Está en la página 1de 35

Razón y racíonalidad

Jotr Elster

Amorrortu editores
Buenos Aires - Madrid
Biblioteca cle filosofía ÍndiCe
Reasot tattd Ratio tnlity, Jon F.lster
@ Princeton University Press, 2008
Traducción: Horacio Pons

O Jbdos los derechos de la edición en cestelleno reservados por


Arnorrortu editores S.A., Paraguay 1225,7" piso - C1057AAS Buenos
Aires
Amorrortu editores Espaíra S.L., CILópez de Hoyos 15, 3u izquierda -
28006 Madrid

www'arnorrortueditores'co'r t ) Razón y racionalidad


La reproducción total o parcial de esre libro en forma idénrice o modi-
ficada por cualquier medio urecáuico, electrónico o infonrrático, inclu-
yendo fotocopia, grabación, digitalización o cuelquier sistema de alma-
tenamiento y reJuperació,r d"e información, ná autorizacla por los 59 Referencias bibliográficas
editores, viola derechos reservaclos.

Queda lreclro el depósito que previene la,ley rP 77.723

Industria argenrina. Made in Argenrir.ra 67 Las lecciones inaugurales

ISBN 978-9i0-518-360-9 (Arge'tina) del Collége de France


ISBN 978-0-691-13900-5, Princeton, NJ, edición originel

Elster, Jon
Razón y racionalidad - 1" ed. - Buenos Aires : Amorrorru, 2014.
72 p.;20x12 cm. - (Colección Filosofía)
Traducción de: Horacio Pors
ISBN 978-950-5 1 8-3 60-9

1. Filosofía. 2. Cie ¡rcias Sociales. L Pons, Horacio, trad. II. Título.


CDD 190

Impreso en los Talleres Gráficos Color Efe, Paso 1.92, Avellaneda,


provincie de Buenos Aires, en m¡rzo de2014.

Tirada de esta edición: 2.000 eienrplares.

7
En los enfoques analíticos de los comporta-
mientos humanos, una misma palabra latina,
"r4-
¡is", está enla ruíz de dos tradiciones intelectuales
muy diferentes pero alavez ligadas entre sí.

Una de ellas es la que opone la razón a las pa-


siones ¡ en época más reciente, a los intereses. El
tratado de Séneca De la cólera, por ejemplo, se or-
ganizaalrededor de la oposición entre razóny pa-
sión, en tanto que los moralistas franceses del siglo
XVII le suman el interés. En un texto célebre,La
Bruyére resume así sus relaciones mutuas: "Nada
cuesta menos a la pasión que ponerse por encima
de la razón: su gran triunfo es imponerse al inte-
réso.1 La idea de la razón está íntimamente ligada
a la del bien común.

1 La Bruyére (1990), pág. 150. [El lector er.rconrrará las


referencias bibliográficas al final del volumen, págs. 59 y sigs.
(N. del E.)1
La otra es la noción, aún más reciente, de la el agente hace suyas las exigencias de la razón pue-
elección racional, que se opone a las diversas for- den estas generar, y llegado el caso explicar, com-
mas de la irracionalidad. El actor racional es aquel portamientos específicos.
que actúa por razones suficientes. Esas razones A pesar de ser diferentes, las dos normas tienen
son las creencias o los deseos a la luz de los cuales un obstáculo común, a saber: las pasiones.3 Tie-
la acción aparece como apropiada, en un sentido 3 Aunque clásica, esta oposición ha suscitado recientemen-
al que deberé volver in extenso. Con frecuencia,
te diversas objeciones. En lo concerniente a la relación entre
pero erróneamente, la idea de racionalidad se vin- las emociones y la racionalidad, véase en especial Darnasio
cula a la del bien privado o el interés, en el sentido (2000), según el cual los individuos que sufren una lesión ce-

de los moralistas. Quien persigue el bien común rebral tienen, alavez, una racionalidad deficiente y una me-

puede incluso debe- hacerlo de manera ra- nor capacidad de experimentar emociones. Ahora bien, no
-e está dernostrado, al parecer, que se trate de un lazo causal y
cional.
no de una simple correlación. En cuanto a la relación entre
Actuar conforme ala razón, en singular, y ac-
las emociones y la razón, véase sobre todo Rudenfeld (2001),
tuar por buenas razones, en plural, son dos cosas quien sostiene que la razón necesita la ayuda de la pasión pa-
diferentes, por cuanto la razón es objetiva, mien- ra superar el interés. Thl fue, asimismo, la idea que Stanislas
tras que las razones son subjetivas. Desde el punto de ClerrnontjTonnerre expuso en la Asamblea Cor.rstituyen-

de vista externo, una política se puede evaluar co- te: "La anarquía es una travesía espantosa pero uecesnria, y
el único momento en que puede llegarse a un nuevo orden
mo acorde o no a lanzón. Desde el punto de vista
de cosas. No será en tiempos de calma cuando se tomen me-
interno, una acción puede evaluarse corno racio-
didas unifonnss" (AP, 9, pí,g. 461,). La noche del 4 de agosto
nal o no racional.2 De esta diferencia se deduce
pudo sugerir la rnisma conclusión. Los debares de la Asam-
que, a los fines explicativos, sólo se puede apelar a blea Constituyente contienen, sin embargo, arnbigüedades
la racionalidad. Únicamente en la medida en que que complican gravemente las cosas; es preciso estar de acuer-
do con Tocqueville, por ejemplo, cuando escribe que esa

2 Sobre esta distinción, véase Williams (1981).


onoche (. . .) fue el producto combinado, pero en dosis

10 11
nen también un componente común, que es la idea De manera más ambiciosa, responderé que el
de actuar sobre la base de creencias bien fundadas. esclarecimiento tiene también su lugar en un deba-
Por último, comparten el hecho de que el actor las te político. iEs cierto, es coherente, decir que el
hace objeto de cierta deferencia. El origen y la bien común sólo podría realizarse a través de la
naturaleza de esta últirna no son los mismos, pero búsqueda de los bienes particulares? iEs verdad
en ambos casos se trata de deferencia para con una que cuanto más racionales son los actores, mejor
fuente de normatividad.a El funcionamiento de se satisfacen las exigencias de la razón? iO, a la in-
los mecanismos de deferencia es complejo. Baste versa, hay que ver la racionalidad de los indivi-
con decir, por el momento, que su efecto consiste duos como un obstáculo a la razón? Piénsese, por
a veces en subvertir el objeto de la deferencia. ejemplo, en la oparadoja del voto))) resultante del
Se replicarátalvez que comparar un principio hecho de que el actor racional no tiene ninguna
concerniente a la filosofía política normativa con razón para votar.S En efecto: la posibilidad de te-
otro que atañ,e a la explicación del comportamien- ner alguna influencia sobre el resultado del escru-
to individual es una iniciativa endeble. Una res- tinio es mucho menor que el riesgo de morir en un
puesta, modesta pero suficiente, a esta objeción accidente de tránsito mientras se acude a las urnas.
consistiría en decir que, dadas las confusiones ha- Además, quienes están en mejores condiciones de
bituales al respecto, el esclarecimiento conceptual comprender la lógica de este razonamiento
-en
es una tarea que por sí misma merece ser llevada especial, los economistas de profesión- escogen
adelante. con menor frecuencia la estrategia cooperativa en
el dilema del prisionero, del cual el voto es un ejem-
plo clásico.6
inrposibles de precisar, del miedo y el entusiasms" (2004,
pág.593).
A+
a Tomo esta expresión de Korsgaard (1.996), quien la utili- 5 Véase Blais (2000).
za, elnpero, en un sentido más lirnitado. 6 Frank, Gilovich y Regan (1'993).

