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ARTÍCULO DE REVISIÓN

publicado: 02 de septiembre de 2014


doi: 10.3389 / fpsyg.2014.00958

Un constructo dividido: el comportamiento prosocial como


subtipos de ayudar, compartir y consolar
Kristen A. Dunfield *
Departamento de Psicología, Centro de Investigación en Humanos Desarrollo, Universidad de Concordia, Montreal, QC, Canadá

Editado por: El desarrollo y mantenimiento de comportamientos prosociales, orientados hacia los


Amanda Williams por Dalhousie demás, ha sido de considerable interés reciente. Aunque está claro que los
Universidad, canadá
comportamientos prosociales surgen temprano y juegan un papel excepcionalmente
Revisado por:
Matanza de Virginia,
importante en la vida social de los seres humanos, hay menos consenso con respecto a
Universidad de Queensland, los mecanismos que subyacen y mantienen estos actos fundamentales. El objetivo de
Australia este artículo es aclarar las inconsistencias en nuestra comprensión de la aparición y el
Celia A. Brownell, Universidad desarrollo tempranos de la conducta prosocial proponiendo una taxonomía de la
de Pittsburgh, Estados Unidos
conducta prosocial anclada en las limitaciones sociocognitivas que subyacen a la
*Correspondencia:
capacidad de actuar en nombre de los demás. Argumentaré que dentro del dominio
Kristen A. Dunfield, Departamento
de Psicología, Centro para general de la conducta prosocial, las acciones orientadas a otros pueden clasificarse en
Investigación en Desarrollo tres tipos distintos (ayudar, compartir, y reconfortante) que reflejan respuestas a tres
Humano, Concordia University, estados negativos distintos (necesidad instrumental, deseo material insatisfecho y
Montreal, QC H4B 1R6,
Canadá
angustia emocional). En apoyo de esta propuesta, demostraré que las tres variedades de
Email: kristen.dun fi eld@concordia.ca comportamiento prosocial muestran edades únicas de inicio, patrones de producción no
correlacionados y patrones distintos de diferencias individuales. Es importante destacar
que al diferenciar variedades específicas de comportamiento prosocial dentro de la
categoría general, podemos comenzar a explicar las inconsistencias en la literatura
pasada y proporcionar un marco para dirigir la investigación futura sobre los orígenes
ontogenéticos de estos comportamientos sociales esenciales. y patrones distintos de
diferencias individuales. Es importante destacar que al diferenciar variedades específicas
de comportamiento prosocial dentro de la categoría general, podemos comenzar a
explicar las inconsistencias en la literatura pasada y proporcionar un marco para dirigir la
investigación futura sobre los orígenes ontogenéticos de estos comportamientos sociales
esenciales. y patrones distintos de diferencias individuales. Es importante destacar que al
diferenciar variedades específicas de comportamiento prosocial dentro de la categoría
general, podemos comenzar a explicar las inconsistencias en la literatura pasada y
proporcionar un marco para dirigir la investigación futura sobre los orígenes
ontogenéticos de estos comportamientos sociales esenciales.

Palabras clave: comportamiento prosocial, desarrollo socio-cognitivo, desarrollo emocional.

Casa, 2011) parte de la vida social humana.


Los seres humanos tenemos una serie de habilidades La capacidad y la voluntad de participar en un
excepcionales, una de las cuales es nuestra socialidad comportamiento prosocial parece tener implicaciones
omnipresente y obligatoria (Brewer y Caporael, 2006). Los importantes para el bienestar del individuo (p. Ej., Calmiar, 1996;
humanos no solo actuamos regularmente con los demás, Sallquist y col., 2012), grupo (Anderson y Kilduff, 2009) y social
también actuamos en nombre de los demás (p. Ej.,Tomasello, (Zak, 2008; Tomasello, 2009; Pinker 2011) nivel de análisis.
2009). Es importante destacar que esta tendencia orientada Debido en parte a suintrigantes restricciones teóricas (Hamilton,
hacia los demás ha sido reconocida durante mucho tiempo 1964; Trivers, 1971), y en parte a sus amplias implicaciones
como un intrigante acertijo explicativo. Específicamente, desde sociales (Tomasello, 2009; Pinker 2011), los comportamientos
una estricta perspectiva darwiniana de “supervivencia del más orientados a otros han capturado la curiosidad de los
apto”, los comportamientos que benefician a otro a costa de académicos de una variedad de disciplinas (p. ej., Bowles y Gintis,
uno mismo no deberían existir, en gran parte porque la 2011; Wilson, 2012; Florecer, 2013; Greene, 2013). Este interés
tentación y los beneficios de hacer trampa son simplemente diverso ha resultado en una gran cantidad de literatura que
demasiado altos (p. Ej.,Darwin, 1859; Dawkins, 1989). Sin examina los factores que apoyan el surgimiento y el
embargo, a pesar de los desafíos explicativos, los actos mantenimiento de estos actos sociales esenciales a través de la
orientados hacia otros sí existen y parecen ser un elemento filogenia (Warneken y Melis, 2012)
esencial (Tomasello, 2009), automático (Zaki y Mitchell, 2013),
universal (p. ej., Henrich et al., 2005; Callaghan et al., 2011) y
relativamente único (p. ej., Warneken y Tomasello, 2009; Seda y
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y ontogeniaEisenberg y col., en prensa). Sin embargo, en lugar de
proporcionar claridad y conocimiento, estos diversos programas
de investigación han aportadopara iluminar una serie de
desafíos y controversias en nuestra comprensión actual del
desarrollo prosocial. Por ejemplo, diferentes medidasde
comportamiento prosocial a menudo no están correlacionados
(p. ej., Heno y cocinero 2007; Dunfield y Kuhlmeier, 2013), la
prosocialidad temprana a menudo se correlaciona con
tendencias agresivas (p. ej., Decir ahy, 2006), y los niños
regularmente ignoran o agravan la angustia de los demás
(Dunn, 1988).
El objetivo de este documento es arrojar luz sobre
algunos de estos desafíos explicativos al considerar el
comportamiento prosocial desde la perspectiva del desarrollo
socio-cognitivo. Específicamente, propondré que dentro del
dominio general de la conducta prosocial hay tres variedades
distintas de respuestas que pueden diferenciarse en función
de sus limitaciones sociocognitivas subyacentes únicas. Luego,
proporcionaré evidencia de la utilidad de esta distinción
demostrando que estos comportamientos muestran
trayectorias de desarrollo disociables y asociaciones distintas
con factores de diferencia individual en una etapa temprana
de la vida. Dado que este artículo está destinado a organizar y
dirigir la investigación sobre el surgimiento y el desarrollo
temprano de la conducta prosocial, la atención se centrará en
el cuerpo de literatura en rápido crecimiento que examina la
prosocialidad desde la infancia hasta la primera infancia.

DEFINIENDO EL COMPORTAMIENTO PROSOCIAL


Hay muchas formas de actuar en nombre de los demás. Por lo
general, aplicamos el término "prosocial" a cualquier
comportamiento que tenga la intención de beneficiar a otro
(p. Ej.,Eisenberg, 1986). Utilizando esta amplia definición,
numerosos estudios han demostrado

