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1.

— Señor Kim, los señores Jeon están aquí.

Avisó la secretaria del lugar al director, quien se encontraba de espaldas, observando al


exterior por la gran ventana que estaba justo detrás de su escritorio. Este asintió e hizo
una seña con su mano, dándole a entender que podía invitar a pasar a los susodichos,
cosa que la muchacha no tardó en entender y segundos más tarde hacer.

— Buenas tardes. — Saludaron al unísono los mayores al entrar.

— Buenas tardes. — Respondió el joven tras voltearse, regalándoles una amigable


sonrisa a aquellos sujetos. Señaló los dos asientos que se hallaban al frente de su
escritorio, invitándolos a sentarse, no sin antes haber estrechado sus manos. — Y bien...
¿cómo lo tomó? —Cuestionó, también sentándose.

Al parecer, los señores Jeon estaban teniendo grandes inconvenientes con su hijo menor.
Aparentemente, al entrar a la adolescencia su actitud había cambiado por completo.
Dejó de ser un niño estudioso y ejemplar para convertirse en uno problemático, grosero
e inclusive sus padres afirmaban que estaba metido en drogas o algo por el estilo. Había
incendiado gran parte de su antiguo colegio y sus padres tuvieron que correr con todos
los gastos, afortunadamente no hubo ningún herido, pero el chico fue expulsado. No
sólo de ese colegio, sino también de otros tres. Era inconformista y no quería decir cuál
era su problema, se había cerrado por completo y los Jeon no tuvieron más opciones
que hacer el papeleo para internarlo en la correccional, esperando vagamente que su
hijo reaccionara y volviera a ser lo que alguna vez fue.

— Mal. — Suspiró el señor Jeon, recostándose en el asiento. — Empezó a reírse como


un loco y a repetir que no vendría.

— Eso es completamente normal en un adolescente. — Musitó el rubio, cruzándose de


piernas. La señora Jeon asintió y tomó la mano de su marido.

— Taehyung... ¿Es posible internar a Jungkook ahora mismo? — Interrogó esta vez la
señora, al parecer preocupada por la respuesta. El director frunció el ceño y asintió
suavemente.

— Por supuesto, ya el papeleo está listo. Pero... ¿Él está aquí?


— Lo trajimos a las malas. Tuvimos miedo de que si lo dejábamos más tiempo afuera
se escapara. Y créame, tenía planes de hacerlo.

— Entonces no tengo problema alguno. Hablaré con él en cuanto ustedes se despidan.

Los dos mayores asintieron mientras se paraban de sus respectivos asientos, el señor
Jeon estiró su mano hacia la de Taehyung y este último no tardó en tomarla.

— Por favor... cuide de mi pequeño, confío en que usted me devolverá a mi hijo, porque
dudo que el monstruo que ahora es se parezca siquiera un poco a mi bebé. — Dijo casi
en un sollozo la señora Jeon, imitando la acción de su marido y estrechando la mano
del director.

"¿Monstruo? ¿Tan así puede llegar a ser?", se cuestionó Taehyung, pero aun así
asintió, queriendo reconfortar a ambos padres. Puede que él no supiera lo que era tener
un "hijo descarriado", pero se podía hacer una idea. Taehyung siempre fue alguien
ejemplar, perfeccionista, amante de la buena educación y el orden, es por eso que no se
hizo mucho del rogar ante la propuesta de su padre de ser el director de aquella
institución. Se había topado con toda clase de adolescentes, desde los rebeldes sin causa
hasta los que simplemente querían llamar la atención. Se preguntaba qué clase de
rebelde sería el hijo de los Jeon, porque el que sus propios padres lo llamaran
"monstruo" dejaba mucho que desear.

En cuanto los Jeon se retiraron, el rubio tomó el teléfono que lo comunicó con su
secretaria personal. — En cuanto los señores Jeon se despidan de su hijo hazlo pasar a
mi oficina inmediatamente. — Y colgó.

Para la sorpresa de Taehyung, su secretaria no tardó en entrar y avisar que el chico ya


estaba ahí. "Una mala despedida...", supuso de inmediato el director.

— Hazlo pasar, entonces. — Ordenó, tomando entre sus manos el látigo que siempre
tenía a su disposición. Sólo era para intimidar y muy pocas veces, sólo muy pocas,
castigaba a algunos internos con él. Nada grave ni llevado a extremos, solamente un par
de azotes y todo volvía a la normalidad. Porque sí, Taehyung solamente usaba ese látigo
cuando veía que todo estaba fuera de control. Afortunadamente, o desgraciadamente
para él, eso casi nunca pasaba.

Los ojos del director se desviaron rápidamente a la puerta al ver esta abrirse y dejar a la
vista a un, ante sus ojos, precioso niño. Taehyung se esperaba lo peor, pero para su
sorpresa, el supuesto "monstruo" tenía una apariencia de ángel. Tenía rasgos aniñados,
casi infantiles. Ojos grandes y cargados de falsa inocencia. Era delgado, bastante
delgado pero en ciertas partes tenía buenas proporciones, y eso, extrañamente, le gustó.
Tenía el cabello negro y algo largo, vestía jeans apretados de color negro y la camisa
no era muy diferente a las características del pantalón. A simple vista parecía un gótico,
pero con esa carita era imposible pensar que realmente se trataba de uno. Taehyung
suspiró y se reincorporó un poco en su silla. El niñito estaba mirando la nada,
desinteresado y aún parado en la entrada.

— ¿Te vas a quedar ahí parado o vas a sentarse? — Cuestionó Taehyung con voz grave.
Jungkook lo miró inexpresivo y se encogió de hombros.

— No sé, me vale verga.

— Esa actitud no hará que salgas pronto de aquí.

— También me vale verga. Como si no supiera que esos hijos de puta que tengo por
padres me van a dejar aquí hasta que cumpla la mayoría de edad. — Taehyung estaba
sorprendido y no por la actitud de Jungkook, total, lidiaba casi a diario con adolescentes
así. Lo que le sorprendió fue la manera en la que el menor trató a sus padres. Eso era
nuevo.

— Respeta a tus padres.

— Ahora resulta que decir la verdad es irrespetar. — Rodó los ojos el pelinegro.

— Siéntate. — Demandó el mayor con prepotencia. Por alguna extraña razón, la actitud
de Jungkook lo estaba irritando. Lo peor era que el menor parecía disfrutarlo.

Jungkook suspiró cansado, pero terminó por obedecer al director, el cual tenía una
expresión de estar bastante... ¿Enojado? ¿Indignado? Algo por ese estilo.

— ¿Sabes por qué estás aquí? — Cuestionó el rubio y el pelinegro se encogió


nuevamente de hombros. — Dame las razones del por qué estás aquí. Ahora.

— Eso es humillante. ¿Dices que tengo que dejarme mal a mí mismo por una orden
tuya? — Rió, con ironía. — No te voy a dar una razón de porqué paré en esta mierda de
lugar, pero sí te daré una de porqué saldré. — Sonrió y Taehyung tensó su mandíbula.
Ese mocoso no tenía ni la más mínima idea sobre a quién se enfrentaba. — Voy a
matarlos a todos... y tú serás el primero.
— No lo dudo... — Esta vez sonrió Taehyung, confundiendo a Jungkook.

— ¿Qué puede ser tan gracioso? Estoy amenazando tu estúpido trabajo y a ti. Sin contar
a los otros inservibles seres humanos.

— Tú eres gracioso. — Comentó entre risas. — Suenas incluso patético, Jungkook, pero
me gusta. Eso me gusta, me atrae.

Jungkook lo observó detenidamente, con el ceño fruncido.

— Eres raro...

— Probablemente. — La sonrisa en los labios de Taehyung desapareció, mostrando otra


vez aquella expresión seria y que intimidaba a Jungkook, cosa que este último odió. No
le gustaba sentirse intimidado ni cohibido. — Ahora... aquí hay reglas que debes
cumplir. Espero que lo hagas, porque quiero que sepas que si no lo haces, yo mismo me
encargaré de darte tus merecidos castigos en caso de que llegues a desobedecerme.

— Al parecer te tomaste muy en serio eso de que los mataré a todos. — Se burló el
azabache.

"No tienes ni idea", pensó el rubio, pero muy por el contrario de lo que Jungkook creía
que pensaba, lo cierto es que Taehyung estaba fascinado. A simple vista podía notar
que aquel chiquillo era difícil de domar, y eso le encantaba.

— Me valen verga tus reglas.

— Entonces dejaré que te equivoques y que seas cruelmente castigado. — Sonrió


Taehyung, raramente feliz. — Puedes retirarte y... Bienvenido.

El pelinegro bufó y se levantó. No prestó demasiada atención a aquel hombre extraño,


o al menos él lo veía así. No podía ser tan difícil sobrevivir en ese lugar, después de
todo era algo así como una especie de cárcel o de internado. Si tenía dudas sobre algo
ya le preguntaría a alguien.

Cerró la puerta de la oficina de un golpe y se dirigió a donde su curiosidad lo llevase.

Taehyung se quedó pensativo y bastante sonriente. En sus veinticinco años de vida


jamás había presenciando tanta defensiva por parte de un interno. Todos llegaban
deseando salir de allí, y aunque no negaba que habían algunos que eran realmente
groseros, nunca habían llegado al extremo del jovencito Jeon, y eso le fascinó.

Los Jeon querían recuperar a su buen hijo, pero él les daría más que un buen hijo...

Les daría un hijo sumiso y obediente.


2.
Jungkook estaba confundido. Habían varios pasillos, todos largos, vacíos y ninguno
parecía llevar a algún lado en concreto. Sólo seguían y seguían. No le gustaba para nada
la decoración de aquel lugar; era elegante y tenía colores rojos y granates, alfombras
excesivamente extensas y cuadros bastante extraños adornando la pared. También
habían demasiados relojes y puertas. Comenzaba a sentirse fastidiado por no progresar
en su búsqueda de nada. Él realmente no estaba buscando nada.

Empezaba a arrepentirse de no haber querido recibir instrucciones. No quería parecer


un imbécil.

Mientras caminaba, una de las miles de puertas se abrió, dejando ver a un chico
pelinaranja y, según Jungkook, bastante enano. No tenía apariencia de chico malo.

— ¡Hey, enano! — Habló Jungkook y el aludido no tardó en lanzarle una mirada de


desprecio, cosa que el pelinegro ignoró por completo.

— ¿A quién llamas 'enano', cara de rata?

— Mejor no busques problemas y responde mis preguntas, ¿estamos? Dudo que quieras
que te deje esa cara de mariquita llena de moretones. — El pelinaranja se acercó
peligrosamente a Jungkook, quien sonrió en sus adentros al provocarlo.

— Habló el que tiene cara de mujer. ¿De dónde saliste, estúpido?

— De la vagina de mi vieja, pero no vine a hablar de eso. — Trató de calmarse, él quería


respuestas y tenía muy en cuenta que con esa actitud lo único que iba a obtener era un
golpe en la cara y una pelea, cosa que no le molestaba, pero que no necesitaba, al menos
no aún.

— ¿Eres nuevo? — El pelinegro asintió. — Ahora entiendo tu actitud de idiota. ¿Qué


mierda quieres? — Cuestionó desinteresado.

— No sé a dónde tengo que ir. No sé qué hacer.

— ¿No hablaste con la secretaria antes de ponerte a investigar como un retrasado todo
por ti mismo?
— Hablé con el director, un tal Tehyun. Un tipo bastante raro. — El pelinaranja rió.

— Taehyung. — Corrigió. — Es un ogro, no me extraña que te dejara en esta situación.


Tendrás que volver y preguntar. Si me dejas darte un consejo... No le respondas mal,
puede ser verdaderamente malo cuando quiere.

— No le tengo miedo. — Aseguró Kook y el contrario volvió a reír.

— Deberías.

El pelinegro razonó lo mejor que pudo el hecho de volver y preguntar sobre lo que
minutos atrás quiso eludir por simple gusto. Pero él no tenía que ir a preguntarle
directamente a Taehyung, le podía preguntar a su secretaria y seguramente su orgullo
iba a quedar intacto. No quería darle motivos a Taehyung para que se burlara de él.

— Iré. — Sentenció luego de pensarlo. — El problema es que no sé cómo volver a la


maldita recepción. — Bufó y el pelinaranja rodó los ojos.

— Yo te acompañaré. — Hizo una seña con su cabeza, queriendo darle a entender al


azabache que lo siguiera. Kook estaba algo sorprendido, no esperaba que ese chico se
ofreciera a ayudarle luego de la pequeña "discusión" que tuvieron al conocerse. — Por
cierto, soy Jimin. Park Jimin. ¿Quién eres tú?

— Jeon Jungkook. — Respondió tras seguir los pasos del más bajo. — ¿Llevas mucho
tiempo aquí?

Jimin sonrió, nostálgico.

— Unos dos meses.

— ¿Y es malo?

— Claro que lo es. Aquí son muy estrictos, por un pequeño error te dan castigos que ni
te imaginas. — Se relamió los labios antes de proseguir. Kook lo escuchaba
atentamente. — Hay ocasiones en las que te humillan frente a los demás chicos. Si haces
algo mal, todos pagan y mágicamente todos te odian por hacer que los castigaran. Puede
que recibas amenazas en estos días. — Jimin miró al pelinegro con pesar mientras
caminaba. — He llegado a pensar que no quieren hacer mejores personas, quieren hacer
robots.
Lo que Jimin decía era horrible, pero Jungkook, en lugar de asustarse, sintió que su vida
poco a poco cobraba sentido. Algo en su cabeza le decía que iba a divertirse mucho...

— Te esperaré aquí. — Habló el pelinaranja al llegar a la recepción, sacando a Kook de


sus pensamientos y de las miles de ideas que tenía para sabotear la seguridad de aquel
lugar.

Él iba a marcar la diferencia.

— Trataré de no tardar.

Dicho eso, se acercó a la secretaria, quien tenía su pequeña oficina afuera de la del
director. Suspiró ciertamente fastidiado y fingió una sonrisa de ángel, sin embargo, la
mujer al notar su presencia no se inmutó.

— ¿Necesitas algo? — Cuestionó la chica en un tono bastante tosco. Eso a Jungkook


no le agradó.

— Yo... eh... no sé nada. — Fingió nerviosismo.

— ¿No sabes nada?

— Nada.

La mujer alzó las cejas y el pelinegro pudo notar que esta tomaba el teléfono, al parecer
comunicándose con alguien.

— ... se trata del joven Jeon... — Mientras hablaba, Jungkook rezaba para que no
estuviera hablando con ese tipo raro. — ... Ha dicho que no sabe nada... está en
compañía de Park Jimin... sí... sí señor... está bien... — Colgó y dirigió su mirada hacia
el menor. — El director Kim te espera en su oficina.

Lo que le faltaba.

— La puta madre.

— ¿Dijiste algo?

— Sí, que te pudras. Maldita buena para nada. — La secretaria abrió la boca,
sorprendida. Jungkook, restándole importancia a lo que respondiera, abrió la puerta de
la oficina de Taehyung sin siquiera tocar y rápidamente se acercó al escritorio. Estaba
enojado. — Dime lo que tengo que saber de una puta buena vez.

— Esa boquita... — El rubio se volteó, dejando de ver al exterior como le era costumbre
cuando se encontraba a solas y se acercó al menor, quien al notar aquello retrocedió. —
No me digas que tienes miedo.

"Puede ser verdaderamente malo cuando quiere", recordó las palabras de Jimin y se
sintió nuevamente intimidado. Comenzaba a odiar esa sensación.

— ¿Miedo? ¿De ti? No seas absur... — Su cuerpo se tensó y sus ojos casi se salen de su
órbita cuando el director tomó su muñeca y en un abrir y cerrar de ojos estaba boca
abajo sobre el escritorio. Taehyung presionaba la espalda del menor con una de sus
manos para que este no escapara, mientras que con la otra presionaba no tan fuerte su
cabeza. — ¡Su... suéltame!

— Primero. — Habló con una voz tan profunda y grave que fue suficiente para que la
sangre de Kook se helara. — Comenzarás a respetarme. No soy tu amigo o tengo tu
misma edad para que me trates con tanta confianza o me tutees. Para ti soy señor. —
Taehyung incrementó la fuerza con la que sostenía la cabeza del pelinegro al ver a este
removerse. No obstante, el adolescente estaba completamente en silencio. — Segundo,
serás obediente con tus tutores y mucho más conmigo. No comenzarás peleas y harás
todo lo que te pidan, porque si no lo haces, Kookie, ya sabes que seré yo quien te
castigue. Eso es peor que cualquier otra cosa.

La mano que yacía en la espalda del pelinegro se deslizó por su espalda baja hasta
posicionarse por completo en su trasero, Jungkook tenía el pulso acelerado y unos
nervios desbordantes.

— Tu habitación es la 201, allí ya están tus maletas y una hoja con tus respectivas
actividades. ¿Quedó claro? — El mayor, con total descaro, palmeó con gran fuerza el
trasero de Kook, haciendo que este saltara asustado. — ¿¡Quedó claro!? — Volvió a
cuestionar, nalgueando nuevamente al pelinegro.

— S-Sí...

— ¿Sí qué?

— Sí... señor...
— Muy bien. — Sonrió victorioso y soltó por completo al adolescente, no sin antes
haberle brindado otra nalgada, sólo que más suave.

Jungkook se reincorporó rápidamente y en menos de dos segundos salió prácticamente


corriendo de aquella oficina. A Taehyung le hizo gracia la actitud asustadiza del menor.

Vaya que sabría divertirse con ese nuevo juguetito.


3.
Jungkook se acercó temeroso a Jimin, quien seguía esperando. Estaba aturdido y se
sentía de cierta manera extraño, bastante. No sabía a qué se debía la actitud que había
tomado el director en su contra, admitía que se había portado grosero, pero llegar a ese
punto era... algo extremista ante los ojos del pelinegro. Estaba perturbado y, aunque le
doliera y enojara admitirlo, estaba asustado e intimidado. No quería ceder fácilmente a
las órdenes que le daban y que, para empeorar las cosas, darían. Y recordar con lujo de
detalle lo que le había hecho el mayor sólo segundos atrás, sirvió únicamente para que
se sintiera patético y aun más enojado.

Ni siquiera su propio padre le había puesto una mano encima, mucho menos de esa
forma tan rara.

— ¿Qué te pasa? Parece que viste un fantasma. — Comentó Jimin burlón al ver a
Jungkook tan pálido como un papel y temblando disimuladamente.

— Jimin... quisiera hablar de algo contigo, pero en mi habitación.

— ¿Ya sabes cuál es? — Jungkook asintió.

— La 201. ¿Estás cerca?

— La mía es la 199, queda en otro pasillo pero no está tan lejos del tuyo. — Jungkook
suspiró, un poco más aliviado. Por alguna razón, quería sentir a alguien conocido cerca.
Jimin sólo frunció el ceño, confundido al ver el repentino cambio de actitud en el menor.
— ¿Pasó algo malo allá adentro...?

— Sólo vamos.

Y dicho eso, ambos chicos empezaron un largo recorrido hacia la habitación del
azabache.

— ¿Qué es lo que menos te gusta de este lugar? — Cuestionó Jungkook luego de un


rato.

— Hay varias cosas... — Murmuró el pelinaranja. — La comida, por ejemplo. Es


asquerosa. También están esas malditas actividades de convivencia, pueden incluso
obligarte a llevarte bien con alguien que no quieres cerca. — Bufó, rodando los ojos. —
Hay demasiadas cosas, en realidad. Este lugar es como el infierno y créeme que te
costará que te acoples. No pareces ser el típico chico que... — Recorrió con la mirada
rápidamente al menor. — Tú me entiendes...

— Tienes razón. — Suspiró Kook, encogiéndose de hombros. — Me será difícil y le


será difícil a ellos porque no pienso obedecer.

"Harás todo lo que te pidan, porque si no lo haces, Kookie, seré yo quien se encargue
de darte tus merecidos castigos", como si su subconsciente lo odiara, Jungkook oyó esa
voz en su cabeza clara y nítida. Sacudió su cabeza rápidamente y Jimin rió.

— ¿Qué te pasa?

— Lo que te d...

— Oh, mira, justo llegamos. — Interrumpió el mayor, tomando el pomo de la puerta y


entrando sin mayores complicaciones. El menor entró detrás de él. — ¡Qué buena
habitación!

— ¿Es sarcasmo?

A Jungkook no le gustó para nada su nueva habitación. No era tan grande como estaba
acostumbrado en su casa, sólo tenía dos puertas y había una diminuta ventana en una
de las esquinas. Casi ni se notaba. La decoración era como en el resto del lugar, aburrida
y terrorífica si se veía desde otra perspectiva. No había televisión... De hecho, no había
ningún aparato eléctrico o inteligente. Habían sólo dos lámparas y considerando que no
había ventanas, la luz era bastante reducida.

— Pero tienes eso. — Jimin señaló la pequeña ventana y Jungkook bufó, molesto. —
Tienes suerte. Aquí no hay ventanas.

— ¿Por qué no? — El pelinaranja se tiró a la cama, mientras que el pelinegro revisaba
las otras dos puertas. Una pertenecía al baño y la otra al armario.

— Temen que nos escapemos. Esto es como una cárcel y... ¿Ves el granate de casi todo
el lugar. — El menor asintió. — Es como si estuvieras en el infierno. — Ambos rieron,
completamente de acuerdo.

Jungkook se dirigió a la cama y se acostó al lado de Jimin, guardando una distancia


prudente. Se preguntaba si debía contarle al mayor lo que sucedió con el director y si
podía confiar en él, después de todo, él no quería que el pelinaranja saliera corriendo a
contarle a todos esos chicos que el director le había pegado en el trasero.

Pero eso dañaría la imagen del director y Jimin se vería afectado.

— Jimin... ¿Puedo confiar en ti? — El aludido volteó su cabeza para mirar a Jungkook,
pero este último se hallaba observando fijamente el techo.

— Sé que no tuvimos el mejor encuentro y aún no sé si me caes bien, pero sé guardar


un secreto. — Rió. — Básicamente, porque no me importa. Así que cuéntame antes de
que sí me importe y tenga incluso sueños con lo que quieres decir.

Jungkook sonrió sincero. Ese chico era directo, le agradaba.

— ¿Alguna vez... el director te pegó? — Preguntó de golpe.

— ¿Bromeas?

— No, es decir... — Lamió rápidamente sus labios, tratando de encontrar las palabras
correctas. — ¿Jamás te ha hecho algo?

— No. Sólo sé por boca de los demás que es demasiado serio e intimidante. — Kook
no dudó en que aquello era cierto. — Sólo he hablado una vez con él y no pasó nada
extraño. ¿Por qué preguntas?

Jungkook suspiró, recordando esa incómoda situación. Volteó su cuerpo hacia la


dirección de Jimin y este le miró expectante.

— Es que... me pegó dos palmadas en el trasero. — Confesó avergonzado y el


pelinaranja alzó sus cejas, sorprendido. — No, en realidad fueron tres.

— ¿Cómo pasó eso?

— De repente me empujó al escritorio y me golpeó mientras me decía lo que yo quería


saber.

— Eso es raro... — Murmuró Jimin, frunciendo el ceño. Jungkook también lo creía raro.
— ¿Te portaste muy grosero con él?

"Si supieras", pensó el azabache.


— ¿No está acostumbrado a ser tratado así?

— Debería... — El mayor se quedó pensativo. — Quizá sólo quería darte una lección.
No creo que tengas que preocuparte por eso.

— Ni mi padre me ha golpeado así...

— No estás acostumbrado, debe ser eso. Ya no pienses en eso y no hables de esto con
nadie, puede que te vaya mal. — Jungkook asintió inmediatamente. — ¿Por eso estabas
tan asustado?

— Sí, pero como tú dijiste, tal vez no estoy acostumbrado a esta clase de trato. — El
menor se sentó en la cama y Jimin lo imitó.

"Todos los internos, hora del almuerzo, por favor estar en menos de cinco minutos en
el comedor", Jimin iba a hablar, pero el anuncio lo dejó con las palabras en la boca.

— ¿Vamos? — Cuestionó el menor y el mayor asintió, los dos se pararon de la cama y


segundos más tarde salieron de la habitación.

No llevaba ni dos horas en ese lugar de miseria y Jungkook ya sentía que lo odiaba
como a nada en el mundo. Incluso estar en su antigua escuela todo el día era mejor que
estar ahí.

Ya habría tiempo para demostrarle a los demás que él no era como el resto, que él era
diferente y que ni el trato más cruel lo haría cambiar. Él sería la oveja negra y
descarriada en todos lados y la única forma de que se pudiese quedar quieto era
matándolo.

Porque él amaba ser único y diferente. Porque repudiaba la desdicha de la que todos los
seres humanos eran parte.

Nacen, crecen, trabajan, malgastan su vida y mueren.

Él no era así.

Él nació, crecerá y sólo se dedicará a disfrutar su vida tanto como pueda.

Por encima de quien sea.


Porque ni siquiera una correccional para menores podría con él.

Jamás.
4.
Unos minutos pasaron y ambos chicos llegaron al famoso comedor. No era la gran cosa
para Jungkook, pero el lugar era innecesariamente grande. Habían muchas mesas, todas
largas y perfectamente posicionadas en sus respectivas hileras. El color era el típico,
aburrido y sombrío, a excepción de las mesas y las sillas que tenían un color grisáceo.
El pelinegro admitía que se veía terriblemente lindo y, en cierta parte, también elegante.

Sorpresivamente, casi no había ruido. Todos los chicos hablaban pero en un volumen
muy bajo, casi imperceptible. El menor dedujo que eso se debía a que tenían miedo de
ser castigados, y eso le pareció sumamente interesante. Quería preguntarle varias cosas
a Jimin, pero luego lo haría. Después de todo, había tiempo de sobra, él por el momento
se iba a dedicar a únicamente observar, luego actuaría y le pondría algo de diversión a
aquel pobre lugar.

Tanto Jimin como Jungkook hicieron una fila de un poco más de siete minutos en espera
de la comida. El pelinegro notó que muchas miradas estaban encima suyo, pero le restó
importancia. También notó que habían chicos desde edades muy tempranas, él apenas
había cumplido los 16, pero no se imaginaba cómo era estar en ese lugar desde los siete
u ocho años. Simplemente aterrador.

Recibieron su comida y el menor siguió al mayor, el cual trataba de hallar una mesa
vacía, pues ninguna parecía estarlo y él odiaba estar entre tanta gente.

— Oh... Allí está Seokjin. Ven, te presentaré a un amigo. — Jimin hizo una seña con la
cabeza y Jungkook no tardó en seguirlo.

Jungkook quería golpear a todos aquellos quienes se atrevieran a poner los ojos encima
suyo. Él no era ningún bicho raro, sin embargo, todos volteaban a verle como si en
verdad fuese uno. Trató de ocultar su incomodidad y sólo se dedicó a seguir los pasos
de Jimin, de vez en cuando dirigiendo fulminantes miradas a unos cuantos chicos.

— ¿Qué onda, Seokjin? — Saludó Jimin, sentándose frente al chico de cabellos rubios
y facciones finas y delicadas. Jungkook se sentó al lado del pelinaranja y observó con
lujo de detalles al otro chico.

Era guapo.
— Hola, Jimin. — El rubio sonrió, mostrando su perfecta dentadura y seguido de ello
miró al pelinegro, curioso. — ¿Nuevo amigo?

— Ah... sí. Se llama Jungkook. Nuestro encuentro fue encantador y me dije a mí


mismo... "Mí mismo, deberías ser amigo de ese chico rudo". — Bromeó Jimin,
sacándole una carcajada a Seokjin. Jungkook permanecía serio pero no al punto de
amargado. — Y Jungkook, él es Seokjin.

— Hola. — Saludó Jungkook.

— Hola. — Sonrió Seokjin. — Pareces demasiado pequeño. ¿Qué edad tienes?

— Hace poco cumplí 16. ¿Y tú?

— Pronto cumpliré los 18. — Jimin llenó sus mejillas de comida mientras escuchaba la
plática de sus dos compañeros. — Al fin me iré de este maldito lugar.

— No pareces ser un chico malo.

— Las apariencias engañan, ¿no crees? — El rubio tomó un vaso de agua y dio un
pequeño sorbo. — Tú tampoco pareces un chico malo. ¿Qué hiciste para estar aquí?

— Sólo quise marcar la diferencia y resulta que eso para mis padres es ser grosero y
mal educado. — Bufó. — ¿Qué hiciste tú?

— Estoy aquí desde los 15, maté sin querer a mi hermano y bueno... mis padres no me
perdonaron por eso pero tampoco me odiaron. Luego quise evadir mi arrepentimiento
en drogas, alcohol y eso ellos no lo soportaron y me metieron aquí. — Se encogió de
hombros mientras metía una papa a su boca. — Creyeron que esto iba a corregir mi
comportamiento, pero en lugar de corregirlo, me convirtió en una persona rencorosa.
— Rió con ironía.

Jungkook lo escuchaba atentamente, procesando sus palabras y sintiéndose de acuerdo


con el rubio. A ese lugar no iban los padres que esperaban mejorar la calidad de vida
de sus hijos, a ese lugar iban los padres a los cuales les quedó grande la palabra
"padres".

— Es una lástima. — Habló Jungkook, por fin animándose a comer. Jimin prestaba
atención pero, al parecer, nada era más importante en aquel momento que llenar su
estómago.
— Lo es. — Suspiró Seokjin, imitando al pelinegro y llevando unos cuantos bocados
de comida a su boca.

Hubo un silencio pero no incómodo, los tres chicos sólo se limitaban a comer y a
perderse en sus pensamientos. Seokjin anhelaba con todas sus fuerzas tener la mayoría
de edad para escapar, pero aún faltaban tres meses. Tres horribles y deprimentes meses.

Jungkook pensaba en cómo sería su estadía allí. Se hacía distintas preguntas y todas lo
llevaban a una sola: ¿podría soportarlo? Él no era el tipo de chico que obedecía ni al
que le gustaba sufrir. Todo debía ser a su modo, y si no se hacía así, los demás sufrirían
las consecuencias.

Jimin envidiaba a Seokjin por poder salir pronto. Él sólo llevaba unos pocos meses ahí,
pero esos pocos meses fueron suficiente para saber que había vivido bastante e incluso
más que bastante. No quería seguir ahí, ya no.

— Vaya, vaya, vaya. — Los tres chicos levantaron su mirada ante la nueva presencia,
o mejor dicho... Las nuevas presencias. Jimin y Seokjin bufaron, notablemente
fastidiados. — ¡Pero si Jimin labios de mamador y Seokjin el estúpido nos han
conseguido un nuevo cerdito!

Jungkook miró mal a los tres chicos.

— Jimin, ¿ya te acabaste todo? Vas a explotar si sigues comiendo de ese modo, gordito.
— Habló uno de ellos. Tenía el cabello verde, otro lo tenía rojo y el último lo tenía
castaño.

— ¿Quién mierda te crees que eres, imbécil? — El pelinegro se levantó de golpe,


enojado. Los tres sujetos rieron ante la actitud del menor. Jimin tomó el brazo de
Jungkook, pidiéndole con la mirada que se calmara. Seokjin suspiró.

— Váyanse de aquí. No molesten. — Pidió el rubio, casi suplicante.

Los desconocidos no dijeron nada, simplemente tomaron el resto de comida que había
en los platos de los chicos que aún permanecían sentados y la pusieron en sus
respectivos platos.

— ¿Hacen esto solamente por comida? — Rió fuertemente Jungkook, llamando la


atención de varios chicos. — Pues bien... — Caminó hacia el peliverde, quien tenía
fachas de ser el peor. — Si tanta comida quieres... toma. — Y dicho eso, le arrebató el
plato que tenía entre las manos y le echó el contenido encima.

— ¡Yoongi! — Gritó el pelirrojo, observando sorprendido la escena. El menor no tardó


en acercarse y hacer lo mismo con él.

El último fue el castaño.

— ¡Jungkook! ¿¡Por qué hiciste eso!? — Exclamó Jimin, asustado y sorprendido. Tanto
Seokjin como él se pararon y tomaron de ambos brazos al pelinegro, no querían que las
cosas empeoraran.

— ¡Suéltenme! ¡Les voy a partir la cara! — Kook se removió, pero los mayores no
tenían intención alguna de soltarlo. — ¡He dicho que me suelten!

— Sí, suéltenlo. Hay que enseñarle modales a ese hijo de puta. — Habló el peliverde
que supuestamente se llamaba Yoongi. El pelirrojo trataba de arreglar su cabello
mientras que el castaño se quitaba vagamente la comida de sus prendas superiores y de
su rostro.

— A ver, enséñenme...

Los tres chicos, sin poder aguantar más, se abalanzaron contra los que trataban de eludir
inconvenientes, pero también los mismos que al verse acorralados mandaron todo a la
mierda y comenzaron a repartir golpes a diestra y siniestra. Se había formado una pelea
entre los seis y la multitud no tardó en hacerse presente, silbando y alentándolos a que
golpearan más fuerte o a que continuaran.

Los minutos pasaron y lo último que sintieron fue ser jalados bruscamente por hombres
grandes y robustos. Los chicos luchaban por ser liberados, pero era inútil, su fuerza era
mucho menor que la de aquellos intimidantes sujetos. Jungkook escuchó a uno decir "a
la oficina del director", y fue ahí cuando su corazón se aceleró.

La había cagado e iba a ser castigado por ello.

El pelinegro tenía el labio roto y los cabellos despeinados.

El pelinaranja tenía las prendas desacomodadas y marcas de golpes en sus mejillas.


El rubio también tenía el labio roto y había sangre en su impecable camisa de color
blanco.

El peliverde tenía una mano rota porque al querer golpear a Jungkook, accidentalmente
esta se estrelló contra la pared.

El pelirrojo estaba intacto, pero su aspecto físico dejaba mucho que decir.

El castaño estaba sangrando por la nariz y tenía la camisa completamente rota.

Había buenas noticias para Jungkook, y es que no estaba jodido sólo él.
5.
— Explíquense.

— Señor, estos seis internos estaban peleando e interrumpieron el orden. Todos se


descontrolaron debido a la pelea. — Habló uno de los fortachones y los adolescentes
gruñeron. Estaba exagerando.

Jungkook se sentía incómodo y no necesariamente a que uno de los hombres lo tenía


prácticamente aprisionado, sino a que Taehyung no apartaba su mirada de él. Al parecer,
nadie más notaba aquello.

— Park Jimin, Kim Seokjin, Min Yoongi, Jung Hoseok, Kim Namjoon... y Jeon
Jungkook. — Suspiró el director, cruzándose de piernas y analizando brevemente a los
seis chicos, los cuales tenían miradas cargadas de rabia pero con cierto temor. — Creo
saber qué ocurrió aquí. — Su mirada cayó nuevamente en el pelinegro.

— Yo sólo me defendí. — Declaró Kook, sabiendo perfectamente que el mayor le


estaba echando la culpa. — No soy el cerdo de ningún hijo de puta.

— Señor... — Habló Yoongi, con falso respeto. — Usted jamás ha tenido quejas de mí
o de mis amigos, ¿o sí? Este niño sólo... sólo nos agredió de la nada y nosotros nos
defendimos.

Hoseok y Namjoon asintieron, de acuerdo con su amigo.

— ¡Vaya hijo de puta tan hipócrita! — Alegó otra vez Jungkook, removiéndose en los
brazos que lo sostenían. Al no lograr liberarse, comenzó a tirar patadas al aire. — ¡Di
la verdad! ¡Llamaron labios de mamador y gordo a Jimin y a Seokjin le dijeron estúpido!

— Es cierto. — Hablaron Jimin y Seokjin al unísono. Taehyung fingía examinar la


situación, aunque en su cabeza sabía perfectamente lo que haría.

— Este chico es nuevo... claramente no sabe a dónde se metió. — Dijo Namjoon.

El rubio suspiró y anotó unas cuantas cosas en las fichas de los adolescente.
— Hablaré a solas con Jungkook. Pueden llevarse a los demás y darles su penitencia.
— Todos se tensaron, pero fue Jungkook quien quiso salir corriendo. El pelinegro miró
en alerta a Jimin, que entendió de inmediato a qué se refería.

— Yo... yo fui el que comenzó todo esto. — Agachó la cabeza el pelinaranja. No


conocía hace demasiado tiempo a Jungkook, pero sabía lo que era ser nuevo y se
imaginaba lo mal que la debería de estar pasando, por eso estaba dispuesto a poner las
manos al fuego por él. — Hable conmigo y no con Jungkook.

Taehyung llevó una mano a su barbilla. Él no era idiota. Sabía lo que pasaba.

Todos observaron a Jimin estupefactos. Seokjin quiso interferir y decir que él había
tenido la culpa, pero ya estaba siendo sacado de la oficina para ser llevado a lo que él
consideraba una tortura. Namjoon, Yoongi y Hoseok quisieron sentir pena, pero todo lo
que podían sentir era miedo y rabia al recordar que serían cruelmente castigados. Era
algo que odiaban y que les tomaría semanas olvidar. Jimin y Jungkook fueron los que
permanecieron en la oficina mientras Taehyung meditaba lo que haría con ellos.

— Park Jimin, ¿estás seguro de lo que dices?

— Así es, señor. — Taehyung rió y su mirada se posó de nuevo en Jungkook.

"¿Qué tan desagradecido puedes ser, Jeon?", se cuestionó a sí mismo al notar que el
pelinegro no tenía ninguna expresión o intenciones de desmentir a Jimin.

— Jimin, lo que has hecho demuestra la gran persona en la que te estás convirtiendo.
— El rubio sonrió y se paró. — Mentir por un chico al que acabas de conocer es
realmente admirable, pero con esto no lo ayudas en nada. — Su sonrisa se borró y
caminó hasta la puerta. — Recibir castigos que le pertenecen a alguien más no es de
buenas gentes, es de idiotas. — Espetó. — Aún así, aprecio lo que hiciste. Por ese simple
hecho no recibirás un castigo. Puedes volver a tus actividades.

Y abrió la puerta, indicándole al pelinaranja que podía irse. Jimin observó a Jungkook,
quien permanecía como una estatua. Inmóvil. Apenas se notaba su respiración. Jimin
suspiró y antes de salir golpeó suavemente el hombro del pelinegro, como un "te deseo
suerte" silencioso. Hizo una leve reverencia ante el director y se fue. No muy lejos,
quería asegurarse después de que Kook estuviese bien.

Por otro lado, Taehyung cerró la puerta ruidosamente. El menor se sobresaltó y giró a
verlo, tensándose con aquella mirada tan penetrante y aquella expresión de enojo.
Estaba hecho un manojo de nervios, pero se mantendría firme. Se sintió humillado hace
un par de horas y no se volvería a sentir así. Le demostraría que él no iba a ceder.

El rubio se acercó a pasos largos y sólidos en dirección a Jungkook, este último trató de
alejarse pero Taehyung fue más rápido y tomó su brazo con fuerza. Tomó asiento en
una de las sillas y empujó a Jungkook boca abajo a su regazo. Sin siquiera darle tiempo
de protestar, palmeó con ferocidad las nalgas del menor, el cual soltó un gemido de
dolor y parpadeó repetidas veces al sentir sus ojos aguarse.

— ¿Qué fue lo que te dije hace horas? Recuérdamelo. — Exigió, pero el menor no
respondió. Suspiró cansado el de cabellos claros y volvió a nalguear el trasero de Kook.
— ¡Responde!

Al azabache se le hizo imposible no soltar unas cuantas lágrimas. Se sentía incómodo y


su dignidad estaba en peligro.

— Duele...

— No fue eso lo que te pregunté, Jungkook. — Volvió a golpear como modo de castigo.

— Por favor deténgase... — Sollozó el menor. — Que no... que no empezara peleas...

— ¿Y me obedeciste?

— No.

— Entonces no pidas compasión cuando tú no la das. — Volvió a golpear. — ¿Acaso


eres masoquista? — Otro golpe. — ¿Crees que estas son vacaciones? — Y otro.

— ¡No, no! — Negó rápidamente con la cabeza mientras limpiaba con rabia las lágrimas
que caían de sus ojos.

Se sentía humillado.

— ¿¡Entonces!? — Gritó el rubio, alterando más al pelinegro.

No obstante, no hubo respuesta de su parte.

Taehyung levantó de su regazo a Kook y rápidamente se reincorporó. Empujó su


pequeño cuerpo al escritorio y se acercó aventuradamente.
— ¿¡Por qué es así conmigo!? — Cuestionó asustado el más bajo. Taehyung pensó
seriamente su respuesta.

No podía decirle que en cuanto lo vio sintió unas tremendas ganas de partirlo en dos.
Eso se podría considerar pedofilia.

— Es para que aprendas a comportarte. — Mintió descaradamente.

— ¡No soy idiota! Siento esto como algo más... más... — El menor no encontraba
palabras y eso, enfermamente, le gustó al rubio.

Llevó sus manos a la cintura del pequeño Jeon y acercó sus labios a su oído.

— Si vuelves a comportarte mal, ni te imaginas lo que te va a esperar, precioso. — Y


mordió el lóbulo de aquella oreja, con intenciones de eludir el tema y horrorizar al
niñito.

Pudo sentir cómo el cuerpo que tenía entre sus brazos se tensaba de sobre manera. Soltó
el agarre y se alejó. Lo último que vio fue al menor salir corriendo torpemente y
desaparecer en un poco menos de cinco segundos.

Sonrió con soberbia.

No negaba que le había encantado castigarlo de esa forma.

Ni tampoco que esperaba que siguiera haciendo de las suyas sólo para tener un motivo
por el cual azotarlo.

Mucho menos que justo ahora tenía un grave problema en su entrepierna.

Masturbación sería.
6.
Un rato había pasado. Rato en el que Jungkook no dejó de sentirse extraño y más
confundido de lo que ya estaba anteriormente. Extraño porque jamás lo habían tocado
de la forma en la que el director lo hizo, y estaba asustado, pero también sentía mucha
curiosidad al respecto. Y confundido porque aunque aparentara que no le gustaba, lo
cierto es que no le desagradaba. Al menos no del todo.

¿A quién engañaba? El hombre era elegante, sexy, y aunque Jungkook no estaba seguro
de ser gay, en cuanto lo vio sí sintió cierta atracción superficial hacia el rubio. Era
guapo.

Sin embargo, se sentía humillado. Mucho. Y para desgracia de los demás, él no dejaba
pasar por alto ese tipo de actitudes. Él era temido y respetado incluso por los seres que
le dieron la vida, y eso jamás cambiaría.

"Si me sigo portando mal... ¿Me seguirás tocando de esa forma, querido director?", se
cuestionó Kook a sí mismo, burlón. Seguiría teniendo una mala actitud, inclusive peor.
Quería seguir experimentando y tener una respuesta a esa emoción rara que sentía
cuando el mayor lo tocaba y, de cierta forma, "obligaba" a percibir.

Al no ver a Jimin, decidió volver a su habitación y dormir un poco. Necesitaba hacerlo,


pues estaba realmente cansado y había tenido un día de locos. Ni siquiera en su antiguo
instituto las cosas eran así. Estaba acostumbrado a ser imponente, pero al parecer acá
nadie le seguía la corriente.

Y eso empezaba a molestarle.

El no ver a nadie por los pasillos lo molestó más de lo que ya estaba. En fin, después
habría tiempo para causar desastres y empezar peleas. Entró a su habitación y azotó
fuertemente la puerta a sus espaldas, se lanzó directamente a la cama, cansado, y se
dedicó simplemente a observar el techo mientras distintas ideas pasaban por su mente.

Suspiró profundamente, recordando las manos de su director al tomar su cintura, cuando


lo empujó a sus piernas, cuando lo nalgueó y cuando le habló tan agresiva y
descaradamente. Inminentemente sonrió, causándose mayores molestias a sí mismo.

Refunfuñó y estrelló su puño contra una de las almohadas, ya de por sí harto. Debía
olvidarse de eso y centrarse en su plan de escapar.
Cambió de posición, dispuesto a dormir, fue ahí cuando observó la hoja de la que
anteriormente le habían hablado en la mesita de noche. Supuestamente ahí estaban sus
horarios y actividades.

Su curiosidad fue mayor. Se sentó en la cama y la tomó.

— Mierda...

Para su odiosa sorpresa, todo era exigente y difícil de cumplir, pero eso no fue lo que
primeramente llamó su atención, sino que ya había faltado a tres de sus clases, dos de
sus actividades y a una convivencia. Eso le restaría puntos, pero no es como si le
importara. Total, él no había venido a cumplir órdenes.

Según ese pedazo de papel, debía irse a dormir a las 8:00 p.m y levantarse a las 4:00
a.m, ni más, ni menos. Jungkook rió, a sabiendas de que eso le sería casi imposible. Él
no podía llegar a ser tan estricto con su horario para dormir.

Arrugó la hoja y la lanzó, no le importaba dónde hubiese caído. Sencillamente él jamás


haría ese tipo de cosas ni soñando. Ni aunque se acabara el mundo. Solamente no y no.
Estaba cerrado a todo y era consciente de ello, pero no era como si quisiera cambiar su
situación o actitud. Él amaba ser así.

Cerró los ojos tratando de conciliar el sueño, pero alguien comenzó a golpear su puerta
insistentemente. Frunció el ceño y golpeó nuevamente la almohada, ¿acaso en ese
maldito lugar no había paz? Enfurecido y dispuesto a pegarle a quien estuviese del otro
lado de la puerta, se paró de la cama y fue a abrir.

Se encontró con un Jimin bastante sobresaltado.

— ¿¡Por qué mierda me interrumpes cuando quiero dor...

— ¡Tienes que ayudarme! — El pelinaranja empujó a Jungkook a un lado y entró a la


habitación cerrando la puerta a sus espaldas. El azabache pudo notar que sostenía una
maleta mediana en una de sus manos. — ¡Por favor!

— ¿Qué ocurrió? — Cuestionó, cruzándose de brazos. Jimin lo observó durante varios


segundos, al parecer pensando en cómo pedirle algo de aquella magnitud. — ¿Y bien?
¿Vas a hablar o vas a hacer que me enoje por haber interrumpido mis benditas horas de
dormir sin una buena justificación? ¿Crees que soy un robot que no necesita de un
descanso? ¡Habla ya!

— Necesito que... — Dudó, bajando su mirada hacia la maleta. — Que escondas esto
por mí...

El menor observó la maleta. Era de viaje y negra. Pudo notar que tenía una buena
seguridad por los miles de candados y cerraduras que esta tenía.

— ¿Y eso es? — Alzó su mirada hacia Jimin, este último se tensó.

— Una maleta.

— ¡No! — Kook se llevó una mano a su boca, fingiendo sorpresa. — ¿¡En serio!?
¡Pensé que era una bicicleta!

— ¿¡Puedes dejar el sarcasmo para otro momento!? ¡Esto es serio! — Gritó Jimin, harto.

— Entonces respóndeme la pregunta que te hice, y no hablo de la maleta, hablo del


contenido de la maleta.

El mayor apretó sus labios y empuñó sus ojos. De verdad necesitaba ayuda. Terminó
por suspirar y observar fijamente a Jungkook, el cual estaba expectante a una respuesta.

— Son drogas...

El azabache se quedó estético e inexpresivo, sembrándole una gran duda al pelinaranja.


Él ya no querría ser su amigo seguramente.

— Bien. — Se encogió de hombros. — ¿Por eso hiciste tanto escándalo? Que inocente
eres, Jiminnie.

— Sé que actué mal, no volveré a acercarme a... — Abrió los ojos, estaba entre feliz y
sorprendido. — Espera... ¿Qué?

— ¿Eres idiota? Que sí la esconderé.

— ¡Genial! Pero...
Jimin suspiró frustrado y Kook solamente lo observó. Jimin tenía muy en cuenta que
Jungkook era nuevo y que si lo descubrían con drogas le iba a ir muy, pero muy mal. Él
jamás había sido descubierto, pero ya se habían expandido rumores de que era él quien
vendía droga, y para su mala suerte, ya se había metido en varios problemas con chicos
peligrosos que podrían echarlo al agua con el director. Él no estaba dispuesto a pagar
las consecuencias de sus actos.

Pensó en Jungkook porque al este ser nuevo, nadie sospecharía de él, pero eso no
significaba que no hubiera peligros para el pequeño pelinegro.

— ¿Pero qué? — Preguntó el menor fastidiado, sacando al mayor de sus pensamientos.

— Pero nada. — Sonrió ladino. — Te lo agradecería mucho, Jungkook.

— Como sea. Deja esa cosa donde quieras y luego vete, quiero dormir. — Se sentó en
la orilla de su cama, observando a Jimin y luego a la maleta. — Y Jimin...

— ¿Dime?

— No me gusta sacar en cara las cosas que hago por los demás, pero ten en cuenta que
luego de esto me debes mucho.

El pelinaranja asintió, completamente de acuerdo. No cualquiera toma el riesgo de otra


persona sólo por querer ayudarle, y menos un riesgo que implica tantas cosas malas,
pero confiaba en Jungkook de una forma rara. Le gustaba la determinación que tenía y
que no se dejara de nadie. Ni siquiera se había inmutado con la presencia del director,
eso era más que admirable.

— Oye... — Habló Jimin, tratando de desprender unas cuantas tablas de madera del
armario para ocultar la maleta. Debía hacer bien su trabajo.

— ¿Qué?

— ¿Cómo te fue con el director? ¿Te volvió a pegar?

Jungkook se tensó de inmediato al recordar aquella escena. Sería mejor no decir nada,
luego Jimin pensaría que era un idiota o hasta lo tacharía de gay.

— No. No hizo nada.


— ¿Nada? — Preguntó incrédulo, introduciendo la maleta en un hueco que había
logrado hacer. Estaba seguro de que ahí nadie la encontraría.

— Nada. — Aseguró, echándole una mirada al escondite. — Eso luce bien.

— ¿Verdad que sí? — Sonrió el pelinaranja, volviendo a acomodar la madera. — Soy


un genio. — Se halagó a sí mismo, luego de levantarse y ver su obra de arte. Kook rodó
los ojos.

— Seguro, Einstein. Ahora vete, quiero dormir.

— Adiós. — Se despidió un tranquilo y feliz Jimin mientras abría la puerta. Se detuvo


al recordar algo. — Jungkook...

El menor no respondió nada, simplemente lo observó desde la cama.

— Ten cuidado, ¿sí? Si te descubren con esto puede irte muy mal... — Aseguró
avergonzado. — La tendría yo pero ya estoy en riesgo. Estoy prácticamente en el borde
del abismo. — Suspiró. — Por favor no digas y no hagas nada con relación a la maleta.
Ese podría ser nuestro fin... — Jungkook asintió, desinteresado. Luego de eso, Jimin
cerró la puerta y se fue a sus próximas dos clases.

El pelinegro sonrió. La vida estaba siendo demasiado buena con él últimamente.

¿Qué le haría el director si se enterara?

Claramente no iba a culpar a Jimin, pero...

Pero él sí quería recibir un castigo por parte de aquel hombre.


7.
Una semana después y Jungkook ya creía que iba a morir. Las cosas allá eran más que
malas, más que terribles. Todo era ridículamente estresante, agobiante, horrible y
estricto. Trató de mantener un perfil bajo y para su fortuna le estaba saliendo bien, pero
había días en que quería mandar todo a la mierda, matar a todos y huir de aquel lugar
sin mirar atrás. Incluso pensó en la posibilidad de irse a vivir a una isla desierta donde
nadie lo encontrase, y ser feliz junto a las especies, la arena, el mar azul y un tremendo
calor. De seguro moriría por deshidratación, pero al menos lo haría feliz. Eso era
muchísimo mejor que estar encerrado día y noche en esa maldita correccional que
parecía más un infierno. Todo era mejor que estar allá. Ser devorado por un cocodrilo
y luego por un tiburón era mejor que estar allá.

Para ser más específicos, había actividades y trabajos simplemente absurdos. A esa
gente no sólo le bastaba con poner a los internos a estudiar ocho horas diarias, sino que
también los mandaban a lavar loza sucia, a recoger los huevos de las gallinas, limpiar
el popó de las vacas, alimentar a los cerdos y patos, pasear a los perros, cambiar la paja
del granero dos veces al día y mantener todo en completa higiene. Eran sirvientes y para
Jungkook todo era un completo desastre. Sin embargo, mantener un perfil bajo le ayudó
a observar las medidas de seguridad que tenía "la cárcel".

Había mucha seguridad. Dejando de lado los miles de hombres grandes y robustos que
estaban por doquier, las cercas que adornaban toda la extensión superficial de la
correccional eran eléctricas y después de las 8:00 p.m se activaban rayos láser por todo
el lugar. Pasillos más que todo. Al final, las alfombras no resultaron ser únicamente de
adorno, también eran sumamente especiales e importantes en lo que a seguridad
respecta. El pelinegro también pudo percatarse de que los miles de relojes eran para
mantener a los internos al tanto de sus horarios y que no llegasen tarde o se perdieran
de alguna de esas mierdas. Todo estaba excesivamente calculado, pero felizmente para
Jungkook él ya tenía un plan que pronto llevaría a cabo y que era casi imposible que
fallara. Casi.

No había vuelto a tener contacto con el director, pero eso no significaba que no hubiese
pensado en él. De hecho, estaba emocionado por ver su reacción al enterarse de lo que
tenía planeado hacer. Era su hora de sentirse humillado.

Tampoco hablaba tanto con Jimin ni con Seokjin, ellos trataban de buscarlo pero Kook
estaba demasiado ocupado en su plan como para prestarles demasiada atención. Estaba
cargado de rabia y desesperación por donde se le mirara. Sus padres, el director, aquel
grupo de idiotas, la correccional. Todo. Absolutamente todo lo hacía tener ataques de
ira y no podía esperar más para desquitarse, para huir y hacer una nueva vida con sus
propias reglas. Irse a un lugar donde no se le cuestionara y donde pudiera hacer lo que
se le cantara la gana.

Eso era lo único que quería.

— ¡Jeon, a trabajar! No estás de adorno, precioso. ¡Muévete! — Ordenó una de las


mujeres de seguridad y Jungkook, bufando, volvió a rastrillar la paja del granero para
luego depositarla en una carretilla. Odiaba todo.

Cuando se aseguró de que la carretilla estuviese llena, tomó esta de los extremos y la
rodó hasta afuera; depositó el contenido en un montaña que ya había anteriormente de
los otros internos y la soltó bruscamente. Trató de regular su agitada respiración y con
un paño húmedo se limpió el sudor que caía por su frente. Todo era una jodida mierda
y no podía sentirse más ridículo y humillado, pero tenía que hacerlo si lo que quería era
salir corriendo de aquel lugar. Todo tiene un sacrificio, y si de cumplir su objetivo se
trataba, él haría todo lo que estuviera en sus manos.

Cuando iba a voltearse para volver, sintió sus piernas ser golpeadas bruscamente por
algo metálico. Se dio la vuelta enfurecido, para encontrarse nada más y nada menos que
con un Hoseok bastante burlón. Frunció el ceño y gruñó enojado.

— ¿Eres ciego o qué putas? Ten más cuidado, imbécil. — Pateó con fuerza uno de los
extremos de la carretilla con la que lo había golpeado el pelirrojo y este último rió.

— ¡No te vi! ¡Lo siento tanto! — Exclamó con sarcasmo. — Es que eres como un bicho,
pasas desapercibido. Perdón una vez más, rata.

Jungkook se acercó al mayor y lo tomó por una de las cargaderas de su overol con
firmeza, mientras mantenía una filosa mirada puesta en él.

— Primero. — En el tono de su voz se podía percibir la rabia. Hoseok sonrió soberbio.


— Las ratas son roedores, no bichos. Maldito ignorante de mierda. — Incrementó la
fuerza con la que sostenía el overol del pelirrojo.— Segundo... deja de provocarme. No
quieres saber lo que sería capaz de hacerte. — Y lo soltó con rabia, empujándolo a su
vez. El mayor se tambaleó pero no cayó.
Hoseok rió, sobrado de burla y demasiado molesto para Jungkook. Quería romperle la
boca y que en el proceso se le cayeran todos los dientes. No lo soportaba.

— Ni tú quieres saber lo que sería yo capaz de hacerte. — El mayor lamió sus labios,
mientras tomaba nuevamente su carretilla.— Sé que la gallina de Park te hizo esconder
su negocio. — Echó en la montaña lo que había recogido, Jungkook se tensó.— Y
también sé que te crees el más malo aquí, el insuperable, pero déjame decirte algo cara
de rata. — Soltó la carretilla y le puso suma atención al menor, el cual sentía que la ira
se lo estaba comiendo por dentro. No creía poder aguantar mucho, pero haría un
esfuerzo. — Aquí todos somos malos, de lo contrario no estaríamos aquí. Eres sólo un
bicho insignificante del montón. Sin contar que estás por mala conducta y por ser un
rebelde sin causa. Mis amigos y yo estamos por causas peores, así que mantente alejado
de nuestro terreno. — Se acercó e imitando la acción de Kook segundos atrás, lo tomó
fuertemente por las dos cargaderas de su overol. El pelinegro se quedó inmóvil, pero no
por miedo. — ¿Entendiste, pequeña rata de alcantarilla?

Jungkook negó.

— Lo único que quiero es mejorar mi conducta para regresar a casa con mis padres y
mis mascotas. — Tomó las manos de Hoseok pero sin fuerza alguna. — No soy como
tú. Ahora si me disculpas, Hoseok hyung, suéltame... — El pelirrojo se quedó con una
expresión digna de fotografiar. No sabía a qué se debía el repentino cambio de actitud
en el menor, pero sí sabía que para lo único que sirvió fue para enfurecerlo más.

— Suéltalo, Hoseok. — Exigió un tercero, pero Hoseok sabía perfectamente a quién


pertenecía esa voz. Prontamente soltó al pelinegro y se dio la vuelta bastante
avergonzado y con la cabeza gacha.

— Director... yo... lo siento...

Jungkook quería echarse a reír. Él nunca se hacía la víctima ni tampoco trataba de que
las cosas se posicionaran a su ventaja de buena manera, siempre lo hacía amenazando
o de mala forma, pero aquello había sido tan divertido.

— Sabes lo que esto conlleva, ¿no? — Hoseok asintió, poniéndose de rodillas con sus
manos atrás y la cabeza gacha. El pelinegro se confundió. ¿Qué se supone que hacía?

El director se acercó al pelirrojo y dio unas cuantas vueltas a su alrededor por unos
segundos. Varios chicos fingían hacer sus quehaceres pero Jungkook podía notar
perfectamente que estaban más expectantes a lo que ocurriría. Él también tenía
curiosidad, era nuevo y no tenía muy en cuenta cómo eran las normas allá, él sólo trataba
de cumplir con sus actividades e investigar el lugar para hallar una escapatoria. El rubio
sostuvo en una mano el látigo que el pelinegro había visto en cuanto llegó a la
correccional encima de su escritorio, y con su otra mano acariciaba la extensión del
objeto. No pasó mucho tiempo para que azotara la espalda de Hoseok con la punta del
látigo, este último se sobresaltó y apretó con gran fuerza sus labios. No quería hacer
ruido.

Los golpes se repitieron una, dos, tres, cuatro e incluso cinco veces. Jungkook ni
siquiera pudo contar bien cuántos azotes le había dado, pero sí podía notar que al mayor
le gustaba demasiado estar castigando al pelirrojo. Podía notar un brillo inusual en su
mirar cada vez que el látigo golpeaba la piel del otro.

Tenía diversas emociones que subían desde estar muy feliz por salirse con la suya, y
estar muy aterrado por pensar que algo así podría sucederle a él.

— No se admiten amenazas aquí ni agresiones a tus compañeros, creo que eso ya lo


sabes. Vuelve a tus actividades. — La voz grave y firme del rubio aturdió a ambos
chicos, pero no dijeron nada. El director puso el látigo sobre uno de sus hombros y se
retiró, no sin antes haberle dirigido una mirada de espanto a Jungkook, el cual estaba
tenso y en una especie de shock.

El ambiente estaba rígido y a pesar de que en pocos segundos todos volvieron a hacer
lo que anteriormente estaban haciendo, Hoseok seguía en el suelo y Jungkook mirando
su espalda.

Tenía dudas. ¿Qué hacía el director afuera de su oficina? ¿Él daba paseos alrededor
de vez en cuando? ¿Siempre ocurría eso o eran pocas veces? Se iba a volver loco.

— Estarás feliz, estúpido. — Mencionó Hoseok cuando por fin pudo levantarse. Tenía
una mueca de entre dolor y rabia. — Y decías que Yoongi era una hipócrita. Mírate tú
pri...

— Eso es para que aprendas a no meterte conmigo. — Interrumpió Jungkook. — Y esto


no es todo. Después me vengaré peor.

— Dalo por hecho. — El pelirrojo tomó su carretilla y se dio media vuelta. Observó al
menor por encima de su hombro. — Cuídate la espalda de ahora en adelante, Jeon.
No valía la pena contestarle, el pelinegro era más de actuar y menos de decir. Dejó que
el mayor se fuera y volvió a tomar su carretilla para volver a su horrible trabajo. Debía
terminar lo antes posible porque tenía que hablar con Jimin sobre su secreto, o quizá se
callaría y sacaría provecho de aquella situación para escapar rápidamente. Rodó la
carretilla unos cuantos centímetros y le fue casi imposible no dirigir su mirada hacia el
ventanal que daba a la oficina del director.

Ahí estaba él, también observándolo. La sangre de Jungkook se heló y su corazón dio
un brinco del susto. De pronto sintió que sus acciones se tornaban torpes y odió aún más
a aquel hombre por ese simple hecho.

¿Por qué lo ponía tan mal?

Debía de irse en cuanto antes.


8.
Luego de terminar sus actividades, el pelinegro se dirigió a paso apresurado a su
habitación. Estaba cansado y necesitaba urgentemente de un baño, estaba más sudado
que un cerdo y para acabar de empeorar las cosas su ropa estaba completamente sucia.
Tendría que hacer todo por él mismo, porque allá no había sirvientas ni personas que
les ayudaran a los internos a hacer sus responsabilidades, entre ellas, lavar la ropa.

Cabe destacar que Jungkook hacía todo terriblemente mal. Apenas estaba aprendiendo.

Cuando volteó por su pasillo, observó a lo lejos que la puerta de su habitación estaba
abierta y había un grupo considerable de personas en la entrada. Frunció el ceño y corrió
rápidamente hasta su dormitorio, no sabía qué mierda hacían ahí ni por qué razón. Dio
unos cuantos empujones para entrar al cuarto, encontrándose con Jimin y Seokjin
adentro.

— ¿Qué pasa? — Jimin volteó a verlo y lo jaló del brazo, acercándolo.

— Jungkook, necesitamos tu ayuda. Sólo tú puedes hacer esto. — El menor volvió a


fruncir el ceño y ladeó un poco su cabeza. ¿Ahora qué mierda había pasado?

— Primero debes explicarme muchas cosas, creo yo. — Se soltó bruscamente. — ¿¡Por
qué toda esta gente está aquí!?

— Te lo explicaremos después. — Esta vez habló Seokjin. — Por lo pronto necesitamos


que convenzas al director de mover a los guardias al lado oeste.

La mandíbula de Jungkook cayó al suelo. Estaban locos, no había otra explicación.

— ¿¡Por qué crees que yo sería capaz de hacer eso!? — Dijo exaltado Kook. — ¿¡Por
qué no lo hacen ustedes!? ¡Estoy tratando de hacer algo por mis propios medios y
ustedes sólo lo están cagando!

Jimin suspiró frustrado y Seokjin masajeó sus sienes.

— ¡Esto es de vida o muerte! No te lo pediríamos si no fuese importante, por amor de


Dios, Jungkook. — Mencionó el pelinaranja, exasperado. Seokjin asintió. — Por esta
vez ayúdanos y ya nunca más.
El pelinegro se lo pensó, pero es que era simplemente imposible. ¿Por qué ellos
pensaban que él podría conseguir algo como convencer a Taehyung de mover su
seguridad a otro lado? ¿No sería eso bastante sospechoso y todos se verían afectados?

— ¿Y qué se supone que tengo que hacer? — Cuestionó Kook, mirando cómo Seokjin
hacía que toda la gente que anteriormente estaba en la entrada de la habitación pasara a
la misma. Luego de eso, cerró la puerta con seguro. — ¿¡Y por qué ellos están aquí!?
¡No entiendo ni mierda!

— ¡Cálmate! — Exigió Jimin, al parecer al borde de los nervios. — Lo único que tienes
que hacer es ir a decirle al director que la seguridad necesita ser cambiada al ala oeste
porque allá están vendiendo drogas.

— ¡Pero eres tú quien vende drogas y está en mi habitación!

— ¡Por eso mismo! ¡Estamos en peligro! — El pelinaranja tomó a Jungkook por los
hombros, sacudiéndolo levemente. El pelinegro se soltó rudamente del agarre. — Tú
también estás metido en esto, Jungkook.

— ¿Y qué tiene que ver toda esta gente con tus malditas drogas? Explícame o no haré
ni mierda.

Seokjin se sentó en la cama, casi en colapso. Jimin no estaba muy lejos de la situación
del rubio, pero tenía que mantenerse calmado y firme. Los nervios, el miedo y la
adrenalina no llevaban a buenos términos.

— ¡Yeri, sal! — Exclamó el pelinaranja y pocos segundos después la puerta del baño
se abrió, dejando ver a una chica con poca ropa y bastante despeinada. Su maquillaje
estaba corrido, su tinte rubio era un caos y lucía mal. Muy mal. Jungkook la miró de
arriba a abajo; sin embargo, aquella mujer no respondía ninguna de sus preguntas. De
hecho, sólo lo confundió más.

— ¿Quién es esa?

— Es la hermana de Jimin. — Habló Seokjin, quitándole la palabra de la boca a Jimin,


este último asintió.

— ¿Y por qué está aquí? ¿Tan difícil les es llegar al maldito punto? Sólo díganme qué
ocurre y dejen de darle vueltas a mi puta cabeza. Me están colmando la paciencia.
— Bien. Escucha con atención. — Pidió Jimin y Jungkook se cruzó de brazos,
esperando a que prosiguiera. — Yeri es la persona que me proporciona las drogas,
¿comprendes? Puede parecer que toda la correccional está llena de seguridad, pero no
es así. Hay lugares que están descuidados, muchos internos se han escapado por ahí y
nadie lo ha notado. Tenemos una regla, y es que sólo puedes escaparte por unas cuantas
horas. Si te escapas para no volver todos nos veremos afectados, el director sabría que
hay un lugar que no está seguro y reforzará las medidas de seguridad, y como puedes
ver, Jungkook, eso no nos conviene. Salimos, sí, pero por unas pocas horas e incluso
minutos. No puedes irte, eso está prohibido. Sólo personas de confianza saben de ese
lugar, así que si nos ayudas también puedes tener ese privilegio.

¿De verdad Jimin le estaba dando información tan valiosa a Jungkook? La gente
siempre cometía un error, y ese error era confiar en el pelinegro. Jungkook no era de
fiar, mucho menos cuando su principal objetivo era salir corriendo para jamás volver.

Los ayudaría, claro que lo haría. Después de todo, aquella ayuda garantizaba su boleto
de escape.

Una sonrisa se formó en los labios del menor, con bastantes malas intenciones, pero
nadie pudo percibir lo que era obvio.

— Pero hay algo que todavía no entiendo, ¿qué hace ella aquí? — Señaló a la chica,
quien permanecía en silencio.

— Mi hermana huyó de casa, Jungkook. Ella se salvó de cargar con mi mismo destino.
— Contaba el pelinaranja. — Ella, aparte de darme la droga que vendo y recibir
recompensas por eso con el dinero que me dan aquí adentro, también hace... otras
labores...

— ¿Qué labores?

— Me acuesto con los chicos y ellos me pagan. — Dijo la chica. Jungkook volteó a
verla, entendiendo las fachas que tenía.

Jimin asintió, no muy orgulloso.

— ¿¡O sea que te estás acostando con todos estos en MI cama!? — Se volvió a alterar
Kook. — Mira, no me importa lo que hagas con tu vida ni tampoco si eres una prostituta,
pero hay un límite. ¡Búsquense otra habitación para hacer sus mierdas!
— ¡Sólo nos estamos escondiendo! — También se alteró Jimin. Seokjin ni siquiera
podía hablar y Yeri agachó la cabeza. A los demás ni siquiera les importaba lo que
estuviese pasando con tal de tener su buena ronda de sexo. — Por favor, Jungkook,
ayúdanos.

El menor iba a hablar pero dos toques en su puerta hicieron que todo el mundo guardara
silencio y se miraran entre sí.

— ¿Esperan a alguien más? — Seokjin y Jimin negaron e inmediatamente todos se


tensaron.

— ¡Jeon, abre la puerta! — Era uno de los guardias. — ¡Ahora!

Todo se convirtió en un desastre. El rubio hacía señas a todos los chicos que se
escondieran debajo de la cama, otros en el clóset y los demás en el baño junto con Yeri.
El pelinaranja quiso tirarse por la diminuta ventana, pero para su desgracia no cabía por
ahí. Jungkook tenía una adrenalina que le hacía doler el pecho, pero no le incomodaba.
Sensaciones como aquellas le recordaban que estaba vivo y que meterse en problemas
no era tan grave como se podría pensar. De alguna u otra forma, lo estaba disfrutando.
Pese a estar tan tenso, también estaba emocionado.

Era algo raro.

— Abre la puerta y actúa natural. Por favor, ayúdanos... — Susurró Jimin antes de salir
corriendo a esconderse en el clóset. A simple vista la habitación parecía estar vacía.
Sólo esperaba que todos se quedaran callados y no interrumpieran.

— ¡Ya voy! — Gritó al guardia e inhaló profundamente. Debía prepararse para actuar.
Abrió la puerta y trató con todas sus fuerzas de mostrarse normal. — ¿Qué quieres?
Estaba a punto de irme a bañar.

— El director quiere verte ahora mismo. —Habló el fortachón. — Vamos.

Una semana sin tener contacto, ¿y ahora quería verlo así como así?

¿Cómo es que en un día se había ido a abajo su esfuerzo de toda una semana?

Lo de Hoseok, lo de las drogas, lo de su habitación convertida en un motel, lo de la


prostituta. Todo.
Él quería meterse en problemas y eso fue lo que consiguió. No se quejaba, pero tampoco
estaba muy feliz ante tanta presión.

Tenía varios asuntos por resolver, pero no lo haría.

Ayudaría a sus "amigos", les pediría que les mostrara el lugar sin seguridad y se iría
para siempre.

A la verga todo y todos.


9.
Rememoremos.

Luego de una semana las cosas se habían salido de control y todo en un día. Hoseok
sabía que Jimin vendía drogas y que ahora era Jungkook quien las tenía, lo amenazó y
el pelinegro tenía muy en cuenta que el pelirrojo no se quedaría de brazos cruzados. De
hecho, si Hoseok sabía aquello, era probable que Yoongi y Namjoon también. Esos tres
eran un peligro para él, más aún luego del altercado en el comedor.

Jimin ya lo había metido en tres problemas en un abrir y cerrar de ojos. El primero fue
cuando le pidió que guardara sus drogas, el segundo al meter a su hermana la prostituta
a su habitación sin su consentimiento, y la tercera es que probablemente justo ahora su
cuarto estaba siendo usado para mantener relaciones sexuales. Simplemente asqueroso.

Había algo bueno, y aquello era que pronto podría salir corriendo. Claro, ayudaría a
Jimin a salirse con la suya, luego le pediría que confiara en él y que le mostrase la parte
de la correccional sin seguridad, y para finalizar simplemente se iría.

Ahí le cobraría a Jimin el haberlo metido en problemas, al director el haberlo golpeado


y manoseado, a sus padres el haberlo abandonado sin pudor alguno y por fin sería feliz.

Sería difícil, pero no imposible.

Frotó suavemente las palmas de sus manos contra la tela de su overol y se limitó a seguir
al guardia de seguridad hasta la oficina de Taehyung. Para empeorar las cosas tendría
que verlo, ¿había algo peor que eso?

Aprovecharía la situación para tratar de convencerlo de mover su seguridad, aunque no


sabía con exactitud por qué lo había citado. ¿Y si se enteró de que era él quien tenía las
drogas y quería castigarlo? ¿Y si le volvía a pegar? ¿Y si todo era una trampa? Jungkook
entró en una especie de paranoia. Inhaló y exhaló repetidas veces, su corazón estaba
acelerado, su estómago dolía y podía inclusive sentir un nudo apretar su garganta.

Todas aquellas sensaciones eran ajenas a él, hace muchísimo tiempo no las sentía, y
pudo recordarse a sí mismo hace unos cuantos años, cuando tenía 10 años de edad y era
completamente diferente a lo que ahora era.

No se arrepentía, el cambio le sentó demasiado bien.


— Entra. — Ordenó el guardia al llegar a la entrada del "infierno", como le decía
Jungkook. Taehyung, por supuesto, era el diablo.

El pelinegro asintió y con una temblorosa mano abrió la puerta de la oficina. El rubio
estaba mirando por la ventana como costumbre. Kook cerró la puerta a sus espaldas y
se apoyó ligeramente en la misma, observando atentamente la espalda del director.
Sentía que se iba a desmayar de los nervios.

— ¿Qué quieres? — Cuestionó tosco, haciéndole caso omiso a sus molestas emociones.
Él no tenía por qué sentirse así.

— Creo haberte dicho que a mí me debes de hablar con respeto. — Espetó Taehyung,
dándose media vuelta y observando al menor. — Ya sabes lo que te puede pasar.

— ¿Siempre tienes que hablar con amenazas?

— Supongo que no somos tan diferentes. — Mostró aquella bonita sonrisa cuadrada y
a pasos cortos se fue acercando a Kook. — ¿Qué sucedió hoy con Hoseok?

El pelinegro parpadeó repetidas veces, buscando en su mente una buena respuesta a eso.
Tenía que llevar la delantera.

— Lo que usted vio.

— Me confundes, Jungkook. — Confesó Kim, analizándolo detenidamente. — Eres


insolente, luego eres la víctima. Llegas descortésmente, luego te pregunto algo y me
tratas con respeto. — Suspiró ruidosamente y al estar frente a frente con Jungkook, puso
ambos brazos al lado de su cabeza, recargándolos en la puerta y a su vez acorralando al
menor, el cual sentía que estaba a punto de sufrir un paro cardíaco. — ¿A qué juegas?

— ¿No es lo que querías? ¿Que te tratara con respeto? Entonces cierra tu maldita boca
y sé feliz. — Se agachó un poco y trató de huir, pero Taehyung fue más rápido y lo
tomó por los hombros, presionándolos y a su vez también presionando el cuerpo del
más bajo contra la puerta. — Ah...

Y ahí vamos de nuevo, pensó el mayor. Aquel niño podía llegar a ser verdaderamente
bipolar.

— Responde. — Exigió. — Sé que algo tramas.


— Tienes razón... no puedo esconderlo más. — El rubio frunció su ceño y el pelinegro
hizo todo lo posible por mirarlo directamente a los ojos. Sin ser capaz, desvió su mirada.
— Me dijeron que me callara... pero la droga me hace mal y yo... yo no puedo tenerla a
simple vista...

Su actuación había comenzado.

— ¿A qué te refieres, Jungkook?

— A que en el ala oeste están vendiendo droga y me ofrecieron... — Los ojos de


Taehyung casi salen disparados y disminuyó la fuerza con la que tomaba a Kook. —
No me agradas, pero...

— ¡Con respeto! — Vociferó el mayor y Jungkook se encogió.

— Usted no me agrada... — Corrigió y pudo notar al director menos tenso. — Pero creo
que es importante que sepa. Mis papás no están gastando un dineral en este lugar para
que alguien me dañe más de lo que ya estoy, ¿no cree?

Taehyung no respondió, por el contrario, se quedó observando cada detalle del rostro
del menor, quizá buscando una mentira. Sus ojos eran hermosos y brillantes, sus labios
se veían suaves y tenían un rojo natural que volvería loco a cualquiera. Ese niño era
precioso.

Jungkook también se quedó absorto viendo a su director. Sus ojos eran profundos, sus
labios eran gruesos, carnosos y se veían provocativos. El lunar en su nariz le daba un
toque especial y artístico, y se cuestionó seriamente si había alguien más hermoso en el
planeta tierra. Lo odiaba, pero era el hombre más bello que habían visto sus ojos.

— ¿Entonces qué propones hacer, pequeño mentiroso? — Cuestionó el mayor,


acercando su rostro unos cuantos centímetros más al del menor. Jungkook no dejaba de
observar aquellos labios por los cuales se le hacía agua la boca.

Se sentía tan gay y asqueroso.

— Yo... — Relamió sus propios labios. Taehyung emanó una diminuta sonrisa, las
cosas estaban tomando el rumbo que quería. — Yo...

— Tú...
— A la mierda. — Y sin decir nada más, tomó entre sus manos las mejillas del director
y presionó sus labios contra los ajenos. Sólo fue eso, un pequeño y bobo beso que se
daban los niños, pero para Jungkook fue más que eso. Se sentía un imbécil, y sacándole
provecho al shock de Taehyung, salió corriendo fuera de la oficina hacia su habitación.

Sentirse un imbécil era poco. Él era patético, ridículo, estúpido. ¿¡Cómo se atrevía a
besar al director!? Tanto como un beso no fue... ¡Pero era simplemente idiota! Lo
odiaba. Realmente lo odiaba como nunca odió a alguien sobre la faz de la tierra. Quería
matarlo y enterrarlo 20 metros bajo tierra, así se ahorraba el arrepentimiento y la
vergüenza que sentía por sí mismo.

— ¡Imbécil! — Gritó con ira y pateó fuertemente una de las paredes, lastimándose la
pierna en el proceso. Con más rabia aún en su interior se echó a correr a su habitación.

Iba a desquitarse con todos esos estúpidos. Gracias a ellos él ahora se encontraba en esa
situación.

Maldito Jimin.

Maldito Seokjin.

Maldita hermana prostituta de Jimin.

Malditos padres.

Malditos Hoseok, Yoongi y Namjoon.

¡Malditos todos!

Pero sobre todo...

Maldito director de mierda.


10.
Había llegado hecho un completo demonio a su habitación, pero para su mala suerte, la
puerta estaba cerrada con seguro. El pelinegro no tardó en golpear y patear el objeto con
furia. De verdad estaba enojado y haría que todos pagaran por lo que había hecho
minutos atrás.

Sólo a él se le ocurría dejarse llevar por su estupidez y besar al idiota del director.

— ¡Abre la puta puerta, Jimin! — Gritó, casi desgarrando su garganta. Podía apostar
que su cara estaba completamente roja y que una vena producto de la rabia adornaba en
ella.— ¡Que abras, maldita sea!

Observó a su alrededor; el pasillo estaba vacío y no había ruido alguno. Bien podrían
largarse sin ser descubiertos, pero le querían fastidiar la vida. De eso no quedaban
dudas.

La puerta se abrió y Jungkook fue jalado por un brazo rápidamente al interior. Este
último suspiró y miró su habitación, ahí estaban las mismas personas que anteriormente
estaban cuando se había ido, ¿la diferencia? Que Yeri estaba casi desnuda.

— ¿Qué pasó? ¿El director te hará caso? — El menor observó al pelinaranja por un
largo rato, sin expresión alguna.— ¿Qué sucede?

— ¿¡Qué sucede!? — Lo empujó.— ¿¡Y todavía preguntas, maldito imbécil!? — Otro


empujón.— ¡Quiero que te largues ahora mismo! Todos, absolutamente todos. ¡No los
quiero aquí! — Y sin poder aguantar más, estrelló su puño contra la mejilla de Jimin, el
cual estaba completamente sorprendido.

— ¡Jungkook, cálmate! — Intervino Seokjin, quien también recibió un puñetazo al


querer acercarse a Kook.

— Se supone que somos amigos... — El pelinegro rió con amargura.

— ¿Amigos? No seas absurdo. Yo nací solo y moriré solo. — Espetó, mirando de arriba
a abajo a sus supuestos "amigos".— Con amigos como ustedes, ni siquiera valdría la
pena tener enemigos. Ahora lárguense, no tengo tiempo para estupideces.
— No, Jungkook. — Habló Jimin.— También estás metido en esto y tienes que
ayudarme.

— ¿Tengo?

— Tienes.

Kook volvió a reír, tensando a las presentes.

— Tú no tienes ni idea de con quién te estás metiendo, Park.

— ¡Ni tú tampoco! — El pelinaranja se acercó al menor y lo tomó por el cuello de su


camisa.— ¡Soy un maldito delincuente juvenil en ascenso! ¡He hecho cosas que ni te
imaginas! ¿Y tú qué eres, Jungkook? ¿Un mocoso que no encontraba diversión en casa
y por eso vino a dar aquí? ¡Eres un estúpido rebelde sin causa, no conoces nada de la
vida!

Jungkook no sabía muy bien qué era lo que le estaba sucediendo, pero aquello hizo un
click en su cabeza. Lo que dijo Jimin sonó muy parecido a lo que le dijo Hoseok: "Eres
sólo un bicho insignificante del montón. Sin contar que estás aquí por mala conducta y
por ser un rebelde sin causa. Mis amigos y yo estamos por causas peores, así que
mantente alejado de nuestro terreno."

— Jimin, basta. — Imploró Seokjin.— Jungkook está en su derecho de enojarse todo lo


que qui...

— Así que todos aquí creen lo mismo. — Interrumpió Jungkook. Sorpresivamente, en


el tono de su voz se podía presenciar la burla.— ¿Todos creen que estoy aquí por ser un
rebelde sin causa? — Observó a todo el mundo con una gran sonrisa en la cara. Nadie
entendía qué le pasaba.— Ustedes no conocen ni una pequeña puta parte de mi vida.
¡Ni una! — Se soltó bruscamente del agarre de Jimin y en su lugar, volvió a plantar un
puñetazo en su cara, esta vez logrando que el pelinaranja cayera al suelo.

Dos chicos que no conocía trataron de sostenerlo, pero Kook fue más rápido y también
les brindó un puñetazo. A duras penas se dirigió a la puerta y la abrió.

— Lárguense ahora o haré que todos sepan lo que está sucediendo aquí. Y creo que ya
saben que me valdrá verga salir perjudicado o no. — Dijo el pelinegro mientras sostenía
la puerta, aún abierta.— ¡Largo!
Seokjin ayudó a Jimin a ponerse a pie, este último le hizo una pequeña seña con la
cabeza a Yeri, indicándole que lo siguiera.

— No, Park. — Habló otra vez Jungkook.— Seokjin, tu hermana y tú se quedan. —


Dirigió su mirada hacia los otros chicos.— ¿¡Qué mierda están esperando ustedes para
largarse!?

Su respiración estaba acelerada y se le hacía demasiado difícil recuperar la compostura.


Estaba hirviendo en nervios, rabia, vergüenza y desconcierto. Afortunadamente en su
cabeza ya tenía calculado a la perfección su plan.

Los demás chicos entre alegatos y disconformidad salieron de la habitación, no sin antes
haber amenazado a Jimin con que le devolvieran su dinero después o sino le iría mal.
El pelinaranja estaba al borde del colapso, quizá haber contado con Jungkook no fue
del todo una buena idea.

Kook cerró la puerta de un golpe en cuanto casi todos estuvieron fuera. Inhaló
profundamente y finalmente se dignó a mirar a las tres personas en frente a él: Yeri,
Jimin y Seokjin.

— Quiero que me muestres la salida. — Ordenó, fulminando con la mirada al que


provocó todos y cada uno de sus problemas, Jimin.— Me iré hoy mismo.

— ¿¡Estás loco!? ¡No lo haré! No puedes arriesgar lo que tanto me ha costado log...

— ¡Cállate! Gracias a ti mi vida está hecha un lío. — Tensó la mandíbula.— Lo harás,


Jimin. Lo harás por las buenas o por las malas.

— Jungkook. — Habló el rubio.— Podemos encontrar otra solución a este problema.


Huir no nos garantizaría nada más que nos vuelvan a capturar y que nos maltraten por
perjudicar el orden.

— Tiene razón. — Dijo el pelinaranja. Jungkook volvió a reír.

— ¿Tú no eras el "delincuente juvenil en ascenso"? — Eludió el menor con soberbia.—


Además jamás dije que nos escapáramos todos juntos. Sólo soy yo, ustedes únicamente
me estorban.

— ¡Gracias a ti ahora debo dinero a casi toda la maldita correccional!


— ¿¡Y es mi maldita culpa!? ¡Tú eres el que ha estado haciendo mierdas a escondidas
de todo el mu...

— ¡Basta! — Gritó Seokjin, harto. Yeri ni se inmutaba.— ¿¡Por qué no pueden


comportarse como personas maduras!?

— ¡Será porque sólo tengo 16 putos años, genio! — El pelinegro suspiró y masajeó el
puente de su nariz. Necesitaba calmarse y ver las cosas con claridad.— Me mostrarán
la salid...

La puerta sonó con demasiada insistencia. Yeri no tardó en salir corriendo en busca de
un buen escondite. Seokjin trató de arreglar la apariencia de la habitación, que lucía cual
feria en domingo. Jimin echó su cabello hacia atrás, la presión lo estaba volviendo loco.

— Abre. — Ordenó el pelinaranja. Kook obedeció.

— ¡Jimin, Jimin! — Entró un chico de cabello plateado convenientemente alarmado, el


aludido lo observó con pavor.— ¡Ya lo saben! ¡Ya saben!

— ¿Saben qué? — Cuestionó con un hilo de voz.— ¡Sehun, habla!

— ¡Yoongi y su grupito saben lo de tu hermana, lo de las drogas y que Seokjin,


Jungkook y tú están involucrados gracias a que Hyuk les dijo todo! ¡Nos traicionó por
no haber podido acostarse con Yeri!

— ¿Qué? — El corazón de todos se apretujo. Ni siquiera había que pensarlo.

— ¡Huye mientras puedas! ¡Le dirán todo al director!

Seokjin por poco se pone a llorar. Jungkook quedó en shock, mirando la nada y con el
corazón a mil.

Puede que antes le hubiese gustado la adrenalina, pero ahora la estaba repudiando.

— E-Empaquen sus cosas... — Habló Jimin.— ¡Yeri, nos vamos! — Gritó, antes de
dirigirse casi corriendo a la puerta.— Lo mejor será escapar. Nos vemos en el fondo del
invernadero en 20 minutos. No lleven muchas cosas, no podemos levantar sospechas.
— Dijo, antes de salir prácticamente corriendo a la velocidad de la luz hacia su
habitación. Yeri lo siguió.
Seokjin también salió corriendo segundos después, seguido de Sehun. Jungkook se
quedó completamente solo, pero él no iba a perder el tiempo.

Fue hasta su armario y tomó todo lo que le pudiese servir para sobrevivir en la calle.
Relojes, anillos, cadenas de oro, plata o de algún tipo de ese material costoso. Dinero
lamentablemente no tenía, pero agradecía enormemente ser de esos chicos los cuales
aman los accesorios. Tenía millones de cosas valiosas, con eso sobreviviría unos
cuantos meses y ya vería qué hacer.

¿¡En qué mierda estaba pensando!? Ni siquiera había escapado y ya estaba haciéndose
ideas de un futuro.

Vaya mierda de día y de vida.


11.

"Cuando estás en el infierno, sólo el diablo puede ayudarte a salir." — Jigsaw.

Abrió la puerta lentamente y su mirada vagó por ambos lados del extenso pasillo que se
encontraba siempre al salir de su habitación. Como esperaba, estaba vacío. Le agradeció
internamente a alguna fuerza sobrenatural, teniendo en cuenta que su suerte la mayoría
del tiempo era un completo asco. De verdad tenía altas expectativas en escapar
exitosamente y no tener que volver a ese hórrido lugar. Tampoco quería ver a sus padres
ni a ese director que lo único que ha hecho es hacer su vida más y más miserable. La
cerecita sobre el pastel fue que había besado a ese ser malévolo, pero estaba dispuesto
a olvidarlo y a fingir que nunca pasó. Después de todo, él estaba a punto de comenzar
una nueva vida.

Esperaba, imploraba, rezaba, rogaba, se moría porque fuera así.

Se puso la capucha de la sudadera negra que se había puesto con el fin de pasar
desapercibido. Debía darse créditos, ya que en menos de siete minutos se había bañado
y cambiado de ropa. Luego de haber pasado todo el día trabajando estaba sudado y
pegajoso, si iba a vivir en la calle al menos comenzaría bien. La ducha le rogaba que la
tomara, y favorablemente el tiempo le había alcanzado. Considerando que
anteriormente tardaba incluso dos horas bañándose, aquello había sido un récord.

Agachaba la cabeza cuando se acercaba a cierto grupo de internos. No conocía del todo
el lugar y sabía que era fácil perderse, pero ya que la mayoría de los días su lugar de
trabajo era el invernadero, se sabía el camino al derecho y al revés. Volteó por otro
pasillo y pudo observar a lo lejos a Yoongi y a Namjoon entrar a una oficina que
Jungkook conocía muy bien: la del director. Odió el momento en el que su corazón
brincó y por inercia sus pasos incrementaron la velocidad.

De segura irían de chismosos a contarle todo a Taehyung.

El estar afuera no era una cosa que lo tranquilizara. Había guardias por todos lados y
una conducta extraña podría costarle la vida, así de dramática era la cosa. Sus pasos
volvieron a ser lentos y calmados; dirigió sus manos a los bolsillos de su pantalón,
esperando lucir despreocupado y desinteresado. Alzó sólo un poco la cabeza, si alguno
de sus "enemigos" lo reconocía también podía ser su fin.

Todo allá era su fin.

— ¡Hey, tú! — Jungkook volteó disimuladamente. Uno de los guardias le estaba


hablando a él.

Cálmate y respira, se dijo a sí mismo.

— ¿Qué? — Cuestionó tosco. Si se comportaba de otra forma vaya que sabrían que algo
tramaba. Por fuera era una piedra, pero por dentro estaba pendiendo de un hilo.

— Tus agujetas están sueltas, puedes tropezarte. — Informó el fortachón, señalando los
zapatos del pelinegro, el cual estaba casi brincando en su mente. Pudo haber sido peor.

— Gracias.— Respondió, antes de agacharse levemente y sujetar bien sus zapatos. Le


había hecho un favor después de todo, muy probablemente cuando estuviera intentando
escapar se hubiese tropezado y fracasado en todo.

Bien, todo estaba saliendo a la perfección. Por ahora.

Volvió a caminar, ya estaba cerca del invernadero. Se preguntaba si Jimin y Seokjin ya


estaban allá y qué harían con Yeri. La chica estaba prácticamente en ropa interior la
última vez que la vio, era difícil ocultar su cabello y tenía grandes senos que también
eran difíciles de esconder. Pero en fin, ese no era su problema y tampoco era como si le
importara.

La gente había desaparecido de su vista y la entrada del invernadero apareció en su


lugar. Estaba tarde, eran eso de las 5:30 o 6:00 de la tarde, lo cual significaba que la
zona estaba completamente sola, ya que las actividades acababan a las 4:00. Sin hacerse
esperar más, salió corriendo hasta el fondo del invernadero donde Jimin le había dicho
que se encontrarían. Seokjin ya estaba ahí y se le podía notar histérico, paranoico y
estresado. Jungkook también lo estaba, sólo que sabía disimular bastante bien sus
emociones.

Jimin llegó casi nada después junto a Yeri, la cual tenía puesta ropa de su hermano, sus
senos habían desaparecido, llevaba una gorra y tenía apariencia de chico. Eso si no se
le observaba de cerca, ya que sin tanta distancia se podían apreciar muchísimo mejor
aquellos rasgos femeninos.
— ¿Todo bien? — Cuestionó Jimin con la respiración acelerada. Seokjin y Jungkook
asintieron.— Espero que esto nos sirva allá afuera... — Mostró grandes fajos de dinero.
Las pupilas del pelinegro se dilataron, era demasiado dinero.

— Es demasiado...

Jimin sonrió.

— Los negocios ilícitos pueden solucionarte y perjudicarte la vida. — Dijo el


pelinaranja con altivez.— ¿Listos? Es hora de irnos. — Relamió sus labios.—
Jungkook, tú jamás has salido, sólo sigue nuestros pasos y trata de no quedarte atrás. Es
un poco difícil salir pero no imposible. Con mucha paciencia puedes hacerlo.

— Paciencia es lo que yo no tengo.

— Pues sácala de algún lado. Sé que hay mucha presión encima de nuestro hombros,
pero si queremos que funcione debe de hacerse lentamente. ¿Entendieron? — Todos
asintieron.

Y sin nada más que decir, el pelinaranja fue quien tomó la delantera y comenzó a
caminar, seguido por Jungkook, Seokjin y Yeri. Ya entendía por qué la salida misteriosa
estaba en el invernado; al estar lleno de todo tipo de plantas, era fácil camuflar las cosas.
Jimin se dirigió a un rincón del lugar y del suelo levantó una pequeña puerta que estaba
completamente llena de ramas y plantas. Jungkook jamás hubiese imaginado que aquel
objeto estuviese allí.

— Esto da a la alcantarilla que está afuera de la correccional. — Informó Jimin y saltó


al vacío. El siguiente fue Jungkook, luego Yeri y para finalizar Seokjin.

Cabía destacar que el lugar olía asqueroso, claro que no podía pedir mucho, se trataba
de una alcantarilla. Si alguien en el pasado le hubiese dicho que se encontraría en ese
tipo de situación se hubiera largado a reír al pensar que era imposible. La vida es irónica.

Siguieron avanzando y Jungkook por un momento se sintió agradecido de estar


acompañado. El área era como un laberinto, había demasiadas salidas, demasiadas
cuevas y algunas terminaban únicamente en rejas que no llevaban a ningún lado. Había
animales asquerosos y gracias a la altura tenían que agacharse un poco. Era incómodo,
pero valdría la pena.
Llegaron a la salida luego de unos quince minutos; Jimin abrió la rejilla para poder salir
y los demás le siguieron. El pelinegro inhaló profundamente, por fin respirando aire
libre y puro. Se sentía tan feliz que quería llorar.

— ¡Lo hicimos! — Aulló Seokjin infantilmente, haciendo reír a los otros tres.

— Ay no... — La risa de Yeri cesó y su queja hizo que todos observaran su punto de
visión.

Todos palidecieron.

— ¡Mierda, mierda! ¡Corran!

Tres o cuatro patrullas se avecinaban a toda velocidad y los chicos salieron casi
disparados a correr. La situación era demasiada sobrecogedora, ellos no eran
delincuentes, o al menos no del todo. No habían matado a nadie, ¿tan necesario era
mandar a tantas patrullas?

Voltearon por otra calle y en un reflejo se escondieron en un callejón.

— No duraremos mucho... — Dijo el pelinaranja, aún escuchando el singular sonido de


los autos policiales.— Hay que separarnos. Si logran sobrevivir nos veremos en el
Starbucks central, ¿lo conocen?

— Sí. — Dijeron Seokjin y Jungkook al unísono.

— Entonces corramos... ¡Ahora!

Todo salieron del callejón corriendo en diferentes direcciones. Jungkook desde siempre
fue un buen corredor, pero claramente su velocidad no se podía comparar a la de un
auto, menos el auto de un policía. Aún así, dio la lucha y se impregnó por distintas
calles, casi empujando a la gente que se atravesaba en su camino.

Corrió por un parque y se trataba de ocultar en los arbustos, luego siguió corriendo y
corriendo como si no hubiera un mañana. Sus rodillas dolían, pero incluso así no podía
parar. La adrenalina estaba adueñada por completo de su cuerpo. El dolor estaba, pero
también estaba el miedo de volver a la correccional. Todo era mejor; todo menos eso.
Hizo de todo, inclusive trepó cercas y se adentró a los patios traseros de las casas, casi
cae a una piscina y casi es mordido por un perro guardián. Era inútil después de todo,
las sirenas se seguían escuchando y hasta podía jurar que más cerca.

Volteó en otra esquina y ahí fue cuando su corazón falló y sus piernas también. Dos
autos lo acorralaron en la acera, casi atropellándolo. Jungkook quiso salir una vez más
corriendo pero los policías salieron de sus autos.

Y no pudo más. La agitación, el miedo, las ganas de vomitar y sus piernas palpitantes
fueron lo que le hicieron colapsar.

Kook se desmayó y muy dentro suyo deseó estar muerto.

Si moría se iría a otro tipo de infierno, pero al menos allá no estaría Kim Taehyung.
12.
Los ojos de un pelinegro desorientado se fueron abriendo de poco en poco. No sabía en
dónde estaba ni qué pasó. Ni siquiera sabía qué día era, cuánto había estado inconsciente
ni mucho menos qué o quién lo había llevado a aquel singular lugar; sólo sabía que su
garganta estaba seca y que necesitaba urgentemente de un vaso de agua. Helado si era
posible. Su mirada vagó por la grande e iluminada habitación. Las paredes eran blancas,
al igual que el piso y el techo. Un blanco perfecto y deslumbrante. Él se hallaba en uno
de los rincones de la habitación, acostado en una cama un poco incómoda pero
considerablemente grande. En otro de los extremos había una puerta y, justo al lado de
esta, otra más pequeña. La luz del área era verdaderamente intensa, tanto que llegaba a
molestar un poco a Jungkook.

Se paró de la cama y no fue hasta ese momento que vislumbró una sensación
desagradable en su cuello, como si algo lo estuviese apretando. Llevó sus manos a la
zona, logrando sentir perfectamente un collar con algo en el medio. No sabía qué era
porque en el cuarto no había espejos. Trató de quitarse el objeto, siéndole inútil pues
estaba hecho de, al parecer, un material bastante resistente. Empezaba a enojarse, pero
su principal objetivo por ahora era escapar.

En un principio se pudo haber pensado que aquella estancia se trataba de un hospital,


pero no. Estaba muy lejos de serlo. No había más objetos que la cama, no había
ventanas, una de las puertas daba a un baño que parecía de pesadilla por lo oscuro que
era y la otra era una especie de armario. Se le hizo raro, ¿en qué clase de clóset había
clavos y el espacio era tan reducido?

En otro costado habían unas escaleras algo largas hacia la nada, porque literal el final
de las escaleras daba a una pared. Kook suspiró y sintió un calor chispeante en su
interior, se estaba enojando.

Quería darle una explicación a todo pero no encontraba ninguna. Sólo recordaba haber
corrido como si no hubiese un mañana y ser capturado. Se arriesgó por Jimin y había
acabado peor que en la correccional: encerrado y solo. Sólo esperaba que el pelinaranja
junto con Seokjin estuviesen igual e incluso peor. Les deseaba toda la mala suerte del
mundo.

Y si habían logrado escapar, deseaba que los atropellara un tren y que sus cuerpos
quedaran hechos migajas.
Volvió a intentar quitarse el collar, pero nada surgía. Dándose por vencido, revisó los
bolsillos de su pantalón, percatándose que sus objetos de valor ya no se encontraban
ahí. Ya nada estaba ahí.

— Ahora sí me enojé...— Musitó hacia la nada y llevó su mirada a todos los rincones
de la habitación, en la espera de encontrar algo; alguien. — ¡Sáquenme de aquí ahora o
van a sufrir las consecuencias!

Sonaba patético, considerando que estaba solo y que los "secuestradores" tenían todas
las de ganar. Era él quien estaba encerrado, indefenso y con una especie de collar raro
en el cuello, ¿qué tal si era una bomba?

Completamente rendido, se dejó caer en el suelo y se lamentó profundamente. Pensaba


en distintas posibilidades de escapar mientras observaba algo que pudiera usar como
método de defensa, pero no había nada. En realidad nada. Incluso el eco de su
respiración podía resonar debido a lo vacío del lugar.

— A decir verdad, pensé que harías un berrinche de mayor magnitud. Me decepcionas,


Jungkook.

El cuerpo del pelinegro se tensó y dirigió su mirada a la dirección de aquella voz. Su


corazón se aceleró y por inercia retrocedió hasta quedar arrinconado en una de las
paredes. Taehyung rió, mientras bajaba las escaleras que se encontraban en el cuarto,
las cuales el menor no les halló sentido al supuestamente terminar en nada. Lo cierto
era que aquella "pared" era una puerta sumamente asegurada y camuflada. Jungkook
pudo observar que el mayor tenía un aparato raro en su mano izquierda, y en la derecha
llevaba el látigo que siempre solía tener y lo que parecía ser una fusta.

Él no lo iba a azotar, ¿o sí?

— Para empezar, aclararé tus dudas.— Mencionó el rubio al bajar por completo las
escaleras. Comenzó a jugar con el látigo a medida que una malévola sonrisa se plasmaba
en sus labios. Kook sintió miedo. —Estás en un cuarto especial, sólo hay dos en
existencia y aquí sólo vienen mis internos favoritos.— Rió. —Es decir... los que
necesitan de una mano fuerte, ¿y sabes quién se encarga de amansar a esos pequeños
insolentes?— La sonrisa que tenía en un sus labios se tornó burlesca y petulante. El
pelinegro lo observaba atentamente pese a sentir que estaba hecho gelatina.— Yo,
precioso. —Volvió a reír. —Acércate.

Jungkook negó de inmediato e insistentemente.


— No lo haré.— Trató de sonar seguro y convincente.

— Bien.— Apretó sus labios, luego de mordisquearlos. —Como castigo la orden subirá
de nivel. Acércate y quítate la ropa.

Está loco, pensó Kook.

— ¡Claro que no!— Negó nuevamente cual niño pequeño le decían que comiera sus
vegetales.

— No me obligues a hacerlo...— Alzó el aparato que se hallaba en su mano izquierda,


el menor se cuestionó seriamente qué era aquello. —Lo harás por las buenas o por las
malas.

Kook no se movió, y el rubio, con cierto semblante de diversión apretó uno de los
botones del control remoto.

— ¡Ahh!— Gimió de dolor el pelinegro a la misma vez que se retorcía. Había tenido
una descarga eléctrica por medio del collar. Con que para eso servía esa maldita cosa.

— ¿Vas a obedecer ahora?— Jungkook negó y Taehyung volvió a repetir su acción,


deleitándose al ver al pequeño niño entrar en desesperación.

— B-Basta...

— Entonces obedece.

— Señor...

— No, Jungkook.— El director negó suavemente con la cabeza mientras sonreía. —Ya
no soy señor. Aquí no soy señor. Aquí me llamarás amo, porque eso soy; tu amo.

El menor trató de reincorporarse, sus ojos estaban llorosos debido a la impresión del
toque eléctrico. Sus manos estaban temblando mientras se mantenían posadas en el
objeto que adornaba su cuello, tratando de jalarlo y que el dolor fuese menos. Taehyung
relamió sus labios, le encantaba la imagen que tenía frente a sus ojos.

— Hazlo, Jeon.— Ordenó nuevamente. —Quítate la ropa y acércate a mí.


Jungkook quería mantener su dignidad a salvo. No quería ceder fácilmente, pero
cualquiera estaría de acuerdo en que el dolor por el que ahora estaba pasando era una
completa tortura.

— Haré cualquier cosa, pero por favor no.— Musitó casi rogando.

— Y yo ya te dije lo que debes hacer.— Chistó el rubio, firme en su postura, mientras


apretaba nuevamente el botón. Kook se volvió a retorcer.

— ¡Lo haré, lo haré!— Aulló en medio del dolor y llevó sus manos al borde de su
sudadera, alzándola casi de inmediato junto con la camisa blanca que tenía en su
interior, dejando su torso completamente desnudo. Taehyung dejó de presionar el botón
y observó atentamente el maniobrar del menor.

Aún no terminaba, pero para el mayor fue suficiente con ver aquel abdomen y rosados
pezones para excitarse casi inminentemente. Quería pasar su lengua por todos los
rincones del pequeño Jeon.

Jungkook, aún con dolor, desabrochó su pantalón y miró con timidez al director, el cual
estaba hipnotizado con su figura mientras se pasaba descaradamente y con poca
disimulación la lengua por los labios.

— ¿Qué esperas para proseguir?— Inquirió el rubio al ver que las acciones del contrario
se habían detenido.

— ¿Puedo... puedo quedarme con los bóxer puestos?— Kim pareció pensárselo.

— Sí, dentro de unos días más tendré el placer de verte completamente desnudo,
pequeño insolente.

¿"Dentro de unos días"?, a Jungkook aquello no lo tranquilizó pero tampoco hizo


comentarios al respecto. Tomó los bordes de su pantalón y se lo bajó, quitándoselo
completamente ante los vigilantes ojos de Taehyung.

— Muy bien, ahora acércate.— Ordenó, acariciando la larga vara de su fusta, al parecer
preparándola. Kook, quien aún estaba tirado en el piso, trató de levantarse. —No, no.
Sólo gatea y ven a mí.

Temeroso y al borde del llanto, humillado y adolorido, acató las ordenes. Posicionó sus
manos en el pavimento y gateó lentamente hasta quedar a pocos centímetros de las
piernas del rubio, quien estaba experimentando un millar de emociones, siendo la
excitación la principal en estas.

Amaba verlo así...

— Mírame a los ojos.— Demandó el director, llevando la punta de su fusta a la barbilla


de Jungkook, el cual se reincorporó y colocó sobre sus rodillas, alzando su asustadiza
mirada y conectándola con la del mayor. —¿Dónde están escondidas las drogas?—
Cuestionó, subiendo la fusta hasta la mejilla sonrosada del menor.

— No lo sé.

— Claro que lo sabes.

Pero Jungkook no respondió, pues la fusta había golpeado intensamente su mejilla. Bajó
su mirada y apretó con ira sus labios, no quería llorar.

— De verdad no lo sé...

— No te he dado el permiso de bajar la mirada. Mírame.— La fusta nuevamente se


volvió a posicionar en la barbilla de Kook, manteniéndose ahí. —¿Vas a llorar?— El
pelinegro negó. —Muy bien, entonces te preguntaré otra cosa. ¿Dónde está Jimin?

— Tampoco lo sé.— Y otro golpe fue quien se encargó de responder, sólo que esta vez,
lo recibió en su otra mejilla. — ¡De verdad no lo sé! ¡Jimin fue el que me pidió que
escondiera sus drogas, pero yo jamás vendí y jamás las he tocado! Luego... luego
pasaron muchas cosas, pero yo jamás hice nada.— Trató de explicar en medio de
lágrimas.

Taehyung sonrió. Jungkook con ambas mejillas rojas producto de los golpes, llorando,
de rodillas y entrando en pánico había sido una de las imágenes más eróticas que había
visto en su vida, y vaya que tenía experiencia en ese aspecto. Quizá se volvería adicto,
quién sabe.

— Ponte en cuatro, ahora.

— N... ¡Ahhh!— Jadeó de dolor. El director no había dudado en usar el choque eléctrico
y Kook rápidamente obedeció.
Se puso en cuatro patas sobre el piso y ocultó su cabeza en la pequeña "guarida" que
había formado en sus brazos, mientras rogaba por lo bajo que se detuviera. El rubio
delineó con su fusta la columna vertebral perfectamente visible en la espalda del
pequeño Jeon, quien se estremecía y asustaba ante los toques.

— Empecemos...— Murmuró Kim, dejando la fusta en la espalda baja del pelinegro. —


Jimin no ha aparecido, y hasta que no lo haga y confirme lo que tú mismo has dicho, te
quedarás aquí, Jeon. Debes estar consciente de que pueden pasar meses, incluso años,
y si Jimin no aparece no saldrás. Así de simple. Además...— Delineó sus labios con su
lengua. Juraba que estaba demasiado feliz. — Acabas de hacer lo que ningún interno
ha hecho. Has puesto en peligro el legado de mi padre, y eso no lo paso por alto. A lo
que quiero llegar, es que pagarás lo que has hecho. Todos los días a partir de ahora no
tendrás descanso, ¿entiendes? Me divertiré con tu cuerpo cuanto quiera. Considérate
como un objeto o una mascota que debe complacer a su dueño.— Quitó la fusta y, en
su lugar, puso el látigo. —Así que colabora conmigo y quizá no te vaya tan mal.

Y sin una palabra más, impulsó su látigo hacia atrás y segundos más tarde lo golpeó
contra la lechosa piel del menor. Repitió los azotes por toda la espalda del indefenso
niño que sólo se limitaba a saltar ante cada golpe, pero su zona favorita la encontró en
las pequeñas y redondas nalgas que tenía Jungkook. La imagen de su látigo chocar
contra aquellos glúteos era simplemente exquisita.

— Ponte de rodillas otra vez.— Kook obedeció, temblando y adolorido. Sus mejillas
estaban empapadas de lágrimas y aún mantenían el color rojizo que le habían
proporcionado la fusta. Su pecho subía y bajaba con desenfreno y su mirada vagaba por
todos lados, menos en los ojos de Taehyung. Con aquel collar y el cabello desordenado
parecía un sumiso por completo. Simplemente hermoso ante la perspectiva del director.
—Te ves tan patético, precioso y... follable.

El pelinegro bajó su cabeza, deseando que aquellos ojos ya no le mirasen más, menos
con intenciones tan turbias. El rubio rió debido a la reacción del pequeño y volvió a
tomar su fusta, pasándola por la clavícula, el pecho y los pezones de Jungkook. Seguido
de ello, sólo golpeó muy levemente uno de aquellos pezones; el menor saltó del susto y
llevó una de sus manos a la zona afectada, tapándola y acariciándola.

— Nos veremos mañana. Si me aburro mucho, quizá más tarde.— Habló Kim, antes de
voltearse sobre sus talones y comenzar a subir las escaleras. —Mantente limpio y no
intentes nada absurdo, hay cámaras por casi todo el lugar. Duerme bien y come toda la
comida que te traigan. No quiero quejas ni objeciones. No colmes mi paciencia, estás
completamente jodido, Kookie. No te encargues de joderte más a ti mismo
Jungkook ni siquiera lo observó. Estaba muy distraído en su mundo pensando y rogando
en que por favor todo hubiera sido un mal sueño, pero el dolor en su cuerpo y sobre
todo en su trasero le demostraba lo contrario. No escuchó nada más, pero tampoco se
molestó en moverse.

Ahí estaba, de rodillas y llorando como todo un perdedor. Con la dignidad por el piso y
sintiéndose como un bicho de aquellos que mataba cuando era más pequeño y se divertía
haciéndolo.

Tal vez, después de todo, sí estaba jodido.


13.
Ni siquiera habían palabras para expresar el sentir de Jungkook. Se sentía de una forma
tan extraña que el simple hecho de estar así era de por sí bastante confuso. Pensó en
diversas cosas, como en el paradero de Jimin y Seokjin, aunque no le hubiese dado tanta
importancia en un inicio, era claro que ahora de alguna u otra forma necesitaba de su
"ayuda". Pensó también en qué pasó luego de que se desmayó, en cómo fue que paró
en aquel lugar de espanto y en las diferentes formas que debieron de haber tocado su
cuerpo para cambiarlo de vestimenta y ponerle ese "collar" que sólo ha resultado ser
una de las peores cosas. También pensó en Taehyung y se preguntó seriamente si todo
lo que el rubio hacía era necesario. Bien, él se había equivocado y no fue una
equivocación muy leve que digamos, pero al fin de cuentas, casi nada fue su culpa. Es
cierto que ayudó a Jimin, y que por supuesto aquello fue un gran error. Es cierto que
era grosero, respondón y no era la persona más educada en todo el planeta tierra, pero
algo en su cabeza le decía que la solución que encontró Taehyung no fue para nada la
correcta.

¿Le gustaba ser maltratado? Por supuesto que no. Jungkook no nació para ser la víctima,
él nació para ser el victimario. El dolor en su cuerpo era inmenso, pero incluso eso era
menor ante la vergüenza y la incomodidad que sentía. Muy bien, él había besado al
director porque le pareció guapo, pero no podía hacer nada, es decir... el rubio era lindo,
sexy y todo lo que se pueda imaginar, pero eso no significaba que dejara de sentirse
incómodo ante los toques de un hombre. El pelinegro no sabía con exactitud su
orientación sexual, pero sí sabía perfectamente que estar casi desnudo y a merced de
Taehyung lo había dejado en una especie de trauma y no del todo gracias a los golpes.

Dejando de lado sus pensamientos, el menor dejó de frotar la esponja contra su ya de


por sí maltratada piel. Sus brazos y abdomen habían quedado con marcas rojas debido
a la presión que usó para estregarse el cuerpo al bañarse, y no lo hacía para obedecer a
Kim, sino porque se sentía sucio. Tomó el único toallón que se hallaba en el cuarto del
baño y lo enredó en su cintura. Salió de la pieza, percatándose de que no tenía ropa y
era un poco obvio que no se iba a poner la misma que tenía anteriormente. Fue con esa
con la que corrió y sudó. Puede que Jungkook fuese un chico revoltoso, pero para él era
sumamente importante la higiene.

Suspiró y quiso patear cualquier cosa, pero habían dos inconvenientes: no había nada
para patear y habían cámaras por todos lados. Parecía una clase de fugitivo peligroso al
que tenían que vigilar. Simplemente patético.
Sin nada más que hacer, tomó asiento en la orilla de la cama, parándose de inmediato
en cuanto el dolor de los golpes proporcionados en su trasero hizo presencia.

No podía gritar, no podía golpear algo, no podía quitarse el maldito collar, no podía
hacer nada. La vida últimamente era bastante cruel.

Su cuerpo reaccionó en cuanto escuchó unos pasos bajar las escaleras y fue a
"refugiarse" a uno de los rincones de la habitación. Pese a que aquello era inútil, lo
reconfortaba en cierta parte. Observó detenidamente a la persona, que felizmente no era
Taehyung; era una chica delgada, de cabello castaño y con un semblante bastante
amable, que al notar a Jungkook sonrió enormemente. Tenía lo que parecía ser una
bandeja en sus manos y no dudó en acercarse al pelinegro, quien aún estaba arrinconado
en aquel extremo.

— ¡Hola, soy Rosé! — Se presentó la chica sobrada de ánimo, logrando calmar un poco
a Kook. — Tú eres Jungkook, ¿verdad?

— Sí.

— Bien, Jungkook, yo seré la que te alimente y se encargue de tomar en cuenta tu


opinión. — El menor frunció el ceño, ¿exactamente a qué se refería?

— El ser una persona debería ser suficiente motivo para que mi opinión se tome en
cuenta. — Rosé rió.

— Oh... es muy pronto para que lo entiendas, mejor olvídalo. — Agitó su cabeza,
restándole importancia al asunto. — ¿Tienes hambre?

Mentiría si dijera que no, por el momento por lo único que mataría sería por un vaso de
agua. De verdad necesitaba agua, pero luego estaba su orgullo pisoteado, su dignidad
por el piso y las ganas de rechazar y mandar todo a la mierda.

Qué gran dilema.

— No. — Y dicho aquello, se dio media vuelta y comenzó a jugar con sus manos,
ignorando a la castaña.

— Taehyung supuso que dirías eso, y dijo que si no comías él mismo se encargaría de
hacerte atragantar con la comida.
— ¿¡Por qué!? — Se alteró. — Es un hijo de puta mandón que lo único que desea es
que se haga su voluntad, y puede que lo haya logrado pero únicamente con esta maldita
cosa. — Señaló su collar. — Se cree el dueño del mundo y el que puede con todo y
todos, pero quisiera verlo sin sus máquinitas de mierda y con esa actitud y personalidad
del demonio. Es insoportable, fetichista, pervertido y un completo imbécil. ¡Lo odio!
— Dijo todo tan rápido que pudo jurar haberse quedado sin aire. Inhaló profundamente
y observó a la chica, la cual estaba asombrada y mirándolo fijamente. — ¿¡Qué!?

— N-Nada... sólo... sólo deberías comer.

— Ya dije que no tengo hambre.

— P...

— No te preocupes, Rosé, yo me hago cargo. — Hizo presencia la voz de Taehyung.


Este emitió una pequeña seña con su cabeza a la chica, quien dejó la bandeja con comida
en el piso y rápidamente desapareció. Kook estaba tieso en su sitio, preguntándose a
qué hora y cómo había aparecido, temiendo por su vida porque probablemente escuchó
todo lo que dijo de su persona y también por su cuerpo; de seguro lo golpearía
nuevamente. El director sonrió, posando su mirada en el pelinegro. — Come.

Jungkook obedeció y se acercó a la comida, no negaba que le tenía cierto pavor al


mayor. Iba a agacharse para tomar la bandeja pero Kim lo detuvo.

— No, así no. Debes comer como si fueras una mascota. — Jeon palideció.

— ¿Qué?

— Lo que escuchaste. Ahora, hazlo.

— No lo haré.

Taehyung suspiró.

— Jungkook, ¿qué te dije? Colabora conmigo.

— Esto ya es pasarse.
— ¿Y lo que tú hiciste no es pasarse? No trates de buscar compasión donde no la hay.
O lo haces por las buenas, o lo haces por las malas. Te recomiendo que lo hagas por las
buenas.

Jungkook lloriqueó por lo bajo y no tuvo más opción que adoptar una pose que lo hacía
ver como un perro. Sólo que en él se veía miserable. Kim se cruzó de brazos mientras
sonreía, ver al pequeño Jeon ser tan obediente era nuevo, pero no le molestaba; muy por
el contrario, deseaba incrementar la sumisión en la actitud del menor. Quería borrar
todo rastro del insolente que conoció hace tan sólo un par de semanas. ¿Quién diría que
en tan poco tiempo acabaría estando en uno de los cuartos especiales?

Kook observó la comida que tenía en frente y se mentalizó en que debía dejar pasar el
hambre, comer de aquel modo iba a resultar incómodo y humillante. No estaba apto
para aguantar más humillación. Su atención se centró en el agua, ahí había un pitillo y
por lo tanto sería más fácil de ingerir que la comida. Tomó el pitillo entre sus labios y
bebió toda la cantidad de agua que le fue posible. Se sentía muchísimo mejor ahora,
porque recordaba estupendamente estar muriendo de sed hace vario tiempo.

— Buen chico. — Musitó Taehyung, luego de darle una pequeña y suave nalgada a
Kook, quien casi se atraganta con el agua y gimoteó de dolor. Aún dolía, sobre todo en
esa parte. El director rió. — ¿Te duele? — El menor asintió con modestia, haciendo reír
nuevamente a Kim. — Y te va a doler aún más.

— Ya hice lo que me dijo... — Alzó su mirada, pues aún estaba en el piso. — No


merezco más castigos.

El rubio lo observó por varios segundos. Se veía tan deseable. Con esa carita llena de
falsa inocencia, con ese collar y apenas con una toalla cubriéndolo ya estaba deseando
hacerle de todo. Hacerlo gritar, gemir, marcar todo su cuerpo sin piedad alguna, hacer
que recordara por el resto de su vida el nombre 'Kim TaeHyung'.

— Pero no es suficiente, ni para ti, ni para mí.

— No lo entiendo.

— No necesitas hacerlo, simplemente harás todo lo que te pida. Todo.

— Yo también necesito cosas. — Taehyung alzó las cejas con sorpresa.

— ¿Cómo qué cosas?


— Mi ropa y algo en qué entretenerme.

El director sonrió y se hincó hasta quedar casi a la misma altura de Kook; acarició con
una mano la mejilla de este último y fue bajando la misma por su cuello, luego sus
hombros, su clavícula, hasta situarse completamente en la cintura del menor, quien
sentía escalofríos y si bien se sentía inusual, no hizo nada para detener al mayor.

— Olvidé decirte que aquí no se utiliza ropa, de hecho, si observas, la que tenías ya ha
desaparecido. — Relamió sus labios con altivez. — Oh, y respecto al entretenimiento,
no lo necesitas. Será más que suficiente con tenerme a mí. — Y en ese momento Kook
quiso llorar. Evidentemente no lo haría, pero sí quería hacerlo. — Hablando de
entretenimiento, es hora de que empecemos, ¿no crees?

