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Antología de la poesía amazónica de Bolivia

1
Los tres cielos

Antología de la poesía amazónica


de Bolivia
Selección y prólogo de Homero Carvalho Oliva

(Segunda edición corregida, ampliada y actualizada)

2
A la memoria de mi padre, Antonio
Carvalho Urey, escritor, poeta y periodista,
que dedicó toda su vida y su escritura a la
Amazonía Boliviana

3
Índice
Presentación de Claudia Bowles Olhagaray

Comentario de Ramón Rocha Monroy

Prólogo

Rosario Aquim Chávez

-Me introduje en tu nostalgia

-Una

-Estoy ebria de ti

-Recuerdo

Ana María Arana


-Laúdes
-A ella...

-Gaudium
-Velo de Sangre
Alejandra Barbery

-Imborrable
-Instantánea
-Era otro siglo
-La nave va
Óscar Barbery Suárez

-Me preguntaron

-Te amo tanto

-La luna

-La melancolía inventó la poesía

Mauro Bertero

-En tu voz

-Si permites

-Quizás

4
-Préstame

Rosse Marie Caballero

-La vida mató a la muerte

-No quiero escribir

-19

-40

Ramón Campos Tibi

-Las tres voces de Arlindo Paruma

-La casa

-Tercera elegía

-Siringueros

Pablo Mauricio Carbone

-Empieza la noche a levantarse

-Desde el umbral de la agonía

-Etérea

-Musas inquietas

Gustavo Cárdenas Ayad

-Otra infancia

-Diferencia

-Horcón

-Génesis

Homero Carvalho Oliva

-Los Reinos Dorados

-El cazador de Sueños 51

-Herencia

-Amazonía

Ruber Carvalho Urey

-A Santa Cruz

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-El río que me dejaron

-Hoy faltaba el mar…

-Ya no me da dolor…

Pablo Cingolani

-La luna sobre el Bahuaja Sonene

-Puerto Copacabana

-Beni

-Fredy

Aníbal Crespo Ross

-Luz y sombra vacilan,

-A partir de ahora

-En un espacio de olvido

-Cuando sientas

Gabriel Chávez Casazola

-Bartimeo sueña

-Albricias

-Una rendija

-Y que a las orillas

Albanella Chávez

-Etérea

-Historia

-Espejo

-Despertar

Benjamín Chávez

-Umbral

-Poema final para una antología

-Una vieja canción

-Relación nominal de bajas

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Gary Daher

-La ciudad deseada

-Camino a Samarcanda

-De cómo es el paraíso

-La Luz

Álvaro Díez Astete

-Santa Ana del Yacuma

-Luzbel

-Siringa

-De los mitos de Dios

Reymi Ferreira

-Ausencia

-Barcelona

-Trinidad descansa

-El negro de la esquina

Gricel Gamarra Giese


-Sin versos
-Maneras
-Atrapada
-Suspiro
Ambrosio García Rivera

-Tu olvido

-Siembra

-En el río

-No volveré a querer

Renzo Gismondi Zumarán

-Todos

-Mis versos

-www.aMaszoniamoribunda.des.troz.ada.end

7
-www.despo\\:jados.net.os

Eugen Gomringer

-Avenidas

-Silencio

-Ping pong

-Wind

Patricia Gutiérrez Paz

-Palabra innombrable

-Abrí el diccionario donde yaces

-Batalla jodida das vos

-Yo te llamé “resfrío

Óscar Gutiérrez Peña

-Retrato (con fondo de violín y piano)

-Turismo de vos

-Deseíto

-Invitación al insomnio

Edson Hurtado

-Te gustaba estar debajo

-El poeta espera a su musa

-Y tu nalga también

-A pesar de ella

Ángela María Justiniano Egüez


-Sánchez, el mendigo

-Siempre seremos sus ramas

-No hubo tiempo hermano

-Mi caracolito

Germán Lecaro Durán

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-Nostalgias Saladas

-Historia a Medias

-Soberbia

-Retrospección

Ruth Ana López Calderón

-Monarca
-Detrás de la máscara
-De mitos y leyendas
-Despierta
Arnaldo Mejía Méndez

-Jaikus

Sebastián Molina

-Jaikus

Blanca Elena Paz

-Onidra

-Pretérito

-Destiempo

-Surrealismo

Claudia Peña Claros

-El rito

-Cuando muera

-Los caballos de mi abuelo

-Días de atraso

Eduardo Quiller

-Hijo

-Sembrando losetas

-Mientras tú escribías poemas

-Escritores

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Paura Rodríguez Leytón

-Por ahora no deseo agua.


-Algunas señales
-De barro
-No sé cuál será mi estado natural
Alfredo Rodríguez

-Certeza de un hombre sin alas

-Sobrevuelo en La Mancha

-Plegaria

-Solicitada final

Antonio Rojas

-Tiéndete a mi lado

-Escritos una tarde

-Pudo haber nacido

-Epigrama

Silvia Rózsa Flores

-Tan solo

-Homenaje

-Oasis
-Reflexión

Carlos Saavedra Weise

-Cuando Corten

-Jaikus

Roxana Selum

-…y me estremecí toda

-Siente

-No digas nada,

-Sola

Elías Serrano
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-A orillas del río

-En la ventana

-Quise

-Cuando me miro

Paola Senseve

-Dios es naturaleza
-Transgredir
-Borges
-Un hombre en mi cabeza
Pedro Shimose

-Moxitania

-Riberalta

-Tiwanaku

-Ramón Beyuma

Kathia Simon

-Delirium tremens

-Epítome

-Limpieza

-Esencia de oruga/ ser mariposa

Luis Assad Simon

-I

-El sembrador

-Poema 19

-La llanura

Nicomedes Suárez Araúz

-Carta a la amnesia n2 2.089

-Orquídeas amazónicas

-Pierna silvestre

-Salsa de ají

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Gigia Talarico

-Como ella

-Suicida

-Julio

-Río

Camila Toribio

-Veinticuatrosiete

-Conciencia

-¿Quién?

-El último naipe

Claudia Cecilia Vaca Flores

-Silente

-Aguas

-Futuro

-Embalsamar

Fanthy Velarde

-Y me llevo todo

-¿Esto será todo?

-Mañana

-Carta

José Villar Suárez

-Jaikus

Emma Villazón Richter

-Solicitud

-Aquí, escuchen

-Seda

-Propiedad

Los poetas

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Bibliografía

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Presentación

“Mejor pues que renuncie quien no pueda unir a su horizonte


la subjetividad de su época".
J. Lacan. Escritos 1 (1953)

“¿Existe la poesía amazónica boliviana?”, se pregunta a mitad de camino Homero


Carvalho en el ensayo que antecede a esta antología de poesía, mientras reflexiona sobre
la esencia del discurso literario de una región que estaría albergando un „otro‟ hacer
poético. Y a lo largo de introducción, justifica desde un marco temporal y conceptual,
por qué es posible pensar esta nueva geografía literaria, a partir de una reestructuración
social, (tras el año1952) y de los efectos producidos en todos los ámbitos de la cultura,
por este hito político y social.

La configuración de un territorio literario no es, sin duda alguna, tarea sencilla. No se


trata simplemente una selección responsable y consciente de escritores, obras, géneros,
etc. a partir de un criterio previamente elegido. Tampoco se trata de una elección que
haga eco de una eventual demanda individual, o institucional, como es el caso. Es más
bien, una construcción conceptual y teórica, que como tal se apoya en un andamiaje
constituido antes que nada por la percepción sensible del antólogo, así como por los
demás factores externos por él mencionados. A saber, esta selección es posible, pues los
escritores elegidos y sus textos, se inscriben en “una cultura que está definida tanto por
la cosmovisión como por el lenguaje de las etnias que la habitan, (…) una manera de
pensar y de sentir el universo y la vida, que esta se expresa en la mitología, en la
música, en las tradiciones orales, en las costumbres, en el lenguaje común y, por
supuesto en la literatura, estamos hablando también de lo lingüístico, con un acento
peculiar que posee giros gramaticales propios y el lenguaje español enriquecido por
palabras y términos de las numerosas etnias que poblaron y pueblan esta región,
podemos concluir que sí existe una poesía amazónica y una poesía que se escribe desde
esta región, porque existen autores nacidos en la Amazonía Boliviana y otros que han
decidido vivir en esta región o escriben sobre ella” (H. C. O). Queda claro, como allí
mismo se explica, la Amazonía misma, no es “per se” temática obligada.

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Y si bien el espectro de autores es de una amplitud remarcable, ya por la trayectoria que
algunos tienen, ya por la juventud y la frescura de otro/as (además de la intrínseca
variedad temática y estilística del grupo que constituyen) este “sentir el universo” los
vincula para conformar un gran fresco poético. Así, tenemos a Óscar Barbery, muy
brevemente, nos ofrece su mirada de la luna, esa luna tantas veces descrita y
homenajeada en la tradición local, esa luna tan propia del tunante como del poeta,
“luna-moneda” en el breve poema homónimo.

En esta antología, Homero Carvalho Oliva prescinde de los límites geopolíticos


trazados por la historia de nuestros países y con los que hemos construido nuestro
sentido de pertenencia regional y nacional, y de pertenencia a un momento histórico.
Límites con los que se han elaborado varias decenas de anteriores antologías literarias,
que, con frecuencia coinciden o incluso refrendan, los antes mencionados linderos
regionales. Aquí se desafía al lector a encontrar en sí mismo una nueva subjetividad
regional con el fin de apreciar de una manera distinta la “realidad” literaria. Homero
Carvalho concilia las diferencias que estas limitaciones impusieron a anteriores trabajos,
tiene un claro espíritu incluyente, pretende exponer el sentimiento al igual que la
técnica, la emoción al igual que el saber literario, reúne al nacido en estas tierras con el
llegado y “aquerenciado”. No es solo Santa Cruz, Beni, Pando la “querencia” que
encantó a propios y extraños. Toda la selva y sus ríos, montes, llanuras, lluvias y
humedad, acogen a este gran grupo de poetas. “Empieza la noche a levantarse”, de
Pablo Carbone, es otra muestra de lo afirmado por nosotros, poeta en cuyos textos la
mujer, la pasión, y la escritura se funden en un solo gesto. Toda la selva y sus llanuras,
en la que se incrustaron pequeños pueblos, es la que aparece entre líneas en “A Santa
Cruz en un día cualquiera…” de Ruber Carvalho.

La Amazonía, en palabras del autor, es ese mítico espacio donde “los ríos eran potros
domados”, imagen que habla por sí sola. Y aún son el aire que respiran todos, por eso
dice Ruber Carvalho “Si vas a llevarte el aire/ a mí que me quede el río …/”… Es
también tierra de duendes, aún los que “desandan sus calles de arena/ y la ubicua pena
de las chicharras/se hace infinita como la misma arena”. La Amazonía se disuelve cual
sus ríos.. también en los pueblos de frontera de los que nos habla Aníbal Crespo Ross
(Luz y sombra vacilan).

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Gran homenaje a esta tierra, el que se hace en la presente selección de versos. Y un gran
presente para todos los lectores.

Claudia Bowles Olhagaray

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Poesía Amazónica

Ramón Rocha Monroy

El inolvidable Augusto Céspedes escribió con sorna sobre un literato boliviano


por ejercer la “crítica aduanera”, un sesgo frecuente en los programas de estímulo
a la lectura. Me imagino que es como ser guardia aduanero, detener una flota e
investigar cuántos pasajeros lleva, de qué edades y condiciones y a quién
corresponde la carga del buzón. Los informes de lectura se parecen a eso, porque
tienden a analizar hasta el asco y diseccionar una obra sin haber apreciado sus
ritmos secretos, sus rumores, sus simetrías, sus apelaciones e influencias; en
suma, ese río rumoroso que es toda buena obra literaria.

Tengo entre manos el libro “Los tres cielos. Antología de la Poesía Amazónica de
Bolivia”, de Homero Carvalho Oliva (Ed. 3600-Gente Común, 2013) y lo primero
que veo es el índice, y más aún, la pequeña biografía de cada autor, y la
advertencia de que se trata de 50 pasajeros que van en un bus amazónico, cuyas
edades podemos dividir entre tres, incluso entre cuatro generaciones: los nacidos
en los años 50, 60, 70 y 80. Entre ellos encuentro voces amigas, varones y
mujeres muy queridos que habitan la Amazonía o escriben sobre ella, y tienen en
común decir y nombrar el agua, ya sea en los ríos inmensos que corren por el
campo, o en esos ríos urbanos, hechos de calles y avenidas, pero sobre todo de
gente con un emprendimiento, un problema, una urgencia o nada que hacer en el
corazón y en la mente.

Me asombro tanto como el antologador al descubrir, él desde adentro, yo desde


afuera, que hay una poesía amazónica, y que la cifra que la nombra es el agua,
quizá la raíz de todo ejercicio literario, de la vida misma, donde todo fluye y pasa
y no se repite y dura lo que una onda entre las aguas rumorosas. Los conceptos
no son míos, son de mi viejo amigo Homero, el antologador amazónico y
universal, que oye los maravillosos mitos y leyendas de casi treinta pueblos
indígenas de la región, pero también las voces de las nuevas generaciones, atentas
a los ríos urbanos que son en cierta medida rurales pero avasalladoramente
modernos, y por eso hablan del mundo interior, del cuerpo, del amor, de los
sueños, en un registro pleno de alardes, invenciones y búsquedas estéticas para
nombrar las cosas que los abuelos poetas ni sospechaban que existieran. Y lo hace
no solo prestando oído al rumor cálido de la vida sino contra la anticultura del
narcotráfico, que quiere apoderarse del paisaje y de la gente y destruir ambos con
su sed de riqueza depredadora y destructiva.

Haber entendido que existe ese elemento común, ese elemento-imagen en esos
hombres y mujeres de palabras es un mérito enorme para Homero Carvalho, pues
con él está consiguiendo situarse en el mundo, saber qué es, a qué movimiento

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pertenece y qué cosmovisión lo conmueve, cosa nada fácil para los poetas
especialmente urbanos de todos los tiempos. Porque es relativamente fácil
adscribirse al modernismo, al surrealismo, al concretismo, al ultraísmo, al
posmodernismo y morir en el intento; en cambio, qué difícil es lo otro, que es
una apuesta de vida y una huella que no desemboca en el olvido.

Esta antología sella el esfuerzo de varias generaciones de poetas del Oriente


boliviano (Shimose), que pugnó y seguirá pugnando por hacer oír su voz en un
mundo plagado por voces andinas, cultura andina, bandas de música andinas,
morenada andina, ritos andinos, excesos que, como la papa transgénica, no
permiten la existencia de las especies domésticas: el carnaval, el taquirari, la
chobena, la cueca, el huayño, el chuntunqui, el bailecito, la poesía empobrecida
que antes podías encontrar en las fiestas populares. Así del viejo Ambrosio
García, del entrañable Roger Becerra, del recordado Raúl Otero Reiche, de Pedro
Shimose, Premio Nacional de Cultura, de Nicomedes Suárez, del viejo amigo
Ruber Carvalho llegamos a nuestros días con la vigorosa aparición de nuevos
poetas varones y mujeres, a quienes la antología les da una identidad vasta y
única en el mundo: su condición amazónica que trasciende nuestras fronteras.

Homero encuentra ríos y cauces nuevos, cuánto más para un observador externo,
como este humilde servidor, que ama y respeta una tierra vasta, un lenguaje
innombrable, un humor y una gracia amazónica que lo asombran. Pero acaso el
mérito mayor de Homero sea considerar los cuatro poemas representativos de
cada poeta antologado como puentes para llegar a su obra y conocerlos con
interés, curiosidad y cariño.

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Prólogo

“Y el río remonta su curso, repliega


sus velas, recoge sus imágenes
y se interna en sí mismo.”
El río, Octavio Paz

Hace un par de años, una fundación me encargó hacer una antología de la poesía
amazónica, yo cumplí con el afán y la entregué a su debido tiempo; sin embargo el
proyecto de edición quedó en el limbo durante varios meses sin que yo tenga noticias
certeras de su publicación, así que por respeto a los autores que me honraron con su
confianza cediéndome sus poemas para ser incluidos en la obra, decidí publicarla con el
apoyo de Editorial Gente Común 3600.

El compromiso era realizar una selección de poesía amazónica de 1952 al presente año
y según el encargo original cuidé de incluir a poetas que nacidos o que estén viviendo
en los departamentos amazónicos estén, en la actualidad, poetizando desde un nuevo
lenguaje. En la primera edición fui fiel a los compromisos con la fundación que me
encargó el trabajo, ahora estoy liberado de ellos y les presentó una antología revisada,
ampliada y actualizada con poetas que han publicado poemarios a la fecha. En esta
versión incluyo al gran poeta Eugen Gomringer, nacido en Cachuela Esperanza, Beni,
creador de la Poesía concreta, una tendencia que creó toda una escuela y que posee
magníficos seguidores. Se podría afirmar que Gomringer, de padre suizo y madre
boliviana, es el poeta boliviano más famoso en el mundo aunque muy pocos sepan que
nació en un pequeño pueblito de la Amazonía Boliviana en pleno auge de la goma.

Sabemos que toda antología es arbitraria porque tiene que regirse por criterios
predeterminados: edad, región, nacionalidad, pertenencia y otros. En esta, en particular,
se trata de incluir a poetas que han nacido o que están viviendo en la extensa región
amazónica de Bolivia que abarca más de dos tercios del territorio nacional y forma
parte, a través de sus afluentes, de la cuenca mayor del Río Amazonas o Río de las
Amazonas nombrado así por Francisco de Orellana en homenaje a las mujeres guerreras
que encontraron en su expedición. En este espacio socio-geográfico se encuentran los

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departamentos de Beni y de Pando en su integridad; así como una buena porción de
Santa Cruz; sin embargo el imaginario literario cruceño está marcado por lo amazónico
como se puede apreciar en la poesía de Raúl Otero Reiche, el gran poeta de la selva,
cuya poesía es sugestiva y evocadora del mundo amazónico. No he incluido a La Paz
que, también, posee provincias en esta cuenca hidrográfica, porque creemos que su
cosmovisión y su espíritu son más andinos. Así, también, he incluido a algunos poetas
que, viviendo en otras regiones, han dedicado su obra poética o parte de ella al
imaginario amazónico. Tampoco he incluido a los hermosos cantos, mitos o leyendas de
los cerca de treinta pueblos indígenas que habitan esta región, porque forman parte de la
tradición oral y merecen un estudio especial.

El poeta pandino Ramón Campos Tibi falleció cuando esta antología ya estaba
concluida, así que como un homenaje póstumo, decidimos hacer una excepción y
mantener sus poemas en la selección.

Considero necesario hacer estas aclaraciones, para delimitar los alcances de la antología
y, así, evitar malos entendidos o ciertas ausencias. También quiero dejar en claro que se
trata de una selección de poesía de la Amazonía Boliviana y no, necesariamente, de
tema amazónico, así como también de poetas que están escribiendo en la actualidad.
Esta es un antología incluyente, porque como se verá, en ella hay escritores bolivianos,
nacidos en los departamentos amazónicos de Beni, Pando y Santa Cruz, así como
autores nacidos en La Paz, Cochabamba, Tarija y Chuquisaca y, también, poetas
nacidos en otros países como Chile y Argentina.

La motivación que me llevó a compilar estos poemas, además del encargo oficial, fue la
de mostrar y difundir la producción poética de esta región, en un momento histórico
importante para nuestro país en el que la literatura boliviana, como nunca antes, se está
mirando a sí misma. Nos estamos leyendo a nosotros mismos con ojos críticos, pero
también con asombro.

Decidí ser ecuánime con los seleccionados y mostrar cuatro poemas por autor, buscando
que sean representativos de su obra, así como que se ajusten a los objetivos de la
antología. He incluido a autores de vasta trayectoria, reconocidos nacional e
internacionalmente, así como a aquellos que se están dando a conocer. Esta compilación
pretende convertirse en una provocación para que el lector desembarque en las librerías

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o en las bibliotecas buscando las obras de los autores incluidos. Así mismo, la
presentación de los poetas se realiza por orden alfabético.

Ahora, bien, ¿existe la poesía amazónica boliviana? Si tenemos en cuenta que no


solamente hablamos de un espacio sociogeográfico determinado, en el que existe una
cultura que está definida tanto por la cosmovisión como por el lenguaje de las etnias que
la habitan, que han fijado una manera de pensar y de sentir el universo y la vida y que
esta se expresa en la mitología, en la música, en las tradiciones orales, en las
costumbres, en el lenguaje común y, por supuesto, en la literatura, estamos hablando
también de lo lingüístico, con un acento peculiar que posee giros gramaticales propios y
el lenguaje español enriquecido por palabras y términos de las numerosas etnias que
poblaron y pueblan esta región, podemos concluir que sí existe una poesía amazónica y
una poesía que se escribe desde esta región, porque existen autores nacidos en la
Amazonía Boliviana y otros que han decidido vivir en esta región o escriben sobre ella.

A propósito de la literatura amazónica en general, el escritor cubano Juan Nicolás


Padrón, al referirse al libro de Amazonía: el río tiene voces de la escritora chilena Ana
Pizarro, Premio de ensayo Ezequiel Martínez Estrada de la Casa de las Américas en
2011, un texto importante “para los estudios de la región amazónica como otro más de
los centros culturales americanos, con la característica de no tener centro porque se trata
de “una diversidad diversa”, señala: “Desvanecido el sueño amazónico se potenciaron
los discursos de la frustración, otra vez las antinomias de paraíso e infierno convivieron,
ahora para encontrarse entre la utopía y el fracaso, el encantamiento y el engaño, el
deslumbramiento y el horror. Avanzado el siglo XX la “modernización” significó el
acercamiento de las transnacionales para la explotación del petróleo, la energía
hidráulica y la industria maderera. La construcción de carreteras e hidroeléctricas, la
explotación de minas de oro, el cultivo de yerbas aromáticas, y especialmente la
arrasadora anticultura del narcotráfico, con su comercio y tráfico ilegal de armas,
contrabando y robo de automóviles, y el crimen, incluido el ecológico, caracterizan una
parte de los intereses actuales de esta zona, poseedora de una cultura con imaginarios
diferenciados y una diversidad expresada por la voz de sus propios habitantes. Una de
estas manifestaciones es la estética ilustrada de las ciudades implantadas en la
Amazonía y que se relacionan directamente con la selva y el agua. Algunos de sus
discursos se ejemplifican en la obra del poeta y dramaturgo João de Jesús Paes Loureiro
y el músico Waldemar Enrique, el poeta de Iquitos César Calvo o el de Manaos, Thiago

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de Melo; los escritores bolivianos Nicomedes Suárez-Araúz y Homero Carvalho; la
narrativa de los brasileños Mário de Andrade, Antonio Callado, Dalcidio Jurandir,
Milton Hatoum, Ferreira de Castro, Bernardo Carvalho, Márcio Souza o la poesía de
Raúl Bopp…; el clásico narrador colombiano José Eustasio Rivera o William Ospina; el
también clásico novelista venezolano Rómulo Gallegos o José Balza, y hasta el
argentino Eduardo Sguiglia, entre otros”.

Como toda actividad artística, la poesía evoluciona con un movimiento interior en


permanente contradicción. La poeta Olga Orozco señala que “la poesía puede
presentarse al lector bajo la apariencia de muchas encarnaciones diferentes, combinadas,
antagónicas, simultáneas o totalmente aisladas. De acuerdo con las épocas, los géneros,
las tendencias, puede ser, por ejemplo, una dama oprimida por la armadura de rígidos
preceptos, una bailarina de caja de música que repite su giro gracioso y restringido, una
pitonisa que recibe el dictado del oráculo y descifra las señales del porvenir, una reina
de las nieves con su regazo colmado de cristales casi algebraicos, una criatura alucinada
con la cabeza sumergida en una nube de insectos zumbadores, una señora que riega las
humildes plantas de un reducido jardín, una heroína que canta en medio de la hoguera,
un pájaro que huye, una boca cerrada” y coincidimos plenamente con ella, pues en esta
selección verán muchos ejemplos de lo que afirma la poeta argentina.

