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4.3 Verthelyi - Identidad y Vinculo en El Test de Las Dos Personas
4.3 Verthelyi - Identidad y Vinculo en El Test de Las Dos Personas
Identidad y vínculo
en el
Test de las dos personas
CAPÍTULO I
En su larga trayectoria los tests gráficos han recorrido un intrincado laberinto en el cual los
seguidores de los múltiples caminos (estadísticos, psicométricos, proyectivos muchas veces
encontraron obstáculos, se desviaron, retomaron sus rutas, y no pocas veces se enfrentaron en
disputas en pos de la búsqueda de una “verdad”. Han pasado muchos años desde su inicio, y en
la actualidad nos encontramos frente a un cúmulo de investigaciones cuyos resultados
contradictorios respecto de la confiabilidad y validen de este instrumento como método de
proyección de ciertos aspectos de la personalidad, llevan a una situación poco esclarecedora. Cabe
entonces preguntarse por qué seguimos insistiendo en la utilización de estos tests en un
psicodiagnóstico, por qué los mantenemos desde las cátedras, por qué publicamos un libro como
éste. Es que por encima de su discutida rigurosidad científica, el test gráfico conserva el misterioso
atractivo de reflejar y condensar en una imagen la conflictiva y rasgos de personalidad del
entrevistado. Es quizás esta condensación enigmática la que moviliza y entusiasma al que
diagnostica, estimulándolo a desentrañar sus contenidos.
Otras características que favorecen este entusiasmo del entrevistador san ciertas ventajas en la
administración, tales como: consignas simples, falta de limitación en edad, nivel intelectual y status
sociocultural, y el hecho de que los tests gráficos son económicos en tiempo de aplicación y poco
exigentes en cuanto al instrumento utilizado (papel, lápiz) y factibles de ser tomados en población
con problemas de lenguaje. Respecto de las diferencias en cuanto a las edades evolutivas,
constituye para los niños una tarea habitualmente gratificante, cotidiana; y para los adultos una
posibilidad lúdica no usual, pero igualmente placentera a pesar de las reticencias.
Todos estos factores facilitadores de la tarea han inducido a confusión en los entrevistadores,
que no diferenciaron fácil aplicación de difícil interpretación, Cayendo de esta manera en un uso
del instrumento no avalado por un entrenamiento adecuado.
Dentro del material gráfico la técnica más usada ha sido el dibujo de la figura humana en sus
distintas versiones. Dado que este texto se dedica a una de estas versiones, el Test de las dos
personas, pasaremos a continuación a resumir ordenadamente las hipótesis teóricas que subyacen
al uso de este material y las investigaciones correspondientes.
Partiendo de la hipótesis de que el niño “no dibuja lo que ve, sino lo que sabe”, F. Goodenough
presenta en 1926 la primera versión de su test Dibujo de un hombre. La hipótesis básica es que
“el niño al hacer la figura humana no ofrece una expresión de su capacidad artística, sino que
efectúa un trabajo intelectual". Esto requeriría según Bernstein (1957) la puesta en juego de una
serie de recursos:
El tema de la figura humana fue elegido por ser atractivo para su graficación, familiar a todos
los niños y lo bastante simple como para que puedan realizarlo aun los más pequeños o aquellos
con dificultades.
La consigna que utiliza Goodenough es "Dibuja un hombre. El dibujo más lindo que puedas". La
intención de evaluar el mejor rendimiento del niño es, por lo tanto, explicitada en la consigna
misma. En las tomas en forma colectiva, por ejemplo en colegios, es reforzado aún más por una
cierta manipulación del espíritu competitivo: "Trabajen con mucho cuidado y empleen todo el
tiempo que necesiten. Me gustaría que sus dibujos sean tan buenos como los de otras escuelas.
Háganlo con entusiasmo y verán qué lindos dibujos hacen”.
El especificar que la figura sea de un hombre se debe a un intento de mayor estandarización, al
considerarse que la vestimenta masculina presenta más consenso que la femenina y que por lo
tanto incide menos en la posible variabilidad entre sujetos.
Tras un estudio muy sistemático de miles de niños entre dos y quince años establece una escala
de cincuenta y un ítems que configuran ocho categorías:
- cantidad de detalles
- proporcionalidad
- bidimensionalidad
- congruencia
- plasticidad
- coordinación visomotriz
- perfil
- existencia o no de transparencias
Tabula la perfección del dibujo, asignando un punto por característica presente, y realizando la
sumatoria que luego es convertida en un CI de acuerdo con el puntaje esperable por edad.
Para esto establece haremos en poblaciones diversas, obteniendo en varias investigaciones un
índice de confiabilidad que oscila entre 0,80 y 0,90.
La validación de cada indicador se realizó por separado de acuerdo con un triple criterio: a)
aumento regular de cada ítem con el progreso evolutivo, b) sistematicidad de ese incremento, c)
clara diferenciación entre los rendimientos de niños de igual edad pero de distinto grado de
escolaridad.
Goodenough le asigna a su test un firme valor pronóstico (sobre todo en edades bajas) respecto
del rendimiento escolar, ya que la correlación entre el puntaje en la prueba y el lugar que el niño
ocupa en el grado es alta. Asimismo pudo comprobar en varios estudios que la capacidad artística
o el aprendizaje del dibujo no inciden significativamente en el puntaje obtenido. La ejercitación
específica en el dibujo de una figura humana puede elevarlo momentáneamente, pero un retest
tiempo después muestra que el niño obtiene un puntaje semejante al que tenía previo a la
estimulación gráfica.
D. Harris (1963) sustituye el término inteligencia por el de "madurez conceptual", planteando que
la manera en que el niño resuelve La tarea de dibujar la figura humana puede temarse como un
índice de su modo de conceptualizar la realidad en genera]. Para esta autora la madurez conceptual
estaría ligada a la habilidad para desarrollar conceptos con mayor grado de abstracción y
generalización. Amplía la consigna solicitando al niño primero una figura masculina, luego una
femenina y finalmente un autorretrato, especificando que sean de cuerpo entero y lo mejor que
pueda realizarlo. Revisa los haremos de Goodenough encontrando diferencias que relaciona con
los años transcurridos desde la normalización original. Estas diferencias mostrarían que los niños
estudiados durante la década de 1960 adquieren las pautas estipuladas más precozmente pero
con la misma secuencia.
A su vez, especifica veinte ítems nuevos y agrega un análisis cualitativo por medio de doce
dibujos “tipo" que pueden servir de modelo para cada edad, dado que en ellos se observa con
claridad el creciente grado de completud y complejidad así como de integración que va adquiriendo
la figura.
