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Universidad Nororiental Privada

Gran Mariscal de Ayacucho


Facultad de Derecho - Escuela de Derecho
Núcleo- El Tigre

Profesor: Integrantes:
Torres, José Arcia Mónica C.I: 25.568988
Burgos, Mirleisy C.I: 26.984.153
Guararisma, Ingrid C.I: 16.251.493
Gueli, Pina C.I: 10.944.661

El Tigre, noviembre 2021.


De la ejecutividad y ejecutoriedad de los actos administrativos.

Los actos administrativos que requieran ser cumplidos mediante actos de

ejecución, deberán ser ejecutados por la administración en el término establecido. A

falta de este término, se ejecutarán inmediatamente.

La ejecutividad es lo que hace al acto administrativo un título ejecutivo, es

decir, susceptible de su ejecución posterior, mientras que la ejecutoriedad consiste en

que su ejecución corresponde a la propia Administración y no a los tribunales, esto

último el caso normal en el mundo jurídico.

Lo que hace distinto, lo especifico del acto administrativo y que hace necesaria

una teoría sobre su esencia y sobre su existencia pues es una de las cosas más

contingentes del mundo jurídico: podría no existir es su ejecutoriedad. Sin

ejecutoriedad el acto administrativo no se diferenciaría de otros actos, serían mínimas

las modulaciones que habría que hacerle a la teoría general del acto jurídico. Pero la

posibilidad de que la Administración imponga materialmente, frente a cualquier

voluntad ajena contraría, el contenido del acto administrativo es una exorbitancia tal

que cambia completamente las reglas ordinarias del Derecho; de hecho, podría decirse

que es la razón de ser del Derecho Administrativo. Con admirable lucidez lo expresó

nuestra jurisdicción contencioso administrativa en 1988.

La ejecutoriedad se vincula, al cumplimiento del acto administrativo y no a la

ejecución forzosa por parte de la Administración. En suma, en nuestro ordenamiento

constitucional, la atribución de proceder a la ejecución forzosa de los actos de la

Administración corresponde, como principio general, al Poder Judicial.


El principio de ejecutividad es aquel en virtud del cual los actos administrativos

definitivamente firmes, esto es, que hayan agotado la vía administrativa, producen los

efectos perseguidos con su emanación, sin necesidad de una homologación por parte

de un órgano extraño a la esfera de la Administración.

Principio de ejecutoriedad Si la eficacia es la idoneidad del acto para producir

los efectos para los cuales ha sido dictado y la ejecutividad consiste como se vio, en la

cualidad de los actos que requieran ejecución de que la misma sea realizada por la

propia Administración, la ejecutoriedad implica una cualidad mucho más específica.

En efecto, ella es igualmente una condición relativa a la eficacia del acto; pero sólo de

los actos capaces de incidir en la esfera jurídica de los particulares imponiéndoles

cargas (tanto reales, como personales; de hacer, de dar o de abstenerse).

La ejecutoriedad del acto administrativo es su característica esencial, que pueda

ejecutarse por la propia Administración. Pero esa característica es también lo específico

de una Administración Pública.

El principio cardinal del derecho administrativo, cual es el de la ejecutoriedad

de los actos de la administración pública.

Estudiar su ejecutoriedad es lo más útil y fértil que puede hacerse con el acto

administrativo. De hecho, los grandes maestros se han dedicado a construir la figura

sobre la base de la vocación ejecutoría del acto administrativo. A ese respecto, la

doctrina de Hauríou es a la vez originaría, genial y sumamente influyente en Venezuela,

pues como hemos dicho nuestro Derecho Administrativo, al menos en sus momentos

fundacionales, es tributario del francés.


La motivación y el carácter sub legal de los actos administrativos.

Los actos administrativos de carácter particular deberán ser motivados, excepto

los de simple trámite o salvo disposición expresa de la ley. A tal efecto, deberán hacer

referencia a los hechos y a los fundamentos legales del acto.

EI artículo 9 de la Ley Orgánica de Procedimientos Administrativos, establece

con carácter general, el requisito de la motivación del acto, cuando dice que todos los

actos administrativos de carácter particular, es decir de efectos particulares, deberán

ser motivados excepto los de simple trámite, o salvo disposición expresa de la Ley, y a

tal efecto, agrega el artículo 9, en esa motivación debe hacerse referencia a los hechos

y a los fundamentos del acto. La motivación no es más que la expresión de los motivos

que justifican el acto administrativo; el medio formal de expresar las razones de hecho

y de derecho por las cuales se dicta.

