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Pujante David Manual de Retorica
Pujante David Manual de Retorica
Manual
^ .de
retorica'
F.1 Manual tk· Retorn a ck· David Pujante es el más ambicioso pro
yecto de sistematización retórica qué se ha realizado en los últimos
años dentro del ámbito académico hispano, por el carácter abar-
cador de la totalidad de la problemática de la retórica, tanto histó
rica como actual, en sus más variadas ramificaciones
El Manual comienza (I Nuestra sociedad ante la retorica) enmar
cando la antigua ciencia de la persuasión oratoria en el pensamiento
y la sociedad actuales. El capítulo II Retorica e historia aborda la
historia retórica procurando la prefiguración de una posible y toda
vía inexistente historia comparada de la retórica occidental con otras
culturas que hayan mostrado manifestaciones similares v hac iendo
una breve historia de la retórica en Occidente El capítulo III El
corpus retórico es el más extenso y trata la tota
lidad del mecanismo retórico así como todas las
cuestiones referentes a la teoría oratoria elabo
rada por la rhetorica recepta. El capítulo l\ La
actualidad retórica replantea los tradicionales
problemas retóricos a la luz de la interpretación
moderna y muestra las nuevas aportaciones y
los conflictos que se han desencadenado con la
reciente recuperación de la vieja ciencia del dis
Los manuales de curso.
despliegan de manera
sucinta, rigurosa y
amena el caudal de
conocim ientos más
frecuentados por una
lis profesor de Teoría de la Literatura y
persona culta, de manera
Literatura Comparada en la l diversidad
que perm iten recordar, de Valladolid l'ntre sus libros, cabe des
asentar, m antener y tacar De lo literario a lo poético en Juan
desarrollar los con o ci Ramón Jiménez (1988), Mimesis v siglo
mientos obtenidos o que w ( 1992). I I hijo de la persuasion Quin
se hallan en nuestro tiliano y el estatuto re
horizonte cultural. torico (1996 y 1999),
Por su organización y Γη vino generoso (So David
estructura, además, bre el nacimiento de la Pujante
son apropiados para estética nietzseheana
1871-1873) Π997) y Belleza mojada. La
consultas parciales,
esentura poética de Francisco Brines
puntuales y rápidas; (próxima public ación) lia realizado tam
aunque también se han bién traducciones tie Pessoa. von Platen
redactado com o y de algunos poetas alemanes contempo
posibles lecturas más raneos El último de sus libros de creación
demoradas y com pro poética es La isla (Pre-Textos, 2002).
metidas. Cada uno
ha sido elaborado por
reconocid os especialistas,
que se han esforzado,
sin incurrir en excesos
eruditos, por presentar
un panorama actual,
contextualizado y rigu
roso, que pueda
satisfacer la curiosidad
del profano y la nece
sidad de contar con
un vadem ecum
del profesional.
David Pujante
Manual
de
retórica
Manual de retórica
CA STA LIA
DIRIGIDA POR
PABLO JAURALDE
P R IM E R O S TÍTULOS D E L A COLECCIÓN
!. David Pujante
MANUAL DE RETÓ RICA
2. P ed ro R u iz P érez
M A N U A L DE ESTUDIOS
LITERARIOS DE
LOS SIGLOS DE ORO
© David Pujante, 2003
I.S.B.N.: 84-9740-086-0
Depósito legal: M. 42.622-2003
Bibliografía............................................................... 397
del que se sienten necesitadas las más importantes estructuras del entra
mado comunicativo de la economía y la política mundiales. No estamos
ante un fenómeno nuevo, sino ante un fenómeno con una gran capacidad
de mutación, una mutación que propician, hoy más, ciertos vientos del
pensamiento (como el relativismo) y de la política (como la democracia).
Pero siempre ha estado ahí la retórica, con sus apariencias de
otros tiempos, como —permítaseme este ejemplo reflexivo— en la bi
blioteca de El Escorial donde, aunque nadie se percatara, ha seguido,
silenciosamente y sin ser atendida, enseñoreándose, pese a todo, de uno
de los tramos de frescos que allí representan los distintos saberes de la
humanidad. En la biblioteca del monasterio herreriano, en un elocuente
silencio, la retórica siempre ha tenido el lugar que le corresponde entre
la aritmética, la geometría, la música y otros saberes humanos, a la
espera de que los estudiosos, los amantes del buen decir apropiado y
persuasivo —hoy llamados estudiosos de la comunicación: de la infor
mación, de la propaganda, de la publicidad— , volvieran a mirar al lugar
donde se alza su imagen.
Allí, en los frescos de El Escorial, aparece como fantasma de otra
época, ¿pero reconocible por nosotros, por alguno de sus rasgos perma
nentes? Allí está como el Hércules gálico que describió Luciano hace
muchos siglos, y cuya descripción de la pintura antigua nos vale para la
escuri álense:
A Heracles los celtas lo llaman Ograio Ese Heracles viejo
arrastra una enorme masa de hombres, atados todos de las orejas.
Sus lazos son finas cadenas de oro y ámbar, artísticas, semejantes
a los más bellos collares. Y , pese a ir conducidos por elementos
tan débiles, no intentan ía huida —que lograrían fácilmente -, ni
siquiera resisten o hacen fuerza con los pies sino que prosi
guen serenos y contentos, vitoreando a su guía Pero lo que
me resultó más extraño de todo no vacilaré en relatarlo: no te
niendo el pintor punto al que ligar los extremos de las cadenas,
pues en la diestra llevaba ya la maza y en la izquierda tenía el arco,
perforó la punta de la lengua del dios y representó a todos arras
trados desde ella, ya que se vuelve sonriendo a sus prisioneros. '
15
16
¡
do los corazones, ios desprende, y separa de sus delincuentes
afectos.4
'7
S '4 Stanley FISH , Práctica sin teoría: retórica y cambio en la vida institucional, Bar-
; ceiona, Destino, 1992, pág. 271. Cf. William K . C. G U T H R IE , The So
phists, Cambridge, 1971, pág. 193. W. K. C. G U T H R IE , Historia de ία
filosofía griega, 111, Madrid, Gredos, 1988, págs. 57 ss.
?·' 15 Cf. Friedrich N IE T Z S C H E , E l nacimiento de la tragedia, Madrid, Alianza Edi
torial, 1973, pág. 109. David P U JA N T E , Un vino generoso. (Sobre el naci
miento de la estética nietzscbeana; 1871-1873), Murcia, Universidad de Mur-
ϊί cia, 1997, págs· 131 ss.
David Pujante / Manual de retórica
26
4
de la literatura: las consecuencias que tiene en el ámbito de las artes en
general la manera en que una sociedad valora la retórica y al hombre
retórico. Es fascinante comprender el entrelazamiento de las distintas
actitudes sociales que se han dado respecto a la retórica con todos los
problemas de la cultura de Occidente.
La estrecha unión del pensamiento filosófico de origen griego con
el cristianismo a favor del esencialismo (la prioridad de la sustancia o la
idea frente a la categoría de relación) ha tenido no pocas consecuencias
en todos los terrenos, y también las ha tenido, definitivas, en el terreno
de las artes y la literatura de Occidente. Estas consecuencias de enten
dimiento de las artes y la literatura se pueden condensar eficazmente en
la metáfora del color (color lingüístico, dinamismo semántico, salida y
entrada permanente, inasibilidad, inestabilidad de lo significado, agua
en cesto, en suma: metáfora. Frente a esta experiencia de un lenguaje
que se escapa por todas partes, el enseñoreamiento intelectual del con
cepto).
Mientras que toda construcción o entramado artístico se puede
considerar bajo la égida de lo metafórico, en realidad la teoría artística
occidental ha intentado, desde el propio Platón, o desde su maestro
Sócrates, conceptualizar el arte. En el discurso literario podemos
enfrentar los términos metáfora y concepto, siendo la metáfora la clave
de la riqueza cambiante, de la ambigüedad expresiva de lo literario, y
el concepto la base del discurso esencialista, hierático, férreo, invaria
ble, defínítorío y pretendidamente definitivo de la filosofía y de las
ciencias. El equivalente en pintura de lo metafórico literario será el
color.lS ¿Por qué metáfora y color se han hecho siempre sospechosos
en la tradición occidental? Atendamos, mientras pensamos la respues
ta, a estas palabras de Ortega y Gasset:
L a razón no es capaz de m anejar las cualidades. U n color no puede
ser pensado, no puede ser definido. T ie n e que ser visto, y si que
rem os hablar de él tenem os que aten em os a él. D ic h o de otra
m anera: el color es irracional. ít}
28
1
lenguaje: uno conceptual y otro metafórico. Lo apolíneo, la salvación en
la apariencia, representa la ingenua aceptación de verdades conceptua
les fraguadas, por el consenso del hombre, en los inicios de la sociedad.
El lenguaje díonisíaco nos permite, por el contrario, expresar lo que el
vivir es: un constante cambio de manifestaciones, de deslumbres, de
fuegos de artificio aparencial, lo único asequible a nuestros ojos incapa
ces de penetrar lo que hay más allá.33
En consecuencia, como decía antes, el pensamiento occidental ha
puesto en cuarentena el lenguaje metafórico y ha temido al color, a su
carnalidad. Si durante mucho tiempo ha pervivido el tópico horaciano
ut pictura poesis, no se ha sacado de él sino el aspecto estructuralista,
conceptualizante. Cuando se dice que la poesía es como la pintura en
realidad nos estamos refiriendo por enésima vez a los cinco primeros
versos del Arte poética de Horacio:
Si a una cabeza humana quisiera un pintor juntar
Un cuello equino, y variadas plumas añadir a miembros
De otros distintos animales, siendo así que de manera torpe
un busto de mujer acabara en pez disforme,
Admitidos a observar el espectáculo, ¿contendríais la risa,
amigos?
historia
Historia comparada
de la
retórica
34
15
37
' Ibidem, pág. 2. Cf. también para ia transformación, de las formas de comuni-
y cación Gérard G E N E T T E , L ’Œuvre de Part, I, París, Seuil, 1994.
0 Jam es J. M U R P H Y , «Orígenes y primer desarrollo de la retórica», en: J. J.
M U R P H Y (ed.), Sinopsis histórica de la retórica clásica, Madrid, Gredos,
1988, pág. 9. Cf. también Alfonso R E Y E S , La- Crítica en la Edad Ateniense,
;í La Antigua Retórica, en: A. R E Y E S , Obras Completas, X I I I , México,
Fondo de Cultura Económica, 1961; Bice M O R T A R A G A R A V E L L I,
Manual de retórica, Madrid, Cátedra, 1988; Jesús G O N Z Á L E Z BE D O
YA, Tratado histórico de retórica filosófica, I, Madrid, Nájera, 1990; Jo sé
« Antonio H E R N Á N D E Z G U E R R E R O y M a del Carmen G A R C ÍA
T E JE R A , Historia breve de la retórica, Madrid, Síntesis, 1994.
7 Cf. Antonio LÓ PE Z E IR E , «Sobre los orígenes de la oratoria (I)», Minerva,
g i (1987), 16,
David Pujante / Manual de retórica
38
s José SO LAN A DUESO (ed.), Los sofistas. Testimonias y fragmentos, cit., pág.
Ií 7-
9 C. M, BO W RA, La Atenas de Pericles, Madrid, Alianza Editorial, 1974, pág.
185,
II. R etórica e historia
39
tas, según el uso que hicieron de! logos (lo que se comunica de palabra:
el pensamiento y su expresión):
'* Cf. G. B. K E R F E R D , «The First Greek Sophists», Classical Review, 64 (ι% ο),
3 8-10.
James M. M U R P H Y , «Orígenes y primer desarrollo de la retórica», en: James
M. M U R P H Y (ed.), Sinopsis histórica de la retórica clasica, cit., pág. 17.
II. Retórica e historia
42
dioses: Sobre los dioses no puedo saber ni que existen ni que no existen, senten
cia que recoge Diogenes Laercio (Vidas de filósofos IX 51).
Puesto que el hombre se mueve siempre en el terreno de la
opinión, la manera de avanzar está siempre en el debate entre los
modos enfrentados de ver las cosas. Para que taies debates sean serios,
profundos y útiles se hace necesario una profunda comprensión de la
naturaleza de la controversia. Pero por este camino puede uno llegar
a deslizarse en la consecución de que cualquier punto de vista que nos
interese aparezca como el mejor. Llegar a hacer, por la habilidad
oratoria, que la causa peor aparezca como la mejor, unido al ensober-
becimiento que propicia estar de moda en un momento determinado
y ser agasajados por ia sociedad, son los elementos que configuran la
peor imagen de los sofistas retóricos. Esta imagen es la que ofrece en
su comedia Las nubes Aristófanes, una comedia contra la nueva moda
de enseñanza y que se muestra nostálgica de la enseñanza antigua que
formó a los héroes de Maratón.
E s t r e p s í a d e s .—Dicen
que enseñan dos clases de discursos: uno,
justo (mejor), cualquiera que sea, y otro, injusto (peor); con el
segundo de éstos afirman que pueden ganar hasta las causas más
inicuas.lt'
44
46
■I 25 Cf. Werner JA E G E R , Paideia: tos ideales de la cultura gi-ieqa, cit., pág. 285.
s 34 ISÓCRATES, Contra los sofistas, en: ISÓCRATES, Discursos, I, cit., págs. 158-
159.
'' Ibidem, pág. 159.
•Á ** Jam es M. M U R P H Y , «Orígenes y primer desarrollo de la retórica», en: J . M.
M U R P H Y (ed.), Sinopsis histórica de la retórica clásica, cit., pág. 24.
IL Retórica e historia
48
50
Ninguna otra obra realizada durante los dos siglos que median
entre Aristóteles y Cicerón ha llegado a nosotros, aunque sabemos de
la existencia de algunas por referencias que dan tanto Cicerón como
Quintiliano. Es interesante al respecto recordar a Teofrasto (ca. 370™
ca. 285 a. de C.) que posiblemente fue el primero en establecer:
1) Los tres estilos (sublime, medio y simple).
2) El estudio separado de las figuras de dicción y de pensamiento.
3) La reflexión acerca de la actio o pronuntiatio (Diogenes Laer-
cio, Vida de Filósofos, V 48).
54
56
57
5<?
Murphy resume así las novedades hasta finales del siglo iv:
Debemos (...] admitir que durante el período que va desde Quin
tiliano hasta finales del siglo iv apareció muy poca doctrina retó
rica que pudiera calificarse como nueva. El Pseudo-Longino qui
zás sea una excepción, lo d o consistía en una pura repetición y
fragmentación de las viejas ideas. Un cierto número de tratados
retóricos pertenecientes a los siglos m y iv ha llegado hasta no
sotros (Charles Halm, ha reunido en un volumen que tituló Rhe
tores latini minores diversos textos latinos). Uno de estos tratados,
escrito por Victorino, es en realidad un estudio sistemático pro
visto de comentarios de la retórica ciceroniana, más que una obra
original. Como la práctica de escribir comentarios sobre obras
muy conocidas iba a convertirse en una característica de la cultu
ra medieval, Victorino llegó a tener cierta influencia posterior en
II. R etórica e historia
59
60
6ι
62
64
t5 Cf. Elena CASAS (ed.), La retórica en España, Madrid, Editora Nacional, 1980.
Luis A LB U R Q [JERQ U E, E l arte de hablar en público. Seis retóricas famosas
; del siglo x v i (Nebrija, Salinas, G. Matamoros, Suárez, Segura y Guzmán), M a
drid, Visor, 1995.
!í’ Cf. A. M A R T Í, La preceptiva retórica española en el Siglo de Oro, Madrid, Gre
dos, .1972; Luisa LO PE Z G R IG E R A , La retórica en la España del Siglo de
Oro, Salamanca, Universidad de Salamanca, 1994.
'7 Cf. Luis M E R IN O JE R E Z , La pedagogía en la retórica del Brócense, Cáceres,
Institución Cultural Έ1 Brocense’-Universidad de Extremadura, 1992;
Alfonso M A R T ÍN JIM É N E Z , Retórica y Literatura en el siglo xvi. E l Bró
cense, Valladolid, Universidad de Valladolid, 1997.
's Cí. Manuel LO P E Z M U Ñ O Z , Fray Luis de Granada y la Retórica, Almería,
Universidad de Almería, 2000; Alfonso M A R T ÍN JIM E N E Z , «La retó-
? rica clásica al servicio de la predicación: Los seis libros de la Retórica ecle
siástica de Fray Luis de Granada», en; Isabel PA RA ÍSO (coord.), Retóri
cas y Poéticas españolas. Siglos x v i-x ix , V alladolid, U niversidad de
Valladolid, 2000, págs. 11-46.
II, R etórica e historia
” Cf. Marc FUM AR OLÍ, «Les abeilles et íes araignées», en: Anne-Marie LE-
COQ (ed.), La Querelle des Anciens er des Modernes, x v i f -x v n f siècles, Paris,
¿ Gallimard, 2001, págs. 7-220.
David Pujante / Manual de retórica
66
6j
;;; 112 Cf. Gérard G E N E T T E , «La rhétorique des figures», introducción æ Pierre
FO N T A N IE R , I,es figures du discours, París, Flammarion, 1 977, pág· 5.
Cf. Jo sé Antonio H E R N Á N D E Z G U E R R E R O y M 1 Carmen G A R C ÍA
1 T E JE R A , Historia breve de la retórica, cit., págs. 149 ss.; J. A. H E R N Á N -
'■ D E Z G U E R R E R O , «Supuestos epistemológicos de las retóricas y poé
ticas españolas del siglo xtx», Investigaciones semióticas H I, I (1990), págs.
I 537-Í4 4 -
David Pujante / Manual de retórica
68
filosóficas sobre que tales reglas sefundan.64 El libro es una mezcla de retó
rica, estética y poética, y es otro de los muchos ejemplos de la confusión
existente entre las disciplinas.
