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ganzl912 ^

LA RENTA
DE LA TIERRA
5 ensayos

Henri Lefebvre
José M. Caballero
Osear González
Werner Kamppeter
primera edición de la renta de la tierra , cinco ensayos
(colección problemas agrarios), marzo de 1983
© editorial tlaiualli

portada de ana marta díaz palafox

foto de tina modotti

impreso y hecno at méxico/pnnted and made in ruexico


098389

INDICE

PAGINA
PRESENTACION 7
CAPITULO I n

La Teoría de la Renta de la Tierra


y la Sociología Rural
Henri Lefebvre
INTRODUCCION j1
DESARROLLO DE UNA TEORIA 12
LA APORTACION DE LE NIN lb
LA SITUACION EN FRANCIA 16
CONCLUSIONES 18

CAPITULO II 19

La Teoría Marxista-Leninista
de la Renta de la Tierra
Henri Lefebvre
PROBLEMAS AGRARIOS Y TEORIA DE LA RENTA
DE LA TIERRA 19
♦DE LA ECONOMIA POLITICA CLASICA A LA
CIENCIA MARXISTA 22
SITIO DE LA TEORIA DE LA RENTA DE LA
TIERRA EN EL CAPITAL 22
BREVE RESUMEN DE LA TEORIA 23
EL DESARROLLO LENINISTA DE LA TEORIA DE
I.A RENTA DE LA TIERRA 26

3
PAGINA

LA TEORIA DE LA RENTA DE LA TIERRA


Y EL CAPITALISMO DE MONOPOLIO 39

4CAPITULO III 49

Notas Sobre la Renta de la Tierra


José M. Caballero
LA RENTA DE LA TIERRA: RESUMEN DE UNA
TEORIA
LA RENTA DE LA TIERRA EN RICARDO
LA RENTA DE LA TIERRA EN MARX:
CONSIDERACIONES GENERALES
LA RENTA DE LA TIERRA EN MARX: RENTA
DIFERENCIAL I
LA RENTA DE LA TIERRA EN MARX: RENTA
DIFERENCIAL II
LA RENTA DE LA TIERRA EN MARX: RENTA
DIFERENCIAL EN LA TIERRA PEOR Y RENTA
ABSOLUTA 88
RENTA DE LA TIERRA, TEORIA DEL VALOR Y
RELACIONES DE PRODUCCION 95
„ LA NACIONALIZACION DE LA TIERRA 1U1
LA RENTA P RE CAPITALISTA DE LA TIERRA 106

. CAPITULO IV 113

La Renta del Suelo


Werner Kamppeter
INTRODUCCION 113
LA RENTA DIFERENCIAL I 116
LA RENTA DIFERENCIAL II 118
LA RENTA ABSOLUTA 122

4
PAGINA

C A P IT U L O V 129

IVorías Sobre el Desarrollo del


Capitalismo en la Agricultura
Oscar González
1NTIIODUCC ION 129
ADAM SMITH 130
DAVID RICARDO 133
KARL MARX 142
V. I. LENIN 151
KARL KALTTSKY 153
A. V. CHAYANOV 156
FIERRE P H IL IP P E REY 159
SAMIR AMIN 162
ROSTAS VERGOPOULOS 164
G
ganzl912

PRESENTACION

La presente recopilación de ensayos sobre la Renta de la


'[Ierra no pretende ser una antología sobre el tema. Tampoco
tiene como propósito sustituir su estudio en los textos clásicos.
Nuestro objetivo es más limitado: presentar un conjunto de pun­
tos de vista sobre el tema, coincidiendo, en buena medida, con
lo expresado por José M. Caballero en la introducción a su en­
sayo -en el cual analiza sistemática y detalladamente la con­
cepción marxista de la Renta de la Tierra-, señalando que la in­
tención es la de "presentar los argumentos en forma resumida y
ordenada para facilitar el trabajo de lectura e interpretación.
Esto puede ser especialmente útil en relación a los textos de
Marx, que consisten en borradores inacabados, con frecuencia
reiterativos y poco claros." Por ello, más que un tratamiento
exhaustivo, esta recopilación busca presentar diversos enfoques
del tema, para señalar su complejidad y riqueza, reafirmando
su importancia. Por tanto, cabe subrayar el carácter heterogé­
neo de este conjunto de ensayos, sobre todo por haber sido es­
critos con diferentes propósitos (apuntes de clase, ponencias
ante Congresos, capítulos de textos más amplios, etc.); lo cual
nos proporciona una diversidad de planteamientos que, a la vez
que se complementan entre sí, no dejan de sugerir discrepan­
cias v contradicciones.

Una recopilación como la que aquí se presenta permite su­


perar ciertas limitaciones. A menudo, el estudio de la Renta de
la Tierra es concebido, ya sea como un mero apéndice del aná­
lisis de la sociedad capitalista, ya sea como una simple aplica­
ción de la teoría social a los problemas del campo. Lo que se
desprende con claridad de estos ensayos, es que la Teoría de la
Renta de la Tierra es una parte integrante e inseparable del a-
nálisis científico de la sociedad, que tiene como punto de o r i­
gen un problema central: ¿cómo la existencia de un monopolio
-el de la propiedad del suelo- afecta el desarrollo capitalista

7
de una sociedad? Este problema no tiene solución fácil, pues en
tanto dicho monopolio es ejercido principalmente por una clase
social precapitalista -la clase terrateniente, que subsiste bajo
el predominio del capital-, sus implicaciones rebasan de raíz el
ámbito de lo económico, para incidir en lo jurídico-político. In­
cluso abordando el problema desde una perspectiva meramente
económica, se hace claro que dicho monopolio, al presentarse
en el contexto de una sociedad que se mueve bajo la L e y del
Valor, implica una débil composición orgánica de capital para
muy amplios sectores de la agricultura, lo cual condiciona
fuertemente el desarrollo de la sociedad en su conjunto. Resul­
ta así evidente que este problema tiene un carácter eminente­
mente histórico, por lo que no puede encontrar solución exclu­
sivamente técnica o económica. De ahí la gran importancia del
enfoque marxiste de la cuestión. De acuerdo con Kamppeter
-quien inicia su ensayo precisamente con el análisis de los obje­
tivos y fundamentes que guiaron a Marx en su estudio del t e ­
ma-,^ para éste el ''principal inferes era el de explicar dentro de
la lógica del capital la renta aeílju dó'.', llegando a ía conclu-
sion de que, dentro del capitalismo, "la renta es ..plusvalía
transformada y "ápfopiadiT~por los terratenientes que no afecta
ru a los preciosura" a' la tasa medía de ganancia, ni a Ico sala­
rios".

Después de Marx, <-u desarrollo de la Teoría de la Renta de


le Tierra, permitió analizar a fondo problemas tan importantes
corno el de la industrialización de la agricultura (Kautsky); la
nacionalización de la tierra (Leniri, para quien esta medida no
viene a ser sino el "término lógico de la revolución democrática
burguesa"; conclusión política que encuentra su fundamento
teórico en una rigurosa distinción entre la.renta absoluta y la
tp ti^ o iie re n c ia l, así como las modelkiudeá^cié' esta última); las
euructcxistieas del desarrollo capitalista de los países "p eriféri­
cos" (Amin y otros), etc.; haciéndose claro que, para Marx y
los marxistes, la Teoría de la Renta de la Tierra es el instru­
mento que proporciona una explicación científica satisfactoria
aei origen de las ganancias que se reparten las diferentes cla ­
ses y capas sociales que están vinculadas a la producción agrí­
cola; problema que, como apunta Lefebvre, comprende otro:
"-cóm o el meciere capitalista, al mismo tiempo que recibe la
ganancia media de su capital, puede pagar al propietario de la
tierra (siendo esta propiedad del suelo históricamente de origen
pie-capitalista y feudal) la renta por el suelo que ocupa? Y esto
sin que la Ley del Valor desaparezca para les productos agrí­
colas." De las respuestas que se den a estas cuestiones depen­
de, en buena medida, el análisis concreto de la evolución histó-

8
i Lm de las diversas formaciones sociales capitalistas. No es ne-
insistir en ello, para comprender que, particularmente
en América Latina, se trata de un problema fundamental, ínti—
iiiiinuiite relacionado con las perspectivas actuales del desarro­
lla social y la evolución de la lucha de clases. De ahí que un
m iiiyo como el de Oscar González, cuyo propósito es el de
"i « velar la importancia y contenido del desarrollo agrícola en el
proceso de acumulación de capital en países como M éxico", nos
l'Ki|>orcione valiosas aportaciones para avanzar en la explicación
<i«- numerosos aspectos de nuestra realidad; si bien es preciso
m ll/ilar que, en tanto dicho ensayo ha sido tomado de un traba­
jo más amplio en proceso de elaboración (del cual será tan sólo
un capítulo), al ser extraído de ese contexto, muchos de sus
m rialumientos y afirmaciones pueden parecer al lecto r como
fragmentarios y poco fundamentados.

En el momento presente -como señala Lefeb vre en dos en­


sayos que contribuyen a demostrarlo- "e l capitalismo de mono-
l«olio y la le y de la ganancia máxima no han suprimido la renta
de la tierra ni sus leyes"; lo cual significa que, aun a pesar del
peso decreciente de la burguesía agraria y de los remanentes
de la clase terrateniente en la etapa del imperialismo, el análi­
sis científico de la sociedad y sus perspectivas, no puede ser
realizado al margen de una correcta comprensión y aplicación
de la Teoría de la Renta de la Tierra.

LA EDITORIAL

9
10
CAPITULO I

La Teoría de la Renta de la Tierra


y la Sociología Rural
Henri Lefebvre

INTRODUCCION

(i!» ' rural, elm enor conta c lQ c qn


la, hechcs destruye un» opinión comunmente aceptada. En el
Rompo, la agricultura ha precedido a la industria; en el espa­
cio, aún hoy, un océano de producción agrícola rodea a algunos
continentes e islas de vida urbana y de producción industrial.
I’or tanto, se considera en general que la vida rural y la es­
tructura agraria son más simples que la vida "moderna" de las
ciudades y de las fábricas.

En cambio, de hecho, la sociología rural tiene que vérselas


con realidades de extremada complejidad. Tanto más complejas
cuanto que las agitan movimientos contradictorios. No sólo la
sociología rural se encuentra ante estructuras que datan de di-„
versas épocas de la historia (como, por ejemplo, ante estructu­
ras que se remontan históricamente al Medioevo) sino que se en­
cuentra ante formas y estructuras en descomposición, mezcla­
dos con formas y estructuras nuevas. No hay mucho de común
entre la aldea del Noreste de Francia (de fuerte estructura c o ­
munitaria, pero profundamente retocada por la gran agricultura
moderna) y la aldea individualista, pero estacionaria o decadente
del Mediodía. No hay mucho en común entre la aldea francesa
en general y la aldea del Sur de Italia o de España, verdadera
ciudad agraria, de donde parten (cada mañana, o cada principio
de semana) millares de obreros agrícolas que van a trabajar a
latifundios frecuentemente muy alejados de sus domicilios.

Entre las ramas de la sociología, es probable que la socio­


logía rural se encuentre más mezclada que las otras a la vida,
a la acción práctica, a la eficacia. Las reformas agrarias, a la
orden del cáa en una gran parte del mundo, no pueden realizar­
se sin los sociólogos, porque las mismas plantean problemas so­
ciológicos. Por ejemplo, en el curso de las tentativas (muy in­
completas, muy insuficientes hasta ahora) para transformar la

11
estructura agraria del Sur de Italia, ha habido necesidad de
recurrir a los sociólogos para estudiar la forma en que el obre­
ro agrícola de las grandes aldeas puede convertirse en pequeño
agricultor detentador de una explotación individual. Otro ejem­
plo: en Hlingría, en la llanura, los campesinos pasan el invierno,
tradicionalmente, en una ciudad agraria (Szeged, o cualquier o-
tra) para después, en la primavera, volver a ocupar sus explo­
taciones extremadamente dispersas ("tanyas"). ¿Cómo terminar
con esa tradición, con ese seminomadismo, fijarlos al suelo y
reagrupar en aldeas modernizadas las "tanyas"?. No aludimos a -
qiá sino a estructuras próximas a nosotros. Si hablásemos de A -
sia (de la India, de China, etc.) esto sería todavía más compli­
cado.

— La sociología rural describe, por tanto, fenómenos comple­


jos. Trata de penetrarlos en su profundidad. P ero pronto descu­
bre sedimentos -por decirlo así- que no proceden de la descrip­
ción; que pertenecen a otro deminio; especialmente, a la histo­
ria. El sociólogo, si quiere comprender y conocer, debe dupli­
carse a si mismo, volviéndose historiador. ¿Cómo comprender la
estructura agraria de Italia del Sur sin la historia?. P e ro los
hechos históricos mismos tienen necesidad de un análisis y de
una explicación.¿Dónde encontrarlos?¿O por lo menos en qué
dirección?.

La tesis oue aouí se sostiene es la siguiente: la sociología


ruraL al npnetr«r pn profundidad en los hechos sociológicos :g
históricos, se encuentra ante hechos y y . fi -

c ía lS r 'd e lá estructura constatada y descrita precedentemente.

DESARROLLO DE UNA TEORIA

X¡a teoría de la renta de la tierra nació en Inglaterra. Marx


y Engels la consideraban como uno de los muy grandes aportes
de los economistas ingleses "clásicos" a la ciencia, y eso por­
que "sólo en Inglaterra existía un modo de producción en el
que la renta de la tierra se había separado efectivamente del
beneficio y del interés" . 1

Marx volvió a tomar y desarrolló la teoría de la renta de la


tierra, elaborada por James Anderson y por Adam Smith, pero
sobre todo por Ricardo. La modificó profundamente y, en pri­
mer término, lo hizo al criticar la famosa le y de la productivi-

1Engels, Asrti-DOhring.