No se requiere que la motivación sea una expresión detallada de los hechos,

sino que el acto contenga una expresión sucinta de los hechos, de los fundamentos

legales pertinentes y, además de las razones que hubiesen sido alegadas. La doctrina y

la Jurisprudencia tienen establecido desde hace mucho tiempo, y de manera general y

pacífica, que la motivación del acto administrativo consiste en la expresión de los

motivos de hecho y de derecho que haya tenido su autor para producir el acto. Como

lo afirma la Corte Suprema de Justicia, en Sala Política Administrativa. La motivación

del acto administrativo consiste en la expresión de los motivos de hecho y de derecho

que haya tenido el autor para producir el acto.

Recientemente se ha resumido el conjunto de nociones implicadas en la

motivación del acto administrativo de la siguiente manera: “Que la motivación tiene


por objeto además de preservar el acto administrativo de la arbitrariedad del

funcionario, hacer del conocimiento de la persona afectada de las causas de este acto,

para que pueda ejercer su derecho a la defensa, en caso que le perjudique; que la

motivación al menos con anterioridad a la vigencia de la Ley Orgánica de

Procedimientos Administrativos y para los casos por ella regidos no necesariamente

debe contenerse en el acto administrativo siempre y cuando el interesado haya tenido

la posibilidad evidente de conocer esas razones de hecho y de derecho en que se funda

dicho acto; que puede ser anterior o concomitante, pero nunca posterior al acto mismo.

La validez de los actos administrativos, es la base legal del acto que consiste en

la necesaria concordancia entre las reglas que definen la competencia, es decir, los

poderes de la Administración con las situaciones de hecho necesarias para motivar la

decisión. Es decir, todo acto administrativo debe ser dictado, aplicándose las reglas

jurídicas adecuadas, las cuales requieren de una interpretación precisa, Y, además,

concuerden con la situación de hecho que da origen al acto administrativo. La base

legal del acto, por lo tanto, es la norma 0 normas del Ordenamiento Jurídico que

autorizan la actuación administrativa en relación a un caso concreto específico.

La base legal de un acto administrativo está constituida por los presupuestos y

fundamentos de derecho del acto. La característica de los reglamentos como actos

administrativos es, en primer lugar, que son actos dictados en ejecución indirecta y

mediata de la Constitución, y directa e inmediata de la legislación; por ello, como todo

acto administrativo, siempre son de carácter sub legal.


De la irretroactividad de la ley.

Ningún acto administrativo podrá crear sanciones, ni modificar las que hubieran

sido establecidas en las leyes, crear impuestos u otras contribuciones de derecho

público, salvo dentro de los limites determinados por la ley.

Los criterios establecidos por los distintos órganos de la administración pública

podrán ser modificados, pero la nueva interpretación no podrá aplicarse a situaciones

anteriores, salvo que fuere más favorable a los administrados. En todo caso, la

modificación de los criterios no dará derecho a la revisión de los actos definitivamente

firmes.

El principio de irretroactividad de los actos administrativos se invierte en los

casos de actos administrativos declarativos. Los actos administrativos de naturaleza

declarativa tienen efectos retroactivos cuando producen efectos favorables al

interesado y no lesionan derechos o intereses legítimos de otras personas.

el acto administrativo sólo produce efectos desde que aquél entra en vigor; es

decir, que no produce efectos retroactivos. La irretroactividad administrativa es una

consecuencia de la irretroactividad jurídica general. Pero, como ésta, admite

excepciones. Así, está establecido por ley que los actos administrativos sólo producirán

efectos desde la fecha en que se dicten, salvo que en aquéllos se disponga otra cosa. Se

concederá excepcionalmente efecto retroactivo al acto cuando éste se dicte en

sustitución de otro anulado; y cuando produzca efectos favorables al interesado,

siempre que los supuestos de hecho necesarios existieran ya en la fecha a que se

retrotraiga la eficacia del acto y dicha eficacia no lesione derechos o intereses legítimos

de otras personas.
El principio de irretroactividad sustenta estabilidad al ordenamiento jurídico y

también, contribuye a establecer la seguridad jurídica, en tanto en cuanto un individuo

puede y debe poder estar seguro de las consecuencias que los actos que realice en cada

momento pueden acarrear.