Aunque la retórica permanezca en las universidades y en las escue
las hasta el siglo xx, el rechazo cultural y social de las preceptivas va en.
aumento, y la retórica acaba considerándose, por todo el mundo, como
sinónimo de artificio, de insinceridad, de vaciedad. Hasta tal agota
miento había conducido la forma, cada vez más estrecha, de entender
la retórica ía civilización de la escritura. Pero, con el paso reciente (hace
unas décadas) ai mundo las telecomunicaciones, se recupera el viejo
mecanismo retórico. Si la comunicación escrita, que había representado
un importante avance (sobre todo con la invención de la imprenta),
había perpetuado la reducción del mecanismo retórico a una sola ope
ración; con la radio, y sobre todo con la televisión, vuelven a tener una
función fundamental en el mensaje comunicativo las cinco partes de la
retórica, propias de la época de la civilización oral, en la que la retórica
había nacido. Lo gestual vuelve a formar parte de los mensajes incluso
en la distancia, y también la memorización vuelve a tener importancia
cuando eí hombre se separa de lo escrito. La nueva retórica se convierte,
pues, en un arte de bien presentar, para el emisor, y en un arte de bien
descifrar, para el receptor del mensaje.6í La civilización mediática es una
civilización de masas y sus mensajes atañen a un público más amplio que
el de la civilización escrita, cuyo público era el que sabía escribir. Hoy
un anuncio de Coca-Cola va dirigido por igual a un público americano
y europeo del llamado primer mundo y a un nómada del desierto afri
cano. El público se considera poder económico y se trata de seducirlo
por todos los medios. El maridaje que vimos entre hermenéutica y re
tórica en la civilización de la escritura, ahora existe entre semiótica y
retórica. La semiótica es el arte de interpretar todos los signos (no sólo
los escritos) y la retórica será eí arte de interpretar la intención de esos
signos. La interpretación ya no es una actividad exclusivamente lingüís
tica, sino también visual, dando cabida al cine y a la fotografía.
r i ^ f T t s i ^ i # ~ *,η
w \*r
Nombre v
definición^
de retórica
J2
73
74
76
tórkoi). Podríamos definir el discurso, pues, como la suma del texto (me-
morizado) del discurso (Td), más la voz y el gesto de la actuación, más un
gradiente de improvisación textual (gr¡), que es la diferencia entre el
texto preparado y el que realmente ofrecemos a la audiencia.
HECHO RETÓRICO
INVENTIO
DISPOSITIO ; TEXTO DEL DISCURSO (T j
ELOCUTIO :
43- DISCURSO (T,¡ + voz +- gesto + gr¡)
MEMORIA
77
75»
80
81
82
S3
84
I i ! b J , i . r, .b i s é ti e r o € p i d i c t ic o
o demostrativo
8$
86
Indoles
Educatio Educatus
Diclplinae
Facta Facta Quid fecerit Quid gesserit
Dicta Eloquentia Quid dixerit
Fortitudo Fortutudo Fortitudo Fortiter
lustitia lustitia iustifia luste
Continenlia Modestia Temperantia Sapienter
C eterae virtutes Prudentia Prudentia Lib eraler
Humaniter
Magnifice
Pie
Grate
Fortuna Fortuna
Diuitiae Diuitiae Pecunia Pecunia
Potentia Potestas Potentia Opes
Gratia Gioriae Honos
Ill, El corpus retórico
87
89
M jam es M. M U R P ÍIY , «El fin del mundo antiguo: la segunda sofística y San
Agustín», en: J. M. M U R P H Y (ed.), Sinopsis histórica de la retórica clásica,
fi cit.,,pág. 246.
s' Cf. FILO ST R A T Ö , Vidas de los sofistas, Madrid, Gredos, 1982, 487, pág. 76.
“ LU C IA N O , Obras I, ext., pág. 107.
I 17 Cf. Elio A R ÍS T ID E S , Discursos I, Madrid, Gredos, 1987.
David Pujante / Manual de retórica
90
■VÜ
?!
1)2
el que aconseja, más que en ningún otro género, porque un consejo gana
sin duda cuando quien lo da es persona digna (Inst. orat. III 8 13). A la
hora de persuadir, Quintiliano considera tres puntos a tener en cuenta:
el objeto de deliberación, las personas que deliberan sobre él y la per
sona del que aconseja (Inst. orat. III 8 15).
Un elemento importante en los discursos de este género son los
ejemplos: los hechos anteriores de la historia, el prestigio alcanzado por
los consejos de ciertas personas, las empresas similares que acometieron
en el pasado pueden ser de gran ayuda en el género suasorio. Ésta es la
razón por la que Quintiliano dedica un lugar destacado a la prosopopeva
al tratar del género suasorio (Inst. orat. III 8 49).
93
94
34 Cf. A R IST Ó T E L E S, Poética, Madrid, Gredos, 1974, págs. 1,45 ss. Cf. Antonio
G A R C ÍA B E R R IO y Teresa H E R N Á N D E Z FE R N Á N D E Z,' La Poéti
ca: Tradición y Modernidad, Madrid, Síntesis, 1988, apartado 3.Î.
31 Bice M O R T A R Á G A R A V E L L I, Manual de retórica, cit., pág. 69.
III. E l corpus retórico
95
... Hl exordio
Aunque sea más habitual hoy refutación, confutación se utiliza en español desde
la retórica renacentista Retórica en lengua castellana de Miguel de S A L I
NAS. Cf. Elena CASAS (ed.), La retórica en España, cit., pág. 142.
David Pujante / Manual de retórica
?6
97
&
{Ejemplo González-Aznar]
En los discursos realizados por el Presidente del Gobierno, Don
Felipe González, y por el líder de la oposición, Don José María
Aznar, en la primera sesión del Debate sobre El Estado de la Na
ción de 8 de febrero de 1995, el «caso» del exordio fue la condena
de un asesinato perpetrado por el grupo terrorista vasco ETA; el
de Gregorio Ordóñez, un. miembro del partido mayoritario de la
oposición (PP), ocurrido días antes. Es éste un exordio expuesto
por el Presidente González, con modestia en el semblante, en la
voz y en el modo de mostrar Ía condena: sin tintes exagerados,
aunque con firmeza. Si bien el tipo de exordio, en un principio,
podría ser considerado de los «comunes», no lo es en realidad, ya
que la. propuesta de ganar la lucha al terrorismo se realiza partien
do del programa socialista. A continuación, el entonces líder de la
oposición, Don José María Aznar, para su inicio de discurso uti
lizó el mismo motivo, el asesinato de Gregorio Ordóñez.37
pio para meditar sobre este particular, el del pintor Timates de Citnos
(siglo IV a. de C.):
Teniendo que representar el sacrificio de Ifigenia, había pintado a
Calcante triste, todavía más triste a Ulises, y había dado a Mene
lao el máximo de aflicción que su arte era capaz de conseguir:
habiendo agotado todos los signos de emoción, y no sabiendo de
qué modo podía dignamente dar expresión al rostro del padre
[Agamenón], le cubrió con un velo la cabeza y dejó a la capacidad
de cada uno la estimación de su dolor (bist. orat. II 13 13).
Los artistas entienden bien este ejemplo. Lo vemos recogido a lo
largo de los tiempos, como en la Elegía a don Pedro de Castro, en la muerte
de su hermano, obra de nuestro poeta del Siglo de Oro Juan de Jáuregui:
Fuerza será que el húmido semblante
un velo cubra a tu querida esposa,
pues no hay estilo a su dolor bastante.
100
ιο ί
102
103
41 Cf. Jean C O U SIN , Etudes sur ^'uintilien. Contribution a la recherche des sources de
l Institution Oratoire, cit., pág. 232.
David Pujante / Manual de retórica
104
puede expresarse con mayor rapidez, pero basta con decir: «sali
mos de puerto» (Inst. orat. IV 2 41).
106
108
HISTORIA V erdad
POESÍA Verosimilitud
ORATORíA Verosimilitud
109
sus.'19 Este último propugna un. ahí fuera independiente del hombre,
referente inmutable, verdad absoluta; csencialismo contra el que está el
primero, el homo rhetoricus, que no se entrega a ninguna construcción
única del mundo, y su realidad es lo que acepta sinceramente como
realidad. Lo que la verdad es en la dimensión semántica representativa, es la
sinceridad en la dimensión semántica expresiva, dice Martínez Bonati.50
Los retóricos considerarán la verdad como configuración discursiva de
su sincera expresividad. Dice Eish:
Si la verdad más elevada para un hombre cualquiera es lo que él
cree que es esa verdad (Teetelo , 152a), la habilidad que produce esa
creencia y, por consiguiente, establece qué es verdadero en un
tiempo y un lugar determinados, es la habilidad esencial para la
construcción y mantenimiento de una sociedad civilizada. En
ausencia de una verdad revelada, la retórica es esa habilidad, y
cuando los sofistas la enseñaban, enseñaban «la única cosa que
importaba: cómo ocuparse de los asuntos propios y de los asuntos
del estado».51
El más reciente acercamiento que conozco entre homo rhetoricus y homo serio-
sus lo constituyen las tesis de Oesterreich, en las que comienza por
definir al hombre como un ser retórico (tesis I) y considera la filosofía
en general como una creación del homo rhetoricus (tesis IX), consideran
do que la actual metacrítica retórica a la filosofía está dirigida tanto
;. contra la metafísica clásica como contra su antagonista, ía desconstruc
ción posmoderna (tesis X): Peter L. O E S T E R R E IC H , «Thesen zum
homo rhetoricus und zur Neugestaltung der Philosophie im 21. Jahrhun
dert», Rhetorica, 20, 3 (2002), 289-298.
50 Félix M A R T ÍN E Z BO N A T I, La estructura de la obra literaria, Barcelona,
Ariel, 1983, pág. iço.
” Stanley EÍSH, Práctica si» teoría: retórica y cambio en la vida institucional, cit.,
págs- 270-271.
David Pujante / Manual de retórica
lio
III
112
les estructurales del particular universo del cuento ruso. Medio siglo
más tarde — tras haber fructificado en Occidente la diáspora formalista
propiciada por las prohibiciones estalinistas— esta labor reflexiva en
torno a los universales del relato se continuaba por parte de los neofor-
malistas, entre cuyas figuras más destacadas estaba Todorov, que procu
ró crear una gramática del Decameron, y también toda una serie de na-
rratólogos de obligado recuerdo como A. J. Greimas, J. Kristeva o G.
Genette. Como resume Pavel:
La semiótica, estudio general de signos, y la gramática del texto,
estudio general de obras escritas, tuvieron importancia crucial a la
hora de ayudar a los especialistas en literatura a situar sus objetos
de estudio dentro de un ámbito mucho más amplio. Poco a poco
se fue comprendiendo que muchos de los recursos que en un
principio se habían atribuido a una obra concreta o al genio del
autor podían explicarse por medio de patrones estructurales o
poetológicos. ”
ï.13
114
115
lió
curiosa historia: el sol y la luna, las nubes que tapan el sol, el viento que
arrasta la nube y que es detenido por la montaña, que a su vez es
horadada por la rata, y la rata cazada por el hombre. Podría Llull haber
seleccionado otros elementos para el cuentecillo, pero están los que
están por el encadenamiento que entrañan; y en. la relación que se es
tablece, y que es sin duda un juego mnemotécnico, radica sin embargo
(y esto es lo misterioso) uno de los elementos clave de la construcción
estética de este delicioso relato.
Es necesario decir además que en la distinción retórica entre
narración continua y por partes se encuentra la base de todo el perspec-
tivismo narrativo, tan considerado por todos los críticos literarios dedi
cados al estudio de la narrativa en nuestro siglo XX, Y es que el siglo x x
nos ha ofrecido en la novela y en el relato corto el paso del viejo narra
dor omnisciente decimonónico, al modo de Dickens o de Balzac, para
quienes el mundo de sus criaturas no tenía ningún misterio, a un narra
dor que —como dice Baquero Goyanes— gusta de acentuar lo que de mis
terioso, inaprehemibte bay en toda existencia humana.5’6 Es un mundo, el que
refeja este narrador moderno, en el que nada parece seguro. La. ruptura,
el cambio, la sospecha amenazan por todas partes. Se diría que también
en narrativa hemos pasado de una visión aristotélica, de fe en una pers
pectiva. especialmente válida de conocimiento desde el. que mirar la
sólida, única, inalienable verdad del mundo, a una visión retórica, en la
que el punto de vista de cada cual decide su personal, contrastable,
dispar verdad. Cada uno cuenta la feria según le va en ella, dice el viejo
refrán. El relato moderno se ha caracterizado por situar al lector en una
íncertidumbre de la que es proverbial el de Henrv James Otra vuelta de
tuerca, No sabemos al final si nos encontramos ante una historia de
fantasmas o éstos sólo viven en ia cabeza de la institutriz que nos la
cuenta. Pero lo más representativo técnicamente de la pluralidad, de
perspectivas es el tipo de relato en el que se insertan varios puntos de
vista con la adopción de distintos narradores. Se ofrece así al lector el
contraste entre diversas conciencias, en muchas ocasiones tan distantes
en sus perspectivas que resultan contradictorias. Pero esta movilidad
caracterológica de personajes la encontramos sin necesidad incluso de
117
ιι8
Entre los dos pilares del discurso, que son la narración y la argu
mentación., abre Quintiliano un paréntesis (en los tres últimos capítulos
del libro V I de la Institución oratoria) para hablar de la digresión, la pro
posición y la división, como partes prescindibles del discurso, que en
ocasiones aparecen entre la narración y su natural sucesión, la confirma
ción o probatoria de lo que ha sido narrado o declarado.
La digresión es un excurso, el tratamiento de un punto que se sale
del plan natural expositivo, pero que resulta útil a la causa y prepara
para la probatoria que vendrá después. La digresión, por su carácter,
puede aparecer en cualquier otro lugar del discurso; y es una especie de
narración en miniatura. Supongamos que estamos ante un juicio de
malos tratos por una persona que suele beber vino. Si queremos amino
rar o neutralizar la relación del caso con el vino, podemos hacer un
excurso laudatorio de éste, recordando los aspectos positivos, sus cua
lidades terapéuticas, la recomendación que hace san Pablo a Timoteo:
Ya no bebas agua, sino usa de un poco de vino por causa de tu estómago y de tus
frecuentes enfermedades (1 Timoteo, 5 23), o incluso podemos recordar la
relación del vino con la sangre de Cristo y su importancia eucarística.
Todo esto no está en relación directa con la causa, pero puede serle útil.
Otra de las partes prescindibles es la proposición, que designa en
realidad el principio de toda prueba, pero este nombre se ha acabado
especializando para la designación de un resumen breve de la causa. Si
la forma detallada de comunicar la causa recibe, como hemos visto, el
nombre de narración (diégesis en griego), esta otra forma abreviada es la
proposición. Aunque Quintiliano sitúa estas tres partes prescindibles
delante de la argumentación discursiva, también ia proposición, como
dijimos de la digresión, puede aparecer en otros lugares, por ejemplo,
120
! 11 1.2.4, La demostración
121
122
A. T o p ic s irjuvor
12 $
la misma causa, junto con las sentencias que se hayan emitido), los rumo
res y lo que la fama pregona de una determinada persona o de un deter
minado acontecimiento (entendidos como asentimiento general sobre
algo o, por el contrario, como un simple bulo), los tormentos (como
medio de conocer la verdad, pero también para obligar a mentir), las es
crituras públicas (llevadas a cabo por personas fidedignas, como un nota-
rio), el juramento, los testigos (sus testimonios) (Jnst. orat. V 1-7). Cierta
mente los tormentos son uno de los mejores ejemplos de la ambigüedad
en este terreno. Recordemos las palabras de Savonarola cuando se le lle
vó al tormento, según Ralph Roeder: ¡Oh Dios!, me veo abrumado. Confieso
que negué a Cristo por miedo de la tortura y dije falsedades. Signori Fiorentini,
sed mis testigos: neguépor miedo a l tormento.61
La mayoría de los hechos o de las señales que acompañan a los
hechos (signos) se prestan al tratamiento técnico-discursivo. Se enmar
can dentro de lo que Quintiliano llama la probatoria intrínseca. Para él las
pruebas aportadas por el arte retórica son los indicios, los argumentos
y los ejemplos (Inst. orat. V 9:1). Coinciden los argumentos (los distintos
tipos) y los ejemplos de Quintiliano con las pruebas lógicas de Aristó
teles. Hay hechos o signos (señales perceptibles por los sentidos que normal
mente acompañan a un hecho, a una realidad, a un estado de cosas; Lausberg,
§ 358) que prueban por sí mismos, que son incontrovertibles. Es nece
sario que la que da a luz se haya unido a un hombre (Inst. orat. V 9 5).
Pero hay otros hechos que más bien son indicios, marcan una posibili
dad. Si un marido sale de la casa en la que yace su mujer muerta y lleva
ensangrentada la ropa, puede ser indicio de que el marido sea el asesino,
pero no es una necesidad. Quizás al ver a su mujer agonizante se ha
acercado y la ha abrazado por razones afectivas, por lo que se ha man
chado la ropa; o simplemente, por la conmoción de lo que ha visto, ha
chocado contra una pared y se ha roto la nariz.
En realidad las pruebas de hecho (las necesarias y las no necesarias
o indicios) pueden considerarse casi en el ámbito de la probatoria ex
trínseca. Muy especialmente las necesarias (las llamadas tecméria por los
griegos). En el caso de los indicios (las anteriores son consideradas in
dicios también por Quintiliano en realidad), la interpretación que re-
126
P Juicios an te c e d e n te s
R Rumores y fam a
O PROBATORIA EXTRÍNSECA Tormentos
B PRUEBAS EXTRA-TÉCNICAS Escrituras públicas
A juram entos
T Testigos
O
Signos necesarios
R
Pruebas de hecho indicios
(signos
no necesarios)
(T
Ejemplos
ó
(por inducción)
(ase ve ració n de
i PROBATORIA INTRÍNSECA
cosas particuiares)
C i PRUEBAS TÉCNICAS
a Máximas
Pruebas lógicas (ase ve ració n de
m cosas universales)
a
y Entimemas
o (por d ed ucció n)
r (a se ve ra ció n de
cosas universales)
(Tópica menor)
X......
128
12$
130
causa y el. ejemplo; y de ejemplo contrario, pues también las cosas contra
rias pueden valer para ejemplificar (Inst, oral, V n 6-13).
