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Título: La Desaparición de los Rituales.

Autor: Byung-Chul Han


Editorial: Herder
Lugar: Barcelona

Reseña.

Los rituales no solamente son ceremonias, prácticas u ordenanzas “sagradas” realizadas


por grupos que van desde organizaciones religiosas hasta grupos sectarios mínimos
como se ha dado por hecho a lo largo del tiempo; es más, la corrupción de la palabra
ritual no ha hecho más que aumentar el misticismo que se tiene del tema, hasta llegar a
considerarlo como un asunto tabú. Todos estamos inmersos en el mundo ritual, en un
mundo simbólico sin el cual no podría tener sentido la vida humana, donde la identidad
sería nula; y eso es lo que el filósofo Byung-Chul Han, autor del libro en cuestión,
propone en su obra: reflexionar porqué los rituales tienen que ver tanto con el ser
humano, desde pequeñas prácticas rutinarias hasta grados más amplios, y el daño que
puede traer la desaparición de éstos en una época tecno-científica tan consumista,
capitalista y narcisista como en la que vivimos hoy en día.

Para tener una idea general de lo que el autor propone en la desaparición de los rituales,
podemos comentar el contenido del mismo, observando las ideas más importantes que
se desprenden en torno a lo ritual.

El lector debe entender a los rituales como acciones simbólicas, y para entender las
acciones simbólicas se debe comprender al símbolo; solo así podrá tener sentido todo el
texto en general. Un símbolo, como su palabra en griego lo dice, es un reconocimiento
de algo, una relación, una totalidad, lo veo como un método de enseñanza sin habla,
donde la mera representación de algo, véase un objeto, una imagen, figura, o un ritual,
da un sentido de pertenencia porque ya ha sido socialmente aceptado y pone de
manifiesto esa enseñanza sin necesidad de hablar; por esta razón, el autor dice que el
símbolo que es duradero y profundo. Por ejemplo, viene a mi mente la famosa Estrella
de David, dicho símbolo tiene diversos significados, todos de acuerdo a la sociedad de
donde se vea, desde el cristianismo, hasta otro tipo de sectas lo que interpretan a su
manera; allí está la enseñanza, lo duradero y lo bello que puede ser el símbolo. Dicho lo
anterior, el ritual contiene técnicas simbólicas, son acciones simbólicas de
reconocimiento de algo, no solamente de imágenes como el ejemplo anterior, sino de
actitudes, comportamientos que van desde el cortejo entre pareja hasta formas de actuar
de acuerdo al lugar en cuestión, celebraciones, tradiciones, religiones, música, hasta
funerales que forman un sentido de identidad, que generan, como el autor expone, una
comunidad sin comunicación; por esto son tan importantes en la sociedad, por ello, si se
pretende estudiar al hombre desde un marco antropológico, es hasta una burla ignorar
las formas rituales que hemos establecido como sociedades, porque allí podemos
conocernos a nosotros mismos.

Otro aspecto que me parece interesante a la hora de entrar en este tema, son las
repeticiones, como un rasgo esencial de los rituales, esto es importante en el libro
porque de las repeticiones podemos comprender los siguientes capítulos; vuelvo al
ejemplo del cortejo entre parejas al hablar de repeticiones; el conocer una persona de
forma amorosa, ya supone un ritual, ritual plagado de repeticiones, desde vestimenta
adecuada, expresiones de afecto graduales y un largo etcétera; pero cuando esto termina
y dicha persona conoce a alguien más, esto se repite. Supongamos otro ejemplo
entrando al tema religioso, los famosos rezos y oraciones, a modo de repeticiones, o
incluso los mantras, que se efectúan en ceremonias budistas, al igual que los poemas, se
pueden considerar ceremonias mágicas del lenguaje que dan estabilidad a la vida, llena
ese vacío en una comunidad donde se juntan personas que comparten los mismo ideales;
este aspecto del imperio de los signos, es otro tema importante del libro.

Otros aspectos que maneja el libro hablando de las formas rituales, aparte las que se han
tocado como el lenguaje y la religión, son los ritos de cierre, como el simple hecho de
cerrar los ojos, práctica que se da en muchos lugares como ceremonias de una clausura
contemplativa, cierres en funerales, ceremonias de graduación, lo hay en todas partes;
también la guerra como método ritual, pero del cual quiero tocar más adelante.

Leer lo anterior con las palabras del propio Byung-Chul Han es una grata experiencia
lectiva, pero de igual forma la contraparte que registra la desaparición gradual que
hemos ido construyendo de los rituales; si hemos dicho que los rituales generan una
comunidad sin comunicación, la desaparición de estos supone una comunicación sin
comunidad, donde lo ritual se degenera, sin darle importancia a lo que como humanos
nos mantiene en estabilidad, pero a que se referirá el autor con la desaparición de los
ritual; el mismo contesta esa pregunta. Vivimos en un mundo moderno, en una sociedad
industrializada, un mundo de producción donde la percepción ya ha quedado en
segundo plano, y por ende las formas rituales, aquello que le da sentido a la vida,
también.

