Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Resumen: A lo largo de la Historia, en varias áreas del conocimiento se han empleado distintos símbolos
y conceptos para hacer referencia a la ausencia de algo, lo cual se encuentra íntimamente relacionado con
la noción de vacío. No obstante, la propia idea de “vacío” parece no permitir que se predique nada de ella,
ya que es, por definición, la nada absoluta. Parece, por tanto, que cualquier referencia a tal abstracción no
puede ser entendida sino como un uso alegórico del lenguaje. En este trabajo analizaré individualmente
cada disciplina para comprobar cómo entiende cada una de ellas estos términos y dilucidar si su uso está
justificado o, por el contrario, emplearlos supone caer en una insalvable contradicción. Para ello, nos
centraremos, por una parte, en su origen filosófico, y, por otra, en su uso dentro de los diferentes ámbitos
científicos.
1
expresiones negativas como “No estoy haciendo nada”, incorpora una doble negación.
Lo anterior, desde el punto de vista lógico, equivale a una afirmación. Esa misma frase
nos sirve para ilustrar las imprecisiones del lenguaje, debido a que resulta imposible no
estar haciendo nada, es decir, la inacción completa; simplemente el hecho de pensar y
verbalizar la propia locución ya supone el ejercicio de una acción. Resulta imposible
abarcar en un trabajo de esta índole la historia completa de un concepto que nos lleva
acompañando desde una de las primeras civilizaciones cuya escritura nos ha
comunicado sus preocupaciones y plasmarlo de una forma tanto fidedigna como
organizada. Es por este motivo que me veo en la obligación de someter a criba los
contenidos, de forma que la cantidad de materia nos permita realizar una exposición
clara.
2
Empezaremos por la materia. Esta palabra proviene del latín “materia”, sustancia de
la que están hechas las cosas; y esta del griego ὕλη (hýle), cuyo significado en el
vocabulario común era “madera”. Fue el filósofo Aristóteles quien, por primera vez,
tomó el concepto para referirse a lo que hoy llamamos “materia”. En Física, materia es
todo aquello que se extiende en cierta región del espacio-tiempo, posee una cierta
cantidad de energía, y, por tanto, está sujeto a cambios e interacciones con aparatos de
medida; se considera que es lo que forma la parte sensible de los objetos perceptibles o
detectables por medios físicos. En Filosofía, el concepto es un tanto diferente, haciendo
referencia a la realidad objetiva, que existe con independencia de la conciencia y
simplemente se refleja en ésta. Empero, al tratar de alcanzar la esencia de la materia,
hemos vuelto a hacer mención del término “energía”, por lo que será mejor esclarecer
cuanto antes el significado de dicho vocablo antes de seguir valiéndonos de él.
La palabra “energía” nos ha llegado desde el latín energīa, que procede, a su vez, del
griego ἐνέργεια, un compuesto de ἐν (“en”), έργειν (“acción, trabajo”) e εια (sufijo que
expresa cualidad); de forma que se referiría a algo como “fuerza o capacidad de
acción”2. Una vez más, este étimo es empleado por Aristóteles, en este caso para dar
cuenta de su noción de movimiento, es decir, el paso de la potencia (δύναμις) al acto
(ἐνέργεια). Volveremos más adelante a la noción Aristotélica del movimiento, puesto
que está muy relacionada con la cuestión que nos ocupa; sin embargo, por el momento
procedamos a ver qué entiende la ciencia actualmente por energía. Se emplea este
término para referirse a la capacidad que poseen los cuerpos para poder efectuar un
trabajo, o producir un cambio o una transformación, a causa de su constitución (energía
interna), de su posición (energía potencial) o de su movimiento (energía cinética) 3.
Según la forma o el sistema físico en que se manifiesta, se consideran diferentes formas
de energía: térmica, mecánica, eléctrica, química, electromagnética, nuclear, luminosa...
La cantidad de energía se mantiene constante conforme con el principio de conservación
de la energía que establece que ni se crea ni se destruye, sólo se transforma. Por
consiguiente, en el universo no puede existir creación o desaparición de energía, sino
transferencia de un sistema a otro o transformación de energía de una forma a otra. La
energía es la consecuencia de la actuación mediante interacciones o intercambios de los
cuatro tipos de fuerzas fundamentales de la naturaleza: gravitatoria, electromagnética,
2
http://etimologias.dechile.net/?energi.a
3
https://conceptodefinicion.de/energia/
3
nuclear fuerte y nuclear débil. Curiosamente, parece que nuestro concepto de energía se
asemeja más a la δύναμις que a la ἐνέργεια de Aristóteles.
