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MANUAL DE PROCEDIMIENTOS

MÉDICO--QUIRÚRGICOS
PARA EL MÉDICO GENERAL
Manual de procedimientos
médico--quirúrgicos
para el médico general
Doctor Jesús Tapia Jurado
Cirujano General, egresado de la Facultad de Medicina, UNAM.
Profesor de carrera en pregrado y posgrado,
Facultad de Medicina, UNAM.
Académico de Número de la Academia Mexicana de Cirugía.
Ex--Presidente de la Asociación Mexicana de Cirugía General
y del Colegio de Posgraduados en Cirugía General, A. C.
Ex--Jefe del Departamento de Apoyo Nutricional
Quirúrgico del Hospital de Especialidades del
Centro Médico Nacional “Siglo XXI”, IMSS.
Recertificado por el
Consejo Mexicano de Cirugía General.

ERRNVPHGLFRVRUJ
Editorial
Alfil
Manual de procedimientos médico–quirúrgicas para el médico general
Todos los derechos reservados por:
E 2005 Editorial Alfil, S. A. de C. V.
Insurgentes Centro 51–204, Col. San Rafael
06470 México, D. F.
Tels. 55 66 96 76 / 57 05 48 45 / 55 46 93 57
e–mail: alfil@editalfil.com
www.editalfil.com

ISBN 968–7620–45–5

Primera edición, 2005.

Dirección editorial:
José Paiz Tejada

Editores:
Dr. Jorge Aldrete Velasco, Dr. Guillermo Alcaraz Hernández

Revisión técnica:
Sol del Mar Aldrete Audiffred

Diseño de portada:
Arturo Delgado–Carlos Castell

Dibujos:
Alejandro Rentería

Impreso por:
Solar, Servicios Editoriales, S. A. de C. V.
Calle 2 No. 21, Col. San Pedro de los Pinos
03800 México, D. F.
Febrero de 2006

Los autores y la Editorial de esta obra han tenido el cuidado de comprobar que las dosis y esquemas
terapéuticos sean correctos y compatibles con los estándares de aceptación general de la fecha de
la publicación. Sin embargo, es difícil estar por completo seguros de que toda la información pro-
porcionada es totalmente adecuada en todas las circunstancias. Se aconseja al lector consultar cui-
dadosamente el material de instrucciones e información incluido en el inserto del empaque de cada
agente o fármaco terapéutico antes de administrarlo. Es importante, en especial, cuando se utilizan
medicamentos nuevos o de uso poco frecuente. La Editorial no se responsabiliza por cualquier alte-
ración, pérdida o daño que pudiera ocurrir como consecuencia, directa o indirecta, por el uso y apli-
cación de cualquier parte del contenido de la presente obra.
Colaboradores

EL AUTOR

Doctor Jesús Tapia Jurado


Cirujano general, egresado de la Facultad de Medicina de la UNAM. Desarrolló
su trabajo clínico--quirúrgico en el Hospital de Especialidades del Centro Médico
Nacional “Siglo XXI” del IMSS, donde llegó a ser Jefe del Departamento de
Apoyo Nutricional Quirúrgico. Profesor de pregrado y de posgrado de cirugía,
actualmente es profesor de carrera de tiempo completo de la Facultad de Medi-
cina de la UNAM.
Es Académico de Número de la Academia Mexicana de Cirugía, y se encuen-
tra recertificado por el Consejo Mexicano de Cirugía General, A. C.
Ha asistido a 45 cursos de posgrado y participado como profesor en 51 cursos
de la especialidad. Ha impartido 397 conferencias por invitación y asesorado sie-
te tesis de licenciatura.
Fue Jefe de la Subdivisión de Educación Médica Continua de la División de
Estudios de Posgrado y Secretario de Educación Médica de la Facultad de Medi-
cina de la UNAM. Es integrante del Comité Editorial de las Clínicas Quirúrgicas
de la Academia Mexicana de Cirugía, sinodal en exámenes de certificación del
Consejo Mexicano de Cirugía General, jurado en exámenes profesionales de la
Facultad de Medicina de la UNAM y perito profesional del Colegio de Posgra-
duados de Cirugía General, A. C.
Tiene publicadas 45 investigaciones en revistas nacionales e internacionales,
así como 13 capítulos en libros.

V
VI Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Colaboradores)

Pertenece a 12 sociedades científicas y ha tenido el honor de ser Presidente de


la Asociación Mexicana de Alimentación Enteral y Endovenosa y la Asociación
Mexicana de Cirugía General, en la cual, durante su presidencia, se fundó el
Colegio de Posgraduados de Cirugía General.

COEDITORES

Dr. Pedro Espinosa de los Monteros Moranchel


Cirujano general. Médico adscrito al Servicio de Apoyo Nutricional del Hos-
pital de Especialidades, Centro Médico Nacional “Siglo XXI”, IMSS.

Dr. Luis Alfonso Hernández Higareda


Cirujano general y endoscopista, Hospital “Ángeles” del Pedregal.

Dr. José Luis Jiménez Corona


Médico general. Adscrito al Departamento de Cirugía, Facultad de Medicina,
UNAM.

Dra. Irma Sánchez Montes, MAO, FACS


Presidenta del Capítulo México de la Sociedad Americana de Hernias. Ciruja-
na General, Hospital General de Zona 1 “A”, IMSS.

Dr. Bernardino Ricardo Sánchez Sánchez


Médico otorrinolaringólogo, UNAM. Médico adscrito del Servicio de Otorri-
nolaringología del Hospital de Especialidades del Centro Médico Nacional
“Siglo XXI”, IMSS.

COLABORADORES

Dra. Leticia Calzada Prado


Cirujano ortopedista y traumatólogo. Jefa de Traumatología y Ortopedia del
Hospital General “Xoco”, SSA.
Capítulo 12

Dr. Francisco José Campos Pérez


Cirugía general, Hospital General de Zona No. 8, IMSS. Profesor titular de
Cirugía II, Facultad de Medicina, UNAM.
Capítulo 2
Colaboradores VII

Dr. Anuar Gassi Davish Casab


Médico anestesiólogo del Hospital de Especialidades del Centro Médico Na-
cional “Siglo XXI”. Recertificado por el Consejo Mexicano de Anestesiolo-
gía.
Capítulo 15
Dr. Iris de la Cruz Sebastián
Gíneco--obstetra, adscrito al Hospital de Gíneco--Obstetricia No. 4, IMSS.
Capítulos 21, 33
Dr. Pedro Espinosa de los Monteros Moranchel
Cirujano general. Médico adscrito al Servicio de Apoyo Nutricional del Hos-
pital de Especialidades, Centro Médico Nacional “Siglo XXI”, IMSS.
Capítulos 4, 6, 18, 19
Dr. Nicolás Ramón Flores Córdova
Egresado de la Escuela Mexicana de Medicina de la Universidad “La Salle”.
Posgraduado de la especialidad de Anestesiología en el Centro Médico Nacio-
nal “La Raza” del IMSS. Certificado y recertificado por el Consejo Mexicano
de Anestesiología, A. C. Actualmente es anestesiólogo de tiempo completo
en el Hospital “Ángeles” del Pedregal.
Capítulo 34
Dr. Gabriel García Correa
Cirujano adscrito al Hospital de Especialidades del Centro Médico Nacional
“Siglo XXI”, IMSS. Profesor de la asignatura Cirugía II, UNAM, 1994--2000.
Visiting Clinician, Mayo Clinic, Rochester, MN, 1999. Certificado por el
Consejo Mexicano de Gastroenterología.
Capítulos 6, 14, 15, 18, 19
Dra. Melania Guadalupe Garrido Félix
Cirujano oftalmólogo, adscrita al Servicio de Oftalmología del Hospital de
Especialidades, Centro Médico Nacional “Siglo XXI”, IMSS.
Capítulo 24
Dr. Luis Alfonso Hernández Higareda
Cirujano general y endoscopista, Hospital “Ángeles” del Pedregal.
Capítulos 13 y 28
Lic. María Antonieta Ibarra
Lic. en Nutrición, Escuela de Dietética y Nutrición del ISSSTE. Certificada
por el Colegio Mexicano de Nutriólogos. Jefa del Departamento de Nutriolo-
gía Clínica del Hospital “Ángeles” del Pedregal.
Capítulo 38
VIII Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Colaboradores)

Dr. José Luis Jiménez Corona


Médico general. Adscrito al Departamento de Cirugía, Facultad de Medicina,
UNAM.
Capítulos 3, 37

Dr. Jorge Morales López


Especialista en Medicina Familiar y en Radiodiagnóstico e Imagen. Adscrito
al Servicio de Radiodiagnóstico e Imagen del Hospital de Especialidades del
Centro Médico Nacional “La Raza” y al Servicio de Radiodiagnóstico e Ima-
gen del Hospital de Especialidades Médicas “MIG”, México, D. F.
Capítulo 36

Dr. Enrique Piña Mora


Cirugía plástica y reconstructiva. Adscrito al Hospital de Pediatría, Centro
Médico Nacional “Siglo XXI”, IMSS.
Capítulos 13, 28

Dr. Jaime A. Polaco Castillo


Coordinador de Enseñanza, Departamento de Cirugía, Facultad de Medicina,
UNAM.
Capítulo 16

Dr. Luis Fernando Reyes Hernández


Cirujano general, Hospital General de México, SSA.
Capítulo 1

Dra. María Gregoria Rodríguez Varela


Cirujano general, endoscopista gastrointestinal. Adscrita al Servicio de Ciru-
gía General del Hospital General de Zona No. 8, IMSS.
Capítulo 26

Dr. Ulises Rodríguez Wong


Cirujano general y coloproctólogo, Hospital Juárez de México, SS. Profesor
Titular de Cirugía II, Facultad de Medicina, UNAM.
Capítulos 11, 21

Dra. Irma Sánchez Montes, MAO, FACS


Presidenta del Capítulo México de la Sociedad Americana de Hernias. Ciruja-
na General, Hospital General de Zona 1 “A”, IMSS.
Capítulos 30, 32
Colaboradores IX

Dr. Bernardino Ricardo Sánchez Sánchez


Médico otorrinolaringólogo, UNAM. Médico adscrito del Servicio de Otorri-
nolaringología del Hospital de Especialidades del Centro Médico Nacional
“Siglo XXI”, IMSS.
Capítulos 10, 22, 23, 25, 35

Dr. Jesús Tapia Jurado


Cirujano general. Miembro de la Academia Mexicana de Cirugía. Ex--Presi-
dente de la Asociación Mexicana de Cirugía General y del Colegio de Posgra-
duados de Cirugía General, A. C. Profesor de Carrera, Facultad de Medicina,
UNAM.
Capítulos 2, 3, 4, 7, 16, 17, 36, 37

Dra. Hilda Varela Laurabaquio


Cirujana general adscrita al Hospital General Regional No. 1 “Gabriel Man-
cera” del IMSS.
Capítulo 29

Dr. Héctor Alejandro Velázquez Chong


Cirujano otorrinolaringólogo. Subdirector vespertino del Hospital de Espe-
cialidades, Centro Médico Nacional “Siglo XXI”, IMSS.
Capítulo 35

Dr. Eduardo Villanueva Sáenz


Cirujano general y colorrectal. Médico de base del Servicio de Cirugía de Co-
lon y Recto, Hospital de Especialidades, Centro Médico Nacional “Siglo
XXI”, IMSS. Profesor titular del curso de subespecialidad de Coloproctolo-
gía, UNAM. Secretario de la Sociedad Mexicana de Coloproctología. Ciruja-
no de colon y recto, Hospital “Ángeles” del Pedregal.
Capítulo 27

Dr. Fernando Villegas Álvarez


Jefe del Departamento de Cirugía, Facultad de Medicina, UNAM.
Capítulo 20

Dr. Hugo Wingartz


Cirujano urólogo, adscrito al Servicio de Urología del Hospital de Especiali-
dades, Centro Médico Nacional “Siglo XXI”, IMSS. Profesor de asignatura
de la Facultad de Medicina, UNAM.
Capítulo 5
X Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Colaboradores)

Dra. María Graciela Zermeño Gómez


Médico cirujano adscrita al Hospital General Centro Médico “La Raza”,
IMSS. Profesor titular de Cirugía II. Profesor de Posgrado en la especialidad
de Cirugía General, Facultad de Medicina.
Capítulos 8, 9, 12, 30, 31
Contenido

Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . XV
Jesús Tapia Jurado
Presentación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . XVII
José Antonio Carrasco Rojas
Prólogo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . XIX
José Narro Robles
Prefacio . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . XXIII
Fernando Villegas Álvarez
1. Aplicación de inyección intramuscular, subcutánea
e intradérmica . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1
Luis Fernando Reyes Hernández
2. Punción intravenosa (inyección intravenosa, toma de
muestra venosa, catéter corto y venoclisis, catéter largo
y presión venosa central) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 15
Francisco José Campos Pérez, Jesús Tapia Jurado
3. Colocación de sonda nasogástrica . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 31
Jesús Tapia Jurado, José Luis Jiménez Corona
4. Colocación de sonda nasoyeyunal . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 41
Pedro Espinosa de los Monteros Moranchel,
Jesús Tapia Jurado
5. Colocación de sonda para drenaje urinario . . . . . . . . . . . . . 55
Hugo Wingartz

XI
XII Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Contenido)

6. Colocación de sonda de Sengstaken--Blakemore . . . . . . . . . 69


Pedro Espinosa de los Monteros Moranchel,
Gabriel García Correa
7. Colocación de sonda de Miller--Abbott . . . . . . . . . . . . . . . . . 81
Jesús Tapia Jurado
8. Reanimación cardiopulmonar externa . . . . . . . . . . . . . . . . . 89
María Graciela Zermeño Gómez
9. Atención inicial del paciente politraumatizado . . . . . . . . . . 99
María Graciela Zermeño Gómez
10. Cricotiroidotomía . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 111
Bernardino Ricardo Sánchez Sánchez
11. Limpieza de heridas limpias, contaminadas y traumáticas 125
Ulises Rodríguez Wong
12. Principios de inmovilización. Lesiones del sistema
musculosquelético . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 137
Leticia Calzada Prado, María Graciela Zermeño Gómez
13. Manejo inicial de quemaduras por calor . . . . . . . . . . . . . . . 153
Luis Alfonso Hernández Higareda, Enrique Piña Mora
14. Punción torácica. Toracotomía cerrada y sello de agua . . . 165
Gabriel García Correa
15. Técnicas de anestesia local . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 181
Anuar Gassi Davish Casab, Gabriel García Correa
16. Suturas y tipos de puntos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 195
Jaime A. Polaco Castillo, Jesús Tapia Jurado
17. Venodisección de vena basílica . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 219
Jesús Tapia Jurado
18. Venodisección de vena cefálica . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 229
Pedro Espinosa de los Monteros Moranchel,
Gabriel García Correa
19. Venodisección de vena yugular externa . . . . . . . . . . . . . . . . 241
Gabriel García Correa,
Pedro Espinosa de los Monteros Moranchel
20. El acceso vascular en pacientes pediátricos . . . . . . . . . . . . . 253
Fernando Villegas Álvarez
21. Desbridación y drenaje de abscesos superficiales (glúteo,
perianal, de glándulas de Bartholin y de glándula
mamaria) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 267
Ulises Rodríguez Wong, Iris de la Cruz Sebastián
Contenido XIII

22. Epistaxis . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 277


Bernardino Ricardo Sánchez Sánchez
23. Cuerpos extraños en oído . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 281
Bernardino Ricardo Sánchez Sánchez
24. Extracción de cuerpos extraños oculares . . . . . . . . . . . . . . . 285
Melania Guadalupe Garrido Félix
25. Cuerpos extraños en nariz . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 293
Bernardino Ricardo Sánchez Sánchez
26. Manejo de la obstrucción de laringe y esófago por cuerpos
extraños . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 301
María Gregoria Rodríguez Varela
27. Bases primarias en la extracción de cuerpos extraños
de recto . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 317
Eduardo Villanueva Sáenz
28. Tratamiento de las heridas por mordedura de perro . . . . . 327
Luis Alfonso Hernández Higareda, Enrique Piña Mora
29. Medidas iniciales en lesiones por animales ponzoñosos . . . 335
Hilda Varela Laurabaquio
30. Manejo de lipomas, quistes y verrugas . . . . . . . . . . . . . . . . . 347
María Graciela Zermeño Gómez, Irma Sánchez Montes
31. Oniquectomía . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 357
María Graciela Zermeño Gómez
32. Manejo de los estomas en forma ambulatoria . . . . . . . . . . . 365
Irma Sánchez Montes
33. Episiotomía . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 379
Iris de la Cruz Sebastián
34. Cómo realizar una punción lumbar . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 387
Nicolás Ramón Flores Córdova
35. Absceso profundo de cuello . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 397
Bernardino Ricardo Sánchez Sánchez,
Héctor Alejandro Velázquez Chong
36. Historia clínica y exámenes básicos de laboratorio y
gabinete . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 411
Jorge Morales López, Jesús Tapia Jurado
37. Cuidados generales en el posoperatorio . . . . . . . . . . . . . . . . 425
Jesús Tapia Jurado, José Luis Jiménez Corona
38. Guía dietética general . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 439
María Antonieta Ibarra
Índice alfabético . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 459
XIV Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Contenido)
Introducción
Doctor Jesús Tapia Jurado

El avance vertiginoso de la medicina ha condicionado la existencia de gran canti-


dad de conocimientos y habilidades médico--quirúrgicas que debe tener todo mé-
dico general y especialista. El presente libro pretende dar los fundamentos de las
principales maniobras que todo médico debe conocer y practicar, por lo que se
abordan los antecedentes, la indicación, el material indispensable, la técnica de
ejecución y sus complicaciones. Por tal motivo, es adecuado acercarse a esta lec-
tura antes de realizar alguna maniobra médico--quirúrgica y practicarla en mode-
los educativos o en animales de experimentación antes de su ejecución en el ser
humano.
Se trata de maniobras que no deben condicionar temor al ejecutarlas, pero sí
deben verse con el debido respeto, ya que algunas complicaciones de las mismas
pueden generar morbilidad importante e inclusive mortalidad. Debe recordarse
que toda maniobra que se ejecuta sobre el paciente puede resultar una agresión
hacia su organismo, desde una simple inyección intramuscular hasta una venodi-
sección, desbridación de absceso, intubación endotraqueal, reparación de una he-
rida, etc., y que el fin del médico debe ser ejecutarla con el conocimiento y habili-
dad suficientes que el propio médico desearía que se utilizaran con él.

XV
XVI S Manual de maniobras médico--quirúrgicas (Contenido)
Presentación
Doctor José Antonio Carrasco Rojas
Presidente de la Asociación Mexicana de Cirugía General
Colegio de Posgraduados de Cirugía General

En el presente libro se han seleccionado las principales maniobras médico--qui-


rúrgicas que debe realizar con gran habilidad, conocimiento y humanismo, todo
médico general e inclusive el especialista.
Se abordan las punciones intramusculares y endovenosas, la aplicación de
sondas enterales, torácicas y de drenaje urinario, las maniobras iniciales para la
reanimación cardiopulmonar, de las quemaduras por calor y del paciente poli-
traumatizado, las bases de la inmovilización de fracturas, el manejo de las heridas
limpias y contaminadas, la selección de suturas, agujas, puntos y nudos, y los
fundamentos de la anestesia local.
Por otro lado, cómo realizar venodisecciones en adultos y en niños, cómo des-
bridar abscesos, resecar quistes, lipomas, verrugas, uñas y cómo enfrentar la
epistaxis. Se tocan las bases primarias para la extracción de cuerpos extraños de
los diversos orificios del cuerpo: oídos, nariz, ojos, faringe, laringe y recto. El
manejo fundamental de los estomas, cómo realizar una punción lumbar, una epi-
siotomía y una episiorrafia.
Finalmente, se retoma y recalca la importancia de la historia clínica como un
documento de recopilación de información, investigación, docencia y legal, ade-
más de dar los principios en el cuidado posoperatorio y el manejo de dietas bási-
cas en la enfermedad.
Como podrá observarse, son maniobras y conocimientos que todo médico
debe tener presentes y que ejecutará en múltiples ocasiones a lo largo de su desa-
rrollo profesional. Que los conocimientos médicos y sus procedimientos avan-
cen y se multipliquen con gran velocidad obliga a tener documentos como el pre-

XVII
XVIII Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Presentación)

sente para recordar su importancia y posibilidades de complicar a un sujeto


enfermo y que se presenta para que, con la mejor capacidad cognitiva y de destre-
zas, se enfrente el problema que le aqueja, ofreciéndole un gran apoyo para hacer
frente a su enfermedad.
Prólogo
Doctor José Narro Robles
Director de la Facultad de Medicina de la UNAM

El libro que el lector tiene en sus manos contiene información fundamental para
el estudiante de medicina en formación y para el médico general en ejercicio. Se
trata de una obra que debe estar presente en cualquier biblioteca esencial. El con-
tenido del texto se refiere a un conjunto de procedimientos y maniobras médicas
que son frecuentemente utilizados en la práctica profesional. Desde la aplicación
de una inyección intramuscular hasta la ejecución de una venodisección de la yu-
gular externa, pasando por la revisión de las medidas de reanimación cardiopul-
monar, el manejo de la epistaxis, la práctica de la episiotomía o los cuidados ge-
nerales en el posoperatorio, en esta obra se revisan con claridad, conocimiento
y capacidad didáctica, 38 temas frecuentes y fundamentales.
Con este texto, el doctor Jesús Tapia Jurado y sus 25 colaboradores han hecho
una aportación significativa a la educación médica mexicana. En efecto, es relati-
vamente frecuente encontrar aportaciones para el estudio de aspectos teóricos de
la práctica médica, pero son poco usuales las contribuciones en el campo de las
habilidades. Lo anterior, a pesar de que el ejercicio médico implica un saber y
un saber hacer, además de que el paciente acude con un profesional de la medicina
con el propósito de que le resuelva un problema de salud y no para evaluar sus
conocimientos. Lo primero implica frecuentemente la realización de algunas téc-
nicas y maniobras médicas.
En razón de ello, durante la formación del estudiante de medicina debe incluir-
se la capacitación en la ejecución de distintos procedimientos que debe aprender
a realizar con gran habilidad y generando el mínimo trauma y malestar al pacien-
te. Por supuesto que debe conocer las indicaciones y contraindicaciones del pro-

XIX
XX Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Prólogo)

cedimiento, la manera como se efectúa, el material y el instrumental que va a


requerir y, principalmente, debe identificar las complicaciones, reacciones se-
cundarias y riesgos que existen al ejecutar las maniobras, con el propósito de ex-
plicarlas al enfermo y estar atento a su posible aparición, pero fundamentalmente
para estar en la posibilidad de prevenir su presentación. Todo lo referido se inclu-
ye en este libro de texto.
De la misma manera que un médico debe conocer la teoría que soporta al cono-
cimiento médico, también debe dominar las habilidades que requiere la práctica
profesional. A su ciencia deben acompañarla un gran humanismo y un virtuosis-
mo en la ejecución de los procedimientos médicos y quirúrgicos más frecuentes.
En este último sentido, el buen médico debe contar con una justificación precisa
para la indicación de todos los procedimientos, esto es, debe haber igualmente
un sentido ético en su trabajo. Por todo ello, este manual para el médico general
sobre las maniobras médico--quirúrgicas habituales es una estupenda contribu-
ción a nuestra literatura.
El plan de estudios de la carrera de médico cirujano de la Facultad de Medicina
de la UNAM incluye, en varios momentos, el aprendizaje de un conjunto de habi-
lidades que se organizan para su enseñanza de distintas maneras. Lo anterior se
logra igualmente utilizando animales de experimentación, que reciben un trato
digno y respetuoso, que apoyándose en simuladores y maniquís, en los que el es-
tudiante puede repetir los procedimientos tantas veces como sea necesario. De
esta forma se puede asegurar que, cuando realiza una maniobra en un paciente,
ya cuenta con la capacidad requerida para intentar el abordaje de la misma. El
manual que nos ocupa viene a llenar una laguna en este sentido.
La importancia del aprendizaje de las principales maniobras médicas y quirúr-
gicas tiene al menos dos grandes perspectivas. De una parte es claro que, cuando
existe la indicación de efectuar alguna de ellas, el paciente requiere que el profe-
sional de la medicina esté debidamente entrenado para su ejecución. Por otro
lado, el médico debe saber que cualquier procedimiento, por simple que parezca,
conlleva algún riesgo, ya que se trata de una agresión al organismo del paciente,
por lo que, mientras mayor sea el dominio del médico, menor será la frecuencia
de las complicaciones. Lo anterior es importante de comprender, ya que a la sim-
ple aplicación de una inyección intramuscular puede seguir un absceso; a una
inyección intravenosa, una flebitis que puede ser grave; con la aplicación de una
sonda de Foley se puede generar una falsa vía, o al intentar colocar una sonda
nasogástrica se puede provocar una perforación esofágica o incluso un hidroneu-
motórax. Debe considerarse, además, que la mala ejecución de una maniobra mé-
dica se sumará al estado físico del paciente, de por sí deteriorado, que en adición
ha acudido al profesional en busca de ayuda.
Por todas estas razones y muchas más que pueden esgrimirse, la tarea que se
dio el doctor Jesús Tapia Jurado al coordinar a un grupo de destacados médicos
Prólogo XXI

mexicanos resulta muy importante. El estudiante interesado en aprender concep-


tos, técnicas, indicaciones y riesgos de las principales maniobras que el médico
general debe dominar encontrará en este libro una excelente manera de superarse
en bien de sus pacientes. Los esfuerzos de los autores y del coordinador del texto
son dignos de encomio.
XXII Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Prólogo)
Prefacio
Doctor Fernando Villegas Álvarez
Jefe del Departamento de Cirugía,
Facultad de Medicina de la UNAM

La cirugía, aliada natural de la medicina desde sus orígenes, tiene una destacada
actividad en muchas condiciones patológicas en cualquier etapa de la vida. Tra-
bajar con las manos, no como simple artesano, sino como un profesional hábil,
con propósitos claros, conocedor de las limitaciones, indicaciones y riesgos de
cada una de las técnicas y procedimientos a ejecutar, es la meta de un médico res-
ponsable y comprometido con sus pacientes.
Esta obra describe de una manera breve algunos de los aspectos más destaca-
dos de 38 diferentes maniobras y técnicas que no deben ser del dominio única-
mente del especialista quirúrgico, sino del médico general bien entrenado. Cada
procedimiento requiere de una indicación precisa, que incluye, obviamente, la
evaluación integral del paciente ante circunstancias muy variadas, el sitio más
adecuado para realizarse, las contraindicaciones absolutas y relativas de cada
uno, el material requerido, los pasos más sobresalientes de las técnicas, las posi-
bles complicaciones y las conclusiones de cada situación.
Estos aspectos permitirán al consultor de este manual, de una manera pragmá-
tica, compartir la experiencia simultánea de un destacado grupo de cirujanos
experimentados, comprometidos con la correcta ejecución de las actividades qui-
rúrgicas ante situaciones muy variadas e, indiscutiblemente, útiles en el ejercicio
de la medicina.

XXIII
XXIV
Mi más sincero agradecimiento a las generaciones 1990 a 2000 del grupo
4416 de la Facultad de Medicina de la UNAM, que rotaron por el Hospital de
Especialidades del Centro Médico Nacional “Siglo XXI”, IMSS, sin cuyo
esfuerzo hubiese sido imposible este documento, en particular a los alumnos
Araoz Cordero Eliel, Binaghi Cruz Fabiola, Bonilla Contreras Laura
Angélica, Caballero Pineda Sanabria, Caballero Castañeda Iliana, García
Álvarez José Luis, García Baenza Dulce Brisa, González Peña René
Alejandro, Guillén Chan Sonia Marilyn, Hernández Vásquez Eric, Hernández
Ortiz Crystal Itzel, Horta Carrillo Margarita, Juárez Bárcenas Sofía
Magdalena, Lazelde Nava Nahiel Vanessa, Peña Medina Román Alberto,
Pineda Galindo Luis Francisco, Randy Fernández Nagib, Rojano Mejía
David, Sanabria Trujillo Ricardo, Torres Casasola Silvia Yadira, Uriarte
Carlin Tanya Concepción, Valdés Pérez Marta Karina, Valentín Palma
Anabell, Vargas Huicochea Ingrid y Zárate Corona Martha Belem.

Dedico este libro con todo cariño


a los motivos de mi existencia:
mi esposa Blanca Estela y mis queridos hijos
Dulcecito, Blanqui †, Chuchín y Pilla.
XXVIS Manual de maniobras médico--quirúrgicas (Contenido)
1
Aplicación de inyección intramuscular,
subcutánea e intradérmica
Luis Fernando Reyes Hernández

INTRODUCCIÓN

El primer médico en aplicar soluciones por vía parenteral fue Pravas (1791--
1853). Antes de él, no hay pruebas de que se administraran sustancias dentro del
organismo por ese medio. Fue el inventor de la jeringa, el émbolo y la aguja. En
su Breve historia del medicamento, Lez--Mangold escribe:

... Análoga revolución se produce en la terapéutica con el invento de las jeringas hipo-
dérmicas por Carlos Pravas.

Las inyecciones subcutáneas tienen su antecedente en 1796, cuando Eduardo


Jenner inoculó a un niño sano una vacuna contra la viruela.
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DEFINICIONES

Existen cuatro vías principales para la aplicación de inyecciones: intramuscular,


intravenosa, subcutánea e intradérmica.
Inyectar: acción de introducir, bajo presión y por medio de un instrumento
adecuado, un líquido en un órgano o cavidad, en forma natural o accidental o bien
intencionalmente con objetivo terapéutico.
Inyección intramuscular: acción de inyectar una sustancia en un músculo.

1
2 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Capítulo 1)

Inyección intravenosa: acción de inyectar una sustancia dentro de un vaso


venoso.
Inyección subcutánea: acción de inyectar una sustancia en el tejido adiposo
que se encuentra por debajo de la piel.
Inyección intradérmica: acción de inyectar una sustancia dentro de la der-
mis.
El médico debe conocer y dominar la forma de aplicación de la inyección en
sus cuatro vías, ya que el empleo de medicamentos y soluciones que se adminis-
tran por estas vías es cotidiano en la práctica médica.
En la inyección intramuscular y en la subcutánea, la absorción del medicamen-
to que se aplica se hace por difusión simple. La velocidad de absorción depende
de la solubilidad de la sustancia en el líquido intersticial, de la velocidad del flujo
sanguíneo del área y de la superficie celular que absorbe el producto. Los canales
acuosos relativamente grandes de la membrana endotelial permiten una difusión
indiscriminada de moléculas que es independiente de su liposolubilidad. Las mo-
léculas grandes, como las proteínas, penetran con lentitud en la circulación a tra-
vés de los conductos linfáticos.
La absorción es más rápida en los brazos que en las piernas, y más en los mus-
los que en los músculos glúteos; de hecho, en el deltoides, el flujo es 7% mayor
que el del vasto interno, y 17% mayor que el de la región glútea. Por tanto, las
inyecciones en el deltoides proporcionan los picos de concentración sérica más
altos y más rápidos. Sin embargo, la mala técnica en la aplicación puede impedir
la absorción en una zona intramuscular.
En las mujeres, la inyección glútea tiene una velocidad de absorción menor
que en los hombres, debido a la distribución diferente de la grasa subcutánea, la
cual tiene una irrigación relativamente escasa. En los sujetos muy obesos o dema-
siado enflaquecidos puede haber patrones irregulares de absorción después de
una inyección intramuscular. Se produce una absorción constante y muy lenta por
esta vía cuando el fármaco está en solución oleosa o en otros vehículos de depósi-
to, como, por ejemplo, la penicilina.
Por lo general, la absorción de los fármacos por vía intramuscular es más rápi-
da que por vía oral; sin embargo, algunos medicamentos, como la digoxina, el
diazepam, la fenitoína, el clorodiacepóxido y el haloperidol, contienen 10% de
etanol, 40% de propilenglicol y casi 50% de agua, por lo que se diluyen rápida-
mente en el líquido hístico y se hacen temporalmente insolubles, por lo que se
recomienda que se administren por vía oral o intravenosa. Los fármacos adminis-
trados por vía subcutánea se absorben más lentamente que los que se administran
por vía intramuscular. La absorción de una inyección subcutánea se produce en
los capilares con una tasa de 1 a 2 mL por hora, por lo cual, cuando se administra
un medicamento subcutáneo en lugar de intramuscular, sus concentraciones ini-
ciales en sangre serán menores, pero el efecto será más duradero.
Aplicación de inyección intramuscular, subcutánea e intradérmica 3

Las inyecciones intradérmicas se utilizan sobre todo para investigar la res-


puesta cutánea a los antígenos.

INDICACIONES

Inyección intramuscular

S Aplicación de medicamentos cuando se busca acción general rápida.


S Aplicación de medicamentos que no existen para administrarse por vía oral.
S Administración de medicamentos a enfermos que no pueden deglutir.
S Administración de medicamentos que se alteran por los jugos digestivos.
S Aplicación de medicamentos irritantes para el aparato gastrointestinal o
para vía subcutánea.
S Aplicación de algunas vacunas: DPT, hepatitis B, neumococo, H. influen-
zae, etc.

Inyección subcutánea

S Aplicación de medicamentos cuya absorción es mejor en el tejido graso.


S Aplicación de medicamentos cuando se busca una acción sistémica lenta,
como la insulina y la heparina.
S Aplicación de soluciones acuosas y suspensiones no irritantes.
S Aplicación de algunas vacunas: BCG, triple viral, varicela, sarampión, etc.

Inyección intradérmica
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S Aplicación de pruebas de sensibilidad cutánea.

EVALUACIÓN INTEGRAL DEL ENFERMO


Y CONTRAINDICACIONES

Para evitar complicaciones posteriores a una inyección, deberán evaluarse las si-
guientes condiciones del enfermo:

S Edad: de preferencia, no debe inyectarse en la región glútea a niños meno-


res de tres años, o bien a aquéllos que no hayan cumplido un año a partir
del inicio de la deambulación.
4 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Capítulo 1)

S Sexo: la absorción del medicamento vía intramuscular en las mujeres es


más lenta, debido a la cantidad mayor de grasa, lo cual condiciona una me-
nor irrigación de este tejido.
S Complexión: en enfermos delgados, la inyección subcutánea puede llegar
al músculo, ocasionando que el medicamento se absorba por este tejido en
forma más rápida, lo cual puede causar efectos indeseables para el enfer-
mo, como hipoglicemia al inyectarse insulina. De igual modo, los enfer-
mos obesos tendrán una velocidad de absorción del fármaco más lenta.
S Ansiedad: en los enfermos con antecedentes de ansiedad, tensión o dolor
extremo por el procedimiento, prevenir la presentación de un síncope,
aplicando la inyección con el enfermo en decúbito ventral, y aplicar hielo
en el sitio de la punción, mitigando así el dolor.
S Actividad: en enfermos con gran actividad, la absorción del fármaco ad-
ministrado por vía subcutánea puede acelerarse y ocasionar efectos inde-
seables; tal es el caso de la insulina, que puede producir hipoglicemia si
se absorbe demasiado rápido.
S Hipersensibilidad: verificar que el enfermo no sea alérgico al fármaco
que se le va a administrar, por el riesgo de presentar reacción anafiláctica.
S Inmunidad: para evitar complicaciones, como sería la formación de un
absceso en el sitio de la punción, en enfermos inmunocomprometidos se
deben extremar las medidas higiénicas y asépticas.
S Posición: los enfermos que permanecen en decúbito por periodos prolon-
gados tienen mayor riesgo de formar abscesos.
S Incontinencia: los enfermos con incontinencia, sobre todo rectal, deberán
ser inyectados en una zona lo más alejada posible del sitio de predominio
de la incontinencia, evitando así posibles infecciones.
S Zona de la inyección: nunca debe inyectarse en áreas lesionadas, infecta-
das, con lunares o cicatrices.
S Compromiso hematológico: los enfermos que tienen tiempos de sangra-
do prolongados debido a enfermedad o por medicación anticoagulante
pueden tener sangrado importante en el sitio de la punción; si es posible,
debe buscarse otra vía de administración.
No se aconseja administrar medicamentos por vía intramuscular en estado de
choque, ya que impide su adecuada absorción y, por consiguiente, sus efectos.

PROCEDIMIENTO

Material e instrumental
Medicamentos: la mayoría de los medicamentos que se aplican por vía parente-
ral están en frasco o ampolleta. Antes de preparar el medicamento debe verificar-
Aplicación de inyección intramuscular, subcutánea e intradérmica 5

se la fecha de caducidad, y la preparación debe llevarse a cabo con una técnica


aséptica. Las ampolletas se preparan dando pequeños golpes en la parte superior
para que todo el contenido se deposite en la parte inferior. Actualmente la mayo-
ría vienen con una línea coloreada a nivel del cuello de la ampolleta, lo que quiere
decir que no requieren aserrarse; se separa la parte superior del cuello con un
empujón firme y cuidadoso, protegiendo los dedos con una gasa. Los frascos
ámpula tienen un tapón de goma con una cubierta metálica; ésta se retira parcial-
mente y, luego de limpiar el tapón de hule con una torunda con alcohol, con la
jeringa se inyecta dentro del frasco una cantidad de aire similar a la dosis que se
va a administrar, se aspira el fármaco y se retira la aguja.
Algunos medicamentos se encuentran en polvo y se les debe añadir líquido
solvente (agua inyectable, solución salina, etc.) para poder ser inyectados. A este
proceso se le llama reconstitución. Cuando ésta se realiza, debe evitarse la forma-
ción de espuma, ya sea durante la introducción del líquido al frasco o durante la
mezcla de éste con el polvo, ya que la efectividad del fármaco puede alterarse.
Torundas: son masas de algodón que se remojan en alcohol y sirven para lim-
piar la zona en la que se va a realizar la punción. El alcohol etílico es el antiséptico
de elección por su acción efímera y bactericida, útil sólo durante la punción, ade-
más de que no causa irritación de la piel y no es necesario su retiro después del
procedimiento.
Jeringa: es el instrumento destinado a la introducción de sustancias líquidas
en conductos, cavidades o tejidos del cuerpo. Se compone de tres partes: la punta,
donde se adapta el pabellón de la aguja; el cuerpo, en el cual está marcada la esca-
la con la que se mide la cantidad de líquido que se va administrar, y el émbolo,
que se encuentra por dentro del cuerpo y empuja la solución. Las jeringas son de-
sechables, de plástico, se proporcionan en empaque individual y se encuentran
esterilizadas. Las más utilizadas para la inyección intramuscular son de 3, 5 y 10
mL, y para la inyección subcutánea e intradérmica se utilizan jeringas de 1 o 3
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mL (figura 1--1).

Émbolo

Interior de
la jeringa Punta

Tubo
Aguja

Figura 1--1. Componentes de la jeringa hipodérmica.


6 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Capítulo 1)

Aguja: generalmente están empaquetadas junto con la jeringa, pero también


pueden encontrarse por separado, y siempre con un protector de plástico. Se com-
pone de un pabellón que se conecta a la jeringa, una cánula fija al pabellón y un
bisel, que es la parte sesgada de la punta. La mayoría son fabricadas en acero ino-
xidable y son desechables. El calibre varía de 14 a 28 F (entre mayor sea el nú-
mero, menor es el calibre). Para la inyección intramuscular se utilizan agujas de
calibre 21 a 23 F, de 4 cm de longitud. En enfermos obesos las agujas pueden ser
hasta de 8 cm, y en personas delgadas hasta de 1.3 cm. En pediatría se pueden
utilizar agujas con calibre de 21 a 25 F, con longitud de 1.6 a 2.7 cm. Las sustan-
cias oleosas se pueden inyectar con agujas de un mayor calibre, generalmente 21 F.
Para la inyección subcutánea e intradérmica en el adulto se utilizan agujas cali-
bre 25 F de 1.5 cm de longitud; para lactantes, escolares, ancianos y enfermos
delgados, el calibre puede ser 25 o 27 F, y la longitud de 1.25 cm. Para personas
obesas se puede utilizar agujas con una longitud de hasta 2.7 cm.
Guantes: se utilizan de preferencia estériles, desechables; su finalidad es la
protección de quien realiza el procedimiento.

Técnica de la inyección intramuscular


S Preparar el medicamento.
S Colocar al enfermo en posición cómoda, tanto para él como para el médi-
co, y elegir la zona de aplicación de la inyección.
S El sitio ideal para la aplicación de la inyección intramuscular es el cua-
drante superior externo de la nalga. Para delimitarlo se toma como límite
superior la cresta iliaca, límite inferior el pliegue glúteo y límite medial la
línea interglútea (figura 1--2) y el espacio se divide en cuadrantes.
S Con movimientos circulares del centro a la periferia, limpiar la zona con
una torunda con alcohol hasta un diámetro de 5 cm, aproximadamente, y
esperar a que seque totalmente, o se puede utilizar yodopovidona.
S Introducir la aguja a 90_ y con el bisel hacia arriba (figura 1--3).
S Aspirar con el émbolo para verificar que la aguja no se encuentre en la luz
de un vaso sanguíneo. Si hay sangre, retirar la aguja y preparar una nueva
inyección; si no, inyectar el medicamento.
S Extraer la jeringa de un solo movimiento y cubrir con una torunda.
S Dar masaje en la zona durante dos a tres minutos.
S Desechar el material en los contenedores adecuados, sin intentar tapar de
nuevo la aguja.

Variante de la técnica
Técnica en Z: esta técnica sólo se aplica en el cuadrante superoexterno del glúteo
para administrar medicamentos que irritan el tejido subcutáneo. Consiste en
Aplicación de inyección intramuscular, subcutánea e intradérmica 7

Cresta iliaca
Cuadrante
superoexterno

Lugar de la
inyección Línea interglútea

Nervio ciático

Pliegue glúteo

Figura 1--2. El sitio ideal para la aplicación de la inyección intramuscular es el cuadrante


superior externo; para delimitarlo, se toma como límite superior la cresta iliaca, el plie-
gue glúteo y como límite medial la línea interglútea.

comprimir y desplazar el tejido graso antes de introducir la aguja y liberarlo hasta


10 segundos después de sacar la aguja. De este modo, el camino queda sellado
y el medicamento no regresa al tejido subcutáneo. No se da masaje y nunca deben
inyectarse más de 5 mL en un mismo sitio utilizando esta técnica. En caso de in-
yecciones repetidas, deben alternarse los sitios glúteos. No hay diferencia en el
dolor entre esta técnica y la anterior en enfermos que reciben inyecciones intra-
musculares frecuentes (figura 1--4).

Técnica de la inyección subcutánea


E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.

S Preparar el medicamento.
S Elegir la zona de punción. Los sitios más comunes son la cara externa del
brazo, la cara anterior del muslo, el tejido laxo del bajo vientre, la fosa sub-
espinosa y supraespinosa de las escápulas y las nalgas. Para la inyección
de heparina se recomienda el área del abdomen, que reduce las molestias
de este medicamento y asegura una mejor absorción.
S Limpiar la zona con una torunda alcoholada, del centro a la periferia, y es-
perar a que seque totalmente; se puede usar yodopovidona.
S Tomar la jeringa con la mano dominante, sujetar entre el dedo pulgar y los
demás dedos, con la palma hacia arriba en ángulo de 45_ y el bisel hacia
arriba, o con la palma hacia abajo en ángulo de 90_ con relación al plano
de punción. La heparina e insulina siempre se inyectan con esta última an-
gulación (figura 1--5).
8 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Capítulo 1)

Figura 1--3. Técnica de inyección intramuscular en ángulo de 45 y 90_.

S Usar la mano no dominante para pellizcar la piel de la zona e insertar la


aguja de un firme impulso.
S Aspirar con el émbolo para verificar que no se está en un vaso sanguíneo. Si
aparece sangre, sacar la aguja y preparar nuevamente el medicamento. Nun-
ca se debe inyectar el medicamento con sangre o en un vaso, ya que los
efectos del fármaco pueden ser peligrosos si se introducen en el sistema
circulatorio.
S Si no hay sangre, inyectar lentamente el medicamento.
S Retirar la aguja y no dar masaje. Cuando se aplica heparina, puede presen-
tarse sangrado, que se cohibe aplicando ligera presión con una gasa seca.
S Desechar el material en los contenedores adecuados.
Aplicación de inyección intramuscular, subcutánea e intradérmica 9

Piel
Grasa
subcutánea
Fascia

Músculo

Jale la piel
lateralmente
Inyecte

Saque la
jeringa Espere 10 segundos
Suelte la piel

Figura 1--4. Técnica de la inyección en “Z”. Sólo se aplica en el cuadrante superoex-


terno del glúteo.
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Técnica de inyección intradérmica

S Se prefiere la cara anterior del antebrazo.


S Antisepsia con alcohol o yodopovidona.
S La aguja se coloca con el bisel hacia arriba, paralela a la piel en un ángulo
de 10_.
S Se introduce la aguja en la piel unos 3 mm y sin llegar al tejido graso.
S Se inyecta el fármaco, observando abultamiento de la piel, que semeja un
botón.
S Se retira la aguja.
10 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Capítulo 1)

Piel
Grasa subcutánea
Fascia

Músculo

Figura 1--5. Técnica de la inyección subcutánea en la cara externa del brazo en ángulo
de 45 y 90_.

Otros sitios de inyección intramuscular

En niños y adultos, la zona más utilizada para la inyección intramuscular es la


zona dorsoglútea formada por el músculo glúteo mayor y sobre el cuadrante su-
peroexterno. El enfermo debe colocarse en decúbito prono o lateral con el muslo
y la rodilla superior flexionada sobre la pierna inferior; puede realizarse el proce-
dimiento en bipedestación, para lo cual se le pide al enfermo alinear ambas pier-
nas para liberar la tensión de la región. La zona del glúteo ventral, la cual carece
de grandes vasos sanguíneos y nervios y tiene menos tejido adiposo, se encuentra
Aplicación de inyección intramuscular, subcutánea e intradérmica 11

lejos de la zona rectal y, por lo tanto, tiende a estar menos contaminada, lo cual
se debe considerar cuando se inyecta a niños y adultos con incontinencia; en esta
zona (zona de Hochstetter) se usa el músculo glúteo medio, que se encuentra
sobre el glúteo menor. Para establecer la zona exacta, se coloca la palma de la
mano sobre el trocánter mayor con los dedos hacia la cabeza del enfermo; en la
cadera izquierda se utiliza la mano derecha y en la cadera derecha la mano iz-
quierda. Se coloca el dedo índice en la parte superior anterior de la espina iliaca
y se extiende el dedo medio dorsalmente, palpando la cresta del íleon y presio-
nando debajo de ella. El triángulo formado entre el dedo índice, el tercer dedo y
la cresta iliaca es la zona de inyección. Esta zona es adecuada para niños y adul-
tos, y sobre todo para enfermos inmovilizados cuyos glúteos dorsales puedan es-
tar atrofiados.
Para lactantes, niños y adultos, cuando están contraindicadas otras zonas, pue-
de elegirse el músculo recto anterior del muslo, que se encuentra en la parte ante-
rior del mismo; su principal ventaja es que el enfermo puede autoinyectarse; sin
embargo, puede ocasionar molestias considerables. También puede elegirse la
zona del deltoides, que es la región superolateral del brazo. Esta región no se utili-
za con frecuencia, ya que este músculo es relativamente pequeño y se acerca a la
arteria y al nervio radial; si se requiere elegir esta región, se debe buscar la zona
más gruesa, para lo cual se palpa el borde anterior de la apófisis acromial y se pun-
ciona 5 cm por debajo de la misma; se utilizan de preferencia agujas de 1.6 a 2.7
cm.

Cuidados generales

Antes de realizar una inyección deberá verificarse la receta, la ficha de medica-


ción, la hoja de las órdenes médicas, asegurarse que se le va administrar al enfer-
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mo adecuado, que sea el medicamento prescrito (dosis, presentación, estado del


mismo y fecha de aplicación), preguntar al enfermo si le han aplicado con ante-
rioridad este medicamento y si ha presentado alguna respuesta alérgica, verificar
la fecha de caducidad, confirmar la vía de administración y tener cuidado con las
dosis y conversiones. Asimismo, el médico debe lavarse las manos, enguantarse
y explicarle el procedimiento al enfermo.
Nunca se debe administrar medicamentos que hayan caducado, que se encuen-
tren en frascos sin etiqueta o que ésta sea ilegible, que esté en duda la integridad
de su empaque o que hayan cambiado de coloración o de consistencia. En aque-
llos fármacos que deben ser reconstituidos, lo anterior se debe verificar antes de
mezclar el polvo con el solvente.
Cuando deban aplicarse dosis mayores de 5 mL, deberá fraccionarse a la mitad
de la dosis e inyectarse en sitios distintos.
12 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Capítulo 1)

Precisar la zona de la punción en el área dorsoglútea, para evitar la lesión del


nervio ciático. La compresión y el masaje posterior a la inyección intramuscular
son importantes para evitar hematomas o sangrado.
En caso de ser necesaria la aplicación de inyecciones repetidas, debe alternarse
el sitio de la punción; cuando se regrese al primer sitio, la punción deberá estar
por lo menos a 2.5 cm del sitio donde se inyectó antes, con el fin de evitar que
se formen depósitos de fármaco sin absorber, abscesos o fibrosis.
Por el riesgo de reacciones anafilácticas, vigilar al enfermo al menos 30 minu-
tos después de la inyección.

COMPLICACIONES

Hipersensibilidad. Es una reacción inmune exagerada ante un antígeno. Sus ma-


nifestaciones pueden variar hasta el choque anafiláctico, el cual presenta los si-
guientes síntomas y signos: angustia, urticaria, edema generalizado, dolor en re-
gión dorsolumbar, sensación de asfixia, tos, espasmo bronquial, edema laríngeo,
hipotensión arterial, pérdida del conocimiento, dilatación pupilar, incontinencia
y convulsiones. Para evitar que se presente, debe preguntarse al enfermo si ha te-
nido reacciones alérgicas previas al fármaco; sin embargo, se debe estar preveni-
do teniendo a la mano antihistamínicos, esteroides y adrenalina inyectables. El
tratamiento que deberá instalarse en forma inmediata será colocar al enfermo en
posición supina con la cabeza ligeramente hacia abajo, conservar las vías aéreas
permeables y administrar oxígeno por puntas nasales a razón de 5 a 10 L/min; en
casos graves puede ser necesario intubar al enfermo o realizar cricotiroidotomía.
Deberá colocarse un catéter intravenoso para así administrar soluciones.
Síncope. Es la pérdida súbita y momentánea del estado de alerta por estimula-
ción vagal, lo que produce disminución de la presión sanguínea y del pulso. Suce-
de en enfermos emocionalmente inestables y se acompaña de ansiedad, tensión
o dolor.
Si el enfermo ya ha presentado esta complicación anteriormente, se recomien-
da acostarlo durante el procedimiento y anestesiar el sitio de punción con hipoter-
mia generada con hielo local.
Sangrado. En enfermos sin problemas hematológicos es poco frecuente y de
mínima intensidad, y por lo general cede mediante la compresión durante dos a
tres minutos. En enfermos con problemas hematológicos cuyo riesgo de sangra-
do es mayor se debe tener especial cuidado en la presión posterior a la punción,
y, si es posible, buscar otra vía de administración del medicamento.
Equimosis y hematoma. La primera es la extravasación de sangre en el tejido
graso. El segundo es una colección de sangre que se forma entre los tejidos. Am-
bos se manifiestan como manchas cutáneas de color violáceo; comúnmente se pre-
Aplicación de inyección intramuscular, subcutánea e intradérmica 13

sentan al aplicar medicamentos anticoagulantes, y se previenen haciendo compre-


sión en la zona de la punción durante dos a tres minutos posterior a ésta. Si se
presentan hematomas, deberá valorarse su tamaño y su profundidad, para así deci-
dir si se drenará o si se aplicarán compresas calientes para favorecer su absorción.
Lesión de fibras nerviosas. Generalmente es del nervio ciático, y se produce
por no utilizar las zonas adecuadas de punción intramuscular. El daño lo produce
el fármaco y no la lesión traumática del nervio. En caso de que se presente, el en-
fermo experimentará dolor agudo inmediato a la inyección, así como déficit ner-
vioso. Deberá ser canalizado cuanto antes hacia un neurocirujano experto. Para
evitar esta complicación se debe tener precaución en la inyección intramuscular
en enfermos con músculos hipotróficos o flácidos, así como evitar inyectar el
medicamento a un enfermo cuando manifieste dolor severo inmediato en el sitio
de la punción, siendo necesario buscar otro sitio para su aplicación.
Depósito de fármaco no absorbido. Sucede cuando no se alternan los sitios
de inyección en enfermos que necesitan múltiples aplicaciones; puede llegar a
formar abscesos y fibrosis, que deberán ser drenados e incluso tratados quirúrgi-
camente.
Absceso estéril. Es la acumulación localizada de células inflamatorias. Se for-
ma cuando se inyectan medicamentos concentrados o irritantes en tejido subcutá-
neo, o en sitios donde no pueden ser absorbidos totalmente; los fagocitos tratan
de retirar la sustancia extraña.
Absceso glúteo. Es la acumulación localizada de células inflamatorias y mi-
croorganismos patógenos en la región glútea después de una inyección intra-
muscular. Se manifiesta aproximadamente al séptimo día con signos clásicos lo-
cales: dolor, calor, tumor y rubor en la zona puncionada. El tamaño de dicho
absceso es variable, y dependerá del tiempo de evolución, la patogenicidad del
germen y la respuesta inmunológica del huésped. Se evita lavándose las manos
antes del procedimiento, no rompiendo la técnica aséptica del mismo y evitando
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dejar preparado el material por tiempo prolongado.


En caso de presentarse este absceso, se maneja por medio de desbridación del
absceso, previa maduración del mismo, con aplicación de compresas calientes y
antibioticoterapia de amplio espectro; si se conoce el germen causal, el tratamien-
to será más específico.
Lipodistrofia. Es la reducción local de la grasa subcutánea en las regiones in-
yectadas repetidamente con insulina. Se evita rotando las zonas de la inyección.

CONCLUSIONES

Desde la valiosa aportación de Pravas al concebir la jeringa hipodérmica y algu-


nos años más tarde la de Jenner, con su invaluable vacuna contra la viruela, se ha
14 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Capítulo 1)

reconocido plenamente la importancia de la inyección como una herramienta in-


dispensable del quehacer médico. Múltiples son sus aplicaciones, desde la admi-
nistración de los antibióticos, pasando por las vacunas, hasta el uso de la insulina,
por mencionar algunas.
Actualmente, el médico general, desde sus primeros años de licenciatura, debe
conocer y dominar la técnica de aplicación de inyecciones, las indicaciones, las
contraindicaciones y, sobre todo, las complicaciones que pueden presentarse y
el manejo de las mismas, para que más adelante, en su papel de educador de la
salud, sea el encargado de transmitirla a la sociedad.

REFERENCIAS
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2. Hardman JG et al.: Goodman and Gilman, las bases farmacológicas de la terapéutica. 9ª
ed. México, Interamericana McGraw--Hill, 1996:6--8.
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drid, Interamericana McGraw--Hill, 1993:1365--1372.
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9. Quevauvielliers JL et al.: Cuadernos de la enfermería. Vol 2. Barcelona, Toray--Masson,
1995:97--104.
2
Punción intravenosa (inyección
intravenosa, toma de muestra venosa,
catéter corto y venoclisis, catéter largo
y presión venosa central)
Francisco José Campos Pérez, Jesús Tapia Jurado

INTRODUCCIÓN

Se llama punción a la acción de introducir una aguja o catéter en un órgano o cavi-


dad, generalmente llena de líquido, para la extracción de éste o la obtención de
muestras. La venopunción es la instalación de una aguja o un catéter a la luz de
una vena a través de la piel. Permite el establecimiento de un acceso a la circula-
ción mediante agujas y catéteres, y es un paso esencial para la vigilancia y el trata-
miento de los pacientes.
Inyectar se define como la introducción de líquidos al interior de los tejidos
mediante una aguja conectada a una jeringa; una inyección intravenosa, por lo
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tanto, es la acción de introducir alguna sustancia medicamentosa a la luz de una


vena.
Los primeros informes de la utilización de la vía intravenosa datan de 1825,
y fueron realizados por James Blundell, que intentó instilar agua como medida
terapéutica con efectos desastrosos. En 1831--1832, Thomas Latta y el médico
O’Shaugnessy habían reconocido la necesidad de reemplazar los líquidos y elec-
trólitos perdidos en el paciente afectado por el cólera, utilizando para ello la vía
intravenosa.
Varios autores (Pearson, Dougherty, Millam, Inwood, Taylor, Rees, Campbell,
Kiernan) revisaron el uso de antisepsia y asepsia previa a la punción, y coincidie-
ron en que el buen lavado de manos, el uso de guantes y el uso de yodopovidona

15
16 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Capítulo 2)

a 10%, alcohol a 70% o tintura de yodo a 2% son las mejores medidas para la pre-
paración de la piel previo a una punción.

INDICACIONES

Se utiliza la vía intravenosa para aquellos medicamentos que necesiten una distri-
bución rápida en todos los tejidos, y en el caso de la toma de muestras sanguíneas
para el análisis de componentes bioquímicos, electrolíticos y gaseosos que se en-
cuentren en ella.

CONTRAINDICACIONES

S Presencia de infección local en el sitio de la punción.


S Presencia de flebitis en el sitio de la punción.

EVALUACIÓN INTEGRAL DEL PACIENTE

Antes de realizar la punción deberá darse una explicación cuidadosa del procedi-
miento y comentar el motivo de la misma; además, deberán comentarse los posi-
bles efectos secundarios de la sustancia administrada, o explicarse que la cantidad
de sangre que se extraerá es mínima. No es necesario ningún tipo de preparación
física, únicamente encontrar el sitio apropiado de punción. Idealmente, en toma
de muestras sanguíneas para laboratorio es necesario un ayuno de ocho horas.

PROCEDIMIENTO

Material e instrumental (figura 2--1)

S Ligadura o torniquete.
S Yodopovidona a 10%, alcohol etílico a 70%, tintura de yodo a 2%.
S Torundas o gasas estériles.
S Guantes estériles.
S 2 agujas (20--23) o punzocath (16--18) biseladas.
S 2 jeringas de 3, 5 o 10 mL.
S Medicamento o tubo de ensaye.
S Cinta adhesiva precortada y, de preferencia, hipoalergénica.
Punción intravenosa (inyección intravenosa, toma de muestra...) 17

Figura 2--1. Material e instrumental.

S Equipo de venoclisis.
S Adrenalina o hidrocortisona inyectable.
S Jeringa: se compone de tres partes: la punta, donde se adapta el pabellón
de la aguja; el cuerpo, en el que está marcada la escala con la que se mide
la cantidad del líquido a inyectar, y el émbolo, que encaja dentro del cuer-
po. La mayor parte de las jeringas utilizadas se fabrican en plástico y se
empaquetan individualmente, esterilizadas, en una envoltura de plástico
o papel. Hay varias clases de jeringas:
S La jeringa hipodérmica, que tiene una capacidad de 3 mL. Viene marca-
da con dos escalas, una de mililitros y una de mínimos; esta última se
utiliza cuando se necesita aplicar dosis muy pequeñas.
S La jeringa de insulina lleva una escala especial para la administración
de la misma; las más pequeñas son de 50 UI (0.5 mL).
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.

S La jeringa de tuberculina es estrecha y está calibrada en décimas y milé-


simas de mililitro (hasta 1 mL) y en sesentavos de mínimo (hasta 1 míni-
mo). Este tipo de jeringas es muy útil para la administración de dosis
muy pequeñas o de fármacos que necesitan ser medidos con precisión.
Existen jeringas de mayor capacidad, como 3, 5, 10, 20 y 50 mL, las cuales
se utilizan para irrigar heridas y añadir soluciones intravenosas a los fras-
cos. Las jeringas se reciben con la aguja colocada, la cual debe estar cu-
bierta con un capuchón de plástico; puede ser que ambas estén empaqueta-
das juntas o por separado.
S Agujas: se componen de un pabellón que se conecta con la jeringa, una
cánula que se fija a este pabellón y un bisel, que es la parte sesgada de la
punta; están fabricadas de acero inoxidable y son desechables. Hay tres va-
riables dentro de las agujas:
18 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Capítulo 2)

S El aplanado y la longitud del bisel, entre más largos, más cortantes y me-
nos dolorosos. Los biseles cortos se utilizan para inyección intravenosa.
S La longitud de la cánula.
S El calibre, que varía de 14 a 28; entre mayor sea el número, menor será
el calibre.
S Catéter corto: recibe diferentes nombres, según el fabricante; los de uso
más común son punzocath y angiocath. Se fabrican de teflón y polietileno.
Su longitud es de 7 cm los gruesos y de 3.5 cm los delgados; en cuanto al
calibre, los hay del 14 al 22. Su extremo proximal tiene un pabellón para
conectarse al equipo de venoclisis. Su extremo distal o punta se adelgaza a
manera de cono para ser menos traumático. Estos catéteres cuentan con un
mandril de acero, similar a una aguja, que permite su introducción a la vena.
S Ampolletas: son aditamentos de vidrio con el tercio superior estrecho, por
lo que se deben dar ligeros golpes en la parte superior para que todo el con-
tenido se deposite en la parte inferior; en algunos casos es necesario aserrar
un lado del estrechamiento del cuello de la ampolleta y desprender la parte
superior de la misma con un ligero empujón, deteniéndola con una gasa,
para evitar una posible lesión cortante por el vidrio de la ampolleta. Poste-
riormente se debe introducir la aguja, inclinar la ampolleta y aspirar el con-
tenido. En caso de que el cuello de la ampolleta presente una línea colorea-
da, no es necesario aserrarla. Generalmente vienen en dosis unitarias.
S Frasco ámpula: se retira la cubierta metálica y se limpia el tapón de goma
con una torunda con alcohol; se debe inyectar dentro del frasco con la
jeringa la misma cantidad de aire que la dosis de solución que se va a admi-
nistrar, aspirar la cantidad de fármaco requerida y retirar la aguja. Algunas
soluciones deben ser previamente reconstituidas.
Nunca se debe administrar un medicamento que haya cambiado de
coloración, olor o consistencia, o que se encuentre en frascos sin etiqueta
o cuando ésta sea ilegible.

Técnica de instalación del catéter venoso periférico

Preparación del medicamento: antes de aplicar cualquier medicamento se debe


verificar la fecha de caducidad y que sea el medicamento prescrito, así como la
forma de administración.
Sitio de punción: para la elección del sitio de punción se debe tener en cuenta
que se va a provocar una lesión, por lo que se recomienda seleccionar una vena
que presente un tramo recto, previa exploración detallada de la misma (figura
2--2).
Procedimiento:
Punción intravenosa (inyección intravenosa, toma de muestra...) 19

Epidermis
Cubierta
adventicia
Dermis

Vena

Figura 2--2. Estructura histológica de la piel.

1. Acomodar al paciente en una posición que sea confortable tanto para el


propio paciente como para el médico, con el brazo apoyado en una superfi-
cie plana y firme.
2. Preparación del medicamento o del tubo de ensaye para toma de muestras
sanguíneas.
3. Iluminación adecuada; si es necesario, utilizar una lámpara de pie.
4. Lavado de manos.
5. Palpación del trayecto venoso (la vena puede localizarse por su coloración
azulada o por la sensación de rebote firme y semejante al caucho).
6. Aplicación de la ligadura o torniquete 6 cm por arriba del sitio elegido y
sujetar la vena con una mano; al mismo tiempo, con la otra mano frotar la
piel de la región sobre la vena; a manera de expresión sanguínea de la re-
gión, llenar la vena de abajo hacia arriba. Se sugiere presionar con el dedo
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.

índice sobre la vena por cinco segundos y soltar bruscamente para mejorar
la visibilidad de la misma.
7. Realización de antisepsia con alcohol etílico o isopropílico a 70%, yodo-
povidona a 10% o tintura de yodo a 2%; aplicarla con movimientos circu-
lares en forma centrífuga.
8. Se realiza el enguantado e inmediatamente después se carga la jeringa (es
importante que la introducción de la jeringa sea dentro de los 30 segundos
posteriores a la antisepsia).
9. Se procede a la venopunción, procurando que el bisel de la aguja se en-
cuentre hacia arriba y en un ángulo de 45_ con respecto a la piel.
a. Técnica de pinchazo: se realiza empujando la aguja a través de la piel
hasta el interior de la vena con un movimiento rápido. La aguja penetra
la piel justo por encima de la vena.
20 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Capítulo 2)

b. Técnica indirecta. Consta de dos movimientos completos:


S Inserción de la aguja a través de la piel. La aguja penetra por debajo
del sitio en que la vena es visible; la penetración de la piel por encima
de la vena tiende a deprimirla, enmascarando su ubicación.
S Nueva localización de la vena y penetración de la misma.
10. Disminuir lentamente el ángulo de la aguja.
11. Introducir la aguja hasta observar el retorno venoso.
12. Deshacer el torniquete.
13. Inyectar el medicamento lentamente o realizar la toma de muestra de san-
gre venosa. Si se va a dejar a permanencia el catéter, se siguen los pasos
3 a 6, empujando el catéter plástico y extrayendo la aguja metálica.
14. Retirar la aguja con suavidad.
15. Colocar gasa estéril o torunda alcoholada con previa eliminación del exce-
so de antiséptico; ejercer presión durante dos minutos en el sitio de la pun-
ción para favorecer la hemostasia.

Cuidados generales
1. Mantenimiento de vena a largo plazo:
S Lugar libre de proceso infeccioso.
S Lugar accesible.
S Respetar los pliegues de flexión en la medida de lo posible.
S Elección de vena de distal a proximal.
2. Punción temporal:
S Sitio libre de proceso infeccioso.
S Sitio accesible.
S Elección de vena de distal a proximal.
S Se puede utilizar venas en sitio de flexión.
3. Venas de la mano:
S Red venosa dorsal superficial.
S Utilizar únicamente las venas de mediano calibre.
S Llegan a colapsarse con facilidad.
S Por lo general son inadecuadas para un mantenimiento a largo plazo por
el continuo movimiento.
4. Venas antebraquiales superficiales:
S Vena basílica: se localiza a lo largo del borde medial de la fosa antebra-
quial del pliegue del codo.
S Vena cefálica: sigue su trayecto a lo largo del borde lateral de la fosa an-
tebraquial del pliegue del codo.
S Vena mediana superficial: está localizada en la cara anterior y tercio su-
perior del antebrazo.
Punción intravenosa (inyección intravenosa, toma de muestra...) 21

Piel
45_

Vaso
sanguíneo
B
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.

10_

D
Figura 2--3. Técnica de instalación. Punción y canalización.
22 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Capítulo 2)

Piel

Vaso
sanguíneo

Figura 2--4. Extracción parcial de la aguja.

5. Venas superficiales del brazo (sólo en el caso de que no estén expuestas


una vena antebraquial o de la mano):
S Vena cefálica.
S Vena basílica.
Se deben buscar por el ligero tinte azuloso debajo de la piel.

Otros accesos venosos que sólo deben utilizarse cuando ya estén agotadas las po-
sibilidades de las extremidades superiores:

S Venas del pie.


S Arco dorsal venoso superficial.
S Venas de la pierna.
S Safena menor.
S Safena mayor.
S Venas del muslo anterior.
Punción intravenosa (inyección intravenosa, toma de muestra...) 23

Figura 2--5. Canalización total, deslizando el catéter y extrayendo la aguja.

Criterio para el retiro del catéter venoso periférico


S Una vez concluida su indicación terapéutica.
S En caso de presentar algún signo de infección local, como flebitis.
S Si se observa hematoma o equimosis en el sito de aplicación.
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.

COMPLICACIONES

S Hematoma o equimosis en caso de desgarro venoso.


S Alergia medicamentosa (desde dermatitis hasta choque anafiláctico).
S Infección en el sitio de punción.
S Síncope por estimulación vagal en pacientes lábiles emocionalmente.

CONCLUSIONES

Si se observan las 10 primeras causas de mortalidad a nivel mundial, se podrá


apreciar que es necesario echar mano de la punción intravenosa, abarcando desde
24 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Capítulo 2)

Figura 2--6. Conexión y fijación.

la inyección intravenosa y la toma de muestra venosa hasta la venoclisis. Entre


las infecciones nosocomiales, la sepsis por catéter ocupa el tercer lugar.
Está demostrado que, de todas las punciones venosas, se complican de 1 a 3%,
en particular las punciones para catéteres largos (8%), siendo la principal compli-
cación la sepsis por catéter, que tiene una mortalidad de 3% y un costo aproxi-
mado de 6 000 dólares por evento.

CATÉTER LARGO (MEDICIÓN


DE PRESIÓN VENOSA CENTRAL)

En 1733, Stephen y Hale midieron por primera vez la presión venosa central
(PVC), determinando la altura a la cual ascendía la columna de sangre en un tubo
de vidrio conectado a una vena periférica de un animal. En 1902, Frey midió la
presión venosa en el ser humano, colocando un tambor sobre una vena periférica
y determinando la presión necesaria para colapsarla. En 1929, Forsman realizó
la primera cateterización, usando un catéter ureteral. Originalmente los catéteres
eran un tubo simple con un orificio terminal de salida. Moritz y von Tabora fueron
los primeros en efectuar la medición de la presión venosa en humanos mediante
la canulación de una vena. En 1945, Meyers efectuó la primera práctica médica
de cateterismo venoso central. En 1952, Aubaniac practicó la primera punción
venosa subclavia, siendo estudiada por Keeriszanto en 1957 y por Hughes y Mag-
novern en 1959. En 1962, Wilson popularizó la vía de abordaje central de la vena
subclavia. En 1969, la canulación de la vena yugular interna fue descrita por En-
glish. Durante los siguientes años, y hasta el día de hoy, la determinación de la
PVC en un paciente crítico se ha impuesto como parámetro rutinario.
Punción intravenosa (inyección intravenosa, toma de muestra...) 25

La presión venosa central es el resultado de interacciones complejas entre:


S La volemia.
S La función ventricular derecha.
S La presión intratorácica.
S La resistencia venosa periférica.
Evalúa el estado volumétrico en personas con enfermedades graves y facilita el
diagnóstico de enfermedades y complicaciones específicas. El valor obtenido
debe ser evaluado a lo largo del tiempo, ya que esto es de mayor utilidad que una
sola medición.
Cuando existen cardiopatías, deben evaluarse los datos en el contexto de otros
signos del estado volumétrico; ante estas situaciones se pueden utilizar los valo-
res de referencia:
S Bajo: < 5 cm H2O.
S Normal: de 5 a 12 cm H2O.
S Alto: > 12 cm H2O.
La presión venosa anormalmente alta es indicativa de tromboembolia pulmonar,
insuficiencia cardiaca, tamponade o neumotórax a tensión. La presión venosa
baja es indicativa de hipovolemia o disminución del tono venoso esplácnico (ana-
filaxia, miedo, dolor).

INDICACIONES

S Acceso seguro para vigilancia de PVC, tratamiento con líquidos, adminis-


tración de fármacos o nutrición parenteral.
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.

CONTRAINDICACIONES

S Diátesis hemorrágicas.
S Trombosis del vaso.
S Infección o inflamación local.
S Deformación por traumatismos o cirugía previa.

EVALUACIÓN INTEGRAL DEL PACIENTE

Antes de realizar la punción se debe explicar al paciente el procedimiento, ade-


más de comentar el motivo del mismo. Se deben mencionar las posibles compli-
26 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Capítulo 2)

caciones. No es necesario algún tipo de preparación física, únicamente encontrar


el sitio apropiado de punción. Se debe contar con tiempos de coagulación.

PROCEDIMIENTO

Material e instrumental

S Yodopovidona a 10% o tintura de yodo a 2%.


S Solución (agua destilada o solución salina).
S Gasas estériles.
S Guantes estériles.
S Gorro, cubreboca.
S Campos estériles.
S Bata quirúrgica estéril.
S Catéter con aguja o equipo de Seldinger.
S 2 jeringas de 3 o 5 mL con solución.
S Lidocaína a 2% simple.
S Bisturí.
S Sutura (de seda o nylon).
S Bolsa de solución.
S Manómetro.
S Cánulas de conexión.
S “T” conectora con llave.
S Cinta adhesiva.

Catéter largo: está fabricado de polietileno, teflón o silicón; algunos son radioo-
pacos para el control radiológico. En general miden 40 cm, y presentan un man-
dril metálico para su colocación y una guía, que puede ser metálica; se les adapta
un conector para el equipo de venoclisis (figura 2--7).
Existen equipos preestablecidos como el de Seldinger, que consta de:

S Aguja calibre 18.


S Alambre flexible guía.
S Catéter de 8.5 Fr.
S Bisturí.
S Venodilatadores.
S Aguja montada con seda o nylon.

Técnicas de cateterismo:
Punción intravenosa (inyección intravenosa, toma de muestra...) 27

Salida proximal

Catéter distal

Balón
Temistor
Catéter
proximal
Cable para medición
de gasto cardiaco
Salida distal

Sistema de
inflado

Figura 2--7. Ejemplo de catéter de doble luz que tiene, además, vías adicionales para
realizar mediciones diversas.

S Cateterismo de vena periférica. En forma similar a la aplicación de ve-


noclisis, se elige la vena, de preferencia de las laterales del pliegue del
codo; se punciona con aguja de calibre grueso, ya que por ahí pasará el ca-
téter. Ya introducido el catéter más allá de la aguja, se puede retirar ésta
y se continúa introduciendo el catéter largo, con suavidad y lentamente;
puede ser necesario orientar el brazo para lograr el paso del catéter hasta
la subclavia, o se puede puncionar la vena con una aguja delgada por la que
se introduce una guía metálica, por la cual se deslizará el catéter.
Existen otras vías para la colocación de un catéter central, como son:
S Yugular externa.
S Yugular interna.
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.

S Subclavia.
El cateterismo por estas vías pertenece al campo del especialista.
Técnica de medición de PVC:
1. El sitio ideal donde debe quedar la punta del catéter es la cava superior,
justamente en su unión con la aurícula derecha.
2. El catéter debe quedar a nivel del ángulo del segundo arco costal (de Le-
wis).
3. El paciente debe ser colocado en decúbito dorsal, en un plano completa-
mente horizontal y de preferencia en cama rígida.
4. El tubo manométrico se fija a una estructura inmóvil para mantener cons-
tante e invariable su altura y posición perfectamente vertical durante las
28 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Capítulo 2)

Figura 2--8. Medición de la presión venosa central.

mediciones. El nivel cero debe corresponder a la línea axilar media, ya que


ésta es la altura a la que se encuentra el atrio derecho.
5. El equipo tiene integrada una llave de tres vías para dirigir el flujo al
líquido; una es para el manómetro, la segunda, de salida, se conectará al
catéter, y la tercera es la de la entrada de solución.
6. La llave de tres vías, que en general está cerrada al tubo manométrico para
que la solución llegue directamente al paciente, se abre para que el líquido
pase 20 cm dentro del tubo, sin burbujas de aire.
7. La llave se mueve al lado contrario para permitir que se abra el circuito
entre el paciente y el tubo manométrico.
8. La solución comenzará a descender hasta que se detenga, manteniendo os-
cilaciones leves de 1 a 2 cm.
9. Posteriormente, la llave se regresa a la posición inicial (figura 2--8).

Criterios para el retiro del catéter

S Cuando se alcance el resultado terapéutico.


S En caso de presentarse signos de infección local.
S Si, posterior a la toma de la placa de tórax de control, se evidencia que el
catéter se encuentra extravascular.
Punción intravenosa (inyección intravenosa, toma de muestra...) 29

COMPLICACIONES

S Neumotórax (2 a 6%).
S Punción arterial (3 a 7%).
S Infección local (10 a 15%).
S Hidrotórax.
S Hidromediastino.
S Lesión nerviosa.
S Osteomielitis.
S Perforación de vena cava superior y atrio derecho.

CONCLUSIONES

Quizás Claude Bernard, al aportar el concepto de homeostasis, fue el detonador


para que se iniciara la búsqueda de un parámetro confiable para evaluar el estado
volumétrico en personas con enfermedades graves. Actualmente debe recono-
cerse que son múltiples las aplicaciones del catéter largo, entre las que destaca
la medición de la presión venosa central como un auxiliar en el tratamiento con
líquidos y la administración de fármacos o nutrición parenteral.
El reto del estudiante de medicina debe ser conocer las bases fisiológicas del
estado volumétrico, las indicaciones, las contraindicaciones, el procedimiento y
las complicaciones potenciales al colocar un catéter largo.

REFERENCIAS
1. Franklyn L: Skin cleansing and infection control in peripheral venopuncture and cannula-
tion. Nurs Stand 1999;14(4):49--50.
2. Suria H: Risk of cross--patient infection with clinical use of a needleless injector. Am J In-
fect Control 1999;27(5):444--447.
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.

3. Sandelowski M: The post--World War II debate over IV nursing. Adv Nurs Sci 1999;22 (1):
52--62.
4. King EM, Wieck L, Dyer M: Técnicas de enfermería. Manual ilustrado. 2ª ed. México,
Interamericana--McGraw--Hill, 1985:6--9.
5. Lain P: Historia universal de la medicina. Tomo IV. Barcelona, Salvat, 1973:307--308.
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7. King EM, Wieck L, Dyer M: Técnicas de enfermería. Manual ilustrado. 2ª ed. México,
Interamericana--McGraw--Hill, 1985:853--860.
8. Graham AH: Handbook of cardiac catheterization. 1ª ed. Blackwell Scientific Publications,
1990:1–9.
9. Schwartz S et al.: Principios de cirugía. Tomo I. 7ª ed. México, McGraw--Hill Interameri-
cana, 1999:531–532.
10. Tintinalli J et al.: Medicina de urgencias. 4ª ed. México, McGraw--Hill Interamericana,
1998:66–70.
30 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Capítulo 2)
3
Colocación de sonda nasogástrica
Jesús Tapia Jurado, José Luis Jiménez Corona

INTRODUCCIÓN

La instalación de una sonda nasogástrica es un procedimiento médico--quirúrgi-


co que consiste en el paso de la sonda hasta el estómago, introducida por vía nasal.
Este procedimiento se describió desde el periodo grecorromano, pero fue 1617
el año en que Aquapendente usó un tubo hecho de plata para alimentación naso-
gástrica. El mayor trabajo con sondas de alimentación nasoentérica en el siglo
XVIII fue hecho por John Hunter, quien reportó la alimentación exitosa en dos
pacientes.
El uso de tubos de hule suave para alimentación en pacientes pediátricos se
describió por primera vez en la segunda mitad del siglo XIX. La sonda de Levin,
llamada así porque fue diseñada por Abraham Louis Levin, médico de Nueva Or-
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.

leans (1880--1940), ha sido el tubo nasogástrico más comúnmente usado desde


su introducción en 1921.
La instalación de una sonda nasogástrica (sonda de Levin) es un procedimien-
to muy frecuente a nivel hospitalario; por tal razón, debe ser una maniobra am-
pliamente conocida por todo médico general o especialista.

INDICACIONES

Múltiples son las causas para colocar una sonda nasogástrica; entre las principa-
les están:

31
32 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Capítulo 3)

1. Aspiración del contenido intestinal. Cuando, por diferentes patologías,


existe dilatación gástrica, obstrucción intestinal o íleo paralítico.
2. Auxiliar para el diagnóstico. En caso de hemorragia del tubo digestivo
alto o lesión gástrica por politraumatismo.
3. Terapéutica. Infusión de medicamentos o lavado gástrico en caso de he-
morragia gastrointestinal o sobredosis de medicamentos.
4. Administración de alimentos. Alimentación gástrica con alimentos li-
cuados o fórmulas alimenticias industrializadas.

CONTRAINDICACIONES

a. Absolutas:
1. Atresia de las coanas.
2. Atresia esofágica.
3. Ingestión de sustancias cáusticas (ácidas o básicas), a menos que se in-
tube bajo visión directa (endoscopia).
b. Relativas:
1. Traumatismo facial masivo o fractura de la base del cráneo. En es-
tos pacientes se prefiere el paso orotraqueal de la sonda; debe ser reali-
zado por personal con experiencia, ya que las maniobras para colocar
la sonda podrían aumentar el grado de las lesiones.
2. Cirugía gástrica o esofágica reciente, ya que se pueden lastimar y per-
forar las líneas de sutura realizadas.
3. Cirugía de bucofaringe o nasal reciente, por encontrarse edematiza-
dos los tejidos.
4. Estenosis esofágica secundaria a tumor o esofagitis grave, lo que podría
producir perforación esofágica al intentar el paso forzado de la sonda.
5. Divertículo de Zenker, ya que la sonda podría caer en la cavidad del
divertículo y, al insistir en su paso al estómago, llegar a perforarlo.
6. Pacientes comatosos, sobre todo en enfermos no intubados, debido a
que la falta de cooperación del paciente dificulta la maniobra, pudiendo
introducir la sonda en la tráquea.

EVALUACIÓN INTEGRAL DEL PACIENTE

Es importante conocer las condiciones generales del paciente para evitar posibles
complicaciones del procedimiento, y, a la vez, tener la máxima cooperación del
enfermo. Debe tomarse en cuenta:
Colocación de sonda nasogástrica 33

1. Estado de conciencia. Un paciente reactivo ayuda a que la maniobra sea


menos molesta y, debido a que sus reflejos de deglución son adecuados,
se disminuye el riesgo de intubación traqueal y/o broncoaspiración.
2. Paciente con intubación endotraqueal. La maniobra se dificulta porque
no se cuenta con la cooperación del paciente y la cánula endotraqueal com-
prime la luz esofágica, lo que dificulta el paso de la sonda.
3. Edad y talla. Para conocer la longitud de introducción de la sonda, su cali-
bre y el grado de cooperación del paciente.
4. Paciente politraumatizado con fractura de la base del cráneo. En estos
casos, la introducción de una sonda nasogástrica puede condicionar su
paso a la cavidad craneana a través de la fractura, con lesión grave del siste-
ma nervioso central. En pacientes con fracturas nasales antiguas puede
existir disminución del espacio aéreo de las narinas, favoreciendo trauma-
tismos sobre dichas áreas.
5. Antecedente de ingesta de sustancias cáusticas (ácidas o básicas) que
mantengan edematizada la mucosa esofágica, y que en la maniobra se pro-
duzca perforación esofágica.
6. Antecedente de cirugía gástrica, de bucofaringe o nasal reciente, ya
que se puede lesionar la herida quirúrgica.
7. Paciente con varices esofágicas, ya que el paso de la sonda puede provo-
car su ruptura.
8. Es deseable para el procedimiento que el paciente se encuentre en ayuno,
ya que el paso de la sonda estimula el reflejo nauseoso y se correría el ries-
go de favorecer el vómito y la broncoaspiración.
9. Exámenes de laboratorio. Es importante conocer el estado de coagula-
ción del paciente para evitar sangrado por trauma directo de la sonda, y los
electrólitos séricos, como el cloro y el pH, ya que la succión extraerá ácido
clorhídrico, lo que puede llevar a una alcalosis metabólica.
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PROCEDIMIENTO

Material e instrumental

1. Sonda nasogástrica. Habitualmente es una sonda de polivinilo de una sola


luz. Tiene una longitud de 120 cm, con varias marcas: la primera se en-
cuentra a 40 cm del extremo distal, y después cada 10 cm hasta totalizar
cinco marcas. Su extremo distal termina en una punta roma con un orificio
concéntrico y perforaciones laterales a diferentes niveles de sus últimos 10
cm. Su extremo proximal cuenta con un adaptador de un diámetro mayor
34 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Capítulo 3)

Figura 3--1. Sonda nasogástrica tipo Levin. Punta roma, cuatro marcas para identificar
la longitud introducida y extremo proximal con adaptador para conexiones diversas.

que sirve de conexión a tubos de drenaje o de infusión. Para adulto, sus ca-
libres van de 12 a 20 Fr (1 Fr = 0.33 mm), y para niños de 6 a 12 Fr. Algunas
sondas tienen una marca radioopaca que permite identificar su posición
mediante rayos X (figura 3--1).
2. Guantes limpios.
3. Gel lubricante.
4. Jeringa asepto de 50 mL para irrigación o aspiración.
5. Riñón o lebrillo.
6. Tela adhesiva, de preferencia MicroporeR.
7. Vaso con agua, de preferencia con un popote.
8. Aspirador o dispositivo de aspiración, de pared o portátil e intermitente.
9. Sábana clínica.
10. Benjuí.
11. Tijeras.
12. Estetoscopio.
13. Gasas o pañuelos desechables.
14. Jeringa hipodérmica de 10 mL.
15. Xilocaína en aerosol.

Técnica de instalación
1. Antes del procedimiento se requiere, si es posible, de ayuno de por lo me-
nos cuatro horas, ya que el paciente puede vomitar y broncoaspirar. Antes
de iniciar la colocación de la sonda se debe contar con todo el material in-
dispensable.
2. El procedimiento debe llevarse a cabo en un área física adecuada, con bue-
na iluminación, espacio, comodidad para el paciente y el médico y con
adecuada ayudantía.
3. Si es posible, explicar claramente el procedimiento al paciente y pedirle su
máxima colaboración. Mantener al alcance del paciente un vaso con agua
y popote, que será utilizado posteriormente durante el procedimiento.
Colocación de sonda nasogástrica 35

Figura 3--2. Se prefiere la posición sentada para introducir la sonda nasogástrica.

4. Es deseable colocar al paciente en posición sentada en semifowler, ya que


así se disminuye el reflejo nauseoso y se facilita la deglución (figura 3--2).
5. Ponerse los guantes limpios.
6. Determinar la longitud de la sonda midiendo del orificio nasal al lóbulo
de la oreja y de ahí al apéndice xifoides, que será la longitud necesaria para
llegar al estómago; recordar que en un paciente adulto de 1.70 m de esta-
tura la distancia de la arcada dental a la unión esofagogástrica es de 40 cm
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(figura 3--3).
7. Verificar la integridad de la sonda.
8. Lubricar el extremo distal de la sonda para evitar lesión o irritación de la
mucosa.
9. Seleccionar la narina más permeable, asegurándose de que no exista obs-
trucción o trauma nasal; si así fuera, utilizar la vía oral como ruta alterna.
10. No se recomienda el uso de anestesia local; sin embargo, si el procedi-
miento es demasiado molesto, se puede instilar xilocaína en aerosol en la
bucofaringe del paciente.
11. Insertar la sonda en la narina del paciente en un ángulo de 60 a 90_ respecto
al plano de la cara, siguiendo el piso de la nariz hasta llegar a la pared de
la faringe. En este momento el paciente debe flexionar la cabeza hacia de-
lante, apoyando la barbilla sobre la horquilla esternal.
36 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Capítulo 3)

B
A
Figura 3--3. A. Se mide la longitud de la sonda a introducir, tomando en cuenta la distan-
cia entre la nariz, el lóbulo de la oreja y el apéndice xifoides. B. La fijación de la sonda
es, de preferencia, en la mejilla.

12. Avanzar la sonda firmemente, al mismo tiempo que se le pide al paciente


que degluta (saliva o agua). Esto evita la resistencia que opone el cierre
espástico del paladar blando, que ejerce presión contra el músculo cons-
trictor superior de la faringe (figura 3--4), lo que puede favorecer su paso
a la tráquea.
13. Introducir la sonda hasta que la marca previamente medida llegue a la fosa
nasal, e introducir 20 a 30 cm más, para que quede libre en el estómago
(figura 3--5).
14. Retirar la sonda inmediatamente si se notan alteraciones de la vía respira-
toria (tos, disnea o cianosis).
15. Para verificar la correcta colocación de la sonda, utilizar las siguientes téc-
nicas:
a. Aspirar con una jeringa asepto a través de la sonda; la aparición de con-
tenido gástrico será indicador de su posición correcta; si existe duda,
medir el pH del aspirado, el cual deberá ser ácido.
b. Auscultar la región del epigastrio al mismo tiempo que se insufla aire
con una jeringa a través de la sonda; debe escucharse el flujo del aire.
c. Sumergir el extremo proximal de la sonda en un vaso con agua para ve-
rificar que no se produzcan burbujas; lo contrario es indicador de que
la sonda se encuentra en vía aérea.
d. Una demostración segura para conocer el sitio de la sonda es por medio
de una radiografía simple de abdomen, sobre todo si la sonda utilizada
Colocación de sonda nasogástrica 37

B C
Figura 3--4. Se ilustra cómo la sonda de Levin puede pasar erróneamente a la tráquea
(B), lo cual debe ser corregido de inmediato.
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.

tiene alguna marca o punta radioopaca; si no es el caso, se pueden pasar


3 mL de material radioopaco hidrosoluble por la sonda.
16. Se insiste en que esta maniobra debe realizarse con destreza, decisión y
cuidados extremos.
17. En caso de no tener éxito, debe ser colocada bajo visión directa (endosco-
pia) por un especialista.
18. Finalmente, aplicar tintura de benzoína en la nariz o mejilla del paciente,
y se procede a fijar la sonda a la zona elegida, de preferencia con cinta
adhesiva hipoalergénica (MicroporeR), cortada en forma de alas de mari-
posa.
19. Conectar la sonda a la fuente de succión o derivación o, si es su indicación,
proceder al lavado gástrico o a la infusión del fármaco o alimento.
38 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Capítulo 3)

Figura 3--5. Posición final de la sonda nasogástrica tipo Levin. No debe quedar enre-
dada en el estómago.

Cuidados generales
1. Mantener la sonda permeable mediante irrigación y cambios de posición.
2. Observar y anotar características del drenaje.
3. Hacer un registro de entrada y salida de líquidos a través de la sonda.
4. Consignar el tipo y tamaño de la sonda, así como el tipo de aspiración em-
pleado.
5. Detectar complicaciones en forma temprana.
6. Prevenir resequedad bucal (enjuagues orales con colutorios).
7. Se puede reponer el aspirado gástrico con solución salina o Ringer lactato
por vía endovenosa.
8. Limpieza de secreciones (narinas).

Criterios para el retiro de la sonda


1. Cuando se haya resuelto la patología por la que se indicó la colocación de
la sonda nasogástrica.
2. Cuando exista una complicación secundaria a la colocación o permanen-
cia de la sonda.
Colocación de sonda nasogástrica 39

Técnica para el retiro de la sonda

1. Informar al paciente. Un paciente bien informado ofrece una mejor coope-


ración para que el procedimiento sea más fácil y menos molesto.
2. Desconectar la sonda del aspirador, estando seguro de que la mucosa gás-
trica no se encuentra atrapada en los orificios distales de la sonda por el
mecanismo de succión.
3. Aspirar el contenido gástrico residual con una jeringa asepto.
4. Desprender la cinta adhesiva.
5. Pedirle al paciente que contenga la respiración.
6. Se sujeta la sonda con firmeza y se jala con suavidad.
7. Se efectúa limpieza de las narinas.

COMPLICACIONES

Son muy variadas, y van desde problemas menores y de fácil solución hasta pro-
blemas complejos que pueden tener morbilidad grave y hasta mortalidad.

1. Epistaxis y lesiones en la mucosa nasal; se pueden evitar manipulando la


sonda con cuidado y con una adecuada lubricación.
2. Broncoaspiración por vómito al momento de su colocación; se evita con
ayuno previo, maniobras suaves y colaboración del paciente.
3. Bradicardia por estimulación vagal.
4. Lesiones en mucosa oral o faríngea; se evitan lubricando la sonda y mani-
pulándola cuidadosamente.
5. Resequedad bucal y faríngea por respiración oral; debe tratarse con coluto-
rios.
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.

6. Rinorrea secundaria a irritación local.


7. Sinusitis; debe retirarse la sonda y administrarse antibiótico.
8. Parotiditis (retiro de la sonda).
9. Laringitis (retiro de la sonda).
10. Otitis media (retiro de la sonda y administración de antibióticos).
11. Obstrucción laringotraqueal (retiro de la sonda).
12. Retención de secreciones bronquiales, por trauma y edema de mucosas fa-
ringolaríngeas. Vale la pena realizar hidratación con nebulizaciones, oxí-
geno por puntas nasales, expectorantes y fisioterapia pulmonar.
13. Desequilibrio hidroelectrolítico por aspiración de importante volumen de
ácido clorhídrico (HCl), principalmente hipocloremia (restitución del ma-
terial aspirado mediante solución salina) y desequilibrio ácido base (alca-
losis metabólica).
40 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Capítulo 3)

14. Erosión de la mucosa gástrica.


15. Esofagitis por reflujo gastroesofágico al romper la zona de alta presión del
esfínter esofágico inferior. Se pueden utilizar protectores de la mucosa
gástrica o bloqueadores H2.
16. Perforación esofágica por maniobras bruscas, que puede llevar a mediasti-
nitis y fístulas traqueoesofágicas e incluso a hidroneumotórax.
17. Neumonía y/o neumonitis química por broncoaspiración; requiere trata-
miento antibiótico.
18. Abscesos retrofaríngeos (tratamiento quirúrgico, drenaje de los abscesos,
antibiótico).
19. Necrosis de las alas nasales por fijación inadecuada de la sonda que, al ha-
cer presión directa sobre el borde del ala de nariz, la puede necrosar.

CONCLUSIONES

1. La instalación de una sonda nasogástrica (sonda de Levin) es un procedi-


miento de rutina que todo médico debe conocer.
2. Se debe reconocer que este procedimiento representa riesgos importantes
para el paciente.
3. Es un procedimiento que, de ser posible, debe ser perfectamente explicado
al paciente, y se debe contar con su consentimiento.
4. Se debe realizar cuidadosamente, y debe ser poco traumático.
5. Se deberán tomar en cuenta los cuidados requeridos para prevenir las com-
plicaciones.
6. Se requiere estar pendiente de las posibles complicaciones causadas por
este procedimiento para decidir su terapéutica a la brevedad posible.

REFERENCIAS
1. Saunders CF: Urgencias médicas. 3ª. ed. México, El Manual Moderno, 1994:990--991.
2. Gutiérrez LP: Procedimientos en el paciente crítico. 2ª ed. México, Cuéllar, 1996:353--
356.
3. Carey CF: Manual Washington de terapéutica médica. 10ª ed. México, Masson, 1999:347--
349.
4. Martínez DS: Cirugía, bases del conocimiento quirúrgico. 2ª ed. México, McGraw--Hill
Interamericana, 1998:74--77.
5. Schwartz S: Principios de cirugía. 7ª ed. México, McGraw--Hill, 2000:43--44,501--502,
1131--1134.
6. Martín--Abreu L, Pérez VJ: Cirugía para el estudiante y el médico general. 1ª ed. México,
Méndez, 2004:369--371.
4
Colocación de sonda nasoyeyunal
Pedro Espinosa de los Monteros Moranchel, Jesús Tapia Jurado

INTRODUCCIÓN

El presente procedimiento tiene la finalidad de colocar el extremo distal de la son-


da a nivel yeyunal, introduciéndola por vía nasal. Se utiliza básicamente con fines
de alimentación cuando la nutrición por vía oral no es posible. En 1598, Hierony-
mus Capivacceus Patavinius realizó la primera inserción conocida de un tubo al
esófago con el propósito de nutrir a un paciente, la cual se llevó a cabo mediante
una vejiga unida a un tubo perforado. En 1617, Hieronymus Fabricius Aquapen-
dente describió el uso de tubos de plata pasados por la nasofaringe. En 1646, Jo-
hannes Baptista van Hellmont fue el pionero en la fabricación de catéteres flexi-
bles de piel para alimentación. Ya en el siglo XVIII, John Hunter fue el primero
en publicar la introducción de alimentos al estómago con ayuda de una jeringa.
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.

Fue hasta 1910 cuando Einhorn utilizó por primera vez una sonda nasoenteral se-
miflexible con un peso en la punta, logrando introducirla hasta el duodeno con
fines de alimentación por tiempo prolongado. En la década de 1950 se desarrolla-
ron sondas de polietileno, y Francis--Barron logró pasarlas hasta el yeyuno. Otro
gran avance fue la utilización de dietas elementales, iniciada en 1957 por Jesse
P. Greenstein y Winitz, que permitió administrar una nutrición completa median-
te dietas elementales hidrosolubles. En la década de 1960, Keoshian utilizó son-
das de elastómero de silicón (silastic), y en la década de 1970 se comenzó a usar
tubos de polietileno.
Debe tomarse en cuenta que el estómago es la vía preferida para la administra-
ción de nutrimentos, siempre que la función gástrica sea adecuada en cuanto a

41
42 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Capítulo 4)

motilidad y vaciamiento. El intestino es utilizado solamente cuando existen pro-


blemas como el retraso en el vaciamiento gástrico o neoplasias del estómago que
impidan o dificulten la liberación de nutrientes. En estos casos se prefiere la nutri-
ción enteral (a nivel yeyunal), siempre y cuando existan buena motilidad y absor-
ción del intestino delgado. La administración de nutrientes más allá del píloro tie-
ne ciertas ventajas:

1. Menor incidencia de neumonía por reflujo.


2. Provee sin interrupción los requerimientos diarios energéticos y de líqui-
dos.
3. Administrar alimentos enterales contribuye a mejorar la función inmuno-
lógica intestinal, estimula el crecimiento de los enterocitos y evita la atro-
fia de las vellosidades intestinales, ayudando a prevenir el deterioro de la
integridad de la mucosa intestinal, que, de existir, facilita la translocación
bacteriana del intestino, con la consecuente septicemia.
4. Además, la nutrición enteral es más segura, más fisiológica y con mejor
costo--beneficio que la nutrición parenteral.

INDICACIONES

La colocación de una sonda nasoyeyunal (SNY) es básicamente para infundir nu-


trimentos, lo cual se indica en múltiples circunstancias:

1. Pacientes que no pueden alimentarse por vía oral, incluyendo todas aque-
llas alteraciones que dificultan la ingestión, masticación y deglución:
a. Pacientes neurológicos (enfermedad vascular cerebral).
b. Pacientes psiquiátricos (anorexia nervosa o depresión severa).
c. Alteraciones anatómicas o funcionales del tubo digestivo proximal.
2. Pacientes que requieren alimentación enteral por un periodo no mayor de
seis a ocho semanas. Si se prolonga la nutrición enteral por tiempo mayor,
se sugiere la realización de gastrostomía o yeyunostomía.
3. Pacientes con riesgo de broncoaspiración. En pacientes con enfermedad
crítica, posoperados o diabéticos, es frecuente la pérdida de la motilidad
gástrica (gastroparesia); esto lleva a la acumulación de alimento con riesgo
de regurgitación y aspiración pulmonar. Otros pacientes con riesgo de
broncoaspiración son los ancianos, personas con esfínter esofágico infe-
rior debilitado, con enfermedad por reflujo gastroesofágico, con retraso en
el vaciamiento gástrico, con alteraciones de la conciencia y con disminu-
ción del reflejo tusígeno o del nauseoso, así como con dificultad para el
cierre de la glotis.
Colocación de sonda nasoyeyunal 43

4. Enfermos con desnutrición calórico--proteica, definida como la pérdida de


más de 10% del peso corporal, y con albúmina sérica menor de 3.5 g/dL.
5. También en estados nutricionales normales, pero con menos de 50% de in-
gesta en los últimos 7 a 10 días; ejemplos de estos casos son: cirugía de
cadera por fractura, cáncer bucal o faríngeo, cáncer pulmonar, estenosis
esofágica, cáncer gastrointestinal, anorexia grave, esofagitis, enfermedad
pulmonar obstructiva crónica (EPOC) y anorexia nervosa.
6. Quemaduras de segundo grado que abarquen más de 25% de la superficie
corporal, las cuales cursan con catabolismo exagerado y requieren de apo-
yo nutricional para revertir el balance nitrogenado negativo.
7. Pacientes con síndrome de intestino corto a los que se les practicó una re-
sección intestinal masiva (de 50 a 90%), siendo candidatos al uso combi-
nado de nutrición enteral y parenteral (nutrición mixta).
8. Síndrome de malabsorción, en el que el paciente requiere de productos nu-
tricionales industrializados que son infundidos por la sonda nasoyeyunal.
9. Pancreatitis aguda severa (siempre y cuando no exista íleo).
10. Fístulas intestinales de bajo gasto (< 500 mL en 24 horas).
11. Padecimientos inflamatorios crónicos del intestino y síndromes abdomi-
nales agudos o prolongados que cursan sin íleo intestinal, como pancreati-
tis aguda y sepsis abdominal.
12. Posoperatorios inmediatos de cirugías mayores de abdomen superior, como
resecciones esofágicas, gástricas, de colon y pancreatoduodenales.
13. A partir de las 24 h siguientes a cirugía, en todo paciente a quien se le rea-
lizó un procedimiento de cirugía mayor y se encuentra con cierto grado de
desnutrición, o al que se le pronostica un ayuno posoperatorio mayor de
siete días.
14. Pacientes con traumatismos graves, que a menudo disminuyen su inges-
tión oral y aumentan sus requerimientos.
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15. Pacientes con obstrucción para el vaciamiento gástrico.


16. Enfermedad por reflujo gastroesofágico severo.
17. Tumores gastrointestinales superiores.
18. Pacientes bajo tratamiento con quimioterapia o radioterapia.

CONTRAINDICACIONES

a. Absolutas:
1. Obstrucción intestinal.
2. Íleo.
3. Diarrea grave.
44 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Capítulo 4)

4. Perforación intestinal.
5. Isquemia gastrointestinal.
6. Fístulas enterocutáneas de alto gasto (> 500 mL/24 h).
b. Relativas:
1. Pacientes que requieren apoyo nutrimental por un tiempo mayor de seis
a ocho semanas; en estos casos se sugiere realizar una gastrostomía o
una yeyunostomía.
2. Pacientes con trauma craneal (por ejemplo, fracturas de la base del crá-
neo) o fracturas nasales. Puede ser muy peligrosa la inserción de una
SNY, debido a la posibilidad de penetrar a la cavidad craneana.
3. Pacientes con varices y fístulas esofágicas, por el riesgo de producir ma-
yores lesiones.

