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Sacerdote de la diócesis de Girardota, Magíster en Teología Bíblica por la Pontificia
Universidad Gregoriana (Roma) y candidato a Doctor en Teología por la Universidad
Pontificia Bolivariana (Medellín). Docente titular en la Facultad de Teología de la
Universidad Pontificia Bolivariana. Correo electrónico: gabriel.gomez@upb.edu.co
Una comunidad en crisis celebra el día del Señor 2
Abstract
El libro del Apocalipsis se abre con un éxtasis que ocurre en el día del Señor y eso
El contexto general del libro implica una comunidad que vive en medio de los peligros
para la vida.
Una comunidad en crisis celebra el día del Señor 3
Introducción
historia de una comunidad cristiana que vive las vicisitudes que trae el
de la fe cristiana.
De otra parte, una lectura litúrgica del libro es siempre posible porque la
símbolos y figuras del libro del apocalipsis son claves de lectura de una
lo llama Jean Pierre Charlier, (1993), pues le ayuda a los creyentes a reforzar
sus ánimos para mantenerse firmes en medio del contexto histórico que se vive.
una comunidad marcada por la crisis que generaba el imperio romano, la mejor
venidas del judaísmo, pero que involucra una nuevo significante por el
Hablar del libro del Apocalipsis o de alguno de sus aspectos nos exige
podría ser caracterizada por el caos que genera una lucha interna y
Contexto histórico
y según Ireneo de Lyon, habría sido redactado del 90 al 95 en la época del emperador
imperio Romano y con el mundo del judaísmo de la época. Las relaciones con el
quien habría hecho muy difícil la vida para los cristianos dentro de la ciudad de Roma,
especial por la fuerza que cobra el culto imperial y como nos reporta Suetonio (VIII,
57), hasta Éfeso habría sido objeto de este culto imperial con una estatua erigida en
en lo moral.
que allí había una comunidad judía, que el grupo fariseo había sostenido,
2,9; 3,9).
son notorios por los creciente grupos que se van formando o que van
Contexto litúrgico
Los estudios sobre el libro del Apocalipsis le han dado fuerza a la idea de
liturgia, “el autor apocalíptico, por su parte, enfatiza más el culto como el lugar
en la base del libro del Apocalipsis están una serie de homilías y celebraciones que
(Goulder, 1981) o una lectura pascual de los textos como ha estudiado F. Manns
(1981).
se purifica y discierne en el «día del Señor» (Ap 1,10) y allí concluye que el día
En sintonía con el Evangelio de Juan, donde Jesús era visto como “el
cordero de Dios que quita el pecado del mundo” (Jn 1, 29; cfr. 1, 36) y moría en
libro que la simboliza (cfr. Ap 5, 4-8). Y es por la sangre del Cordero que los
mártires han podido dar testimonio, venciendo así al diablo (cfr. Ap 12, 10-12).
Una visión de conjunto de la estructura del Evangelio resalta que el texto está
enmarcado en un diálogo litúrgico que abre (1,4-8) y cierra (22,6-21), utiliza muchas
veces las figuras y el lenguaje de las celebraciones judías y de sus lugares, como el
templo y el candelabro; sin embargo, invita al lector a una escucha atenta que termina
en un grito de súplica por la venida de Cristo, que hace nuevas todas las cosas (21,5).
No es descabellado leer el libro como un gran himno litúrgico, que plasma una
grandeza del testimonio, por eso podemos decir que el Apocalipsis es celebración, es
de Dios. Por esto la obra está idealmente colocada en el “día del Señor” (1,10),
primera visión: 1,9-20), vive la experiencia del Espíritu (1,10; 4,2; 22,17) y
Esta manera de ver la historia, una lectura teológica que se narra en una liturgia,
historia y en allí no hay templo (Ap 21,22) porque la realidad del templo es asumida
por el Cordero, el templo es ahora el Señor y Cordero, de tal manera que ya nada
separa de Dios y la comunión es plena, por eso no hay velos, “han caído los símbolos,
que al mismo tiempo revelan y esconden, y Dios está delante” (Maggioni, 1990, p.