Tanto Goodenough como Harris realizan varios estudios de validación concurrente con las
escalas de Terman y Merrill, encontrando una correlación mayor con los ítems de ejecución.
Estudios posteriores como los de Phillips y Smith (1974) y de Laosa (1973), llegan a
conclusiones similares en relación con el WISC obteniendo también la máxima correlación con los
subtests de ejecución, especialmente Cubos.
Estudios transculturales como el de Laosa, Schwartz y Guerrero (1978) y Eloy González (1980)
enfatizan la necesidad de tomar en cuenta la incidencia sociocultural en los tests, incluido el de la
Figura humana a pesar de que no toma en cuenta ítems específicamente ligados al aprendizaje y
no requiere la inclusión del lenguaje. Díaz Guerrero señala, ejemplificando con los resultados
diferenciales obtenidos en una muestra anglosajona y una mexicana, que la experiencia
educacional de los niños en cada cultura los prepara de manera diferente para la experiencia del
test, y que una categoría cognitiva o perceptual puede ser más saliente en una cultura que en otra.
El dibujo de algunas características del cuerpo humano puede estar influido por condiciones de
vida que Llevan a prestar más atención a ciertas partes o funciones del mismo.
En este sentido, resulta especialmente importante el actual estudio en curso del CONICET por
parte de las Lic. Casullo y Filippi (1981), que tiene por objetivo recoger muestras representativas
de dibujos de la Figura humana a lo largo de todo el país, tomando como unidad poblacional de
referencia la “isoidía cultural”. Esto les permite una división regional de la Argentina de acuerdo con
áreas etnográficas, administrando el test a una muestra de niños al azar por región que corresponde
al 10 por ciento del alumnado matriculado según estadísticas educacionales de 1976.
Aunque el estudio aún está en vías de realización, ya se pueden observar en el material recogido
diferencias entre medias de once isoidías culturales.
K. Machover (1949) encuentra que “niños cuyo Cl obtenido por medio del test de Goodenough
era idéntico mostraban no obstante, distintas características, sobre todo si se las observaba
cualitativamente y se registraba la secuencia, asociaciones y modalidad de gráficación”. Llega
entonces a la conclusión de que el dibujo de La Figura humana, al ser una expresión creativa y muy
personal, se presta para ser utilizada como técnica proyectiva. En realidad, esta afirmación
desarrolla y enfatiza lo que ya había observado Goodenough: "el niño exagera el tamaño y los ítems
que considera importantes y subordina u omite otros de acuerdo con sus necesidades o intereses”,
Más preocupada por los aspectos cognitivos, esta autora, al igual que Harris cuando incluye el
autorretrato), señala la potencialidad de test como material proyectivo, pero no lo desarrolla como
tal.
Machover, incorporando aportes de Schilder (1958), parte, del supuesto teórico de que la
personalidad no se desarrolla en el vacío sino a través del movimiento, sentimiento y
pensamiento que se da en un cuerpo específico. El dibujo de la Figura humana involucraría por lo
tanto la proyección de la imagen corporal, vehículo natural de expresión de las necesidades y
conflictos de quien lo dibuja. “En la producción de un dibujo emerge del fondo de la experiencia
total del individuo un patrón único de movimiento e idea. Su significación en relación con la
personalidad, parte del hecho de que hay involucrados procesos de selección y organización
conscientes e inconscientes, además del infinito cúmulo de experiencias y de potencialidades
imaginarias asequibles en combinación con una organización dinámica del movimiento y
representación mental de lo percibido".
Para esta autora la imagen corporal proyectada corresponde a los más profundos deseos del
sujeto, a una franca exposición de sus carencias o defectos, a una fuerte compensación ce los
mismos, o una combinación de los tres factores. El dibujo permitiría, por lo tanto, observar un nivel
madurativo y la capacidad intelectual, así como inferir el sistema de aspiraciones del sujeto, sus
necesidades y frustraciones.
Al considerar el dibujo de la figura humana como una técnica proyectiva, la consigna pierde >u
carácter de exigencia en cuanto al rendimiento, presentándose en cambio al sujeto como "Dibuje
una persona cualquiera".
Agrega luego en forma secuencial una segunda parte, “Dibuje una persona del sexo contrario",
registrándose cuidadosamente la conducta y verbalizaciones durante la prueba.
La interpretación deja de ser cuantitativa para volverse cualitativa.
Se definen una suerte de ítems, unos “formales”, basados en los aportes de los trabajos de
investigación sobre el movimiento expresivo, y otros de “contenido", fundamentados en La
simbólica psicoanalítica y la experiencia clínica.
La interrelación dinámica de las diferentes pautas analizadas permitirá inferir los rasgos de
personalidad, la vivencia del esquema corporal y los aspectos de la identidad sexual del sujeto. Sin
embargo, Machover señala que si bien en una proporción significativa de casos los dibujos permiten
juicios bastante exactos respecto de la madurez emocional y psicosexual, así como del tipo de
conflicto predominante, las manifestaciones más particulares de los rasgos señalados deberán
corroborarse con otros materiales y la historia específica de cada caso. En cuanto al grado de
normalidad o patología, afirma: “La normalidad depende del nivel de energía, el grado de control,
la capacidad de integrar experiencias y lo más importante, la disposición para afrontar problemas y
defectos”. Esto aparece solo parcialmente en los gráficos y dependerá del juicio clínico del
psicólogo darle el peso justo al material dentro del resto de los datos que obtiene.
Hammer (1969,1978, 1981) considera los factores emocionales como el aspecto más relevante
en el grafismo. El dibujo, a! igual que el lenguaje simbólico, alcanzaría las capas más primitivas del
sujeto, expresándose en el Test de la figura humana un interjuego entre los aspectos más reales
del sí-mismo y los más fantaseados de la realización de deseos. “El sutil lenguaje gráfico sería
particularmente adecuado para evidenciar la complejidad y contradicciones del ser humano que se
equilibran e interrelacionan dentro de una misma personalidad. Ocuparía el lugar que en la música
le damos a las exquisitas variaciones de la fuga”.