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que los humanos parecen excepcionales en su capacidad para universales en el desarrollo de la conducta prosocial y luego
responder a una diversidad de necesidades (Svetlova y col., identificando los correlatos cognitivos sociales subyacentes.
2010; Dunfield et al., 2011; Dunfield y Kuhlmeier, 2013), muy Estas dos variedades de explicaciones no son mutuamente
temprano en el desarrollo (Zahn-Waxler y col., 1992; Warneken y excluyentes, y hay razones para pensar que tanto los factores
Tomasello, 2006). Aunque hemos logrado grandes avances en la disposicionales como los de desarrollo trabajan en conjunto para
documentación de la miríada de comportamientos prosociales que apoyar la producción de comportamiento prosocial (p. Ej.,Nichols
pueden producir los niños, todavía tenemos muchoconocer los y col., 2009). Específicamente, tienese ha sugerido que El
mecanismos que subyacen y apoyan estos actos fundamentales comportamiento prosocial se puede considerar tanto
(ver Radke-Yarrow y col., 1983 para un histórico, pero relevante,
perspectiva sobre temas similares).
Tiempo muchos han planteado la hipótesis de mecanismos
de apoyo como la socialización (Hastings y col., 2007), cognitivo
desarrollo (p. ej., toma de perspectiva, Hoffman, mil novecientos
ochenta y dos; Underwood y Moormi, mil novecientos ochenta y
dos), o diferencias individuales subyacentes (p. ej.,
personalidad prosocial, miIsenberg et al., 1999; genético
fundamentos, Knafo e Israel, 2009), estas afirmaciones han sido
difíciles de evaluar. Una tendencia histórica a emplear una
definición amplia de proso- cialcomportamiento y diseños
naturalistas u observacionales (Schroeder y col., 1995; Eisenberg y
col., 2006) ha dado lugar a una coherencia limitada en el registro
de la edad de aparición (p. ej., Zahn-Waxler y col., 1992),
trayectorias de desarrollo (p. ej., Radke-Yarrow y col., 1983),
correlatos de comportamiento (p. ej., Eisen-berg y Hand, 1979),
y diferencias individuales asociadas con la producción de actos
orientados hacia otros. De hecho, tratar todos los
comportamientos prosociales como "tipos" similares ha
resultado en mucha dificultad para desarrollar teorías
coherentes con respecto a los mecanismos de desarrollo
(verRadke-Yarrow y col., 1976; Eisen-berg y Hand, 1979; Zahn-
Waxler y col., 1992 para notable excepciones).
Parte de la dificultad explicativa puede resultar de una
tendencia a considerar el desarrollo prosocial desde una
diferencia individual o una perspectiva universal del desarrollo
(p. Ej., Nichols y col., 2009). Las explicaciones de las diferencias
individuales (disposicionales) intentan explicar la variabilidad en
la propensión a actuar prosocialmente examinando los factores
de diferencias individuales estables, como la regulación de las
emociones, la contienda o el control inhibitorio. Aunque hay
apoyo para esta perspectiva (p. Ej.,Eisenberg y col., 1999), el
patrón de relaciones ciones no es siempre consistente. Por
ejemplo, aunque la conducta prosocial espontánea en el
preescolar predice la conducta prosocial autoinformada y de
otros en la edad adulta temprana, la ayuda obediente y de bajo
costo no lo hizo. Es importante destacar que el mecanismo
subyacente a estas relaciones variables no siempre está claro.
Una posibilidad es que las limitaciones metodológicas asociadas
con la evaluación de la motivación en la infancia y la primera
infancia estén limitando nuestra capacidad para identificar las
relaciones relevantes (Thompson y Newton, 2013).
Alternativamente, es posible que la variabilidad refleje el hecho
de que la motivación prosocial es diversa (p. Ej.,Eisenberg y col.,
1991; Paulus, 2014).
Los relatos del desarrollo, por otro lado, normalmente
examinan cómo la adquisición de diversas habilidades
cognitivas universales, como la comprensión del estado mental,
afecta la producción de la conducta prosocial. Estos relatos
buscan explicar las similitudes entre individuos en el desarrollo
de conductas prosociales identificando primero los hitos
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una categoría general, superior que contiene una variedad de (p. ej., Tomasello y col., 2005; Tomasello, 2009; Desembocadura,
respuestas distintas (es decir, una disposición prosocial), pero 2012).
también una construcción que gana aliento y complejidad con
el desarrollo (es decir, un desarrollo universal; Thompson y
Newton, 2013). Al adoptar una perspectiva universal del
desarrollo, el artículo actual busca aclarar la variedad de
formas en que los humanos actúan prosocialmente con la
esperanza de que al aclarar las diversas manifestaciones del
comportamiento prosocial y sus limitaciones únicas, podamos
obtener una mejor comprensión de la interacción entre los
universales del desarrollo. y diferencias individuales en la
producción de comportamiento prosocial.

UNA PERSPECTIVA UNIVERSAL DE DESARROLLO


Una forma en que podemos abordar y superar algunos de los
Las limitaciones explicativas son aclarar la variedad de formas
en que los humanos actúan prosocialmente. La propuesta
actual se basa en categorizaciones existentes que reconocen
la heterogeneidad en las diversas manifestaciones de la
conducta prosocial y reconocen un papel importante para el
desarrollo cognitivo social en la producción de principios
prosociales.actos (p. ej., Heno y cocinero 2007; Warneken y
Tomasello, 2009; Brownell y col., 2013b). Sin embargo, la
corrienteLa propuesta difiere de las categorizaciones
anteriores en el énfasis que se pone en la evaluación primaria
del estado mental que el individuo debe realizar al determinar
si debe ayudar a otro y cómo hacerlo.
Independientemente de lo que haga el actor prosocial o por
qué, el La característica subyacente a la disociación de las
diversas respuestas prosociales es el estado negativo primario
que el actor reconoce y responde. Por ejemplo, aliviar
eficazmente la angustia en un individuo que llora y cuyo
estómago retumba dependería de si la respuesta afectiva es
una causa o una consecuencia del hambre. Una persona que
tiene tanta hambre que se enoja requiere una intervención
muy diferente a la de una persona que está tan enojada que
pierde el apetito. En el primer caso, reducir el hambre
ofreciendo comida aliviará la angustia emocional; en el
segundo caso, reducir la angustia emocional ofreciendo apoyo
social aliviará (eventualmente) el hambre (al permitir que
regrese el apetito ansioso).
Existe un consenso creciente de que la comprensión del
comportamiento prosocial requerirá un enfoque
multidimensional que considere la variedad de mecanismos
distintos que pueden conducir a diferentes respuestas
prosociales (p. Ej., Heno y cocinero 2007; Dunfield y Kuhlmeier,
2013; Thompson y Newton, 2013; Paulus, 2014). La
categorización de las variedades de comportamiento prosocial
en función del estado negativo al que responden parece ser
una conceptualización fructífera porque considerables
investigaciones pasadas han demostrado que, desde muy
temprano en el desarrollo, los seres humanos identifican
automáticamente los estados mentales de los demás
(incluidas las metas, las creencias y los deseos) y luego use
estas evaluaciones para comprender y predecir el
comportamiento de los demás (p. ej.,Desembocadura, 2012).
Esta tendencia a atribuir automáticamente y compartir estados
mentales juega un papel integral en las interacciones sociales
humanas, tanto que se ha argumentado que una función
principal de la metacognición explícita es mejorar las
relaciones sociales y apoyar interacciones grupales fructíferas
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De acuerdo con esta afirmación, estudios previos han una respuesta apropiada y, finalmente, la motivación para
encontrado que, como Las capacidades sociocognitivas de los intervenir. Con estas limitaciones en mente, es útil considerar los
niños maduran, al igual que su capacidad para trabajar con tipos de estados negativos que las personas pueden necesitar
(Brownell y Carriger, 1990; Brownell y col., 2006) y en nombre de reconocer y responder al relacionarse con otros. Considerados
otros (Wu y Su, 2014). Además, enmarcar las tareas cognitivas ampliamente, los humanos parecen experimentar tres
sociales como problemas prosociales parece facilitar el variedades
desempeño (Matsui y Miura, 2008; Buttelmann y col., 2009),
sugiriendo que los comportamientos prosociales están
integralmente entrelazados con el desarrollo de la cognición
social humana (ver también Brownell y col., 2013b para una
revisión). Dado que automático y penetrante El papel que juega
la comprensión del estado mental en una amplia variedad de
interacciones humanas, y el papel central que juegan los
comportamientos prosociales en el éxito social humano, es
plausible que la capacidad de representar los estados mentales
de los demás con precisión sea un requisito previo necesario
para el comportamiento prosocial temprano.
Una de las formas más fáciles y seguras de beneficiar a otro
implica intervenir cuando se enfrenta a una experiencia
negativa. Teniendo esto en cuenta, se puede pensar que los
comportamientos prosociales requieren tres componentes: (1)
la capacidad de tomar la perspectiva de otra persona y
reconocer que está teniendo un problema; (2) la capacidad de
determinar la causa de ese problema; y (3) la motivación para
ayudarlos a superar el problema. De hecho, el simple hecho de
reconocer que alguien está angustiado tiene poco valor si uno
no está dispuesto a hacer algo al respecto, ni la motivación es
útil si no sabe cómo intervenir. Juntos, la capacidad de navegar
con éxito cada uno de estos pasos es necesaria, pero no
suficiente por sí sola, para la producción de un comportamiento
prosocial eficaz;
Para ser claros, la afirmación no es que todos los
comportamientos prosociales estén siempre motivados por la
percepción directa del estado negativo de otra persona. En
cambio, la propuesta es que las primeras instancias de
conductas prosociales probablemente lo sean, y que al
considerar las limitaciones cognitivas sociales relacionadas con
el reconocimiento de un estado negativo y la identificación de
una intervención adecuada, podemos obtener una mejor
comprensión de cómo se desarrollan y cambian las conductas
prosociales. vida temprana. Los adultos están claramente
motivados por la angustia imaginada o implícita y se involucran
en un comportamiento prosocial incluso en ausencia de una
percepción directa de un problema. En algún momento del
desarrollo (potencialmente tan pronto como al comienzo del
segundo año, por ejemplo,Vaish y col., 2009; Knudsen y
Liszkowski, 2013; Warneken, 2013), los humanos pueden usar
estados negativos imaginados o inferidos como ímpetu
prosocial. Sin menospreciar los impresionantes desafíos del
desarrollo que subyacen a la internalización de la motivación
prosocial, existe un importante papel explicativo para la
comprensión. destacando cómo los niños muy pequeños llegan
a reconocer, interpretar y superar los estados negativos que
perciben directamente en los demás.

