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Henri Lefebvre
CONTRA
LOS TECNOCRATAS
H g rae dnito
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Colección
LIBERTAD Y CAMBIO
gan zl912
Grcmica ed itor
Aguilor 2154, Tel. 73-2854
Buenos Aires, Argentina
DIRECTOR: Juan Granica
EDICIONES: Jorge Piatigarsky
ARTE: Leandro Hipólita Ragucci
A D M IN IS T R A C IO N : Jasé Zlacbevsky
VENTAS: Eduardo Butti
RELACIONES PUBLICAS: Juan Ignacio Aceveda y Rasa Braseó
SECRETARIA: Carmen Figueraa
h t t p s : / / t i n y u r l . com /y794dggv
h t t p s : / / t i n y u r l . com/y9malininin
CONTRA
LOS TECNOCRATAS
Titulo del original froncés:
VERS LE CYBERNANTHRO PE
(Contra les technocrotes)
Denoel-Gonthier, París, 1971
© 1967-1971 by Editions Denoél
Advertencia 9
I. TECNICIDAD Y COTIDIANEIDAD 11
II. EL CONTRASISTEMA 59
CUASI-CONCLUSIONES 177
ganzlS
ADVERTENCIA
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bución real a la acción de poder. Los pretendidos tecnó- realizable parece utopía en la peor acepción del término.
cratas organizan según normas que les fijan desde afuera «La gente se repliega en un pa.satismo que el mito de la
y por razones que nada tienen que ver con la técnica, las tecnocracia perpetúa. Doble ventaja para la ideología y
ciudades, los territorios, la circulación, las comunicaciones, para las instituciones establecidas: a su vez., el pasatismo
el consumo. Por encima de una inmensa incoherencia, pla se convierte en una ideología. Disfrazado de culto de la
nea una ideología de la coherencia (del sistema) que no calidad, un neomalthusíanismo ataca las realizaciones me
tiene más base que una semiplanificación económica, inse diocres de la pretendida técnica. Ideología de derecha, es
gura de sus objetivos y recursos. La ideología de la racio decir, reaccionaria, disimula en segundo término las pesa
nalidad técnica oculta la falta de aplicación teeníca a la das obligaciones que pesan sobre la vida cotidiana y su
vida práctica. Su pretendida racionalidad tiende a coinci profunda miseria. Permite soslayar la organización de la
dir con su absurdidad. Cierta sociología ha contribuido bas vida cotidiana y el pillaje a que la somete el neocapita-
tante a acreditar estos mitos, es decir, la ideología de la lismo. El neomalthusianísmo recnrre a la naturaleza (aban
tecnocracia. Se ha escrito mucho sobre el “medio técnico" donada por lo ficticio), al estilo (perdido en el camino),
en oposición al “medio natural". Se ha hablado de la “so a la calidad (muerta). Y así sirve, a su vez, de tema ideo
ciedad tecnicista’’. Como tales formulaciones cayeron un lógico. La naturaleza, el estilo, la calidad, se vuelven a
poco en el descrédito, los sociólogos las reemplazaron por encontrar durante las vacaciones. Así da vueltas el toorni-
otras denominaciones que no son mucho mas váhdas: socie quete del absurdo. Y se puede pasar indefinidamente de
dad de consumo, de placer, civilización de la imagen, etc. un seudohumanismo clásico o romántico, que se pronuncia
No son más que denonúnacíones que, si bien son aún insu contra la técnica, a un entusiasmo por la técnica que silencia
ficientes , revelan algún rasgo característico (por ejemplo, las lagunas de la tecnicidad y la distancia que la separa de
la que nosotros proponemos: "sociedad burocrática de con lo cotidiano.
sumo dirigido”). A cada período, a cada ciencia llamada Los mitos de la tecnocracia mantienen una ideología de
"humana”, corresponden representaciones ilusorias, huma la Que forman parte. En el nivel más alto, dicha ideología
redas que disimulan hechos y conceptos. adopta la prestancia de mía filosofía. Dejamos para más
El mito de la tecnocracia tiene consecuencias que deri adelante el análisis del estructmalismo que, partiendo de la
van, como él mismo, del enfoque sociológico. Como la gente noción científica ele estructura, llega, por extrapolación, a
se imagina que reina ya la tecnicidad, odia a la técnica. Al un neofilosofismo. Seguimos estando en la ideología propia
creer que las nuevas ciudades responden a imperativos ttéc- y directamente tecnicista, ¡Cuántos pensadores y sabios están
nicos, al iguorar qne las deficiencias son de otro orden (fi sumergidos. en Francia, en una especie de éxtasis ante el
nanciación, ganancias, estrategia política), los fracasos des mundo técnico!
acreditan a la técnica. No se incrimina la insuficiencia Frecuentemente, la ideología no alcanza un nivel de ela
técnica. No se comprende que los organizadores y orga boración. A ese nivel, sus promotores y portaestandartes se
nismos responsables acumulan los signos de la tecnicirlad denunciarían y ella los denunciaría revelando su tendencia
(de la racionalización técnica) para disimular su ausencia. a convertirse en una casta, en un graoo de presión y de
El engaño sobre sus proyecciones se percibe pero se inter decisión, en una clase. Como toda ideología, en el momento
preta en fomia ilusoria. El desequilibrio entre las exigen en que prolifera con toda virulencia, es todavía difusa, mal
cias y la realidad crea nna desconfianza engañosa ya que la formulada. El día en que se formule puede sonar su toque
vida cotidiana no implica el conocimiento de sus propias de agonía. Trataremos de precisar un poco sus contornos
condiciones. Al contrario: las disimula. Dicha desconfianza para ubicarla mejor.
suscita v alimenta la añoranza. Se acusa a los tecnócratas de La gente llama-da de derecha o “reaccionaria” parece pen
toda clase <le errores y, por su intermedio, se ataca a la sar que hay dos clases de tecnócratas, los buenos y los malos,
técnica misma. Se pierden de vista sus posibilidades. Lo los benéficos y los peligrosos, Estos últimos serían los de “iz-
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En las pantallas de cine y televisión, como en la "reali , La verdadera racionalidad sólo puede definirse hoy en
dad”, el folklore y Ja técnica se complementan con éxito y dia con la consigna: "¡La técnica al servicio de la vida coti
se equilibran pasando de uno al otro. Así el espectáculo diana!” Toda otra razón no es sino razón de Estado o razón
del mundo, los esparcimientos, el turismo, conforman su de elase pretendida racionalización, falsamente justificada
estructura ante nuestros ojos. Su campo de significaciones con argumentos técnicos que entrañan un delirante absurdo.
sigue la ley de una oposición adecuada: por un lado, pasa- Este absurdo, este delirio, toman forma a nuestro alredc-
tismo, nostalgia, variedades, visitas a las bellezas muertas de dor* ¿Vamos a observar impasiblemente, con desinteresada
los museos y las ciudades antiguas y medievales; por el objetividad, con un racionalismo indiferente, la "ubicación
otro, cohetes, misiles, ciudades científicas, instalaciones pro en tarjetas perforadas, de tres mil millones de insectos”,
digiosas pero idénticas en todas partes. Entre ambos, el según una expresión que merece recordarse? ¿Vamos a de
abandono de lo cotidiano. jar que se consoliden las “estructuras” que fijan esas exis
Concebido así, es decir, situado en la sociedad contem tencias llamadas humanas en una cotidianeidad sometida y
poránea, lo cotidiano aparece encajado en el hueco enbe superexplotada, manteniéndolas en una esperanza y nos-
el pasado folklórico y las virtualidades de la técnica. Ese ta'.gia vanas, para arrojarlas como pasto a las divinidades
>hueco podría y debería llenarse. Permanece vacío y es lle míticas del cosmos? ¿Asistiremos, sin inventar un nuevo
nado falsamente con una sustancia ambigua. Está organi humanismo, a la liquidación del humanismo viejo, abriendo
zado como ausencia y presencia ilusorias. Agregamos que el camino al sistema de la cotidianeidad sometida y progra
está institucionalizado y constituido y que el más simple mada? Si vamos hacia la nada, enmascarada por la Cosa o
cambio, el más previsible y menos ineluctable, plantea pro por las cosas, seamos lúcidamente nihilistas . . . Tales son los
blemas ilusorios y aparentemente insolubles. Con este enfo nuevos fenómenos ideológicos, religiosos, sociales, de nues
que, la píldora anticonceptiva tiene más importancia que tro tiempo llamado moderno. No son los únicos. Van acom-
los cohetes ínterplanetaiios. Suscita más objeciones y obs panados por mía depreciación de los viejos lazos de depen
táculos que entusiasmo. Efectivamente, la píldora resque dencia que estipulan las relaciones entre amos y servidores,
braja una cotidianeidad que, no nos cansaremos de repetirlo, entre colonizadores y colonizados, entre educadores y edu
es, bajo la égida del Estado, de las jerarquías burocráticas candos, entre 'hombres y mujeres. Pero la disolución de esos
y la organización pretendidamente racional de la práctica lazos trae la institución de nuevas dependencias, más pro
social, la institución característica de nuestra época. ¿Insti fundas porque son invisibles y no se sienten.