La interpretación del dibujo en tanto técnica proyectiva se basaría según este autor en los
siguientes elementos:
-el empleo de los significados simbólicos comunes al psicoanálisis y al folklore tal como pueden
ser estudiados en los mitos, el arte, los sueños, etcétera -el análisis de los diferentes
mecanismos de defensa, especialmente la proyección, condensación y desplazamiento
—los aspectos más individuales de lo simbólico, analizados mediante la ayuda de las
asociaciones del paciente
—los aportes de los estudios sobre el esquema corporal —la consistencia interna de los dibujos
de un mismo sujeto entre sí, y con otros tipos de materiales aplicados al mismo -las
modificaciones observadas a lo largo de retests realizados durante y al finalizar el seguimiento
terapéutico.
Este autor supone que al graficar se produce una proyección más directa que en la
administración de otro tipo de técnicas, porque movilizaría aspectos más profundos y
emocionalmente cargados del sujeto y sin la intermediación del entrevistador (como ocurre con el
registro de una historia del TAT o una respuesta del Rorschach) lo cual permitiría una conexión
más auténtica con el material.
Este mismo grado de conexión es lo que Hammer exige de quien lo analiza, llegando a afirmar
que para comprender bien el dibujo de una figura humana el psicólogo debería poder sentirse
identificado con la postura y gestos de la misma. Así al relatar su experiencia con los alumnos dice:
“En las manos de algunos, los tests proyectivos gráficos resultan un instrumento exquisitamente
sensible mientras que en otros —aquellos que no podían realmente «vendarlos- aparejen como
una comunicación a través de un teléfono desconectado”.
Para Levy (1969) todo dibujo, síntoma, fantasía o acto tiene una historia de ia cual surge. Esa
historia es un campo de vectores organizado y dinámico. En cada caso por lo tanto el dibujo o el
símbolo es el producto de un campo único que a su vez está estratificado y es multidimensional. El
dibujo, al igual que el símbolo, es económico y sobredeterminado. El Test de la figura humana
estaría determinado por factores psicodinámicos nucleares que surgen en relación con la imagen
corporal del sujeto, pero también por factores culturales y elementos transitorios que pueden en
muchos casos ser aislados.
La técnica de la Figura humana puede, por lo tanto, enfocarse como un test situacional: la
conducta desplegada durante la prueba y el resultado de la misma Ofrecen datos para el análisis
psicológico que deben ser estudiados en su interrelación dinámica.
Di Leo (1978), investigando este test específicamente en niños, incluye ciertas restricciones a la
hipótesis proyectiva de Machover. Sostiene que la gran mayoría de los niños adaptados dibuja la
figura humana de un adulto y no una imagen infantil, expresando de esta manera un concepto de
la humanidad más bien que uno referente a su propio ser. Este resulta incluido y absorbido. Afirma
sin embargo que esta figura adulta que el niño tomaría de modelo para su dibujo no sería una figura
cualquiera, sino que guardaría relación con personas significativas en la vida del sujeto. En cambio
los niños con problemas emocionales expresarían de manera más directa y simbólica sus
trastornos, dado que al aislarse más del mundo exterior se vuelcan hacia adentro, evidenciando en
muchos casos un concepto inmaduro, defectuoso o desorganizado de la imagen corporal, que se
expresa en los aspectos más primitivos del grafismo.
Koppitz (1973) plantea que Harris y Machover consideran algunos ítems de la Figura humana
como indicadores de nivel y a la vez índices de conflicto emocional. Frente a esto día se pregunta
si un mismo ítem puede ser interpretado de ambas maneras. Llega a la conclusión afirmativa de
que algunos ítems pueden tener una significación tanto, evolutiva como proyectiva, pero no
necesariamente para los mismos chicos ni para el mismo nivel de edad.
De ahí que “una interpretación significativa de los dibujos del test en niños presupone tanto un
conocimiento exhaustivo de los indicadores evolutivos y emocionales en cada nivel de edad, como
una clara diferenciación entre ambos”.
Llama ítem evolutivo a aquel que sólo aparece en relativamente pocos dibujos de niños de menor
edad y que se incrementa a medida que avanza el proceso evolutivo, hasta convertirse en una
característica cronológicamente esperable. A- poyándose en datos estadísticos conforma una lista
de treinta signos que, de acuerdo con el momento evolutivo, son “esperables”, "comunes”, “bastante
comunes" y “excepcionales”.
Considera ítem emocional a aquel que no está relacionado con la edad ni la maduración (porque
ya está superado evolutivamente), que es inusual (apareciendo en menos del dieciséis por ciento
para esa edad), y que tiene una validez clínica comprobada al diferenciar significativamente
muestras de niños con problemas emocionales y niños que no evidencian signos de perturbación.
Establece una lista de treinta y ocho signos que comprende ítems referidos a la calidad del
dibujo, a la inclusión de detalles especiales y a la omisión de elementos significativos de la figura.
Señala sin embargo que no existe en el caso individual una relación unívoca entre ningún signo
aislado y un rasgo o conducta específica, ya que las ansiedades o conflictos pueden ser expresados
de maneras diferentes por niños distintos o por un mismo niño en momentos diversos.
Utiliza la consigna "Dibuje una persona entera" dejando que cada niño determine la edad y sexo
que quiere representar. Solicita un solo dibujo, ya que a su criterio la segunda figura no agrega
suficiente información para que merezca ser administrada. Aplica el test siempre en forma
individual; de esta manera, afirma, tendrán una cualidad diferente de aquellos administrados en
forma colectiva, ya que reflejan la relación personal con el entrevistador, siendo más ricos y
reveladores.
En cuanto a la fundamentación teórica, señala algunas diferencias en relación con las hipótesis
sostenidas por Machover. El test reflejaría, en primer lugar, el nivel evolutivo y las relaciones
interpersonales del niño, incluyendo Las actitudes hacia sí mismo y hacia las personas más
significativas en su vida. Pone más énfasis en la comprensión de cuál o cuáles podrían ser las
preocupaciones actuales del niño y el conflicto predominante: por ejemplo preocupación por su
aspecto físico (se siente demasiado gordo, pequeño, diferente...), o su rendimiento escolar, o
ciertas conductas que siente como inaceptables o inadecuadas (masturbación, robos...), o dificultad
con su identidad sexual, etcétera. No sería el dibujo un retrato de los rasgos de personalidad
básicos y permanentes del niño, ni una imagen de su apariencia real, sino más bien un retrato
interno del mismo,'tal como éste se Vive de acuerdo con sus actitudes y situaciones actuales. Sin
embargo, admite que cuando la figura se aparta mucho de la apariencia física real, es cuando
parece tener mayor significado clínico.
