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Volviendo a Pensar – W. R.

Bion
Una Teoría del Pensamiento

Es conveniente considerar el pensar como dependiendo del resultado exitoso de dos


desarrollos mentales fundamentales. El primero es el desarrollo de pensamientos, que
requieren de un aparato para manejarlos. El segundo desarrollo, por lo tanto, es el de este
aparato que, provisoriamente, denominaré el pensar. El pensar es llamado a existir para
manejar pensamientos. Los procesos psicopatológicos pueden estar asociados con una o con
ambas fases.

Las concepciones siempre estarán unidas a una experiencia emocional de satisfacción.

Limitaré el término “pensamiento” a la conjunción de una preconcepción con una frustración.


El modelo que propongo es el de un bebé cuya expectación de un pecho entra en conjunción
con la realización de la no existencia de un pecho para su satisfacción. Esta conjunción es
experimentada como un no-pecho o un pecho “ausente” adentro. El próximo paso depende de
la capacidad del niño para tolerar frustraciones: depende de si la decisión es eludir la
frustración o modificarla.

Si la capacidad para tolerar la frustración es suficiente, el no-pecho deviene un pensamiento, y


se desarrolla un aparato para “pensar”. La capacidad para tolerar frustración permite a la
psiquis desarrollar pensamientos como un medio por el cual la frustración que es tolerada se
hace más tolerable. Si la capacidad para tolerar la frustración es inadecuada, el no-pecho malo
interno, que una personalidad capaz de madurez reconoce como un pensamiento, confronta a
la psiquis con la necesidad de decidir entre evadir la frustración o modificarla.

La incapacidad de tolerar la frustración inclina la balanza en la dirección de eludir la


frustración. Lo que debería ser un pensamiento, un producto de la yuxtaposición de una
preconcepción con una realización negativa, se transforma en un objeto malo, indistinguible
de una cosa-en-si-misma, adecuada solo para ser evacuada. El desarrollo de un aparato para
pensar se ve perturbado, y en cambio se produce un desarrollo hipertrófico del aparato para la
identificación proyectiva. El modelo que propongo para este desarrollo es una psiquis que
opera basada en el principio que la evacuación de un pecho malo es sinónimo de la obtención
de suministros de un pecho bueno.

Todos los pensamientos son tratados como si fueran indistinguibles de los objetos malos
internos; se siente que la maquina apropiada es, no un aparato para pensar los pensamientos,
sino un aparato para librar a la psiquis de la acumulación de objetos malos internos. El punto
crucial está en la decisión entre modificar o eludir la frustración. Si la intolerancia de la
frustración no es demasiado intensa, la modificación se convierte en el fin dominante.

El predominio de la identificación proyectiva confunde la distinción entre el “self” y el objeto


externo. Esto contribuye a la ausencia de cualquier percepción de dualidad, desde que esta
percepción depende del reconocimiento de una diferencia entre sujeto y objeto.

La incapacidad para tolerar frustración puede obstruir el desarrollo de pensamientos y de una


capacidad de pensar, aunque una capacidad de pensar disminuiría la sensación de frustración
inherente a la apreciación de la distancia entre un deseo y su satisfacción. Si la frustración
puede ser tolerada, la conjunción de concepción y realización, ya sean positivas o negativas,
inicia los procedimientos necesarios para aprender de la experiencia.

Si la intolerancia a la frustración no es tan grande como para poner en actividad los


mecanismos de evasión, pero es suficientemente intensa como para predominar sobre el
principio de realidad, la personalidad desarrolla omnipotencia como sustituto de la conjunción
de la preconcepción o de la concepción, con la realización negativa de un hecho. Esto implica
que se asume la omnisciencia como sustituto del aprendizaje, a través de la experiencia, con la
ayuda de pensamientos y del pensar. No existe una actividad psíquica que discrimine entre lo
verdadero y lo falso. Por la afirmación dictatorial de que una cosa es moralmente correcta y
otra equivocada.

Una circunstancia que afecta a la supervivencia es la personalidad del niño mismo. Por lo
común, la personalidad del niño, así como otros elementos ambientales, esta manejada por la
madre. Si la madre y el niño están adaptados el uno al otro, la identificación proyectiva
desempeñará un papel principal en este manejo, a través del funcionamiento de un sentido de
realidad rudimentario y frágil. Melanie Klein habla de un “exceso” de identificación proyectiva,
el termino exceso debe comprenderse no solo como si se aplicara a la frecuencia con que se
utiliza el mecanismo, sino a una excesiva creencia en la omnipotencia. Como actividad realista
se evidencia una conducta razonablemente calculada para despertar en la madre sentimiento
de los que el niño desea liberarse. Una madre equilibrada podrá aceptar estos temores y
reaccionar terapéuticamente: haciendo que el niño sienta que se le devuelve su atemorizada
personalidad, pero en forma tal que pueda tolerarla. Si la madre no puede tolerar esas
proyecciones, el niño se ve reducido a continuar la identificación proyectiva llevada a cabo con
mayor fuerza y frecuencia. El incremento de la intensidad parece despojar a la proyección de
su penumbra de significado. La re-introyección se efectúa con fuerza y frecuencia similares. En
el análisis, estos pacientes son incapaces de recibir lo que el ambiente les ofrece, y por
consiguiente, recibir de su analista. Las consecuencias para el desarrollo de una capacidad de
pensar son graves.

La personalidad del niño, por si misma, es incapaz de utilizar los datos de los sentidos, y tiene
que evacuar esos elementos en la madre, y confiar en ella para hacer todo cuanto sea
necesario para convertirlos en una forma adecuada.

Un desarrollo normal tendrá lugar si la relación entre el niño y el pecho permite a aquel
proyectar un sentimiento en la madre, y re-introyectarlo después que su estadía en el pecho lo
ha tornado tolerable para psiquis del niño. Si la proyección no es aceptada por la madre, el
niño siente que a su sentimiento le es arrancado su significado. Por lo tanto, lo que re-
introyecta no es un miedo que se ha tornado tolerable, sino un terror sin nombre. El niño tiene
un objeto voluntariamente incomprensivo, con el cual se identifica. Sus cualidades psíquicas
son percibidas por una conciencia precoz y frágil.

La imagen inconsciente del cuerpo - Françoise Dolto


El mediador de las tres instancias psíquicas (Ello, Yo, Súper Yo) en las representaciones
alejoricas que el sujeto aporta, revelo ser especifico y denominarlo “Imagen del cuerpo.
En cualquier composición libre, se representa, se dice, la imagen del cuerpo las asociaciones
que el niño proporciona viene a actualizar la articulación conflictiva de las tres instancias
psíquicas.

El esquema corporal no es la imagen corporal, son conceptos que hay que saber diferenciar.

Hay que entender bien que la imagen corporal no es la imagen dibujada o representada en el
modelado; ha de ser revelada por el dialogo analítico con el niño.

El esquema corporal es una realidad de hecho, en cierto modo es nuestro vivir carnal al
contacto del mundo físico. Nuestras experiencias de la realidad dependen de la integridad del
organismo, o de sus lesiones transitorias o indelebles, neurológicas, musculares, óseas y
también nuestras sensaciones fisiológicas viscerales, circulatorias, llamadas cenestésicas.

