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capital cultural,
escuela
y espacio social
compilación y traducción
de isabel jiménez
siglo
veintiuno
editores
~ gru po editorial
~siglo veintiuno
siglo xxi editores, s. a. de c. v. siglo xxi editores, s. a.
CEmO DEL N3UA 248, fO.EOO OF l'EFJ"EfllS, GUATEUAlil 4824, C 1425 BU',
04310, Mi'XI:::O, Cl' aJENOS AllES, AAGEN11NA
salto de página, s. l. biblioteca nueva, s. l.
ALMAGRO 38, 28010, NMAGAO 38, 28010,
'-"'11'10, ESPI>ÑA MAOAD, ESPAÑA
HM588
B6818
2011 Bourdieu, Pierre, Capital cultuml, escuela.y espacro social 1
por Picrre Bourdieu ; compilación y traducción de
lsabel j iménez.- ed. rev. y corr.- México: Siglo XXI,
20 11 .
184 p. - (Sociología y política)
ISBN-13: 978-607.()3-0290-9
PRIMERA PARTE:
LAS CIENCIAS DEL OF1CIO
4. Profesión: científico 59
SEGUNDA PARTE:
'/
6. Sociología y democracia 87
TERCERA PARTE:
EL HOMBRJ:: EN EL OFICIO
'',. los que se destaca un modelo de a nálisis del espacio social es-
'' tldurado por dos formas de capital: el capital económico y el capi-
tnl mltural.
En el segundo, se incluyen varios textos e n los que el autor ex-
plica el peso del sistema escolar en la adquisición del capital cultu-
wl, así como los mecan ismos a través de los cuales este último se
t' utrclaza con el capital económico, y contribuye así a la reproduc-
' iún de la estructura del espacio social. Y e n el tercero se presenta
una serie de textos breves e n Jos que el autor habla de otros inte-
lt-nuales como él, interlocutores, finalmente, de su vasta obt-a .
I SABELjlMÉNEZ.
14 CAPITAL CULTURAL, ESCUELA Y ESPACIO SOCIAL
,.,.. v ~'
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rL.
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(tt ,. -
-aunque habría que examinar todavía más la problemática-la
diferencia entre la recepción nacional, en el país, donde hay
enemigos, competidores directos y amigos, donde las connota-
~ ciones políticas (en el sentido extenso pero también en el senc
Lido específico de política intelectual, vinculado a la posición
dentro del campo) son escuchadas, y la recepción en el extran-
jero~ Y también entre la recepción de los contemporáneos y la
recepción en el futuro (próximo, como nosotros hoy con Fou-
cault, o lejano) .
Hay también lecturas directas pero encuadradas. El papel del
sistema escolar es desde este punto de vista capital; los profeso-
t·es son un filtro o una pantalla entre lo que los investigadores
buscan decir y lo que los estudiantes reciben. Se dice, por ejem-
plo, que Wiugenstein demolió los falsos problemas filosóficos
nacirlos de los abusos del lenguaje. ~ hecho, se olvida decir
también que él señaló que el gran obstáculo al progreso de la fi-
losofia son los filósofos que transmiten falsos problemas canóni-
cos~ que ~tá n frecuentemente dotados de una autoridad mile-
naria e increíblemente dificil de destruir. Ahora bien, sobre
Foucault circula toda una serie de problemas que son en buena
parte producto de la lectura escolar. Está también el papel de los
libros de Foucault, numerosos, fresuentemente fuera de curso y
destinados a reducirse a fragmentos escogidos. Y habría que ver,
por último, cómo circula Foucault para quienes no han leído
nada de él. En fin, hay quienes no pueden ni siquiera leer a Fou-
rault, porque les resulta insoportable. ¿Por qué? Porque hay co-
sas en el ser de Foucault que ellos no quieren saber. ~s todo eso
lo que se o lvida siempre en el análisis de la "recepción": para en-
tender la recepción, hay que entender las fuerzas de la no recep-
ción, el rechazo a saber, el "odio por la verdaq::,~~queJ2scaL
habla en alguna parte. Sartre, en una nota de La critica de la razón
rlialéctica, dice, a p-;;pósito de sus lecturas juveniles de Marx (que
no se leía en la universidad): "Yo comprendía todo y no com-
prendía nada". Quiere decir que hay una comprensión (escolar
en general) que es una no comprensión, un hacer como si se
P " '·- 20 CAPITA L CULTURAL, ESCUELA Y ESPAC IO SOCIAL
t~ ~\
:--- comprendiera, una falta d e comprensión fund ada e n resisten-
~' cias profundas. Foucault, como todos los pensadores un poco ra-
·, dicales y subversivos, se escondió y se sigue escondiendo aún por
.J formidables resistencias a la lectura.
\.1
Frente a todas las am e nazas que encierra la recepción, se
puede preguntar muy seriam ente .si._un_pensador consciente...nb
tiene inte rés, a veces, en volverse ilegible, no en el sentido <!_cU.¡¡
gran oscuridad carismática _propia de Heidegger y-Holderl-~Ft;-
~.::: , quiero decir, en hacerse difícil de leer para tratar de tener al~
'"' .!lOS verdaderos lectores, e n vez de muchos de esos terribles_!!Q..
- "> l~ctores que parece <J._Úe l~n. Es una cuestión muy foucaultiana,
que debe, yo creo, plantearse en sus palinodias (porque él fue
evolucionando, cambiando) . Desde este punto d e vista, las entre-
vistas son muy importantes porque dejan ver lo que coexiste con
esta suerte d e fachada a la que estamos reducidos, como lecto-
res, cuando no tenemos acceso sino a la parte pública de la obra.\
(Aquí está otra diferencia entre los contemporáneos y la posteri-
dad: una obra no es accesible en su totalidad sino como pós-
tuma; los contemporáneos sólo tienen acceso a una parte ínfima
de la obra - ignoran la mayor parte de las entrevistas, la corres-
pondencia privada, 'te.- y, si se puede decir así, pedazo a pe-
dazo, e n orden cronológico, y no de una vez, uno intuitu, como
en las obras completas.)