No, mierda, no... ¿o sí? ¡No, Jungkook, reacciona!

— ¿Qué quiere decir? — Se arrastró hacia atrás y Taehyung gateó hacia él lentamente,
al mismo ritmo en que Jungkook se alejaba.

— Los rodeos no son lo mío. — Afirmó mientras tomaba las piernas del pequeño Jeon
por la parte inferior y lo arrastraba de vuelta a él. — Quiero tenerte, Jungkook.

El corazón del pelinegro quería salirse de su pecho, sus ojos estaban abiertos de
conmoción y la pose en la que estaba no lo ayudaba en nada. Básicamente, cuando Kim
lo arrastró se había puesto encima de él y Kook había quedado con ambas piernas
abiertas y con el director entre ellas.

— ¿Qué mierda dices? — Cuestionó sin poder creerlo en un tono nervioso. Aunque
trató de que su voz sonara firme, ya nada servía. Luchó por reincorporarse pero el rubio
se lo impidió, poniendo una mano en su cuello y con la otra sujetando una de sus piernas
fuertemente.

— Lo que quiero decir, es que quiero follarte.


14.

Jungkook se quedó perplejo, y aunque su cuerpo estaba completamente tieso, por su


cabeza pasaban distintos pensamientos y diferentes formas de poder sentirse. Tenía
rabia; muchísima. Se preguntaba cómo era posible que el director y persona responsable
de no sólo una, sino de muchísimas personas, podía actuar de aquella forma tan poco
profesional y descarada. También tenía rabia porque él no podía simplemente llegar y
confesarle que quería follárselo. Quería golpearlo, y maldecía en sus adentros el tener
ese collar alrededor de su cuello. Si no fuera por ese simple detalle, sólo por ese, estaría
demostrándole a su queridísimo director que él no era la persona que creía que era. Lo
había dejado en completa humillación sólo días atrás, y ahora solamente "quería
follarlo".

Taehyung sonrió con superioridad, observando el rostro de Jungkook, el cual tenía una
expresión de entre sorpresa, miedo y rabia. Lo podía notar en sus ojos. De cualquier
forma, era el rubio quien tenía la delantera y el que podía hacer lo que quisiera con el
menor. Estaba abusando de su autoridad y estaba consciente de ello, pero también era
consciente de que el pequeño pelinegro lo ponía de una manera sencillamente
indescriptible.

— Sigue soñando. — Fue lo primero y único que se le ocurrió a Kook. Puso sus manos
en el pecho de Taehyung, a la par que se inclinaba hacia atrás en un intento por escapar
de la cercanía que tenía con el director. Para colmo, la posición en la que estaba lo tenía
incómodo y al borde de querer gritar.

El mayor en ningún momento dejó de sonreír; muy por el contrario, la curvilínea en sus
labios se ensanchó, ocasionando más rabia en el interior de Jungkook.

— No me digas que no quieres. — Expresó Taehyung con visible burla, tomando por
las muñecas las manos que se apoyaban en su pecho. Seguido de ello, simplemente las
aprisionó contra el piso. — Fuiste tú el que primero me besó, así que... ¿Por qué te
reprimes?

Jeon empuñó sus manos y trató vagamente de zafarse del agarre, también de alejarse,
pero era inútil.

— Eso fue un gran error. — Espetó el menor. — Además no puedes comparar esto con
eso. Tú estás cruzando un límite, y uno bastante peligroso.
El rubio delineó sus labios con la punta de su lengua, y el pelinegro se odió a sí mismo
por quedarse casi embobado observando aquello.

No podía darse el placer de pensar que su director se veía sexy con cada palabra que
emitía y cada acción que hacía. Debía recordar que el mismo hombre que le parecía
lindo, también era el mismo que "lo secuestró", le pegó, le dio toques eléctricos, lo
manoseó, humilló de la peor forma y el que había dejado la poca dignidad que le
quedaba por el piso. Eso debía de recordarlo día tras día y jamás olvidarlo.

— Supongo que tienes razón... — Musitó Taehyung, acercándose al rostro de Jungkook.


Podía percibir la pesada respiración de este último, incluso al apretar sus muñecas podía
sentir el acelerado latir de su corazón. Estaba nervioso y eso le satisfacía. — Pero lo
que estoy seguro de querer hacer es de jugar con tu cuerpo hasta cansarme. — Mencionó
con soberbia, rozando sus labios con los de Kook. — Quiero hacerte tantas cosas, Jun...

— ¡Basta! — Vociferó el menor, no queriendo escuchar más. Comenzó a patalear y a


sacudir sus brazos, sin importarle que la toalla que rodeaba su cintura se desprendiera y
lo dejase completamente desnudo. Con su rodilla, golpeó con suficiente fuerza la
entrepierna del rubio, logrando quitárselo de encima.

Aunque a Taehyung le dolió bastante, no tuvo tiempo para poder quejarse. Al notar a
Jungkook correr hacia la puerta del baño, no dudó ni un segundo en apretar el botón de
su control remoto. El pelinegro cayó nuevamente al piso, jadeando de dolor debido al
electrizante golpe; trató de arrastrarse, pero el dolor incrementaba a medida que el
director se volvía a acercar.

— Qué inconsciente eres. — Propinó Kim, sin dejar de presionar aquel mágico botón.

Se dio su merecido tiempo para apreciar la imagen que tenía frente a sus ojos. Jungkook
estaba boca abajo y apoyado en sus codos mientras se retorcía lentamente, estaba como
Dios lo había traído al mundo: desnudo y a completa disposición. Fue inevitable que su
mirada no recorriera al pequeño de arriba a abajo, se veía tan jodidamente deseable,
pero lo más satisfactorio no fue verlo sin prenda alguna, sino su trasero. Su bien formado
y redondo trasero que causaban ganas de apretarlo y palmearlo hasta que no quedara
rojo, sino morado.

Una tentación recorrió a Taehyung, y lo único que supo es que no se quedaría con
ganas.
— Levántate. — Ordenó al menor, quien seguía quejándose y retorciéndose en el piso.

— Me duele... — Gimió adolorido. — Para... para con esta... esta mierda...

— Levántate. — El rubio hizo caso omiso y en lugar de dejar de presionar el botón,


aumentó la energía del choque. — Puede doler mucho más si no obedeces.

Jungkook estaba desesperado. Tanto, que comenzó a ver estrellitas en el medio del aire.
Sabía que eran producto del collar, pero no dejaba de ser extraño. Podían llamarlo loco,
pero también sentía cómo el artefacto empezaba a asfixiarlo.

De lo que estaba seguro, era de que no derramaría ni una sola lágrima más.

Sacó fuerza de donde no la tenía y como pudo se puso de pie. Todo seguía doliéndole
y molestándole, pero era simplemente estúpido intentar algo contra la tecnología de
Taehyung. Ni siquiera se preocupó en taparse su parte íntima, el pelinegro estaba
demasiado impregnado en la eléctrica sensación.

— Muy bien. — Masculló Kim y le echó una rápida mirada de supervisión a Kook. No
quería causarle mayores daños, lo necesitaba consciente.

Dejó de presionar el botón y con prontitud tomó el brazo del adolescente. Sabía que
ahora estaba débil y aprovecharía eso momentáneamente. Jeon no se opuso cuando fue
puesto de cara contra la pared, muy por el contrario, apoyó sus brazos en el paredón al
igual que su cabeza. Se sentía de pronto tan cansado.

— ¿Cuántas veces te tengo que decir que me respetes? — Cuestionó Taehyung en un


tono grave y profundo. No traía sus objetos de castigo consigo, pero tampoco los
necesitaría. — Dime algo, Jungkook, ¿te crees más listo que yo? — Y sin esperar
respuesta alguna, echó firmemente hacia atrás su mano, sólo para segundos después
estrellarla contra una de las nalgas del pelinegro.

— ¡Ah! — Gimió, apretando los puños. Dolía muchísimo más que el látigo.

— ¿Crees que estás en posición de oponerte a algo o exigir algo? — Volvió a cuestionar
el mayor, esta vez muy cerca del oído del menor. Pegó su pelvis al trasero que tan loco
lo estaba volviendo y la palma de su mano no tardó en volver a golpear la misma nalga.

Kook estaba sudando. El choque eléctrico lo había dejado agotado y estar recibiendo
ese tipo de "atenciones" sólo hacía que se agitara y asustara más.
Vaya pesadilla.

— Escucha bien algo, Jungkook. — Exigió Kim, alistando el golpe de antemano. —


Desde el momento en que entraste aquí me perteneces. Todo tú me pertenece. Puedo
hacer lo que quiera contigo. Si quiero matarte, lo haré. Si quiero que lamas el piso, lo
harás. Si quiero que actúes como una mascota, también lo harás. Si quiero que abras tus
lindas piernas para poder partirte en dos cuantas veces quieras, ¡también lo harás! —
Bramó lo último y finalmente nalgueó de nuevo el mismo glúteo del pequeño Jeon,
quien saltó ante el impacto, pero se mantenía en silencio y temblando.

No sabía si temblaba por miedo o por la secuela de electricidad.

Taehyung no esperó siquiera una respuesta, meramente jaló con fuerza al menor por el
brazo, teniendo la certeza de que en cuanto lo soltara las marcas de sus dedos quedarían
marcados ahí, y no solamente ahí, sino que también la palma de su mano en su trasero.
Lo mejor era que no se iría en varios días.

Se encaminó a la puerta que casi no se usaba y la abrió. Jungkook, pese a estar


demasiado ido, comprobó que la puerta que había abierto el director era la del armario
raro en donde sólo había clavos y un espacio diminuto. Sus ojos llenos de pánico se
dirigieron al mayor, quien sólo sonreía con cierta malicia.

— Te quedarás aquí hasta que aprendas a comportarte bien con tu amo. Has sido una
mala mascota.

Y no dijo nada más. Empujó la débil anatomía en sus brazos adentro de la pequeña
habitación, asegurándose de que el pelinegro no impactará contra alguno de los miles
de clavos. Kook cayó al piso y ni tiempo le dio de protestar cuando la puerta, la cual
también estaba llena de clavos, se cerró con brusquedad dejándolo allí solo, a oscuras y
con un enorme dolor en su trasero.

Si se movía aunque fuera un centímetro, se lastimaría. Si lloraba, se vería como un


completo marica. Si trataba de escapar, también saldría lastimado. Si se sentaba, dolería.
Todo tenía un 'pero'.

Después de todo, Kim Taehyung sí podía ser verdaderamente malo y peligroso.

Después de todo, Jeon Jungkook no podía ser tan diferente del resto.
Eso lo supo en cuanto deseó haber obedecido a todas las órdenes que le habían dado.

Y también cuando se arrepintió de la actitud que lo había llevado a aquel lugar.


15.
La pequeña bola de metal era lanzada al aire y luego caía por completo en la palma de
su mano. El director estaba aburrido, y hacer ese tipo de actividades ociosas ayudaba a
que se desestresara, pudiese pensar mejor y mantuviese la cordura completamente
intacta. Después de todo, manejar una correccional con todo tipo de muchachitos
descarriados, insolentes y que estaban destinados a ser delincuentes, no era para nada
fácil.

El rubio suspiró y tiró el objeto lejos de él. Se recostó en la silla y le fue inevitable no
pensar en el pequeño pelinegro, quien había sido encerrado en "el armario especial",
como le llamaba Taehyung. No sabía porqué razón, pero se le removía la consciencia
de remordimiento al pensar en que estaba desnudo, probablemente con frío y hambre,
ya que ciertamente sólo había tomado un poco de agua. No probó ningún bocado. Sin
mencionar que le había dado una buena dosis de electricidad, eso era suficiente para
que pasara gran parte de la noche con corrientes eléctricas por toda su cabeza y
extremidades.

Se reincorporó un poco y en un leve movimiento echó su cabellera rubia hacia atrás.


Quería dejar de pensar en Jungkook, después de todo... él se había buscado todo lo que
le estaba pasando.

Pero Kim Taehyung no era malo. Sí, era estricto, algo mandón, posesivo y adicto a las
reglas, al buen comportamiento y al orden; también aceptaba que era un poco pervertido
y que tenía una gran atracción hacia Jungkook. Le encantaba que el menor se
comportase de aquella forma tan rebelde, disfrutaba de castigarlo y verlo humillado.
Disfrutaba de demostrarle que las cosas no son como él espera que sean. Disfrutaba
verlo desnudo, arrodillado, llorando y suplicando. Era quizá algo enfermizo, pero
sencillamente le encantaba ver a Jeon tan sumiso. Ni siquiera sabía si la palabra correcta
era 'sumiso', pues aún cuando le daba toques eléctricos, lo golpeaba y hacía incomodar,
el pequeño no parecía querer doblegarse. Seguía dando la patética lucha contra
Taehyung, y eso a este último le excitaba. Era como una competencia, que lógicamente
Kim ganaría.

Sin por lo menos pensarlo, apretó uno de los tantos botones que se encontraban en el
escritorio de su oficina, comunicándose con uno de los encargados de las cámaras de
vigilancia.

— Director Kim, a sus ordenes. — Habló un hombre del otro lado de la línea.
— Quiero que desactives las cámaras del segundo cuarto de expiación.

— ¿El de Jeon Jungkook?

— La misma.

— Señor... no creo que sea lo corrector, usted mismo ha dicho que Jeon Jungkook es
un...

— Lo que haya dicho antes, no importa. Haz lo que te digo y no me cuestiones.

— Está bien, ahora mismo lo hago... — Taehyung no respondió, simplemente dejó de


presionar el botón y se puso de pie.

Sería una larga noche.

Se dirigió hacia la puerta mientras se quitaba la molesta corbata y desprendía tres


botones de su camisa blanca. Salió de su oficina y tomó rumbo hacia el motivo de su
desazón: Jungkook.

Como esperaba, todos los pasillos estaban en completo silencio y completa calma. Le
gustaba saber que las cosas estaban marchando bien. Sin duda, tenía todo bajo control.
O eso esperaba...

La habitación en la que estaba el pelinegro no quedaba muy lejos de la correccional en


sí. Era un incauto sector que casi todos ignoraban que existía, excepto el cuerpo de
seguridad y, obviamente, Taehyung. Entró a la sección que parecía más que nada un
hospital por toda la iluminación y el color albugíneo, suspiró pesadamente y abrió con
una tarjeta la puerta del cuarto que tan atormentado lo tenía desde que lo dejó hace no
más de dos horas. No se creía capaz de dejar al pequeño Jeon pasar la noche en aquel
armario.

Bajó las escaleras con algo de rapidez y se encaminó directamente al clóset, el cual sólo
abría por fuera, más no por dentro. Se lo pensó dos veces antes de abrir, no llevaba
consigo el control remoto por si a Jungkook le daba por ponerse salvaje, tampoco
llevaba su látigo ni mucho menos su fusta. Si las cosas se descontrolaban, era él quien
tendría que saber poner autoridad a la situación, pero tampoco era como si Jeon fuera
una especie de bestia...
Revolvió un poco su cabello y sin prolongar más lo inminente, abrió la puerta. El menor
estaba ahí, de espaldas a la salida y abrazando con fuerza sus piernas. Taehyung pudo
notar que temblaba, y eso fue la gota que derramó el vaso. Era un completo idiota.

— Jungkook, sal de ahí. — El pelinegro volteó levemente su cabeza, conectando su rota


mirada con la del mayor, el cual se sintió aún más culpable.

— Lo he estado pensando bien, amo. — Musitó Jeon, volteándose por completo y


quedando sobre sus rodillas. El rubio lo observó detenidamente, era extraño que se
portara así de la nada. Jungkook de por sí era bastante raro. — Fólleme...

¿A qué se debía todo esto? Kook era complicado. Mucho. En un momento actúa de una
forma, y al otro actúa de otra forma. En un momento dice algo, y al otro se retracta. Su
manera de ser era como un laberinto que no tenía salida y que, en lugar de volverse más
pequeño conforme lo conoces, se agranda a tal punto de hacerte sentir plenamente
perdido.

Al parecer los choques eléctricos le habían hecho mal.

— ¿Qué estás diciendo? Sal de ahí. — Ordenó el director, seriamente.

— ¿Me va a follar? — Cuestionó tiernamente el adolescente. No obstante, Taehyung


notó que su cabeza y su cuerpo se movían por intervalos de manera singular, como si
estuviera temblando. Definitivamente la electricidad lo había dejado mal. — No me
mire de esa forma, amo... estoy bien.

— No lo estás.

— ¡Sí lo estoy! — Gritó. Segundos después, comenzó a reír por lo bajo. — Soy tan
malo. Golpéeme.

— ¿Qué está sucediendo contigo? — Kook se encogió de hombros.

— Pégueme, haga lo que quiera conmigo, pero ya no me deje aquí... — Quería llorar,
pero no lo haría. El director frunció el ceño. — No me va a electrocutar tampoco,
¿verdad?

¿Qué tan enfermo soy si me excita verlo así?, se cuestionó el rubio a sí mismo. Por más
enfermo, extraño y demás cosas que sonara, se estaba excitando.
— Te estoy dando una salida en la que no tienes que hacer nada, y tú sólo complicas las
cosas. ¿Tan difícil te es colaborar conmigo? ¿Qué debo hacer para que me obedezcas?

— Pues resulta que ya no quiero la salida fácil. — Sinceró. — Me gusta que me


compliques la vida, Taehyung. ¡Síguela complicando!

¡Qué locura, por Dios!

— Eres raro.

— Como tú.

— ¿Qué te he dicho del respeto? De verdad no te entiendo. ¿Qué pretendes? — Objetó


un poco cansado. Le frustraba no entender al más pequeño.

— ¿Por qué no eres más como yo?

— Eso no responde a mi pregunta.

— Tú nunca contestas ninguna de las mías.

Taehyung exhaló pesadamente.

— ¿Más como tú en qué sentido?

— En que todo me vale verga. Si fueras como yo, no serías tan aburrido y preju...

— Basta, sal de ahí. — Sin esperar respuesta, tomó uno de los brazos de Kook y lo
jaloneó hasta quedar completamente afuera del clóset. Seguido de ello, lo lanzó con
furia a la cama. — Y te lo pido una vez más, colabora conmigo.

— Al parecer alguien se enojó. — Susurró un Jeon sonriente, recargando sus codos


sobre la cama. — ¿Ya te vas? Qué aburrido, Tae.

— No me provoques. — Advirtió, encaminándose a las escaleras.

— ¿Yo? Pero si fuiste tú el que quiso violarme. Si la gente supiera todo lo que me
hiciste...
Y aquellas palabras fueron suficientes para que Taehyung se devolviera. Era un
ingenuo, un completo ingenuo. Sentía lástima por Jungkook. Creyó que tenía hambre y
frío, pero el mocoso lo único que hacía era provocarlo más y más.

Nada parecía bastar para lograr que se convirtiera en alguien educado y fácil de tratar.

— No me obligues a lastimarte más, Jungkook. Precisamente esa fue la actitud que te


trajo aquí.

Kook rió. Desde que llegó todos lo habían subestimado al creer que su actitud fue la
culpable de todo, pero ya habría tiempo para demostrar quién era en verdad.

— Eres un cobarde. — Manifestó, sentándose en la cama. — Mi director es un pobre


estúpido que cree que lo tiene todo solucionado. No sé qué edad tengas, pero te ves
demasiado joven para manejar esta estúpida cárcel. ¿Por qué no te diviertes? ¡Consigue
a alguien con quien divertirte! Tienes toda una vida por delante, pero no, tú estás aquí
perdiendo el maldito tiempo. — Aplaudió con ironía. El rubio endureció su expresión
y a paso lentos se fue acercando al menor, quien sonrió con mayor virtud al percatarse
de que se estaba saliendo con la suya. — Eres aburrido, pervertido, malvado y...

Una palmada en la mejilla fue la que se encargó de hacerlo callar. El adolescente llevó
una de sus manos a la zona afectada y su mirada al director, el cual estaba a nulos
centímetros y observándolo con severidad.

El pelinegro rió, pese a que sus ojos estaban algo aguados gracias al golpe.

— Lo que dije... ¡Cobarde!

— Sí, puede que lo sea. — Dijo entre risas mientras se desprendía el resto de los botones
de su camisa.

— ¿Qué... qué haces?

— Lo que me pediste que hiciera.

— ¿Qué?

— Buscar a alguien para divertirme, pero resulta que a ese alguien lo encontré en ti.
16.
Sin ningún problema podría volverse adicto a aquella piel. Todo había pasado tan
rápido. Para empezar, Jungkook trató de huir pero Taehyung se agradeció a sí mismo
internamente por haber traído su corbata con él en cuanto se la quitó. Con ella había
atado las muñecas del pelinegro por la espalda, inmovilizándolo para que estuviese a
completa disposición suya. Justo en ese momento lo tenía en cuatro sobre la cama. El
menor se quejaba y removía, pero unas cuantas palmadas en sus nalgas eran suficientes
para que se callara y se quedara quieto como una estatua.

— Quizá quieras repetir lo que dijiste. ¿No, Kookie? — Cuestionó Taehyung con burla,
terminándose de quitar la camisa. Kook iba a hablar, pero el rubio fue más rápido y
metió parte de la prenda en su boca. Callándolo. — No quiero que hables, sólo quiero
que grites, o que al menos trates de hacerlo.

La respiración del adolescente era agitada, ni siquiera podía patalear debido a la


posición en que estaba. Sus muñecas comenzaban a doler, pues cabía destacar que el
nudo que había hecho Kim en esa zona era excesivamente fuerte. Este último no se hizo
esperar más y volteó al menor, dejándolo boca arriba sobre la cama.

— Eres... — Relamió sus labios con descaro y sus ojos recorrieron completamente la
anatomía del azabache. — Hermoso.

— ¡Mh! — Trataba de emitir palabras, pero era inútil. Taehyung rió y acercó sus labios
al lóbulo de la oreja de Jeon, mordiéndolo con posterioridad con un poco de fuerza.

Luego bajó hasta su cuello, encargándose de lamer y chupetear la piel de ahí como si se
tratase de un helado. Lamía y seguidamente succionaba por largos segundos, deseando
dejar una marca que durara varios días. Kook inconscientemente tiraba su cabeza hacia
atrás, en busca de más. Mentiría si dijera que no le estaba gustando, pero no era correcto
y, muy en el fondo, no era lo que quería. Por tal motivo, luego bajaba su cabeza para
tratar de "cubrirse" el cuello. Siéndole ineficaz.

— ¡Mh, mh!

— Cállate. — Exigió el mayor, bajando ahora por sus clavículas, a las cuales no les
brindó tanta atención. Lo que le atrajo fueron los rosados pezones que poseía el menor.
Sin pensárselo, se acercó a uno de estos y lo succionó de tal manera que logró que el
cuerpo del pelinegro se encorvara hacia él. — Vaya... y así te haces el difícil. — Burló,
mordiendo con fuerza el pezón que anteriormente lamió.

Jungkook empuñó sus ojos, su amiguito estaba comenzando a despertar y eso no era
bueno. Se supone que no debería gustarle...

Taehyung siguió bajando, ahora lamiendo el alrededor del ombligo del más pequeño
como si se tratase de un postre. Sus inquietas manos se dirigieron a una de las fornidas
piernas que desde hace un rato estaban pataleando y pasó sus dedos por la parte inferior
de esta.

— ¡Mhhh! — Jeon estaba hecho un desastre. Trataba de alejarse, patalear y aunque su


cuerpo estaba aplastando sus manos atadas, no era impedimento para que se retorciera
cual gusano. Kim no parecía inmutarse ante esto, ya que seguía con gran naturalidad en
lo suyo.

¡Y Jungkook era virgen! Al menos de culo...

— Eres exquisito... — Musitó totalmente excitado el rubio, terminando de saborear el


abdomen de Kook. Alzó su mirada, encontrándose con la del menor. Estaba aguada y
brillante. Como una estrella. — No seas patético. Tú fuiste el que comenzó con esto y
ahora lloras como si en verdad no quisieras. — Articulaba el director, a la vez que se
quitaba el cinturón de su pantalón. — De hecho... — Bajó su mirada al pene del
adolescente, el cual tenía una erección leve y carcajeó.

— ¡Mh! — Volvió a patalear, tratando vagamente de ocultarse de la mirada del mayor.


Estaba tan avergonzado. — ¡Mh, mh!

— A Kookie le excita ser mi juguete... — Canturreó con una sonrisa. — Te castigaré


con esto si la situación lo amerita. — Mostró su cinturón y lo dobló. Aquello sin
problema alguno podría convertirse en un objeto parecido al látigo.

Bajó su pantalón junto con su bóxer, dejando exhibida de inmediato su prolongada


erección. A Jungkook le fue inevitable no recorrerlo con la mirada. El miedo crecía en
su interior y no sólo por uno, sino por varios motivos.

Era virgen.

No era gay, o al menos no del todo.


Pensar que alguien se la iba a meter lo aterraba.

¡Pensar que era el director quien se la iba a meter lo aterraba más!

Ni siquiera un milagro lo salvaría.

— Es más emocionante si te escucho. — Murmuró Kim y dejó en libertad la boca de


Jeon. — ¿Algo para decir?

— No quiero. — En su voz se podía apreciar el miedo y la agitación. Taehyung sonrió


con superioridad. — Soy virgen...

— ¿Y qué con eso?

— Por favor...

— Jungkook. — Nombró, mientras separaba las piernas del aludido y se posicionaba


en medio. Llevó una de sus manos al miembro del pelinegro, quien inmediatamente se
tensó. — Hace nada me pediste que te follara. Vuelvo a preguntarte, ¿a qué juegas? —
Y comenzó a masturbarlo lentamente.

— A-Ah... — Gimió, encorvándose un poco. — No... no me toques.

— Lo haré. — Aumentó la velocidad.

— Ta... Taehyung... ah...

— Shh... — Susurró sobre sus labios, los cuales besó fugazmente poco después.
Jungkook cerró sus ojos y, por primera vez, dejó de moverse. — Así me gusta.

El director soltó el pene de Kook para tomar el suyo. Sabía que el menor era virgen,
pero no por eso sería amable con él. No lo merecía, y aún había algo de rabia en su
interior por la situación que se había presentado tan sólo minutos atrás. Mordió sus
labios y Jeon abrió lentamente sus ojos. Taehyung también lo miró, y mientras lo hacía
presionó su glande con la entrada de Jungkook.

— Oh... — Gimió con los ojos muy abiertos. Era virgen, por lo que no entraría tan
fácilmente. — N-No...
— Esto dolerá. — Aseguró Kim y presionó más fuerte su pene contra la entrada del
pelinegro, logrando que su punta entrase.

— ¡Duele...! ¡No más! — El rubio hizo caso omiso y se fue introduciendo más en él
con lentitud. Paciente. No quería dejarlo tan mal. — Tae... ¡Taehyung! A-Ah...

— Shh. — Lo volvió a silenciar. El pequeño empuñó sus ojos y el mayor no dudó ni


dos segundos en capturar sus labios. Sorprendentemente, Jungkook le correspondió. —
Agh... — Jadeó al estar completamente adentro del menor. Este lo apretaba
deliciosamente. Era, sencillamente, exquisito.

— Te odio... maldito imbécil. — Murmuró entre el beso. Su voz salió algo rota pero
segundos más tarde volvió a capturar los labios del director con salvajes, como
queriendo olvidarse de todo de una manera errónea.

Taehyung no tenía nada para responder a aquello, simplemente comenzó a mover su


pelvis hacia dentro y hacia afuera, con lentitud, al igual que el movimiento que llevaba
a cabo en los labios de Kook, quien ya no se quejaba en lo más mínimo.

— Mh... Tae... — El nombrado bajó nuevamente hasta el cuello del pequeño Jeon,
volviendo a succionar y lamer la piel de ahí. Jungkook odiaba la situación, pero la estaba
disfrutando. Tenía una rabia inmensa, pero a la vez había algo que no lo dejaba desatar
su furia. — Me das asco...

Kim rió, dando una fuerte embestida que hizo chillar al pelinegro.

— No sabía que... disfrutabas de lo que te daba asco. — Musitó con burla, aumentando
la velocidad del vaivén que estaba llevando a cabo.

— M-Más lento... aún... aún duele... ah...

El rubio volvió a hacer caso omiso y, en lugar de disminuir, incrementó la fuerza y


velocidad de sus embestidas.

— ¡T-Tae! — Gimió fuertemente. Su cuerpo se movía algo brusco contra la cama, la


cual rechinaba como si en cualquier momento se fuese a desplomar. Kook encogió sus
piernas y las abrió más, dándole más comodidad al director y a él mismo. — Continúa
así... oh...
Y en aquello sí le hizo caso. Tomó con una de sus manos el miembro del menor y
comenzó nuevamente a masturbarlo, a la vez que seguía embistiéndolo con ferocidad y
hasta el fondo. Jungkook se encorvaba y gemía sugerentemente en su oído. Taehyung
mordió suavemente su cuello y luego volvió a besar sus labios.

— ¿Te gusta? — Cuestionó ronco el de cabellos rubios y bajó la velocidad de sus


estocadas pero no del movimiento de su mano en el pene de Jeon. Este último asintió
con la cabeza y abrió sus ojos de poco en poco. — Eres tan... tan follable.

— Mh... — Jadeó, desviando su mirada posteriormente. — Desgraciadamente... sí... sí


me gusta...

Y aquello fue suficiente para que Taehyung sonriera, como para que también volviera
a aquel ritmo fuerte y sólido de antes.

Ver a Jungkook ahí, en la cama, atado, gimiendo, sudando, con marcas tan visibles en
su cuello, con la respiración agitada y una expresión de pecado, era basto para que
cualquiera se excitara tan sólo con verlo. Cualquiera.

En otras circunstancias, lo habría reprendido por no hablarle con respeto, pero


sencillamente era adictiva la forma en la que gimoteaba su nombre, Taehyung...

— M-Me vengo... — Gimió casi sin aire.

— Vengámonos juntos, Kookie... — Siguió marcando profundidad y fuerza en sus


embestidas. Aumentó asimismo la velocidad con la que masturbaba al menor.

Podría acostumbrarse a ese tipo de situaciones.

— ¡Taehyung! — Jeon fue el primero en llegar al orgasmo, manchando tanto su


abdomen como también el de Taehyung, quien no tardó en imitarlo, corriéndose dentro
de Jungkook. — Joder...

— Ahora sí que me perteneces. — Susurró el rubio con la respiración entre cortada. —


Eres completamente mío, Jeon.
17.
Taehyung relamió sus labios, mientras se acomodaba su pantalón y observaba
detenidamente a Jungkook, quien se mantenía estático y con la mirada perdida, como si
estuviese pensando en algo sumamente importante. Subió la cremallera de su prenda y
dio por finalizada su tarea. Se puso su camisa y abotonó lentamente los botones de la
misma, en realidad no podía ocupar su mente en otra cosa ni sus ojos en otra dirección.
Jungkook había entrado en una especie de trance, si no parpadeara de seguro el mayor
pensaría que estaba muerto. Incluso su respiración era tan tranquila y lenta que no
llegaba ni a notarse. La verdad es que se estaba preocupando. Se esperaba una reacción
mucho más violenta, sin embargo, obtuvo una considerablemente... ¿Pacífica?

— ¿No vas a decir nada? — Cuestionó luego de terminar con su camisa. Kook lo
observó por un milisegundo y luego volvió a desviar su mirada. Taehyung rió, pues la
mirada que el menor le había dedicado había sido de muerte. Si las miradas mataran,
él ya estaría muerto y en el infierno. — Entiendo... — Volvió a reír. — El pequeño Jeon
tiene el ego herido, ¿no es así? No soporta el hecho de que se portó como toda una puta
en la ca...

— ¡Cállate! — Bramó. Sus ojos estaban comenzando a aguarse. — ¡Eres un imbécil!


Pero me la vas a pagar...

— Creo que ya he escuchado eso antes. — Mencionó entre risas el rubio, acercándose
a dejar un pequeño beso en los labios del pelinegro, el cual se revolcó y agitó,
provocando aún más la risa del otro. — Será mejor que no intentes nada insensato. Ya
viste hasta dónde soy capaz de llegar, Kookie. Además, dudo que en tu situación logres
llegar muy lejos.

— ¡No me llames Kookie y suéltame de una puta vez! ¡Me duelen los malditos brazos!

— ¿Sólo eso te duele? — Cuestionó, en el tono de su voz notándose la burla y la sátira


que sólo atacaba a una persona: Jeon Jungkook.

— Déjame ya... — Bien, debía admitir que justo ahora se estaba portando como una
niñita que no soporta un par de bromas. Pero no le hicieron una broma; le habían dejado
la estima propia por el piso, junto con su dignidad y la fuerza que antes lograba tener.
¿Ahora con qué cara se iba a portar mal? En sus recuerdos siempre estaría lo que
acababa de hacer hace algunos minutos. Y aunque no fue del todo consentida la
situación, él tampoco se había negado mucho que digamos. Fue por eso que apretó sus
labios y bajó su mirada, las lágrimas habían comenzado a rodar por sus mejillas. —
Déjame solo. Quiero estar solo.

Taehyung arregló su cabello por tercera vez, producto de la frustración. Si Jungkook le


tuviese más confianza, seguramente podría llegar a entenderlo aunque fuera solamente
un poco, pero ni eso. El menor era cerrado, desconfiado y sus pensamientos eran cosa
que únicamente él sabía. Nadie más. No obstante, no quería ser tan malo con él. Sí,
aceptaba que amaba humillarlo y que justamente en aquel momento estaba disfrutando
como nunca de tratarlo como cualquier cosa, pero Kook era fuerte, y verlo llorando no
era su principal cosa favorita.

— Te quitaré la corbata de las muñecas. — No dijo nada más. Volteó con suavidad el
cuerpo del adolescente, dejándolo boca abajo sobre la cama, este seguía sollozando y
quejándose en silencio. Al director le fue inevitable no darle un vistazo al trasero de
Jeon. Tenía rastros de semen y vaya que se veía apetecible. Daría lo que fuera por volver
a estar ahí.

No tendría que esperar mucho.

— ¡Ten más cuidado, estúpido de mierda! — Chilló Jungkook. Taehyung estaba siendo
considerablemente bruto al desamarrar sus manos. Kim no se lo pensó, y sin importarle
el dolor del más pequeño, le brindó una sólida palmada en una de sus nalgas.

— Cuida esa boquita conmigo, ¿entendido? — Jeon no dijo nada, había saltado
levemente ante el impacto pero ya no tenía ganas ni mucho menos fuerzas para pelear.
Se limitó solamente a sollozar en silencio.

— Me duele. — Susurró y el mayor examinó las manos que ahora estaban libres.

No se veía nada bien. Las marcas que había dejado la corbata eran profundas y tenían
un ligero color rojizo. Quizá sí se había pasado de mano después de todo.

— Tienes que ocultar esto y todo en general. Debes ocultar las marcas que hay en tu
cuello, el collar no alcanza a esconderlas y creo que está claro que no te lo quitaré. En
tus muñecas también y debes recomponerte. No puedo dejar que nadie te vea así. —
Exigió el rubio, completamente serio. El pelinegro inhaló profundamente, más que
enojado.

— ¿¡Y es mi maldita culpa lo que me hiciste!? — Se reincorporó como pudo y golpeó


fuertemente el pecho de Kim. — ¡Tú me hiciste esto cuando yo jamás lo pedí y ahora
me pides cosas como si fuera mi puto deber! ¡Sólo mátame de una vez si es lo que
quieres hacer! Ya no te aguanto, de verdad. — Taehyung tomó los brazos que lo
golpeaban y los inmovilizó. Jeon aulló de dolor. — Basta.

— Basta tú. — Aflojó el agarre. — Está bien, te daré unos días para que te recuperes y
te prometo que en esos días no me verás, pero cambiaré de parecer si no comes ni
obedeces. Ya he tenido demasiada paciencia contigo, Jungkook. Lo haces a mi manera,
o será nuevamente a las malas. Ahora... — Lo soltó bruscamente. El menor cayó en
seco a la cama y el mayor se dirigió a las escaleras. — También tendrás sesiones con el
psicólogo. Tienes algo, no sé qué sea, pero no eres normal. Cambias demasiado de
parecer y aparentemente tienes varias personalidades. Tus ataques de ira tampoco son
normales. — Arregló las mangas y el cuello de su camisa antes de disponerse a subir la
escalera. — Es por eso que mañana vendrá un especialista a verte. Rosé se encargará de
cuidarte y alimentarte, y cuando yo sienta que estás preparado para volver a verme,
vendré. Por mientras, descansa. No olvides que mi prioridad es tu bienestar y el de todos
los internos en general. — Kook escuchaba, más no se atrevía a mirarlo. — No tiene
caso amenazarte con que no abras la boca sobre lo que pasó esta noche, eres demasiado
egocéntrico como para andar divulgándolo. — Y desapareció, simple y llanamente,
desapareció.

El latir de Jungkook era tan rápido que fácilmente podría ser considerado taquicardia.
Indiscutiblemente nadie lo entendía y nadie jamás lo haría. Era incomprendido por todo
y todos. Él era normal, su manera de pensar era la diferente y no cambiaría nunca.
Seguía pensando de forma inmutable que todos los humanos sólo vivían para
desperdiciar su vida haciendo cosas que realmente no querían hacer. Seguía pensando
que él podía marcar la diferencia y que, sin importar qué, lo haría. Seguía pensando que
era la persona más genial que había en todo el maldito planeta tierra. Seguía pensando
que la hipocresía no iba con él y que no era una oveja más del rebaño.

Pero aquel hombre llamado Kim Taehyung había arruinado prácticamente todo en una
noche. Inclusive, en varios días. Por primera vez en su vida sentía que no estaba a la
altura y que sí había alguien que lo podía frenar. Recordar le hacía mal, pero tampoco
podía dejar de hacerlo, por esa sencilla razón es que ahora se encontraba hundido en un
mar de lágrimas, del cual no saldría en toda la noche o hasta que se quedara
profundamente dormido. Se sentía sucio y tenía asco de sí mismo. Estaba actuando
como si lo hubieran violado, y si bien no fue el caso, recordar que había puesto de su
parte solamente hacía que se odiara más.
— ¡Imbécil! — Le dio un fuerte puñetazo a la cama, lastimándose en el proceso. No
estaba en condiciones de moverse, pero tenía que descargar su rabia de alguna u otra
forma. — Siempre he sido un imbécil...

Porque sí, joder. Su ego se había hecho polvo, o al menos por esa noche. No ganaba
nada con hacer una rabieta, tampoco con sacar su actitud de matón, mucho menos con
intentar escapar y obviamente jamás con proceder estúpidamente, pero se vengaría. No
tenía ningún plan, lo único que hacía era llorar por su idiotez y porque no soportaba
estar de aquella manera.

Él nunca había estado de esa manera.

De hecho, cuando vivía con sus padres, ellos le temían y tenían un respeto que hacía
parecer a Jungkook como el padre en vez de el hijo. En su antiguo colegio tenía un
pequeño grupo de amigos a su altura, todos igual de malos. Eran respetados incluso por
los docentes. Con su sola presencia era suficiente para que todos guardaran silencio y
se preocuparan de cometer un error que les pudiera traer graves consecuencias.

¿Qué pensarían sus amigos si les dijera que lo habían humillado y que había sido el
pasivo de alguien? De seguro sería el nuevo blanco de bullying y burlas.

Luego de mucho planteárselo, quizá después de todo sí era gay. Porque por mucho que
lo odiara, había disfrutado de lo que le había hecho el director Kim, pero eso no
significaba que dejara de sentirse patético, humillado y el peor estúpido en todo el
mundo.

Y no, no estaba exagerando. Para Jungkook era de sumo interés mantenerse en su zona
de confort, la cual había sido gravemente afectada. Ya no se sentía como él. Se sentía
de menos ante los demás, y eso estaba mal.

Lo que para unos puede llegar a ser una tontería, para otros puede llegar a significarlo
todo.
18.
— Así que tú eres el famoso Jungkook.

El supuesto "psicólogo" o "psiquiatra" había llegado. Jungkook no tenía muy en cuenta


qué tipo de 'médico mental' era, pero iba más o menos por esos lados. El día anterior
fue tranquilo y ameno. Pudo bañarse, comer algo de manera normal y no como un
animal, estuvo relajado y durmió lo que se podría denominar "bien". Lamentablemente,
el collar en su cuello seguía intacto, pero al menos ya no sufría descargas eléctricas.
Rosé se había portado muy bien con él, incluso le dio ropa para que pudiera taparse las
marcas que tenía en gran parte de su cuerpo. Se sentía mejor, pero a ratos le daban esos
ataques de ira al recordar lo idiota que era, todavía si no había sido plenamente su culpa.

Jungkook se encogió de hombros en respuesta y observó al hombre. Era un chico joven,


tenía el cabello de color amarillo pollo, que debido al tono de su piel se lograba ver
bien. Era alto y mantenía un semblante abarrotado de serenidad.

— ¡He escuchado mucho sobre ti! Yo soy Yugyeom, pero tú puedes llamarme como
quieras. — Habló el psicólogo y arrastró un pequeño taburete que había dejado Rosé el
día anterior, tomó asiento y prestó suma atención a Kook, quien estaba sentado al frente,
en la cama. — Este lugar es algo... siniestro. Creo que Taehyung exageró. — Comentó,
luego de darle un ligero vistazo al área. El menor no dijo nada, pero se sintió afortunado
de que alguien pensara de manera razonable. — Está bien que no quieras hablar por
ahora. Sé que soy un desconocido y que no debes estar acostumbrado a contarle tu vida
a un extraño, pero quiero que tengas en cuenta que yo no te voy a juzgar. Puedo ser
como un saco de boxeo para ti si eso te hace sentir más cómodo.

— ¿Eso quiere decir que puedo golpearte? — Enarcó una ceja y Yugyeom rió.

— A lo que me refería es que puedes desahogarte conmigo, y si quieres un consejo yo


te lo brindaré. Sino, sencillamente te escucharé hasta que te canses de hablar. — Su risa
cesó, pero sus labios formaron una deslumbrante sonrisa que hizo sentir reconfortado a
Jeon. — No te sientas presionado, eres dueño de mi tiempo ahora. Comenzaremos
cuando tú quieras.

Pero él no quería comenzar. Para Jungkook, cuando alguien iba a un psicólogo era
sinónimo de que ese alguien estaba loco o que algo en su cabeza no estaba bien, y ese
no era su caso. Él estaba perfectamente bien, en realidad, jamás pudo haber estado
mejor. Si el director no lo entendía, no era su problema. El único que tenía que recibir
urgentemente la ayuda de un psicólogo era Taehyung; él y nadie más.

— Estás en el lugar incorrecto, Yugyeom. — Musitó con despreocupación, cruzándose


de brazos. — Deberías estar dándole tu discurso a Taehyung, no a mí.

— ¿Por qué?

— Porque él es el que necesita ayuda. Él no me entiende y tampoco espero que lo haga,


ni él ni tú, pero yo estoy bien. Él es el enfermo que no debería estar de director en una
correccional, sino en el manicomio. — El peliamarillo frunció el ceño, sin comprender
nada. Kook rodó los ojos; debía ser más explícito. — No te diré lo que pasó, pero sí te
diré que lo que pasó fue demasiado grave como para que ese loco siga suelto.

— ¿Taehyung te hizo algo? — Si supiera.

— Eso no importa. Lo que importa es que él cree que porque lo odio estoy loco. No
entiende que trato de tolerarlo, pero no puedo. ¿Eso me convierte en un loco?

— Por supuesto que no. Escucha... mi primo tiene un gran...

Así que primo.

— Espera... ¿Eres su primo? — Yugyeom asintió y Jungkook sobó su frente. Ahora


entendía todo. — Y lo vas a defender, ¿cierto?

— No vine a hablar de Taehyung, vine a hablar de ti. El que sea su primo no significa
que lo voy a defender, tampoco que haré menos tu opinión sólo por darle la razón a él.
Puedes confiar en mí, de verdad. — Jeon agachó la cabeza y apoyó su quijada en el
dorso de su mano, mirando al psicólogo con cierto escrúpulo. — Taehyung me mandó,
lo acepto, pero no tomé en cuenta lo que me dijo de ti. Puedes demostrarme todo lo
contrario, le voy a decir que se equivocó contigo y todo arreglado.

Eso sonaba interesante. Jungkook no sabía fingir, tampoco mentir y mucho menos ser
hipócrita, pero sólo bastaría con mostrarse educado, sereno y todo saldría bien.

— ¿Y me sacará de aquí? — Cuestionó el menor, un tanto ilusionado. El mayor no evitó


sentir ternura y a la vez compasión.
— Hagamos algo... — Sonrió cómplice. — Si colaboras conmigo, haré hasta lo
imposible porque salgas de aquí. ¿Qué me dices?

— Me parece bien. — Asintió con la cabeza, dispuesto a hacer lo que fuera. — Tú dime
qué debo hacer.

— Puedes contarme lo que quieras, aunque preferiría que me contaras por qué
terminaste aquí, en la correccional. Tu infancia, cómo te sientes, no sé... sólo
desahógate. — El pelinegro accedió, pero no evitó mirar a todos los rincones de la
habitación, esperando que las cámaras de seguridad estuviesen apagadas. Yugyeom se
percató de aquello. — Habla con libertad, las cámaras están apagadas.

Kook suspiró y se tomó unos cuantos segundos para pensar por dónde debería
comenzar. Él no era amante de andar contando su vida ni los motivos por los cuales era
como era. Las explicaciones no eran lo suyo, pero también debía recordar que no tenía
que dar una explicación, sencillamente debía expresar su sentir. No quería mentir, pero
tampoco quería verse débil. Se notaba a leguas que el peliamarillo era una buena
persona que sí buscaba ayudar a los demás. Y qué mejor si él podía hacer algo para
sacarlo de aquel espantoso lugar.

— Era adicto a los libros. — Comenzó a hablar. — Mi papá desde pequeño me decía
que cuando creciera debía ser un gran ingeniero, como él. Yo lo admiraba demasiado,
cada cosa que hacía era asombrosa. Era como una especie de dios para mí, así que me
impregné en libros. Era el mejor del instituto, el número uno. En ese entonces era como
un nerd, jamás me molestaron o incomodaron, pero a medida que fui creciendo me dí
cuenta de la triste realidad del ser humano.

— ¿Cuál?

— Que no importa de cuánto conocimiento te llenes. No importa si eres el más


inteligente, si te esfuerzas más que otros o si tienes más que otros, al final de cuentas
todos terminaremos en el mismo lugar y eventualmente seremos olvidados.

— ¿Qué te hizo pensar eso?

— Todo.

— ¿Qué todo, Jungkook?


— Todo, pero en especial la muerte de mi abuelo paterno. Él hizo cosas geniales,
¿sabes? Pero ahí reaccioné. Ahí me dí cuenta de que todo el conocimiento que se esforzó
por tener en años, se había ido en un instante. Todo el dinero que tanto le costó tener,
ya no lo podía disfrutar él, sino que quedaba para los demás, incluyéndome. Todo lo
que hizo y todo lo que soñaba por hacer aún, no se pudo. Todo lo que se esforzó se fue
al caño, ¿y sabes qué es lo peor? — Miró fijamente al psicólogo, el cual estaba prestando
tanta atención que hizo que Jungkook se sintiera comprendido. — Que luego de años,
ya casi nadie lo recuerda.

— Pero...

— Aún no termino. — Interrumpió. — Y desde ahí cambié. Me dí el trabajo de observar


la cadena de la vida, y todos los humanos son iguales. Quieren ser grandes en la vida y
luchan por ello, se arrastran, lloran, suplican; todo por conseguir lo que desean, y cuando
lo logran, resulta que ya no pueden disfrutar de lo que ellos mismos hicieron. Dejé de
leer, dejé de querer ser el mejor, dejé de ser un hipócrita, dejé de hacer muchas cosas y
sólo me dediqué a disfrutar. Eso mis papás no lo tomaron bien, y por eso terminé aquí.
— Se encogió de hombros y desvió la mirada.

Yugyeom suspiró, sin saber exactamente qué decir. El menor tenía razón en tantas
cosas, pero aquel pensamiento era erróneo para alguien de tan corta edad y que apenas
está comenzando a vivir la vida.

— Pero se vale soñar, Jungkook. Se vale querer dejar huella con tu trabajo.

— Eso no le pasó a mi abuelo y yo me niego a seguir al rebaño.

— Dices que ya nadie lo recuerda, pero estás tú aquí hablándome de él. Dices que hizo
cosas geniales y eso significa que dejó huella en ti. ¿No crees que hizo una excelente
labor?

— La hizo.

— ¿Entonces por qué arrepentirse? Dejó a sus seres queridos bien económicamente.
Además, déjame asegurarte que él fue feliz mientras luchaba por lo que quería, porque
cuando una persona hace lo que le apasiona, no importan las condiciones, simplemente
es feliz.

El pelinegro apretó sus labios, escuchando las palabras de Yugyeom. No tenía nada
para decir.
— Gracias. — Susurró lo más genuino posible.

— No agradezcas. — Sonrió el mayor. — ¿Lo que dije cambió un poco tu perspectiva


de la vida?

— Quizá.

— Eso me hace feliz. — Ensanchó su sonrisa aún más. — Como dije, no quiero
presionarte, así que es suficiente por hoy. Puedes contarme más cosas a medida que lo
desees, pero creo importante hablar acerca de lo de Taehyung.

— ¿Tú crees que estoy loco?

— ¡Claro que no! Sólo tienes un punto de vista diferente al resto, y eso está bien. Ser
diferente está bien. — Y Kook sonrió por primera vez en el día. Yugyeom lo entendía,
de verdad lo hacía. — Qué bonita sonrisa de conejito, deberías sonreír así más seguido.

Jungkook rió, avergonzado.

— ¿Qué querías decirme sobre tu primo? — Cambió el tema. Yugyeom le agradaba,


pero se sentía tímido ante halagos tan repentinos.

— Es cierto. — Chasqueó los dedos el peliamarillo. — Sé que es difícil lo que te voy a


pedir, pero si yo me comprometo a convencer a Taehyung de que tenga una charla
civilizada contigo, ¿estarías dispuesto? No tienes ningún problema y veo innecesario el
que estés aquí tan apartado. Eres pequeño aún y podría ocasionarte traumas. Pueden
hablar sobre sus diferencias y llegar a un acuerdo. Taehyung no es tan malo como parece
serlo y tú eres un buen chico.

"No es tan malo como parece serlo", sí, claro.

— Está bien, acepto. Sólo espero que lo convenzas de que llegue con buena actitud y
que no solucione todo dándome descargas eléctricas.

— ¿Qué? — El psicólogo parecía sorprendido. — ¿Él te ha estado dando descargas


eléctricas? — Jeon asintió con la cabeza y se bajó un poco el cuello de tortuga de su
suéter, dejando a la vista el collar. — ¿Y esas manchas rojas? — Mierda.

— Son... mh...
— ¿Son chupones?

— ¡No, no! — No sabía qué decir. No es que estuviera tratando de encubrir a Taehyung,
pero lo que había pasado le daba tanta vergüenza que no quería que nadie se diera
cuenta. Yugyeom asintió, sin preguntar nada más. Sabía que algo estaba mal, pero ya
tendría tiempo de hablar con su primo.

— Muy bien, Jungkook. — Formuló, poniéndose de pie y sonriendo amablemente. —


Nos veremos más pronto de lo que crees. Vendré muy seguido por aquí, así que espera
mi visita. Fue un placer conocerte, chiquillo. — Dirigió su mano hacia los cabellos
oscuros del menor y los alborotó levemente. — Come bien y duerme bien, no me gustan
esas ojeras.

— Adiós... — Musitó, organizándose su cabello y viendo partir al peliamarillo.

Para ser familia de Taehyung, Yugyeom era considerado, comprensivo y sensible. Nada
comparado a su odioso primo, y eso le gustó a Jungkook. Sin mencionar que había sido
la primera persona que lo había entendido, tal vez se debía a que era psicólogo,
psiquiatra o alguna de esas mierdas.

Pero le había caído bien.


19.
En cuanto Yugyeom salió del cuarto de expiación en donde estaba Jungkook, se dirigió
a la oficina de Taehyung. Necesitaba hablar con él, y nadie, absolutamente nadie, le
sacaba de la cabeza que ahí había gato encerrado. Jungkook aún era muy pequeño y no
era bueno exponerlo a métodos de torturas tan graves, mucho menos mantenerlo aislado
e incomunicado. Hasta donde sabía, el menor no había cometido ningún crimen como
para estar recibiendo atenciones tan déspotas. Quizá su primo había heredado el instinto
animal de su tío, eso sin duda.

Entró a la oficina sin siquiera tocar la puerta, encontrándose con Taehyung en su


escritorio, al parecer revisando unos papeles. Este último alzó la mirada hacia el
peliamarillo y pocos segundos después dejó de lado el papeleo para prestarle atención
a él.

— ¿Y bien? ¿Sabes qué tiene? — Cuestionó, haciendo referencia a Jungkook. Yugyeom


tomó asiento en una de las sillas al frente del escritorio de su primo y asintió levemente
con la cabeza.

— No tiene nada, Taehyung. De hecho, se portó bien y no creo que merezca todo lo que
le estás haciendo. — El rubio bufó. — Hablo en serio.

— Se lo merece. No lo conoces.

— ¡Sólo tiene 16 años! El que no lo conoce eres tú, quizá porque no te has tomado por
lo menos el tiempo de ser amable con él.

— ¿A qué te refieres? — Odiaba tener tan poca paciencia. La conversación apenas había
empezado y él ya estaba comenzando a irritarse.

— Me dí cuenta de que le das descargas eléctricas. — Comentó el psicólogo,


recostándose en el respaldo de la silla. — Déjame preguntarte algo, Taehyung, ¿lo
tocaste?

Kim tensó su mandíbula y desvió su mirada. ¿Qué se suponía que tenía que responder?

— ¿Qué te hace pensar que lo toqué?

— Tiene chupones en el cuello. — El director rió.


— Así que te mostró el collar. — Yugyeom asintió. — Está claro que quiere hacerse la
víctima, Yugyeom. No lo conoces, es insolente, respondón, ¡hasta atrevido!

— Pues conmigo no fue así y estoy seguro de que fue sincero. Y si así fuera, ¿eso te da
el derecho de privarlo de su libertad, maltratarlo físicamente y dañar su integridad? No
sólo eso, también le estás causando un gran daño anímico y mental.

— Estamos en posiciones diferentes. — Alegó Kim. — Tú eres psicólogo, yo director


de una correccional. ¿Sabes la diferencia que hay en eso? Demasiada. Yo tengo que
tratar con mocosos groseros todos los días. Mocosos que necesitan de una mano fuerte.
Tú tratas con gente que necesita ayuda de otro tipo.

— ¿Y no te has puesto a pensar que muchos de esos "mocosos", como tú les llamas,
están aquí por falta de atención o porque ocurrió algo que los traumó y que no pudieron
superar? Están perdidos, pero la violencia no es forma de sacarlos de donde están.
Reacciona, Taehyung.

— ¿Lo estás defendiendo? — El tono de su voz era casi resentido.

— Sí. Jungkook no es lo que crees, y estoy seguro de que todos estos niños tampoco.

— ¡Lo que me faltaba! — Burló Taehyung, recostándose agotado en su silla.

— Además... quiero que hables con él. Quiero que trates de ser comprensivo. Le
pregunté si estaba dispuesto a hablar contigo sobre lo que le molesta y viceversa, y me
dijo que sí. — ¿Jungkook quería verlo? ¿En serio? — Él quiere salir de donde está y
está dispuesto a colaborar, así que no te hagas del rogar. — Exigió el psicólogo,
seriamente. — También quiero que le quites esa cosa del cuello y que lo cuides mejor.

— Ahora resulta que soy su padre. — Volvió a reír el director.

— No, pero como tú mismo dijiste, eres el director de una correccional. Eres
responsable de él desde el momento en que entró aquí. No puedo creer que seas tan
inconsciente, de verdad.

— Bien, hablaré con él. — Restregó un poco sus ojos y suspiró ligeramente. — ¿Y qué
haré con sus cambios de humor? Parece una mujer cuando se pone en ese plan.

— Jungkook sólo es incomprendido, no tiene nada raro ni es bipolar como tú me dijiste.


— Ajá.

— De verdad, Taehyung. — El nombrado asintió, sin dejar de sonreír. — Ahora


respóndeme, ¿lo tocaste?

¿Ser sincero o no? Yugyeom era muy amante de la justicia y de seguro lo recriminaría
hasta el día de su muerte, pero ya que Jungkook en ningún momento se hizo la víctima,
o no parecía haberlo hecho, no estaba tan en peligro como lo imaginó. Su primo luego
lo perdonaría y el adolescente sería recompensado por su buen comportamiento.

Todos salían ganando.

— Sabes que soy un hombre recto. — Expresó Taehyung. Sería sincero. — Pero ese
niño tiene... no sé, algo que me hace salir de mis cabales y querer dominarlo.

— ¿Cómo es eso?

— Me gusta que se comporte mal para luego tener una excusa para poder tocarlo o
humillarlo, ¿me entiendes? — Miró atentamente al peliamarillo, el cual estaba tratando
de no malinterpretar lo que su primo decía.

— La verdad no. — Sinceró Yugyeom. — Seré más directo con mis preguntas. ¿Lo
violaste?

Mierda.

— Tanto como violación no fue. — Trató de excusarse y al menor casi se le salen los
ojos gracias a la sorpresa. — Escucha...

— ¿¡Te acostaste con un menor de edad!?

— ¡Tampoco fue un acostón! — Golpeó su escritorio.

— ¿¡Entonces qué mierda fue!?

— No lo sé. ¡Te dije que es raro!

— No te estoy entendiendo. — Kim revolvió sus cabellos y Yugyeom lo imitó. — A


ver, para que me entiendas... ¿Le...
— ¡No soy un niño!

— ¿¡Le metiste el pene sí o no!? — Ya se hallaba completamente irritado.

— ¡Que sí!

Hubo varios segundos de silencio. El peliamarillo masajeó sus sienes, mientras que el
rubio mantenía puesta su mirada en la nada y de vez en cuando la depositaba en su
primo, el cual también aparentaba estar pensando.

— ¿Por qué? — Fue lo único que dijo el psicólogo.

— Sólo se dio. Te digo que me saca de mis cabales. — Trataba de justificarse, pero
sabía que no había nada que pudiera eximir su actuar.

— Tú también me tienes ahora fuera de mis cabales, pero no por eso voy a violarte.

— ¡Que no fue violación, Yugyeom!

— ¡No quiero detalles!

— ¡Entones no preguntes!

— Sólo... — Suspiró colérico. — Habla con él y sácalo lo más pronto de la ratonera en


donde está, no lo merece. Lo que le hiciste es mil veces peor que lo que hizo, así que
ten un poco de compasión por ese pobre niño. Créeme que con un buen trato su actitud
cambiará.

— Bien.

— Y tú... — Mencionó, poniéndose de pie. — Deja de ser tan cruel e hijo de puta,
Taehyung. No sigas el ejemplo de tu padre. No soy quien para meterme en tu vida y si
Jungkook se hubiera quejado de lo que le hiciste, ahora estaría golpeándote la cara, pero
no lo hizo. Vendré de nuevo te guste o no, así que...

— No quiero que lo veas otra vez. — Interrumpió.

— ¿Qué? — Sonrió incrédulo el peliamarillo.


— Te llevaste bien con él, eso a simple vista se ve.

— ¿Y eso qué? — Taehyung endureció su mirada y la puso encima de su primo. —


¿Tienes celos? ¿Es eso?

— ¿Y qué si sí?

— ¡No lo puedo creer! — Carcajeó. — ¡Es un niño y yo no soy como tú! No me metería
con él.

— De igual forma no quiero que lo veas.

— Estás siendo egoísta ahora mismo. Él necesita a alguien con quien hablar y dudo que
tú estés dispuesto a escucharlo.

— Lo haré si es necesario.

— ¿Es en serio?

— Muy en serio.

Yugyeom asintió y apretó sus labios, evitando decir algo que estuviera fuera de lugar o
que pudiera desatar una discusión aún más infantil de la que se estaba llevando a cabo.
Era imposible llevarle la contraria a Taehyung, él era prácticamente el dueño del lugar
y el responsable del pequeño pelinegro. Tampoco podía demandarlo, era su familia
después de todo; se había criado a su lado, y lo quería. No podía hacerle eso.

Pero sí podía hacer que se arrepintiera.

— ¿O es que acaso te gustó Jungkook que quieres volver a verlo? — Cuestionó Kim,
contraatacando. El psicólogo rodó los ojos.

— Ya te dije que es un niño y que yo no soy como tú, ¿acaso los celos ya te dejaron
también sordo? — Caminó hasta la puerta. — Sólo quiero ayudar, porque me lo pediste,
porque es mi deber y porque nadie, ni el peor criminal, merece lo que le estás haciendo
a Jungkook. Recapacita, trata de entenderlo y si tanto te gusta, entonces no lo trates
como un objeto que puedes tener o un animal que necesitas amansar. Es una persona,
como tú, como yo y como todos los que están aquí en la correccional. — Abrió la puerta
y dirigió la última mirada hacia el rubio, quien ni siquiera se dignó a mirarlo. — Buenas
tardes, primo.
El peliamarillo desapareció y Taehyung, en tanto, se quedó meditando sobre lo que
debía hacer. Quizá obedecería y trataría de conocer mejor a Jungkook, entenderlo y
ayudarlo. Le costaría y lo tenía muy en cuenta, el menor, efectivamente, lo odiaba luego
de lo que pasó, y él sólo había hecho que ese odio incrementara al tratarlo tan mal; sin
embargo, veía posible una relación amena entre ambos. Primero, trataría de ganarse su
confianza sacándolo de la pocilga en donde estaba y quitándole el collar, pero no estaba
muy seguro de querer dejarlo afuera. Podía ser peligroso.

No sabía qué haría, pero haría algo para mejorar.


20.

Pánico.

No había otra emoción que expresara cómo se estaba sintiendo, sólo pánico. Un guardia
de seguridad había venido por él y le había dicho que el director quería verlo, Jungkook
de inmediato asoció aquello con la conversación que había tenido con Yugyeom. El
psicólogo le había prometido que hablaría con su primo y lo convencería de tener una
charla "civilizada" con él, y que posteriormente lograría que saliera de aquel encierro
que poco a poco lo estaba volviendo loco. Claramente tenía dudas y miedo,
considerando la personalidad de Taehyung, era imposible que con ese hombre se
pudiera llegar a buenos términos. Kook no era un ángel, estaba lejísimos de ser uno,
pero sí había de admitir que ahora, en lugar de seguridad y rebeldía, estaba saturado de
miedo y cobardía; cosas que jamás creyó poder sentir.

Estaba afuera, al aire libre. Podía parecer algo estúpido, pero se alegraba de ver algo
diferente a paredes blancas y una habitación casi vacía. Una parte de su subconsciente
le gritaba que huyera y saliera corriendo hasta no poder más, pero la otra, y la cual
estaba ganando, le pedía que no hiciera nada insensato, que se mantuviera tranquilo y
al margen porque ya no quería sufrir más. Ciertamente ya no le quedaban fuerzas para
seguir peleando, y después de días seguía sintiéndose menos, humillado y derrotado.

Cuando volteó por el pasillo que conectaba con la oficina del director, sus pasos por
inercia bajaron la velocidad. Era demasiado triste el hecho de que tenía que arreglar
cuentas con la persona que odiaba y que lo había perjudicado de tantas maneras, pero
Jungkook siempre fue fuerte, y pese a casi haberse perdido a sí mismo, se estaba
resguardando en su pensamiento de que sólo estaba así porque su ego estaba herido, que
luego volvería a ser el mismo de antes e incluso se convertiría en alguien mejor, o peor.

Los ojos de la típica secretaria de Taehyung se abrieron de par en par al divisar a


Jungkook, quien le dedicó una mirada de antipatía. Aún recordaba que gracias a esa tipa
se había desatado el segundo y peor mal entendido entre Kim y él. Si ella se hubiese
portado diferente, todo hubiera cambiado radicalmente.

Sí, como siempre echándole la culpa a los demás de sus desgracias.

— Pasa. — Ordenó el guardia, sacando a Kook de sus pensamientos. La puerta de la


oficina estaba abierta y él no quería pasar, pero tenía que hacerlo si quería deshacerse
de aquel molesto collar y recuperar parte de su "libertad", que aunque lo hiciera, no
serviría de nada porque seguía encerrado en una maldita correccional.

El pelinegro obedeció luego de varios y largos segundos. Tomó los extremos de su


chaqueta negra, la cual notó que le quedaba un poco más grande y se cubrió el torso
como pudo con ella. Sus ojos estaban fijos en el suelo, no quería alzar la mirada y ver a
Taehyung. No le interesaba, él sólo quería llegar a un acuerdo, si es que era posible. Se
acercó solamente un poco al escritorio del director y centró su atención en sus jeans
bastante rasgados y sus botas Timberland negras. Extrañamente, sentía que aquella ropa
ya no iba con él. Esa ropa era para chicos admirables, y él se había convertido en un
fracasado.

— Siéntate. — Demandó esa singular voz grave y ronca que provocó que la sangre de
Jungkook se helara. Al contrario de este último, Taehyung no apartaba su mirada de él.
Se percató de que el menor estaba más delgado, pálido y ojeroso. No fueron muchos los
días que dejó de verlo, pero el cambio era evidente. También era evidente que había
sido un completo estúpido con él. Jeon obedeció casi inmediatamente y tomó asiento en
una de las sillas que estaban frente al escritorio del mayor; no obstante, siguió cabizbajo,
como queriendo huir. — Estoy cumpliendo mi parte del trato, así que espero que
colabores. Es lo más sano para los dos, ¿estás de acuerdo?

Pero no recibió respuesta. Kook únicamente asintió con su cabeza y no hizo ni dijo nada
más. Será difícil, dispuso el rubio, más no culpaba al pelinegro. De cierto modo, lo
entendía.

O eso quería creer.

— Entonces sería bueno que comenzaras a hablar tú. — Propuso el director, jugando
con uno de sus tantos bolígrafos. — Dime lo que quieres que cambie y yo te diré si
estoy de acuerdo o no. — Y una minúscula sonrisa se formó en sus labios. El
adolescente alzó de poco en poco su mirada y observó al hombre frente a él con una
expresión tan neutral que asustaba. ¿Era en serio?

— Bueno... — Se animó a hablar, desviando su mirada hacia el ventanal que estaba a


espaldas de Kim posteriormente. — Quiero que el collar se vaya...

— Ajá... — Asintió, alentándolo a proseguir.

— También quiero salir de ese cuarto.


— Mh.

— No quiero que... — Se calló y su mirada decayó nuevamente. Estaba nervioso, lo


cual lo impulsó a jugar con sus manos con algo de frenesí.

— ¿Qué...? — Sabía que estaba mal, pero joder, cómo disfrutaba ver así al menor. Si
no estaba soltando unas cuantas carcajadas era por mera educación. — Prosigue.

— No quiero que me castigue ni que me toque. — Finalmente lo dijo, con su voz algo
rota. Taehyung tapó con su dedo índice su boca para ocultar la sonrisa que se había
dibujado ahí.

— ¿Sólo eso? — Jeon asintió suavemente. — Bien, ya no habrá collar, saldrás del
cuarto, pero respecto a lo otro, se me hace imposible y no por los motivos que estás
pensando. — Se levantó de su silla y tomó unas tijeras. Dio la vuelta por su escritorio y
lentamente se fue acercando al pelinegro, quien había empezado a alterarse. — Como
sabrás, esta es una correccional, es mi deber castigar cuando hay algo fuera de control.
Lo viste con Hoseok aquel día. No puedo hacer preferencias contigo. — Flexionó sus
piernas y llevó una de sus manos al cuello del menor. Jungkook trató de retroceder, pero
el director había tomado el collar, cortándolo entonces. — No te haré daño. — Aseguró
con burla, capturando el objeto entre sus manos y volviendo a su sitio correspondiente.

¡Se sentía tan bien estar sin ese maldito collar! Parte de su agonía se había ido.

— Pero bien que hace preferencias para otras cosas... — Se atrevió a decir. Demasiado
bajo, pero lo dijo. Taehyung esta vez no evitó reír.

— Pensé que querrías olvidarlo.

— Como si fuera tan fácil.

— Pues lo lamento.

— Con eso... con eso no arregla nada. — Odiaba que su voz le fallara cuando quería
mostrarse fuerte.

— Lo sé, pero decirte que lo lamento me hace sentir mejor.

— Solamente a usted.
— Me sacaste de mis cabales. No era yo, no me sentía como yo. Todo lo que dijiste
hizo efecto en mí y lo único que recuerdo que quería en ese momento era hacerte daño.
— Pero por supuesto que aquello no redimía nada. Definitivamente, nada. — Así que
lo siento.

— Entonces demuestre que lo siente con hechos, no con palabras.

— ¿Y qué puedo hacer para que veas que lo siento de verdad? — Kook se encogió de
hombros.

— Eso está en su consciencia.

Taehyung se pasó una mano por el cabello, tratando de arreglar su flequillo mientras
llenaba sus mejillas de aire, soltándolo segundos después.

— Tus padres me dijeron que te gusta mucho el campo, y sé que dije que no debería
hacer preferencias contigo, pero considerando todo lo que pasó... — El pelinegro
frunció el ceño. Sí, a él le encantaba el campo, pero no entendía muy bien a qué venía
ese comentario ni todo el parlamento que le siguió después. — Estuve pensando en algo
para tratar de recompensar tu tormentosa estadía aquí.

— ¿Qué cosa?

— Tengo una casa en el campo, y estaba pensando que quizá debería darte permiso para
que te quedes un tiempo allá. — El adolescente se quedó mudo, estaba entre la felicidad
y la desconfianza. — Como sabrás, aquí en la correccional hay normas y políticas
adaptadas al pensamiento de mi padre, y una de ellas es que los internos no deben salir
del cuarto de expiación por mínimo veinte días. Yo, personalmente, creo que me he
pasado de raya contigo. — Sinceró, no muy contento. Odiaba errar. — Así que me
pareció buena idea proponerte esto. Claramente, debes tener en cuenta que hay
condiciones.

— ¿Qué condiciones?

Jungkook estaba que saltaba en una pierna, pero muy dentro de él algo le decía que no
debía de ilusionarse, al menos no tanto.

— Estarás vigilado, pero te darán tu espacio. Podrás salir cuantas veces quieras, pero
no deberás alejarte demasiado; básicamente, podrás hacer lo que quieras, pero... — El
director suspiró pesadamente. — Conmigo.
Sabía que era excesivamente bueno como para ser real. La cabeza del pequeño Jeon
empezó a dar vueltas, imaginándose un montón de cosas. Unas malas y otras no tan
buenas. ¿Cómo podía confiar en Kim Taehyung? Aquel hombre era malvado, un
maltratador y desquiciado. ¿Cómo sería estar en la intemperie, alejado y únicamente
con él? Sencillamente era el infierno.

Pero estaba aburrido y cansado de todo. Quería ver aire libre, quería sentirse libre.

— ¿Cómo sé que no es una trampa? Quizá tan sólo quiera llevarme lejos para matarme.
— Kim rió. — No le veo lo gracioso.

— Puedo ser malo, pero no soy un asesino. — Aseguró el mayor. — Es para que
descanses, y el tiempo a solas es para que me conozcas mejor y te quites esa imagen de
la cabeza de que soy un monstruo, porque no lo soy, Jungkook.

— No lo sé.

— Dame una oportunidad.

— Usted jamás me dio una.

— Los dos hemos cometido errores, uno más que el otro, pero al fin de cuentas, los dos.
Cuando llegaste no me diste oportunidad de nada, luego fui yo quien se cerró, así que...
— Se reincorporó un poco la silla, ante la mirada atenta de Jungkook. — Danos esta
oportunidad a los dos.

¿Debería?, se cuestionó Kook. La oferta de irse al campo por un tiempo era tentadora,
y para alguien en sus condiciones era como encontrar la puerta del paraíso, el problema
era Taehyung. Convivir con él en el campo era como entrar al paraíso con el diablo de
la mano.

Pero de cualquier forma, tendría que verlo todos los días al ser el director del lugar al
que estaba atado, el campo sólo mejoraría las circunstancias.

El adolescente inhaló hondamente y conectó su mirada con la del rubio.

— Acepto.

Muy en el fondo, sentía que era una mala decisión.


Pero valdría la pena.
21.
Cualquiera estaría de acuerdo en que era un completo idiota por aceptar la propuesta de
irse al campo junto al sujeto de sus más alarmantes pesadillas, incluso hasta él lo
pensaba así, pero no le quedaban más opciones. Si se quedaba en la correccional, de
igual forma tendría que ver a Kim y, para rematar, seguiría internado y siendo, en pocas
palabras, un criado. Porque con todas las actividades que ponían a hacer a los internos,
eso era lo que parecían. Criados. El campo mejoraría todo, y pese a la borrascosa
presencia de Taehyung, él se sentía feliz de poder salir y descansar un poco.

Porque vaya que lo merecía.

Y ya todo estaba listo.

El director le había permitido volver a su antigua habitación para poder empacar su ropa
y los objetos que el menor creyera necesarios. También le devolvió sus piezas de valor,
las cuales le fueron confiscadas el día en que trató de huir. Le permitió quedarse ahí
hasta que terminara su turno y ambos pudiesen partir a la dichosa casa del mayor en el
campo. Jungkook estaba emocionado con el sólo hecho de poder salir y no tener que
estar como un sirviente o como un delincuente, pero por otro lado, no podía dejar de
estar preocupado ante los acontecimientos que se pudieran presentar.

No sabía si hacerle honor a su perjudicado ego o si colaborar con el director por primera
vez en su vida. Puede que ahora las cosas estuviesen yendo a su favor, pero Kook
siempre fue una persona sumamente rencorosa, y eso nada ni nadie lo iba a cambiar.

De pronto una oleada de preguntas invadió su mente.

¿Por qué Taehyung había cambiado de parecer tan fácil y rápidamente?

¿Cómo supo que le gustaba el campo? ¿Acaso había llamado a sus padres para
averiguarlo?

¿Por qué se tomaba tantas molestias cuando sólo podía sacarlo de la habitación infernal,
dejarlo en paz y ya?

¿Por qué quería llevarlo lejos?


Y miles de dudas más que esperaba poder resolver después, con el tiempo y con un poco
de sinceridad por parte del rubio.

— ¿Será que le gusto? — Se cuestionó Jeon a sí mismo, mientras observaba el piso con
algo de pavor. — No... ¿O sí? — Y rememoró todo. Se preguntó si Kim había tenido
anteriormente las actitudes que tenía con él pero con otro interno. Nadie se había
quejado de que el director fuera un abusador, y la única vez que lo vio haciéndole algo
malo a un chico, fue cuando pasó el inconveniente con Hoseok; sólo esa vez y nunca
más. Trató de recordar todo desde el primer día, y se le hizo extraño. — ¿Me gusta él a
mí? — Otra nueva cuestión que lo hizo entrar cada vez más en pánico.

Recordó las veces que quería hacer enojar a Taehyung sólo porque sentía aquello como
un reto, como algo que debía hacer y que era divertido. Y porque le gustaba lo que el
mayor le hacía. Asimismo recordó las vez en que lo besó sin razón aparente, las veces
que le contestaba mal sólo para provocarlo; las veces en las que le gritó cosas dolorosas
solamente por querer una reacción, cosa que consiguió.

Consiguió una reacción que ahora lo tenía en la mismísima mierda. Consiguió una
reacción que lo humilló.

Después de todo, tal vez el único culpable de sus desgracias era él mismo.

Entró en un debate consigo mismo y no supo qué hacer ante todo.

— No puede gustarme. ¡No puede! — Se exigió con tanta ira, que por un momento se
lo creyó. — Debo vengarme y ser peor de lo que era antes.

Considerando que ya estaba un poco loco gracias a las descargas eléctricas y que
hablaba consigo mismo como si fuera su propio mejor amigo, no descartaba la idea de
que se estuviera enamorando de su maltratador. Y eso suele pasar. Pero él no podía; no
quería. Le demandaba a su mente que se calmara y que pensara con cabeza fría, como
siempre hizo.

Ni siquiera sabía por qué se había puesto a pensar en tantas cosas tan de repente. Quizá
el efecto tonto del collar había pasado y él estaba volviendo a ser el mismo.

Sólo quizá.

Observó su reloj de manilla, percatándose de que ya casi serían las 9:00 p.m. Eso
significaba que Taehyung saldría pronto y que ambos podrían irse.
"Ambos...", eso sonaba extraño.

Sin embargo, había algo que tenía que hacer antes de partir. Había algo que no lo dejaba
dormir en paz, y ese 'algo' tenía mucho que ver con todos los problemas que se
desataron: las drogas de Jimin y su paradero.

Se aproximó con cuidado hasta el armario, no sin antes echarle un vistazo a todos los
rincones de su antigua habitación, esperando a que no hubieran cámaras. No solían
haber, pero considerando todos los problemas que había causado, no era de extrañarse
que hubiesen puesto algunas. Afortunadamente, no era el caso. Continuó con su objetivo
y abrió las puertas del clóset, el cual yacía vacío debido a que su ropa ya estaba
empacada. Se adentró al compartimiento y trató de abrirse paso con sus manos por la
abolladura que había hecho Jimin cuando estaba tan desesperado por encontrar un sitio
en donde esconder aquellas porquerías.

— Con que esta mierda sigue aquí. — Comentó el pelinegro a la nada, un tanto
preocupado. Si esas drogas eran encontradas en su habitación, se podría considerar
hombre muerto. Jimin seguía desaparecido y no iba a decir nada. Seokjin, al parecer,
también estaba desaparecido. Se consolaba con saber que los estupefacientes se
hallaban muy bien escondidos y mientras no hubieran moros en la costa, todo iba a estar
bien. — Sean chicas buenas y quédense ahí.

Organizó todo, no podía levantar sospechas. Esperó unos minutos y, como lo supuso,
los toques en su puerta no se hicieron esperar. Tomó con prontitud sus maletas, la más
pequeña la colocó en uno de sus hombros, mientras que la más grande la arrastró hacia
la salida. No tenía ni la menor idea de cuánto tiempo se iba a quedar en el campo, pero
Taehyung le había dicho que lo mejor era que empacara gran cantidad de su ropa, y si
era posible, toda.

No confiaba en él, por supuesto que no, pero quería salir de la correccional y si para eso
tenía que obedecer las ordenes de su director, lo haría sin rechistar.

Todo por estar afuera.

Abrió la puerta y se encontró con uno de los guardias de seguridad, el cual le sonrió
suavemente.

— Ya es hora, ¿te ayudo con eso? — Cabía destacar que desde que Kim había cambiado
de parecer, los hombres de seguridad también. De un momento a otro todos lo trataban
bien. Jungkook asintió con la cabeza, entregándole al fortachón la maleta que se podía
arrastrar. — El director está afuera, y pide que no hagas nada por tratar de huir.

Cómo si no supiera qué era lo que le esperaba si actuaba mal.

— Tranquilo, no lo haré. — Aseguró, aferrándose a la mochila que colgaba de su


hombro.

— Siendo así, vámonos.

El guardia emprendió un camino silencioso por los largos pasillos de la correccional,


hasta llegar a una salida misteriosa que se encontraba detrás de unas zonas bastante
abandonadas. Se percató de aquello por el polvo y el olor desagradable que emanaban
dichas áreas. Llegaba a ser incluso tenebroso; no obstante, Kook siguió al mayor en
completo silencio.

Unos pasos más y ya estaban afuera. Extrañamente, en ese sector no había rejas
eléctricas ni toda la seguridad que solía tener el gran edificio en sí, lo cual fue raro, pues
seguía siendo parte de la correccional. El pequeño pelinegro observó una camioneta
negra con vidrios blindados estacionada justo al frente. Por su mente cruzó la idea de
escapar, pero se olvidó rápidamente de aquello.

Simplemente no podía hacerlo.

El fortachón se acercó al vehículo por la parte de atrás y metió el equipaje en el maletero.


Por otro lado, la puerta trasera se abrió, dejando ver a Taehyung. Jeon no pudo evitar
sentirse un tanto nervioso, pero, afortunadamente, no lo demostró.

— ¿Listo? — El menor asintió. — Sube. — Y obedeció. Kim le dio espacio a Jungkook,


y este último se adentró al automóvil con una ímpetu desbordante. — Te prometo que
no te vas a arrepentir.

Las puertas se cerraron y la camioneta se puso en marcha.

Ya era demasiado tarde para arrepentimientos.


22.
El camino había sido silencioso.

Jungkook se la pasó todo el tiempo observando el recorrido, aunque no hubiese nada


más que ver que la oscuridad total de la noche, mismo motivo del que se quejó
Taehyung, pues si hubiese viajado más temprano y cuando el sol apenas se estaba
ocultando, de seguro habría podido sacar unas buenas fotos. A pesar de la tranquilidad
del trayecto, el rubio se sentía feliz y con esperanzas de poder mejorar la relación entre
Kook y él; desde un principio supo que le costaría, pero él no se rendiría hasta conseguir
el perdón absoluto del adolescente.

Que por cierto, siempre había sido bastante esquivo.

Jungkook suspiró y dejó caer el peso de su rostro sobre la palma de su mano, estaba tan
nervioso que no podía moverse ni siquiera un centímetro, y muy en el fondo agradecía
que el director no le estuviese preguntando cosas o queriendo intimidar como siempre
solía hacerlo. Aún le costaba aceptar que estaba yendo, junto a él, a quedarse en una
casa en el campo. Quizá era una casa abandonada y para nada linda; alejada y sin
probabilidades de que alguien lo salvara de su hórrido destino o tan siquiera de que la
policía pudiera encontrar su cadáver.

Estaba exagerando, pero cuando se trataba de Kim Taehyung, él podía esperarse


cualquier cosa.

— Supuse que querrías esto de vuelta. — Habló Taehyung, extendiendo un celular. El


menor observó el aparato, notando que se trataba de su antiguo teléfono, el mismo que
sus padres le arrebataron al momento en que lo subieron por las malas a la camioneta
con intenciones de internarlo. De tan sólo recordar un calor sofocante empezaba a crecer
en él. — Ya no estarás privado del mundo exterior.

Y también las dudas comenzaron a crecer en Jungkook. Bien, él suponía que por
motivos obvios, el director mantendría contacto con todos los padres de familia, pero...
¿Se había visto con sus padres y ellos ni siquiera quisieron saludarlo o ver cómo
estaba?

Qué desgraciados.
— Qué hijos de puta. — Pensó en voz alta el pelinegro, tomando su celular y
prendiéndolo segundos después. De seguro tendría millones de notificaciones. El rubio
frunció un poco el ceño, confundido por el comentario de Kook, más no dijo nada que
pudiera poner en peligro la "buena actitud" de este. — Gracias.

Taehyung asintió con su cabeza en respuesta, mientras que Jungkook revisaba el


teléfono ya prendido. Extrañamente para él, sus contactos ya no estaban, ni sus redes
sociales ni mucho menos sus antiguas conversaciones con sus amigos y sus
"conquistas". Suspiró profundamente y contó hasta diez, incapaz de hacer todo un
drama que le pudiera costar la libertad por la que tanto sufrió. No obstante, se preguntó
para qué le serviría un maldito celular sin nada interesante.

Porque definitivamente no había nada interesante. Quizá serviría para tomar fotos y
recibir llamadas, pero para nada más.

— Jefe, hemos llegado. — Informó el chófer en cuanto la camioneta se detuvo.


Taehyung asintió, mientras se limitaba a bajar del vehículo, seguido por Jungkook, el
cual detalló el lugar.

Muy por el contrario como el pelinegro lo pensaba, no era una casa fea y tampoco
abandonada. Era una residencia grandísima, con millones de ventanas en lugar de
paredes, sin mencionar la gran iluminación que se lograba ver desde afuera. La vivienda
estaba rodeada por pasto, pero no cualquier pasto, sino uno lleno de vida y con buenos
cuidados a simple vista. También había un descomunal viñedo por los alrededores, y un
granero algo apartado de la casa, que también se veía interesante y muy bien cuidado.

Se notaba a leguas que Taehyung tenía muchísimo dinero, y no era para más, pues sus
padres estaban pagando un dineral para que fuese "reprendido" en la correccional, y
sumándole a esa vasta cantidad la de los demás chicos, era de entenderse que el rubio
pudiese incluso nadar en dinero.

— ¿Te gusta? — Cuestionó el director, acercándose al menor, quien asintió rápidamente


con la cabeza. Era imposible que a alguien no le gustase semejante belleza, porque de
verdad era una casa muy, muy hermosa. — Era de mis padres, mi papá me la heredó.

— Es muy linda... — El tono de su voz era estúpida, pero no podía hacer nada; él
realmente estaba embobado. — ¿Por qué no vive aquí? Sería genial

— Tengo trabajo en la ciudad. — Murmuró, resguardando sus manos en los bolsillos


de su pantalón. — Además, no puedo fallarle a mi padre.
Taehyung suspiró, observando con cierta nostalgia la casa frente a sus ojos. Le traía
tantos recuerdos aquel lugar. Recuerdos que jamás volverían de una infancia en la que
fue tan feliz, en la que no se preocupó por nada y en la que todo era paz y serenidad.

Era. Hasta que su madre falleció y todo, incluida su vida, se arruinó.

— A mí me valdría verga lo que mi papá pensara, si yo quisiera vivir en el campo yo...


— Y se calló. El rubio rió por lo bajo, mientras que Jungkook apretó sus labios, evitando
decir algo más.

— A ti todo te vale verga. — Musitó suspirante Kim. — Y supongo que eso está bien.

Kook lo observó como si estuviera loco. Aquello era nuevo, lástima que no tenía una
grabadora en mano para haberlo grabado.

— ¿Entramos? — Propuso Taehyung y el pelinegro asintió, comenzando a caminar por


la larga senda que daba a la entrada principal de la casa. Todo era realmente hermoso,
pues en el recorrido habían lámparas con luz blanca que le daban un toque misterioso y
espléndido. Decir que aquella residencia era de ensueño, se quedaba corto a lo que
realmente parecía. — Tenemos que hablar seriamente, Jungkook, espero que me
permitas hacerlo.

Pero claro que no todo podía ser perfecto.

Jeon asintió, restándole importancia. A partir de aquel momento él podía considerarse


libre, podría hacer lo que quisiera todos los días sin ser regañado, ¡podría incluso
escapar! Había casas cercanas, no tanto, pero las había y todas igual de lujosas. Era
imposible que alguien aledaño no quisiera ayudarlo en su escapatoria.

Descartó de inmediato aquellos pensamientos al hallarse en la entrada de la vivienda.


Habían dos pisos, escaleras de vidrio templado. La decoración era sencillamente
preciosa. También había una pequeña fuente en el medio y todo se resumía en ventanas
y más ventanas, pero era alucinante. El suelo era de mármol y partes de las paredes que
separaban las habitaciones también. El color que reinaba era el blanco, junto con objetos
negros que resaltaban la belleza de todo como si se tratase de un ajedrez. Todo se
encontraba perfectamente limpio, resplandeciente y el olor que emanaba era exquisito.

Jungkook no sabía lo que le esperaba, pero lo cierto era que ya no estaba taaan
arrepentido de haber aceptado la propuesta de su director.
— ¡Soonshim! — Exclamó alegre Taehyung, hincándose un poco y abriendo sus brazos
para recibir a su, ahora no tan pequeño, amigo perruno. — ¡Dios, te extrañé! ¿Tú
también a mí?

El perrito movía su cola con entusiasmo, mientras se dedicaba a lamer la cara de su


dueño, quien reía ante las cálidas sensaciones. Kook observó detenidamente aquella
escena, y se maldijo por lo bajo al haberle parecido jodidamente tierna.

Su director estaba irreconocible. Jamás pensó que un hombre como él tuviera


sentimientos.

Se equivocó, al parecer.

— Mucho por hoy, Shim. — El rubio se reincorporó; sin embargo, el perrito siguió
moviendo su cola y sacó su lengua, demostrando lo alegre que estaba. — ¡Mira, él es
Jungkook! — Señaló al adolescente, el cual no pudo evitar sonreírle al can. Era un muy
lindo perro, era blanco y su pelaje era tan esponjoso que lo hacía parecer una pequeña
oveja. El menor se hincó y con timidez acarició suavemente la cabeza del perro. Este
último comenzó a olerlo, y no tardó demasiado en lamer la mano que lo acariciaba,
haciendo reír a Jungkook y en su paso también a Taehyung. — Le agradaste.

— ¿De verdad? — Cuestionó entusiasmado y el mayor asintió. — No pensé que tuviera


un perro ni una casa tan bonita.

— Amo los animales. — Comentó sonriente. — Te sorprendería saber cuántas mascotas


tengo.

— ¿Y por qué él está aquí y no en la ciudad?

— Aquí lo cuidan bien, y el ambiente permite que pueda jugar con libertad. Este tipo
de perros no deberían ser para encerrar en un departamento. Soonshim es feliz aquí, y
yo haré lo que sea para que mis mascotas estén bien.

Y Jungkook sonrió, enternecido.

— ¿Y no viene a verlo seguido?

La sonrisa en el rostro de Taehyung poco a poco se fue apagando. El perrito, luego de


darle la bienvenida, salió corriendo a una de las habitaciones que Kook no sabía con
precisión a dónde daba, ya que aún no conocía la casa, pero lo que sí pudo notar fue la
tristeza y melancolía en la expresión del mayor.

— No mucho, de hecho... no vengo hace años.

— ¿Por qué? — Bien, quizá la razón estaba en su trabajo, pero el lugar no quedaba a
tantas horas de la ciudad. — Es una casa muy bonita y aquí tiene a su mascota, ¿qué
motivo tendría para no venir?

— Marcas.

— ¿Marcas? — Jeon frunció el ceño. No estaba entendiendo a qué se refería el director,


quien observó su alrededor con repudio. — ¿Marcas de qué?

— De el pasado, Jungkook. Marcas que nunca borraré y que estarán eternamente en mí,
pero venir acá es como si la sensación se multiplicara por millones. No me gusta este
lugar.

— ¿Entonces por qué me trajo aquí?

— Porque quiero tu perdón.

— ¿Y qué le hace pensar que lo perdonaré?

— Intuición, quizá. — Sonrió, mientras que el pelinegro enarcó una ceja. — Ahora que
tocas el tema, es hora de llevar a cabo la plática, ¿no crees? — El menor, luego de
suspirar, asintió. — Te daré algo de comer y luego hablaremos.

— Supongo que me parece bien.

¿Qué más podía hacer?


23.
Taehyung había ido en busca de comida. Jungkook, en tanto, se quedó en el living
observando la decoración básica del lugar. No se cansaba de pensar que todo era
bellísimo, pero su nuevo punto de atención fueron una pila de imágenes enmarcadas
que se encontraban perfectamente puestas encima de la barra de la chimenea. Se acercó
y observó con lujo de detalle una por una.

En muchas estaba Taehyung, y en otras él y dos jóvenes, casi señores. Kook supuso que
aquellos serían sus padres, pues la similitud de rasgos físicos era evidente. Se veían
como una familia feliz; el padre, sin duda, era el más parecido a su director, mientras
que la mujer era sencillamente preciosa. El rubio era una perfecta combinación de
ambos.

Se cuestionó cómo era posible que aquel niño de sonrisa cuadrada y rasgos tan adorables
e inocentes, se hubiera podido convertir en lo que ahora era el mayor. Bien, físicamente
seguía casi igual, pero el aura que emanaba la fotografía era una de dicha y alegría, cosa
que ahora no sabía con exactitud si seguía intacta. También confirmó que Taehyung de
verdad amaba a los animales; en la mayoría se le veía abrazando a perros, incluso a un
gato. De igual manera, se notaba que disfrutaba mucho del campo y del aire libre, debido
a que aparecía riendo en lugares preciosos.

Se apreciaba a leguas que era muy cercano a su madre, quien sonreía abrazando a su
pequeño. A su padre lo vio en pocas fotografías, y por lo que pudo percibir, era un
hombre bastante serio, ya que ni se inmutaba en la toma de la foto pese a que la señora
Kim y Taehyung sonreían a más no poder.

A medida que iba caminando e iba viendo más y más fotos, la sonrisa del rubio parecía
desvanecerse durante su crecimiento. Su madre no volvió a aparecer en las fotos
tampoco. Y Jungkook se encontró con una imagen actual de su director, en la que se le
veía con un semblante serio, una mirada tan profunda que llegaba a dar miedo, cabellos
alborotados y una irrebatible inocencia perdida.

Seguía igual de guapo, eso sí, pero el sentimiento que emitía era de... tristeza e
imposición.

Kook parpadeó un par de veces y retrocedió unos cuantos pasos. Suspiró y se dio media
vuelta, dispuesto a seguir explorando en lo que Taehyung regresaba con la comida, así
aprovechaba de distraerse un poco. No quería hablar de lo sucedido con el mayor, no
quería volver a recordar y sentirse nuevamente patético. No quería tener esa inminente
charla.

Giró por uno de los tantos pasillos, y al encontrarse en un debate sobre qué camino
tomar, decidió ir hacia el más encendido. La casa era hermosa, pero en algunas áreas la
luz era mínima, casi nula.

El pasillo era largo y sólo constaba de paredes blancas perfectamente planas, adornadas
por pinturas extrañas; lúgubres, que daban una sensación de intranquilidad. Jungkook
pasó aquello por alto y simplemente dejó de observarlas.

Unos cuantos pasos más y se halló al frente de una puerta que tenía pegada en letra
grande y con tinte rojo la frase "no pase", a la que por supuesto Jeon hizo caso omiso
y, sin pensárselo dos veces, giró el pomo de la puerta, la cual para su suerte estaba
abierta. No había mucho que observar, en la entrada habían unas escaleras que
conducían a un lugar bastante iluminado, y al menor le fue inevitable no pensar en que
aquello se asemejaba al cuarto de expiación en el que estuvo. Era casi igual.

Echó una mirada rápidamente a su alrededor, asegurándose de que no hubiera nadie que
lo viese, y cuando supo que no había muros en la costa, entró.

¿Qué tal si ahí había algún niño encerrado? Él jamás fue de ayudar a las personas, pero
cuando estaba en aquel lugar de pesadilla, lo que más deseaba era que alguien lo
ayudase. Y él no dudaría en brindarle auxilio a alguien que se encontrara en la misma
situación, o una parecida.

Para su sorpresa, no había ningún ser humano, pero lo que sí había era una gran mancha
de sangre en la pared, esparcida casi artísticamente por toda la extensión. Era imposible
que fuese pintura; la pintura no se veía de esa forma en una superficie tan firme y plana.

Era sangre.

Su piel se erizó y su mirada no tardó en recorrer con prontitud lo que restaba del lugar.
Tampoco había nada, pero seguramente porque la anterior víctima de su director había
sido asesinada, y él era el nuevo.

¡Se había metido a la boca del lobo por decisión propia! Claro que era un estúpido.
Siempre lo fue, de hecho, pero jamás pensó que hasta tal punto.
Retrocedió, con el corazón a mil por hora y un miedo desbordante advirtiéndole que
estaba en peligro y que debía huir, pero estaba en medio de la nada y con el sádico de
Kim Taehyung en la misma zona. Claramente nada podría salir bien.

Nada.

— ¿Qué haces aquí? — Jungkook saltó en su lugar y se dio la vuelta, encontrándose


con el dueño de la casa. La expresión en el rostro del rubio era de confusión, combinada
también con una de enfado. — ¿Viste el letrero de la puerta?

— ¡Sólo quería explorar y... ¿Qué letrero? — La voz del pelinegro temblaba, al igual
que su labio inferior y sus piernas. — N-No vi nada. — Claro que lo hizo, pero era
mejor no decir nada.

Kim suspiró, aligerando su semblante y acercándose a pasos lentos hacia el menor,


quien no dudó en retroceder.

— Tranquilo. — Alzó sus brazos, dejando en claro que no tenía nada y que tampoco
haría nada. Kook asintió con la cabeza, aunque aún se encontraba en alerta.

La mirada del mayor decayó en la temible mancha de sangre, y su rostro volvió a


ensombrecerse. Jeon continuó observándolo, más por miedo a que hiciera un
movimiento y que él no estuviera preparado, a tener curiosidad, pero sí se preguntó un
poco más por el pasado de su director.

— Lo siento. — Bisbiseó Jungkook. Tenía la necesidad de hacerlo, después de todo,


había roto una regla una vez más. Nada fuera de lo común en él, pero quizás jamás debió
entrar a aquella habitación.

Taehyung centró su atención nuevamente en él.

— No te preocupes, vamos. — Su expresión seguía intacta; no obstante, el tono de su


voz se había profundizado. Se dio media vuelta y comenzó a subir las escaleras, a
sabiendas de que el pelinegro se hallaba asustado.

Y con justa razón.


24.
Kook caminó detrás de su director, cediéndole varios centímetros de distancia. Tenía
motivos para tener miedo y también para querer salir corriendo lejos, pero había hecho
un trato con él y también con su primo, Yugyeom. Si algo le pasaba, seguramente el
psicólogo sabría que fue su primo, así que por ese lado se encontraba "a salvo".

Al llegar al living, Taehyung tomó asiento en uno de los enormes sillones, mientras que
Jungkook en uno también bastante grande, pero personal, precisamente al frente del
mayor, quien tomó una jarra que se encontraba en una bandeja encima de una pequeña
mesa, vertiendo el líquido en dos tazas. Posteriormente, le ofreció una a Kook.

— Supongo que tienes preguntas. — Formuló Kim, luego de que Jeon tomara la taza.
Este último apretó sus labios, sin saber exactamente qué decir. Claro que tenía
preguntas, pero le daban miedo las respuestas a dichas cuestiones. — Yo también las
tengo.

— ¿Usted?

— Sí, yo. — Esbozó una diminuta sonrisa, y seguido de ello le dio un sorbo a su taza.
El pelinegro lo imitó, dándose cuenta de que era chocolate, y uno bastante rico. — Pero
quiero que empieces tú.

— Yo... mh... — No sabía por dónde comenzar y tampoco quería hacer enojar a su
director. Debía recordar que estaba únicamente con él y que un paso mal dado podía
terminar fatal. — ¿Qué era esa... mancha roja?

Sabía lo que era, pero quería oírlo de boca del mayor.

— Sangre.

— ¿Por qué? — Quería preguntar '¿de quién?', pero no se atrevió.

— Porque es sangre. — Respondió con obviedad. Jungkook sintió cierta molestia,


mientras que Taehyung rió en sus adentros.

— No me refería a eso.
— Entonces haz tus preguntas bien, Jungkook. Estamos a punto de tener una charla muy
delicada y quiero que te expreses bien para poder entenderte bien, ¿me entiendes? —
Jeon se sintió intimidado. La perspicaz mirada de Taehyung lo atemorizaba, y si se
ponía así de mandón, aquella sensación se multiplicaba por mil.

— ¿De quién es la puta sangre? — ¿Quería que se expresara bien? Él se expresaría


bien. — ¿Feliz? — Tensó su mandíbula y a Kim le fue inevitable no sonreír.

— No tanto, pero me conformo. — Suspiró y se recostó en el mueble. — La sangre es


mía.

— ¿Mh? — No tenía sentido. — No entiendo.

— Es mi sangre, pero no quiero hablar de eso. Otro día te cuento, ahora enfoquémonos
en lo importante.

— Pues usted dirá. — Volvió a darle un sorbo a su chocolate y desvió su mirada. Se


estaba poniendo nervioso.

— Tengo una pregunta. — Jungkook no dijo nada, sencillamente asintió con la cabeza,
dándole a entender que podía proseguir. — ¿Por qué me besaste?

La taza casi se cae de las manos del pelinegro. Se estaba esperando cualquier cosa,
menos que su director decidiera comenzar con una pregunta que no tenía respuesta. Se
estaba sintiendo incómodo, y sus ganas de no observar a aquel hombre aumentaron.

— No lo sé...

— ¿Estás seguro?

— Sí.

— Mírame.

— No.

— Jungkook...

— De verdad no lo sé. — Carraspeó su garganta y volvió a beber de su chocolate, casi


atragantándose con él.
— Si continúas así no iremos a ningún lado.

— Usted dijo que hablaríamos, no que se iba a poner de policía.

— ¿Policía?

— Sí, o sea... los policías hacen preguntas. — Taehyung rió y Jungkook se maldijo a sí
mismo. Él lo último que quería era verse gracioso.

— Es que necesito respuestas a mis preguntas.

— Yo también, y usted las evade siempre.

— Vamos directo al punto, entonces. ¿Te sentiste ultrajado la noche en que ocurrió
todo?

El menor se animó a conectar su mirada con la del mayor, observándolo con una
expresión seria y distante. ¿De verdad se atrevía siquiera a preguntarlo?

— Creo que es obvio. — Alzó una de sus cejas y dejó la taza vacía en la misma mesa.
— Yo no quería, pero al ver que no tenía opción, pensé que de nada valía la pena llorar
y gritar si nadie me iba a salvar. Y dolió, dolió mucho.

— Me sacaste de mis cabales, te juro que no sé qué me pasó.

— Yo también estaba fuera de mis cabales. Usted me dio descargas eléctricas, me


encerró en un armario en el que no me podía mover porque si lo hacía lastimaría mi
piel, me golpeó y hubo un momento en el que preferí que me matara. Me quedé tantas
horas en la misma posición que me dolía todo, luego usted llegó y yo pensé que si le
daba lo que quería me dejaría respirar por lo menos un poco.

Taehyung frunció sutilmente el ceño, las cosas ante sus ojos no fueron del todo así.

— Eres bipolar. ¿Acaso recuerdas lo que me dijiste?

— No lo sé, ¿usted diría cosas con sentido si no ha comido en días, le dan descargas
eléctricas y lo encier...
— ¡Jungkook! — El mencionado se encogió en su lugar. La seguridad que tenía se le
había esfumado con tan sólo escuchar aquel llamado. — Te estás haciendo ver como la
víctima y no lo eres.

— No me interesa ser la víctima, estoy diciendo las cosas como fueron. — Se defendió.
— Eres malo... y yo también lo soy.

— ¿Ahora me faltas al respeto?

— No sé, ¿soy la víctima? — Taehyung masajeó con una mano una de sus sienes. Sentía
que no estaba yendo a ningún lado, y para rematar, Jungkook había adquirido
nuevamente parte de la personalidad que tanto le molestaba. — Dime qué papel juego
aquí para tomarlo de una vez.

— Ningún papel. — Suspiró. — Los dos cometimos errores.

— Tú más que yo.

— ¿Acaso recuerdas tu actitud cuando llegaste a la correccional y todo lo que hiciste?


Los castigos que te dí los merecías, no todos, pero sí gran parte de ellos, y si estoy aquí
es porque quiero que me perdones.

— Entonces respóndeme una pregunta. — Sonrió ladino, recuperando un poco de


confianza. — ¿Sueles hacerle todo lo que me hiciste a los demás chicos?

— ¿Eso qué tiene que ver? Enfócate en el tema.

— Quiero saber. — Exigió, aunque un tanto nervioso.

— Yo también quiero saber muchas cosas, Jungkook.

— Estás cambiando el tema y si las cosas siguen así prefiero callar. — Cruzó ambos
brazos, al igual que sus piernas y se recostó en el sofá, a la misma vez que dirigía su
mirada a otro punto, "ignorando" completamente a su director.

— ¡Tú también cambias el tema, joder! — Pero Jungkook no dijo nada, ni siquiera se
movió. Taehyung suspiró por milésima vez. Él era un hombre y debía de actuar como
tal, no debía olvidar que Jeon solamente era un adolescente, y que por ende actuaría
como tal. El rubio relamió sus labios, centrándose. — Muy bien, te voy a responder y
espero que tú también lo hagas cuando sea mi turno de preguntar. — Kook volvió a
observarlo, esperando a que hablara. — Sí, suelo hacer ese tipo de cosas cuando la
infracción que se ha cometido es severa, lo viste con Hoseok un día. Castigar es mi
trabajo.

— ¿Y también sueles violarlos? — De cierta manera, el menor se sentía feliz de poder


hablar sin tapujos. Aquello siempre fue característico en él, y si Kim se sentía tan
"arrepentido" como afirmaba estarlo, no veía razón para no hacerlo. Seguía odiándolo,
por supuesto que sí, pero odiaba más el hecho de sentirse poca cosa. Quería librarse de
aquel pensamiento en cuanto antes.

El director volvió a relamer sus labios, y fue su turno de desviar la mirada. Jungkook
sonrió.

— Eso no. — Admitió. — No soy un violador, yo sólo hago mi trabajo.

— Y tu trabajo es violar. — Taehyung apretó los puños, mientras que Jeon quiso echarse
a reír. Vaya que se estaba divirtiendo. — Pues te felicito por tu trabajo, creo que eres
mi ídolo. Considerando mi odio hacia el ser humano, también planeo dedicarme a eso,
¡así podré arruinar cuantas vidas quiera!

— Jungkook, basta, ¿quieres?

— No.

¿Cómo tratarlo?, se cuestionó el mayor. Él de verdad tenía buenas intenciones, pero


como todo hombre, también tenía un límite.

— Lo hecho, hecho está. No puedo arreglar lo que hice, pero tal vez pueda remediar
parte de eso, la pregunta es si tú me dejarías. — Observó a aquel adolescente de ojos
completamente negros, quien exhaló con fuerza. — ¿Por favor?

Jungkook quiso negarse y gritarle que nunca obtendría su perdón, que con él nadie se
metía y que su orgullo era mayor a cualquier otra cosa, pero algo dentro de él le decía
que lo intentara; que no se negara. Un extraño sentimiento que juraba no haber sentido
en años, y que en cierto momento despreció: lástima.

No tenía sentido. Fue él quien salió perjudicado y quien se la pasó días llorando,
adolorido, con miedo e incluso paranoia. No tenía razón para sentir lástima por
Taehyung, pero la conmoción que lo estaba atacando era superior, y quería una
respuesta. Un porqué.
Se vio obligado a suspirar nuevamente, aunque bien sabía el dictamen que daría y todo
gracias a un impulso banal.

Quizás no tan banal.

— Está bien. — Una oleada de emociones lo atacaron, como por ejemplo enojo, lástima
y... alegría. — Pero mi perdón te saldrá caro, director. Muy caro.
25.
Jungkook giró por séptima vez en la cama.

No podía dormir, pese a que el sueño estaba completamente adueñado de su cuerpo.


Luego de terminar la charla junto a su director y dejar varios puntos en claro, como por
ejemplo que el mayor saldría todos los días temprano a trabajar y que regresaría en la
tarde o probablemente en la noche, y luego de que este le mostrara casi toda la casa para
que no se extraviara o confundiera, le había asignado una habitación.

La habitación era espaciosa, hermosa, y a diferencia de la que solía tener en la


correccional, ésta estaba llena de ventanas, por lo que la luz de la luna iluminaba casi
todo lo que se hallaba a su alrededor.

Pero Jungkook tenía dos problemas.

El primero era que no podía dejar de pensar en aquella estancia que había visto hace
poco, ni tampoco en la mancha de sangre y las insuficientes respuestas que le había
brindado Taehyung. La curiosidad seguía palpable en la mente de Kook, y tal vez el
miedo que le proporcionaban las millones de ideas que pasaban por su mente eran las
responsables de que no pudiera dormir, aún cuando su cuerpo no aguantaba más.

El segundo problema era muy simple, pero quizá el peor de todos. Había una rama
golpeando una de las ventanas, lo que ocasionaba un ruido bastante potente y que sin
dudarlo hacía inquietar al azabache.

Jeon se puso de pie, entre resignado y enojado. Sentía que era injusto no poder dormir
cuando en realidad quería hacerlo, y luego de pasar por tantos días de desvelo. Frotó
suavemente sus ojos y salió de la habitación. Miró a ambos lados del pasillo,
preguntándose si debía solucionar el problema por sí mismo o ponerle la queja a
Taehyung o a alguno de sus empleados.

Porque sí, aunque Jungkook en un principio pensó que estaría totalmente a solas con su
director, supo que estaba completamente equivocado cuando el mayor le presentó a su
ama de llaves, junto con algunas otras personas encargadas de la cocina y el jardín, el
cual abarcaba casi toda la zona. Era lógico que los alrededores se vieran de tal manera,
con tanto cuidado que le prestaba el rubio a aquella casa, no era para esperar menos. De
cualquier modo, al pelinegro le sentó convenientemente bien el saber que no estaría
solo; al menos tendría a alguien de testigo por si llegaba a pasarle algo.
La desconfianza seguía, y no se iría pronto. Tal vez jamás.

Kook se abrazó a sí mismo debido al frío y avanzó en dirección al cuarto que Taehyung
había mencionado que era su habitación. Era lo más sensato; después de todo, él no
ansiaba importunar a esas pobres personas que pasaban todo el día trabajando
arduamente sólo porque una rama no lo dejaba dormir en paz. Sonaba incluso
caprichoso, y era lo último que quería. Si deseaba molestar a alguien, sin duda esa
persona sería su director.

Quiso retroceder e irse a dormir a alguno de los sofás que habían en la sala, pero al
hallarse justo al frente de la puerta de Kim, y la cual estaba entreabierta, se obligó a sí
mismo a no correr cual infante espantado. Aprovechando que tenía un poco de
visibilidad a la pieza, observó el interior de la misma pero sin hacerse notar; si se
encontraba con alguna situación extraña, considerando cómo solía ser Taehyung,
simplemente podría desaparecer, encerrarse en la habitación que le habían dado y tener
que aguantarse a la rama golpear la ventana toda la noche. Era una salida sencilla.

En su lugar, y todo lo contrario a lo que Jungkook planeaba encontrarse, pudo


contemplar a su director frente a un enorme y bonito piano. No estaba tocando nada,
sencillamente estaba sentado frente al objeto observándolo fijamente, un poco
cabizbajo; casi como si estuviera pensando en algo sumamente importante o teniendo
un debate consigo mismo. Kook también pudo percatarse de que Soonshim, el adorable
perrito, estaba a su lado. A simple vista la imagen era adorable, pero el azabache sintió
curiosidad, más aún cuando el mayor tocó todas las teclas del piano desde la más baja
hasta la más alta.

¿El director tocaba instrumentos musicales? Cada vez iba teniendo más impresiones y
desconciertos con aquel hombre. Y eso no era bueno, al menos no para Jungkook; la
curiosidad nunca fue buena en él.

Apretó sus labios y se sostuvo del marco de la puerta, dispuesto completamente en


volver a su habitación. No obstante, Soonshim no tardó en notarlo y segundos más tarde,
en correr hacia él. Jeon saltó del susto en su lugar, y aunque quiso huir nuevamente
mientras le hacía señas al animal de que no hiciera ruido, el perrito, plenamente
desobediente, ladró.

No sólo una vez, sino que tres.


— ¿Soonshim? — Era la voz de Taehyung, y por lo que parecía, se estaba acercando.
Jungkook se cuestionó rápidamente qué hacer, pues ya no podía salir corriendo porque
quedaría en evidencia. No habían puertas cercanas en donde pudiese ocultarse y
Soonshim seguía observándolo expectante. Resignado, se alejó un poco y se puso de
rodillas, palmeándolas posteriormente. Si iba a quedar en ridículo, al menos quería que
Kim pensara que sólo estaba acariciando a su perro. La puerta se abrió por completo no
mucho después, dejando a la vista al rubio, quien miró confundido al menor. — ¿Qué
haces despierto y aquí? — Cuestionó con aquella grave voz. Soonshim, luego de lamer
la mano de su dueño, salió corriendo.

Genial, hasta su mascota está en mi contra, pensó Kook.

— Estaba buscando el baño y me perdí. — Respondió, tratando de parecer convincente.


Taehyung rió.

— Jungkook, hay un baño en tu habitación. — El pelinegro apretó los ojos, sintiéndose


idiota. — ¿Acaso estabas espiándome?

— ¿¡Qué!? ¡Claro que no! ¡Me ofende incluso que lo pienses así!

— Pues eso parece.

— Es egocéntrico de tu parte. — Se puso de pie. — Yo jamás haría eso, y por si no lo


recuerdas, lo único que quiero es alejarme de ti.

El director suspiró y asintió con la cabeza levemente, Jungkook se preguntó seriamente


si aquello lo había hecho sentir mal. No le molestaba, pero tampoco se sentía tan bien
ante esa posibilidad. Seguía sintiendo una misteriosa lástima hacia el mayor.

— A-Aunque puede que sí te estuviera buscando... ¡Pero no espiando! — Volvió a


hablar el menor. Taehyung siguió observándolo sin expresión alguna. — Hay una rama
que no me deja dormir, choca contra la ventana muy fuerte.

— Muy bien, entonces duerme aquí. — Contestó monótono, haciéndose a un lado para
darle paso al azabache de entrar a su habitación. Este último miró dudoso. — Entra.

— Pero... ¿Y tú dónde dormirás? — No era como si le preocupase, por supuesto que


no. Era simplemente curiosidad. Nada más.
— Evidentemente, ahí también. — A Kook casi se le salen los ojos. ¿Dormir con
Taehyung? Ni en broma. Kim sonrió inapetente al ver la expresión del adolescente. —
Dormiré en el sillón y tú en la cama.

Sin embargo, seguía siendo la misma habitación.

— Creo que mejor...

— Jungkook — Interrumpió. —, ahora no puedo hacer nada, pero mañana te aseguro


que esa rama ya no será un problema para ti. No pienso tocarte ni hacerte algo que tú
no quieras, por si eso estás pensando.

Jeon se lo pensó, a pesar de que seguía siendo una mala idea para él. Si aceptaba, era
más que obvio que se la pasaría toda la noche en alerta, y si no aceptaba, igualmente no
podría dormir. Examinó una vez más el rostro del de cabellos rubios, y se odió a sí
mismo nuevamente por sentir lástima hacia él. No era el cómo actuaba, era el cómo
lucía. A veces se veía tan triste y miserable.

— No sé. — ¿Estaba bien si accedía? Sólo sería por una noche. — Sólo por esta noche,
¿cierto?

— Sólo por esta noche. — Repitió, confirmando aquello. — ¿Sí o no?

— No es como si tuviera muchas opciones. — Por supuesto que las tenía. Podía dormir
en el pasillo, en el baño, incluso en la sala, pero a quién engañaba; eso sería demasiado
incómodo. — Está bien.

— Adelante. — Taehyung señaló el interior de su cuarto, al cual Jungkook entró


segundos después de volver a pensarlo. El mayor entró detrás suyo, azotando la puerta
a sus espaldas y haciendo sobresaltar al azabache, quien se volteó asustado. — Lo
siento, se me fue la mano. — Explicó, y Kook pudo jurar que hubo cierta ironía o burla
en sus palabras.

— ¿Tocas el piano? — Cambió de tema abruptamente debido a la incomodidad. Kim


se dirigió a la cama y tomó una de las tantas almohadas, lanzando en seguida el objeto
algodonoso al sillón que se hallaba en un rincón del dormitorio, el cual se veía
convenientemente cómodo.

— Yo no. Mi madre lo hacía. — Respondió corto y tajante, luego de dirigirse al sofá.


— Ve a la cama.
Jeon obedeció; no obstante, estaba cuidando en demasía su accionar. Estaba vigilante,
y no era para más.

— Buenas noches. — Expresó Taehyung, seguidamente de haberse acomodado en el


sillón. Jungkook, en tanto, gateó hasta la mitad de la cama y se tapó casi completamente
con la cubierta, dejando a la vista únicamente su cabello y sus ojos.

La habitación de su director era como casi toda la casa en sí, llena de ventanas. La luz
de la luna también iluminaba todo y la panorámica era buena. El rubio aparentaba estar
tranquilo y a poco tiempo de caer enteramente dormido. Del pelinegro no se podía decir
lo mismo, pues este mantenía la mirada fija en el contrario.

Tenía un poco de miedo, pero asimismo no podía lamentarse. Él tuvo la oportunidad de


dormir en otro lado, más no quiso ver otras alternativas. Una gran parte de ello se debía
a que quería darle un poco de "confianza" al mayor, y si bien no era una obligación, así
quiso hacerlo. Quería averiguar cosas, tal vez más adelante le servirían en lo que tenía
planeado, que por supuesto, no podía ser nada bueno.

Suspiró abatido, y por un momento se forzó a no cerrar los ojos.

A pesar de ello, el sueño volvió a atacarlo minutos más tarde.


26.
Jungkook despertó gracias a los potentes rayos del sol.

Frunció el ceño y trató de abrir los ojos de poco en poco, anhelando acostumbrarse de
pronto a la luz centelleante que entraba por la ventana. Se quejó por lo bajo, porque a
pesar de todo seguía con unas inmensas ganas de dormir imperturbables.

— Vaya, buenos días. — Kook se obligó a sí mismo a abrir completamente la vista, y


en cuanto lo hizo se encontró con un Taehyung arreglándose el reloj de pulsera mientras
le observaba. — ¿Te desperté?

El pelinegro negó con la cabeza suavemente. Su director tenía el cabello húmedo y el


traje que siempre lucía a medio poner; éste último sonrió y bajó la mirada hacia donde
Jungkook supuso, era su abdomen. La sonrisa que destacaba en sus labios desapareció
lentamente, y Jeon no tardó en acomodarse la camisa de su pijama para ocultar las zonas
que estaba exhibiendo. No se le podía culpar, apenas acababa de despertar.

Sin embargo, ambos comprendieron el actuar del otro. Kook aún conservaba aquellas
marcas que Taehyung se había encargado de proporcionarle esa noche.

Era incómodo para los dos.

— Ya hablé con Kwan, él va a apodar el árbol que te hizo tener inconvenientes para
que puedas dormir bien. — Kwan era el jardinero de la casa. Cuando Taehyung se lo
presentó a Jungkook, Kwan había sido un hombre realmente amable y risueño, sin
mencionar que era ciertamente bueno en lo que hacía. Toda la decoración de la arbolada
era preciosa. — Recuerda que puedes hacer lo que quieras, mientras no te alejes
demasiado y no hables con nadie, a menos que sean empleados de la casa. Volveré en
la tarde y me quedaré definitivamente, aún tengo algunos asuntos qué atender.

¿Exactamente a qué se refería con "definitivamente"?

— ¿Definitivamente? — Se reincorporó en la cama, quedando sentado sobre la misma.


Taehyung terminó de arreglar su reloj y optó por ponerse su bléiser, dando por
terminado aquel estilo formal y elegante que siempre mantenía. El mayor se ordenó el
cuello, la corbata y las mangas de su camisa. Jungkook, en tanto, observaba
detenidamente lo que hacía.
De alguna u otra forma, le llamaba la atención.

— Me encargaré de encontrar a alguien que se encargue de conservar el orden en la


correccional mientras no estoy.

Algo se rompió en Jeon. Quizá era la esperanza de no ver a su director durante todo el
día todos los días. Él esperaba que aquella rutina persistiera en toda su estadía.

— ¿Por qué? — Cuestionó, entre el enojo y la sorpresa.

— Porque tengo que cuidar de ti, ¿no es obvio?

— Pero...

— Pero nada, Jungkook. — El rubio suspiró y tomó su celular junto con su portafolio
de trabajo. — El que te haya traído aquí, no significa que estés completamente libre de
convertirte en alguien mejor, tanto para tus padres como para ti mismo y la sociedad en
sí. Estás en un proceso, tus padres me pagan para que te corrija. Cometí un error y
bastante grave, pero eso no quiere decir que no te voy a reprender cuando estés erróneo.
— Revolvió un poco su cabello, en espera de que se secara con mayor prontitud. El
azabache estaba sin palabras. — Tampoco eso quiere decir que te voy a tratar como lo
hacía antes, por supuesto que no. Tendrás muchos beneficios que no podrán tener los
demás chicos, pero de alguna u otra manera tendré que seguir velando por tu actitud, tu
mejora y tu bienestar, cosa que no podré hacer si estoy lejos de ti.