Ahora que comprendemos mejor los conceptos de los cuales se va a servir como
pilares este escrito, ya estamos preparados para entrar en materia, o, más bien, en vacío,
4
ocupaba un lugar irreemplazable en nuestra vida, dejando un hueco, un espacio vacío 6.
Como podemos ver, no importa en qué contexto se encuentre la palabra, cualquier
definición de vacío será negativa, pues consistirá, simplemente, en la negación de algo.
Nada procede del latín nata, forma femenina del participio natus-a-um, del verbo
nasci (nacer). Concretamente, nuestro nada procede de la expresión latina res nata, que
significaba "el asunto en cuestión", "la circunstancia producida que nos ocupa". La
evolución de esta expresión a un sentido negativo se produce por analogía con nati, el
participio en masculino plural. Este también estaba incluido en una expresión, homines
nati ("los hombres nacidos") que frecuentemente se empleaba con el valor de "el género
humano" o "todos" y, curiosamente, ese nati, desembocó en nadi, que acabó
significando lo contrario: nadie (antes referido con la palabra nemo); esto se debe al uso
de las expresiones en oraciones negativas. Asimismo, la expresión res nata, pasa de
significar “el asunto en cuestión” a “ningún asunto en cuestión”, es decir, nada,
sustituyendo a la forma del indefinido latino nihil (ni-hilum, “ni una hebra”, es decir, ni
lo más mínimo).7
Diferentes palabras con sendas etimologías. Si bien el concepto de nada, por ser más
vago y por haber sufrido una mayor evolución, es más complejo, podemos establecer
una clara relación de implicación: el vacío supone la ausencia, y esa ausencia es
equivalente a la nada; para hablar de nada, el vacío total y completo es conditio sine
qua non. Ciñéndonos al origen de las palabras, aunque no sean exactamente iguales y se
traten más de sinónimos parciales que de totales, parece que un uso estricto de ambas
refiere a la misma noción. Si pudiésemos afirmar que algo “está vacío”, sería
equivalente a aseverar “no hay nada”. Obviando el problema lógico que nos plantea
tratar de verbalizar la nada (puesto que, si decimos “no hay nada”, la doble negación se
convierte en una afirmación, pero si por el contrario la frase es “hay nada”, entonces, al
margen de lo que suceda al verbo haber, estamos afirmando que hay, luego la nada
vuelve a verse anulada), que puede ser una cuestión más propia de un lenguaje poco
apto para tratar estas cuestiones, nos queda cuestionarnos la posibilidad de la ausencia
total de algo. La respuesta, si es que podemos concluir algo sin apresurarnos demasiado,
nos la dará la Física, pero vayamos por orden y primero veamos qué precedentes tuvo la
negación del todo.
6
https://definicion.de/vacio/
7
http://etimologias.dechile.net/?nada
5
2.2.- El problema lógico de afirmar la nada
“Pues, no habiendo lugar alguno en el mundo que esté totalmente vacío, que no tenga aire o algún
cuerpo, sin embargo decimos que un arca está totalmente vacía, cuando en ella no percibimos nada a la
vista”8. Considero que esta cita refleja dos críticas fundamentales al problema de la nada. Por una parte,
está explícito un ataque dirigido hacia el lenguaje cotidiano y su incapacidad para referirse fielmente a la
realidad. Por otra parte, el filósofo francés del siglo XII señala el problema que supone darle a los
sentidos más crédito del que merecen y no llevar a cabo la reflexión lógica pertinente.
Al igual que muchos otros términos, símbolos y tradiciones, la noción de la nada que
tenemos proviene de una cultura a la que le debemos gran parte de lo que somos ahora,
y esa no es sino la griega. Para ser más rigurosos, podemos establecer el siglo VI a.C.
como punto de partida del concepto “no-ser”, el antecedente más antiguo del sentido en
que hablamos en la nada acerca del cual tenemos conocimiento.
Numerosas y de muy diversa índole son las nociones que han sobrevivido hasta
nuestros días y cuyo contenido se encuentra estrechamente vinculado con ese todo
complejo al que llamamos Filosofía, y la nada no es una excepción. En el siglo VI a. n.
e., el filósofo griego Parménides de Elea inaugura con su poema Peri Physeos (Sobre la
naturaleza) la ontología, es decir, la rama de la Filosofía que se pregunta por el Ser y sus
atributos. Dudar sobre lo que es llevó, inevitablemente, a cuestionarse su contrario: lo
que no es, concepto al que he aludido en el párrafo anterior. Surgió así el concepto de la
nada, la negación del todo, la completa ausencia de algo. Aunque Parménides realmente
estaba tratando de enfocar su poema por el camino de la epistemología, los pocos
fragmentos que conservamos resultan extraordinariamente suculentos a la hora de
pensar en si es posible que el todo no se tan todo como creíamos. La forma en que este
filósofo describe al ser nos ofrece, además, un posible origen de la noción de la nada,
como fruto de limitar el todo, ya que todo lo finito limita con algo en sus bordes; por
ello es que, si aquello a lo que llamamos universo resulta no ser infinito, parece que no
nos quedará otro remedio sino aceptar que la nada no era tan descabellada.
