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LA MALDICIÓN DE APOLO

Hace seis años yo era un chico muy feliz, casi perfecto en todo. Muy deseado,
inteligente, sociable y todo lo que se podía pedir, pero demasiado presumido. Mi
madre era la abogada Cristina Borja y mi padre el doctor Luis Ayala, juntos
formábamos una familia muy feliz.

Hasta que un día me levanté tarde para ir a mi escuela y lastimosamente me atrase al


recorrido por lo cual no me quedaba otra opción que no sería ir a pie, estuve decidido
de ir a pie y sabía que debía apresurarme ya que en 20 minutos tenía que entrar a mi
escuela Aristóteles. Era un día triste (personificación), simplemente parecía que no
iba a ser mi día. Yo estaba muy cerca de llegar a mi destino y de repente un gato
negro (realismo mágico) se dirige hacia mí con toda velocidad llegando a arañarme,
dejándome con una leve lesión. Llegué tarde al colegio y me castigaron en la dirección
con directora Patricia Polo, la verdad que ella era la que peor me caía en este mundo.
Me aguante todo el enojo que tenía y simplemente espere a que me dejen salir.

Llegó el momento de salir y la gente me vía mal, como si estuviese con un maleficio.
Todos se alejaban de mí, incluso mis amigos, era como que si yo fuera lo malo y
ellos lo bueno (antítesis).

Pude llegar a casa, mis padres no estaban ahí, pero me dejaron una nota en la que
me decían que se fueron a visitar a mis abuelos en Cuenca. Todo se me hacía raro,
pero no le di tanta importancia. Decidí salir en la tarde a trotar un poco ya que
practicaba montaña y nunca está mal agarrar un poco de físico. Salí hasta que
oscureció y decidí regresar, en el camino me caí con una piedra y me incrusto parte de
la rodilla, de repente vi a alguien que se dirigía hacia mí y pensé que me ayudaría, al
contrario de eso me robó el muy infeliz. Le grite al ladrón ¡Quien no vive para servir,
no sirve para vivir! (retruécano). Igualmente, ya estaba todo perdido.

Se me hacía eterno el regreso a casa, estaba desorientado y tenía mucho dolor.


Empecé a caminar muy despacio, parece que el cielo estaba enojado
(personificación) ya que empezó a llover y caer truenos. Todo pasara y quedara en
el olvido, pero tengo que pasar (perífrasis), me lo repetía cada vez que pensaba en
rendirme. A minutos de llegar a casa unos niños me lanzaron una piedra en la cabeza,
me quede noqueado por unos minutos, estaba con la pierna izquierda totalmente
destrozada, la cabeza sangrando, llegue a mi casa arrastrándome y pues así fue el
peor día de mi vida por culpa de un gato negro. Al siguiente día todo volvía a la
normalidad y me propuse valorar cada momento de mi vida. FIN

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