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DE LA ACADEMIA MEXICANA
DE CIRUGÍA
CLÍNICAS QUIRÚRGICAS DE LA
ACADEMIA MEXICANA DE CIRUGÍA
VOLUMEN XIV
LA CIRUGÍA DE URGENCIA
EN EL ABDOMEN AGUDO
Editores huéspedes
Acad. Dr. César Athié Gutiérrez
Acad. Dr. Fernando Torres Valadez
ERRNVPHGLFRVRUJ
La cirugía de urgencia en el abdomen agudo
ISBN 978–607–7504–17–7
Dirección editorial:
José Paiz Tejada
Editor:
Dr. Jorge Aldrete Velasco
Revisión editorial:
Irene Paiz, Berenice Flores
Revisión médica:
Dr. Diego Armando Luna Lerma
Ilustración:
Alejandro Rentería
Impreso por:
Impresiones Editoriales FT, S. A. de C. V.
Calle 15 Manz. 42 Lote 17, Col. José López Portillo
09920 México, D. F.
Julio de 2009
Esta obra no puede ser reproducida total o parcialmente sin autorización por escrito de los editores.
Los autores y la Editorial de esta obra han tenido el cuidado de comprobar que las dosis y esquemas
terapéuticos sean correctos y compatibles con los estándares de aceptación general de la fecha de
la publicación. Sin embargo, es difícil estar por completo seguros de que toda la información pro-
porcionada es totalmente adecuada en todas las circunstancias. Se aconseja al lector consultar cui-
dadosamente el material de instrucciones e información incluido en el inserto del empaque de cada
agente o fármaco terapéutico antes de administrarlo. Es importante, en especial, cuando se utilizan
medicamentos nuevos o de uso poco frecuente. La Editorial no se responsabiliza por cualquier alte-
ración, pérdida o daño que pudiera ocurrir como consecuencia, directa o indirecta, por el uso y apli-
cación de cualquier parte del contenido de la presente obra.
Volumen XIV:
La cirugía de urgencia en el abdomen agudo
Comité Editorial
Editores responsables
Acad. Dr. César Athié Gutiérrez
Acad. Dr. José Antonio Carrasco Rojas
Acad. Dr. Jesús Tapia Jurado
Clínicas Quirúrgicas
de la Academia Mexicana de Cirugía
Volumen anterior
XIII. Telemedicina y su impacto en la cirugía
Volumen siguiente
XV. Endoscopia en el siglo XXI
Colaboradores
IX
X La cirugía de urgencia en el abdomen agudo (Colaboradores)
Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . XVII
César Athié Gutiérrez
1. Dolor abdominal agudo, clave en el diagnóstico . . . . . . . . . . 1
Roberto Anaya Prado, Marisol Godínez Rubí
2. Anatomía de la cavidad abdominal . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 29
Federico Roesch Dietlen, Silvia Cid Juárez
3. Concepto moderno de abdomen agudo . . . . . . . . . . . . . . . . . . 57
Cesar Athié Gutiérrez, Heriberto Rodea Rosas,
Eduardo Montalvo Javé
4. Respuesta inflamatoria y su repercusión sistémica en
la peritonitis . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 71
Raúl Carrillo Esper, Martín de Jesús Sánchez Zúñiga
5. Laparoscopia diagnóstica en abdomen agudo. Metaanálisis 87
Leopoldo S. Gutiérrez Rodríguez, Francisco García Arévalo,
David Elohim Gutiérrez Vázquez
6. Cirugía de urgencia en apendicitis aguda . . . . . . . . . . . . . . . . 99
Andrea Socorro Álvarez Villaseñor, Alejandro López Ortega,
Alejandro González Ojeda
7. Colecistitis aguda . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 121
Miguel Ángel Mercado
8. Cirugía de urgencias en la oclusión intestinal . . . . . . . . . . . . 135
Roberto Blanco Benavides
XV
XVI Eventos adversos de la anestesia neuroaxial (Contenido)
XVII
XVIII La cirugía de urgencia en el abdomen agudo (Introducción)
rio y exploración física con la orientación del laboratorio, los estudios conven-
cionales de imagen, como la tele de tórax, las placas simples de abdomen y el
ultrasonido, que se ha convertido en un procedimiento sencillo, rápido y en la
cama del enfermo, y que representa una gran utilidad en la patología pélvica de
la mujer, teniendo como enemigo la presencia de gas y la obesidad extrema.
Cada día la tomografía computarizada se usa más frecuentemente, sobre todo
en caso de duda, como en la pancreatitis aguda y la apendicitis aguda complicada,
debido a su mayor sensibilidad y especificidad.
La indicación de laparoscopia diagnóstica es muy útil en manos expertas, y
sus fortalezas y debilidades deben ser valoradas cuidadosamente por el cirujano.
El conocimiento de la anatomía quirúrgica del abdomen, la situación de los
órganos, su vascularización, la distribución ganglionar, su inervación, sus rela-
ciones, su disposición ante el peritoneo y las diferentes capas de cada una, así
como el conocimiento de los grandes vasos y el retroperitoneo en general, son
necesarios, y deben tenerse en cuenta para el manejo de la patología abdominal
aguda.
La evolución de la medicina, el cambio acelerado de la epidemiología y el im-
pacto de la tecnología han hecho que el concepto de abdomen agudo se moderni-
ce, ya que deja de ser vigente al efectuarse el diagnóstico del padecimiento que
le dio origen.
La presencia de patología atípica por la edad, el estado nutricional, su inmuno-
logía, el SIDA y los avances en el diagnóstico y en la terapéutica han ayudado
a mejorar los procedimientos. La sustitución de la tomografía sobre la placa sim-
ple de abdomen, la cirugía endoscópica sobre la cirugía abierta y la cirugía ma-
nual sobre la cirugía robótica son sólo ejemplos de los nuevos alcances de la ciru-
gía.
La respuesta inmunitaria y los índices pronósticos son de gran ayuda en el ma-
nejo de estos pacientes.
La evolución natural de estos cuadros termina en complicaciones graves que
van desde peritonitis, abscesos intraabdominales, respuesta inflamatoria sistémi-
ca, sepsis abdominal, translocación bacteriana y aumento de la presión intraab-
dominal, situación que obliga a una atención intensiva de reanimación, al trata-
miento antimicrobiano, al uso de líquidos, vasopresores, inotrópicos y
corticosteroides, al uso controversial de proteína C activada recombinante
humana y hemoderivados, pero sobre todo al control del foco de infección. Se
debe analizar la primera causa de abdomen agudo, cuyo diagnóstico se basa en
la clínica, siendo sencillo sospecharla y con un tratamiento oportuno su evolu-
ción debe ser satisfactoria; de otra manera, se puede convertir en un diagnóstico
difícil con complicaciones graves y mortalidad elevada. Por lo tanto, actualmen-
te es un gran error no actuar en forma congruente en el manejo de este tipo de
patologías.
Introducción XIX
bre la técnica quirúrgica, con varias opciones de acuerdo con la experiencia del
cirujano, así como optar por cirugía abierta o endoscópica.
La falta de control de la fuente de contaminación abdominal puede llevar a un
aumento repentino de la presión intraabdominal, falla orgánica múltiple y la
muerte, por lo que el cirujano debe detectar esta evolución y no permitir las com-
plicaciones graves, debiendo actuar en forma oportuna, dejando el abdomen
abierto en sus diferentes modalidades.
Otra situación difícil de manejar es el abdomen agudo en la paciente embara-
zada, que puede presentar cuadros de apendicitis aguda, colecistitis aguda y oclu-
sión intestinal, en donde la morbimortalidad maternoinfantil está en juego; es re-
comendable llevar a cabo el tratamiento en forma conjunta con el ginecoobstetra,
pero prevaleciendo el criterio del cirujano general.
La actualización y el análisis del abdomen agudo deberán ser una forma de
mantenernos alertas para el diagnóstico y tratamiento de las diferentes patologías
abdominales agudas, ya que el desconocimiento de estos conceptos nos lleva a
un diagnóstico encubierto por inexperiencia y obviamente a un tratamiento qui-
rúrgico complicado.
El sinónimo de abdomen agudo igual a laparotomía exploradora es el concep-
to del siglo pasado.
1
Dolor abdominal agudo,
clave en el diagnóstico
Roberto Anaya Prado, Marisol Godínez Rubí
INTRODUCCIÓN
El dolor abdominal constituye uno de los cuadros clínicos más comunes en los
departamentos de urgencias hospitalarias.1–6 Es un síntoma inespecífico que pue-
de ser la manifestación de una gran cantidad de patologías intraabdominales, ex-
traabdominales y sistémicas. La amplia gama de diagnósticos que representa el
dolor abdominal agudo constituye un verdadero desafío para el médico. La ma-
yoría son patologías benignas que se solucionan con tratamientos médicos, pero
un porcentaje importante pueden poner en riesgo la vida del paciente, que muchas
veces requiere tratamientos quirúrgicos. Por todo ello, la evaluación de los pa-
cientes con diagnóstico de dolor abdominal debe ser metódica, cuidadosa y con
un alto índice de sospecha.2,3,7 Se debe incluir de manera rutinaria la historia clíni-
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
1
2 La cirugía de urgencia en el abdomen agudo (Capítulo 1)
servicios de urgencias, se sabe que, al igual que en otros países, el dolor abdomi-
nal inespecífico es la causa no quirúrgica más frecuente de dolor abdominal,
mientras que las tres causas más comunes de abdomen agudo quirúrgico son
apendicitis aguda, colecistitis aguda y obstrucción intestinal.10 En este capítulo
se revisarán los mecanismos del dolor abdominal agudo, que explican las causas
más frecuentes de dolor médico y quirúrgico.
El dolor (del latín poena, panilidad, que significa castigo, tormento) se produce
en casi todas las enfermedades, y es el síntoma más frecuente de la enfermedad
digestiva, que conduce a la intervención quirúrgica más que cualquier otra mani-
festación del aparato digestivo.11 El dolor se despierta al detectar, localizar e iden-
tificar elementos nocivos para los tejidos.12 Se divide en dos clases principales:
Las vías por las que se transmiten estos dos tipos de dolor son diferentes.12 El do-
lor abdominal puede ser visceral, parietal o referido, y su localización depende
de la ubicación del órgano o de la estructura afectados, y de su origen embriológi-
co.7,11–13
El dolor es una sensación transmitida por las neuronas sensoriales aferentes pri-
marias, también llamadas nociceptores, las cuales se clasifican por su diámetro,
su grado de mielinización y su velocidad de conducción.13 Dentro de esta clasifi-
cación existen las fibras A–delta (Ad) y C (de acuerdo con la clasificación de
Gasser, o los grupos IV y III en la terminología de Lloyd).11 Las fibras Ad mielini-
zadas y finas conducen a una velocidad de 6 a 30 m/s y se dirigen principalmente
a estructuras como la piel, el músculo esquelético, la pared abdominal, el diafrag-
ma y las raíces del mesenterio, transmitiendo el dolor somático, que se caracte-
riza por ser agudo, rápido y bien localizado. Las mayoría de las fibras amielínicas
C, que conducen a una velocidad de 0.5 a 2 m/s, se dirigen a las paredes de estruc-
turas viscerales profundas, incluyendo el peritoneo visceral; se caracterizan por
Dolor abdominal agudo, clave en el diagnóstico 3
Dolor visceral
El dolor visceral es sordo y mal localizado, con un umbral alto, un inicio gradual,
una duración prolongada y una velocidad de adaptación lenta. Se cree que estas
propiedades se deben al tipo de fibras que lo transmiten (fibras C), así como al
4 La cirugía de urgencia en el abdomen agudo (Capítulo 1)
Corteza
Tálamo
Haz espinotalámico
Nervio espinal
Figura 1–1. Vías periféricas y centrales del dolor. Se esquematizan las fibras Ad (dolor
somático) y las fibras C (dolor visceral) con un mismo origen embriológico; pueden coin-
cidir en una misma neurona medular, que puede trasmitir el impulso al sistema nervioso
central y dar lugar al dolor referido.
escaso número de éstas en las diferentes vísceras. El dolor visceral casi siempre
se percibe en la línea media, lo cual es resultado de la inervación bilateral de los
órganos, debido al desarrollo embrionario del intestino. La excepción son los ri-
ñones, los uréteres, el ciego y el colon ascendente, descendente y sigmoideo, cuya
inervación es unilateral.11 Se despertará dolor visceral ante cualquier factor que
estimule las terminaciones nerviosas del dolor en áreas difusas de la víscera. Es-
tos estímulos pueden ser de tipo isquémico, químico o mecánico. La isquemia
produce dolor por la formación de productos terminales del metabolismo ácido
o de la degeneración de los tejidos, como el potasio, las bradicininas, las enzimas
Dolor abdominal agudo, clave en el diagnóstico 5
Dolor parietal
Dolor referido
Este dolor es más localizado que el dolor visceral real y se caracteriza por ser un
dolor que se percibe en un área distante al sitio donde se produce realmente la
estimulación nociceptiva. Es el resultado de la distribución de las neuronas afe-
rentes que inervan dos estructuras anatómicas distantes con un origen embrioló-
gico común (ver arriba): en una neurona secundaria o medular confluyen fibras
nerviosas aferentes provenientes de estructuras profundas y de las vísceras, así
como de estructuras superficiales, como la piel, que le envían al sistema nervioso
central, a través de una misma vía, la información proveniente de ambas estructu-
ras. Es por ello que el paciente localiza erróneamente el dolor en un sitio que co-
rresponde aproximadamente a los dermatomas y miotomas inervados por los
mismos segmentos medulares que la víscera afectada.7,11,13 Ahora bien, el dolor
que se irradia al abdomen desde algunas estructuras, como el tórax, la columna
vertebral o los genitales, puede constituir un problema diagnóstico, pues muchas
veces las enfermedades localizadas en estos sitios suelen manifestarse como do-
lor abdominal o, por el contrario, las enfermedades intraabdominales, sobre todo
las de la parte superior del abdomen, suelen presentar manifestaciones torácicas,
como es el caso de una colecistitis aguda o una úlcera perforada. Por lo tanto, no
se puede descartar un problema torácico en todo paciente con dolor abdominal,
sobre todo si el dolor se localiza en los cuadrantes superiores (figura 1–2).13
La localización del dolor abdominal está determinada en gran medida por el ori-
gen embriológico de las estructuras involucradas. Después de la tercera semana
de desarrollo fetal el intestino primitivo se divide en intestino anterior, medio y
posterior. El intestino anterior involucra a la faringe, el esófago, el estómago y
la porción proximal del duodeno, así como el hígado, las vías biliares, el páncreas
y el bazo. El dolor epigástrico es característico de algún trastorno en el intestino
anterior. El intestino medio comprende desde la cuarta porción del duodeno hasta
la mitad del colon transverso, y es irrigado por la arteria mesentérica superior.7
Un estímulo lesivo en el intestino medio se manifiesta como dolor periumbilical
o mesogástrico, aunque el dolor en esta región también puede ocasionarlo el es-
pasmo pilórico, una respuesta inespecífica ante cualquier alteración de las vísce-
ras abdominales.11 Finalmente, el intestino posterior comprende desde la mitad
distal del colon transverso hasta el recto. La presencia de enfermedad en el colon
distal causa dolor suprapúbico o hipogástrico. Durante la quinta semana de desa-
rrollo embrionario el intestino protruye a través de la base del cordón umbilical,
Dolor abdominal agudo, clave en el diagnóstico 7
Espalda/línea media
Páncreas
Duodeno
Hombro izquierdo Aorta Hombro derecho
Diafragma Diafragma
Bazo Vesícula biliar
Cola del páncreas Cápsula hepática
Estómago Neumoperitoneo
Ángulo esplénico del lado derecho
Neumoperitoneo
del lado izquierdo
Ingle/genitales
Riñón
Uréter
Arterias aortoiliacas
Figura 1–2. Orígenes probables del dolor referido según la región anatómica.
dando un giro de 180_, para después retornar al interior del abdomen a la décima
semana de gestación y dar otro giro de 90_. Esta rotación da lugar a la localiza-
ción normal de las vísceras en el adulto, así como de las uniones peritoneales. El
conocimiento de esta situación es muy importante en la evaluación de un paciente
con dolor abdominal agudo por las variaciones normales en la posición de la vís-
cera (p. ej., el apéndice) y la compartimentalización del abdomen mediante las
uniones del mesenterio.7
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
Existen múltiples patologías que pueden provocar dolor abdominal agudo, que
pueden tener su origen dentro del abdomen o fuera de él, y se pueden clasificar
en las que se solucionan mediante cirugía o las que se resuelven con tratamiento
médico.
Las causas intraabdominales que provocan dolor abdominal agudo y que pueden
ser resueltas mediante cirugía se desarrollan a partir de los mecanismos funda-
8 La cirugía de urgencia en el abdomen agudo (Capítulo 1)
ABORDAJE DIAGNÓSTICO
DEL DOLOR ABDOMINAL AGUDO
Son pocos los trastornos abdominales donde la intervención quirúrgica es tan ur-
gente que impida cumplir la norma de estudiar en forma ordenada y metódica al
paciente, independientemente de su gravedad. Una adecuada anamnesis y la ex-
ploración física son mucho más valiosas que cualquier estudio de laboratorio o
gabinete, ya que permiten establecer un diagnóstico acertado en la mayoría de los
casos.14,15 La historia clínica y la exploración física por sí solas han demostrado
una sensibilidad y una especificidad de 25 y 92%, respectivamente. Si a esto se
le agregan los exámenes de laboratorio y los estudios de rayos X la sensibilidad
aumenta a 39%, pero la especificidad disminuye a 88%. Cuando se añade una to-
mografía abdominal a los estudios realizados se obtienen los mejores resultados,
con una sensibilidad y especificidad de 92 y 90%, respectivamente.4 Cuanto más
temprano se establezca el diagnóstico, mejor será el pronóstico para el paciente.8
Anamnesis
No hay nada que pueda sustituir una anamnesis detallada, ordenada y concienzu-
da. Si el explorador actúa sin prisa, escucha con atención y plantea las preguntas
Dolor abdominal agudo, clave en el diagnóstico 9
Debe ser bien esclarecida, pues el dolor puede iniciar de manera lenta y sutil o
de manera súbita, solo o acompañado de otros síntomas, y cada una de estas ca-
racterísticas proporciona pistas para establecer un diagnóstico certero. Es más
probable que un dolor de inicio súbito e intenso termine en una intervención qui-
rúrgica, pues casi siempre es resultado de una perforación, una obstrucción, vól-
vulus o embolización del aporte arterial de alguna víscera.11 En términos genera-
Dolor abdominal agudo, clave en el diagnóstico 11
Ingestión de medicamentos
Antecedentes quirúrgicos
MANIFESTACIONES CLÍNICAS
Se debe investigar la localización del dolor y su irradiación a otras partes del cuer-
po. Dependiendo de la porción intestinal que afecte (intestino anterior, medio o
posterior) será la localización del dolor. Es importante tener en cuenta el dolor
referido (figura 1–2).7 Por ejemplo, alguna alteración subdiafragmática, como un
absceso hepático, puede producir dolor referido en el hombro derecho, la enfer-
medad biliar puede causar un dolor referido en el hombro derecho o en la espalda,
y la diverticulitis y los trastornos ginecológicos pueden producir dolor en el hipo-
gastrio. Una pancreatitis casi siempre produce un dolor epigástrico, que puede
irradiarse a través de los rebordes costales hacia la espalda o atravesar el abdomen
hacia la espalda. La litiasis renal suele producir un dolor irradiado por los flancos
hacia la zona perineal o inguinal.7,11,15 Por el contrario, se pueden presentar cau-
sas extraabdominales que generen dolor abdominal, como sería el caso de una
neumonía basal, con dolor en el cuadrante superior del lado afectado; un infarto
del miocardio, con manifestaciones epigástricas; hematomas en los músculos
rectos, que simulan una peritonitis, etc.
Es posible que el paciente lo describa como tipo cólico, quemante, opresivo, ar-
doroso, sordo, como un calambre, etc. Cada modalidad sugiere un tipo diferente
de proceso patológico. Un dolor de tipo opresivo en el epigastrio, sobre todo en
la porción superior, indica una cardiopatía isquémica, esofagitis por reflujo, dis-
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
con cólico ureteral tienden a moverse más durante la exacerbación del dolor. En
la colecistitis es común el consumo previo de alimentos con un alto contenido en
grasa.7,11,15
Antes se señaló que el dolor intenso suele acompañarse de respuestas reflejas au-
tónomas, así como de otros síntomas no autonómicos. La asociación entre la apa-
rición de estos síntomas y el inicio del dolor puede proporcionar pistas para defi-
nir un diagnóstico. La inflamación de las estructuras provenientes del intestino
anterior o medio muchas veces va seguida de anorexia, náusea o vómito, por las
fibras aferentes viscerales que viajan junto con las fibras vagales, a diferencia de
la inflamación del intestino posterior, que casi nunca se acompaña de estos sínto-
mas.7,15
Uno de los síntomas más frecuentes vinculados con el dolor abdominal es el
vómito, que puede presentarse a causa de la gravedad de la enfermedad, como
una manifestación vagal o por una afectación del tubo digestivo. El vómito gene-
ralmente precede al dolor en las patologías médicas, como es el caso de una gas-
troenteritis, aunado a otros síntomas, como la anorexia y la náusea, mientras que
en las patologías que suelen ser quirúrgicas el dolor precede al vómito, como en
el caso de la apendicitis aguda. El vómito es frecuente también en los pacientes
con colecistitis, gastritis y pancreatitis agudas, y con obstrucción intestinal. La
obstrucción del intestino proximal ocasiona un vómito de mayor intensidad que
la obstrucción distal, pero es muy raro en la obstrucción colónica. La obstrucción
del intestino delgado distal al ámpula de Vater suele causar vómitos de contenido
biliar, mientras que la obstrucción proximal a dicho sitio suele presentar vómito
de contenido gástrico o de líquidos claros. La obstrucción intestinal distal suele
presentar vómito de características fecaloides.7
La presencia de cambios en los hábitos intestinales, como diarrea o constipa-
ción, puede ser importante. La diarrea vinculada con dolor abdominal suele pre-
sentarse secundaria a una gastroenteritis; sin embargo, no es exclusiva de esta
patología, por lo que su presencia por sí sola no debe llevar a descartar una causa
quirúrgica. Un historial de cuadros diarreicos frecuentes puede hacer pensar en
una enfermedad inflamatoria intestinal, como enfermedad de Crohn o colitis ul-
cerativa. El antecedente de hematemesis, hematoquezia o hematuria es importan-
te en la evaluación del dolor abdominal.7,15
Otro signo importante que hay que considerar es la fiebre. Habitualmente, la
presencia de fiebre indica un proceso infeccioso, sea como causa del dolor abdo-
minal o como patología subyacente agregada al cuadro principal, y puede com-
plicarlo.
Dolor abdominal agudo, clave en el diagnóstico 15
EXPLORACIÓN FÍSICA
Al igual que la anamnesis, no hay nada que sustituya a una buena exploración
física, la cual requiere un tiempo prudente y desempeña un papel preponderante
en la determinación del diagnóstico y de la urgencia del problema.3 Es probable
que el aspecto más importante de la exploración física sea la inspección general,
que siempre puede proporcionar pistas valiosas.
La cantidad de datos que hay que recoger es directamente proporcional a la
sutileza y meticulosidad del médico.15
Inspección
Se debe hacer una observación cuidadosa para detectar cualquier detalle que pu-
diera brindar pistas sobre el diagnóstico. Se debe observar el aspecto del paciente:
si se ve enfermo, cuál es su patrón respiratorio, si presenta aleteo nasal o taquip-
nea, si su rostro se observa demacrado, tenso o con los ojos hundidos. La respues-
ta del paciente al dolor es un dato importante: ¿el paciente se mantiene inmóvil
o se mueve tratando de disminuir el dolor con la posición? Durante la inspiración,
¿se movilizan ambos hemitórax o hay inmovilidad de alguno de ellos que indique
irritación peritoneal?7,11,15,17
Por otra parte, es importante observar el contorno del abdomen: ¿es escafoi-
deo, es plano o se encuentra distendido? Generalmente un abdomen distendido
puede significar obstrucción intestinal, íleo o presencia de líquido, como sangre,
fluidos biliares o líquido de ascitis.
Es necesario inspeccionar el abdomen con luz indirecta para detectar abulta-
mientos u otras irregularidades en la pared abdominal.7,11,15,17
También es necesario descubrir el tórax y observarlo con luz tangencial a la
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
Signos vitales
Los signos vitales muchas veces no reciben la importancia que merecen, sino en
condiciones de gravedad extrema. Sin embargo, pueden proporcionar informa-
ción muy útil. Una fiebre que va de leve a moderada acompaña con frecuencia
a la diverticulitis, la apendicitis y la colecistitis aguda. Una fiebre alta es más co-
mún en una neumonía, infección de las vías urinarias, colangitis séptica o infec-
ción ginecológica. Una frecuencia cardiaca rápida aunada a hipotensión arterial
puede indicar la presencia de un problema intraabdominal grave, como una peri-
tonitis.7
Auscultación
La auscultación abdominal se realiza antes de la percusión y la palpación, para
evitar cualquier alteración en la peristalsis por la estimulación del palpamiento.7
Sin embargo, es uno de los métodos menos fructíferos de la exploración física de
los pacientes con dolor abdominal.15 Si no se escuchan ruidos durante un minuto
en distintas partes del abdomen se puede pensar que el paciente presenta un íleo
intenso, que puede ser causado por desequilibrios hidroelectrolíticos, sobredosis
de narcóticos, peritonitis o trombosis mesentérica. Cuando sí existen ruidos in-
testinales, pero se encuentran disminuidos, se puede sospechar hipocalemia, in-
flamación e isquemia intestinal. Existen patologías que pueden cursar en sus pri-
meras fases con ruidos peristálticos de una característica y en fases más
avanzadas de otra. Tal es el caso de la diverticulitis, en la que en sus fases inicia-
les, cuando la obstrucción es acentuada y la peritonitis aún no se desarrolla del
todo, los ruidos intestinales suelen ser hiperactivos y después disminuir. Después
de una trombosis o embolia arterial los ruidos intestinales aumentan mucho y lue-
go se vuelven hipoactivos conforme disminuye la viabilidad intestinal, hasta que
desaparece. Los periodos de silencio intestinal interrumpidos por ruidos peristál-
ticos hiperactivos son característicos de una obstrucción mecánica del intestino
delgado. Una de las pocas patologías que se vinculan con un verdadero silencio
abdominal es la peritonitis química de inicio súbito, pues las sustancias químicas
que la provocan suelen tener un alto poder lesivo.15 No obstante, la presencia o
ausencia de los ruidos intestinales y sus características son sólo una guía, y de las
menos confiables, ya que verdaderas catástrofes abdominales pueden presentar
ruidos peristálticos normales; por el contrario, una gastroenteritis puede provo-
car íleo intenso.7,11,15,17
Percusión
La percusión ayuda a localizar las áreas de dolor de rebote localizado o referido
y distingue entre el gas y el líquido como causa de distensión. Si la distensión es
Dolor abdominal agudo, clave en el diagnóstico 17
Palpación
EXÁMENES DE LABORATORIO
Algunas veces los datos de laboratorio tienen un gran valor para evaluar a un pa-
ciente con dolor abdominal, pero es raro que ayuden a establecer el diagnóstico,
Dolor abdominal agudo, clave en el diagnóstico 19
con pocas excepciones.15 El estudio de laboratorio de todo paciente con dolor ab-
dominal debe incluir al menos los siguientes estudios.