Todo esto nos lleva a terminar con una exhortación a la duda
sobre la posibilidad de recibir realmente una obra, duda que es
la condició n de una recepción no demasiado mala, activa, prác-
tica, no fetichista, d estinada no a una suerte de en cantamiento
cultural e n torno al au tor sino a un uso activo del autor, en una
práctica que puede ser cie ntífica, o quizá también judicial.
PRIMERA PARTE
Las ciencias del oficio
(
2. :Espacio social y espacio simbólico
Introducción a una lectura
japonesa de La distinción•
.·
\ ·
ESPACIO SOCIAL Y ESPACIO S IMBÓLICO 25
---
Pero las cosas no son así de simples y ~e preguntarse ade-
más cuáles son las dife rencias históricas (y¿ería necesario ¡nv;::-
~
car aquí toda la historia política de Japón y de Fra~ue ha-
cen que la misma convicción de no tener la competencia,
.-- -
estatutaria y técnica, indispe nsable para la participación, y la
misma disposición a la delegación incondicional, beneficie en
.~ , )L~\l'\'
·• \ ' ESP~CIO SOCIAL Y F-'> PAG IO SIMBÓLICO
•, 1
t 1 l' t
'"'"'' 1 \ 1 '~. \ )/.• ·'
un caso, a través del clientelismo, a los partidos conservadores,
mientras que en el otro caso beneficie también (al menos hasta
hace muy poco) al partido comunista, q ue encuentra en esta /
~.¿/
base dócil las condiciones de un "centralism o" férti l para las vol- ~ ~~,
teretas políticas. ~' 1
El modo de pensar sustancialista, que es el del sentido co-
1
mún - y el del racismo- y que lleva a tratar las actividades o ·
las preferencias propias de ciertos individuos o de ciertos gru- "::,."
pos de una cierta sociedad, en un cierto momento, como pro- C. r,;.
piedades sustanciales inscriptas de una vez por todas en una ~ ·._
suerte de esencia, conduce a los mismos errores en la compara- (
ción no sólo entre socie~ades diferentes, sino e ntre ~eríodos ~~
sucesivos de la misma soCiedad. Algunos pueden ver ast una re-
futación del modelo propuesto -en e l que el diagrama que
presenta la correspondencia entre el espacio de las clases cons-
truidas y el espacio de las prácticas propone una figuración grá-
fica y sinóptica-! en el hecho de que, por ejemplo, el tenis o
el mismo golf ya no están, hoy en día, tan exclusivamen te aso-
ciados, como en o tro tiempo, a las posiciones dominantes o a
los deportes nobles, de igual forma en que la equi tació n y la es-
grima ya no son el entretenimiento de los nobles como lo fue-
ron en sus comie nzos (sucede lo mismo en Japón con las artes
marciales).~ inicialmen~ no b,k !!J!S!de ser abando-
nada por los nobles, y es muy frecuente que la adopte una frac-
ción creciente de burgueses o pequeño-burgueses, incluso las
clases po pulares (así fue e n Fran cia con el boxeo, que los aris-
tócratas de fines del siglo XIX practicaban fe\izmente); una
práctica inicialmente popular puede ser retomada en otro mo-
mento por los nobles. En fin, hay que cuidarse de transformar
en propie dades necesarias e intrínsecas de un g rupo cual-
quiera (la no bleza, los samurai, lo mismo que los obreros o los
empleados) las propiedades que les incumben en un momento
dado del Liempo a partir de su posición en un espacio social
' ..\,'e~
¡.. , F;SPACIO SOCIAL Y ESPACIO S IMBÓLICO 29
/
/ t /.11 , (
pueden por ~Jem plo deducirse del hecho de que ocupen una
posición in termedia entre las dos posiciones extrem as, sin ser /
identificables objetivamente ni identificadas subjetivamente ..
e n una ni en otra.
El espacio social es construido de tal modo que. los agentes o
los g rupos son distribuidos e;:;_ él en func ión de su posición en
las d istribuciones estad ísticas según los dos principios d e difc- ;
\ renciación que, e n las sociedades más avanzadas, como Estados ~
Unidos, Japón o Francia, son sin ninguna d uda los más eficien- 6
tes: el capital económico y e l capital cultural. De ahí se sigue b ~
que los agentes se encuentran allí empleados de tal manera que
4
tienen tanto más en común en estas dos dimensiones cua]lto ob-,
más próximos estén, y tanto m enos cuanto más separados[ Las
distan_c~ e~acia l es sobre el papel equivalen a las d istancias so-
ciale§.l Más precisamente, como lo expresa el diagrama de La
J
distinción en el que traté de representar el espacio social (o en el
diagrama simplificado de la página siguien te), los agentes son 1
distribuidos, en la primera dimensión según el volumen global de_~ 1 ,1 •
4
capital que ellos poseen en sus diferentes especies, y en la se- ¡:,~.:, sr
gunda dimensión según la estructura de su capital, es decir, se- 61 ··,~~ \. '
gún el peso relativo a los diferentes tipos de capital (econó- Uh'lt r·
.tal As' .6'• 1-ro•
mico, cultural ) en el y.olumen tota1 d e su cap1 . I, para "'
CAPITAL CLORAL+
(todas las especia confundidas)
piano 1 bridge
golf
1
PROFESIONES UBERALES
' '·
PROFESO~
SUPEIUOR. , ajedrez w!UKy
>
~
"' ' ' , INGENIEROS t<rabble
' navepción
~ CUADR.OS PÚBU~ a ....
PR.OFESOR.ES '
SECUNDARIA montañll,
marcha '
nat¡oción
<urismo en biciclela ,..... nüneraJ VOTO POR LA DERECHA
SEilVICIOS \
MtDICOSOCJ~
ll'ITEilMEDIARIOS piw~ '
CULTIJR.AW expmlón corporal',
CUADROS MtDIOS
CAPITAL CULTUR.AL .COMDtaO CAPITAL CUL~-
CAPITAL ECONÓMICO- opereta 1 ¡l! CAPITAL ECONÓMICO •
1
JNSTR.ucroR.ES rtcNJcos ~ ¡g
CUADROS MEDIOS
ADMINISTR.ATIVOS
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EMPLEADOS DE : ;;f 8 §
COMEilCIO 1~ z:
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EMPLEADOS
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VOTOPOR
LA IZQUIERDA
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CONr'R.AMAESlllES pefa
OBREROS CAUflCADOS 1 o
Í"<J'' ck naipes 1\ltbol: acorckón
MANIOBRAS '
:
ASALARIADOS AGilfCOLAS
1!
