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Escuela Digital
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INTRODUCCIÓN
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OBJETIVOS
▪ Reconocer intersecciones entre evaluación, cultura digital y agenda
educativa/social.
CONTENIDOS
Evaluación y justicia pedagógica. Relaciones entre evaluación y
jerarquía de saberes. Dispositivos y escenarios evaluativos en contextos
de digitalidad.
DESARROLLO DE LA CLASE
Como dijimos en la introducción, este encuentro se construye a partir
del abordaje de un caso. Cabe aclarar que no desplegaremos esta
estrategia pedagógica en el sentido convencional que promueven
autores como Wasserman (1999) o Litwin (2008), pero entendemos que
estarán dadas las condiciones para que se pongan en juego algunas
de sus potencialidades en la medida que se promoverá el debate, se
estimulará la toma de posición, y se ofrecerán afirmaciones que
seguramente generen controversia y puedan ponerse en cuestión.
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Dussel (2010) plantean que en el corazón de la escuela habita una
jerarquía de saberes que funciona como un “manual de
procedimientos” y organiza lo visible y decible y lo esperable. El relato
de Lucía Gorricho pone en agenda una experiencia que, como
muchas que tienen lugar en nuestras aulas, disputa lo instituido para
torcer el destino de una estudiante. La escena condensa una situación
de comunicación genuina, de encuentro y de validación del otro:
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esto ocurra; b) subvirtiendo la lógica de lo esperable, una docente, que
también constituye una voz autorizada y legitimada institucionalmente,
puede dar lugar (cuando podría no hacerlo) a que la estudiante tome
la palabra y pueda dar cuenta de lo que sabe sobre el contenido a
evaluar; c) es la docente, en tanto representante de la cultura letrada y
desde la escritura, quien da visibilidad al hecho y sostiene con
argumentos políticos y pedagógicos las decisiones que lo hicieron
posible.
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Entrevista con Lucía Gorricho
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Infraestructuras digitales y acompañamiento de los procesos de
aprendizaje
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las aulas. El relato de Lucía Gorricho narra una experiencia que se
vuelve excepcional por, al menos, dos motivos: por un lado, rupturiza
desde una práctica concreta las equivalencias discursivas instituidas
entre evaluación, calificación y acreditación; por otro, hace de la
instancia de evaluación una oportunidad para empoderar a una
estudiante y valida sus saberes. En este gesto de justicia pedagógica,
la docente subvierte un proceso de inclusión excluyente (Ezcurra,
2011) que tiende a reforzar desigualdades sociales y colabora con la
producción de brechas de graduación en el nivel Medio.
La pregunta que emerge en este sentido es: ¿cuáles son los avales
sociales, incluso institucionales, que tienen estas instancias evaluativas
que se alejan de aquellas que se corresponden con prácticas
tradicionales? Pareciera que no son muchos. Sin embargo, como
vimos, el ejercicio de descomposición que supone desnaturalizar el
enfoque disciplinador y cuantitativo de las evaluaciones, puede
torcer el destino de una estudiante (y de la propia docente). Y eso es
mucho decir. Lo que queda claro es que la justicia educativa,
encarnada en este caso en una propuesta de evaluación, implica
privilegiar el reconocimiento de las singularidades culturales y sociales
y de las trayectorias que las y los estudiantes han tenido (en función
de las oportunidades que se les ha dado). En términos de Dussel y
Southwell (2008), la evaluación debería permitirnos pensar si lo que
hacemos en el aula está siendo justo.
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Frutillas
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Dussel, I. y Southwell, M. (2008). Sobre la evaluación, la
responsabilidad y la enseñanza. El monitor de la Educación,
(17), 26-29.
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LICENCIA CREATIVE COMMONS
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