Citología hemática
Este estudio debe incluir todas las líneas celulares. El hemograma indica la pre-
sencia o ausencia de anemia, que podría ser un elemento de apoyo en caso de sos-
pecha de sangrado del tubo digestivo o una hemorragia intraabdominal, y es útil
para establecer las medidas previas a una intervención quirúrgica o para definir
una situación de hemoconcentración. El recuento leucocitario también es impor-
tante, aunque controversial, y debe incluir el reporte del diferencial de leucocitos,
con especial énfasis en la cantidad de leucocitos polimorfonucleares e inmaduros
20 La cirugía de urgencia en el abdomen agudo (Capítulo 1)
Epigastrio
Gastritis
Hipocondrio derecho Esofagitis Hipocondrio izquierdo
Hepatitis Úlcera gástrica Esplenomegalia aguda
Hepatomegalia Úlcera gástrica perforada Infarto esplénico
congestiva aguda Pancreatitis Absceso esplénico
Lesión hepática Infarto agudo del miocardio Úlcera gástrica perforada
Absceso hepático Angina de pecho Pancreatitis aguda
Absceso subdiafragmático Neumonía Perforación colónica
Perihepatitis gonocócica Patología colon transverso Neumonía basal
Colecistitis aguda Coledocolitiasis Pleuritis
Patología del colon Hernia ventral Pielonefritis aguda
Neumonía basal Patología de colon
Pleuritis Empiema
Úlcera duodenal perforada
Pancreatitis aguda
Pielonefritis aguda
Apendicitis retrocecal
Empiema
Coledocolitiasis
Mesogastrio Hipogastrio
Gastroenteritis Apendicitis aguda
Colitis Torsión testicular
Apendicitis Retención aguda de orina
Causas metabólicas y tóxicas Cistitis
Causas neurógenas Prostatitis
Obstrucción intestinal Otras patologías vesiculares
Pancreatitis aguda Enfermedad inflamatoria
Trombosis mesentérica intestinal
Hernia umbilical Amenaza de aborto
Hernia inguinal incarcerada EPI
Aneurisma aórtico abdominal
Diverticulitis aguda
Isquemia/trombosis mesentérica
Urianálisis
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
Perfil hepático
Gonadotropina coriónica
Química sanguínea
Proteína C reactiva
Electrólitos séricos
ESTUDIOS DE GABINETE
Radiografías convencionales
fecal en el colon; la forma y el tamaño de los órganos, como hígado, bazo y riño-
nes; la forma, el tamaño, la distribución y el grosor de las paredes del tubo diges-
tivo; la presencia de masas de tejido blando en la pelvis; los cuerpos extraños; la
presencia de aire en el retroperitoneo; las calcificaciones, como cálculos biliares,
renales, apendiculares, pancreáticos y vasculares; la asimetría de los bordes del
psoas; las estructuras óseas; y las anomalías de las bases pulmonares.3,21,22 Se de-
ben observar las líneas de grasa preperitoneal y las líneas pélvicas de grasa; el
borramiento de éstas es un indicio de inflamación.11 La placa simple de abdomen
en bipedestación ayuda a evaluar la presencia de niveles hidroaéreos y a detectar
diferencias entre cualquier tipo de obstrucción intestinal e íleo.7,21 Se puede de-
tectar también la presencia de hidroneumoperitoneo, que se manifestará como un
gran nivel hidroaéreo en la placa abdominal en bipedestación.7 Las placas radio-
gráficas abdominales también pueden mostrar la presencia de gas en el sistema
24 La cirugía de urgencia en el abdomen agudo (Capítulo 1)
Ultrasonografía
Es una herramienta cada vez más utilizada por los cirujanos para evaluar el dolor
abdominal agudo, ya que es sencilla, rápida, accesible, de bajo costo, segura, se
puede realizar junto a la cama del paciente y no es invasora.11,14,22,24 Se utiliza
principalmente en la valoración del hígado, la vesícula, los conductos biliares, el
bazo, los riñones, las tumoraciones abdominales o pélvicas, la peritonitis, las per-
foraciones del tubo digestivo y la presencia de líquido o aire libre en cavidad, ova-
rios, útero y anexos.14,15,22,24 Con menor frecuencia se usa en la evaluación del
páncreas y del apéndice cecal. Hay estudios que lo recomiendan en el diagnóstico
de diverticulitis aguda.14,24
La ultrasonografía tiene algunas ventajas. La primera de ellas es que el pacien-
te no se somete a radiación, lo cual resulta útil en las pacientes embarazadas o con
sospecha de embarazo. Otra ventaja consiste en que es capaz de identificar diag-
nósticos alternativos, sobre todo en pacientes femeninas. De hecho, en cerca de
33% de las pacientes con sospecha de apendicitis aguda se confirma otro diagnós-
tico por medio de la ultrasonografía.8 Por tal motivo, es uno de los estudios diag-
nósticos ideales para la evaluación de mujeres con dolor abdominal agudo con
un embarazo probable o confirmado, o en quienes exista la sospecha de alguna
enfermedad ginecológica.8,16 No obstante, hay algunos inconvenientes que limi-
tan el uso del ultrasonido. El primero de ellos es de carácter técnico y tiene que
ver con la imposibilidad que tiene el sonido para penetrar el aire, lo cual se com-
plica aún más en los pacientes con dolor abdominal agudo, que muchas veces tie-
nen una gran cantidad de gases.7,21 Otro inconveniente es que su sensibilidad y
exactitud diagnóstica dependen en gran medida de la habilidad del operador.8,24
En los pacientes con una obesidad importante es posible que se dificulte la ade-
cuada visualización de los órganos abdominales y pélvicos, por lo que si no existe
contraindicación como un embarazo es preferible realizar una tomografía.7
En el caso de la apendicitis aguda es controversial el uso del ultrasonido. En
los casos de apendicitis no complicada se prefiere la ultrasonografía, para detec-
tar la presencia de apendicolitos, engrosamiento de la pared apendicular o cam-
bios inflamatorios periapendiculares o pericecales.7 De acuerdo con un estudio
sobre el diagnóstico de apendicitis, el ultrasonido, siempre que lo realice una per-
sona experta, tiene una sensibilidad de 75 a 90% y una especificidad de 86 a
Dolor abdominal agudo, clave en el diagnóstico 25
cia al usar la TAC.8 Se ha comprobado también que la TAC tiene un alto grado
de exactitud diagnóstica en los pacientes con dolor abdominal inespecífico. De
hecho, se considera la opción de estudio de imagen más apropiada para iniciar
la evaluación de adultos con dolor abdominal no específico sin embarazo.4 Tam-
bién está documentado que la TAC tiene una mayor sensibilidad y exactitud diag-
nóstica que las radiografías simples.5
Entre las desventajas del uso de la TAC se encuentran la exposición a altas do-
sis de radiación, además de un costo elevado en comparación con otros estudios
de imagen.5,24 Otro inconveniente es que la TAC tiene una mejor visualización de
los órganos y las estructuras cuando se utiliza medio de contraste enteral o intra-
venoso, lo cual convierte la convierte en un estudio invasivo, con los riesgos y
complicaciones que esto conlleva. Es por ello que existe mucha controversia en
cuanto a su uso, sobre todo en las patologías digestivas, cuando se tiene la sospe-
cha o existe la posibilidad de una perforación intestinal y de alguna reacción alér-
gica. Por eso se recomienda que la TAC se reserve para los pacientes con dolor
de causa desconocida o cuando sea estrictamente necesaria.5
Laparoscopia
Se usa como medida diagnóstica y terapéutica,22,25 y constituye un método diag-
nóstico sumamente útil y de gran exactitud, ya que permite la observación directa
del interior del abdomen y determinar con facilidad el sitio o el órgano afectado,
para resolver, en muchos casos, la etiología del dolor. Sin embargo, es un procedi-
miento que implica los mismo riesgos que cualquier cirugía, con un porcentaje
de complicaciones de 5%, como la lesión de órganos y hemorragias, y las inhe-
rentes a la anestesia general.8 Por lo tanto, esta modalidad diagnóstica se debe re-
servar para los casos donde no se puede determinar la causa del cuadro doloroso
por medio de otros estudios menos invasores o cuando se considere que se puede
aprovechar para resolver el problema.22 Es de gran utilidad en pacientes femeni-
nas en edad fértil, en quienes las causas ginecológicas de dolor abdominal agudo
suelen representar entre 10 y 20% de los casos.8,25 Su aplicación puede evitar mu-
chas laparotomías innecesarias que incrementan la morbimortalidad del pacien-
te, prolongan la estancia hospitalaria y elevan los costos hospitalarios.25
ABORDAJE TERAPÉUTICO
DEL DOLOR ABDOMINAL AGUDO
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2
Anatomía de la cavidad abdominal
Federico Roesch Dietlen, Silvia Cid Juárez
INTRODUCCIÓN
rá hacer una descripción útil para un cirujano general o en formación, que pueda
servir de referencia para el manejo adecuado del abdomen agudo.
En términos generales, el abdomen agudo se puede dividir en dos grandes gru-
pos: traumático y no traumático, que implican procesos fisiopatológicos diferen-
tes y cada uno requiere un manejo específico diferente.
1. El abdomen agudo traumático es una afección que se atiende cada vez en
mayor número, debido al progreso tecnológico y a la agresividad en aumen-
to que expone al ser humano a enfrentar la violencia y los accidentes, por
lo que constituye una de las principales causas de ingreso en los servicios
de urgencia de cualquier institución médica del sector salud. En 2001 repre-
29
30 La cirugía de urgencia en el abdomen agudo (Capítulo 2)
ESTÓMAGO
Este órgano ocupa la mayor parte del hipocondrio izquierdo y del epigastrio. Se
localiza debajo del hígado y del diafragma, y arriba del mesocolon transverso.
los vasos y nervios más importantes; es el hilio del estómago. Hacia aba-
jo se dirige al borde superior del duodeno.
4. Cardias: es oval y se dirige hacia la derecha. No está delimitado por ningún
pliegue muscular.
5. Píloro: se localiza en la porción inferior de la curvatura menor; se caracteri-
za por un engrosamiento (anillo de músculo liso) que corresponde al esfín-
ter y constituye una comunicación con el duodeno.
La pared del estómago está constituida por cuatro capas:
1. Serosa: es la capa más superficial; está formada por peritoneo y cubre el es-
tómago mediante dos hojas.
S Hoja anterior: cubre la cara anterior del estómago, continúa con la cara
abdominal del diafragma y a nivel de la curvatura menor se dirige al híga-
32 La cirugía de urgencia en el abdomen agudo (Capítulo 2)
Tronco celiaco
Arteria hepática común
Arteria pancrea-
toduodenal Arteria gastroepiploica
posterosuperior izquierda
DUODENO
La inervación del duodeno la forman las células neuronales del plexo simpá-
tico posganglionares de los cuerpos localizados en los plexos celiaco y mesenté-
rico superior y el plexo parasimpático, procedente de los nervios vagos, que ter-
minan en los plexos de Meissner y Auerbach.
En diversas circunstancias el cirujano se ve en la necesidad de exponer en su
totalidad el duodeno, sobre todo para la búsqueda de lesiones traumáticas o resec-
ciones pancreáticas, y para la exploración de la vía biliar principal, por lo que es
conveniente la movilización completa de la segunda y tercera porciones del duo-
deno mediante la maniobra de Kocher, que consiste en la incisión del peritoneo
parietal a lo largo de la curvatura mayor del duodeno; mediante una maniobra
suave se separa del tejido laxo que lo mantiene firme en el retroperitoneo para
que pueda ser desplazado y se realicen las maniobras quirúrgicas permanentes sin
lesionar las arterias del tronco celiaco, muy próximas a él.
INTESTINO DELGADO
COLON
Mide de 1.60 a 1.80 m en una persona adulta. Se extiende del íleon, en la válvula
ileocecal, al ano, abriéndose al exterior del cuerpo. A nivel abdominal se encuen-
tran el ciego y el apéndice, el colon ascendente, el colon transverso y el colon des-
cendente, mientras que a nivel de la pelvis y del perineo se hallan el colon sigmoi-
des, el recto y el conducto anal.
Del peritoneo se dispone en forma variable: son libres el ciego, el apéndice,
el colon transverso y el sigmoides, que tienen un meso y envoltura peritoneal
38 La cirugía de urgencia en el abdomen agudo (Capítulo 2)
Configuración externa
Tenias colónicas
Haustraciones
Apéndices epiploicos
Están formados por pequeñas aglomeraciones de grasa ubicadas debajo del peri-
toneo.
Constitución anatómica
COLON ASCENDENTE
por la vena ileocólica y la parte superior que se une a la vena gastroepiploica dere-
cha, para formar el tronco venoso gastrocólico (de Henle).
COLON TRANSVERSO
Arteria cólica
media
Arteria cólica
derecha inferior
Figura 2–2. Irrigación del hemicolon derecho por parte de la arteria mesentérica supe-
rior.
El sistema venoso formado por las venas derechas desemboca en la vena gas-
trocólica y ésta a su vez lo hace en la vena mesentérica superior. Las venas iz-
quierdas drenan a la vena mesentérica inferior.
Los linfáticos de los dos tercios proximales del colon se dirigen a los nodos
cólicos de los vasos mesentéricos superiores y un tercio distal colónico se dirige
hacia los vasos mesentéricos inferiores.
COLON DESCENDENTE
CIEGO
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Es el segmento del colon que está debajo del borde superior del ostium ileocecal.
Su posición depende de la rotación del asa intestinal, pero casi siempre se localiza
en la fosa iliaca derecha, en una posición más alta o más baja (cavidad pélvica).
Tiene forma de embudo en la base superior, mide 6 cm de ancho y 6 cm de alto,
está totalmente cubierto por peritoneo, carece de mesenterio y es muy móvil.
El ostium ileocecal está constituido por dos pliegues de mucosa y la válvula
ileocecal (de Bauhin) forma un esfínter que evita el paso del contenido cecal al
íleon. El reflujo es común pero no constituye una patología.
El ostium apendicular se localiza en la cara posteromedial a 2 o 3 cm de la aber-
tura ileocecal y está compuesto por un pliegue mucoso, que constituye la válvula
de Gerlach. En esta zona convergen las tres cintillas del músculo longitudinal del
intestino grueso.
42 La cirugía de urgencia en el abdomen agudo (Capítulo 2)
Arco de Riolan
Arteria
cólica
izquierda
Arteria
mesentérica Arterias
inferior sigmoideas
Arterias hemorroidales
superiores
Figura 2–3. Irrigación del colon por parte de la arteria mesentérica inferior.
APÉNDICE VERMICULAR
HÍGADO
Es la glándula más grande del cuerpo humano y sus principales funciones son la
producción y secreción de bilis hacia el duodeno, la regulación del metabolismo
de los nutrientes y la eliminación de bacterias y tóxicos mediante la filtración san-
guínea. Su superficie externa es lisa, uniforme, de color rojo oscuro y un peso de
1 500 g en una persona adulta. Se sitúa en la cavidad diafragmática derecha y de-
bajo del hemidiafragma izquierdo, donde se adelgaza y se hace plano.
tituido por dos hojas de peritoneo, el ligamento triangular derecho (capa su-
perior del ligamento coronario) y el ligamento triangular izquierdo, se in-
serta en la parte posterior de esta cara dejando en el hígado un área carente
de recubrimiento peritoneal, o área desnuda del hígado, donde se encuentra
la vena cava inferior (VCI).
A la izquierda de la VCI se encuentra el lobo caudado (lóbulo de Spiegel),
separado del lóbulo izquierdo por la fisura del ligamento venoso.
2. Cara inferior. Es visceral y tiene tres surcos en “H” que aíslan cuatro lóbu-
los.
3. Surcos. El surco longitudinal derecho se encuentra la fosa cística que con-
tiene la vesícula biliar y en el longitudinal izquierdo se aloja adelante el liga-
mento redondo (vestigio de la vena umbilical), el cual se une a la rama iz-
quierda de la vena porta a nivel del hilio hepático, y atrás contiene
44 La cirugía de urgencia en el abdomen agudo (Capítulo 2)
II
VII
VIII
III
IV
VI
izquierda. La vena porta es muy voluminosa, pasa detrás del páncreas, llega al
hilio hepático y se divide en rama derecha y rama izquierda, la cual se separa de
la vena en ángulo recto. Ambas venas dan origen a las venas posteriores, que se
distribuyen en el lobo caudado; además, cada rama se divide en lateral y parame-
diana derecha e izquierda, para los lóbulos correspondientes.
Las venas accesorias son pequeñas y llegan al hígado sin pasar por la vena por-
ta; corresponden a las venas gastrohepáticas, las del ligamento falciforme, las cís-
ticas, las frénicas y las parabiliares.
El drenaje venoso se realiza en dos subsistemas: el lobo caudado, cuyas venas
desembocan directamente en la vena cava inferior, y el resto del hígado que está
integrado por la vena suprahepática izquierda, la vena suprahepática media (que
drena el lóbulo cuadrado y parte del lóbulo derecho) y la vena suprahepática dere-
cha, las cuales confluyen hacia la vena cava inferior en la parte posterosuperior
del hígado, con una corta travesía extrahepática.
El hígado produce casi 40% de la linfa originada en todo el cuerpo. Los con-
ductos linfáticos se pueden dividir en superficiales, que forman redes en la super-
ficie hepática y se dirigen hacia las vecindades, que incluyen el hilio hepático,
el ligamento coronario, la región yuxtapericardiaca y yuxtaesofágica, la vena
cava inferior y la región celiaca; en profundos, que son ascendentes y alcanzan
la VCI y el mediastino; y en descendentes, que son los principales, se reúnen en
el hilio y se sitúan en la región celiaca y retropancreática.
La inervación del órgano proviene del nervio vago, del nervio gastrohepático
(colateral del nervio vago izquierdo) y del plexo celiaco (nervios mixtos).
El hígado excreta la bilis que produce hacia los conductos biliares intrahepáticos,
que convergen para formar dos conductos hepáticos: el derecho y el izquierdo,
que a su vez forman el conducto hepático (vía principal biliar). A este conducto
se le une el cístico, que drena la vesícula biliar (vía accesoria), y forma el colédo-
co, el cual lleva la bilis hasta la segunda porción del duodeno.
Vesícula biliar
Su anatomía está integrada por cuatro capas. La mucosa es delgada y tiene nume-
rosos pliegues. La submucosa muscular tiene fibras entrecruzadas que se vuelven
circulares a nivel del cuello. El peritoneo envuelve por completo el fondo vesicu-
lar, mientras que sólo cubre la cara inferior y lateral del cuerpo. En el cuello se
forma un meso que se implanta en la cara visceral hepática, el mesocisto, el cual
se dirige hacia abajo y a un lado del pedículo para conformar el ligamento hepato-
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cólico.
CONDUCTO CÍSTICO
Figura 2–5. Anatomía de las vías biliares y su relación con el páncreas y el duodeno.
PÁNCREAS
Es una glándula mixta cuya porción exocrina produce jugo pancreático y secre-
ción rica en enzimas que hidrolizan proteínas, grasas y carbohidratos; la parte en-
docrina, constituida por los islotes de Langerhans, libera hormonas cuya función
consiste en regular el metabolismo de los carbohidratos.
Tiene una forma alargada y aplastada en su zona anteroposterior, y se localiza
en el epigastrio y el hipocondrio izquierdo, a la altura de L1 y L2. Es blando, lobu-
lado y retroperitoneal, y se divide en:
La glándula tiene dos tipos de tejido: de secreción externa, con acinos glandula-
res, cuyo medio de excreción es a través de conductos para el jugo pancreático;
y de secreción interna, formados por islotes pancreáticos ubicados entre los aci-
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Su irrigación arterial está dada por las ramas del tronco celiaco y la arteria
mesentérica superior. Los arcos pancreaticoduodenales, que constituyen el arco
anteroinferior y posterosuperior, se forman por la anastomosis de las ramas de la
arteria gastroduodenal y mesentérica superior, e irrigan la cabeza del páncreas.
La arteria media es la arteria dorsal o pancreática magna de Haller, y se origina
de las ramas o del tronco celiaco, y proporciona irrigación al cuerpo pancreático.
Las arterias izquierdas con diversos orígenes (arteria esplénica, mesentérica su-
perior o pancreática magna) son terminales que se anastomosan entre sí.
Las venas no son satélites de las arterias y los arcos venosos pancreaticoduode-
nales se forman del lado derecho y convergen en la vena mesentérica superior.
Del lado izquierdo las venas terminan en la vena esplénica, en la vena porta o en
una vena pancreática inferior (en un tercio de los casos).
El drenaje linfático del órgano ocurre a través de los conductos linfáticos, que
vierten su contenido hacia cuatro regiones: la región celiaca, la estación linfática
de la arteria mesentérica superior, el hilio del bazo y los nodos linfáticos de los
arcos pancreaticoduodenales.
La inervación la proporcionan el plexo celiaco y el plexo mesentérico superior,
los cuales regulan la secreción a través del X par y la sensibilidad a través del sim-
pático.
BAZO
Es el órgano linfoide más grande del cuerpo. Es blando, muy friable, sangra con
facilidad, tiene forma oval y un borde anterior con escotadura, mide cerca de 12
cm de longitud, pesa 200 g y se localiza debajo del hemidiafragma izquierdo, de-
trás del estómago y cerca de la novena a la onceava costillas; su eje largo es casi
paralelo a la décima costilla. En los seres vivos se encuentra lleno de sangre.
El tejido que lo conforma es esponjoso, organizado en pulpa blanca (folículos
linfáticos esplénicos) y en pulpa roja (canales vasculares amplios). Este tejido
friable se encuentra rodeado por una cápsula fibrosa frágil, reforzada por perito-
neo, que proyecta tabiques hacia la pulpa.
El bazo está cubierto casi en su totalidad por peritoneo y se puede considerar
como un órgano libre en la cavidad peritoneal, aunque se encuentra sujeto por los
ligamentos que lo unen a la transcavidad de los epiplones por el lado izquierdo,
por el ligamento gastroesplénico en la parte de adelante, por el ligamento pan-
creaticoesplénico en la parte de atrás, por el ligamento frenoesplénico en la parte
de arriba y por el ligamento esplenocólico en la parte de abajo.
Está ricamente vascularizado por la arteria esplénica, que se origina en el tron-
co celiaco y provee ramas colaterales destinadas al páncreas, a la porción poste-
Anatomía de la cavidad abdominal 51
A. gástrica izquierda
V. porta
Tronco celiaco
A. esplénica
V. esplénica
A. hepática
V. gastroepiploica
izquierda
V. mesentérica inferior
V. mesentérica superior
Figura 2–6. El bazo y su circulación arterial y venosa.
rior del estómago y a la extremidad polar superior del bazo. La arteria se bifurca
en dos ramas terminales a nivel del hilio o lejos de él: la rama superior, que irriga
los dos tercios superiores del bazo, y la rama inferior, que es enviada al tercio
inferior, donde origina la arteria de la extremidad polar inferior, a las arterias gás-
tricas cortas (para la curvatura mayor) y a la arteria epiploica izquierda.
Del bazo surgen venas tributarias a las arterias que forman troncos venosos,
que al unirse originan la vena esplénica, donde afluye la vena epiploica izquierda.
La vena esplénica viaja por debajo de la arteria y en ella desembocan la vena
mesentérica inferior, la vena mesentérica superior y numerosos afluentes prove-
nientes del estómago y el páncreas, dando origen a la vena porta. La vena espléni-
ca es voluminosa.
Los conductos linfáticos llegan a los nódulos del hilio esplénico y confluyen
de ahí hacia la estación retropancreática, cuyo trayecto recibe linfáticos de la cur-
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VASOS ABDOMINALES
Aorta abdominal
L4–L5 por bifurcación. A su lado derecho se encuentran la vena cava inferior, las
cisternas de quilo y el inicio de la vena ácigos, mientras que del lado izquierdo
está el tronco simpático izquierdo.
En su trayecto por la cavidad abdominal emite varias ramas.
S Ramas de la pared lateral del abdomen: dos ramas frénicas (izquierda y de-
recha), una rama colateral para la glándula suprarrenal respectiva y varias
ramas lumbares en número de cuatro a cinco arterias.
S Ramas viscerales: son anteriores e incluyen la arteria celiaca y las arterias
mesentéricas superior e inferior.
S Ramas laterales: arteria capsular, renal, testicular y ovárica; estas ramas son
pares.
S Ramas terminales: dos gruesas (las arterias iliacas comunes) y la sacra
media.
Tronco celiaco
Surge a 1 cm del tronco celiaco, desciende atrás del páncreas, atraviesa la parte
horizontal del duodeno, entra en el mesenterio y concluye aproximadamente a 70
cm de la válvula ileocecal. Origina la arteria duodenopancreática inferior izquier-
da, las arterias intestinales para el yeyuno y el íleon (de 15 a 20), y las cólicas dere-
chas superior, media e inferior para el colon derecho.
Arterias capsulares
Son dos; nacen debajo del tronco celiaco e irrigan la glándula suprarrenal.
Arterias renales
Arterias gonadales
Es similar a la aorta caudal de los mamíferos con cola. Es muy primitiva en los
humanos y origina colaterales lumbares en los músculos espinales, el psoas y el
íleon.
Drena el organismo debajo del diafragma y está formada por la unión de las venas
iliacas comunes, a nivel de L5 del lado derecho. Asciende de manera vertical a
54 La cirugía de urgencia en el abdomen agudo (Capítulo 2)
la siniestra de la aorta, describe una curva a nivel del hígado, se pasa sobre el sur-
co hepático, para atravesar el hiato diafragmático, y a la altura de T8 desemboca
en la aurícula derecha del corazón. Mide entre 22 y 25 cm de longitud y entre 2.5
y 3 cm de diámetro en su embocadura. Tiene dos dilataciones a nivel de la desem-
bocadura de las venas arterias y las hepáticas.
La cava inferior está formada al inicio por dos venas iliacas comunes y la sacra
media. Las viscerales laterales son la vena gonadal derecha, las venas renales y
la vena suprarrenal derecha. Las viscerales anteriores son las venas suprahepáti-
cas, y las de la pared lateral del abdomen son la vena frénica inferior y las venas
lumbares.
Venas gonadales
Las venas del testículo y el epidídimo son tres o cuatro, atraviesan el orificio in-
terno del conducto inguinal y se agrupan en una sola vena para terminar del lado
derecho en la vena cava y del lado izquierdo en la vena renal. Las venas ováricas
siguen el mismo trayecto de las arterias ováricas y terminan igual que las venas tes-
ticulares.
Venas renales
Venas capsulares
Surgen del hilio suprarrenal y acaban en la vena cava inferior del lado derecho
y en la vena renal izquierda del lado izquierdo.
Anatomía de la cavidad abdominal 55
Venas suprahepáticas
Llevan sangre del hígado, la cual proviene de la arteria hepática y de la vena porta.
Constituyen las venas suprahepáticas izquierda, media (que drena el lóbulo cua-
drado y parte del hígado derecho) y derecha.
