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2021
UNIDAD 1
LOS FEMINISMOS, ANTESALA DEL GÉNERO
AMÉRICA
ROMA
s Las mujeres estaban sometidas a sus padres y/o a sus maridos.
s Las niñas no recibían la misma educación que los niños.
s El pater familias, es decir el marido, ejercía autoridad completa sobre todos los
miembros del hogar.
s Las mujeres romanas no tenían oportunidad de acceder a una educación superior.
“En los banquetes, las sirvientas, las flautistas, las mujeres que tocan las cítaras, las danzarinas
y las cortesanas tenían permitido permanecer con los hombres; la esposa y las otras mujeres
estaban destinadas al gineceo (un cautiverio femenino). Los hombres gozaban de libertad
sexual con las mujeres esclavas, las cortesanas y los hombres jóvenes. La fidelidad y la
monogamia desde entonces eran sólo para mujeres”. (Galeana: 2004, p. 93)
LA PREMODERNIDAD
Edad Media
Este período se extiende desde el siglo V, aproximadamente el año 476, cuando cae el
Imperio Romano, hasta el siglo XV. Las teorías sobre su fin datan de 1453, año en el que se
re-inventa la imprenta y aquellas que asumen que terminó en 1492, con el “descubrimiento”
de América.
Renacimiento
Es reconocido como uno de los grandes momentos de la historia universal. Marcó el paso
del mundo Medieval al mundo Moderno.
Existen varias teorías sobre sus orígenes, hay quienes dicen que empezó en 1453, con la
conquista de Constantinopla; otros afirman que se inició con el descubrimiento de la
imprenta en 1449, por Gutemberg. Decimos descubrimiento ya que el pueblo chino la había
inventado en el período comprendido entre 1041 y 1048.
Situación de las mujeres en el Renacimiento
Ø La autonomía, defendida por los representantes del Renacimiento, no llegó a las
mujeres.
Ø El discurso masculino de los representantes de la iglesia era el dominante. No se debe
olvidar que éste catalogaba al género femenino como lo diabólico.
Ø Las mujeres no fueron reconocidas como sujetos autónomos, libres; siempre se las
concibió como dependientes de los hombres.
La “Santa” Inquisición:
(Derivada de la Inquisición Española, posterior a la Inquisición Medieval)
“La Inquisición fue una institución
judicial creada por el pontificado en la
edad media, con la misión de localizar,
procesar y sentenciar a las personas
culpables de herejía. En la Iglesia
primitiva la pena habitual por herejía
era la excomunión. Con el
reconocimiento del cristianismo como
religión estatal en el siglo IV por los
emperadores romanos, los herejes
empezaron a ser considerados
enemigos del Estado, sobre todo
cuando habían provocado violencia y
alteraciones del orden público. San
Agustín aprobó con reservas la acción
del Estado contra los herejes, aunque la
Iglesia en general desaprobó la coacción y los castigos físicos. (http://www.geocities.com)”.
Es importante notar que la Inquisición tuvo sus primeros orígenes en 1231, pierde vigencia
en el Renacimiento y vuelve a aparecer, en España, totalmente fortalecida, a partir de 1478,
por propuesta de los “Reyes Católicos”.
En esta Unidad reviste especial importancia la época de la Inquisición Española, ya que ésta
se extendió a las colonias americanas (Virreinatos de México y Perú), territorio en el que las
víctimas de su persecución fueron aquellas personas relacionadas con la hechicería, no
tanto con la herejía.
La Inquisición es suprimida, finalmente en 1843. En América desaparece con el período de la
Independencia.
¿Qué se entiende por Feminismo Moderno (o Ilustrado)?
Un evento fundamental para comprender, de mejor manera, al denominado Feminismo
Moderno lo constituye la Revolución Francesa. Sin embargo, es importante, además,
conocer el concepto de Modernidad, que, sencillamente, puede ser concebida como la
ruptura de los paradigmas basados en las tradiciones y en la superstición, proceso
revolucionario que proclama el triunfo de la razón.
LA MODERNIDAD
Si hablamos de sociedad sin actores, podemos encontrar el porqué de la falta y/o anulamiento de
episodios sociales que aportan en la consecución del cumplimiento y/o reconocimiento de los
derechos de “las minorías”. Si la modernidad es universalizadora, es contradicha innumerables
veces desde su esencia porque al intentar serlo, el humano como tal desaparece, proyectando esa
desaparición en el reforzamiento de grupos que ostentan el poder e intentan dirigir los distintos
eventos o acontecimientos sociales para satisfacer sus necesidades. (Sandra Álvarez Monsalve,
FACSO 2009)
• Condorcet escribió el Bosquejo de una tabla histórica de los progresos del Espíritu
Humano (1743), en el que se reclamaba el reconocimiento del papel social de la mujer.
• En 1788, las mujeres redactaron una carta al rey, en la que escribieron y denunciaron las
condiciones en las que vivían y reclamaron, también, su derecho a votar y a ser
representadas por ellas mismas, con el argumento de que las mujeres no pueden estar
representadas sino por mujeres, ya que los intereses de los representantes deben ser
los mismos de sus representados.
• Olympe de Gouges publicó la Declaración de los Derechos de las Mujeres (1791), que
denunciaba el “olvido de las mujeres” en la Revolución. Entre sus principales demandas
constaba el derecho al voto. El artículo X afirma: «La mujer tiene el derecho de subir al
cadalso, debe tener igualmente el derecho de subir a la tribuna».
• Mary Wollstonecraft, feminista inglesa, escribió la Vindicación de los Derechos de la
Mujer (1792) en la que plantea importantes argumentos en contra de la exclusión de las
mujeres en el campo de los derechos.
Esta obra se ha convertido en un clásico del feminismo, su principal aporte consistió en
argumentar que la clave para la sumisión de las mujeres se encontraba en su no acceso
a la educación, ya que las mujeres educadas podían acceder a actividades remuneradas,
desarrollando su independencia económica. Cabe señalar que Wollstonecraft no hizo
referencia a las reivindicaciones “políticas” de las mujeres ni a su derecho al voto.
No obstante de ser reconocida históricamente, la Vindicación, en su momento,
solamente llegó a pequeños grupos de intelectuales.
• El Código Civil Napoleónico (1804), cuyo texto recogió los principales avances sociales
de la Revolución, negó, a las mujeres, los derechos civiles, reconocidos para los
hombres durante la época revolucionaria y dictaminó, de manera discriminatoria, que el
hogar era el ámbito exclusivo de la actuación femenina.
• El carácter misógino de este Código se expresó, además, en el establecimiento de un
derecho civil que homologaba a las mujeres con las y los menores de edad y, al ser
consideradas de esta manera, estaban bajo la tutela de sus padres, esposos y hasta de
sus hijos. Adicionalmente, se tipificó al adulterio y al aborto como delitos y se
institucionalizó la exclusión de las mujeres de los centros educativos; otorgándoles,
únicamente, el derecho a la educación inicial (primaria).
Estos antecedentes dieron lugar a que el Movimiento Feminista, como tal, surja en
Europa Occidental y Norteamérica; su bandera de lucha: la igualdad de las mujeres y su
liberación, expresada básicamente en el derecho al voto, origen del posteriormente
denominado Movimiento Sufragista.
El Movimiento Sufragista, en Estados Unidos, estuvo muy relacionado –en sus inicios- con el
Movimiento Abolicionista, es decir, aquel movimiento que luchaba para combatir la
esclavitud, lo que les permitió a las mujeres, observar las semejanzas entre su situación con
aquella de las y los esclavos.
Solamente en 1928, luego de la Primera Guerra Mundial, las mujeres inglesas obtuvieron el
derecho al voto. En la década del 30 la mayoría de los países “desarrollados” habían
aceptado y reconocido el derecho al voto femenino. Suiza fue la excepción ya que no lo
hizo hasta 1971.
