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CRÉDITOS

Coordinadores del Proyecto


El Dedo de IPHI y TH
Traductora 2
ALASKA
Corrección 04/2019

Diseño y Edición
IPHI
NO
EPUB FACEBOOK
MARA ni ninguna
red social

¡Y no olvides comprar a los autores, sin ellos no podríamos


disfrutar de tan preciosas historias!
El trabajo de Stuart Jenner es de mucho estrés, grandes desafíos
y todo por lo que ha luchado. Entonces, ¿por qué cuando la cúspide
de su carrera está al alcance de su mano, tropieza? A insistencia de
su médico, reserva un velero privado para navegar alrededor de
las Whitsundays durante dos semanas de sol, surf y sexo. Cuando
su amigo con derecho a roce lo abandona en el último minuto,
Stuart decide ir solo.
Foster Knight dejó atrás el estrés de la vida diaria hace seis años, 3
compró un velero y ahora llama a la Gran Barrera de Coral su
hogar. Navegar con los turistas por aguas tropicales es su trabajo
ahora, y nunca ha sido tan feliz. Cuando su próximo cliente llega
solo, el contrato de dos semanas será el trabajo más privado que 04/2019
jamás haya tenido.
Foster puede ver cuán estresado y exhausto está Stuart, y le
promete un buen descanso y una relajación extensa. Stuart
lentamente se da cuenta de que su plan original para dos semanas
de sol, surf y sexo puede darse todavía. Confinados en un velero,
aislados por un océano de color aguamarina y un sol sofocante,
Stuart y Foster están a punto de descubrir lo calurosos que pueden
llegar a ser los trópicos.
4

04/2019
Para cualquiera que necesite que se lo recuerden.
La vida es corta, vive tu sueño.

04/2019
CAPÍTULO UNO

STUART JENNER

NECESITABA ESTO. Estaba quemado. Estresado, exhausto. Mi


mente no era mejor que el puré. Me había roto el culo para cerrar
mi último trato, y a las seis y veinticinco de la tarde del viernes,
salí de mi oficina entusiasmado porque iba a disfrutar mis muy 6
necesarias vacaciones.
Doce días de sol, surf, vela, natación y mucho sexo.
Saqué el teléfono con la intención de llamar a Jason, pero sonó
en mi mano. El nombre de mi jefe apareció en la pantalla. Gerard 04/2019
Soto. Ni siquiera estaba fuera del maldito edificio. Apreté los
dientes y le di a contestar.
—Ha llamado al contestador de Stuart Jenner. Por favor, deja tu
mensaje.
—Buen intento, Jenner.
Puse los ojos en blanco, pero dejé de caminar. Si necesitara
verme, sólo tendría que dar la vuelta y volver. Y, por mucho que lo
odiara, ambos sabíamos que lo haría.
—Jefe. ¿Qué puedo hacer por ti?
—¿Firmada la cuenta de Goodridge?
—Por supuesto que sí.
—¿Y las preliminares de Washington?
—El contrato es legal. Yo mismo se lo entregué a Browning.
—Mmm —fue su única respuesta—. Y asumo que tu informe
mensual completo está en mi escritorio.
Un informe de un mes completo por la mitad del cual yo no
estaría allí.
—Por supuesto que lo está.
Había una razón por la que era uno de los mejores analistas
senior de finanzas corporativas en Brisbane. Tan bueno, de hecho,
que cuando los cazatalentos de Sydney y Singapur trataron de
alejarme, mi jefe me ofreció una oferta increíblemente lucrativa
para quedarme. Me quedé, que es por lo que ahora es mi dueño.
Así que cuando llamó, respondí. Cuando me pedía algo, lo hacía.
No tenía dudas de que sabía que el informe se había presentado
antes de que lo pidiera. Soto jugaba pequeños juegos ególatras
como ese.
—¿A qué hora te vas mañana? 7
Realmente me preguntaba hasta qué hora podía llamarme.
Aflojé mi mandíbula y puse una sonrisa en mi cara, a pesar de que
él no podía verla.
—Mi vuelo sale a las seis y media mañana por la mañana. —Miré 04/2019
mi reloj. Doce horas.
—¿Y no estarás localizable? —preguntó. Otra vez.
—No. No hay servicio telefónico, no hay internet. —Eso no era
técnicamente cierto. Tendría un acceso limitado, pero él no lo
sabía—. Habrá un teléfono por satélite para emergencias. Puedo
conseguirte el número si lo necesitas.
—Mmm, no, eso no será necesario —añadió rotundamente. Sólo
me ofrecí porque sabía muy bien que no querría llamar a un
teléfono por satélite para lo que sin duda era una pregunta
simple—. Bueno, entonces...
—Está bien, te veré el veintisiete.
—Correcto. Sí. Supongo que debería desearte unas buenas
vacaciones. —Casi me río de su compasión.
—Gracias.
—Vuelve bien descansado.
Eso sonó casi como una amenaza.
—Ese es el plan.
Murmuró algo que sonó como un adiós, y la línea se cortó.
Respiré profundamente unas cuantas veces, tratando de mantener
mi presión arterial bajo control, aunque los golpes en mis sienes
me dijeron que no tenía sentido. Tenía el teléfono en la mano, me
colgué el bolso por encima del hombro y bajé en el ascensor hasta
el aparcamiento del sótano. El calor y la humedad de Brisbane en
febrero no eran particularmente agradables vistiendo un traje,
pero no me importó.
Tenía dos semanas libres. Dos semanas enteras.
Dos semanas por insistencia de mi médico, pero eran unas
vacaciones.
Sobrecargado de trabajo, demasiado estrés por las carreras de la 8
vida diaria, eso es lo que era. Tenía treinta y cuatro años y el
médico me prescribió unas vacaciones porque si se seguía con ese
ritmo de vida me exponía a sufrir un infarto, me lo había
advertido. 04/2019
—Necesitas un descanso, y lo necesitas ya.
Me tomé las vacaciones pero omití decir que era por
prescripción médica. Gerard Soto no necesitaba saber que su niño
de oro estaba empezando a tener debilidades. O tal vez fracturas
por estrés sería una descripción más apropiada.
Me deslicé detrás del volante de mi coche, puse el teléfono en su
base y arranqué el motor. En cuanto salí del aparcamiento y me
alejé de las capas de hormigón y acero, toqué el Bluetooth.
—Llama a Jason.
Su número apareció y sonó, y sonó, y sonó. Presioné Finalizar
Llamada antes de que pasara a su buzón de voz. Tal vez estaba
atascado en el trabajo o en el gimnasio o en la ducha... Esperemos
que ya hubiera empacado para salir y estuviera de camino a mi
casa.
Lo intenté de nuevo cuando salí del ascensor en mi apartamento,
y de nuevo, sin respuesta.
Genial.
Sonreí a mi maleta mientras me quitaba el traje y, al decidirme
por una ducha fría, dejé que el agua se llevara el día de mierda. Y
cuando me vestí con unos shorts casuales y una camiseta, ya
estaba en modo vacaciones.
El plan original era que yo recogiera a Jason antes de ir al
aeropuerto por la mañana, pero me preguntaba si le gustaría
quedarse aquí esta noche. Podríamos pedir su comida china
favorita, ver una película, acostarnos temprano...
Si contestara su maldito teléfono.
Lo intenté de nuevo, pero aún sin respuesta. Mis planes para una
noche relajante y fácil para dos se convirtieron en una noche triste
y solitaria para uno. Revisé mi cocina para hacerme la cena; no 9
había ordenado nada nuevo porque me iba de viaje, y no iba a
pedir comida para uno, así que me decidí por un deprimente tazón
de cereal para la cena. Nada en la televisión me interesaba, y
después de pasar una hora yendo y viniendo por canales 04/2019
estúpidos, le envié un mensaje de texto a Jason.
Te recojo a las 5 am. Sal por la parte delantera. ¿Necesitas que te
llame para que te despiertes a la hora?
Sonreí al presionar Enviar. Nunca estaba completamente
operativo a esa hora del día.
Una burbuja apareció, señalando que estaba respondiendo.
Luego desapareció, luego reapareció, luego desapareció, y yo
estaba frunciendo el ceño cuando sonó mi teléfono. Era Jason, y
sabía que esto no iba a ser una buena llamada.
—Oye —empezó él—. Um.
—Sólo dilo, Jason —dije, sin preocuparme por mantener el tono
de voz. Era una locura lo fácil que era entrar en el modo tiburón
profesional. Todo negocios y cero tolerancia a la mierda.
La música sonaba y de fondo se oía gente hablando. Así que
estaba en algún lugar, y no tenía ninguna intención de venir
conmigo mañana. Me preguntaba si alguna vez había tenido la
intención de venir conmigo.
—Bueno, ya ves —dijo—. No puedo ir. Surgió algo en el trabajo y
me enteré ayer. Intenté arreglarlo hoy para poder escapar, pero ya
sabes cómo son estas cosas.
Lo gracioso es que lo sabía. Trabajamos en la misma industria.
Sabía exactamente cómo era.
También sabía exactamente cómo operaba Jason.
—Bueno, espero que valga la pena.
Hubo un sonido apagado seguido de su silencio, aunque la
música seguía sonando.
—No es realmente así.
—Lo entiendo —dije fríamente—. La próxima vez que alguien te 10
ofrezca unas vacaciones de dos semanas con todos los gastos
pagados, trata de avisarle con anticipación para que pueda
reemplazarte. Porque eres reemplazable. —Podría haber
preguntado a cualquiera de mis contactos informales si querían 04/2019
venir conmigo. Normalmente era divertido salir con Jason y nos
llevábamos bien. Aunque rara vez habíamos pasado más de una
noche juntos en un momento dado, y tal vez dos semanas a solas
en un velero sería demasiado, pero maldición, podría haber dicho
que no cuando le pregunté.
—Sí, lo siento, pero tengo trabajo...
—Está bien. Te veré por ahí.
No esperé su respuesta. Terminé la llamada y tiré mi teléfono en
la mesa de café. Joder, joder, joder.
No estaba llamando a mi lista de contactos para preguntar si
alguno de ellos podría conseguir dos semanas de vacaciones y, por
cierto, nos vamos mañana a las seis de la mañana...
Joder.
Bueno, eso acaba de quitar el ‘mucho sexo’ al sol, navegando,
nadando, la ecuación que había planeado para mis vacaciones.
Bien, entonces. Consideré sacar las dos cajas de condones,
porque ¿qué sentido tenía?... pero decidí mantenerlos. Con un poco
de suerte, cuando atraquemos en el puerto en algunos de los
pueblos de vacaciones, puede haber algunos clubs nocturnos.
Consideré la posibilidad de buscar en Google la escena de un bar
gay en el Lejano Norte de Queensland, pero acababa de tirar mi
teléfono sobre la mesa de café y no me apetecía levantarme.
Que se joda Jason por fastidiarme y por arruinarme las
vacaciones antes de que empezaran.
Ya está todo arreglado. Iba en un velero alquilado durante dos
semanas alrededor de la Gran Barrera de Coral en el norte tropical
de Queensland yo solo. Sólo yo y el capitán. Si fuera un viejo
malhumorado que nunca estaba callado, me tiraría por la borda. O 11
si era una mujer de mediana edad que siempre estaba
parloteando, me tiraría por la borda. O tal vez podía fingir sufrir
padecer mareos crónicos y tener que volar a casa sería menos
dramático. Al menos el capitán era amigable con la comunidad 04/2019
LGBT, lo anunciaron como tal, así que esa era una preocupación
menos.
Pero maldita sea. Iba a ir de vacaciones, y me iba a tumbar al
maldito sol y a relajarme. Esperaba que el patrón del velero fuera
una buena persona, porque durante los siguientes doce días,
veinticuatro horas al día, no iba a ser nada más que yo, ellos y un
montón de océano.
CAPÍTULO DOS

FOSTER KNIGHT

TENÍA suficientes provisiones para tres personas durante tres


días, antes de que tuviéramos que reabastecernos en algún lugar
de la costa. Este era un trabajo de dos semanas para una pareja.
Cuando llegaron las reservas, si los nombres de las parejas 12
indicaban que eran dos hombres o dos mujeres, la oficina central
las reservaba conmigo.
Siendo yo mismo gay, no me importaba que los chicos se
pusieran cariñosos delante de mí, y las parejas de lesbianas 04/2019
normalmente preferían mi orientación. Les parecía menos
amenazador que un heterosexual que podría querer participar en
la acción, supongo.
Porque cuando estamos a kilómetros de la costa rodeados de
nada más que agua durante días, los clientes necesitaban estar
cómodos a mi alrededor, y no sólo confiar en mi capacidad para
navegar, sino también para dejarlos solos.
Mi velero tenía sólo catorce metros de eslora, o cuarenta y cinco
pies de largo. Tenía tres cabinas y un salón común, cocina y baño.
No había mucho espacio para esconderse el uno del otro, y llegué a
conocer muy bien a mis clientes. Siempre estaba emocionado por
conocer a mis nuevos clientes y, por lo general, a los cinco minutos
de conocerlos, sabía lo que necesitaban de mí. Si querían un guía
que les explicara la costa, un narrador con sentido del humor para
hacerles reír, o si lo que necesitaban era verme pero no
escucharme.
Así que me sorprendió cuando me paré en la entrada del puerto,
esperando a que aparecieran dos tipos, que el único que llegara,
parecía estar fuera de lugar y era como si estuviera buscando a
alguien, y estaba solo.
—¿Estás buscando Tropic Heat Tours? —le pregunté.
Se detuvo, me miró y me echó un segundo vistazo.
—Uh, sí. Creo que sí.
—¿Stuart Jenner y Jason Hardgrave? ¿Fiesta para dos? —
pregunté, esperando aclararlo.
Sonrió y extendió su mano.
—Stuart Jenner. Ahora es un viaje con un único viajero. ¿Está
bien eso?
Oh. ¿Uno? 13
—Sí, claro, está perfectamente bien. —Tomé su bolsa de lona y
le estreché la mano—. Foster Knight. —Señalé al embarcadero y
nos dirigimos hacia él—. ¿Todo bien con tu amigo?
—La versión corta es que no va a venir —dijo. 04/2019
Bien entonces. Jesús. Estas iban a ser unas interesantes y
probablemente incómodas dos semanas si este tipo iba a ser un
imbécil todo el tiempo.
Suspiró y dejó caer los hombros.
—Lo siento. Ha sido un... Lo siento. Decidió decirme anoche que
no vendría.
Lo miré mientras caminábamos hacia el final del embarcadero.
Llevaba pantalones cortos caqui y una camisa de manga corta de
color azul claro con botones. Tenía el pelo castaño, la nuca y los
lados cortos, los ojos marrón oscuro y una mandíbula que podía
cortar vidrio. Pero también tenía ojeras y parecía que no había
dormido en años. Entrecerró los ojos ante el sol, y me recordó que
había roto con su novio anoche y que llevaba levantado desde Dios
sabe cuándo. O tal vez no había dormido nada.
—Está bien. No hace falta disculparse —le dije, dándole mi
mejor sonrisa—. ¿Cómo fue tu vuelo hasta aquí? Eres de...
—Brisbane —respondió—. El vuelo estuvo bien. Sin incidentes,
lo que siempre es bueno. ¿Puedo decirte que estoy ansioso de que
empiecen estas vacaciones? No podrías creer cuánto.
Dejé de caminar, y él también lo hizo.
—Bueno, espero que sea todo lo que quieras que sea.
—Sol, sueño, natación, navegación, mariscos —respondió. Jesús,
realmente parecía exhausto.
—Entonces has venido al lugar correcto. —Me volví hacia mi
orgullo y alegría. Mi casa—. Esta es ella1.
Mi velero era un Beneteau Oceanis 45. Era elegante y
aerodinámica, blanco con cristales tintados oscuros, y su cubierta
trasera era de tablas de madera encaladas. El nombre, White
Knight2, fue pintado en la parte posterior, y el perfil abstracto del 14
perfil de un caballero completaba el diseño.
Todos asumieron que la referencia de Knight3 era por mi
nombre, y lo era, sobre todo. Nunca me molesté en explicar el
juego de palabras, no es que nadie me lo haya preguntado. 04/2019
—Sube a tu casa por los próximos doce días —dije, subiendo a
bordo—. Vamos, te mostraré tu camarote.
Me siguió, subiendo a mi velero. Sus amplios ojos y su sonrisa
me dijeron que le gustaba lo que veía.
—Vaya. Las fotos no le hacen justicia —dijo mientras bajábamos
las escaleras hacia los camarotes.
Hice un gesto hacia el área de asientos del salón, y luego hacia la
cocina.
—Nevera y despensa totalmente equipadas. Sírvete cualquier
cosa en cualquier momento. Seré tu chef en exclusiva.
Preseleccionaste tu menú, pero podemos cambiarlo un poco si
quieres. Sólo seremos tú y yo, así que pide lo que quieras. Sólo
pídelo.

1
Al velero le da una connotación femenina porque cuando habla de él habla como “Mi
casa” y la casa es femenino.
2
Es el nombre del velero y se deja como en el original, significa Caballero Blanco
3
Knight es el apellido
Asintió lentamente.
—Supongo que pediste suficiente comida para dos clientes. Lo
siento por eso.
Le hice señas para que lo olvidara.
—No hay problema. Significa más cerveza para ti—. Claramente
se sentía bastante deprimido, así que le sonreí. —Más de todo para
nosotros. Pero estamos programados para atracar en unos cuantos
puertos de la costa, así que si quieres algo más, házmelo saber y te
lo traeré. Nada es un problema.
—Vale, gracias —murmuró distraído, mirando por el interior—.
Es hermosa.
Me encantaba la primera impresión que causaba en la gente.
Nunca cambiaba. 15
—Seguro que lo es. —Le mostré el baño, luego abrí la puerta del
camarote principal en la proa del barco—. Esta es tu habitación.
Tienes tu propia suite.
Metió la cabeza en el camarote. 04/2019
—¿Este es el más grande?
—Sí. No es enorme, pero estás en un velero, no en un hotel. —
Traté de mantener mi tono de voz, pero ¿realmente estaba
molesto con el tamaño de la habitación?
—Oh, no —dijo rápidamente—. Asumí que tendrías la
habitación más grande.
Oh.
—El cliente es lo primordial, ¿verdad? Tengo el camarote a
babor —expliqué, señalando una de los dos camarotes cercanos a
la escalera—. No necesito mucho. Prefiero que te sientas cómodo.
Se metió en su camarote y puso su bolsa en la cama. Ocupó el
camarote y pareció un poco decaído.
—Bueno, esto es genial, gracias.
—¿Por qué no te acomodas? Tal vez incluso puedas tomar una
siesta. Nos llevaré a través del puerto hacia el sur al principio, y
siempre es lento hasta que lleguemos a aguas abiertas.
—¿Ir lento?
—Oh, claro. Hay una importante terminal de exportación de
azúcar, una base naval operativa, depósitos de aduanas y policía
del agua, flota pesquera comercial, varaderos y muelles flotantes,
compañías navieras, compañías de pesca y buceo....
—Oh. —Se rió—. No me di cuenta de que el puerto estaba tan
ocupado. —Le di una sonrisa.
—¿Estás bien?
Me devolvió la sonrisa, cansado, pero la forma en que sus labios
se curvaron torcidamente le dio a su duro rostro un borde más
suave.
—Sí, estoy bien. Pero estoy un poco cansado —murmuró,
jugando distraído con la correa de su bolsa mientras miraba a la 16
cama.
—Entonces te dejo descansar —respondí, haciendo exactamente
eso. Volví a la cubierta y arranqué el motor. Ella ronroneó a la vida,
tiré de las líneas del muelle y me aparté del embarcadero para 04/2019
sacarnos salir lentamente de Marina Marlin.
El puerto estaba muy concurrido, pero avancé, tomándome mi
tiempo para salir del puerto. Me encantaba esta parte de mi
trabajo; sólo yo en la cabina y nada más que el cielo azul y el
océano color aguamarina. Había viajado por todo el mundo, pero
ningún otro lugar era comparable con los trópicos del norte de
Queensland, las Whitsundays y la Barrera de Coral.
Pero lo que realmente amaba, realmente amaba mucho, era
cuando podía izar las velas, apagar el motor y navegar.
Ahí estaba mi corazón. Ser llevado por el viento a merced de la
Madre Naturaleza y de los elementos que ella mandaba.
Me encantaba su poder, desafiar su fuerza. Nunca envejecería.
Nunca.
Había tenido antes el poder corporativo. Conocía esa prisa, esa
adicción. Esa aspiradora de almas, ese vacío aplastante de la vida.
Pero esto era poder y libertad, y esa era la mayor carrera para mí.
Y nunca me había sentido más vivo.
Nos llevé hacia el sur como dije que haría, a velocidad de
crucero, hasta el sur de la isla de Fitzroy, y mantuve un ritmo
constante por la costa. Mi horario ya no requería apresurarse, y las
únicas referencias al tiempo que mantenía ahora, eran el sol, la
luna y los mapas de mareas. Los únicos plazos que tenía que
cumplir eran los míos. Si llegamos a nuestra primera parada hoy o
mañana no tenía importancia. Tenía casi dos semanas para
enseñarle a Stuart las Whitsundays.
Y mientras dormía abajo, tuve que preguntarme cuál era su
historia. Había llegado solo, y estaba bastante claro que no era su
decisión hacerlo. Era un tipo apuesto; no podía negarlo. Sólo 17
esperaba que estas dos semanas juntos no fueran incómodas.
Nunca había hecho un uno a uno antes. No tenía ni idea de cuáles
eran sus expectativas, ni de sus intenciones.
Pero estaba agotado, podía verlo. Así que, una vez que estuvimos 04/2019
bien alejados de otros barcos y sin saber cuánto tiempo iba a durar
su siesta, la vela dejó de tirar, y ése era el lenguaje de las velas para
tomar un descanso. Me senté al volante, con un pie arriba, y me
incliné hacia atrás, respirando un profundo pulmón de aire salado
y dejando que los sonidos del océano se derramaran a mi
alrededor. Las gaviotas sonaban por encima de mi cabeza y el agua
chapoteaba en el casco. Era una sinfonía detrás del silencio, y
podía escucharla todo el día.
Pero la mañana pronto se convertiría en la tarde, y aún así,
Stuart no había salido. No estaba seguro si me estaba evitando, o
tal vez se dio cuenta de que éramos sólo nosotros dos, más allá de
lo incómodo. Pero había una forma segura de sacarlo de su
camarote sin llamar a la puerta.
Encendí la parrilla.
Mientras los langostinos se cocinaban, corté algunos mangos y
aguacate y agregué un poco de aderezo con el chile suficiente para
hacer que tus labios cosquillearan. Y por supuesto, justo cuando
estaba emplatando, la puerta de su camarote se abrió y apareció
un Stuart medio dormido.
—Oh, justo a tiempo —dije con una sonrisa, dándole un plato.
Tomó su almuerzo y se pasó las manos por la cara todavía medio
dormido y se la sacudió.
—Lo siento. Pensé en dormir un rato. No quise dormirme así.
—Todo está bien. —Le di un tenedor—. No te has perdido
mucho. Nos retrasé un poco. No quería pasar por encima de nada
que tú hubieras querido ver.
Tomé dos botellas de agua mineral de la nevera, las puse bajo el
brazo, recogí mi plato y subí las escaleras hasta la cabina del
piloto. Stuart me siguió, y cuando estaba en la cima, miró a su 18
alrededor a la inmensidad del océano azul verdoso a estribor y a la
hermosa costa boscosa, y sonrió.
—Guau.
Me reí y tomé asiento al volante, y se unió a mí en el largo 04/2019
asiento del banco que se extendía a lo ancho de la cabina. El sol era
brillante y cálido, el viento era un alivio fresco.
—No es una mala vista, ¿eh?
—¿Alguna vez te cansas de ella?
—Nunca.
Sonrió y mordió un langostino.
—Oh, Dios mío. ¿Acabas de cocinar esto?
—Hace dos minutos. —Tomé otro bocado y sonreí mientras
masticaba. La mayoría de la gente tenía la misma reacción.
—Es increíble.
—Son gambas frescas, capturadas esta mañana, y la receta de
salsa tropical y aderezo de mi tía. Tardará tres minutos.
Agitó su tenedor en el aire mientras masticaba y tragaba.
—Bueno, agradécele a tu tía de mi parte. Esto es celestial.
Me reí.
—Lo haré. Estará encantada.
Comió otro bocado y suspiró, cerrando los ojos al sol, y sólo
disfrutó del calor y la brisa y repitió esto hasta que su plato quedó
vacío. Podía verlo relajarse un poco con cada suspiro, con cada
respiración que tomaba.
—¿Dormiste bien?
—Muy bien —respondió sin abrir los ojos. Tenía la cabeza hacia
atrás, la cara al sol, y eso me permitió estudiarlo sin que me diera
cuenta. Sí, era muy guapo. Su línea de la mandíbula era un ángulo
que podría haber medido con un cuadrado fijo—. En serio, esa
cama y el balanceo del velero, y me apagué como una vela.
Me reí.
—Sí, no está mal.
Abrió un ojo. 19
—Así que navegas por los trópicos para ganarte la vida y puedes
cocinar como un chef, y la gente te paga una pequeña fortuna.
¿Tienes el mejor trabajo del mundo?
Le sonreí. 04/2019
—Creo que sí. Otros pueden estar en desacuerdo.
Cerró los ojos y sonrió.
—Otros estarían equivocados.
—Aquí, déjame tomar tu plato —dije, de pie. Me miró lo
suficiente como para dármelo, pero pronto volvió a cerrar los ojos.
—No sé si es mejor tomar el sol o disfrutar de la vista —
murmuró.
—Las dos cosas suelen funcionar —le ofrecí, desapareciendo
bajo cubierta. Sólo me llevó un minuto cargarlo todo en el
lavavajillas, y cuando volví a la cubierta, no se había movido. Tenía
las piernas extendidas, los tobillos cruzados, los brazos apoyados
en el respaldo y los ojos cerrados. Ciertamente no era difícil de
mirar, y parecía mucho más agradable ahora que había
descansado un poco. Tal vez incluso amigable. Esa sonrisa torcida
se veía bien en él.
Me senté al volante junto a él y lentamente abrió los ojos.
—¿Qué hay en la agenda para esta tarde?
—Mucho de lo mismo, si te parece bien.
—Muy bien.
—Hay una ensenada con una pequeña playa a unos cuantos
kilómetros de aquí que suele estar aislada. Podemos fondear allí y
nadar si quieres.
—Suena perfecto para mí.
—Bueno, estoy a tu entera disposición —agregué—. Nunca he
hecho un trabajo individual antes.
Me miró a los ojos y no apartó la mirada.
—¿Te hace sentir incómodo?
Claramente tenía los nervios de acero si podía mirar a alguien a
los ojos y hacerle preguntas que podrían hacer que las cosas 20
fueran incómodas. Tengo la sensación de que utilizaba la misma
táctica para ganar ventaja en las salas de juntas o en las reuniones
de negocios. Yo solía hacer lo mismo. Le miré fijamente, con una
sonrisa en los labios. 04/2019
—En absoluto. Lamento que tu novio se haya escapado.
No miró para otro lado.
—No era mi novio. Sólo un conocido ocasional, si entiendes lo
que quiero decir. —Suspiró dramáticamente—. Aparentemente
pagar para que me acompañe en un crucero de dos semanas
disfrutando de sol, surf y sexo consideró que era cruzar una línea.
Solté una carcajada. Vale, así que quizás su cara de póker era
mejor que la mía.
—Suena como Pretty Woman. ¿También era un prostituto?
Resopló.
—No, sólo un tipo que...
—¿Teníais un acuerdo de caballeros?
—Claro. Vamos a divertirnos.
Me reí, y él sonrió. No estaba seguro de qué hacer con él durante
casi dos semanas, pero luego se me ocurrió una idea.
—Ya que sólo somos nosotros, ¿quieres que te enseñe a
navegar?
Sus ojos se abrieron de par en par y se llenaron de chispa.
—¿En serio?
—¿Por qué no? —Me encogí de hombros—. Pero no te
preocupes, no voy a ponerte a trabajar ni nada. Sólo lo básico. No
puedo llenar tu tiempo como lo habría hecho tu amigo, pero puedo
intentarlo.

21

04/2019
CAPÍTULO TRES

STUART

CÓMO LA CONVERSACIÓN entre nosotros empezó a girar en


torno al sexo, nunca lo sabré. Foster era muy sexy: el sol le había
besado la piel, y había blanqueado las puntas su cabello. Tenía el
cabello del color de la arena bañada por el sol y ojos de un azul tan 22
intenso como el cielo sobre nosotros. Tenía una voz profunda, una
risa cálida, y manos que parecían fuertes. Estaba descalzo, llevaba
pantalones cortos tipo cargo color camel y camisa azul con el
logotipo de Tropic Heat. Parecía tan elegante y pulido como su 04/2019
velero de lujo, pero tan libre y salvaje como la costa en la que
trabajaba.
Era una combinación interesante. Como dije, una combinación
jodidamente sexy.
Me preguntaba cómo irían estos doce días, sólo yo y el capitán, y
me preocupaba que pudiera resultar incómodo. Pero por lo que
pude ver, dado que sólo habían pasado unas pocas horas, pensé
que nos llevaríamos bien.
No me había dado cuenta de que podría querer aprender una
sola cosa sobre navegación hasta que él lo mencionó. Pero fue
como un desafío, y si había algo que me interesaba, era aprender
cosas nuevas y que fueran un reto. Me mostró la botavara 4, la vela
mayor, la vela de proa o foque, la cubierta de la vela, las líneas y el
aparejo.

4
En nomenclatura marinera, se denomina botavara a la percha horizontal que permite
mantener cazado y orientado al pujamen de una vela.
—¿Líneas? ¿No son sólo cuerdas?
Se rió.
—No. Los términos náuticos son diferentes. ¿Quieres la razón
técnica por la que no se llama cuerda, o no te importa?
—Término técnico.
Ladeó un poco la cabeza. Creo que le gustó mi respuesta directa.
—Las cuerdas son de lo que están hechas las líneas, y una cuerda
en espiral no tiene asignado un trabajo específico. Es sólo una
cuerda. Pero las líneas tienen un propósito específico. Línea de
anclaje o línea de muelle. Y la línea asignada para tirar de la vela
mayor, o principal como la llamamos, se llama driza.
—Los términos náuticos son confusos. Como babor y popa.
Quiero decir, ¿quién inventó esa mierda? 23
Se rió.
—Supongo que eso fue lo que pasó en la Edad Media cuando los
marineros de todo el mundo necesitaban un idioma común.
Casi resoplé. 04/2019
—Cierto. Supongo que no lo había pensado así.
Caminó alrededor del velero como si estuviera en tierra firme,
familiarizado con cada centímetro de él. Y donde yo estaba un
poco inestable e inseguro, él se movía con él, fluido y gentil, como
si fuera una extensión del velero, del océano.
Me enseñó el GPS, cómo funcionaban los volantes dobles, cómo
arrancar el motor, cómo echar el ancla.
—Todo es eléctrico en este velero —explicó—. Por el precio de
ella, así debería ser. —Sonrió cuando dijo eso.
—No me puedo imaginar lo que cuesta este velero —reflexioné.
—Bueno, es mi casa y mi oficina —agregó, pasando su mano por
a lo largo de la cabina prefabricada. Quiero decir, de la estructura
de la cabina. Ugh, Dios. Nunca aprendería la terminología.
—¿Tu casa?
—Claro. Vivo a bordo.
Lo miré fijamente.
—¿Esto es todo lo que tienes? ¿Ni casa, ni otras pertenencias?
Mis preguntas contundentes no lo ofendieron. Sólo sonrió más.
—Esto es todo lo que necesito. Créeme, he tenido apartamentos,
coches, trajes caros, todos los aparatos de alta tecnología
disponibles. Estaba feliz de dejarlo atrás.
Le di la vuelta a sus palabras en mi cabeza. Estaba feliz de dejarlo
atrás. Dios, ojalá.
—Guau.
Me miró fijamente durante un largo rato antes de darme una
sonrisa comprensiva.
—¿Qué tal si nadamos?
Dejé escapar un lento suspiro.
—Suena muy bien. 24
—¿Crees que puedes levantar La Mayor5?
—¿Por mi cuenta? ¿Has perdido la cabeza?
Se rió de mi expresión.
—Vamos, yo lo haré. Vigila la próxima vez. 04/2019
Lo logró con tanto esfuerzo como respirar, hablando al tiempo
que lo hacía.
—Cuando era niño, tenía que trabajar las líneas y las velas
manualmente. Ahora sólo aprieto un botón para la mayoría de
ellas. Puedo manejar las velas desde la cabina. Es una necesidad
teniendo en cuenta que lo estoy haciendo yo solo.
Vi todo lo que hizo.
—¿Siempre navegabas? ¿Incluso de niño?
—Mi papá zarpó de Rushcutters.
—¿Sydney?
Asintió.
—Nacido y criado.
—¿Cuánto tiempo llevas haciendo esto?

5
La vela mayor es la más importante que se iza en los navíos de un solo palo. De haber
más de uno, las velas siguen en general los nombres de los palos o masteleros, vergas o
estayes en los que se envergan. Así sería la vela sostenida por el palo y verga mayores
—Seis años. —Me mostró una sonrisa ganadora mientras
tensaba la cuerda... línea... driza. Lo que sea. Y muy pronto, la vela
estaba ondeando con la brisa, y comenzamos a movernos—. ¿Estás
listo para esto? —preguntó, moviéndose rápidamente, hábilmente,
de vuelta al asiento que se extendía a lo ancho del barco, y tomó
uno de los volantes.
Trepé para unirme a él con lo que sentía como la gracia de un
elefante en comparación a una gacela.
—Aquí, toma el volante —dijo.
—Mierda. —Hice lo que me pidió. La rueda en sí era enorme y
elegante, envuelta en cuero fino para que no resbalara.
—Relájate. Es como conducir un coche. Más o menos. —Luego
me echó un vistazo—. Puedes conducir un coche, ¿verdad? 25
Me reí de eso.
—Sí, por supuesto.
Y tenía razón. Una vez que me relajé un poco, empecé a
disfrutarlo. El viento, la velocidad de crucero. Me ayudó a 04/2019
conducirlo un poco -porque no era como conducir un coche en
absoluto- y muy pronto, rodeamos un cabo y encontramos la
pequeña playa privada que mencionó antes.
—Oh, wow —murmuré.
Era impresionante. Absolutamente impresionante. La arena más
blanca, el agua de color azul verdoso, las palmeras y un bosque
tropical.
Pasó junto a mí, subió a la cubierta para comprobar algo, luego
regresó a la cabina del piloto y retiró la vela mayor en un abrir y
cerrar de ojos. Hizo que todo pareciera tan fácil. Luego regresó y
me dio un golpecito en la rodilla.
—Córrete.
Me deslicé en la esquina y él se sentó a mi lado, dirigiendo el
velero mientras entrábamos a la ensenada sin problemas. Cuando
encontró un lugar que consideraba perfecto, me dejó echar el
ancla. Que era apretar un botón, pero aún así. Tengo que echar el
ancla.
Yo sonreía como un niño en una tienda de golosinas, y él se rió
cuando me miró.
—Es bastante guay, ¿no?
—Es increíble. —Me adentré en el paisaje, 360º de perfección
tropical—. Necesito mejores palabras que guau y asombroso.
Se rió.
—¿Empacaste tu equipo de natación?
—Oh, por supuesto.
Bajé a mi camarote y me puse mi bañador y recordé que sólo
había empacado un par de Speedos blancos. Pensé que estaría
tomando el sol con Jason, y siempre había apreciado mi trasero 26
llevando lo mínimo. Ahora me arrepiento de no haber metido
bañadores tipo boxer en la maleta. Saqué todo lo que había
empacado y no tenía nada más que cargos y pantalones cortos de
golf. No podría usarlos nadando. 04/2019
Joder.
Con un suspiro profundo, me puse el Speedo, me ajusté la polla,
agarré una toalla, me la envolví en la cintura y volví a subir a la
cabina del piloto. Foster estaba ajustando algo en la parte trasera
del barco.
—¿Estás bien? —Me preguntó, lo que yo tomé como su manera
de preguntar si todo estaba bien.
—Sí. Todo bien.
Me sonrió y luego volvió a ponerse en modo negocios.
—Vale, hay algunas cosas que tengo que enseñarte. Es
importante.
Su tono era serio, así que supuse que era una cuestión de
seguridad. Y tenía razón.
—Tienes que asegurarte de que la escalera esté abajo antes de
zambullirte. No puedo enfatizar esto lo suficiente.
—He visto esa película —admití—, donde todos saltaron y la
escalera no estaba bajada.
No pudieron volver a subir y se ahogaron.
Asintió.
—Historia verdadera. Normalmente hay más de dos personas, y
me quedo a bordo mientras nadan y luego me zambullo
rápidamente después de que regresan a salvo.
Una vez más, mencionó que éramos sólo nosotros dos.
—Sí, lo siento. No me dio ningún aviso.
—No, está bien. No es ninguna molestia para mí. Sólo
necesitamos ajustarnos, eso es todo. —Miró al cielo y al océano
que nos rodeaba. —Las condiciones son perfectas. No tenemos
preocupaciones. Sólo tengo que darte el resumen, por ley. 27
—Sí, me parece justo. Te lo agradezco. —Sonrió, finalmente.
—Ahora, ¿protector solar?
—Oh. —Era bastante obvio que no había pensado en eso—.
Empaqué algunos. Pero aún no me lo he puesto. 04/2019
—Tengo un poco. —Se aclaró la garganta e hizo una mueca—.
¿Necesitas que te ayude con eso? —Levantó el asiento de la cabina
y sacó una botella de SPF 50—. Siendo de Brisbane, estás
acostumbrado al sol, pero he tenido algunos amigos de otras
partes del mundo que se parecían a las langostas después del
primer día.
—Puedo imaginarlo. —Miré el protector solar que estaba
sosteniendo y aguanté la respiración cuando quise suspirar—. Si
pudieras darme el bronceador en la espalda, sería genial. —Me
volví y escuché el estallido de la tapa, y entonces sus fuertes y
cálidas manos estaban sobre mis hombros. La crema estaba fría,
pero me la frotó, apretando un poco mis hombros.
—Estás apretado como el infierno.
Resoplé.
—No eres el primer hombre que me dice eso.
Sus manos se detuvieron, y su voz era más baja.
—Oh. Quise decir en los hombros.
Le sonreí por encima del hombro.
—Sí, ya lo sabía. Simplemente, no he podido evitarlo.
Terminó de frotar el protector solar, usando manos firmes y
apretando mis hombros. Tenía que admitir que me gustaba su
toque.
—Haces ejercicio —dijo. Era una declaración, no una pregunta.
¿Su voz era ronca? ¿O fue mi imaginación?
—Sí. Ayuda con el estrés.
Me apretó los hombros otra vez.
—No parece que esté funcionando muy bien.
Dejé caer mi cabeza hacia atrás mientras él hundía sus pulgares.
—Sí. Es un trabajo en curso. Y de todos modos, para eso estoy 28
aquí, para relajarme y desestresarme.
—Entonces has venido al lugar correcto —dijo, apartando las
manos.
Me volví hacia él, agradecido de que la toalla estuviera anudada 04/2019
en la parte frontal, dándome un poco de espacio para esconder
cualquier tipo de gratitud que pudiera estar mostrando en mis
Speedos.
—¿Necesitas que te devuelva el favor?
Se dio la vuelta rápidamente y se quitó la camisa.
—Claro.
Sus hombros eran anchos, sus brazos bien musculados, su
cintura estrecha. Le puse protector solar en la espalda y me puse a
trabajar.
—No estás nada apretado.
Ahora era él quien resoplaba.
—No puedo decir que me hayan dicho eso. —Me reí de eso.
—Espero que no.
Movió los hombros.
—No he tenido un solo día estresante en seis años.
Luego pasé mis dedos por su clavícula y sobre sus bíceps,
frotando un poco de protector solar. No necesitaba tocarlo allí,
pero tenía una buena excusa. Estaba firme bajo mis manos, su piel
bronceada y hermosa, y anhelaba ver el frente.
—Qué suerte tienes. Parece que esto fue lo mejor que has hecho.
—Realmente lo fue. —Se volvió hacia mí, y no me decepcionó su
pecho. Oh no... no estoy decepcionado en absoluto. Bronceado, con
la cantidad perfecta de vello en el pecho, más oscuro que el rubio
arena de su cabeza. No tenía exactamente un paquete de seis, pero
definitivamente estaba bien definido en todas partes.
Ese pensamiento me hizo temblar.
Afortunadamente, no se dio cuenta. Estaba demasiado ocupado
rociando protector solar en su mano, y luego me lo dio antes de 29
proceder a frotarlo sobre su pecho y estómago, sus brazos, y
finalmente su cara. Y yo todavía estaba atascado mirándolo
fijamente. Era guapísimo.
Mierda. 04/2019
¿Por qué tenía que llevar diminutos Speedos blancos?
Necesitando la distracción, me ocupé de embadurnarme con
protector solar, y cuando terminé, no pude posponerlo por más
tiempo. Caminé hasta la parte trasera del velero, dejé caer mi
toalla y me zambullí en el agua cristalina color aguamarina.
Me preguntaba si me vio tirar la toalla. Parte de mí esperaba que
lo hubiera hecho.
Probablemente fue ridículo. Y totalmente inútil. Incluso si
estuviera interesado en los hombres, probablemente tendría
alguna política de la compañía acerca de confraternizar con
clientes que pagan. De la misma manera que lo hacía yo; nunca te
involucres personalmente con los clientes. Era una buena ética en
el trabajo, y si yo vivía de acuerdo con ella, ciertamente no podía
culpar a Foster por hacer lo mismo.
Pero maldición, estaba bueno. Y éramos sólo nosotros dos...
Jesús, Stuart. Contrólate.
Subí a la superficie y dejé que el aire salado llenara mis
pulmones. El agua era gloriosa y un alivio bienvenido al calor y la
humedad del verano tropical. Podía ver la arena blanca en el
fondo, a sólo unos metros de profundidad. Estábamos lo
suficientemente cerca de la orilla como para que yo pudiera nadar
hasta la playa. Eran unos cincuenta metros. Hacía diez veces eso
para terminar mis sesiones de gimnasia... Y luego pensé que era
una gran idea. Así que me puse en marcha a un ritmo pausado, con
movimientos largos y agradables, y mantuve mi respiración hasta
que pude ponerme de pie.
Me quedé con el agua cubriéndome hasta la cintura y me volví
hacia el velero. Y vaya, ¿no se veía glorioso con el telón de fondo?
Era un barco precioso. Foster se quedó atrás y saludó con la mano, 30
y pude ver la sonrisa en su cara desde donde yo estaba. Hice un
gesto con la mano, y luego floté sobre mi espalda por un momento
o dos. No había olas. La entrada estaba protegida, y podía flotar
fácilmente. 04/2019
Me sentí increíble.
Estar inmerso en agua fría, el sol caliente en mi frente, el
silencio, la sensación de estar alejado de todo. No había estrés
aquí. Sin plazos locos, sin gritos del jefe, sin quejas de los clientes,
o peor aún, sin gritar. No hay compañeros de trabajo tratando de
convencerte en los baños, ni asistentes que miren nerviosamente
alrededor de las oficinas.
Nada más que el sonido de los latidos de mi corazón en mis
oídos y el sonido del agua golpeando mi piel.
Esto fue justo lo que la doctora prescribió.
Me puse de pie de nuevo y caminé por la playa. Era
completamente privada, ni un alma en kilómetros, con la
excepción de Foster, pero incluso él me estaba dando espacio.
Caminé por la arena más blanca que jamás había visto, era sedosa
y estaba caliente bajo el sol, y puse mi mano en una de las muchas
palmeras. Era áspera y cálida, y la madera se sentía increíble.
Siempre me había encantado la textura de los diferentes objetos,
las cosas oscuras, y esto era perfecto.
Todo se sentía increíble. Se sentía diferente aquí. Cómo deben
ser las vacaciones.
Claro, me decepcionó que Jason hubiera optado por no
participar, pero no podía cambiar eso ahora, y en todo caso, me
gustaba Foster. Y estaba seguro de que no estaría compartiendo
historias conmigo ni enseñándome lo básico de la navegación si
Jason estuviera aquí. No se habría ofrecido a frotar protector solar
en mi espalda, eso era seguro.
Seguramente se permitió un poco de flirteo. No tenía que llevar a
ninguna parte, pero una sonrisa y una risa sexy, junto con una
conversación real eran a veces tan terapéuticas como el sexo. 31
Especialmente el sexo que no significaba nada.
No estaba cansado de las conexiones de una noche. ¿O lo estaba?
No es que realmente importara. No tenía elección. Mi trabajo era
tan absorbente que no tenía tiempo para nadie. No sería justo para 04/2019
ellos. No, mi carrera ocupaba el número uno en mis prioridades, y
las conexiones casuales eran todo lo que necesitaba.
Caminé un poco por la playa, preguntándome si lo único que le
interesaba a Foster era frotarme el protector solar. Sus manos se
habían sentido tan bien en mí que no me importaría que tocara
otras partes de mi cuerpo. ¿Las cosas se pondrían incómodas entre
nosotros si se lo pidiera? ¿Y si decía que no?
¿Y si decía que sí?
Jesús. Podría estar felizmente casado por lo que sé.
Volví a mirar al velero. Foster no estaba en la cubierta, ni en la
cabina, ni en el agua, así que asumí que estaba en el camarote. No
me importaba; me sentía a un millón de kilómetros de todo, pero
de alguna manera estaba seguro de que Foster conocía mi
paradero a cada segundo. Así que seguí caminando a un ritmo
lento, y para cuando volví a la playa, Foster estaba sentado en la
parte trasera de su velero, con los pies en el agua. Ahora llevaba
pantalones cortos y me saludó con la mano y pude ver su sonrisa.
Pensé que lo había dejado solo y ya le había preocupado lo
suficiente acerca de lo que estaba haciendo, así que empecé a
nadar lenta y lánguidamente de regreso al velero. Me detuve a
pocos metros de él, observando su cuerpo sexy y sin camiseta.
—¿Te das un chapuzón? —le pregunté.
—Tal vez.
—Está divina.
Hizo una mueca y pateó con sus pies el agua, pero se apoyó en
sus manos y me miró fijamente como si estuviera tratando de
decidir. Era una mirada curiosa, y luego se mordió el labio inferior
como si estuviera sopesando si cruzar una línea o no. 32
Oh, sí. Reconocía un conflicto de intereses cuando lo veía.
Tal vez estaba leyendo mis señales contradictorias. Tal vez se las
estaba dando. Tal vez se acostaba con todos los clientes que
abordaron su velero; tal vez se preguntaba cómo ofrecerme sus 04/2019
servicios especiales.
Tal vez debería hacérselo mucho más fácil. Tal vez debería poner
mis cartas sobre la mesa, hacer que él haga lo mismo, y ver quién
de nosotros tiene el as.
Nadé hasta el velero, tomé la escalera con ambas manos y me
sacudí el agua, paso a paso. Observó cada movimiento y soltó una
respiración lenta cuando me senté a su lado. Así que tal vez los
Speedos blancos no fueron tan mala idea después de todo porque
él se fijaba en cada parte de mi cuerpo.
Podría haber hecho un pequeño show al pasar la toalla sobre mi
cuerpo, él intentó no mirar pero falló, y sonreí cuando se lamió el
labio inferior.
—Deberías zambullirte de lleno —dije, dejando clara cada onza
de doble sentido que pudiera cargar en sólo cuatro palabras—.
Vale la pena.
Se aclaró la garganta y miró hacia la playa antes de pasar una
mano por su pelo.
—Probablemente tengas razón —contestó, poniéndose de pie y
lanzándose antes de que pudiera decir otra palabra.
Era bastante bueno leyendo a la gente. Fue lo que me hizo
brillante en mi trabajo. Y estaba seguro de que lo estaba leyendo
bien. Sí, los Speedos blancos no habían sido un error después de
todo.