Venas lumbares
Vena porta
Drena la sangre del tercio inferior del esófago hasta la mitad del conducto anal.
Lleva la sangre del bazo, el páncreas y la vesícula biliar, y entra en el hígado; lue-
go se distribuye en los sinusoides y pasa a las venas hepáticas, que desembocan
en la vena cava inferior. Mide 5 cm de largo, es voluminosa y se forma detrás del
páncreas por la unión de las venas mesentérica superior y esplénica. La vena me-
sentérica inferior se une directamente a la vena porta o se une previamente a la
vena esplénica.
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3
Concepto moderno de abdomen agudo
Cesar Athié Gutiérrez, Heriberto Rodea Rosas,
Eduardo Montalvo Javé
La medicina es una de las ciencias que más han evolucionado y, de la misma ma-
nera que otras profesiones, va moldeando el quehacer del cirujano en su práctica
cotidiana. En la historia de la medicina aportaciones fundamentales como las de
Andreas Vesalius (1514–1564), Joseph Lister (1827–1912), Virchow y muchos
otros marcaron las bases para que el siglo XX se estableciera como el de mayor
esplendor para la cirugía. La historia está vinculada con la aprobación o censura
de métodos de diagnóstico y tratamiento que nos legaron adelantos desde otras
especialidades, fundamentalmente la anestesiología, la radiología, la endosco-
pia, la terapia nutricional y los cuidados intensivos. Es durante este siglo que ocu-
rrieron tal vez los mayores adelantos en cirugía, cambios tan comunes como la
creación y formación de especialistas y subespecialistas, cambios en la técnica
quirúrgica, como los principios aportados por cirujanos como Theodor Billroth
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
57
58 La cirugía de urgencia en el abdomen agudo (Capítulo 3)
con abdomen abierto o contenido y que hoy son un reto al momento de reoperar-
los; todo paciente, de acuerdo a la gravedad del padecimiento y en base a su es-
tado hemodinámico, será candidato o no a la cirugía en relación a la enfermedad
de base, teniendo cuidado de que eventos médicos pueden semejar un abdomen
agudo quirúrgico.
El concepto de abdomen agudo, desde su integración, es un reto para el médi-
co, y su evaluación es primordial para su diagnóstico y tratamiento, ya sea de ori-
gen traumático o no, como causa u origen del cuadro clínico. Se entiende como
abdomen agudo a un síndrome caracterizado por dolor abdominal de instalación
aguda que dura más de 6 h y que ocasiona alteraciones locales y sistémicas poten-
cialmente graves, en ocasiones mortales, por lo que son imprescindibles el diag-
nóstico y el tratamiento oportunos, con una solución en forma inmediata, muchas
veces de manera quirúrgica. Su incidencia es difícil de determinar, debido a que
es un diagnóstico sindromático que desaparece al efectuar el diagnóstico especí-
fico; sin embargo, podemos sacar alguna conclusión si consideramos algunas ci-
fras: en el Sistema Nacional de Información en Salud (SINAIS) el abdomen agu-
do se encuentra dentro de las principales causas sindromáticas de egreso,4 y la
apendicitis aguda es la enfermedad específica más común de este síndrome. El
dolor abdominal como principal síntoma tiene una incidencia de presentación en
los servicios de emergencia de 5 a 25%,5,6 que depende de varias circunstancias,
como políticas de atención y definición certera del abdomen agudo, la edad, el
género y las condiciones especiales de los servicios de salud (p. ej., clínicas obs-
tétricas). Kamin RA y col. consideran que, de todos los pacientes atendidos por
abdomen agudo, 18% son hospitalizados, 25% tienen un cuadro indeterminado,
12% serán causas ginecológicas, 12% causas urinarias y sólo 9.3% serán opera-
dos;7 se considera también que es mal diagnosticado en un porcentaje elevado;
por tal motivo, es de gran importancia conocer y actualizar lo más relevante de
este síndrome, que es el punto de partida de una serie de procesos diagnósticos
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
El dolor del abdomen agudo debe tener como características imprescindibles ser
de inicio o localización abdominal, súbito o rápidamente progresivo, que gene-
ralmente altera la función intestinal, deteriora el estado general, eventualmente
pone en riesgo algún órgano o incluso la vida del paciente y, para el cirujano, que
es potencialmente quirúrgico, exceptuando, desde luego, al sangrado de tubo di-
gestivo, que puede en ocasiones cumplir con estas condiciones, pero no necesa-
riamente es un abdomen agudo. No debemos esperar más allá de 6 h para la detec-
ción y definición quirúrgica. Muchas veces, como en el caso de la perforación
gástrica u otras entidades, el diagnóstico clínico es tan florido que sólo requiere
estudios preoperatorios para la atención definitiva; sin embargo, hay que recono-
cer que un porcentaje de pacientes quedan con el diagnóstico de abdomen agudo
desconocido o no esclarecido a pesar de realizarse estudios básicos y especiales,
por lo que al menos debemos clasificarlo, con base en su posible etiología, como:
Por otro lado, existen patologías que han cambiado en gran medida o radicalmen-
te, como son la pancreatitis aguda, la peritonitis y la sepsis abdominal, desde la
manera de clasificarlas, la fisiopatología, la metodología diagnóstica y desde lue-
go su tratamiento. La pancreatitis aguda, en base a la clasificación de Atlanta y
a la medicina basada en evidencias, es una patología predominantemente de ma-
nejo médico intensivo1,10–13 y se procede al tratamiento quirúrgico en casos de
complicaciones tardías específicas, relacionadas con infecciones o con su evolu-
ción tórpida.1 Los cambios relacionados con la peritonitis y la sepsis abdominal
incluyen conceptos homogéneos en forma internacional, distinguiendo la conta-
minación de la infección peritoneal, los distintos tipos de peritonitis y la sepsis
Concepto moderno de abdomen agudo 61
a las LBP (LPS–binding protein) para formar el complejo LPS–LBP, que al unir-
se a receptores de superficie CD14 de neutrófilos y macrófagos dan por resultado
una respuesta inicial proinflamatoria de IL–1b y TNF–a, fundamentalmente. En
esta respuesta inflamatoria existe una amplia participación de sustancias que vale
la pena recordar un poco.
La respuesta a la infección es controlada en forma eficiente desde la defensa
por la integridad de las barreras físicas, que incluyen mucosas, moco, péptidos
microbicidas y pH gástrico, fundamentalmente, y a la presencia de una ecología
microbiana natural en cada parte del tubo digestivo; sin embargo, una vez que
sobreviene la invasión microbiana por cualquier motivo, ésta es detectada y el
organismo monta una respuesta celular y humoral con síntesis y liberación de
factores definidos como respuesta de fase aguda, con factores que promueven la
fagocitosis y la destrucción microbiana mediante moléculas que alertan al sis-
62 La cirugía de urgencia en el abdomen agudo (Capítulo 3)
fibrinógeno reconocidos por el TLR4 y así para otras TLRs. Una vez activados
estos TLRs provocan una rápida producción en cascada de citocinas, que inclu-
yen la IL–1, TNF–a, IL–5 e IL–12, con muchos otros efectos secundarios. La
sensibilización y activación completa ocurre en 4 h y resulta en la respuesta pro–
inflamatoria, en la que se agregan también IL–1, IL–2, IL–6, IL–10, IL–12p40,
IL–15, TNF–a e interferón–a, interferón–b, interferón–g e IL–4, y en sentido
contrario como efecto tipo feedback con la IL–10 la respuesta antiinflamatoria.17
El motivo de recordar brevemente la respuesta inflamatoria consiste en que en
la actualidad los métodos que detectan moléculas de adhesión mediante citome-
tría de flujo, citocinas intracelulares, el sistema mayor de histocompatibilidad y
por ELISPOT, son cada día más fáciles de usar, por lo que la inmunología apli-
cada a la clínica hospitalaria dará un panorama mejor para detectar oportunamen-
te la magnitud de la respuesta inmunitaria y, si la respuesta antiinflamatoria en
mayor, con una eventual parálisis inmunitaria que promueva el desarrollo de in-
fecciones tardías. Esta posibilidad ya está siendo analizada por muchos investi-
gadores y puede ser un aporte muy importante para el manejo más eficiente del
tratamiento aplicado hoy en día,18,19 que podrá aplicarse en las distintas etapas
y magnitudes de las respuestas proinflamatorias y antiinflamatorias. Estas sus-
tancias proinflamatorias, antiinflamatorias y catabólicas pueden ser utilizadas
como marcadores de la inflamación, como la proteína C reactiva, la proteína liga-
dora de LPS, el amiloide A, la hepatoglobina, la ceruloplasmina, el fibrinógeno,
el complemento, el factor B, la transferrina, la procalcitonina, anticoagulantes
naturales (p. ej., proteínas C y S, antitrombina plasminógena, activador del plas-
minógeno tisular), urocinasa, angiotensinógeno, a–fetoproteína y factor XII, y
que junto con la cuantificación de hierro y zinc pueden ser utilizados como mar-
cadores del catabolismo proteico.18
Existen en la mayoría de las patologías con pocos cambios, pero por su inci-
dencia las manifestaciones de la patología abdominal grave dependen del sitio
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
ÁÁÁÁÁÁÁÁÁÁÁÁÁÁÁÁÁÁÁÁÁÁÁÁ
ÁÁÁÁÁÁÁÁÁÁÁÁÁÁÁÁÁÁÁÁÁÁÁÁ
Cuadro 3–1. Datos de alarma en el abdomen agudo
Interrogatorio Exploración física Laboratorio Gabinete
Tratamiento previo Inestabilidad hemodiná- Falla orgánica aguda de Aire libre en cavi-
con analgésicos mica riesgo (cardiohemodiná- dad abdominal
o antibióticos mico, respiratorio y neu- o retroperito-
rológico) neal
Cirugía o endosco- Datos de hipoxia o cia- Fallas en otros órganos y Cambios severos
pia reciente nosis sistemas (hematológico, de enferme-
renal, etc.) dad vesicular
Intolerancia de la Ictericia Acidosis metabólica Obstrucción in-
vía oral testinal
Vómito incoercible Otros signos vitales Leucocitosis Edema de la pa-
muy alterados red intestinal
Síncope Alteración aguda del Elevación de transamina- Neumatosis in-
estado mental sas y/o fosfatasa alcalina testinal
Ingesta crónica de Hernia incarcerada o Elevación de enzimas pan- Aire en sistemas
AINEs estrangulada creáticas portal o biliar
Ingesta crónica de Dolor abdominal severo Hiperglucemia Dilatación de la
inmunosupresores o desproporcionado vía biliar
Inmunosupresión Signos peritoneales Hipoglucemia Absceso Intraab-
(ej. VIH/SIDA) dominal
Ingesta de cuerpos Sangrado gastrointesti-
extraños previos nal (melena, hemato-
quezia o rectorragia)
Sangrado gastrointestinal
Embarazo
Senilidad
Trastorno mental severo
Patología radicular severa
aquellos casos que indiquen datos de alarma, como se muestra en el cuadro 3–1.
Entre los métodos diagnósticos la radiología básica sigue siendo de gran ayu-
da para el cirujano que observa y correlaciona los hallazgos radiológicos con la
clínica; sin embargo, en la actualidad se recurre más al ultrasonido y a la tomogra-
fía computarizada del abdomen, por lo que bien vale la pena hacer algunos co-
mentarios al respecto.
El ultrasonido, un medio diagnóstico basado en imágenes obtenidas por el
procesamiento de ecos reflejados por estructuras corporales desde la emisión de
pulsos de ondas ultrasónicas, es empleado hoy en día con regularidad no sólo por
los radiólogos, sino también por ginecoobstetras, médicos de urgencias cardiólo-
gos y gastroenterólogos, principalmente. Hemos observado su evolución en los
últimos años, desde sus primeras aplicaciones de un aparato estático a un aparato
portátil, intracavitario, transoperatorio, con imágenes de mejor definición y con-
66 La cirugía de urgencia en el abdomen agudo (Capítulo 3)
serva en aquellos casos con duda diagnóstica y antes de someter al paciente a una
laparotomía exploradora como último recurso. El manejo del paciente con abdo-
men agudo debe ser rápido y eficaz, y requiere de un tratamiento multidisciplina-
rio que dependerá de la gravedad del padecimiento, de la estabilidad hemodiná-
mica, del manejo preoperatorio y eventualmente del apoyo sistémico por la
unidad de cuidados intensivos, debiendo tomar en cuenta como prioridad de ma-
yor relevancia el manejo y la permeabilidad de la vía aérea, la adecuada circula-
ción y la perfusión tisular para llevar al paciente a una cirugía con los mejores
resultados
La evaluación de la severidad mediante diferentes métodos es una herramienta
más de gran utilidad para el cirujano, no sólo para comprender la magnitud del
problema y de esta forma utilizar métodos de mayor o menor invasividad que de-
tecten, controlen o contrarresten los efectos de la enfermedad primaria, sino para
entender el riesgo de morbilidad y mortalidad del abdomen agudo. Se usan coti-
dianamente desde el método más básico de severidad propuesto por la Sociedad
Americana de Anestesiología (ASA), hasta los más usados hoy en día para el ab-
domen agudo quirúrgico: APACHE II (Acute Physiology and Chronic Health
Evaluation), MODS (Score del Síndrome de Disfunción Orgánica Múltiple), el
Índice de peritonitis de Mannheim (MPI) y otros, como la medición del grado
de hipertensión intraabdominal. Otro cambio fundamental es el que se ha genera-
do para el tratamiento médico de la sepsis; consiste en aplicar en forma homogé-
nea las directrices propuestas por tres sociedades científicas expertas en sepsis:
Historia clínica
Valoración inicial Etiología:
Trauma
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
No trauma-
Estado Hemodinámicamente estable tológica
de choque Inestable
Tratamiento
médico
quirúrgico
Diagnósticos Valoración secundaria
terapéuticos Estudios de laboratorio
y gabinete
Figura 3–1. Ruta crítica del paciente con dolor abdominal agudo, de acuerdo a la etiolo-
gía del padecimiento, su condición hemodinámica y el tratamiento médico–quirúrgico.
68 La cirugía de urgencia en el abdomen agudo (Capítulo 3)
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E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
70 La cirugía de urgencia en el abdomen agudo (Capítulo 3)
4
Respuesta inflamatoria y su
repercusión sistémica en la peritonitis
Raúl Carrillo Esper, Martín de Jesús Sánchez Zúñiga
INTRODUCCIÓN
71
72 La cirugía de urgencia en el abdomen agudo (Capítulo 4)
CARACTERÍSTICAS ANATÓMICAS
Y FISIOLÓGICAS DEL PERITONEO
Definiciones
Peritonitis
Peritonitis primaria
Peritonitis secundaria
Es una infección por microorganismos del espacio peritoneal posterior a una per-
foración, formación de un absceso, necrosis, isquemia o daño penetrante.
Peritonitis terciaria
Microbiología
Diagnóstico
En enfermos con sepsis, en los cuales se descarta la presencia de una fuente extra-
abdominal de infección, se ha observado que entre 16 y 40% de los casos la causa
es de origen intraabdominal. Los datos clínicos que pueden estar presentes son
el dolor abdominal, los signos de irritación peritoneal, etc. El diagnóstico puede
Respuesta inflamatoria y su repercusión sistémica en la peritonitis 77
ser difícil, debido a que uno de los principales marcadores inespecíficos de res-
puesta inflamatoria son la leucocitosis y la fiebre, pero pueden estar ausentes.
Hay otra prueba diagnóstica que puede orientar hacia la presencia de un proceso
infeccioso; consiste en la medición de procalcitonina, una proteína que se en-
cuentra presente en los macrófagos e incrementa su nivel en casos de infección,
aunque hay que considerar que puede ser negativa en caso de pacientes con inmu-
nocompromiso grave o en infecciones por hongos. En caso de sospecha de proce-
so intraabdominal se debe seguir un algoritmo diagnóstico.
Los estudios radiográficos son herramientas diagnósticas que muestran ha-
llazgos de aire libre, litos vesiculares o renales, distensión de asas, etc. En caso
de que no existan datos positivos se puede recurrir a la tomografía computariza-
da, que tiene una alta sensibilidad para los procesos intraabdominales, aunque sus
principales inconvenientes son la movilización del paciente a otra área y la admi-
nistración de medio de contraste. El ultrasonido abdominal es otra opción en caso
de que no se pueda realizar la tomografía; sin embargo, tiene muy baja sensibili-
dad y depende en gran medida del operador. Entre los últimos recursos están los
estudios invasores, como laparotomías abiertas o laparoscópicas, con la ventaja
de que se pueden convertir en procedimientos terapéuticos (figura 4–1).
Tratamiento
Sospecha de infección
intraabdominal
(historia clínica, aparición de
una nueva disfunción orgánica,
acidosis enexplicable)
Fuente aparente
Sí No
Positivo
Proceso abdominal Estudios de gabinete
tratamiento quirúrgico (paciente estable para movilización)
Rx, USG, TAC
Negativo:
observar al paciente: sospechar
isquemia intestinal
Cristaloide y/o
coloide < 8 mmHg PVC
Agentes 8 a 12
inotrópicos mmHg
Transfusión de
PG hasta lograr SvcO2
Hto w 30%
Metas
cumplidas > 70%
5. Uso de líquidos. La reanimación inicial del paciente para lograr las metas
establecidas puede realizarse con cristaloides y con coloides, ya que no
existen pruebas de superioridad entre el uso de unos u otros.
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
Terapia de de–escalación
Infección grave
Mejoría
CONCLUSIONES
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86 La cirugía de urgencia en el abdomen agudo (Capítulo 4)
5
Laparoscopia diagnóstica en
abdomen agudo. Metaanálisis
Leopoldo S. Gutiérrez Rodríguez, Francisco García Arévalo,
David Elohim Gutiérrez Vázquez
INTRODUCCIÓN
87
88 La cirugía de urgencia en el abdomen agudo (Capítulo 5)
en forma indistinta a los servicios de urgencia y que tienen prácticamente los mis-
mos principios.
La LD es un procedimiento de evaluación de la cavidad peritoneal que se uti-
liza desde hace más de 100 años; de una historia tan remota como la cirugía mis-
ma, desde 1901 se utilizaba en animales para revisar la cavidad peritoneal; en
1920 se acuñó el término de peritoneoscopia, sinónimo de laparoscopia; también
se utilizaba en el abdomen de urgencia1–3 como un recurso diagnóstico, que en
su momento tenía una evidente importancia no de utilidad rutinaria, y es impor-
tante que se analicen tres puntos que consideramos esenciales para el tema que
nos ocupa:
Sin embargo, el papel de este pequeño escrito no es eliminar la LD, sino evaluar
sus ventajas y que el cirujano de urgencias agregue en lo posible este método a
su arsenal, optimizar los quirófanos y por tanto el servicio de urgencias, en bene-
ficio de los pacientes que lo requieran.
Las indicaciones son múltiples, y se puede enumerar casi toda la patrología abdo-
minal; sin embargo, a lo ya establecido mencionaremos sólo algunas generalida-
des e indicaciones, que son las siguientes:5–10
que unen dos asas. Si hay obstrucción por cáncer, por ejemplo de colon,
puede realizarse una colostomía abocando el asa proximal; se realiza una
pequeña incisión en el nivel conveniente, se aboca el asa y se efectúa la co-
lostomía descompresiva; si es accesible el tumor y puede resecarse, se con-
vierte a cirugía a cielo abierto; si el equipo quirúrgico está entrenado y hay
los recursos adecuados, como engrapadoras, se efectúa la resección del co-
lon por vía laparoscópica, o bien se puede emplear la técnica de mano asistida.
5. Perforación de vísceras, como divertículos y úlceras perforadas, gás-
trica o duodenal: en general la perforación se sospecha antes del estudio
por la presencia de aire libre en cavidad mediante estudio no contrastado
de radiología en posición de pie; durante el procedimiento de LD se puede
observar líquido libre de aspecto gástrico o duodenal, restos de alimento o
bien cuando se sella la perforación se observa una masa de epiplón edema-
tosa y engrosada con natas de fibrina; según la habilidad del cirujano puede
tratarse con un punto en cruz y un parche de epiplón. Es conveniente limpie-
za y lavado adecuado de cavidad con drenaje; esta maniobra puede realizar-
se la mayoría de las veces en forma adecuada por la vía laparoscópica o bien
convertir a cielo abierto.
6. Lesiones de órganos macizos: la laparoscopia diagnóstica descubre acú-
mulo de sangre, frecuente en hipocondrio izquierdo, cuando la lesión es de
bazo; si el hemoperitoneo es mínimo y la lesión es superficial, se puede va-
lorar dejar en observación al paciente para preservar el bazo; si la lesión es
importante y el sangrado es mayor, se realiza esplenectomía laparoscópica,
si el equipo tiene los elementos y está entrenado para ello.
En las lesiones del hígado, si la hemorragia es mínima con lesión superfi-
cial o del ligamento falciforme y no hay sangrado activo, lo que sucede con
frecuencia, la observación y el drenaje son suficientes; en caso de lesión
mayor, si el equipo quirúrgico está entrenado y la lesión requiere de sólo
un punto, puede realizarse por laparoscopia; en caso de lesión mayor, con-
vertir a cirugía a cielo abierto. En estos casos, como en todos los anteriores,
la experiencia del cirujano es importante.
7. Lesiones por arma blanca: por laparoscopia se puede valorar el trayecto
de la herida y definir primero si es penetrante o no, y después qué otro tipo
de lesión en víscera hueca o maciza, si se puede o no reparar por vía laparos-
cópica o bien convertir a cirugía a cielo abierto.
8. Apendicitis aguda. Aunque es un tema para abdomen agudo, esta patolo-
gía requiere de consideraciones individuales; el cuadro de apendicitis es
causa de dolor abdominal o de abdomen agudo, y en un buen porcentaje no
es fácil hacer un diagnóstico oportuno y acertado, en especial en pacientes
con patología agregada, diabéticos, cardiópatas, nefrópatas, en quienes to-
man múltiples medicamentos, como analgésicos e incluso antibióticos, así
Laparoscopia diagnóstica en abdomen agudo. Metaanálisis 91
El manejo básico del abdomen agudo, que es semejante al abdomen en trauma, es:
a. Evaluación quirúrgica.
b. Exámenes de laboratorio y gabinete.
c. Estabilización hemodinámica.
d. Exploración laparoscópica y en su caso terapéutica por laparoscopia o
abierta; cuando se convierte de laparoscopia a laparotomía, la imagen lapa-
roscópica puede determinar el sitio de la incisión y su tamaño, y en algunos
casos especiales puede ser una cirugía laparoscópica asistida con un adita-
mento para introducir una mano.
Figura 5–1. Se puede observan una aguja de Veress, colocada con el telescopio de 3
mm y cámara de alta definición y un puerto adicional de 2 mm con un punta con electro-
cauterio; en este paciente se está coagulando un punto de hemorragia.
Figura 5–2. En esta imagen del paciente anterior una semanas después; apenas se no-
tan las dos heridas en el hipocondrio izquierdo.
Laparoscopia diagnóstica en abdomen agudo. Metaanálisis 93
los recursos adecuados de un quirófano en este mismo sitio, se pasa a una cirugía
laparoscópica convencional con instrumentos de mayor diámetro, o bien se pue-
de convertir la cirugía a cielo abierto.
papel importante, consideramos que debe ser abordado como parte de este capí-
tulo.
COMENTARIOS
momento durante los 365 días del año, sea en urgencias o en terapia intensiva,
y más aún que se pueda pasar de una técnica diagnóstica a un procedimiento tera-
péutico en estas salas, en el mismo momento; sólo los conocen cuando el entu-
siasmo del cirujano consultante los lleva a urgencias, con todas las limitantes que
esto implica, y deja de ser todo lo oportuno que debiera.
Cuando se cuenta con un mínimo de recursos laparoscópicos con miniinstru-
mentos, además de lo convencional para cualquier cirugía endoscópica, como
son telescopios de 0 o 30_ de 2 o 3 mm de diámetro, aguja de Veress de diámetro
suficiente para pasar el telescopio y unos dos o tres trocares del mismo diámetro
con las pinzas adecuadas, con todo lo necesario para asepsia y campos estériles,
mismos que se requieren para un lavado peritoneal, en la sala de urgencias o de
terapia intensiva, se puede realizar una laparoscopia diagnóstica, incluso si se
cuenta con un telescopio de 5 mm. Con experiencia se puede realizar incluso con
96 La cirugía de urgencia en el abdomen agudo (Capítulo 5)
CONCLUSIONES
REFERENCIAS
1. Rothschild JG: Recent history. Arch Surg 1998;133:1156–1159.
98 La cirugía de urgencia en el abdomen agudo (Capítulo 5)
INTRODUCCIÓN
Antecedentes históricos
El reconocimiento de la apendicitis aguda es un evento reciente en la historia de
la medicina. Leonardo da Vinci fue quien primero mencionó el apéndice en la
anatomía alrededor de 1500. Pero hasta 1711 el cirujano alemán Lorenz Heister
reportó el primer caso.1
Entre 1800 y 1900 se reconocía el dolor abdominal agudo en el cuadrante infe-
rior derecho como consecuencia de una inflamación del ciego o de los tejidos ad-
yacentes. En 1886 Reginald Fitz hizo la descripción de la fisiopatología de la
apendicitis ante la Sociedad Médica de Massachusets, acuñó el término de apen-
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
dicitis e indicó que la cirugía temprana era el tratamiento más adecuado de la en-
fermedad.
Antes de 1886 se hicieron múltiples reportes quirúrgicos de apendicitis, cuyo
objetivo principal era el drenaje de la infección.1–5
En 1889 McBurney describió el dolor migratorio localizado a unos 4 o 5 cm
de la espina iliaca anterior y una línea imaginaria oblicua desde la cicatriz umbili-
cal, y en 1894 describió la incisión en dicho punto para el tratamiento quirúrgico.
En 1905 Murphy hizo una descripción de la secuencia de dolor seguido por náu-
seas y vómito acompañado de fiebre y dolor exagerado en el área que ocupa el
apéndice.2–10
99
100 La cirugía de urgencia en el abdomen agudo (Capítulo 6)
Definición
Epidemiología
Anatomía
Patogénesis
Después de 100 años de experiencia aún no se encuentra una explicación clara
para todos los casos de apendicitis. La teoría más común es la obstrucción de la
luz apendicular dentro del apéndice. Se han estudiado la presencia y la ausencia
de fecalito, y se ha confirmado su presencia entre 8 y 44% de los apéndices. Otra
de las causas mencionadas es la hiperplasia linfoide, la cual se relaciona más con
los pacientes pediátricos, pero la causa menos frecuente es la presencia de cuer-
pos extraños, parásitos, tumores o bandas fibrosas.1,5,12
Otra de las teorías que se asocian como causa de 75% de apendicitis es el even-
to inflamatorio agudo ulcerativo de la mucosa apendicular secundario a un proce-
so infeccioso viral o bacteriano, aunque no se ha encontrado un microorganismo
específico (flora normal colónica).
