Paralelo: 2do"C"
C.I. 8370699
Materia: Arqueología
Carrera: Historia
Año: 2016
1. Introducción
Historia
En la actualidad cualquier estudio sobre necrópolis que se lleva a cabo debe ir de la mano
de esta corriente así como de sus métodos propios de investigación e interpretación.
La primera premisa que tiene en cuenta es que toda sepultura se trata de un depósito
arqueológico intencionado Esto es, al contrario que un edificio en ruinas, en las que puede
quedar o no restos cerámicos o cualquier otro material, en una sepultura todo el material que
se introduce responde a una intencionalidad manifiesta. Es labor de los arqueólogos averiguar
cual. Por ejemplo, en la época clásica los griegos se enterraban con una moneda en la boca
para pagar al mítico barquero Caronte y que en su barca le ayudará a cruzar el río Estigia que
separaba el mundo de los vivos y el Hades.
Para el estudio de la Arqueología de la Muerte es muy importante el ritual funerario. Este
estudio se debe hacer reconstruyendo paso por paso todo el proceso de dicho ritual con los
datos obtenidos en la excavación de la tumba y del ajuar que acompaña al enterramiento.
Son muchos los aspectos que se debe tener en cuenta al estudiar un enterramiento; no sólo
es la posición de los huesos o el análisis osteológico de los restos. Los rituales previos, como
la inutilización de las armas del guerrero en el caso de los enterramientos ibéricos, o la
formación del depósito arqueológico, la sepultura, el enterramiento el ajuar que le acompaña.
Incluso el estudio del momento posterior a efectuarse el enterramiento es crucial, pues se
puede conocer cuánto tiempo se ha mantenido la sepultura y por tanto, la memoria del
inhumado.
Estudios de Arqueología de la Muerte permite obtener información sobre clases sociales,
religiosidad, paleo patologías o relaciones de género.
Por esta razón, cuando te pones con un esqueleto te sientes más arqueólogo que nunca
porque tienes que sacar toda la artillería pesada, todo tu conocimiento debe salir a relucir, tu
habilidad para extraer la mayor cantidad de información posible con el menor daño para los
objetos y los restos orgánicos que encuentres. ¡Hacer magia!
Pero la Arqueología de la Muerte es algo más que excavar una tumbar. En nuestra
propia sociedad se tiene gran respeto por nuestro fallecidos, les ofrecemos ceremonias
pomposas y acompañamos a sus familiares en la despedida,
los vestimos de una manera determinada, los incineramos o
los enterramos junto con algunas joyas o amuletos, etc. Cada familia tiene sus costumbres o
sus preferencias.
Desarrollo cultural: qué tipo te tecnología y ajuar que aparece junto al cuerpo,
materiales utilizados, adornos, etc.
Contactos comerciales: objetos hechos con material que no se encuentra cerca del
territorio, ornamentos de adorno proveniente de otras regiones, similitudes entre
modelos de enterramiento.
2. Tipo de tumba: fíjate en todo detalle formal del sepulcro. ¿Qué forma tiene el sepulcro?
¿orientación? ¿hay restos de ataúd?
4. Ajuar funerario: ¿qué acompaña a la tumba? ¿Qué tipo de objetos? ¿cómo están
posicionados?
A partir de estos cuatro puntos debes recoger, como ya te he dicho antes, toda la
información posible del enterramiento y plasmarla en las fichas: tipo de tumba, número de
esqueletos, estado de conservación, método de enterramiento, actitud del esqueleto (boca
arriba, boca abajo, de lado) y posición de las articulaciones, época aproximada, estratigrafía,
etc.
3.1. Ritos funerarios del Antiguo Egipto. Anubis era el dios del Antiguo Egipto asociado a
la momificación y los rituales de enterramiento. Aquí aparece atendiendo a una Momia.
Las costumbres mortuorias utilizadas por los antiguos egipcios evolucionaron a lo largo de los
años, descartándose las más antiguas y adquiriendo algunas nuevas, pero la mayoría de los
elementos importantes del proceso persistieron. Aunque los detalles específicos cambiaron
con el tiempo, la preparación del cuerpo, los rituales mágicos empleados y los objetos
depositados en las tumbas eran las partes esenciales de un funeral egipcio apropiado.