Jungkook se cruzó de brazos, indignado. Debía de admitir que estaba decepcionado y


comenzaba a arrepentirse de haber aceptado el supuesto "trato fantástico" de su
director. Algo dentro de él le decía que todo era demasiado bueno como para ser real, y
no se equivocó.

Tampoco veía problemas respecto a su conducta. Sus padres siempre fueron dramáticos,
y al parecer Taehyung también lo era. Por otro lado, él había cambiado; jamás supo qué,
pero supo que lo hizo porque ya no se sentía igual. Se sentía más... idiota, miserable,
destruido tal vez, y sabía perfectamente por qué, pero sencillamente no quería recordar
el motivo. Mantenía las esperanzas de volver a su habitual personalidad.

— Bien. — Fue lo único que respondió luego de varios segundos. El rubio rió por lo
bajo, de cierta forma 'enternecido' por el enojo del adolescente, quien mantenía la
mirada fija en el exterior, incapaz de observar al mayor.
— Muy bien, entonces vuelvo en la tarde. Estaré llamando para verificar que todo esté
correctamente. Compórtate bien, ¿quieres?

— No soy un niño. — Expresó de mala gana.

— Como usted diga, anciano Jeon. Volveré en la tarde de todos modos. — Jungkook
quiso decirle que esperaba que muriera en el camino, pero se reprimió. Taehyung,
bastante sonriente, salió de la habitación y posteriormente de la casa. Le agradaban las
rabietas de aquel niño.

Kook, entretanto, se sorprendió por la inesperada presencia de Soonshim en la cama. El


perrito se lanzó a lamer su rostro sin motivo alguno, sacándole varias carcajadas al
pelinegro.

— ¡Basta! — Pedía entre risas; sin embargo, el can no tenía intenciones de cesar con
aquellas atenciones. — ¡Soonshim, no! — El susodicho paró mucho después y se sentó
encima del cuerpo de Jeon, el cual trataba de reponerse luego de haber reído tanto. —
Eres malo. — Se atrevió a acariciar el sedoso pelo del animal. — No te perdonaré con
esto lo de ayer, ¿estás consciente de eso? — Soonshim meneó su cola y sacó su lengua.
A Jungkook aquello se le hizo inminentemente adorable. — Eres lindo, ¿no te cansas
de ese dueño feo y malvado? — El perrito ladró y el azabache volvió a reír, acariciando
y tocando con delicadeza las orejas de la bola de pelos que tenía encima suyo. —
Tomaré eso como un sí.

— Yugyeom, ¿otra vez tú? — Cuestionó cansado, siguiendo adelante con su trayecto y
pasando completamente de su primo. Luego de haber llegado y haber tenido casi todo
listo, se encontró con la no tan bonita sorpresa del psicólogo esperándolo. — Hey, Suni,
manda las nuevas fichas a mi oficina lo más pronto posible. — Ordenó a su secretaria,
la cual asintió inmediatamente a su pedido. Abrió la puerta de su oficina y se adentró,
dejando descansar su portafolio en el escritorio. — Nos vimos hace... — Fingió pensar,
posteriormente de haberse volteado y darle la cara al peliamarillo. — ¡Antier, Yugyeom,
antier! ¿Ahora qué quieres? Tengo cosas que hacer.

— ¿Sacaste a Jungkook de donde estaba?


— ¿Y a qué se debe ese repentino interés por él? ¿Ahora eres humanitario?

— Sólo quiero asegurarme de que esté bien. — El rubio bufó.

— Sí, ya lo saqué de allá. — Confesó con desgano y tomó asiento, a la par que
comenzaba a revisar papeleos pendientes. — ¿Necesitas algo más? De verdad tengo
cosas qué hacer.

— Quiero verlo, y no es una pregunta.

Taehyung dejó de lado todo y se recostó en la silla; masajeó el puente de su nariz y miró
a su primo, quien mantenía aquella expresión de seriedad y supuesto "mando".

— No puedes, y tampoco es una pregunta.

— No le quitaré mucho tiempo.

— ¡Claro que lo harás! Si me estás quitando el tiempo a mí...

— Sólo quiero verlo, no hablaré con él.

— Está en clases. — Mintió. Para Kim era verdaderamente estresante tener que aguantar
la actitud intrépida de su pariente. Siempre solía ser así y casi siempre se salía con la
suya. Casi. — No planeas que interrumpa sus clases sólo por un capricho tuyo, ¿o sí?

— No. — Sonrió con inocencia y tomó asiento frente al director. — Esperaré.

— Que no puedes, joder. — Pero Yugyeom no dejó de sonreír, muy por el contrario, su
sonrisa se extendió. Taehyung estaba irritado, y era más que obvio que no podía
comentarle nada del paradero de Jungkook, aquello haría estallar una bomba que no
estaba dispuesto a apagar. Incluso su padre podría darse cuenta, o los padres de
Jungkook, y ahí sí que no habría ninguna escapatoria. — ¿Por qué eres tan inoportuno?

— ¿Y tú cómo esperas que no me preocupe? No sólo por Jungkook, sino que también
por ti.

— ¿Ahora yo qué hice?

— Estuve pensando y...


— Ese es tu problema, piensas demasiado. — Interrumpió. El psicólogo lo miró mal.

— Como decía... — Carraspeó su garganta. — Estuve pensando y tienes un problema.

— Ajá. — El director ni siquiera le estaba prestando atención. Decidió centrarse en el


papeleo que debía dejar listo para cuando Minho, un amigo de confianza y de
personalidad fuerte, llegase a reemplazar su lugar.

— Hablo en serio.

— Mh.

— ¡Taehyung, esto es importante! — Vociferó, arrebatándole el bolígrafo de la mano.

— ¡Y lo que estoy haciendo también! — Trató de conseguir su pluma de vuelta, siéndole


inútil. — ¡Devuelv...

— ¡Tienes secuelas! — Taehyung frunció el ceño, desconcertado. — Tienes secuelas


graves y todo esto lo demuestra.

— No sé de qué hablas, y devuélveme mi bolígrafo.

— Claro que sabes y lo tienes muy en claro, pero no haces nada.

— Yugyeom. — Suspiró y se frotó la cara en un par de ocasiones. Sentía que iba a


colapsar en cualquier momento. ¿Por qué nadie entendía que él no era una persona de
paciencia? — Déjame trabajar, ¿quieres?

— No hasta que tengas una sesión conmigo.

Interesante.

— Supongamos que tendré una sesión contigo, ¿de esa manera te irás, me dejarás
trabajar y desistirás de ver a Jungkook hoy mismo? — El psicólogo pareció pensárselo,
más terminó asintiendo con la cabeza. — Muy bien, tú dime cuándo, dónde e iré.

— ¿De verdad? — Taehyung asintió, mostrando aquella singular sonrisa cuadrada. —


¿Puedes el viernes?

— Me quedará un poco difícil, pero puedo.


— Entonces el viernes y en mi consultorio, ¿estamos?

— Estamos. — Aseguró, sin dejar de sonreír.

— Confiaré en ti. Confiaré en que ese niño esté bien y en que irás, no hagas que me
arrepienta.

— Hasta el viernes, primo.

Yugyeom, aún con dudas, se levantó de la silla y se dirigió a la salida de la oficina, no


sin antes haber devuelto el bolígrafo. Analizó por última vez al rubio, quien seguía
sonriendo. También sonrió y se fue, escasamente contento; conocía a su primo y muy
en el fondo sabía que no era del todo de fiar.

El director dejó de sonreír en cuanto el peliamarillo desapareció de su vista. Era lógico


que no iría a verlo, sólo fue una distracción para poder salir victorioso. De igual forma,
le advertiría a Minho sobre Yugyeom y sobre qué información podía darle y cuál no.

Afortunadamente, su primo siempre fue muy ingenuo y él muy manipulador y


tramposo. No era algo que le molestara del psicólogo, más bien le encantaba la forma
en la que seguía confiando en él.

Más tranquilo, volvió a su trabajo. No entendía por qué se sentía emocionado al recordar
que Jungkook estaba en su casa.

Y únicamente para él.


27.
Por cuestiones laborales, Taehyung tuvo que quedarse en la correccional por más
tiempo de lo previsto.

No daba para más. Le dolía la espalda y sentía una aguda molestia detrás de sus orbes.
Vinculó de inmediato sus síntomas con la mala noche que había pasado. Dormir en el
sofá sí que era una tortura, sin mencionar el poco tiempo que logró descansar.

Y todo había sido por complacer al pequeño Jeon.

No se arrepentía, por supuesto que no. Después de todo, él sí anhelaba obtener el perdón
del menor. Suspiró por milésima vez y se obligó a sí mismo a volver al trabajo, que no
era demasiado pesado en realidad. Únicamente debía llenar algunas fichas de los
internos para dejárselas a Minho y que este último no estuviese tan confundido respecto
a las políticas y normas del reformatorio. De aquella forma conocería mejor a los chicos
y sabría cómo actuar ante cualquier inconveniente que pudiera presentarse.

Luego de varios minutos, tomó su teléfono celular y marcó al número de su casa. Casi
olvidó que Jungkook no era un simple adolescente; era un chico revoltoso, el cual ya no
tenía tanta seguridad encima. Temía que algo estuviese saliendo mal o que el pelinegro
estuviera causando excesivos problemas.

No debía olvidar las razones que llevaron a Jeon a formar parte de la correccional.

— ¿Buenas tardes? — Contestaron de la otra línea. Era Haneul, su ama de llaves.

— Haneul, hola.

— Señor Taehyung, qué sorpresa recibir una llamada por parte de usted. ¿Ocurrió
algo malo?

— No, nada. Sólo quería saber cómo están las cosas por allá. — Tomó uno de sus
bolígrafos con la mano que le quedaba disponible y comenzó a mover el objeto
alrededor de su dedos. Solía ser un tanto inquieto cuando hablaba por teléfono, aparte
de no ser una de sus cosas favoritas. — ¿Jungkook se está portando bien?

— Oh. — La mujer rió. — Todo está en orden, y el niño es un ángel.


¿"Ángel"?, Taehyung quiso reír.

— ¿No les ha causado inconvenientes? — Cuestionó desconcertado. Le era difícil creer


que el adolescente se estuviera portando verdaderamente bien. — ¿Ha comido?

— No, no. ¡Es un niño tan lindo y tierno! Luego de desayunar se bañó y ahora está
jugando con Soonshim afuera, también estuvo jugando con los caballos y las gallinas.
— El rubio quiso volver a reír, no se imaginaba a Jungkook en aquel panorama. Era,
sencillamente, imposible ante sus ojos. — No se preocupe por él. Se nota que está feliz.

— Ya veo... — Canturreó, aún extrañado. — ¿Choi y Dak sí lo están vigilando? — Choi


y Dak eran las personas que Kim había contratado para que se ocuparan de mantener a
salvo y en la mira al pelinegro. De manera prudente para no atosigarlo demasiado,
después de todo, él le había prometido a Jeon más libertad posterior a todo lo que había
pasado.

— Eso también, señor. No se preocupe, todo está bien.

— Muy bien, me conformaré. Por favor haz que coma bien y no permitas que se aleje
mucho. — Dejó descansar el bolígrafo en el escritorio y recostó su torso en el respaldo
de su silla. — Nos vemos más tarde.

— Tenga una buena tarde, señor.

— Lo mismo para ti. — Y colgó. Lanzó brevemente su móvil a la superficie plana de


la mesa y posteriormente cerró los ojos, suspirante. Tenía sueño y un punzante dolor
comenzaba a molestar la parte trasera de su cabeza; sin embargo, no podía darse aún el
lujo de descansar, así que volvió al trabajo.

Afortunadamente, le quedaban pocas fichas para completar. Solamente debía


actualizarlas, dependiendo del avance de los chicos o, en algunos casos, el retraso.
Habían chicos que mejoraban considerablemente su conducta los primeros meses, como
también habían otros que seguían igual e incluso empeoraban; para Taehyung ninguna
de las dos cosas pasaba. Liderar por tantos años el proyecto de su padre le enseñó una
cosa: los chicos eran inteligentes y tramposos.

Un caso específico de aquello era Min Yoongi. El adolescente en cuanto entró a la


correccional se portó bien, cumplía con sus actividades, era responsable y amable. A
perspectiva de cualquiera un chico de ese tipo no merecería estar en un lugar tan denso,
pero Yoongi cambiaba por completo cuando se veía sin apuros o en poco peligro. Lo
mismo pasaba con sus dos amigos, Hoseok y Namjoon.

Y así eran la mayoría de chicos que llegaban a la correccional. Todos unos ángeles, si
no los estabas vigilando. Habían excepciones, como Jungkook, y eso fue lo que le llamó
la atención a Taehyung.

Jungkook fue diferente desde primera instancia, desafiándolo y hasta amenazándolo. El


rubio sabía que si el pelinegro de verdad estaba cambiando, se notaría a simple vista.
Kook era un tanto violento, pero de la misma manera, también era alguien con
muchísima facilidad para intimidar o manipular. No era inocente o ingenuo, pero
tampoco había perdido del todo tales características.

Fascinante, pensó Kim.

Mentiría si dijese que ya no veía a Jungkook con esas intenciones turbias y enfermizas.
También mentiría al no aceptar que seguía sintiéndose atraído hacia el menor y hacia
su particular personalidad, que por más inestable que fuera, también era interesante; no
obstante, ya no podía seguir actuando como un depravado sexual. Eso asustó a Kook, y
Taehyung no quería que se volviera a repetir, pero tampoco quería quedarse en la nada.
Quería a Jeon para él, de un método extraño, pero lo quería.

El teléfono de la oficina sonó, sacando a Taehyung de sus pensamientos. Este último


bufó y con desgano agarró la bocina.

— ¿Qué pasa, Suni?

— Señor Kim, el señor Choi Minho acaba de llegar.

El rubio sonrió, mucho más aliviado.

— Hazlo pasar. — Y colgó. Apiló todas las fichas que ya había terminado y dejó las
demás a un lado, justamente aquellas que consideró que era mejor explicarle a su amigo
en persona.

La puerta se abrió no mucho después y Minho entró con una resplandeciente sonrisa en
sus labios. Taehyung se puso de pie y no dudó ni un segundo en aproximarse a su
camarada, quien lo recibió con un fuerte abrazo.
— Ha pasado tiempo. — Manifestó Minho, posteriormente de haberse separado del
rubio. Su sonrisa se mantenía, al igual que la de Taehyung.

— Demasiado diría yo. Discúlpame si me distancié un poco, he estado realmente


ocupado.

— No te preocupes. — El mayor recorrió con su mirada la oficina y se dirigió a pasos


cortos hasta el asiento que habitualmente tomaba Taehyung. Este último rió. — Por fin
haré algo importante con mi vida. — Bromeó Minho, sentándose. — Dime qué se siente
dejarle la correccional de tu padre a tu amigo el sinvergüenza.

— Bueno... — Taehyung fingió pensar, tomando asiento frente a su amigo. —


Considerando que nuestras personalidades se parecen, diría que no estoy tan en peligro
de cometer el peor error de mi vida. — Ambos carcajearon. — Sabes lo que tienes que
hacer, ¿no?

— No. — Admitió. El menor alzó una ceja. — Por eso vine más temprano.

— Empezaste bien. — El director acercó las fichas ya listas hasta Choi, quien las miró
interrogante. — Necesito que leas esto en cuanto me vaya porque para liderar una
correccional necesitas conocer a los chicos y sus costumbres o vicios.

— ¿Planeas que lea todo esto? — Minho estaba asombrado. No eran pocas fichas, eran
casi dos montañas.

— Oh, créeme que no te va a tomar ni siquiera cinco horas. Además, los chicos son
interesantes, te divertirías leyendo las cosas que hay ahí. — El mayor acercó las dos
fichas que habían quedado por fuera y se las enseñó a Taehyung.

— ¿Y ellos?

— Sobre ellos te explicaré después. Ahora... ¿Sabes lo que tienes que hacer? — Minho
abultó sus labios y asintió luego de un par de segundos. — Eso no me convence.

— Me hago una idea de todo.

— Una idea es sólo eso. — Choi bufó y Taehyung le imitó, luego de que el primero se
recostara en la silla. — Primero te explicaré los métodos de castigo y después el grado
en el que debes castigar a alguien dependiendo de su falta.
— Eso suena interesante. A ver.

— Muy bien. — Partió Kim. — Aquí hay chicos de todas las edades, a los más pequeños
debes tenerles tolerancia. Son traviesos e inquietos, así que te pondrán quejas
constantemente de ellos. Les dirás que lo que hicieron no está bien y como castigo les
darás horas extras en la clase de arte, ya sabes... puedes ponerlos a dibujar, tocar algún
instrumento. Algo que los entretenga dependiendo de sus gustos para que se diviertan
y se centren cada vez más en ello y menos en su conducta grosera, ¿entiendes?

— Suena sencillo. — Habló Minho, asintiendo con la cabeza. — A los más pequeños
sólo debo darles entretenimiento, anotado.

— Exacto. — Taehyung también asintió. — Prosigamos con los peores, los


adolescentes. Con estos internos debes tener cuidado, no te dejes convencer fácilmente
y tampoco caigas en sus juegos mentales.

— ¿Juegos mentales?

— Sí, juegos mentales. De ellos no te pondrán quejas, y si lo hacen será por alguna
pelea cualquiera. Te recomiendo que los vigiles y que estés dando paseos por los
pasillos y los patios, así los conocerás mejor y podría sorprenderte cuán revoltosos
pueden llegar a ser. Siempre tienen conflictos, pero prefieren callarse porque son
inteligentes, no les des esa posibilidad. — Minho escuchaba atentamente a Taehyung
hablar, y por un momento quiso renunciar. Quizá, después de todo, se estaba metiendo
a la boca del lobo. — De igual forma, hay cámaras por toda la correccional y los
guardias no dudarán en informarte sobre algún altercado, así que no te será tan difícil.
— El mayor asintió, en espera de que el rubio siguiera. — Los castigos a estos chicos
suben drásticamente. Si ves a algún interno amenazando o intimidando a otro, tienes
dos opciones. La primera y la más sencilla, es pegarle con algo que tengas a la mano,
un cinturón, o...

— Espera. ¿Puedo pegarles? — Taehyung ratificó. — Vale... sigue...

— No te equivoques. No puedes darles un puñetazo o romperles la cara. — Minho se


echó a reír. — Me refiero a golpes pequeños pero que los humillen, ¿me entiendes?
Nadie quiere ser golpeado con un cinturón frente a sus compañeros. A eso me refiero.

— O sea que se basa más que todo en la humillación, ¿no?


— Ajá. Este tipo de chicos suelen tener el ego por las nubes, y si quieren mantenerlo
ahí serán prudentes. Créeme, ellos saben a lo que me refiero.

— Vale, señor intimidante. ¿Qué más? — Kim rodó los ojos, antes de reanudar.

— Recuerda que los castigos se basan también en la falta cometida. Las faltas pequeñas
las puedes solucionar con golpes, como ya lo he dicho. Para las medianas hay
convivencias especiales, y eso es algo que todos los chicos aquí odian.

— ¿Convivencias?

— Se trata de encerrar al interno que cometió la falta en una habitación pequeña y


silenciosa durante cinco horas. Sin comer, sin agua, sin nada. Sólo déjalo ahí hasta que
pasen cinco horas. Confía en mí, la soledad y la estrechura del lugar lo harán reflexionar
sobre su comportamiento.

— ¿Y por qué 'convivencia' si no hay convivencia? — Cuestionó Minho, aturdido.


Taehyung rió.

— He ahí la gracia.

— Bien... suena fácil.

— Lo es. Para las faltas mayores, aquellas que son inaceptables y que, por fortuna, casi
nunca pasan, nos vamos mucho más allá de simples golpes o un encierro temporal. No
creo que tengas uno de estos inconvenientes, pero igual te explicaré porque tendrás que
mantenerme al tanto de algo y quiero que estés enterado.

— Pues dime. — El rubio acercó las dos fichas que había dejado por fuera de las demás
y se la mostró a su amigo.

— Él es Jimin. — Señaló al chico de la izquierda. — Y él es Seokjin. — En su lugar,


señaló al de la derecha. — Ellos cometieron una falta gravísima hace poco, y hasta el
día de hoy siguen y seguirán siendo castigados por ello.

— Muy bien. — Minho tomó ambas fichas y las observó, queriendo rememorar el rostro
de los chicos que aparecían en las fotografías de las fichas. — ¿Qué hicieron
exactamente y qué castigo se les está dando?

Taehyung exhaló pesadamente antes de proseguir.


— Tenían un escape secreto y vendían drogas aquí, gracias a eso intensifiqué las
medidas de seguridad en la correccional. Puse detectores de movimientos en las
habitaciones sin que nadie supiera y aumenté las horas de clases en los internos. ¿Sabes
qué fue lo mejor? — Puso su dedo índice encima de sus labios, queriendo ocultar la
sonrisa que se había formado ahí. Minho lo observó expectante. — Que muchos chicos
tenían conocimiento y jamás dijeron nada. Salían todos los días y la única condición era
regresar para que no los descubrieran, ¿ahora entiendes por qué te digo que hay que
tener cuidado con los adolescentes?

— Vaya... — Choi infló sus mejillas y suspiró en seguida. No podía creer lo que había
acabado de escuchar; sin embargo, tampoco le vio mucho problema. Él solía ser un
hombre astuto y al tener dos hermanos adolescentes, sabía muchas cosas que quizá
Taehyung no. — Tendré cuidado con eso y también con estos chicos. — El rubio negó.

— De ellos no tienes que preocuparte, están en cuartos de expiaciones y no saldrán de


ahí hasta que yo quiera.

— Explica eso.

— El día en el que trataron de escapar, que no fue hace mucho en realidad, los encerré
a los tres en cuartos especiales, Seokjin y Jimin estaban juntos pero ya los separé.

— ¿Los tres? — El mayor frunció el ceño y dejó las fichas, a las cuales detalló muy
bien, en su respectivo lugar. — ¿Y el tercer chico? — Taehyung empuñó sus ojos,
sintiendo que había sido descuidado.

Confiaba en Minho, pero no a tal punto de decirle que tenía a Jungkook con él. Sabía
que tenía que ser diligente con ese tema; ni siquiera su amigo de años aceptaría o
apoyaría lo que estaba haciendo.

— Disculpa, estaba pensando en otra persona. Son sólo ellos dos.

— Muy bien... ¿Y el castigo? No me has dicho qué les están haciendo. — Choi se
reincorporó un poco en su lugar y toqueteó repetidas veces con las yemas de sus dedos
la superficie del escritorio. — Siento que va a ser algo muy supremo.

— Y no te equivocas. — En los labios del menor se dibujó una curvilínea que cualquiera
definiría como malvada y, a su vez, también estimulante. La palabra "castigo" para
Taehyung era como una entrada al paraíso. Simple y llanamente disfrutaba de brindarle
dolor a las personas, y no necesariamente un dolor placentero, como muchos lo
puntualizarían; él disfrutaba brindar dolor de verdad. — Sólo les estoy dando castigos
electrizantes y un encierro que poca gente soportaría, nada más. Te hablé de esto porque
quiero que me mantengas al tanto de lo que suceda con ellos dos y de lo que los
encargados te digan sobre ambos.

— Amo la forma en que minimizas todo. — Taehyung rió. — ¿Tengo que hacer algo
más aparte de lo que ya me has dicho?

— No tienes que castigar a nadie si no quieres, puedes darle la orden a algún guardia y
él hará todo por ti. Eso sí, te pediré que no tengas compasión con nadie y que todo aquel
que cometa un error sea castigado. Quiero ángeles, no demonios. — Espetó. — Y no...
no hay nada más, creo. ¿Tú quieres saber algo más?

— Sí.

— ¿Qué?

— ¿Me puedes anotar todo eso en un papelito? — Minho se echó a reír a carcajadas,
mientras que el director se quedó plenamente sorprendido y algo fastidiado. Sabía que
su amigo haría un buen trabajo, pero su falta de comprensión a veces llegaba al límite.

— No tengo tiempo. Te enviaré todo por correo y si se me olvida algo, también te lo


haré llegar. — Dijo mientras se levantaba. Ajustó su corbata y tomó su portafolio.
Minho seguía riendo. — Te estoy dejando algo importante para mi padre y en parte,
también para mí. No lo arruines, ¿mh?

— Confía en mí, Tae. A estos mocosos no les quedarán ganas de volver a portarse mal.
— Guiñó su ojo y el menor sonrió con optimismo. Sabía que estaba haciendo lo
correcto. — Disfruta tus vacaciones, o lo que sea que vayas a hacer.

— Lo haré.

Porque sí...

Claro que lo haría.


28.
Taehyung llegó a su casa casi cuatro horas después. El tráfico que había en la ciudad
era del infierno, y para incrementarle a sus desgracias, en una de las vías hacia el campo
hubo un derrumbe, ocasionando más retraso. Le había tocado esperar por muchísimo
tiempo, y pese a que ya estaba considerablemente tarde, se sentía feliz de por fin haber
llegado. Suponía que Jungkook estaría dormido; no obstante, todo cambió al ingresar al
domicilio.

Se quedó sorprendido al ver los muebles de la sala cubiertos de lo que parecía ser barro,
lodo, ambas o algo más. Lo único que pasaba por su cabeza era que todo se veía
terriblemente mal y sucio, cosas que él odiaba. Habían huellas en el piso de las patas de
su perro, Soonshim. Incluso las paredes estaban manchadas.

Inhaló y exhaló profundamente, tratando de calmarse. No sabía cómo era posible que
su casa estuviese de aquel modo cuando tenía dos empleadas y una ama de llaves.

Lanzó su portafolios a uno de los sillones y siguió las huellas que estaban en el suelo,
las cuales lo condujeron a la cocina. Entró sin vacilaciones y la sorpresa lo atacó aún
más. Ahí estaba Jungkook, aparentemente lavando utensilios; tenía un delantal, y aún
así se lograba ver cuán sucia estaba su ropa y su cuerpo en sí.

— Jungkook. — La voz grave del mayor lo llamó, y el menor se sobresaltó a tal punto
de que tuvo que soltar uno de los vasos que estaba lavando.

— ¡Me asustaste! — Exclamó indignado, dándose la vuelta. Su actuar era nervioso y


Taehyung lo notó.

— ¿Me puedes explicar qué pasó aquí, cómo, cuándo? Ah, y también dónde están
Haneul, Yangmi y Hye.

Bastaba con decir que gran parte de la cocina también estaba cubierta por aquella mezcla
infrecuente. Al director se le hizo sumamente extraño no encontrar a ninguna de sus
empleadas y a Jungkook lavando los trastos. Quería una explicación y rápido. Cuando
había llamado todo parecía estar bien, más nunca se imaginó que todo estuviera tan mal.

Y sabía que todo era por culpa de Jungkook.


— Estábamos haciendo figuritas con arcilla y... — El pelinegro señaló a la mesa, en la
cual se hallaban todas las figuras hechas con arcilla que el rubio no vislumbró al llegar.
— Y ellas se fueron porque tenían que hacer las compras en el pueblo y dijeron que no
podían llevarme. Esto es tu culpa. — Se aproximó a decir, mientras se cruzaba de
brazos. Taehyung levantó una ceja.

— ¿Mi culpa? ¿O sea que planeabas irte a hacer las compras con ellas y dejar todo como
un chiquero?

— Sí. — Aceptó campante. Taehyung apretó su mandíbula y contó hasta diez


mentalmente. Debía tener paciencia.

— Entiendo que la arcilla causa desastres, ¿pero llevarlo hasta la sala, los muebles, las
paredes y casi toda la casa en general?

— Ese fue Soonshim.

— ¿Soonshim? — Kim fue acortando la distancia que tenía con Jeon, quien se sostuvo
de la barra del lavabo, arrinconándose.

— Sí... — Susurró y se hizo a un lado, incapaz de soportar la proximidad que tenía con
su director. — Además yo ya estaba limpiando todo y no iré a la cama hasta que termine.

— Pues al parecer no vas a dormir. ¿Ya viste todo lo que te falta? — La mirada del
mayor cayó nuevamente en las figuras. Habían figuras extrañas y unas que no tenían
bonita forma para nada. — ¿Y qué son estas cosas? — Cuestionó al acercarse y mirar
con sumo detalle.

— Figuras de arcilla. — Respondió con obviedad.

— No me refiero a eso.

— Entonces haz tus preguntas bien, Taehyung. — Jungkook imitó el tono de voz grave
que solía tener Taehyung, desquitándose de aquella vez en la que el contrario lo había
avergonzado por no saber "expresarse" bien. Kim bufó. — Además eres tú.

— ¿¡Soy yo!? — Volvió a observar las figuras. Ninguna de ellas era linda y una estaba
inclusive aplastada. — Ninguna se parece a mí.
— Claro que sí, mira... — El menor tomó entre sus manos la figura aplastada y se la
enseñó al rubio. — Este eres tú cuando un tren te aplastó. — Sonrió angelical y tomó
otra que no tenía extremidades. — Aquí un tiburón se comió tus brazos y tus piernas.
— Una carcajada demasiado tierna brotó de sus labios, lo cual molestó profundamente
al director, quien solamente se limitaba a observar. El adolescente tomó la última figura,
que medía unos 30 centímetros. El personaje tenía cachos y una expresión de
sufrimiento en absoluto buena. — Y aquí estás en el infierno.

— ¿Y las demás? — Taehyung estaba tratando de mantener la calma y no cometer una


locura de la que se arrepentiría después, considerando cómo solía ser Jungkook. Quería
empujar al chico a su regazo y darle cuantos azotes en las nalgas quisiera, hasta que
llorara por compasión o suplicara por otro castigo. Quería hacerle tantas cosas poco
sanas, sencillamente. Trató de despejar su mente en un momento, siéndole una tarea
imposible al ver los labios de Jungkook moverse.

Esos malditos labios...

— Esas las hicieron Haneul, Hye y Yangmi. — Respondió simplemente. Taehyung


seguía ensimismado en aquellos labios, cosa que Jungkook no notó.

— Hablando de ellas, no sé si echarlas o regañarlas.

— ¿¡Qué!? ¿¡Por qué!? — El pelinegro se alteró y dejó con cuidado la última figura
que había tomado en su respectivo sitio. Taehyung se reincorporó. — ¡No es justo!

— Lo que no es justo es que las tres se hayan ido a hacer las compras y te hayan dejado
aquí solo, sobre todo Haneul. ¿Qué clase de ama de llaves es esa? — Kook quiso
protestar, más se quedó callado al ver a Kim darse la vuelta.

— ¿A dónde vas? — Se adelantó unos cuantos pasos del rubio y bloqueó su paso. Era
obvio que iba a su biblioteca.

— A la biblioteca porque debo hacer algo. Quítate, Jungkook.

Jeon pensó en qué podía hacer para evitar que su director fuera a la biblioteca. Lo cierto
era que había hecho un enorme desastre en gran parte de la casona y que lo que había
visto Taehyung fue lo mínimo. Todo tenía explicación, por supuesto que sí, pero sabía
que aún así el mayor se enojaría y eso al azabache no le convenía. Hacer enojar a
Taehyung era malo.
— Apenas acabas de llegar a trabajar. Te d-daré café para que trabajes mejor. — Era
una mala excusa y ampliamente sospechosa, pero no se le había ocurrido nada más. Kim
frunció el ceño y miró fijamente al chiquillo frente a él.

Algo tramaba o algo escondía, y él lo iba a averiguar.

— Muy bien. — Una sonrisa se formó en sus labios, misma sonrisa que heló la sangre
de Jungkook. — Después de ti.

Kook prácticamente corrió hasta la cocina y Taehyung tomó asiento en una de las sillas
que habían alrededor de la pequeña mesa. Se puso cómodo, mientras esperaba que Jeon
hiciera lo suyo.

Inevitablemente, la mirada del director seguía cada movimiento del pelinegro.


Observaba cómo iba de aquí para allá, en espera de encontrar algo que le sirviera con
el café. Veía aquellas caderas y buen culo moverse, dejándole un maravilloso panorama
desde donde estaba.

"Jungkook, ¿no quieres subirte a la mesa y dejar que haga lo que quiera contigo?",
"Jungkook, ¿por qué mejor no te arrodillas y me das una buena mamada?", "Jungkook,
¿te molesta si te amarro a la cama y te doy un placentero castigo lleno de dolor?", eran
cosas que Taehyung quería preguntarle al adolescente, pero por supuesto, no se atrevía.
Al menos no aún.

Su mirada siguió haciendo su tarea y su mente aquellos pensamientos enfermizos que


no le traían nada bueno a nadie. Kim de verdad hacía su esfuerzo por controlarse, pero
a veces, abiertamente, no era capaz.

— Aquí está. — Se volteó de repente Jungkook y se aproximó con una taza en mano,
la cual le brindó al mayor. La expresión del chico tenía expectativa y cierto temor.

— Gracias. — Taehyung no pasó por alto la actitud del adolescente, ni mucho menos
lo sospechoso que estaba siendo en aquel punto; no obstante, llevó la taza hasta sus
labios y sorbió un poco del dichoso "café". Posteriormente, escupió todo. — ¿¡Qué es
esto!? — Se levantó de golpe y limpió sus labios con las mangas de su camisa. Jeon
retrocedió por inercia.

— ¡Es café!
— ¡Esto tiene harina y sal, Jungkook! — El menor brincó en su lugar. Él en realidad no
tenía ni la más remota idea de lo que estaba haciendo, de hecho, jamás en su vida había
tocado una cocina.

— ¡Pues yo no sabía!

Taehyung se estaba preparando para reprender severamente a Jungkook, pero de pronto


Soonshim apareció. El can se lanzó encima de su dueño para lamerlo y ensuciarlo, pues
cabía destacar que el perro estaba cubierto de lodo y arcilla; las dos combinadas. Kook
aprovechó el momento para retroceder completamente y salir huyendo si la situación lo
ameritaba. No conocía los límites de su director, pero por alguna extraña razón, sentía
que ya había cruzado uno.

— ¡Basta! — Kim retrocedió y el perrito sacó la lengua, siguiéndolo. — ¿¡Qué le pasó


a Soonshim, Jungkook!?

— Jugamos y también se ensució, ¡juro que lo bañaré!

— Soonshim, basta ya. — Regañó el rubio, posterior de haberle hecho señas al animal
para que se calmara. Miró a Jungkook y señaló la salida con su mandíbula. — Tú y yo
vamos a hablar, a la biblioteca ahora mismo. — El pelinegro inmediatamente se alteró.

— ¡A la biblioteca no!

— Te preguntaré algo simple. — Manifestó al acercarse lo suficiente. — ¿Le pasó algo


a mi biblioteca? — Kook no respondió, pero su semblante lo decía todo.

No había sido tan grave, después de todo.

— Ven. — El mayor tomó con cierta brusquedad uno de los brazos del adolescente,
quien comenzó a patalear mientras se negaba. — ¡No te voy a hacer daño! — Jeon no
confiaba en la palabra de su director, por ende, se lanzó al piso en un intento por
resistirse. Eso le importó poco a Taehyung, puesto que lo arrastró hasta la biblioteca.

Jungkook sabía que Taehyung se iba a enojar excesivamente. Le había mentido y si bien
no todo el desastre había sido su culpa, él y las empleadas de la casa se estaban haciendo
cargo de lo sucedido para que todo quedara en completa higiene. Era claro que Kim no
lo iba a entender así y le haría daño, o eso pensaba Jungkook.

— ¡Déjame ir!
— ¡No te voy a hacer nada! — Taehyung tomó la otra mano del menor, la cual intentó
golpearlo. Con la punta de su zapato empujó la puerta que daba a la biblioteca y desde
afuera tuvo suficiente para no querer observar más. — ¿Qué pasó aquí? — El tono de
su voz no contenía furia; sólo asombro.

¿Cómo un chico de 16 años podía causar tantos desastres?

— L-lo arreglaré todo... — Susurró, dejándose de mover. Taehyung aflojó su agarre. —


¡No fue a propósito! ¡Puedo jurarlo!

Kim bajó su mirada y la conectó con la del azabache, que le observaba con miedo y
poca ilusión. El director suspiró y volvió a repetir aquello de contar hasta diez.

De alguna u otra forma, se sentía dichoso.

Había llegado la oportunidad de hacer lo que quería.


29.
Jungkook estaba sorprendido.

Taehyung, muy el contrario de todo lo que Kook creyó que haría, se había ofrecido a
ayudarlo en la tarea de dejar limpia la casa y a Soonshim, luego de haberle pedido
disculpas por haberlo asustado y haberlo tomado de aquella forma tan poco amable. El
director también se dio cuenta de que Jungkook le había mentido, pues las empleadas
en ningún momento salieron, sino que se estaban ocupando del aseo en distintas partes
de la casa. Kim no hizo ni dijo nada al respecto, impactando aún más a Jungkook, quien
no podía creer lo "amable" que estaba siendo. No obstante, se sentía agradecido de que
nadie saliera afectado.

— ¿Tengo algo en la cara? — Cuestionó Taehyung, mientras se encargaba de lavar los


utensilios que faltaban. El azabache estaba a su lado, encargándose de secar los trastos
mojados que le iban pasando. Kook negó con la cabeza rápidamente. — ¿Entonces?

— Es que te ves raro con delantal. — Kim sonrió, pasándole otro trasto al menor, el
cual secó cuidadosamente.

— Creo que hay algo mal con mi vista.

— ¿Eh?

— Porque estás mirando mi cara y no el delantal. — Jungkook quitó la mirada y se


limitó a seguir en lo suyo, ocasionando más carcajadas en el director. — ¿Te pones
nervioso? — Cuestionó con burla.

— ¡Claro que no! — Respondió alterado, incapaz de observar al hombre junto a él. —
Eres tan egocéntrico, en serio.

— Oh, miren cómo se pone nervioso. — Canturreó, fastidiando a Kook. — Incluso te


estás sonrojando.

— ¡Que no! — Sin saber qué más hacer, salpicó con el agua que salía de la pila de la
cocina a Taehyung, quien empuñó los ojos y arrugó la nariz debido al impacto.
Jungkook empezó a reír al ver la expresión en el rostro ajeno.
— No acabas de hacer esto... — Aprovechando que Jeon seguía riendo, el director tomó
toda la cantidad de agua que pudo entre sus manos, lanzándola directamente a la cara
del menor, quien siguió con la batalla, empapando el suelo como también los
alrededores y sus prendas de vestir.

Jungkook tomó un plato hondo y lo llenó de agua, ahí cabía más y por ende podría ganar
la "pelea de agua". Taehyung hizo lo mismo pero con una jarra; ambos se dedicaron a
lanzarse agua durante minutos. Era divertido para los dos, pese a que Kim se estaba
portando como un niño inmaduro e infantil. Kook estaba más centrado en salir
victorioso.

— ¡Basta los dos! — Gritó Hye, una de las empleadas. — ¡Miren cómo volvieron la
cocina! — Tanto el rubio como el azabache se delimitaron a observar, y vaya que habían
causado un desastre peor del que ya había. Muchas de las cosas estaban salpicadas de
agua y ellos se encontraban plenamente mojados. El piso estaba encharcado y debido a
la arcilla que estaba desde antes ahí, muchas partes estaban empantanadas. — Voy a
enloquecer. — Musitó la mujer, frustrada.

— Arreglaremos esto. — Manifestó Taehyung, buscando alguna cosa para limpiar sus
manos. Al no encontrar nada, las limpió en su pantalón, que también se hallaba mojado.
— Si quieres puedes ir a dormir. Las demás también.

— Señor, me apena demasiado que todo esto haya pasado. No es justo para usted y no
es profesional, tengo que hacer mi labor de alguna u otra forma.

Tenía razón, pero ya había hecho suficiente. Taehyung no supo no con exactitud cómo
es que la casa había quedado de ese modo y tampoco pidió muchas explicaciones al
respecto; sin embargo, las tres ya habían hecho demasiado y en varias partes. De hecho,
ellas incluso habían limpiado y arreglado la biblioteca, que había quedado con una de
las tantas estanterías en el piso.

Jungkook miró entre la mujer y su director, expectante.

— Ya ha sido suficiente. Pueden ir a dormir. Me quedaré con Jungkook arreglando esto.

— ¡Pero tengo sueño! — Protestó el adolescente.

— Tú dijiste que no ibas a dormir hasta que arreglaras todo. No son mis palabras, son
las tuyas.
— Señor. — Habló Hye. — Deje dormir a Kookie y yo me encargaré de Soonshim y la
cocina.

— No. — Dijo firme Jeon. A pesar de que quería dormir, no creía decente dejarle "su"
responsabilidad a otra persona. Mucho de todo el desastre había sido su culpa. — Yo
me quedaré.

— Ya lo oíste.

La mujer suspiró y asintió.

— Está bien. Buenas noches. — Hizo una pequeña reverencia y se retiró, dejándolos a
solas.

— Estoy cansado. — Expresó el menor, sentándose en una de las sillas. — Me estoy


quedando sin energía.

— ¿Cansado de qué? ¿De jugar?

— No soy un niño.

— Actúas como uno. — Kook se cruzó de brazos. Kim tomó un trapo seco y comenzó
a tirar el agua que había alrededor de la barra de la cocina al piso. Luego la trapearía y
todo sería más sencillo.

— Tú igual, y eso que tienes como mil años. — Se burló, ganándose una mala mirada
por parte del mayor. Jeon rió. — ¿Cuántos años tienes?

— Mil. — Respondió corto y tajante.

— ¡Sólo jugaba! Quiero saber tu edad.

— ¿Por qué importaría? — Retorció el trapo en la pila, sacando todo el líquido que se
había acumulado. Posteriormente lo sacudió y volvió a su tarea inicial. — ¿Qué haces
ahí sentado? Ayúdame.

— Si me dices tu edad, tal vez. — Taehyung bufó.

— Tengo veinticinco. ¿Siempre sueles ser así de... curioso?


— No soy curioso porque nada me importa. Sólo quería burlarme de tu vejez. — El
pelinegro se levantó de su asiento y fue en busca de la trapera, la cual le brindó al mayor.
— Tienes nueve años más que yo.

— ¿De verdad? — En el tono de voz era palpable el sarcasmo. — No me di cuenta.

— Eso te hace aún más enfermo. — Musitó, con una sonrisa de ángel. Taehyung paró
todo lo que estaba haciendo para observar fijamente al muchacho. Este último ensanchó
su sonrisa. — ¿Qué? — Jungkook disfrutaba hacer ese tipo de comentarios de la nada.
Sabía que aquello hacía sentir mal a su director y era algo que él amaba. — Sólo digo
la verdad. ¿Te gustan los menores?

— Basta. — Golpeteó el piso con la base de la trapera. Jeon dejó de sonreír, pero en su
interior seguía saltando de alegría. — Quedamos en que íbamos a tratar de olvidarlo.

— Es fácil para ti decirlo. — Abultó sus labios infantilmente. Taehyung reanudó sus
labores. — Como a ti no te rompieron el culo... — Susurró lo suficientemente fuerte
para que el otro escuchara.

— ¡Jungkook, si sigues de esa manera te voy a... — Se calló abruptamente. No


amenazas, no violencia, paciencia y aceptación. — Sólo cállate.

Kook rió, sintiéndose más que satisfecho.

— Iré a preparar el baño para Soonshim. — Informó, en un tono tan ingenuo que por
poco volvió loco a Taehyung.

El director aprovechó la ausencia de Jungkook para darle un fuerte puñetazo a la barra


de mármol que pertenecía a la cocina. Se lastimó en el proceso, pero le restó
importancia. Se sentía de diversas formas y lo malo era que de aquella misma manera,
se confundía a sí mismo. Una parte le decía que se calmara, que actuara como un adulto
y se controlara, pero la otra, y esa que siempre le hacía cometer locuras, le decía que
tomara a Jungkook y le enseñara cómo debía de comportarse, porque el menor no
cambiaba con absolutamente nada y eso solamente ocasionaba que Taehyung quisiera
someterlo a castigos más tormentosos.

Habían otras emociones, como arrepentimiento, culpa y dolor. La actitud de Jeon le


demostraba muchas cosas, pero la principal de todas era trauma. Era obvio que le había
hecho un daño irremediable y que de alguna u otra forma tendría que pagar, y Taehyung
estaba dispuesto a hacerlo.
Trató de alejar los malos pensamientos y optó por empezar a trapear el piso. Ya no había
agua en las estanterías ni tampoco en la barra, sólo restaba limpiar las paredes y el suelo,
así que eso se dedicó a hacer.

Estaba agotado. Se pasó todo el día en el trabajo y con un dolor agonizante en su cabeza;
debía darse crédito por seguir de pie cuando había hecho tanto y todo por aquel mocoso
que lo ponía tan de malas y tan de buenas a la misma vez. Una sonrisa se dibujaba en
sus labios al rememorar momentos como aquella batalla de agua, y luego su expresión
se tornaba aprensiva cuando recordaba lo demás.

Era complicado e inexplicable.

— El baño ya está listo. — Anunció Kook, asomándose por la entrada de la cocina. El


mayor asintió.

— Limpia las paredes, luego ve a buscar a Soonshim y llévalo al baño. — Jeon


refunfuñó, cruzándose de brazos.

— Todo yo. — Se quejó por lo bajo y tomó otro trapo, el cual pasó por todo el paredón,
quitando las manchas de lodo y a la par asegurándose de no dejar ninguna olvidada. —
¿No crees que me merezco un premio?

Lo único que te mereces son unos buenos azotes, pensó Kim.

— ¿Premio por qué? ¿Por arruinar la casa y luego hacer lo correcto que es arreglarla?
— Comprimió la trapera en un pequeño balde, sacando toda el agua sucia. Seguido de
ello, volvió a trapear el suelo.

— Porque me he portado bien, además decidí limpiar porque quería, no porque debía.
Y por si no lo notaste, ya no soy tan grosero.

— Touché. — Taehyung sonrió, observando fugazmente al pelinegro. Probablemente


concederle un premio no era tan mala idea. — ¿Qué quieres?

— Quiero montar a caballo. — El rubio se cuestionó qué estaba mal con él cuando le
encontró doble sentido a la palabra "montar". Carraspeó su garganta. Jungkook estaba
de espaldas, limpiando todavía.

— ¿Sabes hacerlo?
— Mi abuelo me enseñó cuando era pequeño. Supongo que no lo he olvidado. — El
menor se volteó. — ¿Puedo?

— Puedes.

— Ya terminé. — Avisó. — Iré por Soonshim.

— Espérame en el baño. — Y de nuevo aquellas palabras que para Taehyung tenían


doble sentido.

Tenía una enorme atracción sexual hacia Jungkook y eso lo supo desde el primer
momento en que lo vio, el asunto era tratar de ocultarla o evitarla. Tenía sed y esa misma
sed ni siquiera se calmó la noche en que lo tomó prácticamente a las malas. Quería más,
mucho más.

Luego de que Kook saliera corriendo, Kim terminó su labor. Sacó los recipientes de
aseo y observó el cuarto de la cocina resplandecer, solamente faltaba que el piso se
secara, cosa que haría por sí mismo y a lo largo de la noche. Llevó todo a su respectivo
lugar, se quitó el molesto delantal y posterior a ello se encaminó al baño, a su vez
subiendo las mangas de su camisa; desprendió tres de los botones de la prenda, dejando
su pecho casi al descubierto y por último se quitó la corbata.

Soonshim solía ser demasiado caprichoso a la hora del baño.

— Así que aquí están. — Dijo, entrando a la estancia. Jungkook estaba de rodillas frente
a la tina y sosteniendo al perro entre sus brazos para que este no escapara. Taehyung lo
recorrió con la mirada. Tenía el cabello húmedo, al igual que la ropa, ocasionando que
su vestimenta se pegara a su cuerpo y dejara resaltar zonas apetecibles. Sus labios
estaban rojizos y en aquella posición se veía de dos maneras: adorable y apetitoso. Kim
se pasó la lengua por el labio superior e hizo su mejor esfuerzo por distraer su mente en
otra cosa. — ¿El agua está caliente?

— No puede estar caliente, debe estar tibia. — Reprochó, alzando su mirada y


conectándola con la de su director. Su mirada vagó por el pecho del hombre, e inminente
volvió a bajar la cabeza. — ¿O quieres quemarlo?

— Estás loco. — Taehyung adoptó la misma posición de Kook, distanciándose


limitados centímetros. Soonshim sabía lo que ocurriría y eso lo tenía un tanto inquieto.
— Shim, el agua es amiga, ¿bien? — Acarició suavemente las orejas del animal,
consiguiendo tranquilizarlo escasamente.

— Es muy lindo. — Mencionó el adolescente, sonriendo.

— ¿Te cae bien?

— Mucho.

— ¿Y tú le caes bien?

— Me ama. — El rubio contemplaba fijamente el movimiento de la boca del menor, y


odió aún más a su subconsciente por hacerle pasar por ese tipo de cosas en momentos
tan inadecuados. — Ponle patos a la tina para que juegue con ellos. — Ordenó Jeon,
tomando el cepillo para peinar. Pasó el objeto por el pelaje del perro con sumo cuidado
de no lastimarlo. Soonshim comenzó a menear la cola y sacó su lengua, demostrando
así su satisfacción.

Taehyung, en tanto, seguía admirado con los labios de Jungkook. Quería volver a
besarlos. Relamió los labios propios y formuló un sonoro suspiró, ganándose una
mirada de extrañeza por parte del muchacho, y no siendo suficiente con aquello,
también por parte del perrito.

— ¿Qué te pasa? — Interrogó Jungkook. Taehyung tomó compostura y negó con la


cabeza. — Estás actuando extraño desde hace rato.

— ¿Desde cuándo ser amable es actuar extraño? — Cuestionó de vuelta, agarrando unos
cuantos patos de goma, cuya única función era adornar, y los metió a la bañera.

— Desde que el amable eres tú.

— Tú también estás actuando diferente.

— Esta es mi verdadera personalidad, de hecho. — Confesó, aún peinando a Soonshim.


— Se podría decir que no me conoces. Sólo has visto de mí lo que yo he querido que
veas.

Interesante dato, pensó Taehyung. ¿Cómo era entonces Jungkook?

— Entonces, ¿cómo eres?


— Soy como cualquier otra persona. Subjetivo. — Encogió sus hombros y sonrió
cuando por fin culminó con su tarea. Kim tocó el agua, verificando si estaba en una
buena temperatura. Claramente no era una buena idea bañar a un perro a la 1:00 de la
madrugada. Eso nadie lo hacía, y si ellos lo estaban haciendo, era por mera necesidad
de dejar todo impecable, incluido Soonshim. — No todos me van a ver de la misma
forma, aunque al parecer tú te has encargado de tener la misma imagen que tienen mis
padres de mí.

— No es como si tú te hayas encargado de desmentirlos demasiado. — Recriminó. —


¿Es cierto lo que hiciste?

— Sí. — Admitió sin ningún recato. Era un poco obvio que su director se refería al
motivo por el cual sus padres habían decidido internarlo en la correccional. — Y lo
volvería a hacer.

— Así que... te gusta el fuego.

— El fuego es algo maravilloso. No cuesta nada provocarlo, pero cuesta mucho


apagarlo; eso si no trae consecuencias graves de por medio. — Taehyung observó a
Jungkook con determinación. Este último estaba hablando con una inspiración que
alertaba. — El fuego puede destruir en minutos lo que se ha hecho en años, por eso me
gusta.

El mayor no respondió nada. Siguió analizando al azabache, quien alzó su mirada. El


primero sonrió un poco.

— ¿Por qué me miras así? — Preguntó Kook, presuntuoso. — ¿Ahora me tienes miedo?
— Taehyung rió.

— ¿Miedo? Por favor. No tengo tiempo para sumergirme en una emoción tan fastidiosa.
Yo estaba pensando en otras cosas mucho más emocionantes.

Jungkook se mordió el labio inferior con fuerza, evitando decir algo más. Se podía hacer
una pequeña idea de lo que estaba pensando el mayor, y aquel tono tan sugerente que
había utilizado solamente le confirmaba que quizá sí estaba en lo cierto. De pronto se
sintió incómodo con aquella mirada encima suyo. Soonshim ladró no mucho después,
alivianando el ambiente.
— Es hora. — Musitó Jeon, haciendo referencia al baño del animal. Taehyung siguió
sonriendo muy sutilmente, posterior de haber asentido con la cabeza. — ¿Cómo se
supone que lo vamos a bañar?

— Es fácil. — Se arremangó un poco más las mangas de su camisa y se levantó


carentemente, buscando comodidad. — Lo metemos a la tina, tú lo sostienes y yo me
encargo del resto. — Jungkook asintió. — Ven aquí. — Habló Taehyung con un tono
considerablemente infantil, como si se estuviese dirigiendo hacia su propio hijo. Tomó
al can entre sus brazos y con lentitud y suavidad lo ingresó a la bañera. Kook se apresuró
a sostener al animal por el torso, siendo cuidadoso de no apretarlo excesivamente fuerte.
— Muy bien.

Soonshim al principio se alteró. Kim sabía que el baño no era una de las principales
cosas favoritas de su mascota, y que podía pasar de ser un adorable perrito a algo
parecido a Cerbero, sólo que sin las tres cabezas. Por tal motivo, comenzó a brindarle
ligeras caricias, en espera de que ya no estuviera tan tenso, cosa que logró después de
largos minutos.

Con mayor seguridad, el director hizo de sus manos una especie de jarra y tomó toda el
agua que pudo entre sus palmas, para luego dejarla caer en el pelaje de Soonshim, de
aquella forma deshaciéndose del lodo y la arcilla. Jungkook solamente observaba,
manteniéndose en lo suyo.

— Eres muy delicado con él. — Comentó el menor.

— Soy delicado generalmente. — Kook soltó una estruendosa risa sarcástica. Taehyung
ni se inmutó. — Soy como tú. Sólo has visto de mí lo que yo he querido que veas.

El azabache rodó los ojos, prefiriendo quedarse callado. Admitía que seguía teniendo
curiosidad respecto al rubio, a pesar de no querer aceptarlo. Luego de ver aquella
estancia en la que había sangre, y luego de que el mismísimo Taehyung confesara que
la sangre era suya, Jungkook no volvió a ser el mismo. Pensaba constantemente en las
posibilidades; buscaba una explicación lógica, ya que era evidente que por parte del
contrario no iba a encontrar ninguna. ¿Por qué era su sangre y qué había provocado
que sangrara? ¿O quién? ¿Él mismo o alguien más? ¿Siempre había sido así de raro?

Jeon no sabía con exactitud cómo se le podía llamar a una persona que disfrutaba de
maltratar a otros. No tenía mucho conocimiento en el asunto y tampoco demasiado en
el tema del sexo, pero sabía que su director se excitaba al ver a las personas sufrir. O le
agradaba. Lo notó con Hoseok y lo confirmó cuando fue él quien sufrió aquellos abusos
en carne propia y en desmesurada manera, así que toda la recopilación en su mente lo
llevaba a no sólo una, sino varias preguntas: ¿Taehyung había nacido con ese particular
gusto o lo desarrolló? ¿Alguien lo hizo así?

— Nuevamente estás mirándome como en shock. — Habló Kim, asustando a Jungkook.


El primero se veía tan concentrado en bañar a Soonshim que Kook jamás hubiera
imaginado que lo descubriría observándolo. — ¿En qué piensas?

— ¡En nada! — Gritó de pronto, sorprendiéndose a sí mismo y también a los otros dos
presentes. Taehyung le restó importancia, sabía que Jungkook era raro y que tenía
cambios de humor; sin embargo, se cuestionó qué pasaba por la cabeza del pelinegro
como para que se alterara tan súbitamente. — Oh, ya casi acabas. — Y de la misma
manera en que se había alterado, también se calmó. Volvió a su faceta tranquila, tanto
que incluso sonrió. El mayor frunció el ceño.

— Sólo falta el champú. — Informó, pasando por alto la extraña actitud del adolescente.
— Ayúdame con eso para que terminemos más rápido y puedas ir a dormir.

— ¿Tú no irás a dormir? — Cuestionó, seguidamente de haber echado un poco del gel
para perros en sus manos; posteriormente, frotó el contenido en el pelaje de Soonshim,
quien se estaba portando considerablemente bien. — No es como si me importara, pero
es raro.

— Tengo cosas que hacer. — Porque sí, gracias a Jungkook y a todo el desastre que
este y las empleadas habían causado, Taehyung había dejado muchas cosas para
después, siendo la principal el correo que debía enviarle a Minho. Si no lo hacía,
seguramente su amigo se volvería loco y no tendría ni la mínima idea sobre cómo
proceder.

— ¿A esta hora? — Criticó. Kim imitó la acción del menor y enjabonó a su mascota.

— Será mejor que no tomes la costumbre de acostarte a esta hora. No estás en la


correccional pero eso no significa que todo cambie, esto lo hablamos en la mañana. Te
seguirás durmiendo a las 8:00 p.m, ni más, ni menos. — Cambió de tema, haciendo
enojar a Jungkook.

— Cuando vivía con mis papás ni siquiera dormía.

— Eso explica tu físico. — Comentó burlón, intensificando la ira en el azabache. —


Además muy bien dicho, cuando vivías con tus padres. Aquí las cosas cambian.
— Eres un amargado.

— Te ves más bonito con esa boquita cerrada.

— Tú ni siquiera te ves lindo de las dos formas. — Soonshim ladró, como queriendo
enunciar un "cállense los dos".

— Estás tratando de que actúe como tú y no voy a caer tan bajo. Soy un hombre.

— Soy un hombre. — Replicó con voz de caricatura. Taehyung prefirió callar y


enjuagar al perro, pero vaya que sí estaba a punto de mandar todo a la mierda y enseñarle
a aquel niño que con él no se jugaba.

Si estaba teniendo paciencia era porque, de cierto modo, sentía que debía tenerla. Había
lastimado a Jungkook y era lógico que el chico estaría dolido y con ansias de venganza,
pero si las cosas seguían así luego de un tiempo en el que Kim considerara que ya había
sido demasiado, no se detendría más a sí mismo y procedería.

Jungkook elegiría: por las buenas o por las malas.

Aunque Taehyung ya sabía cuál sería el desenlace de todo.


30.
— Lo haces excelente, nene.

Taehyung tomó entre sus manos aquellos cabellos negruzcos, y jalando fuerte de los
mismos, impulsó al chico a continuar con su tarea en una forma más brusca y continua.
El rubio se mordió con vigor el labio inferior y empuñó sus ojos, mientras tiraba de su
cabeza hacia atrás, resultado del vasto placer que sentía alrededor de todo su ser.

— Desde que vi tus labios supe que serían buenos para hacer mamadas, pero jamás
pensé que tanto. — Comentó en un jadeo. Incrementó la fuerza del agarre en el pelo
del adolescente, y de la misma manera también la velocidad del vaivén que llevaba a
cabo. — A-ah... — Gimió, demasiado metido en las millones de sensaciones que le
causaba Kook, al cual se le aguaron los ojos debido a que el director había presionado
su cabeza contra su pene, dejándola ahí y prácticamente causando que se atragantara
con la prominente extensión. — Pero qué excitante imagen. — Musitó Kim al bajar su
cabeza para darle un vistazo al azabache. Se veía jodidamente deseable de aquella
forma; sometido y a completa disposición. Taehyung sonrió y jaló del cabello que tenía
en su diestra. Como la gran y "buena" persona que era, debía darle algo de aire al
chiquillo si no quería que se ahogara.

Jungkook tomó grandes bocanadas de aire y tosió unas cuantas veces en cuanto su boca
se vio liberada. Taehyung ensanchó su sonrisa al observarlo, ¿cómo era posible que
con tan elementales reacciones fuera suficiente para que se excitara de un modo tan
dinámico?

— Ya tomaste aire, ahora sigue. — Y dicho aquello volvió a presionar la cabeza de


Kook contra su miembro. El muchacho sabía lo que hacía, pues comprimía sus labios
contra la hombría de su director y seguido de ello, pasaba su lengua por toda la
prolongada erección y parte de los testículos, cosa que hacía a Kim querer gritar
debido al inminente deleite. — Muy bien, bebé. — Susurró en medio de gemidos,
volviendo a repetir la acción de por poco "ahogar" a Jeon, quien comenzaba a
preocuparse en vista de que el mayor no tenía intenciones de soltarlo pronto esa vez.

Con una punzada en el corazón, y teniendo clarísimas las consecuencias, Jungkook


mordió firmemente la polla del rubio, logrando que este último lo soltara en medio de
suaves quejidos. Cualquiera pensaría que todo hubiera sido más fácil si utilizaba sus
manos para conseguir zafarse, pero no era posible puesto a que Taehyung previamente
había atado sus manos, alegando que todo en esa forma se volvía más interesante y
excitante. Kook tosió nuevamente; las lágrimas que se habían acumulado en sus ojos
desde hace un rato habían emprendido camino por sus mejillas. No lloraba por no
querer, lloraba por el constante malestar que sentía en su garganta al no poder respirar
bien.

— ¿¡Cuántas veces te he dicho que no hagas esto!? — Vociferó. — Dilo.

— Soy una puta. — Taehyung sonrió, asintiendo.

— ¿Y qué más?

— Me merezco un castigo por no poder soportar más. — En el tono de su voz era


palpable la monotonía. Taehyung rió sutilmente, orgulloso.

— Muy bien, mi amor. — Acarició con sumo cuidado la mejilla de Jungkook, el cual
sonrió débilmente ante la acción. — Ven aquí. — Palmeó su regazo, dado a que estaba
sentado en un sofá y con Kook entre sus piernas. — Recuéstate boca abajo. — El chico
obedeció. Se puso de pie con algo de dificultad y entonces tomó lugar en donde su 'amo'
le había demandado. Kim desató aquellas manos, dejándolo en plena libertad, y en
seguida brindó toda su atención a esas deliciosas nalgas. — Serán diez azotes y tú los
vas a contar. — Jeon asintió, sosteniéndose de uno de los extremos del sillón. El
director masajeó y manoseó la nalga izquierda, y segundos más tarde le dio una fuerte
palmada que hizo tensar y sobresaltar el cuerpo del adolescente.

— Una...

Taehyung elevó su mano un poco más alto y luego la dejó caer en la misma nalga.
Jungkook jadeó de dolor y también de placer; una mezcla extraña, pero exquisita.

— Dos.

Los bofetones se repitieron por cinco veces más y en el mismo lugar. El poco placer
que el azabache sentía se había evaporado, dejando solamente dolor y un estridente
ardor en su trasero. El rubio reiteró su acción.

— O-ocho... — Empuñó sus ojos, mientras que el mayor se lamió sus resecos labios. La
piel maltratada iba tomando color, algo que Taehyung amaba ver, sin mencionar las
expresiones de Jungkook al sentarse posterior a cuando todo pasara.

— Las dos últimas. — Kook suspiró y Taehyung dio dos rápidas y rudas nalgadas en el
mismo sitio, sin darle oportunidad a Jeon de contar, sólo de gemir y retorcer su cuerpo.
— Muy bien, cariño. — Apretujo el otro glúteo, ese que no había recibido atención,
haciendo gimotear de nueva cuenta al menor.

Inesperadamente, Jungkook se reincorporó y se abalanzó hacia el director para besarlo


con bestialidad. Kim correspondió de inmediato, pese a estar confundido por la
inesperada iniciativa de su 'sumiso'. El pelinegro lo besaba con aspereza y necesidad,
como queriendo arrancarle los labios, y Taehyung no se quedaba atrás. Este último
tomó con posesión las caderas contrarias entre sus brazos, acercándolo más y haciendo
nula cualquier posible distancia entre ambos cuerpos.

— Me encanta cuando te pones salvaje de un momento a otro. — Habló Taehyung en


un tono ronco y profundo, consiguiendo que Jungkook se olvidara del dolor y se sintiera
excitado por segunda vez en el día. Kook jadeó y el de cabellos rubios iba a aprovechar
aquello para adentrar su lengua a la cavidad bucal del primero, de no ser porque el
pequeño azabache comenzó a desaparecer de su vista. Era extraño, pues él seguía
sintiendo los besos del otro y también lo oyó formular un ladrido...

¿¡Un ladrido!?

— ¡Soonshim, no! — Taehyung se levantó de un salto de su cama. Todo había sido un


maldito sueño, y no valía la pena decir que aquel "excitante" beso no era nada más que
las lamidas de su perro. — Perro malo. — Llevó sus manos a sus ojos y los restregó
tenuemente. También se sostuvo de la mesita de noche; haberse levantado con tanta
urgencia había ocasionado que se mareara de repente, y ese no era el principal problema
de todos.

Había besado a su mascota, y también tenía una erección que sólo se le podría bajar con
una buena masturbación y una ducha de agua helada. Únicamente con eso.

Aparte, ¿cómo se supone que vería a Jungkook en el resto del día sin recordar aquel
sueño? La noche anterior, luego de haber bañado a Soonshim y arreglar los asuntos que
tenía pendientes, se fue a dormir con los labios de Kook en su mente, ¿y cómo no si
había fantaseado con ellos durante casi toda la jornada? Eso explicaba el sueño y la
considerable tiesura que estaba haciendo de su vida un infierno.

Sintiéndose idiota y estafado, emprendió camino hasta al baño donde planeaba


encerrarse hasta haberse liberado de su rigidez y de olvidarse que jamás besó a
Jungkook; sólo a Soonshim, lo cual sonaba aún más retorcido.
— ¡Tú no vienes! — Regañó al animal, que había tomado ánimos de querer seguirlo
incluso al baño. El perrito agachó las orejas y posteriormente salió corriendo de la
habitación, aparentemente triste o indignado. Taehyung no le tomó importancia a eso,
sencillamente se adentró al cuarto de baño, cerciorándose de ponerle seguro a la puerta.
Sería una larga mañana.

Se dio la oportunidad de pensar una vez más en el sueño, y se lamentó profundamente


al no haber soñado también que lo penetraba. No era momento para pensar en eso, pero
indudablemente de no ser por aquel pequeño detalle, el sueño habría sido perfecto.
Asimismo, pensó en la posibilidad de tener a Jungkook así en la vida real. Así de
sumiso, de entregado y, de una u otra forma, desequilibrado.

El Jungkook del sueño comparado con el de la realidad era algo que jamás pasaría, o
que tal vez pasaría, pero después de muchas enseñanzas y castigos. Habría que
someterlo y adherirle una personalidad completamente nueva. Hacerlo, tal vez, una
marioneta.

Sería difícil, más no imposible.

Quería al Jungkook del sueño y rápido. Recordar el millar de efectos que le logró
provocar ese chico de fantasía, solamente hacía que Taehyung quisiera encapricharse
más con él y con la idea de poder tenerlo. Porque eso era lo que él quería; así era como
él quería transformar a Kook desde el primer momento en el que lo vio actuar tan
déspota y groseramente en la correccional.

Eso quería, y tal vez lo lograría.


31.
Dos horas más tarde y Taehyung ya se sentía listo para enfrentar al dueño de sus deseos
más carnales e indebidos: Jeon Jungkook. Le había prometido al más pequeño que ese
mismo día irían a cabalgar y era un poco lógico que no podría dar su brazo a torcer.
Había pasado aquellas dos horas exactas en el baño, jugando con su propio miembro,
sumergiéndose en la friolenta agua y con un lindo pelinegro en su mente, haciéndole
todo tipo de cosas. Jodiéndolo con el simple pensamiento.

Si tan sólo Jungkook supiera.

El rubio se vistió cómodamente, como casi nunca lo hacía y eso le resultó raro. Se sentía
extraño sin aquel elegante traje y aquella corbata que era tan característica en él. Había
olvidado el confort que hallaba lejos del trabajo.

Bajó las escaleras y posteriormente se dirigió a la cocina. Supuso que Jungkook ya


estaría esperándolo, eran pasadas las 2:00 p.m. Imposible que aún estuviese dormido,
aunque considerando lo tarde que se había acostado la noche anterior, no veía lejos la
posibilidad de que siguiera en los brazos de Morfeo.

— Buenas tardes. — Saludó a Yangmi, otra de las empleadas. La chica se volteó


inmediatamente e hizo una breve reverencia.

— Buenas tardes, joven Taehyung. — El aludido tomó asiento en una de las sillas que
habían alrededor de la barra, mientras inspeccionaba sus cercanías, en espera de ver
aquella cabellera oscura que lo tenía tan alterado últimamente. — ¿Va a desayunar?

— Sólo quiero jugo de naranja. — Entrelazó sus manos al ponerlas encima de la


superficie de mármol y apretó sus labios. La mujer asintió. — ¿Y Jungkook? Dijo que
quería ir a montar a caballo.

— Pues dudo que pueda hacerlo. — Comentó Yangmi, sacando una jarra llena de jugo
del refrigerador. Taehyung frunció el ceño, confundido.

— ¿Y eso por qué?

— El niño está enfermo. Se resfrió anoche con la ropa húmeda. — Taehyung golpeó su
frente disimuladamente. ¿Cómo había podido olvidarlo? Desde el momento en que
empezaron con la guerra de agua y Jungkook había quedado totalmente empapado, él
debió haberle ordenado que se cambiara antes de proseguir con la limpieza. La chica
puso el vaso con jugo sobre la barra y Kim se lo bebió velozmente. — Hye lo ha estado
cuidando. Pobre pequeño, tan sensible y risueño que es. — La chica suspiró y Taehyung
casi se atraganta con el jugo. — ¿Está bien?

— Sí, sí. — Musitó entre risas, tomando una servilleta y pasándola por sus labios. Se le
hizo inevitable no regocijarse ante semejante afirmación por parte de su empleada. —
¿Está en su habitación.

— Así es. Tiene mucha fiebre y no ha parado de sudar frío, pero le estoy haciendo una
sopa de pollo a ver si se compone un poco.

— Ya veo. — Asintió, poniéndose de pie. — Iré a verlo. — Yangmi asintió de vuelta y


Taehyung se relamió las comisuras. Ulteriormente subió nuevamente las escaleras, no
sin antes haberle agradecido a la mujer por sus atenciones.

Se lo pensó una segunda vez antes de entrar al cuarto de Jungkook. El adolescente


constantemente estaba de mal humor, y Kim imaginó que estando enfermo podría ser
mil veces peor; no obstante, se arriesgó. Por encima de todo, Taehyung seguía estando
a cargo de Jungkook y era el mayor, cosa que automáticamente hacía que el pelinegro
le tuviera que obedecer y respetar.

Entró a la estancia sin siquiera tocar, encontrándose con Kook y Soonshim sobre la
cama, jugando y lanzándose manotazos inocentes. El perro en cuanto vio a su dueño le
dio la espalda, ya que seguía enfadado por el regaño que hace tan sólo horas le habían
proporcionado. La reacción de Jungkook no fue muy diferente, pues de inmediato dejó
de sonreír y se cruzó de brazos por encima de la cobija que lo cubría hasta más arriba
de la cintura. Taehyung quiso reír; aquellos dos podían llegar a ser muy afines.

— ¿Cómo estás? — Cuestionó una vez se acercó.

— Acostado. — El director rió entre dientes y tomó asiento en uno de los costados de
la cama. Kook seguía cruzado de brazos y mirando la nada.

— ¿Me dejas tocarte? — A Jeon casi se le salen los ojos debido a la sorpresa. En su
mente esa pregunta no había sonado tan bien. Taehyung volvió a reír, sólo que con más
ganas. — A la cara, me refiero. Me dijeron que tenías fiebre. — Jungkook apretó sus
labios y se lo pensó un par de veces antes de asentir. Taehyung, en tanto, no se podía
tomar tantas atribuciones con Jungkook como hace un par de semanas. Su objetivo era
ganarse la confianza del azabache, y tenía muy en cuenta que haciendo cosas que al otro
no le gustaran no lo iba a lograr. De hecho, su acercamiento físico era mínimo; Kook se
sentía en peligro con Taehyung cerca y Taehyung se sentía cohibido. El rubio levantó
su mano y acercó la parte posterior a la mejilla izquierda del menor, quien se tensó ante
el contacto. — Tienes la temperatura muy alta para mi gusto. ¿Cómo te has sentido?

— Yo quería ir a montar en caballo. — Declaró, ignorando por completo las preguntas


del mayor. — Esto es tu culpa.

— ¿Mi culpa? Tú fuiste el que empezó a tirarme agua.

— Pero tú me seguiste, así que es tu culpa. — Kim suspiró, optando por no llevar la
contraria.

— ¿Qué puedo hacer para remediarlo?

— Quiero montar a caballo. — Insistió.

— Estás enfermo, Jungkook. No puedo arriesgarme a que empeores al llevarte a


cabalgar cuando estás tan débil. Te apuesto a que sales afuera y te desmayas. — Jeon
bufó, observando a Soonshim. El animal había caído profundamente dormido desde
hace un par de minutos. — Prometo que cuando te mejores te llevaré.

— Me aburro aquí sin hacer nada. ¡Quiero diversión! Si no hago nada siento que me
ahogo... — Y justamente así era. Jungkook no se podía quedar quieto porque sentía que
desperdiciaba tiempo valioso. Siempre trataba de estar activo en cualquier cosa, por más
mínima que fuera. Era impulsivo y un poco hiperactivo. Aquellas características eran
en parte las culpables de todo lo que había hecho en su pasado y de sus decisiones que,
claramente, no habían sido las mejores. — Y sentirme ahogado no es bueno ni para mí
ni para nadie.

— Tus padres me advirtieron sobre esto. — Los señores Jeon le habían aclarado a
Taehyung que Jungkook siempre innovaba con cosas nuevas y peligrosas. Afirmaban
que su hijo se aburría fácilmente, y que eso fue lo que lo llevó a quemar la mitad de su
antiguo colegio, no un problema mental o algo semejante; sin embargo, Kim estaba
comenzando a dudarlo. Kook no dijo absolutamente nada. — Jungkook, ¿extrañas a tus
papás?

— Yo no extraño a nadie. — Espetó. — Y menos a esos hijos de puta.


— ¿Los odias? — Quería insistir y calmar dudas. Quería entender de una vez el extraño
comportamiento del menor. Si quería ganarse su confianza, por ese tema debía
comenzar.

— ¿Ya tomaste el rol de Yugyeom? — Cuestionó, en medio de risas. — ¿Dónde está


él? ¡Me gustaría volver a verlo!

Taehyung apretó la mandíbula y empuñó su mano, la cual estaba apoyada en la


superficie de la cama, facilitándole la tarea de tener más cercanía con Jungkook, quien
no se percató de las reacciones de su director por seguir admirando la nada y de vez en
cuando a Soonshim.

— No lo volverás a ver.

— ¿Por qué? — Se animó a conectar su mirada con la del contrario. Estaban tan cerca
que no evitó sentirse de pronto nervioso ante aquellos penetrantes y fulminantes ojos.

— Responde mi pregunta.

— ¿Ves que sí es cierto lo que te dije? Siempre que te hago preguntas las evades y luego
me exiges a mí responder las tuyas. Las cosas así no funcionan. — Taehyung sonrió en
sus adentros, podía estar actuando erróneo pero había logrado lo que quería: distraer a
Jungkook de sus principales deseos.

— Entonces hagamos las cosas más interesantes.

— ¿A qué te refieres?

— Juguemos verdad o reto. Los dos terminaremos ganando y obteniendo lo que


queremos. — Propuso, torciendo una curvilínea.

— ¿Y cómo sé que me dirás la verdad? Sigo sin confiar en ti y dudo algún día poder
hacerlo. Se nota que eres un mentiroso de primera y que te sabes aprovechar de las
situaciones. — Touché, pensó Kim, resistiéndose a dejar de sonreír.

— ¿Y acaso tú no eres igual?

— No soy bueno mintiendo. — Aclaró. — Las veces en que lo hice me descubriste, y


si lo hice fue por Jimin.
— ¿Por Jimin? — El rubio relamió sus labios, interesándose por el tema.

— Sí, por ese imbécil. ¿Ya lo encontraste? Espero que cuando lo hagas lo encierres
como a mí, y a Seokjin igual. Me enojaría mucho saber que fui el único que recibió las
consecuencias.

Si tan sólo Jungkook supiera que Taehyung había atrapado a Jimin y a Seokjin la misma
noche en que lo atrapó a él. El director admitía que había tomado buen provecho de
aquel escándalo. Él obtuvo lo que quería de Jungkook y para colmo se dio el lujo de
instalar dolor en tres personas al mismo tiempo. Por supuesto que con Kook se pasó,
sin embargo, el tema seguía estando fresco y sin resolver. Si mantenía a Seokjin y a
Jimin en cuartos de expiación y con constantes torturas de todo tipo, era para sacarles
información, puesto a que ninguno quería hablar sobre lo que realmente ocurrió. El
culpable de todo seguía sin salir a la luz, y el mismo podía ser cualquiera de los tres,
pese a que Kim dudaba más en Jimin y Jungkook.

— No los he encontrado. — Mintió. — Pero espero hacerlo pronto.

— Pues lo dudo. Jimin salió hecho millonario de tu correccional.

— ¿A qué te refieres?

Curiosamente, cuando Jimin fue encontrado no llevaba nada. Absolutamente nada. Ni


dinero, ni objetos de valor, ni nada que sustentara las afirmaciones de Jungkook.

— ¿Quieres saber? Pues no te lo diré. — Fue el turno de Jeon de sonreír. — Tal vez sí
quiera jugar verdad o reto.

— Entonces juguemos.

— Tendrás que responder a todo y no voy a cambiar mis preguntas. Estás advertido. —
Taehyung asintió, completamente de acuerdo.

— Las mismas reglas se adhieren a ti. — Kook se reincorporó en la cama, recostándose


en el marco para obtener más comodidad. — Empiezas tú.

— ¿Verdad o reto?

— Verdad. — Jungkook razonó sobre con qué preguntas debía comenzar. Él tenía
curiosidad sobre la estancia llena de sangre que vio, y sobre su director en gran medida.
— ¿La sangre que hay allá abajo es porque alguien te lastimó o porque tú mismo lo
hiciste? — Kim frunció el ceño, evidentemente confundido. Se le había olvidado el
minúsculo detalle de que Jungkook quería tratar temas que él no.

— Yo mismo. — Respondió contundente. — ¿Verdad o reto?

— Reto. — El adolescente sonrió con soberbia. Se había percatado del juego que quería
llevar a cabo el mayor, que no era precisamente el de responder preguntas.

— Muy bien. — El rubio no se iba a quedar atrás. Si Jungkook quería jugar, él voltearía
su propio juego a su posición. — Quítate la camisa.

Kook amplió sus ojos, sintiéndose incómodo y tenso con prontitud. En su cabeza las
cosas habían sucedido de una manera muy diferente. Taehyung mantuvo una expresión
altiva.

— Pero...

— Entonces elige verdad. — Interrumpió. — O te quitas la camisa, o eliges verdad.


Una de dos.

Jeon se sintió enfurecido. Se suponía que él debía cazar a Taehyung, no Taehyung a él.
No quería darle el maldito gusto de calmar sus dudas.

— Verdad... — Bufó, cruzándose nuevamente de brazos. El director no se molestó en


ocultar una escándalosa risotada, intensificando así el enojo en el pelinegro.

— ¿Por qué me besaste?

Era una pregunta simple, pero el menor realmente no tenía una respuesta. Él,
sencillamente, al tener el rostro de Taehyung tan cerca aquella vez y luego de darse el
tiempo de apreciar esos labios, simple y llanamente quiso besarlos y así lo hizo.
Jungkook jamás fue un chico tímido; era arriesgado, y si quería hacer algo, lo haría sin
objeción ni reparo.

— Por imbécil. — Se encogió de hombros, restándole importancia.

— Eso no es una respuesta.


— Lo que tú diste tampoco, y dijiste que querías olvidar el pasado. — Afortunadamente,
Kook a todo le encontraba provecho. Se acercó unos pocos centímetros a Kim, quien lo
observaba fijamente; por primera vez, Jeon le sostuvo la mirada. — ¿O tengo que
recordarte todo lo que me hiciste? Ya que quieres revivir el pasado.

— No es necesario que me lo recuerdes, lo tengo en la mente todo el día... — Murmuró,


en un tono indiscutiblemente apasionante. Ya no había remordimiento en su voz, cosa
que a Jungkook le preocupó. — Y lo volvería hacer, Kookie. Tenlo por seguro. —
Relamió sus labios descaradamente antes de ponerse de pie y dirigirse a la puerta. —
Debes estar cansado. Nos vemos más tarde. — Informó, complacido del semblante de
sorpresa en el rostro ajeno. Dirigió una última sonrisa al azabache y salió, dejando al
más pequeño confundido y un tanto aterrado.

Jungkook suspiró y se volvió a acostar de lleno a la cama. Observó a Soonshim por unos
instantes y posteriormente se introdujo íntegramente en su mente, preguntándose
millones de cosas y todas en relación al director. Era un poco lógico que el rubio en
ningún momento había cambiado; tal vez ni siquiera estuvo arrepentido. Kook no
entendía muy bien la situación, según él todo marchaba bien. Incluso le había
comenzado a caer "bien" Taehyung. No era tan malhumorado como él lo llegó a pensar,
y pudo haber jurado que aquella actitud sí llevaba consigo arrepentimiento.

¿Entonces a qué se debía todo eso?


32.
Taehyung se tomó el resto del día para hacer cosas ociosas. Fue a darle un vistazo al
viñedo, a los alrededores y estuvo visitando a la diversidad de animales que habían en
el granero, el cual se hallaba a una distancia considerable de la casona. Todo era como
hace algunos años; todo seguía intacto. Le dio algo de nostalgia recordar cómo solía ser
todo anteriormente, cuando su madre estaba viva y su lugar favorito eran todos, excepto
la casa.

Recordaba correr de allí para allá, llegar enlodado a su hogar y recibir un fuerte regaño
por parte de su madre por haberse ensuciado de pies a cabeza. Sonrió afligido y observó
el cielo, ya estaba oscureciéndose y él había pasado casi todo el día afuera.

Tenía que, puesto que su único pasatiempo se encontraba enfermo y con un terrible
humor, o eso logró percibir Taehyung. No sabía cómo se había tomado Jungkook lo
último que le había dicho antes de dejarlo solo en la habitación, quizá se asustó o tal
vez no le prestó demasiado importancia a sus palabras, aunque aquella expresión en su
rostro demostraba todo lo contrario.

Él estaba arrepentido, por supuesto que lo estaba; no obstante, todo cambiaba cuando
veía aquella carita y esa impetuosa actitud que le volteaba por completo el mundo a
Taehyung. Quería a Jungkook para él, en todos los aspectos. Cabía destacar que ya no
podía ni debía obligarlo a hacer cosas que no quisiera, tendría que hacerlo caer de alguna
u otra forma. Y en eso estaba, en encontrar un modo de que Kook cayera en sus redes.

Lo haría, más temprano que tarde.

Entró a la casa, y grande fue su sorpresa al encontrarse con el adolescente sentado en el


sofá, con las piernas cruzadas al igual que sus brazos. Tenía un semblante de enfado -
para nada extraño en él-, el cual se ablandó al notar al rubio.

— ¿No se supone que estás enfermo? ¿Qué haces aquí?

— Estoy enojado contigo. — Afirmó. Taehyung levantó una ceja. — Te fuiste a


cabalgar sin mí.

A Kim se le hizo inevitable no reír. Él ni siquiera había hecho el gesto de ir a buscar a


algún caballo, simple y llanamente estuvo paseando por ahí.
— No fui a cabalgar, fui a pasear, que es diferente. — Tomó asiento frente al azabache,
quien rodó los ojos.

— ¿Puedo jugar con tu consola de videojuegos?

— Ah, con que eso era.

— Estoy muy aburrido, y Hye dijo que tenías una consola por ahí.

— ¿Leíste las normas y políticas de la correccional? — Kook hizo una mueca de


aversión y no se tardó en negar con la cabeza.

— No pierdo mi tiempo en ese tipo de estupideces.

— Pues muy mal. — Soonshim se hizo presente. Jeon palmeó sus piernas, y el animal
se recostó exactamente en donde le habían indicado. Taehyung sintió envidia de su
propia mascota por primera vez. — Una de las reglas dice que nada de tecnología o de
entretenimientos de ese tipo.

— Qué amargado. — Formuló, manteniendo la misma mueca. — Pero yo no estoy en


la correccional.

— Pero sigues siendo parte de ella. De un modo diferente, pero lo sigues siendo.

— ¿O sea que fuiste tú el que dejó mi teléfono celular inservible? — El menor empezó
a acariciar suavemente el sedoso pelaje de Soonshim. Kim ladeó su cabeza y
posteriormente se encogió de hombros, sembrando la duda.

— Tal vez.

— Bien, me importa una mierda, la cosa es que una consola de videojuegos no me va a


conectar con el mundo exterior. Son sólo videojuegos.

Taehyung ni siquiera tenía que cavilar sobre la petición del pelinegro. En realidad, él
tampoco le encontraba mayor problema en prestarle su consola de videojuegos; sin
embargo, él también tenía un objetivo. Quería ver cuán orgulloso podía llegar a ser
Jeon.

— Convénceme. — Ruégame, en otras palabras. Efectivamente, si quería comenzar a


convertir el Jeon Jungkook de la realidad al del sueño, tendría que empezar por ese tipo
de cosas para conocerlo mejor. Básicamente, quería ver qué tan posible era convertir
sus deseos en una realidad. — Trata de perder el orgullo por una vez en la vida.

— ¿Para qué mierda quieres que te convenza? Yo me quedé aquí encerrado y enfermo
gracias a ti.

— Quiero ver qué tan amable puedes ser, Jungkook. — El mencionado refunfuñó. —
Hazlo. Trata de ser amable. — Pese a las turbias intenciones por parte de Taehyung,
debía de admitir que también tenía cierta curiosidad al respecto.

— ¿Si lo hago me prestarás la consola? — Kim asintió. Kook suspiró; él ni siquiera


tenía la menor idea sobre qué decir o hacer. Obviamente, la palabra "amabilidad" no
era parte de su diccionario personal. — Por favor, ¿podrías prestarme tu consola de
videojuegos? — Taehyung carcajeó. Jungkook había usado un tono muy monótono y
aburrido.

— Eso no me convence. Ni siquiera fuiste amable.

— ¿Sabes? — El mayor lo observó, expectante. — Te mandaría a la mierda, pero no


quiero que te salgas de tus cabales. — Hizo énfasis en las últimas palabras, mientras
sonreía inocentemente.

Taehyung comenzaba a odiar que Jungkook quisiera recordar todo el maldito tiempo
aquella noche. Ni siquiera parecía estar traumado, como en un principio, ahora
solamente aparentaba estar en busca de venganza, o en quién sabe qué. Algo parecido.

— ¿Sabes? — Fue su turno de cuestionar. Se levantó de su respectivo asiento e hizo


mínima su distancia con el pelinegro, quien se obligó a sí mismo a permanecer en el
mismo lugar. Ya no le tenía tanto miedo al rubio. El director sonrió ladino y con su
diestra tomó la mandíbula de Jeon, alzándola. — Desde hace tiempo me tienes fuera de
mis cabales. — Kook se quedó sin aliento, y no necesariamente a las palabras de
Taehyung, sino más bien a que este último tomó sus labios con una brusquedad tangible.
Ni siquiera le dio tiempo de reaccionar, pues esos belfos se movían sobre los propios
como si quisiera devorarlos.

Soonshim ni se inmutó, y Jungkook continuaba en shock. Kim sonrió sobre los labios
ajenos y después de ello se separó. Kook con las mejillas rojas debido a la fiebre, con
la boca completamente roja y maltratada precisamente por la profanada que le habían
propinado, y manteniéndose quieto como una estatua, era una imagen que a ojos de
Taehyung era perfecta.
Lo había visto así con anterioridad. En otras circunstancias, por supuesto, pero aquella
expresión no era para nada diferente a la que tenía guardada en su mente como oro puro.

— ¿Por q-qué hiciste eso? — Preguntó el azabache. No estaba enojado, estaba


sorprendido.

— Por imbécil. — Respondió conciso y firme. Kook iba a abrir la boca para protestar,
de no ser porque uno de esos fortachones que Taehyung había contratado para que lo
vigilaran, Dak, había hecho presencia en el living.

— Jefe. — Partió hablando Dak. El aludido lo observó interrogante. — Kim Yugyeom


está afuera y dice que quiere verlo.

La mandíbula de Taehyung cayó al suelo, ¿cómo fue que lo encontró? ¿Acaso Minho
no había acatado sus órdenes? ¿Qué iba a hacer? Si Yugyeom se enteraba de que tenía
a Jungkook con él, y luego de haberle causado tanto daño, seguramente tomaría medidas
drásticas. Eso, efectivamente, no podía pasar. Kook, entretanto, sonrió.

El mayor se pasó la mano por su abundante cabellera. Se reincorporó, ya que estaba


todavía hincado, con el único propósito de besar a Jungkook. Dio exiguos pasos de aquí
para allá, ideando otra mentira para ocultar sus anteriores mentiras.

Tenía que actuar y rápido.


33.

— ¡Quiero verlo! — Jungkook quitó a Soonshim de sus piernas y estaba dispuesto a


correr hacia Yugyeom, hasta que la mano de Taehyung tomó con poca amabilidad uno
de sus brazos. — ¡Suéltame!

— ¡No puedes verlo! ¡Te quedarás aquí y no saldrás! — Era un mal momento para
empezar peleas, sin embargo, Kook luchó por zafarse. — Jungkook, entiende, no puedes
verlo. — El rubio bajó su voz y arrinconó al menor contra la pared. — Nadie puede
saber que estás aquí.

— ¡Él sí! — Insistió. — Es lindo y comprensivo, no es como tú, además él no sabe


que...

— Sí lo sabe. — Interrumpió. — Yo se lo conté. — El azabache se quedó callado por


un par de segundos. Tenía que ser una jodida broma.

— ¿¡Por qué lo hiciste!? — Golpeteó con la fuerza que se le era permitida el pecho
ajeno. Se maldijo por un momento el hallarse enfermo, de no haber sigo por ese pequeño
detalle, seguramente ya habría logrado escabullirse del agarre del mayor. — ¡Ahora me
va a tener lástima! ¡Ni siquiera yo hablé de eso como para que tú sí! — Y dicho aquello,
acabó por empujar a su director y salir corriendo, pero no necesariamente en dirección
a Yugyeom, sino escaleras arriba.

Taehyung suspiró consternado. Ahora tenía un problema más que luego tendría que
arreglar. Sabía que a Jungkook le importaba demasiado su reputación, dignidad y ese
tipo de cosas que eran esenciales en la vida de un chico malo. Incluso, admitía haberle
contado lo sucedido a Yugyeom con el único propósito de molestar al adolescente, a
pesar de que sabía que su primo no lo volvería a ver. Después de todo, era su primo y
no haría nada en su contra.

— Vigila a Jungkook. Que no haga nada estúpido y no lo dejes salir de su habitación.


— Le ordenó a Dak, quien había presenciado toda la escena. El fortachón asintió y más
tarde subió las escaleras, en busca de Jeon.

Kim revoloteó su cabello una vez más. Ya tenía en mente más o menos lo que le iba a
decir a Yugyeom, sólo esperaba que el psicólogo creyera en sus palabras.
Calmó su respiración y emprendió paso hasta afuera, en donde encontró a Yugyeom
apoyado en uno de los postes de las lámparas. El peliamarillo se acercó a gran velocidad
hacia su pariente, hasta tenerlo frente a frente y poder tomarlo por el cuello de la camisa.
Taehyung trató de no perturbarse.

— Confié en ti. — Formuló Yugyeom. — Dijiste que irías ayer a verme.

— Y tú dijiste que la violencia no es la solución. — Contraatacó, bastante sonriente. El


psicólogo inhaló pesadamente antes de soltar bruscamente la camisa de su primo. —
Todo tiene explicación, Yug. — Observó fugazmente la casa a sus espaldas, esperando
que todo estuviese en orden. — Pero aquí no.

— ¿Dónde está Jungkook?

— En la correccional, ¿dónde más?

— ¡Mientes! Minho dijo que no estaba allí.

Tal vez, después de todo, Minho sí era todo un sinvergüenza. Ni siquiera había hecho
el esfuerzo de mentir.

— Pues el que miente es él. Lo conoces, Yug, ni siquiera sabe en qué planeta está.
Seguramente no te quiso aguantar y te dijo que no estaba.

— ¿No será que el mentiroso eres tú? — El director alzó una ceja, tendría que verse
más convincente. — Hablas mal de él y le dejaste la correccional a cargo. Hay algo raro
ahí.

— Todo tiene explicación. Vámonos y te diré todo.

— ¿Por qué no entramos a la casa? — Cuestionó Yugyeom, con sorna. — ¿Cuál es tu


urgencia por irte? ¿Será que adentro está Jungkook y por eso quieres evitar que lo vea?

Taehyung repitió aquello de suspirar. Tenía que ablandar su semblante y actuar con
mayor naturalidad, la cuestión era: ¿cómo se supone que debía fingir cuando estaba
siendo tan atacado por los nervios?

— Estás loco. — Declaró. Yugyeom negó con la cabeza. — ¿Sabes siquiera por qué me
fui? ¿Tienes idea de cómo me estoy sintiendo? ¡Lo violé, Yugyeom! ¿Me crees capaz
de ser tan descarado como para llevármelo lejos de la correccional conmigo? ¿Con
quien le hizo tanto daño? ¡Estoy arrepentido! Estoy aquí porque necesito paz interior
conmigo mismo, ya le pedí perdón, lo saqué de donde estaba, y él al igual que yo
necesita tiempo...

Yugyeom suavizó su expresión, sintiéndose de pronto mal. Se había puesto con


anterioridad en los zapatos de su primo, y no se equivocó al pensar en que él también la
estaba pasando mal.

— ¿Entonces por qué no quieres que entre?

— Tú mejor que nadie lo sabe. — Extrañamente, los ojos de Taehyung se habían


aguado, logrando únicamente que el peliamarillo se sintiera aún más mal. — Esta casa
no me trae buenos recuerdos, así que agradezco el que vinieras por mí. ¿Nos podemos
ir ahora?

— Está bien. Traje mi auto... — Kim asintió. Yugyeom se dio media vuelta y caminó
hasta el vehículo, seguido por un Taehyung convenientemente metido en un papel de
víctima. — Lo siento por juzgarte antes de tiempo, ¿pero por qué no fuiste ayer, Tae?
Te estuve esperando todo el día.

— Pensé que tendrías demasiado trabajo y que yo sólo sería un estorbo. No mereces
cargar con un estúpido como yo. — El tono de su voz era afligido y él se mantenía
cabizbajo. No obstante, en su interior estaba haciendo un vasto esfuerzo por no dejar
escapar una que otra risa. — Lo siento, Yug. Te fallé otra vez. Ni siquiera sé por qué
sigues insistiendo en ayudarme. Soy un caso perdido...

— No, no. — Yugyeom negó frenéticamente con la cabeza y posterior a ello se subió a
su auto. Taehyung lo imitó, tomando lugar en el asiento del copiloto. — Si insisto en
ayudarte es porque eres mi primo, porque te quiero y porque sé que al fin de cuentas no
eres una mala persona. — Habló, una vez el director se había puesto cómodo. — ¿A
dónde iremos?

— A la ciudad, por supuesto.

— ¿No piensas volver aquí? ¿Te irás así sin más?

— No pienso volver. — Afirmó. — Vámonos rápido. — El peliamarillo asintió y puso


en marcha el coche.
Taehyung, en tanto, se estaba preguntando qué haría con Jungkook. El adolescente se
veía realmente enojado, y el rubio sabía que no se le haría fácil que aquel enfado se le
pasara de la noche a la mañana.

— Yugyeom, ¿cómo me encontraste? — Porque sí, era extraño que su primo de la nada
se apareciera en su ubicación, siendo que a nadie, ni siquiera a Minho, le había dicho
en dónde estaría.

— Rastreé tu celular. — Respondió campante, como si aquello fuera algo mínimo.

— Eso es psicópata, ¿lo sabes?

— También me sentí mal haciéndolo, pero estaba preocupado. Entiéndeme.

— ¿Y mi privacidad dónde queda?

— Lo sé. — Sonrió apenado. — Discúlpame, no lo volveré a hacer. A menos... de que


sea necesario.

— Pensé que tendrías cosas más interesantes que hacer que ponerte a jugar al espía.

— Lo sé, Tae. Ya discúlpame, hombre. — Taehyung hizo un ademán con su mano,


restándole importancia al tema. Sólo esperaba que aquella insensatez no se volviera a
repetir. — ¿Y bien? Aún queda mucho de recorrido. Si quieres empezamos con la
sesión.

— ¿Sesión?

— Así es. No esperas que lo olvide, ¿verdad? Quedamos en que tendrías una sesión
conmigo. — Kim se tensó con prontitud. No lo había olvidado, pero quería eludirlo. Él
no necesitaba ninguna sesión, estaba perfectamente bien.

Tendría que mentir otra vez, y no sólo eso; también tendría que basar toda una charla
en puros embustes y engaños. Yugyeom era bueno, pero tal vez se merecía todo aquello
por meterse en donde no debía.

— No sé cómo se hace eso. — Admitió Kim. — ¿Qué tengo que hacer?

— Cuéntame cómo te sientes. Desahogarte te hará bien.


"Me siento desesperado porque quiero follarme a Jungkook sin tener que obligarlo,
pero él no quiere poner de su parte", ¿desahogarse con ese tipo de cosas? ¡Claro que
no!

— Me siento... mal... — Expresó, no muy seguro de sus palabras. Yugyeom mantenía


la mirada instalada en la carretera, cosa que Taehyung agradeció. — Me he sentido
bastante mal, de hecho. — Ni siquiera sabía qué iba a decir después.

— ¿Hay uno o varios motivos?

— Bueno... supongo que mi cabeza no me deja en paz. — Aquello no era del todo una
mentira. Ciertamente, él pensaba en muchas cosas para nada oportunas generalmente.
No era como si desear a un menor de edad, que para colmo le habían encargado cuidar,
fuera algo bien visto y súper habitual. — Con frecuencia quiero mandar todo a la mierda
y hacer simplemente lo que quiero.

— ¿Y qué quieres?

"Follarme a Jungkook".

— No sé. Ese es el problema, no sé... — Su voz había sonado tan melancólica que se
vio en la necesidad de felicitarse a sí mismo mentalmente.

— ¿Te sientes perdido? — El peliamarillo miró por un santiamén a su primo, quien


asintió con la cabeza. — ¿Qué me dices de tu... padre?

— ¿Qué tiene que ver él?

— Te obligó a hacer algo que no querías.

— ¿Qué dices? — El mayor rió. — Amo mi trabajo.

— Tú querías estudiar astronomía, y pensé que ese puede ser el motivo por el cual te
sientes perdido. No estás haciendo lo que te llena.

Sí, era cierto que Taehyung siempre deseó estudiar astronomía, más era un sueño que
jamás se pudo llevar a cabo y que, abiertamente, ya no necesitaba. Le gustaba ser
director en la correccional de su padre, por el simple motivo de que siempre había sido
amante del orden. Tal vez le hayan arrebatado una ilusión, pero él se encargó de tener
otras posibilidades.
No todo en la vida era sufrimiento.

— Me gusta la correccional.

— Dices eso porque le tienes miedo a tu papá. — Persistió el psicólogo. Kim apretó la
mandíbula.

— ¡Yugyeom, te estoy diciendo que me encanta mi trabajo! ¡Me gusta ver sufrir a los
demás! — Se había alterado a tal punto de soltar las palabras que no debía. — Me gusta
alinear el comportamiento en los chicos. Eso quise decir.

— Taehyung, te voy a preguntar algo y quiero que me respondas con la verdad.

— Tú sólo dime.

— ¿Te consideras sádico? — Taehyung se tensó, analizando la interrogación.

— ¿Qué te hace pensar que puedo ser sádico?

— Para nadie es secreto que tu padre es... o era, no sé, ese tipo de persona. — Yugyeom
se encogió de hombros, el director, en cambio, observó el paisaje oscuro a través de la
ventana. — Y tú cambiaste mucho desde que mi tía murió y te quedaste solo con él. No
me extrañaría que... ya sabes... que adoptaras su mismo comportamiento.

Taehyung tembló.

— Además... — Habló otra vez Yugyeom. — Lo que le hiciste a Jungkook, las


condiciones en las que lo tenías y lo que me dijiste después me hicieron llegar a esa
posibilidad. Sin mencionar lo que acabas de decir. — Suspiró. — No es normal que te
guste ver a la gente sufrir, ni física ni sentimentalmente.

Pero por supuesto que Taehyung sabía la respuesta, sin embargo, eso no quería decir
que la diría. Mucho menos a su primo, a sabiendas de cómo era. ¿Qué si era sádico?
Sí, lo era, pero de una manera... peculiar.

— No creo que lo sea.

— ¿Seguro? Porque yo creo que sí.


— Me gusta follar, no maltratar. — Sí, claro.

— Mientras no sea a la fuerza y con un menor de edad, yo feliz. — Yugyeom sonrió y


frenó el auto justo al frente del edificio en donde se hallaba el departamento de
Taehyung en la ciudad. — Llegamos.

— Eso fue rápido. Gracias, Yugyeom. — Estaba por abrir la puerta para salir, pero la
mano de Yugyeom en su hombro lo detuvo. — ¿Mh?

— Con esto no fue suficiente. — Taehyung bufó. ¿Qué más quería? ¿Su alma? — Ni
siquiera podría ser considerada una sesión, por eso necesito verte una o más veces.

— Pero saldré del país. — Mintió, sonriendo en sus adentros al ver la expresión
desconcertada en la cara del peliamarillo. — Ya te dije que necesito tiempo conmigo
mismo para liberarme de lo mal persona que fui.

— No evadas tus problemas. — Aconsejó el psicólogo. — Enfréntalos.

— Lo haré, pero cuando esté más tranquilo conmigo mismo. — Yugyeom asintió
levemente con la cabeza, optando por dejar ir al mayor.

— Cuídate.

— Tú igual. — El rubio sonrió, luego de darle un empujón amigable al menor.


Posteriormente, salió del vehículo e hizo el gesto de entrar al edificio, al menos hasta
que su pariente se fuera.

Era increíble hasta el punto al cual había llegado y todo por mantener a salvo sus tantas
mentiras. Tendría que conducir de nuevo hasta su casa en el campo o, en su defecto,
tomar un autobús que lo llevara hasta allí. De igual manera, tendría que deshacerse de
su teléfono celular, o reemplazarlo por el que ocupaba para trabajar, el cual no era una
opción viable. Recibiría millones de llamadas al día de los padres de los chicos en espera
de un poco de información.

Yugyeom era astuto, pero no más que Taehyung.

No podía permitir que el peliamarillo siguiera malogrando su tranquilidad. Ni mucho


menos la de Jungkook.
Y ese era otro caso, Jungkook. No bastándole con todo lo que le había pasado, también
tendría que hacer millones de cosas por ganarse el perdón del adolescente; más todo en
su interior se calmaba al recordar la suavidad de aquellos labios sobre los suyos.

Ese niño lo tenía mal.


34.
Jungkook no pudo dormir en casi toda la noche y su malestar había incrementado.

Tenía muchísima rabia, más no podía concentrarse en ella por estar prácticamente
moribundo. Su fiebre aumentó, al igual que su dolor de cabeza y escalofríos por cerca
de todo el cuerpo, pese a que la zona en la que se encontraba era conocida por ser
extremadamente calurosa. Cuando hacía el gesto de querer pararse de la cama
simplemente se mareaba, y luego de recibir un regaño por parte de Hye volvía al punto
de siempre, sólo para sentirse inútil. Como un bebé al que tenían que cuidar.

Llegó al extremo de desconocer si su muy mal humor se debía a su resfriado o a todo


lo que había sucedido con Taehyung. Tal vez un poco de ambas.

Para colmo, su director no había aparecido en toda la noche. No era algo que le
preocupara, por supuesto, pero era extraño. En la mente del pelinegro había curiosidad.
Se preguntaba qué había pasado con Yugyeom como para que el rubio no se dignara a
aparecer aún, asimismo se preguntaba qué era tan importante como para que el
peliamarillo fuese a buscarlo con tanta urgencia. Kook sólo sabía algo, y aquello era
que estaba verdaderamente enojado.

El perjudicado había sido él, por ende, era su decisión si hablaba o no del tema, cosa
que, evidentemente, no haría. Nunca. Y el hecho de que Taehyung se haya tomado la
atribución de informar tan campante y sin preocupaciones lo que había pasado, enojó
en demasía al azabache.

Después de todo, ¿quién mierda acepta haber violado a alguien? Las cosas no
funcionaban así.

A Jungkook no le interesaba el papel de víctima, y aunque lo considerara, sería en vano.


Sus padres no le creerían, era Taehyung quien tenía la imagen de hombre recto e
intachable, sin mencionar que su correccional -o la de su padre- era célebre por ser una
de las mejores y en la que había mayores oportunidades para los chicos descarriados. Si
tan sólo la gente supiera. Por tales motivos, no podía salir corriendo y gritando que el
director de la mejor correccional le había hecho cosas tan inhumanas. Aparte de quedar
como un completo mentiroso, también quedaría como un completo estúpido y debilucho
ante todos, y eso jamás.
— Oh, ya estás despierto. — Hye entró a la habitación y no tardó en acercarse a Kook,
quien no hizo absolutamente nada al sentir la mano de la mujer en su frente. Le había
tomado cierta confianza a aquella chica. — Sigues hirviendo. ¿Al menos lograste
dormir bien?

— Dormí como la mierda. — La fémina rió, mientras remojaba un paño que había traído
desde la noche anterior en agua a temperatura ambiente.

— ¿Qué te he dicho, Kookie? Los niños bonitos no utilizan ese vocabulario.

— Me vale verga. — Hye volvió a reír y posteriormente pasó todo el paño por el rostro
del menor, en espera de que aquello regulara por lo menos un poco la hipertermia en su
cuerpo. — Hye...

— ¿Sí?

— Mh... yo... ah... ¿Taehyung no ha v-vuelto? — Ni siquiera sabía el motivo de su


nerviosismo; él sencillamente quería pelear con alguien, y era bastante claro que ese
alguien siempre sería su director.

— Llegó muy temprano en la mañana, debe de estar durmiendo. ¿Por qué? ¿Quieres
verlo? — La chica reposó el paño en la frente de Jeon, dejándolo en la zona.

— ¡No!

— Estaba de muy mal humor. Es mejor dejarlo en paz cuando está así.

— ¿Lo conoces desde pequeño? — Hye negó sutilmente con la cabeza, aún sonriendo.

Por alguna muy extraña razón, Jungkook quería saber más sobre el rubio. Quería
entender su comportamiento y también sus excéntricos gustos hacia... todo en general.

— Yo no, pero Haneul sí.

— ¿Desde hace cuánto lo conoces?

— Desde hace no mucho, Kookie. — La mujer acomodó las cobijas encima del cuerpo
del pelinegro. — ¿Tienes curiosidad? — Kook asintió. — Bueno, yo igual.

— Entonces dime lo que sabes de él.


— No es mucho. Haneul es reservada en lo que respecta al tema. — Jungkook llevó la
manta hasta sus hombros. Tenía frío. Hye, en tanto, tomó la taza con agua con la que
había remojado el paño y organizó muy brevemente la mesita de noche. — No has
comido casi nada. Te traeré algo de comer, ¿está bien?

— No tengo hambre...

— No quiero excusas. Estás débil porque casi no comes, así que no hay quejas.

— ¿Al menos puedo bañarme?

— No tardes mucho. No quiero que te desmayes, ¿entendido? — Kook asintió,


levantándose inmediatamente de la cama en cuanto la chica salió de la habitación.

Se despojó de su camiseta primeramente y seguido de ello de sus demás prendas. Se


encerró en el baño, y se le hizo casi inevitable no apreciarse en el enorme espejo que
había en uno de los costados del cuarto. Dejando en el olvido su cara de zombie, se
alegró considerablemente al notar que las marcas que le había proporcionado Taehyung
a su cuerpo estaban imperceptibles. Sus muñecas habían vuelto a la normalidad, al igual
que partes de su cuello y abdomen. Un escalofrío recorrió su espalda, y no supo si fue
exactamente a que se hallaba enfermo, o a que recordó con lujo de detalle esa noche.

Aquel era uno de sus principales problemas. Si no hacía nada interesante, su mente
comenzaba a torturarlo con recuerdos. Recuerdos de los cuales se quería deshacer.

Trató de mantenerse tranquilo y, en su lugar, se limitó a asearse. Se dio el lujo de tomar


una buena ducha y de cepillarse los dientes. Se agradecía internamente por no perder
esos privativos vicios que le había enseñado e impuesto su abuelo.

Terminó de hacer lo que tenía que hacer y volvió a la cama. El dolor en su cabeza se
había excedido, producto de su cabello mojado o de la pronta e inesperada presencia de
Taehyung en la habitación. El rubio se veía mal, tenía el labio concisamente roto y una
expresión de espanto. Kook inhaló y exhaló en repetidas ocasiones; se encontraba
nervioso.

Tal vez por el recuerdo de ese beso de la noche anterior.

— Hola. — La voz grave de Taehyung resonó en la pieza. El director se acercó al menor


y tomó asiento en uno de los costados de la cama. — ¿Cómo estás? — Más Jeon no
respondió. Simplemente se encogió de hombros y desvió la mirada. Por encima de todo,
él estaba enojado. — Supongo que tenemos que hablar.

Afortunadamente para Kim, el haber pasado casi cuatro horas en un autobús -ya que su
auto estaba averiado-, le había servido para encontrar la coartada perfecta y un poco
más. Un poco más porque si todo salía bien, tendría la oportunidad de matar a dos
pájaros de un tiro.

— Tú tienes que hablar. — Espetó el pelinegro. — Me dijiste que no dijera nada y si no


me lo hubieras dicho yo de todos modos no hubiera dicho nada, y resulta que fuiste tú
el que gritó a los cuatro vientos lo que pasó, y... y... ¿¡Qué mierda te pasó en el labio!?
— Señaló con molestia la zona afectada en el rostro del mayor, el cual suspiró.

Tenía una expresión de perro arrepentido que incluso Jungkook llegó a sentirse mal por
él.

— Yugyeom está loco. Todo tiene una explicación, Jungkook. — El mencionado rodó
los ojos y rió con ironía. — Déjame explicarte.

— Me parece que el loco aquí eres tú. No entiendo tu modo de actuar, francamente.

Supongo que estamos en la misma situación, pensó Taehyung. Notoriamente, él


tampoco entendía al adolescente.

— Si me dejas explicarte, lo entenderás. — Kook arqueó una ceja. Qué más daba.

— Bien. Habla rápido porque tengo sueño.

Kim apretó sus labios y llevó su mirada hacia una de las tantas ventanas que había en
el cuarto. Necesitaba verse convincente al hablar.

— No le conté a Yugyeom lo que sucedió, él lo dedujo y yo fui incapaz de mentirle. No


me gustan las mentiras, y si cometo un error, me gusta aceptarlo. — Partió hablando.
Jungkook mantenía una diminuta sonrisa sarcástica. — Además, me amenazó...

— ¿Cómo?

— Luego de admitir lo que hice y de decirle expresamente que lo sentía y que haría
hasta lo imposible por conseguir tu perdón, él dijo que podía tomar provecho de la
situación. Dijo que le diría a tus padres y que luego haría una denuncia pública para que
la correccional fuera cerrada, ¿el motivo? Él odia a mi padre, y creo que un poco a mí.
— La sonrisa en los labios de Kook se fue apagando, dejando solamente una línea
completamente recta. Él no conocía tanto a Yugyeom como para afirmar que nada de
eso era verdad, pero sí se estaba confundiendo. — Dijo que tú serías la imagen del
maltrato y...

— ¡No! ¡Eso no puede pasar! ¡Qué vergüenza ser la imagen de algo así! — El azabache
había comenzado a alterarse. Se visualizó a sí mismo en periódicos, noticias, y todo tipo
de medios informantes siendo la "completa burla". — ¿Lo detuviste?

— Lo hice. — Taehyung quiso reír. Se estaba saliendo con la suya y eso siempre estaba
bien. — Tanto tú como yo hubiéramos salido afectados y eso no me conviene. Mi padre
también me mataría, así que le di a Yugyeom lo que quería.

— ¿Qué quería?

— Dinero. — Seguido de ello suspiró. El gesto en su rostro mostraba desilusión y dolor,


mismo gesto que hizo a Kook ablandarse. — Por eso no quería que lo volvieras a ver,
¿ahora entiendes? A él no le importa hacer su trabajo. Sólo le importa el dinero. Ni
siquiera quería ayudarte, quería utilizarte para lograr lo... lo que sea que quería lograr.

— Pero él fue bueno conmigo.

— No lo conoces, Jungkook. Yo no quería hablar mal de él, es mi primo, lo quiero y


me parecía mal dañarte la imagen que tenías de él, pero esta es la verdad. Una verdad
que incluso a mí me duele. — Jeon se quedó pensativo. — Y eso no es todo.

— ¿Hay más? — Taehyung asintió. Había llegado su parte favorita.

— Anoche vino a buscarme porque quería más dinero, y dijo nuevamente que si no se
lo daba diría todo. Esa fue la razón por la que no regresé en toda la noche, no tengo
dinero aquí y no tuve más opción que ir con él hasta la ciudad para darle lo que quería.
— El rubio comenzó a negar con la cabeza, completamente indignado. — Y eso está
bien, ¿sabes? Merezco todo lo que me está haciendo. Merezco más que eso, porque el
daño que te causé ni yo me lo voy a perdonar.

El adolescente sintió una punzada en el pecho, quizá por lástima de ver a Kim
prácticamente llorando o de decepción por haber pensado que Yugyeom era diferente.

— Pero...
— Por favor no pienses mal de él. — Interrumpió Taehyung, un tanto contradictorio,
considerando todo lo que hace tan sólo segundos había dicho. — Es una grandiosa
persona y con mucho talento, pero como entenderás, a veces el dinero es esencial.

— Pensé que era diferente. Supongo que ver a una persona una sola vez no te garantiza
que sea de verdad una buena persona... — Kook estaba desilusionado y eso se notaba
en el tono de su voz. Asimismo, en su expresión. — Gracias por abrirme los ojos.

— Puedes agradecerme de otro modo.

— Es un decir. En verdad no te estoy agradeciendo. — Kim tensó su mandíbula.

— De igual forma necesito que hagas lo que te voy a decir. ¿Podrías ayudarme? —
Jungkook asintió sutilmente con la cabeza. — Él no sabe que estamos aquí. Rastreó mi
teléfono.

— No entiendo.

— Es decir... — Suspiró antes de reanudar. — Ahora sabe que yo estoy aquí, más no
sabe que tú también. Si viene alguna vez y te descubre, necesito que le digas que fuiste
tú el que pidió que te trajera aquí y que me pediste que no dijera nada.

— ¿Qué? ¿Por qué?

— Porque de ese modo no va a encontrar más excusas para pedir dinero. ¿Qué pensaría
si se entera que fui yo el que te pidió venir aquí? Seguramente lo peor y va a utilizar eso
a su favor. ¿Quieres que tus padres y todo el mundo se entere? — Jeon negó con la
cabeza rápidamente. Lo que el mayor decía tenía sentido. — Entonces si puedes decir
esa pequeña mentira por mí, estaría muy agradecido.

— Está bien. Sólo en caso de que llegue a descubrirme, ¿cierto? — Taehyung asintió,
plenamente satisfecho.

— Lamento que te hayas tenido que enterar de esto, Jungkook. Quería permanecer en
silencio, pero no podía permitir que te viera anoche. Espero que todo te haya quedado
claro y que aceptes mi explicación.

— Llegué a pensar que hiciste todo eso por molestarme, pero está bien. No sabía que
las cosas estaban así.
Taehyung sonrió por primera vez en el día. Pese a que la curvilínea plasmada en sus
labios era melancólica, él no podía sentirme más dichoso y orgulloso de sí mismo. Había
logrado que a Jungkook se le pasara el enojo e igualmente había conseguido que al
pequeño pelinegro se le cayera el pedestal en donde tenía a su primo.

Yugyeom se merecía eso y más por querer malograr sus planes.

Kim se atrevió a llevar una de sus manos hasta la mejilla del adolescente, quien no hizo
absolutamente nada por tratar de apartarse.

— Sigues con fiebre, ¿te has sentido mejor?

— Estoy bien... — Murmuró el menor, bajando su mirada. — ¿Me dirás qué le pasó a
tu labio?

— Me caí. A veces puedo llegar a ser un poco torpe. — Kook rió ante la imagen en su
cabeza de Taehyung cayéndose. El rubio se unió a su risa por inercia y su mirada se
perdió en los labios de aquel azabache. — ¿Te han dicho que tienes una sonrisa muy
bonita? — Cuestionó, atreviéndose a bajar su mano hasta los belfos ajenos, a los cuales
acarició muy suavemente con su pulgar.

— Demasiadas veces...

— Y tus labios son tan pecaminosos. Joder... — El director recordó aquel sueño en
donde Jeon le hacía una mamada, y con eso bastó para que sintiera su entrepierna
palpitar. Jungkook no hizo ademán de alejar la mano que lo tocaba y acariciaba; se
sentía tenso e inquieto, sin embargo, esas emociones no eran suficiente motivo para
querer rehuir.

Le estaba gustando la sensación.

Taehyung estaba decidido a volver a besar esos labios y en una forma más voraz, de no
ser porque Jungkook cerró sus ojos de un momento a otro y debilitó su anatomía en sí.

Se había desmayado.
35.
Habían pasado cuatro días y Jungkook ya estaba muchísimo mejor.

Taehyung se asustó en demasía el día en el que el menor se desmayó, pues era posible
que debido a aquella debilidad no le hubiese prestado atención a sus palabras ni a lo que
le siguió después. Afortunadamente, no era el caso. Jungkook recordaba con lujo de
detalle la "explicación" de su director, y también recordaba lo amable que se había
puesto con él, cosa que llegaba a intimidarlo hasta cierto punto. No le había molestado,
y eso hacía que se cuestionara a sí mismo qué estaba pasando por su cabeza.

A él no podían gustarle esas atenciones, y menos si eran de parte del rubio.

Asimismo, cabía destacar que Taehyung se estaba portando muy bien con él. Ni siquiera
parecía ser la misma persona que en un principio Kook conoció; tal vez se había
equivocado o Kim era un actor de primera. Tanto así, que su paciencia parecía de oro,
y pese a que Jungkook había tratado en más de una ocasión hacerlo enojar, no lo había
logrado.

Taehyung, en tanto, se sentía sumamente feliz de que las cosas estuvieran yendo a su
favor. Jungkook ya no era tan grosero ni respondón; seguía siéndolo, más no en gran
cantidad como antes. Sonreía con frecuencia y no era tan sarcástico. A ojos del mayor
todo iba notablemente bien. Si todo seguía marchando así, quizá podría pasar a la
siguiente fase.

— ¿Dónde está Jungkook? — Cuestionó Kim a Haneul. Había estado buscando a Kook
por casi toda la casa, y no encontrarlo en su habitación o en la cocina era extraño,
considerando que por momentos le volvía a subir la fiebre.

— Lo vi correr por el viñedo no hace mucho, señor.

— ¿Solo? — La mujer asintió. — Gracias.

Taehyung se dirigió a la salida y su vista fue de inmediato al cielo, el cual estaba


nublado, dejando en manifiesto que más tarde llovería; algo extraño proviniendo de la
zona en la que estaba. Observó sus alrededores y encontró a su objetivo a pocos metros,
trepado en una cerca. Su torso estaba inclinado hacia delante, sus piernas se sostenían
del primer palo que formaba a la valla, mientras que una de sus manos también lo hacía
pero del tercer palo. Su otra mano se limitaba a lanzar pequeñas piedras al estrecho lago
que se hallaba en medio de la zona encerrada.