Antes de la Revolución Nacional de 1952 la poesía boliviana empezó a navegar por


cauces diferentes a los de la rima y el metro; los poetas usaron el verso libre para
expresar su lenguaje poético y hablar del ser humano y de los hechos cotidianos,
incorporándose a las corrientes universales que caracterizarían a la segunda mitad del
siglo veinte, como el surrealismo, las vanguardias, la poesía social y la concreta, entre
otras.

La Revolución Nacional, la presencia y posterior ausencia del Che Guevara, las


dictaduras militares y la actual democracia recuperada con mucho sacrificio,
contribuyeron, sin duda alguna, a la renovación poética, porque los poetas son parte de
una sociedad que los hace en sí misma. En este proceso surgieron nuevas corrientes que,
al igual que en el resto del mundo, reflejan los problemas sociales, políticos,
económicos y culturales y, ahora en Bolivia, hay muchos registros poéticos, todos ellos
intensos y vastos; entre ellos la renovación de una poesía de tendencia indigenista que,

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en el pasado, tuvo destacados poetas nacionales como Jesús Lara, pero que no se había
dado en la poesía escrita en la región amazónica.

En esta muestra hay poetas que son herederos de la tradición poética del cruceño Raúl
Otero Reiche y de los benianos Hormando Ortiz Chávez y Horacio Rivero Egüez; así
como del paceño Jaime Sáenz y, por supuesto, de la tradición literaria de los grandes
poetas de lengua hispana y de otros idiomas. Ahora, en el tercer milenio, estamos en un
mundo globalizado y las influencias son múltiples, porque se puede leer a un poeta
árabe, a un japonés o un caribeño con solo buscarlo en la Web.

Elegí titular a esta antología Los tres cielos, porque, en la cosmovisión de algunos
pueblos amazónicos, existe la creencia de que la vida se desarrolla en tres niveles
metafísicos, también llamados los “tres bosques”. Tres planos que se repiten en muchas
otras culturas y que equivalen al cielo mismo, a la tierra que pisamos y al submundo.
Niveles que también pueden ser interpretados como lo divino, lo humano y lo interior.
Los poetas escriben desde esos tres niveles arriesgando en sus palabras su interpretación
de lo espiritual, de lo cotidiano y de su interior.

Por eso, también, elegí la estrofa de Octavio Paz, como epígrafe propiciatorio para la
celebración de esta obra que intenta mostrar las creaciones de poetas que escriben en y
desde la región amazónica de Bolivia, porque en la imagen del río se incluyen los tres
cielos. Además, el río, como el agua, es una de las imágenes recurrentes en los poetas de
esta región, no por nada la Amazonía es la mayor reserva de agua dulce del mundo. El
Rio Amazonas es una presencia espiritual mitológica que ampara todo el territorio.

Seleccionando los poemas me di cuenta de que el río es un importante elemento común


de pertenencia al territorio amazónico, a un imaginario poético, elemento-imagen que se
da tanto en Ambrosio García, el poeta de mayor edad, como en Benjamín Chávez, uno
de los más jóvenes, que, paradójicamente, ha vivido la mayor parte de su vida en Oruro
y La Paz; pero que nos ratifica en nuestra intención seleccionadora. Es Benjamín quien
afirma: “Más que agua, pienso, mi río, / el que heredé, / arrastra palabras, / sirenas que
cruzan, / barullo de marineros, / canciones”.

La mayoría de estos hombres y mujeres de palabras, que he seleccionado, tienen


marcada una relación especial con el agua, con los ríos, lagunas y cañadas y algunos de
sus versos, más emblemáticos, están escritos con el color de sus aguas. Tal vez la poesía

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sea la verdadera patria de las aguas –al decir de Thiago de Mello, poeta amazónico
brasileño– que nos hermana en las palabras, porque los poetas tienen la vocación del
agua, siempre fluyendo a los mares de palabras para no estancarse en el camino.

Pocos poetas amazónicos, nacidos o que han decido vivir en esta región, han podido
escapar a la poderosa influencia de nuestro paisaje, puede ser que escribamos sobre
otras realidades, sobre otras regiones, pero cuando lo hacemos nos domina el verde, la
selva y, por supuesto, el agua. Es como si todo lo que escribiésemos, lo hiciésemos con
la tinta de los ríos que llevamos adentro.

Dejen que les recuerde que la vida pasa todos los días y nosotros somos apenas una
onda, una diminuta ola que acaba en la orilla de uno de los ríos nominados por los
poetas. Esos ríos como el Sena que era para Ungaretti, el río de la conciencia del mundo
o el Serchio (un río de la Toscana) el de la memoria y el Nilo el de la formación y de la
primera intuición de la vida o el Leteo, el río del olvido, inventado por el hombre para
que podamos vivir sin tener que llevar nuestro pasado a cuestas.

Como toda corriente de agua, hay poemas que pueden no ser definitivos, especialmente
los de los más jóvenes cuya obra está en construcción permanente y puede que mañana
nos sorprendan con otros poemas. Leyendo algunos de los poemas el lector imaginará
que nosotros mismos somos un "río de pie" como diría el gran poeta cruceño Raúl Otero
Reiche y se sumergirá en los poemas como si fueran los ríos que corren por sus venas.

El río, al decir del poeta argentino César Bisso, es un testimonio de eternidad, un andar
que no cesa como el poema mismo. Debemos “volver a la vieja idea del río como centro
de uno mismo –dice Bisso–. El río anda dentro de sí, con la libertad de quien nada
demanda. El poema también navega por dentro de su propio silencio, pero ningún poeta
duda de que el silencio es el gran poema que desea escribir”.

Y en silencio, vamos abubuya, dejándonos llevar por la corriente…

Si algo percibimos de nuestros poetas, es que los ríos, además de ser la metáfora del
pensamiento, son la vida misma, real y cotidiana, son hechos, son palabras, son la
madre que nos trajo al mundo. Por eso los presentimos, como Pedro Shimose,
afirmando: “y el río/ cuando no era más que una gota suspendida en el aire”. Al
mencionar a Shimose no puede dejar de recordar su antología Poetas del Oriente
Boliviano que sirvió de inspiración a este trabajo.

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Nadie que conozca nuestra región y lea un poema sobre el río podrá dudar de que se
trate de un poeta nacido o criado en estas tierras. El poeta comparte su relación, su
cosmovisión y la proyecta en los versos lúdicos, salvajes, sensuales, eróticos que
escribe.

En una relación erótica el agua nos posee y nosotros poseemos el agua, el agua es
nuestra amante. La deseamos ansiosamente para aliviar la sed, la necesitamos para
refrescar nuestra humanidad, para lavar nuestros cuerpos de la transpiración: agua
externa frente a agua interna. Cuando amamos la sublimación es líquida, el beso, los
cuerpos sudorosos, el arrebato sexual; somos ríos fluyendo hacia el mar que no es otra
cosa que el otro. Tal como lo expresa Gigia Talarico: “Hoy navegan/ Efímeras
memorias/ a destiempo/ en este cuerpo/ que es río/ que es ruido/ que es anhelo” o
Roxana Selum en su poema No digas nada: “Río turbio como el Mamoré/ Mi ancho mi
caudaloso, mi profundo río-cuerpo mío”.

La sensualidad del agua la sentimos cuando leemos a Nicomedes Suárez nombrando a


una mujer que a la orilla del río “lava su ropa/ lava su cuerpo oscuro”. Esta sensualidad,
rozando el erotismo, está presente en los poemas en Roxana Selum, Rosario Aquim y
Edson Hurtado, quienes liberan el deseo en la poesía que las consume.

La relación ser humano/río río/ser se vuelve metáfora en un poema de Ruber Carvalho


que al igual que todos los poetas amazónicos han hecho del río “la raíz de agua” de sus
creaciones y le pide a la amada: “Si vas a llevarte el aire/ a mí que me quede el río/ el río
donde desagua la llovizna de tus lágrimas”.

Existe entonces en la Amazonía un carácter distinto de mirar, de sentir, de nominar, de


soñar y de poetizar el mundo exterior y el interior. Y en cada poeta nuestro ese carácter
se vuelve particularísimo. En el departamento del Beni, por ejemplo, ese carácter
poético que nos distingue, que nos identifica, está marcado por las aguas, por la lluvia,
por las zanjas, por los atajados, por las lagunas, por los arroyos, por los curiches, en fin
por los ríos mismos y en especial por el Mamoré, el río madre, el río columna vertebral
de nuestro ser amazónico.

Sin embargo, no quiere decir que todos los poetas aquí incluidos escriban sobre la selva,
el agua o los ríos, de ninguna manera, pues cada poeta es dueño de su propio orgasmo y
por tanto de sus palabras y de sus versos. En el territorio amazónico se dan, también,

25
otros elementos comunes, que, como ríos van tejiendo la urdimbre de una cuenca
poética que nos define. Del año 1952 adelante la poesía se ha ido navegando por varios
de esos ríos. Desde el río a cuya orilla escribían los poetas de la década del cincuenta,
formando nuestra identidad regional y consolidando una forma de ser, hasta los ríos
urbanos, que son las calles y avenidas o los ríos humanos que las recorren, en los que
los poetas jóvenes son atrapados por la urbe, por la ciudad que al hacerse a sí misma va
pariendo a quienes la nominan.

Trascendiendo la búsqueda de la identidad, ahora, los poetas profundizan en lo


filosófico y en lo espiritual, así como en lo mundano, apuestan a un nuevo lenguaje y
construyen su propia e íntima relación con el espacio y el tiempo. Lo amazónico ya no
está presente simplemente como un tema, sino como una síntesis cultural, en la que los
poetas encuentran su diversidad de voces y estilos. Voces y estilos que proyectan una
nueva forma de pertenencia, una nueva identidad social, política y cultural, propias del
sujeto histórico.

En Santa Cruz de la Sierra, por ejemplo, el movimiento de la historia ha pasado


velozmente, en pocas décadas transitó de lo rural a lo urbano. Hoy vivimos y
sobrevivimos en una ciudad en la que se impone lo moderno como compulsión y
dependencia, sin dejar aún algunos rasgos campesinos o provinciales. Y esas
contradicciones son expresadas ya por los poetas llamados de la generación de la década
del ochenta entre los que podemos nombrar, entre otros, a Reymi Ferreira, Antonio
Rojas y después de esa década a Óscar Barbery, Gustavo Cárdenas, Emma Villazón,
Alejandra Barbery, Óscar Gutiérrez, Pablo Carbone, herederos del estro poético del
Raúl Otero Reiche que dedicó decenas de poemas a la ciudad vieja.

Otro de los cauces importantes es la que está enraizada en la naturaleza y su relación


con el ser humano, a la que se adscriben poetas como Ramón Campos, Homero
Carvalho y Pablo Cingolani, poeta argentino que ha hecho de la Amazonía la Ítaca a la
que siempre vuelve. Esta poesía posee una gran fuerza espiritual y telúrica y está
emparentada con la de Vito Apüshana de Colombia y Humberto Ak‟abal de Guatemala,
entre otros poetas de Latinoamérica, y se nutre de la naturaleza, de la cosmovisión, de
los mitos, de la magia y de la vida misma de los pueblos indígenas; la poesía toma
conciencia de la naturaleza y su protección, dotándole a sus poemas de una atmósfera
ancestral, pero contemporánea al mismo tiempo.

26
La obra de la mayoría de los poetas incluidos en esta selección ha sido ampliamente
reconocida y comentada por críticos y literatos nacionales y extranjeros. Por ejemplo,
para Pedro Shimose, poeta y crítico, la obra de Antonio Rojas y Benjamín Chávez, junto
a otros poetas, “representa, en el panorama de la poesía boliviana contemporánea, una
nueva forma de concebir la poesía” y Reymi Ferreira, para el autor del poema Ramón
Beyuma –uno de los poemas que recitábamos en la universidad– vendría a ser el
heredero de la antipoesía de Nicanor Parra.

Para César Chávez Taborga, crítico literario, la poesía de Ruber Carvalho “es jubilosa,
enamorada y sobre todo romántica y lírica” y la de Pedro Shimose, “lleva muy adentro
los ingredientes telúricos de su paisaje que sustantiva la metáfora y la imagen como en
Raúl Otero Reiche y Campero Echazú” y esa es, justamente, la poesía de Shimose que
hemos incorporado a esta muestra, porque a diferencia de otras, nos muestra su sentido
de pertenencia a una región.

Otros de las grandes ríos poéticos de esta selección es, sin duda, el del amor, en esta
corriente, además del evidente romanticismo de Ambrosio García, Ruber Carvalho y
Fanthy Velarde, podemos mencionar a la mayoría de los poetas incluidos en esta
selección, pero especialmente a Mauro Bertero, Antonio Rojas, Silvia Rózsa, Reymi
Ferreira, Óscar Barbery y entre los más jóvenes a Claudia Vaca, todos ellos con ciertas
tonalidades surrealistas. En esta corriente se integran los jaikus de José Villar con una
auténtica carga sensual.

Y hablando de jaikus, la forma más breve de la poesía importada desde Japón, en la


región existen varios seguidores de Basho, entre los que puedo nombrar, además de
Villar Suárez, a Sebastián Molina, Arnaldo Mejía Méndez cuyo jaikus son
existencialistas y a Carlos Saavedra cercanos al aforismo.

La poesía de Gigia Talarico es metafórica, sus versos están preñados de imágenes


interiores que siempre dicen más allá de lo que está escrito. Fanthy Velarde es un
hallazgo para esta selección, pues es muy huraña para publicar y tuve que recurrir a un
amigo en común para conseguir su libro de poemas; como toda poesía es un canto el de
Velarde es de una avecilla herida sanando las heridas de la vida con el amor de su
compañero Julio, a quién le canta en diciembre; una poesía intensa y extrañamente
melancólica. Así como la de Paura Rodríguez es eminentemente evocadora, plena de
imágenes interiores y de reminiscencias de la creación. Claudia Peña escribe desde sus

27
entrañas, su poesía es desgarradoramente femenina, exalta el género. La de Gary Daher
es más aforística, encierra algo, un mensaje o carga un misterio. En esta línea aforística
están también los jaikus de Arnaldo Mejía y los de Carlos Saavedra. La poesía de
Germán Lecaro está hecha de imágenes soñadas, como un viaje interior. Aníbal Crespo
es un poeta que busca en el verso “el cáliz de la palabra”. Ángela María Justiniano
trabaja una poesía ingenua, cariñosa, sus poemas parecen pinturas “naif” y eso la
distingue del resto de los poetas. Rosse Marie Caballero es también romántica y se eleva
en la búsqueda del verso elegante. Patricia Gutiérrez poetiza desde el dolor, como
guerrera buscando el conjuro para espantar el mal.

Elías Serrano escribe versos breves y sugerentes. La poesía de Mauro Bertero es sencilla
pero profundamente romántica. Blanca Elena Paz posee una gran fuerza evocadora y
lúcida. Alejandra Barbery aporta la mirada intimista y cuestionadora de su entorno.
Paola Senseve apunta elevarse desde su cuerpo-materia a lo espiritual con claras
referencias literarias. Diferente es la poesía de Ruth Ana López, quien poetiza desde sus
entrañas, desde una visión desencantada del mundo y sus alrededores. Camila Toribio,
muy joven ella poetiza lo cotidiano que no es lo real, sino lo que imagina. Renzo
Gismondi escribe parodiando los link del web, apoyado en un sarcasmo demoledor.

Eduardo Quiller escribe poemas de versos cortos desde lo social y lo político, es crítico
con su entorno y se expresa con ironía. Alfredo Rodríguez es un poeta irreverente, tanto
para el amor como para con las cosas cotidianas.

Incluimos en esta antología a Álvaro Díez Astete, poeta paceño de padres orientales,
quien desde su profesión de antropólogo se ocupa militante de la defensa de las etnias
amazónicas, la poesía de Álvaro es extraña y reveladora de profundos mundos
interiores. Coincido con Alfredo Fressia quien señala que, la “poesía de Gabriel Chávez
Casazola tiene el poder de transfigurar lo que toca, de iluminarlo”. Emma Villazón,
joven poeta con una voz madura, devota de las profundas imágenes interiores, perpleja
ante el mundo, poetiza lo oscuro, lo que se presiente. La poesía de Óscar Gutiérrez y
Pablo Carbone exterioriza en el verso lo que ven, el primero la ciudad y el segundo la
mujer. Entre las más jóvenes de este grupo sea Albanella Chávez, que ha definido su
estilo con poemas de largo aliento, con una estructura especial y con un lenguaje
radicalmente transgresor. Otra de las jóvenes es Kathia Simon cuya propuesta es

28
también original y diferente, es surrealista y vanguardista, cuyo ritmo proviene del rock.
Ana María Arana, está en la búsqueda del Nirvana y lo refleja en su poesía.

Volviendo a la pregunta de si existe una poesía amazónica diremos que la pertenencia a


un lugar es un acto de libertad y, así como existe la poesía, en su sentido más amplio, en
un espacio llamado Bolivia, también existe una poesía amazónica. Esta antología es la
constatación de esa poesía renovada, auténtica y extraordinaria en muchos casos, que se
ha escrito y se está escribiendo en la actualidad en el territorio amazónico boliviano. En
la mayoría de los casos se trata de una poesía aún desconocida hasta por nosotros
mismos. Parafraseando un verso de Albanella que dice ―mi nombre es un puente”,
diremos que los nombres de los incluidos en esta muestra poética, son puentes para que
los lectores puedan llegar a sus libros.

La primera edición salió gracias a Editorial Gente Común 3600, a quienes agradezco
por su generosidad y quiero agradecer a los amigos que abrieron sus bibliotecas para
que pueda consultar los libros que me faltaban y así completar la bibliografía. Esta
segunda edición será difundida en digital de manera gratuita para revelar una manera
diferente de escribir poesía, en un territorio de culturas tan diversas como es Bolivia, en
un momento histórico tan especial como el que vivimos.

Homero Carvalho Oliva


Antologador

29
Rosario Aquim Chávez

Me introduje en tu nostalgia

Me introduje en tu nostalgia,
deshojé las rosas de tus pechos,
bebí la flor que dormía entre tus piernas,
me miraste con ojos de ausencia,
abriste tu cuerpo
y mi lengua penetró tu misterio,
sembrando mariposas en tu vientre.

(De Memorias de la piel, Poetas del Oriente boliviano)

30
Una

Una mujer
toca mis profundidades
como cuerdas de guitarra,
roba mis lágrimas para sembrarlas
en primavera
y pintar corazones en las estrellas.

(De Expresión poética del Beni)

31
Estoy ebria de ti

Estoy ebria de ti,


te he bebido hasta el cansancio,
tragándome la noche
que se destila en el tiempo.

Suspendida
como una luna vagabunda en el vacío,
mi espíritu no encuentra sosiego.

Barco sin horizonte


en el mar de los sueños,
mis fantasías no imaginan puertos.

No te has ido
y ya siento tu ausencia.

Mil fantasmas congelan mis huesos


la soledad vuelve a habitarme,
el silencio me sepulta en su estremecimiento.

¿Y qué de tus besos?


¿De tu sabor a mangos verdes, de tu olor a jazmines,
de tu cuerpo derretido en mis labios?

No te has ido
y ya siento esta selva sin aves,
tu nombre en el aire

32
circula sin sentido.

(De Expresión poética del Beni)

33
Recuerdo

Este anaranjado atardecer


de garzas soñadoras,
de ríos,
de riberas rojas,
de raíces,
de memoria.
Del tiempo que no olvida,
del ansia que retorna,
del alma que cabalga
en busca de sí misma.
Mientras los perros aúllan
a los fantasmas,
los amores se desvanecen.
Colgada de la noche
que arrulla su nostalgia,
sumergí mis pupilas recordándote.

(De Expresión poética del Beni)

34
Ana María Arana

Laúdes

Brumas tenebrosas coronan mi frente,


soberanos ensueños develan misterios,
tras el piélago azul de una mirada profunda
se sumerge volátil el soplo del viento.

Despiertan hambrientos habitantes del orbe,


errabundas constelaciones de geometrías ignoradas,
y en la cenagosa oscuridad de mi alma
sofocantes perfumes conservan su aroma infinito.

Del océano gris se levantan estatuas de arena,


el silencio bate sus alas sembrando sonidos de muerte,
el eco de voces inmortales reverbera en mis oídos
y los laúdes de la aurora boreal, mi última danza acompañan.

Emigro con alivio hacia tierras ignoradas,


esperando encontrar en el infinito
el sonido cóncavo de mis versos,
forastera en las tinieblas, despojada de sentido.

(De Lenguas de Fuego)

35
A ella...

Cuando el silencio toca mi puerta


me encuentra incitada por el eco furtivo
de mis desdichados recuerdos.

Hastiada de la vida, con amargura,


busco en vano mi descanso.
Escudriño los pletóricos rayos de luna
y en opresión violenta anuncio a mi corazón
la llegada de la aurora y su resplandor,
firme y sin temor arrodillada espero
ver tu rostro y tus apasionados ojos negros.

Cruel angustia que debate mi ser


entre la dicha y el pecado de haberte amado
desde antes de nacer, con locura y pasión.

Fugitiva, amada mía. ¿Qué es lo que voy a hacer?


Acecha mi Dios tras las estrellas,
en la bóveda azul en donde impera.
Porque Aquí,
¡es donde solo tu reinas!

(De Lenguas de Fuego)

36
Gaudium

Hay quien dice que de las lágrimas


se fabrican las magnánimas estrellas
y todas las cosas bellas,
si eso fuera cierto encontrarían su razón
los cerros y los bosques
las playas y sus mares
la luna y las tormentas
los cielos con sus luceros.

Encontrarían la razón de su sin razón


los colores de las estaciones
y sus sabores innatos.
¿Quién podría pues negarle
al sufrimiento, a la angustia
o a la profunda amargura
un pedacito de alma
o el alma entera inclusive?

Si nuestra alma es el crisol de lo bello,


si nuestras lágrimas iluminan los cielos
entonces ¡que grandeza!
somos el hilo divino
conductor del tejido tragicómico
que Dios en su melancólica agonía traduce.

(De Lenguas de Fuego)

37
Velo de Sangre

Buscando huellas en el camino


encontré pedazos de nada,
miembros sueltos que hacían señas,
agrietadas bocas de besos pestilentes,
manos que rasgaron mi alma.

Y de estos miembros
y de esta nada, forjé mi destino.
De mi camino hice un mundo
y de mi meta un adiós.

(De Lenguas de Fuego)

38
Alejandra Barbery

Imborrable

Por los que quedaron en espera,


Sin velorios. Sin entierros.

Imborrable,
la historia de la distancia.
Tiene rostros,
desaparecidos,
de muertos,
de imagen sórdida,
siniestra.
Una gota.
Otra gota.
Llueve
! La desesperanza!

(De Poemas para Homero)

39
Instantánea

Un poco de muerte
Habita en las sombras.
Fútil aleteo.
Débil.
Sin luz.
Sin Dios.

(De Poemas para Homero)

40
Era otro siglo

Era otro siglo.


Lleno de recuerdos.

Era la patria,
Multiplicada:

Un amor,
Una bandera.

Sin mínimos.
Sin distancias.

