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Mujeres con cuello

de jirafa

TRIBUS DE LAS MUJERES PADAUNG

Sonia Lorena Arizala Arevalo


Algo de historia
Aunque no es exclusiva de la tribu Kayan (Karenni), localizada
en la frontera entre Tailandia y Birmania, sí es donde es más
conocida. No quedan más que doce aldeas, situadas en
el estado de Kayah tras ser obligados por los birmanios a
desplazarse a las montañas de Myanmar oriental. Pero
encontramos sus orígenes 2.000 años antes en el desierto de
Gobi, en la actual República de Mongolia.
Según cuenta la historia, los antepasados de las “Mujeres
Jirafa”, arribaron hacia la antigua Birmania, hoy conocida como
Myanmar, hace 2000 años, desde el desierto de Gobi –
Mongolia. Mas tarde las “Mujeres Jirafas” fueron
prácticamente desplazadas hacia el estado de Kayah, al este
del país, para luego huir debido a la guerra civil, entre los años
80s y 90s, al en norte de Tailandia. Ahora viven con un estatus
jurídico incierto. No se les reconoce como ciudadanos
birmanos ni tampoco tailandeses.

Fuente: Tomado de la red


Tradición
El motivo de esta tradición no hay que buscarlo como una
forma de evitar la mordedura de los tigres (abundantes
por aquellas zonas sobre todo en otros tiempos) ni
tampoco para afear a la mujer y evitar así que fueran
esclavizadas por los malhechores birmanos. Más bien es
una cuestión de estética, de belleza al querer imitar a un
dragón (no a la jirafa), un animal muy estimado por ellos.
Por eso las mujeres que se someten a este alargamiento
se muestran orgullosas de ello y consideran estos collares
como joyas y símbolos de riqueza.
El primer collar lo colocan el mismo día que cumplen
cinco años de edad en una ceremonia de iniciación en el
que todo el pueblo se engalana para celebrar una gran
fiesta. Durante una hora las niñas hacen girar el cuello en
todas las direcciones para después aplicar un ungüento
(cuya fórmula es secreta) mientras lo masajean. Es
entonces cuando colocan la primera pieza de diez
centímetros de ancho. Esta ceremonia la repiten cada dos
años añadiendo una anilla en cada ocasión empleando
una técnica que hoy solo conocen unas pocas ancianas
kayan. Fuente: Tomado de la red
Tradición
Este estiramiento del cuello es forzado y lejos de lo que
podemos pensar, los collares (de cobre, bronce o latón)
no producen una separación de las vértebras cervicales
sino una opresión de las clavículas hacia el tórax. Esto se
puede ver en un artículo de National Geographic de 1979
donde se muestra la radiografía de una mujer kayan en
que las vértebras del cuello no se encontraban separadas.
Llega a ser tal la malformación ósea que si se llegaran a
retirar todos los anillos les provocaría su desnucamiento
por la gran atrofia muscular que les impide mantener la
cabeza erguida o incluso la asfixia, siendo uno de los
castigos que imponen a las mujeres en caso de adulterio
el retirárselos, viéndose obligada a vivir tumbadas o
sujetándose la cabeza con las manos el resto de sus vidas.
Para evitar otra consecuencia médica han de limpiar el
collarín dos veces al día evitando que el metal erosione la
piel así como la formación de moho y su oxidación, que
produciría heridas fácilmente infectables.

Fuente: Tomado de la red


Realidad Actual
Hoy en día gran parte de las “Mujeres Jirafa” optan por esta
forma incomoda y esclavizante de decorar su cuello, por un
tema económico, mas que por seguir una tradición. Son
consientes que deformando esa parte de su cuerpo van a
atraer al turismo y esta forma de vida les resulta mucho mas
rentable.
Muchas madres obligan a sus hijas a “seguir la tradición”, no
por creencia, sino por asegurarles un futuro económico,
volviéndose una “atractivo turístico” para los miles de
visitantes que llegan a la aldea de Karen Padaung y todas las
otras aldeas de “Mujeres Jirafa” del Norte de Tailandia.
Lamentablemente el turismo es su única fuente de ingreso.
En la actualidad son parte de la atracción turística del lugar a
pesar de que el gobierno birmano trató de eliminar esta
tradición sin éxito pues sobreviven en parte a los donativos
que reciben de los turistas por observarlas. Quizás
deberíamos pensar que la verdadera atracción es verlas
trabajar mientras tejen sus bellas telas y bordados con las que
elaborarán gorros y monederos, más que mirar sus cuellos
adornados, unos adornos con consecuencias fatales para su Fuente: Tomado de la red
salud.
Gracias

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