12
ilnd decreciente del suelo (los progresos técnicos de la agricul-
lUm moderna han confirmado esta refutación). Marx ha mostra­
do que la noción de renta diferencial, introducida por Ricardo,
debía de diferenciar también, en cuanto que existen varias
nulas diferenciales: la renta A, proveniente de diferencias na­
turales entre los suelos como la fertilidad desigual, las situa­
ciones diversas en relación con los mercados y rías de comuni­
cación; la renta B proveniente de diferencias de productividad
«le los capitales invertidos sucesivamente en el mismo suelo. De
acuerdo con Marx, finalmente, a las rentas diferenciales se
agrega la renta absoluta, obtenida por el propietario del suelo
Incluso en caso de que el suelo permanezca en barbecho (im­
productivo); esta renta absoluta no tiene, por tanto, ninguna re­
lación con el precio de los productos agrícolas, ni con la ga­
nancia del agricultor capitalista que invierte su capital en el
•suelo.

Marx confirmó una opinión importante de Ricardo: el pro­


pietario de la tierra (históricamente de origen feudal, aunque en
muchos lugares del globo la burguesía haya desplazado y reem­
plazado a los feudales "latifundistas") tiende a sacar la totali­
dad de la renta, sin dejarle al explotador sino un mínimo: ga-
nuucia media de su capital, salario del trabajo realizado. Es así
como Marx ha respondido de una manera nueva, y científica­
mente más profunda, al gran problema planteado por Ricardo:
cómo se distribuyen los "ingresos" de acuerdo con las clases de
lu población?.

Hecho curioso: los economistas contemporáneos, frecuente­


mente, dejan de lado la teoría de la renta. Sin embargo, ella ha
desempeñado un gran papel en la formación del 'ftiarginalismo".
Pero los marginalistas se contentan con indicar el papel desem­
peñado por las empresas "marginales" (pequeña agricultura) en
la formación de los precios agrícolas. Dejan de lado lo esen­
cial: la fuente de los "ingresos" y su repartición . 2

La noción misma de renta de la tierra se ha oscurecido. En


Italia (en donde los Institutos de investigaciones agrarias son
particularmente activos y están bien equipados) ya no se trata,
oficialmente, sino de "ingreso territorial" y se estudia este in­
greso globalmente por hectárea de tierra, de suerte que no se

¿ Seflalemos, sin embargo, algunos trabajos interesantes, en Estados Unidos de Amé­


rica, especialmente: Boulding, '’llie Concept of Economic Surplus", American E co­
nomía Rev.ew, diciembre, 1945 (pp. 851-869); Bloom, G . F., "Technical Progress,
Costs and Rents", Económica, IX , 1942 (pp.40-52); Singer, H. W., "An Index of
Urban L ia d Rents and House Rents in England an Wales, 1845-1913", Econonica, IX ,
1941 (pp. 221-230).

13
conoce ni su origen ni su repartición (lo que va a los propieta­
rios y lo que va a las diversas categorías de explotadores).

En estos últimos tiempos, en Francia, el estudio de la renta


de la tierra ha vuelto a adquirir vitalidad y actualidad. ¿Por
qué? Precisamente porque los problemas campesinos se plan­
tean con una creciente agudeza. La sociedad francesa de eco­
nomía rural ha publicado dos estudios: Rente fonciere et revenu
agricole y Le probleme de la rente du sol. Estudios bastante
confusos, que se remontan a Ricardo, sin considerar para nada
la crítica marxista. Los autores de estes trabajos presentan la
importancia del problema, pero se enfrentran a un hecho sim­
ple: la renta de la tierra, en cuanto tal (o sea la de los propie­
tarios terratenientes) no representa, en Francia, ■sino el 2% del
ingreso nacional. ¿Cómo puede tener, entonces, influencia sobre
la estructura agraria? ¿Cómo se vincula, entonces, con les
problemas que agitan a los campesinos franceses?

Durante este tiempo, la teoría de la renta de la tierra está


siendo estudiada y está siendo profundizada en países más ale­
jados: especialmente en China, en donde el economista y soció­
logo Chen-Po-ta acaba de publicar un notable trabajo sobre es­
te problema.

En efecto, t al como seguida­


mente, en Marx, l a a c t u a l ­
mente, incan gleJ^^^jjj^^jJ^ü iza^e. Es ¿ g la obra de J ig g n en
donde hay que buscar el complemento indispensable y la forma
científica moderna -aplicable a inmensas regiones- de la teoría.
M jm x^esm bió y en la fgncultura^ ¡¿el
caDltalLsmo.2le._la lihr.e-..aQmQ&tmcia. Y el capitalismo k « cam­
b i o . de estructura; se_.h^.traasformado caftitalisma. de mo­
nopolios fiíUisx, por otra parte, cpnaiSero (como Ricardo) la
clase de d£~Qi^gCL£eudal c,QCLQ„i4aa e ^ im laan-
te, pero especialmente parasitaria, al lado de la de los capita­
listas, y desde aquella época, sin desaparecer en numerosos
países (Italia, España, los países musulmanes, la India), estff
c lfise._de, prnnieUtciQs--tprr.atfiniffli.es se ha fundido parcialmente
rv¡n l» c apitalistas. Finalm ehté,Tai^ú stnalización de la
agricultura se ha acentuado, en algunos lugares, sin suprimir
por ello vestigios del pasado, como la propiedad de tipo "lati­
fundista" o la pequeña propiedad. Sin embargo, más que antes
hay que distinguir el problema de la propiedad del de la explo­
tación. Se ha visto que ha surgido, aquí o allá, pero particular­
mente en Francia (en la región parisina y en el Norte) un tipo
social nuevo: el gran agricultor capitalista, poseedor, en ocasio­
nes, de tierra, y que en otras ocasiones no las posee, pero que

14
\
dirige una empresa industrial y toma en renta tierras que per-
i mecen a un gran número de propietarios pequeños y medianos
que lian abandonado la agricultura . 3

LA APORTACION DE LENIN

En sus trabajos sobre el problema agrario, Lenin4 al consi­


derar muchos hechos nuevos, llega a las siguientes conclusio-
iii -s:

1. En la estructura agraria de los países capitalistas o so­


metidos al capitalismo, coexisten formaciones que pertenecen a
(odas las épocas de la historia, a todos los momentos sucesivos
del desarrollo social. Entre esas formaciones se cuentan la c o ­
munidad rural o arcaica, más o menos descompuesta; la estruc­
tura feudal, diferente en les países occidentales, musulmanes,
asiáticos; la pequeña propiedad de origen anterior al capitalis­
mo en unas ocasiones y ligado al capitalismo en otras, como en
l'rancia, en donde la Revolución de 1789 dio una parte de la
tierra a los campesinos; gran explotación y gran propiedad capi­
talista; a las que debemos agregar, actualmente la cooperación
de diversos tipos (capitalisa, semicapitalista, semisocialista, so­
cialista). En los países capitalistas, y sean cuales fueren las
desigualdades del desarrollo, la propiedad y la explotación de
tipo capitalista tienden a subordinar las otras formas de explo­
tación y de propiedad. A esta proposición Lenin le da el valor y
la importancia de una ley objetiva.

2. La introducción del capitalismo en la agricultura se tra­


duce por un doble monopolio (con lo que se designa el predomi­
nio de un grupo, de una clase y no de un solo hombre). A l mo­
nopolio de origen feudal se agrega el monopolio capitalista; es­
tos dos monopolios, según se trate de unos países o regiones o
de otros, o se combaten, o se combinan, o se alian. Pero, a pe­
sar de la variedad de combinaciones, existen casi por doquier y
ejercen una presión poderosa sobre las otras formas de explo­
tación y de propiedad.

3. El doble monopolio (con sus variadas combinaciones) re­


toca, por tanto, por una parte, la estructura agraria y, por o-
tra, la distribución del "ingreso", o sea, de la renta territorial.
El gran agricultor capitalista, propietario o explotador, llega no
■* He estudiado este "tipo" social en varias aldeas de Seine-et-Marne, en el Aisne, y el
Oise (región norte y noreste de París).

4 Lenin, Obras Completas, 4a. Edición Rusa. T . IV, pp. 89-141; T. V, pp. 87-202; T.
X X II, pp.1-89, etc.

15
sólo a sacar la ganancia inedia del capital invertido, sino una
parte considerable y, en ocasiones, la totalidad de la renta, más
los sobre-beneficios permanentes obtenidos, por lo bajo de los
salarios de los obreros agrícolas, por e l bajo costo de produc­
ción de empresas poderosamente mecanizadas, por la manipula­
ción de los precios en e l mercado, las constricciones y tarifas
aduanales, las condiciones del crédito, etc.

Esta teoría explica, de un modo satisfactorio, un gran nú­


mero de hechos que han sido constatados por economistas y so­
ciólogos. Explica por qué razón la renta territorial, en sentido
estrecho (renta del propietario no capitalista) ha caído a un 2%
del ingreso nacional, en tanto que el ingreso de quienes se be­
nefician de la renta en sentido definido anteriormente (compren­
diendo entre ellos a los explotadores capitalistas) es mucho más
elevada. Se carece -con todo- de cifras precisas, pues las esta­
dísticas no permiten alcanzar sino el ingreso global de los ex­
plotadores de diversas categorías. Pero puede verse que los es­
fuerzos de los economistas ante los hechos, crean nuevas nocio­
nes muy confusas, destinadas para ellos a reemplazar la noción
clásica de "renta de la tierra" (por ejemplo, la noción de "renta
técnica" para la explotación capitalista industrializada, que di­
simula la verdadera naturaleza del ingreso, su fuente y su dis­
tribución, así como la verdadera estructura agraria del país).
Para nosotros, la teoría marxiste desarrollada se aplica y se ve­
rifica de un modo general.

LA Sm JACION EN FRANCIA

Contentémonos con mencionar algunos hechos relacionados


con la estructura agraria de Francia:1

1. En ciertas regiones, como Bretaña, el monopolio de o ri­


gen feudal sigue siendo poderoso y en ocasiones, predominante
(aunque se bata en retirada desde hace algunos años, al crecer
una gran agricultura capitalista). En tales regiones, los "nobles"
agrarios y los propietarios burgueses compradores de los domi­
nios feudales siguen ocupando posiciones fuertes. Lo que no
impide, claro está, la existencia de una polvareda de pequeños
propietarios y de pequeñas explotaciones en cultivo en torno de
los grandes dominios. La presión demográfica, cuando ayuda,
hace que la renta de la tierra en sentido estricto -en cuanto va
al propietario territorial- sea fuerte. Las aldeas están muy po­
bladas, dominadas por el "castillo". Se mantiene ahí un cierto
carácter arcaico, con una fuerte influencia del clero católico.
El excedente demográfico emigra de un modo definitivo o no
>,i-Unitivo (a la marina, y para los trabajos estacionales). Sin
i iitiini'i'ü, hay ciertas tendencias nuevas, debidas a la agricultu-
iii Humanizada y a una cierta industrialización, que combaten el
n niiicioiudismo.

En ia región parisina, el Norte y una parte del Este, el


monopolio capitalista es dominante. Es ahí donde puede estu-
.11/u se este tipo social nuevo, ya mencionado: la poderosa expió­
me ion capitalista, poseedora de una "fábrica de trigo" y de be-
i alíeles, asociada frecuentemente con el capitalismo industrial y
línmiciero (fabricación de azúcar, alcohol, etc.). En ocasiones
i a propietaria y en otras no lo es; pero casi siempre es locata-
riii de campos que pertenecen a numerosos propietarios, peque­
ños o medianos. Hecho curioso: los propietarios no son sino unas
poli res gentes delante de su inquilino. En esta región, la con­
centración de las explotaciones llega a ser enorme y sobrepasa
con mucho la concentración de la propiedad. Numerosas explo­
taciones engloban el territorio de toda una aldea y a menudo se
extienden más allá de sus límites. Las aldeas se despueblan,
los obreros agrícolas (que son o no son alojados en la explota­
ción) han reemplazado a la antigua población de campesinos ex­
plotadores y de artesanos. Estes obreros son, frecuentemente,
de origen extranjero; están mal pagados, viven en condiciones
deplorables. Sin embargo, se forma una "élite" nueva, con los
mecánicos y conductores de tractores, los especialistas, les
técnicos del cultivo científico, etc.

3. La mitad meridional de Francia representa, en conjunto,


y de una numera cada vez más clara, una zona sub-desarrolla-
da, en la que se descompone la estructura agraria. Un examen
detallado muestra, en el retardo general, una gran diversidad.
En ciertos sectores, el monopolio feudal sigue siendo poderoso:
la aparcería (modo de tenencia atrasado y semi-feudal) persiste,
por ejemplo, en el Suroeste. En otro6 sectores, e incluso en
una parte del sector vitícola, la propiedad pequeFía y mediana
persisten, pero vegetan lamentablemente. Por último, en los
sectores de los cultivos especializados (de la vifía, de frutas,
legumbres, flores) se instaura la gran explotación capitalista,
pero en ocasiones sobre una superficie reducida. Es claro que
diez hectáreas de frutes tempraneros o de cultives florales
constituyen una gran explotación que exige capitales considera­
bles. Y, en las estadísticas, a estas explotaciones se les agrupa
con las pequefíns explotaciones de policultivo familiar, lo cual
emfíu considerablemente la interpretación de los datos numéri­
cos. Le tobes modos, I06 sectores en donde predomina la pe­
queFía explotación, la pequeFía propiedad, el policultivo familiar,

17
se encuentran en plena decadencia. Las estadísticas muestran
una baja del ingreso global de los departamentos considerados,
que llega al 7% en 20 años, para el Sureste. Las aldeas se des­
pueblan, por razones múltiples (débil natalidad, partidas, emi­
gración definitiva). En esta región que, de modo general, se está
empobreciendo, la riqueza se concentra en algunas ciudades en
las que viven los propietarios del suelo que ha sido dado en a-
parcería, o de las explotaciones modernizadas de mayor impor­
tancia. Estas ciudades son, simultáneamente, mercados (Toulou-
se, Perpignan, Montpellier, etc.) y centros administrativos. Se
produce, por tanto, un proceso complejo y contradictorio, que
sólo la teoría de la renta de la tierra permite explicar.