(De Poemas para Homero)

41
La nave va

Verdad
el dolor sin espera.
Sin esperanza.
Volar lejos
volar.
Ser piedra.
Pajarito
ó impío,
enamorado.
Cazador sin tiempo,
Bucólico,
Llora,
Ríe,
Llora,
Desnuda la vida.
Un sí.
Un no.
El paraíso.
Había una vez...
Un perro.
Una casa.
Un gato.
una fantasía
De nada.
De lata.
Era aire,
sin cuerpo,
sin voz.
Era aire

(De Poemas para Homero)

42
Óscar Barbery Suárez

Me preguntaron

Me preguntaron
qué palabras,
qué frases,
qué tramas,
qué conceptos,
qué temática,
qué imágenes,
qué historias
has dicho que otros ya
no las hubieran dicho.
Callé.
No todos los silencios
han sido dichos.

(De Guía de costas)

43
Te amo tanto

Te amo tanto que


cuando yo muera
un gusano
soñará contigo.

(De Guía de costas)

44
La luna

Alguien echó a la suerte esta moneda


Que la telaraña de la noche atrapa.
Soy un mendigo con la mano larga
Y la luna no cae.

(De Breve poesía desde Santa Cruz)

45
La melancolía inventó la poesía

La melancolía inventó la poesía.

Nadie tiró cohetes recibiendo ese invento


No hubo esa explosión inaugural
De las navidades y los año nuevo
Del gol en la cancha
Del vivan los novios
Y aún sin anuncios rimbombantes
Yo supe el preciso momento de ese parto

¿Qué hacía yo mientras tanto?


Yo estaba con mi güisqui en mi terraza
Y no sé si lloraba mis lágrimas lunares
O si más bien lloraba mis lágrimas nublares

Pero escuché el momento del invento


Sonó a un amor quebrado por la daga que le rompió las costillas a Julieta
Siseó como el áspid que mató a Cleopatra
Resopló como Otelo estrangulando a Desdémona
Al ronquido de Sansón, cuando Dalila
Al llanto de Narciso salpicándole el reflejo
A Salomón corriendo tras la virginidad de Saba
A Eurídice suspirando y la canción de Orfeo
Al morirse de Páramo por Susana San Juan
El amor mío con su gigantez de grillo delirante
Sumósese a esa orquesta
En donde un amor es todos los amores

¿La melancolía sabe de eureka?


¿ De esa intoxicación con optimismo?
No me parece.

46
Más bien supongo que vaga, profunda y tristemente
Hizo el primer poema.

(Inédito)

47
Mauro Bertero

En tu voz

En tu voz vive el canto


de futuras e inciertas guerras
y en tus ojos duerme la noche
de la paz aún no conquistada.

Serte fiel ahora


es navegar el agua
que baja de las montañas.

(De Memorias del encanto)

48
Si permites

Si permites que sea la noche


la que renueve tu costumbre
de ansiar lo eterno e ignorar lo breve.

Entonces, deja que sea la luz de luna


la que te muestre el camino
hacia el amor que espera.

(De Memorias del encanto)

49
Quizás

Quizás
me enamoré
de la que quise
que tú fueras.

(De Memorias del encanto)

50
Préstame

Préstame el milagro que se esconde


en la infinita sombra de tu mirada
y deja que sea la tímida noche
aquella que se ocupe de jugar
con la seda de tu pelo y mis ganas.

A pesar del siempre escaso tiempo


y de la luz de estos versos que no callan
sigues siendo la dueña de mi última lágrima.

(De Memorias del encanto)

51
Rosse Marie Caballero

La vida mató a la muerte

Una sola vez murió la muerte


(ella sigue imperturbable y callada
en su habitación ilícita).
La sal parida por su volcánica boca
se llevó azogada la respiración del espejo.

¿Qué es la vida?

La viajera de un tren desconocido


una estación de frontera
que espera inconmovible su apertura
una falla de cartón para la Cremà
o una tora en Zaragoza que danza contra el torero.

Una quimera clandestina.

¿Y qué la muerte?

Un sepulcro blanco sin ruido permitido


la tristeza del viento en las montañas
una languidez sin adjetivo
o una lengua extranjera incomprendida.
La enigmática utopía.

Ningún secreto es ya secreto


sólo el silencio mudo del silencio.

La vida vive mientras escribe su poesía.

52
(De Hojas de Eva )

53
No quiero escribir

Ya no quiero escribir.
Es más, yo renuncio
a la dicha de la palabra
a la ventrílocua tempestad
del silencio
y quiero ser tierra
y barro
y casa
y dulce…

(De Hojas de Eva)

19

Puso sobre sus hombros


el hombre su empresa,
ambos cayeron
al universo.

(De Hilo con hilo)

54
40

Veíase
sola
ante el espejo
no vio su rostro,
solo una herida.

(De Hilo con hilo)

55
Ramón Campos Tibi

Las tres voces de Arlindo Paruma


(Fragmento)

Del Padre

Mirá, hijo, si la vida lo tiene todo,


el hombre sólo tiene que vivirla.
Y si no sabe vivirla, es como un tronco seco.
¿No mirás, acaso, cómo vive la selva?
¿No mirás, acaso, cómo baila?

Pero ya soy como un gajo seco


que habla con la ayuda del viento.

Soy como un tronco seco


botado en este pueblo.

Soy como un chaco recién quemado,


sin fuerza de la vida;
como una ramita que se cae,
como toda cosa que ya no tiene voz,
como un pueblo callado
a la espera de la voz del viento.

(De Las tres voces de Arlindo Paruma, Poetas del Oriente boliviano)

56
La casa
(Fragmento)

Pies descalzos, barriga grande


y desnudo el hijo del siringuero
desde un barranco
mira un horizonte que no entiende.

Sólo sabe que en su vida


van y vienen las noches y los días;
que hace sol y que la lluvia
viene con las grandes nubes;
sólo sabe si el río está seco o está lleno;
si hay carne, yuca y arroz.

Nada más en la rutina de este chico


que en su entraña tiene otro río,
otra historia seguramente paralela,
incolora y dirigida al monte, al castañal,
donde la castaña y la siringa
le aseguran la otra rueda del tiempo, pero está,
seguro que está.

Cuando la madre, garrote en mano,


golpea y golpea trapos
que antes fueron camisas y pantalones.

57
Cuando el padre,
trazao en mano,
yamachí a la espalda,
escopeta al hombro,
sostiene la tradición, porque la vida
en el pahuichi del siringuero
son estas cosas y mucho más:

en el pahuichi está
el hilo invisible de una historia
intacta porque es siringuera,
persistente porque es macha,
continua porque es humana,
divina porque existe.

He ahí lo que esconde la distancia:


San Antonio,
Fortaleza, Palma Real,
una existencia continúa en el castañal,
con el siringuero
respirando la brisa del atardecer,
en un barranco del Madre de Dios,
con las manos en alto,
pero vivo, persistente,
leal.

(De Después de la distancia, Poetas del Oriente boliviano)

58
Tercera elegía

(Fragmentos)

IV

Entonces ocurrió. Desde el cielo cobijeño

el celeste claro fue cediendo a las sombras

de una muerte que venía galopante.

Como siempre, nadie sabía

que iba a derramarse sangre joven

en lucha desigual.

La tierra del camba siringuero

se iba a derrumbar.

Nadie sabía dónde

ni a qué hora, / ni cómo iba a suceder.

Se fueron enmudeciendo los árboles

porque el viento dejó de correr;

se cerraron los patios, las puertas

y las ventanas de las casas.

Nadie sabía nada de nada.

Cuando el silencio,

cuando la mudez y el dolor callaron;


59
cuando las mujeres y los niños se echaron a llorar,

los hombres sintieron la presencia de la muerte.

El universo se sintió indefenso

y del silencio se pasó a los llantos

de todo ser viviente.

La muerte estaba con Vanesa

en la avenida principal

de un pueblo orgulloso de ser joven,

herido en la belleza de una muchacha

definitivamente humana,

porque la muerte le pertenece a cada uno

y el hombre se amarra a la esperanza

para ser recordado,

para no morir del todo.

60
Siringueros

(Fragmento)

Las circunstancias de la vida, / a mi edad,

deben ser como la luz que ilumina el mundo,

como esa luz que, pendiente del centro del universo,

no escoge a nadie para iluminarle el camino

que guía los pasos del siringuero,

viajero inmanente en la Amazonía de mi abuelo Arlindo

que, a fuerza de aguaceros y golpes de sol,

permanece intacto

en la historia oculta de la tierra pandina.

Probablemente como una sardina

que, a sabiendas del Tahuamanu,

desciende hasta el Madre de Dios,

vigila el Orthon, / pasea por el Abuná,

regresa al Manuripi

y de paso por el Bajo Virtudes,

descansa en el Acre, allí donde, seguro,

Arlindo Paruma le dará otro encargo:

la de ser, para siempre, su mensajera de amor.

61
Estas circunstancias

no pueden darse en otra parte:

de Pando es la vida

en el sayubú, la chaisita y el taitetú;

de Pando es la vida

en la mioca, el mandín y el surubí;

de Pando es la vida

en la vida misma del siringuero.

¡No me digan que el tucán

se viste de fiesta / en Nueva York!

¡No me digan que el tiluchi

labra su casa / en París!

¡No me digan que la garza

se posa quedamente / en Madrid!

¡No me digan nada! ¡La vida está aquí!

aquí canta la vida,

aquí permanece por siempre

y desde siempre, la vida.

La vida no es como un tronco seco

parecido a una tumba.

La vida no es como un gajo seco

parecido al silencio.

62
Como un viejo abuelo a quien sólo

le queda el apoyo / de un viejo tronco seco.

63
Pablo Mauricio Carbone

Empieza la noche a levantarse

Empieza la noche a levantarse

Con su delgada brisa amazónica.

Descienden mis manos precisas

Hacia tu recóndito abismo de serpientes

Hacia el último lugar del suburbio.

Tengo empedradas las colinas de tu cuerpo

Como una catedral de silencios,

Tengo los ojos marchitos y lejanos

Como un reguero de hojas muertas.

Sobre la planicie infernal de tu frente

He roseado pétalos de sangre,

He construido ministerios,

He labrado un manojo de delgados

Sueños celestes.

No puedo continuar de insecto o

De tormenta

Debo colgar mi manta

Sobre tu pecho

Antes que la noche caiga en los


64
Canales de la ausencia afilada

Debo de una vez y para siempre

Alzar mis lágrimas que hoy

Me empujan hacia la muerte.

(De Embriaguez Nocturna)

65
Desde el umbral de la agonía

A pesar del luto indomable


De la gélida brisa;
Todavía persiste, bajo tu pórtico,
El arcángel sombrío,
Con su duda taciturna,
Con su colapso de estrella migratoria.

Rebelión de la pulpa encendida.


Noble catapulta milenaria.

¿Qué claridad ostentas en el desgarro


Crepuscular que te encarama, en ese
Desigual combate de copas y banderas,
En esa soledad que te vigila,
Ceremoniosa,
Caballeresca,
Desde la más remota primavera?

(De Embriaguez Nocturna)

66
Etérea
A mi ninfa,
por el brío de tus alas

Yo que anduve marchito e intratable,


vacilando en la noche rota,
en la hora última de los bares;
exigiendo la limosna turbia de unos labios,
el estrépito oscuro de caderas,
la sonrisa estrecha,
el follaje insuficiente.

Yo que anduve subterráneo,


enfermo de raíces,
lamiendo las podridas golondrinas,
llorando sobre vientres apagados,
muriendo en las vísceras del insomnio.

Yo que había perdido el cielo de un ombligo,


las piernas redentoras,
la furia de una nube;
encontré de pronto
tu silueta diminuta,
tus ojos infinitos,
tu ascenso de tinieblas.

Y en ese reguero de semillas,


67
de ofrendas silenciosas,
de noches confundidas;
celebré tu brusca tempestad de mariposas.

Y volví a vivir
en el banquete subversivo de tus alas.

(De El Laberinto del Musgo)

68
Musas inquietas

Ese locuaz asesino,


esa hiriente arboleda,
esa rebelión de faldas

La noche descorchada,
la línea de tu espalda,
los ojos moribundos.

Esa fruta sombría,


esa bestia silente,
esa caricia felina

El rocío elegante,
el temblor blanquecino,
el empeño del himen.

¡Turbio recuento impostergable!


¡Frágil recodo en la memoria!
¿Cuándo caerás limpio y febril
de los pasajes de mi boca?

(De El Laberinto del Musgo)

69
Gustavo Cárdenas Ayad

Otra infancia

Ese niño que jugaba


en el patio
con algún duende extraviado
es el mismo
que ahora
con todos sus fantasmas
transita por esta página baldía
jugando a esconderse en las palabras.

(De Las hojas de la madera)

70
Diferencia

Las mujeres que amé


son como las palabras:
diferentes
como
dos
gotas
de
agua.

(De Las hojas de la madera)

71
Horcón

Esfinge
del nada queda
apurada escultura

Por un poema sabrás


que ahora
ya no cuentas
en los eternos días
para apuntar
los cielos
que dan sombra.

(De Lo nuestro, antología de poesía cruceña)

72
Génesis

El primer día
se creó a sí mismo.

El segundo día
construyó su casa en las palabras.

El tercer día
aparecieron los animales
las vacas y la leche fresca.

El cuarto día
sembró
un extenso jardín de geranios.

El quinto día
excavó siete mares
y se multiplicaron los peces.

El sexto día
(después de inventar el cielo y sus luces)
Soñó con una mujer
(la mujer de sus sueños)

El séptimo día
a manera de descanso

73
escaló el Everest
allí en la altura
de la altura
Leyó un poema
de Miguel Hernández,
Y
de sus ojos
se inauguró la lluvia.

(De Conversos)

74
Homero Carvalho Oliva

Los Reinos Dorados


(Fragmentos)

Cuando vivíamos

en los Reinos Dorados

el mundo no había nacido aún

existía la vida

existía la muerte

pero el mundo no había nacido aún

Nosotros
habitantes de la selva
asistimos al nacimiento
de ese mundo dorado
donde todo era nuevo
donde todo era asombro
y ante todo estaba el Agua
el río
la lluvia

El canto de las aves


el gruñido de las bestias
el zumbido de los insectos
el leve aleteo de las hojas

75
iban nominando el mundo
y nosotros hacíamos de bautistas

Los nombres
nos eran revelados por
los espíritus protectores de la selva

Un graznido y nacía el cuyabo


un rugido y aparecía el jaguar
a los árboles los nombramos
con palabras cifradas y secretas
ochoó les llamamos
tajibo les llamamos
un breve oleaje y gritábamos caimán
un desliz en el follaje y sicurí susurrábamos
con el bello arairiqui nominamos a las estrellas

Los mismos espíritus


crearon la yuca para que
inventemos la chicha y el chivé

Tan joven era todo


que los de arriba
nos llamaron musus
que en la lengua de los inkakuna

quiere decir tierra nueva

76
(…)
En los Reinos Dorados
nacíamos con el don del entendimiento
cada nación hablaba su propia lengua
pero todos sabíamos que cuando
alguien decía Amarumayu
se refería al Río de las Serpientes

(De Los Reinos Dorados)

77
El cazador de sueños
(Fragmentos)

51
Si antes no escribimos poemas fue porque la poesía residía en la naturaleza que
nos rodeaba y concurría generosamente a los diálogos cotidianos. Ahora
escribimos porque necesitamos el poema para recordar esa poesía y, es el
lenguaje, las palabras, las que nos hacen habitarla y nos inventan en el mundo. La
poesía propicia el encuentro.

(De El cazador de Sueños)

78
Herencia

Para Brisa Estefanía, Luis Antonio y Carmen Lucía

No vayan a creer

en Adán y su manzana

en los héroes de la historia oficial

en la solemne Constitución

y sus cuentos de Leviatán

en los pronósticos del fin del mundo

ni en las lágrimas de los políticos

cuando hablan de la patria

la patria no es otra cosa

que alguien a quien amar

una ciudad elegida para vivirla

una canción que nos convoca

un paisaje imprescindible

y los abrazos de sus padres

y por cierto los nueve meses

que maduraron cual simiente nuestra

en el vientre acuático de su madre

y el amor que se estremecía

haciéndonos balbucear de alegría

cuando pateaban la luna

anunciando que pronto nacerían

eso hijos míos y que sepan

79
que cuando nacieron

descubrimos que nosotros

éramos sus herederos.

(De Inventario Nocturno)

80
Amazonía

Pude haber nacido


en otro lado del mundo
llamarme Ismael
y navegar en el Pequod
al mando del capitán Ahab
surcando los mares del sur
en busca de la ballena blanca.

Mis padres quisieron que me llame Homero


y que naciera en la Amazonía
sueño húmedo y milagro vegetal
donde los secretos están bajo
las raíces de los altos árboles
y desde el frutecido olor del sinini
del cayú del motoyoé del asaí y del achachairú
se pueden sentir los sonidos de la creación
donde la selva es aún una página en blanco
en la que aparecen Divinidades y animales insurrectos
donde los ríos son los viejos caminos de mi pueblo
por los que los transcurren sus míticas historias.

Hace miles de años


allá en la tierra de los Moxos país de Enín
de Candire del Paitití y de los Reinos Dorados
los ríos eran potros domados

81
sobre los que cabalgábamos la llanura.
Perdida esa sabiduría
tras la llegada de las aguas salvajes
que dejaron a las pampas
como un desierto iluminado,
hoy los ríos atropellan desbocados
a las naciones de nuestra Amazonía.

Ahora los ríos son los hilos


con los que tejemos nuestros pensamientos
y cargan el recuerdo de nuestros muertos queridos,
sobre los que el Sol y la Luna
son un tembloroso corazón
preñado de abundante vida.

Todos los años


después de una nueva inundación
el agua nos descubre los vestigios
de la civilización que una vez hundió
y el viento encrespa los castaños
dejando ver el arcoíris como un aleteo de alas.

Allá por la llanura amazónica


y entre la espesa selva
fluye poderoso el río madre de todos los ríos:
el Mamoré
tan grande y potente es su rumor

82
que nos hace olvidar que alguna vez tuvimos mar.

Allá donde el agua es el origen del verbo


solo necesito de una canoa y un remo
para llegar hasta el playón
donde me espera mi amada
desnuda y morena como una gota del río.

(De Diario de los caminos)

83
Ruber Carvalho Urey

A Santa Cruz un día cualquiera, para que sepan las gaviotas y las lluvias que
te amo

Porque en las tejas coloniales de tus techos nace la flor de pitajaya.

Porque llegué a tus aleros buscando un vaso de agua para mi sed de peregrino y
me ofreciste la tinaja repleta de tus ríos.

Porque me diste un pedazo de tierra para desenrollar mi estera de totora movima


y una sombra para mi descanso.

Porque tus horcones de madera tallada, los balaustres de tus ventanas antiguas,
tus calles arenosas, tus patios con aljibes, dejaron impresas sus huellas, para
siempre, en mis andares.

Porque en mi portabalayo mojeño guardo la ternura de tu gente, tu cielo


americano color de mis mares interiores, tu acento y tu sentir en una flor de
belleza inigualable.

Porque en tus corredores la tertulia se hizo larga y la merienda fue la pascana


definitiva de mis sueños trashumantes.

Porque siento en las manos de tu pueblo el calor amigo con su llaneza sincera y
transparente.

Porque acompaño tu creer y recojo tu esperanza en la esperanza de mi hija que


lleva tu horizonte en sus pupilas.

84
Porque eres pampa y sol, verde y azul, miel de mieles y noche de estrellas con
guitarras; alma de trasnochador impenitente.

Porque me gusta el sabor del achachairú, la ambaiba y la guayaba, y la espesura


total del motoyoé, tu árbol mágico.

Porque tu carcajada resuena en el surazo y tu sonrisa se hace un canto universal


en los rostros de belleza sin par de tus mujeres.

Porque eres un puerto imaginario; pero un puente real entre los grandes mares de
la tierra. Aquí se encuentran los cuatro puntos cardinales de la rosa que marca el
rumbo de los astros y del bohemio vagabundo).

Porque hablo tu lenguaje y me nombro en tus sonidos.

Porque habito tus misterios y conozco la pila bautismal de tus orígenes.

Porque en una losa escondida escribiré mi último poema para que sea mi epitafio,
que señale donde duerma para siempre en el frescor nocturno de tu arena, con
olor a sal de un mar lejano, recóndito y profundo. Sólo el mar en este meditar
mediterráneo.

Por eso…

porque tu modo de ser es mi costumbre:

¡Te amo Santa Cruz!

(De Ya no me da dolor… solo cansancio)

85
El río que me dejaron

Si vas a llevarte el aire


a mí que me quede el río
el río donde desagua la llovizna de tus lágrimas.

El río que de bajada


se convierte en torrentera
y llegando al mar naufraga en las orillas del alma.

A mí me quedó ese río


la tarde que robaste
el ancla que aseguraba la zozobra de tu olvido.

(De Ya no me da dolor… solo cansancio)

86
Hoy faltaba el mar…

Hoy me dolió la mitad derecha de la vida.


yo solo
soy la izquierda de la tuya.

No cruzaste mis umbrales esta tarde


y no supe el color de tu vestido.
estabas peregrina y transeúnte
remontando otros vientos,
Llenado otros paisajes.
y aunque tu voz vino dos veces
agitando mis pulsos
y haciendo remolinos en mi sangre,
me dolió toda la vida…
Faltaba el aire y el agua en las orillas de mis playas,
como si de golpe llegaran todas las ausencias.

Hoy entendí que los segundos


también se llaman siglos.

No tardes tanto ¡amor!


yo no puedo vivir sin tu sonrisa
sin la sal de tus mares
sin la luz que me retrata en tus pupilas
………..
¡Como me dolió la vida esa tarde!

87
(De Ya no me da dolor… solo cansancio)

88
Ya no me da dolor…

“Ya somos todo aquello


contra lo que luchamos hace 20 años‖
José Emilio Pacheco

Todo cambió, porque cambiamos todo.


Cambiamos de peso, pelo y rostro,
la optría de los lentes,
el corte de la ropa
y las lecturas.

Ya son otros los ídolos del cine,


de la política y de la juvenil
protesta libertaria.
Otros íconos adornan los cuartos de los chicos;
héroes con guitarra, sobre todo.

Por la puerta abierta,


por esa misma puerta que cruzamos
jurando rebeldías
se fueron 20 o 30 años
de tanta ventolera.

Y se llevaron las cosas que soñamos,


barba y melena, disfraces incluidos.
Solo quedó una foto debajo de la mesa;
allí estamos (todavía juntos),
con nuestros años mozos

89
En el muro del fondo, Juan o Roberto, habían escrito:
―Somos futuro‖.

Nadie fue mejor ni peor,


todos iguales
no pudimos hacer lo que soñamos,
ni quisimos deshacer lo que pudimos
en todo caso, los peores ya no son
ni nosotros los mejores:
la culpa quizá fue de los libros;
condiciones subjetivas y objetivas
que no se dieron,
porque la vida imaginada
estaba hecho para ángeles:
la dura, la que se vive sin salario,
nos la dejaron sin jubilación,
ni sueños, ni seguros.

¡Pensar que un día fuimos


todo eso que soñamos!

Libre al fin de prejuicios y dietas ideológicas,


solo en la tarde, vanidoso y descreído,
disfruto de mis gustos, soledad y libertades.
Ya no voy ni estoy donde no quiero,
y si quiero me visto, y si quiero me quedo.
Sigo sin tocar ninguna puerta,

90
vivo y duermo con ventanas abiertas.