3.2 Razones. Mantener el cuerpo del individuo intacto tras el fallecimiento era necesario para
que el ka o la "fuerza vital" de los egipcios tuviera un sitio donde habitar tras la muerte. Los
enterramientos pocos profundos en la arena caliente del desierto muchas veces servían como
momificación; pero cuando los cuerpos se enterraban en tumbas, empezaban a descomponerse
rápidamente. Los antiguos egipcios usaban la momificación para impedirlo.
3.3. Práctica Aunque no hay registros que documenten el proceso exacto que los egipcios
usaban para momificar humanos, hay documentos que describen la momificación del sagrado
toro de Apis, que junto a las descripciones de Heródoto y el examen de las momias
encontradas permite a los estudiosos deducir el proceso de momificación más probable.
Los egipcios pensaban que el corazón era el centro de la inteligencia, y la parte mágica del
cuerpo.
El proceso básico comenzaba colocando el cuerpo sobre una tabla plana, y practicando un
corte en el abdomen. En las momificaciones más elaboradas, el corte lo hacía un sacerdote
llevando una máscara de Anubis, la deidad asociada con la momificación y guardián de la
Necrópolis. Después, el cuerpo se lavaba por dentro y por fuera con vino de palma. Los
pulmones, el hígado, los intestinos y el estómago se extraían, se momificaban aparte y se
introducían en vasos canopos. El corazón se dejaba intacto, ya que los egipcios creían que en
él residía la esencia de la persona. Dado que los antiguos egipcios no conocían la función
cognitiva del cerebro, lo extraían rompiendo la delgada capa de hueso que separa la cavidad
nasal y la craneal. Para conseguirlo, introducían una vara en forma de garfio por la nariz,
agitando el cerebro hasta que se volvía líquido y se vertía a través de la nariz. Después
limpiaban la cavidad craneal con lino y la cubrían con resina caliente para sellarla.
La cavidad corporal y las partes separadas se lavaban nuevamente con vino de palma. El
cuerpo se sumergía en natrón durante unos cuarenta días, con paquetes de natrón dentro del
pecho. El natrón deshidrataba el cuerpo, lo cual, junto a la alta concentración de sales,
prevenía la aparición de bacterias y la descomposición del cadáver.
Después, la momia se envolvía en una serie de tiras de lino, pegadas al cuerpo con brea o
resina. Entre los pliegues se introducían amuletos mágicos para proteger el cuerpo de espíritus
malignos y ayudar al alma en su viaje a la otra vida. Todo este proceso se completaba en 70
días, tras lo cual la momia se entregaba a la familia del difunto para su entierro.
Además del "Ritual de la Apertura de la Boca", a muchas momias se las enterraba junto a
algún tipo de "literatura funeraria", para que la llevaran a la otra vida. La mayoría de esta
literatura consistía en una lista de hechizos e instrucciones para navegar hacia la otra vida.
Durante el Antiguo Imperio, sólo el faraón tenía acceso a este material, al que los expertos se
refieren como los Textos de las Pirámides, textos que ayudaban al faraón en la otra vida. El
faraón Unis fue el primero en usar esta colección de hechizos, ya que aparecen grabados en las
paredes de su pirámide y en las de algunos de sus sucesores.
También se han encontrado algunos de los hechizos de los Textos de las Pirámides en cámaras
funerarias de oficiales de alto rango y en muchos ataúdes que datan del Primer Periodo
Intermedio de Egipto y el Imperio Medio. En esta época los textos evolucionaron hacia lo que
los estudiosos llaman los Textos de los Sarcófagos. En este periodo, los nobles y algunos
egipcios sin parentesco con la realeza empezaron a tener acceso a la literatura funeraria, que
más tarde evolucionaría hasta dar lugar al conocido Libro de los Muertos. En tiempos del
Nuevo Imperio, cualquier egipcio que pudiera permitirse un Libro de los Muertos disponía de
los hechizos e instrucciones necesarios para llegar a la otra vida sano y salvo.
Las barcas funerarias formaban parte de las prácticas funerarias de los egipcios, que las
introducían en ciertas tumbas. El propósito exacto de este ritual ha sido motivo de debate entre
los egiptólogos durante mucho tiempo, y a día de hoy nadie tiene claro que función tenía.
