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Hamartia (en griego antiguo: αμαρτία) es un término usado en la Poética de Aristóteles,1 que se traduce

usualmente como "error trágico", "error fatal", defecto, fallo o pecado. Es el error fatal en que incurre el
"héroe trágico" que intenta "hacer lo correcto" en una situación en la que lo correcto, simplemente, no
puede hacerse.

En griego, la palabra hamartia tiene sus raíces en la noción de errar el tiro, no dar en el blanco
(hamartanein) e incluye un amplio espectro de significados, desde el accidente hasta el error,2 así como
el dolor o el pecado.3 Incluso un accidente puede ser considerado una traducción apropiada de
hamartia, puesto que "en ambos casos uno puede no dar en el blanco".4 En Ética a Nicómaco hamartia
se describe por Aristóteles como una de las tres clases de ofensas que un hombre puede infligir a otro.
Hamartia es una ofensa cometida por ignorancia (cuando la persona afectada o el resultado no son lo
que el agente suponía que eran).5 Esto implica que el personaje incurre en un error fatal basándose en
un autoconocimiento incompleto. Por ejemplo, la hamartia de Edipo fue matar a su padre porque,
aunque sabía que estaba perpetrando un asesinato, ignoraba que el hombre era un rey y su padre. Él
"erró el tiro" en el asesinato, porque pretendía matar a un extraño y mató a alguien con quien estaba
íntimamente ligado.

Hamartia dentro del héroe

En la tragedia griega es el protagonista el que incurre en hamartia, la cual provoca que el público
experimente la catarsis. Esto se debe a que el héroe no merece su caída, y el público lo compadece.
Dado que el héroe es parecido al público, este teme que la misma situación pueda presentárseles.

Al experimentar los acontecimientos de la obra de forma vicaria a través del héroe se crea la compasión
y el miedo dentro de cada espectador; no obstante, quedan purgados cuando la obra finaliza y el público
se da cuenta de que era solo una imitación.

El error o defecto que constituye la hamartia varía; puede ser un error resultado de la ignorancia, un
error de juicio, un defecto inherente en el carácter del héroe o una infracción.

La hibris (en griego antiguo ὕβρις hýbris) es un concepto griego que puede traducirse como ‘desmesura’
del orgullo y la arrogancia. No hace referencia a un impulso irracional y desequilibrado, sino a un intento
de transgresión de los límites impuestos por los dioses a los hombres mortales y terrenales. En la
Antigua Grecia aludía a un desprecio temerario del espacio personal ajeno unido a la falta de control de
los impulsos propios, siendo un sentimiento violento inspirado por las pasiones exageradas,
consideradas enfermedades por su carácter irracional y desequilibrado, y más concretamente por Ate (la
furia o el orgullo). Como reza el famoso proverbio antiguo, erróneamente atribuido a Eurípides: «Aquel a
quien los dioses quieren destruir, primero lo vuelven loco».

En síntesis, hybris o hibris es un castigo lanzado por los dioses

La religión griega ignoraba el concepto de pecado tal como lo concibe el cristianismo, por lo que la hibris
se consideraba la principal falta. Se relaciona con el concepto de moira, que en griego significa ‘destino’,
‘parte’, ‘lote’ y ‘porción’ simultáneamente. El destino es el lote, la parte de felicidad o desgracia, de
fortuna o infortunio, de vida o muerte, que corresponde a cada uno en función de su posición social y de
su relación con los dioses y los hombres (véase en el artículo moira la división del mundo realizada por
los tres grandes Crónidas, que determina el destino de cada uno). Ahora bien, la persona que comete
hibris es culpable de querer más que la parte que le fue asignada en la división del destino. La
desmesura designa el hecho de desear más que la justa medida que el destino asigna. El castigo a la
hibris es la némesis, el castigo de los dioses que tiene como efecto devolver al individuo dentro de los
límites que cruzó.1

Heródoto lo expresa claramente en un significativo pasaje:

Puedes observar cómo la divinidad fulmina con sus rayos a los seres que sobresalen demasiado, sin
permitir que se jacten de su condición; en cambio, los pequeños no despiertan sus iras. Puedes observar
también cómo siempre lanza sus dardos desde el cielo contra los mayores edificios y los árboles más
altos, pues la divinidad tiende a abatir todo lo que descuella en demasía.2

La concepción de la hibris como falta determina la moral griega como una moral de la mesura, la
moderación y la sobriedad, obedeciendo al proverbio pan metron, que significa literalmente ‘la medida
en todas las cosas’, o mejor aún ‘nunca demasiado’ o ‘siempre bastante’. El hombre debe seguir siendo
consciente de su lugar en el universo, es decir, a la vez de su posición social en una sociedad jerarquizada
y de su mortalidad ante los inmortales dioses.