CATEGORIZACIÓN DEL COMPORTAMIENTO PROSOCIAL


Para reiterar, los comportamientos prosociales tempranos se
basan en la capacidad de reconocer que otro está teniendo una
experiencia negativa, la capacidad de determinar qué implicaría
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de estados negativos: necesidad instrumental, donde un requiere la capacidad de reconocer las intervenciones efectivas
individuo tiene dificultad para completar la conducta dirigida a un que apoyan la consecución de la meta. La comprensión de las
objetivo; deseo material insatisfecho, en el que el individuo no metas y la preferencia por las personas asociadas con la
tiene acceso a un recurso en particular;y angustia emocional, consecución de las mismas parece desarrollarse durante el
cuando un individuo experimenta un estado emocional primer año de vida. Por ejemplo, los niños de 8 meses esperan
negativamente excitante. Además, cada uno de estos estados que las personas muestren emociones positivas después de
negativos puede aliviarse mediante una variedad diferente de completar la meta (Skerry y Spelke,
comportamiento prosocial, a saber, ayudar(p. ej., recuperar un
objeto fuera de alcance; Warneken y Tomasello, 2006),
compartir (p. ej., renunciar a un recurso limitado, Decir ahy,
1979; Brownell y col., 2009) y reconfortante (por ejemplo,
ofreciendo apoyo verbal o físico; Vaish y col., 2009; Svetlova y
col., 2010), respectivamente.
Debido a que se cree que estas tres variedades de
comportamiento prosocial se basan en diferentes evaluaciones
sociocognitivas iniciales (es decir, metas, deseos y emociones), y
la capacidad de representar estos diversos estados mentales
show único patrones de desarrollo (p. ej., Bueno, hombre y
Woolley, 1990; Repacholi y Gopnik, 1997; WoodwarD, 1998;
Wellman y Liu, 2004; Wellman y col., 2011), no debemos predecir
necesariamente la coherencia en la edad de aparición, las
trayectorias de desarrollo o los mecanismos de apoyo para cada
variedad de conducta prosocial. Mirando la literatura existente
sobre niños desarrollo cognitivo social, encontramos apoyo
para esta posición.

NECESIDAD INSTRUMENTAL
Representando el problema
Ayudar requiere la capacidad de representar con precisión
una necesidad instrumental. Representar una necesidad
instrumental requiere la capacidad de atribuir un objetivo
previsto a pesar de las observaciones incompletas.
Investigaciones anteriores sugieren que durante el primer año
de vidalos bebés pueden representar una acción simple
dirigida a un objetivo (Woodward, 1998; Csibra et al., 1999), y
dentro de poco después de eso ellos puede diferenciar los
actos intencionales de los no intencionales y recrear actos
previstos a pesar de las observaciones incompletas (Carpenter
y col., 1998; Behne et al., 2005). Para ejemplo, Entre 5 y A
los 9 meses, los bebés comienzan a interpretar las acciones de
los demás en términos de metas, no de mociones, mostrando
mayor interés en los actores que cambian el objetivo, en
oposición a la dirección, de su alcance (WoodwarD, 1998). A
los 8 meses, los bebés identifican e imitan preferentemente
los comportamientos previstos, incluso cuando se combinan
con comportamientos accidentales (Carpenter y col., 1998).
Finalmente, a los 9 meses, los bebéspreferir y mostrar más
paciencia hacia las personas que no comparten porque no
pueden (y siguen dejando caer el juguete fuera de su alcance)
en lugar de no querer (y siguen tirando del juguete fuera de su
alcance; Behne et al., 2005). Juntos, estos estudios demonio-
Estime que entre el final del primer año y el comienzo del
segundo año, los bebés son capaces de representar los
comportamientos de otros en términos de su estructura de
metas subyacente y, a pesar de observar acciones
incompletas, diferenciar los resultados deseados de los no
deseados.

Representando la solución
Además de poder representar la estructura de la meta que
subyace y organiza el comportamiento, la ayuda eficaz
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2014). A los 2 años, los bebés muestran una excitación del prosocial, la mayor parte del trabajo que habla de la
sistema nervioso simpático en respuesta a metas incompletas, comprensión de los niños sobre la desigualdad de recursos se ha
que se reduce después de presenciar que el individuo recibe examinado en relación con las conductas compartidas.
ayuda, independientemente de si la ayuda es iniciada por ellos A pesar de una larga historia de debate sobre si los niños
mismos o por otra persona (Hepach y col., 2012). Finalmente, menores de 5 años son sensibles a distribuciones desiguales de
cuandoLos bebés son testigos de un personaje que intenta pero
no logra completar una meta, prefieren el personaje que fue
útil (Hamlin et al., 2007) y esperar que otros compartan esta
preferencia (Kuhlmeier y col., 2003). Y aunque estos estudios no
tenían la intención específica de evaluar la comprensión de los
bebés sobre las intervenciones efectivas con objetivos, la única
forma deLos bebés podrían haber comprendido las diversas
interacciones representando una meta inicial (p. ej., subir la
colina), representando la intervención apropiada (p. ej.,
empujando hacia la cima) y entendiendo que los individuos se
inclinan positivamente hacia las metas completadas.
Finalmente, utilizando un paradigma de recreación
conductual, Meltzoff (1995) proporciona la evidencia más clara
de que a los 18 meses los bebés no solo representan las
acciones de otros como dirigidas a una meta y prefieren
individuos y situaciones asociadas con metas cumplidas, sino
que también pueden representar y reproducir metas que no
han visto cumplidas. Los niños vieron cómo un experimentador
intentó, pero no pudo completar una serie de acciones, como
desmontar una campana tonta o colgar un aro en un poste. A
continuación, se dio a los niños la oportunidad de producir ellos
mismos las acciones. De acuerdo con la capacidad de
representar la acción humana a través de la lente organizadora
de los objetivos, los bebés produjeron preferentemente el
resultado deseado por el actor (por ejemplo, separaron las
pesas y colgaron el aro) a pesar del hecho de que nunca habían
visto estos objetivos completados, simplemente implícitos.
Juntos, está claro de La literatura existente dice que antes
del segundo cumpleaños, los niños representan las acciones de
otros en términos de metas subyacentes, reconocen cuándo y
por qué las metas pueden fallar en completarse y están muy
motivados para ver las metas alcanzadas. Esta sugiere que
dentro de los primeros dos años de vida, los niños han
desarrollado las habilidades cognitivas sociales necesarias para
apoyar el reconocimiento de necesidad instrumental y producen
conductas de ayuda.

