ranza. Glauc. Yo no puedo menos de decir lo
ínismo. Soc. Por tanto , mi amado Glaucon, '
quando os encontréis . con ios admiradores de
Homero , y les oigáis decir que este poeta i n s -
truyó á ía Grecia , y que leyéndole aprende uno
á gobernarse y conducirse bien en - los varios
encuentros de la vida , y que no se puede hacer
cosa mejor que arreglarse á sus preceptos ; será
preciso usar de toda especie de atención y c o m -
placencia con los que tienen este lenguage, c r e -
yendo que trabajan en quanto es de su parte,
por ser hombres de bien , y concederles que H o -
mero es el mayor de los poetas , y el primero
de los poetas trágicos : pero al mismo tiempo
debéis tener presente , que e n nuestra república
no se han de-admitir otras obras de poesía . que
los hymnos en honor de los dioses, y los elogios
de hombres ilustres ; y que en el momento que
recibáis en ella las musas voluptuosas , sean é p i -
cas , sean lyricas , el placer y el dolor reynarán
en vuestro estado , en vez de la ley y de la r a -
zón , cuya excelencia reconocieron siempre los
hombres en todos tiempos. Glauc. N o hay cosa
mas cierta.
Soc. Y pues que se presentó ocasión segunda
vez de hablar de la poesía, ya oísteis lo que se
me ofrecía decir en el asunto , para, manifestar
que siendo lo que ella es , tuvimos razón de d e s -
terrarla entonces de nuestra república ; porque
no pudimos resistir á la fuerza de los motivos
que nos obligaron á ello. Por último , para que;
la poesía no nos acuse de dureza y rusticidad,
es bueno decirle , que no es de ahora sino muy
antigua su oposición á la filo.sofia. Testigos estas-
expresiones : aquella perra regañona que ladra
contra su ama. . . Estas gentes que lo lucen en con-
currencias de hombres insensatos. . . La tropa de
falsos sabios que quieren dominarlo todo... Estos;
(288)
contemplativos rutiles á quienes la pobreza aguza
el entendimiento (14) , y otras mil que son prue-
bas de su antigua enemistad. A pesar de esto,
protestamos ingenuamente , que si la poesía i m i -
tativa y que tiene por objeto el p l a c e r , puede
probarnos con buenas razones, que no se la
debe excluir de un estado bien civilizado, n o -
sotros la recibiremos con los brazos abiertos,
como que no podemos disimularnos á nosotros
mismos la fuerza y dulzura de sus encantos;
pero nunca es permitido hacer traición á la ver-
dad donde quiera que se cree encontrarla. Vos
mismo , amigo mió-, no sois de aquellos á quie-
nes encanta la poesía, sobre todo quando se os
presenta en Hornero? Glauc. Seguramente que
sí. Soc. Luego es acreedora á que se le permita
venir á defender su causa ante nosotros, bien
sea en una o d a , ó en qualquier otra especie de
poema que le pareciese escoger. Glauc. Sin duda.
Soc. E n quanto á sus protectores , que sin hacer
ellos versos, son amantes de la poesía, nosotros
les permitiremos abogar por ella en p r o s a , y
que nos muestren que ella no solo es agradable,
sino también provechosa á las repúblicas y á-ios
particulares para el gobierno de la vida ; y n o -
sotros los oiremos con gusto: porque ganaremos
en ello , si se nos hace ver que junta ella lo útil
á lo agradable. Glauc. Y cómo podíamos dexar
d e ganar en esto ? Soc, Pero si no pueden c o n s e -
guir el probárnoslo , no imitaremos nosotros,
mi amado a m i g o , la conducta de los amantes^
>8 ) 9

qué se hacen violencia por separarse del objeto


de sus pasiones , luego después que han recono-
cido la inutilidad y el peligro? Del mismo m o -
do , conservaremos siempre cierta benevolencia á
la poesía, por el amor que hemos concebido
para con e l l a , y se nos ha inspirado en estas
pellas repúblicas , donde habernos sido criados;
y desearemos que pueda parecemos muy buena
y muy verdadera: pero mientras que no tenga
cosa de provecho que alegarnos en su defensa,
la escucharemos con precaución , previniéndonos
contra sus encantos por las razones que acabo de
exponer ; y nos guardaremos bien de reincidir
en la pasión que la tuvimos en la juventud , y
de la qual el común de los hombres no se ha l i -
bertado. Reconozcamos pues que esta especie de
poesía es indigna de nuestros cuidados, y que
no se la debe mirar como cosa seria, ni allega-
da á la verdad ; antes bien todo hombre que
teme por el gobierno interior de su. alma , debe
estar ojo alerta contra e l l a , no oiría sino con
desconfianza , y creer que quanto de ella hemos
dicho es cierto. Glauc. Consiento de todo mí co-
razón.
Soc. Grande por cierto es el combate , m i
amado Glaucon , y mas-grande de Jo que se
piensa , aquel que se nos propone , y en el qual
se trata de ser virtuoso ó malo. D e manera que
ni por los honores , ni por las riquezas , ni por
las dignidades, ni aún menos por amor de la
poesía , es cosa digna que nos descuidemos en
TOMO II. T
(290)
adquirir la justicia y las otras virtudes. Glauc. Yo
no puedo separarme , supuesto lo que hemos di-
cho , y creo que nadie pueda pensar de otro
modo. Soc. Con todo no hemos hablado aun de
las mayores recompensas reservadas á la virtud,
y de los premios que , por decirlo a s í , están vin-
culados en ella. Glauc. Preciso es que sean de
inmenso v a l o r , si exceden á los que acabamos
de exponer. Soc. Puede por suerte llamarse gran-
de lo que se pasa en un pequeño espacio de
tiempo ? Pues en realidad, el intervalo que s e -
para nuestra infancia de la vejez , es bien poco
comparado con la eternidad. Glauc. Ni aún s i -
quiera es nada. Soc. Pues qué 1 pensáis que una
substancia inmortal deba limitar sus cuidados y
sus miras á un tiempo tan corto , y no mas bien
atender á la eternidad entera ? Glauc. Yo así lo
pienso. Pero por qué decís estol Soc. Ignoráis
acaso que nuestra alma es i n m o r t a l , y que j a -
más se desfruye ? . . . A estas palabras mirándo-
me Glaucon con ayre de sorpresa, á fé mía que
no sé n a d a , me dixo : y vos podriaismelo p r o -
bar? S í , repliqué'yo , á no ser que yo me enga-
ñe : y creo aún mas, que podríais vos hacer otro
tanto , porque la cosa no es dificil. Glauc. Para
mí lo es ; y me dariais mucho gusto en demos-
trarme este punto que tenéis vos por tan fácil.
Soc. Escuchad pues. Glauc. Decid.
Soc. Reconocéis que hay bien y hay mal (15)?
Glauc. Sí. Soc. Pero tenéis del uno y del otro la
áúsma idea que yo? Glauc. Qué ideavéoc. Que
(291)
todo principio de corrupción y de disolución, es
un mal ; que al contrario todo principio de con-
servación y de mejora es un bien. Glauc. Sí por
cierto. Soc. Cada cosa no tiene su mal y su bien?
L a oftalmía , por exemplo , es el mal de los ojos,
y la enfermedad el mal de todo el cuerpo. E l
añublo es el mal de las mieses, la podredumbre
de las m a d e r a s , el orin del hierro y del cobre;
y en una palabra , no hay casi nada en la n a t u -
raleza que no tanga su mal y su enfermedad
particular. Glauc. Esto es verdad. Soc. Este mal,
no empeora la cosa á la qual se aferra, y al cabo
viene á parar en disolverla y arruinarla entera-
mente? Glauc. N o puede menos. Soc. Según esto
cada cosa es destruida por el mal y por el prin-
cipio de corrupción que ella lleva consigo ; de
suerte que si este mal no tiene fuerza para d e s -
truirla , no hay cosa que sea capaz de hacerlo:
porque el bien no puede producir este efecto en
orden á qualquier cosa que sea , ni tampoco lo
que no es , ni bien ni mal. Glauc. Cómo podria
ser esto ? Soc. Si pues encontramos en la natura-
leza una cosa á quien su mal la hace en verdad
mala , pero que no puede ni disolverla, ni des-
truirla ; desde luego no podríamos asegurar de
esta cosa , que ella naturalmente no puede pere-
cer ? Glauc. Es muy conforme. Soc. Pues qué ! no
hay nada que haga al alma mala? Glauc. Sí poc-
cierto , y estos son todos los ¡vicios de quienes
hemos hecho mención , la injusticia , la i n t e m -
perancia ¿ la cobardía y la ignorancia. Soc. Mas
T a
( 392 )
por v e n t u r a , alguno de estos vicios puede a l t e -
rarla y disolverla ? Y tened cuidado no nos e n -
gañemos , imaginándonos que quando el hombre
injusto é insensato es sorprendido en un delito,
la injusticia que es el mal de su a l m a , sea e n -
tonces la causa de su destrucción ; sino ved de
qué modo debe mirarse. A d v e r t i d , como la e n -
fermedad que es para el-cuerpo un principio de
corrupción , le aniquila poco á poco , le destru-
ye , y le reduce á términos de no tener siquiera
la forma de c u e r p o , y como todas las otras co-
sas de que hemos hablado , tienen su mal p r o -
pio , que se'aferra á ellas , y las corrompe por
la mansión que allí h a c e , y las conduce al e x -
tremo de dexar de ser lo que ellas eran : no es
esto verdad? Glauc. Sí. Soc. L o mismo pues,
para hacer la aplicación de esto al a l m a , es me-
nester v e r , si llegándose á alojar y á fixarse en
ella la injusticia y los otros vicios, la corrom-
pen y la consumen , hasta tanto que conducién-
dola á la m u e r t e , la separen del cuerpo. Glauc. D e
ningún modo se verifica esto respecto del alma.
Soc. Por otra parte , seria un absurdo decir , que
u n mal extraño destruyese una substancia, que
su propio mal no puede destruirla. Glauc. Seria
en efecto contra toda razón. Soc. Reflexionad
a d e m a s , mi amado G l a u c o n , que aún respecto
del cuerpo, no creemos nosotros que su destruc-
ción deba ser el efecto inmediato de la mala ca-
lidad de los "manjares, por qualquier causa que
provenga, bien sea por haberlos conservado m u -
(293)
cho t i e m p o , ó bien porque ellos se hayan c o r -
rompido , ó por alguna otra razón. Pues, si los
malos alimentos engendran alguna corrupción
en el cuerpo , diremos que con motivo del a l i -
mento , el cuerpo fué destruido por la enferme-
dad , que es propiamente su m a l ; y jamás p r e -
tenderemos que los manjares, que son de natu-
raleza diferente de la del c u e r p o , tengan por
sus malas qualidades virtud de destruirle , á me-
nos que este mal extraño no engendre en el
cuerpo aquel mal que le es propio. Glauc. Decís
muy bien. Soc. Por la misma r a z ó n , á no ser
que la enfermedad del cuerpo engendre la del
alma , nunca pensemos que esta snbstancia , que
nada tiene de común con el c u e r p o , pueda p e -
recer por un mal extraño , sin intervención del
mal que le es propio. Glauc. Tenéis razón.
Soc. Por tanto , ó desechemos todas estas
pruebas como infundadas, ó mientras que c o n -
serven ellas toda su fuerza, guardémonos bien
de decir, que ni la calentura , ni ninguna otra
enfermedad , ni la degollación misma , ni el ser
partido el cuerpo en pequeños pedazos, puede
dar la muerte al a l m a ; á menos que se nos haga
ver que por los males que el cuerpo padece en
estas circunstancias , el alma se hace mas injusta
y mas impía. Y no suframos que se diga , que ni
el alma ni qualquiera otra substancia que sea, pe-
rezca por el mal que • sobreviene á una substan-
cia de diferente naturaleza, si el mal que es
propio suyo no concurre. Glauc. Pues ello es
(294)
cierto , que nadie nos demostrará jamás que las
almas de los que mueren se hacen mas injustas
por la muerte. Soc. Con todo , si alguno fuese
tan osado que quisiese impugnar nuestra opi-
nión , y sostener que la muerte hace al hombre
mas malo y mas injusto , para no verse obligado
á confesar la inmortalidad del alma ; le forza-
remos á que convenga en que si lo que dice es
verdad , se sigue que la injusticia conduce natu-
ralmente á la muerte como la enfermedad, y que
ella mata á los que. le dan entrada en su alma,
mas ó menos prontamente , según que son ellos
mas ó menos malos: lo que es contrario á la e x -
periencia de cada dia , que nos muestra que la
causa ordinaria de la muerte de los malos es el
suplicio al qual les condena la justicia. Glauc. Por
cierto , que si la injusticia fuese un mal capaz
de dar la muerte á los malos-, no debería m i -
rarse como el mayor de los males ; porque los
que la alojasen en su alma se libertarían por su
medio de todos los otros males. Yo pienso ai
contrario , que examinando de cerca la cosa se
encontrará , que ella mata á los otros en quanto
está de su parte , mientras que conserva lleno de
v i d a , y muy despierto á aquel en quien hace su
morada. T a n léxos está , á lo que parece , de
darle la muerte. Soc. Decís muy bien. Porque si
ia malignidad del a l m a , si su propio m a l , no
pueden matarla ni destruirla ; cómo el mal d e s -
tinado por su naturaleza á la destrucción de otra
substancia, podria hacerla perecer, ni á ella,
(295)
ni á ninguna otra cosa distinta de aquella sobre
la qual debe producir naturalmente este efecto?
Glauc. Me parece que esto es imposible. Soc. Lue-
g o es evidente, que lo que no puede perecer ni
por su propio m a l , ni por el mal ageno , debe
necesariamente existir siempre , y que si existe
siempre , aquello es inmortal. Glauc. Es .como
preciso. Soc. Supongamos pues esto como prin-
cipio incontestable. Y si así fuese, seria fácil de
.ver que las mismas almas deben existir siempre:
porque no pereciendo n i n g u n a , su número no
•podría disminuirse. N i tampoco puede a u m e n -
tarse , porque si el número de los seres inmor-
tales viniese á ser m a y o r , comprehendeis al i n s -
tante , que estos nuevos seres se formarían- de
aquello queeramortal, y al fin que todas las cosas
acabarían por ser inmortales (16). Glauc. Es m u -
cha verdad. Soc. Pues la recta razón no nos p e r -
mite creer , ni aún siquiera pensar , que nuestra
alma , considerada e n el fondo real de su ser,
conste-de una naturaleza compuesta , llena de
desemejanza y de variedad. Glauc: Qué es lo que
decís ? Soc. Q u e es dificil que lo que resulta del
conjunto de muchas partes , sea eterno, á no ser
que haya logrado una composición tan perfecta,
como la que se acaba de ver en el alma. Giauc.En
efecto , no es esto verosímil.
Soc. Las razones pues que acabamos de a l e -
gar y otras muchas, demuestran invenciblemente
•la inmortalidad del alma. Pero para conocer
bien su n a t u r a l e z a , no se la 4ebe considerar?
T 4
(2 6)
9

como nosotros Hacemos, en eí estado de degra-


dación en que la constituyen su unión con el
cuerpo y todos los otros mafes conseqiiencias de
esta unión ; sino que debemos contemplarla
atentamente con los ojos del espíritu , tal qual es
en sí misma , desasida de todo lo que le es e x -
traño.. Entonces se verá que es infinitamente mas
hermosa , y . se distinguirá con mas claridad la
naturaleza de la justicia y de la injusticia , y de
las otras cosas de qus ahora hemos hablado.
T o d o quanto habernos dicho del alma , es v e r -
dad respecto á su estado presente. Pero lo m i s -
m o que los que viesen ahora él Glauco (17) ma-
rino , apenas podrían reconocer su primera for-
m a , por habérsele las antiguas partes de su
cuerpo , quebrado las unas , gastado las otras, y
alterado todas por las ondas , y habérsele for-
mado nuevas de conchas, de o v a s , y de arenas;
de suerte que mas parece un monstruo , que un
hombre tal como era antes : de la misma m a -
nera el alma en el estado en que l a v e m o s , está
sujeta á mil males que la desfiguran. Para cono-
cerla , mi amado Glaucon , ved lo que es m e -
nester registrar en ella. Glauc. Qué? Soc. Su fi-
losofía , y reflexionar á qué cosas se inclina, qué
compañías y tratos apetece , con quan estrecha
correspondencia está con todo lo que es divino,
inmortal y eterno , y qué es lo que viene á ser,,
-iquando entregándose por entero á esta sublime
•contemplación , se eleva por un noble esfuerzo
del fondo de este piélago/donde está sumergida,
(2 ?)
9

y se sacude las arenas y conchas ; pues como


por necesidad es comensal de la tierra , se le p e -
garon muchas cosas terrenas, pedregosas y sal-
vages , por aquellos alimentos que celebran t a n -
tas gentes como regalados. Entonces es , quando
veréis claramente qual es su verdadera natura-
leza , si es simple , ó compuesta ; en una pala-
bra , quál es su esencia y su manera de ser. Por
lo que hace á su situación presente en esta vida,
entiendo que hemos explicado bastante bien las
pasiones y los afectos á los quales está sujeta.
Glauc. Enteramente es así.
Soc. Pero en esta averiguación no hemos
despojado á la justicia de todo lo que es acceso-
rio , y no hemos dexado aparte los honores y las
recompensas que vosotros le atribuísteis sobre la
palabra de Homero y de Hesiodo? N o hemos
demostrado que la justicia és por sí misma el
bien mas excelente del alma , y que se debe
obrar justamente , ora se tenga ó no el anillo
de Giges , y si se quiere aun sobre este anillo,
la celada de Plutón (18)? Glauc. Es mucha v e r -
dad. Soc. Luego no se puede ahora llevar á mal,
mi amado Glaucon , que restituyamos á la j u s -
ticia y á las otras virtudes, las recompensas que
los hombres y los dioses han destinado al alma,
y que recibe el hombre justo mientras vive y
después de la muerte. Glauc. Nada podria e n -
contrarse que oponer. Soc. Me restituiréis pues
ahora lo que os he prestado al principio de esta
conversación ? Glauc. Qué cosa es ? Soc. Tuve á
.. ('298)
bien concederos que el virtuoso pasase por malo,
y el malo por virtuoso ; porque vos creísteis,
que aunque fuese imposible engañar en esto á
los hombres y á los dioses , con todo debia s u -
ponerse para continuar el discurso, á fin que h i -
ciésemos nuestro juicio de la justicia é injusticia,
comparadas una con otra como son en sí m i s -
mas : no os acordáis de e s t o Glauc. Sería un d e -
2

