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Valdivieso
"Me costó mucho aprender a leer. No me parecía lógico que la letra m se llamara eme, y
sin embargo con la vocal siguiente no se dijera emea sino ma. Me era imposible leer así. Por
fin, cuando llegué al Montessori la maestra no me enseñó nombres sino sonidos de las
consonantes. Así pude leer el primer libro que encontré en un arcón polvoriento del depósito
de la casa".
Gabriel García Márquez. "En Vivir para contarla". Editorial Sudamericana.
ÍNDICE
El aprendizaje lector y la Educación Inicial
CAPÍTULO I. Los PROCESOS COGNITIVOS Y PSICOLINGÜÍSTICOS EN LA LECTURA INICIAL
1. Literalidad emergente y de umbral lector
2. Fases del aprendizaje lector
3. La Conciencia fonológica y el Conocimiento de las letras
4. La segmentación lingüística
4.1. La segmentación fonológica
4.2. La segmentación silábica
5. Kindergarten y aprendizaje de la lectura
5.1. El desarrollo del lenguaje escrito en el kindergarten
5.2. El retardo lector en kindergarten y primer año
6. Algunas estrategias pedagógicas cognitivas
6.1. Estrategias fonológicas
6.2. La estrategia visual-ortográfica
6.3. La estrategia semántica
CAPÍTULO I
Los PROCESOS COGNITIVOS Y PSICOLINGÜÍSTICOS EN LA LECTURA INICIAL
El aprendizaje de la lectura es la culminación de un proceso cognitivo que se inicia
algunos años antes de ingresar al primero básico. Tal proceso se produce, con mayor o con
menor facilidad, según cómo y en qué condiciones han desarrollado los niños algunas
habilidades verbales.
Las investigaciones de seguimiento de numerosos niños entre la etapa preescolar y la
enseñanza básica demuestran la existencia de un conjunto de procesos cognitivos que
emergen varios años antes de iniciarse el aprendizaje formal de la lectura y que son
determinantes para su éxito posterior (Carrillo 1994;Vellutinoy Scanlon 2001; O'Connory
Jenkins J. 1999; De Jong P y Van der Leij A. 1999; Catts, Fey, Zhang y Tomblin 1999;
Weseling y Reitsma 2001; Badian 2001; Stanovich 2000; Hagtvet, 2000; Bravo Villalón y
Orellana 2006).
Son procesos cognitivos que empiezan a manifestarse junto con el desarrollo del lenguaje
oral y que, en la medida en que son activados por la enseñanza del lenguaje escrito, llegan a
ser metacognitivos. Es decir, el sujeto, junto con tomar conciencia de ellos, puede utilizarlos
activamente para su propio aprendizaje. En su sentido más extenso, este desarrollo cognitivo
previo significa que aprender a leer implica también aprender a pensar de otra manera, lo
cual tiene como efecto que el aprendizaje de la lectura sea básico para el aprendizaje de
otros saberes. El dominio del lenguaje escrito viene a ser clave de todo el aprendizaje
escolar.
La evolución de los procesos cognitivos necesarios para el aprendizaje de la lectura no
cambia bruscamente cuando los niños pasan del kindergarten al primer año. Son procesos
que, a partir del lenguaje oral, van diferenciándose y configurando otros más complejos, que
al cabo de algunos años se manifiestan en una adecuada comprensión lectora. La lectura
emerge como parte del desarrollo cognitivo y avanza en la medida en que los niños hayan
desarrollado previamente algunas habilidades psicolingüísticas. Los estudios de seguimiento
desde el jardín infantil muestran que el aprendizaje de la lectura no emerge repentinamente,
en un proceso de apropiación cultural originado por el ambiente escolar, si los niños no han
desarrollado previamente las habilidades cognitivas necesarias para sustentar este
aprendizaje.
En este capítulo describiremos el proceso de lectura emergente. Se verán algunas
investigaciones efectuadas en el jardín infantil, kindergarten y primer año básico y las
relaciones entre los procesos cognitivos y psicolingüísticos y el aprendizaje lector inicial. La
información de que disponemos proviene principalmente de las investigaciones de
seguimiento entre los cursos mencionados, que revelan cuáles son las habilidades de los
niños que mejor favorecen el aprendizaje futuro.
4. La segmentación lingüística
El conocimiento de las letras y de las palabras está asociado estrechamente con la
segmentación del lenguaje oral. Las letras que los niños aprenden a decodificar son
segmentos de las palabras y éstas, segmentos de las oraciones. El éxito en el aprendizaje
lector Implica que el niño adquiera cierto grado de conciencia con respecto a que la corriente
del lenguaje es segmentable en unidades que se pueden separar. La segmentación
lingüística refleja la habilidad de los niños para aprender a segmentar la corriente oral en
palabras, sílabas y fonemas, como un paso inicial para la decodificación (Orellana, Bravo y
Villalón 2002). Sin embargo, habría que considerar que "no todos los tipos de segmentación
tienen el mismo grado de dificultad" (Defior 1996). Para los niños de habla hispana, la
segmentación que implica menor esfuerzo es la segmentación silábica y, por eso, esta es un
buen punto de apoyo para el inicio de la lectura. Desde el punto de vista de la posibilidad de
segmentar las palabras, el idioma castellano se caracteriza porque las fronteras silábicas
están bien delimitadas.
Jiménez y Ortiz (2000) plantean que la decodificación implica aprender la asociación de
letras o secuencia de letras, como también combinar los segmentos fonológicos para obtener
la pronunciación de la palabra. Los niños que inician la lectura tienen mayor éxito cuando se
enfrentan a tareas que demandan un conocimiento silábico. En estos casos, el porcentaje de
éxito es alrededor del 91,2%. Los autores citados formulan que, en general, existen
diferencias estadísticas significativas entre el rendimiento en conciencia silábica y en otros
niveles de conciencia fonológica. Sin embargo, la mayoría de los estudios han estado
dedicados a conocer la segmentación fonológica, debido principalmente a que es un buen
predictor del aprendizaje de la lectura (Hernández y Jiménez 2001).
CAPÍTULO II
LA PREDICCI+ON DEL APRENDIZAJE LECTOR
En las investigaciones de seguimiento de niños, el rendimiento en lectura de primer año
básico aparece como una variable relativamente estable para los años siguientes. Los niños
que no tienen dificultades al comienzo llegan a tener un buen nivel de comprensión lectora a
fines de la educación básica. En cambio, aquellos que presentan dificultades iniciales se
mantienen en un rango inferior de lectura en los años posteriores. Una investigación de
Cunningham y Stanovich (1997) mostró que los alumnos que tuvieron una buena partida en
primero básico, diez años después fueron mejores lectores en velocidad y comprensión
lectora que aquellos que tardaron en aprender. Una buena partida en el aprendizaje de la
lectura inicial en primer año básico da cierta garantía de que los niños no tendrán dificultades
futuras para leer, y el éxito en este aprendizaje inicial está estrechamente ligado al desarrollo
de algunas habilidades cognitivas y psicolingüísticas que esos mismos niños alcanzaron en
el jardín infantil. El "efecto lector inicial" sería una consecuencia del desarrollo cognitivo de
los niños cuando empiezan el aprendizaje formal. Los niños que ya tienen desarrolladas esas
habilidades al ingresar a primer año básico tienen posteriormente mejor rendimiento. Por otra
parte, también hay investigaciones que muestran que el entrenamiento de los niños de
kindergarten en tareas fonológicas favorece significativamente el rendimiento en lectura en
los años primarios (Christensei 2001; Vellutino y Scanlon 2001).