El algoritmo de la figura 4--1 puede ser de utilidad en la valoración del paciente


que requiere de apoyo nutrimental.

EVALUACIÓN INTEGRAL DEL PACIENTE

Cuando se decide colocar una sonda nasoyeyunal, es importante valorar el estado


nutricional del paciente a través de medidas antropométricas (talla, peso, dina-
mometría, plicometría), parámetros bioquímicos como las pruebas de función
hepática, química sanguínea y electrólitos séricos, así como una biometría hemá-
tica completa, con lo cual se conocerá la necesidad de dar una nutrición enteral
forzada por sonda. Por otro lado, al igual que con la colocación de la sonda naso-
gástrica, el médico debe estar pendiente de las patologías que condicionen obs-
trucción o riesgo al paso de la sonda o problemas sistémicos que se asocien con
defectos severos de coagulación y en los que el trauma en la colocación de la son-
da permita un sangrado grave.

PROCEDIMIENTO

Material e instrumental

S Sonda nasoyeyunal (con o sin peso en la punta) (figura 4--2).


S Lubricante hidrosoluble.
S Guantes desechables.
S 1 ampolleta de metoclopramida de 10 mg.
Colocación de sonda nasoyeyunal 45

Sí Intestino funcional No Nutrición parenteral total

Factible la vía oral No Nutrición enteral Durante cirugía


por sonda

Nutrición enteral Menos de 6 semanas Más de 6 semanas


por boca

Riesgo de broncoaspiración Esófago permeable

No Sí Sí No

SNG SNY GYEP GEP Laparoscopia

Sí No

Gastrostomía No

Riesgo de broncoaspiración

Yeyunostomía Sí
Tubo de alimentación
en cirugía abierta
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.

Figura 4--1. Algoritmo para la valoración del paciente que requiere de apoyo nutricional.
SNG: sonda nasogástrica; SNY: sonda nasoyeyunal; GYEP: gastroyeyunostomía en-
doscópica percutánea; GEP: gastrostomía endoscópica percutánea.

S Jeringas de 5 y 20 mL.
S Aguja hipodérmica.
S Estetoscopio.
S Vaso con agua.
S Tijeras.
S Gasas.
S Cinta adhesiva y MicroporeR.
S Torundas alcoholadas.
46 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Capítulo 4)

114 cm
Guía

Marcas 40 a 60 cm

Figura 4--2. Sonda nasoyeyunal con guía metálica y peso en la punta.

Las sondas nasoyeyunales utilizadas en la actualidad se elaboran con silicón poli-


mérico (silastic), cloruro de polivinilo o poliuretano, con calibres de 8 a 12 Fr y
luz única; generalmente están prelubricadas en la punta; son más suaves y flexi-
bles, son radioopacas, su punta es roma, se hallan provistas de peso en la punta
a base de tungsteno (de 3 a 7 g), balines o mercurio que favorece su paso a través
del píloro con la ayuda de la peristalsis; tienen longitudes que varían entre 105
y 130 cm, con una primera marca a 40 cm y subsecuentemente cada 10 cm. Tie-
nen una guía metálica para facilitar su paso a través de la faringe y el esófago, para
de esta manera hacer más sencilla su colocación. Cuentan con tres perforaciones
en su parte distal, una en la punta y otras dos laterales, y en el extremo proximal
con conector en Y, el cual permite irrigar la sonda y administrar medicamentos.

Técnica de instalación

Se han descrito diferentes técnicas para la colocación de una SNY, que van desde
las más simples y de bajo costo hasta las que requieren instalaciones y equipos
especiales y personal médico con adiestramiento especial. Las técnicas son las
siguientes (cuadro 4--1):

1. Simple a ciegas a la cabecera del paciente.


2. Mediante control fluoroscópico.
3. Por medio de endoscopia.
4. Con guía magnética.

Para los fines de este trabajo, se describe detalladamente la técnica simple a cie-
gas y en la cabecera del paciente.

1. Lo primero que se debe hacer es explicar al paciente el procedimiento y


solicitar su colaboración.
2. Aproximadamente 15 minutos antes de iniciar el procedimiento se admi-
nistran 10 mg de metoclopramida por vía intravenosa para asegurar el rela-
Colocación de sonda nasoyeyunal 47

Cuadro 4--1. Ventajas y desventajas de las técnicas


de colocación de la sonda nasoyeyunal
Técnica Ventajas Desventajas
A la cabecera Bajo costo A ciegas
del paciente Poco invasiva Porcentaje de éxito variable (50 a 90%)
Fácil instalación
Mediante con- Alto porcentaje Es costosa e invasiva. Hay necesidad de equipo de
trol fluoroscó- de éxito (> 85 fluoroscopia. Exposición a radiación. Requiere de un
pico a 90%) staff técnico entrenado y de mayor tiempo para su
realización
Por medio de Alto porcentaje Costosa. Invasiva. Necesidad de equipo de endoscopia.
endoscopia de éxito Requiere un endoscopista experimentado. Requiere
(> 85%) la sedación del paciente. Mayor tiempo para su reali-
zación
Con guía mag- Poco invasiva Requiere equipo especial
nética Alto porcentaje Sondas con peso de balines
de éxito (88%) Personal entrenado en esta técnica

jamiento del píloro y el reforzamiento del esfínter esofágico inferior, ade-


más de favorecer el peristaltismo, lo cual permitirá colocar la sonda más
allá del píloro. Existen otros procinéticos que pueden utilizarse para esti-
mular la peristalsis, como la cisaprida y la eritromicina.
3. Debe determinarse la narina que ha de usarse, lo cual se logra pidiendo al
paciente que respire una o dos veces, bloqueando primero una narina y lue-
go la otra; se debe utilizar la narina menos permeable, siempre y cuando
se pueda pasar la sonda, ya que si se utiliza la narina más permeable se pue-
de dificultar la respiración.
4. Se realiza una medición externa de la narina al estómago para calcular la
longitud de sonda a introducir (figura 4--3). Con la sonda se mide la distan-
cia entre la narina y el lóbulo de la oreja, y de ahí al apéndice xifoides, o
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la distancia entre la punta de la nariz y el apéndice xifoides, pasando la son-


da por detrás de la oreja, y se agregan aproximadamente 15 cm; de esta ma-
nera se obtiene la longitud de la sonda que se va a introducir para tener una
idea de cuándo se ha alcanzado el estómago.
5. Se lubrica la punta de la sonda, la cual tiene una guía metálica insertada,
y se introduce suavemente a través de la narina hasta la distancia previa-
mente marcada; la guía se retira cuando la sonda está apropiadamente co-
locada. Existen varias formas de ayudar al paso de la sonda de la faringe
hacia el esófago:
a. Indicar al paciente que degluta o tome un trago de agua (alrededor de
2 a 5 mL) cuando sienta la sonda en la faringe.
b. Pedir al paciente que pegue su mentón contra el pecho para abrir de ma-
nera más satisfactoria el esófago.
48 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Capítulo 4)

Figura 4--3. Medición externa de la sonda nasoyeyunal para calcular la longitud en la


sonda que se va a introducir: nariz, lóbulo de la oreja, apéndice xifoides, estómago.

6. A continuación, se indica al paciente que se coloque en decúbito lateral de-


recho, para alinear el esófago con el píloro y de esta forma favorecer que
los movimientos peristálticos impulsen la sonda a través del píloro (figura
4--4).
7. Se comprueba el sitio en que se encuentra la punta de la sonda, para lo cual
existen varios métodos, que pueden utilizarse aisladamente o en forma
conjunta:
a. Inyectar con una jeringa de 20 a 30 mL de aire a través de la sonda, aus-
cultando simultáneamente el epigastrio; si se escucha el paso del aire,
es indicación de que la sonda se encuentra en el tracto gastrointestinal.
b. Aspirar a través de la sonda con una jeringa para que, de acuerdo al color
de la secreción, se pueda tener una idea del sitio en el que se encuentra
la punta, de tal manera que, si se obtiene un líquido transparente o lige-
ramente turbio, probablemente esté en el estómago; si se obtiene líqui-
do amarillo biliar (amarillo dorado), podrá suponerse que se está en
duodeno o yeyuno. Si la sonda se ha colocado en el árbol traqueobron-
quial, la secreción aspirada será blanquecina y con gran contenido mu-
coso.
c. Introducir el extremo proximal de la sonda dentro de un vaso con agua;
si no se forman burbujas, se puede suponer que la punta de la sonda está
Colocación de sonda nasoyeyunal 49

A B

Figura 4--4. A. Paciente en posición erecta y relación cardias/píloro. B. Paciente en


posición de decúbito lateral derecho y alineación que presenta el cardias con el píloro.

en el tracto gastrointestinal; si se forman burbujas con relación a la res-


piración, se puede pensar que se encuentra en las vías respiratorias.
d. Medir el pH del líquido aspirado con tiras reactivas. Un pH menor o
igual a 6 se correlaciona con la punta distal de la sonda colocada en el
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estómago; con un pH mayor o igual a 6 se asume que la punta está distal


al esfínter pilórico, o sea, en el intestino delgado. Sin embargo, la lectu-
ra del pH por sí misma no es un parámetro confiable, además de que en
pacientes que reciben antiácidos, bloqueadores H2 o inhibidores de la
bomba de protones son frecuentes las falsas negativas.
8. Se debe tomar una radiografía simple de abdomen para verificar la posi-
ción del extremo distal de la sonda (idealmente a 10 cm del ligamento de
Treitz). La radiografía es el estándar de oro para verificar la posición de
la sonda. Además, es una regla importante no iniciar la administración de
la fórmula de alimentación hasta verificar la correcta posición de la sonda.
En caso de que la sonda no pase el píloro al primer intento y haya quedado
en el estómago, generalmente en 12 a 24 horas la sonda habrá avanzado
espontáneamente al yeyuno.
50 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Capítulo 4)

Figura 4--5. Localización correcta de la punta de la sonda nasoyeyunal para iniciar dieta
enteral.

9. Finalmente, la sonda se fija adecuadamente para evitar su retiro acciden-


tal; sin embargo, ningún método garantiza que esto no suceda. La sonda
se fija a la mejilla dejando un asa de sonda de 15 cm entre el sitio de su
introducción a la narina y el sitio de fijación en la mejilla, para asegurar
que la sonda siga avanzando al yeyuno. Hay que evitar la tracción y com-
presión del ala de la nariz y la torsión o doblez de la sonda. Una vez que
la sonda se encuentra en la posición deseada (figura 4--5), se fija con cinta
adhesiva hipoalergénica, tanto al ala de la nariz como a la mejilla.

Precauciones:

1. No forzar el paso de la sonda.


2. Interrumpir el paso de la sonda si el paciente presenta tos excesiva, náusea
o dificultad para respirar.
Colocación de sonda nasoyeyunal 51

3. Tener en cuenta que en pacientes con alteraciones de la conciencia es más


frecuente el paso inadvertido de la sonda a la tráquea.
4. Cuando la técnica a ciegas falla o no es posible realizarla, es posible recu-
rrir a técnicas con endoscopia o fluoroscopia.

Cuidados generales

De la sonda:

1. Es conveniente marcarla de tal manera que cualquier migración sea detec-


tada; esto puede hacerse con tinta indeleble en el sitio donde entra a la
narina. Corroborar periódicamente la posición de la sonda.
2. Evitar su torsión, doblez o compresión.
3. Irrigar la sonda cada 4 a 6 horas con 20 a 30 mL de agua inyectable o purifi-
cada, antes de iniciar y al terminar el paso de la fórmula de alimentación,
y antes y después de administrar medicamentos, especialmente aquéllos
que pueden interactuar con la fórmula y precipitarse, como la difenilhidan-
toína y los que contienen sorbitol. La irrigación debe hacerse sin ejercer
demasiada presión. En la actualidad existen bombas de infusión de dietas
enterales con sistema de lavado automático que facilitan el procedimiento.
4. No administrar dietas licuadas ni medicamentos espesos o sólidos.

Del paciente:

1. Evitar presionar el cartílago nasal y la alas de la nariz al fijar la sonda, para


evitar complicaciones locales.
2. Mantener al paciente con la cabecera de la cama elevada de 30 a 45_ (semi-
fowler), principalmente durante la administración de la fórmula alimenti-
cia, ya que esto disminuye el riesgo de reflujo y broncoaspiración.
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3. Efectuar un balance hídrico y nitrogenado cada 24 h.


4. Peso diario.
5. Biometría hemática, química sanguínea, electrólitos séricos, BUN y los
controles necesarios para el padecimiento de base.
6. Examinar el abdomen en busca de distensión y peristalsis; registrar la fre-
cuencia y consistencia de las heces; tomar nota de manifestaciones como
plenitud, dolor abdominal o hipersensibilidad.

Técnica para el retiro de la sonda

1. Informar al paciente. Un paciente bien informado ofrece una total coope-


ración para que el procedimiento sea más fácil y menos molesto.
52 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Capítulo 4)

2. Desprender la cinta adhesiva.


3. Es conveniente que el estómago se encuentre vacío para evitar reflujo gas-
troesofágico, vómito y broncoaspiración, sobre todo en los pacientes que
están en coma o debilitados.
4. Se le pide al paciente que contenga la respiración.
5. Se sujeta la sonda con firmeza y se jala con suavidad.
6. Se efectúa limpieza de las narinas.

COMPLICACIONES

La instalación de la sonda puede ser causa de irritación y erosión de la mucosa


nasal, faríngea y esofágica; incluso, la compresión de la piel, el cartílago o el ala
nasal puede generar ulceración y necrosis. La inflamación crónica de la mucosa
puede extenderse y provocar sinusitis y otitis media; datos como dolor en el sitio
específico de lesión, cefalea y otalgia pueden orientar a pensar en estas posibili-
dades. Si la colocación de la sonda es traumática, puede ocasionarse epistaxis o
disfonía. La resequedad de mucosas es frecuente, ya que el paciente respira por
la boca debido a que la respiración nasal es difícil; por lo tanto, se requieren colu-
torios repetidos.
La colocación de la sonda en el árbol traqueobronquial ocurre cuando no se
corrobora adecuadamente su posición, y generalmente es más frecuente en pa-
cientes con trastornos neurológicos. Si esto sucede, puede ocasionarse hemorra-
gia pulmonar o neumotórax; la infusión del nutriente en el árbol traqueobronquial
puede provocar neumonitis química. No es raro el anudamiento de la sonda cuan-
do se introduce excesivamente en el estómago, ya que, al girar en el fondo gástrico,
se enreda y anuda. Algunos datos que pueden orientar a pensar en la existencia de
un nudo son la incapacidad o dificultad de irrigar la sonda, administrar la fórmula
o aspirar a través de la sonda. Las perforaciones de esófago, estómago, duodeno
y yeyuno, e incluso de vías respiratorias, en el caso de una colocación errónea de
la sonda, son raras, pero pueden llegar a producir mediastinitis o peritonitis.
Un factor de riesgo para la perforación es la existencia de divertículos esofági-
cos. Generalmente, la perforación se produce cuando se intenta pasar la sonda
forzadamente o al reintroducir la guía metálica para recolocar la sonda o para des-
obstruirla (lo cual está proscrito). La ruptura de la sonda es otra complicación fre-
cuente, y ocurre cuando es alta la presión con que se irriga la sonda (con una je-
ringa) o se administra la fórmula (con una bomba de infusión). La SNY también
puede ser desplazada o retirada por pacientes desorientados, o puede retroceder
espontáneamente del intestino hacia el estómago; por esto es conveniente verifi-
car periódicamente la localización de la sonda; en caso de desplazamiento, hay
Colocación de sonda nasoyeyunal 53

que suspender la administración del nutriente y reinstalarla; no se recomienda


reintroducir la guía para recolocarla. El vómito puede ser una manifestación de
que la sonda ha retrocedido hacia el estómago. Cuando existe obstrucción, las
causas más frecuente son doblez, torsión, compresión, dietas y medicamentos es-
pesos, dietas con alta densidad calórica o altamente viscosas, medicamentos sóli-
dos e incluso el no llevar adecuadamente los cuidados de la sonda. También la
contaminación de la fórmula puede causar que se obstruya la luz del tubo. Fre-
cuentemente, la oclusión ocurre al administrar pastillas que no están bien pulveri-
zadas. La forma adecuada de darlas es pulverizándolas y diluyendo el polvo re-
sultante con suficiente agua. Si ocurre la obstrucción, puede resolverse usando
alguna de las siguientes recomendaciones: tratar de permeabilizar la sonda con
agua tibia (5 mL), refresco de cola sin gas, estreptocinasa o suavizador de carne
(una cucharadita en medio vaso de agua tibia), o instilando varios mililitros de
carbonato de sodio a través de ella. Todos estos métodos son empíricos, y fallan
la mayor parte de las veces. Es importante aclarar que no se debe reintroducir la
guía del equipo de colocación de la sonda, ya que puede salir por alguno de los
orificios de la misma y perforar el intestino. Si persiste la obstrucción, es mejor
retirar la sonda y recolocarla. Cuando se administra nutrición por sonda, pueden
existir complicaciones secundarias al tipo de nutriente utilizado, que serán com-
plicaciones gastrointestinales, infecciosas o metabólicas. También pueden existir
complicaciones psicológicas por falta de conocimiento o aceptación de este mé-
todo de alimentación, o secundarias al padecimiento de base, que puede generar
ansiedad en el paciente, por lo cual es importante explicar todo lo relacionado con
el procedimiento y permitir al paciente que exprese sus dudas.

CONCLUSIONES
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.

La nutrición enteral a través de una sonda nasoyeyunal es un procedimiento útil


y relativamente sencillo, que ofrece un método de alimentación más fisiológico,
seguro y con un costo menor que la nutrición parenteral.

REFERENCIAS
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54 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Capítulo 4)

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5
Colocación de sonda
para drenaje urinario
Hugo Wingartz

INTRODUCCIÓN

Sin lugar a dudas, uno de los procedimientos más utilizados en hospitales es el


sondeo vesical, entendiéndose por sondeo la introducción de un tubo dentro de
otro de mayor calibre; las sondas o catéteres urinarios están diseñadas para inser-
tarse dentro de la vejiga, pasando a través de la uretra, ya sea en forma permanente
o intermitente, para drenar la orina o administrar medicamentos. Desde 3 000
años a. C. existe el registro del uso de catéteres intermitentes cuando éstos eran
hechos de cobre, estaño, bronce y oro. En el año 100 a. C., los chinos utilizaron
tallos de cebolla huecos, tubos de caña seca y hojas de palma tratadas con aceite
de linaza, secadas al sol y posteriormente barnizadas con laca. Dos catéteres cur-
vados de bronce que datan del año 79 d. C. fueron encontrados en una casa de
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.

cirujanos en Pompeya. Hacia el siglo XVI, Heinrich Kullmaurer atestiguó a un


cirujano cateterizando a un paciente con el fin de aliviar una obstrucción urinaria.
En la actualidad se manejan catéteres hechos de látex, acero inoxidable y plata.
El catéter de Foley es el más comúnmente utilizado para la cateterización per-
manente; fue diseñado por Frederick Eugene Basil Foley en 1934. La palabra ca-
téter deriva de la palabra griega que significa introducir. Esta tarea pareciera ser
fácil; sin embargo, pueden surgir dificultades en su ejecución y, por lo tanto, com-
plicaciones graves. La importancia de la correcta ejecución de este procedimien-
to radica en que permitirá tener un parámetro de gran valor, la diuresis por hora,
la que, junto con otros datos clínicos y de laboratorio, ayudará a conocer el fun-
cionamiento renal y el estado hemodinámico del paciente. El catéter cumple con

55
56 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Capítulo 5)

fines tanto diagnósticos como terapéuticos. Un dato muy importante es que debe-
rá limitarse el uso de la cateterización a las situaciones clínicas en que los benefi-
cios superan a los riesgos.
Los objetivos fundamentales de la colocación de una sonda vesical son pro-
veer un continuo drenaje vesical, mantener la continuidad anatómica de la uretra
y servir como método diagnóstico y terapéutico.

INDICACIONES

Las principales indicaciones para colocar una sonda vesical se enlistan a conti-
nuación:

S Retención urinaria aguda o crónica.


S Hiperplasia prostática.
S Drenaje de una vejiga hipotónica.
S Antes y después de cirugía pélvica y en pacientes con cirugía urológica.
S Pacientes en estado preoperatorio.
S Para medir volúmenes urinarios.
S Para obtener orina no contaminada.
S Vaciamiento de vejiga durante el parto.
S Para irrigar la vejiga.
S Para estudios en el tracto genitourinario.
S Para el manejo de la incontinencia urinaria.

Como se ha mencionado anteriormente, la cateterización vesical cumple con fi-


nes tanto diagnósticos como terapéuticos, la obtención de orina tan estéril como
sea posible para la realización de urocultivos, para determinar si la falta absoluta
de micción o una cantidad disminuida se debe a la incapacidad de expulsar la ori-
na por la vejiga (retención) o a la falta de excreción renal (supresión). La obstruc-
ción infravesical puede ser consecuencia de un aumento del tamaño de la prósta-
ta, de la presencia de coágulos sanguíneos en el interior de la vejiga, de estenosis
posquirúrgicas y de procesos inflamatorios uretrales, como en la litiasis vesical.
Está justificado el uso del catéter en casos en los que se quiere evitar que el pa-
ciente evacúe la orina, voluntariamente o no, si existen heridas quirúrgicas, úlce-
ras de decúbito u otras afecciones en las que es necesario mantener limpios y
secos los genitales y las zonas circundantes, como en los pacientes postrados. Los
catéteres uretrales se emplean para drenar la vejiga después de procedimientos
quirúrgicos que involucran el tracto urinario inferior y para el monitoreo preciso
de la excreción urinaria en un contexto clínico o quirúrgico. La cateterización
Colocación de sonda para drenaje urinario 57

intermitente, llevada a cabo por el propio paciente o por un ayudante, representa


un método común para el tratamiento de una disfunción vesical neurogénica arre-
fléctica, cuando la vejiga es capaz de funcionar correctamente como órgano de
almacenamiento, pero no se vacía de manera normal. En ocasiones, cuando se
quiere conocer el volumen de orina posmiccional, es necesaria la cateterización,
sobre todo si no se cuenta con estudios ecográficos adecuados. Igualmente, es in-
dispensable cateterizar con el fin de instilar medios de contraste en la uretra y la
vejiga durante la cistouretrografía y diversos estudios urodinámicos para evaluar
la función vesical, o para instilación de fármacos para tratamiento de tumores ve-
sicales. En la práctica urológica, los catéteres uretrales se emplean a menudo
como dilatadores después de una intervención quirúrgica, a fin de permitir la cu-
ración de una anastomosis o de una incisión relacionada con el cuello vesical o
la uretra.

CONTRAINDICACIONES

S Absolutas:
S La presencia de anormalidades anatómicas de la uretra que dificulten
el paso del catéter.
S En caso de paciente traumatizado en el que se sospeche lesión uretral
(comprobada por la presencia de sangre en el orificio externo de la ure-
tra y desplazamiento prostático en el examen rectal, o al observar hema-
toma perineal).
S Relativas:
S Infección en el tracto urinario.
S Pacientes con diabetes mellitus.
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.

S Pacientes inmunocomprometidos.

CARACTERÍSTICAS Y TIPOS DE SONDAS Y CATÉTERES

Los catéteres difieren en tamaño, forma, tipo de material, número de luz y meca-
nismo de retención. El calibre (grosor) se consigna según la escala francesa de
Charrière (unidades de 0.33 mm = 1 francés [Fr]; por lo tanto, 3 Fr = 1 mm de
diámetro, y 30 Fr = 10 mm de diámetro). El diámetro del catéter seleccionado
depende del paciente y del propósito de la intervención; los catéteres de grueso
calibre se utilizan para evacuar posibles coágulos sanguíneos. Los catéteres de
triple luz (un puerto para inflar y desinflar el balón, uno para introducir líquidos
58 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Capítulo 5)

y otro para retirarlos) tienen una luz más estrecha que los catéteres de dos vías.
Otras variables relacionadas con el catéter son la magnitud del balón y el material
con el que están construidos. Los balones grandes, por ejemplo de 30 mL, se pue-
den inflar hasta 50 mL, y de ese modo reducir la probabilidad de que el balón se
desplace al interior de la fosa prostática, sobre todo luego de resección transure-
tral de la próstata; también pueden emplearse como dispositivos para efectuar
tracción contra el cuello de la vejiga, con la intención de controlar una hemorra-
gia originada en la fosa prostática y asegurar drenaje.
Con el fin de evitar irritación de la mucosa y mejorar la biocompatibilidad, se
han empleado catéteres con bajo coeficiente de fricción; sobre el catéter se colo-
can sustancias hidrómeras para el recubrimiento transitorio, permitiendo crear
una interfase entre los tejidos biológicos y el material extraño del catéter; esta
interfase dura aproximadamente cinco días. El recubrimiento permanente de hi-
drogel permanece durante toda la vida útil del catéter.
El catéter de Foley es el más comúnmente utilizado para la cateterización pro-
longada. Es un tubo flexible que permanece en la vejiga por medio de un balón
inflado con agua estéril ubicado en su extremo, lo que impide que se deslice hacia
afuera; el catéter puede ser insertado a través de la uretra o de una incisión en la
pared abdominal baja (cateterización suprapúbica o talla suprapúbica). El catéter
de Foley más común tiene dos canales interiores: uno para drenar la orina y otro
para inflar el balón de suspensión (figura 5--1). Hay muchas variantes en su di-
seño: con tres canales, para instilar fluidos, para irrigar la vejiga, etc. Este tipo
de sonda se encuentra disponible en los tamaños de 8 a 30 Fr, y la capacidad del
balón oscila entre 5 y 30 cc; el balón más pequeño se emplea para retención,
mientras que el más grande se usa para hemostasia posoperatoria. La longitud del

A
C

Figura 5--1. La sonda de Foley de dos lúmenes mide 38 cm de longitud; está constituida
por: A. Un globo y dos lúmenes (vías). B. Un lumen para conectar con bolsa de drenaje
y C. Otro lumen para inflar el globo.
Colocación de sonda para drenaje urinario 59

catéter se estandarizó en tres medidas: para hombres, para mujeres y pediátricos.


La longitud mínima de un catéter para hombre es de 38 cm, y para mujer de 22 cm.

Elección del catéter


La elección del catéter dependerá de las necesidades del paciente; puede reque-
rirse cateterización intermitente, cateterización prolongada o drenaje suprapú-
bico, entre otros.
Usualmente a los catéteres se les clasifica para largos o para cortos periodos;
el material con el cual está hecho el catéter determina el tiempo en el que se puede
dejar colocado; en ocasiones sólo se especifica si es de corta o larga estancia; el
hecho de que se mencione que es de larga estancia significa que puede permane-
cer por más de 12 semanas, y el de corta estancia entre 14 y 28 días.
Catéteres de corta estancia: los catéteres de clorhidrato de polivinilo (PVC) o
los de plástico no son tan comunes por la rigidez que presentan, pero pueden per-
manecer por 14 días. Los catéteres de látex hechos con una cubierta de silicón son
más flexibles, y pueden permanecer por más de 14 días.
Los catéteres de látex cubiertos con teflón (politetrafluoroetileno, o PTFE) son
más alisados, y pueden permanecer por más de 28 días.
Catéteres de larga estancia: los de silicón tienen paredes más delgadas, lo que
significa que la luz del catéter suele ser más amplia que la de los de látex; son más
rígidos, pero útiles en pacientes con alergia al látex. Pueden permanecer in situ
por 12 semanas. Los catéteres cubiertos con hidrogel son altamente compatibles
con los tejidos humanos, y pueden permanecer por más de 12 semanas.
Elección del catéter de Foley dependiendo de su grosor:
S Calibre 16 a 18: varones adultos.
S Calibre 12 a 14: en estrechez uretral.
S Calibre 18: en caso de sospecha por obstrucción.
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S Calibre 14: en jóvenes o cateterismo temporal.


S Calibres 5 a 12: en niños.

Consideraciones anatómicas
Para realizar este procedimiento se deberán tomar en cuenta las diferencias en
cuanto al sexo, por lo cual, al realizar la cateterización, se deberán recordar las
siguientes consideraciones anatómicas:

Sexo femenino
Se deberán separar los labios mayores y menores de la vulva e intentar visualizar
el orificio de la uretra; éste estará localizado inmediatamente por delante del ori-
60 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Capítulo 5)

ficio de la vagina y a 2.5 cm por debajo del clítoris, pudiendo presentarse en forma
de orificio circular fruncido o como una depresión. Si no es posible localizarlo,
se puede intentar buscarlo con la punta del catéter; esto se debe realizar con suma
delicadeza, pues constituye una experiencia incómoda tanto para la paciente
como para el ejecutante. No debe olvidarse que la uretra femenina es de aproxi-
madamente 4 cm, y el balón y resto del extremo distal del catéter aproximada-
mente suman lo mismo, por lo cual la orina empezará a fluir por el catéter antes
de que el balón desaparezca por el meato. Será necesario introducir el catéter
otros 4 cm una vez que el catéter desaparezca, para así poder empezar a inflarlo
con la certeza de que está completamente dentro de la vejiga.

Sexo masculino

En el varón, por lo general es más fácilmente localizable el orificio externo de


la uretra que en la mujer. Pero, sin embargo, la cateterización implica un mayor
riesgo. La uretra masculina consta de cuatro porciones: la prostática, la membra-
nosa de característica débil y delgada, la bulbar peneana y la porción conocida
como esponjosa, que es más resistente y dilatable.
La uretra, de aproximadamente 20 cm de longitud, no es uniforme en diámetro
ni en dirección, por lo cual se deberá tomar el pene y colocarlo suavemente en
ángulo recto con respecto al cuerpo, e introducir el catéter debidamente lubrica-
do; con esto, solamente se tendrá que pasar una curva en la uretra membranosa
para llegar a la vejiga, y no una “s”, si es que el pene se mantiene en situación
anatómica. Se debe introducir el catéter unos 24 cm, aproximadamente; en la clí-
nica se acostumbra introducirlo hasta la empuñadura, teniendo así seguridad de
que no se insuflará el balón dentro de la uretra. La orina comenzará a fluir al estar
la punta del catéter en la uretra membranosa, y deberá hacerse pasar unos 3 a 4
cm más para así llegar a la vejiga.

Material e instrumental

S Jabón antiséptico.
S Lubricante hidrosoluble (KY).
S Tela adhesiva o MicroporeR.
S Tijeras.
S Todo el material que a continuación se describe debe estar estéril:
S Recipiente (riñón o budinera de acero inoxidable o de plástico).
S Gasas.
S Campos quirúrgicos.
S Dos pares de guantes.
Colocación de sonda para drenaje urinario 61

S Una jeringa de 5 cc.


S Una bolsa de drenaje (DrenovacR).
S Solución de irrigación o fisiológica.
S Sonda de Foley de tamaño adecuado a cada caso.

PROCEDIMIENTO

Técnica de instalación

Preparación del paciente

El paciente debe saber que el procedimiento es molesto y en ocasiones doloroso.


No se harán movimientos bruscos; la sonda se introducirá con suavidad y lenta-
mente, con la finalidad de disminuir las molestias que causa. Se le pide al paciente
su cooperación para hacer el procedimiento menos traumático. La aprensión y
desconfianza por parte del paciente pueden hacer imposible el paso de la sonda
por espasmos en el esfínter externo.

Posición del paciente

Al hombre se le coloca en posición supina y a la mujer en posición ginecológica,


con una adecuada iluminación.

Pasos a seguir para su instalación

S Todo el material deberá estar listo antes de iniciar el procedimiento.


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S En un campo estéril el médico coloca el material estéril.


S Se debe abrir el material estéril con técnica aséptica
S El médico se coloca los dos pares de guantes (uno es para realizar el lavado
y el otro para la colocación de la sonda).
S Colocar los campos estériles sobre el paciente.
S Comprobar la integridad del globo; a través del extremo distal de la sonda
insertar con la jeringa 5 cc de agua destilada. Una vez comprobada su inte-
gridad, aspirar el agua.
S Lubricar la sonda con lubricante hidrosoluble.
S Se procede a lavar el glande o la vulva cuidadosamente con gasas, agua y
jabón; al terminar se retiran los guantes (figura 5--2).
S A continuación se especifican los pasos a seguir de acuerdo al sexo del pa-
ciente.
62 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Capítulo 5)

Figura 5--2. Lavar la vulva con gasa y jabón.

Técnica en el hombre

S Se coloca una gasa alrededor del surco balanoprepucial con el objetivo de


sostener el pene y colocarlo en posición perpendicular al cuerpo del pa-
ciente, para evitar la redundancia de la uretra (figura 5--3).
S Con la otra mano se sostiene la sonda de Foley previamente lubricada.
S La sonda se introduce a través de la uretra, hasta llegar al esfínter externo,
donde puede haber dificultad; en este momento se le pide al paciente que
respire profundo, y se introduce la sonda con firmeza hasta pasarla com-
pleta.
S En este momento se obtiene orina, la cual se vacía en el recipiente.
S A continuación se coloca la jeringa con 5 cc de solución fisiológica o de
irrigación en el extremo distal y se infla el globo, teniendo cuidado de que
ensamble la jeringa al extremo distal de la sonda y no se escape la solución;
si no se infla bien el globo existe la posibilidad de que se produzca la salida
de la sonda.
S Se retira la sonda hasta notar resistencia, lo que indica que el globo está
en la unión uretrovesical (figura 5--4).
S Se conecta el extremo distal de la sonda de Foley a la bolsa de drenaje de
la orina (DrenovacR).
Colocación de sonda para drenaje urinario 63

Figura 5--3. Se introduce la sonda de Foley con la mano derecha, y con la mano
izquierda se sostiene el pene con una gasa.
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Figura 5--4. Corte transversal en el que se observa cómo queda el globo en la unión
uretrovesical.
64 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Capítulo 5)

Figura 5--5. Instalación de la sonda de Foley con fijación al muslo y conexión a la bolsa
de drenaje.

S Es muy importante cubrir el glande con el prepucio, para evitar una parafi-
mosis.
S Finalmente, se fija con tela adhesiva y MicroporeR el extremo distal de
la sonda al muslo (figura 5--5).
S Si no pasa la sonda por ser de calibre grueso, se elige una de menor calibre
y se inicia nuevamente todo el procedimiento.

Técnica en la mujer

S El médico toma con la mano derecha la sonda de Foley previamente lubri-


cada.
S Con la mano izquierda separa los labios mayores, para identificar el meato
urinario, teniendo cuidado de no confundirlo con el clítoris, que tiene una
localización más arriba que éste (figura 5--6).
S Una vez localizado el meato, se introduce la sonda de Foley.
S En este momento se obtiene orina, la cual se vacía en el recipiente.
Colocación de sonda para drenaje urinario 65

Meato
uretral
Clítoris

Figura 5--6. Con la mano izquierda, el médico separa los labios mayores para exponer
el meato uretral, y con la mano derecha introduce la sonda.

S A continuación se coloca la jeringa con 5 cc de solución fisiológica o de


irrigación en el extremo distal y se infla el globo, teniendo cuidado de que
embone la jeringa al extremo distal de la sonda y no se escape la solución,
ya que existe la posibilidad de la salida de la sonda.
S Se retira la sonda hasta notar resistencia, lo que indica que el globo está
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en la unión uretrovesical (figura 5--7).


S Se conecta el extremo distal de la sonda de Foley a la bolsa de drenaje de
la orina (DrenovacR).
S Finalmente, se fija con tela adhesiva y MicroporeR el extremo distal de
la sonda al muslo.

CUIDADOS DE LA SONDA

S Mantener estéril y cerrado el sistema de drenaje.


S Cambiarlo cada cinco a siete días.
S Vaciar constantemente (de preferencia cada 8 horas), sin romper el sistema
colector.
66 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Capítulo 5)

Figura 5--7. Corte transversal en el que se observa el globo en la unión uretrovesical.

S Mantener limpio y utilizar técnicas asépticas en el cambio del sistema.


S Mantener fija la sonda para reducir la contaminación e irritación uretral.
S No irrigar rutinariamente la sonda.
S Aumentar la ingesta de líquidos y acidificar la orina, para evitar la forma-
ción de sales de calcio y magnesio.
S Si hay síntomas urinarios, realizar una evaluación genitourinaria adecuada
para determinar la causa.
S Evitar que la bolsa colectora entre en contacto con el suelo.
S La sonda de drenaje debe colocarse de tal manera que favorezca el descen-
so del flujo urinario, y no debe estar debajo del nivel del recipiente colector.
S Se pone atención a la sonda y al tubo colector durante el movimiento del
paciente, para evitar compresión o doblamiento.
S Si el recipiente debe elevarse por encima del nivel de la vejiga, se pinza
o dobla el tubo colector hasta que el recipiente se baje y asegure debajo de
la mesa quirúrgica o de la cama del paciente, para evitar contaminación
retrógrada y flujo de la orina hacia atrás.
S Limpieza del meato uretral.

COMPLICACIONES

Las complicaciones de la instalación de una sonda Foley son:

S Infección de vías urinarias.


S Obstrucción producida por el catéter (estenosis).
Colocación de sonda para drenaje urinario 67

S Lesión de alguna porción uretral.


S Sangrado.
S Formación de falsas vías.
S Parafimosis.
S Absceso periuretral.

Infección de vías urinarias asociadas al catéter

Cerca de 15 a 25% de los pacientes hospitalizados se encuentran cateterizados


en algún momento de su estancia, y de ellos 5% desarrollan bacteriuria por cada
día de colocado el catéter.
Con una técnica estéril durante el sondeo y un sistema de drenaje cerrado, es
posible conservar estériles la mayor parte de las sondas durante 48 a 72 horas.
Los principios generales deben ser los siguientes:

S Los catéteres permanentes deben emplearse cuando sean absolutamente


necesarios.
S Los catéteres deben ser insertados con técnica aséptica estricta.
S Se recomienda un sistema de drenaje cerrado, de preferencia con válvula
unidireccional.
S Es esencial un drenaje no obstruido.
S Se debe evitar la irrigación innecesaria del sistema.
S Si se requiere cateterización por un periodo prolongado, debe cambiarse
cada dos o tres semanas para minimizar la formación de costra y cálculos.
S Se obtendrá cultivo de orina previo a la manipulación en los pacientes que
tienen sonda.
S A los enfermos que tienen colocada sonda y que tienen colonización asin-
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tomática se les administrarán antibióticos justo antes de retirarles la sonda,


no durante el periodo de cateterización, a menos que se presente una infec-
ción asintomática.

Lesión de la uretra anterior

La uretra anterior en los hombres es la porción distal del diafragma urogenital.


La instrumentación por sí misma o la instrumentación iatrógena pueden causar
ruptura parcial. Una lesión grave de la uretra puede producir laceración de una
parte de la pared de la uretra, lo que ocasiona extravasación de orina. Si no se
identifica, la extravasación puede extenderse hasta el escroto, a lo largo del cuer-
po del pene y arriba por la pared abdominal, y a menudo produce septicemia,
68 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Capítulo 5)

infección y morbilidad importante. No debe intentarse pasar un catéter por la ure-


tra y, si la vejiga del paciente está sobredistendida, deberá realizarse la cistosto-
mía suprapúbica percutánea como un procedimiento temporal; debe ser realizada
por el urólogo
Otras complicaciones son formación de falsas vías y absceso periuretral.

CONCLUSIONES

1. La instalación de una sonda para drenaje urinario es un procedimiento que


todo médico debe saber realizar.
2. El procedimiento debe realizarse con técnica aséptica.
3. Conocer el tipo de sonda a colocar y sus indicaciones evitará complicacio-
nes, las cuales pueden llegar a ser muy graves.

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10. Saint SD et al.: Preventing catheter related bacteriuria Should we, can we, how. Ann Intern
Med 1999;159:800--808.
6
Colocación de sonda de
Sengstaken--Blakemore
Pedro Espinosa de los Monteros Moranchel, Gabriel García Correa

INTRODUCCIÓN

La hemorragia gastrointestinal alta es considerada un problema médico y tam-


bién quirúrgico; por lo tanto, los tratamientos modernos demandan una combina-
ción de ambas partes.
La hemorragia de tubo digestivo alto usualmente se presenta con hematemesis
y/o melena; en este padecimiento es importante corroborar si hay una historia
previa de dolor abdominal, sangrado previo o historia de problemas gastrointesti-
nales o hepáticos, así como la ingesta de medicamentos o alcohol, para poder sos-
pechar el diagnóstico.
Entre la etiología de la hemorragia de tubo digestivo alto se encuentran múlti-
ples causas, de las cuales destacan las siguientes:
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.

S Comunes:
S Úlcera péptica.
S Inflamación de la mucosa (esofagitis, gastritis, duodenitis).
S Síndrome de Mallory--Weiss.
S Carcinoma gástrico.
S Coagulopatías (trombocitopenia, uso de anticoagulantes).
S Varices esofágicas.
S Raras:
S Fístula aortoduodenal.
S Tumores benignos (leiomiomas, tumores carcinoides, angiomas).

69
70 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Capítulo 6)

S Enfermedades congénitas (Ehlers--Danlos, Osler--Rendu--Weber, seu-


doxantoma elástico).
Entre las causas más frecuentes de hemorragia de tubo digestivo alto, la más im-
portante es la hemorragia por varices esofágicas, la cual es una situación de ur-
gencia que pone en peligro la vida. La hemorragia digestiva por rotura de varices
esofágicas representa la complicación más grave de la hipertensión portal, y
constituye una de las causas de muerte más comunes en los pacientes cirróticos.
Las varices esofágicas son frecuentes en la cirrosis hepática; los estudios endos-
cópicos revelan su presencia en 60% de los casos. Los pacientes sin varices en
el examen inicial se hallan expuestos a desarrollarlas más adelante en 85% de los
casos. Entre los pacientes con varices, una media de 20% anual experimentan el
primer episodio hemorrágico, que se acompaña de una elevada mortalidad; en las
series más recientes ésta es de 37% en los pacientes hospitalizados. La mortalidad
es especialmente elevada (superior a 60%) en los pacientes con insuficiencia he-
pática, cuya valoración clínica suele efectuarse por la clasificación de Child--
Pugh. Entre los supervivientes al primer episodio hemorrágico, la recidiva es la
regla: ocurre en 72% de los casos, y en la mayoría de ellos en los primeros seis
meses tras la hemorragia inicial.
La mortalidad media de cada episodio de recidiva hemorrágica es de 31%.
Globalmente, alrededor de 40% de los cirróticos fallecen como consecuencia de
la hemorragia por varices esofágicas.
El taponamiento esofágico para el tratamiento de las varices sangrantes fue in-
troducido por Westphal en 1930. En 1950, Sengstaken y Blakemore describieron
el uso de un tubo esofagogástrico de tres vías; desde entonces, se han puesto a
disposición del médico diferentes tipos de sondas esofágicas o gástricas, pero la
más utilizada es la de Sengstaken--Blakemore.
Estas sondas se colocan de urgencia y están diseñadas para pasar a través de
la nariz o boca y hacer hemostasia por compresión directa sobre las varices esofá-
gicas y el fundus gástrico, obteniendo control de la hemorragia en 90% de los ca-
sos. Su uso ha disminuido por el incremento del uso de la somatostatina; aunado
a ello, la incapacidad relativa del taponamiento con balón para cohibir la hemo-
rragia y la elevada recidiva de ella hacen que constituya una forma terapéutica
de segunda línea, para personas en quienes la terapéutica farmacológica vasoac-
tiva o la escleroterapia no controlan la pérdida hemática, o como un procedimien-
to temporal antes del tratamiento quirúrgico o endoscópico definitivo.

INDICACIONES

1. Sangrado por varices esofágicas.


2. Sangrado por síndrome de Mallory--Weiss.
Colocación de sonda de Sengstaken--Blakemore 71

Sus objetivos son muy claros: hemostasia de varices esofágicas sangrantes, dre-
naje de cavidad gástrica e introducción de medicamentos y/o alimentos.

EVALUACIÓN INTEGRAL DEL PACIENTE

Los factores de riesgo que pueden aumentar la morbimortalidad durante el proce-


dimiento son los siguientes:

a. Edad mayor a 60 años.


b. Enfermedades asociadas.
c. Pérdidas hemáticas intensas (> 5 unidades).
d. Estado de choque.
e. Alteración de la conciencia.
f. Coagulopatías.
g. Hemorragia recidivante (durante las primeras 72 h).

Por lo tanto, la adecuada historia clínica con una correcta exploración física y al-
gunos exámenes básicos de laboratorio confirmarán la posibilidad diagnóstica y
las condiciones generales para tolerar el trauma de colocar la sonda de Sengsta-
ken--Blakemore.

PROCEDIMIENTO

Material e instrumental
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.

S Sonda de Sengstaken--Blakemore.
S Guantes.
S Cubrebocas.
S 1 sonda nasogástrica (Levin).
S 1 jeringa asepto de 50 mL.
S 1 esfigmomanómetro.
S Xilocaína en aerosol a 4%.
S Lubricante hidrosoluble.
S Tela adhesiva.
S 1 vaso de agua y popote.
S Riñón o lebrillo.
S 1 adaptador en “Y”.
72 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Capítulo 6)

S Tijeras.
S Casco de fútbol americano o careta de béisbol.
S 4 pinzas hemostáticas con protector de hule.

Características de la sonda
La sonda de Sengstaken--Blakemore es una sonda de hule rojo y de látex ámbar,
de una longitud de 95 cm con marcas. Hay calibres de 14 a 20 Fr. Es una sonda
nasogástrica, flexible, con orificio central en la punta, que tiene perforaciones la-
terales a lo largo de 10 cm.
Tiene tres vías (una central para drenaje y dos para insuflar los dos globos, gás-
trico y esofágico) y dos globos, uno chico o gástrico, que se localiza a 15 cm de
la punta, con una capacidad de 250 mL, y otro esofágico, que ocupa una longitud
de 20 cm, cuya capacidad variable se controla a 40 mmHg con el esfigmomanó-
metro. Presenta cinco marcas cada 5 cm para controlar la introducción de la sonda
(figura 6--1).

Cuidados previos a la instalación de la sonda


1. Debido a que pueden ocurrir complicaciones potencialmente letales con
el uso de esta sonda, los pacientes deben ser monitorizados.
2. Se recomienda el control de la vía aérea mediante la intubación endotra-
queal para minimizar el riesgo de broncoaspiración, sobre todo en pacien-
tes con alteración del estado de conciencia.
3. Se recomienda, antes de la colocación de la sonda, descompresión y vacia-
miento del contenido del estómago, mediante una sonda nasogástrica u
orogástrica, y posteriormente retirarla.
4. Comprobar la permeabilidad u obstrucción de una fosa nasal, ya sea con
un rinoscopio o a través de la expulsión de aire por cada fosa.

Figura 6--1. Sonda de Sengstaken--Blakemore.


Colocación de sonda de Sengstaken--Blakemore 73

Figura 6--2. Introducción de la sonda de Sengstaken--Blakemore por una narina y su


paso por la faringe.

Técnica de colocación

1. Informar al paciente del procedimiento a realizar.


2. Colocarse guantes y cubrebocas.
3. Colocar al paciente sentado o en semifowler. Si hay impedimento, colo-
carlo en decúbito lateral derecho o izquierdo.
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.

4. Preparar la sonda:
a. Asegurarse de que los globos de la sonda no estén rotos.
b. Medir la longitud de la sonda que será introducida, de igual manera que
con la sonda nasogástrica.
c. Lubricar los globos con jalea.
5. Anestesiar la faringe con xilocaína en aerosol.
6. Introducir por una narina la sonda con los globos desinflados (figura 6--2),
con presión firme hasta que la punta esté en la faringe posterior.
7. En caso de que el paciente esté consciente, darle a beber un poco de agua
con el popote e indicarle que la retenga en la boca hasta que se le indique
que la degluta; a medida que deglute, se empuja la sonda y se avanza a tra-
vés del esófago. En caso de no poder avanzar la sonda, se saca de 1 a 2 cm
y se reintroduce sin forzar.
74 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Capítulo 6)

Figura 6--3. Sonda de Sengstaken--Blakemore en posición correcta e insuflado el globo


gástrico.

8. Se introduce la sonda por lo menos hasta la marca de 50 cm (en el adulto


normal, en este punto la sonda se localiza en el estómago).
9. Para confirmar que la sonda está en el estómago, se aspira el contenido gás-
trico con una jeringa de 20 mL o se inyectan 20 mL de aire por el orificio
de aspiración gástrica, auscultando con el estetoscopio en el estómago del
paciente. Si la sonda está bien colocada se escucha un ruido de borboteo
a medida que el aire sale por la sonda. Si no se escucha nada, hay que retirar
la sonda e introducirla nuevamente. Nota: el balón no debe inflarse hasta
comprobar que se encuentra en el estómago.
10. Inflar lentamente el balón gástrico con 50 a 100 mL de aire. Si el paciente
se queja de dolor, no seguir inflando, ya que eso podría indicar que el balón
se encuentra a nivel del esófago; en caso de ser así, desinflar e introducir
la sonda 10 cm más, y repetir la inyección de aire.
11. A continuación se infla por completo el balón gástrico (250 a 350 mL de
aire) y se ocluye el orificio con unas pinzas con cubierta de goma (figura
6--3).
12. Se jala la sonda hasta sentir resistencia, lo que indica que el balón gástrico
está a nivel de la unión gastroesofágica.
Colocación de sonda de Sengstaken--Blakemore 75

Figura 6--4. Modo de fijación de la sonda de Sengstaken--Blakemore a una máscara de


béisbol para mantener la tracción.

13. Se mantiene la tensión mediante:


S Fijar la sonda a su salida del orificio nasal con un cuadro de esponja.
S Ejercer una tensión suave y mantenerla por medio de una polea y con-
trapeso de 0.5 a 1 kg.
S Mantener la tensión fijando la sonda a una máscara de béisbol o de fút-
bol americano (figura 6--4).
14. Tomar una radiografía de abdomen para verificar que el balón gástrico esté
en el estómago.
15. Practicar un lavado gástrico. Si no hay datos de sangrado activo, el balón
esofágico puede permanecer desinflado.
16. Si el sangrado persiste, inflar el balón esofágico (figura 6--5):
a. Conectar un tubo que va del orificio del balón esofágico por medio de
un conector en “Y” a un esfigmomanómetro.
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.

b. Inflar a una presión de 30 a 45 mmHg, ya que ésta es la presión mínima


para cohibir la hemorragia y prevenir la necrosis.
c. Posteriormente, pinzar el tubo del balón esofágico.
d. Verificar que el paciente no se queje de dolor retroesternal, que ocurre
cuando la presión del globo es muy alta.
17. Se aspira por el orificio gástrico de la sonda y se continúa el lavado gástrico
durante 30 minutos; en caso de persistir la hemorragia, se aumenta la pre-
sión del balón esofágico 5 mmHg y se prosigue el lavado hasta determinar
la presión exacta en que se detiene la hemorragia.
18. Introducir una sonda nasogástrica por la otra narina o por vía oral para eva-
cuar las secreciones que se acumulan por arriba del balón esofágico.
19. Se registran las presiones de ambos balones y se traslada al paciente a una
unidad de cuidados intensivos.
76 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Capítulo 6)

Figura 6--5. Sonda de Sengstaken--Blakemore en posición correcta e insuflados los glo-


bos gástrico y esofágico.

Alternativas:
a. En los pacientes que presentan estado de coma, en quienes no puede pasar-
se la sonda a través de la nariz, hay que introducirla por la boca, guiándola
hacia el esófago con un dedo.
b. Otra alternativa es usar laringoscopia directa y pinzas de Maguill para diri-
gir la sonda hacia el esófago; hay que tener la precaución de no puncionar
el balón con las pinzas.

Técnica para el retiro de la sonda


1. Mantener la compresión por un máximo de 72 h.
2. Se debe desinflar el balón esofágico durante 30 minutos cada 12 h para re-
ducir la posibilidad de necrosis de la mucosa esofágica.
3. Practicar lavado gástrico cada 60 minutos.
4. Si hay control de la hemorragia después de 24 h, desinflar el balón esofá-
gico; se suelta la tracción, pero el balón gástrico no se desinfla, y se retira
la sonda nasogástrica.
Colocación de sonda de Sengstaken--Blakemore 77

5. Se vigila al paciente de 6 a 12 h; si no hay datos de hemorragia, se vacía


el balón gástrico sin retirar la sonda.
6. De no haber sangrado en las siguientes 24 h, se extrae la sonda.
7. De reaparecer la hemorragia, se restablece la presión gástrica y esofágica
y se indica cirugía o esclerosis endoscópica.
8. Antes de retirar la sonda, hacer que el paciente ingiera aceite o alguna sus-
tancia lubricante, para disminuir la posibilidad de lesión de la mucosa eso-
fágica.

Cuidados generales

S Monitoreo continuo cardiorrespiratorio.


S Monitoreo de las pruebas de coagulación.
S Valoración de la permeabilidad de la vía aérea y considerar intubación.
S En caso de obstrucción aguda de las vías aéreas por cambio de posición
de la sonda, cortar la sonda con unas tijeras y retirarla.
S Mantener la faringe limpia de secreciones.

COMPLICACIONES

1. Obstrucción de la vía aérea. Se presenta en el momento de insertar la son-


da, por introducirla erróneamente en la tráquea o en caso de que el balón
gástrico se desinfle y la sonda se deslice hacia fuera, quedando el globo
esofágico comprimiendo la faringe, la laringe y la tráquea.
2. Dificultad de inserción. Algunas veces puede resultar difícil la coloca-
ción de la sonda, en caso de que el paciente no sea cooperador y cuando
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.

el tubo es muy friable, lo que dificulta su manejo; en este caso resulta útil
usar una guía metálica lubricada para que, al momento de sacarla, no se
salga junto con la sonda o la dañe.
3. Difícil control del sangrado. En ocasiones no se logra controlar el sangra-
do aun con el taponamiento, por lo que es conveniente pensar en otras cau-
sas de sangrado en otros sitios. Sin embargo, hay que verificar que la colo-
cación de la sonda sea correcta. Si después de esto el sangrado no es
controlado, se debe realizar endoscopia para localizar el sitio sangrante.
En caso de que se demuestre la existencia de otra fuente de sangrado, como
una úlcera gástrica, se debe tratar adecuadamente, así como todas las de-
más causas posibles.
4. Neumonitis por aspiración. Es el resultado de aspiración de contenido
gástrico por un inadecuado vaciamiento del estómago o por aspiración de
78 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Capítulo 6)

sangre, por lo que se debe tener precaución, en pacientes que tienen altera-
ción de la conciencia y ausencia de reflejo nauseoso, mediante la protec-
ción de las vías aéreas a través de la intubación orotraqueal. Hay que vigi-
lar que los pacientes no presenten datos de infección pulmonar, ya que, de
ser así, se requerirá manejo con fármacos antimicrobianos, fisioterapia y,
de ser necesario, ventilación asistida.
5. Ruptura esofágica. Puede ocurrir como consecuencia de la insuflación
excesiva del balón esofágico, por insuflar el balón gástrico en el esófago
o por necrosis de la mucosa, debida a un tiempo prolongado de compresión
del esófago por el balón.
Cuando ocurre la ruptura es necesario intervenir quirúrgicamente para
reparar la lesión.
6. Mediastinitis. La mediastinitis aguda puede ser causada con mayor fre-
cuencia por perforaciones instrumentales, roturas o heridas penetrantes
del esófago o por vómitos violentos (síndrome de Boerhaave). Los sínto-
mas consisten en fiebre alta con escalofríos, dolor torácico intenso, retros-
ternal, transfictivo, disnea y profunda alteración del estado general, que a
veces evoluciona en pocas horas.
El examen radiológico con contraste radioopaco puede mostrar la
fuga esofágica y orientar la intervención quirúrgica. Constituye una enfer-
medad de considerable gravedad que requiere un tratamiento enérgico, en-
caminado a controlar el síndrome séptico y la insuficiencia respiratoria, así
como a evitar el progreso de la contaminación, para lo cual se requiere el
cierre o desviación quirúrgica del esófago perforado o bien el desbrida-
miento y el drenaje de la colección supurada.
7. Necrosis o erosión esofágica. Ocurre cuando hay una compresión prolon-
gada de la mucosa esofágica, por lo que siempre se debe tener un monito-
reo continuo de la presión de los balones y, en caso de que se presente rup-
tura esofágica, está indicado el tratamiento quirúrgico.
8. Dolor torácico. Generalmente es por insuflación exagerada del balón eso-
fágico; en caso de que se presente, se debe disminuir la presión del balón
y mantener un monitoreo continuo del mismo.
9. Epistaxis. Con frecuencia se presenta debida a traumatismo de la cavidad
nasal en el momento de insertar la sonda a través de la nariz; en caso de
presentarse sangrado masivo, retirar la sonda e intentar insertarla a través
de la otra narina; si no es posible, una buena opción es colocar la sonda a
través de la boca.
El sangrado nasal debe tratarse de la forma correcta.
10. Incomodidad. En algunos pacientes puede resultar muy incómodo el uso
de esta sonda, y en algunas ocasiones es necesario hacer uso de sedantes,
como el diazepam.
Colocación de sonda de Sengstaken--Blakemore 79

CONCLUSIONES

1. El sangrado por varices esofágicas es una urgencia médico--quirúrgica.


2. La colocación de una sonda de Sengstaken--Blakemore puede salvar la
vida del paciente.
3. Es indispensable conocer las características de la sonda antes de instalarla.
4. El éxito depende de la correcta presión que ejercen los globos gástrico y
esofágico sobre las varices sangrantes.
5. Se deben tener en mente las complicaciones para poder evitarlas.

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1157--1252.
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.

10. Barinagarrementería R: Soporte interactivo para la enseñanza de la endoscopia gastro-


intestinal. CD--ROM. Cetus.
80 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Capítulo 6)
7
Colocación de sonda de Miller--Abbott
Jesús Tapia Jurado

INTRODUCCIÓN

La sonda de Miller--Abbott es un tubo de hule flexible rojo, radioopaco, utilizado


para intubación intestinal y básicamente para succionar a nivel de yeyuno e íleon
en cuadros de oclusión intestinal. Es muy larga (aproximadamente 2.5 m) y tiene
marcas a los 45 y 75 cm; sus calibres van de 12 a 20 Fr. Cuenta con dos vías de
distinto tamaño; la de menor calibre tiene en su extremo distal un pequeño balón
de hule con capacidad de 30 a 50 mL, que puede inflarse a voluntad desde el exte-
rior y que sirve para estimular la peristalsis, con lo que se logra la introducción
espontánea de la sonda hacia las regiones inferiores del intestino. La vía de mayor
calibre está fenestrada distalmente, de manera que permite aspirar el contenido
intestinal en forma continua o intermitente y hacer que el intestino se vacíe mien-
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.

tras el pequeño balón permanece inflado, favoreciendo así la progresión hacia las
regiones inferiores del íleon ocluido.
El extremo distal es romo y, además de los orificios mencionados, lleva en su
punta una oliva metálica. El extremo proximal cuenta con dos conexiones, una
para la jeringa que insufla el balón y otra para el aparato de aspiración.
Se instala por vía naso--gastro--intestinal. Se controla su introducción por me-
dios radiográficos gracias a la oliva metálica que lleva en su punta (figura 7--1).
Entre los antecedentes de esta sonda se puede mencionar que en el siglo XVIII
Hunter utilizó un tubo colocado en el estómago para alimentar a un paciente con
parálisis de los músculos de la deglución. En 1831, Phillip Sying Physick utilizó
un catéter unilateral para lavar el estómago de un niño que había ingerido láudano

81
82 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Capítulo 7)

Figura 7--1. Sonda de Miller--Abbott.

por accidente. Kussmaul, en 1869, describió el uso del tubo gástrico para evacuar
el estómago de niños que presentaban obstrucción pilórica por estenosis.
Levin, en 1921, describió el tubo gástrico de luz única, el que ha permanecido
en uso desde su desarrollo inicial. Owen Wangesteen realizó importantes estu-
dios acerca de la fisiopatología de la obstrucción intestinal. Esto lo llevó, en 1931,
a ser el primero en desarrollar una técnica de intubación intestinal para la descom-
presión mediante la aspiración intestinal. La utilización de tubos descompresivos
largos disminuyó de manera importante la mortalidad por obstrucción intestinal.
En 1934, Miller y Abbott perfeccionaron la técnica, desarrollando la sonda que
lleva su nombre. Su uso actual es ya muy limitado, dado que ha sido desplazada
por la sonda de Levin.

INDICACIONES

S Tratamiento no quirúrgico de la obstrucción intestinal a nivel de yeyuno


e íleon.
S Drenaje de secreciones intestinales.
S Descompresión del intestino distendido durante la cirugía; eliminación de
gases.
S Irrigación intestinal.
S Tratamiento de la obstrucción posoperatoria del intestino delgado.
S Descubrir la presencia de sangre en intestino delgado.

El objetivo de la intubación intestinal es introducir un tubo largo de hule a través


de las fosas nasales, el esófago y el estómago hasta las porciones bajas del intes-
tino delgado, las más vecinas al sitio ocluido, para permitir la extracción de los
Colocación de sonda de Miller--Abbott 83

líquidos y gases contenidos en el asa distendida por arriba de la lesión. Esto faci-
lita que la distensión intestinal ceda y se favorezca el restablecimiento de la circu-
lación, la motilidad, la secreción y la absorción alterados en el asa distendida.

CONTRAINDICACIONES

1. Cualquier obstrucción a nivel nasal, faríngeo, esofágico, gástrico y duode-


nal.
2. Posterior a ingestión de sustancias cáusticas.
3. Cirugía reciente bucofaríngea, nasal, esofágica, gástrica o duodenal, ya
que se ponen en riesgo las suturas realizadas.
4. Fracturas de la base del cráneo, ya que la sonda se puede dirigir a la masa
encefálica. En estos casos se recomienda que se coloque por vía oral, no
nasal, y que esto sea hecho por personal experimentado.

EVALUACIÓN INTEGRAL DEL PACIENTE

1. Para evitar complicaciones, es importante tener presentes los antecedentes


y la adecuada exploración bucofaríngea y nasal.
2. En pacientes comatosos o con reflejo tusígeno deprimido, se puede intro-
ducir la sonda en el árbol traqueobronquial, condicionando trauma severo
e infección.
3. En los pacientes con intubación endotraqueal cuya cánula tenga el globo
inflado, existirá dificultad para el paso de la sonda, el cual se puede facili-
tar al desinflar momentáneamente dicho globo.
4. En pacientes con traumas faciales severos, e inclusive con fractura de la
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.

base de cráneo, es conveniente que la sonda sea colocada únicamente por


personal con experiencia.
5. En pacientes con hipertensión portal y varices esofagogástricas, se debe
tener cuidado de no desgarrarlas, ya que puede condicionarse sangrado se-
vero.
6. Es deseable conocer el estado de coagulación antes de intentar el procedi-
miento, ya que, de existir alteraciones de la coagulación, se puede favore-
cer sangrado de la luz intestinal.

Material necesario
1. Sonda de Miller--Abbott.
2. Guantes limpios.
84 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Capítulo 7)

3. Lubricante.
4. Vaso de agua con popote.
5. Dos aplicadores de algodón.
6. Mercurio (opcional).
7. Aparato para aspiración.
8. Jeringas de 5 y 10 mL y jeringa asepto.
9. Tela adhesiva.
10. Recipiente.
11. Sábana clínica.
12. Estetoscopio.

Técnica de instalación

El procedimiento se debe realizar en un área física con buena iluminación, espa-


cio y comodidad, tanto para el paciente como para el médico que lo realizará, y
se debe contar con buena ayudantía.

S Si el paciente está consciente, informarle acerca del procedimiento.


S Descartar obstrucción de fosas nasales.
S La sonda debe estar limpia y de preferencia estéril.
S Medir la longitud de la sonda por insertar.
S Revisar la integridad de la sonda.
S Lubricar con vaselina el extremo de la sonda con el balón sin inflar e intro-
ducirlo a través de las fosas nasales, con el paciente en posición Fowler o
semifowler. Se hace avanzar la sonda hasta la faringe.
S Se pide al paciente que degluta saliva o que beba agua, aprovechando este
momento para introducir la sonda hasta la cavidad gástrica (la deglución
hace que se cierre la epiglotis y así se evita el paso de la sonda a la tráquea).
En este momento se succiona para verificar que se obtiene contenido intes-
tinal (figura 7--2).
S Se coloca al paciente en decúbito lateral derecho y se hace progresar la
sonda, en forma lenta, hasta llegar a la marca de 75 cm (en este momento
la sonda debe encontrarse en el duodeno).
S Se inyectan 10 cc de aire en el balón, pudiéndose apreciar una resistencia
rítmica. Se deja el tubo en ese lugar durante 30 minutos.
S Si todavía se aprecian contracciones rítmicas, se agregan 15 cc de aire en
el balón, utilizando la peristalsis para el avance de la sonda hasta el yeyuno
o el íleon.
S Se conecta la sonda al aparato de succión.
S Se fija la sonda a la mejilla del paciente para evitar el roce con la piel del
ala de la nariz, lo cual puede necrosarla. Previamente se deja un amplio
Colocación de sonda de Miller--Abbott 85

Figura 7--2. Paso de la sonda de Miller--Abbott por el espacio naso--faringo--esofágico,


cuidando de no caer en la tráquea.

arco de la sonda (entre la narina seleccionada y el sitio de la sonda que se


fija a la mejilla), lo que permite que se continúe introduciendo la sonda con
el impulso de la peristalsis.
S Se confirma la correcta posición de la sonda con estudios radiológicos.

La técnica para la intubación intestinal es delicada, requiere la dedicación y la


tenacidad suficientes para estar junto al lecho del enfermo por varias horas, mien-
tras se verifica la introducción y progresión de la sonda hasta el sitio deseado (fi-
gura 7--3).
Miller y Abbott recomiendan introducir por el interior de la sonda de hule una
guía metálica que actúe a manera de conductor y que, sin llegar al extremo de la
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.

sonda, permita guiarla desde el exterior, con el objeto de facilitar su paso a través
del píloro. Posteriormente, acostando al paciente sobre su lado derecho, insuflar
y desinsuflar el balón alternativamente. Después de dos o tres horas se logra hacer
que se franquee el píloro; esto se comprueba por las características del líquido
duodenal, que puede ser retirado por aspiración. En este momento se infla media-
namente el balón neumático y se aplica la succión continua en el otro extremo de
la sonda, esperando a que los movimientos peristálticos del intestino colapsado ac-
túen sobre el balón y lo hagan progresar en la luz intestinal. En la medida en que
el balón progrese, se encuentre la sonda aspirando el contenido intestinal y llegue
al sitio ocluido, la distensión intestinal desaparece y el enfermo siente bienestar.
En casos clínicos de oclusiones benignas, es posible mantener a los enfermos
con este tipo de intubación durante varios días, hasta que se resuelva el cuadro.
En el caso de las oclusiones que no ceden, se dispone de tiempo para intervenir
86 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Capítulo 7)

Figura 7--3. Sonda de Miller--Abbott, la cual avanzó hasta el íleon.

quirúrgicamente ya con un paciente no distendido y con un adecuado manejo hi-


droelectrolítico, indispensable en su fase de rescate.

Cuidados generales

S Se recomiendan controles radiográficos continuos para tener la certeza de


que la sonda sigue en el trayecto que se desea y que alcanza el objetivo al
cual está destinada.
S Puede presentarse desequilibrio hidroelectrolítico con la aspiración conti-
nua de las secreciones gastrointestinales. El control electrolítico y el cono-
cimiento básico de la composición electrolítica de las secreciones de los
diversos niveles del aparato digestivo pueden evitar ese problema.
S Realizar balance de ingresos y egresos, tanto de la sonda como en general,
para evaluar la cantidad de líquidos y electrólitos a administrar.

Criterio para el retiro de la sonda

1. Cuando la oclusión intestinal ya se haya resuelto.


2. Cuando se detecten complicaciones tempranas por la colocación de la sonda.
Colocación de sonda de Miller--Abbott 87

Figura 7--4. Invaginación intestinal retrógrada al momento de extraer la sonda.

Técnica para el retiro de la sonda de Miller--Abbott

S Informar al paciente que ya se va a retirar la sonda, explicar el procedi-


miento y solicitar su colaboración.
S Desinflar el globo en su totalidad, si es que se ha mantenido con cierto gra-
do de insuflación.
S Desconectar la sonda del aspirador.
S Aspirar el contenido residual.
S Se puede facilitar la extubación administrando líquidos o lubricante oral
para sacar la sonda. También puede ayudar el cambio de posición del pa-
ciente y que contenga la respiración, así como una tracción suave sostenida.

COMPLICACIONES
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.

S Anudamiento de la sonda, poco frecuente, pero que requiere de interven-


ción quirúrgica para su extracción. Puede evitarse con el control radiográ-
fico intermitente.
S Invaginación intestinal, la cual puede deberse a dos razones: primera, a
que en el momento de extraer el tubo el intestino se invagina en forma re-
trógrada, y segunda, y más común, a que el balón inflado actúa como cabeza
de una invaginación anterógrada. Es una complicación grave (figura 7--4).
S Sobredistensión del balón que genera obstrucción de la luz intestinal y
compresión de la pared intestinal, dando problemas de irrigación sanguí-
nea. Si la sonda no se puede retirar por encontrarse con sobredistensión,
se puede hacer el diagnóstico por medios radiográficos, y con un imagenó-
logo experto realizar punción percutánea del globo para desinflarlo.
88 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Capítulo 7)

S Perforación gastrointestinal: con mayor frecuencia al extraer el tubo, por


lo que se debe interrumpir la aspiración continua en ese momento. De pre-
sentarse, debe ser canalizado inmediatamente al cirujano general.
S Imposibilidad para extraer el tubo: se puede evitar administrando una bue-
na cantidad de líquidos y vaselina por la boca para lubricar la luz intestinal.
También pueden ayudar el cambio de posición del paciente y la tracción
sostenida.
S Complicaciones menores: epistaxis, ulceraciones nasales, sinusitis.
S Complicaciones pulmonares: debidas a que los tubos intestinales interfie-
ren con la respiración y pueden facilitar la aparición de atelectasias y neu-
monías por aspiración.

CONCLUSIONES

La sonda de Miller--Abbott permite la mejoría de pacientes con oclusión intesti-


nal a nivel yeyunoileal; sin embargo, se requiere destreza, tiempo y vigilancia
continua para lograr sus beneficios y evitar complicaciones.

REFERENCIAS
1. Martínez Dubois, Valdés González: Cirugía. Bases del conocimiento quirúrgico. México,
McGraw--Hill Interamericana, 1996:76--77.
2. Vargas Domínguez: Cirugía menor de urgencias. México, Interamericana McGraw--Hill,
1992:121--129.
3. Valdés Villarreal: Terapéutica quirúrgica. Tomo II. 2ª ed. México, Francisco Méndez
Oteo, 1946:906--912.
4. Welch JP: Bowel obstruction. Differential diagnosis and clinical management. 1ª ed. EUA,
W. B. Saunders, 1990:122--153.
8
Reanimación cardiopulmonar externa
María Graciela Zermeño Gómez

INTRODUCCIÓN

Es difícil conocer cuándo surgieron las primeras técnicas de reanimación cardio-


pulmonar. Seguramente la idea es tan remota como el hombre mismo. Reportes de
respiración boca a boca se remontan a 1744. Precedieron a ésta otras técnicas de
reanimación menos exitosas, en ocasiones con resultados fatales. En 1950, Sha-
fer demostró que la lengua obstruía la vía aérea; estableció reglas para mantener
la vía aérea permeable y libre de obstrucciones, comprobando que la técnica de
respiración boca a boca era superior a otras. Las compresiones torácicas externas
se desarrollaron a partir de 1977; sorprendentemente, durante más de 100 años fue
más popular el uso de compresiones cardiacas a cielo abierto. Fue en 1903 cuando
Crile señaló el uso de las compresiones cardiacas externas. Aun así, la comunidad
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.

ignoró dicho informe hasta 1950, y continuó la creencia de que sólo eran exitosas
las compresiones cardiacas a cielo abierto. En 1960, Jude y Kouwenhoven inte-
graron con éxito la combinación de la ventilación boca a boca y las compresiones
cardiacas externas. Se inició así la era moderna de la reanimación cardiopulmo-
nar externa (RCE).
Antecedentes históricos en México: en el decenio de 1980, Luis Lojero, en Mon-
terrey, con Amigos del Corazón, A. C. y apoyado por la American Heart Associa-
tion, comenzó el adiestramiento formal en el curso de Apoyo Vital Básico. Poste-
riormente, con un grupo de instructores, lo introdujo a la ciudad de México. La
experiencia acumulada de varios países establece como regla la generación de
criterios universales de manejo en reanimación cardiopulmonar (RCP). En Mé-

89
90 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Capítulo 8)

Figura 8--1.

xico, las enfermedades cardiacas ocupan el primer lugar como causa de mortali-
dad general, y el tercer lugar en la población de edad productiva. Entre estos
eventos destaca el infarto del miocardio. Se establece que, de los pacientes que
presentan infarto del miocardio, 50% fallecen antes de llegar a un centro de aten-
ción médica. Aproximadamente 12 000 personas mueren al año por esta causa en
EUA. Otra causa común de paro cardiorrespiratorio son los accidentes, que son
responsables de más de 35 000 muertes al año.
El médico debe tener un conocimiento pleno y un adiestramiento preciso en
las técnicas de RCE, además de capacitar a la población civil y así fomentar la
denominada “cadena de la vida”.
Definición: la reanimación cardiopulmonar básica es un conjunto de manio-
bras que establecen una ventilación y circulación artificial.
Los métodos de reanimación pueden clasificarse en asistencia vital básica, uti-
lizada de inmediato, y asistencia vital cardiaca avanzada, que incluye tratamiento
farmacológico, monitorización cardiaca y otras técnicas.
Objetivo: el propósito de la RCP es producir circulación artificial de sangre
oxigenada hacia órganos vitales, en especial corazón y cerebro, en un esfuerzo
por detener los procesos degenerativos que acompañan a la isquemia y la hipoxia,
hasta que se restaure la función cardiorrespiratoria y se devuelva el estado neuro-
lógico a la normalidad. Ocurre daño irreversible al cerebro después de 4 a 6 minu-
tos de hipoxia severa. Por lo tanto, se registra una amplia variabilidad en el pro-
nóstico, dependiendo del momento en que se apliquen las maniobras de RCP, la
edad del paciente, la causa del paro cardiaco y las circunstancias clínicas.
Reanimación cardiopulmonar externa 91

INDICACIONES

La indicación para realizar maniobras de RCP es el paro cardiorrespiratorio, el


cual se define como la pérdida súbita de pulso, presión arterial y respiración es-
pontánea, que puede ser secundaria a:

S Infarto extenso del miocardio.


S Asfixia.
S Intoxicaciones por fármacos.
S Descarga eléctrica.
S Hipotermia.
S Daño cerebral irreversible para donación de órganos.

CONTRAINDICACIONES

S En heridas torácicas con choque hipovolémico.


S Neumotórax a tensión.

EVALUACIÓN INTEGRAL DEL PACIENTE

Para determinar que una persona ha sufrido paro cardiaco y dar inicio a las manio-
bras de RCP, se debe observar falta de respuesta a estímulos, ausencia de latido
cardiaco o latido muy débil, ausencia de respiración, bradipnea o periodos largos
de apnea y ausencia de pulso carotídeo.
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.

Si las condiciones lo permiten, se deben averiguar antecedentes patológicos,


fármacos que consume el paciente y las condiciones en que se presentó el paro
cardiorrespiratorio.

PROCEDIMIENTO

S Equipo médico:
S Una superficie plana, dura y fija, que puede ser una tabla o el suelo.
S Una mascarilla con bolsa y válvula, o una mascarilla de bolsillo.
S Una mascarilla y bolsa de ambú, si es posible.
S Técnica de reanimación cardiopulmonar:
92 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Capítulo 8)

S Antes de iniciar las maniobras de RCP se debe asegurar el área, es decir,


colocarse en un lugar seguro para el médico y la víctima.
S Revisión primaria:
S Realizar una evaluación primaria rápida y eficiente de los signos vitales
y de las lesiones o causas que ocasionaron el paro cardiorrespiratorio,
para iniciar la reanimación con el ABC, cuyo objetivo es identificar si-
tuaciones que causan apremio vital.

Mantenimiento de la vía aérea con control


de la columna cervical en caso de trauma
Se debe examinar la vía aérea superior, es prioritario que esté permeable. Buscar
obstrucción de la vía aérea por cuerpos extraños y retirar prótesis dentales; de
igual manera, limpiar la cavidad oral de saliva, vómito o sangre; se debe descartar
presencia de fracturas maxilofaciales, de tráquea o de laringe.
Recordar que toda maniobra destinada a establecer una vía permeable debe lle-
varse a cabo protegiendo la columna cervical.
Antes de elevar el mentón, seguir la nemotecnia VES en forma rápida y efi-
ciente (10 segundos) (figura 8--2):

a. Ver si el paciente está obnubilado, con cianosis o con retracciones intercos-


tales.

Figura 8--2. Siguiendo la nemotecnia “VES”, se ve la expansión del tórax y “se escucha
y siente” la salida del aire por la boca.
Reanimación cardiopulmonar externa 93

b. Escuchar si hay ruidos anormales, como ronquidos, gorgorismos y estri-


dor; éstos pueden estar asociados a obstrucción parcial de la laringe y la
faringe. El paciente inquieto o agresivo puede estar hipóxico, y no debe
suponerse que está intoxicado.
c. Sentir el movimiento del aire con los esfuerzos respiratorios, y determinar
rápidamente si la tráquea está en la línea media.
Una vez hecho lo anterior, se procede a las siguientes maniobras:
a. Elevar el mentón y levantar la mandíbula (hacia arriba y adelante), colo-
cando la palma de la mano sobre la frente del paciente y los dedos medio
e índice de la otra mano en la barbilla, produciendo apertura de la boca;
recordar que con frecuencia la lengua puede estar causando la obstrucción
(figura 8--3).
b. Nunca deben introducirse los dedos en la boca de un paciente semiincons-
ciente, ya que se corre el riesgo de sufrir lesiones graves por mordeduras.
c. En casos en que se sospeche lesión cervical, no se debe realizar hiperexten-
sión del cuello, porque se pueden ocasionar lesiones graves e incluso la
muerte; en ese caso, intentar abrir la mandíbula sin movilizar el cuello, e
inclusive, si se cuenta con ayuda, realizar con las dos manos subluxación
de la mandíbula.
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.

Figura 8--3. Al extender la cabeza y traccionar el mentón se levanta la lengua, permi-


tiendo el paso del aire del paciente inconsciente. El pulgar jala suavemente el labio infe-
rior para abrir la boca.
94 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Capítulo 8)

Figura 8--4. El apoyo ventilatorio se realiza con extensión de la mandíbula hacia arriba,
cuidando de no presionar los tejidos blandos debajo del arco mandibular al momento
de hacer la insuflación.

Respiración y ventilación

Observar primero asimetrías en el tórax, las cuales pueden sugerir tórax inesta-
ble; cualquier patrón respiratorio alterado está relacionado con amenaza inme-
diata para la oxigenación del paciente. Recordar que la taquipnea indica falta de
aire. Después, escuchar los ruidos respiratorios a ambos lados del tórax; si están
disminuidos o ausentes, debe sospecharse lesión torácica grave.
Si el paciente no respira, seguir las siguientes maniobras en forma sistemati-
zada:

1. Proporcionar respiración boca a boca, cada una con duración de 2 a 3 se-


gundos (dar de 12 a 14 respiraciones por minuto).
2. Dar una ventilación por cada cinco compresiones torácicas, si está solo.
3. Colocar los labios sobre la boca de la víctima o usar mascarilla, sellando
perfectamente sin perder la posición de la vía aérea (figura 8--4).
4. Permitir la salida de aire en forma pasiva.
5. Tomar aire suficiente después de cada ventilación (cada ventilación debe
durar dos segundos).
6. Antes de insuflar aire, apretar las fosas nasales con los dedos pulgar e índi-
ce de la mano que está sobre la frente del paciente mientras al mismo tiem-
po se mantiene presión sobre ésta, evitando perder la extensión cervical.
7. Observar que el tórax del paciente se debe elevar con cada insuflación.
Reanimación cardiopulmonar externa 95

En caso de fracaso, deben tomarse en cuenta las siguientes posibilidades:

1. Mala técnica; verificar la posición de la vía aérea y volver a intentarlo.


2. Obstrucción de la vía aérea.

Recordar que la ventilación artificial no debe aplicarse en un paciente que pre-


sente automatismo respiratorio.

Circulación con control de la hemorragia

En forma simultánea, al proporcionar las primeras ventilaciones de rescate se


debe comprobar el pulso carotídeo, con el objetivo de verificar si hay actividad
cardiaca.

S El pulso carotídeo se localiza colocando los dedos índice y pulgar sobre


la tráquea, deslizándolos entre ésta y el músculo esternocleidomastoideo.
S La ausencia de pulso por más de 10 segundos justifica el inicio de masaje
cardiaco externo.
S Las compresiones torácicas proporcionan únicamente 25% del gasto car-
diaco normal. Con esto se consigue sólo de 5 a 15% del flujo hacia el cere-
bro, pero es suficiente para mantener con vida a un paciente hasta imple-
mentar las medidas avanzadas.
S Para verificar el pulso, utilizar los dedos índice y medio; en ningún caso
el dedo pulgar, ya que se puede confundir el pulso del paciente con el del
explorador. En el caso de menores de un año, el pulso es valorado en la ar-
teria humeral, ya que es más fácil de localizar.
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.

Técnica de masaje cardiaco externo con un solo rescatador:

1. Verificar el pulso carotídeo por espacio de 10 segundos.


2. Si no hay pulso, colocar inmediatamente al paciente en una superficie dura
y en posición de decúbito dorsal.
3. Después, localizar el apéndice xifoides: siguiendo el borde costal hacia la
izquierda y dos traveses de dedos por encima, colocar la palma de la mano
contraria.
4. Colocar la otra mano sobre el dorso de la primera, entrecruzando los dedos.
5. Extender los brazos sin doblar los codos (figura 8--5).
6. Comprimir en forma uniforme, únicamente con el peso del tronco.
7. Deprimir el esternón de 3 a 5 centímetros.
8. Cuando esté solo, contar hasta 15.
96 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Capítulo 8)

Figura 8--5. Las compresiones externas sobre la región precordial se realizan con los bra-
zos estirados, dejando caer el cuerpo sobre la región tenar de la palma del rescatador.

9. La frecuencia de las compresiones debe ser de 80 a 100 por minuto.


10. Verificar que después de cada compresión el pecho del paciente regrese a
su posición normal; no se deben separar las manos del tórax, ya que un des-
plazamiento brusco puede ocasionar complicaciones.
Técnica de masaje cardiaco con dos rescatadores:
1. Verificar falta de respuesta.
2. Solicitar ayuda.
3. El primer rescatador inicia la secuencia de soporte vital básico.
4. Al llegar el segundo rescatador, debe verificar que conoce las maniobras
y debe ayudar.
5. El segundo rescatador debe intervenir hasta que el primero complete un
ciclo de un minuto.
6. Después de un minuto, se verifica si existe o no pulso; en caso negativo,
se continúa con las compresiones.
7. El segundo rescatador inicia con el masaje, y el primero continúa con ven-
tilaciones.
8. Se continúa en forma coordinada con una ventilación por cada cinco com-
presiones, y se debe verificar el pulso cada minuto.
9. Si el pulso se recupera, se debe continuar con una ventilación cada cinco
segundos hasta que el paciente recupere el automatismo respiratorio.
Las maniobras de reanimación cardiopulmonar se deben continuar hasta que se
restauren la ventilación y la circulación. En caso de que se presente la hemorragia
Reanimación cardiopulmonar externa 97

externa, se debe identificar y controlar desde la evaluación inicial. La pérdida de


sangre externa se puede controlar con compresión directa sobre la herida; las fé-
rulas neumáticas pueden ser útiles si se cuenta con ellas.
Los torniquetes no deben ser utilizados, ya que lesionan los tejidos y producen
isquemia distal. Las hemorragias internas mayores no identificables en tórax, ab-
domen y zonas musculares alrededor de fracturas, o como consecuencia de heri-
das penetrantes, deben ser manejadas en centros hospitalarios, por lo que en tales
casos, después de haber realizado las maniobras de reanimación vital básica, de-
berá trasladarse al paciente.

Criterios para determinar cuándo


se suspenden las maniobras de reanimación

S Pacientes con temperatura central de 32 _C.


S La ausencia de respiración espontánea o pulso no palpable después de 30
minutos.
S En pacientes que tengan daño irreversible obvio en otros órganos.
S En acuerdos escritos por familiares o pacientes con enfermedades termi-
nales.
S Agotamiento del rescatador.

COMPLICACIONES

1. Fractura de esternón y costillas.


2. Derrame pericárdico hemorrágico.
3. Neumotórax secundario a fractura costal.
4. Distensión, erosiones y rotura gástrica.
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.

5. Contusiones al miocardio, en especial al ventrículo derecho.


6. Desgarro hepático y esplénico.
7. Broncoaspiración.

La ejecución cuidadosa de las maniobras de RCP básica hace que disminuyan las
complicaciones, aunque muchas de éstas no se eliminan.
La distensión y el reflujo gástrico, así como la broncoaspiración, son las com-
plicaciones más frecuentes.
Las complicaciones tardías pueden ser:

S Edema pulmonar.
S Neumonía.
S Paro cardiaco recurrente.
98 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Capítulo 8)

S Encefalopatía anóxica. Ésta es la causa más común de muerte en los pa-


cientes reanimados.

CONCLUSIONES

Es indispensable que el médico general conozca las maniobras de reanimación


cardiopulmonar y que sepa evaluar las prioridades de manejo, así como remitir
correctamente a los pacientes después de haber realizado el salvamento inicial.
Es conveniente que el médico general cuente con el equipo mínimo indispen-
sable para realizar las maniobras que se describen en este capítulo: una mascarilla
y ambú.

REFERENCIAS
1. Alexander RH, Proctor HJ: Curso Avanzado de Apoyo Vital en Trauma para Médicos.
Manual del ATLS. 5ª ed. 1992;(1,2):19--57.
2. Saunders C: Diagnóstico y tratamiento de urgencias. 3ª ed. México, El Manual Moderno,
1997:3--27.
3. Robbins LS, Cotran RS: Patología estructural y funcional. 5ª ed. McGraw--Hill Interame-
ricana, 1996:586--593.
4. Heredia NM, Ramos RA: Reanimación cardiopulmonar. México, Estado Mayor Presiden-
cial, 1998:1--68.
5. INEGI: Estadísticas vitales 1997.
6. Villazón SA: Urgencias en medicina. 1ª ed. McGraw--Hill Interamericana, 1995:138--155.
7. Cardiopulmonary resuscitation: historical perspective. Am Heart J 1995;137(1):39--48.
8. Cardiopulmonary resuscitation. Br Med J 1997;17(7092):1462--1465.
9. Current concepts in airway management for cardiopulmonary resuscitation. Mayo Clin
Proc 1995;70(12):1172--1184.
10. Basic life support. Br J Anesth 1997;7982:159--171.
9
Atención inicial del
paciente politraumatizado
María Graciela Zermeño Gómez

INTRODUCCIÓN

El traumatismo se ha definido como el daño corporal provocado por un intercam-


bio de energía ambiental que supera la resistencia del cuerpo.
Los traumatismos son aún la causa más común de muerte en personas de 1 a
44 años de edad, y la tercera en todas las edades; de ellos, el más frecuente es el
accidente automovilístico; un accidente es un acontecimiento que ha ocurrido por
azar, sin modelo al que ajustarse y de forma imprevisible; las lesiones de los
acompañantes en el automóvil son mortales en un gran porcentaje, tanto en la in-
fancia como en los adultos.
En un paciente con traumatismo grave se requiere un tratamiento rápido y ade-
cuado, que inicia con una preparación e instrucción a todo el personal médico,
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.

paramédico y población en general, para que, una vez ocurrido el trauma, sea
posible llevar a cabo una adecuada clasificación de las prioridades, dependiendo
del tipo de lesiones y de los recursos con los que se cuenta, lo cual permitirá el
inicio de la revisión primaria, reanimación y revisión secundaria, cada uno de
ellos basándose en protocolos previamente establecidos y aceptados, con la fina-
lidad de permitir llegar a la definición de los cuidados definitivos en la mejor con-
dición posible.
Se ha demostrado una distribución trimodal en la mortalidad por trauma:

S En los primeros segundos, la muerte es debida a laceraciones cerebrales,


de tronco cerebral, médula espinal alta, lesiones cardiacas y de grandes va-

99
100 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Capítulo 9)

sos; la sobrevida sólo se logra si se tiene acceso a un sistema de atención


inmediata en el sitio del accidente, además de transportación adecuada.
S Entre los primeros minutos y algunas horas la muerte sobreviene como
consecuencia de hematoma subdural, hemoneumotórax, lesión en bazo e
hígado, fracturas o lesiones con hemorragias severas. La atención en este
segundo periodo debe acompañarse de una evaluación y reanimación rápi-
das para reducir el riesgo de muerte.
S El tercer momento, o etapa tardía, se caracteriza porque la muerte sobre-
viene días o semanas después de ocurrido el traumatismo, y suele ser se-
cundaria a sepsis o a falla orgánica múltiple; durante esta etapa se nota la
calidad de la atención brindada durante las etapas previas. Por esta razón,
tanto la primera persona que evalúa y trata a un paciente traumatizado
como cada una de las siguientes tienen en sus manos la posibilidad de in-
fluir positivamente en el resultado final, lo cual se traducirá en el pronósti-
co, calidad de vida y un mejor destino de la administración de los sistemas
de salud que para ello se emplean.

Antecedentes históricos

En febrero de 1976 ocurrió una tragedia que dio como resultado un cambio en
la forma de atender al paciente traumatizado durante la primera hora de ocurrido
el accidente.
Un cirujano ortopedista se estrelló piloteando su avioneta en Nebraska; en di-
cho accidente, él sufrió lesiones severas, tres de sus hijos lesiones críticas y su
esposa murió instantáneamente; se dio cuenta de que tanto él como sus hijos no
recibieron la atención y el tratamiento adecuados para un traumatizado, y recono-
ció de esta manera que el sistema era inadecuado, así que ideó un concepto con
el que creó un curso para entrenar en cuidados avanzados en el apoyo vital en el
traumatizado mediante un programa educativo que combina conferencias, demos-
traciones, desarrollo de destrezas y experiencias, lo que constituyó el prototipo del
Curso ATLS para médicos (Advanced trauma life support, Programa avanzado
de apoyo vital en trauma para médicos), cuyo concepto fundamental es brindar
una atención rápida y adecuada otorgada tempranamente para mejorar en forma
significativa el pronóstico final de un paciente traumatizado.
En 1981, Gary Labeau, presidente de la Asociación Nacional de Técnicos en
Urgencias Médicas, en colaboración con Norman McSwain y Robert Nelson, es-
tableció el curso ATLS para personal no médico, al cual llamaron PHTLS (por
las siglas en inglés de Soporte vital prehospitalario en trauma). El objetivo de
dicho curso es dar al estudiante un panorama de las necesidades del paciente trau-
matizado.
Atención inicial del paciente politraumatizado 101

INDICACIONES

No puede establecerse un patrón preciso de indicaciones para brindar la atención


básica en el paciente traumatizado, debido a la gran variedad de incidentes que
pueden resultar en daño a la población en general, además de los múltiples pade-
cimientos y combinaciones de éstos; sin embargo, puede decirse que será necesa-
ria la atención inmediata de todos aquellos pacientes que hayan sufrido alguna
lesión traumática y requieran atención rápida y oportuna, cualquiera que sea la
naturaleza y magnitud aparente de ésta, debido a que puede haber múltiples lesio-
nes ocultas de las cuales es necesario tener un amplio grado de sospecha y debido
a que pueden ser potencialmente mortales.

EVALUACIÓN INTEGRAL DEL PACIENTE

Una historia clínica médica completa y acertada da lugar a la sospecha o indica-


ción de las condiciones del paciente; dicha historia inicia con la información de
lo ocurrido en la fase anterior al incidente, por ejemplo, la ingestión de drogas
o alcohol, antecedentes personales, principalmente patológicos, que pueden in-
formar de las posibles complicaciones y riesgos, tanto para el paciente como para
el propio personal médico en el caso de enfermedades infectocontagiosas. Será
también necesario conocer las inmunizaciones previas, debido a la posible nece-
sidad de aplicación de toxoide, principalmente tetánico; es de vital importancia
el antecedente de alergias, con la finalidad de conocer y evitar el riesgo de alguna
reacción anafiláctica producida en forma iatrogénica durante la atención del
paciente. Posteriormente se deben evaluar y detallar las características y condi-
ciones del accidente (cinemática del trauma), para facilitar la identificación de
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.

lesiones difíciles de diagnosticar o que pueden estar ocultas.

PROCEDIMIENTO

Material e instrumental

S Guantes limpios.
S Cubrebocas.
S Bata.
S Lentes.
S Gasas 4 x 4.
102 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Capítulo 9)

S Vendas de 5, 10 y 25 cm.
S Cinta adhesiva.
S Torundas alcoholadas.
S Esfigmomanómetro.
S Estetoscopio.
S Termómetro.
S Lámpara de mano.
S Solución Ringer lactato.
S Solución salina.
S Solución glucosada a 5 y 50%.
S Catéteres intravenosos de calibres 14 y 16.
S Agujas de mariposa de calibre 20.
S Equipo para venoclisis.
S Jeringas de 10 y 50 cm.
S Cánula de aspiración.
S Tabla de inmovilización de la columna vertebral.
S Collar cervical semirrígido.
S Máscaras de oxígeno.
S Cánulas orofaríngeas.
S Férulas moldeables.
S Laringoscopio y hoja.
S Tubos endotraqueales.
S Cánula de traqueostomía.
S Mango y hoja de bisturí.
S Sonda nasogástrica.
S Sonda de Foley con bolsa colectora.
S Reloj de manecillas.

Técnica

El paciente accidentado debe ser evaluado en forma rápida y completa; la evalua-


ción y tratamiento están divididos en seis fases, de acuerdo al Colegio Americano
de Cirujanos:

Revisión primaria -- Evaluación del ABC

S Mantenimiento de vía aérea con control de la columna cervical.


S Evaluación.
S Asegurar su permeabilidad (figura 9--1):
a. Elevación del mentón y levantamiento mandibular.
Atención inicial del paciente politraumatizado 103

Figura 9--1. Paciente politraumatizado.

b. Despejar cuerpos extraños de la vía aérea.


c. Establecer vía aérea mediante una cánula orofaríngea o nasofarín-
gea.
d. Establecimiento de una vía aérea definitiva.
e. Exploración rápida en busca de obstrucción de la vía aérea.
S Respiración y ventilación.
S Evaluación:
a. Exponer cuello y tórax; asegurar la inmovilización de la cabeza y el
cuello.
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.

b. Determinar la frecuencia y amplitud de las respiraciones.


c. Inspeccionar y palpar el cuello y el tórax en busca de desviación de
la tráquea, expansión torácica unilateral o bilateral, uso de músculos
accesorios o cualquier otro signo de lesión.
d. Percusión de tórax en búsqueda de matidez e hiperresonancia.
e. Auscultación del tórax bilateralmente.
S Tratamiento:
a. Administración de oxígeno.
b. Ventilación con mascarilla.
S Circulación con control de hemorragias.
S Evaluación:
a. Identificar la localización externa.
b. Pulso: calidad, frecuencia, regularidad, pulso paradójico.
104 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Capítulo 9)

Figura 9--2. Paciente pediátrico (biomonitorización, cardioscopio, pulso, oxímetro, son-


da de Foley y sonda nasogástrica).

c. Color de la piel.
d. Medir la tensión arterial (figura 9--2).
S Tratamiento:
a. Aplicar compresión directa al sitio de sangrado externo.
b. Insertar catéteres intravenosos de grueso calibre.
c. Simultáneamente, obtener muestras de sangre para análisis hemato-
lógicos y químicos, pruebas cruzadas y gases arteriales.
d. Administrar solución de Ringer lactato.
e. Colocar sonda de Foley y nasogástrica, a menos que estén contrain-
dicadas.
f. Prevenir hipotermia.
S Déficit neurológico:
S El objetivo es únicamente establecer el nivel de conciencia, el tamaño
y reacción de las pupilas del paciente, para lo cual se recomienda utili-
zar la escala de coma de Glasgow (figura 9--3).
S Exposición: se debe desvestir completamente al paciente, además de
tratar de prevenir la hipotermia.
S Reanimación:
S Recordar que durante la revisión primaria se identifican las situaciones
que amenazan la vida y, simultáneamente, se comienza su tratamiento.
Atención inicial del paciente politraumatizado 105

Figura 9--3. Paciente con TCE (con rinorraquia y epistaxis).

S Garantizar o proporcionar oxigenación y ventilación adecuadas.


S Manejo del estado de choque con soluciones intravenosas.
S Continuar con el manejo de lesiones de riesgo vital identificadas du-
rante la evaluación primaria.
S Monitoreo de signos vitales.

Revisión secundaria
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.

S Cabeza y maxilofacial.
S Evaluación:
a. Inspección y palpación en busca de laceraciones, contusiones, frac-
turas o quemaduras.
b. Reevaluación de pupilas.
c. Reevaluación del nivel de conciencia.
d. Evaluación de los ojos en busca de hemorragias, lesiones penetran-
tes, agudeza visual, luxación del cristalino y presencia de lentes de
contacto.
e. Evaluación de pares craneales para descartar alguna alteración.
f. Inspección de nariz y oídos buscando líquido cefalorraquídeo.
g. Inspección de la cavidad oral en busca de sangrado o líquido cefalo-
rraquídeo.
106 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Capítulo 9)

S Tratamiento:
a. Recordar que es sumamente importante mantener una vía aérea per-
meable.
b. Se deben controlar las hemorragias.
c. Prevención de lesión cerebral secundaria.
d. En caso de ser necesario, remoción de lentes de contacto.
S Cuello y columna cervical.
S Evaluación:
a. Inspección en busca de trauma contuso o penetrante, desviación de
la tráquea y uso de músculos respiratorios y accesorios.
b. Palpación cuidadosa en busca de dolor, deformidad, aumento de vo-
lumen, enfisema subcutáneo y desviación de la tráquea.
c. Auscultación de la arteria carótida en busca de soplos.
d. Se recomienda obtener una radiografía lateral de la columna cervical
para descartar lesión.
S Tratamiento:
a. Se debe inmovilizar, alinear y proteger la columna cervical.
S Tórax:
S Evaluación:
a. Inspección de las paredes anterior, posterior y laterales en busca de
signos de trauma cerrado o penetrante, además del uso de músculos
respiratorios accesorios.
b. Auscultación de la pared anterior y bases del tórax.
c. Palpación de toda la pared torácica en busca de lesiones contusas o
penetrantes, enfisema subcutáneo, dolor y crepitación.
d. Percusión para evidenciar hiperresonancia y matidez.
S Tratamiento:
a. En caso de estar indicado, insertar tubo de drenaje pleural.
b. Cubrir adecuadamente una herida torácica abierta.
S Abdomen:
S Evaluación:
a. Inspección de la pared anterior y posterior del abdomen en busca de
signos de trauma cerrado o penetrante y de hemorragia interna.
b. Auscultación en busca de presencia o no de ruidos intestinales.
c. Percusión para determinar la presencia de dolor a la descompresión.
d. Palpación del abdomen en busca de dolor, resistencia muscular invo-
luntaria o dolor a la descompresión.
S Tratamiento:
a. Se recomienda interconsulta con cirugía para su tratamiento.
S Periné, recto y vagina.
S Evaluación:
Atención inicial del paciente politraumatizado 107

a. Deberán buscarse contusiones, hematomas, laceraciones, uterorra-


gia, sangre en recto, tono del esfínter anal y posición de la próstata.
S Musculosquelético.
S Evaluación:
a. Inspección de las extremidades superiores e inferiores en busca de
trauma contuso o penetrante.
b. Palpación de las extremidades en busca de dolor, crepitación, movili-
dad anormal y sensibilidad.
c. Palpación de todos los pulsos periféricos.
d. Evaluar la pelvis en busca de fracturas y presencia de hemorragia
asociada.
e. Palpación de la columna torácica y lumbar en busca de trauma pene-
trante o cerrado, contusiones, laceraciones, dolor, deformidad y sen-
sibilidad.
S Tratamiento:
a. Aplicar los dispositivos de inmovilización en casos de fractura de las
extremidades.
b. Mantener inmovilizada la columna torácica y lumbar.
c. Administrar la inmunización contra el tétanos.
S Reevaluación del paciente:
a. Se debe reevaluar continuamente al paciente para asegurarse de que no
pase desapercibida la aparición de nuevos síntomas que se detecten pre-
cozmente y/o signos de deterioro, para lo cual es indispensable el moni-
toreo continuo de signos vitales, diuresis horaria, medición continua de
gases arteriales y, de ser posible, monitoreo cardiaco; es en esta etapa
en la que se puede empezar la administración de analgésicos, aunque
su uso debe postergarse hasta después de realizarse la interconsulta qui-
rúrgica.
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S Tratamiento médico definitivo:


a. Traslado.