Podría ser el transportarse en la vida eterna con más facilidad.
Desde los tiempos más remotos de la historia egipcia, cada egipcio se ha enterrado con al
menos un pequeño ajuar funerario, un conjunto de objetos que pensaban que les serían
necesarios tras la muerte. Este ajuar consistía, como mínimo, en una serie de objetos
cotidianos como tazas o peines, entre otros utensilios, además de comida. Los egipcios más
adinerados se enterraban con joyería, muebles, y otros artículos de lujo, los cuales atraían a los
ladrones de tumbas. El ajuar también incluía un Urs, un amuleto con forma de almohada
diseñado para proteger la cabeza de la momia.
En el Imperio Nuevo, algunas de las antiguas tradiciones funerarias cambiaron. Por ejemplo,
se popularizó el ataúd de forma antropomórfica, y se empezaron a incluir en las tumbas
pequeñas estatuas Ushebti, que los egipcios pensaban que trabajarían para ellos en la otra vida.
En los últimos enterramientos, la cantidad estatuas ushebti aumentó; en algunas tumbas se han
encontrado más de cuatrocientas estatuas. Además de los ushebti, se podía añadir a las tumbas
muchos tipos de figurillas mágicas para proteger a los muertos de cualquier tipo de daño.
Aunque los tipos de objetos funerarios fueron cambiando a lo largo de la historia del Antiguo
Egipto, su función de proteger a los muertos y servirles como sustento en la otra vida
permaneció como un propósito común.
4.1. Momificación
El vendado del cuerpo, imitando la reunificación del cadáver de Osiris, era el símbolo de la
inminencia de la muerte y a la vez la transfiguración a un nuevo cuerpo. La colocación del
cadáver momificado en el ataúd era simbólicamente realizado en los brazos de la diosa Nut, de
modo que este naciera nuevamente.
El vertido de agua, tanto por su calidad de dadora de vida como por la de purificación, era
parte de cada ritual. El cadáver, desecado primeramente o no, debía ser lavado (en la tienda de
purificación) y luego ungida y vendada. Siete aceites sagrados utilizados en la unción son
conocidos desde la primera dinastía. Los últimos ritos antes del enterramiento eran realizados
por el sacerdote sem, quien ofrecía libaciones e incienso y realizaba el ritual de apertura de la
boca frente a la momia para renovar sus facultades: abrir la boca, la nariz, los ojos y los oídos
mediante la presentación de herramientas rituales sobre los orificios, mientras se mataba un
buey y era ofrecida una pierna y el corazón al difunto o su imagen como parte del proceso de
revivificación. Este ritual podía realizarse sobre la momia o una estatua del muerto y, por
medio del uso de hechizos y gestos se lograba animar la imagen y habilitar al ka del difunto
para consumir las ofrendas que le serían traídas. El difunto, al igual que los dioses, necesitaba
sustento diario que era provisto por medio del ritual de las ofrendas. Las tumbas estaban
equipadas con un área en las que podían ser hechas las ofrendas al difunto.
Luego del ritual de ofrendas el difunto junto a su imagen era colocado en la tumba. Una
liturgia acompañante llena de plegarias y hechizos era realizada por los escribas lectores. El
ritual era acompañado de música y danzas acrobáticas (quizás ecstáticas) en la entrada de la
tumba, al igual que los gritos de las plañideras. El jener o grupo musical de la diosa Hathor, la
dama de occidente, anunciaba quizás a la propia divinidad que recibiría al difunto en el
inframundo y a la vez lo renovaría, probablemente también cargaba sexualmente la atmósfera,
toda vez que el muerto necesitaba renacer hacia la otra vida.
4.3. Enterramiento
En las mastabas del Reino Antiguo consistía en un nicho de ofrendas ubicado en el extremo
sur del lado este y más tarde evolucionó hacia una capilla de ofrendas más elaborada dentro de
la propia mastaba. Una cámara dentro de la mastaba contenía una estatua del ka del difunto y
servía como otro punto focal de las ofrendas. Posterior al Reino Antiguo, estas estatuas eran
habitualmente ubicadas en capillas separadas cerca de los templos de las divinidades. Las
tumbas excavadas en la roca incluían una capilla subterránea, la que contenía una estela votiva
del difunto en la que aparecían su nombre y títulos. También se podía mostrar al fallecido
frente a una mesa de ofrendas o recibiendo ofrendas de sus familiares. Las ofrendas eran
depositadas en una mesa al frente de la estela.