Esta estabilidad en el rendimiento en la lectura y su dependencia de algunas variables
cognitivas bastante específicas hacen posible establecer estrategias pedagógicas de
predicción del aprendizaje y de prevención del retardo lector. El conocimiento de las
variables predictivas y preventivas permite intervenir pedagógicamente en el desarrollo de los
niños para mejorar sus perspectivas de aprendizaje. Mutter (2000) divide las variables
predictivas en cognitivas y no cognitivas. Entre las variables cognitivas menciona, en primer
lugar, la conciencia fonológica y el conocimiento de las letras. Ambas variables aparecen
como predictoras bastante constantes en diversos estudios de seguimiento y pueden servir
de umbral para el aprendizaje formal. Entre las variables no cognitivas están el nivel
socioeconómico y emocional de las familias.
CAPÍTULO III
LA CONCIENCIA FONOLÒGICA COMO ZONA DE DESARROLLO PRÒXIMO DE LA
LECTURA INICIAL
En los capítulos anteriores hemos visto numerosas investigaciones que muestran que la
conciencia fonológica es el proceso cognitivo que presenta mayor variabilidad común con la
lectura inicial y que su ejercitación es determinante para el éxito en el aprendizaje de la
lectura. En el presente capítulo se asocia la intervención pedagógica sobre la conciencia
fonológica con el concepto de Zona de Desarrollo Próximo -propuesto por Vygotski- para el
aprendizaje de la lectura inicial (Bravo 2004).
1. La conciencia fonológica
Por "conciencia fonológica" entendemos la toma de conciencia de los componentes
fonémicos del lenguaje oral (segmentación fonèmica, aislamiento del fonema inicial,
aislamiento del fonema final, secuencias fonémicas) y el dominio de diversos procesos que
los niños pueden efectuar conscientemente sobre el lenguaje oral, tales como segmentar las
palabras en sus sílabas y fonemas, articularlas a partir de secuencias fonémicas,
pronunciarlas omitiendo fonemas o agregándoles otros, efectuar inversión de secuencias
fonémicas, etc. Los procesos fonológicos incluidos dentro del concepto de "conciencia
fonológica" se desarrollan en distintos niveles de complejidad cognitiva, que van desde un
nivel de sensibilidad más bien pasiva para reconocer los diferentes sonidos que distinguen
las palabras -que puede ser previo a toda aproximación al lenguaje escrito-, hasta otros de
mayor complejidad, tales como segmentar las palabras o pronunciarlas omitiendo o
añadiéndoles fonemas, que serían en parte una consecuencia del aprendizaje formal de la
lectura. Entre ambos niveles puede ocurrir la intervención pedagógica que aproxima el len-
guaje oral y el lenguaje escrito.
Moráis, Alegría y Content (1987) propusieron usar el término conciencia segmenta!
(segmenta! awareness) para describir la habilidad que deben tener los niños para reconocer
y analizar las unidades significativas del lenguaje, lo que les facilita la transferencia de la
información gráfica a una información verbal. Este proceso consiste en aprender a diferenciar
los fonemas, en cuanto son segmentos auditivos mínimos y necesarios, para que al ser
articulados oralmente las palabras adquieran significado. Señalan que en el aprendizaje de la
lectura el desarrollo de la conciencia segmentaI es como "una interfase entre las
instrucciones del profesor y el sistema cognitivo del niño", necesaria para aprender a analizar
la correspondencia grafema-fonema.
Moráis (1991) expresa que hay una fuerte asociación entre el desarrollo de las
habilidades de análisis segmental y el reconocimiento del sonido de las letras. En la medida
en que los niños aprenden el sonido de las letras también aprenden a segmentarlas según
sus fonemas. En consecuencia, un entrenamiento pedagógico de los niños en ambos
procesos -segmentación y correspondencia nombre-sonido de letras- produciría un fuerte
efecto en el aprendizaje de la lectura. Se puede pensar que "el entrenamiento en el
conocimiento letra-sonido influye en la lectura vía el análisis segmental" (op. cit., pág. 50).
Una vez que los niños han aprendido el valor fónico de las letras (sus sonidos) pueden
empezar a asociar los segmentos fonémicos entre sí en una secuencia que les permite
articular las palabras.
Los resultados de las investigaciones convergen en que los niños que tienen mejores
habilidades para segmentar y manipular sílabas o fonemas aprenden a leer más rápido,
independientemente del Cl, del vocabulario y del nivel socioeconómico (Lonigan, Burgess,
Anthony y Barker 1998). Su desarrollo puede ser estimulado por algunos métodos de
enseñanza de la lectura, en la medida en que el sujeto toma conciencia de que las letras
representan sonidos significativos que les permitirán articular las palabras y entender su
significado. También el procesamiento fonológico ha sido considerado como "un proceso
cognitivo y verbal de la conciencia fonológica, que cumple el papel del "motor de partida"
para la decodificación" (Bravo 2005, pág. 127). Este "motor de partida" es activado por la
intervención pedagógica cuando ella facilita el reconocimiento de los fonemas como
componentes comunes del lenguaje oral y escrito.
6. Investigaciones
Diversas investigaciones avalan que se produce una interacción entre el desarrollo de la
conciencia fonológica y el aprendizaje de la lectura. Por ejemplo, Ehri, Nunes, Willows,
Schuster, Yaghoub-Zadeh y Shanahan (2001) efectuaron un metaanálisis de noventa y seis
casos comparativos, entre grupos de intervención fonológica y grupos de control. Sus
resultados señalan que el impacto de la instrucción fonológica fue significativo sobre la
lectura y la escritura, beneficiándose tanto la decodificación como la comprensión lectora.
Los autores concluyeron que los beneficios de la instrucción explícita en procesos
fonológicos son más efectivos que otras formas alternativas para ayudar a los niños en la
adquisición de la lectura y escritura. Esto vale tanto para niños de desarrollo normal como
para niños con alto riesgo de fracasar en este aprendizaje. Igualmente el efecto fue favorable
cuando se compararon sus resultados en niños de nivel socioeconómico medio y bajo. Los
resultados fueron más beneficiosos cuando la instrucción no se limitó a estimular
explícitamente el desarrollo fonológico mismo, sino que iba acompañada de su aplicación
concreta a la enseñanza de letras y palabras. Los autores también expresan que el impacto
de la instrucción fonológica explícita fue mayor en la edad preescolar y en kindergarten que
en años posteriores.
Otro metaanálisis, efectuado por Bus y Ijzendoord (1999) acerca de los resultados de
setenta publicaciones sobre la conciencia fonológica mostró que ella es predictora
importante, aunque no suficiente, para explicar el aprendizaje de la lectura. El conocimiento
de las palabras escritas fue activado por el conocimiento de sus componentes fonológicos en
la primera etapa de la decodificación. Posteriormente, los niños aprenderán las estrategias
visual-ortográficas para recordar y reconocer rápidamente las palabras que ya han leído con
anterioridad con mayor frecuencia.