Los ejemplos pueden ser de dos especies: ejemplos de hechos
sucedidos o bien construidos sobre hechos inventados. Cuando referi
mos un hecho que ha sucedido, nos remitimos a él porque hallamos una
semejanza con lo que de nuevo puede suceder o bien ya ha vuelto a
suceder.
Napoleón pidió permiso para entrar por España camino de la
conquista de Portugal y en realidad se apoderó de España. No
hemos permitido (no hemos de permitir) a Estados Unidos que se
sitúe en España con sus bases para atacar a terceras naciones
porque aprendimos muy bien 3a lección.
..r
..
j PARÁBOLAS {
i O ! HECHOS INVENTADOS
i FÁBULAS i
Quintín R ACIO N ER O en: AR ISTÓ TELES, Retórica, cit., pág. 406, nota
245.
David Pujante / Manual de retórica
132
134
135
I3 6
137
&
140
14 1
142
C, Tópica menor
H3
144
*45
14 6
P R IM E R A C E R C A M IE N T O A LA M O D ER N A R E C U P E R A
C IÓ N D E L LU G A R POR PER ELM A N : Perelman, en su moderno tra
tado de la argumentación, se sitúa más cerca del pensamiento sofista (es
decir, del homo rhetoricus) que lo pueda hacer en su tratado retórico el fi
III. El corpus retórico
148
149
ip
PRINCIPIO DE CAUSALIDAD;
Tópico de la causalidad: ia m ayoría d e las v e c e s de uno
c o sa se sigue un bien y un m al. (Tóp. il 8, iil 2; C ic ., Tóp. Xli
53; insf. ora f., V 10, 74), uA ia e d u c a c ió n sigue la envidia,
que es un m ai; sin em bargo, el ser sabio es un bien. Por
consiguiente; o no co nviene recibir e d u c a c ió n , p ara no ser
envidiad o; o sí co nviene, p ara ser sabio.» 13/ 14/
La ig uald ad de ios co nsecuentes remite a la Igu aldad de
ios an te ce d e n te s. «Com eten iguoí im piedad los que afir
m an que ios dioses n a c e n com o los q ue aseguran que
mueren, pues ia c o n se c u e n c ia en am bos casos es que hay
un tiempo en el que no existen dioses.» 17/
David Pujante / Manual de retórica
152
PRINCIPIO DE FINALIDAD:
Tópico de ¡a finalidad: 19/ 20/ 25/
153
*54
TÓPOi Tópico que permite aflorar ias contradiccio nes entre lo que
PSICOLOGÍSTICOS se d ic e explícitam ente y lo que o cultam ente se h a c e . 15/
20/ 22/ 25/
Uso restrictivo deí tópico 1. C u a n d o se va a h a ce r algo
contrario de lo que ya se ha hecho, exam inar am b as cosas
conjuntam en te. «Sí consideráis diosa a le u c ó te a , no le
entonéis trenos; si mujer, no te hagáis sacrificios.» 26/
l55
ijó
P R E C IS IÓ N T E R M IN O L Ó G IC A IM P R E S C IN D IB L E S O
BRE EL L U G A R : En realidad, de la exposición de Aristóteles a la de
Quintiliano, pasando por Cicerón, encontramos un importante despla
zamiento del modo de entender el tópico (o lugar) que no puede pasar
nos desapercibido, porque nos induciría sin duda a distintas confusio
nes. Los lugares aristotélicos son, como queda dicho, esquemas
arguméntales, plantillas generales sobre las que construir todos los argu
mentos ad hoc, todos los argumentos que son propios de un determina
do discurso. Los esquemas arguméntales tienen, pues, carácter perma
nente, y los argumentos que se forman con su patronaje, en cambio, no
lo tienen. Un sastre se vale de un patrón para confeccionar un traje a
la medida de una determinada persona, y en cada una de las ocasiones
en que dicha persona desee un nuevo traje, el sastre volverá al mismo
patrón para cortarlo, aunque utilizará una tela distinta; de tal manera
que una determinada tela sólo vale para realizar un traje, pero un patrón
sirve para realizar un indeterminado número de trajes. Algo similar
sucede con los tópicos y los argumentos. Sin embargo, tal y como he
mos visto en Quintiliano, se habla de lugares de los que salen los argu
mentos que nada tienen que ver con la inicial concepción aristotélica de
esquema. Para Quintiliano, los lugares son sedes de los argumentos (Inst.
orat. V 10 20). Son los lugares de residencia de los argumentos. Y a no
estamos ante el concepto de plantilla o estructura del argumento, tampoco
ante la concepción más vulgar (que desestima Quintiliano explícitamen
te) de tema común. La misma expresión quintilianesca, sedes argumento-
rum, estaba ya en Cicerón como argumenti sedem. (Tóp. 8). De la vieja
concepción de patrón o matriz para construir los argumentos, pasamos
a otra concepción igualmente metafórica: la región, el campo donde se
cultivan los argumentos. Si antes comparábamos la elaboración argu
mentativa sobre la tópica aristotélica con el trabajo del sastre, que
confecciona un traje en concreto sobre un patrón siempre el mismo;
ahora podemos comparar la elaboración de los argumentos en Quinti
liano con el cultivo de un terreno. Los terrenos de la fertilidad argumen
tativa son muchos, ellos en sí no son argumentativos, son los que per-
David Pujante / Manual de retórica
160
SEG U N D O A C E R C A M IE N T O A LA M O D ER N A R E C U P E
R A C IÓ N DEL LU G A R PO R PE R ELM A N : Perelman, en realidad,
aunque distingue entre las bases generales de la argumentación (los lu
gares de la cantidad, de la cualidad, del orden, de lo existente, de la
esencia, de la persona) y los esquemas argumentativos, no tiene incon
veniente en denominar por igual a todos lugares:
Los esquemas que intentamos poner de relieve —y que se pueden
llamar también lugares de la argumentación, porque únicamente
el acuerdo sobre el valor puede justificar su aplicación a casos
particulares— se caracterizan por procedimientos de enlace y de
disociación. 1Q1
l6 l
162
PROCEDIMIENTOS
DE DISOClACiÓN
III . El corpus retórico
jf ííj
i6s
'm C. P, C A V A FIS, Poemas, Barcelona: Seix Barra!, 1994, pág. 70. Traducción
¡l de Ramón IR IG O Y E N ,
David Pujante / Manual de retórica
ι6 6
ción.106 En ocasiones no hemos sido nosotros los que hemos hecho el es
fuerzo, ha sido la naturaleza o la fortuna: alguien con grandes cualidades
naturales por desarrollar o alguien a quien una serie de acontecimientos
favorables le han allanado el camino no puede despreciar esta base. Re
cordemos la parábola de los talentos. El señor de los siervos se indigna
ante el siervo que, porque había recibido un solo talento y temía la repre
salia de su señor sí lo perdía, había cavado y lo había escondido sin po
nerlo a fructificar. Sin duda el argumento para defender el proceder de
este señor (que era hombre duro, que segaba donde no había sembrado y
recogía donde no había esparcido“ 7) sin duda radica en que las capacida
des de cada cual no pueden dejar de utilizarse, porque se pierden: un
despilfarro inadmisible. Es obligación del que tiene talento, por poco que
sea, utilizarlo de la manera más rentable que le sea posible. En esta línea
dice Perelman que se encontrará en el argumento del despilfarro un incentivo al
conocimiento, al estudio, a la curiosidad, a la búsqueda. mS
Respecto al argumento de la dirección, considera Perelman que es
una especie de descomposición por etapas de la relación entre el fin y
los medios; pormenorízacíón que nos permite ver los pasos, la evolución
de un proceso que había sido considerado antes de manera global, como
un bloque.
Sea de manera global o por etapas, un proceso que relaciona fin
y medios (como en los casos previamente estudiados) tiene en perspec
tiva con toda claridad dónde se acaba. En el caso de los argumentos de la
superación —que es el último que estudia Perelman entre los argumentos
basados en la estructura de lo real y que se aplican a enlaces de suce
sión— , no se entrevé el límite; entrañan un crecimiento continuo: los
argumentos de la superación insisten en la posibilidad de ir siempre más lejos en
un sentido determinado.,υ<ι
Reflexiona Perelman en este marco sobre ciertas figuras retóricas
destinadas a realizar la superación, 110 como es el caso de la hipérbole y de
i6 j
168
169
171
IJ 2
^73
■VS
ij6
l 77
*7<?
Las preguntas que surgen al respecto son varias: ¿esa estructura es una
especie de epistemé, como la concibe Foucáult: unas bases profundas que
definen y delimitan lo que una época puede o no puede pensar? ¿Lo real
se fundamenta en esa epistemé, en una configuración subterránea, un a
priori histórico?155 Es sobre esa estructura de lo real sobre lo que se cons
truye la argumentación tanto causal como del despilfarro o la dirección
y la superación, así como los argumentos de autoridad. Y aún por otra
parte tenemos que considerar los argumentos que tienden a fundamen
tar la estructura de lo real, en tales casos no se habla de una estructura
de lo real previa sobre la que fundamentar la argumentación, sino que
se habla de unos argumentos que fundamentan dicha estructura. Esta
parte sería la más cercana a una concepción del discurso retórico como
constructor de la realidad que es resultado de la interpretación. Aquí
Perelman viene a iniciar, aunque sea parcialmente aún, la recomposi
ción del viejo pensamiento sofista, que muy posteriormente Fish resu
me de la siguiente manera:
L a respuesta del sofista es afirm ar que el reino de lo probable
-..-de lo que sería en unas condiciones particularm ente dadas y
desde una persp ectiva local— es el único ám bito relevante para la
consideración de los seres hum anos. El argum ento está contenido
en dos pronunciam ientos fam osos atribuidos a Protágoras. El pri
m ero declara la no disponibilidad (no la irrealidad) de los dioses:
«Acerca de los dioses no puedo decir ni que son ni que no son».
Y el segundo se sigue necesariam ente de la ausencia de una orien
tación divina: «El hom bre es la m edida de todas las cosas, de las
cosas que son com o m edida de su ser y de las cosas que no son
com o m edida de su no-ser» (citado por Platón en Teeteto, 152a). Lo
que esto quiere decir, com o W .K .C . G u th rie ha señalado, es «que
los sofistas sólo reconocían lo accidental com o opuesto al ser
esencial... lo condicional y relativo com o opuesto a lo exitente
por sí mismo». E sto no significa que Jas categorías de lo verdadero
y lo bueno se abandonen sino que, en con textos diferen tes, esas
categorías tendrán un con ten ido d iferente, y que no existe un
>,s Cf. .Michel FO U CAU LT, Las palabras y las cosas, México, Siglo X X I, 1968
(Barcelona, Planeta, 198)); M. FO U C A U LT , L'arcbéofogie du savoir, París,
Gallimard, 1969; M. FO U CAU LT, III orden del discurso, Barcelona, Tus-
quets, 1987; M. FO U CA U LT, Saber y verdad, Madrid, La Piqueta, 1991.
III. El corpus retórico
con texto dom inante (que sólo estaría ocupado por los dioses no
disponibles) desde cuyo punto de vista se pudieran afirm ar y juz
gar las d ife re n c ia s.1,ft
110 Stanley FISH , Práctica sin teoría: retórica y cambio en la vida institucional, e.ü:,,
pág. 270.
venir después a personas relacionadas con el acusado (si se encarcela a
alguien, sus hijos pueden pasar hambre e incluso morir dada la indigen
cia en que quedan), debe dulcificar las cosas, debe atenuar las respon
sabilidades, debe ridiculizar las exageraciones del acusador. Todo esto
lo sabe muy bien Quintiliano y hace un panorama muy convincente de
las dificultades de la refutación, resumido en la comparación: es más
difícil defender que acusar, de la misma manera que es más difícil curar
que herir (Inst. orat. V 13 2-3).
182
í;; w Cf. Q U IN T ILIEN , Institution oratoire. Livres VI-VII, Paris, Les Belles Let
tres, 1977, texto establecido por Jean CO U SIN , notas complementarias,
1. 7a, pág. 189.
Heinrich LA U SB ER G , Manual de retórica literaria, cit., § 43S, pág. 3Ó5.
Ill, El corpus retórico
183
a los oyentes por medio de un lugar común (.Rhet, ad Heren, II 30). Este lugar
común se toma de entre diez preceptos:
1. D e las autoridades que se han preocupado p or el asunto.
2. D e l conjunto de seres a quienes atañen los actos encausa-
dos.
3. D e la pregunta: ¿qué pasaría si perdonásem os p or igual a
todos los culpables?
4. De cóm o anim ará ei perdón ot orgado a hacer nuevos crím e
nes a otros.
5. D e la irrem ediabilidad de la sentencia una vez em itida.
ó. D e la inexcusabili dad de un crim en com etido volun taria
m ente.
7. De la crueldad del crim en com etido.
8. De la singularidad deí crim en com etido.
9. De la com paración con otras faltas.
10. De las circunstancias que han acom pañado al crim en.
C u á i es el delilo Un regicidio
Quién lo com etió Un súbdito envidioso
Con Ira quién C o ntra eí mejor d e ios reyes
Con qué intención C re a r la confusión del reino
En q ué tiem po En las fiestas de ¡a coro nació n
En q ué lugar Junto a¡ trono
De qué m an era Con el cuchillo del propio rey
i
de los statm
185
cuando la inventio ocupa cuatro libros (II I-VI) y la elocutio casi oíros
cuatro (VITI-parte del X I y del X II). Hoy día la importancia de la
dispositio se ha puesto de manifiesto en dos vertientes igualmente inte
resantes, que es obligado tener en cuenta a la hora de afrontar el estudio
de los planteamientos clásicos respecto a esta segunda operación retó
rica. Me refiero: 1) a las modernas reflexiones sobre las estructuras
narrativas, que vuelven inevitablemente la vista a las aportaciones retó
ricas respecto a la disposición de res (organización de temas) y verba
(estructuras narrativas),!|2 y cuyo máximo apogeo lo representó el neo-
formalismo de la segunda mitad del siglo XX, que, agotados en cierta
forma los estudios sobre lírica, constituyó la narratología más reciente;
2) las reflexiones nacidas de la recuperación del pensamiento relativista
(a partir de Nietzsche), que consideran el discurso como construcción
de significado, haciendo de la dispositio, en su doble actuación sobre res
y verba, la clave de todo discurso retórico, dado que sólo la concatena
ción (en este caso por medio de la construcción de un discurso lingüís
tico) de nuestras acciones vitales confiere significado y valor a lo real.
Sobre la problemática que actualmente conlleva el tratamiento de
esta operación retórica hablamos en el último capítulo del manual.
Veamos ahora cómo se planteó la retórica clásica el campo de la dispo
sitio y el camino que quedó abierto para polémicas y nuevas interpreta
ciones relativas a la importancia que esta segunda operación retórica
tiene dentro del mecanismo constructivo total del discurso retórico.
Nos dice Quintiliano al finalizar el proemio del libro V II, el de
dicado a la dispositio:
{...} el libro siguiente debe dedicarse por entero a la disposición,
de la que no hubieran salido con bien tan pocos oradores, si exis
tiera una vía segura aplicable por igual a todas las materias del
discurso. Pero como todos los procesos son y seguirán siendo de
variedad infinita de formas y durante tantos siglos no se ha en
contrado todavía causa que sea por entero semejante a otra, es
necesario que el orador sea sagaz, esté vigilante, tenga capacidad
para hallar los materiales, muestre sentido crítico y tome consejo
de sí mismo. (Inst. orat. VII Pr. 4)
'4i Cf. José María PO ZU ELO , Del Formalismo a la Neorretórica, Madrid, Taurus,
1988.
David Pujante / Manual de retórica
ι86
187
l88
blecida, sino nacida de este proceso inquisitivo. Por tanto es muy impor
tante que no se le escape ninguna pregunta importante ni ningún, enfo
que posible (gracias a la sagacidad y la entrega a la que antes hacíamos
referencia). El orador con mayor entrega y capacidad dará un discurso
más poderoso. Más poderoso quiere decir mejor elaborado, sin vacíos, sin
incoherencias, estableciendo una plenitud que no siempre consigue la
razón, porque entran en juego otros elementos. La razón es más miedosa,
se mueve a pasos contados; sin embargo, en retórica hay que dar saltos,
moviéndose en un mapa lleno de agujeros cuyo tránsito no es capaz de
afrontar la simple razón, confiando soluciones a otros elementos como la
intuición, la equidad, el convencimiento emocional.
La base del discurso retórico es la credibilidad (verosimilitud) y el
orden es la clave:
También el orden en presentar los hechos proporciona o quita
credibilidad: porque es cosa manifiesta que los hechos están
mucho más en armonía o en oposición según se les presente (Inst.
orat. V II 2 56).
Hay además una serie de estados legales (status legales). Como acaba
mos de decir, podemos llegar al estado racional en que se encuentra una
determinada causa a través de toda una red de preguntas que asedian la
situación hasta poner orden clarificador en la oscuridad originaria de los
hechos; pero hemos de contar con las leyes que hay al respecto: hemos
de atender a la posible oposición entre la voluntad que hubo a la hora de
legislar una ley que ataña a nuestra causa y la letra de la ley con la que nos
encontramos; o la existencia en ocasiones de leyes contradictorias sobre
un mismo asunto; igualmente es importante atender a la oscuridad o am
bigüedad de ciertas leyes, que permite múltiples interpretaciones sobre
el asunto que nos ocupa. Todas estas posibles situaciones, que afectan
igualmente a la causa, son los llamados estados legales. 145
19 o
Iÿ 2
148 Ernst Robert CU RTIO S, Literatura europea y Edad Media latina, cit., pág.
■
J 559-
III. Ei corpus retórico
196
198
200
C a co fo n ía (kakém phafonj
La trivialidad {tapeínosis} y su contrario:
la desm esura
Elipsis
Vicios en las palabras Tautología {e p a n á lem p sis)
Uniformidad (hom oeídeia)
Makroiogía
Pleonasmo
Periergía
Kakódseion
La necedad
Vicios en ios argum entos o las
Lo com ún
cosas a que se refieren ios
Lo contrario ja nuestros intereses)
argumentos
Lo superfluo
201
cutivo. Las palabras que oímos están siempre en estrecha relación con el
temple de la persona que las dice, con su honbomja, con su finura moral.
