Está en la página 1de 75

Instituto San Alberto

PRÁCTICAS DEL LENGUAJE


4to año

Nombre: ________________________________

Docentes: Claudia Salerno - Vanina Sedani

2021

0
1
CUENTO

MARAVILLOSO

2
Fecha: ……….

3
4
5
Fecha: …………………….
El cuento maravilloso

6
Fecha:...................................

La estructura de la narración

7
8
Fecha:...................................

Las mil y una noche es una historia muy famosa que contiene cuentos tradicionales del medio
Oriente.Se desconoce quién fue el escritor de este famoso libro, fue originalmente escrita en Árabe.
Narra la historia de un Sultán Persa que busca venganza tras la traición de su Esposa, hasta que
un día conoció a Sherezada. Ella, que era la esposa del sultán, se las tuvo que ingeniar para
contarle todas las noches a su esposo una historia que lo mantuviera intrigado y así poder salvar su
vida. Claro: si el sultán quería saber el final, tenía que mantenerla con vida forzosamente. Pero cada
vez que terminaba una historia, empezaba otra.
Este interesante libro ha sido adaptado para el uso de los niños y de adolescentes, en muchos de
los países del Occidente. Aunque generalmente este libro se elige por sus famosos cuentos tanto de
aventuras como de fantasías, entre estas encontramos la de “Aladino y la lámpara mágica” una
historia muy interesante sobre un joven que era pobre y al conocer un genio se hace rico. También
las múltiples aventuras de Simbad el Marino que nos da una gran enseñanza y nos lleva más allá de
la imaginación, tras conocer todo los sucesos que le acontecieron al navegante Simbad. El cuento
de Ali Babá y los cuarenta ladrones también es uno de sus cuentos más destacados, aquí
conocemos un poco de la historia de este joven que era pobre y conoció una cueva en la cual los
ladrones ocultaban sus tesoros, que se abría al llamado de “Ábrete, Sésamo”.

9
Fecha:...................................

Alí Babá y los cuarenta ladrones

Había una vez un señor que se llamaba Alí Babá y que tenía un hermano que se llamaba Kassim.
Alí Babá era honesto, trabajador, bueno, leñador y pobre. Kassim era deshonesto, haragán, malo,
usurero y rico. Alí Babá tenía una esposa, una hermosa criada que se llamaba Luz de la Noche, varios
hijos fuertes y tres mulas.
Kassim tenía una esposa y muy mala memoria, pues nunca se acordaba de visitar a sus parientes, ni
siquiera para preguntarles si se encontraban bien o si necesitaban algo. En realidad no los visitaba para
que no le salieran pidiendo algo.
Un día en que Alí Babá estaba en el ​bosque​ cortando leña oyó un ruido que se acercaba y que se
parecía al ruido que hacen cuarenta caballos cuando galopan. Se asustó, pero como era curioso trepó a
un árbol.
Espiando, vio que eran, efectivamente, cuarenta caballos. Sobre cada caballo venía un ​ladrón​, y cada
ladrón tenía una bolsa llena de monedas de oro, vasos de oro, collares de oro y más de mil rubiés,
zafiros, ágatas y perlas.
Delante de todos iba el jefe de los ladrones. Los ladrones pasaron debajo de Alí Babá y sofrenaron
frente a una gran roca que tenía, más o menos, como una cuadra de alto y que era completamente lisa.
Entonces el jefe de los ladrones gritó a la roca: -
"¡Sésamo: ábrete!".
Se oyó un trueno y la roca, como si fuera un sésamo, se abrió por el medio mientras Alí Babá casi se cae
del árbol por la emoción. Los ladrones entraron por la abertura de la roca con caballo y todo, y una vez
que estuvieron dentro el jefe gritó:
-"¡Sésamo: ciérrate!".
Y la roca se cerró.
-"Es indudable -pensó Alí Babá sin bajar del árbol- que esa ​roca​ completamente lisa es mágica y que las
palabras pronunciadas por el jefe de los ladrones tienen el poder de abrirla. Pero más indudable todavía
es que dentro de esa extraña roca tienen esos ladrones su escondite secreto donde guardan todo lo que
roban."
Y en seguida se oyó otra vez un gran trueno y la roca se abrió. Los ladrones salieron y el jefe gritó:
-"​¡Sésamo: ciérrate!​". La roca se cerró y los ladrones se alejaron a todo galope, seguramente para ir a
robar en algún lado.
Cuando se perdieron de vista, Alí Babá bajó del árbol. -"Yo también entraré en esa roca -pensó-. El
asunto será ver si otra persona, pronunciando las palabras mágicas, puede abrirla."
Entonces, con todas las fuerzas que tenía, gritó: - "¡Sésamo: ábrete!". Y la roca se abrió.
Después de tardar lo que se tarda en parpadear, se lanzó por la puerta mágica y entró. Y una vez
dentro se encontró con el tesoro más grande del mundo.
-"¡Sésamo: ciérrate!", dijo después.
La roca se cerró con Alí Babá dentro y él, con toda tranquilidad, se ocupó de meter en una bolsa una
buena cantidad de monedas de oro y rubíes. No demasiado: lo suficiente como para asegurarse la
comida de un año y tres meses. Después dijo: -"¡Sésamo ábrete!". La roca se abrió y Alí Babá salió con la
bolsa al hombro.
Dijo: -"¡Sésamo: ciérrate!" y la roca se cerró y él volvió a su casa, cantando de alegría.
Pero cuando su esposa lo vio entrar con la bolsa se puso a llorar. -¿A quién le robaste eso? -gimió la
mujer. Y siguió llorando. Pero cuando Alí Babá le contó la verdadera historia, la mujer se puso a bailar
con él.
-Nadie debe enterarse que tenemos este tesoro -dijo Alí Babá-, porque si alguien se entera querrá saber
de dónde lo sacamos, y si le decimos de dónde lo sacamos querrá ir también él a esa roca mágica, y si va
puede ser que los ladrones lo descubran, y si lo descubren terminarán por descubrirnos a nosotros. Y si
nos descubren a nosotros nos cortarán la cabeza. Enterremos todo esto. -Antes contemos cuántas
monedas y piedras preciosas hay -dijo la mujer de Alí Babá. -¿Y terminar dentro de diez años? ¡Nunca! -le
contestó Alí Babá. -Entonces pesaré todo esto. Así sabré, al menos aproximadamente, cuánto tenemos y
cuánto podremos gastar -dijo la mujer. Y agregó: -Pediré prestada una balanza.