tución? ¡Sí, y además, inconsciente como tal! Lo cotidiano depende de aquellos que lo organizan y
Es fácil captar estos contrastes y contradicciones, de u ll programan, de aquellos que organizan las modalidades del
ojeada, observando alguna ciudad nueva y las instalaciones consumo, de aquellos que deciden. Podríamos decir que esa
industriales a las que se acopla; por ejemplo, Mourenx y dependencia es inconsciente si el término no implicara un
Lacq, orgullos de Francia. En el plano de la instalación, una peligro. Una ideología de lo inconsciente, que se difunde
técnica extraordinaria, una especie de belleza (puesto que en día a través del estmcturalismo y el psicoanálisis,
no hay otra palabra para designar ese rigor concreto, esa constituye el fundamento indestructible y hasta intocable
precisión del detalle y del conjunto). Por el lado del esta de la vida social; con ello consagra las opresiones diversas
blecimiento humano, la nueva pobreza, la monotonía, el y santifica esos lazos oscuros. La rebeldía resulta difícil , la
aburrimiento, la pesadez, el rápido deterioro, en una pala ansiedad y las reivindicaciones, ya no saben a quién tienen
bra, lo cotidiano. Y todo ello notablemente dispuesto, pro que atacar.
gramado. Vale la pena repetir aquí lo que se dijo ya para Entre esas nuevas relaciones de servidumbre, tiene una
desentrañar su sentido. Hemos denunciado en muchas oca importancia capital la institución de lo cotidiano, el con
siones la desproporción aterradora entre el "costo humano” f. dicionamiento y mantenimiento de sus ilusiones. Lo coti
de la ciudad nueva y las inversiones en la producción. :í diano no es más que un nivel de la realidad social. En las
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_jk-
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COTIDIANEIDAD Y FELICIDAD
$ TECN1CIDAD Y CGTJDIANEIDAD 37
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38 IIENRI LLFEbVRE
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PASAT ISMOj
UTOPISMO,
SOCIALISMO
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TECNICIBAB Y COIXDIANEIDAB 47
mino: sueños sin grandeza y, no obstante, irrealizables, las
imposibilidades). Entre la gente llamada de “izquierda”,
¡cuántos viven en la añoranza y las conmemoraciones del
pasado! ¡Revolución de Octubre, Frente Popular, Libera
ción, democracia de la Relie Epoque, Tercera República!'
Quiere decir que entre esa “gente de izquierda”, incluso
los revolucionarios, muchos viven, piensan y hablan y, sobre
todo, escriben en el marco y el estilo de un metalenguaje.
¿Qué es un metalenguaje? Es el discurso sobre el dis
curso, el segundo grado del discurso. Utilizando la termi
nología de R. Jakobson, diremos que la función metalingüís-
tica (centrada en un código) desplaza y suplanta a la fun
ción referencial (centrada sobre lo denotado). En ciertas
condiciones (históricas y sociales) aparece un conflicto entre
esas dos funciones; a partir de ese momento un movimiento
dialéctico envuelve y “sobredetermina” las relaciones de
complementariedad. Lo referencial se esfuma y hasta des
aparece. El contexto verbal reemplaza lo referencial prác
tico-sensible, de suerte que el lenguaje solo tiene que ver
consigo mismo por recurrencia o redundancia. Tal despla
zamiento se lleva a cabo con facilidad en el lenguaje escrito.
Una sociología de los escritos y de la escritura, diferente de
la lingüística y de la sociología del lenguaje, formula esos
conceptos examinando las consecuencias sociales de lo es
crito. Entonces, el metalenguaje es el discurso sobre el
discurso que proviene de cierto conocimiento del discurso
inicial (de un desciframiento o decodificación). El dis
curso era activo cuando reflejaba y reflexionaba; pero ter
mina por referirse solo a sí mismo, a su propio contexto.
Volveremos sobre ello porque pensamos que actualmente
los metalenguajes predominan y porque refutamos así al
formalismo y al estructuralismo dogmáticos con sus propios
conceptos. Los revolucionarios o los que pretenden serlo,
escriben en el metalenguaje de la revolución pasada. Los
filósofos buscan el metalenguaje de la filosofía o la filosofía
como metalenguaje. Lo mismo ocui*re con la gente de cine,
de teatro, con los pintores, músicos, novelistas. También
ellos descifran códigos de mensajes más o menos variados.
Sus cerebros abarrotados de citas creen emitir mensajes
nuevos y se contentan con un mensaje centrado sobre códi
gos antiguos, más o menos descifrados, es decir, interpreta
dos. El pensamiento crítico y el de los “autores”, lejos de
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'XECNICIDAD Y COTIDIANEIDAD 53
No vamos a entregar al centralismo estatal la organiza
ción de la vida cotidiana. Está ya demas'iado sometida a él. nada en ,cambio. La ideología, las religiones, la moral (p ara
Seria mil veces mejor pasar por un período desestructurante, uso de jovenes y viejos) pretenden llenar la enorme laguna,
dejando lugar a nuevas fuerzas sociales, que pasar por una Para comprender nuestra situación es preciso partir de
organización coercitiva de los esparcimientos, de las comu Marx y de los conceptos marxistas dándoles un sentido y
nicaciones, de la vida “privada”, del tiempo y el espacio. contenido nuevos, empleándolos para el análisis crítico d e
La metamorfosis de la vida cotidiana se hace con la inter la modermdad. Resolver la contradicción entre crecimiento
vención de los interesados, no con su simple consulta según y .desarr°llo, permitir que el desarrollo alcance al crecí-
las formas y normas de la democracia política. En ese plano, mient? y; por consiguiente, que lo cotidiano se eleve a la
esta asociación de los intereses y los interesados tiene ya alta tecn ia, es uno ele los objetivos del programa que nos
proponemos elaborar aquí.
un nombre. Se llama autogestión.
Anotemos que la sociología y las otras ciencias llamadas A nosotros incumbe poner fin a la violencia cotidmna
humanas o sociales también tienen que legitimarse, reno (¿mediante qué vías, mediante qué intervenciones, violen
vándose tanto como el humanismo y el socialismo. Para tas ° no?) « r c id a sobre el conjunto social popular y pro-
que h sociología abandone el positivismo, para que deje letar1o (la clase obrera, sus fracciones y capas mezcladas y
de consagrar las alienaciones al estudiarlas como hechos superpuestas además de aquellos que comparten su destino
consumados, es preciso ligarse a una praxis. Esta articula a;in cuando ellos lo ignoren: empleados y cuellos blancos,
ción puede efectuarse especialmente por medio del urba técnicos, miembros de profesiones liberales, intelectuales y
nismo. Aportando su concurso a la elaboración de los pro sabiles, etc.) y a traves de este conjunto sobre la sociedad
yectos y a la realización de lo posible, la sociología se define entera, para mantenerlos en los marcos de lo cotidiano y
como ciencia, como conocimiento de objetos y objetivos que quitarles k conciencia ele su avasallamiento. Desde hace
no la limitan a los hechos consumados. niuch?,.- y nunca corno ahora, se ejerce el terrorismo: mani-
Nuestra sociedad presencia un crecimiento económico pulacio-z: de las conciencias, terrorismo ético (orden m-oral,
notable tanto del lado apitalista como del lado socialista. “valores” y “modelos "), terrorismo del lenguaje ( códigos
El dearrollo de la vida social, cultural, ideológica, está en estípulando aquello “de lo que no se duda”, las normas,
retraso con respecto a este crecimiento. Un poco menos en canahzaclas por las palabras y por las expresiones). Un te-
el socialismo que en el neocapitalismo, pero el desnivel re n 'onsmo conjugado de la escritura y la imagen se ha instau
sulta más insoportable de aquel lado puesto que alh el rado con la comunicación sin diálogo, la información sin
desarrollo debería preceder al creoimiento y anticiparse a respuesta y sin réplica (radio, telecomunicaciones), lo que
él. Insistimos de nuevo en esta diferencia entre crecimiento basta para explicar el gran “lamento de la soledad” en la
y desarrollo, es decir, entre lo cuantitativo y lo cualitativo epoca d e los mass-media. Puede ser que se dude del carácter
que se agrava hasta la contradicción. Es un caso muy n°- turremte de lo escrito y de la escritura. Sin un examen
table de “desarrollo desigual". El crecimiento económico y mas a f°ndo, se tacharía esta tesis ele oscurantista. No sin
técnico ha dejado muy atnís sectores enteros, entre ellos razon ni sin argumentos, se le opondrán las innumerables
lo cotidiano. Pero este retraso es utilizado para condicionar adquisiciones debidas a lo escrito. Así, se señalará, una vez
y superexplotar a ese sector. m ás el movimiento dialéctico (conflictivo) inherente al
La sociedad capitalista del siglo xix, analizada por Marx, conocimiento y a la conciencia, movimiento que se mutilaba
no conocía esos conflictos. Los economistas, los planiflea.- p or reducción al considerar solamente el lenguaje o la len
dores, los organizadores racionalistas, solo se interesan por gua, solo la palabra, o solo lo escrito.
