Está en la página 1de 21

“EL MAESTRO” SEGUN EN NIETZSCHE. UNA INTERPRETACION: ¡QUIZAS!

Autor: Luis Eduardo Pérez Marrugo, Mgs

1. A MANERA DE INTROITO

El texto que se presenta alrededor de las distintas concepciones de maestro que,


quizás, asume Federico Nietzsche, es fruto y semilla de unas reflexiones
envejecidas que tuvieron la intención de convertirse en “tesis” como documento
académico atendiendo a los canones de la tradición sin dejar de ser tesis como
ideas que se siempre se han pretendido defender y se han venido defendiendo.
En ellas, se manifiestan interpretaciones de las ideas nietzscheanas como arco iris
de posibilidades e im-posibilidades, de incertidumbres, de rupturas dionisiacas de
lo apolíneo, de la armonía aceptada como regulación de lo dicho.

Nos mueve, en este recorrido, colocar pistas para pensar y sentir el maestro
como escenario problemático, como lugar para interrogarnos, interpelarnos, des-
identificarnos, como pro-vocacion, no como lugar resuelto donde se cree saber
todo lo dicho. Entendamos que lo dicho ya no es, si ocupamos otro espacio para
pensarlo y sentirlo, lo no dicho nos convoca a pensarlo y sentirlo aun sin saber
que lo podamos pensar y sentir. Para adelantar este camino, construyendo los
senderos en el acto mismo del caminar, intentaremos puntualizar algunas notas
sobre la concepción nietzscheana de educación aristocrática y sus elementos
distintivos, en orden al pensar, al leer, al escribir, pasando luego, por sus tesis en
torno a lo que comprende como educador o maestro, autentico o seudo maestro,
sus relaciones en términos del poder con el Otro ( el alumno, discípulo, etc),
llegando finalmente_ sin finalizar_ a construir unas conclusiones parciales de todo
el recorrido caminado.
2. LA EDUCACION ARISTOCRATICA, SEGÚN NIETZSCHE

El concepto de maestro en Nietzsche, sólo podría entenderse, inscrito dentro del


“concepto” de educación aristocrática, piedra angular de sus concepciones
educativas. La educación aristocrática, la otra educación, define las funciones
específicas de los educadores y explica su razón de ser como tal. “Voy a señalar_
anota Nietzsche_ las tres tareas para las que se necesitan educadores. Se ha de
aprender a ver, se ha de aprender a pensar y se ha de aprender a hablar y a
escribir: el objetivo de estas tres cosas es una cultura aristocrática (...)” 1.

El aprender a ver, según este pensador, “es acostumbrar los ojos a mirar con
calma y con paciencia, a dejar que las cosas se acerquen a nosotros; aprender a
no formular juicios precipitadamente, a dar vueltas en torno a cada caso concreto
hasta llegar a abarcarlo (...). Aprender a ver, tal y como yo lo entiendo, equivale
prácticamente a lo que el lenguaje no filosófico llama voluntad firme, cuyo aspecto
esencial es poder negarse a “querer”, poder aplazar la decisión. 2 Una virtud del
aprender a ver, es la lentitud, la calma, la rumia, el andar parsimonioso,
desacelerar lo acelerado, imponer pausas, suspender y suspender-se en el
tiempo, en la velocidad y en la toma de decisiones, construir otros caminos,
indagar profundamente sobre la cosa, es mirar la cosa desde distintas y variadas
perspectivas, comprensiones, interpretaciones; al mismo tiempo disciplinar el
cuerpo en el ver, es decir ser obdeinte sensible a los dictámenes . El elogio a la
lentitud, como virtud del aprender a ver es reiterado en Nietzsche cuando afirma:

NIETZSCHE. El ocaso de los ídolos, pág. 95.


2
Ibidem. Pag. 95
“Una manifestación práctica de haber aprendido a ver consiste en que el que está
aprendiendo se habrá ido volviendo lento, desconfiado, reacio” 3.
Otra virtud de quien ha aprendido a ver consiste en que, por un lado, “Dejará que
lo extraño, lo nuevo se le acerque, manteniendo una calma hostil y tratando de no
cogerlo con la mano. (Por otro) Tener todas las puertas abiertas de par en par,
inclinarse servilmente ante cualquier hecho insignificante; (por último) estar
siempre dispuesto a matarse, a lanzarse de un salto dentro de otros hombres y de
otras cosas”4. En el primer sentido, la virtud esta dada en la prudencia, en un
aceptar la presencia de lo otro que ilumina, la novedad, lo nuevo, revisando sus
sombras y no solo lo que obnubila, enceguece; en el segundo, la virtud radica en
reconocer la importancia de lo que no tiene, para la mayoría, tal significación, tal
importancia, posibilitando, quizás, afirmar que la virtud, en este caso, es visibilizar
la utilidad de lo inútil5, o de aquello que la manada, el rebaño designa como inútil;
en el tercer sentido, la valentía, el riesgo, el carácter temerario, el no temerle a la
muerte, sería la virtud reivindicada por Nietzsche, convirtiéndose en una especie
de parresia o coraje de decir la verdad6, aunque en ella se arriesgue la vida.