10
Desgraciadamente, la mujer de Alí Babá tuvo la mala idea de ir a la casa de Kassim y pedir prestada la
balanza. Kassim no estaba en ese momento, pero sí su esposa. -¿Y para qué quieres la balanza? -le
preguntó la mujer de Kassim a la mujer de Alí Babá. -Para pesar unos granos -contestó la mujer de Alí
Babá. "¡Qué raro! -pensó la mujer de Kassim-. Éstos no tienen ni para caerse muertos y ahora quieren
una balanza para pesar granos. Eso sólo lo hacen los dueños de los grandes graneros o los ricos
comerciantes que venden granos." -¿Y qué clase de granos vas a pesar? - le preguntó la mujer de Kassim
después de pensar lo que pensó. -Pues granos... -le contestó la mujer de Alí Babá.
-Voy a prestarte la balanza -le dijo la mujer de Kassim. Pero antes de prestársela, y con todo disimulo, la
mujer de Kassim untó con grasa la base de la balanza. "Algunos granos se pegarán en la grasa, y así
descubriré que estuvieron pesando realmente", pensó la mujer de Kassim.
Alí Babá y su mujer pesaron todas las monedas y las piedras preciosas. Después devolvieron la balanza.
Pero un rubí había quedado pegado a la grasa. -De manera que éstos son los granos que estuvieron
pesando -masculló la mujer de Kassim- Se lo mostraré a mi marido.
Y cuando Kassim vio el rubí, casi se muere del disgusto. Y él, que nunca se acordaba de visitar a Alí
Babá, fue corriendo a buscarlo. Sin saludar a nadie, entró en la casa de su hermano en el mismo
momento en que estaban por enterrar el tesoro.
-¡Sinvergüenzas! -gritó-. Ustedes siempre fueron unos pobres gatos. Díganme de dónde sacaron ese
maravilloso tesoro si no quieren que los denuncie a la policía. Y se puso a patalear de rabia. Alí Babá,
resignado, comprendió que lo mejor sería contarle la verdad.
-Mañana mismo iré hasta esa roca y me traeré todo a mi casa -dijo Kassim cuando terminaron de
explicarle. A la mañana siguiente, Kassim estaba frente a la roca dispuesto a pronunciar las palabras
mágicas. Había llevado 12 mulas y 24 bolsas; tanto era lo que pensaba sacar. -¿Qué era lo que tenía que
decir? -se preguntó Kassim-. Ah, sí, ahora recuerdo... Y muy emocionado exclamó: "¡Sésamo: ábrete!". La
roca se abrió y Kassim entró. Después dijo -"Sésamo: ciérrate", y la roca se cerró con él dentro.
Una hora estuvo Kassim parado frente a las montañas de moneda de oro y de piedras preciosas.
"Aunque tenga que venir todos los días -pensó-, no dejaré la más mínima cosa de valor que haya aquí.
Me lo voy a llevar todo a mi casa.
Y se puso a morder las monedas para ver si eran falsas. Después empezó a elegir entre las piedras
preciosas. "Aunque me las llevaré todas, es mejor que empiece por las más grandes, no vaya a ser que
por h o por b mañana no pueda venir y me quede sin las mejores."
La elección le llevó unas cinco horas. Pero en ningún momento se sintió cansado. "Es el trabajo más
hermoso que hice en mi vida. Gracias al tonto de mi hermano, me he convertido en el hombre más rico
del mundo." Y cuando cargó las 24 bolsas se dispuso a partir.
-¿Qué era lo que tenía que decir? -se preguntó-. Ah, sí ahora recuerdo... Y muy emocionado dijo:
"Alpiste: ábrete". Pero la roca ni se movió. -¡Alpiste: ábrete! -repitió Kassim. Pero la roca no obedeció.
-Por Dios -dijo Kassim-, olvidé el nombre de la semilla. ¿Por qué no lo habré anotado en un papelito? Y,
desesperado, empezó a pronunciar el nombre de todas las semillas que recordaba: "Cebada: ábrete";
"Maíz: ábrete"; "Garbanzo: ábrete".
Al final, totalmente asustado, ya no sabía qué decir: "Zanahoria: ábrete"; "Coliflor: ábrete"; "Calabaza:
ábrete". Hasta que la roca se abrió. Pero no por Kassim sino por los cuarenta ladrones que regresaban. Y
cuando vieron a Kassim, le ​cortaron​ la cabeza.
-¿Cómo habrá entrado aquí? -preguntó uno de los ladrones. -Ya lo averiguaremos -dijo el jefe-. -Ahora
salgamos a robar otra vez. Y se fueron a robar, después de dejar bien cerrada la roca.
Pero Alí Babá estaba preocupado porque Kassim no regresaba. Entonces fue a buscarlo a la roca. Dijo
"Sésamo: ábrete", y cuando entró vio a Kassim muerto.
Llorando, se lo llevó a su casa para darle sepultura. Pero había un problema: ¿qué diría a los vecinos? Si
contaba que Kassim había sido muerto por los ladrones se descubriría el secreto, y eso, ya lo sabemos,
no convenía.
-Digamos que murió de muerte natural -dijo Luz de la Noche. -¿Cómo vamos a decir eso? Nadie se muere
sin cabeza -dijo Alí Babá. -Yo lo resolveré -dijo Luz de la Noche, y fue a buscar a un zapatero.
Camina que camina, llegó a la casa del ​zapatero​.
-"Zapatero -le dijo-, voy a vendarte los ojos y te llevaré a mi casa." - "Eso nunca -le contestó el zapatero-.
-Si voy, iré con los ojos bien libres." -No, repuso Luz de la Noche. Y le dio una moneda de oro. -¿Y para
qué quieres vendarme los ojos?- preguntó el zapatero. -Para que no veas adónde te llevo y no puedas