lito el no acordarme. Soc. Supuesto pues que e s -


tá ya pronunciada la sentencia , os intimo en
nombre de la justicia que le restituyáis los h o -
nores que ella recibe de los hombres y de los
dioses, y ayudéis á restablecerla en sus derechos,
para que en la opinión pública consiga la pal-»
m a , con que adorna ella á los que la poseen;
después que hayáis convenido en los provechos
que resultan de ser justo , y en que la justicia
n o dexa vanas las esperanzas de los que r e a l -
mente la practican , sobrepujando con mucho á
la injusticia en los bienes que la reputación del
hombre virtuoso se lleva Irás sí. Glauc. Esta es
una petición muy justa.
Soc. Me concederéis pues en primer lugar,
que el virtuoso y el malo son conocidos de los
dioses por lo que en sí son. Glauc. Os lo c o n -
cedo. Soc. Y si la cosa es a s í , el uno es amado,
el otro aborrecido de los dioses , según lo c o n -
fesamos desde el principio. Glauc. Esto es v e r -
dad. Soc, Mas no me concederéis también , que
ios que son amados de los dioses no tienen que
«sperar sino bienes de su parte , y que si alguna
(299)
vez reciben males son conseqiienclas necesarias
del anterior pecado ? Glauc. Sin disputa. Soc. Es
necesario pues reconocer acerca del hombre j u s -
to , que ahora se vea reducido á pobreza , ó su-
jeto á una enfermedad , ó constituido en qual-
quier otra situación de las que el común de los
hombres mira como infelices , que estos preten-
didos males se convertirán en su provecho , ó
durante su vida ó después de su muerte : p o r ,
quanto la providencia de los dioses está siempre
atenta á los intereses del que trabaja por ser
justo , y por llegar con la práctica de la virtud
á la mas perfecta semejanza que el hombre p u e -
de tener con Dios. Glauc. N o es regular, que un
hombre de este carácter sea despreciado de aquel
á quien se esfuerza asemejarse. Soc. Pero por
ventura no se debe pensar todo lo contrario del
malo? Glauc. Sin duda. Soc. Luego para con los
dioses la victoria queda toda entera por el j u s -
to. Glauc. A lo menos ésta es mi opinión. Soc. Y,
respecto de los hombres , si debemos decir la
verdad , no se verifica otro tanto ? N o sucede á
los malvados y á los injustos lo mismo que á
los atletas , que corren muy bien quando p a r -
ten de la raya , pero que no corren ya lo mismo
quando van de vuelta ? Salen con rapidez al
principio, mas al fin de la carrera se hacen d i g -
nos de mofa , volviéndose con las orejas caídas
y sin ser coronados : en vez que los buenos cor-
redores llegan al término , consiguen el premio,
y reciben la corona. Y los justos n o tienen * por
(soo)
lo común la misma suerte , quiero decir , que
al fin-de cada empresa , de su conducta y de sil
vida , ios hombres dan á su virtud la g l o r i a , y
las recompensas que le son debidas ? Glauc. Es
muy cierto. Soc. Vos me permitiréis pues que
aplique yo á los justos lo que mas arriba decíais
de los malos. Yo pretendo que los justos, q u a n -
do llegaron ya á la edad madura , consiguen en
la república donde viven todas las dignidades 1

que quieren , contraen á su elección alianzas pa-


r a ellos y para sos hijos : en una palabra todo
lo que vos habéis dicho de aquellos , digo yo d e
estos. E n quanto á los malos , sostengo que, a u n -
que muchos de ellos consigan de jóvenes e n g a -
s a r al mundo ,' descubiertos al fin de la carrera,
y llegados á viejos se hacen dignos de risa y se
les cubre de oprobios , reducidos á ser el j u g u e -
te de los extrangeros y de sus conciudadanos ; y
valiéndome de expresiones que vos tenéis por
demasiado fuertes respecto del justo , pero que
se verifican en el malo, digo que serán atormen-
tados y quemados ; en suma , imaginaos oír de
m i boca que ellos sufrirán todos los géneros de
suplicios de que vos hicisteis mención entonces.
P e r o á vos os toca rer , sí llevareis á bien que
y o lo diga.<?/flí<c. S í ; tanto mas que no decís cosa
que no sea muy arreglada.,
Soc. Tales pues son los galardones , los e s t i -
pendios , y las recompensas que el justo recibe
¿mientras vive de parte de los hombres y de los
idiosos , fuera de aquellos bienes que 'encuentra
en la práctica misma de la virtud. Glauc. Pues
estas ventajas son muy gloriosas y sólidas.
Soc. Pero no son nada ni en número, ni en m a g -
nitud , comparadas con los bienes y con los m a -
les reservados en la otra vida á la virtud y a l
vicio. Escuchad la relación de ellos que rio debo
omitir, á fin de restituir al justo y al malo lo
que tienen derecho de esperar de nosotros en
esta conversación. Glauc. Referidlos enhorabuena,
sin ocuparos de que sea larga su relación , sino
de que la oiremos con gusto. Soc. N o voy á con-
taros el apólogo de Alcinoo (19), sino el de u n
hombre esforzado, de Her el Armenio (20), o r i -
ginario de Pamphilia. Después que hubo sido
muerto en una batalla , como pasados diez días
fuesen á recoger los cadáveres ya p o d r i d o s , fué
encontrado el suyo sano y entero ; mas Llevado
á su casa para hacerle los funerales, estando ya
sobre la pyra pronto á ser quemado , á los doce
dias de su muerte resucitó , y contó á los a s i s -
tentes lo que habia visto en el otro m u n d o :
" L u e g o al punto , dixo él ,„ que mi alma se s e -
«paró de mi cuerpo ,,me partí en compañía de
«otros muchos , acia un lugar verdaderamente
«espantoso , donde vimos en la tierra dos a b e r -
«turas vecinas una de o t r a , y en el cielo otras
«dos que correspondían á aquellas. Ciertos jue—
«ees estaban sentados entre estas aberturas ; los
«quales luego que habían pronunciado su s e n -
«tencia , mandaban á los justos emprender su
«marcha á la derecha por una de las abertura*
(302)
«del cielo , después de haberles fizado por d e -
bíante un cartel que contenia la sentencia dada
«á su favor ; y á los malos les mandaban tomar
«su camino á la izquierda por una de las aber-
55 turas de la tierra , llevando también á la e s -
«palda otro cartel semejante , donde se expresa-
>>ban todas sus acciones. Presentado yo á los jue-
« c e s , me dixeron , que era menester que llevase
j 5 y o á los hombres la nueva d e j o que pasa en
53 la otra vida , y me mandaron que oyese y o b -
ssservase con cuidado en este lugar todo aquello
sj de que iba á ser testigo. V i pues al momento
si las almas de los que habian sido juzgados, unas
sssubir al cielo , otras descender baxo de tierra,
«por las dos aberturas que se correspondían;
SJ mientras que por la otra abertura de la tierra,
5 3 v i salir almas cubiertas de inmundicia y de
«polvo , al tiempo mismo que por la otra del
sscielo baxaban otras almas puras y sin mancha.
53Todas parecía que venían/de un largo víage,
« y que se sentaban con gusto en la pradería, como
ssen un lugar de asamblea. Las que de ellas se c o -
J3 nocían, abrazándose unas á otras, se pedian nue-
53 vas de lo que pasaba ya en el cielo , ya baxo
53 la tierra. Unas contaban sus aventuras con g e -
ssmídos y llantos , que les arrancaba la memoria
jsde los males que habian sufrido , ó visto p a -
ssdecer á otras durante el tiempo de su víage
53 baxo la tierra , cuya duración era de mil años.
íjOtras que venían del cíelo , hacían la relación
«de los placeres deliciosos que habian gustado,
(303)
s»y de las cosas maravillosas que allí habían
«visto."
Mucho tiempo era menesteb , mi amado
G l a u c o n , para referiros por extenso el discurso
de Her con este motivo. Pero se reducía.á d e -
cir , que las almas eran castigadas diez veces
por cada injusticia que habian cometido e n su
vida ; pero que la duración de cada castigo era
de cien años, que son poco mas ó menos los t é r -
minos de la vida humana : para que la pena fue-
se siempre decupla por cada crimen. Y de este
modo los que habian hecho muchos homicidios,
ó habian entregado por traición ciudades y exér-
citos , ó reducido su patria á esclavitud., ó se
hubiesen hecho culpables de algún otro delito
de esta naturaleza , eran atormentados al decu-
plo por cada una de estas maldades. Al c o n t r a -
rio aquellos que habian hecho á los hombres b e -
neficios señalados , y habian sido justos y santos,
recibían con la misma proporción la recompen-
sa de sus acciones buenas. E n orden á los niños
que morían poco después de haber n a c i d o , lo
que contaba de su estado en el otro mundo , n o
merece que se repita. Pero refería que estaban
destinadas aún recompensas mucho mayores á
los que habian honrado con mas especialidad á
los dioses , y respetado á sus padres ; y prepara-
dos tormentos extraordinarios á los impíos , á los
parricidas, y á los suicidas.
E s t a b a yo presente, decía é l , quando u n
cr

valma preguntó á otra dónde estaba el grande


(304).
«Arideo : este Arideo habia sido tirano de una
«ciudad de. Pamphilia, mil años a n t e s ; habia
«muerto á. su padre de edad ya abanzada , y á
«su hermano mayor , y cometido , según decia,
«otros muchos delitos enormes. Ni v i e n e , r e s -
«pondió el alma , ni vendrá jamás aquí : porque
«á propósito de éste fuimos todos testigos del
«espectáculo mas horrendo. Pues quando estaba-
Minos para salir de este abismo subterráneo, d e s -
«pues de haber cumplido nuestras p e n a s , de r e -
«pente nos vimos á Arideo y con él otros m u -
«chos , los mas de los quales eran también t i r a -
«nos ; pero iban en su compañía algunos p a r t i -
«culares , que en 'su condición privada , habían
«sido grandísimos malvados. En el momento que
«esperaban ellos salir , la abertura les rehusó el
«paso , arrojando un espantoso bramido ; lo que
«hace quantas veces alguno de aquellos , cuyas
«culpas son irremisibles , ó no fueron expiadas
«suficientemente , se presenta para salir. Luego
«al punto ciertos hombres crueles , y que p a r e -
«cian todos de fuego , en oyendo el estruendo,
«se arrojaron sobre ellos é hicieron presa de
«Arideo y de los otros , les ataron los píes , ma-
«hos y cuello , y después de haberles echado en
«tierra y despellejado , los arrastraban en'carne
«viva sobre abrojos junto al camino, dando a
«todos los pasageros razón por qué los t r a -
«taban de aquel modo , y diciendo que los iban
«á precipitar en el Tártaro. Esta alma anadia,
«que entre los muchos y varios temores con que
(3°5)
«hablan sido agitadas en el c a m i n o , ninguno
«igualaba al espanto que les causó este horrible
«bramido , y que para ellas fué de un placer.in-
«explicable el salir , luego que hubo cesado. Ved
«puntualmente lo que pasa en orden al juicio y
«los suplicios de los m a l o s : y la liberalidad con
«que son recompensados los buenos , es igual a l
«rigor que tienen con aquellos.
«Mas después que las almas hubieron pasa-»
« d o siete días en este prado , debian partirse d e
«allí el dia octavo , y en quatro dias de marcha
«llegar á cierto lugar señalado, de donde se veía
« u n a luz extendida sobre todo el cielo y sobre
«toda la tierra , derecha como una columna,
«bastante semejante al arco 'iris , aunque mas
«brillante y mas pura. Llegaron ellas á esta luz.
« e n otra jornada de un dia , y acia el medio de
«la luz divisaron colgados del cielo los extremos
«de sus faxas. Esta faxa del cielo no es otra cosa,
«que la luz de que yo he hablado , que abraza
«toda su circunferencia , por el término de aque-
«llos maderos de cuenta que ciñen el cuerpo de
«las galeras, y sostienen su armazón. D e las e x -
t r e m i d a d e s dé las faxas está pendiente el huso
«de la Necesidad, que dá movimiento á todas
«las revoluciones celestiales. L á caña del huso y
«el garabatillo son de diamante , y el tortero en
«parte es de diamante , en parte de otras p i e -
«drás preciosas. Este tortero se parece en ia fi-
« g u r a á las rodajas de los husos de acá baxo.
«Pero para tener una justa i d e a , es menester
TOMO II. V
(306)
«representarse una rodaja grande , agujereada
«en medio , y con entalle por todas partes , en
«la qual se encaxase otra mas p e q u e ñ a , tan
«ajustada como los vasos que se meten unos en
«otros ; y del mismo modo en lá segunda se e n -
«caxase una tercera , en ésta una quarta , y así
« e n seguida otras quatro hasta el número d e
«ocho dispuestas entre sí como círculos c o n -
«céntricos. Se veía el borde superior de cada
«una , y todas juntas no presentaban al exterior
«sino la superficie continua de una sola rodaja
« a l rededor del huso , cuya caña pasaba por el
«centro de Ja octava. Los bordes circulares de la
«rodaja primera y exterior eran los mas anchos;
«tras estos los d é l a s e x t a , después los de la
«quarta , y en seguida los de la octava , de la
« s é p t i m a , de la q u i n t a , de la tercera y de la
«segunda iban disminuyendo de anchura por este
«mismo orden. E l círculo formado por el canto
«de la rodaja mayor era de diferentes colores.
« E l de la séptima muy brillante; y el de la oc-
«tava tomaba del séptimo su color con el rever-
«bero. El color de los círculos de la segunda y
«dé la quinta era casi el mismo , y tiraba mas
«sobre amarillo. El tercero era de un color muy
«blanco ; y el del quarto era un poco roxo. En
«fin , el del segundo excedía en blancura al del
«sexto. Revuelto el h u s o , es preciso que todo
«entero haga su revolución con un movimiento
«uniforme: pero mientras que la hace , las sie-
«te rodajas interiores se mueven lentamente con
(30?)
«una dirección contraria. El movimiento de la
«octava es el mas rápido ; los de la séptima, de
«la sexta y de la quinta son menores, y casi
«iguales entre sí en velocidad. L a tercera parece
«que hace su revolución al rededor de la q u a r -
«ta ; pero la velocidad de la tercera es menor
jj que, la de las precedentes ; y la segunda se
«mueve con mas lentitud que todas. El huso
«mismo dá vueltas sobre las rodillas de la Nece-
«sidad. Mas sobre cada uno de estos círculos anda
«montada una sirena que dá vueltas con él,
«cantando con toda su fuerza por un tono ; de
«suerte que de los ocho tonos diferentes resulta
«una armonía perfecta ( 2 1 ) . Al rededor del huso
« y á distancias iguales, están sentadas sobre
«tronos las tres P a r c a s , hijas de la Necesidad,
«Lachesis, Clotho , y Átropos, vestidas de blan-
«co , y llevando en la cabeza una corona. A c o m -
«pañan en su canto á las sirenas: Lachesis c a n -
« t a lo pasado, Clotho lo presente, Átropos lo
«de por venir. Clotho de tiempo en tiempo lie—
«gando al huso con su mano derecha , hacia dar
«la vuelta á la rodaja exterior. Átropos con la
«mano izquierda, dá movimiento á las rodajas
«interiores , y Lachesis con una y otra mano tan
«pronto toca la una , tan pronto las otras.
«Luego que las almas son allí llegadas , d e -
•«ben presentarse ante Lachesis: donde i n m e -
.«d latamente u n adivino las pone á todas en enr-
e d e n , y tomando en seguida de las rodillas de
« L a c h e s i s , las suertes y condiciones varias de
V 2-
( o8)
3