Manejo preoperatorio

Debido a lo inesperado del evento traumático, no es posible realizar un manejo


previo al tratamiento que se lleva a cabo en el paciente politraumatizado; sin em-
bargo, debe tenerse presente que lo único que se puede brindar es una adecuada
preparación, tanto al personal médico como a la población en general, debido a
que el resultado final en el pronóstico y calidad de vida del paciente dependerá
de la atención otorgada inmediatamente desde los primeros momentos de ocurri-
do el trauma.
108 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Capítulo 9)

Anestesia

Al igual que el manejo preoperatorio, no se puede realizar un manejo anestésico


previo a la atención que se le deba brindar al paciente, pues es necesario, en pri-
mera instancia, realizar correcta y rápidamente el protocolo ABC en el menor
tiempo posible. Tampoco es posible administrar analgésicos potentes antes del
arribo al hospital en el que se llevará a cabo la atención definitiva, pues puede dar
pauta a errores diagnósticos al enmascarar el dolor que podría ser de gran ayuda
en la identificación de una lesión oculta. Posiblemente la única indicación de la
administración de algún agente anestésico sería la necesidad de intubación endo-
traqueal en aquellos pacientes conscientes en los que se prevé que será necesario
el manejo ventilatorio.

COMPLICACIONES Y SU TRATAMIENTO

De haberse llevado a cabo la técnica de manera adecuada de acuerdo a los proto-


colos, no deberían presentarse mayores complicaciones que las inherentes al
traumatismo per se, y el tratamiento de éstas dependerá de la naturaleza y grave-
dad de las mismas; sin embargo, será necesario derivar la mayor parte de estas
complicaciones a los médicos especialistas correspondientes, como son los trau-
matólogos, los cirujanos, los cardiólogos y los neumólogos, entre otros, y a los
médicos de rehabilitación, en caso de requerirse.

CONCLUSIONES

Definitivamente, el conocimiento de las técnicas que deben seguirse en la aten-


ción del paciente politraumatizado es de vital importancia, no sólo en su pronósti-
co, sino también en la repercusión económica y social del mismo; es por ello que
debería establecerse una mayor difusión de los principios básicos de atención del
paciente politraumatizado en la población mexicana, de tal manera que, una vez
ocurrido el hecho traumático, se inicie en el menor tiempo posible la atención por
la población no médica que se encuentre más cercana al lesionado, o bien que
haya presenciado el momento en que ocurrió el daño, para que posteriormente
sea atendido por personal paramédico con mayores conocimientos al respecto y
que puedan ser canalizados al centro de trauma más cercano que tenga los recur-
sos necesarios para la atención adecuada del paciente; posteriormente será nece-
saria la participación del personal médico, el cual, en cuanto haya recibido la in-
Atención inicial del paciente politraumatizado 109

formación necesaria de parte del personal paramédico, buscará establecer el


tratamiento adecuado para el paciente, en el que se obtendrán mejores resultados
si lo anterior se llevó a cabo con la adecuada participación de todas las personas
que estuvieron en contacto con el paciente desde el momento del incidente. Es
por ello que se sugiere la mayor difusión de los cursos a la población en general
y a los médicos generales y especialistas, cualquiera que sea su rama.

REFERENCIAS
1. National Association of Emergency Medical Technicians: Prehospital Trauma Life Sup-
port. Básico y avanzado. 2ª ed. EUA, 1993.
2. Johnson K: Manual Harriet Lane. 13ª ed. España, Mosby, 1995.
3. Games J, Palacios J: Introducción a la pediatría. 6ª ed. México, Méndez Editores, 1998.
4. Schwartz S: Principios de cirugía. 7ª ed. Vol II. EUA, McGraw Hill Interamericana, 1998.
5. Behrman R: Tratado de pediatría de Nelson. 15ª ed. Vol I. España, McGraw--Hill Interame-
ricana, 1996.
6. Colegio Americano de Cirujanos: Curso avanzado de apoyo vital en trauma para médicos.
EUA.
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
110 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Capítulo 9)
10
Cricotiroidotomía
Bernardino Ricardo Sánchez Sánchez

ASPIRACIÓN

Introducción

Definición: la aspiración es el acto de succionar gases o líquidos. La aspiración


de las vías respiratorias es el procedimiento diagnóstico y terapéutico que consis-
te en introducir a las vías aéreas una sonda flexible, bien lubricada y conectada
a un aspirador, con la finalidad de succionar secreciones.
La aspiración de las vías respiratorias es una de las maniobras para el apoyo
vital del paciente de urgencias, necesaria para mantener permeables las vías aé-
reas, y también en aquél que por alguna razón no sea capaz de eliminar secrecio-
nes.
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Indicaciones

Para mantener permeables las vías aéreas, libres de secreciones, vómito o sangre,
principalmente en aquellos pacientes con:

S Alteraciones de la conciencia.
S Reflejo de la tos y mecanismos de movimiento ciliar deficientes.
S Intubación endotraqueal.

111
112 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Capítulo 10)

Contraindicaciones

S Fracturas maxilofaciales, de los huesos de la base del cráneo o fuga de lí-


quido cefalorraquídeo.
S Trastornos en la coagulación.
S Trastornos que cursan con disminución del calibre de las vías aéreas: bron-
coespasmo, laringotraqueítis, etc.

Evaluación integral del paciente

La aspiración de secreciones de las vías aéreas no es un procedimiento inocuo;


por lo tanto, deben realizarse historia clínica y exploración física completas con
la finalidad de no descuidar datos importantes de la condición clínica del paciente
y evitar complicaciones durante o después de la aspiración. Como regla general,
los signos vitales tienen que ser medidos antes y después del procedimiento; hay
que prestar particular atención a hipoxia, trastornos del ritmo cardiaco, hipoten-
sión arterial, atelectasia, broncoespasmo e hipertensión intracraneal. La vigilan-
cia del paciente por medio de monitor electrocardiográfico y oximetría de pulso
es lo recomendable para observar los cambios que se presenten al efectuar la ma-
niobra.
Cada circunstancia es diferente, y la evaluación dependerá de las condiciones
en que se encuentre el paciente.

Procedimiento

Material e instrumental

S Bata.
S Guantes estériles.
S Cubrebocas y gorro.
S Lentes protectores.
S Sonda de aspiración, calibre de un tercio a la mitad de la vía aérea; o sonda
Nelaton y conector en “Y” o en “T”.
S Aspirador.
S Lubricante hidrosoluble estéril.
S Lidocaína en aerosol.
S Gasas estériles.
S Solución salina.
S Jeringa de 10 mL.
S Monitor electrocardiográfico y oxímetro de pulso.
Cricotiroidotomía 113

S Oxígeno.
S Bolsa neumática y mascarilla con válvula.

Técnica quirúrgica

En el paciente no intubado:

1. Posición de semifowler o sedente.


2. Seleccionar la narina con mayor permeabilidad.
3. Medir la longitud de la sonda que se va a introducir de la forma siguiente:
se mide con la sonda la distancia que existe del orificio nasal al lóbulo de
la oreja homolateral, de este último a la horquilla esternal y, por último,
al ángulo de Louis; el resultado de la suma de estas medidas es igual o apro-
ximado al de la longitud que existe desde el inicio de la fosa nasal hasta
la carina traqueal. Es necesario saber hasta qué punto se introducirá la son-
da para evitar dañar la vía respiratoria.
4. Aplicación de lidocaína en aerosol en nariz y faringe.
5. Se conecta la sonda al aspirador y se verifica que funcione adecuadamente
succionando solución salina estéril.
6. Se aplica lubricante en el extremo distal de la sonda y se rocía lidocaína
en su superficie.
7. Se hace extensión de la cabeza y flexión posterior del cuello del paciente,
para lograr que la sonda se dirija en dirección anterior hacia la tráquea.
8. Se enrolla la sonda en la mano que la va a sostener; con la mano más diestra
(la que dirige la maniobra) se introduce el extremo distal, lenta y gentil-
mente, por la narina seleccionada, y se hace avanzar en dirección posterior
(ayudándose con una gasa estéril para evitar que la sonda se resbale de los
guantes debido al lubricante) sobre el piso de la coana hasta llegar a la fa-
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.

ringe.
9. Durante la introducción se evita la succión por la sonda.
10. En este momento, se le advierte al paciente que tendrá la sensación de tener
un objeto extraño en la garganta y que le dará tos. Se le indica que espire
lo más profundamente posible y que inspire de la misma manera; cuando
el paciente inspira se hace avanzar la sonda en forma rápida; jamás se in-
tentará introducir la sonda de forma sorpresiva, ya que se necesita la coo-
peración del paciente.
11. Una vez introducida la longitud deseada, con un dedo se obstruye y abre
intermitente la válvula de la sonda de aspiración traqueal (si es sonda Nela-
ton el orificio libre del conector), y conforme se retira gradualmente la
sonda se la hace girar sobre su eje longitudinal hacia uno y otro lado, aspi-
rando las secreciones que se encuentren en la luz de la vía aérea.
114 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Capítulo 10)

La aspiración no debe durar más de un segundo, y puede repetirse hasta que la


vía aérea se encuentre libre de secreciones (se recomienda que no sea más de tres
veces). Después de cada aspiración se oxigena al paciente por lo menos durante
30 segundos. Se introduce una sonda estéril cada vez que se realice la maniobra.
En el paciente intubado: la posición varía a decúbito dorsal o Trendelenburg;
se puede instilar por la sonda endotraqueal 5 mL de solución salina para ablandar
secreciones viscosas; el resto del procedimiento es el mismo.
Durante la intubación endotraqueal: la aspiración se realiza antes de la
introducción del tubo endotraqueal para evitar broncoaspiración y para poder
visualizar la vía aérea. Se aspira mediante laringoscopia directa.

Cuidados generales

Manejo preoperatorio
Hiperventilar al paciente antes de hacer la aspiración para evitar la consiguiente
hipoxia y aumento de la presión intracraneal.
El material se tiene que preparar antes de efectuar la aspiración. Hay que equi-
parse con las medidas mínimas de protección universal.
Si el paciente se encuentra consciente se le informará, explicará y pedirá con-
sentimiento del procedimiento al que va a ser sometido.

Anestesia
La aplicación local de lidocaína por medio de atomizador evita la molestia que
la sonda provoca al pasar por la vía respiratoria. La anestesia o sedación se indica
en aquellos pacientes que necesitan de succión de secreciones y que luchan contra
las maniobras y no hacen posible realizar la aspiración; debe ser controlada por
un anestesiólogo.

Cuidados posoperatorios
Después del procedimiento se hiperventila al paciente con oxígeno suplementa-
rio; asimismo, se pone especial atención en los signos vitales y el estado del pa-
ciente.

Complicaciones y su tratamiento

S Hipoxia: se previene hiperventilando al paciente cinco minutos antes de


la aspiración, y se corrige hiperventilando después de ésta.
S Arritmias cardiacas e hipotensión: son provocadas por estimulación vagal,
y pueden ser evitadas si el procedimiento no se prolonga más de lo debido.
S Atelectasia: se trata hiperventilando al paciente.
Cricotiroidotomía 115

S Broncoespasmo: si se llega a presentar, es transitorio. En pacientes con


hiperreactividad bronquial se proporcionan C bloqueadores antes de la
aspiración.
S Incremento súbito de la PIC: se trata con hiperventilación.
S Lesión de la mucosa: se puede disminuir lubricando adecuadamente la
sonda de aspiración antes de colocarla y evitando hacer movimientos brus-
cos al introducirla.
S Paro cardiorrespiratorio: el tratamiento es RCP.
S Infección: se presenta en una mala técnica aséptica y se trata con antibió-
tico específico.

Conclusiones

La aspiración de las vías aéreas es una técnica indispensable en el apoyo vital


avanzado de la vida que el médico general debe conocer y saber aplicar ante una
urgencia. El procedimiento es relativamente sencillo, pero no es inocuo. Está ple-
namente justificado en caso de urgencia.

INTUBACIÓN ENDOTRAQUEAL

Introducción

Definición: la intubación endotraqueal es el procedimiento en el que se introduce


una cánula flexible en la luz traqueal para mantener permeables las vías aéreas,
oxigenar, suministrar ventilación y evitar broncoaspiración.
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.

La primera intubación endotraqueal la llevó a cabo McEwen en 1880, introdu-


ciendo a ciegas con los dedos un tubo de metal flexible en la tráquea.
La intubación es parte del protocolo de manejo de las vías aéreas en el apoyo
vital avanzado; se aplica en aquellos pacientes sometidos a anestesia general o
simplemente en aquéllos que, por alguna circunstancia, requieren apoyo ventila-
torio.

Indicaciones

S Apnea.
S Paro cardiorrespiratorio.
S Imposibilidad para eliminar las secreciones bronquiales.
116 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Capítulo 10)

S Pérdida de los mecanismos de protección de las vías aéreas.


S Trauma torácico.
S Estado de choque y acidosis respiratoria refractaria al tratamiento médico
(PaCO2 > 50 mmHg con pH < 7.3).
S PaO2 < 55 mmHg con FiO2 > 50 a 60%.
S Trauma craneoencefálico (Glasgow < 8).
S Falla respiratoria (frecuencia respiratoria < 10 o > 35/minuto en el adulto;
presión inspiratoria < 25 cm H2O).
S Síndrome de insuficiencia respiratoria.
S Cirugías en las que se requiere mantenimiento de las vías aéreas.
S Quemaduras de las vías respiratorias.

Contraindicaciones

S Epiglotitis.
S Sospecha de inestabilidad atlantoaxial.
S Trauma maxilofacial.
S Sangrado supraglótico.
S Lesión espinal cervical.
S Trismus.
S Impedimento anatómico.

Evaluación integral del paciente

Siempre se deben realizar historia clínica y exploración física completas antes de


cualquier procedimiento. Ante la inminente situación de apnea o paro cardiorres-
piratorio no se debe perder tiempo, es vital actuar de manera rápida y oportuna.
Cada caso debe ser valorado correcta y oportunamente; en un paciente que se de-
teriora progresivamente y que se sospecha que empeora, no se debe esperar a un
resultado gasométrico o a que evolucione a apnea; el manejo inicia temprana-
mente con el fin de evitar que el deterioro evolucione y el tratamiento se haga más
complicado.

Procedimiento

Material e instrumental

S Bata.
S Guantes estériles.
S Lentes protectores.
Cricotiroidotomía 117

S Cubrebocas.
S Gorro.
S Laringoscopio con mango, hojas curvas y rectas de diferente tamaño.
S Tubo endotraqueal con y sin manguito inflable.
S Bolsa neumática y mascarilla con válvula o mascarilla de bolsillo con vál-
vula unidireccional.
S Oxígeno.
S Equipo para aspiración.
S Jeringa de 10 mL.
S Estilete flexible.
S Lubricante hidrosoluble estéril.
S Lidocaína en aerosol.
S Dispositivo para fijar cánula endotraqueal o tela adhesiva.
S Cánula Guedel.
S Pinzas de Magill.
S Monitor electrocardiográfico y oxímetro de pulso.
S Estetoscopio.
S Carro rojo.

Manejo preoperatorio
El consentimiento informado se realiza en pacientes sin alteraciones del estado
de conciencia. Se emplean las medidas mínimas de protección universal.
Se debe preparar el material antes de realizar el procedimiento. A mano iz-
quierda se coloca el laringoscopio con la hoja seleccionada montada en el mango,
cerciorándose de que la fuente de luz funciona óptimamente; a mano derecha se
coloca el equipo de aspiración funcionando y dos cánulas endotraqueales (una
se selecciona con la regla del meñique, y la de respaldo debe tener un calibre
menor que la seleccionada), revisando que el manguito no tenga fugas; se desin-
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.

fla el manguito, se carga la jeringa con 10 mL de aire y se conecta a la válvula


del manguito; si se usa estilete no debe rebasar la punta del tubo endotraqueal (la
hoja y el tubo son lubricados y rociados con lidocaína); se comprueba que la bolsa
neumática funcione correctamente y que esté conectada a la fuente de oxígeno.
Se hiperventila al paciente con oxígeno a 100% antes de realizar la intubación,
para evitar la hipoxia. Si se encuentra en paro cardiorrespiratorio, se aplican ma-
niobras de reanimación por lo menos durante un minuto.

Anestesia
La intubación puede ser bien tolerada bajo anestesia local de la mucosa de la vía
aérea. En pacientes que no permiten la intubación bajo estas condiciones y luchan
contra el procedimiento, está indicada la anestesia general o sedación, las cuales
tienen que ser realizadas por un anestesiólogo o ser supervisadas por éste.
118 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Capítulo 10)

Técnica quirúrgica

1. Posición del paciente en decúbito dorsal, y quien realiza la técnica se co-


loca a la cabecera del paciente.
2. Alinear la vía aérea: extensión de la cabeza del paciente. Retirar cualquier
objeto o prótesis dentro de la boca del paciente.
3. Tomar el laringoscopio con la mano izquierda. Se introduce la hoja del la-
ringoscopio por el lado derecho de la boca y se desliza hacia la línea media.
desplazando la lengua a la izquierda. Se rocía lidocaína en la faringe (en
pacientes conscientes) antes de introducir más el laringoscopio.
4. Al introducir la hoja se identifica la úvula, el paladar, los pilares del velo
del paladar, las amígdalas, la base de la lengua y la retrofaringe; conforme
se avanza se logra visualizar la epiglotis, los cartílagos aritenoideos y las
cuerdas vocales. Si la exploración se realiza con hoja curva, la punta se apo-
ya anterior a la epiglotis, en la valécula, y se levanta indirectamente; si es
con hoja recta, se desliza posterior a la epiglotis y se levanta directamente.
5. Se toma la cánula de aspiración con la mano derecha; se aspiran las secre-
ciones, sangre o vómito, y se retiran los cuerpos extraños que se encuen-
tren en la vía aérea.
6. Para poder observar correctamente las estructuras sin tocar las piezas den-
tales, se hace tracción del mango en dirección hacia donde apunta. Es un
error grave hacer palanca para poder ver la laringe, ya que esto puede frac-
turar los incisivos superiores.
7. El tubo endotraqueal se toma con la mano derecha y se introduce con el
bisel por delante, deslizándolo por el lado derecho de la boca para no difi-
cultar la visibilidad; debe observarse que el tubo pasa a través de las cuer-
das vocales (estándar de oro de una intubación endotraqueal), y se hace
avanzar hasta 2 cm después de que el manguito haya atravesado entre és-
tas. Hasta este momento no deben haber pasado más de 15 segundos desde
que se tomó el laringoscopio para introducirlo en la cavidad oral (tiempo
ideal).
La intubación debe ser realizada en forma rápida, en un tiempo máxi-
mo de 30 segundos, ya que el paciente puede caer en hipoxia. Si en este
tiempo no se logró la canulación, se procede a hiperventilar al paciente por
lo menos durante 30 segundos, o se continúa con las maniobras de reani-
mación por lo menos durante un minuto para volver a intentar de nuevo.
8. Una vez colocado el tubo se retiran el laringoscopio y el estilete (si se em-
pleó).
9. Se insufla el manguito con 10 mm de aire y se conecta la bolsa neumática
con oxígeno al tubo endotraqueal, hiperventilando al paciente para corre-
gir la hipoxia.
Cricotiroidotomía 119

Figura 10--1. A. Material mínimo indispensable para la cricotiroidotomía. B. Área anató-


mica y quirúrgica para la cricotiroidotomía.

10. Se valora la correcta colocación del tubo; si se intubó el esófago, se desinfla


el manguito, se extrae la cánula, se le proporciona ventilación o reanima-
ción y se repite el procedimiento en la secuencia antes descrita; si el tubo
se encuentra en tráquea pero pasó a un bronquio, se extraerá de 1 a 2 cm.
11. Una vez colocado correctamente el tubo se elimina el exceso de aire del
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.

manguito, de manera que se eviten sólo las fugas de aire de la tráquea (la
función del globo es de válvula y no la fijación de la cánula), y se conecta
un ventilador mecánico al tubo.
12. Se fija el tubo endotraqueal y se rotula; se coloca una cánula de Guedel
como férula para evitar que el paciente la llegue a morder.
13. Se toma una placa de tórax para valorar la posición correcta del manguito
(a una distancia media entre las cuerdas vocales y la carina, o a 2 cm por
arriba de ésta) (figura 10--1).

Datos clínicos de intubación traqueal


1. Visualización del tubo pasando entre las cuerdas vocales.
2. Auscultación de ruidos respiratorios en región traqueal, apical y basal de
ambos lados.
120 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Capítulo 10)

3. Auscultación con ruidos negativos en epigastrio.


4. Presencia de movimientos respiratorios.
5. Ausencia de distensión abdominal.
6. Ausencia de cianosis.
7. Palpación del tubo dentro de la tráquea.
8. Vapor en el tubo endotraqueal.

Datos clínicos de intubación esofágica


1. Movimientos respiratorios ausentes.
2. Cianosis.
3. Falla para oxigenar.
4. Taquicardia.
5. Distensión abdominal progresiva.
6. No se palpa tubo dentro de la tráquea.
7. Ausencia de vapor en el tubo durante la aspiración.

Cuidados generales

La revisión continua de la cánula es importante para prevenir que no se mueva


de su sitio, así como revisar que el tubo y el manguito no tengan fugas, ya que
son motivos para cambiar el tubo. Las secreciones se acumulan continuamente
y pueden dificultar el adecuado flujo del aire o ser causa de atelectasia; la aspira-
ción de las secreciones se efectúa las veces que sea necesario.
Si un paciente permanecerá intubado por más de 10 días se considera la tra-
queotomía.

Complicaciones y su tratamiento

S Hipoxia: se previene hiperventilando al paciente antes de la intubación y


se corrige de la misma manera después de la intubación.
S Arritmias cardiacas y paro cardiorrespiratorio: oxigenación antes de
efectuar las maniobras. Evitar un intento de intubación prolongado.
S Traumatismo de las vías respiratorias: se evita realizando las maniobras
con gentileza y extremo cuidado, en especial con las piezas dentales.
S Intubación de un bronquio: se previene introduciendo el largo necesario
del tubo; si se intuba un bronquio, se extrae el tubo unos centímetros.
S Lesiones de la tráquea: se evita insuflar el manguito en exceso y no se
mantiene intubado al paciente por más tiempo del necesario.
S Infecciones: se pueden prevenir otitis media, neumonía y sepsis o dismi-
nuir su riesgo manejando la aspiración de secreciones con técnica aséptica.
Cricotiroidotomía 121

S Parálisis de cuerdas vocales: se presenta en pacientes intubados por largo


tiempo, y se evita cambiando a traqueotomía después del décimo día.
S Estenosis, granulomas o traqueomalacia: hay que evitar que el tubo ten-
ga movimiento haciendo una buena fijación; se debe evitar hiperinsuflar
el globo.
S Obstrucción mecánica: puede ser por secreciones, por coágulos o por
insuflación excesiva del globo; se reintroduce una sonda de aspiración
para succionar las secreciones; si la sonda no pasa por el tubo, significa que
el manguito tiene demasiado aire.
S Intubación del esófago: provoca hipoxia, distensión gástrica e intestinal
y regurgitación. Se evita haciendo la intubación bajo visión directa.

Conclusiones

La intubación endotraqueal es uno de los pilares en el apoyo vital avanzado que


el médico general debe conocer y realizar correctamente. El manejo adecuado de
las vías aéreas por medio de la intubación proporciona ventajas importantes en
el manejo de la ventilación asistida, la cirugía y la atención del paciente de urgen-
cias.

CRICOTIROTOMÍA

Introducción

Definición: la cricotirotomía es un procedimiento que se realiza de urgencia, y


E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.

se utiliza como último recurso para proporcionar una vía aérea en un paciente con
obstrucción de ésta. Lejos de ser un acto heroico como los que se realizan en las
películas de acción, es una técnica seria que en la vida real le puede salvar la vida
a un paciente.

Indicaciones

S Desviación o corrección de urgencia de la obstrucción de las vías aéreas


no corregible por otros medios.
S Problemas de ventilación debidos a quemaduras, inflamación, parálisis,
espasmo laríngeo o cuerpos extraños que no pueden tratarse en forma ini-
cial por medios menos lesivos, como la intubación endotraqueal.
122 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Capítulo 10)

Contraindicaciones

S Manejo de las vías aéreas por otros medios.


S Niños menores de 10 a 12 años.
S Traumatismo traqueal o laríngeo.

Evaluación integral del paciente

La evaluación completa del paciente antes del procedimiento no es posible, en


comparación con otras técnicas en las que se puede disponer de más tiempo para
realizar interrogatorio y exploración. Los datos que es necesario conocer los pro-
porciona el paciente en el momento en que se realiza el ABC de la reanimación.

Procedimiento

Material e instrumental

S Medidas mínimas indispensables de protección universal.


S Bisturí o cualquier instrumento punzocortante afilado y limpio.
S Cánula de Shilley o aguja calibre 14 a 16.
S Gasas estériles.
S Equipo de aspiración.
S Tijeras de Mayo curvas.

Técnica quirúrgica

1. Posición del paciente en decúbito dorsal y extensión de la cabeza.


2. Por palpación se localiza la membrana cricotiroidea entre el borde supe-
rior del cartílago cricoides y el borde inferior del cartílago tiroides.
3. Realizar una incisión vertical de 2.5 a 3 cm sobre la piel que se encuentra
sobre la membrana que se va a incidir (sólo la piel, ya que los cartílagos
y las membranas son prácticamente subcutáneos).
4. Con los dedos primero y tercero de la mano menos diestra se inmoviliza
la laringe, y con la uña del segundo dedo se presiona firmemente la mem-
brana cricotiroidea.
5. Incidir en forma transversa la membrana con el bisturí o con el instrumento
punzocortante.
6. Extender la incisión con las tijeras de Mayo o con el mango del bisturí,
haciéndolo girar 90_.
Cricotiroidotomía 123

7. Si se cuenta con equipo de aspiración, se succionan las secreciones o san-


gre.
8. Colocar la cánula de Shilley o la cánula improvisada (no usar objetos que
se puedan ir por la tráquea).
9. Se traslada al paciente a la unidad de urgencias médicas más cercana para
proporcionar el tratamiento de elección, ya que la cricotirotomía es sólo
provisional.

Cuidados generales

Manejo preoperatorio
Es un procedimiento de urgencia en el que no es posible realizar una evaluación
completa del paciente ni preparación alguna.

Anestesia
Se puede realizar sin anestesia.

Cuidados posoperatorios
S Evitar que la cánula sea expulsada de su sitio o que se aspire por la tráquea
durante el traslado del paciente.
S Proporcionar antibióticos para prevenir una infección posterior.

Complicaciones y su tratamiento

S Hemorragia: el tratamiento quirúrgico posterior es crucial. La aspiración


se realiza para evitar broncoaspiración.
S Infección: la administración de antibióticos evita la infección posterior.
S Enfisema subcutáneo o mediastinal: si se dispone en el momento de su-
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.

tura, se pueden colocar puntos de Sarnoff para evitarlo.


S Lesión de los tejidos vecinos: se puede presentar perforación del esófago
al no introducir con cuidado el bisturí en la membrana cricotiroidea; la
punción se realiza con cuidado, lo suficiente para poder ampliar la incisión
con las tijeras.

Conclusiones

La cricotirotomía es un procedimiento que puede salvar la vida a un paciente; el


médico general tiene que ser hábil y preciso, tanto para realizar la maniobra como
para indicarla correcta y oportunamente. Siempre se debe llevar a cabo como
último recurso terapéutico, y no postergarse cuando es indispensable para la vida.
124 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Capítulo 10)

REFERENCIAS
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11
Limpieza de heridas limpias,
contaminadas y traumáticas
Ulises Rodríguez Wong

INTRODUCCIÓN

Una herida es toda lesión ocasionada por medios físicos, químicos o biológicos,
que provoca una solución de continuidad en los tejidos blandos.

Antecedentes históricos
La primera referencia acerca del tratamiento de las heridas se encuentra en el
papiro de Smith, que data del año 1700 a. C.; en él ya se habla de la limpieza antes
de la aproximación de los bordes de las heridas mediante suturas o algunos otros
materiales de aproximación.
En Grecia, en La Ilíada (1 000 años a. C.), se describe la limpieza de heridas
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.

con agua tibia. Hipócrates estableció que las heridas deben mantenerse secas y,
si han de ser irrigadas, que se haga con agua pura o hervida. También Hipócrates
describió el cierre por primera y segunda intención, así como los signos de supu-
ración. En el año 600 a. C., Susruta practicaba una escrupulosa limpieza de las
heridas.
En la primera mitad del siglo I d. C., Celsus fue el primero en describir los sig-
nos de inflamación; también asentó la importancia de la limpieza de la herida,
hemostasia y remoción de cuerpos extraños antes del cierre de la misma. Galeno
también limpiaba las heridas de material extraño y realizaba suturas, pero apli-
caba un ungüento para favorecer la supuración, la cual consideraba necesaria
para que la herida sanara.

125
126 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Capítulo 11)

La noción de la supuración se consideró como esencial en la curación de las


heridas hasta que en el siglo XIII fue atacada por Teodorico de Cervia, hijo de
Hugo de Lucca. Teodorico estableció que la supuración retardaba la curación de
las heridas; su tratamiento consistía en desbridar los bordes de la herida, eliminar
todo cuerpo extraño, limpiarla con un paño suave mojado en vino tibio, para fi-
nalmente poder aproximar los bordes. Los mismos principios fueron aplicados
por su discípulo Henri de Mondeville.
En el siglo XIV, Guy de Chauliac estuvo en desacuerdo con Teodorico, favore-
ciendo el principio de la supuración de las heridas como buen signo de curación.
Fue hasta el siglo XVI cuando Ambrosio Paré recomendó el uso de una solución
digestiva de yema de huevo, aceite de rosas y trementina para la curación de las
heridas. Lister, Semmelweis, Ehrlich, Fleming y Florey comprendieron que las
bacterias eran patógenas; su control por medio de asepsia, antisépticos y antimi-
crobianos señaló una nueva era en el tratamiento de las heridas.

Definición

La limpieza de una herida es la técnica mediante la cual se eliminan las partículas


contaminantes, agentes infecciosos y tejido desvitalizado que se encuentran en
la lesión, para de esta forma poder restablecer la integridad de la herida.

Necesidad

El conocimiento de la limpieza de las heridas es fundamental, ya que es un proce-


dimiento básico que permite una adecuada curación de las lesiones y evita las po-
sibles complicaciones.

OBJETIVOS

Los objetivos de la limpieza y cuidado de las heridas son:

a. Eliminación de toda partícula extraña potencialmente infectante.


b. Permitir una adecuada cicatrización, funcional y cosméticamente acepta-
ble.
c. Evitar infección.

En el caso del tratamiento de heridas crónicas, el objetivo del tratamiento es crear


las condiciones óptimas para la cicatrización por contracción y epitelización, o
preparar el lecho de la herida para colgajos o injertos cutáneos.
Limpieza de heridas limpias, contaminadas y traumáticas 127

CLASIFICACIÓN DE LAS HERIDAS

Las heridas pueden clasificarse en:

a. Quirúrgicas.
b. No quirúrgicas (traumáticas).

A su vez, las heridas no quirúrgicas pueden clasificarse de acuerdo con la causa,


la profundidad y el grado de contaminación.
Según su causa, las heridas traumáticas pueden estar ocasionadas por instru-
mento punzocortante, contusión, proyectil de arma de fuego, machacamiento, la-
ceración o mordedura.
Las heridas traumáticas también pueden clasificarse de acuerdo con la profun-
didad y los órganos que interesen:

a. Escoriación: lesión dermoepidérmica que cicatriza por regeneración del


epitelio sin dejar huella visible.
b. Herida superficial: lesión que interesa la piel y el tejido subcutáneo hasta
la aponeurosis.
c. Herida profunda: lesión que incluye los planos superficiales, la aponeu-
rosis, el músculo y estructuras neurovasculares.
d. Herida penetrante: es aquélla que lesiona los planos superficiales, lle-
gando al interior de cualquiera de las grandes cavidades (cráneo, tórax, ab-
domen).
e. Herida perforante: es una herida que, además de penetrar a una cavidad,
ha interesado alguna de las vísceras en ella contenidas (figura 11--1).

Otra forma de clasificar las heridas de origen traumático es considerando el grado


E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.

de contaminación:

a. Limpias: son las heridas recientes, hechas por un instrumento cortante, de


bordes nítidos, que no contienen suciedad ni materiales extraños y que es-
tán libres de bacterias, como son laceraciones y lesiones con pérdida míni-
ma de piel.
b. Contaminadas: son generalmente producidas por traumatismo, tienen más
de seis horas de producidas y probablemente están inoculadas por bacte-
rias; a menudo contienen material extraño, polvo y tejido desvitalizado,
como son laceraciones con necrosis marginal, lesiones por avulsión con
pérdida de piel y lesiones por contusión.
c. Infectadas: son las heridas que presentan gérmenes en desarrollo, con sig-
nos claros de infección y en las que se puede encontrar tejido muerto, supu-
128 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Capítulo 11)

1 2 3 4 5

Figura 11--1. Clasificación de las heridas de acuerdo a su profundidad y tejidos que inte-
resan. 1. Escoriación. 2. Herida superficial. 3. Herida profunda. 4. Herida penetrante. 5.
Herida perforante.

ración e inflamación; el paciente puede presentar leucocitosis y fiebre. To-


das las heridas de origen traumático de más de 12 horas de evolución sin
tratamiento específico deben ser observadas, y generalmente su apariencia
macroscópica es suficiente para reconocer la infección evolutiva.

TIPOS DE CICATRIZACIÓN

De acuerdo con la forma de tratamiento que se da a las heridas, los tipos de cicatri-
zación se pueden clasificar de la siguiente manera:

a. Cicatrización por primera intención: es la que se presenta en una herida


causada por un instrumento cortante, que tiene bordes nítidos, limpios y
en la que se usan medios de fijación como la sutura quirúrgica. La cicatri-
zación evoluciona sin complicaciones, con buena epitelización, y su fuer-
za tensil es suficiente en un lapso de ocho días.
b. Cicatrización por segunda intención: es aquélla en la que los bordes de
la herida están separados a consecuencia de pérdida de tejido por trauma
o por infección. En este caso cabe esperar la aparición de tejido de granula-
ción, que llenará el defecto con tejido conectivo; su epitelización se lleva
a cabo en más de 15 días con una fase prolongada de remodelación.
Limpieza de heridas limpias, contaminadas y traumáticas 129

c. Cicatrización por tercera intención o cierre secundario: se realiza en


una herida que tiene los bordes separados por falla de una sutura primaria
y que, ya limpia y granulada, es suturada con el objeto de acelerar la epite-
lización y minimizar la deformación secundaria.
d. Cierre primario retardado: se trata de una herida contaminada que se
debe dejar abierta por 3 a 10 días y posteriormente, ya granulada, se cierra
con sutura primaria.

INDICACIONES

La limpieza de las heridas está siempre indicada; sin embargo, hay que tener pre-
sente que las heridas crónicas de diversas causas cicatrizarán por segunda inten-
ción siempre y cuando se traten los factores subyacentes y las enfermedades con-
comitantes. Por ejemplo, se requerirá de medias elásticas o vendajes compresivos
en las úlceras secundarias a estasis venosa y, por el contrario, en las úlceras por
presión deberá eliminarse todo tipo de presión adicional. En el caso de úlceras
diabéticas, habrá que controlar la diabetes del paciente.

CONTRAINDICACIONES

Existen heridas en las que, antes que la limpieza, la prioridad es atender lesiones más
graves, como en el caso de lesiones vasculares, tendinosas, nerviosas o fracturas.
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.

EVALUACIÓN INTEGRAL DEL PACIENTE

Tiempo y mecanismo de lesión

Antes de revisar la herida, el médico debe preguntar al paciente la hora y mecanis-


mo de la lesión. El tiempo transcurrido entre el momento de la lesión y el arribo
al centro de atención médica es muy importante, ya que si éste se retrasa por más
de seis horas conlleva a una mayor proliferación de bacterias, con amplias posibi-
lidades de producir infección.
El borde de la herida es la parte más susceptible a infección. En caso de que
la lesión haya sido producida por un objeto cortante, como un vidrio, cuchillo o
metal, se produce una fuerza tangencial que origina un corte lineal. En estos casos
130 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Capítulo 11)

la herida es más resistente a la infección. Cuando la herida es producida por con-


tusión, la energía necesaria para la disgregación tisular es mucho mayor, y se pro-
duce una herida en forma estrellada. Este tipo de heridas, provocadas por com-
presión, es 100 veces más susceptible a infección.

Contaminantes de la herida

Un inóculo de bacterias puede provenir del objeto lesivo o bien de la microflora


cutánea. Las heridas que tienen relación con la cavidad oral humana suelen estar
muy contaminadas. Es importante valorar la presencia de cuerpos extraños en las
heridas, tales como fragmentos del objeto lesivo, trozos de ropa, tierra o cualquier
tipo de desechos, especialmente cuando las heridas se producen en accidentes en
la calle o en áreas de trabajo.

Factores que pueden alterar la cicatrización de la herida

a. Factores sistémicos: edades extremas, obesidad, desnutrición, uso de in-


munosupresores (quimioterápicos y corticosteroides), enfermedades cróni-
cas descontroladas (diabetes, insuficiencia renal, neoplasias), desórdenes
hereditarios y adquiridos del tejido conjuntivo (Ehlers--Danlos, Marfán,
osteogénesis imperfecta), deficiencia de vitamina C.
b. Factores locales: contaminación bacteriana e infección, cuerpos extra-
ños, presencia de tejido necrótico, deficiente vascularidad tisular, tensión
o edema, hematomas.
c. Otros factores: tendencia a la cicatrización queloide o hipertrófica, aler-
gia a anestésicos, antisépticos o antibióticos, vacunación antitetánica.

PROCEDIMIENTO

Material

S 2 pares de guantes estériles.


S Cubreboca.
S Lidocaína simple a 1 y 2%, con o sin epinefrina.
S 2 jeringas de 5 mL con aguja.
S 1 jeringa de 20 o 50 mL o jeringa asepto.
S Catéter corto calibre 16 a 19.
Limpieza de heridas limpias, contaminadas y traumáticas 131

S Solución salina a 0.9% (1 000 mL).


S Gasas estériles.
S Yodopovidona, clorhexidina o hexaclorofeno.
S Nylon 3--0 y catgut simple 2--0.
S Tela adhesiva, MicroporeR.
S Equipo de cirugía menor:
S Mango de bisturí No. 4 (hoja 20 a 25).
S Mango de bisturí No. 3 (hoja 15).
S Tijera de Mayo recta.
S Tijera de Mayo curva.
S 6 pinzas de Halsted curvas.
S 1 pinza de disección con dientes.
S 1 pinza de disección sin dientes.
S 2 separadores Farabeuf.
S Portaagujas Hegar--Mayo.
S Riñón de acero inoxidable.
S Flanera.
S Un bulto de ropa quirúrgica estéril.

Valoración y preparación de la herida

El médico debe utilizar guantes y cubreboca al inspeccionar la herida; la observa-


ción de la herida mejora si se utilizan lentes de aumento, ya que permiten apreciar
detalles finos, tanto para limpieza como para reparación de estructuras.
Debe existir una iluminación adecuada y control del sangrado para poder iden-
tificar cuerpos extraños o la lesión de alguna estructura vital. Si la herida está en
una extremidad, puede lograrse un campo exangüe al insuflar el manguito de un
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.

esfigmomanómetro en un punto proximal a la lesión hasta una presión que exce-


da la presión sistólica del paciente.
Es necesario llevar a cabo un minucioso examen neurovascular de la herida
antes de anestesiar o suturar la misma. Se puede corroborar la perfusión mediante
palpación de pulsos y valoración del llenado capilar distal a la herida. La palpa-
ción de las estructuras óseas cercanas a la herida permitirá sospechar alguna frac-
tura, lo cual se puede confirmar con el estudio radiológico correspondiente.
El cabello se ha considerado como una fuente de contaminación que puede
complicar el cierre de la herida; sin embargo, se refiere que su lavado disminuye
el riesgo de infección, y no rasurar evita la incomodidad estética para el paciente.
El rasurado de los folículos pilosos de la herida puede favorecer el acceso de bac-
terias, incrementando el riesgo de infección; en caso de realizarse, se prefiere rea-
lizarlo con tijeras. El pelo no debe ser removido de las cejas y pestañas, porque
132 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Capítulo 11)

puede favorecer un crecimiento anormal y, además, sirve como referencia para


la reparación de la herida.

Anestesia
En el caso de heridas pequeñas se recomienda la anestesia local por infiltración
o por aplicación tópica, teniendo en cuenta que en heridas en dedos no deberá uti-
lizarse epinefrina, por el riesgo de comprometer la irrigación de estas regiones
distales.
En el caso de heridas grandes se puede recurrir a los bloqueos nerviosos, o bien
a procedimientos de anestesia general.

Técnica
1. Colocación de cubreboca y guantes estériles.
2. Se procede a anestesiar la región (figura 11--2A).
3. Se coloca un apósito estéril sobre la herida. Lavar con agua y algún anti-
séptico la región circundante a la herida. Deben quitarse todos los contami-
nantes. Hay tres agentes antisépticos que tienen una efectividad similar:
yodopovidona, clorhexidina y hexaclorofeno (figura 11--2B).
4. Retirar el apósito que cubre la herida y proceder a irrigar la misma en for-
ma abundante con solución salina. Cuando la herida es sucia e irregular,
se debe extremar este cuidado.
La irrigación apropiada reduce la contaminación bacteriana y ayuda
a prevenir la infección. La presión de irrigación óptima es desconocida,
pero la literatura recomienda altas presiones, con una presión de impacto
sobre la herida de 5 a 8 libras por pulgada cuadrada. Sin embargo, las pre-
siones altas pueden incrementar el trauma del tejido y, por lo tanto, serán
reservadas para heridas altamente contaminadas. La solución salina ha
sido la solución irrigante más efectiva, útil y económica. Una manera efec-
tiva de irrigar la herida es mediante una jeringa de 20 a 50 mL con un caté-
ter corto de calibre 16 a 19, o bien con una jeringa asepto (figura 11--2C).
5. En caso de haber tejido desvitalizado, se procede a la desbridación necesa-
ria, removiendo con pinzas de disección y bisturí el tejido y los bordes des-
garrados de la herida. Todo el tejido que se considere no viable y contami-
nado debe ser retirado, evitando el daño a estructuras viables adyacentes.
Cualquier tejido desvitalizado favorece la infección (figura 11--2D).
6. Una vez realizada la desbridación se procede a irrigar la herida nuevamen-
te, pudiendo lavarse con gasas impregnadas en un antiséptico suave, para
finalmente volver a irrigar la herida en forma abundante.
7. En caso de haber hemorragia, se realizará hemostasia.
Limpieza de heridas limpias, contaminadas y traumáticas 133

B C

D E
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.

Figura 11--2. Reconstrucción de heridas. A. Herida cortante superficial que está siendo
anestesiada. B. Se coloca gasa estéril dentro de la herida y se procede a lavar su perife-
ria con solución antiséptica. C. Se irriga la herida, retirando todo contaminante. También
se puede lavar con solución antiséptica. D. Se desbrida el tejido desvitalizado. E. Se cie-
rra la herida con sutura adecuada (piel con monofilamento no absorbible). F. Se coloca
apósito protector de la herida.
134 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Capítulo 11)

La reconstrucción o cierre de la herida puede tener varias alternativas. Muchas


heridas son susceptibles de cerrarse en forma primaria para disminuir la incomo-
didad del paciente y favorecer la rápida curación; sin embargo, el tiempo durante
el cual el cierre de la herida es seguro necesita ser adaptado individualmente so-
bre las bases que la causaron, localización y factores subyacentes. Las alternati-
vas para el cierre de heridas incluyen suturas, grapas y adhesivos (figura 11--2E).
Las heridas con cierre primario se cubren durante algunos días con un apósito
estéril no adherente para protegerlas de cualquier invasión bacteriana en tanto los
bordes forman un sello epitelial, esto es, durante un mínimo de 24 a 48 horas; ade-
más, el apósito sirve para absorber el líquido que escape de la herida (figura
11--2F).

Cuidados generales

S El uso profiláctico de antibióticos no es recomendado. Debe ser individua-


lizado teniendo en cuenta el grado de contaminación bacteriana, la presen-
cia de riesgos potenciales de infección y el mecanismo de lesión, así como
otros factores subyacentes y enfermedades asociadas (diabetes, inmuno-
compromiso).
S La limpieza de la herida es más importante que el uso de antibióticos.
S Los antibióticos están indicados en heridas de alto riesgo (contaminadas,
de larga evolución, profundas o con gran cantidad de tejidos desvitaliza-
dos) y en pacientes inmunosuprimidos.
S La eficacia de los antibióticos depende en gran medida de la administra-
ción precoz de los mismos. La mayoría de las heridas infectadas con estafi-
lococos o estreptococos responden a penicilinas resistentes a las penicili-
nasas, como la dicloxacilina y cefalosporinas de primera generación.
S Instruir al paciente para vigilar en su herida la aparición de signos de infec-
ción: eritema, aumento de la temperatura local, edema o drenaje de pus.
S Las suturas y las grapas pueden retirarse en la mayoría de las áreas del
cuerpo después de siete días (cara, tres a cinco días; suturas con tensión,
como en articulaciones, 10 a 14 días).
S Después de remover las suturas, el cierre de la herida debe ser reforzado
con tela o adhesivos quirúrgicos para evitar dehiscencia (vendoletas).
S La cicatriz de la herida puede cambiar su aspecto durante el año posterior
a la reparación.
S Los pacientes deben evitar la exposición de la herida al sol para evitar com-
plicaciones como la hiperpigmentación.
S El manejo del dolor es otro aspecto importante, generalmente puede reali-
zarse utilizando analgésicos antiinflamatorios no esteroideos.
Limpieza de heridas limpias, contaminadas y traumáticas 135

COMPLICACIONES

1. Infección.
2. Errores de cicatrización:
S Cicatriz queloide.
S Cicatriz hipertrófica.
S Cicatriz retráctil.
S Granuloma piógeno.
3. Defectos de cicatrización:
S Dehiscencia.
S Ulceración.

CONCLUSIONES

A lo largo de la historia de la cirugía, el cuidado de las heridas para lograr su ade-


cuada cicatrización ha sido un tema apasionante y de sumo interés; el manejo
actual de las heridas debe ser del conocimiento del médico general, que tratará
a muchos pacientes con esta situación. Conocer los tipos de heridas, formas de
cicatrización, uso adecuado de suturas y nudos, anestésicos locales, antisépticos,
analgésicos, antibióticos y los tiempos fundamentales de la cirugía (corte, he-
mostasia, separación, disección y sutura) son principios básicos para el adecuado
manejo de las heridas limpias y de las contaminadas.

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136 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Capítulo 11)
12
Principios de inmovilización. Lesiones
del sistema musculosquelético
Leticia Calzada Prado, María Graciela Zermeño Gómez

ANTECEDENTES

Antes de iniciar el tratamiento de una lesión del sistema musculosquelético debe


tenerse en cuenta el efecto sobre los mecanismos de la biología de la reparación
en el proceso de cicatrización de estos tejidos, desde el punto de vista fisiológico
y mecánico, derivado de la evolución de la especie a través de millones de años
y modificada por las diferentes técnicas de tratamiento, siendo el objetivo princi-
pal la cicatrización de estas lesiones con integridad funcional.
El principio del tratamiento de las fracturas y luxaciones se documenta por pri-
mera vez en el año 3000 a. C. por Imhotep en el papiro egipcio de Edwin Smith,
mediante inmovilización con férula de madera y vendaje previa reducción de la
fractura. En el año 400 a. C., Hipócrates describe técnicas innovadoras de venda-
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.

jes. De igual manera, Galeno, en al año 160 d. C., reporta una amplia variedad
de inmovilizaciones. Abulcasis, en el año 1000 d. C., utiliza férulas diseñadas
con flores, clara de huevo y otros materiales, con la ventaja de que los cambios
son poco frecuentes.
Fue hasta 1852 cuando Mathijesen, cirujano holandés, utilizó los vendajes de
yeso de Paris para inmovilizar las fracturas. En ese mismo año, Pirogov refinó
las técnicas de vendaje y enyesado e insistió en la inmovilización antes del trasla-
do del paciente. El objetivo principal era encontrar un material que permitiera la
inmovilización de la fractura sin cambios diarios de la misma por su menor resis-
tencia. Actualmente se utilizan otros materiales para el uso de férulas y aparatos
circulares con mayor resistencia y funcionalidad.

137
138 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Capítulo 12)

PRINCIPIOS DEL TRATAMIENTO

E1 objetivo del tratamiento de las lesiones del sistema musculosquelético es ana-


tómico y fisiológico al restaurar la longitud, alineación y forma previa del tejido
óseo, de las articulaciones y músculos, hasta alcanzar su función previa, median-
te la actividad funcional que estimule la reparación de los tejidos, mantenga la
circulación, el tono muscular y el movimiento de las articulaciones mediante la
inmovilización del segmento afectado a través de férulas o aparatos circulares
adecuados, temporales o definitivos, hasta la cicatrización de los tejidos. El uso
temprano de los segmentos libres disminuye las complicaciones.
Son tres los principios básicos del tratamiento de las lesiones del sistema
musculosquelético:

1. Alineación. Corregir el desplazamiento.


2. Inmovilización adecuada y continua. Debe incluir las articulaciones
proximal y distal a la lesión.
3. Actividad funcional. Movilización temprana de articulaciones libres.

La inmovilización de las lesiones del sistema musculosquelético tiene como ob-


jetivos alinear la extremidad lesionada en la posición anatómica posible para dis-
minuir la movilidad de la fractura, controlar la pérdida sanguínea, disminuir el
dolor y prevenir mayor lesión a los tejidos blandos. Cuando se trata de fracturas
expuestas, se deberá colocar apósito estéril e identificar y controlar el sangrado
antes de realizar la inmovilización.

INVESTIGACIÓN

Antes de realizar cualquier inmovilización externa se debe interrogar el mecanis-


mo de la lesión para determinar el daño de los tejidos, las condiciones ambienta-
les en que se llevó a cabo, información de lesiones previas o patologías asociadas
y el tiempo transcurrido entre la lesión y el inicio del tratamiento, así como el
manejo previo en el sitio del accidente.
Se debe realizar un examen físico general y específico del sistema musculos-
quelético antes de cualquier inmovilización, y debe ser completo en todas sus fa-
ses, dado que pueden existir lesiones importantes en las extremidades sin eviden-
cia clínica, como en la inestabilidad articular por lesión capsular, ligamentosa o
musculotendinosa, que causan alteraciones funcionales. El examen del paciente
tiene como objetivo identificar lesiones que ponen en peligro la vida y la extremi-
dad, así como lesiones ocultas, siendo un requisito indispensable observar y ha-
Principios de inmovilización. Lesiones del sistema musculosquelético 139

blar con el paciente cuando las condiciones neurológicas lo permitan. Esta revi-
sión será sistematizada, completa y comparativa. Los parámetros evaluados son:
cubierta cutánea, estado circulatorio, función neuromuscular, estabilidad ósea y
ligamentaria.

a. Inspección. Al visualizar las extremidades siempre se deberá evaluar:


1. Perfusión, coloración. Es indicativa de la función del flujo arterial que
se puede alterar en una lesión vascular, por lo cual hay que identificar
hemorragias externas o presencia de edema importante en el segmento
que orienta a sospechar un síndrome compartimental.
2. Cubierta cutánea. El trauma cerrado de tejidos blandos es difícil de
evaluar; es mejor evaluado conociendo el mecanismo de la lesión. Las
lesiones por aplastamiento pueden mostrar abrasiones o maceración en
la piel, que son datos clave que orientan a sospechar lesión muscular
importante.
3. Función neuromuscular. La inspección incluye la observación de la
función motora espontánea en las extremidades para identificar anor-
malidades neurológicas o musculares que se deben aplicar al paciente
consciente e inconsciente.
4. Deformidad, angulación y acortamiento de la extremidad. Son sig-
nos evidentes de fractura o luxación, relacionados con la intensidad del
traumatismo y el mecanismo de lesión, y la posición de la extremidad
orienta al tipo de patología. Edema, equimosis o hematomas sobre o en
la periferia de la articulación o sobre la superficie de un hueso subcutá-
neo, como en la tibia o en la rodilla, son signos evidentes de lesión ósea
o capsuloligamentaria.
b. Palpación. Permite determinar la función neurológica mediante la sensi-
bilidad, la pérdida de ésta al dolor o al tacto que orientan a lesiones nervio-
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sas periféricas o medulares. La palpación en el trayecto del hueso en bús-


queda de dolor, crepitación y movimientos anormales ayuda a identificar
fracturas ocultas. Dolor, hipersensibilidad, edema o deformidad sobre su-
perficie ósea subcutánea confirman el diagnóstico de fractura. No se reco-
mienda intencionadamente buscar crepitación o movilidad anormal para
confirmar una fractura, dado que se puede ocasionar mayor lesión a tejidos
blandos. La estabilidad articular se determina mediante la movilidad
activa y pasiva, la presencia de dolor en el trayecto óseo o ligamentario,
lo que ayuda a sospechar inestabilidad capsular, ligamentaria u ósea.
Se valora el estado circulatorio mediante la palpación de pulsos dista-
les a la lesión en forma comparativa, llenado capilar, temperatura, sensibi-
lidad, anormalidades motoras, presencia de hemorragias pulsátiles y
hematomas expansivos, que son indicativos de lesión arterial. En pacien-
140 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Capítulo 12)

tes hemodinámicamente estables con palidez de la extremidad y pareste-


sias con pulsos presentes se debe documentar con un Doppler para descar-
tar lesión arterial.

OBJETIVOS DE LA INMOVILIZACIÓN

1. Sintomático, para disminuir el dolor al colocar la extremidad en posición


funcional y evitar movimientos en el sitio de la lesión.
2. Pronta restauración de la función, mediante una inmovilización efectiva
y segura para disminuir el riesgo de lesiones asociadas.

INDICACIONES

Toda lesión traumática del sistema musculosquelético, como esguince, luxación,


fractura, lesiones musculares y tendinosas, contusiones y lesiones de tejidos
blandos intraarticulares.

TIPOS DE INMOVILIZACIÓN

1. Temporales. Se consideran por el tipo de lesión, para uso de traslado o por


el tipo de lesión que requiere tratamiento quirúrgico.
2. Definitivas. Pueden ser férulas o aparatos circulares de acuerdo al tipo de
lesión, siempre en posición funcional, que deberán permanecer hasta obte-
ner la cicatrización de los tejidos lesionados. Se pueden confeccionar con
vendas de yeso o de fibra de vidrio, que cuentan con longitud variable,
adaptadas al segmento lesionado.

PROCEDIMIENTO

Material

S Mesa de trabajo de superficie metálica lisa para estirar bien las vendas ye-
sadas antes de aplicarlas y limpiar con facilidad los restos de yeso.
Principios de inmovilización. Lesiones del sistema musculosquelético 141

S Baldes de acero inoxidable, porque es fácil mantenerlos limpios y pueden


ser utilizados durante mucho tiempo.
S Tijeras.
S Cuchillos comunes de zapatero: los 2.5 cm de la punta se utilizan para re-
cortar el yeso; deben mantenerse bien afilados.
S Separadores y dobladora para separar los bordes del yeso.
S Pinza de van Buren para secuestros, que se utiliza para doblar los bordes
de los yesos.
S Vendas yesadas (sulfato de calcio) en rollos de 5, 7.5, 10, 12.5, 15 y 20 cm
de ancho; existen dos velocidades de fraguado: extrarrápido (endurece en
dos a cuatro minutos) y rápido (endurece en cinco a ocho minutos).
S Venda elástica de 5, 10, 15 y 30 cm de ancho, útil como acolchado fino
junto a la piel; se usa para aplicar espigas o chalecos corporales.
S Yesos resinosos: son un útil suplemento de la técnica del yesado, tienen más
o menos la mitad del espesor y peso del yeso común y más o menos cuatro
veces su fuerza; son impermeables, de gran dureza y friabilidad de resina.
S Yeso elástico (OrthoflexR): es útil para recortar moldes exactos, como los
muñones para amputación.
S Tablillas yesadas de:
S 7.5 x 40 cm (corta y angosta).
S 10 x 40 cm (corta y ancha).
S 12.5 x 80 cm (ancha y larga).
S 12.5 x 120 cm (ancha y extra larga).
S Algodón prensado en rollos de 5, 7.5, 10, 12.5 y 15 cm de ancho.
S Fieltro en láminas de 0.3 y 0.6 cm de espesor para acolchar las eminencias
óseas.
S Fibra de vidrio.
S Vaselina: evita que el yeso se adhiera a las manos del yesador y se usa para
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acuñar los yesos.


S Jeringa de goma con la que se rocía agua para hacer el frotado y modelado
final del yeso.
S Talco, en la piel mojada irritada antes de colocar el yeso.
S Lápices indelebles para anotar el diagnóstico y las fechas de la operación
y la colocación del yeso.
S Tacos de madera de diversas formas y tamaños para calzar los yesos (tro-
zos de pino de 1.8 x 1.2 cm o 0.6 x 2 cm).
S Sierra eléctrica oscilante para quitar yesos.
S Cizalla para yesos.

La venda de yeso de Paris consiste en un rollo de muselina endurecida por un


almidón impregnada con hemihidrato de sulfato de calcio. Cuando se agrega
142 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Capítulo 12)

agua, el sulfato de calcio se cristaliza (CaSO4 H2O + H2O = CaSO4 2H2O + calor).
Esta reacción química es irreversible, y explica el calor que acompaña a la elabo-
ración de una férula o aparato circular. Se puede modificar la liberación del calor
con agua a temperatura ambiental y grosor de la inmovilización; se ha demos-
trado que el agua caliente y la cantidad de yeso utilizado genera mayor calor, que
puede ocasionar quemaduras en la extremidad.
El fraguado de la inmovilización es el cambio de yeso de Paris a yeso crista-
lizado; este material reacciona con el agua y forma cristales largos y delgados que
se entrelazan entre sí a través de las capas, creando una pieza rígida y no lámina
de yeso. Si ocurren movimientos durante el fraguado, los cristales serán más cor-
tos y no se unirán con tanta rigidez, obteniéndose un molde débil.
El tiempo que requiere un yeso para formar una estructura rígida después del
contacto con el agua se denomina tiempo de fraguado. Actualmente existen dos
tipos de velocidad de fraguado en las vendas: extrarrápido (de dos a cuatro minu-
tos) y rápido (de cinco a ocho minutos). Estas diferencias son importantes al efec-
tuar la colocación de un aparato o férula; se debe colocar la venda con rapidez
suficiente para que se forme una sola unidad. Diversos factores influyen en la ra-
pidez de esta reacción: el yeso finamente pulverizado se combina con el agua más
rápido que los gránulos más grandes. El agua tibia o caliente acelera la reacción
química. Las vendas bien exprimidas antes de su aplicación fraguan con más ra-
pidez. Si el agua contiene yeso residual de utilización previa, se acelera la reac-
ción. El uso de sustancias para acelerar o retardar el fraguado disminuye la resis-
tencia del molde de yeso.
El molde de yeso que acaba de fraguar se encuentra en la etapa “verde”. La
reacción química del yeso de Paris es favorecida por abundancia de agua; sin em-
bargo, el agua no se fija por completo en la estructura cristalina; este exceso de
agua se acumula en sacos y explica la humedad y aumento de peso del molde.
La resistencia máxima del molde de yeso requiere de la evaporación del agua no
fijada. El molde seca por evaporación del agua excesiva, dando como resultado
un aparato que contiene muchos sacos de aire que lo hacen ligero y permeable;
la piel respira por estos orificios de ventilación. El tiempo de secado es propor-
cional a la cantidad de agua que tenga que evaporarse y del grosor del yeso. La
evaporación es modificada por el medio ambiente que rodea al paciente, en una
atmósfera húmeda seca con más lentitud, mientras que la humedad desaparece
al aire seco y tibio.
Existen otros sustitutos del yeso de Paris; el más utilizado es una tela de punto
de fibra de vidrio que está impregnada con resina de poliuretano. La exposición
al agua realiza una reacción química que hace que las vendas endurezcan. Estos
materiales, a diferencia del yeso, tienen la ventaja de ser ligeros, de mayor resis-
tencia, radiolúcidos y, cuando se usan adecuadamente, toleran el agua. La mayor
desventaja de la fibra de vidrio es que no se puede moldear con la misma facilidad
Principios de inmovilización. Lesiones del sistema musculosquelético 143

que el yeso; una segunda desventaja de la resina de poliuretano es su adhesión


a la piel y a la ropa, para lo cual se debe colocar con guantes y evitar zonas no
protegidas durante su aplicación. En caso de adhesión a la piel, se debe retirar con
alcohol o acetona y frotar ligeramente. El tiempo de fraguado habitual es aproxi-
madamente de tres minutos; puede alargarse al utilizar agua más fría o no escu-
rrirla. Debe tomarse en cuenta en su aplicación que el material es menos flexible,
por lo tanto menos moldeable, por lo cual es adecuado para fracturas estables que
no requieran de un moldeado. Existen vendas elásticas de 5, 7.5, 10, 15 y 20 cm
utilizadas para la colocación de férulas, y algodón prensado en rollos (guata) de
5, 7.5, 10, 12.5 y 15 cm de ancho, que sirve para acolchonar los puntos óseos
salientes; se deberá colocar antes del vendaje de yeso, evitando dobleces que pue-
den ocasionar dolor.
Su uso evita las úlceras por presión y el maceramiento de la piel y da protec-
ción en el momento del retiro

TÉCNICA

Dos son las reglas que rigen la extensión de la fijación de las inmovilizaciones:
incluir las articulaciones proximal y distal a la lesión y no inmovilizar articula-
ciones cuando no sea necesario.

Férulas

1. Paciente en posición cómoda (sentado o en decúbito dorsal).


2. Contar con el material adecuado, colocado cerca del paciente.
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3. Posición gentil, colocar y mantener la extremidad en posición fisiológica.


4. Medir previamente la longitud de la férula y elaborar con 16 a 18 capas
de vendas de yeso para adultos y de 12 a 14 para niños.
5. Si no existe evidencia de compromiso circulatorio en la extremidad, se
procede a colocar acolchonamiento, protegiendo superficies óseas promi-
nentes con el algodón o guata.
6. Se coloca la férula en un balde con agua suficiente a temperatura ambiente,
hasta que no salgan burbujas; se procede a sacarla.
7. Se retira el exceso de agua y se coloca sobre una superficie plana para que
se adhieran las capas.
8. Se coloca sobre el sitio lesionado y se fija la férula con vendaje elástico
continuo, manteniendo siempre la posición y moldeándola cuidadosa-
mente alrededor de las prominencias. Debe recordarse que en codos, rodi-
144 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Capítulo 12)

llas y tobillos los vendajes deben ser en 8, para evitar compromiso circula-
torio.
9. Una vez colocada la férula se deben evitar movimientos de las articulacio-
nes hasta el fraguado, con la finalidad de disminuir la resistencia de la fé-
rula.
10. Al término de la inmovilización, verificar siempre llenado capilar, tempe-
ratura, coloración de la extremidad afectada y ausencia de dolor.
11. Iniciar movilización de las articulaciones libres para prevenir rigidez ar-
ticular al retiro del yeso.
12. Indicarle siempre al paciente los signos de alerta de compromiso neuro-
vascular de la extremidad, así como los cuidados de la inmovilización.

Aparatos circulares
Indicados en fracturas no desplazadas o previa reducción.
1. Paciente en posición cómoda sentado en decúbito dorsal.
2. Se necesita asistencia para mantener la extremidad en posición fisiológica
o para la manipulación de la lesión.
3. Si no existe compromiso neurovascular, se procede a colocar protección
almohadillada, cuidando las prominencias óseas.
4. Colocar las vendas de yeso de una en una en un balde de agua a temperatura
ambiental, siempre suficiente, y retirarla hasta que desaparezcan las bur-
bujas; se debe colocar con suavidad y firmeza y, con una mano, alisar para
que las capas fragüen y se adhieran juntas; para seguir mejor el contorno
se hace un doblez traccionando la venda.
5. El moldeado del yeso alrededor de las prominencias óseas deberá reali-
zarse antes del fraguado.
6. Con las manos sin yeso se procede a proteger el doblez de la guata, así
como al retiro de yeso en sitios donde no debe existir, y los bordes de la
guata, o stockinette, se fijan con venda de yeso o de fibra de vidrio.
7. Se coloca la extremidad en posición adecuada para completar el fraguado
sin que se ocasione presión sobre los tejidos.
8. Corroborar nuevamente la ausencia de compromiso neurovascular distal
de la extremidad.
9. Darle indicaciones al paciente sobre los cuidados del yeso y datos de alerta
de compromiso circulatorio de la extremidad.
El molde de yeso se considera ideal cuando cumple dos objetivos:
1. Debe ajustar de manera precisa las prominencias óseas y salientes anató-
micas donde se reflejan sobre el moldeado.
Principios de inmovilización. Lesiones del sistema musculosquelético 145

2. Debe tener una extensión que sea suficiente para abarcar los segmentos
articulares proximales y distal a la lesión.

COMPLICACIONES

Por sus características, la inmovilización externa, en especial los moldes de yeso


(circulares), por su naturaleza rígida tienen dos complicaciones: presión y cons-
tricción; pensar en ellos en el momento de la colocación del aparato evitará las
complicaciones.

Presión

a. Piel. Identificar las prominencias subcutáneas, para evitar la presión de la


inmovilización sobre los tejidos blandos contra el hueso produciendo is-
quemia; cuando ésta es prolongada produce necrosis tisular y aparición de
úlceras de presión.
b. Nervios. Las úlceras por presión no son la única secuela de un molde de
yeso no acojinado o mal ajustado; puede también existir compresión de
un nervio periférico superficial contra el hueso. El ejemplo clásico es el
nervio poplíteo externo comprimido en el cuello del peroné; esta compre-
sión puede ser completa o incompleta, reversible o irreversible; tan pronto
se diagnostique se retira el yeso.
c. Constricción. Es causada por la presión rígida en circunferencia aplicada
a la extremidad por el molde de yeso; la fuerza es suficiente para impedir
el retorno venoso y alterar la circulación arterial, lo que conlleva a isque-
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mia de la extremidad. Un yeso apretado o mal ajustado puede producir


constricción; si la posición de una extremidad se mueve durante la aplica-
ción del yeso, puede ser suficiente para producir constricción, en especial
en el codo y la rodilla, si el ángulo de la articulación cambia.

La causa más frecuente de constricción es el edema de la extremidad; después


de aplicar una inmovilización se debe tomar en cuenta el daño de los tejidos blan-
dos y la posibilidad de desarrollar edema como consecuencia del traumatismo.
Pueden ocasionar constricción los apósitos húmedos en sangre y con sangre coa-
gulada colocados debajo del yeso, lo que producirá compresión en toda la extre-
midad y oclusión en la circulación.
Signos de alerta: el primer síntoma de hipoxia de los tejidos es dolor, y se pue-
de asociar con parestesias de tipo punzante o ardoroso en los dedos de las manos
146 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Capítulo 12)

y pies, así como parálisis y limitación de los movimientos de los dedos asociada
a dolor. Además, ausencia de pulso, alteración en el llenado capilar, palidez, poi-
quilotermia y parestesias (hiperestesia y anestesia) y parálisis, que es un signo
tardío de isquemia.
Ante estos síntomas y signos se debe retirar todo aparato de yeso o abrir el mol-
de de yeso, recordando que a veces el almohadillado es la causa del efecto com-
presor, y retirar apósitos rígidos y mantener en observación. Siempre en primer
lugar sospechar la lesión, observar, reconocer y tratar en forma inmediata la com-
presión.

Edema distal al yeso

El edema en los dedos de manos y pies es inevitable después de una lesión en


muñeca y tobillo; disminuye al mantener en alto la extremidad y con los ejerci-
cios activos de los dedos; un error común es cortar el borde inferior del yeso a
un nivel más proximal.
Otra de las causas es la posición de la extremidad como consecuencia de la
acción de la gravedad.

Dermatitis

Se presenta dermatitis cuando se aplica directo el yeso sin almohadillado; la piel,


por regla general, se vuelve seca y escamosa; en pacientes con piel sensible se
desarrolla una dermatitis, cuyos primeros síntomas son comezón e irritación
acompañadas de dolor, por lo cual se debe realizar una ventana o retiro de la in-
movilización.
Siempre se le debe indicar al paciente:

1. Toda inmovilización se debe mantener descubierta en las primeras 24 a 48


horas.
2. Proteger el molde de yeso hasta que alcance su resistencia máxima y esté
completamente seco.
3. Evitar la humedad, cubriendo la extremidad al bañarse. La humedad hace
que el yeso se ablande y se debilite.
4. Evitar introducir objetos en el aparato de yeso para rascarse.
5. No retirar el acojinamiento de la inmovilización.
6. Ejercicios de las articulaciones libres.
7. Mantener la extremidad inmovilizada en alto.
Principios de inmovilización. Lesiones del sistema musculosquelético 147

Figura 12--1. Collarín de plástico ajustable para sostén de las lesiones estables de la
columna cervical.

INMOVILIZACIONES ESPECÍFICAS

En las figuras 12--1 a 12--5 se presentan diversas formas de inmovilización.

Miembro superior
En la extremidad torácica deben tenerse en cuenta las prominencias óseas, epi-
cóndilo, epitróclea, olécranon, apófisis estiloides, cubital y radial.
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Figura 12--2. Vendaje en figura de ocho para el tratamiento de una fractura de clavícula.
El vendaje, formado por un tejido elástico de algodón en rama, es ajustable; se puede
poner tirante todos los días.
148 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Capítulo 12)

Vendaje de Saul o cabestrillo


Indicado para lesiones de la cintura escapular (escápula, clavícula y húmero pro-
ximal); puede ser temporal o definitivo.
Se inmoviliza el brazo al tórax con el codo en flexión y el antebrazo contra el
abdomen. Se aplica en el paciente sentado o de pie si las condiciones lo permiten,
llevando el brazo sano encima de la cabeza; siempre almohadillar pliegues ma-
marios y región axilar, para evitar el contacto prolongado de la piel del antebrazo
con el abdomen y del brazo con el tronco; se procede a efectuar la colocación del
vendaje, primero elástico, y después las vendas de yeso, en caso necesario, y en
forma circular.
Férula en pinza de azúcar
Indicada para las lesiones diafisiarias del húmero.
Consta de dos férulas posteromediales que inician por debajo del pliegue axi-
lar hasta debajo de las cabezas de los metacarpianos, y una férula en “U” para
cubrir la superficie mediolateral del brazo, que inicia en el acromion hasta el plie-
gue axilar; se mantiene en cabestrillo, colocando el antebrazo en posición supina
y el codo en flexión de 90_.
Molde circular braquipalmar o férula
Indicado para lesiones del codo, antebrazo y muñeca, y del extremo distal del hú-
mero.

Figura 12--3. Vendaje por encima del codo con cabestrillo que pasa por el cuello para
la inmovilización de una fractura supracondílea reducida del húmero.
Principios de inmovilización. Lesiones del sistema musculosquelético 149

Figura 12--4. Vendaje de yeso para el tratamiento de la fractura de escafoides. El ven-


daje inmoviliza todas las articulaciones del pulgar, pero en una posición funcional, de
forma que se le pueden oponer el índice y el dedo medio. El vendaje debe estar cuidado-
samente adaptado y moldeado.

La inmovilización se extiende en sentido distal desde la porción más alta del


brazo hasta debajo de las cabezas de los metacarpianos; el yeso se extiende a una
distancia entre 2.5 y 5 cm del hueco axilar en la porción interna. El codo se coloca
en posición de 90_ de flexión con la pronación o supinación deseada de acuerdo
al tipo de lesión; el yeso se debe aplicar siempre como una sola unidad, se debe
siempre aplicar vendaje en 8 en el codo, quedando libre el pulgar y los demás
dedos de la mano. Al término de su aplicación, colocar cabestrillo.

Molde o férula antebraquipalmar


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Indicado para lesiones estables de la articulación de la muñeca y metacarpianos.


La inmovilización se extiende en sentido distal desde la parte proximal del ante-
brazo hasta la palma y dorso de la mano, y termina en situación proximal al plie-
gue palmar y nudillos. Se coloca con el codo en flexión de 90_ y la posición de
la muñeca varía su posición en flexión dorsal, palmar, desviación radial o cubital,
de acuerdo al tipo de lesión.

Molde de yeso que incluye el pulgar

Está indicado para fracturas del primer metacarpiano, falanges o lesiones meta-
carpofalángicas o del escafoides. Se coloca el codo en flexión de 90_, el pulgar
en línea con el eje largo del antebrazo o a los grados deseados de abducción y
150 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Capítulo 12)

C D
Figura 12--5. Diversas formas de yesos para inmovilización. A. Yeso corporal. B. Yeso
por encima del codo. C. Yeso de la cadera en espiga. D. Yeso de deambulación por de-
bajo de la rodilla.

extensión. El traumatismo determinará la posición del segmento; se hace un mol-


deado adicional al pulgar.

Moldes para dedos

Indicados para fracturas o esguinces de los dedos de la mano.


Principios de inmovilización. Lesiones del sistema musculosquelético 151

Se pueden utilizar férulas de aluminio maleables de 2.5 cm de ancho fijas con


tela adhesiva en posición de flexión de las articulaciones; pueden ser sustituidas
por férulas de material de yeso.
Posiciones funcionales en el miembro torácico:

S Mano con dedos en semiflexión de las metacarpofalángicas e interfalángi-


cas proximales con pulgar en posición, siguiendo el eje del radio.
S Muñeca con flexión dorsal, aducción cubital y semipronación. Codo en
flexión de 90_.

Miembro inferior

En la extremidad pélvica deben tenerse en cuenta las prominencias óseas locali-


zados en la cresta iliaca, trocánter mayor, epicóndilos, cabeza del peroné, maleo-
los externo e interno.

Férula lumbopédica

Indicaciones: fijación transitoria para fracturas de cadera y fémur. La inmoviliza-


ción se extiende de la pelvis al pie en sentido distal.

Férula o aparato muslopodálico

Indicado para lesiones de la rodilla y diáfisis de la tibia. La inmovilización se


extiende en sentido distal del tercio proximal del muslo; se coloca distal a los de-
dos, los que deben quedar al descubierto. Se coloca la rodilla con 15 a 20_ de
flexión, el tobillo se coloca en flexión de 90_. Recordar siempre la colocación
de vendaje en 8 para el tobillo; se deben moldear muslo y rótula.
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Férula o molde cilíndrico largo de pierna (calza)

Indicación: lesiones estables de la porción distal del fémur, articulación de la ro-


dilla o parte proximal de la tibia. Se coloca desde la parte proximal del muslo
hasta encima de las prominencias de los maleolos. Se coloca con la rodilla en fle-
xión moldeando el muslo y la rótula y protegiendo las prominencias de los ma-
leolos; se debe asegurar la rotación.

Molde corto para pierna o férula

Indicado para lesiones del tobillo y del pie (calcáneo, astrágalo, cuboides, cuñas,
metatarsianos de trazo estable).
152 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Capítulo 12)

Se extiende la inmovilización por debajo de la rodilla en sentido distal hasta


la base de los dedos del pie; la superficie plantar del yeso a menudo va más allá
de éstos, lo que proporciona apoyo y protección a los dedos; sin embargo, restrin-
ge la flexión de los dedos. Se aplica con la rodilla en flexión de 90_ y se controla
la pierna sujetando los dedos del pie. Se determinará el grado de posición de fle-
xión plantar o dorsal e inversión o eversión del pie de acuerdo al tipo de lesión.
La mayor parte de las inmovilizaciones se colocan con el tobillo a 90_ con mol-
deado en ambos maleolos y a cada lado del tendón de Aquiles; se debe ajustar
al arco longitudinal del pie cuando no existe carga y se puede reforzar la parte
posterior con una férula.
Posiciones fisiológicas de las articulaciones del miembro inferior:

S Rodilla en extensión de 0 a 10_.


S Tobillo en ángulo recto.
S Dedos de los pies en extensión de 180_.

CONCLUSIONES

Existe un principio fundamental en el tratamiento de las fracturas que es aplicable


a todos los tipos de lesiones: simples o complicadas. Toda lesión debe ser tratada
con inmovilización adecuada y continua hasta que la cicatrización o consolida-
ción sea la adecuada, y toda articulación que no necesite ser inmovilizada debe
someterse a ejercicio desde el primer día de la lesión. El conocimiento del meca-
nismo de lesión, condición de tejidos blandos y de los principios del tratamiento
de las lesiones del sistema musculosquelético disminuirá las complicaciones
propias de esta patología y las inherentes al tratamiento.

REFERENCIAS
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Moderno, 1999:349--388.
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Ateneo, 1990:100--200.
5. Schwartz S, Morton J: Principios de cirugía. 7ª ed. México, McGraw--Hill--Interamericana,
1999:1835--1863.
13
Manejo inicial de quemaduras por calor
Luis Alfonso Hernández Higareda, Enrique Piña Mora

INTRODUCCIÓN

Las quemaduras pueden ser producidas por factores químicos, físicos y biológi-
cos. En este capítulo sólo se revisarán las que se producen por factores físicos,
como el calor, ya que constituyen una causa muy importante de morbilidad, mor-
talidad e incapacidad. La atención inmediata disminuye en forma trascendental
estos parámetros. Lo anterior genera la necesidad que tiene el médico de conocer
las medidas básicas iniciales de manejo para el paciente quemado.
De las quemaduras producidas por calor, la causa más frecuente es el líquido
caliente (escaldaduras), sobre todo en niños pequeños y ancianos; siguen en fre-
cuencia las ocasionadas por llamas directas, luego los flamazos por explosiones
de gas natural, propano y gasolina, y por último las de contacto producidas con
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metal, vidrio, plástico o madera (brasas) calientes.


Definición: lesión de la piel y otros tejidos producida por calor en sus diversas
formas.
Antecedentes históricos: en 400 a. C., Hipócrates recomendó tratar las quema-
duras aplicando manteca de cerdo mezclada con colofonia y betún calientes sobre
la herida y posterior a esto vendarla. Surgió el uso de apósitos empapados en vina-
gre caliente o solución de corteza de roble como analgésicos.
Razés y Avicena emplearon sustancias refrigerantes para aliviar el dolor. En
1596, Clows publicó un libro describiendo un método propuesto por Paré en el
que enlistaba cinco preparaciones diferentes, según la parte afectada por la que-
madura. Fue hasta 1799 cuando se reconoció el empleo de hielo y agua helada

153
154 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Capítulo 13)

como parte del tratamiento de las quemaduras; este método fue propuesto por
Earle, quien sostenía que el hielo era buen analgésico y prevenía el edema local.
Durante 1832, el barón Guillaume Dupuytren clasificó las quemaduras en seis
grados, de acuerdo a su profundidad. Para 1833, Syme propuso el empleo de la
aplicación de un apósito de algodón seco sobre la herida, mientras que Sir George
Vallingal, de Edimburgo, describió la historia natural de las lesiones por quema-
dura. En 1835, Liz Frank inició la aplicación de apósitos con cloruro de sodio y
calcio sobre las lesiones. Curling, en 1842, señaló la aparición de úlcera gastro-
duodenal como complicación de quemadura grave. En 1877 se publicó en EUA
el primer artículo con referencia al método de mantener descubiertas las quema-
duras. En 1901, Parascandolo, de Nápoles, utilizó solución salina, iniciando la
fluidoterapia; más tarde, Frank P. Underhill resaltó la importancia de la pérdida
de líquidos en las quemaduras, y además refutó la teoría de la toxina liberada por
la piel quemada, que fue postulada por Parascandolo. Durante el siglo XX, el áci-
do tánico y la violeta de genciana se emplearon como productores de escara. Para
1942, Allen y Koch emplearon gasas vaselinadas, apósitos voluminosos e inmo-
vilización estricta. Durante el mismo año, Cope y More determinaron que la pér-
dida de líquidos en el quemado ocurre hacia el tercer espacio y no sólo al exterior.
En 1947, Cope subrayó la importancia de eliminar la escara lo más pronto posible
y cubrir la quemadura.

INDICACIONES

El procedimiento deberá utilizarse en cualquier paciente quemado, adecuando el


manejo según lo requiera la gravedad de las lesiones.

EVALUACIÓN INTEGRAL DEL PACIENTE

Debido a que las quemaduras pueden ser consideradas como una situación de
emergencia, ya que en muchas ocasiones la vida del afectado se encuentra en ries-
go, se debe:

1. El algoritmo de manejo de cualquier paciente de urgencia es el ABCDE


o revisión primaria: verificar la integridad y la permeabilidad de la vía
aérea; considerar la intubación si se sospecha de lesión por inhalación de
humo o bien quemaduras faciales, depósitos carbonáceos y cambios infla-
matorios en la orofaringe, esputo carbonáceo, confusión y/o encierro en
un lugar en llamas, historia de explosión.
Manejo inicial de quemaduras por calor 155

2. Ventilación, evaluar la frecuencia respiratoria y, si es posible, medir la


saturación de oxígeno con un oxímetro de pulso. De no tenerlo con facili-
dad no deberán detenerse las maniobras de reanimación.
3. Circulación. Pulso, frecuencia cardiaca, canalizar y tensión arterial.
4. Déficit neurológico. Se realiza mediante el AVDI (alerta, verbal, dolor, in-
consciente). La evaluación de la escala de coma de Glasgow se realiza has-
ta la revisión secundaria; en este momento no se valora por la premura de
tiempo.
5. Exposición. Se quitan las prendas que puedan perpetuar el mecanismo de
quemadura y se explora; se puede realizar un lavado mecánico con solu-
ción salina y cubrir con gasas húmedas en caso de quemaduras localizadas.
En caso de quemaduras extensas, posterior al lavado mecánico breve se
cubre con sábanas estériles secas o ligeramente húmedas, no mojadas,
pues se ha perdido la barrera aislante de la piel y los pacientes caen fácil-
mente en hipotermia.
6. La decisión de canalizar a un paciente quemado se deberá basar en el es-
tado circulatorio prevalente del paciente y del conocimiento de la cinemá-
tica de trauma. Existen lesiones asociadas que pueden causar hipovolemia,
incluso antes que la quemadura misma, como heridas extensas, fracturas,
trauma cerrado de tórax y abdomen. Es correcto canalizar en pacientes con
extensiones quemadas mayores a 20%, pero éstas deberán ser de segundo
grado, hasta ser interconsultado por el servicio de cirugía plástica.
Existen muchos métodos para reanimar a un paciente quemado.
La American Burn Association y el Colegio Americano de Cirujanos,
en el ATLS, aceptan la Fórmula de Parkland como estándar de oro para la
reanimación de estos pacientes (4 mL/kg/SCTQ con solución Hartmann
o Ringer lactado intravenoso), sin importar el grado o profundidad. La pri-
mera mitad debe administrarse en las primeras 8 h posquemadura, toman-
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do en cuenta desde la hora exacta de la quemadura (y no desde la hora a


la que se presenta en el servicio de urgencias) y la segunda mitad de los
líquidos calculados en las siguientes 16 h.
Ejemplo: paciente de 80 kg con 30% SCTQ (superficie corporal total que-
mada). 4 mL x 80 kg x 30% SCTQ = 9 600 mL en 24 h.
S La mitad = 4 800 mL para pasar IV en las primeras 8 h desde el mo-
mento de la quemadura.
S La segunda mitad = 4 800 mL para pasar IV en las restantes 16 h.
S La quemadura, cualquiera que ésta sea, no es impedimento para canalizar.
7. Historia clínica completa y exploración física detallada, con énfasis en el
peso del paciente, las enfermedades persistentes, alergias y estado de va-
cunación antitetánica. Asimismo, se deben evaluar posibles lesiones aso-
ciadas, como fracturas, contusiones, etc.
156 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Capítulo 13)

8. Evaluación de la gravedad de las quemaduras; se debe tomar en cuenta su


profundidad, extensión (área de superficie corporal total que ocupan) y la
zona del cuerpo en la que se encuentran.
Por su profundidad, las quemaduras pueden ser:
S De primer grado: lesionan únicamente la epidermis. Presentan eritema,
dolor y ausencia de ampollas. Ponen en peligro la vida, dependiendo de
la edad del paciente y de la extensión de la quemadura. Generalmente
no requieren reemplazo hidroelectrolítico. El dolor desaparece en dos
a tres días, y la piel dañada se descama en cuatro días (figura 13--1).
S De segundo grado: se dividen en superficiales y profundas (figura 13--2);
las primeras afectan la epidermis hasta la capa capilar de la dermis, for-
man flictenas sobre un fondo eritematoso y al romperse se tornan exu-
dativas y presentan hipersensibilidad dolorosa. Las flictenas pueden
aparecer inmediatamente o tardar de 2 a 24 horas. Las lesiones se blan-
quean al ser comprimidas. El tiempo de curación oscila de 10 a 15 días.
Las quemaduras de segundo grado profundas llegan hasta la capa reticu-
lar de la dermis, tienen aspecto blanquecino, no son exudativas, pero sí
dolorosas; al aplicar presión sobre la quemadura, el llenado capilar es
lento o no ocurre; el tiempo de curación fluctúa, según la localización de
la quemadura, entre tres y cuatro semanas (figura 13--3). Las quemadu-
ras de segundo grado profundo sí duelen; en muchas ocasiones se en-

Figura 13--1. Quemadura solar de primer grado.


Manejo inicial de quemaduras por calor 157

Figura 13--2. Quemadura de segundo grado, formando flictenas.

cuentran dentro de su espesor quemaduras de tercer grado que sí son


anestésicas. No confundir. Es importante remarcar que una quemadura,
independientemente del grado que presente, puede evolucionar al grado
superior con un mal manejo primario o como resultado del daño intenso
recibido.
S De tercer grado: lesionan todas las capas de la piel hasta el tejido celular
subcutáneo, y pueden llegar hasta el hueso. Forman escaras, que pueden
ser blancas, grises o negras; la superficie se torna dura y rígida o traslú-
cida, se observan los vasos sanguíneos superficiales trombosados y no
presentan dolor. Pueden llegar a la calcinación.
Por su distribución, las quemaduras son:
S Menores: abarcan menos de 15% del área total de superficie corporal
(ATSC) las de segundo grado, o menos de 2% de ATSC las de tercer
grado.
S Moderadas: abarcan de 15 a 25% de ATSC en adultos y de 10 a 20% en
niños, cuando no afectan ojos, cara, manos, pies o periné y sean hasta
de segundo grado, o 2 a 10% de ATSC las de tercer grado.
S Graves: abarcan más de 25% de ATSC en adultos y más de 20% de
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ATSC de segundo grado en niños, o más de 10% ATSC de tercer grado,

Figura 13--3. Quemadura de tercer grado.


158 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Capítulo 13)

además de todas las de segundo y tercer grados que abarquen cara, ma-
nos, pies o genitales, las producidas por electricidad y las que compro-
metan la vía aérea y se asocien a lesión de tejidos blandos.
Para determinar el porcentaje de ATSC se utiliza la regla de los nueve
(figuras 13--4 y 13--5):
S 9% ATSC corresponde a la cabeza. Hasta los preescolares es 18%.
S 9% ATSC corresponde a cada extremidad superior.
S 18% ATSC corresponde a cada extremidad inferior.
S 36% ATSC corresponde al tronco (tórax y abdomen).
S 1% ATSC corresponde a la región genital.
9. La necesidad de calmar el dolor y la ansiedad a la que se encuentra some-
tido un paciente quemado es de vital importancia; por ello se deben admi-
nistrar analgésicos potentes (morfina, meperidina).
Su administración debe ser limitada y por vía intravenosa para evitar po-
sibles adicciones a futuro.
10. Es de gran utilidad realizar exámenes de laboratorio en el paciente quema-
do: biometría hemática, pruebas cruzadas, química sanguínea, electrólitos
séricos y gasometría arterial.

1%

4.5%

9%

18%

Figura 13--4. Regla de los nueve. Tomado de la hoja universal para valoración inicial
de gravedad en el quemado.
Manejo inicial de quemaduras por calor 159

A
1% 1%
13% 13%
2% 2%
1.5% 1.5%
1.25% 1.25%
B 2.5%

C
1.75%

Área 0a1 1a4 5a9 10 a 15


A. Toda la cabeza 19% 17% 13% 11%

B. Todo un muslo 5.5% 6.5% 8% 8.5%

C. Toda una pierna 5% 5% 5% 5%

Figura 13--5. Esquema de Lund y Browder. Tomado de la hoja universal para valoración
inicial de gravedad el quemado.

PROCEDIMIENTO

Material e instrumental

S Guantes estériles.
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S Cubreboca y bata estéril.


S Campos estériles.
S Cánula de intubación traqueal.
S Laringoscopio.
S Ambú.
S Oxígeno.
S Catéter calibre 16.
S Solución Ringer lactato o Hartmann.
S Solución glucosada.
S Solución salina.
S Jabón neutro.
S Yodopovidona.
S Hexaclorofeno.
160 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Capítulo 13)

S Esponja.
S Navaja de afeitar.
S Gasas de 10 x 10 o de 10 x 20 cm.
S Vaselina.
S Malla elástica.
S Vendaje semielástico.
S Microporer.
S Tijeras.
S Sulfadiazina.
S Sonda nasogástrica.
S Sonda de Foley.

Técnica

Los principios básicos del tratamiento primario de las quemaduras son el aseo,
debridación de tejido desvitalizado, flictenólisis, antibióticos locales, cubrirlas
con apósitos estériles y la colocación de férulas en sitios de flexión en posición
anatómica.
Se irriga con solución salina hasta dejar completamente limpio de excedente.
Se realiza flictenólisis (se punciona el ámpula y se retira su capa epidérmica
superficial); si se forman otras durante los días subsecuentes se realiza el mismo
procedimiento. Posteriormente se cubre la herida con sulfadiazina de plata (silva-
dene) en caso de escara, y en caso de ampolla con nitrofurazona, que son los bac-
teriostáticos más utilizados; tienen pobre penetración sobre escaras y pobres
efectos adversos a corto plazo, y mantienen la quemadura hidratada y protegida,
favoreciendo su cicatrización. Nunca se debe utilizar crema de cacao, ya que no
hay normas de control adecuadas para esta crema y puede causar sepsis de la he-
rida. El nitrato de plata ya no se usa. En caso de presentar quemaduras en sitios
de flexión se deben colocar férulas en posición anatómica para evitar contractu-
ras cicatriciales, y deberán ser evaluadas por el cirujano plástico; se debe iniciar
rehabilitación temprana. Los apósitos para cubrir las quemaduras deberán ser lo
bastante voluminosos como para inmovilizar la zona y permitir la colocación de
una capa fina de vendaje con compresión uniforme.
Para cubrir manos y pies, el mejor vendaje es una media elástica, sobre todo
para cubrir las plantas, en las cuales se debe hacer un reborde ancho invertido para
que no se desprenda el apósito (figura 13--6). En las manos se aplica un apósito
especial: la primera capa es de gasa, en la palma se coloca gasa esponjada de tal
manera que permita la dorsiflexión de la muñeca. Los dedos se separan con gasa,
procurando conservar el espacio interdigital, en especial entre el índice y el pul-
gar (figura 13--7).
Manejo inicial de quemaduras por calor 161

Figura 13--6. Vendaje de pies con media elástica.

Cuidados generales

Manejo preoperatorio

Una vez que se estabiliza al paciente y se puede valorar con más certeza la grave-
dad de la quemadura, se modifica el régimen de administración de los líquidos,
para posteriormente dedicarse al cuidado de la herida.
La reanimación con líquidos en el paciente quemado se inicia lo más rápido
posible con los objetivos finales de corregir la volemia, mantener el volumen
vascular, prevenir alteraciones hidroelectrolíticas, acidobásicas y de las proteí-
nas; como consecuencia de esto disminuye el edema.
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Muñeca en dorsiflexión

Separación
de los dedos

Ensanchamiento de
espacio interdigital

Figura 13--7. Posición adecuada para vendar mano con quemaduras.


162 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Capítulo 13)

A la cantidad calculada por la fórmula a partir del segundo día se suman los
requerimientos diarios del paciente; los requerimientos basales fluctúan entre
1 500 y 2 000 mL, volumen que puede ser cubierto con solución glucosada a 5%.
La diuresis debe evaluarse mediante su recolección con sonda de Foley. Es im-
portante recalcar que en pacientes que presenten anemia por hemólisis o quema-
duras mayores de 20% SCTQ se recomienda la administración de albúmina.
En la reanimación inicial no se suman los requerimientos hídricos. Esto no es
sino hasta el segundo día.
En la fórmula de Parkland, la administración de albúmina se realiza al segundo
día, a razón de 0.1 cc/kg/% SCTQ de albúmina a 25%.
En niños se utilizan estas fórmulas:

S Graves
3 mL/kg/%SCTQ solución Hartmann + requerimientos calculados de so-
lución mixta.
S Cincinnati
4 mL/kg/% SCTQ + 1 500 mL/m2 SCT (solución Hartmann + 50 mEq
NaHCO3 para 8 h) y posteriormente solución Hartmann + 12.5 g de albú-
mina.
S Galveston
5 000 mL/m2 SCTQ + 2 000 mL/m2 SCT (solución Hartmann + 12.5 g de
albúmina).

En pacientes con náusea, vómito, distensión abdominal o más de 20% de SCTQ


está indicado colocar sonda nasogástrica para evitar complicaciones.

Anestesia

La anestesia sólo se aplicará una vez que el paciente se encuentre estable, y sólo
para llevar a cabo la limpieza y desbridación de la herida.
En quemaduras leves se puede utilizar lidocaína, y en quemaduras moderadas
o graves el anestesiólogo decidirá el fármaco que sea más conveniente, ya que se
requiere anestesia general.

Manejo posoperatorio

Quemaduras de primer grado: se recomienda usar ropa de algodón, de preferen-


cia blanca, usar jabón neutro de glicerina y evitar exposición al sol.
Quemadura de segundo grado superficial: se le informa al paciente los datos
que puede presentar en caso de infección, y se le cita una o dos veces por semana
para verificar el curso de la quemadura.
Manejo inicial de quemaduras por calor 163

COMPLICACIONES

En general, dentro de las primeras 24 horas la principal causa de muerte en pa-


cientes quemados es el desequilibrio hidroelectrolítico. Una de las primeras com-
plicaciones es la mala evaluación de la quemadura y la no referencia o retardo en
la misma a servicios especializados. Siempre que sea posible, las quemaduras de
segundo y tercer grados deberán ser evaluadas por el cirujano plástico, sobre todo
cuando se involucren zonas especiales o pliegues de flexión, ya que muchas de
ellas requerirán de escisiones tangenciales de escaras y tomas y aplicaciones de
injertos o procedimientos reconstructivos mayores.
Las complicaciones se pueden dividir en tempranas (desde el momento de la
quemadura hasta las primeras 48 horas) y tardías (a partir de 48 horas en adelan-
te), con la anotación de que secuelas como cicatrices hipertróficas o queloides,
retracciones de la piel y polineuropatía no se consideran como complicaciones,
sino que son parte de la historia natural de las quemaduras.
Entre las complicaciones tempranas se encuentran:

S Alteraciones del volumen circulante (hipovolemia), que pueden producir


afecciones renales como insuficiencia renal aguda y necrosis tubular agu-
da, que se puede evaluar con la presencia de mioglobina o hemoglobina
en la orina.
Esta situación se corrige administrando de inmediato las soluciones
de reposición, evitando un estado de hipotensión prolongada; la adminis-
tración de dieta con alto contenido de proteínas es de gran utilidad, ya que
disminuye el estrés catabólico.
S Afecciones pulmonares: el daño pulmonar que produce la inhalación de
humo y la afección tras inhalar CO2 se tratan con la administración de O2
a 100%; puede disminuir el edema pulmonar y, de igual forma, la corrección
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adecuada de los requerimientos hidroelectrolíticos mejora esta situación.


S Afecciones producidas por el estrés catabólico, úlcera de Curling, disfun-
ción hepática, íleo adinámico por afección del sistema nervioso autónomo
simpático o parasimpático y coagulación intravascular diseminada.
S Falla orgánica múltiple.

Las complicaciones tardías y posteriores (secuelas) son debidas al manejo de la


herida por quemadura y a la idiosincrasia del paciente. La complicación más fre-
cuente de múltiples quemaduras de primer grado producidas por el sol es el cán-
cer de la piel. En las quemaduras de segundo y tercer grado, las complicaciones
más comunes son las infecciones; los principales agentes son Pseudomonas, S.
aureus y Streptococcus B hemolítico; esta situación mejora con la aplicación de
un agente antimicrobiano, como mafedina o nitrofurazona, y la excisión tempra-
164 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Capítulo 13)

na de la escara; sin embargo, si las infecciones se tornan de difícil control o produ-


cen septicemia, deben tratarse de forma sistémica con el antibiótico apropiado
para el germen que resulte en el cultivo.

CONCLUSIONES

Múltiples han sido los remedios utilizados para el manejo de las quemaduras. Las
quemaduras producidas por factores físicos son la principal causa de morbilidad;
entre ellas están las quemaduras producidas por calor, siendo las más frecuentes
las producidas por líquido caliente (escaldaduras), sobre todo en niños pequeños
y ancianos; siguen en frecuencia las ocasionadas por llama directa, luego los fla-
mazos por explosiones de gas natural, propano y gasolina, y por último las de
contacto, producidas por metal, vidrio, plástico o madera (brasas) calientes.
Lo anterior genera la necesidad del médico de conocer las medidas básicas ini-
ciales de manejo para el paciente quemado, lo que además es fundamental para
el pronóstico y la forma más eficaz para evitar complicaciones y, de una u otra
manera, aminorar las secuelas. El reconocimiento del tipo y gravedad de la que-
madura es fundamental en su evolución, debiendo las de segundo y tercer grados
ser vistas preferentemente por el especialista.

REFERENCIAS
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14
Punción torácica. Toracotomía
cerrada y sello de agua
Gabriel García Correa

PUNCIÓN TORÁCICA

Introducción
La punción torácica, o toracocentesis, es la punción quirúrgica de la pared torá-
cica para evacuar líquido de la cavidad pleural. Es un procedimiento diagnóstico
y terapéutico que permite la aspiración y toma de muestras de la cavidad pleural
a través de una aguja. El espacio pleural está situado entre el pulmón y la pared to-
rácica; normalmente contiene una capa delgada de líquido (de 0.1 a 0.2 mL/kg/h)
producido por la pleura parietal a una presión de 30 cm H2O y absorbido por la
pleura visceral y el sistema linfático. Dicho espacio, junto con el líquido, sirve
como un sistema de acoplamiento entre el pulmón y la pared torácica. Se acumula
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.

líquido pleural (derrame) cuando su formación supera su absorción, por altera-


ción en los mecanismos fisiológicos o del movimiento del líquido. En lugar de
ser una entidad clínica, indica el efecto de las enfermedades pleurales o sistémi-
cas en la producción y absorción diaria del líquido en el espacio pleural. Los de-
rrames se clasifican, por sus características bioquímicas, en dos grandes grupos:
exudado y trasudado (cuadro 14--1).
Las causas de derrame pleural trasudado son: insuficiencia cardiaca congesti-
va venosa, síndrome nefrótico, cirrosis, hipoproteinemia, mixedema y diálisis
peritoneal. Las causas del derrame pleural exudado son: neoplasias, infecciones,
infartos, pancreatitis, traumatismos y enfermedades autoinmunes (lupus erite-
matoso sistémico y artritis reumatoide). Los pacientes con derrame pleural pre-

165
166 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Capítulo 14)

Cuadro 14--1. Tipo de derrame


Características Trasudado Exudado
Color Transparente y seroso Turbio y de color bronceado
Leucocitos < 1 000/mm3 > 1 000/mm3
Eritrocitos < 10 000/mm3 > 10 000/mm3
Proteínas < 3.0 g/100 mL > 3.0 g/100 mL

sentan de manera característica síntomas relacionados con su patología de base


y varían según la magnitud del derrame; si existen menos de 200 a 300 mL de
líquido no hay datos físicos; los datos compatibles con derrame mayor incluyen
insuficiencia respiratoria variable, disnea, dolor pleurítico, frote pleural, dismi-
nución de la transmisión de la voz, del frémito y de los ruidos respiratorios, ade-
más de matidez. En los muy grandes puede observarse aumento en los ruidos res-
piratorios y egofonía por encima del derrame. Un derrame pleural masivo con
presión intrapleural alta puede causar desviación contralateral de la tráquea y
abultamiento de los espacios intercostales. El diagnóstico es clínico y radiológico
con placas de tórax (PA, lateral y decúbito lateral), en donde se evidencia el signo
de menisco (zona de densidad aumentada sobre el ángulo costofrénico de conca-
vidad superior), engrosamiento de las cisuras mayores y menores, colecciones
atípicas, seudotumores, desplazamiento lateral de la cúpula del diafragma y oscu-
recimiento de las líneas pulmonares hasta la opacificación total del hemitórax.
El ultrasonido y la tomografía axial computarizada son también herramientas úti-
les para el diagnóstico. Se confirma con la toracocentesis.
El tratamiento se dirige a la enfermedad que origina el derrame pleural. El de-
rrame sintomático necesita de toracocentesis para extraerlo o vigilancia de su re-
sorción por el paciente.

Indicaciones
1. Extracción del líquido para aliviar la sintomatología como medio terapéu-
tico.
2. Obtención de muestras para el examen diagnóstico.