33

04/2019
CAPÍTULO CUARTO

FOSTER

SPEEDOS BLANCOS. Pequeños Speedos blancos. ¿Por qué tuvo


que usarlos, de todos los modelos posibles? No me importa
cuántos forros tenían, esos Speedos blancos apenas ocultaban
nada. Como si no fueran lo suficientemente reveladores cuando 34
están secos, ¿pero mojados? Podía verlo todo. Cada línea, cada
vena, cada cosa.
No estaba circuncidado, casi no tenía vello púbico. Sus pelotas
estaban bien apretadas, su polla bien apretada a la izquierda. 04/2019
¿Cómo se suponía que iba a superar dos semanas de esto? Apenas
había pasado un día.
Los Speedos blancos eran mis favoritos. Pequeños Speedos
blancos hacían que se me hiciera la boca agua y que mi pene se
fijara en ellos. Como si no lo hubiera notado ya.
Me gustaba la forma en que escuchaba cuando le enseñaba sobre
el velero, la forma en que hacía preguntas, la forma en que se le
formaba una línea de concentración entre las cejas, cómo se
mordía el labio inferior. Me gustaba cómo usaba las manos; le
gustaba tocarlo todo. La suave fibra de vidrio de la cabina, el tacto
de las lamas de madera de la cabina, las cuerdas de cable trenzado
y la cuerda en las líneas. Le gustaba tocar, eso estaba bastante
claro. Sentir, reconciliar la textura con la palabra, el objeto.
Era táctil.
Eso me gustó mucho.
Cuidaba de su cuerpo. Estaba aquí para cuidar de su mente. Y
tuve que recordarme a mí mismo que era un cliente. Lo último que
necesitaba era una demanda por acoso sexual si hacía un pase y
me rechazaba.
A pesar de la mirada en sus ojos. A pesar de su juego de
palabras.
A pesar de la descarada exhibición de su cuerpo. A pesar de sus
malditos Speedos blancos.
Sus pequeños Speedos blancos. Jesús.
Necesitaba zambullirme en el agua para aclarar mi cabeza y
esperaba que el agua fría enfriara mi líbido. Esto no iba a terminar
bien. ¿Cómo se supone que iba a sobrevivir las próximas dos
semanas con él, sólo nosotros dos? No había donde escapar, 35
excepto zambullirse en el océano y poner distancia entre nosotros.
No esperaba la intimidad de que estuviéramos los dos solos. Allí
no había nadie más para amortiguar la conversación, para
absorber nuestra atención. Tendría que encender la tele y fingir 04/2019
que necesitaba ocuparme de las cosas bajo cubierta. Diablos, si mi
polla no se calmaba, tendría que encerrarme en mi cuarto.
Me quedé cerca del velero y fingí que estaba revisando el casco
mientras tenía la oportunidad, y para cuando volví a subir mi culo
a bordo, Stuart estaba acostado de espaldas en la cubierta,
disfrutando de la luz del sol. Al menos tenía su toalla alrededor de
la cintura.
Gracias a Dios.
Me sequé fingiendo que no me fijaba en él. Luego levantó una
pierna, doblándola por la rodilla, y su toalla se abrió para revelar
el traje de baño blanco en su cadera.
Bromea.
—Refrescante, ¿verdad? —dijo, con los ojos cerrados.
Oh, sí.
—Mucho.
—Puede que no quiera irme nunca —murmuró. Luego se abrió
la toalla por completo, revelando su bulto. Abrió los ojos, sólo para
ver cómo lo miraba. Luego, muy lentamente, se dio la vuelta,
levantó las caderas y reajustó la polla, luego se agachó y abrió las
piernas.
Maldita sea.
Suspiró, y mi mirada se dirigió a su cara. Sonrió mientras
cerraba los ojos.
—¿Te importaría embadurnarme con el protector solar otra
vez? —preguntó.
Joder.
Como si pudiera sentir mi vacilación, incluso con los ojos
cerrados, añadió: 36
—Odiaría quemarme con el sol.
Me quedé congelado por un segundo, estaba dudando. Esta era
una idea terrible, pero no podía admitir muy bien por qué sin
entregarme. Le eché la crema en los hombros y empecé a frotarla. 04/2019
Rodó los hombros y estiró el cuello mientras yo hacía mi parte. Si
estaba jugando o si realmente era tan sensible al tacto, sólo podía
adivinarlo. Pero la idea me llevó a lugares donde no debía ir.
Mientras quería quedarme, frotar más duro, quería ponerme a
horcajadas sobre sus muslos y darle un masaje que nunca
olvidaría, recordé mi trabajo e ignorando mi pene endurecido,
terminé rápidamente.
—Hecho. —Me limpié las manos con la toalla—. Te prepararé un
bocadillo —dije, rápidamente entrando en la cabina.
Me apoyé en los armarios de la cocina y respiré hondo. Olvídalo,
Foster. Sólo haz tu maldito trabajo.
Me volví a colocar la toalla alrededor de la cintura, palmeando
mi polla hasta que se bajó, y luego me lavé las manos
minuciosamente antes de preparar un plato con queso, fruta y
galletas saladas. Me imaginé que después de nadar y caminar por
la playa y ahora relajarse bajo el sol, se le habría abierto el apetito,
así que le cogí una botella de cerveza también.
Llevé todo arriba y lo encontré acostado boca abajo, con la
cabeza de lado y los ojos cerrados. Me permití un segundo para
admirar su forma. Speedos blancos, en forma y bronceado.
Esos malditos Speedos blancos.
Abrió los ojos, y una sonrisa de satisfacción se dibujó en sus
labios. Joder.
—El té de la tarde está servido —dije como si no me hubieran
pillado mirándolo.
Rodó sobre su costado, gimiendo mientras se sentaba.
—Oh, la natación y el sol son como un sedante. —Se bajó para
sentarse en el asiento largo del banco. Sostuvo su toalla y, sin 37
intentar cubrirse, se la colocó sobre el muslo. Su polla estaba
medio dura y llenaba sus Speedos deliciosamente.
Dios, estaba en problemas. Ni siquiera había estado a bordo un
día. 04/2019
Parecía que le gustaba exhibirse delante de mí. Bromea, me
tienta. Había una ligera sonrisa en sus labios, una mirada atrevida
en sus ojos. Comió un poco de queso, luego una fresa y un poco de
melón, gimiendo.
—Esto es tan bueno.
Le entregué su cerveza.
—Para ti.
La cogió.
—¿No quieres una también?
—No bebo cuando tengo clientes a bordo.
—Oh, claro. Sigo olvidando que este es tu trabajo real, no sólo
unas vacaciones de ensueño.
Me reí.
—A veces yo también lo olvido. —Había más verdad en eso de lo
que me atrevía a admitir. Hace diez minutos, cuando me imaginaba
a horcajadas sobre él. Un cliente. Sí, a veces olvidaba que este era
mi verdadero trabajo. Es mejor volver a aguas más seguras, así que
redirigí la conversación—. Es fácil olvidar cuando tu oficina se ve
así —dije, señalando a todo el horizonte.
—¿Alguna vez alguien ha querido quedarse? —preguntó,
chupando una fresa—. ¿Huir de sus vidas y hacer lo que tú haces?
Ignoré el jugo de fresa que se acumuló en sus labios y fijé un
poco de queso en una galleta. Me encogí de hombros.
—Todos hablan de ello, pero nadie lo hace. Es sólo un sueño
para ellos.
Suspiró.
—Bueno, parece surrealista. Tienes que admitirlo.
—¿Qué? ¿Tener suficiente de una vida de estrés, gastar los
ahorros de toda la vida en un velero, y navegar hacia el atardecer? 38
—Me reí—. Surrealista, sí. Pero no imposible.
Tomó un trago de su cerveza y miró hacia el agua.
—Algunos días, podía irme tan fácilmente.
—¿Entonces por qué no lo haces? 04/2019
Su mirada se dirigió a la mía.
—No lo sé. Miedo a lo desconocido. Miedo de ser olvidado,
reemplazado. Falta de seguridad financiera. —Una triste sonrisa
curvó sus labios. —No es tan fácil—. Mantuve su intensa mirada.
—Es exactamente así de fácil.
—¿Simplemente te fuiste?
Asentí.
—Sí. Ahí estaba yo, rompiéndome, literalmente matándome por
un jefe que, si hubiera caído muerto, me habría reemplazado a las
ocho de la mañana del día siguiente. Y me golpeó como un rayo. —
Me reí del recuerdo—. Estaba en medio de una reunión. Un
contrato enorme, negocios multimillonarios, clientes
internacionales, el trato de una carrera, y me di cuenta de que sólo
era un engranaje en la máquina. Era reemplazable, intercambiable,
prescindible en todos los sentidos. Sacrifiqué todo por gente a la
que no le importaba una mierda, y se me ocurrió en medio de la
reunión.
Stuart me miraba, intrigado.
—¿Qué hiciste?
—Me levanté y me fui.
—¿Así de fácil?
Le sonreí.
—Así de fácil.
Dejó escapar un suspiro y luego bebió su cerveza.
—No podría hacer eso. Estoy bastante seguro de que mi jefe me
localizaría. Parece que cree que es el dueño de mi alma.
Resoplé.
—Todos lo hacen. Diablos, yo hacía lo mismo. Solía masticar a 39
personas y escupirlas. ¿Y para qué? ¿Para hacerlos miserables?
¿Para romperlos? —Suspiré y negué con la cabeza con tristeza—.
A menudo me pregunto qué les pasó.
Stuart me estudió un segundo y me dio su cerveza. Iba a decir 04/2019
que no, pero pensé, a la mierda. La agarré, tomé un largo trago y se
la devolví.
—Gracias.
Sonrió.
—Suenas como yo. Es lo que hago para ganarme la vida.
Masticar a la gente y escupirla. También soy bueno en eso. Es por
eso que mi jefe es mi dueño. Bueno, eso, y porque cuando amenacé
con irme, me ofreció un montón de dinero para que me quedara.
Así que tal vez sí compró mi alma. Algunos días creo que lo hizo.
—¿Cuál es tu campo? —le pregunté.
—Banca de inversión —admitió—. Mercados globales y de
capitales.
Bueno, que me parta un rayo.
—Fusiones y adquisiciones, banca corporativa, tesorería, deuda
y capital...
Su mirada se dirigió a la mía.
—¿Sabes algo de eso?
Le di media sonrisa.
—Sé todo lo que hay que saber sobre banca de inversión. —Me
miró fijamente.
—¿Es eso... es eso de lo que te alejaste?
Asentí.
—Sí. Analista senior para EconAsia.
—Econ… —murmuró, sus ojos muy abiertos por la
incredulidad—. El mayor banco corporativo del mundo. El puente
financiero entre China y… —Sus palabras se fueron apagando y me
miró fijamente.
—¿El resto del mundo? —Terminé por él—. Sí. Ese EconAsia.
Siguió mirándome fijamente durante un rato, con total 40
incredulidad.
—Tú... analista senior...
Me reí de su reacción.
—Analista senior para EconAsia, sí. Compré y vendí compañías 04/2019
de seguros, bancos e instituciones financieras en todo el mundo.
Diablos, influí en el mercado comercial y la economía de los países
pequeños, decidiendo qué compañías comprar y cuáles aplastar,
qué familias se quedaron con sus casas, cuáles no. Quieres hablar
de vender tu alma.
Algo apareció en sus ojos. Reconocimiento, tal vez. Tristeza.
Entendimiento. Él susurró:
—Y tú te fuiste.
Sostuve su mirada y asentí.
—Lo mejor que he hecho en mi vida.
Stuart tragó saliva y se recostó, pasando la toalla por encima de
la entrepierna. Miró hacia el océano, la cerveza en su mano
olvidada. Obviamente lo había sorprendido. O le dio algo en lo que
pensar, al menos.
—Voy a empezar a preparar la cena —le dije y lo dejé con sus
pensamientos.
No hace mucho tiempo que habíamos tomado un refrigerio, pero
necesitaba algo de distancia y pensé que él también. Hice una
ensalada y cociné unas patatas pequeñas y estaba sazonando el
bistec cuando Stuart volvió a bajar. Puso su botella de cerveza
vacía en el cubo y se apoyó en el fregadero junto a mí.
—¿Hay algo que pueda hacer?
Le ofrecí una cerveza fresca y la tomó con una sonrisa de
agradecimiento.
—Puedes sentarte y relajarte. Podemos cenar cuando quieras.
Pensé que podríamos quedarnos aquí en la ensenada esta noche.
Es un lugar seguro, y ya hemos anclado. A menos que quieras ir
más lejos.
Se sentó en el sofá incorporado y estiró las piernas. Se veía un 41
poco bronceado e incluso más relajado de lo que se veía hace unas
horas.
—Lo dejaré en tus muy capaces manos.
—Puedes nadar antes del desayuno si quieres. Luego podemos 04/2019
navegar hacia el este hasta el arrecife de Sudbury.
—Suena bien.
—No sé cuáles son más espectaculares aquí, los amaneceres o
las puestas de sol. Tendrás que ver los dos y decirme cuál
prefieres.
—¿Podemos cenar en la cabina? —Parecía un poco esperanzado.
Normalmente prefería comer en la mesa de la cabina. Los
bocadillos estaban bien arriba, pero éramos sólo nosotros dos.
—Claro.
Me miró durante un rato.
—¿No necesitas que te ayude?
Le di una sonrisa.
—No. La clave para ser capitán y chef es mantener las comidas
simples. Ensalada simple de remolacha y rúcula, patatas hervidas y
bistec. Lleva diez minutos.
—Se reduce a un arte.
Pinché una patata para ver si estaba cocida.
—La verdadera clave es saber qué cocinar con las condiciones
del exterior. Si es áspero y tormentoso, no estaría hirviendo
patatas.
—¿Cuáles son las peores condiciones que has encontrado?
—Cuando azotó el ciclón hace tres años, tuve suficiente
advertencia para dirigirme al sur. No he tenido nada peor que una
tormenta de Categoría 2.
Se estremeció.
—¿Fue malo?
—En realidad no. Sin embargo, no tenía a nadie a bordo, lo que
fue una bendición —expliqué—. Si recibimos un aviso de tiempo
severo, la oficina central cancela los viajes. Sin embargo, eso no 42
sucede a menudo. Nunca en mi época, de todos modos. Y en
cualquier caso, esto es Queensland. ¿Cómo dice el eslogan?
Queensland, hermosa un día...
—Perfecta el siguiente —terminó con una sonrisa—. A menos 04/2019
que haya ciclones o tormentas de Categoría 5.
Le hice señas para que no fuera agorero.
—Pfft. Bueno, puedes esperar un clima perfecto para tu viaje.
Puede que llueva la semana que viene, pero ¿cuándo tienen
aciertan las predicciones meteorológicas? —Apagué las patatas y
las escurrí en el fregadero—. De todos modos, si podemos
cronometrarlo bien y si el pronóstico sigue siendo cierto,
deberíamos estar en Low Island, así que si te preocupa marearte,
tienes la opción de quedarte en tierra.
—Soy bueno con el mareo —añadió con una sonrisa—. De lo
contrario, no habría elegido alquilar un velero como mis primeras
vacaciones en cinco años.
Dejé caer mi cabeza hacia atrás y me quejé.
—No extraño esos días. Puedes quedártelos.
Sonrió, pero no respondió. Me vio poner los filetes en la parrilla.
—¿Cómo te gusta el filete?
—Medio hecho, gracias.
Vale, otra vez con la cercanía de ser sólo nosotros dos. Era
mucho más íntimo de lo que estaba acostumbrado. Necesitaba una
distracción. Asentí hacia el pequeño televisor de pantalla plana
que estaba pegado a la pared.
—Puedes encender la tele si quieres. ¿Ver las noticias? ¿Los
resultados del cricket?
Miró la pantalla negra como si lo estuviera considerando.
—¿Sabes qué? Preferiría no hacerlo. Si el mundo se ha ido al
infierno en las últimas doce horas, no quiero saberlo —Suspiró y
casi sonrió—. ¿Puedes hacerme un favor?
Me encogí de hombros.
—Claro. Mientras sea legal. 43
Resopló.
—Si mi jefe se pone en contacto contigo, dile que no hay
conexión a Internet, ni teléfono, ni televisión. Pude haberle dicho
que no había conexión. 04/2019
Me reí.
—Trato hecho. ¿Te habría llamado incluso cuando estás de
vacaciones? —Levantó una ceja.
—¿Necesitas preguntar?
Me di por vencido dando vuelta a los ojos.
—Sí, lo siento.
—No he encendido mi teléfono desde que Jason llamó anoche
para cancelarlo. —Sus labios se curvaron en una divertida
mueca—. Pensé que tendría problemas con Internet o que no
sabría qué hacer con mis manos, pero resulta que Jason me dejó
plantado y se encargó de ese dilema. Bueno, sé qué hacer con mis
manos, de todos modos.
Me reí de su implicación.
—No extraño que me peguen el teléfono en la oreja veinte horas
al día, eso es seguro. Llamadas telefónicas, correos electrónicos,
que nunca terminaban. Especialmente estando en una plataforma
global, a nadie le importaba en qué zona horaria estaba.
—Me lo puedo imaginar.
—Tienes tu base en Brisbane, ¿verdad? —le pregunté, asintió.
—Paulington.
Hmm. Paulington era una compañía respetable, que estaba
ganando algo de influencia era lo último que había oído.
—Debes ser bueno.
—Están tratando de trasladarme a Sydney —dijo, mirando su
cerveza como si hubiera olvidado que la tenía en la mano.
Le di la vuelta a los filetes.
—¿Pero?
—Pero no me interesa. También rechacé Singapur. —Suspiró, 44
largo y fuerte—. Pero supongo que no puedo posponerlo para
siempre. Si quiero avanzar en mi carrera, eso es.
—¿Y tú? ¿Quieres avanzar en tu carrera?
Le llevó mucho tiempo responder, frunciendo el ceño. 04/2019
—No lo sé. Siento que estoy en una encrucijada. Como si
necesitara decidir. ¿Quiero la carrera y la riqueza, el ático, el coche
deportivo, las interminables filas de hombres sin sentido? O quiero
una vida que no sea esas cosas.
Las interminables filas de hombres sin sentido. Suena familiar.
—¿Y no te arrepientes de tu decisión? —Me miraba serio, y yo
sabía que esto no era sólo una pregunta más en una conversación.
Este era él pidiéndome consejo profesional y personal.
—Ni un poquito —respondí—. Pero fue la decisión correcta para
mí.
Asintió lentamente.
—Sí, lo sé. Necesito tomar la decisión por mí.
—¿Puedo ser honesto?
Asintió.
—Suena como si ya te hubieras decidido.
—¿Cómo es eso?
—Estás cuestionando tu presencia allí. Te preguntas si quieres
formar parte de ello o no, y esa es una respuesta en sí misma.
Suspiró y apoyó la cabeza contra la pared, estirando las piernas,
y esa mirada de cansancio se apoderó de él de nuevo.
—Estuve demasiado agotado durante demasiado tiempo. Pero
pedí vacaciones anuales en lugar de vacaciones por estrés.
Porque... bueno, ya sabes por qué.
—Porque los tiburones giran en círculo, sin parar. Un poco de
sangre en el agua y desapareces.
Sus ojos se fijaron en los míos, agudos y sabios.
—No se detienen.
Quité los filetes de la parrilla y apagué la cocina. Dejé que la
carne descansara un rato y le puse la ensalada y las patatas. 45
—Cuando me fui, tenía dos recetas médicas diferentes para la
presión arterial y la úlcera de estómago, tomaba pastillas para el
dolor de cabeza constantemente. Así es como lidié con la presión.
La mayoría de los otros tipos con los que trabajaba tomaban 04/2019
cocaína, así que me considero afortunado de que mis vicios no
fueran tan malos.
—Bueno, tú estabas en una liga diferente a la mía —murmuró en
voz baja. Luego resopló, sonrió y negó con la cabeza—. De donde
vengo, soy el mejor que hay. Soy el rey de las finanzas
corporativas. Comparado contigo —dijo sonriendo—, siento que
estoy sentado en la mesa de los niños.
Dejé de cortar el filete.
—¿Comparado conmigo? —Me alejé de él—. En tu mundo ahora
soy un don nadie.
Miró al techo y negó ligeramente con la cabeza. Estaba bastante
claro que no estaba de acuerdo.
—Estabas nadando en las grandes ligas. Apenas sobrevivo
chapoteando en la piscina de los niños.
—Eso es mentira.
Me echó un vistazo. Mis palabras obviamente le sorprendieron.
Terminé de cortar los filetes y le di una sonrisa.
—Hoy en día es un juego diferente. ¿Cuánto tiempo ha pasado?
Seis años desde que me fui. ¿Cuánto tiempo llevas haciéndolo?
—Seis años.
—El mundo que dejé atrás sería irreconocible para ti. Es tan
diferente ahora; el mundo es cada día más pequeño, pero las
expectativas son mucho mayores. La tecnología e Internet son
cosas maravillosas, y seguro que las oportunidades son mayores,
pero también lo son las demandas.
—La forma en que trabajas hoy en día me rodearía de círculos.
Me miró fijamente y una leve sonrisa curvó la esquina de su
boca. 46
—Tal vez.
Le agregué su filete a la ensalada, agregué un poco de aderezo y
puse nuestros platos en una bandeja. Añadí otra botella de
cerveza, algunos cubiertos y servilletas. 04/2019
—La cena está servida. Ahora vamos a ver qué tipo de puesta de
sol vamos a tener hoy.
Llevé la bandeja arriba y la deslicé sobre el asiento largo. Se
sentó en un lado y yo en el otro. Tomé mi plato y un tenedor, y se
rió.
—Ah, me preguntaba por qué cortaste el filete —dijo—. Plato en
una mano, tenedor en la otra. Ya has hecho esto antes.
Me reí.
—Una o dos veces.
Sonrió, y luego tomó un bocado de filete y ensalada. Su gemido
era obsceno.
—Mierda —murmuró alrededor de su comida—. ¿Qué es esto?
Sonreí ante su reacción.
—¿La ensalada? Remolacha asada y calabaza con rúcula. El
aderezo es la receta de cebolla española de mi padre que juré con
sangre mantener en secreto.
Tragó y se lamió los labios.
—Es increíble. —Miró hacia la pequeña playa, luego volvió a
mirar al océano y negó con la cabeza—. Todo aquí es increíble.
Comimos en silencio después de eso, y bebió su cerveza
mientras mirábamos la puesta de sol en el horizonte. El cielo era
de brillantes tonos de rosa y naranja, el agua azul cristalino, la
tranquilidad entre nosotros era agradable, y me sentía
extrañamente sereno. También tenía la sensación de que si nos
hubiéramos conocido en otras circunstancias, en un bar o en el
trabajo, Stuart y yo podríamos ser amigos. Me gustaba. Su hermosa
mirada, su sonrisa asesina y sus ojos que paran el corazón, era un
buen tipo.
—¿Sabes qué? —dije, sin saber realmente lo que me había 47
pasado—. Me alegro de que tu amigo Jason no viniera. Tengo la
sensación de que estás siendo el verdadero tú porque no te
mantienes al día con lo que él probablemente esperaría que fueras.
Puedes ser el verdadero tú, sin presiones, sin expectativas. 04/2019
Me miró fijamente durante mucho tiempo, buscando en mis ojos.
Tragó saliva.
—Creo que tienes razón.
CAPÍTULO CINCO

STUART

FOSTER TENÍA RAZÓN en muchas cosas. La puesta de sol era


impresionante; no había otra forma de describirla. Y creo que
tenía razón sobre que era mejor que Jason no estuviera bordo. Si
hubiera estado aquí, yo aún estaría en modo profesional. Jason 48
sólo conocía al yo profesional, el yo sin tonterías que tenía
limitaciones de tiempo y plazos. Nuestro tiempo juntos se basaba
puramente en el sexo, y casi todo el tiempo que pasamos juntos
estaba escrito en mi agenda. Podría literalmente meterlo de nueve 04/2019
a diez un miércoles y un sábado por la noche. Aparecería, cuidaría
de mí de todas las formas que necesitara y se iría.
Y ahora que Foster lo había señalado, que ahora era libre de ser
yo mismo, tenía que preguntarme qué demonios estaba pensando
al pedirle a Jason que viniera en primer lugar.
Claro, el sexo garantizado habría sido agradable, pero ahora
podía ver que la relajación calmante del alma, encontrarme a mí
mismo, ser yo mismo, era más importante.
No podía recordar la última vez que fui yo. Que sólo tuve que
respirar.
Antes de que el sol se pusiera completamente, Foster ordenó y
recogió la bandeja, pero lo detuve.
—Aquí, déjame llevar eso.
Me miró fijamente.
—No lo haré.
—¿Por qué no?
—Eres mi invitado. Mi cliente, me pagas para que te cuide.
Puse los ojos en blanco.
—Sólo somos nosotros dos. No puedo sentarme mientras vas
limpiando detrás de mí.
—¿Por qué no? Eso es exactamente lo que deberías hacer.
—¿Alguna vez ha habido un motín? —Sus ojos se abrieron de
par en par.
—¿Un motín?
—Sí, ¿no se llama así cuando la tripulación discute con el
capitán?
—Un motín es más bien una toma de control.
Le quité la bandeja.
—Entonces me haré cargo. Yo lavo, tú secas. 49
Sonreí ante su expresión y bajé las escaleras hasta la cocina.
Estaba justo detrás de mí.
—Stuart. Realmente no tienes que hacer eso.
—Quiero hacerlo, y tú no le negarías a un cliente que paga lo que 04/2019
quiere hacer, ¿verdad?
Se relajó.
—Estás acostumbrado a conseguir lo que quieres, ¿no?
—Siempre. No acepto un no por respuesta. —Encontré el
lavavajillas y llené el fregadero con agua caliente, luego recogí la
cacerola sucia y los utensilios—. Eres un cocinero muy ordenado.
Dio un resoplido de disgusto, pero luego casi sonríe.
—Cuando eres el cocinero y el limpiador, pronto aprendes que
el minimalismo es bueno. Y hay un lavavajillas.
—Esto no nos llevará mucho tiempo —respondí. Y en poco
tiempo, lo lavé todo y Foster lo secó todo—. ¿Ves? Muchas manos
facilitan el trabajo. O algo así, dice mi madre.
Dobló el paño de cocina y lo colgó para que se secara bien.
—Bueno, gracias por tu ayuda.
Abrí la pequeña nevera y saqué dos cervezas, abrí la tapa de una
y se la di.
—Adelante, prometo no decírselo a nadie. —Parecía que podía
discutir, así que agregué: —Es un motín, ¿recuerdas?
Me gruñó pero se llevó la cerveza.
—Ni siquiera has estado a bordo un día y ya he roto tres de mis
reglas.
—¿Tres?
—Dejarte limpiar, una. Beber cerveza, son dos. Y la tercera, te
dejé solo en la cubierta cuando me metí al agua.
Abrí la tapa de mi cerveza y tomé un trago para ocultar mi
sonrisa. Me senté a la mesa y, mirándolo, asentí.
—Ah, los Speedos blancos. ¿Te zambulliste en el agua para
esconderte de mí o para refrescarte? Quiero decir, sé que esos
Speedos son calientes. 50
Se sonrojó.
—Yo no…
—Lo hiciste totalmente.
Se sentó en la mesa frente a mí, nuestros pies casi tocándose. 04/2019
Suspiró y se tomó un largo trago de su cerveza.
—No los esperaba. Eso es todo lo que admito.
Me reí.
—Estoy bromeando, de verdad. Estaba nervioso por usarlos.
Debí haber empacado algunos pantalones cortos, pero hice las
maletas cuando pensé que Jason vendría y olvidé sacarlos cuando
canceló el viaje.
Tomó otro trago de su cerveza y miró fijamente la botella
cuando habló.
—Bueno, no puedo decir que lo siento.
Sonreí.
—¿Te gustan?
Puso los ojos en blanco.
—Sabes que te quedan bien.
Ahora me reí.
—¿Qué puedo decir? Hacen hincapié en mi mejor característica.
Sus mejillas se tiñeron de rosa, y aclaró su garganta. Todavía
estaba mirando su botella.
—¿Y cuál sería?
Me volví a reír.
—Mi culo, por supuesto. ¿Por qué? ¿Ves algo más que te guste?
Sólo estaba bromeando cuando lo dije, pero vaya, algo apareció
en los ojos de Foster cuando me miró.
—Yo... tengo ciertas reglas.
—Que aparentemente estás muy contento de romper —le dije,
asintiendo a la botella de cerveza con la que estaba fascinado.
Apuró el resto de su cerveza, luego me miró fijamente, y la noche
cálida se volvió mucho más caliente. El espacio entre nosotros se
sentía demasiado cerca y demasiado ancho, y crepitaba de tensión. 51
Se lamió la comisura de la boca, su lengua rosada enviando una
sacudida de deseo directamente a mi polla. Pero entonces miró
hacia otro lado, rompiendo el trance bajo el que ambos parecíamos
estar. 04/2019
—Será mejor que vaya a hacer un último chequeo a cubierta —
dijo, su voz ronca y tensa—. Entonces me iré a dormir. Gracias por
ayudarme a limpiar después de la cena. Que duermas bien. —Dejó
la botella en el banco de la cocina y subió corriendo las escaleras,
desapareciendo en la noche.
Así que ahí estaba; mis cartas estaban ahora oficialmente sobre
la mesa. Y reconocía el deseo cuando lo veía. La forma en que sus
ojos se oscurecían y agudizaban, la forma en que sus mejillas se
ruborizaban, y la forma en que su respiración se entrecortaba.
Era experto en leer a la gente. Es lo que me hizo bueno en mi
trabajo. Sabía cómo leer sus reacciones, y sabía cuándo aplicar
presión y cuándo retroceder.
Puede que le atraiga físicamente, pero su brújula moral conducía
esta nave. En más de un sentido. Había puesto tanta distancia
entre nosotros como este barco permitía, así que le daría la
distancia que buscaba.
Si cambiaba de opinión, sabía dónde encontrarme. No era como
si pudiéramos escondernos en un velero de catorce metros en
medio del océano. Así que sí, dejaría que decidiera. Podía empujar
un poco más fuerte para ver si la chispa del deseo en sus ojos se
incendiaba. Quiero decir, apenas estábamos en el primer día de los
doce, y ya habíamos desdibujado algunas de sus reglas. No podía
esperar a ver qué traía el segundo día.
Con eso en mente, puse nuestras botellas vacías en la basura y
me fui a la cama.

NUNCA SUPE que podía dormir tan bien. Tenía la intención de 52


escuchar a Foster bajar a la cabina, el sonido de una puerta al
cerrarse o la descarga del inodoro, pero no oí nada. También tenía
la intención de cuidar de mi polla semidura cuando me metí en la
cama, pero tan pronto como mi cabeza tocó la almohada, la calma 04/2019
del agua y el velero meciéndose suavemente me apagaron como
una luz.
Me desperté sin saber qué hora era, sólo que todavía estaba
oscuro fuera de mi pequeña ventana. Pero oí pasos y supe que
Foster estaba despierto. Cuando oriné, me lavé la cara y me lavé
los dientes, lo encontré en la cabina mirando una de las pantallas
que me había mostrado ayer. El cielo comenzaba a iluminarse, lo
suficiente para que pudiera verlo a él, al agua y a la costa. Se veía
fresco y pacífico, notablemente bello, incluido Foster.
—Buenos días —dije cuando me uní a él. No iba a fingir que mi
oferta implícita de anoche no ocurrió, pero tampoco iba a hacerlo
incómodo. Iba a coquetear y a ser juguetón, y estoy seguro de que
no iba a salirme de mis Speedos blancos en un futuro cercano.
Tenía una toalla alrededor de la cintura, el pecho desnudo.
—Buenos días —contestó, sonriendo rápidamente antes de
volver a la pantalla—. ¿Dormiste bien?
—Como los muertos. No sé si es el agua o el barco o el silencio,
pero no he dormido tan bien en... bueno, años.
—Bien. Me alegra oír eso. —Sonrió—. Sólo estoy comprobando
las mareas y la dirección del viento.
—¿Cómo se ve?
—Perfecto. Deberíamos estar bien para navegar al noreste
después del desayuno. ¿Cómo suena eso?
—Suena genial. ¿Todavía tengo derecho a nadar antes del
desayuno? —pregunté, mirando la parte trasera del velero.
—Claro. El agua está a veintiséis grados. —Se volvió y me miró
directamente—. El desayuno estará listo cuando termines.
Sostuve su mirada y tiré mi toalla, revelando el traje de baño que
tanto le gustaba, apenas confinando mi polla a media asta. Su 53
mirada se dirigió directamente a mi polla, luego a mi cara, y me
miró con una expresión de bastardo mientras luchaba para que no
se le escapara una sonrisa.
—Excelente —le dije, sonriéndole. Iba a pedirle que se uniera a 04/2019
mí, pero pensé que la mirada que le di era suficiente invitación.
Dejé caer la toalla, me agaché y bajé las escaleras como él me
había enseñado -mientras le mostraba el culo-, y me sumergí
limpiamente en el agua.
Era una forma nueva de despertarme correctamente, y salí a la
superficie con una carcajada. Me volví hacia el velero y me pisé el
agua, sonriendo cuando Foster llegó a la parte trasera del barco,
probablemente para ver de qué me estaba riendo.
—Esto es increíble —dije—. Debería despertarme con esto
todos los días.
Él sonrió y respondió:
—No es exactamente terrible.
—Deberías entrar —dije.
Miró fijamente durante tres segundos.
—Tal vez más tarde —dijo, antes de volver a lo que sea que
estaba haciendo.
Tal vez más tarde.
Tal vez estaríamos haciendo muchas cosas más tarde... Esperaba
que lo estuviéramos. Estaba interesado, eso seguro. La forma en
que me miró cuando me quité la toalla me dijo todo lo que
necesitaba saber. Parecía que quería comerme durante días, y yo
estaba totalmente de acuerdo con eso. Once días más, para ser
exactos.
Floté sobre mi espalda y sonreí ante el cielo despejado. Se estaba
haciendo más claro, el sol casi comenzaba a romper el horizonte, y
algo se me ocurrió. Me golpeó como una sacudida que me hizo
luchar por ponerme de pie, por volver a pisar el agua.
¿Y si no estaba soltero? ¿Y si tenía novio? ¿Un marido? ¿Una
esposa? 54
Oh, Dios. Tal vez estaba siendo educado porque era su cliente
privado durante dos semanas y lo estaba haciendo sentir
increíblemente incómodo. Tal vez estaba tratando de encontrar
una manera de decepcionarme sin ofenderme. 04/2019
Porque mientras Foster puede tener sus reglas, yo también
tengo las mías. Mi regla de oro: no tocar lo que pertenecía a otras
personas.
No juguaba de segundo violín para nadie. Y no me escabullía ni
hacía trampas. No tenía relaciones sucias para empezar. O
complicaciones.
De todos modos, no tenía tiempo para ese tipo de participación,
pero había una cierta integridad que respetar cuando invitaba a
los hombres a mi cama. Si eran solteros y libres para hacer lo que
quisieran, entonces, sí, cuantos más, mejor. Si estaban en una
relación mutuamente abierta, claro que sí, cuantos más, mejor. Si
eran una pareja a la que le gustaba disfrutar de un tercero, claro
que sí.
Pero si un hombre estaba buscando ser infiel a su novio o
esposo, entonces absolutamente no. Había habido chicos que me
habían dicho que debíamos follar porque tenía la conciencia
tranquila, pero ese no era el punto. Las relaciones eran un gran
problema, una cuestión de corazón y confianza. Y si un tipo no
pensaba eso, ciertamente nunca conseguiría nada de mí.
Las aventuras de una noche, los amigos casuales, las mamadas
en los baños de los clubs nocturnos eran parte de cualquier fin de
semana para mí. Pero en los clubs a los que iba, en los bares que
frecuentaba, sabía quién era soltero, y sabía con una sola mirada
quién mentía.
Nadé de vuelta a la escalera y subí, secándome antes de envolver
la toalla a mi alrededor y atarla a mi cintura, justo cuando Foster
estaba saliendo de la cabina con una bandeja.
—¿Ya has vuelto? —preguntó, deslizándola sobre el asiento—.
Déjame tomar el café. 55
Me senté, el agua goteando de mi pelo, bajando por mi cuello. Se
sentía bien contra la brisa. Eran justo después de las seis de la
mañana y ya estaba caliente. Dejé caer la toalla un poco abierta, no
siendo grosero, pero lo suficientemente revelador como para que 04/2019
se diera cuenta.
Foster reapareció con un émbolo6 de café y dos tazas. Tomé una
y me sirvió una taza antes de llenar la suya y se sentó al otro lado
de la bandeja. Y sí, se dio cuenta de que mi toalla estaba abierta. Se
mojó los labios y me miró a la cara.
—¿Qué tal el agua?
—Perfecta.
Me miró a los ojos entonces, sus mejillas se tiñeron de rosa,
sabiendo que había sido atrapado. Luego movió un poco la cabeza,
como para despejarla, y asintió a la bandeja.
—Yogur, granola, fruta. Sírvete tú mismo. Consigo la granola
orgánica que se hace localmente.
—Pareces saludable —dije. Y lo era. Hermoso, incluso—. Con
una dieta como esta, no es de extrañar que te veas tan bien.

6
La cafetera francesa o de émbolo es de las cafeteras más económicas que puedes
encontrar en el mercado
Bebió su café y se sonrojó un poco más antes de poner su taza en
la bandeja y tomar un tazón de yogur.
—Es un trabajo bastante físico. No es difícil mantenerse en
forma. Puedo hacerte unos huevos con pan tostado si lo prefieres.
Lo vi amontonar granola y bayas.
—No, esto es perfecto —respondí—. El baño y el amanecer... Es
una forma espectacular de empezar el día. ¿Te cansarás alguna vez
de eso?
Resopló.
—Nunca.
Odiaba profundizar en el territorio de las preguntas personales,
pero tenía que preguntar esto antes de seguir adelante con la
rutina de coqueteo y juego. 56
—Así que esta es tu casa, por así decirlo. ¿No hay puerto al que
llames a casa? ¿No hay nadie especial que espere que amarres tu
velero junto al suyo? ¿O al de ella?
Masticó pensativamente su bocado, y sonrió mientras tragaba. 04/2019
—Sin puerto, como tal. Tengo un apartado de correos en Cairns
y un amarre registrado. Si eso hace de Cairns volver a casa, no
estoy seguro. Supongo que lo hace.
Dejó mi otra pregunta sin respuesta. O tal vez esa era su forma
de responder. No podía negar que estaba un poco decepcionado;
era hermoso y claramente era muy hábil con sus manos, y yo
estaba seguro de que sería lo mismo en la cama. Pero no estaba
destinado a ser. Dejé mi café y arreglé mi toalla, cubriéndome
completamente.
—Sí, supongo que sí.
Parecía divertido por mi reacción, y curioso. Se comió su yogur
mientras yo servía un poco para mí, y vimos el amanecer en
silencio. No paraba de mirarme, su sonrisa se ensanchaba cada vez
más, y finalmente arqueé una ceja.
—¿Qué es tan gracioso?
Puso su tazón vacío en la bandeja.
—¿Intentabas preguntarme si hay alguien en mi vida a quien le
importaría que navegara por el trópico solo con un soltero chico
sexy que lleva pequeños Speedos blancos?
—Tal vez. —Lamí mi cuchara y miró—. No toco lo que pertenece
a otra persona. —Su mirada se encontró con la mía, e inclinó un
poco la cabeza.
—¿Es eso cierto?
—Sí —respondí sin dudarlo. Una lenta sonrisa se deslizó por sus
labios—. ¿Hay algo gracioso en eso?
—No, en absoluto. Tenía la impresión de que estabas… —Hizo
una mueca—, abierto a cualquier cosa que pueda surgir en tu
camino.
—¿Pensaste que era un pez gordo de las finanzas corporativas 57
que tendría a quien quisiera en su cama, cuando quisiera? Tratos
rápidos, coches rápidos, sexo rápido, sin preocuparse por el daño
colateral.
—He vivido en tu mundo, ¿recuerdas? —dijo, su mirada 04/2019
inquebrantable—. Sé cómo es esto. Es rápido y completo. Tienes
poder en ciertos círculos y los hombres se sienten atraídos por
eso.
Escuché lo que decía, y una cosa que aprendí en mi carrera fue
que las críticas a menudo eran más duras cuando llegaban cerca de
casa. También aprendí a dejar que no me afectaran. Dejé mi tazón
y me encogí de hombros.
—Cierto. Claro, me han ofrecido chuparme la polla bajo el
escritorio si pensaban que les supondría un mejor acuerdo
comercial. Pero si realmente sabes cómo es mi mundo y cómo es
ser el mejor, entonces sabrás que investigo los antecedentes de
cada persona que se cruza en mi camino, y sé si están saliendo,
comprometidos, casados, divorciados, heterosexuales, bisexuales,
homosexuales. Si no son solteros, no están en mi radar. —Me metí
un arándano en la boca—. Además, no tengo a nadie del mundo
corporativo en mi cama. Me gusta que me follen en el colchón, y lo
último que necesito es tener a un conocido en una sala de juntas, si
sabes a lo que me refiero. Pueden tener todo el poder en el
dormitorio que quieran, pero nunca dejaría que nadie tuviera ese
tipo de poder sobre mí en mi trabajo.
Mordió el interior de su mejilla y estudió la costa durante un
rato, una docena de emociones diferentes reflejándose en su cara.
¿Fue demasiado mi comentario sobre ser follado en el colchón? ¿Se
sintió incómodo? ¿Le ha gustado? Miró al océano, sin dar mucho
de sí. Después de un tiempo, dijo:
—No estoy viendo a nadie. Nadie para amarrar mi velero al lado
del suyo, como dices, y ciertamente nadie a quien le importe si
paso dos semanas con un tipo que lleva pequeños Speedos
blancos. 58
—Chico sexy —enmendé, tratando de no sonreír. Me miró con
incredulidad.
—¿Perdón?
—Antes, dijiste ‘chico sexy con pequeños Speedos blancos’. Te 04/2019
estaba corrigiendo.
Sonrió, era de una de esas sonrisas que formaban arrugas
alrededor de los ojos, y mantuvo mi mirada.
—Qué tonto soy. Olvidé qué clase de arrogancia se necesita para
hacer fusiones y adquisiciones.
Sonreí y me puse la toalla sobre los muslos para que la tela se
amontonara sobre mi polla.
—No confundas arrogancia con honestidad.
Miró mi despliegue de piel, sus ojos rastrillando sobre mí como
si me tocara. Empujé el nudo de la toalla en mi cintura más allá de
mi ombligo, revelando más piel y mi camino feliz y le di a mi polla
una palmada mientras estiraba mis piernas. Las gotas de agua en
mi piel fueron reemplazadas por sudor.
—Pero tenías razón en una cosa —le dije—. El amanecer es tan
bonito como el atardecer, pero ya hace calor.
Foster reprimió un gemido, se puso de pie y saltó a la parte
trasera del velero, quitándose la camisa mientras avanzaba.
—Sólo voy a refrescarme —dijo antes de oír el chapoteo detrás
de mí.
Me reí y le di un apretón a mi polla. Así que estaba soltero e
interesado. Era su regla de ‘no tener relaciones sexuales con
clientes’ la que lo estaba frenando, y contra la que estaba seguro
estaba luchando en ese momento. Pero sabía que ganaría, siempre
lo hacía. Al final se rendiría. Era como atrapar peces; había que
soltar un poco de cuerda antes de poder atraparlos. Así podría
actuar tímidamente, mostrar algo de piel, ser franco, y ser
francamente una zorra. Era un hombre inteligente, con visión
empresarial, y yo podía igualarlo en una conversación intelectual, 59
estimulando su mente sin usar nada más que mis Speedos blancos,
estimulándolo en otra parte. Sí, el coqueteo juguetón era mi ritual
de apareamiento favorito.
Me puse de rodillas y miré por encima de la parte trasera del 04/2019
velero. Estaba a pocos metros de distancia, pisando el agua y
sonriendo.
—¿Te sientes mejor? —pregunté.
Rio y negó con la cabeza, pero volvió a nadar hasta la escalera y
subió a bordo. Estaba empapado, con el pelo peinado hacia atrás,
sus pantalones cortos se aferraban a su cuerpo y se pegaban en los
lugares correctos. Al darme cuenta de que había olvidado una
toalla en su apuro por refrescarse, me levanté y desaté mi toalla y
se la tiré. La cogió y se frotó el pelo y la cara con ella, luego se la
puso en el pecho pero se detuvo cuando se dio cuenta de que yo
estaba allí de pie sin más que mis Speedos. Mis pequeños Speedos
blancos que apenas escondían mi polla semidura. Pensar en
llevarlo al camarote me excitaba. Me quedé allí de pie, complacido
y orgulloso, mientras me comía con los ojos, diciéndole sin
palabras que podía tenerme si lo deseaba.
Parpadeó al salir del trance y volvió a acariciar su cara con la
toalla. Oh, sí, seguro que se rendiría. Sonriendo, recogí la bandeja
del desayuno.
—Me encargaré de esto —dije—. Mientras te cuidas de… —Le
eché un vistazo a su entrepierna. No necesitaba terminar mi frase.
Ya tenía el fregadero lleno de agua caliente jabonosa cuando
bajó a la cocina. Parecía haberse recuperado y no se resistió a
verme todavía con mis Speedos.
—¿Hay algo malo con el lavavajillas? —preguntó como si
estuviera tratando de no mirar por debajo del nivel de los ojos.
—En absoluto. Pero son dos platos, dos cucharas, dos tazas. No
tardaré ni un segundo. —Frunció el ceño.
—Realmente no tienes que hacer eso. 60
—No me importa. —Lo ignoré y lavé las pocas cosas antes de
que pudiera discutir. Tomé el paño de cocina y uno de los tazones,
luego me apoyé en el fregadero mientras lo secaba—. ¿No vamos a
navegar pronto al noreste? 04/2019
Me preguntaba cuánta moderación necesitaba para mantener el
contacto visual, dado mi atuendo.
—Ah, sí. ¿Querías ponerte unos pantalones cortos o algo así...?
Me burlé de él.
—¿Existen reglas de seguridad con respecto al uso de trajes de
baño durante la navegación?
—No.
—Entonces, no. Estoy bien usando esto. ¿Te parece bien que me
ponga esto?
Entrecerró los ojos, su mandíbula se hinchó, y luchó contra una
sonrisa. Pero no dijo nada. Así que puse el tazón seco y tomé el
otro, luego procedí a secarlo mientras me mordía el labio inferior
para no sonreír demasiado.
—No creí que tuvieras problemas con eso.
CAPÍTULO SEIS

FOSTER

ESOS MALDITOS SPEEDOS BLANCOS. Y esa maldita sonrisa. Y


esos malditos ojos, y ese rastro de vello oscuro que desaparecía
detrás de la tela que apenas ocultaba nada. Sus muslos definidos,
sus abdominales, sus hombros... ¿Mencioné su sonrisa? 61
Contrólate, Foster. Ya has tratado con tipos como él antes.
Todo bravuconería y ego. Aunque estaba seguro de que había
algo diferente con él. Era vulnerable aquí, tratando de
desestresarse y reevaluar su vida, su elección de carrera. Sin 04/2019
embargo, todavía tenía ese aire de rectitud. ¿Qué es lo que me dijo?
¿No confundir la arrogancia con la honestidad?
Dios, ¿no era esa la verdad?
El problema es que cuando lo miré, me vi a mí mismo. Hace diez
años, era igual que él. Y tal vez fue arrogancia, pero surgió de ser el
mejor. Que yo dijera que era el mejor en fusiones y adquisiciones
no era arrogancia; era la verdad.
Así que Stuart diciéndome eso me tocó la fibra sensible, un
recuerdo de quien solía ser. No extrañé mi antigua vida, ni una
parte de ella. Me enorgullecí de la excelencia en aquel entonces,
como lo he hecho hasta hoy. Sólo que ahora mi oficina no estaba en
lo alto de un edificio en Sydney o Singapur. Estaba en un velero de
catorce metros y mi mercado era el Whitsundays.
No, extrañé mi antigua vida.
Pero extrañé el desafío de llegar a la cima. Viendo quién podía
aguantar más tiempo, quién tenía las pelotas para esperar hasta
que el otro se doblegara bajo la presión.
Y me preguntaba quién de nosotros, Stuart o yo, se retiraría
primero.
Estaba jugando conmigo, duro. Estaba montando un espectáculo,
jugando con palabras e insinuaciones, agitando su toalla para
revelar la piel de seda donde su muslo se encontraba con su
cadera. Me dio el conjunto más caliente de ojos de ‘llévame a la
cama y fóllame’ que jamás había visto, y su lengua acariciaba su
labio inferior y yo quería probarlo, chuparlo en la boca, y...
Maldito infierno.
A este ritmo, tendría que zambullirme en el agua cada veinte 62
minutos. Tener que retirarme y arrojarme al mar, sólo para no
doblarlo sobre el panel de control y enseñarle una lección por
burlarse de mí, ya era bastante malo.
Dios, estaba pensando en hacer eso. 04/2019
Pero me gustó cómo se echó atrás cuando pensó que ya estaba
tomado. Me gustó cómo tenía normas en cuanto a no acostarse con
cualquiera. Jesús, cuando estuve en su lugar hace una década, no
me importaban mucho las reglas. La voluntad y los condones eran
las dos únicas reglas que tenía.
No me equivoqué cuando dije que los hombres se lanzaban
contra gente poderosa, y si me miraban dos veces, había un
intercambio de fluidos corporales poco después. No era como si
alguna vez me hubiera importado si llevaban anillos de boda o no,
era algo a lo que nunca presté atención.
No lo hice entonces, pero lo haría ahora.
Stuart era una nueva generación de financieros. Y aunque no
echaba de menos mi antigua vida, le envidiaba un poco. El poder
era un pedestal, y los chicos querían estar en él o querían estar con
él, y eso era algo embriagador. Pero incluso después de sólo un día,
me di cuenta de que tenía integridad, y eso era algo que no se
podía comprar.
También tenía un culo caliente y esos malditos Speedos lo
marcaban como si fuera una obra de arte. Estaba bastante seguro
de que sería yo quien se retirara primero.
Me tocaba como a un violín, y ni siquiera podía enojarme por
ello. Las reglas que yo había hecho cumplir cuando empecé este
negocio de chárter privado se estaban volviendo un poco confusas,
y sólo estaba esperando para ceder ante él.
Después de limpiar los cacharros del desayuno ‘que era mi
trabajo, no el suyo’ aplaudió con las manos juntas.
—Muy bien, Capitán. Muéstrame cómo navegas.
—Necesitas un dispositivo de flotación antes de que vayamos a 63
ninguna parte.
—¿De verdad?
—Si quieres estar en cubierta conmigo, sí. —Se encogió de
hombros. 04/2019
—De acuerdo.
Saqué el dispositivo de flotación de la cintura y lo sostuve.
—Toma, ponte esto. —Arqueó una ceja.
—¿Eso es un bolso o un cinturón?
—¿Esperabas flotadores? —Resoplé—. Han recorrido un largo
camino desde los viejos chalecos salvavidas
Rio y se lo puso, pero le quedaba un poco flojo en la cintura. Se
mordió el labio inferior.
—No creo que éste esté lo suficientemente apretado —dijo,
sujetando la correa y sonriéndome.
Por supuesto que lo tenía, así que el broche estaba colocado
justo encima de su entrepierna. Lo miré a los ojos y tiré con fuerza.
Todo su cuerpo se movió hacia adelante con el movimiento, así
que casi nos tocamos. Y, por supuesto, me miró fijamente y sonrió.
—¿Cómo está ahora? —le pregunté.
—Mucho mejor —susurró. Su sonrisa se convirtió en algo sucio
y coqueto.
Se estaba portando muy bien, lo cual no me importó en lo más
mínimo. Y la verdad es que levantar el ancla y navegar era una
distracción muy necesaria. Le di órdenes y las siguió al pie de la
letra. Era astuto, cuidadoso, y nunca cuestionó mi autoridad o
conocimiento. Era el estudiante perfecto.
Tampoco llevaba nada más que el Speedo y el cinturón,
sonriendo hacia el viento. Incluso levantó la mano y soltó un ‘woo-
hoo’ cuando llegamos a la velocidad máxima, la mirada en su cara
era de completa alegría y libertad.
Sabía exactamente cómo se sentía.
Nos alejamos de la costa. Aunque el agua bajo nosotros era 64
profunda, era cristalina y azul celeste.
—Sabes adónde vas, ¿verdad? —gritó sobre el viento.
Me reí, y soltando el volante, le hice un gesto con la mano para
que se acercara al GPS que mostraba nuestra posición en la carta. 04/2019
Estaba más protegido en la cabina de mando, cerca de la cabina,
así que no tuve que gritar.
—¿Ves aquí? —Señalé nuestro destino—. A esta velocidad,
estaremos allí en cuarenta y cinco minutos.
El viento despeinó su pelo, y por primera vez desde que lo
conocí, tenía vida en sus ojos.
—¡Esto es increíble!
—Lo sé. —Lo llevé de vuelta al volante—. Quédate aquí —le
dije—. Mantenla firme.
El brillo de sus ojos se hizo más profundo y la envergadura de su
sonrisa se hizo más amplia. No había dejado de sonreír todavía. Le
señalé nuestra dirección y asintió, y no podía recordar la última
vez que un cliente disfrutó tanto navegando. Nunca había tenido a
nadie que quisiera aprender, y ciertamente nunca había dado
lecciones individuales. Siempre me ha encantado navegar.
Siempre. Pero había algo especial en experimentar la alegría de su
primera vez al timón.
Lo dejé llevarlo por el fondo del arrecife y dejé caer la vela
mayor, y una vez hecho, me di la vuelta y lo encontré pegado a su
poste, sonriendo de oreja a oreja. Eso hizo cosas estúpidas en mi
corazón, y me dije a mí mismo que estaba atrapado en su emoción.
Y lo estaba; era verdad. Pero la forma en que mi vientre se apretó
fue algo completamente distinto.
Me uní a él al volante y me gustó la excusa para estar cerca de él.
Habíamos bajado considerablemente la velocidad sólo con el
pescante7, pero había algo de tranquilidad en el ritmo perezoso.
—Vamos a traerla y a seguir la línea de arrecifes. Mantén un ojo
en tu profundidad. 65
Conocía estas aguas y teníamos mucho espacio bajo la quilla,
pero él no lo sabía. Su mirada enfocada, su atención aguda, y lo
hizo todo bien. Bajé el pescante, aseguré la línea y suspiré.
—Esta es mi parte favorita —dije—. Esto, cuando las velas bajan 04/2019
y nosotros… —Puse mis manos fuera y me moví al ritmo del
océano—. Hay una paz que no encontrarás en ningún otro lugar.
Stuart asintió como si entendiera completamente.
—Nunca he visto un lugar tan hermoso —dijo, mirando las
vistas en todas direcciones—. ¿Y el silencio? Podría
acostumbrarme a esto. —Luego puso su mano en mi brazo—.
Gracias.
Lo dijo con tanta sinceridad que no podía dudar de que saliera
de su corazón.
—De nada.
—¿Puedo nadar aquí?

