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CUADERNILLO 2 H12

EL PERDON,
CARACTERÍSTICA
HUMANA SUPERIOR

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CUADERNILLO 2 H12

EL PERDON, CARACTERÍSTICA HUMANA SUPERIOR


Por Genaro Trías, psicólogo de la Universidad Iberoamericana
Publicado en la revista Plenitud AA núm. 63 y en el compendio cuatro

Uno podría suponer que perdonar la expresión de su bondad natural y de la manifestación de


su calidad humana; sin embargo el perdón parece ser en la mayoría de las ocasiones una
conquista, un logro obtenido a través del ejercicio constante del sentido común, la honestidad y
el valor.

Perdona se perdona a sí mismo y aquel que finge perdonar en el fondo comenzará a perseguirse
y a colocarse como juez y verdugo en todo aquel que salga de los parámetros de su ideología,
sea esta amplia o estrecha.

Así pues, el perdón se ejercita, cuesta trabajo, duele, pero, a diferencia del rencor y el falso
perdón, rinde libertad y paz mientras que aquellos esclavizan, torturan y enferman colocando al
ser humano en guerra consigo mismo y los demás.

Las palabras con que Jesús de Nazaret confronta a los jueces de la adúltera nos revela mucho
acerca del perdón: “aquel que esté libre de pecado, tire la primera piedra”.

En este pasaje podríamos leer: mira en tu propia historia y si no caes en hipocresía, si tienes
valor para mirarte a ti mismo en tus hechos, deseos y pensamientos, si usas tu sentido común
ahí frente a ti, ¿Cómo enjuiciar a los demás? ¿Cómo ponernos a dictar y ejecutar sentencias?

William Shakespeare, en su obra Medida por medida, nos muestra como hasta el más “moral” y
“recto” de los hombres desea cosa se incurre en actos ”inmorales” para obtener lo que quiere.
Parlamento de El Rey Lear: (…) ¡Bellaco, esbirro, detén tu mano ensangrentada! ¿Por qué azotas
a esa ramera? Desnuda tu propia espalda, ya que ardes de deseos de cometer con la mosa el
delito por el que la castigas. El usurero hace prender al ratero; los vicios pequeños que se ven a
través de los andrajos; pero la púrpura y el armiño lo ocultan todo. Cubre el crimen con oro, y la
terrible lanza de la justicia se romperá (…) ármalo con harapos y, la paja de un pigmeo lo
traspasará de parte a parte. No hay pecadores, ni uno solo (…)”

Si procedemos haciendo caso omiso de que somos humanos y pretendemos nunca haber
incurrido en situaciones reprobables para la idiosincrasia de otros, nos transformaremos
gradualmente en tiranos inflexibles que harán de su vida una cárcel y buscarán encerrar en ella
a cuantos estén en contacto con su particular forma de reglamentar la vida. En este momento
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las palabras del presidente Juárez nos permiten ver más en el terreno del perdón: “el respeto al
derecho ajeno es la paz”, y no sólo con los otros, es la paz con nosotros a través del
establecimiento de la paz con uno mismo.
El perdón es una característica humana superior, un ideal que cuesta trabajo alcanzar y que sólo
puede llegar a realizarse por medio de su ejercicio constante y desinteresado. Digo
desinteresado porque si se busca con ello agradar a los demás o tener un alto concepto de uno
mismo, no es perdón sino política, diplomacia o egolatría. Si lo que buscamos es evitar las
fricciones, será miedo, y si simplemente no queremos tener problemas, estaremos frente al
miedo mezclado con hipocresía.

Frente al falso perdón, siempre será aconsejable la honesta y valerosa confrontación con el
conflicto, pues sólo así es posible lavar diferencias, deshacer malentendidos y marcar los límites
de nuestro derecho como seres humanos.
Como característica humana superior, el perdón no nos evita fricciones, conflictos y
enfrentamientos. No obstante, nos abre las puertas del aprendizaje sobre nuestras propias
experiencias y las de los demás, pues en lugar de estar juzgando lo que está bien y lo que está
mal, captamos lo que ocurre nítidamente junto con sus consecuencias y gozando de los
beneficios de un criterio amplio y objetivo.

De esta forma nos podemos enriquecer constantemente mientras vivimos, ampliándose nuestra
visión de la vida y del ser humano.

Por el otro camino, la senda del rencor y el enjuiciamiento, lo que ocurre es que comenzamos a
ver, oír y sentir lo que queremos sino lo que realmente sucede. Nos pasamos el tiempo
persiguiéndonos y persiguiendo a los demás para dictar sentencia y castigo en lugar de aprender.
El resultado es que cada vez que somos menos flexibles y perdemos la visión, se reduce nuestra
capacidad de adaptación a las circunstancias y se deteriora en nuestras posibilidades en la lucha
por la supervivencia y el mantenimiento del equilibrio y la salud.

Desde este punto de vista el perdón es un bien para el que perdona debido a su impulso al
desarrollo, sus efectos en la reconciliación, la paz y el sentido común así como una necesidad, si
es que la persona en cuestión está interesada en comprender y comprenderse, en un acto de
reconciliación con la vida y consigo mismo; acto que capitalizará en flexibilidad, mayor capacidad
de adaptación, paz y equilibrio mental, físico y emocional, elementos básicos para el
sostenimiento de la salud.

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Así pues, el perdón, como músculo, puede desarrollarse o perder su capacidad por falta de uso.
Además, existe como ideal de la humanidad y está contenido en ritos como los cristianos,
precisamente porque es una meta a alcanzar.

Los ritos son aspectos para que recordemos, al conmemorarlos y repetirlos, su contenido e
importancia especial para la humanidad. Si pensamos un momento en las costumbres cristianas
de la confesión, el arrepentimiento, la paz y el sacrificio, podemos encontrar elementos de apoyo
en nuestra aspiración al ideal del perdón.

El contenido de estos actos conmemorativos podría ser leído así:

Descarga tu culpa reconociendo la conscientemente, aceptándola y compartiendo su peso con


alguien.

Deja de sufrir por lo pasado, pero aprende de tus errores para que no tengas que sufrir por la
misma causa en otra ocasión.

Reconciliado contigo y sabiéndote humano, es decir que cometes errores y a veces incurren en
hechos y conductas que hieren a otros, reconciliándote con los demás.

Recuerda que una vez un ser humano de naturaleza especial, siendo inocente murió martirizado
en nombre de todos los humanos, que sin ser inocentes decidieron juzgarlo y castigar su
capacidad de comprensión y perdón.

El perdón es un camino arduo que nos promete paz y bienestar a cambio de valor, esfuerzo,
honestidad y deseo de comprender y comprendernos.

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