Contraindicaciones
1. Coagulopatía grave (corregirse antes del procedimiento, a menos que haya
insuficiencia respiratoria grave determinada por gases arteriales).
2. Cantidad insuficiente de líquido (< 100 mL).
3. Hipertensión portal que produzca varices pleurales.
4. Paciente agitado, poco cooperador (contraindicación relativa).
Punción torácica. Toracotomía cerrada y sello de agua 167

Procedimiento

Personal requerido: una sola persona puede realizar la punción torácica sin nece-
sidad de ayuda, pero es recomendable contar con un asistente que apoye al proce-
dimiento.

Equipo y material

1. Materiales para la desinfección de la piel.


2. Uniforme quirúrgico estéril (bata, gorro, cubrebocas y guantes).
3. Lidocaína a 1% en una jeringa de 5 mL, con aguja calibre 25--27.
4. Cuatro campos estériles.
5. Gasas.
6. Aguja con catéter externo (angiocath) calibre 16--18, de 30.5 cm de largo,
o catéter con aguja (intracath) calibre 14--16, con catéter de 30.5 cm y je-
ringa de 30 mL para la inserción.
7. Equipo con llave de tres vías.
8. Jeringa de Luer--Lock de 30 mL.
9. Equipo de infusión de sueros estéril con cámara de goteo, un frasco vacío
o una botella de vacío para toracocentesis.
10. Tubos para muestras y medios de cultivo.

Técnica del procedimiento

Posición del paciente. Vía de acceso posterior: normalmente se efectúa con el pa-
ciente sentado en la orilla de la cama recargando la cabeza sobre sus brazos, los
cuales se encuentran apoyados sobre una mesa o en una silla al revés, de modo
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.

que pueda inclinarse hacia adelante. Vía de acceso lateral: cuando el paciente no
se puede sentar, se acuesta en el borde de la cama del lado afectado con el brazo
ipsilateral extendido sobre la cabeza, a fin de que la línea axilar posterior esté
accesible para la punción y se ensanche el espacio intercostal.

Sitio de punción

En general, el lugar ideal para realizar la toracocentesis es el séptimo u octavo


espacio intercostal, línea axilar posterior; se debe mantener en el borde superior
de la costilla para no lesionar el paquete neurovascular, que está inmediatamente
por debajo de la costilla. La entrada lateral se reserva para las efusiones loculadas,
y la posterior para las grandes o moderadas.
168 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Capítulo 14)

Figura 14--1. Posición adecuada del paciente para la toracocentesis.

Técnica
1. Colocar al paciente en posición adecuada y preparar el equipo (figura 14--1).
2. Preparación inicial:
a. Si se extrae una gran cantidad de líquido, se une el tubo conector y un
tubo para muestra.
b. Utilizar técnica estéril.
c. Colocar el equipo en un campo estéril sobre una mesa de Mayo o un buró.
d. Seleccionar el sitio de punción, localizando el nivel del líquido pleural,
ya sea por percusión o por ultrasonido.
e. Realizar la asepsia de la región.
f. Colocar campos.
g. Anestesiar la piel sobre el sitio elegido para la punción con lidocaína a
1% con aguja calibre 25--27 y jeringa de 5 mL. Anestesiar la superficie
superior de la costilla infiltrando el periostio y la pleura parietal.
3. Con catéter externo (angiocath):
a. Conectar una jeringa de 30 mL a la aguja con catéter externo, insertarla
a través de la piel sobre la costilla seleccionada y avanzar.
b. Mover la mano que sostiene la aguja hacia abajo, con lo cual se dirige
la aguja en sentido cefálico hacia el borde de la costilla, hasta que la cara
superior de ésta la detenga.
c. Pedir al paciente que inspire profundo y contenga la respiración.
d. Avanzar el catéter sobre la superficie superior de la costilla al espacio
pleural. Conservar aspiración constante con la jeringa, de tal manera
que el líquido entre instantáneamente cuando penetre al espacio pleural.
Aplicar presión controlada y suave con ambas manos sobre la espalda
Punción torácica. Toracotomía cerrada y sello de agua 169

del paciente para evitar lesionar el pulmón. No usar pinzas de Kelly para
sostener una aguja con catéter interno.
e. Al estar el catéter en el espacio pleural, angular la aguja en sentido caudal
y empujar el catéter fuera de la aguja y hacia la base del espacio pleural.
f. Ocluir la luz del catéter y pedir al paciente que exhale y respire normal-
mente.
g. Pedirle que vuelva a inspirar con profundidad y que contenga la respira-
ción; insertar la llave de tres vías en la entrada del catéter. Verificar que
la válvula no ocluya dicha entrada. Restablecer la respiración normal.
h. Conectar la jeringa Luer--Lock de 30 mL a una de las tres vías, y si es
necesario al equipo de infusión de sueros.
i. Conectar la jeringa con el catéter y extraer el líquido. Dar vuelta a la vál-
vula para conectar el equipo de infusión de sueros, y vaciar la jeringa
en el frasco.
j. Debe extraerse tanto líquido como sea posible, pero no más de 1 L, por
el peligro de provocar hipovolemia; de ser necesario, se administrará
albúmina suplementaria para evitar dicha situación. Para drenar todo el
líquido, probablemente se tenga que mecer al paciente de un lado a otro.
k. Si ya no se extrae líquido, el paciente debe inspirar profundamente y
contener la respiración en tanto que el catéter es retirado. Cubrir el sitio
de inserción con un vendaje.
l. Obtener radiografía de tórax para descartar neumotórax o líquido residual.
4. Con catéter de aguja interna (intracath):
a. Seguir los cuatro primeros pasos y extraer líquido para asegurar la posi-
ción de la aguja. Se pueden usar pinzas para evitar que la aguja se inserte
demasiado lejos.
b. Se pide una inspiración profunda y que se contenga contra la glotis; se
inserta el catéter a través de la aguja para llegar a la base del espacio
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.

pleural. Se retira la aguja, dejando el catéter dentro del espacio pleural.


c. Ocluir la luz del catéter y restablecer la respiración normal.
d. Pedir al paciente que inspire profundo e insertar la llave de tres vías en
la entrada del catéter. Deben seguirse los últimos cinco pasos como se
describieron anteriormente.

Destino de la muestra de líquido obtenida

A la muestra de líquido obtenida se le pueden realizar los siguientes estudios:

S Análisis bioquímico: pH, DHL, proteínas, glucosa, amilasa, eritrocitos,


leucocitos, complemento hemolítico y componentes C3 y C4, anticuerpos
antinucleares.
170 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Capítulo 14)

S Análisis macroscópico: color, turbidez y presencia de sangre o quilo.


S Tinción de Gram y cultivo.
S BAAR y Ziehl--Nielsen.
S Citológico en busca de células neoplásicas.
La información del análisis de este líquido puede brindar datos muy útiles.
En cuanto a las características macroscópicas: el aspecto claro, poco viscoso
y sin olor, por lo general corresponde a trasudado; el aspecto blanco indica quilo-
tórax, derrame quiliforme o piotórax; este último se distingue del anterior porque,
al centrifugarse el líquido, el sobrenadante es claro. El líquido sanguinolento y
viscoso sugiere mesotelioma; el color café rojizo, sangrado antiguo, y el color
rojo, sangrado reciente. Para excluir la posibilidad de contaminación de sangre
debida a la punción, debe hacerse una tinción de Gram del sedimento; si la sangre
ya existía en el líquido, los macrófagos contienen cuerpos de inclusión de hemo-
globina, lo que les da un color rosado; esto no sucede con el sangrado reciente.
Un número de eritrocitos mayor de 10 000/mm3 sugiere traumatismo, maligni-
dad o tromboembolia pulmonar.
En tuberculosis y procesos malignos hay aumento de linfocitos, y en procesos
inflamatorios agudos por infección aumentan los polimorfonucleares. En gene-
ral, se debe orientar la búsqueda de acuerdo a los datos clínicos del paciente.

Cuidados generales
El paciente debe comprender el procedimiento. Puede esperar una sensación
punzante por la anestesia y de presión al insertar la aguja. Si se siente incómodo
o tiene problema para respirar, debe notificarlo de inmediato.
El enfermo debe estar tranquilo, respirar normalmente, evitar movimientos
bruscos, toser o suspirar. Debe ser observado en busca de signos de síncope. Si
se extrae líquido con mucha rapidez puede haber bradicardia, hipotensión, dolor,
edema pulmonar e incluso paro cardiaco. Después de la maniobra se puede pre-
sentar agotamiento respiratorio o neumotórax. Será necesario ordenar oxígeno,
y en caso de empiema se requerirá el uso de antibióticos. El paciente debe practi-
car ejercicios de respiración profunda para favorecer la expansión pulmonar.
Si se deja una sonda, se debe estar al tanto de ella y, al cambiarla, hacerlo con
técnica aséptica. Vigilar el volumen, el color y la consistencia del drenado. Si el
paciente tiene drenaje abierto, son importantes las precauciones para manipularlo
y curarlo.

Complicaciones
Las complicaciones están en relación con la habilidad del médico para realizar
el procedimiento; las más comunes son:
Punción torácica. Toracotomía cerrada y sello de agua 171

S Neumotórax.
S Infección de la cavidad pleural.
S Tos, náusea, ansiedad, dolor local, disnea, dolor torácico generalizado y
dolor abdominal o del hombro.
S Hematoma, laceración esplénica, hemorragia intratorácica o abdominal,
edema pulmonar, fragmento del catéter en espacio pleural y muerte.

Tratamiento de las complicaciones

En caso de neumotórax, se procede a colocar un sello de agua.


El dolor se maneja con analgésicos antiinflamatorios no esteroideos, como:

S Diclofenaco.
S Piroxicam.
S Naproxeno.

En caso de que el paciente presente gastritis o no tolere estos medicamentos, se


pueden usar:

S Paracetamol.
S Clonixinato de lisina.
S Metamizol sódico.

El tiempo de administración es de tres a cinco días.


La infección en la cavidad pleural se trata con antibióticos. La elección del an-
tibiótico se determina idealmente con un cultivo y antibiograma. De manera em-
pírica, se puede iniciar el esquema de acuerdo a los posibles agentes patógenos
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.

comunes en el hospital; entre ellos se encuentran Staphylococcus aureus, Kleb-


siella y Pseudomonas.
Se inicia el tratamiento con una cefalosporina de tercera generación más un
aminoglucósido. En caso de sospechar Pseudomonas, se utilizan ceftazidima y
amikacina, y para Staphylococcus se administra dicloxacilina, vancomicina o
imipenem.
Las lesiones por laceración visceral se tratan quirúrgicamente.

Conclusiones

Desde Hipócrates hasta Lilienthal, pasando por Hunter, intuyeron la necesidad


de drenar el espacio pleural para evitar el colapso del pulmón; es muy importante
172 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Capítulo 14)

que el estudiante de medicina conozca los principios de la fisiología pulmonar,


además de comprender la disposición del sistema de sello de agua con tres fras-
cos, para que, en caso de ser necesario, sea capaz de improvisar la elaboración
del mismo.
De igual manera, debe tener presentes las indicaciones, los cuidados generales
y las complicaciones de la colocación del sello de agua.
Por otro lado, la punción torácica debe ser concebida como un procedimiento
diagnóstico y terapéutico que permite la aspiración y toma de muestras de la cavi-
dad pleural a través de una aguja.
Se debe privilegiar el dominio de los aspectos clínicos como el medio principal
para establecer el diagnóstico de derrame pleural, al mismo tiempo que se tienen
que conocer las características del derrame de tipo trasudado y del exudado.
Ambos procedimientos, tanto la colocación de sello de agua como la punción
torácica, deben ser del dominio del médico general.

SELLO DE AGUA

La presencia de aire o líquido en la cavidad pleural provoca que se pierda la pre-


sión negativa normal que mantiene adosadas las hojas visceral y parietal de la
pleura, lo que ocasiona el colapso del pulmón.
Hipócrates fue el primero en considerar el drenaje del espacio pleural cuando
describió la incisión, cauterización y los tubos de metal para drenar los empie-
mas.
A mediados del siglo XIX, Hunter desarrolló una aguja hipodérmica que podía
ser insertada en el espacio pleural para utilizarse como drenaje. En 1872, Playfair
colocó un tubo para drenaje en un sello bajo el agua, y Hewitt describió el drenaje
cerrado del empiema. En 1917, este procedimiento cobró gran aceptación como
parte del tratamiento de los empiemas en la epidemia de influenza. Lilienthal, en
1922, reportó el uso de drenajes en el cuidado posoperatorio de las cirugías torá-
cicas.
El sello de agua consiste en conectar la sonda de pleurostomía instalada en el
paciente a uno o más frascos que contienen agua hasta aproximadamente un ter-
cio de su capacidad, con la finalidad de evacuar aire o líquido de la cavidad torá-
cica.
El tapón del frasco es atravesado por dos tubos, uno largo y otro corto. El extre-
mo exterior del tubo largo (sobresale del tapón) se conecta al tubo de la sonda
pleural, y el otro extremo del tubo se encuentra en el interior del frasco y se su-
merge 2 o 3 cm en el agua que contiene el frasco. El dispositivo opera por los me-
canismos ventilatorios del paciente.
Punción torácica. Toracotomía cerrada y sello de agua 173

Succión

Figura 14--2. Sello de agua con un frasco.

Cuando el paciente tose o espira, el aire se desplaza de la cavidad pleural hasta


el frasco de drenaje, debido a que en estos momentos la presión en el frasco es
menor que en el espacio pleural. El aire no puede regresar al tórax, ya que la punta
distal del tubo de vidrio que está conectado con la sonda de drenaje se encuentra
por debajo del nivel de agua del frasco. Esto actúa como una válvula de una vía.
El frasco debe mantenerse siempre por debajo del nivel del paciente para que el
agua no regrese hacia el tórax.
Si la simple utilización de un sello de agua con un frasco no es suficiente para
el drenaje y la reexpansión pulmonar, se puede utilizar la aspiración, la cual utili-
zan como rutina muchos cirujanos (figura 14--2).
Cuando se emplean frascos de drenaje torácico, es posible distribuir dos o tres
de ellos o conectarlos de diversas maneras.
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El sistema tradicional de aspiración consta de tres cámaras:


a. Un frasco de atrapamiento para colectar líquido.
b. Un frasco con sello de agua.
c. Un frasco para control de la aspiración.
El tercer frasco, “C”, es el que regula la aspiración. Este frasco “C” se conecta
a una fuente de aspiración leve, realizando la conexión mediante un tubo corto
de vidrio a través de un tapón de goma con tres orificios con el que está tapado
el frasco. Otro pequeño tubo, “B”, se conecta al tubo corto del segundo frasco,
y a través del tercer orificio del tapón del frasco “C” se coloca otro tubo de vidrio
que se sumerge a una profundidad de 15 a 17 cm por debajo del nivel del agua
estéril del frasco. Este tubo no debe llevar ninguna conexión. Cuando la presión
174 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Capítulo 14)

Succión

Regulador
Sello
Colector

Figura 14--3. Sistema de sello de agua con tres frascos.

del aire del frasco “C” disminuye lo suficiente para permitir que la presión atmos-
férica desplace hacia abajo los 15 a 17 cm de la columna de agua, el aire burbu-
jeará en el agua del frasco.
El sistema de drenaje por aspiración de tres frascos puede colocarse de dos ma-
neras:
S En “serie”, en la cual se colocan los frascos conectados uno en seguida del
otro, y el tercer frasco es el que está conectado al aparato de succión (figura
14--3).
S En “paralelo”: en este sistema el frasco central es el que está conectado a
la sonda de toracostomía, mientras que el primer frasco actúa como sello
de agua.
S Existen unidades desechables de plástico que cubren los requisitos antes
mencionados (PleurovacR), que se muestran en la figura 14--4.

Indicaciones
Las indicaciones más comunes para la aplicación de una sonda pleural y sello de
agua son:
1. Neumotórax espontáneo o traumático. Es la entrada de aire a la cavidad
pleural provocada por cualquier solución de continuidad de la pleura pa-
rietal o visceral que ocasiona una comunicación de este espacio con la at-
mósfera.
2. Neumotórax a tensión. Ocurre cuando la lesión del parénquima pulmo-
nar permite que entre aire (pero no su salida) al espacio pleural; esto causa
Punción torácica. Toracotomía cerrada y sello de agua 175

Succión

Figura 14--4. Sistema de sello de agua con PleurovacR.

que la presión intratorácica aumente y produce compresión del pulmón


contralateral y disminución del retorno venoso.
3. Hemotórax. Es la acumulación de sangre o líquido serohemático en el es-
pacio pleural, causada por lesión pulmonar, de pared torácica o de los gran-
des vasos.
4. Empiema. Es la acumulación de líquido purulento en el espacio pleural
(figura 14--5).
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Figura 14--5. Acumulación de líquido purulento en el espacio pleural.


176 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Capítulo 14)

5. Quilotórax. Es el escape de líquido linfático del conducto torácico. En es-


tos casos, el líquido del derrame es de características lechosas. Es relativa-
mente común después de traumatismos, y en ocasiones se presenta des-
pués de cirugía de tórax. Suele ser unilateral.
6. Después de cirugía de tórax en donde se abre la pleura.

Evaluación integral del paciente

Como todas las operaciones de tórax, una sonda de pleurostomía puede originar
cierta incapacidad respiratoria debido a dolor, por lo que se requiere una vigilan-
cia estrecha del paciente durante el procedimiento y después de él. El primer en-
cuentro con el paciente es el paso más importante de la valoración. Si el tiempo
lo permite, se realiza una historia clínica cuidadosa, en la que se buscan antece-
dentes personales patológicos como hipertensión arterial sistémica, diabetes me-
llitus, enfermedad pulmonar obstructiva crónica, cardiopatías, etc.
Es importante valorar edad del paciente, estado nutricional, medicamentos que
consume, tales como esteroides, inmunosupresores, antihipertensivos, hipogluce-
miantes orales, inotrópicos como digoxina, diuréticos, etc. Se requieren exáme-
nes de laboratorio y gabinete básicos, biometría hemática, tiempos de coagula-
ción, química sanguínea y, de ser posible, un electrocardiograma. Por lo general,
la radiografía posteroanterior de tórax se obtiene antes del procedimiento.

Procedimiento

Material e instrumental

S Solución antiséptica (IsodineR).


S Xilocaína a 1%.
S Catéter torácico o sonda de pleurostomía No. 16 a 20 Fr, 28 a 32 Fr y 36 Fr.
S Gasas.
S Cinta adhesiva de una pulgada.
S Mesa de instrumentos.
S Campos quirúrgicos (4), gorro, bata, guantes y cubrebocas estériles.
S Instrumentos quirúrgicos:
a. Mango de bisturí (hojas No. 10 y 11).
b. Portaagujas.
c. Pinzas de disección con y sin dientes.
d. Pinzas de Kelly (4).
e. Pinza de Rochester.
Punción torácica. Toracotomía cerrada y sello de agua 177

f. Pinza de anillos.
g. Tijeras de Mayo rectas.
h. Tijeras curvas de Metzenbaum.
i. Separadores de Farabeuf.
j. Flanera.
S Suturas: seda 0 o 1.
S Jeringa de 10 mL.
S Agujas del No. 20 y 25.
S Sello de agua o sistema de dos o tres frascos, los cuales deben llevar tapo-
nes de goma con dos o tres orificios, según el caso, y tubos de vidrio para
los mismos, o equipo de PleurovacR.
S Agua estéril para los frascos.
S Sistema de succión de pared o de bomba eléctrica.

Técnica
1. Colocar al paciente en posición de decúbito dorsal.
2. En la exploración física orientada por palpación, identificar el quinto espa-
cio intercostal a la altura de la línea axilar anterior.
3. Vestirse con la ropa estéril (gorro, cubrebocas, bata, guantes).
4. Asepsia y antisepsia del hemitórax (IsodineR).
5. Medir la sonda de pleurostomía en el cuerpo del paciente antes de introdu-
cirla.
6. Preparar y cubrir la zona con los campos quirúrgicos.
7. Se procede a anestesiar la zona con xilocaína a 1%, iniciando con un botón
en la piel infiltrando con aguja No. 25, y posteriormente se infiltra el área
entera con aguja No. 20. Es importante infiltrar el periostio posterior y la
pleura. Infiltrar también a nivel del sexto espacio intercostal.
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8. Realizar una incisión horizontal de 1.5 cm a nivel del sexto espacio inter-
costal (la incisión dependerá del calibre de la sonda), llegando al tejido
celular subcutáneo.
9. Con la pinza de Kelly se abre un trayecto subcutáneo desde la incisión rea-
lizada en el sexto espacio intercostal hasta el quinto espacio intercostal,
que es por donde entrará la sonda al espacio pleural. Al penetrar el espacio
pleural se escucha la salida de aire; es entonces cuando se puede dilatar el
trayecto subcutáneo abriendo la pinza.
10. Se introduce el dedo por el trayecto y se palpa el pulmón para garantizar
la localización de la cavidad pleural y que no haya adherencias; si existen,
se disecarán con el dedo.
11. Colocar la pinza de Kelly en el extremo distal de la sonda de pleurostomía,
y en el extremo proximal se coloca una pinza de anillos (o una pinza más
178 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Capítulo 14)

pequeña, según sea el caso); se procede a introducirla por el trayecto sub-


cutáneo hasta llegar dentro de la cavidad pleural a nivel del quinto espacio
intercostal.
12. Abrir la pinza de Kelly y retirarla, teniendo cuidado de que la sonda perma-
nezca dentro de la cavidad pleural.
13. Asegurar la sonda con sutura de seda tipo jareta.
14. Conectar la sonda de pleurostomía al sistema de sello de agua y retirar las
pinzas de Kelly.
15. Se coloca un vendaje (gasa o parche) y se fija la sonda con cinta adhesiva.
16. Confirmar la posición de la sonda mediante radiografía de tórax.

Cuidados generales

1. Para disminuir el riesgo de infección, usar tubos, frascos y agua estériles.


2. No inclinar ni elevar los frascos por encima del nivel del tórax, ya que el
flujo de líquido del sello se dirigirá hacia el espacio pleural.
3. Mantener los tubos de goma del drenaje lo más rectos posible (evitar que
se enrollen).
4. Asegurarse de que el paciente u otra persona no se apoyen sobre el tubo
de drenaje.
5. Asegurarse de que los frascos estén bien tapados y de que no haya escapes
en las conexiones.
6. Si no hay burbujeo en el frasco “C”, asegurarse de que todas las conexiones
estén bien ajustadas.
7. Revisar que los tubos no se encuentren con coágulos que puedan obstruir
el sistema de aspiración.
8. Vaciar frecuentemente los frascos de drenaje, antes de que se llenen y de-
jen de funcionar.
9. Cada vez que se necesite, desconectar los tubos de los frascos; para mover
al paciente o para vaciar algún frasco, se deben pinzar los tubos.
10. Evitar dañar el paquete neurovascular, por lo que la incisión se realiza por
encima del borde superior de la sexta costilla.

Técnica de retiro de la sonda de pleurostomía

1. Se debe pinzar la sonda de toracostomía de 12 a 24 horas antes de quitarla,


y descartar fuga persistente.
2. Al retirar la sonda, el paciente debe exhalar y debe realizarse la maniobra
de Valsalva.
Punción torácica. Toracotomía cerrada y sello de agua 179

3. De preferencia, al retirar la sonda de pleurostomía se debe contar con un


ayudante para que jale y cierre de inmediato la jareta, evitando que haya
entrada de aire al espacio pleural.
4. En las primeras 24 horas después de que se retiró la sonda se debe tomar
una radiografía de tórax para verificar que no haya aire o líquido.

Complicaciones

Las complicaciones generalmente se deben a la colocación de la sonda de pleu-


rostomía de manera anómala; entre éstas se encuentran:

S Reacción alérgica al anestésico.


S Salida accidental de la sonda o desconexión del sistema de sello de agua.
S Daño del nervio intercostal (neuralgia o neuritis).
S Sangrado constante a nivel del sitio quirúrgico por daño de las estructuras
vasculares (arteria o nervio intercostal).
S Laceración diafragmática.
S Perforación pulmonar.
S Laceración del hígado.
S Perforación del estómago.
S Laceración esplénica.
S Infección del espacio pleural.

Otras complicaciones pueden deberse a la evacuación incompleta del espacio


pleural debida a obstrucción de la sonda secundaria a:

S Coágulos.
S Doblez de la sonda.
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S Elevación del nivel de agua en el sello de agua.

Tratamiento de las complicaciones

En caso de laceración visceral, el tratamiento es quirúrgico. Una radiografía de


abdomen puede mostrar una colocación ectópica de la sonda.
La reacción alérgica al anestésico se puede controlar inicialmente retirando el
anestésico y mediante el uso de antihistamínicos de primera generación tipo di-
fenhidramina, porque su tiempo de acción es rápido; esto es en caso de que la
reacción no sea grave, como la aparición de urticaria.
Cuando la reacción alérgica es grave con aparición de choque anafiláctico (hi-
potensión, urticaria, broncoespasmo) se debe utilizar metilprednisolona IV con
180 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Capítulo 14)

dosis de 5 a 7 mg/kg de peso, seguida de una dosis de sostén de 2 mg/kg de peso


cada seis horas hasta que se normalice el estado general del paciente.
La neuritis postraumática se puede controlar con medicamentos como carba-
mazepina VO de 200 mg; iniciar con esquema de 1 tableta c/8 h; si se produce
cefalea y sedación, se puede disminuir la dosis a 1/2 comprimido c/8 h. Si el
paciente no responde, se puede utilizar un medicamento antidepresivo (tricíclico
o inhibidor de la recaptura de serotonina).
En caso de que el empiema no remita mediante el uso de antibióticos y drenaje,
es probable que se encuentre tabicado, y así está indicado el uso de un fibrinolí-
tico tipo estreptocinasa aplicado directamente hacia el espacio pleural (siempre
y cuando no haya sangrado en alguna zona, problemas de coagulación o cualquier
otra contraindicación propia del manejo de estos medicamentos).
Si existe una hemorragia constante por el sitio de la incisión quirúrgica, puede
tratarse de lesión vascular de los elementos intercostales; en caso de no ceder el
sangrado con compresión, puede requerirse de ligadura del vaso sangrante.
Las complicaciones por errores técnicos se deberán corregir de acuerdo a lo
ocurrido (angulación, desconexión accidental de la sonda, etc.).

REFERENCIAS
1. Nyhus L, Baker R: El dominio de la cirugía. Mastery of surgery. Buenos Aires, Médica
Panamericana, 1986.
2. Morris P, Malt R: Oxford’s Textbook of surgery. New York, Oxford University Press, 1994.
3. Condom R, Nyhus L: Manual de terapéutica quirúrgica. 3ª ed. Barcelona, Salvat, 1987.
4. Lifshitz A: El internista. México, McGraw--Hill Interamericana, 1997.
5. Martínez Dubois: Cirugía. Bases del conocimiento quirúrgico. 2ª ed. México, Interameri-
cana--McGraw--Hill, 1997.
6. Schwartz S, Shires G, Spencer F, Storer E: Principios de cirugía. 4ª ed. México, Inter-
americana--McGraw--Hill, 1987.
15
Técnicas de anestesia local
Anuar Gassi Davish Casab, Gabriel García Correa

INTRODUCCIÓN

Definición

La anestesia local es la interrupción reversible y transitoria de la percepción y


transmisión del dolor en un sitio o área determinada del cuerpo, producida por
la acción directa de un fármaco anestésico sobre raíces nerviosas terminales me-
diante infiltración local o por contacto.

Antecedentes históricos
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.

A finales del siglo XIX (1860), Andean Niemann aisló por primera vez la cocaína
de las hojas de la Erythroxylon coca y, al igual que muchos químicos de la época,
saboreó su compuesto y observó que producía adormecimiento de la lengua. En
1884, Carl Koller, que había estudiado la cocaína junto con Sigmund Freud, la
introdujo en el ejercicio clínico como anestésico tópico en oftalmología. Poco
después, Halstead popularizó su uso para la anestesia por infiltración y bloqueo
de la conducción, pero, a causa de su toxicidad y propiedades adictivas, en 1892
se inició la búsqueda de sustitutos sintéticos. En 1895 se sintetizó la procaína, que se
convirtió en el prototipo de los anestésicos locales durante muchos años.
En 1943, Lofqren y Ludquist descubrieron la lidocaína, iniciándose la era mo-
derna de los anestésicos locales, ya que generalmente no produce reacciones de

181
182 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Capítulo 15)

hipersensibilidad, siendo hasta la actualidad el anestésico más recomendable


para infiltración. Poco después surgieron otros agentes, como la mepivacaína, la
bupivacaína, la tetracaína, etc.

Clasificación de los anestésicos locales

Los anestésicos locales constan de una porción lipofílica y una hidrofílica, sepa-
radas por una cadena conectora de carbohidrato. La unión de esta cadena con la
porción lipofílica se logra a través de un enlace éster (--CO--) o amida (--HNC--).
Por lo tanto, pueden dividirse en:

S Unión éster –COO--


Relativamente inestables, ya que son desdoblados por hidrólisis en el plas-
ma por esterasas; por lo tanto, tienen una vida útil corta.
S Unión amida –NHCO--
Mucho más estables, soportan la esterilización por calor, así como cam-
bios en el pH (necesarios al agregar adrenalina).

Mecanismo de acción de los anestésicos locales

Los anestésicos locales son sustancias químicas que bloquean la conducción ner-
viosa de manera específica, temporal y reversible, por bloqueo de la conducción
de impulsos a lo largo de las fibras nerviosas.
En reposo, las fibras nerviosas se encuentran polarizadas, debido a una mayor
concentración de sodio en el exterior de la célula que en el interior, ocurriendo
lo contrario con los iones de potasio. La despolarización se debe al flujo de iones
de sodio al interior de la fibra nerviosa. La repolarización comprende el flujo
hacia el exterior de iones de potasio.
El ligero desequilibrio de iones resultante es corregido por acción de la bomba
ATPasa de Na+ y K+.
La despolarización se propaga hacia las fibras adyacentes y, de esta manera,
a lo largo del nervio de un extremo a otro. El anestésico es preparado en forma de
clorhidrato; tras inyectarse, la base se libera debido a la relativa alcalinidad de los
líquidos corporales, y se presenta en forma ionizada y no ionizada, en proporcio-
nes dependientes del pH y el Pka de la solución. La forma no ionizada es la encar-
gada de penetrar al nervio, atravesando el epineurio y la membrana neural; una
vez en el axoplasma, el anestésico se ioniza parcialmente, siendo la forma ioniza-
da la que bloquea los canales de Na+, por interacción con receptores específicos
en el interior de éste; de esta manera disminuye la permeabilidad de la membrana
Técnicas de anestesia local 183

a dicho ion mediante antagonismo competitivo, se impide la despolarización y,


por consiguiente, la propagación del impulso nervioso. Este proceso se ha deno-
minado estabilización de la membrana, ya que se mantiene en estado de polariza-
ción completo.

Uso de vasoconstrictores

El uso de vasoconstrictores disminuye la absorción local del anestésico, lo que


permite incrementar la potencia y duración del efecto al mantener durante mayor
tiempo al anestésico en el sitio de acción; además, disminuye el riesgo de toxici-
dad sistémica e incrementa el margen de seguridad del fármaco.
Por lo general se usa adrenalina en una concentración de 1:200 000.

S La solución de adrenalina 1:1 000 contiene 1 g/1 000 mL de solución, es


decir, 1 mg/mL.
S Para preparar una solución 1:200 000 a partir de adrenalina 1:1 000 hay
que diluirla 200 veces. Se toma 0.1 mL (0.1 mg) de adrenalina y se diluye
en 19.9 mL de la solución del anestésico.

INDICACIONES

La anestesia local está indicada en todos aquellos procedimientos en los que, con
una cantidad moderada de anestésico, sea posible llevar a cabo dicho procedi-
miento, por ejemplo: sutura de heridas, oniquectomía, extirpación de lipomas,
biopsias de piel, etcétera.
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Cuadro 15--1. Dosis máximas de anestésicos locales


Agente Sin adrenalina Con adrenalina Duración del efecto
Ésteres
Procaína 500 mg 45 a 60 min
Cloroprocaína 600 mg 30 a 45 min
Tetracaína 100 mg 60 a 180 min
Amidas
Lidocaína 300 mg (4 mg/kg) 500 mg (7 mg/kg) 60 a 120 min
Mepivacaína 300 mg (4 mg/kg) 500 mg (7 mg/kg) 90 a 180 min
Bupivacaína 150 mg (2 mg/kg) 225 mg (2 a 3 mg/kg) 240 a 480 min
Etidocaína 300 mg (4 mg/kg) 300 mg (4 mg/kg) 240 a 480 min
Prilocaína 400 mg (6 mg/kg) 600 mg (9 mg/kg) 60 a 120 min
184 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Capítulo 15)

EVALUACIÓN INTEGRAL DEL PACIENTE

Existen algunas condiciones sistémicas que pueden modificar la acción y algunos


parámetros de los anestésicos locales:
S La acidosis producida en los tejidos locales a causa de una infección se re-
laciona con una anestesia local de baja calidad, ya que disminuye la frac-
ción no ionizada (liposoluble) del fármaco y ésta es necesaria para cruzar
la vaina nerviosa lipofílica, con el fin de acceder a las vías de sodio del ner-
vio.
S Los pacientes con una enzima colinesterasa plasmática atípica están en
mayor riesgo de presentar concentraciones plasmáticas excesivas de anes-
tésicos locales de tipo éster, debido a hidrólisis plasmática ausente o limi-
tada.
S Las hepatopatías, o una disminución del flujo sanguíneo hepático, como
en la insuficiencia cardiaca congestiva o durante anestesia general, pueden
disminuir la tasa de metabolismo de la lidocaína.
S La absorción sistémica de vasoconstrictores adicionados a los anestésicos
locales puede favorecer arritmias cardiacas o acentuar una hipertensión en
pacientes vulnerables. No se recomienda agregar adrenalina a la solución
de anestésico local en casos de:
S Angina de pecho inestable.
S Arritmias cardiacas.
S Hipertensión no controlada.
S Insuficiencia uteroplacentaria.
S Bloqueo anestésico de nervios periféricos en áreas donde pueda faltar
flujo sanguíneo colateral (dedos, pene, lóbulos de la oreja, etc.).
S Anestesia regional intravenosa.
La potencia del anestésico puede incrementar por:
S Incremento del pH.
S Hiponatremia.
S Hipercalcemia, ya que previene la apertura de los canales de Na+.

PROCEDIMIENTO

Material e instrumental
1. Guantes estériles.
2. Gasas estériles.
Técnicas de anestesia local 185

3. Soluciones antisépticas (IsodineR, cloruro de benzalconio).


4. Pinzas Forester (para aseo).
5. Campos estériles (cuatro).
6. Anestésico local.
7. Jeringas desechables de 5 y 10 mL.
8. Agujas estériles de calibres 22, 24 y 30.
9. Fuente de luz.

Técnica
1. El paciente debe estar cómodamente instalado y con el área por anestesiar
libremente expuesta.
2. Tener todos los materiales reunidos.
3. Limpiar con una torunda y alcohol el tapón de caucho del frasco que con-
tiene el anestésico.
4. Se carga la jeringa.
5. Se asea con un antiséptico la zona por intervenir.
6. Se colocan campos estériles.
7. Se debe infiltrar a través del tejido subcutáneo anestésico hasta formar un
botón.
8. Antes de introducir el anestésico se debe aspirar suavemente para compro-
bar que no se esté dentro de un vaso sanguíneo.
9. Comprobando la insensibilidad de la zona, se infiltra de manera más pro-
funda la región, introduciendo la aguja en toda su longitud. Se va infiltran-
do el tejido al mismo tiempo que se va retirando la aguja. El mismo proce-
dimiento se realiza hacia ambos lados de la herida, si es posible, sin sacar
en su totalidad la aguja (figura 15--1).
10. Pasados de dos a tres minutos, debe probarse si la zona infiltrada se en-
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cuentra anestesiada.
11. Si el paciente no manifiesta dolor en la zona anestesiada, puede procederse
al acto planeado.
Recomendaciones para llevar al mínimo las molestias del paciente durante la in-
filtración:
S Contar con agujas lo más finas posibles (calibre 30).
S Inyectar lentamente el volumen de anestésico (en 10 segundos o más).
S Hacer la infiltración en un plano profundo dérmico--subcutáneo, mientras
la aguja se extrae poco a poco.
La anestesia por infiltración local es la técnica más sencilla y práctica de aneste-
siar al sujeto en casi todo tipo de heridas, pero hay regiones en las cuales resulta
186 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Capítulo 15)

Figura 15--1. El paciente debe estar cómodamente instalado, con el área por anestesiar
adecuadamente expuesta.

un procedimiento muy doloroso, por lo que se recurre a un bloqueo regional, por


ejemplo en la palma de la mano o la planta del pie. A continuación se exponen
algunos ejemplos de bloqueos regionales:
S Bloqueos de muñeca (figura 15--2).
S Nervio mediano:
1. Se pide al paciente que flexione la muñeca para identificar los tendo-
nes palmar menor y palmar mayor.
2. Se inserta una aguja de calibre 25 en sentido perpendicular a la piel,
entre los tendones palmar mayor y palmar menor (estrechamente al
borde externo del palmar menor).

Tendón del músculo palmar delgado

Tendón del músculo flexor radial carpo

Figura 15--2. Bloqueo de muñeca.


Técnicas de anestesia local 187

3. Se infiltran de 3 a 5 mL de anestésico local (lidocaína a 1%).


S Nervio cubital:
1. Se pide al paciente que flexione la muñeca para identificar al tendón
cubital anterior.
2. Se inserta una aguja calibre 25 entre la arteria cubital y el tendón cu-
bital anterior.
3. Se infiltran de 3 a 5 mL de anestésico local (lidocaína a 1% con adre-
nalina).
S Nervio radial:
1. Se pide al paciente que flexione la muñeca para identificar el tendón
palmar mayor.
2. Se inserta una aguja calibre 25 entre el tendón palmar mayor y la arte-
ria radial.
3. Se infiltran de 3 a 5 mL de anestésico local (lidocaína a 1% con adre-
nalina).
4. Para bloquear las ramas del nervio radial que se han separado del
tronco principal en el tercio inferior del antebrazo, se produce un
cojinete subcutáneo de anestesia en las caras lateral y dorsal del lado
radial de la muñeca.
S Bloqueo de los dedos de la mano.
S Del metacarpo:
1. Se introduce una aguja calibre 27 en ángulo de 90_ respecto al dorso
de la mano a 1 cm de la articulación metacarpofalángica, entre cada
hueso metacarpiano.
2. Se hace avanzar la aguja hasta que la punta alcance la superficie pal-
mar lateral de la cabeza del metacarpiano o hasta percibir la resisten-
cia de la aponeurosis palmar.
3. Luego de la aspiración, se inyectan lentamente 3 mL de lidocaína a
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.

1%. Para anestesiar un dedo se repite la maniobra a cada lado del


mismo (figura 15--3).
S Nervios digitales (figura 15--4):
1. Se introduce una aguja calibre 27 a un lado del tendón extensor del
dedo afectado proximal al espacio interdigital por su cara dorsal.
2. Aspirar e inyectar 1 mL de lidocaína a 1% sin adrenalina para aneste-
siar el nervio digital dorsal.
3. Se hace avanzar la aguja hacia la región palmar del dedo; aspirar e
inyectar 1 mL de lidocaína a 1% sin adrenalina.
4. Se retrocede la aguja y, antes de retirarla, se dirige transversalmente
sobre el tendón extensor y se inyecta 1 mL de anestésico, para aneste-
siar el nervio digital dorsal contralateral.
5. Después de cinco minutos se reintroduce la aguja en el lado opuesto
188 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Capítulo 15)

Figura 15--3. Se ilustra el bloqueo del tercer ortejo.

del dedo hasta la región palmar, se aspira y se inyecta 1 mL de anesté-


sico para bloquear el nervio digital palmar; se retira la aguja lenta-
mente.
S Bloqueo del tobillo.
S Nervio tibial posterior:
1. Se pide al paciente que se coloque en decúbito supino.
2. Se introduce una aguja calibre 22 en ángulo recto con la cara poste-
rior de la tibia por delante del borde medial del tendón de Aquiles,
hasta situarla lateral a la arteria tibial posterior.
3. Se aspira y se inyectan de 3 a 5 mL de lidocaína a 1% con adrenalina
conforme se retira la aguja 1 cm (figura 15--5).
S Nervio sural o safeno externo:
1. Con el paciente en decúbito supino, se identifican el maleolo externo
y el borde lateral del tendón de Aquiles.
2. Se introduce una aguja calibre 22 en ángulo recto entre las estructu-
ras identificadas, se aspira y se infiltran 5 mL de anestésico local (li-
docaína a 1% con adrenalina).
S Nervio peroneo profundo:
1. Se pide al paciente que se coloque en decúbito dorsal y extienda los
dedos a manera de identificar los tendones extensores largos de los
dedos.
Técnicas de anestesia local 189

D
Figura 15--4. Bloqueo de nervios digitales.
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.

2. Se introduce una aguja calibre 22 entre los tendones mencionados,


y se infiltran 5 mL de anestésico local (figura 15--6).
S Nervio peroneo superficial y safeno interno:
1. Se introduce una aguja calibre 22 en el mismo lugar anterior y se des-
plaza por debajo de la piel en dirección lateral y medial, para inyectar
de 3 a 5 mL de anestésico a cada lado.
S Bloqueo de los dedos del pie:
1. Se introduce una aguja calibre 27 en la cara dorsal de la base del punto
medio del dedo afectado, se inclina en torno al hueso hasta inducir pali-
dez de la piel de la región plantar.
2. Al retroceder la aguja se inyecta 1.5 mL de lidocaína a 1% sin adrena-
lina; antes de retirarla se redirige al lado opuesto, donde se inyecta de
igual modo el anestésico.
190 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Capítulo 15)

Figura 15--5. Bloqueo del nervio tibial posterior.

S Bloqueo del primer ortejo:


1. Se introduce una aguja calibre 27 sobre la cara dorsolateral de la base
del dedo hasta palidecer la piel plantar.
2. Al retroceder la aguja, se inyecta 1.5 mL de anestésico sin adrenalina;
antes de retirarla se desplaza la aguja hacia la cara dorsal del dedo y se
inyecta 1.5 mL de anestésico al tiempo que se extrae la aguja.
3. Se reintroduce la aguja en la región dorsal contralateral del dedo, hasta
palidecer la piel de la región plantar, y se inyecta 1.5 mL de anestésico
al extraer la aguja (figura 15--7).
S Infiltración local en párpados:
1. Se aplica anestesia tópica sobre la conjuntiva (lidocaína a 4% o tetra-
caína a 1% en gotas); se retrae el párpado superior o inferior y se aplica
una gota. Se evierte el párpado (superior o inferior) y se inserta una agu-
ja fina (calibre 25) en la conjuntiva, en la parte lateral del párpado, avan-
zando en toda su longitud; se inyectan de 2 a 2.5 mL de anestésico local
(lidocaína a 1%) a medida que la aguja retrocede.
2. Antes de retirar completamente la aguja, se lleva el párpado a su posi-
ción normal y se dirige la aguja a la parte subcutánea del párpado, reco-
rriéndolo en toda su longitud.
Técnicas de anestesia local 191

Figura 15--6. Bloqueo del nervio peroneo profundo.

3. Se depositan de 2 a 2.5 mL de anestésico mientras se retrocede la aguja


(figura 15--8).
S Bloqueo de nervios pudendos:
1. Colocar a la paciente en posición de litotomía.
2. Mediante tacto vaginal, identificar la espina isquiática y el ligamento
sacroespinoso.
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.

3. Insertar la aguja fijada a la jeringa a través de la pared vaginal, o en un


punto inmediatamente lateral a los labios mayores.
4. Mediante los dedos introducidos en la vagina, se guía la aguja hacia la
espina isquiática.
5. Se aspira, y se inyectan 10 mL de anestésico (lidocaína a 1%).
6. Se repite la operación en el otro lado. Se producirá anestesia en el peri-
neo, introito y porción inferior de la vagina.

COMPLICACIONES

Toxicidad sistémica: se debe a concentraciones plasmáticas excesivas relaciona-


das a menudo con inyección intravascular accidental y con menos frecuencia de
192 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Capítulo 15)

Figura 15--7. Bloqueo de los dedos del pie.

la absorción en el sitio de inyección. La absorción depende de la dosis inyectada,


la vascularidad del sitio de inyección y del uso de vasoconstrictores. La toxicidad
sistémica se manifiesta en:

S Sistema nervioso. Los primeros signos son: inquietud, mareo, acúfenos,


habla farfullante, hormigueo periorbitario, nistagmo y fasciculaciones fi-
nas de músculo estriado.
Técnicas de anestesia local 193

Figura 15--8. Infiltración local en párpados.

A continuación pueden sobrevenir convulsiones, principalmente to-


nicoclónicas, que pueden ir seguidas de depresión del sistema nervioso
central (SNC), termina la actividad convulsiva y se presenta apnea y poste-
riormente la muerte.
S Sistema cardiovascular. Es más resistente a los efectos tóxicos de los
anestésicos locales que el SNC, y se manifiesta por hipotensión debida a
relajación del músculo liso arteriolar y depresión miocárdica directa
debida a bloqueo de las vías cardiacas del sodio, por lo que se alteran el
automatismo cardiaco y la conducción que se manifiesta por prolongación
del intervalo P--R y ensanchamiento del QRS.
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S Reacciones alérgicas. Son muy raras, se relacionan con los anestésicos


locales tipo éster derivados del ácido paraaminobenzoico (como la pro-
caína) y a conservadores como el metilparabeno en preparados comercia-
les de anestésicos tipo éster y amida.
Se pueden presentar manifestaciones dérmicas como edema angioneuró-
tico, urticaria y prurito, y más raramente anafilaxia sistémica caracterizada
por hipotensión y broncoconstricción.

Cuando se presenta alguna de estas complicaciones, a continuación se mencio-


nan algunas acciones que se pueden seguir:

1. Vía aérea permeable, administrar O2 con mascarilla o ventilación artificial


si ocurre apnea.
194 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Capítulo 15)

2. En caso de convulsiones: diazepam, de 5 a 10 mg IV.


3. Líquidos intravenosos.
4. Vasopresores o agentes inotrópicos positivos:
S Atropina, 0.5 a 1.5 mg.
S Adrenalina, 0.3 a 0.5 mg.
5. Para reacciones dérmicas dar antihistamínico oral o IV, como difenhidra-
mina, 50 mg.
6. Tratar la anafilaxia con vasopresores, la broncoconstricción con salbuta-
mol, dos disparos cada ocho horas, aminofilina 5 a 7 mg/kg en 30 minutos,
metilprednisolona 1 a 2 mg/kg cada ocho horas.

CONCLUSIONES

Definitivamente, el conocimiento de las técnicas de anestesia local es indispensa-


ble para todo médico, ya que resulta ser una herramienta que facilita llevar a cabo
procedimientos de cirugía menor, pues, independientemente de la rama a la cual
se dedique, nunca estará exento de necesitarla.

REFERENCIAS
1. Stoelting RK, Miller RD: Bases de la anestesia. México, McGraw--Hill, 1997.
2. Bruce SD: Técnicas de anestesia regional. Madrid, Médica Panamericana, 1990.
3. Tintinalli J: Medicina de urgencias. México, McGraw--Hill, 1997.
4. Lebowitz P: Técnicas de anestesia. México, Noriega, 1997.
5. Vargas Domínguez: Cirugía menor de urgencias. México, McGraw--Hill, 1992.
6. Villeda Mejía A et al.: Consideraciones anestésicas en trauma de la extremidad superior.
Rev Mex Anest 1998;21(2):113--128.
7. Skidmore RA, Patterson JD: Local anesthetics. Dermatol Surg 1998;22(6):511--522.
16
Suturas y tipos de puntos
Jaime A. Polaco Castillo, Jesús Tapia Jurado

INTRODUCCIÓN

Del empleo de materiales de sutura para afrontar heridas se tiene noticia desde
la antigua China; sin embargo, muchos textos consideran que lo descrito en el pa-
piro de Edwin Smith (siglo XVI a. C.) es la primera referencia con que se cuenta
al respecto; en él se menciona el empleo de hilos de oro y plata, cuerdas y tendo-
nes de animales, así como de bandas de lino y goma adhesiva de acacia. El ciru-
jano hindú Sushruta (600 a. C.) realizó una reseña referente a materiales de sutu-
ra, incluyendo la enseñanza de su empleo. Galeno (130--200 d. C.) recomendaba
el uso de la seda, además de establecer que la fascia debe incluirse al suturar el
músculo y que, al suturar, se debe realizar una desbridación de todo tejido que
se encuentre macerado en el sitio de la herida.
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.

En el año 900 d. C., Rhazes describió el empleo de kitgut (el vocablo kit hace
referencia a las cuerdas de violín fabricadas a partir de intestino de vaca), siendo
posible que de aquí se derive la palabra catgut, resultando erróneo el hecho de
que se fabricó en un inicio con intestino de gato. Abulcasis (932--1013) empleó
quijadas de hormigas gigantes a manera de suturas.
Los aztecas del México antiguo también contaban con métodos de sutura; se
tiene incluso un grabado en el que se observa un procedimiento empleando cabe-
llo humano como material de sutura.
En el siglo XVIII se habla del empleo de piel de gamo e hilo de plata. Joseph
Lister, en el siglo XIX, refiere el empleo del catgut. William Halsted recomienda
el uso de seda, y Whipple el empleo de suturas de algodón.

195
196 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Capítulo 16)

En Alemania se diseñaron los primeros materiales sintéticos absorbibles en


1931; las poliamidas en 1939; el poliéster en 1950; el ácido poliglicólico y el poli-
propileno en 1970. Hoy en día, gracias al esfuerzo de estos pioneros y a la investi-
gación de siglos, se ha buscado mayor efectividad y menores efectos adversos,
así como un mejor y más rápido retorno a la funcionalidad y estética del tejido
agredido, contando con una amplia gama de suturas, naturales y sintéticas, absor-
bibles y no absorbibles y con diferentes grosores, tiempo de resistencia y absor-
ción, lo que hace de la cirugía una forma de tratamiento efectiva y segura para
quien la recibe y para quien la ejerce.

DEFINICIÓN DE SUTURA

Se trata del último de los tiempos fundamentales de la técnica quirúrgica, que se


entiende como la acción quirúrgica de unir, afrontar, coaptar los bordes o labios
de una herida hasta que ocurra la cicatrización; es decir, es la aproximación de
los tejidos con la finalidad de acelerar el proceso de cicatrización. Como sustan-
tivo, sutura es el hilo o hebra con la que se lleva a cabo la acción de suturar.

PROPIEDADES FÍSICAS Y BIOQUÍMICAS DE LAS SUTURAS

Resistencia tensil

Es la capacidad de la sutura de soportar el tirón directo durante el transoperatorio


y el posoperatorio; es importante considerar esta característica, ya que de ella de-
penderá en gran parte el éxito o el fracaso de la intervención. Dicha resistencia
obedece al tipo de material, calibre y manipulación que se le haya dado; es tras-
cendental tomar esto en cuenta para que el soporte artificial sea el adecuado y así
evitar una dehiscencia o retraso en el proceso de cicatrización.

Manipulabilidad

Es la facilidad de manejo en el momento de implantar la sutura; esta característica


es muy importante, ya que de ella dependerá la manera de anudar la sutura. Exis-
ten diferentes materiales que, de acuerdo a su origen y fabricación, son más o
menos fáciles de manejar. Por ejemplo, los materiales multifilamentos serán más
fáciles de manipular que los monofilamentos.
Suturas y tipos de puntos 197

Reactividad tisular

Se refiere a la reacción inmunológica por parte del tejido debida a la presencia


de un cuerpo extraño; se refiere también al mecanismo de absorción que se da en
función de la biocompatibilidad tejido--sutura, el cual pudiera ser por hidrólisis
o por fagocitosis.

S Hidrólisis: es el mecanismo por el cual una estructura molecular se degra-


da por presencia de agua.
S Fagocitosis: es el mecanismo de acción del sistema inmunológico que se
activa en forma natural para defenderse de cualquier cuerpo extraño.

Arrastre tisular

Es el daño al tejido debido a la fricción por el paso de la sutura provocando el


efecto serrucho, dando como resultado mayor tejido deteriorado y, por ende, ma-
yor tejido cicatrizal.

Resistencia a la flexión repetida

Es la capacidad de doblamiento continuo de la sutura sin llegar a la fatiga flexu-


ral; es importante, y vale la pena recordarlo en procedimientos cardiovasculares
en los que la sutura deberá soportar la propulsión del corazón durante tiempo pro-
longado. Ejemplos de estos materiales son el nylon, el polipropileno y el fluoruro
de polivinilideno.
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.

Elongación controlada

Es la capacidad de estiramiento de la sutura en forma lineal que después del tirón


directo se reincorpora a la posición original. Esta característica es importante, ya
que sin ella podría provocarse el estrangulamiento en algunos tejidos. Ejemplos:
nylon, polipropileno y fluoruro de polivinilideno.

Memoria plástica

Se refiere a la capacidad de regresar a su posición inicial de los materiales plásti-


cos, en particular de las suturas monofilamentos.
198 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Capítulo 16)

Plastodeformación

Es la deformación en materiales plásticos, como el nylon y el polipropileno. De


esa deformación plástica resulta el acoplamiento del nudo de la sutura; por lo tan-
to, se dice que el nudo es firme y seguro por la adecuada plastodeformación.
Ejemplo: fluoruro de polivinilideno.

Seguridad de nudo

Se determina por el tipo de fabricación de los materiales, ya sean multifilamento


o monofilamento, pero esta seguridad depende en gran parte de una buena prácti-
ca quirúrgica. Existe una frase célebre que dice: “un nudo bien hecho jamás será
deshecho”.

Memoria de empaque

Es la forma que el hilo de sutura conserva dentro de su envoltura.

Calibre

Grosor o diámetro de la hebra o sutura; esta medida es estándar a nivel internacio-


nal. Estos rangos son normados por la United States Pharmacopea, organismo
reconocido internacionalmente y que diseña parámetros a los cuales deben ape-
garse todos los fabricantes de suturas. Los tamaños van desde los muy gruesos,
del número 7, a los más delgados, del 11--0; el intervalo varía según los materiales
de sutura, de donde se deriva el objetivo de la intervención quirúrgica (cuadro
16--1).

INDICACIONES

Las suturas las empleamos para afrontar o fijar todo tipo de tejidos; las indicacio-
nes las podemos clasificar en:

S Suturas para afrontar los bordes de una herida mientras cicatriza.


S Internas.
S Externas.
Suturas y tipos de puntos 199

Cuadro 16--1. Calibres y usos de las suturas


Tamaño de la sutura Posible uso quirúrgico

Menor diámetro 11--0 Neurocirugía


10--0
8--0
7--0 Microcirugía/cirugía oftálmica
Micro/vascular 6--0
y cardiovascular 5--0
4--0 Cirugía plástica/cuticular
3--0
2--0 Cirugía general/cirugía de ginecología
0 y obstetricia
1
2
3 Suturas de retención
5
Mayor diámetro 7

S Suturas para puntos de referencia (transoperatorio).


S Suturas para sujeción de drenajes.

ELECCIÓN Y SELECCIÓN DEL MATERIAL DE SUTURA

Es importante tomar en cuenta las características de los materiales de sutura deri-


vados de sus propiedades físicas y bioquímicas para hacer una adecuada elección
de la sutura, además de considerar los siguientes factores:

S Procedimiento quirúrgico.
S Presencia o ausencia de infección.
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.

S Edad del paciente.


S Estado de salud del paciente.
S Estado nutrimental del paciente.
S Características de cicatrización de la herida.
S Preferencias del cirujano basadas en su experiencia.

En general, el material de sutura debe mantener las siguientes características: ser


estéril, resistente, aplicable en cualquier tejido, suave, flexible, deslizable, firme-
mente anudable, mantener su estructura, causar mínimo efecto de rechazo y ser
económico. Las características que no deben tener las suturas son: ser canceríge-
nas o alergénicas y facilitar el desarrollo de infecciones.
El cirujano deberá conocer y reconocer perfectamente la diferencia entre la re-
sistencia tensil y la tasa de absorción total de cada material, y seleccionarlo de
200 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Capítulo 16)

Cuadro 16--2. Clasificación de las suturas de acuerdo con su origen


Animal Natural Sintético
S Catgut crómico S Seda S Ácido poliglicólico
S Catgut simple S Ácido poliglicólico de absorción rápida
S Polidioxanona
S Lactómero
S Poligliconato
S Glicomer 631
S Poliglecaprone 25
S Nylon
S Polipropileno
S Fluoruro de polivinilideno (PVDF)
S Poliéster
S Polibutéster
S Acero

acuerdo con el conocimiento de los tiempos en que cada tejido cicatriza, procu-
rando que exista un equilibrio real.
En el cuadro 16--2 se clasifican las suturas de acuerdo con su origen.
En el cuadro 16--3 se presenta la clasificación de las suturas dependiendo de
las características de fabricación.
En el cuadro 16--4 se presentan las suturas de acuerdo a su comportamiento en
el tejido.
También existen: cintas adhesivas estériles (3 mm a 10 cm ancho) y clips cutá-
neos.
En el cuadro 16--5 se mencionan las características de las suturas de acuerdo
al material de fabricación y tipos de cirugías en donde se utilizan.
En el cuadro 16--6 se menciona el tiempo de resistencia y absorción de las sutu-
ras absorbibles.

Cuadro 16--3. Clasificación de las suturas de acuerdo con su fabricación


Monofilamentos Multifilamentos
S Polidioxanona S Ácido poliglicólico (trenzado)
S Poligliconato S Ácido poliglicólico de absorción rápida (trenzado)
S Glicomer 631 S Lactómero (trenzado)
S Poliglecaprone 25 S Poliéster (trenzado)
S Nylon S Catgut crómico (torcido)
S Polipropileno S Catgut simple (torcido)
S Fluoruro de polivinilideno (PVDF) S Seda (trenzado)
S Polibutéster
S Acero
Suturas y tipos de puntos 201

Cuadro 16--4. Clasificación de las suturas


de acuerdo con su comportamiento en el tejido
Absorbible No absorbible
S Ácido poliglicólico (hidrólisis) S Nylon
S Ácido poliglicólico de absorción rápida (hidrólisis) S Polipropileno
S Polidioxanona (hidrólisis) S Fluoruro de polivinilideno (PVDF)
S Poligliconato (hidrólisis) S Poliéster
S Glicomer 631 (hidrólisis) S Polibutéster
S Poliglecaprone 25 (hidrólisis) S Seda
S Catgut crómico (fagocitosis) S Acero
S Catgut simple (fagocitosis)

Cuadro 16--5. Características de los materiales de sutura


Sutura Características
Ácido poliglicólico S Homopolímero del ácido glicólico, sutura sintética absorbible con multifi-
lamentos trenzados
S Mantiene la fuerza tensil de 14 a 21 días; es absorbida por hidrólisis,
completándose aproximadamente en 60 a 90 días (ver cuadro 16--6)
S Usos sugeridos: cirugía general, gastroenterología, ginecología y obste-
tricia, cirugía oftálmica, urología, cirugía plástica, ortopedia y otros
Ácido poliglicólico S Homopolímero del ácido glicólico; sutura sintética absorbible con multifi-
de absorción lamentos trenzados
rápida
á id S Mantiene la fuerza tensil de 7 a 10 días; es absorbida por hidrólisis,
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.

completándose aproximadamente a los 42 días (ver cuadro 16--6)


S Usos sugeridos: está indicado en general para la aproximación de teji-
dos blandos o ligaduras de corto plazo, incluyendo especialidades como
cirugía plástica, ginecología y obstetricia
Polidioxanona S Sutura sintética monofilamento absorbible, elaborada a partir del polí-
mero de p--dioxanona
S La absorción se realiza por acción hidrolítica progresiva lenta y predeci-
ble; la resistencia tensil se mantiene desde el primer día hasta los 42
días. La absorción total se presenta alrededor de los 180 a 200 días
S Usos sugeridos: indicada para la aproximación de tejidos blandos, inclu-
yendo el uso pediátrico en los tejidos cardiovasculares, en microcirugía,
cirugía oftálmica, cirugía general, gastroenterología, urología, cirugía
plástica, ginecología, etc.
S Este tipo de suturas es útil principalmente cuando se desea una combi-
nación de sutura absorbible y un soporte prolongado de la herida
202 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Capítulo 16)

Cuadro 16--5. Características de los materiales de sutura (continuación)


Sutura Características
Catgut crómico S Sutura multifilamento torcida, absorbible, de origen animal, elaborada a
partir de la capa serosa del intestino delgado de ganado bovino
S El baño químico de sales de cromo retrasa el proceso de absorción de
fagocitosis
S Brinda resistencia óptima durante 14 a 21 días; los factores del paciente
hacen variar el tiempo de absorción, el cual se completa entre los 60 y
los 90 días (cuadro 16--6)
S Usos sugeridos: cirugía general, ginecología y obstetricia, oftalmología,
ortopedia, urología, etc.
Catgut simple S Sutura multifilamento torcida, absorbible, de origen animal, elaborada a
partir de la capa serosa del intestino delgado de ganado bovino
S Otorga resistencia tensil al tejido entre 7 y 14 días; la absorción se com-
pleta entre 50 y 70 días. Los factores del paciente pueden hacer variar
el tiempo de absorción (cuadro 16--6)
S Usos sugeridos: cirugía general, ginecología y obstetricia, oftalmología,
ortopedia, urología, etc.
Poliglecaprone 25 S Sutura sintética monofilamento, absorbible
S Mantiene resistencia tensil de 60 a 30%, de los 14 a los 21 días, respecti-
vamente; la absorción total se presenta entre 91 y 119 días (cuadro 16--6)
S Usos sugeridos: aproximación de tejidos suaves y/o ligaduras, pero no
se recomienda su uso en cirugía cardiovascular, neurocirugía, microci-
rugía u oftalmología
Glicomer 631 S Monofilamento sintético absorbible, compuesto de glicólido y dioxanono
con carbonato de trimetileno
S Proporciona resistencia tensil de 75 a 40%, entre los 14 y 21 días, res-
pectivamente; la absorción se completa en 90 a 110 días por hidrólisis
(cuadro 16--6)
S Usos sugeridos: está indicada para la aproximación o ligadura de tejidos
blandos en general, incluyendo el uso en cirugía oftálmica, pero no en
cirugía cardiovascular ni en neurocirugía
Poligliconato S Monofilamento sintético absorbible derivado del ácido glicólico y carbo-
nato de trimetileno
S La resistencia tensil se conserva en un porcentaje de 75 a 50%, de 14 a
28 días, respectivamente; el proceso de absorción se realiza por hidróli-
sis, y se completa en 180 días (cuadro 16--6)
S Usos sugeridos: indicada en aproximación o ligadura de tejidos blandos,
incluyendo el uso en tejido cardiovascular pediátrico, en donde se espe-
ra que haya crecimiento y en tejido vascular periférico
Lactomer S Sutura multifilamento trenzada sintética derivada del ácido glicólico/láctico
S La resistencia tensil se presenta en 80% y 30%, entre los 14 y 21 días,
respectivamente. La absorción ocurre por medio de hidrólisis, y se com-
pleta entre los 56 y los 70 días (cuadro 16--6)
S Usos sugeridos: indicada para la aproximación de tejido suave o ligamen-
toso y cirugía oftálmica, pero no en tejido cardiovascular o neurológico
Suturas y tipos de puntos 203

Cuadro 16--5. Características de los materiales de sutura (continuación)


Sutura Características
Nylon S Sutura sintética monofilamento no absorbible en color azul cielo, negro
o transparente
S Se elabora a partir de poliamida 6.6
S De la resistencia tensil se conoce que, aunque no es un material absor-
bible, se va perdiendo masa por la ruptura de los enlaces químicos,
debido a la acción hidrolítica, aproximadamente 10% al año
S Por todas sus propiedades físicas y fisiológicas y por provocar mínima
reacción tisular, es una sutura ideal para uso cuticular y otras altas es-
pecialidades, como oftalmología y neurocirugía
Polipropileno S Sutura sintética monofilamento no absorbible
S Ideal para cumplir con el propósito de ser un soporte permanente sin
perder su fuerza tensil
S Por su alta resistencia tensil y elongación controlada asegura la aproxi-
mación de los bordes del tejido hasta su cicatrización; por su suavidad
al paso por los tejidos, la cicatrización es perfecta; por su baja reactivi-
dad tisular es ideal en uso cuticular, y por resistir la flexión repetida por
tiempos prolongados es ideal en uso cardiovascular, cirugía plástica y
reconstructiva, cuticular, ginecología y obstetricia, ortopedia y cirugía
general

Fluoruro de polivi- S Es un material monofilamento sintético no absorbible de reciente desa-


nilideno rrollo (fluoruro de polivinilideno)
(PVDF) S Es un material biocompatible y antitrombogénico. Indicado para uso
general en aproximación de tejidos blandos, incluyendo las especialida-
des de cirugía general, ginecología, cirugía plástica y reconstructiva y en
particular está indicado para procedimientos para cirugía cardiovascular,
como revascularización coronaria, reemplazo de válvulas cardiacas
aórticas, mitral y tricúspide; ampliamente utilizado en el tratamiento de
cardiopatías congénitas, así como en cirugía vascular periférica, ya que
provee un soporte adecuado al cierre de los tejidos
Polibutéster S Sutura monofilamento, no absorbible, compuesta de polibutéster, un
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copolímero de butileno tereftalato y glicólico de éter politetrametileno


S Las suturas están indicadas para uso general en la aproximación del
tejido blando o ligadura, incluyendo el uso en cirugía cardiovascular y
oftálmica, pero no en microcirugía o tejido neurológico
Poliéster S Sutura de origen sintético, multifilamento trenzado, no absorbible
S Hecha de fibras de poliéster preparadas a partir de ácido tereftálico o
sus ésteres y etilenglicol
S La sutura de poliéster recubierto está indicada para usarse en la aproxi-
mación o ligadura de tejidos suaves en general, incluyendo los de pro-
cedimientos cardiovasculares, cirugía ortopédica, cirugía oftálmica y
cirugía general
204 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Capítulo 16)

Cuadro 16--5. Características de los materiales de sutura (continuación)


Sutura Características
Seda S Sutura multifilamento trenzado, no absorbible; se elabora del capullo del
gusano de seda
S Se impregna la hebra de silicón para disminuir la capilaridad
S La fuerza a la tensión se mantiene; sin embargo, al paso del tiempo va
disminuyendo hasta que el tejido se encapsula
S Frecuentemente se utiliza para afrontar tejidos o ligaduras, incluyendo
los procedimientos de cierre en general, uso cuticular y cirugía plástica,
excepto en procedimientos urológicos, ya que puede ser formadora de
cálculos alrededor de la sutura
Acero S Sutura monofilamento no absorbible hecha de acero inoxidable; esta
aleación de acero contiene hierro, cromo, níquel, molibdeno, carbón,
manganeso y otros elementos que garantizan una aleación de uso qui-
rúrgico
S Si el usuario conoce las características, beneficios y limitaciones pro-
pios de la sutura de acero y está familiarizado con las buenas prácticas
quirúrgicas, el empleo de este producto es adecuado para procedimien-
tos en los que se requiera un material altamente resistente, como, por
ejemplo, en ortopedia, cierre de esternón, etc.; para el anudamiento se
requieren técnicas especiales de anudamiento propias del acero inoxi-
dable quirúrgico

Cuadro 16--6. Resistencia tensil y absorción total


Sutura -- composición Resistencia tensil Absorción total
Ácido poliglicólico 70% a los 14 días 60 y 90 días
50% a los 21 días
Ácido poliglicólico de absor- 50% a los 7 días 42 días
ción rápida 0% a los 10 días
Polidioxanona 70% a los 28 días 180 y 200 días
50% a los 42 días
Lactomer 80% a los 14 días 56 y 70 días
30% a los 21 días
Glicomer 631 75% a los 14 días 90 y 110 días
40% a los 21 días
Poligliconato 75% a los 14 días 6 meses (180 días)
50% a los 28 días
Poliglecrapone 25 60% a los 21 días 91 y 119 días
30% a los 14 días
Catgut crómico* 14 y 21 días 60 y 90 días
Catgut simple* 7 y 14 días 50 y 70 días
* En el caso del catgut crómico y catgut simple, se puede considerar que el tipo de absorción es
por fagocitosis, lo cual condiciona que intervengan factores particulares del paciente; por lo tan-
to, la resistencia tensil o la tasa de absorción pueden variar; por ejemplo, en pacientes desnutri-
dos, el catgut simple y el crómico se absorben más rápido.
Suturas y tipos de puntos 205

Cuerda
Diámetro

Punta
Radio

Longitud

1/4 círculo (90_) 3/8 círculo (135_) 1/2 círculo (180_) 5/8 círculo (225_)

Media curva Recta

Figura 16--1. Anatomía de la aguja quirúrgica.

LA AGUJA QUIRÚRGICA
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Definición

Es el instrumento con el cual se hace pasar la sutura a través del tejido; es impor-
tante revisar cuáles deben ser sus características ideales. En la figura 16--1 se
observa la anatomía de la aguja quirúrgica.

Características deseables

Una aguja quirúrgica debe ser lo suficientemente:

S Fuerte, para no romperse.


206 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Capítulo 16)

S Rígida, para no doblarse con facilidad, conservando una adecuada ducti-


lidad.
S Afilada, para penetrar el tejido con la menor resistencia.
S Además, debe ser adecuada en forma y tamaño.

Por la existencia de diversos fabricantes en el mundo, cada uno de éstos ha asig-


nado una nomenclatura especial y específica para cada tipo de aguja; sin embar-
go, es de gran importancia identificar a cada una de las agujas por sus característi-
cas físicas.
Características físicas:

S Curvatura.
S Longitud.
S Diámetro.
S Tipo de punta.
S Patrón de corte.

En la figura 16--2 pueden observarse los diversos tipos de puntas de las agujas
quirúrgicas, sus características e indicaciones.
En la actualidad existe básicamente una combinación sutura--aguja, o sea, la
aguja atraumática, en la cual la sutura está ensamblada en el cuerpo de la aguja
al nivel en que estaría el ojo en una aguja convencional, esto es para prevenir el
daño tisular causado por la doble hebra de material de sutura que requieren las
agujas con ojo. En la aguja atraumática el diámetro de la sutura está muy cercano
al diámetro del cuerpo de la aguja, para evitar un daño adicional de los tejidos a
medida que la sutura pasa a través de ellos. Las agujas atraumáticas están disponi-
bles con aguja única (una aguja por sutura) o como doble aguja, una ensamblada
en cada extremo de la sutura (doble armado), que se utilizan durante las aproxi-
maciones de conductos u órganos tubulares. Cada día se ven menos las agujas so-
las con ojo, el cual puede ser redondeado, rectangular o cuadrado. La aguja de
ojo francés o hendido tiene dos ojos.
Otra forma de afrontar la piel es mediante las cintas adhesivas estériles, las
cuales tienen adhesivo en una de sus caras y están disponibles en varios tamaños
(desde 3 mm hasta 10 cm de ancho). Se utilizan en áreas del cuerpo donde la ten-
sión y la humedad son mínimas.
Los clips cutáneos se utilizan en ocasiones para aproximar incisiones cutá-
neas; se trata de clips metálicos asegurados con un aplicador de clips.
Los fabricantes de materiales de sutura han desarrollado numerosos métodos
de envasado que facilitan la extracción de la sutura y mantienen su esterilidad e
integridad. Todas las suturas están envueltas en dos sobres separados; el sobre in-
terno está estéril tanto por dentro como por fuera. Una cara del sobre externo es
transparente para permitir la fácil inspección de los datos impresos en el sobre
Suturas y tipos de puntos 207

Tipo Punta Diseño Patrón Descripción y recomendaciones


de corte

Ampliamente utilizada en tejidos de moderada fa-


cilidad de penetración: peritoneo--fascia, múscu-
Punta lo, tejido adiposo, intestino, etc. También muy uti-
lizada en venas--arterias. Especialidades: cirugía
ahusada general, gastroenterología, ginecología y obste-
tricia, cardiovascular, neurocirugía.

Aguja cortante caracterizada por su patrón de


corte en forma triangular con la particularidad de
Reverso contar con el corte en la forma externa del cuerpo
cortante de la aguja. Utilizada ampliamente en cirugía plás-
tica reconstructiva y en general en cierre cuticular
donde es ideal el resultado cosmético.

Aguja cortante caracterizada por su patrón de


corte en forma triangular con la particularidad de
Cortante contar con el corte en la forma interna del cuerpo
convencional de la aguja. Utilizada ampliamente en cirugía plás-
tica reconstructiva y en general en cierre cuticular
donde es ideal el resultado cosmético.

Es una aguja utilizada específicamente para teji-


dos sumamente delicados o friables en donde no
Punta se requiera gran esfuerzo al guiar a la hebra y evi-
roma tar un daño a la estructura del tejido, como, por
ejemplo, en hígado, riñón, etc.

Aguja utilizada ampliamente en tejidos muy du-


Cuerpo ros en donde se requiera penetrar, pero, sobre
todo, el patrón de corte es circular para evitar des-
redondo garres al estar en tensión el tejido con la sutura,
punta como, por ejemplo, en tendones; también se utili-
cortante za por su gran fortaleza de penetración en ortope-
dia (cierre de esternón).
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Su forma espatulada plana y delgada, con filos


laterales y uno en la parte inferior, le confiere un
paso a través del tejido minimizando el trauma y
evitando la penetración involuntaria en tejidos
más profundos. Ideal en procedimientos oftalmo-
Espatulada lógicos, por ejemplo de cataratas, etc.

Aguja de cuerpo cilíndrico aplanado con punta


Ahusada cortante de precisión, ampliamente utilizada para
tejidos de difícil penetración (calcificados). Está
punta elaborada con una aleación especial de acero
cortante que facilita una excelente penetración y mayor
premium resistencia a la flexión. Es ideal para implante de
válvulas cardiacas y en uso vascular.

Figura 16--2. Patrón de corte de las agujas.


208 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Capítulo 16)

interno (tamaño, longitud, tipo y tamaño de aguja, fecha de fabricación y fecha


de vencimiento).
En los años recientes han surgido otros tipos de suturas, como son las engrapa-
doras quirúrgicas o suturas mecánicas, que asociadas a la cirugía de mínima inva-
sión han ampliado las posibilidades de las mismas; sin embargo, esto queda para
el campo del especialista.

ASPECTOS A CONSIDERAR EN LA RELACIÓN


MATERIAL DE SUTURA--CICATRIZACIÓN TISULAR

Las suturas, como cuerpos extraños, pueden o no tener éxito en la búsqueda de


la cicatrización de las heridas. Existen consideraciones importantes a este res-
pecto:

S Cantidades del material de sutura implantado.


S Falta de relación entre la facilidad con que se absorbe la sutura y su fuerza.
S Magnitud en la cual la sutura irrita los tejidos.

MANEJO PREOPERATORIO

Se debe estar preparado para:

S Conocer el manejo preoperatorio propio del procedimiento quirúrgico


principal a realizar y de los diversos procedimientos de sutura.
S Evaluar antecedentes en el paciente, como reacciones anafilácticas al
anestésico a emplear, si ha llegado a presentar problemas con el empleo
anterior de materiales de sutura, además de, obviamente, considerar el es-
tado de los tejidos de la persona.
S Para la sutura de las heridas superficiales se deben conocer los procedi-
mientos anestésicos para cirugía local y regional.

TÉCNICA QUIRÚRGICA

1. Colocar al paciente en posición cómoda o como el procedimiento lo re-


quiera, con la región a suturar ampliamente expuesta y bien iluminada.
Suturas y tipos de puntos 209

2. Efectuar antisepsia (limpiar y rasurar la región).


3. Colocación de campos estériles y compresa hendida (de ser necesario).
4. Infiltración de lidocaína simple de 1 a 2%.
5. Realización del procedimiento quirúrgico. Hemostasia con pinzado y liga-
duras si la herida lo amerita (hemorragia activa). Realizar desbridamiento
de la herida retirando cuerpos extraños, tejidos desvitalizados o necrosa-
dos, en caso necesario.
6. Reconstrucción por sutura de piel con la técnica y material convenientes;
esta cicatrización por primera intención se efectuará en heridas quirúrgicas
y traumáticas limpias que puedan tener cicatrización por primera inten-
ción a través de un cierre primario. Asimismo, se evalúa la conveniencia
de colocar algún tipo de drenaje blando o rígido para evitar la acumulación
de líquidos en “espacios muertos”.
7. Cubrir la herida con gasa o apósito estéril. Brindar los fármacos necesarios
en caso de estar indicados (analgésicos, antibióticos).
8. Retiro de puntos en cinco a siete días.

TIPOS DE PUNTOS UTILIZADOS AL SUTURAR

Puntos separados
Sutura en puntos paralelos separados o puntos simples. Se pasa la aguja en-
samblada con el tipo de sutura elegido por ambos bordes de los tejidos a afrontar
y se anuda. Se recomienda dejar una distancia aproximada de un centímetro entre
dos puntos (figura 16--3).
Sutura en puntos separados dobles tipo “colchonero” o de Sarnoff. Por ser
una sutura doble, una superficial y otra profunda, afronta los bordes de la herida
en forma precisa. Se pasa la aguja primero en un plano lejos--lejos del borde de
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la herida y se regresa cerca--cerca y se anuda; también se aconseja que se colo-


quen estos puntos aproximadamente con un centímetro de separación entre ellos
(figura 16--4).
Sutura en puntos separados en forma de “X”. Pasar la aguja ensamblada
o enhebrada por ambos bordes de la herida, sacarla para volver a introducirla y,
tomado ambos bordes de la herida a un centímetro de distancia y sobre el borde
contrario a donde salió la aguja previamente, realizar el nudo con ambos cabos
(figura 16--5).

Puntos en surgete
Tienen el inconveniente de que los puntos son solidarios unos con otros, y cor-
tando un hilo se puede perder toda la sutura.
210 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Capítulo 16)

Figura 16--3. Sutura en puntos paralelos separados.

S Puntos simples separados en surgete. Se debe empezar en el ángulo de


la incisión; se escoge el que está a la izquierda del cirujano. Se pasa la aguja
por los bordes y se hacen varios nudos sucesivos, cuatro o cinco para ase-
gurar el extremo. El hilo corto se refiere con una pinza. Con la aguja en-
samblada o enhebrada, se atraviesan en forma sucesiva y oblicuamente
uno y otro labio del plano anatómico a suturar. El ayudante debe mantener
el hilo tenso y no lo soltará sino cuando el cirujano, habiendo hecho un
nuevo punto, acabe de tirar de él. Un surgete no debe aflojarse. Se termina
el surgete con el hilo tenso y, haciendo un lazo con el último punto, se anu-
da varias veces. Se cortan los hilos (figura 16--6).
S Sutura continua anclada o surgete anclado. Similar a la anterior, pero
antes de tirar del asa formada se pasa la sutura por la misma (figura 16--7).

Figura 16--4. Sutura en puntos separados dobles tipo Sarnoff.


Suturas y tipos de puntos 211

Figura 16--5. Sutura en puntos separados en forma de “X”.

S Sutura subdérmica. Adecuada en piel y con fines cosméticos. Se debe


empezar en el ángulo de la incisión; se escoge el que está a la izquierda del
cirujano. Se pasa la aguja a un centímetro del extremo distal de la incisión
y se hacen varios nudos sucesivos, cuatro o cinco para asegurar el extremo.
Con la aguja ensamblada, se atraviesan en forma sucesiva y oblicuamente
uno y otro labio del plano anatómico a suturar, sin salir a la piel. El ayu-
dante debe mantener el hilo tenso y no lo soltará sino cuando el cirujano,
habiendo hecho un nuevo punto, acabe de tirar de él. Un surgete no debe
aflojarse. Se termina el surgete extrayendo la aguja a un centímetro del án-
gulo proximal de la herida; con el hilo tenso se realiza un lazo que se anuda
varias veces (figura 16--8).
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Figura 16--6. Surgete continuo.


212 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Capítulo 16)

Figura 16--7. Sutura subdérmica.

TÉCNICA DE ANUDAMIENTO

Habitualmente el hilo de sutura fijo en la aguja tiene una longitud de 45 cm (18


pulgadas). Cuando se realizan nudos, ya sea con instrumentos o en forma manual,
se debe estar pendiente de que los nudos queden “cuadrados”, lo que evita que
se desanuden fácilmente. En la figura 16--9 se puede observar la secuencia de nu-
dos “cuadrados” (A), cómo queda un doble nudo inicial y simples subsiguientes
(B) y cómo quedan los nudos simples y “cuadrados” (C).

Figura 16--8. Sutura subdérmica.


Suturas y tipos de puntos 213

B
A

Figura 16--9. Nudos quirúrgicos. A. Secuencia “cuadrada” del nudo. B. Doble nudo ini-
cial y simples subsiguientes. C. Secuencia de nudos sencillos.

S Nudo instrumental. Posterior a pasar la aguja por los bordes de los tejidos
a afrontar, se toma el cabo largo de la sutura con la mano izquierda, dán-
dole la vuelta sobre la punta del porta--agujas, que se sostiene con la mano
derecha (una o dos vueltas, o sea nudo sencillo o doble); en seguida, el por-
ta--agujas toma el extremo corto de la sutura y se separan porta--agujas y
la mano que sostiene el extremo largo de la sutura, con lo cual se aprieta
el nudo (figura 16--10). En el siguiente nudo la vuelta sobre el porta--agujas
sera en sentido inverso para que el nudo quede “cuadrado”. El médico debe
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formar el nudo apretando cuidadosa y firmemente cada vuelta contra el


nudo precedente.
S Nudo manual. En la figura 16--11 se observa cómo el extremo largo de
la sutura se toma con la mano izquierda, pero dejando libres los dedos índi-
ce y pulgar; con la mano derecha se toma el extremo corto de la sutura (A).
Este último se recarga sobre el pulgar izquierdo (B); a la vez, dicho dedo
se introduce sobre el asa formada con el extremo largo de la sutura (C). El
índice izquierdo cierra la pinza, sujetando el extremo corto de la sutura
(D), y con un movimiento de rotación se hace pasar el extremo corto sobre
el asa formada de atrás hacia adelante, soltando el extremo corto de la
sutura que sujeta la mano derecha (E). Con el extremo corto ya pasado, se
vuelve a sujetar con la mano derecha (F), haciendo descender el nudo con
el dedo índice de la misma mano (G). En el segundo nudo, para que quede
214 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Capítulo 16)

B
A

Figura 16--10. Nudo instrumental. A. Se da vuelta a la sutura sobre el porta--agujas. B.


El porta--agujas toma el extremo corto de la sutura. C. Se tracciona y aprieta el nudo.

“cuadrado”, el pulgar se pasa por detrás del extremo largo de la sutura y,


sujetando el extremo corto, se pasa por el asa formada de delante hacia
atrás.

CUIDADOS POSQUIRÚRGICOS Y COMPLICACIONES

Todas las complicaciones resultantes del cierre manual de las heridas no son ins-
tantáneas en su producción o aparición.
Entre las complicaciones frecuentes están hematomas, sangrado posoperato-
rio, necrosis tisular, dehiscencia de suturas, infección, retención de cuerpo extra-
ño y cicatrización hipertrófica/queloide.
Suturas y tipos de puntos 215

Entre los cuidados posquirúrgicos a propiciar al paciente están cubrir la herida


con material estéril, curaciones e higiene en general, analgesia y, de ser necesario,
terapia antimicrobiana.

EXTRACCIÓN DEL MATERIAL DE SUTURA

El equipo requerido es:

a. Guantes, tijeras, pinzas de disección y pinzas hemostáticas o extractor de


grapas (todos estériles).
b. Antiséptico cutáneo (yodopovidona).
c. Apósitos y gasas estériles.

Se coloca al paciente en posición cómoda y con la región afectada ampliamente


expuesta; posteriormente se realiza la antisepsia de la región (comienza desde la
línea de sutura y se extiende hacia fuera en un área de 5 cm). Se toma el nudo del
primer punto con las pinzas hemostáticas estériles y se eleva para que la porción
que está por debajo de él quede perfectamente visible. Con las tijeras estériles se
corta un lado de la sutura por debajo del nudo (cerca de la piel). Debe evitarse
cortar el nudo y recordar que si se cortan las suturas cerca de la piel se evita arras-
trar por los tejidos la parte contaminada de la sutura que ha quedado al descubier-
to. Cada punto se extrae suavemente y con movimiento continuo para que el dolor
sea mínimo. A fin de no olvidar ninguna sutura, se sacan siguiendo un orden, de
un extremo de la incisión al otro. Las suturas continuas sucesivas se extraen del
mismo modo, excepto que cada parte por cortar se toma por la sutura, pues no hay
un nudo en cada punto. Las grapas en piel se extraen en un solo movimiento por
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medio del extractor de grapas. Después del retiro de puntos se pueden colocar
vendoletes dos a tres días más. Para disminuir la posibilidad de infección, se lim-
pia la incisión con antiséptico y se cubre con un apósito estéril; además, se reco-
mienda al paciente y sus familiares no manipular continuamente la herida.

CONCLUSIONES

A través de la historia, en diversas civilizaciones alrededor del mundo se han uti-


lizado diferentes materiales de sutura para afrontar heridas; de igual manera, se
han empleado distintas técnicas, cuyo objetivo principal es facilitar la cicatriza-
ción. En el momento actual, es sorprendente la variedad de materiales de sutura,
216 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Capítulo 16)

C
B

D
E

F G

Figura 16--11. A. Extremo largo sujeto por la mano izquierda y extremo corto por la dere-
cha. B. Antes de introducir el dedo pulgar sobre el asa. C. Después de introducir el dedo
pulgar en el asa formada con el extremo largo de la sutura. D. El dedo índice cierra la
pinza sujetando el extremo corto de la sutura. E. Movimiento de rotación de atrás hacia
adelante. F. Se vuelve a sujetar el extremo corto con la mano derecha. G. Se desciende
el nudo con el dedo índice de la mano derecha.
Suturas y tipos de puntos 217

y aún más los avances tecnológicos en la elaboración de los mismos. Por tal moti-
vo, el médico general debe ser capaz de seleccionar el material y la técnica que
mejor resuelva el problema particular de cada paciente. Al mismo tiempo, debe
conocer los cuidados posquirúrgicos y las complicaciones que derivan del uso de
los materiales de sutura.

REFERENCIAS
1. Fuller JR: Instrumentación quirúrgica. Principios y práctica. 3ª ed. Buenos Aires, Médica
Panamericana, 1995:118--142.
2. Gómez Álvarez S: Atlas de técnicas para nudos y suturas quirúrgicas. 2ª ed. México, Tri-
llas, 1994:171--185.
3. Archundia GA: Educación quirúrgica para el estudiante de ciencias de la salud. México,
McGraw--Hill, 208--243.
4. Kirk RM: Técnicas quirúrgicas básicas. 5ª ed. España, Churchill Livingstone, Elsevier,
2003:17--42
5. Martín--Abreu L, Pérez Vela J: Cirugía para el estudiante y el médico general. 1ª ed. Mé-
xico, Méndez Editores, 2004:137--171.
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218 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Capítulo 16)
17
Venodisección de vena basílica
Jesús Tapia Jurado

INTRODUCCIÓN

Contar con una vía de infusión endovenosa para administrar sueros, soluciones
especiales, sangre y medicamentos puede ser de importancia vital en algún mo-
mento de un sinnúmero de enfermedades. Por fortuna, existen múltiples venas
superficiales en mano y brazo que son las de elección la mayor parte de las veces;
sin embargo, cuando dichas venas no se distinguen a simple vista, inclusive al
ligar la parte distal de su exposición, o ya han sido multipuncionadas, se requiere
del abordaje venoso a través de una venodisección, o sea que por medios quirúrgi-
cos se corte la piel para ir a disecar una vena, pudiendo instalar catéteres cortos e
inclusive largos para medir la presión venosa central. En este capítulo se exponen
las indicaciones, técnicas y posibles complicaciones del acceso al aparato circu-
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latorio, en especial durante el abordaje por venodisección de la vena basílica. No


sobra insistir en que este procedimiento se debe realizar cuando ya se han agotado
las venas superficiales o cuando es indispensable un acceso venoso central, y
quien lo realice debe tener experiencia en el procedimiento. La vena basílica a
nivel del borde interno del brazo es de buen calibre, constante, recta y de fácil
cateterismo, de modo que constituye una buena opción para el acceso periférico.

Antecedentes históricos
En el siglo XVII, en Francia y Roma se realizaban flebotomías, cuya finalidad
era limpiar la sangre. Fue hasta 1831 que Latta y O’Shaughnessy describieron el

219
220 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Capítulo 17)

procedimiento de venodisección, indicando su realización con la única utilidad


de permeabilizar un vaso difícil de acceder por vía percutánea. En 1940, Keeley
enfatizó la eficacia de la disección de los vasos en pacientes en estado crítico. A
la par, se desarrollaba el polietileno (Segunda Guerra Mundial), iniciando la fa-
bricación de catéteres de dicho material para la administración de fluidos, fárma-
cos y nutrimentos. Sin embargo, los beneficios fueron limitados, debido a las
reacciones alérgicas de los tejidos a este material. Posteriormente aparecieron ca-
téteres de poliuretano y silicón, que ofrecen mejor tolerancia.
En 1945, Kirkham desarrolló la primera descripción detallada de venodisec-
ción; desde entonces, la técnica no ha cambiado mucho. Las modificaciones más
importantes en las últimas décadas son más bien en el tipo de catéteres emplea-
dos, el abordaje a nivel central y los estrictos cuidados de asepsia y antisepsia que
la deben acompañar.

Definición

La venodisección basílica es el procedimiento que permite visualizar, permeabi-


lizar y cateterizar la vena basílica por medio de una incisión quirúrgica.

INDICACIONES

Las indicaciones de este procedimiento se resumen en la necesidad de una vía


permeable periférica:

S Cuando fue imposible la canulación percutánea, como es en:


1. Colapso venoso general.
2. Paciente multipuncionado.
3. Trauma o quemadura de manos y antebrazos.
S Cuando la canulación percutánea no cumple con las necesidades requeri-
das:
1. Administración de soluciones hipertónicas.
2. Administración de nutrición parenteral total.
3. Necesidad de vía permeable por largo tiempo (más de 10 días).
4. Medicación intravenosa prolongada.
5. Medición de presión venosa central.
6. Administración de quimioterapia.
7. Paciente que requiere hemodiálisis.
8. Necesidad de colocación de catéter de Swann--Ganz.
Venodisección de vena basílica 221

CONTRAINDICACIONES

Las contraindicaciones son relativas, y deben ser valoradas por el médico tratan-
te, dado que existe la posibilidad de otros sitios anatómicos para la disección de
una vena o su colocación por vía percutánea.
1. Cuando se cuenta con sitios alternativos para punción venosa en pacientes
que requieren únicamente reposición de líquidos a corto plazo.
2. Celulitis sobre el sitio elegido para la disección.
3. Flebitis de la vena basílica.
4. Obstrucción venosa.
5. Traumatismo de la porción proximal de la extremidad propuesta para la
venodisección.
6. Lesiones vasculares mayores en el sistema venoso en el lado propuesto de
venodisección.
7. Alteraciones de la coagulación, pacientes en terapia trombolítica o anti-
coagulante.
8. Defectos en la inmunidad y problemas de cicatrización serán tomados
como contraindicaciones relativas, y dependerá de la experiencia y el jui-
cio del médico que lleve a cabo la venodisección valorar si los riesgos re-
basan a los beneficios que ésta pueda ofrecer, teniendo en cuenta las venta-
jas y desventajas que este procedimiento ofrece.

VENTAJAS Y DESVENTAJAS DE LA VENODISECCIÓN

Ventajas: seguridad para el paciente que requiere una vía de acceso por tiempo
prolongado, bajo índice de complicaciones, posibilidad de utilización de cual-
quier tipo de catéter (largo o corto), registro de presión venosa central (PVC).
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.

Desventajas: debe ser realizada por una persona experta en la técnica, mayor
tiempo para el acceso venoso, necesidad de instrumental quirúrgico adecuado y
estéril, inutilización de la vena, índice de infección mayor comparado con un ca-
téter corto, dificultad para la disección en pacientes obesos.

PROCEDIMIENTO

Consideraciones anatómicas
La vena basílica procede de la vena mediana del antebrazo, la cual, al llegar a la
flexura del codo, se divide en dos ramas: una externa, la mediana cefálica, que,
junto con la radial superficial, forma la mediana cefálica, y otra interna, la me-
222 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Capítulo 17)

Vena cefálica

Vena basílica

Figura 17--1. La vena basílica se forma por arriba de la flexión del codo y sobre el borde
interno del mismo.

diana basílica, que se une a la vena cubital superficial para forma la vena basílica.
A nivel del brazo, por arriba de la flexión del codo y sobre el borde interno del
mismo, avanza la vena basílica, en un principio superficial y siguiendo el borde
interno del bíceps, sitio en el que se realiza la incisión para la venodisección (dos
centímetros por arriba y un centímetro hacia delante de la epitróclea), luego se
profundiza perforando la aponeurosis braquial y desemboca en una de las venas
humerales o en la vena axilar. Se acompaña del nervio braquial cutáneo interno
(figura 17--1).

Material y equipo

1. Material general:
S Gorro, cubrebocas, bata y guantes estériles.
S Lámpara quirúrgica o de chicote.
S Solución estéril.
S Antiséptico tipo yodopovidona. Anestésico local tipo lidocaína simple
a 1 o 2%, con o sin epinefrina.
S 2 jeringas de 5 mL con aguja.
Venodisección de vena basílica 223

S Campos quirúrgicos estériles (4) y sábana hendida.


S Catéter largo de poliuretano o silastic o catéter corto.
S Cinta adhesiva plástica porosa.
S Gasas estériles de 10 x 10 cm.
2. Instrumental quirúrgico:
S Bisturí No. 3 con hoja 15.
S Bisturí No. 4 con hoja 22.
S Tijeras de Mayo curvas o rectas.
S 5 pinzas curvas de mosquito.
S Pinzas de disección Adson, con y sin dientes.
S 2 separadores Farabeuf o Volkmann.
S Pinzas de anillos.
S Portaagujas Hegar--Mayo.
3. Material de sutura:
S Nylon 3 o 4--0.
S Catgut simple 3--0.
4. Material complementario:
S Flanera.
S Bandeja de Mayo.

Técnica

1. Siempre se debe explicar al paciente el procedimiento, su utilidad, los ries-


gos, las molestias y, sobre todo, los cuidados que se deban tener.
2. Se requiere un ayudante y un circulante.
3. Colocar al paciente en decúbito dorsal con el brazo elegido extendido en
abducción y ligera rotación externa (figura 17--2A).
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.

4. Iluminar la región.
5. El médico se debe vestir utilizando técnica estéril.
6. Realizar asepsia y antisepsia en la región a incidir.
7. Colocar los campos y/o sábana hendida.
8. En ocasiones es adecuado colocar una ligadura en el tercio superior del
brazo, para favorecer la ingurgitación de la vena y su identificación, poste-
riormente se puede retirar la ligadura.
9. Aplicar anestesia local por infiltración con lidocaína a 1 o 2% en un área
de aproximadamente 3 x 2 cm. Como ya se mencionó, el sitio ideal es el
espacio existente 2 cm por arriba y por delante de la epitróclea.
10. Se realiza una incisión cutánea de aproximadamente 2.5 a 3 cm de longi-
tud; el sentido de la incisión depende de la experiencia del cirujano, puede
ser transversal o longitudinal respecto al eje longitudinal de la vena.
224 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Capítulo 17)

B C

D E

Figura 17--2. Se muestra el sitio, disección, ligadura, venotomía y colocación de un ca-


téter en vena basílica exteriorizado por contraabertura.

11. Hemostasia de los vasos cutáneos.


12. Se realiza disección roma con la punta de unas pinzas de mosquito para
encontrar el vaso, y se separa de los tejidos pasando una pinza por debajo
(figura 17--2B).
13. Se pasan por debajo de la vena dos ligaduras de nylon, una proximal y otra
distal al sitio de la venodisección.
14. Se comprueba que el vaso aislado efectivamente sea una vena. Esto se pue-
de llevar a cabo de distintas maneras:
Venodisección de vena basílica 225

S La vena no late.
S La coloración de la vena es más oscura que la de una arteria.
S La consistencia de la vena tiende a ser menos firme que la de una arteria.
S Si se tracciona la ligadura proximal, la vena se ingurgita; después se
tracciona la ligadura distal y se suelta la proximal, y entonces la vena
se vacía.
15. Se procede a anudar la ligadura distal; la proximal se ligará hasta que se
encuentre el catéter dentro de la vena; por lo tanto, sólo se traccionará con
suavidad, con lo cual se impide pérdida sanguínea (figura 17--2C).
16. Medir el catéter, seleccionándolo al tamaño requerido, ya sea que se nece-
site corto o largo y central.
17. Se incide la vena transversalmente con la hoja de bisturí número 11, 1/3
de su circunferencia, teniendo cuidado de que el corte sólo abarque el espe-
sor total de la pared anterior del vaso (figura 17--2D).
18. Insertar unas pinzas de mosquito en la venotomía y abrir suavemente para
dilatar la vena.
19. Previo a la introducción del catéter en la vena, es deseable que se haya in-
troducido por una contraabertura en la periferia de la incisión, para evitar
la salida del catéter por la misma herida, lo que puede favorecer infección.
20. El catéter se introduce por la contraabertura y a la vena basílica. Se debe
ir avanzando el catéter con suavidad y con discretos movimientos de rota-
ción para que avance.
21. Se comprueba la permeabilidad del catéter aspirando sangre.
22. Se liga la sutura proximal y se ajusta al grosor del catéter (figura 17--2E).
23. En este momento ya se puede conectar con las líneas de infusión de los sue-
ros indicados.
24. Se revisa la hemostasia y se sutura la piel con nylon 4--0 (figura 17--3).
25. El catéter se fija con un punto de sutura en su salida de la piel.
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.

26. La incisión se cubre con apósito estéril y se debe aislar el catéter de la piel
con gasa estéril. La cubierta de tela adhesiva superior debe estar rotulada
con la fecha de colocación y quién realizó el procedimiento.
27. Es recomendable verificar la posición del catéter con una radiografía de
control.

CUIDADOS GENERALES

1. La curación que cubre el catéter debe ser revisada todos los días para man-
tenerla limpia y seca.
2. Se deben evitar maniobras que puedan ocasionar la salida del catéter al
movilizar al paciente.
226 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Capítulo 17)

Figura 17--3. Venodisección de vena basílica con catéter por contraabertura. Los cuida-
dos del personal de salud y del mismo paciente son indispensables para su permanen-
cia y evitar posibles complicaciones.

3. Se debe hacer curación del sitio de la venodisección cada tercer día, reali-
zando antisepsia de la región y cubriéndola nuevamente con gasas estériles
y tela adhesiva. Deben buscarse intencionadamente signos de infección lo-
cal (hipersensibilidad, dolor, hematoma, secreción, hipertermia); que el
catéter no se haya movido o exteriorizado y que se mantenga permeable.
4. Recordar que el catéter puede mantenerse por tiempo indeterminado, y
será mayor el tiempo de acuerdo a los cuidados que el personal de salud
y el paciente le dediquen.

CRITERIOS PARA EL RETIRO

1. Cuando ya cumplió su objetivo; no debe estar mayor tiempo que el indis-


pensable.
2. Cuando existe infección en los tejidos involucrados en la venodisección.
3. Cuando existe sospecha fundada de ser causa de sepsis por catéter.
4. Cuando el catéter se obstruye o presenta perforación o sección.
Venodisección de vena basílica 227

Forma de retiro

1. Se cierran las llaves de las líneas de infusión.


2. Se retiran los apósitos que lo cubren.
3. Se corta el punto que lo fija a la piel.
4. Se tracciona con suavidad y firmeza hasta que se exterioriza.
5. En catéteres largos es deseable que se mande su punta a cultivo.
6. Se realiza antisepsia de la región.
7. Se cubre con apósito estéril y se sujeta con tela adhesiva.
8. Los puntos se retiraran entre los 7 y los 10 días posteriores a la colocación.

COMPLICACIONES

Transoperatorias

1. Lesión de los tejidos adyacentes, en especial estructuras vasculonerviosas


periféricas a la vena.
2. Ruptura de la vena canalizada por corte demasiado profundo, por anudar
con fuerza extrema la rienda proximal o por insistir en el paso agresivo de
un catéter rígido.
3. Ligadura e inclusive sección arterial, debida a confundir vena con arteria;
esto último requiere del apoyo de un especialista en angiología.
4. Dificultad para pasar el catéter y su colocación en el sitio adecuado, lo cual
puede evitarse teniendo en extensión el brazo del paciente y permitiendo
el paso de solución salina de manera lenta y continua mientras se va intro-
duciendo el catéter.
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.

5. Hematoma por hemostasia inadecuada o por no anudar las riendas proxi-


mal y distal al momento de hacer la incisión en la vena.
6. Cuando se colocan catéteres largos, estar pendientes de no avanzar hasta
las cavidades cardiacas, ya que se pueden generar estímulos al nodo seno-
auricular e inclusive perforar la pared cardiaca.