«la vida , asciende sobre una tribuna elevada , y


«dice en alta voz : Esto dice la virgen L a c h e -
as sis , hija de la Necesidad: Almas efimeras,
^vosotras vais á empezar una nueva carrera , y
ná entrar en un cuerpo mortal. El genio no os es-
¡¡cogerá á vosotras; sino cada una de vosotras
i>escogerá; el suyo. La primera á quien caígala
«suerte'• , escogerá primero la condición de vida,
.5)7 su elección será irrevocable. La virtud no tie-
« ne. dueño , ella se acerca al que la honra , y
nhuye del que la desprecia; si erráis la elección , la
ji.culpa será vuestra: Dios está inocente. E n d i -
sjciendo e s t o , arrojó eladivino las suertes sobre
-«todas, y cada alma recogía la que cayó junto
5>á ella , excepto la mia á quien no se le p e r m i -
5»tió. Abierto el billete conoció cada una por eí
.ssórden que debia entrar á escoger. E n seguida
sjse pusieron en el suelo delante de ellas mues-
sjtras de vidas de toda especie , cuyo número era
sjmucho mayor que el de las almas que habían
' « d e elegir j á causa de encontrarse allí juntas
«todas las condiciones , así de hombres como de
«animales. Porque habia allí tiranías , de las
3j quales unas debían durar hasta la muerte ; otras
.«debían interrumpirse , y terminar en pobreza,
«en destierro, y en mendicidad; Veíanse t a m r
jjbien allí condiciones de hombres célebres , los
«unos por su presencia y-hermosura, por su iuér-
3).za y por su fama en los combates ; los otros pac
«su nobleza y por las virtudes grandes de sus
5)antepasados , cuya gloria resaltaba sobre ellos.
(309)
ÍJ.LO mismo eta en orden á las mugeres. Pero no
«habia nada ordenado tocante á las a l m a s , p o r -
«que era preciso que mudasen ellas de naturale-
sjza, mudando de condición. Por lo d e m á s , las
«riquezas , la pobreza , la salud y las enferme-
« d a d e s , se encontraban en todas las condiciones;
• «acá sin ninguna mezcla , allá en un justo t e m - ,
«peramento de bienes y de males."
Aquí es , mi amado Glaucon , donde en mi
sentir, el hombre lo arriesga todo ; y por esta
misma r a z ó n , cada qual de nosotros descuidan-
do las otras ciencias , debe ocuparse de adquirir
en quanto pueda , la ciencia que le ponga en
estado de discernir las condiciones felices y des-
graciadas , y de escoger siempre la mejor de
aquellas que hubiesen quedado á su elección:
recapacitando en su ánimo quanto hemos dicho
arriba , y juzgando de lo que puede contribuir
mas á la felicidad de la vida, por el examen q u e '
liará de las diferentes condiciones, considerándo-
las ya j u n t a s , ya separadas. Y debe saber t a m -
bién , qué grado de hermosura ihezclado con
cierta porción de riquezas ó de pobreza , y con.
una determinada disposición del a l m a , haga al
hombre malo^ó virtuoso ; y qué efecto deben
producir el meimiento ilustre y el nacimiento
obscuro, la vida privada y el mando , la fuerza
del cuerpo y la debilidad , el mayor ó menor
ingenio para las ciencias ; en una palabra , las
diferentes qualidades naturales ó adquiridas,
v j
(3*o)
mezcladas las unas con las otras : de suerte que
después de haber convinadp entre sí estos varios
objetos , y puesto los ojos sobre la naturaleza
del alma , pueda distinguir la condición venta-
josa , de la que le seria funesta : llamando c o n -
dición funesta , aquella que vendría á parar en
hacer al alma mas injusta ; y condición v e n t a -
josa , la que hiciese.al alma mas virtuosa , sin
respeto ninguno á todo lo demás. Porque vimos
que este es el mejor partido que puede tomarse,
ya sea para esta v i d a , ya sea para la otra. Es
necesario pues conservar hasta la muerte su a l -
ma firme é incontrastable en esta opinión; á fin
que no se dexe atolondrar allá baxo , ni por las
riquezas , ni por los otros males de esta espe-
cie ; ni se exponga, arrojándose con ansia sobre
la condición de tirano ó sobre otra qualquiera
semejante , á cometer un gran número de males
sin remedio, y á sufrirlos aún mucho mayores;
antes bien , en quanto esté de su parte sepa fi-
xarse para siempre en un estado mediano y e v i -
tar con cuidado los dos extremos , ora sea en la
presente vida, ora en todas las otras por donde
ella pasará : porque de aquí es de donde p e n -
de la felicidad mayor del hombre..JPor tanto se-
gún la relación del Armenio , vuelü) de los i n -
fiernos , habia añadido el adivino : Aquel que
llegará el último , con tal que escoja con pruden-
cia ,y sea sabio y constante en su conducta , pue-
de prometerse una vida feliz y exenta de males.
T así, ni el que debe elegir primero se descuide
en la elección , ni el postrero se acobarde.
"Después que el adivino hubo hablado de
«de este modo ; a q u e l , decía él , á quien habia
«tocado la primer suerte se adelantó", y tomó
sjsin ningún examen la mayor tiranía que e n -
sicontró , llevado de su imprudencia y desmesu-
3) rada codicia ; pero quando lo hubo considera-
n d o todo , y visto que su destino era de comer-
l e á sus propios hijos , y cometer otros muchos
«males enormes , se lamentó , y contra los sá-
«bios avisos del adivino , maldixo la elección
si que acababa de hacer , acusando de sü infortu-
amio á la s u e r t e , á los demonios, á todo el
« m u n d o , menos i sí mismo. Esta alma era del
¡«número de aquellas que venían del cielo : ella
«habia vivido anteriormente en un estado bien
«gobernado , y habia sido- deudora de su v i r -
« t u d á su buen natural y á la fuerza de la cos-
t u m b r e , mas bien que á la filosofía." Añadía
que hablando en general, las almas venidas del
cielo estaban tan expuestas como las otras á e n -
gañarse en su elección , por no tener cierta e x -
periencia de los males de la vida. Que al c o n -
trario lá mayor parte de las que hahian estado
e n la tierra , y que i la, experiencia de sus p r o -
pios males , juntaban el conocimiento délos m a -
les de otro , no elegían con tanta ligereza. Q u e
por esta precipitación y ademas por la fortuna
<de la suerte que decidía del turno en lá elección »
v 4
acontecía á muchas de las almas encontrarse tan
pronto bien , tan pronto mal halladas. Por t a n -
to , si alguno siempre que viniese á esta presen-
te vida j se aplicase constantemente á la sana fi-
losofía , y en muriendo no le cupiese la vez de
elegir tras todos los demás ; hay grande a p a -
riencia , por lo que se nos cuenta del otro mun-
do , no solo que será feliz sobre la tierra , sino
también que en su viage de aquí a l l á , y en su
vuelta , andará por el camino suave y celestial,
y no por la senda subterránea y escabrosa.
Decia aún , que era espectáculo digno de
Verse , el modo como cada alma hacia su elec-
ción. Porque en realidad, era cosa muy e x -
traña , digna á un tiempo de compasión y
de risa, ver que la mayor paróte se gobernaban
en esta acción por los hábitos que les queda-
ban de la vida pasada. Pues que_ habia visto
el alma que en. otro tiempo habia sido de O r -
f e o , (22) escoger la condición de cisne , en odio
de las mugeres ; no queriendo nacer de ninguna
de aquellas que le habian quitado antes la vida.
Habia visto el alma de Tamiro (23) escoger la
condición de ruiseñor , y observado que algunos
cisnes pasaban á la especie humana , y que c o -
mo es regular , hacían lo mismo otras aves d a -
das igualmente á la música. N o faltó alma que
llegándole su vez eligió animar el cuerpo de un
l e ó n : era ésta la de Ayax (24) hijo de T e l a -
món , que acordándose de la afrenta recibida m
(313) a ,
el juicio dado sobre las armas de Achiles, rehusó ,
volver á tomar un cuerpo humano. Tras esta
vino el alma de Agamemnón (25) enemiga tam-
bién del género h u m a n o , á causa de sus pade-
cidas desgracias , y se apropió á sí la condición
de águila. Pero Atalanta (26) á quien cupo la
suerte acia el medio , reflexionando en los nono-'
res grandes que se hacen á los atletas , no p u -
do resolverse á pasar por cima este género de
vida , sin abrazarle. E n seguida vio el alma de
Epeo (27) hijo de Panope , fixarse en la condi-
ción de una muger hábil en obras de manos.
M u y á los últimos se presentó el bufón- Ther-
sites , (28) revistiéndose el cuerpo de una mona.
E l alma de Ulises (29) á quien habia tocado'la
postrera suerte , vino también á escoger. Mas
con la memoria de los trabajos pasados , y es-
tando exenta de ambición, anduvo buscando mu-
cho tiempo una condición de su gusto , qual era
la de un particular libre de cuidados é inquie-
tudes , y con dificultad pudo encontrarla meti-
da allá en un rincón, donde todas las otras la
habian dexado ; y dixo en viéndola , que aún
quando hubiese sido la primera en escoger, des-
de luego se hubiera fixado en ésta ; y de c o n -
siguiente que estaba muy contenta de su elec-
ción. Del mismo modo pasaban las almas i n d i -
ferentemente de los cuerpos de animales á ios
ñe hombres , y de estos á aquellos ; las de los
malos á los cuerpos de animales feroces. , y las
(3i4)
de los buenos á los de animales mansos y case-
ros , lo que daba ocasión á toda especie de
mezclas.
Luego que las almas' todas hubieron escogi-
do su género de vida-, por el orden que les se-
ñaló la suerte , se acercaron por su turno á L a -
chesis , quien dio á cada una el genio que ella
había escogido ; á fin que le sirviera de custodio
mientras durase su vida mortal , y le ayudase á
cumplir su destino. Este genio la conducía p r i -
meramente á Clotho , para confirmar la ventu-
r a que le habia cabido en suerte , baxo la mano
de esta Parca y por medio de una revolución
del h u s o ; pero después de tocado éste , la l l e -
vaba de allí acia la hilaza de Átropos , para ha-
cer irrevocable lo que estaba ya hilado de esta
vida nueva. E n seguida , sin que fuese posible
volver atrás , se adelantaba acia el trono de la
Necesidad ; por el qual el alma y su genio p a -
saban juntos. Inmediatamente que pasaron t o -
das , se partieron á la llanura del olvido , donde
experimentaron un calor y sofocación insopor-
tables por n o haber en todo este campo , ni ár-
boles , ni ninguna de las plantas que produce
la tierra. Venida la noche , la pasaron junto al
rio Ameles , cuyas aguas tienen la propiedad, de
q u e ningún vaso las puede contener. Pero es
cómo de necesidad indispensable que todas las
almas hayan de beber cierta cantidad de esta
.agua j y las que n o se conducen con prudencia
(315.)
beben mucho mas de la medida prescrita, da
donde resulta el perder ellas la memoria de todas
las cosas. Después que se hubieron acostado,
acia la media noche resonó un espantoso trueno,
acompañado de un temblor de tierra , y disper-
tándose con sobresalto , se dispersaron las a l -
mas acá y allá , y se fueron con rapidez de es-
trellas tras los cuerpos que ellas debían animar.
Por lo que hace á é l , se le habia impedido be-
ber del agua del rio , y no sabia por dónde , ni
cómo su alma se habia vuelto á juntar con su
cuerpo ; sino que abiertos los ojos por la m a -
ñana , advirtió que estaba tendido sobre la pyra.
Esta historia , mi amado Glaucon , se ha c o n -
servado hasta nosotros , y si le damos fé , es
muy propia para conservarnos, también á noso-
tros mismos ; pasaremos felizmente el rio del
olvido , y preservaremos nuestra alma de toda
mancha. Por tanto si nos atenemos á lo que l l e -
vo dicho , creyendo que nuestra alma es i n -
mortal , y capaz por su naturaleza de una di-
cha grande , ó de una total infelicidad : andare-
mos siempre por el camino que guia al cielo , y
nos dedicaremos por entero á la práctica de la
justicia y de la sabiduría ; á fin que tengamos
paz y amistad con nosotros mismos y con los
dioses: y después de haber conseguido en esta
vida el premio destinado á la virtud , semejan-
tes á los atletas victoriosos que son llevados en
triunfo por todas las ciudades, seremos aún c o -
(3*6)
roñados en la tierra , y probaremos una alegría
deliciosa en este viage de mil años del qual h e -
mos hablado.

/
NOTAS
Á LA REPÚBLICA D E PLATÓN.

COLOQUIO QUINTO.

(i) Que énxambre. O'Vsv WJAÓY. E s t a metáfora del


g r i e g o es tan h e r m o s a , que m e h a p a r e c i d o d e l c a s o t r a s -
l a d a r l a á nuestra l e n g u a .
( i ) Alquimistas. Xpt/¡rop£o»<ro)íT«í'. A l q u i m i s t a s ó i n -
q u i r i d o r e s de la piedra .filosofal. Especie de pioverbro
q u e se a p l i c a para expresar la o c u p a c i ó n vana é imagi-
n a r i a de a l g ú n sugeto. D i c e n q u e t u v o p r i n c i p i o de que
l o s atenienses teniendo n o t i c i a q u e en e l monte Hymeto
s e h a l l a b a m u l t i t u d de granos d e oro d e f e n d i d o s por c r u e -
les hormigas, salieron armados á esta e x p e d i c i ó n . t a
qual habiéndoseles f r u s t r a d o , y v o l v i é n d o s e con l a s ma-
n o s v a c í a s , fueron m o t e j a d o s y burlados por l o s q u e les
s a l í a n a l encuentro , con d e c i r l e s : qué pensasteis que ba~
tiais de extraer oro? E s t o es ^ p e n s a b a i s encontrar tan
gran porción de granos de OIÍO que v o l v i e s e i s ricos ? En
nuestra lengua d i r i a m o s , c o m o c o m u n m e n t e se usa : qué
pensabais encontrar la piedra filosofal, ó uno mina de
oro? para ridiculizar y hacer burla d e los v a n a s p r o y e c -
t o s de a l g u n o . •
(3) Mrastea. Hija de Júpiter y de la Necesidad,
l l a m a d a también Nemesis. Era una divinidad encargada
d e vengar los crímenes i n v o l u n t a r i o s , y su nombre crea
q u e le v i n o del desgraciado A d r a s t e s , cuyas'"aventuras;
se hallan referidas en e l p r m i e r libro de- Héro^d-ot». ' S ó -
c r a t e s según v a m o s á v e r , tenia gran motivó de"• i n v o -
carla , y de a p l a c a r su i n d i g n a c i ó n . ••• 1
-•
(4) Por consiguiente. Absurda cónsequencia , q^fe %oía
tendría algún ! valor- quando fuese adoptable la esitava-
gante suposición de hacer comunes t o d o s los oficios á
hombres y mugeres : l o que es repugnante á la razón y
buen j u i c i o . C a u s a gran l á s t i m a e l v e r q u e P l a t ó n , q u e e n
todo lo d e m á s es a d m i r a b l e se haya atrevido á poner;
a q u í e n boca de S ó c r a t e s t a m a ñ a s e x t r a v a g a n c i a s . Qual-
quiera por p o c o instruido que sea , descubrirá fácilmente
que quanto aquí y mas abaxo dice P l a t ó n , tocante á la
educación y c o m u n i d a d de las m u g e r e s , l o bebió en las
l e y e s de L i c u r g o , c o m o p u e d e v e r s e en P l u t a r c o quando
t r a t a d e este l e g i s l a d o r . Grou.
(g) Desnudos. Este pasage prueba q u e la é p o c a da
la entera desnudez de los a t l e t a s es anterior de pocos
años á la guerra del P e l o p o n e s o , que e m p e z ó en la O l y m -
p i a d a 87 , 431 años antes d e J e s u - C h r i s t o . T u c i d i d e s es-
c r i t o r d e esta guerra d i c e también , q u e la c o s t u m b r e de
s e r v i r s e de cinturones en los juegos Olympicos, habia
cesado desde pocos años. D e c o n s i g u i e n t e hicieron mal
Dionisio Halicarnaseo y D i o n en c o l o c a r esta é p o c a e n
t i e m p o s m a s remotos. Grou.
(6) Convenimos. Sócrates en este l u g a r h a c e una e s -
p e c i e de monologo , p r e g u n t á n d o s e á sí m i s m o en nom-
bre d e sus contrarios , y respondiéndose en nombre suyo
y de G l a u c o n .
(7) Lo que es nocivo. N a d i e h a h e c h o j a m á s una tan,
falsa y tan impertinente a p l i c a c i ó n d e estas dos máxi-
mas. Seguramente creo que el sabio Platón deliraba
q u a n d o e s c r i b í a esto : d e b i a v o l v e r al r e v é s la proposi-
ción , y decir : lo que es torpe , nunca podrá ser ni her-
nioso , ni útil. P u e s no h a y cosa mas contraria á la ha-
nestidadl y al pudor , que la disposición en que se per-
mite aquí á las m u g t r e s q u e se presenten en el gymna-
s i o . E l m a s débil resplandor d e razón natural basta para
verlo con claridad. Grou.
(8) A sus padres. L a r e l a c i ó n sola de este sistema,
c a u s a horror , y l l e v a consigo su refutación. Permitasema
hacer aquí una reflexión que me parece m u y oportuna.
Si Platón e l mas sublime y mas juicioso d e los filóso-
f a s ¿j.e, la G r e c i a sabia , y q u e fué tenido por d i v i n o de
l o s m a s a c r e d i t a d o s d e l d o c t o L a c i o , c a y ó e n tan e n o r -
Bies d e s c a r r í o s , qué caudal podemos hacer de nuestra
miserable razoa natural entregada á sí misma , y de
q u a n t o no somos deudores á l a r e v e l a c i ó n , que e l e v a n d o
e l humano e n t e n d i m i e n t o á conocimientos sobrenaturales,
p e r f e c c i o n ó los que é l tenia d e solas sus l u c e s ? Grou.
(9) A bien. E n e$te lugar sin d u d a se fundó Pedr,o
S i m ó n A b r i l , para d e c i r en sus C o m e n t a r i o s á los capí-
tulos 1 y 3 del lib. a. de la república de Aristóteles,
que traduxo en castellano, que nunca Sócrates ó por
mejor decir Platón escribió io d e la c o m u n i d a d d e mu-
g e r e s , hijos y haciendas , pretendiendo que jamás hu-
b i e s e d e haber república d e t a l manera gobernada j sino
que fué un modo hiperbólico 4 e
encarecer el amor , y
c o n f o r m i d a d , q u e han d e tener e n t r e sí l o s ciudadanos,
s i l a r e p ú b l i c a ha d e ser s a l v a , y una m a n e r a de hipo-
tesis divertida y curiosa consideración de hombres sa-
bios , q u e e s t a b a n en buena conversación. Se le repre-
sentarían v i v a m e n t e á Platón los daños é inconvenien-
tes que resultaban á l a s r e p ú b l i c a s por el desordenado
a m o r d e los que las gobernaban á sus c o s a s p r o p i a s , y
de aquí el extraordinario y vano pensamiento de querer
e x t e r m i n a r en todo , ¡o mió , y io tuyo , de un modo
tan poco digno, no d i g o d e u n sabio filósofo, sino aún
d e l r a c i o n a l mas i d i o t a .
(10) Humano. Es mucho de admirar que Platón, se
h a y a atrevido á c o m p a r a r en e s t e punto los hombres ; á
los animales. Es envilecer hasta no mas los derechos
d e ia h u m a n i d a d , h a c e r que dependa únicamente de la
v o l u n t a d de los m a g i s t r a d o s , una a c c i ó n en l a q u a l n u e s -
tra voluntad d e b e tener l a mayor parte , y constituir-
l e s arbitros de un contrato que recibe su validez del
consentimiento libre de los contrayentes: no coadde-
rando al hombre sino c o m o un a g e n t e físico , cuya ac-
ción se aplique y determine por el alvedrio de ellos.
Muy bien sé q u e s e g ú n esca o p i n i ó n d e P l a t ó n , no ha-
bría mas c o n t r a t o entre los hombres , que le hay entre:
a n i m a l e s ; pero.por lo m i s m o su s i s t e m a es m a s r e p u g n a n -
te y mus absurdo , y d i g n o de todo d e s p r e c i o : p o r q u e Qjfc
m a t r i m o n i o sin c o n t r a t o no es m a t r i m o n i o . Gtou. -
(320) •
(n) La mentira. Véanse las notas 40 del coloquio
s e g u n d o y la 6 d e l tercero.
(ia) 1 no de los segundos. E s menester confesar que
q u a n d o los buenos ingenios caen en e l error , sus d e s c a r -
ríos son t a n t o mas señalados y temibles , quanto racio-
c i n a n e l l q s con m a s consequencia. Todo aquí v a consi-
g u i e n t e , todo tiene c o n e x i ó n c o n el p r i n c i p i o : pero el
p r i n c i p i o d e l qual P l a t ó n s a c a i n m e d i a t a m e n t e estas c o n -
s e q u e n c i a s , tiene acaso algún e n l a c e c o n l a m á x i m a ge-
n e r a l e s t a b l e c i d a antes d e todo , d e que los magistrados
d e b e n tener ú n i c a m e n t e en v i s t a e l bien de la sociedad?
L o s hijos , sean quales fuesen , y por q u a l q u i e r v i a q u e
h a y a n nacido , no son ellos miembros de la sociedad?
Y en c a l i d a d de tales no tienen ellos d e r e c h o á la pro-
t e c c i ó n d e las l e y e s y de los m a g i s t r a d o s ? P o r otra p a r -
te quál es su c r i m e n , para ser sacrificados d e e s t e m o d o
como víctimas de una p o l í t i c a bárbara", y quién puede
dar á los q u e gobiernan semejante d e r e c h o sobre l a vida
d e estos c i u d a d a n o s i n o c e n t e s ? Grou.
(13) Los esposos. Seria fácil, ni aún posible en-
g a ñ a r por mucho t i e m p o á los ciudadanos en negocia
d e tanta importancia', en que los hombres suelen ser
unos l i n c e s ? Y si el artificio se l l e g a b a t descubrir , qué
m a n a n t i a l de z e l o s y albor-otos ? Grou.
(14) De alimentarle. Bella moral por cierto, que
p e r m i t e l a unión de los "dos s e x o s , sin otro objeto qua
el p l a c e r ! H e r m o s o plan' de legislación que autoriza y
aun m a n d a las supresiones , los abortos y los expósitos!
No p u e d e uno acabar d e concebir c o m o en aquel grande
e n t e n d i m i e n t o de P l a t ó n , ni aun por v i a d e p a s a t i e m p o ,
c u p i e r o n tantos y tan enormes absurdos.
' (ig) De .Spo'o. L o s o r á c u l o s fueron tenidos en t a n t o
a p r e c i o ' e n t r e los a n t i g u o s , q u e no se h a c i a cosa alguna
de i m p o r t a n c i a ' sin c o n s u l t a r l o s , y las respuestas que
a l l í d a b a n , se recibían como divinas y sagradas, y se
tenían por m u y ciertas. D e m o d o que si h a b i a de esta-
blecerse n u e v a forma de gobierno , si promulgarse algu-
n a l e y , si d e c l a r a r s e l a guerra ó hacerse la paz , antes
es consultaba e l oráculo. Bien sabian aquellos legisla-
doras q u e las disposiciones de los que mandan quando
n o están a p o y a d a s con los respetos de la d i v i n i d a d , son
t e n i d a s en p o c o de los que o b e d e c e n , quebrantadas con
facilidad y al c a b o despreciadas. E n t r e los práculos el
mas religioso y d e c u l t o m a s solemne fué el d e i f i c o , si-
t u a d o en D e l f o s c i u d a d de la F ó c i d a , d o n d e A p o l o te-
nia un t e m p l o el mas c e l e b r a d o por su f a m a , , ' y el mas
o p u l e n t o en presentallas y tesoros. El lugar donde se
d a b a n los oráculos se llamaba Pythio, y la sacerdotisa
que los p u b l i c a b a Pytbia , y los juegos en honor de
Apolo Pytbios. has respuestas se d a b a n en l a l e n g u a d e l
país por l a P y t h i a sentada en la tripode , y por lo co-
m a n en verso e x á m e t r o y a l g u n a s v e c e s en y á m b i c o , l a s -
quales aunque obscuras y ambiguas eran tenidas por
ciertas j de d o n d e s a l i ó el proverbio : ton cierto coma
Jos dichos de la trípode. C e s ó según algunos en tiempo-
de N e r ó n , y según o t r o s dio aún respuestas en tiempo
de juliano Apostata.
(i6) Una alegría. N o h a y duda que la unión es~d
a l m a de t o d a s o c i e d a d : pero P l a t ó n c o m o h o m b r e ú n i c a -
m e n t e e n t r e g a d o á las l u c e s débiles de l a razón natural,
sobre haberse valido para e s t a b l e c e r l a en su república
de un m e d i o p e r v e r s o , es a d e m a s c o n t r a r i o al objeto
q u e se propone. C r e y ó , q u e e x t e n d i e n d o las relaciones
del parentesco , su ciudad no se c o m p o n d r í a sino da
una'sola familia : pero no t u v o presente que .dividien-
do el afecto, se d e b i l i t a , y que se destruye, d e l toda
q u a n d o no se l e p r o p o n e ningún objeto fixo y determinado.
U n niño que de dos hombres no sabe quál es su p a d r e , no
t e n d r á amor filial ni al uno ni a l o t r o , l é x o s d e amar á
e n t r a m b o s c o m o hijo : y con m a s fuerte razón se verificará
e s t o , si su i n c e r t i d u m b r e se e x t i e n d e .á cien personas ó m á s .
Quien verdaderamente descubrió el precioso tesoio de
h a c e r una sola f a m i l i a d e todas las naciones de m u n d o fué
nuestro d i v i n o Salvador Jesu-Christo , quando llamando
á su Iglesia á t o d o s los hombres , « l e s d e x ó - e n heren-
s>cia l a paz , les e n c a r g ó , c o m o d i c e S a n C i p r i a n o , q u a
«fuesen c o n c o r d e s y unánimes , y les m a n d ó q u e g u a r d a -
» s e n puros é i n c o r r u p t o s los p a c t o s de amor y caridad.»
TOMO II. X
(322 )
- Á solos dos preceptos reduxo en c o m p e n d i o e l camine
d e nuestra fé y e s p e r a n z a : « a m a r á s á tu D i o s d e t o d o
j»tu c o r a z ó n , c o n t o d a tu a l m a y c o n todas tus f u e r z a s :
« a m a r á s á tu p r ó x i m o c o m o á tí m i s m o . » S o l o este amor
s o b r e n a t u r a l y d i v i n o es. c a p a z d e h a c e r á un e s t a d o ver-
daderamente uno , enfrenando c o n su i m p u l s o los afectos
particulares , y reuniendo l o s ánimas d e todos sus m i e m -
bros , á fin q u e se t r a t e n t o d o s como, á hijos d e un m i s -
mo padre y como á hermanos entre sí Esta caridad,
e s t e amor , á diferencia- d e l q u e nos infunde naturaleza,
no se- minora ni s e e x t i n g u e , aunque se e x t i e n d a á i n f i n i -
tas p e r s o n a s , por ser i n a g o t a b l e e l d i v i n o m a n a n t i a l d a
d o n d e recibe su a c t i v i d a d , c o m o p u e d e v e r s e e n S a n Pa->
blo.
(17) BIEN GOBERNADO. E l texto griego se halla c o r -
í o m p i d o en este l u g a r en los e x e m p l a r e s - i m p r e s o s , i n -
cluso, e l d e - E n r i q u e E s t e p h a n o . V e r d a d es , que observa
e s t e e r u d i t o d e q u e M a r s i l i a F i c i n o debió d e leer d e o t r a
m o d o en el e j e m p l a r por d o n d e h i z o su t r a d u c c i ó n , s u -
puesto que dice : « A c de alieno eodem 1
modo. V a l d e . Ig
«quacumque igitur civitate complurimi a d idem secun-
«dum eadem hoc d i c u n t , meum , et non- m e u m , e a
«oprime gubsrnatur.» Y de l a s cosas a g e n a s l a m i s m o ,
GLAUC. E s m u y probable. SOC. Aquel estado pues &c.
En efecto , Marsilio Ficino debió traducir d e algún
exemplar griego que correspondiese al. M . S . d e la r e -
pública q u e existe, en l a Rral Biblioteca d e su M a g o s -
tad, E s t . N . c o d . 36. copiado, en. ' M e s s a n a , a e Sicilia
año d e 1480 p o r C o n s t a n t i n o L a s c a r i s . , pues al fol. 59.
pasage , d i c e a s í : X.AÍ •arsp; T¡¡£>
d o n d e se e n c u e n t r a este
¿MoTp/W NARÍ TCÍUTÍ ; KO/AIS » UH OVY. ÍV N TIVÍ £'n,
1