(De Ya no me da dolor…solo cansancio)

91
Pablo Cingolani

La luna sobre el Bahuaja Sonene

He visto a la luna invencible


alzarse sobre el Bahuaja.
Hacia oriente, cien mil rubíes en flama
Un mar bermejo y un manto añil
iluminó los tapires; deslumbrados
oí a los peces cantarla
He visto a la luna como nunca a ninguna
tomarse la noche en el Bahuaja
sus remolinos, sus aguas blancas
He visto esa luna esa noche
mientras andaba vagaba
con rumbo noreste y calma
Entonces el alma clamó
un espejo cien mil guitarras
saber que nunca me moriría
De tanto verla de tanta amarla
a la luna roja, musa que ampara
La Madre Selva, en el Bahuaja.

(De Todo por los Tapires)

92
Puerto Copacabana

El humo y la niebla que se devoran las naves de Puerto Copa lo sentí en mi piel
agazapado a punto de robarme todos mis sueños.
Me buscaba el muy feroz para rellenarme de esa nada estéril que puede
convertirte en lástima. Incluso por vos mismo.
Todo el cuerpo me temblaba y sabía que no eran espejismos.
Esos barcos de mierda cuanta tragedia cargaron.
Cuanta energía vuelta patrón, explotación, desgracia.
Cuanto indio humillado, cuanta Amazonía devastada.
Cada vez que paso por Puerto Copa, me tienen que atar.

(De Todo por los Tapires)

93
Beni

Aquí vi crecer el tatuaje del agua


Las marcas sin huella de la noche
El silencio que no es nunca silencio

Aquí estuve asistiendo a una resurrección


Que olía a pan y a pez y a norte certero
Cascabeleando en pelo azabache

Vi morir la luz mortaja del espanto


Curada en su propia sal

Vi nacer un caimán sin dueño


Mordiendo a gusto el horizonte

Vi nacer, vi morir
Y uno habla, habla y se desangra
Con los amigos, con tanta gente

Uno espera, espera y se desangra


Con los amigos, con tanta gente,
Por tanta luz, por tanto Beni.

(De Hallazgo de una serpiente)

94
Fredy

He visto sólo un hombre alegre


en el valle del Tambopata.
¿Qué ha hecho para ser así?
Navegar, navegar, navegar.
Hay ríos que recuerdo más que lluvias
Hay sonrisas que desmienten todas las amarguras
Hay veces que quisiera volver a Arco Punco
sólo para abrazarlo entre la espuma
y entre los cajones y la corriente
volver a soñar, volver a mirar
la niebla, no el humo de la quema
y sentir que aunque duela
la vida es un río que se merece navegar
con los ojos bien abiertos, y con el Fredy.

(De Todo por los Tapires)

95
Aníbal Crespo Ross

Luz y sombra vacilan,

y nace la penumbra

sobre el pueblo de frontera.

Ya los duendes del ocaso

desandan sus calles de arena

y la ubicua pena de las chicharras

se hace infinita como la misma arena.

(Una rendija entre las cosas,

una ínfima ranura en el tiempo,

una distracción del universo

¿No es acaso la memoria?)

Y que suerte la mía

- eso que decimos destino, aún no existía -,

qué suerte, digo,

de retornar a la vieja casona:

greda y sombra

los tejados se desploman,

y reconozco por su aliento

cada uno de los árboles

que circundan la tertulia.

Siento la voz de mi padre;

96
no está sola como ahora.

Como ahora,

cuando la vida cierra un círculo

cincuenta años después,

ahora que su voz es ausencia

y su presencia una ofrenda ante la muerte…

(De El Legado)

97
A partir de ahora

cuando el tráfago del pueblo

es tan sólo un mal recuerdo,

y a lo lejos,

en la negrura de la sierra

hunde sus colmillos

el últimos ladrido de los perros,

de algún modo presiento;

(aquí dentro

o más allá de la ventana)

las cosas suceden para que yo te quiera.

A partir de ahora,

cuando el monte se traga

ese último ladrido;

la noche de febrero

es una conjura para que yo te quiera.

Una conjura de aromas y de besos.

Para que yo te quiera,

lo azul sobre lo negro

98
la noche sobre la sierra.

Para que yo te quiera,

los grillos y los sapos

lo oscuro con lo oscuro

el silencio con el silencio

y la piel sobre la piel.

Para que yo te quiera,

esta hora

inevitable,

cae también sobre nosotros.

(De El Amor Lejos del Mundanal Ruido)

99
En un espacio de olvido

entre las tres de la tarde

y la húmeda lengua de la quebrada,

borracha de calor

la arboleda está sentada

Su melena de pájaros

se ha ido

y le resbalan gotas de sol derretido

de las hojas

a los gajos

en la soledad sin tiempo

del verde santuario olvidado

las víboras de los bejucos

serpentean y se hamacan

de los troncos descubiertos

al camuflaje de las copas

en este lugar del mundo

gracias a Dios, perdido,

quien tu cintura viera

fulgurar entre ramas y bejucos,

del mundo se olvidaría,

del marasmo de la hora

incluso disfrutaría.

100
Tu cintura, tu cintura,

quién viera tu cintura esquiva

entre ramas y bejucos,

se quedaría sin palabras

y sin pensamientos

a las tres de la tarde

y volando

por la senda oscurecida,

ese afortunado

puro instinto sería.

Y por fin,

a las tres de la tarde:

bajo la sombra de la arboleda

silenciosa

protegida

envuelta por la borrachera del follaje,

te encontraría,

te encontraría...

Esperando

brillando con luz propia

a las tres de la tarde.

(De El Amor Lejos del Mundanal Ruido)

101
Cuando sientas

el verso

aproximarse,

déjalo ser

no lo contengas

ni lo fuerces.

El verso

no puede vivir en cautiverio

porque lleva en sí

la libertad suprema.

El verso

es el verbo del Silencio;

si esperas

que llegue

ceñido de laureles

en majestad y gloria,

esperas en vano.

Ojos de tigre

tendrá el verso

alguna noche;

mansedumbre de perro

102
o veneno de hombre

alguna madrugada.

El verso

quizás

es tu alma

que quiere huir de ti.

Quizás,

-por eso mismo-

cuando ya estés derrotado,

el verso

llegue con su metáfora perfecta

y te dé a beber

el cáliz de la Palabra…

(Inédito)

103
Gabriel Chávez Casazola

Bartimeo sueña
No puedo ver

mi indigencia como un cayado


golpea a tientas la roca de la noche

quiere beber del agua


que lava la ceniza
de los ojos del mundo

entonces
alguien me arroja un sueño
pasa un dios

limpia mis párpados con su saliva

veo

todos los ríos dividirse


todas las aguas confluir

es más
me hundo hasta el cuello en el río primigenio
y contemplo los manzanares a su orilla

104
me tiendo en la hierba
despliego
un muy precioso mantel blanco que compré allá en Esmirna

vuelvo a comer de la manzana


veo a Eva llegar

Eva que baila


con blancos pies en la mañana del río

el fulgor me enceguece y
despierto

es el veneno de la manzana

no puedo ver

busco el cayado

a mi diestra
a mi siniestra

duerme una mujer

toco su rostro
tiene la cara del dios

105
pero está ciega.

(De El agua iluminada)

106
Albricias

A Lucía

Como un don o como la retribución de un don


cual una fruta presentada en un ritual simplísimo
la niña ha entrado en la casa, lo ha
visto todo con su escuchar,
todo lo ha oído con su ver y así
tan atenta al universo
que acababa de crear
el primer día
(en el principio era la tiniebla y el espíritu de Dios flotaba
dulcemente, en posición fetal, bajo la faz de las aguas)
hágase la luz
ha dicho
sin apelación a ningún significante

y Nos hemos comenzado otra vez a existir


briznas de su costilla,

depuesta la flamígera,
la desnudez desnuda,
su greda fresca, el jardín
recién regado.

(De El agua iluminada)

107
Una rendija

Y tomando barro de la acequia


el niño formó cinco pajarillos cuando nadie lo veía.

Se alisó entonces el cabello que le cubría la frente


tomó aire
sopló suavemente sobre ellos

y echaron a volar.

(De El agua iluminada)

108
Y que a las orillas

Y que a las orillas del río de caimanes te caven una tumba


en la loma más cercana,
te conduzcan
con bronce en el cuello y las orejas
y los tobillos y un gran ramo de flores amarillas
escogidas con primor
por las núbiles
—con suerte orquídea de las islas—

Un ramo
que cuando encuentren tu cuerpo los arqueólogos
japoneses y alemanes a la orilla
del gran río de caimanes
sea
la prueba mayor de que tus hijos veneraban a los muertos
cargando sus rodillas con un peso amarillo
que no era de oro, no,
pero que igual vencía
la natural resistencia de los huesos
al fin y al cabo de tu civilización impúdicamente ofrecidos
en arco abierto
—eso del peso de las flores,
el peso de la belleza en las ancas de la muerte—

Dispuestos ya tus huesos a la carnicería de los futuros

109
si eso quiere decir algo todavía,
ahora que es entonces y tus manos de niña
cortan los pétalos de flores amarillas
y lanzan sus veletas al socaire
preguntándose en lenguas ya desaparecidas
me quiere no me quiere
—¿se preguntaban los antiguos estas cosas?
mucho
—¿conocían el amor nuestros antiguos?
poquito
—o era una enfermedad como la peste, llegada de lontano.

Ah, cuán pesadas las flores


qué frágiles mis huesos y esta lengua que hoy hablo
nadie podrá escribirla cuando
—¿cuándo? —

Muchacha de los ríos enterrada en cuál loma

mucho
poquito

mis huesos ya vencidos

saben que acaso

110
nada
(Inscripción escuchada en una excavación, lengua desconocida.
Esta es apenas una versión muy libre
del aroma que emanan las flores amarillas:
la cultura a la que perteneció la poseedora de estos restos era ágrafa).
(De El agua iluminada)

111
Albanella Chávez

etérea
nunca es posible explicar uno, dos, tres significados completos (toda una vida no
bastaría). siempre es posible enredar las palabras lo suficiente, para hacer creer
que entendimos. No entender es simple, lo más común del mundo. Entendemos lo
que entendemos y no entendemos lo que no entendemos, ¿se entiende?
las cebras mueren mientras este primer verso
se masturba
corren se revuelven frenéticas
en éxtasis absurdo malhabido
sus nalgas se mueven
tiemblan
jadean
escupen

las manchas de las paredes observan excitadas


voyeristas de cal amarilla
mientras el piso gime con cada estocada
la lavadora de silencios voltea tu vida
voltea tu tiempo
lo engulle y vomita

las cebras se masturban


y aquí estamos viendo a los muertos de aquella pocilga
colgando del perchero

112
en cualquier caso, antes de todo esto, antes de empezar a asimilar y/o no asimilar
los 3564,3 sentidos que podemos encontrarle a lo que vemos o escuchamos,
existe algo así como un pre-sentido deambulando por ahí, o quizá más de 1000;

es eso que a veces llamamos tono de la palabra, entonación del verso, piel,
venas, sangre, deseo, deseo, deseo...
de entender y de entendernos al mismo tiempo, aunque a veces sabemos antes
de empezar que no vamos a entenderlo todo, que no nos vamos a entender del
todo, que no vamos a comprender del todo ni a identificar del todo. no podemos
vernos en la palabra como un espejo nítido, no es posible. no se trata sólo de
palabras ni sólo de letras ni sólo de versos ni sólo de quién escribe.
no podemos vernos ni escucharnos ni leernos. podemos dibujar líneas muertas
sobre nuestro cuerpo vivo podemos trazar líneas cóncavas,
convexas
pueden decir
poesía etérea erótica corpórea caleidoscópica polifónica dérmica
su verso es frágil, está compuesto de letras que forman palabras
sobreseídas de significar
son letras unidas en composiciones absurdas arbitrarias tiránicas
inyectantes suicidas

que mueren al callar pero viven respirando


sin hablar
agudas graves esdrújulas
pero

¿acaso nacen por combustión espontánea? ¿aparecen? ¿merodean? ¿se


escabullen?

las letras nacen de tu mano que cincela un fuego que funde palabra
son las palabras las que te narran te asedian te acosan
son ellas las que aparecen emergen

113
o ellas sólo existen porque si

sea como sea, los sentidos aquí son incompletos


al final todos sabemos que la poesía existe porque si.

(Poemario inédito)

114
historia

un cuerpo está compuesto de puentes cruzados y derruidos; de mapas,


planos, ideas; de ríos y acantilados; bajando por precipicios, entre el aire y
el agua; aunque existan, quizá los caminos que conducen a ellos son ahora
desandados.

mi nombre es un puente

(Poemario inédito)

115
espejo

si entra en el escenario la teoría de tu cabeza estrellada contra el piso


la alerta roja de tu nube comienza a arder
te descubren nebulosa entre párpados cerrados
te levantas de la nube
te sueñas sin saber qué haces tus brazos se mueven pero no son tuyos
existen con un movimiento intrascendente

la sed errante me persiguió hasta ahí en que el aroma blanco se baño de rojo
la sed errante extrajo hielo me sumergió íntegra
borrón de dibujo en calca pétrea

bostezo de boca abierta una lengua escupió un cuerpo deshabitado

lo que pasó en la habitación oscura muere cierto

pero desde que el homicida del tiempo rondó el hueco que el tiempo hizo en su
propia frente
el tiempo mismo construyó un manzano

(Poemario inédito)

116
despertar

y sin nombrarte apenas


alcanzo a definirme.

Chantal Maillard

la medida exacta

el color

la materia

la esencia

el nosequé

el algoes

el fondo

la supercie

la mitad

el espacioentre el espacioantes

la nostalgiadespuésel precipiciodelante

cuál es la forma de tu laberinto inscrito

la textura de sus líneas bordes abiertos translúcidos

la nostalgiadespués tu melancolíadespués

el tiempo no existe, ni el antes ni el después no hay delante

117
sólo existimos en el aire

existimos sin poder saber la forma del tiempo que no existe

el infinito es

la sorpresa

perplejidad continua

de que existe sin límites

de que el tiempo es su límite

de que existe en la nada

cortar en montón minúsculo de letras

contar los destellos de la estrella más cercana

somos nada

con trayectoria y la existencia

una sucesión de espacios posibles

(Poemario inédito)

118
Benjamín Chávez

Umbral

Un río de rostros detenido


todas las miradas vueltas hacia ti.

Por una cuerda floja


con la antorcha del crepúsculo
entras a la noche
sobre una página en blanco.

(De Santo sin devoción)

119
Poema final para una antología
Frente a mí
hay un libro abierto
una mujer
el eco de una guerra cíclica
una bandera trasplantada
la llamada de la línea del horizonte
un cielo generoso
el camino al centro del bosque.
Miles de músicos inagotables
una triunfal sinfonía inmensa o
la íntima música que me levanta cada día.

Algunas -muy pocas-


certezas para un débil soplo,
que generalmente pastan libres
fuera de mí vista
en el inmenso prado de todas las cosas
-Y los poemas como mares
o como granos de arena y pedrería celeste.
Frente a mí también hay
el bullicio de los amigos
ciertas tardes llenas de sol
de ciudades
colinas
rostros
la contemplación reflejada en los estanques de la memoria.

El caminar de gente que no conozco


algo que se dicen, un gesto que los muestra dignos.

120
Y no por último,
algunas dudas
perdidas en el fondo de un baúl trajinado.

Un mirar de frente a los hombres


y otra certeza -ésta del corazón-
apaciblemente recostada a los pies de mi cama:
El mundo es un sitio para amar.

(De Manual de contemplación. Antología personal)

121
Una vieja canción

Viendo pasar el río,


cualquier río,
dicen, se ve pasar el tiempo.

¿Lo ves tú?


Por ejemplo, en este
que pasa turbio debajo de nosotros,
los de siempre, ¿los de nunca?

Apoyado en la baranda de cubierta


miro y comprendo
la vieja metáfora
y vislumbro aquella otra
de todos los ríos, el mismo.

Tomo una copa


y busco por la orilla
esa pareja teñida de ocaso.
Los imagino dueños de la selva
inventando futuros gráciles como el agua.

Más que agua, pienso, mi río,


el que heredé,
arrastra palabras,

122
sirenas que cruzan,
barullo de marineros,
canciones
y
un naufragio amoroso
en el que me reconozco.

Tomo otra copa y


susurro a la luna ya alta:
en las playas desiertas del Beni...

(De Pequeña librería de viejo)

123
Relación nominal de bajas

Mesas vacías.
La barra atiborrada de vasos exhaustos.
Cubos de agua con detergente
balbuceando protestas trasnochadas.
Sillas durmiendo la mona
-- cansado campamento de refugiados -.
El frío por las rendijas de la puerta.
Solitario el barman
con su solitario café y rubios infinitos
medita,
compasivo,
las exaltadas vidas,
las derrochadas muertes de la noche que acaba.
Sin novedad, concluye
-- desmantelado altar de los desvelos -
la rutina del bar
a las seis de la mañana.
(De Pequeña librería de viejo)

124
Gary Daher

La ciudad deseada

Yo sé que esa ciudad existe.


doblada como almeja
sobre su goce dorado y carmesí
en el secreto vientre de la selva.

Ahora mismo
acaso sobre la pulida superficie
de su muro sur
un atareado escorpión busque su nido.
El mismo terrible animal interior
presa deseada
para la tela de araña
que voy tejiendo.

Yo sé que esa ciudad existe


la tarde está hecha de sus presencias.
Contra la ventana el sol es también una pared de oro
donde no importa adivinar la calle
su barro provincial cruzando de puerta a puerta.

¿Pero quién?
¿Quiénes me tendrán fe?
Un hombre soy
en esta habitación
en este marzo del año uno
un hombre escindido por la enfermedad de las palabras.

125
Yo sé que esa ciudad existe.
deslumbrante y vital
como una mujer que espera a su adolescente.

Y esa ciudad
será el ojo esplendoroso
que surgirá en el horizonte
cuando se extinga la luz
cuando esta tarde sea
apenas unos trazos en el papel
tiempo final de la cacería
en que el escorpión caerá en mis hilos
atrapado.

Lleno al fin de su precioso veneno


huiré hacia la noche
donde se cierra y abre el silencio
uno con las tinieblas
sátiro
para que nadie recuerde que fui
semejante a todos
carente
vapor a la deriva
con los estertores del humo extinguiéndose en el agua
un poco hundido
como en naufragio.

(De Oruga interior)

126
Camino a Samarcanda

Soy el ángel gris que aparece en tus sueños


el mago negro
con el casco en la espalda
como un caracol cuya baba
es la única huella de su camino a Samarcanda

esto sucede cuando duermes


y yo insisto en jugar juegos de guerra
en la máquina inmoral de aqueste siglo

y luego si despiertas
busco el centro de tu talle
la perfecta crucifixión que hace tu ombligo
y bebo sin parar de aquel veneno
de tus pechos -cielo de serpientes-
que muero por poseer
entre el avispero
de tu boca
y la curva celestial de tu áfrica dorada

pero ninguna pesadilla ya te causa pavor


ni te intimida

mi cuerpo
libre del hueso que lo cubría
como la oruga expuesta
no tiene futuro de mariposa
y morirá
-no lo quiera el buda-

127
secándose en la hoja de la mora
derramándose en saliva
muy lejos de la seda.

(De Territorios de Guerra)

128
De cómo es el paraíso

En el paraíso han edificado tu casa


con la misma vieja puerta
y sus conocidos muros.

Delatando tu presencia y tu perseverancia


se levanta tal cual la ves cuando regresas
con los mismos faroles alumbrando desde adentro
y hasta la huella de tus pasos
aún marcados en la entrada.

Adentro
arrimados a sus rincones
los mismos objetos cotidianos
los muebles
las flores que los adornan

-unas lozanas
y otras marchitas
desnudando los pétalos del tiempo-

la biblioteca repleta con los fatigados libros


la ventana que da a la avenida
el poderoso árbol de mango
y su natural alboroto de pájaros
mientras un nacimiento
profundamente rosado
semejante al del sol
de todos los días
ilumina tus ojos y la mano de tu amado.

129
El paraíso tiene todo esto
y hasta se podría decir
que allí haces lo que siempre habitaste
en cada acto y en cada obra
rutinarias
a diferencia de su hálito
un manto de amor que cubre todas las cosas
eso que podemos llamar aroma de paraíso.

Sólo entonces
de repente
todo cambia
el mundo entero se hace tuyo
eres feliz
–como si alguien podría descifrar esa palabra-
y el cielo nace por todas partes.

(De Viaje de Narciso)

130
La Luz

La luz es el primer animal visible


del mundo invisible
José Lezama Lima

Vislumbrado animal
de mundos invisibles
ave y mujer al mismo tiempo

regia
de claros pétalos y seductora
sus garras luminosas
hieren
tras el efímero sueño
la candidez de nuestros ojos

mientras juegan con las sombras


los crepúsculos
se llenan de límpidos ángeles
y rutilantes seres de anchos hombros.

Así el alma cimienta


entre el relámpago
un resplandor de dudas perversas

pues en la mañana cuando grita


por la ciudad su indiscreto aliento

131
la gente no comprende
que todas las cosas se visten
de la amplia melena de oro
para ocultar su desnudo
cuerpo bestial
que es la noche.

(De Viaje de Narciso)

132
Álvaro Díez Astete

Santa Ana del Yacuma 1958

La brisa

Traía púrpura durante el día

y por las noches se volvía luminosa.

Caía el cielo a torrentes, y el amor

debajo de las mesas y en los lugares ocultos

y en el misterio de las hojas del patio,

el amor salvaje de los muertos,

se exaltaba como el agua de la inundación;

la tierra emanaba sus olores antiguos

y volvían los rostros perdidos.

(De Púrpura profunda)

133
Luzbel

Al caer Luzbel sobre la tierra

el cielo se trastorna para siempre

las evas lo recorren sembrando

su reguero eléctrico.

Al venir Luzbel sobre la tierra,

retumba un grito en el cielo

y el aire se contrae de pavor

y el abismo se abre virgen.

Lluvias de tinieblas bañan los ojos

donde combate su alma,

el cielo es su hoguera materna

y la tierra su necesidad.

Luzbel sobre la tierra

se quema con su propio aliento,

y su sangre carcome su carne,

Pero su voz deja aquí

la palabra.

(De Púrpura profunda)

134
Siringa

El sol

posee al cuerpo recubierto por resinas vivas

enardecidas

en el olor de la muerte humana;

Aúllan

las hojas

llameantes

de la selva

que asciende

a los mares de luz

en el eco del cráneo en el fin;

Tarde atroz de sol y lluvia,

sobre las cenizas

unos niñitos avanzaron abriendo

y cerrando la boca

y sus labios eran como látigos

en el rumor de la lejanía:

Viento viento ¿quién volvió

ciegos a los ciegos?

¿quién es atacado de lo alto

135
por criaturas vivas solo ante sí?

(De Púrpura profunda)

136
De los mitos de Dios

Relatos de los mitos de Dios

sin comida los diestros jugadores

cruzan descuartizados los campos de la peste

sufre su maíz sin ti se van de ti

los animales locos

hallan abiertas de par en par las puertas del cielo

donde la trascendencia de tu risa se hace huracán y falaz

pero solo aúlla y croa y muge aquí

ya nada se escribe bíblicamente

y solo quedan simples hechos banales y no

verdaderas palabras santas.

(De los mitos bizarros y otros poemas)

137
Reymi Ferreira

Ausencia

Por circunstancias
ajenas a mi voluntad
no he podido asistir a tu fiesta
de cumpleaños.

No he ido porque no tenía plata


para comprarte un regalo
y sería presumido de mi parte
si sólo llegara con mi humilde
persona a desearte
1.000 felicidades.

(De querer el cielo de adentro)

138
Barcelona

Ojiva de mar,
olas y arena,

turistas alemanas
desnudas en la playa,

un barco rojo
se despide del puerto sin humo,

un pez olímpico
sin cola y sin cabeza
se confunde con un nuevo edificio.