CONCLUSIONES

Las consideraciones teóricas y los hechos concretos antes


mencionados parecen confirmar, por tanto, científicamente, la
posición indicada al principio de este estudio. La sociología ru­
ral se encuentra ante fenómenos extremadamente diversos, en
los que hay que esforzarse por poner orden. Comienza por des­
cribir, pero pronto se encuentra con problemas que sobrepasan
la simple descripción; que exigen otro instrumento de investiga­
ción distinto del empirismo. A l penetrar en profundidad en los
problemas para descubrir sus leyes, se encuentra ante un pro­
ceso simultáneamente histórico, económico y social. Para cono­
cer este proceso objetivo, se necesita de una teoría. En el do­
minio de la sociología rural, esta teoría ya existe: es la de la
renta de la tierra desarrollada por los marxistes a partir de los
clásicos.

18
\

CAPITULO II

La Teoría Marxista-Leninista
de la Renta de la Tierra
Henri Lefebvre
PROBLEMAS AGRARIOS Y TEORIA DE LA RENTA DE
l.A TIERRA

Supongamos que pudiéramos establecer y poner en una grá­


fica los datos exactos sobre la situación actual de la agricul­
tura y del campesinado en Francia. ¿Qué encontraríamos?, i

Desde luego, veríamos la extrema concentración de la pro­


piedad y de la explotación industrializada, en la proximidad de
los grandes centros, en la región parisina, en la región del
norte y del Beauce. 2 En estas regiones, evidentemente, se en-
I listes datos y estas gráficas no se han establecido ni pueden establecerse actual­
mente, más que de una manera incompleta. Algunos datos y algunos hechos están dis­
persos en numerosas publicaciones. Se cuenta con el próximo censo agrícola para
completar las informaciones. Hasta nueva orden las estadísticas oficiales brillan,'si •
se puede decir así, por su carácter incompleto, aproximativo y frecuentemente ten­
dencioso. Nada disculpa la falta de documentos sobre la estructura agraria de Fran­
cia; las estadísticas confunden la explotación y la propiedad y no representan en na-
du esta estructura. En un terreno más sencillo y menos escabroso, las cifras sobre la
producción lechera y sobre la ganadería varían en proporciones asombrosas. La renta
de la tierra se calcula oficialmente a partir del "valor de alquiler" de las tierras,
estimado en 1938 en alrededor de lü mil millones de francos. Nos resulta imposible
actualmente de hacer en Francia el equivalente de los magistrales estudios que reali­
zó Lenin sobre la agricultura en la Rusia zarista, que se hicieron en Alemania o en
los Estados Unidas. Falta de documentas. Serían indispensables nuevas investigaciones
y un trabajo de equipo. Por el momento, no tenemos los medios... No podemos ni si­
quiera realizar un trabajo semejante al que hizo Tbhen Po-ta sobre China.

'¿Distingamos con cuidado propiedad y explotación. En estas regiones, el capitalista


agrario es frecuentemente también el propietario y el arrendador. Pero ya sea que
posea o no personalmente algunas tierras, arrienda a diversos propietarios, frecuen­
temente medianos o pequeflos terrenos, que reúne en una sola explotación considera­
ble. La concentración de la explotación capitalista es, pues, superior a la de la pro­
piedad. Las estadísticas no reflejan este proceso. De ahí resulta que el mismo capi­
talista agrario recibe a la vez ganancias y superganancias, ganancias máximas y ren­
tas. Insistimos sobre este punto en que la figura tradicional del arrendador, pequeño
campesino no propietario, no corresponde a la realidad, por lo menos en ua parte de
Francia.

En las regiones de propiedad pequeña y mediana, varias explotaciones pueden perte­


necer al mismo propietario. En las regiones de gran explotación varias propiedades
pueden caer bajo la dependencia durable del mismo gran explotador capitalista. De
ahí la complejidad, hasta ahora mal explorada, de los fenómenos de concentraciones
y de rentas.1

1o
cuentra un numereso proletariado agrícola. Este „ ,,«,necultives capitalistas) explotados por el nnparmnaíno. 3
alfiluímyp fnwriHtft^vauierit.- en tiumfcr-.;'. _¡ 1 n|,mÍa /iú:: I:), resuitaues analeges. es'tancaiientes, liesigualda
se modifica mfi|ttfítiv>WPfpi aumentando , , ¡,,' (¡1i erencisciones, crisis agraria permanente (a pesar del
calificados, necáracosde tragiayís, etc. ' (iM^ieso técnico), dentro delrn^ ’co ue la crisis gener !•

En seguida vertí amos el estancamiento, la subdivisión de la Ahora bien, este inmenso conjunto de hechos no puode es-
propiedad y la explotación en las otras regiones francesas, so­ iii-iiiTse ti conocerse, lá explicarse, sin
bre tocio en el oeste y en la mitad del sur. ' Uilu-xtu.JíUjfílTa. 4 íBy que turnarla cuno punto de partida.
I .•agruciaüámente estu teoría es oarticularmeyte, eompleia-M-di-
Las cifras y las gráficas nestrarían, así, que a pesar oel
[J. il. >-<¡pof*p »Y11n’tlastu'o se encuentra en la ultima parte de El
desarrollo de la técnica, de la introciuceión de las maquinas, de
i iipitaTlparte inconclusa), finalmente, parece abstracta, y en
la industrialización ue la gran ex plataeión capitalista, en su
• Itrio es abstrae tu, nano o. 11ag f)^stp»geinm^jeutíficft...otxieti-
conjunto el sector agrícola contiria retrasado en comparación
wiuiientft fundada. Tanto más que el paso no es nada fácil, pues
con el sector industrial. S'in embargo enconlraríamies, aún en
V|| tifa las. teoría, a les hecfaflS^darifiS. Sobre todo
1::-S regiones atrasadas, una cierta concentración oe la propie­
dad, en beneficio de una peque!'fu burguesía rural (especialmen­ ■■"i nli ' { < “ ^ adftl„li°c .ihmBihnfi nisnifc- ^ cdai toneme”
ni 011c „.arx escribió su odra y analizó en,,,l,agl&tetrfi^les .lenc>-
te les "koolaks" que poseen les tractores y otras rnáquitnas y
las prestan por dinero o servicies). Las gráficas y cifras pon­ niones agraries.
drían así de mauif'iesto, a la vez, la superprociucción y el estan-
Por eso es que aún se oye decir, especialmente entre les
c uniente general, la desigualdad del desarrollo entre las diver­
.oeialdamúcratas, que Marx descuidó o ignoró les problemas a-
sas regiones francesas, y las diferencias de clases y de capas
graries y que en consecuencia escapan al ^ ^ xisino. Esto permi­
sociales. Estas son las características de la crisis permanente-
to ignorarles u, en el mejor de les cases, tratarles de una mane­
de la agricultura, dentro del marco de la crisis general del ca­
ra empírica y acientífica. Y esto pernite también con deiasia-
pitalismo.
•m frecuencia acepto les proyectes, planes y porspectivas ca­
li lalisias e imperialistas en lo que se refiere al sector agrario
Las gráficas nmtrarían, hasta en las regiones francesas re­
•- les países coloiiales o s emicolori ales (subdesarrollades).
tardadas, un desarrollo del capitalismo y su penetración en una
estructura agraria de origen precapitalista, desarrollo que tu na .1 Ilisponemes aquí de dates incompletes y fragmentaries no sistematizades hasta aho­
formas diversas a la concentración, a la que se considera con ra, proporcionadas por la FAO, que tiene su sede en Roma, por les trabajes del Con­
d e iasiada frecuencia e ano criterio o síntana mico: producción greso Internacional de Milán, octubre de 1954, para el estudio de las zonas subdesa­
de legumbres, de frutas, ae leche, ería de ganado, cultives es­ rrolladas, por diferentes irstituciones nacionales y organismes de investigaciones
científicas y estadísticas. En Italia es donde estes estudies se han desarrollado más
pecializados, etc. En nurnereses cases, importantes explotacio­ y donde se encuentra la mejor documentación; y ésto, desde luego, no tanto en les
nes capitalistas no necesitan rmás que una extensión liiituoa uc iietitutes oficiales como en les servicies de la Car italiana, de la Federterra y de la
terreno (por e j e iplo la producción de hortalizas). También su­ sección agraria del PCI.
cede que este aspecto de la producción capitalista se traduce 4¿Es por azar por lo que la sociedad francesa de econonúa rural se ha interesado
loealmente en una reducción de la superficie cultivada de las súbitamente por este problema? Ha puesto en circulación des estudies: Renta de la
explotaciones, acempañada de inversiones considerables sobre Tierra e Ingresos Agrícolas y El Problema de la Renta ae la Tierra. Estudies breves,
confusos, incompletes, que se acercan a Ricardo más que a Marx, pero que manifies­
terrenes relativamente pequeños (por ejemplo, región del valle- tan que ya se dan cuenta de estes problemas. Y además, frustrados, pues en Francia,
bajo del Durance y Avignon). Pero encontrarles, al mismo tie m ­ numéricamente, la renta de la tierra, tal como aparece en las estadísticas, no repre­
po, la persistencia y la supervivencia tenaces de formas s e ni- senta más del 2% de les iegreses nacionales; lo cual contradice, aparentemente, la
teoría de Ricardo, sobre el aumento de la renta de la tierra. Veremes más tarde el
feudales (les ^Soieres en la parte sur de Francia). error de esta evaluación, que proviene de un error que se comete corrientemente so­
bre la noción misma de la renta de la tierra. Para comprender la importancia de es­
Supongamos ahora que pudiéramos hacer el mismo trabajo to, hay que piecisar las nociones y ponerlas en relación con la estructura agraria y
su devenir. El trabajo de Jacques Servant (CERES, abril 1953), titulado Tendencias
en una escala mundial y no sólo por lo que se refiere a les paí­ de la Agricultura Francesa, que contiene una información seria, es un esfuerzo nota­
ses capitalistas, sino sobre todo para les paises suboesarroila- ble para la interpretación de los dates numéricas. Sin embargo, carece de armazón
des. Son estes países pred aninantariente agrícolas, cuya agri­ teórico y simplifica las problemas de la concentración, del desarrollo capitalista en
la agricultura, de la reducción de las superficies cultivadas con cereales, de la pro­
cultura en general es atrasada (con excepción de les Sectores ductividad en la agricultura, etc.
2U Z1
DE LA ECONOMIA POLITICA CLASICA A LA
CIENCIA MARXISTA

Recordemos ahora, de la manera más breve posible, algu­


nos elementos históricos y teóricos de nuestro problema.
El estudio de la renta fija ha tenido un sitio importante
en la obra de les economistas burgueses clásicos científicos
(especialmente Snitíi y Ríe rdo). Sus descubrimientos en este
punto no ceden en importancia a sus otros descubrimientos
(especialmente la ley del valor y del trabajo social cano
fundamento del valor, del intercambio, etc.). ¿Por qué? Por­
que jamás la ciencia económica y política ha sido objetivista
y positivista, exteriorizada en la acción, sin tomar posición.
Estos econanistas clásicos critican la sociedad feudal y sus
supervivencias. Entre estas supervivencias, la renta de la tie­
rra desempeña un importante papel. Los economistas clásicos
han criticado objetivamente las supervivencias fárdales y la
crítica activa no perjudicó en nada la objetividad de sus
ciencias, i Muy al contrario!

Así fue como Ricardo descubrió la renta diferencial.


Tescubrimiento objetivo y valioso, a pesar de los; graves erro­
res y la ignorancia del gran economista inglés. Los errores:
formuló la falsa ley de la fertilidad decreciente del suelo,
ejea p lo notable de ley falsa, no dialéctica, no historie , que
viene do una interpretación unilateral de los hechos. Las ig­
norancias: descuidó o rechazó la renta absoluta.

SITIO DE LA TEORIA DE LA RENTA DE LA TIERRA


EN EL CAPITAL

Marx respondió en el conjunto de ¿ í Capital al problema


presentado sin solución por Ricardo (en sus Principios de E co-
n a iía Política).

El problema general es e l siguiente: ¿de dónde vienen las


ganancias que se reparten entre las diferentes clases y capas
de la sociedad burguesa: capitalistas, propiet rios de la tierra,
asalariados, y también eanerciantes, rentistas y prestamist s
de capitales, campesinos propiet rios, etc.? Este problema íun-
dament 1 canprende otro probletn : ¿cómo el mediero capit lis­
ta, al a asmo tiempo que recibe la ganancia media de su capital,
puede pag r al propietario de la tierra (siendo esta propiedad
del suelo históricamente de origen precapitalista y feudal) la
renta por el suelo que ocupa? Y esto sin que la ley del valor
d e sp a rezca para los productos agrícolas; es decir, sin supo-

22
ih t , con Smith, que los precios de estos productos se fijan más
uiiicnos arbitrariamente en el mercado.