7
El pescante es un dispositivo para izar o arriar pesos a bordo de un barco. En la
fotografía se observa un pescante de gravedad para arriado de botes salvavidas
Miré detrás del velero.
—Sí, por supuesto.
Mientras él se agachaba bajo cubierta para agarrar sus cosas,
eché el ancla y me puse la visera. Stuart volvió a subir, sin chaleco,
con una toalla sobre el brazo y con la botella de protector solar en
la mano. Me la ofreció.
—¿Te importaría?
Lo tomé y puse los ojos en blanco.
—No es exactamente trabajo duro.
Se rió y se dio la vuelta, dándome la espalda. Le apliqué
protector solar, cubriéndole la espalda y la nuca, frotándole los
hombros e incluso dándole un pequeño masaje.
—Hoy no estás tan tenso —le dije. 66
—Imagínate lo relajado que podría estar —dijo, con voz baja.
Metí mis pulgares en el nudo de sus hombros, con la intención de
pincharle por lo que dijo, pero en vez de eso gimió—. Jesús, tus
manos... 04/2019
Las dejé caer y di un pequeño paso atrás.
—He terminado.
Se volvió hacia mí, su mirada implorante estaba llena de
travesuras.
—¿Te importaría mucho hacerme el frente? Odiaría ensuciar con
protector solar tu velero.
Lo miré fijamente. Y Jesús, estaba hablando en serio.
—No creo que sea una buena idea.
Miró a su alrededor en la cabina.
—Lo sé. Por eso pregunté. Odiaría tener que poner protector
solar en tu asiento o en tu escalera cuando me agarre.
Luché contra una sonrisa.
—Eso no es lo que quise decir.
—Oh, ya sé. —Suspiró dramáticamente—. Bueno, si no lo haces
por mí, ¿podrías ver cómo lo hago y señalar las partes que me
pierdo? Odiaría quemarme al sol. —Dejó caer la toalla sobre el
asiento e hizo una demostración de verter protector solar en la
palma de la mano. ¿Cómo pudo hacer que eso fuera algo sexual?
Dios, bien podría ser miel, o lubricante, o cualquier maldita cosa
que me gustaría lamerle.
Y por si fuera poco, se lo frotó por todo el pecho, los
abdominales, por debajo del ombligo... y sus ojos nunca se
apartaron de los míos. Su lengua se asomó por la comisura de la
boca, estiró el cuello y se frotó una mano sobre la garganta,
mientras que la otra mano se deslizó justo debajo de sus Speedos.
Me hizo ver el bulto apenas escondido por sus Speedos.
—¿Llegué a todas partes, Foster?
Tragué con fuerza y me obligué a hacer contacto visual.
—Fuiste muy minucioso, sí. —La comisura de su boca se levantó 67
con una sonrisa jodidamente sexy.
—Ya me lo han dicho antes.
Mis fosas nasales se ensancharon.
—No juegas limpio. 04/2019
Negó con la cabeza lentamente.
—No estoy jugando.
Joder.
Claro, era verano, y claro que era el trópico, pero eso no tenía
nada que ver con el sudor que tenía en todo el cuerpo. Dejé
escapar un suspiro tembloroso y alcancé una línea de protector
solar que se le había perdido debajo de su ojo y la unté con la yema
de mi pulgar. Quería deslizar mi pulgar sobre su labio. Quería
meterlo en su boca, dejar que lo chupara...
—Únete a mí —susurró—. Sabes que quieres hacerlo.
Sabía exactamente dónde terminaríamos si nos metíamos juntos
en el agua.
—Iba a empezar a preparar un almuerzo temprano —respondí.
No había convicción en mi voz, y él lo sabía.
Se inclinó y me susurró al oído.
—No tengo hambre de comida. —Luego se giró, recogió su
toalla, que dejó caer cerca de la escalera, y se zambulló en el agua.
Casi me desplomé en el asiento, respirando profundamente. Me
limpié la frente, la cara, y sentí que el corazón me martilleaba en el
pecho. Jesús, Señor, ten piedad, iba a matarme.
No debería alentar esto. Debería haberle dicho cuando todo esto
del coqueteo juguetón empezó que no era posible. Tenía reglas
establecidas por una razón. Tenía un negocio, una reputación.
También tenía una erección que no iba a desaparecer pronto.
Tenía impulsos y deseos que no había querido satisfacer con
nadie más. Entonces el maldito Stuart Jenner abordó mi velero y
todo se fue al infierno.
Debería ir a la cocina a preparar el almuerzo. Debería encender la 68
televisión para distraerme, o leer un libro, o ir al baño y ocuparme
de mi pene dolorido, pensar en cualquier cosa menos en él.
En el agua, a pocos metros de distancia. Él, con los ojos de, ‘vamos
a follar’, que quiere que me una a él, y no sólo que me una a él en el 04/2019
agua. Él, con el cuerpo ardiente que se ofrece a mí. Él, sí, él.
No debería quererlo. No debería querer esto. Y sobre todo, no
debería meterme en el agua con él. Sabía cómo terminaría. Me
zambulliría en el agua con él, y él nadaría hacia mí con esa sonrisa
devastadora, me alcancaría y lo acercaría. Me envolvería con sus
piernas y yo pisaba el agua, sosteniéndonos a los dos, y él
aplastaba su boca contra la mía. Por fin podía probarlo, tener su
preciosa lengua rosa en mi boca, y luego lo haríamos a bordo. En la
cubierta, en el asiento de la cabina, en la cabina, en el suelo, en la
mesa, en su cama, en la mía.
—Joder.
Me puse de pie, me pasé la camisa por la cabeza, di dos largos
pasos y me zambullí de cabeza en el agua.
CAPÍTULO SIETE

STUART

NO PENSÉ QUE cedería tan fácilmente. Pensé que podría pelear


un poco más duro, pero no. Se tiró al agua junto a mí. Su fuerte y
bronceado cuerpo cortó el agua como un cuchillo. Apareció y se
volvió hacia mí, sacudiendo el agua de su pelo, sensual y caliente, e 69
incluso un poco cabreado consigo mismo.
—¿Feliz ahora?
Sonreí.
—Oh, sí. El agua está buena, ¿no crees? 04/2019
Me miró fijamente durante un rato, y luego se inclinó hacia atrás
en el agua, levantando las piernas, bronceando su pecho.
—El agua está perfecta.
Tenía los ojos cerrados y sonreía, se veía relajado y totalmente
en paz. Lo envidiaba por eso. Le envidiaba muchas cosas. Floté
como él, cerrando los ojos al sol, cálido y onírico, y casi me podría
haber dormido si no fuera por él riéndose a mi lado y
salpicándome agua.
Empecé, me puse de pie y le salpicaba de nuevo.
—¿Por qué fue eso? —Sonreía y entrecerraba los ojos ante la luz
del sol.
—Parecías demasiado relajado.
Le agarré de los hombros y traté de empujarlo hacia abajo, pero
apenas se movió. Me agarró de la cintura y mis piernas le rodearon
instintivamente. Al principio se congeló, luego se relajó y sus ojos
brillaron con algo que no había visto antes. Puse mis caderas
contra su pecho sabiendo muy bien que podía sentir mi polla, y me
incliné hacia abajo, a punto de tomar mis labios con los suyos
cuando un motor sonó cerca del velero.
Nos giramos para ver un pequeño bote que venía por el lado
contrario de donde estábamos, y Foster me empujó rápidamente
para que me alejara de él. Me echó una mirada de disculpa antes
de volver a nadar hasta el velero, luego subió por la escalera y
saludó al barco que pasaba. Me tomé mi tiempo nadando de
espaldas y subí por la escalera, sin importarme que mi polla
estuviera semidura. Foster, que ahora tenía una toalla colgada del
cuello, estaba comprobando algo en una de las pantallas, así que
me quedé en la cubierta trasera y me sequé el pelo.
Me miró, se fijó en mi bulto desvergonzado, y luego me miró a 70
los ojos. Intentó no sonreír y se volvió hacia la pantalla.
—Sabes, la mayoría de la gente no se preocuparía por taparse el
pelo.
Bajé la vista a mi polla apenas oculta formando una tienda de 04/2019
campaña en mis Speedos, volví a mirar a Foster y me encogí de
hombros.
—No soy la mayoría de la gente. Y de todos modos —levanté los
brazos y me moví de un lado a otro—. Trabajo duro este cuerpo.
No lo estoy escondiendo. No estoy acostumbrado a esconderlo.
Foster se enderezó y me dio una mirada apreciativa una vez
más. Su sonrisa se volvió astuta y levantó un poco una ceja.
—Pensé que usarías más trajes que cualquier otra cosa.
—En la oficina, sí. En los clubs y los fines de semana, claro que
no. —Me colgué la toalla sobre el hombro, sin intentar ocultar mi
entrepierna—. Bueno, casi siempre sin camisa, pero me encantaría
trabajar en mi bronceado completo.
—Yo, uh —empezó, su mirada dirigiéndose hacia el otro barco
que ahora estaba anclando a la distancia de un saludo—. No estoy
seguro de que les guste la vista.
Entré en la cabina y me senté en el asiento largo, con las piernas
extendidas.
—O podrían amarla.
Me observó durante un largo segundo, movió un poco la cabeza
y se dio la vuelta. Así que volvimos a evitar... Dos pasos adelante,
uno atrás. No me importaba. Tenía once días más para jugar a este
juego.
—Entonces, umm, ¿almuerzo? Podría asar pollo a la parrilla con
salsa de mango. ¿Cómo suena eso?
—Perfecto. Donde la decisión más importante que tengo que
tomar es si hacer snorkel o tomar el sol antes o después del
almuerzo. O viceversa. —Suspiré y estiré el brazo, tal vez
flexionando un poco mis abdominales—. ¿Qué sugieres? 71
Se lamió los labios; su voz era ronca y sexy.
—Hará demasiado calor para tomar el sol después de comer, así
que te sugiero que te pongas a tomar el sol antes y a bucear
después. 04/2019
Sonreí y lo miré de pies a cabeza. ¿Eso era un bulto en sus
pantalones cortos?
—¿Quieres hacer snorkel conmigo? Me vendría bien un guía en
el agua. Y si quieres unirte a mí holgazaneando en la cubierta bajo
el sol, trabajando para deshacerte de las líneas de bronceado, no
me importaría.
Soltó una carcajada.
—Oh, estoy seguro que no te importaría.
Le miré la polla y sonreí.
—Algo me dice que a ti tampoco te importaría.
En ese momento, otro barco navegó en el mismo arrecife en el
que estábamos, llamando nuestra atención. Era como un cubo
metafórico de agua fría para Foster; podía verlo. Sus ojos se
endurecieron, concentrados como si le recordaran que este era su
trabajo, no un crucero sexual. Suspiré cuando el barco en cuestión
se detenía al otro lado de nosotros, otra vez a la distancia de un
saludo. El suave murmullo de las voces arrastraba la brisa.
—¿Siempre hay tanto trabajo aquí?
Foster asintió. Ahora estaba sosteniendo su toalla enfrente de su
ingle, un poco casualmente, pero eso me dijo que nuestro pequeño
juego de coqueteo había terminado.
—Sí, durante el día. Estos tipos se irán a media tarde.
—Bien. —Fruncí el ceño—. Me gustaba estar aquí solo.
Empezó.
—Oh, ¿podemos encontrar otro arrecife si quieres? Hay muchos,
pero este pequeño atolón es uno de los más bonitos.
Consideré decir que sí, llévanos a un lugar más aislado, pero no
había prisa. Y los otros barcos e s de extrañar que otras personas 72
también quisieran estar aquí. staban lo suficientemente lejos, y
este atolón era precioso. No e
—No, está bien aquí. No me molestan.
—Vale, bien. —Parecía aliviado por esto—. Sólo hazme saber si 04/2019
quieres seguir adelante y lo haremos. Empezaré a preparar el
almuerzo.
—Y empezaré con mis líneas de bronceado.
Se rió y rápidamente bajó las escaleras hasta la cabina, así que
tomé mi toalla y subí a cubierta, por el costado y hasta la proa del
velero. Nunca había visto agua tan clara o de este color antes. El
fondo del océano debe haber estado a cuatro metros de
profundidad, pero juro que pude ver cada grano de arena blanca.
El resplandor del agua y del velero blanco era un poco rudo, y me
arrepentí de no pensar en agarrar mis gafas de sol. Tiré la toalla y
me acosté. El calor del velero se sentía bien; el calor del sol se
sentía muy bien. Cerré los ojos ante el resplandor y bajé mis
Speedos por encima del culo, resoplando al darme cuenta de que el
resplandor de las mejillas blancas de mi culo probablemente
podría cegar a alguien que pasara en un barco.
Podría acostumbrarme a esto. Me pregunté brevemente si se
llamaba desertar para no volver a la vida real... Me pregunté quién
me echaría de menos... Me pregunté qué tan ocupada estaba mi
oficina en ese mismo instante y me di cuenta de lo mucho que no
me importaba. Lo mucho que no lo extrañaba, y eso me
sorprendió.
Me dormí con una sonrisa.
El sol tropical me estaba calentando, y podía sentir que me
restauraba, recargando mis niveles de energía casi agotados de
maneras que no sabía que eran posibles. De una manera que no
sabía que necesitaba. Podía sentir el estrés dejando mi cuerpo, mis
músculos relajándose, mi mente despejándose. Y también podía
sentir mi culo ardiendo, así que me di la vuelta y tomé el sol, 73
empujando mis Speedos hacia abajo hasta donde la decencia
pública me lo permitía. Consideré quitármelos por completo, pero
no me apetecía que Foster se metiera en problemas si alguien lo
denunciara a su oficina central. Así que los bajé un poco más, casi 04/2019
metiendo la polla entre las piernas para revelar la mayor cantidad
de piel posible.
Por supuesto, a mi polla le gustaba ser manipulada, empujada y
estar confinada en espacios estrechos, y comenzó a llenarse
lentamente.
Me recosté disfrutando de las lánguidas sensaciones sexuales
que sentía en todos los lugares correctos. Disfrutando del sol, del
calor en mi piel, del velero. Sentí que me estaban observando, y me
preguntaba si la gente en uno de los barcos cercanos estaba
disfrutando de la vista... Hasta que Foster aclaró su garganta.
—Siento interrumpir.
Abrí los ojos, entrecerrando los ojos al mirarlo.
—No lo sientas. —Sus labios hicieron un puchero.
—El almuerzo está listo.
Me apoyé en mis codos para poder mirar hacia abajo. Sí, mi polla
parecía feliz de estar cómoda y confinada. Abrí un poco los muslos.
—Podría zambullirme para refrescarme primero, si te parece
bien. Estoy sudando mucho.
Las fosas nasales de Foster se abrieron.
—Puedo ver eso. De hecho, todo el mundo aquí puede verlo. —
Saludó distraídamente a los otros barcos.
Me puse de pie y arreglé mi toalla, no arreglando mi bañador, ni
la forma en que mi polla tiraba de la tela blanca hacia abajo,
revelando el pelo bien cortado y el tallo de mi polla.
—Como dije, no estoy acostumbrado a esconderme —dije
mientras pasaba junto a él—. Y si no quieren ver, no deberían
mirar —añadí mientras caminaba por la cubierta lateral hasta la
parte trasera del velero. Dejé caer la toalla y me tiré al agua. Estaba
tan fría contra mi piel caliente, que me quitó el aliento. 74
Y arregló el problema de alargamiento en mis Speedos también.
Probablemente fue mejor así. Estaba tan caliente, que a este
ritmo estaría en mi camarote toda la tarde masturbándome, así
que el agua fría anulando mi líbido no era tan mala. 04/2019
Subí por la escalera, sólo arreglando mis Speedos cuando recogí
mi toalla. Me sequé el pelo con rudeza, haciendo que se me quede
de punta, sin duda, y luego me até la toalla alrededor de la cintura.
Foster vio todo el espectáculo. Estaba particularmente fascinado
con una gota de agua que corría por mi nuca, sobre mi clavícula y
por mi pecho.
—Ya sabes —dijo, lamiéndose los labios—. Las toallas también
son para secar el cuerpo, no sólo el pelo.
—Me gusta dejar que la sal se seque en mi piel —respondí al
bajar a la cabina del piloto. Foster había puesto la bandeja de
comida en medio del asiento del banco. Había dos platos llenos de
hojas de ensalada, filetes de pollo a la parrilla y cubierto con salsa
de mango. Me senté y cogí un plato—. Esto se ve increíble.
Todavía estaba de pie donde yo había pasado junto a él, como si
estuviera en trance y mis palabras rompieron el hechizo. Negó con
la cabeza y se sentó.
—Oh, gracias. Comételo.
Tomé un bocado de todo, y oh, Dios mío.
—¿A qué miembro de la familia debo agradecerle esto?
Me lanzó una mirada perpleja y divertida.
—¿Qué?
—¿Qué miembro de la familia? El plato de gambas era de tu tía;
el aderezo de la ensalada de anoche era de tu padre. ¿A quién le
robaste ésta receta?
—A nadie. —Sonrió—. Bueno, la vi en un programa de cocina,
pero la personalicé.
—Bueno, te superaste a ti mismo. Mierda Santa, esto es bueno.
—Gracias. —Entonces se relajó un poco, sonriendo mientras
comía—. ¿Cómo estaba el agua? 75
—Perfecta. Todo aquí es perfecto.
Asintió lentamente.
—Me alegro.
—Entonces, ¿vendrás a bucear conmigo después? 04/2019
Me miró rápidamente antes de estudiar su plato.
—Tal vez.
Sonreí. Ahora, yo era un claro creyente de ‘no’ significa ‘no’ y ‘sí’
significa ‘sí’, y sabía que la duda siempre aterrizaba directamente
en el lado negativo, pero maldición. Que tal vez, su tal vez, con esos
ojos ardientes y la forma en que su mirada rastrillaba mi cuerpo, la
forma en que se lamía los labios y gemía en silencio, era casi un sí.
Pero era un sí vacilante, así que esperé a que él hiciera su jugada.
Y tenía que venir de él.
Pondría mis cartas sobre la mesa. Las puse a la vista de todos.
Diablos, básicamente me había ofrecido a mí mismo en una
maldita bandeja. Le había aclarado que estaba soltero, que estaba
interesado, y que estaba dispuesto...
Sólo necesitaba establecerse como el jugador número dos en
este juego.
—Así que —dijo—. ¿Tienes familia?
Asentí y tragué la comida.
—Sí. Mamá y papá, divorciados cuando tenía nueve años. Una
hermana, Dana, dos años más joven que yo.
—¿Sois íntimos? —Hizo una mueca, como si supiera que eran
preguntas personales, pero no podía dejar de preguntar.
—Sí, supongo. Todos seguimos viviendo en Brisbane. Nos
ponemos al día cuando podemos. ¿Qué hay de ti? Supongo que con
los intercambios de recetas todos están bastante cerca.
Se rió y apuñaló algo de ensalada con su tenedor.
—Sí. Cuando era niño, mis primos eran mis mejores amigos.
Mamá tiene tres hermanas con las que está unida, así que crecí con
cuatro madres. Mamá y papá han estado casados desde siempre, y
tengo una hermana y un hermano. —Se metió el tenedor en la 76
boca y masticó pensativamente—. Estamos todos un poco
dispersos, pero aún así tratamos de llamar cada dos semanas.
Pasamos las Navidades juntos sin importar en qué parte del
mundo estemos. 04/2019
—¿Se han aprovechado de que tengas el mejor trabajo del
mundo y han pedido cruceros gratis de una semana por los
trópicos?
Se echó a reír, haciendo que le salieran pequeñas arrugas en las
esquinas de sus ojos y eso provocaba una extraña sensación en mi
vientre.
—Me ofrecí.
—¿Hiciste snorkel con ellos? ¿O sólo soy yo quien recibirá un
trato especial?
Se metió otro bocado de comida en la boca antes de que su
sonrisa se convirtiera en una carcajada.
—No he dicho que lo haría todavía.
Dejé que mi tenedor se deslizara lentamente entre mis labios.
—Lo harás.
Se burló de mí, moviendo la cabeza mientras terminaba su
almuerzo.
—Sabes, hay lugares mejores para bucear más al noreste. Quiero
decir, aquí está bien, pero depende de lo que estés buscando. Coral
o pez.
Me encogí de hombros.
—No me importa, para ser honesto. Sólo quiero intentarlo.
—¿Intentarlo? ¿Nunca has hecho snorkel antes?
—Cuando tenía como diez años. Aunque no creo que la mecánica
haya cambiado demasiado.
—Bueno, no...
Le di una sonrisa astuta.
—Pero será mejor que vengas a bucear conmigo, sólo para estar
seguro.
—Realmente no aceptas un no por respuesta, ¿verdad? 77
—No muy a menudo.
Puso su recipiente vacío en la bandeja y suspiró.
—Entonces mejor preparo el equipo.
Tomé la bandeja y me dirigí a la cocina, y Foster me pisó los 04/2019
talones.
—No tienes que fregar los platos —dijo, horrorizado.
Puse los recipientes en el fregadero y le di una sonrisa.
—¿Vas a discutir con un cliente?
—Stuart —lo intentó de nuevo—. Yo cocino y limpio; tú te
relajas. Ese es el trato.
—Bueno, tú cocinas, yo limpio. Ese es el nuevo trato —dije—. Si
me dejas hacer la cena, entonces puedes fregar.
—Esto no es... así no es como... Stuart.
Igualé su tono.
—Foster.
Suspiró, y vi su necesidad de cuidar de mí luchando con su
creencia de no discutir con un cliente que pagaba. Seguí fregando,
ignorándolo, de pie allí mirándome.
—Oh —añadí como si acabara de recordar—. Necesito que me
ayudes con un poco de protector solar antes de volver al agua.
Medio suspiró, medio gruñó.
—Eres un poco exasperante, ¿lo sabías?
Asentí.
—Sí. Soy muchas cosas. Exasperante es sólo uno de mis muchos
talentos.
Puso los ojos en blanco y subió las escaleras, presumiblemente
antes de decir algo que probablemente no debería decirle a un
cliente. Me reí cuando terminé de fregar, y para cuando Foster
regresó a la cabina, ya tenía todo seco y guardado también.
Miró a la ordenada cocina como si le doliera verla.
—Gracias —dijo en voz baja.
—De nada.
Se mordió el labio inferior y movió la mano hacia las escaleras. 78
—Tengo todo el equipo listo en cubierta, así que cuando estés
listo...
Le sonreí.
—Oh, siempre estoy listo. Déjame coger mi protector solar. 04/2019
CAPÍTULO OCHO

FOSTER

ME ESTABA INCITANDO. Y bromeando y flirteando sin una pizca


de vergüenza. Sonrió con suficiencia. Se lamió los labios,
deslizando su lengua hacia afuera de manera provocativa. Sus ojos
estaban llenos de calor y osadía. Estaba en un estado permanente 79
de semi-excitación a su alrededor, como si mi polla supiera a
dónde quería ir.
Al menos mis pantalones ocultaban mi excitación, no como sus
malditos Speedos. 04/2019
Subió las escaleras primero, así que, por supuesto, le eché un
vistazo al culo, lo que no ayudó mucho al problema de mis pelotas.
Miró alrededor del paisaje, observó otro barco a lo lejos, me dio su
protector solar y me dio la espalda.
—Si no te importa.
—No creo que te importe que lo haga.
Se rió.
—Tampoco me opongo a los masajes de hombros.
Le rocié una línea de protector solar a lo largo de sus hombros y
empecé a restregárselo.
—Entonces, ¿los dos talentos de los que estás orgulloso son
exasperante e insufrible?
—Sí. Exasperante, insufrible... insaciable.
Le metí los pulgares en los hombros, con fuerza. Pero en vez de
lastimarlo, gimió como si le gustara.
—Incorregible.
Bajó la cabeza y se rió, y mientras frotaba más abajo en su
espalda, gimió.
—Jesús, eres muy bueno en esto.
—Eso me han dicho. —Esta vez me eché más protector solar en
la mano y le palmeé el hombro, la nuca y la parte superior de los
brazos, y se movía con mi toque. Empujando hacia atrás contra mí,
cayendo sobre mí. Receptivo, flexible.
Cuando se dio la vuelta, también estaba excitado. Sus ojos
estaban cerrados, así que le puse protector solar en el pecho, y
cuando mis manos bajaron por encima de sus abdominales, una
sonrisa curvó sus labios. Pero sus ojos permanecían cerrados, así
que me permití mirar. Al estar tan cerca, pude ver cómo sus
pezones estaban duros como guijarros, cómo su piel se movía bajo 80
mi mano. Cómo inclinó la cabeza cuando le metí la mano por el
cuello, con los ojos cerrados y los labios ligeramente abiertos.
Era hermoso.
Quería besarlo. Él me dejaría besarlo. Demonios, le daría la 04/2019
bienvenida. Pero no tenía dudas de que si nos besábamos ahora
mismo, no terminaría hasta que estuviéramos desnudos y
saciados. La tensión sexual entre nosotros era como un palo de
dinamita, a punto de estallar, y una vez que se encendiera la
mecha, íbamos a explotar; era sólo cuestión de tiempo, sería una
detonación infernal.
Le quité la mano de encima y tardó unos segundos en abrir los
ojos.
—¿Por qué te detuviste? —Le puse el protector solar en la mano.
—Es mi turno.
Elevó la comisura de la boca, en una sonrisa sucia que apretó
mis pelotas.
—Pensé que nunca me lo pedirías.
Me di la vuelta para que pudiera ponerme el protector solar en
la espalda, y me lo roció en los hombros y empezó a untarlo. Se
sentía tan bien; sus manos eran fuertes, seguras, frotando en
círculos lentos, empujándome y tirando de mí. Me podía imaginar
cómo sería en la cama...
Maldita sea.
—¿Quieres que también ponga protector solar en el pecho?
Reprimí el gemido que estaba a punto de salir de mi boca y en
serio no podría haber dicho que no aunque hubiera querido. Me
volví hacia él, ignorando su astuta sonrisa mientras frotaba crema
sobre mi pecho, mi estómago.
—No creas que esto significa algo —dije.
Se rió.
—Por supuesto que no. Protegerse del sol es muy importante. —
Sus ojos no decían nada sobre protegerse del sol. Me agarró de la
barbilla y me pasó el pulgar por la mandíbula—. Aunque te ves 81
particularmente sexy con crema blanca untada al lado de tus
labios. —Mi boca se abrió, haciéndole sonreír—. No te sorprendas
tanto. No significa nada.
Di un paso atrás, y mi polla protestó. 04/2019
—Snorkel —dije, ignorando lo ronca que era mi voz. Ignorando
cómo sus Speedos casi no contenían su erección. Ignorando mi
propia polla dolorida.
Ignorando cómo la tensión sexual aumentó a otra dimensión.
Me obligué a caminar hasta la parte trasera del velero, y me
obligué a recoger la máscara y hacer snorkel. Me obligué a respirar
hondo, lo que fue inútil porque de pronto estaba de pie a mi lado.
Él sostenía el equipo de snorkel y la máscara, y yo estaba
esperando un comentario sobre el uso de la saliva para
desempañar la máscara, pero afortunadamente no lo hizo. En
realidad estaba serio y escuchó mis instrucciones y mi discurso de
seguridad sin bromas, sin insinuaciones. Le agradecí que se lo
tomara en serio, que se tomara mi trabajo en serio y no fuera un
idiota. Sabía cuándo jugar y cuándo no, y eso me gustó mucho.
Así que, con las aletas y las máscaras puestas, y las boquillas
puestas también, nos quedamos cerca del velero hasta que se
sintió más seguro con la respiración. Y en apenas unos minutos,
podía sumergirse y soplar el agua por el tubo sin tragar nada de
agua. Nos zambullimos hasta el fondo, el agua era cristalina, la
arena inmaculadamente blanca, y señalaba excitado cada vez que
encontraba algo nuevo. Un pez, conchas, corales, todo le
sorprendía. Su rostro se iluminó, sonriendo alrededor de su
protector bucal, y si había dudado de unirme a él para practicar
snorkel, me alegraba mucho de haberlo hecho.
Fue increíble, y fue una alegría para mí experimentarlo con él.
Desapareció el tipo presumido y corporativo, y en su lugar había
un tipo que estaba asombrado por todo lo que le rodeaba. Se veía
más joven, más feliz, incluso más guapo.
Y teniendo en cuenta que verle nadar, bucear y deslizarse bajo el 82
agua en esos diminutos Speedos blancos no era exactamente algo
difícil de hacer.
Muy pronto estábamos de vuelta en el velero, y me preguntaba
qué versión de Stuart saldría del agua. El tipo de las finanzas, que 04/2019
coqueteaba y actuaba sexualmente para evitar que la gente lo
viera de verdad? ¿O el tipo que bajó la guardia, con el que acababa
de pasar dos horas en el agua, sonriendo con abandono y
divirtiéndose como nunca?
Tiró su máscara y su boquilla a bordo, se alzó, se sentó en la
plataforma cerca de la escalera, y se quitó las aletas. Respiraba con
dificultad, pero su sonrisa era enorme.
—Esa fue la mejor experiencia de mi vida.
Me senté a su lado y me saqué las aletas.
—Sí, lo fue.
—¿Podemos hacerlo de nuevo? ¿En algún otro lugar? ¿Donde
hay más peces y corales?
Su emoción era contagiosa.
—Definitivamente. Podemos ir al este de este arrecife si quieres.
Tendrá lo que buscas.
—Genial. ¿Cuándo?
—Ahora, si quieres.
Se encogió de hombros.
—¿Quizás más tarde, o mañana? Estoy agotado ahora mismo. Tú
también debes estarlo. —Me di por vencido con un gesto de
asentimiento.
—Practicar Snorkel puede ser un trabajo duro.
—Oh, hey —dijo, mirando hacia la proa—. Uno de los barcos se
ha ido.
Esto lo hizo feliz, claramente.
—Si quieres ir a un lugar más privado, sólo tienes que
preguntar. Este arrecife es una parada popular porque es muy
bonito, pero conozco algunos otros lugares que son igual de
bonitos y no tan populares. 83
—No me importa que haya gente alrededor. Allá afuera. —Me
dio un codazo—. Pero tengo que decir que me alegro de que sólo
estemos nosotros dos aquí.
Antes de que pudiera responder, su estómago gruñó. Se acarició 04/2019
la barriga.
—Y aparentemente el snorkel es bueno para abrir el apetito.
Me reí.
—Sí. Vamos, traeré algo de comer.
—¿Necesitas que limpie nuestro equipo de snorkel? —preguntó
mientras entrábamos en la cabina.
—Me encargaré de ello —le dije—. Está bien.
—O —contestó—, puedes mostrarme cómo hacerlo para que
pueda hacerlo la próxima vez.
Me até la toalla a la cintura.
—No tiene sentido que discuta, ¿verdad? —Sonrió y se frotó la
toalla sobre su cabello.
—No. —Se colgó la toalla sobre el hombro, sin hacer ningún
intento de cubrir sus Speedos, ahora mojados y muy
transparentes.
—Sabes que esos Speedos son transparentes cuando están
mojados, ¿verdad?
Se rió y ni siquiera miró hacia abajo. Me miró como si fuera un
reto.
—Sí. Por eso los compré.
Resoplé en voz baja.
—Me lo imaginaba. —No pude evitar sonreírle—. De acuerdo,
un tentempié primero, luego limpiamos el equipo de snorkel.
Comimos una bandeja de fruta, queso y galletas, y luego, fiel a su
palabra, quiso que le enseñara a limpiar y guardar el equipo de
snorkel. Lo que me llevó a enseñarle cómo revisar y almacenar el
equipo de seguridad, y eso me llevó a enseñarle cómo usar la
radio, cómo activar la baliza de socorro, cómo pedir ayuda y cómo 84
hablar con otras embarcaciones cercanas. De nuevo, era estudioso
y serio, escuchaba y sólo hacía preguntas si no estaba seguro.
Estaba tan tranquilo, tan despreocupado. Tan diferente de como
me imaginaba que estaría en una sala de juntas. Como yo mismo. 04/2019
Todavía tenía algunos círculos oscuros bajo los ojos, aunque su
cara tenía algo de color ahora; no estaba seguro si eso era
puramente por el sol, o si era porque se estaba relajando. Parecía
mucho más feliz de lo que estaba ayer. Estaba de pie en la cubierta,
con los brazos extendidos para mientras le daba la brisa caliente
de la tarde.
—¿Sabes qué deberíamos hacer? —anunció. Estaba casi
demasiado asustado para preguntar.
—¿Qué?
—Deberíamos levantar las velas y ver adónde nos lleva el viento.
—Entrecerré los ojos.
—¿De verdad?
—Sí. —Asintió con fuerza—. Absolutamente. Vayamos a donde
sea y encontremos un lugar nuevo.
—¿Adónde nos lleve el viento?
Saltó a la cabina del piloto, con energía renovada en sus ojos.
—Sí. Excepto si quiere encallarnos. O chocar con un arrecife o
con otro barco. Pero sabes a lo que me refiero. Tira la precaución
al viento, vive un poco, haz algo espontáneo.
Sonreí ante su entusiasmo. Dudaba mucho de que pudiera hacer
algo remotamente espontáneo.
—Vale. Tú eres el jefe.
Toda su cara se iluminó.
—¿De verdad?
—¿Recuerdas cómo levantar el ancla y poner la vela mayor?
Estaba fuera de sí por la excitación, y se puso en acción. Quince
minutos más tarde, estábamos navegando, y su sonrisa no podía
ser más amplia. Evidentemente, el viento nos llevaba al noreste, lo
que era perfecto. Una vez que salimos del arrecife poco profundo, 85
Stuart estaba al volante mirando la proa. Le di una palmada en el
hombro.
—Tienes esto bajo control. Iré a preparar la cena.
Me miró fijamente. 04/2019
—¡No puedes dejarme aquí conduciendo solo!
Le hice señas para espantarlo.
—No estás conduciendo. Estás navegando, y lo tienes cubierto.
Llámame si vas a golpear algo.
Su boca se abrió y me reí mientras subía las escaleras bajo la
cubierta. Apenas navegábamos a cuatro nudos en aguas tranquilas.
Este lado del arrecife estaba protegido de las aguas abiertas, y
todo lo que tenía que hacer era mantener el arrecife a estribor, el
continente a babor, y estaría bien.
Si hubiera dudado de él por un segundo, de ninguna manera lo
habría dejado. Pero algo me dijo que necesitaba esto. Le gustaba el
control, le gustaba ponerse en dificultades, le gustaba probarse a sí
mismo. Le gustaba ser desafiado, y conquistar esto sería bueno
para él. Sabía que tener una crisis a mitad de carrera significaba un
mundo de dudas sobre uno mismo y una sensación aplastante de
fracaso. Necesitaba algo que pudiera dominar, especialmente con
todo el discurso de ‘lanzar la precaución al viento, vivir un poco’,
necesitaba hacer esto por su cuenta.
Corté y mariné un poco de cordero, hice una ensalada de
inspiración griega, llené la nevera con cerveza y agua, y ordené un
poco. Entonces,
—Ahhh, ¿Foster? Hey, ¿Foster?
Subí corriendo las escaleras.
—¿Qué pasa? —pregunté, buscando cualquier problema
inmediato.
—Hay un barco. —Señaló por encima de la proa a un pequeño
punto blanco en el horizonte.
Dios, estaba hablando en serio.
—Sí, es un barco. En realidad, eso parece un barco. —Estaba 86
alarmado.
—¿Podríamos golpearlo?
Traté de no sonreír.
—Si mantenemos el rumbo y la velocidad, entonces sí. En unas 04/2019
diez horas. —Entonces me reí—. Stuart, está a kilómetros de
distancia.
Me echó un vistazo.
—Sí, bueno, ¿cómo iba a saberlo? ¡Acabas de dejarme aquí!
—E hiciste un trabajo maravilloso. —Realmente no tuve el valor
de decirle que su dirección era probablemente el equivalente a que
mi padre me dejara sacar el coche del garaje cuando tenía quince
años. Técnicamente, era conducir, pero no tenía nada que ver con
las reglas de la carretera, conducir a gran velocidad, navegar en
condiciones peligrosas, o con la forma en que manejaba un
vehículo y reaccionaba.
—¿Y este arrecife de aquí? —preguntó, señalando hacia
adelante—. Parece un buen lugar para parar.
—Perfecto —dije. Estaba justo entre los arrecifes de Elford y
Moore, y las corrientes eran buenas—. Bien, llévala a estribor.
Despacio y con calma.
Con los ojos fijos en la proa, soltó el volante y nos dirigió con
seguridad. Perfectamente.
—Ahora, enrolla la vela —ordené.
Se levantó de un salto y tenía las líneas en un abrir y cerrar de
ojos mientras yo tomaba el timón. Era un experto a bordo. La
mayoría de la gente desconfiaba de los pies y se aferraba a todo lo
que estaba atornillado. Pero no Stuart. Era como si ya hubiera
sentido el velero, su movimiento en el agua, su equilibrio y su
conciencia espacial en relación con su movimiento.
Cuando hizo rodar la vela y volvió a la timón, sonriendo.
—¿Podemos echar el ancla aquí?
Asentí.
—Hay arena debajo de nosotros. Está bien. 87
Soltó el ancla, luego se enderezó y me miró con preocupación.
—Arena... Por supuesto, no podemos anclar en cualquier parte.
Dañaría el arrecife.
Sonreí. 04/2019
—Exactamente. Tengo un anclaje especial que minimiza el daño,
incluso en la arena. Por ley no se puede anclar en áreas protegidas
del arrecife, pero no lo haría de todos modos. —Caminé hasta la
parte trasera del velero e hice un gesto para que se uniera a mí—.
¿Ves? Aquí sólo hay arena. El ancla está bien, hay mucho espacio
para columpiarse. No puede dañar nada. ¿Ves esas boyas
piramidales blancas flotando más adentro en el arrecife? Son como
una zona en la que no se puede anclar.
Miró hacia afuera, asintiendo lentamente.
—¿Así que podemos quedarnos aquí esta noche?
—Elegiste un lugar perfecto.
Sonrió, pero pronto volvió a ponerse serio.
—¿Qué otras reglas hay para proteger el arrecife? ¿Qué puedes o
no puedes hacer? Tiene que haber reglas, ¿verdad?
—Muchas reglas.
—Pero eso es bueno, ¿sí? —Frunció el ceño—. Porque se está
muriendo, ¿no? El arrecife. Estoy seguro de que leí algo sobre el
blanqueamiento de corales.
Asentí.
—Los humanos ciertamente no le han hecho ningún favor. Pero
hay mucha gente trabajando en la conservación, y la restauración.
Incluso en entender cómo se comporta el coral, cómo vive, cómo
muere. Sólo el tiempo dirá si podemos ganar la carrera para
salvarlo.
—Eso es un poco triste, ¿no?
Asentí.
—Seguro. Sólo necesitamos asegurarnos de hacer poco o nada
de daño. 88
Me miró a los ojos y me dijo:
—Durante la cena, puedes decirme todo lo que debo hacer,
incluso en casa en Brisbane, para ser más consciente. Como los
productos que terminan en las vías fluviales y todo ese tipo de 04/2019
cosas.
Así que lo hice.
Asé al cordero mientras él ponía la mesa en la cabina, y
hablamos de todas las cosas ecológicas. Me sorprendió por lo que
ya sabía, pero fiel a la forma de ser de Stuart, escuchó, aprendió,
hizo preguntas. Pensé que lo habría aburrido hasta las lágrimas,
pero nuestra conversación nunca se detuvo mientras comíamos.
Era raro para mí encontrar a alguien con quien estuviera al mismo
nivel, y de nuevo, me alegré de que su amigo hubiera decidido no
venir con él. Sé que eso me hizo egoísta, pero no me importaba.
También me puso cachondo.
Sabiendo que él estaba dispuesto y se había ofrecido para que yo
tomara la opción de amigo con beneficios, se me puso la polla
dura. Había pasado mucho tiempo para mí, y estar tan cerca de él
no me ayudó; este viaje fue, con mucho, el más íntimo que había
tenido.
El hecho de que siguiera sin llevar nada, excepto sus pequeños
Speedos blancos tampoco ayudaba.
Tampoco lo hizo el hecho de que devorara su cena y gimiera con
cada bocado, lamiéndose los labios y tarareando en
agradecimiento. No estaba tratando de ser sexy o incluso juguetón,
había visto toda esa puesta en escena para saber la diferencia, esto
era sólo Stuart siendo él mismo sin que nadie más lo juzgara.
Estaba bajando la guardia conmigo, y eso fue lo más excitante de
todo.
Apiló su plato vacío sobre el mío y lo deslizó sobre el fregadero.
—No tenía ni idea de que el limón fuera tan bueno en la ensalada
de cordero —dijo, tomando el plato pequeño de limón en
rodajas—. ¿Sabes qué iría aún mejor con limón? Cerveza o tequila. 89
—Hay las dos cosas. Puedes elegir.
—¿Tomarás un trago conmigo? —preguntó, sin darme tiempo
para responder. Sacó dos de la nevera con una mano y agarró el
plato de limón con la otra—. Vamos, vayamos a ver este atardecer. 04/2019
Subió las escaleras de la cabina antes de que pudiera discutir. Lo
cual, con Stuart, pronto supe que era una pérdida de tiempo. Lo
seguí para encontrar las dos botellas en el asiento del banco con el
plato de limones y a Stuart en ninguna parte a la vista. Oí un
chapoteo y una risa, así que corrí a la parte trasera del velero para
encontrarlo en el agua, sonriéndome.
—Entra conmigo —dijo. Intenté pensar en una razón válida para
decir que no, pero él no tenía ninguna—. Soy el jefe, ¿recuerdas?
Suspiré, me quité la camisa y me tiré de cabeza al agua junto a él.
Subí a la superficie para ver su rostro sonriente, su cabello
peinado hacia atrás, y posiblemente lo más feliz que le había visto
hasta entonces. Nadó hacia mí, puso sus manos sobre mis hombros
y trató de hundirme como lo había hecho antes. Me enfrenté a él y
fácilmente lo empujé hacia abajo, lo que creo que podría haber
sido su táctica todo el tiempo porque, cuando me agarró de nuevo,
me envolvió con sus piernas.
Subió sonriendo, con el pelo aplastado contra la frente, el agua
cayendo por su cara, y se mordió el labio inferior. Tenía sus
piernas a mi alrededor, yo lo sostenía y él me miraba. Apenas
mantenía la cabeza por encima de la superficie, pisando agua, y
estaba tan cerca que podría haberme besado.
Pensé que lo iba a hacer. Quería que lo hiciera. Pude sentir su
polla contra mi vientre y la mía respondió de la misma manera.
Como si lo supiera, soltó las piernas, me empujó y nadó hasta la
escalera. Con una mirada coqueta sobre su hombro, se elevó por
las escaleras, su cuerpo bronceado por el sol poniente,
perfectamente esculpido, mojado, y sí... esos malditos Speedos
blancos.
Cuando subí la escalera, me encontró en la cubierta con las dos 90
botellas de cerveza y me dio una. Le había metido una rodaja de
limón.
—Salud.
Me até la toalla a la cintura, con suerte escondiendo mi erección. 04/2019
Me estaba matando con el juego de empujar y tirar que estaba
jugando, y no estaba seguro de cuánto más podía soportar. Tomé
la cerveza y lo seguí hasta la cabina, donde nos sentamos uno al
lado del otro en el asiento del banco.
—Pensé que un rápido enfriamiento era lo correcto —dijo,
tomando un trago de su cerveza—. Todavía está caliente y
húmedo, incluso cuando el sol se está poniendo.
—Bueno, es la época más calurosa del año en el Lejano Norte de
Queensland. —Tomé un trago de cerveza y me sorprendió
gratamente lo refrescante que era—. Hombre, esto es bueno. —Le
di la vuelta a la Corona8 en mi mano; había tenido cientos de estas.
No estaba seguro de por qué ésta en particular estaba tan buena.
Tal vez era el calor, la humedad, todo el ejercicio que habíamos

8
Corona Extra, más conocida como Corona es una marca de cerveza mexicana muy
popular en todo el mundo, elaborada por el Grupo Modelo, que a su vez forma parte de la
multinacional belga AB Inbev. La cerveza Corona es una marca mundialmente conocida,
distribuida a lo largo de más de 159 países en los cinco continentes.
hecho nadando, todo el sol. Tal vez era el hombre sentado a mi
lado. No estaba seguro si era el calor de su cuerpo lo que podía
sentir o los rayos del sol poniente.
Tomó otro trago y suspiró, estirando las piernas. Su toalla estaba
alrededor de su cintura, pero por supuesto estaba abierta en la
parte delantera. No tenía vergüenza.
—Podría quedarme aquí toda la noche —dijo—. Esto es
absolutamente perfecto. Mira esa puesta de sol. —Era verdad. El
cielo era de color naranja dorado sobre un océano de color
aguamarina. Era precioso.
Después de un momento de silencio para apreciar el final del
día, empezó a hablar de Brisbane, de su trabajo, de lo que amaba,
de lo que odiaba. Si era una lista a favor y en contra de su debate 91
interno sobre renunciar, no fue un concurso. No me importaba que
se desahogara conmigo; lo entendí. Realmente lo hice. Yo había
estado en su lugar, literalmente. La misma industria, el mismo
trabajo, el mismo dilema. Y escucharlo hablar libremente me 04/2019
mostró una visión del verdadero Stuart Jenner. Era apasionado,
honesto, impulsivo. Finalmente, su diatriba se acabó, y parecía un
poco más ligero, como si su carga se hubiera aligerado un poco.
Tenía que preguntarme si había tomado una decisión.
Otras dos cervezas y el sol se había ido, pero las luces de la
cabina eran suficientes y la luz de la luna en el agua era algo
especial. Habíamos hablado de todo, desde surfistas profesionales
hasta la industria del aceite de palma sostenible en Sumatra, y yo
estaba un poco borracho por mis tres cervezas. No podía negar mi
atracción por él. No sólo físicamente, sino que era inteligente y
estaba preocupado por la política y el estado del mundo.
Y cuanto más hablaba y reía, más me gustaba lo que veía. El
empuje y la atracción entre nosotros se había convertido en un
empuje constante. No era una cuestión de voluntad, ¿verdad?
Ahora era sólo cuestión de tiempo.
Había estado encima de mí en el agua, y ahora sentado a su lado,
nuestros hombros casi tocándose, a veces me rozaba el muslo con
la mano cuando hablaba, y siempre me daba un cálido chispazo en
las venas. Cada vez que sonreía, cada vez que se reía, cada vez que
me miraba.
—¿Sabes qué necesitamos? —preguntó.
—¿Qué sería eso?
—Bueno, muchas cosas —dijo sonriendo—. Un grumete. Un
joven de dieciocho años.
¿Todavía hay grumetes en los barcos?
—No lo creo. —Resoplé—. Y no somos un barco. Somos un
velero.
—Lo mismo —me despidió—. Pero no me entiendes. 92
—Bueno, no, te entiendo. Pero no puedo ayudar con los twinky9
de cabina.
—Parece que no quieres ayudarme en absoluto —dijo con un
empujón en el hombro. —Casi me ofrezco a ti y tú dijiste que no. 04/2019
—Técnicamente no dije que no...
Miró fijamente hacia adelante.
—Tampoco dijiste que sí. —Luego suspiró y cambió su tono—. Y
eso está bien. Puedo captar una indirecta. Quieres estar en mi culo,
pero tienes una ética de negocios que prohíbe la confraternización
con los clientes. Lo entiendo. —Hizo un gesto con la mano—. Las
buenas políticas de trabajo son... honorables, supongo.
Abrí la boca para hablar, para decirle que... no estaba seguro de
lo que le iba a decir. Pero mi mente me había llevado a la
alcantarilla tan pronto como me dijo que quería estar dentro de su
culo, y me quedé atrapado allí. Los impulsos visuales y las sucias
fantasías se apoderaron de todo pensamiento razonable.
Me miró fijamente durante un largo segundo.