El ritual de las ofrendas incluía la recitación de la fórmula de ofrenda, conocida como ḥtp-dj-
nswt ("Una ofrenda que el rey da"). Ya que, según la teología egipcia, solo el rey podía hacer
ofrendas a los dioses, cada vez que una ofrenda era dada, el oferente debía decir que era el rey
quien las hacía, o el rey junto a los dioses para que estos luego la pasaran al difunto. La
ofrenda en sí era llamada prt-ḫrw ("salida de la voz" u "ofrenda de invocación"), en referencia
al rol de la recitación en el acto de proveer sustento al difunto. Incluso si las ofrendas no eran
traidas a la tumba con solo recitar la fórmula un visitante mágicamente podía proveer al
muerto con comida y bebida.
De modo que se hiciera perpetuo el suministro, cada egipcio debía crear un establecimiento
funerario antes de su muerte, en el que se le proveía a una persona o grupo determinadas
tierras a cambio de realizar el culto posterior a su muerte y contínuamente. Estos individuos
eran los sacerdotes del ka (ḥm-kȝ), habitualmente el hijo mayor del difunto ocupaba esta
posición. La creación de establecimientos funerarios fue común durante los reinos antiguo y
medio, pero fue sustituido durante el Imperio Nuevo por establecimientos de estatuas. Esto
consistía en dedicar estatuas del difunto a un templo y, este, a través de la misma, participaría
de las ofrendas y los festivales diarios allí realizados.
Para la gran mayoría de los egipcios, las ofrendas funerarias eran hechas por los propios
familiares o por aquellos contratados para asumir el ritual. Para algunos individuos que
llegaron a destacar surante la vida, sin embargo, sus cultos funerarios llegaron a ser ostentosos
y hasta equiparables con los de las divinidades. La gente común acudía a sus capillas a realizar
ofrendas en la esperanza de recibir a cambio bendiciones y favores. El culto en la tumba de Isi,
nomarca de Edfú durante la dinastía VI continuó por seis siglos después de su merte. Un
amplio templo fue construido en Elefantina durante el Reino Medio en honor al nomarca
Hekaib, de la dinastía VI. El culto a estos individuos divinizados era en esencia un asunto
local, aunque algunos llegaron a tener relevancia nacional como es el caso de Imhotep,
arquitecto jefe del rey Dyeser (dinastía III) que fue adorado como dios de la medicina y la
sabiduría durante el período grecorromano, e incluso provisto de un linaje divino. Amenhotep
hijo de Hapu, prominente oficial bajo el reinado de Amenhotep III ([[Dinastía XVIII ()|
dinastía XVIII) fue igualmente adorado durante el período tolemaico con idénticos avatares.
El culto divino del rey comenzaba en vida del mismo, especialmente a partir del Imperio
Nuevo, con Amenhotep III. Al igual que una estatua podía ser el receptáculo del ka del
difunto, el rey era el
recipiente del ka de
Horus y por tanto
objeto de culto. Este
culto en vida se
oficiaba diariamente
tras el culto a los
dioses en los templos
y no puede
considerarse culto a
la personalidad
individual del
monarca, sino culto a
la divinidad, al
concepto de realeza deificada representada por el ka de Horus. Este culto, evidentemente,
continuaba tras la muerte.
Desde inicios de la historia egipcia los enterramientos reales incluían un lugar donde el
espíritu del monarca podía recibir ofrendas de comida y bebida. La evidencia más antigua del
desarrollo de cultos funerarios reales constituyen las edificaciones mortuorias de los reyes
predinásticos en Abidos. La pirámide escalonada de Dyeser (Zoser) en Saqqara (dinastía III)
es el primer monumento funerario completamente articulado en la que aparecen claramente los
conceptos de la divinidad real y los detalles del culto asociado. Los establecimientos
piramidales reales introducidos desde la dinastía IV incluían complejos templarios situados en
la zona oriental de la pirámide para el culto del rey difunto, representado por una estatua.