Ciertamente afecciones orgánicas precoces pueden provocar trastornos del esquema corporal
y estos, debido a la falta o interrupción de las relaciones de lenguaje, pueden acarrea
modificaciones pasajeras o definitivas de la imagen del cuerpo. Es frecuente, que un mismo
sujeto cohabite un esquema corporal inválido y una imagen del cuerpo sana.

El esquema corporal especifica al individuo en cuento representante de la especie. Este será el


intérprete activo o pasivo de la imagen del cuerpo, en el sentido de que permite la
objetivación de una intersubjetividad, de una de una relación libidinal fundada en el lenguaje,
relación con los otros y que sin él, sin el soporte que él representa seria para siempre un
fantasma no comunicable.

Al principio el esquema corporal es el mismo para todos los individuos, la imagen del cuerpo
por lo contrario es propia de cada uno: está ligada al sujeto y a su historia. Es específica de una
libido en situación de un tipo de relación libidinal. De ello resulta que el esquema corporal es
una parte inconsciente, pero también preconsciente y consciente, mientras que la imagen del
cuerpo es eminentemente inconsciente.

La imagen del cuerpo es la síntesis viva de nuestras experiencias emocionales. Se la puede


considerar como la encarnación simbólica inconsciente del sujeto deseante y ello, antes
inclusive de que el individuo en cuestión sea capaz de designarse por el pronombre personal
“YO”.

Gracias a nuestra imagen del cuerpo portada por nuestro esquema corporal, podemos entrar
en comunicación con el otro.

El esquema corporal que es abstracción de una vivencia del cuerpo en las tres dimensiones de
la realidad, se estructura mediante el aprendizaje y la experiencia, mientras que la imagen del
cuerpo se estructura mediante la comunicación entre sujetos y la huella, día tras día
memorizada, de gozar frustrado, coartada o prohibido. Por lo cual ha de ser referida
exclusivamente a lo imaginario, a una intersubjetividad imaginaria marcada de entrada en el
ser humano por la dimensión simbólica.

En otras palabras, el esquema corporal refiere el cuerpo actual en el espacio a la experiencia


inmediata. Puede ser independiente del lenguaje, entendido como historia relacional del
sujeto con los otros; es evolutivo en el tiempo y en el espacio. La imagen del cuerpo refiere el
sujeto del deseo a su gozar, mediatizado por el lenguaje memorizado de la comunicación entre
sujetos. Puede hacerse independientemente del esquema corporal. Se articula con él a través
del narcisismo, originado en la canalización del sujeto en la concepción. La imagen del cuerpo
es siempre inconsciente, y está constituida por la articulación dinámica de una imagen de
base, una imagen funcional y una imagen de las zonas erógenas donde se expresa la tensión de
las pulsiones.

La causa de los niños - Françoise Dolto


Capítulo 7: Un descubrimiento capital

El psicoanálisis revelo lo que podríamos llamar “La solidaridad genética”. Ella permitió
descubrir que acontecimientos ocurridos en la familia de un ser humano ,incluso antes que
nazca ,mientras es un feto ,en el vientre de la madre ,que sufre por el acontecimiento que
acaeció y que no tiene a nadie para decírselo ,son capaces de inducir una psicosis en este ser
en gestación .Este niño ,por medio de su cuerpo ,va expresar el sufrimiento que la madre a
matado .Por lo tanto ,fue portador del efecto de un sufrimiento no dicho de la madre .El
psicoanálisis hizo comprender la solidaridad de las generaciones ante los efectos
desvitalizantes de ciertos traumatismos ,estrés ,choques afectivos ,éxitos y alegrías.

Este descubrimiento de la transmisión de la herencia tanto como de la deuda en el plano


emocional inconsciente de los seres humanos, es comprobable, por su importancia capital, al
descubrimiento en el plano patógeno, de la transmisión genética de ciertas enfermedades.

El origen ético de las enfermedades

Nadie parece advertir que un niño sufre moralmente .Por que se cuida al cuerpo, al ser que
habrá de crecer, pero no al ser humano que tiene una historia y que necesita decirlo pero que
no tiene las palabras para ello .Se inhibe de crecer hasta que eso se exprese.

Al igual que un adulto, un bebé puede verse aquejado de una depresión mortífera .La traduce
en su cuerpo, porque su efecto es orgánico pero su causa no .La salud del niño están
psicosomática como la enfermedad .El vínculo doloroso puede ser superado si se lo habla, si se
lo hace comunicable a otros de una manera simbólica.

El niño es receptivo de todo acontecimiento en el que esté involucrado: cualquier experiencia


puede dejar huellas, tanto estimulantes como debilitadoras de su tono. Una muerte de
prudencia intuitiva los inhibe para acceder al nivel de control social que les permitiría
estructurarse a imagen de lo que le es impuesto. Es como si existiera en ellos un eje ético
mucho más profundo que la moral de su grupo social; en cada cual con una trayectoria
potencial.
Se considera la patología del lactante como si el origen de sus dificultades de relación fuera el
cuerpo desfallecientes .Es lo inverso ;los que perturban el crecimiento físico son los trastornos
de la relación con el adulto tutelar responsable de él .Lo afectivo es tan dominante en los seres
humanos que modifica el comportamiento biológico de un niño (apetito ,digestión
,motricidad ,el tono) ,todo esto depende de los intercambios de lenguaje con las personas que
se ocupa de él .Es cierto que el capital genético tiene su importancia ,lo mismo que el
metabolismo.

Relación de los humanos observados por humanos cambia algo, este instrumento va a
permitir volver al terreno de la psicología experimental; y ella podrá aportar un recurso
mediador para conocer mejor el potencial de cada niño. Con el método de un diagnostico
precoz, debería inscribir en su programa el estudio del tope perceptivo de los diferentes
sentidos del niño.

Necesario tener en cuenta dejar al niño en plena libertad, respetar su espontaneidad y no


generalizar, sino estudiar cada caso en particular.

En un principio los padres buscan en su hijo signos particulares. No es inocente el lenguaje de


los padres cuando se compara al niño con tal o cual antepasado, porque ejercen una enorme
influencia sobre él. No se puede volver a los adres “asépticos “, pero si ayudárseles a no juzgar
mal a un niño cuyos gustos sensoriales o intereses ellos no comparten.

Si se demostrara a los padres lo que su hijo tiene como propio, serian menos posesivos;
tendrán menos tentación de juzgar al niño en relación con lo que son ellos mismos y con lo
que dé el esperan. Serían más propensos a admitir que este hijo se conduzca según sus propias
afinidades dándole a oportunidad de estar con gente como él.

Fracasos deprimentes, enfermedad iniciadora

No se presta suficiente atención a la actitud del niño que se identifica con alguien que le
induce la sensación de tenerlo todo terminado. Es preciso, al mismo tiempo, que él pueda
continuar, encender de nuevo la antorcha, insistir y hacerlo mejor que hace o hacer otra cosa.
De lo contrario se inmovilizara el “Nací demasiado tarde” o el “Para qué”.