FEMINISMO SOCIALISTA
¿Qué se entiende por socialismo?
A lo largo de la historia, el socialismo ha sido definido de distintas maneras, sin embargo, su
definición más adecuada, a los propósitos de este módulo, es aquella que lo concibe como
una teoría filosófica y política asociada con la búsqueda del bien común y de la igualdad
social. Su intención final es la construcción de sociedades en las que no existan grupos
subordinados utilizando diferentes estrategias, entre ellas la revolución, el desarrollo social
o reformas institucionales.
¿Qué se entiende por feminismo?
El Feminismo es una filosofía de vida que no reconoce las desigualdades, que respeta las
diferencias, que propone soluciones que den lugar a la construcción de una sociedad justa,
solidaria e incluyente.
No obstante de ser, en esencia, dos corrientes de pensamiento que buscan fines similares,
el socialismo no necesariamente ha sido feminista. Aunque sus orígenes más lejanos distan
“Mujeres socialistas de todos los países, en unión inseparable con la Internacional Socialista, combatan contra
la guerra. La guerra moderna significa destrucción masiva y matanza masiva. Pero la guerra sólo es la
extensión de la matanza masiva que el capitalismo desata cada hora de cada día contra los proletarios. Año
tras año, cientos de miles de víctimas caen en el campo de batalla laboral de las naciones capitalistas
desarrolladas, muchas más víctimas que en cualquier guerra. Entre esas víctimas, las mujeres son un
número cada vez mayor. La guerra es sólo la explotación masiva más alocada por medio del capitalismo.
Son los hijos de los proletarios quienes deben enfrentarse, matarse entre sí. Las mujeres y las madres
deploran ese crimen y no sólo porque mutila los cuerpos de sus propios familiares, sino también
porque destruye las almas. La guerra amenaza con todo los que las madres enseñan a sus hijos sobre la
solidaridad y la comunidad internacional. Las mujeres pueden instalar en sus hijos profundos sentimientos
contra la guerra, pero esto no significa que las mujeres no quieran hacer sacrificios. Ellas saben que es
necesario luchar y morir en la lucha por la libertad. La lucha contra la guerra, y la lucha por la
libertad, no pueden librarse sin las mujeres”. CLARA ZETKIN (1907).
Las primeras feministas anarquistas (inicios del Siglo XX) se declararon abstencionistas, es
decir, fomentaban la no participación en elecciones políticas, ya que consideraban que no
servían para cambiar la situación de la sociedad, ya que son las y los representantes quienes
deciden por la ciudadanía en su conjunto, y no las ciudadanas y ciudadanos, por sí mismos.
Esta posición las puso en evidente contradicción con sus compañeras del movimiento
sufragista.
Sus planteamientos quedaron relegados hasta la década de los años sesenta, época en la
que algunas feministas radicales asumen sus planteamientos y promueven la necesidad de
desarrollarse individualmente, con miras a formar un verdadero movimiento feminista.
Principales fundamentos:
ü LO PERSONAL ES POLÍTICO es la frase que encierra toda la filosofía de estas mujeres que
profundizaron en el análisis de temáticas relacionadas con la vida cotidiana de sus
pares, llegando a concluir que no es posible el cambio social si no se transforman las
relaciones entre los sexos.
ü Recuperación de la identidad propia de las mujeres, concebida como el motor del
cambio político.
ü Pretende ir más allá de las reivindicaciones logradas en el Siglo XIX hasta mediados del
Siglo XX.
ü Las revoluciones socialistas no aportaron en el cambio profundo de la realidad de
opresión vivida por las mujeres.
ü La naturaleza no fija el destino de los seres humanos ni lo determina. Simone de
Beauvoir, una de las precursoras, afirmó que “no se nace mujer, se llega a serlo”.
ü Las mujeres tienen derecho al placer sexual. Rescatan el orgasmo clitoridiano (clítoris).
Reivindican el derecho a elegir libremente su sexualidad.
ü La crianza y el cuidado de la familia no necesariamente están ligados con la capacidad
reproductiva de las mujeres.
ü El trabajo doméstico no tiene que ser exclusivo de las mujeres y debe ser remunerado.
CORRIENTES FEMINISTAS
FEMINISTAS MARXISTAS
Ø Utilizan categorías y conceptos marxistas para explicar la situación de las mujeres.
MARXISMO: Teoría del desarrollo de las clases, del proceso de acumulación de las
sociedades capitalistas, de la reproducción de la clase dominante, del desarrollo de las
contradicciones de la lucha de clases.
Ø Su aporte fundamental radica en el concepto de la división sexual del trabajo.
Ø Visibilizan a las mujeres en el mercado laboral: su derecho a la organización y a la
sindicalización.
FEMINISTAS SOCIALISTAS
Ø Coinciden con las feministas radicales en que la lucha femenina debe ser específica, sin
embargo, consideran que ésta debe estar inmersa en la lucha contra el sistema
capitalista.
Ø Consideran que los cambios en el ámbito económico no son suficientes para lograr las
reivindicaciones de las mujeres.
Ø Uno de los principales aportes es la teoría de que la explotación de clase está
estrechamente relacionada con la opresión de las mujeres, ya que éstas son explotadas
por el capitalismo y oprimidas por el patriarcado (por los hombres). Sugieren militar en
contra de los dos sistemas.
Ø Los centros de origen de este feminismo se encuentran en Inglaterra y España. En
América Latina, las feministas socialistas promovían la lucha en contra del Imperialismo
Yanqui.
Ø Se organizan en base a demandas específicas: en contra de la desocupación, el agua,
etc., y se suman a los otros movimientos feministas, con el fin de conseguir cambios
más generales en la sociedad.
Ø Las feministas socialistas son, mayoritariamente, mujeres de sectores populares.
Ø No se reconocen como feministas, sin embargo, eventualmente militan en temas como
la anticoncepción, el aborto, la eliminación de leyes excluyentes y se suman a otros
grupos de mujeres feministas y de movimientos sociales.
Principales exponentes:
Ø Katherine McKinon: Hacia una construcción de la teoría del Estado.
Ø Heidi Hartmann.
Ø Nancy Hartsock.
TENDENCIAS FEMINISTAS
FEMINISTAS DE LA IGUALDAD
Principales exponentes:
Ø Cecilia Amoros.
Ø Amelia Valcarcel.
FEMINISTAS DE LA DIFERENCIA
Ø Se proclamaron defensoras de las diferencias entre los sexos.
Ø Asumen la recuperación de la subjetividad, de la particularidad. “Vivir en un mundo de
mujeres para mujeres”.
Ø Retoman el concepto de tecnologías de poder utilizadas por Foucault.
Ø Hablan de reivindicar una sexualidad perversa.
Ø Cuestionan la relación entre sexualidad y conciencia.
Ø Trabajan la imagen de las mujeres y la corporalidad.
Ø Trabajan mucho la construcción de la subjetividad feminista, el deseo y la pasión, desde
el propio feminismo.
Ø Cuestionan la heterosexualidad.
Principales exponentes:
Ø Teresa de Laurentis.
Ø Rosa Braidotti.
Ø Luce Irigaray.
La Primera Ola
Existe un debate en cuanto a la época histórica de las dos primeras “olas”. Hay quienes
opinan que “la primera ola” se extiende hasta la primera mitad XIX, y que sus orígenes se
encuentran, especialmente, en Estados Unidos e Inglaterra y que termina con la
consecución del derecho al voto en la mayoría de los países, reconociendo a las feministas
sufragistas como las principales representantes de esta época. Para efectos de una mejor
comprensión, en este módulo lo asumiremos de esta manera.