El cómo dibuja la figura reflejaría el concepto que el niño tiene de sí; a quién dibuja puede dar
indicios de la persona más significativa para él en ese momento (incluso el sujeto mismo), siendo
a veces una expresión de sus actitudes o conflictos, o una imagen compensatoria de los mismos.
Investigaciones posteriores sobre el sistema Koppitz de ítems evolutivos, del tipo de validación
concurrente, realizados por Gayton y Tavormina (1974) han podido demostrar que aquél
correlaciona 0,96 con el de Harris-Goodenough. Recomiendan por lo tanto utilizar el de Koppitz ya
que requiere una evaluación de menor cantidad de ítems, permitiendo alcanzar un resultado
semejante.
Saami y Azara (1977) han investigado en cambio los ítems emocionales, dividiéndolos en
aquellos referidos al eje Agresión-Hostilidad (como por ejemplo, a- simetría grosera de piernas y
brazos, largo exagerado de brazos, presencia de dientes, etcétera) y aquéllos mis relacionados con
el eje Labilidad Emocional-In- seguridad (tales como base inclinada, brazos demasiado cortos,
ausencia de rasgos faciales, tamaño micrográfico, etcétera). Encuentran que hay una relación entre
tipo de ítems y sexo del niño, predominando la subcategoría Agresión- Hostilidad en los varones y
la de Labilidad-Inseguridad en las nenas. Esta diferencia es más significativa en las edades
inferiores borrándose al llegar a la adolescencia. Al aumentar la edad parece predominar el conflicto
individual sobre la tendencia ligada al sexo del sujeto.
Witkin (1965-1970) considera que los estilos cognitivos son manifestaciones en el área de la
cognición de dimensiones más generales de la personalidad.
A partir de estudios empíricos relacionados en un principio con la percepción pero luego
ampliados a otras áreas, diferencia un enfoque articulado independiente del medio, de otro
globalista y dependiente.
En este sentido, el estilo cognitivo sería una modalidad preferencial de contacto con la realidad
que se manifiesta tanto en lo afectivo como en lo intelectual, consistente y estable a lo largo del
tiempo, y que aparece de la misma manera en estudios transculturales, con una distribución de tipo
curva normal en poblaciones muy diversas.
Estos estilos no deben entenderse como dos cualidades dicotómicas, sino como puntos polares
de un continuo cuyos dos extremos pueden ser patológicos si están exacerbados.
En su relación con el grafismo, Witkin comprueba que la forma en que el sujeto dibuja la Figura
humana es un indicador bastante fiel del grado de articulación psicológica y estilo cognitivo
dependiente o independiente del campo por parte del sujeto. El individuo expresaría la manera
cómo percibe su esquema corporal formado por las impresiones cognitivas y afectivas, conscientes
e inconscientes, que tiene de su cuerpo.
Utilizando la consigna de Machover, construye una escala de cinco puntos -con versión para
niños y adultos— para medir el grado de sofisticación del esquema corporal (Body Concept Scale).
A diferencia de la interpretación proyectiva, se toman en cuenta (en forma similar a la tabulación de
Goodenough) presencia, ausencia y calidad de los elementos de acuerdo con el nivel de la forma
y proporciones relativas, el grado de detallismo, de identidad y diferenciación sexual de las figuras.
Así, una persona obtiene un alto puntaje en articulación e independencia cuando sus figuras
muestran una imagen realista del cuerpo con diferenciación y proporción de partes (rasgos de cara
definidos, cintura, cadera y hombros, etcétera), una buena discriminación del sexo a través de
atributos de características secundarias y elementos de vestimenta ricos en detalles. Esto indicaría
que el sujeto tiene un sentido de identidad separada, un conocimiento de sus necesidades,
sentimientos y actitudes reconocidos como propios y diferentes de los de los demás y un marco de
referencia autónomo e internalizado.
Al relacionar la variable “niveles de diferenciación psicológica" con modalidades defensivas y
tipos de psicopatología, Witkin también encuentra diferencias. Así, por ejemplo, mientras que las
personas con predominio de estilo cognitivo articulado apelan más al aislamiento afectivo y a la
intelectualización, las más indiferenciadas utilizan con gran frecuencia la negación y la represión.
Las formas más comunes en que se manifiesta la patología por el lado de la no diferenciación son
en cuadros en los que predominan los problemas de identidad y dependencia, por ejemplo,
alcohólicos, obesos, drogadictos, psicosomáticos.
Los desvíos por el lado del exceso de articulación serían los esquizoides graves, los obsesivo-
compulsivos y paranoides. Alerta sin embargo que, aunque los estilos cognitivos se correlacionan
con aspectos sintomatológicos, no pueden utilizarse por sí solos para definir cuadros
psicopatológicos, ya que éstos abarcan más variables y son mucho más complejos.
Señala asimismo que el estilo cognitivo puede ser un factor muy importante en el vínculo
terapéutico, ya que incidirá en la actitud de ambos: en la flexibilidad o rigidez para el cambio del
paciente así como en la forma de comprensión devolución de lo captado por parte del terapeuta.
El paciente con un estilo cognitivo articulado pero flexible sería el mejor candidato para una
terapia, ya que puede lograr mayores cambios e internalizarlos más rápidamente sin necesitar
mantener una excesiva dependencia con el terapeuta,
Al reseñar el estilo de las técnicas proyectivas en 1976, Exner escribe: “Posiblemente ningún
otro método con la posible excepción del Rorschach ha sido -tan controvertido y al igual que el
Rorschach ha motivado tal producción de trabajos de investigación como los tests gráficos. Entre
ellos, el Dibujo de la figura Aumam, de Machover, se ha convertido en uno de los métodos
proyectivos más utilizados en la clínica en USA.” Este dato es aportado por los estudios de
Sundberg (1961) que lo ubica en segundo lugar y el de Lubin Waüis y Paine 1971) que diez años
después aún lo encuentra como el cuarto test más frecuentemente incluido en la batería
psicodiagnóstica, luego del Bender, el Rorschach y el Wechsler, a pesar de que los datos aportados
por los diferentes estudios de validación arrojen resultados tan contradictorios.
A su vez Hammer (1981), quien posiblemente sea el autor que más ha tratado fie elucidar el
valor clínico del material gráfico así como señalar su desacuerdo con ciertas aproximaciones a la
investigación en esta área, comienza su última reseña diciendo: “Las investigaciones en el campo
de los tests gráficos son en general tan amplias y tan contradictorias que este autor siente que
necesita respirar fondo antes de sentarse para tratar de encontrarle algún sentido a este mosaico
de resultados diversos...”