Su estilo expresivo es algo que va más allá de su exclusivo estilo elocuti
vo. Es por tanto natural que, en lo que respecta a estas virtudes generales
de ornamentación a las que nos estamos refiriendo, su dominio se extien
da a las restantes operaciones. Son virtudes que conectan los distintos
niveles operacionales. Porque de lo que está lleno el corazón habla la
boca, y porque no se puede distinguir netamente entre comportamiento
personal y discurso personal. Cuánto menos si nos situamos en la pers
pectiva de Quintiliano, para quien no hay buen orador sin un hombre
bueno detrás del arte discursiva. Es este inevitable entrelazamiento entre
estilo personal y estilo elocutivo la razón por la que incluye Albaladejo la
urbanitas (finura en los pensamientos, en la manera de comportarnos, lo
que hoy vemos en una persona que consideramos con estilo), unida a la
venustas, entre las virtudes de la elocutio. Nos dice:
Se trata, pues, de cualidades generales que están perfectamente
establecidas en el ámbito de la elocutio, en el que atañen de ma
nera primordial al estilo con el fin de que, de acuerdo con el
principio de lo aptum, la construcción referencial de inventio y la
organización macroestrucfural de dispositio puedan tener una
manifestación microestructural adecuada en el nivel de elocutio.
Por todo ello es conveniente, a mi juicio, agrupar la elegancia de
estilo con las demás cualidades de la elocutio. "7
202
203
más habitual de decir las cosas. Dicho todavía más brevemente, es una
manera de hablar apartada del modo común y espontáneo. Por ejemplo,
puede anunciamos el hombre del tiempo cualquiera de estos días: «Este
fin de semana habrá lluvia en todo el territorio peninsular». Pero puede
también dar una especial expresividad a sus palabras: «Durante este fin
de semana habrá lluvia y más lluvia». Ante esta duplicación expresiva
nos encontramos con una figura, una figura de dicción.
Si bien el tropo tiene una manifestación puntual, como una espe
cie de pincelada especialmente colorista en el cuadro expresivo general,
su repercusión se extiende a todo el discurso. Esto sucede con todos los
procedimientos conocidos como procedimientos ornamentales, pero
muy especialmente queda de manifiesto en los tropos, y sobre todo en
la metáfora. Aunque el deleite sea el aspecto que todos relacionamos
por tradición con el ornato, estos mecanismos de deleite tienen impor
tantes consecuencias en los ánimos de los que escuchan, y pasan de
contener un simple plus emotivo a convertirse en importantes soportes
ideológicos, como sucede con las metáforas de ciertos discursos xenó
fobos o racistas, en los que se habla de ratas refiriéndose a personas de
otro color o de otra religión. Una vez más nos enfrentamos con los
límites del concepto de sermo omatus.
ΐΓ Ο ΐΧ )
204
I>S Cf. para una interpretación actual, de la definición de tropo que ofrece
Quintiliano: David P U JA N T E , E l hijo de la persuasión. Quintiliano y ti
estatuto retórico, cit., págs. 199 y ss.
's<’ D ice Lausberg que el tropus es un «cambio» de la significación, pero un cambio cum
virtute, por tanto no es ya un vitium de improprietas (H. L A U S B E R G , M a
nual de Retórica literaria, cit., § 552, pág. 58).
Teun A. van D IJK , Ideología. Una aproximación multidisciplinaria, Barcelona,
Gedisa, 1999, pág. 340.
Ill, El corpus retórico
205
206
ftemm
't
QUINTILIANO LAUSBERG
M etáfora —- i M etáfora [C atacresis]
Sinécdoque Sinécdoque
M etonim ia \ Metonimia
Antonom asia Por significado Antonom asia
O n o m o to p ey a ironía
C atacre sis j Perífrasis
M e to lep sis ~ Hipérbole
Epitefo ........... Enfasis
Alegoría ! Litotes
(fn/gm aj
ironía ■ Por belleza
Perífrasis i
H ipérbaton ■
Hipérbole _______¡
ιογ
208
2 0 Ç)
210
2 11
21 $
214
Así pues, son muchas las presuposiciones que arrastran las metáfo
ras del lenguaje y los lugares que dejan en sombra. Hablan Lakoff y John
son de metáforas estructurales cuando un concepto está estructurado meta
fóricamente en términos de otro, tal y como ya hemos visto. Pero hay
otro tipo de concepto metafórico, el que organiza un sistema global de
conceptos con relación a otro. Entonces tenemos ifnet¿#oras^ofientáüy/h¡
pues la mayoría tienen que ver con la orientación espacial: arribajabajp,
dentro-fuera, delante-detrás, profundo-superficial, central-periférico.íSo
Feliz (arriba)— triste (abajo):
Me levantó el ánimo el verte.
Se me levantó ía moral con la nota.
Quizás esta cerveza me eleve la moral.
Me siento bajo de tono.
Estoy en el pozo.
Se me ca.yó el alma a los pies.
2J J
216
21 J
218
Cf. Bice M ORTARA G A R AV ELLI, Manual de retórica, cit., pág. 167. Cf.
también, para tiestolt(i)esla,Joan CO RO M IN AS, Breve Diccionario etimo
lógico de la Lengua castellana, Madrid, Gredos, 1973, pág. 567.
I II . El corpus retórico
2 í$
220
m Heinrich I,A U SBER G , Manual de retórica literaria, cit., § >72, pág. 76.
III. El corpus retórico
221
222
194 Umberto ECO, Semiótica yfilosofía del lenguaje, Barcelona, Lumen, 1990, pág.
S 179·
w> Tomás ALBALADEJO, Retórica, cit., pág, 152.
“K> Ciertamente R. JAK O BSO N no mantiene nada más que la oposición bipo
lar entre metáfora y metonimia, haciendo entrar las sinécdoques en este
f¡ segundo polo. Cf. Roman JAKO BSO N , «Dos aspectos del lenguaje γ
dos tipos de trastornos afásicos», en: Roman JAKO BSO N , Fundamentos
del lenguaje, Madrid, Ciencia Nueva, 1967, págs. '69-102.
■i I9~ José Antonio M AYO R AL, Figuras retóricas, cit., pág. 227.
III. El corpus retórico
223
224
c iu d a d j h a b it á c u lo _
h a b ita n te s
*°° Heinrich LAUSBERG, Manual de retórica literaria, cit., § ç8o, pág- 82.
’°! Cf. Pierre FO N TA N IER , Les figures du diseurs, cil'., págs. 95-97.
203 Heinrich LAUSBERG, Manual de retórica literaria, cit., § 576, pág. 78.
H I. El corpus retórico
226
Quintiliano también habla del sarcasmo, que es una ironía con base
en el modo de expresión más que en el contenido (quizás consistía en
ciertos gestos con la cara, que subrayaban lo que se decía). Habla igual
mente del asteísmo, que podía ser un modo de autodenigración, de ironía
sobre uno mismo (dice un calvo: «no me tomes más el pelo, que me
queda muy poco»); muy útil para congraciarse al público en ocasiones.
También, habla de la antífrasis, que consiste en enunciar lo contrario de
lo que se piensa (¡Bonita contestación!). Y finalmente habla de la paroimía,
que consiste en usar un proverbio conocido con un matiz distinto (se
dice de una chica involuntariamente embarazada: «cumplió demasiado
bien con lo de amarás a tu prójimo»). El texto de Quintiliano donde trata
estos distintos tipos de ironía está muy corrompido y se hace difícil de
interpretar, pero con similares matices han aparecido estas mismas cla
ses de ironía en distintos tratadistas clásicos.
La ironía en relación con la persona, tal y como dice Lausberg,
puede dividirse en: 1) ironía contra personas extrañas o 2) autoironía.20t>
107 Cf, Dan SPERBER y Deirdre W ILSO N , «Les ironies comme mentions»,
il Poétique, 23 Ü97S), págs- 3^9 ‘ 4 12-
“ * Cf, Heinrich LAUSBERG, Manual de retorica literaria, cit., § 583, págs. 86-
87.
20‘! Ibidem, § § 589-591, págs. 89-90.
David Pujante / Manual de retórica
228
22 $
230
23J
2$2
¿33
234
¿35
236
237
FIGURAS DE DICCIÓN:
1) Figuras por adición (per acf/ecfíonem}:
1.1) Repetición de una misma p ala b ra :
1.1.a] Repetición estricta:
1 .1 .a .l] Lugar de repetición en c o n ta c to :
1.1.a . 1,1) Gem inación ! ... XX .../
í.l.a .í .2 ] R eduplicació n (anadiplosis) / .., X/ X ... /
1.1.a . 1.3) Gradación (c o n ca te n a ció n ) / ... X/ X ... Y/
Y ... Z.
1.1.a .2] Repetición com o paréntesis /X ... X/: Redición
1.1.a .3) Repetición intermitente:
1.1.a .3 ,)) inicial /X ... /X ... (anáfora)
1.1.a.3.2) Final ... X/ ... X/ fepífora)
1.1.a.3.3) Com plexio; co m b in ació n d e las dos
anteriores /X ... X/X ... X/
1.1.b} Repetición re la ja d a :
1 .1 .b .l} La reSajacíón a fe c ta al cuerp o fónico:
1.1.b.1.1} Paronomasia {relajación en ia com posición
fonética)
1 .1 .b .l.2} Poliptoton (relajación en la form a flexiva)
1 .1 .b .l.3) Sinonimia ¡relajació n absoluta)
l.î.b .2 ) La re lajació n a fe c ta a la significación:
l.(,b .2 .1 ) Traductio (repetición d e un cu erp o fonéti
c o igual sólo en a p a rie n cia )
].T.b .2.2j Distinctio
1.1.b.2,3) Reflexio
III. El corpus retórico
239
240
cional como figura — tal y como hace Lausberg— las figuras que surgen
de la acumulación de palabras distintas o de distintos grupos de palabras
(1.2).114
241
Y así como suele decirse: el gato al rato, el rato a la, cuerda, la cuerda
al palo, daba el arriero a Sancho, Sancho a la moza, la moza a él, el
ventero a la moza, y todos menudeaban con tanta priesa, que no
se daban punto de reposo.
243
MS
246
H7
■’H Helena BER ISTAIN , Diccionario de Retórica y Poética, México, Editorial Po-
rrúa, 1992, pág, 175.
III. E l corpus retórico
249
2$0
251
2$2
253
Muchos veo que lo traen por uso y a ninguno ahorcado por ello.
254
255
Este uso culterano del hipérbaton fue ridiculizado por otros escri
tores del mismo siglo, y nunca mejor modo de ver los excesos de un
perfil que por medio de la caricatura, como en este verso de la Gatoma-
quia de Lope: En una de fregar cayó caldera.
El hipérbaton —en palabras de Lausberg— está a medio camino
entre la tmesis, que corta la palabra en sus elementos, y el paréntesis, que
dilata y extiende el intercalamiento.2Í' Un caso de tmesis sería el verso
de Quevedo: L a jeri (aprenderá) gonza siguiente.
El isocolon (3.0) es la yuxtaposición coordinada de dos o más miem
bros o incisos, mostrando éstos el mismo orden en sus respectivos ele
mentos. 256 Los tratadistas pueden ponerse más o menos estrictos en la
igualdad de los miembros (número de palabras: homoeoteleuton, homoeop-
toton, paromoeosis), en su número (suele ser dos e incluso tres miembros),
en su extensión (a! menos dos palabras) y en su incardinación sintáctica
(los miembros pueden ser oraciones completas o integrarse en una ora
ción medíante un elemento común: Hizo brillar en la. guerra su valor, en la
administración su justicia, en la embajada su prudencia) .157
A veces sin ser estrictos, los escritores suelen tender a estas es
tructuras yuxtapuestas paralelísticas. He aquí un ejemplo del primer
capítulo de Guzmán de Alfarache:
A el amancebado consumieron el tiempo y la mala mujer; al juga
dor desengañó el tablajero que a el ladrón reformaron el
miedo y la vergüenza; a el murmurador ía perlesía de que [...]; a
eí soberbio su misma miseria lo desengaña, conociéndose que es
lodo; a eí mentiroso puso freno la mala voz y afrentas que a
el blasfemo corrigieron continuas reprehensiones de
1ÍS Cf. Heinrich LAUSBERG, Manual de Retórica Literaria, cit., § 717, pág. 165.
Cf. ibidem, § 719, pág. 166.
257 Cf. ibidem, §§ 719-754, págs. ißß-iSS.
III. El corpus retórico
257
2$8
Antonio Muñoz Rojas, libro que se encuentra entre los más altos logros
de este siglo en prosa poética española. En un texto como el que sigue
y que suena tan actual, encontramos distintos tipos de isocolon, forma
dos por dos miembros con igual número de palabras (2 ó 3) en cada
miembro;
¡Oh enorme cuerpo del amante! Por tus barrancos y por tus veras, por
tus graciosos cielos, por tus caminos, ya polvorientos, ya encharca
dos, por tus rincones ocultos y tus abiertas extensiones,por agostos
y por eneros, te he cabalgado.
160 Cf. Heinrich LA U SB ER G , Manual de Retórica Literaria, cit., § 755, pág. 1S9.
III. El corpus retórico
259
260
FÍGURAS DE SENTENCIA:
1} Figuras frente al público:
1.a) Figuras de la alo cu ció n :
l .a .l ] Ö b se c ra n o 2M (súplica)
l,a .2 J Licencia
L a .3) Apostrofe
1.b) Figuras de ¡a pregunta:
l.b .l) interrogación
1,b.2j Subí'ecfio (sujeción)
1.b.3) D ubifafío (duda, deliberación)
1.b.4) C om m unicatio (participació n)
2) Figuras frente al asunto:
2.a) Figuras sem ánticas:
2.a. 1) Finifio (definición)
2.a.2) C onciliatio (conciliación)
2.a.3¡ C orrectio (C orrección)
2.0.4) Antítesis
2,b) Figuras afe ctiva s:
2 ,b .l) Exclam ación
2.b.2¡ Evícfenfia (evid encia)
2.b.3) Serm ocinatio (eto p eya)
2.b.4) Fictio p e rso n a e (prosopopeya)
2.b.5) Expolitio (puiicíón o pulido)
2.b,ó) Similitudo (co m p ara ció n o símil)
2.b.7) Aversio (apartam iento)
2,c) Figuras d ia lé ctica s:
2.C.1) ConciHat/o (asociació n }
2.C.2) P raeparatio (p rep aració n , e sp e cie de an ticip ació n)
2.C.3) C o n cessio (concesión)
2.C.4) Permissio (con cesió n/d ejación )
2,d) Figuras según )as cuatro cate g o rías m odificativas:
2 .d .l) Por ad ició n {interpositio, subnexio, a etio lo g ia , sentent/a]
2.d.2) Por d e tracció n (percusio, praeteritio, re tice n tia )
2.d.3) Por transm utación (hysterologia)
2.d.4) Por inm utación/substitución (allegoria, ironia, em phasis, s y n e c d o
c h e , h yperbole)
Hace, pues, dos grandes apartados: el de las figuras que surgen del
trato con el público (i), es decir, figuras que sirven para acercar al ora-
dor más al público; y el de las figuras que nacen de enfrentarse el orador
con el asunto de su discurso (2), que tienen su centro de gravedad, dice
Lausberg, en la elaboración de la res. H":
263
264
para rematar:
Tú, con mil ojos, noche, mis querellas
oye y esconde, pues mi llanto amargo
es fruto inútil que al amor envío.
2Ó5
z6y
268
¿Qué parece que haría aquel rico avariento, que está en el infier
no, si le diesen licencia para volver a este mundo a enmendar los
yerros pasados?
Respecto a las figuras que nacen del asunto, las hay que se centran
en los aspectos significativos de la causa: figuras semánticas (2.a); las hay
que se constituyen en torno a los afectos que despierta dicha causa:
figuras afectivas (2.b); otras se construyen desde la atención a la parcia
lidad con que se generan los discursos, es decir, atendiendo al punto de
vista personal que el orador tiene sobre la causa, distinto al de su con
trincante en la tribuna; figuras dialécticas (2,c); y, finalmente, también
hay figuras de pensamiento que se explican por las cuatro categorías
modificativas que, si bien se aplican a los sonidos y a las palabras, se
pueden también aplicar a los pensamientos; estas categorías son, como
conocemos: por adición, por detracción, por orden (las categorías mo
dificativas de las figuras de dicción) y por mutatio que es la categoría
modificativa de los tropos: todo ello da las figuras según las cuatro catego
rías modificativas (2.d).
La base de las figuras semánticas (2.a) es la definición (2.a. 1). Consiste
en extraer un argumento del estado de definición para que funcione
como figura. Como dice Granada:
se pone entre las figuras de sentencia: porque conduce no poco,
así para la claridad, que es propia de ella, como para el adorno de
la oración. Ella, pues, es la que abraza breve, y absolutamente las
calidades propias de alguna cosa,176
269
270
2J I
fecundándola transcurre.
Abajo, mitad de nada,
la vida muere.
2 J2
¿ 7J
274
275
y la imagen comparativa, más eficacia expresiva; pero sin que sea con
veniente llegar a una distancia tal que entonces se haga oscuro el símil.
Esta recomendación de Quintiliano se recoge en la tradición retórica,
como muestran las siguientes palabras de una retórica decimonónica, la
de Campillo:
Com paración [o sím il] es la sem ejanza expresada en tre dos térm i
nos. É sto s no deben ser dem asiado parecidos, ni tan desconfor
mes que nos cueste fatiga relacionarlos. Si se com paran entre sí
dos gotas de agua, dos hojas de un m ism o árbol, dos m onedas de
igual cuño, la sem ejanza es evidente y forzosa, llega casi a la iden
tidad y denota poco ingenio en quien la expresa. P o r el contrario,
sí com o térm inos de un sím il pusiéram os una llave y un bosque,
fundados en que am bos tienen guardas, valiéndonos del equívoco
a que tal palabra se presta, propondríam os un verdadero enigm a,
propio sólo de aquellas obras ligeras donde se trata de osten tar la
sutileza del ingenio, pero defectuoso en todo escrito de alguna
im p o rtan cia.lSS
276
2 /8
Por último veamos las principales figuras que se constituyen según las
cuatro categorías modificativas193 (z.Ó). Teniendo en cuenta la adición (z.d.i),
nos encontramos con la interpositio o paréntesis, también llamada inciso
(Inst. orat. IX 3 23). Consiste en intercalar un pensamiento extraño.