CAPITAL GLOBAL-
ESPAC IO SOCIAL Y ESPACIO SIMBÓLI CO 31
r-
La segunda oposición, al igual que la primera, está en la base -~
de las diferencias en las disposiciones y, por ello, en las tomas de'(..
posición que pueden diferir en su contenido, según los momen- '1
tos y según las sociedades, o presentarse bajo una forma idén- ¡
ti ca, como la oposición entre los intelecLuales y los patrones que, ¿;e '"
t:n Francia y en e!Japón de la posguen-a, se traduce, en política, en
una oposición entre la izquierda y la derecha. Más general-
mente, el espacio de las eosicio~es sociales se retraduce en ~
~·
cspa~po.t:..intermedl2.ds;.¡ eSR~o..delas _
,/
;
dispos_ki<mes (o de los habitus); o, en otros términos, al sistema e
de separaciones diferencialesque define las diferentes posicio- 'i<. -:
nes en las dos dimensiones mayores del espacio social corres- ,- <
ponde un sistema de separaciones diferenciales en las propieda-
des de los agentes (o de las clases construidas de agentes), es
d ecir, en sus prácticas y en los bienes que ellos poseen.,:..A cada. _ ,
clase de posic!_?nes el habitu.s) quc es el producto de.condiciona- v" f
j j"
\
.. individualmente y sobre todo colectivamente, en la coo_pera-
ción y el conflicto, hay que añadir que esas co.nstrucciQnes no
"
' se operan en el vacío social, como parecen creer cie~
'"" ~
metodólogos~ la posición ocupada en c;l espacio social, es decir,
~· en la estructura de la distribución de los diferentes tipos de ca-
'X
pital, que son también armas, dirige las representaciones de
ese espacio y las tomas de posición en las luchas para conse.!:_-
'\.
varlo o transformarlo .
,.¡
Para resumir esta relación compleja entre las estructuras obje-
tivas y las construcciones subjetivas, que se sitúa más allá de las al-
ternativas ordinarias del objetivismo y del subjetivismo, del es-
tructuralismo y del constructivisrno y también del materialismo y
del idealismo, tengo el hábito de citar, deformándola un poco,
una fórmula célebre de Pascal: "El mundo me compren.@:, pero
yo lo comprendo". El mundo social me engloba y, como sigue di-
ciendo Pascal, "me engulle como un punto"._.Pero, primera in-
versión, este punto es un punto dR vista, el principio de una visión
perspectiva, de una comprensión, de una representación del
mundo. Dicho esto, nueva inversión, este punto de vista se man-
tiene como una mirada que parte de un punto situado en el es-
pacio social, una perspectiva definida en su forma y su contenido
por esa posición objetiva. El espacio social es la realidad primera
y la última, ya que dirige hasta las representaciones~
tes sociales pueden te.ne,¡;.sobre ella. ·- - -
l ·~ He llegado al término de esta suerte de introducción a la lec-
tura de La distinción. Me he esforzado por enunciar los princi-
pios de una lectura relacional, esu·uctura l, apropiada para_dar
todo su alcance al modelo que propongo. Lectura relacional,
pero también genl!1·adora. Quiero decir con esto que deseo que
mis lectores se esfuercen por hacer funcionar el modelo en este
otro "caso particular de lo posible" que es la sociedad japonesa,
que se esfuercen en construir el espacio social y e l espacio sim-
bólico japonés, por definir los principios de diferenciación obje-
tiva fundamentales (pienso que son los mismos, pero hay que ve-
rificar si, por ejemplo, no tienen pesos relativos diferentes, lo
ESPACIO SOCIAL Y ESPACIO SIMBÓLICO 37
~-~
Estadística, con todos mis amigos del INSEE (Instituto Nacional v.J "<0
6
de Estadística y Estudios Económicos): Alain Darbel, Claude Sei- n -'•¡¡.,
._1 w
1"/J
bel, Jean-Paul Rivet, con quienes aprendí la estadística en la " 1,' ¡¡k·
práctica. Ésta ha sido una de las oportunidades de mi vida. Ellos ' . '·
poseían una tradición estadística muy rigurosa, que no tenía í.,~J. "1r,l',.
nada que envidiar a la versión anglosajona, pero que era igno- /"\,1.,. 'A1r:,
rada por los sociólogos. Es decir, siendo muy estrictos en mate- ' '1 ~
ria de muestreo y de modelos matemáticos, estaban encerrados ">r~,_,~· l
m una trad ición burocrático-positivista que les impedía interro- ?·
¡.¡arse acerca de las operaciones e lementales de la investigación.
Poco antes de u-abajar en este libro, yo enseñé sociología en la
Escuela Nacional de Estadística y de Estudios Económicos.
Dando este curso a futuros estadísticos, descubrí que era nece-
sario enseñar no solamente a tratar los datos sino a construir el
objeto a propósito del cual los datos eran reunidos. No sola-
mente a codificar, sino a despejar las implicaciones-de una codi-
licación; no solamente a hacer un cuestionario, sino a construir
un sistema de preguntas a partir de una proble~a,. etc. Ésa
t••'alñi experiencia.