Parecía un niño jugando. Y bueno, básicamente eso era. Un niño.

Kim se acercó posteriormente de haberse mordido los labios. La posición que había
adoptado Jungkook era atractiva por el simple hecho de que dejaba su bien formado
trasero al aire. Taehyung, claramente, estaba disfrutando de aquello.

— ¿Por qué tan solito? — Habló una vez estando cerca. Ni siquiera lo pensó en cuanto
llevó su diestra a acariciar la espalda del pelinegro, queriendo llamar su atención. Ni
tampoco lo pensó cuando bajó cortamente la misma mano. Kook siguió en lo suyo. —
Pronto lloverá y no quiero que te enfermes otra vez.

— A los patos les pone de mal humor que lance piedritas al río y a mí me gusta verlos
molestos. — Jungkook tenía un montón de piedras que previamente había recogido en
la jarra que había formado con la parte inferior de su sudadera. A Taehyung ese detalle
le hizo gracia. — Es más divertido que estar todo el día encerrado.

— Es un lago, no un río. — Corrigió, sonriente.

— La misma mierda. En los dos hay agua, eso es lo que importa.

— Algún día tendremos que trabajar en esa manera que tienes de expresarte.

— Algún día tendremos que trabajar en que dejes de ser un mentiroso. — Taehyung se
alarmó. Jungkook volteó su rostro para mirar a su director, riendo ante la expresión que
tenía. — ¿Por qué pones esa cara? Me refiero a que dijiste que iríamos a cabalgar y no
hemos ido.

El rubio suspiró discretamente, aliviado. El adolescente volvió a lo suyo, de igual


manera riendo al observar a los patos correr de allí para allá, confundidos y enfadados.

— Tienes razón, cuánto lo siento. Si quieres podemos ir mañana, si es que hace un buen
día.

— Me vale verga mojarme.

— Pero a mí no. Puedes volver a enfermar.


— Piri i mí ni. Piidis vilvir i infirmir.

— ¡Jungkook! — Regañó, más no con disgusto. Desde hace días estaba experimentando
lo que era sentirse bien con el comportamiento infantil del menor, como también querer
estrangularlo o darle una lección. Era algo extraño. — Mejor volvamos adentro. Pronto
lloverá.

— No.

— Es una orden. — Kook no respondió, sencillamente siguió lanzando piedras al lago,


que para su desgracia, se le estaban acabando. Tendría que recoger más. — Nos vamos.

— Vete tú si tanto te quieres ir.

— Tú eres mi prioridad y yo debo cuidarte.

— Y mi prioridad es el enojo de los patos.

Taehyung no dijo nada. Aprovechó que su mano seguía situada en la espalda de


Jungkook y ahora, con ambas manos, tomó aquella cintura con el único propósito de
bajar al azabache de la valla y llevárselo lo antes posible a la protección de la casa,
incluso si lo tenía que cargar. Kook, como era de esperarse, hizo lo posible por oponerse
y en un intento por escapar tiró las últimas piedras que le quedaban por doquier,
importándole poco en dónde cayeran.

Un pequeño pato chilló, dando a saber que una de las piedras le había caído a él y que
lo había lastimado. Taehyung dejó con sumo cuidado a Jungkook en el césped y saltó
la cerca para ir a auxiliar al pequeño animal. La expresión de Jeon denotaba
preocupación y en gran parte, pánico. Sus manos comenzaron a temblar y ni hizo
ademán de ponerse de pie.

— ¿Lo maté? — Cuestionó aterrado. — ¿Lo maté? ¿De verdad lo maté? ¿¡Lo hice!?

— No, no... está bien. Sólo se lastimó un poco. — Explicó Taehyung. Tenía al pequeño
pato entre sus manos, el cual se veía bien. A simple vista no parecía tener heridas, quizá
solamente había chillado por el impacto de la piedra. — Está bien. Va a crecer sano y
fuerte.

— ¡Lo maté! — Gritó. Kim negó con la cabeza. — ¡Lo hice!


— Que no. — Se acercó a Kook aún con el animalito en brazos y se lo enseñó desde el
otro lado de la cerca. — ¿Ves? Está vivo.

— ¡No es cierto!

— Jungkook, lo estás viendo. Está bien. No le pasó nada.

— ¡Mentira! — Taehyung suspiró exhausto. La situación se había tornado extraña. —


¡Lo maté a sangre fría!

El rubio, sin saber qué más hacer, puso al patito en el césped. El animal no demoró en
correr hasta sus hermanitos y sus padres.

— ¿Crees que un animal que está muerto va a correr? ¡No le pasó nada!

— Lo maté, lo maté... — Kook había entrado en una especie de trance. Abrazó sus
piernas y comenzó a mecerse casi con histeria. Taehyung había comenzado a asustarse.
— Lo maté, de verdad lo maté.

— Jungkook...

— ¡Lo maté! — El director repitió aquello de saltar la valla y se aproximó al pelinegro,


quien se arrinconó al lado de la cerca mientras seguía meciéndose. Su labio inferior
había empezado a temblar. — Lo m-maté...

— Kookie...

— ¡No te acerques! ¡Soy un asesino! — Jungkook dejó de mecerse, pero optó por darle
comienzo a una sesión de golpes a su cabeza en uno de los palos de madera. Taehyung
jadeó con impresión, era la primera vez que veía a alguien hacer algo así y no sabía con
exactitud cómo actuar. Ni siquiera cuando lo tenía encerrado y con constantes torturas
lo había visto de esa manera.

El mayor alejó con brusquedad al chiquillo del objeto con el que se estaba golpeando.
Era demasiado tarde, puesto que debido a la fuerza que Kook había empleado en
pegarse, logró hacerse un ingente corte.

— ¡Tranquilo! ¡Cálmate! — Pero Jungkook no hizo caso. Parecía sordo o con un


demonio adentro. Se retorció en los brazos que lo sostenían con tanta energía que
consiguió zafarse. Estaba dispuesto a salir corriendo, de no ser porque sus piernas, al
igual que sus manos y cuerpo en sí estaban temblado. — Jungkook...

— ¡No te acerques! — Vociferó, volviendo a abrazar sus piernas y meciéndose como


si la vida se le fuera en ello. La única diferencia fue que comenzó a rasguñar con furia
sus brazos, dejando con rapidez a simple vista las profundas marcas que se estaba
suministrando. Taehyung estaba preocupado y tenía miedo de que la situación llegara a
más. Kook aparentaba estar ido y no hacía nada más que mecerse y lastimarse a sí
mismo.

— Está bien, no me acercaré, pero deja de hacer eso, ¿sí?

— ¡Lo maté! — El rostro del adolescente cobró color. Sus ojos se aguaron y las lágrimas
rodaron por sus rosadas mejillas segundos después. Asimismo, era apreciable que su
respiración se había agitado a cierto punto de no poder controlarla. — ¡Mi c-cabeza
duele! — No hacía nada más que gritar. Apurado por ya no sentir dolor, jaló de su
cabellera con irracionalidad, arrancándose unas cuantas hebras en el proceso y
manchando sus dedos con la sangre que previamente estaba en su frente.

Kim se sintió impotente. ¿Qué se supone que tenía que hacer? ¿Acercarse?
Seguramente aquello empeoraría las cosas.

— No has matado a nadie, Kookie. — Habló con amabilidad, en espera de un resultado


positivo. No obstante, Jungkook observó sus manos en cuanto dejó en paz su cabello, y
al divisar la sangre comenzó a llorar con más nervio. Su respiración también se vio
afectada, peor. Parecía con asma. — No, no llores. No hiciste nada malo.

— ¡Lo hice! — Retomó la acción de rasguñar sus brazos. Taehyung no aguantó más y
se acercó a inmovilizar las manos del menor. No podía consentir que se siguiera
lastimando de una manera tan atroz. — ¡Suéltame!

— Vas a estar bien. — Kook se retorció en un modo que daba miedo. En aquel momento
tenía tanta fuerza que era simple y llanamente increíble; sin embargo, Taehyung hizo lo
posible por no soltarlo, ganándose incluso una dolorosa mordida en el brazo por parte
del pequeño Jeon. — ¡Cálmate! — Tal vez fue un error, pero era lógico que el azabache
estaba pasando por un ataque de pánico o histeria. Por tal motivo, el rubio lo abofeteó
con dureza. La marca se hizo visible inmediatamente. Jungkook seguía temblando,
llorando y con la respiración acelerada, pero ya no se movía, cosa que Taehyung
agradeció. — Estarás bien. — Repitió y pegó la espalda del niño a su pecho, acercándolo
y seguidamente abrazándolo. — Respira... — Susurró en el oído ajeno; Kook volteó
brevemente su rostro y conectó su rota mirada con la de su director, quien le sonrió con
parsimonia.

Taehyung se delimitó a observar aquellas facciones y esos ojitos que parecían dos
estrellas debido a las lágrimas, como si fueran lo más inocente en el mundo. ¡Se veía
tan lindo, joder!

El temblor en el cuerpo del chiquillo persistió, más no se quejó cuando el mayor reforzó
el abrazo.

— Respira. — Insistió y le enseñó por medio de gestos cómo debía de hacerlo.


Inhalando por la nariz y exhalando por la boca, tal y como si estuviese inflando un
globo. Jungkook obedeció, se estaba calmando. — Muy bien, bebé. Muy bien. — Se le
había escapado la palabra "bebé", ¿pero a quién no se le escapaba teniendo a un niño
tan precioso entre sus brazos?

Jeon había conseguido calmar un poco su respiración, al menos era aceptable. El


temblor aún no se había ido y él mantenía sus brazos pegados a su pecho, asustadizo
debido a la gran palmada que le habían dado. Taehyung se percató de aquello y decidió
arrullarlo muy suavemente, quizá eso funcionaría.

— ¿Mejor? — Cuestionó Kim, a lo que Kook asintió. — No quise golpearte, pero si no


lo hacía...

— Gra-gracias... — Interrumpió en un susurro. Su voz estaba quebradiza y apagada.

— Está bien. Ya no pienses en eso. — Admitía tener una inmensa curiosidad por el
repentino ataque del azabache, pero no se atrevía a preguntar. Eso desencadenaría otro
ataque y era mejor que el menor lo olvidara. Al menos por ese día. — Hay que curarte
esa herida y llevarte a descansar.

— El pa-patito...

— Mañana iremos a cabalgar como tanto lo has querido. — Fue su turno de interrumpir.
El labio de Kook tembló, no obstante él asintió. El director se atrevió a subir una de sus
manos y poder secar las lágrimas que seguían resbalándose por esas mejillas. — Te ves
más lindo sonriendo.

— Taehyung. — Era la primera vez que lo llamaba por su nombre de modo afable y,
extrañamente, eso Kim le gustó.
— ¿Mh?

— ¿Soy malo?

Taehyung suspiró. Esa pregunta lo había hecho sentir aún peor, considerando el tono
que Jungkook aplicó.

— No. — Se animó a sonreír y entretanto negó con la cabeza. — Eres un chico muy
bueno, amable y... ¿Dulce? Sí, sí. Eres el mejor de los chicos. — El mayor se regañó a
sí mismo por querer reírse de la situación. No era el momento. — Y eres muy bonito.
El niño más dulce y bonito de todos.

— Gracias... — Volvió a susurrar. Taehyung agrandó su sonrisa cuando apreció a Jeon


sonreír.

Al menos su ayuda había servido de algo.

— ¿Eso significa que me disculpas por haberte golpeado?

— Sólo por esta vez... — Y ambos rieron.

Ese día, Jungkook descubrió que su director no era tan malo como lo llegó a pensar.
Pudo haber jurado también que vio sinceridad en aquella gélida y estridente mirada, y
eso lo aturdió.

Taehyung también descubrió una cosa...

Jungkook tenía un trauma.


36.
Taehyung estaba desesperado por encontrar una explicación a lo sucedido. Claramente,
dicha explicación no podría conseguirla por medio de los padres de Jungkook. Sería
sospechoso si se comunicaba con ellos por razones externas al progreso del
comportamiento del adolescente o si sencillamente les hacía una serie de preguntas que,
evidentemente, eran privadas. Su trabajo era instruir a los chicos, no conocer su vida
entera.

Pensó en diferentes posibilidades, y sólo logró sentirse más y más confundido. En el


caso hipotético de que Jungkook hubiese matado a alguien y estuviese traumado por
ello, ¿por qué el primer día en que llegó a la correccional había amenazado al director
de muerte? ¿Una persona que haya asesinado a alguien y esté arrepentida se comportaría
de ese modo? Taehyung quiso ponerse en sus zapatos, pero simple y llanamente no lo
lograba. No entendía absolutamente nada. Ante sus ojos nada y todo tenía sentido.

Nada, porque el comportamiento de Jungkook en ocasiones era tan frívolo y despiadado


que era absurdo que alguien así tuviera un trauma.

Todo, porque eso explicaría su extraña conducta y lo cambiante que podía llegar a ser.
Asimismo, la urgencia que tenían sus padres por internarlo, alegando que todo había
sido por el incendio en aquel instituto y por nada más. No dieron mayores explicaciones,
en realidad.

¿Y si todo era una máscara? ¿Y si había algo más allá? ¿Y si Jungkook sólo fingía? ¿Y
si de verdad era un asesino? Y aquellas palabras... "Se podría decir que no me conoces.
Sólo has visto de mí lo que yo he querido que veas." Taehyung se podría considerar en
paranoia; después de todo, una persona que vive a base de mentiras siempre pensará
que los demás también lo hacen.

La única forma que halló de poder obtener algo de información, era ganándose la
confianza de Jungkook; sin embargo, él ya no estaba tan seguro de si dicha confianza
le sería dada. Y tener tantas incertidumbres para Kim Taehyung era malo. Terrible.
Horripilante. Cualquier cosa que pudiese malograr sus planes perfectamente cautos y
previamente analizados con pros y contras incluidos, era nocivo.

— ¿Ahora comes pasto? — Jungkook hizo acto de presencia en el granero. Como lo


prometido era deuda, el rubio lo llevaría a cabalgar. Taehyung frunció el ceño,
confundido. Kook señaló la diestra de su director, la cual estaba llena de pasto y Kim,
al percatarse, tiró absolutamente todo y se sacudió brevemente las manos, haciendo reír
al otro. — Se nota que no sabías lo que estabas haciendo. ¿Cómo se supone que vaya a
cabalgar con una persona que se la pasa en las nubes?

Pero Taehyung estaba demasiado ocupado recorriendo con la mirada al azabache, casi
devorándolo. Ese día en especial se veía bastante lindo. Quizá estaba buscando
comodidad y por eso se había vestido de aquella forma tan... atrayente. Tenía unos jeans
negros bastante rasgados innecesariamente, dejando mucho a la imaginación por la
manera en que apretaban esas piernas y marcaban zonas atractivas para cualquiera, una
camisa blanca, la cual estaba metida por dentro del pantalón, haciendo relucir la
hermosa cintura que se cargaba Jeon, y por último aquellas botas Timberland que eran
tan características en él.

Taehyung sintió su pene palpitar.

Jungkook se percató de la mirada de Kim y, por tanto, tomó un pequeño cubo de paja
que había en uno de los costados del granero y sin previo aviso ni vacilaciones, se lo
lanzó.

— ¡Hey! — Se quejó, por fin parándose del lugar que había tomado mientras esperaba.
— Ten cuidado con tu accionar, niñito.

— Entonces no te quedes mirándome así. — Reprochó.

— ¿Así cómo? — Cuestionó burlón al acercarse.

— Así... como si fuera tu almuerzo o yo qué sé.

Qué más quisiera, pensó Taehyung, animándose a sonreír.

— Te ves lindo hoy. — Admitió, mientras apoyaba su codo en una de las puertas de la
caballeriza. Volvió a recorrer de pies a cabeza a Kook, sólo que con una mirada más
estridente. — Demasiado lindo diría yo...

Jungkook frunció el ceño, un tanto incómodo. Pero no diría nada, después de todo, era
un halago.

Taehyung se estaba imaginando las millones de maneras en las que podría joder aquel
bonito cuerpo; intenciones que ocultó bajo una insignificante sonrisa.
— ¿Nos vamos ya? — Preguntó Jeon, queriendo cambiar el rumbo de la conversación.
El rubio asintió, posteriormente de haber dado un último vistazo.

— Vamos por los caballos. — Hizo un gesto con la cabeza, al cual Jungkook acató y de
inmediato siguió al mayor en cuanto este emprendió camino. — ¿De verdad sabes
montar o tendré que enseñarte?

— Recuerdo un poco.

— Eso no me convence. — Kook bufó. El director se detuvo frente a una caballeriza ya


ocupada y sonrió enormemente. El menor tomó lugar a su lado, encontrándose con un
hermoso y enorme caballo de color negro y de crin largo, brillante y sedoso que
combinada a la perfección con su color. Era alto a comparación de otros caballos;
sencillamente precioso. — Él es Tora. — Informó, dirigiendo su diestra a acariciar el
tupé del animal. — Es un purasangre y uno de los mejores caballos que he tenido.

Jungkook estaba maravillado con el caballo. Había estado recorriendo todo lo que pudo
en los días en que estuvo solo y aburrido, más no llegó a ver a ese majestuoso caballo
por ahí.

— ¿Puedo tocarlo? — Taehyung asintió y el pelinegro no tardó en llevar ambas manos


hacia la cabeza del animal, quien parpadeaba pausadamente al recibir los mimos. — Es
muy lindo.

— Lo es.

— ¿Lo puedo montar?

— No. Tú vas a montar a Kazuo, su hijo.

— ¿Y dónde está?

— Justo a tu lado. — Kim se mordió el labio inferior, evitando que alguna carcajada se
escapara de su boca. Jungkook llevó su mirada a la otra caballeriza, topándose con un
caballo con las mismas características del anterior, sólo que en miniatura.

— Debe ser una jodida broma. ¡Eso es un bebé!

— Es un potro. — Corrigió.
— ¡No hay forma en que yo pueda montar esa cosa, Taehyung! — El mencionado
desvió su mirada para poder sonreír a gusto. Kook se cruzó de brazos, evidentemente
molesto. — Eres un mentiroso y tramposo.

— De hecho, no. Tú me dijiste que querías montar a caballo, más no especificaste qué
tipo de caballo, qué tamaño, ni nada por ese estilo. — Se encogió de hombros. — Hasta
pude darte un caballo de juguete y tú reaccionas así. Qué desagradecido, Jeon.

Jungkook permaneció en su lugar y en la misma posición. Su entrecejo estaba fruncido


y su expresión denotaba molestia. Mucha molestia. Taehyung volteó a verlo e
inevitablemente soltó la carcajada que tanto se estaba esforzando por guardar. Imposible
no hacerlo cuando el chico parecía un bebé haciendo berrinche.

— ¿Qué? — Cuestionó Kim, aún entre risas. Jungkook no dijo nada. — ¿De verdad te
enojaste? — Y volvió a reír con más viveza. — Es broma, tranquilo. — Logró
mencionar en medio de tanto regocijo, pero a Kook eso ni lo inmutó. — Vas a montar
un caballo real.

Kook suspiró y dejó caer sus brazos. Si el rubio fuese otra persona, seguramente le
rompería la cara de un solo puñetazo; no obstante, escuchar aquella risa y contemplar
esa sonrisa constantemente plasmada en esos labios, lo hizo sentir extraño. No era una
sensación desagradable, y eso era lo que verdaderamente le asustaba.

— Bien. Espero que dejes de lado tus jueguitos. — Habló autoritario, a pesar de que
Taehyung continuaba riendo.

— Vamos. — Tomó con ambas manos los hombros del adolescente y lo volteó; lo
empujó sutilmente para que comenzara a caminar, cosa que Jungkook hizo, aunque si
bien quiso negarse. Taehyung se detuvo frente a otra caballeriza, que no estaba para
nada alejada de la de Tora. Kook observó el interior y se encontró con un caballo
simplemente hermoso. Era de color blanco, al igual que su crin. Era excesivamente alto
y su hocico era adornado por un tono más negruzco, haciéndolo lucir realmente lindo.
— Se llama Sora, es una yegua. A ella la vas a montar.

Taehyung se lo pensó antes de asignarle un caballo a Jungkook. Probablemente


necesitaría uno sumiso y fácil de manejar. Kook, mientras tanto, miró al animal con
admiración e interrogación.

— ¿Y por qué una mujer y no un hombre? — Cuestionó, cruzándose nuevamente de


brazos. Taehyung rodó los ojos. ¿En serio quería ponerse a pelear por eso?
— ¿Es en serio?

— ¿Crees que no soy lo suficientemente capaz de manejar un caballo? — Volvió a las


cuestiones. Su tono de voz era por poco resentido. — ¡Yo quería un caballo, no una
caballa!

— ¡Yegua!

— ¡Lo que sea! Me estás subestimando. Como todos.

— Tú la estás subestimando a ella. — El mayor ni siquiera le veía sentido a la discusión.


— Es muy buena corriendo y es prácticamente lo mismo que un macho.

— Quiero montar a Tora. — Insistió.

— Vas a montar a Sora y punto final. — Jungkook volteó a verlo, molesto. Taehyung
se mantuvo firme. Es que era imposible que aquel niño quisiera pelear por
absolutamente todo.

— Bien. — Respondió corto y tajante. Ya tendría su oportunidad de vengarse. — Lo


haré.

— Voy a ensillarlos. — Informó, sacando a la yegua de su respectiva caballeriza para


conducirla hasta afuera, al igual que hizo con el caballo no mucho después.

Jungkook se limitó a mirar los caminos del viñedo que estaban justo al frente suyo,
preguntándose por cuál saldría corriendo en cuanto estuviera encima de aquel hermoso
animal. Asimismo, observaba de vez en cuando a su director, quien se hallaba
preparando a los caballos. Algo que el pelinegro había notado desde hace mucho, era
que Taehyung solía ser excesivamente bueno con los animales, y ese simple detalle le
causaba ternura. Tal vez Kim Taehyung no era una mala persona; se estaba portando
bien, era respetuoso, lo había ayudado cuando estaba en medio de una crisis de pánico,
le cumplía los caprichos y se preocupaba por su bienestar. Tal y como una buena
persona actuaría.

¿Y si se había equivocado con él? Kook sólo sabía algo, y ese algo era que ya no le caía
para nada mal aquel hombre. Era incluso divertido. Le había causado un daño
irreparable, eso era un hecho; sin embargo, admitía que comenzaba a disfrutar de su
compañía.
— Listo. — Kim sonrió y dirigió su atención hacia el niño, el cual -y por inercia-
también sonrió. — Ven aquí. Te enseñaré cómo se usa. — Jeon obedeció y caminó hasta
le yegua. Una de las razones por las que Taehyung había elegido a Sora, era porque al
ser tan alta, probablemente Jungkook no conseguiría subirse en ella por sí mismo y él
aprovecharía de ayudarle para tocar... ciertas zonas. — Súbete. — Ordenó, a sabiendas
de que no lo conseguiría. Kook, completamente ignorante a las intenciones del rubio,
con un poco de esfuerzo tomó el pomo de la silla y colocó su pie izquierdo en el estribo.
Se impulsó tres veces hacia arriba, fracasando en todas. — ¿Necesitas ayuda? —
Preguntó, admirando con burla la situación.

— Quiero hacerlo yo solo. — Taehyung no insistió. Más temprano que tarde pediría
ayuda. Jungkook, perseverante, lo intentó abundantes veces más. La última fue en la
que Sora se alejó fugazmente, cansada de que su estómago fuera pateado suavemente
cada vez en que el pequeño lo intentaba. — ¡Es que es muy alta! ¿¡No había un caballo
más pequeño!?

— Lo había, pero tú lo rechazaste.

— No tan pequeño. — Taehyung rió.

— ¿Necesitas ayuda? — Repitió y Kook asintió, resignado. El mayor volvió a atraer a


la yegua y posterior a ello se hizo a un costado. — Impúlsate hacia arriba cuando yo lo
diga. — Sus manos fueron directamente a la cintura del azabache, las cuales tomó con
firmeza. Jungkook se sostuvo nuevamente del pomo de la silla y colocó su pie en el
lugar que correspondía. No lo sentía, pero Taehyung estaba considerablemente cerca y
manoseando descaradamente sus caderas. — Ahora. — Jeon así lo hizo. Kim bajó por
completo sus manos hasta posarlas en las nalgas del menor y mientras "le ayudaba" a
subir, aprovechó para apretárselas un poco. Kook sintió que aquello era normal y le
restó importancia al hallarse por fin encima del animal. — Bien, toma las riendas y...
¡Jungkook! — Ni siquiera le había dado tiempo de dar instrucciones, puesto a que el
adolescente había salido disparado por uno de los tantos caminos del viñedo. — Joder,
este niño...

No hizo el ademán de perder más el tiempo y fue por Tora, al cual se subió e hizo que
corriera inmediatamente, siguiéndole el paso a Jungkook.

Le daría un gran regaño y posiblemente le diría que sería la primera y última vez que
cabalgaba. Taehyung entendía que estuviera ansioso, pero irse de aquella forma no era
bueno, ni para él ni para nadie. Su molestia aumentó al adentrarse a lo que parecía ser
un boscaje, sólo que mucho más pequeño y limitado porque la zona era conocida. No
creía que alguien se pudiera perder en ese lugar, pero en caso tal de que no encontrara
a Jeon merodeando por ahí, definitivamente lo amarraría a la cama y no lo volvería a
dejar salir.

— ¡Jungkook! — Llamó, siendo precavido en cuanto a por donde se metía, pero nada.
Siguió galopando, y su sorpresa fue mayúscula al encontrarse con Sora afuera de una
cueva, sin Jungkook. Fijo el niño estaría "explorando", considerando lo curioso que la
mayoría de veces solía ser, aquello era algo indudable. El rubio amarró a ambos
caballos a un árbol para que no escaparan y posteriormente fue en busca de su pequeño
martirio, o delirio. — ¡Jungkook! — Vociferó en la entrada del área, que no era como
muchas otras cuevas que eran plena oscuridad y misterio. A simple vista se podía
apreciar una especie de cascada en su interior y los rayos del sol entrar por un hoyo que
había en la parte posterior. — ¿Jungkook? — Se animó a entrar. Le sorprendía la belleza
que tenía el sitio. Habían piedras de todas las formas y tamaños, el agua era
prácticamente cristalina y no aparentaba estar infestado de animales.

— Tus manos donde las vea, vaquero. — Habló aquella particular voz. Taehyung sintió
una presión en la parte trasera de su cabeza. — Te has estado portando muy mal, así
que dame una buena razón para no arrestarte.

— ¿Cuál es mi crimen? — Decidió seguir el juego.

— Quisiste pasarte de listo conmigo. — Él no se había dado cuenta de que sus


intenciones eran manosearlo, ¿o sí? — Primero con lo del bebé caballo y luego con lo
de la caballa. — Taehyung suspiró, aliviado. Afortunadamente, Jungkook no apreció la
expresión en el rostro de su director, pues este último se encontraba de espaldas, siendo
apuntado con una piedra que tomaba el papel de "pistola". — Has sido muy malo.
Tendré que castigarte.

— Creo que te faltó algo.

— ¿Qué es?

— Esto. — Kim se volteó y sin vacilación alguna tomó entre sus manos la cintura de
Kook, envolviéndola después con sus brazos. No se lo pensó demasiado al momento de
chocar sus labios con los ajenos, empezando un besuqueo hambriento y desesperado.
Jungkook sorprendió al mayor y a sí mismo al corresponder; cerró sus ojos y trató de
seguir el ritmo ya impuesto. Lanzó la roca lejos y en su lugar tomó las mejillas del rubio,
quien hizo nulo cualquier posible espacio entre ambos cuerpos.
El beso no tenía delicadeza ni amor, únicamente apetito e impaciencia, más por el lado
de Taehyung que de Jungkook, que a pesar de sentirse sumamente confundido,
continuaba. Kim mordisqueó con algo de fuerza el labio inferior impropio, logrando
que el pelinegro soltara un jadeo de dolor. Jadeo que fue callado entonces por un nuevo
beso. Taehyung lamía aquellos labios, les proporcionaba mordidas y de vez en vez
succiones. Fue en ese momento en el que se atrevió a bajar sus manos hasta los glúteos
del menor, apretujándolos en sus palmas.

Sorprendentemente, Jungkook no se quejó ni hizo el gesto de apartarse.

— Taehyung... — Murmuró en cuanto hubo una separación por falta de aire. Sus labios
habían quedado unidos por un hilo de saliva.

— Me tienes jodidamente mal. — Aseguró, empujando sutilmente a Jeon al pavimento.


No le dio tiempo al más pequeño de poder reprochar, puesto que con una rapidez
asombrosa se posicionó encima suyo y nuevamente capturó esos pecaminosos labios
que, efectivamente, lo tenían mal. Jungkook volvió a corresponder, dejándose llevar
por la emoción del momento.

Taehyung estaba sorprendido de que las cosas estuviesen yendo a su favor, no obstante,
lo mejor era aprovechar el buen ánimo del adolescente y no quedarse a pensar en por
qué carajos estaba dejando que le hicieran ese tipo de cosas. Por eso, tomó las piernas
de Kook por la parte inferior y las abrió; las acciones en el chiquillo se tornaron torpes,
más no fue impedimento para que Kim se posicionara en medio. Sin vergüenza alguna,
pegó su pelvis a la ajena y creó fricción entre los dos miembros -el de Taehyung ya
estaba íntegramente erecto-.

— Taehyung, espera... — El nombrado empezó a dejar besos húmedos en el cuello de


Jungkook, que comenzó a soltar pequeñas risas. Asimismo, se retorció y arqueó
repetidas veces la espalda. A comparación de antes, no sentía desagrado ni mucho
menos asco. Sentía ganas de continuar, pero sabía que no era lo correcto. — No...

— Te gustará... — Prometió, despertando el miedo en el azabache. — No vas a querer


que pare, lo juro. — Y dicho aquello, se atrevió a bajar su mano izquierda a masajear el
miembro que apenas comenzaba a avivarse en Kook.

Se sentía bien, pero los recuerdos de aquella noche y la constante vocecita en su cabeza
que le decía que estaba a punto de perder la dignidad hicieron presencia.
— No quiero. — Insistió, yendo completamente en contra de lo que su cuerpo sentía.
— No me siento cómodo.

— ¿Necesitas una cama? — Taehyung jamás paró con las atenciones en aquel cuello
que tan loco lo volvía. Paseaba su lengua por esa nívea piel, reprimiéndose las ganas de
marcarla. — Porque déjame decirte que puedo hacerte sentir al borde en cualquier lugar
y sin necesidad de una maldita cama.

La piel de Kook se erizó. Su cuerpo le pedía continuar, pero su raciocinio le pedía


detenerse urgentemente.

— Es q-que... ah... — Gimió. Taehyung había apretado su intimidad. — Taehyung, de


verdad c-creo que no quiero... — Tomó la mano que lo masajeaba, deteniendo cualquier
movimiento. Taehyung se reincorporó un poco, dejando ver cuán hinchados estaban sus
labios y oscuros que estaban sus ojos. Las descripciones en Jungkook no eran muy
diferentes.

— ¿Y planeas dejarme así? — Kim aprovechó que la mano de Jungkook estaba sobre
la suya y la condujo hasta su propio pene, obligándolo a tocar la extensión que apretaba
por debajo de aquel ajustado pantalón. — Esto lo provocaste tú, Jungkook. — Hizo que
frotara la zona, y se mordió el labio para ocultar lo excitado que ese simplón acto lo
ponía, como también la imagen que tenía frente a sus ojos; a Kook debajo suyo y
decidiéndose en si quería hacerlo o no. — Hazte responsable de tus actos.

— Es que no...

— Sh... — En un acto desesperado por convencerlo, volvió a besarlo. Jungkook


correspondió, pero sin tanta convicción como la de en un principio. Taehyung soltó su
mano y, en su lugar, la dirigió al borde de la camisa del pelinegro, levantando la prenda
escasamente.

Ese fue como un balde de agua fría para Kook.

— No quiero, no quiero, no quiero... ¡No quiero! — Con la fuerza que la circunstancia


le permitía, empujó al rubio a un lado, se levantó y huyó lo más rápido posible. Se sentía
desorientado y con la cabeza hecha un completo lío.

Kim rió, llevando su diestra a acariciar su labio inferior. Se apoyó en su brazo libre y
siguió riendo cual maniático. Lo que había pasado le dejó en claro muchas cosas, y
también le llovieron ideas del cielo para comenzar un nuevo plan.
Era indudable que Jungkook estaba comenzando a sentir otro tipo de cosas por su
director. Notoriamente, no le era para nada indiferente...

Así que Taehyung lo dejaría huir, o al menos por el momento...


37.
Jungkook no podía sentirse más confundido e ido. Tenía la sensación de estar flotando
en una especie de nube, la cual bloqueaba cualquier posible pensamiento o idea
razonable, dejando en su lugar algo así como un sentimiento idiotizante, inexplicable...
miedoso.

No sabía por qué se había dejado llevar de aquel modo, sólo recordaba el estar
completamente a gusto con los labios de su director encima de los suyos. Sin mencionar
que aquellos toques indebidos y palabras sucias no fueron plenamente algo que le
disgustara. Por más extraño que sonase, disfrutó de la situación. Y si no llevó las cosas
a otro extremo, fue por mero honor a su "orgullo".

Sin embargo, el sentir "gusto" no hacía las cosas más fáciles para Jungkook. Él quería
respuestas, o al menos una respuesta que no lo hiciera deducir que estaba comenzando
a sentir... Cosas, por Taehyung. Eso no podía pasar bajo ninguna circunstancia. Estaba
bien el sentirse cómodo en la presencia ajena, estaba bien que ya no sintiera miedo e
inseguridad, estaba bien que Taehyung le hiciera reír y que incluso le hiciera pensar que
se había equivocado con él; no obstante, lo que sí estaba horriblemente mal, era empezar
a sentir algo más allá de comodidad.

Kook ni siquiera estaba comprendiendo su actitud con el pasar de los días.


Extrañamente para él, se estaba portando bien con Taehyung y ya no lo trataba tan mal.
Con frecuencia olvidaba molestarle, por el simple hecho de que se entretenía con las
miles de anécdotas que Kim le daba. Asimismo, notó que se estaba portando, en cierto
modo, 'tímido'. Se sentía cómodo, eso era algo seguro, pero por alguna misteriosa razón,
se encontró a sí mismo en diversas ocasiones cuestionándose sobre cómo responder o
qué hacer para extender la charla cualquiera que estuviera manteniendo con el rubio.
Era divertido.

Así fue como comprobó que Kim Taehyung no era un hombre difícil. Al menos no
como aquel hombre que conoció al momento de entrar a la correccional. Eran como dos
personas completamente diferentes, y ahí residía la confusión de Jungkook. El chico se
sentía perdido y desesperado. Después de todo, él no quería desarrollar sentimientos
comprometedores por nadie, mucho menos por su director.

Aunque... nada aseguraba eso. Él sólo estaba confundido y ya.


Kook corrió a la casona, luego de dejarle la yegua a Kwan bajo la tonta excusa de que
Taehyung lo había mandado a preguntar por la cena. No se le había ocurrido algo mejor,
y él era un terrible mentiroso, mas Kwan no hizo mayores cuestiones y lo dejó huir.
Jungkook lo último que quería era encontrarse con el dueño de su desconcierto, quien
seguramente estaría cerca y buscando hablar sobre lo sucedido, cosa que por supuesto
Kook no quería. Y haría hasta lo imposible por aplazar lo inminente.

Al llegar al living, patéticamente lo único que hizo fue marcar una corta distancia desde
una esquina del cuarto hasta la otra. Estaba nervioso, lo que lo obligó a morder con
desesperación la punta de sus dedos. Su latir era rápido, y una vez más se hallaba en
aquella nube. No podía pensar en nada que no fuese la emoción de los labios de
Taehyung sobre los suyos, moviéndose con ímpetu y nula paciencia.

—¿Kookie? — El mencionado saltó en su lugar. Llevó su diestra a la altura de su


corazón, demostrando así el susto que le habían metido. Hye rió por lo bajo, luego de
secarse brevemente las manos en la falda de su delantal. —Pensé que estarías todo el
día afuera cabalgando.

Y ese era el plan, hasta que la nación del fuego atacó. En dicho caso, "la nación del
fuego" serían los labios de Taehyung.

—M-Me aburrí...

—Te ves nervioso. — Kook rió, negando enérgicamente con la cabeza. —¿Estás bien?

—Perfectamente. — Fingió una enorme sonrisa, la cual parecía más una terrorífica
mueca. —Cabalgar no es tan genial como lo pensé.

—Oh... — La chica volvió a reír. —¿Entonces qué es genial para el pequeño Kookie?

—No soy pequeño. — Bufó. —Supongo que un auto de carreras en un abismo con una
carretera abandonada y en mal estado.

—Sigue pensando así y jamás vas a obtener una licencia de conducir.

—Siempre queda la opción de chantajear. — Se encogió de hombros. La mujer negó


con la cabeza, entre divertida e indignada. —¿Puedo ayudarte en algo?
—¿Cocinar sí es genial para ti? — Mientras le mantuviera alejado de Kim Taehyung
por un rato, cualquier cosa servía. Kook asintió. —Muy bien... Sólo déjame advertirte
que si causas un desastre, estaré enojada lo que resta de la semana.

Jungkook se preguntó cuánto sería eso. Desde hace un buen rato había perdido la noción
del tiempo, y en realidad no era algo a lo cual le diera importancia. En cuanto entró a la
correccional, dejó de serle relevante la fecha y la hora. Por tal motivo, a duras penas
recordaba cuánto había pasado.

—Haré mi mejor esfuerzo. — Sonriente, Hye se dio media vuelta, no sin antes hacerle
un pequeño gesto con la cabeza a Kook, dándole a entender que la siguiera. Jungkook
acató antes de que a Taehyung se le ocurriera aparecer.

Al llegar a la cocina, hizo lo posible por prestar atención a las órdenes que le daba Hye.
Tarea difícil, puesto que escuchaba la voz de la mujer lejana, como si todo se tratara de
un sueño y por fin estuviese despertando. Su mente no dejaba de maquinar en su contra,
su nerviosismo no se iba con nada y apostaba que justo ahora se estaba portando como
un completo idiota. Quizás también como un puberto que apenas había dado su primer
beso; tan ilusionado, insuperable e imbécil. Simplemente patético.

Pero así se sentía.

—¡Jungkook! — Vociferó Hye, cruzándose de brazos ante la actitud ida del


adolescente, quien parpadeó repetidas veces. —A ti te pasó algo.

—Estoy un poco distraído, lo siento.

—¿Por algún motivo en especial?

Kook suspiró, cuestionándose si debía ser sincero o no. Confiaba en Hye y necesitaba
el punto de vista de alguien mayor, no para que le aconsejaran qué hacer, sino para
entender lo que le estaba sucediendo. Claramente, no iba a decir que se había besado
con su director y que desde hace días se sentía confundido en torno a... Todo lo que
tenía que ver con Taehyung.

Jungkook nunca fue una persona precisamente sentimental. Jamás sintió una atracción
demasiado fuerte hacia alguien. Las pocas chicas con las que estuvo en un pasado,
fueron usadas como experimentos a su curiosidad. También, para mantener aquella
imagen de chico malo, "mujeriego" y encantador que se había encargado de crearse a sí
mismo en el instituto; las demás ocasiones, porque sus amigos lo orillaban a meterse
con ellas. Y estaba bien. Eso era lo único que conocía, nada más.

—Sabes que puedes confiar en mí. — Volvió a hablar Hye al darse cuenta de que
Jungkook estaba pensándoselo.

—Lo sé. — Suspiró. —Hye, ¿alguien te ha gustado?

—¿Qué? — Kook volvió a suspirar, irritado.

—Me refiero... ¿Alguna vez alguien te ha gustado? ¿Alguien te llamó la atención?

—Por supuesto, cariño. Creo que a todos nos ha pasado.

—¿Y qué sentiste?

—Kookie, ¿acaso te gusta alguien? — Hye sonrió, viéndose curiosa. Jungkook la


observó con grandes ojos, encogiéndose de hombros.

—No sabré si realmente me gusta si no me dices cómo se supone que debe sentirse.

Se sentía tonto, pero quería descartar esa idea. De verdad esperaba que sólo fueran
sensaciones suyas y que la "comodidad" que sentía en presencia de Taehyung fuera
meramente amistosa.

—Bueno... — Hye comenzó a mover una misteriosa mezcla que estaba a medias cuando
Jungkook llegó a la cocina. —Quieres verla en todo momento.

Él no quería ver a Taehyung en todo momento, ya que casi siempre se la pasaban juntos.

—Quieres verte bien en su presencia.

Jungkook se preocupaba por su apariencia naturalmente. Eso no era algo nuevo.

—Te pones nervioso.

Bien, tal vez eso sí. Cuando Taehyung lo miraba fija y extrañamente, Kook tendía a
ponerse nervioso.

—Quieres pasar mucho tiempo con ella.


Quizás, pero si no era así, ¿con quién se supone que se divertiría?

—Muchas cosas te comienzan a recordar a ella.

¿Los animales? Claro.

—Comienzas a ver cosas buenas que antes no habías notado y empiezas a tapar los
posibles errores de esa persona.

Él había comenzado a notar cosas buenas en Taehyung, mas no tapaba sus defectos o
errores. Tenía en cuenta que Kim podía ser verdaderamente malo y cruel; sin embargo,
ya no era algo que le preocupara.

Mientras no le perjudicara a él, evidentemente.

—Y... — Hye hizo un mohín en su boca, pensando en otras cosas. Abiertamente, ella
tampoco tenía mucha experiencia al respecto.

—Y está claro que no besarías a una persona que supuestamente repugnabas, a no ser
que comenzaras a sentirte confundido o te sintieras atraído hacia ella. — Concluyó la
grave voz de Taehyung, quien estaba parado en el umbral de la puerta de la cocina.
Kook sintió perder el aliento y rápidamente condujo su atención a otro punto. Su
corazón se aceleró y por poco sintió sus piernas temblar. Hye hizo un pequeño ruidito
de afirmación y entretanto Taehyung se acercó a la barra, tomó una manzana y comenzó
a jugar con ella. Jungkook se preguntó desde qué maldito momento su director había
estado ahí y si escuchó la conversación de principio a fin. —¿Por qué? ¿Acaso te gusta
alguien?

—Sí, Kookie, ¿te gusta alguien?

Jeon mantuvo su mirada en la nada, incapaz de subirla y encontrarse con la de Kim.


Incluso de Hye le daba vergüenza.

—N-No.

—No tienes por qué avergonzarte. — Habló Taehyung. —Es completamente normal.
— Torció una sonrisa.

—Exacto, además el amor es tan lindo...


Jungkook quería salir corriendo. Desgraciadamente para él, no había ninguna ventana
cerca por la cual pudiera saltar.

—¿Quién es la afortunada? — Volvió a cuestionar Hye. Taehyung ensanchó su sonrisa,


a sabiendas de que no era "la afortunada", era "el afortunado", y el 'afortunado' era
nada más y nada menos que él.

Llámenlo egocéntrico, pero no podía estar más feliz de estarse saliendo con la suya.

—No nos dejes con la incertidumbre, Jungkook.

—Sólo t-tenía curiosidad. — Carraspeó su garganta. —No es que me guste alguien.

Eres un terrible mentiroso, pensó Kim.

El chico ni siquiera se atrevía a subir la mirada. Se mantenía cabizbajo y mirando casi


con recelo una esquina del cuarto. Aquello le resultó gracioso -y adorable- a Taehyung.

—Yo tenía la esperanza de que alguien se estuviera robando tu corazoncito. — Dijo


Hye. —Necesitas dar y recibir amor, tal vez así dejes de decir tanta grosería, eh.

Taehyung se mordió el labio inferior, evitando decir que lo único que necesitaba su
Kookie eran otro tipo de cosas. Cosas más... estimulantes. No obstante, ver al pelinegro
tan tímido y avergonzado, le surgían ganas de follárselo encima de la barra, sin siquiera
importar la presencia de su empleada.

—S-Supongo... — Jungkook por fin alzó su cabeza, dejando relucir sus sonrosadas
mejillas. —Le prometí a Soonshim que iría a pasearlo. Ya m-me voy. — Con rapidez,
se dirigió a la salida. Aún sonriente, Taehyung detuvo su huida tomándolo por la
muñeca.

—Tenemos que hablar. — Sus ojos profundos y cargados de un peculiar brillo se


clavaron en Kook, quien dejó escapar un suspiro con un deje de jadeo. —Vamos a mi
biblioteca, y no es una petición.

Jungkook maldijo en sus adentros, y aun así no le quedó de otra que obedecer. Sabía
que mientras más rápido pasara todo, mejor. Taehyung probablemente no dejaría de
insistir en hablar, así que era viable darle lo que deseaba de una vez por todas.
El mayor condujo a Kook a su biblioteca, y al llegar al lugar le invitó a sentarse. El
azabache estaba nervioso, hubiera preferido millones de veces tener que fingir que nada
había pasado y asunto arreglado.

—Quiero disculparme contigo. — Partió Kim, tomando asiento en una silla al frente del
menor. —No por haberte besado, porque creo que es obvio que es lo que quería en el
momento. Quise llegar a otros extremos y debí escucharte cuando dijiste que no querías.
Me dejé llevar por el momento, pero quiero que tengas en cuenta que yo jamás voy a
volver a obligarte a hacer algo en lo que tú no estés de acuerdo.

Kook apretó sus labios y asintió. No tenía mucho que decir, en realidad. Él no estaba
enojado, sólo confundido.

—Está bien, creo que también me dejé llevar.

—Jungkook — Infló sus mejillas y posterior a ello soltó todo el aire retenido. —, creo
que lo mejor es que volvamos a la correccional.

Jeon se quedó sin palabras. ¿Volver al infierno? ¿A ese encierro que sin problema
alguno podría volverte demente?

—¿Por qué? Estamos bien aquí. — O al menos él.

—Estamos bien, de eso no hay duda. El problema radica en que eres menor de edad,
eres inmaduro e infantil y, honestamente, yo no puedo verte como a los demás chicos.

—¿Qué?

—¿No es obvio? Me siento atraído hacia ti. Y no es posible. — La "atracción", era


meramente sexual, pero Jungkook no podía saber eso. —Mi deber es cuidarte y regirte,
no esto.

Pero por supuesto que Taehyung no tenía intenciones de llevarse a Jungkook a ninguna
otra parte. Solamente estaba llevando a cabo una de sus tantas manipulaciones, que con
muchísima suerte funcionaría.

Kook sentía su corazón correr, cosa que le molestó y confundió aún más. ¿Por qué se
estaba sintiendo tan idiota cuando estaba con su director?
—¿Y eso qué? Nadie va a saberlo. — Taehyung alzó una ceja. —Además tú dijiste que
no me volverías a obligar a nada.

—¿Estás bromeando? Aun así no es sano. Eres un niño y tus padres no me pagan para
esto. — Kook rió.

—¿Qué importan esos putos? Yo estoy bien aquí. Sería un desastre si vuelves a
encerrarme en ese espantoso lugar.

—¿Y no hace ni siquiera un poco de efecto en ti el saber que me atraes?

—No.

—Quiero que seas sincero conmigo. — Jungkook se cruzó de brazos, y Taehyung


entendió que se estaba poniendo a la defensiva. —Sé sincero como yo lo estoy siendo.
¿No te incomoda saber que me gustas?

—Supongo que ya lo sospechaba y por eso no me sorprende. Tan sólo mírame, es


común que la gente guste de mí.

—De todas maneras, no es correcto que sea así. — El pelinegro abrió la boca para
protestar, pero rápidamente fue interrumpido. —No deberías estar bien con ese hecho,
Jungkook. Debes alejarte de mí porque soy un pobre diablo sin vida, tal y como tú lo
dijiste una vez. Soy un amargado, un pobre imbécil que perdió su vida. Prometí jamás
volver a herirte, y lo voy a cumplir, pero no es sano estar conmigo. Yo no soy sano. —
Pese a que Kook estuvo a punto de sacarle en cara todas las cosas que hizo cuando él
estaba recién ingresado a la correccional, fue incapaz de hacerlo cuando escuchó al
rubio hablando así de sí mismo. —Soy una mierda de persona. Yo sólo quería tu perdón,
nada más. Esto no estaba en mis planes.

Y Jeon se sintió mal. Tan mal que por un momento quiso brindarle un abrazo -cosa rara
en él- y decirle que estaba bien. El adolescente no entendía por qué se sentía así, hace
semanas verlo de aquella forma habría sido gratificante y hermoso, pero ahora... ahora
sólo lograba sentirse terrible por aquel hombre.

Su expresión no ayudaba en nada.

—No estoy mal con ese hecho porque... — Suspiró hondamente antes de reanudar. No
sabía si se arrepentiría después, probablemente sí, pero a la mierda. —Porque tal vez tú
también me atraigas. ¡Sólo tal vez! ¡Tal vez!
Taehyung se mostró perturbado, aunque por dentro no podía estar más neutral. Él ya
sospechaba, e incluso ese era su propósito.

—Eso es todavía peor. — Masajeó sus sienes. —Esto no puede ser posible.

—No te confesé que me quiero casar contigo, es sólo una atracción.

—Tú no entiendes la gravedad del asunto porque eres...

—Inmaduro e infantil. Según tú. — Terminó la oración por él. —Pero no quiero volver
a la correccional. Por favor. De verdad no quiero.

Jungkook no sólo le estaba "rogando", también se estaba comportando como todo un


sumiso sacado de los sueños de Taehyung.

—Está bien.

Kook sonrió enormemente y dio por finalizada la charla ahí. Para su sorpresa, no había
sido tan terrible como llegó a pensar. Kim le devolvió la sonrisa con prontitud.

El mayor no podía sentirse más feliz. Había logrado lo que quería, que, por supuesto,
era crucial para él. Ahora solamente restaba llevar a cabo su otro plan y podría
considerarse un hombre plenamente satisfecho.

Con Jungkook teniendo posibles sentimientos por él, las cosas se iban a tornar
divertidas...

Muy divertidas e interesantes...


38.
Habían pasado tres semanas.

El tiempo pasó, sin embargo, el desconcierto en Jungkook incrementó. Si anteriormente


se sentía sólo un poco confundido, ahora estaba más que confundido y perdido.

Taehyung se había portado muy bien con él. La mayoría de veces salían a cabalgar,
jugaban videojuegos, hacían actividades banales como jugar con Soonshim o, en el peor
de los casos, con la diversidad de animales que se hallaban por ahí. Kook fue testigo de
cómo Taehyung le ayudó a una vaca a dar a luz, e incluso el rubio le permitió elegir el
nombre para el pequeño ternero.

Asimismo, Taehyung le enseñó a hacer muchas cosas. Le enseñó a disparar escopetas,


le mostró una reducida parte de la vía láctea mediante un viejo telescopio que tenía
guardado por ahí; le enseñó a ordeñar vacas, la crianza de los pollos y el inusual cuidado
que se le debía brindar a los caballos. Tantas cosas que Jungkook sólo pudo sentir
admiración hacia su director.

Taehyung era un hombre lleno de conocimientos y de cosas buenas para dar, o al menos
esa era la percepción que tenía actualmente Kook. Era muy sabio, también. Veía las
cosas de una manera muy singular, y eso logró despertar por completo el interés del
adolescente.

Tenía más que confirmado cuán equivocado estuvo en un pasado respecto al mayor.

Su relación mejoró, pero también hubieron situaciones extrañas o peleas mínimas. Nada
del otro mundo. No obstante, ambos habían tomado la costumbre de besarse de la nada
y con constancia. No llegaba a nada más que un inocente beso, pero los dos sabían que
estaba, en cierto modo, mal. Y era allí donde se hallaba la confusión de Jungkook.

Supuestamente, para Taehyung él era un niño inmaduro e infantil, pero... ¿Entonces por
qué se portaba así tan de repente? Porque el director tomaba los labios del pelinegro
como si estuviera presenciando un hambre voraz y que no se quitaba con absolutamente
nada. Kook podía sentirlo perfectamente. Y le gustaba. Se dejaba.

Podía jurar que hasta quería más.


Estaba escéptico si de sus "sentimientos" se trataba. Él se negaba completamente a creer
que gustaba de Taehyung, y en más de una ocasión intentó contradecir su última
confesión, alegando que únicamente estaba demasiado nervioso por todo y que sus
palabras no tuvieron importancia mínima. Kim, por supuesto, no le creyó absolutamente
nada.

Con el pasar de los días, Jungkook disfrutaba más de estar con Taehyung. Siempre se
acostaba a dormir con el deseo de que el otro día llegara con prontitud para llevar a cabo
los planes que habían hecho la noche anterior. Siempre al lado de Taehyung.

Se sentía abrumado, angustiado, pero también muy a gusto. Miles de veces se repitió a
sí mismo que disfrutara mientras podía, que luego se le pasaría esa estúpida emoción.
Después de todo, él en algún momento volvería a la correccional y entonces saldría al
cumplir la mayoría de edad. Eso lo tenía presente, y fue de ese modo en el que se obligó
a no ilusionarse.

Porque la palabra 'ilusión' y Jeon Jungkook no podían estar en la misma página. Era
imposible.

Se sentía, tal vez, demasiado atraído hacia Taehyung, pero afortunadamente su


inexperiencia y pesimismo le exigían mantenerse al margen. No había perdido la
cabeza, convenientemente.

Aunque tal vez lo haría más temprano que tarde.

El sentir de Taehyung era muy diferente al de Kook. Se la pasó esas tres semanas al
lado del azabache, reprimiéndose las ganas de mandar todo a la mierda, quitarle la ropa
y hacerle lo que siempre quiso y que últimamente estaba tan patente. El deseo que sentía
hacia el chiquillo era descomunal.

Verlo sonreír, reír, ser en ocasiones tan "ingenuo" e inhábil lo hacían enloquecer.

Dicho sentimiento solamente empeoraba con el pasar de los días y al notar la actitud de
Jungkook cambiar. Efectivamente, de aquel niño grosero e imponente con quien alguna
vez llegó a tratar no quedaba nada. Y si quedaba algo era muy poco. Muchas cosas
habían cambiado, Taehyung llegó a la conclusión de que se había ganado la confianza
de Kook, mas el chico aún era muy cerrado sobre algunos temas.

Y esa era otra cosa. Ya no cambiaba tanto de parecer y en absoluto aparentaba ser un
psicópata. Aquello lo llevó a cuestionarse sobre cómo habían sido capaces los señores
Jeon de dejar a la deriva a su 'tierno' y 'adorable' hijo. Y ahí era donde surgía
nuevamente la paranoia de Kim, creyendo que estaba en una especie de juego en el que
Jungkook quería atraparlo para luego hacerlo pedazos. Taehyung juraba que las cosas
eran así, pero posteriormente descartaba esas posibilidades.

El pequeño Jeon era un terrible mentiroso, sin mencionar que no abandonaría su ego y
su dignidad por mostrarse tan... dócil, genuino y dulce.

Sabía perfectamente que aquel pelinegro posiblemente había comenzado a desarrollar


sentimientos más fuertes. Hasta un idiota lo notaría. Taehyung por fin sentía que sus
esfuerzos estaban dando frutos, y tal vez se estaba portando como todo un hijo de puta
por tener intenciones tan turbias, pero era lo que quería.

Y él siempre obtenía lo que quería.

Estuvo comunicándose con Minho, también. Para su sorpresa, Seokjin y Jimin seguían
encerrados y sin querer hablar sobre lo sucedido. Un mes y unas cuantas semanas eran
lo máximo que alguien hubiese estado en cuartos de expiación. Taehyung se planteó el
sacarlos, pues su relación con Jungkook estaba en su mejor punto, pero decidió que lo
más viable era dejarlos ahí hasta que se dignaran a hablar. Decidió que no era su culpa
si esos chicos eran tan estúpidos como para optar por sufrir en vez de confesar.

Y si tanto se estaban esforzando por ocultar lo que sea que quisieran ocultar,
seguramente era porque dicha cosa sería grave. Taehyung tenía que saberlo sí o sí.

Kook enredó sus dedos en aquellas hebras rubias y ladeó un poco su cabeza, buscando
acoplar el beso que estaba manteniendo al lado de su director, quien manoseaba sin
vergüenza alguna sus nalgas. Era un beso lento, pero acalorado hasta un indeterminado
punto. Ya era costumbre que los dos se anduvieran besando por ahí, se había tornado
en algo completamente normal.

Jeon fue el que le dio fin al besuqueo, dejando un hilo de saliva en unión a los labios
ajenos. Kim sonrió ladino y se alejó, no sin antes brindarle un ligero apretón a los
glúteos de Jungkook.

—Ya es muy tarde. — Comentó Taehyung. Su voz estaba ronca y áspera. —Hoy nos
excedimos.

Algo que Kook odiaba, era que Taehyung se comportara como si nada hubiese pasado.
Era como si no le tomara importancia a detalles a los que, efectivamente, él sí les
prestaba atención. Creía ser el único con el corazón acelerado e idiotizado, y eso era lo
que lo confundía a más no poder. No estaba entendiendo muy bien la situación en sí,
mas no era capaz de preguntar. No quería verse ridículo, aunque quizá ya lo estaba
siendo.

Acomodándose el cabello, Jungkook se dirigió a la salida de aquella cueva. El sitio era


comúnmente visitado por él y por el mayor. Taehyung le siguió.

—¿Jungkook? — Pero el mencionado no respondió. Sencillamente hizo un enorme


esfuerzo por subirse en Sora -luego de días de práctica- y observó a Kim desde arriba.
—¿Estás mol...

—¡El que llegue de últimas es un perdedor!

Y salió disparado hacia la casona. Taehyung bufó y con la misma rapidez en que se
montó al caballo, comenzó a seguirle el paso al pelinegro. Tenía presente que a
Jungkook le molestaban ciertas actitudes y que, por ende, trataría de eludirlas, pero él
no podía mostrarse de otra manera. Si llegaba a demostrar más interés y deseo hacia
Kook, eso probablemente lo asustaría como lo hizo en un principio.

La psicología inversa era crucial en este punto.

El rubio se detuvo abruptamente al observar a la yegua en medio del diminuto bosque,


inquieta y siendo sostenida débilmente por la mano de Jungkook, el cual se hallaba en
el piso, aparentemente herido. Taehyung se aproximó con rapidez posteriormente de
haberse bajado del caballo.

—¿¡Qué te pasó!? — Cuestionó aterrado, tomando entre sus manos el rostro del chico,
tratando de averiguar si tenía alguna herida o algo por el estilo. Parecía estar bien,
considerando que el cielo no estaba tan oscuro.

—Creo que vio una serpiente, se alteró y me botó. — Explicó, manteniendo su brazo
derecho pegado a su pecho. Taehyung no tardó en tomarlo. —¡Ah! ¡Duele! — Jadeó.
Kim quiso descartar la idea de una posible rotura y con cierta brusquedad lo jaló,
estirándolo. Kook prácticamente gritó de dolor y entonces no pudo evitar el ponerse a
llorar. Sentía que por poco se le iba a caer el maldito brazo.

—Tal vez se rompió. ¿Con qué te golpeaste?

—Con nada.
—Si no me dices no podré ayudarte.

—¿Quién dice que necesito tu ayuda? — Kim suspiró exhausto, incrementando el


agarre en la zona lastimada. —¡Eso duele! ¿¡Qué mierda te pasa!?

—Estás molesto. — No fue una pregunta, fue una afirmación. Jungkook no respondió;
en cambio, tiró de su brazo firmemente, restándole importancia al hecho de que dolía
como el infierno. —Deja de actuar como un niño.

—Es mi puto problema y déjame en paz. — Con esfuerzo, logró ponerse de pie y se
limpió las escasas lágrimas que aún corrían por sus mejillas con notable brusquedad.

—Súbete al caballo. — Ordenó, a sabiendas de que Kook no podría manejar a la yegua


con uno de sus brazos lastimados. Eso podría ser peligroso.

—No.

—No te estaba preguntando.

—Que no.

—¿Te vas a quedar aquí y solo? Te recuerdo que ya está por anochecer.

—Y yo te recuerdo que no necesito tu puta ayuda. — Espetó. Taehyung inhaló


profundamente y exhaló ruidosamente.

Él no estaba para seguirle ese tipo de juegos a adolescentes rebeldes y caprichosos.

En silencio, y haciéndole creer a Jungkook que se había salido con la suya, tomó las
riendas de la yegua e hizo un amarre al caballo lo suficientemente sólido como para que
no se soltara.

—¿Vas a llevártela? — Preguntó Kook, cruzándose de brazos a duras penas. —¿Con


qué se supone que me voy a ir entonces?

—Conmigo.

—Ya te dije que no necesito tu ayuda. — Taehyung hizo caso omiso. Agarró el brazo
que no estaba lastimado y atrayéndolo, subió a Jeon por las malas al caballo. El niño
pataleó, lloriqueó y hasta gritó como si estuviese a punto de ser víctima de un psicópata.
Afortunadamente, no lastimó a Tora en una de las tantas patadas que tiró al aire. Al
estar arriba, hizo lo posible por volver a bajarse, mas Taehyung fue más rápido y tomó
lugar justamente detrás de él. —¡No quiero!

Kim pegó su pecho a la espalda de Kook y pasó sus brazos por su cintura, tomó las
riendas y emprendió camino a la casa. Jungkook estaba furioso, y lamentablemente para
él, ya no halló ningún otro escape. El dolor incluso desapareció por unos minutos,
producto de su enojo.

—Lo hago por tu bien, nene. — Kook sintió el aliento del mayor en su oído, y posterior
a ello este besó su lóbulo. El azabache alzó ambos hombros y retorció brevemente su
cabeza. El simple contacto le producía cosquillas. Taehyung rió y eso lo enfureció.

—No me toques ni me beses.

—No decías eso hace veinte minutos.

—Creí que tenías Alzheimer y que lo habías olvidado, como siempre olvidas todo.

—¿Por eso estás enojado? — Esta vez, susurró muy cerca de la oreja ajena. Kook sintió
escalofríos. —Sabes que me gustas, sin embargo, no puedo negar que lo que hacemos
está muy mal.

Claramente, eso al director no le podía importar menos. No obstante, necesitaba


mantenerse en su papel de hombre recto y con remordimiento si no quería asustar al
menor con su antiguo comportamiento. Aquella manera de actuar lo había orillado a
hacer todo terriblemente mal, y no podía volver a suceder. Las cosas debían hacerse
diferente en esta ocasión, aunque tomara tiempo.

—No pensabas eso en un principio. — Atacó.

—No soy ese hombre. — Sí, claro. —Ahora las cosas son diferentes.

Jungkook pensó, una vez más, que se había equivocado completamente con el rubio.

—Lo sé. Ya me quedó claro. — Su tono se suavizó, pero su cuerpo volvió a tensarse
cuando Taehyung repitió aquello de besar su lóbulo. —No hagas eso. Me da cosquillas.

—Eres un bebé.
—No, y ya recordé que estaba enojado contigo así que no me hables. Céntrate en el puto
camino y deja de joderme.

—Como usted ordene, su majestad.

—Majestad la puta que me parió. — Taehyung se echó a reír. —Literalmente.

—No seas malo con tu madre.

—¡Entonces cierra la maldita boca! — Exclamó, irritado. Ciertamente, se hallaba


enojado y algo que odiaba era que quisieran hacerlo reír cuando simplemente no quería
hacerlo.

Taehyung rió por lo bajo y a modo de venganza, hizo al caballo correr. Kook se sostuvo
del pomo con su brazo en buen estado para no caer, pese a que las manos de Kim lo
resguardaban perfectamente.

El rubio bajó la mirada, deleitándose con los pequeños brincos que el animal le hacía
dar al cuerpo de Jungkook al correr. La silla de por sí era reducida, la distancia entre
ambas anatomías era mínima y Taehyung podía sentir muy bien el trasero de Jeon
impactar contra su entrepierna. Se mordió el labio inferior, a su vez imaginándose
millones de situaciones más... comprometedoras.

Kook reprimió las ganas de protestar. Fue él quien le ordenó al mayor que se callara, y
realmente no tenía ganas de que su enojo incrementara. Sintió palpable incomodidad y
vergüenza por como su cuerpo chocaba con el de Taehyung, y pudo jurar que sentía un
bulto duro justo en su trasero. Sintió su cara arder y deseó estar pronto en el granero.

Jungkook se estaba muriendo de vergüenza.

Taehyung estaba disfrutando como nunca de la situación. Ufff, lo que daría por...
39.
Jungkook quitó con brusquedad las manos de Taehyung de su cintura al estar por fin en
el granero, y con la misma rapidez prácticamente se tiró del caballo. Se tambaleó un par
de veces hasta que por fin cayó de lleno al piso cubierto de paja por doquier, mas le
restó importancia.

Taehyung rió y se bajó del animal, tomándose su tiempo. Kook se veía enojado de
verdad, pero sabía que se le pasaría. El motivo de su enojo era realmente tonto.

—No te vayas. —Ordenó, mientras le quitaba los accesorios a la yegua. —Necesito


revisar tu brazo. —Jungkook no dijo nada, simplemente se levantó y con su brazo libre
se sacudió la ropa. Ahora que su furia se había disipado, era inevitable no sentir el
constante malestar en la zona afectada de su otra extremidad. Taehyung hizo que el
animal entrara a su respectiva caballeriza, donde podría descansar, beber agua y
alimentarse. Asimismo, se dirigió a Tora y repitió la acción con él. —Cierra el portón.

Kook le miró confundido. ¿Se refería a esa enorme puerta?

—¿La puerta principal? —Taehyung hizo un sonido de afirmación. —¿Por qué?

—Sólo hazlo.

—Pero ya nos vamos...

—Hazlo. —Jungkook obedeció. —Con seguro. —Kook se extrañó aún más, pero volvió
a obedecer.

—Creo que ya.

—Ven aquí. —Jeon le miró incrédulo. —Por lo de tu brazo. —Afirmó, sereno. El


pelinegro se sintió idiota por estar pensando en otro tipo de cosas.

Él estaba enojado. Ciertamente lo estaba, sin embargo, se encontró a sí mismo acatando


a las órdenes nuevamente. Se acercó a su director, quien le sonrió con parsimonia. Con
aquella sonrisa tan... única y cargada de falsas buenas intenciones.
—Déjame ver esto... —Con suma delicadeza, tomó el brazo afectado del azabache, el
cual no dudó en jadear. El dolor era agudo y poco soportable. —¿Desde dónde te duele
exactamente?

—Desde el hombro hasta la muñeca. —Hizo una mueca dolorosa, mientras que
Taehyung tocaba con la yema de sus dedos a lo largo de la extremidad.

—Quítate la camisa. —Kook se tensó.

—¿Eres doctor?

—No, pero...

—Entonces no.

—Tengo conocimientos en el tema. Estuve en clases de primeros auxilios. Si crees que


voy a mirarte —Estás en lo correcto. —, no podrías estar más equivocado.

Jungkook no se molestó en analizar a fondo la situación. Llevó su mano al borde de su


camiseta y la alzó. Kim le ayudó para que el brazo afectado no tuviese demasiado
movimiento.

—Muy bien, veamos...

Sin vergüenza alguna, Taehyung llevó su mirada a los pezones del adolescente. Eran tal
y como los recordaba: rosados y deliciosos. Vaya que se dio el gusto de jugar con ellos
aquella noche. Su vientre perfectamente plano y un poco esquelético, su piel lechosa y
sin marca alguna era un delirio. Kook era el delirio en persona. Tanto así que Taehyung
se olvidó del brazo que tenía en sus manos, y apretándolo, expuso de inmediato sus
verdaderas intenciones.

—Taeh... —Jungkook no tuvo tiempo de quejarse, puesto que el rubio se reincorporó


de inmediato, lo jaló por la nuca y chocó aquellos labios con los propios. El beso no era
lento -a comparación de los otros-, era brusco y salvaje. Suficientemente bueno como
para quitarle el aliento al menor, quien por inercia correspondió. —E-Espera...

Pero por supuesto que Kim no esperó. Empujó a Jeon a una de las caballerizas vacías,
e inevitablemente este cayó sobre su espalda, en la paja. Taehyung le miró desde arriba;
se veía jodidamente hermoso. Sus labios rojos por el reciente ataque a ellos, su pecho
subiendo y bajando con rapidez, sus brillantes y confundidos ojos puestos en él y semi
desnudo.

—Quiero follarte. —En esa situación, su máscara de persona recta le venía importando
un carajo. Su voz estaba más gruesa de lo habitual, y con determinación se quitó el
cinturón. Kook estaba sin habla, tan sorprendido como asustado. —Voy a follarte.

El corazón de Jungkook dio un vuelco. Una corriente eléctrica pasó fugazmente por su
columna vertebral y sintió un malestar en su pecho: tenía nervios. Sin embargo, no se
movió. Taehyung, entretanto, se quitó con visible furor la camisa.

—Tú d-dijiste que no era lo correcto.

—Lo que haya dicho antes, ahora no importa. —Hincándose, condujo sus manos hasta
el pantalón de Kook y lo desabrochó tan torpemente que lo rompió. El niño tomó las
manos de su director antes de que prosiguiera. —¿Qué pasa?

—Tengo miedo, no sé si quiero esto.

Taehyung sonrió, aparentemente compasivo.

—¿No crees que me merezco un premio, Kookie? Ya te he demostrado cuán arrepentido


estoy. —Su diestra se dio el lujo de acariciar uno de aquellos muslos. —Yo jamás te
haría daño.

—Es que...

—No hay nada qué temer. —Aproximó sus labios al ombligo del azabache y sopló
suavemente ahí. Posterior a ello, subió hasta uno de sus pezones y pasó la lengua lento
y firme. Jungkook se mordió el labio inferior para no dejar escapar algún gemido. —Te
haré sentir muy, muy bien... —La punta de su lengua comenzó a juguetear con la tetilla,
y acercándose un poco más, chupeteó la zona. —Me vas a pedir más, más y más. —
Susurró, mientras ascendía. Llegó a su parte favorita: el cuello, y sin pensarlo le brindó
lamidas y absorciones no tan grandes. Kook gimió bajito. —Te lo haré muy lento y no
habrá ni una pizca de dolor. —Subió a la mandíbula y la besuqueó. Jungkook tiró de su
cabeza hacia atrás, sintiéndose tan ido que solamente se limitó a hacer lo que su cuerpo
le ordenada. La lengua de Kim volvió a hacer presencia; esta rastrilló desde la
mandíbula hasta el lóbulo.

—T-Taehyung...
—Me quiero hundir en ti. —Susurró contra aquel oído. Jeon sentía el aliento de su
director caliente, lo que le hacía retorcerse y cerrar sus ojos, completamente atontado.
—Quiero marcar tu precioso cuerpo. Quiero verte sudar y pedirme que no pare. —Su
tono era profundo. —Quiero follarte y dejarte tan mal, Kookie... —Su diestra tomó entre
sus dedos el pezón al que no le había brindado atención y lo apretó con su pulgar e
índice.

—¡Ah! —Gimió. Su espalda se curvó. Taehyung amó aquella reacción, por tanto, su
mano bajó hasta posarse en el miembro del niño, el cual -y afortunadamente- ya se
hallaba completamente erecto. El mayor apretó y masajeó. —A-Ah...

—Tú también lo quieres, ¿o lo vas a negar? —Tomó entre su dentadura el lóbulo ajeno;
lo jaloneó, chupó, mordió y finalmente soltó. Jungkook era un desastre, sólo sabía que
quería más. —Entonces... ¿Dejarás que te haga mío aquí y ahora? ¿Dejarás que te haga
retorcer bajo mi cuerpo, mientras me ruegas que te lo haga más duro y te convierto en
un perfecto caos? ¿Mh?

No había que pensárselo mucho. Ni siquiera había lugar para un pensamiento racional.

—Sí... sí... —Sus caderas tomaron vida propia. Empezaron a sacudirse contra la mano
que le tocaba. —Sí quiero, Tae. Sí quiero...

Taehyung sonrió ladino. Sabía que ese tipo de provocación verbal rara vez fallaba. Al
parecer, Jungkook no era la excepción.

—Buena elección, cariño.

El pelinegro hizo lo posible por relajarse en cuanto las manos de Kim comenzaron a
desnudarle por completo. En pocos segundos estuvo como Dios lo trajo al mundo, sin
prenda alguna y con los ojos del de cabellos rubios devorándolo. No podía verse a sí
mismo, pero juraba que estaba tan rojo como un tomate.

—Eres hermoso, Jungkook. —El mencionado juró que aquel tono de voz se tornaba
más y más ronco -si es que era posible-. Taehyung hizo un pequeño trayecto con su
mano desde la rodilla del menor, hasta su muslo. Su piel se sentía suave y adictiva. —
Realmente hermoso y follable.

Kook suspiró ruidosamente, incluso el dolor en su brazo parecía inexistente. Taehyung


siguió manoseando sus muslos sin vergüenza alguna; enorme fue la sorpresa de
Jungkook cuando el hombre abrió con brusquedad sus piernas. Esa estridente mirada
llena de deseo se perdió en algún punto que Jeon no supo descifrar, quizá era su
miembro erecto o su entrada. Él apostaba que era su entrada. Se sentía vulnerable y
tenía unos extraños nervios que no lograba calmar.

Taehyung, efectivamente, tenía toda su atención puesta en aquel agujero que hace
semanas había profanado. Esa noche había estado tan cegado por la ira que se perdió de
muchos detalles del cuerpo del adolescente. Como los lunares que adornaban su piel, lo
delicado que se veía desde ese ángulo. Sus ojos se movían rápidamente de arriba a abajo,
queriendo, verdaderamente, devorarlo.

Quería hacerle tantas cosas, mas no tenía tiempo. Lo primordial por el momento era
follarlo, entrar en él, sentirlo suyo, marcarlo, llenarlo. Después habría tiempo para
hacerle otro tipo de cosas más... interesantes, cuando estuviera seguro de que no habría
marcha atrás.

Lo lamentaba por Jungkook, pues no sería suave como en un principio le prometió.

Soltó las piernas del azabache y, en cambio, llevó sus manos a su propio pantalón. Bajó
la cremallera y también el bóxer, liberando la enorme y dolorosa erección que lo tenía
tan mal. No se molestó en quitarse la ropa, con bajarla un poco era más que suficiente.
El pecho de Kook volvió a subir y bajar frenéticamente. Se hallaba muy nervioso, más
aún al no poder dejar de ver la expresión de su director, la cual denotaba deseo y apetito.

Sintiéndose todavía vulnerable, hizo el gesto de cerrar las piernas, pero Taehyung se lo
impidió de inmediato al ponerse en medio de estas.

—Relájate, bebé. Lo vas a disfrutar. —Kim inclinó su torso para poder besar aquellos
labios. Kook correspondió; torpe, pero lo hizo. El mayor se apoyó en sus codos mientras
proseguía con el besuqueo, sin llegar a aplastar el delgado cuerpo debajo suyo, claro
estaba. Asimismo, comenzó a mover sus caderas contra las ajenas, buscando roces entre
ambos miembros. Jungkook gimió entre el beso. —Te haré sentir muy bien. —Repitió
las mismas palabras y de pronto cortó el contacto, reincorporándose. Jeon quedó con la
respiración acelerada y completamente lelo.

Taehyung tomó de nueva cuenta las piernas del menor y las separó bien. Jungkook no
se resistió, pese a estar hecho un manojo de nervios. El rubio, con íntegro descaro,
escupió la entrada del adolescente, quien abrió los ojos con sorpresa.

—¿¡Qué h-haces!?
—Esto servirá como lubricante. —Informó, esparciendo con la yema de sus dedos la
saliva. Kook se tensó al toque. —Relájate.

—¿Me va a doler? —Cuestionó, aterrado.

Francamente, no recordaba bien la sensación de tener el pene de su director adentro.


Esa noche estaba tan jodido de la cabeza que lo único que lograba recordar era el terrible
malestar en su trasero al día siguiente.

Pero la situación esta vez era diferente.

Jeon soltó un quejido cuando uno de aquellos largos dedos empujó dentro, al cual le
siguió inmediatamente el segundo. Sin espera alguna.

—Quizás. —Murmuró, empezando a mover sus dígitos de adentro hacia afuera y en


tijera. Jungkook empuñó sus ojos y se mordió el labio inferior, avergonzado de hacer
algún ruido.

El director no metió tres dedos porque quería sentirlo lo más estrecho posible. Y así lo
haría. Luego de una breve -muy breve- preparación, quitó sus dígitos. Tomó su propio
miembro y acarició el glande antes de alinearlo a la entrada de Jungkook. Hizo presión
en dos ocasiones y entonces la punta entró.

Kook arqueó su espalda exageradamente y llevó su mano a apretar su propio antebrazo,


aquel que estaba herido. Mordió con fuerza sus labios; no obstante, jadeos de dolor -y
placer- salieron de su boca. Taehyung ingresó pacientemente, deleitándose con lo
maravilloso que era ver su pene perderse en esa pequeña y rosa entrada. Se sentía
estrecha. Increíblemente estrecha.

—Sí duele... —Gimió el pelinegro, casi sin aire. Kim tomó aquellas caderas con
firmeza, hundiendo sus dedos en ellas y se abalanzó hacia adelante, terminando de
clavar lo que restaba de su miembro en Jungkook. —¡Ah! — Jeon ladeó su cabeza y
trató de regular su respiración. Taehyung aprovechó eso para besar y chupetear la parte
descubierta de su cuello.

Por fin tenía a Jeon Jungkook. Ciertamente, no como él querría. Pero lo tenía, y ese era
un avance. El niño había decidido entregarse a él, con un poco de manipulación, pero
al fin de cuentas lo había decidido por sí mismo.
El mayor sacó su pene casi por completo, dejando sólo la punta metida, y volvió a
meterlo a fondo. Kook casi gritó. Entretanto, Taehyung siguió con sus besos mojados
en el cuello ajeno y una vez más se abalanzó adelante y atrás. Jungkook dejó de apretar
su propio brazo para apretar el de su director.

Su director. Y ahí estaba, en el piso de un granero, con las piernas abiertas y recibiendo
penetraciones poco amables de su director.

—Voy a empezar a moverme. —Informó Taehyung. Dicho y hecho; sus manos


agarraron con más rudeza las caderas de Kook y al mismo tiempo comenzó un vaivén
duro y constante. Jungkook tenía los labios entreabiertos, permitiéndose soltar gemidos
entrecortados que le producían a Kim ganas de continuar y jamás parar.

—A-Ah... —El agarre en su cintura era firme, sin embargo, eso no evitaba que su cuerpo
retrocediera en la paja. —Taehyung... c-creo que voy a c-correrme.

¿Tan jodidamente rápido? Taehyung observó el miembro del menor, el cual estaba
erecto e hinchado. Siquiera lo tocó como para que quisiera venirse.

Pero claro, Jungkook era básicamente un niño. Tal vez aún bastante inexperto en el tema
del sexo pese a su apariencia de malandro y actitud. El rubio tomó el pene y con su
pulgar obstaculizó cualquier posible orgasmo. No lo dejaría correrse, no aún.

—¿Q-Qué haces? Por favor no... —Lloriqueó, retorciéndose. Las embestidas bajaron
de velocidad, mas estas no dejaron de ser profundas y tortuosas. —Mh... ¡Ah!

Taehyung sentía sus testículos vibrar cuando clavaba rígido, al igual que las nalgas del
azabache. Sus músculos se tensaban y se sentía espectacular.

—Taehyung... —El niño levantó su mirada vidriosa hasta el mencionado, casi


rogándole con ella que le permitiese correrse. Él se veía demasiado sobrellevado. —P-
Por favor... Ah... ¡Ah!

Era el paraíso. Verlo así era el paraíso. Rogando, gimiendo y desesperado.

—Todavía no, cariño. —Y dicho aquello, retomó las embestidas fuertes y rápidas. Los
jadeos de Kook incrementaron, como también su agarre en el brazo ajeno. Taehyung
abandonó por completo la cintura del adolescente y con la mano -ahora libre- le propinó
una dolorosa palmada a uno de sus muslos. Inclusive el eco se escuchó. Jungkook
lloriqueó, balbuceando pequeños "por favor". Kim maldijo por lo bajo, puesto que el
cuerpo de Jeon se alejaba en cada penetración. —Si te corres, te voy a castigar y eso no
te va a gustar. —No tuvo más opciones que volver a tomarlo por la cintura con las dos
manos. Estrechamente.

Kook era un desastre en gemidos. Su espalda no dejaba de arquearse, al igual que su


cabeza de moverse y sus piernas. Taehyung supo que tendría que hacer algo al respecto
después: Jungkook era bastante inquieto.

—¡Ahí, justo a-ahí Tae! —Abrió más sus piernas y envolvió sus tobillos en la espalda
baja del director. —Ah... a-ah.

—Te ves tan hermoso c-cuando no dejo de golpear tu próstata, cariño. —Permitiéndose
el capricho, capturó entre sus labios los ajenos en un fogoso beso. Jungkook apenas
podía corresponder.

—M-Me voy a correr. —Sollozó, dejando entreabierta su boca.

—No. —Demasiado tarde. Kook se corrió, manchando su abdomen y el ajeno. Kim


gruñó y bajó hasta el pezón del pelinegro, el cual mordió con fuerza, sacándole un grito
desgarrador al dueño. También, con su índice tomó residuos de semen y lo puso frente
a los labios del chiquillo. —Chúpalo y trágalo.

—N-No.

—¡Hazlo! —Jungkook se negó rotundamente y apretó la boca. Taehyung le dio una


vigorosa embestida y el primero no tuvo más alternativa que abrir los labios para gemir.
El mayor aprovechó aquello para meter la esencia en su cavidad bucal. —Trágalo.

Jeon negó con la cabeza. Su rostro tenía una expresión de desagrado total. Quería
escupir esa cosa.

—Trágalo o haré que te atragantes con el mío.

—¡Mh! —La nuez de Adán por fin se movió, dando a entender que lo había tragado. O
había hecho el esfuerzo por hacerlo. Para sorpresa de Jungkook, no sabía tan mal, mas
no era de su agrado.

—Buen chico.
Kook quiso rodar los ojos y protestar, pero no podía cuando el pene del hombre lo estaba
aturdiendo tan bien. Se sentía completamente agotado; jamás se imaginó estar en esa
situación, pero helo ahí. Taehyung se movió más rápido y el menor gimió doloroso.

—Oh... Ahhh... —Empuñó algo de paja entre su palma, lloriqueando y aún


retorciéndose. Lo peor era que su director no tenía intenciones de acabar rápido.

A ese paso iba a tener un segundo orgasmo.

Kim seguía embistiendo y embistiendo, y luego de varios minutos no lograba sentirse


al borde. Siquiera cerca del borde. Todo era perfecto: el culo de Jungkook apretándolo
deliciosamente, el niño gimiendo como toda una puta. Se estaba follando al dueño de
sus fantasías, ¿entonces por qué sentía que no era suficiente?

Él sabía la respuesta. Y también sabía que tendría que hacer algo al respecto.

—Voltéate. —Ordenó al sacar su pene abruptamente. Kook le observó confundido en


medio de su excitación. —¡Maldita sea! ¡Voltéate! —El chico obedeció, más por miedo
que por cualquier otra cosa. —Hazlo bien. —Se volteó sobre su abdomen y flexionó
sus piernas en la paja, pero debido a su brazo lastimado no podía sostenerse bien. Se
olvidó de eso en cuestión de segundos cuando Taehyung lo volvió a penetrar, casi como
si quisiera lastimarle. —Te gusta, ¿cierto, pequeña puta?

Jungkook estaba desorientado, más cuando su cabellera fue tomada bruscamente por el
mayor; su cabeza fue echada hacia atrás. Llámenlo exagerado, pero él por poco sintió
su cuello romperse.

—¿Qué h-haces? ¡D-Duele!

—Sí, es lo que quiero. Quiero que duela. —Espetó, tirando de aquellas hebras
negruzcas. Kook jadeó. Jadeo que se convirtió en un grito, pues la dentadura impropia
atacó su cuello. Taehyung parecía querer arrancarle la piel, sin mencionar esas duras
embestidas que lo dejaban completamente exhausto. —Quiero que duela mucho. —
Murmuró, ahora subiendo hasta el lóbulo. Lo mordió sin delicadeza alguna y lo jaloneó,
tal y como seguía haciendo con el cabello entre su puño.

—Taehyung... p-para...
Claramente, el rubio hizo caso omiso. Siguió en lo suyo, y bastándole poco alzó su
mano libre, solamente para estrellarla contra una de las nalgas de Jeon, quien saltó en
su lugar gracias al impacto. Eso le trajo malos recuerdos...

—Dilo. —Gruñó Taehyung, bajando nuevamente a darle atenciones déspotas al cuello


de aquel lindo azabache. —¡Dilo! —Kook se sobresaltó. Ahora solamente tenía miedo.

—¿Qué...?

—¿Qué más podría decir, pequeño estúpido? —Su agarre incrementó, como también
sus penetraciones. El choque causado por estas era audible en todo el granero. Piel
contra piel. Jungkook estaba en medio de una combinación de gemidos y sollozos. —
Es demasiado o-obvio. Di que te duele.

—Para... ¡P-Para! —Kim rió y volvió a nalguearlo. Kook sintió la piel de ahí quemar.

—No voy a parar hasta correrme en ti o en tu bonita boca. —Taehyung estaba


irreconocible, o al menos ante los ojos de Jungkook. La incertidumbre y el miedo lo
tenían acorralado.

Y aun así, seguía siendo demasiado poco para el mayor. Hasta que recordó el brazo
lastimado del niño...

Prontamente, el cabello de Kook fue soltado y su cabeza cayó hacia adelante. Quiso
alejarse aprovechando que ya estaba libre; sin embargo, Taehyung tomó con rapidez
sus dos brazos y los inmovilizó por detrás de su espalda. El pelinegro aulló de dolor,
sus ojos se llenaron de lágrimas y un agudo tormento lo abarcó.

Si antes tenía dudas de que su brazo verdaderamente estuviese roto, ya no le quedaban.


Taehyung terminó de jodérselo. ¿Lo peor? Lo peor es que había sido a propósito.

—Por favor... —Ni siquiera podía gemir. Lo único que salía de su boca eran jadeos y
sollozos. —Por favor para... p-por favor... ¡Duele! ¡¡Duele mucho!! —Sus piernas
temblaron.

La mezcla de dolor y placer era increíble. Por un lado estaban esas embestidas que le
hacían ver millones de colores al empuñar los ojos, y por el otro estaba ese incesante
dolor en su brazo y en la actitud de Taehyung.

Pero seguía siendo poco placentero para el director.


Kim observó su alrededor, en busca de algún objeto con el que pudiera "castigar" a
Kook y encontrar alivio en sí mismo. Vio su cinturón a pocos centímetros, y sin pensarlo
demasiado lo tomó. Jungkook comenzó a intentar zafarse del agarre débilmente, pero
mientras más luchaba, más le dolía el maldito brazo.

Taehyung abarcó ambas muñecas con la zurda, y con la diestra preparó el objeto. Con
su rostro escondido entre la paja, Kook se limitaba a balbucear incoherencias. El mayor
inhaló y pausó las penetraciones, dejando su miembro profundo en el apretado agujero.

Tiró del cinturón hacia atrás, buscando velocidad y fuerza para cuando golpeara la piel
del otro, y entonces lo estrelló justo en la espalda de Jungkook, quien saltó en su lugar
y chilló.

Los golpes se repitieron cuantas veces fueron necesarias. Kook solamente sentía su piel
quemar cuando el cinturón de cuero impactaba, mas no se atrevía a decir ni hacer nada.
Era inútil. Taehyung seguiría en lo suyo a cómo dé lugar.

—Taehyung... —Se atrevió a hablar al percatarse de que el próximo golpe se estaba


tardando en llegar. —D-De... ¡¡Ah!! —Gimió en un sollozo. El cinturón había golpeado
con mucha más fuerza. Incluso la parte de metal alcanzó a golpear. El objeto fue lanzado
lejos y Kim retomó las embestidas duras y constantes. —A-Ahhh... —La espalda del
chico adoptó un color rojo, y la zona que había golpeado la parte metálica estaba
sangrando escasamente.

—Joder, bebé, t-te ves hermoso...

Y como si de magia se tratara, Taehyung sintió aquel indiscutible cosquilleo en la parte


baja de su abdomen. Un par de embestidas más y depositó hasta la última gota de su
semen dentro del chiquillo.

—Vas a estar bien. —Afirmó. Posterior a ello, besó la mejilla del adolescente que yacía
en un solo temblor, llorando y jadeando de dolor.
40.
Taehyung acomodó su miembro en sus pantalones y abrochó la prenda. Observó a
Jungkook en el piso, quien segundos más tarde se volteó, mirándolo como si hubiese
matado a toda su familia -si es que eso llegaba a dolerle-.

—¿Qué mierda fue eso? —Cuestionó con voz quebradiza. Se puso el bóxer con rapidez,
restándole importancia a su brazo lastimado y maltratado. El dolor que sentía era tan
agudo que lo tenía aún llorando. Era insoportable, pero él era valiente. Kim se encogió
de hombros, recogiendo su camisa del piso. —¿¡Qué mierda fue eso!?

—Cálmate. Hay una explicación para todo esto. —Echando su cabellera hacia atrás, el
mayor suspiró pesadamente. —No puedo... —Tragó en seco, aparentemente incapaz de
confesar.

—¿No puedes qué? —Jungkook se levantó con mucho esfuerzo. Sus piernas dolían, su
trasero dolía y sus nalgas ardían, de su brazo ni hablar. Sentía su cabeza palpitar por los
bruscos jalones a su cabello, también. —¡Dime algo y no te quedes ahí parado como un
inútil! ¿¡Sabes qué no puedes hacer!? ¡Esto! ¡Eres un completo animal y esto no es
norm...

—¡No puedo llegar a un orgasmo si no veo dolor de por medio! —Gritó abruptamente.
No era algo que le enorgulleciera. —Me excita el dolor, Jungkook. Nada más.

El azabache observó todas las esquinas del granero, incapaz de llevar su mirada hasta
su director. Trató de procesar la información, pero se le hizo imposible. Tenía dudas y
veía la situación lejana a ser una realidad. Primeramente, porque no podía creer que él
de verdad había cedido a... Acostarse con el mayor. Asimismo, porque no podía creer
que a alguien le excitara el dolor.

—No me gustan las relaciones sexuales convencionales. —Explicó Taehyung poco


después. —Tengo otro tipo de gustos. Traté de dejarlo, pero se me hizo imposible. —
Se encogió nuevamente de hombros y se acercó al menor, al cual tomó por la barbilla y
besó casi a la fuerza. —¿Qué mierda fue eso? —Repitió la cuestión ajena de hace tan
sólo minutos y sonrió. —Fue mi verdadero yo adueñándose de la situación.

—Pero tú tuviste un orgasmo cuando... cuando me encerraste, y no me trataste tan


jodidamente mal. —Kim se regodeó. La ingenuidad del niño le causaba gracia.
—Son situaciones diferentes. De hecho, yo sabía que eso iba a pasar.

—No estoy entendiendo ni mierda.

—¿Tu brazo está bien? Creo que es necesario ir al hospital. —Cambió el tema, haciendo
enojar a Jeon, quien no dudó en empujarlo. —Sólo me preocupo por ti.

—No necesito tu maldita preocupación. Quiero una explicación.

—Jungkook, esto no fue casi nada. Hay cosas peores.

Kook no respondió. Tomó el resto de su ropa y con muchísimo esfuerzo se puso el


pantalón. Ciertamente, sentía como si su brazo estuviese siendo cruelmente arrancado
de su cuerpo. Jamás sintió tal dolor.

—Te ayudaré. —Taehyung se acercó, pero Jungkook se alejó. —No seas tan orgulloso.

—¡No quiero hablar contigo! Ya te di lo que querías, así que déjame de joder por un
par de días. A menos de que me des una explicación a toda esta mierda, no planeo hablar
contigo. Ni siquiera te voy a mirar.

—La explicación ya te la di. Me excita el dolor.

—Pues quiero una razón.

—No la hay. Simple y llanamente así soy. —Kook rió con ironía, poniéndose la camisa.
—Créeme.

—No.

—No me gusta ser así, pero no puedo evitarlo. —Tal vez era hora de meterse a ese
típico papel lamentable que hacía siempre que se hallaba en apuros. Después de todo,
no podía echar por la borda todo el esfuerzo que le llevó mantener una buena relación
con el pelinegro. —Estoy enfermo, esa es la verdad.

—¿En serio? —Fingió sorpresa. —No me di cuenta.

—Vamos al hospital.
—Ve tú, pero te aconsejaría que desvíes tu camino un poquito para irte a la mierda. —
Sonrió angelicalmente. Taehyung apretó su mandíbula y volvió a acercarse. Llevó sus
manos a la cintura de Jeon y lo acercó a su propia anatomía con fuerza. —No m-me
toques.

—Yo no te veo haciendo algún tipo de resistencia. —Sonriente, se inclinó para poder
besar con suma suavidad aquel cuello. Extrañamente, Kook no se resistió. —Acéptalo.
Te tomó por sorpresa pero te gustó.

—No me gusta el dolor, Taehyung.

—Es sólo sexo duro, cariño. Esto no fue nada a comparación de las cosas que podría
hacerte. —Se reincorporó, pero sin soltar la cintura de Jeon, quien frunció el ceño. —
Estás asustado por algo que no vale la pena.

—No estoy asustado, estoy molesto.

—Entonces te gustó.

—Yo no dije eso. No me gusta el dolor, me hace sentir vulnerable.

—¿Y por qué en vez de vulnerable, no te sientes valiente? Poca gente soporta el dolor.
Además... —Llevó su diestra a tomar el brazo herido de Kook y lo apretó escasamente.
Jungkook jadeó. —Esto no representa mayores inconvenientes para ti.

—No te estoy entendiendo. —Afirmó, tirando de su brazo. —¿Acaso me estás


proponiendo que sea tu saco de boxeo?

—No esperaba verme tan directo.

—Estás loco. —Empujó la anatomía adversa sutilmente. —Yo no me excito con el


dolor. No me gusta.

—¿Cómo sabes que no te gusta si no lo has probado? Ni siquiera tienes experiencia en


el tema, cariño. —Kook sintió su cara arder. —Tu rendimiento sexual es patético.

—¿Y qué esperabas? ¡No soy un actor porno!

—No te estoy criticando, te estoy dando la oportunidad de que experimentes. —


Jungkook se odió a sí mismo cuando la idea le pareció tentadora. —Hagamos un trato.
Los tratos de Kim no eran de fiar. Más que un trato, era una especie de trampa
asegurada por un compromiso.

—Dame una noche. Se nota que tienes curiosidad, y si quieres respuestas esta será la
única forma en que las consigas. —Jeon se quedó pensativo. Taehyung tomó aquello
como una señal para proseguir. —Si decides que no te gusta, muy bien, lo olvidamos y
ya está.

Kook inhaló profundo y exhaló pesadamente. No sabía por qué sentía que si aceptaba
aquellos días de pesadilla en donde estuvo encerrado y constantemente torturado se iban
a repetir. Su director siempre tuvo un aura de extrañeza; siempre tuvo la idea de ser un
hombre, sin duda alguna, singular y misterioso.

Pero habían cosas que no encajaban. Mismas cosas que hacían a Jungkook dudar.

—No entiendo... Tú dijiste que esos besos estaban mal, y ahora quieres... esto... —
Taehyung con frecuencia se contradecía a sí mismo, y el pelinegro dejó de darle
importancia a esa actitud al pensar que era una persona reprimida y, por tanto, cambiaría
de parecer. Él en ocasiones hacía eso. —Y además, ¿qué gano yo con esto?

—Resolver tus dudas, por supuesto.

—Pues vaya precio por tener curiosidad.

—No es tan malo, Jungkook. —Dirigió su diestra a la suave piel del rostro del niño,
brindándole pequeñas caricias con la yema de sus dedos. —Cuidaré de ti.

—Escuché eso esta misma noche y mira cómo terminé. —Kim rió. —No lo sé.

—Te lo estás planteando, con eso me conformo. Ahora vamos al hospital. —Bajó su
mano para tomar la impropia, mas Kook no se movió. —Esto no te lo estoy
preguntando, Jungkook. Te lo estoy ordenando.

Bufando, el azabache se agachó para recoger sus botas. Su brazo le dolía como el
infierno, pero si pudo soportarlo por tantas horas, lo podría seguir haciendo.

—No me gustan los hospitales. —Espetó. —Y no iré a ninguna parte sin bañarme. Te...
te... Lo hiciste dentro de mí. Me siento sucio. —Taehyung quiso reír. Ver a Jungkook
hablar del tema como si fuera un tabú, incapaz de terminar una frase y sonrojado como
un tomate era satisfactorio.

—Muy bien, pero luego vamos al hospital. No aceptaré objeciones.

El adolescente asintió, estando escasamente de acuerdo. Ambos caminaron hasta la


casa, a Jungkook le dolía todo pero no le iba a dar el gusto al mayor de hacérselo saber.
No era un dolor que fuese a matarlo, tampoco.

Kook se tomó una larga -larga- ducha. Afortunadamente, Hye no lo había atosigado
con preguntas cuando lo vio despeinado, sucio y con marcas que apenas iban tomando
color en su cuello. Posteriormente, se puso ropa cómoda y finalmente bajó a su
encuentro con su director, quien estaba supuestamente texteando en su teléfono móvil.

Lo demás fue historia. Fueron al hospital del pueblo que había en los aledaños, y para
fortuna de los dos, la herida no era nada más que una fisura. Jungkook pronto estaría
bien.

De regreso a casa, el menor pensó una vez más en la propuesta del mayor. Tenía tanta
curiosidad que estaba a punto de aceptar, pero no podía hacerlo aún sin pensar en todo
lo demás. Aunque lo negara, él era un fisgón de primera. Igualmente, sólo sería una
noche y ya. Eso había dicho Kim.

—Jungkook. —El aludido observó al rubio, el cual estaba recostado contra una pared.
—¿Estás pensando en lo que te dije? —Jungkook negó con la cabeza. Era mejor que el
otro pensara que no le importaba demasiado el tema; no obstante, olvidó que era un
terrible mentiroso. Taehyung relamió sus labios, a sabiendas de que debía orillarlo a
tomar una decisión precipitada. Solamente de esa manera se saldría con la suya.
Conocía a Kook lo suficiente como para saberlo. —Ya te dije que no te voy a presionar,
la decisión es tuya y yo la voy a respetar. Así que... Si optas por hacerlo, ve a mi
habitación cuando las doce hayan pasado. La puerta estará abierta y me esperarás ahí.

—¿Esperarte?

—Tengo que salir.

—¿A esta hora? —Taehyung asintió, sin complicarse en dar explicaciones. —¿Y si no
voy?

—Como te dije, esa es tu decisión. Si no vas, simplemente olvidaremos esto y ya.


—¿Así de simple es para ti?

—Así de simple debe ser. —Kook asintió, un tanto molesto por las circunstancias. —
Piénsalo bien. En realidad, si no lo haces sería muchísimo mejor. —Se acercó y dejó un
diminuto beso en la frente del adolescente. Jungkook se extrañó, pero no dijo nada. —
Espero verte mañana y no en unas horas.

Taehyung desapareció de la vista del pelinegro, quien se quedó más confundido al


respecto. No había manera en que pudiera entender a su director. Primero trató de
convencerlo, luego por poco lo hizo, y por último le decía que era mejor que no fuera.
Parecía jugando una especie de juego sin sentido.

La psicología inversa en ocasiones era efectiva para Kim, sobre todo si se aplicaba en
adolescentes rebeldes. Por lógica, un adolescente rebelde siempre haría lo que le dijeran
que no haga. Prohibir algo era la invitación perfecta para que los demás lo hicieran. Esa
cosa "prohibida" se convertía en especial y llamativa.

Taehyung no tenía siquiera duda de que encontraría a Jungkook en su dormitorio.

Podía apostar por ello.


41.
Aviso: este capítulo contiene únicamente tortura y sadismo. Si deciden leerlo,
espero que tengan clara la definición de "tortura".

Jungkook se lo pensó tal vez demasiadas veces. Su cabeza no dejó de dar vueltas, y
aunque trató de convencerse a sí mismo de que lo mejor era dejarlo pasar y no ir, su
curiosidad terminó por ganarle.

Eran las doce y una cuando entró a la habitación de su director. Su cabello estaba
empapado por la nueva ducha que había tomado al sentirse tan nervioso y no le vio tanta
necesidad a la ropa. Después de todo, sabía perfectamente que estaba ahí sólo para...
para ser una especie de maniquí, quizá.

Su piel picaba, su estómago se revolvía y de pronto sentía sus piernas cual gelatina. El
cuarto era iluminado por la luz de la luna de medianoche, y el ulular de los búhos era
completamente perceptible. Había silencio en el área; sin embargo, la mente de
Jungkook era un caos.

También, sabía que por más que pensara y se dijera a sí mismo que iba a cometer un
enorme error, no cambiaría de opinión y se quedaría. Pensó incluso en todas las
humillaciones que el rubio le hizo pasar, las torturas y esas cosas que quería borrar para
siempre de su cabeza, y ni siquiera aquello bastó.

Él quería quedarse. Y lo haría.

Se sentó en el borde de la cama, la cual era considerablemente grande y blanda, y se


limitó a relajarse, o a intentarlo. No podía ser tan malo, ¿o sí? De seguro Taehyung
estaba exagerando. Él en un pasado sintió la mano fuerte de su director, mas no pensaba
que ese prototipo de cosas se volvieran a repetir. Eran situaciones diferentes: esa vez se
trató de un castigo, ahora... Siquiera podía hacerse una idea de lo que pasaría, pero no
creía que fuese tan malo.

Quizás estaba equivocado. Muy equivocado...

De pronto la puerta se abrió, dejando ver a Taehyung. Este último sonrió ladino y
terminó de abrir por completo el objeto, se hizo a un lado y una vez más miró a
Jungkook, quien estaba tan nervioso como para sentir que se iba a desmayar.
—Te voy a dar diez segundos para que salgas de aquí. — Habló la voz ronca del mayor.
—Si en esos diez segundos no sales, considera el hecho de que lo que pase aquí se hará
completamente bajo tu aprobación.

¿Era acaso una intimidación? Kook no se movió y el rubio comenzó a contar.


Relativamente lento para el gusto del pelinegro. Sentía su corazón ir demasiado rápido,
sí, pero él quería quedarse. Su curiosidad jamás fue tan grande.

—Diez... — Taehyung rió, casi con ironía y cerró la puerta con seguro. A pasos lentos
se acercó al niño, el cual vestía solamente un camisón blanco que le quedaba grande.
Jungkook se puso de pie. —Hueles muy, muy bien. — Musitó al tomar los hombros
ajenos. Los apretujó y se acercó a aspirar el olor que desprendía de aquellas hebras
negruzcas. Jeon suspiró. —Usualmente te daría una palabra de seguridad, pero esta sólo
es una prueba, ¿no?

—¿Palabra de segurid...

—No hables. — Interrumpió Kim, bajando la mirada para encontrarse con la impropia.
—Hablarás cuando yo lo demande, no harás cosas que yo no pida, no vas a protestar y
dejarás que haga lo que se me dé la gana contigo. Si no es así, te castigaré duro, lento...
Y créeme que eso no será placentero. Será agonizante. — Pudo notar perfectamente el
cuerpo del adolescente temblar bajo su toque. —Sé que eres un poco infantil y que luego
de esto vas a estar a la defensiva, pero cariño... — Una de sus manos ascendió al rostro
de Jungkook, y con su dedo índice acarició el labio inferior. Ese pecaminoso y pulcro
labio inferior. —Recuerda que te lo advertí antes de irme y hace nada te di tiempo para
que salieras corriendo. Estás aquí porque lo decidiste. Eres mío porque lo decidiste. Te
convertiste en mi juguete porque lo decidiste.

—Sólo por esta noche.

—Un punto en contra. Hablaste y no te lo ordené. — No era como si le molestara. Sabía


cuán malo solía ser Jungkook para acatar órdenes, y aquello solamente hacía que todo
se volviese más divertido. —Desnúdate y acuéstate en la cama. Quiero ver primero tu
sensibilidad.

Taehyung se alejó para poder abrir su armario y sacar una caja con todos "sus bebés"
adentro. Consistían en herramientas de tortura especiales para él. Eran especiales porque
muchas de ellas eran algo así como... ilegales. Fueron instrumentos que se utilizaron en
la Edad Media para torturar y matar. En cuanto las vio, supo que tenía que tenerlas y
fue por eso que las mandó a hacer cuando los látigos, las fustas, las esposas y esas cosas
convencionales dejaron de ser suficientes para él.

Él quería más. Necesitaba más. Requería de ver dolor verdadero. Ese típico dolor por
el que darías la vida entera para que desapareciera.

En tanto, Jungkook se quitó la camisa y gateó hasta el centro de la cama. Su


subconsciente seguía en negación; no podía creer que de verdad estaba haciendo
aquello, pero helo ahí, obedeciendo al hombre que amaba molestar y contradecir.

Kim se acercó con una fusta en mano y el cuerpo de Kook se tensó. Esa cosa le traía
malos recuerdos. El director sonrió y tomó lugar al pie de la cama.

—No te golpearé con ella. Aún. — Aclaró. Los brillantes ojos de Jungkook emanaban
miedo. —Es únicamente para comprobar tu sensibilidad. Porque a mí, Jungkook, no me
gusta la sensibilidad.

—A m-mí tampoco.

—A ti no, pero a tu cuerpo sí y no trates de contradecirme porque he sido testigo de


ello. Por cierto, un punto menos a tu favor. — Llevó la punta del objeto a la cabeza del
azabache. — Relájate. — Kook así trató de hacerlo. Taehyung bajó con suma lentitud
la fusta, manteniendo un contacto suave y directo. La bajó por la mejilla del niño y se
reprimió las ganas de golpear ahí; en cambio, bajó por el cuello y clavículas. Pudo notar
cierta debilidad en la parte del cuello. Siguió con su trabajo y descendió por el pecho
hasta los pezones, Jungkook arqueó muy brevemente la espalda cuando la fusta se posó
encima de su pezón derecho. Como castigo a la sensibilidad, Taehyung golpeó ahí.

—¡Ah! — Había dolido, no obstante, su pezón se erizó.

El rubio siguió bajando, y Kook comenzó a reír al momento en que la fusta se paseó por
su vientre. Esa siempre fue una zona muy sensitiva de su cuerpo, cuando sus amigos
querían molestarlo haciéndole cosquillas, siempre atacaban su estómago. El pelinegro
juntó sus rodillas, elevó sus piernas a la altura de su pecho para evitar el contacto y
continuó riendo. Eso a Taehyung no pareció gustarle.

—Baja las piernas. — Jeon así lo hizo, mas no se esperó que la fusta golpeara con fuerza
justo en su ombligo. Jadeó. Kim bajó un poco más, por lógica el miembro tendría
sensibilidad así que no perdió el tiempo tratando de averiguar cuánta. Por el contrario,
fue hasta una de sus zonas preferidas: las piernas de Jungkook. Como esperaba, la parte
de los muslos hacían retorcer escasamente al azabache, quien trataba de fingir que el
toque no causaba nada en él. —Ya sé lo que voy a hacer. — Con una sonrisa retorcida,
retiró la fusta. No sin antes haber dejado un diminuto azote. —Ven aquí. —Kook se
arrastró por la cama hasta estar de pie nuevamente.

Le sorprendía y enojaba el hecho de que estuviera haciendo lo que el otro le pedía y sin
rechistar, pero, por alguna extraña razón, sentía que debía hacerlo. Taehyung jaló al
chico del antebrazo y con la mano libre señaló el piso.

—De rodillas, cachorro.

—¿Cachorro? —Kook frunció el ceño.

—Te llamaré cachorro. —Tomó con fuerza los hombros del menor y, ejerciendo
presión, hizo que se agachara hasta que sus rodillas tocaron el suelo. —Y tú me llamarás
amo. Por cierto, cachorro, te cobraré todas y cada una de las palabras que salgan de tu
boca si yo no he ordenado que hablaras.

Kim se dirigió hasta "sus bebés" ante la mirada expectante de Jungkook, quien prefirió
guardar silencio luego de la advertencia por parte del director. Este último tomó tres
instrumentos simples: unas esposas, un látigo y... un tenedor. Entretanto, puso una vela
a funcionar. Jungkook no entendía absolutamente nada, e incluso juraba que la situación
le parecía cómica y absurda.

Supo que quizás estaba subestimando al rubio al ver las esposas. A una distancia
considerable parecían esposas comunes, de no ser porque aquellas tenían clavos. A
Kook no le dio tiempo de desaprobar, pues Taehyung sin previo aviso tomó sus brazos
-demasiado juntos- y los ligó al objeto. Para sorpresa de Jungkook, los clavos casi ni
rozaban su piel.

—Si tratas de escapar, los clavos penetrarán tu muñeca por la parte posterior. Tus venas
estarán a salvo, así que no morirás, pero tendrás que mantener tus brazos unidos si
quieres conservar tu hermosa piel reluciente. —Explicó Taehyung. Una sonrisa lúgubre
se había dibujado en sus labios, y su tono de voz estaba abarrotado de entusiasmo.
Jungkook trató de girar la cabeza, mas sus brazos fueron soltados y fue ahí donde pudo
sentir los clavos ingresar escasamente en su piel. Jadeando, ejerció algo de fuerza para
acabar con el limitado dolor. Era algo relativamente fácil de hacer; sin embargo, era
cansino. No creía ser capaz de soportar más de diez minutos. Kim se regodeó.

—¡No es gracioso! —Exclamó, enojado.


—No es gracioso... —Repitió en un murmuro. Jungkook le regaló una mirada de
exasperación. —Doce.

—¿¡Qué!? —Kim rió, de un modo tan enfermizo que el mero sonido hizo a Kook
temblar. El mayor se reincorporó y tomó el látigo.

—Ahora quince. —El látigo, a comparación de otros, tenía un clavo en la punta. Jeon
se preguntó la razón del porqué a su director le gustaban tanto los clavos, pero estaba
más preocupado en la actitud del otro. —Te dije que cobraría todas las palabras que
salieran de tu boca. No te ordené que hablaras, por tal motivo... —Torció una curvilínea,
enseñando el látigo. —Recibirás quince azotes, todos representan la cantidad de letras
de las palabras que empleaste en el último minuto. Si tienes suerte, cachorro... —Dirigió
su diestra a la mejilla del chico, la cual acarició como si se tratase de una delicada flor.
—El clavo no te rasgará la piel...

¿Exactamente a qué se refería?

Taehyung dio un par de vueltas alrededor del azabache. Tomó lugar a sus espaldas y
tiró del látigo hacia atrás, con el único propósito de tomar ventaja. Sabía perfectamente
que, inminentemente, el clavo le desgarraría la piel. Y eso para Kim estaba perfecto.

Jungkook estaba inquieto, y el no tener a su director en la mira hacía toda la situación


muchísimo más aprensiva. Estaba preocupado en mantener sus brazos juntos y en que
sería azotado por aquel látigo que parecía más una especie de cadena.

El primer latigazo llegó y Kook gritó. Las venas de su cuello se hicieron visibles y al
poco tiempo sintió aquel particular líquido espeso recorrer lo que restaba de su espalda.
Estaba el constante e infernal ardor, y el miedo de que el mismo terrible golpe se
repetiría por catorce veces más. La risotada de Taehyung se hizo audible y Jungkook
sintió una imponente rabia. Lo peor era que no podía decir nada, porque eso
significaría más azotes.

Inhalando hondo y exhalando pesadamente, Jeon se convenció a sí mismo de que


mantuviera la calma y los brazos juntos. Por tanto, entrelazó sus manos para que el
trabajo se le hiciera más fácil. El segundo azote golpeó en el mismo sitio y Jungkook
no pudo evitar soltar unas cuantas lágrimas. Sus nudillos se tornaron completamente
blancos y él apretó con gran vigor sus labios. Sólo trece más...
El tercer latigazo impactó en el mismo lugar. Kook sentía el maldito clavo destrozar su
piel cada vez más; asimismo, sentía la sangre chorrear con más ímpetu.

—¡¡Ya basta!! —Vociferó, incapaz de seguir soportando aquello. Arrastró sus rodillas
hacia adelante, buscando huir, pero Taehyung tomó su cabello y lo devolvió a su lugar.
—A-Ah... Déjame ir.

—Te di la oportunidad de que huyeras, pero preferiste quedarte aquí. La noche es joven
y decidiste que esta serías mío. —Susurró el rubio al oído de Kook, quien tragó en seco.
Sus brazos perdieron resistencia y sus muñecas se vieron oprimidas por los clavos.
Jungkook sollozó e hizo el esfuerzo de mantener sus extremidades superiores tan
quietas como le fuera posible. —¿Qué pasa, cachorro? ¿Ya te aburriste? Es una lástima
que yo me esté divirtiendo como nunca.

—Demuéstrame q-que eres bueno y déjame ir... Esto es enfermo, y me duele.

—Puedes soportarlo. —Los hebras de Jeon fueron soltadas y la cabeza de este cayó
hacia adelante. Negó con insistencia, lloriqueando un poco más duro y desesperado. —
Deja de llorar o te daré verdaderos motivos para que lo hagas.

—¡No puedo soportar... ¡¡Ahh!! —Un azote nuevo aterrizó. Esa vez en una nueva zona
de la ya de por sí maltratada espalda de Jungkook. El adolescente aulló y, gracias al
dolor que lo estaba abarcando, se rindió con sus brazos, dejando que los clavos en las
esposas penetraran la parte posterior de sus muñecas, las cuales sangraron al instante.
Podía sentirlo. —Joder... ¡Duele, Taehyung! ¡Déjame ir en este maldito instante o voy
a gritar tan fuerte como me sea posible por ayuda y aquí sí tengo personas que me
ayuden!

El director rió, depositando un nuevo latigazo que, ciertamente, le hizo perder fuerzas
a Kook en las piernas. Desde donde estaba parado tenía una imagen muy excitante del
chiquillo... De tan sólo verlo en esa situación, sentía su pene palpitar. Jungkook
comenzó a gritar incoherencias y Taehyung supo que tendría que hacer algo para
callarlo.

—Qué mala resistencia, cachorro. —Se soslayó Kim, tomando "el tenedor" que había
puesto previamente en la cama, en donde tomó asiento al final. Seguido de ello, arrastró
al pelinegro del brazo hasta tenerlo al frente. Kook estaba hecho un mar de lágrimas y
no dejaba de jadear; sus muñecas y su espalda ardían a más no poder. Taehyung tomó
entre su mano las mejillas ajenas, aplastándolas. —¿Crees que la vida es fácil, cachorro?
¡Te advertí sobre esto e igual quisiste hacerlo! ¿Acaso creías que estaba bromeando?
¡Esto es lo que me gusta!

—¡Me duele el brazo! —Articuló como pudo -pues sus mejillas seguían siendo
comprimidas- y casi inmediatamente, creyendo que eso lo salvaría de tener aún esas
malditas esposas. Taehyung volvió a reír.

—Deja de ser tan mentiroso. El doctor dijo que solamente era una fisura. —Haciendo
espacio entre sus piernas, el mayor acercó al chico a su entrepierna. Jungkook frunció
el ceño. —Todavía faltan diez azotes, así que tú decides. —Su mano pasó a la cabellera
del niño, y la otra alzó el tenedor de dos puntas por ambos lados. Kook se cuestionó qué
mierda era y para qué servía. —O proseguimos con los azotes y te callo la boca, o me
chupas el pene. Tú decides.

El adolescente lloró aun más amargamente y Taehyung sonrió al verlo así. Usualmente,
odiaba ver a Jungkook llorar, pero debía admitir que cuando él ocasionaba aquel llanto,
era jodidamente excitante.

Kook recordó las veces en que molestó a sus compañeros insinuando que ellos le hacían
ese tipo de cosas a los profesores, y decidió que no iba a dejar que el karma lo golpeara
de tal manera.

—Rómpeme, entonces. —Sorprendentemente, su voz había sonado bien. —Sácame los


malditos órganos y véndelos, hazme mierda la piel y luego mátame, pero jamás voy a
hacerte una mamada. ¡Jamás!

Taehyung rió. Rió fuerte y claro, helando la sangre del más pequeño, quien perdió con
prontitud total valentía.

—Debes pensar que estás salvando tu orgullo, cachorro. —Canturreó. —Pero yo no


dejo opciones malas para mí. El único que se jode aquí eres tú. —Tiró del cabello entre
su mano y echó hacia atrás en un rápido movimiento la cabeza de Kook, el cual jadeó;
sintió algo puntiagudo presionar levemente un poco más abajo de su barbilla y en el
medio de su clavícula. —Lo que te acabo de poner es uno de mis juguetes favoritos. Era
un instrumento muy utilizado en la Edad Media, se le conoce como El Tenedor de los
Herejes, pero tú y yo llamémoslo simplemente tenedor. —Explicó, tan campante como
si estuviese dando una clase de historia. Se aseguró de apretar la cuerda y Jungkook se
sintió ahogado. —¿Sabes qué es lo mejor? Que tendrás que mantener tu cabecita hacia
atrás si no quieres que esta belleza te perfore la mandíbula y el esternón. Tampoco
podrás hablar, cachorro. —Soslayó. —Si hablas o si haces un movimiento mínimo, esto
te matará. No queremos eso, Kookie, ¿verdad? —Fingió estar preocupado, pero más
temprano que tarde volvió a reír. —No podrás gritar cuando te de los otros latigazos.
¡Qué excelente manera de mantenerte en silencio sin necesidad de cubrirte la boca!

Jeon comenzó a llorar nuevamente y apretó sus labios. El maldito collar era incómodo
y la posición de su cabeza también; no habían pasado ni dos minutos, pero él sentía que
se le iba a partir el cuello. Echó su dirigente un poco más hacia atrás, preocupado de
que aquel tenedor tocara aunque fuera un poco su piel. Incluso el perseverante ardor en
sus muñecas -que mantenían aquellos clavos profundos- y espalda, parecía desaparecer
ante el nuevo miedo e inquietud.

Taehyung se puso de pie con cuidado de no tocar por accidente al chico y hacerle
cometer un error. En realidad, también se hallaba preocupado del proceder de Jungkook,
pero esa era la única manera de hacerle saber que era él quien estaba a cargo.

Con mucha suerte, Kook sobreviviría.

Kim tomó unos cuantos vidrios picados y los regó al frente de donde el chiquillo se
hallaba de rodillas.

—Si tratas de huir, las rodillas te van a doler por el resto del mes. —Advirtió sin
mayores explicaciones. Kook empuñó los ojos y no se atrevió a hacer algo. Se mantuvo
tan quieto como una estatua, sollozando relativamente bajo y lento. Estaba muerto del
miedo. Se cuestionó seriamente por qué mejor no había aceptado hacerle al mayor una
estúpida mamada y se ahorraba el riesgo de matarse a sí mismo. —Ahora te voy a azotar.
—Avisó. La anatomía del adolescente se tensó y, viéndose obligado, se preparó.

El primer latigazo de los diez había llegado. Jungkook no se atrevió a dejar de apretar
dolorosamente sus labios; por el contrario, volvió a entrelazar sus manos y las rasguñó
brevemente. Los clavos en las esposas eran cortos, pero eso no evitaba que cada vez
que se enterraban en sus muñecas doliera menos. Quería llorar y gritar, pero tampoco
se atrevía. Mantener la respiración tranquila también era un problema. Si respiraba de
más, sentía que el tenedor se iba a enterrar en su esternón.