Posoperatorias

1. Complicaciones infecciosas locales incluso con formación de absceso,


que requiere de desbridación.
2. Flebitis y hasta tromboflebitis supurada, que requiere el retiro del catéter,
uso de antibióticos y en ocasiones hasta la resección de la vena.
228 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Capítulo 17)

3. Extravasación de sustancias irritantes que pueden producir desde dolor e


inflamación hasta esfacelo de todo el espesor de la piel.
4. Sepsis por catéter, que tiene una mortalidad de 3%, y si es central puede
producir endocarditis bacteriana.
5. Tromboembolia pulmonar, producida en la mayoría de los casos por la for-
mación de un coágulo en la vena incidida.
6. Pérdida de la permeabilidad del catéter.
7. Retiro accidental del catéter.

CONCLUSIONES

La venodisección de vena basílica, bien indicada y realizada por gente con expe-
riencia, logra una vía de infusión endovenosa muy útil en pacientes en los que se
ha fracasado en la venopunción; su técnica es relativamente fácil, el sacrificio de
la vena no debe condicionar problemas y su duración y eficacia dependerán de
los cuidados que el personal de salud le brinde al paciente, con lo cual sus compli-
caciones se minimizan.

REFERENCIAS
1. Willson S: Vascular access techniques: current status. Surg Clin North Am 1982;62:531--
551.
2. Andrews, Marx: The upper arm approach for placement of peripherally inserted central
catheter for protacter venous access. Am J Roent 1992;158:427.
3. Webre: Use of cephalic and basilica veins. Anesthesiology 1973;38:389.
4. Donerty: Washington, Manual de cirugía. Department of Surgery, Washington University.
Madrid, Marbán, 1998.
5. Moore K: Anatomía con orientación clínica. 3ª ed. España, Panamericana, 1996.
6. Shoemacker: Tratado de medicina crítica y terapia intensiva. 3ª ed. México, Panamerica-
na, 1996.
7. Keeley JL: Intravenous injections and infusions. Am J Surg 1940;50:485.
18
Venodisección de vena cefálica
Pedro Espinosa de los Monteros Moranchel, Gabriel García Correa

INTRODUCCIÓN

En la formación de un médico cirujano es indispensable el conocimiento de la


técnica de venodisección, pues resulta ser un fácil acceso en circunstancias en las
que no es posible una punción venosa subclavia o que es indispensable una vía
de acceso venoso central.
Tener acceso a la circulación venosa es un aspecto crucial en el tratamiento efi-
caz del paciente con lesiones o enfermedades graves. Cuando hay éxito se facilita
la administración de medicamentos, soluciones cristaloides, coloides, nutrición
parenteral y sangre o sus derivados, así como la valoración del paciente, ya que
se puede medir la presión venosa central.
En este capítulo se exponen las indicaciones, técnicas y posibles complicacio-
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.

nes del acceso al aparato circulatorio, en especial durante el abordaje por la vena
cefálica.
La anatomía normal tiene abundantes venas periféricas, por lo general de fácil
acceso en las extremidades superiores.
El cateterismo de las venas yugular interna, yugular externa, subclavia o femo-
ral, se emprende cuando resulta imposible el acceso periférico o se requiere medir
la presión venosa central, siendo accesos venosos para ser utilizados por especia-
listas.
Las venas cefálica y basílica de la extremidad superior son de gran calibre,
constantes, rectas y de fácil cateterismo, de modo que constituyen las mejores op-
ciones para el acceso periférico. Con frecuencia también son accesibles las venas

229
230 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Capítulo 18)

de la mano, incluso en pacientes obesos, pero son de poca longitud, tortuosas, de


difícil estabilización y, por tanto, poco confiables.
La vena cefálica se encuentra en la porción anteroexterna del miembro supe-
rior, siendo más superficial en el antebrazo y, conforme asciende, va profundi-
zándose.
En el brazo se puede acceder a ella mediante venodisección, y se puede elegir
el sitio de incisión por arriba del pliegue del codo o el surco deltopectoral.

Necesidad de la venodisección

El procedimiento de la venodisección nace de la necesidad de tener una cateteri-


zación venosa percutánea, sobre todo en pacientes graves o que, por causa de su
enfermedad, permanecen hospitalizados por periodos prolongados, con uso sub-
secuente de todos los sitios venosos periféricos disponibles, los que se han ido
agotando.
La venodisección es la intervención quirúrgica que consiste en la disección de
una vena superficial, tanto de alguna extremidad como del cuello, para introducir
en su luz un catéter, el cual puede ser corto o llegar hasta la vena cava.

Antecedentes históricos

Una descripción temprana de la técnica de disección venosa fue hecha en 1831


por Thomas Latta y O’Shaughnessy, quienes reconocieron la necesidad de reem-
plazar líquidos y electrólitos perdidos en el paciente que padecía cólera, utili-
zando para ello la vía intravenosa.
Keeley, en 1940, propuso este procedimiento como una alternativa a la pun-
ción venosa en pacientes en choque o en los que tenían venas pequeñas y delga-
das. Kirkham desarrolló la primera descripción detallada de una venodisección
en 1945; la técnica no ha cambiado mucho desde entonces.
Es innegable el beneficio de la antisepsia y la asepsia previa a la punción de
cualquier vena, siendo adecuados el buen lavado de manos, el uso de guantes y
de yodopovidona a 10% como antiséptico para la preparación de la piel previa
a una punción.
Pearson, con el Comité para el Control de las Infecciones Adquiridas por la
Práctica, en 1996, recomienda una antisepsia que dure por lo menos 30 segundos
y una inserción inmediata de la aguja o catéter para disminuir el riesgo de infec-
ción; por supuesto, esto incluye la inserción por medio de la venodisección.
Las modificaciones más importantes en las últimas cuatro décadas no se refie-
ren tanto a la técnica, sino más bien a los catéteres empleados. Keeley y Kirkham
Venodisección de vena cefálica 231

describen sus procedimientos utilizando agujas metálicas; sin embargo, con el


advenimiento de las cánulas de plástico en los últimos años de la década de 1940,
la venodisección comenzó a cobrar popularidad. Posteriormente, el empleo de la
venodisección como un medio para la inserción de catéter de extensión intrave-
nosa fue popularizado durante la guerra de Vietnam.

INDICACIONES

Es importante señalar que no existe una indicación absoluta para este procedi-
miento, y sus indicaciones son relativas y dependen mucho de la experiencia del
clínico; así, sus aplicaciones son las que se exponen a continuación.

S Imposibilidad de instalar un catéter por punción percutánea, ya sea en pa-


cientes obesos, pediátricos o con venas demasiado delgadas, así como en
aquéllos en quienes ya se han utilizado todos los sitios periféricos de pun-
ción venosa.
S Aporte hidroelectrolítico.
S Reposición de volumen circulante.
S Alimentación parenteral.
S Administración endovenosa de fármacos.
S Medición de PVC cuando se instala catéter central.
S Realización de estudios radiográficos (angiografía).
S Cirugía de alto riesgo.

CONTRAINDICACIONES
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.

Las contraindicaciones son relativas, y deben ser valoradas por el médico tratan-
te, dado que existe la posibilidad de otros sitios anatómicos para la disección de
una vena.

S Cuando se cuenta con sitios alternativos para punción venosa en pacientes


que requieren únicamente reposición de líquidos a corto plazo.
S Celulitis sobre el sitio elegido para la disección.
S Flebitis.
S Obstrucción venosa.
S Traumatismo de la porción proximal de la extremidad propuesta para la
venodisección.
232 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Capítulo 18)

S Lesiones vasculares mayores en el sistema venoso en el lado propuesto de


venodisección.

Alteraciones de la coagulación, pacientes en terapia trombolítica o anticoagulan-


te, defectos en la inmunidad y problemas de cicatrización serán tomados como
contraindicaciones relativas, y dependerá de la experiencia y el juicio del médico
que la lleve a cabo valorar si los riesgos rebasan a los beneficios que se puedan
ofrecer, teniendo en cuenta las ventajas y desventajas que el procedimiento ofrece.

VENTAJAS Y DESVENTAJAS DE LA VENODISECCIÓN

Las ventajas y desventajas de la venodisección se presentan en el cuadro 18--1.


La venodisección de la vena cefálica en el surco deltopectoral proporciona una
vía amplia y segura para la administración de líquidos y para la medición de la
PVC, sin los riesgos que se presentan con la inserción de un catéter venoso en la
vena subclavia o en la yugular interna. Vale la pena hacer hincapié en que se
sugiere realizar la venodisección a nivel del surco deltopectoral, ya que con esto
se evita el riesgo de lesión arterial que se puede presentar en el acceso a la vena
cefálica en la fosa antecubital.

PROCEDIMIENTO

Consideraciones anatómicas

Esta vena está situada en la fascia superficial, comienza en la cara radial del ante-
brazo a nivel de la muñeca y asciende hacia la fosa antecubital.

Cuadro 18--1. Ventajas y desventajas de la venodisección


Ventajas Desventajas
Seguridad para el paciente que requiere una Debe ser realizada por una persona experta
vía de acceso por tiempo prolongado en la técnica
Bajo índice de complicaciones Mayor tiempo para el acceso venoso
Posibilidad de utilización de cualquier tipo de Necesidad de instrumental quirúrgico ade-
catéter (largo o corto) cuado y estéril
Registro de PVC Inutilización de la vena
Índice de infección mayor comparado con un
catéter corto
Dificultad para la disección en obesos
Venodisección de vena cefálica 233

En el antebrazo se encuentra íntimamente asociada al nervio cutáneo lateral.


En la fosa antecubital se ubica en el tejido subcutáneo, inmediatamente al lado
de la línea media, y luego asciende en el brazo por encima de la cara anterolateral
del bíceps; suele verse a través de la piel.
La vena cefálica asciende entre los músculos deltoides y pectoral mayor y atra-
viesa el triángulo deltopectoral, desembocando en la vena axilar. Éste resulta ser
el sitio ideal para la disección, debido a que no se encuentran arterias o nervios
que puedan resultar lesionados.

Material y equipo

S Material general:
S Gorro.
S Cubrebocas.
S Bata y guantes estériles.
S Lámpara quirúrgica o de chicote.
S Solución estéril
S Yodopovidona.
S 2 jeringas de 5 mL con aguja.
S 20 mL de lidocaína simple a 1 o 2%, con o sin epinefrina.
S 10 mL de heparina.
S Campos quirúrgicos estériles (4).
S Sábana hendida.
S Catéter largo de polietileno o silastic, o catéter corto.
S Cinta adhesiva plástica porosa.
S Gasas estériles de 10 x 10 cm.
S Instrumental quirúrgico:
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.

S Bisturí No. 3 con hoja 15.


S Bisturí No. 4 con hoja 22.
S Tijeras de Mayo curvas o rectas.
S 5 pinzas curvas de mosquito.
S Pinzas de disección Adson, con y sin dientes.
S 2 separadores Farabeuf o Volkmann.
S Pinzas de anillos.
S Material de sutura:
S Portaagujas Hegar--Mayo.
S Nylon 3 o 4--0.
S Material complementario:
S Flanera.
S Bandeja de Mayo.
234 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Capítulo 18)

Figura 18--1. A. Localización de vena cefálica a nivel del surco deltopectoral. B. Locali-
zación de vena media cefálica a nivel de la cara anteroexterna del brazo.

Técnica

Se requiere un ayudante y un circulante.

1. Se elige el sitio de incisión dependiendo de las características del paciente


(cara anteroexterna del brazo o surco deltopectoral) (figura 18--1).
2. El paciente deberá permanecer en posición supina, con el brazo seleccio-
nado extendido sobre la bracera, que estará cubierta por un campo. Debe
fijarse el brazo (figura 18--2A).
3. Iluminar la región.
4. Se realiza limpieza de la región con agua y jabón.
5. El médico se debe vestir utilizando técnica estéril.
Venodisección de vena cefálica 235

D
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.

B E
Figura 18--2. A. Sitio de incisión para localizar la vena cefálica a nivel del surco deltopec-
toral. B. Identificación de la vena cefálica y aislamiento del tejido circundante. C. Refe-
rencia de cabo proximal y ligadura de cabo distal de la vena cefálica. D. Incisión en la
vena en forma transversal. E. Introducción del catéter por contraabertura a la piel y pos-
teriormente a la vena.

6. Si la disección es en la fosa antecubital, aplicar torniquete proximal a la


fosa antecubital.
7. Se realiza antisepsia con yodopovidona (IsodineR).
8. Colocar los campos y/o sabana hendida.
236 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Capítulo 18)

9. Medir el catéter, seleccionándolo al tamaño requerido, de la siguiente ma-


nera:
S Fosa antecubital. Colocar el extremo de entrada del catéter en la fosa
antecubital del brazo extendido del paciente, y dirigir el catéter hacia
la escotadura supraesternal.
S Surco deltopectoral. Colocar el extremo de entrada del catéter en el sur-
co deltopectoral, y dirigir el catéter hacia la escotadura supraesternal.
Esto asegura que el catéter sea lo suficientemente largo como para alcan-
zar el sistema venoso central (vena cava superior) sin entrar en la aurícula
derecha del corazón.
10. Aplicar anestesia local por infiltración con lidocaína a 1 o 2% en un área
de aproximadamente 3 x 2 cm (este paso se puede omitir en pacientes en
coma).
11. Se realiza una incisión cutánea de aproximadamente 1 a 2 cm de longitud;
el sentido de la incisión depende de la experiencia del cirujano, y puede
ser transversal o longitudinal respecto al eje longitudinal de la vena.
12. Hemostasia de los vasos cutáneos.
13. Con la punta de unas pinzas de mosquito se diseca en forma roma el tejido
subcutáneo paralelo al eje largo del brazo para localizar la vena. Se tiene
que tener cuidado en este paso para no lesionar estructuras vasculonerviosas
en la fosa antecubital. En surco deltoideo se encuentra la vena cefálica sola.
14. Efectuar este paso descuidadamente puede condicionar algunas de las
complicaciones que se mencionarán posteriormente.
15. Una vez que se identifica el vaso, se aísla del tejido circundante en toda
su circunferencia. Se pasa por debajo de la vena una pinza de mosquito (fi-
gura 18--2B), cuidando de no traccionar demasiado para evitar desgarro o
ruptura del vaso. Esta maniobra deberá permitir separar la vena de las es-
tructuras circundantes y del tejido conjuntivo. Deben utilizarse separado-
res para que la vena permanezca expuesta.
16. Se pasan por debajo de la vena dos ligaduras de nylon (figura 18--2C), una
proximal y otra distal al sitio de la venodisección.
17. Se comprueba que el vaso aislado efectivamente sea una vena. Esto se pue-
de llevar a cabo de distintas maneras:
S La consistencia de la vena tiende a ser menos firme que la de una arteria.
S La coloración de la vena es más oscura que la de una arteria.
S La vena no tiene pulso.
S Si se tracciona la ligadura proximal, la vena se ingurgita; después se
tracciona la ligadura distal y se suelta la proximal, y entonces la vena
se vacía.
18. Una vez corroborado esto, se procede a anudar la ligadura distal; la proxi-
mal se ligará hasta que se encuentre el catéter dentro de la vena; por lo tan-
Venodisección de vena cefálica 237

to, sólo se traccionará con suavidad, con lo cual se impedirá pérdida san-
guínea.
19. Se incide la vena seleccionada con la hoja de bisturí número 11 (figura
18--2D) en sentido transversal (perpendicular al eje longitudinal de la
vena), cuidando que no exceda más de un tercio de su circunferencia y que
el corte sólo abarque el espesor total de la pared anterior del vaso.
20. Insertar unas pinzas de mosquito en la venotomía y abrir suavemente para
dilatar la vena.
21. Con el bisel hacia arriba por contraabertura, se inserta el catéter en la piel
(figura 18--2E) a un centímetro de la disección, y después se introduce en
la vena. Se corrobora su situación permitiendo que se llene el catéter o por
medio de aspiración de sangre; además, la permeabilidad se verifica cuan-
do se permite el paso libre de solución salina a través del catéter y no se
infiltra en los tejidos vecinos.
22. Se asegura el catéter anudando la rienda proximal por arriba de la entrada
del catéter (figura 18--2E), cuidando que no se apriete demasiado, para evi-
tar necrosis del vaso.
23. Se asegura el catéter a la piel con un punto.
24. La incisión se cubre con apósito estéril, y se debe aislar el catéter de la piel
con gasa estéril (figura 18--3).
25. Obtener radiografía de control.

CUIDADOS GENERALES

Puesto que el personal de salud tiene mucho que ver en la sepsis por catéter, se
deben mantener las reglas de asepsia y antisepsia para reducir la posibilidad de
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.

infección.
Hay que evitar maniobras que puedan ocasionar la salida del catéter del vaso,
por el peligro de las complicaciones y la necesidad de volver a realizar el procedi-
miento en otro sitio.
Hay que limpiar adecuadamente con yodopovidona el sitio de la venodisec-
ción cada 36 a 72 horas, y mantenerlo cubierto con gasa estéril. Es opcional el
uso de pomadas antibióticas; sin embargo, esto puede generar complicación al
ser colonizado el sitio por hongos. Por supuesto, hay que buscar intencionada-
mente signos de salida del catéter o de infección local (hipersensibilidad, dolor,
hematoma, secreción, hipertermia), con el fin de prevenir complicaciones gra-
ves. Se debe vigilar la permeabilidad.
El tiempo en que puede permanecer un catéter es indefinido, y sólo se cambia
cuando ya no es permeable, o en caso de infección del catéter.
238 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Capítulo 18)

A B

Figura 18--3. Situación final en la colocación de catéter vía cefálica, exteriorizada por
contraabertura. A. A nivel del surco deltopectoral. B. A nivel de la cara anteroexterna
del brazo.

COMPLICACIONES

Transoperatorias

S Lesión de los tejidos adyacentes (en especial estructuras vasculonerviosas


en la fosa antecubital, no así en el surco deltopectoral) durante la disección
realizada sin el debido cuidado.
S Ruptura de la vena canalizada, por corte demasiado profundo o por anudar
con fuerza extrema la rienda proximal.
S Ligadura, e inclusive sección arterial, debida a confundir vena con arteria;
evidentemente, el ligar o seccionar la arteria lleva a isquemia de la zona
irrigada por dicha arteria.
S Dificultad para pasar el catéter o en su acomodamiento, lo cual puede evi-
tarse teniendo en extensión el brazo del paciente y permitiendo el paso de
solución salina de manera lenta y continua mientras se va introduciendo
el catéter.
S Hematoma por hemostasia inadecuada o por no anudar las riendas proxi-
mal y distal al momento de hacer la incisión en la vena.
Venodisección de vena cefálica 239

Posoperatorias

S Complicaciones infecciosas locales hasta en 33%. Se produce sobre todo


por S. aureus.
S Flebitis hasta en 75% de los pacientes hospitalizados. Ésta se presenta
cuando no se ha llevado a cabo una técnica aséptica adecuada durante la
intervención. En otras ocasiones puede ser consecuencia de la contamina-
ción a través de la incisión cutánea. Por tanto, es importante aplicar anti-
sépticos en las heridas quirúrgicas y cubrirlas con gasas estériles.
S Tromboflebitis supurada.
S Extravasación de sustancias irritantes que pueden producir desde dolor e
inflamación hasta esfacelación de todo el espesor de la piel.
S Absceso, producido sobre todo por contaminación en el posoperatorio, de-
bido a malos cuidados o a técnica aséptica defectuosa en el transoperato-
rio.
S Septicemia.
S Tromboembolia pulmonar, producida en la mayoría de los casos por la for-
mación de un coágulo en la vena incidida. En muy raras ocasiones se puede
presentar embolia aérea por la penetración de cantidades considerables de
aire al vaso mientras se encuentra abierto.
S La vena debe ser considerada como sacrificada.

CONCLUSIONES

La venodisección es una técnica relativamente fácil de llevar a cabo, y vale la


pena tomarla en cuenta en el tratamiento de pacientes con dificultades para la
inserción de catéteres por punción y pacientes graves. La vena cefálica propor-
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.

ciona ventajas inherentes a su localización anatómica y, dada la gran irrigación


venosa de la extremidad superior, el sacrificio de la vena no debe condicionar
problemas.
No hay que perder de vista la posibilidad de complicaciones, y se debe tener
presente cada una de ellas con el fin de prevenirlas o detectarlas de manera tem-
prana.

REFERENCIAS
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2. Francis C: The anatomy of the cephalic vein. Am Surg 1989;55:10.
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through the cephalic vein. J Am Coll Surg 1994:178.
240 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Capítulo 18)

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vasculares por iatrogenia. 1ª ed. México, El Manual Moderno, 2004:101--116.
19
Venodisección de vena yugular externa
Gabriel García Correa, Pedro Espinosa de los Monteros Moranchel

INTRODUCCIÓN

La venodisección de la vena yugular externa es un procedimiento quirúrgico me-


diante el cual se diseca dicha vena a nivel del cuello, para introducir un catéter
en su luz. Se introduce una pequeña porción o gran parte del catéter, dependiendo
de la necesidad del procedimiento (es decir, si es necesario el acceso a la circula-
ción central o a la periférica). Su objetivo es mantener una vía de acceso permea-
ble al sistema venoso periférico o central.
La cateterización por venodisección representa un procedimiento de mayor
dificultad técnica cuando se compara con la punción. Sin embargo, como se verá
más adelante, este procedimiento puede ser de vital importancia en los pacientes
hipovolémicos o en aquéllos con venoespasmo, en quienes lograr un acceso ve-
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.

noso por punción resulta difícil o riesgoso, o en aquellos pacientes que requieren
de un catéter venoso central. Con la venodisección se puede disminuir el riesgo de
algunas complicaciones presentes en las punciones venosas.
Algunas de las ventajas de la venodisección son: el bajo índice de complica-
ciones, poder utilizar catéteres de mayor calibre mientras pasen por la luz de la
vena, permitir introducir catéteres largos que pueden permanecer en su sitio por
tiempo prolongado, permitir alcanzar la circulación central mediante un catéter
largo y que no se trate de un procedimiento a ciegas.
Algunos de los accesos a los sistemas venosos central y periférico más común-
mente utilizados son: la vena basílica en el brazo, la vena cefálica en la fosa ante-
cubital o en el surco deltopectoral, la vena yugular externa y la vena safena en

241
242 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Capítulo 19)

la región maleolar. Esta última, utilizada frecuentemente en pediatría, debe evi-


tarse en los adultos. Se desconoce la frecuencia con la que este procedimiento se
lleva a cabo, ya que, por considerarse como un procedimiento de rutina, general-
mente no es captado para alguna casuística. No obstante, la técnica de venodisec-
ción sigue siendo un excelente método para obtener un acceso venoso adecuado
en diferentes situaciones clínicas de urgencia.
Aunque, en teoría, la disección venosa es técnicamente sencilla de realizar, la
facilidad del procedimiento no garantiza encontrar la vena deseada ni la ausencia
de complicaciones; por lo tanto, es indispensable contar con buenos conocimien-
tos de la región anatómica y de la técnica.
Una descripción temprana de la técnica de disección venosa fue proporciona-
da en 1831--1832 por Thomas Latta y O’Shaughnessy, quienes reconocieron la
necesidad de reemplazar líquidos y electrólitos perdidos en el paciente que pade-
cía cólera, utilizando para ello la vía intravenosa. En 1940, Keeley propuso este
procedimiento como una alternativa a la punción venosa en pacientes en estado
de choque o en sujetos con venas pequeñas y delgadas. En 1945, Kirkham desa-
rrolló la primera descripción detallada de la venodisección de la safena a nivel
del tobillo. En 1974, Blitt describió la técnica de realización de una vía venosa
central a través de la vena yugular externa usando una guía de catéter en “J”.
Las modificaciones más importantes en las últimas cuatro décadas no se refie-
ren tanto a la técnica como a los catéteres empleados.

INDICACIONES

No existen indicaciones absolutas para la disección venosa, ya que puede utili-


zarse la punción percutánea para lograr un acceso venoso. Las indicaciones para
realizar una venodisección dependen en gran medida de la experiencia y las pre-
ferencias del médico. Algunas situaciones en las que se puede realizar una veno-
disección son:

S En pacientes cuyo padecimiento requiere de vigilancia de la presión ve-


nosa central.
S Administración de alimentación parenteral u otra sustancia hiperosmolar.
S En la realización de estudios radiográficos (angiografías).
S Acceso venoso en niños pequeños. Si no se tiene experiencia, la disección
venosa deberá intentarse sólo en caso de urgencia.
S Cuando ya no sea posible puncionar los sitios venosos periféricos debido
a que han sido utilizados con anterioridad.
S En pacientes con hipovolemia que requieren de una infusión rápida, ya que
estos pacientes tienen las venas colapsadas y su punción es riesgosa.
Venodisección de vena yugular externa 243

S Administración de fármacos a largo plazo (antibióticos, quimioterapia).

CONTRAINDICACIONES

En general, una contraindicación relativa para realizar una venodisección es el


contar con otra vía menos traumática para colocar un catéter intravenoso. De ma-
nera específica, se encuentra contraindicada la venodisección de la vena yugular
externa en las siguientes situaciones:
S En pacientes con traumatismo craneoencefálico y/o cervical.
S En pacientes que requieren collarín ortopédico que no puede ser removido.
S Pacientes con celulitis en el cuello.
S Pacientes con quemaduras en la región del cuello.
S Obstrucción venosa conocida.
S Flebitis.
S Paciente no cooperador.
S Trastorno importante de la coagulación (relativa).
Analizando lo anterior, que no existen indicaciones específicas para el procedi-
miento pero sí existen algunas contraindicaciones absolutas y relativas, se consi-
dera prudente repasar las ventajas y desventajas de este procedimiento quirúrgi-
co, con el fin de establecer su utilidad.

EVALUACIÓN INTEGRAL DEL PACIENTE

Generalmente, cuando se intenta la disección de la yugular externa es porque en


otros sitios venosos no ha sido posible la canulación; por esto resulta importante
analizar adecuadamente la necesidad del procedimiento y si existe otro sitio ana-
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.

tómico menos incómodo para el paciente para la colocación de un catéter endove-


noso. Debe también recordarse que existe el riesgo de lesionar el nervio auricular
mayor, ya que éste se localiza por detrás de la vena yugular externa a una distancia
de 1.5 a 2 cm; además, es difícil inmovilizar el área, y es un procedimiento ries-
goso en un paciente que no coopera.

PROCEDIMIENTO

Material
Todo el material se debe esterilizar previamente y disponerse sobre una bandeja
estéril. Se debe contar con el instrumental indispensable para evitar la pérdida de
tiempo que implica buscar el instrumento adecuado.
244 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Capítulo 19)

Instrumental requerido para efectuar la disección venosa:

S Ropa estéril (gorro, cubrebocas, bata y guantes estériles).


S Campos quirúrgicos estériles.
S Lámpara quirúrgica.
S Agua, jabón y antisépticos.
S Antisépticos locales: yodopovidona, benzal o jabón quirúrgico.
S Jeringa de 5 mL con aguja 21 o 23.
S Anestésico local: lidocaína a 1 o 2% simple.
S Instrumental quirúrgico:
S Mango de bisturí núm. 3 con hoja 11 o 15.
S 5 pinzas hemostáticas curvas pequeñas.
S 5 pinzas de Kelly.
S 2 pinzas de Allis.
S 4 pinzas de Backhaus o Roeder.
S Una pinza de anillos.
S Pinzas de disección con y sin dientes.
S Separadores de Sen--Miller o de Farabeuf chicos.
S Flanera y gasas.
S Tijeras de Mayo rectas.
S Tijeras de Metzenbaum curvas.
S Material de sutura:
S Hilos de sutura de nylon de 3--0 o 4--0 con aguja.
S Portaagujas.
S Cinta adhesiva.
S Catéter de polietileno o de silastic, de preferencia radioopaco (de uno o
más lúmenes).

Consideraciones anatómicas

El triángulo cervical posterior limita en la cara anterior con el borde posterior del
músculo esternocleidomastoideo, en la cara posterior con el borde anterior del
músculo trapecio y en la cara inferior con el tercio medio de la clavícula, que for-
ma la base de este triángulo; el vértice lo forman la reunión de los bordes del ester-
nocleidomastoideo y el trapecio en la línea nucal superior del hueso occipital.
El triángulo está cubierto por fascia profunda, que cubre el espacio entre los
músculos trapecio y esternocleidomastoideo. En la superficie del techo fascial
superficial profundo se encuentran la fascia superficial, el platisma, las venas su-
perficiales, nervios cutáneos y piel. El suelo fascial y muscular de este triángulo
está formado por los músculos esplenio de la cabeza, elevador de la escápula,
Venodisección de vena yugular externa 245

escaleno medio y posterior. Estos músculos están cubiertos por una capa prever-
tebral de fascia cervical profunda, prolongación de la fascia prevertebral. El
triángulo cervical posterior contiene, en general, vasos sanguíneos y nervios que
conectan el cuello con el miembro superior.
La vena retromandibular está formada por la unión de la vena temporal super-
ficial y la vena maxilar (por detrás del cuello de la mandíbula). Se divide en una
rama anterior, que se une a la vena facial, y otra posterior, que se une a la vena
auricular posterior para formar la vena yugular externa.
La vena yugular externa se inicia cerca del ángulo de la mandíbula, inmediata-
mente inferior al lóbulo auricular, por la unión de la rama posterior de la vena re-
tromandibular y la vena auricular posterior. Cruza el músculo esternocleidomas-
toideo en la fascia superficial (figura 19--1), y luego perfora el techo superficial
profundo del triángulo cervical posterior en el borde posterior del esternocleido-
mastoideo, aproximadamente 5 cm por encima de la clavícula. La vena yugular
externa pasa oblicua por la porción inferior del triángulo, y suele terminar al de-
sembocar en la vena subclavia, 2 cm por encima de la clavícula. La vena yugular
externa drena la mayor parte del cuero cabelludo y de la cara del mismo lado, y
recibe venas occipitales, auriculares y supraescapulares. El nervio auricular ma-
yor transcurre paralelo a la vena yugular externa.
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Figura 19--1. Vena yugular externa. Imagen lateral.


246 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Capítulo 19)

La vena yugular externa posee dos pares de válvulas; el primer par se localiza
a la entrada de la vena subclavia, y el segundo cerca de 3 cm por encima de la
clavícula.
Si ocurre una laceración de la vena yugular externa en el lugar donde atraviesa
el techo del triángulo posterior, a lo largo del borde posterior del músculo esterno-
cleidomastoideo, al inspirar puede introducirse aire en la vena, porque ésta no se
retrae en este lugar debido a la inserción de sus paredes en la fascia profunda del
triángulo cervical posterior, y puede producirse un embolismo gaseoso, causando
disnea, cianosis y, en ocasiones, la muerte del paciente.
Es posible efectuar una venodisección en la vena yugular externa en su locali-
zación superficial, por encima del esternocleidomastoideo.
En términos generales, la venodisección de la yugular externa sólo debe ser
usada cuando no se dispone de otro medio de acceso venoso. Resulta muy impor-
tante tomar en cuenta que la vena yugular externa es tan variable que no es posible
determinar su posición o trayecto normal. En algunos pacientes, la vena yugular
externa recibe a la vena facial, lingual o cefálica. Puede cruzar la clavícula y lle-
gar a la vena cefálica, subclavia o a la yugular interna.

Técnica quirúrgica

Es importante explicar el procedimiento al paciente y obtener su consentimiento.

S Colocar al paciente en decúbito dorsal y posición de Trendelenburg.


S Se elige el sitio de incisión. En la mayoría de los casos, la vena yugular
externa es fácil de identificar, pero puede resultar difícil en pacientes des-
hidratados, obesos o con un cuello corto.
S Normalmente se visualiza la vena cruzando en “X” el músculo esternoclei-
domastoideo. El paciente debe girar la cabeza hacia el lado contrario y
mantener el cuello en ligera extensión.
S Se puede aplicar presión moderada con los dedos en una zona distal a la
vena, justo encima de la clavícula, lo que distenderá la vena.
S Iluminar la región a operar.
S El médico se debe vestir según técnica estéril.
S Practicar antisepsia de la región. El área de aplicación de yodopovidona in-
cluirá desde el lóbulo de la oreja hasta la clavícula y el hueco supraesternal.
S Colocar los campos o compresa hendida.
S Inyectar lidocaína en piel y tejido subcutáneo en el sitio elegido, en direc-
ción perpendicular a la vena.
S Incidir la piel de 2 a 3 cm en sentido transversal a la vena. Una vez incidida
la piel, deben seccionarse algunas fibras del músculo cutáneo del cuello
Venodisección de vena yugular externa 247

(por debajo de éste y por encima de la aponeurosis superficial del cuello


se encuentra la vena yugular externa) (figura 19--2A).
S Verificar hemostasia y, con pinzas, realizar disección de los tejidos en
forma roma en dirección de la vena hasta localizarla.
S Aislar el vaso del tejido adyacente y pasar una pinza por debajo de la vena
(pueden utilizarse separadores para que la vena permanezca expuesta)
(figura 19--2B).
S Una vez exteriorizada la vena, pasar dos suturas de nylon 3--0, colocando
una en dirección proximal y la otra distal (figura 19--2C). Comprobar que
el vaso disecado corresponde a una vena mediante las siguientes acciones:
S Observar el color de la vena (por lo general es más oscuro que el de la
arteria).
S Ausencia de pulso.
S Al hacer tracción de la ligadura proximal, la vena se ingurgita y se vacía
al soltarla y hacer tracción de la ligadura distal de la vena.
S Anudar la ligadura distal (en relación al corazón), sin cortar sus extremos,
con fines de tracción (figura 19--2C).
S Incidir la vena transversalmente en no más de un tercio de su circunferen-
cia, teniéndola apoyada sobre una pinza (figura 19--2D).
S Con una pinza, tomar uno de los labios de la vena para abrirla y exponer
su luz.
S Introducir el catéter hasta el punto requerido. Conectar de inmediato al
equipo de venoclisis para evitar que se obstruya; se corrobora su situación
endovenosa y permeabilidad mediante la aspiración de sangre y paso de
líquido a través del catéter.
S Anudar la ligadura proximal sobre la vena y el catéter, teniendo cuidado
de no estenosar el vaso al apretar demasiado (figura 19--2E).
S De ser posible, una porción del catéter debe quedar en forma subdérmica
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y salir por la piel por un orificio diferente al de la herida quirúrgica. En caso


contrario saldrá por la misma herida (figura 19--3).
S Suturar piel y tejido adiposo en un solo plano con puntos simples, separa-
dos, con nylon 3--0.
S Sujetar el catéter con una sutura a la piel.
S Se cubre la herida con apósito estéril y se aísla el catéter de la piel con gasa
estéril. Se anota la fecha de instalación en una porción de tela adhesiva que
se coloca encima del apósito.
S En caso de requerir que el catéter se encuentre en la circulación central, se
requerirá de control radiológico de la maniobra.
248 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Capítulo 19)

B C

D E

Figura 19--2. A. Sitio de incisión transversal de la piel para localizar la vena yugular
externa. B. Aislamiento de la vena con una pinza, liberándola de tejidos adyacentes. C.
Referencia del cabo distal y proximal con sutura de nylon 3--0. D. Incisión de la vena en
forma transversal y ligadura del cabo distal de la vena. E. Introducción del catéter por
contraabertura y ligadura del cabo distal.
Venodisección de vena yugular externa 249

Figura 19--3. Cierre de la piel con salida del catéter por contraabertura.

CUIDADOS GENERALES

Es primordial seguir las reglas de asepsia y antisepsia, porque está demostrado


E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.

que el personal de salud actúa como fomite, a lo que se añade que no obedece co-
rrectamente las reglas de asepsia.
Resulta muy importante prevenir cualquier movimiento que pueda sacar al ca-
téter de la luz del vaso.
Es necesario vigilar frecuentemente el catéter y la zona de incisión buscando
intencionadamente signos de salida del catéter o de infección local (hiperemia,
secreción, hipertermia, hipersensibilidad). Si se sospecha contaminación del ca-
téter, se debe retirar, enviarlo a cultivo e iniciar terapia antimicrobiana empírica.
Es importante recordar que el catéter deberá curarse al menos cada tercer día, o
tantas veces como se requiera. Cuando el paciente se bañe, deberá cubrirse la en-
trada del catéter con una cubierta plástica impermeable; en caso de mojarse el
apósito, deberá realizarse nuevamente aseo de la región, aplicando soluciones an-
tisépticas en el sitio de emergencia en la piel y rodeándolo con gasa estéril.
250 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Capítulo 19)

COMPLICACIONES Y SU TRATAMIENTO

Las complicaciones de la venodisección están en relación directa con la técnica


quirúrgica; pueden ser:
S Dificultad o imposibilidad de identificar y canalizar la vena, por lo que se
recomienda ir pasando el catéter lentamente mientras se va pasando solu-
ción a través de él, lo cual provocará dilatación de la vena y facilitará su
paso.
S Ruptura de la vena canalizada en el sitio de entrada del catéter o en sitios
distantes, lo que puede causar infiltración de las soluciones.
S Ligadura arterial que puede llevar a isquemia de la zona.
S Hematoma local, que se produce cuando el catéter se sale accidentalmente
de la luz del vaso, cuando no se ligan adecuadamente los cabos proximal
o distal, no se verifica la hemostasia o cuando no se ha tomado en cuenta
que el paciente está bajo efectos anticoagulantes.
S Infección de la herida, resultado de la introducción de microorganismos
al incidir la piel. Esto se evita con una adecuada técnica antiséptica de la
región y la vigilancia de las normas asépticas por parte del médico.
S Flebitis: es una inflamación del vaso debida a que el catéter actúa como
cuerpo extraño dentro de la vena, o bien por las soluciones administradas
a través del mismo, las cuales pueden tener una alta osmolaridad. Se mani-
fiesta por dolor intenso en la zona, edema, eritema y fiebre, lo que obliga
a retirar el catéter, cortar su punta para cultivo y dar antibiótico en caso
necesario.
S Sepsis. La infección de la herida y la colonización del catéter por microor-
ganismos pueden llevar a un estado de sepsis. En esta situación se debe re-
tirar inmediatamente el catéter e iniciar antibióticos, por lo que es necesa-
rio cultivar el catéter.
S Embolias. Incluyen las embolias gaseosas, las tromboembolias y la embo-
lización de un fragmento desprendido del catéter. Su riesgo es bajo; sin
embargo, son de extrema gravedad.
S Trombosis. Todo catéter actúa como cuerpo extraño que puede originar la
formación de un trombo.
S Lesión de estructuras vecinas, incluyendo al nervio auricular mayor, la ar-
teria carótida o el conducto linfático torácico (lado izquierdo).
Otras complicaciones menos frecuentes incluyen la perforación cardiaca, lesión
de la válvula tricúspide, arritmias y bloqueos cardiacos, por lo que debe tenerse
cuidado de no introducir excesivamente un catéter.
Por todo esto, se deben extremar los cuidados del catéter para obtener de él una
vida útil máxima.
Venodisección de vena yugular externa 251

CONCLUSIONES

La venodisección de la vena yugular externa es una técnica quirúrgica simple y


valiosa. Representa un excelente medio de acceso venoso en los pacientes en
estado hipovolémico o en colapso circulatorio, en los que puede ser difícil o im-
posible establecer un acceso venoso periférico por vía percutánea. También pue-
de ser útil en casos de acceso venoso central, para la aplicación de fármacos hiper-
osmolares o para medir la presión venosa central. Por esto, la ruta perfecta para
el acceso venoso sería una vena periférica, larga, fácil de canalizar y que ofrece
a la vez rápido acceso a la circulación central. La vena yugular externa posee to-
dos estos atributos. Los pacientes con múltiples traumatismos y con potencial
daño cervical deben ser tratados con precaución.
Las complicaciones son raras, pero potencialmente graves; pueden ser contro-
ladas por una técnica quirúrgica adecuada y mediante la rápida extracción del
catéter después de la mejoría clínica del paciente.
A pesar de que la vena yugular externa presenta una de las vías para la coloca-
ción de catéteres venosos centrales con menores riesgos, raramente es utilizada
con estos fines, probablemente por la incomodidad que causa al paciente el que
emerja el catéter a nivel del cuello, lo cual puede disminuir tunelizando el catéter
hacia la cara anterior del tórax y cuidando que el catéter no se angule o se rompa.
Por esto, puede concluirse que la técnica de acceso venoso por vía yugular ex-
terna es de fácil realización si se sigue la técnica adecuada y se cuenta con el cono-
cimiento preciso de la región.

REFERENCIAS
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E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.

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9. Quiroz F: Anatomía humana. 22ª ed. México, Porrúa, 1981.
252 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Capítulo 19)
20
El acceso vascular en
pacientes pediátricos
Fernando Villegas Álvarez

INTRODUCCIÓN

El acceso vascular en pacientes pediátricos puede llegar a ser difícil y frustrante,


por las reducidas dimensiones y fragilidad de los vasos, el poco volumen que pue-
den recibir y, en muchos casos, la inaccesibilidad de las venas en los lactantes o
condiciones de colapso vascular en cualquier edad. Todo ello le otorga una gran
relevancia a esta técnica como procedimiento básico que deben conocer el médi-
co pasante, el médico general y el especialista en pediatría que requiera hacer uso
de la terapia intravenosa urgente en condiciones de desequilibrio hidroelectrolí-
tico, choque hipovolémico o sepsis. Desde luego, existen otras indicaciones no
menos importantes, como es la aplicación anestésica, la administración de nutri-
ción intravenosa y cuando se debe hacer uso de quimioterapia. El objetivo de este
capítulo es dar una orientación básica respecto al acceso vascular, las indicacio-
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.

nes, las referencias anatómicas, las técnicas de aplicación, las contraindicaciones


y las complicaciones secundarias. El abordaje vascular puede ser a través de una
vena periférica o una central; cada una tiene indicaciones precisas. Sin embargo,
se pone énfasis en el primero, con sus dos variantes: acceso venoso periférico con
catéter corto (venoclisis) o a través de venodisección periférica.

ANTECEDENTES

El conocimiento de las necesidades hidroelectrolíticas del paciente constituye


una etapa de progreso en cirugía; los cirujanos comenzaron a prestarle atención

253
254 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Capítulo 20)

a partir de 1930; sin embargo, desde 1880 se habían usado ampliamente en niños
y en adultos las llamadas “clisis” (del griego klydsein, lavar, enema), a través de
las cuales se administraban líquidos, como la proctoclisis o la hipodermoclisis.
O’Shaughnessy (1825) recomendó la vía intravenosa de electrólitos en solución a
la misma concentración que la de las heces, recomendación con la que estuvieron
de acuerdo Schmith, Jones y Eaton, en 1933; estos autores señalaron la importan-
cia del equilibrio de líquidos al administrar las clisis. El pediatra americano Gam-
ble, en 1925, logró determinar con exactitud los requerimientos líquidos en niños
para ser administrados por vía intravenosa; no obstante, el tamaño de los pacien-
tes, la pobre tecnología y la carencia adecuada de dispositivos de infusión limitó
su uso por otros 25 años. Con el desarrollo de los catéteres de plástico, impulsa-
dos, sobre todo, por las necesidades generadas por la Segunda Guerra Mundial,
la instilación intravenosa de soluciones hidroelectrolíticas permitió el desarrollo
de este método hasta volverlo seguro y eficiente. Posteriormente surgieron los
catéteres venosos centrales. Aubaniac, en 1952, fue el primero en describir este
método por acceso subclavio. Broviac y Hickman desarrollaron catéteres en
1973 y 1979, respectivamente, los que son usados en pediatría en calibres adecua-
dos. En 1974, Groff publicó un estudio de cateterización subclavia en niños; Fils-
ton y Grant perfeccionaron la técnica para este grupo etario en 1979.
Los diferentes tipos de acceso venoso en pediatría se esquematizan en la figura
20--1; sin embargo, es importante señalar que la mayoría de ellos no son de uso
general, y su aplicación tiene indicaciones precisas, por lo que su ejecución se
recomienda preferentemente para ser realizada por personal capacitado.
Las técnicas que por su reproductibilidad abordaremos son la venoclisis y la
cateterización periférica, teniendo en cuenta que por lo general las venas periféri-
cas son visibles y accesibles, principalmente en manos y pies.

INDICACIONES

Para administración de líquidos, medicamentos o nutrientes por vía parenteral,


sobre todo si el tiempo de permanencia no es prolongado y la composición de las
soluciones no es irritativa o hipertónica.
Es conveniente tener en cuenta la edad y las condiciones del paciente, inclu-
yendo el estado emocional del niño al momento de la instalación de la venoclisis
o el catéter. La ansiedad y la desconfianza pueden dificultar, e incluso imposibili-
tar, el acceso vascular; es indispensable el trato gentil al niño y a sus padres, los
cuales pueden facilitar la maniobra si permanecen a su lado y ayudan a tranquili-
zarlo. Cuando sea posible en casos de lactantes, restringir el alimento por lo me-
nos desde cuatro horas antes del procedimiento, debido al riesgo de regurgitación
El acceso vascular en pacientes pediátricos 255

Accesos venosos en edad pediátrica

Periférico Central

Venas distales en Venodisección central con


miembros superiores acceso periférico

Venas distales en Cateterización periférica


miembros inferiores de catéter central

Venas de piel cabelluda Cateterización de


(lactantes) la vena umbilical

Cateterización no central
(periférica)

Venodisección periférica

Canulación intraósea

Figura 20--1. Accesos venosos en la edad pediátrica.


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o vómito, que pueden ocasionar broncoaspiración. En lactantes y preescolares se


recomienda inmovilizar el resto del cuerpo una vez seleccionada la extremidad
en la que se aplicarán las soluciones; esto se consigue envolviendo al paciente en
una sábana o frazada, asegurando una buena ventilación y evitando compresio-
nes en exceso (figura 20--2).
Los sitios de canalización pueden variar en función de la edad; en los recién
nacidos, las venas, tanto las de las extremidades como las del cuero cabelludo,
suelen ser fácilmente localizables. En los meses subsecuentes, y con el incremen-
to del panículo adiposo, las venas de las manos y brazos se hacen menos eviden-
tes, aunque en niños mayores, con el incremento de la masa muscular, las venas
superficiales nuevamente se hacen más notorias.
El orden recomendado para seleccionar el punto de canalización es el siguiente:
256 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Capítulo 20)

Figura 20--2. Sujeción del niño y de la región.

1. Venas dorsales de la mano.


2. Tributaria de la vena mediana en la muñeca.
3. Venas antecubitales de los brazos (mediana, basílica y cefálica).
4. Vena safena interna del tobillo.
5. Venas dorsales del pie.
6. Piel cabelluda (neonatos y lactantes).
7. Vena yugular externa.

Las venas dorsales de la mano son útiles en lactantes. Los inconvenientes son la
fácil extravasación y el edema secundario, que puede llegar a producir un síndro-
me compartimental si no se detecta tempranamente, debido a que el líquido infil-
trado puede comprimir las venas, las arterias y los nervios subyacentes.
Las venas antecubitales son ideales en preescolares y escolares; generalmente
no requieren inmovilización, a menos que la canalización se realice muy cerca
del pliegue; se prefieren para cateterización central, que es la vía de elección si
no pueden ser usadas las venas de las extremidades inferiores.
La safena maleolar es una excelente opción por vía percutánea o para venodi-
sección; es fácil de palpar y abordar, es de buen tamaño y de ubicación anatómica
constante. Es recomendable en casos de choque. Puede ser usada también para
cateterismo central, pero a través de un abordaje alto.
El acceso vascular en pacientes pediátricos 257

CONTRAINDICACIONES

No hacer uso de venas inflamadas o con trombosis; las contraindicaciones relati-


vas son: edema, pérdida de piel o infección local.

TÉCNICAS

Es importante ubicar la vena periférica de elección mediante palpación y/o visua-


lización directa; lo anterior se facilita aplicando un torniquete distal, ejercitando
la extremidad, aplicando calor local o a través de transiluminación; el calibre del
catéter dependerá de las necesidades del paciente y el vaso escogido.
Los dos dispositivos que con mayor frecuencia son usados para la cateteriza-
ción venosa periférica en niños son el venoset tipo mariposa y el angiocath.

Material mínimo indispensable recomendado


para la instalación de venoclisis

S Cinta adhesiva, preferentemente MicroporeR o cintas de material reactivo


(de 1/2 a 1 pulgada) y tijeras.
S Torundas con alcohol o yodopovidona.
S Gasas (2 x 2 o 4 x 4) para cubrir catéter.
S Equipo de venoclisis (microgotero) o bomba de infusión.
S Abatelenguas o bases para ferulizar e inmovilizar la extremidad.
S Guantes de látex.
S Liga o torniquete.
S Catéter corto (punzocath o angiocath) de calibre 24 a 22.
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.

S Equipo mariposa (venoset). En piel cabelluda, calibre 25; en otras regio-


nes, calibres 21 a 23.
S Jeringa desechable de 5 y 10 cc.
S Rastrillo, si se requiere.

COLOCACIÓN DE VENOSET MARIPOSA

1. Escoger el sitio de punción.


2. Conectar con el catéter el frasco con el líquido a perfundir, y llenar ambos
con la solución; debe verificarse la salida del aire de la totalidad del sis-
tema.
258 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Capítulo 20)

Figura 20--3. Tracción y ligadura.

3. Aplicar torniquete y traccionar la piel (figura 20--3). En caso de punciones


en cuero cabelludo, el torniquete puede pasar por las cejas y el occipucio.
4. Afeitar si es necesario (informar a los padres que el pelo volverá a crecer).
5. Colocarse los guantes y llevar a cabo una adecuada asepsia y antisepsia de
la región.
6. La mariposa se inserta con el bisel hacia arriba en una ángulo de 30_; tomar
las alas de plástico adheridas a la aguja con los dedos índice y pulgar de
la mano dominante.
7. Una vez que ha penetrado el extremo de la aguja a la vena y aparece la san-
gre en el tubo, disminuir el ángulo e introducir por completo el resto de la
aguja, siguiendo el trayecto del vaso.
8. Se fija la aguja con tela adhesiva y se rotula con la hora y fecha de coloca-
ción.

COLOCACIÓN DE ANGIOCATH

A excepción del punto 4, se procede de igual manera con los puntos 1 al 5 del
inciso anterior.
6. Se inspecciona el catéter para asegurarse de que se desplace y desprenda
con facilidad de la aguja, y se verifica la permeabilidad de ambos.
El acceso vascular en pacientes pediátricos 259

20 a 30_
Piel
Vaso
sanguíneo
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Piel
10_
Vaso
sanguíneo

Figura 20--4. Punción de la piel y vena.


260 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Capítulo 20)

7. Puede tomarse el angiocath directamente con la mano, o conectado a una


jeringa con solución por su extremo distal.
8. Se inserta la aguja a través de la piel en un ángulo aproximado de 10 a 20_,
ya sea por encima o paralelo a la vena (figura 20--4).
9. Se tira de la piel en sentido distal al sitio de la venopunción y se inserta el
catéter con la aguja en la vena; una vez alcanzada la luz de ésta, la sangre
fluirá al exterior o se podrá extraer a través de la jeringa, lo cual permitirá
verificar que tanto la aguja como el catéter se encuentren en la luz del vaso.
10. Se retira la aguja y se introduce el resto del catéter siguiendo el trayecto
de la vena (figura 20--5).
11. Se ocluye digitalmente la vena sobre el extremo distal del catéter y se retira
el torniquete.
12. Se fija el tubo del venoset al extremo distal del catéter y se verifica el flujo
del líquido; si el catéter está bien colocado, el flujo del líquido será fácil
y rápido (figura 20--6).
13. Finalmente, se fija y asegura el catéter y se rotula la fecha, la hora y el tipo
de medicamentos a administrar.

Es importante señalar que la fijación de la venoclisis es primordial para garanti-


zar la efectividad del procedimiento. El niño puede desprender el catéter o la ma-
riposa con facilidad. Si ésta se instala en el cuero cabelludo, la cabeza se puede
inmovilizar con bolsas de arena, una toalla o un cartón acojinados con hule espu-
ma; todas éstas son medidas apropiadas de inmovilización; es esencial que el aco-
jinamiento sea flexible para evitar áreas de necrosis por presión sobre las promi-
nencias óseas.

Complicaciones

Sangrado, trombosis, canulación arterial, infección local, flebitis. La administra-


ción perivenosa de las soluciones puede provocar isquemia y necrosis tisular.

VENODISECCIÓN PERIFÉRICA

Aun cuando la técnica de punción venosa resulta satisfactoria para la mayoría de


las situaciones clínicas estabilizadas, cuando se trata de intervenciones quirúrgi-
cas mayores, o cuando es preciso administrar grandes volúmenes de líquido o san-
gre en poco tiempo, es mejor utilizar un catéter fabricado con material no reactivo
blando, para insertarlo percutáneamente o a través de una incisión. Cuando existe
indicación de canulación venosa en el recién nacido, suele ser necesario efectuar-
El acceso vascular en pacientes pediátricos 261

Piel
Vaso
sanguíneo
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Piel
Vaso
sanguíneo

Figura 20--5. Extracción parcial de la aguja y canalización total del catéter.


262 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Capítulo 20)

la por incisión cutánea; el lugar preferido para ello es la vena safena maleolar,
debido a la poca variabilidad biológica anatómica del sitio. Otras opciones son
la yugular externa y las venas basílicas y cefálicas. En esencia, la técnica es simi-
lar; sin embargo, para los lactantes y neonatos se prefiere el abordaje de la safena,
mientras que en los escolares es la vena de la fosa antecubital, por el menor riesgo
de desarrollar flebitis, además de la posibilidad de acceso venoso central. La yu-
gular externa es una buena opción en caso de monitoreo de PVC en lactantes y
neonatos. Las indicaciones precisas para venodisección en infantes son:

S Necesidad de acceso venoso a largo plazo (nutrición parenteral, quimiote-


rapia, antibioticoterapia).
S En abordaje de urgencia.
S Colocación de catéter para medir la presión venosa central (PVC).
S Transfusiones.
S Administración de líquidos hipertónicos e irritantes.

Es necesario tener en cuenta la alta incidencia de infecciones locales secundarias,


por lo que el procedimiento y cuidado subsiguiente deben llevarse a cabo muy
rigurosamente. En la actualidad se ha encontrado muy útil la inserción periférica
del catéter central, que presenta menos complicaciones infecciosas, principal-
mente de los subclavios percutáneos; sin embargo, estas técnicas deben ser prac-
ticadas únicamente en medios hospitalarios de segundo y tercer nivel, por perso-
nal entrenado y con capacidad de resolver cualquier contingencia derivada.

Contraindicaciones

S Venodisecciones previas en la zona.


S Traumatismo en la porción proximal de la extremidad.
S Sospecha fundada o existencia de lesiones vasculares en la extremidad.
S Trastornos de la coagulación, transitorios o no (p. ej.: deficiencia de vita-
mina K, hemofilia).

Es importante conocer las características del catéter a instalar; existen básica-


mente tres tipos: los de polietileno, los de silastic y los de teflón. Los de polieti-
leno no se recomiendan para ser usados por largo tiempo por ser trombogénicos
y aumentar el porcentaje de infecciones. Los de silastic se prefieren en todos los
casos de permanencia vascular prolongada; estos catéteres causan reacciones en-
doteliales de poca magnitud, y en su interior la sangre no coagula rápidamente;
además, son blandos y difíciles de pasar a través de los vasos de pequeño calibre.
A causa de sus paredes blandas, amortiguan las ondas del pulso y son de poca uti-
El acceso vascular en pacientes pediátricos 263

lidad para registrar presión. Son de gran utilidad en caso de nutrición parenteral
o quimioterapia. Pueden ser radioopacos para permitir su localización posopera-
toria. Comercialmente hay dos variedades: los catéteres de Broviac y los de Hick-
man. Son de una a tres vías, y cuentan con un manguito de dacrón alrededor de
la sección no vascular del catéter. Los últimos y más nuevos catéteres contienen,
además, un segundo manguito en el extremo proximal, el que está impregnado
con antibióticos y se adhiere a la piel para evitar colonización microbiana en el
sitio de la incisión. Los catéteres de teflón tienden a usarse más para mediciones
hemodinámicas. La cánula de teflón tiende a doblarse, y lo que se considera más
peligroso es que puede perforar los vasos sanguíneos del lactante.
Todos estos factores, incluyendo los estéticos, deben considerarse en función
del riesgo--beneficio.

Venodisección. Material mínimo indispensable


S Campos quirúrgicos (mínimo 4).
S Gasa estériles (10 x 10) (5)
S Seda libre 3--0; nylon o polipropileno 4--0.
S Bisturí No. 11.
S Pinzas de Kelly curvas (4).
S Tijera microvascular recta.
S Tijera de Mayo recta.
S Pinzas mosquito curvas (Halsted) (4).
S Pinzas mosquito rectas (4).
S Catéteres de silastic No. 19, 20, 21 y 22.
S Jeringa de 10 cc.
S Jeringa de 5 cc.
S Aguja No. 25.
Frasco de lidocaína a 1%.
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S
S Solución salina en un recipiente (riñón o flanera) estéril.
S Torniquete.
S Yodopovidona.
S Guantes estériles.
S Cubreboca, gorro y bata quirúrgica estériles.
S MicroporeR.

TÉCNICA DE VENODISECCIÓN
PERIFÉRICA (SAFENA MALEOLAR)

S Inmovilización lateral de la pierna.


S Lavado quirúrgico.
264 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Capítulo 20)

S Colocación de campos estériles.


S Anestesia local. Lidocaína a 1% sobre la piel que cubre la vena a través de
aguja de insulina.
1. Incisión perpendicular a la vena.
2. Disección roma del tejido subcutáneo que rodea a la vena a nivel del pe-
riostio (Halsted curva).
3. Se diseca alrededor de la vena sin lesionar el nervio safeno.
4. Ligadura distal del vaso y retención proximal.
5. Flebotomía transversal con bisturí 11 o tijeras microvasculares (iris).
6. Introducción del extremo proximal del catéter y ligadura distal sobre la
vena y el catéter, sin obstruir la luz.
7. El extremo distal del catéter se saca por contraabertura y se conecta al
equipo de venoclisis.
8. Cierre de la incisión con nylon 000 y 0000.
9. Estabilización del catéter.
S Cuidados posteriores:
S Mantener permeable el tubo mediante un flujo constante.
S Ungüento antibiótico en la herida y el sitio de emergencia del tubo.
S Fijación adecuada del catéter para evitar su extracción (figura 20--7).

Complicaciones

Agudas

S Sección o perforación del vaso.


S Localización aberrante del catéter.
S Perforación cardiaca (en cateterización central) o embolismo aéreo.
S Neumotórax (en cateterización yugular o subclavia).

Figura 20--6. Fijación del catéter.


El acceso vascular en pacientes pediátricos 265

B C D

Figura 20--7. Técnica de venodisección periférica (safena maleolar). A. Inmovilización la-


E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.

teral de la pierna. B. Disección alrededor de la vena safena. C. Ligadura distal del vaso,
retención proximal por contraabertura y al interior de la vena. D. Introducción del extre-
mo proximal del catéter. E. Catéter fijo con el extremo distal saliendo por contraabertura.

Tardías

S Infección y sepsis.
S Oclusión trombótica.
S Embolismo pulmonar.
S Síndrome de vena cava superior.
S Trombo atrial.
S Migración del catéter.
S Extravasación.
266 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Capítulo 20)

La oclusión trombótica se previene con irrigaciones constantes de solución salina


o limpieza del catéter con heparina.
La infección que a menudo se acompaña de un síndrome del túnel (el segmento
subdérmico del catéter) se expresa clínicamente con eritema y dolor en la región
o sepsis secundaria. Se tratan con el retiro del catéter y su cultivo subsiguiente,
más hemocultivo para confirmar el diagnóstico y dar el tratamiento adecuado.

CONCLUSIONES

El acceso vascular en pacientes pediátricos es un procedimiento esencial para


muchas acciones terapéuticas; no obstante, tiene un grado de dificultad que es im-
portante conocer para poder emplear la estrategia más adecuada y efectiva, reali-
zarlo en los sitios más recomendables, conocer la forma de abordar al paciente
y las indicaciones de administración de líquidos parenterales a corto o a largo pla-
zo, así como contar con el material necesario, conocer las técnicas más accesibles
para tales propósitos y las posibles complicaciones.

REFERENCIAS
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2. Ganz SL: Cirugía pediátrica. Barcelona, Salvat, 1975.
3. Wong W: Biblioteca de enfermería profesional. México, McGraw--Hill, 1985.
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6. Frey AM: Tips for pediatric I. V. insertion. Nursing Horsham, 1997.
7. Dubois J, Garel L, Tapeiro et al.: Peripherally inserted central catheters in infants and chil-
dren. Radiology 1997;204:622--626.
8. Thiagarajan RR, Ramamoorthy C, Gettmann T, Bratton SL: Survey of the use of peri-
pherally inserted central venous catheters in children. Pediatrics 1997;99:1098.
9. Stovroff M, Teague WG: Intravenous access in children. Pediatr Clin North Am 1998;45:
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10. Thiagarajan RR, Bratton SL, Gettmann T, Ramamoorthy C: Efficacy of peripherally
inserted central venous catheters placed in noncentral veins. Arch Pediatr Adolesc Med
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11. Arnett AM, Fleisher GR: Insertion of long lines in the pediatric emergency department.
Pediatr Emerg Care 1999;15:318--321.
21
Desbridación y drenaje de abscesos
superficiales (glúteo, perianal,
de glándulas de Bartholin y de
glándula mamaria)
Ulises Rodríguez Wong, Iris de la Cruz Sebastián

INTRODUCCIÓN

Definición

Se llama absceso a la presencia de pus (tejido necrótico, bacterias y leucocitos)


en una cavidad anormal en algún sitio del cuerpo, delimitado por una cápsula de
fibrina, acompañado por eritema y tejido de granulación.

Antecedentes históricos

En los pueblos primitivos (6000 a. C.), junto a la medicina mágica se desarrolló


E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.

la medicina empírica. Se aplicaban medidas sencillas como la opresión regional


y la succión cuando se pensaba en envenenamiento, en heridas ocasionadas por
accidentes, por el ataque de fieras o por el enfrentamiento con otros guerreros o
cazadores. Los cuerpos extraños eran extraídos por procedimientos manuales y
se usaban cuchillos primitivos para desbridar abscesos.
La historia de la antigua India (siglos I y II d. C.) es rica en conocimientos tra-
dicionales; el conjunto de conocimientos médicos que se fueron acumulando con
el tiempo está plasmado en el Ayur Veda, que a su vez está dividido en ocho sec-
ciones, una de las cuales era el Salía, que trataba del arte de extraer sustancias
extrañas que provocaban inflamación y supuración; por analogía, el arte de curar
flemones y abscesos se conocía como Shalyatranta.

267
268 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Capítulo 21)

Hipócrates, en su Corpus Hipocraticum, que consta de 72 libros, dedica una


parte de la obra al tratamiento de las heridas, abscesos, fístulas y hemorroides (si-
glos V y IV a. C.).
Sorano de Efeso, en Roma (100 d. C.), aportó bases fundamentales para el de-
sarrollo de la ginecología y obstetricia. Escribió un libro de las enfermedades de
la mujer, en el cual hacía una descripción de la anatomía genital femenina y de
las enfermedades más frecuentes. En el tercer volumen de este libro se habla de
los “abscesos de leche” (absceso mamario) y de los abscesos de glándulas de Bar-
tholin, describiendo el procedimiento de “maduración” y punción para drenaje
de los mismos.
En la Edad Media, la cirugía fue considerada una práctica bárbara, condenada
por la Iglesia. Los peluqueros--barberos afeitaban y cortaban el cabello, abrían
abscesos superficiales, realizaban sangrías y aplicaban ventosas, cauterizaban y
curaban heridas y reducían fracturas y luxaciones.
En el Renacimiento (siglos XV y XVI), Ambrosio Paré cambia la manera de
tratar las heridas, utilizando, en lugar del aceite hirviendo y la cauterización, una
emulsión hecha a base de trementina, yema de huevo y agua de rosas.
En el siglo XIX se establecieron los principios de la asepsia y la antisepsia en
cirugía, gracias a las aportaciones de Pasteur, Lister y Semelweiss.
Por lo que respecta al México precolombino, el texoxotla--tícitl (el cirujano)
trataba con cuchillos de obsidiana bien afilados lesiones como abscesos, ántrax
y mastitis supurada, drenándolas y cubriéndolas posteriormente con apósitos.

INDICACIONES

Absceso glúteo

Es la acumulación de pus en planos profundos de las regiones glúteas; es más fre-


cuente en los cuadrantes superoexternos. Su principal causa es por la aplicación
de una inyección intramuscular con una mala técnica de asepsia o por la utiliza-
ción de agujas hipodérmicas o jeringas contaminadas; los pacientes diabéticos y
los inmunodeprimidos tienen una mayor susceptibilidad a padecer este tipo de
infecciones (figura 21--1).
El espacio comprendido entre los músculos glúteo mayor y menor puede ex-
pandirse y llegar a contener hasta 2 000 mL; por ello, cuando después de la aplica-
ción de una inyección intramuscular se presenten datos de inflamación local,
debe hacerse una minuciosa exploración y descartar un proceso infeccioso.
Al establecerse el diagnóstico, deberá realizarse el drenaje quirúrgico y esta-
blecer un tratamiento con antibióticos para el control del proceso infeccioso.
Desbridación y drenaje de abscesos superficiales 269

Figura 21--1. Absceso glúteo en una de sus localizaciones más frecuentes.

Absceso de glándulas de Bartholin

Las glándulas de Bartholin drenan hacia el vestíbulo vaginal desde su localiza-


ción en los labios mayores; la obstrucción de estas glándulas ocasiona un quiste
por acumulación de material mucoso claro, que causa distensión del conducto
hasta formar una masa tumoral lisa; esta secreción acumulada puede infectarse
y así formarse un absceso. Los microorganismos participantes son las bacterias
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.

que constituyen la flora normal de la vagina, con predominio de gérmenes anae-


robios, pero puede haber infecciones causadas por gonococos; la Neisseria gono-
rrhoeae ha sido identificada en menos de 10% de los casos. Una vez establecido
el diagnóstico, se procederá al drenaje quirúrgico y marsupialización de la cavi-
dad del absceso. Entre los antibióticos elegidos para combatir el proceso infec-
cioso deberán incluirse antibióticos contra anaerobios, como la clindamicina y
el metronidazol.

Absceso mamario

En las primeras semanas de lactancia, la glándula mamaria se torna susceptible


a la infección bacteriana con la aparición de grietas y fisuras en los pezones; sin
270 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Capítulo 21)

embargo, los eccemas y otras enfermedades dermatológicas pueden también pre-


disponer a la aparición de procesos infecciosos mamarios. Desde esta vía de en-
trada, las bacterias, por lo general Staphylococcus aureus y menos a menudo es-
treptococos, invaden el parénquima mamario.
Por lo general el proceso es unilateral; cuando la infección es causada por esta-
filococos, se producen focos inflamatorios que pueden progresar hasta formar
abscesos únicos o múltiples. Los estreptococos tienden a ocasionar una enferme-
dad difusa que se propaga por toda la glándula. En ambos casos existe tumefac-
ción, enrojecimiento, dolor y aumento de consistencia de la mama enferma, a me-
nudo con edema y engrosamiento de la piel. Con el tiempo, la necrosis supurada
puede destruir grandes áreas de parénquima mamario. El drenaje quirúrgico pue-
de limitar la propagación de la infección; sin embargo, el tejido mamario destrui-
do será sustituido por tejido fibroso, que ocasiona retracción de la piel, lo cual
puede confundirse con una neoplasia; asimismo, la infección produce adenome-
galias que obligan a descartar cáncer. Los estudios de imagen y punción son útiles
en el diagnóstico diferencial.

Abscesos perianales

La infección de las glándulas de las criptas anales es probablemente la causa más


común de los abscesos de la región anorrectal, aunque pueden existir otras cau-
sas, como la tuberculosis, los traumatismos, las neoplasias, la actinomicosis,
cuerpos extraños, carcinomas, linfogranuloma venéreo, colitis ulcerativa crónica
y enfermedad de Crohn, entre otras. Los abscesos perianales se presentan entre
los 20 y los 50 años, y son más frecuentes en hombres, en proporción de 5:1.
Los abscesos anorrectales pueden ubicarse en los diferentes espacios que ro-
dean al ano--recto: interesfintérico, isquiorrectal, supraelevador y perianal. Un
absceso perianal sencillo casi siempre se puede drenar bajo anestesia local en el
consultorio o el departamento de cirugía ambulatoria; el tratamiento de los absce-
sos en supraelevadores, isquiorrectales e interesfintéricos requiere de un mayor
dominio anatómico de esta región, y debe dejarse en manos del especialista en
coloproctología. Después de drenar un absceso perianal existe un alto riesgo de
que el paciente desarrolle una fístula anorrectal, que se establece entre el sitio
donde originalmente drenaba la glándula y el lugar en donde se realiza el drenaje
quirúrgico o espontáneo del absceso. Todo esto deberá ser explicado al paciente,
ya que, de presentarse la fístula, se requerirá de un tratamiento quirúrgico formal
en etapa ulterior.
El uso de antibióticos no se recomienda en general para el tratamiento de este
tipo de abscesos, a menos que se trate de un paciente inmunodeprimido o diabé-
tico.
Desbridación y drenaje de abscesos superficiales 271

CONTRAINDICACIONES

En términos generales, el drenaje de los abscesos es un procedimiento altamente


eficaz para controlar la infección y aliviar los síntomas del paciente; sin embargo,
debe tenerse cuidado de no lesionar estructuras anatómicas importantes durante
el drenaje de los mismos, como es el caso de los abscesos anorrectales, en los que
se puede ocasionar lesión del esfínter anal.

EVALUACIÓN INTEGRAL DEL PACIENTE

Deberá descartarse enfermedad sistémica concomitante, como diabetes o inmu-


nodepresión, con la finalidad de controlarla; en muchas ocasiones la primera ma-
nifestación de enfermedades como la diabetes mellitus, infección por virus de in-
munodeficiencia humana o enfermedad inflamatoria intestinal puede ser un
absceso.
También es necesario investigar problemas de alergias a medicamentos, y en
especial a antibióticos, así como antecedentes de tendencia hemorragípara.

PROCEDIMIENTO

Se llama drenaje a la técnica con que se asegura la salida de pus contenido en un


absceso. En la desbridación se agrega además la resección de adherencias y tejido
necrótico.
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.

Material:

1. Gorro y cubreboca.
2. Bata estéril.
3. Guantes estériles.
4. Campos estériles.
5. Gasas estériles.
6. Tela adhesiva o MicroporeR.
7. Jeringa de 10 cc.
8. Apósitos estériles.
9. Mangos de bisturí No. 3 y 4.
10. Hojas de bisturí No. 20 y 15.
11. Solución salina isotónica.
272 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Capítulo 21)

12. Clorhexidina.
13. Yodopovidona.
14. Lidocaína simple a 1%.
15. Pinza de disección con dientes.
16. Pinzas de Halsted.
17. Pinzas de Kelly.
18. Tijeras de Mayo rectas.
19. Catgut simple 000.
20. Riñón de acero inoxidable.
21. Penrose de 1/4 de pulgada.

Procedimiento en absceso glúteo

S Se coloca al paciente en decúbito ventral.


S Asepsia del área afectada.
S Colocación de campos estériles.
S Anestesia local por infiltración con lidocaína simple a 1%.
S Se hace una incisión con el bisturí en el área de mayor fluctuación o adel-
gazamiento en forma transversal.
S Se cuantifica el material drenado y se envía una muestra a cultivo y tinción.
S Se irriga con solución salina.
S Se hace limpieza enérgica con gasa en las paredes y fondo del absceso.
S Se realiza una segunda limpieza con jabón o algún antiséptico suave.
S Se irriga nuevamente con solución salina.
S En caso de hemorragia, se realiza hemostasia.
S Se seca con gasas estériles.
S Se cubre con un apósito estéril y MicroporeR.

Procedimiento en absceso de glándulas de Bartholin

S Se coloca a la paciente en posición de litotomía.


S Se realiza asepsia de la región.
S Se colocan campos estériles.
S Aplicación de anestesia local por infiltración hasta la mucosa del introito
y cerca del himen con lidocaína simple a 1%.
S Se realiza una incisión elíptica sobre el absceso, por fuera del himen.
S Se toma material para cultivo y tinción.
S Se explora la cavidad del absceso y se realiza limpieza quirúrgica.
S Se destecha el absceso y se realiza marsupialización de los bordes (figura
21--2).
Desbridación y drenaje de abscesos superficiales 273
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.

Figura 21--2. Drenaje y marsupialización de absceso de glándula de Bartholin.

Procedimiento en absceso mamario

S Se coloca a la paciente en decúbito dorsal.


S Se realiza asepsia de la región mamaria afectada.
S Se colocan campos estériles.
S Se aplica anestesia local por infiltración con lidocaína a 1%.
S Se localiza la zona de induración.
S Se realiza una incisión siguiendo el borde de la areola.
S Se abre la piel y aponeurosis superficial, haciendo cuidadosa hemostasia,
hasta llegar a la cavidad del absceso.
274 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Capítulo 21)

Figura 21--3. Drenaje de absceso mamario.

S Se toma muestra para cultivo y tinción.


S Se introduce una pinza de Kelly, y se abre y cierra para ampliar la incisión.
S Se introduce un dedo enguantado forrado con gasa para limpiar y explorar
la cavidad.
S Se coloca un drenaje de Penrose, que permanecerá por 48 horas.
S Se cubre la herida con apósitos estériles (figura 21--3).
Desbridación y drenaje de abscesos superficiales 275

Figura 21--4. Drenaje de absceso perianal.

Procedimiento para absceso perianal


S Se coloca al paciente en posición de navaja sevillana.
S Se aplica una solución antiséptica suave.
S Se identifica el punto más sensible y se anestesia esta región en un área de
2 cm de piel con lidocaína con epinefrina a 1:200 000.
S Se hace una incisión en forma elíptica sobre el absceso, en forma radiada
al ano y lo más proximal posible a la apertura anal.
S Se toma muestra para cultivo y tinción.
S En caso necesario, se realiza hemostasia.
S Se coloca un apósito estéril (figura 21--4).
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.

COMPLICACIONES

Como se había señalado, se debe tener cuidado de no lesionar estructuras impor-


tantes durante el drenaje de un absceso; en el caso de los abscesos perianales, la
incontinencia anal puede ser una complicación grave. Deberá prevenirse la he-
morragia posterior al drenaje de un absceso.

CONCLUSIONES

El drenaje de abscesos es un procedimiento útil para el médico general, que alivia


en forma eficaz los síntomas del paciente y detiene la infección.
276 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Capítulo 21)

REFERENCIAS
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mentos de cirugía anorrectal. México, Limusa, 1992:139--168.
22
Epistaxis
Bernardino Ricardo Sánchez Sánchez

INTRODUCCIÓN

El médico general debe tener en claro que la epistaxis es un evento agudo que debe
tratar en forma oportuna por el riesgo de vida que puede desencadenar. Un con-
cepto importante que en adelante se debe saber es que en una buena proporción
la patología que origina el sangrado no proviene intrínsecamente de la nariz,
como el sangrado secundario a hipertensión arterial. También debe saber que sólo
una pequeña proporción de esta patología va a ser atendida por él, pero que su
intervención es crucial.

CLASIFICACIÓN
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El sangrado nasal que proviene de la nariz originándose en la misma se denomina


epistaxis. Para su estudio se divide en dos: anterior y posterior; este término no
se refiere al lugar por donde emerge, sino a su origen. Los sangrado anteriores
provienen del plexo de Kieselbach en el área de Little, que está en la parte más
anterior del tabique nasal y a la que se puede llegar con la introducción del índice.
Los sangrados posteriores provienen de la arteria esfenopalatina, de gran flujo y
presión, que produce un aparatoso sangrado muy difícil de controlar aun para el
médico especialista.
La mayoría de los sangrados son anteriores (95 a 98%). El médico general
debe enfrentar la totalidad de los sangrado nasales anteriores, aunque el número

277
278 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Capítulo 22)

de sangrados que requieren atención no representa ni 10%, ya que la mayor parte


se autolimitan.
Es experiencia de todos, en la infancia e incluso en la juventud, haber sufrido
un sangrado nasal espontáneo de corta duración y esporádico, aparatoso para el
entorno, pero sin consecuencias para el cuerpo, y que además no requirió de tapo-
namiento nasal formal.
En la infancia los eventos traumáticos constituyen la principal etiología, y esto
se mantiene hasta la edad adulta, en la que, por el cambio de actitud frente a la
vida, los traumas son más esporádicos y van en aumento la hipertensión arterial
y los sangrados por causa tumoral. A lo largo de la vida se puede tener epistaxis
por resequedad en el ambiente, por manipulación digital de la nariz, por cuerpos
extraños de corta o larga duración y por desviación septal de muy variada propor-
ción.

ACTITUD DE TRATAMIENTO FRENTE


A LOS PACIENTES DE URGENCIA

Al llegar un paciente al servicio de urgencias, el médico y la enfermera deben ase-


gurar de inmediato la vía aérea y una vía vascular para asegurar la viabilidad del
paciente. Además, el personal de enfermería debe registrar los signos vitales e
informarlos de inmediato, empezando por la tensión arterial y el pulso. El perso-
nal en conjunto debe estar atento ante cualquier signo de choque, siendo el más
frecuente el de tipo vascular por hipovolemia, lo que debe controlarse con líqui-
dos “a chorro”. En ocasiones llegan pacientes que pueden desarrollar choque de
varios tipos, como los que acuden o son llevados al servicio de urgencias en esta-
do de ebriedad, traumatizados e hipertensos o diabéticos; no debe alterarse la ac-
titud de tratamiento por estas circunstancias.

EQUIPO E INSTALACIONES

Se debe disponer de un área aislada, de rápido acceso al personal. Un número mí-


nimo para atender un sangrado nasal consiste en un médico y una enfermera. Un
aspirador eficiente y una fuente de luz que permita utilizar las dos manos del mé-
dico, habitualmente una lámpara frontal. Una charola que debe contener un rinos-
copio adecuado a la edad del paciente, por lo que una sala de urgencias debe con-
tener un rinoscopio infantil y uno para adulto, dos pinzas de bayoneta infantil y
adulto, varios taponamientos nasales de gasa larga de tipo serpentina humedeci-
Epistaxis 279

Figura 22--1. Sonda de doble balón, muy útil en sangrados anteriores y posteriores.

dos con vaselina o ungüento que puede contener antibiótico o antiséptico. Cinta
adhesiva de papel de 1.25 mm (MicroporeR); adicionalmente se contará con una
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sonda de Nelatón con globo de 30 cc (figura 22--1). Material no estéril como bata
de cirujano, cubrebocas, gorro y gasas. Es ideal contar con una escafandra y len-
tes protectores.
El uso de la sonda de Nelatón se aplica sólo en caso de que con el taponamiento
anterior no se logre yugular el sangrado después de varios intentos o si se sospe-
cha que el sangrado nasal es de origen posterior y no se cuente con un especialista,
o si el evento se produce en una unidad hospitalaria de primer contacto o rural.
El médico general debe pedir la intervención de un especialista ante la mínima
sospecha de que el sangrado es posterior, pero debe atender el sangrado y el esta-
do general del paciente mientras llega el susodicho personal.
En ocasiones es necesario hacer un taponamiento bilateral aunque sólo esté
sangrando un lado, con objeto de darle consistencia al taponamiento del lado pro-
blema.
280 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Capítulo 22)

COMPLICACIONES

Inmediatas

Un sangrado abundante puede comprometer en primer instancia la vía respirato-


ria, además de unirse a un choque hipovolémico agudo. En los pacientes psiquiá-
tricos en fase de excitación o por la falta de entendimiento con el objetivo del con-
trol de la hemorragia nasal, que se puede dar también en pacientes bajo el efecto
de alcohol o drogas, se hace difícil la atención.

Mediatas

Debe entenderse que esto es un proceso dinámico, ya que puede presentarse un


aumento reactivo de la tensión arterial en un paciente hipertenso que inicialmente
pueda incluso haber desarrollado un choque hipovolémico o que haya cursado
con cifras normotensas durante los primeros registros de tensión arterial, por lo
que el galeno debe estar preparado para su control.

Tardías

El paciente puede manifestar salida de sangre por el punto lagrimal superior u


otalgia por sangre en la caja timpánica. Estos sangrados son ocasionales, pero
muy molestos para el paciente.
El paciente puede tener en las tres etapas anteriores resangrado que motiva la
revisión del taponamiento. Esto en ocasiones lleva a dos eventos:

1. No se requiere la intervención del especialista, pero es valiosa su opinión


o intervención, como es al revisar el taponamiento.
2. El especialista decide la revisión bajo anestesia general y, de no yugularse
el sangrado, lo lleva a la etapa de iniciar las ligaduras de los vasos arte-
riales.

REFERENCIAS
1. Byron J, Bailey KH, Calhoun CS, Derkay N: Head and neck surgery. Philadelphia, Lip-
pincott Williams & Wilkins, 2000.
23
Cuerpos extraños en oído
Bernardino Ricardo Sánchez Sánchez

CONCEPTOS FUNDAMENTALES

La extracción de un cuerpo extraño en oído no constituye una urgencia, en virtud


de que no pone en peligro la vida, por más molestias que produzca y por aparatoso
que sea el cuadro. Siempre se debe esperar a que se encuentre un médico especia-
lista cualificado que cuente con el instrumental adecuado.

POBLACIÓN AFECTADA

Los preescolares, los escolares y los pacientes de cualquier edad con trastornos
de conducta y síndrome de Down son los que con frecuencia se ven involucrados
en un episodio de introducción de cuerpo extraño en el oído. Los pacientes con
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.

este problema son llevados a los médicos generales de todo el país, por ser médi-
cos de primer contacto. Parte de la población afectada acude a los servicios de
urgencias por diferentes circunstancias: la hora del día, la cercanía o por afiliación
a una institución médica. El evento se descubre en ocasiones en el momento en
que está sucediendo, pero a veces se descubre cuando se presenta sintomatología.

SÍNTOMAS Y SIGNOS

Es importante recabar los antecedentes de la introducción, el tiempo de evolu-


ción, los intentos de extracción por familiares, médicos, etc.

281
282 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Capítulo 23)

El dolor en oído o zonas anexas, la hipoacusia y el mal olor son los síntomas
más frecuentes que se presentan en el paciente. En la exploración, el aumento de
volumen, la inflamación, sangrado actual o antiguo y el objeto extraño son los
signos frecuentes que se encuentran en la exploración de los pacientes.

CARACTERÍSTICAS DE LOS CUERPOS EXTRAÑOS

S Biológicos: semillas, insectos, plantas (ruda), etc.


S No biológicos: algodón, lápices, gomas, metales, etc.
S Duros: semillas, gises, crayolas, etc.
S Blandos: gomas, UnicelR, papel, tierra, arena, etc.

TÉCNICA DE EXTRACCIÓN

Como se señala al principio del capítulo, no se trata de una urgencia. Sin


embargo, se detalla la técnica, porque no siempre se dispone de un especialista
y el médico general lo debe enfrentar.
La anestesia puede ser local con lidocaína a 1 o 2%; cuando no exista coopera-
ción por parte del paciente se utiliza la anestesia general intubada, con todos los
cuidados de la vía aérea (figura 23--1).

INSTRUMENTOS
S Microscopio quirúrgico.
S Aplicador metálico maleable.
S Lámpara de alcohol.
S Pinzas caimán.
S Asa de alambre.
La técnica requiere las dos manos libres y la fuente de luz, en este caso microsco-
pio quirúrgico, con luz intensa y que permita la visualización del objeto.
Se intenta introducir el aplicador maleable por detrás del objeto y se desplaza
de medial a proximal; el sangrado durante la maniobra puede traducir desgarro
de paredes, en cuyo caso hay que considerar detener el procedimiento.

PARTICULARIDADES DE LOS
OBJETOS EN SU EXTRACCIÓN
Además de lo referido en las características de los cuerpos extraños, es necesario
señalar sus particularidades.
Cuerpos extraños en oído 283

A B

Figura 23--1. Se intenta introducir un aplicador maleable por detrás del objeto y se gira
para colocar el gancho por detrás del cuerpo extraño.

Garrapatas
Se calienta el aplicador metálico con la llama del mechero y se toca la porción
más externa del animal, con objeto de que, al verse agredido por el calor, con-
traiga la extremidad que tiene introducida en la piel. De no hacerlo así, el cuerpo
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.

del animal se rompe, salen la sangre y el cuerpo, pero de dos a cuatro semanas
después se presenta una fístula de la piel del conducto infectada que complica
todo el entorno del oído.

Insectos
Antes de la extracción se deben matar con aceite mineral, aunque las cucarachas
salen solas al sentirse agredidas.

Vegetales y semillas
En México los curanderos utilizan un vegetal denominado ruda para el dolor de
oído, tapones de cerumen, etc.; por las características hidrófilas del vegetal, al
284 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Capítulo 23)

principio el paciente siente alivio del dolor, pero, al continuar la dilatación, pre-
senta dolor incontrolable.
Semillas como el frijol, los chícharos, los granos de maíz, etc., empiezan su
germinación paulatina aprovechando la humedad del conducto auditivo externo.
Se han observado casos extremos en los que se extraen plantas germinadas en oí-
dos de pacientes con daño mental profundo.

PREVENCIÓN

Los pacientes pueden utilizar la introducción de cuerpos extraños para llamar la


atención de sus familiares, por lo que se recomienda que cuando se repita este tipo
de episodios se solicite ayuda profesional de terapia psicológica o psiquiátrica,
según corresponda.

CONCLUSIONES

Extraer un cuerpo extraño no es una urgencia, y da tiempo para que pueda actuar
el especialista con todo su tiempo e instrumental.
En este capítulo se detalla la técnica porque es sabido que muchas comunida-
des aisladas no cuentan con especialistas, y el médico general deberá actuar. No
deben utilizarse pinzas ni otros aparatos. Si se inicia un sangrado, debe detenerse
la extracción. Si es un objeto que llena por completo el conducto, no debe inten-
tarse su extracción.

REFERENCIAS
1. Byron J, Bailey KH, Calhoun CS, Derkay N: Head and neck surgery. Philadelphia, Lip-
pincott Williams & Wilkins, 2000.
24
Extracción de cuerpos
extraños oculares
Melania Guadalupe Garrido Félix

DEFINICIÓN

Consiste en la extracción de cualquier elemento ajeno al ojo que entra a éste, im-
pidiendo su adecuado funcionamiento, como partículas de metal, de madera, ma-
quillaje, pestañas, arena, que frecuentemente se alojan en los sacos conjuntivales
y se adhieren o se enclavan en la córnea.

INTRODUCCIÓN

Los cuerpos extraños oculares se clasifican en superficiales (corneales y conjunti-


vales) e intraoculares; estos últimos deben ser tratados exclusivamente por el oftal-
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.

mólogo, por lo que aquí sólo se mencionará a los cuerpos extraños superficiales.
Los cuerpos extraños superficiales están considerados en la categoría de los
traumas menores oculares, y son la causa más frecuente de heridas oculares. De-
ben ser tratados inmediatamente para aliviar el dolor intenso y la inflamación que
los acompaña, así como para evitar secuelas.

INDICACIONES

La indicación para tratarlos será cuando el paciente presente la sensación de un


cuerpo extraño en el ojo y manifieste los siguientes signos y síntomas:

285
286 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Capítulo 24)

S Dolor leve a moderado y ocasionalmente dolor intenso.


S Lagrimeo excesivo.
S Visión borrosa.
S Fotofobia.
S Edema palpebral, conjuntival o corneal.

Pequeñas partículas pueden llegar a alojarse en el epitelio corneal, particular-


mente cuando se impactan contra el ojo con una fuerza considerable. Los objetos
extraños desencadenan una cascada inflamatoria, provocando dilatación de los
vasos y produciendo edema palpebral, conjuntival o corneal.

S El signo más crítico es el hallazgo de un material o una partícula en la su-


perficie o el espesor de la córnea.
S Si el cuerpo extraño permanece en la córnea por 24 horas o más, se verá
un anillo de edema alrededor del sitio. Si el cuerpo extraño es metálico, se
verá un anillo de óxido alrededor de él.
S La exploración física es crítica para hacer el diagnóstico de cuerpo extraño
ocular.

CONTRAINDICACIONES

Si el ojo está lacerado, si la pupila está distorsionada o si el iris no es visible,


ambos ojos deben ser cubiertos con un venda sin ejercer presión sobre los globos
oculares.
Se pueden administrar analgésicos parenterales para el dolor (no debe usarse
aspirina porque aumenta el riesgo de sangrado intraocular). El paciente deberá
ser trasladado en decúbito supino en camilla a un centro que disponga de cuida-
dos especiales.
Equipo indispensable:

1. Anestésico local, 1 a 2 gotas de proparacaína a 0.5%.


2. Hisopo estéril.
3. Espátula roma para cuerpos extraños.
4. Jeringa de 10 mL con aguja del número 18--20.
5. Lupa.
6. Lámpara de mano.
7. Solución estéril.
8. Gasas de 5 x 5 cm.
9. MicroporeR.
Extracción de cuerpos extraños oculares 287

MANEJO PREOPERATORIO

Cuando los cuerpos extraños se presentan o suceden, es necesario elaborar una


historia clínica detallada, una descripción minuciosa del accidente y de las cir-
cunstancias relacionadas con el agente traumático:

S La naturaleza del cuerpo extraño.


S Su origen o cómo fue producido.
S Su probable trayectoria.
S El riesgo de contaminación microbiológica.
S El tiempo transcurrido antes de recibir atención médica, prestando aten-
ción a la agudeza visual como pronóstico de seguimiento.

El análisis de esta información permite una estimación del daño ocular y los ries-
gos potenciales de los tejidos oculares.

Anestesia

Se aplican 2 gotas de colirio anestésico, proparacaína a 0.5%, dentro del saco


conjuntival inferior.

DESCRIPCIÓN DEL PROCEDIMIENTO

Las principales consideraciones para realizar el procedimiento son: buena ilumi-


E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.

nación, lente de aumento, anestesia local, posición del paciente y técnica aséptica.
Lo primero que hay que hacer es lavarse las manos con agua y jabón, pedirle
al paciente que se siente o se acueste y que extienda la cabeza. El médico se colo-
cará del lado del ojo afectado, enfrente del paciente. Se debe entreabrir el ojo
afectado para ver el tipo y localización del cuerpo extraño; para esto, el índice
izquierdo se aplica al borde del párpado inferior y el dedo medio de la misma
mano al borde del párpado superior, y se le pide al paciente que mueva el ojo en
dirección contraria a la examinada, hacia abajo, arriba y a los lados, mientras un
ayudante ilumina el ojo con una lámpara de mano, dirigiendo los rayos luminosos
en un ángulo oblicuo sobre la córnea o los sacos conjuntivales.
Para la extracción de cuerpos extraños corneales se debe realizar el siguiente
procedimiento: inicialmente es importante asegurar que el objeto no haya perfo-
rado el espesor corneal. Si no hay penetración, instalar anestesia tópica. Lo que
288 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Capítulo 24)

A
B

Figura 24--1. A. Procedimiento para evertir el párpado superior. B. Procedimiento para


evertir el párpado inferior.

se debe intentar primero es tratar de expulsar el cuerpo extraño lavando el ojo,


vertiendo solución salina en una jeringa sin aguja, y se aplica el chorro directo
sobre el ojo.
Otra opción, si se observa el cuerpo extraño, es intentar extraerlo con un apli-
cador de algodón estéril húmedo. Si esto no es suficiente, es necesario usar una
Extracción de cuerpos extraños oculares 289

espátula roma para cuerpos extraños o acercar la punta de una aguja subdérmica
del número 18 a 20 a uno de los bordes del cuerpo extraño, apenas tocando el bor-
de, y se intenta removerlo sin penetrar en la córnea. Una vez que el objeto ha sido
removido, hay que eliminar cualquier resto celular con un hisopo.
Cuando un cuerpo extraño es pequeño, puede ser de difícil reconocimiento,
a menos que se use una iluminación oblicua con amplificación (lupa). Cuando
los cuerpos extraños son muy pequeños, pueden descubrirse por la instalación de
una gota de solución de fluoresceína, pero se necesitará una lámpara especial de
azul de cobalto; algunas lámparas de diagnóstico ya vienen con este tipo de luz.
La fluoresceína teñirá de color verde la membrana basal expuesta de cualquier
defecto epitelial, y puede ponerse de manifiesto la fuga de humor acuoso a causa
de heridas penetrantes (prueba de Seidel).
Para la extracción de cuerpos extraños conjuntivales se debe realizar el si-
guiente procedimiento:
S Instalar una gota de anestésico tópico.
S Examinar los sacos conjuntivales.
S Examinar el saco inferior: se le pide al paciente que mire hacia arriba y se
tracciona el párpado inferior hacia abajo con el dedo índice (figura 24--1B).
S Examinar el saco superior, sosteniendo la parte proximal del párpado su-
perior con un hisopo mientras se jala el párpado hacia afuera y hacia arriba
(eversión del párpado) por las pestañas. Retirar el hisopo para ayudar a que
el saco conjuntival superior esté “al revés”. La conjuntiva tarsal general-
mente mantiene el párpado superior evertido después de que el hisopo fue
retirado, siempre y cuando el paciente continúe mirando hacia abajo. Que
el paciente mire hacia arriba hace que el párpado regrese a su posición
usual. Un cuerpo extraño generalmente se adhiere al hisopo tocando lige-
ramente la superficie de la conjuntiva, o simplemente con abundante irri-
gación con solución salina. Continuar con la solución salina por posibles
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.

fragmentos que hayan quedado. Si se cuenta con fluoresceína y la lámpara,


se realiza una prueba para descartar cualquier abrasión corneal causada
por el cuerpo extraño (figura 24--1A).
Al realizar el procedimiento debe ponerse cuidado en lesionar la córnea lo menos
posible, y, en los casos en los que el cuerpo esté profundamente situado, en no
perforar la córnea.

CUIDADOS POSOPERATORIOS

Después de la extracción del cuerpo extraño, se debe instalar antibiótico (cloran-


fenicol, solución oftalmológica, 2 gotas cada 4 horas) dentro del saco conjuntival
290 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Capítulo 24)

Figura 24--2. Oclusión del ojo con gasa y fijación con tela adhesiva hipoalergénica.

para prevenir infecciones. Si no se presenta la infección, la herida corneal curará


por medio de la regeneración epitelial.
Siempre se ocluirá el ojo con gasas y tela adhesiva hipoalergénica, para dismi-
nuir el movimiento del párpado sobre la zona lesionada y permitir la reepiteliza-
ción. El epitelio corneal se regenerará rápidamente, grandes áreas llegan a curar
en uno a tres días. Se efectuará un control en 12 o 24 h para evaluar la infección,
residuos o anillo de óxido de algunos cuerpos metálicos. La presencia de dolor
es atribuible a retardo en la epitelización del tejido de la córnea o a infección
(figura 24--2).
Extracción de cuerpos extraños oculares 291

COMPLICACIONES

El daño del cuerpo extraño depende de la profundidad a la que haya penetrado,


y de si está o no infectado. Un cuerpo extraño, si no es retirado, puede causar in-
fección o necrosis del tejido. Las infecciones no tratadas pueden causar úlceras
corneales graves y, en consecuencia, importante pérdida de la agudeza visual. La
infección inicial se manifiesta por una zona necrótica blanquecina alrededor del
sitio en donde se encontraba el cuerpo extraño y por un exudado ligeramente gri-
sáceo.
Si ocurre la infección, la zona de la herida puede involucionar a úlcera corneal,
la cual tarda en curar semanas o meses.
Están contraindicados los preparados oftalmológicos de corticosteroides, de-
bido a que tienden a promover el crecimiento de hongos y retardan la epiteliza-
ción.

CONCLUSIONES

1. La mayoría de las lesiones oculares son consecuencia de situaciones per-


fectamente evitables.
2. Por eso el médico es quien debe ocuparse fundamentalmente del cuidado
de los ojos y motivar al paciente a evitar lesiones oculares innecesarias.
3. Hay que hacerle ver al paciente las situaciones más peligrosas, proponién-
dole medidas preventivas y aparatos protectores.
4. La inmensa mayoría de los accidentes oftalmológicos pueden prevenirse
con aparatos relativamente económicos.
5. Para que la protección sea eficaz, es necesario conocer el trabajo, las afi-
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.

ciones y las prácticas deportivas del sujeto, y darle a conocer todos los ries-
gos inherentes a estas actividades.
6. Es responsabilidad del paciente elegir o no la seguridad en el desarrollo de
su trabajo, aficiones, actividades domésticas y de deportes, bien sea con
el empleo de cinturones de seguridad al conducir automóviles, colocación
de protectores adecuados durante el uso de maquinarias y actividades de-
portivas.

REFERENCIAS
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25
Cuerpos extraños en nariz
Bernardino Ricardo Sánchez Sánchez

INTRODUCCIÓN

Debido a que la presencia de un cuerpo extraño en los orificios naturales de la


cabeza es causa frecuente de consulta médica, es necesario el estudio de las ma-
niobras requeridas para el manejo inicial del paciente.
Los cuerpos extraños que se alojan en la nariz se presentan con mayor frecuen-
cia en la población pediátrica, pues una de las características de los infantes es
su necesidad de conocer su ambiente, y aún más, su propio cuerpo; sin embargo,
la población adulta también presenta dichos cuadros, bien por un evento muy an-
tiguo no detectado o por un problema agudo. Los cuadros repetitivos de introduc-
ción de cuerpos extraños forman parte de algunas patologías; tal es el caso de los
infantes que demandan atención familiar, parte del síndrome del niño maltratado,
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síndromes demenciales, o bien problemas psicológicos de origen diverso.


Los cuerpos extraños endógenos incluyen aspiración de secreciones, hueso y
piezas dentarias, principalmente. También es común la introducción de dichos
cuerpos endógenos durante un traumatismo de elementos adyacentes como órbi-
tas, senos paranasales y paladar.
Las dos principales rutas de entrada de los cuerpos extraños exógenos son: an-
terior, a través de las narinas, y posterior, por la coana. En la clasificación de cuer-
pos extraños exógenos se incluye una larga lista de artefactos, pudiendo ser éstos
animados o inanimados; de estos últimos, los más frecuentes son plásticos, obje-
tos metálicos, botones, esponjas y comida; sin embargo, la variedad que puede
encontrarse en la nariz es inmensa, y puede ser simplemente cualquier objeto que

293
294 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Capítulo 25)

tenga las dimensiones necesarias para permitir su introducción por dicha cavi-
dad.
Otros de los cuerpos extraños comunes son semillas que el niño obtiene fácil-
mente en casa. El objeto inanimado, de manera genérica, provoca daño iniciando
con congestión y tumefacción de la mucosa nasal, con una posible necrosis com-
presiva que trae consigo ulceración con posterior erosión de vasos y hemorragia
secundaria.
Las baterías de tipo botón rápidamente causan daños severos por la quemadura
química, la cual puede desencadenar perforación del tabique nasal y alteraciones
mucosas relacionadas con el contacto; se ha documentado que el polo negativo
de la batería es el que causa mayor daño. Las complicaciones son secundarias a
pérdida del cartílago septal y deformación nasal.

CUERPOS EXTRAÑOS INUSUALES

Entre los cuerpos extraños animados se encuentran las moscas, produciendo una
afección llamada miasis, producida por moscas maduras o larvas que pueden
afectar la nariz o los senos paranasales: Lucila versicolor, Sarcofaga magnifica
y Colifera limensis son algunas de ellas. La presencia de dicha patología es carac-
terística de pacientes con pérdida de la conciencia, lactantes abandonados, enfer-
mos débiles y con heridas o cavidades infectadas; se han reportado casos en per-
sonas que realizan campamentos en climas cálidos con relativa frecuencia.
El Ascaris lumbricoides es un nematodo que comúnmente parasita al humano
y se encuentra asociado a malos hábitos higiénicos; se transmite por la ingestión
de huevos maduros en la comida contaminada con materia fecal. La larva se aloja
en el intestino y migra a través de vasos sanguíneos y linfáticos de la pared intesti-
nal; algunas larvas llegan a la circulación porta y son llevadas al hígado; otras
pasan al conducto torácico, llegan a los pulmones y producen perforación alveo-
lar, posteriormente pasan al esófago y son regurgitadas a la nariz. Uno de los pro-
blemas más importantes de la presencia de los Ascaris es una notable irritación
en la mucosa nasal, producida por su presencia per se, pero principalmente por
el constante movimiento característico de dicha especie. Los parásitos maduros
pueden medir hasta 25 cm de longitud.
Aspergillus produce estornudos, rinorrea y cefalea, que pueden coexistir con
pólipos y granulación tisular, así como con secreción de trozos de moco verde.
Los cuerpos extraños iatrógenos no son raros. Entre ellos se encuentran piezas
dentarias, de hueso o de cartílago; en todos ellos la presentación de los síntomas
es secundaria a la infección e inflamación; el diagnóstico correcto puede verse
afectado por una historia de infección nasal o sinusal que precede al cuadro.
Cuerpos extraños en nariz 295

La localización del cuerpo extraño depende de la forma y tamaño del mismo;


los cuerpo pequeños se localizan principalmente entre el tabique nasal y los cor-
netes, o en el meato medio e inferior; los cuerpos de mayores dimensiones gene-
ralmente se encuentran en la porción más externa de la cavidad nasal, o vestíbulo,
lo cual puede facilitar su extracción.
Los rinolitos se forman por la presencia de cuerpos extraños en la nariz que
se cubren con material de sales minerales, usualmente calcio y magnesio; son
poco comunes, y la mayoría de ellos se han encontrado en adultos.