Adolescentes se aman
en la playa,

entre niños que lanzan


globos amarillos.

Hay una mujer de mármol


en Plaza Cataluña,
cuyas nalgas se parecen a las tuyas.

En el puerto, blancas gaviotas

139
se posan sobre el dedo de Colón
que, desde hace un siglo,
apunta equivocadamente hacia el Este.

Barcelona es una perla que brilla,


pero está incompleta
cuando tú me faltas.

(de Todavía me queda la piel)

140
Trinidad descansa

Las torres paralelas sobre el agua


y las palmeras azules.

Tiempo sin sombras,


amor desprevenido
y el dolor disfrazado
de melancolía.

Trinidad descansa
sobre el tiempo y la llanura.

Arriba, las luciérnagas,


y a lo largo un solo camino:
¡vos o vos!

(De Esas cosquillas llamadas amor)

141
El negro de la esquina

El negro de la esquina tiene su tambor.


El negro de la esquina tiene su lagarto.
Ese negro, ese negro pecador.

-- Don Jeremías -- le preguntó una muchacha --


¿Qué hace usted para cantar así?

-- No creas, muchacha, yo sólo canto con mi voz blanca


y con mis manos toco el mágico tambor azul.

-- Don Jeremías - le preguntaron otras muchachas –


¿Por qué tiene usted los dientes amarillos como el sol?
¿Por qué su canto siempre alegra el corazón?

-- Dios baila en mi pecho y a veces, también danzo yo.


Mi canto atrae a las arañas. Es un canto de amor
que busca el oído tierno de las jovencitas...

Y así pasa la vida el negro Jeremías,


cantando con su gran boca y su tambor y su lagarto,
llenando de música la calle,
caminando, siempre caminando,
rodeado de muchachas,
ese negro pecador.
(De Querer el cielo de adentro)

142
Gricel Gamarra Giese

Sin versos

Esta noche no tengo versos


te los llevaste todos
con tu ausencia

(De Letras y memorias)

143
Maneras

Existen tantas maneras


de extrañar…

Escribir es una de ellas.

(De Letras y memorias)

144
Atrapada

Desde que mis palabras


quedaron atrapadas
en la luna
los insomnios
ya no llevan tu nombre.
(De Letras y memorias)

145
Suspiro

Fuimos tan solo/ un suspiro/ que duró una eternidad

(De Letras y memorias)

146
Ambrosio García Rivera

Tu olvido

Cuando me dejes de querer Dolores,


si es que alguna vez has querido,
y te apartes de mí como un suspiro
que se exhaló fugas mintiendo amores;

cuando tus manos blancas y divinas;


con su encanto de lirios adormidos
ya no quieran hilvanar caricias:

cuando en las horas mustias y tranquilas


de los atardeceres desmayados
no me pueda mirar en tus pupilas;

cuando tus labios dulces y traviesos


me nieguen las ternuras que aprendías
en el grato rincón de los silencios.

Cuando el arpegio de tu voz divina,


velada por las sombras de la ausencia,
se rompa sin sonido en lejanía;

haré que sobre el polvo del camino

147
mi pobre corazón cave una tumba
y deje está inscripción: ―Para el olvido‖.

(De Poetas de huellas imborrables)

148
Siembra

Yo te he dejado un mundo, muchacha, un mundo entero


porque sembré en tu alma la claridad del verso.

Ahora tienes las estrellas en las manos


y un viento de inquietud ciñe tu cuerpo.

Haciendo que te rueden por los hombros


las palabras que puse en tus cabellos.

(Yo soy un hombre que sembró su alma


en las dulces aristas de tu cuerpo)

Ahora tienes trigales florecidos


y duraznos maduros en el cuello.

Un temblor de luciérnagas en los ojos


apretados de ritmos y de vientos.

Ahora sabes que el mundo es un camino


que no tiene regreso.

Humedece tus labios en la niebla


y aprende de mi angustia un canto nuevo.

Y mójate los pies con el rocío

149
que ha regado mi nube en tu sendero.

Lo que he sembrado yo que se haga fruto


y verano maduro tus recuerdos.

(La corteza del árbol que te aguarda


se nutre con la savia de mi suelo)

Y báñate en las aguas que en la tarde


correrán por tu ayer como silencios.

(Yo soy un loco que sembró su alma


en la tierra mojada de tu huerto).

(De Cuatro poetas benianos)

150
En el río

La canoa navega por el río


con el ritmo pausado del remero
y en las tardes de lluvia del estío
es más bronco el rumor del derrotero.

En el turbio caudal, el desafío


para el tenso trabajo del barquero
es dominar el ímpetu bravío
del viento que acompaña al aguacero

Pero el hombre del Beni, en la corriente


del cauce transparente y sosegado
o en el agua encrespada y prepotente

Se maneja con tino suficiente


y al empuje de un brío reiterado
domestica el capricho del torrente.

(De Cuatro poetas benianos)

151
No volveré a querer

En mi vida no volveré a querer


porque una vez padecí
me enamoré sin saber por qué
Y no conseguí ser feliz.

Desde entonces juré no amar jamás


porque aprendí a comprender
que en el amor más después, sabrás,
jamás saben corresponder.

Eso pensaba hasta ayer nomás,


pero al verte vacilé
y por el temor de quererte más
de tu lado me separé.

Y aunque tu imagen se me quedó


clavada dentro del ser,
en mi vida no volveré a querer
y dígole adiós al amor.

Este consejo siempre daré


al que padezca de amor
deje la pena de amar y así
olvido para el adiós.

152
( De Cuatro poetas benianos)

153
Renzo Gismondi Zumarán

Todos
Todos entraron a oír misa
Todos, Todos menos uno.
Todos se fueron al estadio
Todos, Todos menos uno.
Todos cenaron abundantemente
Todos, Todos menos uno.
Todos gozaron con las mujeres
Todos, Todos menos uno.
Todos amanecieron muertos
Todos, Todos menos uno.

(De Histeria de la Poesía)

154
Mis versos
Mis versos fueron perdidos en el viento pasajero sordo que deambula eterno por
las selvas amazónicas, como hechizado de tanto hechizo, como oyendo cantar al
silencio del pasado en el olvido.

Mis versos son como aquellas casas sin techo que miran con su pupila seca al
infinito universo, siempre calladas, con las paredes de piedras vacías y mustias,
ahogadas en la inmensidad de tu recuerdo.

(De Histeria de la Poesía)

155
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(De Histeria de la Poesía)

156
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w.Bio_lencia.Bio_lada.sinvida.vanidades.con.ambicion.inicio.net
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mos
w.defo_resta_cion//:amas.onaz//:droga_diccion_a:maszonas//:desa_paricion.thend

(De Histeria de la Poesía)

157
Eugen Gomringer

avenidas
avenidas y flores
flores
flores y mujeres
avenidas
avenidas y mujeres
avenidas y flores y mujeres y
un admirador

158
159
160
161
Patricia Gutiérrez Paz

Palabra innombrable

No entrarás jamás en mi boca

ni en mi cuarto

ni en mi miedo

ni en mi nada.

Tu canto oscuro llenando hospitales,

dictando sentencias,

decretando horarios,

imponiendo plazos,

vencimientos y prórrogas.

Tu canto oscuro,

contando heridas

apilando llantos,

restando sueños.

Más que una palabra,

todo un veredicto.

Inapelable.

162
Más que una palabra,

una sentencia.

Días, meses, horas, ¿tal vez?

(De Una palabra que no digo)

163
Abrí el diccionario donde yaces

Abrí el diccionario donde yaces,

y -de una-

borré tu sombra,

letras y significados.

Y, tú,

innombrable,

te perdiste en la nube negra;

desde entonces

me escondo de tu cielo.

(De Una palabra que no digo)

164
Batalla jodida das vos

Batalla jodida das vos,

palabra

llena de finales mal paridos.

Agazapada,

condenas,

amenazas

y dictaminas.

Y así,

-sentenciadas a vigilias semestrales-

nacemos y morimos,

sin que nadie se entere.

(De Una palabra que no digo)

165
Yo te llamé “resfrío”

Yo te llamé ―resfrío‖

un resfrío de los que matan

como los boleros,

como los amores mal pagados,

ni más ni menos.

Un resfrío.

Y de un resfrío cualquiera se repone,

dos whiskies, una aspirina y un par de besos.

¡Y a la mierda el resfrío!

(De Una palabra que no digo)

166
Óscar Gutiérrez Peña

Retrato (con fondo de violín y piano)

Cierta devoción por la belleza.


Una melancolía innegociable.
El desarraigo como patria.
Ganas perpetuas de llegar a la paz.

Atroz militancia de las cosas.


Búsqueda irreductible del mejor ombligo.
Amistades peligrosas.
Y el nombre de ella, claro, impronunciable…
y un poco de vino
y un poco de azul
y un poco de muerte.

Eso es el poeta.

(De Sobrevuelo en la ciudad de los anillos)

167
Turismo de vos

Quizá comience visitando la plazuela de tu boca


sus mutuas calles
sus ocho esquinas
su doble callejón rosado.

Ascenderé luego
sin prisas
hasta el arenal de tus ojos
y me demoraré inventariando
una a una tus pestañas.

Descenderé entonces
por la doble vía de tu cuello
hasta trepar a las altas torres de tu pecho
visitaré sus mínimas catedrales
y las sentiré erguirse
como un par de promesas
como un par de duendes
como un par de tempestades
como un par.

En mi inexorable viaje hacia el sur


me demoraré
silente y minucioso
en cada una de las siete calles que conducen a tu ombligo

168
esa mínima rotonda
ese círculo de fuego
ese trémulo mandala
eso sol en miniatura.

A estas alturas
supongo
habrán ferias en tu plaza principal
festividades del arroz con leche
lluvias con sol
mares de chilchi
enjuagues de tímido vegetal.

Deberé entonces averiguarlo


por mí mismo
es decir
por mi boca.

Deslizaré mi lengua
lúbrica y descafeinada
por entre los pliegues de tu centro
desatando
hábil serpiente
desconocidas lluvias privadas.

Degustaré el jugo de tu cántaro


ese maracuyá angélico

169
el cantar de los cantares
ese tujuré bendito.

Luego mi lengua
ya ávida
ya sabia
ya cansada
levantará testimonio de tus piernas
de tus pies
de tus dedos.

Finalmente (tengo la certeza)


terminaré tropezando
cara a cara con tu alma
mientras recorro
los suburbios de tu cuerpo.

(De Sobrevuelo en la ciudad de los anillos)

170
Deseíto

Que no sea
por favor
en una triste sala de hospital
conectado a cables e insensibles enfermeras.

Que tampoco sea —de improviso—


en alguna aciaga carretera
o en un asalto que termine
en las crónicas obscenas
de telepaís o notivisión
(¡por Dios no, eso no!)

Que tampoco sea de viejito


todo achacoso y desmemoriado
y que implique —tal vez—
un alivio para mis improbables hijos o nietos.

Que sea, en fin,


en un luminoso día de noviembre
con el sol como testigo
y con la paz encerrada en mi alma.

Que sea en mi cuarto


escuchando mi música (Silvio, Serrat, Sui o Sabina)
rodeado de las cosas y los seres

171
que alumbraron mi fugaz existencia.

Deseo estar bien despierto.


Voy a morir una sola vez
y quiero disfrutarlo.

(De Sobrevuelo 2.0)

172
Invitación al insomnio

¿Y si de golpe muero
y no hice que valiera la pena
el privilegio y el azar
de estar vivo?

¿Y si me entierran
y no aprendí
las dos o tres cosas a las que vine?

¿Y si fallezco
y no he conocido
ni Egipto, ni Uyuni
ni el Taj Mahal?

Peor aún
si soy yo el difunto
¿y no he volado en parapente
ni compuse una canción
ni escalé aquella montaña
ni gasté todos mis orgasmos
ni salí campeón?

¿Y si fuera yo
el de la ―irreparable pérdida‖
y no he sido feliz

173
simple
completo
solidario
amado
amoroso
amante?

¿Y si al encontrarme todo rígido en el ataúd


vestido con impecable traje y corbata
(y eso que yo siempre usaba blue jean…)
resulta que en realidad no había vivido?

… y no fui amado por nadie, por nadie


—ni siquiera abstracta o fugazmente—
o, más siniestro aún
¿si no fui capaz de dar yo
el amor que me faltaba…?

Sin lugar a dudas


esta noche
al apagar la luz
tendré mucho en qué pensar.

(De Ciudades interiores)

174
Edson Hurtado

Te gustaba estar debajo

Te gustaba estar debajo:


de mis ojos
cuando huían mis lágrimas,
de mi boca
cuando volaba mi saliva.
Te gustaba estar debajo:
de mi pecho
cuando ardía mi sudor,
de mis caderas
cuando gritaba mi espuma.
Te gustaba estar debajo:

de mi sombra
de mi tango
de mi tristeza.
Te gustaba estar debajo:
y yo,
no lo sabía.

(De Sábanas y otras decepciones)

175
El poeta espera a su musa

El poeta espera a su musa,


quiere mirarla
quiere tocarla
quiere pintarla.
El poeta espera a su musa,
la imagina
la sueña
la desea.
El poeta espera a su musa,
tiene ochenta años
y todavía la espera.

(De Sábanas y otras decepciones)

176
Y tu nalga también

Cuando estés sola


despechada
vacía
arrepentida
sufrirás
orgullosa de un pasado insatisfecho.

Y el tiempo habrá pasado


galopando en tus años
cercenando tus días

y en el último minuto
quedarás convencida
de que soy tu dueño.

Porque mías son tus manos,


tu nariz, tus ojos, tu vientre
mío es tu pelo, tu brazo, tu espalda
y tu nalga también.

(De Y tu nalga también)

177
A pesar de ella

A pesar de que las sábanas siguen húmedas


y mi cuerpo está exaltado por el tuyo

a pesar de reírte con los ojos cerrados


mientras intentas ocultar el ardor de tu hombría

a pesar de mis besos


y de sus besos

a pesar de ser pecado


y ser yo tu cómplice de noche

a pesar de eso

el deseo se queda sin historias


cuando yo duermo a tu lado
y ella sueña con vos.

(De Terminar en tu boca)

178
Ángela María Justiniano Egüez

Sánchez, el mendigo

Encorvada su espalda

Agobiado por los años

Va con pasos vacilantes

Por la calle del recuerdo

Es el hombre que asusta

Y hace que huyan los niños

Como si fuese algún muerto

Que ha salido de un entierro.

Pero sigue su camino,

Cansado mirando el suelo

Son muchos años que carga,

Se diría más de un siglo

Cuántas noches pedirá,

De rodillas al Creador

Que lo recoja a los cielos,

Allí donde no existe el dolor.

Cuando lo veo, así sólo,

Arrugado y andrajoso

Se me encoge el corazón,

179
Me asusto y pierdo la calma

Porque recuerdo a mi Dios

y temo por el castigo,

al ignorar la existencia,

De tantos hombres mendigos.

Y, si lo veo por la calle

Y escucho los comentarios:

¡Por ahí viene el viejo eterno!

No sé por qué no se muere,

Es más viejo que este pueblo

...Todos miran al instante

¡Huyan niños, viene Sánchez!

...Y paso a paso aparece,

El mendigo por la calle.

Así paso los días enteros

Pensando en la triste vida

Que pasará este anciano.

Señor, si no soy buen cristiano,

Y no tengo valor de llegar

Donde está este hermano...

Que sea yo un andrajoso

Y arrugado mendigo...

Y que una noche de frío,

180
Venga a buscarme la muerte.

(De Poemas cívicos)

181
Siempre seremos sus ramas

(Para Elffy)

Para escribirte este poema

He tenido que volver

Mis pasos a los caminos,

Que recorrimos ayer

Vos con tus negros cabellos

Trotando el caballo chuto

Perdiéndote entre los montes

De guayabos y bejucos

Yo con la manía de siempre

De repetir tus hazañas

Copiándome tus gestos,

Tu audacia y travesuras,

Deseando ser tú sombra

Para sentirme tú hermana,

Como las piedras y cerros

Que vemos en la llanura.

Recuerdo bien nuestra poza

Lavando nuestro atadijo

Lo hacíamos como adultas,

Jugando a ser mayor,

182
Vos me decías muy seria

- Mire comadre mi ropa,


Tan blanca como la nube

Que asoma detrás del pitón.

Y yo ufana contestaba

- Mi comida está que sabe


Si la prueba mi marido

Me va querer un montón.

Ambas reíamos felices

Por nuestros sueños y aires

Imaginando ser grandes

Y el trabajo era mejor.

Así te vi en mis recuerdos

Como si fuera otra vez

Vos la niña que llenaste

Mi corazón y mis días

Y yo también con mi dicha

Llené parte de tu vida

Así crecimos, y el mismo nido

Cobijó nuestra niñez.

Por que nacimos de un árbol

Que en su sazón dio frutos

Muchos fueron que entre ellos

183
Somos parte vos y yo

Eso nunca se rompe ni muere

Siempre seremos sus ramas,

De la barra que sustenta,

El lazo fuerte que nos hermana.

(De Poemas cívicos)

184
No hubo tiempo hermano

(Para Willman)

No hubo tiempo hermano,

Para estar a tu lado

Y compartir contigo

Lo que viniera

Se fue creciendo el tiempo,

En nuestras manos,

En nuestros cuerpos y sueños,

También en la vieja tranquera.

No conocí tus sueños,

Tampoco tus pensamientos

Aquellos que desde niño,

Te fueron tornando duro

Y sin embargo te miro

Y me veo en tus adentro

Jugando a los trampolines

Y vos atrapando vientos.

Nos separó la vida,

Con su barrera del tiempo

Y fuimos como las aves,

185
Marchamos hacia otros rumbos

Vos te hiciste un hombre,

Construiste tu propio nido

Mientras yo juntaba versos

Para forjarme mi mundo.

No hubo tiempo hermano,

Es cierto, ya somos adultos

Y nunca pude olvidar,

Que yo me alejé primero

Sin ni siquiera guiarte,

Por el mejor de los caminos,

Y que el dolor de mi ausencia

Mucha pena pudo darte.

Es verdad que mi cariño,

Seguirá perenne y fuerte

Que lucharé por lograr

Que camines mi camino

Porque he encontrado pisadas

Donde no podrás perderte

Y es preciso, de la mano

Te llevaré a mi destino.

No hubo tiempo hermano,

186
Para poder contarte

Que aún dentro de mí,

tengo presente la casa,

A nuestro sauce llorón,

El aljibe que aún mana,

El guayabo macanudo

Y el cuarto lleno de guascas.

No hubo tiempo hermano...

Pero tampoco es tarde

Para enmendar el error

O las trabas del destino

Acaso eso sea ahora,

El deseo de nuestra madre

Que olvidemos los afanes

Y volvamos a ser niños.

(De Poemas cívicos)

187
Mi caracolito

Nadie como él que carga su cajita

Y sube la cuesta sin llantos, ni queja

Nadie como él que vive y transita

Por lugares húmedos sólo, sin pareja.

Lleva en sus hombros una historia larga

Porque casi siempre destruyen su mundo,

Si no es el tiempo, es la vida amarga

Que tuerce la ruta y queda sin rumbo.

Pobre caracol que de tanto enojo

Ahogado en su baba, nunca dice nada

Se va lentamente, triste, de hinojos

Se oculta en los muros y leña mojada.

Así es como vive, sumergido en sueños

Letargos que esperan una nueva vida

Mi caracolito ambiciona el cielo

Y que sus amigos también lo consigan.

Cerca de mi cuarto, muy junto al jardín,

Mi caracolito se prendió en la reja,

188
Allí está dormido, tranquilo y feliz

Espera que el verano llegue y lo proteja.

(De Poemas cívicos)

189
Germán Lecaro Durán

Nostalgias Saladas

Cuando caigan las hojas


seguiré cabalgando mis olas de ensueño
para hollar las distancias
que encadenan nostalgias
a un amargo destierro
porque soy marinero
con las velas arriadas
que le canta a las selvas
confidencias del río
sediento de tus playas.
Cuando caigan las hojas
cantaré mi añoranza por tu brisa salada
y en indómito gesto
remontaré las cumbres
en ala de los vientos
para oír de la nube
la historia de mil puertos
y sentirme gaviota
aunque no abra las alas
pues mi barca está quieta
mar que enciendes mis mañanas…
La aurora sangra en el alma
y el sol quema la esperanza

190
porque soy marinero
que se acuna entre montañas.

(De Entornos de Hoguera)

191
Historia a Medias

Érase aquel tiempo


de causas inquietas
cristalina estela
matiz en la esencia
de historias a medias…
marcas sobre un fondo
de luz descompuesta
clorofila
mares
y el viento
pulsando entre remolinos
goces y trinares.
Hoy arde la fiesta
y estalla la sangre
entre falsos empeños
y voces que se arrastran
por los oquedales.
Cerca la agonía
la esperanza lejos
clamor de la fiera
lamento del grillo
tiempo en las heridas…
¡Tenaz inconsciencia
de un sistema enfermo!
(De Entornos de Hoguera)

192
Soberbia
¡Gracias por mostrar
la luz del alba
a mi cansado anhelo!
Por hacerme notar que tengo alas
como tú
para el vuelo.
Pero no intentes empujar mi sino
al trajín de los vientos
sin mostrarme el secreto
de la altura
bajo el confín etéreo.
¡Gracias por señalar
que tras la cumbre
hay otros derroteros;
que hay puntos cardinales
siempre
donde quieras que estemos!
Pero no esperes dirigir mis pasos
hacia lejanos reinos
si para hallar el rumbo
sólo cargas
un báculo de ciego…

(De Entornos de Hoguera)

193
Retrospección

De nuevo a casa, cansado de ausencias


dueño de bagajes que colmó el camino
a enjugar vacíos de fluctuantes huellas
y vislumbra un solar desconocido.
Solo: en el centro de amarga encrucijada,
entre el acoso inclemente de la pena
hurga el cantor la geografía del alma
para escrutar la razón de su condena.
Y evoca al árbol guardián de correrías
sobre el bullicio fraterno en los ensueños
que agitaban auroras con la brisa
en inmaduro afán de abrir senderos.
El sol marca un levante en cada ocaso
y en la indiferente vastedad del orbe
se acurruca el sentir bajo el quebranto
borrando el punto cardinal del hombre.

(De Entornos de Hoguera)

194
Ruth Ana López Calderón

Monarca

Las he visto cubrir como manto


las he visto dormir y despertar

elevarse en vuelo

he corrido con ellas

vano intento de alcanzarlas


esas grandes extensiones de campo

era niña,
era crédula

nunca pude alcanzar las mariposas

y ya no hay tiempo.

(De Sin óbolos para Caronte)

195
Detrás de la máscara

Aquí estoy con la máscara cubriendo el rostro

para no espantarte, para que no salgas corriendo

¡cuán débiles son las carnes desgarradas,

como seda atrapada en espinos blancos!

