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Historia del Vacío: ¿Existe la nada absoluta?

David Blanco Viñas

Resumen: A lo largo de la Historia, en varias áreas del conocimiento se han empleado distintos símbolos
y conceptos para hacer referencia a la ausencia de algo, lo cual se encuentra íntimamente relacionado con
la noción de vacío. No obstante, la propia idea de “vacío” parece no permitir que se predique nada de ella,
ya que es, por definición, la nada absoluta. Parece, por tanto, que cualquier referencia a tal abstracción no
puede ser entendida sino como un uso alegórico del lenguaje. En este trabajo analizaré individualmente
cada disciplina para comprobar cómo entiende cada una de ellas estos términos y dilucidar si su uso está
justificado o, por el contrario, emplearlos supone caer en una insalvable contradicción. Para ello, nos
centraremos, por una parte, en su origen filosófico, y, por otra, en su uso dentro de los diferentes ámbitos
científicos.

Palabras clave: Todo, nada, materia, ausencia, lenguaje

1.- Introducción: Nociones básicas e inicio del problema

Como la duda es el motor de la indagación humana, pues nos lleva a acumular


información hasta poder cubrir el angustioso agujero de la ignorancia que tanto puede
llegar a perturbar al ser humano, comenzaré este escrito con algunas de las preguntas
que han llevado a la creación de el mismo: ¿Qué es la nada? ¿Son lo mismo la nada y el
vacío? ¿Se diferencia la nada de aquello a lo que nos referimos con el mismo término?
De ser así, ¿por qué tornamos equívoco el término al referirnos con él a nociones
diferentes? ¿Se da la nada en lo que llamamos “realidad”? Si la respuesta es afirmativa,
¿no va esto contra la lógica tal como la conocemos? Y, en el caso contrario, ¿cómo
pudo haber surgido un término que designa lo que no tiene un referente perceptible al
que podamos apelar? ¿Dotar o no de realidad a este concepto depende de los
presupuestos epistemológicos culturales? ¿Podemos evitar que los sesgos cognitivos
lastren nuestras pesquisas?

El vocablo “nada” aparece constantemente en nuestro lenguaje cotidiano,


caracterizado por ser espontáneo, informal, relajado impreciso. Como parte de este
registro lingüístico, las expresiones que hacen referencia a cuestiones como el vacío o a
la noción de “nada” resultan ambiguas. Es fácil detectar esto, pues frecuentemente no
somos capaces de explicar de manera coherente aquello a lo que apelamos con la
utilización de dichos términos. Resulta especialmente interesante estudiar el caso
particular del español, ya que es una lengua que no sigue los principios lógicos
fundamentales; por ejemplo, el de no contradicción. Digo esto porque su gramática, en

1
expresiones negativas como “No estoy haciendo nada”, incorpora una doble negación.
Lo anterior, desde el punto de vista lógico, equivale a una afirmación. Esa misma frase
nos sirve para ilustrar las imprecisiones del lenguaje, debido a que resulta imposible no
estar haciendo nada, es decir, la inacción completa; simplemente el hecho de pensar y
verbalizar la propia locución ya supone el ejercicio de una acción. Resulta imposible
abarcar en un trabajo de esta índole la historia completa de un concepto que nos lleva
acompañando desde una de las primeras civilizaciones cuya escritura nos ha
comunicado sus preocupaciones y plasmarlo de una forma tanto fidedigna como
organizada. Es por este motivo que me veo en la obligación de someter a criba los
contenidos, de forma que la cantidad de materia nos permita realizar una exposición
clara.

A pesar de su longevidad, este problema continúa siendo la causa de ríos de tinta en


nuestra era. Mi trabajo persigue el fin de repasar lo ya dicho por otros autores acerca de
este concepto y sus usos en diversos ámbitos; reunida la información, trataré de hacer
un análisis que se acerque, en la medida de lo posible, a la objetividad,
fundamentándolo con criterios lógicos justificados.