DESEO MATERIAL INCUMPLIDO


Representando el problema
Compartir, por otro lado, requiere la capacidad y la voluntad de
representar el deseo material insatisfecho de otra persona. Por
lo general, esto implica reconocer y rectificar una distribución
desigual de recursos. En los adultos, las asignaciones tienden a
regirse por la norma de distribución justa y asociarse con el
“principio de igualdad”, que propone que los bienes ceteris
paribus deben dividirse equitativamente entre los destinatarios
potenciales, particularmente cuando el objetivo principal de la
interacción implica fomentar y mantener "relaciones sociales
agradables" (Deutsch, 1975, pag. 143).Esta tendencia está bien
establecida en adultos (p. Ej., Henrich y col., 2005; Baumard y
col., 2013) y parece emerger relativamente temprano en el
desarrollo (p. ej., Fehr y col., 2008; Sloane y col., 2012). Sin
embargo, a diferencia de la comprensión de objetivos, que se
ha estudiado extensamente fuera del dominio de la conducta
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recursos (por ejemplo, Lane y Coon, 1972; Damon 1975; Fehr y deseo per se, o son una manifestación de un impulso de
col., 2008), una investigación reciente que utiliza una variedad participar socialmente (Tomasello y col., 2005).
de medidas implícitas convergentes sugiere que los bebés Cuando los niños tienen la oportunidad de dividir recursos
comienzan a reconocer distribuciones desiguales y prefieren entre ellos y los demás, o seleccionar entre divisiones
distribuciones iguales al principio de su segundo año de vida. predeterminadas, existe una tendencia general hacia un
Específicamente, los bebés muestran una mayor atención a las comportamiento más justo con la edad. Por ejemplo, cuando a
distribuciones injustas (es decir, desiguales) en oposición a las los niños se les da la oportunidad de dividir recursos en nombre
distribuciones justas (es decir, iguales), lo que sugiereque de otro, los niños desde los 3 años trabajan para garantizar
esperan que los recursos se dividan de manera justa (por distribuciones equitativas (Olson y Spelke, 2008; Shaw y
ejemplo, Sloane y col., 2012). De hecho, múltiples estudios,
realizados en una variedad de laboratorios, con fi rmar esta
tendenciaGeraci y Surian, 2011; Schmidt y Sommerville, 2011;
Sommerville y col., 2013).
Fundamentalmente, esta preferencia por la igualdad de
resultados parece específica de las interacciones sociales. Los
bebés no muestran un patrón de apariencia similarcuando el
receptor es inanimado, descartando una preferencia
perceptual de bajo nivel por cantidades iguales (Sloane y col.,
2012). Es más,coherente con el reconocimiento de que, en
general, es preferible compartir los artículos por igual entre
los destinatarios, los bebés prefieren (según el
comportamiento de alcance) y esperan que otros prefieran
(según las preferencias de tiempo de búsqueda) distribuidores
iguales (Geraci y Surian, 2011). Finalmente, en consonancia con
la afirmación de que representar una materia insatisfechaEl
deseo real es excepcionalmente importante para el desarrollo
de la conducta de compartir, la sensibilidad de los bebés a los
resultados injustos se correlaciona con el intercambio
simultáneo (Schmidt y Sommerville, 2011) pero no ayuda
(Sommerville y col., 2013).
Aunque los niños menores de 5 años muestran resultados
mixtos al articular normas y expectativas de equidad, cuando
las demandas de respuesta se reducen y se utilizan medidas
implícitas (como el comportamiento afectivo), los niños de
hasta 3 años reconocen y rresponder negativamente a la
distribución injusta de recursos (LoBue y col., 2011).
Específicamente, los niños muestran claras emociones
negativasen respuesta a distribuciones desiguales y cuando se
le solicite, identifique tales resultados como “injustos”
(especialmente cuando el participante está en una posición de
desventaja). En conjunto, esta investigación sugiere que la
capacidad de representar y evaluar negativamente el acceso
desigual a los recursos surge en el transcurso del segundo año
de desarrollo.

Representando la solución
Aliviar eficazmente el deseo material requiere la capacidad de
reconocer una distribución desigual de los recursos, la
motivación para ver restaurada la igualdad y la capacidad de
superar un deseo egocéntrico de monopolizar los recursos.
Aunque los niños pueden reconocer distribuciones desiguales
de recursos al menos a los 15 meses, no está claro que
reconocer la desigualdad sea, en sí mismo, suficiente para
explicar el comportamiento de compartir. De hecho, un punto
convincente planteado por los investigadores comparativos es
que incluso cuando los chimpancés (y otros primates no
humanos) pueden reconocer una oferta injusta, no están
necesariamente motivados para actuar para cambiar la
situación (por ejemplo,Brosnan, 2013). Además, incluso cuando
los niños actúan para cambiar situaciones, no siempre está claro
si sus comportamientos están dirigidosen el alivio de material
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Olson, 2012). Sin embargo,Cuando los niños toman decisiones es débil.


que les afectan a sí mismos, alrededor de los 4 años surge una
ESTRÉS EMOCIONAL
aversión a la igualdad desventajosa (es decir, rechazar ofertas
Representando el problema
que favorecen al otro, por ejemplo, 1 - yo, 4 - otro), mientras
que la oposición a la desigualdad ventajosa. (es decir, rechazar Consolar requiere la capacidad de representar el estado
ofertas que favorecen al yo, por ejemplo, 4 - yo, 1 - otro) emocional negativo de otra persona. Representar eficazmente la
emerge much más tarde, entre las edades de 6 y 8 años (Blake y angustia emocional de otra persona requiere la capacidad de
McAuliffe, 2011). diferenciar e identificar las diversas
Curiosamente, a pesar de tener la capacidad de articular la
norma de justicia desde los 3 años, los niños no siempre la
siguen. Por ejemplo,Smith y col. (2013) descubrió que los niños
podían informar que deben distribuir recursos justamente y
esperaban que otros lo hicieran, sin embargo, cuando se les dio
la oportunidad de dividir los recursos, mostraron preferencia
por sí mismos. Lo más divertido es que los niños parecen muy
conscientes de sus límites; aunque sabían que debían compartir
de manera justa y esperaban que otros lo hicieran, cuando se
les preguntó qué harían cuando se les diera la oportunidad de
compartir, los participantes predijeron correctamente que se
comportarían de manera egoísta.
Finalmente, un estudio reciente que empleó tanto el control
experimental como un contexto social naturalista demostró un
aumento en la frecuencia y espontaneidad del comportamiento
de compartir temprano entre los 18 y los 24 meses (Brownell y
col., 2013a). Específicamente, participóLos pantalones tenían
acceso a alimentos y juguetes en presencia de un
experimentador adulto que no tenía ninguno. A diferencia de
muchos de los estudios que examinan la distribución de
recursos, los participantes no recibieron instrucciones explícitas
de dividir los recursos. En cambio, la compañera de juegos
adulta expresó su deseo usando una serie de señales
progresivamente más explícitas. Las niñas de dieciocho meses
estaban dispuestas a compartir, pero a menudo solo después
de que el experimentador hizo explícito su deseo. Por el
contrario, a los 24 meses, los participantes compartieron de
forma espontánea, a menudo de forma inmediata y, por lo
general, de forma más generosa que a los 18 meses. Además,
de acuerdo con un papel importante para comprender el deseo
de otra persona en el surgimiento de la conducta de compartir,
compartir se asoció positivamente con la comprensión de uno
mismo y la propiedad, y se asoció negativamente con
conductas centradas en uno mismo (p. Ej.,
En resumen, los niños reconocen la importancia de la
igualdad de resultados en los dos primeros años de vida; sin
embargo, la tendencia a actuar espontáneamente para resolver
estos problemas muestra un desarrollo prolongado. Además,
hay una serie de factores situacionales que influyen en si los
niños aplicarán su reconocimiento de resultados desiguales
para remediar una situación injusta. Por ejemplo, compartir en
niños menores de 3 años puede incrementarse cuando otros
hacen explícito su deseo (p. Ej.,Brownell y col., 2009, 2013a;
Dunfield y col., 2011), el costo de compartir es bajo (p. ej.,
Thompson y col., 1997; Moore, 2009), o el destinatario está
familiarizado (Rheingold y col., 1976; Heno, 1979; Hay y Murray,
mil novecientos ochenta y dos). En conjunto, estos hallazgos
brindan más apoyo a la propuesta de que reconocer el deseo
material insatisfecho (es decir, un resultado desigual) por sí
solo no es suficiente para compartir de manera efectiva,
particularmente cuando la solución no es clara o la motivación
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experiencias emocionales de otros. Desde los primeros días de 2006). De hecho, los desarrollos sociales, emocionales y
vida, los bebés responden a la angustia de los demás con cognitivos que experimentan los niños durante el primer año de
angustia propia (p. Ej.,Sagi y Hoffman, 1976). Sin embargo, a vida, que les permiten pasar de reflejar la emoción negativa de
pesar del papel integral que se cree que juega el contagio otro a representar el estado negativo y comprender una causa y
emocional en el desarrollo de la simpatía ycomportamiento una solución, se han pensado durante mucho tiempo. ser parte
reconfortante (ver Hoffman, mil novecientos ochenta y dos; integral del desarrollo prosocial (Hoffman, mil novecientos
Preston y De Waal, 2002; Decety y Meyer, 2008 para ochenta y dos, 2000).
revisiones), no es suficiente para apoyar respuestas efectivas
orientadas hacia los demás a la angustia. En cambio, es la
capacidad de identificar tanto el estado emocional negativo
de otra persona como la causa, lo que probablemente
respalda la conducta reconfortante efectiva.
Los investigadores han demostrado los fundamentos de la
capacidad identificar estados emocionales negativos en la
primera infancia. Desde los 3 meses de edad, los bebés
pueden diferenciar las expresiones faciales de felicidad de la
sorpresa y la ira, y a los 7 meses, los bebés pueden
representar adicionalmente miedo, tristeza e interés
(Grossmann, 2010). El desarrollo en conjunto con la capacidad
de discriminar entre varias expresiones emocionales es la
capacidad de representar la equivalencia de varias señales
emocionales. Por ejemplo, alrededor de los 7 meses de edad,
los bebés comienzan a reconocer expresiones emocionales
conflictivas (p. Ej., Cuando una cara triste se combina con una
voz feliz) y prestan preferencialmente a parejas que son
emocionalmente consistentes (p. Ej., Unacara feliz combinada
con una voz feliz; Walker-Andrews y Dickson, 1997). Juntos, estos
resultados sugieren que dentro del primer año de vida los bebés
diferencian las emociones positivas y negativas, con
diferenciación entre variedades de afecto negativo en
desarrollo.poco después.
De acuerdo con muchos logros del desarrollo, el
reconocimiento de las emociones de los niños parece variar
según las demandas de la tarea. Aunque los bebés pueden
diferenciar variedades de expresiones emocionales y
reconocer la congruencia intermodal en tareas implícitas
dentro del primer año de vida, no es hasta casi
3 años de edad que muestran una capacidad limitada para
discutir un rango restringido de emociones (Denham y
Couchoud, 1990). El desarrollo de la capacidad de los niños
para etiquetar explícitamente las emociones de los demás
refleja la progresión del desarrollo observada con medidas
implícitas. Específicamente, mientras que los niños de tan solo
2 años pueden etiquetar la felicidad, se necesitan uno o dos
años más antes de que puedan identificar de manera
confiable las emociones negativas como la ira, el miedo y la
ansiedad.tristeza (Denham y Couchoud, 1990; Ampliar y Rus-
vender, 2003). En conjunto, estos estudios sugieren que si
bien parte de la comprensión emocional necesaria se
encuentra en su lugar en el primer año de vida (es decir,
discriminación emocional y expectativas de coherencia),
muchas de las habilidades necesarias (es decir, identificar
explícitamente el tipo particular angustia) no emergen hasta la
infancia.