Estos metaanálisis convergen con los resultados obtenidos en investigaciones de
seguimiento efectuadas en distintos idiomas desde los años del jardín infantil hasta la
enseñanza convencional de la lectura. Ellas confirman que la conciencia fonológica tiene la
más alta predictividad sobre este aprendizaje. Estos estudios, que han sido efectuados en
inglés (Compton 2000; Stanovich 2000; O'Connor y Jenkins 1999); en holandés (De Jong y
Van der Leij 1999); en portugués (Cardoso-Martins 2001); en español (Carrillo 1994; Carrillo
y Marín 1996; Defior 1996; Signorini y col. 1996; Bravo y Orellana 1999; Bravo, Villalón y
Orellana 2000) y en francés (Sprenger-Charolles, Siegel y Bonnet 1998), observan que el
desarrollo de la conciencia fonológica junto con ser un elemento predictor los distintos
procesos fonológicos señalan niveles de aproximación para iniciar el aprendizaje lector en
todos esos idiomas.
Una investigación de seguimiento de cinco años, efectuada desde el kindergarten por
Wagner y colaboradores (1997), confirmó esta relación entre los procesos de la conciencia
fonológica y el aprendizaje de la lectura. Emplearon una batería múltiple con pruebas
fonológicas variadas, tales como categorizar sonidos, eliminar sonidos, segmentar palabras,
integrar sonidos en una palabra. También pruebas de nombrar letras y números. Sus
resultados muestran que cada etapa del aprendizaje de la lectura está asociada, en un grado
diferente, con estos procesos predictivos, los que también evolucionan a medida que el
aprendizaje progresa. La conciencia fonológica apareció como el predictor principal. Los
autores mencionados expresan que "las diferencias individuales en conciencia fonológica
influyeron sustancialmente en las posteriores diferencias individuales de la lectura de
palabras..." (pág. 475). Agregan que la influencia de las diferencias fonológicas de los niños
no se limita a diferencias en la lectura inicial, sino que se extiende hasta cuarto grado. El
entrenamiento fonológico en actividades de lenguaje oral que se realicen en kindergarten y
primer año puede ser continuado explícitamente con los componentes del lenguaje escrito
como un desarrollo que se prolonga.
8. La "proximidad" fonológica
Respecto a cuáles son los procesos operacionales más próximos para el aprendizaje de
la lectura, la investigación ha confirmado que la conciencia fonológica tiene distintos grados
de complejidad psicolingüística (Bravo, Villalón y Orellana 2002). En los niños más pequeños
aparece una sensibilidad a los fonemas del lenguaje oral, que se expresa en la identificación
de diferencias entre palabras escuchadas o en el reconocimiento de palabras rimadas.
Posteriormente se desarrollan otros procesos de mayor complejidad pslcollngüístlca, tales
como segmentar palabras oralmente, o articularlas a partir de sus fonemas (mapa —>
/m/a/p/a/ /p/a/t/o/—> pato). Los primeros procesos requieren solamente cierta agudeza
perceptiva fonèmica y normalidad en el desarrollo del lenguaje, para determinar semejanzas
y diferencias entre algunas palabras escuchadas. Los más avanzados -en cambio- son
procesos que permiten intervenir sobre la serie fonèmica, haciéndola variar. Por ejemplo,
repetir una palabra omitiendo su fonema inicial (gato —> ato). Hulme y Snowling (1997)
mencionan específicamente las pruebas de omisión de fonemas y Rohl y Pratt (1995) una
prueba de omitir los fonemas iniciales como las más predictivas del aprendizaje de la lectura
en un grupo de niños de nivel socioeconómico medio bajo. Carrillo (1994) también estima
que la conciencia segmentai, es decir, aquella que se refleja en tareas de dividir las palabras
en segmentos u omitir segmentos, es crítica para el éxito en la lectura. Agrega que "todos los
niños que fueron capaces de desarrollar la conciencia segmentai fueron capaces de leer"
(pág. 296). Más adelante se muestran los resultados de algunos estudios efectuados en
Chile sobre este punto que confirman estos resultados.
Por otra parte, O'Connor, Jenkins y Slocum (1995) encontraron que los procesos
fonológicos que tuvieron mayor transferencia para mejorar la lectura inicial en niños de
kindergarten con retraso fueron segmentar e integrar fonemas. El reconocimiento del fonema
inicial formó parte de la evaluación de estos procesos. Hernández-Valle y Jiménez (2001)
también encontraron, en niños de segundo y de tercer año con retraso lector, que la
ejercitación en síntesis y segmentación de fonemas mejora significativamente los procesos
de decodificación. Consideran que la ejercitación de la conciencia fonológica facilita la
comprensión de las relaciones entre fonemas y grafemas, antes de la enseñanza del código
alfabético, permitiendo un mejor aprovechamiento de la enseñanza de la lectura.
Este proceso de aproximación entre conciencia fonológica y lectura no es uniforme para
todos los niños, sino que variaría según otras condiciones del umbral de desarrollo
psicolingüístico y cognitivo de cada uno de ellos y de las estrategias de enseñanza que
reciban. La investigación efectuada por Brady, Fowler, Stone y Winbury (1994) en niños de
kindergarten propone una secuencia pedagógica en tres fases para desarrollar la conciencia
fonèmica teniendo como objetivo de enseñar a leer: a) Entrenar la conciencia fonológica a
nivel del fonema (ritmo, segmentación, categorización de sonidos e identificación); b) Trabajo
en el aislamiento de fonemas, y c) Trabajar la representación de la estructura interna de las
sílabas (segmentarlas y ordenar los fonemas). Este programa implicó un mejor desarrollo de
las habilidades fonológicas en el grupo experimental, originando, como consecuencia, una
mejor lectura en primer año.
Como consecuencia de las investigaciones mencionadas, es posible plantear que el nivel
de desarrollo de la conciencia fonológica, junto con determinar un umbral para aprender a
leer, contribuye a indicar el mayor grado de aproximación que tenga un niño para este
aprendizaje inicial. Puede considerarse una zona de mayor aproximación entre el desarrollo
cognitivo infantil y las estrategias de enseñanza de la lectura.
El interés en estudiar la conciencia fonológica, como Zona de Desarrollo Próximo para el
aprendizaje de la lectura, deriva de la importancia que tiene este concepto de Vygotski en la
pedagogía y en la psicología cognitiva contemporáneas. La determinación de una ZDP
permite señalar un área de intervención pedagógica en los niños de edades preescolares,
escolares iniciales y entre los que tengan dificultades para el aprendizaje de la lectura. Esta
ZDP implica un punto de concentración de los esfuerzos psicopedagógicos para que los
niños involucrados rompan el código escrito y accedan a su significado. En este punto, los
esfuerzos instruccionales deben coincidir con el grado de desarrollo de los niños en los
procesos fonológicos, los que pueden ser utilizados como trampolín para que atraviesen la
distancia que hay entre el lenguaje oral y el lenguaje escrito.
Los resultados de las investigaciones sobre el aprendizaje de la lectura indican que hay
una estrecha relación entre el desarrollo de los procesos que componen la conciencia
fonológica y el inicio de ella. La mayor parte de los investigadores coincide en que su
desarrollo tiene más alto poder explicativo de las diferencias en este aprendizaje en
diferentes idiomas y la intervención a edad preescolar cumpliría un papel causal para un
éxito en la lectura inicial. Además, los estudios de seguimiento de niños entre kindergarten y
primeros años básicos muestran que los procesos fonológicos mantienen su predictividad
sobre el aprendizaje de la lectura durante varios años, lo cual indicaría que entre ambos hay
una interacción posterior a la decodificación inicial (Byrne, Fielding- Barnsley y Ashey 2000).