Nos centraremos en la Filosofía y en la Ciencia, campos de conocimiento que


considero completamente indisociables, pero haré mención a otras ramas de estudio
para tener una perspectiva más rica y así poder entender frente a qué circunstancias
considera un ser humano que se encuentra ante una manifestación de aquello a lo cual
hacemos mención en nuestro idioma por medio de la palabra “vacío”. Sin embargo,
antes siquiera de comenzar a hablar sobre el vacío y su intrincada aparición a lo largo y
ancho de las disciplinas del conocimiento humano, veo necesario que tratemos de darle
forma a un glosario el cual reúna el significado y el origen de términos fundamentales
profundamente ligados con la cuestión

Enrique F. Borja define el vacío como la ausencia total de materia y de energía en


una región del espacio1. La definición que nos proporciona el físico, pese a estar
vinculada a su campo de conocimiento y no caer en la vaguedad del registro coloquial,
incurre en un problema que parece insalvable, y es que emplea la vía apophatiké; en
lugar de decirnos qué es el vacío, nos explica lo que no es. Vamos a dejar por un
momento de lado el vacío para centrarnos temporalmente en los dos términos nuevos
términos que han aparecido, a saber, la materia y la energía.
1
Enrique F. Borja, El vacío y la nada: ¿Qué había antes del Big Bang (Barcelona: RBA, 2015), p. 7.

2
Empezaremos por la materia. Esta palabra proviene del latín “materia”, sustancia de
la que están hechas las cosas; y esta del griego ὕλη (hýle), cuyo significado en el
vocabulario común era “madera”. Fue el filósofo Aristóteles quien, por primera vez,
tomó el concepto para referirse a lo que hoy llamamos “materia”. En Física, materia es
todo aquello que se extiende en cierta región del espacio-tiempo, posee una cierta
cantidad de energía, y, por tanto, está sujeto a cambios e interacciones con aparatos de
medida; se considera que es lo que forma la parte sensible de los objetos perceptibles o
detectables por medios físicos. En Filosofía, el concepto es un tanto diferente, haciendo
referencia a la realidad objetiva, que existe con independencia de la conciencia y
simplemente se refleja en ésta. Empero, al tratar de alcanzar la esencia de la materia,
hemos vuelto a hacer mención del término “energía”, por lo que será mejor esclarecer
cuanto antes el significado de dicho vocablo antes de seguir valiéndonos de él.

La palabra “energía” nos ha llegado desde el latín energīa, que procede, a su vez, del
griego ἐνέργεια, un compuesto de ἐν (“en”), έργειν (“acción, trabajo”) e εια (sufijo que
expresa cualidad); de forma que se referiría a algo como “fuerza o capacidad de
acción”2. Una vez más, este étimo es empleado por Aristóteles, en este caso para dar
cuenta de su noción de movimiento, es decir, el paso de la potencia (δύναμις) al acto
(ἐνέργεια). Volveremos más adelante a la noción Aristotélica del movimiento, puesto
que está muy relacionada con la cuestión que nos ocupa; sin embargo, por el momento
procedamos a ver qué entiende la ciencia actualmente por energía. Se emplea este
término para referirse a la capacidad que poseen los cuerpos para poder efectuar un
trabajo, o producir un cambio o una transformación, a causa de su constitución (energía
interna), de su posición (energía potencial) o de su movimiento (energía cinética) 3.
Según la forma o el sistema físico en que se manifiesta, se consideran diferentes formas
de energía: térmica, mecánica, eléctrica, química, electromagnética, nuclear, luminosa...
La cantidad de energía se mantiene constante conforme con el principio de conservación
de la energía que establece que ni se crea ni se destruye, sólo se transforma. Por
consiguiente, en el universo no puede existir creación o desaparición de energía, sino
transferencia de un sistema a otro o transformación de energía de una forma a otra. La
energía es la consecuencia de la actuación mediante interacciones o intercambios de los
cuatro tipos de fuerzas fundamentales de la naturaleza: gravitatoria, electromagnética,

2
http://etimologias.dechile.net/?energi.a
3
https://conceptodefinicion.de/energia/

3
nuclear fuerte y nuclear débil. Curiosamente, parece que nuestro concepto de energía se
asemeja más a la δύναμις que a la ἐνέργεια de Aristóteles.