La situación de las mujeres durante esta época estuvo marcada por el malestar con el que
se veía el trabajo remunerado de las mujeres, es decir, fuera del hogar. El sistema patriarcal
daba mucha importancia a las tareas domésticas y al trabajo voluntario. Las mujeres no
tenían acceso a la educación superior, mucho menos a la formación profesional. No tenían
derecho al voto (sufragio); es la época en la que se realiza la Convención de Séneca Falls
(1848), en la que se declaró que mujeres y hombres habían sido creados iguales.
La principal lucha de estas mujeres fue conseguir el derecho al voto.
La Segunda Ola
El feminismo resurge, con fuerza, en la década de los sesentas y principios de los setentas.
Sus raíces estaban en los movimientos estudiantiles radicales de Estados Unidos y Europa
Occidental. Era la época en la que las mujeres todavía aceptaban el papel de doméstica y
madre. No participaban ni en el mundo público, mucho menos en el político.
Esta segunda generación hace hincapié en temas como el cuidado infantil, la violencia, la
sexualidad y las responsabilidades familiares compartidas.
Que surge en las décadas de los ochenta y noventa del siglo XX. Su principal característica
es que se enfoca en la diversidad de las mujeres. Concibe, además, importante asumir una
nueva categoría de “mujer”, categoría que está atravesada por la nacionalidad, la etnia y la
orientación sexual.
Rechaza y confronta los planteamientos de la Segunda Ola, por considerarlo elitistas y poco
o nada abiertos a la pluralidad de culturas, ideologías y prácticas sexuales. Los movimientos
de mujeres negras, lesbianas, transexuales, entre otras, serán sus principales
representantes. Luchan por deconstruir conceptos de género, raza, identidad. A este nuevo
feminismo, hay quienes lo denominan el postfeminismo, similar, en muchos de los casos, al
feminismo de la diferencia.
FEMINISTAS POSTESTRUCTURALISTAS
Principales exponentes:
Ø Helene Cixous.
Ø Luce Irigaray.
Ø Monique Wittig.
Ø Adrieene Rich: La Heterosexualidad Compulsiva.
Ø Nancy Fraser.
Bibliografía:
1. De Miguel, Ana, “LOS FEMINISMOS A TRAVÉS DE LA HISTORIA”, disponible en
“Mujeres en Red”, El Periódico Feminista, http://www.mujeresenred.net/
2. Gamba, Susana, FEMINISMO: HISTORIA Y CORRIENTES EN "DICCIONARIO DE
ESTUDIOS DE GÉNERO Y FEMINISMOS". Editorial Biblos 2008.
3. Jackson J Spielvogel, PhD, “CIVILIZACIONES DE OCCIDENTE”, ITP Latin America, 2004.
ANEXOS UNIDAD 1
DECLARACIÓN DE LOS DERECHOS DE LA MUJER Y DE LA CIUDADANA
Olympe de Gouges, 1791
Para ser decretados por la Asamblea nacional en sus últimas sesiones o en la
próxima legislatura.
PREÁMBULO
Las madres, hijas, hermanas, representantes de la nación, piden que se las constituya en
asamblea nacional. Por considerar que la ignorancia, el olvido o el desprecio de los
derechos de la mujer son las únicas causas de los males públicos y de la corrupción de 105
gobiernos, han resuelto exponer en una declaración solemne, los derechos naturales,
inalienables y sagrados de la mujer a fin de que esta declaración, constantemente presente
para todos los miembros del cuerpo social les recuerde sin cesar sus derechos y sus
deberes, a fin de que los actos del poder de las mujeres y los del poder de los hombres
puedan ser, en todo instante, comparados con el objetivo de toda institución política y sean
más respetados por ella, a fin de que las reclamaciones de las ciudadanas, fundadas a partir
de ahora en principios simples e indiscutibles, se dirijan siempre al mantenimiento de la
constitución, de las buenas costumbres y de la felicidad de todos.
En consecuencia, el sexo superior tanto en belleza como en coraje, en los sufrimientos
maternos, reconoce y declara, en presencia y bajo 105 auspicios del Ser supremo, los
Derechos siguientes de la Mujer y de la Ciudadana.
ARTÍCULO PRIMERO
La mujer nace libre y permanece igual al hombre en derechos, Las distinciones sociales sólo
pueden estar fundadas en la utilidad común.
II
El objetivo de toda asociación política es la conservación de los derechos naturales e
imprescriptibles de la Mujer y del Hombre; estos derechos son la libertad, la propiedad, la
seguridad y, sobre todo, la resistencia a la opresión.
III
El principio de toda soberanía reside esencialmente en la Nación que no es más que la
reunión de la Mujer y el Hombre: ningún cuerpo, ningún individuo, puede ejercer autoridad
que no emane de ellos.
IV
La libertad y la justicia consisten en devolver todo lo que pertenece a los otros; así, el
ejercicio de los derechos naturales de la mujer sólo tiene por límites la tiranía perpetua que
el hombre le opone; estos límites deben ser corregidos por las leyes de la naturaleza y de la
razón.
Las leyes de la naturaleza y de la razón prohíben todas las acciones perjudiciales para la
Sociedad: todo lo que no esté prohibido por estas leyes, prudentes y divinas, no puede ser
impedido y nadie puede ser obligado a hacer lo que ellas no ordenan.
VI
La ley debe ser la expresión de la voluntad general; todas las Ciudadanas y Ciudadanos
deben participar en su formación personalmente o por medio de sus representantes. Debe
ser la misma para todos; todas las ciudadanas y todos los ciudadanos, por ser iguales a sus
ojos, deben ser igualmente admisibles a todas las dignidades, puestos y empleos públicos,
según sus capacidades y sin más distinción que la de sus virtudes y sus talentos.
VII
Ninguna mujer se halla eximida de ser acusada, detenida y encarcelada en los casos
determinados por la Ley. Las mujeres obedecen como los hombres a esta Ley rigurosa.
VIII
La Ley sólo debe establecer penas estricta y evidentemente necesarias y nadie puede ser
castigado más que en virtud de una Ley establecida y promulgada anteriormente al delito y
legalmente aplicada a las mujeres.
IX
Sobre toda mujer que haya sido declarada culpable caerá todo el rigor de la Ley.
X
Nadie debe ser molestado por sus opiniones incluso fundamentales; la mujer tiene el
derecho de subir al cadalso; debe tener también igualmente el de subir a la Tribuna con tal
que sus manifestaciones no alteren el orden público establecido por la Ley.
XI
La libre comunicación de los pensamientos y de las opiniones es uno de los derechos más
preciosos de la mujer, puesto que esta libertad asegura la legitimidad de los padres con
relación a los hijos. Toda ciudadana puede, pues, decir libremente, soy madre de un hijo que
os pertenece sin que un prejuicio bárbaro la fuerce a disimular la verdad; con la salvedad de
responder por el abuso de esta libertad en los casos determinados por la Ley.
XII
La garantía de los derechos de la mujer y de la ciudadana implica una utilidad mayor; esta
garantía debe ser instituida para ventaja de todos y no para utilidad particular de aquellas a
quienes es confiada.
XIII
Para el mantenimiento de la fuerza pública y para los gastos de administración, las
contribuciones de la mujer y del hombre son las mismas; ella participa en todas las
prestaciones personales, en todas las tareas penosas, por lo tanto, debe participar en la
distribución de los puestos, empleos, cargos, dignidades y otras actividades.
XIV
Las Ciudadanas y Ciudadanos tienen el derecho de comprobar, por sí mismos o por medio
de sus representantes, la necesidad de la contribución pública. Las Ciudadanas únicamente
pueden aprobarla si se admite un reparto igual, no sólo en la fortuna sino también en la
administración pública, y si determinan la cuota, la base tributaria, la recaudación y la
duración del impuesto.
XV
La masa de las mujeres, agrupada con la de los hombres para la contribución, tiene el
derecho de pedir cuentas de su administración a todo agente público.