En algunos países se ha mencionado la baja ingesta de fibra como un factor
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
Bacteriología
Diagnóstico
Clínico
Laboratorio
Radiográfico
Simple
el borramiento del músculo psoas del lado derecho por edema interasa y la inter-
posición de asas que tienden a controlar el proceso inflamatorio agudo. Se pueden
mostrar los niveles hidroaéreos por la pérdida del peristaltismo. El fecalito, el
único signo directo apendicular, es sumamente raro, y se describe entre 10 y 15%
de los casos.19
Ultrasonido
Tomografía
B
A
Figura 6–1. Tomografía contrastada de un paciente de 85 años de edad con cinco días
de evolución, dolor abdominal, náusea, vómito y fiebre. La tomografía muestra un abs-
ceso periapendicular. A. Compresión extrínseca de un segmento del íleon terminal y
causa de obstrucción intestinal mecánica completa (B). La lesión marcada como C
corresponde a un divertículo vesical.
Diagnóstico diferencial
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
Tratamiento
Manejo médico
Manejo quirúrgico
ca, mediante esta misma vía. No hay diferencia entre los dos procedimientos en
cuanto al tiempo de realización. El porcentaje aceptado de apendicectomías ne-
gativas en el procedimiento abierto es de 15 a 20% y en el laparoscópico, aunque
no hay algo bien establecido, se ha visto en algunas series que dicho porcentaje
va de 23 a 33%, sobre todo en las mujeres.1,2,5,30,31 Se ha encontrado un aumento
en la presencia de abscesos residuales en la apendicectomía laparoscópica, lo
cual no ocurre en la cirugía abierta. La apendicectomía laparoscópica es más difí-
cil en presencia de adherencias muy firmes o cuando la anatomía está distorsiona-
da por la intensa inflamación y no se puede identificar a satisfacción el apéndice,
así como en presencia de hemorragia incontrolable y de lesión en el intestino del-
gado. Otra limitante es el estado físico del enfermo, ya que en los pacientes ASA
III, o con comorbilidades de difícil control, donde el neumoperitoneo puede em-
peorar su situación, debe valorarse el riesgo–beneficio.
Antes de realizar del procedimiento es importante el inicio de una profilaxis
antimicrobiana que cubra la flora aerobia y la anaerobia, para evitar infección en
el sitio quirúrgico. Para ello se requiere un agente o una combinación de agentes
que tengan esta actividad. En la apendicitis no complicada se recomienda el uso
de cefoxitina en dosis de 2 g IV y en los pacientes alérgicos a los b–lactámicos
se debe utilizar metronidazol en dosis de 500 mg IV. En la apendicitis no compli-
cada basta administrar una sola dosis antes de incidir la piel, ya que es más eficaz.
Si el procedimiento dura más de tres horas o hay un sangrado intenso, se debe
agregar una dosis adicional. Cuando el apéndice está perforado se recurre a la
combinación de un aminoglucósido y clindamicina, que es muy eficaz, y se ex-
tiende hasta el posoperatorio durante tres a cinco días (cuadro 6–5).32,33,35
Preparación
Manejo de líquidos intravenosos de acuerdo con las necesidades del paciente,
sonda nasogástrica en caso de íleo y administración de antibióticos preoperato-
rios.
Técnica2,4
Cuando el diagnóstico es claro se utiliza una incisión tipo McBurney, que consis-
te en incidir sobre el punto de McBurney. La aponeurosis del músculo oblicuo
110 La cirugía de urgencia en el abdomen agudo (Capítulo 6)
los días. Si la herida está limpia cuatro días después de la operación, se debe cerrar
la piel con la sutura mencionada o afrontar la piel con cinta para piel.
Laparoscópico
Semm describió este método por primera vez en 1983. Esta técnica es más de-
mandante, ya que requiere equipo especial y exige experiencia por parte del ciru-
jano, así como facilidades disponibles en su centro de trabajo.30,31
Las indicaciones son apendicitis aguda, dolor en el cuadrante inferior derecho
de etiología desconocida, especialmente en mujeres en edad reproductiva, y
apendicectomía de intervalo.
Durante la preparación se debe colocar una sonda urinaria, como en cualquier
procedimiento que involucre la pelvis o el abdomen bajo.
112 La cirugía de urgencia en el abdomen agudo (Capítulo 6)
Técnica2,4,30,31,37
Este procedimiento difiere del abierto, dado que la base se diseca y aísla antes del
mesoapéndice, y se asegura con ligadura o grapas, dejando siempre libre el mu-
ñón. La decisión para convertir a un procedimiento abierto depende de la exten-
sión del proceso inflamatorio o purulento encontrado durante la exploración, y
no con base en si se debe dejar drenaje o se deben administrar antibióticos.
El paciente se coloca en posición supina con los brazos pegados al cuerpo, para
no limitar el movimiento del ayudante de la cámara y del primer ayudante. Los
monitores deben ir a los pies de la mesa. El primer trocar se coloca en posición
supraumbilical de 10 a 12 mm, para la introducción de la cámara. El segundo tro-
car, de 5 mm, se coloca a nivel de la línea media clavicular en el flanco derecho,
para utilizarlo como puerto de trabajo. El tercer trocar se coloca a nivel del cua-
drante inferior izquierdo, también de 5 mm, para usarlo como puerto de trabajo,
o de 10 mm, para usarlo como puerto de trabajo y extracción; ambos deben ser
laterales a los músculos rectos del abdomen para evitar los vasos epigástricos in-
feriores. La exposición mejora cuando se coloca al paciente en posición de Tren-
delenburg con lateralización a la derecha. Se explora la cavidad, se busca en topo-
grafía apendicular y se realiza una disección de plastrón o adherencias laxas
utilizando las pinzas de tracción; se localiza y libera el mesoapéndice junto con
la arteria apendicular con seda, crómico, grapas o LigaSureR. Una vez identifi-
cada la base se puede realizar la ligadura y la sección, dejando el muñón libre o
imbricado. La extracción apendicular se puede hacer por el puerto de trabajo de
10 mm o mediante una bolsa extractora. Se debe irrigar y drenar adecuadamente
la cavidad, para evitar abscesos residuales.
CONSIDERACIONES ESPECIALES
Embarazo
Pacientes ancianos
La incidencia de apendicitis aguda entre esta población es de cerca de 10%. Los
cambios fisiológicos de la edad, las patologías y los tratamientos asociados influ-
yen en la presentación del cuadro clínico, ya que la percepción del dolor y su loca-
lización puede ser insidiosa o atípica, los marcadores de la inflamación no se ele-
van igual que en la población general y hay una tendencia a la perforación
temprana, debido a los cambios anatómicos, como fibrosis, infiltración grasa de
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
Figura 6–3. Paciente de 55 años de edad con apendicitis retrocecal complicada; desa-
rrollo de absceso que diseca desde el canal femoral hasta el muslo derecho.
intestinal por efecto de masa sobre las asas intestinales, con plenitud posprandial
y distensión abdominal discreta, es frecuente en este tipo de complicaciones. Es
posible que se presenten compresión de la vena cava inferior y disección con des-
trucción de los grupos musculares hacia el muslo, por la vaina femoral a través
del canal inguinal, aunque son más raras (figuras 6–2 a 6–4).
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
Figura 6–5. Fasciotomía lateral amplia que facilita el drenaje y el lavado de los comparti-
mientos del muslo derecho.
Tumor carcinoide
Representa 0.5% de todas las apendicectomías y 18.9% de todas las lesiones car-
cinoides del tubo digestivo. De los tumores malignos del apéndice el carcinoide
es el más común. Los pacientes que lo padecen casi siempre presentan signos y
síntomas de apendicitis aguda.2,33
La mayoría de los tumores carcinoides son asintomáticos, se encuentran inci-
dentalmente y son menores de 1 cm. Para este tipo de hallazgos la apendicectomía
es el tratamiento de elección. El manejo para las lesiones de 1 a 2 cm se decide
por la localización. Si el tumor se localiza en la base o invade el mesenterio, el
tratamiento de elección es la hemicolectomía derecha. Es muy bueno que el tu-
mor se pueda resecar mediante una apendicectomía simple, ya que las metástasis
a distancia son raras en tumores menores de 1.5 o 2 cm. Las lesiones mayores de
2 cm tienen una alta incidencia de metástasis a distancia y también se pueden tra-
tar con hemicolectomía derecha, con el fin de disminuir la recurrencia locorre-
gional. Al momento del diagnóstico dichas lesiones son no localizadas en 45%
de los casos. La supervivencia actual a cinco años es de 94% para lesiones locali-
zadas, de 85% para invasión regional y de 34% para metástasis a distancia. Alre-
dedor de 15% de los pacientes tienen tumores no carcinoides en otros sitios.2
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
CONCLUSIONES
REFERENCIAS
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7
Colecistitis aguda
Miguel Ángel Mercado
INTRODUCCIÓN
DEFINICIÓN
121
122 La cirugía de urgencia en el abdomen agudo (Capítulo 7)
EPIDEMIOLOGÍA
La colecistitis aguda tiene incidencia entre 3 y 10% de los pacientes que presen-
tan dolor abdominal agudo en las salas de urgencias de todo el mundo.2,3 En una
serie de 6 317 pacientes el porcentaje de casos de colecistitis aguda en pacientes
menores de 50 años de edad con dolor abdominal fue bajo (6.3%), mientras que
este mismo porcentaje en los pacientes mayores de 50 años fue significativamen-
te más alto (20.9%).4 La colecistectomía es la cirugía abdominal que se practica
con más frecuencia en todo el mundo.
ETIOLOGÍA
Factores de riesgo
La colecistitis aguda es la complicación más frecuente entre los pacientes con li-
tiasis vesicular. De acuerdo con datos confiables de algunos investigadores, la in-
cidencia de colecistitis aguda en Oriente se ha incrementado de 3.9 millones en
1979 a más de 10 millones en 1993,8 lo cual se ha traspolado a distintas partes
del mundo, incluido México. Del mismo modo, de acuerdo con la revisión reali-
zada por Friedman9 acerca de la historia natural de la colelitiasis, se observaron
anualmente los síntomas serios o complicaciones (colecistitis aguda, colangitis
aguda, ictericia clínica y pancreatitis) entre 1 y 2% de los pacientes asintomáticos
y entre 1 y 3% de los pacientes con síntomas leves; el riesgo de complicaciones
se incrementa en los primeros años tras el hallazgo de cálculos vesiculares, pero
disminuye más tarde con el paso del tiempo. De acuerdo con otro reporte10 del
seguimiento de pacientes con colelitiasis asintomática (n = 600), 16% (96) de
ellos presentaron algún síntoma durante el periodo de seguimiento, mientras que
3.8% (23 pacientes) presentaron colecistitis aguda (periodo promedio de obser-
vación hasta la manifestación de síntomas en 29.8 meses).
Colecistitits aguda 123
gitis aguda, pancreatitis aguda y absceso hepático,15 y todas son una consecuen-
cia de la entrada de áscaris desde el duodeno a través de la papila ocasionando
obstrucción del tracto biliar. En regiones epidémicas, como China y el sudeste
asiático, la ascariasis es una causa frecuente de colelitiasis.
Embarazo
se ha comprobado que los pacientes con estas características tienen en común una
elevación en los niveles de estrógenos y progesterona.1 Por otro lado, aunque es-
tas asociaciones han sido ampliamente examinadas, ningún estudio ha podido
comprobar otra relación que la edad y la obesidad con el riesgo de desarrollar co-
lecistitis aguda.1
FISIOPATOLOGÍA
CLASIFICACIÓN
Clasificación patológica1
Colecistitis crónica
1. Colecistitis acalculosa.
2. Colecistitis xantogranulomatosa. Se caracteriza por un engrosamiento de
la pared vesicular y presión intravesicular elevada debido a cálculos con
ruptura de los senos de Rokitanski, lo cual ocasiona infiltración de bilis ha-
cia la pared, que es fagocitada por histiocitos e induce la formación de gra-
nulomas.
3. Colecistitis enfisematosa. Se identifica por la infiltración gaseosa de la pa-
red vesicular secundaria a infección por anaerobios, casi siempre Clostri-
dium perfringens, la cual casi siempre progresa a sepsis y se presenta en pa-
cientes diabéticos.
4. Torsión vesicular.17 Ocurre por causas inherentes, físicas o adquiridas,
como la vesícula flotante, el trauma abdominal y la escoliosis, y la pérdida
de peso, respectivamente.
Tipo de complicaciones1
CUADRO CLÍNICO
Los hallazgos clínicos asociados con colecistitis aguda incluyen dolor abdominal
(cuadrante superior derecho), náusea, vómito y fiebre. El síntoma típico es dolor
en hipocondrio derecho. Los hallazgos físicos característicos de la colecistitis
aguda durante la exploración son rigidez en el cuadrante superior derecho, vesí-
cula palpable (signo de Curvoisier) y maniobra de Murphy positiva, la cual tiene
una especificidad de 79 a 96% para colecistitis aguda.19,20
DIAGNÓSTICO
Diagnóstico diferencial
TRATAMIENTO
de susceptibilidad.24
En la mayoría de los pacientes se recomienda realizar una colecistectomía tem-
prana mediante laparoscopia, que es el método predilecto. En los pacientes de
alto riesgo que no pueden ser sometidos de manera segura a una cirugía de urgen-
cia o temprana, el drenaje vesicular percutáneo es un tratamiento alternativo. En
los pacientes con drenaje vesicular por colecistitis acalculosa que ya han sido es-
tabilizados no es necesario realizar una colecistectomía, ya que la recurrencia de
colecistitis posterior al drenaje es muy rara.
PRONÓSTICO
COLANGITIS
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Cirugía de urgencias en
la oclusión intestinal
Roberto Blanco Benavides
135
136 La cirugía de urgencia en el abdomen agudo (Capítulo 8)
S Intususcepción.
S Enteritis posterior a la radiación.
S Patología o lesiones externas de la pared intestinal:
S Adherencias posoperatorias.
S Granulomas por cuerpo extraño o por infecciones, como la tuberculosis.
S Inflamación peritoneal en pacientes con diálisis peritoneal y cuadros de
peritonitis.
S Hernias de la pared abdominal:
S Inguinales.
S Femorales.
S Umbilicales.
S Lumbares.
S Del obturador.
S Diafragmáticas.
S Perineales.
S Incisionales.
S Por obstrucción intraluminal:
S Cuerpo extraño.
S Cálculos biliares.
S Bezoar.
S Sondas con balón.
S Parásitos.
S Pólipos.
CUADRO CLÍNICO
TRATAMIENTO QUIRÚRGICO
dos sondas de Foley delgadas a través de una pequeña incisión en las fosas iliacas,
que después se pasan a través del mesenterio de las asas acomodadas, y se infla
el balón. Entre cuatro y cinco días después se vacían los balones y se extraen las
sondas. Los resultados fueron satisfactorios en la revisión de 32 casos a lo largo
de 11 años.14
Se han empleado numerosas sustancias para prevenir la formación de adheren-
cias posoperatorias o su recurrencia, pero todas han fracasado, por lo que la mejor
técnica consiste en operar con cuidado y evitar al máximo las agresiones que pu-
diera sufrir el peritoneo con el manejo de cuerpos extraños, sustancias químicas,
exceso de suturas y necrosis.
Ante la presencia de estrangulamiento del asa con isquemia y necrosis se tiene
que aislar el campo y evitar la ruptura del asa, pues contiene numerosas bacterias
y toxinas dañinas para el paciente, y se debe poner una pinza en los vasos del asa
140 La cirugía de urgencia en el abdomen agudo (Capítulo 8)
Figura 8–1.
Figura 8–2.
Cirugía de urgencias en la oclusión intestinal 141
Figura 8–3.
deno a través de una fístula y avanzan por la luz intestinal hasta que se atoran en
el íleon y producen la oclusión de la luz. Muchas veces se puede hacer el diagnós-
tico con las radiografías simples de abdomen, pues se puede ver el cálculo que
provoca la oclusión, así como el aire en las vías biliares. Al operar se regresa ma-
nualmente el cálculo unos centímetros para no hacer la enterostomía en la zona
que estuvo sometida a presión y que presenta cambios isquémicos; se saca el cál-
culo, se cierra la enterostomía y se revisa el resto del intestino para descartar la
existencia de otro cálculo que pueda ocasionar la repetición del cuadro. Hay que
evitar la exploración y el intento de cierre de la fístula de la vesícula biliar al duo-
deno, ya que el tejido está muy inflamado y muchas veces es imposible cerrar el
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
duodeno, lo cual origina una abertura muy grande y difícil de controlar y tratar,
que generalmente conduce a la muerte del paciente. Cuando no se toca la fístula
casi siempre se cierra sola y si quedara abierta esto no provoca ninguna altera-
ción.
Si a juicio del cirujano es imposible hacer la anastomosis después de la resec-
ción intestinal, es importante llevarla a cabo en los sitios anatómicos y hacer los
estomas de la mejor manera posible para evitar problemas; la fístula mucosa se
tiene que dejar cerca de la ostomía proximal para que en la reoperación sea más
fácil hacer la reconexión.
Es importante evitar el cierre forzado de la pared abdominal y el uso de puntos
totales que abarquen toda la pared, ya que si la distensión intestinal continúa y
el paciente permanece con intubación endotraqueal conectado a un ventilador las
suturas pueden provocar isquemia y la herida puede comenzar a abrirse, lo cual
142 La cirugía de urgencia en el abdomen agudo (Capítulo 8)
provoca que las asas intestinales queden en contacto con las suturas y se corte la
pared intestinal, con las graves consecuencias que esto provoca.
En estos casos es mejor contener las asas con un plástico estéril que se fija con
puntos laterales en “U” a través de la pared abdominal. Se cierra únicamente la
piel y por el extremo inferior se saca la parte del plástico, para permitir el aisla-
miento de las asas; cuando el paciente esté en mejores condiciones, se cortan y
se retiran los puntos que contienen el plástico y éste se extrae suavemente. Así
quedará una hernia controlada que en caso necesario se cerrará en el futuro, cuan-
do el paciente se encuentre en buenas condiciones generales.
Se puede llegar a la conclusión de que el cuadro de oclusión intestinal mecá-
nica es un padecimiento grave cuyo diagnóstico y tratamiento a tiempo conducen
a una evolución satisfactoria; sin embargo, la demora del tratamiento ocasiona
una muy mala evolución, que puede conducir a la muerte del paciente.
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9
Cirugía de urgencia en abdomen
agudo por pancreatitis aguda
Óscar Chapa Azuela
INTRODUCCIÓN
143
144 La cirugía de urgencia en el abdomen agudo (Capítulo 9)
pancreatitis, como la litiasis de los conductos biliares, o para resolver las compli-
caciones locales de la pancreatitis.
DEFINICIÓN Y OBJETIVOS
EPIDEMIOLOGÍA
Figura 9–1. Pieza quirúrgica de colecistectomía. Vesícula biliar abierta que muestra mi-
crolitiasis. El ultrasonido preoperatorio reportó lodo biliar.
146 La cirugía de urgencia en el abdomen agudo (Capítulo 9)
ETIOLOGÍA
Pancreatitis alcohólica
El consumo excesivo de alcohol es una de las principales causas de PA, así como
también la causa número uno de pancreatitis crónica (PC). Aunque la incidencia
de enfermedades pancreáticas se incrementa en función de la prevalencia en el
consumo excesivo de alcohol en la población general, solamente una minoría de
individuos que abusan del alcohol desarrollan pancreatitis. Estos hallazgos han
sugerido una hipótesis en relación a que el abuso en el consumo de alcohol sensi-
biliza a los individuos a la pancreatitis causada por estrés pancreático. El etanol
tiene efectos sobre el sistema de señalización inflamatoria en las células de los
acinos pancreáticos (activación de NF–kB), aumenta la actividad de la catepsina
B, disminuye la microperfusión del tejido exocrino del páncreas y agrava la dis-
minución de la microperfusión causada por la endotelina 1. Una vía alterna para
el metabolismo del etanol es a través de la transformación transitoria de ácidos
grasos ésteres de etanol (FAEEs, por sus siglas en inglés) que ocurre en varios
órganos, incluido el páncreas, y que pueden causar edema y activación intracelu-
lar del tripsinógeno. Estudios recientes han demostrado que los FAEEs causan
un incremento considerable en la concentración de calcio citosólico en las células
acinares del páncreas por medio de la activación de los receptores de inositol tri-
fosfato, produciendo un daño en las mitocondrias y una producción inadecuada
de ATP. Esta secuencia de eventos es la responsable de la necrosis de las células
acinares pancreáticas. Otros efectos del consumo de alcohol sobre el páncreas
que han sido descritos son el aumento en la cantidad de jugo pancreático, aumen-
to en la concentración de proteínas en el mismo y aumento en el tono del ámpula
de Vater.
Pancreatitis biliar
Hace más de 100 años Opie propuso a la litiasis de los conductos biliares como
causa de pancreatitis cuando se impactan en el ámpula de Vater. Una consecuen-
cia de este evento podría ser el reflujo de bilis hacia el conducto pancreático y
la otra una obstrucción simple sin reflujo biliar. En ambos casos se encuentra in-
volucrada la dinámica del calcio dentro de las células acinares pancreáticas como
activadora del tripsinógeno.
triglicéridos dentro y alrededor del páncreas por la lipasa que se filtra hacia afuera
de las células acinares produciendo la acumulación de ácidos grasos libres en
concentraciones altas, que se consideran tóxicas y pueden lesionar a las células
acinares y a los capilares. El incremento en la concentración de quilomicrones
en los capilares pancreáticos causa obstrucción del flujo sanguíneo e isquemia
secundaria con acidosis, y en un ambiente ácido los ácidos grasos libres causan
activación del tripsinógeno, que a su vez inicia la PA.9
Pancreatitis posquirúrgica
Pancreatitis infecciosa
Figura 9–2. TC que muestra gran dilatación del conducto pancreático principal con atro-
fia del tejido pancreático secundaria a una obstrucción por adenocarcinoma de la ca-
beza del páncreas.
creatitis (figura 9–2). Otra hipótesis atractiva es la de que las células tumorales
pueden secretar enzimas activadoras de plasminógeno que puede a su vez activar
al tripsinógeno y dar inicio a la autodigestión del tejido pancreático.
FISIOPATOLOGÍA
Figura 9–3. Ultrasonido abdominal que muestra imágenes hiperecoicas que proyectan
sombra sónica posterior que sugiere litiasis del conducto pancreático principal.
ción de estas citocinas dispara una cascada inflamatoria que da como resultado
la producción de citocinas adicionales, como lL–2, IL–6, IL–8, IL–10, bradicini-
na y factor activador plaquetario. El punto final de esta cascada frecuentemente
es el síndrome de respuesta inflamatoria sistémica (SRIS), que se caracteriza por
disminución del tono vascular y de las resistencias periféricas con aumento de
la permeabilidad vascular con formación del tercer espacio, lo que produce hipo-
tensión y respuesta cardiovascular hiperdinámica. Si el SRIS no se controla pue-
de evolucionar a síndrome de insuficiencia respiratoria aguda o falla orgánica
múltiple (FOM), ambos con una mortalidad significativa. Esta respuesta infla-
matoria tan intensa marca la fase temprana de la pancreatitis necrosante (menos
de dos semanas). Es la propia respuesta inflamatoria del organismo a la agresión
inicial la que produce la mayor parte de la morbilidad y la mortalidad en fase tem-
prana, por lo que la etapa inicial del tratamiento debe estar dirigida a limitar esta
respuesta. La fase tardía (después de dos semanas) se caracteriza por complica-
ciones infecciosas de la necrosis glandular y las secuelas de la falla orgánica. Es
en esta segunda fase en donde puede tener un papel relevante un tratamiento qui-
rúrgico adecuado.13,14
DIAGNÓSTICO
por varios días. El tiempo y la duración de la fiebre son datos importantes para
determinar la causa y el significado. La fiebre durante los primeros días de la en-
fermedad es producida por la respuesta inflamatoria sistémica; es mediada por
citocinas inflamatorias y generalmente desaparece en la medida en que la glándu-
la se desinflama. La fiebre que se presenta entre la segunda y la tercera semanas
en pacientes con pancreatitis necrótica generalmente corresponde a infección del
tejido necrótico.
Hay que tomar en cuenta que la fiebre también se puede deber a colangitis agu-
da en los pacientes con PA biliar y es indicación de una descompresión rápida
de los conductos biliares. Es importante determinar la causa de la fiebre en los
pacientes con PA, ya que va a determinar el manejo que se les debe dar a estos
pacientes. En un estudio prospectivo se analizaron las causas de la fiebre, así
como el tiempo y la duración de la misma. La fiebre se presentó hasta en 60%
de los pacientes con PA; en 22% de ellos la fiebre se debió a la pancreatitis por
sí misma, en 33% a una infección extrapancreática, incluyendo colangitis, y en
el restante 45% a necrosis pancreática infectada.
El paciente con PA se encuentra en un estado claro de ansiedad y angustia. Las
anormalidades cardiovasculares que se presentan incluyen taquicardia e hipoten-
sión producidas por hipovolemia y/o vasodilatación. Los hallazgos en el tórax
pueden reflejar la presencia de atelectasias con crepitaciones basales o derrame
pleural de predominio izquierdo, que puede ser un dato de PA grave y de mal pro-
nóstico. En ocasiones cursa con disnea que puede conducir a insuficiencia respi-
ratoria. Puede desarrollar delirio, confusión o incluso llegar a un estado de coma.
Las manifestaciones neurológicas son debidas a hipoxia, desequilibrio hidroe-
lectrolítico, hipotensión, síndrome de abstinencia o intoxicación alcohólica. La
retinopatía de Purtscher es una complicación rara producida por la trombosis de
la arteria retiniana posterior en la que el paciente tiene una pérdida repentina de
la visión y exudados cotonosos en el fondo de ojo. El paciente puede tener datos
de insuficiencia renal aguda caracterizados por sobrecarga de líquidos (secues-
tro), acidosis metabólica y desequilibrio hidroelectrolítico.
Los signos abdominales usualmente son menos marcados que el dolor por la
condición retroperitoneal del páncreas. Ante un dolor severo puede existir una
resistencia abdominal moderada hasta que se agregan signos de peritonitis, que
se caracterizan por una resistencia muscular importante o abdomen en madera.
Los ruidos intestinales en general están ausentes o disminuidos. La ascitis es de-
bida a una peritonitis química y al líquido de exudado proveniente del lecho pan-
creático inflamado. La ascitis pancreática puede ser causada por la ruptura de al-
guno de los conductos del páncreas, pero es una condición poco frecuente en la
PA. La equimosis de flancos (Grey Turner) y la periumbilical (Cullen) se presen-
tan en 3% de los pacientes con PA y son datos de mal pronóstico. Algunos pacien-
tes pueden desarrollar hipertensión portal izquierda debida a la trombosis de la
Cirugía de urgencia en abdomen agudo por pancreatitis aguda 153
Figura 9–4. Ultrasonido abdominal que muestra aumento de las dimensiones del cuer-
po y la cola del páncreas con edema peripancreático, lo que sugiere pancreatitis aguda
edematosa.
154 La cirugía de urgencia en el abdomen agudo (Capítulo 9)
Figura 9–5. Ultrasonido abdominal que muestra vesícula con cálculos en su interior y
edema de su pared con signo de doble riel, sugestivo de colecistitis aguda litiásica.