Para el niño pequeño es deprimente oír de su padre solamente queja por su vida fallida. Esta
actitud paterna es sádica. En vez de ser iniciadora, es mutiladora de sus fuerzas vivas. Expresa
también la decepción del conjunto social, del cuadro familiar en la que el niño forma parte.
Porque toda acción solo tiene sentido si es reemprendida con los otros, para los otros; en el
fondo estos padres decepcionados son personas que no han trabajado para los demás. Esta
ausencia de vida de equipo y de fin social se debe a que hoy en día reina un narcisismo
individual exacerbado.

De Locuras Privadas – André Green


El concepto de fronterizo

El fronterizo es el paciente problema de nuestro tiempo. El prototipo mítico ya no es Edipo


sino Hamlet.
Las primeras descripciones clínicas del paciente fronterizo las hizo Stern hace casi medio siglo.

Definición del término.

El término fronterizo no pertenece al vocabulario de la psiquiatría tradicional no al


psicoanálisis. Freud identificó algunas entidades clínicas nuevas pero no definió una categoría
de pacientes fronterizos como tal pero destaca la oposición entre las obligaciones de la
conceptualización abstracta y la realidad clínica. En “Análisis terminable e interminable”,
escribe: “…el primer paso hacia el dominio intelectual del mundo circundante es hallar
universalidades, reglas, leyes que pongan orden en el caos. Así simplificamos el mundo de los
fenómenos, pero no podemos evitar falsearlo también, en particular cuando se trata de
procesos de desarrollo y trasmudación. Nos interesa tomar un cambio cualitativo, y para
hacerlo solemos descuidar, al menos en un principio, un factor cuantitativo. En la realidad
objetiva, las transiciones y las etapas intermedias son mucho más frecuentes que los estados
opuestos por separaciones tajantes.” Este es nuestro desafío.

En los diccionarios especializados encontramos diversidad de enfoques:

Laplanche y Pontalis: Fronterizo: “Término empleado casi siempre para designar


perturbaciones psicopatológicas que están situadas en la frontera entre neurosis y psicosis,
sobre todo aquellas esquizofrenias latentes que presentan un conjunto de síntomas
aparentemente neuróticos”.

Moore y Fine: “Un término descriptivo que designa un grupo de condiciones que manifiestan
fenómenos tanto neuróticos como psicóticos sin entrar de manera inequívoca en ninguna de
esas dos categorías diagnósticas”

Rycroft: Es menos equívoco. Observa que el caso fronterizo desafía todo intento de
clasificación. Pero considera el problema desde el punto de vista de la psicosis solamente, y
apunta que en la estructura de personalidad fronteriza la defensa es de tipo psicótico, no así la
conducta de la persona. Rechaza la idea de que neurosis y psicosis se excluyan mutuamente.

¿Quién o qué es fronterizo? Lo importante en esta pregunta es el distingo entre tener algo
fronterizo y ser fronterizo. ¿Cuáles son mis fronteras? Lo que se me presenta inmediatamente
es la envoltura o el continente de piel el cual es discontinuo. Es interrumpido por otros tejidos,
o presente orificios que actúan como puertas (aduanas o inspectores): ojos, orejas, nariz, boca,
ano, uretra, vagina –zonas erógenas- que son importantes porque funcionan de dos maneras,
hacia adentro y hacia afuera.

¿Cuáles son las fronteras de mi psiqué? ¿Qué leyes gobiernan la circulación por las puertas de
mis fronteras psíquicas? Dos tipos de leyes que operan aunadas: el principio de placer-
displacer y el principio de realidad. Este último atañe a la existencia o no del objeto: por lo
tanto, al self.

Ser fronterizo da a entender que una frontera protege al self de pasar al otro lado o de ser
cruzado, de ser invadido, con lo cual uno llega a ser una frontera móvil (no tener, sino ser esa
frontera). Esto, a su vez, supone una pérdida de distinción entre espacio y tiempo.
El concepto de lo fronterizo

Con el primado del principio de realidad, el reino de la fantasía se crea como un dominio
privado. Este desarrollo nos permite hacer una importante comprobación: cada vez que se
produce una separación entre un par de opuestos anímicos –dos términos, dos funciones, dos
proceso., al menos uno de los dos elementos segregados tiende a reincluir una parte del
elemento opuesto excluido.

Freud: No deben concebir esta separación de la personalidad en un yo, un superyó y un ello


deslindada por fronteras tajantes… No podemos dar razón de la peculiaridad de lo psíquico
mediante contornos lineales como en el dibujo… más bien, mediante campos coloreados que
se pierden unos en otros… es muy probable que la configuración de estas separaciones
experimenten grandes variaciones en diversas personas, y es posible que hasta se alteren en el
curso de la función e involucionen temporariamente.

La principal dificultad reside en la coexistencia de diferentes estados del yo: tolerancia de


“sombras, dudas y misterios” y/o capacidad para decidir entre el sí y el no, lo existente y lo no
existente.

Freud expone la importancia de la escisión en las psicosis. Aun en el paciente aquejado de


confusión alucinatoria grave, el yo normal no está absorbido por completo en la condición
regresiva; menos todavía, en casos no tan severos. “Se forman dos posturas psíquicas en vez
de una postura única: la que toma en cuenta la realidad objetiva, la normal y otra que bajo el
influjo de lo pulsional desase el yo de la realidad. Las dos coexisten una junto a la otra. El
desenlace depende de la fuerza relativa de ambas.

No solo son variables las fronteras entre el yo y la realidad, sino a que aún la pulsión
experimenta variaciones análogas en su funcionamiento intrínseco. Freud nos dice que la
pulsión nos aparece como un concepto fronterizo entre lo anímico y lo somático, como un
representante psíquico de los estímulos que provienen del interior del cuerpo y alcanzan el
alma, como una medida de la exigencia de trabajo que es impuesta a lo anímico a
consecuencia de su trabazón con lo corporal.

1. La pulsión es un concepto.
2. Este concepto se sitúa en la frontera entre dos dominios.
3. Freud opone una palabra única, “alma”, en tanto función de lo psíquico, a dos que
expresan la misma idea: lo somático o el organismo y el cuerpo.
4. La pulsión es un representante psíquico de estímulos. Este representante psíquico no
se debe confundir con representante-representación.
5. La pulsión es definida como un proceso, una progresión que supone presión o energía,
que solo se puede sentir y comprender como la medida de una exigencia de trabajo
sobre el alma.

En conclusión, podemos decir que en ninguna parte existe una escisión completa: ni dentro de
las pulsiones, ni entre el cuerpo y alma, ni en el interior del yo y sus interrelaciones con el ello,
el superyó y la realidad. Tenemos que considerar lo fronterizo como una frontera móvil y
fluctuante, tanto en la normalidad como en la afección grave y se tiene que concebir en
función de procesos de transformación de energía y de simbolización (fuerza y sentido)

Para empezar hay que trazar los límites hipotéticos del campo psíquico: son dos de naturaleza
diferente: soma y actuación. Lo somático que relaciono con el organismo (una entidad
biológica) y el cuerpo, que relaciono con la investidura libidinal.