Los atomistas, entre los cuales destaca Demócrito de Abdera (460 a.C. – 370 a.C.),
afirmarán la existencia simultánea de dos entidades: los átomos y el vacío. El vacío es
postulado como necesario para permitir el movimiento de los átomos y dar lugar así a
los diferentes cambios que son perceptibles para nosotros. Los átomos, inicialmente, se
mueven en ese vacío en línea recta, pero, por causas mecánicas, algunos de ellos
8
Abélard, Pierre, Sic et Non, Prólogo, 1344B-1344C, 2000 [1250]
6
abandonan su trayectoria y chocan contra otros, a los que desvían, chocando el conjunto
contra otros átomos y provocando la agregación en conjuntos de átomos cada vez
mayores, que darán lugar a la constitución de los objetos tal como nosotros los
conocemos.
Aristóteles (384 a.C. - 322 a.C.) distinguirá en su metafísica entre el no-ser absoluto
y el no-ser relativo9. Retomando la concepción aristotélica del movimiento que antes
dejamos en el aire, el paso de la potencia al acto supone dejar de ser (algo) para ser (otra
cosa). De aquí extrae el estagirita la conclusión de que, si bien el no-ser per se es una
idea absurda, sí podemos hablar de él en sentido alegórico. Las potencias del ser forman
parte de él, por lo que actualizarlas no implica la destrucción de su esencia, pero, al no
darse en el presente, ahora mismo no son, y es por ello que se trata de un no ser relativo.
Debemos señalar que todo pensador está influido por su contexto, y la cultura griega
concebía el mundo como algo eterno, pero no tardaría en llegar un nuevo paradigma: el
cristianismo. Con este cambio, ahora la representación del mundo cambiaba en favor de
un tiempo lineal (con la idea implícita e inicio y fin) y un universo creado ex nihil. En
verdad, la revolución no fue tal, puesto que la fe en un Dios creador ya supone que
nunca “hubo” tal cosa como la nada, pues, como mínimo, estaba la divinidad que
originó todo lo demás. No obstante, surgía un importante choque contra los
presupuestos griegos anteriores, ya que, si el universo no fue ordenado, sino creado,
entonces se puede pasar de la nada al todo.
2.3.- El cero
7
2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9. 0), los nueve primeros representan las unidades de primer orden, y
el último alude al concepto de cero10.
El cero (0) es el signo numérico empleado para representar el valor nulo, que en
notación posicional ocupa los lugares donde no hay una cifra significativa. Utilizándolo
como número, se pueden realizar con él operaciones algebraicas como sumas, restas,
multiplicaciones, entre otras. Sin embargo, por ser la expresión del valor nulo (nada,
nadie, ninguno...), puede dar lugar a expresiones indeterminadas o que carecen de
sentido. Algunos matemáticos lo consideran el punto de inicio de los naturales (ℕ), ya
que estos también se pueden definir como el conjunto que nos permite contar el número
de elementos que contienen los demás conjuntos, y el conjunto vacío tiene ningún
elemento. Por otra parte, en la serie entera (ℤ) indica el punto inicial para medir o contar
en ambos sentido de la serie.11
10
Georges Ifrah, Historia universal de las cifras (Madrid: Espasa Calpe, 1998)
11
https://definicion.de/cero/
8
Libro del Ábaco, quien reconoció su poder pero no lo consideró un número al mismo
nivel que los demás.
Figura 1. Símbolo con el que los mayas pudieron haber representado el 0, basado en
la forma de una concha marina. Se trata del primer uso documentado del cero en
América, año 36 a.C.
Según la matemática Hannah Fry12: “El cero tiene dos funciones importantes. En
primer lugar se usa como marcador de posición, sin él no sabríamos que 1.000 es mayor
que 100. Su segundo papel es como un número en sí mismo, intermediario entre
positivo y negativo”. Está claro que este número es y ha sido muy útil, lo que ha llevado
a que se haya considerado incluso una de las invenciones más importantes de la historia
de la humanidad; sin embargo, esto solamente hace más extraño el hecho de que no
todas las culturas lo incluyesen en sus sistema de numeración. Tratando de darle un
sentido a lo anterior, parece que lo más sensato es apelar a la lógica que regía el
pensamiento de esas culturas, pues no parece muy coherente tratar de representar la
nada con “algo”, sobre todo si tenemos en cuenta que unas matemáticas poco abstractas
enfocadas más bien a necesidades cotidianas no necesitan un número que simbolice
aquello que no percibimos.