La sociedad moderna, con su ferviente imperativo de optimización, de rendimiento y


progreso derivado de un sistema capitalista no permite finalizar nada, no deja cerrar los
ojos, no permite un Sabbath, un descanso del trabajo no solo por descansar, si no para
volver a entrar en el mundo ritual, aquello que nos hace ser lo que somos; esto se puede
entender de una mejor manera en los últimos capítulos de la obra, pero igual en todo el
contexto en general.

La sociedad se ha vuelto narcisista, busca su propio beneficio sin importarle los recursos
o el bienestar de los demás; en general, al reflexionar en este narcisismo colectivo en el
que estamos involucrados, vino a mi mente otras obras donde pelean el individualismo
contra la individualidad. Los individualismos son en esencia esa forma narcisista que
maneja Byung-Chul Han, un ser egoísta, al que no le interesa en lo más mínimo si la
sociedad se desvanece, mientras él pueda satisfacer sus necesidades; este individualismo
no conoce clase sociales y se preocupa por generar esa comunicación sin comunidad
con los dispositivos móviles y las redes sociales para desechar las formas rituales y
volverlas perniciosas y pornográficas; por otra parte la individualidad, propone el
conocimiento de uno mismo y que lo lleva a estar en el seno de la sociedad, donde
puede y debe estar. El libro lo maneja con ejemplos entre el duelo y la guerra de drones,
por ejemplo, donde las guerras antes eran actos rituales, ceremonias solemnes donde se
jugaba la honra y el respeto de los contrincantes. De esta exposición viene a mi mente
las famosas “Guerras Floridas” de los Mexicas, que consistían en guerras rituales
pacíficas entre varios pueblos, con el único fin de obtener prisioneros para efectuar
sacrificios a sus dioses, todo esto se hacía en época de sequías con el fin de que dichos
dioses pudieran quitar la ira de ellos y mandar épocas más prósperas; sin embargo esto
se ha perdido, considerando las guerras modernas como mero objeto de dominio,
esclavitud, prueba de armas y como no, también un negocio.

Por último, otra cosa muy importante que considero del libro, es la corrupción ritual que
ha habido de la transmisión del saber, dicha corrupción se ha dado en tiempos modernos
por nuestra necedad a datar, y encerrar todo en marcos ya no de sabiduría, solo de
conocimiento para aumentar este progreso de rendimiento y optimización en épocas
modernas, pasando igual por el consumismo de un cuerpo pornográfico y un cuerpo
ritualizado.

Como dije al principio, para aquellos que pretendan investigar al ser humano, desde un
marco antropológico, es vital aprender el lenguaje del simbolismo, porque en ellos
podemos comprender lo que somos, lo que creemos, con quienes nos juntamos para
tener identidad, desde las formas ritualizadas más cotidianas, como el comportamiento
en el hogar, los rituales matutinos para ir al trabajo, para cortejar, interactuar con
amigos, alumnos, hasta rituales más explícitos, como ceremonias religiosas, actos
cívicos, celebraciones, costumbres y tradiciones hasta partidos de futbol si se quiere ver
de ese modo, pero igual sirve para analizar las repercusiones sociales y antropológicas
que tiene que ver la desaparición de dichas prácticas como consecuencia de un
narcisismo colectivo y el por qué se está dando en esta época tan tecnocientífica.

Sin embargo, aunque considero la desaparición de los rituales un libro que todos
deberían leer, se podría cuestionar que si bien la edad moderna ha hecho menospreciar
muchos aspectos de lo ritual, lo cierto es que desde un propio punto de vista, como seres
humanos nunca vamos a dejar de estar ritualizados, vivimos en ello, convivimos con
ello, por más consciente o inconsciente que sean nuestras formas de identificarnos, de
reconocer algo, por más que los dispositivos móviles y la sociedad progresiva y
productiva nos hagan narcisistas, los rituales nunca van a desaparecer por completo,
siempre existirá esa necesidad de procurar una estabilidad en la vida, y los rituales son
justo lo que necesitamos. Por otro lado, como otra cuestión que puedo hacer del autor,
es que los rituales, por más equilibrio que nos pueda ofrecer, al crear un sentido de
identidad, crean también ideologías, ideologías que pueden tener consecuencias nocivas,
tenemos de ejemplo el nazismo de Hitler, el porfiriato en México, la desigualdad en
muchos lugares, el racismo histórico a los afroamericanos, que sus mismas formas
rituales formaron un sentido de identidad orientada a la superioridad de pueblos; en fin,
los rituales en sí no son los malos ni buenos, el ser humano los orienta.

En resumen, la obra Byung-Chul Han es muy interesante, no es complejo de entender, y


nos sumerge y cumple su función acerca de por qué lo ritual tiene que ver tanto con el
ser humano, que debería llamar más nuestra atención a ello.

Adán Hernández Cruz.

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