9
Twink es un término del argot gay que describe a hombres homosexuales de apariencia
joven y que apenas superan o no han superado la mayoría de edad,
—¿Sabes lo que necesitamos? —dijo, de pie y desapareciendo
bajo cubierta. Apareció un segundo después con una botella en
una mano y dos limones en la otra—. Tequila.
Solté una carcajada.
—Mi mezcladora de cócteles favorita. Un trago de tequila con un
toque de buenas intenciones y tienes un cóctel llamado “¿Qué
diablos he hecho?”.
Stuart se rió mientras subía las escaleras. Su toalla se había ido
hace mucho tiempo; sólo quedaba su pequeño trozo de traje de
baño.
—Bueno, dos “¿Qué diablos he hecho?” enseguida.
Se sentó a mi lado y levantó la botella.
—¿Qué es esto? 93
—Alquimia Reserva de Don Adolfo Extra Añejo —le contesté—. El
mejor tequila del mundo. Baja fácil, así que ten cuidado.
Me hizo una sonrisa sensual.
—Oh, créeme. Me encantan las cosas que bajan fácilmente. — 04/2019
Puse los ojos en blanco, pero él se rió mientras troceaba los dos
limones en el plato. Cuando terminó, quitó la tapa de la botella y
un pedazo de limón—. Chupar, sorber, chupar. ¿Te apuntas?
—¿Tengo elección?
Se rió.
—Bueno, sí. Pero puedo ver en tus ojos lo que quieres. Sólo
necesitas un poco de coraje mexicano.
Miré la botella y luego el limón que tenía en la mano.
—No tienes sal. —Su voz era áspera y sonrió lascivamente—.
Oh, sí, lo sé.
Luego se inclinó y me lamió el pecho hasta el cuello. Me quedé
aturdido, sin palabras, y se rió, tomó un pequeño trago de tequila,
y luego chupó el limón. Sacudió la cabeza y respiró a través de la
quemadura de alcohol y limón ácido.
—Oh, eso es bueno —dijo. No sabía si estaba hablando de lamer
la sal de mi piel o del tequila—. Tu turno.
Me puso la botella en la mano y me ofreció un trozo de limón.
Había terminado con el juego de empujar y tirar. Había terminado
de no tocar o probar el plato de hombre que me ofrecían. Todavía
podía sentir la quemadura de su lengua en mi piel.
Tomé el limón, pero se lo llevé a la boca.
—Abre.
Sus pupilas dilatadas, sus fosas nasales abiertas. Oh, le gusta que
le digan qué hacer. Luego abrió los labios, lo suficiente para que yo
pudiera meter el limón. Me apoyé, casi empujándolo hacia atrás,
así que estaba sobre él, y le lamí desde la clavícula hasta el borde
de la mandíbula. La sal del océano, la humedad en su piel,
resultaba picante en mi lengua. Gimió mientras yo lamía y mordí el
ángulo de su mandíbula con mis dientes. Tomé un trago rápido de 94
tequila, luego le sostuve la parte de atrás de la cabeza y le quité el
limón de la boca.
Era una maraña de labios salados, lenguas dulces y limón agrio.
Fue el beso más delicioso que he tenido nunca. 04/2019
Me retiré con la rodaja de limón entre los labios y lentamente la
saqué de mi boca. Estaba jadeando, con los labios mojados, el
pecho hinchado, la polla dura sobre la cadera, apenas confinada en
sus Speedos.
Me arrebató la botella, tomó un pedazo de limón, se puso de pie
y se sentó a horcajadas sobre mí.
Oh, joder.
Me echó la cabeza hacia atrás mientras me metía el limón en la
boca. Luego me lamió el cuello, el hombro, la oreja, se bebió un
trago de tequila, y luego trató de sacar el limón de entre mis labios.
Pero no lo estaba entregando fácilmente. Agarré sus caderas y me
pegué contra él, y agarró el respaldo del asiento con una mano y
mi mandíbula con la otra.
—Dámelo —gruñó.
¿El limón? ¿Mi polla? No estaba seguro en ese momento, pero en
ese momento, le habría dado todo lo que quería. Renuncié al limón
y él lo chupó en la boca mientras me aplastaba. Su polla estaba
completamente erguida, asomando por debajo del elástico de sus
Speedos con cada movimiento de sus caderas.
Jodeeeeeer.
Luego se detuvo, se echó un poco hacia atrás y dijo:
—Lame mis abdominales.
Haciendo exactamente lo que ordenó. Pasé mi lengua desde el
estómago hasta el esternón. Echó mi cabeza hacia atrás y vertió
una gota de tequila en mi boca, luego tomó el limón y lo apretó
sobre el pezón hasta la clavícula.
Joder, sí.
Lamí el zumo de limón, golpeando su pezón con mi lengua. Él
arqueó su espalda y lo sostuve mientras lamía y chupaba su carne 95
dura como un guijarro. Movió las caderas, buscando fricción, y su
polla dura como una roca se deslizó fuera de sus Speedos.
Se me hizo la boca agua.
—Levántate —ordené. 04/2019
Lentamente bajó un pie y luego el otro, y lo jalé entre mis
rodillas abiertas. Su polla era gloriosa; veteada, sin circuncidar, y
estaba bronceada como el resto de él. Sostuve la base en mi puño y
la llevé directo a mi boca.
Stuart me agarró el pelo en un puño, tirando fuerte y guiándome
con movimientos largos y profundos. No era tímido a la hora de
exigir lo que quería, y era caliente. Me dolía la polla, pero por
ahora la ignoré, convirtiéndolo a él en mi único foco de atención.
Se quejó mientras lo masturbaba.
—Joder, sí —me mordió—. Dios, eso es bueno. —Se metió en mi
boca, más profundamente en mi garganta—. Mierda Santa.
Tragué a su alrededor y trató de salir, como si esa fuera la única
advertencia que podía darme, pero le agarré el culo y lo tragué
hasta el fondo. Gimió largo y fuerte al llegar, latiendo en mi
garganta. Empujó unas cuantas veces más, luego, temblando, se
retiró, estaba inestable sobre sus pies.
Riéndose un poco, se puso de rodillas frente a mí. Parecía feliz,
sus ojos vidriosos, había una sonrisa saciada en su cara. Me eché
hacia atrás, dejando que mis caderas se deslizaran un poco hacia
adelante, y lentamente me quité los pantalones cortos de cargo. Me
saqué la erección de los calzoncillos y siseé al contacto. Estaba tan
excitado. Había estado en un estado de semi-erección todo el puto
día, y esto iba a rayar en lo doloroso.
Stuart me miró como si estuviera hambriento, y en un sólo
movimiento, me lamió desde la base hasta la punta y me llevó a su
boca.
No iba a durar mucho tiempo.
Me bombeó y me chupó, y en el momento en que gimió a mi
alrededor, mi orgasmo cayó sobre mí como una bomba. Llegué tan 96
duro que casi me desmayé. El éxtasis explotó en lo profundo de mi
vientre y disparó placer a lo largo de cada célula mientras me
chupaba hasta secarme.
Joderrrrrrrrrrr. Tenía una boca con mucho talento. 04/2019
Cuando quitó la camisa, se mojó los labios victoriosamente, algo
muy parecido a un gato que se bebió la leche.
—Bueno, es oficial —dijo, agarrando la botella de tequila—.
Chupar, sorber, chupar es mi nuevo juego favorito.
CAPÍTULO NUEVE

STUART

ME METÍ la polla en el bañador y me dejé caer en el asiento de al


lado, medio apoyado en él, con nuestros cuerpos tocándose de los
hombros a los pies. Sintiéndome un poco borracho y muy
descarado, le coloqué la pierna sobre el muslo y le ofrecí la botella 97
de tequila.
Levantó la mano y la dejó caer pesadamente sobre mi muslo.
—No, gracias. Ya he tenido suficiente.
—Probablemente yo también —admití—. Y ya no tengo más 04/2019
limón aquí arriba, y te he chupado, así que no tengo más cosas que
chupar. A menos que estés listo para hacerlo de nuevo.
Soltó una carcajada y se subió el bañador, escondiéndose.
—No inmediatamente, no.
No fue un no duro. Suspiré feliz.
—Hoy ha sido un día increíble. No sólo esta noche y no solo por
mis increíbles habilidades para chupar pollas, o las tuyas, sino
todo el día. —Mis palabras se estaban difuminando un poco—.
Estoy considerando desertar. Como La Caza del Octubre Rojo, pero
en vez de tener rusos, submarinos y Sean Connery, tenemos
australianos, veleros y tú.
Me dio una palmadita en la pierna.
—Si esto fuera como La Caza del Octubre Rojo y estuvieras
desertando, serías Sean Connery.
—Mierda. Bueno, está bien. Tienes toda la razón —dije con el
mejor acento de Sean Connery de todos los tiempos.
Se rió.
—Vale, eso estuvo mal. Parecías Billy Connolly intentando hacer
un acento australiano.
Entrecerré los ojos, intentando concentrarme.
—¿Por qué no estás borracho?
—Estoy acostumbrado a Alquimia.
Levanté la botella.
—Es un buen tequila.
Sonriendo, tomó la botella y se puso de pie, luego tomó mi mano
y me puso de pie.
—Necesitas estar en la cama.
Deslicé mi mano alrededor de su espalda, jalándonos al mismo
nivel, y agarré su culo. 98
—Pensé que nunca me lo ofrecerías.
Se rió.
—No me estaba ofreciendo.
—Probablemente sea lo mejor —le dije—. Estoy un poco 04/2019
borracho.
—¿Sólo un poco? —Todavía me sonreía.
—Acepto que lo dejemos para otro día.
Me ayudó a bajar las escaleras y luego a mi habitación.
—Te veré por la mañana.
—Sí, lo harás —contesté, mirando mi cama. Me detuve,
recordando que todavía llevaba puesto el bañador—. Oops, esto no
es un pijama. —Bajé el bañador y me lo quité, dejando que Foster
me mirara completamente desnudo. Acababa de tener mi polla en
la boca, así que pensé que habíamos pasado la etapa del pudor. Y
mírame, él lo hizo. Sonriendo, me arrodillé en la cama, dirigí mi
cabeza hacia la almohada y caí hacia adelante.
—Eso tampoco es un pijama —dijo. Sonaba un poco brusco, o tal
vez sólo estaba borracho.
Abrí los ojos para verlo todavía de pie en la puerta mirándome,
así que me froté la mejilla del culo.
—Si quieres follarme, no te detendré. De hecho, tener una polla
en el culo me vuelve loco.
Se acercó a la cama y me excité, pensando que iba a hacer lo que
yo quería. Fácilmente podía arrodillarse en la cama, montarme a
horcajadas, bajarse los pantalones y enterrarse dentro de mí. En
vez de eso, me tapó con la manta.
—Buenas noches, Stuart —dijo, saliendo y cerrando la puerta
tras él.
—Aguafiestas —murmuré, pero ya se había ido.

99
ABRÍ UN OJO, vi que era de día, y pasé una lista de control
manual por todo mi cuerpo. Estómago: bien. Cabeza: bien.
Confiado en que había sobrevivido relativamente ileso, me senté e
hice otro inventario. 04/2019
Incluso con el suave balanceo del barco, me sentí medio decente.
Me miré a mí mismo, vi que estaba desnudo como el día en que
nací, y gemí. Entonces recordé que me desnudé frente a Foster y le
ofrecí mi culo. Lo que él rechazó... pero yo estaba borracho.
Maldito sea él y su integridad moral.
Suspiré y me froté las manos en la cara, me resigné a
disculparme con él, y luego recordé las mamadas que habíamos
intercambiado en cubierta anoche. Sonreí al recordar la mirada en
su rostro, cómo sonaba, cómo sabía...
Me levanté de la cama, encontré mis Speedos en el suelo y me los
puse. Me ajusté la polla, que estaba medio dura, tenía ganas de
orinar, y me alivié en el baño, me cepillé los dientes y me
refresqué. Eso no fue suficiente para despertarme, y todo lo que
realmente quería hacer era zambullirme desde la parte trasera del
velero.
Abrí la puerta para encontrar la cabina vacía y me dirigí a la
cabina del piloto. Foster estaba tumbado en el asiento del banco
leyendo algo en su iPad, pero se sentó cuando me vio.
—Oh, aquí estás. ¡Buenos días! ¿Cómo te sientes?
—Yo: uno. Tequila: cero. Excepto que no sé qué hora es, y si no
me zambullo en el agua en este momento, necesitaré reevaluar
esas estadísticas.
Se rió y movió su mano hacia el océano.
—Adelante, adelante. Te conseguiré algo de desayuno. —Cuando
llegué a la parte de atrás, justo antes de zambullirme, me dijo: —
Oh, ¿y Stuart? —Me volví para enfrentarme a él.
—¿Sí?
—Son las siete y cuarto. —Luego me miró de pies a cabeza y de 100
nuevo hacia arriba—. Y me alegra ver que olvidaste dónde está el
resto de tu guardarropa.
Miré hacia abajo y reajusté mi pene, más para su beneficio que
para el mío. 04/2019
—De nada.
Su risa fue la última cosa que escuché antes de tirarme de cabeza
al mar. Estaba genial, fresca, y todo lo que necesitaba. Podía
sentirla arreglándome antes de salir a la superficie. Realmente
había algo medicinal en el agua salada. Floté sobre mi espalda por
un rato, disfrutando del sol en mi cara y de la forma en que el agua
me lamía las orejas, y para cuando subí la escalera y subí al velero,
me sentía muy bien.
Foster volvió a la cabina mientras yo me estaba secando.
Sostenía un plato y una taza de café.
—Para ti.
Mi estómago gruñó como si estuviera tratando de salir de mi
cuerpo.
—Dios mío, ¿eso es un sándwich de huevo y tocino?
—Claro que lo es. Me imaginé que apreciarías la grasa, la sal y
las proteínas.
Tomé el plato y levanté una ceja, dejando las bromas sobre las
proteínas sin decir. Por la forma en que se sonrojó, no tenía que
decirlo. Pero me alegró que las cosas entre nosotros no fueran
incómodas.
—¿Cuánto tiempo llevas despierto? —le pregunté, tomando el
café que me ofreció y bebiéndolo.
—Desde las seis.
—Siento lo de anoche —dije, sacándolo a la luz primero. Se
estremeció un poco antes de mostrar su reacción.
—¿Qué parte?
—Desnudarme frente a ti e invitarte a follarme —dije, comiendo
un bocado de mi sándwich. Era absolutamente divino—. Dios mío,
esto está muy bueno —murmuré con la boca llena de comida. Una 101
vez que me lo tragué, agregué: —La oferta sigue en pie, sólo para
que lo sepas, pero no debí haberte puesto en esa posición. Oh, y no
me voy a disculpar por todo eso de lamer, beber y chupar pollas
porque no lamento lo que pasó. En absoluto. 04/2019
Su sonrisa se convirtió en una risita, sus mejillas rosadas. Creo
que mi franqueza le sorprendió.
—Yo tampoco lo lamento. Siempre y cuando estés de acuerdo
con ello.
Tomé un bocado rápido con café.
—Estoy muy bien con lo que pasó anoche, y estaré feliz con lo
que pase todas las noches. O días. Pero desnudarme y plantarme
en la cama y decir lo que dije estuvo un poco fuera de lugar. Así
que lo siento.
Asintió lentamente, y parecía que estaba tratando de no sonreír.
—Fue... informativo. —Tomé otro bocado y me encogí de
hombros mientras masticaba.
—Y también era verdad.
Ahora se rió, pero cambió de tema.
—¿Cómo está tu desayuno?
—Increíble. Justo lo que necesitaba. Entre el tocino, la cafeína y
un rápido chapuzón en el océano, me siento genial.
—Bien.
—¿Cuáles son nuestros planes para hoy? —pregunté,
terminando mi sándwich.
—He dado una orden para que me recojan en Port Douglas
pasado mañana, así que tendremos que ir más al norte en algún
momento. Pero lo que hagamos mientras tanto depende de ti. ¿Qué
querías hacer?
—Nadar, bucear, tomar el sol, tal vez una siesta.
—Suena bien.
—Luego, después de echar el ancla esta noche, podemos tomar
más tragos de tequila. —Dejó caer su cabeza hacia atrás y gimió. 102
—Nos quedaremos sin limones a este paso.
—Está bien. Mientras tengamos la lamida y el sorbo arreglado,
podemos encontrar algo más para chupar.
Se cubrió la cara con las manos y murmuró: 04/2019
—No tienes vergüenza.
—Ninguna. —Terminé mi café—. Y por la sonrisa que intentas
ocultar, creo que no te importa nada.
Dejó caer sus manos y me miró fijamente.
—Anoche pensé que era bastante obvio que no me importa en
absoluto.
Me reí, pero sabía lo que se avecinaba.
—Y aquí viene el pero… —Ladeó la cabeza.
—¿Qué?
—La parte en la que dices: 'Fue divertido y todo eso, pero no
puede volver a pasar'.
Hizo una mueca y miró al agua.
—No había un pero. No de mi parte. Aunque hay que decir que
no debería confraternizar con los clientes, pero creo que ya lo
hemos superado. Pero —dijo la palabra lentamente—, no voy a
empujar. Si no dices nada más, entonces no hay nada más.
Jodido infierno, sí.
Reprimí una sonrisa.
—No estoy seguro de cómo decir eso —fingí concentrarme
mucho—. Nnnnnnnnoooooooo mmm... ¿Cómo dijiste eso otra vez?
Sonrió y sonrió lentamente.
—No más.
Lo intenté de nuevo.
—Nnnnoooooo mmmm… —Negué con la cabeza—. Parece que
no puedo entenderlo.
Puso los ojos en blanco, sonrió y se puso de pie.
—Tengo trabajo que hacer. Te dejaré con tu bronceado o con lo
que quieras hacer primero.
—Oh, eso me recuerda —dije, de pie frente a él—. Voy a 103
necesitar ayuda con el protector solar otra vez—. Le di un
movimiento de cejas. —Si eso está bien.
Se mordió el interior del labio y me miró fijamente durante un
largo segundo. 04/2019
—No podemos dejar que te quemes ahora, ¿verdad?
Negué con la cabeza lentamente.
—No. Y más tarde, antes de que me acompañes a nadar y hacer
snorkel, te devolveré el favor.
Emitió un gruñido bajo que se enroscó en mi vientre, antes de
desaparecer en la cabina y volver a subir con protector solar.
Pensé que si estaba siendo coqueto y sugestivo, también podría
jugar duro.
—¿Cómo me quieres? —le pregunté, volviéndome para
arrodillarme en el asiento del banco con las manos en alto en la
cubierta. Miré por encima de mi hombro y lo encontré sonriendo y
moviendo la cabeza, así que saqué mi culo un poco más—. ¿Así?
—Eres un problema —dijo, vertiendo protector solar en su
mano. Pasó su palma por mi hombro y mi espalda, dura y segura, y
justo cuando bajaba un poco el Speedo por el culo, otro barco vino
a dar vueltas por el atolón—. Oh, qué pena —dijo
sarcásticamente—. Las miradas curiosas hacen que me comporte
bien.
Me reí.
—O un público agradecido.
Se rió de nuevo, pero no dijo nada más; sólo me frotó crema en
la espalda y cuando terminó, se acercó, se apretó contra mi culo y
dijo:
—Todo listo.
Un placer ardiente se apoderó de mis pelotas, pero él se alejó y
se rió cuando me quejé.
—Eres un hombre cruel —le dije mientras bajaba a la cabina. Su
risa retumbó.
—Das tanto como recibes —gritó. 104
Me reajusté la polla y volví a gemir. Pero no podía estar
enfadado. Me pasé dos días burlándome de él. Demonios, me
arrodillé en el asiento y le puse el culo encima. Agarré mi toalla y
subí a la cubierta en la parte delantera del velero y me 04/2019
desparramé. Ya estaba caliente. Apenas eran las ocho y media de la
mañana y el sol abrasaba.
Teniendo en cuenta que había otros barcos alrededor, no podía
tomar el sol desnudo, así que metí mis Speedos por la grieta del
culo para exponer mis mejillas al sol. Los tiré un poco hacia abajo
en la parte superior, haciendo la tela lo más pequeña que pude,
luego abrí los brazos y cerré los ojos.
Podría haberme dormido fácilmente, y tal vez me dormí un poco.
Fue jodidamente relajante, perfecto en todos los sentidos. Mi vida
real en Brisbane estaba a sólo mil kilómetros de distancia, como si
estuviera en otro planeta.
Podría olvidarme de la presión, los plazos, los presupuestos, los
tipos de interés, la economía global, el estrés. Podía sentir el sol
haciendo su magia, dándome dosis de vitamina D. Eso me hizo
resoplar. Con un poco de suerte, conseguiría otro tipo de vitamina
D esta noche.
Me di la vuelta para broncearme el estómago y de nuevo, empujé
mis Speedos hacia abajo para obtener un poco de color sobre mi
línea de bronceado. Entonces algo que Foster dijo volvió a mí.
Estábamos parando en Port Douglas, y tenía reservado un tour
de un día para ir al Parque Nacional de Daintree. Cuando reservé
las vacaciones, pensé que un día de caminata en tierra firme a
través de la aclamada selva tropical, con Jason, sería un cambio
agradable.
Ahora iría solo, lo que no era tan malo, aunque tenía que
preguntarme si Foster quería acompañarme. Estaba reservado y
pagado después de todo, para dos personas. ¿Pensaría que estoy
loco? ¿Molesto? ¿Pegajoso?
¿Solitario? 105
Suspiré.
No quería ser dominante de ninguna manera, y no tenía ninguna
duda de que tenía mucho que hacer en el continente sin tener que
hacer de niñera para mí. Pero quién sabe... tal vez nunca tuvo la 04/2019
oportunidad de hacer turismo porque siempre estaba ocupado o
tal vez porque nunca le preguntaron si quería participar. Y éramos
sólo nosotros dos. No era como si tuviera a alguien más a quien
cuidar. Además, él claramente no se oponía a pasar tiempo
conmigo.
Bueno, no físicamente de todas formas. Estuvo a favor del sexo
al igual que yo. Dependía de mí decir que no, lo que nunca iba a
suceder.
Era ardiente como el infierno, tenía una polla preciosa, manos
fuertes y una boca talentosa.
Dios, su lengua, su lengua...
El solo hecho de pensar en su boca me hizo calentarme y volvió a
molestarme de nuevo, y no tuvo nada que ver con el sol del verano.
Así que, tomé mi toalla de vuelta a la popa, dejé caer la escalera y
me tiré al agua.
Era un azul que no pude identificar. Creo que la palabra cerúleo
probablemente era la adecuada, pero aún así no le hacía justicia. El
arrecife era tan bonito, tan hermoso. Realmente entendí por qué
Foster eligió venir aquí cuando se alejó de la carrera de ratas10.
Si alguna vez tuviera las pelotas para hacer eso, aquí es donde yo
también vendría.
Darme cuenta, que nunca tendría las agallas para hacer lo que él
hizo, que estaba atado a la vida que tenía en casa, dejó una pesadez
en mi pecho que me asustó. Era una sensación de hundimiento que
me sacaba el aire de los pulmones, algo que no habría sido tan
malo si hubiera estado en tierra firme. Pero no lo estaba. Estaba
nadando solo en mar abierto. Nadé de vuelta al velero antes de que
la presión empeorara, antes de que la pesadez me arrastrara hacia 106
abajo. Agarré la escalera y recobré el aliento, agradecido de que
Foster no estuviera aquí conmigo.
¿Fue un ataque de pánico? ¿O el comienzo de uno? Jesús.
Hice lo que mi médico me había enseñado. Respiraciones 04/2019
profundas, repetidas, mantener el control de la respiración a
través de mi mente unas cuantas veces, y lentamente salí del agua.
Había tenido momentos así antes, pero nunca cuando estaba en el
agua. La sensación de angustia que apenas podía soportar cuando
respiraba oxígeno se convirtió en un juego totalmente diferente
cuando no estaba en tierra firme.
Me até la toalla a la cintura, me senté en la parte trasera del
velero con los pies en el agua y respiré tranquilamente hasta que
sentí que la presión retrocedía. Estaba bien. Estaba a salvo. Tenía
el control total. Podía escuchar a Foster hablando con alguien por
la radio, confirmando un amarre por el sonido del mismo, y su voz
me ayudó a calmarme.
O tal vez el saber que no estaba solo me tranquilizó.
Porque en casa, incluso rodeado de cientos de personas,
asociados, colegas, siempre estaba solo. Pero aquí afuera no estaba

10
Puede referirse a una lucha competitiva para salir adelante financiera o rutinariamente.
solo. Era bastante irónico que en la inmensidad del Mar del Coral y
el Océano Pacífico, nunca me había sentido solo.
Negué con la cabeza y dejé escapar un profundo suspiro, me
levanté y me acerqué a la cabina. Foster estaba en su radio, con un
portapapeles en la mano, tachando alguna lista, y me dio una
sonrisa de sorpresa. Claramente no esperaba verme tan pronto. Le
di una palmada en el hombro para saludarlo, pero entré
directamente en mi camarote y cerré la puerta.
Me duché y colgué mis Speedos sobre la barandilla para que se
secaran, me puse unos calzoncillos y me arrastré de vuelta a mi
cama. Sólo necesitaba un poco de espacio y tiempo para entender
lo que acababa de pasar. Un pensamiento en el fondo de mi mente
me dijo que debía llamar a mi doctora y decirle que había tenido 107
un episodio mientras nadaba solo en el océano; podría haberme
encontrado en serios problemas si no hubiera estado tan cerca del
velero. Tal vez eso fue un poco dramático y yo estaba exagerando.
O tal vez estaba tan cerca de la verdad que me asustó. 04/2019
Me di la vuelta y encontré mi teléfono pero no pude encenderlo.
Temía los cientos de correos electrónicos, llamadas perdidas,
mensajes de texto y de voz que sin duda me bombardearían tan
pronto como lo encendiera.
En vez de eso, deslicé mi teléfono de nuevo sobre la mesita de
noche, puse la sábana sobre mis caderas y cerré los ojos.

UN GOLPE SUAVE en la puerta me despertó más tarde. Un poco


somnoliento, levanté la vista para ver a Foster asomar la cabeza
por la puerta.
—¿Estás bien?
Me senté.
—Sí. —Mi voz era ronca y froté una mano sobre mi cara y a
través de mi cabello.
—Tu resaca debe haberte sorprendido —dijo, pero había
preocupación en sus ojos.
—No, estoy bien —respondí. Miré hacia abajo para ver que la
sábana cubría la mayor parte de mí, aunque estaba muy claro que
llevaba calzoncillos rojos y nada más. —¿Qué hora es?
—Mediodía. —Abrió la puerta completamente y se apoyó en el
marco—. Sólo pensé en comprobar si estabas bien. Te veías un
poco pálido cuando entraste. Pero ahora tienes algo de color.
—Sí, me siento bien ahora —dije, sin admitir abiertamente que
me sentía mal antes—. ¿Qué hay para comer? ¿Necesitas que te
ayude con eso? —Me bajé de la cama y me quedé ahí parado, sin 108
nada más que los calzoncillos.
Foster me dio una mirada y sonrió cuando me miró a los ojos.
—¿Calvin Klein rojos hoy? No estoy exactamente decepcionado,
pero me estaba acostumbrando a los Speedos blancos. 04/2019
Me encontré sonriéndole.
—Los enjuagué con agua fresca. Pero no te preocupes. Volverán
más tarde. O podría usarlos todo el día. —Me miré a mí mismo.
Sonrió como si le gustara esa idea.
—Oh. Tu almuerzo está listo. —Se giró y volvió a la cocina, y yo
me puse unos pantalones cortos a regañadientes. Cuando me vio, o
mejor dicho, cuando vio que yo estaba vestido, me dio una
segunda mirada.
—¿Decepcionado? —le pregunté.
Me dio un plato.
—Tal vez.
—Puedes quitármelos más tarde. —Miré lo que nos había hecho
para almorzar—. Esto se ve muy bien.
—Ensalada de tacos. No es exactamente saludable, pero tiene
lechuga.
Inspeccioné mi plato.
—Y frijoles, tomates y queso. Eso cuenta totalmente. Y
exactamente cómo me siento, gracias.
—Pensé que podrías tener un poco de resaca… —Me estudió por
un segundo—. Nada como los tacos para curarte.
—¿Quieres agua? —pregunté, abriendo la nevera con mi mano
libre. Le di una botella de agua, y luego tomé una para mí. Subimos
a la cabina y nos sentamos en el asiento del banco. Miré hacia el
otro lado del arrecife—. ¿Alguna vez te cansas de esa vista?
Foster se rió y se metió un tenedor lleno de tortilla chip y salsa
en la boca.
—Nunca.
—¿Harto de que te pregunte eso?
Resopló y masticó su bocado. 109
—No.
—Hoy hace mucho calor. —Ya podía sentir el sudor en mi frente,
corriendo por mi espalda—. ¿Va a haber tormenta o algo así?
Foster miró al cielo muy azul y despejado, y luego me miró como 04/2019
si estuviera loco.
—Sólo está húmedo. ¿Seguro que te sientes bien?
Me metí un enorme bocado de ensalada en la boca, tomándome
un tiempo para masticar y responder.
—Me siento muy bien. Sólo un poco cansado todavía. Nada que
un baño y otra siesta y unos tragos de tequila no puedan arreglar.
Foster se rió mientras comía, y luego asintió mirando mi agua.
—Sólo asegúrate de mantenerte hidratado.
—Sí, papá.
Su sonrisa hizo que sus ojos brillaran como zafiros.
—No soy lo suficientemente mayor para ser el padre de nadie, y
mucho menos el tuyo.
—Oh, vamos, eres un papá sexy.
Se echó a reír y decidí que necesitaba escuchar ese sonido
mucho más.
—Bueno, no me dicen eso en mi cara.
Me reí y terminamos nuestros almuerzos en silencio. Fue
agradable. Sólo nosotros, toda la Gran Barrera de Coral, millas de
océano y varios otros barcos salpicados a nuestro alrededor. Bebí
la mitad de la botella de agua de una sola vez, dándome cuenta de
que tal vez estaba un poco más deshidratado de lo que pensaba.
—Dime, ¿qué harás mientras estoy en el tour de la selva?
Se encogió de hombros.
—Me quedaré a bordo.
—¿Haciendo qué?
—Limpiando, reabasteciendo, comiendo algo de comida fresca.
—No olvides conseguir más limones.
Se aclaró la garganta, intentando no sonreír.
—Y limas. 110
Ahora era yo quien se reía a carcajadas. Le di una patadita en el
pie con el mío.
—Si quieres perseguir tus tacos con un trago o dos, me
sumergiré felizmente en el océano para que tengas algo de sal para 04/2019
lamer.
Sonrió, pero movió un poco la cabeza.
—No se debe nadar directamente después de comer. Seguridad
en el agua, uno contra uno.
—Bueno, estoy a favor del uno contra uno.
Se llevó mi plato.
—Limpiaré después del almuerzo. Tómatelo con calma. —
Cuando bajó las escaleras, dijo: —Y no puedes nadar con esos
pantalones cortos.
Para cuando volvió a subir, yo estaba acostado en el asiento del
banco con mis pantalones cortos colgando sobre el volante. Mis
calzoncillos rojos de Calvin Klein pasarían como un bañador para
cualquier barco que pasara. Foster se frustró cuando me vio, pero
pronto sonrió.
—Eso no es realmente lo que quise decir.
Cerré los ojos al sol.
—Pero no te importa.
—Hmm —murmuró. Podía sentir sus ojos sobre mí, como dedos
calientes en lugar del sol—. Si vamos a nadar o a bucear,
necesitaré ayuda con el protector solar. Si eso está bien.
Abrí los ojos, y sí, ahí estaba él mirándome con el protector solar
en la mano.
—Debemos ser inteligentes con el sol, ¿no?
Me dio una sonrisa socarrona.
—Debemos hacerlo.
Me arrojó el protector solar y se quitó la camisa, poniéndola
encima de mis calzoncillos sobre el volante. Le miré fijamente los
calzoncillos.
—Y no puedes nadar en ellos. 111
Se rió, y sorprendiéndome, desabrochó el botón, voló y se bajó
los pantalones. Salió de ellos, de pie, sin nada más que calzoncillos
negros. Su bulto colgaba ajustado en el material; su cuerpo veía
más sol del que dejaba ver. 04/2019
—Creo que tomas el sol desnudo.
Se rió.
—No cuando tengo clientes a bordo.
—Así que si voy a nadar un rato, ¿te desnudarás completamente
y te acostarás en la cubierta?
Soltó una carcajada y miró al barco más cercano.
—Estoy seguro de que hay leyes que lo prohíben.
—No hay leyes que prohíban estar desnudo en propiedad
privada.
—No es la desnudez lo que les importaría —dijo, bajo y
sensual—. Es como terminaría cuando volvieras de nadar. En la
cubierta. A la vista de todos.
Me levanté y me puse protector solar en la palma de la mano, de
pie frente a él. Estaba bastante seguro de que tenía una semi-
erección. Lo rodeé y le froté los hombros con la crema solar,
probablemente estando más cerca de lo que era completamente
necesario.
—Suena como si lo hubieras pensado —murmuré—. ¿Alguna
preferencia?
Se echó a reír y se apoyó en mi mano. Le froté los hombros,
hasta la parte baja de la espalda, y luego caminé hacia su frente,
asegurándome de que estuviera cubierto. Sí, definitivamente tenía
una semi-erección.
—No me gusta el... exhibicionismo.
Le froté protector solar en el pecho, en los brazos, en los
abdominales, observando cuidadosamente lo que estaba haciendo
y disfrutando de él, viéndome hacerlo. Luego, cuando froté un
poco más abajo, hasta el elástico de sus calzoncillos, observé sus 112
ojos en su lugar.
—Puedo esperar a que el sol se ponga. —Mi mirada cayó en sus
labios, y luego en sus ojos. Y ahora había fuego en ellos. Me incliné
lo suficiente para hablar contra sus labios—. Ven a nadar conmigo. 04/2019
Quiero ser capaz de lamer la sal de tu cuerpo.
Se quedó sin aliento y sus ojos ardían por la necesidad.
—Te gusta este juego, ¿no?
—¿Qué juego es ese?
—La persecución. Ser implacable hasta que consigues lo que
quieres.
—Soy bueno en eso.
—Sí, lo eres.
—Pero no siempre consigo lo que quiero, cuando lo quiero —
dije, mis labios casi rozando los suyos—. Porque ahora mismo
tengo tantas ganas de besarte.
—¿Por qué no lo haces? —exhaló un suspiro.
—Porque dijiste que teníamos que ir al norte hoy. —Di un paso
atrás y sonreí mientras casi se cae hacia adelante—. Y si
empezamos algo ahora, no iremos a ninguna parte.
Negó con la cabeza, sin aliento. La distancia entre nosotros,
apenas un metro, parecía darle suficiente claridad.
—Probablemente tengas razón.
—Aún quiero que nades conmigo. —Le di el protector solar y le
di la espalda.
Me untó crema solar en la espalda, y su voz era cálida sobre mi
hombro.
—¿Por qué?
Apenas podía decirle la verdadera razón, que casi había tenido
un ataque de pánico en el agua antes y estaba un poco asustado
por ello.
—Porque no quiero que te masturbes aquí sin mí.
Se rió. 113
—¿Es posible morir de bolas azules?
Me reí.
—Creo que podría serlo. Pero no te preocupes, si te desmayas,
me aseguraré de hacerte el boca a boca. 04/2019
Gemía, y ahora estaba tan cerca que podía sentir el calor de su
cuerpo, y sabía que probablemente estaba llevando las cosas
demasiado lejos. Quiero decir, los juegos eran divertidos y todo
eso, pero no quería ser cruel. Así que me di la vuelta, tomé el
protector solar y me puse un poco en la punta de los dedos. Le
unté suavemente las mejillas, por el puente de la nariz, y terminé
con un boop en la punta de la nariz. Entonces, rápidamente unté mi
cara, y cuando terminó de frotarse la cara, tomé su mano y lo llevé
a la parte de atrás del bote. Pude ver que la escalera estaba abajo,
así que, todavía sosteniendo su mano, le dije:
—¿Listo?
Y saltamos.
CAPÍTULO DIEZ

FOSTER

JUGAMOS ALREDEDOR del agua, flotando y riendo un rato, luego


Stuart cogió el equipo de snorkel y nadamos durante lo que nos
parecieron horas, buceando para ver el arrecife y los peces.
Fue tan perfecto, y tuve que seguir recordándome a mí mismo 114
que él era un cliente.
Un cliente con el que, sin duda, me acostaría más tarde esa
noche. En cuanto a la tensión sexual, ahora estábamos fuera de la
escala de Richter. 04/2019
Volvió a su yo sonriente, con ojos brillantes y entusiasmado con
todo lo que encontró bajo la superficie. En un momento dado, un
pez lo asustó y me reí tanto que tuve que subir a la superficie para
respirar. Me siguió y se quitó la máscara sólo para decirme que me
largara y me salpicó, pero estaba sonriendo.
Y su conducta ahora, su felicidad, era muy diferente a la de esta
mañana. Había jugado a que tenía un poco de resaca, pero dudaba
de que eso fuera todo. Había estado pálido cuando entró en su
camarote durante un tiempo, y no me había parecido una resaca.
Había algo en sus ojos que me decía lo contrario. Así que lo dejé
solo, pensando que sólo necesitaba un poco de tiempo libre, pero a
la hora del almuerzo, aún no había salido, así que llamé a su
puerta. No había pensado que estaría dormido. En cuanto me di
cuenta de ello, me retiré, pero se movió.
La sábana lo cubría, aunque podía ver una parte del muslo y la
cadera. Se veía en paz durante un segundo. Y absolutamente
hermoso. Luego se sentó, la sábana enredada alrededor de sus
caderas, su cabello estaba despeinado, y entrecerró los ojos y se
rascó la cabeza.
Era adorable.
Quería meterme en la cama con él y despeinarlo un poco más.
Igual me sucedió cuando subió por la escalera del velero delante
de mí. Tuve una vista gloriosa de su culo en esos calzoncillos rojos,
y cuando me encontró en la cima, me dio una toalla. Se frotó el
pelo con la toalla, haciendo que se le pegara por todas partes. Su
sonrisa era devastadora.
Y esos calzoncillos rojos eran bastante espectaculares, secos,
¿pero mojados? Quería conocer a Calvin Klein y besarlo.
—¿En qué estás pensando? —preguntó, con una curiosa sonrisa 115
en los ojos.
—Ese Calvin Klein es un genio.
Se miró a sí mismo, luego me miró y sonrió.
—El Sr. Klein no puede llevarse todo el mérito. 04/2019
Resoplé.
—No, no puede.
También se rió, luego miró al otro lado del arrecife y suspiró.
—¿Estamos en movimiento otra vez? ¿Deberíamos levar el
ancla?
—Sí. ¿Quieres volver a estar a cargo?
Su sonrisa se convirtió en una risa sonora.
—Siempre estoy a cargo. Pero si te refieres a si quiero ser el que
está detrás del volante, entonces no. Puedes conducir esta vez. Me
sentaré y veré al maestro trabajando.
—Siempre a cargo, ¿eh? —respondí—. Eso no es lo que me
dijiste antes.
Se ató la toalla a la cintura, se sentó, estiró las piernas y las cruzó
por los tobillos; relajado y cómodo.
—No, dije que me gustaba que me follaran contra el colchón,
pero eso no significa que no esté a cargo.
Solté una carcajada.
—Si tú lo dices.
Puso la cabeza hacia atrás, cerró los ojos al sol y sonrió.
—Te lo puedo mostrar más tarde.
Mi polla se animó con sus palabras, pero dejé el tema por ahora.
Tenía razón, teníamos que movernos.
—Vamos, anímate —le dije, dándole palmaditas en el hombro al
pasar. Abrió los ojos cuando subí a cubierta—. Traeré la vela
mayor. Consigue el ancla.
No mucho después de eso, estábamos navegando. Yo estaba al
volante, pero él se sentó conmigo, observando nuestro rumbo,
comprobando nuestra profundidad y, como siempre, haciendo
preguntas. 116
Nos dirigimos al norte y establecimos un ritmo constante hacia
el lado este del arrecife de Arlington. Era el centro del turismo,
incluso en un mal día, y había muchos barcos alrededor. Pero los
vientos estaban de nuestro lado, y si necesitaba cambiar de rumbo, 04/2019
Stuart sostenía el volante y escuchaba todas las instrucciones.
Fueron unas cuantas horas de navegación, pero quería refugiarme
dentro de la herradura de Arlington Reef, detrás de Oyster Reef
por la noche. El agua estaba tranquila, podíamos anclar en la arena
sin preocuparnos por los daños en el arrecife, podíamos hacer
snorkel, nadar, y luego asar algo de carne.
Oh, y tomar chupitos de tequila y lamer la sal el uno en el cuerpo
del otro.
Sí, no olvidemos eso.
La cara de Stuart cuando navegábamos, sin embargo, era pura
alegría. Tan pronto como atrapamos el viento, cortamos el agua
como un cuchillo, y sentíamos que estábamos volando, y su sonrisa
podría haber iluminado toda la costa este.
Levantó el puño contra el viento y soltó su grito de libertad de
‘wooooo’ y eso me hizo reír. Y le devolvió la energía, porque
cuando finalmente echamos el ancla, tenía los ojos brillantes y bien
o mal, quería hacerlo todo.
—Un baño antes de la cena —sugirió—. Podemos hacer snorkel
en el arrecife, incluso caminar en las aguas poco profundas si
podemos.
Revisé la hora.
—Si somos rápidos.
Desapareció y regresó quince segundos después con nuestro
equipo de snorkel en sus manos y una sonrisa en la cara. Y medio
minuto después, estábamos haciendo snorkel. El arrecife de
Arlington era popular por una buena razón: era espectacular. La
mayoría de las fotografías publicitarias de la Gran Barrera de Coral
fueron tomadas aquí. Incluso había un pantalán11 permanente 117
donde los barcos de alquiler podían parar y dejar salir a las
bandadas de turistas.
Nos mantuvimos alejados de eso. Stuart no tenía que decir que
prefería la privacidad, veía la desilusión en su cara cada vez que 04/2019
otro barco se acercaba a la orilla. El arrecife en sí era enorme y
habíamos escogido un lugar remoto, así que con el sol de la tarde,
estábamos solos.
Y ahora era un profesional del snorkel bajo el agua. La sonrisa de
Stuart se ensanchó con cada cosa que vio: los peces, el coral, las
rayas, las tortugas. Había dominado todo el asunto del buceo, e
incluso entendía las señales de mi mano.
Estar con él así era especial. Rara vez tenía tiempo personal, y
aunque técnicamente se trataba de un trabajo y era mi cliente, no
lo parecía. Me sentí como si estuviera de vacaciones, mostrándole
a un amigo el arrecife por primera vez y que teníamos todo el Mar
de Coral para nosotros solos; sólo él y yo.
Se sentía increíblemente personal.

11
Se llama pantalán al muelle estrecho o pasarela flotante que se adentra en el mar y se
utiliza como embarcadero para barcos de pequeño tonelaje.
Y mientras volvíamos al velero, estaba tratando de encontrar
excusas válidas para explicar por qué eso era algo malo.
No se me ocurrió ninguna.
La semana que viene, él volvería a su vida en Brisbane, y yo
estaría haciendo mi próximo viaje. La vida continuaría. Así que,
¿por qué no disfrutar de esto lo que durara? ¿Por qué no pensar en
esta semana como unas vacaciones pagadas?
Stuart ciertamente no se oponía.
Y por el dolor en mis pelotas y mi permanente semi-erección, mi
cuerpo tampoco se oponía.
—Aquí —dijo Stuart, tomando mi máscara de snorkel.
Acabábamos de volver a subir al velero y apenas había terminado
de envolverme con mi toalla—. Iré a limpiar esto. Empieza a 118
preparar la cena, y cuando termines, nos serviré un trago.
—Oh, claro —dije—. Lo olvidé, tú estás a cargo aquí.
Me sonrió por encima del hombro mientras se ocupaba de sus
asuntos. Pero, hice lo que me sugirió, y cuando llegó a cubierta, 04/2019
sólo llevaba puesta su ropa interior roja; su toalla no estaba. Se dio
cuenta que lo miraba.
—La toalla se está secando al sol —dijo. Me miró la
entrepierna—. ¿Quieres que tome la tuya?
—Ahora no —respondí—. No me gusta cocinar mientras estoy
semidesnudo. —Tampoco me apetecía tirar de la toalla para
revelar el pequeño problema que estaba teniendo.
—Me parece justo. —Miró alrededor de la cocina—. ¿Dónde
puedo cortar limones?
Puse el bistec en la plancha, esperando a que el chisporroteo se
calmara antes de hablar.
—¿No es un poco temprano para lamer, sorber, chupar?
Sonrió.
—Iba a tomar unas cervezas primero, pero si quieres empezar
con lo difícil, no diré que no. —Se lamió el labio inferior y sus ojos
brillaron de malicia—. Apuesto a que estamos cubiertos de sal.
Puede que haya mucho que lamer.
Traté de no sonreír demasiado.
—Los limones están en la nevera; la tabla de cortar está en el
armario junto al fregadero. Y una cerveza está bien.
Encontró todo lo que buscaba y luego cortó un limón mientras
hablaba de la increíble tortuga que habíamos visto mientras
hacíamos snorkel. Se maravilló de la magnificencia de todo esto,
moviendo la cabeza como si no pudiera creer lo que había visto
antes de tomar dos cervezas de la nevera, abrir las tapas, deslizó
una rodaja de limón, y me dio una.
—¿Alguna vez te has aburrido de esto? —preguntó, tomando su
primer sorbo—. ¿Alguna vez has pensado, 'Meh, lo he visto todo 119
antes'?
—Nunca. —Negué con la cabeza y di vuelta al filete—. No
puedes dar eso por sentado. No doy nada por sentado. Ni el
arrecife, ni el clima, ni este trabajo, nada de eso. Y de todos modos, 04/2019
no hay dos viajes iguales. Es diferente cada vez.
Tomó un trago de su cerveza.
—¿Cómo es eso?
—Bueno, podría venir al mismo arrecife, pero las puestas de sol
nunca son las mismas. La gente que traigo aquí nunca es la misma.
—¿Alguna vez has tenido un cliente que hayas considerado tirar
por la borda?
Sonreí y bebí mi cerveza.
—No. He tenido mucha suerte. Tenía algunas barreras
lingüísticas, pero las sonrisas son universales. Y curiosamente,
también lo es el tema musical de Tiburón.
Se echó a reír, pero luego preguntó:
—¿Has visto muchos tiburones?
—Oh, claro. La mayoría son inofensivos, pero no todos. —
Apagué la plancha y preparé algunas verduras de hoja verde y
ensalada de patata—. Los tiburones son sólo un riesgo laboral.
Algunos idiotas solían tratar de acercarse mucho a las rayas
también. Hasta Steve Irwin. Ahora los respetan un poco más.
Asintió lentamente.
—Apuesto a que sí. ¿Has tenido algún cliente que haya intentado
tomar coral?
—Una vez. Ahora me aseguro de que conozcan las reglas. La
gente es muy buena al respecto. —Deslicé nuestros platos sobre la
mesa y nos sentamos.
—Esto se ve muy bien, por cierto —dijo—. Gracias.
—De nada.
—Me sorprende lo hambriento que estoy. Quiero decir, en mi
país, nunca como bocadillos, y ciertamente no comería
carbohidratos como éstos —dijo, metiendo un trozo de ensalada 120
de patata en su boca. Tarareó su agradecimiento.
—Te sorprendería cuánta energía quemas nadando y haciendo
snorkel. —Luego agregué: —No tienes que preocuparte por tu
dieta aquí. 04/2019
—Bueno, los carbohidratos son mi enemigo. Pero proteínas —
dijo, moviendo una ceja—. Ahora los tragos de proteína siempre
están en mi menú.
Puse los ojos en blanco.
—Entonces el bistec te sentará bien.
Se echó a reír y nos comimos el resto de la comida hablando de
lo que estaba pasando en el mundo. Limpió la cocina después de la
cena, y fui a la cabina del piloto para comprobar que todo estaba
bien para la noche. Cuando caminaba por la cubierta junto a la
cabina de alojamiento, salía de la cocina con un plato de limones
cortados en una mano y la botella de tequila en la otra.
—El postre está servido.
Dejé caer mi cabeza hacia atrás y gemí, y tan pronto como volví a
la cabina del piloto, me dio la botella.
—No seas aguafiestas. —Luego miró hacia el océano al
atardecer, y más específicamente, a la falta de otras
embarcaciones—. Oh, mira eso... todo el mundo se ha ido. Eso
significa que podemos jugar este juego aquí. —Me dio el plato de
rodajas de limón, se acercó, mantuvo sus ojos en los míos mientras
se agachaba y lamía desde mi pezón hasta mi garganta,
enviándome un escalofrío, y luego tomó un trago de tequila. Se
metió un trozo de limón en la boca, se estremeció y sonrió. Negó
con la cabeza y gimió—. Hombre, eso es bueno.
Todavía sólo llevaba puestos sus calzoncillos rojos. Pude ver lo
bien que le quedaban.
—Tu turno, pero primero —dijo, y luego tiró de mi toalla,
revelando mi ropa interior y esa maldita polla semidura que había
tenido todo el día—. Mmmm. Eso está mucho mejor —susurró.
Luego sostuvo una rodaja de limón entre los dientes y abrió bien 121
los brazos—. Lámeme.
Así que lo hice.
Le lamí la clavícula, tomé la botella de tequila y me tomé un
trago, luego abrí los labios y me metí el pedazo de limón en la 04/2019
boca. Se rindió rápidamente, agarrándome por la nuca y
besándome, el limón yendo de su boca a la mía.
No esperó a que recobrara el aliento. Me lamió el cuello hasta la
oreja, chupando el lóbulo entre los labios, y luego se retiró para
tomar un sorbo de tequila. Apenas podía pensar con claridad, y
mucho menos conseguir un pedazo de limón para él. Sonrió y,
bajando un poco el elástico de mis calzoncillos, colocó una rodaja
de limón para que sobresaliera por la parte superior, justo debajo
de mi ombligo.
—Dios mío, mira eso —dijo bruscamente antes de arrodillarse.
Se arrodilló ante mí, con las manos en las caderas, y empujó su
nariz hasta la línea de la cresta de mi polla en ropa interior, luego
se enganchó el limón entre los labios y se lo sacó.
El cabrón descarado.
Atrapó el limón, y manteniéndolo en su boca, entonces se
levantó a su altura completa. Sus ojos se fijaron en los míos, llenos
de calor y coraje. Había terminado con los juegos. Lo empujé para
que se sentara en el asiento del banco, y su sorpresa se desvaneció
rápidamente cuando puse su pezón entre mis dientes. Arqueó la
espalda, levantando sus caderas hacia delante, buscando cualquier
fricción que pudiera darle.
Se quitó el limón de la boca.
—Oh, joder —gritó cuando le hice rodar el pezón entre los
dientes. Me agarró la cara con las dos manos y me atrajo para que
le diera un beso. Nuestras bocas se bloquearon, nuestras lenguas
giraban y saboreaban. Pero no era suficiente, nuestros cuerpos no
podían tocarse así. No era lo suficientemente cerca.
Así que lo empujé, instándolo suavemente a que se acostara a lo
largo del asiento del banco, y él me arrastró hacia abajo con él. 122
Éramos una maraña de miembros y lenguas; yo me inclinaba sobre
él, nuestras pollas alineadas, nuestros pechos, nuestras bocas. Dios
mío, él sabía besar.
Vagaba con sus manos sobre mí, sobre mi espalda, mi culo, 04/2019
moliéndome encima de él. Fue un poco incómodo, no era una
posición ideal, pero estaba demasiado excitado para detenerme. Si
me alejo ahora, podría matarme.
Luego deslizó su mano entre nosotros, y después de un poco de
tanteo, tenía nuestras pollas en su puño.
Se deslizaba, resbaladizo con pre-semen, y era mágico.
Tan, tan bueno.
—Oh, joder, te sientes increíble —susurró, su voz apenas era un
susurro. Luego gimió y dobló sus caderas como si estuviera cerca.
Aplasté mi boca contra la suya, y tomó mi lengua, gimiendo y
bombeando, y todo era demasiado y demasiado bueno. Follé su
puño, su polla caliente y dura contra la mía, resbaladiza y
escurridiza, y tan jodidamente buena.
Rompí el beso para poder hablar.
—Voy a correrme.
—Joder, sí, vamos.
Me eché para atrás, y ambos miramos entre nosotros, nuestras
pollas deslizándose a través de su puño, una y otra vez, y mi
orgasmo se estrelló sobre mí. El placer rodaba por mi cuerpo,
barriendo y consumiendo todo, y le disparé en el pecho y el
vientre. Su agarre se apretó al llegar, su polla pulsante ordeñando
hasta la última gota de mi orgasmo, mientras su corrida se
acumulaba con la mía en su piel.
Se estremeció y tembló, y luego soltó una risa dolorida.
—Maldita jodida mierda —murmuró.
Incapaz de mantenerme erguido, me caí hacia adelante,
ensuciando el desorden entre nosotros, y enterré mi cara en su
cuello. Olía a océano, a sexo, a nosotros, y yo inhalaba por todo lo
que valía la pena. 123
—¿Estás bien? —pregunté finalmente.
Volvió a reírse.
—Muy bien.
Acaricié y cerré los ojos a pesar de los extraños ángulos de mis 04/2019
piernas.
—Debería limpiarte —susurré—. No sé si puedo moverme.
—Podríamos saltar al océano —sugirió—. Diría que podríamos
ducharnos juntos, pero no hay forma de que ambos estemos juntos
en las duchas de este barco.
Me aparté de él, mi cuerpo deshuesado protestando con cada
movimiento que hacía mientras me levantaba.
—El océano entonces.
Me miró directamente a la polla, colgando medio dura de mis
calzoncillos, y luego me miró al vientre y al pecho, hasta el punto
en que nuestra corrida cubría ahora mi piel.
—Carajo, eso es hermoso.
Me reí, un poco avergonzado, pero luego me di cuenta de que su
polla estaba saliendo de sus calzoncillos, su vientre cubierto por
nuestra corrida. Sólo nos iluminábamos con las luces de la cabina,
y le daba un cálido resplandor.
—Sí, lo es.
Sonrió, se puso de pie, se bajó los calzoncillos y se los quitó.
—¿Qué? —respondió a mi mirada interrogativa—. Está
completamente oscuro. Nadie puede vernos.
No tanto como a él, me escondí de nuevo pero salté al océano
con él. Sólo cuando salí a la superficie, me encontró rápidamente,
me envolvió sus brazos alrededor de mis hombros, sus piernas
alrededor de mi cintura, y me besó.
No pude pisar el agua durante mucho tiempo, y cuando
empezamos a hundirnos, nos separamos riendo.
—Debería nadar desnudo más a menudo —dijo, sonriendo. La
luz de la luna hizo que sus dientes brillaran.
—Excepto que los peces podrían confundirte con un sabroso 124
gusano marino. Especialmente por la noche.
Sus ojos se abrieron de par en par y nadó hacia el velero, pero mi
risa debe haberme delatado.
Tomó la escalera con una mano y me salpicó con la otra. 04/2019
—No es gracioso.
Excepto que de alguna manera lo fue.
Lo seguí fuera del agua, no antes de ver su glorioso culo desnudo
a la luz de la luna. Las cuentas de agua brillaban como diamantes
mientras corrían por su cuerpo, y quería atraparlas, probarlas... Él
empujó mi toalla hacia mí, distrayéndome de mirar su forma
desnuda.
—¿Te gusta algo que ves?
Le acaricié la cara y sostuve su mirada.
—Sabes que sí.
Sus labios se curvaron hacia un lado, y me miró fijamente
durante un largo segundo. Luego, abruptamente, miró al agua y se
secó antes de atarse la toalla a la cintura. Se estaba cubriendo,
protegiéndose, y sabía que estaba a punto de preguntarme algo
que lo dejaba vulnerable.
Hacía eso todas las veces.
Cuando estaba en exhibición, cuando estaba atrayendo algo que
quería, se enorgullecía de mostrar su cuerpo, dejando
sugestivamente su semi-erección a la vista en sus Speedos o
calzoncillos. Pero tan pronto como algo se convertía en algo
personal o se sentía vulnerable, como cuando me preguntó si
estaba viendo a alguien, se cubría. Aparentemente, la modestia iba
de la mano con su vulnerabilidad. Me preguntaba si por eso era tan
despiadado en una sala de juntas; su caro traje era una armadura.
Pero aquí, y ahora mismo, estaba expuesto. Negó con la cabeza y
me dio una sonrisa tensa antes antes de girarse para entrar en la
cabina del piloto.
Le agarré del brazo.
—¿Querías preguntarme algo? —le pregunté. 125
—No, está bien.
—¿Seguro?
Asintió, así que le solté el brazo. Bajó a la cabina y cogió la
botella de tequila. La sostuvo en una mano, la tapa en la otra. 04/2019
—¿Quieres otro trago?
Resoplé.
—No. Necesito agua. —Su sonrisa había vuelto.
—Yo también.
Bajamos a la cabina y cerré la puerta detrás de nosotros. Stuart
volvió a poner el tequila en el armario de los licores, luego tomó
dos botellas de agua fría y me dio una.
—Gracias —respondí—. Así que mañana tienes un día en tierra
firme.
Asintió lentamente y sacó una gran cantidad de agua de su
botella.
—Sí. Nunca he estado en Trinity Beach ni en SkyRail. He oído
que es genial. ¿Has estado?
—No desde hace años. Es asombroso. Te encantará.
Volvió a asentir, había una extraña expresión en su cara.
—¿Qué harás mientras estoy fuera?
Ya me había preguntado eso...
—Un poco de limpieza, lavar la ropa, reponer la nevera. Ya
sabes, todas las cosas divertidas.
Tomó otro largo trago de agua, su manzana de Adán
deslizándose hacia arriba y hacia abajo de forma que me distraía.
Entonces agarró el fregadero detrás de él y me pregunté si estaba
desequilibrado, pero no, parecía que se estaba preparando.
—¿Podrías venir conmigo? Hacer la excursión de un día a través
de la selva tropical. Después podremos conseguir la comida que
queramos en los mercados. Incluso te invitaré a cenar y te tendré
de vuelta a bordo mañana a las nueve de la noche.
Si solo escuchara su voz, su tono indiferente, su leve
encogimiento de hombros, podría haber pensado que era una 126
invitación de usar y tirar. Pero sus mejillas se teñían de rosa, y sus
nudillos estaban blancos donde agarró el fregadero, y aguantó la
respiración esperando a que le contestara.
Dos cosas me quedaron muy claras en ese momento. Primero, no 04/2019
era frecuente que le hiciera preguntas a la gente si no sabía la
respuesta. Y dos, esta pregunta, esta invitación a pasar el día con
él, no era sólo una invitación a pasar el día con él. Era más que eso.
Al menos para él. Era él volviéndose vulnerable, queriendo algo
que no estaba totalmente preparado para admitir que quería.
Tenía miedo al rechazo; tenía miedo de que lo rechazara. Era
bastante obvio que no se exponía muy a menudo, y yo quería saber
por qué.
Me encontré con su mirada y vi el miedo al fracaso en sus ojos, el
miedo a encontrar finalmente el valor para pedir algo que quería,
sólo para que le dijeran que no. El miedo de arriesgar tu corazón,
sólo para que se rían de ti.
Así que, el Sr. Financiero Corporativo fanfarrón era humano
después de todo. Había una grieta en su armadura perfectamente
pulida. Podría pensar que era un defecto, pero para mí, lo mejoró.
Había capas que quería quitar, explorar.
Esto se estaba convirtiendo en algo más que una aventura de
vacaciones. Pasamos de ser amigos con beneficios a otra cosa. Me
sentía más como un novio de mentira en una fantasía de
vacaciones a cada minuto.
¿Quería pasar el día con él en el continente? ¿Senderismo,
compras, salir a cenar? Claro que sí, lo quería.
No me importaba que mi sonrisa me delatara.
—Claro. —Mi respuesta le sorprendió.
—¿De verdad?
Caminé hacia él, apoyé mi cuerpo contra el suyo y lo besé. Ni
tequila, ni agua, ni juegos. Puse mi mano en su cara y profundicé el
beso, entrelazando su lengua con la mía. Un beso largo. Durante
unos minutos celestiales nos quedamos allí, abrazándonos, 127
probándonos uno al otro. Terminé el beso, sólo para besarlo de
nuevo, suave y dulce, antes de alejarme.
—Sí, de verdad. Suena genial. Tendremos que zarpar hacia el
puerto bastante temprano. 04/2019
—Así que estás diciendo que debería ser un buen chico e irme a
la cama temprano también —preguntó, con los labios mojados y
regordetes—. Y solo.
—Oh, sí —respondí, retrocediendo—. Si te llevo a mi camarote,
no iremos al continente mañana.
Se lamió los labios y sonrió, sus ojos pasando de mi boca a mis
ojos.
—¿Pero mañana por la noche?
Dejé escapar una risa entrecortada y tuve que hacerme a un
lado, o lo llevaría a mi camarote. Mierda, era tan sexy.
—Buenas noches, Stuart.
Su enorme sonrisa fue lo último que vi antes de cerrar mi puerta.
CAPÍTULO ONCE