El segundo latigazo impactó y Kook empuñó aun más los ojos y sus manos. El ardor
que recorría casi todo su cuerpo era increíble. Sintió escalofríos, mas no se atrevió a
jadear ni a dejar de apretar sus labios. Sabía que aquello le costaría.

El tercero se hizo insoportable, tal vez porque Taehyung se había encargado de que el
clavo rasgara una zona ya anteriormente afectada. Jungkook gimió muy levemente y
fue suficiente para que los puntiagudos extremos del tenedor se adentraran pobremente
en su piel. Dolió, así que el pelinegro tomó su labio inferior entre sus dientes,
lastimándolo. Sentía la sangre recorrer su estómago, y la de su espalda recorrer ahí.
Debía estar empapado en aquel líquido espeso y de color rojo.

El cuarto fue agonizante. Su labio inferior se resbaló de su dentadura, y por lo que pudo
sentir, también había comenzado a sangrar. Volvió a tomarlo, esta vez con más
precisión y trató de regular su respiración, la cual ya estaba lo suficientemente rápida
como para que su pecho bajara y subiera con exaltación, y eso no le convenía.

Bien, lo aceptaba. Había subestimado a Taehyung. Quiso jugar con fuego y se quemó.
Ya se hallaba contando los segundos, los minutos y las horas para que aquella noche se
acabara rápido.

El quinto fue un azote vertical, que agudizó el dolor y ardor de los que ya estaban ahí.
Jungkook sollozó fuertemente, pero sin dejar de apretar su labio; no obstante, eso no
esquivó que el tenedor se hundiera un poco más. Su cuello había comenzado a doler de
una manera inconcebible, no sólo por el instrumento de tortura, sino también por la
posición.

El sexto fue como sentir el infierno en carne propia, y Kook ya no aguantó más. Arrastró
sus rodillas hacia delante, en donde sintió miles de cristales sondear ahí. Jadeó y se
sacudió, teniendo cuidado de que el maldito tenedor no ingresara más y lloró con
desespero. Sentía la sangre de la perforación en su cuello caer por su vientre, siéndole
tan desagradable. Lloriqueó y siguió lloriqueando.

Taehyung, entretanto, tiró el látigo lejos -teniendo compasión del pequeño- y se recostó
en la pared más cercana. La excitación que lo estaba recorriendo era exquisita. Se
despojó de su ropa en cuestión de segundos y, efectivamente, estaba siendo víctima de
una erección que dolía, pero que le encantaba. Jungkook de rodillas, repleto de sangre
-que no era su cosa favorita en la vida- llorando, sin poder hablar y desesperado,
definitivamente era una imagen que adoraba. Condujo su diestra hacia su pene y lo
apretó. El mínimo contacto le hizo gemir.

Ni siquiera se había estimulado con anterioridad, sin embargo, él se sentía cerca de un


posible orgasmo.

Acercándose el azabache, le quitó en un brusco movimiento el tenedor del cuello.


Jungkook rápidamente bajó la cabeza, comenzando a toser y sollozar con potencia. Sus
piernas le fallaron y, destrozando un poco más sus rodillas, se dejó caer sobre sus
pantorillas de pleno al piso. Taehyung también lo libró de las esposas; se esperó un
golpe, pero lo único que hacía Jungkook era llorar.

—¿Harás lo que te pida, cachorro? —Cuestionó Kim, atrayendo a Jeon a su propia


anatomía. Este último asintió como pudo entre tanto lloriqueo. —¿Todo? —Quiso
asegurarse.

—Ya n-no quiero m-más azo-azotes... —Estructuró difícilmente. Su respiración estaba


acelerada y la llorera no le permitían expresarse bien.

—No habrá más azotes, si haces lo que te pido de ahora en adelante. —Acercándolo
suavemente, el mayor pasó su lengua por los dos agujeros inferiores que se había hecho
Jungkook con el tenedor. Succionó un poco, maravillándose con el dulzor del sabor de
la sangre ajena. —Deja de llorar, cariño. No tengas miedo. —Su diestra subió a acariciar
la mejilla empapada del pelinegro, mientras que su sinhueso rastrilló desde el cuello,
hasta la mandíbula, y de la mandíbula hasta los labios -que también estaban lastimados-
. —Mira cómo estás, precioso. Justo ahora pareces una obra de arte.

Jungkook siguió llorando.

—Dime que harás lo que te pido y te juro que no lo vas a lamentar. —La punta de su
nariz rozó el pómulo adverso, y finalmente sus labios besaron cortamente los de Jeon.
—Dímelo, cachorro.

Tal vez era su imaginación, pero a ojos de Kook, su director se estaba comportando
como todo un desquiciado. No sólo era su manera de decir las cosas, sino de actuar.

Decidiendo que lo mejor era no hacerlo enfadar, Jungkook optó por aceptar.

—Haré... Haré l-lo que me p-pidas. —Kim rió. La piel del menor se erizó.

—Pídeme que te folle.

Si eso le garantizaba que no iba a recibir más azotes, lo haría.

—Fóllame. —Taehyung siguió riendo.

—¿Fóllame qué...? —Kook hipó. —Dilo, cachorro.

—... A-Amo...
42.
—Levántate.

—No puedo.

—Por supuesto que puedes. —Claro, para Taehyung era muy fácil porque no era él
quien tenía un montón de cristales enterrados en las rodillas. Jungkook hipó en medio
de sollozos y, sosteniéndose de una de las bases de la cama, ejerció presión y trató de
ponerse de pie; sin embargo, sus rodillas volvieron a golpear con fuerza el piso. Los
cristales se hundieron un poco más. Kook jadeó y Taehyung sonrió. —Inténtalo de
nuevo hasta que lo consigas.

—¡Que no puedo, hijo de puta! —La sonrisa del rubio desapareció en un santiamén y
la expresión de Jungkook volvió a retomar el miedo. —Perdón... Yo-yo...

—¡¿Cómo me llamaste?! —Kim tomó los brazos del adolescente y de un tirón lo puso
de pie. Jeon jadeó dolorido en cuanto sus piernas se vieron estiradas. Por una parte,
estaba el dolor del cambio de posición luego de mantenerse arrodillado por tanto
tiempo, y por la otra, estaba aquel ardor del infierno en sus rodillas. —Tú no aprendes,
Jungkook. Pero no te preocupes, tengo tiempo de sobra para enseñarte.

Lo último que Kook sintió fue su espalda impactar contra la superficie de la cama,
lastimándolo. El simple contacto chispeó en sus heridas. Taehyung agarró la parte
inferior de los muslos de Jungkook y lo arrastró por el colchón hasta que su trasero tocó
el final cama.

Abriendo sus piernas, el pelinegro tomó sus rodillas con cuidado y jaló de sus
extremidades hacia atrás, enseñándole al mayor su entrada como muestra de sumisión.
Kim sonrió ladino, acariciando con su diestra uno de aquellos níveos y suaves muslos
que estaban dándole una bienvenida tan estimulante.

—¿A qué se debe esta inesperada disposición? —Cuestionó, rozando la yema de sus
dedos en esa rosa y apretada entrada. Jungkook suspiró doliente.

—Fóllame, p-pero ya no me lastimes más. Tú dijiste que te excitaba el dolor y justo


ahora estoy sintiendo mucho, es suficiente.

Taehyung rió. Curiosamente, para él no era suficiente.


—El que dictamina si es suficiente o no —Cerró las piernas de Jeon de par en par, quien
sollozó. —, soy yo. No seas una puta, cachorro. No va contigo. Si quisiera a alguien
que simplemente abriera sus piernas para mí, créeme que no estaría perdiendo mi
tiempo tratando de convencer a un niñito insolente y orgulloso de hacer lo que quiero.
—Sonrió con suficiencia. Jungkook empuñó los ojos, eso significaba que iba a ser
nuevamente torturado. —Siéntate en la cama.

Kim se alejó y Kook obedeció a duras penas, pese a que se hacía una pequeña idea de
cómo terminaría todo aquello. Las heridas en su espalda ardieron ridículamente más en
cuanto se sentó, su trasero dolió brevemente debido a la situación de hace tan sólo horas
en el granero. Observó sus manos, las cuales estaban repletas de sangre; sus muñecas
tenían una fila de orificios que continuaban sangrando -poco, pero lo hacían-. Sus
rodillas también estaban sangrando, el líquido espeso caía por el resto de su pierna.
Sorprendentemente, ya no habían cristales; no obstante, el flexionar o estirar la
extremidad dolía fieramente. El corte que le había producido el tenedor había dejado de
sangrar, mas el flujo proveniente de ahí corrió por su vientre hasta llegar a su pelvis y
un poco más abajo.

Estaba hecho mierda. Y eso que no podía verse la espalda, pero por la sensación, no se
imaginaba nada mejor.

Miró por sobre su hombro la superficie de la cama, confirmando lo que sospechó: las
sábanas estaban teñidas de rojo cuando él fue lanzado ahí. Deseó haber visto poca
sangre, pero había mucha. Demasiada para su gusto.

Unas inmensas ganas de llorar lo atacaron. Le ardía y dolía todo, y no bastándole con
ello, el malestar muscular comenzó a hacerse presente. Lo único que quería era dormir,
estaba cansado y se sentía... Diferente. Quería que todo acabara de una vez.

Taehyung regresó con una misteriosa botella blanca en una de sus manos, y en la otra
llevaba la vela que había puesto a funcionar en un principio. Esta última la puso encima
de la mesita de noche, y posterior a ello se hincó frente a Kook. Abrió las piernas del
chico y se posicionó en medio. Jungkook bajó la mirada, cuestionándose con qué
estupidez iba a salir ahora el otro. Quería pensar que le harían una mamada, pero...
nuevamente...

«Ingenuo. Estúpido, pequeño e ingenuo Jungkook.»


—Según mi fusta, tus zonas más sensibles son las piernas, el abdomen y los pezones...
—Partió hablando Kim, quien con su mano libre recorrió con suma suavidad y
tranquilidad uno de los muslos del azabache. —Y como sabrás, algo que odio es la
sensibilidad... —Canturreó con una curvilínea maligna. —Me encargaré de que no
quieras volver a retorcerte cuando te toque como te gusta. —Los labios del rubio se
ocuparon de depositar delicados besos a lo largo de la pierna del chiquillo hasta llegar
a su rodilla, en donde sacó su lengua y lamió un poco de la sangre de ahí. Después de
la tortura, venía la agonía, y esa era su parte favorita. —Si gritas, volveremos a los
azotes. Si tratas de huir, volveremos a los azotes. Si hablas, volveremos a los azotes. Si
te resistes, volveremos a los azotes, y así sucesivamente hasta que comprendas que
conmigo no se juega. Cuando quiero algo, lo obtengo.

El adolescente apretó sus labios y sollozó en silencio. No iba a pasar nada bueno. No le
faltaron ganas de quitar su pierna de las atenciones que le estaba dando su director, pero
no pudo por tres razones: le estaba gustando, si lo hacía volverían a los azotes y,
finalmente, porque no tenía fuerzas.

Taehyung lamió un poco más y entonces dejó otro "tierno" beso. Levantó su mirada
para conectarla con la ajena, sonriendo con una simpatía que en él era imposible. Era
tan cínico.

¿Quién diría que detrás de tan hermosa sonrisa se encontrarían actos tan viles?

—¿Te quedó claro, cachorro? —Cuestionó, frotando su mejilla contra la pierna de


Jungkook, tal y como si fuera una especie de felino. —Puedes hablar.

—Sí.

—¿Sí qué?

—Sí, amo. —Kim sonrió. Jungkook desvió su compungida mirada.

—Buen chico... —Cesó con las atenciones y abrió la botella blanca que aún tenía en
mano. —Esto arderá, pero si pudiste soportar los azotes, podrás soportar esto. —
Informó. Kook empuñó los ojos, no tenía idea de lo que le iban a hacer, pero con saber
que dolería le bastaba para no querer mirar. Taehyung se pasó con gran entusiasmo la
lengua por los labios, inhaló el peculiar aroma de la botella y vertió el líquido en la
rodilla de Jeon, dejándolo caer en grandes cantidades.
—¡¡Mmh!! —El ardor lo hizo retorcerse y sacudir sus piernas. Abrió los ojos de golpe,
únicamente para ver cómo su director se divertía echándole alcohol etílico a sus
malditas heridas. Iba a protestar y estaba dispuesto a insultar, pero recordó que no le
convenía. Varios jadeos emanaron de su boca y él sollozó con más fuerza. La sensación
era indescriptible; 'agonizante' podría ser un buen término.

Tuvo que apretar la sábana entre sus puños para no hablar o gritar. Sin embargo, lo más
raro llegó después. Taehyung sacó su lengua y emprendió a lamer y succionar el alcohol
junto con la sangre. El ardor se fue en cuestión de segundos y en parte era bueno porque
aquello le ayudaría a sanar más rápido, ¿pero era en serio? ¿Sangre con alcohol? ¡¿Qué
clase de enfermo era ese?!

Kook tenía preguntas y un sofocante miedo. ¿Con qué tipo de persona se había topado?
¿Cómo alguien podía disfrutar de toda esa mierda?

La misma acción se repitió en su otra rodilla. El ardor del infierno volvió, pero con la
misma rapidez se fue. Kim succionaba con esmero, como si estuviese sediento. El sabor
parecía encantarle. El pelinegro tembló al momento en que esa sinhueso fue subiendo
por su muslo, rozando sus testículos, su pelvis, su ombligo, su pecho y entonces
Taehyung se reincorporó, quedando frente a frente. El miembro del menor comenzó a
despertar con ese sencillo y absurdo proceder.

—Voy a romperte, cachorro. —Formuló. Sus ojos estaban más oscuros de lo habitual,
su expresión daba miedo y su voz profunda se escuchaba rasposa. —Te convertiré en
un desastre y luego de esto me vas a pertenecer, a mí y sólo a mí. No querrás que nadie
más te toque, e incluso si lo permites, no te sentirás lleno. —Empujó los hombros del
chiquillo, haciéndolo recostarse de nueva cuenta en la cama. Jungkook sentía que en
cualquier momento se le iba a salir el corazón. Los nervios apestaban. —Ahora sí
puedes abrir las piernas, cariño. Rodillas al pecho, ahora.

El adolescente no pudo reaccionar hasta cinco segundos después. Con timidez, abrió
sus piernas y llevó las rodillas hasta su pecho, tal y como se lo habían ordenado. No
entendía por qué pero, inexplicablemente, que le hablaran así lo excitaba.

El director lanzó el alcohol etílico lejos y tomó su propia erección, la cual estaba grande,
hinchada y necesitada de atención.

—Me tomarás en seco. —Aclaró, antes de acariciar su glande y restregarlo contra el


diminuto agujero rosa. Kook suspiró hondo y contrajo su entrada, el mínimo contacto
lo ponía sensible. Taehyung presionó y muy lentamente se fue adentrando. Escuchó a
Jeon soltar un pequeño quejido, empuñar los ojos y ladear el rostro. El rubio tomó la
barbilla del chico. —Mírame. —El azabache obedeció, aunque con prontitud sintió sus
mejillas arder. Soltó un nuevo quejido al sentir aquel pene más adentro. Kim se apoyó
en sus codos a los costados de la anatomía ajena, buscando ver de cerca ese angelical
rostro. —Quiero mirarte y que me mires a los ojos cuando te hago mío, porque eres
mío, Jungkook. No importa cuánto quieras negarlo, me encargaré de demostrártelo.

—N-No... ¡Ahh! —Lo que restaba del miembro de Taehyung entró en él abruptamente.
Kook gimió algo fuerte y evitó removerse, aparte de que dolería, probablemente al otro
no le gustaría. —A-aah...

—Sí, eres mío... —Susurró en el oído adverso, empezando un vaivén suave y lento pero
profundo. Sacaba su pene por completo y luego lo clavaba hasta el fondo, obteniendo
como respuesta unos exquisitos gemidos por parte del menor. —La sangre en tu cuerpo
y las marcas lo demuestran.

—No T-Taehyung... —Formuló como pudo, encogiendo sus piernas cada vez más.
Gracias al alcohol, no lograba ser tan doloroso. —Jamás s-seré tuyo... Estas marcas so-
sólo demuestran lo-lo a-animal y enfermo que puedes llegar a s-ser. —Las embestidas
"dulces" se detuvieron. Taehyung se reincorporó, lo suficiente para dejar en evidencia
el enfado en su expresión. Kook rió con ganas y fuerte cual enfermo mental, después de
todo, él también merecía divertirse un poco. Kim empezó a moverse con total fiereza
en el interior del más pequeño; rápido, constante y duro, encargándose de escuchar la
cama golpear con la pared y de sacudir el cuerpo de Jungkook en el proceso. —A-Ah...
ah... ¡Ah!

Aprovechando de tenerlo cerca, Jungkook tomó con aprieto los hombros de Taehyung
y los rasguñó como si la vida se le fuera en ello. Su diestra subió hasta esas hebras rubias
y las jaló con vigor, arrancándole unas cuantas. Taehyung gruñó, penetrándolo con todo
lo que tenía, lastimándolo...

Kook se asemejaba a alguien que estaba a punto de tener un ataque. Su boca estaba
plenamente abierta, soltando gemidos y sonidos obscenos, sus ojos se volteaban y el
modo en el que jalaba de la cabellera impropia demostraba cuánto le estaba doliendo.
Sin embargo, él siguió causándole "daño" a su director por medio de intentos necios.

—Así que... que aún tienes energía para jugar. —Tomando las muñecas de Jungkook e
inmovilizándolas en ambos costados de su cabeza, Taehyung se regocijó, continuando
con aquellas penetraciones hostiles en ese apretado y delicioso ano. —Q-Quería tener
compasión de ti, pero una vez más me demuestran que la compasión es una pérdida de
tiempo, y q-que no debe tenerse en seres humanos. —Y se detuvo enseguida.

Jeon trató de regular su respiración. No había hecho nada y el solo esfuerzo le había
hecho sudar. Taehyung se estiró un poco y tomó la vela, aún dentro de Jungkook. Este
último cerró los ojos, repentinamente agotado, con la vista nublada y sintiéndose
mareado.

—Pezones y abdomen... —Musitó el mayor. Aprovechó el descuido del chico y ladeó


la vela, que gracias al reposo había acumulado una gran cantidad de cera. Dejó caer la
parafina en uno de esos tiernos pezones, e hizo un recorrido por todo el vientre hasta
dejar caer una considerable cantidad en el ombligo del azabache. Jungkook se desgarró
las cuerdas vocales, mas su grito fue interrumpido antes de que alguien lo escuchara por
la mano libre del director.

Kook se revolcó, sacudió sus piernas y sus brazos. Su espalda se encorvó y sus ojos se
llenaron una vez más de penosas lágrimas. Sus demás heridas dolieron, pero la maldita
cera era incomparable. Gimoteó, estallando en llanto.

—Te dije que cuando quiero algo, lo obtengo. —Retomó las embestidas y regó lo que
restaba de la parafina en el otro pezón de Jungkook, quien lloraba y trataba de alejarse,
siéndole inútil. La cera se secó no mucho después y la cintura de Kook fue tomada
bruscamente, con el único propósito de acelerar y acoplar mucho mejor las
penetraciones que le eran dadas.

El pequeño Jeon tenía los ojos hinchados por todas las lágrimas derramadas, su mirada
estaba brillante y perdida en la nada. Su pecho subía y bajaba con desenfreno, sus
cabellos estaban despeinados en conjunto; su piel casi repleta de sangre, su boca
entreabierta y soltando una mezcla de gemidos y sollozos. Ante los ojos de Taehyung,
era arte puro.

—Dime que eres mío. —Jungkook analizó a su director. Sus ojos, a pesar de expresar
un millón de cosas, parecían estar muertos. —Te ves hermoso.

—Soy tuyo... —Hipó. Kim reinició aquellas embestidas "dulces" y acercó sus labios a
los impropios, besándolos con íntegra paciencia. La boca de Kook temblaba, al igual
que todo su cuerpo en sí, pero correspondió como mejor pudo.

Enfermizo. Todo eso era enfermizo.


—Así es... eres mío. —Taehyung dio una última y fuerte embestida, sacándole un
gemido animado a su acompañante, y entonces se corrió. Depositó hasta la última gota
de su semen en ese hermoso chiquillo de cabello negro.

Ese fue el mejor puto orgasmo que tuvo hasta aquel momento.

Poco después, Jungkook cayó profundamente dormido... O desmayado, quién sabe.


43.
—Jungkookie, ¿qué quieres ser cuando seas grande?

—¡Un super héroe!

—Pero no tienes que esperar a crecer para serlo. Puedes salvarme a mí, aquí y ahora.

—¿Cómo?

—Sólo tienes que presionar esta palanca y...

Un pelinegro desorientado abrió los ojos de par en par. Su respiración estaba acelerada,
su piel era adornada por pequeñas gotas de sudor y él se habría movido, pero el increíble
dolor en todo su cuerpo se lo impedía por completo. Observó su alrededor con pánico,
confirmando que, efectivamente, la noche junto a su director no había sido otra de sus
pesadillas. Había sido real; el dolor y la habitación que no era la suya lo corroboraban.

Gimoteó al removerse un poco. Estaba completamente solo y a juzgar por la escasa luz
que entraba por la ventana, debía estar amaneciendo o anocheciendo. Tal vez era la
segunda opción, porque dudaba que a tan tempranas horas de la mañana hubiese tanto
ruido afuera. Trató de reincorporarse en la cama y de inmediato sintió el ardor en su
espalda, junto con el dolor muscular en sus piernas y cuello más que todo. Se sentía
como si un camión le hubiese pasado por encima.

Otro calvario era el malestar en su trasero. Ni siquiera la primera vez había sentido tal
dolor. Se sentó en la cama, luchando y queriendo llorar por el daño que le causaba a su
cuerpo un mínimo movimiento, mas no podía quedarse ahí.

Hizo un esfuerzo sobrehumano por pararse, y cuando lo logró por poco se cae. Las
heridas en sus rodillas dolieron por el repentino cambio de posición y al dar dos pasos.
Estaba claro que no podría caminar sin sostenerse de algo. Por tanto, se sostuvo de las
bases de la cama, la cual estaba sucia de sangre y del semen de Taehyung. Jungkook
caminó a duras penas hasta tomar el pomo de la puerta del baño y en cuanto la abrió
cayó de lleno al piso. Aulló dolorido ante el impacto en sus rodillas. Cualquiera que lo
viera pensaría que había sido víctima de un asesino en serie.

Había quedado hecho mierda.


Sosteniéndose de la misma puerta, hizo el gesto de ponerse nuevamente de pie, y por
increíble que pareciera lo consiguió. Se aproximó a uno de los enormes espejos que
habían junto a la ducha y se paró en frente -ciertamente, batallando por no caerse de
nuevo-. Observó su cuerpo casi lleno de sangre y lo lamentable que se veía. Se puso de
lado, queriendo ver las heridas en su espalda, y al hacerlo por poco llora.

La zona estaba completamente rajada de diferentes formas, tamaños y direcciones.


Hubo una rajadura en especial que le llamó la atención, pues se veía profunda y
alargada, como si un tigre o un animal salvaje hubiera rastrillado ahí. Afortunadamente,
los dos orificios en su clavícula y mandíbula no dolían. Habían sido mínimos.

La cera le había dejado una especie de quemadura color rojiza en el vientre, pero el
punto de dolor se hallaba en sus pezones. Kook no podía creer que había permitido que
le hicieran todo aquello, porque de alguna u otra forma fue con consentimiento.

La curiosidad mató al gato. Y vaya que él fue brutalmente asesinado.

¿Qué se supone que iba a hacer? Estaba patente que no lloraría más, sin mencionar que
eso no iba a sanarlo por arte de magia. No quería ver a Taehyung, no después de darse
cuenta de la clase de persona que era. Ahora sólo tenía mente para el dolor y para idear
una manera de alejarse sin hacer enojar al director, ya que recordaba perfectamente
cuando el hombre había dicho que él le pertenecía. Se había metido a la boca del lobo
por cuenta propia y por estúpido.

—¿Jungkook? —Hablando del rey de Roma, mira al que se asoma. —¡Jungkook! —El
rubio entró al baño con una mueca de preocupación en el rostro. Kook retrocedió, tenía
miedo y aún estaba en shock por lo que vio en el espejo. —Me asustaste... Dormiste
demasiado y no encontrarte en la cama hizo que me preocupara.

—¡No te acerques! —Vociferó en cuanto vio al otro con intenciones de acercarse.


Taehyung se detuvo, fingiendo estar confundido.

—Para ser franco, no entiendo tu actitud. —Jungkook elevó ambas cejas. Debía ser una
jodida broma. —No te obligué a nada y te dije que no lo hicieras, sin embargo igual lo
hiciste. Te lo advertí, Jungkook, lo hice y nada de eso te detuvo. Te di la oportunidad
de que te fueras antes de comenzar y nuevamente no me hiciste caso. —Algo bueno de
la psicología inversa, es que puedes salirte con la tuya sin tener la culpa totalmente. —
Eso es lo que me gusta, ya lo viste. Por favor no te comportes como un niño cuando la
decisión la tomaste tú.
—Debiste decirme cómo iban a ser las cosas más o menos...

—¡Y lo hice! Lo que pasó en el granero debió haberte dado una idea de cómo iba a ser.
—Jungkook abrió la boca para decir algo, pero con la misma rapidez la cerró. —Tu
comportamiento sólo me confirma que tomaste una decisión a lo loco.

—¡Tenía curiosidad y tú me dijiste que eso respondería mis preguntas, pero por poco
me matas! —El mayor negó frenéticamente con la cabeza.

—Estás confundido. —Fue el turno de Kook de negar. —¿Me crees tan idiota como
para matarte? ¿A ti? ¿Aquí? Por favor, Jungkook, estás a mi cargo y dudo que a tus
padres les agrade saber que de la nada moriste. Eres un chico fuerte, todo lo que hice,
lo hice sabiendo que podías soportarlo. Y lo hiciste, aquí estás.

—Quiero volver a la correccional. —Confesó de repente. El semblante de Kim


oscureció.

—No, no quieres. —Afirmó. —Tú odias ese lugar.

—Prefiero estar todo el día encerrado, cuidando animales o haciendo esos estúpidos
quehaceres que estar sintiendo este puto dolor. —Taehyung se acercó y tomó la cintura
de Jungkook, apresándolo a su cuerpo y en el proceso resguardando al chiquillo de no
caer. —Déjame.

—¿Acaso lo olvidaste? Eres mío.

—No soy t...

—Lo eres. Tú mismo lo dijiste. —Sonrió con suficiencia. El pelinegro jadeó


consternado. —Además... —Volteó la anatomía del menor, de modo que quedara
nuevamente mirando el espejo. —Dime, ¿en qué pensabas cuando te estaba haciendo
todas esas cosas? —Jungkook se retorció pobremente al sentir el susurro en su oído.
Observó el reflejo; su director lo sostenía de la cintura, mientras se mantenía detrás
suyo. —Dime, Jungkook. —Insistió.

—Yo sólo pensaba en que quería que terminara rápido. —Kim sonrió. —¿Qué puede
ser tan gracioso?

—Que ahí lo tienes. —Obvió. —Una vez me dijiste que te aburres fácilmente, ¿pero
estabas aburrido? ¿Cabía en ti otra sensación que no fuera miedo? Te veías tan ocupado
llorando y tratando de obedecer que yo juraría que era lo que en ese momento
necesitabas... —Los dedos de su diestra acariciaron suavemente el abdomen de Jeon,
quien miraba por el espejo al rubio con desconcierto. —El odio que sientes hacia tus
padres, los pensamientos de los que quieres huir, tiempo para pensar en el pasado...
Nada de eso existía en ese momento, ¿o me lo vas a negar?

El azabache se confundió por completo, recordando con lujo de detalle la misma


situación que lo tenía en aquel momento prácticamente inválido, y se odió a sí mismo
cuando Taehyung tuvo razón.

—Te conduje al presente y te obligué a que te quedaras ahí. —Habló otra vez Kim. —
El dolor físico no te dejaba pensar en nada más que en él, y lo sabes. —Sus labios
rozaron el lóbulo ajeno. —Y ahora pareces una obra de arte. Mi más hermosa obra de
arte. —Sus brazos apretaron un poco más la cintura adversa con posesión. —Mío.

—¿Obra de arte?

—Ajá. —Humedeció sus labios. —Tu piel para mí era un lienzo en el que pintar un
momento nuevo... Uno placentero.

Jeon frunció el ceño. Taehyung era raro. La manera en la que hablaba de situaciones
que no estaban para nada bien y la forma en que minimizaba todo haciéndolo parecer
sin importancia, era simplemente sospechoso. Jungkook recordó aquella habitación en
donde estaba esa mancha de sangre, la súbita obsesión del mayor por decir que le
pertenecía, y... Todo lo demás en sí. El adolescente se puso en alerta.

—¿Quién te hizo tanto daño? —Se atrevió a preguntar. Taehyung frunció el ceño. —
¿Quién te adentró a esos gustos? Porque dudo que haya sido por voluntad propia o que
hayas nacido con ellos.

—Escucha...

—No, tú me vas a escuchar a mí. —Señaló con su barbilla su propio reflejo. —Una de
las razones por las que me dejé hacer esto era porque tenía curiosidad, y no has
respondido ninguna de mis putas preguntas. ¿No crees que es injusto?

—Yo no te obligué a nada. —La burla era palpable en su tono de voz. Jungkook
comenzó a desesperarse. —Haces demasiado escándalo por heridas que en unas
semanas se irán. Además, cariño, no eres el primero al que le hago esto. —Algo en
Kook se rompió y luego hirvió. ¿Por qué de pronto se sentía decepcionado? —Ni vas
a ser el último... —Terminó por susurrar muy cerca del oído del pelinegro, quien sin
importarle nada alejó las manos que sostenían su cintura con ira.

—Entonces búscate a otro y déjame en paz a mí. Como tú mismo dijiste, sólo soy un
niñito insolente y orgulloso. —Taehyung se dio el lujo de reír. Jungkook quería llorar,
y no sabía muy bien si debido a la rabia o a la molesta y misteriosa presión en su pecho.

—¿Estás celoso?

—¡No! ¡A mí jamás me gustará lo que a ti te gusta y no soy la persona que crees que
soy! Toma lo que pasó como una despedida, porque quiero volver a la correccional y
no quiero volver a verte. Me voy a portar tan bien que cuando mis papás me vean me
querrán de vuelta en casa, me sacarán y me alejarán de ti. ¡Te odio, Kim Taehyung! —
Pero el último mencionado casi se parte de la risa a medida que Jungkook hablaba. El
pelinegro sintió un nudo en su garganta, ¿acaso aquel hombre nunca lo había tomado
en serio? ¿Tan poca cosa era siempre? —Te odio...

Unas cuantas lágrimas rodaron por sus mejillas. Lágrimas de impotencia y rabia -con
algo de dolor-. Él se había prometido que en algún momento dado se iba a vengar por
todo el daño que le causó el rubio, ¿y qué había hecho en esas largas semanas? Nada
más que confiar en él, dejar que sus sentimientos se vieran afectados y entregarle su
cuerpo para que se divirtiera con él. Era un estúpido.

—Eres tan iluso, amor. —Comentó Taehyung al tiempo en que sus carcajadas se vieron
calmadas. —A tus padres no les interesas. Ellos firmaron para que te quedaras en la
correccional hasta tu mayoría de edad, no hasta que tu comportamiento mejorara. —Su
diestra acarició aquellas hebras negruzcas, y su zurda volvió a envolver la cintura del
niñito, el cual bajó la cabeza para evitar que sus lágrimas se vieran; sin embargo, un
sollozo lo delató. —A la única persona que le interesas es a mí, porque eres mío y te
cuidaré. —Un sollozo más ahogado se escuchó. Taehyung quiso hacer las cosas más
divertidas, sólo de esa manera conseguiría mantener a Jungkook a su lado. —De
hecho... ¿Sabes algo que es triste? Los padres de algunos internos me llaman con
frecuencia para preguntar por sus hijos. Pensé que sería lo mismo con los señores Jeon,
pero ellos jamás han llamado. Ni siquiera han pedido visitarte.

¿Por qué le dolía tanto? Jungkook nunca fue cercano a sus padres, las pocas veces que
cruzaban palabras era únicamente para pelear. Era obvio que uno de los tantos motivos
por los que ellos habían decidido internarlo, era para deshacerse de él. No le tuvieron
paciencia, jamás se acercaron a preguntar qué le pasaba y la única vez en que lo hicieron,
alegaron que el que se había cerrado era él. No obstante, el saber que ni siquiera sus
papás lo querían, lo ponía mal. Se suponía que un padre siempre querría a su hijo a
pesar de los errores que este pudiera cometer.

«No eres el primero al que le hago esto. Ni vas a ser el último...», «A tus padres no les
interesas.», esas dos frases lo habían devastado. Por primera vez entendió el punto de
Taehyung: el dolor físico era mejor que el sentimental.

Lo cierto era que le había dado a Taehyung algo que siempre se negó a darle a los
demás, y eso era un espacio en su olvidado y gélido corazón. Por eso dolía.

Jungkook apretó sus labios, y aunque luchó por dejar de llorar, con los minutos su llanto
se volvió más escandaloso y difícil de controlar. Taehyung aprisionó al chiquillo entre
sus brazos, sintiendo una extraña mezcla entre felicidad por estarse saliendo con la suya,
y molestia por tener que ser siempre tan hijo de puta.

—Voy a preparar la tina para bañarte, te traeré algo de comer, te curaré y luego volverás
a la cama. —Kook negó y se zafó como pudo de esos perversos brazos. —Jungkook...

—¡No te quiero! ¡Quiero irme lo más lejos posible de ti y de tu mierda! —Limpió con
brusquedad sus lágrimas. Basta de actuar como un mariquita, ese jamás fue su estilo.
—Te odio, de verdad lo hago.

—¡Pues yo sí te quiero y tendré que obligarte a entender que no te vas a librar de mí!
¡Eres mío!

«Pero mi perdón te saldrá caro, director. Muy caro.», Jeon recordó sus propias palabras
de hace tan sólo meses, cuando recién había llegado a esa casa.

—¿Puedo preguntarte algo? —Cuestionó el azabache, repentinamente más calmado.


Kim asintió. —¿Qué pasó con tus otros esclavos? ¿Los mataste?

—No soy un asesino. —Reprochó. —Las cosas por lo usual no son como las viviste,
Kookie. —El aludido sólo quería idear un plan con rapidez. —Debe haber una palabra
de seguridad, también deben aclararse los gustos de ambas personas y hasta qué punto
son capaces de llegar. Yo no te di una palabra de seguridad porque no tenías experiencia
al respecto, no sabrías qué te gusta o qué no. Hay diversas maneras y métodos, lo que
te hice sólo fue una pequeña parte. —Pero mentiría si dijese que no se aprovechó de la
situación. —Mis otros sumisos... Simplemente me aburrí de ellos. —Se encogió de
hombros, restándole importancia. —Es normal aburrirse de las cosas y de las personas.
—Hablas de ellos como si fueran un objeto. —Recriminó. —Y el único que puede tratar
aquí a la gente como si fuera un objeto, soy yo. —Taehyung elevó una ceja. —Quiero
volver a la correccional y te quiero lejos de mí. Lo estoy diciendo en serio.

—Me temo que eso no será posible.

—¡¿Por qué?! —No pudo evitar alterarse.

—¡Porque no! —Gritó abruptamente. Jungkook saltó en su lugar. —¡Porque no es no y


listo! Porque eres mío... Te quiero a ti ahora. No quiero a alguien más.

La mente de Kook hizo "click". Si Taehyung lo quería a él, eso significaba que podía
tomar provecho de las circunstancias, vengarse un poco y escapar. Era una cosa
compleja y que necesitaba tiempo proyectar. El adolescente estaba terriblemente
confundido, pero sabía una cosa: jamás iba a volver a permitir que Taehyung le hiciera
sentir ese dolor en el pecho. Tuvo demasiado con ese horrible sentimiento que seguía
presente como para saber que no lo quería volver a contemplar.

«Pero mi perdón te saldrá caro, director. Muy caro.», el menor no era bueno mintiendo
ni fingiendo. Era un desastre.

Pero no era como si tuviese que fingir o mentir demasiado, ¿o sí?

—Acepto. —Habló monótono, llevando su mirada a la nada.

—¿Aceptas qué?

—Acepto ser tu nuevo esclavo.


44.
Taehyung había salido del baño para ir en busca de un botiquín de primeros auxilios.
Luego de la repentina decisión de Jungkook, el rubio sólo sonrió como si hubiese
recibido el mejor regalo en toda la historia y le plantó un beso en los labios al más
pequeño, el cual se vio en la obligación de corresponder.

Jungkook, entretanto, se limitó a tirar las bombas efervescentes para el baño que le había
dado el mayor a la tina. Observó con esplendor cómo el agua que aún llenaba la bañera
se iba tornando de diferentes colores; el exquisito aroma entró por sus fosas nasales y
Kook suspiró. Se hallaba sentado a un lado de la tina, pues no podía mantenerse de pie
por mucho tiempo sin sentir que se caía. El trasero le dolía a horrores, pero era
soportable.

Tomó un pequeño pato de hule, lo estrechó con fuerza entre sus manos y le regaló una
mirada llena de resentimiento.

—Maldito Taehyung. —Murmuró para sí mismo, dirigiéndose al juguete, al cual había


decidido llamar "Taehyung". —Te juro que vas a lamentar con toda tu estúpida y
podrida alma haberme conocido. —Su tono de voz era duro. Posteriormente, ahorcó al
pato y lo sumergió en el agua, recreando una escena en su mente de un asesinato. —
¡Muere!

—¿Qué se supone que estás haciendo? —Cuestionó Kim entre risas. Kook se
reincorporó y dejó al pato en el agua con prontitud. El juguete flotó no mucho después.
—¿Querías matar al pato? —Estaba claro que no había estado ahí desde un principio, e
incluso si era el caso, era imposible que hubiera escuchado las dolidas palabras de
Jungkook, junto con su "juramento".

Jeon negó.

—Quería ver si flotaba. —Se excusó.

—Hasta un tonto sabría eso. Son especialmente para este tipo de cosas. —El azabache
bufó y dirigió nuevamente su atención al agua, la cual lucía como una especie de
arcoíris. —En fin, hora de bañarse. Ven aquí. —Taehyung se acercó al chico, pasando
uno de sus brazos por su cintura y el otro por sus piernas; ejerció fuerza y lo levantó.
Kook jadeó al momento en que las heridas de su espalda se sintieron molestadas, sin
embargo, su cuerpo fue depositado con rapidez en la tina.
El agua estaba tibia y en otras circunstancias la hubiera disfrutado, mas el contacto del
líquido con sus lesiones ardía.

—D-Duele... —Susurró quejumbroso. Taehyung había terminado de quitarle la venda


a la fisura en su brazo, ya que más tarde la reemplazaría por otra nueva. —Todo me
duele.

—Ya pasará. —El rubio enjuagó con mucho cuidado el pecho, los hombros y la espalda
del pelinegro. Posterior a ello, pasó una esponja de tela por dichas zonas con el único
propósito de no causarle demasiado daño al otro. —Son sólo heridas superficiales.

—Tú dijiste que lo que te gusta depende de los gustos de las dos personas. —Habló
Jungkook entre uno que otro quejido. Kim asintió. —¿Y si nada de esto me gustó?

—Hallaremos algo que sí te guste. —Obvió. —Ahora que aceptaste ser parte de esto,
queda mucho por experimentar. —El director pasó una vez más la esponja por aquella
suave y nívea piel, dejándola sin manchas de sangre. El agua de la tina adoptó un tenue
color rojizo que se mezclaba con los demás tonos. —Y lo que dije es cierto. —Confesó,
esta vez enjuagando aquella cabellera negra.

—¿Qué cosa? —Kook suspiró, dejándose hacer.

—Eso de que si no te gustaba yo lo aceptaría, y que no volvería a obligarte a nada. —


Jeon sonrió con ironía. Taehyung echó champú en sus manos, las frotó y seguido de
ello masajeó el cabello del menor, encargándose de dejarlo limpio. —Y si te estoy
obligando a que te quedes a mi lado, es porque te necesito.

«Tan contradictorio como siempre, Kim.»

—Como sea. —Le restó importancia. Flexionó sus piernas en la bañera y las pegó a su
pecho, cerrando los ojos de vez en vez gracias a las caricias en su cuero cabelludo. —
¿Hoy puedo dormir en mi habitación? —Sintió su cabello ser enjuagado. Ahora olía a
Taehyung.

—Lo siento, pero tendrás que quedarte conmigo hasta que tus heridas sanen. —Tómo
jabón en gel y lo pasó por la nuca, espalda y pecho del azabache. Asimismo, aprovechó
de lavar sus orejas. Kook jadeó, descontento por la respuesta.
—¿Por qué? ¿Tienes miedo de que alguien se entere de lo que le haces a un menor de
edad? —Quiso provocar. —Ademas, Hye se preocuparía por mí. Y no quiero dormir
contigo en la misma cama.

—Será mejor que te acostumbres a mi cama y a mi habitación. —Habló con total


serenidad, siguiendo en su labor. —Porque en esa cama te follaré cuantas veces quiera.
—Susurró en el oído ajeno. Kook sintió una corriente eléctrica pasarle por la columna
vertebral.

El adolescente se abstuvo de decir algo. Taehyung tomó de nueva cuenta la esponja y


la pasó por el vientre del chico y su espalda baja.

—¿Entendido, Jungkook? —El aludido asintió. —Abre las piernas. —Jeon obedeció.
El director sumergió su mano libre y rozó la yema de sus dedos en aquella entrada que
tanto amaba. Jungkook inhaló hondo y exhaló pesadamente. El rubio, entretanto,
adentró su índice en esa cavidad.

—A-Ah... —Jadeó, entre dolorido y gustoso. Ciertamente, las embestidas duras de la


noche anterior lo habían perjudicado como ninguna otra vez. —Duele...

—Sólo estoy limpiando. —No obstante, metió el de el medio y con la misma rapidez
comenzó a embestir lento y profundo. Jungkook entreabrió los labios, soltando
pequeños gemidos. Sentía esos dedos tocar su próstata, y cómo no considerando el
largor. —Mierda, estás demasiado sensible.

—Ah... a-ah. —El dedo anular se unió a los otros dos, emprendiendo estocadas más
rápidas y salvajes. —¡Ah! T-Taehyung... esto... e-esto no es limpiar... mgh...

—Pero te está gustando. —Declaró ronco, deleitándose con la expresión en el rostro del
menor, quien contrajo su entrada y cerró sus piernas; sin embargo, eso no le impidió a
Taehyung continuar. —Si no estuvieras tan lastimado te juro que te follaría aquí mismo.

—¡Mgh! —Y entonces Kim retiró su mano.

Después de eso nadie dijo nada. El director aseó las piernas del chico y posteriormente
lo ayudó a ponerse de pie para meterlo a la ducha y darle una última lavada. Lo envolvió
en una toalla extra grande y lo condujo al cuarto. Para sorpresa -y fortuna- de Kook,
había sábanas limpias y la habitación estaba reluciente.
Taehyung secó por medio de toques suaves la piel del muchacho y le aplicó crema
hidratante, junto con un aceite especial en las rodillas. Cabía destacar que estaba
aprovechando la situación para manosear a Jungkook, pero a este último no parecía
importarle. Se dejaba hacer plenamente.

—Hora de curarte. Sube a la cama. —El menor obedeció. Primeramente se sentó en la


superficie y luego se arrastró cuidadosamente hacia el centro. —Come esto por
mientras. —Kook tomó la charola con comida que le era extendida, la cual contenía una
sopa de verduras, un poco de arroz y pollo cocinado. En otra situación se habría quejado,
mas el hambre que sentía era superior.

—¿Y cuándo me vas a contar lo que te pasó? —Cuestionó, tomando un poco de sopa.
—Porque ahora estás en la obligación de decirme quién te convirtió en... En lo que sea,
pero tendrás que contarme.

Kim resopló, un tanto frustrado. Tomó una pomada que ayudaba a que las heridas se
curasen más rápido y la dispersó por la espalda del más pequeño, quien aún estaba
desnudo. Todo esto siendo siempre delicado y cuidadoso. Kook en ningún momento se
quejó.

—Déjame hacer esto primero, después hablaremos. —Pero por supuesto, él no estaba
dispuesto a hablar. Jungkook continuó comiendo y Taehyung pasó a las rodillas,
repitiendo el mismo proceder. Por último, vendó ambas rótulas, el torso y el brazo
lastimado del azabache. —Listo, creo que ya está. —Comentó, yendo hasta su armario
y sacando una de sus tantas camisas. Lanzó la prenda a la cama. —Ponte eso.

A Jeon le confundía la imprevista actitud sobre protectora de su director, mas no dijo


nada. Se puso la camisa, que le quedaba amplia y alargada; combatió con el dolor
muscular y se paró de la cama.

—Iré a cepillarme los dientes. —Informó, cojeando entre una expresión de suplicio
hasta el baño.

—Tengo que secarte el cabello, no te tardes. —El mayor, entretanto, alistó una pastilla
junto con un vaso con agua. Esperó a su pequeña obsesión, quien salió del baño no
mucho después. —Toma esto, es para el dolor. —Mintió descaradamente y le tendió la
píldora al otro. Jeon la tomó en cuestión de segundos. —A la cama nuevamente, tengo
que secar tu cabello.

—¿No es patético lo que haces? —Preguntó con burla, luego de acatar a la orden.
—¿A qué te refieres? —El rubio tomó el secador con una de sus manos, mientras que
con la otra un cepillo. Empezó a secar la cabellera impropia, ocupándose de dejarle a
Kook uno de sus peinados favoritos: el de honguito. Adoraba lo dulce y apetitoso que
se veía con ese estilo.

—A que me haces mierda y luego me curas. —Resopló. —No tiene sentido. Es como
construir una torre, derrumbarla, volverla a construir y volver a derrumbarla. No es muy
inteligente de tu parte.

—Te creció el cabello. —Cambió el tema. —Me gusta.

Jungkook gruñó.

—¡Ignoras lo que digo y no quieres hablar de lo otro! ¡Estoy harto!

—Déjame terminar con tu cabello.

—Excusas. —Taehyung peinó un poco más aquellas hebras negruzcas.


Afortunadamente, no se había llevado todo el tiempo que pensó desde un principio.

—Hablaremos sobre ello si me das un beso de buenas noches.

—Nop. —El chiquillo cruzó sus brazos y desvió la mirada.

—Vamos... —Insistió, dejando de lado el secador junto con el cepillo. —Sólo uno. —
Con su diestra, apretó finamente las mejillas del menor, haciendo que sus labios se
asemejaran a los de un pescado. —¿Mh? —Kook no dijo nada y Kim tomó eso como
una señal para proseguir. En un santiamén juntó sus labios con los ajenos y comenzó un
besuqueo suave y relajado. Jungkook correspondía de la misma manera.

Recostó la delgada anatomía en la cama, y Jeon jadeó al momento en que su espalda


tocó la superficie. Su espalda no dolía tanto, pero ciertamente la desazón seguía allí.
Taehyung se dio espacio entre las piernas del adolescente y continuó con el vaivén en
sus bocas.

—T-Taehyung... —Se quejó, parpadeando repetidas veces. —Me s-siento mal... ¡La
cabeza me da vueltas y veo mal! —Era cierto. De pronto veía todo distorsionado y los
escasos sonidos lejanos. Sus párpados pesaron y él se sintió tan cansado como nunca
antes. Taehyung sabía que era el efecto de la pastilla.
—Duerme... —Susurró, quitándose de encima e incorporando de mejor manera el
cuerpo de Kook en la cama. Posterior a ello, lo abrigó con la manta.

—¿Q-Qué me p-pasa? Tae-Taehyung...

—Shh.

El director salió de la habitación por unos minutos, en espera de que el efecto obrara en
plenitud. Justo en el mismo momento su teléfono celular sonó. Sabía que era Minho, ya
que previamente había silenciado a cualquier otro número que se hubiera atrevido a
molestar. Y para que su amigo llamara a horas tan altas de la noche, debía de ser algo
urgente.

—¿Qué? —Respondió de mala gana al descolgar el aparato.

—Taehyung, no planeaba llamarte para ponerte quejas, pero se ha salido de mis


manos. —Minho se escuchaba estresado. Kim bufó.

—¿Cuál es el problema?

—Yugyeom. —Taehyung rodó los ojos, rápidamente ansioso. —¡Ha venido por cuatro
días consecutivos a preguntar por ti y el chico! ¡No se cansa! El primer día fue casual,
el segundo se tornó molesto, el tercero fue un dolor de cabeza y hoy ya no aguanté.
Insiste en quedarse hasta ver al niño o a ti. ¡No se cansa, de verdad!

—¿Qué hiciste al respecto?

—Le inventé un montón de pretextos y no parece creerme. Hoy insistió en quedarse


hasta ver a Jeon y estuvo aquí por siete horas, ¡siete! Le surgió algo y tuvo que irse,
pero dijo que mañana volvería y, francamente, estoy un poco cansado. —Minho
suspiró. —¿Puedes hacer algo?

Taehyung masajeó su sien y cerró los ojos por unos instantes.

—Haré algo, no tienes de qué preocuparte. —También suspiró. —Si eso es todo,
hablamos luego. Ten una buena no...

—¡Espera, eso no es todo!


—¿Ahora qué? —Respondió cansino. Tenía mucho con lo qué lidiar.

—Es sobre Jimin y Seokjin.

—¿Qué pasa con ellos?

—Taehyung... están muy mal, tengo miedo de que les pase algo. Están muy delgados,
han comenzado a perder cabello y lo único que hacen es llorar y suplicar. No hablan a
menos de que sea para pedir que los saquen allí.

—Debieron pensar en eso antes de intentar escapar, y si estás esperando que te dé una
orden para sacarlos, pues no. —Aseguró con total frialdad. —Un error puede costar
toda una vida. Son adolescentes, quieren las cosas fáciles y yo no soy Dios para darles
una nueva oportunidad. Mejor diles que cuando estén dispuestos a hablar conmigo sobre
lo sucedido ese día y tener un culpable asegurado, entonces saldrán. De resto no. No
hago caridad.

Minho se quedó en silencio por largos segundos. Se sintió abatido e incapaz de decir o
hacer algo que le disgustara al menor.

—Está bien. Eso haré. Buenas noches, Kim.

—Buenas noches, Choi. —Y ambos colgaron. Taehyung entró de nuevo a su habitación,


encontrándose con un hermoso ángel en su cama. El pequeño estaba profundamente
dormido, y seguiría estándolo por varias horas. Quizá un día completo.

El rubio se sentó en la orilla conjunta al pelinegro. Lo observó fijamente, estudiando


sus facciones: esos labios color cereza eran un crimen; sus mejillas pálidas y esas
pestañas tan negras como su cabello y cejas contrastaban impecablemente con lo demás.

—Eres tan hermoso, Jungkookie. —Susurró, acariciando con su pulgar aquel labio
inferior. —Y mío. Eres mío y no vas a ser de nadie más, no voy a dejar que alguien más
te toque o se atreva a separarte de mí. Incluso si tengo que matar... —Su mirada se tornó
más oscura y su tono de voz más profundo. —Nadie te va a arrancar de mi lado. Nadie.
45.
Taehyung sabía que Jungkook tramaba algo. ¿Qué cosa? El rubio no estaba muy
seguro; sólo sabía que invertiría el juego del adolescente a su favor. Kook se mostró
decepcionado por sus palabras, aunque no hubiera dicho nada, su expresión lo delataba
por completo. Probablemente el chico pensaba que cediendo conseguiría algo, sin saber
cuán equivocado estaba.

A pesar de todo, jamás lograría ser igual de astuto que el director.

Por tales motivos, Taehyung le pidió explícitamente a sus guardias que vigilaran mejor
que nunca a su nuevo sumiso, quien todavía seguía durmiendo profundamente, como si
hubiera entrado en coma. No se iba arriesgar a cometer un error que luego viniera con
fatídicas consecuencias. No confiaba en Jungkook, pese a verlo indefenso y ciertamente
manipulable. Tal vez sólo era una máscara para ocultar su verdadera personalidad, y la
cual lo había hecho parar en la correccional.

—Necesito que estés vigilando mi habitación. —Ordenó a su ama de llaves, decidiendo


no buscar ayuda en Hye, aun cuando esta era la más cercana a Jungkook. Probablemente
la joven empleada le creería las barbaridades que seguramente iba a decir e incluso lo
ayudaría a escapar, si es que el caso lo ameritaba. —Jungkook tuvo un accidente y por
eso no lo han visto.

—¿¡Qué le pasó al niño!? —La mujer se alarmó. Taehyung levantó una mano,
indicando calma. —¿Está bien?

—Sí, lo está. Se cayó sobre unos vidrios y sus rodillas y espalda se vieron afectadas,
pero ya le hice lo necesario. —Se limitó a explicar. —Aunque es bueno que sepas que
está delirando. Ve a todos como sus enemigos. Si te dice que le hice daño, no le hagas
caso. Es probable que también diga que tú le hiciste daño y los demás, por eso no quiero
que nadie más lo vea hasta que vuelva a entrar en razón. No quiero alarmar a nadie. —
Humedeció sus labios. Haneul se tapó la boca con ambas manos, evidentemente
preocupada. —Pero necesito que lo vigiles. Ahora está durmiendo, despertará en unas
horas y tendrá hambre. Aliméntalo bien y haz que se mantenga limpio. —La fémina
asintió. Taehyung se dirigió a la salida. —Y recuerda, no hagas mucho caso de lo que
diga. Se golpeó la cabeza y de por sí ya tenía algunos problemas mentales.

—Está bien, señor Taehyung. —El aludido asintió con la cabeza y salió de la casona.
Se colocó los lentes de sol oscuros y se subió a su respectiva camioneta. Le había
prometido a Minho que haría algo con respecto a Yugyeom, y ahora estaba obligado a
proceder.

Se preguntaba si el consultorio de su querido primito seguiría igual que siempre.

[. . .]

Taehyung esperó alrededor de una hora que su primo saliera de la última sesión que
había tomado. Debía admitir que la decoración del lugar había mejorado, las pocas
veces que había ido no podía soportar ver tantos colores en una sola habitación.
Yugyeom siempre fue muy opuesto a él; por tanto, sus personalidades chocaban de una
manera imperiosa.

¿Pero qué tanto hacían ahí adentro? ¿Se contaban la vida de principio a fin? Él no
tenía todo el tiempo del mundo.

Justo cuando se había levantado para ir por más café, su primo salió en compañía de
otra persona. Los vio hablar animadamente y posteriormente despedirse con un eufórico
abrazo, fue ahí cuando el director decidió acercarse.

—Yugyeom. —Llamó. El psicólogo se volteó, indiscutiblemente sorprendido. Pudo


haberse esperado cualquier cosa, pero jamás a Taehyung de nuevo en su consultorio.

—¿¡Taehyung!? ¿Qué haces aquí? —El peliamarillo sonrió y se acercó para estrechar
al mayor entre sus brazos. Taehyung correspondió, dando leves palmadas en la espalda
ajena. —¿Cuándo volviste? ¿Te sientes mejor? ¿Ya pudiste pensar las cosas? ¿Cómo
has estado? Dios... —Habló tan rápido que por poco se quedó sin aire. —¿Por qué no
entramos para que me cuentes?

—Está bien. —Se encogió de hombros y entonces siguió a su pariente al interior de un


acogedor cuarto. Habían varios muebles y la iluminación resultaba tranquilizadora. —
¿Sabes? Me han puesto quejas tuyas. —Mencionó al ponerse cómodo en uno de los
tantos sofás. Yugyeom rió, igualmente tomando asiento.

—Quiero verlo, Taehyung. —Expresó haciendo referencia a Jungkook, antes de apretar


sus labios. Su expresión denotaba preocupación, no obstante, el Kim mayor no pudo
evitar sentir arder algo en su interior. La sensación le producían ganas de encerrar a su
bello azabache en algún lugar donde solamente él tuviera acceso. —De verdad quiero
verlo para verificar que esté bien.

—Está perfectamente bien. —Aseguró, relativamente serio. —Yug, tienes que entender
que es una correccional y que no puedes interrumpir así el trabajo de Minho. Él sólo
está acatando órdenes. Bien, es cierto que lo que le hice a Jungkook no tiene nombre,
pero te estoy dando mi palabra. Él está bien, y eso no quita que sus padres lo hayan
internado por mala conducta. No es un chico como los demás.

—Tienes razón, no es un chico como los demás. —Suspiró antes de reanudar. —Es uno
que necesita atención y amor. Su manera de ver la vida me preocupa.

—¿A qué te refieres?

—No puedo decirte mucho al respecto porque es algo muy de él y yo no soy quien para
andar divulgando lo que hablo con mis pacientes en las sesiones, pero Jungkook
necesita atención. No debería estar encerrado, y mucho menos en una correccional.

—¿Entonces dónde? ¿En un manicomio? —Yugyeom negó frenéticamente con la


cabeza.

—Confórmate con saber que yo lo comprendo, y que el que me dejaras verlo haría una
mejora en él.

—¡No, Yugyeom! —Quiso no haberse alterado así, pero cómo no hacerlo cuando
alguien más aseguraba comprender a su Kookie. —Es decir... —Inhaló profundo. —No
te entiendo.

—Jungkook no tiene un motivo para vivir. —Finalmente confesó, en espera de que a su


primo se le ablandara un poco el corazón. —Él cree que es inútil hacer algo porque todo
termina en muerte, ¿y sabes cuán deprimente es ese pensamiento en un niño que tiene
toda una vida por delante? Sus padres, la correccional y hasta tú lo están rompiendo
cada vez más. Lo que le hiciste, Taehyung, pudo haberlo hundido más en ese hueco sin
que estés consciente. Apostaría cualquier cosa porque su rebeldía no es nada más que
un llamado de auxilio, y sí, te creo que es grosero, atrevido y demás cosas, pero también
apuesto a que es con justa razón.

—Pero...
—Está en plena adolescencia. —Interrumpió. —Los adolescentes siempre buscan
consuelo en vicios y actitudes erróneas. Están creciendo y están aprendiendo lo que es
la vida, la presión de un futuro los estresa y en ocasiones los deprime. Se pierden a sí
mismos en ese proceso, su cabeza se vuelve un caos por lo que creen que está mal y está
bien. Los adultos los vuelven materialistas y les enseñan de todo, menos a ser felices.
—Yugyeom se inclinó en su asiento y ladeó su cabeza. —¿No pasó lo mismo contigo?
Tu padre te dijo que estudiar lo que te gustaba no te daría la vida que buscas, por eso
terminaste haciendo algo que obligas a que te guste.

—No sé de qué...

—Muchas veces los padres se quejan de la actitud de sus hijos, pero muchas veces son
ellos los que incitan ese comportamiento. —Interrumpió nuevamente. —¿No crees que
por alguna razón Jungkook desprecia tanto a sus padres? Y sé que tiene un motivo,
porque él conoce el amor. Habló muy bien de su abuelo y, por lo que me dijo, es el
único que no acepta olvidarlo. Si fuera un rebelde sin causa odiaría a todo el mundo, y
no es el caso. —El peliamarillo suspiró abatido. —No quiero hacerte sentir mal, pero le
causaste un gran daño a quien no lo necesitaba. No te digo esto por algo malo, sino para
que reacciones y aprendas a ser más humano con esos pobres chicos. Todos hemos sido
víctimas de alguien alguna vez; todos hemos conocido a alguien que nos ha partido el
alma un poco más, y de eso se trata la vida y las experiencias, pero no debiste cruzar
ese límite, Taehyung. No debiste.

El rubio desvió la mirada y se quedó absorto en algún punto muerto. Yugyeom tenía
razón, y él lo sabía, pero... ¿Por qué no se sentía mal? ¿Por qué no se arrepentía de
nada? ¿Por qué se sentía orgulloso de ser todo un hijo de puta? ¿Por qué se alegraba
de haber marcado a Jungkook mediante inhumanos actos para toda la vida? ¿Por qué?

—Yugyeom —Sus ojos se clavaron en los de su primo, quien lo miraba interrogante.


—, ¿has dejado marca en alguien?

—¿Marca?

—Ajá... —Carraspeó su garganta. —Me refiero... ¿Crees que has marcado a alguien
con tus palabras o buenos actos?

—¡Por supuesto! —El psicólogo sonrió. —Me gusta que la gente me recuerde con
alegría.

El director formó una falaz curvilínea en sus labios.


—¿Entonces qué tan enfermo estoy si me gusta que la gente me recuerde con tristeza y
rencor? —La sonrisa en el peliamarillo se deformó, y entretanto, la de Taehyung se
ensanchó. —La gente por lo usual olvida los buenos actos. Dile a una chica millones de
veces cuán hermosa es y no te creerá, dile que es horrible y no lo olvidará. Así funciona
el mundo para mí.

—No entiendo...

—Por supuesto que no entiendes y que jamás lo harás. —El mayor se regocijó. —
Básicamente, a lo que quiero llegar, es que estoy cómodo con la clase de persona que
soy.

—¿O sea que no te arrepientes de...

—No, no, tonto. Estoy de acuerdo en que esa no fue manera, y no mentí al decir que
cuando tomé a Jungkook estaba fuera de mis cabales, pero fuera de eso, no me
arrepiento de nada.

Yugyeom se halló confundido y un tanto asustado.

—¿Por qué? —Se limitó a preguntar. En su voz era evidente la decepción.

—Por despecho e igualdad. —Respondió corto y tajante, sembrando la duda todavía


más en el menor. —Tú no conoces mi vida, Yugyeom. Para ti puede ser fácil juzgar y
pensar que estoy enfermo, y quizás lo estoy, pero mi supuesta demencia es la única que
logra llenarme y hacerme feliz. —Tronó rápidamente su cuello y relamió sus labios. —
El dolor y miedo en los ojos de los demás al verme lo es todo para mí.

Ciertamente, Taehyung había pensado en diversos modos para sacarse a Yugyeom y su


insistencia de encima, y al no encontrar uno, optó por la verdad. Esa triste y repugnante
verdad.

—¿Despecho e igualdad? —Yugyeom frunció el ceño, interesándose en las palabras de


su pariente. —¿Puedes ser más específico?

—Lo seré, pero necesito que me prometas que no harás nada al respecto. —El
peliamarillo respiró hondo en variadas ocasiones, de cierta forma "temiendo".
Conociéndose a sí mismo, sabría que querría actuar si es que de algo malo se trataba.
—Yugyeom, necesito que me lo prometas.
—Está bien, lo prometo.

Taehyung cruzó sus piernas y entrelazó sus manos, dejándolas reposar encima de sus
rodillas. Jugueteó un par de segundos con ambos dedos índices e inhaló. Inhaló y exhaló
por un determinado tiempo. Estaba a punto de abrirse como nunca antes lo había hecho,
y eso efectivamente lo ponía nervioso. Reviviría el pasado, y junto con él las cicatrices
que el tiempo dejó.

—Cuando mi madre murió, yo estaba en clases. —Partió. —Llegué a casa y mi padre


me dijo que mamá murió. Así de simple. Lo dijo sin emociones, como si estuviera
hablando de su día cotidiano. —Yugyeom prestaba suma atención. Taehyung
humedeció sus labios. —Pero yo no creo que su muerte haya sido accidental, ¿sabes?
Hay cosas que en su momento no comprendí, pero que ahora sí. La casa ese día estaba
agitada, habían muchos empleados corriendo de aquí para allá, como si estuvieran
tratando de limpiar un desastre. Mi papá estaba más preocupado que triste, lo recuerdo
perfectamente. —Tragó en seco, desviando la mirada. —Cuando llegaron a levantar el
cadáver, la policía le hizo un extenso interrogatorio a mi papá, y hubo algo que me
preguntaron a mí.

—¿Qué cosa?

—Que si él nos golpeaba. —Sonrió con ironía. Entretanto, Yugyeom agrandó los ojos.
—Él jamás me puso la mano encima mientras mi mamá tenía vida, pero ellos tenían
juegos extraños. Habían veces que ella se quedaba en cama por días y aparecía con
heridas que intentaba ocultar por todo el cuerpo. —El mayor le clavó la mirada al otro,
quien seguía escuchando con gran interés. —Al crecer comprendí que más que un
matrimonio, mantenían un vínculo sadomasoquista.

—¿Él la mató? —Se apresuró a preguntar. Taehyung se encogió de hombros.

—Creo que sí. En el velorio la abuela le reclamó a mi padre por no permitir que le
hicieran una autopsia, ¿y sabes qué es lo peor? Que lo creo capaz de haberlo hecho.
¿Puedes adivinar el porqué la casa en el campo está en un lugar tan desolado?

—¿Por qué?

—Porque mi papá quería aislar a mi mamá, cosa que logró. Nadie sabía lo que pasaba
en esa casa, sólo los que vivíamos en ella.
—¿Qué pasaba? —El director hizo un ademán con su mano, restando importancia. —
Taehyung...

—Son cosas sin importancia, Yugyeom. Cosas que ya pasaron y simples suposiciones.
Ahora... —Suspiró profundo. —Ahora te contaré lo que no son suposiciones.

—¿Hay más?

—Mucho más. —Aseguró. —Luego de que mi madre murió, mi papá no se la pasaba


en casa. Salía todos los días y llegaba a tardes horas de la noche, muchas de esas veces
borracho. Nuestra relación decayó y yo me sentía mal por ello. Es decir, mamá ya no
estaba, y estaba perdiendo a mi padre de una forma inaceptable. No podía permitir eso.
—Optó por desviar la mirada nuevamente. —Había un chico que me gustaba en el
instituto, su nombre era Sunyoul. Un chico, no una chica. —Mencionó lo último como
si fuera una especie de delito o de pecado. —Él era único. Inteligente, talentoso, amable,
considerado y su físico era precioso. Cualquiera hubiera comenzado a sentir atracción
por él, pero era yo quien le gustaba, porque sí, mis sentimientos fueron correspondidos.
Sin embargo, fui realmente tonto al contarle eso a mi papá con la esperanza de hablar
un poco más con él.

—¿A qué te refieres?

—Él fingió alegrarse por mí, y... y... —Empuñó sus ojos, echó la cabeza hacia atrás y
se recordó que llorar era para gente débil. —Y...

—¿Y qué? —Yugyeom tenía el corazón a mil. Claramente, aquella conversación le


daba un terrible presentimiento. —Taehyung...

—Él investigó a Sunyoul. Sunyoul desapareció días después y yo estaba confundido


porque no entendía n-nada. —El director odió el momento en el que su voz se quebró.
Se suponía que ya no debía doler. —Apareció muerto.

—¿¡Qué!?

—Yo estaba consternado y devastado. Él fue mi primer amor y tenía toda una vida por
delante, era todavía muy pequeño. —Exhaló pesadamente. —Nadie supo quién lo mató,
pero yo sí.

—¿Tu padre? —Taehyung asintió con la cabeza.


—Ese mismo día llegué a casa llorando. Mi papá se rió al verme así y me dijo que me
iba a enseñar a comportarme como un hombre de verdad. Me llevó hasta uno de los
cuartos de abajo; estaba vacío, no había nada aparte de un computador e instrumentos
de tortura. —Pese a que Yugyeom deseó no escuchar más, ni una palabra salió de su
boca. La voz de Taehyung era neutral, al igual que su expresión. —Prendió el
computador y me enseñó fotografías de Sunyoul. —Parpadeó repetidas veces,
suspirante. —Sunyoul estaba desnudo y con sangre por todos lados. Lloré incluso más
y le pedí a mi padre que parara y entonces me mostró un vídeo en donde le sacaba los
órganos a...

—P-para... —Haciendo caso omiso, Taehyung continuó.

—Le sacó los órganos y abusó sexualmente de él. —Por increíble que pareciera, el rubio
permanecía ecuánime. —Y me lo mostró en vídeo. Luego vino lo peor para mí. —Rió
entre nervios. A Yugyeom se le aguaron los ojos. —Me dijo que no iba a permitir que
su único hijo varón fuera un maricón, y que me demostraría que no me iba a traer nada
bueno serlo. Me obligó a que me quitara la ropa y me azotó cientos de veces, hasta que
se cansó. Yo estaba llorando y temblando, suplicándole que se detuviera. Ahora que lo
recuerdo, es patético. —Considerando las veces que él azotó a Jungkook y este le pedía
que parara, sí que era patético. —Luego tomó un palo que tenía varios clavos
incrustados y adivina qué hizo con él.

—No q-quiero saber... —Fue el turno del peliamarillo de desviar la mirada, la cual
estaba repleta de lágrimas que no tardaron en rodar por sus mejillas.

—Eres psicólogo y tu deber es escucharme, además de que esto era lo que querías, ¿no
es así? —Yugyeom calló. —Primero me golpeó con él. Me dijo que mientras más
llorara, más me golpearía, pero el dolor de los golpes en ese momento era horrible y yo
no podía dejar de hacerlo. Me destrozó la espalda. —Resopló. El menor empuñó los
ojos, deseando no haberse imaginado todo aquello. —Y después me violó con él.

—¿¡Con el palo!? —Taehyung asintió como si nada. Yugyeom sollozó, sintiendo su


rostro hervir en ira.

—Las cicatrices en mi espalda ya no están, tendrías que mirar muy de cerca para
notarlas, y la sangre quedó en la pared de ese cuarto. —Aquella que Jungkook había
visto. —Mi padre me dijo que ya que mi madre había muerto yo sería su nuevo juguete,
y lo fui por dos años consecutivos. Terminé el instituto de manera privada y ya lo demás
fue historia. —Se inclinó en su asiento, intercambiando la posición de sus piernas. —
Él me dijo que quería que fuera como él, y yo me negué por años. Me dije a mí mismo
que mantendría la cordura, hasta que un día me llevó de "paseo" a la correccional.

El psicólogo sólo se limitaba a escuchar. Estaba tan indignado y repentinamente tan


lleno de rabia. Ciertamente, estaba haciendo un enorme esfuerzo por no explotar.

—Un chico estaba castigado por faltar a las reglas, y mi papá me dijo que me divirtiera
con él o que me iría peor a mí. —Suspiró nuevamente. —Tuve que azotarlo, y me gustó,
Yugyeom. Me gustó descargar mi frustración en él, me gustó escuchar sus súplicas para
que yo parara, me gustó ver sus lágrimas; me gustó verlo sufrir. Me olvidé por un
momento de que era yo el que estaba constantemente en esa situación, y me gustó sentir
que, al igual que mi padre conmigo, yo le estaba arruinando la vida a alguien más. Ese
fue el comienzo de lo que ahora soy.

—¿Sádico? —Quiso confirmar. Taehyung afirmó.

—Maduré, me independicé, conseguí un par de sumisos y me volví adicto al orden,


amante de la buena educación y un perfeccionista de mierda. Le pedí a mi padre que
dejara la correccional a mi cargo y él accedió, diciéndome que estaba orgulloso de mí
al por fin adoptar una actitud de macho. —El Kim mayor sonrió enormemente. —Hace
tiempo no siento nada, Yugyeom. Lo único que logra hacer efecto en mí es el
sufrimiento de los demás, nada más. Estoy jodidamente enfermo, ¿pero qué puedo hacer
si estoy vacío? He tratado tantas veces de hacer otras cosas, de distraerme en otras cosas,
¡pero no puedo! ¡Lo único que logra divertirme, emocionarme y hacerme sentir vivo es
maltratar!

—Necesitas terapia... por favor... —Pidió entre lágrimas. El rubio rió amargamente. —
Taehyung, déjame ayudarte... Sé que lo que viviste no es fácil de superar, pero puedes
mejorar. Te entiendo, ahora lo hago, pero lo que pasaste no es justificación para que
quieras arruinarle la vida a los demás.

—¿Sabes? Últimamente estoy muy feliz... —Comentó, ignorando la desesperada


petición de su primo. —Lo que siento no es amor, pero es muy parecido. Estoy
obsesionado, Yugyeom...

—¿Obsesionado? —El director asintió frenéticamente con la cabeza cual demente.

—He conocido a alguien en mi pequeño viaje. —Mintió, puesto que el peliamarillo no


podía enterarse de que se trataba de Jungkook. —Él no sólo me produce ganas de
maltratarlo y follarlo hasta que caiga inconsciente, sino que también me produce deseos
de mantenerlo a mi lado y cuidarlo. Quisiera que nadie más lo toque ni lo vea. Lo quiero
sólo para mí. Es mío.

—No es tuyo. —Taehyung frunció el ceño, evidentemente molesto. —No puedes tratar
a las personas como si fueran un objeto, Tae. Debes amar desinteresadamente y
sanamente, dándole libertad y paz a la otra persona, manteniendo un vínculo estable
para ambos. Por favor, déjame ayudarte a retomar otra vida, yo puedo hacer alg...

—No, Yugyeom. —Interrumpió. —No quiero ayuda. Yo ya superé mis traumas, que
me haya quedado con los de mi padre no viene al caso.

—¡Por supuesto que viene al caso!

—Que no. —Insistió, apretando su mandíbula. —Ahora te conté todo y tú prometiste


no hacer nada. —Se levantó de su respectivo asiento. Yugyeom se sintió desesperado,
las cosas no podían acabar ahí. —Por favor ya no molestes más a Minho y deja en paz
a Jungkook y a mí.

—¿Por qué a Jungkook?

—Porque si eres inteligente, lo harás. —Acercándose, el rubio le regaló una estridente


mirada a su pariente. —No me obligues a lastimarte, Yug.

—¿L-lastimarme?

«No vas a arruinar lo único bueno que me queda. En pocas palabras, estoy dispuesto
a hacer lo que sea por mantener a Jungkook a mi lado.», pensó el director; no obstante,
en cambio, sonrió.

—Sólo bromeo. —Rió bajo, palmeando suavemente las mejillas de su primito. —Por
favor, deja de pedir ver a Jungkook, ¿sí? Creo que Minho merece un espacio tranquilo.

—Por el momento. —Con eso Kim se daba por servido. —Taehyung, ¿me harás caso?
¿Estarías dispuesto a tomar terapia?

—Estoy perfectamente bien, Yugyeom. Soy un hombre fuerte.

—Pero...
—¿Pero que estoy enfermo? Probablemente. Mi demencia no es peligrosa, no te
preocupes, nadie está en apuros.

—Taehyung, por favor...

—Veremos. —Musitó, incómodo. Aquella era la única manera de calmar a Yugyeom.


—Si llego a necesitarte, no dudes que te buscaré. —El menor asintió. Sintiéndose
aliviado, Taehyung se dirigió a la salida. —Hasta pronto, Yug, y recuerda: deja de
molestar a Minho.

—Está bien, Tae.

El director hizo un gesto con su cabeza antes de sonreír, y entonces se dispuso a salir.
Tenía una opresión en el pecho que no lo dejaba respirar bien, como también una
insospechada ira.

Quería desquitarse con algo, y afortunadamente tenía a un lindo pelinegro esperándolo


en casa.
46.
Taehyung regresó a casa después de seis horas, y luego de haberse dado el lujo de "ir
de compras". Tuvo que evitar por medio de excusas la constante insistencia de Hye,
quien estaba preocupada por Jungkook.

Bajando pobremente el cierre de su chaqueta, el director sacó la respectiva llave de su


habitación y abrió la puerta. Pensó que Kook estaría todavía bastante atontado debido
al efecto de la pastilla, mas no podía estar más equivocado. Sus ojos recorrieron el
cuarto con rapidez; habían bolas de papel tiradas por doquier, los muebles estaban fuera
de lugar y la cama más que destendida, como si un rebaño hubiese pasado por ahí.

Jungkook se hallaba muy campante apretando los botones del control de videojuegos,
frente a la televisión y con un sofá que claramente no pertenecía ahí. La mente de
Taehyung explotó: ¿quién le había llevado la consola? ¿A qué se debían tantos
papeles? ¿¡Por qué la habitación estaba tan jodidamente desorganizada!?

Ese niño iba a enloquecerlo.

—¡Jungkook! —Bramó, pero el niñito ni siquiera se inmutó. Estaba completamente


absorto en el videojuego. —Joder, te estoy hablando. —Caminó hasta el centro del
televisor, obstaculizándole la vista al pelinegro, quien trató de buscar un mejor
panorama por izquierda y derecha.

—¡Ya te vi! ¡Quítate, me vas a hacer perder!

—Pero por supuesto que vas a perder. —Plenamente molesto, desconectó ambos
aparatos. Jungkook resopló, se recostó bruscamente en el respaldo del sillón, cruzó sus
brazos y frunció el ceño. —¿¡Me quieres explicar qué son todos esos papeles!? —Pero
Kook tampoco respondió. —Habla o te irá peor.

—¡No me puede ir peor! No puedo salir, me diste una pastilla que por poco me hace
morir, no puedo moverme, no puedo hablar con Hye o jugar con Soonshim, ¡te dije que
me aburro fácilmente! —Dio breves puñetazos a la superficie del sofá. —Y ahora
resulta que no puedo jugar o hacer avioncitos de papel porque también está mal. ¡No
quiero jugar a la bella y la bestia, Taehyung!

—¡Todavía estás bajo el régimen de la correccional! —El azabache tomó el avión de


papel que le había costado tanto trabajo hacer y comenzó a observarlo. —No te atrevas
a ignorarme porque no estoy de humor, Jungkook. —El chiquillo sonrió, aún
contemplando su "obra maestra". Taehyung sentía que la poca paciencia que tenía se
le estaba yendo a la mierda.

—Emergencia, emergencia. ¡El avión se va a estrellar en zona peligrosa! —Imitando


una considerable voz formal, Jungkook empezó a mover el pequeño avioncito de papel.
El rubio frunció el ceño, apretando los puños. —¡Ui, ui, ui! —Asimismo, hizo efectos
de sonidos y entonces lanzó el avión directo a la cara de Taehyung, el cual recibió el
impacto justo en el ojo derecho. —Soldado caído... —Musitó inocentemente, antes de
estallar en risas. Kim sobó por cortos segundos la vista afectada, pensando en los miles
de castigos que podría darle a ese "insolente" por esa simple e inocua acción.
Afortunadamente, ya tenía algo en mente.

—Tú te lo buscaste. —Informó con voz áspera, acercándose al sofá, tomando asiento
en el mismo y jalando a Jungkook del brazo que se hallaba en buen estado hasta su
regazo. El adolescente trató de escapar, pero debido a que el dolor muscular apenas y
le permitía moverse, terminó más temprano que tarde recostado en las piernas de
Taehyung, boca abajo e inmovilizado por aquellas grandes manos. —Será mejor que te
busquemos una palabra de seguridad rápido. —Su diestra subió la camiseta que portaba
Kook hasta más arriba de la cadera, dejando en exposición su trasero desnudo, puesto
que la noche anterior no le había dado ropa interior. —Rápido. —Repitió, ahora
apretando y masajeando el glúteo derecho, "preparándolo". Kook resopló. —¿No se te
ocurre nada?

—Tú dijiste que teníamos que esperar a que las heridas sanaran.

—Yo no recuerdo haber dicho eso. —Se burló. —Además no te voy a hacer nada de lo
que estás pensando, sólo te voy a dar un par de nalgadas porque te has portado mal. Es
preferible a que te ordene que te desnudes, te arrodilles y que recojas papel por papel
con la boca, ¿no? Sin mencionar que no estás en condiciones de hacerlo. —Pasó a
apretujar el otro glúteo. Jungkook jadeó, incapaz de hacer un esfuerzo por alejarse. —
Así que... palabra de seguridad. Rápido.

—Puto.

—¿Qué?

—Quiero que esa sea la dichosa palabra de seguridad. —Taehyung rió con ironía,
apretando otro tanto más la misma nalga.
—Sigue soñando. —Dio una muy leve palmada, casi indolora. —Será gris si quieres
que sea más suave, y negro si quieres que me detenga. Es importante que las recuerdes
porque de eso dependerá todo.

—¿De v-verdad vas a parar si digo negro? —Cuestionó temeroso, ocultando su cabeza
en la pequeña guarida que formó con sus brazos.

—Por supuesto. Soy un hombre de palabra. —Aseguró, posteriormente humedeciendo


sus labios. —Ayer te dije que no volvería a hacer algo que no quisieras o que no te
guste. Lo que pasó fue sólo una prueba, pero podemos intentar otras cosas.

Jungkook sintió un alivio indescriptible envolverlo. Lo cierto era que todo lo que le
había hecho Taehyung no le había gustado para nada. Tal vez se estaba volviendo
demente, pero de tener que elegir entre los tratos que recibía en la correccional, o los
que recibió hace tan sólo días, se quedaba con la primera opción; aquella que lo hacía
sentir humillado y que lo orillaba a perder la poca dignidad que, Kook pensaba, le
quedaba. Al menos esa alternativa no era tan inusual y jodidamente enferma.

—¿Listo? —La grave voz del rubio sacó al chico de sus pensamientos, quien se
sorprendió a sí mismo al asentir. ¿Qué se suponía que estaba haciendo? Ni él mismo
lo sabía, pero como decía en uno de los tantos libros que leyó cuando era pequeño:
«Hundirse en la locura no es una fatalidad, quizás es, también, una elección.», no tenía
otra elección. Si quería escapar y salir ileso de aquella situación en la que, claramente,
él mismo se había metido al aceptar dejar la correccional por "la libertad" junto a Kim,
debía comenzar por ganarse la confianza de su director y fingir que estaba interesado
en sus infrecuentes gustos.

No podía ser tan malo, ¿verdad? Sólo debía dejarse hacer y darle al hombre lo que
quería. Si bien Jungkook aún se sentía extraño cuando estaba junto a Taehyung, la
decepción del día anterior lo había sacado un poco de su confusión. Lo suficiente como
para poder hacer algo por sí mismo.

Taehyung mordisqueó sus labios, antes de alzar su mano y dejarla caer con total fuerza
sobre la nalga izquierda. La piel de la zona rebotó en su palma y Jungkook brincó
ligeramente ante el impacto. Volvió a repetir la misma acción, deleitándose con aquel
color rojizo que el área iba adoptando. Apretujó, dejando la marca de sus dedos. Kook
presionó su boca y exhaló profundo por la nariz, combatiendo con el ardor que se hizo
presente. Taehyung palmeó con mucho más vigor, y seguido a ello reiteró el mismo
proceder, sólo que en la nalga derecha.
—¿Todo bien? —Cuestionó, obteniendo como respuesta otro asentimiento de cabeza.
Volvió a nalguear con brevedad, para finalmente sobar. —¿Sabes? Te compré algo que
quizás te agrade. —Kook gateó hasta el otro extremo del sillón con ayuda de Taehyung,
quien volteó la anatomía del más pequeño, teniendo cuidado de no lastimar las heridas
en su espalda. Jungkook jadeó dolorido, tomando el borde de su camisa y tratando de
bajarla para ocultar sus partes íntimas, mas Kim se lo impidió. —¿Por qué tan tímido?
Puedo asegurar que conozco tu cuerpo al derecho y al revés.

Inflando sus mejillas, Kook bufó. Intentó nuevamente bajarse el camisón, pero la mano
de Taehyung en su vientre lo evitaba. No sabía qué hacer o qué decir, o al menos algo
que no tuviera que ver con insistirle a Taehyung hablar con la verdad. De alguna u otra
forma, ya había asimilado el hecho de que, en respuesta, siempre obtendría una excusa
o terminaría durmiendo por horas, tal y como pasó la noche anterior. No obstante, la
curiosidad que sentía era colosal. Anhelaba saber un poco más del pasado de su
"queridísimo" director.

Kim se quitó la chaqueta y sacó de uno de los bolsillos una bolsa de plástico
notablemente grande como para caber en un espacio tan reducido. Extrajo el contenido,
el cual también estaba en una bolsa de plástico, sólo que transparente, a diferencia de la
primera que era negra. Jungkook vislumbró una especie de objeto parecido a un
boomerang, de color azul rey y con un aparato extraño en la parte inferior. Kook no era
tan inocente; su mente rápidamente vinculó aquella cosa con un juguete sexual, mas él
decidió pensar en que se trataba de un nuevo regalo para Soonshim.

—¿Sabes qué es esto? —Interrogó el rubio, posteriormente de haber sacado el elemento


de la última bolsa de seguridad. Jungkook tragó en seco, encogiéndose brevemente de
hombros. —Es un vibrador, y te va a encantar. —Sin previo aviso, encendió el aparato
y lo llevó hasta uno de los muslos del pelinegro, quien gimió desconcertado. Ni siquiera
le habían dado tiempo para procesar la repentina información.

—E-espera... —El mayor relamió sus labios, formando una diminuta sonrisa poco
después y subió el objeto con parsimonia. Kook se retorció concisamente, hasta que el
vibrador se posó justo en su entrepierna. —¡Aahh! —Se sacudió, haciéndole caso omiso
al dolor en su espalda y piernas. La sensación era tan estimulante que con prontitud
sintió su pene despertar. Estaba excitado. —Tae-Taehyung, espera...

—Ni tú ni yo queremos esperar, cachorro. —«Cachorro», Kook estaba comenzando a


odiar esa palabra. Él apenas se estaba recuperando, pero aparentemente Taehyung
quería "jugar".
—Mhg... —El vibrador seguía vivificando su miembro, hasta que en pocos segundos lo
dejó íntegramente erecto. Jeon sintió sus mejillas arder en vergüenza. Ciertamente, estar
en esa situación lo hacía sentirse desprotegido; tener una erección era sinónimo de
querer que lo siguieran tocando, por eso agradecía que noches atrás Kim fuese tan
jodidamente tosco y animal. Al menos aquello no le producía excitación. —Más...
más...

Entre risas, Taehyung le dio el gusto a su sumiso. Hundió en la sensible piel el objeto
vibrante, descendiendo hasta los testículos, en donde aumentó la fuerza de vibración.
Jungkook continuó retorciéndose: su espalda se encorvó, ocasionándole un dolor
"agradable", sus ojos se empuñaron y él soltó enérgicos gemidos.

Anhelando más, las caderas del más pequeño comenzaron a moverse contra el vibrador,
rozándose de una manera exquisita y delirante. Bendita sensación más buena.

La diestra de Taehyung tomó una de las piernas ajenas, la cual levantó y echó hacia
atrás con el propósito de dejar a la vista esa rosada entrada.

—¡¡Mh!! —Kook comprendió, y por ende abrió un poco más sus muslos. El vibrador
siguió descendiendo, posándose completamente en su agujero, que se apretó con
prontitud. —N-No... Ah...

—¿Lo quieres dentro de ti? —Jeon negó con la cabeza y, contradiciéndose, acercó su
trasero cada vez más al objeto. Sus gemidos dejaban en evidencia cuánto lo estaba
disfrutando, su miembro se hallaba plenamente despierto, al igual que la sensación que
le ponía los pelos de punta. Kim soltó la pierna de Jungkook y en su lugar tomó un
pequeño bote de lubricante que venía incluido con el vibrador. Lo abrió con su boca y
derramó una exigua cantidad en el elemento que seguía estimulando al adolescente.
Esparció el líquido con sus dedos y entonces colocó la punta en la palpitante entrada.

—No... —Musitó casi lloriqueando. —Ah... ¡Ah! —Sus manos empuñaron uno de los
cojines que se encontraban en el sofá. El vibrador lo penetró lenta y tortuosamente, con
Taehyung deleitándose ante cada movimiento. Lo introdujo hasta la mitad y fue
suficiente para escuchar los constantes gemidos de Jungkook. El chico se estaba
doblando, y curiosamente no estaba haciendo el mínimo esfuerzo por alejarse aun
cuando se negó en un principio. —A-Ah... —Jadeó, exquisitamente a oídos del mayor,
quien subió la vibración y posteriormente emprendió embestidas ligeras.
El azabache se mantuvo con los ojos cerrados y la afectada espalda encorvada. Incluso
en esa situación el dolor podría tener otra descripción. Entretanto, Taehyung sintió su
miembro lo suficientemente erecto como para querer follarse al chiquillo.

—¿No quieres algo más grande y grueso? —Cuestionó con voz ronca, animándose a
introducir el vibrador más a fondo. Jungkook gimió agudo en respuesta. —Mira cuán
excitado estás, cachorro. —Su mano libre fue a parar a la extensión del menor, a la cual
capturó entre su puño.

—Tócame... p-por favor tócame. —Suplicó, retomando aquello de menear sus caderas.
La mano de Taehyung tomando su pene y su entrada siendo atendida por ese majestuoso
objeto lo tenían al borde. Sin embargo, el vibrador salió de su cavidad y la diestra del
otro fue retirada. —Tócame... lo necesito...

—¿Quieres que te folle? —Se dio el lujo de preguntar, mientras desabrochaba sus
pantalones. Kook se lo pensó, y no sólo por mantener a salvo su "dignidad", sino
también por eso de: «no puedo llegar a un orgasmo si no veo dolor de por medio», muy
probablemente terminaría golpeado o con una lesión más grave y él no estaba en
condiciones. Aparte, el trasero seguía doliéndole; no obstante, la oferta era tentadora.
—No tengo todo el día, cachorro. —Informó, al momento en que bajó su bóxer y dejó
a la vista la prolongada erección de la que era víctima.

—Vas a lastimarme y no quiero. Me duele todo... —Intentó darle atención a su propio


miembro, mas Kim lo evitó en seguida.

El rubio se pasó la lengua por los labios, con una paciencia increíble. Tal vez era cierto,
pero él podía hacer excepciones de vez en cuando.

—Juro que no voy a lastimarte. —Dijo con tanta seguridad que a Kook se le hizo
inevitable no mostrarse sorprendido. —Te lo estoy jurando... —Aclaró, acomodándose
de mejor forma en el sillón y entre las piernas del pelinegro. Tomó su glande y lo
restregó contra el ano del niñito, quien sintió una corriente eléctrica pasarle por la
columna vertebral y a través de su longitud.

—T-ten cuidado... aún duele. —Finalmente cedió. Taehyung acomodó la punta en la


dilatada y necesitada entrada, y entonces se fue hundiendo de poco en poco. Jungkook
soltó varios quejidos, empuñando con más vigor el cojín que aún mantenía entre sus
manos. Le dolía, por supuesto que sí, pero también lo estaba disfrutando. —Ah... —
Gimió, antes de capturar entre su dentadura el labio inferior. Ladeó su cabeza y tomó
hondas respiraciones. Kim se adentró un poco más, hasta que sus testículos hicieron
contacto con las nalgas del adolescente. Este último suspiró.

Poniendo ambos brazos a los costados de la anatomía que tenía debajo e inclinándose,
el director empezó a lamer y besar el cuello del azabache, que echó la cabeza hacia atrás
en busca de más. Pasó la lengua desde las clavículas hasta la mandíbula, en donde
succionó la delgada línea. Posteriormente, ascendió hasta el lóbulo, al cual mordisqueó
con ligereza.

—Jungkook... —Gruñó justo en el oído adverso, al tiempo que comenzó con estocadas
lentas. El mencionado sintió escalofríos y una punzada en su erección que le sacó un
pequeño gritito. Afortunadamente, Taehyung condujo una de sus mano a apretar el pene
del otro, comenzando a masturbarlo y jalarlo a su vez.

—Sí... ah... —El pelinegro simplemente se dejó hacer. La mano que acariciaba su
miembro subía y bajaba con tal rapidez que más temprano que tarde sintió aquel
particular cosquilleo en la zona baja de su vientre. —Ah... ah...

Tenía miedo de decir que estaba próximo a un orgasmo. Considerando el aguante que
tenía Taehyung, tal vez no le gustaría; por tal motivo, contrajo su entrada e hizo un
esfuerzo sobrehumano por aguantar. Las embestidas con el pasar de los minutos
aumentaron la velocidad y la fuerza. Kim mordió con firmeza el cuello del chico,
marcándolo. Quiso hacer lo mismo con su pecho y hombros, mas la camisa que aún
portaba el menor le dificultaba la tarea.

Salió y entró constantemente de ese cálido y estrecho interior. Al llegar hasta el fondo,
en donde Kook gemía entre lloriqueos, movió su pelvis en círculos, encargándose de
darle placer del "bueno" a su sumiso.

—S-sigue así... Tae...

—Bésame. —Ordenó en cuanto terminó de marcar la poca piel expuesta. Jungkook


obedeció, soltando el cojín y acunando el rostro de su director en cambio. Sus labios se
juntaron, y con la misma inmediatez emprendieron un besuqueo al ritmo de las
penetraciones que Jeon recibía: rápido y fuerte. Sus lenguas se encontraron y sus bocas
fueron mordidas con ímpetu, como si quisieran lastimarse mutuamente.

Kim gruñó, bajando la velocidad en la que sus caderas se movían; sin embargo, seguía
clavando a fondo. Kook llevó sus manos a esas hebras rubias y presionó la cabeza del
mayor por la parte de atrás, obligándolo a continuar con el bestial beso, que era una
especie de: "el que se reviente la boca primero, gana", que, por supuesto, Jungkook
tenía que ganar.

Mordiendo con la energía que su dentadura le permitía, Kook prácticamente masticó


aquella piel del labio inferior de Taehyung, quien por fin jadeó dolorido. El
característico sabor a hierro que poseía la sangre tocó las papilas gustativas del niñito.
Jeon sonrió y saboreó un poco, dignándose a soltar al contrario.

—Así que quieres jugar... —La mirada del director se intensificó y, entretanto, retomó
las embestidas poco amables. —Voy a enseñarte a no jugar con fuego, cachorro...

—E-espera... ah... ah... —Apretó los antebrazos impropios, sintiendo cómo cada
penetración sacudía su anatomía. En ese mismo momento, llegó a su tan esperado
orgasmo, manchando su abdomen y parte de la camiseta. Se animó a alzar la mirada,
sólo para conectarla con la de Taehyung. —Tú... ah... Tú me juraste q-que no me ibas a
lastimar...

Y eso fue suficiente para que Kim parara. Bien, Jungkook se había corrido y había
"disfrutado" un poco, ahora era su turno. Tal vez Taehyung era un mentiroso, pero
cuando juraba algo, lo cumplía.

Salió abruptamente del interior del adolescente y tomó asiento en el otro extremo del
sofá. No obstante, dejó su miembro al aire libre y agarró uno de los tantos cojines que
habían por ahí, poniéndolo en el piso, justo entre sus piernas. Tocó su labio inferior con
su índice, sólo para verificar que en efecto estaba sangrando. Observó de nueva cuenta
a Jungkook, quien se hallaba tratando de reincorporarse con una mueca de dolor
bastante evidente.

—Jungkook —El aludido volteó. —, la fuerza de esos dientecitos te va a salir cara.

—¿A qué te re... —Siquiera le dio tiempo de terminar de hablar. Su brazo fue tomado
bruscamente y él fue lanzado al suelo en un santiamén. Se habría quejado del dolor en
sus rodillas, de no ser porque fue depositado en el mismo cojín que Taehyung había
puesto con anterioridad ahí. —No lo haré. —Afirmó, percatándose de la situación.
Tenía el jodido pene de Taehyung al frente, mientras él yacía de rodillas entre las piernas
de este.

—Lo harás. —Amenazó. —Y lo harás por tu propia voluntad.


47.
—Chupa.

Jungkook negó por quinta vez, pese a que su cabello estaba siendo fuertemente sujetado
por el mayor. Él podía ceder en otras cosas, pero en aquello simplemente no. Rehuía
completamente. De tan sólo visualizarse en esa situación sentía su estómago revolverse.

—No te quieras pasar de listo conmigo, Jungkook. Sólo es una mamada. —Para
Taehyung seguramente era muy sencillo, para Kook, en cambio, era una de las peores
cosas. El azabache observó de arriba a abajo la gruesa y larga longitud que tenía al
frente, sin siquiera considerarlo. —Estoy perdiendo la paciencia. —No obstante, eso
únicamente le servía para excitarse aún más. Usualmente, cuando no obtenía las cosas
por medios fáciles, tendía a obsesionarse con ello, y justamente eso estaba pasando:
quería una mamada de esa boca que no se la estaba dejando factible.

—Jamás he hecho esto. No sé cómo hacerlo. —Se excusó, creyendo que eso lo salvaría.
Kim soltó una risa amarga.

—Para algo estoy aquí. —Obvió, tironeando de la cabeza de Jungkook, acercándolo


más a su erección. —Yo te voy a guiar.

El pelinegro pasaba la mirada del pene a los ojos de su director. Si es que decidía
hacerlo, lo tomaría como perder la poca dignidad que le quedaba.

—¿Y si no quiero qué? —Taehyung no se mostró sorprendido. Una curvilínea maligna


se dibujó en sus labios, y sin siquiera decir palabra alguna Kook comprendió las
advertencias en esa maldita sonrisa. —Si lo hago... ¿Me dejarás salir?

—Acabas de romperme el labio, cachorro. Es una penitencia, no una opción para


premiarte luego. —Jungkook se animó a sonreír y llevó sus manos a los muslos de
Taehyung, frotándolos de arriba a abajo. El rubio frunció el ceño, confundido. —¿Qué
crees que estás haciendo?

—Por favor... amo. —Su tono de voz fue suave y hasta cierto punto inocente. Kim sintió
algo despertar en él; sin embargo, aparte de eso, sus alertas también explotaron. Era
evidente que Jungkook tramaba algo. —Y haré lo que me pidas. Tú me das libertad, y
yo te doy lo que quieras.
Taehyung no podía confiar en él, su paranoia estaba a flor de piel. En su mente sólo
rondaba la idea de que Kook tenía algo planeado y que tarde o temprano terminaría por
escapar y abandonarlo. Eso no iba a pasar. Tenía que ser más inteligente y astuto que
ese chiquillo torpe e insolente. Después de todo, era él quien tenía todas las de ganar,
¿no?

Jungkook, entretanto, permaneció sonriente y brindándole suaves caricias a las piernas


de su director, el cual lo tomó por las muñecas con la intención de que se detuviera. El
niñito no hizo comentarios al respecto y se negó las ganas de jadear debido al dolor. Ni
él sabía qué estaba haciendo, simplemente estaba acatando las órdenes que su instinto
de supervivencia le estaba dando, porque él se sentía en peligro. Es decir, era Taehyung
el dueño de la casa, era Taehyung el que tenía seguridad por doquier, era Taehyung el
hombre "recto y centrado", era Taehyung el director de la correccional a la que fue
ingresado, era Taehyung el que tenía ventaja en todo. Le gustara o no le gustara,
Jungkook estaba a merced de él. Taehyung podía incluso matarlo si así lo quería.

Todos esos hechos hicieron que el azabache tomara consciencia. No dejaría de ser ese
niño grosero, pero sí haría cualquier cosa por mantenerse a salvo y escapar. Taehyung
lo había lastimado, y realmente las heridas físicas no eran lo que importaban, sino las
heridas del alma. Tal vez se estaba "enamorando" de la persona incorrecta y por eso se
hallaba tan desilusionado. Kim Taehyung era encantador y eso nadie podía negarlo,
pero ese encanto venía incluido con dosis letales de decepción.

—¿Lo que yo quiera? —Quiso asegurarse, soltando las muñecas ajenas y apretando
entre sus dedos aquella cabellera negruzca. —Piensa bien tu respuesta, cachorro.

—Lo que tú quieras. —Confirmó al instante.

Para Jungkook era una salida, para Taehyung un tributo.

—Muy bien. Quiero que me la chupes.

Inflando sus mejillas, Jungkook suspiró. Escaneó rápidamente el miembro de su


director, quien lo miraba expectante y, maldiciendo por dentro, acercó su rostro a esa
alargada extensión, sacando su lengua con notable timidez y pasando la punta
velozmente por el glande. Taehyung sintió una pequeña corriente. Kook repitió su
acción, siendo en todo momento precavido y aguantándose las náuseas que le provocaba
la situación.
—Abre la boca. Estás haciendo todo jodidamente mal. —Ordenó el mayor,
intensificando su agarre en las hebras del menor, que luego de varios segundos
obedeció. El rubio no esperó demasiado para atragantar al chiquillo con su pene,
embutiéndole casi medio falo hasta la garganta. A Jungkook se le aguaron los ojos
debido a la inesperada intromisión; clavó sus uñas en las piernas de Taehyung y luchó
contra las arcadas. —De arriba a abajo. —Murmuró antes de jalar bruscamente del
cabello entre su mano, para después presionarlo, subiendo y bajando la cabeza impropia
con energía. —Justo así. —Jadeó. Kook sintió ahogarse, y aún con la extensión en su
boca comenzó a toser.

Kim lo soltó, y el chico se retiró inmediatamente, tosiendo con constancia y un profundo


asco. Hizo un enorme esfuerzo por tragar luego de eso. Su boca empezó a producir más
saliva de la usual y su estómago se revolvió, como si en cualquier momento fuese a
vomitar. No obstante, pudo controlarse.

Taehyung rió fuerte y con ganas. Posterior a ello, acomodó su miembro -aún erecto-
entre su bóxer y pantalones, abrochándolos.

—Te voy a enseñar a hacer una buena mamada. No te muevas.

Jungkook no entendía nada y estaba luchando por reponerse. Lo último que vio fue a su
director salir de la habitación, cerrando la puerta con llave detrás de sí. Kook hizo una
mueca de asco y quiso correr al baño finalmente a vomitar, mas grande fue su alivio
cuando la sensación ya no lo molestó más.

Pero no estaba a salvo, pues minutos más tarde Taehyung regresó con un frasco de
crema batida, un plato en donde habían varias rodajas de limón y... una cuchilla. Jeon
supo que estaba jodido.

Retomando el lugar anterior, Kim se puso cómodo y volvió a dejar en libertad su


erección. Relamió sus labios y sonrió con indudable calma. Jungkook se hallaba
temblando sin motivo alguno, quería que todo objeto filoso se mantuviese lejos de su
presencia. El rubio tomó la crema batida y sin vergüenza alguna vertió el contenido
sobre todo su pene, dejándolo completamente cubierto por la sustancia blanca.

—Ya no tienes excusas. —Mencionó, conservando el frasco en sus manos. —Lame,


cachorro.

Esa no parecía ser una mejor opción, pero era menos desagradable. Kook se animó a
lamer la crema a la redonda, hasta que las venas de esa gran porción de carne se hacían
visibles. Cabe destacar que en ningún momento se atrevió a subir la mirada. Sentía que
se veía ridículo. Si hace un par de años le hubieran dicho que se la chuparía a alguien
en un futuro, se habría reído y golpeado a quien se atreviera a decir semejante
barbaridad.

Pero ahí estaba.

Queriendo acabar con todo rápido, metió parte de la longitud a su boca y emprendió a
subir y bajar, tal y como le había dicho Taehyung, el cual estaba gimiendo bajo. A Kook
todo seguía pareciéndole asqueroso, pero, afortunadamente, la crema ayudaba a que no
quisiera vomitar.

Sacó el miembro de su boca, creando un "pop" al momento en que lo hizo. Seguido a


ello, siguió lamiendo y lamiendo, hasta que aquel producto blanco desapareció en
plenitud. El niñito humedeció sus labios y continuó con la mirada gacha. Taehyung amó
esa expresión de inferioridad, timidez...

—Buen trabajo, cachorro. Ahora es mi turno de disfrutar. —¿A qué se refería? Fue
Jungkook el que lamió y chupó. —Saca la lengua.

—¿Para qué?

—Obedece. —Taehyung tomó la cuchilla y Jeon se alteró.

—Tú dijiste que no me ibas a lastimar.

—Y no lo haré. —Informó. —No demasiado... —Aclaró, socarrón. —Saca la lengua.

—¿Qué vas a hacer? ¡No quiero!

—¡Saca la lengua! —Con su mano libre, tomó nuevamente el cabello del menor y
tironeó de él.

—¡Juraste que no me ibas a lastimar!

—No te voy a lastimar. ¡Saca la lengua ahora mismo! —Jungkook vaciló y al sentir su
cráneo ser presionado, no tuvo más opción que obedecer. Kim echó la cabeza del
chiquillo hacia atrás para obtener mejor acceso. —Quédate quieto. —Ordenó. Tomó la
punta de la cuchilla y la pasó por la superficie de la sinhueso. Las cortadas eran breves,
un diminuto hilo de sangre apenas se hacía visible. Kook se estremeció, mas se mantuvo
estático. Curiosamente, no dolía. —Creo que ya. —Hizo alrededor de cinco cortadas.
Las suficientes como para que su plan saliera bien.

Soltó a Jungkook y tomó las rodajas de limón, las cuales exprimió en su pene,
llenándolo del amargo y ácido jugo. El pelinegro, percatándose de la situación, quiso
llorar. Taehyung era muy ocurrente en lo que a castigos respecta.

—Lame otra vez. —Exigió. —Arderá, pero te gustará, cachorro.

—No es cierto. —Reprochó, tragando junto a la saliva la sangre que iba emergiendo.
—¿Por qué te gu... ¡¡Mh!! —No pudo formular su pregunta, pues su boca fue
repentinamente llenada por aquel miembro. Taehyung no quiso perder más tiempo y
mediante tirones poco amables, logró que los labios del niñito hicieran un buen vaivén.

Kook sintió su lengua chispear al contacto con el limón. Las arcadas y la sensación eran
indescriptibles. Escuchó al otro gemir su nombre en un tono demasiado apasionado, que
considerando la gruesa voz que poseía, conseguía oírse estimulante. Apretando sus
labios en torno a la extensión, sus ojos volvieron a aguarse y prontamente sintió perder
el aliento.

—¡Mh! —Se sacudió un poco, mientras rasguñaba las piernas del mayor por encima
del pantalón, pidiéndole algo de aire. Sin embargo, Taehyung continuó e incluso
aumentó la velocidad. Unas cuantas lágrimas resbalaron de los ojos del pelinegro,
meramente por sofocación.

—Sí... joder... sí... —Mordiendo su labio inferior, el rubio sintió próximo su orgasmo.
Alejó abruptamente el rostro de Jungkook, quien tosió nuevamente. —Abre la boca. —
Y Kook obedeció. Sus mejillas estaban rojas y sus ojos algo llorosos. Kim se masturbó
a gran viveza y, entretanto, Jeon lo observó, manteniendo la boca abierta y esperando
que todo acabase de una buena vez.

Finalmente, Taehyung se corrió y todo su semen fue a parar a la cara de su sumiso. Este
último empuñó los ojos; la esencia cayéndole por las mejillas, partes del cuello y
clavículas -que gracias a la holgura de la camisa se notaban- fue una nueva escena
favorita para el director, que con su mano libre tomó en su dedo índice algo de lo que
había caído en una de aquellas sonrosadas mejillas y lo depositó en la boca -aún abierta-
de Jungkook.

—Traga. —Con excesiva dificultad, el muchachito acató a las órdenes. —Esa carita tan
inocente que tienes se ve mil veces mejor con mi semen en ella.
48.
Habían pasado alrededor de dos semanas. Jungkook en un principio pensó que aquello
de "tener sexo" con Taehyung sería de vez en cuando, pero no pudo estar más
equivocado. El apetito sexual de aquel hombre no tenía límites. Era suficiente con decir
que se la pasaban más tiempo en la cama que en cualquier otro lado.

Asimismo, Kook pudo ganarse algo de la confianza del director al portarse como un
niño bueno. Estuvo acatando órdenes, dejando de lado las groserías -que, por supuesto,
amaba decir-, cumpliendo los enfermizos caprichos del mayor y dejándose llevar.
Afortunadamente, su cuerpo había vuelto prácticamente a la normalidad. Taehyung no
mintió al decir que lo primero había sido sólo una prueba, que iban a experimentar en
otras cosas que posiblemente a Jungkook le agradarían. Y sí. Hubo algo que le agradó.

Hubo algo que le encantó, y que era tal vez muchísimo más enfermizo que esos azotes
en su espalda y su anatomía cubierta en ese asqueroso líquido rojo.

También, Kim le permitió volver a salir. Todo era como cuando estuvo recién llegado
en la casona: hablaba con los empleados, jugaba con Soonshim y otros animales. Cabía
destacar que ahora estaba más vigilado, pero nada de lo cual preocuparse. Las únicas
diferencias eran que dormía junto al rubio y practicaba... "Aquello" con él.

Sus objetivos seguían siendo los mismos, o sea escapar. Mentiría si dijese que ya no se
sentía confundido y atraído hacia Taehyung, mas simplemente no podía olvidar esas
palabras salidas de sus labios, junto con la sensación de ser uno más del montón, de ser
insuficiente. Jungkook siempre odió los rebaño, y era lógico que no iba a formar parte
del de Kim Taehyung.

Él era diferente, único. Se crió con esa mentalidad y nadie lo haría cambiar de opinión.
Tal vez su ego y dignidad estaban por el piso, pero Kook se conocía a sí mismo. Lo
suficiente como para saber que su situación tenía remedio.

—Un truco sucio y te voy a castigar, ¿entendido, Kookie? —Aquella grave voz perforó
los oídos del pelinegro, quien asintió angelicalmente. Estuvo rogándole a Taehyung
para que montaran a caballo una vez más, y sorprendentemente Kim había accedido.

—¿Tienes miedo de que me escape y que en el proceso te robe a tu caballo? —Cuestionó


con burla, poniéndose de puntitas para alcanzar el pomo del animal ya ensillado. Se
impulsó hacia arriba un par de veces, y con ayuda de Taehyung estuvo sentado en pocos
segundos.

—Sabes lo que te conviene, Jungkook. Siempre... —Kook no dio lugar para amenazas.
Con total pitorreo, dejó al rubio con las palabras en la boca y cabalgó lo más pronto
posible lejos de allí. Taehyung odiaba que hiciera eso y él amaba molestarlo.

Se metió por uno de los tantos viñedos e hizo correr a la yegua tan rápido como nunca
antes. Esa vez no quiso impregnarse en el bosque, pues seguramente Taehyung lo
buscaría allá. Prefirió tomar un camino nuevo, el cual terminó en vallas con púas y la
inmensidad de pasto cubriendo todas las direcciones. Jeon sonrió, a sabiendas de que
Kim no lo encontraría fácilmente.

Siguió galopando cerca de quince minutos, deleitándose con lo maravillosa que era la
naturaleza. El pastizal era tan verde que alegraba la vista a cualquiera. El sol se hallaba
en su mejor punto y los escasos árboles que habían resultaban artísticos. Perfectos para
tomar una fotografía. Sin embargo, grande fue la sorpresa del pelinegro al notar una
parte de la cerca en mal estado, casi destruida. Paró a la yegua abruptamente y observó
sus aledaños con pánico. Su corazón se había acelerado y su mente comenzó una especie
de disputa.

La cerca estaba rota. En otras palabras: tenía la libertad -verdadera libertad- frente a
sus ojos.

Quiso no habérselo pensado, pero lo hizo. Tenía la oportunidad de salir corriendo y


obtener lo que siempre quiso, que era huir. Jungkook volvió a inspeccionar las
cercanías, asegurándose de que no hubiera nadie por ahí.

—Lamento haberte rechazado al principio, Sora. —Se dirigió al animal, apretando las
riendas entre sus temblorosas manos. —Ahora sé que lo nuestro era obra del destino.
—Su respiración se aligeró y, sin más preámbulos, hizo que la yegua saltara los restos
de la valla en mal estado y salió cabalgando a toda velocidad lejos del terreno de
Taehyung.

Su corazón latía aprisa, sus extremidades estaban temblando y Jungkook sintió náuseas.
La situación le parecía lejana a ser una realidad pero, aparentemente, sí estaba huyendo.
De verdad estaba huyendo.

En realidad, su objetivo no era escapar. La oportunidad sencillamente se dio, y él no


estaba en posición de desperdiciar oportunidades.
A medida en que se alejaba, más pastizal aparecía ante sus ojos. No había nada más que
pastizal, ni siquiera una carretera o un pequeño camino que le indicara una salida con
una ruta fija o con señales que lo orientaran. En cambio, encontró un extenso río con
una cascada considerablemente alta. Kook se bajó del animal y le permitió beber agua
en una superficie segura, mientras que él se acercó al borde, queriendo ver cuánta altura
había y lo que se encontraba abajo.

Como era de esperarse, el río no continuaba. Abajo se hallaba una pequeña laguna y a
su costado más pastizal; no obstante, el particular sonido de una tractomula se hizo
audible no muy lejos de allí. Estaba a gran altitud y lo poco que el azabache recordaba
el día en que llegó a la casona, era que el coche había subido unas cuantas colinas.

Tal vez si saltaba, abajo estaría la carretera.

He ahí los problemas: la cascada era muy alta, él no sabía nadar y era lógico que Sora
no podría saltar.

El niñito miró hacia abajo con insistencia, casi desesperado por una solución. Si saltaba,
con suerte la caída no lo mataría. Podría lastimarse con las grandes piedras que
conformaban la catarata y, al caer, probablemente se ahogaría. Kook sintió sus ojos
escocer, sintiendo la exasperación de la situación.

¿Por qué huir de Kim Taehyung parecía ser una tarea difícil?

Un nuevo sonido de autos pasar terminó por confirmar las sospechas de Jungkook:
abajo estaba la carretera.

La yegua comenzó a relinchar con persistencia. Kook volteó, únicamente para ver cómo
el animal salía corriendo lejos al encontrarse con una serpiente.

—¡Sora! —Como si ella quisiera volver. —¡La puta madre! —Pateó un árbol,
lastimándose en el proceso. —¡Joder!

Una serpiente cayó del árbol que pateó, otra salió de una de las piedras que estaban en
la orilla del río y la que asustó a la yegua empezó a acercarse al adolescente, quien bufó.
Vaya suerte de mierda la que se cargaba.

Retrocediendo, Jungkook se alejó lentamente. Sin embargo, una de las serpientes se


desplazó con una agilidad impactante, haciendo que el azabache terminara acorralado
en uno de los troncos de la arbolada. Se deslizó por el árbol hasta caer al piso, en donde
ocultó su rostro entre sus manos, esperando el dolor de alguna mordida; misma mordida
que no llegó.

En su lugar, escuchó un machetazo. Destapó su rostro con rapidez, topándose con la


serpiente que lo perseguía sin cabeza. Levantó la mirada para ver a su "salvador". Su
corazón por un momento se había acelerado de tan sólo imaginar que era Taehyung,
pero estuvo equivocado -por fortuna-.

Se trataba de un hombre alto, castaño, moreno y de buen porte, el cual lo analizaba con
cierta burla. Tenía un machete en la mano izquierda, y en el cinturón un calibre que no
se molestaba en esconder. Jungkook se levantó, ciertamente temeroso.

—¿Qué hace un sabroso trozo de carne en la boca del lobo? —Cuestionó el


desconocido, analizando la sangre en su machete. Con su índice, tomó un poco y se la
llevó a la boca. Jeon hizo una mueca de asco, sintiendo náuseas. ¿Acaso todos en ese
maldito lugar estaban enfermos? —¿Te picaron la lengua las serpientes o tendré que
arrancártela para que tengas un buen motivo para no responderme, pequeño filete?

«Pequeño filete.», vaya apodo más absurdo. El niñito inhaló hondamente y exhaló
pesadamente. ¿Debería pedirle ayuda a aquel hombre? Podría decirle que lo bajara a
la carretera sin necesidad de tirarse por la cascada. No obstante, aquello no quitaba el
hecho de que quizás estaba tratando con un enfermo peor que Taehyung. Efectivamente,
comer sangre de serpiente no era la cosa más normal del mundo. De tan sólo imaginar
que estaba huyendo de un psicópata para caer en manos de otro peor no le daba mucha
esperanza.

Pero el que no arriesga, no gana.

—Estoy perdido. —Admitió. El mayor se carcajeó, y esa risa fue tenebrosa. —Necesito
encontrar la carretera.

—Pues menuda caminata te has pegado, chiquito. —Rechifló. —La carretera está a años
luz. —Llevó un costado de su machete a sus labios, lamiendo directamente de ahí la
sangre que quedaba. Kook quiso vomitar. —Sí que estás perdido, pero yo... —Guiñó su
ojo al separarse del objeto y luego de acechar de arriba a abajo al pelinegro, quien se
estremeció. —Yo soy la llave a tu salida.
—¿Puede llevarme a la carretera? —Interrogó en voz baja y manteniendo el respeto.
Después de todo, no quería terminar también sin cabeza. —Le pagaré, mis papás tienen
mucho dinero y...

—¿De qué huyes? —Interrumpió, sorprendiendo al niño. —¿O de quién? Porque no


esperas que me trague el cuento de que te perdiste y nada más, ¿o sí? Llegar aquí es
imposible a menos de que hayas entrado a una de las tres propiedades que hay en el sur.
Una de esas es la mía.

Lo que Jungkook recordaba, era que las casas se mantenían alejadas entre sí. El pastizal
era lo que abundaba, las casas no tanto, mas había. Pocas, pero había. Eso significaba
que aquel hombre era... ¿Vecino de Taehyung? Aquello tenía sentido. Él había
cabalgado por varios minutos antes de llegar a ese río. Tal vez unos treinta.

¿Todo ese maldito terreno le pertenecía únicamente a tres personas? Entonces


Taehyung sí era realmente rico.

—Estoy huyendo de un asesino serial. —Explicó de la nada. El desconocido se animó


a reír nuevamente. —Lo único que quiero es encontrar la carretera... —Jeon sintió esa
mirada sobre él de nueva cuenta.

—Pues te ayudo. —Dijo, posteriormente de haberse mordido el labio inferior. —Vamos


por mi caballo, querido. —Se dio media vuelta y comenzó a caminar. Kook se vio en la
necesidad de seguirlo, mientras que por dentro le pedía a alguna fuerza sobrenatural que
no le pasara nada malo. —Bienvenido seas. —Jungkook se encontró con un caballo
café, de crin y cola negra en plenitud. Era alto y unas diminutas manchas blancas
adornaban su testuz.

Vacilante y con los nervios a flor de piel, se montó al animal. El hombre tomó asiento
justo detrás de él, incomodándolo por completo. Quería correr lejos de esas tierras lo
antes posible y esconderse en un lugar distante, donde no volviera a saber nada de sus
padres ni de Kim Taehyung.

El caballo empezó a galopar, relativamente lento para el gusto del pelinegro, sin
mencionar que el desconocido se bajaba a cada rato con el propósito de matar serpientes
-y era realmente bueno en ello-. Kook apartaba la mirada cada vez que el otro se tomaba
la sangre de los reptiles como si fuera una especie de jalea. ¿Qué clase de gustos eran
esos? Simplemente asqueroso.
La noche cayó y él aún no llegaba a la maldita carretera. Aquel hombre había asesinado
unas catorce serpientes y seguía buscando más. Jeon comenzó a impacientarse. ¿Cuánto
había estado encima de ese caballo esperando que el contrario hiciera de las suyas?
¿Dos, tres horas?

Finalmente, el extraño se subió de manera permanente a su caballo y cabalgó con más


rapidez a través del bosque al que se habían impregnado. Jungkook ya estaba sintiendo
la emoción de ser libre, de no ser porque unas misteriosas luces se hicieron visibles
entre la arbolada. El caballo se detuvo y los pasos de otro se acercaron.

«Por favor no...», pensó, bajando la cabeza y empuñando los ojos.

—¿Bogum? —Aquella voz gruesa y que Kook conocía de sobra hizo acto de presencia.
El chiquillo tembló, incapaz de subir la mirada. Su suerte sí que era una mierda. —¿De
casualidad has visto a un... —Kim calló de inmediato, apreciando con un enojo evidente
a su sumiso al lado de otro. —Olvídalo. Ya lo encontré.

—¿Taehyung? ¡Hombre, pensé que seguías cuidando mocosos en la ciudad! —El rubio
chasqueó la lengua, señalando con su barbilla al adolescente.

—Ahora me encargo de cuidar a ese que tienes ahí.