La hibris es un tema común en la mitología, las tragedias griegas y el pensamiento presocrático, cuyas
historias incluían a menudo a protagonistas que sufrían de hibris y terminaban por ello siendo castigados
por los dioses. En la Teogonía de Hesíodo, las distintas razas de hombres (de bronce, de hierro, etcétera)
que se suceden unas tras otras se condenaron por su hibris. En cierto modo, la falta de Agamenón en el
primer libro de la Ilíada se relaciona con la hibris al desposeer a Aquiles de la parte del botín que debería
corresponderle en justicia. Por su parte, Heráclito muestra la hibris como el señalamiento de una falta
hacia el Nous o dios legal: «El Sol no traspasará sus medidas, pues si no las Erinias, asistentes de la Dice,
lo descubrirán».3No obstante, Heráclito piensa que mientras haya discordia, se podrá fundir las partes
en el Uno. Por lo tanto aquí la hibris es un fluir de opuestos, haciendo posible la vida.

En el Derecho griego, la hibris se refiere con mayor frecuencia a la violencia ebria de los poderosos hacia
los débiles. En la poesía y la mitología, el término fue aplicado a aquellos individuos que se consideran
iguales o superiores a los dioses. La hibris era a menudo el hamartia (‘trágico error’) de los personajes de
los dramas griegos.

La diosa Hibris

Había también una diosa llamada Hibris (o Hybris), la personificación del anterior concepto: insolencia y
falta de moderación e instinto. Hibris pasaba la mayor parte del tiempo entre los mortales. Según Higino
era hija de Érebo y la Noche.4Otros autores le atribuyen la maternidad de Coro, la personificación del
desdén.

DEFINICIÓN DE
ANAGNÓRISIS

AnagnórisisDe acuerdo a su raíz etimológica, la anagnórisis se asocia a un acto de reconocimiento. Se


trata de un recurso de la retórica que lleva a un personaje a descubrir y reconocer su identidad o la
identidad de un tercero, un suceso que modifica su conducta posterior. La anagnórisis también se vincula
a lo que ocurre cuando dos personajes se reencuentran después de mucho tiempo

Puede decirse que la anagnórisis es la transición de la ignorancia a la verdad: un hecho que estaba oculto
a los ojos del personaje, de pronto, sale a la luz. La revelación altera el modo de pensar del individuo en
cuestión y sus actos, cambiando por lo tanto el devenir de la historia.

La anagnórisis fue descrita por primera vez por Aristóteles. El filósofo griego sostuvo que, en la tragedia
clásica, el momento de la peripecia era la instancia clave para la anagnórisis. En este contexto,
entendemos por peripecia una circunstancia o un hecho que se se caracteriza por traer al lector ciertos
hechos relacionados con una historia o un personaje en particular, y esto se encuentra en muchas obras
de diversos géneros.

Retomando la teoría de Aristóteles, aseguraba que en la peripecia, el héroe accedía a la verdad y


experimentaba las consecuencias de dicho conocimiento. La trama, a partir de entonces, se ajustaba a
esta nueva visión del protagonista.

Es posible encontrar anagnórisis en diversos relatos clásicos de la historia universal. Un ejemplo ocurre
en la Odisea. En el regreso de Ulises a Ítaca, los diferentes personajes lo reconocen poco a poco. La
última en asumir la revelación es Penélope, esposa de Ulises, quien le hace realizar una prueba con el
objetivo de ratificar su identidad.

La anagnórisis es un recurso hallado con frecuencia en la comedia griega, con lo cual podemos situarnos
al menos cuatro siglos antes del nacimiento de Cristo. Por ejemplo, es común encontrar en las comedias
del griego Menandro, así como de quienes lo imitaron para crear obras en latín, muchos personajes que
han sufrido el abandono por parte de sus madres cuando eran pequeños para dejarlos al cuidado de
familias de una clase social más baja.

Catarsis (del griego κάθαρσις, kátharsis, purificación) es una palabra descrita en la definición de tragedia
en la Poética de Aristóteles como purificación emocional, corporal, mental y espiritual. Mediante la
experiencia de la piedad y el temor (eleos y phobos), los espectadores de la tragedia experimentarían la
purificación del alma de esas pasiones

Según Aristóteles, la catarsis es la facultad de la tragedia de redimir (o "soportar la purificación") al


espectador de sus propias bajas pasiones, al verlas proyectadas en los personajes de la obra,3 y al
permitirle ver el castigo merecido e inevitable de estas; pero sin experimentar dicho castigo él mismo. Al
involucrarse en la trama, la audiencia puede experimentar dichas pasiones junto con los personajes,
pero sin temor a sufrir sus verdaderos efectos. De modo que, después de presenciar la obra teatral, se
entenderá mejor a sí mismo, y no repetirá la cadena de decisiones que llevaron a los personajes a su
fatídico final.
En las tragedias clásicas, el motivo principal del infortunio es casi siempre la hybris, o el orgullo
desmedido que hace a los mortales creerse superiores a los dioses, o que no los necesitan ni les deben
honores. Dicha hybris es considerada como el más grave de los defectos, y la causa fundamental de
todos los infortunios.4 De este modo la tragedia también alecciona y enseña al espectador respecto a los
valores de la religión clásica. La catarsis es, pues, el medio por el cual los espectadores pueden evitar
caer en la hybris.

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