STUART

ME LEVANTÉ TEMPRANO, justo antes de las seis, pensando que


podíamos adelantarnos, pero me encontré a Foster al volante en la
cabina del piloto y ya estábamos navegando. Lo que explicaría el
balanceo del barco. 128
—Oh, buenos días —dije, subiendo las escaleras a la cabina—.
Pensé que se sentía mal. Me preguntaba si el tiempo había
cambiado.
—Buenos días —contestó con una sonrisa—. Y no, estamos 04/2019
cruzando el agua, dirigiéndonos al oeste hacia el continente. Pero
no es muy duro.
Miré hacia el agua. Estaba bastante tranquila, pero íbamos a
contracorriente, por así decirlo.
—Te levantaste temprano.
Sonrió mientras conducía, sin apartar los ojos de la proa del
velero.
—Sí, tengo planeado un viaje importante de un día con este
chico sexy. No quiero llegar tarde.
Puse los ojos en blanco para disimular mi sonrisa.
—Lo que sea.
Se rió.
—No, quiero amarrar mientras sube la marea. —Eso parecía
algo más de Foster.
—¿Quieres que empiece el desayuno? —Me miró.
—No tienes que...
—Puedo hacer tostadas —me quejé, volviendo a la cabina. Sí, yo
era su cliente, pero éramos sólo nosotros dos. También podía
ayudarlo si me esfuerzo para hacer las cosas. Diez minutos más
tarde, le llevé unas tostadas y café, con cuidado al pasarle el café,
rozándonos los dedos.
—Gracias —dijo con esa sonrisa siempre presente. Bebió su café
pero parecía reacio a quitar la otra mano del volante para comerse
sus tostadas.
Así que, sintiéndome un poco idiota, se las puse delante de la
boca.
—Muerde.
Se rió, pero tragó, y yo seguí dándole de comer hasta que
desaparecieron las tostadas. Cuando tomó el último pedazo, le 129
quité las migas del labio inferior con mi pulgar, lo que hizo que sus
ojos se fijaran en los míos, y un rosa sexy tiñó sus mejillas.
Bueno, eso fue interesante.
—Nosotros, uh —empezó, ahora enfocándose intensamente 04/2019
hacia la tierra que tenemos por delante—. Llegaremos en unos
treinta minutos.
—Entonces mejor me voy a preparar para esta cita caliente —le
contesté, tocándole ligeramente el brazo mientras volvía a bajar a
cubierta.
Me duché, me vestí, lavé y sequé las cosas del desayuno, subí las
escaleras cuando escuché a Foster hablando con alguien. Sólo se
trataba del tiempo o algo así, pero obviamente estábamos
amarrados y, por supuesto, Foster nos hizo retroceder hasta el
embarcadero, estacionándonos como si fuéramos un coche, en una
larga fila de barcos de tamaño similar.
La vela ya estaba arriada, todo parecía estar guardado, y Foster
sonrió al subir con una facilidad familiar al muelle y maniobró la
línea de amarre alrededor de un poste como si fuera lo más fácil de
hacer en el mundo. La ató en una especie de elegante nudo y volvió
a subir a bordo.
—Así de fácil, ¿eh? —pregunté, sorprendido de lo hábil que era.
Cómo sabía hacer todas estas cosas...
—Así como así —contestó él, aún sonriendo. Luego me miró de
arriba a abajo—. Oh, qué bueno ver que realmente empacaste algo
de ropa. Estaba empezando a pensar que sólo trajiste Speedos y
ropa interior.
Miré hacia abajo a mi camisa blanca, pantalones cortos de golf de
color carbón, y a mis Merrells12 de cuero gris.
—Todo este conjunto me costó una pequeña fortuna. —Me
encogí de hombros—. Pero puedo ir en mis Speedos si quieres...
Estoy seguro de que a los locales no les importará.
—Eso si la policía no te arresta por exhibición indecente.
—Usar Speedos no es ilegal. 130
—Lo es si son blancos y completamente transparentes cuando
están mojados.
—Buen punto. —Me reí. Entonces susurré: —No me mojes...
mientras estemos en público, de todos modos. Puedo darte una 04/2019
vista privada más tarde esta noche; húmedo o seco depende de ti.
Emitió un gruñido bajo.
—Tu atuendo de hoy está bien. Mejor que bien, de hecho. —Era
demasiado fácil.
—Gracias.
—¿Tienes todo lo que necesitas?
—Sí. Sólo necesito mi billetera.
—¿Sin teléfono?
Negué con la cabeza.
—No. No voy a volver a encenderlo hasta que sea absolutamente
necesario.

12
La Compañía Merrell es una compañía dedicada al zapato deportivo
que fue fundada por Clark Matis, Randy Merrell y John Schweitzer en 1981. Inicialmente la
compañía se dedicó a diseñar y comercializar calzado para realizar trekking que se ajustaba
perfectamente al pie.
—Buena idea. —Se bajó del barco en el embarcadero y extendió
la mano—. ¿Estás bien?
Tomé su mano, cálida y fuerte, pasé, no tan suavemente como él,
pero no me caí, así que lo tomé como una victoria.
—Estoy bien. —Miré del puerto deportivo hacia el pueblo de
Trinity Beach. Eran poco más de las siete, así que supuse que todos
los barcos de pesca ya habían salido, y que los barcos de recreo
también se estaban preparando para salir. Lo había cronometrado
perfectamente.
Había organizado la recogida de un coche de alquiler en el
puerto deportivo, así que arreglamos todo eso, y cuando llegamos
al coche, fui al lado del conductor y le hice sonar las llaves.
—Ahora soy el capitán. 131
Foster puso los ojos en blanco con tanta fuerza que parecía
dolerle.
—Entonces, ¿adónde vamos primero, capitán?
Solté una carcajada, pero subimos al coche y nos abrochamos el 04/2019
cinturón de seguridad.
—Bueno, tengo entradas abiertas para el SkyRail, la casa de
mariposas, la entrada al parque nacional. Vamos a hacer eso
primero. Tendrán lugares para comer, estoy seguro. Luego, cuando
terminemos de ser turistas por el día, podemos ir al mercado a
comprar provisiones, y para entonces podremos encontrar un
buen lugar para cenar.
—Suena bien. Pero hay un problema.
—¿Qué problema?
Estaba leyendo un panfleto que la señora del alquiler de coches
le había dado.
—SkyRail no abre hasta las nueve.
—El lugar de las mariposas abre a las diez.
—Entonces un segundo desayuno en la playa primero. —Se
rió—. Suena aún mejor.
—Pero lo primero es lo primero —dije, arrancando el coche y
saliendo del estacionamiento—. Vas a tener que dirigirme porque
no sé adónde diablos voy.
Se rió y señaló hacia delante.
—Toma la primera a la izquierda.
Me dirigió a Trinity Beach donde encontramos un café en la
playa. Nos sentamos, pedimos un gran desayuno y nos lo comimos
mirando al otro lado del océano. Le sonrió a la joven camarera, se
rió con ella cuando escribió algo mal y le dijo que no había ningún
problema.
Tan típicamente Foster. Sonriendo bajo la luz del sol, nada es un
problema, sólo sigue la corriente. Tan lejos de la vida corporativa.
Tomé un sorbo de mi zumo. 132
—Sabes, a veces te miro y puedo ver cómo habrías sido
despiadado y agudo en las finanzas. Y a veces, como ahora, no me
lo imagino por nada del mundo.
Ladeó la cabeza, divertido. 04/2019
—¿Cómo es eso?
Respiré profundamente, queriendo decir esto correctamente.
—Cuando pienso en finanzas y fusiones y adquisiciones, pienso
en trajes grises, edificios grises, cielos grises. Luego te veo aquí, y
es el sol amarillo, el cielo azul, la arena blanca, el agua. Son polos
opuestos, y es difícil de reconciliar.
Sonrió como si ese resumen le agradara, y se puso un triángulo
de piña fresca en la boca.
—Porque ya no soy ese hombre. Esto no es lo que soy ahora. Si
me hubieras conocido hace seis años, no me habrías reconocido.
Creo que la única vez que sonreía era cuando cerrábamos un trato.
Suspiré, pero no había terminado.
—¿Y crees que tu descripción de la configuración
monocromática y monótona en casa contra el sol y la felicidad aquí
está tratando de decirte algo?
—¿Como qué?
Me miró a los ojos.
—No eres feliz allí.
Moví el tenedor de mi plato vacío para que se sentara a las doce
y seis.
—Tal vez.
Nunca me respondió nada. Tal vez sabía que tenía más que decir.
Tal vez estaba usando el truco más antiguo del libro corporativo:
dejar los silencios y la persona incómoda hablará primero. Tal vez
me lo creí.
—No soy feliz allí —admití. Apenas eran noticias de última hora.
Cualquiera que estuviera dispuesto a mirar podía verlo—. No fue
sólo idea mía tomarme estas vacaciones.
—¿Tu jefe vio que estabas a punto de quebrarte? —Negué con la 133
cabeza.
—Mi doctora.
Eso lo detuvo. Frunció el ceño y entrecerró los ojos ante la mesa
que había entre nosotros. 04/2019
—Si no eres feliz, eso es una cosa. Pero médicamente...
—Médicamente, me dirigía a un ataque al corazón o a un
derrame cerebral —dije, admitiendo más de lo que quería—.
Presión sanguínea alta, insomnio. Como si mi mente estuviera
atascada en la quinta marcha, ¿entiendes lo que digo?
Me miró entonces, y había algo cálido en sus ojos.
—Sé exactamente a qué te refieres.
No dudé de él, y fue agradable, incluso reconfortante, poder
hablar con alguien que realmente entendiera por lo que estaba
pasando. Luego me aclaré la garganta y le dije lo que nunca le
había dicho a nadie más.
—Tuve algunos ataques de pánico. Al principio no sabía lo que
eran. Mi cabeza se volvió loca y mis pulmones apretados. Pensé
que estaba teniendo un ataque al corazón, o más bien algo de
presión sanguínea. No sabía qué demonios era. De todos modos,
después de una serie de pruebas y citas, mi médico me dijo que era
ansiedad, y me reí de ella. —Negué con la cabeza al ver lo estúpido
que sonaba todo esto—. Quiero decir, ¿cómo podría yo, Stuart
Jenner, tener ansiedad? Estoy en la cima de mi juego. Soy el tipo
que todos quieren ser. Llamadas telefónicas, citas, clientes, correos
electrónicos. Tengo tanta demanda que mi asistente personal tiene
un asistente personal. Suena ridículo, ¿verdad?
Foster negó con la cabeza lentamente.
—No para mí. Suena como si estuvieras a una llamada, una cita,
un cliente, un email de distancia de hacer un Foster Knight.
—Alejándome de todo lo que he conocido para manejar un
velero de alquiler privado en los trópicos?
Casi sonríe.
—Bueno, no sé nada sobre el negocio de los chárter privados, 134
pero marcharte, sí.
Me encontré con sus ojos.
—No soy tan valiente como tú.
Se acercó y tomó mi mano sobre la mesa. 04/2019
—Sí, lo eres. Como dijiste, corres anillos alrededor de la
competencia. Eso requiere pelotas.
—Sí, pero conozco ese mundo. No sé cómo no ser ese tipo.
Me apretó la mano.
—Podría decir que todo lo que se necesita es un salto de fe, pero
no es realmente eso. Es un caso de hacer o morir. Literalmente. Se
necesita llegar a un lugar en tu vida cuando no tienes otra opción
que alejarte. Un minuto más te matará.
Asentí porque acaba de clavar todo lo que yo había intentado
resumir. Mi voz era apenas un susurro.
—¿Cuándo lo sabes? ¿Cuándo sabes que has llegado a ese punto?
Me dio una sonrisa que me hizo saltar el corazón.
—Confía en mí, lo sabrás. —Todavía me sostenía la mano—.
¿Sabes lo que necesitas?
—¿Qué es eso?
—Necesitas un paseo rápido por la playa después de la cantidad
de comida que acabamos de comer. Después necesitas un día de
turismo y senderismo y una relajante cena con vistas al mar. Unas
cervezas, y tal vez algo más.
Tenía un destello en sus ojos que encajaba con su sonrisa. Me
hizo sonreír a cambio.
—¿Habrá tequila directamente de la botella? Lamer, sorber,
chupar es mi nuevo juego favorito.
Se rió.
—No estoy seguro de que el tequila sea necesario, pero seguro.
Apuré el resto de mi zumo, contento de que la seriedad de antes
se hubiera ido.
—Me alegro de que no hayamos decidido jugar con martinis. No 135
estoy seguro de adónde irían las aceitunas.
Se rió y se puso de pie, sujetando mi mano.
—Vamos, dejemos algunas de esas ridículas calorías que
acabamos de tomar. —Nos despedimos de la camarera y tomamos 04/2019
los escalones hacia la arena y nos alejamos de donde los turistas y
los lugareños estaban ahora dando vueltas alrededor de la ciudad.
—No puedo decirte la última vez que comí huevos, tocino y
tostadas.
—Te harán muy bien —dijo Foster—. ¿Qué tal si hacemos que
hoy sea el día en que Stuart hace muchas cosas que normalmente
no haría? Quiero verte sonreír todo el día, y cuando volvamos a
bordo esta noche, quiero que me digas que has tenido el mejor día
de todos.
Dejé de caminar.
—Bueno, si me das un final feliz cuando volvamos al barco, estoy
seguro de que lo será.
Se rió y me dio un golpecito en el hombro.
—Eso no es lo que quise decir.
—¿Pero?
Deslizó su brazo alrededor de mi hombro y empezamos a
caminar hacia el agua, subiendo por la playa.
—Pero eso depende. Dijiste que te gustaba que te follaran contra
el colchón. ¿Fue metafórico, o estamos hablando literalmente,
dentro del colchón, porque eso podría ser raro?
Ahora era yo quien reía.
—Estoy bastante seguro de que yo estaría contento con
cualquiera de los dos, para ser honesto.
Sonrió serenamente al agua.
—Esto es bonito, ¿no? Caminar por la playa, con mi brazo
alrededor de tu hombro.
Asentí.
—Sí, lo es. Y si estamos tachando cosas de la lista de ‘Stuart 136
nunca ha hecho’, entonces podemos añadir esto.
—¿Nunca?
Negué con la cabeza.
—Nunca tuve tiempo. 04/2019
Me dio un apretón, y luego me puso su brazo alrededor del
cuello como si fuera la cosa más natural del mundo.
—Bueno, me alegro de ser el primero.
La cosa es que tenía el presentimiento de que Foster podría ser
el primero para muchas cosas.
—Yo también.

EL SKYRAIL FUE INCREÍBLE, aunque yo esperaba que


tuviéramos un vagón para nosotros mismos, pero una pareja
mayor, de pelo gris, se apiñó detrás de nosotros, se cerraron las
puertas con los cuatro dentro. Se sentaron frente a nosotros, con
sonrisas amables, pero pude ver en sus caras que no sabían saber
qué hacer con nosotros. Dos tipos sentados lo suficientemente
cerca para tocarse desde la rodilla hasta el hombro.
—Bonito día para eso —dijo Foster.
—Desde luego que sí —respondió la señora.
Y luego hubo un silencio incómodo, y cuando llegamos a la
primera de dos paradas y estaba bastante claro que no iban a salir,
Foster me agarró de la mano y, riendo, salimos del vagón.
Hubo dos paradas a lo largo del SkyRail que permitieron a la
gente salir y explorar la selva, y dado que el guía en la base explicó
que la segunda era más popular, me alegré de que saliéramos en la
primera.
Teníamos el sendero para nosotros solos.
El aire era espeso, frío y húmedo por la maleza de la selva
tropical, ruidoso por los pájaros. Era de todas las tonalidades
posibles de verde, y la luz del sol filtrada cubría el camino. Era casi 137
perfecto.
Foster sonrió mientras me miraba. Entrelazó nuestros dedos y
nos guió por el camino.
—Estoy bastante seguro de que así es como empiezan algunos 04/2019
de los episodios Lo más buscado de Australia —bromeé mientras
me llevaba a lo largo de la senda del bosque—. O 'Caperucita Roja'.
Debería haberme puesto mi camisa roja.
Su risa resonó en los árboles, los pájaros respondiendo por
encima. Entonces se detuvo y me empujó contra él y me dijo:
—Vaya, qué labios tan bonitos tienes.
—Son para chupar pollas —contesté sonriendo.
Se rió.
—Iba por lo de 'lo mejor para besarte' pero eso funciona. —
Entonces me besó, casto y dulce, enviando una emoción a través
de mi cuerpo. Mi corazón latía con fuerza y mi sangre se sentía
eléctrica, pero se alejó demasiado rápido y sonrió mientras me
llevaba por el camino.
El bosque era hermoso; la caminata era vigorizante. Era
agotador, estaba usando músculos que no había usado en años,
pero me sentía tan bien. Nos reímos, hablamos, nos tomamos
nuestro tiempo, nunca nos apresuramos. Nunca se sintió extraño
que nos cogiéramos de la mano o que nos robáramos besos de vez
en cuando. Estábamos actuando como novios, y eso debería haber
sido raro, pero no lo fue. Se sentía tan natural, tan bien. Y si las
aventuras de vacaciones nos permitieron romper con nuestras
realidades y ser algo más, entonces, ¿por qué cuestionarlo? Foster
ciertamente no lo cuestionaba cuando era él quien me agarraba de
la mano o deslizaba su brazo alrededor de mi cintura. La forma en
que sonreía, tan libre, sin estrés que lo agobiara, sin preocuparse
por nada en el mundo, casi me deja sin aliento.
Le tomé fotos delante de helechos tan grandes que sus brazos
extendidos no podían medir. Frente a árboles que le hacían
parecer pequeño, frente a vistas que simplemente no se 138
comparaban con el hombre enfocado.
—Tiempo de Selfie —gritó cuando estábamos en el SkyRail. La
vista detrás de nosotros era bastante increíble, pero en serio,
cuando vi esa foto de nuestras cabezas juntas, nuestras enormes 04/2019
sonrisas, casi no me reconocí.
Parecía feliz.
Cuando llegamos al fondo, tomamos algo de almuerzo del café y
nos sentamos bajo los árboles para comerlo. Estaba tan relajado,
como si tuviéramos todo el tiempo del mundo y entonces me di
cuenta de algo al observarlo, y era que su tranquilidad no provenía
de la falta de una vida corporativa de alto estrés y ritmo acelerado.
Venía de adentro. Como si hubiera encontrado el Zen o algo así.
Ni siquiera podía estar demasiado celoso porque lo admiraba
demasiado.
—¿Stuart? ¿Estás ahí dentro? —Foster me miraba extrañamente.
Obviamente había estado tratando de llamar mi atención.
—Oh, lo siento. Sólo estaba pensando. ¿Qué has dicho?
—Te pregunté si estabas listo para irte.
Miré el envoltorio vacío de mi sándwich, que no recordaba
estrictamente haber comido, terminé el agua y asentí.
—Sí.
Se puso en pie de un salto y extendió la mano, levantándome
rápidamente. Tiramos nuestra basura en el contenedor de
reciclaje, y unos treinta minutos después, llegamos al Santuario de
las Mariposas. A decir verdad, no pensé que sería lo mío, y sólo
accedí a ir porque el agente de viajes me convenció, pero encajaba
con el tema de ‘cosas que Stuart nunca ha hecho’ del día.
Entramos en la casa de las mariposas, y de repente fue como si
hubiéramos entrado en un cuento de hadas; la cúpula tenía una
sensación mágica, con verdor, y en poco tiempo, estábamos
rodeados de mariposas. Y no sólo la variedad media de jardín, sino
también las enormes y de colores brillantes. Algunas eran azules,
otras verdes y otras del tamaño de pájaros. 139
El guía nos habló de la lucha por salvar a la especie y de cómo la
mariposa azul, la grande y hermosa, había sido salvada por un
entomólogo de Tasmania13. Tuvimos que sostener naranjas
partidas a la mitad en nuestras manos, y se acercaron a nosotros. 04/2019
Eran tan delicadas, tan extraordinarias. Nunca antes había
considerado las mariposas, pero estaba completamente
impresionado. Y por la mirada en la cara de Foster, él sentía lo
mismo.
Cuando terminó el recorrido, hicimos un safari guiado por el
parque, a través de ríos, a través del bosque, y sentados en la
camioneta de techo abierto, Foster tomó mi mano y la sostuvo en
su muslo.
—Esto es algo especial, ¿no?
Mis ojos se dispararon a los suyos, preguntándome de qué
estaba hablando. ¿Nosotros? ¿Pasar el día juntos, fingiendo ser
novios? ¿A eso se refería?
Se rió y movió su mano libre formando un arco.
—Todo este lugar. Esas mariposas eran sólo... Guau.

13
Serie Imago – Imagines. También por EDDI
—Fue bastante asombroso —le contesté, sin dejar que mi
decepción se notara. Joder. ¿Por qué estaba decepcionado?
Seguramente no pudo haber estado hablando de mí. O nosotros.
No había ningún nosotros. Yo era su cliente y le pagaba; le pagaba
literalmente para que pasara el día conmigo…
Pero luego entrelazó nuestros dedos y empujó su hombro contra
el mío.
—Todo el día ha sido increíble. El SkyRail, las mariposas. Esto,
aquí, contigo. Todo ello. Gracias.
Fingí que no me sonrojaba, que sus palabras no hacían latir mi
corazón.
—¿Por qué me das las gracias?
—Por invitarme. Por pedirme que pase el día contigo. —Me 140
apretó la mano—. No me había divertido tanto en años.
—Pensaba que pasear por las islas tropicales era tu idea de
diversión —le dije, tocándole el hombro esta vez.
—Lo es. Pero también hay diversión en tierra. Estoy tan 04/2019
acostumbrado a estar en el agua, que no creí que pudiera caminar
bien.
Me acerqué y le susurré:
—¿Es eso lo que dicen todos los chicos?
Se rió y me apretó la mano.
—No sé. Tendrás que decírmelo mañana.
Mierda Santa. Vale, así que los dos estábamos de acuerdo en lo
que queríamos esta noche.
—Es bueno saberlo. Te mantendré informado.
Se rió y el guía dejó de hablar para mirarnos fijamente. Me sentí
como un niño de escuela atrapado por hablar en clase, y Foster
esperó hasta que el guía comenzó a hablar de nuevo antes de
inclinarse hacia mí para amortiguar su risa.
Sonrió hasta Palm Cove, y supongo que yo también. Le había
prometido una cena elegante, y dado que llevábamos pantalones
cortos y camisas, lo más elegante que permitía nuestro código de
vestimenta era un bar y una parrilla frente al mar. Nos dieron una
mesa para dos en la cubierta y ordenamos una cerveza cada uno
mientras repasábamos el menú y la carta de vinos.
Se estaba haciendo tarde. Habíamos estado literalmente fuera
todo el día, y la vista de las palmeras sobre el agua mientras el sol
se ponía era verdaderamente espectacular.
La compañía era aún mejor.
Foster me contó cómo, cuando empezó su negocio, la gente se
mostraba escéptica con respecto a que el chico de ciudad durara
más de una semana. Pero les demostró que estaban equivocados,
se los ganó con su encanto y su habilidad para escuchar y
aprender.
—Y estoy bastante seguro de que esa sonrisa también ayudó — 141
agregué.
Se rió.
—Tal vez. Pero pronto se dieron cuenta de que estaba aquí para
quedarme y que tenía un buen negocio. No estoy aquí para hacer 04/2019
millones; estoy aquí por el estilo de vida. Me preocupo por el
medio ambiente, y eso me hizo ganar algunos votos.
—¿Ya eres de aquí? —le pregunté.
Resopló.
—Jim Scott, el dueño de la compañía para la que trabajo, ha
estado aquí por cuarenta años, y acaba de conseguir su
membresía.
Me reí de eso.
—Club exclusivo, ¿eh?
Pedimos una cena a base de pez espada, medallones de ribeye
Wagyu y ensalada. Foster eligió el vino blanco para nosotros, y
comimos a la luz de las velas y las luces de las hadas. Fue, sin duda,
la cena más romántica de mi vida.
No planificada, sin guión, y completamente increíble.
Quería que durara para siempre. Quería que estas vacaciones de
fantasía fueran mi vida real, y ahora, al volver a un trabajo que no
quería, volvería a estar solo.
Para no tener esto. Para perderme esto. Nunca supe que quería
esto, hasta ahora. Pensé que todo lo que quería en la vida era una
relación casual, sin ataduras. Era lo único para lo que tenía tiempo,
y había funcionado bien para mí hasta ahora.
Hasta Foster.
Hasta que supe lo que me estaba perdiendo.
—¿Qué harías si dejaras tu vida en Brisbane y te mudaras aquí?
—¿Aquí?
Se encogió de hombros.
—Bueno, en cualquier parte. Si ya no estuvieras en fusiones y 142
adquisiciones, ¿qué haría Stuart Jenner? ¿Quedarse en Brisbane?
¿Trasladarse?
Bebí mi vino mientras pensaba en mi respuesta.
—No lo sé. Yo... nunca había pensado en ello antes. Quiero decir, 04/2019
he pensado en ello, Dios, he soñado con ello, pero ¿qué puedo
hacer? No sé cómo hacer otra cosa.
Me miró fijamente, sin pestañear.
—Sí, lo sabes.
—¿Qué? ¿Modelo para Speedos?
Se rió.
—Claro que sí. Serían tontos si no te contrataran. —Puse los ojos
en blanco y tomé otro sorbo de vino. —Lees el mercado de valores
—dijo en serio—. Ya sabes de finanzas. Predices las tendencias
que pueden dar forma a la economía.
—Sí, pero dijiste que si ya no estabas en finanzas.
—¿Por qué no puedes pasar a la asesoría financiera?
—Porque no estoy calificado.
—Te calificarías en poco tiempo. Demonios, podrías trabajar en
la bolsa de valores para ganarte la vida.
—Pensé que se suponía que debía encontrar algo menos
estresante.
Se volvió a reír.
—Bajo perfil, a largo plazo. Ya sabes cómo funciona para un
inversor individual.
—¿Por qué no lo hiciste? —respondí—. Si es tan fácil.
—Me meto en la bolsa de valores, de vez en cuando. Pero tengo
el trabajo de mis sueños.
Giré el vino alrededor de la copa, sin apartar la vista de la suya.
—Haces que suene tan fácil.
—Lo es. Ya lo verás. Un día llegarás a ese punto, ese punto de
inflexión, en el que si no te alejas sentirás que te estas muriendo.
Espero que no lo hagas. Realmente espero que no lo hagas. Pero… 143
—¿Pero ya estoy cerca?
Me miró fijamente durante un largo momento.
—No te conozco tan bien, Stuart. Pero creo que te conozco lo
suficiente como para saber que quieres salir. 04/2019
Me reí, un sonido tranquilo y amargo.
—¿Ves? Ahí es donde te equivocas.
—¿No quieres renunciar?
Negué con la cabeza.
—No, eso no. Dijiste que no me conocías tan bien. Foster, eres la
única persona en el planeta que me conoce.
CAPÍTULO DOCE

FOSTER

LA CENA FUE PERFECTA, luego tuve que arruinarla hablando de


su trabajo, que se iba a ir y volver a un trabajo, a una vida que odia.
La luz de sus ojos se apagó tan pronto como lo mencioné, y me
arrepentí en el momento en que esas estúpidas palabras salieron 144
de mi boca.
Necesitaba compensarle. Necesitaba distraerlo y levantarle el
ánimo de nuevo. Habíamos tenido el mejor día. El mejor de todos,
si era honesto, y no quería que terminara con una nota amarga. 04/2019
No quería que terminara.
Luego me dijo que yo era la única persona que conocía su yo
verdadero. Jesús, lo conozco desde hace un puñado de días.
Habíamos discutido temas personales. Había admitido algunas
cosas que sus colegas nunca podrían saber sobre sus sueños y su
salud. Tenía la sensación de que estaba siendo él mismo conmigo,
y odiaba que estuviera escondido en su vida real.
—Gracias —le dije.
—¿Por qué? —Su tono era de incredulidad, frustración,
resignación.
—Por hoy. Por invitarme a unirme a ti. Ha sido uno de los
mejores días que he tenido en años. Y gracias por mostrarme
quién eres realmente.
Casi se estremeció, tenía los ojos entrecerrados.
—Haces que suene como si eso fuera algo malo.
Negué con la cabeza lentamente, sin apartar mis ojos de los
suyos.
—Oh no, Stuart. Justo lo contrario. Es algo muy bueno.
Miró hacia la mesa, y una docena de emociones cruzaron su cara
en el parpadeo de las luces de hadas.
—No tengo razón para ser nada más que yo mismo contigo.
Me acerqué y tomé su mano.
—Por eso te estoy agradeciendo. Es un privilegio ser testigo.
Negó con la cabeza como si pudiera rechazar físicamente mi
cumplido. Asumí que los elogios profesionales estaban a la orden
del día con él, pero cualquier cosa remotamente personal estaba
fuera de los límites.
—¿No necesitamos ir al supermercado? Tengo que devolver el 145
coche a las nueve, así que...
—Así que, vamos —dije, poniéndome de pie.
Insistió en pagar “porque te pedí salir, Foster, es lo correcto”, así
que lo dejé, y me alegré de que no volviéramos directamente al 04/2019
puerto deportivo. Concedido, ir de compras no fue un preludio
romántico para... bueno, cualquier cosa, pero me dio la
oportunidad de hacerlo sonreír antes de regresar al velero.
Sin embargo, conseguí algo mejor que una sonrisa. Tan pronto
como entramos por las puertas, había una enorme caja de limones
y limas, y Stuart se rió mientras se embolsaba unos veinte.
—No creo que necesitemos tantos —intenté razonar—. Habrá
muchas lamidas, sorbos, chupadas.
Me encogí de hombros.
—Tengo serias preocupaciones por mi hígado.
Se rió y se acercó.
—Tengo serias preocupaciones por mi culo porque sé lo que
estás empacando. Así que estaremos a mano.
Me reí más fuerte de lo que probablemente era educado en una
tienda de comestibles, y así como así, volvimos a las sonrisas, los
toques suaves, y las miradas acaloradas. Los temas más oscuros de
la realidad fueron dejados atrás por ahora.
Metimos en la cesta de la compra frutas y verduras frescas,
cortes de carne y mariscos.
—¿Quieres ostras? —pregunté, mirando en la nevera.
Las fosas nasales de Stuart se ensancharon e hizo una mueca.
—No soy un fan. Pero por supuesto que puedes. He oído que
son... afrodisíacas.
Resoplé.
—Nah. ¿Qué tal unos camarones frescos?
—Sí, suena bien.
Cuando ya casi habíamos terminado, asentí hacia el pasillo del
fondo. 146
—Pasillo de higiene personal. ¿Deberíamos comprobarlo? —
Empecé a caminar y él me siguió, pero cuando me detuve en la
sección de preservativos y lubricantes, levanté una ceja—. ¿Algún
favorito en particular? 04/2019
Se encogió de hombros.
—De hecho, empaqué un paquete de doce. Tenía la maleta hecha
antes de que el Sr. Imbécil decidiera no acompañarme. Nunca los
saqué.
—Oh. —Agarré un tubo de lubricante—. Y lubricante. Siempre
estoy preparado.
Resoplé.
—¿Cuántos tiene la caja de preservativos que dijiste que tenías?
—le pregunté.
—Doce.
—Hmm. —Fingí considerar esto—. ¿Y cuántos días tenemos?
¿Serán suficiente?
Se rió.
—No te burles así de mí. O te obligaré a hacerlo.
—Atracamos de nuevo en otros tres días, así que estaremos bien
hasta entonces —bromeé. Cogí un aceite de masaje sensual y lo
tiré a la cesta—. Si tienes suerte, te dejaré que me des un masaje
de cuerpo entero.
Resopló.
—Vaya, gracias. Pero para que lo sepas, no me opondría mucho.
En realidad, cuanto más lo pienso… —Tenía una mirada lejana en
los ojos, y luego se reajustó la entrepierna—. Sí, tal vez no debería
estar pensando en ello.
Le pasé una mano por la espalda y por el culo, dándole un
apretón.
—La última parada es el departamento de licores. Luego
volvemos al velero donde puedes pensar en ello todo lo que
quieras.
Llegamos a la caja y él miró la cesta. 147
—Estoy pagando por esto —dije, sabiendo lo que estaba a punto
de decir—. Es parte de tu viaje. —Realmente no había mucho en la
cesta, para ser honesto, y ya había pagado por la cena...
—Conseguiré el alcohol —dijo, caminando entre las cajas 04/2019
registradoras, donde no podía ir con mi mercancía sin pagar—.
Eso es lo justo.
Suspiré. No podía discutir; ya se había ido, y el tipo de la caja me
sonreía expectante. Cargué nuestras cosas, y para cuando terminé,
apareció con una sonrisa de una milla de ancho, llevando una caja
de Corona con una botella de tequila Alquimia Reserva de Don
Adolfo Extra Añejo en la parte superior.
—¿Era eso completamente necesario? —pregunté mientras
caminábamos hacia el coche.
—Completamente.
Ni siquiera podía castigarlo por gastar tanto dinero; se suponía
que era un charter con servicio completo después de todo, pero su
sonrisa era tan hermosa que no podía hacer nada más que sonreír
a cambio. Supongo que las reglas cambiaron sobre muchas cosas al
ser sólo nosotros dos.
Supongo que muchas cosas cambiaron.
Entregamos las llaves del coche y llevamos nuestras provisiones
por el muelle hasta el velero. Había unas cuantas personas
alrededor, unas cuantas luces encendidas aquí y allá, pero
estábamos solos. Stuart deslizó el cartón de cerveza sobre la mesa
del comedor.
—Entonces, ¿nos quedamos aquí esta noche o empezamos
nuestra próxima parada?
—Nos quedamos aquí. ¿Por qué? ¿No querías hacerlo?
—Oh, no, no me importa de todas formas. Me preguntaba, si el
velero se balancea demasiado, la gente lo notará. —Sonrió—.
Odiaría que interrumpan cuando encuentres tu ritmo. Si sabes lo
que quiero decir...
Sonreí mientras guardaba los comestibles. 148
—Oh, sé lo que quieres decir. Pero este velero tiene muy buenas
relaciones de desplazamiento de agua. No se balanceará mucho.
Puso la botella de tequila en el mostrador a mi lado y me besó la
nuca, con el cuerpo apretado contra mí. 04/2019
—¿Lo sabes por experiencia?
—No personalmente —le contesté. No quise sonar tan jadeante,
tan desesperado. Dejé que mi cabeza cayera sobre su hombro y me
besó en el cuello—. Otra gente...
Se detuvo en mi oído, su aliento era cálido. Su lengua hizo que
mis rodillas se debilitaran.
—¿Nunca te has follado a nadie en tu propio velero?
—No. —Me agarré al mostrador para evitar que me diera la
vuelta—. Siempre lo mantuve en la orilla, si sabes a lo que me
refiero.
—¿No es ésta tu casa? —me preguntó, empujándome más fuerte
contra los armarios, con la polla apretando fuerte y caliente contra
mi culo.
Apenas podía manejar una respuesta de una palabra.
—Sí.
Se puso contra mí, lento y duro.
—Entonces, ¿seré el primero al que te folles aquí?
—Sí.
Claramente le gustó porque se derritió contra mí, y su polla latía.
—Mi cama —murmuró—. ¿O la tuya?
—Mía, tuya. No me importa un carajo. —Traté de girar, pero me
mantuvo atrapado. Pude sentir su sonrisa mientras me besaba en
el cuello.
—¿Quieres un trago de tequila? ¿Quieres lamer la sal de mi
cuerpo?
Negué con la cabeza.
—No. No lo necesito. —Entonces me di la vuelta y me dejó. Sus
ojos eran oscuros y su sonrisa depredadora. Podía ver por qué
tenía una lista de amigos con beneficios. Si miraba a alguien como 149
me miraba a mí ahora mismo...—. No necesito el coraje y no quiero
el inhibidor —le dije. Le agarré la camisa en un puño y lo acerqué,
nuestras caderas se alineaban, mi erección contra la suya—.
Quiero sentirlo todo. 04/2019
Sus fosas nasales se abrieron de par en par y aplastó su boca
contra la mía en un beso que consumía. Caliente y apasionado, su
mano se dirigió a mi cara, mi pelo, sosteniendo mi cuello, y me
empujó hacia atrás contra el fregadero. Cuando finalmente
retrocedió, se quedó sin aliento y sus labios estaban mojados y
gordezuelos.
—Cierre la puerta, capitán. Tu grumete necesita una buena
follada.
Jesús.
Casi llego al clímax en ese momento. Tuve que darme un apretón
en la polla para detener el placer. Sonrió como un idiota engreído y
entró en su camarote, quitándose la camisa mientras avanzaba.
Bien entonces.
Muévete, Foster.
Entré en acción, cerré la puerta de la cabina y la cerré con llave.
Apagué las luces mientras iba y lo encontré usando nada más que
ropa interior. Sonrió mientras deslizaba sus calzoncillos hacia
abajo, mirando mis ojos mientras salía de ellos. Fue a su maleta,
sacó una caja de condones y una botella de lubricante, y los tiró a
la cama. Estiró una toalla en el medio del colchón y me dio una
sucia sonrisa mientras se arrodillaba sobre ella.
Su polla sobresalió, dura como una piedra. Se la bombeó
lentamente.
—He estado esperando esto —dijo.
—No hay presión entonces —dije.
—Oh, sé que harás esto bueno para mí, Foster. —Casi ronroneó
las palabras. Se inclinó, mostrándome el trasero más delicioso que
jamás había visto, me estaba dando un espectáculo mientras
tomaba el lubricante y se deslizaba el dedo. Luego se enderezó, 150
buscó alrededor y frotó su dedo sobre su agujero.
—Oh, joder —suspiré.
—¿Quieres verme follarme? —preguntó—. ¿O te gustaría
desnudarte en algún momento y hacerlo por mí? 04/2019
Dijo que tenía el control en el dormitorio y no debería haber
dudado de él. Seguía allí de pie observándolo y él gemía mientras
se metía un dedo dentro. Era un sonido gutural, una mezcla de
placer e impaciencia. Tomé la indirecta y me desnudé, dándole a
mi polla un apretón fuerte. En este punto, podría correrme incluso
antes de estar dentro de él.
Arrodillándome en la cama detrás de él, pasé mi mano sobre la
parte baja de su espalda, sobre la mejilla de su culo, abriéndola
para que su dedo tuviera mejor acceso.
—Eres tan jodidamente sexy —murmuré—. Jesús, Stuart, podría
correrme sólo por mirarte.
Se rió, ronco y desesperado.
—Esta noche no. Esta noche, te necesito dentro de mí. Ahora,
Foster. No estoy bromeando.
Tomé una envoltura de papel de aluminio y la abrí, haciendo
rodar el condón por mi polla y dándole un tirón a mis pelotas. Esto
iba a ser vergonzoso.
¡Joder! Contrólate, Foster.
Me lubriqué y luego mis dedos.
—Quita la mano —le dije.
Stuart hizo lo que le pedí pero arqueó la espalda, sacando el culo
y mirando hacia arriba.
—Será mejor que te apures y consigas algo dentro...
Le agarré del hombro y le metí un dedo dentro, haciendo que sus
palabras murieran en su garganta.
—Eso es sólo un dedo.
—Joder, sí —gimió. 151
Metí y saqué el dedo un par de veces, lento y profundo. Estaba
caliente y apretado y era tan receptivo. Hizo un profundo gemido
que se convirtió en la palabra ‘más’.
Así que agregué un segundo dedo y se arqueó de nuevo, 04/2019
empujando mi mano hacia abajo. Joder. Le encantaba.
—¿Te gusta eso? —le pregunté.
—Quiero más. Necesito más —gimió, con la cabeza echada hacia
atrás como si estuviera perdido por la sensación—. Tu polla. Por
favor.
Oh, dulce Señor, ten piedad.
Saqué los dedos y lloriqueó, así que me coloqué detrás de él, con
la parte de atrás de sus muslos pegada a mí. Usando una mano
para agarrar su cadera y la otra para guiarme dentro de él, empujé
hacia adentro.
Me tomó, tomó todo de mí, tan perfectamente, tan
completamente.
Gimió mientras cada centímetro de mí lo llenaba. Agarré sus
caderas y me detuve cuando estuve enterrado tan profundo como
pude, para estabilizarme, para respirar.
—Joder, Stuart —susurré contra su columna vertebral.
Básicamente estaba a horcajadas sobre mí, sentado en mi polla,
como un vaquero al revés, con la espalda contra mi frente—.
¿Estás bien?
Gimió, largo y fuerte, su cabeza contra mi cuello. Estaba
jadeando y quejándose.
—Muévete.
Moví las caderas y se levantó, gritando. Me agarró el pelo, y al
principio pensé que le haría daño, pero se me echó encima,
tratando de follar.
—Hazlo de nuevo —suplicó—. Más.
Así que lo hice, y reaccionó de la misma manera. Lo hice una y
otra vez y se sacudió y yo estaba estaba a punto de llegar al 152
orgasmo; más rápido, más intenso, más poderoso que ninguno de
los que jamás había sentido. No podía detenerlo, aunque quisiera
hacerlo.
—Stuart, me corro —me quedé sin palabras. 04/2019
Echó la cabeza hacia atrás y un grito ahogado salió de su pecho
al llegar al clímax, disparando chorros de semen sobre la toalla. Se
puso rígido, apretando mi polla, y lo penetré más y más duro
mientras mi orgasmo anulaba mis sentidos. La vista y el sonido
desaparecieron cuando la felicidad implosionó dentro de mí. Grité
mientras llenaba el condón, y gruñó mientras se corría.
Cayó de espaldas sobre mí, sus manos llegando hasta mi cabeza.
No quería abandonar su cuerpo nunca.
No quería que esto terminara nunca. No este sentimiento, no
este momento.
Puse un brazo alrededor de su pecho y lo bajé suavemente hasta
el colchón, presionando mi peso sobre su espalda. Todavía estaba
dentro de él, y suspiró. Pasé mis manos por sus brazos, y cuando
llegué a sus manos, entrelazó rápidamente nuestros dedos.
—No quiero moverme nunca —susurré, besándole en la nuca.
Su voz era lánguida y ronca.
—Quédate dentro de mí y volveré a correrme. —Me reí.
—¿Es eso cierto?
—Sí. —Él respondió tan rápido y seguro, como si fuera la verdad
honesta de Dios.
—Necesito quitarme el condón —murmuraba pero no intentaba
moverme.
—Ponte otro y vuelve a meterte dentro de mí.
Volví a reírme y lentamente tiré de mis caderas hacia atrás hasta
que me liberé de él. Descarté el condón, y cuando volví a mirar a
Stuart, todavía estaba boca arriba, sosteniendo otro envoltorio de
papel de aluminio.
—No estaba bromeando.
Parpadeé y miré mi polla gastada. 153
—Después de ese orgasmo, no estoy seguro de poder hacerlo.
Sonrió con suficiencia.
—Oh, créeme, lo harás otra vez esta noche.
Resoplé y me arrodillé en la cama, subiendo por su cuerpo. Besé 04/2019
la mejilla de su culo, la base de la columna vertebral, y luego fui
dándole besos hasta llegar al cuello.
—¿Cómo lo sabes?
Tarareó, disfrutando de mis suaves besos.
—Sólo lo sé.
—El sexo contigo es jodidamente bueno —admití.
—¿Sólo bueno?
—Alucinante. El mejor que he tenido. —Empezó a darse la
vuelta —El mejor...
Empujé su hombro de vuelta a la cama, lo sostuve y le susurré al
oído.
—No dejes que se te suba a la cabeza.
Sonrió en el colchón y levantó sus caderas contra mi polla.
—Puedo sentir que tu polla ya se está empezando a poner dura.
Ahora ponte el traje y vuelve a meterte dentro de mí.
—¿Te gusta ser mandón en el dormitorio? —le pregunté—. ¿O
quieres que te muestre quién está realmente a cargo?
Giró la cabeza y sus ojos eran de color marrón fundido.
—¿Crees que eres lo suficientemente bueno como para joderme
en el colchón? —Luego se estiró, metiéndose una almohada bajo la
cabeza, y abrió las piernas y levantó el culo.
Sonrió en la almohada cuando me oyó romper el envoltorio de
aluminio. Se echó hacia atrás y gimió cuando me volví a hundir en
él. Y que Dios me ayude, no estaba equivocado. Todo lo que
necesitaba era una polla enterrada dentro de él para hacerle
correrse, y le encantaba que le follaran duro en el colchón.
Y después de haberle provocado un segundo orgasmo, seguido
directamente por el mío, nos desplomamos en un sudoroso y 154
jadeante desastre. Tenía la intención de levantarme e irme a mi
propia cama. No tenía ni idea de si Stuart se oponía a que un
hombre durmiera en su cama, y estaba a punto de preguntarle
cuando me empujó contra él, puso su cabeza en mi pecho y se 04/2019
apagó como una luz. Suspiré y besé su frente, sintiéndome más
feliz y contento de lo que recordaba, y caí en un sueño profundo y
dichoso.
CAPÍTULO TRECE

STUART

ME DESPERTÉ SONRIENDO. No había hecho eso en años. Me


dolía en todos los lugares correctos y me sentía relajado y flexible.
Me estiré y me di la vuelta para encontrar mi cama vacía, pero
llegaba el olor de algo asombroso que venía de la cocina. O 155
galera14. Lo que sea.
Me metí en la ducha, me limpié el lubricante y me sequé, me
cepillé los dientes, me afeité y me puse mis Speedos.
Cuando abrí la puerta de mi camarote, Foster me miró de arriba 04/2019
a abajo, vio que llevaba puestos mis Speedos y nada más, y se rió.
—Eres despiadado.
—Buenos días a ti también.
—Esperaba tener esto cocinado antes de que te despertaras.
—Huele bien.
—Tortilla con champiñones, pimiento, y tocino con tostadas.
¿Cómo te sientes? —Me deslizó un café por el mostrador.
—Me siento bien. —Bebí un sorbo de café y tarareé—. ¿Qué tal
has dormido?
—Como los muertos. —Deslizó la tortilla sobre las tostadas de
cada plato y nos sentamos a la mesa—. ¿Qué hay de ti?
—Como si hubiera sido bien follado.
Sonrió mientras masticaba.
—Sí, lo fuiste. —Comí unos cuantos bocados.
—Esto está realmente bueno. —Asintió lentamente.