míh%i IXKÍSQI í<ft'i. r¿ KWRÓ y.aicc taxiT¿ TOVTO h.IY&¡ri RA


Í[ÁCV Kdí TÍ OÚK 1//.ÓV, ¿i/T» ¿pira. J'iey.úrai. E n donde-
se v é c l a r o q u e por error del ' O p i a n t e se habia supri-
m i d o en e l M . S . d e q u e se v a l i e r o n para la i m p r e s i ó n ,
todo lo que media entre los d o s CATA TAUTA , i¿ue dieron
sin d u d a m o t i v o á la e q u i v o c a c i ó n .
(i8j BIEN ARREGLADA. Solo en l a s o c i e d a d chiistiana
(323)
donde se cumplan puntualmente los documentos • d e la
religión , puede verificarse esta .uniformidad de afectos,
•y en realidad se v i o verificada en los primeros chris-
. tianos , entre los quales no h a b i a mas d e un a l m a , u n
c o r a z ó n y una sola v o l u n t a d , d e m o d o que t o d o era c o -
;

m ú n á todos , c o m o se refiere en los c a p . i. y 4, de l o s


Hechos apostólicos. D e aquellos pudo ; decirse con pro-
piedad , que componían un solo hombre, mirándose
t o d o s c o m o miembros d e un solo c u e r p o , hijos d e un m i s -
m o padre y hermanos entre sí.
(19) Como 6 sus padres. L a s l e y e s humanas no p u e -
den mandar ni disponer á su g r a d o d e los sentimientos
naturales. Podráse b.3cer enhorabuena q u e resuenen en
los oídos de los niños los d u l c e s nombres de padre y
d e h e r m a n o ; pero estos no serán mas que nombres v a c í o s ,
q u e nunca despertarán en ellos sentimientos q u e no t i e -
nen. L a s a m e n a z a s y los c a s t i g o s podrán-.muy bien sujetar-
les á ciertas demostraciones exteriores ; mas e l l o s jamás
.-excitarán en su a l m a a q u e l l a ternura , a q u e l l a i n c l i n a c i ó n
á un objeto mas bien que á otro , que solo puede plantar
a l l í la m i s m a naturaleza. Grou.
(20) ¿íquel de otra. N o puedo dexar de copiar aquí
una reflexión de D o m a t ' s o b r e esta, c o m u n i d a d de todos
los bienes.de que se-habia preocupado Platón tan im-
portunamente, y cuyas ventajas .expone de un modo
capcioso, capaz d e seducir á los q u e no considerando
e s t e sistema sino-por su bella f a c h a d a , podrían dexarse
deslumhrar también por el ..nombre.y_.autoridad granda
-de este filósofo. » D e e s t o s tres modos, d e . s u c c e d e r , dice
« D o m a t , el primero q u e reduciría todas las cosas á q u e
«fuesen comunes á todos, tendría tantos inconvenien-
• » t e s , que se vé bien c l a r o ser imposible practicarse;
« p o r q u e el amor d e la justicia y da la e q u i d a d siendo
« u n bien q u e no se h a l l a comunmente en t o d o s . , ni q u e
«sea el único principio de la conducta de cada partí-,
«ctilar , la c o m u n i d a d u n i v e r s a l d e todos -los bienes s e -
« r i a un sistema c u y a e x e c u c i o n se a d a p t a r í a poco á un
«gran número de asociados tan llenos de. amor propio.
ííSeria igualmente.in.just0e.impos1ble.1que todas las c o -
X 2
(324)
« s a s fuesen siempre comunes íi ios buenos y á los ma*
silos , á los que trabajasen y á los ociosos , á los qua
«supesen hacer buen uso y justa dispensación de los b i e -
«nes y á los que no tuviesen la fidelidad necesaria
-«para conservárselos á la sociedad , ni la prudencia
« p a r a disponer d e ellos , y no hiciesen mas. q u e consu-
«mirlos y disiparlos.; D e manera que el estado de un»
'«comunidad universal que á l a .verdad hubiese poái-
«do ser j u s t o y tener uso e n t r e hombres perfectamente,
«equitativos y que viviesen en la i n o c e n c i a y sin pa-
- « s i o n e s , no podría .menos de ser injusto , chímerico y
« l l e n o de i n c o n v e n i e n t e s entre hombres formados como
« n o s o t r o s . » N i se oponen á esto , antes lo confirman , l o s
ejemplares dé tantas :
comunidades religiosas que hacen
vida común v'-pues sobre e tár reducidas á cierto y de-
terminado número de individuos , en lo general todos
e l l o s se o c u p a n
1
en-abatir el amor propio , . enfrenar las
pasiones y e x e r c i t a r ' la o b e d i e n c i a b a x o el gobierna de
.un superioF. De todo esto podemos inferir que Platóa
•como deflexos y en : bosquexo tuvo la idea de una s o -
ciedad perfecta y capaz de hacer-felices á los hombres
xptanto pieden serlo en esta v i d a , pero que erró enor-
m e m e n t e en los medios, d e establecerla.
(21) Olympiíút. Estos juegos s e celebraban en honor
<de J ú p i t e r O l y m p i o ^ en O l i m p i a lugar..de la E l i d a , de
.donde toma ón el nombre. E n t r e otros d e los piivilegio*
q u e se c o n c e d í a n , á los atletas vencedores eca-el de sac
m a n t e n i d o s á c o s t a ; d e l ' e s t a t l o , honrados y celebrados e a
¿oda la G r e c i a , c o m o p u e d e v e r s e e n -las odas, d e Pia-
*iaro.
< (22) Que el todo. E n i g m a p r o v e r b i a l por e l q u a l se
T e c o m i e n d a la m u y a p r e c i a b e m o d e r a c i ó n . P l a t ó n le c i t a
t a m b i é n y le e x p o n e en el lib. 3. d e las l e y e s d e l mismo
modo q u e los intérpretes d e Hesiodo , entendiendo que
e n el todo se significa la superfluidad , y en la mitad la
medianía, que e s mejor y de consiguiente .mas aprer
ciable que aquella. Suydas atribuye el origen de esta
proverbio á cierto : S u c e * o . q u e cuenta d e este modo.
£ r a n » e dos h e n é a n o s , de, los quales murió el uno da?
(325 y
srímdó i sii h e r m a n o por tutor y curador de la per-
sona y hacienda de su hijo. Pudo mas en el tutor la
codicia que la piedad, é i n t e n t a n d o apoderarse del pa-
trimonio del pupilo , vino también á perder el suyo.
Preguntando después de qué modo podria v e i v e r á m e -
el necio no conoce quan-
j o r fortuna , le fué respondido :
to mas apreciable sea la mitad que el todo. Por t a n t o
«n tres sentidos puede tomarse el a d a g i o : primero , para
e n s a l z a r aquella m e d i a n í a v e r d a d e r a m e n t e de oro , sin l a
cjual en las cosas humanas no h a y ninguna que sea muy
duradera , honesta , deleytable , ni digna de alabanza:
s e g u n d o , para anteponer l a igualdad madre de la a m i s -
tad , á la desigualdad fomentadora de discordias : ter-
c e r o , para abstenerse de a g r a v i a r á otros , a u n q u e sea á
costa de su propio derecho , no sea que por no perder
nada del s u y o , v e n g a á perderlo todo.
(23) 1* abraze. Aunque sea visible que esto no es
m a s qua un gracejo ds parte de Sócrates, con todo
estas e x p r e s i o n e s son contrarias á las buenas c o s t u m b r e s ,
indignas de un hombre honesto , de un sabio y de t a l
naturaleza , que ni todo el übertinage de los griegos
las puede excusar. P l a t ó n poniendo en boca d e su m a e s -
tro semejantes c h i s t e s , le deshonró y se deshonró á sí
mismo.
(44; Todo entero. D i c e el P . G r o u que P e l o n i e r tra-
d u c e ; « f u é l l e v a d o sobre los hombros de 5 ¡s- c a m a r a d a s
« e n t r i u n f o . " Y aunque es cierto que A y a x conseguida
la victoria contra H é c t o r fué c o n d u c i d o c o m o en triun-
fo ants el poderoso Agamemnón , no tiene la menor
d u d a q u e l a s palabras de Homero c i t a d a s por P l a t ó n se
refieren al 1 7 . 3 2 1 , del 7. de la Iliada, donde se d e s -
c r i b e el banquete que c o n m o t i v o d e esta victoria pre-
s e n t ó el m e n c i o n a d o personage , y la honra con q u e d i s -
t i n g u i ó á A y a x ofreciéndole e l l o m o entero d e la res por
«er l o m a s a preciable.
.(ai¡) Pura virtud. Platón e n e s t e pasage tuvo pre-
sentas los tres vesos de H e s i o d o .en el poema de las
obras y los días desde el iao. e n a d e l a n t e $ donde de
l o s hombres bien y v i r t u o s o s , á quienes l l a m a bom-
x
3
(3^6)
tres de oro , dice que colmados y d e gloria.-
de placeres
después de su muerte se genios, guar^
convierten en
dianes amorosos , poderosos protectores , zslosos defen-
sores y nuestros libertadores , según c i t a d i c h o s versos
T h e o d o r e t o en el discurso 8. de su T e r a p é u t i c a , sobre
los quales tales como los citan Platón y Theodoreto,
se deben corregir los de la ediccion de Enrique Es-
tephano , en la que se echan menos los nombres da
santos , defensores y libertadores. S i pues el poeta He-
s i o d o , continuaré c o n T h e o d o r e t o , dá todos estos t í t u -
los á los que l l e v a r o n una vida santa , y si e l m a s c e -
l e b r a d o de los filósofos griegos manda que se rindan lo*
respetos mas religiosos á los sepulcros ^que encierran
sus huesos y á las urnas q u e contienen sus c e n i z a s ; c o n
q u é razón , pregunto y o a h o r a , podrán los pretendidos
filósofos del dia , reprender las loables p r á c t i c a s de los.
c h r i s t i a n o s , quando á los q u e v i v i e r o n en la piedad y
ofrecieron su vida en defensa de la religión , les lia-
mames nuestros santos p r o t e c t o r e s y caritativos médi-
cos. Es c i e r t o ( ni l o permita D i o s ! ) que nosotros no
los colocamos como h a c i a n los sabios de los gentiles,
en la clase de los genios , pero los n o m b r a m o s mas ho-
noríficamente amigos de D i o s y siervos suyos agradables,
intercesores zelosísimos nuestros para c o n D i o s , propios
para impetrarnos toda e s p e c i e de g r a c i a s .
(16) No dispusiese. Platón pone aquí esta restric-
c i ó n , por no chocar a b i e r t a m e n t e c o n los g r i e g o s ; s i e n -
d o la ley que establece directamente contraria al uso
r e c i b i d o de m u y antiguo entre ellos. F á c i l m e n t e se d e s -
c u b r e q u e tenia razón de condenarle, y q u e estos tro-
f e o s no s e r v i a n roas que para eternizar la rivalidad y
los odios entre diferentes pueblos d e l a G r e c i a . Grou.
(i>l) Unos contra otros. Lo que Platón dice aquí es
m u y conforme á la h u m a n i d a d y á la razón. . M a s el re-
m e d i o v e n i a d e m a s i a d o t a r d e , después que l a larga guer-,
ra del P e l o p o n e s o habia d e b i l i t a d o la G r e c i a , y agotado
Grou. ;
l a s fuerzas d e A t e n a s .
(a8) Y no como quiera. L a s - g e n t e s que aquí se re-,
presentan puestas en m a r c h a bellamente ordenada contra
Sócrates , son los sofistas y falsos filósofos d e su tiem-
p o . Para confundirles pues entra Sócrates en esta larga
digresión donde d e s e n v u e l v e a d m i r a b l e m e n t e el carácter
del verdadero filósofo. Grou.
(29) Melados. MtKayy^httfWí, ó m a s bien s e g ú n E n -
r i q u e E s t e p h a n o ¡Mh.iyjou{ , esto e s , d e color de miel.
L u c r e c i o l i b . 4. v . 1 1 5 7 . H o r a c i o S e r m . 1. e g l . 3. v . 38.
O v i d i o A r t . ama. 11. v. 659. y Molier , han imitado
e s t e p a s a g e , q u e c o m o se v é , no es m a s q u e un gracejo
d e parte d e Sócrates ; p e r o q u e prueba la e x t r e m a d a cor-
r u p c i ó n d e las costumbres de su s i g l o y d e su país. Grou.
(30) Mas viles. Este rasgo se refiere á Hipias de
E l i d a , de quien se c u e n t a que en los j u e g o s Olyíñpi-
cos se vanaglorió de haberse h e c h o por su mano loi
•vestidos , los z a p a t o s , el anillo , &c. Grou.
(31) Se multiplican. La razón es fácil de compre-*
h e n d e r , p o r q u e se d i c e d e m u c h a s a c c i o n e s que son j u s -
tas , de muchos cuerpos que son hermosos , a u n q u e la
idea ó la esencia de lo justo y de lo hermoso no ses
r.:as de una. Grou.
(3a) Sil murciegalo. Este es e l e n i g m a e n t e r o «Üii
«hombre que no es h o m b r e , q u e vé y no vé, ha he-~
j:r¡do y 110 ha h e r i d o , c o n una p i e d r a q u e no es piedra,
«una ave q u e no es a v e , sobre un árbol q u e 110 es ár-
«bo!. E s decir , que un e u n u c o tuerto -dio un g o l p e c o n
una piedra pómez á un m u r c i e g a l o , sobre un s a h u c o . Grou.
(33) De Ja opinión. Pbilodoxos, nsas bien que ílló-
:*ofos. Grou.

14
(3^8)
COLOQUIO SEXTO.