12 13
En tanto que la teoría de la elección racional ha debe efectuarse detrás de un "velo de ignorancia",
sido objeto de amplias y muy precisas elaboracio- idea que puede interpretarse de varias maneras.9
nes, no sucede lo misrno con la idea de larazón.La Para el utilitarismo, cada uno debe valer uno, y
concepción que voy a proponer aquí no se apoya en ninguno, más de uno. Para John Rawls, se debe
una definición canónica, puesto que no la hay. Re- escoger la forma de sociedad que beneficie a los
presenta una síntesis personal cuando no menos favorecidos, sean quienes fueren. Otra idea
-aun imparcial es la de los derechos universales, encar-
demasiado idiosincrásica, espero- de los textos
clásicos. nada en dos declaraciones, la de 1"77 6 y la de 1789.
Comencemos con una observación de La Bru_ No se ha insistido tanto en la idea, de similar
yére:
"No pensar más que en sí mismo y en el pre- importancia, de que la razón requiere un trata-
sente, fuente de error en la políticar>.7 paracorre- miento imparcial de los momentos temporales. En
gir este error es necesario considerar a los otros y sí misma, ninguna fecha podría imponer un privi-
al futuro. De manera más precis a, hay que susti- legio. Tomemos en primer lugar un ejemplo absur-
tuir las perspectivas parciales que constituyen el do:10 preferir siempre los productos que llegan un
egoísmo y la miopía por una acirud imparcial. jueves a los que llegan un miércoles, tan sólo a
La idea de que Ia razón exige un tratamiento causa de una predilección por ese día de la sema-
imparcial de los individuos corresponde a princi- na. Como lo vamos a ver, esta actitud no es con-
pios muy conocidos. Para resolver las cuestiones traria a los principios de la elección racional, pero
de justicia distributiva , Leibniz nos propone la si- sin duda es contraria alarazón. La mera preferen-
guiente máxima: cia por los jueves es una razón, pero la razón de-
"Poneos en el lugar de todoso.8
En las teorías recientes, esto equivale a decir que la manda también larazón de esta razón.Y evidente-
elección de una organización justa de la sociedad mente no la hay.
7 e
La Bruyére (1.990), pág. 377. Véase, por ejemplo, Fleurbaey (1,996).
8 10
Véase Elster (1975) , págs. 127-30. Tomado de Parfit (1.984), págs. 124-5.

'J.4
15
Consideremos otro ejemplo, menos absurdo: del futuro. Por la otra, se basa en creencias bien
preferir recibir cien euros hoy a recibir doscientos fundadas, en un sentido que voy a explicar.
dentro de un año. Esta preferencia no es forzosa- Así caracteúzado, el interés bien entendido es

mente contraria alarazón. Si mi esperanza de vida una amalgama de elernentos objetivos y subjeti-
es de menos de un año o necesito los cien euros vos. Una concepción íntegramente objetiva susti-
para sobrevivir, está enteramente fundada. Si es el tuiría las creencias bien fundadas por las creencias
simple resultado de la deficiencia de nuestra fa- verdaderas. Empero, es imposible hacer que las
cultad telescópica, como dicen los economistas, es decisiones políticas dependan de la posesión de la
contraria ala razón. Desde el punto de vista obje- verdad. A lo sumo, se puede pedir que estén fun-
tivo, una persona que toma en cuenta las conse- dadas en creencias racionales, es decir, que sean
cuencias remotas de las acciones presentes tiene resultado de un tratamiento no sesgado de una
más posibilidades de llevar una vida larga y feliz cantidad óptima de inforrnaciones, para resumir
que aquella que sólo se interesa por los efectos in- una idea cornpleja que desarrollaré un poco más
mediatos. Se verá que este hecho no tiene perti- adelante. Baste con decir aquí que, dado que el
nencia alguna desde el punto de vista subjetivo. óptimo de información depende de la tasa de des-
Puede considerarse, en esta perspectiva, la idea cuento del futuro, las restricciones objetivas que
del "interés bien entendido", tal como la utiliza, pesan sobre esa tasa introducen también un ele-
por ejemplo, Tocqueville. Una vez más, a f.aka de mento objetivo en el óptimo.
definiciones explícitas en los autores clásicos, hay En esta reconstrucción, la idea de la razón im-
que tratar de sintetizar sus ideas. Me parece que el plica tres elementos: la imparcialidad entre las
interés bien entendido tiene al menos dos compo- personas, la imparcialidad temporal y las creencias
nentes. Por una parte, toma en cuenta las conse- racionales o bien fundadas. Habría que agregar sin
cuencias remotas de la acción. En lenguaje técni- duda la benevolencia, para excluir la malignidad
co, corresponde a una elevada tasa de descuento imparcial. A veces nos topamos con la sugerencia

16 1.7
de que el primer elemento (la imparcialidad entre AccrÓn

las personas) es redundante, ya que se deduce del


,/\
segundo (la imparcialidad temporal). Desde la co-

\11
,/\
rrespondencia de Descartes con la princesa Isabel (¡rreferencias) + Creencias

hasta la teoría de los juegos repetidos, se ha seña-


lado a menudo que el egoísmo previsor es capaz
de remedar el altruismo.ll Lns condiciones en las
\ Inforrnación
cuales se puede contar con la actuación de esa ma-
\.)
no invisible son, sin embargo, relativamente res-
trictivas.
\_
Figura 1.

Lateoríade la elección racional es ante todo nor-


mativa y sólo secundariamente explicativa.l2 En Los deseos y las creencias son las razones de la

primer lugar expone la manera en que los agentes acción. Un actor racional escoge la acción que rea-

tienen que actuar para alcanzar los fines que persi- liza su deseo en la mayor medida posible, confor-
guen, y a continuación propone explicar sus ac- me a sus creencias y ala totalidad de sus demás
ciones mediante la hipótesis de que los agentes se deseos. Se trata de razones suficientes, que deter-

comportan efectivamente de esa manera. (Véase la minan de manera única lo que hay que hacer. Vol-
figura 1.) veré a referirme a la posibilidad de no-unicidad,
pero por el momento me atengo al caso ideal.
11 Sobre este punto, véase Elster (2006a).
Los deseos comprenden, a la vez, las preferen-
12 Los economistas que creen que la racionalidad es pura
cias que podríamos calificar de sustanciales, como
colreret.rcia podrían recltazar esta afirmación. Para convin-
el hecho de preferir las manzanas a las naranjas, y
centes refutaciones cle este punto de vista, véase Sen (1,973)
y Hausman (1990). las preferencias formales, como la actitud ante el

18 t9
riesgo y el futuro. Se puede preferir la certeza de Un deseo puede también mostrar una incohe-
obtener cien euros a una lotería que prometa rencia pragrnática, en el sentido de que los medios

noventa o ciento veinte con una posibilidad sobre utilizados paraalcanzar el estado deseado obstacu-

dos. Thrnbién pueden preferirse cien euros hoy a lizan su logro. Como escribió Paul Veyne, .,sólo
ciento diez mañana. En condiciones precisas y bas- una expresión que no procure surtir efecto lo pro-

tante razonables, podemos representar esas duce,.13 Sin embargo, antes de Veyne yahabía

preferencias mediante una función de utilidad, dicho Proust: "Cada artista parece así como el ciu-

que asigne a cada opciór-r un valor numérico. Esto dadano de una patria desconocida, olvidado de

permite entonces decir que el agente racional ma- ella. (. . .) Los músicos no recuerdan esa patria

ximiza su utilidad. perdida, pero cada uno de ellos se mantiene siem-

Esta expresión no irnplica el egoísmo que en pre inconscientemente artnonizado en cierto uní-

ocasiones se le atribuye. Cualquier deseo coheren- sono con ella; delira de alegría cuando canta al
te, ya sea egoísta, altruista o malvado, es compati- modo de su patria, la traiciona a veces por amor a

ble con las exigencias de la racionaliclad. Sólo que- la gloria, pero entonces, en busca de la gloria,
dan excluidos los deseos incoherentes, co[ro, por huye de ella y únicamente cuando la desdeña la
ejemplo, el anhelo de que todo el mundo gane más encuentrao. l4

que el promedio, o el de estar presente en los fune- Podríamos analizar de la misma manera las in-
rales de uno mismo para escuchar la oración fúne- fructuosas tentativas de superar, mediante el solo

bre, a semejanza de Tom Sawyer y Huckleberry esfuerzo de la voluntad, el insomnio, la impoten-

Finn. Esta última contradicción, el deseo de ser a cia sexual o la tartamudez. Esto no excluye que los

lavez en-sí y para-sí, define según Sartre la exis- 13 Veyne (197 6), pág. 679; véase también mi estudio sobre
tencia humana. Si es indudable que ese deseo pue- este libro en Elster (1.990), capítulo 1..

de generar acciones, estas no pertenecen al domi- 14 Proust (1988á), pág.761; véase también, en el mismo
nio de lo racional. sentido, ibid., pág. 872.