XVI
Toda sociedad en la que la garantía de los derechos no esté asegurada, ni la separación de
los poderes determinada, no tiene constitución; la constitución es nula si la mayoría de los
individuos que componen la Nación no ha cooperado en su redacción.
XVII
Las propiedades pertenecen a todos los sexos reunidos o separados; son, para cada uno, un
derecho inviolable y sagrado; nadie puede ser privado de ella como verdadero patrimonio
de la naturaleza a no ser que la necesidad pública, legalmente constatada, lo exija de
manera evidente y bajo la condición de una justa y previa indemnización.
Epílogo
Mujer, despiértate; el rebato de la razón se hace oír en todo el universo; reconoce tus
derechos. El poderoso imperio de la naturaleza ya no está rodeado de prejuicios, de
fanatismo, de superstición y de mentiras. La antorcha de la verdad ha disipado todas las
nubes de la necedad y de la usurpación. El hombre esclavo ha multiplicado sus fuerzas, ha
necesitado recurrir a las tuyas para romper sus cadenas. Una vez libre, se ha vuelto injusto
con su compañera. ¡Oh, mujeres! Mujeres, ¿cuándo dejaréis de estar ciegas? ¿Cuáles son las
ventajas que habéis recogido en la revolución? Un desprecio más marcado, un desdén más
señalado. En los siglos de corrupción sólo habéis reinado sobre la debilidad de los hombres.
Vuestro imperio se ha destruido; ¿qué os queda? La convicción de las injusticias del hombre.
La reclamación de vuestro patrimonio, fundada sobre los sabios decretos de la naturaleza;
¿qué podríais temer por una tan hermosa causa? ¿La buena palabra del Legislador de las
bodas de Caná? ¿Teméis que nuestros Legisladores Franceses, correctores de esta moral,
largo tiempo colgada de las ramas de la política, pero que ya no está de moda, os repitan:
mujeres qué tenemos en común vosotras y nosotros? Todo, podríais responder. Si se
obstinaran en su debilidad, a colocar esta inconsecuencia en contradicción con sus
principios, oponed valerosamente la fuerza de la razón a las vanas pretensiones de
superioridad; reuníos bajo los estandartes de la filosofía; desplegad toda la energía de
vuestro carácter, y pronto veréis estos orgullosos, ya no serviles adoradores rampantes a
vuestros pies, sino orgullosos de compartir con vosotras los tesoros del Ser Supremo.
Cualesquiera que sean las barreras que os opongan, está en vuestro poder el franquearlas;
os basta con quererlo. Pasemos ahora al horrible cuadro de lo que habéis sido en la
sociedad; y puesto que en este momento se trata de una educación nacional, veamos si
nuestros sabios Legisladores pensarán sanamente en la educación de las mujeres.
Las mujeres han hecho más mal que bien. La coacción y el disimulo han sido su patrimonio.
Lo que la fuerza les habría arrebatado, la astucia se lo ha devuelto; han recurrido a todos los
recursos de sus encantos y lo más irreprochable no se les resistía. El veneno, las armas, todo
les estaba sometido; mandaban tanto en el crimen como en la virtud. El gobierno francés,
sobre todo, ha dependido durante siglos de la administración nocturna de las mujeres; el
excusado no tenía ningún secreto para su indiscreción; embajada, mando, ministerio,
presidencia, pontificado, cardenalato; en fin todo lo que caracteriza la necedad de los
hombres, profano y sagrado, todo ha sido sometido a la codicia y a la ambición de este sexo
antiguamente despreciable y respetado, y desde la revolución respetable y despreciado.
En esta especie de antítesis, ¡cuántas observaciones puedo ofrecer!, sólo tengo un
momento para hacerlas, pero este momento tendrá la atención de la posteridad más
remota. Bajo el antiguo régimen, todo era vicioso, todo era culpable; pero ¿no podría
apercibirse la mejora de las cosas en la substancia misma de los vicios? Una mujer sólo debía
ocuparse de ser bella o amable; cuando poseía estas dos ventajas, veía cien fortunas a sus
pies. Si no las aprovechaba, tenía un carácter extravagante, o una filosofía poco corriente
que la llevaba al rechazo de las riquezas; entonces era únicamente considerada obstinada;
la más indecente se hacía respetar con oro; el comercio de las mujeres era una especie de
industria recibida en la primera clase, que desde ahora no tendrá ya crédito. Si todavía lo
tuviera, la revolución estaría perdida, y bajo nuevas relaciones estaríamos siempre
corrompidos; sin embargo ¿puede la razón disimular que cualquier otro camino hacia la
fortuna está cerrado para la mujer que el hombre compra como al esclavo en las costas de
África? La diferencia es grande, lo sabemos. La esclava manda al amo: pero si el amo le da la
libertad sin recompensa y a una edad en la que la esclava ha perdido todos sus encantos
¿qué será de esta infortunada? El juguete del desprecio; incluso las puertas de la
beneficencia le serán cerradas; es pobre y vieja, dicen; ¿por qué no ha sabido hacer fortuna?
Otros ejemplos todavía más conmovedores se ofrecen a la razón. Una joven sin experiencia,
seducida por un hombre a quien ella ama, abandonará a sus padres para seguirle; el ingrato
la dejará después de algunos años, y cuanto más habrá envejecido con él, más su
inconstancia será inhumana; si tiene hijos, también la abandonará. Si es rico, se creerá
dispensado de compartir su fortuna con sus nobles víctimas. Si algún compromiso lo liga a
sus deberes, violará la potestad esperándolo todo de las leyes. Si está casado, cualquier
otro compromiso pierde sus derechos. ¿Qué leyes quedan, pues, por hacer para extirpar el
vicio hasta en las raíces? La ley de la partición de las fortunas entre los hombres y las
mujeres, la ley de la administración pública. Fácilmente se concibe que aquéllas que han
nacido en una familia rica ganen bastante con la igualdad de las particiones. Pero aquélla
que ha nacido en una familia pobre, con méritos y con virtudes ¿cuál es su suerte? la
pobreza y el oprobio. Si no destaca precisamente ni en música ni en pintura, no puede ser
admitida en ninguna función pública, cuando ella tendría toda la capacidad para ello. No
quiero dar más que una idea general de las cosas, las profundizaré en una nueva edición de
todas mis obras políticas que me propongo dar al público dentro de algunos días, con
notas.
CONSIDERANDO: Que está convenido que el gran precepto de la naturaleza es que «el
hombre ha de perseguir su verdadera y sustancial felicidad». Blackstone en sus Comentarios
señala que puesto que esta Ley de la naturaleza es coetánea con la humanidad y fue dictada
por Dios, tiene evidentemente primacía sobre cualquier otra. Es obligatoria en toda la tierra,
en todos los países y en todos los tiempos; ninguna ley humana tiene valor si la contradice,
y aquellas que son válidas derivan toda su fuerza, todo su valor y toda su autoridad mediata
e inmediatamente de ella; en consecuencia:
DECIDIMOS: Que todas aquellas leyes que sean conflictivas en alguna manera con la
verdadera y sustancial felicidad de la mujer, son contrarias al gran precepto de la naturaleza
y no tienen validez, pues este precepto tiene primacía sobre cualquier otro.
DECIDIMOS: Que todas las leyes que impidan que la mujer ocupe en la sociedad la posición
que su conciencia le dicte, o que la sitúen en una posición inferior a la del hombre, son
contrarias al gran precepto de la naturaleza y, por lo tanto, no tienen ni fuerza ni autoridad.
DECIDIMOS: Que la mujer es igual al hombre - que así lo pretendió el Creador- y que por el
bien de la raza humana exige que sea reconocida como tal.