El aprender a pensar permite la formación del libre pensador. El libre pensador es


aquel que busca “la explicación de sus propios actos en sus investigaciones e
interrogaciones; el bien o mal éxito son para él ante todo contestaciones (...)” 7. Al
que le (...) “corresponde el derecho a establecer el buen gusto en todo incluso a
imponerlo si hace falta”8. Es aquel cuya ”(...) marcha del pensamiento es severa,
inflexiblemente audaz y en ocasiones incluso cruel consigo misma (...)” 9; son ríos
3
Ibidem. Pag. 96
4
Ibidem.
5
Ordine Nuccio. La utilidad de lo inútil.
6
Foucualt, Michel. El coraje de decir la verdad
7

NIETZSCHE. La Gaya Ciencia. pág. 59.


8

NIETZSCHE. Aurora, pág. 253.


9
con múltiples curvas y con pasajes aislados; los que se abren camino a través de
duros peñascos. En atención a lo formulado, aprender a pensar significa eliminar
la relación tradicional de la teoría del conocimiento, sujeto-objeto – donde el objeto
es externo al sujeto-- ,estableciendo una relación donde la búsqueda del objeto es
la indagación del sujeto desde el mismo sujeto. En este sentido, cuando esto
sucede, el sujeto deviene individuo, es decir, superhombre; es comprender que el
acercamiento interpretativo a un interrogante es una posibilidad, no una certeza;
es saber utilizar la fuerza de la interpretación como espacio donde se resuelve la
argumentación de la fuerza, aún en los instantes en los que la imposición de la
voluntad a-parece como in-necesaria; es imponer un curso disciplinado al
pensamiento, pensando más allá del pensamiento que piensa, lo que exige,
muchas veces, la tortura tanto del pensamiento que siente y piensa como del
cuerpo que siente y piensa.

El libre pensador es el filósofo del futuro, es decir, “los hombres que mandan y que
legislan. Son los que dicen: Deben ser así !; los que determinan “hacia donde
debe ser el ser humano y “porque” ha de hacerlo; y para ello disponen de la labor
que previamente han realizado todos los obreros de la filosofía, todos los que han
dominado el pasado. Ellos son los que extienden sus manos creadoras hacia el
futuro; y todo lo que ha existido y existe les sirve de medio, de instrumento, de
martillo. Para ellos, “conocer” es crear, y crear es legislar: su voluntad de verdad
es... voluntad de poder ...”10. de tal manera que cuando se ha aprendido a pensar
_ semilla y fruto de una educación aristocrática que el mismo individuo se impone,
luego de negar-se así mismo y negar a su maestro_ se está en la capacidad de
trazar los destinos de los muchos y de aprovechar, crecientemente, la historia del
pensamiento para instaurar otro, más allá del tiempo de su instauración. Siendo

Ibídem, pág. 258.


10

NIETZSCHE. Más allá del bien y del mal. pág. 153.


esto así es la voluntad de poder el dispositivo definitorio de la posibilidad de
conocer, en cuanto acto de creación, es decir, de construcción.

Desde lo expuesto, la educación y cultura auténtica solo se podría explicar en


relación con la figura del filósofo igualmente auténtico, el libre pensador, que
destruye lo “viejo” para generar creativamente lo “nuevo”, sin pasar de lo viejo a
lo nuevo. La figura del libre pensador, sólo se podría explicar en relación consigo
mismo ya que él constituye la cultura auténtica; en otras palabras, hablar de
cultura aristocrática es hablar de pensamiento libre. Ahora, éste, es tal, en tanto,
rodeado de una cultura, una educación, de la domesticación. Aprender a pensar
es aprender a martillar sobre la instrucción; es aprender a destruir lo que
culturalmente te atrapa.

Qué significa aprender a hablar y a escribir ? De acuerdo con Nietzsche, significa


saber bailar con la pluma y con la palabra; es saber comunicar significativamente
nuestros pensamientos; aprender a escribir bien es aprender desesperar a
quienes se apresuran, es apresar. Bailar con la pluma y con la palabra implica ser
un artista que hace de la palabra arte y de la pluma un dispositivo artístico. Lo
expuesto, expresa, a su vez la pre-existencia del hombre arte, es decir, la pluma y
la palabra son arte en tanto el individuo que las moviliza ya es arte. Ahora, si
regresamos a la vida como arte, y el "hombre" es arte, entonces el hombre es
vida, pero no cualquier vida sino vida artística, es decir, sensibilidad creativa.

Señalamos que el saber comunicar significativamente nuestros pensamientos, es


decir, hablar y escribir, no es sinónimo de exponer transparentemente estos. Al
contrario, lo significativo significa, por un lado, darle sentido a lo que, para la
mayoría, es insignificante; darle "insignifcación" a lo que, para el rebaño, es
significativo; por otro organizar, disciplinar el pensamiento de quien baila, el cual
baila porque organizado y disciplinado está su pensamiento; por último es
imponer la certeza de pensar en la incertidumbre del pensamiento, en otras
palabras, hacer imperativo el orden en el pensamiento para acercarse a la trama
incierta de la complejidad del lenguaje del pensamiento que se abanica con la
pluma y la palabra. Lo último expresado hace del baile, del cual hablamos o
bailamos, un encuentro posible con la palabra que se piensa y con el pensamiento
que se hace palabra. En esta situación sólo el rumiar baila.