Marx menciona que la repartición de ganancia entre las di­


ferentes clases, que los economistas burgueses presentan como
equitativa, ya que da a unos las ganancias d e la renta d e la
l ierra, a otros, las del capital o el trabajo; cubre y disimula la
repartición de la plusvalía extraída a los trabajadores de la i n-
dustria y del suelo por las clases dominantes y sus partidarios.
I'.sta teoría fundamental, que expone y explica el conjunto de
.la sociedad capitalista, se encuentra en la última parte de El
Capital, la parte desgraciadamente inconclusa. Esta es la parte
que termina y corona el edificio, y es a este respecto como
Marx establece su teoría de la renta fija . 5

BREVE RESUMEN DE L A TEORIA

En este estudio Marx continúa, critica y transforma los


trabajos de Snith y Ricardo:

a) C ritica decisivamente el fetichismo de la tierra, análogo


al fetichismo del dinero y del capital. La tierra, al igual que
el dinero, no es, por sí misma y sin el trabajo vivo, productora
de ingresos. Las expresiones corrientes y usuales en la econo-
nía vulgar: "rentas de la tierra", "rentas fijas", "rentas agra­
rias", no tienen ningún sentido científico. La tierra no tiene,
por sí misma, ni valor ni precio; "la renta de la tierra, su valor
y su precio" vienen de la sociedad y de las relaciones sociales,
no de la tierra por sí misma. En fin, la noción de la fertilidad
de la tierra, tañada frecuentemente cano natural y absoluta,
is en realidad relativa e histórica. Es relativa con respecto a
determinado estado Ge la técnica y de las fuerzas productivas.
De ahí un grave error de Ricardo. Con una técnica determina­
da, en un determinado nivel de las fuerzas productivas, hay
que cultivar tierras de fertilidad diferente y cada vez nenes
fértiles; y elnásmo trabajo, la misma técnica, aplicada a la mis­
ma tierra, es cada vez nenes productiva pues el suelo se agota
y oegrada. Pero los ^cambios técnicos modifican,la fertilidad
parte, no
La ley de
la fertilidad decreciente, que se considera cano ley natural,
ubsoluta, es falsa. No hay que considerar al suelo fuera de las

5Los textos sobre la renta de la tierra son numerosos en las obras de Marx y
bngels; señalaremos los más importantes: Miseria de la Filosofía, Cap. II, parte IV;
¡ntroau ccim a la C ritica de la Econonía P olítica ; Antl-Dühring, 2a. parte, Cap. IX,
y sobre todo, el conjunto publicado con el título Historia de las Doctrinas Económi­
cas.
concurrencia entre los arrendatarios tiende siempre a reducir
relaciones de pr^alcción y de propiedad, que son relaciones
fll parte y _a aumentar la del propietario. En efecto, la libre
sociales históricamente determinadas, correspondientes a un
c°ncurrencia (entre los capitales y los capitalistas) roduce la
grado determinado de fuerzas productivas.
paele dal arrendatario a la ganancia modia de su capital. Pe-
io, ¿.c001o puode pagar la renta, o ^ ás bien, las rentas al
b) Vna vez establecido esto, fücardo tuvo razón ni mostrar
l>r°pietario de la tierra? AquÍ es donde la teoría de Marx se
que el precio en el mercauo de los productos agrícolas está ue-
vuelve aun ^ás c ompleja.
terminado por el costo de procucción de las tierras peores en
cultivo, así c a no de las peor situadas, indispensables pare suo-
veiir la u miianda. La diferencia entre el precio de procucción La agricultura no es un sector o una esfera de la produc­
de las tierras mejores y bien situadas y las nenes favora­ ción social separada del conjunto de la sociedad. No tiene le­
bles, constituye una renta diferencial. Esta renta proviene uel yes distintas, separadas; no es un Estado dentro del Estado
hecho de que la productividad del trabajo (el rend úiiento cid (teoría reaccionaria). Los términos: salarios, valor, plusvalia,
trabajo viviente) es ¡¡ás grande en les terrenos mejores y e n les precio, ganancia; tienen el mismo sentido y la misma connotación
más bien situados, aunque la técnica sea igual. A la diferencia objetiva en el sector agrícola que en el sector industrial. La
de los terrenos se agrega la diferencia de les instrumentos y socieoad capitalista es un todo. Y taníñíiivag
les lidies de procucción. iu^ ,-hit.fliC..,to,.i iSfÍfiMJ.tl.ir« *'¥*»■', uji.niu»uü.Aiaari fc^son falsas, ,qp
ticamente.*1 _______ o, Lwexis-
En el análisis, la renta diferencial se divide en dos, cesa
que Ricardo no vio o no vio bien. La renta diferencial I pro­ objetivamente, que deben
viene de las diferencias de fertilidad de las tierras (siempre ser tetudas en cuenta por el es tudio científico/6En efecto, es­
dentro del mismo estado determinado de las técrúcas agríco­ te monopolio, en manos de una clase (los propietarios de la tie­
las) y tembién de su situación más o menos favorable en rela­ rra, históricamente de origen feudal), tiene consecuencias con­
ción con les mercados. En efecto, los gastos de transporte siderables. D:sompeRa el papel de todo monopolio en una. rama
de la producción. imtude oue las canitaleg,,,^^, i,j
también deben ser tomados en cuenta. Pero por otra parte,
el capitalista invierte el capital en la tierra que renta. Ln 1 el sector a-
productividad de los capitales sucesivamente invertidos (de t a t a ^ f ffiiláálaslataguiaklac].de las tasas..de ganancia.
hecho la productividad del trabajo puesta en movimiento por Conserva al sector agrícola en una situación retardataria en
estos capitales) es desiguál y, por otru parte, no necesaria­ relación con el sector industrial, tanto más que la clase de los
mente decreciente, aunque limitada (por ejemplo, cuando el propietarios de la tierra, parasitaria por esencia, sustrae a las
propietario introduce en su tierra, ya en explotación, una inversiones productivas la mayor parte, si no es que la totalidad
técnica nueva). Estas diferencias constituyen la renta dife­ de sus ganancias. í lS .a b í r ^ lt a , para la agricultura, una-débil
rencial II (que abarca todo lo que proviene de las diferen­ comidoalciáii.jaiabkiií^^ (un retardo técnico, y por 1c
cias téc nicas). tanto, de una gran proporción de capital y de trabajo vivo).
ahí Limexceaenim .ptugiaufir,
e) A estas rentas diferenciales conviene agregar la renta la tierra — x~-~endü oara su c u e ñ la T u ^-
absoluta descuidada u olvidada por Ricardo. Es la suma que náncia modia. Así, los precios_^eTos*^^üctos*^gncoTas,^ort
se entrega al propietario por el s imple hecho de ocupar la fléTarmínaefás por su valor (es decir, por el trabajo social modio
tierra que le pertenece, aunque se trate ae una tierra muy necesario). Y sin embargo, p^fT Ui
pobre, que el locatario dejará sin cultivo o que dejará e mío iinylnoción agrícola, ^ t c o a b e l r e g i m e n v e n d i -
pastura natural para los animales. dos_jea Este es el
punto más difícil de la teoría: la acción de la ley del valor no
d) ¿A quién van a parar esas rentas cuyo conjunto cons­ lo ha destruido v sin.embargo esta limitada por" tas condiciones
tituye la renta fija? Esencialmente d propietario. La botúfi- «ñjecificasclern ionil^^
cación de l& tierra que resulta de las inversiones en la misma
(construcciones, drenajes, irrigaciones; etc.), cae en las mía­ ii Recordema; que el término "monopolio" no sigrúfica propiedad o dominio de uoo sola
nos del propietario fijo cuando se termina el contrato. Lu persona, sino de una clase o fracción de clase.

24 25
En este breve resumen hay que dejar de lado la extensión,
esbozada por Marx, de la teoría de las formas precapitalistas
de la renta del suelo (rentas fárdales y semifeudales, cano la
de los medieros), lo mismo que otras formas de ganancias agríco­
las, por ejemplo, las del pequeño campesino propietario, cuya
situación difiere evidentemente de la del capitalista de la tie­
rra. También hay que dejar a un lado las notables extensiones
de la teoría a la -renta de las aguas y de los bosques, a la de
la ganadería, a la del suelo construido y de las minas, y , fin a l­
mente las consecuencias en lo que concierne a la ocupación del
suelo, considerada can o capitalización de la renta de la tierra.

Subrayemos solamente al pasar, que la teoría de la renta


de la tierra abarca un sector imienso, en la actualidad y en la
historia. En la actualidad abarca no solamente e l sector agra­
rio, sino el sector intermedio entre la agricultura y la industria
propiamente dicha; a saber,., la explotación de las riquezas lla ­
madas naturales, las industrias extractivas, e tc ... En e l tiempo,
abarca toda la extensión de la historia que va desde la disolu­
ción de la c anunidad primitiva hasta el socialismo; a saber,
desde e l diezmo y el tributo, hasta la teoría de las cooperati­
vas de producción, pasando por e l régimen esclavista, el r é g i­
men feudal y el capitalismo. Es la única de todas las teorías
contenidas en El Capital que desborda el estudio del capitalis­
mo y de sus leyes. Así prepara y anuncia en El Capital la ge­
neralización de método de Marx y del materialismo histórico,
que fue lograda por Engels y Lenin.

EL DESARROLLO LENINISTA DE L A TEORIA DE LA


RENTA DE LA TIERRA

Para c anprender la importancia, la extensión y la riqueza


de la teoría hay que dirigirnos a Lenin. En efecto, la teoría de
la renta fija, en El Capital ., se encuentra limitada por las co n ­
diciones en las cuales Marx escribió su obra, y porque esta
parte no fu e terminada.

E l método empleado en el análisis y en la exposición de la


sociedad capitalista, va de lo abstracto a lo concreto. Enten­
dámonos bien: de la abstracción científica, pero objetiva y fun­
dada, a la realidad tomada en toda su complejidad.

Por otra parte, Marx llega por medio del análisis a nociones
(categorías) nuy abstractas y sin enbargo muy objetivas: el va­
lor del cambio, la rrercancía en general, etc. De ahí, pasa al
análisis de una sociedad abstracta y sin embargo objetivamente

26
iiimínela, reducida al proletariado y a la burguesía. Abriendo
*</nilino, estudiando la historia y la formación del capitalismo,
luna a la sociedad capitalista en toda su complejidad. Pero es
lilamente al final de su obra y precisamente con su teoría de
In renta fija, cuando comienza el análisis y la exposición de la
iiiK-ieüad concreta, con sus diversas clases y capas sociales.
Cito aun este último estudio (sin acabar) sigue siendo metodoló-
H.leámente abstracto. Marx toma can o hipótesis y como punto
ile purtida al capitalista arrendador, netamente distinto del
propietario de la tierra (de origen feudal), mostrando cómo una
producción capitalista se extendió ya a la agricultura. Bosqueja
mil amente la extensión de la teoría. Por otra parte, encontró
<n Inglaterra una realidad concreta que corresponde casi
i'xactamente a este esquema. Sabía perfectamente que en los
otros países la realidad era más canpleja; y cuando murió c o ­
menzaba a estudiar una irmensa documentación referente a Ru­
sia. Agreguemos que no estudió la renta de la tierra, evidente­
mente, más que en las condiciones del capitalismo y de la libre
concurrencia.

Lenin reanudó el estudio de los fenómenos agrarios ahí don­


de Marx los había dejado, partiendo precisamente de hechos
particularmente interesantes y canplejos en la Rusia zarista.
Comprendió la amplitud y la importancia de la teoría./Explicó
su riqueza y la canpletó y desarrolló. La aplicó al estudio de
países profundamente diferentes a Inglaterra, es decir, a los
países no industrializados (sin dejar de aplicarla también al es­
tudio de países muy industrializados cano Inglaterra y los Es­
tados Unidos). Es pues, precisamente por la teoría de la renta
fija como se efectúa el paso del marxismo al estudio leninista
de la cuestión agraria en el mundo entero y del imperialismo.
Es una parte esencial del marxismo-leninismo. Finalmente, Lenin
pudo responder victoriosamente a todas las objeciones de los
economistas burgueses, liberales y mencheviques (Struve,
Bulgakov, Maslov, e tc .), i

Lenin descubre leyes (que se encuentran implícitamente en


Marx, pero que este autor no había formulado explícitamente) e
introduce nociones nuevas. Por ejemplo, Lenin nuestra que la
forma de producción capitalista, con las relaciones de propie­
dad y explotación correspondientes, se subordina necesariamen-

7 Principales textc6 de Lenin sobre la cuestión que nos ocupa: Obras Completas, 3a.
edición, Moscú, T. 11 (A propósito de las críticas de Bugalov contra Kautsky ); T. V,
sobre la ley de la fertilidad creciente, e tc...; T. V II; T. XI; T. XIV; cuatro articules
importantes, etc... Se encontrará aqui el resumen de las tesis leninistas sobre la ren­
ta de la tierra, dispersas en diversos artículos.

27
te, después de haberlas encontrado en su camino, a las formas
más variadas y más diferentes de la propiedad del suelo; propie­
dad colectiva de la c anunidad, del clan, de la tribu, gran pro­
piedad feudal o sanifeudal, pequeña propiedad, etc... Las f o r ­
mas de esta subordinación deben estudiarse en cada caso, en
cada país, en cada situación concreta. Los fenómenos que se
desarrollan en los países coloniales o s emicoloniales reprodu­
cen, pero de una manera mucho más precipitada, a los que ac au­
parían a la formación del capitalismo y su penetración en la
agricultura.

Esta ley tiene la más grande importancia para estudiar obje­


tivamente lo que sucede en los países coloniales o semicolonia-
les, por ejemplo en A frica del Norte, en donde coexisten estas
diferentes formas de propiedad (propiedad colectiva de las tri­
bus, propiedad feudales, propiedades de fundaciones religiosas,
pequeñas propiedades de c ampesinos, e tc ...). 8

Leni n introduce al mismo tiempo la noción muy importante y


la tíioría desarrollada del doble monopolio.