Desde otra perspectiva, también hay investigaciones que señalan que el desarrollo
fonológico forma parte de la lectura emergente, como un proceso difícilmente separable del
aprendizaje lector mismo (Whitehurst y Lonigan, 1998).
La activación de los procesos fonológicos en la enseñanza preescolar cumpliría el papel
de detonador de la decodificación, ya que compromete a los niños en el dominio de los
componentes fónicos del lenguaje oral y facilita su asociación con la escritura. En la medida
en que el sujeto toma conciencia de que las letras representan sonidos significativos de su
propio lenguaje, que se pueden articular en palabras y entender su significado, se apropian
del proceso de decodificación. La intervención mediadora del educador va produciendo una
transformación de las estructuras cognitivas en los niños, que les facilita encontrar el
significado de las palabras a medida que las decodifican. En una primera etapa, mientras
mayor sea la sensibilidad que tengan a las rimas, ritmos y diferencias silábicas, con mayor
éxito se puede esperar que más tarde dominen los fonemas que configuran el lenguaje
escrito. Este logro depende en gran medida de la interacción entre los métodos de
enseñanza -que les permiten ir desarrollando estrategias lectoras más avanzadas
(automatización, velocidad, comprensión)- con el dominio de los procesos fonológicos. El
trabajo psicolingüístico que efectúan los niños en interacción con la ayuda de los maestros
en algunos procesos fonológicos, tales como la segmentación de palabras, la omisión de
fonemas, la integración de secuencias fonémicas, etc., contribuye a configurar esquemas
cognitivos que facilitan el aprendizaje del código. Este proceso de interacción pedagógica
produce la máxima aproximación entre las habilidades fonológicas de los niños y las
enseñanzas de los maestros. El desarrollo de los procesos fonológicos facilita aprender a
leer y este aprendizaje, a su vez, produce un desarrollo metafonológico que permite a los
niños tomar conciencia de los procesos mentales que están aplicando para leer. La toma de
conciencia de las palabras escritas, en cuanto constructos fonémicos que pueden ser interve-
nidos o modificados, aumenta durante el proceso de instrucción en lectura. La enseñanza de
los fonemas en su asociación con las letras hace que los niños tomen mayor conciencia de
que las palabras escritas están estructuradas cognitivamente en segmentos, y son
asociables con el lenguaje oral y que por esta vía se aprende a decodificar. Lonigan,
Burgess, Anthony y Barker (1998) consideran que el desarrollo de las habilidades fonológicas
puede requerir instrucción formal o informal sobre las palabras impresas y el alfabeto, y
encontraron una relación entre el desarrollo de los diferentes niveles de conciencia
fonológica y las habilidades lectoras.
No todas las habilidades fonológicas de los niños prelectores que contribuyen a
determinar la ZDP son efecto de una enseñanza explícita durante los años del jardín infantil.
En algunos casos pueden adquirirse mediante aprendizajes implícitos y a través de los
juegos psicolingüísticos. Su grado de desarrollo en kindergarten determinaría el umbral para
que el proceso pedagógico en los primeros años básicos cubra la distancia con la lectura
convencional.
Un enfoque vygotskiano diferente para el aprendizaje de la lectura ha sido el de Clay y
Cazden (1993), quienes plantean para su programa lector (Reading Recoven/) una zona
aproximación semántica a la lectura. Este programa está diseñado para ayudar a los niños a
"la integración de los códigos semióticos del lenguaje oral y la ortografía inglesa, más el
conocimiento del mundo, en las operaciones complejas de la lectura y escritura" (pág. 259).
Sus actividades están dirigidas a realizar un trabajo comprensivo de los significados de las
palabras escritas. Esta búsqueda de significados sólo puede efectuarse con éxito en la
medida en que los niños hayan interiorizado las claves fonémicas y puedan decodificar las
palabras. La aplicación de estrategias ortográficas que se apoyen en los procesos
semánticos depende en su mayor parte de la habilidad que hayan tenido los niños para
manejar los fonemas.
El uso del término Zona de Desarrollo Próximo, para explicar la interacción entre la
conciencia fonológica y el aprendizaje de la lectura inicial, tiene implicancias teóricas y
aplicaciones pedagógicas. Las implicancias teóricas derivan del hecho de que la conciencia
fonológica no es el único proceso cognitivo implicado en el aprendizaje lector inicial. Las
investigaciones revelan también el peso que tienen los procesos visual-ortográficos, la
identificación temprana de las letras del alfabeto, la velocidad de nominar, el desarrollo de
redes semánticas. Todos ellos contribuirían a conformar condiciones cognitivas sobre las
cuales emerge el aprendizaje de la lectura, como resultante de la interacción de diversas
variables; esto significa que la conciencia fonológica no es el único requisito para este
aprendizaje. Sin embargo, el grado más alto de interacción con la lectura inicial sobre las
otras variables, que tienen los procesos que forman la Conciencia Fonológica, indica que ella
posee la mayor variabilidad común con los procesos que conforman la decodificación. Esta
variabilidad común podría interpretarse como una asociación dinámica entre ellos. Por otra
parte, las investigaciones que han encontrado una relación causal muestran que la
intervención pedagógica en los procesos fonológicos en etapas prelectoras determina
directamente un mejor aprendizaje de la lectura.
Desde el punto de vista pedagógico, la consecuencia de esta ZDP es que la
determinación del nivel de desarrollo de los procesos fonológicos es central para elaborar las
estrategias de enseñanza de la lectura inicial. Si no es tomada en consideración al iniciar el
primer año, se puede producir un desfase entre las estrategias de enseñanza de la lectura y
las posibilidades reales de los niños para aprender. No basta que ellos tengan un buen
desarrollo del lenguaje oral y vivan en un ambiente letrado. Necesitan desarrollar los
procesos cognitivos indispensables para interactuar con el lenguaje escrito y aprovechar lo
que el ambiente letrado les ofrece. Otra consecuencia es que el desarrollo de la Conciencia
Fonológica deber ser un objetivo de los Programas de Jardín Infantil, de modo que, al
ingresar al primer año, los niños tengan un desarrollo fonológico satisfactorio para aprender a
decodificar.
CAPÍTULO IV
EL PROCESAMIENTO VISUAL-ORTOGRAFICO Y EL PROCESAMIENTO LEXICO EN
LA LECTURA INICIAL
La lectura se inicia a partir de la percepción y discriminación visual de las letras y
palabras. En consecuencia, requiere de un desarrollo suficiente para discriminar entre los
signos ortográficos y retener en la memoria las diferencias. Sin embargo, durante la lectura el
procesamiento visual de las palabras se diferencia de una percepción visual corriente en que
incorpora el sonido de las palabras y el reconocimiento de las claves ortográficas que
clarifican la pronunciación y facilitan el acceso al significado. El reconocimiento de las claves
ortográficas de la escritura implica tomar en cuenta las reglas ortográficas que, en cada
idioma, ordenan la escritura, diferencian su pronunciación y/o su significado. Así por ejemplo,
las vocales tienen una pronunciación estable en idioma castellano, y muy variable en idioma
inglés, lo cual depende de su contexto intralexical. El aprendiz de lector debe tomar en
cuenta las formas de las palabras, el ordenamiento, la ubicación y la continuidad o
separación de las letras y de las sílabas y entre las mismas palabras. También distinguir las
vocales de las consonantes, además de la presencia o ausencia de otros signos ortográficos,
principalmente los acentos en idioma español. Este proceso culmina con el reconocimiento
léxico. Una dificultad que se observa en algunos lectores iniciales para efectuar un adecuado
procesamiento visual ortográfico de las palabras deriva de una insuficiencia en la atención y
en la memoria visual de los signos ortográficos y de las diferencias morfémicas, lo que
impide un adecuado reconocimiento léxico.