Y sus hilos trémulos,

y la humedad de los ojos, buscan con ansias tu imagen,

y me aferro para no caer en el vacío, en el lóbrego agujero

que succiona mi esqueleto

y siento frío

y desespero

y la soledad corroe los pensamientos,

y la tristeza, ¡Sí!, la tristeza adherida al aliento

empaña el espejo donde veo al espectro

las pesadillas asoman, el temblor acaricia los dedos

el viento viene a jugar

con el fantasma de los cabellos, jirones del alma

vuelan esquizofrénicos, vuelan y se retuercen: culebras

intoxicadas con su propio veneno

196
¿dónde están los cabos sueltos?

agitado el pecho convulsiona

y lágrimas bañan el rostro

inundan los ojos que te buscan en el firmamento ficticio

una voz sofocada grita desde el interior

y las manos aladas tapan la boca

- es la conciencia que emerge de su grieta-

y exasperada clama:

¿sabes lo que es ser mujer y no poder serlo?

y la lucha infernal comienza

y la lucha terrenal no acaba

no reconozco lo que muestra el espejo

esos ojos hundidos, mustio el semblante,

la palidez de la muerte

y su alarido

y de pronto el corazón salta, en el cuerpo de otro,

y te leo de nuevo, te siento cercano,

eres el único que despavorido no huye,

el único que conoce la locura palmo a palmo

197
la luz apagada de los ojos te mira

y del corazón brotan pétalos negros

como la noche cubre con su manto la vida

la sombra luminosa del abrazo sale a tu encuentro

y quedo ahí fundida con el eco silencioso de tus palabras

con el arrullo mudo de un no sé qué

que espero.

(De Sin óbolos para Caronte)

198
Detrás de la máscara

Aquí estoy con la máscara cubriendo el rostro


para no espantarte, para que no salgas corriendo

¡cuán débiles son las carnes desgarradas,


como seda atrapada en espinos blancos!
Y sus hilos trémulos,
y la humedad de los ojos, buscan con ansias tu imagen,
y me aferro para no caer en el vacío, en el lóbrego agujero
que succiona mi esqueleto

y siento frío
y desespero
y la soledad corroe los pensamientos,
y la tristeza, ¡sí!, la tristeza adherida al aliento
empaña el espejo donde veo al espectro

las pesadillas asoman, el temblor acaricia los dedos

el viento viene a jugar


con el fantasma de los cabellos, jirones del alma
vuelan esquizofrénicos, vuelan y se retuercen: culebras
intoxicadas con su propio veneno

¿dónde están los cabos sueltos?

agitado el pecho convulsiona


y lágrimas bañan el rostro
inundan los ojos que te buscan en el firmamento ficticio

199
una voz sofocada grita desde el interior
y las manos aladas tapan la boca
—es la conciencia que emerge de su grieta—
y exasperada clama:

¿sabes lo que es ser mujer y no poder serlo?

y la lucha infernal comienza


y la lucha terrenal no acaba

no reconozco lo que muestra el espejo


esos ojos hundidos, mustio el semblante,
la palidez de la muerte
y su alarido
y de pronto el corazón salta, en el cuerpo de otro,
y te leo de nuevo, te siento cercano,
eres el único que despavorido no huye,
el único que conoce la locura palmo a palmo

la luz apagada de los ojos te mira


y del corazón brotan pétalos negros
como la noche cubre con su manto la vida

la sombra luminosa del abrazo sale a tu encuentro


y quedo ahí fundida con el eco silencioso de tus palabras
con el arrullo mudo de un no sé qué
que espero.

(De Sin óbolos para Caronte)

200
De mitos y leyendas

Pequeños pies

caminan el sendero de tierra húmeda

que circunda al platanal

cae la tarde

los pájaros se retiran

a las copas de los árboles

y el murmullo del río acaricia

la yerba mojada

el misterio respira en los cañaverales,

justo ahí, en el recodo, donde plantas

de tuna y duraznos, anuncian el principio

de la sombra, los mitos

y leyendas erizan la piel

los inocentes ojos

buscan un pedazo de cielo,

entre gigantes hojas trenzadas como techo, verdoso

y siniestro

y racimos de bananos cuelgan obtusos,

pasos detenidos, el temor los hace rápidos,

miradas hacia atrás constantes,

201
y sentirse perseguida

y el terror mueve los pasos

es noche, el viento viene de lejos,

una piedra rompe el silencio

y rápido es veloz

y el corazón late, misterioso,

como el duende lanza piedras

y la niña que deambula sola, huye,

corre a casa con el sabor de vivir

la mejor de las hazañas

una voz familiar, interrumpe

el mágico momento

-a lavarse las manos, la cena está servida-

y la noche bordea la estancia

en el bosque, plagado de leyendas

los duendes bailan.

(De Desde las profundidas)

202
Despierta

El frío golpea la copa de los árboles,

la ciudad amanece sumida en múltiples congojas,

deshecha en laberintos grises

voces de motores viejos y torpes

comienzan a poblar el silencio,

y las luces opacas alumbran

a pocos

deambulantes, ensimismados,

encadenados a sus voces,

paseando, negados a ver

más allá de las narices

los minutos lentan

presurosos,

impunes al dolor o al miedo,

a la soberbia,

ó a la deshonra,

cuerpos vestidos de cachemir y calzados

cuerpos semidesnudos,

cercenados por el gélido

aliento de noches desamparos

203
y almas bailan en su propio espejo

fétidas

y almas bailan llanto,

los extremos, los opuestos necesarios,

y los medios cabizbajos, atrapan

en sádico mutismo,

y nos jactamos, y nos jactamos,

de ser lo que no somos.

204
Arnaldo Mejía Méndez

Jaikus

Vivía en cuarto
menguante soñando
con luna llena.

La vida nunca
será un jardín pero
vale una rosa.

Eres mi río
palabra tras palabra
bañas mis poemas.

El taquirari
es ritmo de fuego
que fluye en Moxos.

En esta vida
nada son tan míos
como los sueños.

(De Lunario de sueños)

205
Sebastián Molina

Jaikus

Somos las letras


que cuentan nuestra vida.
Alguien nos lee

Viejo camino
ya no pasa por aquí
ni la nostalgia

(De Otra vez el silencio)

Esta danza de
hojas sabe de nuestros
besos cómplices

Al prender la luz
tu sombra dejó
de perseguirme

Es luz, es día.
Tenelo en cuenta:
mi felicidad te incluye

La canción es la
misma / la distinta
es mi alma

(Inéditos)

206
Blanca Elena Paz

Onidra

En una ficción de sombras


continúan las galerías de piedra,
quietud en círculos sin variaciones,
sólo un ulular de viento
contornea cúpulas y campanas.

Hemos recitado esta escena


en sucesión de siglos,
simbología onírica
de yelmos, cotas
y hierro forjado.

Se duplican las paredes abovedadas,


las graderías y colgaduras de raso.
¿Por qué, Señor, añoro el retumbe de los cascos
y el destello de chispas que en la piedra deja la herradura?
nunca los he visto y los guarda mi recuerdo.

Aguas en reflujo,
acantilados verticales,
espuma y moho en las rocas
¿Qué extraño atavismo es éste que trae el alba?
(De Historia y cultura de Bolivia)

207
Pretérito

Hubiésemos podido
alquilar una casita,
criar perros de raza,
gallinas o cerdos,
escribir juntos un libro
de cuentos, poesía o ensayo,
reñir, llorar, hacernos cosquillas,
si tan sólo hubiéramos llenado
el requisito de amarnos.

(De Breve poesía cruceña)

208
Destiempo

De la nada ascendió
como de un abismo sin luna
tu llamada.

Vino a buscarme
aquella palabra,
procesión de signos,
sortilegio en calle infinita.

Invocaba el vacío
cauce de alientos,
en huellas de áticos
y veredas nocturnas.

Duele tu nombre
entre la lluvia oscilante.
¿Vuelve un río?
Brío de espera,
canto de aguas,
no hay caminos,
trenes ni ecos.

(De libro inédito)

209
Surrealismo

La persistenciai en los relojes de Dalí


marca el tiempo,
no el perdido sino el que se recicla,
a voluntad nuestra lo retiene plano,
flexible, circular y doblado.
Pareciera que en los derretidos relojes
no es tarde,
a veces, las horas guardadas se tienden
sobre plataformas de ladrillo refractario
o en redes metálicas,
aun en la noche pueden asomarse pendiendo
entre ramas de árboles marchitos.

(De Poetas del oriente boliviano)

1
Título del cuadro de Salvador Dalí

210
Claudia Peña Claros

El rito

A veces mi cuerpo se abre

para guarecer a un hombre

(hay hombres que arriban

sensibles / gigantes / perdidos).

A veces también confundo

ternura de vientre con verdad

(esa extraña costumbre que tienen

de desaparecer los hombres).

Mientras están, a veces no consigo

atrapar sus olores, el sabor.

Apenas puedo, cuando se han ido, reconstruir

su transcurrir de jadeos y mi deseo.

Se me da por pensar que la sangre

(puntual y cumplida) refleja

el atávico instinto de lavar

esa sombra, esa saliva.

Agotado el rito debo recorrer, ciega,

los punzantes días entre su piel y mi olvido

(hay ángeles que dejan

hambre de luz y suspiros).

Pero la ceguera es corta

y se diluye, ingenua, la ilusión

211
de domar el conjuro, mi destino.

El cuerpo no olvida:

el cuerpo permanece, por

siempre, nido.

(De Con el cielo a mis espaldas)

212
Cuando me muera

Cuando me muera

ojalá

alguna mujer

planche amorosa

mis sábanas blancas

coloque amorosa

sobre la cama

mis almohadas blancas

silenciosas ellas

y acompañadas

ojalá

sus manos alisen

los dobleces

las dulces imperfecciones

de hilo

cuando me muera

por la noche

despejadas las cortinas

abiertas las ventanas.

(De Con el cielo a mis espaldas)

213
Los caballos de mi abuelo

Los caballos aguerridos de mi abuelo

los caballos prohibidos

relinchan bajo mi peso.

Mientras les mancho las monturas de plata

ellos se inquietan con el olor de la sangre.

Los caballos negros del abuelo

se yerguen en dos patas

sus crines en mi cara.

Los caballos arquean las espaldas.

Esta noche abuelo

incrustaré mis huesos y mis uñas

en tus caballos delirantes.

Ya no serán tuyos los aperos y las caronas.

Ya no serán tuyas las pezuñas cortantes.

He llegado yo,

hembra

infiel

y terca

para correrlos hasta espumar sus pelos

para jinetearlos hasta fundir el hierro.

214
Soy yo, abuelo

aquí arriba.

No me derribarán tus caballos infernales.

No desperdiciarán ellos

mi sangre en sus espaldas.

Yo domaré sus relinchos salvajes.

Sabré vencer sus cascos en el aire.

Podré cabalgarlos con la espalda

arqueada.

Acezan tus caballos abuelo

pero el día

apenas comienza.

(De Con el cielo a mis espaldas)

215
Días de atraso

Días de atraso:

mi cuerpo se resiste a sangrar.

Le habían gustado tanto

su risa

sus manos

que después de haber

él

partido, anhelaba

-trémula carne desterrada-

embarazarse en soledad.

(De Con el cielo a mis espaldas)

216
Eduardo Quiller

Hijo

Todo está bien,


hasta que una noche llegaste sin avisar.
Cerramos las puertas de nuestros corazones
y abrimos nuestras manos
sólo para ofrecerte
unas gafas oscuras sin vidrio
para que mires el sol.

(De Latidos en la oscuridad)

217
Sembrando losetas

Nuestra era la tierra, las flores


y los alegres gorriones.
Nuestro era el cielo, el mar
y los mansos caracoles.
Hijo, todo era nuestro…
Hasta que empezó a llover Coca Cola
sobre nuestras cabezas
y comenzamos a sembrar losetas
en nuestros corazones.

(De Latidos en la oscuridad)

218
Mientras tú escribías poemas

Mientras tú escribías poemas


mamá lavaba pañales
y secaba solita sus penas.

(De Latidos en la oscuridad)

219
Escritores

Escritores, poetas, pintores,


escultores, bohemios, locos,
vagos, desempleados, relocalizados…
Juntémonos cuando no tengamos
para el pasaje del colectivo,
juntos será más corto el camino,
NOS IREMOS EN TAXI.

220
Paura Rodríguez Leytón

Por ahora no deseo agua.

Por ahora no deseo agua.


Las piedras de los ríos
forman galaxias y hoyos negros.
Hay murmullos que acarician la noche.
Hay flores atardecidas
que aguardan tu retrato
y discurren lentas,
diciendo nuestro nombre.

(De Pez de Piedra)

221
Algunas señales

Algunas señales
me despertaron la piel.
Cierro los ojos
y transito cada tramo de mi cuerpo,
palpando
una infinita oscuridad
que me ahoga.
Quiero oler una piedra lisa,
lamer el polvo de las ventanas.
Deseo poesía para mis dedos
para lavarme los pies.
Para desvestirme de mí
y hablarme de lejos.

(De Pez de Piedra)

222
De barro

De barro
son los ojos que me invaden,
son de silencio
los pasos.
Este sol azul
que recorre el tiempo
es nuestro idioma solitario.
Y nos dice más sombras,
más objetos delirantes,
más recuerdos.

(De Pez de Piedra)

223
No sé cuál será mi estado natural

No sé cuál será mi estado natural


tal vez
el barro.
Ahora,
cuando estamos en el mismo tren
la misma olvidada camisa
será camisa papel
camisa de nada.

(De Ritos de viaje)

224
Alfredo Rodríguez

Certeza de un hombre sin alas

Ni la más loca aventura,


en el sueño de una noche de verano,
ni la resignación más profunda,
ni la postal más entrañable,
ni el olor más prohibido,
ni los senos más bellos,
ni la voz más limpia,
ni el paseo más tibio,
ni la más pendular incertidumbre,
ni los modales más cortesanos,
ni la arena más blanca,
ni las guayabas más paradisiacas,
ni la más dulce guitarra
impedirán el más alto vuelo de un hombre sin alas,
pero sediento de libertad.

(De 3 al Hilo)

225
Sobrevuelo en La Mancha

En algún lugar de La Mancha,


cansado,
golpeado,
borracho y loco
porque el metal de esta armadura se funde
sobre mi piel
bajo este terrible sol de septiembre…

escribo para decirte, Dulcinea,


que te podes ir a la mierda
y que vuelvo a mis libros.

Atentamente
Don Q.

(De 3 al Hilo)

226
Plegaria

Ángela, hay un espejismo


en mi razón ya vencida,
y es que un buen día de estos
le presentes tu renuncia irrevocable a Dios,
para quedarte conmigo a tiempo completo.
Voy a cubrir entonces tus alas de poemas
y vos de caricias las mías.

(De libro Inédito)

227
Solicitada final

A la tuja de esconderse
juega el niño que ayer fui.
A veces asoma, a veces no.
Si lo pillan, déjenlo en paz.

(De libro Inédito)

228
Antonio Rojas

Tiéndete a mi lado

Tiéndete a mi lado,
las cosas ahora dueñas de sus nombres
no llevan el rótulo de sus actos,
pertenecen a ellas,
están con su materia hacia dentro,
su clarísima sombra,
no sale de sus límites.
Así, tiéndete junto a mí, anónima,
ya sin peso,
sin estorbar a la luz en su loco paseo
y deja que mis manos te devuelvan el cuerpo,
como devuelven al aire las alas a los pájaros.

(De Tiempo nombrado)

229
Escritos una tarde

Escritos una tarde


los nombres de los amantes
perduran en el árbol;
obstinado,
persistente,
los hace públicos,
murmurándolos a los visitantes,
y los vuelve a guardar
como símbolos del pasado.

Los amantes regresan


y vuelven a escribir sus nombres
en el árbol,
como si nunca los hubiesen escrito.
Los recuerdos pesan
y los amantes se deben al aire.

(De Tiempo nombrado)

230
Pudo haber nacido

Pudo haber nacido en el año 165


en el año 2985 de Cristo
pudo haber nacido en Noruega
en España o en Irlanda.
Pudo haber estado en excursión
en una heladería
o en una discoteca
y sin embargo hoy 11 de octubre de 1986
a las 23:30 está aquí en este salón
donde yo deseo conocer a una mujer como ella
y ella desea conocer a un hombre como yo.

(De Tiempo nombrado)

231
Epigrama

Nada es imposible, Amada, cuando estamos juntos.


Hasta en el desierto podríamos vivir.
Bastaría con dibujar un árbol en la arena
para que al día siguiente dé frutos.

(De Antología Provisional)

232
Silvia Rózsa Flores

Tan sólo…

Te propongo habitar
en una de las parcelas
de tu corazón,
no por meses, ni por años,
tan sólo por escasos días,
(si quieres, horas).

Puedes alquilarme una o dos,


no sé en cuánto espacio
cabrán las caricias
que urgen de ti.

Tan sólo permite habitar en


una que yace
agrietada de la vida
y que urge de mí.

Tan sólo, permítelo.

(Del poemario inédito Intentos)

233
Homenaje

Mis ojos desnudos


rinden homenaje
al silencio que remueve la nostalgia
de guerras tribales
de copas vacías
de sábanas imaginarias
de prólogos sin acuerdos,
en la nada,
en el vacío.

(Del poemario inédito Intentos)

234
Oasis

Aferrada
a mi huerto seco
tras la tempestad de los mortales
siembro tu nombre y el mío
dispares, lejanos.

Con mi puño dibujo la incógnita


del desagüe de tus labios y la
comisura de los míos para creer
en el oasis.

( Del poemario inédito Intentos)

235
Reflexión

Ahora que yaces a mi lado


que acaricio los dibujos de tu espalda
y mis ojos juegan con tu risa;
Ahora que miro el horizonte,
que mi sello guarda
cruzadas y huracanes;
Ahora que el Sol se pierde entre
las palmeras y los bosques
del abuelo;
Ahora sé,
que la quimera no me pertenece,
que el invierno transparente
llegó para quedarse
y que mi alma cansada

busca tu regazo palpitante.

(Inédito)

236
Carlos Saavedra Weise

Cuando Corten

Cuando corten
las alas de los ángeles
los gorriones mañaneros
gorjearán sus epitafios
y las flores de los hibiscos
serán burdel de mariposas.

(De Breve poesía desde Santa Cruz)

237
Jaikus

Duerme el rocío
cual matinal empeño
sobre los pétalos.

¡Cuántos otoños
deja Caer la vida!
seca hojarasca.

Una muñeca
de porcelana duerme:
la niña sueña.

(De Jaikus del Samurái)

238
Roxana Selum

…y me estremecí toda

Hoy sin saberlo,


sin saber que más tarde besarías mi cuerpo
hice un rito frente al espejo.
Coloqué el aroma de miel sobre los muslos,
Recorrí los brazos y la espalda.
Toqué mi torso,
Acaricié suavemente la aureola de los pechos…
Cubrí con crema las grietitas de los pezones.
Acaricié el pubis de luna,
La redondez del ombligo, la silueta toda.
Más tarde, recorrí el cuerpo de él con pasión salvaje,
emprendiendo un viaje a las estrellas…
en el que nos volvemos uno cada vez que nos amamos.
Acaricié la curvatura de los tobillos,
Subí luego besando los muslos y la pelvis,
el torso, ese país de innumerables sueños
Subí a sus caderas y sentí la cadencia de su cuerpo en movimiento.
Sentí su piel que se estremeció al rozar, pasar los labios, sentir la textura
Oler la piel que huele bien, huele a miel.
Hoy he tocado su cuerpo con pasión extrema,
Como si fuera la última vez…
Como queriendo fundirme con su piel.
Lo besé tantas veces hasta llegar a creer que no existía nada más en el mundo;

239
Como si de ello dependiera el amanecer, el canto de los pájaros, el amor de los
hombres!

(De libro inédito)

240
Siente

…sólo siente el sonido de nuestros cuerpos


Que se mueven al ritmo del viento,
Al viajar de cometa en cometa,
Chocar con la luna,
explosionar en la esfera etérica del universo.
Siente amor como palpita el silencio,
Cómo alumbra tu áurea mi piel hecha de mieles
Hombre de mil estrellas! Ahora sólo mío.
Huele, come, bebe, toma de mí la leche cristalina;
La carne, piel, yemas, dedos, manos,
Nalgas, ombligo, pechos, cuello, boca.

(De libro inédito)

241
No digas nada,

Me basta con saber que existes.


Toca, siente, vibra con la sintonía de manantial de río
Cadencias-caderas,
Río turbio como el Mamoré,
Mi ancho mi caudaloso, mi profundo río-cuerpo mío.
Nuestras entrelazadas piernas-morenas tuyas,
que calientan mi fuego-que arde contigo.

La pampa verde-verde río,


mis cabellos que te enlazan como lianas,
que se enredan en tu cuello-te abrazan,
te decantan-te enamoran.

Mi piel canela-con la tuya morena


que te calienta con el sol-sol de moxos
que abraza la piel.
Mis pechos oscuros
Como garzas morenas,
que besas que comes, sientes volar,
cuando cazas los pezones..
chillo al sentir- vuela al pasar tu lengua…
Más tarde un delfín rosado
Se escapó hacia mi cuerpo
Jugueteando.
Calla, no digas nada

242
me basta tu sonrisa,
después de la travesía
puedo morir en ti,
puedo morir así!!!

(De libro inédito)

243
Sola

Solo la sed y el vacío


Ningún hombre ha venido a buscarme,
Este es el paraíso que inventé.
Cuídate amor mío,
Cuídate de la sombra de mi sombra
Y de la ternura que emana de mi ser dormido!!

(De libro inédito)

244
Elías Serrano

A orillas del río

Te vuelvo a ver
sólo cuerpo
y sin querer
me encuentro
trepando
por tus muslos.

Déjame ser río.

(De Cuerpos incendiados)

245
En la ventana

En la ventana
solloza
la lluvia
y anochece.

Alguien grita
alguien
Escupe pavor
por las orillas
del cuerpo.

No hay por qué


entristecerse.

Hoy, la muerte
juega conmigo.

(De Cuerpos incendiados)

246
Quise

Quise teñir una rosa de negro


y mis manos se tiñeron de rosa.

Quise comprar un corazón


y tuve que embargar el mío.

(De Breve poesía desde Santa Cruz)

247
Cuando me miro

Cuando me miro
En tus ojos
Me miro dos veces

(De Breve poesía desde Santa Cruz)

248
Paola Senseve

-Dios es naturaleza

Si me desabotonas la blusa
te puedes llevar una sorpresa
Inténtalo
y verás cómo de entre mis pechos
salen volando mariposas
y
caen sin remedio jazmines

(De Soy Dios)

249
Transgredir

Como emana la tinta de mi pluma


con cierto desdén,
este tren ignora donde me lleva
lejos, cada vez más lejos
donde la luna no mengua ni trasluce

Como intentando balbucir mi boca tirita


es este frío, quizás,
mis ojos perennes buscan alguna tumba
donde puedan incubar lágrimas
o algún terreno árido para resucitar

Como si sumisa mi mano escribe,


compungida,
hereje

La meta póstuma es transgredir las reglas de esta melancolía

(De Soy Dios)

250
Borges

“Nadie rebaje a lágrima o reproche


esta declaración de la maestría
de Dios, que con magnífica ironía
me dio a la vez los libros y la noche”
Jorge Luis Borges

Quisiera tener la ceguera de Borges


y no la mía
Él en su eterna noche
era dueño de la claridad
A él le salvaban lo libros
Mientras yo intento que me salve él
Mi ceguera es de día
y es harto peor
que la de sus noches
Quisiera tener la ceguera de Borges
y no la mía
porque al menos él, tenía la seguridad
de no saber si existía o no
si era un Borges o el otro;
en cambio yo tengo la certeza,
by the way, triste certeza
de estar escribiendo estas letras

(De Soy Dios)

251
Un hombre en mi cabeza

Creo que hay


un hombre
en mi cabeza

Habla por mí

Siente por mí

Tiene ímpetus de libertad

Creo que hay


un hombre
en mi cabeza

pero yo soy solo


un cuerpo de mujer
II
Ellos me están obligando
me han dicho que le asesine
al hombre
que está
en mi cabeza
Dicen que me hace decir
cosas que no debo

Dicen que tiene ímpetus de libertad


y que yo no debo

252
III
Ellos quieren que lo mate
que sea normal

Dicen que en la cabeza de una mujer


tiene que estar una mujer

Dicen que así me van a querer


que van a dejar de apuntarme
IV
Ellos quieren que sea una criminal
pero yo no quiero
me he encariñado
con el hombre que está
en mi cabeza
y de sus ímpetus
de libertad

(De Soy Dios)

253
Pedro Shimose

Moxitania
A César Chávez Taborga

India vegetal tallada en esmeralda,


cuando la noche sacudió sus alas
y estrellas cayeron en tus cuencas,
en tus ojos se miraron
la selva antes de ser selva,
la pradera antes de ser pradera
y el río
cuando no era más que una gota suspendida en el aire.