20 21
estados deseados puedan alcanzarse de manera in- un bien futuro se puede representar cofito una
directa, como lo testimonia la existencia de som- función del tiempo que separa el presente de ese
níferos y del Viagra. Siempre en la tradición sar- porvenir. En la concepción clásica se estipulaba un
treana, podemos citar también las conminaciones descuento exponencial del futuro, lo cual implica
paradójicas, como nsé espontáneoo.15 En un re- que las curvas correspondientes a dos bienes futu-
gistro religioso, las teologías enseñan a menudo ros distintos, uno pequeño e inmediato, otro más
que una acción emprendida con el exclusivo fin de grande y más remoto, nunca se crucen. Sin embar-
ganar el Paraíso puede no dar acceso a é1.16 Cabría go, según las investigaciones más recientes, pare-
agregar que, desde el punto de vista moral, los cería que ese descuento adopta, por lo común, una
intentos de algunos colaboracionistas franceses de forma hiperbólica. Con el transcurso del tiempo,
redimirse, en 1-944, mediante actos de resistencia llega un momento en que el bien alejado, que en
cuyo único fin era ese no deberían haber termina- un principio parecía lo más deseable, deja de serlo,
do, como ocurrió a veces, en el sobreseimiento.lT y esto lleva al agente a elegir el bien menor pero
Los deseos también corren el riesgo de ser inco- más cercano. (Véase lafíguraZ.)
herentes en un tercer sentido, si su estructura in- Las creencias involucradas en ese cálculo se re-
terna subvierte su realización. Para ilustrar esta lacionan ya sea con los hechos particulares, ya con
idea, tomemos el ejemplo de la elección intertem- las relaciones causales. Por un lado, el agente no
poral.18 De manera general, el valor presente de puede sino escoger entre las opciones que cree te-
ner a su disposición. La existencia objetiva de una
1s Véase, en especial, Süatzlawick (1986).
opción superior a aquellas de las cuales es cons-
16 Véase, por ejernplo, Elster (2004a), para el caso de las
ciente no podría influir en su acción. Por otro
misiones suicidas curnplidas con fines de salvación personal.
17
lado, el agente escoge entre las opciones de las que
En Elster (2006b) se hallarán ejemplos y análisis; véase,
asimismo, Chauvy (2003). es consciente en función de las consecuencias
18 Véase Loewensrein y Elster (1992). posibles que les atribuye y de las probabilidades

22
vez, bien fundadas. Esta exigencia se divide, por su
parte, en dos. Por un lado, es indispensable que las
(t
creencias no estén desviadas con respecto a la in-

D formación con que cuenta el agente. Aun cuando


este pueda engañarse, no debe hacerlo de tnanera
sistemática. Dado que las desviaciones son innu-
Caso
exponencial merables, sería deseable que se pudiera proponer
una definición positiva, pero nadie ha conseguido
hacerlo. Ocurre que en la formación de las creen-
cias suele participar un elemento irreductible de

iuicio, o de apreciación subjetiva de la importan-


cd

cia relativa de los diversos elementos de informa-


ción, con frecuencia muy heterogéneos entre sí, de
que dispone el agente. Así, se ha llegado a asegu-
Caso rar que el presidente de la Reserva Federal, Alan
hiperbólico
Greenspan, tenía un conocimiento casi intuitivo
Figura 2.
de los mercados, sin par entre los teóricos de la
que ellas tienen, a su entender, de producirse. De economía.19

tal modo, la utilidad de las opciones se deduce de Las desviaciones son o bien <calientes>r esto es,

la utilidad de las consecuencias, ponderada por su producidas por el sistema motivacional del agente,
probabilidad y reducida a un valor presente por la 19 Paul Krugman, oBernanke and the bubble", The Neu
tasa de descuento del agente.
YorkTimes,23 de octubre de 2005. Cabría señalar que esta
Para que la acción sea racional es menester que opinión de Krugrnan sobre Greenspan se ha modificado

las creencias sobre las cuales se funda estén, a su desde entonces.

24 25
o bien ,,frías,,, más similares a las ilusiones ópticas. habíanse salvado del naufragio, le dijo: "iY bien!
Las primeras, a las cuales podemos darles el nom- Vos, que pensáis que los dioses no se ocupan de las
bre de ,.creencias motivadas>, que se indican me- cosas humanas, iqué decís de tantos hombres sal-
diante la flecha barrada en la figura 1., se conocen vados por su intercesión?". "Ocurre", respondió
desde siempre. Se las resume en numerosos di- é1, "que no están representados aquellos que se

chos, como oCada quien cree con facilidad tanto ahogaron, que son muchos flás"o.21 La psicología
en aquello que teme como en aquello que deseao. moderna ha identificado una gran cantidad de
La tendencia a creer en lo que se teme muestra que eqrores similares que, por razones obvias, se pres-
las creencias motivadas no tienen necesariamente tan más a la experimentación que los errores ca-
la forma de ntomar los deseos por realidadesr. lientes.
Compárese entre sí, por ejemplo, a esos dos ma- Para un actor racional, la información de la que
ridos celosos que son el señor De Rénal y Otelo: el se vale para formar sus creencias es más una varia-
primero cree en lo que desea, y el segundo, en lo ble que un dato. Antes de decidir cómo va a ac-
que teme.2o tuar, tiene que tomar una decisión acerca de la
Las desviaciones frías tienen tarnbién una larga cantidad de recursos que invertirá en la búsqueda
historia. Así explica Montaigne, por ejemplo, los de los hechos pertinentes. El general o el médico
errores de razonamiento que inducen a la gente a sólo deben atac r u operar luego de un examen
creer en la exactitud de las adivinaciones: .,Así res- del terreno o del paciente. Sin embargo, es preciso
pondió Diágoras (. . .) a aquel que, al mostrarle en que no se demoren demasiado en esa taÍea, a ries-
el templo muchos exvotos y cuadros de los que go de ser sorprendidos por el ataque o la huida del

20
enemigo o por la muerte del paciente. Ha¡ pues,
El señor De Rénal es uno de los personaje s de Rojo y ne-
gro,la novela de Stendhal. 21 Montaign e (1991), Ensayos,I, 11; se hallará una com-
Véase en Mele (2001) uno de los
escasos tratamientos del tema que toman en cuenta tanto las pilación de estudios recientes er.r Gilovich, Griffin y Kahne-
creencias ocontramotivadaso como las motivadas. man (2402).

26 27
en principio, una inversión óptima, que depende píldora podría inducirle ya forman parte de su re-
de las preferencias del agente, así como de sus pertorio. Si la persona no las elige es porque no
creencias en lo tocante a los costos y los beneficios desea llevarlas a cabo. No desea, por lo tanto, ha-
esperados. En la compra de un automóvil, por cer la elección que la impulsaría a realizarlas.
ejemplo, un agente racional que atribuye poca im- La premisa de esta afirmación es lo que podría-
portancia al futuro remoto no hará un gran esfuer- mos denominar principio de no-indirección. Lla-
zo por comparar la durabilidad de los distintos mo- mo indirección a una operación indirecta que per-
delos. Thmpoco consultará a su médico para inte- mite llegar a cierto resultado por medio de dos ac-
riorizarse más sobre los riesgos que puede traerle ciones sucesivas,la primera de las cuales sólo sirve

aparejados el consumo de foie gras, alcohol o ciga- para hacer posible la segunda. Por ejemplo, para
rrillos. encontrar mis llaves debo ante todo ponerme los
Para poner de relieve la naturaleza radicalmen- anteojos. En este caso, no habría ninguna objeción
te subjetiva de la noción de racionalidad que aca- a encontrarlas sin ponérmelos; el único inconve-

bo de exponer, consideremos un ejemplo hipotéti- niente residiría en que no podría. En el caso de la


píldora, la situación es inversa: podría comenzar
co. Pensemos en una persona que sufre
-la pala-
bra no puede ser más adecuada- una tasa de des- desde ya a velar por mis finanzas y mi salud; el
cuento rnuy baja, es decir, que adjudica escasa único inconveniente es que no quiero. El principio
importancia a las consecuencias remotas de su ac- de no-indirección afirma que un agente racional se

ción. A raíz de su imprevisión, se derrumban sus niega a hacer en dos pasos lo que no querría hacer

finanzas y su salud. Y lo que se le propone como en uno,lo cual no excluye las operaciones indirec-
remedio para su problema es. . . una píldora que le tas en procura de los fines que él no puede alcan-

hará atribuir mayor importancia al futuro. iLa zaf pon medio de una sola acción.
tomará? En el caso de una persona racionalr la res- Este principio no sólo rige las acciones raciona-

puesta debe ser negativa. Todas las acciones que la les. Consideremos otro ejernplo hipotético. Tias

28 29
perder la cabeza, me he enredado en una relación a la mañana siguiente me evitará una resaca; pero

adúltera. Mi esposa no sabe naday, supongámos- un sentimiento de culpa no es lo misrno que un


lo, jamás lo sabrá. Tengo, empero, un sentimiento dolor de cabeza.
de culpa muy grande que me impulsa a romper el En consecuencia, el principio de no-indirec-
amorío. Supongamos ahora que un amigo me ción expresa una idea de coherencia más amplia,
ofrece una píldora capaz de suprimir ese senti- que abarca tanto lo racional como lo emocional.