El reconocimiento de las letras y las claves visual-ortográficas se adquiere asociado con
el dominio fonológico de las palabras escritas, y la memoria retiene las características
ortográficas de las palabras vistas con mayor frecuencia, que permite el reconocimiento
léxico de ellas. La retención de las configuraciones gráficas de las palabras de aparición más
frecuente permite cotejar sus componentes fonémicos con los ortográficos, e implica buscar
mayor información en los rasgos ortográficos que la que proporciona la decodificación
fonológica. Por ejemplo, entre las palabras haya y allá; vaya y valla, no hay diferencias en
sus fonemas, lo cual obliga a buscar sus diferencias semánticas en la ortografía. Los niños
con retardo lector severo tendrían una insuficiencia para prestar atención automática a las
diferencias ortográficas que facilitan el significado de las diferencias léxicas.
Bruck (1992) observó que en los niños de aprendizaje lector normal aumenta la atención
a las claves ortográficas, en la medida en que progresan en el aprendizaje de la lectura. Sus
resultados indicaron que el aprovechamiento de la información ortográfica para identificar las
palabras se va desarrollando de manera progresiva con el mejor aprendizaje de la lectura
(Adams y Bruck, 1993).
Por otra parte, Hanley, Reynolds yThornton (1997) compararon a niños con retraso lector
y lectores normales de igual edad lectora (que tenían menor edad cronológica), y
concluyeron que los primeros no utilizaron tan bien como los lectores normales la información
visual ortográfica, aunque hubieran conocido previamente palabras análogas. Estiman que
no supieron aplicar adecuadamente la memoria visual para retener las semejanzas y
diferencias entre las palabras.
Según Ehri y Saltmarsh (1995) es posible que los niños con retardo lector tengan un
enfoque perceptivo menos analítico para reconocer visualmente las palabras, especialmente
en sus características pronunciables. Como consecuencia tienden a confundir aquellas
palabras que son semejantes en algún segmento pronunciable. Esta menor capacidad de
análisis de los componentes ortográficos también depende de la atención que el sujeto
preste a ellos.
Respecto a la relación entre los déficits en el procesamiento visual-ortográfico y en el
fonológico en los niños que tienen dificultades para aprender a leer, Badian (1997) estableció
que existe una relación entre la severidad del retardo lector y la acumulación de déficits
(fonológico, ortográfico y velocidad en la decodificación). Estima que, a mayor cantidad de
déficits, la aplicación de estrategias pedagógicas compensatorias para superarlos se hace
más difícil. Es decir, que el pronóstico de los niños con retardo lector depende directamente
de la cantidad y la intensidad de los déficits que presentan en los procesos cognitivos
subyacentes a la lectura.
4. Estudios comparados
Goswami, Gomberty Fraga de Barreira (1998) efectuaron un estudio comparativo en el
proceso empleado para la lectura de pseudopalabras, con ortografía y con fonologías iguales
y diferentes, en niños de habla inglesa, francesa y española. Entre ellos encontraron
diferencias significativas en la precisión y en la velocidad para leer, las que favorecieron a los
niños de habla hispana. Piensan que la mayor transparencia de la ortografía española les
facilitaría el aprendizaje de la lectura y la velocidad para decodificar, pues en este idioma es
más fácil establecer directamente la asociación ortográfica-fonológica.
Un estudio efectuado por Sprenger-Charolles y Siegel (1997) sobre los efectos de la
estructura silábica en la lectura inicial, en niños de habla francesa de primer año, muestra
algunas interesantes semejanzas con lo que sucede en castellano. Evaluaron al grupo dos
veces, con seis meses de diferencia, en el tipo de errores que cometían al sustituir las letras.
Los errores de los lectores estuvieron relacionados tanto con las categorías fonológicas
como con las categorías visuales de las palabras en la decodificación de las consonantes.
Encontraron que la estructura fonológica de las palabras tuvo mayor peso que la estructura
visual ortográfica en los errores en decodificación.
Compararon los errores que cometían al decodificar letras con semejanzas visuales o
auditivas (visuales: p/d; b/d y auditivas: p/t; t/d), las que podían originar errores de
sustitución. Los niños tuvieron inicialmente dificultad para reconocer la orientación espacial
de las letras, lo cual produjo una buena cantidad de confusiones "visuales" (p-d-b), pero esta
situación fue superada rápidamente en pocos meses. En cambio, las sustituciones
"fonológicas" persistieron. Una situación análoga apareció en los errores secuenciales, en los
cuales las equivocaciones se cometieron en sílabas con consonantes fonológicamente
cercanas (tirbul-tribul).
Este estudio señala que al comienzo del proceso de aprender a leer los niños cometen
tantas confusiones de origen visual como fonológicas, pero en la medida en que aprenden a
prestar atención a las diferencias ortográficas, las sustituciones "visuales" tienden a
desaparecer, manteniéndose las sustituciones fonológicas en un grupo de ellos.
Sprenger-Charolles, Siegel y Lacert (1999) en un seguimiento de cinco años de duración
confirmaron que las confusiones visuales, como las de discriminación perceptiva o de
orientación espacial, serían más bien consecuencia de un problema maduracional.
Manis, Custodio y Szeszulski (1993) mostraron que es el déficit fonológico el que origina
el retardo para reconocer visualmente las palabras y no viceversa. Los déficits fonológicos
fueron más estables que los déficits en el reconocimiento visual ortográfico. Esta estabilidad,
luego de un período de tratamiento, indica que el déficit fonológico es un trastorno de
aparición temprana que persiste con el tiempo; en cambio, el déficit visual-ortográfico
dependería, en parte, de la experiencia lectora de los sujetos.
5. Niveles del procesamiento visual-ortográfico
Nota: Este párrafo y el siguiente han sido tomados de mi libro "Lenguaje escrito y
Dislexias" pues el tema concierne tanto al aprendizaje de la lectura inicial como a los
trastornos para aprender a leer.
Respecto a los errores aparentemente visuales cometidos durante el aprendizaje lector es
conveniente distinguir tres niveles. El primero aparece en las confusiones de letras y
palabras visualmente semejantes o con distinta orientación espacial -algunas de las cuales,
además, tienen una pronunciación cercana- que se producen en las etapas iniciales del
aprendizaje, cuando los niños todavía no han afianzado el dominio visual y fonológico de las
letras. Se caracterizan por ser errores más bien transitorios y dependerían de una
insuficiencia en la atención perceptivo visual-ortográfica.