Representando la solución
El simple hecho de reconocer las emociones negativas de otra
persona no es suficiente para apoyar un comportamiento
reconfortante maduro. Ser capaz de identificar la causa del
estado emocional de otra persona es de vital importancia para
comprender e intervenir en su nombre (p. Ej.,Saarni y col.,
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comportamiento prosocial.

La comprensión de los niños de la naturaleza idiosincrásica la emoción juega un papel importante en la intervención
de las emociones surge en el segundo año de vida. Por ejemplo, temprana de la angustia.
aunque los niños de 14 meses generalizan en exceso sus Por lo tanto, aunque los bebés pueden reconocer la coherencia
preferencias personales, los de 18 meses reconocen que los en las emociones Expresiones dentro del primer año de vida, la
individuos pueden diferir en sus experiencias emocionales habilidad de representar, rastrear y responder apropiadamente
(Repacholi y Gopnik, 1997). Relat- edly, los niños tan pequeños a la naturaleza idiosincrásica específica de la persona de las
como 2, entienden que los factores situacionales in fl uence emociones toma mucho más tiempo en desarrollarse. De
tanto emociones como comportamientos (Wellman y Woolley, hecho, de acuerdo con el relato teórico inicial de Hoffman, la
1990). Luego, a los tres, los niños pueden hacer predicciones capacidad de representar la angustia emocional de otro por sí
precisas sobre los tipos de situaciones que conducen a la sola no es suficiente para interacciones reconfortantes
felicidad y entre los 4 y 5 comienzan a hacer predicciones efectivas. En cambio, es probable que surja un consuelo eficaz
precisas sobre situaciones que conducen a la ira, el miedo o la orientado a los demás en el transcurso del segundo al cuarto
sorpresa (Denham y Couchoud, 1990; Widen y Russell, 2003). año y se aproveche de una comprensión cada vez mayor de la
Finalmente, los niños no solo reconocen situaciones que naturaleza única, diversa y restringida situacionalmente de las
conducen a diversas emociones, sino también la adecuación experiencias emocionales de los demás.
contextual de las expresiones emocionales. Desde los 18
meses, los bebés tienen expectativas con respecto a las COMPORTAMIENTO PROSOCIAL COMO SUBTIPOS
posibles reacciones emocionales, participando en un DE AYUDAR, COMPARTIR Y CONFORTAR
comportamiento más de control y una atención menos En resumen, esta categorización (Figura 1) propone que dentro En
preocupada cuando presencian angustia injustificada en lugar el ámbito general de la conducta prosocial, hay tres variedades
de justificada (es decir, angustia después de positivo versus más específicas de conducta en las que se involucran los
angustia).negativo resultados respectivamente; Chiarella y individuos, a saber, ayudar, compartir y consolar. Además, cada
Poulin-DuBois, 2013). Además, a los 3 años de edad, los niños una de estas tres variedades de comportamiento es provocada
mostrarán preocupación, ofrecerán ayuda e incluso controlarán por un estado negativo único: necesidad instrumental, deseo
a una persona que haya mostrado una angustia justi fi cable, material y angustia emocional, respectivamente. Debido a que
mientras que en gran medida ignoraránun individuo cuya la producción exitosa de una intervención prosocial eficaz
angustia es injustificada (Hepach y col., 2013). Parece como si la depende en gran medida de la capacidad de reconocer la
idoneidad de la presencia de un estado negativo y determinar la causa del
estado negativo,

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FIGURA 1 | Categorización de la conducta prosocial basada en las variedades de estados negativos que el niño debe identificar y superar.Una
intervención eficaz solo ocurrirá cuando los tres componentes se puedan resolver con éxito. Las diferentes variedades de comportamiento prosocial muestran
trayectorias de desarrollo independientes debido a las demandas cognitivas sociales únicas.

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esta categorización nos permite hacer una serie de inapropiada en ausencia de una señal de angustia; en cambio,
predicciones: simplemente no demostraron ningún comportamiento prosocial.
(1) prosocial El comportamiento debería ser más probable De acuerdo con un papel importante para representar
que ocurra cuando un el estado negativo está presente que estados negativos en la producción de comportamiento
cuando está ausente. (2) Las diferentes variedades de prosocial, es más probable que los niños pequeños actúen
comportamiento prosocial deberían surgir a diferentes edades prosocialmente cuando la intervención apropiada se hace obvia,
y desarrollarse a lo largo de diferentes trayectorias basadas en o el estado negativo específico y la intervención apropiada se
las limitaciones socio-cognitivas subyacentes. (3) Finalmente, hacen explícitos (p. Ej., Brownell y col., 2009, 2013a; Svetlova y col.,
los factores diferenciales individuales deberían afectar las 2010; Dunfield y Kuhlmeier, 2013). Por ejemplo,Svetlova y col.
diversas formas de comportamiento prosocial de manera (2010) dio a los niños de 18 y 30 meses la oportunidad de responder
diferente dependiendo de cómo influyan en las restricciones a múltiples "solicitudes" prosociales en las que los niños podrían
subyacentes. En las siguientes secciones, presentaré aliviar la angustia del experimentador ofreciéndole varios
brevemente una selección de investigaciones relevantes que
hablan de estas predicciones y respaldan la utilidad de esta
categorización.