miento, lo cual me permitiría continuar con la re- No obstante, las violaciones del principio son bas-
lación sin problemas de conciencia. El principio tante frecuentes, como en el caso de esos emplea-
de no-indirección prescribe que debo rechazar la dos alemanes y noruegos que son demasiado orgu-

píldora, porque me sentiría tan culpable al acep- llosos como para aceptar subsidios públicos a sus

tarla como al seguir adelante con la relación. Mi salarios, pero que toleran que su empresa pague
amigo tiene otra opinión: estima que, una vez in- una tarifa eléctrica reducida con el solo objetivo
gerida la píldora, yo estaría más contento. Yo mis- de mantener los puestos de trabajo.23 Otro ejem-

mo, tras tomarla, estaría feliz de haber procedido plo de violación del principio: en la Convención
así, pero esto no afecta en absoluto el hecho de Federal de Filadelfia de 1.787,James'\ülilson pro-

que, desde mi punto de vista ex ante, el ¡echazo se puso, para calmar a quienes se oponían a la idea de

imponga. Si se acepta esta conclusión, también incluir a los esclavos en la base de la representa-
hay que rechazar la idea de que las emociones sólo ción electoral, que se los incorporase simplemente
intervienen en las decisiones en virtud de los pla- en la base de la imposición y, a continuación, se hi-

ceres o los dolores asociados.22 Es totalmente ra- ciera de esta la base de aquella.24

cional, antes de una fiesta, tomar una píldora que Thmbién puede expresarse la subjetividad de lo
racional diciendo que el ojo no puede ver más allá
22 ldea que se desarrolla, sobre todo, en los trabajos de
23 Véanse Schlicht (1984) y Serck-Hanssen (1971).
Gary Becker; en Elster (1999), capítulo 4, se hallará un tra-
24 Farrand (1.966),vol. 1, pág.561.
tamiento crítico.

30 31
del ejem- cuando se la implanta,zT pero, en tanto la gente
de su horizonte. Para valernos otÍavez
la si- creyera que lo tenía, era racional de su parte no
plo de las llaves y los anteoios, modifiquernos
perdido estos tratar de comprobar la veracidad de esta creencia.
tuación y consideremos que se han
para La teoría de la acción racional toma como un
últimos; por lo tanto' no puedo ponérmelos
dato fijo los deseos y las preferencias del agente.
encontrarlos.Otrametáfora:elagenteracional
y sus creen- En la figura L, ninguna flecha apunta hacia los
está preso en la trampa de sus deseos
puede esto deseos. En la tradición de Hurne, los deseos son
cias. Acabamos de ver en qué sentido
las causas primeras de la acción. Uno no escoge sus
serciertoencuantoalaactitudconrespectoalfu-
deseos. Ha¡ claro está, contraejemplos de esta
turo. Para Ílostrar que la idea se aplica iguahnente
proposición. Podemos someternos a una psicote-
a las creencias, puede clefinirse coÍlo
creencia-
de verifi- rapia para reducir la fuerza de algunos deseos si
trampcta aquella cuyos costos previstos
racional nos vemos en la imposibilidad de oponerles resis-
cación son tan elevados que un agente
Polonia' tencia. Ahora bien, este caso presupone que el
tiene que renunciar a verificarla'Zs En
personas agente es irracional, porque es víctima de una de-
hasta muy poco tiempo atrás, muchas
alcol-rolis- bilidad de la voluntad. Al escoger la acción que
que libraban una dura batalla contra su
disulfi- realiza su deseo, no tiene en cuenta la totalidad de
mo se hacían implantar el medicamento
ser adminis- sus deseos. Para un actor racional, el problema de
ram baio la piel.26 En vista de que al
escoger sus deseos no se plantea. Desear tener
trado por vía oral el disulfiram provoca' como
se bebe al- cierto deseo es ya tenerlo. Querer ser movido por
único efecto, náuseas violentas cuando
las consecuencias remotas de la acción es ya tener
cohol, se suponía que su aplicación subcutánea
alcohólica' A esa motivación.28
causaba la muerte en caso de ingesta
decir verdad, esta sustancia no tiene
ningún efecto 27
Johnser.r y Morland (1.992).
28 Sin embargo, la cuestión es más complicada; véase Els-
25 Mackie (1996)-
ter (2007).
26 Osiatynski (1997)'

aa
JJ
32
adolece de lagu-
que la interacción de n agentes no tiene solución
La teoría de la acción racional
óptima o equilibrio único. No es mi intención exa-
es imposible determi-
nas, pues en algunos casos
minar aquí este aspecto de la teoría de los juegos.
única que derive de
nar mediante ella una acción
pun- Prefiero insistir en orra fuente de no-unicidad de
clel agente' Desde el
los deseos y las creencias
la acción racional, a saber: la adquisición de infor-
las ciencias ' q'izá
to de vista de la sociología cle
mación.
sealapromesadeunicidadlaqueexpliqueengran
Supongan que han ido a recolectar fresas silves-
de la teoría' Admitámos-
parte el éxito fulminante
que una tres, tan deliciosas como escasas y difíciles de en-
lo: es un hecho matemático elemental contrar.29 Están de vacaciones en una región que
obien ordenada" que se defi-
función calificada de
ordenado"' no collocen muy bien, y tienen muy pocas ideas
ne sobre la base de un coniunto "bien
preconcebidas sobre la distribución de esos luga-
un valor írnico de la va-
¡lcat'nasu máximo para
de la elec- res secretos y mágicos que dan título a la película
riable indepencliente' La deterrninación
de Bergman, Smultronstcillet (mal traducida al
el punto de tangencia
ción clel consumicior col]lo
francés como Les Fraises sauuages).', Buscan un
la restricción presu-
entre la línea que representa
propone una poco al azar en los prados, sabiendo que en todos
puestaria y una curva cle indiferencia
ellos van a encontrar almenos unas cuantas fresas
las ecuaciones newto-
ilustración clásica' Cotno
dispersas, pero que algunos les permitirían llenar
racional parece en-
nianas, el modelo del agente
su canasta en una hora. La pregunta que se plantea
científico de la predic-
carnar, por ende, el ideal
ción única. 2e Ejenrplo tomado de Johansen (1977), pág. 144; véase

Sin embargo, desde hace


tiempo se sabe' en físi- también'S7inter (19 64), pág. 262.
ncuerposno tiene' en el ca- El filr¡e
ca, que el problem a de conoció en la Arger.rtina con el título de Cuan-
"' se

analítica' De manera do huye el día,y conlo Fresas saluajes en España. Literal-


so general, ninguna solución
trata de una compara- mente, el título sueco se podría traducir aproximadamenre
vagamente parecida -se corro "Un lugar hennoso y preferido". (N. delT.)
hay situaciones en
ción pedag ógica,y nada más-'

35
34
cripciones y predicciones únicas. También puede
y empezar' mal o
es: iCuándo deiar de buscar fracasar si los agentes no ajustan su comporta-
bien, a recolectar? miento a las predicciones, sean estas únicas o no;
de un día' ustedes sa-
Dado que sólo disponen es decir, si ellos son irracionales. Hay múltiples
cle buscar indefectible-
ben que tendrán que cleiar fuentes de irracionalidad, calientes o frías. En lo
la noche' Sin embargo'
mente antes de que caiga que aquí me interesa, querría mencionar sobre
el
zat larecolección en
también saben que comen todo el papel de las emociones, que son capaces de
no es' por lo gene-
primer prado que encuentren actuar en cada uno de los cuatro polos de la acción:
desde luego' que se
ral, la estrategia óptima, salvo'
trate de uno de esos lugares
representada por el rizo
máximo
mágicos' eventualidad
de la figura L' Entre el

y el mínimo de inversión ha¡


sin duda'
icómo determinarlo? A
,4
""T',/-
\

-/i
\Creencias

un óptimo objetivo, pero'