Para no agobiar al lector, parafraseando a Hammer, sólo tomaremos de este mosaico” algunas
problemáticas básicas que se han discutido en la investigación, incluyendo a modo de ejemplo y
en forma de cuadro, algunos estudios que permitirán comparar resultados diversos, con
metodología y muestras disímiles en relación con una misma temática (véanse cuadros en pags.
24 a 35).
Hemos elegido la variable autoestima y percepción de sí mismo, ya que ésta refiere a la
hipótesis básica de que el gráfico recoge una expresión simbólica de la imagen de sí y del
propio esquema corporal, incluimos asimismo algunos trabajos centrados en la búsqueda de
indicadores psicopatológicos diferenciales, ya que ésta es un área importante de validación
clínica y, finalmente,otros en que se trata de detectar la incidencia de los factores
educacionales, socioculturales y las diferencias transculturales, que aunque no incluyen datos
de nuestro país pueden ser interesantes para tomar en cuenta en la investigación local.
Los autores que han realizado una revisión más sistemática y abarcativa de la extensísima
bibliografía sobre técnicas gráficas, y en especial la Figura humana, han sido Swensen (1957-1968)
y Roback (1968). Resulta interesante señalar que aun en los artículos de estos dos autores,
publicados el mismo año, se llega a una evaluación final diferente. El primero (basándose en 130
trabajos) considera que los estudios más recientes han logrado una mayor sofisticación
metodológica brindando por lo tanto resultados más claros respecto de ciertas hipótesis que han
podido ser comprobadas y otras que siguen controvertidas. El segundo, en cambio, con una
bibliografía igualmente profusa, concluye con una actitud más desesperanzada, planteando que el
número de resultados contradictorios o adversos indicaría que el Test de la figura humana sólo
ofrece una aproximación relativamente grosera al grado de patología del paciente. A su vez propone
la confección de tabulaciones escalares que pudieran permitir una mayor exactitud en la
interpretación.
¿Qué es lo que hace a Swensen más optimista"1 Posiblemente, que su artículo es una
comparación de los resultados obtenidos antes del año 1957 (momento de su primera reseña) y la
situación existente diez años después.
Hammer, comentando a su vez estas reseñas, también alerta respecto de problemas
metodológicos que pueden llevar a error:
Hammer propone para el futuro aumentar el número de estudios en que se manipula la variable
independiente a fin de observar su incidencia en el resultado gráfico. Este diseño experimental,
sobre todo cuando involucra una técnica test retest, tendría la ventaja de permitir observa: las
modificaciones intrasujeto en cada caso dentro del grupo experimental y el grupo control. Por
ejemplo, cuando se manipula la autoestima o la ansiedad se puede detectar el efecto de la variable
tomando como base las características de la figura en la producción original, ligadas a los rasgos
más estables de la personalidad del sujeto.
Klopfer (1981), a su vez, enfatiza la importancia de tomar en cuenta que cuando el psicólogo
realiza un diagnóstico utiliza un encuadre de múltiples "niveles” aportados por materiales que
apuntan justamente a estratos diferentes de la personalidad. Diferencia el “nivel” de los datos que
se obtienen de un sujeto a partir de la descripción de aquellos que lo conocen (su familia, amigos,
maestros), de aquel otro que se logra a través de la producción más consciente de
autodescripción del sujeto (por ejemplo, administrándole cuestionarios o inventarios).
Un “nivel” muy diferente sería, a su vez, el que aportan las técnicas proyectivas, se le permiten
al sujeto una expresión a veces contradictoria de aspectos conscientes e inconscientes, así como
la posibilidad de proyectar y desplazar lo propio rechazado en otras figuras o personajes. Si bien
un diagnóstico válido requiere la integración de estos tres “niveles” para una correcta
comprensión y predicción de la conducta, los estudios que intentan correlacionar, por ejemplo, la
imagen de sí vertida en un inventario con la proyectada en un dibujo serían contradictorios en sí
mismos, ya que tratan de verificar un nivel utilizando otro diferente como validación.
Finalmente, uno de los problemas más arduos a resolver es la incidencia en los gráficos de la
capacidad para dibujar, o sea el talento artístico.
Dice Swensen; “Si se van a utilizar signos o ítems de contenido o expresivos, la calidad del dibujo
y la particular dificultad de la parte del cuerpo dibujada deben ser tomadas en cuenta en la
evaluación.” Según este autor, la investigación ha demostrado reiteradas veces que sujetos más
normales producen dibujos de mejor calidad y que cuanto mejor la calidad del dibujo, pueden
aparecer mayor número de indicadores de conflicto (borraduras, sombreado, detallismo, etcétera),
dato que sería contradictorio con la significación asignada a estos ítems.
Hammer considera, en cambio, que si estos resultados aparecen es porque la investigación está
mal diseñada. En la interpretación clínica la evaluación conjunta de los ítems de conducta,
secuencia, localización e interrelación de signos (por ejemplo, dónde, cuándo, cómo borra) permite
diferenciar claramente una cualidad adecuada de una patológica. Asimismo afirma que cuando hay
una gran facilidad para dibujar, los estilos gráficos serán lo suficientemente diversos como para
permitir interpretaciones ligadas a la personalidad del que dibuja.
La diferenciación entre capacidad artística y patología ha sido justamente un área de estudio de
este autor entre los años 1964-67, cuando realizó una investigación que trataba de ver el grado de
correlación entre rasgos de personalidad, actitudes y sentimientos con la variable creatividad.
Utilizando como muestra adolescentes estudiantes de arte divididos por los profesores en tres
grupos —los creativos, los intermedios y los imitadores—, les aplicó una batería de tests
proyectivos que incluía el Rorschach, el TAT , Concepto desagradable y el Dibujo de la figura
humana. Tal como era esperable, encontró una serie de diferencias significativas, apareciendo
los más creativos como sujetos más cercanos a la inestabilidad psicológica. Sus materiales, en, los
que se veían intentos de sublimar por el arte, eran más ricos, dramáticos, de más elevado nivel de
simbolización; aparecía en ellos una mayor permeabilidad a las fantasías e impulsos inconscientes
y una mayor aceptación de los rasgos bisexuales de la propia identidad. "Un observador
desprevenido”, dice Hammer, “podría interpretar en esos materiales sólo los aspeaos patológicos
y no encontrar el valor adaptativo, sublimatorio, de esa producción diferencial."
Lo cual nos lleva nuevamente a la variable del entrevistador-psicólogo que debe ser validada.