El monopolio de los propietarios de la tierra en virtud del


aerecno de propiedad (monopolio de origen feudal) y e l monopo­
lio de la explotación capitalista de la tierra son cosas distintas
lógica e históricamente.

líos arrendatarios capitalistas__ e.oua.-lcacción de la clase

qesidfld, tdir fó., t,v ,t i 9En efecto,


lo que caracteriza la explotación capitalista del suelo, es la
inversión de capital y no la propiedad de la tierra. La
limitación de la extensión de tierras arables y de tierras bue­
nas (en un determinado estado de las técnicas agrícolas) presu­
pone y condiciona en ei régimen capitalista la monopolización
de la explotación oe la tierra, como necio de producción: cano
objeto ue la econama y no cano objeto cel derecho de propie-
G So.

8 No puedo hacer otra cosa que repetir mi informe al Congreso Internacional para el
estudio de las zonas subdesarrolladas, Milán, octubre 1954, en el que se encuentra
un estudio sobre este asunto en Túnez (el informe aparece en las actas del Congre­
so). Sería necesario emprender las mismas investigaciones y ampliarlas en relación
con todos los países de Africa y de Asia.

9 ¿Lis necesario subrayar la profundidad de estas ideas de Lenin formuladas hace más
de cincuenta años y que se aplican admirablemente a lo que sucede en la parte nor­
te de la Francia actual? (Ver más arriba, Part. I).

28
I,n tesis según la cual el monopolio elimina completamente la
••mieurrencia, es falsa. Tomemos una hipótesis extrema, como el
.|iir si los capitalistas ocuparan toda la tierra, esto no suprimi-
rln entre ellos una cierta concurrencia en el mercado y en las
inversiones de capitales. Una vez más debemos decir que no hay
que confundir la cuestión de la explotación con la de la pro­
piedad. No es necesario decir que, si hay nonopolio, la concu­
rrencia queda suprimida. Tampoco es necesario afirmar que si
hay libre concurrencia no debe sufrir ninguna restricción, ha­
ciendo imposible todo monopolio. En ninguna parte ha existido
nunca una absoluta libertad de concurrencia; y tampoco puede
decirse que en donde hay monopolio, haya terminado todo para
lii concurrencia; el monopolio absoluto tampoco ha existido nun­
ca. La concurrencia y el monopolio se determinan y se limitan
uutu uniente y hay que estudiar sus relaciones en cada situación
concreta.

La limitación de la extensión de las tierras (y de las tierras


buenas) es distinta de la cuestión de la propiedad de dichas
tierras, creada en un régimen capitalista y en condiciones de
<•unpetencia entre los detentadores del capital, lo que estable­
ce una cierta especie de monopolio. Esto significa sol amente
que toda la tierra disponible está ocupada, o puede estarlo por
les empresarios capitalistas que producen para el mercado, y
que este mercado atrae los productos de tierras diferentes, ya
que no le basta solamente el producto de las tierras buenas.
Estas diferencias son inevitables, puesto que dependen de la
fertilidad natural del suelo, de la situación de las empresas en
relación con las vías de comunicación y los sitios de venta y de
consumo, y de la productividad de las inversiones en la tierra.
Sin olviaar que estas diferencias tienen causas diversas, se les
resume cario diferencias entre tierras buenas y tierras medio­
cres. Tañando esto en cuenta, el precio de los productos es
determinado por el precio de producción en los terrenos más
mulos (o por el costo de producción de las inversiones menos
productivas). Ta de las tierras en estas condiciones,
uuLÁd£_Jft ^ rmacionjjfe.U-lL-.galculo medio. RarA-qq?, s&-f up
c 0,110 en la indus­
tria, ^«(BAaasitaría no solamente que todo capitalista pudiera
invertir su capital en la agricultura (cosa que es teóricamente
posible, mientras existe en la agricultura una cierta libertad de
concurrencia), pero sería necesario también que todo capitalis­
ta. pudiera, .dtfíacwüua
umpun pmpccKfl-ftgiánrdfl. Y esto no sucede así, a causa de la l i ­
mitación de las extensiones de tierras y de la ocupación exis­
tente del suelo. Además, si así fuera, toda diferencia entre la
ugricultura y la industria desaparecería.

29
Así pues, se analiza la relación exacta entre la libre concu­
rrencia y el monopolio capitalista en el sector agraria Por
consiguiente, pi'pptiAn pr^^piod^d df»i, .smaln nn tiene.nar
dfl íjlP ypr.a«an.i« <tolllanta riifwwiñl,
e l régimen cam teiista. aunque la tierra pertenezca a la nación,
al Estado, a nadie, o al Padre Eterno (esta exclamación irónica
proviene del propio Lenin).

En este análisis hemos podido dejar canpletemente a un la­


do la cuestión de la propiedad del suelo. Esta abstracción se
justifica, insiste Lenin en diversas ocasiones, a la vez por ra­
zones metodológicas y por razones históricas. En derecho la
explotación (capitalista) se distingue de la propiedad y el solo
hecho de la localización (fijación), basta para probarlo.

Históricamente, de hecho, 1? propiedad Hel_ ^


yanitalismo. Aquí, en este momento, nuestro análisis introduce
un elemento nuevo: la propiedad de la tierra. El orden de la
exposición trastorna el orden histórico, para comprenderlo me­
jor. Supongamos ahora que toda la tierra explotable sea propie­
dad privada en el momento en que quieren invertir los capitalis­
tas. ¿ Partiendo de
su derecho iundici>_ji£j2EQDÍ£dad, -el nrqpfctario miter-á-fl.L qpl-
tiv^ ór~H 5’^ ."Teniendo en cuenta que la renta
diferencial y el superprovecho, el provecho medio y la concu­
rrencia (en el sentido de una concurrencia de capitales para
inversión en la agricultura) han sido simultáneamente creados
por e l desarrollo del capitalismo, el propietario de_Ja._ller-rft.
buscarán»n .que-se contenta r»nn la-gananein
oue le deiaralal propietario de la tierra, cL^UtifiÉtmaLhP (las

crea la_renta„diferengial, perq_ la_traq^j,er^ ,cjp M , l|MlPs-.l(fa1


mpresario capiIaliSaZ^..-^.del-oropietario de..la- tierra. Las
condiciones que crean la renta diferencial son también las que
permiten que se transfiera. Pero, para que se cumpla esta
transferencia, es necesario que exista ya el monopolio, de o ri­
gen históricamente anterior al capitalismo, de la propiedad del
suelo. Así se combinan los dos monopolios. Se ligan y se unen y,
al mismo tiempo, se oponen. Pues los intereses del capitalista
se oponen a los del propietario. Y lo
q m a r ^ A 1! que no se cumpje más aue^ea^m ediüa
en nna»i,an el interior d e l,mf>nnfiQÍia.caf,)itali,sta-.jde-la. explota-
ciátudel..
Por lo tanto no se cumple completamente más que en un caso
limitado. De hecho, )» -concurrencia limitada por las
rezones que ya examinamos y adanas, a causa del monopolio de

30
!« propiedad, la transferencia no se realiza jamás ca n p leta-
UütuáaElg» que varía según las circunstancias y las re-
litfloiKis de las fuerzas, de las rentas qyec¡a
« t.iii|»ie rm~mftnre del capitalista.

lian agotado así las consecuencias de la propiedad de la


iii ir/i? No. Como ya lo demostró Marx y Lenin vuelve la rga -
mp' i 11(• u insistir sobre esta demostración, : ~¡ nflñíhlf triipr‘np«*
qu«- ul propietario .
ir »lnil,ftftian*p.q^pl^iaiL-tenrgfirij aunque sea baldo, o cultivar
ni nluitamente el terreno mediocre del cual este empresario-Sfl-
i’iii á solamentc-jel- pnawhtti " ’r lin da m . Ciertamente
Siyildo i » nppnieriad Ja tjfirpa..iii^ppM a^ i o. qUtótitiíéíaÓ0
cAkira una ren ta aun por el terreno más mediocre y aun cuando
i« haya dejado ba ld o. Esta suma constituye 1a_xenta absoluta.
Ni• tiene ninguna relación con las inversiones de los capitales y
diferencias de productividad y de rendimiento. Es un resul­
tado del segundo monopolio. La renta de la tierra, cano renta
diferencial, proviene de la canpetencia dentro de los marcos y
limites del monopolio capitalista de la explotación. Como renta
ni isoluta, proviene del monopolio de la propiedad de la tierra.

I’or otra parte, está claro que en 1» nráctkm la renta de la


tlerru no se nos presenta espontánea y naturalmente, dvidida
en dos partes bien distintas. Nunca _ s e py»do enher bien k u ^ ie
i ■mvieiLe d e J a . . r s o l u t a - , v , . « t e , . Y esta
dificultad permite a los teóricos burgueses escamotear la teoría
de la renta y confundir todo con los productos de la tierra o
con productos fijos. Es raro que el propietario no haya gastado
mida en esta tierra, aunque no sea más que en construcciones,
ele . Entonces, el interés de este capital en la práctica se
confunde con las rentas. Cuando el propietario es al tiempo
quien explota, la renta no es más que una parte de las ganan­
cias y superganancias. Si es a la vez, propietario explotador y
trabajador (como sucede con el campesino pequeño y medio),
puede, en condiciones favorables, lograr una renta. Esta se
agrega al salario que se paga a sí mismo por su trabajo y a la
ganancia media que logra por su pequeño capital. Sin embargo,
(■ano este campesino ejidatario se encuentra en la mayoría de
las veces en las peores condiciones (tierras mediocres, alejadas
de las vías de comunicación y de los mercados, falta de capital
y tle implementos, e tc .) en la mayoría de los casos no logra ni
renta ni siquiera la ganancia media de un capital que por otra
parte es muy raquítico o no existe; en el límite, no recibe más
que un salario por su trabajo y el de su familia, salario que se

31

(198389
paga a sí mismo, después de haber vendido, si es que puede, sus
productos en el mercado. Su situación puede ser aun peor que
la de los asalariados. 10

Pero consideremos ahora, según Lenin, la situación del agri­


cultor capitalista. Lenin precisa la teoría de Marx sobre este
punto, profundiza y modifica canpletamente la de Ricardo, en
el sentido en que examina en detalle esta situación concreta y
no solamente e l caso límite en el cual el propietario de la tie­
rra llega a lograr que entren en su bolsa todas las rentas de
la tierra. E l agricultor capitalista, hasta que se vence su con­
trato de arrendamiento, puede siempre apropiarse y e fe c tiv a ­
mente así lo hace, una parte de la renta y esto desde e l mo­
mento en que invierte un nuevo capital en la tierra. Durante
toda la duración del contrato de arrend amiento, la cuestión de
la propiedad privada de la tierra desaparece para este agricul­
tor. Cuando invierte capital en la tierra este agricultor obtiene
una nueva ganancia y una nueva renta, que quedan en sus manos
en vez de pasar a las del propietario. Este no recibe, ca n o lo
indicó Marx, la renta recientemente creada más que cuando
termina el contrato de arrendamiento y a partir de la firm a de
un nuevo co n tra to .¿P or cuál mecanismo pasa esta renta d e la
bolsa de los agricultores capitalistas a la del propietario de la
tierra? Unicamente, ya lo sabemos, por la concurrencia.

La empresa ventajosa que da al capitalista no sólo una ga­


nancia media, sino una superganancia, igual a la renta creada,
atraerá los capitales. Si se presentan los contrincantes, el an­
tiguo arrendatario es hecho a un lado, pero el nuevo capitalista
de la tierra perderá una parte o la totalidad de la renta crea ­
da por la inversión precedente. Se canprende así, que, cuando
quedan iguales todos los demás factores, las bajas a largo pla­
zo sean ventajosas para el agricultor capitalista, y las bajas a
corto plazo para el propietario, lo mismo que los cambios fr e ­
cuentes de explotación. Hay pues una lucha encarnizada entre
los dos monopolios: entre los propietarios terratenientes y los
agricultores capitalistas, a través de la concurrencia que estos
últimos libran entre sí. En esta lucha hay triunfos y derrotas
para cada uno de los dos adversarios. Pero se presenta una
pregunta: ¿ de qué especie es la renta que llega al capitalista
durante la duración del contrato? ¿Es una renta diferencial o
una renta absoluta? Es imposible decirlo, pues las dos rentas
1° Cálculo realizado actualmente para varias pequeñas explotaciones del mediodía de
Francia: 30 a 5U francos por hora de trabajo, para el explotador y su familia. Desde
luego que estos pequeños campesinos trabajadores no conocían claramente su situa­
ción, pues no tienen contabilidad y practican el autoconsumo.
Cür^Unúen; 1^.._X£ntft f l h f i n l L L t f l r cano ya veremos, iatefiSáfiBe
* " " peer ias -.de.t a .. aKlífli\i>teFl.ll,tigA*tlaft»#i.liiift,ii,p--
, la renta diferencial proviene a la vez
tierras cultivadas y de las diferencias
productividad de los capitales empleados sobre el mismo sue-
"■ , or o tra parte, la tierra cultivada ofrece la ventaja de que
^ *' c*aP i tales se inviertan sucesivamente sin causar perjuicios a
«i- caplj-gigg anteriormente invertidos (este es uno de los prin­
cipales argumentos de Marx y de Lenin contra la falsa ley de
1,1 l,r°dU eción decreciente). Lo más que podernos es decir, que
n p a rto (je i a renta que va al capitalista proviene de lo que el
analista caracteriza cano renta II.

^ etl la práctica las rentas se confunden, su distinción no


'«'lie l a menor importancia. Solamente el análisis permite res-
ponoer ios problemas referentes a la nacionalización, la so-
« a iiza eÍQ n 0 municipalización (canunázación, en el sentido
piceiso v local de la palabra comuna) de la tierra. Como ya se
nube, e l derecho menchevique se negó a la nacionalización de la
• jji0r considerar ésta una medida extremista revoluciona­
ria. L os socialistas revolucionarios (populistas) estimando que la
iicgaciorj de la propiedad pri/ada de la tierra, era la negación
< <•! capitalism o, propusieron la socialización atribuyendo el sue-
a 16 o amina.