el crecimiento. Velan por él. Pero, ¿quién se interesa por No se trata aquí y en lo que va a continuación (donde
el desarrollo? Nadie. Los humanistas de vieja cepa creen intentaremos demostrar que la escritura es el prototipo “de
ocuparse de ello. Deploran su ausencia; lloran sin proponer las inedtucúcnes opresivas) de predicar la ignorancia colo
cando al hombre poseedor de una cultura oral - l a de los
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II
EL CONTRASISTEMA
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pilaridad y primacía tales que nadie o casi nadla piensa | siniples (de una complejidad accesible). El intelecto, si no
discutid0 y, por consiguiente, explícarlo. No cab>e duda» eJ | d ilatolentual, aspira a retener algunas ideas. ¡Aunque sean
sistema es claro y evidente; es lo que se c°mui;íc:' y com- | pocas o una _sola idea razom bM La reflexión busca funda
prende; es lo que se observa, se repite y ?e ímíta (o se | mentos. Bajo la avalancha de oraciones y textos escritos,
reproduce, según criterios afianzados por el intelecto y asy- | busca el suelo y algo sólido. El intelecto y el intelectual
midos por él). El sistema es la coherencia y Ia OTlajsKm j descoitfian, no sin razón, de las ciencias parciales denomi
en la transparencia. Entonces, es l° inteligible. Es tambíen 1 nadas h? manas. Esas ciencias, la sociología, la psicología,
lo serio. “Tomar en serio a Marx y a Freud : estas laas":' | la la^torm, no logran unirse ni admitirse recíprocamente, ni
p ronunciadas con el énfasis conveniente, °, mejor aün, escr:- | se jerarquizan ni absorben las "disciplinas” que pretenden
tas en mía cierta escritura ritual, expresan bíen Ioque se | d ominar. Ellas dividen y fragmentan esa realidad que q uie
quiere decir. No hay pensamiento sm _un s3stemaqu_e se § ren conocer; lo humano, lo social. No consiguen encontrarlo
cOnsidere absoluto. “Conjunto de relaclones’ que p e i n e n | ni ^lanirlo. En tanto que disciplinas, consagran la frag-
"independientemente de las cosas q ue ligan”_, ".1 sistem‘a fes i rnentacmn d e lo hunw.no, es decir, sus alienaciones, ya que
una forma pura. Para captarlo se puede ech-enm- la defí- | la unfdad de lo humano persiste como meta. ESíls ciencias
nición y hasta la naturaleza de sus elamentos vanables y | han vivido y viven muy mal, en un estado de crisis p en na-
perecederos. Esta preocupación debe ponerse en tola de ¡ nent'.'. Oscilan entre el imperialismo (pues cada una quiere
juici0. Hay que separar ignalmente la búsqunda de la | domrnar a las otras) y el compromiso. Esto se revela en las
esencia y del sentido. El Sistema^ forma decantada? no tiene j| relaciones entre los especialistas, en sus rivalidades y alian
sustancia, nada, por lo tanto, que se °ponga a su coinplela | zas, en incesantes agresiones, en odios implacables»
incorporación al intelecto. Esta ausencía (de sustanma, de § De ese caos surge una aspiración: Dónde y cómo en
0bjetividad en el sentido tradicional no se c e n s a r a un | contrar un cuerpo constituido del conocimiento fundam ento
defecto sino un privilegio. El Sistema no se *es,ste> C°inO I y b ase, vilalen y zócalo. No faltan metáforas para designar
"el oblato” de fa filosofía al "sujeto” de los filósofos. Cra- | a _ esa adquísición indestmctible e irreversible. Se quiere
junto de relaciones, su análisis y su aprehens1on global §O11 | chcensurich- en espacÍ0, un campo epistemológico, diferen
completos. No quedan residuos. I- ciado tanto de las especulaciones filosóficas como ds las
N0 basta detectar temas. Lo bueno es form al^ una te- | -representaciones imprecisas del seutlosaber.
mática. ¿Problemas? ¡Tal o cual pronfema? N°- una pro- j Sería interesante, pero demasiado largo, seguir la trayec-
blemática, un conjunto bien ensamblado de p r°blemas ( 1 tona del concepto de Sistema a través de la historia del
en consecuencia, no podrán e x am in an y incncs enn revil- | conocimiento. No hemos podido ni podemos hacer otra
verse uno por uno se^un el precepto carteslano). ¿ encep j cosa que esbozar esta historia. La de la filosofía (cuya in-
tos? No, un conjunto riguroso de concito:;, en con]unto | ^ p e n d e n ci^ como se sabe, es muy relativa) es indíspen-
categóríco ( apodíctico} fundado, que rep°se schre uia zó- | sable pero nfsuficiente. Entre otros, merecería ser bien
cafo epistemológlanf• ■• _ . ¡ l r ecibido el plan de un trabajo sobre el “nacimiento de la
Este fetichismo del sistema, acompanado de cíerto lan- | filosofía en el espíritu de la música". La música, al co
guaje, de un género de escritura, y de una apología de la | menzó de la teoría musical, suminisria a la filosofía , en Jos
escritura , divinización de un rig°r que se expone y se exbi- | comienzos de su especialización, algunos elementos dura
b e, define una especie de superracional lauro 0 ultraffací0- | deros: no s°lo la tesis de que las cosas sensibles se resuelven
naPismo que busca todavía su formulación intogral. ^ | en «lamentos numéricos (Pitágoras) o en relaciones inad*
En esoS privilegios acoidados al Sistema se puenen pci - | vertidas, sino el concepto mismo de Sistema. Esta noeiíla
cibir algunas razones. En la enorme e if °rme ncuenilaeren aparece cuando los músicos descubren la correspondencia,
de informaciones, de publicaciones, de comenicaetones, que nota por nota (la homología), de las octavas. La octava
recibe cada uno, solo pueden emerger algunos esquemas superior, correspondiente a las voces de mujer y de niño,
64 henri lefebvre
3 Les Mots et les Chuses, pág. 319. [Hay versión castellana: Las
palabras y las cosas. Siglo XXL]
4 Ver Aléthéia, n9 4, pág. 234.
7
cendenta]. Es el ‘lugar de nuestra instalación . Estarpos J|. (sin fisuras, sin lagunas), en un conocimiento riguroso de
aprisionados en el sistema del lenguaje, en la implicación de | la sociedad capaz de definirla y de regentearla, esos teóri
l0s significantes y los significados (aun cuande se produzcan | cos, rechazan implícitamente cualquier o ta hipótesis. Su
entre ellos algunas “rupturas”, por otra parte utiIizadas, y | saber, su discurso científico, ¿no será el lenguaje de esta
que f o r a n , a titulo de tales, parte del sistem a ). _ | sociedad? ;.No constituirán sus conceptos mezclados de ideo
¿Cómo salir de él puesto que cada detalle, cada cosa, e:itis- j logía una (o la) superestructura de esta sociedad (llamada
te por su nombre y se relaciona con el conjunto del lenguaíe? | neocapítalista, de masas o de consumo, etcétera) mal de
NUestro suelo, nuestro tiempo y espacio, están conformades | finida? ¿No habrá isomorfismo u homología entre la es
p a r palabras, ordenados según el sistema. de las palabras. | tructura de esta sociedad, la estructura del discurrir que
Estamos dominados y hasta hipnotizados por el lenguaje. | tiene lugar en ella y, particularmente, la estructura más
Efectivamente, si lo pensamos bien, el hech° de estar apri- | difundida de la expresión en las ciencias llamadas sociales?
sionados en el sistema, opaco y translodde a la. vez, que es Se entiende que esas homologías solo pueden aparecer si
el longuaje, sin poder salir de él, ¿no resulta angustioso. se diferencia el pensamiento científico, el pensamiento ideo-
Hay un sistema o el Sistema. Balo el lenguaje, un ; logíco, el pensamiento literario, el pensamiento publicitario
un vacío. Encima. el horizonte desierto. El lenguaje no y todos los otros géneros de pensamiento que existen en esta
tiene referencias, no se remite a ninguna otra cosa, ni real sociedad, y se captan sus articulaciones y sus diferencias o
ni humana, ni a la obra ni a tal o cual obra, ni a lo cotidiano distancias. Sin duda, constituyen un conjunto, si no un
o no cotidiano. _ sistema. Entre ellos hay correspondencias creadas por la
La primera afirmación se refid'e a lo inteligible. propone división del trabajo en esta sociedad v por la exigencia de
un modelo, es decir, una construcción mentaL Es de orden representaciones ideológicas que restablezcan una cierta uni
met0dológlco o epistemológico. La segunda serie de afir dad por encima de las -Ocupaciones fragmentarias.
maciones se refiere a lo real Aparta de lo mal las apmlorn- Decimos “el lenguaje de esta sociedad”. Eso significa: el
cías: el sujeto de los filósofos, lo vivido, el individuo, el j lenguaje por el cual ella se expresa. Eso quiere decir: el len
hombre, Dios, la especulación total, dchteni. Afirma filo guaje de fa verdad científica sobre esta sociedad. El lengua
sóficamente la identidad de lo inteligible y de lo real en el ; je por medio del cual se expresa una sociedad puede servirle
Sistema. Es de orden ontológico y normativo. , muy bien para enmascararse y disimular sus problemas.