(1) Verdad P a r e c e haber alguna contradicción en-


tre lo que dice aquí P l a t ó n , y lo q u e aseguró al fin
del segundo coloquio y principios del tercero, en or-
den al permiso que confcedia para mentir quando me-
diaba alguna utilidad. L o cierto e s , que el amor á Ja
verdad y odio á t o d a mentira , deben ser unas prendas
con que h a de adornarse todo buen c i u d a d a n o , si quiera
sef miembro útil á la sociedad, ora sea que mande,
ora que obedezca.
(2) Momo. F u é hijo del Sueño y de la Noche , y
dios de la s á t i r a , o c u p a d o únicamente en e x a m i n a r las
acciones d e los dioses y d e los hombres , y divulgar-
l a s con libertad. S u s continuos sarcasmos dieron motivo
á q u e se le arrojase d e l cielo. Ridiculizó á N e p t u n o , ,á
V u l c a n o y á M i n e r v a , y v i e n d o que de d í a en dia se a u -
m e n t a b a e l número, de los dioses , se quexói d e que a l g u -
n o s d e entre ellos , n o contentos con haber sido elevados
d e hombres q u e antes eran á tan alta d i g n i d a d , querían
también deificar á sus criadas y criados. L e representa-
ban l e v a n t a n d o l a m a s c a r i l l a d e un r o s t r o , y en l a mano
un b á c u l o c o n una figura r i d i c u l a al e x t r e m o .
: (3) Tablas. V é a s e la n o t a 16 del primer c o l o q u i o .
(4) Tragelafos. A n i m a l d e n a t u r a l e z a m e d i a e n t r e
ciervo y cabra , q u e resulta por generación d e los d o s :
y así es m u y .'semejante al c i e r v o en el cuerpo y cuer-
nos , y á la c a b r a en l a barba y pelo. E s v i s t o pocas v e -
c e s , por criarse s o l o en las riberas d e l rio Fasis. Dic-
c i ó n , de l a l e n g u a cast.
(¡j) En lo ¿amano. E n castellano decimos : : » H a b l a n -
wdo de texas abaxo , pues para D i o s nada hay impo-
«sible.u
(6) En ia triste Necesidad Diomedea. .Dura nece-
sidad: especie de proverbio, cuyo origen refieren al-
gunos á Diomades Tracio, que tuvo la perversa cos-
tumbre de obligar á sus huéspedes á q u e .holgasen con
sus hijas, y después .les quitaba la vida. Otros la
(3 9) 2

atribuyen á' D i o m e d e s capitán griego, contando esta


fábula : c o m o D i o m e d e s y U l i s e s hubiesen robado e l P a - -
ladion., y se v o l v i e s e n de n o c h e , U l i s e s para apropiarse
á sí solo la g l o r i a d e l h e c h o , meditaba matar á Dio-
medes q u é iba delante' y llevaba el Paladión. Al vi-
brar la espada sobre la cabeza de Diomedes , descu-
brió éste la sombra á la luz de la luna , y evitó el
g o l p e , y sujetando á Ulises le obligó á ir delante con
las manos atadas , a z o t á n d o l e con la e s p a d a . De donde
v i n o , D i o m e d e a necesidad.
(7) Estatura. E s t á claro que Sócrates quiere indica»
a q u í á A l c i b i a d e s , en quien se verifican t o d c s estos ras-
gos. E l sabio q u e l e dá consejos tan saludables , es el
mismo S ó c r a t e s , y para c o n v e n c e r s e no hay mas qu«
leer e l primero y segundo A l c i b i a d e s d e P l a t ó n . Grou.
(8) Theages. E n t r e los d i á l o g o s de P l a t ó n se e n c u e n -
t r a uno q u e l l e v a e s t e nombre. F u é hijo de D e m o n i c o , y
su padre l e presentó á S ó c r a t e s , para que b a x o su ins-
t r u c c i ó n aprendiese la sabiduría.
(9) Presago. Divididos están los pareceres de los
a n t i g u o s en orden al genio familiar, ó demonio de Só-
crates. Sostienen unos que esto era una aparición que
tenia con trequencia ; otros q u e era una i m p o s t u r a 5 e s -
tos q u e era el genio, ó ángel d e s t i n a d o para acompa-
sar los hombres d e s d e que nacen h a s t a su muerte , q u «
en S ó c r a t e s era m a s activo que en los d e m á s ; a q u e l l o s
otros que esto era una inteligencia inmediata, ó una
inspiración del cielo: pero lo cierto es,, no era otra
cosa que a q u e l l a sensación interior inseparable del co-
razón de los hombres de un j u i c i o e x a c t o y penetrante,
que excitada por la probabilidad d e l o v e n i d e r o , y fun-
dada sobre el examen de Id pasado y la conexión in-
variable de los acontecimientos humanos, o b r a , en no-
sotros y nos dá un presentimiento profético de lo que
d e b e suceder , antes q u e las f a c u l t a d e s d e nuestro e s p i r i t a
p u e d a n probar l a e x a c t i t u d de esta inspiración.
tío) Hermosas. V é a s e la n o t a 11 d e l coloquio quarto.
(n) Dialéctica. M a s a b a x o se verá lo que Sócrates
entiende por l a p a l a b r a d i a l é c t i c a . Grou.
(33°)
(ia) Heraclito. De este lugar puede inferirse que l a
opinión de H e r a c l i t o . t o c a n t e al sol , era que este astro s e
e x t i n g u í a , y q u e por q u a l q u i e r causa y de q u a l q u i e r m o d o
q u e esto s u c e d i e s e en s e g u i d a se v o l v i a á encender. Grou.
(13) Otra vida. E s t o alude a l s i s t e m a d e la me-
lémpsycosis, ó t r a n s m i g r a c i ó n d e las a l m a s d e u n o s
c u e r p o s á otros , y d e l a reminiscencia , d e que e s t u v o '
•embebido P l a t ó n . Grou.
(14) Discursos. S ó c r a t e s t i e n e a q u í en v i s t a a l f a m o -
so h a b l a d o r G o r g i a s y á los otros sofistas. Grou.
Musa. E s decir la filosofía. Grou
(16) Reprehender. S e g ú n e s t o , l e c o n o c i ó S ó c r a t e s -
•que el h o m b r e e s c a p a z de una perfección á la q u a l no
obstante jamas llegará en esta vida. Muy diferente da
los estoicos que pretendieron después, que su s a b i o po-
día llegar al estado de impecabilidad , destruir hasta
las menores briznas d e l a s pasiones , y aún prevenir loj
movimientos indeliberados. Pretensión loca , desmentida
p o r Ja e x p e r i e n c i a , y que hace imposible la virtud á
fuerza de quererla hacer sublime. Grou.
• (17) Una imagen. Es m u y c o m ú n en H o m e r o llamar
á los hombres virtuosos y perfectos , parecidos á Dios,
<6 divinos , SíQííiPíis, c o m o puede verse de A c h i l e s , de
Polyxeno , de Ascanio , de Alexandro , de Télemaco,
.de D e i p h o b o y Alcinoo , quantas veces los nombra en
Ja D i a d a y Uíysea. ¡
(18) Idea del bien. Idea y esencia son sinónimos en
loca de Platón. Según e s t o por la i d e a del bien no e n -
tiende esta imagen abstracta é intelectual que nosotros
« o s formamos ; sino l a n a t u r a l e z a y esencia del b i e n , ó
d e l sumo b i e n . S e verá por la s e g u i d a d e este admira-
b l e pedazo d e coloquio , que aquí se trata de Dios , y
que la razón humana no podia elevarse á un conoci-
miento mas alto y mas puro d e la d i v i n i d a d ; en fin,
•que S ó c r a t e s l e pone por objeto y término de t o d o s l o s . c o -
nocimientos filosóficos. Grou.
(x-o) Fruío. H a y en e l griego un a g r a d a b l e equívoco
sóbrela v o z TÓKOÍ , tocos , - que igualmente significa un
h i j o , una p r o d u c c i ó n y el l u c r o , fruto de una d e u d a . Grou.
(330
. (zo) Inteligibles. Todo este pedazo hasta el fin d e l
coloquio es uno d e los rnas hermosos y d e I9S m a s im-
portantes que pueden leerse en P l a t ó n . El sistema de
los dos mundos , el uno v i s i b l e , el otro i d e a l , encier-
ra la llave de toda su metafísica. No será fuera de
propósito e x p o n e r l e aquí en pocas palabras. Dios ó la.
i d e a del bien , h i z o dos mundos el u n o sobre el modelo
del otro. El primero contiene las esencias , que son.
unas cada una en su especie é inmutables , y ademas
los exemplares de todo lo que existe en el segundo.
Los seres m a t e r i a l e s , según P l a t ó n , no son verdaderos
seres , popque estando sujetos á la generación y cor-
r u p c i ó n , n a c e n , c r e c e n , se alteran y perecen: el nom-
bre de ser no c o n v i e n e propiamente sino á las ideas ó
esencias. L a s h a y de dos especies : las unas puras , y en
cuyo c o n c e p t o no i n t e r v i e n e ninguna m e z c l a de imagen.
T a l e s son l a i d e a de lo bueno , de l o j u s t o , de lo her-
moso &c. Las otras mixtas ,' y en el c o n c e p t o de las
quales entra necesariamente una i m a g e n , como la idea
ó esencia d e l t r i á n g u l o , del círculo &c. Hay también
d o s e s p e c i e s d e seres m a t e r i a l e s , l o s c u e r p o s y
; las i m á -
g e n e s ó las sombras d e los cuerpos. A estas q u a t r o e s p e -
c i e s diferentes de objetos , corresponden quatro especies
de conocimientos. Platón llama inteligencia yoifit, a l
conocimiento de ideas puras : conocimiento razonado
J W s / e c , al délas ideas mixtas : fé tslsn al c o n o c i -
miento de los cuerpos y de quanto á ellos pertenece:
en fin, congetura uxasía.; al c o n o c i m i e n t o de las imá-
genes ó d e las sombras d e los cuerpos. L a s dos p r i m e r a s
especies de c o n o c i m i e n t o s son comprehendidos baxo el
nombre d e c i e n c i a , las dos ú l t i m a s b a x o el d e opinión.
E s t o s i r v e para e n t e n d e r l o que se l e y ó al fin d e l colo-
q u i o q u i n t o t o c a n t e á la diferencia d e l filosofo ó amante
¿e la sabiduría, y del pbilodoxo ó amante de la opi-
nión. Grou.
(21) Esencia. La esencia d e l bien ó del b u e n o , es
d e c i r , D i o s , no es esencia como las otras e s e n c i a s , pue*
§ue en sentir de Platón éstas reciben su s e r d e a q u e l l a ,
(332)
l a q u a l no d e b e e l s u y o sino á l a n e c e s i d a d d e su s a t u r a ^
leza. Giou.
(3a) Equivoco. Dice esto, porque la palabra -ieh
p u e d e tomarse y se t o m a efectivamente en dos sentidos
por Platón , tan pronto per e l cielo físico, tan pronto
por el lugar idesl ; como quando d i c e , q u e en el cielo
hay un exemplar perfecto do su república. Este lugar
i d e a l no es m e r a m e n t e i m a g i n a r i o , sino la inmensidad
m i s m a de Dios, y hay grandes a p a r i e n c i a s para c r e e r
q u e l o e n t e n d í a asi P l a t ó n . Grou.
(23) Raciocinadü. No p u d e encontrar otra expresión
para traducir lo que Platón entiende por ¿¡ayaía , dio-
noia, es d e c i r , un c o n o c i m i e n t o , c u y a c e r t e z a recae s o -
bre la evidencia sola del r a c i o c i n i o , y no a d e m á s sobra
l a e v i d e n c i a d e l p r i n c i p i o q u e s i r v e d e base al r a c i o c i n i o .
L a diferencia que P l a t ó n pone entre la c e r t i d u m b r e geo-
m é t r i c a y la c e r t e z a d i a l é c t i c a ó m e t a f í s i c a , es é s t a . T o -
das las demostraciones de los geómetras es:án fundadas
sobre ciertos supuestos ó peticiones , que es menester
concederles: por e x e m p l o , piden que se les p e r m i t a c o n -
siderar el p u n t o sin e x t e n s i ó n , la línea sin amplitud y
la superficie sin profundidad. Mas e l l o s no d e m u e s t r a n
q u e esto p u e d a ser así, y aún se burlarían d e qualquiera
q n e les p i d i e s e razón d e sus suposiciones. E n v e z que no
h a y n i n g ú n buen r a c i o c i n i o metafisico que no suba, á un
primer principio evidente por sí m i s m o , y q u e no p u e d s
mirarse c o m o una suposición que se c o n c e d e , sino como
u n a x i o m a q u e t o d o e l m u n d o se v e o b l i g a d o á confesar.
(34) La fé. La fé es el c o n o c i m i e n t o que tenemos
d e las c o s a s p o r el t e s t i m o n i o d e los sentidos ó por el
d e los h o m b r e s , y a u n q u e en ciertos casos este conoci-
m i e n t o t e n g a un g r a d o de c e r t e z a tan grande como q u a l -
q a i e r o t r o , c o n t o d o tiene siempre a l g u n a obscuridad , á
c a u s a de q u e 110 nos" i n s t r u y e , sino de l a existencia d«
l a s cosas y no d e su esencial. Grou.
(333)

COLOQUIO SÉPTIMO.