11
decir a nadie dónde queda mi casa- dijo Luz de la Noche, y le dio otra moneda de oro. -¿Y qué tengo que
hacer en tu casa?- preguntó el zapatero. -Coser a un muerto, le explicó Luz de la Noche. -Ah, no -dijo el
zapatero-, eso sí que no", y tendió la mano para que Luz de la Noche le diera otra moneda. -Está bien
-dijo el zapatero después de recibir la moneda-, vamos a tu casa. Y fueron. El zapatero cosió la cabeza
del muerto, uniéndola. Y todo lo hizo con los ojos vendados. Finalmente volvió a su casa acompañado
por Luz de la Noche y allí se quitó la venda.
-No cuentes a nadie lo que hiciste -le advirtió Luz de la Noche. Y se fue contenta, porque con su plan ya
estaba todo resuelto. De manera que cuando los vecinos fueron informados que Kassim había muerto,
nadie sospechó nada. Y eso fue lo que pasó con Kassim, el malo, el haragán, el de mala memoria.
Pero resulta que los ladrones volvieron a la roca y vieron que Kassim no estaba. Ninguno de los ladrones
era muy inteligente que digamos, pero el jefe dijo: -Si el muerto no está, quiere decir que alguien se lo
llevó. -Y si alguien se lo llevó, quiere decir que alguien salió de aquí llevándoselo -dijo otro ladrón. -Pero
si alguien salió de aquí llevándoselo, quiere decir que primero entró alguien que después se lo llevó -dijo
el jefe de los ladrones. -¿Pero cómo va a entrar alguien si para entrar tiene que pronunciar las palabras
mágicas secretas, que por ser secretas nadie conoce? -dijo otro ladrón. Después de cavilar hasta el
anochecer, el jefe dijo:
-Quiere decir que si alguien salió llevándose a ese muerto, quiere decir que antes de salir entró, porque
nadie puede salir de ningún lado si antes no entra. Quiere decir que el que entró pronunció las palabras
secretas. -¿Y eso qué quiere decir? -preguntaron los otros 39 ladrones. -¡Quiere decir que alguien
descubrió el secreto! -contestó el jefe. -¿Y eso qué quiere decir? -preguntaron los 39. -¡Que hay que
cortarle la cabeza! -¡Muy bien! ¡Cortémosela ahora mismo! Y ya salían a cortarle la cabeza cuando el jefe
dijo: -Primero tenemos que saber quién es el que descubrió nuestro secreto. Uno de ustedes debe ir al
pueblo y averiguarlo. -Yo iré -dijo el ladrón número 39. (El número 40 era el jefe). Cuando el ladrón
número 39 llegó al pueblo, pasó frente al taller de un zapatero y entró. Dio la casualidad de que era el
zapatero que ya sabemos.
-Zapatero -dijo el ladrón número 39-, estoy buscando a un muerto que se murió hace poco.¿No lo viste?
-¿Uno sin cabeza? - preguntó el zapatero. -El mismo -dijo el ladrón número 39. -No, no lo vi -dijo el
zapatero. -De mí no se ríe ningún zapatero -dijo el ladrón-. Bien sabes de quién hablo. -Sí que sé, pero
juro que no lo vi. Y el zapatero le contó todo.
-Qué lástima -se lamentó el 39-, yo quería recompensarte con esta linda bolsita. Y le mostró una bolsita
llena de moneditas de oro. -Un momento -dijo el zapatero-, yo no vi nada, pero debes saber que los
ciegos tienen muy desarrollados sus otros sentidos. Cuando me vendaron los ojos, súbitamente se me
desarrolló el sentido del olfato. Creo que por el olor podría reconocer la casa a la que me llevaron. Y
agregó: "Véndame los ojos y sígueme. Me guiaré por mi nariz".
Así se hizo. Con su nariz al frente fue el zapatero oliendo todo. Detrás de él iba el ladrón número 39.
Hasta que se pararon frente a una casa.
-Es ésta -dijo el zapatero-. La reconozco por el olor de la leña que sale de ella.
-Muy bien -respondió el ladrón número 39-. Haré una marca en la puerta para que pueda guiar a mis
compañeros hasta aquí y cumplir nuestra venganza amparados por la oscuridad de la noche.
Y el ladrón hizo una cruz en la puerta. Después, ladrón y zapatero se fueron, cada cual por su camino.
Pero Luz de la Noche había visto todo. Entonces salió a la calle y marcó la puerta de todas las casas con
una cruz igual a la que había hecho el ladrón. Después se fue a dormir muy tranquila.
-Jefe -dijo el ladrón número 39 cuando volvió a la guarida secreta-, con ayuda de un zapatero descubrí la
casa del que sabe nuestro secreto y ahora puedo conducirlos hasta ese lugar.
-¿Aun en la oscuridad de la noche? ¿No te equivocarás de casa? -preguntó el jefe.
-No. Porque marqué la puerta con una cruz.
-Vamos -dijeron todos. Y blandiendo sus alfanjes se lanzaron a todo galope.
-Ésta es la casa -dijo el ladrón número 39 cuando llegaron a la primera puerta del pueblo. -¿Cuál?
-preguntó el jefe. -La que tiene la cruz en la puerta. -¡Todas tienen una cruz! ¿Cuántas puertas marcaste?
El ladrón número 39 casi se desmaya. Pero no tuvo tiempo porque el jefe, enfurecido, le cortó la cabeza.
Y, sin pérdida de tiempo, ordenó el regreso. No querían levantar sospechas. - Alguien tiene que volver al
pueblo, hablar con ese zapatero y tratar de dar con la casa. -Iré yo -dijo el ladrón número 38.
Y fue. Y encontró la casa del zapatero. Y el zapatero se hizo vendar los ojos. Y le señaló la casa. Y el ladrón
número 38 hizo una cruz en la puerta. Pero de color rojo y tan chiquita que apenas se veía. Después,
zapatero y ladrón se fueron, cada cual por su camino.