Igualmente entre estas figuras por adición nos podemos encontrar con
lo que llama Lausberg subnexio, que consiste, con palabras de Quintilia
no, en añadir a una sola cosa un razonamiento múltiple (Inst. orat. IX 3 9ó),
como en el siguiente ejemplo de Virgilio (Geórgicas I 86-88):
Porque puede que así las tierras recojan fuerzas ocultas
Y jugos nutricios, o bien que a ellas por todo este fuego
Se les quem e lo m alo
280
281
metáfora continuada, dice Quintiliano {Inst. orat. IX 2 46); por tal razón
aparece en su tratado entre los tropos (la inmutación está en relación
con el tropo), en concreto aparece allí entre los tropos para embellecer
el discurso. Igualmente sucede en otros tratadistas con el paso de los
siglos, para los que inmutación entraña tropo; como, por ejemplo, en
nuestro Capmany, que considera la alegoría como el primero de los
tropos de pensamiento. Atiende él a dos tipos de alegorías, división presen
te ya en Quintiliano (Inst. orat. V II I ó 47-48): las alegorías puras o
perfectas y las alegorías mixtas. Capmany ofrece una explicación muy
didáctica sobre esta distinción:
La metáfora junta la palabra figurada con el térm ino proprio; así
decim os: elfuego de tus ojos; aquí la voz ojos se roma en su sentido
proprio; a diferencia de la alegoría, donde todas las palabras desde
la p rim era tienen un sentido figurado, o p o r m ejor decir, todos los
térm inos de un discurso alegórico form an desde el p rin cip io un
sentido literal, m as no el que se quiere, ni se debe entender. Pues
éste solam ente se descubre al fin, cuando las ideas accesorias,
descifrando el sentido literal rigoroso, lo aplican oportunam ente
por sem ejanza. Las de esta especie se llam an alegorías puras; para
cuyo ejem plo léase ésta: Veamos esta tierna yedra cuán estrechamente
se abraza con la majestuosa encina; de ella saca su sustancia, y su vida
depende de la de este robusto bienhechor: ¡Grandes de la tierra! vosotros
sois el apoyo de lospobres que os buscan. L a sem ejanza de los G randes
descubre y caracteriza aquí la alegoría.
H ay otra especie de alegoría, llam ada mixta p or estar en tretejida
de voces, unas propias, y otras transferidas, que viene a ser un
com puesto de m etáforas análogas al objeto principal. U n historia
dor, pintando el estado de la A lem an ia después del atentado de
C rom w ell en Inglaterra, dice: Im Alemania, mezclando el estaño de los
publicistas con el azogue de los herejes, presentaba a la espada de las dis
cordias civiles un espejo, que detenía el brazo levantado del odio y la
ambición.501
30! £ rnst C U R TIU S, Literatura europea y Edad Me'dia latina, cit., pág,
292.
David Pujante / Manual de retórica
284
28$
286
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: A \ \
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\ ¡ · Objeto de referencia )
\ O \ \
jo! ^ I
i r¡ !
¡ ¡O bjeto co m p arativo <
i i ! i
288
i.,a coinoosic
La composición es la parte de la elocución que se ocupa de la
ordenación de los elementos elocutivos, de agruparlos armoniosamente
y de producir una armonía general en los períodos. m Podemos conside
rar en la composición dos importantes apartados, siguiendo el esplén
dido resumen de Martin: 1) el aprendizaje de la construcción de las
frases y 2) el aprendizaje del orden de las palabras.314
Cicerón dedicó un especial cuidado a la composición, tanto en la
teoría como en la práctica. En la práctica lo evidencian sus propias
obras, que han pasado a la historia como modelo de estructura (tanto
es así que muchos estudiantes de latín han entendido las posibilidades
estructurales de esta lengua clásica leyendo y traduciendo a Cicerón);
289
Sin embargo, para Aristóteles sólo hay kóla (miembros), pues habla
de: 1) períodos compuestos de varios miembros o 2) períodos simples, de
un solo miembro (.Rhet, I I I 9; 1409b 13). No ha dejado de haber proble
mas respecto a lo que Aristóteles entiende por período, pues, según
Kennedy, el período en Aristóteles es un conjunto de dos kola. Primmer
ha querido incluso corregir el texto aristotélico y sustituir período por
lexis.317 Tengan o no razón estos estudiosos, en cualquier caso no pode
mos confundir el período simple con la frase. Un período es una com
posición, que por simple que sea tiene una serie de cualidades como la
longitud y su redondeamiento final (Demetr, 17). Quizás más fácil de
comprender resulte relacionar los períodos simples y compuestos, como
hace Quintiliano, con la manifestación de un solo pensamiento o varios.
Quintiliano, ya en Roma, considera dos tipos de períodos, uno
con miembros e incisos (contiene varios pensamientos), y otro simple (un
solo pensamiento) (Inst. orat. IX 4 124); por tanto, la misma distinción
de Aristóteles, sólo que en el caso del período compuesto habla Quin
tiliano de partes largas y cortas entre sus componentes. Según el núme
ro de miembros, el período puede ser bimembre, trimembre, tetramem-
bre o plurimembre.318
,î? Cf. Quintín R A C IO N E R O en: A R IST Ó T E L E S, Retórica, cit., pág. 525, nota
146.
Cf. Heinrich L A U SB ER G , Manual de Retórica literaria, cit., § 933, págs. 313-
31Í-
David Pujante / Manual de retórica
292
El orden en las palabras, pues, afecta por igual a todas las oracio
nes regladas por el arte: tanto a las construcciones en sucesión lineal,
coordinativas, como a las construcciones cerradas, periódicas. Y Quin
tiliano da una detallada cantidad de consejos respecto a las cualidades
del orden (Inst, orat, IX! 4 23 ss.). Habla del orden en las enumeraciones
y del orden en la construcción oracional (orden gramatical, orden cro
nológico y la importancia del verbo al final).
Empieza por decir que, a la hora de enumerar, debe tenerse en
cuenta la compensación equilibrada (el ir de más a menos en la energía
de los términos) así como se debe cuidar que en el discurso no se pierda
vigor creciente. Pero también, añade, se puede emplear el orden natu
ral, que entraña decir primero hombre y después mujer (así en su época,
e incluso todavía), día y noche o bien orto y ocaso. Aunque se puede jugar
con el supuesto orden natural y subvertirlo intencionadamente. En lo
que respecta a la construcción oracional, dice que no siempre conviene
E n u m e ra c ió n L e y d e los m ie m b ro s c r e c ie n t e s
c o o r d in a d a O rd e n n a tu ra !
C o n t r u c c íó n O rd e n g r a m a t ic a l
o r a c io n a l O rd e n c r o n o ló g ic o
V e rb o a l fin al
¿94
; EN : VO ; Sucesión d e m onosílabos ■
S I LU i Sucesión d e p a la b ra s d e igual vo lu m en {p e q u e ñ o o g ra n d e) j
; PA '■MEN ; ;
2CJ5
Te piquen, te acribillen,
Te dividan, te corten y te rajen
[-.}
2Ç)6
297
Platero y yo de Juan Ramón Jiménez, Las cosas de! campo de Muñoz Rojas)
vuelve a desdibujarse la neta diferencia entre la distribución estricta,
regular de los pies —propio de la poesía, del ars poetica (el metro y la
estrofa poéticos)— y esa mayor libertad que caracteriza al ars rhetorica,
el. llamado oratorius numerus. Con todo, y como recuerda Lausberg, el
numerus retórico está regido por dos principios: el de la variación y el de
la evitación de la poesía.315 Las repeticiones es tritas de la poesía suelen
producir en la prosa oratoria cacofonías, monotonía y otras muchas
inadecuaciones de composición.
A la diferencia entre la armonía en la oratoria y en la poesía ayuda
la distinción que hace Quintiliano entre ritmos 0numerus) y metros.
Ambos se componen de pies, pero la diferencia radica en que los ritmos
constan de espacios de tiempo y los metros también de orden (Jnst. orat,
IX 4 46). Los ritmos abarcan a los metros y los metros son lo más
rígido. De tal manera que si atendemos al ritmo (tiempo) da igual el
orden en estos pies métricos: u/— o —/u .
También reflexiona Quintiliano sobre la diferencia entre armonía
oratoria y poética refiriéndose a la ubicación. Para él es fundamental
saber cuál es la palabra que cuadra bien en cada lugar. En la oratoria se
complica más que en el verso, porque los períodos son más largos (el
verso se limita a pocas palabras) y porque la unión de palabras en un
discurso tiene que responder a la variedad, para evitar la monotonía y
el desagrado (el verso se mantiene siempre igual a sí mismo) (Inst, orat.
I X 4 60). Así pues, el ritmo oratorio está en toda la oración, es algo que
envuelve a toda la estructura, algo general que va más allá de ritmos y
metros concretos.
Esa globalídad armónica está en relación con el poder mágico de
la palabra, que ya aparece en Gorgias de Leontini. Gorgias aportó a la
tradición ateniense de la oratoria política una nueva técnica que explo
taba el ritmo griego. Su creencia básica consiste en el encanto de la
palabra. Por medio de ella se calman los miedos, se quitan las penas, se
acrecienta el gozo y se consigue la misericordia. Gorgias es, pues, quien
acerca el. discurso a la poesía, a la poesía en su sentido más primitivo,
el de la expresión oracular; luego, para evitar confusiones, con el paso
■iif Cf. Heinrich LA U SB ER G , Manual de Retórica literaria, cit., § 981, pág. 337.
David Pujante / Manual de retórica
298
del tiempo, será necesario crear las distancias entre retórica y poética
que muestra Quintiliano y a las que ya hemos atendido.
La neta distinción entre manifestación poética y retórica que
vemos en Quintiliano nos es fácil asumirla (a pesar del referido fenóme
no de la moderna prosa poética), pues para nosotros es culturalmente
obvia la distinción entre prosa y verso. No siempre ha sido así. El ars
dictaminis medieval consideraba la prosa y la poesía como dos formas del
discurso. Esto dio origen a los cuatro tipos de dictamina·, los métricos,
los rítmicos, los prosísticos y los mixtos (prosa rimada). Así pues, podía
mos encontrarnos textos sometidos a metro, textos sometidos a ritmo
(menos estrictos), textos en prosa sencilla, sin artificios, y finalmente
una especie de prosa común cuyos miembros rimaban al final de cada
uno de ellos.Jí&
Frente a la para nosotros evidente distinción prosa/poesía, el ars
dictaminis medieval, con sus cuatro tipos de estilo, borró los límites
entre poesía y prosa. Es un vaivén propio de la historia de los estilos
literarios. Si Gorgias acerca la prosa del discurso oratorio a la poesía,
diciendo que considera ia poesía como discurso con medida (Encomio de
Helena 8), y por el contrario Quintiliano se empeña en separar oratoria
de poesía, luego, en la Edad Media, vuelven a borrarse las distancias,
para que el Renacimiento establezca, de cara a la modernidad, el género
lírico, propiciando una nueva separación entre prosa y poesía.
Al tratar de la complejidad del discurso medieval, no podemos
dejar de mencionar un fenómeno que planea por encima de todas sus
manifestaciones, es la aliteración como fenómeno que engloba positiva
mente una serie de efectos compositivos como son el paralelismo o las
rimas internas, y sobre todo el cursus. Han tenido mucha importancia en
la historia del rhetoricus sermo, sobre todo cuando se convirtió en mani
festación escrita, cuando se trasladó el discurso a la escritura.327 Coin
cide además la preponderancia de la retórica como instrucción de la
escritura con la evolución poética que llevó a la desaparición del prin-
Cf. Ernst Robert: C U R TIU S, Literatura europea y Edad Media latina, cit.,
págs. 217-224.
·1"7 Cf. en cuanto a ia relación de la retórica con la escritura George A. K E N
N E D Y , A New History o f Classical Rhetoric, Princeton, Princeton Univer
sity Press, 1994, pág. 28; Tomás A E B A LA D Ê JO , «Retórica y oralidad»,
: Oralia, cit., 8,
III. E l corpus retórico
299
JíS Karl V O SSLER, Formas poéticas de lospueblos románicos, Buenos Aires, Losa
da, i960, pág. 32.
Heinrich LA U SB ER G , Manual de Retórica literaria, cit., § 985, pág. 341.
David Pujante / Manuai de retórica
301
330 Ernst Robert CURTIUS, Literatura europeay Edad Media latina, cit., pág. 513.
D A N T E , De vulgari eloquentia, en: D A N T E , Opere, Bolonia, Zanichelli, 1966,
págs. 1278-1279.
Cf. Antonio G A R C ÍA B E R R IO , Formación de la teoría literaria moderna, 1. La
tópica boraciana en Europa, cit., págs. roo ss.; Bice M O R T A R A G A R A -
VTELEI, Manual de Retórica, cit., pág, 320.
w Cf. David P U JA N T E , E l hijo de la persuasión. Quintiliano'y el estatuto retórico,
cit., pág. 310.
David Pujante / Manual de retórica
$02
303
304
Ct. Harald W E IN R IC H , Leteo. Arte y crítica del olvido, Madrid, Siruela, 1999,
pág- 31-
m Cf. Harald W E IN R IC H , «Histoire littéraire et mémoire de la littérature»,
Revue dTIisloire littéraire de la France. Colloque du Centenaire, Paris, A r
mand Colin, 1995, págs. 65-73.
m Richard V O L K M A N N , Ars memorativa, Viena: Jahrbuch der kunsthistoris
chen Sammlungen in Wien, 1929; Richard V O L K M A N N . Die Rhetorik
der Griechen und Römer in systematischer Übersicht, Leipzig, Teubner, 1885.
Reimpresión en Olms: Hildesheim, 1987.
III . El corpus retórico
305
,5Ï Cf. Harald W E í'N R IC H , Leteo. Arte y crítica del olvido, cit., pág. 34.
5,0 Cf. David P U JA N T E , E l hijo de la persuasión. Quintiliano y el estatuto retórico,
cit., págs. 279-284.
David Pujante / Manual de retórica
y)6
307
F o rm a s se n sib le s L u g a re s
C o n c e p to s a b stra c to s im á g e n e s
540 Harald W E IN R IC H , Leteo. Arte y crítica del olvido, cit., pág. 57.
David Pujante / Manual de retórica
308
Pero no sólo lo hace con respecto a los lugares. Por muy bien distri
buidos que estén los lugares (los distintos círculos en cada uno de los
reinos de ultratumba), los personajes que se ofrecen a nuestro recuer
do son más, son varios en cada uno de esos lugares (aparte las inmen
sas muchedumbres no atendidas). Ahí entra el complemento de las
imágenes. Cederé ahora la palabra de nuevo a Weinrich, de quien tomo
esta interpretación de La divina comedia como un ejemplar arte de la
memoria:
Como ejemplo, sirva el episodio que trata del trovador provenzal
Bertrand de Born. El poeta, al que Dante estima mucho por sus
versos, está condenado a penar eternamente en el infierno porque
por sus poemas políticos incitó a Enrique, el primogénito del rey
Enrique II de Inglaterra, a rebelarse contra su padre, el rey. Ahora
bien, «rebelión» (en Dante: ribellione) es sin duda un concepto
jurídico abstracto, y en consecuencia difícil de utilizar desde un
punto de vista mnemotécnico. Para anclarlo mejor en la memoria
hay que concretarlo ν visualizarlo conforme a las reglas de la
mnemotecnia. Y esto es lo que Dante hace, porque el infeliz
poeta aparece en el infierno, ante los ojos espantados de Dante y
Virgilio, como una imagen fácilmente recordable por la fuerte
impresión que causa en la imaginación, y en consecuencia tam
bién en la memoria de los caminantes ultraterrenos:
309
310
311
Tres son los oficios del orador, instruir sobre la causa de la que su
discurso trata (docere), deleitar con su exposición a su auditorio (delectare),
y finalmente conmover, impresionar, hacer cambiar de opinión, influir en
el auditorio (movere). Aunque no es exclusivo cada uno de estos oficios,
están asignados principalmente a las distintas operaciones retóricas:
312
313
3H
3*5
p6
«Ha dicho usted que el pueblo vasco lleva 20 años luchando por
su libertad y la democracia. Eso será desde su perspectiva política,
porque el pueblo vasco, señor Aznar, lleva mucho más de 20 años
luchando por la democracia».
ciudadanos que nos trajeron aquí con sus votos le sugiero que
abordemos una etapa basada no en la descalificación y el insulto,
sino en la crítica razonada y la voluntad de colaborar, usando
datos ciertos y argumentos válidos».
3*8
3*9
320
3H
3^5
si esto era así hasta bien entrado el siglo XX, la llamada Nueva Retórica,
que comienza a hacerse manifiesta en la segunda parte del siglo, es una
reacción contra el racionalismo cartesiano y contra el. romanticismo
anticlásico que tan opuestos habían sido a la retórica.
Los prejuicios filosóficos a los que suficientemente nos hemos
referido en los primeros capítulos de este libro y la asunción milenaria
por parte de la poética de los elementos compositivos de la elocución
retórica habían hecho desatenderla como teoría de la argumentación,
como ese arte de razonar a partir de opiniones generalmente acepta
das. Será Perelman quien retome el rescoldo y reavive la antorcha lar
gamente abandonada. La publicación del Tratado de la argumentación.
La nueva retórica (1958), firmado por Perelman y Qlbrechts-Tyteca, fue
decisiva. A la evolución de la argumentación en nuestro siglo le de
dicaremos un apartado en este capítulo, por lo que no insistiré ahora
en este punto.