(t) Bienaventurados. C o n las mismas voces griegas,


d e q u e se v a l i ó P l a t ó n en e s t e lugar y al fin-de este c o -
l o q u i o , i n d i c ó E s t r a b ó n las islas del O c é a n o Atlántico,
l l a m a d a s d e los latinos fortunatai imu'ce , que es h:uy
p r o b a b l e correspondan á las q u e h o y l l a m a m o s Canarias,
p u e s t o q-:e P t o l o m e o y P l i n i o entre las F o r t u n a d a s c u e n -
tan <ri¡v' Kccyctfiay, la Canaria. Lo que puede ser muy
d u d o s o es , si los griegos anteriores , y aún el mismo
P l a t ó n tuvieron alguna n o t i c i a d e la e x i s t e n c i a r e a l , p r o -
jpiedades.y situación l o c a l d e estas i s l a s , .como pareca
3a t u v i e r o n en los t i e m p o s posteriores, y se infiere. d a
l o q ie d e ellas se h a l l a en los tres m e n c i o n a d o s autores.
Las ideas tari lisongeras que los a n t i g u o s poetas y fi-
lósofos c o n c i b i e r o n de su f e l i c i d a d , nos dá motivo para
presumir q u e en su c o n c e p t o fueron imaginaras,, y que
p o r las v o c e s TZV [¿¿nafa]/ visot beetorum intuía? ,, n o
entendieron otra cosa que un lugar indeterminado da
placer y descanso. M a s coa el discurso dej^ t i e m p o nes-
gando á noticia de l e s g r i e g o s la- e x i s t e n c i a , fertilidad
y buen temple de las fot tu nadas , las apellidaron del
m i s m o modo , persuadidos acaso que serian a q u e l l a s qua
l o s a n t i g u o s querrían indicar con el g o r i o s o epíteto d«
itlat de los bienaventurados.
•• (2) Tejuelu. E l j u e g o l l a m a d o entre los griegos; OJS-
trecinda, reducíase á esto. T i r a b a n los n i ñ o s una linea
sobre la tierra y se ordenaban en dos b a n d a s , l o s unos
de un l a d o , los otros del otro de esta l i n e a . E n seguida
uno de elios echaba á l o a l t o una tejuela , que, por « a
parte estaba blanca y por la otra n e g j a , d i c i e n d o , dia.
6 noche. La banda q u e a d i v i n a b a perseguía á la otra r y
s e d i v e r t í a n á co^ta de aquel que se d e x a b a coger.. P o l u x . .
lib. p . c a p . 7 Grou.
' (3 Que >uce. Esto es, que tiene un ser pasagero é
incon^tuní:., de modo que apenas, pueda decirse que
a q u e l l o 'que exiütia en el m o m e n t o - A , exl-.ta del misma
m o d o en e l motneuto, i n m e d i a t o B , si s o que por instan--
(334)
tantes se s u c e d e , u n ser apotro s e r , h a s t a que l l e g a á su
exterminio, '
!
(4) Separadas. Como no hay m a g n i t u d ni pequenez
absoluta, e l m i s m o . c u e r p o parece á un t i e m p o grande,
respecto d e un cuerpo menor, y pequeño, respecto de
otro mayor. Sin e m b a r g o , la v i s t a no nos representa c o n
separación la magnitud y pequenez de este c u e r p o , sino
q u e representa una q u a n t i d a d d e t e r m i n a d a que varía de
denominación, y se l l a m a g r a n d e ó pequeña comparada
c o n otras q u a n t i d a d e s d e t e r m i n a d a s . L o m i s m o s u c e d e to<
cante á la ligereza y g r a v e d a d , á l a blandura y dureza,
siendo estas qualidades meramente relativas. La relación
p u e s c o n f u s a de l o s sentidos n a t u r a l m e n t e e n c a m i n a el a l -
m a á buscar l a n a t u r a l e z a d e la m a g n i t u d , de la p e q u e -
Jíez & c . Grou.
(¿) En número. E s c i e r t o q u e en los objetos t a l e s c o -
mo, sé'presentan á nuestros sentidos ( p u e s que no p r e t e n -
do examinar aquí si l a m a t e r i a está c o m p u e s t a , ó ño de
monades p r o p i a m e n t e d i c h a s ) ; es c i e r t o , d i g o y o , q u e e n
e l m u n d o v i s i b l e no h a y cosa q u e sea v e r d a d e r a m e n t e unaj
por quanto lo que realmente e s ' u n o , es i n d i v i s i b l e , sim-
p l e y sin ninguna c o m p o s i c i ó n . N o h a y d u d a q u e c o m u n -
m e n t e se d i c e un h o m b r e u n animal , un árbol , mas
estas unidades son unos todos c o m p u e s t o s , el h o m b r e de
dos substancias , el c u e r p o , d e partes. L a v i s t a nos r e -
p r e s e n t a pues á un t i e m p o el objeto mismo c o m o uno , en
q u a n t o q u e c o m p o n e un t o d o ; y c o m o m u c h o s , en q u a n -
to que este todo resulta de una a g r e g a c i ó n d e muchas
partes. Y por esta razón la unidad en general es d i v i s i -
ble ó i n d i v i s i b l e , según la n a t u r a l e z a d e las cosas á las"
quales se aplica. Se divide un p i e en pulgadas , una
hora en m i n u t o s ' , en t e r c i o s , en q u a d r a n t e s & e . p e r o n a
se d i v i d e l o m i s m o un pensamiento , una a l m a , ni n i n -
gún o t r o ser espiritual. Grou.
(6) Un conjunto. L o que se llama fracción en la
aritmética de n i n g ú n m o d o es parte d e l a unidad m e t a -
física , q u e es s i m p l e é indivisible, sino de la unidad
física , q u e es d i v i s i b l e h a s t a e l infinito. Así rio es ex-
traño que los aritméticos se burlen de aquellos ÜUC
; (335")
quieren dividir l a unidad metafísica, ni q u e l e restitu-
yan por l a m u l t i p l i c a c i ó n l o q u e se l e q u i e r e quitar por
l a d i v i s i ó n . E n e f e c t o la u n i d a d , ora se l a d i v i d a , ora
s e l a m u l t i p l i q u e por sí misma , s i e m p r e p e r m a n e c e uni-
d a d : d e c o n s i g liente q u a n d o se l a considera como frac-
c i o n a r i a , no es y a unidad p r o p i a m e n t e d i c h a . P o r e x e m p í o ,
e l pie c o n s i d e r a d o en q u a n t o tiene d o c e p u l g a d a s , no e s una
u n i d a d , fino un número c o m p u e s t o d e d o c e unidades , r e -
p r e s e n t a d a c a d a una por l a p u l g a d a , q u e es d u o d é c i m a par-
t e del p i e . L o mismo s u c e d e e n la p u l g a d a r e s p e c t o de l a
l i n e a , y en la linea r e s p e c t o d e l p u n t o . E s t a distinción d e
la unidad física y d e la unidad metafísica, s i r v e para r e -
s o l v e r un problema d e a r i t m é t i c a , c u y a s o l u c i ó n v e r d a d e r a
h a n e n c o n t r a d o pocos. E l p r o b l e m a se reduce á e s t o : uri
d o b l ó n d e o r o m u l t i p l i c a d o por un d o b l ó n , d á un doblón:
q u a t r o duros m u l t i p l i c a d o s por q u a t r o duros dan d i e z y seis
duros : o c h e n t a reales m u l t i p l i c a d o s por o c h e n t a reales,
d a n 320 duros , ú o c h e n t a doblones. C ó m o p u e d e ser q u e
estos tres p r o d u c t o s sean tan d e s i g u a l e s , s i e n d o l a s r a i c e s
las mismas. ? V e d l o aquí. E n e l primer caso , el d o b l ó n
s e considera como unidad que multiplicada por sí mis-
m a , d á la unidad , e s decir , un d o b l ó n . E n e l s e g u n d e
c a s o , no es y a la unidad el d o b l ó n , sino e l duro. P;;es,
q u a t r o unidades m u l t i p l i c a d a s por quatro unidades , d a n
d i e z y seis unidades, <=sro es , d i e z y seis duros En el ter-
c e r o e l real v i e n e á ser la unidad. L u e g o o c h e n t a unidades
m u l t i p l i c a d a s por o c h e n t a unidades , d a n 6400 u n i d a d e s ,
es decir 6400 reales ó duros 5 por d o n d e se v á
q u e l o s respirados d e b ' n mudar en. las operaciones arit-
m é t i c a s , q u a n d o la unidad m u d a en ellas de. n a t u r a l e z a .
Se o b s e r v a también q u e h i c i m o s m a l en suponer m a s a r -
riba q u e l a s raices d e estos productos desiyiales fuesen
las mismas. E l l a s l o son , es v e r d a d , t o m a d a s en sí y
en q u a n t o al valor i n t r í n s e c o , pero no lo ton relativa-
m e n t e al. c a l c u l o G<nu
(7) Rrpet u.at ion. D i g a l o q u e quiera P l a t ó n , no e s
c i e r t o q u e la g e o m e t r í a s e termine , ó deba teiminarse
en l a mera especulación N i es e t a la i d e a q u e t u v i e -
ron l o s e g y p c i o s sus primeros i n v e n t o r e s . T o d o el mun-.
. (336)
d o sabe q u e l a necesidad d e v o l v e r á encontrar los lími-
t e s de los c a m p o s confundidos por las inundaciones d e l
Nilo, fué la que le dio principio. Por otra parte se o r -
d e n a á la p r á c t i c a y á la perfección de casi todas las
artes , de las quales es c o m o e l cimiento. Como espe-
c u l a t i v a , solo aprovecha al particular que la cultiva:
como práctica, es ú t i l í s i m a al cuerpo de la sociedad.
Grou.
(8) Circularmevte. Es decir, q u e después de la g e o -
metría hemos pasado á l a astronomía , ó c i e n c i a d e l o s
astros q u e se m u e v e n c o n m o v i m i e n t o c i r c u l a r , debiendo
h a b e r h a b l a d o antes de los s ó l i d o s . .
(9) Descubrimiento. E n tiempo de Sócrates la geo-
metría no pasaba m u c h o m a s alia de la medida de las
superficies. Por las obras de Euclides se puede juz-
gar el e s t a d o que entonces tenia. Y ved por qué Só-
c r a t e s d i s t i n g u e aquí l,a c i e n c i a d e las superficies de la
d e los sólidos. Platón , se d i c e , que fué el primero que
encontró la d u p l i c a c i ó n del cubo, problema propuesto
por A p o l o D e i f i c o , p i d i e n d o q u e se l e d u p l i c a s e su al-
far c u y a forma era Cúbica. P e r o los mas bellos descu-
b r i m i e n t o s t o c a n t e á la e s t e r e o m é t r i a se le d e b e n á Ar-
chímedes. Grou.
(10) Verdaderos. Estos astros v e r d a d e r o s , e s t o s a s -
tros i n t e l i g i b l e s , son , según P l a t ó n , ias ideas á que se
a c o m o d ó D i o s en la formación de los astros q u e v e m o s , y
e s t a b a n contenidas d e s d e l a eternidad en su esencia m i s m a .
P o r tanto la v i s t a d e los astros puestos en el c i e l o debe
elevarnos á la contemplación d e las ideas que son sus
arquetipos y sus modelos. D e s d e d o n d e es m u y fácil pa-
s a r al c o n o c i m i e n t o d e l soberano bien , autor d e quanto
e x i s t e en ambos mundos v i s i b l e é i n v i s i b l e . Grou.
(11) Dédalo. A r t i s t a ateniense e l mas industrioso d e
.su t i e m p o , de q u i e n se dice que tuvo por maestro á
•Mercurio. Fué inventor de muchos instrumentos y de
v a r i a s e s t a t u a s a u t ó m a t a s superiores á q u a n t a s s e habian
v i s t o antes. Sus grandes talentos no le preservaron da
l a s b a x e z a s de l a e n v i d i a , á cuya causa precipitó del
t e c h o de una casa á su sobrino T a l o . -Precisado á esca-
p a r s e , se refugió en l a c o r t e d e Minos rey de Crera,
donde construyó el laberinto tan c e l e b r a d o por los p o e -
t a s . D é d a l o fué la primer v í c t i m a d e su i n v e n c i ó n ; p o r -
que h a b i e n d o f a v o r e c i d o los amores de Pasiphea, hija
d e M i n o s , fué encerrado con su hijo en el laberinto. Se
salieron uno y otro con la ayuda de las alas artificia-
l e s q u e c o l g ó á sus e s p a l d a s y á las d e su hijo Icaro,
q u e p r o b a b l e m e n t e son las' v e l a s del navio , en que se
e m b a r c a r o n para s a l v a r s e . C o c a l o rey de Caunica le dio
asilo y p e r m a n e c i ó a l l í h a s t a su m u e r t e .
(ia) Que debe. Esta l e y es la dialéctica : las otras
ciencias son c o m o el preludio ó proemio que prepara
e l espíritu para entenderla. Y a se puede haber conoci-
d o , q u e por l a dialéctica entiende Platón la mas pura
y mas sublime metafísica; que elevándose a los prin»
c i p i o s , pone al espíritu en e s t a d o d e d a r , ó de concebir
l a razón de cada cosa. Grou.
(13) Progresivo. Se debe tener s i e m p r e presente lo
q u e se l e y ó al p r i n c i p i o d e e s t e c o l o q u i o c o n m o t i v o da
l a c u e v a y de los c a u t i v o s , para p o d e r s e g u i r bien e l h i l o
d e esta comparación. Grou.
(14) Generación. Véase la nota 10 del coloquio sex-
to. Y es de} caso no o l v i d a r s e n u n c a d e q u e en e s t e co-
l o q u i o y en los precedentes por g e n e r a c i ó n entiende Pla-
t ó n t o d a s las cosas sensibles , t o d o l o q u e n a c e , y p e r e c e .
También queda y a e x p l i c a d o l o q u e e n t i e n d e c o n e l n o m *
bre d e esencia. Grou.
(15) Se les acercan. Este d e s o r d e n e s aún m u y co-
m ú n en nuestros t i e m p o s . La razón es , q u e e l espirita
d e los niños y también de la m a y o r parte de los jó-
v e n e s , ni es b a s t a n t e fuerte, ni bastante sólido para
soportar el peso de ciertos conocimientos abstractos y
sublimes , cuya perfecta inteligencia supone, sobra
la vivacidad y penetración d e .espíritu , mucho juicio
y m a d u r e z . E n esta edad no se c o n o c e n las cosas sino
imperfectamente, no se l l e g a hasta los principios , n i
«e abraza baxo una vista general el orden y sucesión
d e v e r d a d e s , q u e se h a l l a n e n l a z a d a s unas c o n o t r a s , y
c u y a c a d e n a no se p u e d e renovar si se rompe un solo
eslabón. Las dificultades aterran y h i e r e n e l espíritu , á
T e c e s m u c h o m a s q u e las respuestas p o r sólidas q u e s e a n .

XOMO ÍI. • JT
. (338)
No se c o n o c e bien ni l a n a t u r a l e z a d e l a s p r u e b a s , ni e l
verdadero modo de impugnarlas. S e imaginan que es p r e -
c i s o responder d i r e c t a m e n t e á t o d a s l a s objeciones q u e e l
e n t e n d i m i e n t o p u e d e formarse sobre q u a l q u i e r v e r d a d , y
que una tesis e s falsa en e l hecho d e estar sujeta á
d i f i c u l t a d e s i n s o l u b l e s , q u e ú n i c a m e n t e prueban que n u e s -
t r o e s p í r i t u rara v e z m i r a u n objeto por todos los. a s p e c -
tos posibles, y que conocemos una p a r t e d e las cosas,
m i e n t r a s que i g n o r a m o s l a otra. D e aquí provienen , l a
o b s c u r i d a d d e las ideas , l a p r e c i p i t a c i ó n e n l o s j u i c i o s ,
l a falsedad en l o s r a c i o c i n i o s j y e n c o n s e q u e n c i a el f u -
ror d e d i s p u t a r , y no p o c a s v e c e s después d e haber d i s -
p u t a d o l a r g o t i e m p o e n pro y e n c o n t r a , e l p e l i g r o d «
c o n c l u i r por n a c r e e r n a d a d e l o q u e poco antes creían.
Grou.
(16) Bienaventurados, V é a s e la. nota primera de esta
coloquio séptimo.
(17) Mayores. E s de admirar que el texto de Platón
rnas c l a r o e n esta parte q u e en ninguna otra no h a y a sido
e n t e n d i d o por a l g u n o s t r a d u c t o r e s : SVo< ¡JAI AY <a?iv{iv':ífu
/JXCÍ-TÍÍJÍ \v T» itoKii '¡¡¿'iras iKisífs-^aufi tis 7eyV kypoúf,
Ficino traduce: «todos l o s que e n l a c i u d a d hubiesen
« c u m p l i d o diez años, l o s harán salir á los campos.ñ
S i e n d o así q u e n o s e t r a t a d e l o s q u e hanvivido diez
a ñ o s e n l a c i u d a d ; sino d e a q u e l l o s cuya, e d a d e s m a y o r
d e los diez años. Serres ó Serrano traduce : " t o d o s l o s
« q u e en l a c i u d a d fuesen m a y o r e s , d e e d a d , l o s d i e z m a -
r á n &c.» Pilonier t r a d u c e : » y o . seria d e parecer q u e
« l o s magistrados, no. t u v i e s e n e l e m p l e o en l a c a p i t a l sino
»sdiez años ; y desp.ues q u e se l e s desterrase á las p r o -
vincias.» N o es, asta l a primera o c a s i ó n q u e se, h a pre-
sentado de reconvenir á esto- t r a d u c t o r e s por medio da
n o t a s criticas semejantes á ésta ; pero creo que los l e c -
t o r e s m e perdonarán fácilmente e.ta omiskjn á. c a u s a ale
n o seguírseles m u c h o perjuicio. Grou.
(339)
COLOQUIO OCTAVO.

(1) Correspondió, E l g r i e g o d i c e , ¿ v o j W o / W , deseme-


jante $ pero en a l g u n o s c ó d i c e s s e lee», S,v ouoíws, y e l
s e n t i d o m i s m o l o pide. Grou.
(2) Número. E l P . G r o u a d v i e r t e en e s t e p a s a g e ,
q u e no l e h a t r a d u c i d o p o r q u e no l e e n t i e n d e , y porque
c r e i a t a m b i é n q u e e s i n ú t i l querer romperse l a c a b e z a en
e x p l i c a r l e , .no h a b i é n d o l o p o d i d o h a c e r n a d i e h a s t a a h o r a
d e un m o d o que satisfaga. E s m u y probable , continúa,
q u e P l a t ó n no hubiese h a b l a d o d e un m o d o t a n obscuro,
si hubiera tenido alguna razón física de esta pretendida
mejora ó deterioración de la especie humana.' A c a s o , d i c e
F i c i n o , se e n c u e n t r a en este lugar a l g o mas d e dificul-
t a d que de solidez. E l t o n o en que Sócrates hace ha-
blar á l a s musas , nos a u t o r i z a p a r a creer q u e se bufo-
n e a con ellas y que quiso encubrir baxo el v e l o de este
número misterioso , l a i g n o r a n c i a en que estaba de las
c a u s a s que hacen perecer los establecimientos humanos.
C o n t o d o podria a c o n t e c e r q u e se d e s c u b r i e s e alguna l u z
acerca d e este número , con l a lectura d e l P l o t i n o , y de
a l g u n o s otros P l a t ó n i c o s .
(3) Música. E s t e retrato de las costumbres de Espar-
ta no se p a r e c e m u c h o á los q u e se h a n h e c h o en tantos
e s c r i t o s m o d e r n o s d o n d e nos la han p i n t a d o c o m o un m o -
d e l o d e v i r t u d . S e fundan con p o c a r a z ó n , d i c e el P. G r o u , ,
sobre la autoridad de P l u t a r c o , mas c o n o c i d o de los au-
tores franceses que Platón, á causa de la traducción ds
Amiot. Con t o d o P l a t ó n e s t a b a mejor i n s t r u i d o que P l u -
tarco, y escribía lo que veia. L o que d i c e de la a m b i c i ó n
de los lacedemonios, vá conforme con la h i s t o r i a , que
l e s a c u s a de h a b e r a t e n t a d o m u c h a s v e c e s c o n t r a l a liber-
t a d d e los g r i e g o s . D e su a v a r i c i a l l e g ó á h a c e r s e prover-
bio : decíase comunmente que se veian las huellas de
la plata que. e n t r a b a en E s p a r t a , m a s no d e l a q u e salia^
En quanto á la hipocresía y á las disoluciones secretas
d e b í a ser éste un d e f e c t o n a t u r a l d e a q u e l l a e d u c a c i ó n du-
r a , en la q u a l t e n i a mas p a r t e la f u e r z a q u e l a persuasión.
Y se sabe a d e m a s , s e g ú n l o q u e P l a t ó n d i c e en el diálogo
4 e las l e y e s , que e l v i c i o d e la torpesa. t a n r e p r e h e n d i d a
• .. \ (340)
k los g r i e g o s , r e y naba en C r e t a y en Lacedemonía mas
q u e en ninguna o t r a p a r t e d e la G r e c i a . Grou.
(4) Eschylo. E s t a s e n t e n c i a se h a l l a c o l o c a d a e n t r e l o s
fragmentos inciertos de E s c h y l o .
- (5) Oligárquico. E s decir c o m p u e s t o d e solos los r i c o s ,
y por c o n s i g u i e n t e p o c o numeroso. Grou.
(6) Gran rey. E s t a e x p r e s i ó n a l u d e a l r e y de P e r s i a ,
á .quien los griegos, l l a m a b a n el gran rey. Grou.
(71 P/a/o. D i o s de las r i q u e z a s , hijo d e Saturno y
de O p e , hermano de Júpiter y de N e p t u n o , y rey de
Jos i n f i e r n o s , d e quien d i c e l a fábula , q u e robó á Pro-
eerpina en S i c i l i a y se c a s ó c o n e l l a .
(8) Lotopbagot. Pueblos de la costa de Á f r i c a , c u y a
denominación parece compuesta de lotos y phagos, coma>
si d i x e r a m o s c o m e d o r e s d e l o t o ó a l m e z , á r b o l c u y o fruto
es m u y dulce y sabroso.
(9) Eschylo. E s t e d i c h o de Eschylo pertenece á los
fragmentos inciertos.
(ro} Perritos. E s t e a d a g i o g r i e g o , corresponde á los
c a s t e l l a n o s : q u a l es e l d u e ñ o , tal es e l perro : q u a l el
concejo, tal el v e n c e j o : qual es María, tal hija cria}
y o t r o s por e s t e t é r m i n o .
(11) De zangaños. Con t o d a p r o p i e d a d se les h a im—•
p u e s t o á los ricos e s t e n o m b r e : p o r q u e casi s i e m p r e l l e g a
á verificarse que gran p a r t e de sus riquezas se-convier-
t a n en p á b u l o da g e n t e ociosa , h o l g a z a n a y. m a l é n t r e t e ? 1

r j i d a , ó q u a n d o menos p o c o ú t i l á l a r e p ú b l i c a , q u e p o r
d i s t i n t o s m e d i o s y maneras e x q u i s i t a s t i e n e h a b i l i d a d para
c h u p á r s e l a s ; i m i t a n d o en esto l a c o n d u c t a de los z á n g a -
n o s q u e ociosos y h o l g a z a n e s en l a c o l m e n a , se c o m e n l a
miel que con tanto'trabajo y afán labraron l a s solícita!
abejas.
(i?).- Creso. El quinto y último rey.de L i d i a , suce-
sor de A l - y a t e s , el año 557 antes de J e s u - C h r i s t o 5«
c o r t e era el abrigo de los filóso-os y gentes de letras.
U n o d e e l l o s fué S o l ó n , á quien Creso creyó asombrac
manifestándole su palacio , los m u e b l e s , l a s halajas y
Jos tesoros Solón m o r t i f i c ó ei amor p r o p i o de este rey,
que s e tenia par el m a s f e l i z d e l m u n d o , t o n d e c i r l e : á
naaig llamemos feliz, antes de su muerte. C r e s o no t a r d ó
jiiLieho t i e m p o en e x p e r i m e n t a r l o s l é v e s e * d e l a fortuna^
(340
perdiendo todas sus r i q u e z a s y prosperidad : perqué ha-
b i e n d o salido contra G y r o c o n un e x é r c i t o d e mas de 4 0 0 3
Isombres , fué v e n c i d o y o b l i g a d o á retirarse á la capital-^
que poco después fué t o m a d a , q u e d a n d o prisionero de
Gyro. Á esta retirada a l u d i r á t a l v e a P l a t ó n en lo qua
d i c e , que según e l o r á c u l o , se retira y h u y e acia el p e -
dregoso Hermo , sin a v e r g o n z a r s e de q u e l e tengan por
cobarde. " .
(13) Eurípides. Poeta trágico, nacido en Salamina
a ñ o 480 antes d e J e s u - C h r i s t o . F u s d i s c í p u l o d e Pródico
e n la e l o q u e n c i a , d a ^ S ó c r a t e s en la^ m o r a l , y de Aria-?
x a g o r a s en la física. L a s ^persecuciones q u e se a c a r r e ó e s t é
ú l t i m o c o n sus desv tríos" filosóficos f u e r o n causa q u e se
d i s g u s t a s e de la filosofía y s e e n t r e g a s e á -la p o e s í a ; d r a -
í n á t i c a , para la q u a l l e h a b i a dado naturaleza singular
t a l e n t o . S e encerraba en una c u e v a para c o m p o n e r sus t r a -
g e d i a s , q u e fueron l a a d m i r a c i ó n d e t o d a G r e c i a y d e los
p a í s e s e x t r a n g e r o s . F l o r e c í a al t i e m p o m i s m o q u e S o p h o *
c í e s , y la e m u l a c i ó n q u e se l e v a n t ó entre .ellos , d e g e n e r ó
en enemistad. Aristóphanes le sacrificó á lá risa p ú b l i c a ,
en términos que n o p u d i é n d o l o s u f r i r , d e x ó á. A t e n a s , jf
se retiró á la c o r t e d e A r c h e l a o . , r e y d e M a c e d o n i a , q u s
según dice Solino , le hizo su primer ministro. Terminó
su g l o r i o s a carrera á c i j el a ñ o 407 antes d e Jesu-Chri'stOi
d e s p e d a z a d o por los perros d e d i c h o : . p r í n c i p e , q u e á lo.
que se cree le encontraron c a s u a l m e n t e paseando e n urj
bosque. D e l a s 80 t r a g e d i a s que compuso^, solo llegaron
i'.nosotros ig. L á . s e n t e n c i a que aquí cita P l a t ó n . s e halla)
« i r l o s f r a g m e n t o s de l a Á n t i g o n a v . 10.. . .
- (14) Aquel dicho. Ká-OTVov yt Qiúyav íif ló W/> wt-
fittiffaf. « H u y e n d o d e l h u m o , c a í ' e n l a s . brasas.» Pro-
v e r b i o g r i e g o que e q u i v a l e al d e los l a t i n o s , wincidit in
«Scylam, cupiens vitare C a r y b d i m , « y á nuestros c a s -
tellanos , íihuyendo d e l toro , c a y ó e n el arroyo 5 huía
» d e l t r u e n o , y d i ó m e «1 corrisco ^¡í-córi o t r o s semejantes,