DECIDIMOS: Que las mujeres de este país deben ser informadas en cuanto a las leyes bajo la
cuales viven, que no deben seguir proclamando su degradación, declarándose satisfechas
con su actual situación ni su ignorancia, aseverando que tienen todos los derechos que
desean.
DECIDIMOS: Que puesto que el hombre pretende ser superior intelectualmente y admite
que la mujer lo es moralmente, es preeminente deber suyo animarla a que hable y predique
en todas las reuniones religiosas.
DECIDIMOS: Que la misma proporción de virtud, delicadeza y refinamiento en el
comportamiento que se exige a la mujer en la sociedad, sea exigido al hombre, y las mismas
infracciones sean juzgadas con igual severidad, tanto en el hombre como en la mujer.
DECIDIMOS: Que la acusación de falta de delicadeza y de decoro con que con tanta
frecuencia se inculpa a la mujer cuando dirige la palabra en público, proviene, y con muy
mala intención, de los que con su asistencia fomentan su aparición en los escenarios, en los
conciertos y en los circos.
DECIDIMOS: Que la mujer se ha mantenido satisfecha durante demasiado tiempo dentro de
unos límites determinados que unas costumbres corrompidas y una tergiversada
interpretación de las Sagradas Escrituras han señalado para ella, y que ya es hora de que se
mueva en el medio más amplio que el Creador le ha asignado.
DECIDIMOS: Que es deber de las mujeres de este país asegurarse el sagrado derecho del
voto.
DECIDIMOS: Que la igualdad de los derechos humanos es consecuencia del hecho de que
toda la raza humana es idéntica en cuanto a capacidad y responsabilidad.
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Tomado de: www.academiacarceller.net/feminismo_historia.
DECIDIMOS, POR TANTO: Que habiendo sido investida por el Creador con los mismos dones
y con la misma conciencia de responsabilidad para ejercerlos, está demostrado que la
mujer, lo mismo que el hombre, tiene el deber y el derecho de promover toda causa justa
por todos los medios justos; y en lo que se refiere a los grandes temas religiosos y morales,
resulta muy en especial evidente su derecho a impartir con su hermano sus enseñanzas,
tanto en público como en privado, por escrito o de palabra, o a través de cualquier medio
adecuado, en cualquiera asamblea que valga la pena celebrar; y por ser esto una verdad
evidente que emana de los principios de implantación divina de la naturaleza humana,
cualquier costumbre o imposición que le sea adversa, tanto si es moderna como si lleva la
sanción canosa de la antigüedad, debe ser considerada como una evidente falsedad y en
contra de la humanidad.
En la última sesión Lucretia Mott expuso y habló de la siguiente decisión:
DECIDIMOS: Que la rapidez y el éxito de nuestra causa depende del celo y de los esfuerzos,
tanto de los hombres como de las mujeres, para derribar el monopolio de los púlpitos y
para conseguir que la mujer participe equitativamente en los diferentes oficios, profesiones
y negocios.
PREÁMBULO
Artículo 1.
Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como
están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros.
Artículo 2.
Toda persona tiene todos los derechos y libertades proclamados en esta Declaración, sin
distinción alguna de raza, color, sexo, idioma, religión, opinión política o de cualquier otra
índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra
condición.
Además, no se hará distinción alguna fundada en la condición política, jurídica o
internacional del país o territorio de cuya jurisdicción dependa una persona, tanto si se
trata de un país independiente, como de un territorio bajo administración fiduciaria, no
autónomo o sometido a cualquier otra limitación de soberanía.
Artículo 3.
Todo individuo tiene derecho a la vida, a la libertad y a la seguridad de su persona.
Artículo 4.
Nadie estará sometido a esclavitud ni a servidumbre, la esclavitud y la trata de esclavos
están prohibidas en todas sus formas.
Artículo 5.
Nadie será sometido a torturas ni a penas o tratos crueles, inhumanos o degradantes.
Artículo 6.
Todo ser humano tiene derecho, en todas partes, al reconocimiento de su personalidad
jurídica.
Artículo 7.
Todos son iguales ante la ley y tienen, sin distinción, derecho a igual protección de la ley.
Todos tienen derecho a igual protección contra toda discriminación que infrinja esta
Declaración y contra toda provocación a tal discriminación.
Artículo 8.
Toda persona tiene derecho a un recurso efectivo ante los tribunales nacionales
competentes, que la ampare contra actos que violen sus derechos fundamentales
reconocidos por la constitución o por la ley.
Artículo 9.
Nadie podrá ser arbitrariamente detenido, preso ni desterrado.
Artículo 10.
Toda persona tiene derecho, en condiciones de plena igualdad, a ser oída públicamente y
con justicia por un tribunal independiente e imparcial, para la determinación de sus
derechos y obligaciones o para el examen de cualquier acusación contra ella en materia
penal.
Artículo 11.
1. Toda persona acusada de delito tiene derecho a que se presuma su inocencia
mientras no se pruebe su culpabilidad, conforme a la ley y en juicio público en el que
se le hayan asegurado todas las garantías necesarias para su defensa.
2. Nadie será condenado por actos u omisiones que en el momento de cometerse no
fueron delictivos según el Derecho nacional o internacional. Tampoco se impondrá
pena más grave que la aplicable en el momento de la comisión del delito.
Artículo 12.
Nadie será objeto de injerencias arbitrarias en su vida privada, su familia, su domicilio o su
correspondencia, ni de ataques a su honra o a su reputación. Toda persona tiene derecho
a la protección de la ley contra tales injerencias o ataques.
Artículo 13.
1. Toda persona tiene derecho a circular libremente y a elegir su residencia en el
territorio de un Estado.
2. Toda persona tiene derecho a salir de cualquier país, incluso del propio, y a regresar a
su país.
Artículo 14.
1. En caso de persecución, toda persona tiene derecho a buscar asilo, y a disfrutar de él,
en cualquier país.
2. Este derecho no podrá ser invocado contra una acción judicial realmente originada
por delitos comunes o por actos opuestos a los propósitos y principios de las
Naciones Unidas.
Artículo 15.
1. Toda persona tiene derecho a una nacionalidad.
2. A nadie se privará arbitrariamente de su nacionalidad ni del derecho a cambiar de
nacionalidad.
Artículo 16.
1. Los hombres y las mujeres, a partir de la edad núbil, tienen derecho, sin restricción
alguna por motivos de raza, nacionalidad o religión, a casarse y fundar una familia, y
disfrutarán de iguales derechos en cuanto al matrimonio, durante el matrimonio y en
caso de disolución del matrimonio.
2. Sólo mediante libre y pleno consentimiento de los futuros esposos podrá contraerse
el matrimonio.
3. La familia es el elemento natural y fundamental de la sociedad y tiene derecho a la
protección de la sociedad y del Estado.
Artículo 17.
1. Toda persona tiene derecho a la propiedad, individual y colectivamente.
2. Nadie será privado arbitrariamente de su propiedad.
Artículo 18.
Toda persona tiene derecho a la libertad de pensamiento, de conciencia y de religión;
este derecho incluye la libertad de cambiar de religión o de creencia, así como la libertad
de manifestar su religión o su creencia, individual y colectivamente, tanto en público
como en privado, por la enseñanza, la práctica, el culto y la observancia.
Artículo 19.
Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión; este derecho
incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir
informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier
medio de expresión.
Artículo 20.
1. Toda persona tiene derecho a la libertad de reunión y de asociación pacíficas.
2. Nadie podrá ser obligado a pertenecer a una asociación.
Artículo 21.
1. Toda persona tiene derecho a participar en el gobierno de su país, directamente o
por medio de representantes libremente escogidos.
2. Toda persona tiene el derecho de acceso, en condiciones de igualdad, a las funciones
públicas de su país.