De acuerdo con Holt (1967), los estudios sobre la validez clínica ignoran una importante fuente de
variancia: el talento y la habilidad del psicólogo que analiza los materiales. El problema de la validez
residiría, por lo tanto, en fijar primero los límites superiores de lo que puede ser hecho por los
mejores en este arte científico del psicodiagnóstico y estudiar luego cómo lo hacen. Leibovich de
Duarte (1978), retomando esta problemática en un trabajo sobre juicio clínico, afirma a su vez: “El
manejo interpretativo de los materiales proyectivos no se basa en la aplicación de ninguna regla
mecánica, sino que descansa fundamentalmente en la habilidad del psicólogo para encontrar e
integrar indicios significativos. De ahí que no sólo incide el marco teórico que éste maneja y su
experiencia clínica, sino también su personalidad y su estilo cognitivo’’.
La controversia sigue, por lo tanto, abierta esperando nuevas investigaciones; aportes
significativos.
AUTOESTIMA
El Test de las dos personas (comúnmente llamado Test de la pareja) surge a partir del Dibujo de
la figura humana en tanto técnica proyectiva. Bernstein (1964) se propone construir un test que
abarque más directamente la evaluación de los aspectos vinculares, tomando para ello una
sugerencia de Machover que dice: "De haber tiempo puede ampliarse el Dibujo de la figura humana
solicitándole al sujeto que se dibuje a sí mismo, o a un niño, o a dos personas.”
Tal como se explicitó en el capítulo anterior, para esta autora, la Figura humana representa
básicamente la expresión de sí mismo, brindando además información sobre la personalidad en
cuanto a la identidad en general, la identidad sexual y más específicamente la vivencia del esquema
corporal.
Bernstein afirma que su test, además de lo anterior, ofrece una objetivación de la “pareja interna”
del examinado, es decir una imagen de la pareja que éste necesita, aportando datos sobre el tipo
de vínculo fantaseado a nivel consciente e inconsciente, en relación con su modo de funcionar en
la situación de test y en el mundo externo.
Para ello realiza varias modificaciones en la administración, que presentamos comparativamente
en la página siguiente.
Ambos autores enfatizan la necesidad de registrar la secuencia y la conducta así como preguntas
o asociaciones durante la ejecución.
Machover señala que si el sujeto hace sólo una cabeza, se le urge a que complete la figura, y si
intenta realizar figuras tipo fosforitos debe pedirse una figura más completa,
Bernstein consigna que toda pregunta sobre el sexo de las figuras, por ejemplo: “¿Dibujo un
hombre y una mujer?”, etcétera, deberá ser respondida por
MACHOVER BERNSTEIN
- “Dibuje una persona completa” (en una hoja). - "Dibuje dos personas cualesquiera” (en
- “Ahora dibuje una persona del sexo opuesto” una sola hoja y sin especificar sexo).
(en otra hoja). - “Póngales el nombre y la edad que
- Pedido de asociaciones o aplicación de un pudieran tener”. (El solicitar la edad
cuestionario en el que se pregunta por ejemplo: fue una sugerencia de la Lie. M. E,
“¿qué edad parece tener? ¿qué ocupación? García Arzcno).
¿es casado? ¿cómo es su carácter? ¿cuál es la - “Escriba una historia que relate qué
mejor parte de su cuerpo? ¿cuál la peor? ¿es Jes ocurre, qué piensan y sienten los
nervioso? ¿cuáles son sus principales personajes.”
deseos?", etcétera. En otros casos se le pide - “Póngale un título a su historia”.
directamente que narre una historia sobre esa
figura como si ésta fuera un personaje de teatro
o novela.
- También puede preguntársele si la figura le
recuerda a alguien en particular, si le gustaría
ser como ella, y finalmente que identifique si
alguna de las aseveraciones sobre la figura
graficada pueden referirse a características del
propio sujeto.
“Como usted quiera” (a diferencia del test de Machover donde se insiste en que la segunda figura
sea de un sexo diferente del de la primera). Lo mismo se responde respecto de la edad, postura o
inclusión de elementos accesorios. En nuestra experiencia en caso de realizar una sola figura se
recuerda que debe dibujar dos, pero si el paciente rehúsa, se continúa directamente con la parte
verbal del test. Esto permitiría ver si a nivel de la historia puede introducir el segundo personaje y
quizás comprender qué provocó la dificultad para incluirlo gráficamente.
Si el sujeto incluye espontáneamente escenario, objetos accesorios y/o alguna otra figura
adicionada, no se interfiere, pero si pregunta previamente puede repetirse la consigna y luego
inquirirse qué es lo que quisiera incluir, dejándole de esta manera la opción de hacerlo o no.
Si el entrevistado presenta dificultades en la parte verbal, porque no sabe o no puede escribir,
se le solicitará que le dicte al entrevistador los nombres y la historia, quien los registrará en hoja
aparte.
En cambio si la dificultad para escribir es más una actitud oposicionista o de desgano,
etcétera, se insistirá para que dentro de lo posible el material se complete de la manera prevista.
Una vez terminado el test pueden pedirse asociaciones respecto de la elección de los
nombres, averiguar por ejemplo si corresponden a alguien conocido, a algún personaje de libro
o de película, tratando de que explique brevemente por qué los eligió y que los describa en caso
de que sus cualidades no queden explicitadas en la historia. También pueden pedirse
aclaraciones respecto del texto del relato si éste resulta ilegible, o presenta dificultades para su
comprensión por razones de incoherencia, etcétera. Lo esencial sin embargo en esta etapa de
completamiento de datos, es que la actitud del entrevistador sea positiva y no crítica, dado que
este material accesorio le interesa si ayuda a la mejor comprensión del paciente y no dificulta
el rapport esencial a la tarea diagnóstica.
Las variables de Interpretación que Machover propone para el análisis del grafismo se
fundamentan sobre todo en los aportes de estudios hechos sobre el movimiento expresivo
(Wolff, 1962) y su relación con la proyección de aspeaos del esquema corporal y la personalidad
en general.
Presenta una gran cantidad de pautas acerca del contenido simbólico del cuerpo,
fundamentando su uso en que “el dibujo de una persona, al incluir la proyección de la imagen
del cuerpo ofrece un vehículo natural de expresión de las necesidades y conflictos del cuerpo
de uno. La interpretación acertada del dibujo procede de la hipótesis de que la figura dibujada
está relacionada con el individuo que está dibujando, con la misma intimidad que caracteriza el
porte de ese individuo, su escritura manuscrita, o cualquiera de sus movimientos expresivos".