El dominio psíquico está bajo una doble influencia: la presión de la pulsión que esfuerza hacia
la realización de la acción específica y el impacto del objeto satisfactor de la necesidad a través
de la representación.

Freud no cesó de destacar la importancia del examen de realidad para distinguir entre
representación, que obedece al principio de placer, y percepción, que obedece al principio de
realidad. La meta de la pulsión requiere, sobre todo al comienzo, una persona dedicada que
obre como objeto satisfactor de la necesidad y, al mismo tiempo, como sustituto del yo
embrional del niño. Ambas funciones se unen y se encarnan en el pecho materno, o sea, en el
cuidado materno. El yo del niño actúa individualmente cuando por fin se produce la separación
entre pecho y niño. Este proceso gradual se acompaña de fases periódicas de reunión con el
objeto.

Hipótesis o marco conceptual acerca de los pacientes fronterizos

El caso fronterizo es menos el de una frontera que el de una tierra de nadie. Un entero
dominio cuyos límites son vagos.

Los casos fronterizos más próximos a la neurosis pueden ofrecernos la mayor oportunidad de
aprehender la índole del problema porque se prestan a la indagación psicoanalítica profunda.
Este conocimiento se basa en la cualidad afectiva de la comunicación del paciente y en la
respuesta interior que suscita en el analista. La contratransferencia puede servir como un
instrumento de comprensión en su comprensión.

Hay que trazar un distingo entre lo somático, que relaciono con el organismo (una entidad
biológica), y el cuerpo, que relaciono con la investidura libidinal. Aquí la meta es precipitar al
organismo a la acción a fin de sortear la realidad psíquica. De este modo se podría decir que el
campo psíquico está delineado por los dos aspectos de la pulsión: su fuente (somática) y su
meta (la acción).

Propongo que la representación es la función básica del campo psíquico (para Freud es
disminuir una tensión displacentera, para la psicología del yo de Hartmann es la adaptación,
para la esc. inglesa el crecimiento). La representación en sentido muy amplio que incluye la
representación del mundo externo como interno. El dominio psíquico está bajo una doble
influencia: la presión de la pulsión que esfuerza hacia la realización de la acción específica, y el
impacto del objeto satisfactor de la necesidad a través de la representación.

Freud destacó la importancia del examen de realidad para distinguir entre representación, que
obedece al principio de placer, y percepción, que obedece al principio de realidad. La meta de
la pulsión requiere, sobre todo al comienzo, una persona dedicada que obre como objeto
satisfactor de la necesidad y, al mismo tiempo, como sustituto del yo embrional del niño.
Ambas funciones se unen y encarnan en el pecho materno, o sea, en el cuidado materno. El yo
del niño actúa individualmente cuando por fin se produce la separación entre pecho y niño. El
intento de separar lo bueno de lo malo, lo placentero de lo displacentero, y la obligación de
alcanzar una separación en lugar de engendrar el distingo entre el self y el objeto (adentro y
afuera, somático y psíquico, fantasía y realidad, bueno y malo) dan lugar a una escisión en los
fronterizos. En un conjunto de términos complementarios opuestos, cada término separado
admite el complemento simétrico. Inevitablemente se volverá a reunir en algún otro campo
del espacio psíquico. En los casos de perturbación grave, el resultado es una exclusión radical:
escisión.

En alguna medida, la escisión es indispensable para el trabajo del aparato psíquico, sin
embargo una escisión radical deja de lado y elimina factores indispensables para el trabajo de
representación y produce una amputación del yo.

En mi opinión, la escisión difícilmente se concibe sin su término complementario: la confusión.


La escisión del niño es una reacción muy básica a la actitud del objeto, que puede ser doble: 1)
una falta de fusión por parte de la madre; 2) un exceso de fusión si la madre es incapaz de
renunciar, en aras del crecimiento de su hijo, a la dicha paradisiaca recuperada a través de la
experiencia de embarazo.

La separación niño-pecho depende de un doble consentimiento que relaciona a madre e hijo


con referencia a un tercero potencial (el padre). La escisión en este caso desemboca en la
polaridad “pérdida-intrusión”.

La escisión se produce durante la separación de lo externo respecto de lo interno, entre psique


y soma y entre sensaciones corporales y afectos. Esta disociación puede adoptar formas
sutiles, como en el proceso aislador que disjunta afecto, representación y pensamiento. Las
dos fronteras establecidas por la escisión separan lo somático y el cuerpo libidinal, por una
parte, y realidad psíquica y realidad externa, que incluye el cuerpo libidinal y la acción, por la
otra.

Como consecuencia, el soma segregado hará intrusión en la esfera psíquica en la forma de


síntomas psicosomáticas, histeria o hipocondriasis. La diferencia entre síntomas
psicosomáticos e histeria de conversión es que mientras que los síntomas de conversión se
edifican de manera simbólica y se relacionan con el cuerpo libidinal, los síntomas
psicosomáticos no son de naturaleza simbólica. Son manifestaciones somáticas cargadas de
una agresión “pura”, refinada. Los síntomas hipocondriacos son representaciones penosas de
órganos somáticos llenos de una libido narcisista, de deslibidinizada y destructiva.

Si consideramos la segunda frontera, podemos suponer que existe la misma falta de


simbolización en el “pasaje al acto”. Es una mera descarga, ciego el paciente para su posible
significado. No se enlaza a nada que no sea su contenido manifiesto racionalizado. Podemos
decir que reacciones somáticas (o psicosomáticas) y pasajes al acto tienen la misma función:
una descarga defensiva frente a la realidad psíquica.

Ahora podemos entender la diferencia entre escisión y represión. En la represión, la energía


psíquica está ligada. Los nexos permanecen intactos y se recombinan con otras
representaciones o afectos, derivados del ello. En la escisión, los nexos son destruidos o se
deterioran tanto que sólo un intenso esfuerzo permite al analista conjeturar lo que pudieron
ser.

Son importantísimas las consecuencias de esta diferenciación entre represión y escisión. El


retorno de lo reprimido da origen a la señal de angustia. El retorno de los elementos
segregados se acompaña de sensaciones de grave amenaza, de desvalimiento (Freud);
aniquilación (Klein), terror sin nombre (Bion), desintegración o agonías (Winnicott), en los
casos en que son amenazadas las investiduras narcisistas, la experiencia se caracteriza por “lo
blanco” (Green). Consideremos ahora los conceptos que definen la esfera psíquica. Son los
mismos: escisión y represión. Si la represión es un mecanismo dirigido hacia adentro, la
escisión en este caso actúa sobre su lado interno.

