0 calificaciones0% encontró este documento útil (0 votos)
474 vistas2 páginas
El poema celebra la feminidad y la capacidad de las mujeres de dar vida. Describe cómo Dios creó a la mujer con curvas suaves, órganos internos y sangre para que pueda concebir y dar a luz hijos. Aunque los hijos no les pertenecen, las madres los impulsan como flechas vivas hacia el futuro. La bendición final desea que Dios, Cristo y el Espíritu Santo guíen y fortalezcan a la mujer.
El poema celebra la feminidad y la capacidad de las mujeres de dar vida. Describe cómo Dios creó a la mujer con curvas suaves, órganos internos y sangre para que pueda concebir y dar a luz hijos. Aunque los hijos no les pertenecen, las madres los impulsan como flechas vivas hacia el futuro. La bendición final desea que Dios, Cristo y el Espíritu Santo guíen y fortalezcan a la mujer.
El poema celebra la feminidad y la capacidad de las mujeres de dar vida. Describe cómo Dios creó a la mujer con curvas suaves, órganos internos y sangre para que pueda concebir y dar a luz hijos. Aunque los hijos no les pertenecen, las madres los impulsan como flechas vivas hacia el futuro. La bendición final desea que Dios, Cristo y el Espíritu Santo guíen y fortalezcan a la mujer.
de pelo largo, ojos, nariz y boca de mujer. Con curvas y pliegues y suaves hondonadas y me cav por dentro, me hizo un taller de seres humanos. Teji delicadamente mis nervios y balance con cuidado el nmero de mis hormonas. Compuso mi sangre y me inyect con ella para que irrigara todo mi cuerpo; nacieron as las ideas, los sueos, el instinto. Todo lo que cre suavemente a martillazos de soplidos y taladrazos de amor, las mil y una cosas que me hacen mujer todos los das por las que me levanto orgullosa todas las maanas y bendigo mi sexo. Nuestros hijos no son nuestros hijos, son los hijos y las hijas de la vida que se llama a s misma. Vienen a travs de nosotros, pero no de nosotros. Y aunque viven con nosotros, no nos pertenecen. Podemos darles nuestro amor, pero no nuestros pensamientos, pues tienen sus propios pensamientos. Podemos acoger sus cuerpos, pero no sus almas, porque sus almas viven en la mansin del maana, que ni an en sueos podemos visitar. Podemos esforzarnos en ser como ellos, pero no intentar hacerlos como nosotros, porque la vida no da marcha atrs, ni se detiene en el ayer. Somos los arcos que disparan a nuestros hijos, como flechas vivas. Que la tensin de la mano del arquero sea para la alegra.
Bendicin
La mano de nuestro Dios,
estar siempre contigo dndote tibio resguardo. Los ojos de Cristo nuestro hermano, estarn siempre contigo dndote a ver horizontes cada vez ms lejanos. La ntida voz del Espritu Santo, estar siempre contigo dndote nimo para seguir luchando.