La mayor parte de las veces interpreta los dibujos independientemente de los datos obtenidos
verbalmente mediante las asociaciones, el cuestionario o la historia. Considera que este aspecto
verbal y consciente del proceso no constituye un elemento intrínseco del test, aunque a veces
permite obtener una información clínica indirecta acerca del sujeto y sirve como contraste de los
rasgos presentados gráficamente. Sin embargo señala que: "aunque sólo aporte significación
suplementaria para la interpelación, las asociaciones son valiosas para la elucidación de
significados individuales y de problemas específicos involucrados en La producción gráfica".
También puede en muchos casos complementar los datos de entrevista, ya que según esta
autora la mayoría de los sujetos rápidamente se desprenden de la figura dibujada y hablan de
sus propias preocupaciones, defectos o pensamientos. Incluso se observa que a veces
introducen sin darse cuenta el pronombre “yo” aunque aparentemente se refieran al personaje
graficado.
Bernstein, en cambio, señala que su test obtiene una doble producción, una "pareja gráfica”
y una “pareja verbal”, procediendo por lo tanto a un doble análisis que debería proveer
información sobre la identidad del sujeto, su relación de pareja y el vínculo fantaseado con la
misma.
Enfatiza que la técnica de análisis de la parte gráfica no difiere de la de Machover, en tanto la de
la historia verbal se asimila al TAT. Señala que sin embargo, dadas las particularidades del material
es posible y necesario utilizar algunas variables ad hoc, relacionadas con las características
específicas de este test diádico, aportando el siguiente cuadro de variables;
PROBLEMAS DE LA INTERPRETACION
En Machover la consigna de dibujar una sola persona en primera instancia le provee al sujeto la
posibilidad de proyectarse en ella tal como se ve, como quisiera ser, como cree que otros lo ven,
etcétera. En este sentido, parece ser más claro el hecho que de las dos personas dibujadas, sea la
primera la figura de identificación preponderante, pudiendo adquirir la segunda múltiples
connotaciones: los aspectos disociados no incluidos en la primera, los rasgos complementarios de
aquélla, etcétera. En realidad, Machover incluye básicamente la segunda figura para tener más
datos sobre la identificación sexual a través de la discriminación de rasgos entre la primera y la
segunda.
En el test de Bernstein, en cambio, el hecho de solicitar el dibujo de dos personas en un mismo
espacio desde el comienzo, promueve la movilización de una disociación instrumental mediante la
cual se proyectan diferentes aspectos de sí mismo en ambas figuras, así como el depositar en ellos
la fantasía de un vínculo diádico.
Entendemos por vínculo diádico la proyección gráfica y luego verbal de la imagen de una relación
sujeto-objeto, con mayor o menor grado de discriminación, tal como se juega predominantemente
en el momento actual de la vida del entrevistado, aunque sea la resultante de los vínculos que ha
establecido con las personas significativas de su historia particular. .
Este proceso más complejo, a su vez hace que el pesquisar cuál de las dos figuras graficadas
es la figura de identificación predominante sea más incierto. Al saber el sujeto desde un comienzo
que va a dibujar dos personas le da libertad para proyectarse de preferencia en la primera, la
segunda o ambas. Teóricamente cuando se analiza el material realizando una lectura dinámica de
los aspectos proyectados en cada una, se evita responder a esta cuestión, pero la dificultad
reaparece, aun para un entrevistador con experiencia, cuando intenta predecir en los vínculos
diádicos en los que el sujeto se mueve cotidianamente, con cuál va a identificarse y si esta
identificación se mantiene en distintos tipos de relaciones, en diferentes áreas (por ejemplo, familiar,
laboral, etcétera) y en momentos diversos. Es por ello que para tal predicción recurrimos a distintos
indicadores: edad y sexo adjudicado a las figuras, secuencia (primera figura dibujada), a cuál dedica
más atención, concordancia de ciertos rasgos físicos personales adjudicados al gráfico, semejanza
en el nombre, el rol o cualidades, etcétera.
No se nos escapa que esta lectura se refiere sobre todo a aspectos manifiestos, en tanto que la
influencia de los aspectos más latentes y la discriminación entre lo real y lo fantaseado presenta
una dificultad mayor.
En contados casos, cuando la distancia entre lo manifiesto y lo latente no es tan marcada, es
más fácil localizar la identificación predominante y predecir adecuadamente la conducta. En los
más, lo que puede predecirse es el tipo de vínculo en el cual el sujeto se fantasea, marcando de
esta manera la flexibilidad para adaptarse a diferentes situaciones o roles, o por el contrario un
arraigo en un rol único, fijo, dentro de una relación con características de rigidez, basada
posiblemente en un modelo vincular arcaico no rectificado.
Esta predicción a su vez deberá ser cotejada con la conducta que el sujeto despliega a lo largo
del psicodiagnóstico en su relación con el entrevistador, y con la tarea, así como a través del análisis
intertest, y la revisión del tipo de vínculos externos que se desprenden de los datos de la historia
recogidos en la entrevista.
Si bien quizás nuestra predicción no puede llegar a definir con exactitud el rol que el sujeto
asumirá, podrá preverse el tipo de relación díádica que intentará establecer o evitar. Así un monto
marcado de disociación entre la conducía manifiesta y la proyección en el material, nos podría
indicar una formación reactiva, por ejemplo vínculos de sometimiento, en tanto que una proyección
alternante y con rasgos antagónicos en distintos materiales (por ejemplo Test de las dos personas,
láminas diádicas de Phillipson, historia personal) habla de una posible identificación fluctuante entre
ambos roles de un mismo modelo vincular: sometedor- sometido. En cambio, cuando frente a
distintos estímulos que promueven fantasías diádicas el sujeto provee una gama de posibilidades
no disociadas y en la historia se ve un desempeño plástico en las distintas áreas, hablaremos de
un modelo básico vincular modulable a las distintas circunstancias y exigencias que la realidad
plantea, respaldado por un yo fuerte que puede por ejemplo, asumir un liderazgo en el trabajo a la
vez que compañerismo en la pareja.
2. Subdividímos esta variable, aspectos significativos gráficos, en cuatro ítems; los dos primeros
referidos a una visión más guestáltica; los dos últimos a un análisis más detallado de cada figura y
de la relación entre ambas.
2. 1. Pautas formales. Dado que damos por conocida la interpretación general de las pautas
formales en los gráficos, sólo enfatizaremos algunos aspectos en relación con este test.