—¡¿Conoces a este niño?! —Cuestionó Bogum, incrédulo. —Así que tú eres el asesino
serial del que habla. —Jungkook alzó de repente la cabeza, negando con la misma
frenéticamente. Sus ojos se cruzaron con los de su director, los cuales se hallaban
tirando llamas. Si las miradas mataran, él estaría revolcándose en el infierno.

—¿Asesino serial?

—Me dijo que estaba huyendo de un asesino se...

—¡No es cierto! —Interrumpió, casi llorando. Le iría mal. Le iría tan mal como nunca
antes. —Yo-yo me perdí... quería regresar contigo, Taehyung.

—Pequeño filete mentiroso. —Burló Bogum. —Me dijiste que te llevara a la carretera
porque estabas huyendo de un asesino serial.

Kook sollozó, aún negando con la cabeza. Taehyung se acercó un poco más en su
caballo y alzó una escopeta que el menor no había notado, la cual puso justo en su frente.
Bogum se regocijó, expectante.
—¿Debería matarte entonces, Jungkook? —Presionó la punta del objeto contra la piel
del azabache, quien sollozó con más viveza. Estaba temblando como nunca antes,
también. —¡Respóndeme! ¡¿Debería matarte?! —El adolescente saltó, hipando.

—Uh... —Chafó Bogum. —Tal vez no lo notes, pero está temblando. —Sus manos
frotaron los brazos Jungkook y la dirección a donde apuntaba la escopeta cambió, ahora
enfilando a Bogum.

—Aparta tus manos de él, Bogum. No lo toques. —Amenazó. El aludido sonrió


comprensivo, deshaciendo el contacto velozmente.

—Los mocosos no me van. —Confesó. —Sólo traen problemas y este es un claro


ejemplo.

—Los mocosos están para educarse. —La escopeta volvió a apuntar a Kook, que estaba
cabizbajo, llorando y tiritando. —¿Sabes por qué llora? —Se dirigió a su amigo, no sin
antes toquetear bruscamente con la punta del arma una de las mejillas del niñito,
zarandeando. Aquello sólo ocasionó que el llanto incrementara.

—¿Por qué? —Quiso saber Bogum.

—Porque sabe lo que le espera. Sabe que ha sido un completo idiota al tratar de huir,
porque nada ni nadie lo va a separar de mí.

Jungkook no dijo nada. Empuñó sus ojos con potencia y apretó el pomo de la silla del
caballo entre sus manos.

Ni un milagro lo salvaría.
49.
Lo único que Jungkook sintió tras la amenaza de su director, fue ser jaloneado del brazo
que tenía lastimado hacia el piso, en donde cayó de rodillas. Taehyung se había bajado
de su respectivo caballo para tomar a Kook, incómodo al ver la cercanía que tenía el
pelinegro con Bogum. Este último rió, mientras que Jeon jadeó de dolor.

—Ten más cuidado para la próxima, Taehyung. —Aconsejó el mayor de todos. —No
sé qué tipo de vínculo tengas con el pequeño filete, pero puede meterte en problemas.

Kim asintió, dándole la razón a su amigo. Sus dedos abarcaron con fuerza los brazos
del menor y en una brusca sacudida lo levantó del suelo. Jungkook tenía las mejillas
completamente empapadas de lágrimas, sin tomarse la molestia de silenciar un poco sus
constantes y quejumbrosos sollozos. Estaba jodido.

—Estoy agradecido de que hayas sido tú quien lo encontró, Bogum. Te debo una. —El
aludido hizo un gesto con su cabeza, el cual fue correspondido por Taehyung, para
finalmente salir galopando en su caballo, dejando solos a los otros dos. —Eres un
inconsciente, Jungkook. —Espetó. —Pero lo que hiciste te va a salir caro. —El
azabache negó frenéticamente con la cabeza, gimoteando alto. —Súbete al caballo. —
Ordenó, pero Jungkook apenas podía moverse. Si no fuera por el vigoroso agarre que
el contrario tenía impuesto en él, sus piernas ya le hubieran fallado y él habría caído al
pasto, porque ciertamente se hallaba tiritando. —¡Súbete al maldito caballo ahora
mismo! —Vociferó, alterando incluso más al niñito, quien se esforzó por tomar el pomo
de la silla del animal e impulsarse hacia arriba con ayuda de Taehyung, que aprovechó
el momento para darle una rotunda nalgada. —Vas a lamentar toda tu vida haberme
hecho enojar, porque si hay algo que aún no conoces, es mi furia.

Kook sollozó, sintiendo la presencia de su director atrás. Esas grandes manos se


envolvieron en su cintura, la cual fue apretada con posesión y evidente violencia. El
aliento que chocaba contra su nuca era pesado y, simplemente, el enojo en el hombre
era palpable. Tora comenzó a correr alrededor del bosque, y si de algo estaba seguro
Jungkook, era de que la dirección en que iban no conducía a la casona.

Su corazón no podía latir más rápido y él hipó, ganándose un sólido apretón en las
costillas.

—¡Ah! —Lloriqueó. —Ta-Tae...


—¡No hables y deja de llorar, joder! —Bramó, exaltando al más pequeño. —No quiero
escuchar tu maldita voz por ahora, y las lágrimas guárdalas para más tarde.

—¿A-a dónde v-vamos? —Odiaba ese instante. Jungkook siempre odió verse débil ante
los demás. Odiaba cuando su voz se quebraba o cuando no podía formular bien las
palabras. Odiaba llorar, pero amaba hacer llorar. Odiaba sentir miedo o emociones
semejantes; emociones que sólo los frágiles sentirían, y él no era frágil.

En respuesta, sus costillas fueron nuevamente apretadas. El chiquillo gimió entre


incesantes sollozos.

—Te encanta desobedecerme, ¿cierto? —Cuestionó con burla. —Te encanta hablar
cuando te digo que no lo hagas, te encanta hacer cosas que no me gustan y te encanta
molestarme. Te encanta que te fuerce y te deje saber que el que manda soy yo, te encanta
sentirte obligado y por eso haces lo que haces, ¿verdad? —Kook negó insistentemente.
—Pues te voy a dar el gusto, cachorro. Te voy a obligar a que entiendas que eres mío.

Taehyung estaba muerto de rabia. Jungkook se vio en la necesidad de encontrar una


excusa o un escape rápido, pero todo era inviable. Taehyung tenía una escopeta, el látigo
con el que dirigía a Tora y una actitud de psicópata que daba terror. Jeon era terrible
mintiendo, mas tendría que inventar algo creíble y que lo salvara de lo que se avecinaba.

El caballo paró abruptamente frente a una cabaña en lo profundo del bosque. Kook
restregó sus ojos, buscando aclarar su vista. El lugar era grande, con ventanas largas y
de vidrio; lo demás era de madera. Parecía estar abandonada y la poca luz que había era
la que emanaba de la luna.

—Bájate. —Esa voz más ronca que nunca lo aturdió. El pelinegro sorbió su nariz,
sintiendo que en cualquier momento iba a estallar otra vez en llanto. —¡Bájate!

Jungkook obedeció en medio de un proceder torpe. Tan torpe que terminó por caer al
piso -nuevamente-. El director acercó al caballo a un árbol, en donde lo amarró. Kook
observó los alrededores, creyendo que sería un buen instante para correr, pero no podía.

—Te preguntarás el porqué te traje aquí. —Habló Kim, acercándose al chico, tomándolo
reiteradamente por el brazo lastimado y prácticamente arrastrándolo hasta el interior de
la cabaña, la cual no tenía puerta. Kook jadeó, dejándose llevar a pesar de sentir sus
piernas cual gelatina. —Y te tengo una respuesta muy sencilla, Kookie. —Mencionó
tras empujar la débil anatomía al centro de lo que parecía ser un living.
El olor de ahí era nauseabundo. Las paredes tenían humedad, el aire estaba congelado,
una de las ventanas estaba rota, en la chimenea habían dos ratas y había un grupo de
moscos entrando y saliendo de una de las tablas de madera que componían el suelo y,
del cual, nacía aquel olor a carne podrida. Jungkook se sostuvo con las palmas de sus
manos antes de que su rostro impactara con el piso. Cayó en cuatro y prontamente
empezó a toser. El hedor era vomitivo.

El niñito se volteó, dándole la cara a Taehyung. Tal vez fue una muy mala idea, pues lo
primero que se encontró fue la escopeta apuntando directamente a su cabeza.

—¿M-me vas a matar? —Cuestionó con un hilo de voz, lloriqueando e hipando de


nueva cuenta.

—No soy un asesino. —La mirada del rubio estaba oscura y con un particular brillo en
ella. —¿Dónde está Sora? —Preguntó en cambio. —¿La abandonaste?

—No, no... E-ella...

—¿Cómo lograste salir? —Otra nueva cuestión. Kook no podía decirle que por medio
de aquella cerca en mal estado, ese era su boleto de escape en caso de que se le diera
una nueva oportunidad de huir -cosa que dudaba-. —¿¡Cómo mierda lograste salir!? —
Vociferó, ladeando la escopeta y disparando en dos ocasiones a la nada, justo al costado
del azabache.

Llevando sus temblorosas manos a sus orejas, Jungkook se tapó los oídos con miedo.
Su llanto era desgarrador a oídos de cualquiera, excepto a los de Taehyung.

—¡¿Dónde está Sora y cómo lograste salir!? ¡No te lo voy a repetir, Jeon! —Más
disparos ofuscaron al menor. Tenía que encontrar alguna excusa que lo mantuviera
ileso. Kim estaba fuera de sí, como si una fuerza maligna se hubiese impregnado en su
mente y en su cuerpo. —¿Sabes qué? Olvídalo. Quítate la ropa, te voy a dar verdaderos
motivos para que llores. Esta noche vas a gritar tanto que te vas a reventar las cuerdas
vocales.

—Por favor no...

—¡Quítate la ropa! —Jungkook negó, poniéndose de pie en medio de tambaleos.


—T-Tae, déjame... Déjame explicarte... —Indeciso, se acercó al mayor, acunando aquel
rostro con suavidad entre sus palmas. Taehyung rió con desgano, si el mocoso creía que
esa simple y llana prueba de "amor" iba a malograr sus planes, estaba equivocado. —
Déjame explicarte... —Gimoteó

—¿Qué me vas a explicar, cariño? —Su diestra ascendió hasta el cuello del pelinegro,
apretándolo entre sus dígitos. Kook no se alejó. —¿Que quisiste huir de mí y no te
resultó? ¿Mh? —Inclinándose, rozó sus labios con los adversos. Sus ojos estaban
clavados en aquellas esferas redondas, centelleantes debido a las lágrimas y expresivas.
—¿Que eres un precioso delirio traicionero y que no debo confiar en ti? ¿Eso, mi amor?

Jungkook se odió a sí mismo luego de que esa manera de expresarse lo emocionara,


excitara. ¿Acaso se estaba volviendo loco? Sentía mariposas revolotear en su estómago
cada vez que aquella estridente mirada lo observaba como lo estaba haciendo en esa
ocasión. Kim Taehyung era hermoso, pero malo para él.

El director empujó al adolescente a la pared. Posteriormente, volvió a llevar su mano a


la misma zona: el cuello de Kook. Esta vez, apretando con algo más de fuerza.

—¿¡Eso me vas a explicar!? —Insistió tras esperar una respuesta; misma respuesta que
no llegó.

—No quise huir... —Dio inicio a su actuación. Por dentro le rezó a alguna fuerza
sobrenatural que todo saliera bien. —Yo-yo... estaba cabalgando, esperando que tú me
alcanzaras. Eso hacemos siempre, ¿n-no? Yo me voy, tú me persigues y... E-eso... —
Hasta ahí iba bien. El problema radicaba en tener que continuar. ¿Por qué tenía que ser
tan malo mintiendo y buscando pretextos? Repentinamente, a su mente llegó Jason, de
la película Viernes 13. Jungkook trató de perfeccionar en poco tiempo una idea que -tal
vez- funcionaría. —Pero hay algo que debes saber, Tae. —Su voz se tornó segura y él
se animó a subir la mirada, encontrándose con la impropia que lo analizaba como si
estuviera tratando de hallar un rasgo de mentira. —Una parte de las cercas que rodean
tu terreno está en mal estado, me topé con ella y no te voy a negar que pensé en huir,
pero me arrepentí. Iba a volver para avisarte, pero había alguien merodeando por ahí.

La expresión de Kim oscureció. Jungkook tomó aquello como señal para proseguir.

—Tenía un hacha y llevaba una máscara. —Jason. —Él no me vio, así que lo seguí en
silencio hasta un río que hay a unos metros de allá, pero desapareció y cuando me di
cuenta yo ya estaba muy lejos. Sora estaba cansada. Le permití tomar agua mientras yo
exploraba, pero una serpiente la asustó y ella salió corriendo. —Aquello no era del todo
una mentira. —Otra serpiente quiso atacarme, luego llegó tu amigo y me salvó. Él se
portó extraño, Tae. —Prontamente, el agarre en su cuello ya no estaba y Taehyung se
veía interesado en continuar escuchando. —Se bebió la sangre de una serpiente y yo me
asusté. Le dije que estaba perdido y que estaba huyendo de un asesino serial porque
estaba huyendo de un asesino serial. —Mencionó con obviedad. —¿Qué pensarías si
ves a un tipo con un hacha y una máscara? ¡Es un asesino! Le dije a tu amigo que me
llevara a la carretera porque de esa manera encontraría tu casa con más facilidad.

Taehyung calló, estudiando las expresiones y la supuesta "sinceridad" en los ojos de su


sumiso. Él era un mentiroso de primera; por ende, conocía a los de su calaña. Jungkook
no sabía mentir, y que estuviera hablando con tanta fluidez confundía.

—¿Ah, sí? —Cuestionó, alzando una ceja. —¿Por qué entonces te empeñaste en llorar
por todo el camino y no me explicaste eso antes? ¿No será que me estás engañando?

—No te estoy mintiendo. —Insistió, al borde del colapso.

—Entonces supongo que no tienes problema en que les diga a mis hombres que busquen
por toda la parcela al tipo misterioso, ¿verdad? —Su mano descendió hasta la cintura
del azabache, la cual tomó firmeza, acercándolo bruscamente a su cuerpo. —Porque
déjame decirte que es imposible que haya salido o entrado sin que nadie lo haya visto.
—La punta de la escopeta presionó debajo de la barbilla de Jeon. —Y supongo que
tampoco tienes problema en enseñarme la cerca rota.

—No tengo problema alguno. —Afirmó.

Taehyung lo arrastró de nuevo al caballo y de allí a la casona, en donde tomaron una


camioneta guiada por uno de los guardias al lugar del "incidente". Jungkook se hallaba
nervioso, pero se había salvado de una buena dosis de dolor. Tal vez había arriesgado
su futuro escape, pero con el tiempo posiblemente encontraría uno nuevo.

—Quiero que busques refuerzos, Dak. —Ordenó el mayor al guardaespaldas. —Quiero


que revisen toda la zona y encuentren al tipejo ese y a mi yegua. Quiero a mi yegua sana
y salva. —El empleado asintió, comunicándose por un aparato misterioso. —Ah, y
también quiero que refuercen estas vallas con unas eléctricas. Las quiero para mañana
mismo.

—¿Mañana mismo? Señor, es mucho dinero...

—¿Crees que me importa? ¡Las quiero para mañana mismo!


—Como usted diga.

Jungkook cruzó sus brazos bajo su pecho, reflexionando sobre todo el desastre que
había causado y sencillamente por querer huir. ¿Tanto valía él para Taehyung? No
sabía porqué razón, pero una diminuta sonrisa se formó en sus labios. Le importaba a
alguien.

Alguien estaba interesado en mantenerlo a su lado a cómo dé lugar.

A su vez, miró la cerca rota por última vez. Miró la libertad por última vez. Esa era su
oportunidad.

—Tienes los ojos hinchados. —Mencionó el rubio luego de acercarse. Acunó suave y
dulcemente ese pequeño rostro cargado de falsa inocencia entre sus manos y suspiró
pesadamente. —Aunque no lo creas, no me gusta verte llorar.

—Curiosamente, lo único que haces es hacerme llorar.

—Es tu culpa por desobedecerme. —Humedeció sus labios. —Lo cierto es que no te
creí y sigo sin creerte ni una palabra, pero lo dejaré pasar por esta vez.

—¿Por qué harías eso? —Era extraño, considerando que Taehyung siempre buscaba
justificaciones para "jugar" como a él le gustaba.

—Porque quiero pensar que es verdad que no quisiste escapar y que te quieres quedar a
mi lado.

En un impulso, Kook pasó sus brazos por el cuello del mayor, abrazándolo. Mismo
abrazo que fue correspondido por el otro tras envolver con blandura aquella estrecha
cintura.

No era un abrazo con dobles intenciones ni con "muestras de amor" que beneficiaran
luego. Era diferente. Tan diferente como indescriptible y extraño por ambas partes.

Taehyung suspiró, paseando sus manos por la espalda del chiquillo, quien olfateó el
olor en el pecho ajeno, únicamente para esconder su cara ahí poco después.
Inexplicablemente, todo había resultado opuesto a como se lo esperaba. Creía que
Taehyung lo obligaría a desnudarse -pese a mentir-, lo azotaría hasta sangrar e incluso
llegaría a matarlo, mas estuvo equivocado, y no sabía qué le asustaba más...
Si la actitud de Taehyung, o la indeseada emoción abarcando su ser.
50.
Aviso: este capítulo contiene tortura

—Quítate la ropa.

Jungkook, inocentemente y luego de aquel "emotivo" momento al lado de Taehyung,


pensó que se había salvado de ser castigado. Cuántos equivocado estuvo.

—Tú dijiste que lo dejarías pasar. —Mencionó, observando cómo el rubio cerraba con
seguro la puerta de la habitación. Al final, Sora apareció y ya se encontraba en el granero
junto con los demás caballos. Como era de esperarse, ningún "intruso" fue encontrado,
ocasionando que Kim comenzara nuevamente a dudar. Después de todo, tal vez
Jungkook no era lo que parecía ser. —Taehyung... —Murmuró con evidente desespero.

Él aceptaba "jugar" con el mayor de vez en cuando, pero por voluntad propia y porque
dichos juegos no dolían, o al menos no tanto. Sin embargo, en aquella situación
ameritaba tener miedo, pues Taehyung parecía enojado y eso no era bueno.

Kook retrocedió tras ver al otro acercarse. Su espalda chocó con la pared en pocos
segundos y Taehyung lo tomó por los hombros, lanzándolo a la cama. Posteriormente,
se subió sobre él -sin llegar a aplastarlo- y entonces atacó sus labios con furia y deseo,
lastimándolo en el proceso. Jungkook jadeó, entreabriendo su boca; sintiendo esa
perfecta dentadura morder y halar de su labio inferior como si se tratara de un pedazo
de carne o algo por el estilo. Sus muñecas fueron agarradas con firmeza e inmovilizadas
a los costados de su cabeza.

Kim gruñó y finalmente se separó. Sus ojos analizaron brevemente el rostro de su


sumiso, sintiéndose satisfecho al notar esos belfos color cereza sangrar.

—Quítate la ropa —Repitió. —, o te la voy a arrancar.

El pelinegro se removió, dando a entender que necesitaba ser soltado para poder
maniobrar. Taehyung resopló, llevando sus manos al cuello de la camisa ajena y
haciendo presión. En un rápido movimiento, la prenda se rompió en dos, dejando el
torso del menor completamente desnudo, quien se sobresaltó por el repentino "ataque".
El director descendió hasta el pantalón, al cual también le rompió los botones junto con
la cremallera. Jungkook sostuvo el elástico de su bóxer, evitando quedar desnudo en
plenitud; no obstante, Kim tiró de las dos últimas prendas hacia abajo, deshaciéndose
de ellas.

—¡No puedes seguir haciendo eso! —Reprochó. Porque sí, no era la primera vez que
Taehyung le dañaba la ropa. —¡No voy a tener qué ponerme!

—Mejor para mí. —Espetó, haciéndose a un lado. Se puso de pie y fue en busca de
aquella caja que Jungkook ya conocía bastante bien: la de tortura. El chiquillo respiró
hondo, sintiendo el miedo adueñarse de todo su ser. —Hoy voy a hacer algo simple
contigo. —Comentó, rebuscando entre sus cosas. —Volverás a ver a un viejo amigo.

Frunciendo el ceño, Kook se preguntó qué "viejo amigo". Por su mente pasaron todas
las herramientas que había empleado Taehyung en un pasado para torturarlo, mas sus
dudas se vieron calmadas al notarlo sacar un collar con un aparato en el medio. El chico
retrocedió en la cama, mientras negaba con la cabeza insistentemente. Estaba presa del
pánico y Kim lo notó. La curvilínea en los labios de este último era de autosuficiencia,
consciente de lo que causaba aquel particular objeto en su precioso sumiso.

Sería una noche divertida.

—Por favor no. —Rogó. —¡Todo menos eso, Taehyung! —El aludido ensanchó su
sonrisa, acercándose nuevamente a la cama. Tomó las piernas del menor y las tiró,
arrastrándolo por la superficie hasta que estuvo lo suficientemente próximo. —¡No
quiero!

—Un poco de electricidad no te hará mal. —Los ojos de Jungkook se llenaron de


lágrimas, limitándose a continuar negando.

Odiaba ser tan llorón últimamente. Ciertamente, le tenía palpable aversión a ese
maldito collar. Le recordaba los días en que estuvo encerrado, con hambre, sed; siendo
humillado y tratado injustamente. Le recordaba lo cruel que podía llegar a ser Kim
Taehyung y, asimismo, que estaba sintiendo cosas por el mismo hombre que le hizo
tanto daño y que lo estaba alejando de su zona de confort, para meterlo a una
completamente desconocida y aborrecible.

—¡No quiero! —Gritó, pataleando y volviendo a retroceder tras verse liberado. El


director endureció su expresión, subiéndose a la cama, tratando de consolidar al más
pequeño como le era posible. Kook se revolcaba, lloriqueaba e incluso llegó a morder
una de las manos ajenas. —¡No quiero! —Repitió por tercera vez. No quería ser
electrocutado.
Taehyung volteó el cuerpo de Jeon, dejándolo boca abajo. El niñito llevó sus manos a
su nuca, resguardándola del collar o de cualquier otro objeto parecido. El rubio
refunfuñó, desabrochando su pantalón y bajándolo junto con el bóxer, lo suficiente
como para dejar en libertad la erección que apenas iba presenciando. Seguido de ello,
agarró firme y violentamente las caderas del pelinegro.

—E-espera, Taehyung. —Su diestra fue hacia el abdomen del aludido, tratando
inútilmente de empujarlo. El mayor tomó su miembro, posicionándolo en la entrada del
adolescente, y sin previa preparación ni delicadeza alguna, se hundió en él con
diligencia y violencia, tocando fondo. —¡Ah! —Kook empuñó los ojos. Sus gemidos
se escucharon entrecortados al momento en el que Kim comenzó a embestir con
potencia y energía. —A-ah...

Sintiendo aquellos dedos enterrarse en la piel de su cintura y aquellas estocadas


desgarrándolo hasta más no poder, Jungkook mordió la almohada que se hallaba a pocos
centímetros, se sostuvo en sus rodillas y alzó su trasero, dándole un mejor acceso al
otro, quien arremetía sin reparo alguno.

No iba a negar que, aparte de dolor, sentía un exorbitante placer. Amaba cuando
Taehyung lo tomaba de la nada, casi como si estuviera obligándolo. Era eso lo que le
encantó entre todos los extraños juegos que practicaban de vez en vez: simular una
violación. Tal vez era enfermizo, pero tanto él como Taehyung parecían disfrutar de la
misma cosa.

Kim llegaba al orgasmo sin necesidad de ver tanto calvario y Kook, de alguna u otra
forma, había desarrollado una complacencia al sentirse forzado.

Las penetraciones de Taehyung dejaban en manifiesto cuán enfadado se encontraba.


Alzó su diestra y la dejó caer sobre el glúteo izquierdo del chico en su cama, que gimió
con muchísimo más ánimo. Repitió su accionar, fascinándose con aquella piel rebotar
en su palma; igualmente, siendo testigo del tenue color rojizo que iba adoptando el
lugar. El choque de las embestidas sonaba chicloso, sus testículos impactaban contra
las nalgas del azabache y eso era algo que Taehyung adoraba presenciar. Su pene
saliendo y entrando de ese perfecto culo respingón -y que sólo él podía follar-.

—Ah... ¡Ah! —Nuevas nalgadas hicieron acto de presencia, ahora en el glúteo derecho.
Kook jadeó alto, a pesar de tener una parte de la almohada en su boca. Tomó un puñado
de sábana entre sus manos, apretándola. Sus labios se hallaban entreabiertos y sus ojos
completamente cerrados. —A-ah.
La respiración de Kim era pesada. Ver a Jungkook en ese estado le produjo ese
particular cosquilleo en la parte baja de su abdomen. El hombre mordió con vigor su
labio inferior, dio un par de estocadas más y entonces se corrió, ocupándose de dejar
hasta la última gota de semen en el interior de su sumiso, quien retembló al también
terminar por llegar al orgasmo, manchando su propio estómago y parte de las cubiertas.

El chiquillo luchó por calmarse. Tal vez fue una pésima idea, pues Taehyung aprovechó
el momento de distracción para ponerle hábil y velozmente el collar al primero.

—¡¿Por q... —No hubo tiempo de formular preguntas. El rubio se puso de pie y con la
misma prisa tomó el brazo del adolescente, arrastrándolo posteriormente hasta un rincón
de la habitación. Jungkook siquiera pudo procesar lo que pasó en tan sólo segundos. —
¿¡Qué mierda te pasa!? ¡Ya te dí lo que querías!

—No me diste nada, cachorro. —Aclaró, yendo en busca del control que dirigía al
collar. —Te follé porque quería hacerlo. Lo que hiciste hoy debe castigarse.

—¿Me vas a electrocutar? —Cuestionó en un hilo de voz, insuficiente a moverse de


donde lo habían dejado. Taehyung rió con ironía.

—Yo no. Tú lo harás. —Esclareció, mientras arrastraba uno de los tantos sofás
dispersos en el cuarto. Seguido de ello, tomó asiento allí, desconcertando aún más al
pelinegro. ¿Qué se tramaba ahora? —¿Sabes sumar?

—¿Me viste cara de burro? ¡Por supuesto que... ¡Ah! —Un reducido choque eléctrico
se encargó de sacudirlo. La maldita sensación era como la recordaba: horrible.

—Hablarás con respeto a partir de ahora, ya sabes lo que te pasará si llegas a


desobedecerme. —Kook sacudió su cabeza, buscando sentirse mejor luego del impacto.
—Ponte sobre tus rodillas, mirando a la pared. —El niñito obedeció inmediatamente.
Afortunadamente, estar arrodillado ya no le originaba tanto dolor. —Estuviste
desaparecido por tres horas. ¿Cuánto es tres más tres?

—Seis.

—Muy bien. —Hasta un idiota sabría eso. Sin embargo, una maliciosa curvilínea se
formó en los labios del director. Las cosas iban a ponerse divertidas. —Las reglas de
este juego son simples. Te vas a quedar en esa posición y mirando a la pared por seis
horas. Si llegas a moverte, a quejarte o a llorar, te voy a electrocutar con lo mejor que
tengo y eso no te va a gustar.

Queriendo quejarse u oponerse, Jungkook prefirió callar. Taehyung se tomaba muy en


serio aquello de: «Hablarás con respeto a partir de ahora», él lo sabía por la enorme
cantidad de veces que habían jugado.

—Depende de qué tan buen soporte tengas. —Volvió a hablar el mayor. —Recuerda
que no será mi culpa lastimarte, será la tuya por faltar al reglamento del juego.
¿Entendido, cachorro?

—Sí, amo.

—El tiempo corre a partir de ahora. Voy a permanecer aquí, así que pórtate como el
buen niño que eres y no me hagas enojar.

Lo último que Jeon pudo hacer fue asentir. Tendría que quedarse en la misma posición
por seis horas y mirando fijamente una maldita pared. Desde su perspectiva, la cosa no
era tan mala si era comparada con otro tipo de castigos. Efectivamente, Taehyung era
muy creativo en lo que respecta a esos temas.

Unos cuantos minutos pasaron y Jungkook se sentía desesperado. Sentía la mirada del
otro penetrarle de alguna u otra manera, aunque él no pudiera cerciorarse de aquello. El
mantenerse tan quieto como una estatua había desencadenado una prodigiosa
impaciencia en su interior, sin mencionar el hecho de que al frente tenía únicamente un
paredón; sin embargo, estaba bien. Él podía soportarlo.

La primera hora llegó y para Kook fue más que suficiente. Sus rodillas habían
comenzado a doler; debía reconocer que era algo soportable, pero ciertamente
incómodo. Sus ojos pesaban y lo único que él anhelaba era levantarse, tirarse a la cama
y dormir por largas horas. Su cabeza apenas se movía, la desesperación había
disminuido tras el cansancio, mas había una chispa todavía en su interior.

Cinco horas más...

La segunda hora se basó meramente en dolor. En un calvario digno de una película de


terror. Sus piernas habían comenzado a dormirse y el constante peso de su cuerpo recaer
en sus rótulas logró que Jungkook empezara a sollozar en silencio. El adolescente apretó
sus labios con la fuerza que le era permitida, evitando que sus jadeos se escucharan. Sus
ojos no paraban de lagrimear y él tenía conocimiento de que no podía siquiera sentarse
sobre sus pantorrillas. Debía mantenerse erguido y con una buena postura.

Cuatro horas más...

La tercer hora fue, básicamente, el infierno. La desesperación del principio había


regresado, y junto con ella más y más dolor. Un dolor tan punzante que, en ese punto,
ya no era sano soportar. Jungkook sentía algo chisposo subir y bajar dentro de sí. Sus
manos -las cuales se hallaban sobre sus muslos- estaban inquietas, rasguñando
intensamente la piel de donde se encontraban. Dolía, pero al menos lo entretenía del
dolor interior en sus extremidades. Indudablemente, un dolor superficial siempre te
distraería de uno interno. Lamentablemente, no era el caso.

¿Por qué Taehyung no lo entendía? Si él estuviera en su misma situación, era seguro


que trataría de escapar de quien le causa tanto dolor. ¿Por qué Taehyung se empeñaba
en mantenerlo a su lado? ¿Por qué, aunque sea, no hacía el esfuerzo por tratarlo
mejor? La actitud del rubio hacia el azabache era la que tendría cualquiera hacia su peor
enemigo.

Tres horas más...

La cuarta hora fue el límite. Kook estaba temblando, sus piernas quedaron
prácticamente destruidas y él no se molestó en sollozar en silencio. Su llanto era
desgarrador; la piel de sus muslos tenía rasguños extensos y profundos, a tal punto de
que unos que otros estaban sangrando. El dolor en sus rodillas era bestial. Sus
extremidades inferiores no podían estar en peor forma y la desesperación lo había
orillado a seguir lastimando las heridas que ya estaban ahí. Su piel de verdad había
quedado hecha mierda.

Con sumo cuidado trató de voltearse. El mínimo movimiento le hizo jadear duramente.
Mantenerse en una posición por tanto tiempo traía consigo fatales consecuencias.

Como era de esperarse, lo primero que su vista nublada gracias a las lágrimas se
encontró, fue a un Taehyung bastante sonriente.

—Pero qué tenemos aquí. —Burló, acercándose hasta su sumiso. Se hincó, con el único
propósito de quedar a la misma altura; con prontitud, palmeó suave y continuamente
una de las mejillas del chiquillo, la cual estaba empapada. —No es lindo, ¿verdad? Te
habrías ahorrado todo esto si hubieras utilizado tu cabeza. —La fibra de las palmadas
aumentó. —Ese es el problema con los niños como tú, cachorro. Actúan
impulsivamente y después no quieren que haya consecuencias. ¿Crees que la vida es así
de fácil? —Una palmada con aires de bofetón cayó en la misma mejilla. Jungkook hipó,
empuñando sus ojos. —En fin... —Se reincorporó, satisfecho al ver la marca de su mano
en el moflete que había golpeado. —Tú te lo buscaste. Ya te he dicho que la compasión
es para idiotas.

Kim graduó el voltaje que utilizaría, que debía ser el suficiente para hacer que Kook se
desmayara. Era lógico que el chico no podría levantarse por sí mismo. Había sido
sometido a horas en la misma posición y cambiar de una a otra tan repentinamente
podría causarle un considerable dolor. Por tal motivo, no se dejó influenciar por aquella
mirada vacía y centelleante que lo observaba. No iba a negar que disfrutaba de una
manera exquisita ver a Jeon sufrir, mas tampoco iba a negar que, extrañamente, le
producía un misterioso remordimiento en lo profundo de su pecho.

El hombre inhaló y exhaló pesadamente, desviando su mirada y apretando el botón del


control remoto. No escuchó jadeos o quejas, simplemente miró una breve convulsión
en el cuerpo de Jungkook, quien cayó inconsciente casi al instante. Taehyung lo tomó
en brazos y lo depositó en la cama; lo abrigó y entonces se quedó por duraderos minutos
analizándolo.

Kook era precioso y hasta cierto punto manipulable. Era como la presa perfecta para un
depredador. Taehyung se habría conformado con las dos primeras virtudes, de no ser
porque últimamente se sentía... inusual. Tenía la necesidad de encontrar más en
Jungkook. Quería muchísimo más de él, y he ahí los problemas, ya que él tenía lo
primordial. Tenía el cuerpo, la sumisión y la "inocencia" del niño, entonces...

¿Entonces por qué no era suficiente?


51.
Una habitación de color azul oscuro, con tonalidades rojizas y luces parpadeantes que
perjudicaban el poder mirar bien fue lo primero que Jungkook observó al abrir los ojos.
Habían pocos objetos y la iluminación tiritante tendía a ser realmente molesta. De
fondo, se lograba escuchar un constante chirrido, el cual se volvía más intenso
conforme pasaban los segundos.

Kook analizó su alrededor, mientras fruncía el ceño y entrecerraba sus ojos con el
único propósito de percatarse de la situación. Los pasos de alguien corriendo detrás
de él se hicieron audibles y entonces el niñito se volteó, encontrándose con un chico
que, lamentablemente, él conocía bastante bien.

—No creas que será tan fácil deshacerse de mí. —Se mofó el otro, manteniendo una
expresión fría y neutral. Aquellos ojos se veían vacíos; tan vacíos como su alma. —Más
temprano que tarde llegarás al límite y tendrás que darme el control a mí.

—Te odio. —Declaró lastimero, negando con la cabeza. El contrario permaneció


indiferente.

—Pero me necesitas. En cambio, yo a ti no.

—Gracias a ti estoy en esta posición.

—Gracias a ti estás en esta posición. —Atacó. —Siempre tratas de buscar un culpable


a todo lo que te pasa. Tiene sentido, ¿no?

—¡Tú sacas lo peor de mí!

—No soy una voz que te habla, soy sólo tú mismo.

Exaltado y con la respiración agitada, el pelinegro despertó. La brisa del aire libre le
golpeó suavemente el rostro, el cielo estaba completamente oscuro y unos brazos
distinguidos lo abrazaban. Taehyung estaba recostado en el tronco de un árbol, con la
espalda de Jungkook contra su pecho y el chiquillo dormido en el hueco de su cuello.
Este último tomó repetidas respiraciones, buscando calmar su acelerado corazón por el
repentino sueño; en otras palabras, "pesadilla".
—¿Un mal sueño? —Cuestionó el mayor, incrementando la fuerza con la que envolvía
a Kook, quien asintió con la cabeza, acurrucándose tímidamente.

—¿Cuánto dormí? —Preguntó en cambio, expandiendo sus fosas nasales al momento


en que la colonia de Kim fue inhalada. Olía tan bien.

Su relación con el director era... complicada. Por tal motivo, era fácil confundirse. Un
día habían peleas, tortura y dolor; al otro, había comprensión, mimos y "amor". Las
personalidades de ambos chocaban de una manera impresionante, provocando todo tipo
de circunstancias. Jungkook no siempre cedía y Taehyung no siempre se hallaba de
buen humor. Todo era tóxico, enredado y extraño si se le veía desde otra perspectiva.
Sin embargo, los dos parecían estar bien así.

Eso parecía ser lo único que necesitaban.

Habían pasado dos días desde el último incidente. Las rodillas de Kook aún dolían; no
obstante, el rubio se había encargado de ganarse muy bien "el perdón" del adolescente.

—Creo que veinte minutos. —Sus manos frotaron con lentitud los brazos del chico,
recorriendo poco después su vientre. Jungkook suspiró, dejándose hacer. Su cabeza
estaba recostada en el pecho del otro, mientras observaban la hermosa atmósfera
nocturna. —¿Estás cansado? Si quieres regresamos.

—Estoy bien, sólo me aburrí porque hablas demasiado. —Comentó con burla,
obteniendo como respuesta unas molestas cosquillas en el estómago. Kook comenzó a
reír, retorciéndose. —¡Sólo bromeo! ¡Para!

—Me gusta tu risa. —Confesó, luego de besar una de las mejillas ajenas. —Y tu
sonrisa... —Otro beso. —Y tus dientes. —Un nuevo beso. Jeon mordió su labio inferior,
intentando calmar las mariposas que sentía revolotear en su interior. ¿Qué mierda le
pasaba? —Me gusta, en ocasiones, verte feliz.

—¿En ocasiones?

—Ajá... —Sus labios subieron al lóbulo de la oreja del menor, el cual besó y
posteriormente mordió. —En otras ocasiones, detesto verte feliz y hago lo posible por
borrarte la sonrisa del rostro. —Susurró contra aquel oído, enviándole espasmos al
azabache.

—Pues haces un excelente trabajo...


—¿Tú crees? —Su atención se vio dirigida al cuello del niño. Chupeteó y mordisqueó,
sacándole minúsculos jadeos al más pequeño. Sus manos no dejaban de toquetear cada
rincón, pasando desde las piernas, hasta el abdomen y dándole fin en los pezones.
Jungkook se estremecía ante cada toque y beso. Taehyung conocía muy bien sus lugares
más sensitivos. —Bésame. —Pidió, ladeando con su diestra la cara del muchachito.

Entreabriendo sus labios, Kook se dejó llevar por el ritmo marcado por el rubio tras
comenzar un besuqueo. El compás era lento, lo suficiente como para que su boca fuera
inspeccionada con parsimonia por el mayor, quien hizo partícipe a su lengua, que
registró su cavidad bucal como si fuese un sitio desconocido e interesante. Jungkook le
siguió el juego, entrelazando su sinhueso con la contraria, empezando un tipo de "pelea"
y riendo en un momento en el que no debía.

Al concluir, un hilo de saliva fue el encargado de dejarlos unidos. Taehyung mostró


aquella particular sonrisa cuadrada y seguido de ello besó corta y repetitivamente esos
pulcros y sabrosos labios.

—Comienzas a asustarme. —Confesó el pelinegro. Ciertamente, no todos los días


Taehyung se mostraba tan afectuoso.

—Hoy simplemente quiero abrazarte y besarte.

—¿Por qué?

—Porque puedo, quiero y eres mío. —Sus brazos volvieron a envolver posesivamente
el delgado cuerpo del chiquillo, quien suspiró, recostándose de nueva cuenta en el pecho
del director. Miró detenidamente las estrellas en el cielo, sintiéndose en una misteriosa
paz.

—¿Por qué te gusta tanto el cielo? —Cuestionó, resguardándose en el calor que le


transmitía la anatomía de Taehyung.

—No es el cielo lo que me gusta, es el universo. —Humedeció sus labios antes de


reanudar. —Es un espacio tan vasto que sería imposible conocerlo en plenitud. De
hecho, mira, ¿ves esa estrella de allá? —Señaló un lucero lo suficientemente grande y
fulgente. Jungkook siguió la dirección y tras notar la estrella, asintió. —Se llama Sirio,
o puedes llamarla la Estrella Perro. Es una de las estrellas más brillantes y visible en
casi todo el planeta tierra. ¿Sabes por qué es tan importante?
—¿Por qué?

—Porque predecía catástrofes como inundaciones y cosas así. —Kook abrió su boca
con sorpresa, admirando. —Hay estrellas o fenómenos que pronostican cosas. Siempre
he pensado que estudiar Astronomía sería genial.

—¿Y por qué no estudiaste eso en lugar de ser un mandón?

—Porque no todo lo que quieres, es lo que necesitas. —Declaró afligido. —Necesito


otro... tipo de cosas para ser feliz.

—¿Qué cosas?

—Eres demasiado preguntón, Kookie. —Besó cortamente la sien del mencionado.


Deshizo el contacto por un par de segundos, tomó una cadena que había puesto
previamente en uno de los bolsillos de su pantalón y con sumo cuidado la abrochó
alrededor del cuello de su sumiso. Este último frunció el ceño, extrañado por el proceder
del mayor. —Quiero que la conserves.

—¿Se puede saber por qué? —Bajó la cabeza, buscando contemplar con mejor precisión
el colgante que suponía ser de oro. Habían unas extrañas letras en lugar de dijes y el
grosor era formidablemente bueno.

Le gustaba.

—Sólo quiero que la mantengas contigo. —Jungkook asintió, estando de acuerdo. —


¿Nos vamos ya?

—Está bien. —Poniéndose de pie, Jeon sacudió el pasto que se había adherido a su
vestimenta. Kim hizo lo mismo, y seguido de ello se besaron una vez más. —¿Podemos
jugar en la conso... —Fue interrumpido por el sonido de un móvil. —¿Es tu celular? —
Era raro, considerando que a Taehyung nunca le sonaba el teléfono.

El rubio inhaló profundo, a sabiendas de que quien llamaba era Minho y eso solamente
podía significar una cosa: malas noticias.

—Ve adentro. —Ordenó. —Haremos lo que tú quieras después, pero ve adentro.

—Pero...
—¡Ahora! —El azabache se sobresaltó, mas terminó por obedecer. Taehyung se
aseguró de descolgar el móvil tras ver al chiquillo lo suficientemente lejos. —Hola,
Minho. ¿Qué sucede?

—Hey, Taehyung. No llamo para ponerte quejas, al contrario, creo que lo que tengo
para decirte te va a agradar.

—Pues dilo.

—Jimin está dispuesto a hablar y a contarte lo que sucedió ese día. Dice que ya se
cansó de estar encerrado y que va a responder todas tus preguntas.

Alzando una ceja, el director sonrió. Por fin iba a saber si todo había sido obra de
Jungkook o de alguno de esos otros dos niñitos.

—Perfecto. —Ensanchó la curvilínea en sus labios, pasándose la lengua por los mismos
poco después. —Estaré allá mañana a primera hora.

—Te espero entonces.

—Gracias, Minho. Nos vemos mañana. —Y ambos colgaron.

Ese era un gran avance. Así como tenía curiosidad al respecto, también tenía miedo del
testimonio de Jimin. Esperaba que Jungkook no hubiese sido partícipe en aquel casi
"exitoso" escape.

Porque de lo contrario, sería incluso capaz de matarlo.


52.
Jimin se veía terrible.

Incluso Taehyung estaba sorprendido. El chico estaba prácticamente en los huesos, con
moretones y heridas por todos lados; su piel había adoptado un color pálido-amarillento
que sólo alguien al borde de la muerte podría tener. Sus ojos eran adornados por dos
grandes círculos violetas, sus labios estaban partidos y resecos. Estaba delgado, tanto
que aquellos preciosos mofletes de los que era poseedor hace apenas un par de meses
ya no existían. En cambio, habían dos huecos en lugar de mejillas.

Parecía una calavera.

—¿No le dan de comer? —Cuestionó a Minho, quien se hallaba a su lado. Jimin estaba
desnudo, temblando y mirando un punto muerto -tan muerto como su mirada-. —Se ve
horrible. Cualquiera que lo viera pensaría que está a punto de morir.

—Te lo dije una vez, ¿no recuerdas? Lo único que hace es llorar. No come ni duerme.

Kim volvió a inspeccionar al menor. Su tinte naranja ya se veía desaliñado y él vibraba


por intervalos cortos, tal vez por el frío o por las secuelas de la electricidad. Asimismo,
se mecía con inquietud. Era sorprendente lo mucho que adelgazó.

Si no salía satisfecho con la información que le dieran, igualmente tendría que sacarlo
del cuarto de expiación. A él y a Seokjin.

—Yo me encargo. —Informó, limitándose a bajar las escaleras. Minho asintió y se


retiró, cerrando la puerta camuflada detrás de sí. Taehyung, entretando, arrastró un
taburete hasta un lado de la cama en donde Jimin se encontraba. —Hola, Jimin. —
Saludó, sentándose. El aludido lo observó, dejando en evidencia esos ojos
considerablemente rojos e hinchados. —Te ves fatal. —Comentó descaradamente. —
Es que te veo y se me revuelve el estómago. Solías ser un chico precioso, ¿qué te pasó?
—Soltando una que otra lágrima, Park sollozó. Su balanceo se hizo más intenso,
demostrando así cuán desesperado y destruido estaba. —En fin, voy a hacerte una serie
de preguntas que tendrás que responderme, ¿entendido?

Jimin asintió y pegó un poco más las piernas a su pecho, las cuales abrazó otro tiempo
más tarde. Su situación y el repentino maltrato psicológico por parte del director Kim
habían ocasionado que se sintiera aun peor. En la habitación no habían espejos, pero
tampoco eran necesarios para que él tuviese en cuenta lo mal que seguramente se veía.

—El mismo día en que se escaparon, Min Yoongi fue a mi oficina a decirme que ustedes
habían ingresado drogas y una prostituta a la correccional. Me dijo que estaban
planeando huir, mas yo no le creí porque de ser así yo me habría enterado. Es decir, hay
seguridad por todos lados; hacer algo sin que yo me dé cuenta es casi imposible. Sin
embargo... —Humedeció sus labios. —Recordé que ese mismo día y más temprano yo
había mandado a llamar a Jeon Jungkook por una pequeña discusión que tuvo con Jung
Hoseok, y él de la nada me dijo que en el ala oeste vendían droga, supongo que con la
intención de desviar la atención. —Jimin escuchaba atentamente. —Decidí darle el voto
de confianza a Min y los mandé a llamar, pero ustedes ya se habían ido. Ese día supe
que tenían una salida escondida y que me habían visto la cara de imbécil todo ese
tiempo. Quiero la verdad, Jimin. ¿De quién eran esas drogas? ¿Quién metió a esa chica
aquí y de quién fue la idea de escapar?

Rememoremos.

El día en que todo ocurrió, Jimin le había pedido a Jungkook convencer al director de
mover su seguridad al ala oeste con el propósito de mantener a salvo su "negocio".
Igualmente, para poder hacer que Yeri -su hermana, y quien le proporcionaba las
drogas para vender- saliera de la correccional sin mayores complicaciones. Kook había
entrado en pánico al creer que la chica estaba manteniendo relaciones sexuales con esa
gran cantidad de chicos en su habitación y, más enojado que nunca, le exigió a Jimin
que le enseñara la salida secreta, cosa que Park se negó en hacer antes de ser traicionado
por uno de los internos y ser delatado por Yoongi y su grupito.

Fue Jimin el que le pidió a Jungkook esconder las drogas. Fue Jimin el que metía a
Yeri únicamente para ganar dinero a costa de ella. Fue Jimin el que le pidió a Jungkook
que mintiera. Fue Jimin el que hizo que Kook explotara.

Fue Jungkook el de la idea de escaparse, ¿pero cómo culparlo? Él solamente quería


huir de un lugar al que odiaba, y probablemente lo hubiese conseguido de no ser por
Jimin y Seokjin.

—Ya... ¿Ya en-encontró a Jungkook? —Su voz a duras penas se escuchó. Al momento
en el que él y Seokjin fueron capturados, Taehyung les había afirmado que Kook no
había aparecido.
—No lo he encontrado. —Mintió desvergonzadamente, manteniendo su expresión tan
neutral como le era posible. A veces había que jugar sucio. —Sus padres tampoco saben
nada de él. —Los señores Jeon ni siquiera se tomaban la molestia de llamar a preguntar
por su hijo.

—Le diré toda la verdad, pe-pero por favor... —Suplicó. —Si lo encuentra, no le haga
lo que me está haciendo a mí.

Park Jimin jamás fue una mala persona. Era bueno socializando, encantador y amigable;
el típico chico que le caería bien a cualquiera. No obstante, había parado en la
correccional meramente por una adicción que sus padres no supieron controlar, entender
o apoyar. No le había hecho algo malo a alguien y tampoco era problemático. Sus padres
habían sido impacientes con él y con su hermana.

Por tal motivo, había aguantado casi dos meses en espera de Jungkook y, por fortuna,
ya era inviable que aquel pelinegro apareciera. Jimin quiso recibir todo el castigo, pues
al fin de cuentas fue él el culpable de casi todo lo que había pasado. Fue él quien orilló
a Jeon a hacer todo lo que hizo y era él quien tenía conocimiento del "abuso" del director
Kim hacia el menor. Aún podía recordar la expresión de susto en el rostro del azabache
al confesar que Taehyung lo había nalgueado o tocado de manera indebida.

Lo mínimo que podía hacer, era librarlo de un castigo que no le correspondía.

Cosa que no logró.

—A este punto sería muy poco probable encontrarlo. —Habló el mayor, mostrándose
falsamente decepcionado. —Habla, Jimin. No tienes nada de qué temer.

Estando dispuesto a mentir, Park inhaló profundo. Hubiera preferido tener que decir la
verdad, ¿pero qué obtendría a cambio? ¿Más castigos? ¿Más tortura? ¿Una posible -y
cercana- muerte? Él creía inocentemente que Jungkook había salido victorioso al
escapar, y que por ende, no podría recibir una escarmienta si se le echaba la culpa de
todo a él.

Cuán equivocado estaba y cuánto mal estaba a punto de causar.

—La salida secreta era algo de lo que todos tenían conocimiento. —Partió. —Pero había
una regla, que era salir por unas horas y no escapar para no levantar sospechas y
jodernos a nosotros mismos. —Taehyung se delimitó a prestar atención. —Jungkook y
yo no tuvimos un buen encuentro, él fue demasiado grosero y... —Aquello no era del
todo una mentira. —Y creo que usted llegó a conocerlo, director Kim. Luego se mostró
más dócil e hicimos una amistad junto con Seokjin. No sé cómo Jungkook se enteró de
la salida secreta, pero en cuanto lo hizo aprovechó para meter drogas.

El rubio apretó la mandíbula. Él no se esperaba nada de lo que Jimin estaba contando.


Muy en el fondo, anhelaba que Kook fuese inocente.

—¿Estás culpando directamente a Jeon Jungkook de ser el dueño de las drogas? —Con
remordimiento en el pecho, el pelinaranja asintió.

—Así es, director.

—¿Y la prostituta? ¿Y la idea de escaparse? Quiero todo con detalles, Jimin. —El
mencionado suspiró abatido.

—Ju-Jungkook dijo que... Que e-ella era su novia. —Era eso o nada. Taehyung
presenció algo arder en su interior; su mente comenzó a maquinar en su contra y él
sintió deseos de matar a alguien. —No sé qué tipo de relación tenían, pero era enfermiza.
Él la utilizaba para obtener las drogas y para conseguir dinero. Ese día simplemente
llegó y nos ofreció a Seokjin y a mí escaparnos, nosotros los hicimos porque ya
estábamos cansados de este lugar y...

—Espera.

Habían cosas que no cuadraban. Cuando Jungkook fue capturado, él solamente tenía un
montón de accesorios valiosos que seguramente iba a intercambiar por dinero;
asimismo, Taehyung recordaba al pelinegro acusar a Jimin de volverse "millonario"
tras salir de la correccional, sin mencionar que Min Yoongi los había culpado a los tres,
no sólo a Jeon.

—Estoy diciendo la verdad, director. Usted jamás ha tenido quejas mías y una vez
incluso me eché la culpa de algo que había hecho Jungkook. Cuando me encontró yo
no llevaba nada, ¿o sí? —No llevaba nada porque todo se lo había entregado a Yeri con
el fin de que ella pudiera mantenerse al menos por unos cuantos meses. —El dueño de
las drogas era Jungkook, él fue el que tuvo la idea de escaparse y la prostituta era su
novia. Esa es la verdad.

—¿Cómo sé que puedo confiar en ti? —Todo parecía encajar, mas Kim quería un
motivo para seguir confiando en aquel precioso e insolente niño que tenía en casa.
Jimin suspiró una vez más, viéndose en la obligación de recurrir a una prueba fuerte e
irrefutable: el escondite de las drogas en la habitación de Jungkook.

—En el cuarto de Jungkook y al fondo del armario va a encontrar unas cuantas tablas
fuera de lugar, quítelas y supongo que ahí seguirán las drogas.

Temeroso, Taehyung se puso de pie y entonces salió del área de expiación en compañía
de dos guardias y de Minho. El dormitorio que Kook solía tener no había sido ocupado,
así que si lo que Jimin había afirmado era cierto, los estupefacientes seguirían ahí. Sin
embargo, el director quería mantenerse positivo y seguir dándole el voto de confianza
a su sumiso. Las cosas no podían irse a la mierda justamente cuando todo iba
"mejorando" en su vínculo con el chico. No podían.

Cruzándose de brazos y golpeando reiteradamente el piso con uno de sus zapatos,


esperó pacientemente a que sus hombres buscaran. Efectivamente, había una abolladura
en la madera del clóset, del cual fue extraída una maleta considerablemente grande. El
objeto fue inspeccionado, en donde se encontró droga. Mucha maldita droga.

El hombre empuñó los ojos y respiró hondamente, buscando calmarse -por mientras-.
Jimin no había mentido.

—Minho. —Llamó. —¿Crees que tengo cara de idiota? —El otro analizó de arriba a
abajo a su amigo.

—Claro que no. Muy por el contrario, pienso que eres uno de los hombres más
inteligentes y astutos que conozco, ¿por qué?

—Porque hay un niño que me vio la cara de idiota y creo que hasta el día de hoy sigue
haciéndolo.

—¿A qué te refie...

—Quiero que lleven esto a la policía y les digan que ya nos estamos ocupando del
culpable, así que pedimos discreción. —Interrumpió tras ordenar a los guardias, quienes
asintieron. —Minho, quiero que saques inmediatamente a Seokjin y a Jimin de los
cuartos. Dales tres semanas de reposo y una dieta hipercalorica hasta que recuperen todo
el peso que han perdido. Quiero que tengan sesiones con el psicólogo y que los vea un
doctor en caso de que algo ande mal. ¿Entendido?
—¡Por supuesto! —Choi sonrió, sorprendido y, en cierto modo, feliz. Él tendía a ser un
hombre insensible y frío, pero la situación de aquellos dos internos empezaba a
preocuparlo. —Me alegra que hayas tomado esa decisión.

Taehyung asintió, perdiéndose por unos cuantos minutos en sus propios pensamientos.
Habían cosas que aún no entendía, como por ejemplo el porqué Jimin se tardó tanto en
hablar si aparentemente "él no había tenido mucho qué ver". Su mente buscaba excusas
para eximir a Jungkook y encontrar otro posible responsable, pero lo que contó Park
tenía sentido, siéndole de prueba a ese testimonio el escondite de los estupefacientes.
Toda la culpa recaía en Jungkook, ¿entonces por qué esa maldita necedad de negarse
a creerlo?

Recordó la manera en la que la noche anterior lo había hecho suyo en tres ocasiones
después de jugar videojuegos. Recordó los gemidos y sollozos de Kook, pidiendo más
o suplicando que parase. El niñito había quedado agotado, mientras que Kim quería
mucho más. Lo había dejado repleto de marcas, moretones y diminutas heridas.

Jodida mierda.

Su teléfono celular sonó, alertándolo.

—¿Sí?

—Señor. —Era Dak.

—¿Qué pasa, Dak?

—Su primo está otra vez aquí. —Taehyung tragó en seco, repentina y extrañamente
nervioso.

—¿¡Yugyeom!? Quiero que encierres a Jungkook en alguna parte antes de que lo vea.

—Ese es el problema, señor. Ya lo vio. —El rubio perdió el aliento. —El niño estaba
jugando con el perro y su primo llegó cuando estaba en el jardín.

—¿¡Pero cómo puede ser posible!? —Intentando calmarse, el director inhaló profundo
y exhaló pesadamente. Por primera vez en su vida, sintió que las cosas no estaban yendo
como él lo esperaba o predecía. Lo de Jimin y ahora lo de Yugyeom lo habían tomado
por sorpresa. —¿Qué e-están haciendo ahora?
—Están hablando adentro. Su primo se veía muy enojado, por eso lo llamé...

«Piensa, Taehyung. Piensa.»

Las tantas mentiras que le había dicho a Jungkook sobre Yugyeom indudablemente ya
se habrían descubierto, junto con los mismos embustes que le había dicho a Yugyeom.
Posiblemente Kook le había contado todo al peliamarillo y estaban hablando de cómo
tomarían medidas drásticas y legales. Eso no podía pasar.

«Eres mío y no vas a ser de nadie más, no voy a dejar que alguien más te toque o se
atreva a separarte de mí. Incluso si tengo que matar...»

—Quiero que escuches bien mis instrucciones, Dak. —Algo que caracterizaba a Kim
Taehyung, era la rapidez con la que podía idear un plan. —No des indicios de que estás
hablando conmigo, actúa normal. Deja que hablen y dales su espacio, pero mántenlos
vigilados y no los dejes salir por ningún motivo. Manda a los demás lejos por esta noche,
quiero la casa completamente vacía para cuando llegue. Haz esto rápido y en cuanto
esté hecho corta todos los cables que le dan electricidad y cobertura a la casa. Me
importa una mierda si los vecinos se ven afectados, ¡no puede haber cobertura!
¡¿Entendiste?!

Fácil. Si no había cobertura, no habrían llamadas; sin llamadas, no hay policía.

—Entendí, señor.

—Llegaré en tres horas. Tú y Choi háganse cargo de todo lo que acabo de decir. —
Suspiró antes de reanudar. —Si algo sale mal, juro que...

—Somos profesionales. —Interrumpió. —Todo va a salir como usted lo ordene.

—Espero que así sea. —Y colgó.

La cabeza había comenzado a palpitarle. Sabía perfectamente que sus mentiras no iban
a durar toda la vida, mas era el momento de actuar y en ese punto importaba poco a
quién tuviera que hacerle daño. Jeon Jungkook era suyo y se lo haría saber a quien se
atreviera a querer separarlo de su lado.

Aun si tenía que ir en contra de su propia sangre.

Iba a dejar clara su posición, pero antes tenía que ir a ver a un viejo amigo...
53.
«Una mentira es como una bola de nieve; cuanto más rueda, más grande se vuelve.»
—Martín Lutero.

Uno de los momentos más decepcionantes, es en el te das cuenta que has formado parte
de una especie de ajedrez. Un juego de mesa macabro que tiene como único propósito
mantenerte estático, como un peón o una ficha crucial del conjunto, y que en el proceso
te engaña y envuelve. No puedes escapar, a menos de que te des cuenta que estás en
algo en lo que debías -ni querías- estar.

Kim Taehyung había jugado perfectamente, pero había olvidado un pequeño e


insignificante detalle: el ajedrez fue creado para dos personas.

Sollozando e hipando, Jungkook se refugió en los cálidos brazos de Yugyeom. Habían


hablado de todo un poco, y fue más que suficiente para que a ambos se les cayera la
venda de los ojos. Ahora eran conscientes de casi todos los embustes que Taehyung se
había encargado de crearles, beneficiándose a sí mismo; perdiendo cosas valiosas -como
el apoyo de Yugyeom y el poco respeto por parte de Jungkook- y dejando relucir de la
manera más absurda e idiota posible su verdadera cara.

Estúpidamente, Kook en cuanto vio al psicólogo recurrió a mentir, tal y como le había
pedido el director que hiciera en caso de ser descubierto, mas las intenciones de
Yugyeom eran lejanas a lo que Taehyung afirmó en un pasado.

Yugyeom era bueno, comprensivo, noble, delicado y sensible.

Sin embargo, con el pasar de los segundos el niñito comenzó a sentirse extraño. La
decepción y desilusión seguían patentes, pero ya no eran tan importantes. Taehyung era
cruel, impasible, suspicaz e inconmovible; de una persona así podía esperarse cualquier
cosa, por eso no importaba. Lo realmente preocupante era el repentino dolor de cabeza
que lo abarcó, obligándolo a retorcerse y halar con fuerza de sus hebras negruzcas. Su
visión estaba distorsionada, siéndole de compañía un tenue color azul que aparecía por
cortos intervalos.

Escuchó millones de murmullos que solamente él podía percibir y, asimismo, millones


de recuerdos que atormentaron su subconsciente como si se tratase de otra vida. Otra
persona creando otros recuerdos. Otra persona teniendo diferentes sentimientos. Otra
persona adueñándose de otra.
«No llegues al límite.» «No cedas el control.»

—¡Jungkook! —Llamó Yugyeom, sacudiendo suavemente al más pequeño, quien


agrandó los ojos con prontitud. —¿Estás bien? Te veías fuera de sí.

—Es-estoy bien... —¿Lo estaba? —Sólo quiero... Quiero irme de aquí.

—Te llevaré con tus padres.

—¡No! ¡Con ellos no! —Se alteró, sollozando de nueva cuenta. La simple idea le ponía
los pelos de punta. El peliamarillo suspiró, mientras acariciaba con su diestra el cabello
del menor, buscando brindarle seguridad y tranquilidad.

—Está bien, está bien. Ya veremos qué hacer, por el momento cálmate, ¿mh? Estás
conmigo y yo no voy a permitir que alguien te vuelva a tocar o a hacer daño. —Kook
levantó la mirada, conectándola con la de Yugyeom. Si bien el psicólogo estaba tan
enojado e indignado como nunca antes, mantenía una paz y serenidad incalculable. De
tan sólo mirarlo se podía contagiar su entereza. —Bajaré a pedir algo para que te calmes.
Empaca tus cosas y luego nos iremos, ¿está bien?

Asintiendo, Jungkook corrió hasta el armario de la primera habitación y la cual no


compartía con Kim. Era allí en donde se hallaba su ropa. Su vista seguía deformada,
como si hubiese consumido un tipo de droga mortal; su cabeza palpitaba por lapsos y
sus acciones se tornaron torpes a medida en que iba lanzando con ira las prendas
acomodadas en el clóset a la cama. Sus extremidades temblaban, al igual que su boca;
su respiración estaba acelerada y unas enormes ganas de vomitar lo acecharon.

¿Qué mierda le pasaba? Él lo sabía a la perfección, como también sabía que si no se


calmaba pronto las cosas no iban a terminar bien. Ni para él, ni para nadie.

La "protección" contra sentimientos de dolor y terror que, ciertamente, Jungkook no


sabía manejar adecuadamente estaba haciendo acto de presencia, y cuando eso pasaba
todo terminaba en desastre. Un jodido desastre por el cual sería juzgado después.

Obligándose a sí mismo a calmarse, dio reiteradas respiraciones. Había sido el objeto


de diversión de Taehyung en todos los sentidos posibles, pero estaba bien. Kook siempre
conseguía estar bien. Había tenido que soportar cosas peores. Que un hijo de puta le
mintiera, utilizara, maltratara -tanto física como psicológicamente- y manipulara no
era el fin del mundo.
Tras mandar a volar las últimas prendas, la luz falló. Aún estaba temprano, por lo que
hizo caso omiso al repentino fallo de electricidad. Caminó hasta el final de la cama,
comenzando a meter su ropa en el equipaje de mala gana. Afortunadamente, las
lágrimas habían cesado, el dolor en su cabeza ya no era tan intenso y su visión podía
considerarse "normal".

El niñito respiró hondo, mentalizándose una vez más en que todo estaría bien.

—Es extraño... —Informó Yugyeom luego de regresar. —La luz se fue y no encontré a
nadie abajo. ¿Te parece bien si te compro algo en el camino, Kookie?

—No tienes que preocuparte tanto. —Humedeció sus labios, cerrando la maleta poco
después. —Él se va a enojar, Yugyeom. Choi y Dak le dirán que me llevaste contigo y
te va a hacer daño... —Sin poder evitarlo, pequeñas gotas volvieron a rodar por sus
mejillas. Era un idiota por estar tan muerto de miedo, ¿pero cómo no? Él mejor que
nadie sabía cuán lejos era capaz de llegar Taehyung. Entretanto, el psicólogo se acercó
y rodeó con sus brazos aquel frágil cuerpo tiritante. —Nos va a matar.

—Taehyung no sería capaz...

—No lo conoces. —Interrumpió. —Tal vez yo tampoco lo hago. Él vive a base de


mentiras.

Efectivamente, Yugyeom no podía dar lugar a todo lo que había hecho su primo.
Jungkook le había contado todo -o eso pensaba él-, mas la última conversación que
había tenido con su pariente seguía palpable en su memoria. Taehyung tenía traumas;
mismos traumas que se encargaron de enfermarlo. Por tal motivo y pese a todo, el
peliamarillo no podía juzgarlo o señalarlo. Ayudaría y salvaría a Kook de obtener más
razones para querer hundirse en aquel pensamiento pobre, pero también haría algo por
Taehyung.

Después de todo, él también necesitaba amparo.

—En otro momento veremos qué hacer, ¿está bien? —La voz de Yugyeom siempre
estaba cargada de dulzura. —Por ahora te sacaré de aquí, los dos estamos alterados y
así no llegaremos a nada bueno.

Estando plenamente de acuerdo, Kook tomó su mochila personal y la colgó en su


hombro derecho. Con ayuda del mayor, agarró lo demás y entonces salió de la
habitación. Por increíble que pareciera, no se sentía del todo feliz. Su objetivo desde
un principio había sido escapar; todas las noches soñaba con salir corriendo lejos de
todo y todos, así que... ¿Por qué mierda había una opresión en su pecho? Sin hacer
mención al nuevo dolor craneal que lo asaltó. Nuevamente, aquellas chispas de color
azul revolotearon en sus orbes, haciendo que tuviera que sostenerse del pasamanos de
las escaleras para no caer.

—¿Estás bien, Kook? —Cuestionó, resguardando con su mano libre al otro. —No te
ves bien.

—¡Estoy bien! —Gritó abruptamente, sobresaltando a Yugyeom y a sí mismo en el


proceso. No era el momento. —Pe-perdón... Estoy bien...

El peliamarillo asintió, no muy convencido. Jungkook quiso haber tenido la oportunidad


de despedirse de los amigos que había hecho en la casona, como también de los
animales, mas no había rastro de alguien o algo. El atardecer estaba cayendo; toda la
zona estaba prácticamente a oscuras y en un silencio atosigante.

Todavía no podía creer que, efectivamente, estaba casi fuera de las manos de Kim
Taehyung.

—Iré a hablar con...

—¿A dónde creen que van? —Aquella voz gruesa y digna de pesadilla resonó en el
living.

Taehyung lucía impecable y estoico. Sus manos sostenían dos portafolios negros; su
vestimenta elegante, de color renegrido y una corbata roja haciendo perfecto contraste
con lo demás, lo hacían ver ciertamente atractivo. Su cabellera rubia, ajustada por gel y
echada hacia atrás era llamativa a ojos de cualquiera. Sus facciones simétricas y esa
mirada que parecía querer arrancarte el alma eran otras de sus tantas -y entre muchas-
alicientes.

Choi y Dak aparecieron poco después, quienes se hicieron a cada extremo de Kim, tal
parece con la intención de acatar órdenes.

Entretanto, Jungkook sólo pudo observar con rencor y profundo odio al hombre frente
a él, quien lo miraba de la misma manera.
—Taehyung, por favor no hagas las cosas más difíciles. —Imploró Yugyeom,
ganándose la atención del director. —¿Tienes siquiera idea de lo que estás haciendo?
Agradece que Jungkook no quiere poner cargos en tu contra y que yo no estoy en
posición para tener una discusión ahora. Me lo llevaré y después hablaremos.

Suspirando, la expresión de Taehyung denotaba aflicción. El psicólogo se habría creído


su teatro, de no ser porque dos segundos después una carcajada bulliciosa emanó de su
garganta. El niñito se acercó un poco más a Yugyeom, anhelando refugiarse en él. Tenía
tanto miedo.

—¿Qué fue lo último que te dije, Yugyeom? —Fingió pensar. —¡Claro! Que no me
obligaras a lastimarte, si mal no estoy. —Volvió a reír. —Al parecer no fuiste lo
suficientemente inteligente, y no tienes idea de cuánto me entristece. —Su mirada
volvió a caer en aquel hermoso chiquillo, que a pesar de mostrarse tan decepcionado y
enfadado como nunca antes, también gritaba a los cuatro vientos la palabra "miedo". —
Y a ti, Jungkook, te dije que eras mío y que...

—¡Reacciona, Taehyung! —Interrumpió. —¿Acaso te estás escuchando? ¡Te estás


refiriendo de esa manera a un niño!

—¿¡Y qué mierda te importa a ti, Yugyeom!? —Resopló, antes de echarles una pequeña
ojeada cómplice a sus guardaespaldas. —Terminemos con esto de una buena vez. —
Sentenció. —Dak, llévate a Jungkook al cuarto de abajo y Choi, sostén a Yugyeom. —
Ordenó.

—¡Taehyung! —Reprochó el peliamarillo al darse media vuelta, tratando de evitar que


separaran al pelinegro de sus brazos. No obstante, de un solo tirón Jungkook fue
arrastrado lejos en medio de protestas, pataleos y lloriqueos que Yugyeom odió
escuchar. —¡¿En qué estás pensando?! ¡No lo arruines más, joder! ¡¿Tienes idea de lo
que te van a hacer sus padres si se enteran de todo lo que le hiciste a ese pobre niño?!
¡Reacciona y deja que haga algo por ti y por él!

—¡Cállate! —Uno de los portafolios fue depositado en uno de los muebles, mientras
que el otro fue abierto. —No te pedí ayuda y sé cómo manejar a Jungkook. Fuiste
entrometido y ahora sabes demasiado. —Cegado por la ira, extrajo una especie de
inyección del interior del objeto. —¿Sabes lo que hace la gente poderosa cuando alguien
sabe demasiado? —Cuestionó abarrotado de burla, quitándole la tapa a la alargada y
gruesa aguja. Yugyeom perdió el aliento. —Se encargan de silenciarlo. —Sonrió cual
demente, acercándose hasta su primo, quien seguía inmovilizado por el guardia.
—¿Qué es-es eso? —Taehyung no era capaz. —Yo sólo quiero ayudar, Taehyung. Ni
siquiera quiero perjudicarte o hacerte daño, solamente quiero lo mejor para ti y para
Jungkook. —El rubio se remangó las mangas de su camisa y, posteriormente, acomodó
la jeringa entre sus dedos. —¡Taehyung!

—Trae tiopental sódico, bromuro de pancuronio y cloruro de potasio. —Informó,


analizando la inyección como si fuese una obra maestra. —¿Sabes lo que significa,
Yug? —Preguntó con falsa inocencia tras hincarse un poco. —Significa que te vas a
morir.

Después de haber arreglado los asuntos en la correccional, Taehyung fue en busca de


uno de sus mejores amigos, quien era médico y especialista en hacer... 'Inyecciones
letales'. Claramente, dichas dosis eran únicamente para cuyas personas tenían una
enfermedad agonizante o poseían motivos de fuerza mayor; sin embargo, Kim era
beneficiado meramente por una amistad de años.

—No hagas esto. —Suplicó el psicólogo, entrando en pánico. Él creía fielmente que su
primo era incapaz de lastimar siquiera a una mosca. Qué equivocado estuvo. —
Taehyung, recapacita. —El mencionado suspiró. —No tienes que hacer esto...

—Te aprecio, Yugyeom. Pude haberte volado la cabeza con un escopetazo, pero preferí
que tuvieras una muerte digna e indolora. —Humedeció sus labios. —No es mi culpa,
es la tuya por meterte donde no debes. —Su mano libre agarró con fuerza la cabellera
del menor, la cual echó hacia atrás con el único propósito de que su cabeza se inclinara
y él tuviera mejor acceso al cuello. —Sosténlo bien. —Se dirigió a su empleado.
Yugyeom se removió y por poco pataleó, mas no lo suficiente como para no sentir un
pinchazo en la vena yugular interna.

No habría que esperar demasiado para que el tiopental sódico le hiciera perder el
conocimiento, el bromuro de pancuronio le paralizara el diafragma y el cloruro de
potasio despolarizara el músculo cardíaco, provocándole finalmente un paro al corazón.
Taehyung inhaló profundo, apreciando cómo la única persona que estaba dispuesto a
ayudarlo se desmayaba; en unos minutos más moriría y ese sería su fin.

Y no se sentía mal. No tenía remordimiento alguno.

—Llévalo a la cabaña del bosque y entiérralo cerca o debajo. —Decretó. —Sólo...


Llévatelo. Yo me hago cargo de lo demás.
—Está bien, señor. Con permiso. —Kim asintió, desviando la mirada. Se acercó al otro
portafolio y extrajo un collar que hace apenas unos días había mandado a hacer.

Jungkook le temía a la electricidad. Lamentablemente, la que él tenía no era suficiente


para hacer sufrir al chiquillo. Él necesitaba ver más suplicio y tormento, cosa que no
lograba pese a tener una gran variedad de instrumentos de tortura. El collar que mandó
a hacer era diferente al que usaba; este era de goma, lo que hacía prácticamente
imposible librarse de él. Aparte de electrocutar, también ahorcaba, no al punto de matar,
pero sí de agobiar. Tenía más voltios, y entre más voltios, mejor.

Tomando el control remoto, se encaminó al cuarto de abajo. La punta de su lengua


delineó sus labios y él no evitó sonreír un poco. Las cosas se iban a poner divertidas.

Haciéndole caso omiso a la escasa luz, abrió la puerta de aquella habitación que tanto
odiaba y se adentró. Dak sostenía a Jungkook, tal y como se le ordenó.

—¿¡Dónde está Yugyeom!? —Cuestionó un alterado Kook, batallando por libertad. El


rubio, ignorándolo olímpicamente, sencillamente se acercó y le colocó el collar en un
santiamén. —¿¡Qué haces!?

Jeon se hallaba exhausto. El dolor en su cabeza seguía patente, tenía sueño -producto
de tanto llorar-, su cuerpo dolía, su mente no quería funcionar bien y estaba tan
jodidamente enojado y desilusionado que no sabía cómo manejar tantas emociones
juntas. Quería que todo acabara.

—Déjanos solos, Dak. —El fortachón acató. Jeon fue empujado hacia delante, siendo
recibido inmediatamente en los brazos de Taehyung, quien lo apresó por limitados
segundos. —Pequeño farsante y mentiroso de mierda. —El azabache alzó la mirada. Su
ceño estaba fruncido, sus ojos brillantes e hinchados. Kim oprimió con ferocidad los
hombros del menor, sacudiéndolo firmemente tiempo después.

—¿¡Qué mierda te pasa!? ¡Suéltame! ¡El único mentiroso aquí eres tú! —El director se
regocijó. Kook fue soltado, mas nunca se esperó la sólida bofetada que recibió en su
mejilla derecha. El golpe fue tal que terminó por caer al piso; la vista se le nubló en
nuevas lágrimas y él se sintió atontado. —Te odio.

—Es mutuo, amor. —Su diestra sujetó lo suficientemente fuerte aquella cabellera
negruzca, halándola hacia atrás. Fue ahí en donde se percató de la marca de su mano en
la zona que había golpeado. No conforme, dio un nuevo bofetón, esta vez en el moflete
izquierdo. Kook jadeó, limitándose a lloriquear. —Me viste la cara de imbécil y lo vas
a pagar. ¿Sabes qué es lo mejor? Que ya no hay nadie que pueda hacer algo por ti.

—¿¡Dónde está Yugyeom!? —Insistió, arrastrándose hasta uno de los rincones del área
tras verse liberado. El mayor simplemente sonrió.

—Lejos, muy lejos. Me atrevería a decir que ya no pertenece a nuestra dimensión.

La sangre de Kook se heló. Su llanto se hizo más escandaloso, presa del miedo y de la
incertidumbre. Nuevamente, chispas de colores azules atormentaron su panorama y
voces distorsionadas hablaron no muy lejos de allí. Se estaban acercando. Jungkook
retembló.

—Lo mataste... —Más que una duda, era una afirmación.

—Lo único que importa aquí es que me viste la cara de idiota. —Sus pasos fueron
consistentes al acercarse al adolescente, a quien puso de pie de un solo estirón. Jeon
permanecía en su trance, sin saber exactamente de qué preocuparse: si de Taehyung, o
de sí mismo. —¡Jimin me lo contó todo! Y te juro que vas a pagar por todas y cada una
de tus mentiras...

—¡¿Jimin?! —¿Había escuchado bien? ¿¡Jimin!? —¿Encontraste a Jimin?

El otro rió amargamente, enterrando las yemas de sus dedos en la sensible piel que
sostenía.

—Fue capturado la misma noche en que trataron de escaparse. —Confesó. —Siempre


estuvo cerca de nosotros, cachorro. Lamentablemente, sólo hasta ahora se le ocurrió
hablar y decirme toda la verdad, pero ya lo sé todo. Sé que fuiste el causante de
absolutamente todo. —El chico continuaba estático, incapaz de procesar lo que estaba
escuchando. —¡Sé que eras el dueño de las malditas drogas, que fuiste el de la idea de
escapar y que esa chica era tu novia! —Kook palideció. —Resultaste ser lo que yo
imaginaba.

Seguido de ello, un puñetazo aterrizó en la comisura de sus labios, el cual se rompió


debido al impacto. Jungkook cayó al piso y de ahí no se movió. Taehyung lo había
manipulado y mantenido ciego todo el maldito tiempo; de principio a fin. Todo con él
había sido lo más cercano a un circo, y en el que él fue el payaso más triste y lamentable.
Kim manejó a todos y a cada uno como si se trataran de fichas de ajedrez, buscando
llegar al final de una forma que jamás sería limpia.
En su mente todos seguían su juego macabro tal y como él se los mostraba.

—Te odio. Te odio tanto... —Sinceró, hasta que se dio cuenta de lo obvio: estaba siendo
acusado de cosas que él no hizo. —¡Además Jimin miente! Esas drogas no eran mías,
él me pidió que las escondiera y-y... E-esa chica era su hermana, él... —Una imprevista
y agitada corriente eléctrica fue la encargada de interrumpirlo. Su cuerpo se sacudió y
él aulló de dolor.

—¡No mientas más, Jungkook! ¡Eres el maldito culpable de todo! —Subió la intensidad
del choque, deleitándose al ver a su sumiso por poco convulsionar.

Jadeante, el pelinegro empuñó los ojos y esperó por un milagro. La electricidad lo tenía
plenamente ajetreado. Aquellas voces hicieron acto de presencia y la oscuridad en sus
orbes se tornó azulete.

Taehyung le había hecho cosas horribles. Había acabado con la poca humanidad que
le quedaba. Le había roto el alma.

«Y aun así sigues sin querer darme el control.»

«Ya fue suficiente.»

Un conciso e indefinido tiempo más tarde, los toques eléctricos habían cesado y ahora
su camisa estaba siendo despedazada. Jungkook aún tenía la vista empuñada,
sintiéndose... extraño. No se sentía como él, y pudo confirmarlo al abrir los ojos; su
respiración estaba más o menos tranquila, a pesar de tener a Taehyung brindándole
bruscas atenciones a sus pezones. Su visión era perfecta y una potente ira creció en su
interior.

—¡No me toques! —Bramó, no sin antes retorcerse y patalear. El rubio se carcajeó,


apenas reincorporándose. —Te juro que vas a pagar por todo lo que me hiciste,
Taehyung.

—¿Tú? —Interrogó con chiste, manteniendo una diminuta curvilínea saturada de


seguridad en sus labios. —¿Tú me vas a hacer pagar a mí? Por favor, Jungkook, no seas
patético.
—¿Y qué si sí hice todo lo que Jimin dijo? —Cambió el tema, buscando provocar. No
importaba si se arrodillaba a jurar que él no había hecho nada, simple y llanamente
Taehyung no le creería. —No te sientes tan inteligente ahora, ¿verdad, hijo de puta?

—Escúchame... —Tomando de nueva cuenta la cabellera adversa, la haló con evidente


vigor. No obstante, lo único que obtuvo como respuesta fue una risotada espeluznante
por parte del adolescente, que aprovechó la cercanía para patear con su rodilla la
entrepierna del mayor, quitándoselo prontamente de encima. —¡Joder!

Deslizándose unos centímetros lejos, Jungkook logró ponerse de pie y subir las
escaleras del cuarto hacia la puerta. Taehyung apretó el botón del control remoto, y
aunque si bien el choque eléctrico hizo sacudir al más pequeño, el arranque de
adrenalina que estaba presenciando le había permitido empujar la puerta y seguir
corriendo. Todo hubiese sido más sencillo si Dak no estuviera afuera vigilando.

—¡Jungkook! —Habiendo pasado un poco el dolor, el director corrió hacia arriba y


observó a todas las direcciones posibles, buscando al otro. —¡Escóndete todo lo que
quieras, igual siempre te voy a encontrar! —Un fuerte portazo se escuchó en la segunda
planta. Kim humedeció sus labios y no tardó en seguir el ruido. Cabía destacar que en
todo momento mantuvo presionado el botón, por lo que Kook -y pese a la distancia-
seguiría recibiendo corrientes eléctricas.

Jeon cerró la puerta con seguro, a sabiendas de que Taehyung iría por él. Inspeccionó
rápidamente el cuarto, deteniéndose en un jarrón transparente y de vidrio. En medio de
tambaleos y de un proceder bastante torpe, lo tomó. Tal vez era sensación suya, pero
aquel maldito collar estaba empezando a ahorcarlo. Tosió, llamando la atención; los
golpes a la puerta no se hicieron esperar, junto con los llamados de un Taehyung tan
enojado como nunca antes.

—¡Abre la maldita puerta o voy a matarte!

«No si yo lo hago primero.»

Utilizando la pared como soporte, Kook se acercó a la puerta, posicionándose


justamente detrás. Tosió nuevamente; sus ojos se aguaron y sintió un líquido espeso
salir de su nariz: sangre. Asimismo, combinándose con la que ya tenía en su labio roto.
El collar apretó otro tanto, desesperando al pobre chico.
—Si... ¡Si de-dejas de hacer e-eso voy-voy a abrir! —Articuló como pudo, obligándose
a permanecer de pie. —¡Por favor dame un respiro! Me-me necesitas sobrio si-si lo que
quieres es to-torturarme...

—¡Abre la puerta! —Era de esperarse que Taehyung no cedería fácil. Inhalando


profundo, Jungkook tomó con firmeza el jarrón entre sus temblorosas y sudorosas
manos.

Si no era a la buena, sería a la mala.

El pestillo fue quitado y la puerta fue empujada por Kim con fiereza. El pelinegro elevó
el florero y, tras el director ingresar, se lo estalló en la cabeza con lo mejor que tenía.
El hombre cayó al piso y el control remoto del collar brincó lejos. Jungkook se apuró a
tomarlo, tratando de adivinar cuál era el botón que apagaba todo. Optó por uno de color
verde, que sorprendentemente sí era el esperado.

Se dio unos cuantos minutos para tranquilizarse, pensar y maniobrar. Su garganta estaba
seca y millones de "aves" pasaban frente a sus ojos. No había que tener una inteligencia
superior para saber que eran producto de la asfixia que produjo el objeto.

Su mirada recorrió al rubio inconsciente. Sangre desprendía de su cabeza, mas


continuaba vivo. Su estómago subiendo y bajando se lo afirmaban.

Gateó hasta él, revisando los bolsillos de su vestimenta, esperando encontrar dinero o
algo que lo ayudase a sobrevivir afuera, porque era lógico que no volvería con sus
padres. Yugyeom estaba muerto y ya no había vuelta atrás; lo mejor que podía hacer,
era velar por sí mismo a partir de allí.

Necesitaba un plan y, afortunadamente, ese ya no era un problema.


54.
Asco. Se daba a sí mismo un profundo asco.

Mientras pensaba y se balanceaba con insistencia de adelante hacia atrás, recordó todas
y cada una de las cosas que lo ponían mal. Ya no había lugar para lágrimas ni para
lamentos, pues la rabia que sentía era mayor a cualquier otra emoción que pudiera
presenciar.

La sangre seguía saliendo de su nariz, más específicamente de la fosa izquierda, pese a


que había tratado de controlar la hemorragia mediante un gran trozo de papel que tomó
del baño con mucho esfuerzo. Su cuerpo se sacudía por momentos, producto del choque
eléctrico; sus piernas no tenían fuerzas y sentía su cuello aún ser presionado por el
collar. Hizo hasta lo imposible por quitárselo, mas era absurdo. Desde el material de
goma, hasta el broche de seguridad que tenía en la parte de atrás, hacían una tarea
compleja despojarse de aquel maldito objeto.

Tendría que sacar fuerzas de donde no las tenía y maniobrar. Su mente estaba saturada
de ideas y pensamientos que jamás pensó volver a tener, pero que estaban ahí.
Taehyung seguía inconsciente, tirado en uno de los rincones de la habitación. Kook se
levantó, dirigiéndose en medio de tambaleos hacia él. Su camisa estaba rota y él no
estaba del todo recuperado, pero era una batalla entre su persona y el tiempo. Era
cuestión de minutos -u horas- para que Taehyung despertara y volviera a salirse con la
suya. Eso no volvería a pasar.

Siquiera le dio espacio de procesar el hecho de que Yugyeom estaba muerto, que Jimin
fue encontrado el mismo día en el que él fue atrapado y otros de aquellos embustes de
los que Kim era tan propio. Sencillamente, agarró con fuerza las muñecas del rubio y
con gran empeño lo arrastró fuera de la habitación, posteriormente escaleras abajo y
finalmente al cuarto en el que previamente habían estado. Dak seguramente seguía
vigilando afuera, mientras que Choi se encargaba de ocultar el cadáver de Yugyeom.

Eso, de alguna forma, le hacía las cosas mucho más fáciles.

Seguidamente, corrió torpemente hasta la primera planta, en donde habían quedado sus
abandonadas maletas. Abrió una con temblorosas manos y sacó una sudadera negra que
se puso segundos después. Luego, se encaminó a la cocina y de una de las alacenas
extrajo un cuchillo de cocinero, el cual era más corto, delgado y ligero de lo habitual.
Si mal no recordaba, su nombre era cuchillo Santoku, originario de Japón. Sabía todo
eso por boca de Hye, quien le había dado una cuanta información sobre algunos
utensilios de cocina.

Escaneó el objeto afilado, alzándolo a la altura de su rostro. Su diestra tembló al


momento en el que empuñó con ira la base del puñal; su respiración se aceleró y una
opresión se arraigó en su pecho. Una carcajada abarrotada de nervios emanó de su boca,
junto con unas cuantas lágrimas de sus ojos. Estaba en medio de dos cosas
completamente diferentes y eso no le convenía.

—Cálmate, maldito hijo de perra... —Murmuró para sí mismo, incrementando el vigor


con el que sostenía el cuchillo, el cual bajó segundos después y ocultó en la parte trasera
de su pantalón. —Gracias a ti me doy asco ahora. —Recriminó, queriendo acabar con
todo de una buena vez.

Y eso es lo que haría.

Poniendo su mejor expresión de terror, olvidándose del tic en su cabeza -producto de la


electricidad- y agotando la poca energía que le quedaba, corrió hasta afuera. Tenía un
plan que no podía fracasar, había sido suficiente y si de algo estaba seguro, era de que
no volvería a estar a merced de Kim Taehyung.

Ni de nadie.

—¡Dak, Dak! —Alertó al guardaespaldas, quien se volteó rápidamente. —¡Taehyung


se cayó y creo que morirá! ¡Está perdiendo mucha sangre y no despierta! ¡Hay que
llevarlo a un hospital rápido! —Su voz contenía preocupación y exasperación. Con el
fin de no levantar sospechas, corrió hacia dentro seguido del fortachón. Bajó con
presteza al cuarto y señaló con desesperación al director inconsciente. —¡Haz algo! —
Ordenó, requiriendo mantenerse en su papel.

Era imposible que Dak no mordiera su carnada. Había puesto a Kim en uno de los
rincones con el único propósito de que en cuanto el empleado le diera la espalda, él
pudiera poner su "programa" en marcha.

El mayor prendió la linterna de su celular, buscando tener mejor visibilidad. A Jungkook


le brillaron los ojos al contemplar el aparato, las cosas se iban a poner divertidas.

—¿Q-quieres que llame a Choi? —Cuestionó inocentemente, transportando su diestra


al cuchillo oculto detrás de su espalda. Lo empuñó con fibra entre su mano, luchando
contra las tonalidades rojizas que lo estaban atacando. —Puedo...
—¡No te muevas de aquí! —Exigió, dejando el teléfono móvil en el piso para poder
guiarse y entonces se acercó a Taehyung, tratando de levantarlo. Jeon supo que esa era
su oportunidad. —Creo que necesi... —Una puñalada en su espalda fue la encargada de
interrumpirlo. —¡¡Joder!! —Pero tampoco tuvo tiempo de operar. Cayó de espaldas y
Jungkook no dudó en enterrar el arma blanca directamente en el esternón -
prácticamente en el cuello- del hombre; seguido de ello, descendió en zigzag por el
pecho y torso, sintiendo la punta del objeto chocar con los huesos que conformaban el
tórax. La sangre emanó cual agua de fuente, manchando el rostro y la vestimenta del
azabache quien, inconforme, apuñaló reiteradas ocasiones en el estómago.

—¡Odio a la gente como tú, Dak! —Y otra puñalada en el mismo lugar. Se estaba
empapando de aquel flujo rojo que no se veía para nada mal en ese momento. —¡Odio
a la gente que sigue órdenes y odio a todos en general! ¡¡Los odio!! —Tres navajazos
más y fue suficiente para que el chiquillo comenzara a llorar, soltara rápidamente el
objeto punzante y se alejara en medio de sollozos, junto con las típicas tonalidades rojas
que lo desorientaron. —Un a-asesino... —Hipó, haciéndose bolita en un rincón y
halando con nervio de sus hebras negruzcas. —Soy-soy un asesino, esta vez sí... —
Gimoteó alto, mas paró enseguida tras ser sofocado por la coloración azulete. —¡Sí, un
maldito asesino! —Bramó, colmado de orgullo. Risas tenebrosas salieron de su boca.

Rojo, Jungkook volvió a llorar. Azul, Jungkook volvió a reír. Rojo, azul, rojo, azul, rojo,
azul, rojo, azul, rojo, azul, rojo, azul, rojo, azul.

—M-me voy a-a p-pudrir en-en el in-infierno... —Rojo, Kook inspeccionó sus manos
manchadas de sangre, incapaz de controlar su alteración. —¡Soy tan genial y tú tan
patético! ¡Muérete, maldito hijo de perra! —Azul, Kook limpió con brusquedad las
molestas lágrimas que salían de sus ojos. Por mientras, la tanta sangre que había salido
de su nariz en el proceso.

Repentinamente, el adolescente comenzó a ser una mezcla de llanto y carcajeos.


Parecía confundido, como fuera de sí. Se revolcó por el piso, haló de su cabello, se
rasguñó, pegó contra las paredes y estuvo a punto de herirse gravemente al quererse
clavar el cuchillo que había vuelto a su posesión.

Pero las cosas no podían seguir así.

Azul. Jeon se quedó apreciando la nada alrededor de cinco minutos. Cuando creyó que
había sido suficiente, se puso de pie y no tardó en tomar el móvil que se hallaba en el
suelo. Había llegado su parte favorita: demostrar de qué estaba hecho. Sin mayores
complicaciones puso el aparato a grabar, importándole poco que no se viera nada
gracias a la oscuridad.

—Querido director... ¿O cómo debería llamarte? ¿Tal vez "amo"? —Se burló, soltando
una que otra risotada. —¿Recuerdas cuando nos conocimos? ¿Recuerdas que te dije que
los iba a matar a todos y que tú serías el primero? —Su voz tembló y la mano que
sostenía el celular también. La maldita electricidad lo había dejado con tics por todos
lados. —Pues resulta que no especifiqué a qué "todos", y las cosas ahora cambiaron.
¡Los voy a matar a todos y tú serás el último! —Se alteró. Sus cuerdas vocales vibraron,
consiguiendo que su tono fuera espeluznante. —Te voy a matar, amo. Te voy a torturar
y te voy a hacer cosas horribles. ¡¡Tan horribles que desearás no haberme conocido y
mucho menos haberte metido conmigo!! ¡Voy a terminar de arruinar tu existencia! ¡Te
voy a arrastrar al infierno en vida! —Rió fuerte y claro. —Te voy a sumergir en la lava...
¡¡Vas a suplicar que pare y yo no lo haré!! Voy a dejarte en carne viva y después te
echaré al ácido. Voy a arrancarte los ojos. Voy a volarte los sesos y... ¡Y te voy a sacar
el intestino y se lo daré de comer a los perros! Te voy a hacer mierda. —Tomó aire antes
de reanudar. —Te voy a hacer mierda, Taehyung. —Repitió, jurando. —Te prometo
que así será... ¡Maldito mentiroso, manipular e hijo de puta! Mereces lo peor de este
mundo, ¿y sabes qué es lo gracioso de todo esto? Que yo soy lo peor. Te encontraste
con la persona menos indicada para hacer tus mierdas.

Su mirada inspeccionó al rubio aún inconsciente, el cadáver completamente abierto de


Dak y lo poco que podía divisar en medio de tanta opacidad.

—Eres bueno con las mentiras, maldito hijo de perra. —Volvió a hablar. —Quiero ver
qué harás con tu puto empleado. Tal vez lo ocultes como harás con Yugyeom, ¿no? Eres
un execrable asesino, al igual que yo. Pero hay una diferencia, Taehyung. —Tragó en
seco. —La diferencia es que yo lo hago a sangre fría, y que lo hago desde pequeño. —
Se regocijó, pese a los malos recuerdos. —No te preocupes, hijo de puta. No iré con la
policía a ponerte en evidencia, ni tampoco voy a matarte aquí y ahora. —Eso era lógico.
—Voy a dejar que te pudras en tus mentiras y yo escaparé. Mataré a quien se atreva a
detenerme y voy a planear mi golpe. —Apretó el celular entre sus dígitos, batallando
contra las súbitas náuseas. —No pienses que el dejarte vivir es un regalo. Es un castigo.
Una tortura que me encargaré de hacerte sufrir. A partir de ahora, puedes
considerarme tu peor pesadilla. Lamentarás haberme llevado al límite. Lo lamentarás
día tras día.

El móvil dejó de grabar y Jungkook lo situó en el pecho del director, de manera que en
cuanto despertara lo notara. Seguido de ello, arrastró el cuerpo de Dak hacia uno de los
laterales de la habitación; tomó de su sangre y escribió en la pared las instrucciones, las
cuales sólo consistían en escuchar aquel vídeo pues, ciertamente, no se podía ver nada.

Subió rápidamente las escaleras y cerró con seguro la puerta de aquella estancia.

Se sentía libre. Se sentía bien. Dicho sentimiento incrementó tras salir de la casona y
ver todo despejado. No había seguridad, el portón estaba entreabierto y la carretera
frente a sus ojos.

Libertad.

Y peligro para quienes odiaba.

Corrió. Corrió hasta al frente de la autopista, en donde se hallaba un bosquejo que ya


no pertenecía a las tierras de Kim Taehyung. La vía estaba a su lado y él siguió
corriendo, adentrándose vagamente entre los árboles. Todo habría sido perfecto, de no
ser porque las tonalidades rojizas volvieron a hacer acto de presencia.

Quiso vomitar. Sin embargo, antes de poder hacerlo cayó inconsciente al césped.

—Jungkookie, ¿qué quieres ser cuando seas grande?

—¡Un super héroe!

—Pero no tienes que esperar a crecer para serlo. Puedes salvarme a mí, aquí y ahora.

—¿Cómo?

—Sólo tienes que presionar esta palanca y salvarme de un terrible tormento.

—¿Terrible tormento?

—El terrible tormento que es la vida.

[. . .]

—¡Es sólo un niño y sé que él sería incapaz! ¡Sólo tiene cuatro años!

[. . .]
—¿Por qué lloras? —Se cuestionó a sí mismo. Estaba frente a un espejo; no obstante,
el niño que veía era diferente a su reflejo. —D-dicen que m-maté a-a... —Sollozó. Sus
manitas restregaban sus ojos con cierta fuerza. El chiquillo del otro lado sonrió. —No
mataste a nadie, él dijo que lo salvarías del terrible tormento que es la vida.

[. . .]

—¿Quién es él, Jungkook? ¿Eres tú mismo?

—No.

—¿Entonces?

—Es mi héroe.

—¿Héroe? ¿Por qué héroe?

—Porque él me salva de tener remordimientos. Se encarga de la situación cuando yo


no puedo. Es más fuerte y aunque parezca malo, ¡yo lo necesito!

El pelinegro despertó de golpe. Su nariz no había parado de sangrar y él resopló,


reincorporándose rápidamente. Tal vez habían pasado unos cuantos minutos; minutos
que él no podía darse el lujo de perder. Era cuestión de tiempo para que Taehyung
despertara y alertara a sus padres de lo sucedido, o tal vez tendría otras intenciones.

Jungkook tenía planes. Planes impulsivos, mas su mirada muerta y renegrida era
diferente. No había remordimiento ni más tonalidades rojas. En su mente ahora todo era
de color azul. Una interminable paz lo inundó y aquello fue suficiente para saber que
no habría confusión a partir de allí. El control fue entregado en plenitud y Kook podría
actuar sin miedo a alguna posible equivocación.

Corrió de vuelta a la carretera tras oír un camión grande acercarse. Se paró en medio de
la vía temerariamente, y eso bastó para que el vehículo frenara precipitadamente.

—¡¿Qué demonios sucede contigo, chico!? ¡¿Acaso quieres morir?! —Preguntó el


conductor, intentando ignorar el hecho de que aquel niñito estaba repleto de sangre y
portando un collar extraño en el cuello.
—Necesito ayuda. —Dijo en cambio. —Necesito volver a la ciudad.

El hombre inhaló profundo, tratando de no malinterpretar la apariencia del adolescente,


quien lo miró con súplica.

—No voy a la ciudad, pero... —Gruñó, queriendo escapar, mas se trataba de un


muchachito. ¿Cuántos años tenía? ¿Quizás catorce? Al final, su buen corazón terminó
por ganar. —Pero puedo llevarte a un pueblo cercano y de ahí mandarte a Seúl.

Animándose a fingir una sonrisa, Kook asintió. Era eso o nada.

«De pequeño quería ser un super héroe, y terminé siendo el villano por querer
salvarme a mí mismo.»
55.
El dichoso pueblo estaba lleno de gente, aun si eran eso de las 09:03 p.m.

Había tenido que dar la patética excusa de que un toro lo había atacado y que la sangre
que portaba era la del animal, si tan sólo aquel hombre supiera la verdad. Sin embargo,
tal parecía que aquella información le bastó al otro para no hacer más cuestiones.
Jungkook observó la gasolinera a la que se adentraron, el conductor se bajó del enorme
vehículo y posteriormente fue directamente a un café que se hallaba en frente. Kook en
todo momento lo siguió.

—Ve a lavarte la cara, muchacho. —Aconsejó, palmeándole en reiteradas ocasiones el


hombro izquierdo. El chico asintió y se metió al pequeño baño que había en uno de los
laterales del local. Sus manos, su rostro y gran parte de su vestimenta estaban
completamente cubiertas de sangre. Afortunadamente, la sudadera negra que se había
puesto simulaba estar impecable, incluso si no era así.

Se encargó de limpiarse bien y, una vez hecho, salió a la cafetería. El sujeto que lo
ayudó estaba charlando coquetamente con una de las chicas que atendía. Jungkook lo
analizó por largo rato; rato en el que no se movió, en el que su mirada fue imperturbable
y en el que su cuerpo estaba completamente rígido. Ni un parpadeo, ni un movimiento;
era como una estatua.

—¡Hey, chico, ven! —Llamó el individuo tras notar al niñito. Jeon ablandó su expresión
y se encaminó hacia él. —Hazme un favor y ve a sacar mi billetera del camión, ¿sí? —
Pidió amablemente, extendiendo las llaves que desbloqueaban al vehículo. —Estoy algo
ocupado ahora.

—Claro. —Su diestra tomó el objeto que le era brindado y él se dirigió rápidamente al
camión que tenía aires de tractomula. Con algo de esfuerzo, abrió la puerta y entonces
se incrustó al interior.

La billetera estaba a simple vista en el primer asiento, mas la "curiosidad" de Jungkook


lo obligó a seguir husmeando. Sus temblorosas manos fueron de allí para allá,
explorando hasta en donde no debía. Grande fue su sorpresa al encontrarse un calibre
22, con una pequeña caja de balas Winchester justamente a su lado. Sin pensárselo dos
veces, ocultó el arma en el borde de sus pantalones y sacó unos cuantos proyectiles. Los
suficientes como para "defenderse".
Estando dispuesto a volver, organizó las cosas que había tomado a su posición original,
tratando de ser ágil para no levantar eventuales sospechas. No obstante, su corazón dio
un vuelco y su boca se secó después de hallar un particular objeto cuadrado, gris y con
una especie de calavera dibujada en el recuadro. Su diestra no demoró en tomarlo,
misma que levantó la tapa. La característica llamarada irradió del elemento, haciendo
que Jeon sonriera naturalmente, rememorando perfectamente cómo ese tipo de
encendedores eran sus mejores amigos en un pasado.

Su respiración se aceleró y él rió tenebrosamente. En circunstancias como aquellas, el


fuego era su mejor aliado. Refugió el zippo en uno de los bolsillos delanteros de su
prenda inferior, se bajó, aseguró el vehículo y finalmente volvió al café.

—Aquí está tu billetera. —Informó una vez entró, ofreciéndole la pertenencia al dueño,
quien la agarró luego de varios segundos. —Quisiera saber...

—¿Tienes hambre? —Interrumpió. —Te ves cansado, si quieres pide algo. Yo pago.

Sin saber qué responder, Jungkook se lo pensó. Su apariencia era lamentable. Su cuello
era presionado por aquel maldito collar, sus ojos estaban hinchados y algo rojos, sus
labios estaban resecos y rotos, su piel pálida -más de lo normal-, el tic en su cabeza y
extremidades seguía ahí, la debilidad que dejó el choque eléctrico por momentos hacía
que quisiera desplomarse rudamente contra el suelo, entre otros muchos factores.

Estaba hecho mierda por fuera y por dentro.

—Te lo agradezco, pero me urge llegar a la ciudad. Quisiera tan sólo... irme. —El mayor
sonrió comprensivo, analizando velozmente su alrededor. Kook le imitó, un tanto
confundido.

—¡Hey, Jongup! —Llamó. Un chico de estatura media, cabello rubio y mirada


destemplada volteó en seguida. El primero le hizo una seña al aludido, que no tardó en
acercarse. —Vas a Seúl, ¿no es así? —Cuestionó en cuanto el otro estuvo lo
suficientemente cerca. El tipo, supuestamente de nombre Jongup, asintió. —¿Podrías
llevar a mi amiguito? —Señaló a Jungkook, quien fue inspeccionado por el desconocido
de arriba a abajo.

—Por supuesto. —Enunció con una sonrisa inquietante, alarmando al más pequeño. Tal
vez era la paranoia, pero él veía peligro en todos lados y en todas las personas. De
alguna u otra forma, sentía que debía acabar con todos antes de que todos acabaran
con él. —No tengo problema alguno. —Y entonces relamió sus labios con una lentitud
asquerosa a ojos de Jungkook.

—Perfecto entonces.

Luego de agradecer y de despedirse del hombre que "lo salvó" de volver a ser atrapado,
Kook se vio en la obligación de seguir al otro chico. No tenía nervios y la posibilidad
de encontrarse con personas malas ya no era un problema, después de todo... Él era mil
veces peor en todos los malditos sentidos factibles. No dudaría en matar a quien se
atreviera a molestarlo o a intentar malograr sus planes.

—Hey, Jongin, este niño viene con nosotros. —Informó Jongup una vez estuvo al frente
de su automóvil. Era una camioneta Ford de color blanco. El otro tipo, Jongin, observó
al menor de todos de pies a cabeza con indudable pitorreo, mientras exhalaba
despaciosamente el humo del cigarrillo que sostenía entre sus dedos. —Andando.

—Vale. —Fue lo único que dijo, a pesar de que, por su expresión, parecía querer decir
mucho más. Jongup tomó asiento en el piloto, Jongin en el copiloto y Jungkook atrás,
mateniéndose en alerta a todo momento. —¿Y cómo te llamas? —Cuestionó tras
haberse volteado un poco, buscando tener mejor visibilidad del niñito, que se encogió
de hombros abruptamente.

—¿Qué te importa?

Jongin se mostró sorprendido. Entretanto, Jongup se echó a reír a carcajadas, sobre todo
al ver la mueca en el rostro de su hermano menor.

—Nadie te había contestado de ese modo antes, Jongin. Al parecer estás perdiendo el
poco respeto que te tiene la gente o ese niño tiene los huevos bien puestos. —Se burló,
poniendo la camioneta en marcha.

Pese a mostrarse molesto, Jongin prefirió callar y devolver su mirada hacia el frente. En
pocos minutos, el pueblo desapareció de la vista de Jungkook; la particular y extensa
carretera fue lo único que pudo apreciar, junto con la constante arbolada a los
alrededores, siéndole de compañía unos escasos postes de luz cada ciertos kilómetros.
Como en toda autopista a altas horas de las noches -más si se trataban de vías a las
afueras de la ciudad-, los otros vehículos que pasaban eran pocos, casi nulos. Kook se
conservaba en tensión, pasando su atención de la ventana a los sujetos que se hallaban
en la parte delantera.
Eran las 09:35 p.m, o de eso pudo darse cuenta en el reloj que se encontraba encima de
la radio del auto. Para él cada segundo, minuto y hora contaba. No podía darse el lujo
de permitir que Taehyung maniobrara primero que él. Odiaba admitirlo, pero aquel hijo
de puta era astuto y bueno ideando farsas que cualquier idiota -Jungkook incluido- se
creería. Aunque considerando la cantidad de sangre que había perdido al ser golpeado
con el florero, Jeon dudaba que pudiese despertar pronto, lo cual le tranquilizaba saber.
Cuánto anhelaba ver aquella furia en cuanto notara que "su precioso cachorro" se le
había escapado de las manos.

Su cabeza y sus brazos se movieron involuntariamente, secuela del choque eléctrico.


Sus manos estaban temblorosas, como si estuviera presenciando un ataque de nervios -
aun si no era el caso-. Sintió un escalofrío recorrerle la piel y una particular vibración
en sus piernas. Sus dientes tiritaron y Jungkook bufó considerablemente fuerte, harto
de aquello. Lo peor era que todavía tenía ese maldito collar de mierda en el cuello.
Ciertamente, ya nadie podría lastimarlo, mas la rabia e inquietud de no poder quitarse
el objeto lo tenían al borde del colapso.

Su coraje aumentó al notar a Jongin mirarlo atentamente a través del espejo retrovisor.
El tipo lucía escalofriante. Esa mirada estridente lograba combinar bien con su piel
morena, junto con las rastras que tenía por peinado y la vestimenta negra en su totalidad.
Pero Jungkook no era alguien particularmente miedoso.

El adolescente frunció el ceño. Sus ojos se ensombrecieron y la punta de su lengua


empujó su moflete derecho. Se estaba enojando sin motivo aparente.

—Este pantano es conocido por tener cocodrilos. —Fue el moreno quien rompió el
silencio. Jongup sonrió ladino, echándole una pequeña ojeada a la extensa laguna que
había entre el boscaje de la parte izquierda. —Grandes y hambrientos. —Destacó,
todavía con la mirada puesta en el pelinegro, quien bufó.

¿Era acaso una intimidación?

—¿Y eso qué? —Cuestionó el mayor. —¿Quieres ser su base de alimento? Porque
puedo parar y dejarte aquí si es lo que quieres.

—Estaba pensando en otra cosa... —Jongup rodó los ojos, sin molestarse en entender
los rodeos de su hermano. Entretanto, Jungkook se sintió gravemente atacado
indirectamente. Una especie de calor se originó en su vientre, el cual ascendió por su
pecho hasta llegar a su rostro, que adoptó un potente sonrojo poco después meramente
por la ira que le produjeron los comentarios de aquel chico llamado Jongin. —Lindo
collar, por cierto. —Musitó, dirigiéndose a Kook. —Me gustaría uno para mi perro.

—Jongin. —Reprochó el rubio.

—Sólo digo la verdad. Con ese collar luce como una mascota. —Se defendió. —O más
bien un cachorro.

«Cachorro», esa maldita palabra, ese maldito collar, esos malditos recuerdos y ese
maldito chico lo estaban sacando de quicio -del poco que le quedaba-.

—Si tanto te gusta, quítamelo y póntelo. De seguro te divertirás. —Espetó, llevando


disimuladamente su diestra al calibre en sus pantalones, el cual era ocultado por la
sudadera.

—Oh, el cachorrito no sólo sabe responder malas palabras.

—Jongin, basta.

—¡No me llames cachorro! —Ordenó, con una opresión en el pecho.

—¿Qué harás al respecto? —Provocó, girándose para poder mirar al niñito de frente,
quien estaba hecho un íntegro demonio.

Kook relamió sus labios y desvió la mirada. Los párpados de su ojo izquierdo tiritaron,
producto del estrés y de la secuela que había dejado la electricidad. Él no tenía porqué
soportar a ese tipo de gente.

—¿Puedes parar? Necesito ir al baño. —Fue lo único que respondió. Jongin sonrió con
sorna, mientras que Jongup lo observó fugazmente por el espejo retrovisor.

—Como lo pensé. —Resopló el moreno, colmado de burla.

—Hay cocodrilos afuera. —He ahí la gracia.

—Los cocodrilos me valen verga, no están tan cerca de todos modos. —El pantano era
vasto, mas pronto llegarían al final y Jungkook no podía perder oportunidad. —No
tardaré.
Jongup miró a su hermano, buscando aprobación. Jongin simplemente se encogió de
hombros.

—Bien. No te tardes. —La camioneta frenó en medio de la nada, siendo la luna y las
luces del vehículo la única fuente de iluminación.

El chiquillo se arrojó fuera del automóvil y no demoró en ocultarse en el tronco de uno


de los tantos árboles, simulando hacer lo que dijo que haría. Sin embargo, rápidamente
tomó la pistola robada, le sacó el cargador de balas con la misma prisa y metió todas las
que pudo, que no eran más de diez -lamentablemente-, lo alistó de vuelta al arma de
fuego y finalmente quitó el seguro. Él tenía la mente clara, mas el problema yacía en
sus manos temblorosas y en los molestos movimientos involuntarios que de pronto
presenciaba. Ni siquiera cuando estuvo encerrado y torturado en la correccional había
quedado así.

Su rabia solamente se reforzó tras recordar esos días y a Taehyung. Recordar el maldito
rostro de Taehyung bastaba para que quisiera matar a todos.

Y eso haría.

Con paso apresurado y la pistola detrás de su espalda, Jungkook regresó al auto.

—No vi cocodrilos por ahí. —Comentó, atreviéndose a mover su dedo índice al gatillo.
—Pero dijiste que son grandes y hambrientos, ¿no es así? —Acechó a Jongin, quien
asintió extrañado.

—Cierra la puerta. —Ordenó Jongup, puesto que Kook, aparentemente, "lo había
olvidado". Este último resolló, inspeccionando velozmente que no se aproximara
ningún otro carro.

—Soy un chico bueno. —Anunció inocentemente, con una sonrisa socarrona. —Tengo
que alimentarlos.

La expresión de los mayores fue un dilema. Por una parte estaba Jongup, que frunció el
ceño, sin entender la situación con exactitud; por la otra, estaba Jongin, mirando al niño
como si se tratara de un fenómeno jamás antes visto. El primero abrió la boca con la
finalidad de decir algo, pero Jungkook, totalmente infalible y soberbio, levantó el arma
y no titubeó al momento de apuntarle y dispararle a un costado de la frente, que gracias
a la cercanía había salido bien. El hombre fue empujado por la fuerza de la bala, cayendo
inerte sobre el volante. El moreno se reincorporó, contemplando con furia y
desconcierto la repentina coyuntura.

—¿¡Qué diablos pasa contigo, mocoso de mierda!? —El sujeto tomó la muñeca del
adolescente que mantenía el calibre levantado; no obstante, para lo único que funcionó
fue para que uno de los tantos tiros perdidos que Kook dio al intentar zafarse, le entrara
justamente por el ojo izquierdo.

El azabache sintió escalofríos luego de ver cómo el ojo se le hundía, quedando en su


lugar un hueco renegrido y desbordante de sangre. Insensible y frío, disparó nuevamente
a su cabeza, asegurándose de que muriera. Hizo lo mismo con Jongup, pese a que en él
era evidente el fallecimiento.

Siquiera le dio tiempo de procesar todo lo que había hecho en una sola noche, mas se
sentía orgulloso de haber matado a tres personas en total. Aseguró el arma de fuego y
la devolvió a su posición original en sus pantalones; se bajó de la camioneta y abrió la
puerta del copiloto, de donde sacó a Jongin con muchísimo esfuerzo. No había comido,
las secuelas de la electricidad eran todo un lío, la lucha interna consigo mismo de hace
tan sólo unas cuantas horas lo había dejado exhausto y aun así tenía otras cosas de las
cuales preocuparse. Ciertamente, estaba débil, pero sabía que todo lo que estaba
haciendo valdría la maldita pena.

Condujo al moreno por el reducido boscaje que se hallaba antes de llegar al pantano,
siendo precavido de no encontrarse con algún animal salvaje y mucho menos con un
cocodrilo. Temerario, como siempre, se acercó a una de las orillas de la laguna y tiró
vagamente el cadáver ahí, lo adecuado como para que los reptiles lo notaran.

Posteriormente, regresó corriendo por Jongup e hizo lo mismo con él. Grande fue su
sorpresa tras percatarse de que Jongin ya estaba siendo mordisqueado por tres
cocodrilos grandes. Incapaz de seguir avanzando, dejó al rubio a medio camino y corrió
hasta la camioneta. Debía irse lo antes posible de ahí.

No obstante, nuevos problemas acecharon a Jungkook.

—¿¡Cómo mierda se maneja un auto!? —Vociferó a la nada, golpeando con furia el


volante cubierto de sangre. Las ventanas también estaban manchadas. —¡La puta
madre! ¡Los odio a todos! ¡Maldito día de mierda! —Y nuevos manotazos azotaron allí.

Él jamás tomó clases de conducir. Era un jodido niño rico que solamente tenía que
chasquear los dedos y pedir que lo llevasen a donde quisiera ir, sin hacer mención al
hecho de que todavía era bastante joven como para querer preocuparse por obtener un
coche o una licencia de conducir.

Mentalizándose en que debía aprender esa misma noche, colocó su mano en la palanca
y pisó lo que, él suponía, era el acelerador. Desplazó la palanca de adelante hacia atrás,
pero el vehículo ni siquiera se movió. Pisó el pedal del freno y tampoco.

—¡Esta maldita chatarra de mierda no sirve! —Se quejó, volviendo a golpear.

10:40. Estuvo alrededor de diez minutos tratando de adivinar cómo se manejaba aquella
cosa. Se preguntó para qué servía el otro pedal, pues habían tres. El volante no giraba y
la palanca de cambios estaba a punto de ser despedazada. Jungkook gruñó,
desquitándose con todo lo que veía, hasta que se percató de que las llaves no estaban
conectadas a la Ford.

Sintiéndose idiota, las puso y giró, obteniendo por fin un resultado. Pisó el acelerador y
viró el volante a la izquierda precipitadamente, metiéndose en la mitad de la vía
peligrosamente. Después, volteó a la derecha y movió hacia atrás la palanca,
desplazándose aventuradamente. Fue el turno del freno, el cual pisó con tal fuerza que
terminó golpeando su frente con el parabrisas.

Contó hasta diez, negándose a hacer un escándalo por algo que él mismo había logrado.
Afortunadamente, la carretera a esa hora estaba completamente vacía. Únicamente el
ulular de los búhos era perceptible. Kook practicó un poco más, y cuando creyó haber
agarrado el secreto, revisó las balas en su pistola antes de emprender con su camino en
una camioneta robada, luego de haber asesinado a tres personas, con una arma robada
y una sed insaciable de venganza.

Había gastado ocho balas. Las dos que le dio a Jongup, las dos que le dio a Jongin y las
otras cuatro que se perdieron cuando estaba forcejeando con este último. Una curvilínea
maligna se dibujó en sus rotos y palidezcos labios. Su mirada ensombreció y las yemas
de sus dedos acariciaron el cargador con los dos proyectiles.

—Para mamá —Susurró infantilmente. —, y para papá. —Una carcajada alarmante


emanó de su boca. De tan sólo pensar en sus padres muertos una corriente agitaba su
cuerpo; su corazón se aceleraba y él lo ansiaba. Lo anhelaba como a nada.

Avanzó torpe y rápidamente en la camioneta, afanoso por llegar a la ciudad y entonces


a su casa. Quería ver la expresión en el rostro de sus progenitores al confirmar que había
cumplido con su promesa: escaparse de la correccional. Entre otras muchas que
involucraban a su mejor amigo, el fuego.

Era libre, las cosas se estaban haciendo a su modo, tal y como siempre lo deseó.

Nada podía salir mal. Nada.

O eso quería pensar.


56.
08:27 p.m.

Un penetrante olor fue el encargado de hacerle recuperar la consciencia. Sus ojos se


abrieron de par en par, siéndole relativamente fácil al no haber iluminación alguna.
Parpadeó un par de veces y trató de reincorporarse, mas el dolor en la parte posterior de
su cráneo le hizo jadear, viéndose en la obligación de volver a recostarse. Una linterna
lo aturdió; empuñó sus ojos, luchando por acostumbrarse a la potente luz en medio de
tanta opacidad.

—Señor, qué bueno que despertó. —Musitó un Choi bastante alterado. Se hallaban en
el living y Taehyung no podía darse cuenta de la situación. ¿Qué había pasado? —Yo...
no sé cómo decirle esto.

—Mi cabeza va a explotar. —Jadeó, transportando su diestra a la herida en su dirigente,


la cual dolió aguda e inmediatamente. Sus recuerdos estaban distorsionados y aquel
suplicio siquiera le dejaba poner sus pensamientos y memoria en orden.

—Tiene que escuchar esto... —Imploró, sosteniendo un teléfono celular. —No sé cómo
pasó, yo simplemente fui a hacer lo que usted me pidió y cuando regresé... Yo... —
Suspiró, decidiendo dejar de hablar y reproducir el vídeo que Jungkook había dejado.

Taehyung permaneció indiferente, con los ojos cerrados y tragando en seco. Sin
embargo, más temprano que tarde el dolor fue reemplazado por risas. Carcajadas fuertes
que no pudo evitar dejar escapar al escuchar aquellas barbaridades salidas de la boca de
su cachorro. Incluso el pesar en su herida parecía imperceptible. No había lugar para
temor, todas y cada una de las amenazas no hicieron más que hacerle regocijarse; tanto
que su estómago dolió.

Recordó todo y se puso en situación. Jungkook escapó, y ni ese hecho le permitió dejar
de reír.

Choi estaba aterrorizado. Las amenazas no eran para él, pero podía sentir la inquietud
de ellas.

—No me jodas... —Expresó Taehyung, aún burlándose.

—No le veo la gracia, señor.


—¿Acaso no lo estás escuchando? Todo él da gracia. —Suspiró, calmándose un poco.
—Mi cachorro es realmente patético. Me da incluso lástima.