menudo' el general y el médico
n-rencionados al- I,
Emoción ---->
I

+
InJo¡mación
se hallan en la misma
gunos párrafos más atrás
Figura 3.
situación.Entreelmínimoyelmáximodetiempo
que deben consagrar a la
recopilación de infornra-
La debilidad de la voluntad contra la
que puede -actuar
ción hay una zona de indeternrinación' totalidad de los deseos propios bajo la influencia
que
segírn los casos' pero
ser más o menos grande de uno de ellos- se debe, en muchos casos, a que
juicio
suele ser considerable'
Aun cuando un buen
el deseo dominante surge de una emoción fuerte.
racional a partir de
permita formarse una creencia Como dice la Medea de Ovidio cuando va a matar
dada' a veces es inca-
una cantidad de información a sus hijos para vengarse del padre de estos, que la
óptima'
paz dedeterminar la cantidad ha engañado y abandonado: "Veo el bien y lo
la acción racional pue-
Por lo tantor la teoría cle apruebo, y a lo peor me entrego>.
para generar pres-
de fracasar, porque es inhábil
37
36
Por último,laurgencia delas emociones induce
Medianteotromecanismo,lasemocionesefec- una preferencia por la acción inmediata en desme-
temporal de las
túan una inversión o un vuelco dro de la acción diferida. Distingo la urgencia de
simple de esto es la
preferencias. Una ilustración la impaciencia, que por su parre induce una prefe-
deserción frente al peligro'
Uno puede tener la in-
rencia por una recompensa inmediata en compa-
a pie firme el ata-
conmovible intención de resistir ración con una recompensa diferida. En esta acep-
baio la conmo-
que enemigo' pero abandonarla
ción del término, la urgencia produce un cortocir-
ese aban-
ción del terror y lamentar amargamente cuito en la adquisición de la información. Séneca
suele indu-
dono. En el eiército, el remorclimiento alababa a Fabio por saber (esperar, contempori-
ciralosdesertoresaregresar.Así,enlaGuerrade zar, cosas de las cuales el hornbre irritado es inca-
Secesiónnorteamericana,eldiezporcientodelos pazo. De manera más general, agrega, ,rIa tazón
ciesertado del
doscientos mil hombres que habían
confiere a cada parte el lugar y el tiempo conve-
a é1 por voluntad
ejército de la Unión retornaron
nientes; ella misma se impone plazos para disfru-
propia'30
tar de toda libertad en la discusión de la verdad.
de las creencias'
Así como las emociones nacen
La cóleralo hace todo corriendoo.
un lado' nos dice Sten-
influyen a su vez en estas' Por
No obstante, es indudable que hay situaciones
medida de es-
dhal, ..basta con una lnuy pequeña
peligrosas en las cuales se impone la acción inme-
Por el otro' (des-
pefanzapara que nazcael atnoro'
diata, pues en esos casos la espera sería desastrosa.
el hombre más sabio
de el momento en que ama'
La dificultad consiste en distinguir con claridad
es' (' ' ') Ya no
ya no ve ningún obieto tal como
entre los sobresaltos justificados y las reacciones
el sentido de la pro-
atribuye nada al azar; pierde
de pánico. Luego del 11de septiembre de 2001',
es una cosa que
babilidad; una cosa imaginada
cfueron apropiadas o excesivas las reacciones de
felicidado'31
existe por el efecto sobre su
los gobiernos occidentales? iAtenuaron el peligro
3o Costa Y Kahn (2007)' o lo hicieron mayor aún? La cuestión no estriba
y 12'
31 Stendhal (1980), capítulos 3

39
38
sólo en saber si la deliberación fue insuficiente, los apetitos de los toxicórnanos. El inrerés, final-
sino también si fue sesgada en el sentido de que se mente, se comprende en el sentido de la ventaja
cree muy fácilmente en lo que se teme.32 personal, ya sea por los bienes materiales, el po-
der, el prestigio o la gloria.
Me gustaría ahora ampliar el análisis y distin- En toda sociedad existe una jerarquía normati-
guir entre deseos y motivaciones. En tanto que los va de las motivaciones. Se nos alaba por haber
primeros se refieren directamente a la acción a cumplido una acción dada con tal o cual motiva-
emprender, las segundas son las acritudes más fun- ción, independientemente del elogio o de la cen-
damentales que generan los deseos. Así, el deseo sura asociados a la acción misma. En la antigua
de castigar a quien nos ha ofendido puede nacer Grecia, el patriotismo, la ambición de defender a
ya sea de un cálculo interesado, ya sea de una la Ciudad, estaba en la cima de la jerarquía; pos-
emoción, o bien, por último, de un principio im- teriormente se ubicaba la venganza apasion ada a
parcial de justicia retributiva. Como señalé al co- causa de una afrenta personal, y luego el interés, el
mienzo y colxo lo sugiere este ejemplo, seguiré a deseo sexual y la ebriedad. En el fondo de la escala
los moralistas y distinguiré tres motivaciones prin- estaban la envidia y la bybris (o desmesura). En
cipales: la razón,las pasiones y el interés. otras sociedades, la venganza precede al patriotis-
Ya he procurado explicar en qué consiste la ra- mo, e incluso en algunas se sitúa por debajo del in-
zón. Yoy a considerarla ahora en cuanto motiva- terés en la escala de valores.
ción interiorizada por el agente, en un sentido un Según Tocqueville, los norteamericanos de su
tanto indirecto, como vamos a ver. Concibo a la tiempo invertían el orden entre la razón y el inte-
pasión en un sentido lato, que abarca no sólo las rés en la jerarquía:
"[A diferencia de Europa, don-
emociones sino también la locura,la embriaguez y del aún se fingen todos los días (. . .) grandes de-
vociones que ya no existen, los norteamericanos,
32 Sobre esre punro, véase Elster (inédito). al contrario, consienten en explicar, por medio del

40 41
interés bien entendido, casi toclos los actos de su proustiana atribuía osiempre rnóviles egoístas
a lcr
vida; muestran con complacencia que el amor ilu- que hacíau.3s Aunque en la jerarq uíala
nzón do-
minado por sí mismos los lleva sin cesar a ayudar- mine al interés, este último premia la afectación
se unos a otros y los dispone a sacrificar de buena ostentosa de razón. para citar a Montaigne: oCuan_
gana,parael bien del Estado, una parte de su tiem- to más llamativa es una buena acción, más des_
po y de sus riquezas. Creo que en este aspecto sue- cuento de su bondad la sospecha que
en mí nace
len no hacerse justicia; en efecto: a veces, tanto en de que haya sido realizadamás por ser
llamativa
Estados Unidos como en otros lugares se ve a los que por ser buena; al ser exhibicla,
casi se ven_
ciudadanos abandonarse a los impulsos desintere- deo.36 Vamos a ver que Montaigne podría
haber
sados e irreflexivos que son naturales en el hom- sido aún más radical.
bre; pero los norteamericanos casi nunca confie- Demos por establecida la existencia
de una je_
san que ceden a mociones de esta suerte: prefieren rarquía de las motivaciones, sea cual fuere,
y trate_
hacer honor a su filosofía antes que a sí mismos,.33 mos de determinar sus efectos. para granjearse
ala_
Estudios recientes sugieren que esta actitud banzas o evitar reprobaciones, el agente
racional
persiste bajo diversas formas en las sociedades oc- está interesado en presentar su Ílotivación
como
cidentales.34 La cuestión se complica debido a que si estuviera situada en un lugar cle la jerarquía
más
la fuente de desaprobación de las motivaciones elevado que el que realmente le corresponde. pue_
imparciales o altruistas es, con frecuencia, la sos- de tener interés en Ia apariencia de
la razón e in_
pecha de que el presunto desinterés no es, en los cluso en la apariencia de la emoción,
como en las
hechos, más que una pose. Para disipar esa sospe- sociedades en que la búsqueda de una
esposa rica
cha, incluso una persona angelical como la abuela es un móvil inconfesable. Sin embargo,
al mismo

33 35 Prousr (1988a), pág.2g.


Tocquevill e (1992), págs. 63 6-7.
34 36
Miller (1,999). Monraigne (19g 1,), Ensayos,Ill, 10.

42 43
tiempo que mantiene esa motivación de segundo pueden defenderse en nombre de estos. Así suce-

orden, el agente conserva su deseo inspirado en dió con la confiscación de los bienes del clero en

una motivación de primer orden, y así se plantea octubre de'1,789-38

un potencial conflicto. Sin embargo, el homenaje que el vicio le rinde a

En la hipocresía, se trata de engañar a los otros la virtud puede también adoptar la forma de la ma-

sobre las verdaderas motivaciones que uno abriga' la fe o del autoengaño. Según Jean Dornat, ntoda la

La acción ante los dicasterios atenienses ofrece nu- deferencia que el corazón tiene por el espíritu ra-

merosos ejemplos de ello. Así, los acusadores que dica en que, si no actúa por razón, al menos hace

temían ser acusados ellos mismos de sicofantes se creer que actúa por razóno.39 Laautoestima pue-

preocupaban por mostrarse motivados por la ven- de ser un móvil tan importante corno la estima de

g^nz^,y no por su beneficio material.3T En los de- los otros. De hecho, el propio acto de renunciar al

bates públicos, tocla propuesta interesada debe público exterior suele ser aplaudido por el público

presentarse como relevante para el interés públi- interior, y puede llevarse a cabo en función de esos
co. Los grandes partidos políticos, que están inte- aplausos, más que por sí mismo. Como dice La
resados en contar con un sistema electoral mayori- Rochefoucauld, "sl orgullo se resarce siempre y

tario, lo defienden en general en nombre de la efi- no pierde nada ni siquiera cuando renuncia a la
cacia;los partidos pequeños, interesados en un sis- vanidad,.40 Uua donación caritativa, aun hecha

tema proporcional, lo justifican, las más de las ve- en secreto, puede ser compensada por el refuerzo

ces, en nombre de la democracia. Cuando hay una de amor propio que produce. En este aspecto, la
jerarquía interna en la razón' como cuando la uti- sospecha de Montaigne no es todo lo radical que

lidad social está subordinada a los derechos de debería.

propiedad, las propuestas motivadas por aquella 38 Véase, por ejemplo, AP, 9, págs. 639 y sigs. y 649 y sigs.
3e Dornat (1.992), pág. 6ll.
37 a0 La Rochefoucauld (1982),rnáxirna 33.
Hansen (1'991), Pág. 195.