Por lo demás, yo tenía mi formación y, en el curso de mis estu-
dios de filosofía, me había interesado sobre todo en la filosofía
de las ciencias, en la epistemología: etc¡ T1-até de trasladar al te-
' reno de las <;ienc.ias-sociales toda una u-adición epistemológica
•cpresentada por Ba0_ela;;r, Canguilhe~Koyré, por ejemplo,
mal conocida en el extranjero, salvo por gentes como Kuhn, que
la ha conocido a través de Koyré, lo que hace que la teoría kuh-
niana de las revoluciones científicas no me haya pa1·ecido una re-
\Olución científica ... ~dición, que no es f~cteri
t a•· con una palabra en "ism~omo fundamento común
la primacía dada a Iáconstruccion. l~a~c~tll-l...~:'¡;.ullÍ!lfi~cl.l.J.w.U.L<a.u.~nt~=-
'"1 es la construcció~l . no vamos a la realidad sin hipó-
lt·sis, sin instrumentos de cons~rucciól, Y cuando' uno se cr~
desprovisto de todo presupuesto, se consrruye el objeto aun sin
' abedo_y_casi siempre, en este caso, de mane1-a inadecuada. En
1·l caso de la sociología esta atención a la construcción se impone
(
parte de los desgloses del objeto cOI-respo nden a divisio nes buro-
cráticas: las grandes divisio nes de la socio logía corresponden a la
división en ministerios, Ministerio de la Educación, Ministerio
de la Cultura, Ministerio de los Deportes, etc. Muchos de los ins-
trume ntos de construcción de la realidad social (como las cate-
gorías profesio nales, las clases de edad, e tc.) son categorías buro-
cráticas en las que nadie ha pensado. ~mo ~ce Thomas
Bernhard, e n Alte Meister, somos todos más o menos "servidores-
del Estado", "hombres estatizados_" en tanto que productos de la ~\
escuela y profesores ... Y para .s!_esprende rse~econcepciones
c:s necesaria una fo rmidable e nergía de ruptura~ un a vio le ncia ~ "
iconoclasta queencontramos muy frecuentemente entre escrito- '1;; ._
res como Thomas Be rnhard y artistas como Hans Haacke, ft1ás f.- ',
que en tre los profesores de socio logía, aun cuando éstos sean -.:
completame nte "radicales" en su intenció n. 't \,
La d ificultad está en que estos objetos preconstruidos parecen ' .._
marchar po r sí solos, y que, po r el con trario, un trabajo cien tí- ~ ;.. ~
lico fundado en una ruptura con el sen tido común se e nfre nta
a un sinfín de dificultades. Por ejemplo, las operaciones cie ntífi- \
cas más elementales se hacen extremadame nte difíciles. Lo he- ,., , f'
mos aceptado tanto tiempo tal cual, es decir tal como se da, que ,
1
d mundo social nos ofrece datos ya preparados, estadísticas, dis-
cursos que podemos sin problema registrar, grabar, etc. En fin,
wando lo in terrogamos como él pide ser inte rrogado, todo va
sobre ruedas; habla voluntariamente, cuenta todo lo que que re-
mos, da cifras ... , le gustan los sociólogos que graban, que refle-
jan, que funciona n como espejos. El positivismo es la filosofía de
la ciencia como espejo.
1 vr
* Ed. cas<.: H omJJ actukmíctu, Buenos Aires, Siglo XXI, 2008.
\
, V.
CONVERSACIÓN: EL OFICIO DE SOCIÓLOGO 45
"dP una sociología que quiere q'l.le el sociólogo desarrolle sus investigacio-
ttf.\ a partir de un Klassenstandpunkt, a partir de una toma de posi-
B. K.: Sí, pero cuando se tiene esa mirada critira, se tiene como una pre-
suposición de que los agentes son cómplices de lo que les pasa. Si no, hay
que pensarlos como marionetas reguladas por estructuras sociales comjJle-
tamente exteriores a ellos, como por ejemplo el capitalismo.
pesino, n i nada, hacían una gran teoría sin agentes. Este vago
teoricismo ha venido justo después de El oficio de sociólogo/Seg~~
la época h abría que escribir de otro modo El oficio de sociólogo.
L"1s proposicion es epistemológicas están d esprendidas de una re-
flexión sobre la práctica científica, y en especial sobre los erro-
res; refl exión que está siempre d irigida por los peligros domi-
nantes en el momen to con siderado. Como el peligro principal
cambia en e l curso del tiempo, el acento dominante del discurso
debe cambiar también . En la época en que El oficio de sociólogo
rue escrito, había q ue reforzar el polo teórico contra e l positi-
vismo. En los años setenta, en el momento de la eclosión althus-
seriana, hubiera sido necesario reforzar el polo empírico contra
este teoricismo que reduce a los agentes al estado de Trii.ge~: Toda
una parte de m i trabajo, por ejemplo El sentido práctico, se opone
radicalmente a este etnocentrismo de sabios que pretenden sa-
ber la verdad de la gente mejor que la gente misma y hacer su fe-
licidad a pesar de ella, según el viejo mito platónico del filósofo-
rey (modernizado bajo la forma del culto a Lenin)_: nociones
romo las de habitus, prácticas, etc., tienen por función, en n-e otras,
recordar que hay un saber práctico q u e tiene su propia lógica,
que n o es reducti!;ll.e- a la delfQgQcimienlo teórico; que, en un
~ntido, los agent.F:s conocen_elnmndo social me]'9Lgue los~
ri¡;;_os. Todo esto recordando también que , bien entendido, ellos
no lo conocen verdaderamente y que el trabajo del científico
articulaciones p ropias.
-....:.__---. -
consiste en explicitarlo. Explicitar ese saber práctico, según sus
-· -
-
creo, por lo demás, que, aún hoy, no hay gran cosa ... La segunda
pa1·te se hace mucho más difícil. O bien se hacía un ma nual clá-
sico, re tomando las seccio nes q ue se espera encontrar e n un ma-
,..... nual de sociología (estructu ra, fun ció n , acció n , etc. ), o bien se
hace la misma cosa que e n la primera parte, es decir, un tratado
'\ original que habría sido una teoría general. Por mi parte, no te-
nía ganas de hace r un manual clásico, de tomar posición sobre
"función y funcionalismo"; era un ejercicio pura mente escolar.