—No creo que siga pensando así si ve lo que hizo. —Kim se animó a abrir los ojos y,
sacando fuerzas de donde no las tenía, se reincorporó con ayuda de Choi. El dolor
persistía, mas era soportable. —Creo que de verdad se volvió loco.

—¿Ah, sí? —Cuestionó, incrédulo. Todavía estaba muy atontado por el golpe. —A ver.

Nuevamente, con apoyo de su guardaespaldas, se dirigió a ese cuarto que tanta odiaba
y en el que tenía planeado torturar a Jungkook hasta matarlo. Algunos de esos
pensamientos aún rondaban por su mente; no obstante, se quedó sin habla tras ver a su
empleado de confianza completamente abierto, bañado en sangre -la cual también se
hallaba por las paredes- y en un panorama digno de una película sangrienta. Eso no
pudo haberlo hecho Jungkook.

—Eso, jefe.

El rubio estaba pasmado y las dudas no tardaron en deambular por su subconsciente.


Nada cuadraba, el Jungkook que él conocía era grosero, insolente, infantil,
egocéntrico, malcriado y demás cosas, pero jamás un asesino. Él era incapaz de hacerle
daño a alguien, entonces... ¿Entonces por qué?

—Dame ese celular y déjame pensar. —Prácticamente le arrebató el móvil al otro y


subió de nuevo las escaleras, repentinamente con energía y osadía.

Reprodujo aquel audio un total de tres veces. La rabia de no tener a su cachorro con él
lo invadió de poco en poco, justamente cuando estaba tomando en serio la situación.
Kook estaba actuando por impulso y alguien así no llegaba a ningún sitio; Taehyung,
muy por el contrario, era cauteloso, astuto, inteligente y hábil -sin mencionar que
siempre se salía con la suya. Siempre-. Analizó la coyuntura de pies a cabeza y al
derecho y al revés. Asimismo, el vídeo de Jungkook.

No podía arriesgarse. Debía actuar lo antes posible, pero con la elegancia que tanto
lo caracterizaba.

—¡Choi! —Llamó, teniendo una solución en mente. El fortachón no tardó en acatar al


llamado. —Iremos por partes. —Anunció. —Lo primero que quiero que hagas, es que
ocultes a Dak en el mismo lugar donde ocultaste a Yugyeom y rápido. ¿Entendiste? Yo
me encargo de lo demás.
—Como usted diga. —Fue lo último que dijo antes de desaparecer para poder
maniobrar.

Entretanto, Taehyung corrió a la segunda planta y organizó lo mejor que pudo la


habitación en la que había sido golpeado. Recogió los vidrios del florero roto y se
aseguró de que todo se viera bien. Posteriormente, volvió a bajar y tomó las maletas que
Jungkook le había hecho el favor -sin saberlo- de organizar, las cuales metió a su
camioneta junto con algunas otras pertenencias. Sacó su teléfono celular, recordando
que él mismo había mandado a malograr la electricidad y la cobertura.

Punto en contra. Se había jodido a sí mismo.

Sin perder el tiempo, recorrió la casona, ratificando que todo se viera en orden.
Excluyendo el cuarto de abajo, la cantidad de sangre en el piso y en las paredes, todo
estaba bien. Choi ya había sacado a Dak y Taehyung aprovechó aquello para cerrar la
sala con seguro y algo de mecanismo. Luego se encargaría de limpiar.

Increíblemente, su cabeza estaba funcionando bien pese a tantas inconsistencias, dudas,


emociones e ideas. No podía darle lugar a la confusión ni ponerse a pensar sobre porqué
razón Jungkook estaba actuando de una manera en la que jamás lo haría. Lo primordial,
por el momento, era ocultar la evidencia y ponerse a salvo. Por supuesto que estaba tan
enojado como nunca antes; no tenía a su sumiso, las cosas estaban casi fuera de control
y estaba siendo víctima de un agudo dolor en el cráneo, pero todo se iba a solucionar.

Todo se iba a solucionar y para su parte, pues si bien Kook afirmó que no iría con la
policía, Taehyung no podía confiar en él.

10:00 p.m.

—Ya me encargué de lo esencial. —Informó el director. Choi regresó, mientras que él


se encargaba de meter otro tipo de cosas a la camioneta. —Iremos a la ciudad, pero tú
volverás mañana a primera hora a limpiar el desastre de abajo. Los demás volverán
pronto y no quiero que sospechen, ¿está bien? —Su empleado asintió. Kim relamió sus
labios, todavía pensando. No podía darse el lujo de dejar huecos o algo a medias. —
¿Esos cadáveres sí están bien enterrados?

—Cinco metros bajo tierra y superficie plana, tal y como usted me dijo. —El rubio
sonrió ladino. Hasta ahí todo iba bien.
Subió a la furgoneta, que se puso en marcha escasos segundos después por la vía corta.
Choi estaba sudado y se veía realmente cansado. Taehyung ni siquiera podía discurrir
acerca del paradero de Jungkook. De hecho, Kook era lo último que venía a su mente
en situaciones como aquellas. Simple y llanamente se estaba ocupando de otros asuntos;
después de todo, si Jeon decidía hablar, le convenía que todos pensaran que era un
mentiroso.

No iba a negar que le resultaba extraño no tener a ese chiquillo a su lado. Su lugar era
con él. ¡Con él y con nadie más!

Estructuró los últimos detalles. Pudo respirar con mayor libertad al tener algo
proyectado.

—Te sorprendería saber cuán bueno soy con las mentiras, cachorro. —Susurró para sí
mismo en respuesta al vídeo de Jungkook. Seguido de ello, sencillamente sonrió y se
perdió en sus alborotadas y difusas intenciones.

01:52 a.m.

El recorrido a la ciudad había sido rápido, lo que era bueno. Kim subió junto a su
guardaespaldas a su departamento de lujo allí; las luces automáticas se prendieron una
vez abrió la puerta. El piso de mármol estaba reluciente, el cual combinada con la
decoración blanca y negra. Obras de arte ornamentaban las paredes. Todo lucía y olía
impecable, así como le gustaba al director.

—Ponte cómodo, debes estar cansado. —Ofreció a su empleado, yendo prontamente en


busca del teléfono fijo. Era tarde en la madrugada, mas eso no podía importarle menos.

Marcó al celular de Minho una considerable cantidad de veces. Un bufido emanó de sus
labios tras no recibir respuesta pero, en la última llamada, tuvo la suerte de ser atendido.

—¡¿Quién?! —Taehyung alejó unos cuantos centímetros el aparato de su oreja, pues el


grito que pegó su amigo había sido irritante.

—Minho, necesito que escuches bien lo que te voy a decir.


—Oh, Taehyung. —Su tono de voz se suavizó. —Te escucho.

—Quiero que llames a los señores Jeon y les informes que su hijo se escapó. Diles que
no sabes cómo ocurrió, que simplemente el chico se escapó y ya está.

—¿Pero cómo quieres que...

—No me cuestiones. —Ordenó. —Después te explicaré, sólo haz lo que te digo.


Llámalos ahora mismo y, sobre todo, diles que no llamen a la policía o hagan algo
estúpido. Es responsabilidad de la correccional encontrarlo, ¿entendiste? Tomaré
medidas ahora mismo. —Relamió sus labios, golpeteando el piso reiteradas veces con
su zapato. —Recuerda que en todo momento yo estuve de vacaciones.

—Es que...

—En breve te mandaré los datos. Hazlo bien, Minho. —Interrumpió. Segundos más
tarde, colgó.

Hizo tres llamadas en total. La segunda, fue a uno de sus tantos amigos, a quien le pidió
transformar la información de boletos y documentos de unas vacaciones a Fiji que tuvo
años atrás a la fecha actual. De esa manera, tendría pruebas de que él no estaba presente
cuando todo aquello ocurrió y que, en caso de que Jungkook lo culpase de algo, tener
argumentos irrefutables en contra de un adolescente descarriado que fue internado por
mal comportamiento. De un chico así podía esperarse cualquier cosa, pero era
importante, en acontecimientos así, tener fundamentos.

La última se la hizo a uno de sus mejores amigos y jefe de policía, quien era el encargado
de operar al momento en el que algo en la correccional funcionaba mal, como en esa
ocasión. Rápidamente puso la orden para capturar a Jeon Jungkook de ser visto, como
también, que fuera informado sobre la gente que afirmara haber tenido contacto con él.
No le convenía que Kook tuviera testigos, por tal motivo, iba a deshacerse de ellos.
Probablemente, todos dirían que era un pobre niño maltratado, abusado y con secuelas
de atropello físico y sexual. Eso no podía pasar.

—Choi, lo mejor será que regreses ahora y te encargues del desastre de ese maldito
cuarto. —Ordenó, mientras traqueaba su tensionado cuello. —Te prometo que te pagaré
muy bien todo lo que hiciste el día de hoy. Tu silencio y tu lealtad serán premiados.

—No lo dudo, señor. —Se puso de pie e hizo una corta reverencia y entonces se dirigió
a la salida. —Volveré mañana. Tenga bonita noche.
—Igualmente.

Kim por fin se halló solo. Todo le había resultado convenientemente bien. Se suponía
que al día siguiente llegaría de las falsas vacaciones, seguramente los señores Jeon ya
estaban al tanto de la situación y las autoridades ya se encontraban en acción. Taehyung
sonrió con suficiencia, desplomándose en el sofá.

Levantó su zurda, contemplando con orgullo la pulsera en su muñeca, la cual acarició


con la yema de sus dedos.

—Eres mío, Jungkook. —Le dijo a la nada, con su voz más ronca y profunda de lo
habitual. —Aunque quieras no puedes escapar de mí. Volverás a estar a mi lado y nadie
te va a arrebatar de ahí. —Besó cortamente el accesorio, que compartía las mismas letras
de la cadena que le había obsequiado a su cachorro tan sólo días atrás. —Aunque,
cuando regreses a mi lado, tal vez quiera matarte. Y... tal vez lo haga.

Un áspero regocijo salió de su boca. Posterior a ello, desabrochó sus pantalones en


medio del living, haciéndole caso omiso al dolor en su cabeza y a que los enormes
ventanales con vista a la ciudad estaban abiertos, dejándolo en posible evidencia con
las personas que vivían en edificios igual de altos que el suyo. Bajó escasamente sus
prendas inferiores, liberando la erección que estaba presenciando desde que escuchó
aquel audio.

Su diestra apretó con cierta fuerza su falo, fantaseando con que era la boca o el culo
estrecho de su sumiso.

«¡Los voy a matar a todos y tú serás el último!», su vaivén empezó lento y suave.

«Te voy a matar, amo. Te voy a torturar y te voy a hacer cosas horribles», una curvilínea
se dibujó en sus belfos, mismos que entreabrió con la finalidad de soltar hondos
gemidos.

«Te voy a hacer mierda, Taehyung», el movimiento de su mano aumentó, al compás de


algunas risas -mezcladas con jadeos- que se le hizo imposible no desatar.

«No pienses que el dejarte vivir es un regalo. Es un castigo. Una tortura que me
encargaré de hacerte sufrir. A partir de ahora, puedes considerarme tu peor pesadilla.
Lamentarás haberme llevado al límite. Lo lamentarás día tras día», su masturbación se
tornó intensa. El tono de su cachorro en ese vídeo le causaba escalofríos.
Escalofríos, porque sabía que lo había vuelto loco. Había desatado algo que ni siquiera
él tenía en cuenta qué era, pero no podía estar más feliz. Escuchar a Jungkook por poco
ahogarse mientras tiraba amenazas a diestra y siniestra lo tenían al borde del colapso.

Le encantaba.

—Ah... —Gimió, sintiéndose al límite sin ningún tipo de dolor de por medio. O tal vez
sí había uno: la ausencia de su Kookie. El no poder callarle la boca a golpes era un dolor
para Taehyung. Su mente no dejaba de recrear imágenes en donde le arrancaba aquellos
adorables dientes con una pinza; uno por uno, y contemplar cómo toda la cavidad bucal
se le iba llenando de sangre. Imaginaba descerrajarle la lengua y hacer que se
atragantara con ella. Después, podría unirle esos precioso labios con alguna pega fuerte
y, mientras lo follaba, escuchar sus gemidos de desespero, dolor y arrepentimiento.
Imaginaba tantas cosas. —Joder, cachorro...

Haló de su pene, y fue suficiente para que quisiera correrse. Llegó al clímax con
Jungkook en su mente, y en panoramas para nada buenos.

—Quiero ver cómo tratas de arrastrarme al infierno, amor, porque te arrastraré


conmigo. Después de todo, somos tal para cual.
57.
03:19 a.m.

Jungkook no tuvo sólo un par de inconvenientes, tuvo muchos. Manejar una camioneta
no era tan fácil como lo pensó en un principio. Se había olvidado completamente del
embrague; ni siquiera sabía como utilizarlo o que era esencial a la hora de conducir.
Casi cayó por un precipicio y chocó con una señal de tránsito, lo cual representó una
gran pérdida de tiempo pues él no tenía idea de cómo retroceder. Afortunadamente, la
soledad de la carretera y los letreros que le indicaban a cuántos kilómetros estaba de
llegar a la ciudad hicieron todo muchísimo más elemental.

Al final, volvió a chocar pero con un árbol. El vehículo estaba despedazado y él obtuvo
una reducida herida en uno de los laterales de su frente, mas logró su objetivo: llegar a
la ciudad. Las particulares luces estaban por doquier, junto con los carteles, las paradas
de autobuses y gente caminando por ahí tranquilamente. Era libre, de verdad era libre.

Sin embargo, había llegado una parte crucial de su escape.

Paró un taxi amigablemente y, en cuanto estuvo adentro, presionó la sien del conductor
con la pistola, mientras le indicaba a qué dirección debía ir. El hombre se mostró
paciente y acató las órdenes, incluso si sus manos se hallaban temblando y su mirada
vagaba de la carretera al espejo retrovisor. Kook también estaba nervioso, era inevitable
no estarlo luego de haber llegado tan lejos. Parecía un sueño, una fantasía lejana a ser
una realidad, pero efectivamente era así: había escapado de Kim Taehyung.

Decretó que lo dejasen unas cuadras antes de la que solía ser su casa. El vehículo salió
a toda velocidad en cuanto se bajó y él corrió hasta ubicarse frente al enorme portón de
su morada, que consistía en una colosal, hermosa y moderna propiedad. El color negro,
blanco y paredes de piedra decorativas eran sus mejores alicientes. Enormes ventanas
rodeaban casi toda la residencia, junto con una extensa piscina en la parte posterior y
una grandiosa fuente de mármol en la principal. Habían palmeras perfectamente
alineadas con la entrada y piedras exóticas que a su padre le costaron una fortuna. El
césped que la rodeaba era perfecto y los puentes de vidrio templado curvo que
conectaban fracción de la casa con la otra eran llamativos para cualquier persona;
asimismo, la cascada que adornaba la piscina y la otra que acicalaba uno de los tantos
paredones interminables de piedra.
—Tanta hermosura... —Suspiró, ensimismado en los nuevos arreglos que le habían
hecho. —Sólo para arder en llamas. —Soltó una que otra risa y tomó del suelo una
piedra lo suficientemente grande y puntiaguda como para poder matar a alguien.

Se acercó al portón corredizo y a la pequeña "recepción" que se hallaba justamente al


lado, típico de casas con ese grandor. Agradeció ver a Sungkyu, el guardia nocturno de
siempre; sus padres habían hecho cambios, por tal motivo, tenía miedo de que las cosas
que tenía en mente no se llevaran a cabo como quería.

—¡Sungkyu! —Saludó amablemente, sonriendo a través de la ventanilla. Sunkyu era


un hombre mayor que trabajaba allí desde hace años -incluso antes de que Jungkook
llegara al mundo-, era muy pobre, pero poseía un bondadoso corazón. Su familia
dependía de él, pues su única hija tenía discapacidades y su esposa estaba siendo víctima
de una enfermedad mortal. El mayor abrió grande los ojos tras notar al niñito, quien
sonreía casi genuinamente. —¿Me extrañaste?

—Joven Jeon... —Jadeó consternado. Él y todos en la casa ya estaban al tanto de la


situación. —Usted no debería de estar aquí.

—¿Me dejas entrar a mi casa, por favor?

—Lo siento, pero tengo expresamente prohibido dejarlo pasar. —Kook dejó de sonreír,
mostrándose falsamente decepcionado. —Sus padres lo están buscando, joven. Están
preocupados, de verdad. Tendré que llamarlos y...

—Pensé que éramos amigos... —Interrumpió, cabizbajo y al borde del llanto. —Yo
solía escucharte cuando me hablabas de los problemas con tu familia y tú igual me
escuchabas a mí. —Una lágrima de supuesta "tristeza" resbaló por su mejilla, aun si era
meramente por la ira que iba creciendo en su interior. Se estaba transformando en un
buen mentiroso, ¿cómo no si tuvo a Taehyung como maestro? —Sé que lo que hice no
estuvo bien, p-pero... —Puchereó. —Allá me hicieron cosas horribles, Sungkyu. Tanto
que ahora sólo quiero morirme. No quiero vivir más.

El anciano tragó en seco, preocupado y sintiéndose aún peor ante el llanto desgarrador
del azabache.

—Así que está bien si tan sólo llamas a mis padres y les dices que estoy aquí. —Volvió
a hablar, frotándose el ojo derecho con la manga de su sudadera. —Pero tengo hambre
y frío, ¿me dejas al menos pasar a quedarme contigo mientras ellos vienen?
—Claro, claro... —Incapaz de negarse, Sungkyu abrió la pequeña puerta a la cabina de
asilo, en donde recibía por medio de un teléfono órdenes, controlaba el portón y tenía
completo acceso a las cámaras de seguridad. Jungkook ocultó la piedra detrás de su
espalda y entonces entró. —Aunque no son las mejores circunstancias, me alegra verlo
de nuevo, jovensito. Todos lo hemos extrañado mucho, orábamos todas las noches por
su pronta recuperación y regreso.

¿Orar por su recuperación? ¡Él estaba plenamente bien! Jungkook se forzó a sonreír.

—Se los agradezco. —Y otra sonrisa forzada. —Ahora puedes llamar a mis padres.
Diles que no haré nada y que me portaré bien.

Asintiendo, Sungkyu se dio media vuelta y tomó la bocina del teléfono. Kook pasó la
piedra a su diestra, empuñándola y echándola hacia atrás con el único propósito de
tomar fuerza y velocidad. Ya no le importaban los demás, nunca le importaron. Siquiera
pensó en la familia necesitada del guardia nocturno al momento de golpear su cabeza
con la zona afilada de la roca. Simuló puñaladas en tres ocasiones; en la última, enterró
lo mejor que pudo y descendió hasta el cuello, abriendo escasamente la piel que recorrió.
Sungkyu cayó jadeando al piso, todavía vivo.

Jungkook devolvió rápidamente la bocina a su lugar y, sin un mínimo de sensibilidad,


tiró el pedrusco con potencia al rostro del hombre, quien no demoró en caer
inconsciente. No supo si había muerto, pero era un problema menos del cual
preocuparse.

Apretó el botón que abría el portón, el cual se fue desplazando de poco en poco. Jeon
no perdió tiempo y corrió al interior, yendo hacia la izquierda y parte trasera de la
mansión. La piscina apareció ante sus ojos; él no vaciló en tratar de abrir la puerta que
guiaba a la cocina y que siempre estaba abierta, aquella no fue la excepción. Se puso de
rodillas sobre el piso y gateó cautelosamente por el reducido pasillo tras salir de la
cocina. La luz del living estaba prendida y unos murmullos bastante altos llamaron su
atención.

Ocultándose detrás de una pared de piedra que conectaba la antesala con la sala, se
acercó a escuchar.

—¡No hagas esto más grande! —Era su madre. —Ya les avisamos a todos y Sungkyu
no lo dejará pasar. En todo caso, ¿crees que quiera venir aquí? ¡Dudo que lo haga y eso
es lo que me tiene preocupada!
—¡Me espero cualquier cosa de Jungkook! —Alegó su padre, evidentemente alterado.
—Espero que lo encuentren pronto antes de que haga algo peor.

—¿Es lo que te preocupa, Donghyun? ¿Que haga algo peor? ¡Yo quiero a mi niño sano
y salvo sin importar qué!

—¿No te importaría que mate a alguien?

—Él sería incapaz. —El hombre rió con ironía. —Sé que es impulsivo, pero no creo
que...

—Eras la primera insistiendo en que no lo querías cerca. —Reprochó. —Dijiste que no


aguantabas sus berrinches, sus malas conducta y que para ti era un monstruo, ¿y ahora
te preocupas por él?

Hubo un silencio de un par de minutos. Jungkook mantenía el ceño fruncido y las manos
empuñadas. Aquella plática no significaba nada para él, sin embargo, no podía
abiertamente dejarla pasar.

—Es mi único hijo, Donghyun. —Se lamentó. —Apenas cumplió los dieciséis años, es
un niño y tal vez... Tal vez no hemos sido los mejores padres.

«Demasiado tarde.»

Decidiendo que lo mejor era dejar de oír y maniobrar, Kook gateó hasta el sótano. Las
palabras de su madre no habían cambiado nada, él seguía con unas ganas interminables
de ver el mundo arder. Quería venganza y ya no le surgían condolencias por nada ni
por nadie. Se sentía orgulloso de haber llegado hasta allí, y nadie arruinaría aquello.

Corrió escaleras abajo y malogró la electricidad. Bajó todos los breques de luz y, con la
fuerza que le permitieron sus dedos, arruinó definitivamente algunos. Posteriormente,
agarró un galón de gasolina de 20 litros y se dirigió nuevamente a la primera planta. Ya
no había rastro de sus padres y él ascendió a la segunda, ilusionado con que la puerta
de su habitación estuviera abierta y que sus pertenencias siguieran en la misma
localidad.

Quizás era su día de suerte.

La puerta abrió. El pelinegro se encerró allí, descargó la gasolina en el suelo y se puso


en marcha. Primeramente, sacó de su clóset una gigantesca mochila que llenó de sus
objetos valiosos, como cadenas, relojes, aretes, pulseras y otro tipo de cosas que podría
intercambiar por dinero. También, metió una cuanta ropa entre tanta búsqueda; lo más
importante fue un pasaje abierto a la provincia de Gyeonggi, el cual compró apenas
supo que sus progenitores tenían planeado internarlo en una correccional. Lo cierto es
que pudo haber escapado a tiempo, mas no se le dio la gana.

El pasaje era válido únicamente para ese año. Le había costado una fortuna, pero valió
toda la pena. Jungkook ya tenía un plan en circulación. Tal vez daba la sensación de
que estaba actuando por impulsos, pero estaba lejos de ser así.

Posterior a ello, colgó la mochila en su hombro izquierdo y volvió a tomar el galón de


gasolina, se encaminó a la habitación de sus padres, agradeciendo el hecho de que se
encontrara vacía. No bastándole con sus "bienes", también se apropió de los de su
madre, quien tenía gran variedad de joyas. No titubeó en tomar todas y cada una de
ellas. Con ese exceso, seguramente ya era segura su supervivencia por unos cuantos
meses.

Sin embargo, no era suficiente.

Quitando la tapa del tanque de gasolina, tiró algo de líquido en las cortinas, la
colchoneta y por último al enorme compartimiento del clóset. Sacó aquel hermoso
encendedor que "había tomado prestado" y lo acercó a las zonas ya mencionadas. Las
llamas aparecieron en un santiamén, desplazándose con gran rapidez por la madera y,
en poco tiempo, por casi todo el cuarto.

El niñito relamió sus labios y sonrió enormemente. Estaba tan feliz.

Mientras bajaba las escaleras, derramó gasolina por todo el pasillo y por donde pisaba,
con la finalidad de que el fuego se extendiera. No obstante, la luz volvió, pasos se
escucharon en el living y Jungkook no pudo ocultarse al momento de toparse con sus
padres y la mayoría de servidumbre, quienes lo examinaron con asombro y espanto.

—Ah, ustedes. —Musitó campante, limitándose a dejar de derramar el combustible. —


Estaba a punto de ir a buscarlos, malditos hijos de perra.

—Jungkook, cálmate. —Imploró su padre, alzando sus manos en señal de paz. Kook
frunció el ceño. —Hijo...

—Pero estoy calmado, sólo estaba quemando la casa. —Se excusó, como si aquello
fuera algo mínimo. —De todas maneras, no tengo tiempo. —Dejó reposar la gasolina
en el piso y, en su lugar, sacó la pistola. Todo el mundo retrocedió con pánico. —Abran
la caja fuerte y denme el dinero. —Ordenó, apuntando a su madre, que estaba
sollozando. —Tú lo harás. ¡Y si alguien se mueve o intenta llamar a alguien, no dudaré
en darle un puto balazo en la cabeza!

—¡Jungkook, cálmate!

—¡Que estoy calmado y no me hables! ¡Te odio! —Acercándose, tomó fuertemente el


antebrazo de su progenitora y la empujó hacia la caja fuerte, la cual se localizaba detrás
de un cuadro en plena sala. —¡Abre y dame el dinero!

—¡No te va a dar nada! —Declaró Donghyun, frunciendo el ceño. El pequeño Jeon


levantó una ceja. —¡No tienes los pies en la tierra! ¡Te voy a llevar de vuelta a la
correccional ahora mismo! ¡Wei, llama a...

—¿¡Y tú sí tienes los pies en la tierra!? —Vociferó de vuelta.

—Kookie, bebé... —Se acercó la señora Jeon, buscando calmar a su hijo. Empero, fue
empujada por el menor de vuelta a la cercanía de la caja fuerte.

—¡Por supuesto, mocoso! —«Mocoso», el azabache sonrió pícaro.

—Pues ya no. —Y dicho aquello, descendió la puntería de la pistola a la pierna de su


padre, a quien le disparó justo en la rótula. No sabía con exactitud si aquello era
suficiente para que le amputaran la extremidad; sin embargo, de no ser el caso, al menos
obtendría miedo y respeto por parte de su propio papá. El hombre aulló, cayendo al
piso. Jungkook presenció un tic en su cabeza e ignorando los gritos de horror por parte
de los empleados, los tantos regaños y amenazas de su progenitor, devolvió la mirada a
su madre. —¡Dame el jodido dinero o te va peor!

El humo del fuego inundó la primera planta, puesto que la segunda estaba ardiendo en
llamas. El adolescente aspiró, fascinado por lo que veía y olía. Amaba tanto la brasa.

—¡Nadie se mueve de aquí hasta que yo me vaya! —Gritó, apuntando a todos en cuanto
captó las intenciones de salir corriendo. Si tan sólo ellos supieran que apenas le
quedaba una bala. —¡Dame mi dinero o lo mato! —Insistió, enfilando de nueva cuenta
a Donghyun.
—Dáselo, Jihyo. —Ordenó, con una mueca de dolor en el rostro. Uno de los
trabajadores estaba tratando vagamente de ayudarlo, aunque si bien la sangre no dejaba
de emerger. —¡Dáselo!

La señora Jeon se apuró en quitar el cuadro de la pared, insertó la clave con manos
temblorosas en dos ocasiones y se hizo a un lado al tiempo en que la diminuta puerta
abrió de golpe. Kook se acercó, descolgó su mochila e introdujo todos los fajos de
dinero ahí. Mucho maldito dinero.

—Dame tu teléfono. —Pidió por último, dirigiéndose a su padre, quien obedeció de


inmediato. Después de todo, su móvil tenía gps. Kook le arrebató el aparato y
simplemente salió corriendo.

Salió corriendo lejos y con un plan que no podía fallar. Tal vez, también olvidándose
del rastreador que poseía el celular que llevaba en mano.
58.
Sus párpados pesaban, sus piernas eran arrastradas por movimientos laboriosos y
tediosos, sus ojos ardían, su cuello era aún presionado por aquel collar del que no se
pudo deshacer en toda la madrugada, su estómago se revolvía por intervalos cortos, sus
extremidades se hallaban débiles, su cabeza dolía y su mirada estaba clavada en el piso
mientras caminaba por las vacías calles de Seúl. Había corrido tanto que, al final,
terminó gastando la poca energía que le quedaba. Ya no disponía de adrenalina, y si
bien su cabeza funcionaba "bien", no quería pensar demasiado.

El mal humor se adueñó de él. Tenía hambre, sueño, quería darse una ducha y dormir
tal vez por años. Quería que el tiempo se detuviera, poder descansar y luego seguir en
lo suyo. Afortunadamente, faltaba poco para lograr su propósito.

Sin pensárselo mucho, se adentró a la terminal de autobuses, siendo en todo momento


cuidadoso con los guardias de seguridad y la policía. Aunque quería irse, no podía ser
tan idiota como para hacerlo; sus intenciones eran lejanas a querer abandonar la
capital. Asimismo, había desactivado el gps en el celular de su padre, pues tenía otro
tipo de objetivos en lo que a ese aparato se refería.

Se acercó a la reducida sección de espera para las personas con destino a Busan. Sus
ojos inspeccionaron a todos y cada uno de los individuos, como queriendo elegir una
"víctima" cual delincuente con instintivo animal, deteniéndose abruptamente en un niño
de unos seis o siete años, quien jugaba animadamente en lo que parecía ser una tablet.
Sus piernas colgaban de la silla en la que estaba sentado, las cuales se movían de
adelante hacia atrás constantemente, típico en un crío de esa edad.

Jungkook respiró hondo y, sin ánimos de perder el tiempo, se acercó al infante. No le


sorprendía que la terminal estuviera siendo tan frecuentada a las cinco de la madrugada;
la gente solía preferir viajar a tempranas horas para poder llegar no muy tarde a sus
rumbos.

—¡Hola! —Saludó, mientras tomaba asiento al lado. El niñito hizo un ademán con la
cabeza. —Ese juego se ve bien.

—Supongo.

Kook relamió sus labios, vigilando de vez en cuando sus alrededores.


—¿Estás solo? —El niño negó. —¿Y tus padres?

—Papá está comprando los pasajes, y mamá está en el baño con mi hermana porque se
vomitó. —Explicó corto. Jungkook supuso que no tendría tanto tiempo.

—¿Y esa tablet es tuya? —Lo único que obtuvo como respuesta fue otra negación. —
¿De tu papá? —Y esta vez el niño asintió. —¿Y no tienes un celular o algo propio?

—No me dejan, dicen que aún soy pequeño. Yo pienso que son unos patéticos
sobreprotectores. —Jeon sonrió ladino. Le agradaba aquel chiquillo.

—¿Y qué pasaría si te digo que fuiste el ganador de un celular último modelo, en el cual
podrás descargar muchos juegos y todo lo que quieras? —El menor pausó el juego y
alzó su mirada, teniendo un deje de esperanza en ella.

—¿Estás hablando en serio? Estoy cansado de que chicos más grandes no me tomen en
serio. —Acomodando la tablet en sus piernas, se cruzó de brazos y frunció el ceño,
aparentando estar "indignado". —No dudaré en darte un puñetazo si...

—Estoy hablando en serio. —Interrumpió el azabache. —Pero hay una condición.

—¿Cuál? —Por su tono, dejaba a entender que estaba dispuesto a todo. Kook agrandó
la curvilínea en sus labios, sabiendo que todo iba a salir bien.

—Vas a Busan, ¿no es así? —El infante asintió. —Bien, la condición es simple. Sólo
tienes que quedarte callado hasta llegar a Busan y ya está. Yo te doy el teléfono, tú lo
guardas en algún lugar donde nadie lo vea y esperas a llegar a Busan para darle la
magnífica noticia a tus papis. —Rió angelical, extrayendo de su bolsillo delantero el
aparato. —Recuerda no decirles nada mientras estás aquí. Sería terrible que tiraran algo
que tú te ganaste con tu propio esfuerzo, ¿no es así? —El otro asintió frenéticamente
con la cabeza, analizando el teléfono móvil como si se tratara de una maravilla. —
Podrás jugar con él cuanto quieras. Es tuyo ahora, así que cuídalo y no dejes que nada
ni nadie te lo arrebate.

Rápidamente, desbloqueó el teléfono y volvió a activar el gps. También, fue a


"contactos" y buscó el número de Kim Taehyung, que tuvo que memorizar como si la
vida se le fuera en ello. Posterior a ello, sencillamente le dio el objeto al niñito, quien
lo agarró con evidente felicidad.

—¡De lujo! ¡Gracias!


—Al contrario, gracias a ti. —Musitó, poniéndose de pie, no sin antes haber revuelto
los cabellos del menor. Y entonces se fue, teniendo la certeza de que aquello desviaría
la atención por un par de días.

Sus padres rastrearían el teléfono y, por ende, creerían que él estaría en Busan sin tener
idea de cuán erróneos estarían. Mas no era suficiente, necesitaba enredar y confundir
muchísimo más las cosas.

Por suerte, tenía los medios para hacerlo.

Se acercó a una taquilla y compró un pasaje para Hwaseong que partía a mediodía.
Posteriormente, salió de la terminal, se aproximó a vendedores ambulantes o a personas
que, a simple vista, pareciera que necesitaran algo de dinero y les pidió el favor -a
cambio de efectivo- de comprar boletos a diferentes destinos, como a Incheon, Ulsan,
Jeonju, Pohang, Andong, Yeosu, Mokpo, Jinju; también a algunos pueblos, como
Suwon, Yandong, Hadong y, por último, a la provincia de Jeju. Trece destinos en total
y a ninguno de ellos iba a ir. Todos al mediodía u horas cercanas a esa.

Había gastado gran parte del dinero, sobre todo porque algunas ciudades eran lejanas,
por lo que los pasajes costarían más; sin embargo, eso no importaba. Tenía aún las joyas
que intercambiaría, sin mencionar que la maleta estaba prácticamente llena de otros
tantos fajos.

Su plan estaba marchando a la perfección.

Satisfecho, se hospedó en un hotel de mala muerte que no requería documentación. Los


pasillos eran estrechos, el piso de madera crujiente, las paredes estaban sucias y las
habitaciones eran relativamente pequeñas. El colchón de la cama estaba duro, había una
pequeña mesita de noche en uno de los extremos, una lámpara y un enorme espejo
abarcando casi una de las paredes. Kook azotó la puerta detrás de sí y lanzó la mochila
a un rincón. Antes de poder hacer otra cosa, anotó el supuesto número de Taehyung en
una de las libretas que reposaban encima de la mesa de noche junto con algunos
bolígrafos.

Se despojó de su ropa y finalmente se metió al baño. Por fortuna, había agua tibia.
Restregó sus extremidades con furia, frotó su cuero cabelludo con cierta fuerza,
sintiéndose colérico ante cada marca que veía en su cuerpo desnudo. Ni siquiera le
afectaba el hecho de haber matado a cuatro personas ni de haberle disparado a su propio
padre y por poco quemar su casa; no sentía nada. No podía estar más indiferente ante
esos sucesos.

Haló del collar en su cuello, siéndole imposible desprenderse de él. Golpeó la pared,
lastimando sus nudillos en el proceso, ocasionando que se enojara incluso más.

Enjuagó el jabón, el champú y, por último, salió. Su diestra limpió una gran parte del
espejo que yacía en el baño, su reflejo apareciendo allí; no obstante, un reflejo diferente
y lamentable. Sus ojos estaban hinchados y rojos, tal vez por todas las lágrimas que
había derramado hace tan sólo horas por aquel hijo de puta llamado Taehyung. Su labio
estaba abultado y roto por ese puñetazo que había recibido, el tic en su ojo izquierdo
aparecía de vez en vez -secuela de la electricidad-. Su pecho, torso, abdomen, piernas
y lo que se alcanzaba a ver de su cuello casi plenamente oculto por el collar estaban
repletos de chupones y marcas que Kim le había hecho noches atrás. Sus nalgas poseían
un tenue color rojizo, producto de los azotes que Taehyung constantemente le daba. Se
veían notablemente bien a comparación de antes.

Su frente tenía una pequeña herida que obtuvo al chocar contra aquel árbol. Su cabello
estaba más largo, el negro de sus ojos más oscuro, su piel más pálida y saturada de
contusiones que había adquirido luego de ser un juguete sexual.

Porque eso era, un patético juguete sexual.

—Me das asco. —Escupió, efusivo. —Es que te veo y me dan ganas de vomitar. Mírate,
todo marcado, follado, llorón, inútil y deteriorado. —Su expresión evidenciaba
desagrado total, como si estuviera hablándole a "otra" persona y no a sí mismo. —No
sirves, me das asco —Repitió. —, me das asco. De verdad me das asco.

Repentinamente, sangre comenzó a salir de su fosa nasal izquierda. Kook se vio en la


obligación de sostenerse del lavabo para no caer al piso tras sentir un muy leve mareo.
Su cabeza dio vueltas, su corazón se aceleró y él empuñó los ojos, batallando por no
dejarse ir. Una ligera tonalidad naranja emergió, que después se fue tornando
íntegramente roja.

—¡¡No!! —Bramó, por poco hiriendo su garganta. Se puso de rodillas sobre el suelo,
gateando fuera del baño, haciéndole caso omiso al hecho de encontrarse desnudo y
mojado. —¡No me hagas esto! —Le brindó un sólido puñetazo al piso, resultado del
enojo. No obstante, más temprano que tarde comenzó a llorar.
Desplazándose velozmente hacia uno de los rincones, abrazó sus piernas y comenzó a
mecerse con fibra. La sangre que salía de su nariz no demoró en recorrer sus labios,
hasta llegar a su barbilla y de allí caer a sus rodillas, las cuales tenía pegadas a su pecho.
Lloró desgarradoramente, presenciando miedo, dolor y arrepentimiento. Su pecho subía
y bajaba continuamente, su vista nublada en lágrimas no paraba de tiritar. El adolescente
transportó sus manos a sus brazos, que rasguñó firmemente y de arriba a abajo; hilos de
sangre no se hicieron esperar en la piel afectada. Después, subió a halar de sus hebras
negruzcas, arrancándose unas cuantas mientras lo hacía. Su rostro adoptó color y él
rememoró absolutamente todas las situaciones de esa noche -o día-.

—Yo-yo se los a-advertí... —Bisbiseó quejumbroso. —Y todo el mundo me-me


subestimó...

«Aquí todos somos malos, de lo contrario no estaríamos aquí. Eres sólo un bicho
insignificante del montón. Sin contar que estás por mala conducta y por ser un rebelde
sin causa. Mis amigos y yo estamos por causas peores, así que mantente alejado de
nuestro terreno.»

«Me confundes, Jungkook. Eres insolente, luego eres la víctima. Llegas descortésmente,
luego te pregunto algo y me tratas con respeto. ¿A qué juegas?»

«¡Soy un maldito delincuente juvenil en ascenso! ¡He hecho cosas que ni te imaginas!
¿Y tú qué eres, Jungkook? ¿Un mocoso que no encontraba diversión en casa y por eso
vino a dar aquí? ¡Eres un estúpido rebelde sin causa, no conoces nada de la vida!»

—Se los advertí... —Repitió desgastado, reforzando su balanceo. —¡Se los advertí y
nadie me hizo caso!

«Deja de provocarme. No quieres saber lo que sería capaz de hacerte.»

«Tú no tienes ni idea de con quién te estás metiendo, Park.»

«Así que todos aquí creen lo mismo. ¿Todos creen que estoy aquí por ser un rebelde
sin causa? Ustedes no conocen ni una pequeña puta parte de mi vida. ¡Ni una!»

«Eres malo... y yo también lo soy.»

«Se podría decir que no me conoces. Sólo has visto de mí lo que yo he querido que
veas.»
«El fuego puede destruir en minutos lo que se ha hecho en años, por eso me gusta.»

«Y sentirme ahogado no es bueno ni para mí ni para nadie.»

«¡No te acerques! ¡Soy un asesino!»

«¿Soy malo?»

«El único que puede tratar aquí a la gente como si fuera un objeto, soy yo.»

«Maldito Taehyung. Te juro que vas a lamentar con toda tu estúpida y podrida alma
haberme conocido.»

—E-ellos me-me obligaron... —Se excusó, observando la nada con gran interés y ojos
bien abiertos. Sus palmas se situaron sobre sus mejillas, rasguñándolas vagamente.
Inesperadamente, las tonalidades azules regresaron a él. —¡¡Malditos hijos de perra!!
¿¡Están felices ahora!? —Pateó al aire y, entretanto, repitió aquello de brindarle
puñetazos al piso. La ira le hizo revolcarse ahí mismo y durante todo ese tiempo luchó
por apaciguar su llanto. —¡¡Deja de llorar!! ¡Te odio! —Mas él siguió hipando. —¡No
más que yo a ti! ¡Tú sacas lo peor de mí!

Estuvo llorando y golpéandose a sí mismo cerca de quince minutos. Su energía estaba


completamente agotada y Kook jadeaba, recostado en el suelo e inspeccionando el
techo. Su nariz, por increíble que pareciera, no había dejado de sangrar en todo ese rato.
Las tonalidades rojas y azules no le dejaban pensar ni moverse, únicamente llorar y
retorcerse. Su pecho dolía; sin embargo, la ira en incesante aumento en su interior no le
permitía hacer otra cosa que no fuera gimotear o golpearse. En aquel momento, el
azulete era más autoritario que el rojizo.

Su locura se había desatado de la peor modalidad posible.

No importaba qué tanto ocurriera a partir de allí ni quién tomara el control. Una parte
estaba destruida y acabada, mientras que la otra estaba perdida en los peores
sentimientos: furia e inquina. Estaba roto por dentro y por fuera.

«Pero me necesitas. En cambio, yo a ti no.»

—Te odio. —Declaró. —Me odio... —Lloriqueó otro tanto. —Me voy a deshacer de ti,
aunque tenga que deshacerme de mí para lograrlo.
Su sangrado nasal se detuvo y él cayó inconsciente segundos después, quizás con pavor
de despertar siendo él mismo. ¿Pero quién era él en verdad?

«Siempre tratas de buscar un culpable a todo lo que te pasa. Tiene sentido, ¿no?»
59.
Dos días más tarde y todo iba de mal en peor para Taehyung.

Para su mala suerte, Jungkook no era tan estúpido como alguna vez lo pensó. Había
sabido esconderse muy bien, pese a que dejó un montón de pistas inservibles -pero
pistas al fin y al cabo-. Asimismo, dejó un montón de testigos que no ayudaron en
mucho, prácticamente en nada.

Todo el mundo lo vio, pero nadie supo a dónde fue con exactitud. El teléfono fue
localizado, y grande fue la sorpresa de todos al encontrarlo en manos de un niñito de
siete años, quien residía en Busan. El infante fue interrogado junto a su familia,
afirmando que el celular había sido un premio que él obtuvo sin tener que hacer algo en
particular; ningún otro miembro de la familia vio a Jungkook, mas el pequeño fue
duramente regañado por andar hablando con desconocidos y, peor todavía, recibir cosas
sin ninguna razón.

También, el personal de taquilla y las personas a las que Kook les ofreció dinero a
cambio de comprar pasajes a diferentes destinos fueron interrogadas, dando casi la
misma versión. No había algo nuevo o que lo acercara a Jungkook. Absolutamente
nada.

Los señores Jeon estaban desesperados por encontrar a su hijo. Gran parte de su casa
estaba siendo remodelada debido al incendio originado por el pelinegro, el señor Jeon
de milagro no perdió la pierna y su esposa estaba devastada, pues, ciertamente, ella no
se esperaba nada de lo que Jungkook hizo. Muy en el fondo, quería pensar que todo se
trataba de una pesadilla.

—No hay mucho. —Dijo el jefe de policía y amigo de Taehyung, Park Hyungsik. —
Todos los boletos salían a la misma hora u horarios parecidos. Todo el mundo afirma
que Jungkook no se veía agresivo y que, muy por el contrario, fue amable y bondadoso.
—Suspiró, apilando una serie de documentos. Taehyung empuñó las manos
discretamente, presenciando una enorme furia en su interior, mientras que los Jeon se
observaban entre ellos con preocupación. —Nadie lo vio tomar ninguno de esos rumbos
y las cámaras tampoco registraron nada. —Apretó sus labios, entrelazando sus manos
por encima del escritorio. —¿No tienen idea de a dónde pudo haber ido? —Su atención
se vio dirigida a ambos padres. —Un amigo, familiar, algo...
—Tiene que haber otra persona. —Afirmó Donghyun. La rabia en Taehyung
incrementó de tan sólo imaginar a su cachorro junto a otra persona. —A Jungkook jamás
se le habría ocurrido toda esta maraña. Es impulsivo, mucho; tanto que a veces no llega
a pensar bien.

—Tal vez tiene a un genio por hijo. —Propuso Hyungsik. —En caso de haber otra
persona, ¿no saben de quién se pueda tratar?

—Jungkook no se lleva bien con nadie de la familia y respecto a sus amigos, no los
conocemos.

—¿No conocen a los amigos de su hijo? —Intervino Taehyung, exasperado. Le urgía


encontrar a Jungkook; no saber nada de él lo tenía al borde del colapso. —¿Qué tanta
libertad le daban a un chico de dieciséis años como para no conocer a sus amigos?

—Jungkook es peor de lo que usted cree, director Kim. —Habló Jihyo. —Es imposible
de tratar, grosero, intolerante y tiende a cerrarse a la gente. ¿Por qué cree que decidimos
internarlo?

Considerando la "relación" que el rubio había tenido con Kook, podía atestiguar que
nada de eso era cierto. Jungkook socializaba bien con los empleados en la casona, era
bueno con los animales, a veces conversador, dulce e infantil. Efectivamente, seguía
siendo insolente, mal hablado, caprichoso, berrinchudo, entre otros tantos defectos, pero
jamás un asesino o delincuente de ese tipo.

Estaba confundido. ¿Era él quien no conocía a Jungkook o eran ellos quienes no lo


conocían?

—Salía temprano y no regresaba hasta tarde en la noche. —Siguió contando la mujer.


—Si le poníamos reglas simplemente las desobedecía, únicamente iba al colegio a
causar desastres, tuvimos que hablar con la directora en reiteradas ocasiones para que
no lo expulsara, quemó el instituto, trataba mal a todos los empleados en la casa. Con
el único que se llevaba bien era con Sungkyu, ¡y fue a ese a quien asesinó como si no
fuera nada! Le disparó a su propio padre, estaba dispuesto a quemar la casa sin importar
que personas se hallaran en ella. —Lágrimas escaparon de sus ojos y ella sollozó. —
Está fuera de nuestras manos. Si no fuera así, no habríamos recurrido a una correccional.

Taehyung recordó el incidente con el pato. Rememoró la actitud de Jungkook al creer


haber matado al animal. ¿Ese mismo chico fue el que asesinó a dos personas a sangre
fría y huyó como si nada?
—Quiero preguntarles algo y agradecería que fueran sinceros. —Pidió Kim. Hyungsik,
quien se limitaba solamente a escuchar, se mostró interesado. —¿Jungkook asesinó a
alguien antes de ser internado?

Donghyun tragó en seco, observando a su esposa con evidente inquietud. Jihyo, en


cambio, lloriqueó otro tanto, llevando el pañuelo que tenía entre sus manos hasta su
boca en un intento por silenciar los quejidos.

—No lo sabemos. —Sinceró Donghyun tras notar que su mujer era incapaz de hablar.
—No es seguro. —Relamió sus labios antes de reanudar. —Jungkook se la pasaba todo
el día con mi padre, recuerdo que aprendió a leer a muy temprana edad y que amaba
hacerlo. Siempre lo veía leyendo un libro en compañía de su abuelo, no tenía tantos
amigos y era un niño muy risueño y adorable. —Sonrió ante el recuerdo. —Yo le decía
que cuando creciera quería que fuera como yo. La empresa es extensa y él fue nuestro
primer y único hijo, todo le iba a quedar a él y yo deseaba que supiera manejar lo que
le pertenece. Reitero que siempre estaba en compañía de mi papá, pero...

El hombre infló sus mejillas y poco después soltó el aire retenido. Su diestra soltó la
zurda de su esposa y él frotó sus manos con cierto nerviosismo. Taehyung
inspeccionaba fijamente su lenguaje corporal y el brillo en sus ojos, sólo de esa manera
sabría si decía la verdad o no.

—Mi padre se suicidó —Soltó con pesar. —, o eso queremos pensar. —Admitió,
cabizbajo.

Frunciendo el ceño, Taehyung suspiró pesadamente. Jihyo no había hecho nada más
que llorar, Hyungsik se mantenía al tanto y él simplemente tenía muchas preguntas e
incertidumbres.

—¿Jungkook tuvo algo qué ver? —Cuestionó lento y precavido, obteniendo como
respuesta un encogimiento de hombros que lo estremeció. —Era un niño. ¿Cómo un
niño va a asesinar a alguien?

—Es lo que me digo todas las noches. —Dijo la señora Jeon entre gimoteos. —Lo cierto
es que después de eso mi Kookie cambió completamente. Los primeros meses entró en
una grave depresión, tenía muchos ataques de pánico, no comía, se quedaba sentado en
el rincón de su habitación por horas mirando la pared, a veces también se quedaba
mirando su reflejo. Lloraba. Lloraba todo el día. Todo llegó a tal punto de que le dio
anemia; estuvo hospitalizado por un mes porque incluso sintiéndose mal no quería
comer.

La mujer sorbió su nariz y frotó delicadamente el pañuelo contra sus ojos, limpiando de
poco en poco sus lágrimas. Los otros tres se hallaban expectantes.

—Estaba enfermo y triste. —Rió con desgano. —Un niño de cuatro años enfermo y
triste no es el tipo de infancia que alguien desearía. Luego, a los cinco años, entró al
kínder y eso le ayudó a distraerse, volvió a leer y era el mejor de su clase, sin embargo,
no era tan alegre como antes. —Se lamentó. —A los seis empezaron los verdaderos
problemas. —Respiró profundo, observando con interés algún punto muerto. —A mitad
de año lo expulsaron de la escuela porque dicen que... —Oprimió sus ojos fuertemente,
aparentemente incapaz de continuar. —Porque dicen que empujó a una de sus
compañeritas de la azotea.

Kim le regaló una mirada a su amigo, quien le devolvió la ojeada con la misma
intensidad. El primero resolló.

—¿No les consta? —Quiso asegurarse.

—La niña murió. —Informó. —Por obvias razones todo quedó en duda, pero lo
expulsaron porque los demás niños le tenían miedo. Esa vez no se mostró tan afectado,
así que lo dejé descansando en casa lo que restaba del año para que no se le dificultara
integrarse a una nueva escuela, pero me equivoqué. —Y dicho aquello, volvió a la
llorera. —Conforme pasaban los días sólo empeoraba. Hablaba solo, se reía solo y hacía
cosas de locos, la gota que derramó el vaso fue un día en que quemó todos los libros de
la biblioteca.

—¿No consideraron llevarlo a un psicólogo? —Interpeló Hyungsik.

—Mi hijo no está loco. —Reprochó Jihyo, casi indignada.

—Tal vez no, pero es obvio que su hijo estaba pasando por un momento difícil y
prácticamente solo, sin mencionar la corta edad que tenía. ¿No cree usted que un
psicólogo habría hecho las cosas más fáciles?

—No estaba solo. —Aclaró la mujer. —Nos tenía a todos.

—¿Y por eso recurrió a un amigo imaginario? Discúlpeme, pero hablar y reírse solo no
es muy normal que digamos.
—Jungkook sólo disfrutaba de la compañía de su abuelo, en cuanto murió él se cerró.
Podría incluso asegurar que todo dejó de importarle, y eso es lo que más me duele.

Como por arte de magia, Taehyung recordó las palabras de Yugyeom la última vez en
que hablaron "civilizadamente".

«¿No crees que por alguna razón Jungkook desprecia tanto a sus padres? Y sé que tiene
un motivo, porque él conoce el amor. Habló muy bien de su abuelo y, por lo que me
dijo, es el único que no acepta olvidarlo.»

Igualmente, el audio que dejó Kook antes de escapar: «Eres un execrable asesino, al
igual que yo. Pero hay una diferencia, Taehyung. La diferencia es que yo lo hago a
sangre fría, y que lo hago desde pequeño.»

—Sinceramente, no creo que lo haya hecho. —Musitó Kim, indiscutiblemente


desconfiado. Él no podía ver a su cachorro como un asesino, aun si había sido testigo
de cómo quedó el cadáver de Dak. —Todo debe tratarse de una confusión.

—Así lo creo yo. —Se unió Jihyo, un poco más calmada. Donghyun desvió la mirada,
notándose tenso e incómodo. —Lo importante ahora es encontrarlo.

—Como dije —Retomó Hyungsik. —, no hay mucho. Empleados de la terminal ya


dieron sus testimonios y realmente no nos lleva a nada, tal vez Jungkook no ha salido
de Seúl, pero si seguimos así es probable que se aleje cada vez más. —Inhaló
hondamente, mientras se recostaba en el respaldo de la silla. —¿De verdad no tienen
idea de dónde pueda estar?

—No, y lamentablemente tiene mucho dinero en su poder. —Se lamentó Donghyun.

—De igual manera ya todos están alertados, su rostro está en todos los periódicos y la
recompensa para quien lo encuentre es amplia. Tengamos fe en que va a aparecer
pronto.

Los Jeon asintieron y se retiraron no mucho tiempo después. Taehyung, entretanto, se


sentía confundido, colérico, agobiado y "perdido". Quería avanzar, mas no tenía modo
de hacerlo; él tampoco sabía mucho de Jungkook y ese simple hecho ponía su sangre a
hervir. Había subestimado al azabache de tal forma que ahora sólo podía sentirse como
un idiota. Debió de haber sido más precavido, pero incluso él había olvidado un pequeño
-pero significativo- detalle: Jungkook no era un chico normal, era un interno de la
correccional.

Se había centrado tanto en, de cierto modo, "complacerlo", para seguir manteniéndolo
a su lado que se olvidó de centrarlo y regirlo; y si es que lo había hecho, fue únicamente
para que siguiera el protocolo de "sumiso perfecto".

No obstante, Taehyung lo extrañaba. Lo extrañaba al punto de sentirse asfixiado, al


punto de querer envolverlo entre sus brazos e impedir que algo o alguien lo separase de
su lado, al punto de desear devolver el tiempo y evitar que escapara, al punto de no
querer hacerle daño, pero sí de encerrarlo en algún lugar en donde exclusivamente él
tuviera acceso.

—En realidad, sí hay algo. —Habló Hyungsik tras estar a solas con el director, quien lo
observó interrogante. —No lo dije en presencia de ellos porque es algo que apenas
surgió en la mañana, no tengo pruebas.

—Habla ya.

—Dos cuerpos fueron hallados cerca de un pantano a las afueras de un pueblo, uno de
los cadáveres quedó completamente irreconocible y en la mañana llamó un hombre de
nombre Bang Yongguk alegando que fue él quien transportó a Jungkook a ese pueblo.
—Su mirada vagó del escritorio a la neutral expresión de su amigo. —Dice que lo
encontró en la carretera y que el arma que portaba era suya. También mencionó que
esos dos chicos eran sus amigos, y adivina qué... —Sonrió con plena ironía. Taehyung
escuchaba atentamente. —Las balas encontradas en ambos cuerpos coinciden con la
bala que se extrajo de la pierna del señor Jeon.

Frunciendo el ceño, Taehyung empuñó sus ojos e hizo hasta lo imposible por relajarse.
Podía sentir la furia e inquietud adueñarse cada vez más de su ser.

—Eso no significa nada.

—Aún. —Manifestó. —No me dio detalles, pero mañana a primera hora vendrá a
testificar. Si llega a ser cierto, significaría que ese niño es un ladrón, asesino y
desalmado —Pasó lentamente la punta de su lengua por sus labios, mirando
cuidadosamente las muecas en Kim, quien seguía como en trance. —, ¿no crees?

—Quién sabe. —Espetó.


—Entonces no me vas a contar. —Burló, confundiendo al otro. —Taehyung, ese chico
supuestamente se escapó de la correccional y lo encontraron en medio de la carretera.
—El aludido parpadeó en repetidas ocasiones, poniéndose en situación. —El pueblo
queda considerablemente cerca de tu casa en el campo, vienes todos los días a preguntar
por los avances, pareces demasiado preocupado por ese niño y podría jurar que estás
desesperado por encontrarlo.

—¿¡Qué estás insinuando!? —Cuestionó, irritado. —No sé por qué apareció en un


pueblo, ese chico es raro. Y sí, estoy desesperado por encontrarlo porque el no hacerlo
empañaría la imagen de la correccional, todos los chicos que con anterioridad han
logrado escapar fueron encontrados en pocas horas, pero este no y es lo que me
preocupa.

Hyungsik se limitó a sonreír.

—Te conozco demasiado bien, y porque lo hago sé cuándo alguien te importa más de
lo necesario. —Se encogió de hombros. —¿Tenías algo con él? Presiento que sabes más
de lo que demuestras, y si estoy en lo cierto, significa también que estarás en grandes
problemas, Taehyung.

Él ya estaba en problemas sin necesidad de que la verdad saliera a la luz.

—Y yo presiento que todos nuestros años de amistad no valieron nada para ti. —Dijo
tiempo después, mostrándose afligido. —Te recuerdo que estaba de vacaciones, que me
tomo mi trabajo demasiado en serio y que en mi vida sería capaz de hacer algo como lo
que estás pensando. —La sonrisa en Hyungsik se apagó. Taehyung supo que iba por
buen camino. —Sólo a ti se te ocurre que un hombre como yo podría tener algo con un
chico de esa edad. Peor todavía, con un interno de la correccional. —Su ceño se frunció.
—La correccional es lo más importante para mí, y si vengo todos los días a preguntar
por los avances y me veo desesperado en encontrar a Jungkook, es por eso mismo.

Evidentemente "enojado", se puso de pie, dando unos cuantos pasos de extremo a


extremo. El policía descendió la mirada, de pronto confundido. Habían cosas que no
cuadraban, pero lo que decía su amigo tenía sentido y era cierto. Taehyung se desvivía
por la correccional, a simple vista podía notarse su amor por su trabajo.

—Y justo ahora estoy más que desesperado por encontrarlo. —Confesó. —Si lo que
dices es cierto, efectivamente ese chico es un peligro para la sociedad. No puede estar
más tiempo afuera. —La expresión de Hyungsik denotaba arrepentimiento, Kim supuso
que se debía a las suposiciones "falsas" que por poco lo ponen en peligro.
Aprovechándose de la situación, preguntó—: ¿Podrías repetirme el nombre del tipo que
recogió a Jungkook?

—Bang Yongguk. —El director asintió, rememorando la información.

—Y según él, lo recogió en medio de la carretera, cerca de un pueblo y los dos hombres
asesinados eran sus amigos, ¿no es así? —Quiso corroborar, obteniendo como respuesta
un asentimiento. —Y mañana a primera hora viene a testificar... —Musitó, más para sí
mismo. Tragó en seco y posteriormente relamió sus labios. —Entiendo. —Sonrió a su
amigo, a su vez tomando el portafolios que yacía en otra de las sillas. —Espero que te
vaya bien con la investigación, Hyungsik. Tal vez mañana no venga porque tendré
mucho trabajo por hacer, a Minho le quedó grande el puesto de director y como podrás
entender, tengo que ponerme al día con los chicos.

—¿Ya te vas? —El rubio asintió, manteniendo la curvilínea en sus belfos. —Está bien,
te mantendré al tanto de todo. —Se puso de pie, acompañando a su amigo hasta la puerta
de la oficina. —Y Taehyung... —El aludido se dio media vuelta. —Discúlpame por lo
de hace un rato, ¿sí?

—No te preocupes. —Su diestra palmeó el hombro del contrario y él se mostró


relativamente sereno y transparente. —También habría sospechado, pero
afortunadamente yo no tengo nada qué ver en esto, así que por esa parte estoy tranquilo.
Buena suerte mañana.

—Lo mismo. —Sonriendo una vez más, Taehyung por fin se retiró.

Su expresión oscureció tras salir de la unidad policial. Para mentir se necesitaba de una
buena memoria, y él tenía una de las mejores. Caminó unos cuantos centímetros hasta
llegar a su auto, al cual entró luego de desbloquear. Lanzó su portafolios con ira al
asiento de atrás y seguidamente observó fijamente hacia delante, perfeccionando el plan
que tenía en mente.

—Mira lo que hago por ti, Jungkook. —Gruñó, tomando su celular. Marcó el número
de Choi, quien le respondió casi inmediatamente.

—Señor.

—Quiero que escuches bien mis instrucciones, Choi. —Ordenó. Convenientemente,


había mandado a Choi a cuidar la casona y así asegurarse de que todo estuviese en
orden. —Quiero que busques a un hombre llamado Bang Yongguk en los pueblos
cercanos. Debe tener amigos, así que pregunta por él y seguramente lo encontrarás. Le
preguntarás qué sabe sobre Jeon Jungkook y si no quiere soltar información fácilmente,
dirás que eres amigo del jefe de policía a quien llamó está mañana. Muéstrate amable y
luego... —Humedeció sus labios. —Luego haz que desaparezca, pero hazlo ver como
un accidente.

—¿Cómo se supone que haga eso?

—Choca su auto con la camioneta y luego préndele fuego o no sé, supongo que algo se
te ocurrirá. Lo importante es que se muera antes de que pueda rendir declaraciones
mañana. —No iba a ser tan fácil, ciertamente. Existía la posibilidad de que aquel
hombre se hubiera transportado a otros lugares o simplemente no estuviera tan cerca
como Taehyung lo imaginaba. Por tanto, tenía un plan extra. —Si no logras esto hoy
mismo, eso significará que te querré aquí en la madrugada y que mañana tendremos un
asunto pendiente con ese tipo, ¿entendiste?

—Entendido, señor.

—Buena suerte, y recuerda interrogarlo antes de matarlo. Necesito saber lo que tiene
para decir antes de que ya no pueda.

—Como usted diga. —Y entonces ambos colgaron.

No hacía eso por beneficio propio. Era bueno con las mentiras, tenía pruebas de que él
no había tenido nada qué ver y mientras Jungkook no apareciera y le echara la culpa de
algo, él estaba libre de sospechas. Lo hacía por Kook, por su cachorro. No podía permitir
que el chico fuera juzgado por tantas cosas, ya era más que suficiente el hecho de haber
matado a su empleado, dispararle a su padre e incendiar parte de su casa. Que a ello se
le incrementaran dos homicidios más -sin mencionar a Dak- podía resultar
indiscutiblemente fatal.

«A la única persona que le interesas es a mí, porque eres mío y te cuidaré», y Taehyung
de alguna u otra forma lo hacía. Jungkook era su prioridad; no importaba lo que hubiera
hecho o si tenía que deshacerse de otras tantas personas en el proceso para protegerlo,
él simplemente lo haría. No iba a consentir ver a su sumiso en un tribunal o, en el peor
de los casos, en un manicomio.

Necesitaba encontrarlo primero. Necesitaba ocultarlo y protegerlo, tal vez de una


manera errónea e ilegal, pero necesitaba hacerlo.
Golpeó con fuerza el volante, confundido, desesperado, preocupado y por poco
histérico. Necesitaba a Jungkook. Necesitaba escuchar su voz, su risa, sus gemidos, su
llanto, sus jadeos, sus súplicas. Necesitaba ver su rostro; contemplar sus ojitos, besar
y maltratar su boquita. Necesitaba su cuerpo para herirlo, besarlo, lamerlo y marcarlo.
Anhelaba a Kook con la fuerza de mil infiernos. Lo necesitaba a su lado, al menos hasta
cansarse de él y tener la osadía de poder matarlo.

Porque jamás lo dejaría libre y jamás permitiría verlo rehacer su vida. Fue suyo desde
un principio y lo sería hasta el día de su muerte.

—Te voy a encontrar, Jungkook. —Prometió, empuñando sus manos y rechinando sus
dientes. —Y te voy a hacer mierda por atreverte a abandonarme.
60.
[Este capítulo es más largo que cualquier otra mierda que haya hecho en mi vida
y consiste en flashbacks. Lo hice porque es necesario que conozcan el pasado de
Jungkook para poder entender su comportamiento y los posibles problemas
psicológicos por los que atraviesa.]

El matrimonio Jeon siempre fue precipitado, inmaduro y particular.

Jeon Donghyun se vio en la obligación de recibir su herencia a temprana edad debido a


que su padre -y dueño de absolutamente todo- no estaba en las condiciones mentales
más favorables. El chico con apenas veintitrés años tuvo que hacerse cargo de las
diversas empresas alrededor del país, velar por el bienestar, la reputación y la economía
en su familia. Por si fuera poco, también del tratamiento y la pronta sanidad de su
progenitor.

Al ser interrumpido de sus actividades en la universidad, las imprevistas nuevas


responsabilidades y con su carrera de Ingeniería a medio llevar, hubo un punto de
quiebre que él se negaba a tolerar. Siendo aún joven e inexperto, no tuvo más opción
que pedir ayuda en terceras personas; empresarios que igualaran el éxito y la
importancia de su patrimonio. Fue ignorado por muchos, pero ayudado por otros pocos.
Entre ellos, por un prestigioso productor llamado Park Won Ho, el cual tenía una
preciosa hija de nombre Park Ji Hyo, quien más temprano que tarde terminó por contraer
matrimonio con el único heredero de los Jeon.

A tan sólo dos meses de la boda, Jihyo dio la fantástica noticia: estaba en embarazo.
Ignorando el hecho de ser demasiado infantil como para tener un hijo, queriendo
reemplazar la ausencia de su marido al este estar siempre tan ocupado y evadir la
molestia que le producía cuidar de su propio suegro, la chica de ventiún años se dio el
lujo de esperar a su pequeño retoño con todo el amor y la felicidad del mundo.

Ciertamente, para Donghyun fue una cosa completamente diferente. Él ya tenía las
suficientes responsabilidades como para adquirir una nueva.

Un niño lo cambiaba todo.


—¡Jeon Jungkook! ¡¿Qué te he dicho sobre dejar tus juguetes tirados en cualquier
parte?! —Regañó la señora Jeon, tomando de mala gana un peluche de rana que se
hallaba sentado en una de las sillas que conformaban la barra de la cocina.

—¡No está tirada! —Alegó el chiquillo de tres años. —Está esperando a que la comida
esté lista, mami.

—La comida es para la fiesta de la noche. —Reprochó, mientras alzaba el juguete en


cuanto vio a su hijo con intenciones de tomarlo. —La rana se irá a la basura. Te lo he
advertido demasiadas veces, Jungkook. Los juguetes en el cofre de tu habitación o te
olvidas de ellos para siempre.

—Pe-pero... —Con ojos aguados, el pelinegro puchereó. —No estaba tirada, estaba
sentada. ¡Además Coco es nueva, mami! Me la regaló papá. ¡No puedes sólo botarla!
—Las dos empleadas que estaban cocinando se miraron entre ellas con pesar luego de
escuchar y presenciar la escena. El pequeño Jungkook no estaba haciendo nada malo;
muy por el contrario, se mostraba curioso por la imagen que estaba adquiriendo la
comida. El descuido a su ranita había sido mínimo. Sin embargo, Jihyo era una
obsesionada en lo que a orden y limpieza se refería. Ella simplemente no toleraba ver
algo fuera de lugar. —Prometo que no la dejaré por ahí, pero por favor devuélvemela.

—Ya te dije que no. —Dictaminó, organizando con su mano libre el mechón de cabello
que caía por su frente. —Mejor haz algo productivo y ve a llevarle a tu abuelo su
medicina, ¿sí? Me harta verte por aquí corriendo, haciendo desastres y dejando tus
porquerías en cada rincón de la casa.

—Yo puedo llevarle la medicina, señora. —Propuso una de las muchachas cuando
Kook comenzó a lloriquear por lo bajo. Entretanto, Jihyo frunció el ceño.

—Se lo dije a Jungkook y él lo hará. Ustedes se quedan cocinando y fin del tema. La
fiesta de esta noche tiene que ser perfecta. No quiero contratiempos.

Así era ella. Con un gran círculo social, un esposo al que veía únicamente en la noche,
un suegro al que no entendía y un hijo de tres años revoltoso -lo típico en un crío de esa
edad-, no ideaba otro refugio que no fueran eventos, fiestas y la satisfacción mutua con
sus tan característicos amigos.

El azabache limpió sus ojitos con el dorso de su mano tras su madre salir de la cocina
seguidamente de haber dado unas cuantas órdenes a las cocineras. Sin elección y con el
constante pensamiento de querer obedecer a su mamá para que no tuviera que ser
nuevamente regañado, Jungkook tomó la bandeja metálica que le era ofrecida, la cual
contenía un vaso con agua y una cápsula de color verde y amarillo. Posteriormente,
salió al extenso jardín y se acercó con cuidado a una de las sillas en las que su abuelo
solía tomar el sol.

—Abuelito, dice mamá que es hora de tu medicina. —Informó, acomodando el objeto


en una de las mesas conjuntas al sillín del otro.

A perspectiva de Kook, su abuelo era extraño y excesivamente silencioso. No era un


hombre muy mayor; tenía unos cincuenta y algo, su cabello conservaba su color natural
y su piel todavía estaba muy lisa como para tener la edad que tenía. Se la pasaba mirando
la nada o leyendo algún libro. En otras ocasiones, reía sin motivo aparente. Era solitario,
sereno e imperturbable. Parecía ajeno al mundo que lo rodeaba.

—Oh, pequeño. —Su mirada opaca se posó en el menor. —Tú eres bueno guardando
secretos, ¿verdad? —El niñito se alzó de hombros, pensando seriamente si era bueno en
ello. A él nadie le contaba secretos, por lo tanto, no tenía forma de saberlo. —¿Le
guardarías un secreto a tu abuelo?

—¡Sí! —Chilló, emocionado. ¡Alguien por fin le iba a contar un secreto! —¡Será un
secreto muy secreto!

El mayor rió, enternecido por la inocencia en su único nietecito. Tomando la cápsula


con su diestra, echó su brazo hacia atrás y en pocos segundos mandó la medicina a volar
a la diminuta cascada de un estanque que se encontraba al otro extremo del jardín.
Jungkook abrió su boca exageradamente, a la par en que golpeaba suavemente sus
sonrosadas mejillas con las palmas de sus manos, sorprendido por el accionar impropio.

—No le digas a nadie que hoy no he querido tomarme esta mierda.

—¡No digas malas palabras, abuelito! —Reprendió, aún asombrado. —¿Cómo vas a
mejorar si no te tomas tu medicina? Yo siempre me tomo mis jarabes.

—No quiero mejorar. —Musitó, resoplando poco después. —Estoy bien así.

—Mamá dice que estás loco y que estarías bien en un hospital para locos. ¡Se lo dijo a
papá y ellos han peleado después de eso! Yo los escuché, pero shh... —Llevó su dedo
índice a su boquita, haciendo una clara señal de que debía guardar silencio. —También
es un secreto.
—¿Loco? ¿Yo? —Cuestionó con burla, riendo algo fuerte. Jungkook lo observó con
curiosidad. —Los locos son ellos. No soy yo el que trabaja como un burro todo el día
ni el que hace fiestas para tratar de llenar un vacío que jamás será llenado.

El pelinegro ladeó su cabeza, demostrando así su confusión. Él no entendía las palabras


de su abuelo; siquiera tenía en cuenta lo que era estar loco o no. Ante sus ojos todos
estaban bien.

—¿A qué te refieres?

El otro se recostó en el respaldo de la silla, cerró sus ojos, exhaló pesadamente y


entonces respondió—: a que en caso de que esté loco, es cosa que agradezco. Por eso
no quiero tomar más medicina. Me gusta estar demente.

—Mamá dice que los locos...

—Tu mamá es una tonta, Kookie. —Interrumpió, con aquel tono sereno que era tan
inherente en él. —La locura no es mala. De hecho, te hace feliz. ¿No me crees? Mírame
a mí y mírala a ella. Yo soy feliz en mi mundo de fantasía y ella es infeliz en el mundo
que quiere aparentar que tiene.

Y aunque Jungkook hizo hasta lo imposible por entender, su mente sencillamente no


captó. Su abuelo era un misterio; mismo misterio que, como el niño curioso y
entrometido que solía ser, quería resolver.

[. . .]

Era 1 de Septiembre. Jungkook se levantó temprano en la mañana, ansioso por


reencontrarse con sus padres luego de dos meses de no haberlos visto. Le habían
prometido que llegarían en la madrugada de su viaje de "negocios" para su cumpleaños,
y si bien él quiso quedarse a esperarlos, su nana y el horario de bebé que solía tener se
lo impidieron por completo.

En medio de diminutos saltitos y con un osito de felpa en sus brazos, corrió hasta la
habitación de sus progenitores, teniendo la certeza de que estarían ahí en cuanto entrara;
no obstante, grande fue su decepción al hallar el cuarto completamente solo. Apretando
el peluche con algo de rabia, bajó las escaleras y revisó gran fracción de la mansión,
mas seguía sin haber rastro de sus padres. Por último, se dirigió a la cocina tan serio y
callado como rara vez lo estaba.

—¡Kookie! —Exclamó su nana, quien lo tomó en brazos y lo sentó en la barra de la


cocina tras verlo ingresar. —Feliz cumpleaños, pequeño travieso. ¡Ya tienes cuatro
añitos! Estás tan grande, Dios. Recuerdo cuando eras una cosita así de pequeña. —
Mostró su dedo pulgar e índice, exagerando con el tamaño. —Eras un bebé tan risueño.
¡Reías por todo! —Finalmente, plantó un enorme beso en la sien del niñito, que lucía
triste y aburrido. —Te hice tu desayuno favorito, vamos a lavarte la cara y después a
comer, ¿sí, mi amor?

—¿Y mis papás? —Cuestionó con evidente desilusión en su voz. La sonrisa en la mujer
desapareció de poco en poco, viéndose también comprensiva y dolida al respecto. —
No van a venir, ¿cierto, nana?

—Ellos querían venir —Aseguró. —, pero les surgió algo y no pudieron. Aun así, te
mandaron un regalo que te va a encantar.

Negando con la cabeza, Kook bajó su mirada y apretó sus labios, queriendo no llorar de
nueva cuenta por la ausencia de sus padres. Ni siquiera entendía porqué seguía
doliendo, ya debería estar acostumbrado a ese tipo de desplantes.

—No me quieren. —Sollozó, abrazando contra su pecho el osito de felpa. Su nana negó
inmediatamente. —Es m-mi culpa por ser travieso, ¿ci-cierto?

—¡No, no, corazón! Ellos te adoran, eres su único hijo. —Consoló, preocupándose por
el llanto desgarrador en el pequeño.

—¡No es cierto! ¡No me quieren y ahora yo tampoco los voy a querer! —De un salto,
se bajó de la barra y con la misma ligereza salió corriendo al confort de la biblioteca de
su casa. La oscuridad, tranquilidad y grandor de aquella habitación le permitían
desahogarse sin que se viera como un niño mimado ante los demás.

Desde que había empezado a tener consciencia, no recordaba ni un solo momento bonito
al lado de sus papás. Su padre siempre estaba trabajando, el único día que descansaba
eran los domingos, mismo día en el que se dedicaba a salir con su esposa y muy de vez
en cuándo también con su hijo. Su madre mantenía de fiesta en fiesta, en casa de sus
amigas o de vacaciones que se daba el lujo de poder costear. Era Jungkook quien
siempre los buscaba; era Jungkook quien siempre trataba de acercarse; era Jungkook
quien gritaba por un poco de atención; era Jungkook el idiota que siempre esperaba
de más.

Haciéndose bolita en uno de los rincones de la biblioteca, lanzó a su peluche lejos con
patente ira y seguido de ello abrazó sus propias piernas, permitiéndose llorar con
libertad al estar solo.

Solo. Como siempre. Solo.

—¿Qué puede ser tan malo como para que estés llorando así? —El infante brincó en su
lugar, sobresaltado por la insospechada presencia de su abuelo en la biblioteca. El
hombre estaba sentado en el piso, con un libro encima de sus piernas e inmutable. Ni
siquiera había volteado a ver a Kook, quien gateó hasta estar próximo a él. —Malogras
la paz de este lugar, Kookie.

—Mis papás no vendrán para mi cumpleaños. —Dijo entre hipeos, sorbiendo su naricita
no mucho después. —No les importo, abuelo.

—Les importas —Afirmó. —, pero no tanto como lo que ellos creen que es relevante.
—Jungkook inhaló profundo, tratando vagamente de regular su pesada respiración. El
mayor sencillamente siguió con sus ojos pegados al texto. —De todas formas, tu
cumpleaños no debería ser motivo de alegría, pequeño.

¡Claro que debería serlo! Recibir regalos, comer dulces, pasteles y comida chatarra
todo el día sin temor a que lo regañasen, ser consentido por todos y crecer siempre
debería ser motivo de alegría. Kook, como cualquier niño de su edad, esperaba su
cumpleaños con toda la emoción del mundo. Tal vez por eso le decepcionaba tanto el
hecho de que sus padres no pudieran compartir con él algo que era tan especial.

—A medida en que creces, te vuelves infeliz y vas a desear jamás haber perdido la
inocencia que tanto te caracteriza. —Retomó. —No es un año más de vida, es uno
menos.

—¿Uno menos? —Interpeló lento y precavido. Sus manitas volvieron a restregar sus
ojitos, ya más calmado.

—Así es. Ahora estás más cerca de tu muerte, pero eso de alguna u otra manera es
bueno, así que felicitaciones, Jungkookie.
—¿Me voy a m-morir? —Y eso bastó para que quisiera llorar nuevamente. —¡No me
quiero ir al cielo aún, abuelito!

—¿Cielo? —Cuestionó con patente burla, cerrando el libro posterior a ello. —La muerte
no es ir al cielo. —Informó. —Es caer en un abismo de oscuridad, te van a encerrar y a
enterrar, tu cuerpo se va a descomponer y serás comido por gusanos.

—¿Qué es descomponer? —Su nariz se arrugó y su mirada se entrecerró, sintiendo asco


al visualizarse siendo comido por gusanos. ¡Iugh!

—Tu piel se vuelve fría y tiesa, como un hielo o una pared. —Su diestra fue hacia la
mejilla del niñito, quien estaba expectante y retemblando ante el contacto. —Explotas
y tu cuerpo comienza a oler a carne podrida. Será así por años, hasta que los gusanos
hayan terminado de comer y tú quedes sólo en huesos. —Explicó corto, queriendo
hacerse entender, pues hablarle a un niño de cuatro años con términos más precisos
podía llegar a confundirlo. Kook tenía una expresión de espanto, odiando cada vez más
la idea de morir. —Y no debes tener miedo, ¿sabes por qué? Porque la vida es una
ilusión y la muerte una realidad. Lo único que tienes seguro es que te vas a morir tarde
o temprano. Todo termina en muerte, Jungkookie, sin importar lo que hagas o cuánto te
esfuerces.

El infante se quedó sin habla, procesando lentamente las palabras de su abuelo.


Efectivamente, habían cosas que todavía no entendía, mas su mente hizo "click" y su
inquietud se reforzó.

—Por eso no te preocupes demasiado por tus padres. —Reanudó. —No te preocupes
por nada. Haz lo que quieras hacer sin miedo a lo que te digan. No pierdas tu vida
haciendo cosas por obligación, porque te conviene o porque debes.

—Papá dice que cuando crezca debo ser como él...

—Tu padre está perdiendo su vida de la misma manera en la que yo la perdí, Kookie.
—Humedeció sus labios, frotando sus gélidas manos posteriormente. El chiquillo
prestaba suma atención. —Siempre hice lo posible para que todo me saliera genial.
Conseguí todo el dinero que puedes imaginarte, pero perdí cosas más importantes en el
proceso. Perdí a tu abuela, a tu padre, a las personas que me rodeaban sin ningún tipo
de interés y me obsesioné cada vez más por obtener poder y fajos de dinero. —Recostó
su cabeza en la pared a sus espaldas, mirando con atención la tiritante y tenue
iluminación de la biblioteca. —Todos creen que perdí mi sanidad mental por
simplemente reaccionar. No estoy loco, Jungkook. Jamás me sentí tan cuerdo como
ahora.

Hubieron varios minutos de silencio. Minutos en los que Kook inspeccionaba el rostro
de su abuelo con reflexión; minutos en los que aquel hombre se lamentaba más de la
vida que se había creado a sí mismo e, incluso peor, moldeaba un pensamiento pesimista
en un niño que aún no tenía la capacidad mental para entender una conversación de
aquella magnitud.

—Tú y yo tenemos mucho en común, Kookie. —Rompió el silencio. —Los dos siempre
estamos siendo olvidados e ignorados. He visto cómo tu mamá siempre está
regañándote y cómo tu padre ni siquiera nota tu existencia. —Criticó con frialdad. El
labio del pequeño tembló. Era cierto. —Así que nos busques aceptación en personas
como ellos, ni en nadie. Siempre busca complacerte a ti mismo, haz lo que quieras sin
temor a las críticas, disfruta tu vida de la manera en que desees y no te condenes a ti
mismo. —A pesar de su corta edad, Jungkook entendía el punto del otro. —Todo
termina en muerte. Nos desgastes tu tiempo en cosas que no vale la pena hacer, entre
ellas, buscar el amor en dos personas vacías y superficiales como lo son tus padres.

Y eso bastó para que la opresión en el pecho de Kook desapareciera. Igualmente, la


emoción por su cumpleaños y por querer crecer. Era la primera vez que escuchaba a un
adulto hablar así; los demás ni lo tomaban en cuenta o lo trataban como lo que era: un
niño. Que su abuelo -quien padecía de trastornos mentales y estuvo eludiendo los
medicamentos recetados- estuviera hablando sobre su perspectiva de la vida con su
nieto de cuatro años, era por mucho algo que podría perjudicar al desarrollo mental del
chico. Y fue así, porque aunque todo lo dicho estuviera cargado de desánimo, Jungkook
se sintió consolado y acompañado por una vez en su corta vida.

—¿Es mi culpa que ellos sean así? —Quiso saber con tangible inocencia. El mayor rió,
mientras abría nuevamente el libro y sacaba una pequeña tarjeta del portapapeles en la
parte trasera. Era azul, un azul deslumbrante y precioso. Poseía unos cuantos brillos a
su alrededor y unas letras en la mitad que, por supuesto, Kook no entendió. Él todavía
no sabía leer. —¿Qué dice?

—"El sentimiento de culpa nos impide ver las cosas con claridad." —Leyó para él y
entonces le tendió la postal. —Tómala, guárdala y recuérdate que nada llega a ser tu
culpa totalmente. Siempre habrá otro culpable, otros motivos; siempre puedes culpar a
alguien más en lugar de a ti.
Tomando la tarjeta entre sus deditos, Jungkook la contempló por un par de minutos. Las
comisuras de sus labios se alzaron y pronto sus adorables dientesitos se hicieron
visibles. Estaba malinterpretando todo; entendió mal absolutamente todo, pero estaba
feliz.

«El sentimiento de culpa nos impide ver las con claridad.»

Desde ese día, él atesoró la compañía de su abuelo, y el azul pasó a ser uno de sus
colores favoritos.

[. . .]

Pasaron meses. Meses en los que Jungkook no vio a sus padres y en los que se volvió
muy cercano a su abuelo. La ausencia de sus progenitores con los días empezó a
importarle menos, hasta que una mañana despertó con el deseo de simplemente ver y
pasar tiempo con su abuelo y con nadie más. Amaba las anécdotas que le contaba,
amaba platicar con él casi todo el día, amaba pasear con él por el jardín, amaba guardar
sus secretos. Amaba tanto la compañía de aquel hombre que más temprano que tarde
terminó olvidándose de sus juguetes. Ya no los necesitaba; su abuelo era lo
suficientemente divertido como para jamás aburrirse de él.

Él le estaba ayudando a aprender a leer, cosa que estaba logrando con una rapidez
increíble. Su última cita con el psiquiatra había dictaminado que era apto para salir de
casa, y decidió llevarse a Kook a una de sus tantas propiedades en el campo, en donde
le regaló un poni que el pequeño nombró 'Espuma'. Le enseñó a cabalgar e,
indudablemente, la sonrisa en el rostro del pelinegro lo decía todo.

Jamás se sintió tan lleno como en ese tiempo. Su abuelo le dio las cosas que siempre
estuvo buscando: atención, amor, comprensión, sabiduría, diversión y, lo más
importante, tiempo. El chiquillo desarrolló una dependencia que sería difícil superar
después. Todo llegó a tal punto de que empezó a recordar a sus padres con rabia.
Recordaba todas las veces en las que su madre había afirmado que su abuelo estaba loco
y las veces que su padre ignoró los prejuicios de ella por centrarse en el trabajo.

Ante sus ojos, su abuelo era la persona más genial del mundo. Pasó de ser un
insignificante crío ignorado a ser la prioridad de alguien, y el sentimiento era mutuo,
puesto que Kook le dio luz a la vida de ese sujeto. Jamás fue muy amante de los niños,
no obstante, Jungkook era diferente. Y se encargó de hacérselo saber; se encargó de
meterle en la cabeza que era único y que las cosas debían hacerse a su modo. El infante
se volvió más caprichoso, terco y desobediente, pero tenía el respaldo de su abuelo.
Mientras tuviera el respaldo de su abuelo, todo estaría bien.

—Abuelito, ¿te cuento un secreto? —Preguntó con picardía. El otro asintió y,


entretanto, sentó a la criatura en su regazo. Jungkook se acercó al oído adverso y
susurró—: cuando sea grande ya no quiero ser como papá. Quiero ser como tú.

El mayor rió. Eso explicaba por qué Jungkook comenzó a adoptar sus hábitos, a veces,
de hecho, imitándolo.

[. . .]

—¡Estás tan grande, Jungkookie! —Chilló una Jihyo emocionada. Luego de cuatro
largos meses, por fin había regresado del "viaje de negocios" junto a Donghyun. Tiempo
en el que no se tomó la molestia de saludar a su hijo ni siquiera por teléfono. —¿Cuánto
creciste? ¿Tal vez tres centímetros? —Kook alzó sus hombros bruscamente, soslayando
el contacto visual con la mujer. Su semblante estaba serio; tan serio como Jihyo no
recordaba haberlo visto alguna vez. —Te traje regalos que te van a encantar, cariño.
¡Muchos, muchos juguetes!

—No los quiero. —Espetó. —Hoy terminaré de leer un libro con el abuelo, así que
déjame ir con él.

Suspirando, Jihyo tomó prácticamente a las malas a su pequeño, obligándolo a sentarse


en uno de los sofás decorativos de la habitación al presionar sus hombros.
Seguidamente, se hincó con la intención de quedar a la misma altura. Kook frunció su
ceño, cruzó sus brazos y le regaló una mirada de aborrecimiento puro.

—Amor, sé que estás molesto con papi y conmigo porque no pudimos venir a tu
cumpleaños. —De hecho, no. Eso era lo que menos le importaba. Él simplemente
quería ir con su abuelo. —Pero te mandamos un regalo y te trajimos otros muchos.
¿Puedes disculparnos por esta vez?

—Mami, eres muy bonita. —Cambió el tema repentinamente. Jihyo sonrió enternecida.
Y no mentía, ella era preciosa. Su figura delgada y curvilínea, sus ojos grandes, sus
pestañas negras y extensas, su cabello largo, oscuro y peinado en ondas gruesas; su piel
lechosa, sus mejillas sonrosadas y sus labios con un rojo natural atractivo, hacían de su
mamá una de las mujeres más bonitas. —Es una lástima saber que un día serás comida
por gusanos y que tu cuerpo olerá a carne podrida. —La expresión de ella fue todo un
dilema. Su semblante oscureció al punto en el que el miedo era lo único que dejaba en
claro. —Porque te vas a morir.

El tono de Kook fue frío y zumbón. Jihyo siquiera sabía qué responder. Escuchar a un
niño de cuatro años hablar así era algo completamente nuevo.

—No quiero juguetes —Informó. —, quiero a mi abuelo. —Tratando de huir, hizo el


gesto de bajarse de la silla, mas su madre se lo impidió de nuevo. —¡Quiero a mi abuelo!

—¡Explícame primero! —Exigió. —¡¿Es él quien te ha estado metiendo esas ideas en


la cabeza?! ¡Jungkook, tu abuelo está loco! ¡Loco de remate! —El mencionado frunció
aun más su ceño, demostrando así su disgusto. —¡No quiero que vuelvas a estar cerca
de él! ¡¿Entendiste?!

—¡Es mi abuelo y no me voy a alejar de él sólo porque tú me lo digas!

—¡Soy tu madre y debes obedecerme!

—Para mí, no eres nadie. —Y dicho aquello, empujó a Jihyo y salió corriendo hacia el
jardín en dirección a su abuelo, dejando a la fémina desconcertada y con millones de
incertidumbres. Era la primera vez que Kook le respondía de esa manera; también la
primera en que la empujaba y la gritaba como si no tuviera respeto por ella ni por nadie.

¿Quién se creía ella para afirmar que su abuelo estaba loco? Lo cierto es que, para
Jungkook, su abuelo estaba antes que todos.

[. . .]

—Jungkook, cámbiate para que vayamos con tu padre a almorzar. —Ordenó Jihyo,
interrumpiendo al pequeño que armaba un enorme rompecabezas en medio de su
habitación. —Rápido.

—No quiero. —Mencionó de mala gana, tratando de seguir en lo suyo. Estaba tan
enojado con su madre como era posible estarlo. Ella había estado encerrándolo por
horas con el objetivo de que no pudiera estar con su abuelo, y eso empezó a hacer un
cambio negativo en la personalidad del niño. Asimismo, tanto Donghyun como ella
estaban haciendo un esfuerzo sobrehumano por pasar más tiempo con el infante; sin
embargo, Jungkook ya no los necesitaba. Lo único que necesitaba era a su abuelo. —
Almorzaré con el abuelo. Me gusta comer con él.
—No te estaba preguntando. Te dije que te cambiaras.

—¡Y yo te dije que no quiero! —Vociferó cual crío mimado, caprichoso y berrinchudo.
Ellos no estaban haciendo eso por él, lo estaban haciendo para alejarlo de su tan
amado abuelo. —¡No voy a ir y si me obligas no me portaré bien! ¡Váyanse ustedes y
déjenme con mi abuelo! ¡No los necesito!

—¡Estoy harta de tus berrinches! ¡Vas a ir quieras o no! —Acercándose, lo tomó


bruscamente del brazo izquierdo y de un tirón hizo que el niñito se levantara, el cual se
revolcó, jadeó y gritó. En un bravío ajetreo, Kook comenzó a llorar mientras chillaba
que le dolía la extremidad afectada. Jihyo lo soltó inmediatamente, preocupada de
haberle hecho un posible daño. —Kookie... ¿Estás bien?

—Quiero a mi abuelo... —Hipó, levantándose con cierto esfuerzo y yendo velozmente


en busca de su abuelo, encontrándolo después de quince minutos en la cabaña de
herramientas al fondo del jardín principal. —Abuelo... ¿Qué haces aquí? —Era extraño,
considerando que esa cabaña casi nunca estaba abierta. No había iluminación y el
hombre parecía estar perdido. —¡Mamá enloqueció! Quiere obligarme a ir con ellos,
por favor regre...

—Jungkookie —Interrumpió, con el tono bajo y plano. —, ¿qué quieres ser cuando seas
grande?

Kook se lo pensó. Hace algunos meses habría respondido que quería ser como su padre;
no obstante, aquello había cambiado cuando platicó con su abuelo en la biblioteca. Él
quería ser un héroe, así como su abuelo lo fue con él.

—¡Un super héroe!

—Pero no tienes que esperar a crecer para serlo. Puedes salvarme a mí, aquí y ahora.

—¿Cómo? —El mayor hizo un ademán con su mano, indicándole a su nieto que se
acercara. Jungkook obedeció en seguida, vislumbrando un objeto alargado, negro y con
una especie de palanca en uno de los extremos a pesar de la opacidad. —¿Qué es eso?
—Quiso saber en cuanto vio al otro llevando la punta de eso a su frente, más
específicamente a su entrecejo.

—Sólo tienes que presionar esta palanca y salvarme de un terrible tormento.

—¿Terrible tormento?
—El terrible tormento que es la vida. —La respiración en el niñito se tornó irregular.
La mirada que le estaba dando su abuelo no le agradaba, tampoco ese objeto
presionando su frente y mucho menos aquel lugar de espanto. Algo por dentro le estaba
gritando a los cuatro vientos que algo no estaba bien, mas Jungkook siempre haría lo
que fuera por estar y ver feliz a su antecesor. —Sostenla y presiona la palanca, Kookie.
—Alentó. —¡Sostenla!

Sobresaltado, el azabache acató rápidamente. Sus pequeñas manos trataron de abarcar


el elemento y su dedo índice rozó el gatillo.

—Te amo, Jungkookie. —Susurró, presionando con evidente auge sus ojos. —Gracias
por esto, pequeño. —Al final, su voz salió rota. —Presiona la palanca...

En medio de confusión, coacción e intimidación, Jungkook se vio en la obligación de


obedecer reiteradamente. Su dedo se hundió paulatinamente en la palanca; el arma
originó un potente ruido, lo que hizo que el chiquillo la soltara aprisa. Sus extremidades
temblaron y sus esferas se llenaron de lágrimas tras ver un agujero en la frente de su
abuelo, del cual desprendía sangre. Mucha maldita sangre.

—¿Abuelo? —Sacudió brevemente la anatomía ajena. —¡Abuelito, despierta!

—Jungkook, quiero que le pidas disculpas inmediatamente a tu ma... —Donghyun se


quedó abatido ante la escena que tenía al frente. —¿¡Pero qué hiciste!? —Jungkook lo
observó con terror, incluso más cuando fue rudamente sacudido. —¡Dime qué pasó! —
Pero el nene siquiera podía hablar. Las lágrimas salían por sí solas y su mente estaba en
una serie de shock. —Joder, no, no, no...

Lo que le siguió fue un drama digno de una novela. Todos los empleados estaban de allí
para allá, llamando a la ambulancia o, en su defecto, a la policía. Kook fue tomado y
llevado por su nana a la cocina, en donde le dieron leche caliente con la esperanza de
que se calmara, pues su llanto y el temblor en su cuerpo dejaban mucho a la
imaginación.

—¡Es sólo un niño y sé que él sería incapaz! ¡Sólo tiene cuatro años! —Gritaba Jihyo,
aparentemente acercándose a la cocina. La puerta del lugar se abrió con ira, dejando ver
a Donghyun seguido de su esposa. —¡Déjalo!
—¡Tú cállate! —Alegó de vuelta, tomando violentamente los hombros de su pequeño
hijo. —¡Dime qué pasó, Jungkook! —El aludido sólo pudo sollozar con más vigor.
Retembló otras tantas veces, asustadizo y amedrentado. —¡Habla ya!

—¡Que lo dejes! —La señora Jeon empujó a su marido. Las empleadas simplemente
eran insuficientes a decir una sola palabra. —¡Él no hizo nada!

—¡Tú no viste lo que yo vi!

—¡Me importa una mierda! ¡Tu padre era un loco y era lógico que esto tarde o temprano
iba a pasar! ¡No culpes a tu hijo por algo que de alguna u otra forma ya sabíamos!

—Querías mucho a tu abuelo... —Habló Donghyun, dirigiéndose a Jungkook e


ignorando las palabras de su mujer. —Y no lo vas a volver a ver, ¿te digo por qué?
¡Porque lo mataste! ¡Se murió por tu culpa!

Sin querer oír más, el infante salió de la cocina y después corrió escaleras arriba. Azotó
la puerta de su habitación -que también cerró con seguro- y se lanzó al piso,
lastimándose en el procedimiento.

—¿Lo maté? —Cuestionó aterrado. —¿Lo maté? ¿De verdad lo maté? ¿¡Lo hice!? ¡Lo
maté! —Gritó. —¡Lo hice! Lo maté, lo maté... —Entrando en una especie de trance,
abrazó sus piernas y comenzó a mecerse casi con histeria. —Lo maté, de verdad lo maté.
¡Lo maté! —Su labio inferior tembló y él se arrinconó. —Lo m-maté... —Dejando de
mecerse, optó por darle comienzo a una sesión de golpes a su cabeza en una de las bases
de su cama. Dejó de hacerlo tras sentir una ingente herida en su sien. Volvió a abrazar
sus piernas y se balanceó como si la vida se le fuera en ello. Rasguñó con furia sus
brazos, dejando con rapidez a simple vista las profundas marcas que se estaba
suministrando. —¡Lo maté!

La llorera en el niñito era inconcebible. Las palabras de su padre quedarían para siempre
en su memoria, nada haría que las olvidara ni que se sintiera mejor.

O tal vez sí.

[. . .]

Su abuelo solía pensar que el tiempo era el mejor remedio; igualmente, que nadie debía
desgastarse en sentimientos negativos o en cosas que no valieran la pena. No obstante,
pese al tiempo y a tener constantemente las palabras de aquel hombre en su mente como
un tatuaje, Jungkook con el pasar de los segundos, minutos, horas, días, semanas y
meses no podía hallar confort. No hallaba tranquilidad, no hallaba distracciones. Estaba
tan vacío como ningún pequeño de su edad podría estarlo.

Todo le recordaba a su abuelo. ¿Y cómo no si todo lo hacían juntos? Lo extrañaba. Lo


extrañaba al punto de querer morir para poder reencontrarse con él. Lo extrañaba al
punto de llorar por horas, de juzgarse, de no comer en todo el día, de quedarse inmóvil.
Nada lo emocionaba y todo lo entristecía. Estaba delgado, pálido, ojeroso y con una
apariencia simplemente lamentable. De haber sabido que todos esos momentos al lado
de su abuelo costarían el calvario de su ausencia, habría preferido quedarse en su
monótona rutina, la cual consistía en jugar y ser ignorado por todos, principalmente por
sus padres.

Perdió a la única persona que le daba atención, amor, tiempo y comprensión. La perdió
y quedó peor que antes: con un vacío en el alma y un sentimiento de culpabilidad
intolerable.

Porque sí, las emociones de las que estaba siendo víctima no podía tolerarlas. Gracias a
ellas sufría de ataques de pánico, lo que lo obligaba a mantenerse sedado. El suero se
había convertido en su mejor amigo y el hospital en su segunda casa.

Y eso estaba bien, porque lo que Jungkook quería era estar lejos de casa. No quería
volver. No quería ver a sus padres y a nadie que no fuera su abuelo. Esa casa había
pasado de ser un hogar a ser su peor tortura. Los recuerdos y soplo que sentía eran lo
suficientemente malos como para tratarse de una coincidencia. Ese ya no era su lugar.

Últimamente había empezado a tener sangrados nasales y ciertas lagunas mentales. De


momentos no recordaba mucho y eso le hacía confundirse. Una misteriosa ira iba
creciendo en su interior, la cual venía acompañada de unas tonalidades azules muy
parecidas a la de tarjeta que le obsequió su abuelo y la cual llevaba consigo a todas
partes. Él obtuvo diversos regalos, pero con esa postal tenía... una conexión extraña. A
veces no se sentía como él, y eso le gustaba. Le gustaba evadir la realidad en aquello.
Era como si de repente nada doliera y él pudiera manejar todo perfectamente bien. Era
como si todo le diera igual.

Con algo de esfuerzo, se quitó el parche que le distribuía suero y el respirador nasal.
Agradecía el hecho de que su padre estuviera tan entregado al trabajo como siempre y
su madre de fiesta en fiesta. Las ocasiones en que fueron a visitarlo al hospital eran
pocas, incluso los empleados se tomaban mayores molestias, mas a Kook ya no le dolía.
Podía incluso asegurar que sus progenitores habían dejado de importarle. Lo que sentía
por ellos era algo parecido a rencor y aversión. Ellos quisieron alejarlo de su abuelo en
reiteradas oportunidades. Impidieron momentos que él pudo haber aprovechado.

Tal vez era una palabra fuerte, pero los odiaba.

Levantándose de la camilla y mareándose en el proceso, caminó lentamente hasta el


baño mientras se sostenía de las paredes para no caer. Estaba débil; odiaba admitirlo,
pero lo estaba. Se acercó a la mochila que le había llevado su nana, que tenía una gran
cantidad de juegos y un play portátil con el mero propósito de no aburrirse cuando no
estaba sedado. Revisó hasta el fondo, topándose con la tarjeta que tanto amaba. La tomó
entre sus deditos, contemplando el texto en ella.

«El sentimiento de culpa nos impide ver las cosas con claridad.»

Inminentemente, también recordó las palabras de su abuelo: «Tómala, guárdala y


recuérdate que nada llega a ser tu culpa totalmente. Siempre habrá otro culpable, otros
motivos; siempre puedes culpar a alguien más en lugar de a ti.»

Y las de su padre: «Y no lo vas a volver a ver, ¿te digo por qué? ¡Porque lo mataste!
¡Se murió por tu culpa!»

Las lágrimas volvieron a su mirada y sus hipeos no tardaron en hacerse fuertes. Era
inútil, por más que lo intentara, siempre dolería de la misma manera. No lo podía
sobrellevar.

—¿Por qué lloras? —Se cuestionó a sí mismo. Estaba frente a un espejo; no obstante,
el niño que veía era diferente a su reflejo. —D-dicen que m-maté a-a... —Sollozó. Sus
manitas restregaban sus ojos con cierta fuerza. El chiquillo del otro lado sonrió. —No
mataste a nadie, él dijo que lo salvarías del terrible tormento que es la vida.

Su nariz estaba sangrando a borbotones. Kook asimismo sonrió, sintiéndose en una


enigmática paz. Posteriormente, se desmayó.

[. . .]

—¡Jungkook, te estoy hablando!

El aludido resopló, mientras se descolgaba la mochila de su hombro y la lanzaba a uno


de los tantos sofás dispersos por el living. Con seis años de edad, había sido expulsado
de su primera escuela, lo que no pudo importarle menos. Él dichoso de no volver a ese
sector del demonio.

—¡Que yo no lo hice! —Gritó de vuelta a su padre, quien venía regañándolo desde que
se montaron a la camioneta. —¡No fue mi culpa! Los estúpidos esos ni siquiera vieron
nada y la vieja esa cree en todo lo que le dicen. ¡¡Yo no lo hice!!

Jihyo entró tiempo después, frotándose con su diestra una de sus sienes. Su cabeza dolía
y su mirada no se despegaba de su hijo. Este último abrió el morral y sacó su play
portátil, con el cual comenzó a jugar en un intento por ignorar los gritos de Donghyun.

—¡Todo el mundo dice que fuiste tú! —Alegó el hombre.

—Tal vez no fue él. —Propuso la mujer, encogiéndose brevemente de hombros. El


mayor la observó con escepticismo. —Siempre culpas a Jungkook de todo. ¡Siempre!
—El azabache los miró de soslayo, situándose cómodamente en uno de los muebles.
Ver a sus padres pelear era divertido; dejaba de serlo cuando los gritos se veían
dirigidos a él. —¿Tienes idea de la gravedad del asunto? ¡Estás pensando que tu hijo
empujó a esa niña de la azotea!

—¡Sólo quiero la verdad! Conozco a este mocoso, y porque lo hago es que quiero una
explicación.

Pausando el juego, Kook respondió—: ¿Me conoces? —Demandó con sorna,


ganándose la atención de los otros. —No, no me conoces. Nadie me conoce. ¡Y sí fui
yo, pero no fui yo! —Él tampoco se entendía a sí mismo. Jihyo agrandó los ojos
exageradamente; entretanto, Donghyun apretó su mandíbula. —¡Es que no lo sé! —
Chilló en medio de un pataleo. La desesperación de no poder hacerse entender a veces
lo llevaban a un punto de colapso. —¡No fui yo!

—No fue él. —Estuvo de acuerdo la madre.

—Tengo cosas más importantes qué hacer que ponerme a perder el tiempo en los
caprichos de este niñito. —Manoteó. —¡Me casé contigo porque quería una esposa con
la cual disfrutar de lo que iba consiguiendo! ¡No estaba preparado para un hijo y esta es
una clara prueba! —Jungkook frunció sus labios, presenciando aquel particular dolor
en su pecho que le recordaba que estaba solo y que, difícilmente, alguien lo querría
alguna vez. —Y no es lindo tener un hijo como Jungkook. Lo único que causa son
problemas, me estresa y sale con estas estupideces cada vez que puede o quiere. No lo
soporto. —Sus ojos se clavaron en el pequeño. —No te soporto. —Repitió, frío e
hiriente.

Y Jungkook sonrió de oreja a oreja. Sonrió porque escuchaba todo lejano. Sonrió porque
su nariz había comenzado a sangrar y porque tonalidades azules interrumpieron su
panorama. Sonrió porque ya no había migaja de dolor. Sonrió porque, en circunstancias
así, lo único que podía sentir era rabia o nada. Un "nada" que lo volvía tan insensible,
desalmado y ajeno a todo el dolor, remordimiento y culpa que pudiera sentir. Un
"nada" que era un "todo" para él.

Ese "algo" era hermoso y atractivo. Sacaba lo peor de él, tal vez; sin embargo, era
aquella locura la que lo mantenía cuerdo, consciente y fuerte. Por más irónico e
imposible que sonara.

Con suma tranquilidad, se puso de pie, subió las escaleras y se encerró en su habitación.
Sus padres seguían peleando abajo y él tomó un gran pedazo de papel higiénico del
baño que empleó para el flujo nasal. Ojeó su reflejo en el espejo, sonriendo con
irrebatible vileza.

—Si no te soportan a ti, veamos qué tal les va conmigo. —Susurró. —De ahora en
adelante, déjame a cargo a mí.

Ese mismo día en la noche, la biblioteca ardió en llamas. El escándalo fue tal que gran
cantidad de los vecinos salieron a especular, los bomberos llegaron a tiempo para
impedir que el fuego se extendiera por otro sitio de la enorme casa y la paciencia en
ambos padres podía darse por perdida.

—Ay, ya. —Pidió el chiquillo, fastidiado. Su atención era dirigida a la televisión y sus
pequeños deditos se movían raudamente por los botones del control de videojuegos. Sus
progenitores habían entrado a su habitación para regañarlo de nueva cuenta. —Sólo fue
un incendio. Nada del otro mundo.

Ese fue el comienzo de muchas cosas.

[. . .]

—¡Me niego a aceptarlo, Donghyun! ¡Mi hijo no está loco!

—Si lo dejamos internado por un par de días y el psiquiatra le hace los estudios que
dijo, podremos saber las causas de su comportamiento y ayudarlo. Por fav...
—¡Que no! —Indignó Jihyo, tan enojada como nunca antes. —¡Mi hijo no está loco y
no lo volveré a repetir! Jungkook sólo está confundido, es rebelde y grosero, como
cualquier chico de su edad. No porque tú hayas tenido un padre loco significa que todos
lo estén. Estás paranoico.

—Eso es a lo que le tienes miedo, ¿verdad? —Cuestionó socarrón. —Tienes miedo de


que Jungkook, al igual que mi padre, tenga una enfermedad mental porque no lo
soportarías. Siempre despreciaste a mi papá por su demencia y ahora temes que tu hijo
haya salido igual.

—Sí. —Aceptó inmediatamente, con la frente en alto y una expresión de superioridad.


—Mi hijo no está loco y ya basta. No permitiré que sea el hazmerreír de la gente y
mucho menos que esté en boca de todos.

Relamiendo sus labios, Donghyun asintió con cinismo.

—Entonces, ¿qué propones?

—Una correccional.
61.
Aviso: este capítulo contiene tortura

Mientras más minutos pasaban, Taehyung podía sentir la exasperación adueñarse de su


mente y su ser.

Habían dos noticias para él, una buena y una mala. La buena, era que Choi dio
relativamente fácil con el paradero de aquel hombre, Bang Yongguk, y tal y como lo
ordenó, el tipo desapareció "misteriosamente" del mapa, dándole la ventaja a Taehyung
de estar un paso adelante y a Jungkook de seguir escondiéndose exitosamente. La mala,
era que el sujeto se negó a decir una sola palabra, obligando al guardaespaldas a matarlo
antes de poder dar la "valiosa" información que decía tener.

Y eso para Kim no era malo, era pésimo. Quedó igual que antes e incluso peor, con un
"poco" que podría ser considerado "nada".

Tomando un dardo entre su pulgar e índice, lo enfiló al tablero que se hallaba al frente.
Sus ojos se entrecerraron y el objeto adoptó una precisión increíble; posteriormente, fue
lanzado al centro, en donde clavó con distinción. El rubio sonrió ladino, plenamente
orgulloso de su desempeño. Repitió su accionar por cuantas veces fueron necesarias,
buscando distraerse durante la "larga" espera. Le había dado ese día libre a Minho, pues
recordaba perfectamente haberle dicho a Hyungsik que retomaría sus actividades en la
correccional -aun si fue una banal mentira- con el fin de pasar desapercibido a la
repentina muerte de la única persona que sabía algo de Jungkook.

Para su mala suerte, Hyungsik no era tonto. Muy por el contrario, era bueno resolviendo
acertijos e inspeccionando a posibles sospechosos. Taehyung no podía darse el gusto
de actuar tranquilamente. No con Hyungsik de por medio.

Asimismo, buscaba distraerse de sus propios pensamientos, los cuales le pertenecían a


ese precioso azabache que anhelaba con todas las fuerzas que jamás pensó llegar a tener.
Era como si su mente se negara a concentrarse en otra cosa que no fuera en Jungkook o
en algo referente a él; como si, últimamente, lo único relevante fuera encontrarlo y
tenerlo a su lado. Nada más.

Nuevos dardos incrustaron en el tablero y el director bufó en cuanto el teléfono de la


oficina sonó. Ignorándolo por dos minutos, siguió en lo suyo hasta que el ruido comenzó
a agobiarle.
—¡¿Qué?! —Respondió inmediatamente. La mala gana era evidente en su tono de voz.

—Director Kim —Era su secretaria. —, Park Jimin dice que quiere verlo.

—Pues yo a él no.

—Afirma que es urgente y que a usted le interesa lo que tiene para decirle.

¿Cómo estaba tan seguro de que era de su interés? A Taehyung lo único que le
importaba -por el momento- era Jungkook, y dudaba que Jimin tuviera información de
él. Al menos no información que no tuviera en cuenta.

—Ya qué. Dile que pase. —Y entonces colgó. Se acercó al tablero y quitó los dardos
que con anterioridad había lanzado. —Escucha, Jimin. —Habló cuando sintió la puerta
de su oficina abrirse. —No me gusta perder el tiempo en necedades, así que espero que
tu inesperada visita sea de utilidad.

Dándose media vuelta, se acomodó en la superficie de su escritorio y volvió a aquello


de lanzar los dardos, los cuales había acumulado en sus manos. Le regaló un rápido
vistazo a Park, quien se veía cuantiosamente mejor que la última vez. Pasaron apenas
unos cuantos días, mas Jimin había adoptado color y se veía más saludable. Seguía
delgado, pero al menos ya no aparentaba estar al borde de la muerte.

El chico tomó varias respiraciones profundas y abrió su boca por unos segundos,
aparentemente con intenciones de hablar. No pronunció ninguna palabra, sin embargo.

—¿Y bien? No tengo todo el día.

—Yo... —Suspiró antes de reanudar. —Me di cuenta de que Jungkook escapó hace
poco y no hace tiempo como usted me dijo. —El rubio alzó una ceja, limitándose a
sonreír tiempo después.

—¿Y qué quieres que haga? —Interpeló con total cinismo, enfilando un dardo. —¿Que
te felicite por saber cosas que un interno comúnmente no debería? —El objeto salió
disparado hacia el tablero, dando a uno de los costados del centro. —Pues te felicito.

—Usted me mintió. —Reprochó. Taehyung bufó. —¿Qué le hizo a Jungkook? ¿En


dónde lo tenía?
—No tengo porqué darte explicaciones.

—Sólo quiero entender. —Su voz salió algo rota, tal vez por las millones de imágenes
pavorosas que pasaron por su cabeza.

—Para entender se necesita una explicación, y dime... ¿Quién eres como para creer
ameritar una?

Jimin suspiró una vez más, bajó su mirada y jugueteó por un par de segundos con sus
dedos; sus manos temblaban por intervalos, producto de la secuela que había dejado la
electricidad. Él no quería volver a esos días de pesadilla, pero algo le decía que, por
esa vez, debía hablar con la verdad.

—Jungkook estaba asustado. —Partió contando. —Él me dijo que usted lo tocaba de
manera extraña, que lo nalgueaba y eso a él no le gustaba. —Kim trató de simular una
diminuta sonrisa. Todavía recordaba esos maravillosos días. —No soy idiota, sé que
eso era nuevo. Tengo muchos amigos aquí y ninguno de ellos me ha dicho algo igual,
usted sólo nos golpea con el látigo o nos encierra. —Pero el rubio no dijo nada.
Simplemente enfiló otro dardo y lo lanzó. —También lo vi en varias ocasiones mirar a
Jungkook como... como... como si fuera... No sé, solamente sé que no era normal. Usted
se lo comía con los ojos.

—Es un chico precioso. Era lógico que si tenía oportunidad de apreciarlo, iba a hacerlo
por largo tiempo.

—Noté su interés en Jungkook y por eso... por eso lo utilicé. —Frunciendo su ceño,
Taehyung observó fijamente a Park. Seguido de ello, lanzó el dardo en su mano con
cierta furia. —Le mentí, director Kim.

¿A qué mierda se refería?

—Explícate. —Ordenó, caminando nuevamente hasta el tablero para extraer las flechas
y poder volver a tirarlas. —¡Explícate!

El pelinaranja retembló en su lugar. Ciertamente, ya había llegado demasiado lejos con


sus palabras como para querer arrepentirse de la nada, sin hacer mención al hecho de
que el mayor no lo dejaría ir hasta obtener una declaración. Y estaba bien, porque diría
toda la verdad sin importar las consecuencias.
Él creyó que haber mentido era una solución perfecta para todos. Jamás se imaginó que
Jungkook estuviera en manos de Taehyung, y lo cierto es que estaba asustado de que
este se hubiera ocultado bajo la excusa de que Kook escapó para desviar la atención.
Kim Taehyung era cruel, no le sorprendería enterarse que su mentira cosechó
resultados fatídicos.

Pero se sentía jodidamente mal consigo mismo.

—Yo no planeaba hacerme amigo de Jungkook. Quería ayudarlo a encontrar su cuarto


y a que tuviera mejor conocimiento de la correccional para que no cometiera un error
que luego hiciera que lo castigaran. —Con la mirada adherida en el tablero, Taehyung
escuchaba atentamente a Jimin mientras lanzaba los dardos recolectados. —Pero
cuando salió de su oficina se veía asustado y no me dijo lo que ocurrió hasta que
llegamos a la habitación que le habían asignado. Me dijo que usted le pegó unas
palmadas en el trasero y yo de inmediato supe que había algo raro. Traté de calmarlo
diciéndole que no tenía que preocuparse por eso y que quizás usted sólo quería darle
una lección.

¿Entonces Jungkook le confió a alguien lo que había hecho con él? Eso era nuevo. Kim
juraba que el chico era incapaz. Jimin continuó—: y después lo vi a usted observándolo
y pensé... Pensé que sería buena idea hacer que escondiera mis drogas. —El rubio
permaneció indiferente, aun si por dentro un particular calor iba ascendiendo por su
pecho. —Si usted le descubría las drogas a él, supuse que tendría más compasión por el
simple motivo de tratarse de Jungkook. Él aceptó y jamás vendió o hizo algo. En
realidad, yo solamente le estaba causando problemas... —Admitió con amargura. —Mi
hermana y yo escapamos de casa. Nuestros padres nos prometieron que si nos
encontraban nos iban a internar a ambos, así que nos escondimos en barrios poco
seguros. Ella se dedicó a la prostitución y yo a la venta de estupefacientes. —
Finalmente, bajó su mirada y exhaló pesadamente, expectante y temeroso a lo que venía.
—Las drogas eran mías, la chica es mi hermana y yo fui quien le pidió a Jungkook
mentirle a usted para desviar la atención. Jungkook únicamente quería escapar. Ese fue
su único error.

Jimin esperó por prolongados minutos una reacción; no obstante, Taehyung ni siquiera
estaba parpadeando. Él sencillamente seguía mirando con gran interés el tablero, al cual
continuaba arrojando dardos.

El hombre sonrió con pesadumbre, humedeciendo sus labios en cuanto la última fecha
fue disparada.
—¿Eso significa que estaba dispuesto a matar a Jungkook por tu puta mentira? —Más
que una pregunta, era una especie de recriminación. Jimin agrandó exageradamente los
ojos. —Y no sólo eso. También maté a mi primo por estar cegado de ira. —La curvilínea
en sus labios se agrandó. Su diestra echó hacia atrás su clara cabellera. —Eres un egoísta
y mentiroso, Jimin. Qué asco me das.

—Usted también lo es. —Atacó. Kim se animó a carcajear.

—Tal vez, pero en mí se ve bien. —Alzó sus hombros, restándole importancia. —Los
defectos en mí no son defectos, son virtudes. En los demás se ve simplemente
repugnante. Jungkook te ayudó, ¿y tú le pagas así? —Negó con su cabeza,
desaprobando totalmente. Observó por sobre su hombro el otro extremo del escritorio,
en donde se hallaba su látigo. La visita de Jimin resultó ser más que útil, pues aparte
de conocer toda la verdad, también se iba a quitar el aburrimiento que llevaba encima.
—Quítate la camisa y ponte de rodillas sobre el suelo. Más te vale obedecer y no hacer
ruido alguno, porque te va a ir peor.

Cabizbajo, el menor apretó fuertemente sus labios para evitar que algún sollozo se
hiciera audible. Sus extremidades inferiores comenzaron a temblar, su vista a nublarse
y su corazón a acelerarse. Sin embargo, acató pocos segundos después. Sus rótulas
impactaron contra el piso y su torso se encontró desnudo.

Entretanto, Taehyung tomó el látigo, al cual le acarició suavemente las tiras, como
"preparándolas". Inspeccionó al muchacho con desdén y optó por acercarse, dando un
par de vueltas a su alrededor. Los huesos de su tórax y columna vertebral eran más que
visibles; su aspecto era incluso aterrador. Su cintura estaba consumida y las
descripciones en otras partes de su cuerpo no eran mejores. Jimin estaba esquelético y
Kim amaba ese hecho.

Posicionándose detrás, el director tomó ventaja con su mano derecha, impulsando al


objeto a golpear mucho más que sencillamente "fuerte". Con potencia, dio el primer
latigazo a la espalda de Jimin, quien brincó brevemente y jadeó tras ser herido.

Generalmente, Taehyung daba precisamente diez azotes, mas esa vez se había excedido
notablemente. El undécimo y duodécimo pusieron a Jimin a llorar con brío; su pequeño
cuerpo estaba tembloroso y eso al otro no pudo importarle menos. En el décimo tercero,
décimo cuarto y décimo quinto, Jimin se vio en la obligación de rogar por piedad. De
sus labios salían blandengues: «por favor» que Taehyung ignoró olímpicamente. El
decimosexto hasta el vigésimo fueron el límite para Park, que retemblaba e hipaba con
obcecación.
—Hace poco me dijiste que querías entender —Habló el rubio, con un gesto de
depravación digno de un demente. —, y después de todo sí te voy a brindar una
explicación, Jimin. ¿Quieres saber lo que le hice a Jungkook? Pues lo sabrás. —El
vigésimo primero azote pegó firmemente. En ese punto, la piel de toda la zona se
encontraba rojiza y maltratada. El chico todavía temblaba, mientras luchaba contra el
ardor y el dolor de cada latigazo. —Lo torturé. —Y entonces el vigésimo segundo
aterrizó. —Lo violé. —Fue el turno del vigésimo tercero. —Le mentí, lo manipulé, me
lo llevé lejos, lo golpeé, lo confundí, lo enredé, lo maltraté, lo follé, lo seguí torturando,
lo obligué a hacer cosas que no quería, ¡y lo enfermé! ¡Está jodidamente enfermo y loco
mi precioso cachorrito! —Nuevos azotes vapulearon, llegando al trigésimo y
prontamente al cuadragésimo. —Y todo gracias a ti, Jimin. Te debo una después de
todo.