La idea de una escisión dentro de la esfera psíquica es problemática. La especificidad el


fronterizo está en que la escisión se desarrolla en dos niveles: escisión entre lo psíquico y lo no
psíquico (soma y mundo exterior) y escisión dentro de la esfera psíquica. La escisión entre el
adentro y el afuera está determinada por la constitución de un contenedor yoico, y un sostén o
envoltura del yo pero que no funciona como cáscara protectora. Las fronteras del yo son
flexibles pero esta flexibilidad no conduce a una conducta adaptativa, más bien opera como
una fluctuación de expansión, de retracción o de ambas, para enfrentar la angustia de
separación (de pérdida), la angustia de intrusión (de implosión), o ambas. Esta variabilidad de
las fronteras yoicas no se percibe como un enriquecimiento de experiencia sino como una
pérdida de control, como el último recurso defensivo frente a la implosión yoica, esta cáscara
ineficaz, protege al yo vulnerable. La escisión interna revela que el yo se compone de
diferentes núcleos que no se comunican. Son archipiélagos aislados de tierra delineados por
un espacio vacío. Hay falta de cohesión, de unidad y de coherencia y una impresión de
contradictorias. La coexistencia de pensamientos, afectos, fantasías contradictorios, pero
además de subproductos contradictorios del principio de placer, del principio de realidad o de
ambos. Como si esas islas de yoes separados no llegaran a formar un ser individual. En mi
opinión, estas islas de núcleos yoicos son menos importantes que el espacio que las rodea.

Futilidad, falta de la percatación de presencia, contacto limitado, son expresiones de la misma


vaciedad básica que caracteriza la experiencia de la persona fronteriza. Con Bion insisto en la
importancia de la función conectiva, de la función ligadora de Eros. El discurso fronterizo no es
una cadena de palabras, representaciones o afectos sino más bien de palabras,
representaciones y afectos contiguos en el tiempo y el espacio pero no es un sentido. Toca al
observador establecer, con su propio aparato psíquico, los nexos faltantes.

El mecanismo de la escisión opera siguiendo una modalidad que se define mejor como
depresión primaria. Una desinvestidura radica que engendra estados anímicos en blanco sin
componentes afectivos, sin dolor, sin sufrimiento. Los rasgos clínicos asociados a este
mecanismo son una serie de fenómenos de que se quejan los pacientes fronterizos: dificultad
para la representación mental, mala concentración, imposibilidad de pensar, todos los cuales
ya han sido presentados como psicosis blanca. Este es el núcleo psicótico. En los casos en que
se produjo ulterior maduración, la posición depresiva normal llega a ser un refugio regresivo
para esta depresión primaria. Como defensa frente a la amenaza de la depresión primaria se
establecen precipitadas y prematuras relaciones de objeto, y la adolescencia se prolonga
desmedidamente. La imposibilidad de hacer duelo y de tolerar sentimientos de culpa son
rasgos salientes responsables de actuaciones psicopáticas o de conductas de personalidad
como-si, de perversiones polimorfas, drogadicción y alcoholismo. Estos dos mecanismos
básicos, la escisión y la depresión primaria, se producen dentro de la realidad interior del self.

Es preciso considerar dos áreas fronterizas dentro del aparato psíquico: un área que es
intermediaria entre lo inconsciente y lo conciente-preconciente; su manifestación es el sueño y
un área de juego o de ilusión (el espacio potencial de Winnicott). Los pacientes fronterizos se
caracterizan por el fracaso en crear subproductos funcionales del espacio potencial; en lugar
de manifestar fenómenos transicionales, crean síntomas que desempeñan la función de
fenómenos transicionales. Lo los crean, los objetos o fenómenos transicionales no tienen valor
funcional.

Los sueños del paciente fronterizo no expresan un cumplimiento de deseo sino que sirven a
una función de evacuación. El propósito del sueño no consiste en reelaborar retoños
pulsionales sino en descargar el aparato psíquico de estímulos penosos o, como dice Bion, de
su “acreción”. Los sueños de los fronterizos no se caracterizan por la condensación sino por la
concretización .

El contenido de lo inconsciente está compuesto por relaciones de objeto que incluyen objetos
parciales o totales (personas). La historia de las relaciones de objeto está compuesta por
fijaciones pregenitales y regresiones dentro de una secuencia más o menos predecible de fases
preedípicas y edípicas del desarrollo. En este tipo de complejo semejante al de Edipo, existe
una relación triangular en que los dos personajes parentales se experimentan como opuestos
polares afectivos. Existe una escisión entre los dos padres según las nociones de lo malo y lo
bueno, lo persecutorio y lo idealizado. Uno se percibe como totalmente bueno y el otro como
totalmente malo. El miedo de que ser abandonado por el objeto parental intrusivo “malo” lo
lleve a un desierto y de que el objeto “bueno” idealizado sea inalcanzable, demasiado distante
y poco confiable, pone al paciente fronterizo en un dilema insoluble. El fronterizo puede ser el
receptáculo de padres perturbados de manera complementaria, cada uno de los cuales
proyecta sobre el hijo la parte desmentida de su personalidad enferma. La división de bueno y
malo en sendos objetos descubre la división de un objeto con dos lados.

El concepto de “self falso” de Winnicott, sirve para comprender la función de los rasgos
narcisistas en estos pacientes. Como el self falso no se construye sobre las experiencias reales
del paciente sino sobre la complacencia con la imagen que la madre tiene de su hijo, la
organización del self falso está más al servicio del narcisismo del objeto que del narcisismo del
self. La respuesta a esta contradictoria evaluación es que el self falso es provisto por un
narcisismo prestado, el del objeto.

En el funcionamiento mental del fronterizo no existe distinción clara entre pensamientos,


representaciones y afectos. El pensamiento racional es difícil porque lo procesos de
pensamiento están cargados con cantidades masivas de afectos y no pueden ser desasidos de
las pulsiones salvo por vía de escisión intensa, acompañada a veces de creencias mágicas y de
una omnipotencia de investidura narcisista. Se puede decir que la actuación (en tanto se
opone a la acción específica) es el genuino modelo anímico en estos casos, se dirija hacia
adentro, con producción de síntomas psicosomáticos, o hacia afuera, por vía del pasaje al acto.
La actuación no se circunscribe a acciones; fantasías, sueños, palabras, toman la función de la
acción. La actuación llena el espacio y no permite la suspensión de la experiencia.

Con respecto al juicio y el examen de realidad del fronterizo, esta es la hipótesis final: Con
arreglo al principio de realidad el aparato psíquico tiene que decidir si el objeto está o no está
presente: sí o no. Con arreglo al principio de placer y puesto que la negación no existe en el
proceso primario de lo inconsciente, existe sólo el “sí”. Winnicott ha descrito la condición del
objeto transicional, que combina el sí y el no, como el transicional es- y no-es-el-pecho. Creo
que existe otra manera de abordar esta cuestión de decidir si el objeto es o no es. La
ejemplifica el juicio del paciente fronterizo; existe una cuarta respuesta posible: ni sí ni no. Es
una alternativa al rehusamiento de decidir. El objeto transicional es un rehusamiento positivo;
es o un sí o un no. Los síntomas del fronterizo, que hacen las veces de objetos transicionales,
ofrecen un rehusamiento negativo de decidir: ni sí ni no. ¿Está el objeto muerto (perdido) o
vivo (descubierto? O ¿está muerto o vivo? A lo cual él puede responder “Ni sí ni no”.
Del Cuerpo Al Símbolo: Sobreadaptación y enfermedades orgánicas -
David Liberman
Diferenciación entre enfermedad psicosomática y otros cuadros psicopatológicos
que comprometen el cuerpo en su patología.