44 45
A menudo nos esforzarlos' empero, por iustifi- quiere decidir lo que es justo; la cólera quiere que

car mediante la ruzón las acciones interesadas' en parezcajusto lo que ha decidido,.aa En 1945, los

vez de sacrificarlas por ella. Aunque mi interés me franceses, como los belgas, los noruegos,los dane-
ses, los húngaros o los holandeses, estaban desga-
aconseje no donar nadaa las buenas obras, quiero
conservar la imagen de mí mismo como la de una rrados entre dos móviles: el deseo apasionado de

persona que no es movida tan sólo por su interés. venganza y el deseo de respetar los principios del

Puedo satisfacer ambas exigencias si adopto un derecho, sobre todo el de no retroactividad de las

principio de caridad que sea apropiado a las cir- leyes. En muchos casos, de hecho, los actos que se

cunstancias. Si otros donan mucho, yo me absten-


quería castigar no estaban prohibidos por las leyes

go diciéndome que una contribución de mi parte que se hallaban vigentes en el rnomento en que se

produciría escaso bien adicional.4l Si otros donan los había cometido.

poco, yo vuelvo a abstenerme diciéndome que la Los húngaros, los daneses y los holandeses se

equidad sólo exige que sea generoso si los demás inclinaron decididamente por la retroactividad.
tarnbién lo son.42 Tanto en un caso como en el En Francia, Bélgica y Noruega, leyes que eran re-

otro, me quedo con el oro y con el moro' De ma- troactivas fueron presentadas como si no lo fue-

nera similar, como dice La Rochefoucauld, "el re- ran. En el caso francés se dijo que, en vista de que

chazo de las alabanzas es un deseo de ser alabado


los actos calificados de indignidad nacional eran

dos veceso.43
de orden político, y no criminal, no había viola-

Las pasiones, asimismo, buscan con frecuencia ción del principio que reza: "Ningún delito sin
el aval de la razón Como afirma Séneca, ,,la tazón ley". No se trataba más que de un juego de pala-
bras, porque la degradación nacional que se aplicó
como castigo por esos actos constituía una viola-
ar Margolis (1982).
a2 Sugden (1984).
ai La Rochefoucauld (1982), máxima 149. 44 Séneca, De la cólera,l, 18.

46 47
ción flagrante de otro principio, de igual impor- dividuales; otras, a la noción de equidad, y orras,
tancia: nNinguna pena sin leyr.45 incluso, a la elección detrás del velo de ignorancia.

Una pasión puede también buscar el aval de Para un mismo caso,las implicaciones de la acción

otra situada en un lugar rnás alto de la jerarquía. pueden ser muy diversas, como acabamos de verlo

Como señala Plutarco, los hombres, con frecuen- en lo referido a la caridad.

cia, presentan la emoción inconfesable de la envi- En segundo lugar, toda decisión política de
dia bajo el disfraz de la ira o del odio.a6 El anrise- cierta importancia está imbricada en cuestiones de

mitismo, por ejemplo, suele tener origen en una causalidad social respecto de las cuales pueden

envidia transmutada en indignación autosatisfe- defenderse, con algún grado de verosimilitud, po-

cha. En otro registro, la iconoclasia de los hugono- siciones muy distintas. Ya se trate de los efectos del

tes estaba a menudo motivada por un espíritu de salario mínimo, del subsidio a los desocupados o

odio y de venganza, más que por el amor a Dios. de la tasa de imposición, siempre habrá profesores

Si bien tienen un campo de actuación muy de economía que defiendan ideas completamente

vasto, estos mecanismos también están sometidos opuestas entre sí. Así, un agente tendría que ser

a restricciones importantes. Cierto es que su apli- muy inepto o muy desafortunado para no hallar
cación se ve facilitada por el hecho de que los una combinación de principios normativos y enca-

agentes tienen dos grados de libertad en la armo- denamientos causales que le permitiera presentar

nización de sus motivaciones y sus deseos. En pri- su pasión o su interés particulares bajo una luz im-

mer lugar, hay un gran número de concepciones parcial.

de la imparcialidad: unas apelan a los derechos in- Sin embargo, estos mecanismos están sujetos a
dos restricciones que hacen que su aplicación no
sea tan sencilla. Ante todo, hay una restricción li-
ai Sobre las observaciones de los dos últimos párrafos,
gadaa la coherencia: una vez que el agente adopta
véase Elster (2004 b), pigs. 237 -40.
46 Plutarco, usobre la envidia y el odio".
determinado principio normativo o cierra teoría

48 49
causal, no puede abandonarlos aunque ya no le No obstante, frente a un público, exterior o in-
permitan satisfacer sus deseos. Si he adoptado un terior, que lleva muy lejos la hermenéutica de la
principio de equidad para justificar mis contribu- sospecha, la única manera de convencer consiste,
ciones poco generosas, estoy obligado a persistir a veces, en renunciar a los propios deseos. Pascal
en él si los demás comienzan a hacer mayores do- señala que (nuestro propio interés es también un
naciones, so pena de revelarme a mí mismo como maravilloso instrumento para arrancarnos los ojos
alguien a quien sólo mueve su interés agradablemente. No le está permitido al más ecuá-
-precisa-
mente, la apariencia que quería evitar-. Es más nime de los hombres ser juez en su propia causa.
fácil entrar en una situación por mala fe que salir Sé de quienes, para no caer en ese amor propio,
de ella por el mismo mecanismo. fueron los más injustos del mundo a contracorrien-
Por otro lado, está lo que podemos llamar nres- terr.47 En ocasiones, sólo una actitud contraria al
tricción de imperfección", originada en la necesi- interés puede generar la apariencia del desinterés.
dad de evitar que la coincidencia entre la motiva- Esta deferencia para con la razón reto-
ción profesada y el deseo sea demasiado flagrante.
-para
mar las palabras de Jean Domat- tiene su contra-
A fin de ocultar sus verdaderas motivaciones a uno partida en cierta deferencia hacia la racionalidad.
u otro público, interior o exterior, uno debe con La racionalidad es una norma, por Íazanes que
frecuencia, y ern cierta medida, actuar en contra de competen alalógicay no a una jerarquía social de
sus deseos. Supongamos que quiero hacer creer valores. Si se quiere cumplir un deseo, no se puede
que una propü.rt" de matrimonio está animada no querer también hacerlo con el mínimo costo y
por el amor y no por el afán de lucro. Para soste- evitando los gastos inútiles. Todo posible contra-
ner tal ilusión tengo que evitar que mi elección re- ejemplo equivaldría a especificar el deseo inicial
caiga en una persona cuya única cualidad consista de una manera más rica. Por eso, la racionali dad, a
en poseer una gran fortuna, aun cuando sea esta, y
sólo esta, la que dicte mi preferencia. a7 Pascal (1995), pensamiento 78 (edición Seilier).