12
Pero Luz de la Noche vio todo y repitió la estratagema anterior: en todas las puertas de la vecindad
marcó una cruz roja, igual a la que había hecho el bandido.
-Jefe, ya encontré la casa y puedo guiarlos ahora mismo -dijo el ladrón número 38 cuando volvió a la roca
mágica. - ¿No te confundirás? -dijo el jefe. -No, porque hice una cruz muy pequeña, que solo yo sé cuál
es. Y los treinta y nueve ladrones salieron a todo galope.
-Esta es la casa -dijo el ladrón número 38 cuando llegaron a la primera puerta del pueblo. -¿Cuál?
-preguntó el jefe. -La que tiene esa pequeña cruz colorada en la puerta. -Todas tienen una pequeña cruz
colorada en la puerta -dijo el jefe de los bandidos. Y le cortó la cabeza. Después el jefe dijo: "Mañana
hablaré yo con ese zapatero". Y ordenó el regreso.
Al día siguiente el jefe de los ladrones buscó al zapatero. Y lo encontró. Y el zapatero se hizo vendar los
ojos. Y lo guió. Y le mostró la casa. Pero el jefe no hizo ninguna cruz en la puerta ni otra señal. Lo que
hizo fue quedarse durante diez minutos mirando bien la casa.
-Ahora soy capaz de reconocerla entre diez mil casas parecidas. Y fue en busca de sus muchachos.
-Ladrones -les dijo-, para entrar en la casa del que descubrió nuestro secreto y cortarle la cabeza sin
ningún problema, me ​disfrazaré​ de vendedor de aceite. En cada caballo cargaré dos tinas de aceite sin
aceite. Cada uno de ustedes se esconderá en una tina y cuando yo dé la orden ustedes saldrán de la tina
y mataremos al que descubrió nuestro secreto y a todos los que salgan a defenderlo. -Muy bien -dijeron
los ladrones.
Los caballos fueron cargados con las tinas y cada ladrón se metió en una de ellas. El jefe se disfrazó de
vendedor de aceite y después tapó las tinas. Esa tarde los 38 ladrones entraron en el pueblo.
Todos los que los vieron entrar pensaban que se trataba de un vendedor que traía 37 tinas de aceite.
Llegaron a la casa de Alí Babá y el jefe de los ladrones pidió permiso para pasar. -¿Quién eres? -preguntó
Alí Babá. -Un pacífico vendedor de aceite -dijo el jefe de los bandidos-. Lo único que te pido es albergue,
para mí y para mis caballos. -Adelante, pacífico vendedor -dijo Alí Babá.
Y les dio albergue. Y también comida, y dulces y licores. Pero el jefe de los ladrones lo único que quería
era que llegara la noche para matar a Alí Babá y a toda su familia. Y la noche llegó. Pero resulta que hubo
que encender las lámparas.
-Nos hemos quedado sin una gota de aceite -dijo Luz de la Noche-, y no puedo encender las lámparas.
Por suerte hay en casa un vendedor de aceites; sacaré un poco de esas grandes tinas que él tiene- Luz de
la Noche tomó un pesado cucharón de cobre y fue hasta la primera tina y levantó la tapa. El ladrón que
estaba adentro creyó que era su jefe que venía a buscarlo para lanzarse al ataque, y asomó la cabeza.
-¡Qué aceite más raro! -exclamó Luz de la Noche, y le dio con el cucharón en la cabeza. El ladrón no se
levantó más. Luz de la Noche fue hasta la segunda tina y levantó la tapa, y otro ladrón asomó la cabeza,
creyendo que era su jefe. -Un aceite con turbantes -dijo Luz de la Noche. Y le dio con el cucharón. El
ladrón no se levantó más.
Tina por tina recorrió Luz de la Noche, y en todas le pasó lo mismo. A ella y al que estaba adentro.
Enojadísima, fue a buscar al vendedor de aceite, y blandiendo el cucharón le dijo: -Es una vergüenza. No
encontré ni una miserable gota de aceite en ninguna de sus tinas. ¿Con qué enciendo ahora mis
lámparas? Y le dio con el cucharón en la cabeza. El jefe de los ladrones cayó redondo.
-¿Por qué tratas así a mis huéspedes? -preguntó Ali Babá.
Entonces Luz de la Noche quitó el disfraz al jefe de la banda y todo quedó aclarado. Como es de
imaginar, los ladrones recibieron su merecido. Y eso fue lo que pasó con ellos.