Desde la pirámide del rey Userkaf (dinastía V) una estela de falsa puerta se convertiría en el
punto focal de las ofrendas al ka del rey difunto.
Los reyes de la dinastía XVIII instauraron una nueva forma de enterramiento real, las tumbas
excavadas en la roca del Valle de los Reyes en Tebas occidental. En las cercanías, a lo largo
de la orilla occidental del Nilo atravesando Karnak, los reyes construyeron estructuras
llamadas "templos funerarios" por los egiptólogos, aunque la conveniencia del término ha sido
discutida por Gerhard Haeny. En estos templos el ka del rey difunto continuaría recibiendo las
ofrendas, frecuentemente en compañía de Amón y Ra-Horajti. Templos conocidos como
"casas de millones de años" fueron construidas por los reyes del Imperio Nuevo como lugares
para el culto real antes y después de la muerte. El culto a los reyes difuntos no estaba limitado
a los templos estatales: los constructores de tumbas del cercano poblado de Deir el-Medina
erigieron capillas a los deificados Amenhotep I y a su madre Ahmose Nefertari, reverenciados
como fundadores y patrones de la ciudad y, durante el Reino Medio, los mineros egipcios del
Sinaí realizaron el culto del ya fallecido por mucho tiempo rey Seneferu (Keops).
Bajo el Imperio Nuevo Nubia fue prácticamente una prolongación de Egipto. Todos los
hallazgos arqueológicos de ese período son de tipo egipcio. En el 661 a.C. el asirio
Asurbanipal saquea Menfis y Tebas y pone fin a la dinastía nubia. El dominio asirio sobre
Egipto termina pronto en un repliegue porque su extenso territorio es asediado por numerosos
enemigos. Su capital Nínive sería conquistada en el 612 a.C. y el imperio se desmorona rápida
y definitivamente. Cuando los caldeos ponen fin al sitio de Tiro y llegan a un acuerdo se inicia
un período de paz. Las luchas anteriores costaron a Israel la destrucción del Templo y un
penoso exilio. Tras la desaparición del belicoso caldeo Nabucodonosor, muerto en el 561 a.C.
una expedición de demostración de fuerza fue enviada a amedrentar a los nubios. El
contingente mercenario griego dejó sobre los muros de Abu Simbel toscas grabaciones como
testimonio de su paso. Cambises de Persia, sucesor de Ciro el Grande saqueó Tebas de camino
a Nubia, pero una revuelta dinástica le obligó a volver a su reino.
Alejandría:
En tiempos de Alejandro finaliza la dominación persa de débil Darío III, sucesor de Artajerjes
III, muerto en el 338 a.C. Alejandro penetra por las defensas de Pelusio pero los egipcios no le
hacen frente. En el 331 a.C. Cleomenes se encarga de la construcción de Alejandría, que se
convierte en capital administrativa mientras decaen Menfis y Tebas. Absorbió la actividad
comercial de Naucratis y tras la destrucción de Tiro pasa a ser el centro comercial del
Mediterráneo oriental. Cuando Julio César con 6.000 hombres perseguía a Marco Antonio
tuvo que refugiarse en la isla de Pharos, y durante un enfrentamiento la biblioteca de
Alejandría sufrió considerables daños. Marco Antonio compensó a Cleopatra con el contenido
de la biblioteca de Pérgamo, territorio entonces bajo su control.
Los Ptolomeos:
Ptolomeo se apoderó del cuerpo del semidiós Alejandro y lo trasladó a Menfis. Para afianzar
su dinastía hizo matar al excelente gestor Cleomenes, que administraba un próspero Egipto sin
ningún título. Cuando Ptolomeo V alcanzó la mayoría de edad una proclamación rutinaria
quedó grabada en griego y en dos modalidades de egipcio en un trozo de basalto negro. Esta
inscripción, la Piedra de Rosetta, se recuperó justamente dos mil años después y sirvió de
clave para el conocimiento de la historia antigua de Egipto. En el 88 a.C. la ciudad de Tebas se
rebeló y Ptolomeo VIII la sitió durante tres años y la saqueó tan severamente que la ciudad no
llegó a recuperarse. El último monarca ptolemaico, Ptolomeo el Mauritano, fue llamado a
Roma por Calígula en el año 41 y allí fue ejecutado con un pretexto y con el fin de que su
fortuna pasase a manos del emperador. Era nieto de Cleopatra y Marco Antonio e hijo de
Cleopatra Selene y Juba.