Pr iniero Marx y después Kautsky (en La Cuestión ¿¡¡¿rariu }


u(imostt'tu,or2 que la nacionalización no podía nás que slipriiár,
i ansiií. j ' ¡,u0^a gi Astado, la renta absoluta..

a lft rentfi diferei:icial- ia ^n acjon M ^ S ión puede


u. c *irla, siguiendo las modalidades de la concesión de tierras
a quien^g explotan. Ngjg^sugrim e. E sg ecM m C T te n o ^ r^ ^ i-
( « » i Í L £ ^ n ta I I : y llega a hacer que la tctaíídacl de la renta p¿-
s- al explotador sin dejarle natía al propietario. Aun
guando rejnen aj[ principio la más canpleta igualdad y la más
c a n p l e t a libertad entre los pequeRcs cultivadores de la tierra
que P e r te n e c e a la nación, ellos constituyen un régimen de
p ro d u c ció n Iliercante. El mercado les liga y se les subordina. K1
‘ ‘.'tercornbio abarca el poder del dinero y la transformación en
c inero e n traf¡a i a transformación en dinero de la fuerza de
1ai)aJ ° » e l dinero se convierte en capital.

'A“s l* la idea de la nacionalización de la tierra, llevada nue-


ai piano económico, considerada en función oe la o u s e
ecouc<uic a ^ es una categoría de la sociedad burguesa y capita-

33
lista. Su contenido no es ni e l que creían lc6 socialistas de iz ­
quierda ni el que suponían lc6 campesinos rusos en la época en
que escribía Lenin. ¿ T.a n»r»ínnalización de la tierra? Es el tér -
mino lógico de la revolución dainocraSca burguesa, reclamado
por los radicales, realizado parcialmente en algunos países y
conveniente especialmente para una joven sociedad burguesa,
que no ha desarrollado aún sus contradicciones internas.
Suprime la renta absoluta, pero deia subsistir la
<tef, presto jaia-ésia-iMLJ ia c g - íla iír ij^
(fe su rx nlotacióp-naQEft«nitiL-y-flflpi,tid.iRtfl. Adenás, la nacionali­
zación, al suprimir un monopolio, el de la propiedad, y al dejar
subsistir otro monopolio, e l de la explotación, rompe las ligadu­
ras del desarrollo de este último monopolio. Es decir, que reali­
za las condiciones del desarrollo acelerado del capitalismo, de
su desarrollo "teóric anente puro" (jniy lejo6 de poder acompa­
ñar, cano han pensado algunos, un alto desarrollo del capita­
lismo y la separación operada por él entre I 06 trabajadores de
la tierra).

Así, el concepto teórico de la nacionalización no puede ex a ­


minarse fuera de la teoría de la renta. Y sin embargo,
n»fíÍrnBli,7ao^ n de la tierra sigue siendo una medida que debe
tomar en cuenta, en condiciones concretas definidas, al prole­
tariado.! i ¿Por qué? Desde luego porque, al suprimir la renta
s te e te te « t e j a , je L í^ e m ,ík J lfi8 J M P -
; en los cuales interviene esta renta. Hace d is­
minuir la explotación del proletariado agrícola, lo mismo que la
renta de una manera general, con la parte de la plusvalía que
queda después de haber pagado la ganancia media del capital.
En fin, y sobre todo, en la Rusia zarista, correspondía a las
aspiraciones de I06 campesinos. Objetivamente, poma fin a las
relaciones feudales y senifeudales, a las supervivencias de c o ­
munidad utilizadas por e l Estado y I 06 grandes propietarios, a
las separaciones de todas clases que dividían y separaban a I 06
campesinos de la tierra. Daba un golpe terrible a la propiedad
privada en general de los medios de producción. "La dialéctica
de la historia quiere que los populistas y los troudoviques pro­
pongan cano remedio anticapitalista una medida capitalista,
eminentemente consecuente y enérgica en la cuestión agraria
de Rusia" (Lenin). La nacionalización, acanpañada de una re­
forma agraria y de una repartición igualitaria (no la canunali- 1
11Se sabe que las democracias populares no han nacionalizado la tierra. Han implanta­
do reformas agrarias radicales, suprimiendo así las supervivencias feudales. También
han limitado el derecho de propiedad, de arrendamiento, de venta, etc., y así, limita­
da la explotación capitalista y el segundo monopolio, el desarrollo de los koulaks.
Pero en lo que se refiere a las cooperativas de producción, la renta diferencial sub­
siste y aun en un sentido de renta absoluta.

34
«m'lón que hubiera entregado a los koulaks, detentadores de
ii*> capitales y del material, las explotaciones socializadas) fue
i'iK'a, para Rusia, la medida económica progresivamente más ne-
i*.«m ia. No hay que olvidar, prosigue Lenin, las notables pala-
i .iii :i de Engels: "Lo que es falso en un sentido económico f o r ­
mal, puede ser verdadero en el sentido histórico universal". E n -
tí< ls formuló esta profunda tesis en relación con e l socialismo
uiópico y la idea de justicia: "Importa -agrega Lenin- recordar
in tesis profunda de Engels, cuando se quiere apreciar la uto­
pía populista o trudovique... El democratismo populista, falso
"a un sentido económico, es una verdad en el sentido histórico;
inlso cano utopía socialista, este donocratismo es una verdad
<i" la lucha históricamente determinada de las masas campesi­
nas". 12
Ifl junción y 1 » r e fn r m ^ fl^ iuáaT-madknas.M
xtue
•lebeñ tañarse en condiciones determinadas,
ema_cacmesmo: por el contrario, 1y,.,,pireeoto)l<.fln..
iujs claros^ desarraigándolo de DrolQnmcituae&a^M^suaeiaMffitBQies
q c^nuritenps. ¿Por qué? P ^ q u e suprimen la renta
absoluta, dejando subsistir la renta diferencial, y ajamt«jBSÍ
<■1 camino á r m iBSlism.0- .agrario,
U^TTcuiaks (que es, repe­
limos, e j J U U C M o n ) . Así, se presenta inmediatamente
el problema de una limitación a este desarrollo, y de una
transformación; problema d ifícil...

La ignorancia en lo que se refiere a la distinción de las


rentas tiene, pues, las más graves consecuencias. Algunos teó­
ricos que ca n baten a Lenin, han negado su distinción: han
negado la renta absoluta;¿en dónde se encuentra entonces la
cuestión formal de ".a quién va la renta y cómo?". Las
cuestiones verdaderamente profundas se presentan cuando se
considera la naturaleza o la esencia de la renta; y ¿cómo o-
rientar, en función de este conocimiento, la acción política
que actuará sobre e l desarrollo d el sector agrícola? Los
marxistas no han comprendido siempre, insiste nuevamente
Lenin, que su tarea es introducir el elemento histórico en el
estudio de la cuestión agraria y sustituir el punto de vista
pequeRobuigués (la idea abstracta de la igualdad y de la jus­
ticia) por el punto de vista del proletariado, sobre los fun­
damentos reales de la lucha por la transformación de la so­
ciedad y para modificar de manera objetivamente favorable, a -
r¿ Citamos ampliamente este texto traducido enObras Escogidas, L, pp. 664-665, por­
que tiene un interés primordial, desde luego para la teoría de la Reforma Agraria en
general, y de las medidas tomadas por el gobierno de los soviets; además, para una
teoría dialéctica y objetiva profunda de las estructuras.

35
briendo las más amplias perspectivas, el desarrollo de la pro­
pia sociedad capitalista. En otros términos, Lenin, por un la­
do, toma en cuenta, las ideas can o fuerzas, y por otro, in­
vita a abandonar e l punto de vista de estas ideas abstractas,
para adoptar el del conocimiento objetivo del devenir, que es
el de la ciencia, y coi acide con los intereses del proletaria­
do.

Las aspiraciones espontáneas del campesinado son esen­


cialmente contradictorias; Lenin las analiza: los campesinos
Qu i s i e r a n , fi n a . los, males que les.-,causa-Ja_iiaastEacioa
del caBiMlamo .qfl .la - a g n c u ü im i- a ^ ^

exisTátai - ¿Cómo
limitar esta libertad sin limitar el derecho de propiedad o
sir. abolirlo? (por otra parte, como ya lo hizo notar Marx. J a ,
i a e o )||t¡y f l C ampfi&in n - r.]nir4*h. ^ua.,..l,a naattgU itu i.a a -^ ^ g t.i.1; ,|^*¡..g g-
pitales para la compra de tierra ha sido e l p;p,hP
para el^S^arrollo**“seon~^fc7)"J3eTcarLiL.esiDado,„mp.diancx„y...pq-
quefti^ sickj los niedioa^u^kurnias
empleadas por eL-oapi
la pequeFia propiedad a su libre Denelragió p - ^
raT lí ni cuánto á l"c ré d ito , tan rec 1aff^ dQ,pGr^lasr^^m ptiSÍuos.
esÜa e s ^ e ^ S O T e ñ | p"TS '/¡fí ....,
que sea la forma que terne la institución de crédito.

Volvamos ahora a un último aspecto de la teoría ele la


renta, igualmente precisado, profundizado y desarrollado por
Lenin. La renta diferencial no influye, de una manera directa
e inmediata, sobre los precios de los productos agrícolas,
pues se encuentra ligada a su determinación. La renta abso­
luta, por el contrario, sí influye sobre ellos, al incorporarse
dren ám ente al^j^recio ue estes productos e n jjn g g jg fio o . Es­
tos t,rocíes noy |nR_gasirs...ae D roQ u ccióm ^.
les tierrasjüSDgsJScfllgs

tie.o y ce la rer.ta absoluta. La renta absoluta proviene de la


propiedad privaca de la tierra. No existe necesariamente en
la agricultura capitalista, pero está condicionada por le pro­
piedad privada de la tierra, y por lo tanto ligada al carácter
retrasado ce la agricultura, resultado uci proceso histórico y
conservado por el monopolio. Cano ya lo indicamos, este mo­
nopolio, oe origen precapitalisía, crea y trata de consitrvis
sus propias condiciones por una especie de círculo vicioso
muy notable, observable sobre todo en los países y regiones

36
i. ir«saüo6» Aunque se b en eficie con la negada de capitales y
' mi su c ¿ P etenciü’ Pro PÍedad privada de la tierra impide
•ú/t libre concurrencia, paraliza los movimientos de los capi-
nh-s impide nivelación de las ganancias y la formación
!í/íu’ gana[‘cia media.

técnica de producción agrícola es inferior a la técn i-


i,u industrial y la composición orgánica del capital invertido
i a ¿cultura se distingue de la del trabajo industrial por
' " ü r porción más grande del capital variable, con relación
" ¡',1 constante; por lo tanto, es diferente de la media
tiocial v la productividad del trabajo agrícola más débil; la
"I*0 - privada de la tierra, al impedir que las ganancias
m *0 nivelen libremente, permite que^ se vendan los productos
a según 1°® de producción más elevados, sino s e -
''fm"^un^osto individual más elevado aún, al cual se incorpora
l’ renta pagada. El P recio de producción es determinado por
líl ganancia media del capital y, como la renta absoluta no
'órn ite Ia f ormac‘° n de esta ganancia media, establece sobre
loábase del monopolio un costo o precio de producción indivi­
dual.

Así se precisa, en es te punto, la teoría de la eigti-npiLn


,„,tPP in c -fo q i i a s ^ w ^ i a . t a .renta t i i t e p e i a j dsriYatia.tifi
^ r ^ d ^ p r o á m c n ^ frle su ^teterminanian).
y J je u £ S »ta
r.i 4<3S
a ^ ^ ^ T ppñdqcción. L a primera s e deriva de la plusvalía,
¿g superganancia, momentánea o durable,
a-*° cionada por un trabajo más productivo sobre una tierra
propor ^ s it u a d j__a segunda, tiene como origen el
IIEl°dij^ento suplementario o el supertrabajo de toda clase de
trabaio agrícola, y no puede obtenerse sino como preganancia,
* vecho de la clase parasitaria de los propietarios de la
t^ rra como tales, sobre la cantidad d e valores existentes.

i i,jyahiB"tten]üS p m 'u t w míimgkfin "MiUm t B i t M j ü e n f -


|n1, , |^iiperioL^.^U^i^£C.io.a,de>itJiiaB6duoción -teniendo en
cuenta aídm baj0 contienen- y la plusvalía, superior a la
cía (media). El monopolio de la propiedad impide que es­
te exCedeIlte caiga en ‘“ anos de la masa general, con la pre-
• ncia de la tasa de provecho, por lo que la renta abso-
recoge precisamente de e s te excedente. Pero esta
a a .ja ao es nunca más que el equivalente en dinero de u-
^ ^ p erga n a n cia <JUe se compone d e una cantidad determina­
da de tales y cuales mercancías. L a idea de determinación,
.ndice Lenin, no puede comprenderse en los sentidos que la

37
ciencia le podría adjudicar, sino en los sentidos en que las
condiciones objetivas y aproximadamente conocidas determinan
sus proporciones. Poco importa, por lo demás, la forma
material de la superganancia en la agricultura. El propietario
de la tierra no consume más trigo o azúcar que los otros
hombres, no consume e l trigo o e l azúcar que se produce en
sus tierras. Lo importante es que la superganancia realizable
en mercancías y en dinero sea más considerable, en relación
con el capital, en la agricultura que en las otras ramas y
que este excedente no caiga en manos de la masa general. La
rpnt» «b spiu ta||no resulta _de J a . camposiciéuwflrgánic a,. ampia
J g S s ^ t ó í i ^ a n p c s i c i ó n orgánica permite s ^ -
mfcnte la recolección ■Drevk...de^la...jeata ^ a b s o l ^ la cual
proviene de la propiedad privada de la tierra; he ahí e l e le ­
mento de monopolio.
El superproducto agrícola, como todo superproducto, es
realizado en el mercado (cambiado por productos industriales,
etc.) para convertirse efectivamente en plusvalía. Y es dentro
del conjunto de la sociadad donde el propietario de la tierra,
presenta una característica que le presta la sociedad, aunque
ésta lo niegue, en nombre del principio sagrado de la propie-

cjfig capitalistas, aumenta n ! , precio.de, los .artículos alimenti-


Cjfls.,..y r^ a „^ ia b f& »i& .x li 3se obreraT aumetitiBfldo, su explota-
Ciáfl. Este análisis, profundizado por Lenin, tiene e l mas
grande interés. Muestra que la renta absoluta depende sólo
del carácter generalmente retrasado de la agricultura, y de
la débil composición orgánica del capital agrícola, de los l í ­
mites que opone a la propiedad del suelo, a la inversión de
capitales, e tc . Esto se aplica principalmente, pero no exclu­
sivamente, a los países y regiones llamados atrasados y sub­
desarrollados, en los cuales persisten estructuras feudales y
semifeudales (latifundios de origen precapitalista con agricul­
tura extensiva) o supervivencias tales como el mediaje.