13
Fecha:...................................

RESPONDE

1. ¿En qué lugar sucedieron los hechos?


2. ¿Cómo se llamaba el hermano de Alí Babá?
3. ¿Qué diferencias existían entre los dos hermanos?
4. ¿Qué palabras mágicas utilizaba el jefe de los ladrones?
5. ¿Cuál fue el motivo de la muerte de Kassim?
6. ¿Qué acciones realizó Luz de Noche para ayudar a Alí Babá?
7. ¿Qué crees que hubiera sucedido si Luz de Noche no hubiera ido a buscar aceite?
8. ¿Qué otro final podrías darle al cuento?
9. Búsqueda del culpable: Une con una línea la columna A con la B, según quién
realizó la acción:

COLUMNA A COLUMNA B

Muestra a los ladrones cuál es la casa de Alí Babá. Ladrón

Descubre el plan de los ladrones Alí Babá

Simula ser un vendedor de tinajas de aceite. Luz de Noche

Pregunta al zapatero si hay un muerto. Mujer de Kassim

Descubre que Alí Babá tiene un tesoro en la casa. Mujer de Alí Babá

Mide el valor del tesoro. Zapatero

Descubre una cueva con un gran tesoro. Jefe de los ladrones

14
Fecha:...................................

Ricitos de Oro

Érase una vez una familia de osos que vivían en una linda casita en el bosque. Papá Oso
era muy grande, Mamá Osa era de tamaño mediano y Osito era pequeño.