DETERMINACIÓN DE SEVERIDAD
EN PANCREATITIS AGUDA
1. Temperatura rectal > 41 39–40.9 38–38.9 36–38.4 34–35.9 32–33.9 30–31.9 < 29.9
(_C)
2. Presión arterial > 160 130–159 110–129 70–109 50–69 < 49
media (mmHg)
3. Frecuencia cardiaca > 180 140–179 110–139 70–109 55–69 40–54 < 39
4. Frecuencia respirato- > 50 35–49 25–34 12–24 10–11 6–9 <5
ria
5. Consumo de oxí- > 500 350–499 200–349 < 200
geno (mL/min)
6. PO2 (mmHg) > 70 61.70 55–60 < 55
7. pH arterial > 7.7 7.6–7.69 7.5–7.59 7.3–7.49 7.25–7.3 7.15–7.2 < 7.15
8. Sodio sérico > 180 160–179 155–159 150–154 130–149 120–129 111–119 < 110
(mmol/L)
9. Potasio sérico >7 6–6.9 5.5–5.9 3.5–5.4 3–3.4 2.5–2.9 < 2.5
(mmol/L)
10. Creatinina sérica > 3.5 2–3.4 1.5–1.9 0.6–1.4 < 1.6
(mg/dL)
11. Hematócrito % > 60 50–59.9 46–49.9 30–45.9 20–29.9 < 20
12. Leucocitos (103/mL) > 40 20–39.9 15–19.9 3–14.9 1–2.9 <1
13. Escala de coma de
Glasgow
Cirugía de urgencia en abdomen agudo por pancreatitis aguda 157
TRATAMIENTO
El inicio del tratamiento en los pacientes con PA en general deberá estar enfocado
en el control de la respuesta inflamatoria sistémica y en revertir el estado cardio-
vascular hiperdinámico y de hipotensión. Por esta razón, el paciente deberá estar
estrechamente monitoreado y recibir una agresiva reanimación hidroelectrolíti-
ca. Ya se comentó que en la medida en que se detecte y trate cualquier insuficien-
cia orgánica dentro de las primeras 48 horas del diagnóstico se mejorará el pro-
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
debe ser egresado del hospital después de un episodio de PAB sin algún trata-
miento definitivo para la enfermedad litiásica biliar. La litiasis del CBC demos-
trada durante la cirugía puede ser manejada en ese momento o por una CPRE más
esfinterotomía posoperatoria. Los pacientes con PAB grave no se deben operar
dentro de las primeras 48 horas de su ingreso, ya que existe un mayor índice de
complicaciones posoperatorias.
Figura 9–8. TC que demuestra la presencia de gas en la zona del páncreas en un pa-
ciente con pancreatitis aguda necrótica infectada.
160 La cirugía de urgencia en el abdomen agudo (Capítulo 9)
A principios del decenio de 1990 se consideraba que el método ideal para de-
terminar la existencia de infección en el líquido peripancreático o en el tejido
pancreático necrótico era la aspiración con aguja fina (AAF). Sin embargo, el en-
tusiasmo inicial de realizar la AAF de urgencia ha sido sustituido por una mayor
atención a las condiciones clínicas de los pacientes.24
Desde hace más de diez años el consenso sobre el manejo más adecuado de
la necrosis pancreática estéril es el tratamiento conservador. Ya ha quedado de-
mostrado en varios estudios que el manejo quirúrgico de la necrosis pancreática
estéril no representa ningún beneficio para la evolución del paciente, en particu-
lar cuando no existe falla orgánica persistente, y que, por el contrario, incrementa
la mortalidad en rangos de entre 12 y 21% contra 2 a 5% en los pacientes que no
reciben tratamiento quirúrgico.13,25,26
Las colecciones líquidas en etapas tempranas relacionadas con la necrosis
pancreática o peripancreática pueden posteriormente formar un seudoquiste, y
el manejo de esta situación también es conservador, debido a que aproximada-
mente 50% de estas colecciones se resuelven espontáneamente. En los casos en
los que el paciente no presenta sintomatología importante está justificada una
conducta expectante durante 12 semanas. Los seudoquistes sintomáticos pueden
ser manejados mediante drenaje laparoscópico o endoscópico a través de la pared
posterior del estómago o de la utilización de un asa de yeyuno, dependiendo de
su localización. Una alternativa es la colocación transpapilar de una prótesis so-
bre o a través de la fuga en el conducto pancreático. El procedimiento de última
elección es el drenaje percutáneo guiado por ultrasonido o tomografía, tomando
en cuenta su alto índice de recidiva, y se reserva para pacientes que no están en
condiciones de ser sometidos a algún otro procedimiento.
La intervención quirúrgica está indicada entonces en los pacientes con PA ne-
crótica estéril o infectada en los que la evolución clínica sea hacia el deterioro
después de tres o cuatro semanas de manejo médico intenso. El drenaje percutá-
neo no parece tener mucho éxito en la extracción del tejido pancreático necrótico,
y generalmente se requiere de una necrosectomía abierta. Clásicamente la opera-
ción puede consistir en necrosectomía con drenaje cerrado e irrigación o desbri-
damiento con empaquetamiento y abdomen abierto. Este último método ha per-
dido popularidad, ya que en la actualidad se prefiere diferir la cirugía lo más
posible con base en las condiciones del enfermo, de tal manera que cuando se rea-
liza la operación la necrosis pancreática está mejor organizada y generalmente
es posible completar la necrosectomía en una sola intervención (figura 9–9). Es
recomendable colocar un tubo de drenaje en la cavidad (28 a 30 Fr) y otro más
delgado (20 a 22 Fr) para irrigación continua o lavado programado. No importa
si la necrosectomía se realizó de manera intraperitoneal o extra peritoneal, es pre-
ferible dejar los drenajes en posición extraperitoneal hacia el retroperitoneo (fi-
gura 9–10). Estos drenajes deberán permanecer en posición mientras tengan un
Cirugía de urgencia en abdomen agudo por pancreatitis aguda 161
A B
Figura 9–10. Colocación de sonda para drenaje (32 Fr) y sonda para irrigación (22 Fr)
en el lecho pancreático posterior a necrosectomía por pancreatitis aguda con necrosis
infectada y absceso peripancreático. Nótese la colocación extraperitoneal.
162 La cirugía de urgencia en el abdomen agudo (Capítulo 9)
CONCLUSIONES
El inicio temprano de la nutrición por vía enteral en los pacientes con PAG reduce
tanto las complicaciones infecciosas como la mortalidad. Cada vez hay mayor
evidencia de que los antibióticos profilácticos no son de utilidad y que, por el
contrario, han provocado resistencias bacterianas y sobreinfecciones por hongos
hasta en 30% de los pacientes, y el tratamiento con probióticos se considera una
alternativa para disminuir las complicaciones infecciosas de la PAG. En la PAB
la CPRE con esfinterotomía en las primeras 48 horas beneficia al paciente en caso
de que el ultrasonido endoscópico o la colangiorresonancia magnética demues-
tren obstrucción del CBC; en caso contrario, debe evitarse la CPRE. En caso de
necrosis pancreática estéril se prefiere diferir o evitar el tratamiento quirúrgico
con base en las condiciones clínicas del paciente.27–29 La intervención quirúrgica
en caso de necrosis pancreática infectada cada vez se pospone más, y en experien-
cia de los autores la necrosectomía con drenaje e irrigación es el método de elec-
ción.30,31 Cada vez se consideran más los accesos de invasión mínima para el tra-
tamiento quirúrgico de la necrosis pancreática infectada, como el abordaje
endoscópico transgástrico.32,33
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164 La cirugía de urgencia en el abdomen agudo (Capítulo 9)
10
Cirugía de urgencia en el abdomen
agudo por isquemia intestinal
Guillermo A. Rojas, Jorge Cervantes
INTRODUCCIÓN
Cokkinis mencionó en 1926 que la oclusión de los vasos mesentéricos debía con-
siderarse como una condición de diagnóstico imposible, pésimo pronóstico y de
tratamiento ineficaz. Hoy en día, la isquemia mesentérica aguda (IMA) es una
emergencia vascular abdominal tratable cuya etiología depende de cuatro causas:
embolismo en la arteria mesentérica superior, oclusión trombótica de la arteria
mesentérica superior, trombosis mesentérica venosa e isquemia mesentérica no
oclusiva.1
Para mejorar la supervivencia de los pacientes que la padecen se requiere un
alto índice de sospecha, maniobras tempranas y agresivas de reanimación, y pro-
cedimientos diagnósticos selectivos (arteriografía mesentérica) que determinen
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
FISIOPATOLOGÍA
165
166 La cirugía de urgencia en el abdomen agudo (Capítulo 10)
Características clínicas
La mayoría de los pacientes con síndrome de isquemia intestinal aguda son ma-
yores de 50 años de edad, cardiópatas y con antecedentes de insuficiencia cardia-
ca congestiva y administración de digitálicos, que son potentes vasoconstrictores
de la circulación arterial mesentérica. Muchas veces tienen historial de arritmias
cardiacas, infarto del miocardio reciente, estados de hipovolemia o hipotensión
Cirugía de urgencia en el abdomen agudo por isquemia intestinal 167
Hallazgos de laboratorio
mos se vinculan la mayoría de las veces con insuficiencia renal aguda. Asimismo,
75% de los enfermos exhibe sangre oculta en heces y hasta 20% presentan diarrea
sanguinolenta.
Estudios de gabinete
Las placas simples de abdomen son importantes no tanto para establecer el diag-
nóstico de IMA, sino para descartar alguna otra patología, como perforación de
víscera hueca, ya que los datos radiológicos de isquemia intestinal (gas en venas
mesentéricas) son patognomónicos de necrosis intestinal y la supervivencia del
paciente es nula. El advenimiento del ultrasonido Doppler en su variedad dúplex
a color para el estudio del enfermo con insuficiencia arterial mesentérica crónica
168 La cirugía de urgencia en el abdomen agudo (Capítulo 10)
Reanimación
Terapia de soporte
Cirugía
A B
Figura 10–1. A y B. Arteriografía que muestra la oclusión embólica de la arteria mesen-
térica superior y de sus ramas.
Figura 10–2. Oclusión embólica de la AMS. Se puede observar la primera porción del
yeyuno sin datos de isquemia.
Cirugía de urgencia en el abdomen agudo por isquemia intestinal 171
A B
Figura 10–3. A. Isquemia intestinal temprana. Intestino ligeramente grisáceo y sin bri-
llantez. B. Diferencia entre un intestino normal y uno isquémico.
Embolectomía
A B
resceína (de 10 a 15 mg/kg IV) y revisar el intestino con luz ultravioleta (lámpara
de Wood); dicho colorante es captado únicamente por las células vivas y repre-
senta una excelente prueba de viabilidad y de perfusión enteral. Existen métodos
más sofisticados para estudiar la vitalidad intestinal, como la fotopletismografía
y la oximetría de pulso en la superficie antimesentérica del intestino.16
El intestino gangrenado debe ser resecado, pero aquel cuya viabilidad sea du-
dosa deberá ser revalorado en una segunda exploración o second look 24 h más
tarde. Este periodo no debe ser pasivo, sino muy activo, ya que se intensificará
la terapia de soporte y monitoreo del paciente para mejorar al máximo el estado
hemodinámico, de hidratación, acidosis e hipoxemia. Se continuará con dopami-
na, papaverina intraarterial y antibioticoterapia. Se pueden administrar dextrán
de bajo peso molecular (40 mL), para mejorar la microcirculación, y fármacos
del tipo del alopurinol (bloqueador de la xantina oxidasa), para disminuir la pro-
ducción de radicales superóxido, o del manitol, que es un antagonista del efecto
nocivo de los radicales superóxido que se producen como consecuencia de la re-
perfusión. Todas estas medidas están encaminadas a mejorar la supervivencia del
intestino comprometido.
Durante la laparotomía reexploradora, o second look, se hace una revaloración
de la integridad intestinal, mediante la práctica de resecciones, anastomosis o en-
terostomías necesarias a juicio del cirujano. Se mantendrá la infusión de papave-
rina durante 24 h más y se realizará una angiografía de control.
Es muy importante continuar la heparinización (heparina no fraccionada o de
bajo peso molecular) para disminuir el riesgo de un nuevo embolismo, que es de
10 a 20%,3,6 y en algún momento mantener la anticoagulación con cumarínicos
orales de por vida.
Patogénesis
Hay gran vasoconstricción esplácnica como resultado de la disminución de gasto
cardiaco, estados hipovolémicos, deshidratación, uso de agentes vasopresores o
hipotensión arterial. Experimentalmente se ha demostrado que este vasoespasmo
depende del eje renina–angiotensina, ya que el fenómeno de isquemia mesentéri-
ca secundaria a choque se ve abolido con el uso de captopril y en animales con
nefrectomía bilateral.4,20 La vasoconstricción esplácnica puede persistir aun
cuando el factor etiológico haya sido corregido.
Condiciones predisponentes
Infarto del miocardio, insuficiencia cardiaca congestiva, insuficiencia aórtica,
nefropatía, insuficiencia hepática después de cirugía cardiaca y cirugía abdomi-
174 La cirugía de urgencia en el abdomen agudo (Capítulo 10)
APDI
AMS
Injerto
vena safena
A B
Manejo
Se debe hacer una heparinización en cuanto se establezca el diagnóstico. Los seg-
mentos de necrosis intestinal se deben resecar y entonces proceder a la anastomo-
sis primaria. Cuando la mayor parte del intestino está comprometido y no existen
signos de gangrena se debe practicar una trombectomía venosa de la mesentérica
superior o de la porta.38
El riesgo de una nueva trombosis es de hasta 25%, por lo que el paciente se
tiene que mantener heparinizado durante el periodo posoperatorio y continuar
con anticoagulantes orales el resto de su vida.39
A principios del decenio de 1990 se describió una nueva afección causante de
isquemia intestinal aguda denominada enfermedad venooclusiva inflamatoria
mesentérica,40 la cual es la suma de una venulitis y una tromboflebitis que involu-
cra órganos viscerales. La mayoría de los pacientes que la padecen tienen entre
30 y 50 años de edad, sin predilección de género, y casi siempre refieren dolor
abdominal y presentan necrosis enteral de extensión variable. La resección del
intestino gangrenado es habitualmente curativa, aunque se han reportado recu-
rrencias a los 15 meses. Desde el punto de vista histopatológico se observa venu-
litis linfocítica sin indicios clínicos de alguna trombofilia o estado de hipercoagu-
labilidad.
CONCLUSIONES
REFERENCIAS
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11
Cirugía de urgencia en abdomen agudo
en el paciente recién operado
Eduardo Pérez Torres, Heriberto Rodea Rosas
INTRODUCCIÓN
El paciente que ha sido sometido a una cirugía electiva o de urgencia por causas
médicas o traumáticas por cirugía convencional (abierta) o laparoscópica tiene
la posibilidad de ser reintervenido por alguna complicación durante el posopera-
torio inmediato o mediato. Dichas complicaciones engloban a un gran grupo de
patologías que pueden clasificarse en menores o mayores de acuerdo con el grado
en el que ponen en riesgo la vida o la función de algún órgano, y con el sitio del
abordaje quirúrgico y las complicaciones sistémicas asociadas con la comorbili-
dad; sin embargo, para fines de este capítulo, las complicaciones que se tratarán
se clasifican en menores o mayores según el cuadro 11–1.
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
ÁÁÁÁÁÁÁÁÁÁÁ
sitio quirúrgico y su grado de repercusión
ÁÁÁÁÁÁÁÁÁÁÁ
Complicaciones menores Complicaciones mayores
Hematoma Infección no controlada de la herida quirúrgica
Infección leve de la herida quirúrgica Sangrado importante del lecho quirúrgico
Seroma Infección intraabdominal
Granuloma Eventración
Dehiscencia de anastomosis
Obstrucción intestinal
Lesiones inadvertidas
181
182 La cirugía de urgencia en el abdomen agudo (Capítulo 11)
Para fines de esta parte del capítulo se abordarán de manera genérica las causas
que dan origen a la infección intraabdominal, entre las que se incluyen la perito-
nitis, la sepsis y los abscesos intraabdominales.
Cirugía de urgencia en abdomen agudo en el paciente recién operado 183
Definiciones
Etiología
Todos los pacientes que fueron sometidos a cirugía cuya patología principal co-
rrespondió al aparato digestivo, por trauma abdominal con lesión intestinal o por
cirugía de urgencia con compromiso intestinal, donde se realizó alguna resección
intestinal con anastomosis, o fueron intervenidos por perforación de víscera hue-
ca (enfermedad péptica, diverticular, intestinal o apendicular entre otras) o inclu-
so patologías a otro nivel, como vesícula y genitales internos en la mujer, tienen
el riesgo de desarrollar un absceso residual o una peritonitis secundaria.
Fisiopatología
Microbiología
Está dada por una gran carga bacteriana mixta de organismos aerobios y anaero-
bios, donde los más aislados son la Escherichia coli, como el principal aerobio,
y el Bacteroides fragilis, como principal anaerobio. La presencia de microflora
múltiple produce un efecto sinergista que en muchas ocasiones dificulta el mane-
jo médico y la respuesta del paciente para controlar la carga bacteriana en la cavi-
dad abdominal; aunado a ello está el manejo con antibiótico y la frecuente presen-
cia de hongos (especialmente Candida spp.) puede originar la persistencia de la
peritonitis o una peritonitis terciaria con características muy particulares que difi-
cultan su manejo.
La patología pélvica y las lesiones penetrantes merecen una mención aparte,
ya que las bacterias involucradas en la enfermedad pélvica inflamatoria son prin-
cipalmente por Neisseria gonorrhoeae y Chlamydia spp., y flora grampositiva
de piel en las lesiones penetrantes.
El tipo de bacterias y la cantidad de inoculación bacteriana están íntimamente
relacionados con el mecanismo de lesión (inflamatoria, penetrante etc.), el órga-
no (intestino proximal o distal, hígado, órganos pélvicos, etc.) y la presencia o
ausencia de lesiones asociadas (traumáticas o inflamatorias).
Cuadro clínico
Figura 11–1. Tomografía computarizada en la que se aprecia por un lado una colección
en la fosa iliaca derecha (flecha blanca) y otra colección supraaponeurótica en fosa ilia-
ca izquierda (flecha transparente) en una paciente posoperada por apendicitis aguda.
Tratamiento
Cuadro clínico
La dehiscencia se presenta casi siempre entre el tercero y el séptimo días del pos-
operatorio y durante este periodo el paciente puede manifestar salida de material
intestinal a través de alguna canalización o de la herida quirúrgica, o quedar
oculta y dar origen a una peritonitis secundaria o a la formación de absceso vecino
a dicha anastomosis. El paciente puede manifestar dolor abdominal, presencia
de íleon persistente y datos de sepsis manifestados por hipotensión arterial, sín-
drome febril y datos de toxiinfección. La exploración física revela una mala evo-
lución posoperatoria, la presencia de fístula enterocutánea y datos de dolor abdo-
minal muchas veces con datos de irritación peritoneal.
también ser útil y orientadora, pero el único método confirmatorio para alguna
dehiscencia de anastomosis es una serie intestinal con material hidrosoluble en
la que se suele observar fuga del material de contraste (figura 11–2) o si existe
eliminación de material potencialmente intestinal a través de la herida; el azul de
metileno es un elemento confirmatorio de fuga intestinal.
Tratamiento
Definición
Etiología
Fisiopatología
Cuadro clínico
Laboratorio y gabinete
reos y edema interasa, y son exámenes que pueden indicar si el paciente requiere
tratamiento quirúrgico. El ultrasonido y la tomografía, además de poco específi-
cos para el diagnóstico, sólo retrasan el tratamiento descompresivo del intestino
con el riesgo de originar una perforación intestinal, y sólo en casos muy especia-
les y de obstrucción parcial se puede realizar algún estudio contrastado con mate-
rial hidrosoluble.11
Tratamiento
Hemoperitoneo
Las infecciones en el sitio quirúrgico son un reto enorme para los sistemas de sa-
lud, ya que representan 38% de las infecciones nosocomiales y altos costos hos-
pitalarios, pero sobre todo son potencialmente graves y mortales, por lo que la
parte fundamental es la prevención.14 Prácticamente en todas las cirugías de ur-
gencia se deben administrar antibióticos para prevenir las infecciones, igual que
en la mayoría de las cirugías del tracto digestivo, exceptuando el tratamiento para
hernias de la pared y la colecistectomía laparoscópica, y de acuerdo con la clasifi-
cación del tipo de cirugía, que puede ser limpia, limpia–contaminada, contami-
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
nada o sucia.
Las infecciones de la herida quirúrgica se refieren básicamente a las superfi-
ciales, profundas y órgano–espacio (cuadro 11–4 y figura 11–1), de acuerdo con
los CDC,15 y ocurren como resultado de factores inherentes al paciente, como
diabetes, tabaquismo, infecciones o colonización concomitante en sitios remotos
(p. ej., sinusitis crónica, prostatitis crónica, etc.), uso de esteroides, obesidad, ex-
tremos de la vida y desnutrición, principalmente,15 a los que se agregan la dura-
ción de la cirugía, la técnica y los cuidados de antisepsia, la profilaxis antibiótica
apropiada, el material extraño en el sitio quirúrgico (gasas, malla, drenaje, etc.),
la técnica quirúrgica cuidadosa que evite contaminación accidental, el uso de dre-
najes, la hemostasia deficiente, etc. No obstante, una vez que ocurre se debe pro-
ceder a realizar un protocolo de diagnóstico y tratamiento que quite o al menos
controle la infección, que para las infecciones en la herida quirúrgica consiste en
196 La cirugía de urgencia en el abdomen agudo (Capítulo 11)
Hematomas
Seroma
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12
El abdomen agudo
en la edad pediátrica
Carlos Baeza Herrera, Ulises D. Medellín Sierra, Alberto León Cruz,
Tomás González Mateos, Ricardo Cortés García
INTRODUCCIÓN
199
200 La cirugía de urgencia en el abdomen agudo (Capítulo 12)
rias sin importar qué enfermedad se tenga como diagnóstico presuntivo, si es sos-
tenible o no y, en el peor de los casos, si es o no un diagnóstico equívoco. La razón
por la que se piensa que debe referirse bajo el concepto anatómico es porque en
ocasiones algunos libros de referencia obligada para el caso mencionan que algu-
nas condiciones muy especiales, como la cetoacidosis diabética, el síndrome de
irritación pleural y muchas enfermedades más, que no requieren intervención
quirúrgica previo análisis, terminan diciendo que se trataba de un abdomen agu-
do de origen médico. Pero no, bajo esas circunstancias siempre fue cetoacidosis
diabética o síndrome de irritación pleural, pero por falta de pericia o cualquier
otra deficiencia fue confundida con algo inexistente.
Ante dichos conceptos y aclaraciones básicas para los que escriben, es frecuente
encontrar (y ésta es experiencia cotidiana de donde labora el autor principal de
este capítulo) que un paciente ingrese en la sala de urgencias con la asignación
de síndrome doloroso abdominal, con el que el pediatra no desea compenetrarse
y mucho menos iniciar un idilio de entendimiento clínico, por lo que pronto se
deshace de él mediante el traslado al departamento de cirugía si es movimiento
interno o a la unidad hospitalaria más cercana para que resuelva el problema me-
diante la operación correspondiente. Continuando en esa tesitura, en ocasiones
es tanta la resistencia a conocer profundamente el tema por parte del médico de
primer contacto, que en ocasiones se reciben niños con dolor abdominal de hace
30 min, sin siquiera un intento por encontrar una buena semiología de ese síndro-
me doloroso.
Por otro lado, el dolor del vientre es una condición obligada para etiquetar a
un paciente con síndrome abdominal agudo, por lo que es conveniente introdu-
cirnos un poco en la neurofisiología y en el conocimiento de las vías del dolor,
haciendo especial hincapié en la forma en que se genera el estímulo nociceptivo,
cómo se conduce desde el sistema nervioso central y cómo discurre por las distin-
tas escalas que hace en la médula espinal hasta que el impulso arriba a la pared
abdominal.
Siempre se dijo que la falta de mielinización es un signo de inmadurez del sis-
tema nervioso de los niños y se empleaba a menudo para apoyar el argumento
de que los recién nacidos y los lactantes no perciben el dolor. Sin embargo, hoy
se sabe que el estímulo doloroso se trasmite indistintamente por fibras bien mieli-
nizadas y por las que no lo están y que a las 30 semanas de gestación las vías ner-
viosas relacionadas con la nocicepción en la médula espinal y el tallo cerebral
(espinotalámica lateral, trigeminal espinal, espinorreticular, cervicodorsal y es-
pinocerebelosa) están mielinizadas por completo hasta el tálamo. A partir de en-
tonces, las conexiones nociceptivas talamicocorticales a través del extremo pos-
terior de la cápsula interna y la corona radiada presentan una mielinización
completa en la trigésima séptima semana de vida intrauterina. A partir de esta
premisa se debe asumir que la conducción de estímulos nociceptivos desde la
El abdomen agudo en la edad pediátrica 201
periferia hasta la corteza sensitiva está intacta aun en los recién nacidos, lo cual
ha sido constatado con componentes corticales de potenciales evocados somato-
sensitivos, visuales y auditivos.1
El dolor se ha descrito como un proceso donde la activación de receptores es-
pecíficos de la periferia genera reacciones reproducibles dentro de las neuronas
del asta dorsal de la médula espinal, que a su vez envían proyecciones hacia sitios
más altos bien identificados y demarcados. Los investigadores en esta área han
abandonado el concepto alámbrico junto con otras categorizaciones de los meca-
nismos del dolor, dado que hay pruebas contundentes de que el fenómeno refleja
la intervención de procesos neurales y químicos muy adaptados dentro de redes,
cuyos elementos pueden aumentar o disminuir en número.
Es fácil imaginar cómo son activados los nociceptores y cómo se dividen en
dos variedades: mecanorreceptores de umbral alto y nociceptores polimodales.
Los primeros no muestran reacción al calor ni a la irritación química, pero sí a
la presión fuerte aplicada en una amplia zona de piel; sus axones están mieliniza-
dos y conducen en los límites de velocidad A–delta de 5 a 25 m/seg. Los recepto-
res polimodales reaccionan al calor, a sustancias algésicas y a la presión. Sus axo-
nes mielinizados conducen con lentitud en los límites de las fibras C (< 2 m/seg).
Los nociceptores se proyectan hacia la médula espinal a través de aferentes pri-
marios que tienen cuerpos celulares en los ganglios de la raíz dorsal y su sensibili-
dad aumenta después de sufrir una lesión. La estimulación selectiva de fibras
A–delta mielinizadas rápidas produce el denominado primer dolor, que se carac-
teriza por ser de inicio rápido, agudo, localizado y punzante. El segundo dolor
es de inicio lento, prolongado, sordo, con adolorimiento y mal localizado. Al lle-
gar a la médula espinal las señales nociceptivas aferentes se simplifican dentro
del asta dorsal y son conducidas por axones que se cruzan en su mayor parte para
ascender en la cara contralateral de la médula espinal. La vía espinotalámica, en
la parte anterolateral de la médula, asciende hacia los núcleos talámicos ventro-
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
y falta de apetito. El primer dolor es el que casi siempre está presente en lo que
al síndrome abdominal agudo se refiere. El segundo dolor, de mayor latencia,
aparece en las enfermedades subagudas o crónicas.1
DEFINICIÓN Y OBJETIVOS
Respecto a la definición del síndrome abdominal agudo, son tantas las que tiene
que se podría decir que cada cirujano tiene una definición propia, por lo que se
cree que tratar de elaborar un concepto altamente purista es innecesario y hasta
ocioso. Lo importante es tener en mente que debe ser un evento de presentación
repentina, en ocasiones drástica, cuya manifestación más sobresaliente es el do-
lor, que requiere para su solución una intervención quirúrgica. Una vez instalado
suele acompañarse de manifestaciones diversas, locales y sistémicas, como vó-
mito, fiebre e hiporexia.