Pero el aludido ni siquiera podía llorar correctamente. La tiritera en su anatomía era


impresionante. El cargo de conciencia lo rodeó y no lo dejó en paz; muy por el contrario,
su cabeza lo torturaba al recrear cada palabra del director Kim. Todo había sido su
culpa. Se merecía los cuarenta azotes que hasta el momento recibió.

Probablemente eso no era ni la mitad de lo que Jungkook sufrió.

—Gracias a que te negaste a hablar por meses, me diste tiempo de poder hacer lo que
quisiera con él. —Se mofó, dando rápidamente otros dos latigazos. —Pensaste en tu
propio beneficio. Eres un pequeño y asqueroso ser humano, Jimin. —El maltrato
psicológico era esencial. —Eres como una serpiente venenosa. Y eso no es lo peor.
Tampoco te importó que Seokjin, quien estuvo a tu lado todos estos meses, sufriera por
tu culpa. —Los azotes más enérgicos hicieron contacto. La mano del mayor golpeaba
con total furia; tanta que gran parte de la piel maltratada comenzó a sangrar. Park estaba
exaltado, al menos lo suficiente como para hacerle saber al otro que hasta ahí estaba
bien. —Por ahora no hay más azotes, pero quiero que me pidas perdón. Pídele perdón
a la vida y a tus amigos, Jimin.

—Yo-yo... —Su respiración estaba tan alterada que le era difícil poder expresarse bien.
Sus ojos no dejaban de lagrimear ni su pecho de sentir incesantes punzadas. Por un lado
estaba el dolor y ardor en su espalda y, por el otro, el dolor que le producía aquella
situación. Probablemente el director tenía razón y él era un asqueroso ser humano. —
Pe-perdón...

Caminando hasta el tablero de dardos, a Taehyung se le ocurrió una brillante idea. La


pupila de sus ojos se dilató con presteza. Las cosas se iban a poner divertidas.
—Cierra los ojos, pon tu torso derecho y sigue pidiendo perdón. Arrepiéntete. —
Ordenó, mientras sacaba los dardos clavados al tablón. El pelinaranja empuñó su mirada
y emprendió a repetir la palabra «perdón» una gran cantidad de veces. A simple vista
todo era lamentable. La postura de ese chico daba una profunda lástima. —Muy bien.
Pide perdón porque fuiste un gran hijo de puta.

—Perdón, pe-perdón... —Sollozó. —Perdón, perdón, perdón... —Sonriendo con


evidente malicia, Taehyung enfiló un dardo al pezón del adolescente. Tomó precisión y
entonces lo lanzó. La pequeña flechita se insertó inmediatamente en la tetilla. —¡¡Ah!!
—Chilló, abriendo los ojos de par en par. El rubio rió tras el grito de Jimin y seguido
de ello se acercó a tomar el dardo arrojado, cuyo objeto era de metal. La punta estaba
llena de sangre y el pezón de Jimin empezó a expulsar el mismo fluido. El orificio quedó
allí, siendo algo lógico al tratarse de una zona tan sensible y delicada. —Por favor... Ya-
ya basta... perdón... perdón... ¡Pe-perdón!

—Lo hecho —Analizó el dardo ensangrentado en su mano que dirigió a sus labios. —,
hecho está. Ya causaste daño, Jimin. Mucho daño... —Metió la punta del arpón a su
boca, succionando la sangre en ella. Park sintió asco y un terror abismal. —Ahora vete
antes de que te incruste todos estos dardos y termine matándote. Suficiente será con el
remordimiento que debes tener por mal amigo y mala persona. —Tomando del suelo la
camisa ajena, se la lanzó al dueño, quien se levantó en medio de tambaleos y de una
llorera que a Taehyung terminó dándole dolor de cabeza. —Deja de llorar y vete de aquí
antes de que te dé motivos para que llores con ganas.

Jimin siquiera se colocó la prenda. Él sencillamente pegó la camiseta contra su pecho y


salió corriendo torpemente, logrando que Taehyung riera de nueva cuenta.

No obstante, más temprano que tarde su risa se convirtió en rabia. Le brindó un sólido
puñetazo a la pantalla del computador, importándole poco que esta cayera y se apagara
en el instante. Tiró lo que solía hallarse encima del escritorio, haciendo un desastre en
el proceso.

Se sentía furioso. Furioso porque él amaba maltratar y causar dolor más que otra cosa
en la vida. Furioso porque no sintió tanta satisfacción castigando a Jimin. Había, pero
no como la que sentía hace unos cuantos meses. Furioso porque quería sentirse lleno y
saciado. Furioso porque él tendía a encontrar complacencia en cualquier persona, mas
esa vez fue diferente.
Fue diferente porque estuvo todo el rato pensando en Jungkook. Quería a Jungkook,
no a Jimin ni a ningún otro.

Kim Taehyung siempre conseguía lo que quería. Eso significaba que si Kook se había
convertido en su único medio de satisfacción, él haría hasta lo imposible por
encontrarlo y por tenerlo.
62.
—¡¿Pero cómo puede ser posible?!

Aprovechando la furia de minutos atrás, Taehyung volvió a tirar al piso la pantalla del
computador y los accesorios dispersos por el escritorio. Hyungsik había llegado,
informándole sobre la muerte del único testigo que quedaba. Claramente, él no podría
mostrarse tranquilo y sereno; eso desencadenaría más sospechas en su contra. Por lo
tanto, empleó su repentino enojo para hacer un buen teatro.

—¡Cálmate! —Pidió el policía, asombrado del proceder de su mejor amigo. —Dañaste


el computador por idiota. —Ese computador ya estaba dañado mucho antes de que él
llegara. —No sé si es simple coincidencia o si alguien hizo algo en su contra...

—¡Pero por supuesto que alguien hizo algo en su contra! ¡Alguien lo mató! —Alegó,
tan alterado como pocas veces lo estaba. —¿Quién habrá sido el hijo de puta? ¡Nos
convenía ese testimonio! ¡Nos quedamos de nuevo a la deriva!

—¡Cálmate! —Repitió. —Tal vez el señor Jeon tenga razón y Jungkook no esté solo en
esto.

Asintiendo frenéticamente con la cabeza, Kim estuvo de acuerdo. El que Hyungsik


pensara eso era más que bueno.

—Tienes que encontrar a la otra persona. —Exigió. —Encontrando a esa persona,


encontraremos a Jungkook.

Pero por supuesto que no había "otra persona". En realidad, Taehyung mató a dos
pájaros de un tiro con la muerte de Bang Yongguk, puesto que aparte de dejar en el aire
la información que tenía sobre Kook, también le daría motivos a la policía para buscar
a otro culpable, quien supuestamente estaría apoyando a Jungkook, y desviar la atención
de este último por un tiempo. Era Taehyung quien tenía la delantera en todos los
sentidos posibles.

Él encontraría a Jungkook primero y no dejaría que nada ni nadie lo separase de su


lado.
—¿Y si fue el mismísimo Jungkook el que lo mató? —Propuso Hyungsik, desconfiado.
El rubio se encogió bruscamente de hombros, aparentemente "desinteresado". —Es que
no tenemos nada...

—Si pidieras mi opinión, te diría que estás pensando terriblemente mal. —Humedeció
sus labios, tomando asiento poco después. —Es decir, la policía está buscando a
Jungkook. Su cara aparece en todos los periódicos y canales de televisión, ¿crees que
sería tan idiota como para arriesgarse a salir de su escondite sólo para matar a alguien y
aventurarse a que lo reconozcan y capturen? —El mayor se mostró pensativo. Taehyung
continuó—: Yo optaría por la hipótesis de que tiene a alguien que lo está ayudando.
Nadie sabe el nombre de esa persona; nadie lo ha visto. ¿Sabes lo que significa?
Significa que el que lleva la mala fama es Jungkook y el que hace las cosas es él. Al ser
un desconocido, no está expuesto a lo que sí estaría expuesto Jungkook. ¿Entiendes mi
punto?

Llevando su diestra a acariciar su barbilla, Hyungsik asintió.

—Buena lógica. —Halagó, observando con gran interés algún punto muerto mientras
golpeaba reiteradamente su zapato contra el suelo. —¿Pero de quién podría tratarse?

—Eso no lo sé, Hyungsik. No soy yo el policía. —Resopló, acomodándose. —Te


aconsejaría que investigues el antiguo instituto de Jungkook e interrogues a sus amigos
o a quien afirme haberlo conocido, así sabrás de quién era cercano y tal vez encontrar a
un posible sospechoso. —El jefe de policía volvió a asentir. —Por favor trata de apurar
las cosas. No quiero que más personas inocentes terminen mal por culpa de este chico
y su cómplice. No quiero que mi correccional, el patrimonio de mi amado padre —
Dramatizó, frotando suavemente sus manos. —, se vaya al carajo por un interno
cualquiera.

La expresión en el director evidenciaba estrés y palpable desagrado por la situación, aun


si era solamente por las palabras y el enfadoso momento al lado de Jimin tiempo atrás.
Avalando, Hyungsik se puso de pie.

—Siento mucho por lo que estás pasando, Taehyung. —El aludido hizo un ademán con
su mano, quitándole peso. —Seguiré tus consejos y volveré a hablar con los Jeon para
obtener más información. Como tú bien has dicho, esto no puede seguir así.

—Mantenme al tanto de todo, por favor. Este interno hace que me preocupe demasiado
en lo que respecta a la reputación de la correccional, ¿entiendes? Quiero enterarme de
todo. Absolutamente todo.
—Así será. —Fue el turno de Kim de asentir, mientras estiraba su diestra para estrechar
la de su amigo, quien se retiró no mucho después.

Estando por fin a solas y con su oficina vuelta un desastre, el hombre alzó su zurda,
contemplando la pulsera en su muñeca. Una diminuta curvilínea se situó en sus labios,
obligándolo a empuñar la misma mano. Su mirada oscureció, su respiración se tornó
pesada y su ceño se frunció.

—¿Tienes idea de cuánto te quiero, Jungkook? —Cuestionó en voz baja, analizando el


accesorio como si se tratara de su cachorro. —No hay cosa que no haría por ti. No hay
cosa que te negaría. Si me pidieras los órganos de tus padres en cajas de regalo, créeme
que te los daría. —Aseguró, relajando de poco en poco la extremidad. —Te lo daría
todo, excepto libertad. —Su mano se volvió a empuñar y en un rápido ajetreo depositó
un retumbante golpe a la superficie de su escritorio, lastimándose en el proceso. —Te
lo daría todo con la única condición de que te quedes a mi lado. Si no, no hay trato.

[. . .]

Una semana.

Dos semanas.

Tres semanas.

Cuatro semanas.

Un mes.

Dos meses.

Dos jodidos meses sin saber absolutamente nada de Jungkook.

La gran pérdida de tiempo que tuvo la policía al tratar de buscar a otro culpable tenían
considerablemente satisfecho a Taehyung; sin embargo, también al borde del colapso.
Así como los demás estaban perdiendo el tiempo, él igualmente lo estaba haciendo y de
la peor forma.

Iba todos los días a la comisaría con el único propósito de mantenerse actualizado, pero
nadie sabía o daba información sobre Kook. Parecía que el chico hubiese desaparecido
de la faz de la tierra, llevándose consigo el sosiego y la dicha del director, quien iba de
mal en peor.

Los primeros días fueron algo fácil de tolerar. Las semanas se hicieron una tortura y los
meses una forma indirecta de perecer en el infierno. El rubio simplemente no hallaba
comodidad en algún lugar ni en otra persona. Miles de individuos pasaron por su cama,
estando de acuerdo en ser maltratados e incluso "asesinados", y ni siquiera eso lo llenó.
Él quería a Jungkook. A Jungkook y a nadie más.

Ese precioso pelinegro le había robado la tranquilidad y la reducida cordura que le


quedaba. Estaba desesperado, mas eso no le gustaba. Él siempre fue alguien
indeterminadamente frío, insensible e independiente. Las únicas cosas que tendían a
importarle eran el sexo, el maltrato y el dinero. Estar sintiéndose tan particular por una
insustancial persona hacía que se preguntara qué tipo de obsesión había desarrollado en
todo ese tiempo como para necesitar solamente el cuerpo y la compañía de Kook.

Esperando vehemente las noticias de ese día, se cruzó de brazos y caminó de extremo a
extremo, ignorando la presencia de los señores Jeon y de su mejor amigo en la sala. La
exasperación de la que estaba siendo víctima era más que evidente.

—Hoy tengo noticias nuevas. —Anunció Hyungsik, acompañado de un deje de temor


en el rostro. —No sé cómo lo vayan a tomar y aún no es seguro, pero... —Inhaló
profundo antes de reanudar. Ojeó con lástima a ambos padres y entonces dijo—: pero
es probable que Jungkook haya muerto.

El corazón de Taehyung paró por un milisegundo. Prontamente sintió que su corbata le


apretaba más de lo que debería y sus extremidades inferiores temblequear. Debía ser
una jodida broma. Su cachorrito no podía estar muerto bajo ninguna circunstancia.

—¡No! ¡No es posible! ¿¡Qué le hace llegar a esa conclusión!? —Exigió saber Jihyo,
empezando a llorar con insistencia. Donghyun estaba en shock. —Mi Kookie no puede
estar muerto. ¡No puede!

—El cadáver de un adolescente fue encontrado en la habitación de un hotel. —Informó


con pesar. —Aparentemente se suicidó. Las características físicas coinciden con las de
Jungkook. Les comunico esto sin tener certeza porque necesito que identifiquen el
cuerpo.

Incapacitado a oír más, Kim se apuró en salir, azotando la puerta a sus espaldas. Se
dirigió a paso veloz al auto en el que lo esperaba Choi, a quien le ordenó ir de forma
inmediata a su departamento. En el camino luchó por controlarse a sí mismo, aun
cuando su mente no dejaba de idealizar a Jungkook sin vida.

Sentía algo parecido a lo que experimentó el día en el que su madre murió: un vacío
inenarrable. Una punzada en el corazón que hacía que su pecho doliera y su garganta
sintiera una especie de nudo que sólo se iría con llanto. Un hueco en el alma; un dolor
agudo e inaguantable.

—Esto tiene que ser una confusión. —Mencionó tras haber llegado. Tomó una botella
de Stroh 60 del mini-bar, la cual se llevó en seguida a la boca, importándole poco la alta
graduación alcohólica. —Mi cachorro no puede estar muerto, Choi.

—No saque conclusiones apresuradas, señor. Confíe en que el niño está bien. —Trató
de apoyar; no obstante, su jefe siguió bebiendo de la botella tan fácilmente como si se
tratara de agua. —Tenga cuidado, señor. Eso puede hacerle daño...

—Es lo que quiero. Quiero hacerme daño. —Aseguró, haciendo una que otra mueca
obligado por la amargura del licor. —Si tan sólo ese hijo de puta de Jimin hubiera
hablado con la verdad, esto no habría pasado. —Ingirió un poco más, combatiendo
contra las terribles ganas de echarse a llorar. —Solía ser ese viejo de mierda el que me
quitaba a las personas que más quería. —Hizo referencia a su padre. —Me quitó a mi
mamá, me quitó a mi primer amor y me hizo mierda la cabeza. —Transportó su mano
libre a su sien, imitando los disparos de un arma. —Ahora soy yo el que acaba con lo
que más quiero. —Rió en medio de aflicción. —Maté a Yugyeom y estaba dispuesto a
matar a Jungkook. Estoy enfermo, ¡y me encanta estarlo! Pero así no puedo...

Choi ni siquiera sabía qué decir. No era como si pudiera dar muchas palabras de aliento.
No todos los días alguien diría: "tranquilo, matar a alguien está bien siempre y cuando
se lo merezca". Por lo tanto, se limitó a escuchar.

—Sí, sé que lo he maltratado, amenazado y le he hecho cosas horribles, pero a la hora


de la verdad, sería incapaz de hacerle un daño que atentara de verdad contra su vida. —
Confesó, tomando otro tanto. —Yo no lo haría. No podría tocarle ni un cabello en su
maldita cabecita. ¡Adoro a ese hijito de puta! —Carcajeó cual demente, relamiendo sus
labios segundos después. —Haría lo que fuera por él. —Afirmó, ahora con seriedad. —
¡Cualquier puta cosa por él!

El efecto del alcohol comenzó a hacerse presente. Su vista estaba borrosa, su voz se
escuchaba distante y enredada. El rostro de Choi no era estable y su entorno tampoco.
Agradecía el estar sentado, pues de otra forma inminentemente terminaría cayendo.
—Maté a Yugyeom por él. Dejé de trabajar por él. Tuve paciencia por él. Hacía lo
posible para que se sintiera cómodo estando a mi lado. —Siguió desahogándose. —
Hice cosas ridículas para ganarme su confianza. —Ese era su punto de vista.
Efectivamente, Taehyung siempre vería lo bueno en sí mismo e ignoraría el posible
dolor en los demás. A su perspectiva, él había hecho cosas hermosas por Jungkook. —
La mayoría de cosas que he hecho desde que lo conocí han sido por él. ¿Y él
simplemente está muerto? —Volvió a reír, negando con la cabeza. —Mi cachorro es un
chico fuerte. Es imposible que esté muerto. ¡Yo lo presentiría!

—¿Le traigo agua, señor? Tal vez deba ir a descans...

—¡¡No!! —Vociferó, alertando incluso al guardaespaldas. —Quiero hablar y tú me vas


a escuchar quieras o no. —Sentenció, haciendo el esfuerzo por beber otro poco. —Es
una preciosura mi Jungkookie. ¿Recuerdas su sonrisita? Se veía tan inocente y follable...
—Suspiró entre sonrisas. —Tiene un culo precioso y estrecho. Recuerdo que todas las
noches me lo follaba mientras él lloraba y me pedía que parara. —Burló, gesticulando.
—A él no le gustaba ser maltratado ni azotado, así que esa fue la única manera de darnos
placer a ambos. Tomándolo a la fuerza. —Siguió mofándose, encogiéndose brevemente
de hombros. —A cambio, él decidía lo que haríamos al día siguiente. Era fácil. Yo hacía
lo que quería con su cuerpo y él hacía lo que quería con nuestros días. Un trato justo,
¿no crees?

Choi se delimitó a asentir; entretanto, Taehyung volvió a beber.

—Y con él me pasaba algo diferente. Siempre fui de querer personas sumisas e


inseguras, y no negaré que estaba dispuesto a convertir a Jungkook en una de ellas, pero
al final lo deseé con esa actitud que se manda. —Parpadeó lentamente, recostándose de
la misma manera en el respaldo del sofá. —Es mío. Completamente mío. Lo quiero así,
hablo en serio cuando digo que no me importaría en lo absoluto hacerme cargo de él.
De hecho... —Sacó su lengua pícaramente. —Si sus padres lo encuentran primero que
yo, me lo voy a robar. Me lo voy a robar porque es mío y lo cuidaré. Yo sé que no está
muerto y...

—Disculpe, señor... —Interrumpió una de las empleadas, trayendo el teléfono fijo en


una de sus manos. —Lo llaman.

—No quiero hablar con nadie. Estoy ocupado sintiéndome triste. ¿¡Sabes hace cuánto
tiempo no me sentía triste!? —Interrogó en voz alta, exaltando a ambos empleados. La
chica negó. —¡Hace demasiado tiempo y quiero disfrutar de esto!
—Es que lo han estado llamando todo el día y el joven dice que es urgente...

Rodando los ojos, Kim estiró su mano y le arrebató el teléfono a la fémina, que salió
prácticamente corriendo posteriormente de haber hecho una extensa reverencia.

—¿¡Qué!? —Su tono de voz era la certeza de que estuvo bebiendo.

—Hola, hijo de puta. ¿O debería decir... Amo?


63.
La mano que sostenía el teléfono contra su oreja comenzó a temblar sin disimulo alguno.
Su ceño se frunció, sus labios se secaron y sus latidos parecieron imperceptibles al
momento de parpadear en reiteradas ocasiones debido a la sorpresa. En medio de
tambaleos y de un proceder bastante torpe por la ebriedad, Taehyung se levantó como
pudo del sofá y se dirigió a pasos obtusos a su habitación, dejando atrás a Choi.

Diversas emociones y pensamientos atacaron su mente. Por un lado estaba la felicidad;


por el otro, la rabia e impotencia.

—¿Dónde estás? —Cuestionó en un hilo de voz tras hallarse solo, obteniendo como
respuesta una pequeña carcajada macabra que solía ser inusual en Jungkook. —¿¡Dónde
mierda estás!?

—Cerca, lejos... —Volvió a reír, a sabiendas de que eso empeoraría la actitud en


Taehyung. —Cree lo que quieras creer. Puedo estar en la esquina, al otro lado del
mundo o muerto.

Apretujando su mandíbula, el rubio presionó el teléfono en su mano a tal punto de que


sus nudillos se tornaron íntegramente blancos.

Por supuesto que estaba feliz de saber que su cachorro estaba bien. Sin embargo, Kook
fue descuidado e impulsivo. Hizo cosas que no debió hacer en un principio. Se puso en
evidencia y en peligro de una posible sentencia devastadora pese a su corta edad. Tal
vez tenía motivos para actuar como lo hizo, pero eso, a ojos del mayor, había sido
incompetente.

—Kookie, escucha —Pidió, suspirando un poco. —, no estamos en condiciones de que


te portes como un niñito infantil. Tengo un plan, sólo tienes que decirme en dónde estás
e iré por ti.

—¿De qué mierda estás hablando, estúpido borracho? —Kim gruñó. En ese momento
tenía ganas de tener a ese azabache al frente y darle unos buenos latigazos. Asimismo,
de abrazarlo y no dejarlo escapar de sus brazos. —No llamé para pedirte ayuda. Llevo
meses tratando de comunicarme contigo, todo sería más fácil si contestaras el puto
celular que usas para trabajar. ¡Fue todo un reto conseguir el número de tu maldito
departamento!
—¡¡Dime dónde carajos estás ahora mismo!! —Vociferó en cuanto el deseo se hizo
intolerable.

—¿Sabes qué? Es imposible hablar contigo. Cuando se te baje la borrachera que llevas
encima, entonces hablaremos.

—¡No, no! —Suplicó antes de que la llamada se cortara. —Bebé, te necesito... —


Confesó, ciertamente afligido. —Sé que he cometido equivocaciones, pero...

—¿Llamas "equivocaciones" a haber matado a Yugyeom, violarme, encerrarme,


mentirme y convertirme en lo que quisiste por medio de amenazas y de golpes? —
Carcajeó con tangible ironía. —Eres todo un cabrón hijo de puta, Taehyung.

—Todo lo hice con amor. —Se excusó, logrando más risotadas por parte del menor. Él
tampoco tenía muy en cuenta las barbaridades que estaba diciendo. —Sólo te pido que
confíes por primera vez en mí y me dejes ayudarte. La policía está buscándote y yo
tengo un plan para que jamás te encuentren.

—Y no lo dudo porque eres un hijo de perra perspicaz, pero tú no quieres ayudarme.


Tú quieres ocultarme para mantenerme atado a ti y las cosas ya no funcionarán así,
amo. —Sus palabras eran fuertes; sin embargo, su tono de voz emanaba dulzura e
inocencia, lo que hacía que el otro se confundiera. —Si me quieres tendrás que
demostrarlo.

¿A qué mierda se refería?

—Jungkook, por favor piensa con la cabe...

—Te encanta tratar a las personas como un objeto. —Interrumpió. —Y eso me parece
bien. A lo que quiero llegar, es que los objetos tienen precio y si quieres tenerme,
tendrás que pagar un valor alto pero que lo vale.

Aunque Jungkook no podía verlo, Taehyung asintió. Relamió rápidamente sus labios,
analizando de principio a fin las palabras de su cachorro. Con un poco de manipulación,
seguramente el niño caería.

—¿Cuál es tu precio, cariño? —Interpeló en un tono ronco. —Tengo fortuna y poder


de sobra para conseguir tenerte.

Jungkook volvió a reír con pitorreo.


—Te equivocas, amo. —Suspiró suavemente, tensando al rubio. —Te faltan huevos para
enfrentar las cosas como son, y ese es mi precio. Si me quieres, vas a tener que hundirte.
—Algo simple, pero devastador para alguien como Kim Taehyung. —Vas a contar
públicamente lo que haces en tu correccional de mierda. Vas a contar lo que me hiciste,
lo que le hiciste a Yugyeom y lo malditamente loco que puedes llegar a estar. Vas a
hundir tu reputación, el prestigio de tu patrimonio y también tendrás que ser perseguido
por la policía para poder estar conmigo. Tómalo o déjalo.

Kim estaba en blanco. Lo que Jungkook pedía sencillamente no tenía sentido. O tal vez
sí, mas él rehuía completamente. ¿Cómo ese mocoso pretendía que renunciara a cosas
tan importantes?

—¿Te estás escuchando? Deja los juegos y dime de una vez en dónde carajos estás.

—¡No son juegos, hijo de perra! Eso es lo que tendrás que hacer a cambio de tenerme.
Y la cosa no acaba ahí, amo. —Informó con sorna. —Las cosas van a cambiar. Yo no
soy el idiota que trataste como quisiste. Yo soy mil veces peor.

—Cachorro, no seas patético.

Ignorando lo dicho por el director, Kook reanudó—: si es que llegas a hacerlo, habrán
condiciones. Me darás libertad y no me harás enojar, porque no me conoces, Taehyung.
No tienes ni la menor idea de con quién estás tratando.

Dando un sólido puñetazo a la pared, Taehyung resopló. La mano que sostenía el


teléfono seguía temblando, mientras que su cabeza daba vueltas y él se veía en la
obligación de tomar asiento en su cama con la intención de poder calmarse y maniobrar.

—Mi cielo, estoy enamorado de ti. —Hubo segundos de silencio. Kim tomó aquello
como una señal para proseguir. —Estos meses sin ti han sido el infierno, Kookie. No
tienes idea de cómo me puse al pensar en la posibilidad de que estuvieras muerto. —
Tragó en seco. —Sé que te he hecho cosas horribles, pero jamás te haría daño. Te has
convertido en mi todo. Necesito todo de ti. Eres mi prioridad y si me comporto de esta
manera es porque no sé hacerlo de otro modo. Mi amor puede parecerte extraño, pero
eso es, Jungkook, amor. Un amor particular, pero amor al fin de cuentas. —Con una
curvilínea maquiavélica plasmada en sus labios, se limitó a confesar—: te amo.

El mutismo reinó por prolongado tiempo. Lo único que parecía escucharse eran ambas
respiraciones, una más agitada que la otra.
—Estás mintiendo...

—¿Crees que mentiría con algo tan importante? —La indignación era palpable. —
Tengo muchos métodos para conseguir lo que quiero, pero jamás utilizaría uno tan
delicado. Estoy enamorado de ti, Kookie. Cuando te digo que te amo no podría estar
hablando más en serio.

Y nuevamente, la quietud prevaleció. Cuando Taehyung creyó haber conseguido lo que


quería, unas risitas malignas echaron hacia abajo sus esperanzas.

—¿Terminaste con tu teatro? Ya te dije que yo no soy el idiota que estás acostumbrado
a ver. Tus mentiras me las paso por los cojones. —Taehyung sintió la exasperación
hacerse presente cada vez más. —Si no haces lo que te pido, entonces no hay trato. Las
cosas van a hacerse a mi modo. Si no quieres, perfecto, dímelo para no perder mi
tiempo contigo, irme y... no sé, empezar de nuevo en otro país. Tengo mucho dinero que
puedo utilizar a mi favor. ¿Quién sabe? Puedo crecer, tener una linda esposa, hijos,
una casa de ensueños y un matrimonio feliz.

—¡No, joder! ¡Tú eres mío! ¿¡Entendiste!? ¡Mío! Completamente mío y eso no lo
cambiarás, Jungkook. Las cicatrices en tu cuerpo, las tantas veces que te follé, las veces
que caías por mí y me permitías hacer lo que quería contigo; las otras veces que te
refugiabas en mis brazos y me incitabas a besarte son cosas que no podrás borrar. Estás
enamorado de mí y por eso te tomaste la molestia de llamar, ¿me lo vas a negar? —Fue
su turno de reír. —Cuando alguien más te toque, te acordarás de mí. Nadie va a llenarte
como yo lo hago, y eso suponiendo que no voy a matarlos, porque mataré a quien se
atreva a acercarte a ti. Nadie va a ponerte un dedo encima. Me importa una mierda si se
trata de una mujer o de un hombre, simplemente asesinaré lenta y tortuosamente al que
tenga el descaro de querer tocarte.

Nuevamente, el menor se burló. Entretanto, el rubio sintió la furia y el desespero


abarcándolo. Si Jungkook quería provocarlo, pues lo estaba consiguiendo.

—Soy experto en olvidar, amo. En ese caso, tú le sigues perteneciendo a la persona que
te hizo toda esa mierda en la espalda. —La expresión de Kim ensombreció. —Creíste
que no me di cuenta, ¿verdad? Pero sí. He visto las cicatrices que tienes en la espalda.
Seguramente te hicieron todo lo que me hiciste a mí, pero mírate, ahora eres todo un
hombre. Lo mismo puede pasar conmigo, ¿no crees? Con los años olvidaré, tendré
gustos enfermos en la cama, me conseguiré a alguien que esté dispuesto a tolerarlos,
nos amaremos y seremos felices por siem...
—Voy a encontrarte, pequeño pedazo de mierda inútil. —Prometió. El peligro en su
voz era innegable; asimismo, el tono duro que estaba empleando. —Voy a encontrarte
cueste lo que cueste y voy a hacer que te tragues tus malditas palabras. Te voy a arrancar
esa preciosa lengua para que no puedas volver a hablar y harás lo que yo quiera hasta
que me canse de ti.

Como era de esperarse, Jungkook volvió a reír. Esta vez con ganas.

—Ahora soy yo el que tiene la delantera. Nadie me va a encontrar. No tienes remota


idea de dónde puedo llegar a estar, en cambio yo sí sé dónde estás, dónde vives, dónde
trabajas y la identidad de tus empleaduchos. —Se mofó. —Ya no te sientes intocable,
¿verdad, malnacido?

—¿Quieres jugar al gato y al ratón? Perfecto, cachorro. Ten en cuenta que yo siempre
obtengo lo que quiero. —Pese a la borrachera, agradecía el estar siendo coherente con
sus palabras. —De hecho, cuando te vi por primera vez lo único que quise fue tenerte
en mi cama y lo conseguí. Eres mío, precioso, no te olvides de eso.

—No. No soy tuyo.

—Oh, claro que lo eres. —Aseguró con firmeza. —Eres mío desde el momento en que
te entregaste a mí. Eres mío desde el momento en que te golpeé, te torturé y te castigué.
Eres mío desde el momento en el que me miraste con miedo en tus ojos, en el que me
suplicabas que parara y en el que hacías lo que te ordenaba como un buen niño, sumiso
y cachorrito. Eres mío, Kookie. Tu cuerpo, tu alma, tu corazón, tu mente y tú lo saben
mejor que nadie.

—Me tuviste, pero ahora no me tienes y eso es lo que importa. Estoy fuera de tus manos.
Podría volver a ti si haces lo que te pido, pero como algo me dice que no lo harás,
entonces considérame objeto perdido. —Apretando su mandíbula, Taehyung se
reincorporó con fuerza. La irritación de saber que nada estaba yendo como él quería lo
tenía al borde del colapso. —Sé que debes estar convencido de que me vas a encontrar
y por eso te daré un mes para que pienses bien lo que quieres hacer. Te voy a demostrar
que no me vas a encontrar y que, a menos de que renuncies a todo por mí, no voy a
volver contigo. —Tan simple como eso. —Tú eliges. Tu correccional de mierda, tu
reputación de mierda, tu vida de mierda o yo. Nosotros lejos, empezando desde cero,
siendo felices a nuestro modo. —Suspiró cual crío enamorado por primera vez. —Tienes
un mes, amo.
Y entonces la llamada se cortó, dejando a Taehyung con la boca completamente abierta.
Prontamente lanzó el teléfono a volar, mientras que se ponía de pie de un brinco y
comenzaba a pegarle robustos puñetazos a la superficie de la cama. También tiró al piso
algunos elementos que se hallaban dispersos por el tocador. Por último, tomó uno de
los frascos de sus colonias, lanzándolo directamente al enorme espejo de su habitación,
haciéndolo trizas en un santiamén.

Estaba tan cerca pero a la vez tan lejos de su cachorro. El chico no parecía estar
hablando en broma. De hecho, esa actitud tan infalible era poco común en aquel
pelinegro. Consiguió enfurecer a Kim Taehyung; igualmente, consiguió hacer que
entrara en una especie de dilema que podía resultar indiscutiblemente fatal.

Kook quería venganza y eso era más que obvio. El director no dudaba que el chiquillo
estuviera tramando algo verdaderamente malo que camuflaba bajo una máscara de
"enamoramiento" o de "querer empezar de cero y juntos". Taehyung podía ser muchas
cosas; sin embargo, no era tonto ni ingenuo.

¿Lo peor? Lo peor es que se estaba planteando el dejarlo todo a cambio de tener a
Jungkook.
64.
Cabello rojo, lentes de contacto grises, ojos delineados en un ahumado cargado,
contorno que lo hacía parecer otra persona, piel más pálida de lo normal, ropa negra y
un tatuaje en su antebrazo considerablemente grande con la figura de un reloj eran
características del "nuevo" Jungkook, quien se pasó la lengua por los labios tras haber
colgado el teléfono.

—¿Cuánto te debo, preciosa? —Cuestionó en un tono indiscutiblemente sensual,


mientras se apoyaba en una de las vitrinas de aquel local. La chica sonrió en medio de
un sonrojo.

—No es nada, Nochu. —«Nochu», ese era el seudónimo que había decidido utilizar para
pasar desapercibido. —Al parecer te fue bien hablando con tu familiar. —Comentó
dulcemente, limitándose a organizar los objetos en venta en una de las estanterías. —
¿Todo marcha bien?

—El pobre estaba alteradísimo. —Se lamentó, mostrándose falsamente afligido. —


Debería agradecer que no me he olvidado de él, pero las cosas son tan lamentables ahora
mismo. La gente se aprovecha de mis buenas intenciones. —Negó con la cabeza, entre
indignado y burlón. La fémina permaneció con una expresión de preocupación. —Pero
bueno, es un enfermo mental, es un poco lógico que haya reaccionado así. —Se encogió
de hombros, restándole importancia. —Te veo luego, preciosa. Cuídate.

—Hasta pronto, Nochu.

Y entonces el pelirrojo salió del lugar. Caminó por las solitarias calles de la provincia
de Gyeonggi, sitio en el que había parado tal y como estaba en sus planes. Para su
sorpresa, todo salió maravillosamente bien. La distracción a sus padres y a la policía
había dado frutos. Su cambio físico era evidente; a tal punto de parecer alguien
íntegramente diferente. El maquillaje servía de mucho, no obstante, la clave se hallaba
en el nuevo color de su cabello.

Paranoico, como de costumbre, se encerró en la diminuta pocilga que adoptó como


"hogar". El viento soplaba fuerte, el olor no era el mejor, el espacio era reducido, mas
lo primordial era prevalecer con la misma cantidad de dinero. Asimismo, gastar cuanto
menos fuera posible si es que requería de cambiar de localidad o, en el peor de los casos,
escapar.

Rabia era lo único que últimamente sentía. Estaba perdido en las emociones más viles
y dañinas posibles, pero era eso lo que lo mantenía estable y centrado. Su odio hacia
todas las personas solamente parecía incrementar con los segundos, los minutos, las
horas, los días y los meses. En esa posición, podía considerarse a sí mismo un insensible;
estaba muerto en vida. Los recuerdos, los cambios drásticos y la inestabilidad en su
mente lo estaban consumiendo, y eso estaba bien.

El mejor destino para muchos es estar locos.

Tomando asiento al final de la colchoneta que tenía por "cama", observó fijamente el
espejo que yacía roto verticalmente al frente suyo. Como si se tratara de una rutina,
comenzó a mecerse de adelante hacia atrás; una sonrisa macabra estaba impregnada en
sus labios, ambas fosas nasales se encontraban sangrando y Kook inhaló
profundamente, cerrando sus ojos en el proceso. La punta de su lengua fue hasta su
belfo superior, lamiendo el flujo escarlata que chorreaba de su nariz.

—Tik tok, tik tok, tik tok... —Su cabeza se balanceó de izquierda a derecha, haciéndolo
parecer un demente recién internado en un psiquiátrico. —Tik tok... —Gateó lentamente
hasta estar próximo al cristal quebrado, el cual lamió en cuanto estuvo cerca. Su lengua,
de por sí ya bastante maltratada, sangró al mínimo contacto. —Nadie me quiere, todos
me odian, mejor me como un gusanito. —Cantó infantilmente, retomando aquello de
columpiarse, esta vez con mayor intensidad. —Ay no...

Llevó sus manos a sus mejillas, rasguñándolas vagamente. Sus ojos se abrieron de
sobremanera y su expresión se saturó de angustia. Sumándole a ello su nariz y labios
llenos de sangre, peor se veía la cosa. —Él me dijo que me ama... —Musitó sonriente,
incrementando su contoneo. —Pero yo no puedo creerle porque me dirá que... que... —
Sus ojos se llenaron de lágrimas, pese a que la sonrisa estaba intacta. —Me dirá que
tendré que-que tendré que sal-salvarlo de un terrible tormento y me dejará...

Prontamente dejó de reflejarse en la mitad del espejo y pasó al trozo izquierdo. Aquello
bastó para que su sonrisa se esfumara, sus muecas se volvieran bruscas y oscuras.
Restándole importancia a los lentes de contacto, restregó sus ojos, esparciendo el
delineado negro por todo el orbe hasta llegar a sus mofletes, acción que le resultó
sencilla debido a las lágrimas derramadas. Las lentillas se arrugaron y perdieron en
algún lado de la retina, causando más llorera precisamente por la molestia.
—Todos los que te quieren están locos... —Afirmó con dureza, encantado de lo que
veía en el espejo. —Nadie te querría en su sano juicio. —Y entonces carcajeó
forzosamente, lastimando sus cuerdas vocales entretanto. —Sólo los locos podrían
quererte. —Pasando al trozo derecho, volvió a sonreír con tangible sinceridad. —Pero
me quiere, y yo también lo hago.

En un impulso, se reincorporó velozmente y tomó un par de pastillas de la diminuta


mesa de noche, las cuales se llevó a la boca y tragó inmediatamente junto con algo de
sangre de su lengua. También llenó un vaso con agua, tomándoselo a ingentes
bocanadas.

No mucho después, cayó profundamente dormido en la fría superficie del suelo.

De eso se trataba su vida últimamente. Esos dos meses fueron como el infierno; sin
embargo, un infierno que no podía sentir, pues sus días se basaban en extensas horas de
sueño. El poco dinero que gastaba lo ocupaba para comprar medicamentos para dormir
y una alimentación pobre, pero que le daba los nutrientes necesarios para no requerir
comer por largas jornadas de tiempo. No obstante, estaba delgado, su tono de piel había
adquirido un color entre demasiado pálido y amarillento.

Estaba hecho mierda, mas requería estarlo si es que no quería ser encontrado.

El encierro, la soledad, la falta de ayuda profesional, los traumas, su corta edad, sus
circunstancias y posible futuro eran todo un dolor de cabeza. Su inestabilidad
emocional, mental y física sólo empeoraban con los días. No había algo o alguien que
supiera ayudarlo. Ante muchos era un asesinado desalmado, ante otros un chico común
y corriente, pero lo cierto es que estaba lejos de ambas suposiciones.

Era un chico roto que nadie estaba dispuesto a restaurar. Ni otras personas, ni él
mismo.
65.
Cuantos más días pasaban, todo iba tornándose peor para Taehyung, y Jungkook tenía
razón: no iba a encontrarlo fácilmente. Tal vez, ese "fácilmente" debía ser reemplazado
por un término más potente, porque el obtener pistas o información estaba siendo
imposible tanto para la policía como para él.

Estuvo pensando. Estudió la coyuntura de arriba a abajo, examinando pros, contras y


cada una de sus acciones con lujo de detalle. Asimismo, tuvo que calmar su actitud, la
cual se agravaba con el paso del tiempo. Ni siquiera era apto para controlar la
correccional, pues su cólera inesperada le hacía actuar indiscutiblemente fatal.
Afortunadamente, seguía contando con Minho, quien se estaba haciendo cargo mientras
que él se limitaba a salir de su "mala racha".

El teléfono del que Jungkook había llamado no tenía rastreador. Nadie lo vio; nadie
sabía nada de él. Era como si de verdad se lo hubiera tragado la tierra, pero Taehyung
sabía perfectamente que no era así. Sabía que ese maldito niño que le estaba colmando
la poca paciencia estaba por ahí escondido, tal vez cerca, tal vez lejos, no obstante, sano
y salvo.

También estuvo pensando en aquella propuesta, finalmente considerándola una opción.


Estuvo observando sus alrededores, su vida, sus ocupaciones, sus decisiones y reducida
satisfacción, llegando a una conclusión: aunque la correccional en algún momento lo
fue todo para él, no la extrañó en ningún momento cuando estaba al lado de Jungkook.
Aunque el dinero, el poder y un día a día basado en mentiras eran cosas primordiales,
nunca las necesitó estando al lado de Kook.

Pero la vida no podía basarse en una obsesión. Obsesión que, de alguna u otra forma,
estaba acabando con él. Eso lo supo en cuanto se sintió ahogado y necesitado; cuando
pagó exageradas cantidades de dinero a detectives privados para conseguir algo, cuando
pasó noches frustrado sexualmente porque nada ni nadie lo complacía, cuando soñaba
con ese precioso niñito y se levantaba con una rabia que todos terminaban lamentando.

Estaba perdido en una obsesión perversa. Irremediablemente perdido.

Echó con desespero su cabellera rubia hacia atrás por sexta vez, caminando de un
extremo a otro en la habitación de su departamento. Justamente ese día se cumplía un
mes de la llamada de Jungkook; por tanto, era probable que el chico volviera a llamarlo
y él necesitaba escuchar su voz. Igualmente, se encargó de estar en sano juicio para
poder mantener una conversación fluida y con sentido. Ciertamente, haber estado ebrio
aquel día resultó mal, sin mencionar la cantidad de estupideces e incoherencias que
inconscientemente dijo.

De todas las llamadas que hubo ninguna fue la que esperaba. Perdió prácticamente todo
el día esperando hasta tarde en la noche, a eso de las 11:30 p.m. Como era de esperarse,
el teléfono fijo sonó y Taehyung lo tomó con la frecuencia cardíaca acelerada,
expectante.

—¿Y bien? ¿Ya te quedó claro que no me vas a encontrar?

Kim no había dicho nada. Su respiración alterada evidenció que se trataba de su voz.
Por el contrario, la de Jungkook estaba saturada de serenidad.

—Kookie... —Suspiró, estando dispuesto a "negociar". —Tengo una propuesta que nos
beneficia a ambos. Por favor préstame atención y considéralo. —Tras no obtener
respuesta, prosiguió—: dime lo que quieres. Voy a hacer lo que me digas, nos iremos a
donde quieras y seguiremos las condiciones que tengas, pero necesitamos dinero y una
buena coartada. ¿No sería demasiado difícil estar huyendo de la justicia cuando
simplemente podemos engañarla y vivir como dos personas relativamente normales? —
Relamió sus labios, empleando cierto tono de suspenso. —¿Qué sentido tiene confesar
todo si podemos usar eso a nuestro favor? Ellos jamás sospecharán que estarás conmigo.
Soy el director de la correccional de la que te escapaste, si hay alguien interesado en
encontrarte, ese sería yo. Los ingresos que tengo son lo suficientemente altos como para
mantenernos bien en otro país. ¿Sabes lo difícil que sería comenzar de nuevo? No es
tan sencillo, Jungkook. —Reprochó. —Quiero que pienses en esto y que aceptes porque
es lo más conveniente. Eres pequeño y tal vez no comprendas el sacrificio que lleva
conseguir dinero, pero sé que eres inteligente y que sabrás entenderlo.

Hubo extensos segundos de silencio. Por un lado estaba Taehyung, esperando que su
plan tuviera éxitos. Por el otro Jungkook, quien se encontraba en una disyuntiva y no
porque fuera ingenuo, sino por su estado mental. En ese punto, su estado mental estaba
irreparable.

—Estoy cansado, Taehyung. —Confesó con un deje debilidad. —No quiero pensar, sólo
quiero que... —Su voz se quebró. —Que me demuestres que de verdad me quieres...

El mayor se quedó sin habla. Su corazón picoteó, entre felicidad y lástima.

—Y lo hago, Jungkook. Te quiero como no voy a querer a nadie en este mundo.


—Entonces renuncia a todo por mí. —Como si de un juego se tratara, su tono volvió a
la serenidad. —Puedes pasar toda esa porquería de dinero a una cuenta anónima, nos
vamos y listo. No es tan difícil como tú quieres ponerlo.

—¡Es que es difícil, Jungkook! —Vociferó, alterándose. —¿¡Crees que la vida es querer
hacer algo, hacerlo y ya!? ¡Existen consecuencias, cachorro! ¡Por favor usa la maldita
cabeza!

—¡En mi mundo así es! —También gritó. —Así me conociste, así decidiste mantenerme
a tu lado y así seguirá siendo porque no voy a cambiar. ¡La vida es sólo una y quiero
que renuncies a todo por mí o no hay trato! Tan simple como eso.

Exhausto, Taehyung revolvió su cabello. Observó los rincones de la habitación, en


espera de que alguna "idea maestra" llegara a su mente para lograr convencer a
Jungkook. También trató de rastrear la llamada pero, como era de esperarse, no había
gps.

—Eres un jodido caprichoso, precioso. —Carcajeó, negando con su cabeza. —¿Qué te


hace pensar que vales tanto como para ponerme límites?

Kook también rió.

—Está bien, amo. Con eso me lo dices todo. Sólo te diré que espero que tu vida vaya de
mal en peor porque yo me recuperaré lejos de todo y todos. Toma esto como una
despedida, porque no voy a perder más el tiempo contigo...

—¡No, joder! ¡¿Por qué todo tiene que ser tan difícil contigo?!

—¿¡Y tú por qué no quieres renunciar a todo por mí!?

—¡Escúchate! ¡Escucha lo que estás diciendo y dime si tiene algún sentido! —Resopló,
tratando de calmarse. —Está bien, puedo hacerlo, aunque no estoy seguro.

—¿Necesitas un empujón, amo? —Su tono pasó de ser sereno a provocativo. Una
diminuta risita se escuchó, la cual alertó a Taehyung. —Estoy desnudo en la cama
pensando en ti, Tae... —Un pequeño gemido ocasionó que el aludido perdiera el juicio.
—¿Sí? —Con la voz ronca, llevó su mano a masajear su miembro apenas erecto. La
simple idea de Jungkook desnudo provocaba todo tipo de cosas en él. —¿En qué
piensas, cachorro?

—En cuánto me gusta que me folles... Me encantaba cuando me obligabas a tener sexo
y por eso me hacía el difícil. —Otro gemidito se escuchó. La erección en Kim
incrementó. —Me encantaba cuando me dolía y te pedía que pararas pero tú sólo me
lastimabas más...

Y el rubio desabrochó torpemente su pantalón, liberando su rigidez hinchada y deseosa


de penetrar a ese precioso muchachito.

—Y cuando me amenazabas... —Reanudó Kook. —Mientras me lo hacías me


susurrabas cosas al oído que tú creías que no entendía pero sí lo hacía. Me decías que
era tuyo y que me matarías antes de verme lejos de ti. —Apretando su pene con fuerza
entre su puño, Taehyung empezó a masturbarse. —Me decías que nunca me iba a librar
de ti y que si alguien me tocaba iba a pagar las consecuencias. Te ponías como un
animal salvaje a morder y marcar mi piel, a veces me golpeabas y te corrías siempre
en mí aun sabiendo que no me gustaba. —El director gruñó, incrementando el vigor
con el que estrujaba su base. —Quisiera que estuvieras aquí conmigo...

—Puedo estar ahí, mi amor. —Su voz se escuchaba rauda y más grave de lo usual. —
Sólo dame tu dirección, déjate de juegos y déjame tenerte. Entrégate a mí.

—No hasta que pagues por mí... —Pese a la rabia, el mayor siguió masturbándose.
Efectivamente, ahora con imágenes más grotescas que simplemente imaginar a Kook
desnudo. —Paga por mí y haz lo que se te dé la gana conmigo. Seré completamente
tuyo.

—Ya eres completamente mío.

—No, Taehyung. —El mencionado terminó por abandonar las atenciones a su miembro.
De nada valía masturbarse con tanta ira en su interior. Funcionaría si pudiera follarse
a Jungkook porque estaría reclamándolo como suyo, mas una simple jalada a su polla
en circunstancias como esas no servía de nada. —Crees ser mi dueño por las cicatrices
que dejaste en mi cuerpo y por todas las veces que tuvimos sexo, pero eso puede
cambiar en un minuto. —Aquellas carcajadas malvadas volvieron a hacerse audibles.
—Hay mucha gente interesada en mí. Puedo ir a acostarme con ellos y
automáticamente les pertenecería. De hecho, para eso te llamé.
—¡No te vas a acostar con nadie, Jungk...

—Quiero que me calientes para ir a acostarme con otro y pensar que eres tú. —
Interrumpió. Taehyung entró en pánico. —Después de todo, me acostumbraste a querer
que me la metan, pero tú no eres el único hombre en el mundo.

Apretujando el teléfono en su mano, levantándose bruscamente y mandando a volar de


una patada una pequeña papelera que yacía en uno de los costados de la habitación, Kim
no pudo estar más enojado. Su respiración se aceleró, su rostro hirvió en furia, irritación
e impotencia. El simple hecho de imaginar a Jungkook siendo penetrado por otro ponía
en su vida todo mal. De pronto sus sentidos fallaban y sus anhelos se vinculaban
solamente a querer estar con el adolescente que le estaba haciendo la vida de cuadritos
desde hace meses.

Hablaba en serio cuando decía que aquella obsesión lo estaba matando. Esa maldita y
perversa obsesión estaba acabando con él, convirtiéndolo, después de todo, en lo que
Kook buscaba y quería: un maldito sociópata dispuesto a dar la vida por él.

Su comportamiento cruel, su excelente manipulación, sus constantes mentiras, su falta


de remordimiento, su aparente "encanto superficial", su carencia de emociones, su
inteligencia, su gran ego, su incapacidad de aprender de las experiencias y su control
hacia todo y todos se empañaba ante un solo pensamiento: Jeon Jungkook. Y es que si
en un principio tuvo planes, en ese punto no tenía nada. Kook había actuado
considerablemente bien, dejando pistas que no servían de mucho, desapareciendo de la
faz de la tierra como si nunca hubiera existido.

Pocos frutos daría mentir o tratar de manipular pues, aparentemente, Jungkook ya lo


conocía más que bien. Él no sería tan idiota de volver a caer en sus embustes.

—Jungkook —Llamó, luego de varios segundos en silencio. —, ¿me quieres?

El mutismo reinó por otro prolongado tiempo.

—Aunque no lo mereces, sí. Sí te quiero.

—¿Cuánto?

—Yo... —Resopló antes de reanudar. —Tal vez me enamoré... —El rubio no pudo evitar
sonreír. —He tratado de irme, pero de cierta forma tú no me lo permites. Sé que no
debería confiar en ti, pero una parte de mí, una puta parte de mí... quiere hacerlo... —
A medida en que hablaba, su voz empezaba a apagarse. —Una parte de mí quiere
tenerte cerca, pero con la seguridad de que es correspondida. —Y entonces hipó. La
furia en el mayor se extinguió. —Por favor renuncia a todo por mí. Demuéstrame que
de verdad me quieres y no me dejes.

—Tú eres el que me está dejando.

—Me hiciste mucho daño y sin embargo sigo aquí. Puedo perdonarte todo, idiota.
¡Todo, de verdad todo! Pero no confiaré en tus palabras. Confiaré en tus acciones. Y
si... si mañana no haces lo que quiero, entonces olvídate de mí.

Y con una alegría desbordante en el pecho, con un sentimiento inexplicable de calidez


y de adulterada adoración, Taehyung no tuvo más vacilaciones.

—Lo haré, cachorro. Haré absolutamente todo por ti hoy y siempre. No hay fortuna en
el mundo que valga lo que vales tú para mí.

"El adversario que llegó a ser una obsesión para ti, ya es una parte de tu propio ser."
—Lucian Blaga.
66.
El constante escándalo de las alarmas de seguridad fue lo primero que se escuchó en la
correccional a primeras horas de la mañana, justamente cuando los internos debían estar
haciendo sus actividades cotidianas para posteriormente ir a tomar clases.

Las cercas eléctricas de toda la extensión superficial fueron desactivadas y los portones
fueron abiertos al mismo tiempo. Taehyung sonrió con cierta angustia, observando
fijamente un punto muerto. Sus manos actuaban por sí solas, presionando todos y cada
uno de los botones de aquella sala de control que le darían la tan anhelada libertad a los
chicos. Cual demente, su lengua delineó lentamente el contorno de sus labios; en sus
ojos no había parpadeos, su respiración no podía estar más tranquila ni su mente más
en blanco.

Estaba flotando entre la disyuntiva de sus anhelos y sus necesidades. Porque,


efectivamente, a veces lo que él quería no era lo que necesitaba y viceversa.

—¡Señor, los internos escapan! —Informó uno de los tantos fortachones con la voz
agitada. Aparentemente, estuvo corriendo por todo el lugar hasta dar con él.

—Déjalos. —Ordenó, sin siquiera inmutarse. —Déjalos que vuelen, después de todo...
algún día ellos mismos construirán su propia jaula. —Su tono era sereno e
imperturbable. —Crecerán, cometerán errores, se lamentarán, querrán volver a empezar
pero no funcionará. Otros se van a enamorar y van a encontrar la miseria en la persona
que dicen amar. —Y entonces volvió a sonreír. Sus orbes no se movieron en ningún
momento siquiera para parpadear. —Déjalos volar como aves en el cielo. Incluso esas
aves se cansan de revolotear.

Sin saber qué más hacer, el empleado fue en busca de Minho, quien ciertamente
aparentaba estar en un estado mental más invariable. No obstante, tanto la policía como
la prensa no demoraron mucho en hacer acto de presencia. No todos los días las puertas
de una de las correccionales más prestigiosas abrían, dispuestas a dejar ir a cualquiera
que no quisiera estar allí.

—¡Taehyung! —Llamó Minho, yendo rápidamente a su encuentro. Kim permaneció


indiferente. —¿¡Qué estás haciendo!?

—¿Tengo que explicártelo con manzanas? —Cuestionó con burla. —Estoy renunciando
a todo, tal y como lo quiere mi cachorro.
Todo estaba listo. Nada podía salir mal. Los planes de escape, el dinero que emplearía
para ello, su método de comunicación con Jungkook, el desastre que proyectaba hacer
antes de partir, las palabras que diría, las confesiones que desvelaría y otros tantos
detalles más estaban listos. Nada podía salir mal.

Nada.

—¡¿Acaso enloqueciste?!

—Diles a todos que evacuen el edificio si no quieren morir por la nitroglicerina. Aunque
si se quedan y quieren explotar, no tengo problema alguno.

—¡Taehyung! —Minho estaba estupefacto. Se esperaba cualquier cosa de Taehyung,


pero jamás una acción que pusiera en peligro lo que por tantos años amó: la
correccional. —Esto es tuyo. Tú amas trabajar aquí, esta es tu pasión, ¡¿por qué de
repente quieres acabar con todo lo que te costó años levantar?!

Riendo con palpable ironía, el rubio respondió—: esto no es mío, es del hombre que se
hace llamar mi padre. Esta no es mi pasión, es mi aceptación a la persona que tuve que
convertirme para encontrar tranquilidad, placer y felicidad, pero las cosas cambiaron.
—Humedeció sus labios antes de reanudar. —Las cosas de un tiempo para acá
cambiaron demasiado y sin siquiera darme cuenta. Sin percatarme todo esto estuvo en
segundo plano. Mi atención ahora está en otra dirección que tengo que tener a cómo dé
lugar. Sabes que siempre consigo lo que quiero y esta no será la excepción.

Y entonces se reincorporó, observando por primera vez a uno de sus mejores amigos
con una expresión digna de fotografía. Minho ni estaba procesando la información como
debía, ni encontraba palabras que hicieran recapacitar al menor, que se encaminó
inmediatamente a la salida de la sala de control.

Para ese punto todo estaba hecho un alboroto. La policía se encargaba de atrapar a
cuántos chicos podían, aunque por supuesto fueron más los que lograron escapar. La
prensa y los noticieros pusieron en alerta a los ciudadanos, puesto que muchos de
aquellos internos eran peligrosos, sin mencionar a los más pequeños que seguramente
estaban maravillados corriendo de allí para allá en la calle, haciendo travesuras o, pese
a su corta edad, actos más delincuenciales.
Sin remordimientos, sin un mínimo de sensibilidad y con una emoción de ver a su
cachorro pronto, Taehyung salió. Como era de esperarse, los flashes de las cámaras y
los periodistas se le tiraron prácticamente encima en busca de respuestas.

—Aquí Kim Taehyung, el director e hipotético dueño de la correccional. —Se presentó


sin mayores complicaciones. Tomó aire, a su vez inflando las mejillas. —No me voy a
liar dando explicaciones. —Dijo tras exhalar. —Hice esto porque pude, quise y se me
dio la gana. —Minho, junto a Hyungsik, llegaron exiguo tiempo después. —La verdad
es que esta correccional no es lo que todo el mundo cree. Sí, sé que muchos
homúnculos...

—¡Taehyung! —Vociferó Minho. Hyungsik estaba en shock.

Ignorando, el director continuó—: como decía. Sé que muchos homúnculos salieron


con buenos modales, completamente regenerados. Educados, sumisos, gentiles —Se
mofó, sonriendo de vez en cuando. —, traumados... Completamente traumados.
Dañados, utilizados, maltratados y embobados. Aquí yo me daba el placer de
electrocutarlos, ¿el motivo? Ni sé. Simplemente me gustaba hacerlo y pues lo hacía. —
Mientras declaraba, nuevos destellos aturdían sus ojos. —Hacía cosas inhumanas con
ellos y hasta el día de ayer seguía haciéndolo. Por supuesto que no estoy arrepentido,
me importa una reverenda mierda lo malo que fui y que seguiré siendo, hago esto por
Jeon Jungkook.

La sorpresa en Hyungsik fue descomunal. En Minho no tanto; sin embargo, era


impresionante que todo aquello se desatara por un niñito que Taehyung afirmaba no era
tan importante. Efectivamente lo era.

—Jeon Jungkook... —Suspiró con una curvilínea tenue en sus labios. Nadie respondió
o dijo algo. —En cuanto lo vi supe que sería un dolor de cabeza. Era hermoso el mocoso.
Parecía un ángel entrando al infierno, y de cierta manera así fue. La correccional le
quedó grande porque ni siquiera su maldad se igualó a las normas que solían haber aquí.
No le puse un alto, cabe destacar. Dejé que hiciera maldades para poder tocarlo y
castigarlo como quería. Lo acosaba con la mirada y a veces con mis manos al punto de
asustarlo. Lo intimidaba y manoseaba como si no hubiese nada más importante.

Nuevamente, el silencio reinó. Nadie dijo nada. Todos estaban expectantes a que el
rubio prosiguiera, cosa que hizo.

—Un día por poco escapa con otros dos internos y esa fue la oportunidad de hacer lo
que quería con él. Ya se imaginan qué. Lo maltraté, lo torturé, lo golpeé y una noche lo
violé. —Confesó como si no fuera la gran cosa. La consternación en los presentes era
evidente. —Así es, señores Jeon. Violé a su lindo hijito. Después me lo llevé lejos, me
gané su confianza y posible perdón; con segundas intenciones claro está. Entonces lo
convencí de tener sexo, lo manipulé, lo convertí en mi objeto sexual y terminé de...
¡Pum! —Sobresaltó a todos al hacer un ruido de explosivo, el cual fue acompañado de
una fuerte palmada con sus manos. —Terminé colmando su paciencia con actos viles
que, reitero, no me arrepiento de haber hecho. Trató de escapar y todas esas veces lo
lamentó, hasta que un día...

Sonrió con irrebatible perversidad, poniendo los pelos de puntas en todo aquel que tenía
la oportunidad de verlo.

—Tíos, Yugyeom no está desaparecido. —Informó a las cámaras. —Yo lo maté.

Un unísono de conmoción fue la única reacción del público. Minho no podía creer lo
que estaba escuchando. Tanto él como Hyungsik estaban pasmados, incapacitados a
enjuiciar.

—Le pedí ayuda una vez pero se metió demasiado en este asunto. Comenzó a
presionarme, a preguntar por Jungkook y a exigirme verlo. Él lo quería lejos de mí
porque sabía que estoy enfermo. —Se encogió de hombros, restándole importancia. —
Lo maté el mismo día en el que todo este embrollo se armó. Su cuerpo está en la cabaña
del bosque de mi residencia en el campo. Pueden ir a buscar su cuerpo si gustan. Ya
está bastante descompuesto, pero si quieren ir allá está. Yo cumplo con avisarles. —
Viéndose en la obligación de reír, lo hizo. —Ese mismo día Jungkook escapó, mató a
no sé cuánta gente y bueno... Aquí estoy. Yo en gran parte tuve la culpa de su proceder.

Sin nada más qué agregar, extrajo del bolsillo interno de su blazer una pistola cargada
y lista para ser disparada. Inmediatamente todos se alejaron, incluidos Minho y
Hyungsik.

—Oh, no se preocupen. Si quisiera empezar a matar, no quedaría ni uno solo de


ustedes.

Esas fueron sus últimas palabras antes de adentrarse nuevamente al edificio. Con
prontitud corrió a uno de los cuartos de limpieza, en donde se quitó la elegante
vestimenta que traía encima, dejando la que tenía debajo, la cual consistía en un overol
de limpieza que se había puesto previamente. Sacó de las estanterías una bolsa negra
que también puso con anterioridad ahí, extrayendo la peluca color castaño oscuro que
tendría que ponerse junto a una gorra que hacía juego con el conjunto.
Por último, tomó el morral que contenía dinero en efectivo, pues el otro tanto lo había
transferido a una cuenta bancaria anónima. Agarró una trapera y un balde lleno de agua
sucia que emplearía con el fin de pasar desapercibido.

Asegurándose de que no hubieran moros en la costa, salió al pasillo y por mientras se


aproximó a la salida trasera, justamente donde se hallaban las zonas abandonadas del
lugar por donde había sacado a Jungkook la vez que se lo llevó al campo. Tras huir sin
mayores problemas, se acercó al taxi "casual" de al frente, en donde se montó
rápidamente.

—Todo está listo, señor. Escóndase y saldremos de aquí en menos de lo que canta un
gallo.

—Más te vale, Choi. —Mencionó después de alzar el compartimiento secreto del


asiento trasero. —Más te vale. —Repitió, escondiéndose ahí junto con la mochila. El
encasillado fue cerrado, aparentando ser un asiento común y corriente, con la diferencia
de que era el engaño y la coartada perfecta.

El vehículo avanzó cerca del alboroto principal. Como estaba previsto, dos cómplices
lo pararon y ocuparon con el objetivo de no levantar sospechas. Uno de ellos -más
específicamente una mujer embarazada- golpeó en tres ocasiones el interior del asiento,
dando la tan esperada señal.

Era el momento.

Sin vacilaciones, Kim agarró el control remoto en su bolsillo trasero, que apretó
posteriormente de habérselo pensado unos cuantos segundos. Los estruendosos ruidos
de la dinamita explotar, los gritos de la gente y el motor del auto avanzar fue lo único
que pudo oír después de eso.

Renunció a todo. Acabó con todo por Jeon Jungkook. Tal vez ese niño no entendería la
magnitud de lo que Taehyung acababa de hacer, pero algo debía quedarle claro: él
jamás hubiera hecho eso por otra persona. Ni siquiera habría pasado por su cabeza la
simple alternativa.

Con el semblante serio y un misterioso ritmo cardíaco alterado, tomó el teléfono celular
con el correo que Kook le había dado la noche anterior. Supuestamente, en ese correo
llegaría la información de su paradero, se reencontrarían y escaparían.
Supuestamente.

—Ya cumplí con mi parte, cachorro. Es tiempo de que te entregues a mí.

«La trampa es pensar que tenemos derecho a ser felices.»


67; Primer Final.

¡Oh, rencor! Demasiada vejez para juventud tan tierna... —William Shakespeare.

Psicología (negativa) del color azul: Imaginación, libertad, evasión, sueño, tales son
los conceptos sugeridos por el azul. Si estas cualidades se llevan a sus límites surge el
aspecto negativo de este color. La vanidad, el egocentrismo y la frivolidad pueden ser
unos claros ejemplos.

Las glaciales olas del océano azul apagaron la hermosa lava de tono escarlata que se
deslizaba con calma por todo su ser, dejando en su lugar un hielo imperturbable, fuerte
y denso. El calor se había ido. La calidez en su alma ya no estaba. El precioso fuego
rojo fue exterminado por los helados ciclones del granizo azul.

Con la nariz goteando en sangre, la mirada perdida en la parte izquierda del espejo roto
y una sonrisa de oreja a oreja que demostraba su triunfo en aquel juego, Jungkook
suspiró con alivio. Por primera vez no sentía su interior hirviendo en rabia ni en
impotencia. Sentía algo parecido a felicidad. Parecido, porque él jamás sería feliz;
tampoco era como si quisiera serlo. El mundo, los humanos, el amor, las emociones
positivas y todo lo que debería conllevar el ser "normal" ya no formaba parte de él, y
eso estaba bien.

—¿Qué es la vida? —Cuestionó a su reflejo, quien en pocos segundos volvió a estar


serio. Aquella mirada fría y vacía regresó, tan oscura y opaca como siempre. —Una
mierda, Jungkook. Una mierda. Ya hiciste todo lo que podías y tenías que hacer, puedes
irte en paz.

Y eso es justo lo que haría.

Con manos temblorosas, tomó la chatarra que había comprado por "celular" en donde,
efectivamente, se estaría comunicando con Taehyung. Abrió el correo, percatándose de
que tenía otros tantos en la bandeja de entrada.

«Siempre supuse que detrás de esa personalidad, ese poder y ese semblante abarrotado
de seguridad habría una debilidad, pero jamás pensé que esa debilidad sería yo. Un
día te dije que te iba a hacer mierda, sin embargo, no es necesario tocarte para
conseguirlo. Mentiría si dijera que no quiero tenerte al frente, golpearte y hacerte todas
las cosas que en un momento hiciste conmigo, pero ya estás destruido, Taehyung. Debo
admitir que fue realmente sencillo convencerte. Esperaba más resistencia o inteligencia
de tu parte. La desesperación te ganó, al igual que me está ganando a mí. ¿Tanto me
quieres? Ahora te creo. Para tu desgracia, yo no quiero a nadie y por eso te vas a
quedar solo.

No me vas a tener ni ahora ni nunca. Hiciste todo esto para obtener algo, ese "algo"
soy yo, entonces... Si quiero destruirte, tal vez tenga que comenzar por destruir lo que
tanto deseas, ¿no? Y ese será tu castigo. Vivirás escondiéndote como una rata, huyendo
de la justicia, recordando lo que tuviste y que no volverás a tener. Vivirás con un vacío
en el pecho, con el pensamiento y la rabia de que te engañaron, que pudiste evitarlo,
mas que fuiste lo suficiente idiota como para no cambiarlo. Tu castigo es perder. Es la
estafa. Pagaste por algo que deseas pero que no te será dado.

No lo siento, hijo de perra. Te mereces esto y más, pero para alguien como tú, esto
debería ser demasiado.

Nos vemos en el infierno, amo.»

Su pulgar dio click en el botón de "enviar". Posteriormente y con algo de esfuerzo se


puso de pie. Observó la habitación por última vez, suspirando de vez en cuando. Con
sus manos se aseguró de que la pistola que había guardado desde hace meses estuviera
en su lugar, justamente oculta entre su camisa y el borde de sus pantalones.

Recordaba perfectamente que en ella quedaron dos tiros, uno se lo dio a su padre en la
rótula y el otro -que supuestamente era para su madre- jamás fue disparado.

Último tiro, último suspiro...

Ciertamente inquieto, pálido y aparentemente ido salió del lugar. Sus pasos fueron
rápidos y torpes. Su mirada estaba clavada en el piso, cosa que le hizo chocar con unas
cuantas personas en el trayecto. Las tonalidades azules parecían estar bulliciosas, puesto
que le dificultaban el poder ver con claridad; asimismo, unos familiares mareos lo
atacaban repentinamente. Cayó al piso unas tantas veces, mismas veces en que, como
el terco que solía ser, se reincorporaba inmediatamente.

La gota que derramó el vaso fue en cuanto no pudo evitar vomitar en un contenedor de
basura en un callejón oscuro y desolado. Sus extremidades inferiores temblequearon,
haciéndolo caer más temprano que tarde de vuelta al suelo.
—Estoy hecho mierda... —Murmuró para sí mismo, intentando respirar profundamente.

Y de hecho era cierto. La mala alimentación, sus condiciones de vida y mentales, sus
extensas horas de sueño, su auto-lesión, la constante preocupación de ser encontrado
junto a todo lo que estaba pasando con apenas dieciséis años lo tenían hecho mierda. El
que estuviera aún vivo podía considerarse un milagro.

Necesitaba atención médica, mental y fraternal, pero antes muerto que aceptarlo o
meditarlo.

—Disculpe —Llamó una tierna voz. Alarmado, Kook inspeccionó a la criatura, quien
parecía ser un niño de unos cinco o seis años. Su ropa malgastada evidenciaba que vivía
en la calle o en un lugar de -muy- mala muerte. —, se le cayó. —Sus pequeñas manos
levantaron el collar que le había obsequiado Taehyung y del que no se deshizo por
alguna extraña razón. Las enigmáticas letras en él relumbraron, dándole dolor de cabeza
al adolescente.

Sus ojos pasaron del accesorio al niñito e inmediatamente una sonrisa surgió en sus
labios. Los borrascosos recuerdos de su infancia llegaron a su memoria cual rayo
impactando en el pavimento. Recuerdos que, de alguna u otra forma, no eran suyos,
mas que tuvo que tener con la finalidad de encontrar paz y sosiego.

«A medida en que creces, te vuelves infeliz y vas a desear jamás haber perdido la
inocencia que tanto te caracteriza.»

«La vida es una ilusión y la muerte una realidad.»

«Todo termina en muerte, Jungkookie, sin importar lo que hagas o cuánto te esfuerces.»

—¿Te gusta? —Preguntó en cambio, señalando con su barbilla el objeto que aún poseía
el infante. Este último asintió entusiasta. —Puedes quedártelo entonces. Yo ya no lo
quiero... ni lo necesito. —Suspiró antes de reanudar. —Dile a tu madre o a tu padre que
lo intercambien por dinero y eso les dará de comer por unos cuantos días.

—¡Muchas gracias! —Chilló, contemplando el colgante como si se tratara de la primera


maravilla del mundo. Tanta inocencia. Tantos recuerdos. Jungkook solía ser igual de
iluso y feliz. —¡Dios lo bendiga!
—¿Qué quieres ser cuando seas grande? —Cambió el tema, obteniendo de nueva cuenta
la atención del chiquillo, quien pensó en su respuesta tras haber resguardado el collar
en uno de los bolsillos de su pantalón.

—¡Un doctor!

—Los doctores son como superhéroes, ¿lo sabías? Salvan vidas, luchan por el bien y
son... s-son buenos...

—¡Lo sé, hyung! Quiero salvar muchas vidas y ayudar a mi mami cuando se enferme.
—La sonrisa de oreja a oreja hablaba por sí sola. —Quiero ayudar a mucha, ¡mucha
gente!

—Pero hay vidas por las que no vale la pena luchar, niño. Van a haber personas cuyos
destinos será mejor morir.

—Mi mami dice que lo último que se pierde es la esperanza.

—Exacto. Y las personas de las que te hablo la tendrán perdida. —El infante ladeó su
cabeza, demostrando así su confusión. —Te daré un ejemplo. Tu cerebro tiene un daño
irreparable y no volverá a funcionar, técnicamente estarás muerto en vida. El cerebro se
supone que te hace persona, sin él no valdría la pena seguir viviendo. Serás una carga
para tu familia y para todos aquellos que estén a tu alrededor. Se le llama "muerte
cerebral" y para esas personas es mejor morir. Ya no sirven. Son un estorbo. La
salvación para ellos sería la muerte.

Por única y primera vez, sintió lo que él suponía debía sentir su abuelo al desahogarse
con la presa más débil, inocente e influenciable sencillamente porque no tenía a alguien
más con quien hablar. La expresión en el niño era de trauma, tan similar a la suya cuando
tenía tan sólo cuatro años. Y lo entendió, entendió absolutamente todo.

—¿Sabes? —Retomó. —Yo tengo muerte cerebral.

Con cierto deje de preocupación, el chiquillo cuestionó—: ¿es así, hyung? ¿Se siente
mal?

—No siento nada, pero ya no sirvo. Necesito... alivio... —Indeciso, desvió su mirada a
la entrada del callejón, asegurándose de que nadie estuviera merodeando por ahí.
Posterior a ello, escaneó al crío, preguntándose mentalmente si valía la pena. Él mejor
que nadie sabía el remordimiento, la tristeza y el traumatismo que tendría que
sobrellevar el mocoso a partir de ahí, y se sintió extrañamente mal. No obstante, dicha
emoción se esfumó después de recordar que su abuelo debió haber tenido el mismo
dilema, mas le restó importancia. A ese hombre no le importó marcar a su nieto con
algo tan delicado, así que... ¿Por qué a él habría de importarle marcar a un
desconocido de la misma manera? —¿Quieres ser mi doctor? Cuando seas grande
podrás presumir el hecho de que a tu corta edad le salvaste la vida a alguien.

—¡Sí quiero!

Asintiendo lentamente con la cabeza, el pelirrojo sacó el arma de su escondite, la cual


posicionó en uno de los laterales de su frente. La mueca en el pequeño fue de miedo;
conociendo los peligros de la calle, por supuesto que sabría que aquello era nada más y
nada menos que una pistola.

—Hyung...

—Sólo tienes que presionar esta palanca y salvarme de un terrible tormento.

—¿Terrible tormento?

—El terrible tormento que es la vida. —Con su mano libre lo acercó bruscamente, a su
vez, prácticamente obligándolo a que sostuviera el revólver. —Después de eso saldrás
corriendo, no le dirás a nadie y continuarás con tu vida normalmente. —Empuñando sus
ojos, trató de calmarse. Eso era lo mejor para todos, sin mencionar que era un excelente
castigo para Kim Taehyung. —¡Sostenla y dispara ahora!

Sobresaltado, el pequeño no tuvo más opción que obedecer. Sus diminutas manos
trataron de abarcar el elemento; su dedo índice rozando el gatillo.

—¡Dispara! —Insistió. Para ese punto el crío había comenzado a llorar. —¡Hazlo!

—No pu-puedo...

—Lo harás, pequeño hijo de perra. —Amenazó, empuñando entre su diestra una parte
de la desgastada camisa del infante, quien sollozaba fuertemente. —Hazlo o no volverás
a ver a la zorra de tu mamá.

Amedrantado, en medio de confusión, coacción e intimidación, el niño se vio en la


obligación de obedecer. Su dedo se hundió paulatinamente en el gatillo; el arma originó
un potente ruido, lo que hizo que el chiquillo la soltara aprisa. Sus extremidades
inferiores tiritaron; sin embargo, no fue impedimento para que saliera corriendo al
momento en el que Jungkook cayó al piso y un charco de sangre iba formándose por la
herida mortal en su cráneo.

Las glaciales olas del océano azul apagaron la hermosa lava de tono escarlata que se
deslizaba con calma por todo su ser, dejando en su lugar un hielo imperturbable, fuerte
y denso. El calor se había ido. La calidez en su alma ya no estaba. El precioso fuego
rojo fue exterminado por los helados ciclones del granizo azul.

«Soy yo tu alivio, el culpable de todos tus errores y tu insospechada salvación. Soy yo


quien te ha dado paz, quien te ha ayudado a soportar; quien te ha destruido en el
proceso, no obstante. Soy yo el cuerdo, quien sabe qué es lo mejor para ti. Soy yo a
quien necesitas, pero que, lamentablemente, yo no necesito.

Soy yo quien toma las mejores decisiones. Decisiones que no entiendes, pero que
aniquilan a aquellos que te han lastimado.

Ódiame y júzgame, pero soy parte de ti. Te he salvado, y ahora, he vengado con una
simple partida todo lo que te han hecho.»

«Me voy a deshacer de ti, aunque tenga que deshacerme de mí para lograrlo.»
68; Segundo Final.

¿La ilusión? Eso cuesta caro. A mí me costó vivir más de lo debido. —Juan Rulfo.

Psicología (positiva) del color rojo: simboliza fuego, calor, revolución, alegría,
acción, fuerza, disputa, desconfianza, guerra, lucha, por lo que fue utilizado incluso en
la antigüedad por emperadores y generales romanos. En este contexto el color opuesto
es el azul. Azul es lo frío, lo lejano, lo inmaterial. En el antiguo simbolismo, el rojo es
el color de la materia, por ser la materia lo cercano y tangible. Rojo y azul son colores
psicológicamente contrarios.

El radiante sol hizo que el hielo poco a poco fuera derritiéndose; las heladas aguas
estaban llenas de vida y se volvieron cálidas. Lo suficiente como para darse el lujo de
nadar por horas en ellas. La temperatura era acogedora, acabando con el reino de
granizo que solía haber por ahí. No más frío, no más escarcha ni indiferencia.

Con la nariz goteando en sangre, la mirada perdida en la parte derecha del espejo roto
y una sonrisa de oreja a oreja que demostraba su felicidad en aquel momento, Jungkook
sintió millones de mariposas revolotear en su estómago. Ni siquiera podía creer lo que
acababa de ver y escuchar. Jamás pensó que Taehyung estuviera dispuesto a renunciar
a todo simplemente por la condición de estar juntos.

Su ritmo cardíaco estaba acelerado, sus temblorosas manos frotaban de arriba a abajo
sus muslos, los cuales estaban apoyados en el piso. Su sonrisa en ningún momento se
desfiguró y sus ojos estaban encharcados en lágrimas de alegría. Alegría genuina y
desbordante.

¿A quién quería engañar? Pese a todo el daño que Taehyung le hizo, mentiría si dijese
que no estaba enamorado. Lamentablemente o afortunadamente lo estaba. Estaba
enamorado de aquel hombre que le dio lo que, de alguna u otra forma, siempre estuvo
buscando: atención, amor -uno extraño, pero al fin de cuentas eso; amor-, sabiduría y,
lo más importante, tiempo. Pasó de ser un simple chico ignorado a ser la prioridad de
alguien. Aún recordaba todas las veces en que sonreía a su lado, o las tantas veces en
que Kim calmó sus dudas. Era un hombre inteligente y enfermo; sin embargo,
sobreprotector, dispuesto a dar todo lo que tenía a cambio de una sola cosa -persona-:
Jeon Jungkook.
Asimismo, estando al lado de Taehyung nunca tuvo inconvenientes con su pasado ni
con su inestabilidad mental. Las distracciones por medio de los actos o las inusuales
actividades que el rubio solía tener eran más que suficientes para mantenerse despejado.
Estando al lado de Taehyung todo era cambiante sin necesidad de la intervención de
una segunda actitud.

A veces se sentía protegido, otras veces se sentía en peligro. A veces podía bromear,
otras tantas veces recibía un golpe o un castigo en la cama por estar actuando como
un niñito. A veces sentía miedo, otras veces quería salir corriendo a refugiarse en
aquellos brazos. A veces quería jugar, otras veces quería caricias y amor. Con
Taehyung todo era agridulce, y eso lo llenaba. Por más lágrimas que derramara; por
más dolor que sintiera, se sentía lleno.

«Lo haré, cachorro. Haré absolutamente todo por ti hoy y siempre. No hay fortuna en
el mundo que valga lo que vales tú para mí.»

Taehyung era todo lo que necesitaba. Y ese mismo hombre había dado todo por él, así
que... ¿Por qué no entregarse en cuerpo y alma?

Tomando la chatarra que había comprado por "celular", abrió el correo por el que,
efectivamente, estaría comunicándose con Taehyung. No tuvo que pensárselo
demasiado al momento de mandarle su ubicación, adjunta con las características del
lugar en donde se encontrarían. Posterior a ello, lo único que obtuvo como respuesta
fue un: «estaré ahí en una hora.»

No le asombraba la velocidad con la que llegaría. Una de las tantas ventajas de Kim era
su poder, su vínculo social y sus peculiares amistades que brindaban ayuda incluso en
el peor de los casos. Igualmente, sus pasos firmes y estructurados que rara vez se
equivocaban o fracasaban en plenitud.

Sin ánimos de perder el tiempo y luchando contra los mareos momentáneos, tomó la
mochila en la que guardaba el dinero restante, algunas pertenencias y la pistola, misma
que ni siquiera pudo agarrar por prolongado lapso. Simple y llanamente la dejó encima
de la colchoneta que tenía por cama, totalmente abandonada; con sentimientos de
rechazo y confusión hacia ella. Las tonalidades rojizas estaban presentes en todo su
esplendor, llenándolo de miedo y aturdimiento.

No obstante, con la seguridad y el deseo de querer irse con Taehyung.


Quería estar con Taehyung a cómo dé lugar. En una cueva, en una isla desierta, en el
mismísimo infierno, pero juntos.

Juntos, porque no eran tan diferentes el uno del otro. Eran la misma mierda. Se
complementaban perfectamente y ese era un hecho que ambos tenían en cuenta. Fuera
amor u obsesión, los dos compartían casi el mismo sentimiento.

Sus nervios salieron disparados en cuanto la hora pasó considerablemente rápido. Por
inercia, su corazón emprendió nuevamente a bombear velozmente, haciendo que un
nudo se formara en su vientre y sintiera desfallecerse. Mas continuó caminando al sitio
predicho, aparentemente sólido e inmutable. Sus extremidades inferior temblequearon
cuando se halló a un paso.

Por mera paranoia, asomó mitad de su rostro antes de dejarse ver por completo. Allí
estaba Choi, otro hombre que en su vida había visto y Taehyung. Taehyung, Taehyung,
Taehyung...

Con cautela, por poco al borde de la muerte, se acercó lentamente. La oscuridad no fue
impedimento para que fuera notado por los otros tres, quienes lo observaron con
expectativa. Estaba cambiado físicamente, era lógico que no lo reconocieran
inmediatamente.

—Ho-hola... T-Tae...

El aludido permaneció imperturbable. Sus turbulentos ojos escanearon de arriba a abajo


a su nuevo cachorrito, que mantenía cuantiosa distancia entre sus anatomías. Estaba más
delgado, más pálido, el color en su cabello combinaba con su tono de piel y el maquillaje
le daba un toque especial. Inevitablemente humedeció sus labios, deseoso de recordar
cómo era devorarse en la cama a ese precioso niño.

—Cachorro. —Musitó tras acercarse. Su diestra fue a la mejilla del menor, quien cerró
los ojos ante el "suave" contacto. La mueca en Taehyung oscureció. —Esto por asesinar
a mi empleado de confianza. —La "caricia" empleada en un principio se convirtió en
una consistente bofetada al cachete del adolescente. —Esto por todo el desastre que
ocasionaste. —Otro golpe aterrizó en el mismo lugar. Kook retrocedió; sin embargo, no
contó con que el rubio lo acorralaría contra el paredón. —Esto por preocuparme por
meses. —Y otro golpe. Para ese punto, una de las comisuras de Jeon había comenzado
a sangrar. —Esto por hacerme hacer estupideces. —Otro golpe. —Esto por
abandonarme. —Y otro. Jungkook sollozó, presionando firmemente su boca. Por
experiencia, sabía que rogar por piedad no serviría. —Y esto porque... —Suspiró,
rodeando con sus brazos la cintura adversa. —Porque te extrañé demasiado, mi amor.
—Refugió el tiritante cuerpo entre su abrazo. El chiquillo se dejó hacer. —
Acostúmbrate a mí, porque no volveré a perderte de vista. Prefiero verte muerto que
lejos de mí.

La fuerza en su agarre incrementó. En pocos segundos, Kook correspondió el abrazo al


rodear sus brazos en el cuello del mayor. Para Taehyung poder tener a ese mocoso en
su protección significaba todo. No había un mínimo de arrepentimiento en haber
renunciado a todo; estuvo seguro de ello en cuanto sintió que tenía lo único que
importaba ahí, a su lado, entre sus brazos.

—Jamás pensé en decirle esto a alguien, pero eres mi mundo, Jungkook. —Sintiendo
las lágrimas ajenas en su camisa, acarició aquella espalda de arriba a abajo. —Hablo en
serio cuando te digo que eres mi mundo.

—¿Me lo juras?

—Te lo juro. —El pelirrojo dejó ver su rostro, el cual tenía una enorme sonrisa dibujada.
Taehyung también sonrió. —Estás hermoso. —Halagó. —¿Alguna vez te dije que me
hubiera gustado verte con maquillaje para hacerte llorar y que tu cara quedara manchada
en tinta negra? En caso de que no, acabas de cumplir una de mis fantasías. —Kook rodó
los ojos. Entretanto, el rubio hizo bestial su agarre. —Te voy a comer la boca y después
te voy a romper el culo en el primer motel que vea. Debes estar muy estrecho, ¿no es
así? Llevas meses sin tener sexo. Estoy ansioso follarte.

Jungkook se quedó con la boca abierta, puesto que iba a hablar pero los inquietos labios
de Kim le arrebataron las palabras y el aire. Un besuqueo áspero y rápido dio comienzo.
Esa lengua profanaba cada rincón de su cavidad bucal. Esas manos descendieron hasta
sus glúteos, los mismos que fueron apretados y posteriormente nalgueados, sacándole
uno que otro jadeo entre el beso.

Tan brutal, inconsistente y adictivo como lo recordaba.

—Eres mío. —Aseguró, ahora lamiendo y chupeteando de aquel cuello. El collar que
le había obsequiado seguía ahí. —Sólo mío.

—Sí... Tae... soy tuyo...

—Señor... —Carraspeó Choi junto al otro sujeto. Verdad que seguían ahí. —Lamento
interrumpir, pero al helicóptero le urge partir.
Resoplando, Taehyung no tuvo más alternativa que agarrar el antebrazo de su cachorro
y prácticamente arrastrarlo a la azotea de un edificio en los alrededores. El otro hombre
aparentemente era policía. Otros tantos estaban dispersos por el área, siendo claros
cómplices en toda la coyuntura.

—¿A dónde iremos? —Cuestionó Kook en cuanto estuvo a borde del aparato. El mayor
le puso los cinturones de seguridad, acción que repitió en sí mismo segundos después.

—Lejos, cachorro. A nuestro propio paraíso disfrazado de infierno.

Eso era. Un paraíso disfrazado de infierno. Un infierno que todos considerarían


enfermo y tóxico. Un paraíso que era lo que ellos necesitaban y que, a su vez, los
llenaba. Algo tan caótico y hermoso al mismo tiempo que la mejor palabra para
describirlo era... Ramé.

Significado de "Ramé": de origen Balinés, da referencia a algo que es caótico y


hermoso al mismo tiempo.
Primer extra, azul.
«Actualmente Kim Taehyung es el criminal más buscado. Culpable de la explosión
que dejó incontables heridos y dos muertos. Presunto sospechoso de la muerte de
Jeon Jungkook y el posterior robo del cadáver del chico, mismo al que admitió haber
abusado de diferentes maneras.

Cualquier tipo de información es valiosa. Se ofrecerá recompensa por parte de la


policía y la familia Jeon.

Hombre sumamente peligroso. Por mera seguridad, pedimos constante supervisión en


sus viviendas.»

El rubio rió fuertemente, mientras llevaba a su boca la botella con vodka, bebiendo de
ella como si se tratara simplemente de agua. Posteriormente, la mandó a volar,
alarmando a los presentes en la sala y haciendo llorar de nueva cuenta al infante en la
pequeña silla eléctrica, quien portaba extraños cables alrededor de su cabeza.

Limpió con el dorso de su mano el líquido que chorreó de su barbilla. Acercándose,


agarró fuertemente la mandíbula del niño en la silla, que lo observó con grandes e
hinchados ojos. Su labio estaba sangrando, estaba desnudo y temblando. Taehyung
sonrió ladino ante la "preciosa" imagen que tenía.

—Te lo voy a preguntar de nuevo, cachorro. —Mencionó con voz grave y distorsionada,
claro efecto del alcohol. —¿Cómo te llamas?

—Jungkook... —Kim asintió frenéticamente con la cabeza. Entretanto, el menor estaba


haciendo un esfuerzo sobrehumano por hablar bien.

—¿En dónde nos conocimos?

La mirada del chiquillo tiritó, pasando de los otros hombres presentes en el área al loco
que tenía en frente. Sin tener más alternativa, apretó sus labios y sollozó fuerte,
ganándose otra dolorosa bofetada en el moflete izquierdo. La descarga eléctrica que
hizo sacudir su anatomía en la silla tampoco se hizo esperar.

—Taehyung —Llamó uno de los presentes. —, suficiente.


—¡Tú cállate! —Vociferó, rojo de la rabia. Su dedo no dejó de presionar el botón que
le daba el tan satisfactorio castigo al niño.

Luego de un minuto y medio de tortura, el mocoso por fin pudo respirar bien al recibir
cierto sosiego. No obstante, siguió llorando, tan inaceptablemente lastimado como para
estimar que apenas tenía seis míseros años.

—Qui-quiero a mi ma-mami... —Murmuró cerca de una súplica, dejándose caer en el


asiento. Taehyung repitió aquello de carcajearse como si le hubieran contado el mejor
chiste de la vida.

—No, ¿y sabes por qué? —Quiso jugar al acercarse e hincarse con el único propósito
de tener frente a frente al crío. —¡Porque maté a tu jodida mami y tú eres mío ahora!

—Taehyung. —Volvió a llamar el mismo sujeto. —Es un niño.

—Un niño que mató a mi niño. —Reprochó. Su expresión pasó de evidenciar rabia a
una profunda tristeza. Sus ojos se aguaron y sus labios temblequearon. —Mató a mi
cachorrito. Me quitó a mi Jungkookie. Me lo quitó para siempre.

No fueron meses buenos para Taehyung. Sus emociones se habían disparado,


haciéndolo actuar como lo que era: un demente. La rabia, el rencor, la tristeza y el
sentimiento de estupidez fueron lo único que permaneció con él. Rabia de saber que fue
engañado. Rencor de saber que no podría desquitarse. Tristeza de saber que no obtuvo
lo que tanto estuvo intentando tener. Estupidez de saber que eso fue, un estúpido en
todo el maldito sentido de la palabra.

Jungkook podía revolcarse felizmente en el infierno, porque consiguió destruir a Kim


Taehyung.

A Kim Taehyung y a un pequeño niño que sólo estuvo en el lugar incorrecto el día que
no debía, con la persona menos indicada y las condiciones más improcedentes.

¿Qué iba a saber él que la caída de un collar le iba a llevar a asesinar -por obligación-
a la obsesión de un millonario chiflado? ¿Qué iba a saber él que ese mismo collar, el
que supuestamente le iba a quitar muchas hambres a su madre y a él, iba a acabar con
la vida de ella y en un secuestro que lo tenía prácticamente agonizando? Tenía sólo
seis años y, lamentablemente, ya no valía la pena vivir los demás. Un collar, un chico
inestable y un hombre demente acabaron con sus sueños y su madre.
No había algo peor que eso.

Asimismo, Taehyung no hallaba satisfacción en nada ni en nadie. En su mente no dejaba


de rondar la idea de que era ese niño el posible reemplazo de Jungkook. Era ese niño el
que tenía el collar. Era ese niño el que mató a Kook. Era ese niño el último en ver con
vida a su precioso cachorro. Por ese y otros motivos hizo cosas inhumanas con él. Una
de ellas fue someterlo a múltiples cirugías con el único fin de que sus rasgos se
asemejaran a los de Jungkook.

Le tinturó el cabello de color negro y para ese punto todavía estaba en proceso de
transición a como él recordaba a Jeon Jungkook. No obstante, muy en el fondo tenía en
cuenta que era caso perdido.

Sólo había un Jeon Jungkook, y estaba muerto. Muy muerto. Irremediablemente


muerto. Tristemente muerto. Por siempre muerto.

—Vamos de nuevo. —Exigió, tomando frecuentes y hondas respiraciones. Echó hacia


atrás su cabellera en un rubio ya bastante desaliñado, tratando inútilmente de hallar
tranquilidad. —¿Cómo te llamas?

—Jungkook... —Respondió en un hilo de voz. Su expresión denotaba miedo y


desesperación, sin mencionar que sus ojos no habían dejado de lagrimear.

—¿En dónde nos conocimos?

Nuevamente, el pequeño lo único que hizo fue llorar y el mismo proceder de hace tan
sólo minutos se repitió. La bofetada, la electrocución y el maldito sentimiento de no
poder más. Era preferible estar muerto.

En realidad, Taehyung ni siquiera le había dado información. El hombre esperaba tan


simple y llanamente que el niño lo supiera todo, incluso si muy en el fondo sabía que
ese no era y jamás sería Jungkook, mas todo eso le ayudaba a desahogarse. Ciertamente,
era poco viable volver a sentirse como lo hizo en un pasado cuando tenía a su precioso
cachorro al lado. Follar, maltratar y todo ese tipo de cosas que tanto lo caracterizaban
ya no eran tan placenteras como lo fueron alguna vez. No tenía a la persona que quería
y, para su desgracia, jamás iba a volver a tenerla.

Tenía que acostumbrarse a eso. A ese puto vacío insaciable.


Cansado, mandó a volar el control remoto en su mano y entonces salió de aquella sala,
dirigiéndose inmediatamente a otra que se encontraba en otro de los pasillos de la
"fortaleza". Quitó la seguridad básica y posteriormente abrió la enorme puerta de metal
con lo que parecía ser una llave.

Analizó el interior, mientras se recostaba en la misma puerta, aprovechando de cerrarla


con el único propósito de tener privacidad. Sus ojos escanearon el centro del lugar,
justamente en donde yacía el cadáver de Jungkook sorprendentemente disecado, casi
intacto. Casi.

Cual animal, cual cachorro, cual mascota, ahí reposaba el cuerpo disecado de Jeon
Jungkook, hecho tan fácilmente como si se tratara de un oso, un gran felino o algo por
ese arquetipo. Estaba desnudo, con los rasgos faciales y características físicas por poco
idénticas. No era como Taehyung lo recordaba, pero era lo más cercano, cosa fascinante
estimando que se trataba de un cadáver que debería llevar un estado avanzado de
descomposición.

Le costó una fortuna, ¿pero y qué? No había caudal en el mundo que se igualara al de
tener a su cachorro así, tan conservado y tan cerca como era posible estarlo.

Empezó a reír sin previo aviso, a su vez acercándose. Su diestra acarició dulcemente la
mejilla izquierda de la figura, delineando con lozanía. Sus ojos se aguaron en medio de
regocijos espeluznantes, su mirada se mantuvo firme en Kook y su mueca entre el dolor
y la burla. Efectivamente, reírse entre lágrimas no era una linda imagen de la cual
presumir.

—Espero que estés disfrutando tu tiempo de descanso en el infierno, cachorro. —Habló


a la nada, reprimiéndose las ganas de mandar a volar el cadáver, valorando que el robo
y los otros tantos procedimientos de verdad le habían costado prácticamente un ojo de
la cara. —Porque nos volveremos a encontrar.

Y era así. No importaba lo que tuviera que hacer o si tenía que vender su alma al
mismísimo Lucifer. Se reencontrarían y ahí sí nada ni nadie los podría separar.

Nada ni nadie.
Segundo extra, rojo.
Advertencia: tortura.

Jungkook no supo con exactitud en qué parte del mundo estaban. Lo único que sabía
era que estaban demasiado lejos de casa, pues después de tomar el helicóptero,
abordaron un jet privado que estuvo volando alrededor de seis horas y unos cuantos
minutos. Posteriormente, subieron a una especie de yate que los adentró a mar abierto.

Quería respuestas. No obstante, Taehyung parecía no querer dárselas. Él simplemente


le exigía guardar silencio.

No fue hasta dos horas aproximadamente que llegaron a su destino, el cual consistía en
una casa flotante en medio del Océano Índico, al sur de la India, más específicamente
en un sector cercano a las Islas Maldivas.

—Es un islote flotante. —Informó Taehyung en cuanto el vehículo aparcó en el muelle


de lujo. —Lo mandé a construir hace unos años cuando necesitaba liberarme del estrés
de la ciudad. Dura por lo menos 100 años, genera ecosistemas para las especies marinas
y fue uno de los primeros en ser construido. El más próximo no está a simple vista. —
Siguió contando, en tanto bajaban del yate. —Podría decirse que estamos en medio de
la nada, cachorro. Y es justo lo que necesitamos para que no se te ocurra volver a
escaparte de mí, ¿no crees? —Sus manos envolvieron con evidente brusquedad la
cintura del adolescente, quien jadeó consternado por el imprevisto ataque. —Aquí nadie
nos va a encontrar y vamos a estar sólo tú y yo. —Susurró cerca de aquel oído,
mandándole escalofríos al pelirrojo. —Me costó una fortuna y tiene todas las
comodidades que puedes llegarte a imaginar. Vas a divertirte.

Kook se quedó boquiabierto, simplemente observando. Era como una descomunal casa
vacacional encima del agua. Había un patio con pasto sintético, palmeras, piscina y algo
de arena. En otra perspectiva, daba la idea de ser una mini-isla con lo básico en ella. La
residencia era de ensueño. Radicaba en una hermosa vivienda de un solo piso, misma
que estaba repleta de vidrio templado en lugar de paredes. Incluso la puerta principal y
la de las habitaciones eran de vidrio.

En pocas palabras, era como transparente.

El piso era de mármol blanco, luciendo plenamente impecable. La decoración negra


contrastaba con lo demás.
Haciendo el gesto de querer ir a aventurar, Jungkook tomó dirección a la piscina; sin
embargo, el fuerte agarre de Kim en su muñeca se lo impidió por completo. De nueva
cuenta fue acercado con rudeza a esa anatomía, siendo tomado con deseo y posesión.

—¿A dónde crees que vas, cachorro?

—Quiero conocer la casa. —Anunció inocentemente, haciendo reír al mayor. Apreció


cómo este le hacía señas a Choi, quien más temprano que tarde le asignó una especie de
maleta considerablemente grande.

—Vuelve pasado mañana. —Le ordenó al guardia. Kook empezó a ponerse nervioso
cuando el yate volvió a partir, dejándolo a solas con Taehyung, el cual seguía
agarrándolo con obvio mandato. Tras estar seguro de estar en medio de la nada y en
soledad con el chico, el rubio le atacó los labios en un áspero besuqueo que el pelirrojo
se vio en el apuro de corresponder. Sus grandes manos estaban inquietas, brindándole
toscas caricias a la espalda del adolescente, apretando sus caderas, nalgueando sus
glúteos y guiándolo al interior de la residencia entre pasos indiscutiblemente torpes. —
Aquí y ahora te voy a dejar claro que soy tu dueño.

Jungkook no pudo responder. Tan pronto como terminó de hablar, Taehyung lo volvió
a besar. No pasó demasiado tiempo para cuando sintió su espalda chocar con lo que
parecía ser un enorme sofá. Aprovechó el hecho de que su cuello estaba siendo mordido
y chupeteado para observar el living de su nuevo "hogar". Había una chimenea
funcionando, misma que tenía instrumentos de hierro calentando.

—Ah... —Jadeó una vez el lóbulo de su oreja fue succionado. —T-tae...

—Shhh... —En un bravío ajetreo, rompió la vestimenta del chico, dejándolo desnudo y
a su plena disposición. Estaba ansioso por follárselo y también por maltratarlo; no
obstante, primero lo haría disfrutar antes de pasar al verdadero suplicio. Asaltó de
nueva cuenta aquellos labios que tanto extrañó, siendo correspondido en todo instante.
Sus manos descendieron por los costados de la silueta de su cachorro hasta situarse en
sus piernas, mismas que abrió de par en par, robándole un gimoteo de aflicción al dueño.

Seguido de ello, volvió con sus atenciones al cuello. Chupeteó, mordió, succionó y besó.
Se hizo espacio entre los muslos y comenzó roces entre ambos miembros. Para su
fortuna, Jungkook se hallaba igual de excitado que él.
Continuó bajando. Lamió partes del pecho, mas su punto de atención fueron los
pezones. Tomó una de las tetillas entre sus dientes, halando de ella cual filete recién
cocinado. El pelirrojo encorvó su espalda, encogió sus piernas y jadeó alto, atreviéndose
a enterrar sus dedos en aquella rubia cabellera.

La desmesurada pérdida de peso en el niñito era más que obvia. Ante cada manoseo,
Taehyung podía sentir perfectamente la falta de carne, hecho que no le agradaba del
todo. Estaba por poco esquelético, no muy diferente a Jimin al momento de salir del
cuarto de expiación. Asimismo, la piel estaba muchísimo más pálida y ese tatuaje de
reloj que portaba en el antebrazo no le daba buena espina.

¿Qué mierda había ocurrido con Jungkook en todo ese tiempo?

Cesando toda atención y reincorporándose, agarró con fuerza aquellos muslos,


abriéndolos un poco más con el propósito de tener visibilidad de aquella entrada.

—¿Alguien te tocó? —Cuestionó con patente ira, dirigiendo el índice de su mano


derecha al lugar. Internó el dígito, queriendo asegurarse de que estuviera tan estrecho
como se suponía debería estarlo. Kook se mostró confundido.

—Na-nadie... —Susurró en medio de un diminuto gemido, mordiéndose los labios ante


la inesperada intromisión. Y era cierto. Nadie lo había tocado, o al menos no con las
intenciones que Taehyung estaba pensando.

Cuantiosamente satisfecho y luego de haber corroborado que su cachorro estaba tan


estrecho como cuando le desvirgó el culo, Taehyung desabrochó sus pantalones
seguidamente de deshacerse de su camiseta. Bajó las prendas inferiores, liberando su
formidable erección.

—Más te valía, cachorro. Eres mío y nadie aparte de mí puede tocarte. —Se mofó,
acariciando su glande antes de alinearlo a la pequeña y rosadita entrada. Restregó un
poco, dándose el lujo de observar el abdomen de Jeon subir y bajar, clara certeza de sus
nervios desmedidos. Presionó firme e intensamente, consiguiendo adentrar la punta en
un solo intento.

—¡Ah! —Gimió agudo, empuñando entre sus manos una de las bases del sofá justo
detrás de su cabeza. Se retorció, mientras mordía escasamente su belfo inferior.

—Mh... —Gruñó, sujetando la cintura del chiquillo. Se abalanzó lentamente hacia


adelante, apreciando su pene desaparecer a medida en que lo iba penetrando. Cada
centímetro era un deliciosa tortura para Jungkook, quien se quejaba como un pequeño
gatito dolorido. —Joder, cachorro.

—Me du-duele, amo... —«Amo...»

Mierda y más mierda.

Incapaz de controlarse, dio tres repetitivas y bestiales embestidas que más temprano que
tarde pusieron al muchachito a lloriquear. Sus dedos se hundieron en las caderas que
sostenían, dejando marcas debido a la fuerza empleada y a la nívea piel que últimamente
hacían lucir muchísimo más hermoso a Jungkook.

Fueron meses en los que deseó tenerlo así. Meses soñando que lo hacía suyo. Meses
anhelando oírlo gemir, suplicar, llorar, gritar, maldecir y resistirse. Meses deseando
maltratarlo y a su vez hacerlo sentir al borde. Meses en los que pese a tener otro tipo
de personas, por su mente sólo pasaba Jungkook y el capricho de poseerlo. Meses en
que no pudo dormir, en que el sexo y el maltrato ya no eran tan satisfactorios si no los
llevaba a cabo con la persona que quería: Jeon Jungkook.

Y ahí lo tenía. En medio de la nada, luego de haber renunciado a todo, ambos siendo
perseguidos por la justicia, en un sofá, con esas preciosas piernas abiertas para él, el
niñito más estrecho que nunca y, para colmo, teniendo el descaro de llamarlo "amo".

Había confirmado algo, y era que Jungkook lo volvía loco. Perdió la maldita cabeza
por un jodido adolescente de dieciséis años.

Y no podía sentirse más increíble.

Obedeciendo a su instinto animal y queriendo recompensar tantas noches de


abstinencia, emprendió con salvajes penetraciones que hacían por poco gritar al
pelirrojo, mismo que sentía su entrada ser dura y dolorosamente abierta por aquel
enorme pene que pudo jurar haber olvidado por un extenso lapso. Ahora sólo estaba
dejándose hacer, de vez en vez retorciéndose -aun si sabía que era algo que Taehyung
odiaba-, gimiendo, sollozando y disfrutándolo. Fuera de todo el dolor, lo estaba
malditamente disfrutando.

—Ah... ah... Tae... —El aludido se inclinó a besarlo; no obstante, era un beso sólo por
su parte, pues Jungkook estaba demasiado ocupado en soltar agudos quejidos que sólo
lo alentaban a lastimarlo más. Y eso hizo. Sacó su miembro casi por completo y,
posteriormente, lo hundió cumplidamente. —¡Ah! Tae...
Oír su nombre de aquella voz mientras lo follaba podía considerarse otra manera de
estar en el cielo.

—Taehyung... —Llamó difícilmente convenientemente por su acelerada respiración. —


Voy... voy... v-voy a correrme...

Eso no pasaría. Manteniendo el ritmo para no levantar sospechas en Kook, y


aprovechando que este permaneciera con los ojos comprimidos, el mayor estiró su mano
hasta la maleta que le había asignado Choi, y en la cual guardó sus preciados
"juguetitos" de tortura. Extrajo un anillo para el pene que le permitiría al niño mantener
por muchísimo más tiempo la erección. Sin previo aviso, se lo colocó velozmente, al
menos mucho antes de que pudiera negarse.

—¿Qué... qué es... —No pudo formular la pregunta, puesto que en cuestión de segundos
tuvo de nueva cuenta la boca del mayor encima la suya. Dirigió sus manos a su propia
longitud, intentando desprenderse del "misterioso" objeto. Por supuesto, fue en vano.
Sus muñecas fueron inmovilizadas bruscamente a los costados de su cabeza.
Incrementándole a la situación las para nada amigables estocadas que aún recibía, peor
era el panorama. —Mh...

El artefacto le molestaba. Hacía presión en su pene, cosa que le disgustaba por completo
e incluso le producía impotencia. Era incómodo. Simple y llanamente incómodo.

Ladeó su cabeza, rompiendo con inmediatez el besuqueo. Taehyung intentó besarlo


nuevamente, mas Kook lo evitó a toda costa.

No había que tener una inteligencia superior para saber que era uno de sus tantos
berrinches. Jungkook tendía a hacer eso en medio del acto cuando algo no le estaba
agradando.

Pero a Taehyung le importaba una mierda. Después de todo, su cachorro disfrutaba


sentirse forzado.

A modo de "castigo" por no dejarse besar, se hundió completamente en él y una vez en


el fondo dio ásperos movimientos circulares, logrando que el chico debajo suyo gritara
del placer y, también, pataleara con agotamiento e incapacidad precisamente por el
dolor y la imposibilidad de correrse gracias al anillo que rodeaba su intimidad.
—Por... ah... por... p-por favor... —Suplicó, retorciéndose y pataleando de nueva cuenta.
Mientras hacía eso, intentó presionar a Taehyung entre sus piernas con la intención de
incomodarlo y hacer que se alejara. —¡Ah! —Por supuesto, lo único que consiguió fue
más embestidas hostiles que lo ponían a delirar, literalmente. —Taehyung...

Creyendo oportuno el momento, consiguió abarcar las muñecas que todavía tenía
inmovilizadas con la diestra; la zurda, en cambio, la empleó para sacar de la misma
maleta aquellas esposas con clavos que en un pasado fueron motivo de suplicio para
Jungkook. Este último procuró soltarse, mas fue nuevamente en vano. Las
penetraciones que recibía lo dejaban plenamente exhausto, dándole la ventaja a
Taehyung, quien no vaciló en colocarle el artefacto de tortura.

Kook estaba hecho un desastre, nueva ventaja que Kim aprovechó para reincorporarse,
tomar al pelirrojo en brazos cual costal de papas y transportarlo del sofá a la habitación
que compartirían. Lo lanzó bruscamente a la cama, haciéndole gracia que el niñito
todavía intentara rehuir de su agarre o de lo que le esperaba.

Estando en medio del océano sus posibilidades de escapar eran nulas. Estaba
condenado a Kim Taehyung, y si no lo aceptaba, entonces podía felizmente ser la base
de alimento de algún tiburón hambriento.

—¡Taehyung! —Se quejó. El mencionado vinculó las esposas con uno de los soportes
de la cama, impidiéndole a su cachorro cualquier movimiento que involucrara sus
extremidades superiores. —¡Suéltame ahora mismo!

—¿Cuál es la palabra mágica? —Quiso jugar.

—Por favor, amo. —Su tono de voz contenía miedo, suavidad y dulzor. Taehyung
aspiró, totalmente fascinado y excitado.

—Buen chico, pero hoy no me convencerás con eso. —A diferencia de Kook, su voz
únicamente contenía burla. Le robó un pequeño beso antes de dejarlo atado a la cama,
pataleando, gritando las barbaridades que tanto extrañó por meses y a él tan indomable
como siempre.

Regresando al living, se acercó a la chimenea, queriendo confirmar que los instrumentos


de hierro ya se hallaran hirvientes. Efectivamente lo estaban, y es que los mandó a poner
dos horas antes de hacer presencia en el islote.
Se pasó la lengua por los labios lentamente, ignorando los gritos al fondo de Jungkook.
Tomó el puñal de uno de los objetos y lo alzó a la altura de su rostro, apreciando la letra
"h" en él.

Eran ocho en total, y todos conformaban su nombre. «Taehyung». Eran herretes para
marcar ganado, y con ellos marcaría a Kook, reclamándolo así como suyo hasta el
final de sus días. El chico no podría volver a observar su cuerpo en el espejo o de
cualquier otro modo sin percatarse del montón de letras que tendría para ese entonces.

Era el mejor castigo. El más doloroso, el más traumante, el más agonizante y no el que
más perdurara, porque sería eterno. Las cicatrices que quedarían en su sumiso
solamente se irían de una forma: volviendo a nacer.

Y Taehyung adoraba esa idea.

Con cuidado de no quemarse, tomó uno por uno desde el soporte. Se encaminó de vuelta
a la habitación, siendo precavido en todo momento.

Todavía intentando zafarse, el chiquillo observó fijamente al mayor entre expectativa y


terror una vez entró al cuarto. Sus ojos pasaron de la renegrida mirada de su "director"
a los herretes que traía en mano. La llamarada naranja -casi roja- en las letras le informó
que nada bueno iba a pasar, y eso bastó para que se pusiera a llorar mientras retrocedía
en la cama, negando insistentemente con la cabeza.

—¿Por qué me miras así, cachorro? —Cuestionó con falsa comprensión, analizándolo
ahí, en la cama, hecho bolita y con esas hermosas esferas brillantes debido al llanto. Esa
imagen siempre le fascinó. —¿Tienes miedo?

Kook no dijo nada. Su expresión lo decía todo.

Una carcajada cargada de maldad y terribles intenciones resonó por toda la casa. Decía
"toda" porque fue especialmente grave y honda, pudiendo helar perfectamente a quien
tuviera la desdicha de oírla.

Depositando por exiguo tiempo los herretes en el piso, se aproximó a la cama, tomó con
esfuerzo las piernas del niñito y las haló, arrastrándolo por la cama. El fuerte ajetreo
ocasionó que los clavos de las esposas se hundieran en las muñecas del adolescente,
quien gritó desconsolado. Había olvidado la maldita sensación de esas putas esposas.
Prontamente sintió la sangre recorrer el resto de su brazo, y aun así él no pudo dejar de
ojear el maniobrar de Taehyung. Intentó alejarse, claro está, pero era inútil. Nada ni
nadie lo iba a salvar, y eso estaba bien, porque tampoco quería ser salvado.

Era extraño.

—No te muevas. —Ordenó, tratando de incorporar al menor de mejor manera en la


superficie acolchada. —Mientras más rápido, mejor.

Los labios del otro temblequearon, haciendo el ademán de volver a retroceder. No se


trataba de una inyección como para que Taehyung quisiera darle palabras de aliento.
Se trataba de ocho malditos instrumentos de hierro que empleaban para marcar
ganado.

—No me hagas enojar, Jungkook. —Advirtió, nuevamente acomodándolo en la cama


para mayor facilidad. —Voy a ponerte el collar si no te quedas quieto.

—¡El collar no! —Gritó.

—¡Entonces quédate quieto porque no voy a cambiar de opinión!

Intimidado, Jeon se vio en la obligación de obedecer. Taehyung, entretanto, tomó el


herrete con la letra 'T', transportándolo justo al pecho del pequeño manojo de nervios.
Sin vacilación alguna, lo presionó ahí, haciendo que el afectado por poco se rasgara las
cuerdas vocales convenientemente por el ardor, el dolor y el martirio. Dos segundos de
aplastamiento eran más que suficientes.

Fue el turno de la 'A', misma que colocó debajo de la otra. Las reacciones en Jungkook
simplemente empeoraron. Pataleó, encorvó su espalda, empuñó sus ojos, echó su cabeza
hacia atrás y lloró. Lloró tan fuerte como nunca lo había hecho.

La letra 'E' les siguió después, debajo de las otras dos. Para ese entonces ya estaban en
la sección del epigastrio, que debido a sus costillas enteramente expuestas por sus meses
de hambruna y malos habitados dolió más de lo que debió. El pobre niño se revolcó,
suplicando entre un llanto amargo que por favor se detuviera. Cabe destacar que
delgados ríos de sangre emanaban de sus muñecas, puesto que el ajetreo en su anatomía
motivaba a los clavos en las esposas hundirse en su piel.

La letra 'H' tuvo lugar en la línea subcostal, siendo la menos dolorosa de todas por la
escasez de hueso. Sin embargo, seguía siendo tormentoso experimentar ese maldito
hierro hirviente hacer presión en su de por sí lastimada tez.
La letra 'Y' fue en la región umbilical. El herrete arder en su ombligo fue la gota que
rebalsó el vaso. El niño tenía la respiración tan acelerada, el llanto tan vigente y el dolor
tan vívido que más temprano que tarde terminó por desmayarse.

—Joder. —Se quejó el rubio, acercándose a su cachorro. —Cachorro, despierta. —Fue


prácticamente una orden. Cacheteó ligeramente ambas de sus mejillas, consiguiendo
que recobrara algo de consciencia en la segunda. La mueca de serenidad que adoptó en
cuanto perdió el conocimiento se esfumó al momento de recuperarlo. Era mucho mejor
estar desmayado.

—N-no más... —Sollozó, moviéndose débilmente. Su llanto por el suplicio en las zonas
ya afectadas se hizo escandaloso.

Delineando con pitorreo la lengua por sus labios, y tan vil como sólo él podía serlo,
Taehyung presionó rápidamente la letra 'U' en la zona de la línea intertubercular, justo
debajo de la región umbilical. Jeon gimoteó, pero aunque intentara alejarse la inmensa
e inconcebible aflicción se lo impedía.

—¿Te duele? —Interpeló entre burla, mientras agarraba la letra 'N'. —Te habrías
ahorrado tantas cosas si no hubieras escapado, cachorro. —Y entonces comprimió la
letra en el hipogastrio, produciendo un nuevo desmayo en Jungkook por la cercanía del
área con su miembro. —Cachorro, despierta. Se viene la mejor parte. —Lo cacheteó
otro par de veces, esta vez requiriendo más por la debilidad en el crío. El quinto golpe
fue el vencido.

Sus ojos se entrecerraban por lapsos. Su visión estaba nublada y lo único que pudo hacer
fue llorar, mismo lloriqueo que se intensificó en cuanto sintió la letra 'G' situarse
justamente a escasos centímetros más arriba de su pene. Mas la fragilidad no le dejó
maniobrar.

Satisfecho, Kim se acomodó en la cama, agarró las piernas de su cachorro y las abrió.
Algo de sangre brotaba de su entrada por las bruscas penetraciones que le dio al
principio. Haciéndole caso omiso a un posible desgarre, condujo su glande al lugar y lo
embistió, logrando que el niño temblara, llorara y se quejara por lo bajo.

Probablemente amanecería afónico, puesto que los gritos que dio habían sido de
pesadilla. Era evidente que ya no le quedaba voz.
—Ah... —Gimió débilmente, dejando caer su cabeza a un costado. Sus ojos se volvieron
a empuñar. —Ah...

Anhelando mucho más, Kim tomó y encogió las piernas de Jungkook hacia el pecho de
este, buscando visibilidad de su pene hundirse en él. Asimismo, aprovechó para sujetar
los herretes con las letras 'T' y 'H', las cuales presionó en ambos muslos por la parte
inferior. La 'T' en el derecho y la 'H' en el izquierdo. Era poco viable, pero si Jungkook
algún día conseguía escapar de él y decidía entregarse a otro hombre, él sencillamente
no podría abrir sus piernas sin quedar en ridículo.

Lo marcó para siempre. Tanto su alma como su cuerpo gritaban a los cuatro vientos
'Taehyung', y este último no podía sentirse más entusiasta e impetuoso al respecto.

Cabía destacar que Kook se había vuelto a desmayar.

Tomándole nuevo provecho a la circunstancia lo volteó, dejándolo boca abajo sobre la


cama. Antes de que fuera demasiado tarde y los herretes se enfriaran, imitó la acción de
las piernas en los glúteos. En la nalga derecha presionó la letra 'T' y en la izquierda la
'H'.

Posteriormente -y por último- lo devolvió a su posición original, lo penetró otra vez,


siendo suficiente para querer correrse. Efectivamente así lo hizo, asegurándose de
plantar hasta la última gota de semen en el pequeño Jeon, quien seguía inconsciente.

Analizó con fascinación los resultados. Era un castigo digno de los errores de su
cachorro. Era abiertamente el castigo perfecto.

Lo marcó como suyo, se lo llevó lejos, la mayoría del tiempo estarían solos y eso nada
ni nadie lo iba a cambiar. Dejó todo atrás por un nuevo comienzo que no estaba para
nada arrepentido de haber elegido.

—Tae-Taehyung... —Se quejó el menor, removiéndose incómodamente. Su mueca


expresaba dolor. La llorera volvió a él tan pronto como recuperó conocimiento. —M-
me...

—Shh... —Arrulló, refugiándolo entre sus brazos con cuidado de no lastimarlo más. —
Ya pasó. —Consoló, tan cínico como si no le hubiese hecho ese montón de
barbaridades. —Puedes dormir, cachorro.
Kook no tuvo más opción que obedecer. La debilidad, el daño y lo exhausto que quedó
le obligaron a caer en los brazos de Morfeo tan rápido como le fue posible, y en los de
Taehyung literalmente, pues el hombre le quitó las esposas, lo acomodó en la cama y
se situó a su lado con la intención de velar por su sueño. Lo envolvió con posesión,
analizando esa preciosa carita en serenidad pura.

A partir de ahí solamente serían Jungkook y él.

Y eso estaba más que perfecto.

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