El interés renovado por ia retórica comienza a consolidarse con
recuperaciones historicistas del material retórico, como es el caso de
la excelente obra de Jo se f Martin, Die Antike Rhetorik (1974)4 y sobre
todo el Manual de Retórica Literaria de Heirich Lausberg (i960).5 R e
sulta extraordinariamente valiosa la labor de ordenación de todo un
material tan amplio, tan desatendido, en obras tan minuciosas sobre
la retórica clásica. A Lausberg le debemos, sin duda, la más importan
te sistematización moderna de todos los conceptos de la retórica
tradicional. Muy especialmente del complejo inventario de elementos
de ornato. El nombre de su manual deja patente el maridaje entre
retórica y poética que ha caracterizado la recepción de la retórica por
Occidente a lo largo de nuestra historia y que Lausberg comparte y
mantiene. Naturalmente este tipo de trabajo no deja de ser pura ar
queología. Exhumación de un conjunto de elementos perfectamente
ordenados, clasificados, a los que se nos permite el acceso fácil,
museístico, pero nada más. N o podemos esperar de esas obras cabos
que enlacen cuanto tratan con nuestro presente. N o podemos pedirles
330
’’ Nec mihi videtur errare qui ipsam rerum naturam stare ordine putam, quo
confuso peritura sint omnia (Inst. orat. V II Pr, 3).
David Pujante / Manual de retórica
334
335
Stanley FISH , Práctica sin teoría; retórica y cambio en !a vida institucional, cit.,
pág. 2.86; cf. J, D E R R ID A , «Signature Event Context», Glyph, I (1977);
J . D E R R ID A , Positions, Chicago, University o f Chicago Press, 1981.
David Pujante / Manual de retórica
336
c Si O Vi?,
338
....-- INVENTIO ( e n c u e n t r o d e m a t e r i a l e s s o b r e la c a u s a ]
r e s ;1: ; ' ' ............. ;
DISPOSITIO ( o r g a n i z a c i ó n s ig n if ic a t i v a d e Sos m a t e r i a l e s ) ;
. DISPOSITIO ( c o n c e p c i ó n g e n e r a l d e la e l o c u c i ó n ) ;
v e r b a ;;;
" ELOCUTIO ( r e a liz a c i ó n d e la e l o c u c i ó n )
Tiff''::
pautas racionales por las que se mueven las decisiones discursivas y los
juicios de valor que en los discursos damos. Así la retórica, la nueva
retórica que Perelman propone, se convierte en una lógica de los
juicios de valor. Si bien a la retórica no le corresponde la racionalidad,
que es patrimonio de la lógica y de todas las ciencias empíricas, es el
suyo el campo de la razonabilidad, de lo razonable que está ligado al
sentido común. La verdad entonces es a las ciencias lo que lo razo
nable es al discurso retórico y en particular al discurso jurídico, el más
completo y complejo discurso argumentativo. El problema que de in
mediato se plantea es: ¿cuál es el criterio de racionalidad argumenta
tiva? Para Perelman se halla en el auditorio universal. Los enfoques ar
gumentativos con fines particulares no son tan razonables como los
construidos para la convicción del auditorio universal. No puede, sin
embargo, dar razones Perelman de las diferencias argumentativas entre
enfoques particulares y unlversalizantes, llegando a considerar a fin de
cuentas que el asunto es cuestión de intenciones, de honestidad per*
sonal. Tampoco queda clara la naturaleza del auditorio universal, que
resulta un conjunto imaginario de la totalidad de los seres racionales;
nada más ajeno a la retórica, siempre preocupada por grupos concre
tos de los que intenta obtener el consenso efectivo. Finalmente hemos
de decir que Perelman, pese a su búsqueda de racionalización discur
siva, tampoco renuncia a la eficacia práctica de la argumentación
retórico-jurídica, en la que es imprescindible el aspecto persuasivo, que
élsin embargo considera relacionado con lo irracional, ya que opta
porla argumentación convincente, recreando así una vez más la anti
gua distinción fantasmal entre convicción y persuasión, propiciada
desde la perspectiva filosófica. Crea así Perelman lo que llama García
Amado la peculiar dualidad de la obra perelmaniana:
342
344
346
I V . 4.1. :
dtsck-· .V* Tinev;?. r . : : . .
cie icis tropos y las figuras retóricas
Contribuyendo a completar la labor de los exhumadores y siste
matizadores de la retórica clásica (principalmente provenientes del
ámbito de la filología clásica, griega y latina), hubo en los años 60 y 70
una serie de intentos por reasumir la rhetorica recepta, injertándola en la
nueva ciencia lingüística. La fuerza del estructuralismo al comienzo de
la segunda cincuentena del siglo xx propició el intento de sistematiza
ción de los tropos y figuras retóricas, tan importantes para el estilismo
literario, desde esta nueva perspectiva. Si Lausberg había hecho el es
fuerzo por sistematizar toda la doctrina clásica retórica (en especial los
aspectos de ornato), modernos estudiosos de procedencia estructuralis-
ta intentaron una categorización más racional de tal legado; centrándo
se en la pretensión de dar a los viejos inventarios de tropos y figuras
retóricas (en general apabullantes listados con dudosos criterios y abun
dantes discordancias) una orientación moderna y un orden definitivo. El
ejemplo más representativo de este camino de reformulación con nom
bres nuevos de la teoría de siempre lo representa de manera paradigmá
tica el Grupo μ con su Retórica general (1970).13 Sin duda el título del
libro llama a engaño a quienes no conocen su contenido. Se espera de
semejante enunciado una retórica general actualizada, donde tenga ca
bida toda la problemática que entraña reformular pata la actualidad la
compleja mecánica de construcción de discursos, y se espera que se
ofrezcan resultados; es decir, semejante título nos permite aguardar de
la lectura del libro del Grupo μ el ofrecimiento actualizado de algo
348
350
3$ ï
OPERACIONES LINGÜÍSTICAS
NIVELES LINGÜÍSTICOS LAS INFRINGEN LAS CUMPLEN
(METÁBOLES) (ISÓTOPOS]
FO NO LÓGICO M etafonem as Isofonemas
M ORFOLÓGíCO M etam orfem as Isomorfemas
SINTÁCTICO M etafaxem as Isotaxem as
TEXTOLÓGICO M etatextem as ísotextemas
SEMÁNTICO M etasem em as Isosemem as
GRAFÉM ICO M etagrafem as Isografemas
3S2
.í . d iV o o ,
rio;raoo -0:0:00., Paul cíe M.ou
Leemos en la entrevista que le hizo Stefano Rosso a Paul de Man
el 4 de marzo de 1983 (una entrevista que, por ser dirigida a oyentes de
la R A I, por tanto no profesionales, obligó a De Man a ser lo más claro
posible):
Supongo, como hipótesis de trabajo (como hipótesis de trabajo
porque no tengo esa ingenuidad), que eí texto sabe de un modo
absoluto lo que está haciendo. Ya sé que no es éste el caso, pero
es una hipótesis de trabajo necesaria, la de que Rousseau sabe en
todo momento lo que está haciendo y por eso no hay necesidad
de deconstruir a Rousseau. De un modo complicado, me atendría
a la afirmación de que el texto se deconstruye a sí mismo, es auto-
deconstructivo. u
tivos del lenguaje literario. Para él, la especificidad del lenguaje literario
reside en la posibilidad, que le es inherente, de ser leído e interpretado
mal. La característica determinante del lenguaje literario es su carácter
figurativo, en el sentido un poco más amplio de retoricidad; pero la
retórica, lejos de constituir una base objetiva para el estudio de la lite
ratura, implica la continua amenaza de su infraentendimiento. Es decir
que la retórica suspende radicalmente la lógica, suscitando posibilidades
vertiginosas de error en cuanto al re fe r e n te .A s í llega De Man a iden
tificar la potencialidad retórica, figurativa del lenguaje con la propia
literatura. El movimiento fluctuante de una autodefinición siempre
abortada es un elemento constitutivo del lenguaje literario. A este en-
trecruzamiento de verdad y error que la literatura comunica sobre sí
misma responde el título del primer libro de De Man: hay en la litera
tura una especie de blindness, de ceguera, y a la vez de insight, de reve
lación visionaria. En todos los estudios de los críticos sobre los que
trata De Man en su primer libro descubre un trabajo negativo, en apa
riencia destructivo, que produce insight, la lucidez. Esa diferencia entre
dos polos (las declaraciones categóricas de los críticos y un principio no
declarado que hace que se aleje su lenguaje de la posición enunciada) sin
dialéctica resolutiva, sin síntesis posible, es característica del lenguaje
literario.
En este primer libro, Paul de Man no acepta que la desmitifica-
ción que está afectando a toda la obra moderna del pensamiento pueda
tocar a la literatura. Afirma con energía que la nueva (y seductora)
reflexión sobre la escritura ya era un patrimonio (no reconocido hasta
la fecha) de los textos literarios. La literatura no necesita ser desmiti
ficada, ya que es la única vía lúcida, lo único sólido cuando las demás
vías hacia el conocimiento se desmoronan,17
El retoricismo lo ve De Man, en el texto de Derrida sobre Rous
seau,íS como esa vocación del lenguaje que le impide cumplir su otra
511 Cf. Paul de M A N , «Semiology and Rhetoric», en Diacritics, otoño, 1973, págs.
27-33·
JV Cf. Paul de M A N , Blindness if Insight. Essays in the Rhetoric o f Contemporary
Criticism, Londres, Routledge, 19S6, pág. 19. (Existe traducción en espa
ñol: Vision y ceguera: Ensayos sobre la retórica de la crítica contemporánea,
Puerto Rico, Universidad de Puerto Rico, 1991).
îS Paul de M A N , «The Rhetoric o f Blindness: Jacques Derrida’s Reading of
ω Rousseau», en Blindness i f Insight, cit., págs. 102-141. Existe traducción en
David Pujante / Manual de retórica
354
355
tó
360
361
362
364
36$
apoyo entre reflexión actual del análisis del discurso y retórica, uno de
los que más ideas podemos sacar, es el campo del discurso político.
Es necesario insistir en que estamos en una época de escasa fe en
las grandes empresas teóricas y, en lo que respecta al estudio concreto
del discurso político, el presupuesto le es igualmente aplicable; por tan
to son pocas las aportaciones con gran solidez teórica que se nos ofre
cen en la actualidad, aunque no carecemos de interesantes y sugeridores
análisis parciales:4Ä estudios sobre campañas presidenciales en los
EE.UU. o algunos otros llevados a cabo en momentos comprometidos
de la política europea, como es el caso Waldheim en Austria.49 Las más
interesantes aportaciones que conozco en el terreno de la teorización
del discurso político actual, y su inserción en el marco de la recupera
ción retórica, llevadas a término por lingüistas o estudiosos de la comu
nicación, van a constituir la base de esta sección.50
Las características comunes de los más recientes estudios sobre
discurso político son la interdísciplinaridad y el atomismo. De hecho las
disciplinas y las perspectivas más variadas en los estudios sobre discurso
político retoman aspectos retóricos como base de su trabajo, optando
así por la multídisciplinaridad; y a su vez, en estos trabajos, aunque se
nota el deseo de llegar a unas conclusiones generales, nunca se va más
allá del deseo, quedando en descripciones interpretativas parciales. Por
ejemplo, son innumerables los estudios sobre figuras retóricas y tropos
en los discursos políticos. Sobre la mecánica metafórica hay importante
367
368
sonaje público apropiado, que interese a sus electores, las ventajas son
innumerables. Conocemos el caso de W alesa,55 que ganó las elecciones
mostrándose como un héroe polaco al estilo de los viejos héroes ro
mánticos, algo que tuvo gran tirón en la Polonia en la que se encon
traba en aquellos momentos. Un. doble ejemplo en España puede
servirnos también para reflexionar sobre esta construcción del perso
naje. Por una. parte, la visión de Aznar como hombre sin carisma,
propiciada desde las filas de oposición y desde 1.a intelectualidad de
izquierdas, así como desde fuerzas mediáticas contrarias (pensemos en
los muñecos del guiñol de Canal +), bien utilizada por el propio Aznar
se volvió en una imagen positiva. El planteamiento era; yo no tengo
carisma, pero sov honrado v me intereso por España; mientras que
otros con carisma han propiciado la corrupción. Con su decir macha
cón., repetitivo, falto de brillantez, consiguió dar una imagen de hom
bre gris pero fiable. Muchas veces las medianías, que son las que tie
nen el voto, castigan la prepotencia, la inteligencia, la brillantez, en
una especie de revanchismo que se nutre en los más bajos fondos de
la psicología humana. Consciente o inconscientemente, Aznar supo uti
lizar estos elementos y tuvo éxito. El otro ejemplo también reciente
en nuestra política es el de Borrell, cuyo liderazgo se desmoronó el día
de su intervención en el Debate sobre el Estado de la Nación. Sin
duda su construcción de personaje duro, con capacidad de enfrentarse
a todos y a todo le hizo destrozar un discurso que en principio era
bueno, por una actuación desafortunada, prepotente, achulada.,ή
Siguiendo con la idea de la construcción discursiva del significa
do, hemos de considerar también en los recientes trabajos el nuevo
entendimiento del contexto. Se dice que un tipo de conciencia, como la
feminista, se crea en el cuerpo de un discurso.’7 El texto nombra el
369
« Cf. F. H. van EE Al E R E N , R. G R O O T E N D O R S T , S. JA C K S O N y S. J A
COBS, «Argumentation», en: T. A. van D IJK (ed.), Discourse as Structure
and Process, Londres, Sage, 1997, págs. 208-229; K. M. OLSON! y G. T,
G O O D N IG H T , «Entanglements of consumption, cruelty, privacy and
fashion: the social controversy over fur», Quarterly Journal o f Speech, 80,
3 (1994), págs. 249-276.
A. M. G IL L y K. W H E D B E E , «Rhetoric, en: T. A. van D IJK (ed.), Discour
se as Structure and Process, cit., pág. 171.
IV . La actualidad retórica
61 Cf. G. LA K O FF, Women, Fire, and Dangerous Things: What Categories Reveal
about the Mind, Chicago, University o f Chicago Press. 1987; G. L A K O FF
y M. JO H N SO N , Metaphors We Live By, Chicago, Chicago University
Press, 1980; P. C H IL T O N y G. LA K O FF, «Forcing Policy by Meta
phor», en: C. SC H A FFN E R y A. L. W E N D E N (eds.), Language and
Peace, cit., págs. 37-59.
61 Cf. A. M. G IL L y K. W H E D B E E , «Rhetoric», en: T. A. van D IJK (ed.),
Discourse as Structure and Process, cit., págs. Ï72-173.
6¡ Cf. T. A. van D IJK , «Discourse Analysis as Ideology Analysis», en: C.
SC H A F F N E R y A. L. W E N D E N (eds.), Language and Peace, cit., pág.
30.
ή+ Cf. C. SC H A FFN E R , «Die europäische Arkitektur - Metaphern der E in i
gung Europas in der deutschen, britischen und amerikanischen Presse»,
en: A. G R Ë W E N IG (ed.), Inszenierte Information. Politik und strategische
Kommunikation in den Medien, cit.
(s, ^ ^ D IJK (1988), «The Tamil Panic in the Press», en: T. A. van
D IJK , News Analysis. Case studies of Internationa! and National News in the
Press, Hillsdale N J, Erlbaum, 1988, págs. 215-254.
David Pujante / Manual de retórica
372
metáforas para afrontar temas para los que la sociedad se muestra tan
sensible como el de la seguridad en la calle o la seguridad y las relaciones
internacionales.í,f>
Van Dijk habla de operaciones retóricas de carácter semántico conside
rando así las hipérboles, los eufemismos, la ironía, la metáfora. Sin duda
se refiere al hecho, por todos reconocido, de su procedencia del estudio
retórico. Son retóricas porque proceden del viejo y consolidado inven
tario de tropos y figuras retóricas; son retóricas porque la retórica fue
la primera en ponerles nombre y en categorizarlas; pero más allá de esa
comunidad, resulta impensable unir bajo un mismo recuadro el eufemis
mo y la metáfora. Y también es imposible hacer cuadrar la denomina
ción the semantic operations o f rhetoric con las tradicionales operaciones
retóricas. Colocados en la tradición, no sabríamos bien a qué lugar re
ducir lo semántico o bien por dónde repartirlo equitativamente. Las
operaciones a las que se refiere denominándolas así son una serie de
procedimientos elocutivos según la vieja concepción de la retórica.
Procedimientos de ornato; procedimientos desentendidos (si no total
mente, casi) de los aspectos semánticos. Ciertamente Van Dijk las de
nomina retóricas por no tergiversar la tradición y lo vemos con toda
claridad cuando más adelante, en este mismo trabajo, habla de retórica
contemporánea:
Similares tendencias pueden ser observadas en la retórica con
temporánea de la prensa de derechas cuantió escribe sobre inmi
grantes, minorías, refugiados o antirracistas blancos.0’
Por otra parte Van Dijk observa algo que no aparece en los tra
tados retóricos que han llegado hasta nosotros. La relación entre esas
construcciones retórico-discursivas y los modelos subyacentes y las
creencias sociales de quienes las llevan a cabo. El problema de la deter
minación del alcance de la operación inventio se complica. Si la inven
ción, unida al juicio, es una selección de argumentos y una coherente
374
los aspectos de ¡conicidad dentro del discurso, que van mucho más allá
de razones estéticas. Una repetición paralelística cuando estamos ha
ciendo una etopeya de alguien nos ofrece la imagen de una persona
minuciosa, sin necesidad de explicitarlo. Existen interesantes estudios
sobre las complejas formas de iconicidad que se crean en los discursos.74
También se hacen necesarias importantes precisiones a la vieja
disciplina retórica en lo que respecta a la relación entre contexto y
discurso, ya que el tiempo y el espacio cultural son elementos clave para
la configuración de las estrategias retóricas. En la esencia de la retórica
se encuentra esta relatividad y adaptabilidad a un tiempo y a un espacio
distintos.
El contexto en el que se enmarca un determinado discurso retó
rico crea unas exigencias en el propio discurso que pasan por establecer
su género y los límites de su efectividad. Igualmente 3a audiencia (otro
básico elemento contextual) y la credibilidad del rétor (político en nues
tro caso) son aspectos a considerar en la relación entre discurso y con
texto. Todos ellos han sido objeto de estudios recientes.7’
La definición de un texto como retórico pasa por su considera
ción pragmática. Un texto retórico responde a asuntos o problemas
sociales e interacciona con ellos. Y el carácter retórico de un texto se
obtiene precisamente de acontecimientos o situaciones específicas para
las que el texto se crea y actúa. En consecuencia, uno de los elementos
clave a estudiar, en un texto retórico, en relación con su contexto, es la
finalidad (exigence): the historical events [...} are central to understanding the
text. 76 De igual modo es clave la audiencia a la que va dirigido el discur
so, una audiencia que no sólo es la presente en ese momento ante el
emisor del discurso, sino que es una audiencia de'múltiples niveles, en
diferentes lugares (debido al carácter actual de los medios de comuni
cación) y, en ocasiones, es una audiencia proyectada en el tiempo, pues
el rétor-político también proyecta su discurso con visión de futuro,
376
378
379
sobre todo por saberse proyectar en una audiencia futura que juzgaría
en las urnas, acabó resultando un discurso más eficaz.s?