3. La voluntad del pueblo es la base de la autoridad del poder público; esta voluntad se
expresará mediante elecciones auténticas que habrán de celebrarse periódicamente,
por sufragio universal e igual y por voto secreto u otro procedimiento equivalente
que garantice la libertad del voto.
Artículo 22.
Toda persona, como miembro de la sociedad, tiene derecho a la seguridad social, y a
obtener, mediante el esfuerzo nacional y la cooperación internacional, habida cuenta de
la organización y los recursos de cada Estado, la satisfacción de los derechos
económicos, sociales y culturales, indispensables a su dignidad y al libre desarrollo de su
personalidad.
Artículo 23.
1. Toda persona tiene derecho al trabajo, a la libre elección de su trabajo, a condiciones
equitativas y satisfactorias de trabajo y a la protección contra el desempleo.
2. Toda persona tiene derecho, sin discriminación alguna, a igual salario por trabajo
igual.
3. Toda persona que trabaja tiene derecho a una remuneración equitativa y
satisfactoria, que le asegure, así como a su familia, una existencia conforme a la
dignidad humana y que será completada, en caso necesario, por cualesquiera otros
medios de protección social.
4. Toda persona tiene derecho a fundar sindicatos y a sindicarse para la defensa de sus
intereses.
Artículo 24.
Toda persona tiene derecho al descanso, al disfrute del tiempo libre, a una limitación
razonable de la duración del trabajo y a vacaciones periódicas pagadas.
Artículo 25.
1. Toda persona tiene derecho a un nivel de vida adecuado que le asegure, así como a su
familia, la salud y el bienestar, y en especial la alimentación, el vestido, la vivienda, la
asistencia médica y los servicios sociales necesarios; tiene asimismo derecho a los
seguros en caso de desempleo, enfermedad, invalidez, viudez, vejez u otros casos de
pérdida de sus medios de subsistencia por circunstancias independientes de su
voluntad.
2. La maternidad y la infancia tienen derecho a cuidados y asistencia especiales. Todos
los niños, nacidos de matrimonio o fuera de matrimonio, tienen derecho a igual
protección social.
Artículo 26.
1. Toda persona tiene derecho a la educación. La educación debe ser gratuita, al menos
en lo concerniente a la instrucción elemental y fundamental. La instrucción elemental
será obligatoria. La instrucción técnica y profesional habrá de ser generalizada; el
acceso a los estudios superiores será igual para todos, en función de los méritos
respectivos.
2. La educación tendrá por objeto el pleno desarrollo de la personalidad humana y el
fortalecimiento del respeto a los derechos humanos y a las libertades fundamentales;
favorecerá la comprensión, la tolerancia y la amistad entre todas las naciones y todos
los grupos étnicos o religiosos, y promoverá el desarrollo de las actividades de las
Naciones Unidas para el mantenimiento de la paz.
3. Los padres tendrán derecho preferente a escoger el tipo de educación que habrá de
darse a sus hijos.
Artículo 27.
1. Toda persona tiene derecho a tomar parte libremente en la vida cultural de la
comunidad, a gozar de las artes y a participar en el progreso científico y en los
beneficios que de él resulten.
2. Toda persona tiene derecho a la protección de los intereses morales y materiales que
le correspondan por razón de las producciones científicas, literarias o artísticas de
que sea autora.
Artículo 28.
Toda persona tiene derecho a que se establezca un orden social e internacional en el que
los derechos y libertades proclamados en esta Declaración se hagan plenamente
efectivos.
Artículo 29.
1. Toda persona tiene deberes respecto a la comunidad, puesto que sólo en ella puede
desarrollar libre y plenamente su personalidad.
2. En el ejercicio de sus derechos y en el disfrute de sus libertades, toda persona estará
solamente sujeta a las limitaciones establecidas por la ley con el único fin de asegurar
el reconocimiento y el respeto de los derechos y libertades de los demás, y de
satisfacer las justas exigencias de la moral, del orden público y del bienestar general
en una sociedad democrática.
3. Estos derechos y libertades no podrán, en ningún caso, ser ejercidos en oposición a
los propósitos y principios de las Naciones Unidas.
Artículo 30.
Nada en esta Declaración podrá interpretarse en el sentido de que confiere derecho
alguno al Estado, a un grupo o a una persona, para emprender y desarrollar actividades o
realizar actos tendientes a la supresión de cualquiera de los derechos y libertades
proclamados en esta Declaración.
quienes perdieron los privilegios de los que gozaban en el marco de las culturas ancestrales,
y pasaron a ser objetos de venta y dominación, violación, abandono y rapto.
Así como en el imperio de los Incas se conoció la división de clases (por un lado, el sector
privilegiado constituido por la familia real, los grandes guerreros, los sacerdotes y sabios; y,
por el otro, la inmensa mayoría indígena que sostenía la vida económica de la comunidad),
se conoció también la poligamia dentro de un sistema estrictamente patriarcal, en el cual la
hermana y esposa legítima del Inca gozaba de más privilegios que la distinguían de las
concubinas.
Por ejemplo, cuando la esposa principal viajaba, ésta era llevada en andas o hamacas
conforme al estatus de su esposo, mientras que las concubinas iban a pie, llevando la
comida y la bebida para sus señores y toda la comitiva a su servicio. Durante las horas de
comida, las concubinas servían al Inca y a su “koya” (esposa principal), a quien le hablaban
de rodillas, sin mirarle el rostro, y al retirarse de ella, como de su esposo, caminaban hacia
atrás.
Era tanta la discriminación contra las concubinas y tan respetado el “origen divino” del Inca
y de su esposa principal que, “entre sus obligaciones rituales, estas concubinas recogían los
cabellos que perdiese su señor o que le habían recortado, y asimismo las uñas cortadas, y
luego se lo tragaban. Cuando el monarca quería salivar, lo hacía sobre las palmas abiertas
de las manos de una de sus concubinas, quien luego lo tragaba. Incluso era deber de las
concubinas recoger sobre sus ropas los cabellos de su esposo y tragarlos. El conquistador
Juan Ruiz de Arce recuerda que cuando le preguntaron a Atawallpa sobre estas
costumbres, respondió que su costumbre de escupir sobre las manos la tenía como signo
de grandeza, y que hacía comer sus cabellos por temor a los encantamientos que le
pudiesen hacer con ellos” (Ellefsen, B., 1989, p. 133).
Al morir el Inca u otro miembro adulto de la jerarquía real, era costumbre matar a una o más
concubinas predilectas del difunto para que los acompañaran en calidad de “koyas” al más
allá. Las otras concubinas viudas, aparte de dedicarse exclusivamente a los quehaceres
domésticos y a la crianza de los hijos, debían permanecer en castidad, sin volver a casarse ni
concubinarse. Era también costumbre que las concubinas mantuvieran la ficción de tener
relaciones matrimoniales, al menos simbólicas, con la momia real. Para ello se turnaban por
lote para dormir en el mismo aposento del difunto, quien era enterrado con sus bienes
terrenales más preciados.
Mientras esto ocurría en el Cuzco y en las capitales de provincia que estaban bajo el
dominio del Inca, en algunas etnias, como entre los tallanes, mochicas y huancavelicas, se
practicaba la poliandria. Estas “kapullanas” (cacicas), dueñas de señoríos, que incluían
tanto tierras como “yanaconas” (servidores), no sólo tenían el privilegio de contar con
varios concubinos procedentes de rangos superiores al suyo, sino que, al mismo tiempo, de
gobernar sobre hombres y mujeres. Ellas eran quienes labraban los campos y beneficiaban
las tierras y mieses, entretanto sus maridos permanecían en casa, tejiendo, hilando,
enderezando sus armas y ropas, curando sus rostros y haciendo otras labores femeninas.
