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Las reclamaciones de las mujeres se intensificaron durante el siglo XIX, siendo cada vez
más estructuradas y definiendo o bocetando lo que llegaría a ser la corriente feminista.
La industrialización de las ciudades y la ampliación del sistema educativo abrió nuevas
oportunidades en lo económico pero, con todo, las mujeres seguían siendo ciudadanas
de segunda: el acceso a la universidad para ellas era nulo o muy limitado, sus
condiciones y sueldos eran mucho peores que las de los hombres, estaban excluidas de
determinadas actividades y sectores y no tenían derecho a votar, por lo que las
decisiones políticas y sociales de calado eran tomadas exclusivamente por hombres,
dejándolas fuera y dificultando enormemente cualquier posible cambio.
El nuevo siglo fue el que vio más avances (y más rápidos) en la situación de las mujeres.
Nueva Zelanda había reconocido el derecho al voto femenino en 1893 y muchos otros
países de todo el mundo fueron reconociéndolo durante las siguientes décadas
Los cambios políticos, económicos y sociales que vinieron unidos a lo que los
historiadores han denominado “Segunda Revolución Industrial”, iniciada en la
década de 1870, provocaron una clara aceleración del movimiento feminista en el
último tercio del siglo XIX.
En Gran Bretaña, por ejemplo, a principios del siglo XX el 70.8% de las mujeres
solteras, entre 20 y 45 años, tenían un trabajo remunerado.
Los principales objetivos del movimiento feminista siguieron siendo los mismos:
el derecho de voto, la mejora de la educación, la capacitación profesional y la
apertura de nuevos horizontes laborales, la equiparación de sexos en la familia
como medio de evitar la subordinación de la mujer y la doble moral sexual.
“El sufragismo aparece como una forma de encuadramiento de mujeres de todas
las clases sociales, a pesar de sus distintas ideologías y objetivos, pero
coincidentes en reclamar el derecho a la participación política, uno de cuyos
requisitos es el voto, para reformar la legislación y la costumbre y, en
consecuencia, la sociedad (...)
Una evolución diferente presentó el mosaico de países del este procedentes de los
Imperios centrales: austro-húngaro y alemán, turco y ruso. El desmoronamiento
de los primeros tras la Primera Guerra Mundial (Alemania, Austria,
Checoslovaquia, Polonia) trajo reformas muy progresistas, el voto femenino entre
ellas, sin existencia previa del sufragismo (...)
Por último, en los países occidentales cabría diferenciar entre los protestantes
(Inglaterra, Holanda...): más modernos y evolucionados, y más prósperos
económicamente, y los católicos (Italia, España, Portugal...) : atrasados,
tradicionales y conservadores (...) En los países protestantes hubo un movimiento
sufragista fuerte, y sólo gracias a su lucha se consiguieron las reformas y el voto.
En los católicos apenas se dio el movimiento sufragista y sólo tras mucha batalla
femenina y muy tarde, caso de Italia, o por el reformismo de sus gobernantes,
caso de España, se obtuvieron estas conquistas".
Finlandia 1906
Noruega 1913
Dinamarca 1915
Bélgica 1919
Suecia 1921
España 1931
Grecia 1952
Suiza 1974
ACTIVIDADES
1. En un mapamundi mudo: marca con diferentes colores los países donde se aprobó el
voto femenino antes de 1900, los que lo hicieron antes de la Primera Guerra Mundial, los
que lo hicieron durante la Primera Guerra Mundial, los que lo aprobaron en el período
de entreguerras, y, por último, aquellos que otorgaron el sufragio femenino tras la
Segunda Guerra Mundial.
2. Analiza el texto de Gloria Ángeles Franco. Con respecto al sufragismo ¿qué grupos de
países distingue? ¿Qué características tiene cada uno de ellos?
3. Los principales objetivos del movimiento feminista cuales fueron a finales del
XIX? ¿Qué es la doble moral sexual? Pon un ejemplo.