El segundo nivel está dado por el reconocimiento y aplicación de analogías visuales entre
segmentos de las palabras, que permiten al niño recomponer o aventurar pronunciaciones
posibles, dentro de un cierto margen ortográfico, a partir de la evocación de segmentos de
ellas. En este proceso, la memoria visual de los segmentos de palabras, que en castellano se
refiere fundamentalmente a la raíz de las palabras y a las sílabas, depende del
reconocimiento fonológico previo de la pronunciación de sus componentes. Para reconocer la
sílaba "las','es indispensable que los niños distingan auditivamente las diferencias fonémicas
entre /// /a/y/s/. Luego podrán ensayar pronunciaciones posibles cuando encuentren la sílaba
inicial "lás" (—>lás-tima). Esta estrategia lectora se aplica con las raíces que se repiten con
mayor frecuencia, como pueden ser "ma""pa" "al" "ca”,"bra" o con sílabas finales, como son
"bía',"'ción", "aba", etc., lo que les permite inferir el resto de las palabras y plantearse
alternativas sobre su pronunciación total. Esta estrategia facilita la lectura de muchas pala-
bras, recurriendo a la memoria visual de estos segmentos, como inductores de la
decodificación, aplicando el denominado efecto de la regularidad.
Cuando la estrategia de memorización se hace con la palabra global, a cuya vista se
reconoce su significado, podemos hablar de una estrategia visual- semántica, la que
utilizamos en la lectura de las palabras más frecuentes y de ortografía simple (lectura a
primera vista). Sin embargo, es posible que en castellano la memorización de las palabras
globales para la lectura inicial tenga menor peso que en idiomas de ortografías no-
transparentes o irregulares, debido a la mayor facilidad de este idioma para utilizar las
sílabas como unidades subléxicas intermedias que facilitan la decodificación.
El tercer nivel de procesamiento ortográfico está relacionado con la existencia de reglas
ortográficas castellanas, que contribuyen a determinar no sólo la pronunciación, sino también
el significado, y cuya aplicación requiere la atención selectiva a una información ortográfica
que no deriva de la información fonológica. Esta atención a la información ortográfica
contribuye a precisar la pronunciación o el significado cuando el texto incluye secuencias
fonológicas similares, pero ortográficamente distintas, y se necesitan para diferenciar el
significado de las palabras, entre pronunciaciones alternativas. Por ejemplo, tener que
diferenciar entre más cara, mascara, máscara y mascará; entre cediera y se diera; entre
hecho y echo\ valla, vaya o baya\ olla y hoya; se cayó y se calló.
En todos estos casos la decodificación fonológica no permite determinar el significado,
quedando el niño a medio camino en el proceso de decodificación si no recurre al
reconocimiento ortográfico. Las diferencias ortográficas determinan diferencias semánticas
en secuencias fonológicas similares, las que derivan de una asociación entre las claves
ortográficas y el significado verbal.
La aplicación de este nivel de estrategia visual-ortográfica tiene una connotación especial
en nuestro idioma en la atención visual a los acentos, cuya presencia u omisión, en algunos
casos, altera la pronunciación, y en otros hace variar el significado. Las diferencias
ortográficas entre el o él, que y qué, como y cómo, requieren del lector una atención especial
a los acentos. En la lectura de las expresiones él sacó y el saco, un niño que no tenga clara
conciencia de las diferencias entre sustantivos y verbos y del significado de los acentos para
diferenciar los pronombres de los artículos no prestará atención a su presencia o ausencia, y
no discriminará en la pronunciación de ambas expresiones, lo cual variará el significado de lo
que lee.
En consecuencia, el reconocimiento de las claves ortográficas es un facilitador de la
decodificación y del acceso al léxico. El empleo insuficiente que hacen algunos lectores
iniciales de la información que proporcionan algunas claves ortográficas sería resultado de
un déficit en el reconocimiento de su significado verbal y no de una falla perceptivo-visual.
CAPÍTULO V
INVESTIGACIONES SOBRE APRENDIZAJE LECTOR
En este capítulo se presentan los resultados de dos investigaciones sobre los procesos
cognitivos asociados con la lectura inicial en niños de escuelas municipales que ingresaron al
primer año básico. Con este objetivo se estudió la totalidad de los niños que ingresaron a
este curso en doce escuelas básicas de una comuna de Santiago urbano. Fueron
inicialmente cuatrocientos alumnos de seis años de edad.
1. El umbral lector
Una hipótesis de esta investigación es que el bajo rendimiento en lectura que presenta un
porcentaje no despreciable de alumnos de educación básica se debe a que no han
desarrollado los procesos cognitivos y psicolingüísticos necesarios para el aprendizaje de la
lectura inicial. Es decir, que cuando inician el primer año básico todavía no han adquirido un
umbral lector cognitivo apropiado, por lo cual no asimilan adecuadamente la enseñanza de la
lectura y de la escritura en los primeros años. Este déficit inicial compromete el rendimiento
posterior debido a que, como consecuencia del efecto lector inicial, presentan más tarde
deficiencias en la comprensión lectora. El bajo nivel de comprensión lectora de los alumnos
de cuarto a octavo años básicos sería, en muchos casos, consecuencia de este déficit inicial
que no fue superado en ese período.
En los capítulos anteriores se ha visto que el aprendizaje de la lectura emerge a partir de
algunas habilidades cognitivas prelectoras, que son desarrolladas en el hogar y en el jardín
infantil, antes de expresarse en un aprendizaje formal. El nivel de ese desarrollo cognitivo
emergente permite reconocer cuáles son los niños que han alcanzado un umbral adecuado
para este aprendizaje.
El concepto de umbral lector cognitivo implica que, dentro de la corriente de la lectura
emergente, hay algunas habilidades que los niños poseen antes de iniciar el aprendizaje
formal de la lectura, que sustentan con mayor peso el aprendizaje posterior. La evaluación de
este umbral ayuda a identificar a los niños que tendrán más dificultades para aprender.
Entre las habilidades cognitivas estudiadas en esta investigación se encuentran la
conciencia fonológica, el conocimiento del nombre de las letras y la asociación visual-
semántica. Estas habilidades han sido escogidas tanto por su base teórica como por el peso
que tuvieron en el aprendizaje lector de otro grupo de niños de primer año, estudiados con
anterioridad (Bravo, Villalón y Orellana, 2001). Las habilidades mencionadas reflejan
procesos cognitivos necesarios para un buen aprendizaje de la lectura. Diversas
investigaciones sobre los procesos involucrados en la lectura inicial han mostrado su relación
significativa con la capacidad de los niños:
• para identificar los componentes fonémicos de las letras y palabras, asociarlos con la
corriente del lenguaje oral y, por lo tanto, para darles significado;
• con la velocidad para nombrar letras, lo que refleja el funcionamiento de la memoria de
corto término;
• con la fluidez verbal;
• con cierto grado de conciencia alfabética para memorizar el nombre de las letras y su
pronunciación;
• con la asociación visual-semántica, para identificar algunas características gráficas más
relevantes de las palabras escritas y evocarlas a la vista, asociándolas con su significado;
y
• con la memoria visual.