14
Se llama cocina o galera (del inglés galley)
—¿Estás... dolorido?
—En el buen sentido. ¿Estás... bien? Con... ¿lo que hicimos?
Hizo un sonido de sorpresa y se sonrojó mientras estudiaba su
plato.
—Uh, mucho. —Me miró y tragó con fuerza—. Muy bien.
—Entonces, ¿lo haremos más a fondo más tarde?
Foster bebió su café y me sonrió sobre la taza.
—Cuando estés preparado para ello.
Miré mi reloj inexistente.
—¿La hora del almuerzo es buena para ti?
Se rió, y después de un silencioso momento feliz entre nosotros,
cambió de tema.
—Así que, pensé que hoy iríamos a la playa Ellis, y luego 156
volveríamos al arrecife esta noche. ¿Cómo suena eso?
Asentí.
—Suena genial.
—¿Quieres ayudarme a salir del puerto? 04/2019
—Claro que sí.
Se rió.
—Bueno, entonces, termina tu desayuno y vamos a izar el ancla.
Treinta minutos más tarde, nos dirigíamos hacia la costa
pasando Palm Cove, donde habíamos cenado, e íbamos camino a
Ellis Beach en Double Island. Era impresionantemente hermoso;
arena blanca, palmeras, vegetación de bosque tropical y un agua
tan azul que ni siquiera parecía real.
También era un punto turístico, con unas cuantas docenas de
barcos de alquiler en estos lugares cualquier día, y aunque me
hubiera gustado tener una de las playas para nosotros solos,
simplemente no era posible.
Foster no me pidió que bajara la vela mayor, así que le pregunté:
—¿Nos detenemos aquí para nadar?
—Bueno, si puedes —contestó—. Pero esas redes de la playa
son para las medusas Irukandji. Y nadan con cocodrilos de agua
salada desde el continente.
Parpadeé.
—Así que, eso es un no.
Sonrió.
—Por el lado positivo, eso significa que es menos probable que
haya tiburones.
Podía sentir drenarse la sangre de mi cara.
—¿Por qué tuviste que mencionar a los tiburones? He estado
allí, donde podría haber tiburones. Jesucristo.
Se rió a carcajadas.
—¿De verdad crees que te dejaría nadar en aguas conocidas por 157
avistamientos de tiburones? Has estado nadando sobre todo en los
arrecifes de aguas poco profundas, que en realidad son bastante
seguras. Sólo tiburones de arrecife y ocasionalmente algún punta
blanca15 ocasional, que no deben confundirse con el gran tiburón 04/2019
blanco. Aunque hay tiburones tigre o tiburones martillo
ocasionalmente, pero son raros. Y todos recibimos advertencias si
ha habido un avistamiento, así que lo habría sabido.
Parpadeé de nuevo.
—Nunca más nadaré en el océano.
Foster se rió un poco más.
—Sí, lo harás. Estarás bien. Te lo prometo. En seis años, nunca
he visto nada más que tiburones de arrecife pequeños, y les tienen
miedo a los humanos. De todos modos, los tiburones más
peligrosos prefieren las aguas más profundas y frías de los estados
del sur. Estaremos bien.
—No quiero ver ningún tipo de tiburón.
Su sonrisa se amplió.

15
El tiburón oceánico, también conocido como tiburón oceánico de puntas blancas, es
una especie de elasmobranquio carcarriniforme de la familia Carcharhinidae. Es un gran
tiburón pelágico de mares tropicales y temperados. Es bajo y robusto; lo más notable son
sus aletas largas, de punta blanca y redondeadas
—Es de los que no puedes ver de los que tienes que preocuparte.
—Le golpeé el brazo.
—No estás ayudando.
Sólo se rió y me empujó con el codo.
—Sólo estoy bromeando. Lo prometo.
—Bueno, todavía no voy a nadar otra vez.
Quitó la mano del volante y me ahuecó la cara.
—Sí, lo harás. Lo siento, sólo estaba bromeando. No quise
asustarte. —Me atrajo para besarme, lo que era nuevo para
nosotros. Fue algo espontáneo, a primera hora del día, y no había
tequila ni limones involucrados—. Y de todos modos, si no te
metes en el agua, ¿cómo voy a lamer la sal de tu piel?
Me hizo sonreír, a pesar de que traté de no hacerlo. 158
—Se me ocurre otra cosa que puedes lamer si quieres algo
salado.
Puso los ojos en blanco y se rió, y comenzó a alejarse, pero luego
me robó otro beso rápido antes de volver al volante. 04/2019
—Podemos ir directamente al arrecife, pero quiero que traces
nuestro rumbo.
—¿Qué?
—En el GPS. Quiero ir hacia el noreste, hacia la cima de Oyster
Reef y el fondo de Michaelmas. —Me miró fijamente, y luego me
empujó hacia las pantallas digitales—. Y quiero que me digas cómo
llegar allí.
Lo había visto hacer esto, y me había explicado cómo se hacía,
pero nunca lo había hecho yo solo. Así que respiré profundamente
y encontré el lugar del que hablaba, lo introduje y transmití las
coordenadas. No tenía dudas de que podría encontrar el camino
sin el GPS; lo hacía por mi bien, no por el suyo.
—¿Dirección del viento?
Busqué en la pantalla multiusos la información correcta sobre el
viento.
—Um, al sur.
—¿Velocidad?
—Cinco nudos.
—Vale, ¿cuál es mi punto de partida?
Mierda. Intenté recordar lo que había dicho...
—Um, ¿amplio alcance? —Sonrió, así que supe que tenía razón.
—¿Cuál es mi VMG?
—¿Tu qué?
—Velocity Made Good. La velocidad y la dirección hacia nuestro
destino.
Mierda.
—Sí, sobre eso. Me desconecté cuando estabas explicando esa
parte de la física y la trigonometría.
Echó la cabeza hacia atrás y se rió. 159
—Es la velocidad del barco. En la pantalla, en la esquina inferior.
—¿Por qué no lo dijiste? —le respondí—. Cuatro punto seis.
Me mostró una hermosa sonrisa.
—¿Ves? Todavía puedes ser marinero. 04/2019
—Oh, por favor. El único marinero que haría sería en la Semana
de la Flota.
Se rió y me senté en el asiento del banco a su lado. Él estaba al
volante, y aunque me encantaba tomar el sol y hacer snorkel, esta
parte era la que más me gustaba. La brisa marina en mi pelo, el
deslizamiento del velero en el agua, el sonido del viento en la vela.
Me encantaba la velocidad, la elegancia, la hidrodinámica de todo
esto. Me provocó un subidón de adrenalina, y con el viento a
nuestro favor, llegamos al arrecife en poco tiempo.
Foster me hizo traer la vela mayor e izar la vela de proa más
pequeña. Nuestro ritmo se ralentizó dramáticamente mientras
navegaba por la cima de Oyster Reef para colarse debajo de
Michaelmas. El agua era menos profunda y el color turquesa más
bonito que jamás había visto. Pude ver el fondo arenoso donde
echamos el ancla y los peces que nadaban alrededor del coral a
pocos metros de distancia.
—Mierda, eso es increíble —dije, mirando desde la parte trasera
del velero.
—¿Todavía no quieres entrar al agua? —preguntó Foster.
—Tal vez. Si vienes conmigo. —No quería meterme en el agua
sin él en caso de que tuviera otro ataque de nervios, pero ahora
podía hacerlo por razones relacionadas con los tiburones.
Puso los ojos en blanco.
—Podrías torcerme el brazo. —Bajó la escalera, pero luego se
dedicó a hacer algo con las pantallas. Me senté atrás y colgué los
pies en el agua. El agua estaba caliente, pero aún así estaba mucho
más fría que estar sentado bajo el sol abrasador durante veinte
minutos.
Cuando tuve suficiente, me metí en la cabina y encontré el 160
protector solar, luego fui en busca de Foster. Llegué hasta la cocina
cuando salió de su camarote con su bañador, lo que significaba que
estábamos nadando.
Mi sonrisa fue inmediata y sostuve el protector solar como un 04/2019
trofeo.
—Justo a tiempo.
Primero le froté la espalda, luego el pecho y los abdominales,
mientras le ponía ojitos y dejaba que mi lengua se asomara.
—Estaba pensando que podíamos nadar ahora —dije,
coqueteando y todo eso—. Luego tal vez tumbarnos al sol un poco
para secarnos, besarnos un poco, luego almorzar, luego follarme
de nuevo, y luego tal vez nadar un poco más antes de la cena.
Entonces podemos hacer la segunda ronda, en la que te enterrarás
dentro de mí durante horas. ¿Cómo suena eso? —le di el protector
solar y arqueé una ceja.
Agarró la botella, me dio la vuelta y me apretó contra la mesa, su
polla contra mi culo mientras me susurraba al oído:
—No me vas a ganar este juego.
Me echó un chorro de protector solar frío en la piel, me frotó los
hombros, la espalda, me empujó y me inclinó sobre la mesa, me
inmovilizó las caderas, y su largo cuerpo me rozó el trasero. Quería
simplemente bajar mis Speedos y rogarle que me llenara, pero
cuando pude formular los pensamientos en palabras, ya se había
ido.
—Tu espalda está lista. Traeré nuestras toallas.
Me levanté, jadeando y un poco mareado, y extremadamente
excitado. Mi polla apenas cabía en mis Speedos, haciendo una
tienda de campaña en la tela, y cuando salió de su habitación, me
miró a la cara, a la entrepierna, de nuevo a la cara, y sonrió.
—Oh Dios, tienes un gran problema. —Luego me tiró una toalla
limpia y se rió mientras subía las escaleras—. ¡El último en llegar
es un huevo podrido!
—Te odio —grité y su risa fue su única respuesta. 161
Lo seguí justo a tiempo para verlo zambullirse, y me sonrió
desde el agua.
—Mete tu hermoso culo en el agua —dijo.
Dejé caer la toalla y salté. Esperaba que el agua disminuyera mi 04/2019
erección, pero estaba lo suficientemente caliente como para
sentirse bien. Y por supuesto, Foster nadó directo hacia mí, y con
su cuerpo casi alineado con el mío, me besó.
—¿He sido un poco malo contigo antes?
—Sí. Fue cruel burlarse de mí de esa manera.
Se rió.
—Te lo compensaré más tarde.
—Más te vale.
—Déjame ver si tengo esto en orden —dijo con una sonrisa—.
Bronceado, besos, almuerzo, natación, sexo, cena, más sexo.
—Correcto. Aunque espero que estés abierto a la improvisación.
—¿Por qué es eso?
—Porque puede que tenga que barajar el sexo antes de comer, y
luego besarme.
Sonrió.
—Puedo adaptarme.
Y se adaptó. Empezamos descansando en la cubierta, tumbados
al sol para secarnos, lo que me llevó a tocarle, a besarle, a rodar
encima de Foster y frotarme contra él. Ya no me importaba que
nos vieran los barcos que pasaban; tenía necesidades más
urgentes.
Así que me llevó a mi camarote, me acostó en la cama, y yo
estaba tan excitado que me corrí tan pronto como estuvo
completamente enterrado dentro de mí.
El resto del día fue como lo había planeado. Alimentándonos
mutuamente de fruta, lamiéndonos los jugos de la barbilla, de los
labios, dormitando en los brazos del otro, nadando más, cocinando
la cena y teniendo más sexo, y me quedé dormido en sus brazos en
mi cama arrugada, exhausto y saciado. Y por primera vez en 162
mucho tiempo, feliz.

04/2019

LOS DOS DÍAS siguientes fueron muy parecidos. Navegamos


alrededor del arrecife Hastings, hasta Tongue Reef, luego fuimos
hacia el este hasta debajo de Opal Reef, y cuando no estábamos
navegando, estábamos nadando, haciendo snorkel, descansando
bajo el sol, besándonos y teniendo un sexo increíble.
El tiempo era perfecto. Cielos azules, aguas tranquilas que varían
en diferentes tonos de azul: cerúleo, turquesa, aguamarina y
cerceta. El sol calentaba, la comida era increíble, los chupitos de
tequila eran divertidos, y Foster era... bueno, era un hombre
extraordinario.
Hablamos de todo, desde las finanzas y la economía mundial
hasta el medio ambiente, pasando por las aspiraciones infantiles
de lo que queríamos ser cuando creciéramos. Compartimos
nuestras historias de los primeros besos, de las primeras veces, de
los malos cortes de pelo y de los recuerdos más felices de la
infancia.
Nos sentíamos cómodos el uno con el otro. Si me hubiera aislado
con alguien más, probablemente me habría vuelto loco confinado a
un velero de catorce metros. Pero nos movíamos por el espacio
con facilidad, tomando tiempo cuando lo necesitábamos, haciendo
toques y robando besos también.
Me enseñó a hacer nudos diferentes, a hacer ése aderezo para
ensaladas, qué señales de mano significaban lo que hacíamos
cuando hacíamos snorkel, y me enseñó a hacerlas en la cama.
—¿Crees que si nos fuéramos, alguien se daría cuenta? —Le
pregunté. Estábamos holgazaneando en la cubierta tomando el sol.
Él llevaba su bañador sin camisa, yo llevaba mis Speedos, y tenía 163
mi cabeza en su cadera y él tenía sus dedos en mi pelo, tirando
suavemente de las hebras de una manera relajante y sin ganas de
moverse.
Foster se rió. 04/2019
—Uh, sí. Estoy bastante seguro de que lo harían. Tienes una
reserva en Turtle Cove mañana, ¿no?
—¿Turtle Cove?
—Sí, el resort gay —me recordó—. Estoy bastante seguro de que
eso es lo que dice en mi diario. Voy a dejarte allí para que pases la
noche.
—Ugh. Lo olvidé. —Suspiré. Resort Turtle Cove...
Pero tenía razón. Tenía reservada una noche de estancia en el
resort. Fue recomendado por la agencia de viajes para interrumpir
la segunda mitad del viaje a vela. Nos permitía estar en tierra firme
por un tiempo y le daba a Foster la oportunidad de reabastecerse
de alimentos y agua. También resultó ser un exclusivo resort gay
donde la ropa era opcional. Originalmente lo había reservado
porque se suponía que iba a estar allí con Jason, y el plan había
sido tal vez encontrar otra pareja que se uniera a nosotros.
Pero eso no iba a pasar ahora, y ahora estábamos Foster y yo...
No quería estar solo en un centro turístico gay. Ciertamente no
quería acostarme con un tipo cualquiera, considerando que tuve
sexo más que suficiente con Foster para mantenerme feliz.
Suspiré, sin estar seguro de cómo me sentía al respecto, sin
saber si podía hacer algo al respecto. Estaba reservado y pagado, y
Foster me necesitaría fuera del velero para que pudiera hacer lo
que necesitaba hacer. Y era sólo una noche.
—¿Qué pasa? —preguntó Foster.
Giré mi cabeza, presionando mi oreja contra la suave piel de su
vientre, para poder mirarlo a los ojos.
—¿Tengo que ir?
—¿No quieres ir de compras? ¿Hacer algo diferente?
Lo miré como si hubiera perdido la cabeza. 164
—Eso sería un no.
—Me he organizado para hacer una entrega de comestibles, y
normalmente le doy al velero una limpieza.
—¿Quieres que me vaya? 04/2019
Intentó no sonreír.
—Tengo algunas cosas que necesito hacer. Algunas cosas del
trabajo. No son cosas muy divertidas y preferiría no hablar contigo
de ellas.
—¿Por qué?
Respondió a mi pregunta con una pregunta.
—¿No está todo pagado de todos modos?
—Sí. ¿Y qué?
—Entonces vete.
Parecía que me quería fuera del barco. Me volví para mirar al
cielo.
—Puedo captar una indirecta.
—He oído que la comida es buena. Hay un bar de cócteles y un
bar en la piscina.
—Y muchos buscan a un soltero como yo para aprovecharse.
Recuérdame que empaque el tequila. Parece que lo necesitaré.
Sus dedos se detuvieron en mi pelo, pero no le di la satisfacción
de mirarlo.
—Voy a nadar. ¿Quieres acompañarme? —Me levanté, caminé
hasta la parte trasera del velero y me zambullí. Unos minutos más
tarde oí un chapoteo detrás de mí, y pronto deslizó su brazo
alrededor de mi cintura. No dijo nada. Me apretó los labios contra
la nuca, detrás de la oreja. Entonces sus besos se convirtieron en
mordiscos y su abrazo en cosquillas, y en poco tiempo nos reíamos
y salpicamos uno al otro, luego tratamos de mojarnos uno al otro,
luego nos abrazamos, nos envolvimos los miembros uno a otro, y
nos besamos y nos desesperamos. Entonces, volvimos pronto al
barco y a mi cama.
Realmente era muy bueno distrayendo. 165
Estaba boca abajo en el colchón, sin haber movido un músculo
después, y casi me había dormido cuando me tocó el culo y me
hizo saltar.
—¿Qué? —Me quejé, abriendo los ojos. 04/2019
Me dio un beso en el hombro.
—Te pregunté si querías pollo a la parrilla o pasta para cenar.
—Mmm, pollo a la parrilla y pasta.
Resopló.
—Por supuesto que sí.
—Me levantaré en un segundo y te ayudaré a hacerlo —
murmuré.
—Quédate donde estás. —Luego resopló—. Dudo que puedas
moverte aunque quisieras.
Me reí, un sonido ronco y soñoliento.
—Creo que tomaste la frase ‘fóllame en el colchón’ demasiado
literal.
Se puso los pantalones cortos y abrí los ojos lo suficiente como
para verle sonreír.
—De nada.
—Hmm.
Tardé unos veinte minutos en reunir la fuerza, o la voluntad,
para moverme. Me dolía en todos los lugares correctos y tenía esa
sensación fluida y flexible en los huesos que sólo el sexo
fenomenal podía dar. Después de cenar, con la barriga llena de
carbohidratos, apenas podía mantener los ojos abiertos.
Me arrastró a su camarote, que era nuevo porque siempre
habíamos dormido en el mío, me metió en su cama, se arrastró
detrás de mí y me atrajo a sus brazos.
No he vuelto a pensar en lo de mañana. Estaba demasiado
envuelto en él, su calor, su fuerza, su olor, sus labios contra mi
frente. Me quedé dormido en un santiamén.

166

LLEGAMOS al muelle privado sobre Port Douglas antes del


almuerzo. El resort era accesible desde la carretera, pero la 04/2019
mayoría de los huéspedes llegaban de Port Douglas en un barco de
enlace, lo que les daba a los huéspedes la sensación de
exclusividad y lujo, aparentemente.
También significaba que Foster podía atracar allí mismo, y todo
lo que tenía que hacer era salir del velero, bajar por el
embarcadero y recorrer el sendero a través de los extensos
jardines hasta el resort.
Era grandioso y de élite, y pude ver que valía cada centavo que
me costó. Había estado muy callado por la mañana, ayudando a
Foster a llevar el velero al continente. Estábamos ocupados, pero
también estaba un poco cabreado porque quería deshacerse de mí
por un día. Vale, así que quizás cabreado no era la palabra
correcta. Me decepcionó, y su rechazo ardió como una perra.
Así que tal vez un día en tierra firme me vendría bien. Podría
hablar con alguien diferente en un espacio más grande que unos
pocos metros de diámetro. No era como si tuviera algún derecho
sobre Foster. No éramos nada el uno para el otro, más que capitán
y cliente.
Tal vez fue el recordatorio que más me picó.
Dejé mi bolso en la recepción. El joven detrás del escritorio era
rubio, de ojos azules, piel bronceada, labios totalmente rosados y
parecía que había salido del equipo de natación. Estaba bastante
seguro de que fue elegido para la recepción para hacer sentir bien
a todos los que reservaron aquí.
Porque miró hacia arriba, me sonrió cegadoramente -
literalmente, sus dientes eran más blancos que su polo blanco- y
me miró como si apreciara lo que vio.
Lo siento, Colgate Kid. No estoy interesado.
—Stuart Jenner —me presenté. Le expliqué que estaba aquí solo, 167
y el Colgate Kid me dio lo que se suponía que era una mirada
ardiente.
Reprimí un suspiro.
Se levantó y caminó alrededor del escritorio para apoyarse en el 04/2019
mostrador junto a mí. Era más alto de lo que pensaba y
definitivamente tenía un físico de nadador. O tal vez de tenista.
Justo cuando pensaba que me iba a ofrecer algo que no me
interesaba, se inclinó hacia adelante y entrecerró los ojos ante la
pared de cristal.
—¿Llegaste en el White Knight?
Seguí su mirada.
—Uh, sí.
Su sonrisa se amplió.
—¿Foster sigue aquí?
Miré el velero y luego volví al Colgate Kid.
—Uh, sí. A menos que haya ido a pie.
Sonrió, y me llevó un segundo darme cuenta que reconocí la
expresión de su rostro. Estaba esperanzado, incluso enamorado.
Jesús. ¿Foster tenía ese efecto en todos?
Me alegro de que no sea sólo yo, chico.
Tomé la llave de mi habitación y encontré mi bungalow. Se veía
el océano, separado por unos metros de hierba verde antes de
encontrarse con arena blanca y agua azul. Salí a explorar los
terrenos y tal vez dar un paseo antes del almuerzo, y me encontré
caminando por la playa. Realmente me encantaba estar aquí
arriba. La arena entre los dedos de mis pies, el sol abrasador,
incluso la humedad. El lejano norte de Queensland era como el
cielo en la tierra, a un millón de millas del triste estrés de mi vida
diaria. Intenté no pensar en eso.
Pero cuando caminé lo más al norte que me permitía la playa,
me di la vuelta y, al acercarme al complejo, pude ver el
embarcadero y el lugar donde el White Knight aún estaba
amarrado. Entonces vi a Foster caminando por el muelle. No 168
estaba solo. No, en absoluto. Estaba caminando con el Colgate Kid,
que se reía de algo que dijo Foster. Abordaron el velero y
desaparecieron en la cabina.
Mi corazón se apretó y mi estómago cayó cuando me di cuenta 04/2019
de lo que estaba viendo. Sabía por qué Foster estaba tan
desesperado por librarse de mí ahora.
Me sentía mal. Me sentí estúpido.
Sentí la realidad caer sobre mí desde una gran altura. Como si
alguien me hubiera echado un cubo de agua fría encima, fue
chocante, me robó el aliento y me quitó las gafas tontas de color
rosa por las que había estado mirando la semana pasada.
CAPÍTULO CATORCE

FOSTER

NO QUERÍA que Stuart se fuera a pasar el día sin mí, y


ciertamente no quería que fuera al centro turístico y se juntara con
otro tipo.
Tenía cosas de trabajo que hacer y preferiría que no estuviera a 169
bordo, porque no quería explicar las complejidades de vaciar y
limpiar las líneas de alcantarillado. Ni siquiera me gustaba el
hecho de que lavara los platos, aunque se empeñó en ayudar. Pero
puse el límite en esto. 04/2019
Pensé que un día separados nos vendría bien, pero cuando lo vi
salir del velero, ya no estaba en absoluto convencido de que fuera
una buena idea. Fingí no darme cuenta de que había estado un
poco distante mientras navegábamos de vuelta al muelle. Se
despertó lo suficientemente feliz, y fue como si se hubiera apagado
tan pronto como recordó lo que iba a hacer ese día.
Podría haberle sugerido que si realmente no quería ir al resort,
pasara el día en Port Douglas. Él podía pasar el día en la ciudad, yo
podía hacer lo que fuera necesario, y luego podíamos volver a salir
antes del atardecer. Casi se lo sugiero. Pero Jesús, su viaje
terminaría en otros cuatro días, y no era como si lo fuera a volver a
ver.
Tenía que acostumbrarme a no tenerlo cerca. Tenía que
acostumbrarme a esa separación, a perder la cercanía con él.
Me había acostumbrado a tenerlo cerca. En sólo una semana.
Literalmente había pasado los últimos seis años evitando
apegarme a alguien. Bueno, tal vez no exactamente evitar, pero
definitivamente disfruté el hecho de pasar todo mi tiempo
trabajando en el mar y no podía apegarme a nadie.
No quería querer a nadie.
No quería enamorarme de nadie. No quería una relación. No
quería estar atado a nadie. Me encantaba estar libre en el océano.
Había pasado la mayor parte de mi vida adulta atado a un trabajo
que casi me mata, sin querer nada más que el siguiente contrato, la
siguiente fecha límite, la siguiente descarga de adrenalina.
Ahora simplemente había transferido esas razones ‘esas
excusas’ a este trabajo. Tomé un trabajo tras otro, navegando por
todas partes, sin amarrar demasiado tiempo. ¿Cómo lo dijo Stuart? 170
¿Alguna vez até mi velero a otro?
No, no lo hice.
Por una muy buena razón. Porque lo único que me enseñaron las
finanzas globales fue que mientras más responsabilidades 04/2019
tuvieras, más dura sería la caída.
Invertir, comerciar, vender era para las finanzas. No para las
emociones. Mi corazón no era una mercancía.
¿Por qué me permití jugar este juego con Stuart?
Porque era sólo por un corto tiempo, una especie de aventura de
vacaciones, entonces él se habría ido, y mi vida volvería a la
normalidad. Se suponía que iba a ser sólo algo de diversión física.
No se suponía que fuera complicado.
Pero nos cogíamos de la mano y había besos delicados, toques
suaves. Me encantaba cómo olía, cómo sabía, cómo reaccionaba su
cuerpo ante el mío, cómo se acurrucaba en mí para dormir.
Habíamos pasado por un complicado momento alrededor del
arrecife Moore. Así que sí, tal vez este día y esta noche separados
nos haría bien.
Quité las sábanas que olían a nosotros. Envolví las toallas que
habíamos puesto en la cama debajo de él, con las que habíamos
tomado el sol, con las que nos secamos uno al otro. Embolsé la
basura que estaba llena de envolturas de condones y rebanadas de
limón chupadas; las botellas vacías de Corona fueron al bidón de
reciclar. Había recuerdos de él por todas partes. Había tocado cada
parte de este velero, y tenía que preguntarme si alguna vez no
vería la mesa del comedor y me lo imaginaría riendo o si alguna
vez usaría las pantallas de navegación y no sonreiría mientras
recordaba cómo trataba de usarlas, o cómo se veía la cubierta
desnuda sin que él se quedara dormido en ella vistiendo nada más
que una sonrisa y esos malditos Speedos blancos.
Me preguntaba si alguna vez sería el mismo.

171

—FOSTER? ¿ESTÁS AHÍ? —Oí una voz que me resultaba


familiar. 04/2019
Subí las escaleras y encontré a Harry parado en el muelle. Era un
chico brillante al que le encantaba todo lo que tuviera que ver con
el agua. Estudiaba biología marina y trabajaba en el centro
turístico para pagarse la universidad, y a menudo me hacía
preguntas cada vez que atracaba aquí. ¿Qué tipo de peces vi, qué
tipo de tortugas, ballenas, tiburones? ¿Cuáles eran las
temperaturas del agua en el arrecife, si variaban, si había algo
fuera de lo común?
—Hola, Harry —dije.
Su sonrisa se amplió.
—¿Tienes alguna lectura para mí? —Me reí.
—Por supuesto. ¿Tienes un permiso para mí?
Sacó un trozo de papel doblado.
—Por supuesto.
Tomé la bolsa de la ropa sucia y caminé con él de regreso a la
sala de servicios del resort. Habló sin parar de su tesis, y la
distracción fue bienvenida. Después de haber cargado todo en
lavadoras, volví al velero con él y, como siempre, subió a bordo y
revisó todos los informes de datos que quería. Era realmente
simple; todo mi equipo de navegación a bordo mantenía registros
a lo largo del curso trazado que había tomado. Simplemente podía
descargar el informe que deseaba y guardarlo en su Google
Classroom desde su teléfono.
Le tomó unos veinte minutos, y regresó a su escritorio antes de
que terminara su hora de almuerzo.
Cogí el permiso que me había dado y navegué hasta el puerto
deportivo de Port Douglas. Puse en orden mi cabeza, y ordené las
líneas, reabastecí el combustible, y sólo tuve que esperar treinta
minutos para que mi entrega de comestibles llegara al puerto 172
deportivo. Estaba de vuelta en el resort, tenía la ropa limpia en el
velero y las camas hechas para cuando el sol se estaba poniendo.
A menudo pasaba la noche en el centro turístico. Yo era un
chárter privado amigo de los LGBT y este era un resort gay, así que 04/2019
estaba en la lista de escalas más a menudo que no. Fue así como
llegué a conocer a Harry y cómo me encontré invitado a usar el
restaurante para cenar sin ser un huésped en el resort. Fue un
cambio agradable dejar que alguien más cocinara para mí, así que
acepté su oferta.
Esperé hasta que el sol se puso, me duché y luego me dirigí hacia
el restaurante. Las luces estaban encendidas en la piscina, el bar
estaba ocupado, se escuchaba música y la gente bailaba.
Deliberadamente no pensé en Stuart ni en lo que estaba
haciendo o le estaban haciendo en este momento.
No era asunto mío.
No era mi... nada. Era mi cliente.
En realidad, mientras estuvo fuera de mi velero durante estas
veinticuatro horas, ni siquiera era eso. No era nada mío.
Me di cuenta de que eso me hacía sentir como si estuviera lleno
de espinillas. Incómodo, era casi doloroso, y realmente
desagradable. No se suponía que fuera así. Para cuando me senté
en una mesa para uno, había perdido el apetito, y en lugar de pedir
un filete enorme, me conformé con un plato principal de mariscos
a la parrilla e incluso tuve que forzarlo a que bajara.
Esto fue una mala idea.
Todo ello. Estar con él en el velero como si fuéramos amantes
era tan estúpido y poco profesional. Pero ahora estar aquí en este
club y no estar con él se sentía mucho peor. Era bastante obvio que
necesitábamos terminar. Cuando volviera a bordo mañana, si no
me decía que las cosas estaban fuera de los límites, se lo diría yo.
Pagué mi cena, y justo cuando me iba, un tipo se me acercó. Era
un poco mayor que yo, y parecía nervioso.
—¿Estás aquí solo? —preguntó. 173
Mi corazón se hundió. No quise lastimarlo cuando claramente
salió de su zona de comodidad para acercarse a mí.
—Lo estoy —admití mientras salíamos—, pero técnicamente no
me quedaré aquí para divertirme. Estoy aquí por negocios. 04/2019
Se notó la desilusión en su rostro.
—Oh.
—Me siento halagado —le dije, dándole lo que esperaba que
fuera una sonrisa amable. Asentí hacia la música—. Hay una
pequeña fiesta en el bar por el sonido de la misma.
—Sí, no estoy seguro de que esa sea mi escena. —Frunció el
ceño y dio un paso atrás—. Gracias de todos modos.
—Oye, mira —dije—. Iré contigo, te llevaré al bar. Siempre es un
poco menos aterrador cuando no entras solo.
Finalmente sonrió.
—Es muy amable de tu parte. Soy David.
—Hola, David —dije mientras nos dirigíamos hacia el bar—. Mi
nombre es Foster.
Me dio un breve resumen de su vuelo desde Melbourne, pero
todo lo que podía pensar mientras caminábamos era que por favor
no me dejes ver a Stuart porque no estaba seguro de lo que haría si
lo hacía. ¿Y si estaba bailando con otro tipo? ¿Besándolo?
¿Riéndose?
Entonces pensé, ¿Y si no lo veo?
Dios, no sabía qué sería peor.
Escudriñé a la multitud en el bar tan discretamente como me
atreví y no lo vi en ninguna parte.
Sí, definitivamente fue peor.
Me aseguré de que David estuviera en el bar y ordenó su
primera bebida, e incluso señalé a otro tipo que estaba allí por su
cuenta. Cuando David miró a su alrededor, sonrió, así que le di una
palmada en el hombro y seguí mi camino.
Sentí presión en el pecho y mi estómago estaba hecho nudos.
Esto era ridículo. Lo conocía desde hacía una maldita semana. Una 174
maldita semana. Ahora estaba de mal humor por permitirme,
Foster Jodido Knight, apegarme a algo que no podía tener.
Yo sabía que no era así.
Al acercarme al camino del embarcadero, oí risas familiares que 04/2019
venían de la playa. El tipo de risa que dejaba salir después de unos
tragos. Casi me tropiezo con el sonido, tropezando con mis propios
pies. Pero luego terminaron las risas, seguidas de ‘No lo creo’ y ‘No
lo hagas’. ‘No puedes’, y era la voz de Stuart, no tenía ninguna
duda.
¿Estaba en problemas? Parecía borracho, y antes de que me
diera cuenta, estaba corriendo por la maleza hasta que casi me caí
en la playa.
—¡Hey!
Había tres figuras a unos veinte metros de la playa. Reconocí a
Stuart fácilmente, su postura, su fanfarronería. Había suficiente luz
de luna para ver su rostro, y su sonrisa murió cuando vio que era
yo.
No estaba en problemas en absoluto. Uno de los chicos con los
que estaba tenía algo en la mano y Stuart y el tercero lo miraban.
—¿Está todo bien aquí? —pregunté, dándome cuenta de que
estaba interrumpiendo algo que no era de mi incumbencia. Stuart
no necesitaba mi ayuda. No me necesitaba para nada.
Stuart hizo un gesto con el brazo.
—¿Qué coño te importa? —Sí, definitivamente estaba borracho.
—¿Conoces a este tipo? —preguntó uno de ellos.
—Sí. Claro que sí —contestó.
Levanté la mano con el corazón en la garganta.
—Lo siento. Pensé que podría haber algún problema.
El más alto de los otros tipos puso su brazo alrededor del otro
tipo de una manera protectora, y me pregunté si eran una pareja
que tal vez le había pedido a Stuart que se uniera a ellos.
Obviamente había dicho que sí. 175
Di un paso atrás, haciendo mi retiro, pero aparentemente Stuart
no había terminado.
—¿Por qué te importaría? —gritó al otro lado de la playa—. Te
vi. No finjas que te importa cuando no te importa. 04/2019
Me detuve. ¿Me vio?
—¿Qué? Dije que pensé que podrías haber estado en problemas.
Stuart hizo un gesto con la mano a la pareja que ahora nos
miraba, y se tambaleó un poco, obviamente muy borracho.
—Encontré una concha marina. Le dije que no podía tomarla. No
lo llamaría estar en problemas, aunque la divertida policía ha
llegado —dijo, haciendo sonar una sirena. Uno de los chicos se rió.
Di otro paso atrás.
—Lo siento. Disfruta tu noche.
Me giré para irme, pero los gritos de Stuart me detuvieron.
—Te vi, imbécil. No finjas ser tan arrogante y poderoso conmigo
ahora.
¿Verme hacer qué? Di un paso hacia él y le grité:
—¿Me viste hacer qué? ¡No sé de qué estás hablando!
Stuart se burló y me hizo señas. Luego se giró hacia mí y apuntó
a su propio pecho mientras gritaba de nuevo.
—¿Crees que no me importa? Bueno, ¿adivina qué? No me
importa. Me importa una mierda a quién te tiras.
Los otros dos tipos deben haberse dado cuenta de que esto era
personal porque nos dejaron a mí y a Stuart solos en la playa.
—¿A quién me tiro? —repetí, caminando hacia él. —¿De qué
demonios estás hablando?
—¡Te vi! ¿No podías esperar a echarme de tu barco para qué?
¿Joder con Colgate Kid? ¿En mi cama? ¿O la tuya?
—¿Colgate Kid? —Negué con la cabeza—. ¿De qué coño estás
hablando?
—El precioso recepcionista rubio —me escupió—. Te vi con él.
Te vi hacerlo reír, y luego subirlo a bordo.
—¿Quién? ¿Harry? 176
—Oh, ¿ese es su nombre? ¿Estuvo bien? Te estaba esperando
cuando hice la reserva. —Luego me pinchó el dedo en el pecho—.
Me dijiste que estabas soltero. Me dijiste que no tenías a nadie.
Que no había nadie. 04/2019
—¡No lo hay!
—¡Te vi subirlo a bordo! —Se tambaleó un poco hacia atrás—. Y
no se fue en media hora. ¿Qué estabas haciendo? No hace falta ser
un científico para darse cuenta de eso.
—Estás borracho.
Sus ojos brillaban.
—Eres un maldito mentiroso.
Ahora estaba enfadado.
—No te mentí. Nunca mentí. No hice nada con Harry. Jesús,
Stuart. Es un maldito niño. Está estudiando biología marina. Toma
grabaciones de mi sistema de navegación en temporadas de agua
arriba y abajo del arrecife. Impresiones, Stuart. Y me deja usar la
lavandería de aquí.
Me entrecerró los ojos.
—No lo hiciste…
—¡No! Es un niño, Stuart. Jesús.
Parecía derrotado, y luego volvió a encenderse.
—¿Entonces por qué me querías tanto fuera del barco hoy?
—Porque tenía que vaciar el tanque de la alcantarilla y limpiar
las líneas.
—Oh. —Entonces hizo una mueca—. Ew. Eso es asqueroso.
Me reí de eso, de la pelea entre nosotros.
—Podrías haberme dicho eso —dijo, haciendo pucheros. —Me
hubiera salvado de beber todo ese tequila para darte una lección.
Resoplé.
—¿Y cómo te va con eso?
—Bien, ahora mismo, pero mañana va a ser un asco.
—Probablemente.
—Un desayuno grasiento y un baño en agua salada me pondrán 177
bien de inmediato. —Se inclinó y dio un paso para corregir su
postura—. ¿Conoces algún velero privado que pueda alquilar?
Solté una carcajada.
—Tal vez. ¿Quieres que te ayude a volver a tu habitación? 04/2019
Se dio la vuelta, miró alrededor de la playa como si no tuviera
memoria de haber llegado allí, y luego señaló algunos bungalows
que miraban hacia el océano.
—Número diez.
Puse mi brazo alrededor de él y traté de ayudarlo a subir a la
cornisa cubierta de hierba de la playa.
—¿Cuánto tequila bebiste?
—Suficiente para darte una lección.
Me volví a reír y le cogí la mano. Era más fácil tirar de él que
arrearlo. Llegamos a la puerta y Stuart se detuvo detrás de mí, con
una expresión tonta en la cara, balanceándose sobre sus pies.
—Deme la llave, Sr. Alquimia16.
Ladeó la cabeza, con una sonrisa tonta aún en su lugar.
—¿Sr. qué?
—Sr. Tequila.

16
Alquimia es la marca de Tequila que beben Stuart y Foster
—Oh. —Luego se rió—. Eres gracioso.
—¿Llave?
—Está en mi bolsillo. —No intentó sacarla, así que lo registré y
encontré la llave en su bolsillo trasero—. Te gusta mi culo —
balbuceó.
—Sí, me gusta. —Pasé la tarjeta de acceso y abrí la puerta,
tirando de él hacia dentro. Pulsé el interruptor de la luz y giré justo
a tiempo para atrapar a Stuart antes de que se moviera demasiado
a la izquierda—. Whoa, ahí, hombre tequila.
Cayó contra mí. Sus ojos estaban vidriosos, desenfocados, su
aliento era dulce.
—Lo siento por lo de antes.
—¿Sobre qué? 178
—Por pensar que tú y el Colgate Kid…
Resoplé.
—¿Colgate Kid? ¿En serio?
Stuart me dio una sonrisa que se convirtió en una mueca que 04/2019
mostró todos sus dientes. Luego hizo un gesto con la mano y
entrecerró los ojos.
—Los dientes me cegaron.
—Es un buen chico. Pero es un niño. Y, para que lo sepas,
aceptaré tus disculpas, después de que hayamos discutido esto
mañana. —Lo llevé a la enorme cama y lo empujé a ella. Se tendió,
boca abajo, con una risa.
—Me gusta cuando juegas rudo.
Le quité los zapatos y los tiré al suelo.
—Necesitas dormir.
Se puso de costado, y luego de espaldas con lo que parecía ser un
gran esfuerzo.
—No hice nada con esos tipos. Necesitas saber eso.
Asentí.
—De acuerdo.
—Foster —dijo con dificultad, levantando una mano—.
Necesitas saber que no lo hice.
—Lo sé.
—¿Y tú? ¿Lo sabes de verdad, Foster? Porque no quiero a nadie
más que a ti.
—¿Es eso cierto? —le pregunté. Estaba borracho, así que no
quise tomarme nada de lo que dijo demasiado en serio. ¿O
necesitaba el alcohol para inhibir su filtro? Tal vez era del tipo que
decía lo que pensaba cuando estaba borracho.
—Mmhmm —asintió—. Quédate conmigo esta noche.
—No puedo.
Frunció el ceño y cerró los ojos.
—No hice nada con esos tipos. 179
Puse mi mano en su pierna y lo cubrí con la sábana.
—Lo sé. No puedo quedarme por la política de la compañía del
resort.
Murmuró algo que sonó estúpido. Luego se puso de costado, con 04/2019
los ojos cerrados.
—¿Puedo decirte algo? —susurró.
No estaba seguro si realmente quería escuchar esto o no.
—Claro.
Esperé, y esperé un poco más. Entonces empezó a roncar. Me
froté la cara con la mano, lo miré mientras roncaba y dormía
profundamente, y me reí. Puse un vaso de agua junto a su cama,
apagué las luces, salí y cerré la puerta con llave.