En la definición que recogí previamente, también se hace referencia al espacio. Es


un término que procede del latín spatium, que se refería al terreno o tiempo que separa
dos puntos; a su vez, el étimo latino adaptó el griego σπάδιον, que refería a cualquier
lugar extenso apto para caminar4. Para la Física, se trata del lugar donde se encuentran
los objetos y en el que los eventos que ocurren tienen una posición y dirección
relativas5. A partir de la teoría de la relatividad especial de Einstein, se une con el
tiempo para formar lo conocido como la cuarta dimensión, que constituye un eje
cartesiano en el que podemos representar todos los sucesos físicos del Universo.

2.- Cuerpo o desarrollo

Ahora que comprendemos mejor los conceptos de los cuales se va a servir como
pilares este escrito, ya estamos preparados para entrar en materia, o, más bien, en vacío,

En los sucesivos párrafos describiremos, evitando ser demasiado detallistas y perder


el hilo, qué es lo que entendemos por vacío o nada cuando tratamos de ser precisos con
nuestro lenguaje y rehuimos las ambigüedades propias del vago registro coloquial.

2.1.- Etimología aislada

Antes de entrar en el terreno técnico que crea un entramado de términos tan


complejo como para tergiversar por completo el significado de una palabra, trataremos
de encontrar los secretos que se esconden tras las palabras originales, tras ese conjunto
de caracteres que se combinan para formar dar lugar a un concepto nuevo, siendo el
todo mayor que las partes. Esto nos servirá también para tratar de darle respuesta a una
de las preguntas planteadas al inicio de este documento: ¿nos referimos a lo mismo
cuando empleamos los términos “vacío” y “nada”?

Comenzaremos con vacío, ya que, al menos a priori, parece un concepto más


sencillo, al ser fundamental dentro de la ciencia actual. Proviene del latín vacivus, y es
la falta de contenido, ya sea físico o mental. El término se refiere la ausencia total de
materia en un espacio o a la carencia de contenido en el interior de un recipiente. El
vacío también es un sentimiento humano que se caracteriza por la apatía, la alienación,
el aburrimiento y la depresión; recibe este nombre por su causa: la pérdida de algo que
4
http://etimologias.dechile.net/?espacio
5
https://es.wikipedia.org/wiki/Espacio_(f%C3%ADsica)

4
ocupaba un lugar irreemplazable en nuestra vida, dejando un hueco, un espacio vacío 6.
Como podemos ver, no importa en qué contexto se encuentre la palabra, cualquier
definición de vacío será negativa, pues consistirá, simplemente, en la negación de algo.

Nada procede del latín nata, forma femenina del participio natus-a-um, del verbo
nasci (nacer). Concretamente, nuestro nada procede de la expresión latina res nata, que
significaba "el asunto en cuestión", "la circunstancia producida que nos ocupa". La
evolución de esta expresión a un sentido negativo se produce por analogía con nati, el
participio en masculino plural. Este también estaba incluido en una expresión, homines
nati ("los hombres nacidos") que frecuentemente se empleaba con el valor de "el género
humano" o "todos" y, curiosamente, ese nati, desembocó en nadi, que acabó
significando lo contrario: nadie (antes referido con la palabra nemo); esto se debe al uso
de las expresiones en oraciones negativas. Asimismo, la expresión res nata, pasa de
significar “el asunto en cuestión” a “ningún asunto en cuestión”, es decir, nada,
sustituyendo a la forma del indefinido latino nihil (ni-hilum, “ni una hebra”, es decir, ni
lo más mínimo).7