Supongamos que la agricultura se mecaniza, que la c a n -


posición orgánica del capital aumenta, que la diferencia d is­
minuye, en un país o en una región, entre la industria y la
agricultura, las cuestiones relativas a la renta diferencial
quedan intactas. Por e l contrario, toman una gran importan­
cia las referentes a la renta absoluta, aun cuando ésta dis­
minuya como tal. En efecto, en estas condiciones (ahí está
otro monopolio) aparece después d el monopolio de origen pre­
capitalista, el otro; el monopolio capitalista de la explota­
ción, que pasa a primer plano (con las formas oe concurren­
cia a la vez determinadas y limitadas por este monopolio).

38
Por otra parte, la renta absoluta no puede desaparecer,
ini< Miras subsista la propiedad privada de la tierra y e l dere­
cho (jurídico) de la propiedad de la tierra como medio de
imithicción. Que e l propietario sea o no de origen feudal, que
•o distinga del explotador capitalista y entre en con flicto
culi M, o que se coluda y se confunda con él, contitúa,
míenirus es propietario, presentando a la sociedad una carac-
in ls iic a que l e debe pagar de acuerdo con sus propios prin­
cipios (sus superestructuras jurídicas).

I,a teoría leninista d el doble monopolio permite d irecta ­


mente e l análisis de los fenómenos agrarios actuales, tanto
mi rrancia ca n o en e l mundo entero. Limitaremos este ex a ­
men rápido a la realidad francesa.

LA TEORIA DE LA RENTA Y EL CAPITALISMO


ni:i. MONOPOLIO

Para canenzar examinaremos cuáles son los hechos nue-


« « , contemporáneos del capitalismo d e monopolios que han a-
purccido en la cuestión agraria en Francia, después de que
l.euin escribió sus trabajos sobre la renta de la tierra y so­
bre sus problemas:

a) En primer lugar, e l hecho más notable, es la introduc­


ción de la mecanización en la agricultura (ce rca de 250, 000
tractores en Francia en 1954), e l aumento en la productivi­
dad del trabajo agrícola (producción media sobrepasada de 16
a 22 quintales de trigo por hectárea), is La disminución de la
ixjblación agrícola es igualmente innegable: de 1900 a 1950
bajó del 48% de la población activa francesa a cerca de 32%
(cifras del INSEE). Podría suceder que hubiera habido dismi­
nución de la renta absoluta. Pero esta conclusión no se im-
l>one. En efecto, recordemos que la renta absoluta no provie­
ne de la canpc6ición orgánica del capital agrícola; esta
canpcsición orgánica solamente permite pagar dicha renta.
Además, lo que cuenta es la diferencia de la canpcsición
orgánica entre la esfera industrial y la esfera o sector agrí­
cola. La canpcsición orgánica del capital industrial ha au­
mentado considerablemente y la diferencia persiste. Por otra
parte, el juego de las leyes económicas capitalistas no de­
termina can p let amente la renta absoluta (esto proviene sen­
cillamente de que es históricamente anterior al capitalismo).1 3

13 Como todo el mundo sabe, este aumento de la productividad casi no ha aprovechado


en nada a los consumidores.

39
La relación de las fuerzas tiene, pues, una importancia
considerable, y sobre el plan político es ca n o se va alcan­
zando cada vez más la determinación económica. El peso, la
importancia política de los propietarios de la tierra, desem­
peña pues un papel. La propiedad de la tierra, es decir, la
renta absoluta, ha recibido en Francia golpes muy duros; des­
de la revolución d emocrático-burguesa, hasta las decisiones
tañadas después de la liberación en favor de los medieros y
arrendadores. Pero ha sucedido que después de cada derrota
los propietarios han logrado volver a levantarse y a retardar
más o menos las medidas progresistas que se han tañado con­
tra ellos. Por lo tanto, el problema de la renta absoluta, en
Francia, exigiría un examen profundo que actualmente es di­
fíc il de emprender.

Aún teniendo en cuenta el desarrollo del maquinismo a -


grícola, el retraso general de la agricultura, característica
específica de este sector, no ha desaparecido; especialmente
en Francia. La población agrícola de Francia sigue siendo su­
perior a la de los otros grandes países capitalistas (Gfc en
Inglaterra), y la productividad del trabt _o agrícola, aún te-
ráenuo en cuenta los progresos de la mecanización, es infe­
rior a le del trabajo industrial (50 a 70^ de acuerdo con e -
valuaciones que, por otra parte, son muy aproximadas). Este
retraso ha tañado la forma concreta de una gran desigualdad
en e l desarrollo capitalista entre las distintas regiones de
Francia, desigualdad del desarrollo agrícola, correlativa de la
desigualdad del desarrollo industrial. Las regiones francesas
estancadas desde el punto de vista industrial, son también
retaroacas oeste el punto de vista agrícola.

Es seguro que la clase de los propietarios de la tierra


oe origen f a i oai, distinta de la de los explotadores de la
tierra (arrendadores capitalistas), aunque no ha desaparecido,
ve disminuir su importancia en Francia. Pero sucede otra co­
sa muy distinta en los países cercanos: Itídia, España, etc.;
y sobre todo en numerosos pases subdesarrollad es. Por otra
parte, esta clase se ha fusionado parcialmente con la bur­
guesía capitalista Üo que ha impedido siempre la aplicación
oe medidas radicales en contra de la propiedad de la tierra).

Recientemente se h m operado otras fusiones en Francia.


Por ejemplo, entre el capitalismo agrario y el capitalismo in­
dustrial y financiero (pensemos en las industrias azucareras,
ligadas directamente a la producción de remolacha, a las fá­
bricas que a vetos tanan su materia prima directamente de
les tierras que las rodean y que pertenecen al mismo propie-

40
ituiu o a la misma sociedad capitalista). De todas formas, la
i io| icoao privada de la tierra no cesa de funcionar. Los
i iii| ktarics de la tierra se reconstituyen perpetuamente, c o ­
mí prolongación o no de la clase feudal, que exigen una ren-
ui insoluta y parte de las rentas diferenciales. Sin embargo,
en otros casos, las fusiones operadas han dado por resultado
.¡ni' se confunda la renta absoluta con las rentas diferenciá­
i s , las ganancias y Jas superganancias capitalistas, en la ca­
li goría de una ganancia máxima.

En los casos en que el arrendador capitalista constituye


ni «i fuerza independiente, cuando se opone a los propietarios
iir la tierra y sobre todo, cuando estes son pequeños y me­
didnos propietarios, resulta una disminución de la renta abso­
luta, acompañada de un aumento de la renta diferencial en
lianeficio del empresario capitalista.

b) Pero esto nos lleva sencillamente al terreno de nues­


tro problema fundamental. Despúes de haber estudiado Marx
la renta de la tierra y sus leyes en el capitalismo de libre
concurrencia, ¿qué es lo que queda en el capitalismo de mo­
nopolio? Ya hemos visto el papel que des anpeñan, en la f o r ­
mación de la renta de la tierra, la ganancia media y la con­
currencia entre los detentadores de los capitales. La ley de
le formación de la ganancia media (por la concurrencia de les
capitales y de su baja), es reemplazaba, en e l capitalismo de
monopolios, por la prosecución de la ganancia máx úna y la ley
correspondiente; entonces, ¿deberemos abandonar la teoría de
la renta y sustituirla s úr.plemente por el análisis de la ga­
nancia máxima en la agricultura y en la industria?

No puede ser así. Esta teoría supondría que la agricultu­


ra quedaría sobre la industria; cosa que es falsa, cano ya
sabemos. Supondría la fusión canpleta entre la propiedad de
la tierra y el capitalismo, lo que no es exacto y, aun cuan­
do se admitiera esta fusión, dicha teoría nos impediría anali­
zar la actividad económica y política uel capitalista, c a r o
propietario y can o empresario agrícola, lo mismo que cano
industrial y monopolista.

Examinemos las cosas de cerca: la ley de la ganancia


máx úna no dice que la ganancia media haya desaparecido; a-
firma simplemente que la tendencia a la formación de tasas
de ganancia media, no es ya la ley reguladora interna del ca­
pitalismo. El gran capitalista ya no calcula sus gastos cíe
producción agregando a sus gastes (en capital variable y
constante), salarios pagados, amortizaciones, materias primas,

41
intereses del capital invertido, etc., la tasa de la ganancia
media. les ea y no pueoe dejar de desearla, la ganancia máxi­
ma. Sin enbargo, la ganancia media no ha cejaoo de existir.
Objetivamente, se forma una media entre las ganancias capi­
talistas; pero el capitalismo de monopolio no puede conten­
tarse con esta tasa media (Stalin). La ganancia media se con­
vierte en el límite inferior debajo del cual la producción ca­
pitalista se hace imposible (Stalin).

¿Y por qué la concurrencia de los capitales no vuelve a


llevar la ganancia del capitalista a les límites ae la ganancia
media? Porque los monopolios impiden la libertad oe circula­
ción y de inversión de capitales. Se reservan las esferas de
inversión, practican el autofinanciamiento. Estes trabas a la
concurrencia de les capitales (no de las mercancías) van a-
compafiadas de formas nuevas de la concurrencia, a la que
están lejos de abolir, que dan al capitalismo de monopolio su
ley y sus formas precisas. Esta ley ya no es de regulación
interna, sino de desequilibrio, oe desarrollo a la vez estanc­
ado, desigual y convulso.

Añora bien, ¿qué henos visto en la agricultura? En el


momento mismo en que se desarrollaba el capitalismo de la li­
bre' concurrencia (de mercancías y oe capitales) la: agricultu­
ra presentaba ya un elemento de monopolio. Y aun, cu.,o lo
demuestra Leiún, de doble monopolio. Ya el monopolio de la
propiedad impedía el desarrollo ce las fuerzas productivas,
agravaba las contradicciones ae la socieoatí capitalista, au­
mentaba el estancamiento de un sector ce la producción y la
sobreexplotación general de les trabajadores y en particular
ce. los trabajadores del sector mencionado. Y todo esto, limi­
tando la concurrencia oe capitales, estorbando su libre paso
de una esfera a otra y su libre inversión en la agricultura.
Ya para el empresario capitalista, la ganancia media era el
límite infeuor debajo oel cual la producción resultaba impo­
sible. La ley ce formación de tasas oe ganancia meoia no era
reguladora interna del sector agrícola en doñee no te tu aba
más que oe manera limitada. Por ei contrario, el carácter es­
pecífico de este sector tendía a consolidar las su per ganan­
cias, bajo la forma de rentas. Y este especialmente en pro­
vecho oe una eltise partisitaria, que no desempeñaba ningún
papel activo en la producción.

En resumen, llegante*, a las siguientes conclusiones:

La agricultura, en cuanto presentaba elementes de mono-

42
polio, precedió en cierto punto al capitalismo d e monopolio,
es decir, al capitalismo actual. Téngase en cuenta que esto
no debe hacer olvidar que, en la agricultura tradicional, las
trabas al desarrollo de las fuerzas productivas, provenían so­
bre toco de las supervivencias feudales, es decir, de las re­
laciones de producción y de propiedad anteriores al capita­
lismo, en el interior del cual se desarrollaron las relaciones
de producción propiamente capitalistas. El monopolio (históri­
camente precapitalista) de la propiedad de la tierra, repre­
sentaba así una contradicción en el seno del capitalismo, en
el interior oe su propia base, es decir, no solamente entre
las superestructuras jurídicas y la base, sino también entre
las relaciones de producción y las fuerzas productivas.

El monopolio de la explotación capitalista, diferente del


monopolio de la propiedad, puede oponerse a él, y en medida
en que envolvía y permitía la concurrencia de capitales, es-
timulaba el desarrollo de las fuerzas productivas. También
puao unirse al monopolio históricamente anterior y fusionarse
más o menos completamente con él.

En todos estos cases, las trabas al desarrollo de las


fuerzas productivas, nacidas del carácter capitalista del de­
sarrollo y según sus leyes internas, se han superpuesto a las
trabas nacidas de las condiciones históricas en las cuales tu­
vo que crecer, líe aquí por qué e l sector agrícola, dentro de
la economía capitalista en decadencia, pudo integrarse con el
capitalismo de monopolio. Y esto sin que desapareciera la
renta de la tierra con sus caracteres y sus distinciones. Y
sin que desapareciera el carácter específico de la producción
agrícola (un cierto retraso, etc.).