La te rcer-a pa rte, sobre los instr ume ntos, podría haber sido útil,
pero esto hubiera sido reconocer la d ivisió n teoría/ e mpiria que
es e l eq uivale n te de la o posició n, profundam en te funesta, de la
tradición anglosajo na, e ntre leoria y rnelodologict. Esta ba dicho en
-.,El oficio de sociólogo que las dife ren tes técnicas estadísticas contie-
n e n filosofías sociales implícitas q ue em necesario explicitar:
~uanclo se hace un análisis d e regresió n, un fHtlh analysis7un
análisis factorial , hay que sabe r con qué filosofía de lo s~se
"- ~o mprom e te uno, y, en particular sabe r ..con qu~ .filosofía -de_ la
causalidad, de la acción , del modo de existenc ia de las cosas..so-
ciales, e tc. Es e n funció n de un problema y de una construcció n
particular de l o bjeto com o se p uede escoger en tre una técnica u
otra: por ej emplo , si yo utilizo mucho e l a ná lisis de correspo n-
de ncias es porq ue pie nso que es una técnica esencialme nte re la-
ciona l, cuyos f undame ntos fil osófi cos correspo nden completa-
me nte a lo q ue es, en mi o pinió n, la realidad social. Es una
técnica que "piensa" en térm inos de re lació n, como trato de ha-
cerlo con la noción de campo. Así pues, no se puede disociar la
construcción del objeto de los instrumentos de construcción del obJeto:"
e.o rque para pasar de un programa de investigació n a urnrabro
,fiemítico se necesitan instrumentos; y se necesita q ue esos ins-
trume ntos estén más o m enos adap tados según lo que se busca.
Si yo hubiera querido expli car los fac to res de termina ntes de l
éxito d iferencial de los alumnos en las distin tas escuelas, habría
podido (supo niendo que pudiera pro bar -lo que no es el caso,
según creo- la independencia de las difere ntes variables fund a-
m entales) recurrir al análisis de regresió n múltiple.
CON VERSACIÓN: t:l.. OFIC IO DE S O C IÓ I..OGO 5 1
pués, se dirá: "Esos datos son viej os, se acabó, los profesores de r ~
letras ya no son los dominantes, a hora lo son los profesores , ,;,
dl' matemática", etc. En rea lidad , te ngo po r o bje to las estructu- 11 -::.
dos no ven que lo importante no son los resultados, sino los pro-
cesos a Q_artir de los cual-es fueron obtenidos. Las teoríaSSOñ prO:
gramas de investigaciónque llaman no a la "discusión..teórica" s~
a la puesta en funcionamiento práctica, que refuta o generaliza.
Husserl decía que hay que sumergirse en-el casQ pª-!:!_i cu~r
' · para descubrir allí lo invariante; y Koyré, que siguió los cursos~
Husserl, muestra que Galileo no necesitó repetir mil veces la ex-
.' • perie ncia del plano inclinado para comprender el fenón:eno ~e
la caída de los cuerpos. Le bastó construir el modelo, con~
apariencias. Cuando el caso particular está bien construido deja
d~ ser particular y, normalmente, todo el mundo debería poder
hacerlo funcionar. _, -
'· ' "'<f \J 1
B.K.: Veinte años Jwn pasado desde la primera edición francesa de El
oficio de soció logo y, durante esos veinte años, la sociología ha evolu-
cionado mucho. Se ha transformado en lo que concierne a la investiga-
ción empírica, y tú también has trabajado mucho desde entonces. Así
pt.us tienes mucha más experiencia hoy. Si reescribieras El oficio de so-
ciólogo ¡,qué es lo que cambiarías? ¿(bierrias agregar algo?
14, pp. 49-97) y otro de Judith R. Blau, "Study of the arts: A re-
appraisal" (Ann. Reu. Socio/., 1988, 14, pp. 269-292). El estado de
la teoría teórica se explica sin duda por e l h echo de que estos
productos disparatados e inconsistentes de una especie de fast-
readingescolar, que se asocia frecuentemente con la aplicación
de categorías escolares de clasificación igualmente absurdas,
ejerce un efecto de lavado de cerebro. Frente a esta teoría, con-
cebida como una especia lidad en sí misma , está la "me todolo-
gía", esa serie de rece tas o de preceptos que hay que respe~r no
para conocer el objeto sino para se r reconocido como conos~
dor del objeto.
Esto quiere decir que la situació n ha cambiado mucho y yo ha-
blaría completamente de otra manera... ~enso que una fracción
importante de los productores de sociología en Estados Unidos
se ha liberado del paradigma positivista. Ha habido movimi~ng>s
que, como el interaccionismo, la etnometodología, tuvieron a pe-
sar de todo efectos benéficos. Ellos han dicho cosas que están
muy cercanas a lo que está dicho e n El oficio... (por ejemplo, ~
flexión sobre los presupuestos, sobre las folk theories, etc.). Está
también el deswollo de corrientes "históricas" que han re intro-
ducido la dimensión histórica en el análisis sociológico, en el aná-
lisis del Estado especialmente. Y además está también Kuhn, que
ha introducido un poco de tradición europea de la fi losofia de la
cie ncia, recordando cosas cercanas a los temas desarrollados en
El oficio: la ciencia construye y ella misma está socialmente cons-
truida, etc. Creo que existe hoy la posibilidad de una~pci¿;;-de
El oficio, mientras que en la época en que fue escrito era desespe-
rante; no se veía a nadie en el mundo que pudiera interesarse en
eso. Por ello hicimos un gran esfu erzo para encontrar bajo la
pluma de sociólogos los textos apropiados para ilustrar nuestro
propósito; sería sin duda mucho más fácil ahora.
Yo creo que ha habido grandes cambios e n Estados U nidos,
sobre todo porque, al iado de la ortodoxia central, aquella que
defendía la tríada capitolina (Parsons, Merton, Lazarsfeld) , toda
suerte de corrientes nuevas se han desarrollado. Formas de in-
CONVERSACIÓN: EL OFICIO DE SOCIÓLOGO 57
B. K.: Hay una cm-riente irracionalista que dice: ¡todo eso no siroepara
1/(Ula! La ciencia... ¿qué es la ciencia? Es sólo un oficio pam ganarse la
,,/(la, ¡es todo!