Diferentes palabras con sendas etimologías. Si bien el concepto de nada, por ser más
vago y por haber sufrido una mayor evolución, es más complejo, podemos establecer
una clara relación de implicación: el vacío supone la ausencia, y esa ausencia es
equivalente a la nada; para hablar de nada, el vacío total y completo es conditio sine
qua non. Ciñéndonos al origen de las palabras, aunque no sean exactamente iguales y se
traten más de sinónimos parciales que de totales, parece que un uso estricto de ambas
refiere a la misma noción. Si pudiésemos afirmar que algo “está vacío”, sería
equivalente a aseverar “no hay nada”. Obviando el problema lógico que nos plantea
tratar de verbalizar la nada (puesto que, si decimos “no hay nada”, la doble negación se
convierte en una afirmación, pero si por el contrario la frase es “hay nada”, entonces, al
margen de lo que suceda al verbo haber, estamos afirmando que hay, luego la nada
vuelve a verse anulada), que puede ser una cuestión más propia de un lenguaje poco
apto para tratar estas cuestiones, nos queda cuestionarnos la posibilidad de la ausencia
total de algo. La respuesta, si es que podemos concluir algo sin apresurarnos demasiado,
nos la dará la Física, pero vayamos por orden y primero veamos qué precedentes tuvo la
negación del todo.

6
https://definicion.de/vacio/
7
http://etimologias.dechile.net/?nada

5
2.2.- El problema lógico de afirmar la nada

“Pues, no habiendo lugar alguno en el mundo que esté totalmente vacío, que no tenga aire o algún
cuerpo, sin embargo decimos que un arca está totalmente vacía, cuando en ella no percibimos nada a la
vista”8. Considero que esta cita refleja dos críticas fundamentales al problema de la nada. Por una parte,
está explícito un ataque dirigido hacia el lenguaje cotidiano y su incapacidad para referirse fielmente a la
realidad. Por otra parte, el filósofo francés del siglo XII señala el problema que supone darle a los
sentidos más crédito del que merecen y no llevar a cabo la reflexión lógica pertinente.

Al igual que muchos otros términos, símbolos y tradiciones, la noción de la nada que
tenemos proviene de una cultura a la que le debemos gran parte de lo que somos ahora,
y esa no es sino la griega. Para ser más rigurosos, podemos establecer el siglo VI a.C.
como punto de partida del concepto “no-ser”, el antecedente más antiguo del sentido en
que hablamos en la nada acerca del cual tenemos conocimiento.

Numerosas y de muy diversa índole son las nociones que han sobrevivido hasta
nuestros días y cuyo contenido se encuentra estrechamente vinculado con ese todo
complejo al que llamamos Filosofía, y la nada no es una excepción. En el siglo VI a. n.
e., el filósofo griego Parménides de Elea inaugura con su poema Peri Physeos (Sobre la
naturaleza) la ontología, es decir, la rama de la Filosofía que se pregunta por el Ser y sus
atributos. Dudar sobre lo que es llevó, inevitablemente, a cuestionarse su contrario: lo
que no es, concepto al que he aludido en el párrafo anterior. Surgió así el concepto de la
nada, la negación del todo, la completa ausencia de algo. Aunque Parménides realmente
estaba tratando de enfocar su poema por el camino de la epistemología, los pocos
fragmentos que conservamos resultan extraordinariamente suculentos a la hora de
pensar en si es posible que el todo no se tan todo como creíamos. La forma en que este
filósofo describe al ser nos ofrece, además, un posible origen de la noción de la nada,
como fruto de limitar el todo, ya que todo lo finito limita con algo en sus bordes; por
ello es que, si aquello a lo que llamamos universo resulta no ser infinito, parece que no
nos quedará otro remedio sino aceptar que la nada no era tan descabellada.