RESPONDER A ESTADOS NEGATIVOS


Una de las principales contribuciones de esta categorización es
que predice que los actos orientados a otros, especialmente los
producidos en una etapa temprana de la vida, tienen más
probabilidades de ocurrir cuando el niño puede representar el
estado negativo de otro. Investigaciones recientes brindan un
fuerte apoyo a esta propuesta.Warneken y Tomasello (2006)
desarrolló un paradigma experimental novedoso que
demuestra claramente que a los 18 meses, los niños
intervendrán de manera útil cuando observen a un adulto
desconocido que necesita ayuda. A diferencia de muchas
investigaciones anteriores, este estudio incluyó una elegante
condición de control que permitió una investigación sistemática
del papel de la necesidad en la producción de la conducta
prosocial. En los ensayos experimentales, los niños vieron que
el experimentador intentaba genuinamente y no lograba
completar una meta, mientras que en los ensayos de control los
niños observaron los mismos comportamientos manipulados
para ocultar la necesidad del experimentador. En una variedad
de tareas, los niños de 18 meses mostraron sensibilidad a las
necesidades, y solo ayudaron en situaciones en las que el
experimentador estaba teniendo dificultades para lograr una
meta deseada.
Aprovechando este poderoso diseño experimental, más
reciente Los estudios han examinado la capacidad de los bebés
para responder a los tres estados negativos propuestos
(Dunfield y col., 2011). Específicamente, a los bebés se les presentó
una prueba tanto experimental como de control para la necesidad
instrumental, el deseo material insatisfecho y la angustia
emocional. En los ensayos experimentales, el estado negativo
estaba claramente presente.Sin embargo, en los ensayos de
control, los participantes observó un comportamiento de
superficie idéntico con el estado negativo oscurecido. De
acuerdo con la propuesta de que el comportamiento prosocial
se basa en la capacidad de representar los estados negativos de
otro, se encontró que tanto los jóvenes de 18 como los de 24
meses ayudaban y compartían cuando la necesidad
instrumental y el deseo material estaban presentes (ensayos
experimentales) , pero no en situaciones muy similares donde
los estados negativos estaban ausentes (condición de control).
Incluso en el caso de la angustia emocional, en el que los niños
no lograron diferenciar entre las condiciones experimentales y
de control, no fue porque ofrecieron consuelo de manera
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objetos; en el transcurso de cada prueba, el experimentador central que debe abordarse para ayudar de manera adecuada y
exhibióa ocho señales cada vez más específicas que finalmente efectiva.otro.
destacaron la necesidad particular y la intervención adecuada.
EDAD DE EMERGENCIA Y TRAYECTORIAS DE DESARROLLO
Dos patrones de resultados fueron particularmente
Otra predicción de esta categorización es que las variedades de
convincentes: (1) los niños de 30 meses requerían
proso- comportamiento cial debe surgir a diferentes edades y
indicaciones menos explícitas que los de 18 meses, y (2) los
desarrollarse a lo largo de
niños eran más propensos a ayudar cuando la dificultad del
experimentador era instrumental en lugar de emocional. En
conjunto, estos resultados apoyan la propuesta de que, en las
primeras etapas del desarrollo, la capacidad de representar el
estado negativo de otra persona limita cuándo y cómo los
niños producen un comportamiento prosocial.
Además, en consonancia con un papel importante para el
estado negativo comprensión en la producción de un
comportamiento prosocial eficaz, los niños de 3 años anularán
la solicitud específica de un experimentador (por ejemplo, por
una taza que el niño sabe que está rota) para proporcionar
soluciones más efectivas (por ejemplo, por otra taza que no
fue solicitada) pero funcional; Martin y Olson, 2013). En
conjunto, existe un apoyo creciente para la propuesta de que
las diferencias en la edad y las condiciones bajo las cuales se
desarrollan los comportamientos prosociales tempranos de
los niños pueden explicarse, al menos en parte, por la
capacidad de desarrollo para representar con precisión los
estados mentales negativos de los demás.
Finalmente, aunque los comportamientos prosociales
tempranos se observan a menudo en respuesta a estados
negativos, no es cierto que todos los comportamientos
prosociales estén siempre motivados por la percepción directa
de dificultad. Por ejemplo, mientras que los niños de 14 y 18
meses son más propensos a ayudar a un experimentador que
se da cuenta y alcanza un objeto que se ha caído (Warneken y
Tomasello, 2006, 2007), a los 30 meses, los niños recuperan de
manera útil los objetos caídos que el experimentador pasó
desapercibido (Warneken, 2013), lo que sugiere que los niños
rápidamente internalizar situaciones que conducen a la
necesidad instrumental.
Además, como predice la categorización, algunos estados
negativos no están relacionados con la producción de una
intervención prosocial. Específicamente, de acuerdo con la
afirmación de que ayudar es una respuesta específica a una
necesidad instrumental, la adición de afecto negativo no
aumenta la conducta de ayuda (Newton y col., 2014). Sin
embargo, la capacidad de adoptar la perspectiva afectiva de
otra persona, incluso en ausencia de un afecto negativo
mostrado, influye en la motivación de los niños para compartir
tras la observación de un deseo material claramente
insatisfecho (Vaish y col., 2009). Más lejos, en En los casos en
los que se ha demostrado una meta y se aclara un
impedimento para su consecución, los niños de hasta 18
meses pueden comunicarse de manera útil para ayudar al
experimentador a evitar un resultado negativo (es decir, antes
de que ocurra el problema, Knudsen y Liszkowski, 2013).
Juntos, estos estudios apoyan el importante ajuste entre los
representación de un estado negativo particular y la capacidad de
producir una intervención prosocial apropiada. Sin embargo,
también destacan un papel importante para la investigación
futura para comprender mejor cuándo y cómo se internalizan
estas evaluaciones. Además, sugieren que se necesita más
investigación para comprender cómo las personas llegan a
clasificar entre estados negativos para determinar el problema
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distintas trayectorias de desarrollo debido al hecho de que de responder a cuatro instancias de necesidad instrumental,
dependen de diferentes atribuciones del estado mental, que se deseo material insatisfecho y angustia emocional. Debido a que
desarrollan a lo largo de diferentes trayectorias. Aunque los niños tuvieron la oportunidad de responder a múltiples
investigaciones anteriores han sugerido que el comportamiento instancias de múltiples variedades de cada uno de los tres
proso- cial surge entre el primer y segundo cumpleaños e estados negativos, fue posible examinar las correlaciones tanto
incrdisminuye en frecuencia y complejidad a medida que el niño dentro como entre las tareas. De acuerdo con la utilidad
envejece (p. ej., Hoffman, mil novecientos ochenta y dos; Zahn- propuesta de la presente categorización, los participantes
Waxler y col., 1992; Decir ahy, 1994; Eisenberg y col., 2006), no respondieron de manera confiable a un estado negativo
está claro que esta afirmación se aplique igualmente a todas las particular, mientras que las respuestas en los estados negativos
variedades de respuestas prosociales. permanecieron sin correlación.Thompson y Newton (2013),
En cuanto a la literatura existente revisada anteriormente,
los niños deberían poder responder a la necesidad instrumental
antes del deseo material insatisfecho y la angustia emocional,
los cuales mostrarán más variabilidad y dependencia del
contexto debido a los apoyos cognitivos sociales emergentes
posteriores. De acuerdo con esta predicción, la ayuda parece
ser una de las formas emergentes más tempranas de conducta
prosocial, que comienza poco después del primer cumpleaños
del niño (Warneken y Tomasello, 2007) y mostrando un rápido
desarrollo durante la primera mitad del segundo año (Warneken
y Tomasello, 2006). El intercambio parece surgir más tarde, en el
segundo año, aumentandoing en frecuencia y espontaneidad
entre los 18 y 24 meses (Brownell y col., 2013a), Apoyado por a
claro articulación de deseoBrownell y col., 2009, 2013a), y una
reducción de las demandas inhibitorias (p. ej., Olson y Spelke,
2008; Smith y col., 2013). Por fin,Como era de esperar, la
capacidad de los niños para aliviar la angustia emocional de
otro con un comportamiento reconfortante orientado hacia los
demás surge en último lugar (Dunfield y Kuhlmeier, 2013) y va
precedido de una atención preocupada (Spinrad y Stifter,
2006), y facilitado aclarando la intervención adecuada (Svetlova
y col., 2010).
Vemos el mismo patrón de producción cuando los tres
estados negativos se presentan dentro del sujeto, lo que
sugiere que esto no es un artefacto metodológico, sino una
característica de los primeros comportamientos orientados al
otro (Dunfield y col., 2011; Dunfield y Kuhlmeier, 2013). Además,
las tareas que utilizan subconjuntos de comportamiento
prosocial convergen, mostrando que, en relación con la ayuda,
el consuelo surge más tarde (Radke-Yarrow y col., 1976) y
compartir parecen menos frecuentes (Radke-Yarrow y col., 1976;
Grusec, 1991; Eisenberg, 2005).
Juntos, lo existente La literatura apoya la afirmación de que
los comportamientos prosociales tempranos muestran
patrones únicos de emergencia como una función del estado
negativo específico que abordan. Además, estos estudios son
consistentes con la posición de que la capacidad de
comprender los estados mentales negativos de los demás
influye en la edad en la que los niños pueden intervenir
prosocialmente en nombre de los demás. De hecho, es más
probable que los niños ayuden a otros cuando el estado
negativo se aclara y la intervención adecuada es simple, lo que
sugiere un papel facilitador importante para la comprensión del
estado mental en el desarrollo de las respuestas prosociales de
los niños.
Una predicción estrechamente relacionada es que la
producción de diversas formas de comportamiento orientado al
otro no debe necesariamente correlacionarse. Dunfield y
Kuhlmeier (2013) dio a los niños de 2, 3 y 4 años la oportunidad
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encontrar resultados conductuales consistentes y, de manera ayudar y compartir (Liebal y col., 2008), es poco probable que
similar, sugerir que las diferencias en la producción de respondan a las observaciones de angustia (p. ej., Sigman y col.,
variedades de comportamiento prosocial pueden estar 1992; Travis y col., 2001; Hobson y col., 2009). Cuando se le da la
relacionadas con las restricciones sociocognitivas subyacentes oportunidadsintonía para responder a las tres variedades de
únicas. Finalmente, en apoyo de estas interpretaciones, comportamiento prosocial en un
parece que ayudar y consolar están asociados con correlatos
neurales distintos y disociables (no se examinó el
compartir;Paulus y col., 2013).
En conjunto, existe un apoyo creciente para la propuesta
de que ayudar, compartir y consolar reflejan variedades
únicas de comportamientos prosociales con distintas edades
de inicio (Dunfield y col., 2011), único trayectorias de desarrollo
no correlacionadas (Dunfield y Kuhlmeier, 2013; sin embargo,
miraThompson y Newton, 2013 para una explicación
alternativa), y distintos soportes neurofisiológicos
subyacentes (Paulus y col., 2013). Cada uno de estos
hallazgosson consistentes con la utilidad de dividir el dominio
general de la conducta prosocial en tres variedades más
específicas basadas en el estado mental único al que
responden.