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4. Profesión: científico•
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CAP ITAL CULTURAL, ESCUELA Y ESP!!ffle-SOCI*L
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- SEGUNDA PARTE
e El oficio aplicado a un campo
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5. ¿Qué hacer con la sociología?•
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IIMPORTANClA DEL "CAPITAL CULTURAL"
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"SONDEOS" Y DEMOCRACIA
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a J.ll.: Usted esc1i.bió un artículo sob1-e los sondeos q·ue tenía por título "La
opinión pública no existe".6
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Usted ha dicho 1orma suave". Al leerlo, yo tenía la impresión de
simbólica·: al contrario, era extremadamente violenta.
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muerta. ¿Por qué? Ha bría que hacer intervenir, ade más del enfo-
que del medio político y de la prensa únicamente sobre lo sensa-
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cional -y de aquí los efectos de la propaganda- , el hecho de
51ue los grandes sindicatos dejen a sus subunidades profesorale;-
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~1 e ncargo de pensar y hablar sobre los problemas de la educa-
).._ ción. Yo he estado en Alemania para d iscutir el informe del Cole-
' gio de Francia, frente a un sindicato integrado por todas las cate-
gorías de los trabajadores: les aseguro que los problemas se
plantean de otro modo. La educación es un asunto de todos y no
....
solamente del ministro d?Eaucación Nacional y de fo_s sín~
' de docentes. Ya no e puede plantear ninguno de los proble 1~
que s_e plantean tradicionalmente los sind icatos (desde la e migra-
- ció n hasta el mejoramiento de los salarios o de las condiciones de
' trabaj o) sin tomar e n cuenta cen tralmente el papel de la educa-
ción y del sistema de e nseñanza. Los sindicatos debe n tomar po-
sició n sobre las funciones de la escuela, sobre la misión de los
profesores, sobre el pa pel de los diplomas, sobre e l pape l del ú-
tulo escolar en la selección de los cuadros, sobre e l contenido de
la formación, etcétera. . <:
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"EL SENTIDO COMÚN" Y EL SOCIÓLOGO ~ v '\¡
J. B.: Les sondeos no pueden captar sino el sentido común. Todo su trabajo
como sociólogo consiste justamente en hacer la critica del sentido común.
I'.B.: Sí. Los sondeos son "una ciencia sin sabios": es un instru-
mento de registro que se cree objetivo pOi-que es pasivo, mien-
tras que la ciencia comie nza siempre por romper con el sentido
(~ ,,, ';,.
¿QUÍ' HACER CON LA SOCIOLOc!A? 75
común, las evidencias, etc. Ahora bien, los sondeos hacen pregun-
tas de sentido común y no ~aben deducir el sentido profundo de
1-;:;;-respuestas de sentido común que obtienen. Engendran arte-
Tactos, cosas que no existen y que ellos producen con todas sus
piezas. / 0-
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J. B.: En definitiva, yo lo percibo a usted c011UJ el sociólogo de la deuela- , r. o ·•
ción á.e la enunciación de lo qu.e está oculto, de aquello que va de suyo, 111',<.\
de~ no dicho. He releído C uestiones de sociología,8 que es uno de sus _.,
libros qu.e prefiero, en el cual nos habla de "descubrir los f undamentos
ocultos de In dominación", "de volver contra el poder intelectual sus pro-
pias armas".
Mayo del 68 ... Poco tiempo después, era e l fin del estructura-
lismo, o la muerte del m arxismo. Todo esto no quiere decir casi
nada. Sin embargo, no es que no produzca efectos. Cuando us-
ted habla de las cosas que van en e l sentido de las pulsiones de
la gente, de las tendencias inmanentes al mundo social, desafor-
tunadamente usted es escuchado. Cuando dice cosas que inco-
modan, que molestan - y es una trivialidad decir que la verdad
incomoda frecuen temente-, tiene mucha menos oportunidad
de ser escuchado. Tome e l ejemplo del debate sobre le port du
• voite.9 La gente que ha la nzado e l debate sobre ese tema tie ne
en común el no conocer nada del problema del que habla, de
desplazar sobre e l terre no de los grandes principios problemas
que no se pueden plantear en su realidad sino a condición de ir
a verlos de cerca, y d e registrar, de observar humilde y metódi-
\ . v· camentel. A todos esos filósofos mediáticos quisiera recordarles
que Sócrates bajaba a la calle e iba a discutir con un muchacho
•esclavo. Se sabe dónde están hoy los muchachos esclavos que
hay que interrogar, escuchar, comprende r, interpretar... 1
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}o que es muy sorprenden te es qu.e la gente m ás competente
~tá condenada al silencio. Primero, porque no se reconoce en
.,
' r los pro blemas tal como son planteados y porque su p rime r movi-
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J trabajos lleguen a la conciencia común y se p ueda o btener de
,: ellos provecho, se necesitarán muchos años. Entre otras razones
porque el cuerpo médico se reúne para discutir los casos extre-
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¿QUÉ HACER CON LA SOCIOLOGÍA? 79
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titos como el problema de las madres portadoras de virus, o de la
l'lltanasia, de todas esas "cosas" que excitan a los medios y que
~o n infinitamente menos importantes, y no sólo en términos de
frecuenc ia estadística, que los problemas aparentemente muy
tt iviales que plantea la comunicación entre el enfermo y e l mé-
d ico, entre el médico y la enfermerd, etq~ necesario ir a con-
trapelo del sentido común para hacer y dar a conocer todas las
i11vestigaciones de este tipo. En el prefacio que usted acaba de ci-
tar, yo con tinúo diciendo, más o menos, que desafortunada-
tllente el sociólogo no puede contar con la ayuda de aquellos
que alguien llamaba los "altoparlantes" para ayudarles a hacer
pasar su mensaje. Esto no siempre es cierto. Yo podría decir que
r1 diálogo que nosotros tenemos en este momento es testimonio
de ello. Descubro todos Jos días gente, entre los sindicalistas, los !..