Por ejemplo, si se introduce en el Código Penal una modificación que considere

una nueva conducta como delito, sin que esta hubiera sido previamente considerada

como tal, la irretroactividad implica que aquellas personas que hubieran tenido dicha

conducta con anterioridad a la modificación no podrían ser sancionadas por ello, ya

que cuando la cometieron esta era legal.

Existen excepciones a este principio de irretroactividad, como puede ser la

posibilidad de aplicar la retroactividad en los casos en los que la nueva norma sea más

favorable para el interesado, ya que normalmente solo se garantiza la irretroactividad

de las disposiciones sancionadoras no favorables o restrictivas de derechos

individuales.
De los límites de la discrecionalidad.

Ningún acto administrativo podrá violar lo establecido en otro de superior

jerarquía; ni los de carácter particular vulnerar lo establecido en una disposición

administrativa de carácter general, aun cuando fueren dictados por autoridad igual o

superior a la que dicto la disposición general.

Los actos administrativos tienen la siguiente jerarquía: decretos, resoluciones,

órdenes, providencias y otras decisiones dictadas por órganos y autoridades

administrativas.

La discrecionalidad administrativa se manifiesta en el ejercicio de aquellas

actividades de la Administración en las cuales el legislador le confiere al funcionario

determinados poderes de apreciación de la oportunidad y conveniencia de su actuación.

Ello sucede, por ejemplo, en todos los casos en los cuales la ley otorga a la

Administración la facultad de obrar, y se encuentra en aquellos casos en los cuales la

Ley confiere la competencia al funcionario mediante el uso del verbo “podrá.” Como

lo indicó la antigua Corte Federal de Venezuela en sentencia de 6 de noviembre de

1958.

Los actos administrativos son de dos categorías: los discrecionales, cuando la

administración no está sometida al cumplimiento de normas especiales en cuanto a la

oportunidad de obrar, sin que ello quiera decir que se obra al arbitrio, eludiendo toda

regla de derecho, pues la autoridad administrativa debe observar siempre los preceptos

legales sobre formalidades del acto; y los reglados, llamados también vinculados y

obligatorios, cuando el funcionario no puede ejecutarlos sino con sujeción estricta a la


ley, o pena de incurrir en incompetencia, exceso de poder o genéricamente, en

ilegalidad o violación de la ley.

En este sentido, en otra sentencia la misma antigua Corte estableció la

diferencia entre estos dos tipos de actos administrativos, indicando que estriba:

En que en los [actos administrativos] reglados la ley establece si la autoridad

administrativa ha de actuar, cuál es esa autoridad y cómo debe hacerlo, determinando

las condiciones de la conducta administrativa en forma de no dejar margen a la elección

del procedimiento; mientras que en los actos administrativos discrecionales,

atendiendo a necesidades de la Administración Pública, la autoridad administrativa, en

muchos casos, apreciará hechos pasados o consecuencias futuras, y para ello, dispondrá

de cierta libertad de apreciación, sin que quiera significar esto que proceda

arbitrariamente.

Entendida en esta forma, la actividad discrecional de la Administración es

indispensable para que ésta pueda realizar actividades en procura del interés general y

lograr sus fines de u n modo cabal, porque la ley no puede prever y reglamentar las

múltiples, cambiantes y complejas relaciones jurídicas que se producen en la sociedad.

De ahí que, en muchos casos, la ley se limite a determinar normas que hagan la

competencia de los diversos órganos administrativos y deja a éstos una cierta libertad

de apreciación de los hechos, para decidir u orientar su actuación.


Referencias bibliográficas

 Ley Orgánica De Procedimientos Administrativos, gaceta oficial nº 2.818

extraordinaria de 1º de julio de 1981, capitulo II, De los actos administrativos.

 ejecutividad y ejecutoriedad de los actos administrativos, disponible en:

http://www.ulpiano.org.ve/revistas/bases/artic/texto/ADPUB-

MONTEAVILA/1/ADPUB_2007_1_245-276.pdf

 La motivación y el carácter sublegal de los actos administrativos, disponible en:

http://www.saber.ula.ve/bitstream/handle/123456789/37043/articulo6.pdf;jses

sionid=ABC008D814E5F2E18768DB6582F10DC6?sequence=1

 Irretroactividad de la ley, disponible en:

http://www.ulpiano.org.ve/revistas/bases/artic/texto/RDPUB/24/rdpub_1985_

24_211-228.pdf

 De los límites de la discrecionalidad, disponible en:

https://allanbrewercarias.com/wp-content/uploads/2017/01/875.-II.4.871-txt-

DISCRECIONALIDAD.pdf

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