Reivindicando la importancia de escribir bien afirma: “Todo el que en Europa


tenga buenas ideas debe aprender a escribir bien y cada vez mejor (...). Ahora
bien, escribir mejor significa igualmente pensar mejor; descubrir cosas que sean
cada vez dignas de comunicarse y saberlas comunicar realmente; poder ser
traducido a otros idiomas vecinos; hacerse comprensible a los extranjeros que
estudian nuestra lengua”11.Veamos un poco más el planteamiento expresado: la
escritura es una especie de deber para quien tiene buenas ideas, sin que eso
signifique que tener buenas ideas desemboque en la escritura—aquí podemos ver
una sospecha de las buenas ideas de quienes no escriben-- . Cuando la escritura
se asume como un deber por quienes piensan bien, dignifica no sólo pensar sino
re-pensar lo pensado y lo im-pensado, de tal forma que las ideas iniciales dan
cabida a otras ideas inconcebibles antes de la escritura. En estas condiciones,
tenemos que afirmar que la escritura es pro-ducción de significaciones posibles
comprendidas como movimiento del pensamiento. Esa pro-ducción no es una
simplificación del pensamiento, es una puesta fuera en, con y desde la
complejidad del mismo, de allí que su interpretación indique una postura de
rumiante y un ejercicio artístico de aquel.

3. EL EDUCADOR O MAESTRO.

11
NIETZSCHE. El caminante y la sombra. pág. 72.
Qué entiende Nietzsche por educador o maestro? Cuáles son sus reflexiones en
relación con esta categoría y/o concepción pedagógica-?

Para Nietzsche el educador es aquel que, en la relación con su discípulo, le


imprime a este último elementos otros nuevos y aristocráticos; de allí que “el
educador deberá infligirle heridas o aprovechar las que le cause el destino, y una
vez que haya nacido así el dolor y la necesidad, podrá inocularle en sus llagas
algún elemento nuevo y noble” 12. Esta concepción del educador indica una
conceptualización fundada en una nueva educación otra que elogia la dificultad en
el aprender y en el enseñar. En el aprender, por cuanto, quien aprende necesita
entablar una lucha contra la cultura, es decir, contra los muchos, contra sus
padres, contra su maestro y contra sí mismo; situación nada fácil si
comprendemos la inmensa dificultad que significa el desprenderse del
encantamiento de la cultura que nos hace avanzar, negándonos la posibilidad de
ser lo que se es .

En el enseñar, por cuanto, quien enseña tendrá la compleja tarea de interpretar,


adecuadamente, cada instante de la lucha de su discípulo, como una necesidad
que hace impostergable su negación como maestro. En este sentido, el verdadero
maestro será aquel que, al potenciar a su discípulo, niega la posibilidad de tener
discípulos negándose, a su vez, como maestro.

Desde la mirada antes expresada, el maestro, parafraseando a Nietzsche, sería


un espíritu fuerte y originario como para impulsar valoraciones contrapuestas y
para transvalorar, para invertir “valores eternos”; será un precursor, un hombre del
futuro, que ate hoy en días los vínculos y que haga un nudo gordiano; que obligue
a la voluntad de milenios a recorrer nuevos caminos” 13. La última expresión

12
Ibídem. pág. 163.
13
NIETZSCHE. Más allá del bien y del mal. pág. 135.
conduce a entender que la categoría de maestro, cuando se es auténtico, no es
más que la concreción de la categoría de filósofo, pero, no de cualquier filósofo,
sino de aquel que pensando el pensamiento precedente, en general y educativo
en particular, rompe con el pensamiento inaugurando otro pensamiento, es decir,
otro lenguaje cuyos códigos de significación des-atrapen, o mejor trapeen, los de
la tradición uniformadora y domesticante. ¡Nietzsche ,el paradigma del ser del
maestro¡.

Nietzsche continúa señalando: “Quién es de verdad maestro no se toma en serio


si no es en relación con sus discípulos; ni siquiera en relación consigo mismo” 14;
que, al mismo tiempo, es un individuo que se respeta a sí mismo ya que “quien no
se respeta a sí mismo deja de ser también un hombre de conocimiento que
manda, que guía”15 . Al parecer, existe una contradicción entre estas dos
apreciaciones, sin embargo, en el fondo subyace un mismo sentido del ser del
maestro: El maestro, sólo se toma en serio, en relación con el otro, él discípulo,
cuando tiene voluntad de poderío, es decir, la fuerza de su afirmación que lo hace
respetable no sólo ante los ojos de otro sino también ante sus propios ojos ; sería
mejor decir, afirmación que constituye, en sí misma, la respetabilidad del individuo.
Es precisamente tal respetabilidad, la fuerza que le da el poder de mandar, pero,
al mismo tiempo, la negativa a tener discípulos que sólo obedezcan si aprenden a
legislar.