A LAS OCHO EN PUNTO DE LA MAÑANA DEL DÍA SIGUIENTE


golpeé un poco más fuerte de lo que probablemente era necesario,
y escuché una respuesta gruñona. La puerta se abrió y Stuart
estaba allí de pie, luciendo bastante mal, pero al menos estaba
despierto. Duchado y vestido también. Me miró a la cara y luego a
los dos cafés que tenía en la mano.
—Oh, gracias a Dios. Por favor, dime que uno de esos es mío.
Le di uno.
—No esperaba que te levantaras.
—La cama se mecía. Me siento como si estuviera en el barco.
Resoplé.
—Estoy seguro de que el tequila hizo eso.
Gruñó, y luego tomó un sorbo de su café, haciendo una mueca.
—Cristo. ¿Satanás hizo esto?
—Sí. Tierra de los frijoles donde las esperanzas y los sueños van
a morir.
Sonrió mientras tomaba otro sorbo. 180
—Suena bastante bien. Es amargo como la mierda.
Luché con una sonrisa. Stuart obviamente no llevaba muy bien
las resacas.
—Pedí extra fuerte. Pensé que lo necesitarías. 04/2019
—Necesito comida.
—Vamos entonces, vamos a alimentarte.
Caminamos hasta el restaurante, que ahora tenía un desayuno
buffet. Había algunas personas por ahí, pero Stuart escogió una
mesa junto a la ventana, lejos de todo el mundo, aunque tan pronto
como se sentó, se puso sus gafas de sol. Se encogió de hombros
ante mí.
—Quiero el sol, no el resplandor. Me está quemando el cerebro.
Me reí de él.
—Estás hecho una piltrafa. Consigue algo de comer, por el amor
de Dios.
Opté por el tocino y la fruta, y él cargó su plato lleno de todo lo
que se ofrecía.
—Esto me arreglará o me pondrá de nuevo en la cama —
murmuró. Nos quedamos callados mientras él se metía los
primeros bocados en la boca, luego, una vez que disminuyó la
velocidad, se sentó y suspiró—. Siento lo de anoche.
Bebí mi café y esperé un momento, sosteniendo su mirada.
—Te disculpaste anoche.
Empujó sus gafas de sol hasta la parte superior de su cabeza y
me miró fijamente.
—Y dijiste que hablaríamos de ello hoy.
—¿Te acuerdas?
Asintió.
—Sí. Lo siento. Supuse algo que estaba fuera de lugar.
—Sí, lo hiciste.
—Acababa de verte subir a ese chico a tu barco y pensé... Es un
chico guapo. 181
—¿A pesar de la sonrisa cegadora?
Stuart resopló y comió un poco más, y una arruga apareció entre
sus cejas como si estuviera pensando en algo.
—Me encontraste en la playa con esos tipos. Los conocí en el bar, 04/2019
pero no… —Negó con la cabeza.
—Me dijiste que no lo hiciste. Te creo. —Dejé escapar una
respiración profunda. —No es que tenga algún tipo de derecho
sobre ti, así que podrías haber tenido sexo si quisieras.
—No quería —dijo rápidamente—. Quiero decir, estaba
cabreado y herido porque pensé que tenías a ese chico en tu barco,
y...
—¿Y?
—Y debería haber sido yo. —Un dulce color rosa manchó sus
mejillas—. Pensé que me habías echado para poder tenerlo.
Me gustaba su honestidad. Me gustó que pudiera decir lo que
quería decir, aunque no fuera fácil. Doblé mi servilleta de lino, la
puse sobre la mesa y decidí darle mi verdad a cambio.
—Stuart, esta es la cuestión. En los seis años que llevo haciendo
esto de los chárter privados, puedo contar con los dedos de una
mano el número de hombres con los que he estado. Lo que hemos
estado haciendo... bueno, nunca he hecho algo así antes. Pero esta
última semana ha sido… —Hice una pausa para buscar la palabra
correcta.
—¿Increíble? —dijo.
Asentí.
—Increíble.
Se lamió el labio inferior.
—¿Qué significa eso? Para nosotros, quiero decir. Me quedan
tres días, y me gustaría que las cosas vuelvan a ser como antes de
que yo…
—¿Intentaras ahogarte en tequila?
Respiró y sus labios formaron una delgada línea.
—Dios, no me lo recuerdes. 182
Suspiré en voz alta, sin siquiera tratar de ocultar la decepción en
mi voz.
—Tres días, ¿eh?
La mirada de Stuart se clavó en la mía y asintió, pero antes de 04/2019
que ninguno de nosotros pudiera hablar, Harry apareció de la
nada, arrastró un asiento desde una mesa cercana y se sentó.
—Foster, me alegro de que sigas aquí —dijo, con unos papeles
en la mano. Luego se enderezó y nos miró a cada uno de
nosotros—. Espero no interrumpir.
Sonreí ante el entusiasmo de este chico.
—Harry, te presento a Stuart. Stuart, Harry.
—Oh, hola. —Harry le dio a Stuart una de sus sonrisas asesinas y
Stuart se recostó y se bajó las gafas de sol.
—Hola.
Tomé un sorbo de café para ocultar mi sonrisa, y Harry me
mostró los papeles para que los viera.
—Con los datos que he recogido de ti, he encontrado un
promedio de cero punto tres grados de aumento en la temperatura
del mar en los últimos dos años...
Habló sin parar durante cinco minutos seguidos sobre cómo ya
había estado en contacto con alguna oficina del gobierno esta
mañana con sus hallazgos, y la organización de conservación de
tortugas estaba tomando su información muy en serio, y cómo,
gracias a mí, iba a iluminar su tesis.
Simplemente asumí que la iluminación era algo bueno, pero no
interrumpí.
Stuart todavía llevaba puestas sus gafas de sol, aunque su boca
se abrió y cerró unas cuantas veces como si tuviera serias
preocupaciones por la capacidad de Harry para hablar y respirar al
mismo tiempo. Entonces Harry nos contó lo emocionado que
estaba de que el departamento de aguamarina de su universidad
estuviera a punto de liberar algunos bebés de tortuga y que 183
deberíamos ir a verlos. Y luego, otro miembro del personal llamó
su atención.
—¡Oye, Judy! —dijo, y con tanto entusiasmo, y todo de un solo
suspiro, se despidió de nosotros y le estaba contando a Judy todo 04/2019
lo que había descubierto al salir del restaurante, con los papeles en
la mano.
Lo vi marcharse, y cuando me volví hacia Stuart, estaba
empujando sus gafas hacia arriba.
Tenía una mirada aturdida en su cara.
—Guau.
Me reí.
—Te lo dije. Es un buen chico. Se pasará la vida salvando el
mundo. —Stuart terminó su café.
—Ya veo que no es tu tipo.
Le sonreí.
—Sí, prefiero un tipo alto, moreno y melancólico. —Luego me
incliné sobre la mesa—. Tipos que pierden las formas por nada,
beben demasiado tequila y les gusta que los follen en el colchón.
Las fosas nasales de Stuart se abrieron.
—Lo que no hiciste anoche, debo añadir. Recuerdo que estaba
boca abajo en la cama y tú te ibas.
—Porque estabas borracho.
Inhaló profundamente.
—Menos mal que mi tipo es de los que navegan con moral, ¿no?
Luché con una sonrisa.
—Sí, igual de bien—. Entonces recordé algo. —Sobre lo de
anoche, dijiste: “Oye, ¿puedo decirte algo?” pero te desmayaste
antes que lo hicieras. ¿Qué querías decirme?
Me miró fijamente a los ojos y se mordió el interior del labio.
—No me acuerdo.
Me hizo reír.
—Mentiroso. 184
Se rió y dejó caer la servilleta sobre su plato.
—Estoy listo para irme. ¿Estás listo para irte?
—Sí. Entonces, ¿el desayuno te ha servido? ¿O pasarás el día en
la cama? 04/2019
Sonrió con suficiencia.
—Sí, y sí. Puedes llevarnos a algún lugar remoto donde no haya
otra alma a la vista, y luego hacerme todo el día lo que no hiciste
anoche.
El calor se acumulaba en mi vientre.
—Avisa que dejas la habitación. Te veré en el velero.
CAPÍTULO QUINCE

STUART

ABORDÉ el velero y bajé directamente a mi camarote, noté la


cama recién hecha, el sutil olor a desinfectante de limón y sonreí.
Estaba cómodo aquí; el espacio confinado se sentía como un
capullo. Un capullo muy bien diseñado y caro. 185
Desempaqué mi maleta, feliz de no irme. Durante tres días, al
menos.
No quería pensar en irme. No quería volver a mi antigua vida, a
mi antiguo trabajo. La idea de usar un traje e incluso calcetines y 04/2019
zapatos y, Dios no lo quiera, una maldita corbata, me hizo sentir
claustrofóbico. Consideré sacar mi teléfono mientras teníamos
buena recepción, pero decidí no hacerlo.
Me quedaban tres días. Iba a disfrutarlos.
Encontré a Foster en la popa, haciendo algo elegante con la
cuerda. Lo siento, atando la línea del muelle. Dudaba de poder
acostumbrarme a la terminología náutica. No tenía necesidad,
supongo.
—¿Estás listo para irte? —preguntó, con una amplia sonrisa.
—Claro que sí. No quiero ver nada más que sol y agua azul
durante los próximos tres días. Ninguna otra persona, si podemos
evitarlo.
Foster se rió.
—Bueno, nos dirigimos a las Low Islands. Habrá gente. No
puedo evitarlo, pero podemos fondear en el lado este, donde no va
mucha gente.
—Excelente. ¿Podemos nadar y hacer snorkel allí?
—Sí. —Se puso al volante—. Bien, ahora ven aquí conmigo —
dijo—. Tenemos que usar la potencia del motor, obviamente, y tú
lo harás.
—¿Yo?
—Sí.
—Pero... hay barcos. —Hice un amplio gesto hacia el océano.
Sonrió.
—No está tan ocupado. Estarás bien.
—Pero...
—No discutas con el capitán. Un grumete debe hacer lo que se le
dice.
Puse los ojos en blanco y me acerqué a él. Me colocó al volante, 186
con sus brazos alrededor de mis hombros para que ambos
pudiéramos conducir. Podía sentir todo su cuerpo en mi espalda.
—Esto no es tan malo —admití—. ¿Los buenos grumetes
reciben recompensas? 04/2019
Se rió y golpeó mi nuca con su nariz. Pero luego se dedicó a
navegar y a enseñarme, a guiarme a hacerlo. Tan pronto como
estuvimos en mar abierto, apagó el motor.
—Ahora, ve a leer el chart plotter17 y dime qué hacer —ordenó.
Ugh. Esto otra vez.
Marqué en nuestro destino, las Islas Bajas, como él dijo, y
transmití la siguiente información.
—La dirección del viento es noreste, a diez nudos. El punto de
vela es.... cerca, creo.
Foster sonrió.
—¿Y el VMG18?
—Siete punto ocho.
17
Un Chartplotter es un dispositivo utilizado en la navegación marítima que integra datos
de GPS con una carta de navegación electrónica.
18
La velocidad VMG (Velocity made good) es el componente de la velocidad del barco en
la dirección del viento. Si navegas contra el viento, la Velocidad del Barco equivale al VMG.
Si navegas a través, tu VMG será cero. Indica la velocidad de un velero hacia la dirección del
viento.
Levantó la cara al viento, su sonrisa era serena.
—Entonces, ¿vela mayor o foque?
—Um… —Miré el mástil como si pudiera darme la respuesta—.
¿Ambos?
—Lo adivinaste totalmente.
—Cien por ciento.
Se rió.
—Ve a quitar la cubierta de la vela como te enseñé.
—Sí, capitán. —Subí por la cubierta hasta la vela e hice todo lo
que me había enseñado. Volví a la cabina e hice el cabestrante
como él lo había hecho una docena de veces. Hizo que todo
pareciera tan fácil.
No podía recordar la terminología exacta para todo, pero sabía 187
qué hacer. Bueno, creo que lo hice. Me di cuenta de que Foster
estaba de pie, sonriéndome.
—¿Cómo lo hice?
Sonrió y me dio un pulgar hacia arriba. 04/2019
—Perfecto. Ahora haz el foque.
Él miró mientras yo hacía lo que recordaba, envolviendo la línea
alrededor del cabestrante y desplegando la vela. Pero, con toda la
paciencia bajo el sol, explicó que siempre debe correr sobre el
tangón del spinnaker y delante del elevador de copas. Y asentí
como si lo entendiera todo.
Se rió a la luz del sol y me apretó la mano.
—Vuelve al volante.
—¿Te pondrás detrás de mí como antes? —pregunté seriamente.
Sólo se rió, y cuando volví al volante, se sentó a mi lado, con la
mano tocando el interior de mi rodilla. Era la imagen de un
hombre relajado, con los pies extendidos, las piernas cruzadas en
el tobillo, una sonrisa tranquila en la cara, el viento moviendo su
pelo.
—Podría acostumbrarme a esto —dijo—. Tener un grumete en
las Whitsundays todos los días.
—Bueno, no te acostumbres demasiado —le dije—. Hay un
barco a la derecha...
—Estribor —corrigió, pero miró a mi alrededor, con la mano en
la cintura. —Están a tres kilómetros, Stuart.
—Sí, bueno, no esperes que sepa qué diablos estoy haciendo si
se acercan demasiado. ¿Puedo gritarles que se muevan?
Resopló.
—No funciona exactamente así.
—Bueno, debería. ¿Quieres conducir ahora?
—No. —Se inclinó hacia atrás y volvió a deslizar su mano
alrededor de mi pierna y cerró los ojos—. Tienes todo esto bajo
control.
Así que nos quedamos así durante un buen rato: él fingiendo 188
descansar, mirando hacia arriba de vez en cuando, y yo fingiendo
saber navegar. Pero de pronto, un resplandor en el horizonte se
solidificó en tierra.
—Ah, ¿Capitán? 04/2019
—¿Hmm?
—Tierra a la vista.
Foster se puso de pie y se apretujó detrás de mí otra vez, y nos
llevó por la punta sur de la isla. Eran unas pocas islas, en realidad,
pero la más grande, Low Island, tenía unas dos hectáreas de
tamaño, o eso dijo Foster. Había una ensenada en el lado norte, un
pequeño puerto que era popular y muy concurrido durante el día,
donde podíamos fondear si se levantaba el viento. Pero durante
todo el día, nos sentábamos al este de la isla donde los demás
tendían a no ir. Había arrecifes para bucear, pero no era perfecto,
dijo.
Pero el hecho de que no hubiera nadie más allí significaba que
era perfecto para nosotros.
Anclamos, nadamos y practicamos snorkel, tomamos el sol y nos
besamos en la cubierta como adolescentes. Yo estaba sobre mi
espalda, y él boca arriba, dándonos besos perezosos y tiernos.
Cuando Foster palmeó mi erección, sonrió contra mi boca.
—Obviamente te sientes mucho mejor.
—Mucho.
Se mordió el labio.
—¿Cuánto mejor?
Me di cuenta de su intención. Esa mirada acalorada en sus ojos
era un regalo.
—Bueno, podría sentirme mucho mejor —dije con una sonrisa
de satisfacción.
—Sí, ¿cómo es eso?
—Estoy seguro de que una follada a fondo me arreglaría, bien y
como Dios manda. 189
Se rió y se puso de pie, pero mis ojos se dirigieron a su polla
mientras se daba un apretón. Alargó la mano.
—Entonces no te hagamos esperar.
Esta vez me llevó a su camarote, y algo fue diferente. Él era 04/2019
diferente. No fue agarrar, empujar y tirar desesperadamente. Era
algo lento y medido, su tacto era suave y tierno. Me acostó en su
cama, estirándome con dedos suaves, besándome, lánguido y
encantador, hasta que era masilla en sus manos.
Me moldeó, flexible y deseoso, y cuando finalmente estaba
dentro de mí, no me jodió en el colchón. Yo estaba de espaldas, con
las rodillas apretadas cerca del pecho, y él estaba tan dentro de mí,
sosteniendo mi cara, besándome tan profundamente,
devorándome, mientras me llenaba completamente.
Esto era lento y profundo, llegando a lugares dentro de mí que
nadie jamás se había atrevido a conocer. Me estaba haciendo el
amor.
Cada estocada fue para mi placer. Cada caricia era para hacerme
sentir bien, cada beso para mostrarme cuánto me quería.
Me hizo alcanzar el orgasmo, como una bomba de felicidad
torturada, y luego me sostuvo mientras me desenredaba debajo de
él. Y empujó tan, tan profundamente una última vez, flexionando
cada músculo a medida que se venía, su cara se contrajo de la
manera más hermosa.
Se desplomó sobre mí, y nos quedamos allí por mucho tiempo.
Ninguno de los dos quería moverse.
Tracé círculos con los dedos en su espalda, y suspiró antes de
retroceder para poder besarme.
Oh, sí. Esto fue definitivamente diferente.
Algo había cambiado entre nosotros. Da un poco de miedo y es
increíble. Algo que no podía nombrar; algo que no quería examinar
muy de cerca. Sólo quería abrazarlo y que me abrazara y me
besara como estaba haciendo ahora mismo.
Pensé que podría levantarse e ir a ver si todo estaba como debía 190
estar. Pero no lo hizo. No en ese momento, al menos. Nos
quedamos en la cama. Almorzamos en la cama. Nos besamos, nos
reímos y volvimos a hacer el amor.
Para cuando llegó la tarde, nadamos de nuevo. Luego nos 04/2019
sentamos en el asiento del banco en la cabina del piloto, yo entre
sus piernas, de espaldas a su pecho. En lugar de navegar hacia la
ensenada, nos quedamos donde estábamos, y con sus brazos
fuertes a mi alrededor, observamos la puesta de sol.
Cuando la última de las luces hizo que el cielo anaranjado se
volviera púrpura, besó un lado de mi cabeza.
—Hoy ha sido un día perfecto.
Me volví en sus brazos.
—Sí, lo ha sido. No quiero que termine. —Probablemente no
tenía la intención de admitir tanto, pero había desbloqueado algo
en mí.
—Entonces déjame llevarte de vuelta a la cama —contestó,
besándome con una pasión, y una ternura que me sorprendió—. Y
lo haremos durar toda la noche.
AL SIGUIENTE DÍA nos levantamos temprano con planes para
navegar hasta la ensenada y caminar por la playa mientras nadie
más estaba cerca. Pero nos sentamos en la cabina y desayunamos,
y vimos delfines a lo lejos, mantarrayas19 y tortugas en el arrecife.
Era tan hermoso, tan aislado, y no había otros barcos a este lado de
la isla. No había playa, como tal, sólo afloramientos rocosos, por lo
que los turistas en general no tenían motivos para detenerse aquí.
Terminamos nadando en la parte trasera del velero, haciendo
snorkel con peces tropicales y fue tan hermoso que decidimos
quedarnos aquí. El hecho de que no hubiera nadie más alrededor 191
lo hacía el lugar perfecto. No había nadie que rompiera nuestra
burbuja privada. Sin embargo, el sol calentaba con mucha fuerza y
la humedad era densa, así que pasamos la mañana alternando
entre nadar y secarnos en la cabina del piloto. 04/2019
—Mierda, hace calor —me quejé, sudando a la sombra de la
cabina. Habíamos estado buceando en el agua sólo para
refrescarnos y casi estábamos sudando de nuevo antes de que
pudiéramos alcanzar una toalla cuando salimos.
Foster miró hacia arriba y luego hacia el norte.
—Podría llover más tarde. La humedad tiene que ser del
noventa por ciento.
Me limpié la frente y tomé una botella de agua para cada uno.
—Toma, mantén tus fluidos arriba.
Se la tragó hasta la mitad, e incluso se veía un poco agotado.
—Podríamos pasar el día en la cabina, cerrar la puerta y
encender el aire acondicionado.
Lo miré fijamente.

19
La mantarraya o manta gigante es una especie de elasmobranquio del orden
Myliobatiformes. Son las especies más grandes del mundo y, a diferencia de las otras del
mismo orden, carecen de aguijón venenoso en la cola.
—¿Tienes aire acondicionado? —Se rió.
—Por supuesto que sí.
—Entonces, ¿qué demonios hacemos aquí arriba con los culos
sudando?
—Cuando podría estar haciéndote sudar bajo cubierta.
Sonreí.
—Exactamente. Sudar con el aire acondicionado debajo de
cubierta es mucho más agradable que una taza de té.
Foster cerró todo, se aseguró de que todo estuviera bien, me
siguió bajo cubierta y cerró la puerta detrás de nosotros.
—Debería comprobar el tiempo —dijo, abriendo una pantalla.
Era un mapa radar y había una banda de verde moviéndose por la
costa de Queensland—. Sí, se esperan entre diez y quince 192
milímetros esta tarde. Eso explica la humedad. Es a las ochenta y
nueve.
—¿Qué significa eso para nosotros? —le pregunté—. No hemos
tenido nada más que sol y brisas suaves. ¿Qué significa lluvia aquí? 04/2019
—Que si te quedas parado debajo de ella, te mojas. —Sonrió con
suficiencia—. No, nada. Quince mil no es nada. Mientras el viento
no levante, estamos bien. Si lo hace, navegaremos hasta la entrada.
No hay nada de qué preocuparse. Y de todos modos, si llueve,
significa que tendremos que encontrar algo que hacer durante
unas horas aquí abajo.
—Hmm —tarareé, sonriéndole—. ¿Alguna sugerencia? ¿Cartas,
crucigramas, sudokus, tal vez?
Se me acercó y me empujó contra el armario de la cocina,
sujetándome con sus caderas. Su sonrisa era diabólica.
—Oh, tengo mejores planes para ti.
Sus palabras, su tono, la lujuria en sus ojos, prendieron fuego a
mi sangre. ¿Cómo es posible que quisiera más? Habíamos tenido
tanto sexo, que deberíamos estar irritados y doloridos. Mi culo
debería estar dolorido, pero no lo estaba. Quería más. Aceptaría
todo lo que pudiera darme. De buena gana. Diablos, incluso se lo
suplicaría. Mis pelotas se llenaron al pensar que me haría el amor
de nuevo, que se deslizaría dentro de mí, tratando de ser uno
conmigo.
Mi cuerpo lo quería como si fuera oxígeno.
Esta vez, me tenía en la mesa. Estaba de espaldas, con mi culo en
sus caderas y la polla enterrada dentro de mí. Me besó, me
acarició, me abrazó, me hizo ver fuegos artificiales detrás de mis
párpados mientras mi orgasmo me atravesaba. Me agarró fuerte
de las caderas cuando se corrió, y pude sentir que se hinchaba y
latía profundamente, tan profundamente cuando llenaba el
condón.
Cuando ambos pudimos movernos y nuestros sentidos habían
regresado, estábamos exhaustos y me arrastró a su cama para 193
tomar una siesta.
—Pensé que ayer había sido perfecto —le dije mientras me
envolvía en sus brazos—. Pero hoy podría ganar.
Me acarició y me dio besos somnolientos en la nuca. 04/2019
—Es un empate —murmuró—. Pero hoy está lejos de terminar.
Lo mejor podría estar por venir.

ME DESPERTÉ ANTES QUE FOSTER, así que decidí sorprenderlo


con un almuerzo tardío. Hice una ensalada rápida de pollo, corté
un poco de pan y agregué un pequeño tazón de aceite de oliva y
vinagre balsámico de Módena, además agregué un poco de fruta a
un lado. Nos serví un poco de jugo y noté que había comprado
ostras. Yo no era un fan, pero él las quería la última vez que fuimos
a hacer la compra aunque decidimos no añadirlas a la cesta de la
compra. Esta vez se decidió claramente a favor de ellas porque
había una docena, ya abiertas. Así que las añadí a la bandeja.
Deslicé la bandeja sobre la cama, despertándolo del sueño. Y nos
sentamos allí bajo el frescor del aire acondicionado y
alimentándonos mutuamente con tenedores de ensalada y
mojando pan en aceite y vinagre.
—No sabía qué hacer con las ostras —le dije—. Así que tomé las
abiertas sin hacerles nada.
—Perfecto. Así es como las amo. —Tomó una, inclinó la concha y
dejó que la ostra se deslizara por su garganta.
Negué con la cabeza.
—Puedes comerlas todas. No es que las necesites —me reí—.
Bueno, no en el aspecto afrodisíaco. No necesitas ayuda en ese
departamento.
Se rió y comió una más. 194
—¿Alguna vez las has comido antes?
—Sólo con vodka y chile.
—Ah, ahí es donde te equivocaste.
—No estaban tan malas —admití—. Pero no es mi comida 04/2019
favorita. Me quedaré con los carbohidratos y las grasas. —Sumergí
otro trozo de pan y me lo comí, lamiendo el aceite que había
quedado en mi dedo.—Sé que la vista desde afuera no tiene precio,
pero el aire acondicionado de aquí fue una idea mucho mejor —
dije. Nos quedamos así, apoyados en el cabecero, medio sentados,
medio tumbados, las mantas estiradas hasta la cintura. Esto era
mucho más cómodo que la sofocante humedad del exterior. —
Podría acostumbrarme a esto.
A los pocos minutos de lo que yo pensaba que era un silencio
fácil, Foster parecía un poco incómodo.
Como si estuviera intentando averiguar cómo preguntarme algo.
—Puedes decirlo, ya sabes. —Frunció el ceño.
—¿Decir qué?
—Lo que sea que quieras preguntarme o decirme.
Tragó saliva.
—No, yo sólo...
—¿Querías preguntarme si realmente iba a volver a mi antigua
vida? —Me lanzó una mirada inquisitiva. —Tengo que hacerlo —
respondí sin que él dijera nada—. Tengo responsabilidades. No
puedo irme así como así, por mucho que quiera.
No dijo nada, así que me distraje comiendo unas uvas.
—Quiero decir, este descanso ha sido la mejor cosa que puedo
recordar, si soy honesto. Y estoy seguro de que volveré a Brisbane
en mucho mejor estado de ánimo que cuando llegué aquí. No
quiero volver; me encantaría quedarme aquí para siempre. Pero
tengo que hacerlo. En realidad, cuando regrese, me voy directo a
Sydney. Si mis socios no han jodido el papeleo final del contrato
más grande en el que he trabajado.
Foster no había dicho una palabra, y cuando lo miré, esperaba 195
ver tristeza o incluso enojo, pero su cara estaba distorsionada por
otra cosa.
—Bien —bromeé—. Probaré con una ostra. Es para tu beneficio
por si alguno de nosotros necesita un afrodisíaco. 04/2019
Cogí una ostra, preparándome, pero él extendió la mano y con
una mano en mi brazo, me detuvo.
—No te la comas.
Miré su cara y me di cuenta de que le pasaba algo. No sólo estaba
pálido. Estaba verde.
Oh no.
Salió corriendo de la cama y corrió al baño. Lo oí vomitar en el
inodoro, y sabía, era de dominio público, que la intoxicación por
ostras no era buena. Lo seguí hasta allí.
—Mierda. ¿Estás bien?
Estaba inclinado sobre la taza del water, aún desnudo, tirado en
el inodoro. Levantó la mano como si me estuviera diciendo que lo
dejara en paz. Tomé una toalla de mano y la puse debajo del grifo
de agua fría, y cuando dejó sentirse mal y se echó hacia atrás, le di
la toalla y se limpió la cara. Se veía horrible.
—Vuelve a la cama —le sugerí.
Le ayudé a ponerse de pie. Estaba tembloroso, pegajoso, pero le
sostuve el codo, y cuando volvimos a su camarote, lo senté y luego
retiré de la cama la comida que había traído.
Para cuando puse la bandeja en el mostrador de la cocina, ya
estaba de nuevo en el baño, enfermo en el inodoro.
Le di un minuto, luego lo seguí.
—Hola.
Ahora estaba sentado en el suelo, con la espalda contra la pared.
Estaba un poco abatido, todavía estaba desnudo, y aún tenía un
tono de verde que nunca antes había visto en un humano. Levantó
la mano de nuevo, y luego la dejó caer sobre su regazo.
—Ugh —gimió—. No estoy bien. —Volvió a gemir, y luego se
lanzó a vomitar de nuevo. 196
No iba a salir pronto del baño. Estaba enfermo y yo tenía que
ocuparme de él, hacerme cargo. Enjuagué la toalla de nuevo, la
retorcí y se la devolví cuando se sentó.
Realmente no iba a salir del baño muy pronto. Volví a su 04/2019
camarote, tomé una almohada, saqué una sábana de la cama y se la
llevé. Estaba más abatido que antes.
—Aquí —dije suavemente—. Acuéstate. Volveré. —Puse la
sábana sobre él, no es que probablemente le importara en ese
momento, pero mi preocupación era por él, quería cuidarlo
mientras estaba enfermo.
Tiré toda la comida que tenía la bandeja a la basura y limpié
todo lo que pude. Escuché a Foster vomitar unas cuantas veces
más, y no tenía ni idea de qué más hacer. No sabía qué esperar, qué
darle, o qué tan malo podía llegar a ser. Tomé la tablet de Foster,
que había visto que usaba antes para consultar los informes
meteorológicos, así que sabía que tenía conexión a Internet.
Encontré el icono de Google y busqué rápidamente intoxicaciones
alimentarias y ostras, buscando dolencias y todo lo que podía
hacer para ayudarlo y saber qué esperar. ¿Qué tan enfermo se iba
a poner, y cuánto tiempo duraría?
Cuatro búsquedas en Google más tarde, y según el Dr. Google, él
estaría bien en unas pocas horas o moriría de una muerte
dolorosa. Mierda. Debería saber más que Google de cualquier cosa
médica, pero al menos sabía qué hacer. Líquidos, controlar la
temperatura y buscar ayuda médica si las cosas empeoran; sentido
común, en realidad. Dado el hecho de que había vomitado tan
rápido, y tanto, después de comerlas fue una bendición.
El velero se movía mucho más de lo que estaba acostumbrado.
Tal vez el estar enfermo estaba haciendo que las cosas parecieran
peores de lo que eran. Tal vez mi sentido del equilibrio no estaba
funcionando porque estaba preocupado. Las máquinas cerca de la
radio sonaban más de lo normal. ¿O siempre sonaban así y no me
daba cuenta? Nunca les había prestado atención antes porque 197
nunca había tenido que hacerlo.
Maldita sea. Deja de entrar en pánico, Stuart.
Encontré algo de Lucozade20 en el refrigerador y lo llevé al baño.
Él estaba acurrucado en el suelo, con los ojos cerrados, la cabeza 04/2019
sobre la almohada y la sábana medio tirada encima de él. Habría
parecido tranquilo si no estuviera verde.
—¿Foster? —hablé en voz baja. Él gimió.
Dí un paso y levanté el vaso de plástico.
—Necesito que bebas esto.
Gimió su disensión.
—Ayudará.
Abrió los ojos, así que me arrodillé a su lado y le puse el vaso en
los labios. Bebió un poco e hizo una mueca, y después de un largo
momento de indecisión, se sentó para poder vomitar de nuevo en
el inodoro.
Entonces un trueno retumbó en lo alto como si hubiera
extendido la mano y sacudido el mástil.

20
Lucozade es un refresco fabricado por la compañía japonesa Suntory y comercializado
como una gama de bebidas deportivas y energéticas.
—¡Joder! —grité, corriendo por la cabina. Empujé la puerta y salí
hacia un cielo oscuro y tormentoso, las nubes estaban bajas y
retumbantes, y la bandera trasera ondeaba con el viento.
¡Joder!
Subí a la cabina, notando el movimiento del velero mucho más
allá arriba. Tuve que agarrarme mientras nos mecíamos en el agua.
Miré al otro lado del agua. No había más barcos a la vista, los
árboles de la isla se movían mucho, y por si las cosas no estaban lo
suficientemente mal ahora mismo, las nubes se abrieron y
arrojaron agua como si fuera un diluvio.
Cogí lo que pude y tiré las cosas al depósito de debajo del
asiento. Todo lo que era movible o no estaba atornillado entraba
ahí, y para cuando volví a bajar, estaba empapado y el oleaje era 198
aún peor. El velero ahora se mecía como un corcho en el océano.
Y me di cuenta, que las nubes de hace un minuto, expulsaban
agua como un maldito aguacero torrencial: estaba en un velero en
medio del maldito océano con un capitán incapacitado, y no tenía 04/2019
ni idea, absolutamente ninguna idea, de qué hacer.
Corrí al baño para preguntarle a Foster, pero él estaba inclinado
sobre el inodoro, con arcadas secas en la taza. Todo su cuerpo se
agitaba, los músculos de su espalda se estiraban y se deslizaban
bajo su piel. Odiaba darme cuenta de esto en un momento como
éste.
—Uh, ¿Foster?
Se deslizó hacia el suelo y gimió.
—Hay una tormenta —agregué.
Sus ojos se cerraron y gimió. La palidez verde-grisácea de su piel
no era una buena señal. Tomé la toalla de la cara, la enjuagué de
nuevo y le limpié la frente, y el resto de su cara, justo cuando más
truenos retumbaban y los relámpagos rompían el cielo afuera. Nos
estábamos balanceando sólidamente ahora, una sensación que
dudaba que Foster pudiera sentir. Pero no tenía ritmo; era
dentada y se movía con fuerza.
Joder, joder, joder.
Vale, así que estaba haciendo esto yo solo.
Me di cuenta entonces de que las máquinas de Foster estaban
sonando y parpadeando, pero no tenía ni idea de qué hacer con
ellas. Había intentado explicármelo brevemente, y me acordé de él
hablando de comunicaciones y actualizaciones meteorológicas,
pero no le había prestado suficiente atención. No esperaba tener
que saber esto...
Tomé la pantalla de navegación y busqué en el radar
meteorológico. Y una mierda. Había una enorme banda de rojo,
amarillo y blanco que venía del este. Y estábamos sentados en el
lado este de la isla, en el lado este del arrecife.
No sabía mucho de navegación, pero sabía que eso no era bueno. 199
Estábamos justo en su camino.
¿Qué podía hacer? ¿Sentado aquí, indefenso, moviéndose como
un bote de juguete en una bañera turbulenta? ¿Y si el mar se volvía
tan bravo que volcáramos? ¿Era eso posible en un arrecife? 04/2019
Recordé a Foster diciendo que el agua era más profunda en este
lado de la isla, pero nos habíamos quedado aquí porque quería
evitar la interacción humana. Jesús. Estábamos por aquí, en el lado
equivocado de la isla, por mi culpa. Y Foster estaba mortalmente
enfermo.
No era como si pudiera hacer algo. ¿Podría?
El velero se balanceaba ahora. Las cosas en los armarios estaban
empezando a moverse, deslizarse. Me preparé detrás de la mesa
para no caerme, o lesionarme si algo me caía encima.
Hice clic en Google, sin saber qué diablos buscar, y empecé con
lo básico. Hubiera sido casi risible si no estuviera tan asustado.
Navegando en una tormenta.
¿He levado el ancla? ¿Puse las velas y esperé que se salieran del
camino? ¿Me quedé sentado y lo dejé todo en manos de los dioses?
Leí los primeros artículos, y sorprendentemente, encontré unos
cuantos sitios reales de ‘qué hacer’ y lo que decían tenía sentido...
Revisé el mapa del tiempo otra vez. Lo peor de la tormenta ni
siquiera estaba cerca, y por lo que pude ver, estábamos en el peor
punto posible para el impacto.
Tenía que hacer algo.
Entonces un ruido crepitante me asustó muchísimo.
—Aquí la Guardia Costera QF10, Port Douglas. White Knight, por
favor, responda. White Knight, White Knight, por favor, responda.
White Knight. ¡Somos nosotros! ¡Lo de la radio de dos vías!
¡Había alguien hablándonos! Logré llegar a la radio a pesar del
movimiento del barco, agarré la boquilla y presioné el botón. No
tenía ni idea del protocolo de radio náutico o naval.
—¿Hola?
—White Knight, por favor, responda. Cambio. 200
—Este es el White Knight.
Silencio.
Oh.
—Cambio —agregué. 04/2019
—¿Foster Knight? Confirmar. Cambio.
—No. Me llamo Stuart Jenner. Soy un pasajero a bordo del White
Knight. Foster está enfermo. Tiene una intoxicación alimentaria. —
Entonces, silencio. Mierda—. Cambio.
—¿Corre peligro su vida? ¿Necesita un helicóptero de rescate?
Cambio.
—No, no lo creo… —Se comió algunas ostras malas pero un
helicóptero de rescate como en las películas era un poco drástico,
¿no?
—¿Conoce su ubicación? Cambio.
Probablemente quería coordenadas GPS, pero no pude darle esa
información.
—Estamos en la costa este de una isla. Um, las Low Islands o
algo así, no puedo recordar. Cambio.
—¿Está segura su nave? Cambio.
—No sé a qué te refieres con ‘segura’. He guardado todo lo que
había en la cubierta, pero se está poniendo difícil. Nos estamos
moviendo mucho. Me preguntaba si debería tirar del ancla. O
intentar navegar hasta la ensenada que mencionó Foster. —
Silencio—. Oh, cambio.
—¿Es usted capaz de navegar en el barco? ¿Existe un riesgo
probable para la vida? Cambio.
Mierda.
—No sé… —Me froté la cara con la mano mientras el verdadero
miedo empezaba a agarrar mis entrañas. Podía oír a Foster
tratando de vomitar de nuevo, pero su estómago estaba más que
vacío.
—White Knight, por favor, responda. 201
—Oh. Mierda. Lo siento. Cambio. No sé cómo se supone que esto
va a funcionar.
—Podemos tener un barco de la Guardia Costera para vosotros
en setenta y cinco minutos. Por favor, confirme. Cambio. 04/2019
Me impactó, ya sea por estupidez y por una bravuconería
imperfecta o por creer en mí mismo, pero en setenta y cinco
minutos, todo podría haber terminado. No podía quedarme sin
hacer nada y esperar a que una ola nos hiciera pedazos. Tenía que
hacer algo.
—No. Nos llevaré a la ensenada. Cambio.
—Por favor, repita. Cambio.
—Nos llevaré a la ensenada. Estaremos más seguros allí.
Cambio. —Y esta vez, cuando lo dije, salió con más convicción.
Colgué el auricular y recordé a Foster insistiendo sobre el
protocolo de seguridad y dónde estaban los cinturones del
dispositivo de flotación. Levanté el cojín de asiento y, aún
balanceándome con el mar agitado, saqué dos de esos estúpidos
flotadores de cintura. Me puse el mío fácilmente, pero sabía que el
de Foster sería una historia diferente. Entré en el baño y me apoyé
en la puerta. Foster estaba enroscado en una pelota en el suelo,
casi enroscándose alrededor del inodoro. Jesús. También estaba
más gris que verde ahora y no sabía si eso era algo bueno o malo, y
también estaba desnudo pero la sábana estaba enredada a su
alrededor.
—Vale, necesito que te pongas esto —dije, entrando en el baño,
sosteniendo la pared de la ducha y el lavabo para apoyarme con el
balanceo del velero. Me agaché, tratando de agarrarme entre las
paredes con mis pies, y traté de deslizar un extremo por debajo de
él, pero no pude conseguirlo—. Foster, cariño, necesito que
intentes sentarte.
Abrió los ojos y gimió.
—¿Puedes sentarte un poco?
Trató de moverse, así que lo ayudé agarrándolo por el hombro. 202
Era un peso muerto y gemía como si el movimiento lo enfermara.
Tiré de su brazo, probablemente más rudo de lo que debería, y
rápidamente le puse el cinturón alrededor de la cintura, al menos
ahora lo llevaba puesto. Foster se dejó caer al suelo y le levanté la 04/2019
cabeza, más suavemente de lo que lo había hecho con su brazo, y
empujé la almohada debajo de él, y luchó para acurrucarse de
nuevo. Finalmente lo acomodé antes de que se arrodillara y
volviera a vomitar. Ahora tenía la bilis verde, y yo sabía por la
cantidad excesiva de vino barato que había tomado en mis días en
la universidad lo horrible que era eso.
Cuando terminó y se acurrucó en el suelo, tomé la toalla y le
limpié la cara.
—Gracias —murmuró.
Aproveché su momento de claridad.
—Foster, voy a intentar navegar a través de la ensenada. —Un
trueno sonó encima de nosotros—. La tormenta nos golpeará
demasiado fuerte aquí.
Me miró con ojos llorosos y se hundió de nuevo en el suelo. Lo
cubrí de nuevo con la sábana y miré a mi alrededor. Estaba
bastante bien aislado en el baño. En realidad no podía lastimarse
mucho desde el suelo, pero salí y tomé los cojines del asiento y los
puse alrededor de él para que se sintiera mejor.
El barco se balanceaba constantemente y parecía que nos
balanceábamos de lado a lado, no de proa a popa, lo que me decía
que el barco estaba mirando en la dirección equivocada. Empujé la
puerta de la cabina del piloto para abrirla, aunque intentó
aguantar el viento. La empujé fuerte y me abrí camino, sólo para
desear no haberlo hecho.
El cielo estaba más oscuro de lo que recordaba. El viento era más
fuerte, las olas más grandes, la lluvia golpeada muy inclinada. No
podía ver más allá del borde del velero.
Joder.
Miré del alojamiento de la cabina hacia la proa. Las velas estaban 203
bajadas, gracias a Dios. Odiaría imaginar dónde estaríamos si aún
estuvieran izadas. Pero Foster había dejado caer el ancla cuando
llegamos aquí, y yo sabía que debía tirar de ella, así que presioné el
botón para tirar del ancla hacia arriba, pero el remolino de la línea 04/2019
sonaba mal, nervioso y tenso.
¡Joder!
Por la forma en que el agua empujaba contra nosotros, la línea
de anclaje debía estar atascada, sujetándonos, por lo que íbamos
contra las olas.
Golpeado por la lluvia, y agarrándome a la línea de la barandilla
tan fuerte como pude, llegué al ancla. Intenté mirar por encima del
costado del velero para ver si podía ver algo obvio, y sí, estaba
apretada contra el barco.
Joder.
Lo último que tenía que hacer era romperla o que se enganchara
y tirara del costado del velero hacia abajo. Me acerqué al volante y
nos volví en la línea de anclaje, tratando de darle más espacio. El
viento empujó, las olas tiraron, la lluvia cayó, pero el cambio de
ángulo nos hizo retroceder un poco. Sólo lo suficiente. La línea se
arrancaba y empezaba a replegarse, libre de lo que la había
sujetado.
Entonces recordé que Foster me dijo que una vez había
golpeado una tormenta de Categoría 2. ¿Era eso lo que era esto?
¿Una Categoría 2?
Intenté no pensar en eso.
Pero no había entrado en detalles, y no se me ocurrió preguntar.
¡Era información que no debería haber necesitado saber!
Bien, respira, Stuart.
Necesitaba mantener la cabeza en su sitio. Y necesitaba
orientarme.
Cada vez que un rayo iluminaba el cielo, podía ver la isla a mi
izquierda, pero estaba más a las siete y la necesitaba a las nueve. El 204
norte era a las doce en punto y necesitaba ir hacia el norte a la
parte superior de la isla. Giré el volante, tratando de darnos la
vuelta, pero estaba en contra de las olas. Estábamos golpeando las
olas de lado, pero si giraba la proa hacia la tormenta, no iríamos a 04/2019
ninguna parte. Si alejaba la proa de la tormenta, encallaríamos en
la isla. Necesitaba mantener el viento a estribor, tan mal como se
sentía.
No tenía ni idea de lo que estaba haciendo.
El viento me trajo la lluvia a la cara y me empapé hasta los
huesos. Me temblaban las manos. Todo mi cuerpo temblaba. No
hacía frío, estaba muerto de miedo. Pero giré la llave, y cuando el
agua, la lluvia y las olas azotaron el tablero, vi que los medidores
volvían a la vida.
No me di cuenta de que esperaba que el motor no funcionara. No
podía oír el zumbido silencioso del motor durante la tormenta,
pero los medidores me dijeron que estaba funcionando. ¡Mierda!
¿No se suponía que tenía que tirar del ancla después de dar vuelta
el motor? ¡Demasiado tarde ahora! El trueno estalló, los
relámpagos iluminaron el oscuro cielo, asustándome hasta
provocar un miedo irracional en mí. Pero de alguna manera me
hizo concentrarme, y fingí, como siempre había pretendido, que
sabía navegar.
La verdad es que no tenía ni idea de cómo navegar.
Me había agarrado al volante cuando Foster estaba a cargo,
como cuando un niño podía agarrar el volante de un coche,
encaramado en el regazo de su padre.
No tenía ni idea de lo rápido que iba, ni de lo rápido que debía ir.
Presioné el acelerador, no hasta el final. Por mucho que quisiera
pisarlo y correr para escapar de esta pesadilla, sabía que lo mejor
era ser seguro y constante.
Subimos en una ola y pensé que el otro lado se había ido.
Parecíamos caer para siempre, pero aterrizamos con un ruido
sordo, escarbando en aguas bravas en el ángulo equivocado. 205
Jesús. ¿Iba a hacer pedazos el velero?
Luego avanzamos hacia adelante, y todo lo que pude hacer fue
mantener la oscuridad de la isla a mi izquierda. Ni muy cerca, ni
muy lejos. No sabía lo lejos que estaba el arrecife a mi derecha. No 04/2019
sabía hasta dónde tenía que llegar. Todo lo que pude hacer fue
tropezar y tratar de mantener el velero firme. El viento y el agua
nos empujaban, nos empujaban, nos gritaban dentro de la isla,
pero eran afloramientos rocosos, eran arrecifes y corales, aguas
poco profundas, y yo tenía que forzar la proa hacia el norte,
sosteniendo y luchando contra el timón.
Oh, Dios, ¿y si rompo el timón?
Empujé el acelerador un poco más fuerte justo cuando una ola
nos amenazaba, y subimos por su pared, rociados de agua, ya sea
lluvia u océano, no me di cuenta, y me golpearon desde el este. No
sólo agua. Cada duda, cada incertidumbre me invadió,
empapándome hasta los huesos, y una fría y fría comprensión de
que estaba fuera de mi medio aquí, una sensación de hundimiento
de qué he hecho cayó sobre mí desde las nubes de arriba.
Era diferente de cualquier ansiedad que hubiera experimentado
antes. No había paredes que se cerraban sobre mí, no había
presión en mi pecho, no había lucha por respirar.
Esto no era una tormenta personal.
No podía negociar mi salida de esto. No podía hablar con dulzura
ni farolear; no había trato que hacer; no había nada. No podía
mantener mi mirada fija en el escritorio de una sala de juntas y
esperar a que el otro hombre se retirara primero.
Tenía que mantener mis nervios bajo control mientras el oleaje
nos hacía subir y bajar, y tuve que aferrarme a la esperanza
mientras la cresta de una ola amenazaba con estrellarse sobre
nosotros. Sólo la punta blanca era visible en el cielo empapado de
lluvia a mi derecha. 206
Pero no se estrelló sobre nosotros, cedió debajo de nosotros, y
nos balanceamos con el peso de la gravedad en el agua, sólo para
subir de nuevo cuando la siguiente ola se elevó.
Manejé y disminuí la velocidad mientras bajábamos en el valle 04/2019
de una ola, y luego aceleré con la pared de la siguiente. Y había
estado tan ocupado mirando el agua a mi derecha que me olvidé
de vigilar la isla a la izquierda hasta que con el siguiente
relámpago me di cuenta de que no estaba allí.
¡Joder!
¿Había sobrevirado? ¿Me dirigía demasiado al este? Hacia el
arrecife, o peor aún, ¿nos había sacado de la plataforma
continental a aguas abiertas?
El pánico me golpeó con fuerza como un golpe entre las costillas,
y giramos a babor. No pensé en el tiempo ni en la ola que se
aproximaba, y por un segundo pensé que estábamos a punto de
caer al agua. Si hice lo correcto, o la quilla, o simplemente fue
buena suerte, el velero se enderezó y nos levantamos en el agua.
Una subida perceptible de nuevo, entonces nos deslizamos, más
suave, con el viento y el agua, y nos dirigimos hacia el oeste.
Un relámpago estalló arriba, atravesando el horizonte,
mostrando que el cielo estaba oscuro, tormentoso. Llovía de forma
torrencial, eran láminas de agua. Tuve la sensación de que me
había dado la vuelta tantas veces que no sabía en qué dirección
iba.
No podía dejar el timón para revisar la tabla de navegación. Dios,
¿funcionaría? Dado el agua que había en toda la cubierta y la
cabina?
La lluvia estaba ahora a mi espalda, y el viento y el agua nos
llevaron, así que debemos haber ido hacia el oeste. O bastante al
oeste, supongo. ¿Y cuánto tiempo podríamos hacer eso hasta que
nos encontremos con algo? ¿La isla, un arrecife? El coral podía
hacer un agujero en el casco, y en medio de una oleada de pánico 207
que estaba convirtiéndose en algo cercano al terror, empecé a
girar el timón para llevarnos a estribor.
Y entonces un rayo volvió a iluminar el cielo, y lo vi.
A cierta distancia, a unos sesenta metros a babor, apenas visible 04/2019
en la oscuridad de la tormenta, estaba el vaivén y la inclinación de
las palmeras.
La isla.
Había llegado al norte de la isla.
Nos dirigí hacia adentro, más cerca de la orilla, y con la lluvia y el
viento a mi espalda, supe que aún me dirigía hacia el oeste. Ya no
luchábamos contra las olas, estábamos volando con el viento. No
tenía idea de lo cerca que estaba la entrada, pero nos dirigí más
hacia adentro, y las olas trataron de corregir mi curso, pero
necesitaba girar, girar, girar. Necesitaba entrar en la ensenada, no
pasarla. El viento soplaba fuerte, el oleaje intentaba arrojarnos
fuera, y justo cuando salíamos de la borrasca, a la protección de
este pequeño puerto, nos sacudimos, tirando como un bote de
juguete sobre una cuerda.
¿Había encallado? ¿Había chocado con el coral? ¿Había golpeado
algo? ¿O era esto lo que hacían los veleros? ¿Di la vuelta demasiado
rápido?
Luego, como si alguien hubiera pulsado un interruptor, sin
fuerza, sin furia, nos deslizamos por aguas más suaves. La lluvia
seguía cayendo y el viento rugía sobre nosotros, pero el agua no
era ni mucho menos tan brava.
De vuelta al timón, reduje la velocidad y apagué el motor. La
lluvia seguía cayendo, y el viento rugía entre los árboles, y el mar
estaba agitado, pero nada parecido a lo que acabábamos de pasar.
Estábamos protegidos aquí.
Contra todos los pronósticos, contra todo lo que la madre
naturaleza me arrojó, lo había hecho. Nos había llevado a la 208
entrada.
Dios sabía el daño que le había hecho al velero, y estaba seguro
de que Foster me mataría cuando se sintiera mejor... ¡Mierda!
Foster. Tiré el ancla de nuevo, esta vez hasta que golpeó el fondo 04/2019
arenoso, abrí la puerta y casi me caigo por las escaleras. Cerré la
puerta y el silencio era casi ensordecedor.
Sin viento, sin lluvia, sin agua.
Corrí directo al baño y abrí la puerta. Foster seguía en el suelo, al
otro lado del inodoro, de espaldas al cojín del asiento que yo había
puesto allí. No tenía forma de saber si se había movido allí por
voluntad propia o si se había estrellado y se había deslizado con la
dura navegación. Me arrodillé a su lado y le toqué la cara. Todavía
estaba caliente, y un poco de color había vuelto a su rostro, pero
sus ojos se abrieron de golpe aún somnolientos. Se tomó un
segundo para concentrarse en mí, y luego una leve sonrisa tiró de
la comisura de su boca.
—Oye —dije, de repente emocional—. ¿Estás bien?
—Cansado —murmuró. Volvió a cerrar los ojos y no los abrió.
Dormir era algo bueno. Significaba que estaba mejorando.
Me levanté y lo cubrí de nuevo con la sábana y volví con la
botella abierta de Lucozade. Le hice tomar unos sorbos. Aunque al
principio protestó, le expliqué que necesitaba reemplazar sus
electrolitos y eso lo mejoraría. Bebió lo que pudo y pronto se
durmió de nuevo.
Pensando que era mejor dejarlo donde estaba, salí y cerré la
puerta detrás de mí. De pie en medio de la cabina, con el agua
alrededor de mis pies, la adrenalina que había estado corriendo a
través de mí se estrelló a mi alrededor, y la realidad de lo que
había hecho se filtró en mí. Agarré la mesa, dejé caer la cabeza
hacia adelante y lloré.

209

04/2019
CAPÍTULO DIECISÉIS

FOSTER

ME DESPERTÉ en el suelo del baño y noté dos cosas. Me dolía


todo el cuerpo. Parecía como si me hubiera atropellado un camión.
Y llevaba puesto un cinturón de flotación y nada más. ¿Un cinturón
de flotación? 210
Poco a poco, el reconocimiento volvió a mí. Sexo, Stuart, reír,
comer... ostras.
Mi estómago se revolvió de nuevo, aunque no vomité. No creí
que pudiera. 04/2019
Entonces me acordé. Vómitos y vómitos, estar enfermo y
sentirme como si me estuviera muriendo. Peor que la muerte.
Recordé haber deseado la muerte. La habría acogido con agrado.
Me senté, cada músculo de mi cuerpo protestaba. Me dolía el
estómago y las costillas después de haber estado muy enfermo
durante horas. Me dolía la espalda y las caderas, probablemente
por dormir en el suelo.
Había media botella de Lucozade en el suelo a mi lado, cojines
del asiento de la mesa alrededor del suelo.
¿Qué demonios?
Entonces recordé a Stuart limpiándome la cara, preguntándome
si me sentía bien, su mirada de verdadera preocupación. Stuart.
Me puse de pie, sintiéndome mareado y muy dolorido, pero por
lo demás bien. Definitivamente me sentía mejor, sobreviviría. Me
envolví una toalla alrededor de la cintura, abrí la puerta y miré en
su camarote. La cama estaba deshecha pero vacía, así que
rápidamente me puse unos pantalones cortos, y luego encontré
que el salón y la cocina también estaban vacíos. Las cosas parecían
un poco desparramadas, pero mi primera preocupación era Stuart.
¿Dónde estaba él?
La puerta de la cabina estaba cerrada, así que la abrí y subí las
escaleras. El cielo estaba azul, el agua tranquila, y como el sol
estaba apenas sobre el horizonte, supongo que eran apenas las
seis y media de la mañana. Pero no había ninguna señal de Stuart...
y entonces me di cuenta de la isla.
No estábamos donde se suponía que debíamos estar.
Lo último que recuerdo es haber estado en el lado este de la isla.
Cuando fuimos a mi cabina ayer, estábamos definitivamente en el
lado este de la isla, lejos de la gente y de los ojos curiosos. 211
Habíamos pasado horas en la cama, pero definitivamente
estábamos en el lado este de Low Island, y ahora ¿estábamos en la
ensenada?
¿Qué diablos...? 04/2019
—¿Stuart? —llamé a la puerta. No estaba nadando en la parte
trasera del velero. La escalera no estaba abajo—. ¡Stuart! —Con el
corazón en la garganta, corrí bajo cubierta y abrí las dos puertas
cerradas de la cabina, y allí estaba él... en mi cama.
Las palabras nunca describirían el alivio que sentí.
Se incorporó, con los ojos nublados, e intentó levantarse de la
cama.
—¿Qué pasa? ¿Foster estás bien? —Luego parpadeó y se detuvo,
con un pie en el suelo. Me vio y se hundió—. Oh. Hey.
—Hey —le contesté. Entonces noté el cinturón de flotación en el
suelo, el montón de toallas mojadas al lado —¿Qué pasó?
—Tuviste una intoxicación alimentaria —dijo, sentándose en la
cama, restregándose ambas manos sobre la cara, y luego
entrecerró los ojos antes de darme una sonrisa cansada—. Pero te
ves mucho mejor. ¿Qué hora es? ¿Cómo te sientes?
—Me siento... No sé cómo me siento. Quiero decir, ¿qué pasó?
¿Por qué estamos en la ensenada?
—Hubo una tormenta —dijo, frunciendo el ceño—. Fue mala. No
sabía qué más hacer, y recordé que dijiste que la ensenada sería
más segura.
—¿Así que zarpaste? ¿Mi velero? —Volví a sentir náuseas; eso
no tenía nada que ver con comer marisco en mal estado.
—Estabas en el suelo —dijo, una expresión de dolor en su
cara—. Con un tono de verde que ninguna persona debería tener.
Estaba jodidamente estresado y asustado, y no sabía qué más
hacer. —Se levantó de la cama e intentó pasar a mi lado.
Le agarré del brazo.
—Para. No estoy enojado. 212
Se giró para mirarme, pero el conjunto defensivo de su
mandíbula no había disminuido en absoluto.
—Estoy conmocionado —admití—. Y lo siento. No puedo creer
que hayas hecho eso. 04/2019
Se soltó el brazo.
—No tenía muchas opciones. Era eso o el helicóptero de
rescate...
—¿El helicóptero de rescate? —Estaba seguro de que casi se me
salían los ojos de las órbitas.
—Estabas verde. En el suelo. Hubo una gran tormenta, y pensé
que íbamos a zozobrar. Te llamaron por radio. Yo no los llamé. Ni
siquiera sabía cómo hablar sobre todo esto, sobre esa mierda.
Obviamente pensó que aún estaba enojado con él, pero sólo
trataba de entenderlo todo. Puse mi mano en su hombro.
—¡Oye, ya has navegado!
Finalmente sonrió, la tensión entre nosotros estaba
disminuyendo.
—Y te puse el cinturón por si nos caíamos por la borda.
Deslicé mi mano por su brazo hasta sus dedos y les di un
apretón. No me había perdido lo que dijo antes, sólo trataba de
ponerme al día.
—Estabas asustado.
—Petrificado.
—Lo siento mucho.
—No fue tu culpa —susurró.
Ambos sabíamos que eso no era verdad. Yo era responsable de
su bienestar aquí, y había fracasado. Épicamente.
Una ola de cansancio cayó sobre mí, y mi estómago se retorció
con náuseas, vómitos reales esta vez.
—Necesito sentarme —dije. Me desabroché el cinturón y lo tiré.
—Ve a ducharte —sugirió—. Te hará sentir mejor. Te haré un 213
poco de té negro.
—¿Me lo contarás todo entonces? —le pregunté.
Asintió.
—Creo que podemos esperar una visita del barco de la Guardia 04/2019
Costera. Al menos, eso dijeron anoche cuando les dije que había
llegado a la ensenada.
Asentí.
—Siento mucho que hayas tenido que pasar por eso.
Me dio una sonrisa que no le llegaba al rostro.
—Ve a ducharte. Pondré la tetera a calentar. Luego puedes
revisar tu bote para ver el daño que le hice.
—¿Daño?
Se encogió de hombros y se volvió hacia el fregadero,
ocupándose de la tetera.