50 51
diferencia de la imparcialidad, es un valor trans- suele ser benigno. Se puede hablar no sólo de la
histórico y transcultural. Las tentativas, numero- fuerzacivilizadora de la hipocresía, sino incluso de
sas, de deducir la primera de la segunda están con- lafuerza civilizadora de la rnala fe.Lanorma de la
denadas al fracaso. imparcialidad también puede ser objero, no obs-
La norma de la racionalidad está en el corazón tante, de un uso estratégico cuyo efecto es más am-
de la antropología filosófica, mientras que la nor- biguo.aS Aun en los contextos en que las motiva-
ma de la imparcialidad concierne a la antropolo- ciones interesadas son lícitas, como en las negocia-
gía empírica. En algunas sociedades, la negligencia ciones salariales, las partes recurren a veces a los
o la violación de los valores imparciales no dan lu- principios de equidad o de igualdad. Dado que re-
gar a sanciones sociales. Esto no quiere decir que nunciar a un principio constituye una concesión
esas sociedades no conozcan los comportamientos mayor que renunciar a un interés, e impone, por
altruistas o desinteresados, sino tan sólo que se los consiguiente, una mayor contraconcesión, a las
presenta señala Tocqueville acerca de los partes les interesa presentarse como no movidas
-como
norteamericanos de su tiempo- como el fruto del exclusivamente por su beneficio. Si ese comporta-
interés bien entendido. La capacidad del egoísmo miento se generaliza, el acuerdo puede entonces
previsor de remedar al altruisrno también le per- resultar imposible.a9 La apelación a la razón sub-
mite a este darse una apariencia egoísta. vierte la razón.
Recordemos que la norma de la imparcialidad, De rnanera parecida, pero por un mecanismo
en cuanto norma social, se refiere a la motivación diferente, la apelación a la racionalidad puede
de la acción, más que a la acción misma. Así pues, subvertir la racionalidad. El ideal de la decisión ra-
la norma es capaz, asimismo, de modificar la ac- a8 Sobre este aspecto, véase Elster (1995), con ejerr-rplos
ción, como se deduce de inmediaro de las restric- tomados de los debates constituyentes norteamericano
ciones de coherencia y de imperfección. Desde el (1,787) y frarrcés (1789\.
punto de vista social, el efecto de esas restricciones ae Elster (1989b),capítulo 6.

52 53
cional es actuar conforme a razones suficientes, a
más bajo, el agente podría haber dedicado los

laluz de las cuales se pone de relieve una acción treinta minutos del viaje a actividades que para él
óptima única. En algunos casos, empero, la bús- tienen más valor que la ganancia neta. Por último,

queda de la acción óptirna no vale la pena, y el ac- está el costo de los subproductos del proceso de

tor racional adoptará entonces un proceder distin- decisión.

to ejemplo, seguir la tradición o decidir a Puede observarse la negligencia respecto de los


-por dos primeros costos en la conducta de quienes
cara o cnLlz-. Se puede, en efecto, definir la hiper-
racionalidad como la búsqueda de la acción que veranean en el Rosellón. Son muchos los que van

habría sido óptima si se ignorasen los costos de esa en auto a España para comprar cigarrillos a bajo

misma búsqueda.so precio, como si el combustible y el tiempo no les

Los costos de la decisión se incluyen en tres ca- costaran nada, por no mencionar las colas en los

tegorías. En primer lugar, hay que considerar el restaurantes de las autopistas, donde esperan me-

costo directo, que depende de la inversión en la dia hora para engullir la (mediocre) comida que
adquisición de información. Si vamos de tienda en necesitan luego de tres horas de embotellamiento.

tienda para comprar un producto determinado al Al regresar pueden felicitarse, desde luego, por ha-
precio más bajo posible, hay que tener en cuenta el ber ahorrado, pero a un precio absurdo.5l

costo del taxi o el del pasaje del metro. Tenemos a La negligencia respecto del tercer tipo de costo

continuación el costo de oportunidad, que es el puede traer apaÍejados efectos más importantes,

valor de la rnejor utilización alternativa del tiempo como en el caso de atribución del derecho de guar-

dedicado a la recolección de información. Aun da de los hijos de una pareja a raíz de un divor-
cuando el precio del pasaje del metro sea inferior a cio.52 En la mayoría de los países occidentales, la

la ganancia bruta esperada por la compra al precio


sl flndépendant,Perpiíán,13 de agosto de 2005, pág.2.

50 s2 Ejemplo desarrollado en Elster (1989a), capítulo 3.


Los análisis de Neuratir (1913) son aún los rncjores.

54 55
ley prescribe que, en caso de conflicto entre los iCuáles son, en definitiva, las funciones de la
padres, la atribución debe respetar el ni¡¡s¡6, razóny de la racionalidad en los comportamienros
superior del niño", es decir, que la guarda debe humanos? Son las funciones del preceptor y del
corresponderle al progenitor más apto para pro_ consejero del príncipe, respectivamente. El pre-
mover el bienestar del hijo. Ahora bien, la expe_ ceptor le enseña al príncipe a promover el bien pú-
riencia demuestra ampliamente que la determina_ blico a largo plazo. El consejero le explica cómo
ción jurídico-psicológica de la aptitud relativa de actuar para realizar con la mayor eficacia sus fines,
los padres es un proceso muy penoso y nocivo pa- sean cuales fueren. No le incurnbe al consejero im-
ra el propio niño cuyo interés se busca supuesra_ poner las exigencias de la raz6n, pero, si el precep-
mente proteger. El interés del niño sería mejor tor ha hecho bien su trabajo, el príncipe las hará
respetado, sin duda, mediante la tradicional pre_ suyas.
sunción en favor de la madre, o incluso, por qué
no, mediante un sorteo entre ambos progenitores.
Las sociedades occidentales modernas están
impregnadas de hiperracionalidad. En ese senrido,
y sólo en ese sen¡ido, puede hablarse de la racio_
nalidad, o, mejor, de su abuso, como un fenómeno
específicamente occidental o modemo. Se ha ha_
blado, a esre respecto, del efecto iatrogénico de la
búsqueda de soluciones óptimas.53 En cierta me_
dida, puede decirse que .,quien quiere lo más, hace
lo menoso.

53 'Síiener
(1998).

56 57
Referencias biblio gr áficas

AP : Archiues Parlementaires de 1787 A 1860, prinera


serie (1.787 a L799), París, 1875-1888.

Blais, André (2000) To Vote or No/ to Vote: The Merits


and Limits of Rational Cboice Theory, Pittsburgh:
University of Pittsburgh Press.
Clrauvy, Gérard (2003) Les Acquittés deVichy: nonJieux
et acquittements pour faits de résistance dans les pro-
cés de la Libération, París: Perrin.
Costa, Dora L. y Matthew E. Kahn (2007) oDeserters,
social norms, and migratisn",The lournal of Law and
Economics, 50, págs. 323-53.
Damasio, Antonio (2000) L'Erreur de Descartes: la raison
des émotions, París: Odile Jacob lBl error de Des-
caftes: la emoción, la razón y el cerebro humano,Bar-
celona: Crítica, 20061.
Donrat, Jean (1,992) "Pensées", en Jean Lafond (ed.),
Mora I i st e s du XVII" sié cl e, P ar ís: Robert Laffont.
Elster, Jon (1975) Leibniz et la forntation de I'esprit ca-
pit aliste, París : Aubier-Montaigne.

(1989a) Solontonic Judgements: Studies in the Limita-

59
tion of Rationality, Canrbridge (Inglaterra) y Nueva va York: Cambridge University Press ÍRendición de

York: Cambridge University Press fluicios salontótti- cuentas: la iusticia transicional en perspectiua bistó-
cos: las limitaciones de la racionalidad como principio rica, Buenos Aires: Katz, 20061'
de decisión, Barcelona: Gedisa, 1991). (2006a) "Altruistic behavior and altruistic motivations",
(1989b) The Cement of Society: A Stwdy of Social Order, en Serge-Christophe Kolm y Jean Mercier Ythier
Cambridge (lnglaterra) y Nueva York: Carnbridge (eds.), Handbook of tbe Economics of Giuing: Al-
University Press [E/ cetnento de la sociedad: las para- truism and Re ciprocity, v ol. 1, Án-rsterdam : Elsevier.
dojas del orden social, Barcelona: Gedisa, 1,9971. (2006b).Redemption for wrongdoing", Jowrnal of
(1990) Psycbologie politique, París: Éditions de Minuit Conflict Resolution, 50, págs. 324-38.
IPsicología política, Barcelona: Gedisa, 199 5]. (2007) Agir contre soi, París: Oclile Jacobs.
(1995) (inédito) oFear, terror, and liberty: a conceptual frame-
"Strategic uses of argument>, en Kenneth Arrow
et al. (eds.), Barriers to tbe Negotiated Resolwtion of work), trabajo preparado para el seminario sobre
Confl ict, Nueva York: Norton. *Terrorism and Civil Liberties", clesarrollado en la
(1.999) Alchemies of the Mind: Rntionality and the Emo- Columbia University en la primaveta de 2006.
tions, Cantbridge (Inglaterra) y Nueva York: Cam- Farrand, Max (ed.) (1'966) The Records of the Federal
bridge University Press fAlquimias de la ntente: la ra- Conuentiott of L787, New Haven: Yale University
cionalidady las emociorzes, Barcelona: Paidós, 2002]. Press.

Q00aa) "Motivations and beliefs in suicide missions,, Fislrer, Nicholas Ralph Edmund (1'992) Hybris: A Study
en Diego Gambetta (ed.), Making Sense of Swicide in tbeValues of Honowr and Shante in Ancient Greece,
Missions, Oxford y Nueva York: Oxford University '!larminster: Aris and PhilliPs.