1063).
leerse el Apocalipsis sin referencia a una comunidad que celebra, tal como lo deja ver
imprime a todo el libro: los elementos litúrgicos más externos (“día del Señor”:
1,10) son llevados por el autor a una profundidad de experiencia litúrgica sin
comunitario y por eso no se puede partir el pan estando divididos y ello genera una
circunstancias y la vida de la comunidad, por ello debe ser muy claro que la Eucaristía
fue siempre motivo de esperanza frente a las crisis, aliciente en el camino del dolor
porque iba más allá del simple recuerdo y hacía memorial del Señor Resucitado,
El libro del apocalipsis desde muy temprano en la lectura (1,10) nos trae la
expresión “Día del Señor” (kyriaké hemera - κυριακῇ ἡμέρα), referida al dato temporal
simbolizada en las siete comunidades del Asia Menor que se mencionan: Éfeso,
como “domingo”3 y tiene una carga significativa en una expresión del Primer
el Antiguo Testamento.
3
Domingo traducen versiones como: Nueva Biblia española (1975), Biblia del peregrino
(1993), Biblia de América (1994), Biblia de nuestro pueblo (2007), entre otras.
Una comunidad en crisis celebra el día del Señor 11
ello no sería extraño pensar que cuando el autor del Apocalipsis piense en esta
magnífica y hace una renovación total. Sin embargo, la expresión del Apocalipsis
diversas maneras como lo explica U. Vanni (2005): Día del Señor (como en el Antiguo
Entender el día del Señor como día de la Pascua, sale del contexto mismo del
pasaje donde se ubica la expresión, ya que una mirada de conjunto a Ap 1,9-20 nos
hace caer en la cuenta de los elementos pascuales que rodean el día del Señor: los
símbolos del candelabro de oro, los demás candelabros, la figura de un hijo de hombre
con sus vestiduras celestiales, etc., pero sobre todo, resplandece la expresión de
victoria cuando afirma: “estuve muerto, y mira, estoy vivo para siempre, y tengo las
llaves de la muerte y del hades” (1,18). Sin embargo, puede ser una lectura
demasiado forzada, ya que no hay una alusión explícita que pueda llevarnos a la
afirmación de que el día del Señor equivale directamente al día mismo de la pascua
de Cristo.
Leer el día del Señor como el domingo cristiano, cosa a la que ya se ha aludido
todo de lo que hemos expresado como significado del día de la pascua, pero aquí se
tradición apostólica que trae su origen del mismo día de la resurrección de Cristo,
celebra el misterio pascual cada ocho días, en el día que es llamado con razón
“día del Señor” o domingo”. En el mismo lugar se dice que “el domingo es la
No sin razón, san Juan Pablo II expresa en la carta apostólica Dies Domini (1998,
19-20, p. 23-25):
Jesucristo, no sólo en Pascua, sino cada semana»: así escribía, a principios del
había ido desarrollando desde los primeros años después de la resurrección del
Señor. San Basilio habla del «santo domingo, honrado por la resurrección del
Señor, primicia de todos los demás días». San Agustín llama al domingo
«sacramento de la Pascua».
Esta profunda relación del domingo con la resurrección del Señor es puesta
de relieve con fuerza por todas las Iglesias, tanto en Occidente como en Oriente.
aunque el día del Señor tiene sus raíces —como se ha dicho— en la obra misma
los fieles el acontecimiento pascual, del que brota la salvación del mundo.