Las dos series de afirmaciones son diferentes. Deben dis- ■ ¡Es precisamente uno de los caracteres de toda ideología!
cutirse separadamente. Tal vez la primera sea aceptablej Esta argumentación tiene un solo objetivo: señalar el pe
al menos parcialmente (no sin critica), mientras que con~ ligro. Sí el pensamiento de esta sociedad se convierte en
viene rechazar la segunda. , lenguaje ideológico, a través de la filosofía y las ciencias
De hecho, siempre resulta fácil pasar de unir te°ria que ; sociales, y si puede, luego, convertirse en práctica conscien
se considera científica a otra filosafloa.. ^ Si Levi-Strauss temente sistematizante (en y por el Estado, la pedagogía,
mantiene al respecto una prudencia encomiable, conio tam* la búsqueda de una integración eonseitida o impuesta), re
bién L . Sebag, en su libro StructumKsma et Marxismo esa \' legando los conflictos, eliminando a los "desviados”, ¿no es
actitud es soslayada rápidamente. Pensamos que M. ^Fou- ■^ una amenaza que nos conesponde señalar con el dedo?
cault h a superado esos escrúpulos. No es ni será el Único. ¡ Esta hipótesis explicaría la moda del estructuralismo. Tal
En él, el lenguaje -sistemático y creador de sistematiza- ^;; fenómeno sería un fenómeno socio-lógico, es decir, de lógica
ciones— sustituye a la historicidad considerada putrefacta. social. Las tendencias a la organización, al mantenimiento
Pasa del estructuralismo al sistematismo y de unir lostruc- y sostenimiento de las estructuras de equilibrio, se mani
turología” a una “sistematologla”. _ fiestan en una forma de raciocinio y, en primer lugar, en
Esos protagonistas de una tendencia que erige el ■‘ un razonar sobre la forma, la coherencia, el equilibrio v el
del lenguaje y sus resultados actuales en un saber unitario 1 Sistema. Ese discurso se cree discurso sobre lo social y has-
■M.
M
&.
72 IIENIU LEFEBVBE
EE
cartesiano (aunque se lo dialectice concibiéndolo corno es
cindido, desgarrado, dividido contra sí mismo). Sin embar
go, el sujeto no es nada, simple efecto del lenguaje, mani “
festación de lo inconsciente, ficción gramatical. El sujeto dad, un(a rfeeaHdadalaccE;'Í¡;blemaillb‘u enn‘s >?, MenS-
es lo sustituible, determinado eomo tal en los dos órdenes común y aeeplil(laa c a , i b;efeareriuei;!essentM o' ^ o ^ ja
o niveles articulados que presentan las sociedades: el or
den cercano (!fo, tú, nosotros) y el orden lejano (ellos, se,
aquellos).
La operación psicológicamente más importante sería d des
lizamiento que sustituye el yo por el nosotros o el vosotros.
78 HENBI IJSFEBVKE
V
el c o n t o a s is t e m a 79
riores, que van hasta lo imaginario, el análisis pasa por la Str!4issr entre el i:ível de la nomenclatura y el de las "actito-
translingüística.3 g es. E«1?estí; mvel'. podrían formularse una serie de pre-
De los análisis precedentes y de los estudios a los que
g o c s En .detJ T lnada estructura social ¿quién decide
ellos se refieren resulta que el concepto de nivel tiene una sO51.® la su del nino que va a nacer o que ha nacido?
gran importancia teórica. ¿No será un aporte esencial de la | Q,men debe tomarl° a su carg°? ¿Qué grupo? ¿Y por qué?”
lingüística a la ciencia de Jos fenómenos sociales? Sin em Estas p a r a t a s no son “naturalistas" porque las respuestas
bargo, una tendencia difundida deja casi enteramente de diversa? y hasta opuestas a un problema ge-
lado este concepto. Con referencia a los fenómenos socia neial— difieren « gun loS recursos de los grupos, sus rela-
les, nuestro análisis ha acentuado la diferencia entre los dos cimies, su organ1zac1ón interna, y también, por supuesto
conceptos (dimensión y nivel). s?gun su Segun la respuesta, formalizada o no por
La noción de modelo, metodológicamente útil en sí misma. ntos y costum? res, puede ser suprimido antes o después del
interviene para disimular la tendencia a la ontologw. del coemuenta Si es c o o p to ^ La tarea ingrata y costosa de
Sistema. El téimino modelo tiene dos acepciones: una inte cocotudo le c o n - e s p ^ ^ por razones conscientes o “incons-
ligible y científica, la otra real (aunque inconsciente e n la mentco a tal o cual haniíhti o grupo. Es curioso que los
mayoría de las sociedades). El pensamiento estmcturalista antropólogos y etnologos>que nos informan abundantemente
oscila entre esas dos acepciones. No es seguro que la etno sobre lar nomenclatura, sobre el sistema, sobre las actitudes
logía contemporánea escape a ese juego de desdoblamientos, en Io referente al sexo o la “cultura”, den muy pocas iridi-
de dualidades, de oscilaciones, que caracterizan, segón M. C?Ciones , e n -lo rqu e se refiere al embarazo y sus consecuen-
Foncault, a las ciencias llamadas humanas (ver Les Mots Cws. ¿E1 mvel de las acotudes estmfa más oculto q ue edl
et les Choses, especialmente pág. 383) y que la inducen a de '.as nomenclaturas? ¿No será más importante - m á s
rechazarlas. comento y razón del movimie n to - que el sistema oficorl?
Supongamos ahora que se "tome en serio" 4 la noción del Decimos qco les niveles pueden ser articulados (es el
nivel. Eso quiere decir que la homología entre los niveles caso de la doble arHcuteci6n descubierta por los lingi«s-
debe considerarse v establecerse con cuidado. Ello signifi tas ,entre losc,f onem,as y . monemas), o bien separados por
co que los niveles no son neces'niamente articulados y que un, jlliato o blanco social. Citemos aquí un ejemplo. EJ
no todos están articulados de la misma manera. Determi anahsis comecoafo por el Instituto de Sociología U b i
nados hechos etnológicos o sociológicos, como la prohibición co sobre el JiaI;itar, en las afueras “pabellonarias”, pennitió
del incesto o el papel privilegiado del tío materno, en siste eshndai- y deJ'.rmi" los u iv d ^. En el primer nivel (esta cla-
mas mny diversos, ¿no podrían interpretarse en otra fonna sihcocico proviene del análisis como operación) se descu-
sí se tomara en serio la diferencia establecida por C. Lévi- por un !ado> una cantidad de reglamentaciones que se
aphCan a Ico mtoi-estedes, reglamentaciones de carácter eeo-
a Es lo que afirma R. Bai+hes, Aléthéia, n<t 4, págs, 213 y sigs., y n? mico y sacial y, por ob‘o lado}cierta apropiación del espa>
Communications, nQ 8, op. cit. Sin duda para “salvar el sentido" con cio 'P ? _un Pequeño grupo familiar. En ese primer nivel
tra aquellas que lo eliminan y contra los que lo definen subjetivamen anabsis distmgco otros atocles: el cercado, la señalación’
te, Sobre lis dificultades de una sistematización del lexical véase (de rmcones , d e _lugares íntimos a los que se asignan síni-
Le largage et la societé, con textos de G. Mouuin, A. Martinet, bolos), la b ^ c o i n t ^ del espacio ocupado con cierta liber-
págs. 57 y sigs.