ANTECEDENTES HISTÓRICOS

Desde épocas muy antiguas se ha reportado la presencia de gran variedad de obje-


tos extraños en el cuerpo humano como la introducción ocasional o como parte
de espectáculos que se brindaban a los reyes o a personalidades, e incluso confor-
mando hoy en día actos de valor en circos; tal es el caso de los hombres tragasa-
bles, los magos y los malabaristas, entre otros.
Chevalier Jackson fue un notable otorrinolaringólogo endoscopista que, en su
preocupación por un evento tan común en la edad pediátrica y aun en adultos
como lo es la presencia de cuerpos extraños en nariz, escribió en 1936 un tratado
del manejo de cuerpos extraños, diseñó todo el instrumental necesario para el
estudio y tratamiento endoscópico y definió el concepto de un cuerpo extraño
como “una sustancia que no se encuentra en su ambiente natural, la cual puede
ser endógena, que se origina en el cuerpo, o exógena, que es propia del medio
extracorporal”.
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INDICACIONES

La indicación de extracción de cuerpos extraños se realiza cuando se tiene el ante-


cedente de su introducción, o bien la sospecha de la misma, puesto que muchas
veces el infante niega todo evento previo o incluso no hay ningún familiar que
pueda referir datos sobre el incidente.
En presencia de un cuerpo extraño, el cuadro clínico ha sido descrito clásica-
mente como rinorrea unilateral de tipo purulento; sin embargo, puede estar pre-
sente la sintomatología bilateral, debido a la posible introducción doble y a la
adenoiditis secundaria.
La halitosis en estos pacientes ha sido descrita ocasionalmente como un sín-
toma aislado de cuerpo extraño en cavidad nasal.
296 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Capítulo 25)

EVALUACIÓN INTEGRAL DEL PACIENTE

Repercusiones sistémicas

Entre las repercusiones que se presentan por la introducción de un cuerpo extraño


en la cavidad nasal se encuentra la sinusitis, como parte de una obstrucción direc-
ta por el objeto, o, más comúnmente, es secundaria a obstrucción por edema de
mucosa por rinitis inducida por el cuerpo extraño.
También puede presentarse hipertrofia del tejido linfoide en respuesta a la in-
fección e inflamación, y un cuerpo extraño alojado durante largo tiempo produce
además rinorrea nasal posterior, con materia purulenta que puede contribuir a la
inflamación y crecimiento adenoideo. Es necesaria la evaluación del oído, debi-
do a que pueden presentarse un cuadro de otitis media secundaria a inflamación
y secreciones que causan obstrucción funcional de la tuba de Eustaquio.
Antes de realizar la exploración y extracción del objeto extraño de la cavidad
nasal deberá preguntarse por antecedentes de alteraciones en la coagulación e hi-
pertensión arterial, que podrían condicionar hemorragia de difícil manejo; el an-
tecedente de desviación septal puede ser de ayuda en la realización de la manio-
bra, ya que la presencia de alteraciones anatómicas puede dificultar el manejo.

PROCEDIMIENTO

Material e instrumental

S Lámpara de luz frontal o fuente de luz adecuada.


S Espéculo nasal (rinoscopio).
S Guantes.
S Vasoconstrictor: oximetazolina a 1% en adultos o a 0.5% en niños.
S Pinza bayoneta.
S Anestésico tópico: lidocaína a 2%.
S Jeringas.
S Aceite mineral: 50 cc.
S Sonda Nelaton.
S Alambre maleable.
S Ganchos o pinzas.
S Fórceps Hartmann.
S Aspirador.

Todo el material será de acuerdo a la edad del paciente.


Cuerpos extraños en nariz 297

Manejo preoperatorio

Desde que se detecta que el paciente tiene un objeto en su interior deberá perma-
necer sentado, con la finalidad de evitar que el cuerpo extraño llegue a la vía res-
piratoria inferior. Antes de efectuar cualquier maniobra en la cavidad deberá rea-
lizarse el diagnóstico adecuado, el cual se efectúa con base en la anamnesis,
debiendo tomarse en cuenta el tiempo transcurrido desde la introducción y las cir-
cunstancias de la misma. En el examen físico se deberá encontrar y tener en
cuenta la localización exacta del cuerpo extraño, así como su posición y consis-
tencia; esto último se obtiene mediante rinoscopia anterior y posterior, y radio-
grafía si se sospecha que el objeto sea radioopaco.

Anestesia

La utilización de anestesia puede ser necesaria en niños que no se muestran coo-


peradores con la maniobra, por lo que deberá llevarse a cabo una breve anestesia
general con la vía aérea asegurada por vía endotraqueal. La visualización bajo
anestesia está indicada en casos en que se sospeche la presencia de un cuerpo ex-
traño, pero no se localizó ninguno durante la inspección en el consultorio. No se
recomienda utilizar la sedación, ya que presenta la desventaja de que la vía aérea
no queda protegida, por lo que aumenta el riesgo de aspiración.
Sólo en los casos en que se logra una completa cooperación del paciente puede
utilizarse únicamente anestésico tópico, como la lidocaína a 2%, para evitar ma-
yor molestia y dolor durante la maniobra.

Técnica quirúrgica
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.

S Explicar la situación y el procedimiento al paciente, o bien al familiar


acompañante, si se trata de un niño o de pacientes con trastornos mentales.
S Brindar confianza al pequeño, con la finalidad de obtener su cooperación.
S Si el niño no se muestra cooperador, será necesaria su inmovilización, la
cual puede hacerse envolviendo al menor con una sábana o cobija; un fa-
miliar ayudará a sostener los miembros inferiores a nivel de la rodilla (evi-
tando así una posible fractura de cadera por el efecto de palanca debido a
la fuerza ejercida por el niño); otra persona lo sujetará a nivel del tórax, y
otra más le inmovilizará la cabeza.
S Se aplica el agente vasoconstrictor para retraer la mucosa nasal y los corne-
tes; su administración puede hacerse en spray, o bien con un hisopo hume-
decido con el fármaco.
298 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Capítulo 25)

S Administrar el anestésico tópico con la finalidad de hacer el procedimiento


más confortable.
S Se revisa el interior de la nariz con el rinoscopio.
S Se intentará extraer el cuerpo extraño.
S Si el objeto se encuentra en la parte anterior de la cavidad o por detrás del
vestíbulo nasal, se puede extraer con fórceps o con una sonda. Un método
sencillo consiste en hacer oler pimienta y tapar el orificio nasal libre en el
momento en que se produce el estornudo, para que con la intensidad de éste
pueda expelerse el objeto extraño.
S Si se utiliza sonda Nelaton lubricada, deberá introducirse con la punta ha-
cia abajo por encima del cuerpo extraño, arrastrándolo hacia el suelo de
la nariz y después desplazándolo hacia adelante y hacia abajo.
S Los objetos delgados o blandos pueden ser atrapados con fórceps de tipo
cucharilla.
S Si se trata de una garrapata, deberá tocarse con un alambre o aguja caliente
y después extraerlo. A los áscaris no hace falta matarlos, sólo se extraen
con una pinza.
S Una vez extraído el cuerpo extraño, es necesario revisar nuevamente la ca-
vidad en busca de otros objetos.
S Para mayor seguridad, deben revisarse los demás orificios naturales de la
cabeza, y si es necesario se revisaran los orificios pélvicos. Estos últimos
generalmente no constituyen una urgencia (figura 25--1).

Cuidados posoperatorios
Después de la extracción del cuerpo extraño deberán prescribirse analgésicos y
antiinflamatorios por vía oral, y en ocasiones antibióticos, dependiendo del grado
de daño a la mucosa o de las características de la secreción nasal. Antes de dar
de alta al paciente, hacer hincapié en lo inconveniente que es insertarse objetos
en el cuerpo, y señalar a los padres la necesidad de mayor atención a las acciones
de los niños y a los objetos y sustancias que tienen al alcance de sus manos.
Parte de la prevención es evitar dormir al aire libre, por el riesgo de miasis; en
caso de áscaris, es necesario erradicar la infestación intestinal. Los pacientes con
eventos repetidos de cuerpos extraños deben ser referidos a un psiquiatra.

COMPLICACIONES Y SU TRATAMIENTO

Complicaciones por el procedimiento a realizar


La mayor complicación por el procedimiento a realizar, o bien por la presencia
del cuerpo extraño per se, es la aspiración, que es un riesgo potencial durante la
Cuerpos extraños en nariz 299
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.

A B

Figura 25--1. Técnica de extracción: A, en el área del meato medio. B, en el área del
vestíbulo nasal. En ambos casos, el aplicador maleable sobrepasa el cuerpo extraño,
lo rodea al ser girado y lo extrae.

remoción, a menos que la vía aérea esté asegurada. Esto se ha observado frecuen-
temente, ya que una gran proporción de los cuerpos extraídos de la laringe, la trá-
quea, los bronquios y el esófago inician como un cuerpo extraño en cavidad nasal.
300 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Capítulo 25)

Edema

Puede interferir con la inspección completa de la nariz una vez extraído el objeto,
y obstaculizar la revisión que se requiere siete días después del evento. Deberán
administrarse antiinflamatorios.

Epistaxis

Se ocasiona por lesión en la mucosa; deberá tratarse con vasoconstrictores; puede


requerir taponamiento nasal anterior.

Aspiración

Se produce cuando no se tiene la precaución necesaria durante la maniobra, por


lo que deberá referirse al especialista; si se ha obstruido la vía aérea, realizar la
maniobra de Heimlich.

CONCLUSIONES

El médico general debe enfrentar 100% de los cuerpos extraños en nariz. Éstos
son potencialmente peligrosos por la posibilidad de que se aspiren a la vía respira-
toria inferior, por lo que, desde que se detectan, el paciente tiene que estar sen-
tado, tranquilo y sin limpiarse la nariz, hasta que el médico disponga de todo el
material para su extracción.
Las baterías de botón causan quemaduras y perforaciones del tabique nasal.
Las semillas inician su germinación desde que se introducen. Las larvas y moscas
ocasionan gran inflamación, por lo que se dificulta su extracción.
Un principio general de manejo es su identificación; por otro lado, no se exclu-
ye la posibilidad de que existan otros cuerpos extraños en los demás orificios na-
turales del cuerpo, por lo que su revisión debe ser preventiva y correctiva.
No debe ser considerado como fracaso u omisión el que existan más cuerpos
extraños o fragmentos en la cavidad nasal y que no hayan sido extraídos en la pri-
mera oportunidad debido a la inflamación, por lo que se prescriben antiinflama-
torios y se revisa al paciente de 7 a 14 días después.

REFERENCIAS
1. Byron J, Bailey KH, Calhoun CS, Derkay N: Head and neck surgery. Philadelphia, Lip-
pincott Williams & Wilkins, 2000.
26
Manejo de la obstrucción de laringe
y esófago por cuerpos extraños
María Gregoria Rodríguez Varela

INTRODUCCIÓN

Extracción de cuerpos extraños de laringe y esófago

Es un conjunto de estrategias empleadas para establecer una vía aérea o digestiva


permeable retirando los objetos ajenos que voluntaria o involuntariamente se en-
cuentran en ellas.
Los agentes que con mayor frecuencia producen obstrucción son:

S Anatómicos:
Lengua y epiglotis.
S Inanimados:
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.

Sólidos.
Líquidos.
S Animados:
Insectos, etc.

La ingesta de cuerpos extraños y la impactación de bolo alimentario en orofarin-


ge y esófago son muy frecuentes. La mayor parte de ellos pasan espontáneamen-
te, y sólo de 10 a 20% requieren de una intervención no quirúrgica, y 1% o menos
requieren de cirugía. La muerte secundaria a ingestión de cuerpos extraños es
muy rara, y en una última revisión en 852 adultos no hubo muertes reportadas y
sólo una muerte en 2 206 niños.

301
302 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Capítulo 26)

En el caso de la vía aérea, muchas muertes accidentales en los niños son causa-
das por la aspiración de cuerpos extraños en el árbol traqueobronquial. En EUA,
en 1996, la ingestión o aspiración de cuerpos extraños era responsable de 12%
de todas las lesiones relacionadas con juguetes. En 1997, en ese mismo país, los
cuerpos extraños aspirados ocasionaron 7% de todas las muertes por accidente
en los niños menores de cuatro años. Un retraso en el diagnóstico de un cuerpo
extraño aspirado puede aumentar la morbilidad y mortalidad, y va desde una obs-
trucción de la vía aérea que amenaza la vida a la infección recurrente con disnea
y tos crónica. Si la historia clínica es sugestiva de aspiración de cuerpo extraño
traqueobronquial, incluso en presencia de un examen físico negativo están indi-
cados estudios de imagen y broncoscopia, de ser necesario.
La mayoría de los casos se presentan en la edad pediátrica, con un pico de inci-
dencia entre los seis meses y los seis años de edad. En adultos, la ingesta de cuer-
pos extraños ocurre más comúnmente entre pacientes psiquiátricos, con retardo
mental o accidentalmente, debido a ingesta excesiva de alcohol. No es rara la pre-
sencia de múltiples cuerpos extraños y episodios repetidos en un mismo paciente.
Los pacientes desdentados que usan prótesis dental son un grupo de alto riesgo
por falla en el proceso de masticación o sensibilidad alterada que provoca incluso
la ingesta de prótesis dentales. Los pacientes que frecuentemente sufren impacta-
ción de bolo alimentario generalmente tienen una patología esofágica obstructiva
subyacente.
La impactación, perforación u obstrucción ocurren más a menudo en las áreas
de angulación aguda o sitios de estrechamiento fisiológico. El esfínter cricofarín-
geo y la válvula ileocecal son los sitios anatómicos clínicamente significativos,
ya que la mayoría de los cuerpos extraños no desalojados de las vías superiores
se impactan en este sitio. Los pacientes con antecedentes de cirugía del tubo di-
gestivo o con malformaciones intestinales congénitas tienen alto riesgo de obs-
trucción o perforación. Una vez que los cuerpos extraños pasan a través del esófa-
go, la mayoría de ellos son expulsados sin contratiempo, incluyendo algunos
objetos afilados o puntiagudos. Sin embargo, el riesgo de perforación es más alto
cuando se impactan objetos metálicos puntiagudos, huesos de animales o pesca-
do puntiagudos, grapas, etc.

EVALUACIÓN Y DIAGNÓSTICO DE LOS CUERPOS


EXTRAÑOS DE VÍAS AÉREAS SUPERIORES

Los niños mayores y los adultos totalmente conscientes pueden identificar el ma-
terial tragado y manifestar la presencia de un cuerpo extraño y la localización del
nivel de impactación; sin embargo, a menudo esto no es confiable. En muchos
Manejo de la obstrucción de laringe y esófago por cuerpos extraños 303

Figura 26--1. Signo universal de asfixia.

casos, la ingestión no es reconocida o comunicada hasta que la presencia de sínto-


mas hace recordar el momento de la ingestión, que puede ser de varios días atrás.
Los niños pequeños, los mentalmente dañados o con alteraciones psiquiátricas
pueden presentar datos de ahogamiento, negarse a comer, regurgitar o vomitar,
babeo, disnea, presencia de saliva ensangrentada o dolor a la respiración.
La obstrucción completa de las vías aéreas superiores en el paciente consciente
se puede identificar cuando es incapaz de hablar, respirar o toser y se sujeta el
cuello con el pulgar y los dedos (la población general debe aprender a reconocer
la importancia de este signo, llamado signo universal de asfixia) (figura 26--1).
Debe preguntarse a la víctima si está sofocada. El movimiento de aire será nulo
en caso de obstrucción total. La saturación de oxígeno en sangre disminuirá con
rapidez, ya que la obstrucción impide la entrada de aire a los pulmonares; esto
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.

tiene como resultado un estado de hipoxia cerebral que producirá la pérdida del
estado de conciencia y puede llevar rápidamente a la muerte si no se emprenden
acciones de inmediato.
La presencia de inflamación, eritema, induración o crepitación en la región del
cuello indica perforación orofaríngea o en el esófago proximal. El abdomen debe
ser examinado para buscar evidencia de peritonitis o datos de obstrucción del in-
testino delgado. En caso de estar presentes estas complicaciones, deberá enviarse
al paciente inmediatamente para tratamiento quirúrgico. Deben evaluarse tam-
bién la ventilación, compromiso de la vía aérea y el riesgo de aspiración.
Es importante diferenciar otros problemas que se acompañan de insuficiencia
respiratoria súbita que deben ser tratados de otra manera; entre ellos se encuen-
tran los síncopes, la enfermedad vascular cerebral, el infarto del miocardio, la
epilepsia, el edema pulmonar agudo, la intoxicación por drogas y otras situaciones.
304 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Capítulo 26)

Las radiografías simples identifican la mayoría de los verdaderos cuerpos ex-


traños: metales, fragmentos óseos o la presencia de aire mediastinal o intraperito-
neal. La proyección lateral confirma la situación del cuerpo extraño en el esó-
fago.
Si en ambos casos, tanto en vías respiratorias (laringe) como en orofaringe, no
se confirma el diagnóstico o el cuerpo extraño no es visible, es recomendable re-
currir a la endoscopia como procedimiento definitivo de diagnóstico y tratamien-
to. Por ningún motivo debe un cuerpo extraño permanecer en el esófago más de
24 horas, incluyendo bolo alimentario impactado.

INDICACIONES

La extracción de cuerpo extraño de laringe está indicada en casos de síntomas y


signos de obstrucción total o parcial de las vías aéreas.

CONTRAINDICACIONES

No hay contraindicaciones absolutas. Las relativas se refieren a los casos compli-


cados con perforación que ameritan tratamiento quirúrgico.

MANEJO GENERAL

Una vez que se presenta la ingestión del cuerpo extraño, el médico debe decidir
si la intervención es o no necesaria, qué grado de urgencia se requiere y por qué
medios. El manejo depende de varios factores, como son la edad del paciente y
la condición clínica; el tamaño, forma, y clasificación del material ingerido; la
situación anatómica en que el objeto se aloja y las habilidades técnicas del médico
tratante.
Edad: por la pequeñez y disminución del tamaño de las estructuras, las mani-
festaciones de insuficiencia respiratoria son mayores cuanto menor es la edad del
paciente; esto obliga al tratamiento inmediato, porque es más fácil la obstrucción
total y con ello la muerte.
Tamaño y estructura del cuerpo extraño: a mayor tamaño del cuerpo extraño,
los peligros de obstrucción aumentan y, por tanto, también aumenta la necesidad
de acelerar las maniobras de extracción. Un cuerpo extraño se impacta con mayor
Manejo de la obstrucción de laringe y esófago por cuerpos extraños 305

Figura 26--2. Signo universal de asfixia y la aplicación de la maniobra de Heimlich en


una escolar.

facilidad al momento de la extracción, con el peligro de insuficiencia respiratoria


aguda.
Tiempo de evolución: en las fases tempranas de su aspiración, el cuerpo extra-
ño genera síntomas agudos que pueden confundirse con epiglotitis, laringotra-
queobronquitis y otras. Más tarde, mientras mayor sea su permanencia, puede
manifestarse por síntomas sugestivos de una masa o tumor laríngeos.
Localización del cuerpo extraño: los cuerpos que se detienen en la laringe pro-
ducen síntomas evidentes y requieren manejo inmediato.
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.

PROCEDIMIENTO

Equipo indispensable

S Iluminación adecuada (laringoscopio).


S Guantes (preferentemente estériles).
S Gel lubricante.
S Pinza de Kelly.
S Pinza de Magill.
S Anestésico en spray.
S Equipo para endoscopia.
S Asa de polipectomía.
306 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Capítulo 26)

S Pinza para extracción de cuerpos extraños.


S Canastilla de Dormia.
S Pinza tridente.

Maniobras para resolver obstrucciones agudas


de vías respiratorias por diversas patologías

Existen varias maniobras seguras que se pueden intentar en la escena del acci-
dente para resolver una obstrucción aguda. A continuación se mencionará cada
una de ellas, sin olvidar que las bases para practicarlas van a depender de la urgen-
cia de la situación en particular y de la experiencia del médico tratante.

Maniobra de elevación de la barbilla

Para realizar la maniobra de elevación de la barbilla, el rescatador pone las puntas


de los dedos de la mano derecha sobre la frente, empujando hacia abajo, y la mano
izquierda sobre el cuello inmediatamente por debajo de la barbilla, eleva el cuello
para permitir que se abra la boca y aplica respiración boca a boca.

Maniobra de elevación de la mandíbula

En esta maniobra no es necesaria la extensión del cuello, ya que al elevar la man-


díbula la lengua desciende y permite el paso del aire. Se pueden usar ambas ma-
nos para elevar la mandíbula.

Maniobra de Heimlich o compresión subdiafragmática

La compresión subdiafragmática es una técnica para permeabilizar una vía aérea


totalmente obstruida, generalmente por cuerpos extraños. La técnica fue popula-
rizada por el Dr. Henry Heimlich, y de él toma su nombre. La técnica es muy efi-
caz cuando un bolo de comida sólida obstruye la laringe.
Existen varias maniobras, dependiendo de si el paciente está consciente o in-
consciente y si es niño o adulto, e inclusive puede realizarla la misma víctima.

Técnica

Maniobra de Heimlich con la víctima


de pie o sentada (consciente)
El médico se coloca detrás de la víctima y rodea su cintura con los brazos, proce-
diendo de la siguiente manera: se empuña una mano, colocando el pulgar del
Manejo de la obstrucción de laringe y esófago por cuerpos extraños 307

Figura 26--3. Detalle de la maniobra de Heimlich.

puño contra el abdomen en la línea media, ligeramente por arriba de la cicatriz


umbilical y debajo de la punta del xifoides. Se toma la mano empuñada con la
otra mano y se presiona hacia el abdomen de la víctima con una compresión rápi-
da hacia arriba. Cada nueva compresión debe ser un movimiento independiente.
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Si la víctima es muy obesa o está embarazada, las compresiones se aplican sobre


el tórax (figuras 26--2, 26--3, 26--4 y 26--5).

Maniobra de Heimlich con la víctima en decúbito (inconsciente)


Colocar a la víctima en posición supina con la cara hacia arriba. El médico, arro-
dillado, se coloca a horcajadas sobre los muslos del paciente, en la línea media,
y ligeramente encima de la cicatriz umbilical, claramente por debajo de la apófi-
sis xifoides, y la otra mano directamente arriba de la primera. A continuación, el
médico presiona el abdomen, aplicando un movimiento de compresión rápida ha-
cia arriba. Si el médico está en la posición correcta, su posición natural será la de
colocar las manos exactamente en la parte media, y difícilmente dirigirá la pre-
sión hacia la derecha o la izquierda. Si la estatura del médico es tan pequeña que
impida rodear la cintura de la víctima que está consciente, puede recurrir a esta
308 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Capítulo 26)

Figura 26--4. El dibujo detalla la dirección de la presión.

técnica, utilizando su propio peso para realizar la maniobra de Heimlich (figura


26--6).

Extracción en preescolares o escolares

Extracción digital
Esta maniobra debe llevarse a cabo sólo en el paciente inconsciente. Con el pa-
ciente boca arriba, se le abre la boca traccionando la lengua, liberando la garganta

Figura 26--5. Maniobra de Heimlich aplicada a un niño.


Manejo de la obstrucción de laringe y esófago por cuerpos extraños 309

Figura 26--6. Maniobra de Heimlich en una embarazada en decúbito dorsal.

y extrayendo cualquier cuerpo extraño que estuviera alojado a este nivel. Por sí
sola, esta maniobra puede resolver la obstrucción en forma parcial. Se introduce
el dedo índice de la otra mano, siguiendo la superficie interna de la mejilla, hasta
penetrar a la faringe, a nivel de la base de la lengua. En seguida se realiza un movi-
miento de gancho para desalojar el cuerpo extraño. En ocasiones es necesario uti-
lizar el dedo índice para empujar el objeto al lado opuesto de la faringe, para desa-
lojarlo y extraerlo. Se debe ser muy cuidadoso en ese momento, para evitar que
el objeto se desplace más adentro de las vías respiratorias. Cuando esté al alcance,
el cuerpo extraño se sujeta y se extrae.

Maniobra de Heimlich por la propia víctima


Cuando la víctima se encuentra sola, puede realizar la maniobra por sí misma de
la siguiente manera: se empuña una mano, colocando el pulgar sobre el abdomen
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por arriba de la cicatriz umbilical y debajo de la apófisis xifoides; se toma el puño


con la mano y se hace presión hacia adentro y arriba hacia el diafragma, con un
movimiento rápido.
Si esta maniobra no da resultado, la víctima debe presionar rápidamente la
parte superior del abdomen sobre una superficie firme, como el respaldo de una
silla, el lado de una mesa o el barandal del pórtico. Pueden ser necesarias varias
compresiones para resolver la obstrucción de las vías respiratorias (figura 26--7).

Compresiones torácicas con la


víctima de pie o sentada (consciente)
Esta técnica se utiliza sólo en las etapas avanzadas del embarazo o en individuos
muy obesos. El médico se sitúa por detrás de la víctima, colocando sus brazos
310 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Capítulo 26)

Figura 26--7. Automaniobra de Heimlich.

exactamente por debajo de las axilas del paciente y rodeándole el tórax. Se sujeta
la muñeca de una mano con la otra, cuidando que el pulgar de la mano libre quede
sobre la parte del esternón, evitando el apéndice xifoides y el reborde torácico.
En seguida, el médico sujeta el puño con su mano libre y realiza compresiones
hacia atrás, hasta que el cuerpo extraño sea expulsado o hasta que la víctima pier-
da el conocimiento.

Compresiones torácicas con la víctima tendida inconsciente

Esta maniobra sólo debe usarse en etapas avanzadas del embarazo y cuando el
médico no pueda aplicar la maniobra de Heimlich en forma eficaz en una víctima
inconsciente sumamente obesa. El médico coloca a la víctima sobre la espalda
y se arrodilla a un lado; la posición de la mano para la aplicación de las compre-
siones torácicas es la misma que para las compresiones cardiacas externas.

Secuencia recomendada para la víctima consciente


o que pierde el conocimiento durante las maniobras

1. Identificar la obstrucción de las vías respiratorias y preguntar al paciente


si se está asfixiando.
2. Aplicar la maniobra de Heimlich hasta expulsar el cuerpo extraño o hasta
que el paciente pierda el conocimiento.
3. Abrir la boca de la víctima, ahora inconsciente, y realizar la extracción di-
gital.
Manejo de la obstrucción de laringe y esófago por cuerpos extraños 311

4. Mantener permeables las vías respiratorias e intentar la ventilación asistida.


5. Si no es posible la ventilación, realizar compresiones abdominales subdia-
fragmáticas.
6. Abrir la boca de la víctima y realizar la extracción digital.
7. Intentar de nuevo la ventilación.
8. Repetir la secuencia: maniobra de Heimlich, extracción digital e intentar
la ventilación.

Secuencia recomendada para la víctima inconsciente

Si el médico ha encontrado a una víctima inconsciente y no ha podido ventilarla,


debe colocarle nuevamente la cabeza en la posición correcta e intentar de nuevo
la ventilación. Si el intento es infructuoso, debe realizar compresiones abdomina-
les subdiafragmáticas. Definitivamente, la presencia de un cuerpo extraño en vías
respiratorias o digestivas es una urgencia, sobre todo si aparecen signos de obs-
trucción en la vía aérea, pero debe hacerse la evaluación de la urgencia del padeci-
miento en todos los casos, porque es muy importante hacer el tratamiento en las
mejores condiciones.
La endoscopia es el método ideal para la extracción de cuerpos extraños, y su
extracción debe ser lo antes posible. Son tres las indicaciones:

1. Obstrucción o perforación gastrointestinal.


2. Componentes tóxicos del objeto.
3. Tamaño, forma o longitud del objeto, o una combinación de estas tres que
tienda a impedir su eliminación sin riesgo.

CUIDADOS POSOPERATORIOS
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.

Un cuidado importante después de la extracción de los cuerpos extraños es evitar


en forma absoluta la administración de antibióticos; esto se debe a que pueden
enmascarar una perforación ocasionada por el cuerpo extraño, tanto en el mo-
mento de alojarse como en el de la extracción.
Anteriormente se recomendaba que la compresión torácica sólo se utilizara en
personas sumamente obesas y en las etapas avanzadas del embarazo; en la actua-
lidad, la compresión torácica debe mantenerse como la alternativa para pacientes
con obstrucción de vías respiratorias por cuerpos extraños, en embarazadas y en
pacientes obesos.
El uso de equipos médicos para resolver la obstrucción sólo se debe realizar por
personas que cuenten con el entrenamiento adecuado en el tratamiento endoscó-
pico para la extracción; es recomendable no hacer ningún procedimiento a ciegas.
312 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Capítulo 26)

COMPLICACIONES

La aspiración al pulmón es frecuente en los niños, y puede ser asintomática o de


curso letal. Los síndromes de aspiración más frecuentes son la aspiración de cuer-
pos extraños, la aspiración asociada con reflujo gastroesofágico y el ahogamiento.
La aspiración de cuerpos extraños en el árbol traqueobronquial es más fre-
cuente de lo que parece; cuando llega al bronquio principal derecho por contigüi-
dad más directa de la tráquea se aloja en el pulmón derecho. La mayoría de los
cuerpos extraños son de tamaño pequeño, y en general se eliminan con facilidad
con la tos.
Entre las complicaciones más o menos frecuentes puede producirse una ulce-
ración de la pared esofágica, causada por cuerpos extraños que han permanecido
por largo tiempo. Aunque con menos frecuencia, puede también producirse la
perforación del esófago o de las vías respiratorias, formándose una fístula y, en
ocasiones, un empiema. Si la úlcera perfora un vaso sanguíneo grueso, se produce
una hemorragia copiosa.
Las lesiones viscerales pueden ocurrir con la maniobra de Heimlich al aplicar
fuerza excesiva o realizar la técnica de forma inapropiada. No obstante, la técnica
puede salvar vidas.

CUERPOS EXTRAÑOS EN EL ESÓFAGO

Definición
Son todo objeto anormal presente en el esófago. Suelen ser de origen extrínseco.

Epidemiología
El tipo de cuerpo extraño alojado en el esófago varía según la edad, los hábitos
alimentarios y las características psiquiátricas de los pacientes.
S Monedas y alfileres son los más comunes en los niños.
S Huesos de pescado y de pollo son los más frecuentes en adultos.
S Las personas mentalmente perturbadas pueden deglutir objetos afilados
(clavos, hojas de rasurar, etc.).

Cuadro clínico
Síntomas
Los adultos suelen dar el antecedente de ingestión precipitada o descuidada de
algún alimento, que incluye huesos, espinas, etc., con aparición repentina de dis-
Manejo de la obstrucción de laringe y esófago por cuerpos extraños 313

fagia, a menudo bien localizada, odinofagia, arqueo y expectoración intermitente


de líquido con estrías de sangre. Los niños no dan antecedentes o dicen haber es-
tado “chupando” un objeto o “jugando” con él. Los padres pueden comentar que
el chico tiene salivación excesiva, se niega a comer o vomita reiteradamente.

Examen físico

Dirigir la atención hacia las complicaciones de la ingestión de un cuerpo extraño.


Éstas y los signos físicos acompañantes se resumen en el cuadro 26--1.

Valoración diagnóstica

1. Buscar objetos radioopacos. Solicitar radiografías:


a. Radiografía AP y lateral de cuello.
b. Radiografía PA y lateral del tórax.
2. Si las placas simples son negativas, buscar objetos radiolúcidos mediante
radiografías de contraste. Un pequeño tapón de algodón o un malvavisco
impregnado de medio de contraste pueden poner de manifiesto un objeto
antes inadvertido. Se recomienda usar medio de contraste hidrosoluble, ya
que entraña menos riesgo en caso de perforación.
3. Cuando las radiografías son negativas, se recomienda hacer esofagosco-
pia, que casi siempre es diagnóstica y terapéutica.

Tratamiento

1. En algunos pacientes se aconseja una conducta conservadora:


E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.

Cuadro 26--1. Complicaciones de los cuerpos


extraños alojados en el esófago
Complicación Signos y síntomas
Impactación
Perforación, absceso Fiebre
Ronquera, estridor
Enfisema subcutáneo
Emigración a tejidos blandos del cuello Palpación de tumor hipersensible en el cuello
Neumotórax Disnea, dolor pleurítico, enfisema subcutáneo
Absceso pulmonar Fiebre, disnea, condensación pulmonar
Punción arterial Hematemesis ligera de sangre roja brillante
Fístula esofagoaórtica Hemorragia leve inicial seguida de hematemesis
profusa
314 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Capítulo 26)

a. Personas completamente asintomáticas después de un periodo inicial


breve de disfagia.
b. Sin datos de complicación (cuadro 26--1).
c. Tienen radiografías negativas.
Deberá tranquilizarse al paciente, explicándole que el cuerpo extraño ya
salió del esófago y que casi siempre pasará sin dificultad por el resto del
tubo digestivo. No se necesitan modificaciones dietéticas; es suficiente te-
ner especial cuidado con los hábitos alimentarios. Deberán explicarse los
síntomas y signos de impactación distal para que el paciente acuda inme-
diatamente al identificarlos.
2. Ciertos pacientes con estudios radiológicos y esofagoscópicos negativos
requieren hospitalización, entre ellos sujetos con:
a. Síntomas persistentes.
b. Indicios de complicaciones, incluida fiebre inexplicable.
Estas personas pueden necesitar interconsulta con el cirujano y valoracio-
nes seriadas.

Complicaciones

Las más frecuentes se consignan en el cuadro 26--1; cada una va acompañada de


su principal signo físico. La complicación más común es la impactación; una vez
ocurrida la inflamación local fija más firmemente el cuerpo extraño. La probabi-
lidad de desprendimiento espontáneo disminuye con el tiempo. La impactación
ocurre normalmente en los siguientes sitios:

1. A nivel del músculo cricofaríngeo, donde es menor el diámetro esofágico.


2. En los primeros centímetros de la parte media del esófago, donde las con-
tracciones más débiles del músculo liso dejan de impulsar el cuerpo ex-
traño.
3. Sitios dónde se han formado anillos, membranas, estenosis y tumores.
4. Impactación distal en divertículo de Meckel, el apéndice cecal y la válvula
ileocecal.

Tratamiento de impactación de cuerpos extraños

Requiere extracción endoscópica y, en algunos casos, quirúrgica. El endoscopio


de fibra óptica permite manipular una gran variedad de aditamentos para este pro-
pósito. La extracción por el endoscopista es suficiente si no hay otras complica-
ciones y el cuerpo extraño se desprende fácilmente. La intervención quirúrgica
se recomienda en las siguientes circunstancias:
Manejo de la obstrucción de laringe y esófago por cuerpos extraños 315

S Impactación pertinaz.
S Perforación.
S Absceso.
S Punción arterial.
S Emigración hacia los tejidos blandos del cuello.

Todos los pacientes con impactación distal en intestino necesitan valoración qui-
rúrgica, ya que si persisten fijos más de 72 horas está indicado operar.

CONCLUSIONES

La presencia de cuerpos extraños en las vías aéreas superiores es una emergencia


que amerita un control apropiado de la situación en el sitio del accidente o en la
sala de urgencias.
La capacitación del personal de salud en las maniobras apropiadas no debe
limitarse a ellos, y deberá ser parte importante de la educación para la salud en
los diferentes grupos poblacionales, incluyendo madres con niños pequeños,
maestros, educadoras, etc.
Los cuerpos extraños en vías digestivas y los de vía aérea que no comprometen
en forma completa la ventilación, aunque deben ser resueltos en las primeras 24
horas del accidente, en general no ponen en peligro la vida en forma inmediata,
de manera tal que los accidentados deben acudir a los servicios de urgencias a la
brevedad posible para ser atendidos por personal especializado, que puede ser
desde un otorrinolaringólogo hasta un gastroenterólogo endoscopista o médico
de urgencias capacitado en el manejo de equipos de endoscopia flexible o rígida,
que resuelven estos problemas en 99% de los casos, y sólo una pequeña propor-
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.

ción de ellos ameritará cirugía.

REFERENCIAS
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316 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Capítulo 26)

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27
Bases primarias en la extracción
de cuerpos extraños de recto
Eduardo Villanueva Sáenz

DEFINICIÓN

Un cuerpo extraño es cualquier objeto que se puede encontrar de manera anormal


dentro de la luz rectal o del conducto anal, ya sea secundario a ingestión o por
introducción transanal, siendo esta última la causa más frecuente.

INTRODUCCIÓN

Los cuerpos extraños en recto que se insertan con finalidades eróticas o como me-
dio de agresión sexual o criminal requieren de criterios imaginativos para lograr
su extracción; son indispensables la historia clínica, realizada en un lugar priva-
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.

do, y una exploración física exhaustiva. Los objetos que se pueden encontrar son
muchos y muy variados, y, dependiendo de sus características físicas, se requiere
de maniobras especiales a fin de disminuir el riesgo de lesión secundaria a su ex-
tracción.
La incidencia de cuerpos extraños a nivel anorrectal se ha incrementado de una
manera importante a partir de la década de 1960, debida principalmente a una ma-
yor liberación sexual, así como a la aceptación de la homosexualidad en la socie-
dad, lo que conduce a la utilización de la región anal para estimulación sexual
(actividades homosexuales, juguetes sexuales y autoerotismo anal); otra causa
por la que se ha incrementado la incidencia es por un aumento de la violencia,
ya que se utiliza la región anorrectal para agresiones y asaltos sexuales.

317
318 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Capítulo 27)

Figura 27--1. Cuerpo extraño utilizado como objeto de estimulación sexual.

Este problema se presenta con mayor frecuencia en pacientes de sexo mascu-


lino con una edad que varía entre los 15 y los 58 años, con un pico máximo en
la cuarta década de la vida. Un número importante de estos pacientes tienen ante-
cedentes de extracciones de cuerpos extraños de recto.

ETIOLOGÍA

En orden decreciente, la etiología más frecuente por la que se pueden encontrar


cuerpos extraños en la región anorrectal son:

Autoestimulación sexual
La región anal es extremadamente sensible al tacto, así como al movimiento lon-
gitudinal y circular de cualquier objeto dentro del conducto anal, y tiene la capa-
cidad de diferenciar los estímulos de la misma manera que el dorso de un dedo,
lo que provoca que en algunas personas la estimulación de esa región sea satisfac-
toria, por lo que se utiliza como órgano de estimulación sexual con múltiples ob-
jetos, siendo los principales: vibradores, falos de caucho, dilatadores anales, le-
gumbres, botella de refresco, vasos, focos, etc. (figura 27--1).

Tratamiento autoadministrado para


aliviar síntomas de enfermedad anorrectal
El prurito anal, así como el prolapso hemorroidal o rectal, son condiciones que
alarman y angustian de manera importante al enfermo, quien en su desesperación
Bases primarias en la extracción de cuerpos extraños de recto 319

busca la manera de disminuir el síntoma, por lo que llega a realizar la inserción


de cuerpos extraños para aliviar el prurito o reducir el prolapso, presentando en
ocasiones retención del cuerpo extraño.

Ataque criminal

En la actualidad se ha incrementado de manera importante la agresión sexual en


nuestro medio, utilizando como método de tortura la introducción de diversos
objetos a través del ano, las más de las veces botellas de vidrio; también se presen-
tan casos de fornicación con puño, que consiste en la introducción forzada del
puño cerrado a través del canal anal intacto hasta el recto, dando lugar a laceracio-
nes de la mucosa rectal con hemorragia y lesión del esfínter anal, con riesgo de
perforación rectosigmoidea y, en consecuencia, el desarrollo de abdomen agudo.

Introducción accidental o para ocultamiento

Hay actividades laborales que presentan riesgo mayor para sufrir lesiones por
empalamiento, como son la albañilería y la carpintería. Quienes ejercen estas ac-
tividades, al momento de sufrir una caída de manera accidental pueden lesionarse
el periné y la región anorrectal; este tipo de lesiones generalmente son graves y
requieren ser manejadas por un especialista. Por otra parte, el recto ha sido utili-
zado como reservorio para transportar sustancias prohibidas o drogas, así como di-
versos artículos que tienen algún tipo de restricción, presentándose de manera oca-
sional imposibilidad para su extracción, por lo que el afectado acude al médico.

Objetos deglutidos o de origen extraintestinal


E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.

En algunas ocasiones el cuerpo extraño es ingerido por vía bucal, presentándose


posteriormente retención a nivel del ámpula rectal; el caso más frecuente es el de
prótesis dentarias, huesos de pollo o palillos de dientes; en otras ocasiones pue-
den ser objetos que se encuentran dentro de la cavidad abdominal, como cuerpos
extraños retenidos en el peritoneo, válvulas de derivación ventriculoperitoneales,
endoprótesis, etc.

Instrumentos de diagnóstico o terapia

Al momento de realizar estudios, tanto diagnósticos como terapéuticos, se pue-


den presentar retenciones accidentales de termómetros, tubos rectales, catéteres
320 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Capítulo 27)

de irrigación o aplicadores desechables para enemas; estas situaciones se deben


corregir de manera rápida y expedita.

INDICACIONES PARA EXPLORACIÓN PROCTOLÓGICA

S Cuerpo extraño retenido en conducto anal o en ámpula rectal.


S Sospecha de lesión de recto posterior a introducción o extracción de cuer-
po extraño.

EVALUACIÓN INTEGRAL DEL PACIENTE Y DIAGNÓSTICO

Se debe realizar una historia clínica completa; los pacientes deben ser interroga-
dos de manera gentil y en un ambiente de privacidad, ya que esta situación suele
ser vergonzosa para el enfermo. La exploración física debe ser adecuada, bus-
cando datos de irritación peritoneal secundaria a perforación rectal o colónica.
Posteriormente se debe realizar una exploración proctológica completa con
especial interés en valorar la piel perianal (desgarros o hemorragia).
Al tacto rectal valorar la integridad del esfínter anal, el tamaño y la distancia
a la que se encuentra el cuerpo extraño; en caso de que no se logre tocar el cuerpo
extraño con un adecuado tacto rectal, se deberá valorar el traslado del enfermo
a un especialista, ya que probablemente requerirá de una rectosigmoidoscopia
flexible o rígida.
La anoscopia permite valorar la integridad del conducto anal, así como, en oca-
siones, visualizar el cuerpo extraño para planear su extracción. De manera ideal,
se deben realizar placas simples de pelvis lateral y anteroposterior para valorar
la profundidad y el tipo del cuerpo extraño, así como tele de tórax para valorar
la existencia de aire libre subdiafragmático, aunque no son indispensables.
En caso de que se sospeche perforación, se recomienda realizar un proctogra-
ma con material hidrosoluble a fin de identificar el sitio de lesión, la forma, la
composición, la orientación y la superficie del cuerpo extraño, para dar un mane-
jo integral. Estos pacientes deben de ser enviados al especialista.

MANIFESTACIONES CLÍNICAS

Los principales síntomas son malestar abdominal, pujo y tenesmo rectal.


En ocasiones hay dolor anal y rectal acompañado de hemorragia secundaria
a ulceración de mucosa o lesión del conducto anal, así como retención urinaria.
Bases primarias en la extracción de cuerpos extraños de recto 321

Aunque en la mayoría de los casos los cuerpos extraños no causan una lesión
orgánica significativa, se debe hacer una valoración abdominal adecuada a fin de
detectar cualquier dato anormal que sugiera una perforación.
Posterior a la extracción del cuerpo extraño, los pacientes pueden desarrollar
abscesos o fístulas secundarias a una lesión desapercibida en el conducto anal.

MANEJO PREOPERATORIO

Los pacientes se deben someter a ayuno, así como a una reanimación adecuada
(líquidos, electrólitos) a fin de mejorar sus condiciones generales. La aplicación
de antibióticos deberá ser valorada en forma independiente en cada paciente. Se
recomienda la aplicación de antibióticos profilácticos en pacientes con algún tipo
de inmunosupresión o con prótesis cardiacas.

PROCEDIMIENTO

1. Explicar al paciente el procedimiento que se va a realizar.


2. Aplicar vacuna antitetánica más gammaglobulina hiperinmune.
3. Pasar al paciente a quirófano o a una sala de urgencias aislada.
4. Colocar al paciente en posición de Lord Davies o de litotomía genupecto-
ral (figura 27--2).
5. Aplicar sedación profunda, anestesia local o bloqueo peridural a fin de re-
lajar el esfínter anal. El anestésico local se aplica con solución de lidocaína
a 0.5% (10 a 15 mL) con aguja de insulina sobre el sector lateral izquierdo
y derecho, así como en el sector anterior y posterior, depositando 1 a 2 mL
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.

del anestésico en cada región; posteriormente, con una aguja No. 25 a 30,
se aplica anestesia en la circunferencia del ano (formando un rombo), a fin
de lograr la relajación del esfínter anal (figura 27--3).
Posteriormente, se introduce anestésico en ambas fosas isquiorrecta-
les, tomando un punto equidistante entre la punta del cóccix y la tuberosi-
dad isquiática, y se inyecta a una profundidad de 5 cm por debajo de la
mucosa hacia la tuberosidad isquiática (bloqueo de nervio pudendo); esto
puede ir seguido por la inserción en el conducto anal del dedo izquierdo,
el cual actúa como guía para la inyección profunda (figura 27--4).
6. El cuerpo extraño se debe extraer con técnica bimanual, es decir, con la
mano derecha realizar la extracción transanal y con la izquierda dirigir el
cuerpo extraño hacia el conducto anal; los resultados mejoran si el pacien-
te coopera al realizar la maniobra de Valsalva.
322 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Capítulo 27)

Figura 27--2. La posición de Lord Davies es utilizada para la extracción de un cuerpo


extraño en el recto.

a. En el caso de objetos tales como termómetros, cuerpos extraños peque-


ños (prótesis dentarias) o aplicadores para enema, se debe visualizar
con el sigmoidoscopio y tomar el objeto con una pinza larga y rígida o
con una pinza de polipectomía.
b. En objetos situados cerca del ano, extraer por visualización directa y
manipulación del objeto de forma bimanual.

Figura 27--3. La anestesia local en la circunferencia del ano permite la relajación del
esfínter anal.
Bases primarias en la extracción de cuerpos extraños de recto 323

Figura 27--4. Para realizar el bloqueo del nervio pudendo, se introduce el anestésico
en ambas fosas isquiorrectales.

c. En objetos impactados cerca de 24 h y de vidrio (edema de mucosa y


efecto de succión ascendente), pasar dos a tres catéteres de Foley 20 a
22 Fr por las paredes laterales entre el objeto y el recto, e insuflar aire
por encima para romper la succión negativa o el efecto de sello; después
inflar los balones de la sonda con 10 mL de solución salina, traccionan-
do las sondas de manera uniforme para lograr su extracción.
d. En el caso de objetos situados en la porción alta del sigmoides o del co-
lon descendente, enviar al paciente con el especialista.
e. En el caso de vidrios rotos, introducir el sigmoidoscopio y extraer los
fragmentos utilizando pinzas.
f. Si se trata de objetos afilados, remover por medio de anoscopio.
7. Valoración de esfinterotomía lateral izquierda interna (incrementa el diá-
metro del conducto anal), es la división parcial de la musculatura del esfín-
ter anal interno, principalmente en pacientes con enfermedad anorrectal
preexistente. Nunca se debe realizar el corte del esfínter más allá de la línea
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.

dentada (figura 27--5).

MATERIAL E INSTRUMENTAL PARA


LA REALIZACIÓN DE LA MANIOBRA

a. Sedación con diazepam, 10 a 30 mg IV en adultos, 0.1 a 0.2 mg/kg en ni-


ños. Ampolleta de 2 mL con 10 mg. Vigilar ventilación espontánea en el
paciente, aplicar a dosis respuesta.
b. Anestesia local (regional):
S Clorhidrato de lidocaína a 2 o 5% (solución inyectable), con o sin epine-
frina (ámpula de 50 mL). La dosis máxima es de 5 mg/kg de peso.
324 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Capítulo 27)

Figura 27--5. La esfinterotomía lateral izquierda interna incrementa el diámetro del con-
ducto anal.

S Jeringas de 10 cc y dos agujas de insulina No. 20 de 2 pulgadas de largo.


S Anestesia caudal o espinal: BPD caudal.
c. Extracción:
S Fórceps obstétricos.
S Sondas de Foley (3--4).
S Espejo de Pratt.
S Pinza de Kocher.
Bases primarias en la extracción de cuerpos extraños de recto 325

S Pinzas para cuerpo extraño.


S Tentáculo uterino.
S Anoscopio.
S Jalea lubricante (con cloruro de benzalconio 0.1 g).
S Antiséptico bacteriostático.
S Rectosigmoidoscopio rígido.
S Guantes de látex desechables.
S Gasas.

CUIDADOS POSOPERATORIOS

S Hospitalización de 24 a 48 horas.
S Radiografía simple de abdomen y tele de tórax de pie (ver aire libre subdia-
fragmático).
S Colon por enema con medio hidrosoluble (descartar perforación rectal
intraperitoneal o extraperitoneal).
S Rectosigmoidoscopia rígida o flexible (evaluar mucosa de recto y sigmoi-
des por hematoma, laceración o hemorragia/perforación transmural).
S Vigilar por 24 a 48 h.
S Dieta blanda si existe peristalsis normal, sin presencia de signos de irrita-
ción peritoneal.

COMPLICACIONES

S Peritonitis y sepsis.
S Hemorragia.
S Gangrena de Fournier.
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.

S Isquemia y necrosis rectal.


S Abscesos y fístulas anales.

Extracción fallida y/o compromiso


de pared intestinal o lesión anal
S Enviar al especialista.

CONCLUSIONES

Es difícil establecer el diagnóstico de cuerpo extraño en recto (ingerido o inser-


tado); sin embargo, la historia clínica y la exploración física proctológica tienen
326 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Capítulo 27)

una importancia capital para el diagnóstico. Su manejo se basa en la individuali-


zación de cada paciente, en la experiencia quirúrgica y en la habilidad y el criterio
del médico.
En caso de encontrar cuerpos extraños muy altos, datos de perforación intesti-
nal o hemorragia, se debe canalizar al paciente con el especialista.

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28
Tratamiento de las heridas
por mordedura de perro
Luis Alfonso Hernández Higareda, Enrique Piña Mora

INTRODUCCIÓN

Antecedentes históricos

Las lesiones producidas por mordeduras de perro son seguramente tan antiguas
como la existencia de este animal. Ya desde hace miles de años, en la prehistoria,
el hombre domesticó al perro.
Es importante mencionar una enfermedad muy estrechamente relacionada con
este tipo de lesiones que afectan al hombre: la rabia.
La rabia es una zoonosis de los mamíferos causada por un rhabdovirus (virus
de la rabia), que se transmite al hombre por la saliva de animales infectados a par-
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.

tir de una mordedura, de un rasguño o de una lamedura sobre mucosa o piel con
solución de continuidad. Ya 3 000 años antes de la era cristiana existía en el Có-
digo Eshunna una legislación precisa acerca de las multas impuestas al dueño de
un animal rabioso que hubiese mordido a un individuo. En 1738, ciertos aspectos
como el vector, la hidrofobia, ya eran reconocidos en una página del libro Medi-
cine et chirugie des pauvres. La naturaleza infecciosa de la saliva de un animal
enfermo de rabia fue descubierta por Zinke en 1804. Sin embargo, la ciencia in-
fectológica reconoce a Luis Pasteur el haber afirmado que el agente causal de la
rabia no era una bacteria, con la posterior atenuación del virus para elaborar una
vacuna en 1881 y la aplicación exitosa de la vacuna en el ser humano el 6 de julio
de 1885. Después, Aldelchi Negri, en 1903, describió por primera vez la histopa-

327
328 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Capítulo 28)

Figura 28--1. La más grave enfermedad causada por mordedura de perro en el hombre
es la rabia, y la más frecuente es la infección de la herida.

tología en neuronas de perros y seres humanos, mostrando los cuerpos de inclu-


sión citoplasmáticos que llevan su nombre.
La vacuna antirrábica fue introducida a México por Liceaga a principios del
siglo XX.
La investigación sobre este tema no ha concluido; técnicas de microscopia
electrónica, inmunohistoquímica y biología molecular abren el horizonte para
obtener más información acerca de esta entidad.

Definición

La rabia es una zoonosis de los mamíferos causada por el virus, que se transmite
al hombre principalmente por la saliva de animales infectados a partir de una
mordedura sobre mucosa o piel con solución de continuidad (figura 28--1).

Necesidad de conocer el tratamiento


de las heridas por mordedura de perro

Las estadísticas de México no proporcionan datos precisos en términos de morbi-


lidad; se carece de un sistema de registro que permita dejar clara la magnitud con
la cual estas lesiones contribuyen en el conjunto de problemas de salud; por lo
tanto, sólo puede establecerse con base en estudios parciales. Las estadísticas de
salud de EUA estimaron que las mordeduras de perro se producen con frecuencia
de uno a dos millones de casos anualmente, y representan alrededor de 1% de las
consultas en los departamentos de urgencias.
Tratamiento de las heridas por mordedura de perro 329

Figura 28--2. Aproximadamente 70% de las personas que son mordidas por perros son
niños.

Una característica importante de las heridas producidas por mordeduras de pe-


rro es que presentan un índice elevado de infección, debido a la biota de la cavi-
dad oral.
Se encuentran estreptococos, S. aureus, Bacteroides (siendo la causa de 70 a
90% de las infecciones) y Pasteurella multocida, entre otros.
Aproximadamente 70% de las personas que son mordidas por un perro son ni-
ños (figura 28--2). El grupo de edad más afectado es el de cinco a nueve años,
siendo doblemente afectados los de sexo masculino. Los niños más pequeños son
afectados por mordeduras de estos animales con menor frecuencia, pero sus lesio-
nes afectan cara y cabeza, siendo, por tanto, de mayor severidad e incluso fatales.
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.

Aproximadamente 85% de los perros que producen mordeduras conocen a la


víctima por ser de la familia, familiares o vecinos. La mayoría de los perros supe-
ra el año de edad; uno de cada tres perros tiene antecedentes de haber mordido
previamente, siendo más frecuentes las mordeduras por perros de gran porte y en
muy escaso porcentaje los perros callejeros.
Se calcula que se presentan 15 000 casos anuales de rabia en el mundo. Su dis-
tribución mundial se encuentra representada con mayor frecuencia por los países
en vías de desarrollo, debido a la falta de medidas de sanidad adecuadas. Los
casos de rabia humana registrados anualmente son originados en 89.4% por mor-
dedura de perros.
En México, de 1970 a 1991, la rabia registró un promedio anual de 70 defun-
ciones; su distribución porcentual por grupos de edad en años fue la siguiente:
1 a 4 años: 12%; 5 a 14 años: 44%; 15 a 44 años: 30%, y el resto 14%.
330 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Capítulo 28)

De las 70 defunciones por rabia, promedio anual de 1970 a 1991, 78% no soli-
citaron atención médica y 22% la solicitaron tardíamente o recibieron una pres-
cripción inadecuada.
Las estadísticas en México, de 1970 a 1991, registraron un promedio anual de
102 000 personas agredidas por animales, con una tasa de 126 por 100 000 habi-
tantes.

INDICACIONES

Se debe realizar lavado de cualquier lesión producida por mordedura de perro,


aun en aquéllas que parezcan inocuas.

EVALUACIÓN INTEGRAL DEL PACIENTE

Se deben tener en cuenta enfermedades actuales del paciente, principalmente las


que cursan con inmunodepresión, fármacos inmunosupresores y alergias a fár-
macos o antisépticos.
Las medidas de control aplicables a las personas expuestas serán las siguien-
tes:
a. Realizar la valoración médica de la exposición.
b. Determinar el riesgo de infección.
c. Decidir la aplicación de los biológicos.
d. Realizar la atención médica antirrábica específica.
Para realizar la valoración de la exposición, se deberán clasificar las exposiciones
de la manera siguiente:
a. Exposición leve: lameduras en la piel erosionada o mordeduras superficia-
les y rasguños, que incluyen dermis, epidermis y tejido celular subcutáneo
en tronco y miembros inferiores.
b. Exposición grave: lameduras en mucosas ocular, nasal, oral, anal y genital;
mordeduras superficiales en cabeza, cuello, miembros superiores y genita-
les, mordeduras múltiples o profundas en cualquier parte del cuerpo.

PROCEDIMIENTO PARA EL MANEJO DEL PACIENTE

Posición del paciente


El paciente deberá colocarse en la posición que sea más adecuada para que el
médico logre buena visualización para la valoración y el lavado de las heridas.
Tratamiento de las heridas por mordedura de perro 331

Material

S Agua o solución fisiológica.


S Jabón.
S Gasas.
S Jeringa de 20 cc.
S Suturas, Dermalón 4--0 (exclusivamente en casos de lesiones extensas y
sólo se aproximarán los bordes).
S Xilocaína a 1 a 2% sin adrenalina (opcional).

TÉCNICA A REALIZAR EN LESIONES


PRODUCIDAS POR MORDEDURA DE PERRO

La atención de una herida o lesión causada por un animal es indispensable, y se


llevará a cabo de inmediato de la manera siguiente:

a. Lavar la región afectada con abundante jabón y agua a chorro durante 10


minutos, y frotar con suavidad para no producir traumatismo a los tejidos;
para la mucosa ocular, se lavará por instilación profusa con solución fisio-
lógica durante cinco minutos; se eliminarán todas las partículas de jabón
que queden en la herida (figura 28--3).
b. La sutura de la herida debe dejarse para más adelante.
c. Secar con gasas estériles y cubrir en caso necesario.

La realización de la técnica no presenta complicaciones.


E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.

Cuidados posteriores a la limpieza de las heridas

1. Considerar la profilaxis antimicrobiana:


a. Para lesiones leves a severas de menos de 8 horas de haberse producido,
especialmente si hay edema o lesiones por aplastamiento.
b. Si hay posibilidades de penetración a hueso o articulaciones.
c. En las heridas de las manos.
d. En pacientes con inmunocompromiso (entre ellos, la terapia con este-
roides, enfermedad hepática, diabetes mellitus).
e. Si la herida se encuentra cerca de una prótesis articular.
f. Heridas en región genital.
El tratamiento debe cubrir Pasteurella sp., S. aureus y anaerobios.
332 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Capítulo 28)

Figura 28--3. Lavar la región afectada con abundante jabón; secar con gasa estéril y
cubrir si es necesario.

2. En caso de heridas en las que no se pudo realizar lavado adecuado por el


tipo de herida: inmunización. Administrar un refuerzo contra el tétanos si
el paciente ha recibido la serie de tres dosis previamente pero ninguna en
los últimos cinco años. Si el paciente nunca fue inmunizado, administrar
serie primaria.
3. El paciente deberá acudir al centro de salud para lavado de las heridas hasta
que éstas mejoren.
Tratamiento de las heridas por mordedura de perro 333

4. Valorar el uso de analgésicos según el caso.


5. Para determinar el riesgo de infección de la rabia en la persona o animal
expuesto y decidir la aplicación de los biológicos, se deberá observar el
procedimiento siguiente:
a. Localizar e identificar al animal agresor y establecer la fecha de la agre-
sión.
b. Valorar las condiciones y circunstancias que existieron para que se pre-
sentara la agresión.
c. Clasificar el tipo de exposición, la región y los planos anatómicos afec-
tados.
d. Establecer las condiciones de salud del animal agresor en los siguientes
términos:
S Signos clínicos de la enfermedad.
S Estado vacunal.
e. Valorar las condiciones epidemiológicas de la rabia en la región geográ-
fica.
f. Observar al animal por espacio de los 10 días subsecuentes a la agre-
sión; siempre que sea posible, hacerlo en confinamiento en jaulas y ais-
lado. Es necesario que la observación la lleve a cabo un médico veteri-
nario zootecnista o personal supervisado por él, informando el estado
de salud del animal en relación con la enfermedad al médico responsa-
ble de la atención de las personas expuestas. En caso de exposición leve,
se aplicará el esquema de vacunación antirrábica siguiente:
S Con vacuna de cerebro de ratón lactante tipo Fuenzalida, se aplicarán
catorce dosis consecutivas, una diariamente, por vía subcutánea, a
razón de 1 mL por dosis, o
S Con vacunas de cultivos en células, cinco dosis en los días 0, 3, 7, 14
y 30 por vía intramuscular en la región deltoidea, y en niños peque-
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.

ños en la cara anterolateral externa del muslo.


En exposición grave se iniciará el tratamiento de la siguiente manera:
S Con vacunas de cultivos en células, cinco dosis en total, los días 0,
3, 7, 14 y 30, por vía intramuscular en la región deltoidea y en niños
pequeños en la cara anterolateral externa del muslo, cada dosis a
razón de 1 mL si es vacuna de células diploides o 0.5 mL si es vacuna
de células VERO, o 1 mL si es vacuna purificada de embrión de
pollo. Se debe aplicar en la región deltoidea o en el cuadrante supe-
rior externo del glúteo; en menores de un año aplicar en tercio medio
de la cara anterolateral externa del muslo.

El esquema profiláctico de vacunación por exposición leve o grave se interrum-


pirá si al quinto día posterior a la agresión el animal en observación no muestra
334 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Capítulo 28)

signos de rabia (únicamente válido para perros y gatos). Si entre el sexto y el dé-
cimo día posterior se comprueba rabia en el animal, se completará el esquema.

CONCLUSIONES

Es necesario establecer y seguir:

1. Medidas de prevención: educación para la salud, promoción para la parti-


cipación social.
2. Informar a la población sobre:
S La importancia de la rabia como problema de salud pública.
S El riesgo de los perros no vacunados.
S Los riesgos locales y las medidas de prevención.
3. Fomentar la responsabilidad personal y social de vacunar a perros.
4. Exhortar a la población para que notifique ante las autoridades competen-
tes la presencia de animales sospechosos de padecer la rabia.
5. Instruir a la población sobre las medidas inmediatas a seguir ante la agre-
sión de un animal y promover que las personas expuestas al virus de la ra-
bia acudan a los establecimientos de salud para recibir la atención médica
oportuna, según lo requieran.
6. Informar sobre la obligatoriedad de los propietarios o poseedores para que
vacunen contra la rabia a sus animales que se encuentran en riesgo de con-
traer la enfermedad.
7. Capacitar al personal médico y paramédico en relación al tratamiento anti-
rrábico en general y sus medidas terapéuticas.

REFERENCIAS
1. Mandell G, Benett J et al.: Enfermedades infecciosas. Principios y práctica. Vols. I y II.
4ª ed. Médica Panamericana, 1995:666,2317--2319,2428,3105--3109.
2. Kumate J, Gutiérrez G et al.: Manual de infectología clínica. 14ª ed. México, Méndez,
1994:458--459.
3. Higuera F, Hidalgo H et al.: Infectología. México, Prado, 1996:177--188.
4. Norma Oficial Mexicana: NOM--011--SSA2--1993 Para la Prevención y control de la Rabia.
5. Lain EP: Historia universal de la medicina. Salvat:166,189,191.
29
Medidas iniciales en lesiones
por animales ponzoñosos
Hilda Varela Laurabaquio

INTRODUCCIÓN

La picadura es una lesión producida por la penetración de la piel por una estruc-
tura punzante que suele determinar también la exposición a una sustancia quími-
ca irritante, como el veneno de un insecto u otro animal. En el hogar, en el jardín
o en la naturaleza, frecuentemente se producen picaduras o mordeduras de ani-
males que inoculan distintos tipos de veneno o toxinas. Existen factores que mo-
dulan la severidad de la intoxicación; entre ellos destacan peso, edad, estado nu-
tricional y enfermedades concomitantes (cardiovasculares, hipertensión arterial,
asma, diabetes).
La mortalidad aumenta en pacientes hipersensibles y por el retardo del trata-
miento adecuado, que muchas veces se presenta por la inaccesibilidad a los servi-
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.

cios de salud en áreas rurales de la República Mexicana. En nuestro país, los in-
sectos siempre han ocupado un lugar muy importante en salud pública, por ser
la causa de más de 20 000 accidentes al año, con mortalidad de 10%. La distribu-
ción geográfica varía en las distintas regiones del país; en el centro predominan
las picaduras por alacranes Centruroides.
En la ciudad de México, la mayor parte de estos envenenamientos es resultado
de la mordedura de una araña, la Laxosceles reclusa, mejor conocida como araña
violinista. Las víboras se encuentran en casi todo el mundo, en zonas tropicales
y templadas.
Ante la amenaza que implicaba para la vida del hombre primitivo la mordedu-
ra de una serpiente o algún animal ponzoñoso, no había otra solución que la de

335
336 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Capítulo 29)

sacrificar el miembro después de succionar la herida. Otras medidas terapéuticas


son el uso de torniquete por arriba de la mordedura para evitar la difusión del ve-
neno, la incisión de la zona lesionada y succión mecánica, que era aconsejada
hasta hace poco; hoy es rechazada por la mayoría de los autores por inútil y peli-
grosa, ya que aumenta la superficie de difusión del veneno, los riesgos de infec-
ción y de necrosis.
El tratamiento de urgencia inicial se centra en retrasar la absorción, neutraliza-
ción y prevención o reducción de los efectos locales y sistémicos del veneno, así
como prevenir complicaciones.
En la actualidad se sugiere el uso de torniquete inmediato tras sufrir la lesión,
inmovilización del miembro afectado, aplicación de hielo sobre la zona afectada
y traslado del intoxicado a un centro hospitalario. Los efectos sistémicos del en-
venenamiento se tratan con base en el apoyo vital avanzado del paciente traumati-
zado.

TRATAMIENTO GENERAL

1. Desinfección de la herida: con agua y jabón.


2. Disminución de la difusión del veneno:
a. Aplicar hielo sobre la lesión.
b. Uso de torniquete: si el diagnóstico es precoz de una lesión por los si-
guientes animales ponzoñosos:
S Picadura por araña doméstica parda (Laxosceles reclusa).
S Araña Lactrodectus mactans (araña del lino o viuda negra).
S Alacrán del género Centruroides.
S Mordedura de víbora.
S En caso de picadura o mordedura sobre la cara o cuello se realizará
una presión firme y uniforme sobre la herida.
3. Neutralización del veneno:
a. Uso del antídoto específico para cada especie.
b. Aplicación de antihistamínicos y corticoides en caso de que no se dis-
ponga del antídoto.
4. Medidas generales:
a. Reposo absoluto, elevando la extremidad comprometida.
b. Asistir la ventilación y oxigenar adecuadamente.
c. Mitigar el dolor con analgésicos (no usar derivados de opiáceos).
d. Antibióticos de amplio espectro.
e. Vacuna antitoxoide tetánica.
f. Hemodiálisis.
Medidas iniciales en lesiones por animales ponzoñosos 337

CONTRAINDICACIONES DEL TRATAMIENTO

Absolutas

No se aplica banda constrictiva si han transcurrido más de 30 minutos de haber


sufrido la lesión o si se ha aplicado el suero antiponzoñoso.
Se contraindica el uso del antídoto en caso de hipersensibilidad al mismo. En
la picadura por alacrán del género Centruroides no se indican antihistamínicos
(el efecto sistémico del veneno actúa liberando catecolaminas y acetilcolina, no
libera histamina, bradicinina ni otros factores de inflamación).

Relativas

Si los síntomas se desarrollan con rapidez y el antisuero no puede darse, aplicar


bandas constrictoras distales y proximales a la mordedura más hielo local.

EVALUACIÓN INTEGRAL DEL PACIENTE

En el tratamiento de las mordeduras o picaduras de animales ponzoñosos, se re-


quiere la identificación inmediata de la lesión, así como el reconocimiento de la
especie que la ocasionó, por lo que se debe trasladar al paciente junto con el ani-
mal que originó la lesión. El miedo y la aprensión en muchos pacientes son res-
ponsables de manifestaciones clínicas difíciles de distinguir de las causadas por
el propio veneno (nerviosismo, agitación, temblores, parestesia secundaria a hi-
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.

perventilación), taquicardia, sequedad bucal, sudoración, diarrea, dolores varia-


dos. Estas manifestaciones pueden presentarse aunque el animal no sea venenoso.

Araña Laxosceles reclusa

Es de color amarillo claro pardo oscuro con un parche más pardo contorneado
como violín en la espalda. Mide de 1 a 1.25 cm de longitud, 0.6 cm de ancho y
1.8 a 2.5 cm de pata a pata (figura 29--1).
La principal manifestación es la necrosis cutánea; la mordedura es indolora al
principio, pero el dolor aparece de dos a ocho horas después, seguido de enrojeci-
miento, ampollas, tumefacciones, hemorragia o ulceración. Sin tratamiento, la
lesión aumenta de tamaño hasta el término de una semana.
338 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Capítulo 29)

Figura 29--1. Araña Laxosceles reclusa.

Los síntomas generales incluyen cianosis, hemoglobinuria, fiebre, calambres,


malestar, debilidad, náuseas, vómito, artralgias, exantema y delirio. El principio
de la hemólisis intravascular puede ser detectado determinando la hemoglobina
y el hematócrito cada seis horas durante las primeras 48 horas. Una gran mayoría
de los pacientes se alivia sin tratamiento. La cicatrización en las zonas de necrosis
requiere de seis a ocho semanas.

Tratamiento
El tratamiento es controversial. Se han recomendado dosis máximas de esteroi-
des adrenocorticales para uso externo o interno y fentolamina local. Debridación
de la lesión y exsanguinotransfusión en casos extremos. La mayoría de las mor-
deduras se alivian sin tratamiento. Pocas veces se requiere el uso de injertos cutá-
neos.

Araña Lactrodectus mactans


Se denomina así por su color oscuro y porque devora al macho después de la có-
pula; mide de 12 a 15 mm en el abdomen, posee una mácula o mancha en forma
de reloj de arena de color rojo anaranjado (figura 29--2). El veneno es 15 veces
más potente que el de la serpiente cobra. La picadura es un punto rojizo apenas
perceptible. Transcurridos de quince minutos a varias horas, en la zona afectada
aparecen edema y dolor intenso que irradia al tronco y las extremidades, náuseas,
salivación excesiva y sudoración. Después, por acción sistémica del veneno, pue-
de aparecer un cuadro de afectación neurológica con adinamia intensa, algias o
dolores difusos, contracturas musculares y espasmos viscerales. Hay también es-
calofríos, vómito, obnubilación, delirios, insuficiencia respiratoria y renal. A ve-
ces hay colapso cardiovascular con muerte del paciente, si se trata de niños o an-
cianos.
Medidas iniciales en lesiones por animales ponzoñosos 339

Figura 29--2. Araña Lactrodectus mactans.

Tratamiento

1. Administrar AspirinaR o codeína para controlar el dolor. En niños, admi-


nistrar fosfato de codeína, en dosis de 1 mg/kg por vía subcutánea.
2. Gluconato de calcio, 10 mL de solución a 10% por vía IV lentamente, para
aliviar los calambres.
3. La cortisona alivia los síntomas, pero aparentemente no tiene ningún efec-
to sobre la mortalidad.
4. Metocarbamol (RobaxinR), 10 mL por vía IV en un periodo de cinco mi-
nutos, seguido de 10 mL en 250 mL de solución glucosada a 5% en un in-
tervalo de dos horas, alivia los espasmos musculares.
5. Resultan eficaces la atropina y el diazepam para la mordedura de la araña
de las telarañas en embudo.
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Antídoto

Antisuero contra veneno de araña Lactrodectus. Se deben aplicar de 5 a 10 mL


de suero por vía intramuscular; en casos muy graves, aplicar la misma dosis por
vía intravenosa. No está establecido un límite máximo de dosis, y se deberán apli-
car las necesarias para neutralizar el veneno.
Antisuero contra veneno de alacrán. Por vía intramuscular se deben aplicar de
5 a 10 mL de globulinas concentradas. En casos muy graves, aplicar la misma
dosis por vía intravenosa. Si persisten los síntomas al cabo de cuatro horas, se
puede repetir la dosis. Se recomienda utilizar hasta un máximo de cinco frascos
por paciente. La aplicación de proteínas de origen equino puede presentar reac-
ciones de hipersensibilidad más o menos graves. Antes de aplicar el producto se
340 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Capítulo 29)

debe investigar la sensibilidad al suero equino, si el caso lo permite, así como los
antecedentes alérgicos en general, con énfasis en inyecciones previas de suero
equino.
Si el paciente es hipersensible, se lleva a cabo un proceso de desensibilización
como sigue:

S Preparar una dilución 1:100 del suero en solución salina, inyectar 0.1, 0.2
y 0.5 mL por vía intradérmica con 15 minutos de intervalo.
S Si no hay hipersensibilidad, proceder de la misma manera con el suero sin
diluir.
S Si no hay hipersensibilidad, aplicar la dosis total del suero.
S Si se presenta hipersensibilidad después de cualquier inyección, suspender
la dosis que sigue e inyectar 0.5 mL de adrenalina diluida 1:100 por vía sub-
cutánea o 0.5 mL por vía intramuscular (en niños, 0.1 mL/kg de peso). Si-
multáneamente, administrar un antihistamínico por vía intramuscular.
S Después de 30 minutos, reiniciar la desensibilización en la misma forma
en que se describe.
S Presentación: frasco ámpula con liofilizado para reconstruir con 5 mL de
agua inyectable.
S Conservación: en un lugar fresco y seco, de preferencia en refrigeración
entre 2 y 8 _C.
S Reacciones secundarias:
S Anafilaxia aguda.
S Enfermedad del suero.
S Reacciones febriles agudas.
S Síntomas por hipersensibilidad: vómito, náuseas, erupción cutánea y, en
casos raros, choque anafiláctico.

Alacrán género Centruroides g

Es alargado, con pedipalpos grandes terminados en pinzas y un abdomen largo,


formado por doce segmentos que terminan en aguijón venenoso puntiagudo (fi-
gura 29--3). Es depredador nocturno. Su veneno está formado por escorpaminas,
proteínas de bajo peso molecular, lo que sugiere una alta toxicidad; es neurotóxi-
co y cardiotóxico, por la liberación de acetilcolina y catecolaminas. No libera his-
tamina, bradicinina, prostaglandinas ni otros factores de la inflamación.
Las manifestaciones clínicas son en grados:

S Grado I: dolor intenso en el sitio de la picadura que se exacerba al toque


o percusión, parestesia local, edema o hiperemia mínima o ausente.
Medidas iniciales en lesiones por animales ponzoñosos 341

Figura 29--3. Alacrán Centruroides.

S Grado II: dolor, parestesia a distancia, frecuentemente en boca y garganta.


S Grado III: efectos neurológicos, visión borrosa, nistagmus, inquietud, irri-
tabilidad, prurito nasal, sialorrea, broncorrea, sudoración, lagrimeo, disfa-
gia, lenguaje arrastrado, priapismo. Efectos neuromusculares: predomi-
nan contracciones musculares intensas (que frecuentemente se confunden
con convulsiones), fasciculaciones, alteraciones cardiovasculares, edema
pulmonar. La crisis hipertensiva puede provocar encefalopatía y convul-
siones verdaderas.
S Grado IV: manifestaciones clínicas persistentes a pesar del tratamiento.

Tratamiento

1. Controlar las convulsiones; puede ser útil el diazepam.


2. Inyectar gluconato de calcio, 10 mL de solución a 10% lentamente, por vía
IV, para ayudar a aliviar los calambres.
3. Anestésico local en la zona de mordedura para aliviar el dolor, excep-
tuando los dedos.
4. Los analgésicos no derivados de opiáceos pueden provocar depresión res-
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.

piratoria y potenciar la depresión después del piquete.

Mordedura de víbora

Existen cuatro tipos de víboras venenosas en nuestro país: cascabel (varias espe-
cies), cabeza de cobre, mocasín boca de algodón y coralillo (figura 29--4). No
siempre es posible distinguir morfológicamente una serpiente venenosa de una
especie inofensiva; si no se ha identificado al animal, hay dos criterios útiles para
saber si la mordedura es venenosa o no.

1. Las mordeduras de culebras pueden dejar marcas de pequeños dientes dis-


puestos en circunferencia; las mordeduras de víbora suelen dejar las mar-
342 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Capítulo 29)

Figura 29--4. Los colmillos y la mordedura son dos de las características que permiten
distinguir una serpiente venenosa de una inofensiva.

cas de los colmillos; de acuerdo a la distancia entre éstos, es posible calcular


el tamaño del animal y, con ello, suponer aproximadamente la magnitud del
emponzoñamiento. Una distancia inferior a 8 mm indica que se trata de
una serpiente pequeña; entre 8 y 12 mm indica tamaño medio, y superior
a 12 mm indica tamaño grande. La mordedura de serpiente no venenosa
no muestra huella de colmillos y sí una doble fila de dientes de cada lado.
2. Si transcurridos 20 minutos desde el momento de la mordedura el paciente
no presenta dolor intenso y edema en el punto de la mordedura, debe supo-
nerse que no se le inyectó veneno. Este criterio es válido para algunas espe-
cies de serpiente. El veneno de las serpientes venenosas contienen enzimas
proteolíticas que son neurotóxicas, citotóxicas y hemotóxicas. Los síntomas
tempranos se manifiestan alrededor de cinco minutos después de la morde-
dura, y 94% de los pacientes presentan síntomas de neurotoxicidad pasa-
dos entre 1 y 13 minutos. Alrededor de 15% de los adultos mordidos por
cascabel fallecerán. La gravedad de la mordedura por serpiente se clasifica
dentro de la primera hora, dependiendo de las manifestaciones clínicas.

Clasificación de la gravedad de la mordedura de la serpiente


S Grado 0: sin envenenamiento. Marcas de colmillos, dolor mínimo, edema
< 2.5 cm y eritema a las 12 horas.
Medidas iniciales en lesiones por animales ponzoñosos 343

S Grado 1: envenenamiento mínimo. Marcas de colmillos, dolor de modera-


do a intenso, de 2.5 a 12.5 cm de edema y eritema.
S Grado 2: envenenamiento moderado. Marcas de colmillos, dolor intenso,
de 15 a 30 cm de edema y eritema; puede haber afección sistémica.
S Grado 3: envenenamiento grave. Marcas de colmillos, dolor intenso, más
de 30 cm de edema y eritema; puede haber petequias y equimosis.
S Grado 4: envenenamiento muy grave. Con afección general, puede haber
insuficiencia renal, hemorragias, coma y muerte. El edema puede exten-
derse más allá de la extremidad afectada.

Procedimiento

1. Inmovilizar al paciente en posición de decúbito. No se debe permitir que


el paciente camine, corra o tome bebidas alcohólicas o estimulantes.
Transportar al enfermo sin pérdida de tiempo a un centro médico para el
tratamiento definitivo.
2. Lavar la zona afectada con agua y jabón.
3. Si los síntomas se desarrollan con rapidez y el antisuero no puede darse,
aplicar bandas constrictivas distales y proximales a la mordedura. Una
banda de hule de 1 mm por 60 cm o un tubo delgado de goma de 3 mm de
diámetro son satisfactorios (la banda no sirve si se aplica 30 minutos des-
pués de la mordedura o de haberse administrado el suero). La banda debe
ocluir solamente el drenaje linfático, pero no venas ni arterias; se debe mo-
ver la banda conforme aumenta la inflamación. Las bandas deberán dejar-
se en su lugar hasta que se pueda dar el antisuero. Estar preparado para en-
frentar un descenso grave de la tensión arterial cuando se quiten las
bandas. Se quitan por completo de 4 a 8 horas después de que se ha dado
el antisuero.
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.

4. No se aconseja practicar la incisión a través de las marcas del colmillo


como medida de urgencias; puede ser muy peligroso para estructuras sub-
yacentes, y cuando mucho sólo elimina 20% del veneno.

Tratamiento

1. Vigilar tensión arterial, pulso, frecuencia respiratoria y presión venosa


central, el hematócrito, medir productos de degradación de la hemoglobi-
na en orina, control de líquidos.
2. Medir el diámetro de la extremidad afectada en varios sitios cada 15 minu-
tos, vigilar el proceso inflamatorio y determinar el uso de otro antiveneno
(figura 29--5).
344 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Capítulo 29)

Figura 29--5. En caso de mordedura de víbora se puede presentar edema, además de


equimosis pálida y aparición de vesículas hasta la necrosis.

3. Prednisona, 45 a 60 mg diarios en dosis separadas si se presenta hipersen-


sibilidad contra el suero. Se debe evitar la administración de corticoides
en las 24 horas siguientes a la aplicación del suero.
4. Monitoreo hemodinámico. Tensión arterial. La presión venosa central
debe exceder 5 cm de agua. Administrar soluciones cristalinas, 1 L/h. Si
la Hb se reporta disminuida por debajo de 10 g/100 mL, administrar eritro-
citos o sangre total para aumentarla a 12 g/100 mL.
5. Si disminuye la cifra de fibrinógeno, administrar fibrinógeno por vía IV.
Puede requerirse transfusión de plaquetas, factores específicos, sangre
completa fresca, plasma.
6. En caso de parálisis respiratoria, proporcionar ventilación artificial. La pa-
rálisis respiratoria hasta de 10 días es compatible con la recuperación pos-
terior.
7. Los datos de insuficiencia renal deben tratarse con restricción hidroelec-
trolítica o hemodiálisis.
8. Antitoxina tetánica o, si el enfermo ya fue vacunado, aplicar toxoide anti-
tetánico.
9. Antibióticos de amplio espectro ante la evidencia de infección en la lesión.
10. Control del dolor con AspirinaR o codeína. No usar narcóticos depresores.

Suero antiviperino polivalente equino

En todos los casos, aplicar el tratamiento tan pronto como sea posible después de
la mordedura (aun después de 36 horas).
Tratamiento inmediato (hasta una hora después de la mordedura): inyectar 10
mL de suero (un frasco) por infiltración alrededor de la mordedura y 10 mL (un
frasco) por vía intramuscular. En casos graves, o si no cede la sintomatología, in-
yectar 20 mL (2 frascos) por vía intramuscular.
Tratamiento tardío (después de una hora o más de la mordedura): inyectar de
20 a 40 mL (2 a 4 frascos, respectivamente).
Medidas iniciales en lesiones por animales ponzoñosos 345

Vía de administración IM, en casos muy graves usar la vía IV.


Antes de aplicar el producto se debe investigar la sensibilidad al suero equino,
si el caso lo permite, y los antecedentes alérgicos en general, con énfasis en inyec-
ciones previas de suero de origen equino.
Desensibilización. Si el paciente es hipersensible, se lleva a cabo como sigue:

S Preparar una dilución 1:100 del suero en solución salina e inyectar 0.1, 0.2
y 0.5 mL por vía intradérmica con 15 minutos de intervalo.
S Si no hay hipersensibilidad, proceder de la misma manera con el suero sin
diluir.
S Si no hay hipersensibilidad, aplicar la dosis total del suero.
S Si se presenta hipersensibilidad después de cualquier inyección, suspender
la dosis que sigue e inyectar 0.5 mL de adrenalina diluida 1:1 000 por vía
subcutánea o 0.5 mL por vía intramuscular (en niños, 0.1 mL/kg de peso).
S Simultáneamente, administrar un antihistamínico por vía intramuscular.
S Después de 30 minutos, reiniciar la desensibilización en la misma forma
en que se describe.
S Presentación: frasco–ámpula con liofilizado para reconstituir con 10 mL
de agua inyectable.
S Conservar en un lugar fresco y seco, de preferencia entre 2 y 8 _C.
S Reacciones secundarias: son de naturaleza inmunológica; los síntomas apa-
recen de pocas horas a algunos días después de la inyección, y son de tres
tipos: anafilaxia aguda, enfermedad del suero y reacciones febriles agudas.
S Pueden presentarse náuseas, vómito, erupción cutánea y, en algunos casos
raros, choque anafiláctico.

CONCLUSIONES
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.

1. El retardo en el inicio de la terapéutica y el reconocimiento de la especie


que originó la lesión son fundamentales para proporcionar un pronóstico
favorable al paciente con recuperación íntegra al cabo de unas semanas.
2. Las maniobras iniciales de atención se deben centrar en evitar la difusión
del veneno y la neutralización con el uso del antídoto adecuado, del que
deberá confirmarse su sensibilidad.
3. Las medidas generales indicadas en cada caso tienen como fundamento la
vigilancia de constantes vitales y monitoreo hemodinámico, además de re-
versión de los síntomas ocasionados por el envenenamiento.
4. La aplicación de medidas preventivas es fundamental para evitar el riesgo
de ser lesionado por algún animal ponzoñoso. Evitar acúmulo de basura,
346 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Capítulo 29)

no realizar caminatas por la noche en zonas tropicales o consideradas de


riesgo por la presencia de estos animales ponzoñosos.
5. Se deberá establecer un pronóstico fundamentado en el tipo de lesión, la
especie que haya ocasionado la agresión, el tiempo que pasa entre el mo-
mento en que ocurrió la lesión y su asistencia al médico y la presencia de
complicaciones, así como la respuesta al tratamiento.

REFERENCIAS
1. Carroll FE: Parasitología clínica. 2ª ed., 1985:589--598.
2. Harvey AS, McGehhee MD: Tratado de medicina interna. 20ª ed. Interamericana
McGraw--Hill, 1994:321.
3. Dreisbach RH, Robertson WO: Toxicología clínica. Prevención, diagnóstico y trata-
miento. 6ª ed. México, El Manual Moderno, 1998:419--441.
4. Ibáñez BS: Artrópodos con importancia en salud pública. Instituto Nacional de Diagnós-
tico y Referencia Epidemiológica. Vol. 1, Cap. 8:115--775.
5. Montoya--Cabrera MA: Toxicología clínica. 2ª ed. México, Méndez, 1997:377--395.
6. Saunder C: Diagnóstico y tratamiento de urgencias. 3ª ed. México, El Manual Moderno,
1999:773--775.
7. Schwartz SI: Principios de cirugía. 7ª ed. Interamericana McGraw--Hill, 2000:230--232.
30
Manejo de lipomas, quistes y verrugas
María Graciela Zermeño Gómez, Irma Sánchez Montes

INTRODUCCIÓN

Los lipomas, quistes y verrugas son los tumores cutáneos benignos más frecuen-
tes que pueden ameritar manejo quirúrgico. Por lo general, el paciente acude al
médico por estas lesiones por razones de estética, por irritación de la piel con el
roce de la ropa o porque teme cursar con un tumor maligno, ya que la mayoría
de estos tumores son asintomáticos. El objetivo de este capítulo es reconocer es-
tos tumores cutáneos por sus características clínicas y efectuar el manejo quirúr-
gico.

Definiciones
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.

Lipoma

Se define como una tumoración benigna constituida por células adiposas con lo-
calización en el tejido celular subcutáneo, de tamaño variable, con frecuencia en-
tre 2 y 5 cm. Estos tumores pueden ser localizados en cualquier parte del cuerpo,
pero tienden a aparecer en el cuello, la espalda, los brazos y los muslos. La mayo-
ría de los lipomas son asintomáticos, pueden ser diagnosticados al realizar exa-
men físico del paciente y no requieren tratamiento. Los lipomas han sido identifi-
cados en todos los grupos etáreos, pero son más frecuentes entre los 40 y los 60
años de edad; los lipomas congénitos han sido observados en niños. En algunos

347
348 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Capítulo 30)

casos se ha pensado que los lipomas se desarrollan secundarios a un traumatismo


contuso. Mientras los lipomas solitarios son más comunes en las mujeres, los tu-
mores múltiples (lipomatosis) son más frecuentes en los hombres.
Existen diferentes variedades de lipomas, de acuerdo a la coexistencia de otro
tejido:
S Angiolipoma: es una variedad con proliferación vascular que en ocasio-
nes puede ser dolorosa; se presenta en la pubertad.
S Lipomas pleomórficos: esta variedad contiene tejido bizarro; se presenta
predominantemente en hombres de 50 a 70 años.
S Adenolipoma: se caracteriza por la presencia de glándulas sudoríparas en
el tumor de grasa; se localiza en las porciones proximales de las extremida-
des.
La malignidad es rara, pero puede ser encontrada como una lesión con apariencia
clínica de lipoma. El liposarcoma puede localizarse más frecuente en el retroperi-
toneo, en los hombros y en las extremidades inferiores. Si el crecimiento es rápi-
do, se deberá realizar una excisión completa.
Evaluación clínica: el lipoma se presenta como una masa redonda, no doloro-
sa, de consistencia ahulada, móvil, de crecimiento gradual. Ocasionalmente, un
lipoma no encapsulado infiltra el músculo; en tal caso se refiere como un lipoma
infiltrante.

Quiste
Se define el quiste como un saco cerrado de epitelio derivado de anexos de epi-
dermis y relleno de un material líquido semisólido derivado del epitelio; se comu-
nica con la superficie a través de poros obstruidos, con una sustancia blanquecina
en su interior, de aspecto caseoso y mal olor; los quistes aparecen con más fre-
cuencia en la cara, la piel cabelluda, el cuello y la espalda; se presentan con mayor
frecuencia en el adulto joven, y afectan más al hombre. Su tamaño varía de 0.5
a 5 cm. Los quistes son resistentes a la palpación, y tienen la consistencia del glo-
bo ocular. Histológicamente, las paredes están compuestas por una capa de epi-
dermis orientada con la capa basal superficial y las capas más maduras hacia la
profundidad. Las células descamadas se reúnen en el centro y forman la sustancia
cremosa del quiste.
Los quistes cutáneos pueden ser:
S Quiste epidermoide (quiste sebáceo, esteatoma): es un quiste adquiri-
do, de localización en la oreja, el cuello, la mejillas o la espalda.
S Quiste dermoide: es congénito; la mayoría ocurren en la infancia, y la lo-
calización más común es la región supraorbital, en el tercio externo de la
ceja (esta lesión la deberá manejar el especialista).
Manejo de lipomas, quistes y verrugas 349

Verruga
Las verrugas son neoplasias o tumores cutáneos causadas por virus del papiloma
humano (VPH). Se aceptan cinco tipos clínicos de verrugas: vulgares, planas,
plantares, acuminadas y filiformes de los pliegues; cada una de ellas tiene un de-
terminado tipo de VPH. Son neoformaciones epiteliales de superficie rugosa y
coloración pardo grisácea, de varios tamaños, formas y localizaciones, de donde
derivan las diferentes designaciones: plana, vulgar, subungueal y genital o vené-
rea. Son comunes en manos y pies, y pueden semejar callosidades.
Las verrugas venéreas (condiloma acuminado) crecen en áreas húmedas, alre-
dedor de la vulva, del ano, del escroto y de las regiones mucosas. Estas lesiones
deben ser manejas en forma integral por los diferentes especialistas, de acuerdo
a su localización.
Las verrugas plantares u ojos de pescado, como se les conoce vulgarmente, se
localizan en la planta del pie y en ocasiones en la cara interna de los dedos. La
presión del peso del cuerpo las hunde en la gruesa capa córnea de las plantas, por
lo que sólo se observa la base de la pirámide; son de color café amarillento y dolo-
rosas a la palpación; pueden ameritar tratamiento quirúrgico.

INDICACIONES

La mayoría de los pacientes acuden al médico por razones de estética, por irrita-
ción de la piel con el roce de la ropa o porque temen su malignización. Por lo
general, estas lesiones son asintomáticas.

CONTRAINDICACIONES
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.

Sólo existe contraindicación de excisión del quiste sebáceo cuando se inflama o


se abre al exterior, ya que si se trata de realizar la excisión en estas condiciones
se provocará una infección más extensa. El área afectada forma un absceso, el que
requiere tratamiento a base de drenaje y la administración de antibióticos. Una
vez que se resuelve el absceso, es necesario extirpar la pared del quiste para evitar
la recurrencia.

EVALUACIÓN INTEGRAL DEL PACIENTE

La historia clínica es indispensable para realizar cualquier procedimiento quirúr-


gico y tener el control de enfermedades crónicas como diabetes mellitus, coagu-
lopatías, hipertensión arterial y VIH, entre otras.
350 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Capítulo 30)

También es imprescindible conocer si el paciente ingiere ácido acetilsalicílico


en forma continua, en cuyo caso se debe suspender su ingesta una semana antes
del procedimiento quirúrgico, para evitar el sangrado. Otro dato importante de
la historia clínica es conocer si el paciente cursa con alergias a los diferentes anal-
gésicos o antibióticos.

PROCEDIMIENTO

S Manejo de los lipomas:


S Inyecciones de esteroides que llevan a la atrofia local de grasa; están in-
dicadas en lipomas de menos de 2.5 cm de diámetro.
S Liposucción: puede ser usada para remover crecimientos pequeños o
grandes, particularmente estos últimos, en los que la cicatriz es muy ex-
tensa y puede evitarse (este procedimiento lo deberá realizar el especia-
lista).
S Enucleación: los lipomas pequeños pueden ser extirpados por enuclea-
ción. Se realiza una incisión de 3 a 4 mm en la piel sobre el lipoma, se
corta el tejido alrededor y se libera el lipoma, enucleándolo. Por lo gene-
ral no se requieren suturas en la piel. Se coloca un parche compresivo
para evitar el hematoma.
S Excisión
S Manejo de los quistes:
S Excisión.
S Manejo de las verrugas:
S Involución espontánea.
S Placebos.
S Agentes queratolíticos.
S Electrofulguración (manejo por el especialista).
S Crioterapia (manejo por el especialista).
S Excisión.

Instrumental y material

S Bata y guantes estériles.


S Gorro, cubrebocas.
S Campos estériles.
S Jabón quirúrgico (yodopovidona o clorhexidina).
S Solución salina o bidestilada (para irrigar).
Manejo de lipomas, quistes y verrugas 351

S Gasas estériles de 5 cm.


S Drenaje tipo Penrose de 1/8.
S Jeringa hipodérmica de 10 mL con aguja 22.
S Lidocaína simple a 1%.
S Mesa de Mayo.
S Mango de bisturí 3 o 4.
S Hojas de bisturí 10 o 15.
S Tijeras curvas de Metzenbaum.
S Tijeras de Mayo rectas.
S Pinzas de disección con y sin dientes.
S 4 pinzas de mosquito.
S 2 pinzas de Allis.
S Portaagujas.
S Catgut simple 3--0.
S Vicryl 3--0 y 4--0.
S Nylon 3--0 y 5--0.
S Riñón de acero inoxidable.

Técnica quirúrgica
S Técnica de excisión del lipoma (figura 30--1):
S Antes de iniciar la cirugía, es de gran utilidad delimitar el lipoma para
planear la excisión de la piel.
S Antisepsia y colocación de campos estériles.
S Se infiltra con lidocaína el área subcutánea alrededor del campo opera-
torio.
S Se incide la piel con el bisturí en forma de huso previamente marcado.
S El lipoma es pinzado con pinzas de Allis, y se hace tracción para liberar
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.

tejido de alrededor del lipoma.


S La disección se realiza con bisturí Nº 15 o con tijeras hasta llegar al
tejido celular subcutáneo, y se identifica el borde del lipoma.
S Es importante que todo corte de los tejidos se realice bajo visualización
directa. Se debe tener cuidado para evitar lesiones de nervios o vasos
que puedan estar cercanos al lipoma.
S Una vez que se ha disecado el lipoma, se colocan las pinzas de mosquito
para realizar la hemostasia en el tejido celular subcutáneo y se extrae
el lipoma.
S El espacio muerto es afrontado con Vicryl 3--0 o 4--0.
S La piel es cerrada con nylon 3--0 o 5--0.
S Se coloca un parche compresivo para reducir la incidencia de formación
de hematomas.
352 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Capítulo 30)

C D
Figura 30--1. Técnica de exéresis de lipoma. A. Se palpan los bordes del lipoma y se
marca en forma de huso dónde se realizará la incisión. Se infiltra alrededor de este huso
a nivel subcutáneo. B. Se sostiene la lesión con pinzas de Allis y, con la otra mano, se
corta la base con tijeras de Metzenbaum. C. Una vez liberado el lipoma se efectúa la
hemostasia y se extrae el lipoma. D. Se afronta la piel con puntos separados.

S El espécimen debe ser enviado a estudio histopatológico.


S Técnica de excisión del quiste sebáceo (figura 30--2):
S La técnica quirúrgica es similar a la excisión del lipoma; sin embargo,
se debe tener cuidado de no abrir la cápsula del quiste, para no contami-
nar el campo operatorio y evitar la recidiva.
S Técnica de excisión de las verrugas plantares con disección roma (figura
30--3):
Manejo de lipomas, quistes y verrugas 353

Figura 30--2. La incisión es en forma de huso en dirección de los pliegues de la piel.

S Previa asepsia de la región y colocación de campos estériles.


S Se infiltra con lidocaína en el área subcutánea alrededor del campo ope-
ratorio.
S Se elimina la verruga con una cucharilla de curetaje.
S Se diseca con tijeras de iris curvas en posición prona, o se rasura de la
base con un bisturí.
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Figura 30--3. Exéresis de verruga de la planta del pie.


354 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Capítulo 30)

S Se colocan puntos para afrontar la piel, con nylon monofilamento.


S Se cubre con un gasa y se coloca un vendaje suave.

Cuidados posoperatorios
S Para el control del dolor se utilizan los analgésicos orales del tipo de para-
cetamol (TempraR), ibuprofeno (AdvilR) o ketorolaco (DolacR).
S Durante las primeras 24 a 48 horas se debe evitar lavar la herida quirúrgica,
para permitir su epitelización.
S Después de este periodo de epitelización, se indica al paciente baño diario
con el jabón que utilice normalmente; la herida quirúrgica se seca y se
cubre con una gasa, para evitar irritar esta área por los puntos.
S La suturas son retiradas después de 7 a 21 días, dependiendo de la localiza-
ción de la herida quirúrgica en el cuerpo.

COMPLICACIONES

La complicación principal de la exéresis de las lesiones cutáneas es el sangrado;


se debe a una hemostasia incompleta. Si el sangrado es mínimo, se puede resolver
por compresión. Si el sangrado no cede, se deberá reoperar siguiendo los pasos
del procedimiento tal y como se describieron anteriormente; se retiraran los pun-
tos y se localiza el vaso sangrante, el cual se pinza y se liga. Si el sangrado es en
capa o se drenó un hematoma, está indicada la colocación de un drenaje tipo Pen-
rose y parche compresivo.
Otras complicaciones de la excisión de las lesiones cutáneas son las siguientes:
1. Infección quirúrgica, celulitis, fascitis.
2. Equimosis.
3. Formación de hematoma.
4. Lesión de nervios cercanos con parestesia permanente/anestesia.
5. Lesión de vasos cercanos con compromiso vascular.
6. Deformidad permanente secundaria a la resección de lesiones extensas.
7. Cicatriz excesiva con deformidad cosmética o contractura.
8. Lesión muscular.
9. Periostitis, osteomielitis.
10. Seroma.

CONCLUSIONES

S Los lipomas, quistes y verrugas son los tumores cutáneos benignos más
frecuentes que ameritan manejo quirúrgico.
Manejo de lipomas, quistes y verrugas 355

S El diagnóstico clínico de estas tumoraciones permitirá al médico decidir


o no el tratamiento quirúrgico.
S Se deberán seguir los pasos quirúrgicos adecuados para realizar la excisión
y obtener buenos resultados.

REFERENCIAS
1. Fitzpatrick T: Dermatología clínica. 2ª ed. México, Interamericana McGraw Hill, 1994:
62,180.
2. Magaña M: Introducción a la dermatología. 3ª. ed. México, Méndez Oteo, 1991:239--245.
3. Vargas A: Cirugía menor. 3ª ed. México, Interamericana McGraw Hill, 1992:41--53.
4. Schwartz S: Principios de cirugía. 7ª ed. México, Interamericana McGraw--Hill, 1999:565--
568.
5. Salam GA: Lipoma excision. Am Fam Physician 2002;65:901--904.
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
356 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Capítulo 30)
31
Oniquectomía
María Graciela Zermeño Gómez

INTRODUCCIÓN

Las uñas, consideradas como anexos de la piel, son estructuras que, por su locali-
zación, tienen un efecto protector importante, y si su función se encuentra afec-
tada puede presentarse algún tipo de discapacidad. Las uñas son asiento de múlti-
ples patologías, y para su manejo es conveniente saber su anatomía e histología
en espera de resultados satisfactorios. Las uñas están compuestas de queratina,
producida por una matriz de células epidérmicas con una alta tasa de división. La
placa ungueal es una estructura dura y translúcida compuesta de queratina, con
espesor de 0.3 a 0.5 mm, con un promedio de crecimiento longitudinal de 0.1 mm
por día. Se identifican cuatro zonas epiteliales asociadas a las uñas:
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.

a. Pliegue ungueal proximal. Es una capa epidérmica que ayuda al creci-


miento de la placa. El estrato córneo que allí se produce forma la cutícula
que protege a la matriz.
b. Matriz ungueal. Produce la placa ungueal, gracias a sus células queratini-
zantes de rápida división. La mayor parte de ella yace en el pliegue ungueal
proximal, aunque una porción se extiende bajo la placa ungueal, formando
la lúnula, que es la estructura blanquecina, semilunar, que se observa en
la parte proximal de la uña.
c. Epitelio del lecho ungueal. Produce una cantidad mínima de queratina,
que se adhiere firmemente a la parte inferior de la placa ungueal. El color
rosado de la uña se debe a la vascularidad de la dermis del lecho ungueal.

357
358 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Capítulo 31)

d. Epidermis del hiponiquio. Está por debajo del borde distal de la placa,
y su estrato córneo forma una cutícula que sella la unión entre la parte dis-
tal del lecho y la placa ungueal.
La importancia del conocimiento de la anatomía de la uña es que la cirugía no será
exitosa si no se erradica por completo la matriz ungueal que es responsable de la
alteración de la placa.