Una mañana, Mamá Osa sirvió la más deliciosa avena para el desayuno, pero como
estaba demasiado caliente para comer, los tres osos decidieron ir de paseo por el bosque
mientras se enfriaba. Al cabo de unos minutos, una niña llamada Ricitos de Oro llegó a la
casa de los osos y tocó la puerta. Al no encontrar respuesta, abrió la puerta y entró en la
casa sin permiso.
En la cocina había una mesa con tres tazas de avena: una grande, una mediana y una
pequeña. Ricitos de Oro tenía un gran apetito y la avena se veía deliciosa. Primero, probó
la avena de la taza grande, pero la avena estaba muy fría y no le gustó. Luego, probó la
avena de la taza mediana, pero la avena estaba muy caliente y tampoco le gustó. Por
último, probó la avena de la taza pequeña y esta vez la avena no estaba ni fría ni caliente,
¡estaba perfecta! La avena estaba tan deliciosa que se la comió toda sin dejar ni un
poquito.
Después de comer el desayuno de los osos, Ricitos de Oro fue a la sala. En la sala había
tres sillas: una grande, una mediana y una pequeña. Primero, se sentó en la silla grande,
pero la silla era muy alta y no le gustó. Luego, se sentó en la silla mediana, pero la silla
era muy ancha y tampoco le gustó. Fue entonces que encontró la silla pequeña y se sentó
en ella, pero la silla era frágil y se rompió bajo su peso.
Buscando un lugar para descansar, Ricitos de Oro subió las escaleras, al final del pasillo
había un cuarto con tres camas: una grande, una mediana y una pequeña. Primero, se
subió a la cama grande, pero estaba demasiado dura y no le gustó. Después, se subió a
la cama mediana, pero estaba demasiado blanda y tampoco le gustó. Entonces, se acostó
en la cama pequeña, la cama no estaba ni demasiado dura ni demasiado blanda. De
hecho, ¡se sentía perfecta! Ricitos de Oro se quedó profundamente dormida.
15
Al poco tiempo, los tres osos regresaron del paseo por el bosque. Papá Oso notó
inmediatamente que la puerta se encontraba abierta:
—Alguien ha entrado a nuestra casa sin permiso, se sentó en mi silla y probó mi avena
—dijo Papá Oso con una gran voz de enfado.
—Alguien se ha sentado en mi silla y probó mi avena —dijo Mamá Osa con una voz
medio enojada.
Entonces, dijo Osito con su pequeña voz:

—Alguien se comió toda mi avena y rompió mi silla.


Los tres osos subieron la escalera. Al entrar en la habitación, Papá Oso dijo:

—¡Alguien se ha acostado en mi cama!

Y Mamá Osa exclamó:

—¡Alguien se ha acostado en mi cama también!

Y Osito dijo:

—¡Alguien está durmiendo en mi cama! —y se puso a llorar desconsoladamente.


El llanto de Osito despertó a Ricitos de Oro, que muy asustada saltó de la cama y corrió
escaleras abajo hasta llegar al bosque para jamás regresar a la casa de los osos.

16
Fecha:...................................

17
Fecha:...................................

18
Fecha:...................................

19
Fecha:...................................

20
21
Fecha:...................................

22
23
24
25
Fecha:...................................

26
27
Fecha:...................................

28
29
30
Fecha:...................................

31
32
33
34
Fecha:...................................

La Cenicienta

Hace muchos años, en un lejano país, había una preciosa muchacha de ojos
verdes y rubia melena. Además de bella, era una joven tierna que trataba a todo el
mundo con amabilidad y siempre tenía una sonrisa en los labios.

Vivía con su madrastra, una mujer déspota y mandona que tenía dos hijas tan
engreídas como insoportables. Feas y desgarbadas, despreciaban a la dulce
muchachita porque no soportaban que fuera más hermosa que ellas.

La trataban como a una criada. Mientras las señoronas dormían en cómodas


camas con dosel, ella lo hacía en una humilde buhardilla. Tampoco comía los
mismos manjares y tenía que conformarse con las sobras. Por si fuera poco, debía
realizar el trabajo más duro del hogar: lavar los platos, la ropa, fregar los suelos y
limpiar la chimenea. La pobrecilla siempre estaba sucia y llena de ceniza, así que
todos la llamaban Cenicienta.

Un día, llegó a la casa una carta proveniente de palacio. En ella se decía que
Alberto, el hijo del rey, iba a celebrar esa noche una fiesta de gala a la que estaban
invitadas todas las mujeres solteras del reino. El príncipe buscaba esposa y esperaba
conocerla en el baile.

¡Las hermanastras de Cenicienta se volvieron locas de contento! Se


precipitaron a sus habitaciones para elegir pomposos vestidos y las joyas más
estrafalarias que tenían para poder impresionarle. Las dos suspiraban por el guapo
heredero y se pusieron a discutir acaloradamente sobre quién de ellas sería la
afortunada.

Cenicienta las miraba medio escondida y soñaba con acudir a ese maravilloso
baile. Como un sabueso, la madrastra apareció entre las sombras y le dejó claro que
sólo era para señoritas distinguidas.