Es tanta la importancia que da a los maestros auténticos en la construcción y


desarrollo de una cultura que concluye: “Faltan educadores, siendo está una
condición básica de la educación, de ahí la decadencia de la cultura alemana” 16.
14

Ibídem. pág. 95.


15

Ibídem. pág. 140.


16
NIETZSCHE. El ocaso de los ídolos. pág. 94.
La educación, a la que se refiere, no es la educación en general, es una en
particular: la aristocrática; los educadores a los que señala, no es la generalidad
de los mismos, sino a la especificidad de los que se respetan a sí mismo. En este
sentido, la cultura aristocrática es la educación y la excepcionalidad del educador;
hablar de estos últimos es designar la primera. Atendiendo a lo dicho, podemos
considerar que la decadencia-¿Cuál de-cadencia si nunca a tenido cadencia?- de
la cultura nuestra, en gran parte, se puede interpretar por la carencia de
educadores, en tanto, condición básica.

Podemos colegir que, Nietzsche, distingue, los maestros auténticos de los seudo-
maestros, al considerar que “los verdaderos maestros se conocen en que saben,
así en lo grande como en lo pequeño, dar con el fin de una manera perfecta, lo
mismo tratándose del final de una melodía o de un pensamiento, que del quinto
acto de una tragedia o de un acto de gobierno. Los de segundo orden (el
subrayado es mío) se fatigan persiguiendo el fin y no se inclinan hacia el mar con
un ritmo sencillo y sereno”17. Dar con el fin significa construir una interpretación,
es decir, un sentido a lo escuchado, leído, sentido, actuado y pensado desde una
perspectiva que rompa la manera tradicional de experimentar estos actos; no es,
entonces, llegar a un fin, a un resultado, es generar un movimiento de ruptura,
auto-subversivo, en la totalidad del ser que se forma.

El maestro auténtico jamás será una muleta intelectual, será si un espacio


retador pro-vocador al y del ejercicio del pensar; el maestro-invitación será, “un
pretil a orillas del río: quien quiera agarrarse que se agarre” 18, no es alguien que se
lanza a salvarte sino que el que se ofrece los manos y brazos para que hagas el
esfuerzo de asirte a ellos, no te salva te invita a salvarte. De otro lado, el maestro

17
NIETZSCHE.. La gaya ciencia. pág. 136.
18

NIETZSCHE. Así habló Zaratustra. pág. 30.


es un individuo noble en tanto”, el noble quiere crear algo nuevo y una nueva
virtud (...) mientras que el maestro no auténtico es bueno ya que (...) el bueno
quiere lo viejo, y que lo viejo se conserve”19

En estas condiciones, y atendiendo la caracterización nietzscheana del maestro_


la panorámica de la educación, en el mundo moderno, se caracteriza por el
predominio del conservadurismo cultural, expresado en lo bueno que es lo viejo ya
que produce buenos resultados que acrecientan, aditivamente, la certeza, en los
maestros, de que piensan que están haciendo algo bueno. Al contrario, lo malo,
es decir, la ruptura radical con la permanencia, acciona y evidencia una educación
otra, un maestro otro, cuya nobleza está definida y define la naturaleza del martillo
con que se piensa la cultura; martillo que, a su vez, hace de la nobleza su
naturaleza y de la incertidumbre su grandeza.

El último educador_ el maestro no auténtico_ sería el educador más torpe, es


decir “el moralista fanático que cree que el bien no puede surgir más que el bien,
ni puede crecer sino sobre el bien (...) mientras que el primero será el que tiene
sabiduría y, por tanto, se halla en la cuarta fase de humanidad” 20. El concepto de
bien, propio de sujetos con moral de rebaño, oculta, detrás de la máscara de
maestro, la in-auténticidad de la educación formulada y hace, al maestro de bien,
el lugar donde se domestica el alma y el cuerpo. En sentido contrario, el
verdadero educador es el pensador, el genio, el filósofo, que abre nuevas
perspectivas a la humanidad; el creador y sembrador de futuro; en otras palabras,
el que invierte los valores y las valoraciones de los valores, haciendo del bien el
mal y del mal el bien, por tanto, instituye otra manera de ser, sentir, pensar y
19

Ibídem. pág. 61.


20

NIETZSCHE. El caminante y su sombra. pág. 62-65.


pensar. Es precisamente, ésta inversión la que acelera, mediante una educación
aristocrática, la transición del hombre al superhombre. Podríamos afirmar que el
maestro de bien educa hombre para que sigan siendo hombres, el maestro
atentico, “el malo” convoca a los hombres para que se auto-subviertan y se hagan
super-hombres, es decir, sujetos que se afirmen en lo que son rompiendo la
cultura, a sus propios maestros, a sus padres, a sus abuelos. “No hay que hablar
no actuar como hijos de nuestros padres como dijera Heráclito”.