- periodistas, los políticos (sin hablar de todos los anónimos que
<·scriben, sostienen, difunden), que quiere luchar, con sus me-
dios, en sus lugares, para tratar de que se escuche lo que la inves-
"' tigación puede aportar sobre "los problemas de la sociedad". Y
yo veo como prueba de ello los sacrificios que actualmente cua-
tro grandes periódicos europeos han aceptado con vistas a hacer
posible una experiencia como la de Liber, es decir, una revista
que da a los artistas, a los escritores, a los científicos la posibili-
dad de d iscutir y de presentar ellos mismos, sin inter-mediarios,
- las adquisiciones más avanzadas de sus investigaciones a un pú-
blico de más de dos millones de lecLOres./
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UN ORDEN SOCIAL UNÍVOCO
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cia- del movimiento olmnv. Su invalidación, ¿no deja más que una
sola representación legítima y 1Mnopolística, podriatMs decir, del orden
social?¿ Cómo analiza usted hoy, desde un punto de vista político, la n-
presentación del orden social?
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.:- fonnan un cuerpo temico pero que fn1!Sentan un gran interés por su r;.
queza, su diversidad. Hacer conocer esas investigaciones, esos análisis,
..;:ii aunque estén inacahados, o sean fragment.arios, contradictorios, y cont1i-
~" buir así al diálogo con los sindicalistas, he altí un poco mis ambiciones,
.... ' si me atrevo a decirlo, para fa revista.
I'.B.: ¡Ah! No, ciertamente no. Pero sucede que me siento desani-
mado. Hace tres o cuatro años, cuando escribía una frase, me de-
cía: ~ando yo pienso cómo e llos van a leer esto" ... Y eso co-
menzó a quitarme las g-anas de escribir.
P.B.: Sí, y usted habrá visto sin duda el trabajo que hemos he-
cho e n Acles de la recherche12 sobre la casa (La economía de la casa).
Es un_ caso en e l que se ve la contribució n que la dominación
simbólica aporta a la explotación propiamente económica. Re-
presentaciones difundidas por las revistas feministas y destacadas
por la ansiedad legítima de los padres, especialmente e n relación
con la escuela y e l éxito de los hijos (hay q ue tener una recámara
para nitios, una bonita casa, etc.), orientan elecciones económi-
cas de pesadas consecuencias. El acceso masivo a la propiedad es
uno de los fe nómenos más importantes para compre nder lo que
J.B.: Puedo sentir muy bien sus palabras porque yo mismo me siento, en
lo f>ersona~ en una situación un poco vaga, en un "entnHios": no soy
twrdaderamente intelectual reconocido entre los intelectuales, ni sindica-
lista propiamente, reconocido entre los sindicalistas. Sus escritos en este
ll'rltido me han tocado siempre, en lo personal, de modo muy marcado.
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6. Sociología y democracia·
efecto, las quejas de los pacientes son vagas e inciertas; las seña-
les emitidas por el cuerpo mismo son oscuras y no muestran su
sentido sino lentamente, y muy a menudo después de apareci-
das. Es pues en el razonamiento (logismos) donde hay que buscar
la revelación de las causas estructurales que las palabras y las se-
ñales aparentes no develan sino encubriéndolas.
Por eso, anticipando las lecciones de la epistemología mo-
derna, la medicina griega afirmó de entrada la necesidad de
construir el objeto de la ciencia a través de una ruptura con lo
que Durkheim llamaba las "prenociones", es decir, las represen-
taciones que los agentes sociales se hacen de su estado. Y así
como la medicina naciente debía contar con la concurrencia
desleal de los adivinos, los magos, los hechiceros, los charlatanes
o los "fabricantes de hipótesis", así la ciencia social está hoy con-
frontada con todos aquellos que se hacen fuertes interpretando
los signos más visibles del malestar social, con todos esos "semi-
hábiles" que, armados de su "buen sentido" y de su pretensión,
se precipitan en los periódicos y ante las cámaras para decir lo
que hay de un mundo social que no tienen ningún medio eficaz
para conocer o comprender.
La verdadera medicina, siempre según la tradición hipocrá-
tica, comienza con el conocimiento de las enfermedades invisi-
bles, es decir, los hechos de los que el enfermo no habla, de los ·
que él no tiene conciencia o que se olvida de sacar a la luz. Vale
lo mismo para una ciencia social preocupada por conocer y com-
prender las verdaderas causas del malestar que se expresan a la
luz del día a través de signos sociales difíciles de interpretar por-
que son en apariencia demasiado evidentes. Pienso por ejemplo
en el desencadenamiento de la violencia gratuita en los estadios
o, más aún, en los crímenes racistas o en los éxitos electorales de
los profetas de la desgracia, empeñados en explotar y amplificar
las expresiones más primitivas del sufrimiento moral que son en-
gendradas, tanto y más que por la miseria y la "violencia inerte"
de las estructuras económicas y sociales, por todas las pequeñas
mise rias y las violencias suaves de la existencia cotidiana.
SOCIOLOGÍA Y DEMOCRACIA 93
dujo al cuerpo de los samurai, del que una fracción había ya sido
transformada en burocracia letrada en e l curso del siglo XVII, a
promover en la segunda mitad del siglo XIX un Estado moderno
fundado e n un cuerpo de burócratas que asocia un origen noble
y una fuerte cultura escolar con la preocupación d e afirmar su
independencia e n y por el culto del Estado n acio nal muy direc-
tamente e n raizado en el aristocratismo y en un fuerte senti-
miento d e superio ridad respecto de los industriales y com ercian-
tes, para no h ablar de los políticos.