Los atomistas, entre los cuales destaca Demócrito de Abdera (460 a.C. – 370 a.C.),
afirmarán la existencia simultánea de dos entidades: los átomos y el vacío. El vacío es
postulado como necesario para permitir el movimiento de los átomos y dar lugar así a
los diferentes cambios que son perceptibles para nosotros. Los átomos, inicialmente, se
mueven en ese vacío en línea recta, pero, por causas mecánicas, algunos de ellos

8
Abélard, Pierre, Sic et Non, Prólogo, 1344B-1344C, 2000 [1250]

6
abandonan su trayectoria y chocan contra otros, a los que desvían, chocando el conjunto
contra otros átomos y provocando la agregación en conjuntos de átomos cada vez
mayores, que darán lugar a la constitución de los objetos tal como nosotros los
conocemos.

Aristóteles (384 a.C. - 322 a.C.) distinguirá en su metafísica entre el no-ser absoluto
y el no-ser relativo9. Retomando la concepción aristotélica del movimiento que antes
dejamos en el aire, el paso de la potencia al acto supone dejar de ser (algo) para ser (otra
cosa). De aquí extrae el estagirita la conclusión de que, si bien el no-ser per se es una
idea absurda, sí podemos hablar de él en sentido alegórico. Las potencias del ser forman
parte de él, por lo que actualizarlas no implica la destrucción de su esencia, pero, al no
darse en el presente, ahora mismo no son, y es por ello que se trata de un no ser relativo.

Debemos señalar que todo pensador está influido por su contexto, y la cultura griega
concebía el mundo como algo eterno, pero no tardaría en llegar un nuevo paradigma: el
cristianismo. Con este cambio, ahora la representación del mundo cambiaba en favor de
un tiempo lineal (con la idea implícita e inicio y fin) y un universo creado ex nihil. En
verdad, la revolución no fue tal, puesto que la fe en un Dios creador ya supone que
nunca “hubo” tal cosa como la nada, pues, como mínimo, estaba la divinidad que
originó todo lo demás. No obstante, surgía un importante choque contra los
presupuestos griegos anteriores, ya que, si el universo no fue ordenado, sino creado,
entonces se puede pasar de la nada al todo.

Más adelante, otros pensadores tratarán de poner su grano de arena en el asunto,


pero poco será el avance. Kant distinguirá cuatro tipos de nada, pero no se trata de una
división lógica, ya que no fue realizada partiendo de un concepto superior que se divida
lógicamente; Hegel afirmará que el ser es tan indeterminado como el no ser, y, si nos
atenemos a la versión más pura que el ser, nos encontraremos con que es uno con la
nada; Henri Bergson argumentará que la nada es una pseudo-idea, porque en realidad no
puede ser ni imaginada ni pensada... y que el pensar únicamente suprime una parte del
todo y no el todo mismo, suplanta un ser por otro ser.

2.3.- El cero

Como nos dice Georges Ifrah, actualmente el sistema de representación numérica


más extendido es conocido como “numeración arábiga”. Compuesto por 10 símbolos (1,
9
Aristóteles, Metafísica, IX, 1

7
2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9. 0), los nueve primeros representan las unidades de primer orden, y
el último alude al concepto de cero10.

El cero (0) es el signo numérico empleado para representar el valor nulo, que en
notación posicional ocupa los lugares donde no hay una cifra significativa. Utilizándolo
como número, se pueden realizar con él operaciones algebraicas como sumas, restas,
multiplicaciones, entre otras. Sin embargo, por ser la expresión del valor nulo (nada,
nadie, ninguno...), puede dar lugar a expresiones indeterminadas o que carecen de
sentido. Algunos matemáticos lo consideran el punto de inicio de los naturales (ℕ), ya
que estos también se pueden definir como el conjunto que nos permite contar el número
de elementos que contienen los demás conjuntos, y el conjunto vacío tiene ningún
elemento. Por otra parte, en la serie entera (ℤ) indica el punto inicial para medir o contar
en ambos sentido de la serie.11

No hay consenso con respecto al origen de este símbolo tan controvertido.