entre los muertos tuvo lugar «el primer día después del sábado» (Mc 16,2.9; Lc
24,1; Jn 20,1). Aquel mismo día el Resucitado se manifestó a los dos discípulos
de Emaús (cf. Lc 24, 13-35) y se apareció a los once Apóstoles reunidos (cf. Lc
(cf. 20,26)— los discípulos estaban nuevamente reunidos cuando Jesús se les
la pascua judía (cf. Hch 2,1), cuando con la efusión del Espíritu Santo se cumplió
24,49; Hch 1,4-5). Fue el día del primer anuncio y de los primeros bautismos:
Pedro proclamó a la multitud reunida que Cristo había resucitado y «los que
Señor. El día del Señor se vuelve así en el espacio propicio para tener un triple
del Asia Menor y en ellas a la Iglesia entera. Esto es lo que U. Vanni (2005, p. 105)
A modo de conclusión:
Una revisión pastoral sobre el día del Señor a la luz del Apocalipsis
de los ataques externos e internos, pero fue la idea del amor y de la fe como adhesión
permanente al Señor, lo que le hizo perseverar y lo que le dio las fuerzas para dar
estilo joaneo, sino que profesaron una doctrina y se adhirieron a la Iglesia de manera
jurídica, desvirtuando así lo que habían sido los lazos fuertes del amor y la unidad y
pequeñas comunidades4 que vivan centradas en los principios que constituyen una
hoy se hace más difícil profesar la fe, las comunidades cristianas son más compactas.
Muchos fieles se lamentan de la celebración del día del Señor en sus parroquias
anonimato que se vive en dichas celebraciones; parece que la masa hace olvidar la
los fieles y la premura en el tiempo que hace que no se puedan tener celebraciones
Es prioritario recuperar el sentido del día del Señor en medio de una cultura del
y reiniciación cristiana que traiga a hombres y mujeres a una comunidad eclesial y los
4
El documento de Aparecida en el n. 307 constata el florecimiento de una espiritualidad de
comunión e insiste en llevar ese espíritu a la formación de pequeñas comunidades que
aseguren un espacio a los alejados.
Una comunidad en crisis celebra el día del Señor 16
de Cristo y que fortalezca el testimonio de cada uno de los miembros para ser
sientan vulnerables y necesitadas del Señor se podrán fortalecer. Una Iglesia que no
La recuperación del domingo como día del Señor y día de la Iglesia no puede
celebrar dignamente el día del Señor bajo los diversos aspectos que ya insistió san
Juan Pablo II (1998): Dies Domini (celebración de la obra del Creador), Dies Christi
(Día del Señor resucitado y el don del Espíritu), Dies Ecclesiae (La asamblea
eucarística, centro del domingo), Dies hominis (El domingo día de alegría, descanso
y solidaridad) y Dies dierum (El domingo fiesta primordial, reveladora del sentido del
tiempo).
Frente a los desafíos de la sociedad actual y los retos de una cultura cada vez
más cambiante, tenemos que repetir como los primeros cristianos que sin el domingo
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no podemos vivir, tal como nos recuerda Benedicto XVI en la exhortación apostólica
A principios del siglo IV, el culto cristiano estaba todavía prohibido por las
martirizados mientras declaraban que no les era posible vivir sin la Eucaristía,
alimento del Señor: sine dominico non possumus. Que estos mártires de Abitinia,
junto con muchos santos y beatos que han hecho de la Eucaristía el centro de
decir, llevar a la vida lo que celebramos en el día del Señor. En efecto, este es
el día de nuestra liberación definitiva. ¿Qué tiene de extraño que deseemos vivir
cada día según la novedad introducida por Cristo con el misterio de la Eucaristía?
Para concluir, el prefacio dominical X titulado “día del Señor” (2008, p. 392)
nos ofrece una síntesis de lo que debe ser la vivencia y celebración del día del
Señor:
Hoy, tu familia,
Referencias
teología, recuperado de
http://www.redicces.org.sv/jspui/bitstream/10972/2297/1/RLT%2088%20A.pdf.,
el 20 de julio de 2018
Juan Pablo II (1998). Carta Apostólica Dies Domini. Ciudad del Vaticano: Librería
Editrice vaticana. 95 p.
Leikam, R. (2000). ¿Cuándo celebramos?. En: Aranda, A., et al. Manual de liturgia.
Maggioni, B. (2001). Liturgia y culto. En: Rossano, P., et al. Nuevo Diccionario de
p.
Rojas, I. (2013). Los símbolos del Apocalipsis, Navarra: Verbo Divino, 244 p.