“En las costas venezolanas la mujer cultivaba los campos y se ocupaba de la casa, mientras
que el hombre se dedicaba a la caza. En Nicaragua eran los hombres los que se ocupaban de
la agricultura, de la pesca y del hogar; las mujeres se consagraban al comercio”. Y pese a la
organización patriarcal de la cultura maya, donde la mujer estaba prohibida de ejercer
cargos religiosos, militares o administrativos, las mujeres, en Yucatán, “vendían el producto
de su trabajo en los mercados y se ocupaban lo mismo de los hijos que de la economía
doméstica, puesto que sobre ellas recaía la responsabilidad del pago de impuestos; que
organizaban bailes para ellas solas, prohibidos a los hombres; que se embriagaban en los
banquetes entre ellas y que llegaban a pegar al marido infiel” (Séjourné, L., 1976, p. 131).
Los conquistadores dan cuenta de que en el “Nuevo Mundo” —que sólo era nuevo para los
europeos— existían comunidades matriarcales y matrilineales como en el Cuzco y las costas
del Pacífico, enfrente de Panamá, donde el heredero de un señor era su mujer legítima y
luego el hijo de la hermana. En algunas etnias, las “kapullanas” accedían al poder por la
línea de descendencia materna. Es decir, heredaban los cargos que dejaban sus madres, así
como lo hacían los hombres por vía paterna.
Otro rasgo común que caracterizó a las civilizaciones precolombinas era la mujer guerrera.
Los cronistas de la época, deslumbrados por el caso, aseveraban haberse enfrentado a
mujeres que peleaban con bravura. El conquistador Francisco de Orellana, quien fue el
primero en explorar el río de la América meridional en 1540, encontró en las márgenes del
río a mujeres que recordaban a las amazonas de Capadocia, a esa casta de guerreras que
suponían los antiguos haber existido en los campos heroicos de Asia Menor.
Las amazonas, según refieren los mitos y leyendas, constituían un pueblo de mujeres que
formaban un Estado gobernado por una reina; llevaban un escudo en forma de media luna,
y que, luego de abandonar a sus hijos, se cortaban el seno derecho para poder tensar el
arco y disparar. No en vano cantan elogios a la bella Anacaona, reina de la región más
grande de La Española, quien fue quemada viva después de haber logrado imponer, por
largo tiempo, en un equilibrio de fuerzas a los ocupantes; una resistencia que las huestes de
Pedro de Valdivia encontraron también entre las araucanas, donde guerreó la heroica
Yanequeo, esposa de Güepotán, a la vanguardia de un núcleo de puelches para vengar la
muerte de su marido, y que por no renunciar a la independencia de su pueblo vivió oculta
en los montes.
Si en algunas etnias amazónicas era común que las mujeres participaran en los combates
junto a sus maridos, en el incario, las mujeres consideradas varoniles, tenían licencia para
mantener relaciones conyugales y participar en los combates, como es el caso de Chañan
Kori Koka, quien, de acuerdo a la tradición oral, peleó denodadamente cuando los chancas
atacaron el Cuzco.
Otro episodio recuerda que, a la muerte de Pachakutek Inka Yupanqui, las fuerzas incásicas
se enfrentaron en “Warmipukara” (fortaleza de las mujeres) a un destacamento de
guerreras que vivían solas, como verdaderas amazonas.
“A tiempo de la conquista española, se informó que entre la gente sujeta a
Leuchengorna había una provincia de mujeres exclusivamente, que sólo consentían
la compañía de hombres para la reproducción. Los hijos eran en su tiempo enviados
a sus padres y las hijas se quedaban con sus madres. También informaron que
tenían estas mujeres una reina o cacica llamada Gaboimilla, nombre que tradujeron
como ‘cielo de oro’, y que además pagaban tributo a Leuchengorma, generalmente
en forma de ropa
“(...) La administración incaica no protegía especialmente esta modalidad social,
pero había sido bien conocida en las regiones próximas al lago Titicaca y aun eran
festejados los contados casos de las mujeres varoniles que iban a combatir a la
guerra (...) Estas prácticas eran más frecuentes entre las etnias sudamericanas que
no habían sido sometidas al dominio incaico; así, eran frecuentes en la actual
Colombia, donde se capturó una joven de unos veinte años de edad que había
matado ya ocho españoles” (Ellefsen, B., 1989, pp. 308-9).
La invasión española en el siglo XVI, sin duda, modificó la situación de las mujeres indígenas,
las costumbres, las creencias y el régimen comunitario de la tierra. De hecho, la
administración colonial reservó para las mujeres un lugar secundario y subordinado,
debilitando las relaciones de relativa igualdad existentes entre el hombre y la mujer, y
asimilándolas a las nuevas modalidades del derecho de herencia.
Antes de la colonización, sin embargo, algunas mujeres, al igual que los hombres, podían
ejercer funciones de gobierno y liderazgo político en sus comunidades o “ayllus”, que la
administración española desconoció y alteró, dando paso a un nuevo ordenamiento, donde
los cargos de autoridad quedaron reservados a los conquistadores y a los miembros
varones de la jerarquía nativa, convirtiéndose de este modo en intermediarios entre la
Corona española y las culturas precolombinas.
Los conquistadores, asimismo, aprovecharon muchas de las instituciones del incario,
acomodándolas a sus intereses. La “mita”, que quiere decir turno y que en otrora fue un
trabajo que los indígenas realizaban en las minas y en los obrajes de servicio público, pasó a
convertirse en explotación despiadada y en trabajo forzado, que durante la colonia, y a
causa de los accidentes, el hambre y las pestes, cobró más de ocho millones de vidas.
La Corona española ejerció el monopolio de la propiedad minera, considerada una de las
más abundantes fuentes de ingreso durante el coloniaje, igualmente de la explotación de la
quina y la cascarilla. Los indígenas “mitayos” morían como moscas en los socavones y las
mujeres eran testigos de este genocidio, puesto que ellas estaban también obligadas a
marchar, junto a sus maridos e hijos, hacia los frígidos páramos, de donde pocos volvían con
vida a sus comunidades agrícolas o “ayllus”.
Otra de las injusticias del coloniaje fue la repartición de tierras y de indígenas, llamado
“encomiendas”. Este sistema, aparte de considerar a los indígenas parte del suelo como si
fuesen animales sin dueño, impuso el latifundio. Entregó a pocos propietarios grandes
extensiones de tierra, mientras a otros los condenó a vivir en condiciones infrahumanas,
cada vez más lejos de la esperanza. Y, sin embargo, todos debían pagar tributo, consistente
en la entrega de productos agrícolas, telas o animales, a los administradores de la colonia.
Si bien al inicio de la colonia, las mujeres estaban libres de pagar tributo, en los hechos esta
exigencia recaía también indirectamente sobre ellas, por cuanto era tradición andina que
hombres y mujeres participaran por igual en la economía del hogar y era menester que las
esposas ayudaran a sus esposos y familiares a cumplir con la carga económica que aquel
tipo de explotación suponía; en cuyo contexto, la economía colonial dispuso de una enorme
concentración de fuerza de trabajo que, a su vez, hizo posible la enorme concentración de
riqueza jamás dispuesta por civilización alguna en la historia.
A medida que la obligación del tributo se hacía más pesada y los varones de la comunidad
no alcanzaban a cubrir los montos requeridos, debido a la disminución de la población y a
las migraciones de los varones, a las mujeres les tocó compensar esta situación pagando
tributo en telas y tejidos para satisfacer las cuotas que la comunidad debía entregar a la
administración colonial. Las condiciones en que muchos españoles se aseguraban el tributo
femenino no fueron precisamente las más cristianas, pues incluyeron varias formas de
brutal explotación. Muchos procedieron a encerrar a las mujeres para lograr que tejieran e
hilaran para ellos, convirtiéndolas en sus virtuales prisioneras o esclavas.