El maestro auténtico es como el gran pensador que asume la tarea de vitalizar


procesos de autonomía en su discípulo de allí que constantemente lo afirme: “¡Sé
tú mismo! Todo lo que ahora haces, todo lo que piensas y todo lo que deseas, no
eres tú quien lo hace, lo piensa ni lo desea” 21. En línea a la reflexión, en torno a la
autonomía, y confirmando la idea antes expuesta dice: “Tenemos que responder
ante nosotros mismo; por esto queremos también ser los verdaderos pilotos de
esta existencia y no permitir que nuestra vida se asemeje a un azar sin ideas
directivas. Nadie puede construirte el puente sobre el cual hayas de pasar el río
de la vida; nadie a no ser tú...22.

En perspectiva nietzscheana el maestro sería no aquel que construye el puente a


otro, el discípulo, sino quien lo acompaña en su construcción, y lo pone en
contacto con su propio ser, siendo una especie de retador de potencialidades, de
allí que sentencie: “Tus verdaderos educadores, tus verdaderos formadores te
revelan lo que es la verdadera esencia, el verdadero núcleo de tu ser, algo que no
puede obtenerse ni por educación ni por disciplina, algo que es en todo caso, de
un acceso difícil, disimulado y paralizado. Tus educadores no podrían ser otra

21

NIETZSCHE. Consideraciones Intempestivas. pág. 103. "Me indagué a mi mismo", dice Heráclito en el
aforismo 15.
22

Ibídem. pág. 104.


cosa para ti que tus liberadores”23, no porque ellos tengan la tarea de emanciparte
sino de retarte. Sin pro-vocación, sin ponerte en el lugar del padecer, la liberación
del propio sujeto en ejercicio de auto-creación no es posible. Recordemos que
para Nietzsche, el maestro autentico no gusta de discípulos que sigan al maestro
sino de discípulos que siguiendo al maestro dis-rumpan la relación con su
maestro.

Continuando en la propuesta de reivindicar al maestro auténtico y su relación con


el desarrollo de la autonomía anota: “ciertamente existen otros medios de
encontrarse, devolver en sí mismo y salir del embotamiento en que se vive
generalmente, como rodeado de una sombría nube; pero yo no conozco nada
mejor que volver al educador, al que nos ha formado” 24, para revisar las
gramáticas posibles de sus pensamiento y de sus actuaciones convirtiéndolas en
arquitecturas que han de ser transformadas y superadas. Este regreso “al que nos
ha formado” se concibe como construcción de otras salidas imposibles ayer y
posible hoy. Este maestro pro-vocador y acompañante debe ser un filósofo tal
como lo destaca en su propia experiencia educativa.

El educador-filósofo, para Nietzsche, debe partir de dos principios pedagógicos y


de virtud: “El primero exige del educador que reconozca inmediatamente las dotes
particulares, de su discípulo y que luego dirija todas las fuerzas y todas las
facultades de este hacia esta única virtud, para conducirla a la verdadera madurez
y a la fecundidad... La segunda “por el contrario, requiere que el educador
discierna y cultive todas las fuerzas, para establecer entre ellas una ponderación
armoniosa”25. En este orden de las palabras, el maestro ha de actuar en el marco

23
Ibídem. pág. 105.
24

Ibídem. pág. 105.


25

Ibídem. pág. 106


de un análisis exhaustivo de todas las potencialidades del individuo en la
búsqueda de una sincronía - diacronía formativa, donde la formación aparece
como proceso y resultado del conflicto necesario entre el desarrollo de las
potencialidades particulares y las generales, de tal manera que de esta lucha
crezca un hombre otro, superador del hombre. En este sentido, la tarea del
filósofo-educador, dice Nietzsche, “debería ser (...) transformar al hombre entero
en un sistema solar y planetario, vivo y móvil y reconocer la ley de su mecánica
superior”26.

Ahora, en el análisis crítico de la educación y cultura moderna, en relación con los


docentes, hace señalamientos profundos de alto contenido crítico que muestran la
actualidad nietzscheana en este sentido. Así, por ejemplo, afirma: “Hay que
considerar siempre al profesor como un mal necesario, al igual que hacemos con
el comerciante; un mal que hay que reducir todo lo posible (...); una de las razones
de la situación de miseria que descubrimos en el terreno intelectual es el excesivo
número de profesores a ellos se debe que se aprenda tan poco y tan mal” 27.

En la educación moderna el excesivo número de profesores se combina con la


escasa formación intelectual de los profesores explicando los pocos avances en el
proceso de liberación de las instituciones educativas del yugo pesado de la
aprensión. En efecto, dice Nietzsche: “La triste causa de que, a pesar de todo, no
consiga manifestarse por ningún lado una honradez completa es la pobreza
espiritual de los profesores de nuestra época: precisamente en ese campo faltan
los talentos realmente inventivos, faltan hombres verdaderamente prácticos, o sea

26

Ibídem. pág. 106.


27

Ibídem. pág. 146.


los que tienen ideas nuevas, y saben que la auténtica genialidad y la auténtica
praxis deben encontrarse en el mismo individuo” 28.