– ¡Ni se te ocurra aparecer por allí, Cenicienta! Con esos andrajos no puedes
presentarte en palacio. Tú dedícate a barrer y fregar, que es para lo que sirves.

35
La pobre Cenicienta subió al cuartucho donde dormía y lloró amargamente. A
través de la ventana vio salir a las tres mujeres emperifolladas para dirigirse a la gran
fiesta, mientras ella se quedaba sola con el corazón roto.

– ¡Qué desdichada soy! ¿Por qué me tratan tan mal? – repetía sin consuelo.

De repente, la estancia se iluminó. A través de las lágrimas vio a una mujer de


mediana edad y cara de bonachona que empezó a hablarle con voz aterciopelada.

– Querida… ¿Por qué lloras? Tú no mereces estar triste.

– ¡Soy muy desgraciada! Mi madrastra no me ha permitido ir al baile de palacio. No


sé por qué se portan tan mal conmigo. Pero… ¿quién eres?

– Soy tu hada madrina y vengo a ayudarte, mi niña. Si hay alguien que tiene que
asistir a ese baile, eres tú. Ahora, confía en mí. Acompáñame al jardín.

Salieron de la casa y el hada madrina cogió una calabaza que había tirada
sobre la hierba. La tocó con su varita y por arte de magia se transformó en una
lujosa carroza de ruedas doradas, tirada por dos esbeltos caballos blancos. Después,
rozó con la varita a un ratón que correteaba entre sus pies y lo convirtió en un flaco y
servicial cochero.

– ¿Qué te parece, Cenicienta?… ¡Ya tienes quien te lleve al baile!

– ¡Oh, qué maravilla, madrina! – exclamó la joven- Pero con estos harapos no puedo
presentarme en un lugar tan elegante.

Cenicienta estaba a punto de llorar otra vez viendo lo rotas que estaban sus
zapatillas y los trapos que tenía por vestido.

– ¡Uy, no te preocupes, cariño! Lo tengo todo previsto.

Con otro toque mágico transformó su desastrosa ropa en un precioso vestido


de gala. Sus desgastadas zapatillas se convirtieron en unos delicados y hermosos
zapatitos de cristal. Su melena quedó recogida en un lindo moño adornado con una
diadema de brillantes que dejaba al descubierto su largo cuello ¡Estaba radiante!
Cenicienta se quedó maravillada y empezó a dar vueltas de felicidad.

– ¡Oh, qué preciosidad de vestido! ¡Y el collar, los zapatos y los pendientes…! ¡Dime
que esto no es un sueño!

– Claro que no, mi niña. Hoy será tu gran noche. Ve al baile y disfruta mucho, pero
recuerda que tienes que regresar antes de que las campanadas del reloj den las
doce, porque a esa hora se romperá el hechizo y todo volverá a ser como antes ¡Y
ahora date prisa que se hace tarde!

– ¡Gracias, muchas gracias, hada madrina! ¡Gracias!

Cenicienta prometió estar de vuelta antes de medianoche y partió hacia


palacio. Cuando entró en el salón donde estaban los invitados, todos se apartaron
para dejarla pasar, pues nunca habían visto una dama tan bella y refinada. El
príncipe acudió a besarle la mano y se quedó prendado inmediatamente. Desde ese
momento, no tuvo ojos para ninguna otra mujer.

36
Su madrastra y sus hermanas no la reconocieron, pues estaban acostumbradas a verla
siempre harapienta y cubierta de ceniza. Cenicienta bailó y bailó con el apuesto príncipe
toda la noche. Estaba tan embelesada que le pilló por sorpresa el sonido de la primera
campanada del reloj de la torre marcando las doce.

– ¡He de irme! – susurró al príncipe mientras echaba a correr hacia la carroza que le esperaba
en la puerta.

– ¡Espera!… ¡Me gustaría volver a verte! – gritó Alberto.

Pero Cenicienta ya se había alejado cuando sonó la última campanada. En su


escapada, perdió uno de los zapatitos de cristal y el príncipe lo recogió con cuidado. Después
regresó al salón, dio por finalizado el baile y se pasó toda la noche suspirando de amor.

Al día siguiente, se levantó decidido a encontrar a la misteriosa muchacha de la que se


había enamorado, pero no sabía ni siquiera cómo se llamaba. Llamó a un sirviente y le dio
una orden muy clara:

– Quiero que recorras el reino y busques a la mujer que ayer perdió este zapato ¡Ella será la
futura princesa, con ella me casaré!

El hombre obedeció sin rechistar y fue casa por casa buscando a la dueña del delicado
zapatito de cristal. Muchas jóvenes que pretendían al príncipe intentaron que su pie se
ajustara a él, pero no hubo manera ¡A ninguna le servía!

Por fin, se presentó en el hogar de Cenicienta. Las dos hermanas bajaron cacareando
como gallinas y le invitaron a pasar. Evidentemente, pusieron todo su empeño en calzarse el
zapato, pero sus enormes y gordos pies no entraron en él ni de lejos. Cuando el sirviente ya
se iba, Cenicienta apareció en el recibidor.