Tradicionalmente, es asociado con los árabes, concretamente con el matemático
musulmán Abu Abdallah Muḥammad ibn Mūsā al-Jwārizmī (Al- Juarismi, c. 780-c.
850). Sin embargo, hay quienes defienden que la noción numérica de cero ya habría
surgido en la cultura Maya, en la Olmeca o en la Babilónica. No obstante, la versión
más aceptada a día de hoy apoya la tesis de que el cero tal como lo conocemos (es decir,
como un número más y no como un mero recurso puntual) habría nacido en la India de
la mano de Brahmagupta (598-670), y el étimo original shunya significaría “vacío” en
sánscrito, lengua clásica de este territorio. Si esta versión estuviese en lo cierto, la
primera obra que explicaría el cero, no solamente como un marcador de posición, sino
también como un número más, sería Brāhmasphuṭasiddhānta (Doctrina de Brahma
correctamente establecida), en donde Brahmagupta ofrece algunas reglas para el uso de
este número, como: “la suma de cero y un número negativo es negativa” , “a suma de
cero y un número positivo es positiva”, “la suma de cero y cero es cero”... Cabe destacar
que el autor cometió algunos fallos, por ejemplo aseverar que cero dividido entre cero
da cero como resultado. Los calculistas indios definieron este número como el resultado
de sustraer cualquier número de sí mismo. El cero habría llegado a los árabes por
herencia india y se habría extendido por occidente, donde se rechazaba en favor de los
números romanos, gracias a su uso por parte de Fibonacci (c. 1170- c. 1250) en el

10
Georges Ifrah, Historia universal de las cifras (Madrid: Espasa Calpe, 1998)
11
https://definicion.de/cero/

8
Libro del Ábaco, quien reconoció su poder pero no lo consideró un número al mismo
nivel que los demás.

Figura 1. Símbolo con el que los mayas pudieron haber representado el 0, basado en
la forma de una concha marina. Se trata del primer uso documentado del cero en
América, año 36 a.C.

Según la matemática Hannah Fry12: “El cero tiene dos funciones importantes. En
primer lugar se usa como marcador de posición, sin él no sabríamos que 1.000 es mayor
que 100. Su segundo papel es como un número en sí mismo, intermediario entre
positivo y negativo”. Está claro que este número es y ha sido muy útil, lo que ha llevado
a que se haya considerado incluso una de las invenciones más importantes de la historia
de la humanidad; sin embargo, esto solamente hace más extraño el hecho de que no
todas las culturas lo incluyesen en sus sistema de numeración. Tratando de darle un
sentido a lo anterior, parece que lo más sensato es apelar a la lógica que regía el
pensamiento de esas culturas, pues no parece muy coherente tratar de representar la
nada con “algo”, sobre todo si tenemos en cuenta que unas matemáticas poco abstractas
enfocadas más bien a necesidades cotidianas no necesitan un número que simbolice
aquello que no percibimos.

2.4.- Código binario

Manteniéndonos en la línea de las ciencias matemáticas, hablaremos ahora del


sistema binario o diádico, puesto que ya hemos tratado el decimal. Calificamos de
binario a todo aquel sistema formado por dos componentes que interaccionan entre sí.

Empero, conocemos como sistema binario al código binario, método de codificación


usado para la representación de textos o procesadores de instrucciones de computadora

12
https://www.youtube.com/watch?v=9Y7gAzTMdMA

9
que utiliza dos dígitos o bits (BInary digiT), el 0 y el 1. El sistema binario moderno fue
documentado en su totalidad por Gottfried Wilhelm Leibniz (1646-1716), en el siglo
XVIII, en su artículo Explication de l'Arithmétique Binaire, empleando ya el 0 y el 1,
como en el sistema bianrio actual. En él se mencionan los símbolos binarios usados por
matemáticos chinos, a quienes el autor germano concedió gran importancia.