4. EL PODER DEL MAESTRO O EL MAESTRO DE PODER?

Detrás de la disertación nietzscheana sobre el maestro, existe un discurso sobre


el poder de éste; en otras palabras, las dos expresiones concretas de maestro
evidencian unas características en relación con el poder. Veamos más de cerca
está situación en relación con el maestro inauténtico. En este, se conjugan, lo que
podemos denominar como poder del no y poder del si. El primero, se entiende
ejercido, exclusivamente, mediante jerarquía, vigilancia, encierro, control y
prohibición. El ejercicio del poder se expresa como la denominación del “orden”
sobre el “des-orden”, del maestro sobre el alumno. Ahora, el otro poder, el
ejercicio del poder del si del maestro, está más allá de la prohibición, de la
represión, en sus múltiples significaciones y sentidos, ya que si esto fuese posible,
el poder del si no existiera como enmascaramiento del poder del no. El poder del
no se oculta haciendo aparecer el poder del si 29 como el único aparecer del poder,
para seguir dominando, en tanto poder. El poder del maestro, como poder del si,
no explota, uniforma; no reprime, homogeniza ; no a-loga – quitar la razón como
centro único -, logo-centra; no des-vertebra, une; no monologa, dialóga; no
disensa, consensa. Son estas características las que al in- visibilizar el poder del
no le da más poder al poder del maestro.

28
NIETZSCHE. Sobre el porvenir de nuestras escuelas. pág. 69.
29

“El poder del No” se entiende como encierro, control abierto, represivo y prohibición; “El poder del Si" se
comprende como el poder que sutiliza la dominación, es decir, implícita el poder del No.
Para darle continuidad a tal dominio, el poder del sí del maestro genera
modificaciones en el alumno, a partir de un juego de lenguaje, que expresa un
saber que se hace dominio y un placer que viabiliza el poder del saber y del
lenguaje. No podríamos determinar una modificación, sino se produce una
usurpación de un poder por parte de otro poder. El poder del logo, en este caso
del seudo maestro _ logo que deviene las más de las veces i-logo_ usurpa el
poder del alumno expresado en un saber y un discurso, des-conocido por el otro;
desconocimiento que al escolarizarse, es decir, institucionalizarse por la
normalización invisible de la cotidianidad que hace ser “consciente” la legitimidad
del poder, es aceptado como la existencia normalizada del individuo que se hace
sujeto. En este caso la utilización de la fijeza del lenguaje fija la pasividad en la
conciencia del otro (el alumno), convirtiéndose en un ser que “toma conciencia“
de su existencia sin reconocer el poder, que a través del discurso, se ejerce sobre
su conciencia.

La normalización que produce “el saber”, el discurso, como “poder del sí” del
maestro, en otras palabras, la igualación, y la concomitante perdida de las
diferencias en la satisfacción de las necesidades, la homogeneización de los
hábitos de sentir y pensar, tendrán como efecto un entumecimiento ético, moral y
afectivo en el alumno. He allí el rol del “maestro”. El carácter co-extensivo del
poder del maestro y de la escuela, hace que abrigue a todo aquel que
institucionalice su relación ya que el mismo poder es una imbricación de
relaciones. Cuando llegas a la escuela no se te “impone”, fundamentalmente, un
poder, se te hace sentir poder porque ese otro sentir _ sentir que no sentías por
fuera de la escuela _ ya es un dispositivo, una estrategia de poder, que fortalece
la relación dominación-subordinación.

Ahora, como el poder del “maestro” constituye al alumno haciéndolo “sujeto” no


es posible asaltar ese poder. El asalto de ese poder solo es posible en el mismo
sujeto y por el mismo sujeto, cuando surge la necesidad, desde la voluntad de
éste, que el mismo sujeto reviva en una serie de individualidades diferentes, es
decir, cuando éste quiere ser otro distinto al que “es” para devenir quien se es. De
la lucha contra el poder del “otro”, el maestro, se pasaría a la lucha contra mi
mismidad, en tanto, es en mí como sujeto, en donde se halla el poder del “otro”.
Dicho de otra manera: Luchar contra mí es luchar contra el ejercicio de poder del
maestro; luchar contra el maestro pasa por construir mi identidad para destruir mi
identidad: ¡Se tu mismo!, expresión que manifiesta la ética de la una autonomía
otra, fundada en las diferencias, “contrapuesta” al poder que normaliza, es decir, al
poder del maestro que es el poder de la institución, de los padres, de la cultura, .

Sujetar al alumno sin golpear el cuerpo y prohibir el alma es la tarea de la


normalización que genera el maestro, mediante el discurso – hablemos un mismo
“lenguaje “ , dicen unos; hablemos unos mismos códigos, dicen otros - .Es el
pensar desde la “certeza” de la comunicación y del lenguaje del maestro, desde
las identidad con él, lo que le imprime al pensar, al sentir y al actuar del alumno su
pasividad. La ruptura con la normalización que hemos venido reflexionando
inaugura otro poder: el poder del maestro y del alumno auténtico cuya existencia
constituye una ruptura permanente consigo mismo y con el Otro, en la relación con
ese Otro.