INDICACIONES

La patología que asienta en las uñas es múltiple y, dependiendo de la misma, ha-


brá que valorar el tipo de procedimiento entre una oniquectomía parcial y una to-
tal. Así, si la patología únicamente involucra la placa ungueal, ésta es la que será
removida; pero si afecta la matriz ungueal, ésta deberá ser incluida, y más aún
si afecta los tejidos adyacentes a ella (paroniquia).
1. Traumatismo ungueal. En el que se involucra la placa ungueal.
2. Absceso subparoniquio, absceso subungueal. Para drenaje exitoso y pre-
venir osteomielitis.
3. Onicoma, exostosis subungueal. Es una patología benigna que se obser-
va en personas mayores de 55 años, caracterizada por hipertrofia de la ma-
triz ungueal que pierde la proporción bajo de ella, en la matriz o en el lecho
ungueal.
4. Onicocriptosis (uñas encarnadas). Patología común y dolorosa, casi ex-
clusiva del primer ortejo, ocasionada por la desproporción del lecho un-
gueal y el ancho de la placa; suele acompañarse de paroniquia.
5. Paroniquia o panadizo. Infección de los tejidos adyacentes a la uña. Es
secundaria a traumatismo, y puede infectarse desde el lecho hasta la matriz
ungueal. Es muy común en diabéticos.
6. Onicomicosis crónica. Infección por hongos que produce deformidad de
la uña. Se debe dar tratamiento médico específico.
De la patología anteriormente enunciada, en los tres primeros casos sólo se re-
quiere remoción de la placa (uña), y en las siguientes entidades se requerirá in-
cluir a la matriz ungueal, agregando en el último caso resección o remodelación
del tejido inflamado o deformado alrededor del lecho ungueal.

CONTRAINDICACIONES

Existen pocas contraindicaciones; sin embargo, en un traumatismo en el que exis-


ta fractura de la falange distal, la uña puede servir de férula para estabilizar la
Oniquectomía 359

fractura. Es importante hacer mención de que en infección por hongos (onicomi-


cosis) la extracción de la uña no resolverá el problema, sólo hasta que se dé trata-
miento médico específico, y sólo estará indicada su extracción en casos de dolor.

EVALUACIÓN INTEGRAL

La historia clínica del paciente es indispensable para detectar patologías que


pudieran complicar el procedimiento quirúrgico, tales como infección aguda,
coagulopatías, enfermedades que alteren la cicatrización (diabetes mellitus, en-
fermedad cardiovascular, colagenopatías, enfermedad hepática, inmunocompro-
miso, alergia y embarazo).

PROCEDIMIENTO

Material

S Gorro, cubreboca y guantes estériles.


S Jabón quirúrgico (yodopovidona).
S Campo hendido estéril.
S Solución salina o agua bidestilada.
S Gasas estériles y vaselinadas.
S MicroporeR (cinta adhesiva).
S Lidocaína a 1 o 2% sin epinefrina.
S Jeringa de 3 mL con aguja 26.
S Catgut crómico o nylon 3 o 5--0.
S Charola de Mayo.
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.

S Mango de bisturí con hojas 10 y 15.


S Tijeras curvas de Metzenbaum.
S Tijeras rectas de Mayo.
S Pinzas de Kelly.
S Pinzas de disección con y sin dientes.
S Portaagujas.
S Cucharilla y/o espátula.

Manejo preoperatorio

1. Limpieza general y extensa de la región (toda la mano o todo el pie) con


jabón quirúrgico.
360 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Capítulo 31)

2. Aplicación de antiséptico (yodopovidona).


3. Colocación del campo hendido.
4. Considerar uso de antibióticos en caso de infección.

Anestesia local
1. Se aplica anestesia local para bloqueo del nervio digital con lidocaína a 1
o 2% (sin epinefrina, ya que la vasoconstricción puede ocasionar necrosis
distal del dedo) por medio de una aguja delgada (No. 26).
2. Se infiltra a nivel de la base del dedo u ortejo en su cara interna y externa,
profundizando mientras se infiltra 1 mL paulatinamente hasta tocar el
hueso, teniendo cuidado de aspirar antes para verificar que no se picó nin-
gún vaso sanguíneo (figura 31--1).
3. En el trayecto de salida, mover la aguja hacia las caras anterior y posterior
e infiltrar 1 mL para obtener un mejor efecto anestésico.
4. Esperar 3 minutos, aproximadamente, para que haya efecto anestésico.

TÉCNICA QUIRÚRGICA

1. Avulsión de la placa ungueal:

Figura 31--1. Técnica de anestesia local del nervio digital en la base del dedo u ortejo
en cara interna y externa.
Oniquectomía 361

a. Usando una pinza de hemostasia o un instrumento agudo no cortante,


se inserta en el pliegue ungueal proximal, por debajo de la placa (uña),
para liberar la superficie dorsal de la placa.
b. Liberar la unión entre el lecho y la placa ungueal, avanzando desde el
borde ungueal hacia la matriz (figura 31--2B).
c. Tomar la placa ungueal con las pinzas y arrancar con un giro suave (fi-
gura 31--2C).
d. Colocar gasa vaselinada cubriendo el lecho, y fijar con MicroporeR.
2. Oniquectomía parcial (figura 31--3):
a. Cortar sobre la placa ungueal con la tijera recta, insertándola en el plie-
gue ungueal proximal en dirección a la matriz.
b. Introducir el bisturí con hoja No.10 en el surco hecho en la placa, pro-
fundizando hasta llegar al hueso, y extender 1 cm arriba del eponiquio.
c. Realizar una segunda incisión semielíptica, uniendo ambos extremos
de la primera incisión, incluyendo la parte afectada de la uña y los teji-
dos adyacentes.
d. Hacer un movimiento de sierra para cortar los tejidos hipertróficos.

A
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.

Figura 31--2. Avulsión de la placa ungueal. A. Uña dañada por aplastamiento. B. Libera-
ción de la superficie dorsal de la uña con un instrumento romo. C. Extracción de la uña
con una pinza con movimientos de giro y tracción.
362 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Capítulo 31)

Figura 31--3. Oniquectomía parcial. A. Uña enterrada en ángulo superior. B. Corte del
segmento de la uña hasta 2 a 3 mm por debajo del lecho ungueal. C. Extracción del seg-
mento cortado realizando movimientos de giro y tracción con una pinza.

e. Ampliar ambas incisiones con el bisturí (hoja No. 15) hasta llegar al hue-
so, y remover la placa ungueal y los tejidos hipertróficos o infectados.
f. Remover el tejido fibrótico que rodee la falange y raspar el periostio de
la falange para erradicar por completo la matriz ungueal.
g. Remodelar el labio ungueal hipertrófico sobre la incisión para crear un
dedo de aspecto normal.
h. Con el catgut crómico o nylon 3--0, suturar aproximando los bordes de
la herida del eponiquio a la punta del dedo.
i. Colocar gasas vaselinadas como protección y para absorber el sangra-
do, fijándolas y comprimiéndolas moderadamente con cinta adhesiva.
j. Se practica cambio de apósitos cuando sea necesario por espacio de tres
semanas.
3. Oniquectomía total:
a. Se procede a la avulsión de la placa ungueal.
Oniquectomía 363

b. Realizar dos incisiones a cada lado de los pliegues ungueales, exten-


diéndose a 1.5 cm por encima del eponiquio.
c. El pliegue eponiquial resultante se retrae y diseca con cuidado.
d. Se amplían las incisiones en sentido distal y profundo, uniéndolas con
una tercera en la punta del dedo.
e. Disecar los tejidos bajo las incisiones hasta obtener un pliegue del lecho
ungueal, que se retrae hasta el dorso de la falange, y se extrae la totalidad
de los tejidos hasta el punto de fijación de la matriz ungueal, tomando
dos secciones en cuña de los tejidos desde la base de la falange.
f. Suturar con catgut crómico 3--0 y reparar acomodando el pliegue eponi-
quial.
g. Colocar gasa vaselinada para cubrir, la cual se debe fijar con tela adhe-
siva.

Cuidados posoperatorios

1. Evaluar la necesidad de antibioticoterapia.


2. El apósito empleado debe ser abultado para absorber la sangre y que sirva
de protección.
3. El apósito deberá fijarse con presión moderada, garantizando el adecuado
riego sanguíneo.
4. Es recomendable reposo con la extremidad elevada por tres a cinco días.
5. Analgésicos orales cada 6 h.
6. Retirar suturas a los siete días, aunque deberá vigilarse y cubrirse por lo
menos tres semanas más.
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.

COMPLICACIONES

Si el procedimiento es realizado con cuidado, las complicaciones son raras, e in-


cluyen:

1. Sangrado, el cual se controla con compresión moderada (sin comprometer


la irrigación), elevando la extremidad y en ocasiones aplicando frío para
favorecer la vasoconstricción.
2. Infección, la cual se maneja con lavado diario de la herida y con adminis-
tración de antibióticos.
3. Reincidencia por resección inadecuada de la matriz afectada y que reque-
rirá nueva reintervención.
364 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Capítulo 31)

CONCLUSIONES

Debido a la alta frecuencia de la patología que asienta en las uñas, es necesario


conocer el manejo de estas alteraciones, que están al alcance del médico general,
teniendo en cuenta, además, la aplicación de medidas preventivas, como son los
cuidados generales, uso de calzado suave y cómodo, el corte correcto de las uñas
y, por supuesto, la higiene continua de las mismas, en especial en pacientes diabé-
ticos.

REFERENCIAS
1. McCredie J: Cirugía básica. México, Fondo Educativo Interamericano, 1984:479.
2. Nora P: Cirugía, técnicas y procedimientos. México, Interamericana McGraw--Hill, 1990:
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4. Vargas A: Cirugía menor de urgencias. México, Interamericana McGraw--Hill, 1982:41--53.
5. Edgerton MT: El arte de la técnica quirúrgica. México, Interamericana McGraw--Hill, 1988.
6. Keyser J: Surgical treatment of infections and lesions of the perinychium. Hand Clin (US)
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9. Bureau H: Nail surgery and traumatic abnormalities. Derm Surg Oncol 1991;5:613--642.
10. Lathrop R: Ingrowing toenails: causes and treatment. J Derm Surg Oncol 1997;20:119.
32
Manejo de los estomas
en forma ambulatoria
Irma Sánchez Montes

INTRODUCCIÓN

Definición
Estoma deriva del griego stoma, que significa boca; puede ser utilizado en forma
indistinta estoma u ostomía. Se define como estoma a la intervención quirúrgica
o endoscópica que consiste en crear una salida (o boca) artificial en los diferentes
segmentos del tubo digestivo.
El individuo puede requerir un estoma desde el nacimiento por enfermedades
congénitas o en el transcurso de la vida por enfermedades inflamatorias agudas
o crónicas, neoplásicas o traumáticas.
El paciente ostomizado, durante su estancia hospitalaria, cuenta con un grupo
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.

multidisciplinario para su cuidado, como son especialistas, enfermeras, trabaja-


doras sociales y dietistas, iniciando un proceso que debe proseguir para lograr su
reinserción al entorno familiar, social y laboral. Al salir del hospital, el paciente
ostomizado encuentra que es muy difícil su rehabilitación por la pérdida del con-
trol esfinteriano, es decir, la incontinencia de heces, gases, ruidos y, en conse-
cuencia, olores desagradables que conllevan las mayores dificultades para su
reintegración social, laboral, sexual, etc. Requiere de apoyo por personal espe-
cializado; sin embargo, en México el manejo integral aún no ha dado todo el apo-
yo que se necesita para rehabilitar al ostomizado y a sus familiares.
La falta de conocimiento por parte del personal médico y paramédico condi-
ciona una mala calidad de vida para algunos pacientes, los cuales no son orientados

365
366 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Capítulo 32)

adecuadamente y piensan que fue un grave error haberse sometido al tratamiento


quirúrgico.
Los pacientes regresan con el cirujano a la consulta externa con complicacio-
nes que en ocasiones son graves, condicionando desde hospitalización hasta una
reintervención quirúrgica.
El objetivo de este capítulo es orientar al médico general para dar cuidados al
paciente ostomizado internado (ileostomía, colostomía y urostomía) o externo,
para evitar algunas de las complicaciones que se le pueden presentar.

ETIOLOGÍA

La etiología del estoma es muy extensa, desde enfermedades congénitas, infla-


matorias de origen desconocido, adquiridas, por neoplasias, por traumatismos o
por complicaciones de una cirugía abdominal; a continuación se mencionan algu-
nas de ellas:

S Enfermedad intestinal inflamatoria:


S Colitis ulcerosa (CUCI).
S Enfermedad de Crohn.
S Enfermedad intestinal congénita:
S Enfermedad de Hirschsprung o aganglionar.
S Atresia anal.
S Íleo meconial.
S Traumatismos abdominales y de periné:
S Desgarros anorrectales.
S Perforaciones intestinales accidentales.
S Enfermedad intestinal obstructiva:
S Neoplasias:
S Cáncer de colon--sigmoides.
S Cáncer de recto.
S Cáncer anal.
S Vólvulus del colon.
S Enfermedad diverticular del colon:
S Divertículo perforado.
S Fístulas:
S Perianales.
S Rectovaginales.
S Rectovesicales.
S Abscesos perianales complicados (síndrome de Fournier).
S Proctitis y enteritis por radiación.
Manejo de los estomas en forma ambulatoria 367

S Complicaciones secundarias a técnica quirúrgica, por ejemplo falla en la


anastomosis colorrectal.

CLASIFICACIÓN DE LOS ESTOMAS

La clasificación de los estomas pueden ser de acuerdo a:

1. Localización.
2. Función.
3. Duración.
4. Tipo de cirugía.

Clase de ostomías digestivas según su localización y función


S Estomas de nutrición:
S Esofagostomía.
S Gastrostomía.
S Yeyunostomía.
S Estomas de eliminación:
S Yeyunostomía.
S Ileostomía:
S Continente: Kock (con reservorio).
S Incontinente: Brooke.
S Cecostomía.
S Colostomía.
S Sigmoidostomía.

Urostomía es un estoma de derivación urinaria; puede ser al íleon o al colon (figu-


E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.

ra 32--1).

Tipos de estomas según su duración


S Temporales, ostomías realizadas en espera de resolución del motivo que
las ha causado.
S Permanentes: estomas en los que hay imposibilidad de reconstrucción del
tubo digestivo.

Tipos de estomas de acuerdo al tipo de cirugía


S Cirugía programada (en el caso de cáncer de colon).
S Cirugía de urgencia.
368 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Capítulo 32)

A B

C D

Intestino
grueso
(colon)
Conducto
ileal
Conducto
colónico
Intestino
delgado
E F G

Figura 32--1. Diferentes estomas según su localización. Colostomía: A. Colostomía


ascendente. Construida en la parte ascendente del colon. Salida: heces fecales líquidas
o pastosas. B. Colostomía transversa. Construida en la parte transversal del colon. Sa-
lida: heces fecales pastosas o semiformadas. C. Colostomía descendente. Construida
en la parte descendente del colon. Salida: heces fecales pastosas o semiformadas. D.
Colostomía sigmoidea. Construida en la parte sigmoidea del colon. Salida: heces feca-
les completamente formadas. Ileostomía: E. Ileostomía construida con el íleon. Salida
contenido ileal líquido y constante. Urostomía: F. Urostomía derivada a íleon. G. Uros-
tomía derivada a colon.
Manejo de los estomas en forma ambulatoria 369

EVALUACIÓN INTEGRAL DEL PACIENTE

Valorar al paciente ostomizado en forma integral según los siguientes parámetros:


a. Características del estoma.
S Tipo de ostomía:
S Ileostomía (continente o no).
S Colostomía ascendente o derecha.
S Colostomía transversa.
S Colostomía descendente o izquierda.
S Sigmoidostomía.
S Urostomía.
S Tamaño y protuberancia.
S Ubicación y dificultades derivadas de la misma.
S Complicaciones locales del estoma: hundimiento, estenosis, prolapso,
etc.
S Frecuencia y consistencia de las descargas fecales.
S Perspectivas cronológicas: ostomía temporal o definitiva.
b. Características del ostomizado.
S Habilidad de manejo.
S Nivel de comprensión.
S Aceptación de la ostomía.
S Constitución corporal y edad.
S Actividad laboral, ocio, hábitos y costumbres.

CUIDADOS DE LOS ESTOMAS

Los cuidados que deben tener los pacientes ostomizados están orientados a la uti-
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.

lización de las bolsas y accesorios para prevenir las complicaciones inherentes


a éstas, como el cuidado de la piel periostomal, la estenosis y el sangrado, así
como algunas infecciones por Candida.

Equipo de acuerdo al estoma


Existen diferentes equipos para cada estoma; a continuación se describen los de
ileostomía, colostomía y urostomía.

Ileostomía
Las ileostomías no continentes se aconsejan con sistema doble (placa/aro cone-
xión--bolsa colectora), abiertas manualmente por pinzas, ya que cobra especial
370 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Capítulo 32)

B C

Figura 32--2. A. Bolsa con sistema doble (placa/aro conexión bolsa colectora). B. Pinza
para el cerrado de la bolsa. C. Filtros para eliminar gases y olores desagradables.

importancia la protección de la piel periestomal debido a la agresión química pro-


tagonizada por la excreción continua de descargas líquidas con contenido enzi-
mático abrasivo para la piel, en caso de que se produjeran filtraciones o fugas
(figura 32--2).
Tanto en las ileostomías como en las colostomías proximales o distales, los fil-
tros son indispensables para eliminar gases y olores desagradables, facilitando,
además, la adaptación anatómica de la bolsa al disminuir el volumen de la misma.

Colostomía ascendente o derecha y transversa


En estas colostomías se aconseja usar la bolsa cerrada por cerrado mecánico y con
filtro incorporado. Su aplicación está justificada por la periodicidad (dos o tres
veces al día) y consistencia pastosa de las heces una vez adaptada la función di-
gestiva a la agresión quirúrgica sufrida y reeducados los hábitos alimenticios.

Colostomía descendente o izquierda y sigmoidostomía


Estas colostomías pueden ser manejadas con obturador e irrigación, y combinar
obturador más irrigación de acuerdo a su localización; las descargas habituales
son pastosas y el segmento colónico permite la entrada de agua a temperatura cor-
poral en el caso de la irrigación, así como la habituación intestinal a la continencia
horaria que comporta el obturador.

Sistemas de protección periestomal


S Anillo de resina de dos tipos:
Manejo de los estomas en forma ambulatoria 371

S Natural (Karaya).
S Sintética.
S Adhesivos microporosos: para facilitar la transpiración fisiológica de la
piel. Son resistentes al agua para facilitar el baño o ducha con ellos.
S Apósitos protectores celulósicos absorbentes: absorben la humedad y se
adhieren suavemente pero con firmeza. Se caracterizan por su elasticidad,
permitiendo adaptarlos a las irregularidades de la zona periestomal y ajus-
tándose herméticamente, por lo que se evitan fugas. Como consecuencia
de las propiedades anteriormente expuestas, ayudan a mantener la piel en
óptimas condiciones.
S Pasta adhesiva hipoalérgica modelable: se utiliza como complemento de
los apósitos protectores cuando la ubicación de la ostomía en el abdomen
coincide con algún pliegue abdominal o alguna prominencia ósea; se utili-
za de relleno cuando la propia ostomía está hundida; además de proteger
la piel periestomal, facilita la adaptación del dispositivo colector.
S Películas protectoras: se deben utilizar como prevención de las irritaciones
físicas debidas al arrancamiento y reaplicación de los diferentes dispositi-
vos. Se encuentran disponibles en forma de tubo aplicador o también de
toallitas, facilitando el uso ocasional.

Características del equipo


El equipo debe reunir las siguientes características:

S Ajuste apropiado del estoma, es decir, que se adhiera a la piel y que pueda
recortarse al tamaño y forma del estoma.
S Protección de la piel periestomal contra la irritación por contacto; además,
deberá proteger a la piel contra la maceración causada por la excesiva su-
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.

doración.
S Control de los olores: los equipos deben fabricarse con plástico grado mé-
dico, hermético.
S Brindarle al ostomizado seguridad para que tenga confianza para poder
realizar cualquier actividad.

Conservación de la piel periestomal, del estoma


y procedimiento de colocación de la bolsa

Conservación de la piel periestomal


La integridad de la piel periestomal es de gran importancia, ya que su pérdida
condiciona la no adherencia y colocación del dispositivo colector, implicando fu-
372 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Capítulo 32)

gas del contenido intestinal y dando como resultado una piel irritada que llega a
la necrosis con grandes pérdidas de la pared abdominal, llevando al fracaso la
cirugía y observando una alta morbimortalidad.
La protección de la piel periestomal empieza por respetar al máximo los meca-
nismos fisiológicos de protección:

1. Integridad de la capa córnea de la epidermis, para favorecer con ello su re-


sistencia a la penetración microbiana.
2. Mantener ligeramente ácido (5 a 6) el pH de la misma para favorecer la
regeneración de la flora cutánea, que, a su vez, tiene un efecto bacteriostá-
tico y fungicida.

Otro factor importante es la edad del paciente, ya que, con el paso de los años,
la epidermis —capa externa de la piel— pierde espesor y disminuyen la secreción
de sus glándulas sebáceas y su elasticidad. Si a ello se suma déficit proteico por
malnutrición, las condiciones se dan para que aparezcan lesiones con facilidad.
Los signos de alerta ante una hipersensibilidad periestomal son enrojecimien-
to de la piel, produciéndose escoriaciones que pueden dar lugar a ulceraciones
y posteriormente necrosis si no se actúa con prontitud.
La prevención de complicaciones periestomales empieza por evitar los agen-
tes agresores, que se describen en el cuadro 32--1, lo mismo que la forma de pre-
venirlos.

Cuidados de los estomas

Para evitar el sangrado de la mucosa, mantenerla siempre húmeda (lubricante


quirúrgico o vaselina); aplicación de cremas antihemorroidales en la mucosa para
disminuir el dolor y el sangrado y desinflamar el tejido.
Para evitar la estenosis (ileostomía/urostomía), se le indica al paciente efectuar
de dos a tres veces al día dilataciones, utilizando un dedal con lubricante quirúr-
gico; esto disminuirá la tendencia del estoma a estenosarse.
En la colostomía no es necesario, ya que la misma salida de la materia fecal
produce una dilatación.

Colocación del equipo de colostomía y urostomía

1. Lavarse las manos.


2. Reunir el equipo necesario (bolsa, barrera, gasa, agua, pinza, pasta, tijeras,
toalla, rastrillo, guantes, etc.).
3. Colocar agua en un recipiente.
4. Comenzar a despegar la barrera de la piel con agua, gasa o toalla; sostener
y empujar (figura 32--3A).
Manejo de los estomas en forma ambulatoria 373

Cuadro 32--1. Agentes agresores de la piel periostomal y forma de prevenir


Agentes agresores Prevención
Humedad: da lugar a maceración de la piel Utilizar dispositivos cuyos adhesivos sean mi-
y, como consecuencia, facilita la sobrein- croporosos y sujeción segura para evitar
fección de la misma (micosis, etc.) fugas de exudados
Irritaciones químicas: el contenido fecal Ajustar el tamaño del aro protector del disposi-
abundante (colostomía) y las descargas tivo o placa de conexión al estoma, con ayu-
electrolíticas y enzimáticas continuas da de las guías milimétricas para su medición
(ileostomías) comparten la alteración de (de 10 a 100 mm). Es importante realizarlo
la capa córnea de la piel y cambios en el con periodicidad en las primeras semanas
pH de la misma (pH piel = 5 a 6; pH ileos- posostomía, que es cuando mayores modifi-
tomía = 8 caciones sufre
Higiene inadecuada Para una higiene correcta se aconseja:
S Jabón neutro
S Esponja natural
S Agua tibia
S Secado suave, al sol (por efecto bacteri-
cida) o secado de aire frío
En caso de vello periestomal, debe recortarse
con tijeras. Nunca rasurar ni utilizar cremas
depiladoras, para disminuir el riesgo de micro-
lesiones que facilitarán procesos infecciosos
Irritaciones físicas: se deben al arranca- Enseñar al ostomizado a despegar el dispositi-
miento y reaplicación sucesiva de las vo desde el borde superior al inferior a la vez
bolsas colectoras que con la mano sujeta la piel del abdomen
Usar película protectora de la piel periestomal
después de efectuar la higiene
Utilizar el dispositivo de sistema doble (placa
aro--bolsa colectora), ya que la duración
media del aro adhesivo es de 5 a 6 días, con
lo que evita cambios diarios del mismo
Reacciones alérgicas: dependen de la idio- Ante su aparición se debe cambiar el sistema
sincrasia del individuo y los elementos colector, ya que la simple dermatitis inicial se
alérgicos de los adhesivos podría convertir en una progresiva y grave
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ulceración

A B C

Figura 32--3. A. Despegar la barrera de la piel. B. Limpiar la piel con agua y jabón neutro.
C. Secar la piel con gasa o toalla.
374 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Capítulo 32)

A B C
Figura 32--4. A. Medir adecuadamente el estoma con el molde. B. Dibujar el molde en
la barrera y cortarlo dos milímetros adicionales. C. Colocar pasta alrededor del estoma
y pliegues para nivelar el abdomen.

5. Retirar completamente la barrera.


6. Limpiar la piel con agua y jabón neutro (figura 32--3B).
7. Secar la piel con gasa o toalla (figura 32--3C).
8. Rasurar en caso necesario con jabón o crema de afeitar, nunca en seco o
con rasuradora eléctrica.
9. Limpiar nuevamente y secar la piel.
10. Medir adecuadamente el estoma (guía de medición y/o molde) (figura
32--4A).
11. Dibujar el molde en la barrera y cortarlo (2 mm adicionales a la medida
del estoma) (figura 32--4B).
12. Colocar polvo en la piel periestomal.
13. Retirar el exceso de polvo con una gasa.
14. Colocar pasta en poca cantidad, si fuera necesario, alrededor del estoma
y pliegues, nivelando el abdomen (figura 32--4C).
15. Manejar la pasta con la yema del dedo humedecido con poco agua, si fuera
necesario.
16. Si el paciente experimenta problemas de adhesión de la placa protectora,
es recomendable precalentarla para aumentar la adhesividad de la misma
(calentar con la mano, con un foco o con secador de cabello).
17. Aplicar gel protector cutáneo si fuera necesario (nunca en piel de bebé, de
ancianos o irritada) y esperar a que seque.
18. Colocar el lubricante dentro de la bolsa para abrirla con mayor facilidad
(figura 32--5A).
19. Desprender el papel protector de la barrera (figura 32--5B).
20. Colocar la barrera sobre la piel, cuidando que el estoma quede dentro del
orificio (figura 32--5C).
21. Colocar el filtro de carbón activado (colostomía) para evitar el mal olor
(figura 32--6A).
22. En caso de usar sistema de dos piezas, ensamblar la bolsa a la barrera
(figura 32--6B).
Manejo de los estomas en forma ambulatoria 375

A B C

Figura 32--5. A. Colocar el lubricante dentro de la bolsa para abrir con mayor facilidad.
B. Desprender el papel protector de la barrera. C. Colocar la barrera sobre la piel, cui-
dando que el estoma quede dentro del orificio.

23. Colocar la pinza o cerrar la llave (figura 32--6C).


24. Cerciorarse de que la pinza esté bien colocada.
25. Verificar el cierre de la bolsa para evitar la salida de la orina (figura
32--7A).
26. Se deberá colocar el drenaje colector nocturno en caso de colostomía
(figura 32--7B).
27. Lavarse las manos.

Es importante recordar que, por la noche, el paciente urostomizado debe invaria-


blemente conectarse a una bolsa de cama, para evitar excesiva presión de la bolsa.

Cuidados específicos en las ileostomías,


colostomías y urostomías

1. Cuidados específicos en las ileostomías:


E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.

A B C

Figura 32--6. A. Colocar un filtro de carbón activado (colostomía opcional). B. En caso


de usar bolsa de dos piezas, ensamblar la bolsa a la barrera. C. Verificar que la cerra-
dura de la bolsa (pinza) haya quedado bien cerrada.
376 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Capítulo 32)

Figura 32--7. A. En el caso de urostomía, verificar que la cerradura de la bolsa (válvula)


haya quedado bien cerrada. B. Por la noche se deberá conectar a un drenaje nocturno
(bolsa de cama).

S Usar bolsas drenables.


S Proteger la piel con barrera líquida.
S Fraccionar la dieta hasta en cinco tomas.
2. Cuidados específicos en las colostomías:
S Uso de filtro de carbón activado.
S Evitar alimentos que puedan bloquear el estoma.
3. Cuidados específicos en las urostomías:
S Usar bolsas con válvula antirreflujo y válvula de drenaje.
S Conectar a un drenaje nocturno.
S Hacer dilataciones manuales en cada cambio del equipo.
S Limpiar la piel con ácido acético diluido a 50% con agua.
S Consumir alimentos ácidos.

ALIMENTACIÓN

El objetivo dietético, tras un estoma, consiste en que el paciente reanude su ali-


mentación habitual. Las complicaciones más frecuentes son la diarrea, constipa-
ción, flatulencia y olor desagradable. No hay dietas específicas como tales, pero
el objetivo de la dieta es que sea nutritiva y de buen sabor, con mínimo residuo,
evitar el olor desagradable, disminuir alimentos productores de gas y mejorar los
trastornos de la motilidad. En el cuadro 32--2 se proporciona una orientación de
los alimentos para pacientes con estomas.
En pacientes con ileostomía se recomienda fraccionar la alimentación en quin-
tos, así como incrementar la ingesta de agua y salar un poco más los alimentos,
sobre todo en época de calor.
Manejo de los estomas en forma ambulatoria 377

Cuadro 32--2. Orientación para la alimentación de un paciente con estoma


Alimentos permitidos Plátano, agua de Jamaica, puré de manzana, queso amarillo, jamón,
crema de cacahuate, betabel, SidralR con TehuacánR
Alimentos no permitidos Fruta cruda (piña), frutas secas, verduras crudas (apio, elote, nuez,
pasas), queso fresco, coco, frutas con cáscara, granos y semillas
Alimentos que produ- Especies, chiles, mostaza, vinagre, salsa, alimentos con semilla, frutas
cen irritación crudas, cítricos, vegetales crudos, palomitas, nueces, coco, tomate
Alimentos que contribu- Vegetales crudos, brócoli, frijol, leche fresca fría, cerveza, ciruela
yen a causar diarrea pasa, condimentos irritantes, frutas crudas
Para disminuir la pro- Masticar lentamente, no masticar chicle, evitar bebidas carbonata-
ducción de gas das, yoghurt, mantequilla, col, repollo, legumbres, cebolla

GRUPOS DE APOYO (AUTOAYUDA)

Los grupos de autoayuda permiten al individuo la aceptación más rápida de su


enfermedad y del estoma; aprenden lo necesario sobre el estoma, la alimentación
y los equipos para su control, y se adaptan a su nueva forma de vida.
Todos los grupos de autoayuda aceptan visitantes; es importante conocer dón-
de se localizan, para que el paciente acuda a ellos.
Si se diagnostica otra complicación, como hernia periostomal o hiperplasia,
se deberá canalizar al especialista que operó al paciente para su manejo integral.

CONCLUSIONES

S Conocer los diferentes estomas según su localización, función y duración.


E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.

S Los equipos idóneos para el paciente con estoma son aquéllos que cum-
plen ajuste apropiado al estoma, protección de la piel periestomal y control
de los olores, y que proporcionan mayor seguridad.
S La prevención evitará las complicaciones y permitirá al paciente y a sus
familiares adaptarse más rápido a su nuevo estilo de vida.
S Canalizar al paciente a terapia grupal.

REFERENCIAS
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gestivo. Madrid, Coloplast, 1990.
2. Sánchez–Montes I: Memorias. I Curso Monográfico Estomas. IMSS, AMCG, 1993.
3. Brooke B, Meter K, Todd IP: Stomas. Clin Gastroenterol 1982;11(2):235--431.
378 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Capítulo 32)
33
Episiotomía
Iris de la Cruz Sebastián

INTRODUCCIÓN

La episiotomía y la episiorrafia son conceptos y procedimientos que van de la


mano, puesto que una episiotomía va acompañada necesariamente de una episio-
rrafia; sin embargo, una episiorrafia sólo se puede ejecutar como procedimiento
reparador en caso de una lesión de la pared vaginal o del periné.

Definiciones
Episiotomía: procedimiento que consiste en la incisión perineal para ampliar el
orificio vulvar y permitir una salida más fácil del feto. Se realizan episiotomías
casi en todos los primeros partos, e incluso en muchas multigrávidas. Es, en sen-
tido estricto, la incisión de los genitales externos.
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.

Episiorrafia: es la reparación con técnica quirúrgica de la fascia lesionada en


una episiotomía o desgarro; debe realizarse bajo anestesia local o regional.
Los tejidos incididos en la episiotomía son:
S Mucosa de la pared vaginal posterior.
S Piel y tejido subcutáneo perineal.
S Cuerpo perineal, que es en sí el rafe medio del elevador del ano, situado
entre el ano y la vagina y reforzado por el tendón central del perineo, que
consta de los músculos bulbocavernosos, músculos perineales transversos su-
perficiales y profundos y los músculos externo e interno del esfínter del ano.

379
380 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Capítulo 33)

A B

Figura 33--1. Tipos de episiotomía. A. Mediana. B. Mediolateral.

Hay dos tipos principales de episiotomías: mediana y lateral.

Episiotomía mediana

Es la episiotomía más fácil de realizar y de reparar; además, es la menos dolorosa


y la que menos sangra. Consiste en incidir el rafe medio del perineo; no obstante,
con esta incisión la episiotomía se puede extender a una laceración de cuarto
grado, lo que puede ocurrir hasta en aproximadamente 24% de los casos (figura
33--1A).

Episiotomía mediolateral

Este tipo de incisión es más doloroso, puede sangrar más, pero no es tan frecuente
su desgarro a laceración, siendo hasta en 9% de los casos de tercer grado. Debe
efectuarse hacia abajo y afuera, en dirección del borde lateral del esfínter anal.
Entre sus efectos secundarios se puede presentar dispareunia posparto (figura
33--1B).

INDICACIONES

Este procedimiento previene una dilatación excesiva con la posible laceración de


los tejidos perineales. La incisión es más sencilla de reparar que los desgarros,
Episiotomía 381

y disminuye las lesiones anteriores. Es una operación muy común, y Ducherney


menciona tres indicaciones para realizarla:

S Cuando el desgarro es inminente.


S En los partos pélvicos o con el uso de fórceps.
S Para facilitar el parto.

No obstante, estos criterios son flexibles y no son absolutos.


Entre las indicaciones relativas se encuentran:

S Parto difícil en primigesta.


S Indicaciones fetales (como distocia de hombro, parto pélvico, operaciones
de extractor al vacío, posición occipitoposterior, sufrimiento fetal y pre-
maturez, ya que los huesos de la cabeza no son lo suficientemente duros
para tolerar la resistencia perineal).
S Facilitación del parto en embarazos gemelares.
S Reparación de una laceración vestibular con hemorragia no controlada se-
cundaria a parto explosivo.

En primigestas, algunos expertos refieren que se puede evitar la episiotomía ayu-


dando a la mujer a preparar la zona del periné con ejercicios durante el embarazo.
El estado emocional de la paciente es un factor importante, ya que la ansiedad
y la desconfianza pueden dificultar la relajación del periné, requiriendo así una
episiotomía.
Las indicaciones para realizar una episiorrafia son:

S Reparación de una episiotomía,


S Reparación de un desgarro de primero o segundo grado,
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CONTRAINDICACIONES

No existe una contraindicación precisa de la episiotomía, a excepción de su uso


rutinario; sin embargo, antes de realizar una episiotomía deben hacerse las si-
guientes preguntas evaluatorias:

S ¿Cuánto tiempo antes del parto se deben realizar?


Si se realiza una episiotomía temprana de modo innecesario, la hemorragia
de la incisión puede ser considerable en el periodo entre la episiotomía y
el parto; si se realiza demasiado tarde, los músculos del piso perineal ya
382 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Capítulo 33)

Cuadro 33--1. Ventajas y desventajas de las episiotomías mediana y mediolateral


Características Episiotomía mediana Episiotomía mediolateral
Reparación quirúrgica Fácil Más difícil
Cicatrización defectuosa Rara Más frecuente
Dolor posoperatorio Mínimo Frecuente
Resultados anatómicos Excelentes Ocasionalmente malos
Pérdida de sangre Menor Mayor
Dispareunia Rara Ocasional
Extensiones Frecuentes Infrecuente

habrán sufrido un estiramiento excesivo y se anula uno de los objetivos del


procedimiento; por lo tanto, la contraindicación obvia sería no observar la
cabeza en una contracción con un diámetro de 3 a 4 cm.
S ¿Qué tipo de incisión se debe realizar: mediana o mediolateral?
Existen ventajas y desventajas entre las episiotomías medianas y mediola-
terales, las que se exponen en el cuadro 33--1. Como se puede notar, la ven-
taja de la incisión mediana es total, siendo la indicación precisa de la epi-
siotomía mediolateral la extensión a desgarro de tercer o cuarto grado.
S ¿Se debe reparar la episiotomía antes o después de la expulsión de la pla-
centa?
El momento adecuado para la episiorrafia es después del alumbramiento.
S ¿Cuáles son las mejores técnicas y materiales de sutura?
Para reparar los tejidos incididos se recomienda una sutura absorbible, ya
sea catgut crómico o ácido poliglicólico 2 o 3 ceros.

MATERIALES Y MÉTODOS

Además del material empleado en el procedimiento del parto, para realizar la epi-
siotomía y episiorrafia se requiere:

S Gasas estériles.
S Agua inyectable.
S Lidocaína a 1%.
S Jeringa con aguja para infiltrar el anestésico.
S Tijeras quirúrgicas.
S Portaagujas.
S Pinzas de disección.
S Pinzas de Kelly.
Episiotomía 383

Figura 33--2. Al distender la cabeza fetal el perineo se introducen dos dedos para expo-
ner el rafe medio y poder realizar la episiotomía.

S Lámpara de chicote.
S Suturas catgut crómico 3--0 con aguja atraumática.

Método

Cuando la cabeza fetal empieza a distender el perineo, se introducen los dedos


segundo y tercero de la mano izquierda entre la cabeza fetal y el periné, expo-
niendo el rafe medio del perineo (figura 33--2); se procede entonces a realizar el
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corte en dicha estructura, en caso que se decida episiotomía mediana, o hacia aba-
jo y hacia afuera, en el caso de episiotomía mediolateral (previo al procedimiento
se presume que se realizó antisepsia de la región, así como anestesia regional o
local).
Después del alumbramiento se realiza una limpieza de la región con agua in-
yectable y gasas, para dejar las estructuras a reparar más accesibles para el médi-
co. Se realiza entonces la episiorrafia bajo infiltración local o regional de la zona,
y se emplea una sutura de catgut crómico o poliglicólica. Alrededor de 0.5 cm
por encima del ápice de la incisión de la pared vaginal posterior se inicia con
sutura continua para cerrar tanto el tejido subyacente como la mucosa vaginal
hasta el anillo del himen (figura 33--3); se amarra la sutura. Se colocan tres o cua-
tro suturas simples en el músculo y la fascia del perineo. La fascia superficial del
perineo se repara con sutura continua en punto estilo subcuticular y se amarra a
384 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Capítulo 33)

Figura 33--3. Cierre de mucosa vaginal.

nivel del anillo del himen (figura 33--4). La piel puede suturarse en forma subcu-
tánea o con puntos simples separados (figura 33--5); se recomienda no apretar en
demasía los puntos, ya que esto predispone a necrosis de los tejidos. Finalmente,
se comprueba el cierre de las estructuras, se verifica hemostasia y se realiza una
limpieza regional.

Figura 33--4. Cierre de músculo con puntos simples y fascia perineal con puntos subcu-
ticulares.
Episiotomía 385

Figura 33--5. Cierre de la piel con puntos simples.

COMPLICACIONES

Las complicaciones más frecuentes suelen ser la formación de hematomas, infec-


ción, dehiscencia de la sutura y dispareunia. Todas estas situaciones son muy
molestas, y suelen evidenciarse en los primeros tres a cuatro días posteriores al
parto; deben solucionarse rápidamente, para evitar su agravamiento e incorrecta
cicatrización.
En caso de presentarse alguna de estas complicaciones, es conveniente lavar
la herida con antisépticos y tratar la zona con antibióticos y cicatrizantes varias
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.

veces por día. Si la dehiscencia es muy amplia, se debe curar la herida, si es que
está infectada, y posteriormente volverla a reparar con suturas, ya que un trata-
miento con cicatrizantes no será suficiente ni redundará en una óptima resolución
de la herida. Es importante y fundamental hacer un seguimiento de las lesiones,
así como mantener una adecuada higiene y demorar la práctica de relaciones se-
xuales, el levantamiento de artículos pesados y el ejercicio físico.

Cuidados de la episiotomía

Es habitual que la herida de la episiotomía resulte dolorosa en los primeros días


por acumulación de líquido en sus bordes, que los edematiza y condiciona con
esto que los puntos de la sutura tiren de la piel a su alrededor.
386 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Capítulo 33)

Es frecuente también la presencia de una extraña sensación de picazón a medi-


da que la episiotomía va cicatrizando.
La mejor manera de cuidar y proteger la herida de complicaciones es tener es-
trictas medida de higiene, por lo que deberán realizarse baños o duchas con jabón
blanco sin perfume o antisépticos yodados. Es muy importante mantener la zona
seca luego de la limpieza y apósitos de gasa suave, que deberán ser cambiados
frecuentemente; evitar el uso de toallas para el secado ayuda a no irritar la piel
de la vulva.

CONCLUSIONES

Se trata de un procedimiento quirúrgico de importancia para que se lleve a cabo


un parto poco traumático, tanto para la madre como para el producto, por lo que
se recomienda prestar especial atención a este procedimiento, que parece ser muy
fácil, pero que no lo es, pues de su debida realización dependerá una buena evolu-
ción y recuperación.

REFERENCIAS
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Manual Moderno, 1997:266--268.
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8. Antony S, Buitendsijk S: Episiotomies and the occurrence of severe perineal lacerations.
Br J Obstet Gynecol 1994;101:1064.
34
Cómo realizar una punción lumbar
Nicolás Ramón Flores Córdova

La punción lumbar (PL) consiste en la introducción de una aguja dentro del con-
ducto raquídeo en la región lumbar, con el fin de dejar salir el líquido cefalorra-
quídeo (LCR), medir la presión y mandar al laboratorio para realizar diferentes
exámenes. La PL tiene tres indicaciones: diagnóstica, de tratamiento y anestési-
ca. En este capítulo se tratará la primera.

HISTORIA

El primer procedimiento realizado en el mundo fue en diciembre de 1890, y apa-


rece en la literatura en el año 1891; fue realizada por Quincke, en Alemania, para
la obtención de líquido cefalorraquídeo. Realizó una punción lumbar en un niño
comatoso de dos años de edad, del que se sospechaba que tenía meningitis tubercu-
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.

losa.
Ya en el antiguo Egipto se sabía que el LCR envolvía al cerebro. En el siglo
XVI se realizó la primera descripción de su presencia en las cavidades ventricula-
res. En 1692, Valsalva, y un siglo después Cotugno, describieron la continuidad
del sistema ventricular y subaracnoideo.
Recién en 1827, François Magendie hizo la primera descripción completa del
LCR, incluyendo su producción y reabsorción. En 1912, Mestrezat, Sicard y Gui-
llain describieron la composición química del LCR, y Widal, Sicard y Ravaut
describieron la citología del líquido.

387
388 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Capítulo 34)

INDICACIONES

En diversos padecimientos del sistema nervioso central, la PL sigue siendo el es-


tudio idóneo. Por ejemplo:

S Infecciones: meningitis, encefalitis, abscesos.


S Hemorragia subaracnoidea y otros tipos de hemorragia intracraneal.
S Tumores, cánceres del sistema nervioso central, en particular metástasis
a las meninges, como en casos de leucemia, linfomas, carcinoma menín-
geo o meningitis carcinomatosa.
S Auxiliar en el diagnóstico de enfermedades degenerativas del sistema ner-
vioso, en especial para esclerosis múltiple; identificar aumento en la pre-
sión intracraneana por diferentes padecimientos.

En el LCR se debe determinar el número de linfocitos, polimorfonucleares y eri-


trocitos, así como buscar células anormales, como son histiocitos espumosos,
que indican daño cerebral agudo, y células tumorales o leucémicas. Se pueden
medir gammaglobulinas y VDRL directamente en el líquido si es necesario, ade-
más de anticuerpos específicos. Actualmente es posible detectar células cubiertas
por antígenos en casos de encefalitis por herpes simple y meningitis por Haemo-
philus influenzae. Se pueden encontrar antígenos bacterianos por técnicas de
contrainmunoelectroforesis, haciendo el diagnóstico de meningitis bacteriana
parcialmente tratada.

CONTRAINDICACIONES

Si el paciente cursa con hipertensión intracraneana, diversos estudios han demos-


trado que su condición puede empeorar si se efectúa la PL, y puede llegar a morir
por enclavamiento del bulbo raquídeo en el agujero magno. No debe realizarse
una punción lumbar hasta que se descarte la presencia de hipertensión intracra-
neana cuando las siguientes condiciones están presentes en un paciente:

S Historia de cefalea con aumento progresivo de su intensidad.


S Presencia de síntomas neurológicos localizados.
S Historia de deterioro progresivo del estado mental.
S Presencia de papiledema.
S Historia o exploración física que sugieren sinusitis frontal u otitis media.
S En pacientes con defectos de la coagulación, ya sea por una enfermedad
o por el uso de anticoagulantes. Cuando se llega a indicar una punción en
Cómo realizar una punción lumbar 389

estos pacientes, se debe hacer con extremo cuidado con una aguja de cali-
bre delgado y debe ser realizada por una persona experimentada. Valorar
el beneficio contra la complicación del hematoma.
S En pacientes que cursan con infección en el sitio de la punción.
S En pacientes con compresión medular, como una contraindicación rela-
tiva.
S Que el paciente no acepte el procedimiento.

Consentimiento informado
En cuanto a la preparación antes del procedimiento de forma apegada a derecho,
es necesario explicar al paciente, en forma completa, por qué se le realizará ese
procedimiento, todas las características del mismo, indicaciones y contraindica-
ciones, así como posibles complicaciones, debiendo firmar un consentimiento
para el médico que realice la punción. Aunque la posición del examen puede ser
poco confortable, es completamente necesario que la persona permanezca quieta
para evitar mover la aguja, lo cual podría incluso desgarrar la duramadre a ese
nivel. Además, se debe recordar que posterior al procedimiento el paciente debe
permanecer acostado por algunas horas.

MATERIAL

El instrumental que se requiere es el siguiente:


S Anestésico local (lidocaína a 1% simple).
S Agujas de calibre 22 y 25.
S Jeringa de 3 mL.
S Antiséptico para la piel (yodopovidona).
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.

S Pinzas y gasas para aplicarlo.


S Raquimanómetro para medir la presión del LCR.
S Sábana hendida con apertura de 5 x 5 cm.
S Cubrebocas, bata y guantes estériles.
S Agujas para punción lumbar de calibres 20 y 22; recientemente se ha suge-
rido el uso de la aguja más delgada posible, de calibre 25. Se ha visto que
disminuye la incidencia de complicaciones, como cefalea y hematomas.
S Llave de tres vías.
S 4 tubos recolectores.
Antes de iniciar el procedimiento, informar al paciente sobre los pasos a realizar,
con el objetivo de tenerlo lo más relajado posible. Existen equipos ya preparados
para la punción lumbar, que contienen todo el material necesario.
390 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Capítulo 34)

Figura 34--1. Posición fetal para punción lumbar.

MÉTODO

Medidas preoperatorias

Posición: mantener al paciente en la posición adecuada es uno de los puntos más


importantes en una punción lumbar. Existen dos posiciones que se pueden utili-
zar. La primera y más frecuente es colocar al paciente en decúbito lateral con la
cabeza flexionada, tratando que la barbilla esté en contacto con la cara anterior
del tórax y descansando la cabeza en una almohada, cuidando que los hombros
queden a la misma altura y en el mismo plano y que las piernas (los muslos) estén
en contacto con el abdomen (posición fetal). Se vigila que los hombros y la pelvis
se encuentren perpendiculares a la mesa y que la columna vertebral esté paralela
a ella. Esta posición tiene como objetivo flexionar al máximo la columna verte-
bral, abrir los espacios intervertebrales y separar las apófisis espinosas de las vér-
tebras (figura 34--1).
La segunda posición es la de sentado. Esta posición se emplea en pacientes
deshidratados, muy obesos, con escoliosis o espondilitis anquilosante. En estos
pacientes es más fácil localizar la línea media, y en el caso de los deshidratados
o pacientes seniles esta posición permite que se llene el saco lumbar con líquido
y sea más sencillo obtenerlo. Se sienta al paciente en la orilla de la mesa, se flexio-
nan tanto la cabeza hacia delante (hasta que el mentón toque el tórax) como la
columna hacia atrás, y los brazos se colocan cruzados sobre el abdomen superior;
los pies deben estar en contacto con un banco de altura para dar seguridad tanto
Cómo realizar una punción lumbar 391

Figura 34--2. Posición de sentado para punción lumbar.

al paciente como al médico (figura 34--2). El sitio ideal para llevar a cabo la pun-
ción es el espacio entre L4 y L5. Se pueden utilizar los espacios entre L3 y L4
o L5 y S1 como alternativas. Para identificar el sitio de punción, se palpa la espina
iliaca posterior y superior de manera bilateral y se conectan por medio de una
línea imaginaria. El proceso espinoso de L4 se encuentra a la altura donde esta
línea cruza la columna. Se palpa el espacio intervertebral que se encuentra por
debajo de ésta, correspondiendo a L4--L5. Se recomienda que la exploración de
la espalda y columna lumbar se efectúe antes de hacer la asepsia y antisepsia del
área, ya que así se tendrá un panorama de toda el área antes de cubrirla con la
sabana estéril (figura 34--3).
Se coloca el cubreboca, se lavan las manos en condiciones asépticas, colocán-
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.

dose bata y guantes estériles, y se prepara la piel de la espalda con una solución
antiséptica (yodopovidona). Posteriormente se cubre la espalda con una sábana
hendida, dejando al descubierto el sitio de la punción.
Se infiltra la piel localmente con lidocaína simple a 1% con una aguja de cali-
bre 25, hasta formar un botón cutáneo. Posteriormente, utilizando una aguja de
calibre 22, se infiltra a mayor profundidad en la región interespinosa, en el sitio
donde se va a puncionar (figura 34--4).
Se inserta la aguja para punción lumbar en la línea media, con el bisel dirigido
horizontalmente (paralelo a la columna). Es importante mantener el estilete en
su correcta posición antes de insertar la aguja, para reducir el riesgo de introducir
un tapón de piel al canal espinal, desencadenar un proceso inflamatorio y no
poder identificar el espacio subaracnoideo (salida de sangre en caso de ser una
punción traumática). Una punción exitosa requiere que la aguja permanezca en
392 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Capítulo 34)

Figura 34--3. El sitio ideal para la punción lumbar es el espacio intervertebral L4--L5.

Figura 34--4. Paciente cubierto con campos quirúrgicos estériles e inicio de la anestesia
local.
Cómo realizar una punción lumbar 393

la línea media mientras se introduce. Al insertar la aguja, ésta se debe dirigir a


un ángulo de aproximadamente 10_ en dirección cefálica. Esto se hace debido
a la angulación de las apófisis espinosas a este nivel. Al avanzar la aguja se puede
sentir una ruptura o un “tronido”, que indica que la aguja ha atravesado el liga-
mento amarillo (como el ruido que hace una aguja al cruzar una hoja de papel).
Con los equipos actuales, esa sensación puede no ser percibida, ya que las agu-
jas son sumamente afiladas y los ligamentos no ofrecen gran resistencia. Es por
esto que, al acercarse al espacio subaracnoideo, se debe retirar el estilete cada 1 a
2 mm para verificar si aparece LCR. Esto se hace para evitar pasarse del espacio
subaracnoideo, penetrar y producir una punción traumática (figuras 34--5 y 34--6).
En ocasiones se puede llegar a sentir un segundo “tronido” (que puede ser el
primero, si no se percibió un primero al pasar por el ligamento) al penetrar la dura
y entrar al espacio subaracnoideo. Se debe retirar el estilete y verificar si sale lí-
quido, ya que es casi seguro que se encuentre la aguja en el espacio subaracnoideo.
Una vez que aparece LCR, si se requiere medir la presión del líquido, se une
el raquimanómetro y la llave de tres vías a la aguja. El rango normal de presión
es de 70 a 180 mm H2O. Dessloch ha encontrado que una presión aumentada
puede caer a rangos normales después de un minuto posterior a la introducción
de la aguja. Se le pide al paciente que estire las piernas y cuello y que se relaje,
para tener una medición acertada de la presión.
Posteriormente se recolecta el líquido que se requiere. La cantidad depende del
número de pruebas que se planea hacer. En general, se requiere de tres tubos, con
5 mL cada uno, a los cuales se les numera tubo 1, tubo 2, tubo 3; al hacerlo así,
se puede identificar, en el caso de ser el LCR hemorrágico por la punción, cómo
se va aclarando el líquido (figura 34--7).
Estos tubos, al mandarlos al laboratorio, se rotularán citológico, químico y, en
algunas ocasiones, inmunológico. Si la cantidad de líquido disminuye conforme
se van recogiendo las muestras, se recomienda girar la aguja 180_, con lo que au-
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menta el flujo. Esto se debe a que una raíz nerviosa puede obstruir el orificio de
la aguja y se libera al girarla. Finalmente, se introduce de nuevo el estilete y se
retira la aguja. Si se saca la aguja sin haber colocado el estilete, puede crear vacío
y atrapar una raíz nerviosa al final de la aguja. Se debe aplicar presión en el sitio
de punción.

COMPLICACIONES

Cefalea

Se debe a la elongación de los vasos sanguíneos perforantes por disminución de


la presión de LCR, resultante de la pérdida de LCR. El tamaño del orificio en la
394 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Capítulo 34)

Figura 34--5. Punción lumbar. Al rebasar el ligamento amarillo, retirar el estilete para
verificar si aparece líquido

dura es el factor más importante en la fisiopatología de la cefalea, por lo que se


debe procurar hacer sólo un orificio y utilizar la aguja más pequeña posible. La
cefalea es postural, ya que se exacerba en la posición supina y disminuye o in-
cluso desaparece en la posición horizontal. La incidencia es de aproximadamente
40%, y 20% de los pacientes la presentan entre los primeros 30 minutos y 24 ho-
ras posteriores al procedimiento. Puede ser severa y acompañarse de náusea y vó-
mito, así como rigidez de nuca. Como medidas terapéuticas para la cefalea se uti-
lizan el reposo, analgésicos y buena hidratación oral o intravenosa.

Hematoma

Los síntomas incluyen debilidad, pérdida sensitiva en los miembros inferiores y


disfunción vesical. Es considerada como una complicación rara. Se presenta en
Cómo realizar una punción lumbar 395

Figura 34--6. La aguja ha rebasado el espacio subaracnoideo y ha penetrado en la mé-


dula espinal, llevando al paciente a una punción traumática.

pacientes con tratamiento anticoagulante o con disfunción hepática, y también


por laceración de una vena o plexo venoso. Se puede evitar manteniendo la aguja
siempre sobre la línea media.
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Figura 34--7. Recolección del líquido cefalorraquídeo, cuya cantidad dependerá de las
pruebas de laboratorio a realizar.
396 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Capítulo 34)

Herniación de la médula espinal

Es resultado de la extracción de LCR por debajo del foramen magno en pacientes


que tienen aumento de la presión del LCR. Está contraindicada una punción lum-
bar distal a una masa intraespinal.
Exacerbación de síntomas neurológicos periféricos secundarios a un tumor
intraespinal.
Parálisis temporal del VI par craneano: debido a que se extraen cantidades ex-
cesivas de líquido, esto produce tracción sobre este nervio, llevando a una paráli-
sis temporal, daño al anillo fibroso o al núcleo pulposo de las vértebras. Esto se
debe a penetración excesiva de la aguja.
Infección: se ha llegado a producir empiema epidural o subdural, así como me-
ningitis por contaminación del equipo.

CONCLUSIONES

La punción lumbar es un procedimiento sumamente útil en diversas circunstan-


cias. Sigue siendo el estudio de elección para diagnosticar infecciones del sistema
nervioso y, asimismo, es útil como método terapéutico. Es importante llevar a
cabo el procedimiento tomando los cuidados y precauciones necesarios para lo-
grar los mejores resultados y evitar complicaciones.

REFERENCIAS
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7. Gaytán PD et al.: Cefalalgia pospunción de la duramadre. Evaluación clínica de los dos
métodos terapéuticos. Rev Mex Anest 1982;11:5.
35
Absceso profundo de cuello
Bernardino Ricardo Sánchez Sánchez,
Héctor Alejandro Velázquez Chong

INTRODUCCIÓN

Los signos y síntomas generales de los abscesos profundos de cuello son varia-
bles. La sepsis se manifiesta con mal estado general, fiebre de 38.5 a 40 _C, sudo-
ración, taquicardia y leucocitosis. El espasmo y la inmovilización de los múscu-
los pueden originar trismus, tortícolis y rigidez. El compromiso neural origina
dolor en el área del nervio sensitivo afectado y parálisis de los respectivos nervios
motores. También puede haber disfagia, odinofagia, disfonía y afonía, según el
sitio de la afección, lo que condicionaría una verdadera urgencia.
Aunque siempre debe prescribirse antibioticoterapia, ésta no debe sustituir al
drenaje quirúrgico cuando se haya formado un absceso. El tratamiento se inicia
con antibioticoterapia que actúe sobre estreptococos y estafilococos penicilinasa
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.

productores. Si la infección progresa, el antibiótico debe aplicarse por vía intra-


venosa. En el momento de recibir los resultados del cultivo y el antibiograma se
instituirá el antibiótico específico, que debe administrarse por lo menos de 5 a 10
días.
Por regla general, debe sospecharse la presencia de absceso cuando una infec-
ción profunda cervical continua su evolución a pesar del tratamiento con antibió-
tico específico por más de siete días. Una vez diagnosticado el absceso, debe ser
drenado quirúrgicamente. No se recomienda la punción terapéutica debido a la
vascularidad propia de la región del cuello. Cuando se realiza para obtener mate-
rial purulento y hacer cultivo correspondiente para diagnóstico preciso, debe ser
practicada por expertos. Una infección profunda de cuello que evoluciona a un

397
398 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Capítulo 35)

absceso y se somete a exploración quirúrgica, drenaje y tratamiento antibiótico


específico por tres a cuatro semanas que no evoluciona satisfactoriamente debe
hacer sospechar que el drenaje fue insuficiente y que hay otras complicaciones.
Enfermedades graves como nefritis, diabetes, cáncer o pacientes inmunodefi-
cientes se asocian con infecciones profundas del cuello que deben evaluarse y
controlarse para que no evolucionen a la formación de un absceso.

ANTECEDENTES

Antes de la era de los antibióticos, alrededor de 80% de las infecciones eran es-
treptocócicas. En 40% de ellas se cultivaba estreptococo hemolítico. Desde el ad-
venimiento de los antibióticos, la frecuencia de estafilococos ha aumentado; en
la actualidad representa de 20 a 25% de las infecciones.
La mayoría de los hemocultivos muestran estreptococos, seguidos por estafi-
lococos y bacilos anaerobios. En pacientes sépticos que no recibieron antibióti-
cos, con hemocultivos negativos, el agente infectante es un microorganismo
anaerobio. Se sugiere en estos casos practicar cultivos del material obtenido por
punción del absceso y de sangre para aerobios y anaerobios con tinción de Gram.
Igualmente, antes de la era de los antibióticos, 70% de las infecciones profun-
das del cuello, como amigdalitis o faringitis, provenían de infección de las vías
aéreas superiores, y 20% eran de origen dental. Con la antibioticoterapia, las in-
fecciones faríngeas, como fuente primaria, han descendido a 30%, pero las denta-
les aumentaron a 60%.
Otras fuentes de infección son problemas dermatológicos, otológicos, adenitis
cervical y traumatismo de cabeza y cuello, así como pacientes inmunocompro-
metidos.

ANATOMÍA APLICADA

Triángulos del cuello

Triángulo cervical anterior

Límites:

S Lateral: músculo esternocleidomastoideo.


S Superior: borde inferior de la mandíbula.
S Medial: línea media del cuello (figura 35--1).
Absceso profundo de cuello 399

Figura 35--1. Vista frontal del cuello con los límites de ambos triángulos anteriores.

A su vez, este triángulo se subdivide en cuatro triángulos:

1. Submandibular.
2. Submentoniano.
3. Carotídeo.
4. Visceral (figura 35--2).

Triángulo cervical posterior

Límites:

S Anterior: músculo esternocleiodomastoideo.


S Posterior: borde anterior del músculo trapecio.
S Inferior: clavícula.
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Figura 35--2. Delimitación anatómica precisa por el músculo esternocleidomastoideo.


400 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Capítulo 35)

S Piso: músculo esplenio, músculo elevador de la escápula y los tres escale-


nos.
S Techo: capa envolvente de la aponeurosis cervical (figura 35--3).

A su vez, se subdivide en dos triángulos:

1. Occipital.
2. Subclavio.

Aponeurosis del cuello


1. Aponeurosis superficial. Se encuentra debajo de la piel, y está compuesta
por tejido conjuntivo laxo, grasa, el músculo platisma y pequeños nervios
innominados y vasos sanguíneos.
2. Aponeurosis profunda.
a. Capa envolvente (capa anterior o superficial). Esta aponeurosis se in-
serta por arriba de los huesos temporal, occipital y el maxilar inferior,
en la parte posterior de la columna vertebral, y a los ligamentos supraes-
pinosos de las vértebras cervicales y por abajo en la clavícula, escápula
y el manubrio del esternón. Envuelve los músculos trapecio y esterno-
cleidomastoideo y las glándulas parótidas y submaxilar. Forma dos es-
pacios: el supraclavicular y el supraesternal; forma el techo de los trián-
gulos cervicales anterior y posterior.
b. Capa media o pretraqueal (sólo al frente y debajo del hueso hioides). Se
divide en una porción anterior, que envuelve los músculos infrahioi-
deos, y una posterior, que envuelve a la glándula tiroides y forma la cáp-
sula falsa de la glándula. En la parte anterior, la capa media se inserta
por arriba en el hueso hioides y por abajo en el pericardio fibroso; en
la parte lateral contribuye a la vaina de la carótida.

Figura 35--3. Límites de triángulos anterior y posterior.


Absceso profundo de cuello 401

c. Capa prevertebral (capa posterior o profunda). Este plano se encuentra


por delante de los músculos prevertebrales. Se origina en la superficie
posterior del esternocleidomastoideo y, con la aponeurosis pretraqueal,
forma la vaina carotídea.

Espacios del cuello

a. Espacios de la cara:
1. Espacio canino.
2. Espacio yugular.
3. Espacio mentoniano.
b. Espacios que abarcan toda la longitud del cuello:
1. Espacio superficial.
2. Espacio profundo:
S Espacio retrofaríngeo.
S Espacio prevertebral.
S Espacio vascular visceral (dentro del paquete carotídeo).
c. Espacios suprahioideos:
1. Espacio faringomaxilar.
2. Espacio submandibular:
S Espacio sublingual.
S Triángulo submaxilar.
3. Espacio del cuerpo de la mandíbula.
4. Espacio de los masticadores.
5. Espacio temporal.
6. Espacio parotídeo.
7. Espacio periamigdalino.
d. Espacio infrahioideo:
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.

1. Espacio visceral anterior.

FLORA BACTERIANA NORMAL DEL


APARATO RESPIRATORIO SUPERIOR

En el adulto sano, la flora que predomina en orofaringe son los cocos y gramposi-
tivos, en particular los del grupo de Streptococcus viridans alfa hemolítico. Las
especies que se aíslan con mayor frecuencia son S. mitis y S. salivarius. Entre los
grampositivos también figuran microorganismos del género Micrococcus y varias
especies del género anaeróbico. Redondeando la flora normal en esta categoría
están Staphylococcus albus, Sarcina lutea y Gafkya tetragena. Los géneros que
402 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Capítulo 35)

le siguen en importancia en la orofaringe son los gramnegativos, en el siguiente


orden de frecuencia: Neisseria catharrhalis, N. pharyngitidis y N. flavescens.
Además, existen especies aeróbicas y anaeróbicas de los géneros Corynebacte-
rium, Actinomyces, Lactobacillus, Rothia, Leptotrichia, Bacteroides, Fusobac-
terium, Veillonella y Candida, así como numerosos géneros de hongos saprófitos.

MICROORGANISMOS MÁS FRECUENTEMENTE AISLADOS


EN ABSCESOS PROFUNDOS DE CUELLO

Existen varias series de estadísticas que refieren diferentes índices de desarrollo


bacteriano. Se enlistan a continuación tres series:

1. Bacteroides melaninogenicus, Staphylococcus aureus.


2. Streptoccus viridans, 40%; S. aureus, 27.3%; S. epidermidis, 22.7%; Bac-
teroides sp., 17%.
3. Streptococcus pyogenes, Peptostreptococcus, Bacteroides sp., B. melani-
nogenicus.

ANTIBIÓTICOS MÁS USADOS

1. Penicilina sódica cristalina más metronidazol.


2. Clindamicina más ceftazidima.
3. Gatifloxacino.

TIPOS DE ABSCESOS PROFUNDOS DE CUELLO

Absceso retrofaríngeo

Es el más común en la infancia; es muy raro después de los dos a tres años de edad.
A nivel del espacio retrofaríngeo existen ganglios linfáticos glandulares del asa
de Henle que tienden a desaparecer entre los dos y los tres años de edad; recogen
el drenaje linfático de las vías nasales posteriores, de la nasofaringe y de la trompa
de Eustaquio. Se localizan al lado de la línea media, porque la fascia prevertebral
y la pared faríngea posterior se adhieren debajo de la línea media de la faringe.
Una infección superior o una faringitis aguda por estreptococo B hemolítico del
Absceso profundo de cuello 403

grupo A pueden involucrar los ganglios. Si la infección no se controla, los gan-


glios se rompen y diseminan su contenido purulento hacia el tejido areolar laxo
de los espacios retrofaríngeos. Ocasionalmente, un absceso retrofaríngeo agudo
se forma a consecuencia de una perforación accidental de la pared faríngea poste-
rior por un cuerpo extraño o por alimentos duros de bordes irregulares.
Los síntomas son fiebre, taquicardia y estertores inspiratorios y espiratorios;
disnea intensa por obstrucción de la vía aérea y disfagia. Existe toxemia impor-
tante, el niño está en extremo irritable e inquieto por el dolor y la obstrucción;
descansa con la cabeza hiperextendida para ampliar la vía aérea. No existe tris-
mus, que es característico del absceso periamigdalino.
Hay tos productiva por la acumulación de secreciones. La ruptura del absceso
puede ser causa de aspiración de secreción purulenta con broncoaspiración y se-
creción pulmonar.
Puede haber acentuada protuberancia del paladar blando, y en la pared poste-
rior, ligeramente lateral a la línea media, casi siempre se visualiza sin dificultad
el absceso al deprimir la lengua. La palpación digital de cualquier absceso de la
garganta debe ser muy cuidadosa, en posición de Trendelenburg para evitar su
ruptura y broncoaspiración.

Laboratorio

La sedimentación globular es elevada por arriba de 30 mm, y la cuenta leucocita-


ria frecuentemente arriba de 20 000. El microorganismo más frecuente es el estrep-
tococo B hemolítico, seguido por Neisseria, Staphylococcus aureus, Klebsiella, E.
coli, H. influenzae y especies de bacteroides. En los últimos años ha aumentado
la frecuencia de microorganismos resistentes a la penicilina y bacterias anaero-
bias, aerobias y microorganismos aerofílicos.
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.

Rayos X

La radiografía lateral de partes blandas de cuello en inspiración profunda y con


hiperextensión es de gran utilidad: muestra intenso edema de la retrofaringe con
nivel hidroaéreo y desplazamiento anterior de la tráquea, presencia de cuerpos
extraños y rectificación de la columna cervical. La sombra de los tejidos blandos
prevertebrales varía de acuerdo a la edad y sexo; es mayor en los niños que en los
adultos.
Un espacio retrofaríngeo mayor de 7 mm (medido desde el borde anteroinfe-
rior de la segunda vértebra cervical a la pared posterior de la faringe) y un espacio
retrotraqueal mayor de 14 mm en niños y mayor de 22 mm en adultos (medido
del borde anteroinferior de la sexta vértebra cervical al borde posterior de la trá-
quea) sugiere que un proceso patológico ocupa este espacio. La ultrasonografía
404 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Capítulo 35)

y la tomografía computarizada son útiles en el diagnóstico de abscesos retrofarín-


geos; con la última puede diferenciarse la infección profunda del cuello en fase
de celulitis.
La intubación es difícil y existe el riesgo de ruptura del absceso y de producirse
consecuencias. Cuando la vía aérea está comprometida y no se puede intubar al
paciente sin riesgo de ruptura, se debe realizar traqueostomía con anestesia tópica
antes de drenar el absceso.
El diagnóstico diferencial debe hacerse con hematoma retrofaríngeo, tumores
de retrofaringe, edema secundario a traumatismo de la columna cervical, tejido
mixedematoso en hipotiroidismo, linfadenopatías, hemangiomas y neuroblasto-
mas.
El tratamiento es el drenaje quirúrgico del absceso y los antibióticos apropia-
dos basados en el cultivo.
Los antibióticos más usados son: penicilinas resistentes a la penicilinasa y am-
picilina; cefalosporinas como alternativas de penicilina; clindamicina y cloranfe-
nicol contra anaerobios.
El drenaje quirúrgico puede realizarse a través de la pared posterior de la oro-
faringe o por vía externa, y siempre debe ser realizado por médicos expertos. Las
complicaciones del absceso son: neumonía, obstrucción de la vía aérea, ruptura
espontánea con broncoaspiración, empiema, mediastinitis, trombosis de la vena
yugular interna, perforación de la carótida y sepsis.

Absceso periamigdalino

Es el más común en adultos, y es raro en niños de 10 a 12 años de edad. Es casi


inexistente en el lactante. Se localiza en el tejido areolar laxo de la región supraa-
migdalina, entre la amígdala y la pared muscular en el paladar blando. Puede ser
consecutivo a una amigdalitis aguda (en especial por estreptococo beta hemolí-
tico del grupo A) o por la infección de restos de una amígdala en pacientes amig-
dalectomizados.
Después del ataque primario de amigdalitis, cuando el paciente parece mejo-
rar, la temperatura se eleva bruscamente y se presenta taquicardia.
Aparece dolor de garganta unilateral, intenso, que irradia al oído ipsilateral por
la proximidad de los músculos pterigoideos. Puede haber trismus acentuado que
impide abrir la boca lo suficiente para una adecuada exploración. El paciente está
inquieto con aspecto de infectado.
Hay salivación constante y excesiva, disnea, el habla es torpe y el aliento es
fétido. El cuello está rígido, tiene adenopatías o conglomerados ganglionares y
la cabeza se inclina hacia el lado afectado (tortícolis). Si se puede abrir la boca,
aunque sea un poco, se aprecia la faringe asimétrica, con la úvula edematosa des-
Absceso profundo de cuello 405

plazada hacia la amígdala opuesta. Se observa una protuberancia roja brillante


en el área supraamigdalina que casi oculta la amígdala. Existen fluctuaciones y
se observa una zona amarilla, minúscula, por encima de la porción más protube-
rante. Este absceso puede romperse al interior de la garganta o lateralmente a tra-
vés del músculo constrictor superior hacia el espacio parafaríngeo; puede descen-
der hasta el mediastino (figura 35--4).

Tratamiento

Grandes dosis de penicilina o cefalosporina; si es posible, irrigaciones templadas


de la garganta con astringentes y analgésicos. Posteriormente se drena el absceso
bajo anestesia general con intubación endotraqueal o traqueostomía cuando
aquélla no es posible.
En pacientes multitratados por amigdalitis de repetición se usa un esquema do-
ble de antibióticos que actúen contra gramnegativos y anaerobios, como puede
ser ceftazidima más clindamicina por vía intravenosa.

Absceso faríngeo lateral

Es el absceso más común en la niñez. Se localiza profundamente en la pared farín-


gea lateral, posterior a la fosa amigdalina y los pilares del velo del paladar. En
ocasiones la amígdala, el paladar blando y la úvula están muy desplazados me-
dialmente, y la faringe presenta aspecto asimétrico similar al del absceso peria-
migdalar. Existe acentuada adenitis cervical aguda. El agente causal más frecuen-
te es el estreptococo beta hemolítico del grupo A; el antibiótico de elección es la
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Figura 35--4. Efecto de masa del absceso periamigdalino. Se muestran el sitio y la am-
plitud de la incisión para drenaje.
406 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Capítulo 35)

penicilina por vía parenteral por lo menos durante 10 días, a menos que exista
hipersensibilidad. Las irrigaciones salinas templadas y las compresas calientes
aplicadas sobre el cuello reconfortan a los niños mayores; los más pequeños rara
vez toleran estas medidas. Se prescriben analgésicos para el dolor y la fiebre.
Cuando el tratamiento médico es inadecuado o tardío, es necesario efectuar una
incisión y drenaje.

Absceso parafaríngeo

Es relativamente raro. Su mortalidad es elevada. La infección se extiende desde


las áreas más superficiales de la garganta a través de la pared faríngea lateral y
el músculo constrictor superior, hasta el espacio parafaríngeo y en sentido des-
cendente hacia el mediastino posterior. El paciente está intoxicado, con fiebre
elevada, y a veces llega al choque séptico. Hay signos de obstrucción de vías
aéreas.
La incisión para el drenaje del absceso se hace en la pared externa del cuello,
y deben emplearse dosis masivas de antibióticos; se continúa con el medicamento
algún tiempo después de que el absceso se haya resuelto para evitar recidivas.

Absceso sublingual bilateral (angina de Ludwig)

Es una de las infecciones cervicales profundas más conocidas desde la antigüe-


dad. Hipócrates y Galeno le llamaban carbunculus gangrenosus. Von Ludwig la
describió por primera vez como una infección rápidamente progresiva de los teji-
dos blandos que compromete el espacio submandibular, el piso de la boca y los
sublinguales bilaterales, y que puede llevar al paciente a la muerte por asfixia.
La mayoría de los abscesos sublinguales son causados por infecciones odontó-
genas o por extracción del segundo, del tercer molar o ambos.
Es importante señalar que no se trata de una angina sino de un absceso.

Epidemiología

Se presentan sobre todo en adultos jóvenes con enfermedad periodontal. De 75


a 80% son causados por infección dental; de 10 a 15% por fractura de la mandíbu-
la, y 40% tienen como antecedente la extracción del segundo o tercer molar. En
los niños, la causa más frecuente son las heridas del piso de la boca.

Microbiología

Los cultivos de secreción muestran flora mixta formada por grampositivos,


gramnegativos y anaerobios. Los más frecuentes son: Staphylococcus aureus,
Absceso profundo de cuello 407

Figura 35--5. Asimetría facial submandibular por la presencia del absceso.

Peptococcus, Peptostreptococcus, Fusobacterium nucleatum, Bacteroides, Vei-


llonella, Haemophilus influenzae, E. coli y Pseudomonas.

Fisiopatogenia

Después de una extracción dental o de una herida del piso de la boca proliferan
las bacterias aerobias y anaerobias, que producen endotoxinas como proteasas,
hialuronidasas y colagenasas, y provocan tromboflebitis local, necrosis tisular,
olor fétido, formación de gas y secreción purulenta, así como formación del abs-
ceso con dificultad respiratoria y obstrucción.

Manifestaciones clínicas

Es una tumoración central en el piso de la boca que protruye hacia la región sub-
mandibular: es dolorosa, desplaza la lengua hacia atrás y hacia arriba y provoca
obstrucción de la vía aérea en grado variable, así como disfagia, babeo, fiebre por
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.

arriba de 38.5 _C, taquicardia y mal estado general; es de rápida evolución. La


mucosa oral está edematosa y blanquecina, la mucosa gingival protruye entre los
dientes, es imposible visualizar la nasofaringe, la orofaringe y la laringe. Está
contraindicado intentar la visualización, ya que el absceso puede romperse y dre-
nar hacia el mediastino.
La obstrucción respiratoria evoluciona rápidamente en 12 a 24 horas hacia la
obstrucción total de la vía aérea.

Evolución natural

Habitualmente los pacientes pasan por las siguientes etapas:

1. Celulitis extendida, sin tendencia a formar absceso.


408 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Capítulo 35)

2. Compromiso del espacio sublingual y submaxilar bilateral.


3. Propagación de la infección por extensión directa a través de las vainas
aponeuróticas, no hematógenas ni linfáticas.
4. Formación del absceso en el espacio sublingual y submaxilar con exten-
sión al lado opuesto hasta involucrar todo el piso de la boca.

Radiografía

El estudio lateral de cuello muestra aumento de volumen de los tejidos blandos


por arriba del hueso hioides, con gas en su interior y desplazamiento de la lengua
hacia atrás y arriba que disminuye el calibre de la vía aérea.

Laboratorio

Hay leucocitosis entre 15 000 y 20 000, y velocidad de sedimentación globular


elevada.

Tratamiento

Se debe mantener una vena permeable; con antibióticos a base de penicilina sódi-
ca cristalina, 50 000 a 100 000 UI/kg/dosis cada cuatro horas como primera op-
ción, y decidir el drenaje quirúrgico por vía externa.

Complicaciones

Cuando el paciente evoluciona tórpidamente y no se hace tratamiento quirúrgico


a tiempo, puede producirse obstrucción de la vía aérea, propagación de la infec-
ción hacia la vaina carotídea, al espacio retrofaríngeo y al mediastino, y sepsis.
Estas complicaciones ponen rápidamente en peligro la vida, requiriendo pronta
atención con un equipo multidisciplinario que incluye al pediatra, al otorrinola-
ringólogo, al infectólogo y al internista.
Esto se debe a que hay diversos criterios en el manejo de antibióticos en los
diferentes servicios. En el servicio de los autores se utiliza ceftazidima más clin-
damicina como primera elección.

CONCLUSIONES

Los abscesos profundos de cuello evolucionan rápidamente y requieren trata-


miento intrahospitalario urgente. Las infecciones de los espacios profundos de
Absceso profundo de cuello 409

cuello pueden encontrarse en estado de celulitis, y usualmente evolucionan en


una semana hacia el absceso. El mal uso de los antibióticos puede prolongar la
evolución o enmascarar la formación del absceso. La presencia de sepsis, insufi-
ciencia respiratoria o hemorragia de la faringe exige drenaje quirúrgico inme-
diato; si ninguno de estos síntomas está presente, se puede esperar y evaluar al
paciente. Un esquema doble de antibióticos en un periodo temprano puede con-
trolar y hacer abortar el proceso infeccioso y la fase de celulitis, lo que evita el
tratamiento quirúrgico y las complicaciones potencialmente mortales.
Asimismo, es importante el conocimiento de la anatomía del cuello y las fas-
cias, además de los microorganismos no patógenos existentes en la vía aérea y
los agentes causales más frecuentes.

REFERENCIAS
1. Flynn TR: Emergency medicine clinics of North America. W. B. Saunders, 2000:18(3).
2. Weber AL, Siciliano A: Radiologic clinics of North America. W. B. Saunders, 2000:38(5).
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
410 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Capítulo 35)
36
Historia clínica y exámenes básicos
de laboratorio y gabinete
Jorge Morales López, Jesús Tapia Jurado

HISTORIA CLÍNICA

Representa el documento fundamental del médico. Es un protocolo de investiga-


ción cuyo desglose permite obtener información para orientar el diagnóstico y la
terapéutica. La historia clínica consta de interrogatorio, exploración física y re-
sultados de laboratorio y gabinete.
El interrogatorio debe ser formal, ordenado, coherente, dirigido y buscando
correlacionar los datos que aporta el paciente con las posibilidades diagnósticas;
el médico debe adelantarse al paciente pensando en la o las patologías que pueda
tener, recordando que lo que no se piense, no se pregunte o no se sepa preguntar,
se desconocerá, impidiendo tener una impresión diagnóstica lógica y correcta. La
exploración física debe ser completa, ordenada, con total respeto al paciente que
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.

está permitiendo ser tocado, e inclusive lastimado, en aras de aportar el máximo


número de datos para ayudar a su diagnóstico; debe ser realizada en el sitio ade-
cuado y siempre con una tercera persona (enfermera o familiar) que sea testigo
del actuar médico. Por tal motivo, no se puede dejar de repetir que las acciones
médicas deben efectuarse con estricto apego a las normas éticas y morales que
permitan la adecuada unión médico--paciente, binomio fundamental para una
medicina eficiente y humana. En la historia clínica también va acotada la infor-
mación con respecto a exámenes de laboratorio y gabinete, y si ya se han estable-
cido diagnósticos y terapéuticas.
La historia clínica es el documento en donde se anota la información que brin-
da el paciente, tanto por interrogatorio como por exploración, pero además es un

411
412 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Capítulo 36)

documento que sirve para investigar, como material docente y como documento
legal (lo que se escriba o deje de escribirse en la historia clínica será tomado en
cuenta). Finalmente, se debe recordar que el mejor libro del médico es su pacien-
te, así es que debe saber respetarlo, abrirlo, leerlo y analizar lo que dice, con lo
cual se podrá encontrar su diagnóstico y establecer su tratamiento, razones más
que suficientes para que el médico ofrezca sus servicios con calidad y humanismo.
El interrogatorio consta de:

1. Ficha de identificación, donde se conoce quién es el paciente.


2. Padecimiento actual. Aquí se conoce el motivo de la consulta, los sínto-
mas presentes y su cronología, de los cuales se debe realizar una semiolo-
gía completa (p. ej., del dolor se debe saber por lo menos el sitio, el tipo,
la intensidad, la duración, la irradiación, con qué se inicia, con qué desapa-
rece, con qué se asocia, etc.).
3. Antecedentes patológicos. Indican las diversas patologías que a lo largo
de su vida ha presentado el paciente, y que pueden tener relación con el
padecimiento actual.
4. Antecedentes ginecoobstétricos. Para conocer la normalidad o anormali-
dad del aparato genital femenino y su grado de fecundidad.
5. Interrogatorio por aparatos y sistemas. Se buscarán intencionadamente
síntomas de otros órganos que para el paciente no hayan sido de importan-
cia y que puedan tener relación con su padecimiento actual o con patolo-
gías asociadas.
6. Antecedentes personales no patológicos. Para introducirse en la vida de
relación que tiene el paciente, así como en sus hábitos en el comer y toxico-
manías.
7. Antecedentes heredofamiliares. Se conocerán las patologías del núcleo
familiar y su relación con el paciente.

El cuadro 36--1 señala el orden de la historia clínica; sin embargo, el orden men-
cionado previamente es la forma de interrogar para poder ir abordando de lo más
a lo menos interesante para el paciente.

EXPLORACIÓN CLÍNICA

A través de la inspección, palpación, percusión y auscultación se busca lo normal,


pero sobre todo lo anormal, para interrelacionarlo con los datos que el interroga-
torio informó y correlacionarlo con diversos diagnósticos que deben irse descar-
tando hasta llegar a un diagnóstico definitivo. La exploración clínica debe rea-
Historia clínica y exámenes básicos de laboratorio y gabinete 413

Cuadro 36--1. Contenido de la historia clínica


1. Ficha de identificación
2. Antecedentes heredofamiliares
3. Antecedentes personales no patológicos
4. Antecedentes personales patológicos
5. Antecedentes ginecoobstétricos
6. Padecimiento actual
7. Interrogatorio por aparatos y sistemas
8. Habitus exterior
9. Signos vitales
10. Exploración sistematizada de cabeza, cara, cuello, ruidos cardiacos y respiratorios, ma-
mas, abdomen, ingles, genitales, ano--recto, extremidades, columna y sistema neurológico

lizarse en un sitio cómodo tanto para el enfermo como para el médico, bien ilumi-
nado y ventilado, respetando la intimidad del paciente y siempre con la presencia
de una tercera persona. No olvidar el orden:

1. Habitus exterior. Qué apariencia tiene el paciente en su cara, en su cuerpo,


cómo son su marcha, sus ropas, etc.
2. Signos vitales. Permiten al médico percatarse de sus constantes vitales y
sus alteraciones.
3. Exploración sistematizada, siguiendo el orden y secuencia establecidos:
a. Cabeza: cráneo.
b. Cara: ojos, oídos, nariz, cavidad oral.
c. Cuello: pulsos carotídeos, tiroides, tumoraciones.
d. Región precordial: alteraciones en los ruidos cardiacos.
e. Ruidos respiratorios: alteraciones en movimientos del tórax y en rui-
dos respiratorios.
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.

f. Glándulas mamarias: tumoraciones, ganglios, secreciones, retracciones.


g. Abdomen: reflejos, dolor, abombamientos, dureza, irritación, ruidos
peristálticos, visceromegalias.
h. Región inguinal: masas palpables, pulsos.
i. Órganos genitales: en el hombre, alteraciones del glande y los testícu-
los; en la mujer, alteraciones de la vagina, el útero, los ovarios y las sal-
pinges.
j. Región anorrectal y tacto rectal: tumoraciones, estenosis, sangrados.
k. Columna cervical, dorsal y lumbar: desviaciones, tumoraciones.
l. Extremidades superiores e inferiores: reflejos, pulsos, fuerza.
m. Exploración neurológica: conciencia, lenguaje, memoria, movimien-
tos, coordinación, sensibilidad, reflejos.
n. Pares craneales: integridad y alteraciones.
414 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Capítulo 36)

EXÁMENES DE LABORATORIO

Los exámenes de laboratorio proporcionan valiosa información, sobre todo al re-


lacionarlos con los datos que se obtuvieron del interrogatorio y la exploración fí-
sica. Con la evolución de la tecnología se pueden realizar estudios utilizando
desde tiras reactivas hasta equipos muy sofisticados. Los exámenes de laborato-
rio y gabinete básicos son:
1. Biometría hemática.
2. Química sanguínea.
3. Examen general de orina.
4. Pruebas de coagulación.
5. Radiografía de tórax.
6. Radiografías simples de abdomen en anteroposterior y en dos posiciones,
de pie y decúbito.

Biometría hemática
Incluye cuenta de eritrocitos, hemoglobina, hematócrito, volumen corpuscular
medio, concentración de hemoglobina corpuscular, cuenta total de leucocitos con
su diferencial y plaquetas. La función principal de los eritrocitos es la transporta-
ción de oxígeno a los tejidos y el retorno de dióxido de carbono a los pulmones,
con el objeto de ser eliminado a través de la respiración. La sangre oxigenada es
de color rojo brillante (sangre arterial), y la no oxigenada es de color rojo oscuro
(sangre venosa). Su disminución está condicionada principalmente por anemias,
enfermedades de la médula ósea o por pérdidas agudas o crónicas, como en los
sangrados de tubo digestivo de diversa etiología. Su aumento se encuentra en po-
licitemias, deshidratación y enfisema pulmonar con poliglobulia. El hematócrito
representa el espacio ocupado por los glóbulos rojos en el plasma, y se expresa
en porcentaje; tiene valores aumentados en eritrocitosis, policitemia, deshidrata-
ción y estado de choque. Se encuentra disminuido en anemias, leucemias, pérdida
masiva aguda por hemorragia y reacción hemolítica. La hemoglobina es el com-
ponente principal del eritrocito, y sirve para el transporte de O2 y CO2; se encuen-
tra disminuida en anemias, cirrosis hepática, hemorragia profusa y reacciones
hemolíticas, y se encuentra aumentada en hemoconcentración, enfisema pulmo-
nar obstructivo crónico e insuficiencia cardiaca congestiva. La cuenta diferencial
de los leucocitos se basa en la morfología y color que adquieren los glóbulos blan-
cos en un frotis teñido; las variaciones en cada una de estas características son
manifestaciones de diversas entidades patológicas, sobresaliendo la leucocitosis
en infecciones, sobre todo con neutrófilos aumentados; la presencia de fórmulas
jóvenes y bandas orienta a un proceso infeccioso agudo.
Historia clínica y exámenes básicos de laboratorio y gabinete 415

Cuadro 36--2. Cifras normales en biometría hemática


Examen Intervalo de referencia
S Fórmula roja
Eritrocitos 4.2 a 5.4 106/uL
Hemoglobina 12.0 a 16.0 g/dL
Hematócrito 37.0 a 47.0 %
Volumen corpuscular medio 80.0 a 94.0 fL
Hemoglobina corpuscular media 27.0 a 31.0 pg
Concentración media de hemoglobina 33.0 a 37.0 g/dL
Plaquetas 130 a 400 103/uL
Volumen plaquetario 6.0 a 12.0 fl
S Fórmula blanca
Leucocitos 4.8 a 10.8 103/uL
Neutrófilos segmentados 40 a 70 %
Bandas 0 a 4 %
Eosinófilos 0 a 4 %
Basófilos 0 a 2 %
Monocitos 0 a 9 %
Linfocitos 20 a 40 %
Observaciones No

Las plaquetas se originan en la médula ósea e intervienen en la primera fase


de la coagulación; su número se encuentra aumentado en leucemias, policitemia
vera posterior a esplenectomía, traumatismos, asfixia e infecciones agudas, y dis-
minuido en púrpura trombocitopénica idiopática, anemias perniciosa, aplástica
y hemolítica, neumonías, trastornos alérgicos, exposición a químicos e insectici-
das, quimioterapia, infecciones y efectos tóxicos por fármacos. En el cuadro
36--2 se mencionan sus constantes normales.
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.

Química sanguínea

Es la determinación de glucosa, urea y creatinina.


Glucosa: sirve para identificar alteraciones en su metabolismo, como en el
caso de diabetes mellitus. Aumenta en enfermedad de Cushing, estrés agudo, feo-
cromocitoma, adenoma hipofisiario, hipertiroidismo, adenoma de páncreas, pan-
creatitis, traumatismo cerebral y la mencionada diabetes mellitus. Disminuye
con dosis excesivas de insulina, enfermedad de Addison, septicemia, carcinoma
de las células de los islotes del páncreas, necrosis hepática e hipotiroidismo.
Urea: se forma a nivel hepático para eliminar el amoniaco, que es el producto
tóxico del metabolismo nitrogenado, y se elimina a través de los riñones. Se en-
416 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Capítulo 36)

Cuadro 36--3. Cifras normales en química sanguínea


Examen Intervalo de referencia
Glucosa 0 a 1 año 70 a 123 mg/dL
2 a 15 años 56 a 145 mg/dL
16 a 99 años 70 a 110 mg/dL
Nitrógeno ureico (BUN) 0 a 1 año 5.0 a 25.0 mg/dL
2 a 15 años 7.0 a 22.0 mg/dL
16 a 99 años 5.0 a 25.0 mg/dL
Urea 10 a 50 mg/dL
Creatinina 0 a 1 año 0.30 a 0.80 mg/dL
2 a 15 años 0.30 a 1.00 mg/dL
16 a 99 años 0.60 a 1.60 mg/dL

cuentra aumentada en daño renal, obstrucción de las vías urinarias, choque, des-
hidratación, hemorragia, infección, diabetes mellitus, infarto agudo del miocar-
dio, gota e ingestión excesiva de proteínas.
Creatinina: es un subproducto de la degradación de la fosfocreatinina del múscu-
lo, resultante del metabolismo energético, y se elimina a través de los riñones. Se
encuentran cifras aumentadas en insuficiencia renal, nefritis crónica, obstrucción
urinaria y enfermedad muscular. Se encuentra disminuida en distrofia muscular.
En el cuadro 36--3 se observan sus constantes normales.

Examen general de orina

Ayuda a descubrir trastornos renales infecciosos o metabólicos; es un auxiliar


importante en la vigilancia de la evolución de enfermedades renales y del aparato
urinario. Es el estudio más sencillo, ya que por lo general se utilizan tiras reacti-
vas para las determinaciones químicas con resultados inmediatos; la visualiza-
ción del sedimento requiere de la utilización de microscopio. Se puede detectar
pérdida anormal por orina de glucosa, proteínas, sangre y bilirrubinas, y se obser-
van bacterias y cristales estudiando el sedimento. Las constantes normales se pre-
sentan en el cuadro 36--4.

Tiempos de coagulación

Las pruebas más comunes son el tiempo de sangrado, el tiempo parcial de trom-
boplastina (TTP), el tiempo de protrombina y su INR.
El tiempo de sangrado sirve para evaluar la primera fase de la coagulación; es
la interacción de la pared de los vasos sanguíneos con las plaquetas para formar
el tapón hemostático.
Historia clínica y exámenes básicos de laboratorio y gabinete 417

Cuadro 36--4. Cifras normales en examen general de orina


Examen Intervalo de referencia
Color Amarillo
Densidad 1.015
Reacción pH (7.0) neutra
Proteínas Huellas
Glucosa No hay
Acetona No hay
Bilirrubina No hay
Urobilinógeno Normal
Nitritos No hay
Hemoglobina Huellas
Eritrocitos 1 a 3 por campo
Leucocitos 1 a 2 por campo
Cilindros No hay

El tiempo parcial de tromboplastina proporciona información importante so-


bre la etapa II del mecanismo de la coagulación; se encuentra prolongado en he-
mofilia, deficiencia de vitamina K, enfermedad hepática, presencia de anticoagu-
lantes circulantes y en coagulación intravascular diseminada (CID). Se encuentra
disminuido en procesos neoplásicos malignos extensos, posterior a hemorragias
agudas y en etapas tempranas de CID.
Tiempo de protrombina. La protrombina se produce a nivel hepático y depen-
de de la ingestión de vitamina K. Mide defectos en la etapa II. La capacidad de
coagulación de protrombina, fibrinógeno, factor V, factor VII y factor X se infor-
ma como tiempo de protrombina. Se encuentra aumentado en deficiencia de pro-
trombina, deficiencia de vitamina K, enfermedad hemorrágica del recién nacido,
enfermedad hepática, terapéutica con anticoagulantes, obstrucción de la vía bi-
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liar, intoxicación con salicilatos, hipervitaminosis A y CID.En el cuadro 36--5 se


anotan sus constantes normales.

ESTUDIOS RADIOGRÁFICOS BÁSICOS

En 1895, el físico alemán Wilhelm Conrad Roentgen descubrió los rayos X, con
lo que se abrió la posibilidad de ver y obtener imágenes del interior del cuerpo.
Esta posibilidad se ha incrementado con el desarrollo tecnológico para la obten-
ción de imágenes con radiación ionizante y ultrasonido, con la finalidad de dar
mayor certeza diagnóstica y, en algunos casos, como método terapéutico.
Cuando un haz de rayos X penetra a un organismo (radiación incidente), es ab-
sorbido de acuerdo con la densidad de las estructuras que atraviese. La resultante
418 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Capítulo 36)

Cuadro 36--5. Cifras normales en pruebas de coagulación básicas


Examen Intervalo de referencia
Tiempo de protrombina 9.50 a 14.00 segundos
Porcentaje de actividad 75 a 100%
INR 0.90 a 1.20
Tiempo parcial de tromboplastina 25.00 a 40.00 segundos
Tiempo de sangrado 1 a 5 min (Duke)
Menos de 5 min (Ivy)

radiación emergente proporciona contrastes que constituyen la imagen de radia-


ción, que se hace visible de dos formas: como imagen permanente en una placa
radiográfica o como imagen transitoria en una pantalla fluoroscópica.
Para la interpretación radiográfica se distinguen cinco densidades:

1. Densidad aire (negro).


2. Densidad grasa (gris).
3. Densidad agua (gris claro/blanco).
4. Densidad calcio (blanco).
5. Densidad metal (blanco absoluto).

El planteamiento del diagnóstico radiográfico de la enfermedad implica dos eta-


pas básicas en una secuencia lógica de hechos: primero, identificación de un pro-
ceso patológico en la radiografía, y segundo, a través de la correlación de estos
hallazgos radiológicos con el cuadro clínico. La piedra angular del diagnóstico
radiológico continúa siendo la radiografía simple, de la cual nace la necesidad de
estudios más sofisticados, como fluoroscopias, tomografías y resonancias mag-
néticas simples o contrastadas.

Radiografía de tórax

Las proyecciones básicas son la PA y lateral; éstas satisfacen el requisito esencial


de una visión tridimensional del tórax. Las variaciones de este método son nume-
rosas, y dependen de las circunstancias e interés clínico.

a. La piel, el tejido celular subcutáneo y los músculos forman los tejidos


blandos visibles. La sombra de ambos músculos esternocleidomastoideos
se puede ver en el cuello y en vértices pulmonares, bajando hasta fundirse
con la sombra acompañante de los bordes superiores de las clavículas. Se
observan los pliegues axilares, formados por los bordes inferiores de los
Historia clínica y exámenes básicos de laboratorio y gabinete 419

músculos pectorales. Las sombras de ambas mamas son más claramente


visibles en la mujer que en el hombre, pero en ambos casos producen un
aumento de densidad sobre las bases pulmonares. En algunos individuos,
la sombra redondeada de los pezones se proyecta sobre los pulmones.
b. Estructuras óseas: las costillas son visibles en toda su extensión, pero,
mientras el borde superior se delimita perfectamente, el inferior puede es-
tar mal definido en la parte media e inferior del tórax. Asimismo, la sombra
acompañante de la escápula, cuando se superpone al pulmón, puede indu-
cir a error, al simular condensaciones pulmonares. La columna vertebral
tiene una densidad que, en proyección lateral, disminuye uniformemente
en dirección cráneo/caudal. El esternón no es visible en proyección AP por
la superposición de imágenes; en algunos casos es visible el manubrio es-
ternal, así como ambas articulaciones esternoclaviculares en la parte alta
del tórax. En proyección lateral es posible observar de perfil el esternón.
c. Pleuras: la hoja pleural que recubre por dentro la cavidad torácica es la
pleura parietal, y la hoja que recubre al pulmón se denomina pleura visce-
ral; las cisuras interlobulares se forman por invaginación dentro del pul-
món de dos hojas de pleura visceral. Las hojas parietal y visceral no son
visibles en una radiografía normal de tórax. En condiciones normales, hay
una pequeña cantidad de líquido (15 cc) en la cavidad pleural.
d. Diafragma: separa la cavidad abdominal de la torácica. En proyección
PA, es visible en toda su longitud desde el ángulo cardiofrénico hasta el
seno costodiafragmático, aunque en el lado izquierdo, sobrepuesta a la
sombra cardiaca, sólo se ve en radiografías bien penetradas. En el lado de-
recho, el diafragma se funde con la densidad uniforme del hígado. En el
lado izquierdo es frecuente observar la burbuja gástrica delimitando la an-
chura normal del diafragma.
e. Espacio aéreo: la tráquea es claramente visible como una estructura verti-
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.

cal central, radiotransparente por su contenido de aire; se bifurca en la


carina en dos bronquios principales, con un ángulo de entre 45 y 75_.
f. Lóbulos: los pulmones recubiertos por la pleura visceral se dividen en ló-
bulos septados por las cisuras. En el pulmón derecho existen tres lóbulos:
superior, medio e inferior. La cisura mayor separa al lóbulo inferior de los
otros dos; es oblicua de arriba hacia abajo y hacia delante; la cisura menor
separa al lóbulo medio del superior, y es horizontal. En el pulmón izquier-
do existen dos lóbulos y una sola cisura, simétrica a la cisura mayor dere-
cha. La división bronquial, en particular los bronquios de tercer orden,
determina la formación de territorios ventilados por ellos e irrigados por
arterias pulmonares cuya división es paralela a la división bronquial. Estos
territorios se denominan segmentos, que constituyen entidades separadas,
susceptibles de abrigar un proceso patológico aislado.
420 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Capítulo 36)

g. Vasos pulmonares: el tronco de la arteria pulmonar se halla en el medias-


tino; sólo es visible en su borde izquierdo, que forma el arco medio izquier-
do. Se divide en dos ramas: la derecha, horizontal y ligeramente oblicua
hacia abajo, toda ella en el mediastino, se divide antes de llegar al hilio en
una rama superior y otra inferior. La rama izquierda es más corta, y pre-
senta un trayecto ascendente y ligeramente posterior para llegar al hilio iz-
quierdo. El hilio derecho está siempre situado más bajo que el izquierdo.
h. Mediastino: contiene gran número de órganos: corazón y grandes vasos,
tráquea y bronquios principales, esófago, nervios neumogástricos, fréni-
cos y recurrentes, cadenas simpáticas, gran número de formaciones gan-
glionares y linfáticas y, en su segmento anterosuperior, el timo, que en el
adulto sólo existe en estado atrófico. La cara lateral derecha está formada
por la línea paravertebral derecha, constituida por las partes blandas yuxta-
vertebrales; la línea paraesofágica es casi siempre visible en su porción in-
frabronquial. Las líneas paracardiacas derechas son esencialmente para-
venosas (cava superior, ácigos, aurícula derecha, cava superior). En la cara
lateral izquierda se encuentra la línea paravertebral izquierda; la línea
paraaórtica, que dibuja el borde izquierdo de la parte posterior del cayado
y el borde izquierdo de la aorta descendente y la línea paracardiaca (borde
izquierdo del cayado aórtico, tronco de la arteria pulmonar y ventrículo
izquierdo) (figura 36--1).

