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La leyenda de la tormenta eléctrica

En los bosques templados, en una tribu entre los árboles tenían un cacique llamado Kumbai
que es robusto, alto por los hombros por arriba y que tenía una lanza de oro. Sin embargo,
el cacique era estricto y a veces juzgaba mal hasta no le hacía caso al sabio, Su esposa Alima
no hablo de nada con Kumbai porque tenía miedo de él si le contradice y lo castigara. Un día
sin darse cuenta de lo que estaba haciendo castigo a su primo, que era cocinero por llevarse
su vaso a hurtadillas.
-El castigo será la muerte, en dos semanas será atravesado por una lanza. – Agrego Kumbai
El primo le pidió perdón y le explico que se llevo su vaso para arreglarlo porque tenia una
pequeña agrietura, pero Kumbai no lo escucho.
En cinco días Kumbai estaba enfermo y la fiebre de Kumbai aumentaba.
-¿Dónde esta el sabio, hace tres días no viene para acá?- Dijo preocupada Alima.
Alima mando a unos criados que lo buscara, el sabio estaba en la cueva con un lobo de
compañía. Los criados le explicaron porque Alima lo llamo para que valla a la choza grande
del cacique, el sabio se puso de pie y su fue con los criados a la casa de Kumbai. El sabio se
sorprendió al ver el primo de Kumbia pidiendo perdón. - ¡Les digo que es la verdad, pero
libérenme por favor! – suplicaba el cocinero. El sabio se llevó una oveja y un cerdo para que
Arumbay, el dios de paz, le dijera de que es lo que va pasar con Kumbai y para saber si lo va
a curar o no. Entonces Arumbay descendió del cielo en un hombre con pieles de lobo.
- Esto es lo que va pasar - dijo Arumbay - En cinco días mas el cacique morirá y su cuerpo
será desterrado para siempre -. Eso apeno al sabio que se lo conto a Kumbai de lo que le
dijo Arumbay, Kumbai lloro de tristeza que mando a todos que lo dejaran solo. En cuatro
días Kumbai no comió nada y le suplicaba al dios Arumbay que lo perdone. Arumbay
escucho su plegaria y enseguida curo a Kumbai. Al sanarse encontró una carta con letras de
oro diciendo que cuando comienza a juzgar le va a poner una prueba si Kumbai le dice la
verdad de que está arrepentido.
Al volver a juzgar vio que había un granjero y un extraño - El granjero me quito mi ganado
de cerdo y cocino a uno de mis cerdos - dijo el extraño, pero el granjero le dijo - es mentira,
el extraño no tenia un ganado de cerdos sino de cabras -.
El cacique miro a los dos y les dijo - Basta, desde ahora le devolverás los cerdos del extraño y
por comerse al cerdo también le darás diez cerdos y cinco cabras y tu solo te quedaras con
seis cerdos y cinco cabras – eso lo preocupo al granjero que le dijo – pero me arruinare –
Kumbai le dijo al granjero – silencio, eres muy celoso y codicioso contra el extraño y por eso
te quedaras con lo que dije. En realidad, era cierto porque el granjero tuvo envidia de el
extraño que llevaba vacas y cerdos para venderlos y deseaba tener lo mismo que el extraño
ya que tiene cerdos y cabras.
El extraño se postro de rodillas y le dijo -gracias, mil gracias al escucharme- y por
recompensa le dio a Kumbai una canasta con oro y plata de su país. Al irse los dos, el
cacique encontró una carta que decía “has superado la prueba, el extraño era uno de mis
criados y el oro y la plata pertenece a una mina desconocida que solo yo lo sé”. Esto hizo
que Kumbai llorara de felicidad. Enseguida, castigo a los que robaron y mataron, libero a los
que habían sido acusados falsamente, en especial al cocinero que era el primo de Kumbai y
siempre escucho los consejos del sabio, Alima y el sabio estaban felices de que todo volvió a
la normalidad.
Pasaron los años y Kumbai estaba viejo y estaba a punto de morir, Arumbay tuvo pena de
Kumbai que hizo que una nube grande cubriera a Kumbai y se lo llevara a su reino. La tribu
se sorprendió de que la nube se tiño de gris y negro. El sabio les dijo a todos que Kumbai se
convirtió en el dios del trueno y siempre puede visitar a ellos mismos y a Arumbay, el dios
de paz. Lo que dijo el sabio era cierto porque Arumbay hizo que Kumbai se convirtiera en
joven cuando estaba parado en una nube gris y negra, que sus ojos chispeaban, que su lanza
de oro se ilumine y que en su cabeza hubiera una corona de oro.
Así que cada día oían truenos y caían rayos porque Kumbai está enojado al golpear con su
lanza de oro al piso de que su gente este con su mala conducta, pero se relaja cuando la
gente deja su mala conducta.

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