El régimen tributario para las mujeres no sólo significó la explotación de su fuerza de
trabajo, sino también provocó que quedaran privadas del acceso a la propiedad de la tierra.
Muchos varones indígenas se vieron obligados a disputar las tierras que sus esposas habían
heredado de sus madres, para de este modo pagar el tributo. De esa manera, gracias al
sistema colonial imperante, los indígenas varones contribuyeron a romper una tradición
andina que daba a las mujeres un derecho autónomo sobre la tierra, desarrollando así una
nueva situación social coherente y vinculada con los valores y costumbres traídas de
Occidente.
Para los colonizadores, cuyas armas principales fueron la mentira y el saqueo de los
recursos naturales, no bastó el oro ni la plata que dio de mamar a las sociedades
moribundas de Europa, ni los miles de indígenas y esclavos negros que perecieron en las
plantaciones y los socavones, puesto que su propósito, además de establecerse en tierras
americanas, fue derrumbar las estructuras económicas y morales de las culturas
precolombinas, sobre cuyas bases levantaron los cimientos de la sociedad colonial, un
régimen brutal que legitimó la violación de las mujeres indígenas ante las miradas absortas
de sus maridos, hermanos e hijos. De esta sangre derramada nació el mestizaje actual,
como la expresión más viva del encuentro violento entre Europa y América.
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Bibliografía
s Ellefsen, Bernardo: Matrimonio y sexo en el incario, Ed. Los Amigos del Libro,
Cochabamba, 1989.
s Marx, Karl. Engels, Friedrich: “Manifiesto del Partido Comunista”. Obras Escogidas, Ed.
Progreso, Moscú, 1948.
s Séjourné, Laurette: América Latina, Ed. Siglo XXI, España, 1976.
En los años setenta empieza el auge de dos tendencias segregadas del Feminismo radical: el
Feminismo de la diferencia y el Feminismo de la igualdad.
En estos primeros años, unas mujeres se lanzaron a la tarea de cambiar las leyes para
conseguir mejoras sociales a favor de la mujer, el Feminismo de la igualdad, y otras, el
Feminismo de la diferencia, apoyando estos cambios en las leyes, querían cambiar la vida,
formando grupos de autoconciencia, produciendo una catarsis y descubriendo lo que era la
amistad, y un mundo sin jefes ni maridos.
El Feminismo de la diferencia nace en Estados Unidos y Francia, con autoras como Rosi
Braidotti, Helene Cixous, Victoria Sedón, Luisa Muraro y Milagros Rivera. y diverge del
Feminismo de la igualdad, con representante como Iris Young, Nancy Fraser, Celia Amorós o
Amelia Varcalcel.
El principal punto de la divergencia entre estas dos tendencia es que las feministas de la
igualdad consideran que la masculinidad y la feminidad son roles de género construido
socialmente y por consiguiente, al ser un constructo creado por la sociedad, perjudica a una
parte de la humanidad y en consecuencia, hay que acabar con esos roles de género.
Lo que tiene en común estas dos tendencias, según Victoria Sendón, es liberar a la mujer del
segundo plano al que estaba relegada, unas cambiando las leyes y las condiciones para que
la mujer fuera valorada y otras cambiando la vida privada de las mujeres explorando en
grupos la autoconciencia.
Unas y otras tomaron caminos diferentes, las representantes de la igualdad con numerosa
bibliografía, con campañas militares, y apoyos académicos, con abundantes investigaciones
sociológicas que han servido para los conocidos planes de igualdad; las feministas de la
diferencia con menos bibliografía, aunque con grandes teóricas como Carla Lonzi,
perteneciente a la Librería de las Mujeres de Milán, cuestionándolo todo, pensando sobre
ellas mismas desde dentro, buscando la libertad desde la diferencia sexual, abogando por
identificar y defender las características propias de la mujer.
Muchas feministas de la igualdad pertenecían a partidos políticos de izquierdas, sin
embargo, las feministas de la diferencia eran ácratas.
¿Cómo hacer política desde el Feminismo? Sin lugar a dudas hay dos formas de hacer
política, coincidiendo con ambas corrientes: igualdad versus diferencia.
Las feministas de la igualdad siguen su camino haciendo leyes y normativas que van
mejorando la vida de las mujeres. / Las feministas de la diferencia, trabajan en pequeños
espacios para hacerlas visibles, o educarlas, potenciando el propio respeto y aprendiendo
cuales eran sus derechos.
¿Qué modelo tienen unas y otras? Siempre según Victoria Sendón, podemos afirmar:
• Para las primeras, las feministas igualdad, el modelo es el hombre.// El feminismo de la
diferencia plantea la igualdad de mujeres y hombres, pero nunca la igualdad con los
hombres. No quieren ser iguales a los hombres sino que se cuestionan el modelo social
y cultural androcéntrico. Quieren la igualdad ante la ley, igual salario a igual trabajo, y
las mismas oportunidades, pero sin aniquilar la diferencia sexual.
• Las feministas de la igualdad afirman que los varones han utilizado esa diferencia para
someter a las mujeres, que han usado la capacidad de gestar nuevos seres para tenerlas
bajo control,// Las feministas de la diferencia dicen que esto es cierto, pero porque han
utilizado las diferencias a favor de la desigualdad. Las diferencias de raza, de edad, de
religión, de lengua, de etnia y de sexo han dado lugar a múltiples desigualdades. Pero la
diferencia nada tiene que ver con la desigualdad. Se ha contrapuesto igualdad a
diferencia cuando en realidad se debe contraponer a desigualdad. No se puede
conseguir la igualdad sin mantener las diferencias. La anulación de las diferencias lleva
a un modelo único, a un pensamiento único, un modelo dominante y dominador.
Las feministas de la diferencia sostienen que la lucha de clases de la revolución proletaria
nunca debería ser el modelo para las feministas porque todo lo que se ha conseguido
mejorar en la clase obrera, ha sido en países con gobiernos democráticos. Es necesario
conseguir mejoras, pero se tiene que cuestionar el modelo, introducir variables respecto al
modelo dominante, para producir un cambio.
Siguiendo el pensamiento de Victoria Sendón se puede concluir:
a) El feminismo de la diferencia no es opuesto al de la igualdad, porque no son contrarios
conceptualmente.
b) El objetivo de este feminismo es la transformación del mundo desde el cambio de vida
de las mujeres.
c) La diferencia sexual respecto de los varones no constituye un esencialismo que las hace
idénticas, sino diversas.
d) El propósito no consiste en ser iguales a los hombres, sino en cuestionar el código
secreto de un orden que convierte las diferencias es desigualdades.
e) Los cambios estructurales y legislativos pueden ser un punto de partida pero no de
llegada.
f) Crear orden simbólico significa introducir la variable de la diferencia sexual en todos los
ámbitos de la vida, del pensamiento, de la política. La variable no es el género, que es
un sexo colonizado, sino la diferencia.
g) La complicidad y solidaridad entre las mujeres constituye el bagaje político más
poderoso.
de discusión, porque aunque se opte por la incorporación al mundo de lo público, debe ser
una aportación transformadora, como anteriormente se ha especificado.
Nombres como Ana María Monzón, Clara Zetkin, Clara Campoamor, Nuria Varela, Victoria
Kent, Carla Lonzi, Luce Irrigaría, Esther Harding, Victoria Sendón, Ángeles Álvarez, Victoria
Camps, Alicia Puleo. Simone de Bouvaoir, Margarita Pisano, Cristina Alberdi... junto a los
millones de mujeres anónimas dedicadas al quehacer diario, con sus deseos de igualdad,
han puesto las bases, y siguen trabajando, para que las mujeres dejen de ser invisibles y se
desarrollen en la sociedad, tanto en el ámbito privado como en el ámbito público, y se
eliminen las desigualdades de las mujeres.