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Una cabellera humana consta de una media de 150.000 cabellos, que crecen de 1 a 1,5 cm al mes. El pelo, o tallo, se
forma en el folículo piloso. Éste se puede representar como una cavidad de la piel en forma de tubo, en cuyo fondo se
encuentra el bulbo, lugar donde las células del folículo piloso se dividen activamente. Posteriormente son empujadas
hacia arriba y formarán el tallo, queratinizándose.
La glándula sebácea, que segrega el sebo que permite la lubricación del cabello, desemboca en la parte superior del
folículo piloso.
Los melanocitos son las células que sintetizan la melanina, el pigmento responsable del color del pelo. Su desaparición
con la edad hace que el pelo se vuelva blanco.
Es normal perder de 50 a 100 cabellos al día, con un pico estacional en primavera y otoño. El pelo está vivo: su
estructura es compleja, su crecimiento es cíclico, su caída está programada genéticamente.
La vida del pelo está marcada por un ciclo que evoluciona en tres fases:
una fase de crecimiento (anágena), que concierne al 90% de los cabellos y dura una media de 3
años
una fase de regresión (catágena), que sólo dura unas semanas
una fase de reposo (telógena), que dura unos meses, durante la cual el cabello se va separando
progresivamente y cae. Cuando todo ocurre con normalidad, un nuevo cabello lo reemplazará. Cada
folículo puede producir una media de 25 a 30 cabellos.
En total, estas tres fases duran de 3 a 4 años para cada cabello.
En general, la caída del cabello tiene varias causas: estrés importante, alimentación desequilibrada, fatiga, cambios de
estación, etc.
Los cabellos son el reflejo del estado de salud general de nuestro organismo. De modo que controlando el estrés,
comiendo sano y asociando complementos alimenticios especialmente formulados con cosméticos adaptados podremos
mantener la belleza del cabello.