4 Entre comillas, como ironía. Para los predicadores del uensr- t,ad\ Esos mve¡es subordinados están bien articulados es
miento rígido, aquel que no adopte su panestnicturalismo no 1» to ^ec1.rr q ue son icoeparablest inherentes los unos a los otros
mado en serio a Freud, Marx, Claude Lévi-Strauss, etcétera . Si no dados en una unidad con sus diferencias. Entre el niveÍ
torna en serio a esos maestros, no es tornado en serio por sus dIScipu- ele la apropiación 1. el del “sueno del pabellón”, el sueno de
Ios. A veces se les ocurre citar a Nietzsche, de quien algunos inge
nuos creían que había liberado nuestra conciencia de su y la '.ehcidad en la casa propia”, hay iguahnente una articu
seriedad espiritual. lación que puede captarse. El sueno cotidiano es una ma-
98 HEl\"RI LEFEBVRE EL COKNTRASISTEMA 99
nera de hablar su vida, de hablarse su vida ^ a r t e ^ o lo La ideología tiene por vehículo el lenguaje. La apropia
q ue traería desgracia, no diciendo Lar desgracias. El hiato ción efectiva y afectiva del tiempo y el espacio se expresa
se halla entre esos niveles y la ideologla elaborada Por os en cosas y expresiones. Solo el nivel intermedio tiene por
"pensadores" oficiales y los hombres de Estad° de la Teteera soporte verdadero al lenguaje. Las oposiciones (entre la
República, por razones de alta estrategla polalaa y dfun- libertad del habitar pabellonario y el sometimiento de la
didos con éxito. La ideología pendra la niopra, Ia legitunni gente que vive en el centro de las ciudades o en los nuevos
la acentúa, pero difiere profundamente de ella, c°rno la conjuntos; entre la naturaleza simbolizada por un poco de
representación de la propiedad puede diferenciarse. de un hierba y lo ficticio urbano; entre la salud y la felicidad de
suetro más 0 menos irrisoriamente vivido por los proprm nar los “pabellonarios” y la desdicha de los demás), son hechos
para quienes su propiedad no es lo que los delnie. De hablantes, vehicnlizados por smtagmas congelados y por
mismo modo, Ja ideología penetra la apropiación p rrra tm una retórica particular. Los habitantes llenan de signos un
del espacio pero esta última se vincula al concepto de praaar espacio que lurn modelado y formado en otro nivel, en otra
más que al de ideología. Según b invedlaarlan realizada racionalidad y otra finalidad. Esos signos y significantes
por el método lingüístico ( entrevistar n° tóentivar exarar- se consumen en forma de un gran sueño eufórico.
nadas Juego por un análisis del lenguaje) el sentid° imen Algún día trataremos de generalizar para nuestra sociedad
oscurainente, si no "ineonscientemcnte", en el pn mer nivfL ese esquema de los tres niveles. ¿No es aplicable a la ropa,
el de la apropiación (en conflicto con las reglamentaci°- a los alimentos, a las diversiones, a la vida urbana? En el
nes). No se trata de una “reaproplaeloni aunque el pabe primer nivel, en cada sector o subconjunto, descubriríamos
llón pueda parecer una supervivencia en'nlaniriffiela de lar cierta apropiación concreta y práctica de un pequeño mundo
antiguos espacios ocupados. En el segundo rnvel, el del de objetos, de un tiempo y un espacio en conflicto con las
“sueño del pabellón”, el lenguaje retema are sentelel o sea, normas coercitivas. En el segundo nivel, recuperaríamos lo
Jo íntimo y la intimidad, pero lo modifíca ^ e ^ á ^ t ’la en imaginario social: el consumo masivo de oposiciones, {le
i signos, de símbolos, vehiculizados por las expresiones, por
un con]'unto de oposiciones paradigmáticas (e rn a ^ y ^ m ^
s0mbra y sol, naturaleza y felicidad, _eniermedad y salud) la escritura o la imagen (la moda y los diarios de moda,
y de ligazones sintagmáticas ( orgamzaelón espacial,_ muy los relatos e informes deportí vos o gastronómicos, etcétera).
mala por lo demás, de las afueras) . Así parece reSQlverse Por último, en el nivel superior, podríamos analizar las ideo
e l conflicto entre las reglamentaeiones y Ja apr^praaren e n logías: la de la femineidad y la virilidad en la vestimenta,
la práctica. Lo imaginario (social) desplaza el sentido de la la de la competencia, la de la cultura francesa, en la moda y
apr°piación y lo reemplaza por un contrasentído que no la cocina. En cada dominio y sector, es decir, en cada sub
nace en el mismo lugar sino que pi-odrae de otra parte. La conjunto desglosado de la vida cotidiana, podemos llevar a
idenlagla de Ja propiedad introduce un suplamento (para cabo este análisis. Pero aquí no es este nuestro propósito.
sitario) de sentido que proviene de la sociedad en su con- Los primeros niveles - l o apropiado y lo imaginado— están
ligados con cierta cohesión, compensando el segundo las
j Un an:ilisis agudo permite discernir, pues, en este habitar, insuficiencias del primero y resolviendo en apariencia los
que a primera vista parece un hecho simple tres capar. La conflictos entre normas y actividades de apropiación. Por
"lrimera es a la vez efectiva (práctica) y afectiya. ^ ro m - el contr-ario, entre esos dos niveles y la ideología que los
camente tal vez, caricaturescamente, es una obra- La se engloba, hay un vacío. Para reconocer el origen y el im
gunda, parte de lo im a g in o social. La tercera, de en estu- pacto de la ideología se impone tm estudio histórico. La
i o de las estrategias políticas y principalmente de la estra historicidad y la lifstoria vuelven a ubicarse en su lugar.
tegia eiúocada por los políticos de la lúraara Ife ^ e n a r con El análisis permite discernir los rasgos específicos de cada
el objetivo de integrar a la dase obrera mediante el acceso nivel como también las dos diferencias entre los niveles, la
a la propiedad''. articulación y la desnivelación (hiato, laguna o blanco so-
100 IIENTU LEFEGVRE
|
de inmanencia (Takobson), tornado dogmáticamente, se re prendente. Las ideologías contemporáneas que se oenpan
duce la dualidad, señalada tan fuertemente por E. Benve- del ^ r a u n o adoptan un lenguaje severo. Su afectación,
niste, del sistema de signos y de la comunicación (texto su estilo, l°s exime de un lenguaje riguroso. Michel
citado. Problémes de linguistique genérale, pág. 130). Es Fouenula ideólogo del Sistema, liquida el marxismo sin
por ello que el estructuralismo ataca tan violentamente. t o t o l a ex11uesto, Teduciendo en una forma ridicula y pre-
junto con el individuo, a lo “vivido”. 1,a referenda “vivida” ?m to a al pensamiento de Marx al de Smith v de Ricardo
a los objetos y al mundo de los objetos. a las situaciones, (op. ct págs. 262 y sígs.; págs. 311, 331, etcétera).
debe desaparecer para que subsista solo el sistema de signos,
sin sustancia, sin -otra determinación oue su transparencia.
Esta transparencia no puede sorprender: se han evacuado
Jos contenidos. Lo que sorprende es que esta actitud se
presente corno una victoria de lo inteligible, victoria mor
tal, victoria de la muerte (ver Foucault, op. cit., pág. 395).
Es cierto que el conocimiento no puede conservar como
tales las referencias del sentido común. El conocimiento
comporta una crítica de lo “vivido”, lo que no significa su Ha IIegado el momento de señalar la endeblez científica
eliminación sino un esfuerzo por comprenderlo. Ya se sabe ,de la o b rad e Micbel Foucault, disimulada bajo el rigor del
cómo se disgregaron el referencial o los referenciales del e n ^ íip r La lingmstica moderna es designada por medio
sentido común en el curso del siglo xx.6 Sin embargo, Marx de_metaforas^tales como "zócalo epistemológico” o “espacio
había intentado determinar el referencial al cual debía re , epistema . En cuanto a los conceptos de la lingüística
mitirse el discurso científico para no dar vueltas sobre sí y las funciones del lenguaje, revelados por el lingüista y el
mismo y para captar un contenido. senmlagr, no sen formulados ni elaborados. Y ello, en bene-
flcio de u n a 'W l a p ura del lenguaje” (pág. 392¡ que, en
6 Le langagc et la socisté, págs. 167 y sigs. I Ia mente tol autor, juega el papel de modelo más general
v. que pemiite r educir las diferencias y particularidades. Puede
sup onerse q ue esta "tecuía pura" coincide con la del sistema
I y ú?ico- Y ahora» después de la pregunta: “¿Quién
I habla- .’ Podernos hacer la pregunta: “¿De qué se habla?”
108 henbi lefebvhe
EL ANTISISTEMA
bien la era del no-trabajo, lejana pero que vendrá, salvo una
catástrofe. Todos esos problemas encierran el de la trans
formación de lo cotidiano y el difícil paso de la cotidianeidad
a la Fiesta.
¿Tendremos que elaborar mejor nuestro programa para
que llegue a aquellos que esperan? ¿Tal vez tendremos que
presentar- el proyecto de un urbanismo revolucionario, de
un conjunto temporal y espacial que metamorfosee la co
tidianeidad con las maquetas de las nuevas ciudades? Ob
servemos, sin embargo, que no es cuestión de preparar pro
yectos sociotecnocráticos o sodocráticos. La posición adop
tada excluye la eficacia experta de los especialistas que se
inclinan sobre las necesidades de la población para eva
luarlas. Los interesados deben tomar la palabra. Sabremos
escuchar lo humano sin el humanismo filantrópico. Esa es
nuestra tarea. ¡No olvidemos que ya no se trata de filosofar
sino de realizar la filosofía!
Hoy en día la capacidad revolucionaria de la reforma
agraria está agotada. Absorbida y reabsorbida por el capi
talismo, ya no socava las relaciones sociales existentes. Más
aun; las previsiones de Lenin se cumplen. La reforma agra
ria, que sacudió al viejo mundo feudalizado, se emplea para
ampliar el mercado y la base material del capitalismo mo
derno, para controlar sus relaciones de producción y sus
superestructuras políticas (en Italia, por ejemplo).