12
https://www.youtube.com/watch?v=9Y7gAzTMdMA
9
que utiliza dos dígitos o bits (BInary digiT), el 0 y el 1. El sistema binario moderno fue
documentado en su totalidad por Gottfried Wilhelm Leibniz (1646-1716), en el siglo
XVIII, en su artículo Explication de l'Arithmétique Binaire, empleando ya el 0 y el 1,
como en el sistema bianrio actual. En él se mencionan los símbolos binarios usados por
matemáticos chinos, a quienes el autor germano concedió gran importancia.
El vacío es una de las nociones más importantes de la física actual, pero no se piensa
de la misma manera en que se hacía antes. Históricamente se creyó que era lo que
quedaría si se quitaban todos los átomos de una caja, pero hoy sabemos que en su
interior seguirían registrándose fuerzas gravitacionales; además, gracias a la física
cuántica, también sabemos que en el vacío se producen fluctuaciones.
Uno de los problemas principales para visualizar la nada surge de una característica
de la mente del ser humano: observamos el mundo desde una perspectiva tridimensional
y con un sentido macroscópico del tiempo. Al tratar de armar una visión del inicio del
Universo desde este restringido enfoque, surge una multitud de paradojas. El Big Bang
originó el tiempo y el espacio, que “antes” no existían. La verdadera nada debe existir
fuera, o antes, de nuestro universo.
10
La mecánica cuántica complicó las cosas. El vacío cuántico tiene propiedades muy
diferentes a la interpretación tradicional de vacío, pues está repleto de partículas
transitorias que aparecen y desaparecen, parpadeos entre la existencia y la no-existencia,
cuya organización puede dar lugar a propiedades imprevistas. Si le quitamos todo a un
sistema, es decir, su energía y su materia, nos queda algo que no es la nada. Más que ser
un hueco, o siquiera un carencia de espacio, el vacío cuántico es similar a un medio,
puede tener fases diferentes, cada una con diferentes propiedades y fenómenos. La física
contemporánea dice que existe la posibilidad de que el universo haya emergido del
vacío. El universo quizá sea una enorme fluctuación de vacío cuántico con un saldo de
energía virtual tan cercano a cero que su vida se alarga de gran manera. Esto es posible
dada la existencia de energías tanto positivas como negativas derivadas de la
omnipresente fuerza gravitatoria. Una fluctuación de este tipo en un campo cuya energía
total sea cero existiría para siempre. Además, piensan, puede haber innumerables
fluctuaciones.
La ciencia tiene numerosas teorías, hasta el punto de sugerir que nuestro universo
surgió del vacío, que pueden existir multitud de universos o que nuestro universo es
eterno. Sin embargo, coinciden en un punto: el universo tiene una naturaleza potencial,
un rango de posibilidades que pueden cumplirse, en función del conjunto de
condiciones iniciales.
11
“Cuanto más nos esforzamos en obtener la nada, más ‘algos" aparecen” 13. Nuestra
concepción del universo está ligada a lo que podemos ver en él, si eliminásemos su
contenido dejaría de tener sentido todo lo que pensamos acerca de él.
Figura1. El clásico dilema acerca de si el vaso está medio lleno o medio vacío es fruto de la tosquedad
del lenguaje coloquial. Si somos rigurosos con nuestro discurso, deberíamos precisar “una parte del vaso
está ocupada por x, mientras que la otra carece de x, aunque esté llena de otra entidad material”.
3.- Conclusiones
13
Frank Close, entrevista con Robert Corcho para la revista Muy Interesante, número 424
12
son muy habituales en el lenguaje cotidiano, no las empleamos en sentido estricto, sino
en sentido figurado. Quizá por la costumbre o quizá por el trabajo que supondría
cambiar todo nuestro sistema de referencia cada vez que descubrimos algo, seguimos
empleando terminología desfasada sin ni siquiera referirnos a su significado original. De
momento parece que cuando hablamos de la nada, aludimos a la falta de algo relevante,
o a la ausencia de algo en una variable booleana.
13
Bibliografía
Fernández Borja, Enrique, “El vacío y la nada. ¿Qué había antes del Big Bang?”, RBA
Seife, Cahrles, Zero: The Biography of a Dangerous Idea (Penguin Books, 2000)
Close, Frank, Nothing: A Very Short Introduction (Oxford University Press, 2009)
14