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En la sección anterior del sermón del monte, el Señor enseña cual es el carácter de los verdaderos
afortunados a los ojos de Dios, y nos mostró que ellos serían perseguidos por el mundo precisamente por ser
la clase de persona que Dios bendecía, ellos podrían haber esperado que el Señor dijera lo mismo que los
maestros de la época, que de la misma forma como el mundo los trataría ellos debían tratarlos a ellos, ojo por
ojo y diente por diente, pero no, el Señor nos dice todo lo contrario, Él nos dice que a pesar de que el mundo
nos odie y nos persiga, nosotros debemos mostrar amor hacia ellos, lo hace diciendo que nosotros somos la
sal y la luz del mundo
Ser la sal y la luz del mundo es de vital importancia, es gracias a lo que somos y hacemos que el mundo aún
tiene una esperanza, pues como sal evitamos que el mundo se pudra cada vez más y como luz podemos
guiarlos a Dios, pero el Señor también nos hace algunas advertencias que debemos tener en cuenta para
conservar nuestra esencia como sal y luz
Reflexión final: no hay más sal y luz para el mundo, ese es el énfasis que el Señor hace, cuando dice
vosotros sois la sal y la luz, el mundo no puede obtener estos beneficios de otras fuentes, si el mundo no ve a
Cristo en los cristianos ¿Dónde lo vera? por eso este asunto es de vital importancia, entendamos que estamos
aquí con una labor importantísima, ¿Para qué estamos aquí? Para serle útiles a los que aún están perdidos,
Josué 1:13-15, 2 Reyes 7:3-20, Filipenses 2:4, sabiendo que el resultado final sera la gloria de Dios Mateo
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