La refotma urbana puede alternar con la reforma agraria
moribunda. Como esta, no reemplazará a la revolución pro
letaria y su carácter virtualmente total. Podrá contribuir a
ella. En esta perspectiva, la reforma urbana puede encarar
medidas que cuestionen las relaciones existentes de produc
ción y de propiedad para sustituirlas por otras relaciones.
Ella se inserta, como hemos tratado de mostrarlo, como
eslabón decisivo en la sucesión de las metamorfosis de lo
cotidiano. La ciudad renovada será la proyección, en dicho
campo, de una sociedad nueva.
La cuestión de los espacios por construir, de su munici
palización o nacionalización, es solo una parte mínima de
la cuestión urbana. Por sí sola, esta medida necesaria es
amenazadora para las relaciones de propiedad en el capi
talismo. No basta para resolver ningún problema. La prue-
ba de esta afirmación es que los arquitectos y urbanistas
soviéticos, que disponen del espacio geométrico y social, no
HENRI LEFEIJ\'l\E ■ EL CONTKASÍSTEMA
154 155
Í _
son mucho más avanzados q ue sus s ím ile s capltalistas. I y que, si;i embargo, posee esta cualidad excepcional: líbera
T 0davía n0 han concebido o imaginad0 un nuevo espaci° í por si _mísma>.concede la palabra o da la palabra. Es pues
urbano. í y libera dora, integrante y deslntegrante, cosa y
I,a ciudad atraviesa una crisis que no es ex-actam ente ; no-cosa, naturaleza excluida y metamorfoseada eu una nue
igual en los diferentes países y regímenes, pero c uyos va naturalej>a, cosmos y mundo. Es invisible como totali
síntomas coinciden. Aquí tiene lugar k putrefacclón del dad y totab‘díid dada, como vlsible, en lo visible. Inscribe
Corazón de 1a ciudad y sn proliferaclón en ^hum rnm a . en el espacio la obra d el tlempo. Abarca los lugares reales
«desurbanizados”. AlU tiene lugar su funcionallzacion y | y ut° p1cos, las diferencias concretas y las fuerzas que abren
dls10cación en elementos estructurales encar¡:ad° s cada uno I y descubren horiz ° ntes. Su solo concepto permite la teoria
de una función distiuta, de modo que la forma urbana ha . que> a su :ez, permitirá la práctica urbanística.
desaparecido. Asi Ia ciudad, comprendida y realizada en su concepto,
Segi'm nosotros, de esta crisis emerge pl aonaspio de k j i establecerá, a un nivel más elevado -utilizando las téc-
ciudad, de la forma urbana. I_,a histoik se rewm ídera nnmí- Í mca®, fos modelos estéticos del tiempo y el espacio, las ad-
nada en foima nueva por este conceptc>, ,¡Oue fue la ciu ■ cjum tíon^ de las ciencias sociales—, la unidad rota. por
dad? La proyección en el suelo, decimos;, de k sernedad : el analisiís funcionalísta, por la estructuración de lo cotldia-
en su conjunto, formas, eshucturas y foimíoMS soiaks; i no en sectores diferentes: vida “privada", trabajo, esparch
convertldas así en formas urbanas. estructuras v funcione-; 1 mientos. Por lo tanto, lo urbano es lo posible. La acción
en el seno de esta forma. Sln embargo, la ciudad no tne , estrateg1camente orientada hacia ese Posible tiene una pro-
nunca simple proyecclón pasiva del conjunto social pre 1 yecc10n revolucionana. La concepción de ese posible no se
existente. Le agregó siempre un principio proprn de acele- basa en el anal1sis <le lo actual sino en la critica de lo a ctnal
racjón. de dlnamismo, de desequilibrio perm anent e, de trans- ; desmtegrado por el análisis, la ideología y fa estrategia ba-
greslón. En y por la forma urbana, las estrilaras; exístentes ¡ sados en el entendimiento analítico y no en la racionalidad
fuer0n amenazadas de desestructuración, las funcl0nes, de díalectíca.
camblos, v las otras formas, de metam° rf°sis. , í Actualmente reara la utopía. Es lo imposible. Para con-
La ciudad fue y segulrá siendo una totalidad: algo más 1 ;:ehlr lo real y lo posible( hay que pasar por lo utópico y lo
que sus elementos estructurales y funci°nales. Como tal, es i imposlble. Lo ^p o sib le de hoy es lo posible de mañana.
una presencia que se ofrece sin que el habitar la agote; y I Y nosotros proponemos d e nuevo esta máxima: “Pide lo
aun menos la visita v la entrada ocasionaba. Eha reune ] ímposible para obtener todo lo posible.” No es un “mundo
todos los niveles de la realidad v de la conclencla: los gru- .i r a ta o ” revelándose a la conciencia al revelar el proyeeto
p0s (agentes sociológicos, económicos, p olítlcos) y ; us es 3 de sujeto. Es nna estrategia dialéctica.
trategias, los subconiuntos o sistemas parciales, la vida co" j No nos es lndiferente que la contradicción esencial en el
tidlana y la fiesta. Ella abarca un gran n«mer° de func1ones I mundo actual Se desplace, oue mañana y pasado maña
cuya importancia olvldan los funcionallstas: la funclón lú" : na no :e ahonde ya entre el socialismo y el capitalismo
dica, la informativa, La ciudad engloba normas im p^M M A sino enCre Chma por un lado y la URSS y las ■democracks
y apropiaciones rigurosas del tiem:io y el esp‘lcio, ae Ia popialar-es por el °tr°. Muchas cosas, acontecimientos, po-
vlda física v los deseos. Por encima de ese mvel pracriTO, sibiKdades e imposlbilidades dependen de esta situación.
se extlende lo lmaginario y simbóllco'. monumentos, histo- : Sm embargo, nuesh^o prog-ama y nuestra posición son ln-
rla , cosmología evocada e invocada, rnúlHpks; encuent_ros, ^ deper,idientes de esta sifoación aunaue su poslbllldíid 0 im-
erotismo> sacralización y profanación, suefio de lo nnposible í pos1bihdad practicas esten vinculadas a ella. Para disipar
y realización de lo poslble. Estío es lo que consagra (y a i en c1erto m°do los malentendidos, no tememos repetir que
veces combate) la ideología. La ritmad <?s nn lenr;uaJe y J nnn s1mpatía por China y la revolución cultural (a trav¿s
un conjunto de signos, es una escritura durable entre todas el<: la cual la juventud trata de “cambiar de vida”) no obliga
I;
E L C O I^ ^ S T S T E M A 157
HENRI LEFEllVlfil
156
i‘ezta pennite la esperanza, autoriza a pronunciar las pala
a trasladar a un país altamente in^ustiñalizad0^ ^ esque bras mágicas. I, a pureza doctrinaria tiene, pues, un signi-
nas modelos y valores de un p aís donde f pesd de la fictado eminente; nunca son demasiadas las precauciones ni
ao-ri’cultura y de los problemas agrarios todavia pie<ltJii>»ua- Ja desconfimiza bastante grande para conservada, Si la
a° 1iCe¡i¡0S‘ del lado de esos múltiples grupos qrn> prollfepan Palabra no ha sido pronunciada, la palabra justa en el mo
enC'las orillas de la “izquierda”? El vanguaTdlSm0, que P mento justo, fue en razón de la impureza. La preparación
díamos considerar termmado, resiur^Sebd.esdtedqUedesedmu]ue del acto es la pul'ifictación de la mente. La chispa esperada
plican los m ilagro capitalistas y, sobre <;t]e. no brota para nada pero se vive en la ardiente espera de
SiIos anuncian su fin: el milagro el L o l ^ ^ s arder en ella y en las intdgas que ocupan la espera.
mán , el milagro español el m H^ro LO* En esos grupúsculos, para su alegría o su desesperación,
Nanismos políticos se p a re a n Lay ec dra a los dmosau reinan las pasiones fourieristas: las conjuraciones, el mtari-
or
nos: enormes cuerpos. vientres colosales, cabeza,s mínurou- poseo, la componenda (combatida esta en nombre de la
rios:
ksrflaecidos y "ordos, toleran la s ideas y los escntos pureza siempre cuestionada).
t e amenazan’; "pesadamente se abren paso Y ^LJÍ^líañn Según la teoría de la pantalla, entre el grnpo portador
tener necesidad de ideas para vm n A Io sumo netcesit‘ ’ de la verdad y los otros - la s masas, los "hombres”- hay
" C e tanto una píldora ideológica, algunas vitaminas pantallas que interceptan la comunicación. Esas pantallas
de teoría Por desgracia, los grupúsecLa que no tie^en esos son los amigos que no han pasado el umbral, agolpados
tienen otros. Cuanto más o^ eqYernás ^ a la entrada del grupo, Esas pantallas captan los efluvios,
más inteligente es la gente que t a ,1C^e^ PSSedYCe'0^á!S^ fe í las emanaciones benéficas de los líderes y los grupos. Son
gente se comporta en forma lns0portab1e^- Se ‘°icCesf1b lc3LCÍ pantallas en un doble sentido: opacas, sobre ellas se dibu
ios y son cerrados. Se dicen a c o g e d o r y no cesan cm jan las imágenes de las fuerzas adversas; a través de ellas
1->lan’fce'\r con extremada susceptibib'La? crnestiones de ‘Jo* se perciben esas fuerzas, se puede combatir su influencia.