Puede haber lucha entre el monopolio de la propieciad y


el de la explotación por el mantenimiento o el aumente o la
disminución de la renta absoluta. Puede haber luche por la
repartición de las rentas diferenciales. Finalmente, puece ha­
ber integración de la renta absoluta, de las rentas diferen­
ciales y de las superganuncias permanentes, con la búsqueda
de la ganancia máxima, con esta última categoría económica
y con su ley. Las luchas y los conflictos están lejos de ser
insignificantes. En algunos casos pueden oer por resultado
antagonismos y agregar sus; efectos a los oe las ludias de
les trabajadores de la agricultura y de la industria 14, a las14

14 Sobre el antagonismo de los arrendadores capitalistas y de los propietarios de la


tierra en Italia y especialmente en la llanura del Po, véase una serie de artículos en
Rínascita de Duccio Tabet, 1945-55.

43
aspiraciones nacionales de la burguesía industrial en la; paí­ hIendo los hechos esencialmente c emplejos y contradictorios,
ses coloniales y sernicoloniales. Pero apartemos aquí estas debemos cuidarnos de establecer un criterio único y absoluto.
cuestiones que sobrepasan nuestro problema. Lo esencial a­ 1.1 concentración de la propiedad es un elemento importante
quí, para nosotros, es que el capitalismo de monopolio y la del estudio, pero está lejos de ser el elemento exclusivo.
ley de la ganancia inaxima no han suprimido la renta de la liemos visto hasta qué punto la concentración de la explota­
tierra ni sus leyes. En cuanto a los conflictos, tienen lugar ción difiere de la concentración de la propiedad. Esta refle­
en el interior del capitalismo monopolizador, que entre el ja el primer monopolio, la concentración de la explotación
capitalismo y las supervivencias de épocas históricas anterio­ refleja el movimiento del segundo monopolio. Además, la inver-
res (aunque por lo que se refiere a algunos países atrasados, :áón del capital, criterio objetivo principal del desarrollo del
habría que hacer reservas respocto a esta afirmación, de mo­ capitalismo en la agricultura, puede hacerse sin que haya ne­
do que, con prudencia científica, debemos evitar convertirla cesariamente concentración de la propiedad y de la explota­
en absoluta). ción.

La del hiircpiá0 **n l7pijn" ip y H,'rpp- Por lo que se refiere a la renta de la tierra, las cifras
oficiales son las siguientes 15:
precios agrícolas, no destruye establearía. Es cierto que en
los manentos de crisis aguda el capitalismo industrial trata
de arrojar todas las dificultades sobre el sector agrícola, ^
bre las masas trabajadoras (campesinos y otros) y del mismo Ganancia Ganancia Ganancia
golpe, en parte, sobre les restos de la clase de propietarios Ganancia de los de los de los
de la tierra. Pero, cano veremos nmás adelante, la,,.fijación Affc. agrícola propietarios asalariados explotadores
" gtáfl" lns precios agnffqjps- deifl sitio nára la renta
absolajfi, P-am las rentas, diíerenciales y para que se persiga 1950-51 1,200 120 175 905
la ganancia máxima por parte del capitalismo agrario, sobre 1951-52 1,370 155 205 1,010
todo por lo que hace a los capitalistas ligados a los mono^ ^
lios industriales y financieros. 1952-53 1,500 160 215 1,125
1953-54 1,545 150 225 1,170
El hecho de que las cuestiones económicas intervengan
cada vez más en el plan del Estado político y también en las
relaciones de fuerza entre los monopolios no invalida las le­
yes de la econosúa capitalista monopolística. Por el contra­ Sabemos ya que estas cifras son aproximadas, fundadas
rio: el Estado interviene para protager el funcionamiento de sobre una evaluación anterior del valor "locativo" de las tie­
estas leyes y cuando más, para limitar los estragos. Estado rras. Notamos además que, aun dentro de este evaluación, la
de clase, expresión de la burguesía y de los monopolios bajo renta de la tierra de los propietarios, escasa en canparación
la apariencia (nada insignificante y aun importante cano tal) con los iagresos nacionales globales, es fuerte, en relación
de la democracia, decide los conflictos en el interior del con los iagresos de la agriculfura. Hecho significativo: bajó
conjunto de la sociodad. Sirve a les monopolios nmás fuertes y mucho después de la liberación (en 1945-46 fue de 15 mil mi­
cuando hay necesidad impone límite a sus pretensiones, cuan­ llones dentro de un ingreso agrícola de 395 mil millones; en
do éstas son exageradas y ponen en peligro al conjunto. 1946-47, 40 mil millones, dentro de un ingreso agrícola de
690 mil millones). Hespués se restableció y se fijó en cerca
Todos estos hechos y fenómenos, económicos y políticos,
del 10% de los iagresos agrícolas.
forman parte integrante de la crisis general del capitalismo,
de la cual la crisis permanente de la agriculfura es sólo un Pero estas cifras sólo nos dan una imagen insuficiente
aspecto, indisolublemente ligado al conjunto.
de la realidad. El valor locativo de las tierras, aun teniendo
c) En función de este análisis teórico podemos examinar
15 Tomado de Estudios y Situaci^tés, Oct, 1954, p. 909 y Die, 1954, p. 1,081.
ahora los datos numéricos. Observemos primeramente que,
45
44
en cuenta la parte que va a los propietarios explotadores,
como parte de su ingreso, no es más que una fracción de la
renta de la tierra global. La evaluación no toma en cuenta
les rentas diferenciales que van a les explotadores capitalis­
tas. No considera pues, más que la renta absoluta y la parte
de la renta diferencial que va al propietario nacional. Des­
cuida lo que algunos economistas burgueses conocieron muy
bien bajo la denominación de "renta técnica".

Un análisis sobre los ingresos de la agricultura debería


tratar de determinar la ganancia media del capital invertido,
las superganancias (o ganancias máximas) y las rentas confun­
didas, distinguiéndolas de la renta tradicional. Pero el análi­
sis es difícil o más bien imposible, ¿x>r fa lta de documenta­
ción. No tenemos más que una idea muy imprecisa del capital
invertido en la agricultura. ie
De hecho, la fijación "riíriprigtn» rubina precios, hfl_QÍLCla-
liii¡íifidn <>odo i,V---d&DorriiiiiaaÍQn^dft.lfeU,.p rq -
cios asneólas, garantizando la renta absoluta y las rettfas

peciuefia aericulti¡xfc.4 a l..Deo¡uefí&._,uanioesim trabajador... prq -


Hetarjg, arrendador. d.J¡edj^ci,,de teqltc, se trata.-,de .proíg-
g tt .„ t e ..jm w e a w c a l a f e t a , f i j u s & t í í 1» Jü
desarrollo mism&,,<jg.J ^ ^ la a m e n g u a ,
crecimiento de la productividad general y, de la prpductóion»^
la trañ lriS ^ 'cié muchas tierras, lleva apareje-
el aba.nddno.jfle.ias-...ti£r.r.as_,Rifllas.
SfialÍL-aiiltivat^s» Estos abandonos aaeñazan^e^-- mifífiiii..hfi¿f?r
la renta diferencial. ¡nr 1>í fijación .tía-ios
precies. desJjí¡ados-jan»^át

En la situación actual, los precies cen ca


o^a~oáglfcr^er~ira! ,rl a ~ v e ¿ r ^ i a s i a ^ ^ a t k j £ , , o
de la sociedad y demasiado _
; SíiipSS c ampesines. Pero cuando se trata ante todo de
conservar las rentas, ganancias y superganancias, entonces se

16Esto es lo que permite a M. Rolland, ingeniero en je fe de los servicios agrícolas, en


el opúsculo citado anteriormente, £¡ Problema de la Renta de la Tierra, proclamar la
fragilidad de la teoría de la renta, representada para él, por Ricardo. Hemos visto
ya cómo Marx se diferencia de Ricardo y cómo Lenin desarrolla la teoría de Marx.

17 Desarrollo que no impide los fenómenos de degradación y de desagregación. No olvi­


demos el carácter contradictorio de los procesos. Por lo que se refiere a la leche,
parece que, según los textos oficiales, el Estado ha subvencionado a las regiones de
montaña, fijando e l precio de la leche un tanto elevado. Dejamos a l lector la tarea
de reflexionar sobre esta afirmación.

46
mucho entusiasmo, por ejanplo,
11 l a ausencia de ventajas recibidas
i ni el conjunto de la sociedad (y principalmente por los tra -
hujudores por e l aumento de la productividad y de la pro­
ducción en la agricultura, etc...).

El valor locativo (que no es má que un elanento de las


u ntas electivamente realizadas), varía considerablemente se­
ntía las regiones. Depende de factores que ya hemos analiza­
do: intensidad de la concurrencia, relación de fuerza entre
ha monopolios, etc.

mn el Sena y en el Marne (y en París) el monopolio ca­


pitalista domina principalmente. Los arrendadores capitalistas
non poderosos, bien organizados. La concurrencia es débil y
les -propietarios -casi siempre pequeños y néchanos- no pue­
den resistir a su arrendador. La renta que se paga ai pro­
pietario, que comprende la renta absoluta y la renta diferen-
chal, se fija en natura alrededor de 4 a 5 quintales de trigo
por hectárea. Fn. p^tt,-.-, nes (Beauce, Sena y Mame, Ci­
ne, Aísne, etc.), es enorme la-renta diferencial- llamada ele­
gantemente renta técnica, que va a manos de los arrendado­
res capitalistas. gnh r i M-ci:' a*. ^

i<« ¡m<*nietos ir.dusiciuUs. 18 Por otra parte, en esta región,


)a agricultura se liga a la industria (producción de remola­
cha, por lo tanto, oe alcohol, etc.). Es la región de las ga-
¡¿.ncias ¡máximas. Esta agriculturas practican la autofinancit-
ción y acemas reciben subvenciones más o menos directas c
disfrazadas (por ejemplo, para cultivar la remolacha y tru¡¿>-
l'ormaiia en alcohol).

Por el contrario, en otras regiones, que tienen explctii-


cicnes que también son considerables (pies de Cauz, una par-
te oel norte) le potencia del monopolio capitalista nc ha al­
canzado el mismo grano ce refinamiento y de organización.
La renta que va al propietario es más elevada (6 a tí quinta­
les por hectárea y a veces más).

En Bretaña, en numerosos cantones, el monopolio de o ri­


gen feúca! domina aún. .Siendo la población numerosa, la con­
currencia es fuerte, m renta elevada. Por el contrario, en

18 Lo que vio J. Servant en el estudio citado anteriormente. Pero no vio que el movi­
miento del valor de las tierras no refleja más que de manera imperfecta les fenóme­
nos. Fl J [-r pp pfifflffjnentn 1° n gq ^H t .,-1 1... t i ™ " - - I . t i -
!'»■.Cnn-asto iiraoviliz^fa jgfrflp iy ii. Este es un hecho nuevo y de gran importancia.

47
las regiones atrasadas de la parte sur de Francia, aunque la
propiedad de la tierra haya conservado frecuentemente posi­
ciones fuertes, la población es débil y por lo tanto también C A P I T U L O 111
lo es la concurrencia. Aunque abrumadora para el pequeño a­
rrendador, la renta baja a des quintales por hectárea y a
veces menes. Asciende hasta cerca de la renta absoluta, que
se podría evaluar, óe manera provisional, ca io en 4,000 fran­
cas por hectárea en Francia, de manera muy aproximada.
N o t a s S o b r e la R e n ta d e la T ie rra
Para profundizar este estudio sería necesario, repetimes,
emprender nuevas investigaciones científicas. Nes basta haber José M. C a b a lle ro
demestrado que la cofiguración actual de la agricultura trabajo es el resultado de ni experiencia en el dicta­
francesa se explica por la tecría marxista-leninista de la ren­
do durante tres semestres de un curso de Economía Agraria. U-
ta de la tierra y sol asiente por ella. Qle, por consecuencia,
mi parte importante de esos cursos fue dedicada a estudiar la
esta tecría, científica, objetiva, ha sido verificada, siendo
Teoría de la Renta de la Tierra en sus formulaciones ricardiana
claro, por les heches, que permite hasta la previsión.
y marxista.

Q n frecuencia les alumnes tuvieron dificultades en seguir


la lectura de les textes clásicas. Estas notas están diseñadas
como una guía de lectura, que en nirguna forma sustituyen a
las originales, sino que pretenden, más bien, presentar les argu­
mentas en forma resumida y ordenada para facilitar el trabajo
de lectura e interpretación. Esto puede ser especialmente útil
en relación a ins^tcYtre tie Majrx. que consisten en borradores
, con. frecuencia mtécatoaTT ^

En la medida de lo pasible he tratado de respetar el pen­


samiento original de las autores, dando una interpretación bas­
taste literal a sus pasiciones, sin acudir a interpretaciones ela­
boradas posteriormente por autores distintos. Sin embargo, en
ocasiones he incorporado comentarios personales, añadidas y
críticas (como por ejemplo en el caso de la "Renta Diferencial
ll" de Marx y en su análisis de la "Renta Diferencial en la Tie­
rra Peor"). Crec que en todas estas cases resulta bastunte cla­
ro en el texto qué parte es núa y cuál no lo es. Por supuesto,
la interpretación que se da a los textos (muchas veces implícita
en la selección de temas -necesaria en todo resumen- y en la
elección de citas) no pretende ser la verdadera ni la única posi­
ble.

He incorporado, en forma separada, el análisis que hacen


autores mas modernos de algunos problemas específicas relacio­
nados. En concreto se destina un capítulo a estudiar la posición
de V. L Lenin sobre la Nacionalización de la Tierra, y otro a
presentar resumidamente el análisis de Pierre-Philippe Rey so­
bre la relación entre Renta de la Tierra y Relaciones de Pro-
48 49

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