Así, volviendo al caso de Fran cia, observamos que la invención
del Estado y, en particular, las ideas de "público", d e "bie n co- 11
mún" y de "servicio público" que están en su centro, son insepa- t!
rabies de la inve nció n de las institu cion es que fund an el poder
de la nobleza d e Estado y su reproducción: así, por ej emplo, las
fases de desarrollo d e la institució n escolar, y en particular la apa-
rición e n el siglo XVIII de institucio nes d e un nuevo tipo, los cole-
gios, que m ezclan ciertas fracciones de la aristocracia y de la bur-
guesía d e toga en los internados --que anuncian el sistema actual
d e las grandes escuelas- , coinciden con las fases de desarrollo
de la burocracia d e Estad o (y secundariamente, al m e nos en el
siglo XVI, de la Iglesia) . La autonomización del campo burocrá-
tico y la multiplicació n de las posicio nes independientes de los
pod e res temporales y espirituales establecidos se acompañan d el
desarrollo de una burguesía y d e una nobleza de toga cuyos inte-
reses, en materia de reproducción especialmente, están ligados
de una manera estrecha a la escuela. Tanto en su modo de vida
que d a u n gran lugar a las prácticas culturales, como en su sis:
tema de valores, esta suerte d e Bildungsburgertum., como diceñ los
alemanes, se d efine por oposición, por una p arte, al cle ro y, por
ou-a, a la nobleza d e espada, de la que critica su ideología del na-
cimiento, en nombre del mé1ito y de lo que se llamará más tarde
la competencia. En fin, es en la toga donde se inventa, colectiva-
~ente - a.unque ~a historia de las ideas aísle los nombres pro-
piOs- , la Ideolog1a moderna d el servicio público, del bien co-
mún y de la cosa pública, en síntesis, lo que se ha llamado "el
EL NUEVO CAP ITAL 10 1
PREÁMBULO
trabajo que falta por hacer, que deberá, respetan do e l rigor, po-
llerlos a prueba para de este modo determinar y diferenciar su
con te nido.
I'RIMER PRINCIPIO
SEGUNDO PRINCIPIO
TERCER PRINCIPIO
CUARTO PRINCIPIO
Q.UINTO PRINCIPIO
SEXTO PRINCIPIO
SÉPTIMO PRINCIPIO
J. F. SABOURET: Las dos lecturas contra las cuales usted nos ha jJueslo
m guardia son las lerturas éticas o políticas y usted quisiera una lectura
rientifica, al menos en una primera instancia.
H.K.: El señor Horio dijo hace rato que esta nvista j okyo estaba diri-
¡(id.(¡ por Hiromatsu.
En lugar de_ hacer grandes d iscursos, dije: "Aque llos a los qu(•
la escuela ha hberado po nen su fe en la escuela liberadora al ser-
vicio de la escuela conservadora ... ». No fui muy aplaudido (había
3:000 o :.000 personas); se verá que no estuve muy elocuente, a
dtfere ncm de Juquin, que preparó un gran discurso como uno
hace de ordinario en semejante situación , es decir, todo lo con-
trario del análisis. Esta historia no es anecdótica. Permite en ten·
der u~a de las reacciones más violentas contra lo que he hecho,
que vmo de la base intelectual del partido comunista, es decir,
de los mi~aculés de la escuela, que ten ían dos razo nes para quc-
rer:ne alh: _ellos me querían , e n primer lugar, para que yo dijera
su _m cons~~en te, lo que ellos ha bían rechazado; y me querían
alh, tambten y sobre todo, como intelectuales, como analistas,
como responsables políticos, para decir lo que ellos habrían d e-
b_ido decir. Es aquí donde uno llega a Langevin-Wa llon. Lange-
VIn-Wallon es e l Alfa y Omega, la Biblia, y no lo movamos más.
. Si_y~ me permito contar estas cosas, que pueden parecer histo-
n a VIeJa. es por dos razones: primero porque pienso que los inte-
lectuales japoneses están inmersos en una atmósfera intelectual
muy parecida, donde está la cuestión de la "escuela liberadora"
e inc!uso el plan Langevi~-Wallon; y además, porque pie nso que
es ast como hay que analizar; porque quisiera transmitir una ma-
nera d e percibi r la discusión política, a p.-apósito de la educa-
ción o de cualquier otra cosa, en Francia o en Japó n. Delante de
las gentes que toman una posició n, de izquierda o conservado ra,
en materia de educación, hay que preguntarse qué intereses tie-
nen e llos en e l sistema escolar, qué relación tienen con e( sis-
tema esco lat·, en qué grado su capital está comprometido con su
paso por la institución escolar, etc. Pienso que, en el mundo in-
te lectual, en un sentido amplio, la re lación con e l siste ma esco-
lar es uno de los grandes principios expl icativos de las prácticas
y de las opiniones.
Regreso al análisis. En aquella época, en el cue rpo d e p •·ofe-
sor·es, e l fondo ideológico era la ideología de la escuela libe ra-
d o ra: había un periódico que llevaba ese nombre, e l Sindicato
ENTREVISTA SOBRE LA EDUCACI ÓN 133
T.ll.: Es cierto, yo también pensé qW! usted era un conservador con pa-
labras progresistas.
T.J-1.: Entiendo perfectamente lns mzones que hacen que eso que dice el
señor Bourdieu se preste a confusiones en Francia. Hay puntos que Te-
plantean de igual manera la situación japonesa. Perv yo quisiera pasar
a otra cosa. Se habla de la escuela liberadora como objetivo y no como si-
tuación jn-esente, es como un proyecto. Y nos preguntamos cómo podemos
a través de la c1·ítica realizar la r-efonna de la escuela actual. Ése es hoy el
jJroblema de la escuela japonesa: cómo a través de la critica se jJuede cam-
biar la escuela; y si se piensa que 110 se la puede cambiar, entonces las pro-
posiciones que pudiéramos hacer no tendritm sentido.
II .K.: Los herederos ha sido una olrra a{JI-edida po-r los intekctuales
del partido comunist(t, hay que deci1·lo. IIay que exjJlicar bien esto a los
kcto= japoneses. Es un heclw histórico, no se puede negar.
B. K.: Perv de todos modos se puede considerar que este informe ha sido
elaborado colectivamente por el conjunto.. .
den ser juzgados progresistas en Francia, no son de hecho vistos así por los
i nlelectuales de la izquierda japonesa, pcrr ejemplo, sobre el irnpcrrtante punto
¡/p la apertura hacia las empresas, hacia la búsqu.eda de un vínculo entre la
l'mpn;sa y la Universidad.
T. H.: Usted piensa tambiin que la alternativa del liberalismo y del es-
tatismo debe ser rebasada.. .
ENTREVISTA SOBRE LA EDUCAC IÓN 145
T. H.: En los últimos principios que usted publicó, otr(l proposición vet~
dademmente denwcrátiw concierne (j l(j divulgación sistemática de ÚIS
técnicas del trabajo intelectual.
EL NUEVO INTERNACIONALISMO