 Enfermedades Psicosomáticas:

Estos pacientes localizan sus conflictos a nivel del sistema nervioso neurovegetativo (está
conectado con la musculatura lisa), que pasa a convertirse en el medio de expresión por
excelencia. Por lo tanto, hay toda un área de su personalidad que se expresa con el código
visceral.

El órgano enfermo, en el que se ubican relaciones objetales inc, altera sus funciones y su
estructura en distintos grados de patología, que implica toda una gama de riesgos vitales. En
dicho cuerpo está contenido un vínculo con objetos parciales, que el YO nunca llegó a
simbolizar. Por lo tanto sería un emergente de un vínculo sadomasoquista entre el objeto
tirano y los aspectos sufrientes del yo, que han sido precozmente separados del mundo
mental. La elección de este órgano corresponde a una disposición que está en relación las
series complementarias del paciente (herencia).

Son sujetos que no intentan movilizar a la gente en función de su síntoma (desconocen la


índole de las emociones ubicadas en el cuerpo, al igual que las personas que lo rodean).
Mantienen una actitud de falta de empatía con su enfermedad y su esfuerzo corporal, y
procuran hacerse exigir por quienes lo rodean. (Sobreadaptación) Un paciente psico-somático
puede hacer una reacción hipocondriaca como una posible evolución, que no tiene que ver
con el cuadro en sí.

El instrumento más valioso en el proceso es la transferencia, sin embargo es complicado en los


pacientes psicosomáticos ya que no tienen la capacidad de empatía. La supresión del síntoma
implica una nueva sobreexigencia de adaptación. No disponiendo el paciente de otro registro
de síntoma para suplir las anteriores, ocurre un cuadro de desorganización psicótica. La
supresión de un síntoma, sin estar avalada por un incremento en el autoconocimiento de la
propia persona, no es solamente un hecho inocuo sino que también es perjudicial.

“¿Hay trabajo psíquico en un paciente psicosomático? NO.

 Conversión

Laplanche y Pontalis la definen como “mecanismo de formación de síntomas propio de la


histeria y más específicamente de la histeria de conversión, que consiste en la transposición de
un conflicto psíquico y de una tentativa de resolverlo en síntomas somáticos, motores
(parálisis) o sensaciones (anestesias o dolores localizados). Agregan que lo que es específico de
los síntomas de conversión es su significado simbólico: expresan, con el cuerpo,
representaciones reprimidas. (Gran diferencia con los hipocondriacos).

Son trastornos transitorios en áreas corporales regidas por el SNC en los que el cuerpo no
enferma. La alteración funcional trae beneficios secundarios en el medio familiar, dado que se
producen en personalidades con gran poder para poder provocar repercusión en otros; se
expresan con estilo dramático, con el que logra comprometer afectivamente a los demás,
preocuparlos y hacerlos actuar (ej, la manipulación de las histéricas).

En estos casos hay una disociación cuerpo-mente (no es rígida). A diferencia de este cuadro, en
la conversión el problema está centrado en la represión y la vuelta de lo reprimido, que el
síntoma condensa de modo plástico y disfrazado. En el síntoma encontramos un suceso
específico, un trozo de la historia personal del paciente que puede darse en un lugar y tiempo
específico y en relación con objetos identificables; sería este recuerdo no recordado el que
constituye la fase latente, cuyo contenido manifiesto es el síntoma convertido.

La trama emocional ubicada en el cuerpo corresponde a situaciones triangulares edípicas y


contiene sentimientos tales como celos, exclusión y rivalidad. La elección del área corporal
donde asentará el síntoma corresponde a zonas que han sido relevantes en la fantasía de
vinculación genital prohibida con el objeto.

El síntoma conversivo supone un aparato psíquico con capacidad simbólica y puede leerse
como in símbolo onírico. En la conversión, el cuerpo es tomado como la pantalla de un sueño,
es decir que pasaron a ser dramatizados en el cuerpo.

En la conversión, hay una representación reprimida como defensa ante la angustia y sin el
desplazamiento que observamos en las fobias. Falta el nexo entre la representación plástica
(síntoma) y la rep verbal.

La histérica está totalmente protegida de la angustia.

 Diátesis traumática

Las personas con estas características presentan un manejo esquizoide de su cuerpo y, tienen
una marcada torpeza motora y por esa razón son propensas a sufrir accidentes: tropiezan,
pierden el equilibrio, calculan mal las distancias y se golpean, etc. Maneja con brusquedad su
cuerpo y los objetos, tomándolos con más fuerzas de las que requieren o dejándolas caer. Se
lastiman con frecuencia, ya que carecen de una señal de alarma defensiva adecuada frente al
dolor físico.

Esta patología implica también, como en la enfermedad psicosomática una disociación cuerpo-
mente, pero a diferencia de estos, la disociación toma los receptores kinestésicos. El área
refleja se encuentra afectada y por ello se presenta una concepción distorsionada de las
distancias y fracasan en la inclusión del cuerpo en movimiento dentro del espacio euclidiano.

 Patoneurosis

Ferenczi clasifica a aquellas neurosis que son consecuencias de enfermedad somáticas como
patoneurosis.

Fenichel dice que el individuo físicamente enfermo ha abandonado una pequeña parte de su
libido por un corto lapso, al mismo destino que el psicótico impone el monto casi total de su
libido.
Dentro de la patoneurosis se ubican a las personas que presentan situaciones de ansiedad y
preocupación exageradas, en relación con lesiones corporales mínimos o con áreas del cuerpo
con algún defecto, también de poca monta. En todos los casos subyace una previa sobrecarga
narcisista de estas zonas corporales; las lesiones asentarían entonces entonces, en partes del
cuerpo u órganos con intensa catexis narcisista.

 Hipocondría:

Corresponde a una estructuración bizarra de la imagen corporal; el paciente hace una


interpretación delirante a partir de la percepción de sensaciones cenestésicas normales. La
incapacidad de una interpretación adecuada de las sensaciones cenestésicas por una
desorganización de los códigos, da lugar a una búsqueda permanente de fuentes externas de
información, explicación y organización del funcionamiento corporal con el fin de obtener
representaciones plásticas que den coherencia a la imagen corporal desorganizada.

Los pacientes utilizan el cuerpo y los datos de su funcionamiento normal como base para la
formación de un delirio organizado a partir de la representación del órgano. El hipocondriaco
utiliza la medicina, los análisis y la radiografía como restos perceptuales para construir un
cuerpo de teoría coherente (delirio), que le permita ocupar narcisisticamente, su vida mental.
Es lo que mantiene con vida al psiquismo.

P. Hipocondriacas: Tiene una actitud hipervigilante y da


interpretación delirante al funcionamiento corporal normal

Centostopatías

P. Psicosomáticas: No logra registrar las sensaciones


cenestésicas normales ni anormales.