Finalmente, Nietzsche, compara al escritor y al maestro y les advierte de ciertos


peligros que ambos corren en el sentido de perderse de sí mismo y de la
serenidad con que dicen y hacen las cosas que tienen que ver con su vida de
individuos: “(...) quien se ha puesto a escribir siente la pasión de hacerlo, en casi
todo lo que hace y lo que experimenta, no aprende más que lo que puede
comunicar literariamente. Ya no piensa en sí mismo sino en el escritor y en su
público: quiere ver las cosas con profundidad, pero no para su uso personal. El
que enseña es también incapaz, la mayoría de las veces, de obrar buscando su
bien personal, pues siempre está pensando en el bien del alumno, y solo le
interesa el conocimiento que puede ser enseñado. Acaba considerándose como
un lugar de paso del saber, en suma, como un medio puro y simple, hasta el punto
de perder la serenidad en las cosas que le conciernen” 30. ¿Por qué, para este
pensador, es un peligro lo antes expresado cuando lo que siempre se ha
considerado, en la sociedad moderna, es que el maestro se entregue al otro, es
decir, al alumno?.

Constituye un peligro, por cuanto, la pérdida de la búsqueda del bien personal es


la pérdida de su propia búsqueda, es decir, la perdida de sí mismo que, a su vez,
es camino para “penetrar” en el conocimiento que puede ser enseñado. En este
sentido, el bien personal no es acumulación material, definida por las leyes del
mercado, sino la penetrante voluntad para encontrarse, haciendo de la puesta en
ejercicio de la voluntad, el lugar donde la voluntad se hace conocimiento. En estas
condiciones, la voluntad de saber y la movilización del conocimiento del maestro,
no se reduce a lo que puede ser enseñado; al contrario, se asienta en lo in-
señable por que en esto está la posibilidad de complejizar y trastocar lo enseñable
o lo que siempre se ha aceptado como lo enseñable.

¿Ahora que es lo que puede ser enseñado?. Puede ser, para la mayoría, el fruto;
para la minoría, es decir, para Nietzsche, la semilla. Pero, la semilla existe en ti, de
tal manera, que sólo siendo tú podrás establecer lo que puede ser enseñado. El
“buen maestro”, define, externamente, el conocimiento que debe ser enseñado y,
por tanto, aprendido por el alumno; el “mal maestro” te coloca en el espacio de la
dificultad para que desde, tú propia búsqueda, instituyas lo que se puede enseñar
y aprender.

30

NIETZSCHE. Humano, demasiado humano. pág. 142.


5. A MANERA DE CIERRE-APERTURA.

Con estas ideas alrededor de la “asunción nietzscheana” del concepto de maestro


solo se abre una posibilidad para seguir indagando desde otros lugares, quizás, de
dicha asunción y sus implicaciones en los procesos formativos. Esto, quizás,
implica que podríamos ya hoy y no solo mañana otras visiones interpretativas de
las ideas expuestas que las trapearían, les darían otros sentidos o simplemente
negarían estos sentidos. Creo que las ideas, desde este pensador de la escuela
de la sospecha, y contra este pensador, tampoco tienen discípulos, solo tienen
( im) posibilidades ficcionales del mundo y el papel de maestro como concepción
más que como concepto. El concepto petrifica, la concepción libera. Que
requerimos: maestro que solo conceptualice desechando las concepciones o
concepciones que juegan con los conceptos sin dejarse esclavizar por estos?.
Requerimos maestros que si juegan un papel, este sea más bien el de dar armas,
no el de dar clases!31
En atención al llamado de Nietzsche a lo largo de esta reflexión, estoy convencido
que, de manera semejante a la época de este pensador, en la Alemania de ayer,
como en la Colombia de hoy necesitamos “ (…) el Sistema de Educación Superior
se ha escapado lo principal; el fin y los medios para alcanzarlo. Se ha olvidado
que el fin es la educación, la formación y no el Reich, y que para alcanzar este fin
se necesitan educadores, y no profesores de Instituto y eruditos de universidad
(...). Se requieren educadores que estén a su vez educados, espíritu superiores,
aristocráticas, que estén a la altura requerida en todo momento y que den prueba
de ello cuando hablen y cuando estén en silencio, individuos cultos en sentido
maduro y dulce, y no esos brutos instruidos que ofrecen hoy a la juventud los
Institutos y la Universidad como si fueran “nodrizas superiores” .

31
. Pierre Bordiue, al referirse a los sociólogos afirma: si los sociólogos tienen un papel, este consiste mas
bien en dar armas y no en dar clases. Lo que hice fue reemplazar sociólogo por maestro, en tanto considero
desde las ideas de Nietzsche y si fuese posible, en este caso, contra el que el maestro como el sociólogo
juegan el rol de armar armándose no el de dar lecciones.
BIBLIOGRAFIA

ABBAGNANO. Diccionario de Filosofía. Fondo Cultura Económica, 1995.

AVANZINI, Guy. La Pedagogía desde el Siglo XVII hasta nuestros días. Fondo
de Cultura Económica, 1990.

ARMENOL, R. El Pensamiento de Sócrates y el Psicoanálisis de Frend. Edit.


Paidos, 1994.

ALEGRE GORRI, Antonio. Estudio Sobre los Presocráticos, Anthropos, 1990.

BOTERO URIBE, Darío. La voluntad del poder de Nietzsche. Ecoe Ediciones,


Bogotá.

BETANCOURT, William. Del Logo Eidos. Univalle, 1992.