Templo de Karnak:
Conocido como Ipet-Isut por los antiguos egipcios. Se le atribuía la expresión el lugar más
perfecto. Construido en Tebas durante mil quinientos años durante el Imperio Medio (hacia
1900 a.C.). Se inició con la construcción del templo de Amón. Sobrevivió como el mejor
ejemplo de la arquitectura de la época. Era el templo más grande jamás construido. La sala
hipóstila contiene 134 columnas que miden desde 15 a 21 metros de altura. Las columnas son
tan anchas que hacen falta seis adultos para rodearlas y se estima que 50 personas podrían
situarse sobre ellas. La sala estaba cubierta, permitiendo una mínima entrada de luz entre las
densas columnas, entre las que debía de haber grandes estatuas de los faraones. El conjunto
era el principal coentro de culto a la santísima trinidad tebana (Amón-Ra, Mut y Jonsu), la
residencia de los faraones, el centro administrativo y económico, que ofrecía empleo a decenas
de miles de trabajadores, convirtiéndolo en el centro neurálgico de la zona. El acceso a sus
muros santificados estaba vedado excepto para los sacerdotes y el séquito real.
6. Concepción de la Muerte en el Antiguo Egipto
Esta especie de consejos para facilitar al difunto la nueva vida, fueron inscritos en distintos
soportes; papiro, paredes de las tumbas, sarcófagos, objetos del ajuar funerario del difunto,
incluso en las vendas de lino de las momias, y hoy son conocidos como el Libro de los
muertos.
Los antiguos egipcios conservaron, durante más de tres milenios, su religión y sus creencias
funerarias, fundamentadas, en esa desconocida otra vida. Ideas que, les llevaron a;
Más tarde, hacia el Tercer período Intermedio, XI-VII a. C. otras fórmulas mágicas, a modo
de capítulos, formaron parte de los textos funerarios que hoy se conocen como “el Libro de
los muertos” que siguieron las mismas pautas que aquellos primigenios sortilegios.
Los que eran juzgados como malos, eran lanzados a la diosa Amémet, “la
tragona”, que fue representada con la parte posterior de hipopótamo, la
parte anterior de león y con cabeza de cocodrilo.
Es por ello, que se creyó en la necesidad de alimentarlo con todo aquello que solía formar
parte de la vida cotidiana del difunto.
Los faraones eran enterrados con sus preciados objetos reales, y los egipcios
pertenecientes a las clases altas junto a sus servidores que debían acompañarlos
también en su otra vida.
Los que no eran ricos eran rodeados por estatuillas, o grabados que los representaban.
Los egipcios creían que “la representación de un objeto poseía las mismas cualidades
del propio objeto”.
Las selecciones del “Libro de los Muertos” están contenidas en los papiros de Ani, Hunefer y
Anhai, aunque entre sí guardan cierta confusión.
Como curiosidad:
El precio de estos ejemplares era bastante más económico que el de los hechos por encargo,
que podían llegar a costar un deben de plata, la mitad de la paga anual de un campesino.
Aunque para los egipcios, el valor de este texto era incalculable, dado el inmenso valor que
tenia para orientar a sus difuntos en su otra vida.
Conclusión
La Arqueología de la muerte nos permite estudiar las sociedades antiguas a partir de los
rituales funerarios y sus restos materiales para obtener información vital para el estudio de
estas sociedades antiguas.
Bibliografia:
http://arqueoblog.com/que-es-la-arqueologia-de-la-muerte/
http://arquehistoria.com/los-egipcios-y-el-mundo-de-los-muertos-11745
http://www.mgar.net/africa/egipto-arqueo.htm
https://es.wikipedia.org/wiki/Ritos_funerarios_del_Antiguo_Egipto
https://www.ecured.cu/Costumbres_funerarias_(Antiguo_Egipto)