VARIABILIDAD EN DESARROLLO
La tercera predicción es que las diferencias individuales no
serán necesarias in fl uyen esencialmente en cada variedad de
comportamiento prosocial por igual. Se ha encontrado que
varios factores de diferencia individual afectan la producción
de la conducta prosocial en su conjunto (para revisiones
integrales, verEisenberg et al., 2006, en prensa). Sin embargo,
debido a que estos estudios no pretendían examinar si las
diferenciasDiferentes comportamientos prosociales son
afectados diferencialmente por los factores de diferencia
individuales, no es posible determinar si estos factores tienen
una influencia similar en todas las variedades propuestas de
comportamientos prosociales o si, en cambio, ejercen sus
influencias de manera selectiva. Si la categorización propuesta
basada en la atribución de estado negativo va a ser útil para
organizar el examen de la conducta prosocial, entonces
debería ayudar a predecir y explicar las diferencias en la
producción de la conducta prosocial entre los individuos.
Específicamente, un factor de diferencia individual sólo
debería afectar la producción de un comportamiento prosocial
particular si influye en la capacidad de representar, o en la
motivación para resolver, un estado negativo particular. En
esta sección demostraré cómo las variaciones en la cognición
social, el procesamiento de las emociones, la socialización,

Autismo Un factor que puede afectar la capacidad de


representar y la motivación para ayudar a superar el estado
negativo de otra persona es el diagnóstico. del trastorno del
espectro autista (TEA). Los niños con TEA desarrollan
engranajes socialeshabilidades intuitivas a lo largo de una
trayectoria atípica (p. ej., Charman et al., 1998; Dyck y col.,
2001) y reciben menos refuerzo de las interacciones sociales
compartidas (Dawson y col., 2004). Esta Sugieren que los niños
con autismo pueden tener más dificultades para reconocer e
interpretar cada uno de los tres estados negativos y poseen
menos motivación para ver superado el estado negativo de
otra persona.
Los pocos estudios que hacen Existen al examinar los
comportamientos prosociales en niños con autismo, se
encontró que mientras los niños con TEA se involucran en
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Dunfield Variedades de
comportamiento prosocial.

revisado paradigma experimental (consulte la sección "Métodos" Si bien el enfoque de este artículo ha sido en gran medida la
en Dunfield y col., 2011), los niños con TEA respondieron al deseo importancia de considerar los mecanismos cognitivos sociales
material y angustia emocional, pero sorprendentemente, no universales de las especies subyacentes que diferencian las
necesidad instrumental (Dunfield y col., 2012). Aunque estos variedades de comportamientos prosociales, la socialización
niños eran mucho mayores (la edad media era de 46 meses) juega un papel integral en el surgimiento y producción del
queDunfield et al.s (2011) sam- Por ejemplo, el patrón general de comportamiento prosocial (p. Ej., Rheingold, mil novecientos
resultados fue opuesto, con reconfortar y compartir antes que ochenta y dos; Decir ahy, 1994). Se ha descubierto que los estilos de
ayuda, lo que sugiere que el conjunto único de habilidades y cuidado, juego y disciplina influyen en la tendencia de los niños a
deficiencias sociocognitivas que caracterizan a los TEA responder de manera sensible y apropiada a las
efectivamente afectan de manera diferente a las tres
variedades de comportamiento prosocial. Sin embargo,
actualmente no es posible determinar si estos efectos son una
función de la dificultad que representa el estado negativo
mostrado, o una motivación limitada para interactuar, se
requerirán investigaciones futuras para determinar en qué
etapa del proceso prosocial los niños con autismo están
experimentando dificultades.

Seguridad de los archivos adjuntos


Un segundo factor de diferencia individual que se ha observado
que afecta de manera diferencial la capacidad de representar
los diversos estados negativos es la seguridad del apego. La
seguridad del apego se refiere a la medida en que las personas
creen que pueden depender de otros para satisfacer sus
necesidades y sus expectativas con respecto a las tendencias de
los demás para buscar y aceptar la comodidad (p. Ej.,Bowlby,
mil novecientos ochenta y dos). Las personas con apego seguro
generalmente ven a otras personas como fuentes confiables de
apoyo, mientras que las personas con apego inseguro ven a los
demás como fuentes poco confiables de dolor potencial (p.
Ej.,Dykas y Cassidy, 2011). Y aunque la seguridad del apego se
ha asociado generalmente con la producción de
comportamientos empáticos a lo largo de la vida (Mikulincer y
col., 2001; Mikulincer y Afeitarr, 2005; Mikulincer et al., 2005;
Diamond y col., 2012), es posible ese eso lo hace no afectar
la abil- la posibilidad de representar las tres variedades de
estados negativos por igual (Johnson y col., 2013).
En concreto, aunque los bebés parecen tener expectativas
universales con respecto a las intervenciones instrumentales (p.
Ej., Kuhlmeier y col., 2003; Hamlin y col., 2007), sus expectativas
con respecto a la emoción- situaciones angustiantes aliado
parece diferir según la seguridad de los archivos adjuntos (p.
ej., Johnson y col., 2007, 2010). Cuando a los estudiantes
universitarios se les da la oportunidad de describir interacciones
sociales en las que el estado negativo específico es ambiguo, se
vincula firmementeLos individuos identifican tanto la necesidad
instrumental como la angustia socioemocional con igual
facilidad, mientras que los individuos con apego inseguro
prefierenEvite inicialmente hablar sobre la angustia
socioemocional. (Dunfield, 2012; Johnson y col., 2013). La
seguridad de los archivos adjuntos parecerepresentar un segundo
dominio de la diferencia individual que ejerce un efecto
diferencial sobre la capacidad de representar los diversos
aspectos negativos estados. Las investigaciones futuras deberán
examinar si estas diferentes representaciones afectan la
producción de las tres variedades de comportamiento prosocial
y cómo.

