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I. INTRODUCCIÓN
El uso del derecho penal internacional (DPI) para enmarcar las denuncias de viola-
ciones manifiestas a los derechos humanos y otras situaciones derivadas del abuso
de poder en Venezuela es extendido y se torna problemático. (El uso extendido se
nota, a manera de ejemplo, en el trabajo de la Organización de Estados Americanos
o los diversos actores políticos.) Por un lado, es un poderoso recurso retórico que
emociona y parece dar renovado vigor a las voces que claman justicia; por otro lado,
es un recurso con pocos dientes, (algo) escandaloso, y con base y futuro inciertos o
tenues (por ponerlo de manera suave).
El punto que resalto es simple: si se busca activar la CPI, se debería saber cómo
puede ser útil en el proceso de procuración de justicia en Venezuela. La intervención
de la CPI no debe ser vista como un fin en sí mismo; además es un instrumento par-
ticularmente selectivo y burdo.
MICHAEL REED-HURTADO
REFLEXIONES TENTATIVAS (O MARGINALES)
SOBRE LA IDEALIZACIÓN DEL DERECHO PENAL INTERNACIONAL
EN EL CONTEXTO VENEZOLANO
Las referencias al DPI y a la CPI se han vuelto comunes en el trabajo de diversos sec-
tores venezolanos, incluyendo partidos políticos y organizaciones sociales. En parte
por la cultura legalista, cierto desencanto con lo que los órganos de derechos hu-
manos pueden hacer y el reconocimiento de que la justicia penal está cooptada por
el Estado partido venezolano, se ha puesto en marcha una admiración desmedida a
las promesas de la CPI. Este embeleso ignora las limitaciones funcionales de este
sistema y parece desconocer su operación práctica, incluyendo los pocos avances
registrados en relación con otras jurisdicciones, como en relación con Uganda (con
dos casos abiertos, un juicio en curso y solo un detenido, desde que se inició en julio
de 2004 esa investigación).
La predilección por las figuras del DPI en relación con el encuadramiento de las
conductas cometidas en Venezuela se derivó, en parte, por la presión de actores
internacionales, incluyendo a la Organización de Estados Americanos (OEA) y a un
grupo de Estados que ha promovido la acción de la Fiscalía de la CPI en relación con
conductas penales que implicarían la responsabilidad de funcionarios del régimen de
Maduro. No hay duda de que las organizaciones sociales han insistido en este marco,
pero su apogeo en el contexto venezolano está más ligado al uso instrumental que
elementos gubernamentales han prohijado.
La promoción del DPI por parte de los Estados acarrea riesgos evidentes, entre
otros, la instrumentalización del sistema del Estatuto de Roma para aumentar la
presión política orientada a forzar un cambio en Venezuela politiza el DPI y su apli-
cación. Además, promueve un uso relativista e incoherente de las normas del DPI
para condenar conductas cuando implican la responsabilidad de agentes de otros
países (enemigos), pero no de los agentes propios. Esta distorsión es particular-
mente evidente en relación con el Estado colombiano que busca evadir la acción de
la CPI en su territorio, pero la auspicia en contra de su enemigo político (el régimen
de Nicolás Maduro).
MICHAEL REED-HURTADO
REFLEXIONES TENTATIVAS (O MARGINALES)
SOBRE LA IDEALIZACIÓN DEL DERECHO PENAL INTERNACIONAL
EN EL CONTEXTO VENEZOLANO
La amplia acogida del marco del DPI en Venezuela tiene múltiples efectos: algunos
positivos, como, por ejemplo, la toma de conciencia de que se han cometido
crímenes atroces bajo el manto de la ley en Venezuela; y otros negativos, como, por
ejemplo, el efecto hiperbólico que ha tenido sobre el lenguaje que se usa para descri-
bir la situación en el país, o cualquier situación que implica un abuso.
Se trata de conductas graves que requieren justicia, pero que no son crímenes
de lesa humanidad o no son los crímenes de lesa humanidad sobre los cuales ha dec-
idido enfocarse la Fiscalía. Estas tendrán que ser juzgadas, eventualmente, en sede
nacional. Ante la perpetración masiva de conductas, la respuesta al cúmulo de casos
no provendrá de un organismo internacional que aplica esta rama del derecho inter-
nacional público. Como en todas las otras realidades, la investigación y juzgamiento
de esos casos recae sobre las autoridades nacionales.
MICHAEL REED-HURTADO
REFLEXIONES TENTATIVAS (O MARGINALES)
SOBRE LA IDEALIZACIÓN DEL DERECHO PENAL INTERNACIONAL
EN EL CONTEXTO VENEZOLANO
MICHAEL REED-HURTADO
REFLEXIONES TENTATIVAS (O MARGINALES)
SOBRE LA IDEALIZACIÓN DEL DERECHO PENAL INTERNACIONAL
EN EL CONTEXTO VENEZOLANO
Todo parece urgente y final, pero la realidad es que el examen preliminar que
ha realizado la Fiscalía de la CPI ha sido inefectivo. Bensouda anunció la apertura del
examen preliminar en febrero de 2018 en relación con conductas acaecidas en el
contexto de los disturbios y las protestas de abril de 2017; dio a conocer sus
hallazgos sobre la competencia material en el marco de sus informes anuales de ac-
tividades (de 2018 en adelante), y decidió comunicar (el 15 de junio de 2021) sus
hallazgos en un momento poco oportuno para la acción, a pocos días de su salida,
cuando su sucesor ya había sido nombrado. Todo esto aconteció sin repercusión: la
fiscal saliente emitió una opinión sin consecuencia.
De abrirse una investigación en relación con Venezuela, esta será acotada y sus
tiempos serán pausados, como lo suelen ser los tiempos en los procesos penales
complejos. Este paso en la ruta procesal no necesariamente conduce a una acu-
sación ni (mucho menos) a una condena, como lo demuestra, por ejemplo, el laberin-
to procesal del caso de Jean Pierre Bemba. Además de los condicionamientos
propios de un proceso penal, este puede tener condicionamientos políticos y mucha
distracción (como la ha tenido todo el examen preliminar de la situación venezola-
na).
MICHAEL REED-HURTADO
MICHAEL REED-HURTADO
@mreedhurtado