Las principales investigaciones recientes sobre este tema ya han sido mencionadas en
capítulos anteriores. Recapitulándolas, O'Connor y Jenkins (1999) efectuaron un seguimiento
entre kindergarten y primer año, encontrando que las variables con más fuerza predictiva de
la lectura eran los procesos de segmentar fonemas y la velocidad para nombrar letras,
evaluadas al comienzo del primer año básico. Catts, Fey, Zhang yTomblin (1999), luego de
un seguimiento entre el kinder y el segundo año, concluyeron que el lenguaje oral y el
procesamiento fonológico, la velocidad para reconocer letras presentadas visualmente y para
nombrar objetos y números estuvieron estrechamente ligados al aprendizaje de la lectura.
Compton (2000) hizo un estudio sobre los procesos predictores del aprendizaje de la lectura
entre el kinder y primer año. Según este estudio, los niños que tenían mejor rendimiento en la
velocidad para dar el nombre y la pronunciación de algunas letras lograron mejor aprendizaje
algunos meses después. También Bloodgood (1999) mostró que reconocer el nombre de las
letras y de nombres propios correlaciona con el reconocimiento de palabras escritas cuando
se evalúa en niños preescolares entre tres y cinco años de edad. El hecho de que algunos
niños, antes de empezar el aprendizaje de la lectura, reconozcan el nombre de algunas letras
no significa que puedan operar con ellas en un proceso de decodificación. Simplemente pue-
den reconocerlas logográficamente, como podría ser la letra f, pues empieza la palabra
fútbol, o la s por una marca de helados.
1.2. El procedimiento
El objetivo de la investigación fue determinar el nivel de desarrollo y la predictividad de
estos procesos, evaluados al momento de ingresar al primer año, sobre el rendimiento en la
lectura a fines de este curso. Para ello se evaluó individualmente a cuatrocientos niños que
ingresaron al primer año en doce escuelas municipales, y a fines del mismo año escolar se
estudió su nivel de aprendizaje en lectura (Bravo, Villalón y Orellana 2002).Todos ellos
habían cursado kindergarten y estaban divididos en igual proporción por sexos.
Los instrumentos usados fueron las pruebas experimentales mencionadas en el capítulo
segundo: PPL, PAI, ELEA y PSL. La lectura fue evaluada a fines del curso, con la prueba de
Interamericana de Comprensión Lectora Silenciosa.
Tabla 1
Rendimiento en la Prueba de Lectura por subgrupos
Subgrupos n Promedios DS
1 133 28.7 9.93
2 101 19.3 11.36
3 129 14.5 11.24
4 28 6.8 7.5
El cálculo de ANOVA y el test de Scheffé Indicaron que todas las diferencias entre los
cuatro subgrupos fueron significativas en la prueba de lectura. Ver gráfico siguiente:
Ese gráfico señala con claridad las diferencias en lectura entre ellos.
Los 4 subgrupos también fueron comparados en otros aspectos: sexo, nivel educacional
de las madres, haber estado en jardín infantil y test de inteligencia. El cálculo de ANOVA
señaló que no hubo diferencias entre los subgrupos en el sexo de los niños, en el nivel
escolar de las madres y en haber cursado jardín infantil (p>0.05). Este resultado es
interesante pues no confirma otras investigaciones que han mostrado que habría relación
entre el nivel de escolaridad materna y la preparación de los niños para el aprendizaje de la
lectura.
En cambio de observó un efecto significativo del test de inteligencia de Raven sobre el
nivel de la lectura. Los niños que tenían mejor rendimiento lector aparecen en rangos
superiores de inteligencia.
3. La segmentación lingüística
En tercer lugar, los niños también fueron evaluados en habilidades de Segmentación
Lingüística, con la prueba PSL ya descrita en el segundo capítulo.
Los resultados obtenidos por el grupo se expresan en porcentajes:
Segmentación de sílabas 43.4%
Segmentación de palabras 34.2%
Segmentación de fonemas 20.8%
Este resultado señala que tuvieron mejor rendimiento en las pruebas de segmentación
silábica, que en segmentación por palabras y que en la segmentación fonémica, lo cual
indica que el desarrollo de las habilidades de segmentación lingüística es progresivo, siendo
más fácil el trabajo silábico y más difícil el fonémico. Según estos datos la toma de
conciencia de la segmentación silábica sería anterior a la de segmentación por palabras.
Estos resultados indican una gradiente en la cual se desarrollan los procesos de
segmentación, lo cual puede servir de pauta para el trabajo de enseñanza de la lectura
inicial.
4. El seguimiento
Durante el proceso de seguimiento, en el segundo y a fines de cuarto año, se evaluaron,
además, las habilidades de abstracción y de categorización verbal. La administración de los
tests fue individual por personas especializadas.
La variable final -variable dependiente- de cada año fueron la lectura de palabras, la
velocidad de comprensión y la comprensión lectora. Ellas fueron evaluadas colectivamente
mediante pruebas progresivas lectura y con un " rating" de las propias profesoras. La
investigación implicó efectuar también algunos cálculos de validez y de contabilidad de las
pruebas utilizadas.
4.1. Resultados
Los resultados obtenidos confirmaron que hay bastante estabilidad en el rendimiento de
los alumnos durante los cuatro años y que algunas de las características cognitivas y
verbales evaluadas inicialmente determinan un porcentaje importante de la varianza del
rendimiento lector a lo largo de este período. Estas variables predictivas fueron
independientes del Cl de los niños. Es de especial interés el hecho de que haya tres
variables que predijeron significativamente la lectura en los cuatro años, lo cual permite
evaluar con ellas a los niños en el momento de su ingreso al primer año y establecer una
predicción de su rendimiento para los años posteriores. Igualmente mediante ellas se pueden
determinar cuáles niños tendrán mayores dificultades para aprender a leer. Estas pruebas
fueron la segmentación del primer fonema de una palabra (Test PPL 1), el conocimiento del
nombre de las letras del alfabeto (Prueba PAI) y el reconocimiento de algunos nombres
escritos (Prueba ELEA 1). El conjunto de estas tres pruebas evaluadas al ingresar explicaron
el 49% de la varianza de la lectura a fines del primer año, el 39% de la varianza a fines del
segundo año, el 27% a fines del tercer año y el 33% a fines del cuarto año (p< 0.0001). Este
resultado muestra que cerca de la mitad del rendimiento en lectura a fines del primer año
puede ser predicho por estas tres variables iniciales y un tercio de la lectura comprensiva de
cuarto año también.
Al aplicar los índices proporcionados por estas tres pruebas para predecir el rendimiento
lector futuro se pudo determinar que del total de niños que ingresaron al primer año en estas
escuelas municipales, solamente un 28% estaba preparado para aprender a leer. Estos niños
tuvieron un rendimiento superior a sus compañeros durante todo el seguimiento. Por otra
parte, un 33% del grupo evaluado no tuvo éxito en ninguna de estas tres pruebas (0 punto en
cada una de ellas) y mostró un rendimiento inferior en lectura durante los cuatro años. Este
rendimiento insuficiente apareció tanto en los tests de lectura como en la evaluación de las
profesoras.
Este resultado confirma la importancia que tienen los procesos psicolingüísticos durante
el aprendizaje lector. No sólo predicen el aprendizaje del primer año, sino que mantienen su
predictividad para los años siguientes. Confirman así que la emergencia del lenguaje escrito
descansa en procesos cognitivos y psicolingüísticos desarrollados durante los años
preescolares.