Con el fin de ordenar un poco los conceptos, es obligado hacer referencia a los
posibles orígenes del dolor abdominal, que a la postre se convierte en un síndro-
me abdominal agudo. En esta tónica se debe advertir que existen muchas maneras
de clasificarlo, destacando la que los divide de acuerdo con el mecanismo, por
lo que puede ser infeccioso, traumático, congénito, vascular, neoplásico, etc. Sin
embargo, pocos han ideado algo distinto en la edad pediátrica. Creemos que la
mejor manera es la que los clasifica según la edad del niño y así, el recién nacido
tiene una sección extraordinariamente grande de posibilidades, igual que el lac-
tante y el niño mayor.
Para unificar criterios relacionados con la terminología, algunos clínicos han
sugerido denominarlo como abdomen en estado crítico; no obstante, considera-
mos que se caería en una posible trampa, ya que un terapeuta podría decir que
es el abdomen enfermo el que requiere medidas críticas para su solución, las que
según su óptica sólo podrían referirse al manejo meramente intensivo, pero no
necesariamente quirúrgico, y quizá el endocrinólogo pensaría que el abdomen
agudo por cetoacidosis diabética se controlaría con insulina.
Deseamos que una vez que el lector haya leído esta sección se sienta capacita-
do para entender lo relacionado con el abdomen agudo, pero en particular que le
cause inquietud y con la ayuda de nuestra aportación se motive, explore, profun-
dice y conozca lo que hay escrito acerca del tema. La pretensión máxima sería
que el lector elabore de manera precisa y oportuna el diagnóstico temprano.
De acuerdo con el Consejo de Salubridad General y el Comité de Referencia
y Contrarreferencia del Valle de México, el síndrome abdominal agudo en la edad
pediátrica debe ser atendido en hospitales de segundo nivel de atención, en los
que evidentemente no existen los recursos de diagnóstico que poseen los de tercer
El abdomen agudo en la edad pediátrica 203
nivel. Por lo anterior, un propósito adicional, que ojalá despierte interés, consiste
en intentar transportar al lector a un campo clínico que transite de lo real a lo ima-
ginario en el que sólo se tiene acceso a la inveterada y poco agraciada y difundida
clínica francesa que se refería a un sinfín de maniobras clínicas que invitaban al
médico a obtener de la exploración física enormes dividendos, y que dependien-
do de las habilidades y destrezas personales se podía o se puede hacer elegantes
diagnósticos. Pero lo anterior no significa que lo que los sentidos obtienen duran-
te el estudio clínico sea la solución a todas las eventualidades. No; con frecuencia
se requerirán estudios de laboratorio no convencionales y algunos de gabinete,
en especial los relacionados con estudios de rayos X simples o contrastados. Con
menor frecuencia, y por obvias razones, serán necesarios recursos como la tomo-
grafía axial u otros.
EPIDEMIOLOGÍA
Por ser el síndrome abdominal agudo una afección sindromática demasiado ex-
tensa es poco conveniente hacer estimaciones concretas y precisas acerca de
cuántos casos surgen cada año, partiendo del hecho de que casi cualquier aprecia-
ción que se haga corre el riesgo de que no coincida con la realidad. La informa-
ción que se pudiera verificar podría tener sesgos que la harían de poco crédito,
ya que en la actualidad existe la tendencia en casi todos los países del mundo ha-
cia la sectorización de la atención médica partiendo de conceptos como compleji-
dad de la enfermedad y dotación de recursos para remitir, cuando sea el caso, a
un centro de segundo o de tercer nivel de atención y en particular el síndrome
abdominal agudo, que debe ser atendido sólo en hospitales de segundo nivel de
atención; de allí que no es adecuado darle la misma ponderación a una casuística
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Figura 12–1. Transoperatorio que muestra el apéndice cecal inflamado y con coprolito
en el interior.
Figura 12–3. Imagen aparatosa que hace resaltar la cara cruenta del bazo roto.
Figura 12–4. Este niño había sido operado semanas antes. Regresó con abdomen agu-
do y en la operación había isquemia severa.
206 La cirugía de urgencia en el abdomen agudo (Capítulo 12)
Figura 12–5. Nótese el pedículo de la tumoración con giros que le propiciaron isquemia
tumoral.
Figura 12–7. El aspecto de esta tumoración es muy similar al que se observa en los lin-
fangiomas y cuando se tuerce ocasiona dolor abdominal.
Figura 12–8. La apariencia es distinta; sin embargo, esta tumoración y la anterior perte-
necen al mismo grupo de enfermedades.
208 La cirugía de urgencia en el abdomen agudo (Capítulo 12)
Figura 12–9. Estudio radiológico simple de abdomen que revela la presencia de agujas
de coser en el cuerpo de la niña. Fueron introducidas por la madre con propósitos crimi-
nales.
Figura 12–10. Clásico divertículo de Meckel que estaba inflamado, con membranas pu-
rulentas debido a la presencia de infección y mucosa gástrica.
El abdomen agudo en la edad pediátrica 209
Figura 12–11. Imagen operatoria aparatosa y por ello muy obvia. Corresponde a un vól-
vulus sigmoideo.
Figura 12–12. A diferencia de las anteriores, esta imagen muestra una atresia intestinal
complicada. El segmento proximal dilatado sufrió vólvulus.
210 La cirugía de urgencia en el abdomen agudo (Capítulo 12)
Figura 12–13. Estudio radiológico simple de abdomen que muestra un gran nivel hidro-
aéreo. Era una atresia de colon.
DIAGNÓSTICO
Si uno de los objetivos de este manuscrito, quizá el que más importancia tiene
desde el punto de vista de la docencia, es promover la inquietud por que el médico
de primer contacto haga de la exploración física detallada y meticulosa todo un
ritual; se iniciará citando a Zachary Cope:29 “muchos de los estudios físicos del
abdomen son imperfectos debido a que el examinador no aplica los conocimien-
tos elementales de anatomía”. Esta afirmación, escrita en 1957, tiene más vigen-
cia que nunca si se acepta que los recursos tecnológicos de diagnóstico tan difun-
didos y disponibles en la actualidad han mutilado de alguna manera las
habilidades y destrezas no sólo del médico recién graduado, sino también del jo-
ven y aun del maduro, cualidades a las que antaño el profesor de introducción a
la clínica insistía hasta la saciedad. Se puede comprender que la exploración del
abdomen de un niño que sufre dolor abdominal es un acto que genera conoci-
mientos certeros cuando se tiene la habilidad necesaria para obtenerlos, pero
siendo el abdomen del niño una fracción estática de su cuerpo que no expresa su
El abdomen agudo en la edad pediátrica 211
agiliza sus sentidos y optimiza esa facultad recurre a estudios de apoyo con me-
nos frecuencia, tendrá una visión mucho más amplia que el colega que depende
de la imagenología en cualquiera de sus expresiones para resolver y disipar sus
dudas.
En referencia al dolor, Cope29 indicó que muchos equívocos surgen porque al
dolor del abdomen no se lo ubica según la víscera cercana al lugar de donde emer-
ge. Pero también establece que se debe conocer el sitio de mayor intensidad, so-
bre todo en el inicio de la enfermedad, porque puede indicar, según la vía nerviosa
estimulada, que órgano es el que puede estar involucrado, como es el típico caso
de la apendicitis. Expresa en su manuscrito que la presencia de un dolor intermi-
tente, que debe tener que ver con una víscera que tiene movimiento propio, como
el tubo digestivo, debe diferenciar el dolor que acompaña a la pancreatitis, que
es causado, según sus palabras, por la agonía de una pancreatitis.
212 La cirugía de urgencia en el abdomen agudo (Capítulo 12)
Identificar la causa del dolor abdominal en un niño requiere todavía más dedi-
cación y suspicacia, en virtud de que en determinadas edades el niño sólo sabe
llorar, lo cual se convierte en un verdadero calvario para quien carece de expe-
riencia, sobre todo si está revisando al menor enfermo en un consultorio a solas.
Existen varios axiomas en pediatría que vale la pena tener en mente.
Es hoy en día un conocimiento pleno y demostrable, igual que hace 100 años,
que el dolor que causa la inflamación pleural por un problema paraneumónico
infeccioso se exacerba con la inspiración profunda y que el signo de Murphy se
explica de manera tan simple como imaginar al hígado haciendo contacto con una
superficie plana y rígida (como es en ese momento el diafragma) durante la inspi-
ración profunda, y cómo al ascender simultáneamente la vesícula biliar ésta es
comprimida por la mano exploradora contra la superficie, provocando el dolor.
Lo anterior no significa que el médico de primer contacto ni el cirujano deban
prescindir de los métodos de diagnóstico actuales, pues quien cree que la explora-
ción física es todo es un iluso; sin embargo, quien resuelve todo con tomografía
y resonancia cae en el abuso, dicho cierto que se escucha en los pasillos de los
hospitales que cuentan con los dos recursos disponibles.
Como se sabe, la casi olvidada disciplina que los maestros de la segunda mitad
del siglo pasado pugnaban y denominaban clínica francesa para el estudio del pa-
ciente enfermo dictaminaba, pareciera que estoy descubriendo el agua tibia, que
para que se tuviera una guía adecuada y se llegara en el mínimo de tiempo a una
impresión diagnóstica lo más cercana a la realidad debía hacerse una historia clí-
nica lo más completa posible y bajo un formato acorde al sistema u órgano que
se sospechara enfermo, aunque era y sigue siendo trascendental que haya una
anamnesis profunda, meticulosa e intencionada. Existe el conocimiento pleno de
que las manifestaciones sistémicas que acompañan a muchos males del ser hu-
mano son tan importantes como obtener una narrativa cronológica y detallada del
padecimiento actual.
La observación del paciente, o análisis crítico panorámico del individuo, con-
siste en el siguiente ejercicio, y se debe hacer como lo hace un detective cuando
escudriña la escena de un crimen.
Lo que muchas veces hace el clínico poco cuidadoso o inexperto es mirar en
lugar de observar, acto que se traduce en introspección y ésta a su vez en juicios
en pro o en contra del diagnóstico emitido. Algunos de los datos interesantes que
se encuentran son la expresión facial y la actitud, que pueden ser muy variadas
y vislumbrarse escenarios de pronto inesperados. Potts30 decía en relación con
el ejercicio clínico que la cirugía pediátrica es tan amplia como para interesar al
laborioso, tan difícil como para satisfacer al ambicioso y tan nueva como para
estimular la imaginación.
Una vez que se llega a la palpación del abdomen, en el caso del síndrome abdo-
minal agudo, se inicia el ciclo en el que se determina casi todo. Al palpar un abdo-
El abdomen agudo en la edad pediátrica 213
men que se sospecha grave, porque entre otras cosas existe dolor intenso, al pa-
sarle la mano apenas rozando la piel se puede saber si requerirá una laparotomía
exploradora, pues muestra inflamación del peritoneo parietal anterior, denomi-
nada hiperestesia. La hiperbaralgesia, que proviene de las raíces griegas hiper y
baros, se traduce como el despertar del dolor al oprimir con una fuerza excesiva
la profundidad de la cavidad peritoneal a través de la pared anterior y traduce
daño físico interno, por lo que es probable que el menor requiera intervención
quirúrgica.
Pero no se deben desestimar los hallazgos clínicos coexistentes, que en su apa-
rente irrelevancia, como la taquisfigmia sin fiebre, adquiere un peso específico
superior.
El recién nacido que vomita al nacer o al introducirle una sonda en el estómago
con más de 30 mL padece bloqueo intestinal hasta que no se demuestre lo contra-
rio. El neonato con distensión abdominal debe ser operado de inmediato y los
pacientes en los que se ven, se escuchan y se sienten los movimientos intestinales
quizá requieran una laparotomía exploradora (síndrome de Koning).
Del anterior recurso (de la palpación del abdomen) se han podido obtener di-
versas pistas clínicas que aparecerán como positivas dependiendo de la región
explorada.
Debido a que existen un sinfín de datos interesantes que recabar a través de
la visualización, la palpación, la auscultación y la percusión del abdomen, y para
facilitar la exposición, hemos dividido el abdomen en cuatro cuadrantes, para
exponer con mayor claridad el concepto propuesto.
Dada la relación tan estrecha entre las estructuras y los órganos que se localizan
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el sitio donde se encuentra la vesícula biliar a la vez que se le pide al enfermo una
inspiración profunda.
La explicación de la positividad de la maniobra radica en que el diafragma se
tensa con la inspiración y la palpación se hace dolorosa, debido a que la vesícula
queda atrapada entre dos superficie rígidas. Para identificar esta misma condi-
ción se recomienda la maniobra de Bookman, cuyo objeto es despertar dolor en
el hígado y consiste en desplazar con el dedo índice encorvado la cicatriz umbili-
cal hacia el pubis, para traccionar el ligamento redondo y movilizar el hígado ha-
cia abajo y hacia adelante.
Por otro lado, la maniobra de Midleton sirve para detectar crecimientos anor-
males del hígado y es particularmente útil cuando se explora un tumor hepático,
como el hepatoblastoma; consiste en levantar el brazo derecho flexionado, para
movilizar el hígado hacia adelante contra la columna torácica. Otros puntos que
sirven para detectar una vesícula biliar inflamada son el de Mayo–Robson, que
se ubica en la unión de los tercios externo y medio de una línea trazada que va
del noveno cartílago costal a la cicatriz umbilical; el de Mackenzie, que se ubica
en la porción superior del músculo recto anterior; y el de Chauffard, localizado
por debajo de la clavícula derecha. El de Ramond se localiza entre el nervio fréni-
co y la porción proximal del músculo esternocleidomastoideo derechos. El de
Naunyn implica la hipersensibilidad profunda al final de la inspiración, cuando
el dedo explorador comprime hacia arriba entre el arco costal y el límite externo
del epigastrio.
Buscar el signo de Boas, que se obtiene al despertar a la palpación de la línea
media posterior, muy cerca del cuerpo vertebral perteneciente a L1, puede ayudar
a localizar una zona de hiperestesias y suele servir para identificar ulceraciones
gástricas, pancreatitis y colecistitis.31 Jaubert fue un clínico francés que deter-
minó que mediante la percusión del hipocondrio derecho se podía diagnosticar
perforación intestinal al encontrar pérdida de la matidez de la glándula hepática
representada por un sonido francamente timpánico. Traubé, otro clínico francés,
detectaba la localización de la cavidad gástrica al percutir en ella, pero el sonido
estaba perdido en los casos de perforación del estómago. Esto era conocido como
la tríada de Charcot con la presencia indisoluble de dolor hepático, hepatomega-
lia y fiebre propia del absceso hepático, la cual se conoce en México desde hace
décadas a raíz de que el absceso hepático de origen amibiano tuvo un gran auge
en la práctica cotidiana.
La palpación de una estructura en forma de salchicha (signo de la morcilla),
acompañada del antecedente de dolor abdominal intermitente intenso, que hace
que el niño eutrófico se retuerza y palidezca y a la vez tenga evacuaciones en jalea
de grosella, es uno de los diagnósticos que se pueden emitir inclusive vía telefó-
nica, ya que la impresión diagnóstica indiscutible será la de invaginación intesti-
nal.30
El abdomen agudo en la edad pediátrica 215
anterosuperior derecha en una línea recta trazada hacia la cicatriz umbilical, aun-
que también existe el punto de Gray, a 1.5 pulg por debajo y a la derecha del om-
bligo. El de Hertzler sirve para localizar la base del apéndice cecal, que coincide
con el ápex común que dibujan tres triángulos equiláteros formados por líneas
que van del ombligo a la espina anterior y superior del ombligo al tubérculo del
pubis, entre la espina y el tubérculo. El de Lanz se encuentra en la unión de los
tercios derecho y medio de una línea que va entre la espina anterior y superior
y el ombligo. En el de Clado el dolor se ubica en la correspondencia de la intersec-
ción de las crestas anterosuperiores izquierda y derecha y el borde lateral del mús-
culo recto derecho. En el de Cope el autor enfatizó que el sitio de mayor dolor
en casos de apendicitis debía estar en la base de la estructura encontrada en la mi-
tad de una línea que une al ombligo con la espina iliaca anterosuperior. El punto
de Morris se localiza a 1.5 pulg del ombligo sobre un trazo que va de éste a la
espina anterosuperior. El de Kummel describe la zona de mayor dolor en la apen-
dicitis del lado izquierdo, a 2 pulg por debajo del ombligo. En el punto de Levitas
el autor de este capítulo describió tres puntos dolorosos; el primero está en el un-
décimo espacio intercostal, despertado por la presión digital ejercida contra el
extremo de la doudécima costilla; el segundo está sobre el músculo recto anterior,
ligeramente medial al margen lateral y muy cerca de la espina anterior y superior.
El tercero se localiza en la intersección de un trazo que va entre los dos puntos
anteriores y el margen del músculo oblicuo externo.31 Para arribar de manera co-
rrecta al diagnóstico de apendicitis, Surós32 y col.33,34 recomiendan recurrir a la
maniobra de Klein, que consiste en colocar al niño en decúbito dorsal y marcar
con un lápiz el punto más doloroso; luego se coloca en decúbito lateral izquierdo
para observar que el punto doloroso sigue coincidiendo con la marca de la ante-
rior posición. También recomiendan tener en mente la maniobra de Kerengal, que
consiste en colocar al enfermo en decúbito dorsal y marcar con un lápiz el punto
más doloroso; luego se coloca al niño en decúbito lateral izquierdo y se presiona
fuertemente con un dedo sobre la marca hecha en la posición anterior. Si se trata
de apendicitis, el niño sentirá un dolor vivo. La maniobra de Rovsing consiste
en manipular a través de la pared el aire del colon izquierdo y llevarlo hasta el
colon derecho; si produce dolor, entonces se trata de apendicitis. También existe
la maniobra del obturador, que consiste en rotar el muslo derecho en flexión; es
positiva y se traduce como apendicitis complicada si existe dolor en la fosa iliaca,
en el punto apendicular. La maniobra del psoas es la elongación forzada del mús-
culo psoas; se obtiene al colocar al paciente en decúbito lateral izquierdo y flexio-
nar la rodilla a la vez que se palpa la fosa iliaca derecha; si provoca dolor, la
prueba es positiva. Para algunos es de mucha utilidad la talopercusión.
Además de esos puntos se encuentran los correspondientes al signo del oleaje
en caso de ascitis, y al de uréter doloroso de ese lado, que se ubica 1 pulg por en-
cima del tubérculo derecho de la sínfisis del pubis y se despierta al palpar con el
El abdomen agudo en la edad pediátrica 217
Esta porción del abdomen es quizá la que menos datos relevantes le aporta al clí-
nico, en virtud de que son pocas las estructuras anatómicas que incluye, sobre
todo en los hombres. No obstante, se puede llegar a obtener datos muy interesan-
tes. El tacto rectal, que puede ayudar a localizar enfermedades de ambas excava-
ciones pélvicas, es útil para identificar una tumoración ovárica o de los anexos.
Un tumor móvil y desplazable que se palpa en cualquiera de las fosas conduce
o equivale al signo de Dovernek e indica la presencia de tumor de ovario o de los
anexos, o una fusión esplenogonadal. Otros signos menos conocidos son el hoci-
co de tenca, muy propio de la invaginación intestinal, y la hipertermia derecha,
que aseguran los residentes de cirugía que existe en los niños que sufren apendici-
tis aguda. Cuando había muchos casos de colitis amebiana fulminante, el hallaz-
go rectal consistía en encontrar en los primeros 8 o 10 cm del conducto edema,
producción y acúmulo importante de moco, lo cual daba la sensación de estar pal-
218 La cirugía de urgencia en el abdomen agudo (Capítulo 12)
REGIÓN PERIUMBILICAL
Esta región también es rica en datos clínicos útiles. Cuando existe una hernia de
cordón se puede identificar una apendicitis y la presencia de una zona equimótica
indica que un segmento de intestino contiguo a la pared padece gangrena. A este
signo se lo denomina de Cullen, pero debe distinguirse del de Hofstatter, que se
destaca porque la sangre intraperitoneal de cualquier origen observada a través
de una hernia del ombligo tiene un brillo característico. Cuando el ombligo se
define como húmedo, en general no obedece a condiciones que requieren opera-
ción de inmediato, y casi siempre es una onfalitis, un granuloma, un uraco per-
meable o un conducto onfalomesentérico persistente, que deben resolverse con
base en un código programado. En experiencias recientes se ha observado, en
cuanto a la lesión abdominal, que al conducir una bicicleta los niños sufren coli-
sión y se golpean en el abdomen con el manubrio, lo cual puede ocasionarles una
marca en la pared anterior. Encontramos que este hallazgo es estadísticamente
significativo para asociarlo con lesión visceral grave, como perforación del tubo
digestivo o estallamiento del bazo o del hígado. El vestigio clínico al que nos re-
ferimos es un tatuaje equimótico sin forma, que con un impacto profundo se vi-
sualiza como una marca circular, hemorrágica y dolorosa que al cicatrizar deja
una huella indeleble y en ocasiones queda como una cicatriz hipertrófica.35
REGIÓN INGUINAL
El canal inguinal de los niños muchas veces es asiento de lesiones que simulan
ser un abdomen agudo; asimismo, existen circunstancias en las que el abdomen
agudo de otra naturaleza muestra problemas inguinales. Una torsión del testículo
muchas veces se caracteriza por dolor abdominal y, salvo que se haga una evalua-
ción cuidadosa, se puede admitir como apendicitis aguda. De la misma manera,
en un conducto peritoneovaginal permeable inadvertido,36 cuando se asocia una
peritonitis por apendicitis el pus acumulado desciende por el canal que original-
mente había estado cerrado. Se tiene la experiencia con niños que sufrieron em-
El abdomen agudo en la edad pediátrica 219
HALLAZGOS RADIOLÓGICOS
Figura 12–16. Es notorio el “borde en serrucho’’ que el hematoma imprime sobre la cur-
vatura mayor del estómago en casos de lesión esplénica.
Figura 12–17. Un caso de apendicitis del niño pequeño que además presentaba un
conducto peritoneovaginal permeable. Destaca en la figura el aire en el escroto.
222 La cirugía de urgencia en el abdomen agudo (Capítulo 12)
TRATAMIENTO
Potts30 dijo en una de sus reflexiones que nuestro deber como médicos es de meri-
diana claridad: preservar la vida. Sin embargo, cuando se contempla una pequeña
masa de carne que no tiene esperanzas, la compasión lucha con el deber...
En el abdomen agudo como síndrome casi no hay condiciones en las cuales
no haya que suministrarle algo al niño antes de trasladarlo a la sala de operacio-
nes, independientemente de que se planee un procedimiento formal o por lapa-
roscopia. Es casi imposible concebir que un niño sea llevado a quirófano sin que
El abdomen agudo en la edad pediátrica 223
al menos se le deba colocar una línea venosa. Respecto a los analgésicos, el ciru-
jano tiene el hábito, en especial cuando carece de un diagnóstico sindromático
confiable, de pedir que no se le dé analgésico alguno al paciente, con el pretexto
de que, si se lo aplica, los hallazgos exploratorios van a cambiar, lo cual es cierto.
Sin embargo, no parece una buena práctica dejar a un enfermo con la sospecha
de pancreatitis y sin la correcta indicación para eliminar el dolor. Respecto a los
antibióticos, es mucho lo que se puede comentar, y lo único de lo que estamos
convencidos es de que en ocasiones basta una sola dosis de un antibiótico de am-
plio espectro para que se desvanezcan las manifestaciones clínicas, que a la pos-
tre conlleva el riesgo de diagnóstico equívoco o tardío.
Es altamente probable que todos los enfermos que cursan con un síndrome ab-
dominal agudo en alguna etapa de la condición lleguen a tener manifestaciones
de bloqueo intestinal, porque efectivamente existe un obstáculo mecánico en el
libre tránsito intestinal o porque la inflamación de que es presa el peritoneo deter-
mina que los movimientos de propulsión intestinales sean ineficaces y ello se
refleje clínicamente con dilatación del abdomen, vómito y ausencia de evacua-
ciones. Por ello se les debe colocar un tubo que drene el líquido que fluye en sen-
tido inverso, que es el que se convierte en vómito. El tipo de sondas que se em-
plean varía de acuerdo con el cirujano y su centro de adscripción. Nosotros
utilizamos la de Nelaton y la de Levin. Respecto al calibre, debe ser gruesa para
lograr una evacuación expedita del líquido refluido.
El tratamiento paliativo del dolor que causa la obstrucción intestinal compren-
de la descompresión intestinal y un uso racional de fármacos. Los anticolinérgi-
cos, como los pirrólicos y la escopolamina, reducen sensiblemente el peristaltis-
mo doloroso en segmentos bloqueados del intestino y disminuyen el volumen
de secreciones gastrointestinales. Los pirrólicos se administran en dosis de 0.004
a 0.01 mg/kg cada 4 u 8 h por vía intramuscular o intravenosa. Estos fármacos
causan síntomas anticolinérgicos, como taquicardia y sequedad de mucosas,
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
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13
Abdomen agudo.