S o de'tJSoritiad, de prestigio. Se dreen refonl<f ¿reIn»ct(Oi Pues las pantallas, impenetrables a los influjos benéficos,
y de inteligencia y s°n sectarios que viver) c intensa- dejan pasar las radiaciones nefastas. En consecuencia: esos
amigos son los peores enemigos. El simpatizante debe ser
sectas, es decir, como grupm d e lid * ;'» " !;» rit os S - utilizado basta el final con desconfianza, comprometerlo,
mente ligados por a m is ta d y riValidades. por utos im
usarlo, rechazarlo en cuanto sea posible y, sobre todo, gol
tiCEssoys ío p o m rg m p ú sc u to s se creen libres de todtt ideo- pearlo en la primera ocasión.
togíe pego pe asemeian extraordinartamOTte en cuanto a la Situación todavía más escabrosa: la de las ciencias lla
fog^imafe^stlideologm. Un peco por todas.PaateP; 0;Iatle<!n- madas humanas y sociales, y sobre todo la de los especia
rnenh.a la tecría de la chispa y la teona de la Pantau“- listas de esas ciencias, los “socialcientistas”. En ese sector
CUSnS:<ant la^:eorÍa de la chispa, las condic>ones k v ^ d l f del conocimiento, la reflexión y el interés por el objeto de
est á n d adas para el advenimiento: La recep tan do ta 1d ea, esta reflexión suponen una distancia crítica y, al rnismo
la teoría, la revolución. ¿Qué es lo q ue tiempo, cierta participación en los acontecimientos y actos
falt-a?,miílac^hisp3 que encenderá la pólvora,, quemfl arnara que se desarrollan “socialmente”. Sobre esta base necesa-
íestaVaDoreshexptesivos diseminados <Cn el abe, La e ta s p damente práctico-crítica, el conocimiento se esfuerza por
seSreVlaPOeoeñsieg ¿ te¡nsta, el escrito que golpee fuerte, la p°- elaborar y verificar los conceptos, por construir modelos.
tab‘ra 'perfecta. líos líderes de los gTO uredra buscan in Es preciso llegar a las instituciones, comprenderlas y ex
plicarlas.
cansablemente esa palabra, «so ^<Slrrnrrnaltf;^rSSute<:0taSlpnaab.a Se podría esperar, pues, que un gran número de “socíal-
<u a1rededor se espera la consigna, la L a c la s la p a ^
^ v - í e So no la Encuentran pierden terreno. Se los reern cientistas” adopten esos conceptos: realidad y posibilidad,
plaza o bien ellos eliminan a aquellos sdenci0 es un obra e institución, cotidianeidad y transformación de lo
repíodie o cuyos discursos 1os acusan- So1o la lnad01 pu-
158 HENBI LEFEBVBE
ü
10
LA ESPECIE HUEVA
C1BERNA NT ROPO
Y ROBOT
CaSOS, olvidos, lagunas, vacilaciones, emotividad, sufrimien El tiempo trae lo imprevisto, la sorpresa: la información.
to, angustias, ilusión de creatividad, placeres, lc rn n . am Una repetición pura, una redundancia completa, no podría
bigüedades. Incluso su actitud ambigua con respect° al durar mucho tiempo. Sin embargo, ese tiempo solo trae
robot: tienen miedo de él y él los fascina. la vanedad mediante un dispositivo que define la redun
El cibernántropo deplora la flaqueza humana y sus de dancia por un lado (la repetición), y por el otro k sorpresa
bilidades. Conoce sus imperfecciones. Desaprneho lo liu- relativa a esa redundancia. Este “ser', en el cual se con
mano v la calidad humana. Descalifica al humanism° en centran lo monótono y lo variado, dura; dispone de una
pensamiento v acción. Las ilusiones de la subjetividad, las autorregulación que absorbe las informaciones confrontán
rechaza: creación, felicidad, pasión, son tan vacías c° m° el dolas con lo adquirido y restableciendo el equilibrio. Ma-
olVido. Aspira a funcionar, es decir, a ser solo fiincic. ximiza el empleo de su energía y minimiza lo que le inco
¿Qué hav detrás de las ilusiones de la subjetividad? La neu- moda. Optimiza a su antojo. ¿Le espontáneo? Errónea
r0SiS. EÍ robot no posee un inconsciente; no tiene necesidad mente se creía que surgía de la profundidad. Algunos, los
de un psicoanalista. metafísicos, lo vinculmi a un origen oscuro, a un surgi
Aclaremos. El cibernántropo no es un autómata. Es el miento misterioso; el Ser, la ontología, la naturaleza, la
hombre que recibe un impulso: se lo comprende gracias al libertad.
autómata. Vive en simbiosis con la máquina. En ella en No obstante, se reduce, por reducción radical, a la res
c e n tra su doble real. Para encontrarse en ella, desaprueba puesta organizada, y por lo tanto orgánica, de un dispositivo
las ilusiones de la subjetividad y de la objdWMho:, de la ap ropiado a los fenómenos previsibles en un medio: a las
conciencia y de las obras. irrupciones o agresiones de ese medio. Por otra parte, se
L a dominante subjetiva se define por sí misma y ante sí sabe que la autorregulación siempre tiene límites. La ¿ in-
misma por la espontaneidad, o por lo imaginario, o yor k tidad de imprevisto soportable es limitada. Esta teoría re
fantasía y la poesía v la tentativa (o la tentación) de Jo toma así la analitica de la finitud y le da una proyección
imposible. Ante el sujeto, la "cosa” perdía su ap ariencia. ckntífirná. Es imposible replicar a ciertas agresiones pro
Ya sea como obra de la naturaleza, dotada de una cuah- venientes ya sea del medio o de aquí y allá. La autonegu-
dad, o como obra del hombre, dotada de un proyecto y un k d ó n determina también el fracaso y la muerte.
poder, revelaba una actividad oculta. . El cibernant'opo, que ha comprendido las ilusiones de la
El autómata liberó al cibemantropo de esas m u liip ^ esp0ntaneidad, posee sus valores. Se define por la estabili
ilusiones. ¿Lo espontáneo? Es justamente^ el fondo v el dad. No tiene en absoluto el aspecto de un autómata, en
fundamento del autómata. El “auto-mata es aquel que el sentido limitado de un mecanismo. No es rígido sino, al
regula sus propios movimientos, que se mantiene sin tener contrarío, fkxible, de una flexibilidad controlada. Anda
necesidad, para mantenerse, de una cualidad pr° pia de relajad°. Ríe poco pero sonríe casi continuamente. Si ocu
una propiedad eminente y particular. Posee un drnp°sít:rvo rre que liable mas fuerte d e lo coniente, se lo reprocha
real y racional de autorregulación, vivamente y en seguida vuelve a adoptar la voz pausada,
El cibernántropo ha captado muy bien como los c°n- neutra y sin timbre. Por1 el contrario, sus ojos son ágiles.
ceptos de estabilidad, de equilibrio, de autorregulaci6n,
Capta Ia información. Véanlo al volante: quince mil mi
que se consideran a la vez prácticos y racionales, u n e de
llones de bits recibidos cada cien kilómetros, y quince mil
este modo lo ideal y lo real. Ha comprendido bien cóm°
microdecisiones con una sonrisa en los labios y la más ex
esos conceptos se vinculan a los de norma y regk , J.'. al
de eficiencia. Cree que ellos iluminan con nueva luz lo quisita desevoltura, Relajado, comunica, discurre, pero no
piensa.
que existe: el tiempo, el espacio, el cosmos. ¡T°d° lo que
dura y el medio circundante de lo que dura! El cibernántropo se define, para sí y ante sí, como un or
Ocurren cosas, acontecimientos. Se producen fenómenes. ganismo complejo que obedece a leyes simples (menor ac-
108 H E N IU LEFEBVRE.
í»
s
ción, economía, etcétera) y dispone de un sistema inte
grante e integrado de sistemas parciales autorreguladores
Que constituyen un hermoso conjunto (el sistema nervioso,
el sistema óseo, el sistema glandular, los sistemas digestivo,
respiratorio, etcétera). Preocupado por su hermoso con
junto, el cibemántropo no olvida jamás que un desequilibrio
demasiado fuerte o mal combatido descompone el sistema
y compromete su estabilidad. Calcula los riesgos y se
arriesga lo menos posible. Tiene el culto del equilibrio en
general y del suyo en particular, Y lo protege inteligente
mente. Trata de mantenerlo y defenderlo. Los principios
de economía y de menor acción vienen a ser los princi
pios de una ética.