Configuraciones Evolutivas Comunes En El Paciente Psicosomático

Configuraciones Comunes En El Desarrollo Evolutivo En Correlación Con Los Modelos


De “Madre Mete Bomba” Y “Madre Que Rebota”

 Desarrollo evolutivo de los pacientes psicosomáticos


o Han sido bebés conectados y tranquilos, que se ajustaron desde el primer mes
e vida a horarios estrictos de alimentación, vigilia y sueño.
o Fueron lactantes pocos estimulados corporalmente, que tuvieron pocas
relaciones maternas de contacto, ejercitación y juego sensorial-proximal.
o Fueron estimulados visual y auditivamente.
o Presentaron inhibiciones tempranas en las descargas musculares expresivas y
agresivas de llanto y pataleo y en la exploración del cuerpo materno.
o Poseedores de un buen tonismo muscular.
o Adquirieron con cierto adelanto la pautas de sostén de cabeza, posición de
sentado y posición erecta.
o Desarrollan precozmente el lenguaje imitativo.
o Tuvieron lactancias prolongadas, que retardaron parcialmente la masticación.
o Hay restricciones en la exploración manual de alimentos sólidos.
o Hay restricciones en las actividades exploratorias en el espacio sensorio-
motriz, y posteriormente en el espacio de acción.
o Caminaron pronto e inhibieron el gateo.
o Control de esfínteres precoz.
o Hay una llamativa ausencia de crisis emocionales.
o Padecireron
En estos niños se estimularon la oralidad pasiva, el intercambio visual y auditivo y la
maduración de la musculatura en las áreas relacionadas con el desarrollo de funciones de
control. En cambio fueron inhibidas las funciones sensorio-perceptuales proximales y
musculares expansivas, tanto agresivas como exploratorias y de contacto.

A partir de esto se materializa una configuración básica, que se mantiene constante en todo el
desarrollo y que es nodal para la comprensión de la patología de estos pacientes:

1. Reforzamiento de relación oral-pasivo-receptivas, privadas del placer sensorial


2. Control precoz y estricto de la musculatura.

Se estereotipa una interacción patógena, entre una mamá que priva de satisfacciones
sensoriales y dela ejercitación funcional de áreas corporales, y un bebé que se “amolda”, no
impone sus necesidades y responde de un modo especular a los lineamientos maternos. La
restricción de funciones corporales sienta las bases de serias patologías en el proceso de
simbolización, que llevan a que el bebé este forzado a tomar conocimientos de sí mismos y de
la realidad, a través de los receptores sensoriales-distales.

Carecerán a partir de esta distorsión del desarrollo, del acúmulo de información proveniente
de lo sensorio-motor. Las nociones complejas de esquema corporal, consistencia de los
objetos, relaciones entre los mismo, diferentes espacios, perspectivas complementarias y
ubicación temporal sufren las primeras deformaciones. Hay un seudoaprendizaje racional que
suponen una implementación anticipada del principio de realidad que actúa en contradicción
al principio de placer.

En todos los casos representa un fracaso materno inicial, que privó al hijo de experiencias de
contacto de su cuerpo con el cuerpo de la madre. Fueron bebés atendidos en sus necesidades
corporales básicas, pero desvinculadas de los aspectos emocionales de esas actividades.

¿Cuál es la diferencia entre simbiosis normal con las simbiosis patológicas?

En la simbiosis normal, el infante y la madre experimentarían en común una necesidad del otro
para el desarrollo de una etapa vital de la vida. Pero son necesidades diferentes, El niño
necesita, en extrema dependencia, de la madre no sólo para sobrevivir sino para desarrollar su
identidad. La madre necesita del bebé en una dependencia especializada y relacionada con la
reparación de su infancia y el desarrollo hacia la maternidad. Si el desarrollo M-H es adecuado,
el infante no confunde, en general, la personalidad de la madre con la suya; por lo contrario,
las ansiedades de separación en estas situaciones están precisamente relacionadas con el
reconocimiento de la individualidad de la madre y de las funciones y cualidades del vínculo que
se pierden.

En la simbiosis patológica, las ansiedades de separación están vinculadas a temores


catastróficos, pues no sólo está en juego la pérdida de la madre, sino la situación propia del
infante con su desarrollo perturbado. Central en esta perturbación es la confusión, por parte
de la madre, de las ansiedades del bebé con las suyas propias y, por consiguiente, la similitud
de las ansiedades de separación por parte del hijo y de la madre.

La simbiosis evolutiva normal presenta serias alteraciones, por fallas en la segunda serie
complementaria. Estas fallas están centradas en la dificultad de la madre para ofrecer al bebé
como sostén de necesidades corporales y emocionales primarias, ya que son madres incapaces
de decodificar la búsqueda de placer y la necesidad de contacto y de descarga de agresión,
como necesidades tan importantes como el hambre o el sueño en la evolución de la
personalidad.

Esta conducta materna desafectivizada, pero con una conexión exigente y controlada con el
cuerpo del bebé. Incluye una propuesta de simbiosis con cualidades altamente narcisisticas.
En esta cualidad reside la patología específica de la relación. La actitud materna invierte los
roles de la simbiosis normal y será el hijo el que deberá satisfacer las necesidades internas de
la madre, mientras que sus propias necesidades permanecen sin contención.

Son madres con una seria incapacidad para ser receptivas con el hijo y contener sus descargas
de ansiedad y de hostilidad. Reemplazan el uso instrumental de la intuición y de la empatía
para amoldarse al hijo en crecimiento, por una activa tarea de modelamiento de las respuestas
emocionales del bebé real, sobre la base de un bebé ideal. Son madres que privan el
significado a las expresiones emocionales del hijo.

 Vínculos maternos: Madre que rebota y madre mete bombas:

Madre Que Rebota: La angustia da lugar a una conducta de ausencia de comprensión y de


preocupación ansiosa e impotente, “no sé qué le pasa a este bebé, necesito que se calle”.

Es una madre infantil y narcisista, permanece ajena a las necesidades emocionales del hijo.
Puede llegar a ser tierna y juguetona, siempre que el niño no presente manifestaciones de
ansiedad, que no puedan decodificar. Toda manifestación de ansiedad es vivida como una
herida narcisista, como un fracaso personal en su rol, que la desanima y desorganiza.

Está lejos de ser la madre con capacidad de sostén descripta por Winnicott en la que
predomina la idea de que le gustaría ser atacada por un niño hambriento y voraz; es decir, que
puede recibir, tolerar y comprender el aspecto vital de la voracidad oral de su pequeño hijo.
Permite un tipo de identificación proyectiva adhesiva.

Es un esfínter rígidamente cerrado, que no da entrada.

Madre Mete Bombas: En la madre mete bombas, se producen estados de pánicos que
desbordan en violentos arranques corporales o verbales, “necesito que este bebé desaparezca
porque es un objeto desorganizante y persecutorio”. Hay una tendencia a inocular sus propios
sentimientos intolerables. Origina entonces una patología mucha más severa. Aquí la madre
sigue siendo una superficie pero con el agravante que busca en el hijo, el rol que ella debería
haber llenado, que permita la penetración y le ayude a organizar su propia vida emocional.

Desde la percepción del bebé, la vivencia es que sus necesidades no sólo rebotan en la madre,
sino que la enloquecen y le despiertan sentimientos de odio violento. Quedará así inscripta la
carencia de algo que nunca tuvo: el cariño de la madre, y tratará de entregarle su propio
crecimiento, por temor a ser destruido por ella.