Antes
de que se fueran tus cerros de leche
allá donde se oculta el crepúsculo
después de su espectáculo,
el puma afilaba su rugido
en tus cachuelas desesperadas en el ímpetu;

antes
de posesionarse el fruto en su gajo la hoja ya presentía
tu territorio de agua y de madera;

antes
de que la sangre se fugara de la balsamina

254
la garza corregía su vuelo melancólico, el loro lustraba su plumaje
bañado por los rayos de luz descompuesta;
antes
de que los dedos se alargaran
hasta el pensamiento de la cifra,
el caimán arrastraba su sombra por el légamo
el piyo igualaba su velocidad con la del grito
y el motacú ensayaba su abrazo con el bibosi
antes del júbilo interplanetario.

Antes de la forma pero después del tacto,

antes del sonido pero después del silencio,

antes del color pero después de la luz


yo te amaba,
mujer de lluvia cernida por las manos del verano,
con mi corazón hecho de luna.

Pero Dios borró tu sexo


para convertirte en barranco
donde el hombre
construyera su cabaña con cogollos de palmera;
para convertirte en pampa donde los caballos
machacaran tus huesos con sus cascos de diamante
y donde los toros
embistieran tu sonrisa con sus cuernos de itaúba;
para convertirte en limo donde los arados
rasgaran tu morena espalda como la yuca morena;
para convertirte en siringa
donde la cuchilla hendiera su filo
255
para ahogar la sed de la tichela
y para convertirte en laguna
donde los peces
te recorrieran en presencia de los pájaros. -

Ahora
que estoy lejos del instante en que te conocí,
lejos,
como la palabra está lejos de la piedra,
lejos
de tus labios que ignoraban el beso del metal
y lejos
del metal que ignoraba la existencia del callapo,
el carretón, la flecha de chonta y la canoa,
recordando tu cuerpo de rocío vertido en otro tiempo,
antes de la almendra como almendra
y después del ambaibo como ambaibo,
te escribo estos versos olorosos a vainilla.

Hembra fecunda
que te revuelcas en la savia caliente del tajibo,
hija del viento que deja su apellido en cada rosa,
pese a que el tiempo te vendió por hectáreas,
pese a que la gaviota te cambió por el océano,
pese a que la nieve te desapreció por la nube,
pese a que la golondrina
te abandonó por la guitarra y el beso,
pese a todo,

256
¡cómo te sigue amando mi corazón lleno de cielo!...

(De Triludio en el exilio)

257
Riberalta

Me han cambiado el país, pero tú sigues intacta,


Cuando vuelvo a ti, converso con mis muertos
y mi amor sale ganando.
No hay nada más lindo que contemplar tus crepúsculos.
Soñar sueños que soñaron nuestros padres.
Circular por el color violeta del aire anochecido
y terminar echándote de menos.
Renacer en tu fragancia húmeda,
buscándome en la niebla de los arroyos
más recónditos,
lejos de mí mismo, en los ríos y curichis,
en el naufragio de la isla que descubrimos juntos
cuando tus barcos de vapor recorrían mi infancia.

No quiero ser la herida que llora el siringo,


ni acabarme en esta almendra amarga,
en este estruendo de árbol derribado,
dolor de cielo oscurecido
entre relámpagos y truenos.

Llueve.
Llueve
y combato esta dulce costumbre en las hamacas.

Llueve

258
y me pierdo en borracheras que no acaban nunca,
allá donde mi madre sigue, la pobre, regando sus petunias.

Llueve
y mis amigos cantan a la vida que se va, mientras
los peladitos corren por la calle detrás de una pelota.
Llueve.
Llueve sin parar, afuera,
en un paisaje con canoas que bogan río abajo.

Hasta el arcoiris
sigue lloviendo en mí.

Ni la goma,
ni el oro,
ni la almendra,
pueden compararse a su decoro natural.
Y no le digo más.
Al escuchar su nombre veo mi infancia
y me despierto dando brincos de alegría
como si alguna vez hubiese estado en el paraíso.

(De Riberalta y otros poemas)

259
Tiwanaku

Tu nombre amarillea,
oscurece y
cae,
gastado,
al fondo de la piedra.
Todo es muerte en ti,
figuración del tiempo,
muerte que no acaba de morir.
Profundo,
el sueño de la piedra intenta definirte
pero el frío
se filtra por tus ojos,
se hace noche en ti,
tristes,
tus siglos son escombros,
tu sombra
se derrumba
a cada instante, se agrieta
a cada instante,
se desploma en el polvo
a cada instante.
Tu funeral
camina
por telarañas y tormentas.
El olor de la muerte te persigue:

260
tu escarcha envejecida,
tu paciencia arrugada,
tu círculo,
tus sellos.
Ya no estás,
piedra vencida, ciega,
piedra de soledad,
de la noche a la noche,
tu nombre es nada,
piedra sometida,
piedra de silencio,
piedra.

(De Expresión poética del Beni)

261
Ramón Beyuma

Ramón Beyuma, el camba, es más que mi amigo,


es mi compadre.
Ramón Beyuma es el buri,
Ramón Beyuma
es el baile con jumechi
y palo santo,
es el callapo y el río,
la gualusa y el ambaibo,
hombre de pelo en pecho,
macho montado en potro
para domarlo y sacarle
paso de luna y sol.

Se lo digo al paúro: es mi compadre.


Se lo digo al surazo: es mi compadre.
Se lo digo a la palmera: es mi compadre,
aquel que va con mi ahijado,
provincia de luz adentro,
sombrero de saó con camba,
carnaval con abarcas caminadas por Beyuma.

La gente dice que mi compadre


no tiene dónde caerse muerto.
(Su mujer se fue con otro una noche de serenata),
pero mi compadre baila,

262
baila,
canta
y se ríe,
porque Ramón Beyuma es el pueblo que baila,
canta,
baila
y se ríe,
que pierde y gana,
muere y mata
sin técnica ni teología,
sin libros en la cabeza.
Ramón vive como puede,
enguitarrao a la sombra.
Una vez come Ramón,
tres veces ama Beyuma,
Ramón de goma y castaña,
Beyuma de alcohol y puma.

Ramón Beyuma es mi amigo, y qué;


es mi compadre, y qué;
viene conmigo, y qué;
desde el norte por barrancos y bajíos,
Ramón Beyuma.

(De Quiero escribir, pero me sale espuma)

263
Kathia Simon

Delirium tremens

Atraviesa la noche con dos ojos agudos que se pierden en la inmensidad del
insomnio, insomnio que acaricia sus cabellos y le da de beber su vino, vino que
calienta su cuerpo y fluye por sus venas en un viaje incesante hasta la cúspide de
la inconsciencia, inconsciencia apacible que le obliga a divagar por un universo
finito, de cuatro paredes en las que sus fotos cobran vida y la abrazan
apasionadamente, asfixiando sus miedos, asfixiando las ansias, asfixiando el
dolor, asfixiando…

(De La mitad de la niña)

264
Epítome
Y me encontré con la risa en la mañana.
Sin ganas ni intención,
Como quien ríe para abrirle heridas al miedo.

(De La mitad de la niña)

265
Limpieza

Perdóname por la densidad de pensamiento.


Y líbrame del infierno de los melancólicos.

(De La mitad de la niña)

266
Esencia de oruga/ ser mariposa

Lanza de hierro atraviesa las alas


Le duele el costado
Respira…aún, respira
Brevedad lejana
Translucida fuente
Valquiria de aire
Hermana de muerte,
Ráfaga de viento
Ilusión – memoria

Hoy soné de nuevo


Con ser mariposa.

(De La mitad de la niña)

267
Luis Assad Simon

I
Estaba corriendo esperas
en las horas en que el viento
se arruga tras la tarde.

El pentagrama del cielo


bordaba estrellas de agua
y un galopar de querencias
sacude las siete calles.

Miré tu cuerpo alargado


hambriento de manzanares
resbalar bajo la luna.

Y en tus pisadas menudas


los caracoles del viento
tejían guirnaldas de luna...

Cuerpo fragante tu cuerpo


de licor y enredaderas
desnudo y tibio de soles
como la fruta primera.

¡Ay! aroma de tu sangre

268
que hizo fragante lo mío.

¡Ay! aroma de tu sangre


manzanar corriendo al río...

El viento corrió sus manos


entre sus senos desnudos.

El pasto se estremecía
bajo tu cuerpo y el mío.

Mi boca mordió la tuya


con hambre de mil querencias.

Mi mano corrió en tus muslos


como una cinta de fiesta...

Nunca pensé que unos ojos


brillaran con tanto brillo
ni que tus muslos quemaran
como ortigas del río...

Tuvo la noche su aroma


de muslos y de manzana.

¡El cinturón de mi sangre


ciñó corolas de calma

269
y un viento fresco del cielo
rió con risa de fiesta!

(De Expresión poética del Beni)

270
El sembrador

(Para Aldo y Hortensia Bravo, que luchan por un mundo mejor y más humano)

Sembraba la fecunda simiente


aquella con olor a leche de mujer
y corazón de tierra
aquella con sabor a pan de trigo.

Mi voz, como arado de doble filo,


quebraba el surco de color de metal de
víbora.

Y caía la simiente
y el viento derretido, con figura de nada,
prendía en cada boca un trigo
fecundado.

Sembrando siempre,
siempre sembrando
una vez y otra vez, mi voz hizo surco en tierra
fértil
y también hizo surco en la arena que nunca tuvo agua.
Mi vida, como la vida de muchos,
es un constante sembrar
para que los que lleguen cuando las
lejanías
se hayan prendido en nuestros ojos y
nuestro corazón

271
tengan abundante cosecha de leche y trigo.
Sembrando.
Crepuscularios de distancias nos han visto
pasar
con los ojos cansados de caminos,
pero firme el paso.
Sembrando siempre.
Cuando florezcan los trigales
y en el campo el fruto fecundado
vuelque su aroma gris,
cuando sobre la tierra preñada de dolor
vibre el canto que tiene sabor a mundo
y corazón de tierra húmeda.

Cuando el látigo no sepa


de espaldas doloridas
y carnes humeantes...

entonces... sólo entonces...


y nada más que entonces,
sembrador fatigado
echaré mi cansancio en mitad de la
tierra,
y mis órbitas oscuras,
llorarán de gozo
con llanto de mujer y de niño.
(De Expresión poética del Beni)

272
Poema 19

Te llevaré allí donde puedas


charlar con el alba
y dormir con los gorriones.
Podrás ser flor,
o pasto simplemente,
y alguna pareja amante
te hará partícipe de sus sueños.
No habrá cruz que delate tu presencia.
Aprenderás
el morse de las luciérnagas
y el canto del rocío entre las hojas.
Te llevaré conmigo.
No voy a abandonarte
en esa horrible colmena de cemento.

(De Expresión poética del Beni)

273
La llanura

Era la tierra otra tierra


perdida en la distancia, sol y canto.

Era el aire más aire


y el sol, más tibio y más huraño,
contaba las horas con sus dedos de luz,
iluminados como víboras de fuego,
transparente cristal en el incendio
de este cielo llanero.

El agua corre
buscando la flor y el árbol,
raíz temblorosa del pasto
meciéndose en la hamaca de la luna.

Es la estrella más pura en forma de rocío


que acaricia con su luz lejana
la cabellera sedosa de la pampa.

Estos llanos tan míos


son como la luz que gime,
como semilla que germina y canta.

Estos llanos tan míos,


por un tropel de nubes transitados.

274
baja el agua del cielo
y el pasto redimido
sobre la oscura dimensión del tiempo
vigila los caminos.

Copa del árbol luminoso,


centinela en medio de la pampa ardiente.

(De Serenata Reyesana)

275
Nicomedes Suárez Araúz

Carta a la amnesia n2 2.089

Por el camino vienen


mujeres de sombra blanca
cantando la canción del río,

Y a la orilla del río


una mujer lava su ropa
lava su cuerpo oscuro.

Balbuciente y fragosa
viene la corriente y le roba
su sombra desnuda

Y la mujer se va cantando
con las mujeres
de sombra blanca.
Canción Loeniana

(De Loén)

276
Orquídeas amazónicas

Se agarra un pedazo de luz del alba


y se dobla la punta
dándole forma de bastoncito.
Se le agrega goma
para que prenda la bolita de masa
preparada de antemano.
Con ésta se hará el pistilo.

Se agarra un poquito más de masa


y se le pone tinta verde bajita.
De este pedazo se forma el receptáculo
que se coloca en la parte inferior
de la orquídea.

Una vez cortados los pétalos


se adelgazan los extremos de la masa
con los dedos y se pegan alrededor
del pistilo. Se pintan con colores bajitos,
blanco, rosa, celeste, violeta, agregándole
como gracia unos lunarcitos y bordes oscuros.

Las flores y los moradores del río


siempre se ponen a secar parados
ya sea contra un pedazo de cielo o de masa verde.

Se pueden hacer del tamaño


que se desee con sólo variar
el molde cortador de masa.

La forma normal de estas flores


es de tres sépalos y tres pétalos
sin contar el primero

277
que cayó en 1542
cuando Francisco de Orellana y sus huestes
irrumpieron en mi río.

(De Recetario amazónico)

278
Pierna silvestre

La pierna se lava y se raspa


el exceso de gordura que hubiera.

Se pone en una asadera al horno.


Una vez que larga un poco la gordura,
se cuece hasta secarse y se cubre
en azúcar y caldo de piña.

Se deja en horno fuerte


cociendo unos veinte minutos.

Al retirar del horno


se corta la pierna de indio formando rombos
colocando un clavo de olor
en cada uno.

Los rombos se comen


con yuca hervida
y una tajada de silencio.

(De Recetario amazónico)

279
Salsa de ají

Se añaden sal y pimienta


a una cucharada de ají amarillo molido
con una cucharada rasa de pesares.

Se pone sobre el sueño


como se pone mantequilla al pan.

Después de sacar del sartén


a las fragatas invasoras
se pone caldo o agua.

Se hace dar un hervor


y se vacía como un grito
entre los vivos y los muertos.

(De Recetario amazónico)

280
Gigia Talarico

Como ella

Hoy limpiaba
mi casa con ahínco
y encontré en un rincón
a mi madre de niña
jugando a las muñecas
me decía
lávate las rodillas
y ordénate el cabello
haz tu tarea y
se prolija niña
para que cuando crezcas
seas como mi hija

( De Ángeles de fuego)

Suicida

Abriendo una ventana


a la locura
hoy un ángel abandonó su reino
y ha venido a buscarme

281
Toma mi cuerpo
desnudo
de vida y de algas
me besa furioso
y me envuelve en
sus alas de plata

Es la noche
y la luna navega
imperturbable
en este mar salado
que ayer era distancia.

( De Ángeles de fuego)

282
Julio

La noche hundió
sus dedos en mi alma
y hoy la muerte juega
a las escondidas
en mi espacio

La guerra que ayer


era de otros
está hoy en todas partes
y se esconde en mi casa

Antes de la explosión
antes del fuego
quiero un rincón
para mendigar piedad
para mi cuerpo
y paz para los que quedan
mis hermanos

(De Púrpura)

283
Río

Hoy navegan
Efímeras memorias
a destiempo
en este cuerpo
que es río
que es ruido
que es anhelo

Soy un líquido
esplendor que huye
del cauce

( De Púrpura)

284
Camila Toribio

Veinticuatrosiete

A veces me olvido

que cuando llueve;

con solo salir afuera y bailar,

puedo ser bendecida.

(De Retratos de la noche)

285
Conciencia

Cuando era niña me comía las lombrices del patio de mi abuela, no las digerí,
ahora reinan en mi cerebro.

(De Retratos de la noche)

286
¿Quién?

Soy esa fruta roja y deliciosa a la que llaman prohibido,

soy esa oveja negra, la más linda en luna llena

soy la que te corrompe, te destruye y te hace crecer

soy bella, mentirosa y vanidosa

soy indestructible, frágil e invencible.

(De Retratos de la noche)

287
El último naipe

un gato de alambre

un té de arco iris

una risa acertijo

una pregunta guasón

una pluma diablito

una espada corazón.

(De Retratos de la noche)

288
Claudia Cecilia Vaca Flores

Silente

Cuando mis ojos se encontraron con los suyos


tenía una palabra en la memoria,
se acercó a mis labios…
vino el estornudo
y entorpeció el inicio de un nuevo dialogo.
Una vez más, venció el silencio.

(De Versos del agua)

289
Aguas

Debes saber que aun salpicas mi alma


debes saber que aun galopas mi ser
debes saber que fuiste mar y me ahogué en ti
debes saber que si vuelves,
ya tengo barco y sé nadar.

(De Versos del agua)

290
Futuro

Año dos mil novecientos noventa y nueve:


Con esta hambre espiritual
y los vientos rompiendo los grilletes del ayer,
entre la miseria y el desaire
facturan el aire
… sin siquiera un árbol que nos cobije el alma,
¡ ya no hay bosques ni dioses!
(Del poemario inédito La caja de Pandora)

291
Embalsamar

Esta caja ha venido a incendiar generaciones


y embalsamar sus quimeras
con piedras de locura y aceite de poesía.
Esta caja busca voz en la escritura para matar la historia que escribieron otros.
(Del poemario inédito La caja de Pandora)

292
Fanthy Velarde

Y me llevo todo

recojo mi infancia
concluida
como empezó en La Senda
cerrándome los labios
caminando el domingo
al cementerio
a buscar a un amigo
para decirle algo

aquí donde me niego


a la sonrisa
porque el recuerdo me hiere
e inútilmente intento
reposar esta otra vida

(De Para Julio en diciembre)

293
¿Esto será todo?

¿Aquí me quedaré a enterrar


mis canciones
tu nombre
tu creciente ansiedad
entre mis muslos
tu crepúsculo dorado
descansando
en mi cintura?

Aquí no puedo recrear


tu refugio de escritorio
de notas y deberes
tu trinchera
con mi cuerpo desnudo
calcado en los papeles

los recuerdos de antes


controlados sin relojes
que van marcando
tu paso
por lejanos ojos

Aquí no puedo nada


ni salvarme
ni esperar que vengas
me llames,
me raptes
me arrebates a los árboles
que se han tragado el fuego
a las voces fantasmales
de la noche
que llenan mi descanso
con gritos de dolor
y de deseo
(De Para Julio en diciembre)

294
Mañana

dirás
y ya es diciembre
la hierba creció día tras día

Una pareja de tojos


tejió su nido
en la única rama del aromo
que se libró del fuego

Es diciembre
y el agua
encontró cómo llegar
hasta el borde mismo
de las sábanas
el sol va
y viene
besando tu piel suave
(y el cayú floreció por fin)

Estás y no estás,
como en los acertijos

Quién sabe

En la noche

subieron las hormigas

Nada pudieron
tu amabilidad y tu paciencia

El asombro de oscuros túneles


fue el incesante cosquilleo
desde adentro

Invadido está tu territorio


295
Déjame flotar lejos
en algún río de nombre extraño y dulce

Espera que los insectos


terminen su faena
y mi cuerpo, libre al fin,
repose su cansancio

Volveré otro día

Volveremos
Cierra los ojos

canta esa vieja canción


que habla de esa joven
olorosa a manzanilla

Canta
canta que oscurece
y la luna se ha ocultado en la
lluvia
este uno de diciembre

Canta

Así podré llorar


sin que te enteres
mientras lucho con el agua
que se filtra por debajo de la puerta

Canta. Canta, corazón,


río herido
manso río

sólo canta

(De Para Julio en diciembre)

296
Carta

La verdad, no te preocupes, tu amiga vive.

Ando con ella aunque no es de mi agrado


No tiene nada de especial ni es nada amable.

Creo que ella no es una sola, se despliega,


con la alegría en los ojos
y un olor a ritmo y tierra...
y me arrastra en sus quimeras
improvisando caminos
en islas de espumas flotantes
y maderas destrozadas.

A veces, llora en mis brazos


taciturna y abatida,
y tiene la sangre en celo
encadenada a la muerte.

No puedo verla en su esencia,


en su lujuria escondida
y esa moral que no entiendo;
no desprende su rosario
y reza, cuando la rabia la hunde.

Está atrapada, te digo,


en laberintos de espejos

297
no los acepta, los niega,
no logra reconocerse en ese rostro afilado.

Sólo en medio del amor


alguna vez se sintió bella,
en los oscuros secretos de las sábanas tendidas
cuando su cuerpo de fiesta
titiló como una estrella.

Después llegaron los golpes,


los insultos desmedidos,
el orgullo lastimado
y el cuerpo que no se entiende
con olor a sangre y miedo.

Tu amiga vive;
y trato de aconsejarla,
le digo que se rebele,
pero dice que no me meta,
que no se puede, que no es fácil andar dejando a los hijos
detrás de puertas ajenas.

Qué puedo hacer?,


Sólo irme.
Llena de rencor, me pierdo en su lastimero quebranto,
pero está viva, lo juro,
aunque no sé hasta cuándo.

298
(De poemario inédito)

299
José Villar Suárez

Jaikus

Trémulas tus alas


batirán la geografía
de mi espalda.

Para libar
la miel de tu vientre
en ti fundido.

Y nuevamente
en tu pampa tropical
seremos rocío.

Despierta
que la luna vela
y es hora del amor.

Hay un Mamoré
que va por las estrellas
de la Vía Láctea.

(De Cantar de cantares para ella y otros jaikus)

300
Emma Villazón Richter

Solicitud
El halcón limpia el pico
en su plumaje y espera
a su presa. La carnicería
salpica silencio en vez
de sangre. Por fin, las cosas
no se ven claras,
la luz que traspasa los edificios
no es inteligible, es
el peor idioma.
Los labios extraviados
retuercen la alfombra
de una tierra extraña, levantan a sus habitantes,
y huérfanos preguntan al silencio:

¿Qué urgencia/
qué historia/
esconde una solicitud en la noche/
para una que suele confundirse con un ave?

La crueldad, quizás.

Si una
solo quiere hablar
como ir a la guillotina
de lo sublime
y no puede mirar siquiera a los ojos
de su interlocutor traidor
a pesar de que se cree
la poeta que arroja su propia casa
por la ventana, la que desgarra
la dignidad de la piel como un vendaje,
la conocedora de los sesos antes de que parlen.
¿De qué dureza hablamos, entonces?
Si una
desteje oscurantismos linguales de gente errante,
mientras se sopla la nariz

301
en una habitación extraña,
y no responde al célebre traidor

es porque sabe
que él
posee máscaras,

historias de huesos, risas y monumentos:

—la no verdad, las adulteraciones del poeta.

(De pies a favor, 2012)

302
Aquí, escuchen

No supo si fue detrás de él o tomó desvío en el camino. Tan solo iba y quedó al
borde del precipicio, frente a un abismo. Así, apegada ante un límite inexplicable,
su lengua se tornó de arena o brillo de estalactitas. No, ya no era mujer, sino lluvia
oblicua dorada en la ventana del lenguaje. Alguien, algo, que quería corear sin
corifeo no es alegría ni dolor este dolor con que me alegro, o aquí, escuchen, ya
no hay dolor ni alegría, ni frascos para lo propio o lo extranjero, ni falos para
hermosas y húmedas cavernas: solo posibilidades, ninguna bandera, la
embriaguez por la succión de los sexos de los lirios por ejemplo, la disolución del
ser bajo el otoño, la estocada, la estocada que recibe una cuerva en el pecho al
convertirse en su propia madre, padre, Leteo, poesía y Pessoa, y emerge casi
muerta o santa levitando por los campos. Un perfil de nada, informe,
resollando solo el corazón, las nervaduras de lo posible.