Press ["Las motivaciones y creencias en las misiones Fleurbaey, Mrrc (1,996) Théories économiques de la
suicidas", en Diego Gambetta (ed.), El sentido de las iustice, París: Economica.
misiones suicidas, México: Fondo de Cultura Econó- Frank, Robert, Thomas Gilovich y Dennis T. Regan
rnica,2009l. (1993) uDoes stuclying economics inhibit coopera-
(2004b) Closing the Books: Transitional Justice in tion?,,, lournal of Economic Perspectiues, 7 (2), pigs.
L{istctrical Perspectiue, Carnbridge (lnglaterra) y Nue- 159-7r.

60 61,
Gilovich, Tl-romas, Dale Griffin y Daniel Kahneman La Roclrefoucauld (1,952) Maxims, traducción de Leo-
(eds.) (2002) Heuristics and Biases: The psycbology of nard Tancock, Londres: Penguin.
Intwitiue ludgment, Cantbridge (higlaterra) y Nueva Loewenstein, George y Jon Elster (eds.) (1992) Choice
York: Canrbridge University press. ouer Time,Nueva York: Russell Sage Foundation.
Hansen, Mogens Herman (199I) The Athenian Demo- Mackie, Gerry (L996) "Ending footbinding and infi-
cracy in the Age of Demosthenes: Strwctwre, principles, bulation: a convention accountD, American Sociolo-
and ldeology, Oxford: Blackwell. gical Reu i ew, 6 1 (6), diciembre, págs. 999- 10 17 .

Hausman, Daniel M. (1990) "Revealed preference, be- Margolis, Howard (1,982) Selfishness, Altruism, and Rn-
lief, and game theory,, Economics and philosopby, tionality: ATheory of Social Choice, Cambridge (In-
16, págs. 99-LL5. glaterra) y Nueva York: Canibridge University Press.
Johansen, Leif (1977) Lectures on Macroeconontic plann- Mele, Alfred R. (2001) Self-DeceptionUnmasked, Prince-
ing, Árnster dam: North-Holland. ton: Princeton University Press.

Johnsen, Jon y JargMarland (1992) *Depot prepararions Miller, Dale T. (1999) "The norn of self-interes¡", Ame-
of disulfiram: experimental and clinical results,, Acta ri can P sy ch ol ogist, 54 (L2), diciembre, págs. 1 05 3 -60.

Psychiatrica Scandinauica, 8 6(5369), noviembre, Montaigne, Michel de (1.991.) The Essays of Michel de
págs.27-30. Montaigne, traducción de M. A. Screech, Londres:
Korsgaard, Christine M. (1996) The Sources of Normati- Allen Lane.
uity, Cambridge (Inglaterra) y Nueva york: Cambrid- Neurath, Otto (1913) "Die Verirrten des Cartesius und
ge Universiry Press fl-as fwentes de la normatiuid¿d,Mé- das Auxiliarmotiv: zur Psychologie des Entschlusses",
xico: Universidad Nacional Autónoma de México, Jahrbuch der Philosophischen Gesellscbaft an der Uni-
20001. uersitcit Wien, Leipzig: Jol-rann Arnbrosius Barth'

La Bruydre, Jean de (1990) Les Caractéres, ou Les Meurs Osiatynski, Viktor (1,997) Alcoholism: Sin or Disease?,

de ce siécle, edición de R. Garapon, parís: Bordas, col. Varsovia: Stefan Batory Foundation.
Parfit, Derek (1984) Reasons and Persons, Nueva York y
"Classiques Garnier" ÍLos caracteres o las costwmbres
de este srglo, Barcelona: Edhasa ,2004]. Oxford: Oxford University Press/Clarendon Press

62 63
lRazones y personas, Madrid: A. Machado Libros, Sugden, Robert (1984) "Reciprocity: the supply of public
20041. goods through voluntary contributions", The Eco-
Pascal, B. (1995) Pensées, traducción de A. J. Krailshei- nomic Journal,94(37 6), diciembre, pígs.772-87 .

mer, Londres: Penguin. Tocqueville, Alexis d,e (1992) De la démocratie en


Proust, Marcel (1988a) A I'ombre des iewnes filles en Amériqwe, en CEwures coruplétes, vol. 2, París:
fleur, en A la recbercbe du temps perdw, vol. 2, parís: Gallirnard, col. "Bibliothéque de la Pléiade" lLa de-
Gallimard, col. "Bibliothéque de la Pléiade" lEn bwsca
mocracia en América, México: Fondo de Cultura
del tiempo perdido, vol. 2, A la sombra de las mucha-
Econón-rica, 19571.
chas en f/or, Buenos Aires: Losada,2007l,
(2004) (Euures complétes, vol. 3, París: Gallimard, col.
(1988b) La Prisonniéte, en Á la recherche dw temps per-
"Bibliothéque de la Pléiade".
du, vol.3, París: Gallin-rard, col.
"Bibliorhéque de la Veyne, Paul (1976) Le Pain et le cirque, París: Seuil.
Pléiade" [En busca del tiem1to perdido, vol. S, La
Watzlawick, Paul (1986) Le Langage du changement:
prisionera, Buenos Aires: Losada, 2005].
éléments de contntwnication thérapeutiqwe, P arís
Rudenfeld, Jed (2001) Freedom andTime: ATheory of
Seuil [E/ lenguaie del cantbio: Txueua técnica de la
Constitutional Self-Gouerntnent, New Haven: yale
comwnicación terapéutica, Barcelona: Herder, 1,99 21.
University Press.
'$liener,
Jonathan B. (1998) "Managing the iatrogenic
Schlicht, Ekkehart (1984) *Die emotive und die kognitive
risks of risk rnanagement)), Risl<: Healtb, Safety and
Gerechtigkeitsauffassun g", ókonomie und Gesell-
Enuironruenl, 9, págs. 39 -82.
sc h aft : \X/o h lfahrt un d G ere c ht igkeit, Z, págs. 1 4 1-S 4.
\Williams, Bernard A. O. (1981)
Sen, A. (1,973) "Behaviour and the concepr of preferen- "Internal and external
reasons>, enMoral Luck: Philosophical Papers, L973-
sso, Economica, 40, págs. 241-59 .

Serck-Hanssen, Jan (1.971) 1980, Cambridge (Inglaterra) y Nueva York: Cam-


"Subsidiering av kapitali ut-
byggingsomrádeneo, Statsskonontisk Tidsskrift, g4, bridge University Press [nRazones internas y exter-

140-61. nasD, en La fortuna moral: ensayos filosóficos, L973-


Stendhal (1980) De I'amour, París: Gallir-n ard fDel amor, 1980, México: Universidad Nacional Autónoma,
Madrid: Alianza, 19681. 1.993, págs. 131,-451.

64
Winter, Sidney G. (1964) "Economic "natural selection" Las lecciones inaugurales
and tlre theory of the firm", Yale Economic Essays,4,
del Collége de France
págs.22S-72.

Desde su fundación en 1530, el Collége de France


tiene por misión principal la de enseñar, no saberes cons-
tituidos, sino "el saber en construccióno: la investigación
científica e intelectual misma. Allí, los cursos son gra-
tuitos y están abiertos a todos, sin inscripción ni entrega
de diplomas.

De conformidad con su divisa ("Docet omnia,, *Ense-


ña todas las cosas"), el Collége de France está organizado
en cincuenta y dos cátedras que abarcan una vasta serie de

disciplinas. Anualmente se dictan, además, una cátedra


europea, una cátedra intemacional, una cátedra de crea-
ción artística ¡ a partir de 2006, una cáredra de innova-
ción tecnológica.
Los profesores son elegidos libremente por sus pares,
en función de la evolución de las ciencias y de los conoci-

mientos. A la llegada de cada nuevo profesor se crea una


cátedra, que puede retomar al menos en parte la herencia
de una anterior, o bien instaurar una llueva enseiranza.

La primera clase de un nuevo profesor es su lección


inaugural.

66 67
Solemnemente pronunciada en presencia de sus cole-
gas y de considerable público, esa lección le brinda al di-

sertante la oportunidad de situar sus trabajos y su ense-


ñanza con respecto a los de sus predecesores y a los desa-
rrollos más recientes de la investigación.
Las lecciones inaugurales no sólo ttazanun cuadro del

estado de nuestros conocimientos y contribuyen así a la


historia de cada disciplina, sino que nos introducen tam-
bién en el taller del estudioso y del investigador. Muchas
de ellas constituyeron, en su árnbito y en su tiempo, acon-
tecimientos destacados e incluso resonantes.
Estas lecciones están dirigidas a un vasto público ilus-

trado, deseoso de comprender mejor las evoluciones de la


ciencia y de la vida intelectual contemporáneas.

68

También podría gustarte