Socialización
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Dunfield Variedades de
comportamiento prosocial.
observación de la angustia de otra persona (para una revisión Aunque está bien establecido que los humanos se involucran
completa de la socialización de comportamiento prosocial, ver universalmente en comportamientos prosociales (p. Ej., Henrich
Hastings y col., 2007; Eisenberg et al., en prensa). et al., 2005), allí aparece ser variabilidad específica de la cultura
Particularmente relevante para la propuesta actual es la idea de en las trayectorias de desarrollo (Rochat et Alabama., 2009;
que hay al menos tres vías a través de las cualesización puede Callaghan y col., 2011), frecuencia (Tumbas y tumbas, 1983;
influir en la producción de comportamiento prosocial (p. ej., Williams, 1991), y las influencias cognitivas sociales (Kärtner y col.,
Brownell y col., 2013c). Específicamente, la socialización podría 2010) variedades subyacentes de prosocial comportamiento
afectar laproducción de comportamiento prosocial (para obtener revisiones más completas, consulte Drummond y
aumentando la motivación (p. ej., Dunn, 2008), apoyando las col., en prensa;
habilidades de autorregulación (p. ej., Eisenberg, 2000;
Spinrad y Stifter, 2006), o apoyando el desarrollo de
habilidades cognitivas sociales subyacentes (p. ej., Denham y
col., 1994; Ensor y col., 2011).
Si bien está claro que la socialización es fundamentalmente
importante para apoyar la producción de un comportamiento
prosocial, no está claro que todos los tipos de socialización
sean igualmente efectivos para alentar todas las variedades
de comportamiento prosocial. Por ejemplo, un estudio
reciente (Pettygrove et al., 2013) investigó la relación entre
socialización de los padres y comportamiento prosocial al
darles a los niños de 18 y 30 meses la oportunidad de ayudar,
compartir y consolar en respuesta a señales cada vez más
explícitas sobre el estado negativo del experimentador.
Además, las técnicas de socialización de los padres se
codificaron mientras el padre y el niño interactuaban en una
tarea diferente pero relacionada. Los investigadores
replicaron hallazgos previos con respecto a la producción
única y no correlacionada de comportamiento prosocial en el
desarrollo temprano. Además, demuestran que las variedades
de conductas prosociales se vieron afectadas de manera
diferente por las variedades de técnicas de socialización, y
encontraron que las técnicas de socialización más efectivas
eran las que se enfocaban en las necesidades particulares de
desarrollo del niño.
Sin embargo, la socialización las influencias no siempre
muestran relaciones distintas con variedades de
comportamientos prosociales. Por ejemplo, los padres que
con frecuencia provocaban conversaciones emocionales de
sus hijos tendían a tener hijos que ayudaban y compartían
más rápidamente y con más frecuencia que los niños que
participaban en conversaciones menos emocionales (Brownell
y col., 2013c). En cuanto a los tres componentes que se proponen
para apoyar el comportamiento prosocial eficaz, es posible que
los factores que influyen en la capacidad de representar el estado
negativo subyacente y la solución requieran diferentes influencias
socializadoras (p. Ej.,Pettygrove et al., 2013) que factores
conmovedor motivación para actuar en nombre de otros (p. ej.,
Brownell y col., 2013c). Específicamente, aunque la socialización
indudablemente juega un papel importante en apoyar cuándo y
cómo los niños actúan en nombre de otros, considerando las
limitaciones únicas que subyacen a las variedades de
prosocialidad.El comportamiento puede conducir a una
comprensión más matizada de la variedad de formas en que la
socialización ejerce su influencia. Esta categorización de la
conducta prosocial, basada en las limitaciones sociocognitivas
únicas y disociables que subyacen a los actos orientados a
otros, podría ayudar a comprender mejor cuándo, cómo y por
qué las variedades de prosocial se ven influidas de manera
diferencial por la socialización.

Cultura
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comportamiento prosocial.

Hammond y col., en prensa). Específicamente, las culturas variabilidad cultural en la forma y el desarrollo de los actos
parecen variar en los tipos de comportamientos prosociales que orientados hacia otros. La cultura puede ejercer su influencia en
valoran, las creencias sobre quién merece un comportamiento el desarrollo de la conducta prosocial al enfatizar selectivamente
prosocial y la manera en que las habilidades sociocognitivas valores particulares y luego brindar oportunidades diferenciales
apoyan la producción de un comportamiento prosocial (p. ej., de socialización (p. Ej.,Keller, 2007). Además, dependesiguiendo En
de Guzman et al., 2008; Knafo y col., 2009). el contexto cultural del desarrollo, es posible que el mismo
Hay relativamente poca investigación intercultural resultado del desarrollo (es decir, un comportamiento eficaz
sistemática que examine la producción de múltiples variedades orientado hacia los demás) pueda surgir a lo largo de diferentes
de comportamiento prosocial, particularmente en la primera vías. Con ese fin, investigue
infancia, pero los estudios que existen sugieren que algunos
componentes del desarrollo prosocial se comparten entre
culturas, mientras que otros varían. Por ejemplo, aunque las
madres de Perú, India y China informan que sus bebés
comienzan a ayudar entre los 14 y los 17 meses,identificó
diferentes tipos de comportamiento de ayuda (Callaghan y col.,
2011). Específicamente, peruano y indio niños tendido para
ayudar solo con las tareas del hogar, mientras que los niños
canadienses también participaron en conductas de autoayuda,
como vestirse y guardar juguetes. Las madres también
informaron diferentes motivaciones subyacentes a la ayuda;
Las madres peruanas vieron la ayuda como un comportamiento
natural, las madres indias lo vieron como un reflejo de la
comprensión de la necesidad de sus hijos, mientras que las
madres canadienses lo vieron como una función del
aprendizaje social. Sin embargo, a pesar de estos autoinformes
diferenciales, a los 18 meses los niños de las tres culturas
identificaron la necesidad instrumental y ayudaron
preferentemente cuando hubo necesidad.
Cuando se examina el comportamiento de compartir en una
serie de diversos contextos culturales (es decir, entornos
urbanos ricos y pobres, comunidades rurales y tradicionales de
pequeña escala; Rochat y col., 2009), la tendencia general de los
niños de 3 años a participar en actividades relativamente
egoístas se replica un comportamiento que se vuelve cada vez
más orientado hacia los demás. Además, los resultados
apuntaban a una asociación universal entre el desarrollo de la
cognición social y un comportamiento cada vez más generoso.
Sin embargo, a pesar de la considerable similitud, existen
importantes diferencias en el nivel de interés propio con el que
comenzaron los niños más pequeños y la magnitud de las
diferencias de desarrollo entre las diversas culturas evaluadas.
Finalmente, cuando se les dio la oportunidad de responder a
la angustia emocional de un experimentador, los niños de 19
meses en Berlín y Delhi fueron igualmente propensos a
reconocer y responder al estado emocional negativo de un
experimentador (Kärtner y col., 2010). AunqueRespondiendo de
manera similar a las señales de angustia, las dos culturas
diferían en los objetivos de socialización que enfatizaban y el
papel del desarrollo cognitivo social en la producción de un
comportamiento pseudoconfortante. Específicamente, las
madres de Delhi tendieron a enfatizar más objetivos de
socialización relacional que las madres de Berlín, mientras que
el autorreconocimiento reflejado predijo angustia y
comportamiento reconfortante en Berlín, pero no en Delhi.
Juntos, estos resultados sugieren que puede haber una serie de
rutas de desarrollo distintas que conducen a resultados de
comportamiento similares.
Aunque la tendencia a producir comportamientos
prosociales es un universal humano, existe una considerable
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comportamiento prosocial.
que examina específicamente las variedades de comportamiento
prosocial y su asociado social-cognitivo Los apoyos estarán en
una mejor posición para comprender el desarrollo matizado
de estos comportamientos sociales fundamentales.
En conjunto, las líneas revisadas Las investigaciones sugieren
que los factores diferenciales individuales no ejercen
necesariamente la misma influencia en todas las variedades de
comportamiento prosocial. Específicamente, es importante
considerar el ajuste entre los efectos socio-cognitivos o
motivacionales de una variable de diferencia individual particular
y las demandas de unavariedad particular de comportamiento
prosocial al predecir cómo interactuarán los dos. Si bien es
emocionante y sugerente, esta línea de investigación está
todavía en su infancia. Una dirección importante para la
investigación futura implicará un examen más sistemático de
cómo las diversas diferencias individuales afectan las
representaciones y motivaciones subyacentes a las tres
variedades de estados negativos y la medida en que estas
diferencias afectan los tipos y frecuencias de los
comportamientos prosociales que producen los niños.

RESUMEN
El objetivo de este documento era abordar algunos de
losinconsistencias en nuestra comprensión de la aparición y el
desarrollo tempranos de la conducta prosocial al considerar
las limitaciones sociocognitivas que subyacen a la capacidad
de actuar en nombre de los demás. Esta categorización socio-
cognitiva de la conducta prosocial propone que, dentro del
dominio general de la conducta prosocial, las acciones
orientadas a otros pueden clasificarse en tres tipos distintos, a
saber: ayudar, compartir y consolar. Cada una de estas
variedades de comportamiento prosocial se basa en el
reconocimiento y la respuesta a un estado negativo distinto, a
saber: necesidad instrumental, deseo material insatisfecho y
angustia emocional, respectivamente. Al distinguir entre estos
tres estados negativos, estamos en una mejor posición para
identificar las distintas habilidades cognitivas sociales que
apoyan cada tipo de comportamiento prosocial. En tono
rimbombante,

EXPRESIONES DE GRATITUD
Gracias a Valerie Kuhlmeier, Krista Byers-Heinlein y a ambos
revisores por sus comentarios constructivos y sus valiosos
comentarios sobre una versión anterior de este manuscrito.
Este trabajo fue apoyado por una Beca de Desarrollo Insight
del Consejo de Investigación de Ciencias Sociales y
Humanidades de Canadá y el Fondo de Autor de Acceso
Abierto de Concordia.

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