COLOQUIO NONO. ;

' (1) J&imefttOi P o r e x e m p l o , e l c o m e r carne h u m a n a ,


m lo menos íete p a r e c e - s e r s o n t i d o - d e esta- exprasÚMb
íJrotf.
(342)
(2) Juegan. L a expresión proverbial de los niños:
esto tú me lo dirás : d i c e el P . G r o u , q u e no pudo d e s -
c u b i i r en q u e j u e g o la usaban : bien q u e al c a b o dice,
q u e no i m p a r t a m u c h o el saberlo.
(3) Con mucho. S e sobre entiende TSU ffK,i<&ov , «3
(¡cercarse con mucho ai blanco , p r o v e r b i o usado entre l o s
g r i e g o s , t a n t o con l a s frases negativas , como con las
a f i r m a t i v a s Tvy^Ávíiv TOU anvaoii dar en el blanco, y
o t r a s q u e encierran e l mismo sentido.
(4) Harto tiempo. P l a t ó n mejor q u e ningún otro e s -
t a b a en disposición y tenia m a s d e r e c h o d e d e c i d i r s o b r e
la condición de l o s . tiranos. Se-sabe que estuvo algurt
t i e m p o en la c o r t e d e los dos D i o n i s i o s de Siracusa , y
que aún fué a d m i t i d o á su m a s í n t i m a familiaridad , y
q u e si se hubiesen seguido sus consejos , el palacio del
t i r a n o se hubiera c o n v e r t i d o en e s c u e l a d e filosofía. Que-
r í a e x e c u t a r en S i r a c u s a e l p l a n d e su r e p ú b l i c a , pero
sus l e c c i o n e s n o pudieron h a l l a r a c o g i d a en almas y co-
razones corrompidos. Grou,
(g) Estesichoro. Poeta griego de Himera , ciudad de
S i c i l i a , q u e se d i s t i n g u i ó en l a poesía l y r i c a , por l o s
stfíos 5 3 6 antes d e J e s u - C h r i s t o . Pausanias cuenta entra
o t r a s fábulas , q u e h a b i e n d o p e r d i d o l a v i s t a en castigo
d e los versos satíricos q u e c o m p u s o contra H e l e n a , no l a
r e c o b r ó sino d e s p u é s . d e haberse r e t r a t a d o e n otra pieza
c o n t r a r i a á la primera. F u é i n v e n t o r d e l ingenioso .apó-
l o g o d e l H o m b r e y del C a b a l l o , que- H o r a c i o , P h e d r o y
l a F o n t a i n e , h a n v e r s i f i c a d o m u y bien. S e l e a t r i b u y e . l a
invención d e l epitalamio ó canto nupcial 5 pero d e sus
obras no l l e g a r o n á nosotros sino a l g u n o s f r a g m e n t o s . H e -
r c d o t o en e l l i b . 2 . d e su h i s t o r i a , c u e n t a q u e París, y
H e l e n a y e n d o . d e E s p a r t a á T r o y a , fueron arrojados p o f

«na tempestad s o b r e - l a s costas d e E g y p t o . Proteo que


r e y n a b a a l l í e n t o n c e s , d e x ó ir á P á r i s y d e t u v o íi H e l e -
n a q u e r e s t i t u y ó " ! M e n e l a o , q u a n d o á su v u e l t a d e T r o -
y a l e o b l i g ó otra t e m p e s t a d á tocar en E g y p t o . Según
e s t o los g r i e g o s hicieron la.guerra á los troyanos , p e r -
s u a d i d o s q u e estos o c u l t a b a n a H cieña , de l o qual no s e
d e s e n g a ñ a r o n i n s t a después d e la ? rr¡a d e su c i u d a d . P u e -
0

d e n v e r s e en d i c h o historiador í s s razones con que a p o y a


(343)
Sti o p i n i ó n , s e g u i d a por E u r í p i d e s e a su t r a g e d i a de H e -
lena.
(6) 729 veces. E s t e m é t o d o d e c a l c u l a r e l placer y e l
dolor no desagradará en estos t i e m p o s , en los q u a l e s t o d o
se sujeta al c á l c u l o . P e r o c o m o en éste podría e n c o n t r a r - ,
s e alguna o b s c u r i d a d , y-oy á dar la explicación que me
p a r e c e se conforma mas con el texto. L a felicidad del
tirano tiene tres v e c e s menos realidad q u e la del o l i g á r - ,
q ü i c o ; y la del oligárquico tres v e c e s menos que la del-
f f e y : l u e g o la f e l i c i d a d d e l tirano tiene n u e v e v e c e s me-
n o s de realidad q u e la d e l r e y . E l número n u e v e , es un
¡número plano , p b i ser e l q u a d r a d o d e tres. C o n s i d e r a n -
do ahora P l a t ó n estas--dos f e l i c i d a d e s ¿ l a una r e a l , la
o t r a a p a r e n t e , corrió d o s s ó l i d o s c u y a s dimensiones son-
todas proporcionales, y sus d i s t a n c i a s d e la realidad í.
y 9. como una d e sus dimensiones , sii l o n g i t u d , por
e x e m p l o ; multiplica cada uno d e e s t o s números dos v e -
c e s por si m i s m o , para sacar lá r e l a c i ó n d e estos dos s ó -
l i d o s , q u e por e s t o se h a l l a ' q u e es dé" uno á 7 2 0 , es d e -
c i r q u e la f e l i c i d a d d e l t i r a n o es 7 2 9 veces menor que
la del rey. E s t e cálculo está fundado sobré el teorema
geométrico: »Lós sólidos c u y a s dimensiones son todas
« p r o p o r c i o n a l e s , son e n t r e sí e n ' t a z o n t r i p l i c a d a , ó c o m o
« l o s cubos t i é tina d e sus d i m e n s i o n e s . » E s t a e x p l i c a c i ó n
m e parece mas c o n f o r m e al t e x t o , q u e l a de Mr. Pilo J

nier , q u e recurre á l a progresión g e o m é t r i c a : 9 : 27:


81 : 2 4 3 : 719 ; y l a p u s o en su t r a d u c c i ó n , no hallán-
dose de e l l a el m e n o r v e s t i g i o e n e l g r i e g o . Grou.
' (7) Decíamos. Tt&simaco en e l c o l o q u i o p r i m e r o .
(8) Cbimera. D e l a C h i r n e r a se d i c e , q u e es un m o n s -
truo q u e arroja fuego y llamas, y tiene la cabeza de
l e o h y - e l wlentr-e d e c a b r a , l a c o l a d é d r a g ó n , y que' le
mató B e l e r . o f o n t e ; a l u d i e n d o sin d u d a al monte de Li-
ciacuya cumbre echa llamas y cria leones: el medio
e s t á c u b i e r t o d e pastos d o n d e se a l i m e n t a n l a s cabras : y
«1 p i é e s t á lleno d e s e r p i e n t e s , y l e h i z o h a b i t a b l e Be«*
lerofonte.
' Escyla es un peñasco en el m a r de Sicilia , frente
del golfo Caribdis que de léxos parece m u g e r , y el ruido
d e las olas q u e a l l í se e s t r e l l a n es m u y p a r e c i d o al la-
td'ridó de l o s perros y a l a h u l l i d o . d e l o s lobos. L o s p o e t a s

y 4
(344)
ñ n g e n que E s c y l a hija.de F o r c o . f u é convertida en esta
peña , y la pintan r o d e a d a de perros q u e ladran y lobos
q u e ahullan.
Cerhevo es un perro con tres cabezas , á quien los
poetas dan crines d e serpiente, del qual dice la fábula
q u e guardaba los infiernos.
• (9) Eriphyle. Muger del a d i v i n o A m p h i a r a o y her-
mana de A d r a s t o r e y de los Argivos , que recibió de,
P o l y n i c e s un collar de oro .. para q u e le descubriese d o n - ,
d e se habia o c u l t a d o su m a r i d o per temor de ir á l a g u e r -
r a d e T h e b a s , d e l a qual sabia no h a b i a de v o l v e r . Am-
p h i a r a o i n d i g n a d o de la perfidia de su muger , partió á
l a guerra contra su v o l u n t a d , e n c a r g a n d o á su hijo Alc-
Eneon , que m a t a s e á su madre- l u e g o que t u v i e s e noticia
d e su m u e r t e , l o que e x e e u t ó el hijo por vengar á su
p a d r e de a q u e l l a t r a y c i o n .
('.o) Músico. E s d e c i r , un h o m b r e en q u i e n e l espí-
ritu y el corazón están perfectamente bien arreglados.
P l a t ó n se v a l e m u c h a s v e c e s d e los términos música y mú-
sico en este s e n t i d o , q u e se h a e x p l i c a d o y a en las no-
tas 16 y %i del coloquio tercero.
(11) Por el Can. E s p e c i e de j u r a m e n t o , c o m o en d e s -
precio de Anubis D i o s d e E g y p t o , á quien representa-
b a n con c a b e z a d e perro , d e l qual se h a b l ó en l a nota a i
d e l coloquio tercero.

COLOQUIO DÉCIMO.

f (1) Un sofista. P l a t ó n entiende aquí por sofista , U H


c h a r l a t á n , un e m b a u c a d o r . E n e f e c t o , los sofistas son una
«specié de charlatanes y aún d e los m a s peligrosos. Grou.
(2) Esencia. N o es necesario a d v e r t i r , q u e P l a t ó n se
c n o a ñ a q u a n d o d i c e , que D i o s h i z o l a s esencias metafí-
sicas de las cosas. E s t a s esencias no son otra cosa que
i d e a s abstractas , q u e no e x i s t e n m a s q u e en e l entendí-
miento, ora d i v i n o desde la e t e r n i d a d , ora h u m a n o en
Grou.
al t i e m p o .
-. f.~A Participarían.. Si hubiese dos esencias de tina
misma cosa., ellas tendrían n e c e s a r i a m e n t e algo de co-
mún ; porque de otro modo, no serian las e s e n c i a s d e
m í a m i s m a cc?a , sino d e d o s cosas e n t e r a m e n t e diferen-
(345)
tes. P u e s l o q u e e l l a s t u v i e s e n dé c o m ú n c o n s t i t u i r í a u n a
t e r c e r esencia q u e seria propiamente, y con exclusión
d e las otras d o s , l a esencia d e esta cosa. Grou.
(4) Por naturaleza. Según P l a t ó n , Dios no ha he-
cho l a s esencias d e l a s cosas sobre m o d e l o alguno p r e -
existente,; y . d e consiguiente las h a hecho por n a t u r a l e -
za. T o d o -quanto existe en e l u n i v e r s o , h a s i d o hech»
sobre el m o d e l o d e l a s e s e n c i a s , y por l o m i s m o s e h i z o
por . a r t e ; ó p o r imitación. Y v e d por q u é P l a t ó n l l a m a á
Dios Qvrovfyóv , esto e s , artífice por n a t u r a l e z a ó p r o d u c -
tor , criador; y a l camero <P»(/.iov ycv ,
r es d e c i r a r -
tífice por a r t e , - ó a r t e s a n o . Grou.
(g) Del Rey. E s decir, del j u s t o , del filósofo, de
aquel que contempla l a v e r d a d . e n sí m i s m a y e n la
e s e n c i a d é l a s cosas. Grou.
(6) Licurgo. Legislador d e los lacedemonios, de la
familia real.de.Esparta, c u y a corona l e ofreció l a v i u d a
d e su h e r m a n o P o l i d e c t e s si se casaba con ella,. obli-
g á n d o s e á abortar e l fruto d e q u e e s t a b a e m b a r a z a d a . R e -
h u s ó corLConstancia e s t a s l i s o n g e r á s ofertas , y para s e r
mas útil, á - l a .patria , p o r l o s años 890 antes- d e J e s u -
Christo sé. ausentó c o n á n i m o d e . e s t u d i a r l o s usos y-cos-
tumbres d e , los pueblos. P a s ó á C r e t a celebr-ada entonces
p o r sus l e y e s :duras y austeras : ^ v i ó l a
: magnificencia-del
Asia, sin q u e l e deslumhrase ni c o r r o m p i e s e : y enfin
se fué á E g y p t o , escuela d e las ciencias y d e las artes.
I>e. v u e l t a .dio. leyes severas, á. los l a c e d e m o n i o s ," e n t r e
l o s q u a l e s -hacia mucho tiempo q u e se hallaba todo, e n
Confusión ^ q u e r i e n d o los reyes reynar despóticamente_v:y
los vasallosrAO o b e d e c e r . E l l e g i s l a d o r filósofo emprendió
i a gran .resolución d e reformar e n t e r a m e n t e el. gobiernoj
pero antes d e e j e c u t a r designio t a n a t r e v i d o , tuvo, U Í U -
c h e s obstáculos:que vencer...Levantada una sedición con-
t r a e'l y A l c a n d r o j o v e n espártanosles-saco un ©jo. L i c u r g o
n o - s o l o l e p e r d o n ó . , sino q u e l e t u y o s i e m p r e e n su c o m -
p a a í a . y , ie: trató .como h i j o . s u y o . . E n t r e t a n t o . : c o m o pre-
meditase: /este,'legislador mui|a>nza.s~,en el gobierno .qué
p o d r í a n ser:, m s y ¿peligrosas , , s e . f u é
: ; con los (principales
deTEspartai-á¡iCOJ}sultar e l o r á c u i o v d e Delfos que.tle en.-
contró m u y p r o p i c i o . D e s d e , e n t o n c e s : empezór L i c u r g o á
p o n e r p o r obra-..las n o v e d a d e s g r a n d e s q u e habia:; p e n s a d a ;
(346)
y para o b l i g a r á l o s l a e e d e m o n i o s á q u e g u a r d a s e n In—
v i o l a b l ? m e n t e las l e y e s q u e e s t a b l e c i ó para su p r o s p e r i d a d ,
les hizo prometer con j u r a m e n t o , que riada mudaríais
h a s t a q u e v o l v i e s e . E n s e g u i d a c u e n t a n q u e se m a r c h ó á
C r e t a en d o n d e s e q u i t ó l a v i d a , después d e haber d i s -
puesto q u e sus c e n i z a s s e arrojasen al m a r , temiendo,
q u e s i se i i e v a b a su c u e r p o á Esparta , creyesen los l a -
e e d e m o n i o s estar y a l i b r e s d e l juramento.
(1) Cbarondat. Natural d e C a t a n i a en Sicilia, qae
floieció por l o s años 444 antes d e J e s u - C h r i s t o . F u é d i s -
c í p u l o de Pitágoras , y d i o l e y e s á los habitantes de T u -
jios reedificada por los s i b a r i t a s , y les prohibió cor*
pena de m u e r t e concurrir a r m a d o s á las asambleas. U n
d i a v o l v i e n d o d e c i e r t a e x p e d i c i ó n , supo q u e en la a s a m -
b l e a d e l p u e b l o h a b i a g r a n d e a l b o r o t o , y se fué c o r r i e n -
d o á a p a c i g u a r l e , s i n acordarse d e d e x a r l a e s p a d a . L e
hicieron p r e s e n t e q u e q u e b r a n t a b a s u propia l e y , y res-
p o n d i ó : ^ p r e t e n d o c o n f i r m a r l a y s e l l a r l a c o n mi s a n g r e , »
y ai m o m e n t o s e a t r a v e s ó l a e s p a d a por e l c u e r p o .
{%) Tbales. E l primero d e l e s s i e t e sabios d e la G r e -
c i a , q u e n a c i ó en M i l e t o acia e l a ñ o 6 4 0 antes d e J e s u -
Christo t d e « n a familia ilustie. Para aprovecharle de
l a s l u c a s d e l o s h o m b r e s sabios d e su t i e m p o , h i z o m u -
chos-viages , y se d e t u v o en E g y p t o , donde estudió
l a g e o m e t r í a , astronomía y filosofía , y A m a s i s q u e r e y -
naba '.entonces Je dio seriales públicas de su aprecio.
Con t o d o s sus t a l e n t o s no supo conservarse en la corte,
porque su libertad filosófica desagradó á A m a s i s , y así
tomó el partido d e v o l v e r s e á su p a t r i a para derramar
•en s u seno l o s tesoros d e Egypto. F u é fundador d e la
s e c t a d e filósofos l l a m a d a jónica , y se le a t r i b u y e n m u -
c h a s .sentencias. L a s p r i n c i p a l e s son : » N o se d e b e decir
« á n a d i e a q u e l l o d e q u e sé pueda v a l e r para d a ñ a r n o s : : :
«Vivir c o n l o s a m i g o s c o m o q u e pueden ser nuestros e n e -
«migos ; : : L a cosa ínas difícil del m u n d o es conocerse á
« s í ¡mismo ; l a m a s fácil , aconsejar a Otro V y hi m a s
«dulce el cumplimiento d e sus deseos. P a r a vivir bien
« s e debe uno abstener d e l o que halla reprehensible e n
« l o s demás. L o m a s a n t i g u o es D i o s , porque es i n c r e a -
j;do,j l o m a s h e r m o s o el mirarle.porque es obra de
oBiosj lo mas grande el/Jüg.-.r, i© m a s pronto el e s *
(347)
u p í r i t u i lo mas fuerte l a necesidad ; y lo mas sabio el
« t i e m p o . » M u r i ó á los n o v e n t a años d e e d a d sin h a b e r s e
casado. Su madre le instó á que tomase muger, y le
respondió , siendo joven : aún no es tiempo : y q u a n d o
volvió de l o s v i a g e s : ya no es tiempo. S e p e r d i e r o n t o -
d a s sus obras.
(9) Anacbarsis. Filósofo escyta , discípulo de Solón,
q u e se d i s t i n g u i ó en A t e n a s por su saber , por su desinte-
rés por su p r u d e n c i a , y por sus c o s t u m b r e s austeras.
De v u e l t a á su patria quiso i n t r o d u c i r en e l l a los d i o s e s
y las l e y e s de l a G r e c i a , y t u v o la suerte d e a l g u n o s fi-
lósofos q u e c o m o él , quisieron l e v a n t a r s e c o n t r a e l go-
bierno y la r e l i g i ó n d e su p a í s , q u i t á n d o l e la v i d a el r e y
d e los e s c y t a s , a c i a el año g g o antes de J e s u - C h r i s t o .
(10) Pitágoras. Nació en Sanaos el año 59a antes
de Jesu-Christo , y se e x e r c i t ó desde l u e g o en el arte d e
los atletas, hasta que oyendo un' d i a las lecciones de
P h e r e c i d e s sobre la i n m o r t a l i d a d del a l m a , se consagró
p o r e n t e r o á la filosofía. Para adquirir un conocimiento
mas extenso de las c o s t u m b r e s y c a r a c t e r e s d e los hom-
bres , a b a n d o n ó su patria , sus p a r i e n t e s y sus bienes , y
r e c o r r i ó el E g y p t o , la C a l d e a y el Asía menor. Vuelto
á S a m o s , • e n r i q u e c i d o su e s p í r i t u con m i l preciosidades
l i t e r a r i a s , la encontró t i r a n i z a d a por P o l y c r a t e s , á c u y a
causa l a abandonó de n u e v o , y pasó á establecerse á l a
p a r t e de I t a l i a que fué l l a m a d a l a gran Greciaí. Su re-
s i d e n c i a fué por l o c o m ú n en H e r a c l e a , T a r a n t o y Cro-
tona , de donde vino el llamarse Itálica su sect'al Su
reputación fué tan extraordinaria que acudían de todas
p a r t e s á oírle , y en p o c o t i e m p o t u v o mas de 400 dis-
cípulos,.de los quales salieron excelentes legisladores.
No solo poseyó la c i e n c i a de las c o s t u m b r e s y de las-
l e y e s , sino q u e fué un sabio en l a a s t r o n o m í a , geome-
tría , y aritmética , y demás p a r t e s d e las m a t e m á t i c a s .
•Á c i n c o cosas solo , d i x o , q u e d e b í a m o s h a c e r la guerra:"
5>á las enfermedades del cuerpo, á la ignorancia del
«alma.,' a l a s pasiones del c o r a z ó n , á las s e d i c i o n e s d«
« l a s ciudades , y á la discordia de las familias.» Incnr^
r i ó en ei r i d i c u l o y c h i m é r i c o s i s t e m a de la transmigra-
c i o n de las a l m a s d e unos c u e r p o s en o t r o s ; bien q u e
pretenden/ a l g u n o s , q u e n o era o t r a c o s a , q u e una i m á -
gen simbólica da l a s p r o d u c c i o n e s y metamorfosis dé lo»
tres r e y n o s d e la n a t u r a l e z a , q u e se h a c e n c a d a | d i a [á
« u e s t r a v i s t a . N o se sabe d e c i e r t o en d ó n d e , ni quándcr
m u r i ó , aunque l a o p i n i ó n ' m a s c o m ú n es q u e f u é en e l '
M e t a p o n t o ,. a c i a e l a ñ o 497 antes de Jesu-Christo. S u
c a s a fué consagrada en t e m p l o , y se l e h o n r ó c o m o á ura
dios. T e n e m o s baxo su n o m b r e l a o b r a ' e n . g r i e g o intitu-
lada , ht versot de oro , comentada por H i e r o c l e s 5' pero-
e s c o n s t a n t e que n o es s u y a , por m a s q u e c o n t e n g a g r a n
p a r t e d e su d o c t r i n a y d e sus m á x i m a s m ó j a l e s .
(11) Creepbite. Q u i e r e d e c i r un g l o t ó n q u e g u s t a m u -
c h o de- l a buena mesa. S o b r e n o m b r e ridículo que le fué
d a d o al: amigo de H o m e r o , del mismo modo q u e á esta
p o e t a q u e se l l a m a b a M e l e s i g e n o l e dieron e l sobrenom-
b r e d e H o m e r o , q u e significa ciego, ó a q u é l q u e se dá
e n rehenes.. Grou.
(1-3) Protagorat. Filósofo g r i e g o , ó m a s bien sofista,
cuya- primera o c u p a c i ó n fué l a . d e g a n a p á n ó mozo ds
cordel- Encontrándola un d i a D e m o c r i t o cargado d e m u -
c h o s -costales d i s p u e s t o s e n e q u i l i b r i o g e o m é t r i c o , con-
cibió una. idea v e n t a j o s a d e su talento , y le admitió e n -
t r e sus discípulos. Prbtagoras sacado d e la miseria en q u e
a n t e s v i v í a , a b r i ó bien :pronto su c o r a z ó n á un o r g u l l o
i n t o l e r a b l e , d e m o d o q u e t u y o l a osadía d e a t r e v e r s e c o n
l a d i v i n i d a d , y n e g a r , ó á l o m e n o s poner en duda, la,
existencia-del ser s u p r e m o . E s t a obra impía fuéj.conde-
oada.á.las llamas por ios: m a g i s t r a d o s d e - A t e n a s , - y el
a u t o r d e s t e r r a d o c o m o , una peste p ú b l i c a . - E s t é , blasfema-
dor corrió entonces .las;.islas.del Mediterráiieo.v.y m u r i ¿
y e n d o á - S i c i l i a por l o s años .400 antes de jesú-Christo,
h a b i e n d o s i d o e l p r i m e r o q u e deshonró l a ..filosofía dandi»,,
aus l e c c i o n e s p o r d i n e r o .
;