– ¿Puedo probármelo yo, señor?

Las hermanas, al verla, soltaron unas risotadas que más bien parecían rebuznos.

– ¡Qué desfachatez! – gritó la hermanastra mayor.

– ¿Para qué? ¡Si tú no fuiste al baile! – dijo la pequeña entre risitas.

Pero el lacayo tenía la orden de probárselo a todas, absolutamente todas, las mujeres
del reino. Se arrodilló frente a Cenicienta y con una sonrisa, comprobó cómo el fino pie de la
muchacha se deslizaba dentro de él con suavidad y encajaba como un guante.

¡La cara de la madre y las hijas era un poema! Se quedaron patidifusas y con una
expresión tan bobalicona en la cara que parecían a punto de desmayarse. No podían creer
que Cenicienta fuera la preciosa mujer que había enamorado al príncipe heredero.

– Señora – dijo el sirviente mirando a Cenicienta con alegría – el príncipe Alberto la espera.
Venga conmigo, si es tan amable.

Con humildad, como siempre, Cenicienta se puso un sencillo abrigo de lana y partió
hacia el palacio para reunirse con su amado. Él la esperaba en la escalinata y fue corriendo a
abrazarla. Poco después celebraron la boda más bella que se ​recuerda y fueron muy
felices toda la vida. Cenicienta se convirtió en una princesa muy querida y respetada por su
pueblo.

37
1. Completa el cuadro

Personajes del Lugar donde se Tiempo en el que Tema del cuento


cuento desarrolla se desarrolla

2. Subraya en el cuento dos momentos en que un personaje haya


maltratado a otro
3. Reemplaza las palabras subrayadas por los sinónimos correspondientes

4. Señala y numera los párrafos de la página 34.

38
CUENTO REALISTA

39
Fecha: ………………….

40
41
42
43
Fecha: ………………….

44
Fecha: ………………….

45
Fecha: ………………….

46
Fecha: ………………….

47
Fecha: ………………….

48
49
POESÍA

50
Fecha:...................................

Cenicienta no escarmienta
Guillermo Saavedra
Lava ropa, seca platos,
¿Se acuerdan de Cenicienta, lustra botas y zapatos,
esa pequeña harapienta por la tarde baña patos
cuyas hermanas mugrientas mientras encera a los gatos.
la trataban de sirvienta?
El príncipe, Sinforoso,
Pues bien, una vez casada se empezó a poner nervioso:
con el príncipe y mudada cuando él se pone mimoso,
a su palacio en Posadas, ella se va a planchar osos.
no cambió nada de nada.
Y es probable que algún día
Se le metió en la cabeza le diga: “Querida mía,
el furor por la limpieza no soporto esta manía,
y sale a barrer las piezas vete a bañar a tus tías”.
con su traje de princesa.

Por la mañana temprano,


con un cepillo de mano,
rasquetea los enanos
del jardín, y a los gusanos.

Que salen a ver qué pasa


los lleva hasta la terraza
para sacarles la grasa.

Limpia ventanas y pisos


con el piolín de un chorizo
fabricado por un suizo
coloradito y petiso.

Comprensión

1) ¿Qué manía tiene Cenicienta?

2) ¿Cómo se llama el príncipe?

3) ¿Qué podrá llegar a decirle el príncipe a Cenicienta cuando ya no soporte su manía?

4) ¿Por qué la poesía se llama: “Cenicienta no escarmienta”?

5) Inventa una nueva estrofa para agregar a la poesía, en la que la princesa ordene o limpie el
aula, el patio u otro ámbito de la escuela.
51
Fecha:...................................

52
Resolver las siguientes actividades

1) Responder: ¿Qué le pasó al tomate?

2) Expliquen con sus palabras los siguientes versos:

❖ su vestido rojo,:

❖ todo descosido,:

❖ cayó haciendo arrugas:

❖ al mar de lechugas:

3) ¿Cuál es la historia que cuenta “Se mató un tomate”? ¿Qué cosa es un disparate?

4) Busca en “Se mató un tomate” palabras que rimen de manera consonante con las
siguientes:

● flautines:

● espinaca:

● fuente:

● berenjenas:

5) ¿Qué imágenes sensoriales encuentras en los siguientes versos? Subráyalas con diferentes
colores.

★ choclos musiqueros:

★ con negros sombreros:

★ tocaban violines:

★ quenas y flautines:

53
Fecha:...................................

54
55
56
Fecha:...................................

57
Fecha:...................................

58
Fábula

59
Fecha:...................................

60
61
62
Fecha:...................................

63
Fecha:...................................

64
Fecha:...................................

65
Fecha: …………………….

66
67
Fecha: …………………….

68
69
Fecha: ……………..

70
71
Fecha: …………………………..

72
Fecha: …………………….

73
Fecha: …………………….

74

También podría gustarte