Algunas imágenes a distinguir son:

a. Fractura de costillas. Las localizaciones más frecuentes son el tercio pos-


terior y lateral de la cuarta a la novena costillas. Un alto porcentaje de las
fracturas costales presentan desplazamiento, fácilmente visible. Cuando
no lo presentan, únicamente se manifiestan por una pequeña línea de frac-
tura vertical u oblicua. Pueden acompañarse de una masa de partes blandas
por hematoma.
Es muy sugerente de fractura costal la presencia de neumotórax, hemo-
neumotórax o enfisema subcutáneo.
b. Fractura de esternón. Es el resultado de un traumatismo directo sobre el
tórax, característicamente producido por el volante de un automóvil. Las
fracturas suelen ser transversales, y se visualizan bien en la placa lateral
de tórax. La fractura de esternón indica que el traumatismo ha sido impor-
tante, y se asocia con frecuencia a contusión miocárdica con ensancha-
miento del mediastino.
c. Contusión pulmonar. Radiográficamente se observa como infiltrado mal
definido que no sigue una distribución lobar o segmentaria, como en las
neumonías infecciosas.
Historia clínica y exámenes básicos de laboratorio y gabinete 421

CP CP

SM

D D
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Figura 36--1. Radiografía posteroanterior de tórax en la que se pueden observar las costi-
llas, las clavículas, cuerpos vertebrales. tráquea (T), sombra mediotorácica (SM), dia-
fragma (D) y campos pleopulmonares (CP).

d. Hematoma pulmonar. Se produce por desgarro pulmonar con hemorra-


gia en el parénquima. Radiográficamente aparece como una masa redon-
deada u ovoidea, de contorno liso y de tamaño variable.
e. Derrame pleural. Es líquido libre en la cavidad pleural; se acumula en la
zona más declive, y es visible en la posición de pie a nivel de las bases bajo
la forma de una opacidad franca homogénea que, de frente, va del medias-
tino a la parte lateral del tórax, subiendo hacia arriba y afuera, porque el
pulmón se deja comprimir más fácilmente en la periferia que a nivel del
422 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Capítulo 36)

mediastino, en donde está fijo por el hilio; de perfil va de la parte anterior


retroesternal hacia la parrilla costal posterior; tiene límite superior cón-
cavo hacia arriba y a menudo borroso, borra la cúpula diafragmática, es
móvil con los cambios de posición del enfermo y el líquido se colecciona
en la parte declive. Cuando el líquido es abundante opacifica todo el hemi-
tórax afectado y desplaza al mediastino al lado contralateral; cuando es
poco abundante borra los senos costodiafragmáticos.
f. Neumotórax. Cuando el aire penetra a la cavidad pleural se pierde su pre-
sión negativa. Esto sucede por perforación de pleura parietal o pulmonar;
el pulmón, por su elasticidad, se retrae hacia el hilio, al que se encuentra
unido. Radiográficamente se manifiesta por hiperclaridad en el lado afecta-
do, sobre todo en el vértice pulmonar, visualización de la pleura visceral en
forma de una línea densa que rodea al parénquima pulmonar colapsado y
desaparición de los vasos más allá de la pleura visceral. En sospecha de neu-
motórax discreto es necesaria una proyección radiográfica en espiración, ya
que al disminuir el volumen torácico aumenta la retracción pulmonar.
g. Hidroneumotórax. Es la asociación de líquido que puede corresponder
a material seroso, pus o sangre con aire en el espacio pleural. Radiográfica-
mente se observa como derrame mixto con un nivel hidroaéreo horizontal.
h. Condensación alveolar. Presencia de líquido o células benignas o malig-
nas en el interior de los alveolos. Sus características radiográficas son opa-
cidades de densidad agua de bordes borrosos, confluentes, segmentarias
o lobares, con broncograma y alveolograma aéreos. Cuando se observa en
alas de mariposa corresponde a edema agudo pulmonar.

RADIOGRAFÍA SIMPLE DE ABDOMEN


Las placas simples de abdomen de pie y decúbito son básicas para establecer el
diagnóstico de diversas afecciones abdominales.
Semiología: las estructuras óseas están constituidas por la columna lumbar,
las últimas costillas, la pelvis y las articulaciones de la cadera.
Músculos psoas: se extienden de arriba hacia abajo en forma oblicua y hacia
fuera, de T12--L1 a las fosas iliacas; se observan mejor en proyección radiográfi-
ca en decúbito; el rechazo de esta línea o su borramiento deben hacer pensar en
afección retroperitoneal.
Diafragma: se observa como dos cúpulas; la derecha hace cuerpo con la opa-
cidad hepática, ligeramente más alta que la izquierda; ésta se encuentra por en-
cima del estómago y del ángulo izquierdo del colon.
Vísceras macizas: los riñones tienen el eje mayor paralelo al del psoas. El hí-
gado es de aspecto denso. En ocasiones, el bazo se puede observar a través del
aire de la cámara gástrica.
Historia clínica y exámenes básicos de laboratorio y gabinete 423

H CG

B
C
R
C
C
R
C
C
Ce YI
C

Ps

Lp Lp

S
V

Pi

Figura 36--2. Placa simple de abdomen en la que se observa el hígado (H), los riñones
(R), el bazo (B), la columna toracolumbar (C), el sacro (S), el psoas (Ps), las líneas pre-
peritoneales (Lp), la vejiga (V), el pliegue interglúteo (Pi), el colon con escibalos (Ce),
asas de yeyuno e íleon con niveles hidroaéreos (YI), cámara gástrica (CG).
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.

Vísceras huecas: estómago, visible solamente por el aire que contiene. El in-
testino delgado es poco visible; en niños existe en ocasiones una moderada canti-
dad de aire en su interior, y en adultos es muy escasa. El colon enmarca a la cavi-
dad abdominal, y en sus segmentos se observa una moderada cantidad de gas y
residuo, el cual es de aspecto moteado (figura 36--2).
En la pelvis se puede reconocer a la vejiga por el contraste que proporciona
la grasa que la rodea, sobre todo cuando está distendida. En la mujer existe una
compresión del techo por la presencia del útero.
Imágenes a reconocer:

a. Hepatomegalia. Crecimiento del hígado que desplaza a estructuras veci-


nas hacia abajo y al lado contralateral de su ubicación.
424 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Capítulo 36)

b. Esplenomegalia. Radioopacidad homogénea que se ubica en el hipocon-


drio izquierdo, que desplaza al estómago y el ángulo esplénico del colon
hacia abajo y hacia la derecha y se superpone al riñón del mismo lado.
c. Crecimientos renales. Radioopacidad homogénea en topografía renal
que borra al psoas.
d. Neumoperitoneo. Gas libre en la cavidad abdominal que se muestra como
media luna subdiafragmática en proyección de pie.
e. Aerobilia. Gas en la vía biliar. Es a consecuencia de gangrena vesicular.
f. Líquido en víscera hueca. Un asa intestinal llena de líquido no es visible
en la radiografía; cuando existen gas y aire, en proyecciones de pie se for-
man niveles hidroaéreos; dependiendo de su ubicación, se podrá determi-
nar el sitio y el nivel de obstrucción.
g. Derrames peritoneales. Líquido libre en la cavidad abdominal, como
opacidades difusas en sitios declives, como son las fosas iliacas, que re-
chazan a las asas intestinales hacia arriba y al centro.

CONCLUSIONES

1. La historia clínica continúa siendo el eje fundamental en la relación médi-


co--paciente.
2. El arte para conversar y obtener información permitirá la creación de hipó-
tesis de trabajo.
3. La habilidad en la exploración clínica permitirá buscar intencionadamente
las posibilidades diagnósticas.
4. Los posibles diagnósticos analizados permitirán solicitar los exámenes de
laboratorio y gabinete específicos para confirmarlos.
5. El respeto y el humanismo son fundamentales para que la historia clínica
pueda informar con veracidad el estado de salud del paciente.

REFERENCIAS
1. Monier JP, Tubiana JM: Manual de radiodiagnóstico. 3ª. ed. Barcelona, Masson, 1994.
2. Morales López J: Metodología de exploración: alternativas de elección en la práctica mé-
dica. Tesis de especialidad en Radiodiagnóstico e Imagen. Hospital de Especialidades Cen-
tro Medico Nacional “La Raza”, IMSS. México, 1993.
3. Pedrosa CS: Diagnóstico por la imagen. Tratado de radiología clínica. Madrid, Interame-
ricana McGraw--Hill, 1989.
4. Mittelstaedt C: Ecografía abdominal. Barcelona, Doyma, 1990.
5. Talaska FF: Manual de pruebas diagnósticas. 3ª. ed. México, Interamericana McGraw--
Hill, 1989.
37
Cuidados generales
en el posoperatorio
Jesús Tapia Jurado, José Luis Jiménez Corona

INTRODUCCIÓN

El posoperatorio es el periodo comprendido entre el término de la cirugía y los


30 días posteriores a ésta. Durante este periodo viene la recuperación anestésica
y es importante vigilar la reaparición progresiva de los reflejos y respuestas ho-
meostáticas que controlan las funciones vitales de circulación y respiración. Ade-
más, hay que estar atento a las complicaciones que puedan surgir, prevenirlas y
tratarlas oportunamente. Se debe vigilar el aporte nutricional del paciente para
que sea adecuado y favorezca su recuperación en el menor tiempo posible. Típi-
camente, el posoperatorio ha sido dividido en dos periodos:

S Posoperatorio inmediato, que abarca desde el final de la intervención qui-


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rúrgica hasta las primeras 72 horas que siguen a la cirugía; en este periodo
el paciente pasa unas horas a la sala de recuperación. Lo ideal es que el ci-
rujano o el anestesiólogo acompañen al paciente hasta la sala de recupera-
ción y lo revisen con frecuencia, pues en este intervalo puede verse amena-
zada la función respiratoria. Las dos complicaciones más frecuentes en
este periodo son la hipoxia y el colapso circulatorio. Estos dos eventos
pueden deberse a los efectos de la anestesia o a una pérdida de sangre.
S Posoperatorio mediato: va desde 72 horas hasta 30 días después de la ope-
ración. Es importante que el médico dé las ordenes posoperatorias por es-
crito y que una enfermera (o un familiar, si el paciente ya fue dado de alta
a su domicilio) las reciba y corrobore, para evitar confusiones u omisiones.

425
426 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Capítulo 37)

ACCIONES EN LA SALA DE
RECUPERACIÓN POSOPERATORIA

1. Vigilancia del paciente: se facilita porque la sala de recuperación permite


que el personal de enfermería y el médico tengan visibilidad de cada uno
de los pacientes, los cuales, si recibieron anestesia general, deberán ser ob-
servados estrechamente hasta que estén conscientes y sus signos vitales se
encuentren estables.
2. Posición del paciente: siempre se debe indicar la posición que guardará
el paciente durante su estancia en la sala de recuperación; ésta se elige
según las condiciones del paciente. Las más usuales son:
S Fowler: posición de semisentado que se obtiene al levantar 30_ la cabe-
cera de la camilla, y se usa en el paciente que requiere buena moviliza-
ción de los diafragmas para evitar regurgitación y broncoaspiración.
S Sims: es en decúbito lateral, en el que el muslo infrayacente se flexiona.
Se usa cuando el paciente requiere drenar secreciones de boca y gargan-
ta o si hay riesgo de que vomite; así se podrá evitar la broncoaspiración.
S Choque: con el paciente en decúbito dorsal se le mantienen las extremi-
dades inferiores más elevadas que la cabeza, lo que favorece el retorno
venoso sin interferir con la función respiratoria (figura 37--1).
3. Monitorización de signos vitales, que incluyen pulso, frecuencia cardia-
ca, tensión arterial, temperatura, frecuencia respiratoria y llenado capilar.
Todos estos signos deberán ser checados cada 15 a 30 minutos hasta su es-
tabilización, y posteriormente en cada turno (cada ocho horas).
4. Electrocardiograma: de preferencia se debe mantener al enfermo con un
monitor del ritmo cardiaco y, si se requiere, se tomará electrocardiograma
de control (sobre todo cuando se sospecha de desequilibrio hidroelectrolí-
tico o patología cardiaca aguda, como infarto del miocardio).
5. Presión venosa central: para la toma de ésta se requiere un catéter venoso
central, que informa sobre la capacidad cardiaca para el manejo del volu-
men circulante.
6. Presión de la arteria pulmonar: se mide en ciertos enfermos críticos con
un catéter de Swan--Ganz.
7. Ventilación: se administra oxígeno al paciente en caso de que lo requiera;
generalmente se prefiere dar de 2 a 4 L/min. Algunos pacientes que estén
en condición muy grave requerirán de ventiladores automáticos. En algu-
nos casos el paciente requiere inhaloterapia.
8. Aspiración: se debe ordenar a la enfermera que aspire boca y nariz del pa-
ciente si es necesario, para evitar broncoaspiración.
9. Líquidos intravenosos: se debe especificar qué soluciones o sueros se
usarán, el volumen que se necesita y en cuánto tiempo se pasarán. Además,
Cuidados generales en el posoperatorio 427

Posición de Fowler

30_

Posición de choque
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Figura 37--1. Se ilustran las posiciones más usuales del paciente durante la monitoriza-
ción y cuidados del posoperatorio.

hay que llevar un estricto control de ingresos y egresos. Si hay alteraciones


en el equilibrio hidroelectrolítico, éstas deben corregirse; para el monito-
reo de estos datos se requieren exámenes de laboratorio como electrólitos
séricos.
428 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Capítulo 37)

10. Drenajes y tubos: se deben vigilar las sondas que tenga el paciente; en oca-
siones se requerirá de sonda nasogástrica, que debe estar conectada al apa-
rato de succión a presión baja. Los tubos de drenaje deberán ser vigilados,
así como los orificios por donde se exteriorizan. Se deberá hacer antisepsia
de éstos y cambiar las gasas o las bolsas colectoras cuando se requiera.
11. Diuresis: se debe cuantificar la orina del paciente; algunos pacientes cuen-
tan con sonda de Foley conectada a una bolsa colectora, pero otros no la
requieren; a estos pacientes se les pedirá que miccionen en recipientes es-
peciales para cuantificar la orina. Se debe notificar al médico si el paciente
no ha orinado después de seis horas de transcurrido el posoperatorio, ya
que podría requerir de drenaje vesical.
12. Dieta: las necesidades de elementos nutritivos y líquidos de los pacientes
aumentan con la enfermedad y el trauma quirúrgico. Habitualmente, cuan-
do todos los efectos de la anestesia hayan desaparecido, se puede iniciar
una dieta líquida. Se debe vigilar si el paciente tolera los líquidos y propor-
cionarle volúmenes crecientes de agua, jugos de frutas o té. La dieta líquida
completa tiene como inconveniente que a menudo tiene un sabor desagra-
dable para el recién operado. Posteriormente, de ser tolerada, se iniciará
una dieta blanda.
Debe animarse al paciente a comer, pues muchas veces tiene temor de
hacerlo. El deseo de comer es una de las mejores indicaciones de la buena
evolución del paciente.
13. Movilización: casi todos los pacientes deben tener reposo en cama las pri-
meras horas; se les hace cambiar de lado cada 30 a 60 minutos si han tenido
anestesia general, y se les estimula para que hagan inspiraciones profundas
y tosan cada hora. Se les pide movilización de las extremidades inferiores
cada una a tres horas. Se les colocan medias elásticas antitrombóticas o
botas de compresión mecánica intermitente y, de ser posible, deben iniciar
la deambulación temprana y asistida (figuras 37--2 y 37--3).
14. Medicamentos: hay que valorar la necesidad de analgésicos para aliviar
el dolor, así como de otros medicamentos, como sedantes, antibióticos, an-
ticoagulantes, antitrombóticos, etc. Se especificarán las dosis de cada uno,
la vía de administración y las horas a las que se deben administrar. Conti-
nuamente se evaluará el estado del paciente, y se decidirá si necesita algún
otro medicamento o si se suspende alguno de ellos. Todos los cambios de-
berán ser anotados en el expediente del paciente y en las notas de indica-
ciones para las enfermeras.
15. Exámenes de laboratorios y gabinete: la necesidad de estos estudios es
variable. Los valores de hematócrito, electrólitos séricos, gasometrías,
análisis de orina y las radiografías de tórax son de los exámenes que se soli-
citan con mayor frecuencia.
Cuidados generales en el posoperatorio 429

Figura 37--2. Durante el posoperatorio existen pacientes en los que, debido a su grave-
dad, es necesario registrar signos vitales, presión venosa central, actividad eléctrica del
corazón, diuresis, material aspirado y soluciones que se pasarán al paciente.
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Figura 37--3. Durante el posoperatorio se debe estimular la movilización temprana de los


miembros inferiores, lo que previene la trombosis venosa y la tromboembolia pulmonar.
430 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Capítulo 37)

COMPLICACIONES Y SU TRATAMIENTO

1. Complicaciones del aparato digestivo: se presentan secundarias a efecto


anestésico, manipulación excesiva de tejidos, trauma operatorio, técnica
quirúrgica efectuada y desórdenes hidroelectrolíticos y de desnutrición.
Durante el posoperatorio hay que vigilar el abdomen, auscultar periódi-
camente la peristalsis, ver los cambios a la percusión y estar alerta por si
aparecen signos de abdomen agudo (hiperestesia, hiperbaralgesia, vientre
en madera, signo de rebote positivo, dolor a la palpación profunda y super-
ficial); además, pueden solicitarse placas simples de abdomen si el caso
lo amerita.
S Vómito: suele ceder espontáneamente, pero el médico debe estar atento
a la posibilidad de broncoaspiración. Si el vómito persiste, será necesa-
rio instalar una sonda nasogástrica con succión baja e intermitente y/o
prescribir algún antiemético; además, hay que descartar causas metabó-
licas, desequilibrio ácido--base y uremia.
S Dilatación gástrica aguda: se presenta en pacientes con neuropatía,
como son los diabéticos. El cuadro clínico incluye meteorismo, sensa-
ción de plenitud, eructos, arqueo e hipo. El paciente puede vomitar por
rebosamiento. Existe peligro de broncoaspiración. A la percusión el ab-
domen está timpánico. Como tratamiento se deberá colocar sonda naso-
gástrica tipo Levin e iniciar succión.
S Íleo paralítico: se observa por 48 a 72 horas después de cirugía abdo-
minal, pero si se prolonga se considera patológico. El íleo es secundario
a una disminución de la función motora del tracto gastrointestinal que
conduce a la parálisis de la motilidad intestinal y a la obstrucción fun-
cional del intestino. La hipokalemia puede predisponer al desarrollo de
un íleo. El cuadro clínico se caracteriza por silencio abdominal a la aus-
cultación, ausencia de cólicos, meteorismo sin salida de gases o materia
fecal por recto, y en la placa de abdomen se ve abundante gas atrapado
en intestino delgado. El tratamiento incluye suspender la vía oral, insta-
lar una sonda nasogástrica de Levin para descomprimir el tubo digesti-
vo, conectándola a succión gástrica intermitente. También se puede co-
locar una sonda rectal. Se deben corregir los trastornos hidroeléctricos,
si existen (principalmente por potasio).
S Obstrucción intestinal: puede ser parcial o completa; es causada por pro-
blemas de índole mecánica, como angulaciones, pinzamientos, edema
local, procesos inflamatorios, colecciones de líquidos, etc. Se acompaña
de dolor cólico intenso, borborigmos y peristalsis de lucha, y radiográfi-
camente se observan una o varias asas distendidas por gases. El trata-
miento consiste en instalar sonda de Levin o de Miller--Abbott y aspirar
Cuidados generales en el posoperatorio 431

para descomprimir las asas intestinales. Debe llevarse un balance hidroe-


lectrolítico preciso, midiendo el líquido succionado y reponiéndolo. Algu-
nos casos requieren intervención quirúrgica para remover la obstrucción.
S Sangrado de tubo digestivo: se presenta con mayor frecuencia en pa-
cientes que tienen antecedentes de úlcera péptica y administración de
fármacos que irritan el estómago (AINEs, esteroides). En el sangrado de
tubo digestivo alto se puede presentar vómito de diversas características,
por “posos de café”, que hablan de un sangrado no activo, o con sangre
roja rutilante (hematemesis), que habla de sangrado activo, y melena,
o sea evacuación negra (zapote negro). Si el sangrado es masivo, el pa-
ciente puede presentar choque hipovolémico. En el sangrado de tubo di-
gestivo bajo (por debajo del ángulo de Treitz) puede haber melena, heces
con estrías sanguinolentas o sangre fresca color rojo rutilante (hemato-
quesia). En ambos casos se debe reponer el volumen perdido; en ocasio-
nes está indicada transfusión sanguínea, además de realizar pruebas de
coagulación, instalar sonda nasogástrica y realizar lavado gástrico con
solución fisiológica. Se deben administrar antiácidos. Si el sangrado es
por varices esofágicas, habrá que instalar de inmediato una sonda de
Sengstaken--Blakemore o realizar una endoscopia diagnóstica y terapéu-
tica. Ver capítulo 6, Colocación de sonda de Sengstaken--Blakemore.
2. Complicaciones infecciosas: entre las que más frecuentemente se presen-
tan están la sepsis por catéter y las infecciones en la herida quirúrgica.
S Sepsis por catéter: afecta a los catéteres que están colocados en una
vena central durante un tiempo prolongado. La definición clínica de la
sepsis por catéter es la fiebre, con leucocitosis o sin ella, que muestra
resolución después de extraer el catéter de la vena central. Los agentes
causales más frecuentes son estafilococos coagulasa negativos, Staphy-
lococcus aureus y levaduras. Es posible que las infecciones en el sitio de
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salida o en el túnel ocasionen abscesos, particularmente en pacientes in-


munocomprometidos. La tromboflebitis séptica y la endocarditis bacte-
riana también son otras complicaciones que pueden surgir. La incidencia
de la sepsis por catéter va de 2.8 a 6.0%. Se ha visto que los individuos con
catéter en vena central para administrar fármacos quimioterapéuticos
tienen mayor frecuencia de sepsis por catéter que aquéllos con catéter
en dicha vena utilizado para administrar nutrición parenteral. Además,
los pacientes con catéteres de silastic muestran menor incidencia de
sepsis que los que tienen catéteres de cloruro de polivinilo.
El tratamiento consiste en retirar el catéter y cambiarlo por otro,
enviando a cultivar la punta del catéter. Se puede administrar antibió-
tico por el catéter venoso central. Como el agente más frecuente es el
estafilococo coagulasa negativo, se administrará vancomicina a través
432 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Capítulo 37)

del catéter durante 7 a 14 días. Una complicación agregada puede ser


la trombosis por catéter, que se debe tratar con trombolíticos.
S Infecciones en la herida quirúrgica: la infección de la herida no se
debe simplemente a la presencia de microorganismos en la herida, tam-
bién entran en juego factores que incluyen resistencia del huésped local
y sistémicos. Por ejemplo, la desnutrición, la isquemia local de tejidos
e inmunodeficiencia tienden a disminuir la resistencia del huésped. Ha-
brá casos en los que sea necesario abrir la herida y permitir el cierre por
segunda intención. La herida se deberá lavar con solución salina a cho-
rro cuantas veces sea necesario. Se aplicarán antibióticos sistémicos si
la infección amenaza con extenderse.
3. Complicaciones del aparato urinario:
S Retención urinaria: sucede en las primeras horas del posoperatorio,
después de cirugía abdominal, pélvica, perineal y del tracto urinario. El
paciente presenta incapacidad para vaciar la vejiga espontáneamente.
Por lo común esto se debe a un espasmo del esfínter vesical con atonía
del músculo detrusor de la vejiga. Los anestésicos y la manipulación
quirúrgica actúan disminuyendo la sensibilidad a la distensión y blo-
queando el reflejo espontáneo de la micción. La lesión temporal o per-
manente de los nervios lumbar y sacro también la pueden desencadenar.
El cuadro clínico incluye palpación de un globo vesical en hipogastrio,
el paciente se queja de dolor, presión y deseo de orinar no satisfecho.
El dolor cede si se evacúa la vejiga. Se debe colocar una sonda de Foley
o de Nelaton para drenar la orina. El paciente puede requerir la sonda
por varios días, mientras se regulariza la micción. Ver capítulo 5, Colo-
cación de sonda para drenaje urinario.
S Insuficiencia renal aguda: puede ser a causa de un estado de choque
con hipoperfusión renal, transfusiones de sangre incompatible, quema-
duras extensas, deshidratación hidroelectrolítica, reacciones a ciertos
antibióticos y obstrucción mecánica de los ureteros. El cuadro clínico
incluye oliguria o anuria, uremia, insuficiencia cardiaca, edema y des-
equilibrio ácido--base. El tratamiento se encamina a corregir la hipovo-
lemia, si existe, quitar el obstáculo mecánico (en la insuficiencia de cau-
sa posrenal), llevar un control estricto de líquidos y, en caso de que la
urea, la creatinina y el potasio se eleven a cifras peligrosas, está indica-
do realizar una diálisis peritoneal o una hemodiálisis.
S Infección urinaria: suele ser debida a traumatismo de la vía urinaria
durante la cirugía, a sobredistensión de la vejiga, a cateterización urina-
ria repetida, etc. Suele acompañarse de cuadro febril y signos de Mur-
phy y Giordano positivos. Los agentes causales principales son E. coli,
estafilococos, estreptococos o infecciones mixtas. Se puede realizar un
Cuidados generales en el posoperatorio 433

examen general de orina (EGO) y cultivo de la misma, pero a la vez se


debe iniciar tratamiento empírico de antibióticos y administrar muchos
líquidos al paciente.
4. Complicaciones tromboembólicas:
S Flebitis superficial: ocurre en cualquier vena, sobre todo en las que se
localizan en las extremidades; el proceso de coagulación se inicia por
trauma directo, irritación quirúrgica por venopunción o por infusión
prolongada de soluciones hipertónicas. Clínicamente se manifiesta por
inflamación y vasoespasmo local, fiebre, taquicardia, eritema en la re-
gión de la vena afectada con aumento de la temperatura local y dolor; se
puede ver el trayecto vascular afectado. Estos trombos suelen estar muy
adheridos a la vena, por lo que no se desprenden con facilidad. En la ma-
yoría de los casos involucionan y curan espontáneamente, dejando como
secuela un trayecto fibroso que dejará de ser molesto en poco tiempo. El
tratamiento incluye reposo, colocación de fomentos húmedos calientes
y analgésicos si el dolor es intenso.
S Trombosis venosa profunda: se presenta predominantemente en
extremidades inferiores, en el trayecto de los músculos de la pierna, del
pie y de las regiones tibiofemorales y pélvicas. Estos trombos se produ-
cen con pocas manifestaciones de inflamación, y están laxamente adheri-
dos a la vena, por lo que tienden a desprenderse y avanzar a través de los
vasos de mayor calibre. Los factores de riesgo que incrementan la posibili-
dad de trombosis venosa profunda son presencia de cáncer, en especial
metástasis, edad avanzada, tabaquismo, obesidad, reposo en cama o
hipomovilidad, anestesia general, estasis venosa, lesiones de la pared
venosa y estados de hipercoagulabilidad.
El cuadro clínico incluye dolor en los músculos gastrocnemios, que
describe el paciente como calambres o cansancio, discreto aumento de
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volumen en el tobillo y la pierna, que parece ser el signo más constante,


dolor a la compresión de la masa de los gemelos (signo de Mosses) y do-
lor a la dorsiflexión del pie sobre la pierna extendida (signo de Ho-
mans), además de la elevación persistente de la temperatura y el pulso,
todo esto alrededor del séptimo día del posoperatorio (figura 37--4).
Prevención de la trombosis venosa profunda:
S Mantener al paciente bien hidratado.
S Movilización temprana y ejercicios en el posoperatorio. De prefe-
rencia, elevación de las extremidades si hay depresión circulatoria.
Se deben evitar zonas de compresión torácica, abdominal y, sobre
todo, de extremidades inferiores.
S El empleo de medias compresivas desde la porción distal del miem-
bro inferior hasta la proximal incrementa el flujo de sangre en la por-
434 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Capítulo 37)

Figura 37--4. Signos de tromboflebitis. A. Aumento de volumen asimétrico. B. Signo de


Mosses. C. Signo de Homans.

ción proximal de la vena femoral; esto aminora las posibilidades de


estasis y la incidencia de trombosis venosa profunda. Se colocan las
medias antes y se continúan después de la operación.
S Existen dispositivos neumáticos de compresión intermitente, que
funcionan como sustitutos de la bomba natural de las venas de la
Cuidados generales en el posoperatorio 435

pierna. Su empleo se inicia antes de la cirugía, y se continúa después


de la misma hasta que el paciente recupera la deambulación total (fi-
gura 37--5).
S La heparina es el agente profiláctico más usado, y últimamente se
están utilizando heparinas de bajo peso molecular, las cuales son más
seguras.
5. Hipoxia: suele ser típica del posoperatorio inmediato. La causa más co-
mún es la obstrucción de las vías respiratorias superiores al retirar el tubo
endotraqueal utilizado durante la cirugía, edema de glotis o relajación
muscular de la base de la lengua. Otras causas son la broncoaspiración y
la relajación muscular por anestésicos. Para prevenir la hipoxia se usarán
cánulas orofaríngeas cuando sea necesario, como la de Guedel, que evita
que la lengua obstruya la vía aérea. En casos graves, el paciente necesita
permanecer intubado y con respirador automático.
La traqueostomía está indicada:
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Figura 37--5. Uso de dispositivos automáticos de presión intermitente como profilaxis


de la trombosis venosa profunda.
436 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Capítulo 37)

S Si el paciente debe recibir terapia con ventilador o asistencia respirato-


ria por más de una semana, o bien está comatoso.
S Si el paciente tiene secreciones espesas que deben aspirarse con fre-
cuencia porque producen obstrucción fácilmente.
S Cuando la laringe está obstruida por procesos patológicos extensos.
6. Complicaciones pulmonares:
S Atelectasia: por lo general se manifiesta en las primeras 24 horas des-
pués de la cirugía; rara vez aparece después de 48 horas. Su comienzo
suele ser brusco, con fiebre y taquicardia. Los signos iniciales compren-
den estertores localizados (sobre todo bibasales), ruidos respiratorios
disminuidos y respiración bronquial. En la afección masiva puede ha-
ber una desviación de la tráquea, el mediastino y el corazón hacia el lado
afectado, pero esto no ocurre en las lesiones subsegmentales, que son
las más comunes. Puede haber cianosis peribucal y ungueal. Las radio-
grafías muestran áreas de consolidación. La PO2 arterial está disminui-
da y la PCO2 es normal o baja. Puede haber taquipnea.
Si la atelectasia persiste, se pueden ver manifestaciones parecidas a
las de una neumonía: la fiebre aumenta, hay taquicardia, disnea y ciano-
sis. Otra consecuencia de la atelectasia es el desarrollo de abscesos pul-
monares, que pueden iniciarse por aspiración de material extraño como
comida, sangre, material purulento, etc.
El tratamiento incluye:
S Puñopercusión del área afectada y cambios de posición, estimulando
al paciente para hacerlo toser.
S Inhaloterapia con presión positiva intermitente.
S Aspiración endotraqueal.
S Broncoscopia directa y aspiración bronquial.
S En casos graves está indicada la traqueostomía.
S Broncoespasmo: se presenta en pacientes con antecedentes de asma,
de alergias o infecciones pulmonares crónicas. Se presentan estertores
sibilantes, que pueden escucharse incluso a gran distancia, tiraje respi-
ratorio (uso de músculos accesorios respiratorios), cianosis, etc. El tra-
tamiento es con broncodilatadores tipo aminofilina y salbutamol.
S Embolia pulmonar: es una complicación de la trombosis venosa pro-
funda. Casi todos los émbolos pulmonares nacen de las extremidades
pélvicas. El fallecimiento por embolia pulmonar suele suceder tras las
primeras horas del evento agudo. Por eso es tan importante la preven-
ción de la trombosis venosa profunda. El cuadro clínico se caracteriza
por dolor retroesternal agravado por la inspiración profunda (debe sos-
pecharse más aún si el paciente tiene trombosis venosa profunda, pero
el hecho de que no la tenga no descarta la posibilidad de una embolia
Cuidados generales en el posoperatorio 437

pulmonar). También puede haber asfixia, disnea y cianosis. La grave-


dad de los síntomas depende en mucho de las dimensiones del émbolo.
El cuadro se presenta aproximadamente después de siete días de la ciru-
gía. Ocasionalmente se presentan taquicardia, fiebre, tos, hemoptisis y
dolor pleurítico. El segundo ruido pulmonar está acentuado, y hay in-
gurgitación yugular. El electrocardiograma ayuda a descartar sobrecar-
ga ventricular derecha. El diagnóstico se completa al haber elevación
de las enzimas transaminasa glutámico oxalacética y deshidrogenasa
láctica. En la placa simple de tórax se puede ver un área triangular cuya
base se encuentra en la pared pulmonar y su vértice en el parénquima
pulmonar. El diagnóstico se realiza con gammagrama pulmonar y an-
giografía pulmonar. El tratamiento es médico con heparinas o quirúrgi-
co, colocando filtros a nivel de la vena cava.

CONCLUSIONES

Aunque la cirugía haya sido exitosa, la recuperación del paciente no sólo depende
de lo que sucede en el quirófano, sino también de los cuidados que se le brinden
durante el posoperatorio. En este periodo el enfermo puede complicarse y desa-
rrollar cuadros agudos que incluso lo lleven a la muerte. Por ello es muy impor-
tante que se realice un monitoreo del paciente durante este periodo, además de
vigilar su evolución y la respuesta metabólica a la cirugía. También se deben ela-
borar notas de evolución completas y precisas, en las que se describan el estado
del enfermo y el manejo que se le proporciona, con la finalidad de llevar a cabo
un adecuado seguimiento y para que las enfermeras puedan seguir las indicacio-
nes al pie de la letra.
Se podrán prevenir varias complicaciones del posoperatorio si se piensa en
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.

ellas, si el médico se adelanta a ellas y si se aplican los conocimientos y medios


tecnológicos que se tengan a la mano para evitar que se presenten, siempre tra-
tando que los pacientes evolucionen favorablemente y puedan integrarse rápida-
mente a la sociedad.

REFERENCIAS
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1991;4:843--864.
2. Ehrlichman R et al.: Complicaciones frecuentes en la cicatrización de heridas, prevención
y tratamiento. Clín Quirúrg Nort Am 1991;6:1374--1402.
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1998:15--39.
438 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Capítulo 37)

4. Archundia A: Educación quirúrgica. 1ª ed. México, Méndez, 1994:369--415.


5. Sánchez Silva: Introducción a la técnica y educación quirúrgica. 2ª ed. México, Francisco
Méndez Cervantes, 1981:227--303.
6. Lowell J, Bothe A Jr: Accesos venosos: dilemas preoperatorios, operatorios y posoperato-
rios. Clín Quirúrg Nort Am 1991;16:1285--1300.
7. Reed L: Selección de antibióticos para pacientes en unidades de cuidados intensivos. Clín
Quirúrg Nort Am 1991;4:779--794.
38
Guía dietética general
María Antonieta Ibarra

Diversos estudios han demostrado la relación que existe entre el estado de nutri-
ción y el riesgo de morbilidad y mortalidad. Es por esto que existe la necesidad
de establecer guías dietéticas prácticas de prescripción que le permitan al profe-
sional de la salud el manejo nutricio adecuado del paciente, considerando el esta-
do nutricio, fisiológico y patológico--quirúrgico como parte del tratamiento inte-
gral que contribuya al mantenimiento o recuperación de la salud.

DIETAS DE CONSISTENCIA MODIFICADA

Dieta de líquidos claros


E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.

Descripción

Dieta nutricionalmente inadecuada, integrada por líquidos claros o alimentos que


son líquidos a temperatura corporal. El tipo de líquido puede variar, dependiendo
del estado clínico del paciente o del procedimiento quirúrgico (figura 38--1).

Indicaciones

S Periodo posquirúrgico inmediato.


S Preparación para cirugía intestinal o previa a un estudio colonoscópico.

439
440 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Capítulo 38)

Agua
Gelatina

Consomé

Figura 38--1. Dieta líquida. Es nutricionalmente inadecuada, y se debe usar por poco
tiempo.

S En diarrea aguda de corta duración.


S Como etapa inicial en la transición de la alimentación parenteral a la dieta
líquida completa o a la dieta sólida.
S En otras condiciones agudas en las que existe un trastorno grave en la fun-
ción gastrointestinal, como en la gastroenteritis aguda.

Adecuación nutricia

La dieta resulta insuficiente en cuanto a contenido energético y nutrimentos in-


dispensables, por lo que no debe emplearse por más de 48 horas. Si se requiere
una dieta líquida libre de residuos durante periodos de tiempo más prolongados,
se aconseja el empleo de alimentación suplementaria. Contiene en promedio 500
a 600 kcal (kilocalorías), 5 a 10 g de proteína, un mínimo de grasa, 120 a 130 g
de hidratos de carbono y pequeñas cantidades de sodio y potasio.
Esta dieta consiste en alimentos líquidos, infusiones, jugos de fruta colados,
agua de fruta, nieve y paletas heladas de agua, gelatina, caldo o consomé y bebi-
das diluidas para deportistas.

Indicación médica de la dieta

Se debe indicar “dieta de líquidos claros”. Además, indicar cualquier otra modifi-
cación que se necesite después de la cirugía.
Guía dietética general 441

Dieta de líquidos generales

Descripción

Dieta integrada por alimentos que son líquidos o semilíquidos a temperatura cor-
poral; puede ser nutricionalmente adecuada, provee líquidos, energía, proteína,
lípidos e hidratos de carbono en alimentos de fácil digestión (salvo en personas
intolerantes a la lactosa) y proporciona un mínimo de residuo intestinal.

Indicaciones

S En periodos de transición entre líquidos claros y dieta blanda.


S En pacientes que reciben alimentación mixta.
S En pacientes con problemas de deglución y masticación o con problemas
inflamatorios del tracto gastrointestinal.
S Pacientes en fase aguda.

Adecuación nutricia

La dieta líquida completa promedio contiene de 1 000 a 1 500 kcal, con 45 a 50


g de proteína, 50 a 65 g de lípidos y 150 a 170 g de hidratos de carbono. Si se plani-
fica con cuidado, puede aumentarse el valor energético y proteínico para acercar-
se a una dieta normal o incluso a una dieta hipercalórica. Estos cambios son indis-
pensables cuando es necesario utilizarla por periodos prolongados.
Están permitidas todas las bebidas, excepto las alcohólicas, caldos o conso-
més, sopas y cremas de verdura coladas, helados, yoghurt, gelatina, frutas y ver-
duras coladas.
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Indicación médica de la dieta

Se debe indicar “dieta de líquidos generales”. Si es necesario, se especifican las


modificaciones terapéuticas de la dieta, como puede ser restricción de sodio o
cualquier otra.

Dieta blanda

Descripción

Dieta con un contenido mínimo de estimulantes e irritantes de la mucosa gástrica


que busca facilitar la digestión y aporta alimentos íntegros de consistencia blan-
442 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Capítulo 38)

Manzana
Agua

Sopa de pasta
Pollo y
verduras

Figura 38--2. Dieta blanda. Consiste en alimentos íntegros, de consistencia suave y fácil
digestión, que cubren las necesidades calóricas y proteínicas.

da, ligeramente condimentados y con un contenido de fibra moderadamente bajo.


Comidas de pequeño volumen hasta que se establece la tolerancia del paciente
(figura 38--2).

Indicaciones

S Constituye la transición entre la dieta líquida, enteral, parenteral o mixta


y la dieta normal.
S Puede utilizarse en pacientes incapaces de consumir una dieta normal o en
pacientes con problemas inflamatorios del tracto gastrointestinal.
S Procesos de intolerancia a los lípidos.

La dieta blanda debe individualizarse según el diagnóstico clínico, el procedi-


miento quirúrgico, el apetito del paciente, su tolerancia al alimento, el estado nu-
tricio previo y la capacidad de masticación y deglución.

Adecuación nutricia

Esta dieta no es insuficiente en nutrimentos, siempre que el paciente sea capaz


de consumir cantidades adecuadas de alimento. La composición aproximada de
la dieta blanda varía según el tipo y cantidad de alimentos proporcionados y con-
sumidos por el paciente.
Guía dietética general 443

Indicación médica de la dieta

Se debe indicar “dieta blanda”. De ser necesaria alguna otra modificación tera-
péutica, debe ser igualmente indicada.

Dieta blanda mecánica

Descripción

Constituye una dieta normal modificada sólo en su textura para facilitar su masti-
cación. Inicialmente incluye carne picada y frutas en conserva, así como verduras
blandas cocidas.
Se modifica la textura con el fin de incluir alimentos blandos y fáciles de masti-
car, de acuerdo con la tolerancia y preferencias del paciente.

Indicaciones

S En aquellos pacientes que están limitados para deglutir, pero toleran una
gran variedad de alimentos con diferentes texturas.
S En pacientes posoperados de cuello.
S En pacientes con dentaduras protésicas mal ajustadas o desdentados.
S Pacientes con disfagia secundaria a enfermedades o procedimientos qui-
rúrgicos que afectan al sistema nervioso, el esófago, la cavidad oral o la
laringe.
S Pacientes con estenosis del tracto intestinal.
S Pacientes sometidos a tratamiento con láser o radioterapia en la cavidad
oral.
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S Pacientes que progresan desde nutrición enteral o parenteral hacia alimen-


tación sólida.

Adecuación nutricia

Esta dieta no es insuficiente en nutrimentos, siempre que el paciente sea capaz


de consumir cantidades adecuadas de alimento. Se deberá controlar el consumo
de nutrimentos para, de ser necesario, utilizar alimentación suplementaria.
El objetivo de la dieta es proporcionar alimentos con elevado contenido de
agua que resulten fáciles de masticar y deglutir.
El pan y sus derivados pueden no tolerarse bien y, por tanto, no se sirven de
forma rutinaria a pacientes con dificultades en la deglución hasta que se valore
la tolerancia individual.
444 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Capítulo 38)

Indicación médica de la dieta

Se debe indicar “dieta blanda mecánica”. También se debe indicar si el paciente


precisa alguna otra modificación terapéutica de la dieta.

MODIFICACIONES DE FIBRA

Al conjunto de material de origen vegetal que resiste a la digestión y absorción


del aparato gastrointestinal humano se le conoce como fibra dietética. La dieta
habitual debe contener fibra insoluble y fibra soluble en una proporción de tres
a uno.
La dieta modificada en fibra puede ser:

Dieta con bajo contenido de fibra

De cuatro a cinco gramos de fibra al día.

Descripción

La dieta con bajo contenido de fibra limita el consumo de alimentos con elevado
contenido de fibra. El nivel de restricción de fibra depende del estado del paciente
y de los objetivos terapéuticos.
Se utiliza en padecimientos inflamatorios gastrointestinales, en la preparación
para estudios clínicos y en pacientes con próxima cirugía de colon.
Esta dieta incluye frutas y verduras cocidas y sin cáscara. No deben utilizarse
cereales integrales ni leguminosas.

Adecuación nutricia

El plan de alimentación cubre los requerimientos nutricios.

Indicaciones

S Para disminuir la formación de heces fecales.


S En la preparación diagnóstica o terapéutica del colon combinada con una
dieta de líquidos claros.
S Enfermedad diarreica aguda.
S Enfermedad inflamatoria intestinal.
S Síndrome de intestino corto (colon preservado).
Guía dietética general 445

Dieta con alto contenido de fibra dietética

De 15 a 20 g por cada 1 000 kcal (20 a 35 g al día de fibra total), de la cual tres
a cuatro g por cada 1 000 kcal deberán ser de fibra soluble (6 a 10.5 g diarios).
En niños menores de 12 años, la recomendación en gramos es la edad en años más
cinco. El total de la fibra debe distribuirse en dos tercios como fibra insoluble y
un tercio como fibra soluble.

Descripción

La dieta con alto contenido de fibra incluye alimentos ricos en fibra soluble e in-
soluble, como frutas y verduras con cáscara, leguminosas (frijoles, lentejas, gar-
banzos, etc.) y cereales integrales (maíz, trigo, arroz, avena, etc.). Debe acompa-
ñarse de por lo menos ocho vasos de agua al día para que su efecto sea positivo.

Indicaciones

Se utiliza como medida preventiva de algunos padecimientos del colon, la diabe-


tes, las enfermedades cardiovasculares, la obesidad y las hiperlipidemias. Tam-
bién como tratamiento en el estreñimiento, la diverticulosis y las hemorroides.

Adecuación nutricia

El contenido energético y nutrimental de la dieta es adecuado; en dietas con más


de 40 g se puede presentar deficiencia de zinc, magnesio, hierro, calcio y vitami-
nas liposolubles, por lo que se recomienda consumir suplementos de estos nutri-
mentos.
La adaptación al plan de alimentación rico en fibra puede variar de días a algu-
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nos meses.

DIETAS ESPECIALES

Dieta para diabetes

Descripción

La dietas que se emplean como parte del tratamiento de la diabetes mellitus se


basan en el control de la ingestión de energía, proteínas, grasas e hidratos de car-
446 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Capítulo 38)

bono. Entre las consideraciones dietéticas adicionales se incluyen la regularidad


del horario de las comidas, la distribución uniforme de energía, hidratos de car-
bono entre las comidas y el control de la ingestión de energía, grasa saturada y
colesterol. Las recomendaciones dietéticas específicas y la importancia de las
consideraciones adicionales varían según el tipo de diabetes mellitus y el pro-
grama de tratamiento médico global (hipoglucemiantes por vía oral o insulina),
así como la prevención y tratamiento de algunas de las condiciones que con fre-
cuencia acompañan a la diabetes, como son obesidad (en el diabético de corta
evolución), desnutrición (en el de larga evolución), hiperlipidemia, hipertensión
arterial e insuficiencia renal crónica.

Objetivos
S Mantener cifras de glucemia normales o cercanas a lo normal.
S Proporcionar la energía necesaria para mantener un peso adecuado saluda-
ble en adultos, mujeres embarazadas, ancianos, niños y adolescentes.
S Lograr mantener cifras óptimas de colesterol total, del colesterol de las li-
poproteínas de baja densidad, de las lipoproteínas de alta densidad y de las
lipoproteínas de muy baja densidad, así como de los triglicéridos.
S Si existe hipertensión arterial, favorecer su control.
S Modificar los hábitos alimentarios dañinos.
S Respetar y promover los hábitos alimentarios correctos.
S Inducir el hábito de la actividad física.
S Promover la salud y la buena calidad de vida.

Indicaciones
La diabetes es una enfermedad heterogénea que carece de causa única y trata-
mientos estándar. Es preciso individualizar el tratamiento de cada persona según
la naturaleza y gravedad de su enfermedad.

Adecuación nutricia
La dieta recomendada para el tratamiento de la diabetes mellitus tiene contenido
adecuado de nutrimentos; sin embargo, es importante mencionar que, en térmi-
nos generales, una dieta hipoenergética (independientemente de la pérdida de
peso) se asocia con un incremento en la sensibilidad a la insulina, con lo que se
facilita un mejor control glicémico.

Hidratos de carbono
Los hidratos de carbono en la dieta deben constituir entre 50 y 60% del valor ener-
gético total (VET).
Guía dietética general 447

Se recomienda que el porcentaje mayor sea en base a hidratos de carbono com-


plejos, que se encuentran en los alimentos ricos en almidón y fibra.
La Asociación Americana de Diabetes recomienda que el consumo de azúcar
refinada no exceda de 5% del VET.
Aunque la fructosa tiene un índice glucémico menor al de la sacarosa, su con-
sumo exagerado (mayor de 20% del VET) puede tener efectos sobre el colesterol
y las lipoproteínas de baja densidad.

Lípidos

Los lípidos en la dieta deben constituir entre 25 y 30% del valor energético total,
y que haya una proporción menor a 8% de ácidos grasos saturados, de 8 a 10%
de ácidos grasos poliinsaturados y entre 10 y 15% de ácidos grasos monoinsatura-
dos. La ingestión de colesterol no debe rebasar los 300 mg.

Proteínas

La cantidad de proteínas por día que se recomienda para los pacientes con diabe-
tes es de 0.8 g/kg de peso, que es la misma cantidad que se sugiere para la pobla-
ción no diabética.
Las proteínas deben representar entre 10 y 20% del total de energía de la dieta.

Fibra dietética

La cantidad de fibra recomendada oscila entre 0.015 y 0.020 g diarios por kiloca-
loría, y se sugiere no ingerir una cantidad superior a los 50 g al día.
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Dieta para dislipidemia

Descripción

En el tratamiento de las dislipidemias, la dieta constituye el elemento fundamen-


tal. Las recomendaciones sobre las cantidades de ingestión de lípidos, colesterol,
hidratos de carbono y alcohol están determinadas por los niveles de lípidos. En
personas cuyo peso supera el deseable, se estimula la restricción energética y el
ejercicio físico.
Las palabras hiperlipidemia o dislipidemia son términos generales que hacen
referencia a niveles anormales de lípidos (colesterol y triglicéridos). La hiperli-
poproteinemia consiste en una elevación anormal de una o más lipoproteínas en
sangre.
448 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Capítulo 38)

Objetivos

Antes de iniciar el manejo dietético se recomienda recabar información sobre los


hábitos de alimentación del individuo, a través de una encuesta de recordatorio
de consumo de 24 horas y de una encuesta dirigida que permita evaluar la inges-
tión de lípidos, colesterol y ácidos grasos. Así será posible proponer medidas die-
téticas sin alterar demasiado los hábitos del paciente.
El objetivo del tratamiento dietético (aislado o coordinado) con actividad físi-
ca o medicamentos hipolipemiantes consiste en disminuir la ingestión de grasa
total, grasas saturadas, colesterol y el aporte energético.

Tratamiento dietético

Los trastornos de los lípidos se tratan, en primer lugar, con la modificación de la


dieta. Los efectos de la dieta y los fármacos se potencializan; por ello, las modifi-
caciones de la dieta se deben mantener durante el periodo de tratamiento farma-
cológico. Se aconseja la continuación de la dieta, no obstante la normalización
de los lípidos sanguíneos y el perfil de lipoproteínas.

S Se recomienda el aumento en el consumo de fibra total. Al aumentar entre


6 y 12 g de fibra soluble al plan alimentario modificado en lípidos en etapas
I y II, se considera una disminución de 5 a 15% de lipoproteínas de baja
densidad (LBD).
S Los resultados de varios estudios afirman que ciertos aceites de pescado
poliinsaturados pueden disminuir la incidencia de cardiopatías coronarias.
Se ha prestado especial atención a los ácidos grasos indispensables ome-
ga--3, especialmente el ácido eicosapentaenoico y el ácido docosahexae-
noico. Se recomienda el consumo de pescado dos o tres veces por semana.
S El consumo moderado de alcohol no resulta perjudicial. Sin embargo, se
sabe que la ingestión abundante de alcohol afecta el metabolismo de las
lipoproteínas de diversas formas. Aunque su efecto sobre las lipoproteínas
de baja densidad resulta despreciable, el alcohol puede aumentar los trigli-
céridos y las lipoproteínas de alta densidad.
S Cuando se incrementa la actividad física se produce una disminución en
la concentración de triglicéridos y lipoproteínas de muy baja densidad
(LMBD). Las concentraciones de LBD no disminuyen únicamente con la
actividad física, a menos que se acompañe de pérdida de grasa corporal.
La concentración de lipoproteínas de alta densidad (LAD) aumenta de ma-
nera proporcional al incrementarse la actividad física, por lo que se reco-
mienda realizar ejercicio moderado.

El tratamiento se estructura en dos etapas:


Guía dietética general 449

Etapa I (prevención primaria)

Lípidos totales < 30% del VET


Ácidos grasos saturados 8 a 10% del VET
Ácidos grasos poliinsaturados 10% del VET
Ácidos grasos monoinsaturados 15% del VET
Hidratos de carbono 55% o más del VET
Proteínas 10 a 15% del VET
Colesterol < 300 mg/día
Fibra 0.015 g/kcal
Energía total Suficiente para obtener y mantener un peso saludable

Si las modificaciones de la dieta fracasaran después de tres meses de tratamiento,


se debe pasar a la

Etapa II (prevención secundaria)

Lípidos totales < 30% del VET


Ácidos grasos saturados < 7% del VET
Ácidos grasos poliinsaturados 10% del VET
Ácidos grasos monoinsaturados 15% del VET
Hidratos de carbono 55% o más del VET
Proteínas 10 a 15% del VET
Colesterol < 200 mg/día
Fibra 0.020 g/kcal
Energía total Suficiente para obtener y mantener un peso saludable

Dieta para la hipertensión


Los aspectos fundamentales en el tratamiento dietético de la hipertensión son la
reducción de peso y la restricción en la ingestión de sodio y alcohol, aunque tam-
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bién se deben tener en cuenta otros factores dietéticos que se han implicado en
la hipertensión, entre ellos el potasio, el calcio, el magnesio, las grasas y los áci-
dos grasos.
La pérdida de peso disminuye la presión arterial en una gran parte de los suje-
tos con hipertensión cuyo peso supera en más de 10% su peso ideal.
La respuesta de la presión arterial a la restricción de sodio varía de un paciente
a otro. Se ha demostrado en múltiples estudios clínicos que las restricciones mo-
deradas de sodio reducen la presión arterial en individuos sensibles al sodio y no
la reducen en individuos resistentes al sodio. Se ha detectado que entre 50 y 60%
de los individuos son sensibles al sodio
Una restricción moderada de sodio, de aproximadamente 70 a 100 mEq/día,
puede resultar de valor terapéutico en pacientes con hipertensión, independiente-
mente del consumo de medicamentos.
450 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Capítulo 38)

Tratamiento dietético

Puede ser necesario el uso simultáneo de una dieta de bajo contenido de grasas
totales, de grasas saturadas y de colesterol en pacientes con hipertensión e hiperli-
pidemia.

Pérdida de peso

Se aconseja la pérdida de peso en pacientes con hipertensión cuyo peso es mayor


de 110% del peso ideal.

Sodio

Las necesidades mínimas estimadas de sodio son de 500 mg/día. Para el control
de la hipertensión, se recomienda una reducción moderada del sodio dietético
hasta niveles inferiores a 2.3 g/día (100 mEq). Aproximadamente 10% del sodio
de la dieta lo aporta el contenido natural de los alimentos.
El contenido de sodio se debe calcular como parte del aporte de sodio. Los ali-
mentos de origen animal, como las carnes, los huevos y los derivados lácteos, así
como algunas verduras, contienen sodio de forma natural, y se deben consumir
moderadamente.
Se debe tener en cuenta el empleo de compuestos de sodio en el proceso de
diversos alimentos por diferentes razones. Por ejemplo, el benzoato sódico es un
conservador empleado en condimentos, salsas y margarina. Otro aditivo, el citra-
to sódico, mejora el sabor de los postres de gelatina y de algunas bebidas. Aunque
existen muchos productos comerciales bajos en sodio, es preciso consumirlos de
forma moderada. Si esos productos contienen menos de 10 mg (0.4 mEq) de so-
dio por porción, se considera que su contribución al total de sodio de la dieta es
mínimo.

Agua

El agua potable, ya sea natural, embotellada o tratada, puede constituir una fuente
significativa de sodio.

Dieta modificada en el contenido de sodio

La ingestión de sodio en la dieta se controla para mantener el estado de hidrata-


ción, para impedir la retención de líquidos o la hipertensión y para facilitar el
manejo de la insuficiencia hepática, renal y cardiaca. La pielonefritis y el riñón
Guía dietética general 451

poliquístico son estados patológicos en los que se pierde sodio y por lo general
aumenta su requerimiento. Las dietas controladas en el contenido de sodio son:

Dieta de 4 000 a 5 000 mg de sodio (174 a 217 mEq)


Es una alimentación prácticamente normal que limita el consumo de los alimen-
tos que han sido salados para su conservación (por ejemplo, cecina, bacalao, ma-
chaca, aceitunas, etc.).

Dieta de 2 000 mg de sodio (87 mEq)


Implica una restricción leve. Es una alimentación normal que limita los alimentos
que se conservan por medio del salado, los embutidos, los productos de salchi-
chonería y los enlatados, así como los condimentos y medicamentos ricos en so-
dio. Se permite cocinar con pequeñas cantidades de sal, pero se prohibe la sal en
la mesa. Se pueden utilizar algunos sustitutos de sal, a base de cloruro de potasio
y especias.

Dieta de 1 000 mg de sodio (43 mEq)


Implica una restricción moderada. En este plan alimentario no se debe agregar
sal al preparar los alimentos, y menos aún en la mesa. Se eliminan los embutidos,
los productos de salchichonería, los enlatados y los alimentos, a la vez que se res-
tringen los productos de panadería a cuatro raciones diarias como máximo, y la
leche se utiliza con moderación.

Dieta de 500 mg de sodio (22 mEq)


Implica una restricción severa. Esta dieta se debe utilizar por periodos cortos o
sólo para exámenes de laboratorio. La alimentación es limitada y se eliminan el
pan y las pastas; entre los cereales sólo se permite la tortilla de maíz sin conserva-
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dores. Asimismo, se limita el consumo de verduras ricas en sodio (como zanaho-


rias, espinacas, apio, betabel y acelgas).

Dieta de 250 mg de sodio (11 mEq)


Implica una restricción estricta. No se recomienda aplicar esta dieta, pero en ca-
sos muy específicos se podría utilizar por periodos muy cortos o para exámenes
de laboratorio. Este plan controla el contenido de sodio del agua para beber.

Dieta en la alergia alimentaria


La alergia a los alimentos se define como la capacidad de reaccionar a la ingestión
de antígenos alimentarios específicos, y por la que el sistema inmune del orga-
nismo responde exageradamente ante el alimento en cuestión.
452 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Capítulo 38)

La sustancia agresora, que se denomina alergeno, debe ser capaz de estimular


la producción de anticuerpos específicos en el organismo del individuo suscepti-
ble, y suele ser de naturaleza proteica. Cualquier proceso cuyo resultado sea la
división de las moléculas en péptidos, oligopéptidos y aminoácidos, disminuye
el potencial alergénico de la proteína.
La reacción alérgica se produce con un intervalo desde pocos minutos a varias
horas después de ingerirse el alimento. La alergia alimentaria depende de, o está
influida por, la edad, los procesos digestivos, la permeabilidad gastrointestinal,
la estructura antigénica y la predisposición genética.
Los alimentos más frecuentemente implicados en reacciones alérgicas son la
leche de vaca, huevo, cacahuate, soya, trigo, maíz, pescados y mariscos. Cuanto
menor sea la edad del paciente, mayor será la reacción, de modo que ésta alcanza
la máxima intensidad en los primeros años y con el transcurso del tiempo se va
atenuando.
Al indicar la dieta a un paciente con alergia hay que tomar en cuenta dos aspec-
tos:

S El alergeno se puede hallar “enmascarado”como ingrediente en otros ali-


mentos.
S Con la eliminación del alimento de la dieta se puede ver afectado el estado
nutrimental, al eliminar nutrimentos importantes.

Dietas de eliminación o exclusión

Se fundamentan en la omisión de una lista de alimentos considerados más fre-


cuentemente alergénicos. Al restringir esos alimentos hay que tener en cuenta
que la ingestión diaria debe ser adecuada desde el punto de vista nutricio.
La dieta de exclusión simple se debe seguir durante dos a cuatro semanas hasta
la desaparición de los síntomas. Si después de ese tiempo el paciente no mejora,
se instaura una dieta de eliminación más extensa, con supresión de un mayor
número de alimentos; si no hay mejoría, hay que pensar en otra causa de alergia
que no sea alimentaria.

Dieta de reexposición

Si se observa que el paciente mejora con la dieta de eliminación, se mantiene ésta


de dos a cuatro semanas tras la desaparición de los síntomas, y se van añadiendo
a la dieta los alimentos sospechosos de uno en uno. Se administrarán de 8 a 10
g (entre media y una cucharada como la primera dosis) y se va aumentando la can-
Guía dietética general 453

tidad hasta aproximarse a la ingesta normal. El alimento que provoque de nuevo


los síntomas alérgicos es el causante de la alteración alérgica, por lo que se supri-
me de la dieta.

Indicaciones

S Conviene evitar los alimentos más frecuentemente alergénicos.


S Realizar un interrogatorio adecuado al paciente, porque muchas veces éste
sospecha o cree conocer el alimento causante de su alergia, y la dieta de
exclusión estará así mejor orientada.
S Conocer cómo sustituir los alimentos restringidos al planificar las comidas.
S Asegurar la suficiencia nutricia de la dieta.
S Muchas veces se pueden requerir suplementos de vitaminas y minerales,
especialmente cuando se omiten múltiples alimentos.

Dieta para la alergia a la leche

Cualesquiera de las múltiples proteínas que contiene la leche de vaca pueden ser
las responsables de la reacción alérgica; las proteínas del suero (C--lactoglobulina
y C--lactoalbúmina) y la caseína son las más implicadas.

Tratamiento dietético

Consiste en restringir el consumo de leche y de aquellos productos que la contie-


nen. En sustitución se puede hacer uso de leche o yoghurt de soya, según la tole-
rancia.
La leche de vaca constituye una fuente fundamental de vitaminas como la B12,
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riboflavina, ácido pantoténico y vitamina D, y de minerales como el calcio, fós-


foro, magnesio, sodio y potasio. En el caso de restricción de leche de vaca y sus
derivados, puede ser necesario el empleo de fuentes alternativas de los nutrimen-
tos contenidos en ella.
La leche, por sí misma, es fácil de evitar, pero puede estar “enmascarada” en
alimentos elaborados. Los alimentos etiquetados como “no lácteos” pueden con-
tener caseinato de sodio, que causa hipersensibilidad.
La leche puede formar parte de los ingredientes siguientes, por lo que es reco-
mendable comprobar la etiqueta:

S Colorante caramelo.
S Esencia de caramelo.
S Sabor natural.
454 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Capítulo 38)

Dieta para alergia al huevo


El huevo contiene diversas proteínas que pueden actuar como alergenos, como
ovoalbúmina, ovotransferrina y ovomucoide. Es preciso conocer también que la
inmunoglobulina E puede reaccionar con las proteínas de la yema, y puede existir
reactividad cruzada entre la yema de huevo y las proteínas de la clara, por lo que
se recomienda que los pacientes con alergia al huevo eviten tanto la clara como
la yema
El huevo es fuente de vitaminas hidrosolubles, vitamina B12, ácido fólico, bio-
tina, ácido pantoténico y riboflavina, y de minerales como selenio, zinc y cromo.
Hay un gran número de alimentos preparados a partir del huevo y, si son evita-
dos, puede verse comprometido el estado nutricio del paciente; es preciso tener
esto en cuenta y suplir la ingesta dietética si resultara deficiente.

Tratamiento dietético
El huevo, por sí mismo, resulta fácil de evitar. Es más difícil de evitar el huevo
en alimentos elaborados, ya que se utiliza como agente espumante y como agente
aclarante en vinos y otras bebidas.

Dieta para la alergia a pescados y mariscos


El individuo alérgico al pescado debe evitar todas las especies de peces, ya que
existe reactividad cruzada entre las diversas especies. El pescado es el alimento
más alergénico en el adulto. También resulta frecuente la alergia a mariscos, crus-
táceos y moluscos en el adulto, y cuando aparece se deben evitar todos.
El pescado es uno de los alimentos más completos. Es fuente de proteínas de
valor biológico elevado y de muchas vitaminas y minerales, como la vitamina
B12, vitamina B6, niacina, fósforo, selenio, hierro, magnesio y potasio. Esos nu-
trimentos se pueden obtener de otros alimentos como las carnes, huevos, aves y
leche, así que la eliminación del pescado no afecta el estado nutricio del paciente.

Tratamiento dietético
A diferencia del huevo, el pescado no constituye un ingrediente oculto en los ali-
mentos, por lo que es fácil de evitar.

Dieta para la alergia a la soya


La alergia a la soya no implica la necesidad de excluir de la alimentación la totali-
dad de la familia de las leguminosas. El control o eliminación de éstas en la dieta
no debe traer como consecuencia una insuficiencia nutricia.
Guía dietética general 455

Tratamiento dietético
Suprimir la soya resulta más difícil, por los alimentos procesados que la contie-
nen. Su uso como extensor hace que se pueda encontrar en una gran variedad de
alimentos elaborados industrialmente: masas cárnicas y algunos tipos de helados,
entre otros muchos productos. También se deben suprimir la salsa de soya y el
queso de soya (tofu).

Dieta para la alergia al trigo


Las cuatro fracciones proteicas del trigo son gliadina, globulina, glutenina y albú-
mina; todas se consideran alergénicas.
A diferencia de la enfermedad celiaca, en la alergia al trigo todas las proteínas
que forman parte de su composición son capaces de estimular la producción de
una respuesta alérgica, lo que hace que el tratamiento consista en restringir el tri-
go y los productos que lo contienen.
El trigo constituye una fuente de vitaminas: tiamina, riboflavina y folato; y de
minerales: magnesio, molibdeno, potasio, hierro y selenio. Hay que valorar pe-
riódicamente a los pacientes y suplementarlos, si fuera necesario.

Tratamiento dietético
Se debe aconsejar la sustitución del trigo por otros cereales: arroz, maíz o avena,
para aportar una fuente similar de nutrimentos. La harina de papa, camote y yuca
puede sustituir a la harina de trigo, al igual que la maicena.
Se debe evitar el consumo de algunos alimentos que incluyen malta y algunas
bebidas alcohólicas que contienen trigo, como la cerveza, la ginebra y algunos
whiskies.
Hay alimentos que contienen trigo en forma “enmascarada”, como el chocola-
te, las sopas de sobre, flanes, natillas, helados y otros a los que puede ser que en
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el proceso industrial se les añada como extensor en embutidos, caramelos, turro-


nes, quesos fundidos u otros, y solamente están permitidos si en la información
nutrimental no se relacionan entre los ingredientes.

Dieta para obesidad


La obesidad se define como un exceso de grasa corporal en relación con la masa
corporal magra, en comparación con los valores normales de la población.

Tratamiento dietético
El plan de alimentación restringido en energía se utiliza para producir un balance
energético negativo y, en consecuencia, una disminución de peso.
456 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Capítulo 38)

Se emplea en adultos que tienen un exceso de grasa corporal, con un índice de


masa corporal mayor a 25 en sujetos de estatura baja y mayor a 27 en personas
de estatura normal. Para niños y adolescentes, existen varias estrategias para dis-
minuir el peso corporal, antes de recurrir a dietas hipoenergéticas que puedan
comprometer su crecimiento.
Se recomienda que la distribución de sustratos energéticos sea normal y ade-
cuada en vitaminas y nutrimentos inorgánicos. Si el aporte es menor a 1 200 kcal
de energía, se recomienda un suplemento de vitaminas y nutrimentos inorgánicos.
En teoría, un kilogramo de masa grasa equivale a 7 000 kcal, por lo que un
déficit energético de 7 000 kcal produce una disminución de 1 kg de grasa corpo-
ral. Es recomendable un déficit de 3 500 kilocalorías para disminuir alrededor de
medio kilogramo de peso a la semana.
En general no se recomiendan dietas que aporten menos de 800 kcal/día, las
cuales estarían limitadas a circunstancias extremas en las que resulta necesaria
una rápida pérdida de peso con la finalidad de aliviar otros trastornos potencial-
mente letales. Nunca se deben indicar dietas inferiores a 1 200 kcal/día a pacien-
tes con actividad física moderada o intensa.
Las dietas con contenido relativamente elevado de hidratos de carbono com-
plejos y bajo en grasas, que tienen un contenido elevado en fibra y volumen, se
pueden asociar con mayor tendencia a inducir saciedad, y constituyen la base de
las recomendaciones dietéticas.
La distribución energética de la dieta debe ser la siguiente:

S Hidratos de carbono: 55 a 60%.


S Proteínas: 15 a 20%.
S Lípidos: < 30%.

En relación con los hidratos de carbono, deben ser de tipo predominantemente


complejo: frutas, verduras, cereales y leguminosas.
La ingestión total del día debe ser distribuida en cinco tomas: desayuno, cola-
ción matutina, comida, colación vespertina y cena.
Entre los alimentos restringidos están las bebidas alcohólicas y los alimentos
con gran contenido de azúcar y grasa.
Se recomienda que la dieta hipoenergética se lleve a cabo a la par de un pro-
grama de ejercicio y con modificaciones de la conducta alimentaria.

Dieta para insuficiencia renal crónica

El tratamiento dietético se orienta a controlar la ingestión de proteínas y sodio,


y a garantizar un adecuado aporte de energía. La restricción de proteínas por
Guía dietética general 457

debajo de 0.8 g/kg de peso corporal puede afectar el aporte de aminoácidos indis-
pensables, motivo por el que se debe garantizar que entre 60 y 70% de las proteí-
nas sean de valor biológico elevado.
Si la dieta aporta menos de 40 g de proteína al día, se le considera nutricional-
mente inadecuada. Además, las dietas que aportan 50 g o menos de proteína por
día proporcionan cantidades insuficientes de calcio, hierro, tiamina, riboflavina,
niacina y ácido fólico, lo que exige considerar el uso de suplementos según las
características del paciente.

Objetivos del tratamiento dietético


S Controlar la ingestión de sodio para contribuir a la prevención del edema
y el control de la tensión arterial.
S Proporcionar una ingestión adecuada de energía no proteica para evitar el
catabolismo muscular.
S Limitar la ingestión de proteínas y evitar la acumulación excesiva de pro-
ductos de desecho nitrogenados y la toxicidad urémica.
S Contribuir al control de los niveles de calcio, fósforo y potasio séricos.
S Evitar la osteodistrofia renal.

Tratamiento dietético
S Energía: suficiente para mantener o aumentar el peso corporal o desacele-
rar su pérdida. Estimular la ingestión de la energía no proteica (grasa insa-
turada e hidratos de carbono).
S Proteínas: de 0.6 a 0.8 g/kg de peso corporal, más las pérdidas proteico uri-
narias en 24 h. Entre 60 y 70% de proteína de alto valor biológico (carne,
ave, pescado, huevo, leche) distribuida a lo largo del día.
S Sodio: ajustado a las necesidades del paciente para evitar edema o hiper-
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tensión (por lo general de 60 a 90 mEq/día). La dieta se debe planificar con


la finalidad de aportar aproximadamente 10% del sodio prescrito.
S Potasio: generalmente no se restringen las fuentes de potasio alimentario.
Se debe evitar el cloruro de potasio en los sustitutos de la sal común.
S Fósforo: la disminución en la ingestión es inherente a las dietas con bajo
contenido en proteína. Se aplican mayores restricciones dietéticas si los
niveles séricos de fósforo se elevan.
S Calcio: se suministran suplementos dietéticos según el criterio médico.

Dieta para hepatopatía crónica


La desnutrición energético--proteínica y la hipovitaminosis son padecimientos
comunes en los sujetos con hepatopatía crónica.
458 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Capítulo 38)

Tratamiento dietético

En general, los pacientes adultos con cirrosis tienen un requerimiento normal de


energía, siempre y cuando se controle la ascitis (de 25 a 35 kcal/kg de peso reco-
mendado).

S Hidratos de carbono: alrededor de dos tercios de los pacientes con cirrosis


presentan intolerancia a la glucosa, lo cual no se considera un problema
grave. Se recomienda que 40 a 50% de la energía provenga de hidratos de
carbono.
S Lípidos: se recomienda que los lípidos aporten de 20 a 40% de la energía
total de la dieta, con el objeto de mejorar el aporte energético y mantener
el sabor agradable de los alimentos.
S Proteínas: los requerimientos de nitrógeno no aumentan en pacientes con
cirrosis compensada (sin complicaciones), a quienes se recomienda una
ingestión diaria de proteína que oscile entre 0.8 y 1 g/kg de peso. Se reco-
mienda que 30% de la proteína de la dieta se obtenga de fuentes animales
y 70% de fuentes vegetales, y que no se administren más de 50 g diarios
de proteína vegetal, con el propósito de disminuir el volumen y hacer más
apetecible la dieta.

REFERENCIAS
1. Casanueva E, Kaufer HM, Pérez LAB, Arroyo P: Nutriología médica. 2ª ed. México,
Médica Panamericana, 2001.
2. Manual of clinical dietetics. Chicago, American Dietetic Association, 1996.
3. American Dietetic Association: Handbook of clinical dietetics. New Haven, Yale Univer-
sity Press, 1981.
4. Nelson JR, Moxness KE, Jensen MD, Gastreau CF: Dietética y nutrición. Manual de la
Clínica Mayo. 7ª ed. Harcourt Brace, 1997.
5. Martínez GI, Plasencia D, González CT: Manual de dietoterapia. La Habana, Ciencias
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6. Shils ME, Olson JA, Shike M, Ross AC: Modern nutrition in health and disease. 9ª ed.
Filadelfia, Lippincott, Williams and Wilkins, 1999.
7. Mahan L, Arlin M, Krause: Nutrición y dietoterapia. 10ª ed. México, McGraw Hill, 2001.
8. Orellana R, Pérez de Gallo AB: Dietas normales y terapéuticas. 2ª ed. México, La Prensa
Médica Mexicana, 1991.
Índice alfabético

A drenaje de, 267


acceso
abdomen agudo, 319, 430 vascular, 253
abordaje vascular, 253 en pacientes pediátricos, 253
absceso, 13, 267, 268, 269, 388 venoso periférico con catéter
de glándulas de Bartholin, 269, corto, 253
272 accidente automovilístico, 99
estéril, 13 ácido
faríngeo lateral, 405 acético, 376
glúteo, 13, 268, 272 acetilsalicílico, 350
mamario, 269, 273 clorhídrico, 33
parafaríngeo, 406 docosahexaenoico, 448
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.

periamigdalino, 403, 404 eicosapentaenoico, 448


perianal, 270, 275 fólico, 454, 457
complicado, 366 glicólico, 201
sencillo, 270 graso, 448, 449
profundo de cuello, 397 monoinsaturados, 447
pulmonar, 436 poliinsaturados, 447
retrofaríngeo, 402, 404 saturados, 447
agudo, 403 omega--3, 448
sublingual bilateral, 406 pantoténico, 453, 454
superficial paraaminobenzoico, 193
desbridación de, 267 tánico, 154

459
460 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Índice alfabético)

acidosis, 184 local, 181


actinomicosis, 270 clasificación de los, 182
Actinomyces, 402 mecanismo de acción de los,
adecuación nutricia, 440 182
adenitis cervical, 398 angina
aguda, 405 de Ludwig, 406
adenoiditis secundaria, 295 de pecho inestable, 184
adenolipoma, 348 angiocath, 18
adenoma de páncreas, 415 angiolipoma, 348
afonía, 397 angioma, 69
agudeza visual, pérdida de la, 291 anorexia
aguja grave, 43
atraumática, 206 nervosa, 42, 43
quirúrgica, 205 ansiedad, 4
alacrán Centruroides, 335, 336, antibioticoterapia, 262
337, 340 antídoto, 336, 337, 339
alcalosis metabólica, 33 antisuero, 337
alergia, 359, 436 contra veneno de alacrán, 339
a analgésicos, 130, 350 antitoxina tetánica, 344
a antibióticos, 130, 350 ántrax, 268
a antisépticos, 130 anuria, 432
a mariscos, crustáceos y molus- aparato circular, 140, 144
cos, 454 apnea, 115
alimentación aporte nutricional, 425
nasogástrica, 31 apósito
sólida, 443 con cloruro de sodio y calcio,
alineación, 138 154
amigdalitis, 398, 404 de algodón seco, 154
aguda, 404 empapado en vinagre caliente,
de repetición, 405 153
anafilaxia, 25 araña
sistémica, 193 del lino, 336
anemia, 414 doméstica parda, 336
aplástica, 415 Lactrodectus mactans, 336, 338
hemolítica, 415 Laxosceles reclusa, 335, 336,
perniciosa, 415 337
por hemólisis, 162 violinista, 335
anestesia local, 181 viuda negra, 336
técnicas de, 181 arrastre tisular, 197
anestésico(s) arritmia, 250
alergia a, 130 cardiaca, 114, 120, 184
Índice alfabético 461

artritis reumatoide, 165 calcio, 445, 449, 453, 457


ascitis, 458 sérico, 457
asfixia, 91, 415, 437 cáncer, 398, 433
sensación de, 12 anal, 366
asistencia vital bucal, 43
básica, 90 de colon, 366
cardiaca avanzada, 90 de la piel, 163
asma, 335, 436 de recto, 366
aspiración, 111 de sigmoides, 366
de cuerpos extraños, 312 del sistema nervioso central, 388
de las vías aéreas, 115 faríngeo, 43
de las vías respiratorias, 111 gastrointestinal, 43
del contenido intestinal, 32 pulmonar, 43
intestinal, 82 Candida, 402
atelectasia, 112, 114, 120, 436 cánula
atresia anal, 366 de Guedel, 435
autoestimulación sexual, 318 endotraqueal, 33
automaniobra de Heimlich, 310 canulación, 118
automatismo respiratorio, 95, 96 de la vena yugular interna, 24
percutánea, 220
carcinoma, 270
B de las células de los islotes del
páncreas, 415
Bacteroides, 329, 402 gástrico, 69
melaninogenicus, 402 meníngeo, 388
sp., 402 cardiopatía, 176
benzoato sódico, 450 coronaria, 448
biotina, 454 catabolismo muscular, 457
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.

bloqueo catéter
cardiaco, 250 corto, 15
de la conducción, 181 de corta estancia, 59
bradicardia, 170 de extensión intravenosa, 231
broncoaspiración, 33, 42, 72, 430, de Foley, 55, 58, 59
435 de larga estancia, 59
broncoconstricción, 193 de Swann--Ganz, 220
broncoespasmo, 112 largo, 15
urinario, 55
cateterismo
C de vena periférica, 27
venoso central, 24
calcinación, 157 cateterización
462 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Índice alfabético)

intermitente, 59 citrato sódico, 450


por venodisección, 241 clasificación de Child--Pugh, 70
prolongada, 59 cloruro de potasio, 451, 457
suprapúbica, 58 coagulación
venosa percutánea, 230 defectos de la, 388
vesical, 56 estado de, 83
cefalea, 388, 393 intravascular diseminada, 163
célula trastornos de la, 112, 262
adiposa, 347 coágulo sanguíneo, 57
leucémica, 388 coagulopatía, 69, 71, 349, 359
tumoral, 388 grave, 166
celulitis, 354 cocaína, 181
en el cuello, 243 colagenopatía, 359
choque colapso
anafiláctico, 12, 23, 345 cardiovascular, 338
hipovolémico, 253, 431 circulatorio, 425
cianosis, 36, 92, 246, 436, 437 vascular, 253
peribucal, 436 cólera, 230, 242
ungueal, 436 colesterol, 447
cicatriz ácido graso, 448
hipertrófica, 135, 163 total, 446
queloide, 135, 163 colgajo, 126
retráctil, 135 cólico, 430
cicatrización, 137, 196 colitis
hipertrófica, 130 ulcerativa crónica, 270
por contracción, 126 ulcerosa, 366
queloide, 130 collarín ortopédico, 243
tipos de, 128 colon preservado, 444
tisular, 208 compresión
circulación, 425 abdominal subdiafragmática, 311
oclusión en la, 145 cardiaca a cielo abierto, 89
cirrosis, 165, 458 torácica, 309, 311
compensada, 458 externa, 89
hepática, 70, 414 condiloma acuminado, 349
cirugía constricción, 145
bucofaríngea, 83 contusión, 140
de colon, 444 Corynebacterium, 402
duodenal, 83 crepitación, 139
esofágica, 83 cricotirotomía, 111, 121
gástrica, 83 cromo, 454
nasal, 83 cuerpos extraños, 197
Índice alfabético 463

en nariz, 293 de bajo contenido de grasas tota-


en oído, 281 les, 450
en recto, 317 de consistencia modificada, 439
oculares, 285 de eliminación, 452
conjuntivales, 285 de exclusión, 452
corneales, 285 simple, 452
intraoculares, 285 de líquidos
superficiales, 285 claros, 439, 440
cutícula, 357 generales, 441
de reexposición, 452
elemental hidrosoluble, 41
D en la alergia alimentaria, 451
enteral, 442
depresión severa, 42 hipercalórica, 441
dermatitis, 23, 146 hipoenergética, 456
derrame, 165 líquida, 428, 442
exudado, 165, 172 mixta, 442
peritoneal, 424 modificada en el contenido de
pleural, 172 sodio, 450
exudado, 165 normal, 441, 442
masivo, 166 para alergia
trasudado, 165, 172 a la leche, 453
desbridación, 271 a la soya, 454
descarga eléctrica, 91 a pescados y mariscos, 454
desequilibrio al huevo, 454
ácido--base, 430, 432 al trigo, 455
hidroelectrolítico, 39, 163, 253 para diabetes, 445
desgarro anorrectal, 366 para dislipidemia, 447
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.

desnutrición, 432, 446 para insuficiencia renal crónica,


calórico--proteica, 43 456
diabetes, 129, 130, 134, 271, 335, para la hipertensión, 449
398, 445, 446, 447 para obesidad, 455
mellitus, 57, 176, 271, 331, 349, parenteral, 442
359, 415, 445, 446 dilatación
diálisis peritoneal, 165 gástrica, 32
dieta pupilar, 12
blanda, 441, 442 disección
mecánica, 443, 444 de la vena yugular externa, 243
con alto contenido de fibra dieté- venosa, 242, 244
tica, 445 disfagia, 397
con bajo contenido de fibra, 444 disfonía, 397
464 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Índice alfabético)

disfunción aéreo, 264


hepática, 163 pulmonar, 265
vesical neurogénica arrefléctica, empiema, 175
57 epidural, 396
dislipidemia, 447 subdural, 396
dieta para, 447 encefalitis, 388
disnea, 166, 436, 437 por herpes simple, 388
dispareunia, 382 encefalopatía, 341
posparto, 380 anóxica, 98
distensión intestinal, 83 endocarditis bacteriana, 228
distocia de hombro, 381 enfermedad(es)
distrofia muscular, 416 aganglionar, 366
divertículo autoinmune, 165
de Zenker, 32 cardiovascular, 359, 445
esofágico, 52 celiaca, 455
perforado, 366 de Addison, 415
diverticulosis, 445 de Crohn, 270, 366
dolor de Cushing, 415
pleurítico, 166, 437 de Ehlers--Danlos, 70
transmisión del, 181 de Hirschsprung, 366
drenaje, 271 de Osler--Rendu--Weber, 70
quirúrgico, 268 degenerativa del sistema ner-
suprapúbico, 59 vioso, 388
vesical, 56 del suero, 340, 345
duodenitis, 69 diarreica aguda, 444
diverticular del colon, 366
hemorrágica del recién nacido,
E 417
hepática, 331, 359, 417
edema inflamatoria intestinal, 271, 444
conjuntival, 286 muscular, 416
corneal, 286 por reflujo gastroesofágico, 42
de la extremidad, 145 severo, 43
laríngeo, 12 pulmonar obstructiva crónica,
palpebral, 286 43, 176
pulmonar, 97, 163, 170 que alteran la cicatrización, 359
embolia, 250 vascular cerebral, 42
aérea, 239 enfisema
gaseosa, 250 mediastinal, 123
pulmonar, 436 pulmonar, 414
embolismo obstructivo crónico, 414
Índice alfabético 465

subcutáneo, 123, 420 estreñimiento, 445


enteritis por radiación, 366 exostosis subungueal, 358
envenenamiento, 336
epiglotitis, 116 F
episiorrafia, 379, 381, 382
episiotomía, 379, 381 falla respiratoria, 116
cuidados de la, 385 faringitis, 398
mediana, 380, 382, 383 aguda, 402
mediolateral, 380, 382 fascitis, 354
epistaxis, 88, 277 férula, 140
por cuerpos extraños, 278 de aluminio, 151
por desviación septal, 278 de madera, 137
por manipulación digital de la de yeso, 151
nariz, 278 fibra
por resequedad en el ambiente, dietética, 444, 447
278 insoluble, 444, 445
equimosis, 354 soluble, 444, 445
erosión esofágica, 78 fibrosis, 12, 13
escaldadura, 153, 164 fístula, 366
escara, 154, 157, 164 anorrectal, 270
esclerosis múltiple, 388 aortoduodenal, 69
escoliosis, 390 enterocutánea, 44
escoriación, 127 intestinal, 43
esguince, 140 perianal, 366
esofagitis, 32, 40, 43, 69 rectovaginal, 366
esófago, perforación del, 312 retrovesical, 366
espasmo, 397 flebitis, 16, 23, 231, 239, 243, 250,
bronquial, 12 257, 260, 262
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laríngeo, 121 de la vena basílica, 221


esplenomegalia, 424 flebotomía, 219
espondilitis anquilosante, 390 flictema, 156
esputo carbonáceo, 154 fórmula de alimentación, 51
estabilidad articular, 139 fósforo, 453, 454, 457
estasis venosa, 129 sérico, 457
esteatoma, 348 fotofobia, 286
estenosis, 121 fractura, 137, 139, 140
del tracto intestinal, 443 estable, 143
esofágica, 43 expuesta, 138
estoma, 365, 366, 367 maxilofacial, 112
permanente, 367 oculta, 139
temporal, 367 reducción de la, 137
466 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Índice alfabético)

función inmunológica intestinal, 42 subaracnoidea, 388


Fusobacterium, 402 hemorroides, 445
nucleatum, 407 hemotórax, 175
hepatomegalia, 423
hepatopatía crónica, 457
G herida
clasificación de, 127
Gafkya tetragena, 401 contaminada, 125, 127
gangrena de Fournier, 325 contaminantes de la, 130
gastritis, 69 crónica, 126
gastroenteritis aguda, 440 infectada, 127
glucosa, intolerancia a la, 458 limpia, 125, 127
gota, 416 limpieza de una, 126, 129
granuloma, 121 no quirúrgica, 127
piógeno, 135 penetrante, 127
grapa, 134 perforante, 127
guía dietética, 439 profunda, 127
quirúrgica, 127
superficial, 127
H torácica, 91
traumática, 125, 127
Haemophilus influenzae, 407 hidrofobia, 327
halitosis, 295 hidrotórax, 29
hemangioma, 404 hierro, 445, 454, 455, 457
hematoma, 354, 394 hiperbaralgesia, 430
subdural, 100 hipercalcemia, 184
hemofilia, 262, 417 hiperestesia, 430
hemoneumotórax, 100 hiperlipidemia, 445, 446, 447, 450
hemoptisis, 437 hiperlipoproteinemia, 447
hemorragia hiperpigmentación, 134
activa, 209 hipertensión, 184, 449, 450, 457
del tubo digestivo, 32 arterial, 277, 278, 296, 335, 349,
alto, 69, 70 446
externa, 139 sistémica, 176
gastrointestinal, 32 intracraneal, 112
alta, 69 intracraneana, 388
intracraneal, 388 no controlada, 184
por varices esofágicas, 70 portal, 70, 83
pulsátil, 139 hipertiroidismo, 415
recidivante, 71 hipo, 430
severa, 100 hipoacusia, 282
Índice alfabético 467

hipodermoclisis, 254 influenza, 172


hiponatremia, 184 ingurgitación yugular, 437
hipoproteinemia, 165 inhalación de humo, 154
hipotensión, 114, 193 injerto cutáneo, 126
arterial, 12, 112 inmovilización, 138
hipotermia, 91 definitiva, 140
hipotiroidismo, 404, 415 temporal, 140
hipovitaminosis, 457 inmunocompromiso, 359
hipoxia, 112, 114, 118, 120, 425, inmunodepresión, 271
435 insuficiencia
histiocito espumoso, 388 cardiaca, 25, 432, 450
historia clínica, 411 congénita venosa, 165
congestiva, 414
de causa posrenal, 432
I hepática, 70, 450
nutricia, 454
íleo renal, 130, 338, 343, 344, 416,
adinámico, 163 450
meconial, 366 aguda, 163, 432
paralítico, 32, 430 crónica, 446
incontinencia respiratoria, 338
de heces, 365 grave, 166
rectal, 4 variable, 166
urinaria, 56 uteroplacentaria, 184
inestabilidad insulina, 446
articular, 138 intoxicación, 335
capsular, 139 por fármacos, 91
ligamentaria, 139 intubación
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ósea, 139 endotraqueal, 33, 72, 111, 115,


infarto, 165 118, 121
del miocardio, 91 intestinal, 81, 82
agudo, 416 traqueal, 33
infección invaginación intestinal, 87
aguda, 359 inyección
dental, 398 en el deltoides, 2
faríngea, 398 glútea, 2
nosocomial, 24 intradérmica, 1, 2, 3
por hongos, 359 intramuscular, 1, 2, 3
profunda cervical, 397 intravenosa, 2, 15, 24
pulmonar crónica, 436 subcutánea, 1, 2, 3, 4
quirúrgica, 354 irrigación intestinal, 82
468 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Índice alfabético)

isquemia, 260, 325 muscular, 140


gastrointestinal, 44 musculotendinosa, 138
nerviosa
medular, 139
J periférica, 139
ósea, 139
jeringa por animales ponzoñosos, 335
hipodérmica, 17 por aplastamiento, 139
de insulina, 17 por mordedura de perro, 331
de tuberculina, 17 tendinosa, 140
torácica grave, 94
traumática del sistema musculos-
K quelético, 140
vascular, 139
Klebsiella, 171
leucemia, 388, 415
linfogranuloma venéreo, 270
L linfoma, 388
lípidos, 447
laceración visceral, 171 intolerancia a los, 442
Lactobacillus, 402 lipodistrofia, 13
laringotraqueítis, 112 lipoma, 183, 348, 350, 351, 354
lavado gástrico, 32 congénito, 347
leiomioma, 69 infiltrante, 348
Leptotrichia, 402 manejo de, 347
lesión no encapsulado, 348
arterial, 139 pleomórfico, 348
capsular, 138 solitario, 348
capsuloligamentaria, 139 lipomatosis, 348
cardiaca, 99 liposarcoma, 348
cutánea, 347 liposucción, 350
de fibras nerviosas, 13 líquido
de la tráquea, 120 cefalorraquídeo, 387
del conducto anal, 320 pleural, 165
del esfínter anal, 271 litiasis vesical, 56
del sistema musculosquelético, lupus eritematoso sistémico, 165
137 luxación, 137, 139, 140
dermoepidérmica, 127
en bazo, 100 M
en hígado, 100
espinal cervical, 116 magnesio, 445, 449, 453, 454, 455
ligamentosa, 138 malestar abdominal, 320
Índice alfabético 469

maniobra de Heimlich, 310 crónica, 416


masaje cardiaco, 95 Neisseria
mastitis supurada, 268 catarrhalis, 402
mediastinitis, 52, 78, 431 flavescens, 402
aguda, 78 gonorrhoeae, 269
medicación anticoagulante, 4 pharyngitidis, 402
médula espinal, herniación de la, neoplasia, 130, 165, 270
396 cutánea, 349
memoria plástica, 197 del estómago, 42
meningitis, 388 neumonía, 97, 120, 415
bacteriana, 388 por aspiración, 88
carcinomatosa, 388 por reflujo, 42
por contaminación del equipo, neumonitis
396 por aspiración, 77
por Haemophilus influenzae, 388 química, 52
tuberculosa, 387 neumotórax, 29, 170, 264
metástasis, 433 a tensión, 25, 174
a las meninges, 388 espontáneo, 174
meteorismo, 430 neuralgia, 179
miasis, 294, 298 neuritis, 179
Micrococcus, 401 neuroblastoma, 404
mixedema, 165 niacina, 454
molibdeno, 455 nudo
mordedura instrumental, 213
de animales ponzoñosos, 335, manual, 213
337 nutrición
de perro, 327 enteral, 42, 43, 44, 443
de serpiente, 335 estado de, 439
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de víbora, 341 mixta, 43


mortalidad por trauma, 99 parenteral, 42, 43, 262, 443
motilidad intestinal, 430
muestra venosa, toma de, 15
O
obesidad, 433, 445, 446
N obstrucción
a nivel
necrosis, 325 duodenal, 83
hepática, 415 esofágico, 83
tisular, 145, 260 faríngeo, 83
tubular aguda, 163 gástrico, 83
nefritis, 398 nasal, 83
470 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Índice alfabético)

de fosas nasales, 84 parestesia, 354


de vías respiratorias, 311 paro
infravesical, 56 cardiaco, 170
intestinal, 32, 43, 82 recurrente, 97
pilórica por estenosis, 82 cardiorrespiratorio, 90, 92, 115,
posoperatoria del intestino del- 120
gado, 82 paroniquia, 358
urinaria, 416 parto pélvico, 381
venosa, 221, 231, 243 Pasteurella
oclusión trombótica, 265 multocida, 329
odinofagia, 397 sp., 331
oliguria, 432 penicilina, 2
onicocriptosis, 358 Peptostreptococcus, 402
onicoma, 358 pérdida
onicomicosis, 359 hemática, 70
crónica, 358 sanguínea, 138
oniquectomía, 183, 357 perforación
parcial, 358, 361 alveolar, 294
total, 358, 362 cardiaca, 250, 264
osteodistrofia renal, 457 del esófago, 123
osteogénesis imperfecta, 130 esofágica, 32, 33
osteomielitis, 29, 354, 431 gastrointestinal, 88
otalgia, 280 intestinal, 44
otitis media, 120, 388 accidental, 366
secundaria a inflamación, 296 rectosigmoidea, 319
periostitis, 354
peristalsis, 81, 84, 430
P peritonitis, 52, 325
picadura, 335
paciente de animales ponzoñosos, 337
politraumatizado, atención inicial piel
del, 99 biopsia de, 183
quemado, 153, 158 quemada, 154
panadizo, 358 pielonefritis, 450
pancreatitis, 165, 415 plastodeformación, 198
aguda, 43 posoperatorio
severa, 43 cuidados generales en el, 425
papiledema, 388 inmediato, 425
parálisis, 121, 146 mediato, 425
de cuerdas vocales, 121 potasio, 430, 440, 449, 453, 454,
respiratoria, 344 455, 457
Índice alfabético 471

iones de, 182 de tercer grado, 157, 163


sérico, 457 en la región del cuello, 243
presión facial, 154
arterial, 449 grave, 157
venosa menor, 157
central, 15 moderada, 157
en humanos, 24 pérdida de líquidos en las, 154
procaína, 181 por calor, 153
proctitis, 366 por electricidad, 158
proctoclisis, 254 quilotórax, 176
prolapso quimioterapia, 253, 262
hemorroidal, 318 quiste(s), 348, 350, 354
rectal, 318 adquirido, 348
prueba de Seidel, 289 cutáneo, 348
prurito anal, 318 dermoide, 348
Pseudomonas, 163, 171, 407 epidermoide, 348
pujo, 320 manejo de, 347
pulmón, colapso del, 171, 172 sebáceo, 348, 349, 352
punción, 15
intravenosa, 15, 23
R
lumbar, 387, 396
temporal, 20 rabia, 327, 329
torácica, 165, 172 humana, 329
venosa, 229 rayos X, 417
subclavia, 24 reacción anafiláctica, 12, 101
puntos reanimación cardiopulmonar, 89, 96
simples separados, 210 básica, 90
tipos de, 195 externa, 89
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.

punzocath, 18 técnica de, 91


púrpura trombocitopénica idiopá- reconstitución, 5
tica, 415 reflujo gastroesofágico, 40
regla de los nueve, 158
relajación muscular por anestésicos,
Q 435
residuo intestinal, 441
quemadura(s), 121, 153, 156 respiración, 425
de primer grado, 156, 162 boca a boca, 89
producida por el sol, 163 respuesta homeostática, 425
de segundo grado, 163 resucitación rápida, 100
profunda, 156 retención urinaria, 320
superficial, 156, 162 aguda, 56
472 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Índice alfabético)

crónica, 56 de Homans, 433, 434


riboflavina, 453, 454 de menisco, 166
rinitis inducida por cuerpo extraño, de Mosses, 433, 434
296 de Murphy, 432
riñón poliquístico, 450 de rebote, 430
rinorrea síncope, 12
nasal posterior, 296 síndrome
unilateral de tipo purulento, 295 compartimental, 139
ritmo cardiaco, trastornos del, 112 de Boerhaave, 78
Rothia, 402 de Down, 281
ruptura esofágica, 78 de Ehlers--Danlos, 130
de Fournier, 366
de insuficiencia respiratoria, 116
S de intestino corto, 43, 444
de malabsorción, 43
sangrado, 277 de Mallory--Weiss, 69, 70
nasal, 277, 278, 279 de Marfán, 130
anterior, 277 de vena cava superior, 265
espontáneo, 278 demencial, 293
posterior, 277 nefrótico, 165
por causa tumoral, 278 sinusitis, 88, 296
por varices esofágicas, 70 frontal, 388
posoperatorio, 214 sodio, 182, 440, 441, 450, 453, 457
supraglótico, 116 dietético, 450
sangre en intestino delgado, 82 iones de, 182
Sarcina lutea, 401 restricción de, 449
secreción intestinal, 82 solución por vía parenteral, 1
selenio, 454, 455 sonda
sello de agua, 172, 174 de Foley, 61, 62, 428, 432
sepsis, 250, 253 de Levin, 31, 71, 82, 430
abdominal, 43 de Miller--Abbott, 81, 83, 87,
por catéter, 24, 226, 431 430
septicemia, 42, 164, 239, 415 de Nelaton, 432
seroma, 354 de pleurostomía, 172, 176, 178
serpiente de Sengstaken--Blakemore, 69,
cobra, 338 70, 71, 72, 79
mordedura de, 335 de toracostomía, 174
venenosa, 341 esofágica, 70
seudoxantoma elástico, 70 gástrica, 70
signo nasoenteral, 41
de Giordano, 432 nasogástrica, 31, 44, 71, 72, 430
Índice alfabético 473

nasoyeyunal, 41, 42, 43, 44, 46 taponamiento


orográfica, 72 esofágico, 70
para drenaje urinario, 55 nasal, 278
pleural, 174 taquicardia, 337, 436, 437
rectal, 430 tejido
urinaria, 55 adiposo, 2
vesical, 56 reparación de, 138
sondeo vesical, 55 tenesmo rectal, 320
Staphylococcus terapia intravenosa, 253
albus, 401 tétanos, 107
aureus, 163, 171, 270, 329, 331, refuerzo contra el, 332
402, 431 tono muscular, 138
Streptococcus, 163 toracocentesis, 165, 166
pyogenes, 402 toracotomía, 165
viridans, 401, 402 torniquete, 336
suero tortícolis, 397
antiponzoñoso, 337 toxicidad sistémica, 192
antirrábico hiperinmune, 331 toxina, 335
antiviperino polivalente equino, toxoide
344 antitetánico, 344
sutura(s), 134, 195 tetánico, 101
absorbible, 196, 200 tráquea, desviación de la, 103
clasificación de las, 200 traqueomalacia, 121
continua anclada, 210 trastorno
de algodón, 195 de la coagulación, 243
dehiscencia de, 214 hidroeléctrico, 430
en puntos trauma
paralelos, 209 cerrado, 106
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separados, 209 craneal, 44


monofilamento, 197 facial, 83
torcida, 202 maxilofacial, 116
natural, 196 penetrante, 106
no absorbible, 196 traumatismo, 165, 270
sintética, 196 cerebral, 415
absorbible, 201 cervical, 243
subdérmica, 211 contuso, 348
craneoencefálico, 243
de cabeza y cuello, 398
T de las vías respiratorias, 120
grave, 99
tabaquismo, 433 laríngeo, 122
474 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Índice alfabético)

traqueal, 122 V
ungueal, 358
trismus, 397 vacuna
trombocitopenia, 69 antirrábica, 328
tromboembolia, 250 antitetánica, 321
pulmonar, 25, 170, 228, 239 antitoxoide tetánica, 336
tromboflebitis, 407 contra el sarampión, 3
séptica, 431 contra la varicela, 3
supurada, 239 contra la viruela, 1, 13
trombosis, 250, 257 triple viral, 3
venosa profunda, 433, 436 vacunación antitetánica, 130, 155
tuberculosis, 170, 270 varices
tubo esofágicas, 69, 70
esofagogástrico de tres vías, esofagogástricas, 83
70 Veillonella, 402
gástrico, 82 venda elástica, 141
nasogástrico, 31 vendaje
tumor, 32, 388 de Saul, 148
benigno, 69 de yeso, 137
carcinoide, 69 veneno
de grasa, 348 de insecto, 335
gastrointestinal, 43 neutralización del, 336
maligno, 347 venoclisis, 15, 253
múltiple, 348 venodisección, 220, 221, 230, 232,
tumoración benigna, 347 239, 242, 250, 263
basílica, 220
de vena
U basílica, 219, 228
cefálica, 229
úlcera yugular externa, 241
corneal, 291 periférica, 253, 263
de Curling, 163 venopunción, 15, 24
de presión, 145 verruga, 349, 350, 354
diabética, 129 acuminada, 349
gastroduodenal, 154 filiforme, 349
por presión, 129, 143 genital, 349
ulceración nasal, 88 manejo de, 347
uña, 358 plana, 349
encarnada, 358 plantar, 349, 352
uremia, 430, 432 subungueal, 349
urticaria, 12 venérea, 349
Índice alfabético 475

vulgar, 349 liposolubles, 445


vía aérea, obstrucción de la, 77 vólvulus del colon, 366
víbora, mordedura de, 336, 341
VIH, 349
violeta de genciana, 154 Y
virus del papiloma humano, 349
yeso
visión borrosa, 286
elástico, 141
vitamina(s)
moldes de, 145
B12, 453, 454
resinoso, 141
C, 130
D, 453
hidrosolubles, 454 Z
K, 417
deficiencia de, 262, 417 zinc, 445, 454

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476 Manual de procedimientos médico--quirúrgicos (Índice alfabético)

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