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I.

E “Rosa de Santa María”

Profesora Divina Idrugo Espejo

“LA SANTIDAD META DEL CRISTIANO”

I.- Mis Saberes Previos.


¿Qué es una meta?
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II.- Resuelvo el Conflicto Cognitivo.

¿Será verdad que una condición indispensable para ser un santo es realizar milagros? ¿Por qué?
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III.- Dios me Habla y yo la Escucho.
1 Pedro 1:15-16
“Más bien, sean ustedes santos en todo lo que hagan, como también es santo
quien los llamó; pues está escrito: «Sean santos, porque yo soy santo.”
Le hablo a Dios y el me escucha:
¿Qué invitación te hace Dios a través de su palabra?
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¿En qué aspectos o áreas de nuestra vida Dios nos invita a ser santos?
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¿Qué característica de Dios describe la cita bíblica?
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Mateo 5,48
“Por tanto, sean perfectos, así como su Padre celestial es perfecto”
¿Qué invitación hace Jesús a través de esta cita bíblica?
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¿Qué crees que significa para Jesús ser perfectos?
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¿Crees qué es posible ser perfectos? ¿Por qué?
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¿Jesús confía en la habilidad del hombre para alcanzar la perfección?
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Ubica una cita bíblica que haga mención del tema de la santidad.
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IV.- Gestiono mi aprendizaje.


Identifico a través de la lectura las IDEAS más importantes del tema.
LA SANTIDAD
Hoy en día, muchas personas no conocen el
verdadero significado de la santidad. La palabra,
santidad, resuena un poco extraña, ‘fuerte’ y
desconocida en el lenguaje del mundo
contemporáneo. Existen bloqueos culturales o
interpretaciones que ven en el camino de la
santidad un espiritualismo que evade la realidad.
Lo primero que debes saber y tener claro al hablar de santidad es que todos estamos llamados a ser
santos hijos de Dios: tú, yo, tu mamá y esa persona que para ti nunca calificaría para ser santo.
Surge así la siguiente pregunta lógica: ¿Cómo se supone que yo puedo ser santo?
Dios te responde:
«Allí dónde están vuestros hermanos los hombres, allí donde están vuestras aspiraciones, vuestro
trabajo, vuestros amores, allí está el sitio de vuestro encuentro cotidiano con Cristo. Es en medio de las
cosas más materiales de la tierra donde debemos santificarnos». Dios nos ha creado para ser santos en
nuestro entorno, con nuestras circunstancias y en nuestra realidad. Dios quiere que te acerques a Él
amando a quienes tienes cerca (tus hermanos, tus amigos, tus compañeros de trabajo). No hace falta que
hagas malabares o que seas un héroe de una novela épica; Dios te ha puesto donde estás porque quiere
que tú (con tu nombre, apellido y nacionalidad),
en tu día a día, des lo mejor de ti amando cada
cosa que haces y así construir un mundo que te
acerque a ti a los demás y a Él, al Amor.

¿Y esto cómo se hace concreto?


Esforzándote al realizar los deberes que te
tocan diariamente (estudiar, trabajar, arreglar la
casa), viviendo con alegría las circunstancias
concretas de tu vida, siendo agradable y muy
humano con las personas que te rodean, etc. Y es que ser santo no es nada más que pedir a Dios que
moldee en nuestro interior la mejor versión de nosotros mismos. Es ser feliz plenamente por vivir de forma
cotidiana el amor de Dios y permitirle llegar
a este mundo y a las personas que
tenemos cerca, a través de nuestras
acciones y oraciones.
La santidad es una "experiencia de
crecimiento" y ésta consiste en el
incremento del conocimiento, amor,
autocontrol y todas las demás virtudes
imitables de Jesús. No tenemos que
perder de vista la santidad mientras
avanzamos en la vida, ya que la santidad
significa que Jesús es para nosotros lo que
ninguna otra cosa puede ser en el mundo. Este deseo de pertenecer enteramente a Dios no excluye amar
al prójimo, ser compasivo, caritativo, paciente y amable. Nuestro deseo de pertenecer a Dios aumenta
todas estas virtudes en el alma, incrementa nuestro amor por el prójimo y nos hace cada vez más
generosos.

¿Qué significa ser santo entonces?