El cibemántropo ignora el deseo. Si lo conoce es para
eludirlo. Solo tiene necesidades. La necesidad es clara
mente necesidad de esto o de aquello. Se satisface consu
miendo esto o aquello, haciendo esto o aquello. Observe
mos la diferencia entre necesidad e interés. La necesidad
puede elevarse a necesidad cultural y hasta espiritual. En
tonces se vuelve desinteresada: necesidad de leer, nece
sidad de escribir. El cibemántropo puede conocer nece
sidades claras y distintas (de integración, de actividad, de
comunicación), pero esas necesidades son siempre claras.
Entonces logra satisfacerse. Más aun: conoce la satisfac
ción, la define. Nada más útil que la clasificación de
necesidades y la definición del satisfecho.
La necesidad consiste en un desequilibrio pasajero y sin
desgaste: una tensión limitada. Se pone fin a esta tensión
mediante un acto racional previsible: el consumo de alguna
cosa. Así se restablece el equilibrio armoniosamente des
plazado, absorbiendo lo indispensable. Nada más y nada
menos y todo o nada. El objetivo, la finalidad, la raciona
lidad, es el equilibrio. El deteiininante de la estrategia, el
principio raciona] que permite establecer la regla del juego,
las maximizaciones y optimizaciones, es el equilibrio. El
cibemántropo, a diferencia del robot, su hijo bienamado,
conoce y acepta la sed, el hambre. Tiene sexo. Es una
función, un sistema parcial. Ello implica una sucesión de
vacíos que es grato llenar y de llenos agradables de vaciar.
Un vaso de agua combate la sed, o bien un vaso de whisky.
Un coito descarga la energía acumulada en los {órganos
sexuales. Ese cibemántropo no rechaza el alcohol. Pero
¿AXTROVOS O CIBEBNANTROPOS? 169
I
1
Esto no es un cuento y menos aun una novela de ciencia-
ficción. De todos modos, no renunciamos a las fórmulas
que apelan a lo imaginario y a la paradoja. Nuestra ma
nera de ser serios, hic et nunc, es no serlo y, sobre todo, no
parecerlo.
A las luchas ancestrales, lucha de sexos, lucha de etnias,
pueblos y naciones, luchas de clases, se agrega un nuevo
conflicto. El de los ántropos y los cibemántropos. Este
complicará (o más bien dará complejidad) a los conflictos,
ya enmarañados y superpuestos, que no desaparecerán por
ello. Los modificará pues no coincide con ninguno de ellos.
La ecología del cibernánfcropo no lo localiza ni en el sexo,
ni en un país, ni en un régimen político. Nace en todas
partes. Y sus adversarios también. El combate será duro
y largo, con fortuna varia. Los cibemántropos tienen todo
a su favor, todas las posibilidades propicias. La teoría del
juego (el Kriegspiel de Von Neumann) permite prever su
victoria. Ellos detentan el potencial agresivo y defensivo
máximo. Sin embargo, tendrán contra ellos lo imprevisi
ble, el residual que no lograrán suprimir. Así, los dirigentes
norteamericanos, prototipos y estereotipos del cibemantropo,
encuentran ante ellos lo irreductible. A pesar de la poten
cia, el prestigio y la solidez de sus posiciones, y aunque
posean hasta “valores”, sin contar las normas, las leyes, los
roles y los personajes, los cibemántropos no vencerán por
que no pueden llevar su victoria hasta el final de toda es
trategia: la destrucción del adversario. En efecto, su adver
sario se llama lo indestructible.
CUASI-CONCLUSIONES 151
UENili LEFEBVl
180 tirralisnio, el consumo masívo y acelerado de la cultura, lo
serio y la autodestrucción de lo seíío. Graciosos miméticos
Los nibemantropos tienen aunOnmsÍ!¿!!nil01e X d S te Tb,U S que terminan por donde comenzaron, como copistas, ellos
la extirpación . de las J etgl i y el materialismo, el arte, la yos inician en lo grotesco. Ni FIaubert ni sus sucesores y
y no burgués: 'a ,'!sp.i" lo^a1,0‘SaedníreelaX teios entregan al con inuadores literarios, ni los autores teatrales Ionesco o
filosofía, la moral. Ellos '°s e g consumido, cuando Roland Dubillard, han llegado hasta el límite de lo grotes
consu.mo devorador^. ^ l a redundancia (lo que no tardará co. ¿A quiénes veríamos en una antología de lo grotesco?
el universo se sum j se ievantará la irreductible, A San Antonio, al Asteríx. ° Las míjores páginas del doctor
en rcurrir), entonces se {cleran se proclaman plane" Lacan. Textos publicitarios sacados, sobre todo, de Ja pu
Los tíbem^nti-opoü cse ^ -rT^1_e;(djrs*elc,? Más bien conven* blicidad de lo inmobiliaria Algunos fragmentos "situacio-
tarlos y mundiales. d,C6mo imeberr^oís cElar contra el p asado nistas” y también algunos extractos de discursos académi
dría ayudmlas en su la rra __,s del cibcrnántropo y no cos, oficiales, políticos.
y el pasatismo hasta ni f ni l , T)()r ei cibemantroPo: En es ta gran guerra, las armas son espirituale s. Lo que
más acá. La alternativa P nn ^st^ desprovista de sertifo. no excluye las lntervenciones brutales de cibemtntropos
“o el foMore o U cotidlana toda la tecmea, provistos de instrumentos cont undentes, ideológicos y de
P:íroo CÓOklP;ca:;doy ^ c i m i e n t o , como se franqueará el otra clase. Por armas espirituales de los á.ntropos entende
mos la ironía, el h ^ o r , ni sentido de lo chistoso, la sátira
PaE0nyertr^ínsCUrSodÍ <is,ie^rainfo " £ X directa o indli"ecta, la elaboración de un código de conni
vencias entre los antíciberaantropos. Y otras armas más
está en pellgro de desap“ríCevse mrensible al aburnmKu- secretas. Las carencias no adoptan siempre la forma e6-
¿ReSolverá su problema- o s__ toxiya e, aburrimlento mica de los cabellos largos . de canciones anarquizantes. ‘ El
to? El segrega su pro;nio vejn(jn i Confort y del c o n f o r m o , arte, la literatura, la cultura modernista, ¿no estallaron un
que proviene dni e q u i f m d e d " '0”. resumen, de las cuah- día de guerrat porque un Joven puso en el lugar juste y
d e la forma y de la á m e n t e l a fuerza del cibernantr°po. el momento justo un pequeño exrplosi o/paradojalmente po
dades que formani ^ G iM m d n e M ja cuando se dé cue” ta deroso, dos sílabas redundantes: Da-Da?
El cibemántrop0 TnCfííemfgo el encantamiento. Es muy Estas consid eraclones tienen irn sentido que no vacilamos
que suministra a su ,enel5dafl ha desencantado al mundo> en llamar profundo. La guerra de los antropos contra los
exacto que cierta ra1cíonal ima<lmhoa tiempo» que las milagros. cibernantropos será una guerrüla. Los aytropos tendrán
matando las m «avalas al i J" rpsupltar el encantamlem que elaborar una estrategia fund ada sobre las per turbacio
Ey vano los srrrreal‘^ f e íO n q E e a m n o a r un umbral. Ey- nes del orden y el equilibrio cíbemantiópico. Sobre todo,
to. Y he aquí q ue nosotiotso ‘p n V vía imprevista de ' 0 que no se dejen intimidar. Y que comprendan la situación
tramos en el encantamien P n| trágico ni cómico- Es en lugar de fraternizar o soyar coy la coexistencia pacífica,
ch'tinoso. El clbernaírtrOs^ lO 0KeneSa s i ^ n y en los ac°n- lo que deja el campo libre a las gestiones cibemantrópicas.
chusco. Pooduce, ^ - y loS actos. Aclaramos que el En prim er lugar, que conminen a los mdecisos a decidirse,
tecimientos, en lrs O 1Al cyntrario. Por sí mismO es iseno. a la gente de Ja ambigiiedad prolongada, a los ántropos que
no lo es por si mismo A)) razón, la clencia, el plan el se ignoran, a los cibernántropos que se consideran antropos
Toma en seno esto éat<?uL £2lloa e S ^ - el pricormálislala y hasta a los antropos que se consideran superhombres.
programa» la marxismo). Le gusta el rigor y habla
lingüística, y,h f star eil mTaaXa el no-clbernántropo, lo serio y a So:n Antonio: seudónimo de un conocido autor francés de novelas
el lenguaje de1 ng°i. tara rigor y la actitud del ñg°r y su policrnles, escritas en “argot", y de una historia humorística de Fran
la afectación Nace una nueva rísa. Bajo cia, Asterix: hisniriete. ^rnicesa que c;:cal<mza la lucha de los galos
leyguaíe engendray capital de: nuestra época es ' a de contra los normandos y la invasión romana. Sus personajes son de
una heroica torpeza y comicidad. (N. J ; fu T.f
^^aUbuertlaBCbr^a lr e a 1 é c cucph?t } ^ d a n i cu1-
182 H E N B I LEFEBVBE