TENÍA RAZÓN sobre la ducha. Me hizo sentir mucho mejor.


Humano, casi. Pero estaba equivocado sobre el daño. No había
ninguno. Todo estaba perfecto. Mejor que perfecto. Probablemente
evitó daños navegando alrededor de la isla.
Se quedó de pie en la cubierta, mirando a los árboles, un poco
perplejo.
—¿Qué pasa? —le pregunté.
—¿Cómo puede no haber daños? Esperaba árboles caídos o con
ramas rotas.
Le froté el brazo.
—Sufren ciclones aquí y se recuperan.
Me dio una pequeña sonrisa.
—¿Y el velero?
—Ella está perfecta. Gracias.
—¿Por qué me das las gracias? 214
—Por salvar mi velero. Por salvarnos. Por cuidar de mí. Por
estar tan asustado como el infierno, pero ser lo suficientemente
valiente para hacerlo de todos modos.
—Sólo hice lo que cualquiera haría —murmuró. 04/2019
—No, hiciste lo que poca gente podía hacer, Stuart. —Esperé a
que me mirara—. No puedo recordar mucho de anoche. Nada de la
tormenta. Pero recuerdo haber estado enfermo como el infierno y
haber visto tu cara, haberme cuidado, haberme limpiado la cara,
haberme hecho beber. —Le sonreí—. Gracias. No mucha gente
habría hecho eso tampoco.
—Estaba preocupado por ti —dijo gentilmente. Entonces sus
ojos se encontraron con los míos, y esa rara vulnerabilidad había
vuelto—. Estaba muy asustado.
Le puse la mano en el cuello y lo puse contra mí.
—Lo hiciste muy bien, Stu. ¿Y sabes qué? —Me eché hacia atrás
y le sostuve el brazo, así que tuvo que mirarme—. Antes dijiste que
no eras lo suficientemente valiente para cambiar tu vida. Bueno,
acabas de demostrar que lo eres.
Hizo una mueca y puso una mirada en sus ojos que no pude
identificar. Luego pareció cambiar de táctica.
—¿Puedo preguntarte algo?
—Por supuesto.
—White Knight, el nombre de tu velero… —Casi sonríe—. No lo
pensé mucho, pero el guardacostas siguió repitiéndolo. Entiendo
que es tu nombre, pero ¿significa lo que creo que significa?
Sonreí.
—Si piensas que significa una adquisición corporativa amistosa
que supera la adquisición hostil de un caballero negro, estarías en
lo cierto.
Asintió lentamente.
—Eso pensé.
—Mis días de hostilidad corporativa han terminado. Me pareció
apropiado. 215
—Lo es. —Tragó con fuerza y luego preguntó: —¿Cómo te
sientes?
—No bien. Mejor que bien. Gracias a ti. —Tomé su mano y
entrelacé nuestros dedos. Fue de alguna manera, a pesar de todo el 04/2019
sexo y los besos que habíamos compartido, uno de nuestros
momentos más íntimos—. Será mejor que llame a la Guardia
Costera.
Asintió.
—Sí. Y discúlpame por mi falta de conocimiento del protocolo.
—¿De verdad iban a salir?
Se encogió de hombros y puso una cara pensativa.
—Eso creo. ¿Cómo sabían dónde estábamos?
—Rastreo en vivo. Estoy registrado, y probablemente me
estaban haciendo una llamada de advertencia, viendo venir la
tormenta y que nuestro faro no se movía.
Suspiró.
—Bueno, me alegro. Me sentí muy solo aquí anoche. —Miró a
través de la pintoresca isla, tranquila y hermosa como era—. No
puedo creer que sea el mismo lugar.
Levanté su mano a mis labios y besé primero sus nudillos, luego
la palma de la mano.
—Gracias. Por todo lo que hiciste. Siempre supe que estabas
escuchando cuando te decía cómo navegar y qué hacer, pero no
pensé que lo necesitarías.
—Yo tampoco.
Había una quietud en él, y yo no estaba seguro de la causa de
ello. ¿Todavía estaba agitado por lo de anoche? ¿O estaba
enfadado? ¿Creía que yo era irresponsable? ¿Quería irse?
—Así que —me cubrí—. Todavía tienes un día más. ¿Querías
volver pronto a Cairns?
Frunció el ceño.
—¿Por qué? ¿Sigues sintiéndote mal? 216
—No, sólo pensé que podrías haber tenido suficiente emoción
por un día para que te durara un tiempo.
—Para que me dure para siempre —añadió. Pero luego respiró
hondo y me dio media sonrisa—. No quiero volver temprano. 04/2019
No quiero volver en absoluto, y esperaba que lo dijera. Pero sólo
había silencio. ¿Estaba en la misma página? ¿Sintió lo mismo que
yo? Antes de que pudiera preguntar, tiró de mi mano y me llevó a
las escaleras.
—Vamos. Vamos a conseguirte ese té, y puedes llamar a la
Guardia Costera antes de que vengan a buscarnos.

LA LLAMADA a la Guardia Costera fue breve pero informativa.


Era una tormenta de Categoría 2, no súper peligrosa en absoluto,
pero Stuart había zarpado y navegado, solo, en la oscuridad, solo.
Con lluvia torrencial, vientos huracanados, marejadas fuertes. No
creo que se haya dado cuenta del alcance de sus acciones.
¿Hubiéramos corrido peligro si no nos hubiera llevado a la
ensenada protegida? Imposible de decir, pero era probable.
Había hecho lo correcto. Había hecho algo muy valiente.
—Oh —le hablé a la boquilla—. El Sr. Jenner se disculpa por no
saber el protocolo de radio. Cambio.
La respuesta de la Guardia Costera fue un sonido alegre.
—Asegúrate de enseñarle si va a seguir navegando. Y dile que lo
hizo muy bien. Cambio.
Le sonreí a Stuart, que estaba sentado a la mesa y escuchando
toda la conversación.
—Lo haré. Cambio y corto.
Coloqué el receptor de dos vías en su base y me acerqué a él.
Había hecho té negro y un pedazo de pan tostado. 217
—¿Querías probar a comer algo?
Mi estómago se revolvió y negué con la cabeza.
—Aún no. Me llevaré el té, sin embargo.
Las cosas estaban tranquilas entre nosotros, no del todo en el 04/2019
buen sentido, pero tampoco en el malo. Era como tuviéramos
muchas cosas que decir, como si el aire tuviera que ser despejado.
—Te debo mucho —comencé—. Por lo de anoche. Por cuidar de
mí y navegar con la tormenta. Eso realmente requirió agallas. Sé
que no eres bueno con los cumplidos personales, pero estoy muy
orgulloso de ti.
Se sonrojó y, aunque no dijo nada en respuesta, me dio una
pequeña sonrisa. Luego, en la forma típica de Stuart, cambió de
tema.
—Así que, tengo un día más. Una noche más...
Bebí mi té y esperé a ver cómo reaccionaría mi estómago.
—¿Qué querías hacer?
—No quiero hacer nada —contestó casi susurrando—. Quiero
sentarme en cubierta y no perderme un minuto de la vista, el sol.
No quería perderse ni un minuto hoy porque se iba mañana. Y
de repente el té fue una mala idea. Lo aparté y traté de sonreírle.
—Entonces eso es lo que haremos.
—Contigo —añadió, mirándome a los ojos—. Quiero sentarme
contigo. Y no perder ni un minuto contigo.
Mi corazón golpeó contra mis costillas.
—Yo también quiero eso.
Sonrió con tristeza, y luego se iluminó como si tuviera que darse
ánimos a sí mismo.
—Entonces iré a cambiarme.
Será el Speedo blanco.
Me reí a pesar de sentirme mal y con el corazón pesado.
Mientras él se cambiaba y subía a la cubierta, yo limpiaba el
baño y desinfectaba lo que podía. La limpieza del lugar donde
había estado enfermo me hizo sentir un poco mejor, así que tomé 218
unas galletas saladas y una botella fresca de Lucozade, y cuando lo
encontré arriba, estaba tumbado boca abajo sobre una toalla,
tomando el sol habiendo alcanzado un buen bronceado.
—Me preguntaba dónde estabas —murmuró, con los ojos 04/2019
cerrados.
Me senté a su lado y luego me acosté de lado para poder estudiar
su rostro.
—Eres realmente hermoso —dije, tan suave como la brisa.
Sus labios se curvaron en una sonrisa; sus párpados se abrieron
lentamente.
—Como tú.
—Me has visto en mi peor momento —le dije—. Anoche,
violentamente enfermo. Mientras estaba completamente desnudo.
Apenas era hermoso.
Soltó una carcajada y rodó sobre su lado, nuestros cuerpos,
nuestras caras, a sólo unos centímetros de distancia.
Pasó sus dedos por el cabello en mi sien.
—¿Te sientes mejor?
Asentí.
—Un poco. Pero no estoy seguro de poder participar en los
últimos maratones de sexo. Lo siento.
Me miró a los ojos y finalmente me dijo:
—No me importa. Sólo quiero esto. Estar aquí contigo, así.
Y así es exactamente como nos quedamos. Se me acercó,
arrastrando los pies hasta que pudo usar mi brazo como su
almohada, y se durmió. Dado que había tenido una noche tan
horrible, dudé que hubiera dormido mucho, así que no me importó
en absoluto. Me dio tiempo para saborear la tranquilidad, lo tácito,
la cercanía. A él en mis brazos al calor del sol.
Luego, más tarde, cuando el sol calentó demasiado, nadamos en
el agua fría de la ensenada. Sólo entré brevemente, pero me senté
al borde de la cubierta con los pies en el agua y lo observé. 219
Después de eso, nos sentamos en el asiento del banco en la cabina
del piloto, apoyándome contra el extremo y él entre mis piernas,
su espalda contra mi pecho, para que pudiera besar la parte
superior de su cabeza y sostenerlo en mis brazos. 04/2019
Y así fue como pasamos su último día completo. Siempre
tocando, siempre cerca.
Desafortunadamente, tuvimos que volver al continente antes del
atardecer. El plan sería quedarse cerca de Port Douglas y luego
bajar a Cairns por la mañana. Le pregunté si quería ser el que
navegara de vuelta a la costa, pero rápidamente se negó. Se sentó
conmigo mientras yo manejaba el timón, con su mano en mi
pierna.
Nuestro plan original había sido meternos entre Wentworth
Reef y Port Douglas, y podíamos atracar si él quería ir a un
restaurante en el continente. Pero él no quería. No quería bajarse
del velero.
Tenía que sentir lo mismo que yo. Tenía que hacerlo. Necesitaba
tocarme, estar cerca de mí, como si supiera que nuestro tiempo
estaba a punto de terminar y apenas podía soportarlo. Incluso si
no podía decirlo, sus acciones hablaban por si solas.
A la hora de la cena, podía soportar tomar tostadas secas y té,
que comíamos en la cabina del piloto. Había otros barcos
alrededor, no muy cerca, pero a Stuart no parecía importarle
ahora. Ni siquiera parecía darse cuenta. Simplemente se acurrucó
entre mis brazos y vimos la puesta de sol sobre el agua.
La última. Nuestra última noche.
E incluso cuando cayó la noche, ninguno de los dos se movió.
—No quiero que esto termine —susurré, seguido de un beso en
su oreja.
—Yo tampoco —contestó, haciendo que mi sangre cantara y mi
corazón golpeara. Seguramente tuvo que oírlo martilleando en mi
pecho... —Vamos a la cama —murmuró, poniéndose de pie y
tirando de mí con la mano. Cerramos la cabina y entramos en su 220
camarote, donde se despojó de sus Speedos. Su polla estaba llena,
y aunque mi cuerpo reaccionó, no estaba seguro de poder hacerlo.
—Stuart, yo...
Sonrió mientras se deslizaba en la cama desnudo. 04/2019
—No tenemos que hacer nada —dijo, acariciando la cama a su
lado—. Sólo quiero estar contigo.
Me desnudé y apagué las luces, luego me uní a él en la cama. Se
deslizó a mi lado, como hacen los imanes, con su cabeza en la
curva de mi brazo.
Quería decirle que se quedara. Quería decirle que dejara su
trabajo, su antigua vida, y se quedara conmigo. Quería decirle
cómo me sentía.
Pero mientras buscaba las palabras correctas, su respiración se
niveló y se durmió. Lo acerqué y lo abracé, y aunque no podía
oírme, o tal vez porque no podía oírme, dije las palabras de todos
modos.
—Me estoy enamorando de ti.
ME DESPERTÉ sintiéndome mucho mejor. Y me desperté con el
culo de Stuart apretado contra mi polla. Tal vez esa fue la razón
por la que me sentía tan bien, pero de cualquier manera, fue una
forma muy agradable de despertar.
El cielo estaba apenas iluminado, así que supe que era temprano
y le pasé la mano por encima de la cadera.
—Buenos días —murmuró, aún con sueño.
Besé su nuca y mi columna vertebral se curvó
involuntariamente, presionando mis caderas fuerte y ardiente
contra él.
—Buenos días.
Entonces recordé que era su último día, y me quedé helado. 221
—Me voy hoy —susurró como si supiera adónde había ido mi
mente. Le besé el hombro.
—Lo sé.
Presionó su culo contra mí. 04/2019
—Una última vez —dijo bruscamente—. Por favor. —Un
estremecimiento me recorrió, y gimió bajo en su garganta.
—Quédate aquí —le contesté. Me acerqué al cabecero de la
cama, encontrando rápidamente lo que necesitaba. Me preparé y
luego a él. Los dedos resbaladizos encontraron su agujero y se
arqueó hacia mí.
—No —gimió—. Te necesito. Dentro de mí. Sólo hazlo.
—No estás listo —le contesté, pero él levantó su pierna, se
acercó por detrás para agarrar mi polla y me guió dentro de él.
Le penetré lentamente, y arqueó la espalda, dándome un mejor
acceso, y me deslicé dentro.
—Oh, joder, Stuart —respiré, tratando de detener la urgencia, el
deseo de embestirlo.
Agarré su cadera y suavemente le mordí el hombro, y gritó,
arqueando la espalda un poco más.
—Foster, por favor. Quiero sentirlo durante días. Hazme sentirlo
durante días.
Oh, joder.
Así que lo agarré un poco más fuerte y empujé más profundo.
Gimió, largo y bajo, y empezó a acariciarse a sí mismo.
—Muévete dentro de mí —suplicó—. Fóllame. —Así que lo hice.
Lo empujé sobre su estómago, rodando sobre él, y antes de que
pudiera quejarse, le embestí duro. Justo como le gustaba. Justo
como lo necesitaba.
Salí un poco y me metí más profundamente, hasta el fondo.
Agarró las sábanas, gritando mientras enterraba todo mi cuerpo
dentro de él. Pero levantó el culo y movió las caderas, y yo embestí
con fuerza. 222
Deslicé mis brazos bajo su pecho y me aferré a él mientras le
daba exactamente lo que quería. Entonces me detuve, dejándolo
saborear la sensación de ser poseído, y le besé la nuca para decirle
que no me dejara. Y empujé profundamente, mordiendo la piel de 04/2019
su hombro para rogarle que se quedara.
Y él se corrió en respuesta, temblando debajo de mí, apretando
mi polla y ordeñando mi orgasmo de mis huesos, de mi alma. Me
corrí tan fuerte, sosteniéndolo, enterrado tan profundamente
dentro de él.
Pero no pude encontrar las palabras. El habla se me escapó, el
miedo me envolvió. Y todo lo que quería decir quedó sin decir.

NAVEGAMOS POR LA COSTA, serpenteando en un viento lento y


evitando una conversación que necesitábamos tener. Una
conversación que ninguno de los dos quería empezar. Desapareció
bajo cubierta mientras yo me concentraba en navegar, y eso me
dio tiempo para preparar mentalmente las palabras que
necesitaba decir.
Cuando subió las escaleras, con pasos lentos, supe que esto era
todo. Me encontré con su mirada y respiré hondo, listo para poner
mi corazón en juego.
—He hecho las maletas —dijo.
Parpadeé.
—¿Que has hecho qué?
—Ya he hecho las maletas. Estoy listo para partir. —Dejó
escapar un suspiro lento—. Mi vuelo es a las doce.
Quité la mano del volante y me quedé mirando, estupefacto.
—O no.
—¿Qué? 223
Mi corazón estaba en mi garganta y apenas podía tragar.
—O podrías no irte. —Mi discurso no iba a salir bien. Las
visiones que tenía en mi cabeza de darle un discurso romántico
sobre seguir a su corazón y elegirme estaban yendo horriblemente 04/2019
mal—. Podrías quedarte.
Me sonrió con tristeza.
—No puedo.
—¿Por qué no?
Se pasó la mano por el pelo y miró hacia el mar.
—Tengo una vida allí. No puedo simplemente alejarme.
—Sí que puedes. No eres feliz allí. Tú lo has dicho. Dijiste que
querías quedarte aquí. Conmigo.
—Dije que ojalá pudiera. —Su triste sonrisa se convirtió en una
de pena—. Pero fue sólo un sueño tonto. No era real.
Esas palabras me dolieron como si me hubiera abofeteado.
—Era real para mí.
—Foster —comenzó a decir, alcanzándome.
Alejé mi brazo de él.
—Olvídalo. No me di cuenta que nada de esto era real para ti.
Debería haberme dado cuenta, y solo fui un idiota. Lo siento.
—Foster, eso no es lo que quise decir...
—Creo que está bastante claro lo que querías decir. —Miré a la
proa del velero y levanté la barbilla. Esta conversación se acabó
aquí. Ya había terminado. Había bajado tontamente la guardia y
mira adónde me llevó.
—Yo sólo...
—Pronto llegaremos a puerto —hablé por él.
Era un hombre inteligente; entendió la indirecta. Se sentó en el
asiento del banco, no cerca de mí como siempre, y sacó el teléfono
de su bolsillo. Lo encendió, y en los segundos siguientes,
empezaron a sonar los pitidos. Y no se detuvieron.
Mensajes. Emails. Llamadas perdidas.
Sus hombros se hundían más y más con cada sonido. 224
Simplemente se sentó allí y miró la pantalla mientras el teléfono
seguía sonando, y luego sonó. Pero no contestó. Sólo se sentó y lo
miró fijamente.
Y un rayo de esperanza se apoderó de mi pecho. 04/2019
No quería esa vida. La odiaba, y lo estaba matando. Como casi
me había matado a mí.
—¿Vas a responder a eso? —pregunté señalando al teléfono.
Su mirada se encontró con la mía y sus ojos brillaron como si
estuviera luchando contra las lágrimas. Pero había tensión en su
mandíbula y sus fosas nasales se abrieron de par en par, y se
levantó de su asiento y se fue, bajando las escaleras, antes de que
yo pudiera parpadear.
—Stuart —grité, pero un portazo fue su única respuesta.
No podía dejar el volante. Estábamos llegando a puerto, había
mucho tráfico, y yo necesitaba estar al timón. Y traté de ver la
razón, y traté de ver las cosas desde su perspectiva. Después de
todo, yo había estado en su lugar. Sabía exactamente por lo que
estaba pasando.
Pero me cabreaba más cuanto más cerca del puerto estábamos.
Sabía exactamente qué tipo de persona se necesitaba para hacer
el trabajo que él hacía, y se necesitaba testarudez, ego y desafío. Y
yo tenía a los tres en picas. Si pensó que podía maniobrar mejor
que yo, estaba equivocado.
Si quería irse, que así fuera. Tiré de la vela mayor, pateé el motor
y navegué hasta el puerto.
Estaba ocupado, como siempre, y eso también me molestó.
Había barcos, cruceros, negocios, todos pasando sus días como si
nada estuviera mal. En tierra, había gente que no se preocupaba
por nada en el mundo, caminando, trotando, paseando con perros
o empujando cochecitos de niños. Las palmeras se balanceaban
como si mi mundo no se acabara.
Como si mi corazón no se estuviera rompiendo. 225
Amarré el velero y esperé a que subiera. Si se bajaba de este
barco, podría mirarme a los ojos mientras lo hacía.
Finalmente, después de lo que le pareció una eternidad, entró en
la cabina del piloto, vestido con unos pantalones cortos adecuados 04/2019
y una camisa, con un bolso en la mano. Dios mío, se está yendo de
verdad.
Ni siquiera traté de ocultar la ira en mi voz.
—No creí que te fueras a plegar.
—¿Plegar?
—Como una baraja de cartas. Pensé que eras un hombre íntegro
que creía en sí mismo y que podía tomar decisiones valientes y
mantener su posición. Pero aparentemente me equivoqué.
La ira instantánea se encendió en sus ojos, y me señaló con el
dedo.
—No puedes juzgarme. No puedes decir lo que es correcto para
mí. Tengo toda una vida en Brisbane. Gente que depende de mí.
—Mentira. Tienes un jefe que te reemplazaría antes de que la
tinta de tu carta de renuncia se secara. Tienes tipos con los que te
encuentras para rascarte una picazón física. Si no es contigo con
quien lo consiguen, encontrarán a alguien más. Igual que tú lo
harías.
Sus fosas nasales se abrieron.
—Igual que yo, ¿quieres decir eso?
—Lo que teníamos era más que eso, y lo sabes.
Levantó las manos, ganando la frustración.
—¿Qué quieres que diga? ¿Que renunciaré a mi trabajo y me
mudaré aquí para estar contigo? ¿Crees que podríamos tener un
final de cuento de hadas, navegar juntos hacia la puesta de sol?
Esta no es una maldita película de Disney, Foster.
—Soy muy consciente de ello, Stuart. Y nunca esperé que me
quisieras. No estoy ciego, carajo. Tú eres un gran financiero joven,
y yo soy un tipo fracasado que no pudo con todo. Así que no, nunca 226
esperé que me quisieras, pero sí que te mantuvieras firme.
—¿Firme para qué? —gritó.
Dios, ¿está jodidamente ciego?
—Para vivir la vida que quieres. No la vida que te sientes 04/2019
obligado a vivir. Sólo tienes una vida y no eres feliz en la tuya. Haz
el cambio. Renuncia. No tienes que mudarte aquí, aunque me
encantaría que lo hicieras. Haz lo que te haga feliz.
Se quedó mirando durante mucho tiempo. Su teléfono sonó,
mensaje tras mensaje, y cuando sonó, miró a la pantalla.
—¡Joder! —gruñó frustrado—. Tengo que cogerlo.
—Sí, está bien. Lo entiendo —murmuré, la lucha en mí
desapareció. Todo mi discurso mental había salido muy mal, pero
al final, no importaba nada. Se había acabado. Iba a irse, e iba a
dejarlo irse. No podía hacer que se quedara.
Respondió a la llamada.
—Stuart Jenner... Sí, por supuesto. ¿Puedes esperar un segundo y
tendrás toda mi atención...? Gracias. —Puso el teléfono sobre su
pecho y extendió su mano para que yo se la estrechara—. Foster,
tengo que irme.
¿Estrecharnos la mano? ¿Después de todo lo que hicimos juntos?
No me lo imaginaba.
Le miré la mano, sin ocultar lo ofendido que estaba. Se
avergonzó y bajó la mano.
—Nunca fui bueno para las despedidas —susurró.
Quería abrazarlo. Quería aplastarlo contra mí, sentir cada colina
y cada valle de su cuerpo contra el mío, donde encajaba tan bien.
Quería besarlo una vez más... Pero en vez de eso, di un paso atrás y
se lo puse fácil.
Asintió.
—Foster... Gracias por todo. Tuve las mejores dos semanas... de
mi vida. Nunca olvidaré… —Tragó saliva—. Gracias. Siento no
haber podido ser lo que pensabas... 227
Asentí, decidido a no dejar que mis emociones se manifestaran.
—Adiós, Stuart.
Recogió su bolso y se puso el teléfono en la oreja al salir del
embarcadero. Me quedé ahí de pie bajo el sol abrasador y los 04/2019
cálidos vientos tropicales sintiéndome frío y pesado. Lo vi subir a
un taxi, y lo vi alejarse, con el teléfono todavía en la oreja. No miró
hacia atrás. Ni siquiera saludó.
Así que eso fue todo.
Se había ido.

VOLVÍ a bordo de mi velero, completé una revisión de todos los


sistemas, rellené los cuadernos de bitácora, luego desmonté las
camas, vacié los contenedores, limpié y esterilicé todo. Como
siempre hacía después de cada trabajo. Mecánicamente. Sin
sentimientos. Entumecido.
Luego me puse a prepararlo todo para el próximo lote de
clientes, que llegaría en dos días. Aparentemente, tenía dos parejas
de Japón reservadas para un crucero de tres días. Sólo uno corto
esta vez, no dos semanas. Hice una nota mental para decirle a la
oficina central que preferiría no hacer más trabajos largos. Nada
de más de una semana, decidí. Y nunca con un solo cliente.
Era demasiado personal, demasiado íntimo. Estaba demasiado
involucrado.
Recibí la lista de detalles de la oficina central para el siguiente
trabajo, incluyendo los requerimientos de comida, y puse una
orden de compra para ser entregada a primera hora de la mañana
de nuestra partida.
Tuve visiones locas de Stuart apareciendo en el muelle,
corriendo como en una estúpida película romántica, diciéndome
que no pudo subir a bordo del avión. Diciéndome que no podía 228
irse, que quería estar conmigo.
Pero no lo hizo.
Y cuando mi trabajo estaba hecho y el sol se puso, el cielo se
oscureció, supe que realmente se había ido. Estaba realmente solo. 04/2019
A pesar del ruido del puerto, del puerto deportivo, de las voces,
de los pájaros, nunca me había sentido tan solo. Tomé la botella de
tequila y me senté en mi mesa. Antes de Stuart, me gustaba el
silencio. Ahora era lo último que quería.
Me tomé un trago, pero no sabía igual.
Necesitaba lamer la sal de su piel, morder el limón de su boca
para que volviera a tener el mismo sabor.
Cuando mi teléfono sonó con un mensaje de texto, mi corazón
dio un salto. ¿Era él? ¿Se quedó? Vi su nombre y las mariposas
inundaron mi estómago.
Estoy en casa. Ojalá no lo estuviera.
Me voy a Sydney por la mañana. Ojalá no tuviera que ir.
Lamento cómo terminaron las cosas.
Ojalá fuera tan valiente como tú.
Pude ser el verdadero yo contigo, por primera vez en mi vida.
Nunca te olvidaré.
Cada vez que vea una puesta de sol o un amanecer, pensaré en ti.
Una playa, un velero, una botella de tequila.
Gente enamorada.
Pensaré en ti.

MI CORAZÓN SE ENCOGIÓ dolorosamente. Lágrimas de rabia,


lágrimas de un corazón roto llenaron mis ojos, y tiré mi teléfono
contra la pared de mierda.
Que se joda.
Que se joda por venir aquí, por hacerme darme cuenta de lo que 229
me estoy perdiendo. Pero sobre todo, que se joda por irse.
No respondería. No pude hacerlo. Eso no cambió nada.

04/2019

DOS DÍAS DESPUÉS, conocí a mis nuevos clientes en el muelle


del puerto, como siempre hacía. Fueron muy amables, muy
educados, siempre asintiendo, siempre sonriendo.
Pero no me desafiaron, no como Stuart. No me dieron nada de sí
mismos, no como Stuart. No me hablaron durante horas, no me
hicieron reír, no me hicieron sentir nada, no como Stuart.
La puesta de sol no era la misma.
El amanecer no tenía la misma sensación de posibilidad infinita.
Mi velero, mi casa no era la misma.
El sol, el viento, el océano no eran lo mismo.
Entonces me impactó con la claridad de un apretón de mi
corazón, que no era verdad. Todo estaba exactamente igual. Todo
estaba como debía estar. Lo que era diferente era yo.
CAPÍTULO DIECISIETE

STUART

ODIABA SYDNEY. No pertenecía a este lugar, y la probabilidad


de que me mudara aquí era un gran bulto en mis entrañas. No
quería estar aquí. Ni por estas dos semanas, ni por esta fusión, ni
por nada. 230
La ciudad gris y sombría a través de ventanas salpicadas de
lluvia empatizó con mi estado de ánimo. No quería estar aquí.
Quería estar a miles de kilómetros en un velero blanco rodeado
de millas de azul. 04/2019
Agua azul, cielo azul, ojos azules...
Este acuerdo en Sydney era muy importante, y yo había estado
aquí como analista con Paulington, con mi jefe Gerard Soto,
durante dos semanas para ultimar los detalles. Bull & Keo era el
pez más grande del estanque corporativo, y querían que me
quedara. No intentaron ocultarlo, diciéndole en broma a Gerard
que podía hacerlo mejor con ellos. Me invitaron a cenar, bajo el
pretexto de hacer negocios con Paulington, aunque tratando de
atraerme a su lado de una línea muy lucrativa.
Me ofrecieron un montón de dinero, y me ofrecieron una
selección de lugares. Sydney, Singapur, Yakarta. Podría elegir, ser
parte de su equipo global y conquistar el mundo.
No podía conseguir algo más grande que esto.
Era todo por lo que me había dejado el culo trabajando. Era una
oferta por la que otros matarían, y debería haberla cogido con las
dos manos. No debería haber dudado. No debí decirles que
necesitaría tiempo para considerar su oferta.
Mi cerebro me decía que lo tomara, lo tomara, lo tomara. Mi
corazón anhelaba otra cosa. A alguien más.
Alguien más que no había respondido a mi mensaje. Alguien más
que me había dicho que no tenía agallas, que me había dejado
marchar.
Había enviado otros mensajes...
Lo siento mucho.
Estaba equivocado.
Si pudiera estar de pie en ese muelle una vez más...
No respondió a ninguno de ellos. Por supuesto que no lo había
hecho. Había tenido el valor de decírmelo a la cara. 231
Miré por la ventana, con el corazón pesado y perdido, sin
interesarme por el trato que ya se había hecho, la forma en que la
gente se daba la mano y felicitaba, aplaudía y sonreía.
—Bien hecho, Sr. Jenner —me dijeron. Me animaron, me 04/2019
agradecieron, me felicitaron en una neblina sin sentido y me
llevaron al muelle de King Street, a un restaurante de comida fina
en Darling Harbour. Estaba rodeado de trajes italianos, champán
francés y cigarros cubanos, en medio de conversaciones huecas y
promesas vacías. Mientras estábamos sentados en la larga mesa
para acomodar a los doce comensales, la riqueza y el poder que me
rodeaban eran asombrosos. Los hombres de esta mesa influían en
las economías mundiales.
Una burbuja de pánico comenzó a expandirse en mi pecho.
Una mano me dio una palmada en mi brazo.
—Acostúmbrese a los elogios, Sr. Jenner. Cuando trabaje para
nosotros, esta será su nueva normalidad.
Maldito infierno.
Yo no quería esto.
No quería países exóticos, oportunidades extraordinarias, trajes
caros en apartamentos ejecutivos. Yo no quería nada de eso.
Miré al otro lado del puerto, a los cruceros, a los taxis acuáticos,
a los veleros...
Me pusieron una copa de champán en la mano y ni siquiera
podía hablar. Estaba a punto de tener un ataque de pánico delante
de todos. No me llegaba el aire a los pulmones. Mi corazón latía
fuera de ritmo.
—¿Sr. Jenner? ¿Está todo bien?
Miré las caras preocupadas en la mesa. Respira, Stuart.
Pero no pude lograrlo, y la burbuja de pánico se expandió un
poco más. Me estaba volviendo loco. Necesitaba aire fresco y...
¿Qué dijo Foster? Habría un momento en que lo sabría. Mi punto
de inflexión, cuando sabría que me iría, estaría claro como el agua.
Cuando llegue ese momento, lo sabrás, dijo. Porque si no te vas, 232
morirás.
Jesús. Él tenía razón.
Intenté respirar, pero no lo logré. Sentía el pecho apretado, las
costillas demasiado pequeñas. 04/2019
—Disculpe, Sr. Jenner —interrumpió un camarero—. Esto es
para Usted, con el mensaje: 'Parece que te vendría bien un trago'.
Deslizó una botella de tequila Alquimia Reserva de Don Adolfo
Extra Añejo frente a mí. El tequila de Foster.
Le eché la mirada al camarero.
—¿Qué? ¿Quién...?
—En el bar —respondió con una educada sonrisa.
Ni siquiera me di cuenta de que estaba de pie hasta que estiré el
cuello, mirando, buscando...
Y ahí estaba él. Sentado en una mesa, recostado como si fuera el
dueño del lugar, vestido con pantalones cortos cargo y una camisa
polo, sus zapatos de cuero, y una sonrisa de comemierda.
Foster.
Casi lloro de alivio. Me picaban los ojos. Mi corazón cantaba.
Nunca había querido nada más.
En ese segundo, en ese momento, todo estaba claro como el
agua.
Quería ir a él, arrastrarme a sus brazos, y nunca irme, pero no
podía moverme. Como si supiera que estaba atascado, se puso de
pie y se acercó casualmente. Estaba tan mal vestido, pero con la
confianza que tenía, podría haber sido el dueño de este lugar y de
todos los que lo habitaban.
Caminó hacia la mesa, mirando a su alrededor a las caras que le
miraban.
—Caballeros. —Luego asintió a algunos en particular—. Jack.
Carlos. Larry. —Lo miraron fijamente como si no pudieran poner
su cara en esa ropa casual. Supongo que sólo estaban
acostumbrados a verle con trajes sastre a medida. 233
Entonces Foster inclinó la cabeza.
—Sr. Shimizu. Siempre es un honor.
El pequeño japonés obviamente lo reconoció inmediatamente
porque también se puso de pie y se inclinó. 04/2019
—Sr. Knight. ¿Qué te trae por aquí? Pensé que ya no estabas
activo. —Tan pronto como el Sr. Shimizu dijo su nombre, los gritos
ahogados rodearon la mesa y las cabezas se movieron en su
dirección.
Foster sonrió.
—Sólo estoy aquí para hacer lo que los caballeros blancos hacen
mejor.
—¿Y qué es eso? —preguntó Larry Sterling desde la cabecera de
la mesa. No parecía muy contento.
Foster le hizo una mueca.
—Una oferta pública de adquisición amistosa que supera a la del
caballero negro. No creo que una adquisición hostil sea necesaria
aquí.
Sterling soltó una carcajada, y podría haber funcionado si no
fuera por el indicio de miedo en sus ojos.
—Y le ruego que me diga, caballero. ¿Por qué compañía tiene
intención de hacer una oferta?
—No quiero ninguna compañía —contestó Foster con suavidad.
Me miró directamente—. Estoy aquí por algo un poco más
personal.
Solté una carcajada, y mis pulmones ardían y mis ojos se
humedecieron como si hubiera estado bajo el agua y acabara de
subir a la superficie.
Foster me miró fijamente.
—¿Qué te parece? ¿Quieres navegar por las Whitsundays
conmigo? ¿Para siempre?
Respondí con un rápido asentimiento.
—Dios, sí. 234
Sonrió.
—Estoy estacionado en doble fila —dijo, asintiendo hacia el
puerto. Miré hacia afuera y pude ver una multitud reunida en el
muelle alrededor de su velero a pesar de la llovizna, maravillada 04/2019
por su belleza.
Le sonreí, cada célula de mi cuerpo zumbando.
—¿Estás listo? —preguntó.
Asentí.
—Tan listo. —Miré todas las caras que me miraban, algunas
confundidas, otras furiosas—. Gracias, caballeros —dije—. Ha sido
genial y todo, pero me gustaría declinar respetuosamente su
invitación a unirme a su equipo. He tenido una oferta mejor.
Tomé la botella de tequila, les hice un guiño de despedida, y
cuando Foster extendió la mano, la tomé. La calidez, la fuerza, el
toque familiar me llenaron de algo nuevo, algo emocionante, algo
correcto. Y juntos, de la mano, salimos corriendo del restaurante,
nos metimos en la lluvia, cruzamos el muelle y subimos a su
velero.
Su casa.
—Coge las amarras —dijo mientras pateaba el motor.
Me agaché y enrrollé las líneas, atándolas como él me había
enseñado. Bajé a la cabina, sonriendo. La sonrisa de Foster
coincidía con la mía mientras estaba al volante, alejándonos del
muelle. Deslicé mis brazos alrededor de él y me acurruqué en su
costado.
—No puedo creer que estés aquí —susurré.
—Me llevó siete días navegar hasta aquí —dijo, mirando por
encima de la proa, navegando por el puerto.
¿Siete días?
—¿Por qué no me dijiste que vendrías?
—Una vez que tomé la decisión de que venía por ti, no me
detuve. Dejé a mis últimos clientes en la base y no pude soportar el
silencio un segundo más. Ni un segundo más sin ti —dijo. Con una 235
mano en el volante, me besó entonces. Me aferré a él, saboreando
sus labios, su lengua, su tacto. Con un ronroneo, retrocedió y
volvió a mirar hacia delante mientras seguíamos navegando, pero
sonrió—. Llamé a tu oficina para saber dónde estabas, esperando 04/2019
que estuvieras en Brisbane. Dijeron que estabas en Sydney, así que
pensé que estaba a mitad de camino. De todos modos, ¿mi entrada
no fue emocionante? ¿Romántica?
Resoplé y lo abracé un poco más fuerte.
—Nunca he estado tan agradecido de ver a alguien.
—Parecía que podías necesitar un poco de ayuda.
—Me estaba ahogando —murmuré en su cuello—. Ese fue mi
punto de inflexión. Mi momento de dejarlo o morir.
—Lo sé —dijo con una sonrisa, aún mirando hacia adelante,
pero su brazo a mi alrededor se apretó—. Había algunos nombres
muy importantes en esa mesa.
—Yo no quería esa vida. No quería nada de eso.
—Lo sé.
—Cada segundo desde que me fui, sentía que el mundo me
estaba oprimiendo. —Lo miré, a su mandíbula cuadrada, a sus
ojos—. Me salvaste allá atrás.
Me besó de nuevo, empujándome contra el timón, y antes de que
nos dejáramos llevar, se echó hacia atrás con un gemido.
—A este paso, no saldremos del puerto.
—Entonces, echa el ancla —sugerí.
—Tenemos que volver al puerto de Cairns en ocho días. —Se
mojó los labios, casi nervioso—. ¿Estás seguro de que quieres esta
vida?
Me encontré con su mirada para que pudiera ver la honestidad
en la mía.
—Nunca he estado más seguro.
—¿Qué hay de tu ropa, tus maletas en el hotel? —preguntó como
si se le acabara de ocurrir.
—A la mierda —dije—. No necesitaré nada de eso a donde 236
vamos. Y tenemos ocho días para pensar qué hacer con mi
apartamento en Brisbane. Y mi coche. —Había mucho en qué
pensar, pero realmente no me importaba.
Cuando dejamos atrás Sydney, Foster me hizo levantar la 04/2019
principal. El mar estaba agitado y el oleaje era muy fuerte, pero el
clima ciclónico significaba que el viento era fuerte, y pronto
estábamos navegando, volando sobre el agua, hacia el norte, hacia
donde debíamos ir.
Se rió cuando me quité el abrigo y lo tiré al suelo de la cabina.
Me quité los zapatos y los calcetines, me quité la corbata y
desabotoné los dos botones superiores de la camisa. Mantuve mi
corbata en el viento, soltando un largo ‘wooooooooo’ en el viento
mientras estaba de pie con Foster a mi lado. Estábamos mojados
por la llovizna, pero salimos de la tormenta, hacia cielos más
brillantes, aguas más tranquilas. Hacia donde las aguas azules se
encontraron con las arenas blancas, hacia donde lo único mejor
que ver el atardecer era verlo salir. Donde lo único más caliente
que el trópico era el hombre que estaba a mi lado.
EPÍLOGO

STUART

HABÍA UN SOL ABRASADOR, el viento era cálido, el sonido del


agua chapoteando en el casco me hizo sonreír.
Estaba tumbado en la cubierta, sin nada más que Speedos, y
Foster estaba descansando su cabeza sobre mi vientre. Yo casi
dormía y él, como a menudo hacía, jugaba con un viejo trozo de
cuerda, atando y desatando nudos. Lo hacía con los ojos cerrados y 237
jugué con su pelo.
Hace cinco años, esta semana, había navegado hasta el puerto de
Sydney y me había llevado con él como en un cuento de hadas que
me robó el corazón. 04/2019
Bueno, eso no es verdad. Me lo había robado mucho antes.
Me reí mientras recordaba el viaje de Sydney a Cairns.
—¿Qué es lo gracioso? —preguntó.
Jugué con su cabello, burlándome de las hebras entre mis dedos
y acariciando su cuero cabelludo.
—Recordando Bahía Nelson. Cómo sólo llegamos hasta ahí antes
de tener que echar el ancla.
Se rió, y emitió un gruñido ronco.
—Creo que lo hicimos bien para llegar tan lejos.
—Dios mío, me hiciste un trabajo rápido ese día.
Ahora se rió.
—Y te encantó cada minuto.
—Cada segundo. —Tarareé—. Si pienso en lo que me hiciste,
aún puedo sentirlo.
Me miró con humor. La cuerda se detuvo en su mano.
—¿Quieres un recordatorio?
—Diablos, sí.
—Dios. ¿No te cansaste mucho esta mañana? —Le acaricié el
pelo.
—Nunca es suficiente.
El sol nos estaba dando sueño.
—Oh. —Acabo de recordar—. La tía Kim llamó cuando estabas
en la ducha antes. Sólo quería saludar.
Tarareó y cerró los ojos.
—La llamaré más tarde. —Le encantaba cuando jugaba con su
pelo, y su conducta tranquila y soñolienta me hacía sonreír.
—¿Querías que hiciera reservas para cenar en tierra firme? —
preguntó, con voz perezosa.
—No. —Sabía cuál sería mi respuesta antes de hacer la 238
pregunta. Nunca quería ir a la orilla cuando estábamos aquí. Sólo
nosotros. Me encanta la burbuja en la que nos rodeamos.
En los últimos cinco años, hice lo que él me sugirió. Trabajé en el
mercado de valores, hice conjeturas educadas sobre dónde 04/2019
estarían las tendencias y los desfases, cuándo comprar y cuándo
vender. Lo hice mejor que nunca en las fusiones y adquisiciones.
Pero no vivía en el velero.
Vendí mi apartamento en Brisbane y compré una casa de playa
de estilo antiguo al norte de Cairns. De un solo golpe, había pasado
de vivir una vida elegante y sofisticada, y ser muy miserable, a ser
un tipo que rara vez usaba zapatos y vivía en una vieja casa a la
intemperie que daba al mar con su propio embarcadero. Donde
podía mantener un ojo en la economía mundial y otro en el Mar
del Coral, buscando un elegante velero blanco con un guapo patrón
al timón. Y yo era, sin lugar a dudas, más feliz de lo que había sido
nunca.
Trabajaba cuando me convenía y ayudé a Foster a dirigir su
negocio de chárter privado. Si estuviera haciendo una parada
programada en la costa, me reuniría con él en cualquier puerto en
el que estuviera amarrado. Cuando no estaba trabajando, el velero
estaba amarrado y nosotros estábamos en la casa o a bordo
encerrados juntos en su camarote. Pero estábamos juntos dos,
tres, a veces cuatro noches a la semana. Había hecho algunos
trabajos con él cuando necesitaba un par de manos extra en la
cubierta, pero en su mayor parte, trabajábamos por separado.
Éramos realistas, por encima de todo. No había manera de que
pudiéramos trabajar juntos en el velero y vivir juntos en el velero
día tras día y esperar que durara más de unos pocos meses.
Así que trabajamos por separado, nuestras vidas se entrelazaron
en todos los puntos posibles, y éramos asquerosamente felices.
Este era nuestro quinto aniversario, y nos tomábamos tres días
para navegar hacia el arrecife y pasar nuestro tiempo
completamente retirados y sin interrupciones. Era completamente 239
remoto y perfecto.
—Sabes, creo que necesito un nuevo par de Speedos —
reflexioné.
Dejó de hacer un nudo y me miró. 04/2019
—¿Intentas que te mire la polla?
Resoplé.
—No. Si quisiera que la vieras, estaría desnudo ahora mismo.
Hizo un sonido alegre y volvió a hacer nudos, con los ojos
cerrados, haciéndolos por el tacto.
—Mientras los nuevos sean blancos y transparentes cuando
estén mojados.
Sí. Dios no quiera que haya comprado de otro color. Una vez
compré un par negro y él los odiaba.
Lo vi trabajar la cuerda entre sus dedos, practicando
metódicamente, convirtiéndola en nudos firmes que no podía
replicar, ni siquiera con instrucciones en video en YouTube.
—¿Qué nudo estás haciendo? —le pregunté.
Miró la cuerda en sus manos como si acabara de verla, y luego la
levantó hacia mí. La tomé, tratando de averiguar cómo manipulaba
las diferentes hebras de la cuerda para que pareciera que eran una
sola.
—Es para ti —dijo.
—¿Cómo se llama? —Todos los nudos tenían nombres raros, y
traté de aprenderlos como él me dijo. Este era diferente, y era tan
seguro que parecía irrompible.
Se sentó y me miró de frente, con una extraña mirada en su cara.
—Es para ti.
Casi me río, y probablemente lo habría hecho si no fuera por la
expresión de su cara. Como si estuviera inseguro y completamente
seguro al mismo tiempo. Me senté, con las rodillas dobladas y
tocándonos.
—¿Se llama el nudo ‘es para ti’? 240
Negó con la cabeza y se rió.
—No. Lo hice para ti. Se llama el ‘nudo del amor verdadero’
porque una vez que se hace, y se hace bien, se queda así para
siempre. 04/2019
Miré cómo la cuerda estaba retorcida, anudada, y las hebras
separadas se convertían en una sola.
—Puedo ver eso. —Claro, era impresionante, pero...—. ¿Por qué
es para mí?
—Porque quiero que te cases conmigo.
Mi cabeza se sacudió, en shock. Estoy seguro de que mi
expresión lo decía todo.
—¿Qué?
—Cásate conmigo. —Se mojó los labios y tragó saliva—. Podría
organizar una propuesta de buceo submarino o una propuesta de
escritura del cielo, si lo prefieres. Algo lleno de romance y
fanfarria. Podría llevarte a París, pero… —Miró alrededor del
océano, a la extensión de nada más que vasta agua, cielos infinitos,
y a nosotros—. Pero esto es todo lo que necesito aquí. Sólo tú y
para siempre.
Dios mío, hablaba en serio.
Mi cerebro se cortocircuitó. Mi corazón dejó de latir, pero asentí.
Aguanté el nudo, el nudo de la eternidad. Y allí, en medio del
océano, junto al arrecife de coral y con las islas a lo lejos, estaba
rodeado de todo lo que necesitaba. Foster y la promesa de para
siempre.
—Sí.
Me besó hasta que estaba acostado encima de mí, sonriéndome.
—Creo que será mejor que bajemos esto a la cabina.
Le sonreí.
—¿Será Foster Jenner-Knight? O ¿Foster Knight-Jenner?
Me besó sonriendo, tomó mis manos y las inmovilizó en la
cubierta sobre mi cabeza.
—¿Quieres mi apellido? —preguntó. Sus ojos se oscurecieron. 241
Claramente le gustó mucho la idea de eso.
—Sí. Y tú puedes quedarte con el mío.
Usó sus rodillas para abrir mis muslos, mis manos se
mantuvieron apretadas sobre mi cabeza. Sus caderas estaban 04/2019
alineadas con las mías, su erección estaba dura y me presionaba en
todos los lugares correctos.
—Stuart Jenner-Knight —susurró—. Me encanta cómo suena
eso.
Moví las caderas.
—Me doy cuenta.
Gimió, pero luego sus ojos revisaron los míos.
—¿De verdad te casarás conmigo? —Me soltó las manos para
poder trazar el lado de mi cara.
Asentí.
—Sí. De todos modos, fui tuyo para siempre, cuando navegaste
hasta Darling Harbour y me rescataste. Pero me hiciste un nudo
para siempre con un viejo trozo de cuerda, así que ahora es oficial.
Sonrió y puso un suave beso en mis labios.
—No se suponía que lo dijera así. Probablemente podría haberlo
planeado mejor. Pero se sintió bien.
—Fue perfecto. No necesito París ni ninguna propuesta de lujo
en restaurantes caros ni fanfarria especial. Sólo te necesito a ti.
—Y me tiene a mí, señor Stuart Jenner-Knight. Para siempre.
—Sí. Para siempre. Tengo el nudo para probarlo.
Se rió y me besó de nuevo, esta vez más tiempo, con más
determinación.
—Disculpe, Sr. Foster Jenner-Knight —le dije respirando cuando
me besó en la mandíbula—. Será mejor que me lleves bajo cubierta
y termines lo que empezaste.
Sus ojos brillaban; su sonrisa era sucia y llena de promesas.
—Bueno, yo soy el capitán del barco —dijo, saltando y
poniéndome de pie—. Y todos los buenos capitanes necesitan un
grumete dispuesto. 242
Me detuve.
—¿Puedo seguir siendo grumete si estamos casados?
Se rió.
—Puedes ser mi grumete para siempre. 04/2019
—¿Incluso cuando seamos viejos y grises?
Sonrió.
—Estaré muy decepcionado si no lo eres.
—Yo también —respondí. Cogí el nudo que me había hecho, me
apoyé en los dedos de los pies y lo besé. —Ahora date prisa. Tu
grumete está impaciente y cachondo. Es mejor no hacerlo esperar.
Se rió mientras me seguía bajo cubierta. Cerró la puerta,
bloqueando el resto del mundo detrás de nosotros.
—¿Cuántos días tenemos? —me preguntó, llevándome de vuelta
a su camarote.
Sostuve la cuerda anudada.
—No tenemos días. Tenemos para siempre.

FIN
Acerca del Autor

N.R. Walker es una escritora australiana que ama el género de


romance gay.
Le encanta escribir y pasa demasiado tiempo haciéndolo, pero
no lo haría de otra manera.
Ella es muchas cosas: una madre, una esposa, una hermana, una
escritora. Tiene chicos guapos, guapos que viven en su cabeza, que 243
no la dejan dormir por la noche a menos que ella les dé vida con
palabras.
Le gusta cuando hacen cosas sucias, sucias... pero le gusta aún
más cuando se enamoran. 04/2019
Solía pensar que tener gente en su cabeza hablando con ella era
raro, hasta que un día se cruzó con otros escritores que le dijeron
que era normal.
Ha estado escribiendo desde entonces...
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