El santo es la persona que ama a Jesús en un nivel personal - amarlo lo suficiente como para querer
amar como Él en la vida cotidiana - lo ama lo suficiente como para asumir las características de Jesús.
Como Él, cumplir amorosamente la Voluntad de Dios, sabiendo que de todas las cosas saldrá algo bueno
porque es amado personalmente por tan grande Dios.
Una madre de familia santa lo será en la medida que sea una amorosa esposa y madre, llena de
compasión por su familia porque está llena de Jesús que es compasivo.
Un esposo y padre será santo en la medida que sea un hombre trabajador, honesto, preocupado por las
cosas del hogar, con las ideas claras sobre su modelo que es el providente Jesús.
Ambos, esposo y esposa llegan a ser santos a medida que crece su amor por el Señor. El amor los hace
verse a sí mismos y cambiar aquellas cosas que no son parte del ser como Jesús. Al hacer esto, la vida
juntos es menos complicada, más llena de amor y entendimiento. Están unidos por el amor y la oración,
por el perdón y el esfuerzo mutuos.
Los niños se hacen santos siendo obedientes, atentos, alegres y cariñosos.
Ser santo es tener a Dios en el corazón, dejar a Jesús en tu vida, darle un espacio en tu corazón, que
cada vez que sientes algo lindo, sientes que te comunicas con Él. También cuando algo no va bien. Que
seas capaz de ser un joven alegre, entusiasta. Que comprendas tu vida como algo bello para compartir.
Que tu tiempo sea un tiempo para compartirlo y para darlo a los demás.
Cuando una adolescente vive eso, está en un camino cristiano de santidad. No hay que hacer cosas
especialmente difíciles.
Dios nos llama a todos a la santidad, porque nos ha creado llamándonos desde el inicio a la felicidad
plena, a vivir ese anhelo personal e íntimo que cada ser humano tiene dentro. Por esta razón nos ha
creado, para que seamos plenamente felices y, ¿cómo ser plenamente felices? (pregunta del millón),
Amando. Como dice San Josemaría, «ya sea en un laboratorio o en el campo, seremos felices y santos si
hacemos lo que nos toca amando siempre».
La santidad no es una cosa de otro mundo, es tu día a día de cara a Dios y a su amor.
“La Sagrada Escritura nos invita a ser santos: «sean perfectos, como su Padre celestial es perfecto» (Mt
5,48). Una invitación explícita a hacer experiencia y testimoniar la perfección del amor. En efecto, la
santidad consiste en la perfección del amor, un amor que en primer lugar se ha hecho carne en Cristo.
No es una perfección reservada a unos pocos; es una llamada para todos. Algo infinitamente precioso, lo
que no significa algo raro o extraño: es vocación común a todos los creyentes, hermoso ofrecimiento de
Dios a cada hombre y a cada mujer.
La santidad no es solamente capacidad de rechazar el mal y de adherir al bien; es la actitud constante,
disponible y gozosa de vivir bien el bien.
La santidad no es una meta que se alcanza en un instante; es un camino progresivo, según la paciencia y
la benevolencia de Dios, que interpelan la libertad y el compromiso personal.
La santidad cristiana, propone como meta para cada persona un camino digno de admiración y hasta
atrevido. Dios mismo te quiere santa, y no espera que te contentes con una existencia mediocre, aguada,
inconsistente
Como decía San Francisco de Sales: “Seamos lo que somos y hagámoslo bien, para hacer honor al
Artífice de cuya obra somos. Seamos lo que Dios quiere, con tal de que seamos suyos”. No olvidemos
que por más pequeñas que sean nuestras acciones, las obras de Dios son siempre grandes. Y la
santidad es ante todo una obra de Dios en
nosotros.

Sugerencias prácticas para vivir la santidad.

1. Vive tu fe en tu estado de vida -


casado, soltero, religioso, estudiante.
2. Descubre a Dios en el cada
momento.
3. Lee la Palabra de Dios y otras
lecturas espirituales.
4. Se amable y preocupado.
5. Deja que Jesús brille dentro de ti.
6. Reza.
7. Cambia cada momento desagradable en una situación de bien para tu alma.
8. Adáptate al temperamento de tu prójimo.
9. Mantente unido a la Voluntad de Dios.
10. Escoge a Dios antes que a ti mismo.
11. Imita a Jesús.
12. Visita seguido a Jesús en la Eucaristía.

V.- Aplicación del nuevo conocimiento


1- Elabora una lista de 10 acciones concretas de santidad que puedes desarrollar en torno a esta
nueva normalidad que vivimos en casa y en la calle.
2- Ilustra cinco actos de santidad de tu lista que te comprometas a desarrollar en tu diario vivir
durante esta semana.
VI.- Metacognición.
¿Qué aprendí?
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¿Como lo aprendí?
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¿Para qué me sirve lo aprendido?
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