Ciertamente hoy día todo acto comunicativo puede ser conside
rado como un interconectado triplete de forma, significado y situación;
haciendo en tal caso referencia el término situación a una compleja red
de rasgos que pueden a su vez ser divididos en dos diferentes áreas (no
obstante relacionadas entre sí): la situación objetiva y la situación sub
jetiva. La primera comprende todos aquellos aspectos mensurables de la
situación y la segunda, todos aquellos otros que sólo pueden ser recons
truidos con referencia al conocimiento de las personas implicadas. Esto
permite hablar de una comunicación directa y de una comunicación
vaga. Esta última no es equivalente a comunicación imprecisa o de
contornos menos nítidos, sino que consiste en una cominicadón carga
da de significado inferido. La comunicación directa se construye sólo
con efectivos de la situación objetiva y la vaga, con elementos de ambas
áreas. Considera Gruber —tuyas ideas seguimos ahora— S4 que un dis
curso vago en política es hoy muy habitual debido al mecanismo ya
mencionado de la duplicación (die Doppelung):
Los políticos comunican directamente en el medio, por ejemplo,
con otro político o con un. periodista, pero desean al mismo tiem
po convencer a una audiencia con la que no tienen la oportunidad
de interacción directa.Sí
380
ß l
re retórica
3*?
384
38s
,06 Tomás ALBALAD EJO , «Retórica y oralidad», Oralia. Análisis del discurso
oral, 2 {1999), pág. 9.
107 Tomás ALBALAD EJO , Retórica, cit., pág. 43.
108 Cf. H. LAUSBERG, Elementos de retórica literaria, cit., § § 45, 445 y 454; A.
G A R C ÍA BERRIO, Formación de la teoría literaria moderna, i. La tópica
horaciana en Europa, cit., págs, 51-59 y 413.
109 Tomás ALBALADEJO, Retórica, cit., pág. 46.
IV . La actualidad retórica
ii 110 Cf. Teun A, van DIJK, Some Aspects o f Text Grammars, cit., Págs. 6 y 17.
Cf. Teun A. van DIJK, «Nota suile macroestrutture linguistiche, en: Maria
Elisabeth C O N TE (a cuta di), La lingüística tatúale, Milán, Eeltrineíli,
; 1 977í P%s· 181-194; Teun A. van DIJK, Texto y contexto (Semántica y prag-
:’ mática del discurso), Madrid, Cátedra, 1980, parte I, cap. V.
1,2 Tomás ALBALADEJO, Retórica, cit., pág. 47.
111 Cf. Tomás ALBALAD EJO , Retórica, cit., pág. 29; T. ALBALAD EJO , «Tex-
■; tualidad y comunicación: persistencia y renovación del sistema retórico
■ (La rhetorica recepta corno base ele la retórica moderna)», en: Antonio
RLÏIZ, Antonia V IÑ E Z,Ju an SÁEZ (coords.), Retórica y texto III. En
cuentro Interdisciplinar sobre Retórica, Texto y Comunicación, Cádiz, Univer-
sidad de Cádiz, 1998, págs. 3-14; T. ALBALAD EJO , «Retórica y elocu
tio: Juan Luis Vives», Edad de Oro, X IX (1999), pág. 9.
'!4 Cf. Tomás ALBALADEJO, «Polyacroasis in Rhetorical Discourse», The
Canadian Journal o f Rhetorical Studies/La revue canadienne d’études rhétori
ques, cit.; T. ALBALAD EJO , «Polifonía y poliacroasis en la oratoria
política. Propuestas para una retórica bajtíniana», en: Francisco CO R
TÉS G A BAU D AN , Gregorio H INOJO A N D R ES y Antonio LÓPEZ
% EIR E (eds.), Retórica, Política e Ideología. Desde la Antigüedad hasta nuestros
días. Actas del I I Congreso Internacional, vol. III, Salamanca, Logo. Asocia
ción Española de Estudios sobre Lengua, Pensamiento y Cultura Clásl·
í; ca, 1997, págs. 11-21.
David Pujante / Manual de retórica
390
393
394
395
qué consiste el arte de convencer a los demás. Cada día más personas
creen que esto se puede aprender, pues cuando se sientan ante el tele
visor observan que sus presentadores preferidos o los más carismáticos
personajes de la sociedad multimedia responden a una construcción de
su persona que pasa por un cuidado lenguaje verbal y corporal, sin duda
aprendido. Y como creen que se puede aprender, están dispuestos a
hacerlo.
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380, 410
aci os de habla, 314, 334
actuación, 15,17, 21, 35, 39, 57, 58, 76, 78, 89, too, 156,168,1.69, 174, 186,
303, 310, 312, 313, 316, 329- 333. 338, 368, 376, 377
acumulación, 129, 201, 240, 246, 250
acumulación a distancia, 239, 24S
acumulación coordinante, 239, 247
acumulación de grupos o palabras distintas, 239
acumulación en contacto, 239
acumulación subordinante, 239, 249
adición, 113, 237, 246, 247, 250, 268, 278
adiectio, 238, 239
adposititm, 249
aetiologia, 26o. 278
Aftonio, 58, 90
Albaladejo Mayordomo, 78, 82, 118, 186, 193, 201, 210, 212, 222, 262,
303, 318, 323, 328, 377, 379, 383, 385, 386, 387, 388, 390
Alcimadante, 43
Alalino, 59, 62
alegoría, 205, 206, 225, 281, 282, 283, 284, 285, 286
alegorías mixtas, 282
alegorías puras, 282
Alexy, 343
aliteración, 298
Alonso, 210, 295
David Pujante / Manual de retórica
414
auditio, 56 Cicerón, 37, 46, 51, 52, 53, 54, 57, 5-9, óo, 62,
auditorio implícito, 380 72, 73, 74., 86, 96,101, to 2 ,103, toó, 108,
auditorio universal, 341 113, 120, 122, 154, 155, 156, 158, 159, 160,
Auerbach, 154 169, 179, 182, 196, 199, 2x9, 220, 221, 233,
Aurelio Agustín, 78 236, 266, 267, 271, 273, 278, 280, 288, 299,
ausencias, 366, 369 300, 303, 302, 303, 305, 306, 307, 318,
Austin., 25, 314, 334 397’ 398, 402, 413
aversio, 260, 276 circunstancias de lugar, 157
Aznar, 98, 227, 368, 374, 37S, 3S0, 390 civilización escrita, 36, tío, 61, 68
civilización mediática, 30, 61, 68, 318
Balzac, 116 civilización oral, 24, 3ó, 46, 60, 61, 68, 73,
Baquero Goyanes, 116 120
Barthes, 83, uz, 360 claridad, 95, 102, 103, ni, 120, 166, 170, 173,
Beda, 62 194, 198, 199, 2Ó5, 268
Beristáín, 24.8, 263 Clark, 379
Black, 211 cláusula, 279
Blaire, 296, 398 cognitio, jó
blaísosis, 151 Cohén, 212
Blumenberg, 6 t cólones, 290
Boecio, 62, 199 commentum, 144
Borrdí, 76, 3x5, 317, 368, 410 communicatio, 2Ó0, 267, 268
Bousoño, 210 commutatio, 269, 270
Bowra, 39 comparación, ιοί, K9, 131, 15S, 162, 180, 183,
Bremond, tu 201, 21J, 231, 255, 260, 275, 279
brevedad, 22, 102, X03, 104, 105, 120, 215, comparatifi, 129, 2Ó9
252 compasión, 182
brevitas, 104 complexio, 238, 243
Brócense, 64, 400 composición, 25, 35, 55, 88, 205, 238, 244, 255,
Buber, 149 288, 289, 291, 292, 293, 295, 297, 399
composición libre, 290
cacocelia, 231 comunicación, u8, 259, 403, 409
cacocelon, 200 comsinkación directa, 378, 379
cacofonía, 200, 295, 297 comunicación vaga, 379, 3S0
Campillo, 67, 27$ concatenación, 238, 241
Camus, 157, 296, 398 concesión, 259, 260, 277
Capmany, 66, 255, 257, 258, 259, 265, 260, concesión/dejación, 260
267, 272., 277, 280, 282, 286, 398 concessio, 260, 277
Carlson, 379 conciliación, 2Ó0, 276
Casiodoro, 62 conciliatio, 260, 269
Castelar, 368, 373, 410 conclusio, 95
catacresis, 20$, 206, 217, 2j 8 conclusión, 53, 73, 95, 143, 145, 173, χδι, 279,
catarsis, 93, 94 374
categoría modificativa., 238, 268 confirmación, 93, 95, 159, 180, 181, 331
categorías de tiempo y cantidad, 152 confirmatio, 95, 121
catharsis, 273 Confucio, 35
Catón, 57 confutación, 95
Cavalcanti, 64 confutatio, 95, 121
Cayo Julio Victor, 59 congeries, 129, 247
Celso, 280 cúniectura, 82
Chartand, 381 conieclm, 124
Chico, 78 conjetura, §2, So, 91, 121, 124, 181, 188
Chomsky, 118, 385 construcción de uno mismo, 3Ó7
David Pujante / Manual de retórica
4x6
417
33^ 332» 333, 334, 33ó>337< 33®, 339. 373: enlaces de sucesión, 161, 164, 165, 166, 168
388 ensayo erudito, 83
dissimulatio, 286 entendimiento del contexto, 366, 3Ó8
distinctio, 238, 245, 269. 270 enthymema, 144
distribución, 237, 239, 248, 297, 299, 332, 388 entimemas, 126, 130, 138, 140, 141, 142, 143,
divided illocution, 379 *44. r45> H 6, 350,154, 163, 169, 194, 201,
división, 48, 52, 75, 82, 93, 119, x2o, 124, 153, ^79. 339. 370
158, 162,190, 202, 20>- 299, 301, 330, 335entimemas aparentes, 151
docerc, 102, 311, 382 enumeración, 94, 120, 150, 155, 181, 182, 234,
Donato, 58 239, 247, 248, 280
Doppelung, 378, 379 enumeración compleja, 248
dóxai, 50, 164 enumeratio, 95
dubitación, 267 tpanâlempsis, 200
Dubitatio, 259, 260, 267 epánodo, 244
dubium, 96, 130 ephexês, 113
duplicación, 203, 379 epífonema, 279
epífora, 238, 243
Eco, 210, 222, 383 epílogo, 93, 95, 139, 141, 180, 181
egressus, 95 epilogas, 95
ejemplo, 14, 29, 40, 51, 71, 73, 74, 76, 92, 96, epistcmé, 178
98, 99, 100, ιοί, 103, 107, 115, 117, K.9, epístrofe, 243
121, 124, 125, 126, 127, 128, 129, 130, 131, epíteto, 205, 206, 224, 239, 249, 250, 411
132, 133, 134, 135, 136, 137, 138, 139, 140, epízeusis, 240
141, 142, 143, 145, 146, ií)S, 149, 157, 162, Erasmo de Rotterdam, 64
165, ÍÓ9, 171, 173, 174, 175, 187, 191, 194, erísticos, 42
195. 199, 2oi, 203, 204, 2oy, 208, 213, Escuela de los Nombres, 35
215, 217, 223, 224, 225, 227, 228, 232, 233, Esopo, 132
234, 237, 240, 241, 243, 244, 245, 246, Esquines, 51, 54, 120, 187, 302
247, 251, 252, 253. 254, 256, 257, 258, 264, estado de causa, So, 87,121, 124, 188, 271, 332
265, 266, 274, 275, 276, 277, 278, 280, 282, estado de conjetura, 123, 188, 189
300,306, 308, 313, 331, 335, 368, 369, 378, estado de codificación, 91, 1.88, 189
410 estado de definición, 71, 188, 189, 268
ejemplo contrario, 131 estados legales, 189
ejemplo disímil 130 estados racionales, 188, 189
ejemplos ilustrativos, 136, 137 Estesícoro, 132
ejemplos-prueba, 136 estilo, 45, 46, 47, 52, 55, 5Ó, 57, 58, 60, 73, 97,
Elio Aristides, 89 99, 312 , T32, 138, I99, 201, 207, 208, 250,
elipsis, 200, 239, 252 252, 255, 256, 259, 283, 286, 289, 29O, 298,
cioeudón, 58, 73, ιΰι, 235, 288, 289, 302. 311, 30°, 301, 302, 325, 339, 383, 398, 399
326, 338, 339 estilo asiático, 54, 302
elocución dispositiva, 161 estilo ateniense, 302
elocutio, 56, 75, 7ó, 77, 112, 129, i 8 j , ¡86, ¡87, estilo aticista, 302
L89,190,192,193,194, 195, 196, 201, 203, estilo ático, 302
271, 279, 302, .303, 329, 3x1, 336, 338. 339,estilo elegiaco, 301
364, 373, 388 estilo rodio, 302
eloqui, 190 estilo vehemente, 302
emphasis, 260 etimología, 71,153,155, 156,172, 197, 218, 244,
enárgeia, 195, 271, 274 408
énfasis, 201, 206, , 232, 233, 259, 287, 288, 302 ctopeya, 259, 260, 272, 375
enigma, 195, 205, 206, 258, 275, 285, 286, 339 eufemismos, 372
enlaces argumentativos, 175 Eustacio, £31
enlaces de coexistencia, 162, 164, 168 evidencia, 201
David Pujante / Manual de retórica
418
evidentia, 260, 271, 280, 288 figuras de sentencia, 258, 260, 268, 281
excessus, 93 figuras dialécticas, 260, 268, 276
exclamación, 259, i6o, 271 figuras frente al asunto, 235, 260, 268
excogitatio, 7ó, 79 figuras frente al público, 235, 260, 261
execración, 264 figuras por adición, 235, 238, 239, 240, 246,
exordio, 91, 93, 94, 95, 96, 97, 98, 100, 180, 260, 278
184, 315, J*6, 331, 374 figuras por detracción, 235, 239, 252, 2Ó0
exordios comunes, 97 figuras por inmutación/sustitución, 260
exordios conmutables, 97 Figuras por orden, 235, 239, 254
exordios .separados, 97 figuras por transmutación, 260
exordios trasladados, 97 figuras que se constituyen según las cuatro
exordios vulgares, 97 categorías modificativas, 260, 268, 278
exordium, 95 figuras semánticas, 260, 268
exornationes, 236 Fill, 390
expolieión, 274 Finitio, 260
expolitio, 260, 274 Fish, 109, 177, 178, 334
exposición, yo, 95, 96, ιοο, 101, 102, 103, fondo/forma, 190, 191
T04, no, n i, 157, 159, 180, 181, 302, 3x1 Fontanier, 67, 223, 224, 240, 267, 272
expositio, 9j formalismo, 191, 383, 386, 404
expresión correlativa, 290 foro, 173, 174, 175, 378, 380
Forradellas, 241, 250, 251, 254, 293
fábula, 94, 10 2 ,113,114 ,131, 132, 133, 134, 135, Fortunaciano, 59
143, 191 Foucault, 25, 171, 178
fictio personae, 194, 260, 273, 339 Furio Ceriol, 64.