(Inédito)

303
Seda

un nombre
andrajo en llamas
cómo rellenar
esa palabra vacía
si no es con relación a algo
o a alguien
también
con un nombre
aunque uno de seda
inenarrable indescriptible

quizás sacudir los nombres


sea desbaratar la Historia
como buscar una Ley
debajo de las tortugas
debajo de los titanes
debajo de las tortugas titanes
que nos contaron
sostenían el mundo

(de pies a favor, 2012)

304
Propiedad

tenía un animal adentro

zafándose de un manto antiguo

adentro un animal

nutrido con zarpazos rocas marinas

órdenes muros compasión

un animal que se comía

los no arrojados a la espalda

y con el que se unía en la animal vida

su iris abrazaba lo callado

salvaje de mirada intensa

lo que se desataba lo insostenido audible

el hambre - el hambre - el hambre

el hambre - el hambre - el hambre

lo que daba vértigo y en olas se abría

(De pies a favor, 2012)

305
Los poetas
Rosario Aquim Chávez, Riberalta, Beni, 1964. Poeta y comunicadora social, ha publicado
los poemarios Detrás del cristal, Memorias de la piel y Ojos del cuerpo y está incluida en
la Antología Poetas del Oriente boliviano.

-Ana María Arana, Santa Cruz, publicó el poemario Lenguas de fuego, Lewylibros, 2007.

Alejandra Barbery, Santa Cruz de la Sierra, 1973. Poeta, ha participado en Breve Poesía
cruceña y en el libro Tres al hilo junto a Alfredo Rodríguez y Óscar Gutiérrez, está incluida
en la antología Poetas del Oriente boliviano. Tiene inédito el libro Poemas para Homero.
Óscar Barbery Suárez, Santa Cruz de la Sierra, 1954. Guionista y creador de la historieta
El Duende y su camarilla. Distinguido con el Premio Nacional de Teatro, Casa de la
Cultura Raúl Otero Reiche, por El Portavoz (1987) Tu nombre en Palo Escrito (1991) Ay
Chabela (1993). Autor de Guía de costas, Premio Municipal de Literatura 1996, género
poesía. Fue reconocido por el Concejo Municipal de Santa Cruz por su aporte a la cultura
regional nacional. Es autor del libro Cuentos para leer con asco y Crónicas anilladas y está
incluido en las antologías Lo Nuestro. Poesía cruceña y Poetas del Oriente boliviano.

Mauro Bertero Gutiérrez, Santa Cruz, 1958. Poeta y pintor, ha publicado los libros de
poesía Cien pájaros perdidos y un cantor de estrellas, Antes de septiembre, solicitudes al
destino y Memorias del encanto.

Rosse Marie Caballero, Cochabamba, 1961. Columnista, gestora cultural, poeta y


escritora. Profesora de Literatura. Es fundadora del Taller de Creación Literaria Neruda.
Publicó los poemarios Antítesis, Hojas de Eva, In versos y las novelas El vuelo de la
esfinge y Los espejos de Fabia y de cuentos Enigmas de la esfinge, Los vagidos del gato.
Reside en Santa Cruz.

Ramón Campos Tibi, Cobija, Pando, 1953. Poeta y dramaturgo. Campos es un poeta que
se distingue porque su poesía está dedicada exclusivamente a exaltar a la selva y al hombre
amazónico. Entre sus libros de poesía se cuentan a Primera elegía, Transeúntes el uno y el
otro, Las tres voces de Arlindo Paruma y después de la distancia y está incluido en la
antologías Poetas del Oriente boliviano.

Pablo Mauricio Carbone, La Paz, 1980. Ha publicado sus primeros poemas en antologías.
Su primer libro de poesías Embriaguez nocturna ha sido publicado bajo el sello editorial La
Hoguera en el año 2009. Su libro El Laberinto del Musgo resultó co-ganador del Premio
Nacional de Literatura auspiciado por la “Universidad Gabriel René Moreno”. Reside en
Santa Cruz.

Gustavo Cárdenas, Vallegrande, Santa Cruz, 1961. Poeta y cuentista. Actualmente dirige
talleres de literatura. Ha publicado los libros de poemas Las hojas de la madera, Andamios

306
y Con-versos, además del libro de cuentos Desapariencias. Perteneció al Taller del Cuento
Nuevo dirigido por Jorge Suárez y está incluido en las antologías Lo Nuestro. Poesía
cruceña y Poetas del Oriente boliviano.

Homero Carvalho Oliva, Santa Ana del Yacuma, Beni, 1957. Escritor y poeta, ha
obtenido varios premios de cuento a nivel nacional e internacional, dos veces el Premio
Nacional de Novela con Memoria de los espejos y La maquinaria de los secretos. Su obra
literaria ha sido traducida a otros idiomas y figura en varias antologías nacionales e
internacionales de cuento y poesía como Nueva Poesía Hispanoamericana. Ha compilado las
antologías de poemas y cuentos de Santa Cruz publicadas con motivo del Bicentenario.
Entre sus poemarios están Los Reinos Dorados, Las puertas y El cazador de sueños y está
incluido en la antología Poetas del Oriente boliviano. Premio Nacional de poesía 2012 con
Inventario Nocturno.

Ruber Carvalho Urey, Santa Ana del Yacuma, Beni, 1938. Periodista, poeta, narrador,
pintor y ensayista, es uno de los más destacados escritores bolivianos. Ha publicado, entre
otros, los siguientes libros: Por tu modo de andar y mi forma de mirarte, Canto cantum
cantorum, Del tiempo de los exilios (poesía), recogidos en el 2010 en un solo libro titulado
Ya no me da dolor… solo cansancio, que reúne su obra poética y las novelas Improperio y
La mitad de la sangre que junto con el Manual de historia de Bolivia han tenido mucho
éxito y está incluido en las antologías Lo Nuestro. Poesía cruceña y Poetas del Oriente
boliviano.

Pablo Cingolani, Buenos Aires, Argentina, 1963. Vive en Bolivia desde 1987. Poeta,
periodista y explorador. Todo por los Tapires. Publicó: Toromonas. La lucha por la
defensa de los indígenas aislados en Bolivia, Amazonía Blues. Denuncia y poética para
salvar a la selva y Aislados.

Aníbal Crespo Ross, Yacuiba, Tarija, 1948. Ha publicado en revistas y periódicos, el poemario El
Amor Lejos del Mundanal Ruido, El Legado y está Incluido en la antología Nueva Poesía
Hispanoamericana. Reside en Santa Cruz.

Gabriel Chávez Casazola, Sucre, Chuquisaca, 1972. Poeta y periodista boliviano. Textos
suyos están incluidos en antologías internacionales y nacionales. Editó una vasta Historia
de la cultura boliviana del siglo XX, en dos volúmenes, premiada por la Feria del Libro de
Santa Cruz como Libro Mejor Editado del año 2009. Entre otros premios, ha recibido la
Medalla al Mérito Cultural del Estado boliviano y el Premio Nacional de Ensayo
Periodístico. Ha publicado los libros de poesía Lugar Común, Escalera de Mano y El agua
iluminada. Reside en Santa Cruz.

Albanella Chávez, Trinidad, Beni, 1985. Es una de las más jóvenes poetas, gestora
cultural, fundadora de Nicotina cartonera, ahora La Aparecida Cartonera. El año 2008 ganó
el 1er. lugar de Poesía en el XIII Concurso Literario de la Universidad Privada de Santa

307
Cruz de la Sierra Ha publicado Noches de Cuerpos sin Nombre y Cuaderno de notas y está
incluida en la antología Lo Nuestro. Poesía cruceña.

Benjamín Chávez, Santa Cruz de la Sierra, 1971. Poeta, periodista y gestor cultural. Ha
publicado los poemarios Santo sin devoción, Extramuros, Pequeña librería de viejo y
Manual de contemplación. Colabora con la revista Mariposa mundial y es miembro del
consejo editorial de El Duende de Oruro. En el año 2007 ganó el Premio Nacional de
Poesía Yolanda Bedregal.

Gary Daher, Bolivia, 1956. Poeta, narrador y ensayista. En poesía, ha publicado Poemas y
Silencios, Tamil, Desde el otro lado del oscuro espejo, Cantos desde un campo de mieses,
Oruga Interior y Territorios de Guerra, Viaje de Narciso, además del trabajo poético
Errores compartidos, en co-autoría con Ariel Pérez y Juan Carlos Quiroga y está Incluido en
la antología Nueva Poesía Hispanoamericana. En novela, ha publicado, entre otras, El
huésped. En 1976 recibió el Primer Premio Jóvenes Escritores y en 1994, Primer Premio
Nacional de Crítica Literaria Walter Montenegro. Reside en Santa Cruz.

Álvaro Díez Astete, La Paz, 1949, poeta y antropólogo, se dio con un revelador poemario
titulado Viejo vino, cielo errante; ha escrito Devoración, una novela poética, además de
Abismo, Cuerpo presente y otros libros de poesía que han sido muy bien recibidos por la
crítica. Buena parte de sus estudios antropológicos están dedicados a las etnias amazónicas,
especialmente a las que se encuentran en aislamiento.

Reymi Ferreira, Santa Cruz de la Sierra, 1964. Académico, escritor y poeta, se ha


destacado por sus ensayos sobre Santa Cruz. En poesía, ha publicado Querer el cielo de
adentro, De los desencantos del amor, y en ensayo: Estampas cruceñas y Las logias en
Santa Cruz y está incluido en las antologías Lo Nuestro. Poesía cruceña y Poetas del
Oriente boliviano.

Gricel Gamarra Giese, Cochabamba, 1970. Consultora, docente y poeta, ha publicado el


poemario Letras y memorias. Reside en Santa Cruz.

Ambrosio García Rivera, Santa Rosa, Beni, 1925. Poeta, diplomático y letrista de
conocidas canciones. Entre sus libros de poesía se destacan: Saudades tuyas, poemas
inactuales y Obra poética que recoge toda su producción y está incluido en la antología
Poetas del Oriente boliviano.

Renzo Gismondi Zumarán La Paz, 1967. Ha publicado en la antologías: Breve Poesía


Cruceña, Oblivion and Stone y Breve Poesía desde Santa Cruz y el libro de poemas
Karetas Editorial uno son suficientes. Reside en Santa Cruz.

Eugen Gomringer, nació en Cachuela Esperanza, Beni, Bolivia en 1925, actualmente vive
en Alemania. Es el creador de la Poesía Concreta. Algunas de su obras son: Kommandier(t)
die Poesie! : Informes Biográficos. Edición Signathur, Dozwil 2006, Poesie um den
308
Weissenstädter See (Poesía en el Lago Blanco de Lucerna). El Libro de la Horas de Eugen
Gomringer. Fotógrafo Marcellus Kaiser. Kaiser, Rehau 2006. En colaboración con Anton
Stankowski, el libro Observa - Un Libro para Niños, Leonberg 1980. Versos de la
constelación. Minuto, Volumen 1, Weidler-Verlag Berlín 2005. Desde el Borde que va
hacia Adentro, las constelaciones 1951-1995, Volumen I. Edición de Obras Completas,
Viena 1995; Teoría de la Poesía Concreta, Texto y Manifiesto 1954-1997, Volumen II.
Edición parcial de Obras Completas, Viena 1997; Al Punto de lo Concreto, una selección
de Textos y comentarios acerca de artistas y asuntos de diseño 1958-2000, Volumen III.
Edición de Obras Completas, Viena 2000; Cuadro de todos los Países, Volumen IV.
Edición de Obras Completas, Viena 2006.

Patricia Gutiérrez Paz, Santa Cruz, Bolivia, publicista, periodista y poeta. Columnista de
El Deber, hace incursiones literarias desde el mismísimo ombligo femenino. Gestora del
movimiento cultural Escuchar Poesía 2.1. Ha publicado A través del cuerpo y Una palabra
que no digo.

Óscar Gutiérrez Peña, La Paz, Bolivia, 1970. Joven poeta y periodista; ha obtenido el
Premio Nacional de Poesía Santa Cruz de la Sierra (2207 y Ciudades interiores, poemario
con el que obtuvo el Premio, compartido, 450 años de Fundación de la ciudad de Santa
Cruz de la Sierra, convocado por la Universidad Autónoma Gabriel René Moreno. Además
ha publicado el libro de poemas Sobrevuelo 2.0 y también está incluido en la antología Lo
Nuestro. Poesía cruceña. Reside en Santa Cruz

Edson Hurtado, Vallegrande, Santa Cruz, 1980. Periodista y poeta, es una de las voces
más originales de la nueva y joven poesía. Es autor de la biografía plural del grupo Musical
Los taitas, No volveré a querer. Ha publicado De sábanas y otras decepciones y Tu nalga
también.
Ángela María Justiniano. Santa Cruz, 1952. Bibliotecaria, poeta, escritora y actriz. Sus
últimos libros son Caminos del corazón, Poemas cívicos e Historia para no olvidar.

Germán Lecaro Durán, Trinidad, Beni, 1950. Poeta y miembro de la Asociación


Boliviana Pro Arte; socio activo del Centro Cultural Moxos de residentes benianos en La
Paz. Ha publicado Vorágine de Luz y Sombra, El Resplandor de la Senda y, Entornos de
Hoguera.

Ruth Ana López Calderón, Sucre- Bolivia 1968. Comenzó a escribir a fines del año 2010
por algún extraño impulso. Es autodidacta. Varios de sus poemas han sido publicados en
las revistas: Almiar, Avenida Los Escritores, Inventiva Social, Revista Patrimonio Cultural
de Chile, Gaceta Literaria, Revista Guatiní, Morsadice, MuseuPós-Moderno De Educación
(Brasil). Ha publicado los poemarios Sin óbolos para Caronte y Desde las profundidades.

309
Arnaldo Mejía Méndez, Trinidad, Beni, 1947. Es escritor, poeta e investigador social. Ha
publicado varios sobre la cultura regional beniana, entre los que se destacan: Moxos:
simbiosis de Leyenda, Poetas de huellas imborrables, Benianos de alma universal y los
poemarios: Lunario de sueños y sembrando jaikus.

Sebastián Molina, Santa Cruz de la Sierra, 1985. Poeta joven, cultiva el jaiku y tiene
publicado dos libros Después de Este Silencio y Otra Vez El Silencio y está incluido en Lo
nuestro, 200 años de poesía cruceña, Antología poética del Bicentenario.

Blanca Elena Paz, Santa Cruz, 1953, es narradora y poeta. Dirige talleres literarios, sus
cuentos han sido incluidos en varias antologías nacionales e internacionales y su poesía en
Breve poesía cruceña, Poetas del oriente boliviano y en revistas y suplementos culturales.
Ha ganado varios premios de literatura y tiene publicados dos volúmenes de cuentos:
Teorema y Onir.

Claudia Peña Claros, Santa Cruz, 1970, actriz de teatro, poeta y narradora. Ha publicado
Inútil ardor, Con el cielo a mis espaldas, El evangelio según Paulina y La furia del río.

Eduardo Quiller, Cochabamba, 1962. Poeta, cantante y gestor cultural. Ha publicado


Latidos en la oscuridad. Reside en Santa Cruz

Paura Rodríguez Leytón, La Paz, 1973. . Ha publicado Del Árbol y la arcilla azul azul;
Ritos de viaje; y Pez de Piedra Con Ritos de viaje obtuvo el Premio Nacional de Poesía
convocado por el Gobierno Municipal de Sucre. Su poema Te atribuyo el torrente de mi
sangre mereció el segundo Premio Internacional “César Vallejo” de la Casa del Poeta
Peruano en Londres. Poemas suyos y la antología binacional Unidad Variable. Reside en
Santa Cruz

Alfredo Rodríguez Peña, Santa Cruz, 1972. Narrador y poeta. Es autor de El lamento de
los muros (ensayo sobre el graffiti cruceño), Cuentos del Jardín (cuentos infantiles) y
Evadas, cien frases de Juan Evo Morales Ayma para la historia (compilación) y del
poemario Tres al Hilo (poemario con A. Barbery y O. Gutiérrez) y se encuentra antologado
en Antología de la Poesía Cruceña Contemporánea, Breve poesía desde Santa Cruz y
Poetas del Oriente Boliviano

Antonio Rojas, Vallegrande, Santa Cruz, Bolivia, 1963. Poeta, dejó de escribir por
decisión propia. Ha publicado los poemarios Cántico, Tiempo nombrado y Antología
provisional y está incluido en las antologías Lo Nuestro. Poesía cruceña y Poetas del
Oriente boliviano.

Silvia Rózsa Flores, Santa Cruz, Bolivia, 1963. Periodista y poeta, ha publicado el
poemario Destellos. Se encuentra antologada en Los nuevos escritores latinoamericanos,
Argentina, así como en Breve Poesía Cruceña y ha obtenido varios premios de poesía. Su

310
Poemario Ritual de Tempestades, fue escrito de forma conjunta con Elías Serrano. Cuento
para niños Anita y la ciudad de los anillos y Anita visita el Museo de Arte y está incluida en
la antología Lo Nuestro. Poesía cruceña.

Carlos Saavedra Weise, Santa Cruz de la Sierra, Bolivia, 1945. Poeta y aforista. Publicó
18 libros, entre los que se encuentran: Alpha, Así son las cosas, Gota a gota, Breve manual
para el aforista, Caminante, Jaikus para Florcilla, Jaikus del samurái, Argot negro.
Además, publicó cuentos cortos en diversas antologías.

Roxana Selum Yabeta, San Ignacio de Moxos, Beni, 1960. Poeta y narradora. Ha
publicado en varias revistas y suplementos culturales. Ha publicado D-efectos especiales.

Paola Senseve, Cochabamba, 1987. Poeta y narradora, su libro de cuentos Vaginario


obtuvo del Premio de noveles escritores 2008 y Soy Dios el Premio nacional de Poesía
2011. Ha publicado en Breve poesía cruceña. Reside en Santa Cruz.

Elías Serrano, Cotoca, Santa Cruz, 1948. Actor y poeta. Ha publicado poemas en Breve
poesía desde Santa Cruz, Antología provisional, Poetas del oriente boliviano y sus libros
son Poemas de amor y vida, Caminos de Niebla y Cuerpos incendiados.

Pedro Shimose, Riberalta, Beni, 1940. Poeta, narrador, periodista y dibujante. Es uno de
los grandes poetas benianos cuya obra ha trascendido nuestras fronteras. De su obra se han
ocupado destacados críticos y figura en varias antologías internacionales. En el año 1972
obtuvo el Premio de Poesía Casa de Las Américas y en 1999 el Premio Nacional de
Cultura, entre otras distinciones locales, nacionales e internacionales. Además de libros de
poesía, es autor de un libro de cuentos, así como de varias antologías de poesía y del
Diccionario de autores iberoamericanos y de Historia de la literatura latinoamericana. Entre
sus libros de poesía figuran: Triludio en el exilio, Sardonia, Poemas para un pueblo,
Quiero escribir pero me sale espuma, Riberalta y Reflexiones Maquiavélicas.

Luis Assad Simon, Santa Rosa, Beni, 1921. Poeta, entre sus libros de su poesía se cuentan
a Poesías dispersas y Serenata reyesana.

Kathia Simon. Trinidad, Beni, 1986. Poeta, compositora y artista audiovisual, ha


publicado el poemario La mitad de la niña, Editorial El País, 2014.

Nicomedes Suárez Araúz, Santa Ana del Yacuma, Beni, 1946. Poeta, narrador, crítico,
ensayista y traductor. Es una de las voces más originales de la poesía nacional y su obra ha
sido destacada por la crítica internacional. Ha sido fundador, junto con otros escritores, de
la revista Amazonian Literary Review que publicaba a poetas y narradores de la Amazonía.
Premio nacional de Poesía Franz Tamayo, 1977. Entre sus libros de poesía figuran, entre
otros: América, Los escribanos de Loén y Recetario amazónico y está incluido en la
antología Poetas del Oriente boliviano.

311
Gigia Talarico, Santiago de Chile, 1953. Gestora cultural, escritora, poeta y novelista. Se
dio a conocer como una de las más destacadas escritoras de cuentos para niños. Ha
obtenido varios premios de literatura; y ha publicado: Comiendo estrellas, El caracol
gigante, Los tres deseos; los poemarios Ángeles de Fuego, Púrpura y la novela La sonrisa
cortada. Fundó Arte poética e integración, agrupación que se han realizado varios
encuentros literarios con escritores de otros países y está incluida en varias antologías
internacionales de poesía como Nueva Poesía Hispanoamericana y en la antología Lo Nuestro.
Poesía cruceña. Reside en Santa Cruz. Premio Nacional de Poesía 2013 con La manzana
dorada y Premio Dante Alighieri 2014.

Camila Toribio. Modelo y experta en comunicación On line. Ha publicado Retratos de la


noche.

Claudia Cecilia Vaca Flores, Santa Cruz de la Sierra, 1984. Fundó el Centro de arte,
cultura y educación (C-ACE), promotora y gestora cultural. Ha sido profesora de Lengua y
Literatura. Con la Editorial El País, ha publicado el poemario Versos de Agua.

Fanthy Velarde, Loreto, Beni, 1958. Poeta y actriz, en 1975 ganó el Primer Premio de los
Juegos Florales de Trinidad. Libro: Para Julio en diciembre, Trinidad, 2001.

José Villar Suárez, Trinidad, Beni, 1945. Narrador, compositor y poeta. Ha sido
distinguido en varias oportunidades por las instituciones culturales y universitarias del Beni
y ha escrito once libros, de los cuáles cuatro son de poesía, como Cantar de Cantares para
ella y otros jaikus.

Emma Villazón Richter, Santa Cruz de la Sierra, Bolivia, 1983. Poeta. Ha publicado el
poemario Fábulas de una caída, con el que obtuvo el Premio Nacional Noveles Escritores
de Petrobras el 2007. Ha participado en las antologías Cambio Climático. Panorama de la
joven poesía boliviana, Lo más profundo… ¿la piel? Selección de escritoras bolivianas
emergentes, Lo Nuestro. Poesía cruceña y en Poetas del Oriente.

312
Bibliografía

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Editores, La Paz, 2006.
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Santa Cruz, Santa Cruz, 2007, Bolivia.
314
Otras fuentes Bibliográficas:

-Página Web Poetas bolivianos del viernes

CONTRATAPA

En esta antología Homero Carvalho Oliva prescinde de los límites geopolíticos trazados por
la historia de nuestros países y con los que hemos construido nuestro sentido de pertenencia
regional y nacional, y de pertenencia a un momento histórico. Límites con los que se han
elaborado varias decenas de anteriores antologías literarias, que, con frecuencia coinciden o
incluso refrendan, los antes mencionados linderos regionales. Aquí se desafía al lector a
encontrar en sí mismo una nueva subjetividad regional con el fin de apreciar de una manera
distinta la “realidad” literaria. Homero Carvalho concilia las diferencias que estas
limitaciones impusieron a anteriores trabajos, tiene un claro espíritu incluyente, pretende
exponer el sentimiento al igual que la técnica, la emoción al igual que el saber literario,
reúne al nacido en estas tierras con el llegado y “aquerenciado”. Gran homenaje a esta
tierra, el que se hace en la presente selección de versos. Y un gran presente para todos los
lectores.

315
Claudia Bowles Olhagary

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