Cirugía en el paciente senil
César Gutiérrez Samperio
INTRODUCCIÓN
227
228 La cirugía de urgencia en el abdomen agudo (Capítulo 13)
lamiento social, por lo que se puede considerar que equivale a la época de las pér-
didas, como el trabajo, los medios de subsistencia, el cónyuge o la familia, la
salud como bienestar biopsicosocial y la integridad física y mental, lo cual en
ocasiones conduce a la pérdida de la propia identidad. Es necesario aumentar y
mejorar los servicios de apoyo para estas personas durante la enfermedad y tam-
bién durante la salud, precisamente para prevenir las enfermedades, retardar el
deterioro físico y mental, y preservar una buena calidad de vida; es por eso que
se deben implementar servicios de geriatría y gerontología, atendidos por perso-
nal capacitado.4
DEFINICIÓN Y OBJETIVOS
EPIDEMIOLOGÍA
FISIOPATOLOGÍA
Los cambios que se presentan como consecuencia del envejecimiento, sean orgá-
nicos, funcionales, macroscópicos, celulares o subcelulares, dan lugar a una serie
de condiciones que hacen al enfermo más susceptible al trauma quirúrgico, lo
cual se agrava cuando coexisten enfermedades crónicas degenerativas, como dia-
betes mellitus, hipertensión arterial, escleroenfisema pulmonar y padecimientos
renales o de la colágena. A los cambios en el organismo con disminución del agua
corporal y de la masa muscular se les agrega desnutrición hasta en 20% de los
ancianos, por alteraciones en la cavidad oral por la pérdida de piezas dentarias,
menor ingesta de alimentos y padecimientos concomitantes del aparato diges-
tivo, lo cual influye en la evolución posoperatoria, porque hay menor fuerza mus-
cular, disminución de la síntesis proteica e interferencia con la respuesta inmuni-
taria.8,10,11
Las principales alteraciones en los ancianos que pueden modificar la respuesta
a la enfermedad y a la cirugía son:
DIAGNÓSTICO
con compresión nerviosa que produce dolor y rigidez muscular; los padecimien-
tos de la articulación coxofemoral también pueden originar síntomas abdomina-
les.8,14,17
Las características del vómito —hematemesis, pozos de café, biliar o porrá-
ceo— y las evacuaciones fétidas o con sangrado activo, o bien la ausencia de eva-
cuaciones, la canalización de gases, la presencia de ictericia, la coluria, los sínto-
mas respiratorios, urinarios o cardiovasculares, la hipertermia, la hipotermia y las
alteraciones de la conciencia son indicadores del diagnóstico y de la gravedad del
enfermo.18,19
En la exploración física se deben valorar las condiciones generales del pacien-
te, la tensión arterial, la frecuencia cardiaca y respiratoria, y hay que tomar en
cuenta las cifras previas; también puede influir la coexistencia de otra patología,
por lo que es necesario explorar la coloración de los tegumentos y de las mucosas,
y el estado de hidratación, y descartar patología torácica concomitante o como
origen del cuadro clínico.14 En la exploración abdominal la presencia de cicatri-
ces quirúrgicas o hernias puede indicar la causa de un cuadro oclusivo; es fre-
cuente la distensión abdominal con ausencia de peristaltismo por íleo o un au-
mento con dolor cólico en la oclusión intestinal mecánica. La contractura
muscular y el dolor localizado con hiperestesia se presentan con menos frecuen-
cia que en los pacientes jóvenes. El tacto rectal detecta la presencia de sangre,
tumoraciones, dolor en los órganos pélvicos o impacto fecal, y causas comunes
de oclusión intestinal baja.8,17
Los exámenes de laboratorio ayudan a afinar el diagnóstico. La biometría he-
mática detecta un aumento moderado de leucocitos y neutrófilos o su ausencia,
aun en presencia de un proceso infeccioso abdominal. La gasometría suele mos-
trar un aumento del PCO2 por un padecimiento pulmonar, o bien la disminución
del pH por isquemia intestinal. En la química sanguínea se detectan las alteracio-
nes metabólicas por un padecimiento renal o una enfermedad crónica concomi-
tante, mientras que las pruebas de funcionamiento hepático son útiles en la pato-
logía de hígado y de las vías biliares; la amilasa aumenta en la pancreatitis,
aunque también se eleva en otras afecciones, como la oclusión y la isquemia in-
testinal, en cuyo caso también aumentan otras enzimas, como la CPK y la DHL.
La alteración de los electrólitos séricos y las pérdidas anormales de líquidos son
útiles para corregir dichas alteraciones; desde luego, se debe determinar el tipo
sanguíneo y realizar pruebas de coagulación una vez que se decide someter al en-
fermo a cirugía.8,17,18
Los estudios de imagenología auxiliares, como la telerradiografía de tórax,
orientan hacia el estado cardiovascular y respiratorio, y también muestran el aire
libre subdiafragmático. La placa simple de abdomen (PSA) de pie y en decúbito
es muy útil para detectar masas y colecciones líquidas intraabdominales; asimis-
mo, son valiosos los datos de distribución de líquido y gases en la oclusión intesti-
Abdomen agudo. Cirugía en el paciente senil 233
Tratamiento
ISQUEMIA INTESTINAL
grafía selectiva, la cual localiza la obstrucción vascular; para ésta se puede usar
un catéter e infundir vasodilatadores del tipo de la papaverina o realizar un trata-
miento trombolítico con estreptocinasa, urocinasa o activador del plasminógeno
recombinante.7,17,26
En el tratamiento de la obstrucción arterial se ha utilizado la revascularización
endoarterial para obtener beneficios inmediatos, pero la sintomatología recurre
a corto plazo, por lo que se piensa que la revascularización no es completa y en-
tonces se prefiere la revascularización abierta con la colocación de injertos; el tra-
tamiento endoarterial se reserva para los enfermos cuyas condiciones impiden
realizar una operación abierta, con las plastias e injertos que sean necesarios.26
Durante la laparotomía es importante diferenciar el intestino isquémico del
viable; la palpación del pulso de los vasos mesentéricos, la transiluminación y el
uso de fluoresceína son procedimientos que ayudan a valorar la irrigación visce-
ral. Se extirpa el intestino gangrenado tratando de conservar la mayor extensión
posible, se restablece la continuidad mediante anastomosis primaria en el intes-
tino con buena perfusión y en caso de duda se cierra el abdomen para valorarlo
nuevamente en una reintervención entre 24 y 48 h después del second look, cuan-
do ya se establecieron los límites entre el intestino gangrenado y el que es viable;
esta segunda valoración también puede hacerse por vía laparoscópica. En la
trombosis venosa se administra heparina y se continúa con anticoagulantes,
como la warfarina.17,26
Aunque se ha informado una mortalidad perioperatoria de 0 a 16%, la mortali-
dad de la insuficiencia arterial aguda a mediano plazo oscila entre 59 y 93%, pero
la mortalidad de la trombosis venosa es menor, ya que varía entre 20 y 50%, con
una recurrencia de 30% durante los 30 días posteriores a la cirugía. Estas cifras
indican un problema grave, cuyo tratamiento es difícil; es más, en ocasiones el
tratamiento quirúrgico realizado con éxito deja secuelas que ocasionan incapaci-
tación, como el síndrome de intestino corto consecutivo a una resección intestinal
extensa.14,17
Colecistitis
La colecistitis aguda es el padecimiento que con más frecuencia da lugar a abdo-
men agudo entre los ancianos y casi siempre se vincula con litiasis vesicular, un
padecimiento que en México tiene una prevalencia mayor de 20% en las personas
mayores de 60 años de edad, aunque puede haber colecistitis alitiásica como
complicación en los pacientes graves que se encuentran en las unidades de cuida-
dos intensivos y en los pacientes con ayuno prolongado o con nutrición parente-
ral, la cual reviste una especial gravedad. La asociación con diabetes mellitus fa-
vorece la proliferación de gérmenes anaerobios, con la presentación de gangrena
vesicular, que en el US o en la PSA se aprecia como vesícula enfisematosa.27
Abdomen agudo. Cirugía en el paciente senil 237
PANCREATITIS AGUDA
OCLUSIÓN INTESTINAL
APENDICITIS AGUDA
Aunque esta patología es más frecuente entre los adolescentes y los adultos jóve-
nes, también puede ocurrir en los ancianos, cuyas manifestaciones clínicas son
atípicas. El dolor en el epigastrio irradiado al cuadrante inferior derecho se pre-
senta sólo entre 20 y 30% de los pacientes, y no es raro que el enfermo refiera
dolor periumbilical, el que posteriormente se localiza en el hemiabdomen infe-
rior o cuadrante inferior derecho. La asociación con náuseas y vómitos es más
constante, no así la fiebre, que no existe o aparece en fases ya tardías, cuando el
proceso patológico está muy avanzado. Son comunes la distensión abdominal,
la constipación, la dificultad para expulsar los gases por el recto y la presencia
de líquido en la cavidad peritoneal, que se puede manifestar por diarrea, sobre
todo cuando la dirección del apéndice ileocecal es pélvica.18,19
Durante la exploración física del abdomen se encuentra hipersensibilidad en
el cuadrante inferior derecho, la resistencia muscular es leve o no existe, y el do-
lor localizado con rebote o sin él indica el diagnóstico; la ausencia de ruidos peris-
tálticos durante la auscultación indica la diseminación del proceso patológico. En
ocasiones el dato sobresaliente es el dolor en el tacto rectal y vaginal, que se acen-
túa en la cara derecha del recto o en la parte derecha del fondo del saco de Dou-
glas. La búsqueda de los signos del psoas y del obturador muchas veces confunde,
por la existencia de alteraciones en la columna vertebral con compresión radicu-
lar o patología de la articulación coxofemoral, cuyo dolor se refiere al abdo-
men.7,14,17–19
En los exámenes de laboratorio también hay datos erráticos. La biometría he-
mática puede mostrar cifras de leucocitos normales sin que exista un aumento de
los neutrófilos o de las formas en banda. En otros estudios, como la química san-
guínea, el perfil de lípidos, las pruebas funcionales o el examen general de orina
Abdomen agudo. Cirugía en el paciente senil 241
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E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
244 La cirugía de urgencia en el abdomen agudo (Capítulo 13)
14
Enfermedad diverticular del colon.
Diverticulitis y su tratamiento
médico–quirúrgico
Fernando Torres Valadez, José Hernández Soárez,
Ronald Alberto Cortez Selva
INTRODUCCIÓN
las capas de la pared del tracto digestivo donde se asientan y tienen un origen con-
génito (divertículos esofágicos, del duodeno y del yeyuno y el íleon, como el de
Meckel); y los denominados falsos, cuyas paredes se constituyen por las capas
mucosa y submucosa de la pared del tracto digestivo donde se localizan, son ad-
quiridos y son consecuencia de una herniación o protrusión de dichas capas a tra-
vés de un punto débil de la capa muscular, y de las presiones intraluminales, que
son variables en el tracto digestivo (divertículo faringoesofágico o de Zencker,
que es poco frecuente, en comparación con los de colon). La mayoría de los diver-
tículos del colon son falsos y se denominan como adquiridos, seudodivertículos
o divertículos de pulsión, pero por costumbre se les llama divertículos. Se pueden
localizar en todo el colon, principalmente en el descendente y en el sigmoides,
245
246 La cirugía de urgencia en el abdomen agudo (Capítulo 14)
aunque los verdaderos son excepcionales del colon, habitualmente son únicos,
su localización es exclusiva del colon ascendente y del ciego, y son de origen con-
génito. Los seudodivertículos en el colon, que habitualmente son múltiples, se
van formando en los adultos de ambos géneros conforme aumenta la edad y si son
asintomáticos; se denominan diverticulosis. A la presencia de divertículos en el
colon vinculada con repercusión clínica (o sintomatología) se le califica como
enfermedad diverticular (trastornos funcionales, hemorragias o procesos infla-
matorios). Cuando la sintomatología es consecuencia de un proceso infeccioso
grave de un seudodivertículo se habla de diverticulitis, la cual implica una gama
muy amplia de presentación sintomática y de signos, que va desde formas leves
hasta formas muy graves que implican sepsis y en cuestión de horas ponen en
riesgo la vida de los pacientes; estas formas motivaron a fines del siglo XX el cali-
ficativo de diverticulitis maligna.1
ANTECEDENTES
INCIDENCIA
ciego en 5%. Sólo en Japón se ha reportado una incidencia cinco veces mayor de
diverticulosis de colon derecho en comparación con la localización sigmoidea,
por lo que en dicha población debe de haber otros factores etiopatogénicos.3
ETIOPATOGENIA
VARIEDADES DE LA ENFERMEDAD
DIVERTICULAR DEL COLON
Variedad hipotónica
ancianos), con el uso crónico de laxantes, las dietas bajas en fibra, el sedentaris-
mo, etc., se explica también que las presiones segmentarias del colon con intento
propulsivo no necesitan presiones intraluminales muy elevadas para favorecer la
herniación de la mucosa y la submucosa, y formarse el divertículo, que en el co-
lon transverso, aunque son mayores que los que se forman en el colon izquierdo,
rara vez tienen un diámetro mayor de 2 cm, pero por su comunicación amplia y
cuello corto se facilita el llenado y estancamiento de materia fecal, que forma co-
prolitos. En la variedad hipotónica de la enfermedad diverticular los divertículos
en su formación anatómica siempre tienen un vaso arterial adyacente al cuello o
integrado a la pared diverticular. Los vasos arteriales pueden estar comprometi-
dos por procesos ateroscleróticos de los ancianos y pueden ser erosionados por
materia fecal endurecida dentro del divertículo, lo cual se ha aducido para expli-
car la etiopatogenia de la complicación hemorrágica de la enfermedad diverticu-
lar hipotónica, que casi siempre se localiza en el colon derecho y excepcional-
mente se vincula con complicación inflamatoria.2 En esta variedad hipotónica no
se tiene un cuadro clínico patognomónico, pero sí se sabe que no existe una rela-
ción entre el número de divertículos y la sintomatología, e incluso se sabe que
existen pacientes con el colon lleno de divertículos sin ningún síntoma, por lo que
se puede afirmar que esta variedad es una consecuencia definitiva del envejeci-
miento fisiológico del colon, donde no se conoce la frecuencia exacta de la com-
plicación hemorrágica y tampoco es posible prever qué paciente y qué divertículo
va a sangrar, por lo que a la fecha se sugieren o aconsejan algunas medidas que
pretendan evitar riesgos de hemorragia, como crisis hipertensivas, aterosclerosis,
diabetes mellitus, vasculopatías y esfuerzos defecatorios exagerados y repetidos
por síndromes de estreñimiento no bien atendidos. Los síntomas de los pacientes
con enfermedad diverticular se equiparan con los que se manifiestan en los tras-
tornos funcionales de colon irritable tipo espástico: distensión abdominal, meteo-
rismo, flatulencia, estreñimiento, una dieta baja en fibra o residuo, ingestión exa-
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Variedad hipertónica
Dietética
La alimentación baja en fibra y el escaso consumo de agua originan un bolo fecal
de poco volumen y seco, que dificulta la progresión en la luz colónica y contrac-
ciones peristálticas que pretenden hacerlo progresar, principalmente en el colon
sigmoides, donde es una zona de almacenamiento de la materia fecal y prepara-
ción para un acto defecatorio (reflejo gastrocólico posprandial).
Emocional
El colon sigmoides se ha considerado como un órgano de choque y de respuesta
a las tensiones y angustias de la vida en pacientes con personalidad psicorreactiva,
por lo que está sujeto a estímulos permanentes. Si se analizan las características
de los pacientes que se han atendido con esta variedad de enfermedad diverticu-
lar, sean hombres o mujeres, se verá que son ordenados, cumplidos, disciplina-
dos, exigentes consigo mismos, competitivos y sobre todo muy comprometidos
para cumplir sus obligaciones, es decir, tienen personalidad perfeccionista. Se
sabe que el estrés produce un aumento de la contractilidad del colon sigmoides
—demostrado por estudios de cinerradiología y electromanometría—, de ahí que
se acepte que los estímulos emocionales en ciertos pacientes se relacionen con
las crisis de la enfermedad, aunque también se acepta que uno no es el factor cau-
sal único.1
Enfermedad diverticular del colon. Diverticulitis y su tratamiento... 251
Nervioso
PRESENTACIONES CLÍNICAS
EN LA ENFERMEDAD DIVERTICULAR
ESTUDIOS
El estudio de colon por enema baritado constituyó el pilar fundamental para co-
nocer la enfermedad diverticular, que con doble contraste e insuflación de aire
sirvió para identificar otras patologías, como pólipos y adenocarcinomas. Así,
desde 1925 Spiggs y Morser4 identificaron las alteraciones en la morfología del
colon, que durante décadas fueron diagnosticadas como estadios prediverticula-
res, principalmente del colon izquierdo y del sigmoides, y asociados con colon
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
dad inobjetable radica en que permite identificar la magnitud de los procesos in-
flamatorios de la pared colónica y su extensión, así como visualizar divertículos,
el engrosamiento de los tejidos grasos pericólicos, los abscesos de la pared con
y sin imágenes de gas fuera de la luz intestinal, los abscesos pericólicos y sus ex-
tensiones retroperitoneales en el abdomen, la cavidad pélvica, el periné, la pared
abdominal, las regiones inguinoescrotales, el muslo e incluso la articulación
coxofemoral izquierda. Con el contraste oral se identifican trayectos fistulosos
a zonas pericólicas, vejiga, vagina, retroperitoneo y pared abdominal, con una
sensibilidad y especificidad que varían de 90 a 97%.3,5
La ultrasonografía ha tenido su máxima aplicación en el estudio de las pacien-
tes con síndromes dolorosos de hipogastrio y de fosa iliaca izquierda, como en
los procesos patológicos de los ovarios. En el estudio de las diverticulitis sigmoi-
deas se pretende encontrar engrosamiento de la pared colónica inflamada, estruc-
turas ovoideas altamente ecogénicas —que indican divertículos inflamados—,
y masas hipogénicas adyacentes a la pared del colon, que pueden corresponder
a abscesos; el estudio se limita por la presencia de gas intestinal de asas adyacen-
tes, porque depende por completo del operador y es de difícil realización en pa-
cientes obesos; no obstante, se reporta una especificidad de hasta 85%.13
La colonoscopia tiene su máxima aplicación en el estudio y manejo de la com-
plicación hemorrágica de la enfermedad diverticular, ya que no se indica en el
caso de las diverticulitis, a menos que se tenga la necesidad de hacer un diagnós-
tico diferencial con colitis isquémica, enfermedad inflamatoria intestinal y ade-
nocarcinoma; el estudio lo deberá realizar el endoscopista de máxima experien-
cia. La colonoscopia se debe indicar dos o tres meses después de la recuperación
de un cuadro de diverticulitis, para excluir otra patología, aunque también puede
indicarse un colon por enema baritado (figura 14–4).12
COMPLICACIÓN HEMORRÁGICA DE
LA ENFERMEDAD DIVERTICULAR DEL COLON
hemorragia manifiesta y grave debe cumplir con los siguientes objetivos: inter-
pretar la cuantía de la hemorragia y la repercusión hemodinámica, y corregirlas
por reanimación, para después lograr un diagnóstico topográfico y etiológico, y
detener el sangrado.
La etapa de valoración primaria y de reanimación, como en toda situación de
hemorragia intensa, obliga a la hospitalización del paciente en los servicios de
urgencia, para cumplir con los pasos de los protocolos de trabajo:14
DIVERTICULITIS
de 50 años de edad o menos, sobre todo si son obesos. La variabilidad del cuadro
clínico se relaciona con la magnitud del proceso inflamatorio, de la infección, de
las patologías asociadas (comorbilidad) y de la prontitud con que se llegue al
diagnóstico y al tratamiento. La diverticulitis se presenta en el colon sigmoides
en 95% de los casos y el colon descendente, el ciego, el colon ascendente y el
transverso abarcan 5% (cifras promedio de varias publicaciones); una situación
verdaderamente excepcional la constituyen los casos de pacientes con ataque de
diverticulitis en dos segmentos del colon.11 El cuadro clínico es la representación
de los síntomas y signos derivados de la patología del colon, de la repercusión
en el peritoneo, de órganos adyacentes del tracto digestivo o extradigestivos, de
la respuesta sistémica, de las condiciones previas de cada paciente, de los antece-
dentes y de la evolución crónica, aguda o muy aguda. La diverticulitis se inicia
por inflamación e infección de un divertículo, que es seguida por la inflamación
e infección de la pared del colon, de los mesos y del peritoneo visceral, y puede
evolucionar o no a múltiples situaciones anatomopatológicas con una representa-
ción clínica, como la formación de abscesos intramurales y pericolónicos adya-
centes o a distancia, la peritonitis localizada, los fenómenos obstructivos parcia-
les de colon, los procesos obstructivos funcionales o mecánicos de intestino
delgado, las perforaciones de colon limitadas por estructuras adyacentes, las fis-
tulizaciones, las perforaciones libres hacia la cavidad abdominal, la peritonitis
generalizada por contaminación bacteriana colónica, los grados variables de bac-
teremia, la sepsis y la insuficiencia sistémica multiorgánica; esto quiere decir que
la perforación sigue representando la complicación más grave de la diverticulitis,
ya que incluye una alta morbimortalidad posoperatoria.12
Cuadro clínico
Sin duda, desde la aparición de los estudios de gabinete, ahora llamados estudios
de imagen, como la tomografía computarizada, el ultrasonido y la tomografía he-
licoidal con reconstrucciones anatómicas (se espera tener más experiencias con
la resonancia magnética y la colonoscopia virtual), se tuvieron las ventajas nece-
sarias para clasificar mejor a las diverticulitis, pero sobre todo para obtener prue-
bas incontrovertibles de las respuestas a los tratamientos y los apoyos para decidir
y aplicar los procedimientos intervencionistas, como los drenajes percutáneos de
los abscesos pericolónicos, la indicación de tratamiento quirúrgico y el plan de
cirugía para cada paciente. Por lo tanto, las clasificaciones deben basarse en los
estudios clínicos y los de imagen, con el fin de que proporcionen el dato funda-
mental de grado y el tipo de complicación.
Clasificación clínica
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
Forma crónica
Caracterizada por episodios de dolor abdominal cólico en la fosa iliaca izquierda
y de intensidad variable, con asa sigmoidea palpable, dolorosa y de consistencia
aumentada, más estreñimiento y sensación de evacuación intestinal incompleta;
esta forma se consideraba no complicada.
Forma aguda
Clásico síndrome doloroso de la fosa iliaca izquierda, seguido de fiebre y la pal-
pación de tumoración inflamatoria fija y muy dolorosa, con francos signos explo-
262 La cirugía de urgencia en el abdomen agudo (Capítulo 14)
0: No inflamación.
I: Inflamación crónica.
II: Inflamación aguda con microabscesos o sin ellos.
III: Absceso pericólico o del mesenterio.
IV: Absceso pélvico.
V: Peritonitis fecal o purulenta.
Clasificación de Killimback
Abscesos
La macroperforación y el absceso pericólico constituyen la complicación más
frecuente de la diverticulitis, reportándola con cifras que llegan a 60% de piezas
quirúrgicas,2,18 y se ocasionan por falla de los tejidos pericólicos en controlar la
extensión del proceso inflamatorio e infeccioso; se sospecha cuando la fiebre y
la leucocitosis persisten a pesar de un tratamiento adecuado con antibióticos; el
dato clínico clave lo representa la palpación de una masa inflamatoria muy dolo-
rosa. Los abscesos más frecuentes son los intramurales y pericólicos, menos fre-
cuentes son los retroperitoneales, entre las asas intestinales y los pélvicos. En
casos de abscesos localizados estará indicado un drenaje percutáneo o transrectal
controlado por tomografía o ultrasonografía y previo a un tratamiento quirúrgico
(figura 14–5).18
Fístulas
Se reportan en 10% de las diverticulitis y se forman como complicación de un
absceso pericólico localizado con adherencias en los órganos adyacentes; se re-
portan entre 10 y 25% de los pacientes sometidos a cirugía y la mayoría son fístu-
las ciegas y coloparietales.2
En la vejiga urinaria
Constituyen hasta 50% de todas las fístulas que complican las diverticulitis. El
cuadro clínico se integra por infecciones urinarias repetidas, con neumaturia en
75% y disuria en 95% de los casos; el diagnóstico clínico se apoya en la práctica
de colon por enema con contraste hidrosoluble y en la cistografía. Estas fístulas
siempre ameritan una corrección quirúrgica (figuras 14–6 a 14–9).
En la vagina
Ocupan 25% de todas las fístulas en las mujeres con antecedentes de histerecto-
mía y los síntomas incluyen flujo fétido, infecciones vaginales y expulsión de gas
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
Otras fístulas
Se reportan trayectos fistulosos al periné, las regiones inguinoescrotales, el útero
y el uréter izquierdo; incluso hay pacientes con varios trayectos fistulosos.
Obstrucción
La obstrucción se presenta entre 5 y 20% de los casos de diverticulitis y es más
frecuente en el intestino delgado por procesos adherenciales. El colon se obstruye
266 La cirugía de urgencia en el abdomen agudo (Capítulo 14)
Figura 14–7. Urografía en paciente con fístula colovesical por diverticulitis de sigmoi-
des. Uréter izquierdo con dilatación moderada y tortuoso; imagen de gas en la vejiga
urinaria.
Enfermedad diverticular del colon. Diverticulitis y su tratamiento... 267
Figura 14–8. Colon por enema con material de contraste hidrosoluble. Proceso inflama-
torio estenosante del sigmoides por diverticulitis con absceso peridiverticular y fístula
hacia la vejiga urinaria.
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
Diagnóstico diferencial
En la diverticulosis
han sido útiles para controlar el dolor, por lo que se deben utilizar a libre demanda
y de acuerdo con la experiencia del médico; los más utilizados son butilhioscina,
diciclomina, pinaverio, mebeverina, fenoverina, pargeverina, etc. Los medica-
mentos contra las flatulencias siguen ocupando un lugar terapéutico, como el car-
bón activado, la simeticona, la dimeticona, etc., y también se pueden combinar
con antiespasmódicos. Siempre será prudente el control de la diverticulosis con
colon baritado y colonoscopia, manteniéndose alerta ante la aparición de signos
de alarma, como fatiga, anorexia, anemia, sangre oculta en heces, anemia hipo-
crómica y cifras bajas de hierro sérico. No sobran las orientaciones acerca del
ejercicio en los pacientes sedentarios.1 Se ha intentado la prevención de posibles
ataques de diverticulitis en pacientes ya diagnosticados mediante la administra-
ción de antibióticos no absorbibles en periodos intermitentes, como la rifaximina
(control del factor de infección), la mesalazina y los antiinflamatorios no esteroi-
deos (control del factor inflamatorio), aunque no hay pruebas reales de su utili-
dad.6,17
En la diverticulitis
Antibioticoterapia
Los pacientes con dolor, sin plastrón inflamatorio, sin fiebre, sin leucocitosis,
estables y que toleran vía oral se tratan como externos con antiespasmódicos,
analgésicos, una combinación de metronidazol con una quinolona (al menos 10
días) y dieta líquida, advertidos de que la mejoría es evidente entre 48 y 72 h y
de que la dieta se podrá aumentar progresivamente. Si el dolor no mejora o au-
menta en intensidad, se presenta fiebre y no se tolera bien la dieta líquida, el pa-
ciente debe hospitalizarse.
Todos los pacientes con diverticulitis complicada con plastrón inflamatorio, fie-
bre, leucocitosis e intolerancia a dieta líquida deben ser internados. Sirve la apli-
cación de un esquema de antibioticoterapia endovenosa, como metronidazol o
clindamicina (anaerobios), y una cefalosporina de tercera generación, como cef-
triaxona, ceftazidima y claforan (aerobios); se pueden utilizar aminoglucósidos,
como gentamicina, tobramicina y netilmicina, e incluso inhibidores de betalacta-
masa, como ampicilina/sulbactam (para aerobios y anaerobios) y ticarcilina con
clavulanato (para aerobios, anaerobios y Pseudomonas). Si se tienen recursos, se
podrán utilizar otros antibióticos modernos de amplia cobertura. Se suspende la
vía oral y se coloca una nasogástrica si presentan vómitos o existen pruebas de
obstrucción intestinal; se administra hidratación parenteral, analgésico y anties-
pasmódicos, y se hacen estudios de imagen y los que sean necesarios. La mayoría
de los pacientes muestran una mejoría después de 72 h de tratamiento, toleran la
dieta líquida y pueden continuar el tratamiento como pacientes externos. Hay pa-
cientes con patologías asociadas que necesitarán más días de hospitalización. En
general se reportan respuestas al tratamiento entre 70 y 85% de los casos, pero
de 15 a 30% de los pacientes no responden y habitualmente corresponden a los
enfermos con complicaciones graves: abscesos, peritonitis, obstrucción intesti-
nal y sepsis, por lo que deben someterse a cirugía de urgencia o de relativa urgen-
cia.12
lógico pensar que cuando se presenta una enfermedad muy sintomática, pero no
complicada, una cirugía electiva programada proporcionaría menos posibilida-
des de complicaciones posoperatorias y una mínima mortalidad. Sin embargo, en
la realidad se ha aceptado como conducta a seguir que un primer ataque de diver-
ticulitis del sigmoides o del colon descendente debe recibir el beneficio del trata-
miento conservador, ya que si se responde con mejoría, 67% de los pacientes no
tendrán ataques posteriores de diverticulitis que ameriten hospitalización (Bro-
derick, 2005), pero 37% tendrán recurrencias dentro de uno a dos años posterio-
res al primer episodio; lo preocupante es que después de un segundo episodio la
posibilidad de un tercer episodio aumenta 50% y que las recurrencias cada vez
responden menos al tratamiento conservador y aumentan las posibilidades de
complicaciones graves, como la perforación, por lo que se ha aceptado —con
pruebas satisfactorias— que después de dos o tres recurrencias el segmento coló-
nico afectado debe ser extirpado mediante una cirugía electiva.5
Figura 14–11. Sección de la zona de fístula del sigmoides hacia la vejiga urinaria.