{13) PrSdico. S o f i s t a : y r e t ó r i c o de l a isla d e - C o o s , ó se-,


f u n o t r o s d e C í ú o , por l o s años 410 á u t e s deJisíUs-Christo,
discípulo de Protágofas , y maestro d e E u r í p i d e s y T h e -
í a m e n e s é Isocrátes. Enseñó públicamente la elo.mencia
an A t e n a s , a u n q u e .rasidia a l l í e n c a l i d a d de, e m b a x a d o r
d e su p a t r i a . U n a a v a r i c i a s ó r d i d a Le h a c i a ir d e ciudad
« a c i u d a d p a r a d e s p l e g a r su e l o q ü e n c i a , p o r c u y o medí»
r e c o g i ó e s t e c h a r l a t á n g r a n suma d e dinero y se adquirió
-mucha,: g l o r i a . Su efecto,• Prodico tenia trabajados d i e -
(349)
cursos de todas precios , desde d o s - ó b o l o s h a s t a cincuen-
t a d r a g m a s , del q u a l hablaron mucho los a n t i g u o s . En!
tre sus escritos se d i s t i n g u í a l a ingeniosa ficción de la
v i r t u d , y el d e l e y t e , q u e se presentaron á Hércules dis-
frazados de m u g e r e s , y fué i m i t a d a por Luciano. Los
atenienses l e h i c i e r o n q u i t a r la vida, porque corrompi a
l a juventud.
. (14) Entendimiento. N o se sabe d e qué p o e t a s h u b i e s a
t o m a d o P l a t ó n estos rasgos. Pero es bastante' probable
q u e fuesen d e los autores d e la a n t i g u a comedia , todos
njtiy satíricos y enfurecidos contra los filósofos. Grou.
(1 g> T boy mal. T r á t a s e aquí d e los bienes y males
físicos. Grou.
(16) Inmortales. E s t e r a c i o c i n i o sobre e l q u a l e s t r i v a
t o d o el sistema de la m e t e m p s y c o s i s . , está fundado en la
falsa creencia de que las a l m a s han e x i s t i d o antes de los
c u e r p o s , y q u e su n ú m e r o e s d e t e r m i n a d o , i n d e p e n d i e n t e »
snente d e l d e los cuerpos que e l l a s deben animar : en una
palaDra , q u e n o se forman n u e v o s cuerpos , sino á m e d i -
d a q u e h a y , por d e c i r l o así , a l m a s de repuesto q u e e s p e -
j a n el m o m e n t o d e entrar en e l l o s . L o q u e s u m e r g i ó á l o a
antiguos filósofos en e s t e error , y ' e n una m u l t i t u d de abi
surdos en orden á la naturaleza del destino del atoa-,
f u é la i g n o r a n c i a en q u e e s t a b a n ellos , de lo q u e la f¿
aos enseña, á s a b e r , q u e D i o s cria c a d a a l m a en el mo-
m e n t o que está el cuerpo suficientemente organizado para
r e c i b i r l a . Y * e s menester confesar q u e si l a r e l i g i ó n n o h u »
biese venido en nuestra ayuda , n o s o t r o s . no habríamos;
d i s c u r r i d o m u c h o mejor sobre, estas m a t e r i a s que P i t á g o - -
ras y Platón. Grou.
(17) Glauco. P e s c a d o r célebre en la mitología, de>
q u i e n se c u e n t a , qua h a b i e n d o o b s e r v a d o un dia q u e los
p e s c a d o s q u e e c h a b a sobre c i e r t a e s p e c i e d e y e r b a toma-
ban nueva-, fuerzas y v o l v í a n á arrojarse a l a g u a , le v i n o ,
a l p e n s a m i e n t o comer d e esta y e r b a , y s a l t ó l u e g o al p u n »
to al mar ; d o n d e fué t r a n s m u t a d o en T r i t ó n y mirado*
como un dios marino. Circe le amo infructuosamente,
p o r haberse e s t r e c h a d o é l c o n E s c y l a , á la q u a l la m á g i c a
por zelos , convino en monstruo marino, después de-
e n v e n e n a r l a fuente d o n d e iban á. o c u l t a r s e estos dos es-
p o s o s . . G l a u c o era una de las d e i d a d e s q u e se llamabas
_ , (35o)
Lttoraíet; nombre t o m a d o de l a c o s t u m b r e q u e los a n t i -
g u o s tenían de c u m p l i r al i n s t a n t e q u e l l e g a b a n al p u e r t o ,
l o s v o t o s q u e h a b í a n o f r e c i d o en e l m a r .
(18) De Plutón. D e esta, zelada habla Homero en el
V. d e la I l i a d a v. 843. donde cuenta que «Palas tomó
sjla z e l a d a d e P l u t ó n á fin q u e no la v i e s e M a r t e . » Esta
z e l a d a pues h a c i a á los q u e la l l e v a b a n invisibles á los
dioses , c o m o el a n i l l o de G y g e s les h a c i a invisibles á
l o s hombres. V é a s e el coloquio segundo acia el principio.
Grou.
(19) Alcinoo. E s d e c i r , una r e l a c i ó n m e n t i r o s a , tal
c o m o la de U i y s e s á A l c i n o o r e y de los P h e a c e s . Hay
también aquí un j u e g o de palabras entre el nombre dá
A l c i n o o A\K'IVW y A'KKÍ¡AOU que significa, v a l e r o s o , e s -
forzado.
(20) Armenio. Daniel H u e c i o en el cap. 142. d e la
D e m o s t r . E v a n g . n. 11. enmienda este lugar insinuando,
q u e d e b e leerse , A([¿ovíov en v e z d e Af/Atvíov , f u n d a d o en
l o q u e P l u t a r c o c a p . 5. d e l lib. 9. S y m p . dice , que P l a -
t ó n i n t r o d u x o en este a p ó l o g o á H e r hijo de A r m o n i o para
darnos á entender q u e las a l m a s son c r e a d a s y, unidas á
l o s c u e r p o s según c i e r t a a r m o n í a . M a c r o b i o l i b . 1. Som.
S c i p . c a p . 1, d u d a d e q u e H e r hubiese m u e r t o , inclinán-
dose mas á c r e e r , q u e p a r e c i ó s o l a m e n t e q u e v o l v í a á r e -
cibir el a l m a que en realidad no h a b i a p e r d i d o : y añade
q u e C i c e r ó n en los libros de la r e p ú b l i c a se l a m e n t a b a de
q u e d e s p r e c i a s e n a l g u n o s esta historia. B i e n q u e S . A g u s -
t í n l i b . 22. c a p . 2§. d e la C i u d a d d e D i o s d i g a , » q u e así
« l o t o c a esto C i c e r ó n , q u e da á e n t e n d e r q u e mas dixo
« a q u e l l o P l a t ó n por v i a d e ficción y fábula , que porqué
« q u i s i e s e d e c i r q u e era v e r d a d . »
(21) Perfecta. F á c i l es d e e x p l i c a r este e m b l e m a . L a s
o c h o rodajas e n c a x a d a s unas en otras son los o c h o c i e l o s ,
A saber , e l d e las e s t r e l l a s fixas , y los d e l o s siete pla-
n e t a s : los c í r c u l o s formados por los bordes de c a d a roda-
j a , son las ó r b i t a s que describen los astros. La sirena
m o n t a d a sobre c a d a uno d e estos círculos , es e l astro
m i s m o . S e sabe l o q u e P i t á g o r a s d i x o de l a armonía de
l o s cuerpos c e l e s t i a l e s , y se le haría una injusticia en
e n t e n d e r l o de o t r o mo io , q u e en un s e n t i d o metafórico.
E n e l m i s m o s e . d e b e n t o m a r t a m b i é n estas p a l a b r a s d e 1%
(350
E s c r i t u r a ' : MQUÍS c o n c e n t u m cceii dormiré f a c i e t : » quién,
h a r á cesar la armonía d e l c i e l o . J o b . 38. L o demás del
e m b l e m a mira á . l a v e l o c i d a d r e s p e c t i v a de los p l a n e t a s ,
su m a g n i t u d ó su d i á m e t r o medido por la a n c h u r a de l o s
b o r d e s . d e c a d a rodaja , y s u color representado por el d e
Jos círculos. N o se d e b e buscar aquí la p u n t u a l i d a d y
e x a c t i t u d a s t r o n ó m i c a . E n esta especie de relaciones de
q u e se v a l e P l a t ó n d e q u a n d o en- quando. para hermosear
.sus c o l o q u i o s , d á m u c h o á> l a i m a g i n a c i ó n , y s e ocupa
m a s d e agradar c o n i m á g e n e s poéticas , q u e d e decir la
rerdad. Grou.
, (32} Orfeo. V é a s e l a n o t a 13 d e l c o l o q u i o segundo.
. (23); Tamiro. N i e t o d e A p o l o , , pero tan v a n o , que
t u v o l a o s a d í a d e desafiar á l a s M u s a s á q u e c a n t a r í a m e -
j o r . C o n v i n i e r o n en q u e si g a n a b a , l e reconocerían ellas
p o r su v e n c e d o r i y al c o n t r a r i o , si q u e d a b a él vencido
s e e n t r e g a r í a á su d i s c r e c i ó n . Perdió la apuesta , y las*-
M u s a s l e s a c a r o n los ojos , h a c i e n d o q u e se le olvidase
quanto sabia,
(24) Ayax. D i s p u t ó á U l i s e s las a r m a s d e A c h i l e s , 4
i r r i t a d o d e q u e su r i v a l l a s hubiese conseguido por e l
p a r e c e r d e los p r i n c i p a l e s c a p i t a n e s g r i e g o s , h i z o en l o s
r e b a ñ o s d e l e x é r c i t o una h o r r i b l e c a r n i c e r í a , i m a g i n á n d o -
s e m a t a r á sus c o m p a ñ e r o s , y s o b r e t o d o á U l i s e s . M a s
d e s p u é s q u e v o l v i ó d e su d e l i r i o , , se m a t ó ccrt l a espada
q u e H é c t o r l e habia r e g a l a d o , , y s-guri l a f á b u l a su s a n -
gre se convirtió en jacinto.
(25) jdgamemnón. Llamado Atrida , como su her-
m a n o M e n e l a o por ser hijos de Atreo , fué r e y d e A r -
gos , y elegido generalísimo del e x é r c i t o de l o s griegos
c o n t r a los troyanos.. Habiéndose detenido en la Aulida
p o r los v i e n t o s c o n t r a r i o s . y la pesre , s a c r i f i c ó á Diana,
su hija Ingenia. F u é obligado á restituir á Achiles á
B r i s é i s , q u e se la habia robado. A m ó apasionadamente á
C a s a n d r a hija de P r i a m o , prisionera s u y a después d e la.
t o m a d e T r o y a . E l l a i « p r o n o s t i c ó q u e p e r e c e r í a si v o l v i a .
á su p a t r i a ; pero no d i o c r é d i t o á e s t a predicción , que:
.se verificó bien pronto. D e v u e l t a á sus estados fué d e - -
g o l l a d o por Egisto^ amante de Clytemnestra su muger,,
y O r e s t e s hijo s u y o q u i t ó l a v i d a al h o m i c i d a d e su p a - .
dre y á su a m a n t e .
• (352)
(a6) Atalanta. H i j a de Escheneo r e y de l á isla d*
E s c y r o s ; d e una b e l l e z a rara , q u e disparaba e l a r c o coa
d e s t r e z a , y e x c e d í a á t o d o s los hombres en i a carrera y
demás exercicios del gymñasio. Viéndose perseguida de
u n a m u l t i t u d d e a p a s i o n a d o s , les d e c l a r ó con orden d e s u
p a d r e , q u e no daria su mano sino al que la pudies»
v e n c e r . H i p p o m e n e s i n s t r u i d o por V e n u s , se p r e s e n t ó al
combate de la carrera, y fué el solo q u e c u m p l i ó la
c o n d i c i ó n prescrita. L e aconsejó la diosa q u e arrojase t r e s
manzanas de oro en el estadio , q u e l a i m p r u d e n t e Ata-
lanta se d e t u v o en recoger. C o n este ardid el dichoso
H i p p o m e n e s g a n ó el p r e m i o , y o b l i g ó á l a princesa á r e -
c o n o c e r l e por su v e n c e d o r ^ y por su e s p o s o . ' P o c o tiempo
d e s p u é s h a b i e n d o profanado los dos consortes u n templa
d e C i b e l e s , fueron c o n v e r t i d o s en leones.
(27) Bpeo. E s el q u e c o n s t r u y ó el caballo d e madera
*3e q u e se v a l i e r o n los g r i e g o s para tomar á T r o y a , s e g ú n
' l o insinúa V i r g i l i o en e l s e g u n d o de la E n e i d a con decir;
Doli fabricator Epeut.
(28) Thertite*. E l m a s disforme d e t o d o s l o s griegos
q u e fueron al s i t i o d e T r o y a . S e a t r e v i ó á prorrumpir in-
•jurias c o n t r a A c h i l e s , y este héroe le m a t ó de una pu-
ñada.
(29) Uliset. Rey deltaca,isla del marEgeo, hija
de Laertes y esposo d e P e n e l o p e hija de Icaro , á quien
a m ó e x t r e m a d a m e n t e . C o n su p r u d e n c i a y su mafia hizo
s e r v i c i o s grandes á los g r i e g o s en el sitio de Troya , y
después de tomada , volviéndose á Itaca corrió grandes
p e l i g r o s en el m a r , l u c h a n d o d u r a n t e d i e z año3 c o n t r a su
m a l a fortuna. S u s a v e n t u r a s son el objeto d e la O d y s e a de
H o m e r o , q u e le pinta c o m o un h é r o e v a l i e n t e en los c o m -
bates , p r u d e n t e en las empresas , sabio y eloquente en
l o s consejos. V i r g i l i o al c o n t r a r i é l e repressnta como ua
hombre astuto y m a l v a d o . .
ERRATAS.

Ta*. Lin, Errata. Corrección

7- I. amigo de Glaucon.. .. amigo Glaucon,


14. 2C. .. de la.
5 3 - 28. .. vinos?
70. 24. .. M o m o mismo.
74. 27. ,. emplearlos.
103. 3 - 1 .. Este es.
113. 1. ,. les da.
115. 21. .. les aplican.
I I Ó . 21. .. hipótesis.
162. 3 - 2 ,, los elevareis.
Id.., . 24.
1
.. aplicándolos.
31. .. probidad.
S 7- 3 -
l 1 ,. adaptable.
32Ó. 20. .. médicos?

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