Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
¿Qué es la Culpabilidad?
La palabra culpabilidad proviene del griego «hupodikos», y significa uno que está bajo
juicio y sufriendo consecuencias o castigos por sus malas acciones. Es un sentir de
estar en mala relación con Dios. Cuando se viola la conciencia, se produce culpabilidad, y la
culpabilidad produce ansiedad. Todo esto está asociado con el temor a ser castigado
por las malas acciones.
1. Se Castiga a Sí Misma.
Cuando este tipo de persona comete una falta, primero espera sufrir lo suficiente para
después pedir perdón. Hay personas que dicen: «tengo que sufrir esto porque me lo
merezco». Cuando se obra así, se está insultando y negando el sacrificio de Jesús en la cruz
del Calvario. No tenemos que sufrir más para ser perdonados o aceptados.
2. Se Siente Indigna.
Las drogas
El alcohol
Las aventuras sexuales
El materialismo
El exceso de trabajo
El ejercicio obsesivo
La comida
Las compras
Trata de llenar con lo que sea el vacío que hay en su alma. Este tipo de persona trata de
distraerse en algo que no le recuerde su culpa. Abandonarse a comportamientos
compulsivos es como decir: «Dios, yo quiero darte gracias por la muerte de Cristo, pero no
fue suficiente». Siempre está tratando de hacer esfuerzos humanos para alcanzar el
perdón de sí mismo.
Muchos piensan que mientras más pobres son, más Dios les ama. Llegan a pensar que no
son merecedores de nada y se privan de cosas. Generalmente, dicen frases tales como:
«yo no me merezco eso, porque soy muy malo». A este tipo de persona, se le hace difícil
recibir cosas de otros.
A. Por creer en el perdón basado en las obras. El perdón de Dios no está basado en lo
que hagamos, sino en la obra redentora de Jesucristo en la cruz del Calvario. Recibimos
ese perdón por su gracia.
D. Por esperar repetir el pecado. Sabemos que Dios puede perdonarnos, pero la razón
por la que muchos no se perdonan a sí mismos es porque creen que van a volver a repetir el
mismo pecado. Cristo no murió solamente por los pecados de ayer y de hoy, sino también,
por los pecados del mañana.
A una persona que se siente culpable, se le hace difícil tener una relación intensa con Dios y
con los demás. ¿Habrá algún pecado que hayamos cometido que Dios no pueda perdonar?
La blasfemia contra el Espíritu Santo es el único pecado que Dios no perdona. Todos los
demás, la sangre de Cristo los perdona y los limpia.
Veamos algunos ejemplos bíblicos de personas que pecaron y Dios las perdonó: Pedro,
cuando negó a Jesús, y Pablo, que en un principio fue perseguidor de la iglesia (Hebreos
4.15-16, 1 Juan 3.18-21).
A. Confiese la Escritura.
Romanos 8.32-37.
B. Camine en el Espíritu.
«Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no
andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu». Romanos 8.1
«Si vivimos por el Espíritu, andemos también por el Espíritu». Gálatas 5.25
La conclusión a todo esto es que, si ha nacido de nuevo, tiene que apropiarse de la obra
redentora de Jesucristo. Primero, recibiendo el perdón de Dios en su vida, y segundo,
perdonándose a usted mismo. Recuerde que todo esto hay que aceptarlo por fe.
Después de que somos libres, debemos llenar los vacíos que quedan en nuestro
corazón.
Todo cristiano tiene que desarrollar una actitud de perdón permanente y genuina en
su corazón (Mateo 18.21-22).
Porque la herida puede hacerse mayor. Una ofensa nos lleva a un resentimiento, a una
falta de perdón, a una raíz de amargura y finalmente, al odio.
3. Arrepentirse.
La palabra del Señor habla que el temor a Jehová es aborrecer el mal (Proverbios 8.13).
Cuando usted empieza a amar y a temer a Dios, simultáneamente, usted comienza a
odiar el mal.
En las iglesias de hoy, hay muchos creyentes que no sienten el suficiente odio por el mal.
Cuando se teme a Dios, no se puede soportar el mal ni la hipocresía. La palabra de Dios no
habla de estar en desacuerdo o de tener remordimientos por lo que se ha hecho, sino de
aborrecer con todo el corazón el pecado. A muchas personas les gusta el vicio y el pecado, y
lo siguen practicando; y esto es debido a que no han llegado a aborrecerlo suficientemente
como para permitirle a Dios que las haga libres.
Una de las características de nosotros los cristianos es que muy rara vez pedimos perdón.
No espere que la otra persona tome la iniciativa para pedir perdón.
«¿Quién soy?» «¿Qué veo cuando me miro al espejo?» Como el hombre piensa de sí mismo
en su corazón, así es. Meditemos en estos versos bíblicos: «somos hechura suya»; «Dios me
formó con un propósito».
Recuerde que esto es pan para los hijos que viven bajo la bendición del pacto de Dios.
¡Amén!