Enfermedad diverticular del colon. Diverticulitis y su tratamiento... 273
Figura 14–12. Fístula de sigmoides hacia la vejiga urinaria con apertura de la vejiga y
resección de tejido inflamatorio.
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
Figura 14–14. Pieza quirúrgica de sigmoides con paredes gruesas, como corresponde
a una enfermedad diverticular hipertrófica, con diverticulitis, absceso peridiverticular y
fístula.
Figura 14–17. Estudio histopatológico que muestra hipertrofia de la capa muscular lisa
en un paciente con enfermedad diverticular de tipo hipertrófico.
276 La cirugía de urgencia en el abdomen agudo (Capítulo 14)
Figura 14–18. Estudio histopatológico que muestra el trayecto de la fístula del sigmoi-
des hacia la vejiga urinaria.
Conducta quirúrgica
Sin duda, las clasificaciones de las diverticulitis han tenido el objeto de definir
el grado de complicación, es decir, de proporcionar orientaciones válidas para
decidir el tratamiento conservador en pacientes con grado 0 y 1a de la clasifica-
ción de Hinchey, así como indicar el tratamiento quirúrgico en pacientes con esta-
dios III y IV, que son muy graves; no obstante, el problema en la conducta tera-
péutica está en los pacientes con gravedad intermedia, en estadios 1b y II, donde
no se decide fácilmente cuál debe seguir con tratamiento conservador, cuál debe
ser drenado por punción percutánea o transrectal y cuál debe ser sometido a ciru-
gía.17 Además, la cirugía es urgente en los estadios III y IV, pero también se ha
Enfermedad diverticular del colon. Diverticulitis y su tratamiento... 277
Procedimientos quirúrgicos
De acuerdo con la conducta tradicional de que todo absceso debe drenarse, los
abscesos pericólicos se drenaron siempre mediante cirugía abierta, pero con el
apoyo de los estudios de imagen con ultrasonido al principio y después con la
tomografía y con el concurso de radiólogos intervencionistas se ha utilizado el
drenaje percutáneo. Desde 1990 se ha reportado que el procedimiento es efectivo
en el drenaje de los abscesos pericólicos y permite una cirugía en un tiempo, por
lo que hoy no se duda en efectuarlo.30,31 Para la decisión han sido de gran valor
las clasificaciones de la diverticulitis; hoy en día se sabe que la indicación precisa
del procedimiento es en el estadio II de Hinchey y que se obtienen mejores resul-
tados si al procedimiento lo sigue una sigmoidectomía electiva. La ventaja máxi-
ma es que un drenaje efectivo en pacientes con sepsis grave y con estado general
comprometido evita una laparotomía formal con altos riegos, pues coloca a los
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
Cuidados preoperatorios
La tendencia actual es tratar de que los pacientes que antes se sometían a cirugía
de urgencia con la obligada construcción de una colostomía, hoy sean preparados
280 La cirugía de urgencia en el abdomen agudo (Capítulo 14)
Decisiones preoperatorias
CIRUGÍA
COMPLICACIONES
Complicaciones transoperatorias
Morbilidad
Las complicaciones posoperatorias de la cirugía por diverticulitis complicada
son frecuentes, con cifras que van de 40 a 50%, y tienen una franca relación con
la sepsis, la peritonitis bacteriana, los grandes abscesos pericólicos y la peritonitis
purulenta, la cual es la causa principal de las altas morbilidades reportadas.
Dichas complicaciones se pueden atribuir a la misma patología, como abscesos
residuales, íleo intestinal, obstrucción intestinal, infección de heridas y eventra-
ciones posoperatorias. La temida complicación posoperatoria, como la dehiscen-
cia de la anastomosis colosigmoidea primaria en la cirugía de un tiempo, se reporta
en porcentajes que no son mayores de 2%.17 Otras complicaciones se relacionan
con las condiciones de comorbilidad preoperatorias y las más significativas son
la ancianidad, los padecimientos pulmonares y cardiovasculares, las colagenopa-
tías, la diabetes mellitus, etc. Entre las complicaciones originadas por los medica-
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
Mortalidad
La mortalidad reportada a partir de la últimas dos décadas del siglo XX muestra
cifras de 0%,44 de 2%18 y hasta de 6 a 10%.29 La mayoría de las defunciones se
relacionan con la complicación de peritonitis purulenta, cuyas cifras van de 20
a 30%, mientras que en otras complicaciones —flemón, absceso, obstrucción y
fístulas— la mortalidad no es mayor de 3%.11
Como se sabe, 70% de los pacientes con un primer episodio de diverticulitis res-
ponden al tratamiento médico y pueden ser controlados como pacientes externos,
con un seguimiento de 2 a 12 años. Entre estas observaciones se aprecian cuatro
posiciones. Una considera que de todos los pacientes que se recuperan de un pri-
mer episodio de diverticulitis, sólo 25% tendrán episodios recurrentes, muchas
veces de gravedad moderada y excepcionalmente graves, como la perforación,
considerando que la enfermedad adquiere una evolución benigna, lo cual se evi-
dencia en reportes de la década de 1980.11 En estudios recientes que revisan la
progresión de la diverticulitis complicada se muestra que sólo de 5 a 6% de los
pacientes que se recuperan de un primer ataque requerirán una resección de
urgencia con colostomía.11,47 La segunda posición también considera que la ciru-
gía no está indicada en un primer episodio de diverticulitis no complicada o
moderada, ya que se reporta que sólo de 7 a 35% tendrán recurrencias; sin embar-
go, después de una segunda recurrencia, las probabilidades de una tercera recu-
rrencia son de 50%. Los episodios subsecuentes de diverticulitis responden
menos al tratamiento conservador y aumentan las posibilidades de episodios más
graves, como riesgo de perforación, con la consecuente elevación de morbimor-
talidad, sobre todo en los pacientes ancianos.5,48 En algunos artículos de revisión
de 2007 se hace énfasis en el hecho de que por reportarse con constancia cifras
con recurrencias hasta en 33%, considerar que después de dos (unos autores) y
de tres (otros) dentro de los dos años siguientes al primer episodio, lo recomenda-
ble es la resección del sigmoides enfermo en forma electiva.12 La tercera posición
se deriva de revisiones retrospectivas de pacientes hospitalizados por diverticuli-
tis graves, donde en un seguimiento promedio de nueve años se reportan recu-
rrencias de 13 a 15%, de las cuales unas son de gravedad moderada y otras son
graves, por lo que la cirugía en un segundo episodio se recomienda sólo en casos
graves, lo cual espera el apoyo de estudios controlados a largo plazo.49,50 La
cuarta posición tiene una preocupación mayor, que se deriva del aumento de la
frecuencia de diverticulitis complicadas graves en los pacientes de 50 años de
edad o menos, que se vinculan con índices de masa corporal mayores de 30, don-
de se reportan cifras de hasta 50%, episodios casi siempre graves y recurrencias
Enfermedad diverticular del colon. Diverticulitis y su tratamiento... 285
más frecuentes, por lo que la cirugía debe indicarse desde la primera recurren-
cia.8,51
CONCLUSIONES
a fines del siglo XX a estas formas graves se les calificó de diverticulitis ma-
lignas, por sus altas morbilidades posoperatorias.
S La base actual del diagnóstico de la diverticulitis está en los estudios de ima-
gen, sobre todo en la tomografía computarizada y el ultrasonido, así como
en las clasificaciones de la gravedad y de las complicaciones de las diverti-
culitis, de las cuales la más usada es la de Hinchey modificada.
S Las respuestas satisfactorias al tratamiento con antibióticos en las diverti-
culitis agudas son de 70 a 85%, y de 15 a 30% de los pacientes que no res-
ponden y manifiestan las complicaciones graves: abscesos, perforaciones,
peritonitis, fístulas, obstrucciones intestinales y sepsis, que ameritan ciru-
gía.
S La macroperforación y el absceso pericólico constituyen la complicación
más frecuente de las diverticulitis graves, cuya incidencia es de 60% en pie-
286 La cirugía de urgencia en el abdomen agudo (Capítulo 14)
zas quirúrgicas resecadas, y son de los casos que pueden ser tratados al ini-
cio mediante drenajes percutáneos.
S La indicación de cirugía en los casos de diverticulitis complicada es respon-
sabilidad del cirujano con experiencia en cirugía de colon y el objetivo es
resecar el segmento colónico enfermo y restablecer la continuidad del trán-
sito colorrectal con o sin ostomía de protección. La cirugía se puede efec-
tuar mediante laparotomía formal o a través de cirugía por laparoscopia
asistida.
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15
Cirugía de urgencia en el abdomen
agudo en la embarazada
Víctor M. Vargas Hernández
INTRODUCCIÓN
S Apendicitis aguda.
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
S Colecistitis aguda.
S Obstrucción intestinal.
289
290 La cirugía de urgencia en el abdomen agudo (Capítulo 15)
Apendicitis Dolor persistente en FID Tórax, abdomen BHC (leucocito- SNG, catéter uri-
aguda con deambulación simple antero- sis)* microscó- nario perma-
posterior y lateral pico calcio
pico, calcio, fós- nente pruebas
nente,
Punto de más sensibilidad
de pie (se puede foro inorgánico de coagulación
arriba del punto de McBur-
observar íleo no glucosa NPO, líquidos IV
ney
p
específico);); si
En apendicitis retrocecal hay absceso, se
alta el punto se localiza desplazan el
lateral respecto al punto de íleon y el ciego
McBurney hacia arriba
Con la progresión del cua-
dro pueden presentarse
náuseas, vómitos, disten-
sión abdominal, tempera-
tura corporal de 38 _C, tem-
peratura rectal de 38.3 _C
Leucocitosis con desviación
a la izquierda
Colecistitis aguda Inicia con un cólico biliar, Colecistografía BHC, (leucocito- SNG, catéter uri-
acompañado de náuseas y oral; si no se sis)* EGO nario perma-
vómitos. Si el cálculo está observa la vesí- microscópico, nente, líquidos
en el conducto cístico, se cula biliar, es por- calcio, fósforo IV, antibióticos
produce colecistitis química; que la paciente inorgánico, glu-
el dolor persiste en la región vomitó el prepa- cosa
subcostal derecha y el epi- rado yodado o lo
gastrio, o está distribuido en evacuó por dia-
banda cruzando el abdo- rrea o por patolo-
men superior, el dolor gía hepática aso-
puede irradiarse a la escá- ciada
l derecha,
pula d h hay
h fiebre
fi b de d Colangiografía
38 _C y leucocitosis intravenosa para
visualizar los con-
ductos biliares y
la vesícula biliar
Úlcera gástrica o Historia previa de gastritis, Placa simple de BHC, EGO SNG, líquidos IV,
duodenal perfo- dolor de inicio repentino y abdomen de pie, microscópico, antibióticos, posi-
rada severo, irradiado al hombro gases libres sub- calcio, fósforo ción de semifow-
derecho por irritación sub- diafragmáticos inorgánico, glu- ler, catéter urina-
frénica y náuseas cosa rio a permanen-
cia
EF abdomen rígido y silen-
cioso, o peristasis leve,
matidez hepática dismi-
nuida por el escape de
gases hacia la cavidad peri-
toneal
Después de 12 h o más se
presentan características
de peritonitis con íleo paralí-
tico y oliguria
Cirugía de urgencia en el abdomen agudo en la embarazada 293
a. Dolor abdominal.
b. Náuseas y vómitos.
c. Distensión abdominal.
d. Choque.
Cirugía de urgencia en el abdomen agudo en la embarazada 295
ETIOLOGÍA
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
DIAGNÓSTICO
Quistes y tumores
benignos de ovario
Ruptura espontánea de
hígado o aneurisma
Enfermedad pélvica de arteria esplénica
inflamatoria
Apendicitis
Obstrucción
intestinal Leiomiomas
Pielonefritis y litiasis
urorrenal Colecistitis y colelitiasis
tipo cólico, distensión abdominal y vómito, con imposibilidad para canalizar gases, y ausen-
cia de evacuaciones. Antecedentes de cirugía y niveles radiológicos en asas
Leiomiomas. Dolor local, sensibilidad y leve irritación peritoneal. Irregularidad uterina sensible
por tumoración
Salpingitis. Poco común en el embarazo; hay dolor y sensibilidad pélvica
Quistes y tumores benignos de ovario. Síntomas de dolor o hemorragia por complicación
anexial, como torsión, ruptura o hemorragia
Tratamiento
Pruebas de coagulación
EGO (examen general de orina)
Electrólitos séricos
Creatinina sérica y nitrógeno ureico sanguíneo
Amilasemia
Gases arteriales
Prueba de embarazo en mujeres en edad fértil
Uroanálisis
Gabinete
Simple de abdomen (en decúbito, bipedestación y lateral)
TT (telerradiografía de tórax)
US (ultrasonido)
RM (resonancia magnética) (evitar contraste con gadolinio)
CT (tomografía computarizada) (valorar riesgo–beneficio para su uso)
302 La cirugía de urgencia en el abdomen agudo (Capítulo 15)
tico; cuando hay indicaciones obstétricas de cesárea, ésta permite valorar causas
de abdomen agudo intraabdominales no sospechadas.
En general, el tratamiento de las pacientes con dolor abdominal durante el em-
barazo es el mismo que el que se aplica a la población de pacientes no embaraza-
das. Los síntomas inespecíficos y atípicos pueden dar la impresión de signos y
síntomas del propio embarazo durante el primer trimestre.
Algunos autores sugieren la tocólisis preoperatoria y posoperatoria.
Un porcentaje significativo de las pacientes con dolor abdominal requieren ci-
rugía.
Los factores de importancia en relación con el alto riesgo de abdomen agudo
quirúrgico son:
CONCLUSIONES
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16
Cirugía de urgencia en el síndrome
compartimental abdominal
Jesús Tapia Jurado, José Luis Jiménez Corona
INTRODUCCIÓN
307
308 La cirugía de urgencia en el abdomen agudo (Capítulo 16)
Permitir la evolución natural del SCA llevará a una mortalidad elevada que va
de 38 a 71%,6 indudablemente a estancias hospitalarias prolongadas y costos ele-
vados.
DEFINICIÓN
ETIOLOGÍA
Las causas más comunes del SCA son: hemorragia retroperitoneal, edema visce-
ral, pancreatitis, distensión de asas intestinales, trombosis venosa mesentérica,
torsión de mesenterio, ascitis a tensión, peritonitis, presencia de masas tumorales
abdominales y trauma cerrado de abdomen. Sin embargo, recordemos que noso-
tros mismos podemos favorecer el SCA al decidir en un transoperatorio un cierre
de pared abdominal forzado, a tensión, donde el contenido abdominal es mayor
que el continente. Al aumentar la presión intraabdominal se suceden sobre los
Cirugía de urgencia en el síndrome compartimental abdominal 309
FISIOPATOLOGÍA
momento.
En 1992 el autor tuvo la oportunidad de publicar el trabajo “Efectos hemodiná-
micos y renales del aumento de la presión intraabdominal”;15 el estudio se realizó
en perros mestizos hembras, a los que se les canuló a nivel del cuello la arteria
carótida y la vena yugular externa; en esta última se avanzó la cateterización hasta
la vena cava superior; a nivel inguinal se disecaron y canularon la arteria y la vena
femoral, en seguida se realizó laparotomía media, bajo visión directa se identifi-
caron los catéteres femorales y se avanzaron e instalaron en arteria y vena renales.
Los cuatro catéteres se conectaron a un polígrafo para registrar la presión intra-
vascular en mmHg de las arterias carótida y renal y de las venas cava superior
y renal; además, se tomó biopsia renal de control con aguja tru–cut. En seguida
se colocó en la cavidad abdominal un globo de caucho desinflado cuyo control
para insuflarlo se exteriorizó por el contrario–abertura. La pared abdominal se
310 La cirugía de urgencia en el abdomen agudo (Capítulo 16)
EPIDEMIOLOGÍA
DIAGNÓSTICO
1. Hipertensión intraabdominal.
S Elevación sostenida de PIA (presión intraabdominal) > 12 mmHg.
2. Síndrome compartimental abdominal.
S PIA > 20 mmHg (con o sin presión de perfusión abdominal < 60 mmHg)
que se asocia con nueva falla orgánica.
Cirugía de urgencia en el síndrome compartimental abdominal 313
ÁÁÁÁÁÁ
ÁÁÁÁÁÁ
intraabdominal, los signos que se asocian y la decisión terapéutica
Grado de SCA I II III IV
Síntomas y signos No Aumento del pi- Anuria, disminución Anuria, disminución
co de la pre- del gasto cardia- del gasto cardia-
sión aérea y co, aumento de co, aumento de la
oliguria la presión aérea presión aérea
Presión intraabdo- 10 a 15 16 a 25 26 a 35 > 35
minal en mmHg
Tratamiento Mantener Se puede utilizar Considerar la des- Realizar descompre-
normo- reanimación compresión sión abdominal y
volemia hipervolémica abdominal reexploración
TRATAMIENTO MÉDICO
TRATAMIENTO QUIRÚRGICO
gica abdominal; por lo tanto, como medida preventiva se puede dejar el abdomen
abierto temporalmente mientras se logra la desinflamación y la liberación de los
líquidos secuestrados. La WSACS aconseja dejar el abdomen abierto cuando una
cirugía abdominal se asoció con sangrado profuso o estado de choque, lo que
obliga a un rescate hídrico masivo. Existen autores31 que en estas condiciones
recomiendan no cerrar la pared abdominal si existen presiones inspiratorias de
la vía aérea mayores a 39 cmH2O. Otros autores refieren que, ante la duda de ha-
ber dejado una PIA alta, se debe realizar su medición al momento del cierre de
la pared abdominal para decidir dejarla o no abierta. Indudablemente, se deben
tomar en cuenta diferentes factores que apoyen el riesgo del SCA, como son pa-
cientes con cirugía mayor o múltiple, pacientes politraumatizados o pacientes en
situación grave y crítica. En la medida en que el cirujano tenga experiencia podrá
vislumbrar la probable evolución de su paciente y tomar preventivamente la deci-
sión correcta.
Entre las técnicas de abdomen abierto con cierre temporal están las siguientes:
CONCLUSIONES
REFERENCIAS
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318 La cirugía de urgencia en el abdomen agudo (Capítulo 16)
INTRODUCCIÓN
Uno de los principales retos para intentar establecer los principios de la ética en
la medicina consiste en no olvidar cuál ha sido la evolución de la misma. Desde
siglos atrás en su evolución existieron grandes profesores que en su legado esta-
blecieron reglas universales; el legado más antiguo y conocido es el juramento
de Hipócrates.1
A través de los siglos se ha visto que las bases del trato médico–paciente no
se han modificado sustancialmente, si bien es cierto que vivimos momentos en
los que la tecnología nos ha avasallado, se considera que no se ha tenido la capaci-
dad de entender con claridad cuál es el lugar de los maravillosos adelantos tecno-
lógicos y cuál es la posición del médico ante la necesidad de un paciente, sobre
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
319
320 La cirugía de urgencia en el abdomen agudo (Capítulo 17)
Cuanto más potente y eficaz se vuelve la medicina —sobre todo en los últimos
30 años—, más rigurosos debemos ser en las normas para la protección del individuo.
La tecnología es pragmática y ocupa espacios importantes en el desarrollo de
la medicina en un servicio de urgencias. La facilitación del monitoreo del estado
del paciente, la elaboración de exámenes de laboratorio, el desarrollo de los siste-
mas de diagnóstico —como el ultrasonido y la tomografía computarizada— y el
establecimiento del apoyo inicial con toda la tecnología en las diversas especiali-
dades brindan, sin duda, un panorama alentador para cualquier paciente.
Por otro lado, cuando los médicos aplican estos recursos con un adecuado jui-
cio tienen la tranquilidad para ejercer una mejor calidad de la medicina, aunque
uno se pregunta si los demás cambios que ha sufrido la medicina —como la insti-
tucionalización por parte del estado, es establecimiento de las aseguradoras de sus
propios términos y decisiones, la preparación profesional de los médicos y las posi-
bilidades de recursos— han transformado la actitud del médico ante el paciente.
No hay duda de que el paciente también cambió; sus conocimientos y cultura
médicos se han transformado, tiene un mejor conocimiento de sus derechos y co-
noce en general la situación médica, pero también ha llevado a cabo con buen jui-
cio estas demandas, en especial durante su estancia en un servicio de urgencias.
Una de las tareas continuas consiste en establecer una serie de términos que pue-
den tener concepciones parecidas y en ocasiones confusas, como qué son la ética,
la bioética, la epistemología y la deontología.
¿Son estos términos universales?, ¿pueden aplicarse en todas las esferas profesio-
nales o en las diversas instituciones de salud del mundo y sobre todo en México?2
La moral de un grupo social debe definirse como el conjunto de normas y valo-
res aceptados por una comunidad, para regular las relaciones entre sus miembros.
De lo anterior se puede establecer que la ética es la disciplina que analiza en forma
crítica los valores y las normas racionalmente aceptadas por una comunidad, las
cuales le permiten una convivencia armoniosa y pacífica.
El problema central de la ética es el análisis crítico, la propuesta y la funda-
mentación de normas legítimas de convivencia para la acción y la interacción
entre los seres humanos.
La epistemología es la disciplina que analiza críticamente las prácticas cogni-
tivas mediante las cuales se generan, aplican y evalúan las diferentes formas de
conocimiento.
La bioética es la rama de la filosofía que busca establecer normas y valores que
permitan las prácticas para el desarrollo de la vida en todos sus aspectos, desde
la salud y el bienestar de los humanos hasta la conservación del ambiente.
La ética y la bioética en el servicio de urgencias 321
cendencia con autoridad, para inspirar en la mente de los pacientes gratitud, res-
peto y confianza.”
El código de ética médica de la Asociación Médica Americana brinda en su
versión de 2001 los estándares de comportamiento que definen los aspectos esen-
ciales de la conducta del médico:6
1. El médico está dedicado a proporcionar servicios médicos competentes con
compasión y respeto por la dignidad humana.
2. El médico debe tratar honestamente con pacientes y colegas, y exponer a
los médicos deficientes en carácter y competencia, o que practiquen el frau-
de y el engaño.
3. El médico debe respetar la ley y asumir la responsabilidad de buscar cam-
bios en los requerimientos contrarios a los mejores intereses del paciente.
322 La cirugía de urgencia en el abdomen agudo (Capítulo 17)
4. El médico debe respetar los derechos de los pacientes, colegas y otros profe-
sionales de la salud; asimismo, debe mantener la confidencialidad del
paciente dentro de los límites de la ley.
5. El médico debe continuar estudiando, aplicando y avanzando en el conoci-
miento científico; comunicar la información relevante al paciente, a los
colegas y al público; solicitar consultas y usar el talento de otros profesiona-
les de la salud cuando esté indicado.
6. Excepto en los casos de emergencia, el médico debe poder decidir libre-
mente a qué pacientes atender y el ambiente en el que desea proporcionar
sus servicios.
7. El médico debe aceptar la responsabilidad de participar en actividades que
contribuyan a mejorar su comunidad.
Existen otros factores que es necesario analizar, dadas las implicaciones que han
llevado a la medicina privada, como son la participación de terceras personas, la
incidencia de las compañías de seguros al decidir quién y cómo debe realizar la
atención de los pacientes y el lenguaje tradicional médico–paciente que ha sido
modificado por el de usuario–proveedor de servicios; en el quehacer diario se ha
transformado la visión del paciente para recibir los servicios, obligado en nume-
rosas circunstancias a ser atendido por quienes le especifiquen las compañías
proveedoras de servicios; en los médicos han buscado la manera de lograr el
beneficio de las mismas, aunque no siempre con las decisiones más adecuadas.7
La palabra fiduciaria proviene del latín fidere, que significa “fe”, “verdad” y
“confianza”, y es un término que se ha empleado desde el siglo XIII. Una compa-
ñía fiduciaria toma la propiedad de asumir los cuidados legales y económicos del
paciente, quien es conocido como el beneficiario del manejo de decisiones médi-
cas. Existe un desequilibrio entre las organizaciones fiduciarias y el profesional.
El paciente se encuentra en conflicto, ya que las decisiones de quién debe aten-
derlo se limitan a un grupo de médicos que no siempre son elegidos por su calidad
profesional; así, cuando el paciente–cliente toma otro tipo de decisiones es limi-
tado en sus beneficios y en algunas ocasiones castigado con el pago de deducibles
de hasta 30% de sus gastos médicos.
Dentro del ejercicio de la profesión se observan limitaciones para la reducción
de costos, como el hecho de no usar ciertos materiales o equipos, con lo cual los
médicos se ven premiados por las fiduciarias o compañías de seguros. En un
mundo donde la transparencia no es la mejor cualidad se han propiciado políticas
inadecuadas entre los empleados de las compañías y los médicos, que tienen al
cliente–paciente como principal atractivo.
Una de las preocupaciones constantes es la relacionada con las cirugías inne-
cesarias. Se define como intervención quirúrgica necesaria a la que debe derivar-
se de toda cirugía, la cual incluye incremento de la esperanza de vida, alivio del
La ética y la bioética en el servicio de urgencias 323
SERVICIOS DE URGENCIAS
REFERENCIAS
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328 La cirugía de urgencia en el abdomen agudo (Capítulo 17)
Índice alfabético
ERRNVPHGLFRVRUJ
A apendicular, 109
del mesenterio, 262
abdomen del psoas, 19, 20
agudo, 27, 29, 57, 58, 60, 64, 87, esplénico, 9, 20, 73
88, 90, 95, 96, 112, 138, 143, hepático, 9, 13, 20, 73, 124, 128,
165, 186, 199, 228, 231, 235, 131, 183, 214, 300
236, 283 amibiano, 205
de origen desconocido, 66 múltiple, 116
en la embarazada, 289 intraabdominal, 75, 76, 108, 113,
no quirúrgico, 30 116, 182, 183, 304, 313
no traumático, 89 intramural, 125
por cetoacidosis diabética, 202 intraperitoneal, 184
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
329
330 La cirugía de urgencia en el abdomen agudo (Índice alfabético)