En la actualidad, la popularidad del sistema binario radica en que es el empleado por


los ordenadores, cuyo uso está totalmente normalizado en la vida cotidiana. Como estos
equipos funcionan a nivel interno con dos grados diferentes de voltaje, hacen uso del
sistema binario para indicar el apagado, «cero voltios» o inhibido, cuando no circula
corriente (0) y el encendido, energizado, +5 o +12 voltios, cuando circula corriente (1).
De esta forma, nos encontramos con que la nada absoluta vuelve a ser empleada de
modo metafórico al pasar a relativa, ligándola a la ausencia de algo; en este caso, la
corriente.

2.5.- La nada en física

El vacío es una de las nociones más importantes de la física actual, pero no se piensa
de la misma manera en que se hacía antes. Históricamente se creyó que era lo que
quedaría si se quitaban todos los átomos de una caja, pero hoy sabemos que en su
interior seguirían registrándose fuerzas gravitacionales; además, gracias a la física
cuántica, también sabemos que en el vacío se producen fluctuaciones.

Uno de los problemas principales para visualizar la nada surge de una característica
de la mente del ser humano: observamos el mundo desde una perspectiva tridimensional
y con un sentido macroscópico del tiempo. Al tratar de armar una visión del inicio del
Universo desde este restringido enfoque, surge una multitud de paradojas. El Big Bang
originó el tiempo y el espacio, que “antes” no existían. La verdadera nada debe existir
fuera, o antes, de nuestro universo.

El siglo XX trajo cambios radicales para el concepto de la nada. De acuerdo a


Einstein, los objetos físicos no están “en” el espacio-tiempo, sino que poseen una
extensión espacio-temporal. Lo que conocemos como espacio no es sino una
abstracción, que se define según la relación entre objetos locales. Por medio de la teoría
de la relatividad especial unifica la localización geométrica del espacio y el tiempo en el
continuo espacio-temporal.

10
La mecánica cuántica complicó las cosas. El vacío cuántico tiene propiedades muy
diferentes a la interpretación tradicional de vacío, pues está repleto de partículas
transitorias que aparecen y desaparecen, parpadeos entre la existencia y la no-existencia,
cuya organización puede dar lugar a propiedades imprevistas. Si le quitamos todo a un
sistema, es decir, su energía y su materia, nos queda algo que no es la nada. Más que ser
un hueco, o siquiera un carencia de espacio, el vacío cuántico es similar a un medio,
puede tener fases diferentes, cada una con diferentes propiedades y fenómenos. La física
contemporánea dice que existe la posibilidad de que el universo haya emergido del
vacío. El universo quizá sea una enorme fluctuación de vacío cuántico con un saldo de
energía virtual tan cercano a cero que su vida se alarga de gran manera. Esto es posible
dada la existencia de energías tanto positivas como negativas derivadas de la
omnipresente fuerza gravitatoria. Una fluctuación de este tipo en un campo cuya energía
total sea cero existiría para siempre. Además, piensan, puede haber innumerables
fluctuaciones.

Según la propuesta del estado de Hawking-Hartle, el universo no tuvo un comienzo


porque el tiempo no existía antes del Big Bang, de forma que es atemporal. El estado de
Hawking-Hartle es la función de onda (que describe el estado de un sistema de
partículas en la física cuántica) del universo, un vector hipotético que describiría su
origen. En el modelo de Hawking y Hartle, el universo es una superficie de cuatro
dimensiones en una esfera de cinco dimensiones: el polo norte constituiría el instante
del Big Bang, el polo sur al Big Crunch y las latitudes corresponderían al tiempo. El
polo norte es el tiempo cero, donde convergen todas las longitudes, los tiempos
imaginarios, y a la vez es indistinguible de otros puntos en la esfera.

La ciencia tiene numerosas teorías, hasta el punto de sugerir que nuestro universo
surgió del vacío, que pueden existir multitud de universos o que nuestro universo es
eterno. Sin embargo, coinciden en un punto: el universo tiene una naturaleza potencial,
un rango de posibilidades que pueden cumplirse, en función del conjunto de
condiciones iniciales.