Otro resultado obtenido fue una relativa estabilidad del rendimiento de los niños a lo largo
de los años de seguimiento. Los alumnos que tenían mejor desarrolladas las habilidades
evaluadas el primer año fueron los que estuvieron en los rangos más altos de lectura durante
los cuatro años. Por otra parte, los que tenían más bajo rendimiento inicial, mantuvieron su
bajo rendimiento durante todo el período. Así, por ejemplo, entre El 1° y el 2o año un 71 % de
los niños mantuvo el mismo rango en lectura. La comparación del rendimiento entre 1o y 3er
mostró que el 49% que estaba en el cuartil superior mantuvo este rango, y el 50% que
estaba en el primer año en el cuartil inferior, también. Este resultado puede deberse tanto a
insuficiencias en el desarrollo cognitivo inicial de los niños del rango inferior como a una
ineficiencia de las metodologías pedagógicas utilizadas para mejorar su aprendizaje. La
comparación del rendimiento en los tres últimos años mostró que había un 8.4% de los niños
que han sido lectores retardados permanentes. Es probable que varios de ellos sean
disléxicos.
La comparación de los niños que tuvieron un rendimiento lector deficiente (1.5 desviación
bajo el promedio de grupo total), con sus compañeros de rendimiento promedio, en el
segundo año del seguimiento, mostró que los niños con retardo lector presentaban déficits en
el desarrollo de algunos procesos verbales superiores como abstracción y categorización
verbal.
Este resultado indicaría que el retardo lector en muchos niños de educación general
básica está significativamente asociado con un desarrollo insuficiente de algunos procesos
cognitivos y verbales, el cual dificulta el aprendizaje de la lectura inicial e impide
posteriormente un desarrollo adecuado de la comprensión lectora. El seguimiento mostró que
este déficit no fue superado con las metodologías pedagógicas corrientes en estos cursos en
una buena parte del grupo.
Una explicación frecuente para el bajo rendimiento verbal y en lectura es atribuirlo a
deficiencias de orden sociocultural de las familias y las escuelas. Sin embargo, en este caso
todos los niños estudiados pertenecían a los mismos cursos y a las mismas escuelas
municipales. Las diferencias observadas pueden depender de variables extraescolares, tal
vez familiares, que no formaron parte de los objetivos de esta investigación, pero que no son
superadas con los métodos escolares corrientes de enseñanza del lenguaje y la lectura.
Los años de escolaridad de las madres tuvieron un efecto significativo, pero no muy
intenso, sobre el rendimiento en lectura en 2o, en 3o y en 4o año, no así en el primer año.
Este resultado da un índice indirecto de la influencia cultural del hogar sobre el aprendizaje
de la lectura, el cual se acrecienta entre 2o y 3er año.
4.3. Diferencias en lectura entre los alumnos que se mantuvieron hasta 4a año y los
que abandonaron las escuelas o repitieron cursos
Para conocer si había diferencias en la variable Lectura se compararon los resultados de
los alumnos que se mantenían en sus cursos con los que se habían retirado comparando las
diferencias de promedios en las pruebas de primer año, antes que se produjera la deserción.
Esta comparación no arrojó diferencias significativas entre los grupos, lo cual indica que
desde el punto de vista de la lectura ambos grupos (retirados y permanentes) eran
equivalentes. Los alumnos que permanecían en 4 o año eran representativos, en el
rendimiento en lectura, del grupo total inicial.
5. Conclusión
La principal conclusión que se pudo obtener de este estudio de seguimiento es que el
subgrupo de niños que empezó con mejor nivel prelector, en el reconocimiento de letras y en
el reconocimiento de nombres escritos, que ya tenía cierto grado de desarrollo de la
conciencia fonológica y mejor habilidad para determinar analogías verbales fueron mejores
lectores en los cuatro años. Por otra parte, los niños del subgrupo de lectores deficientes
tuvieron un rendimiento inicial inferior para identificar el primer fonema de las palabras,
segmentar pseudopalabras, encontrar analogías verbales, reconocer nombre escritos o
identificar el nombre de las letras. Es decir, se manifestó en ellos el denominado "efecto
lector inicial" (Bravo 2005), el que plantea que el rendimiento lector estaría parcialmente
predeterminado desde el ingreso a la educación básica. Este resultado tiene como alcance
resaltar la importancia de la labor de preparación para la lectura que se efectúa en
kindergarten. Por otra parte, la importancia predictiva que tuvieron las pruebas de conciencia
fonológica sobre la lectura inicial durante todo el período permite confirmar que algunas de
ellas son fundamento del aprendizaje inicial de la lectura. El trabajo pedagógico en
kindergarten con los procesos de conciencia fonológica aportaría una base fundamental para
aprender a leer en el primer ciclo básico.
En algunos pocos niños, al ingresar al primer año ya había cierto grado de desarrollo del
lenguaje escrito y otros ya sabían leer. Estos antecedentes confirman que el aprendizaje de
la lectura es un proceso acumulativo que se efectúa a partir de ciertos cognitivos que en
algunos niños están desarrollados al ingresar a la escuela y en otros no. En consecuencia, lo
que denominamos "lectura inicial" forma parte de un continuo de desarrollo de habilidades
fonológicas, visuales ortográficas y alfabéticas hasta la comprensión lectora silenciosa a fines
de cuarto año. Lamentablemente el proceso pedagógico de "enseñar a leer" no modifica
mucho la situación cognitiva de un subgrupo de alumnos.
CAPÍTULO V
LECTURA INICIAL Y DISLEXIAS
Con frecuencia el retardo lector severo ha sido denominado dislexia y, a veces, es difícil
diferenciar en los niños entre un atraso para aprender a leer y un trastorno disléxico. Sobre
todo en los primeros años de educación básica, en los cuales la mayoría de los que inician la
lectura cometen errores semejantes. Desde un punto de vista pedagógico, la distribución de
los niños con atraso para aprender a leer se da en una continuidad de dificultades lectoras,
donde las dislexias serían el extremo más severo de ellas. Las dislexias han sido definidas
como "un desorden específico en la recepción, en la comprensión y/o en la expresión de la
comunicación escrita, que se manifiesta en dificultades reiteradas y persistentes para
aprender a leer". Se caracterizan por un rendimiento en lectura inferior al esperado para la
edad mental, según sea el nivel socioeconómico y el curso, tanto en los procesos de
decodificación, de reconocimiento de palabras, de comprensión lectora y en su expresión
escrita (Bravo 2005). De una investigación de Vellutino y Scanlon (2001), en un grupo
seleccionado, se infiere que la relación entre retraso lector -superable con una ayuda
pedagógica intensiva en primer año- y dislexia -no superable con la misma ayuda
pedagógica- sería 3:1. Es posible que en grupos no seleccionados y de mayor
heterogeneidad sociocultural, la relación varíe, aumentando la proporción de niños con
retraso lector. Pero también es probable que la carencia, en el primer año, de una ayuda
pedagógica intensiva a los niños que tienen retardo maduracional en sus procesos cognitivos
aumente el número de niños que persistan como retardados lectores severos. En todo caso,
esa investigación dejó en claro que hay una relación muy directa entre la proporción de niños
con retardo lector y la ayuda pedagógica que se les otorgó en los años de kindergarten y de
primero básico. La intervención pedagógica oportuna, diaria e individual disminuyó en un
tercio la cantidad de niños con retardo para leer.
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