A la secuencia gráfica tenemos acceso a través del registro de la conducta, haciendo constar
qué figura trazó primero y en qué orden realizó todo el dibujo. 'Sin embargo, no tiene sentido un
anotar minucioso de cada paso sino de aquellos aspectos relevantes significativos. Consideramos
importante consignar conjuntamente los cambios posturales y verbalizaciones concomitantes. Lo
esperable es que se dibuje primero una figura entera desde la cabeza a los pies, pasando luego a
la segunda. A veces esta tarea se completa al final, agregando detalles de vestimenta, rasgos
faciales, otros accesorios, etcétera. Puede haber distintos grados de alteración de la secuencia
esperable. Así por ejemplo, sería un indicador de mayor perturbación el comenzar con los rasgos
dé la cara sin haber hecho el óvalo, por las manos y luego el resto, etcétera, ya que podría indicar
dificultades para 1a organización del esquema corporal.
En cambio, iniciar por los pies, parece ser bastante más común en niños, expresando una
preocupación por la estabilidad y el crecimiento.
Es significativo el volver sobre determinadas áreas de la misma figura o de la otra, como una
forma de mostrar ciertas problemáticas o defensas.
Cabe destacar que estas áreas a las que se vuelve en el graficar, no siempre son las mismas
que quedan luego en la producción terminada como claras zonas de conflictos.
Se puede detectar como significativo en la secuencia el agregar atributos en la primera figura
mientras se realiza la segunda, o aun durante o al final de la historia. En algunos casos, seria
utilizado como forma de obtener una mayor diferenciación; por ejemplo, marcar rasgos sexuales
secundarios. En otros, puede primar la necesidad de otorgar ecuánimemente detalles a ambas
figuras para acentuar la simetría de la relación, etcétera.
En cuanto a ubicación y tamaño, si bien tomamos en cuenta las pautas de significación de
cualquier material gráfico, en este test se hace relevante la comparación entre las dos figuras
(ubicación y tamaños relativos). En primer lugar, tenemos en cuenta la ubicación y tamaño de la
totalidad del gráfico en relación con la hoja en blanco, como simbolizando el espacio en que se
desenvuelve el sujeto. Grafológicamente tomamos dos ejes imaginarios que convencionalmente
dividen el espacio, Parece ser esperable en este test que las dos figuras compartan una ubicación
respecto del eje horizontal, ya que lo común es que una esté al lado de la otra. Al igual que el Test
de la figura humana es habitual encontrar las figuras dibujadas aproximadamente en la parte central
de la hoja. Cualquier alteración de esta ubicación trae aparejada una tendencia más o menos
significativa en fundón del grado en que se produce. Puede ocurrir que ambas figuras expresen
una misma tendencia, por ejemplo, las dos en la parte superior de la hoja evidenciando huida en la
fantasía y manejo de sus vínculos con el otro en esta área. Otro caso, en el que una figura se ubica
en el sector superior derecho y la otra en el sector central izquierdo, en cambio, parece expresar
por una parte, aspectos disociados y contradictorios de la personalidad, y por la otra, dificultades
en el vínculo con el otro.
En cuanto a tamaño, es esperable que aproximadamente abarque un tercio de la hoja como en
otros gráficos. El hecho de ser dos personas presupone que puede ampliarse la superficie ocupada
en sentido horizontal sin incrementarse el tamaño.
La tendencia del tamaño general de las figuras guarda más relación con rasgos de carácter del
sujeto (por ejemplo, autoestima), mientras que las diferencias de tamaño relativo aportan más datos
sobre el tipo de vínculo, por ejemplo, en una relación heterosexual adulta adjudicar tamaños
marcadamente diferentes hablaría de la necesidad de marcar una interacción asimétrica.
Respecto del trazado, al igual que en el ítem previo, si bien se tienen en cuenta las características
significativas del mismo como totalidad (trazo firme, discontinuo, etcétera), se agrega además el
trazo diferencial que puede tener cada una de las figuras y/o zonas específicas.
3. 3. El tirulo es la última consigna y por consiguiente el cierre del test, algo así como la síntesis
de la situación.
En principio, podemos tener en cuenta la actitud con que el sujeto acepta esta parte de la tarea,
que a veces es sentida como desconcertante, ya que los títulos suelen encontrarse al principio.
Esto es más común en niños acostumbrados a la rutina escolar donde el título determina la temática
de la composición.
Habitualmente el emplazamiento del título suele darse arriba del gráfico o al final de la historia,
englobando tanto en uno como en otro caso la totalidad de la producción gráfico-verbal. Otros
sujetos tratan de ubicar el título entre el gráfico y la historia, siendo a veces necesario forzar su
ubicación ya que no hay lugar, como una forma de diferenciar y separar ambos aspectos. Algunas
ubicaciones poco habituales pueden vincularse a rasgos confusiona les (por ejemplo, cuando el
título atraviesa las figuras).
Puede ser enriquecedor considerar ciertas características especiales, por ejemplo cuando
cambia de letra o cuando se recuadra o subraya; en estos casos pareciera ser la necesidad de
destacar ciertos aspectos manifestados por el mismo y simultáneamente utilizar un aislamiento
afectivo.
El título permitirá al sujeto hacer resaltar las características más significativas del vínculo. Cuando
no es una simple reiteración de una frase de la historia o la repetición de los nombres asignados,
refleja una mayor creatividad y poder de integración a nivel yoico. Los más frecuentes refieren a las
identidades ("Pedro y María"), la cualidad del vínculo ("Amistad”), la ubicación temporal de la
relación ("Un paseo feliz”), el contexto espacial como proyección de la modalidad del vínculo en un
espacio determinado ("Un viaje", "Vacaciones”, "En mi casa”). A veces también pueden aparecer,
aunque en menor medida, títulos simbólicos que parecen representar intelectualizaciones que
condensan una modalidad de relación (“Paz", “Saber o no saber”). Podría ocurrir que el titulo no
sea sintético, como si fuera una nueva versión breve de la historia, quedándose adherido a ésta sin
poder discriminar lo esencial de lo accesorio del relato. A veces, puede no responder al contenido
de la historia, siendo diferentes sus implicaciones diagnósticas cuando expresa un intento de
anulación (por ejemplo, "Una pareja feliz” y una historia en la que no hay verdadero acercamiento),
de cuando no guarda relación alguna, como resultante de un pensamiento confuso y una
desconexión muy marcada del sujeto (historia de un paseo y título “La luna y el sol”).