Las verbalizaciones típicas son: “no me come”, “se me ahoga”; el lenguaje está denunciado la
investidura narcisista y el rol de apéndice que han asignado al hijo. Es una madre que inocula y
desorganiza. Están vinculadas las patologías corporales más serias, que revisten riesgos de
muerte para el paciente, así como las enfermedades de piel o de colágeno. Amenaza, además,
con la expulsión y el peligro de la muerte.

Ninguno de estos dos modelos de madre es capaz de lograr ser un buen “holging”. Ambas han
privilegiado una modalidad anal en el vínculo, y estas características maternas organizan el
ideal del yo infantil y explicitan los motivos por los que el niño tiende a hacer un desarrollo
precoz.

Hay un desarrollo acelerado y distorsionante que conduce a un temprano ajuste, falso y


tergiversado, a la realidad representada por las exigencias que parten de la madre.

La respuesta de sometimiento del bebé realimenta el circuito patológico. El temprano


amoldamiento a la exigencia materna es producto tanto de:

o Una temprana negación de la frustración y de los sentimientos displacenteros


en el vínculo con la madre. La intolerancia a la frustración lleva a una precoz
disociación del afecto, que no se registra e impide el logo de conductas activas
de búsqueda de modificaciones del objeto (llanto, pataleta):
o De un fracaso para imponer con fuerzas sus necesidades, por un precoz
conflicto con su agresión y voracidad.
o Un intento desesperado por ocupar un lugar en el especio mental materno
ocupado con un hijo ideal y expulsivo, de un bebé con cualidades distintas a
aquél.

 Período de lactancia:

Los pacientes psicosomáticos fueron bebés que mamaron tranquilos y quietos, a partir de un
primer momento de “forzamiento materno”. Lo que privó esta modalidad fueron:

 Experiencias de cercanía, calor corporal, textura y consistencia del objeto que proveen
de las primeras y básicas informaciones para la diferenciación de objetos vivos e
inanimados;
 De experiencias táctiles que al contactar con el objeto, permiten lograr rudimentarias
nociones de límites;
 Del interjuego de conductas de autorregulación, entra las actividades manuales del
bebé y las respuestas emocionales de aceptación o rechazo de la mamá.
 De la posibilidad de canalizar fantasías agresivas con el pecho a través de distintas
actividades como hendir, arañar y presionar con la mano, permitiendo mantener la
buena relación de la boca con el pecho, del cual continua alimentándose;
 De la posibilidad de tranquilizarse frente a intensos temores de perder el pecho y/o no
lograr leche suficiente, apoderándose del pecho libre de la madre.

 Restricciones en la actividad motora manual

Las madres de estos pacientes ejercieron un control activo durante la lactancia. En forma
suave o rígida inmovilizaban con su propia mano, la del niño, produciendo el equivalente del
fajado. A su vez, éste fue respondiendo con una limitación de su motricidad.

La boca-mano-uñas del bebé pasan a ser objetos terroríficos que vacían y desgarran. Por lo
tanto, esta inmovilización constituye un intento de neutralizar la propia voracidad y
destructividad proyectada.

Hay una ausencia del objeto transicional como primera posesión no yo, que se incluye en la
vida del niño cuando comienza a disolverse la ilusión de la unidad con la madre, y antes del
establecimiento de la prueba de la realidad.

Estos bebés carecieron de ese objeto tan específico, e un espacio y un tiempo intermedio de
experiencia, que les permitiera desprenderse de para logarse con. Ese objeto tibio, suave, pero
también sucio, maloliente y gastado, que constituye una posesión tan valiosa en la evolución
normal, está ausente, denunciando nuevamente la imposibilidad del bebé de desarrollar un
“área de propiedad”, libre de control materno.

El sentimiento de derecho de apropiarse del objeto, se perturbó en la primera relación con el


cuerpo de la madre y específicamente con el pecho y que dicha perturbación está en la base
de la incapacidad de “creación” del objeto transicional que posteriormente se expresará en la
pobreza del mundo imaginario e estos pacientes.

El adulto psicosomático:

Confunden el asumir responsabilidades y ser querido y aceptado por los demás. Interpretan
los mensajes de otros como órdenes o expectativas que deben satisfacer, incluso no disfrutan
actividades recreación y esparcimiento. El placer es irrelevante. La psicosomatosis tiene hay 2
aspectos:

 La sobreadaptación (=asumir responsabilidades y estimular a que otros se las den,


confunden el asumir responsabilidades y ser querido con ser aceptado por los
demás). A este le corresponde un self realista sobreadaptado.
 Enfermedad corporal (protesta somática que denuncia la postergación del yo corporal
y emocional). Le corresponde un self corporal sojuzgado.

 La sobreadaptación es el nódulo de la patología: es una adaptación rígida a la realidad


en la que se sobrevalora el principio de realidad pero en oposición al principio de
placer. La hipereficacia y capacidad de trabajo sin medida expresan la absoluta
desconexión con sus necesidades y limitaciones. Lo patológico es que ese ajuste a la
realidad no es resultado de un registro simbólico inscripto gradualmente, sino una
respuesta imitativa por identificaciones adhesivas = un “símbolo fachada” (hay
seudoaprendizaje y seudomadurez).
 La respuesta somática que irrumpe violentamente es una señal de alarma que
emite el cuerpo indicando la fractura con la sobreadaptación: La sobreadaptación es
una adaptación psicótica organizada sobre la fantasía de inmortalidad y esta parte es
la que se llama “self realista sobreadaptado”. El síntoma es la irrupción persecutoria
de su “self corporal sojuzgado” (Esta es la parte desconocida para él, la manifestación
somática no tiene significado; aunque nosotros sabemos que el self emocional fue
sobreexigido)
 Tienen un ideal del yo patológico: (=extremadamente exigente, desatendiendo sus
reales necesidades), no diferencian ideal del yo, del ideal familiar y social (por eso
sobrevaloran la eficiencia), y un súper yo tiránico. Todo esto afecta su interpretación
de la realidad.
 Están dentro de las cenestopatías: por la incapacidad para registrar estados
corporales (ej. dolor, temperatura, etc.). Buscan ayuda sólo cuando el síntoma
corporal y emocional es ruidoso (ya avanzado). Es una disociación patológica donde se
privilegió o se inscribió más fuertemente en el aparato psíquico, lo visual y auditivo
(aprendizaje memorista y mimético), contrario a una débil inscripción de la kinestesia,
cenestesia, lo térmico, dolor, equilibrio, tacto, olfato, gusto. Conclusión: Falta de
representación de estados corporales fundamentalmente del interior del cuerpo.
 Splitting: separación entre self ambiental sobreadaptado (sometimiento a las reglas
sin discusión) y self corporal sojuzgado (que manifiesta sentimiento de culpa y
necesidad de castigo). Se corta el vínculo entre la pulsión y la interioridad corporal y
emocional.
 Planifican una muerte prematura.
 Tarea del terapeuta: Descubrir el mansaje emocional que el órgano intenta expresar.
Su síntoma somático es lo más auténtico de él, lo equivalente a la señal de angustia.

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