11
“Cuanto más nos esforzamos en obtener la nada, más ‘algos" aparecen” 13. Nuestra
concepción del universo está ligada a lo que podemos ver en él, si eliminásemos su
contenido dejaría de tener sentido todo lo que pensamos acerca de él.

Figura1. El clásico dilema acerca de si el vaso está medio lleno o medio vacío es fruto de la tosquedad
del lenguaje coloquial. Si somos rigurosos con nuestro discurso, deberíamos precisar “una parte del vaso
está ocupada por x, mientras que la otra carece de x, aunque esté llena de otra entidad material”.

3.- Conclusiones

A lo largo de este trabajo he tratado de exponer clara y ordenadamente la forma en


que cada una de las diferentes disciplinas del conocimiento concibe la nada o vacío,
sacando a la luz todo lo implícito y explícito en las susodichas concepciones. Hecho
esto, me toca, esta vez sin la inestimable colaboración de los autores que me han
acompañado a lo largo de esta investigación, interpretar el contenido de las pesquisas
realizadas durante todo este periodo de tiempo para así poder sacar mis propias
conclusiones.

Para empezar, es menester comprobar si hemos resuelto los interrogantes que


planteamos al inicio de este documento y que me han servido a modo de esqueleto sobre
el que articular todo el escrito. Los datos recopilados parecen confirmar que el vacío y
la nada son conceptos diferentes referidos a una misma noción, y dicha noción es
paradójica, una antinomia de la razón pura sobre la que parece imposible argumentar, ya
que los fallos comienzan con solamente enunciarla. Además, pese a que ambas palabras

13
Frank Close, entrevista con Robert Corcho para la revista Muy Interesante, número 424

12
son muy habituales en el lenguaje cotidiano, no las empleamos en sentido estricto, sino
en sentido figurado. Quizá por la costumbre o quizá por el trabajo que supondría
cambiar todo nuestro sistema de referencia cada vez que descubrimos algo, seguimos
empleando terminología desfasada sin ni siquiera referirnos a su significado original. De
momento parece que cuando hablamos de la nada, aludimos a la falta de algo relevante,
o a la ausencia de algo en una variable booleana.

La investigación ha sido fructífera y nos ha permitido saciar parcialmente la


curiosidad inicial sobre este tema, pero la ciencia todavía no puede ofrecernos
respuestas concluyentes, y sería muy osado atreverse a cerrar este documento con
respuestas categóricas. En efecto, parece que lo más indicado esperar y ver si esas
mallas cognitivas de las que hablaba Michel Foucault (1926-1984), de la misma manera
en que han influido significativamente a la hora de pensar en estas cuestiones, permiten
que en un futuro podamos afirmar algo con toda la seguridad que nuestras limitaciones
como seres humanos nos permiten.

13
Bibliografía

Fernández Borja, Enrique, “El vacío y la nada. ¿Qué había antes del Big Bang?”, RBA

V.V.A.A., “Historia de la Ciencia”, Austral

V.V.A.A., “Fragmentos Presocráticos: de Tales a Demócrito” (Alianza Editorial, 2016)

Parménides, “Poema. Fragmentos y tradición textual” (Istmo, 2007)

Aristóteles, “Metafísica” (Gredos, 2018)

Diógenes Laercio, “Vida, opiniones y sentencias de los filósofos más ilustres”,


Biblioteca Virtual Universal

Platón, “Parménides” (Encuentro, 2013)

Copleston, Frederick, “Historia de la Filosofía. Volumen I: De la Grecia Antigua al


mundo cristiano” (Ariel Filosofía, 2011)

Ifrah, Georges, Historia universal de las cifras (Espasa Fórum, 1999)

Seife, Cahrles, Zero: The Biography of a Dangerous Idea (Penguin Books, 2000)

Close, Frank, The Void (Oxford University Press, 2008)

Close, Frank, Nothing: A Very Short Introduction (Oxford University Press, 2009)

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