figura, 16, 25, 28, 29, 39, 45, 52, 53, 55, 72, 78,
105, 1X2, 137, 148, 16Ó, J.Ó7, 168, 182, 194, Gadamer, 6i
I9í> 196, 200, 202, 208, 209, 210, 2X1, gapping 253
212, 219, 222, 224, 225, 23O, 232, 233, 235, García Amado, 341
23Ó, 237 . 239> 24 O) 24 l > U 2> 2 43) 2 4 4 , García Berrio, 63,118, 191,193, 210, 212, 330,
246, 249, 250, 251, 252, 253, 254, 255, 261, 382, 383, 384, 385, 386, 387, 388
2Ó2, 266, 267, 268, 269, 271, 272, 273, 274, geminación, 238, 240, 242, 260
275, 276, 277, 278, 280, 281, 286, 287, 288, genera causarum., 82
302, 307,311, 325, 339, 345, 347, 348, 364, genera dicendi, 300
365, 367, 371, 372, 384, 401, 402, 41.2 genera elocutionis, 300
figura afectiva, 260, 268, 271, 274 genera figurae, 300
figura de estilo, 236 género, 45, 78, 82, 83, 84, 85, 87, 88, 89, 90,
figura de ornato, 274 91, 92, 93, 96, 97, 122, 123, 133, 146, 148,
figura de pensamiento, 288 158, 172, 221, 230, 244, 298, 301, 343, 363,
figura gramatical, 237 m , 376
figura retórica, 238 género deliberativo, 84, 90, 91, 96
figurae per detractionem, 252 género homilético, 83
figurae per ordinem, 254 género intermedio, 300
figurae per transmutationem, 254 género medio, 302
figuras de adiesón por acumulación, 250 género noble, 300
figuras de dicción, 235, 236, 237, 238, 258, 259, género simple, 300, 302
2óq, 268 géneros de causa, 82
figuras de estilo, 236 géneros elocutivos, 300
figuras de la alocución, 260, 261 penette, 67, 112, 211
figuras de 3a pregunta, 260, 261, 265. 266, genus, 78, 96, 156
270 gmus admirabile, 96
figuras de pensamiento, 235, 236, 237, 258, genus dubium vel aitceps, 96
259, 268, 280, 281 gmus grande, 300
índice alfabético de autores y materias
419
420
273, 279, 302, 303, 311, 329, 330, 336, 338, 278, 280, 281, 284, 286, 287, 288, 293,
339, 372, 38S 294, 296, 297, 299, 326, 347, 388
invocación, 264 Lázaro Carreter, 234
ironía, 167, 172, 199, 205, 206, 225, 226, 227, lectio, 56
233, 244, 246, 259, 260, 286, 316, 317, 372 Leech, 348
Iseo, 5t lexis, 208, 291
Isidoro de Sevilla, 62, 278, 300 licencia, 197, 259, 260, 261, 262, 269, 295
isocolon, 239, 248, 236, 257 licentia, 262
Isocrates, 24, 40, 42, 44, 45, 4Ó, 47, 51, 72, Licurgo, 31
73, 103, 179 Lisias, 43, 43, 31, 179
indicium, 329 litotes, 167, 20ό, 225, 233, 234
iunctura, 292, 293 litterator. 55
Lledó, 50
j . Murphy, 37, 40, 42, 44, 46, 48, 31, 6ï , 89, Llu li , 1 1 3 , 1x6
90, 116, 309, 406 loci misericordiae, 184
Jaeger, 50 logógrafos, 43
Jakobson, 222, 244, 270 logos, 40
Jauss, 128 Logue, 377
Jiménez Patón, 205, 399 Luciano de Samosata, 89
Johnson, zu, 213, 214, 218 lugar comunicativo, 380
Jorge de Trebisonda, 63 lugar de la cantidad, 147
jouhandeau, 149 lugares, 42, 50, 80, 81, 85, 100, ïo i , 1x3, 119,
Juan de Jáuregui, 99 121, 122, .124, 127, 129, X42, 143, 146, 147,
Juan Manuel, 133 148, <49, 150, tyi, 132, IJ4, 155, 136, 158,
juicio, 4.8, 77, 80, 82, 84, 87, 119, Γ35, 147, 159, 160, rói, 184, 214, 284, 306, 307,308,
169, 175,195, 201, 203, 240, 251, 336, 372, 337- 377, 408
lugares de la cualidad, 148
374, 3S7 lugares de la esencia, 150
juicios antecedentes, 124, 169
lugares de lo existente, 130
lugares del orden,· rjo
bikémpbatmr, 200 lugares derivados del valor de la persona, 150
kakódselon, 200 lugares extrínsecos, 133
Kanr, 163, 176 lugares inherentes, 153
katâméros, 113 Luis de Granada, 64, 66, 127, 243
kataskeué, 95 Lulio, 309, 3x0
K.ennedv, 34, 35, 291 Luzán, 66
Kerford, 39
Kibédi Varga, 61 maerología, 200
kóla, 290, 291 Madramany y Calatayud, 66
kómma, 291 magnificación, 128
kómmata, 290 magnitud, 122, 127, 128, 232, 247, 346
Kristeva, 112 makrología, 200
Manent, 115
La Fontaine, 133 Manguel, ioo
Lakoff, 212, 213, 214, 218 Marcel, 117, 149
Laurencio Victorino, 309 Marciano Capella, 61, 295, 309
Lausberg, 91, 93, 102, 108, m , 123, 127, 529, M.arc.hese, 241, 250, 251, 254, 293
130, 132, 133, 167, 182, 183, 194, 204, 205, Martin, 149, 281, 288, 289, 292, 326
2.11, 217, 219, 220, 221, 224, 223, 226, 227, Martínez Bonati, 109
229, 230, 232, 233, 236, 237, 240, 241, 243, Mateo de Vendóme, 105
247, 249, 250, 252, 25-3, 234, 235, 236, 260, máxima, 43, 91, 96, 126, 130, ¡34, 133, 139,
261, 262, 263, 266, 267, 269, 271, 273, 276, 140, 141, 142, 143, 145, 169, 302
Indice alfabético de autores y materias
421
Mayans y Sisear, 66 narración literaria, 13, 15, 16, 29, 76, 77, 81,
Mayoral, 222 88, 90, 91, 101, Ϊ02, 106, 107, 108, 109,
Mayordomo, 118, 262, 323 133, 112, 113, ¡14, 1x8, 130, 167, ϊ8θ, l82,
Meador, 55 191, 192, 204, 215, 217, 220, 224, 225, 226,
Melanchton, 64 227, 230, 232, 233, 240, 241, 250, 2JX, 254,
memoria, 52, 56, 75, 77, 97, 114, 115, 120, 154, 286, 291, 293, 294, 296, 297, 299, 301,
182, 225, 299, 302, 303, 304, 305, 306, 307, 3x4, 326, 331, 33J, 367, 381, 383, 385,
307, 308, 309, 310, 311, 313, 329, 412 386, 3S8, 399, 402, 404, 407, 408, 409
memoria artificial, 305, 306, 307 narración por partes, 113, 114.
?ñamaría locorum, 306 narratio, 22. 93, 95, 100, 101, 102, 103, 104,
memoria natural, 305, 30ό in , T13, 195, 271, 316, 331
metáboles, 236, 237 narratio continua, 113, 1x4, 116, 1x7, 250
metáfora, 2tí, 27, 105, 151, 162, 170, 195, 203, nairatio partita, 533
204, 205, 206, 207, 208, 209, 210, 211, narrationum genera, 101
2x2, 213, 214, 215, 2ï7, 21S, 219, 222, 223, negotium, 81
229, 230, 23Ϊ., 269, 282, 283. 308, 310, 348, neoformalismo, 185, 191, 383
37*. 372>374, 4 o2, 4 ° 5, 4 11» 4 12 nexo causal, 164
metáfora necesaria, 2x7, 2x8, 219 Nietzsche, i8, 20, 21, 25, 27, 1 7 3 , ιηη, 185,
metáforas arquetípieas, 374 2 0 7 , 3 2 4 . 335
metáforas arquitecturales, 371 Nietzsche-Renaissance, 335
metáforas estructurales, 214 noema, 279
metáforas ontológicas, 214 nueva retórica, 68, 134, 138, 140, 147, 148,
metáforas orientativas, 214 150, 160, 166, 1Ó8, 173, 323, 326, 327, 329,
mctalepsis. J95, 205, 206, 220, 339 335. 34° , 341. 345. 364 > 3%. 3^4 , 409
metalogismos, 236, 237 numertu, 292, 295, 296, 297
metaplasmos, 236, 237
metasertiemas, 236, 237 obsecratio, 2ÓO, 2Óx
metástasis, 271 obticentia, 280
metataxis, 236, 237 oficios, 311
método dialéctico, 42 Olhrechts-Tyteca, 134, 136, 137, 138, 326
método socrático, 42 onomatopeya, 205, 206
metonimia. 205, 206, 219, 220, 222, 223, 230 operaciones retóricas de carácter semánti
Miguel de Salinas, 64 co, 372
Milton, 127, 128, 27ó opuestos, 41, 123, 155, 247, 326
Miller, 377 opuestos por posesión-privación, 123
mimesis, 110, 208 opuestos relativos, 123
mnemotecnia, 115, 304, 306, 30S, 309 oración correlativa, 289
modelo, 52, 77, 91, 94, 154, 337, 138, 139, 162, oración libre, 289
169,393, 288, 301, 302, 328, 385, 387, 400 oración periódica, 46
moraleja, 133, 134, 137 oratio perpetua, 289, 290
Morier, 252 oratio soluta, 289, 290
Mortara Garaveüi, 94, 100, 134,154, 238, 233, oratoria, 37, 40, 43, 46, 47, 51, 71, 76, 81, 84,
253, 2J9, 271, 281, 295 88, 92, 102, 107, 108, no, 117, ΙΪ9, 3 2 4 ,
movere, 1:02, 103, 289, 311 146, 180,182,190,194, Ϊ99, 257, 277, 295,
Murphy, 39, 40, 42, 46, 47, 53, 55, 57, 58, 39, 297, 298, 30X, 339, 388, 407
88, 90 oratoria política, 297
mutatio, 202, 204, 235, 26S oratoria sagrada, 267
oratrix, 71
narración, 92, 93, 94, 95, xoo, 101, 102, 103, orden, 54, 76, 79, 117, 118, 123, 134, 140, 142,
104, 106, 107, no, ni, 112, 113, 114, 116, 147, 151, 158, 160, ϊ 68, 174, 178, i8á, 188,
117, 118, 1.X.9, lio , 121, 180, 248, 279, 280, 189, 205, 239, 250, 253, 254, 255, 25Ó, 208,
302, 374, 400 281, 288, 290, 292, 293, 295, 297, 304,
David Pujante / Manual de retórica
422
307, 3.10, 330, 331, 332, 333, 334, 335, 337, persona retórica, 15, 3Ö7
347, 404 personaje retórico. 366, 367
orden intuitivo, 331 perspicuidad, 198
orden retórico, 330, 333 persuasión, 13. 15, 24, 34, 41, 48, 49, 72, 90,
ordo, 292, 331, 332, 405 93, 94, í02, ito, 130, 163, 176, 190, 195,
ordo artificialis, 331 204, 208, 250, 253, 254, 255, 257, 259, 272,
ordo naturalis, 331 274, 275, 279, 281, 301, 305, 324, 329, 330,
ordo rcrum, 332 334» 341. 358. 303, 380, 410
ordo rhetoricus, 332 pertinencia, 38, 140, 145, 181, 209
ordo verborum, 332 Petöfi, 118, 385, 387
ornato, 199, 200 physis, 51
ornato por sentencia, 279 pie, 48, 137. 217, 220, 276, 286, 296
oxímoron, 269, 270 pistéis, 50, 145
pístis, 95
Pablo, 104, Ï19 Platón, 16, 2.1, 22, 26, 34, 39, 40, 42, 44, 46,
Pabón y Guerrero, 66 47» 49» 50, 53, 89, 105, 147, 173, T78, 399
parábola, 131, 134, £35, 143, 166, 285 pleonasmo, 200
parádeigma, 130 Plett, 222, 349
paralelismo, 44, 253, 298, 310 Plotino, 173
parékbasis, 95 Plutarco, 126, 134, 136
paréntesis, £19, 239, 240, 254, 256, 278 poliacroasis, 262, 377, 378, 379, 390
parüosis, 24S polipote, 244
paroimía, 22ó poliptoton, 238, 244, 245
paromeosis, 257 polisíndeton, 239, 246, 250, 251, 253
paromoeosis, 256 praeparatio, 260, 276
paronomasia, 238, 244 praeteritio, 260, 280
pars rhetorices, 332 pragmática, 74, 93, no, 118, 314, 315, 342, 375,
partición, 95, 162 389
partitio, 93, 95, 120, 153 premisa, 14.3, 144, 145, 146, 147, 160, 161, 370
pathos, jo, 2Ó3 preterición, 280
Paul de Mann, 171 Prince, u8
Pavel, m , 118 principio de autoridad, 169
pensamiento débil, 18, 324, 335, 412 principio de casualidad, 151
percusio, 260, 280 principio de contradicción, 151
Pereiman, 93, 134, 135, 136, 137, 138, 14Ü, 147, principio de finalidad, 152
148, 150, 154, ϊόο,lóí, 1:63, [Ó4, 165,166, principium, 95
16-, 168, 169, 170,172, 173, 174, 175, 176, Prisciano, 62
177, 225, 234, 326,335,340, 341, 342 privativos, 155
Pericles, 38, 40, 324, 402 probabilidad, 49, Ϊ52
periergía, 200 probatio, 93, 95, 121, 179, 317
perífrasis, 205, 206, 224, 227, 228, 229, 230 probatoria extrínseca, 124, .125, 126, 169
perífrasis encarecedora, 227 probatoria intrínseca, 125, 12Ó, 127
perífrasis metafórica, 229 procedimientos de disociación, 162, 175
perífrasis metonímico-abstractiva. 22,9 procedimientos de enlace, 160, iói , 162, 163,
perífrasis mitológica, 229 169
perífrasis propia, 227 Pródico, 43, 45
período, 23, 46, 51, 52, 88, 89, 112, 117, 175, proemio, 95, 185
289, 290, 291, 292 Prog)imnasmata, 62
perútasis, 81 progymnasmata, 58
permissio, 259, 260, 277 prohoemium, 93
peroración, 94, 95, 180, 181, 182, 31.7 proiepsis, 259, 277
peroratio, 93, 95, 195, 271, 331 pronominatio, 224
índice alfabético de autores y materias
423
pronuntiatio, 52, 53, 73, 77, 225, 302, 303, 311, Rainolde, 90
314, 318 Ramée, 64
prooemium, 95 ratio, 129, 19^, 339
proótmion, 95 ratio preceptiva, 305
propiedad, m , t2íí, 146, 198, 207, 219, 313 ratiocinatio, 129, 130
proposición, 93, 94, 95, 119, 120, 135, 144, razonabiiidad, 341
ï 4 y, 1 4 6 recapitulación, 182
propositio, 93, 93 redición, 238, 241, 242
Propp, nt, 114 reduplicación, 238, 241
prosopopeya, 92, 194, 206, 239, 260, 273, 274, reflexio, 238, 245, 246
339 refutación, 93, 94, 95, 179, 180, 181
prosopopoeiae, 273 refutatio, 93, 95, 179, 181, 194, 317
Protagoras, 22, 38, 40, 42, 44, 47, 178 regressio, 269
prótasis, 146, 292 repetición a distancia, 242
prothesis, 95, 101 repetición como paréntesis, 238, 241
Proust, 117, 367 repetición en contacto, 238, 260
pruebas lógicas, 122, 125, 129, 130, 139, 142, repeticiéjn estricta, 238, 260
169 repetición geminativa, 241
Pseudo-Cícerón, 53 repetición intermitente, 238, 242
Pseudo-Longino, 58 Repetición relajada, 238
público genera!, 380 reprehensio, 93, 121
público ideal, 381 res, 76, 80, 129, 161, 185, 186, 187, 189, 190,
puiición, 2Ü0 192, 223, 261, 332, 336, 337, 338, 339, 382,
388, 389
quaestio, 79 res/verba, 189
quaestio finita, <)i reticencia, 233, 260, 280
quaestio infinita, <-)i, 148, 185 retórica general, 324, 347, 364, 383, 386
quaestiones, 80 retórica psicagógica, 37
qualitas, 81, 82 retorización explícita, 373
Quintiliano, 37, 52, 53, 54, yy, 56, 57, 58, 62, reversión, 254
67, Tí , V-, 73, 74, 77, 79, So, 81, 85, 86, rhétor, jy, 71
87, 88, 91, 92, 93, 94, 95, 96, 97, 98, 99, rhetorica recepta, 82, 193, 204, 323, 328, 329,
102, 103,104, ioy, 106, no, 113,119, 120, 332, 347
124, 125, 129, 130, 132, 144, 156, 158, 159, rhetoricus sermo, 298
160, 169, 172, 179, 180, 181, 182, 184, 185, Ricoeur, 207, 209, 210, 223, 348
186, 187,188, 189,190,194,195,196, 199, Richards, 210, 211
201, 202, 204, 205, 207, 208, 215, 220, Roberts, 48
222, 224, 22y, 226, 230, 231, 232, 233, 235, Rodolfo Agrícola, 03
236, 238, 239, 244, 246, 247, 249, 250, Roeder, 125
251, 252, 253, 254, 255, 257, 259, 2ÓI, z6z, rota Virgilii, 301
263, 265, 266, 267, 268, 269, 270, 271, Russell, 134
272, 273, 274, 275, 277, 278, 279, 280, 281, Russo, 151
282, 283, 289, 290, 291, 292, 293, 295, 297,
298, 299, 300, 301, 302, 303, 3oy, 307, San Agustín, yó, 37, 59, 60, 63, 89, 90
311, 312, 315, 318, 319, 320, 329, 330, 332, San Jerónimo, 53
333, 334, 337, 33^, 339, 4 ® ° , 4j o Sánchez, 296
Quino Fortunaciano, 309 Sánchez de las Brozas, 64
Santo Tomás, 173
Rabano Mauro, 62 sarcasmo, 226
raciocinación, 129, 201 Saussure, 118
Racionero, 48, 49, 123, 131, 151 Savonarola, 125
Raimondi, 383 Schäffner, 371
David Pujante / Manual de retórica
424
4 25
tópico, 28, 54,122, 123, ¡27, 146, 151, 152, 1Ç3, Valle-Inclán, 38
154, 159, itío, 169, 397 van Dijk, 118, 204, 314, 349, 366, 372, 373,
topografía, 272 385, 386
tópoi, 150, 152 Varga, 349
topoi gramaticales, 153 vehicle, 211
tópoi incompletos, 154 venustas, 197, 201
tópoi lógico-metafísieos, lyi verba, 129, 161, 185, 186, 187, 190, 192, 193,
tópoi psicologístieos, 154 *9 <S, 332, 33<5, 337- 339, 382, 3^8, 389
traductio, 238, 245 verba contunda, 196
translatio, 82 verba singula, .196
transmutación, 281 verosimilitud. 21, 28, 79, 102, 103, 106, 107,
transmutatio, 238, 239 108, 109, n o , n i , 120, 124, 152, 167, t 8 t ,
Trapezuntius, 63 188
Trasímaco, 43 vicios en ías palabras, 200
Trifón, 232 vicios en los argumentos O las cosas a que
trinidad pedagógica, 45 se refieren los argumentos, 200
trivialidad, 200 Vico, 65, 210
trivium, ói Victorino, 58, 59, 309
tropo, 16, 27, 29, 43. J3, 195, 196, 200, 202, vir bonus, 56, 57, 81, 333
203, 204, 205, 207, 210, in , 222, 224, 225, Virgilio, 62, 104, 199, 219, 229, 232, 238, 240,
230, 232, 233, 23í> 236, 237, 23S. 2í 4 j 24 9 > 275, 278, 281, 283, 284, 301, 308
268, 282, 286, 287, 288, 302,339, 345,347,vis dicendi, 56
348, 3Ó4, 365, 367, 371, 372, 384, 412 Vives, 64
tropos de pensamiento, 282
tropos por adorno, 205, 249 Waldheim, 365
Weinrich, 307
UUraann, 195 Whedbee, 370, 381
uniformidad, 200 Wittgenstein, 25, 171, 177, 314
unión, 26, 162, 291, 292, 293, 294, 295, 297
urbanitas, 201 Xunzi, 35
utilidad, ιό, 74, 91, (03, m , 117, 187, 269, 276
utilitas, no Zenobio, 140
zeugma, 239, 252, 253
Valadés, 64 zeugma compiejo, 239, 253
Valla, 62 zeugmas no complejos, 239, 253