BACHELARD, Gastón. La Filosofía del No. Amorrutu. Editores. Buenos Aires.


1987.
__________La formación del Espíritu Científico. Amorrutu, 1985.

COLLI, Giorgio. Después de Nietzsche. Anagrama, Barcelona, 1988.


_________ El libro de nuestra crisis. Piados. 1991.

CUBILLOS, Julio. Nietzsche y la Educación. U. del Valle.

CRUZ, Danilo. Nihilismo e inmoralismo. Procultura, 1985.

CALLINICOS, Alex. Contra el Postmodernismo. El Ancora, 1993.

CHAUTEAU, Jean. Los Grandes Pedagogos. Fondo de Cultura Económica,


1985.

DERRIDA, Jacques. Los Estilos de Nietzsche. Herder 1990.

DEBESSE, M. y MIALARET, G. Historia de la Pedagogía. Oikos-Tan, 2 Tomos,


1993.

ESQUILO. Tragedias completas. Edit. Panamericana, 1996.


FERRO BAYONA, Jesús. Nietzsche y el retorno de la metáfora. Ediciones
Uninorte. 1994.

FOGEL, Guillan. Nietzsche contra Nietzsche. Carlos Ortíz traductor, en Revista


Estudios. U. de Antioquia, 1991.

FOUCAULT, Michael. La Arqueología del Saber. Herder, 1990.

NIETZSCHE, Genealogía, Historia.


___________. La Tecnología del Yo. Herder, 1991.
___________. Vigilar y castigar. Herder, 1990.

GIROUX, Henry. Los profesores como intelectuales. Paidos, 1990.

HEIDEGER, Martín. Ciencia y Técnica. Edit. Universitaria, Barcelona, 1993.


_________. La pregunta por la cosa, Edi. Alfa 1975.

HEGEL, Friedrich. Fenomenología del Espíritu. Fondo de Cultura Económica.


1993.
_________. Lecciones de Historia de la Filosofía.
_________. Introducción a la Historia de la Filosofía.
JAEGER, Werner. Paideia. Fondo de Cultura Económica, 1995.

KANT, Inmanuel. Pedagogía. Editorial_________.

LEFEBRE, Henry. Nietzsche. Fondo de Cultura Económica, 1993.

MAYER, F. Historia del Pensamiento Pedagógico. Edit. Kapeluzs, 1992.

MORANDO, Dante. Pedagogía. Biblioteca Antropológica, 1985.

MOREY, Miguel. El Hombre como Argumento. Antropos, 1989.

MONTOYA, Jairo (Compilador). Nietzsche 150 años. Edit. Facultad de


Humanidades, Cali. 1995.

NOLTE, Ernest. NIETZSCHE y el Nietzscheanismo. Alienza Edit., 1995.

NIETZSCHE, Federico. Sobre el Porvenir de nuestras escuelas. Tusquet,


editores.
__________. El ocaso de los ídolos. A.L. Mateos. Clásicos de Siempre. Alianza
Editores. 1994.
________. Más allá del bien y del mal, 1994.
________. La Gaya Ciencia. Sarpe, 1984.
________. Así habló Zaratrustra. 1984.
________. Humano, demasiado humano, 1994.
________. El Nacimiento de la Tragedia, 1992.
________. La Voluntad de Poderío. Biblioteca Edaf, 1980.
________. La Sombra del Caminante, 1994.
________. La Aurora, 1994.
________. Consideraciones Intempestivas I, 1994.
________. Consideraciones Intempestivas III, 1993.
________. Genealogía de la Moral, 1993.
________. Fragmentos póstumos. Norma, 1993.

PIEPER, Josef. Sobre los Mitos Platónicos. Herder, 1984.

QUICENO, Humberto. Los Intelectuales y el Saber. U. del Valle, 1993.

RAMNOUX, Clemence. Et all. Historia de la Filosofía Griega. Siglo XXI, 1990.

ROSSI WERNER, Nietzsche. El Aguila Angustiada. Siglo XXI, 1995.


SAVATER, Fernando. Idea de Nietzsche. Ariel, 1995.

SANCHEZ MECA, Diego. En Torno al Superhombre. Nietzsche y la Crisis de la


Modernidad. Antropos, 1989.

SOFOCLES. Tragedias. Edit. Panamericana, 1995.

STUART MILL, John. El Utilitarismo. Editorial SARPE, 1989.


__________________. Sobre la Libertad. Editorial SARPE, 1989.

VATTIMO, Gianni. Introducción a Nietzsche. De. Peninsular. 1985.


__________. Introducción a Heidegger. Gedisa, 1993.
__________. El Sujeto y la máscara. Nietzsche y el problema de la liberación. Ed.
Peninsular 1989.
__________. El fin de la modernidad. Nihilismo y Hermenéutica en la Cultura
Postmoderna. Gedisa, 1994.

ZULETA, Estanislao. Elogio de la Dificultad y Otros Ensayos, F.E.Z. 1994.


__________. Educación y Democracia. F.E.Z. 1995.
__________. Lecciones de Filosofía. Univalle, 1996.

También podría gustarte