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A) Componente regulada
b.2) Pagos por los organismos de operación del sistema y del mercado
(REE, OMEL/OMIE):
Se derivan de la actividad del organismo (Red Eléctrica de España, REE)
encargado del transporte y la seguridad del suministro, además de conseguir,
gestionar y publicar información sensible del funcionamiento del sector. Así
como del organismo responsable de la gestión de oferta de compra y venta de
electricidad en los mercados ibéricos diarios e interdiarios, de las subastas
CESUR y de la realización de las liquidaciones, y pagos y cobros
correspondientes.
d) Contratos de interrumpibilidad
¿Debe utilizarse la tarifa eléctrica para subsidiar sectores económicos ajenos a
la generación eléctrica? Esta pregunta surge al tratarse de un pago cuya
intención es evitar los cortes de suministro, pero que se concentra (el 99% del
mismo) precisamente en el periodo (2008-2013) en el que se hace más
evidente el exceso de potencia instalada. Es decir, cuando no es necesario.
Más que un modo de garantizar el suministro a la mayoría de la población
parece un tipo de subsidio a través de la tarifa eléctrica a ciertas instalaciones
industriales. Incluso en la prensa se transmite esta idea cuando se plantea
reducir su cuantía a algunas de estas instalaciones. Al igual que en el caso
anterior, carecería de justificación incluir este coste en la tarifa eléctrica. No da
respuesta a una necesidad de la población que paga esta factura.
Existen pruebas cada vez más numerosas de que la historia reciente del sector
eléctrico español es la historia de una crisis constante en la que las empresas
requieren del apoyo público para sostenerse. La ingente cantidad de ayudas
públicas concedidas en el pasado más inmediato apuntan en esta dirección.
Ahora bien, no se trata de algo tan reciente. La revisión de la hemeroteca
apunta a que la crisis viene de más lejos. Antes de que entrara en vigor la
regulación previa a la actual, el Marco Legal Estable (1988-1997), el ministro de
industria y energía, Carlos Solchaga, a finales de 1984 afirmaba en los
periódicos: “Con los datos de los que dispone la Administración, y espero que
sean los correctos, como es natural, se puede dar por saldada la crisis
financiera del sector eléctrico”.El Plan Energético Nacional 1983-1992 incluía
entre sus principios básicos un sistema de percepción de ingresos que
garantizase la estabilidad financiera, no sólo para el conjunto del sector sino
para cada una de las empresas que lo conformaban. En 1996, el nuevo
gobierno de Aznar abrió una ronda de conversaciones con las empresas
eléctricas con el fin de alcanzar un acuerdo previo para cambiar la regulación y
propiciar una mayor liberalización y competencia entre las empresas, como
contribución del sector eléctrico español a los criterios de convergencia de
Maastricht30. El proceso dio como resultado la Ley 54/1997, del sector
eléctrico, que pretendía culminar el camino de la privatización plena de las
empresas eléctricas. Pero en el régimen eléctrico posterior (1998-2013) el
proceso liberalizador no parece haber supuesto el final de ningún camino. Más
bien se aprecia una evolución que incluye un cambio rápido de la estructuras
accionariales de las principales empresas eléctricas. A la vez que éstas se
aventuraban en la apuesta por las centrales de gas en ciclo combinado (2003-
2007, en su fase de mayor inversión con más de 4.000 MW instalados cada
año) las grandes empresas constructoras e inmobiliarias desembarcaban en su
accionariado. Este hecho fue facilitado porque la euforia inmobiliaria
comenzaba a relajarse y porque,para ampliar sus beneficios, necesitaban
expandirse también sectorialmente. Por ejemplo, en esa época ACS compra un
35% de Unión Fenosa y un 10% de Iberdrola. También destaca